DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD EN LOS AÑOS PREESCOLARES

DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD EN LOS AÑOS PREESCOLARES Jesús Palacios y Victoria Hidalgo La personalidad es lo que nos d

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DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD EN LOS AÑOS PREESCOLARES Jesús Palacios y Victoria Hidalgo La personalidad es lo que nos distingue de otras personas, ya que son el conjunto de características que identifican a cada persona que pueden ser la afectividad y en la cual el niño va formando su propia autoestima. Según Freud la personalidad está ligada con la sexualidad por que al ir explorando y descubriendo sus partes genitales empiezan a distinguir su sexo y la utilidad que le pueden dar a cada una de sus partes. Es importante mencionar que en los primeros 6 años solo se tiene una idea de sexualidad pre genital. Es de gran importancia mencionar que Freud dice que hay una secuencia de autoerotismo infantil invariable la cual empieza por la boca, (fase oral que se extiende hasta el primer año), continua por el ano (fase anal, que es durante el segundo y tercer año), después el falo (fase fálica que se extiende hasta los años preescolares) y por último fase de lactancia (que constituye un cambio entre la sexualidad pre genital y la genital). Bajo mi punto de vista hay que detenernos a pensar que no todos los niños son iguales y preguntarnos si en verdad la secuencia de autoerotismo es invariable. Un conflicto que se que se ha identificado es la parte en la que aparecen los tres complejos de la fase fálica en la edad preescolar que son complejo de Edipo, complejo de Electra y complejo de Caín. En esta parte es importante hacer mención que el niño y la niña respectivamente dentro de los dos primeros años se encuentran con la necesidad de estar con su mamá o papá dependiendo su sexo. En el conflicto de Caín es generado por la por la rivalidad que se tiene entre los hermanos del mismo sexo ya que tienen la misa preferencia y se empiezan a crear actitudes de celos. En este sentido es donde se va creando con mayor fuerza un autoconcepto y autoestima pues depende del ambiente en el cual se va desarrollando. En la etapa del preescolar es en donde hay una mayor necesidad de cariño, apoyo y reconocimiento ya que en ese momento es cuando la mayoría de ellos quieren sentirse el centro de atención y cuando no lo logran toman actitudes y conductas malas, las cuales es claro que no son buenas para su desarrollo pues al tener estas actitudes alejan a los otros niños y no tienen una buena socialización. Es de esta forma como el niño se va creando un autoconcepto, pues se va describiendo en base a atributos personales externos, describirse en términos generales, a concebir relaciones sociales, aunque esto sólo hace que el niño tenga un concepto erróneo de sí mismo. Es importante que el niño tenga el descubrimiento de la constancia del sexo el cual consiste en que el niño esté consciente de que el sexo masculino o femenino es permanente pero sin que exista una tipificación ya que no debería haber una distinción por sexo. De acuerdo con los conocidos puntos de vista de Freud el desarrollo de la personalidad está ligado al desarrollo de la sexualidad. Significa que la sexualidad infantil es sobre todo autoerótica puesto que no persigue ninguna relación interpersonal a través de los genitales. Por el contrario lo predomínate son las estimulaciones autoeróticas de distintas zonas erógenas (boca, ano y pene).

La zona erógena predominante en la etapa fálica son los genitales externos que tiene importancia por el placer ligado con la manipulación (masturbación). Además los niños y las niñas descubren las diferencias anatómicas entre hombres y mujeres, lo que origina en los niños la angustia de castración y en las niñas el complejo de castración. Pero el conflicto central es el complejo de Edipo que es una relación emocional de ambivalencia con los progenitores en la que, se destacan los deseos respecto al progenitor del sexo opuesto y la hostilidad por el del mismo sexo. Según Wallon desde los tres a los seis años se desarrolla el “estadio del personalismo” en el que se construye la personalidad infantil y que está marcada por la especial necesidad que el niño tiene en estos años de cariño, apoyo y reconocimiento. El niño va a imponer sus propios deseos y oponerse a los de los demás; esto conduce a conflictos y amenazas de retirada de afecto. Ello junto al hecho de que llega un momento en que la crisis de oposición conduce a un cambio de actitud. El niño hará uso de sus habilidades y destrezas repitiendo las que ha descubierto que provocan mayor admiración. Se trata del “periodo de la gracia” en el que el niño trata de seducir los demás con la ostentación de sus “gracias”. Cuando esto no le garantiza una admiración y afecto condicionales los niños introducen la imitación de los modelos adultos que se traduce en gestos y actitudes, en la forma de expresarse y poco a poco en la forma de pensar. Malinowski describió lo que ocurría entre los habitantes de las islas Trobiand. Allí el padre carece de autoridad en la educación de los hijos, no les da órdenes, ni les exige obediencia ni les impone castigos; se comporta mas bien como un compañero de juegos amistoso y protector. La autoridad y disciplina radica en el hermano mayor de la madre del niño. La hostilidad del niño se dirige pues hacia este tío y no hacia el padre, lo que demuestra que nos encontramos antes hechos que tienen que ver con la socialización más que con la sexualidad. Se sitúan datos que demuestran que los padres tienden a ser más estrictos en la socialización del hijo del mismo sexo y que además el padre del sexo opuesto actúa como amortiguador de la presiones del otro sobre el niño. No es de extrañar que sea frecuente que el niño trate de comportarse como el padre y la niña como la madre. Se utiliza el término “conocimiento de sí mismo” como el concepto general que hace referencia a los conocimientos, ideas, creencias, y actitudes que tenemos acerca de, nosotros mismos. No obstante, podemos diferenciar dos aspectos: el primero, relativo al contenido de este conocimiento, a las características o atributos que utilizamos para describirnos a nosotros mismos (autoconcepto); el segundo, referido a la valoración o enjuiciamiento que hacemos de este autoconcepto (autoestima). Los niños preescolares tienden a describirse en base a atributos personales externos: Suelen hacerlo en términos de las actividades que realizan, de sus logros o actividades, de su apariencia física o de algún otro rasgo de carácter general. Tienden a describirse en términos globales: el autoconcepto suele ser global, vago y no específico. Tienden a concebir las relaciones sociales como simples conexiones entre personas: se definen en términos de “amigo”, “compañero” o como “hijo” o “hermano”; y a elaborar el autoconcepto en base a evidencias externas y arbitrarias: el autoconcepto de los niños suele ser bastante arbitrario fundamentado en hechos concretos ocurridos en momentos determinados.

Cuando centramos nuestra atención en el valor o importancia que los niños atribuyen a estas autodescripciones, en cómo evalúa el niño el concepto que tiene de sí mismo, nos estamos interesando por la autoestima, es decir, por la dimensión evaluativa del autoconcepto. La razón de este interés por la autoestima radica en la importancia que se le atribuye como factor determinante del éxito escolar, las relaciones sociales y la salud mental. Las actitudes de los padres y sus prácticas de crianza y educación son los aspectos determinantes dl desarrollo de la autoestima de los niños. Es de gran importancia también que el niño reconozca el grupo sexual al que pertenece, la elaboración de la distinción masculino- femenino. Niños y niñas preescolares prefieren como compañeros de juego a quienes son de su mismo sexo y toman como modelos a personas de su mismo sexo. Otro logro se refiere al descubrimiento de la llamada “constancia del sexo” que implica no solo saber que se es niño o niña, sino ser consciente de que esa es una característica permanente: se es masculino o femenino de por vida. Se le denomina “tipificación sexual” a la identidad de género, al conocimiento de las funciones que la sociedad asigna a cada uno de los sexos; consiste en el proceso a través del cual niños y niñas adquieren pautas de conducta que la sociedad considera típicas de uno u otro sexo.