Derrida J Canallas Dos Ensayos Sobre La Razon

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Esta obra se beneficia del apoyo del Servicio de Cooperación y de Acción Cultural de la Embajada de Francia en España y del Ministerio francés de Asuntos Exteriores, en el morco del Programa de Ayuda a la Publicación (P.A.P. Gorda Lorca)

Canallas Dos ensayos sobre la razón Jacques Derrida

COLECCiÓN ESTRUCTURAS y PROCESOS Serie Filosofía

Traducción de Cristina de Peretti

Título original: Voyous. Deux essais sur la raison

© Editorial Trotta, SA, 2005 Ferraz, 55. 28008 Madrid Teléfono: 91 543 03 61 Fax: 91 543 14 88 E-mail: [email protected] http://www.trotta.es

© Éditions Galilée, 2003

© Cristina de Peretti, 2005 Diseño Joaquín Gallego ISBN: 84-8164-773-X Depósito Legal: M. 21.899-2005

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Impresión Fernández Ciudad, S.L.

ÍNDICE

Prólogo

VEN!

Prólogo: Veni .........................................................................

9 «La razón del más fuerte es siempre la mejor. Lo vamos a mostrar dentro de un momento.»

LA RAZÓN DEL MÁs FUERTE (¿Hay Estados canallas?) 1. La rueda libre ................................................................. 2. Licencia y libertad: el bribón .......................................... 3. Lo otro de la democracia, el por turno: alternativa y alternancia ................................................. 4. Dominio y métrica ......................................................... 5. Libertad, igualdad, fraternidad o cómo no poner lemas.. 6. El canalla (al) que estoy si(gui)endo ................................ 7. Dios, ¿qué no hay que decir? mn qué lengua por venir?.. 8. El último de los Estados canallas: la «demoracia por venir», apertura con dos vueltas ......... 9. (No) más Estados canallas .............................................. 10. Envío .............................................................................

23 37 47 61 77 85 93 101 119 133

EL «MUNDO» DE LAS LUCES POR VENIR

(Excepción, cálculo y soberanía) 1. Teleología y arquitectónica: la neutralización del acontecimiento ......................................................... 145 2. Llegar - a los fines del Estado (y de la guerra y de la guerra mundial) ................................................... 169

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¿Qué relato político ilustraría hoy, dentro de la misma tradición, esta moralidad fabulosa? ¿Nos enseña ésta, como se cree a menudo, que la fuerza «prima» sobre el derecho?, o bien, lo cual sería diferente, ¿que el concepto mismo de derecho, la razón jurídica, incluye a priori el posible recurso a la conminación, a la coacción, por lo tanto, a cierta violencia? Esta última interpretación fue, por ejemplo, la de un Kant, y no representaba necesariamente el punto de vista del lobo. Ni, por lo demás, el del cordero. Y, ante todo, en lo que respecta a la pareja misma de la fuerza y el derecho, ¿dé dónde nos viene esa inmensa tradición que, durante mucho tiempo, precedió y siguió a La Fontaine, y a Bodino y Hobbes y Grocio, y a Pascal y Rousseau, y a tantos otros, desde Platón hasta Carl Schmitt? ¿Seguimos perteneciendo a esa inquieta aunque imperturbable genealogía? Antes incluso de que hablemos de la fuerza, ¿se reduce la justicia al derecho? ¿Qué ocurre con el derecho? Y ¿quién? «Quién por derecho», suele decirse para designar a un sujeto que tiene derecho sobre ... , que está habilitado para ... o que tiene el poder de decidir... Pero ¿quién tiene, justamente, derecho a dar o a adjudicarse el derecho, a atribuirse, a conceder o a ejercer, soberanamente, el derecho? ¿A interrumpirlo soberanamente? Schmitt definió al soberano de esta manera: aquel que tiene derecho a interrumpir el derecho. Dos con9

CANALLAS

ferencias 1 parecen hacerse aquí eco la una a la otra. Quizá se respondan, lo mismo que Eco puede haber fingido repetir una última sílaba de Narciso para proferir otra cosa, en verdad, para firmar en ese momento con su nombre, como para retomar la iniciativa de responder de una forma responsable, desobedeciendo la inyunción soberana y haciendo fracasar la tiranía de una diosa celosa. Eco da a entender entonces a quien quiere oírla, a quien puede querer oírla, algo distinto de lo que parece proferir. Aunque repite, sin ningún simulacro, lo que acaba de oír, otro simulacro interviene entonces para sustraer su respuesta de la simple reiteración. Dice de manera inaugural, declara su amor, llama por primera vez repitiendo el «¡Ven!» de Narciso, convirtiéndose en el eco de una palabra narcisista. Desborda de amor, desborda con su amor las interpelaciones de Narciso de las cuales ella parece reproducir tan sólo la caída o el envío. Correspondencia disimétrica, como siempre desigual, desigual a la igualdad de uno respecto del otro: origen de la política, cuestión acerca de la democracia. (Si parece que me complazco en insistir aquí en estas Metamorfosis es porque, en esta famosa escena, todo está rondando en torno a una llamada por venir. Y porque, en el cruce de lo imprevisible y de la repetición, en ese lugar en donde, de nuevo cada vez, por turno, de una vez por todas, no se ve venir lo que queda por venir, aquélla es el motivo más insistente de este libro. «Veni!», dice Narciso , fue pronunciada en la apertura del XXIX Congreso de la Asociación de las sociedades de filosofía de lengua francesa, en la Universidad de Niza, el 27 de agosto de 2002. Dicho congreso llevaba por título general «Avenir de la raison, devenir des rationalités». Fue organizado del 27 de agosto al 1 de septiembre de 2002, bajo la presidencia de André Tose!. En ambos casos, parecía más justo reproducir los dos textos tal cual, con el fin de respetar los límites apremiantes y la destinación primera. Nada, pues, se ha borrado ni modificado de los rasgos que esta situación hablada pudo haber inscrito en aquéllos: tal día, en tal lugar, a la atención de estos (o estas) destinatarios. Sólo se han añadido, en su momento y a toro pasado, algunas notas a pie de página (pp. 82, 177 y 179-180). 2. «'Ecquis adest?' et 'adest' responderat Echo. / Hic stupet, utque aciem partes dimittit in omnis, / voce 'veni!' magna clamat: vocat illa vocantem" (libro 111, 379382). Aunque la traducción sea prácticamente imposible, aunque exija cada vez una reinvención idiomática del simulacro en cada lengua, cito, modificándolos ligeramente, unos intentos franceses O. Chamonard, Garnier-Flammarion, 1966, p. 99;

G. Lafaye y]. Fabre, Budé, 1961, t. 1, pp. 81-82) e ingleses (F. J. Miller, Cambridge, Penguin, London, 1916-1984, t. 1, p. 151). Parcialmente inadecuados, a veces parecen completarse unos a otros. «'N'y a-t-il pas que!qu'un ici?' - 'Si, que!qu'un', avait répondu Écho. Narcisse stupéfait porte ses regards de tous catés : 'Viens' crie-t-il a pleine voix. A son appe! répond un appe! d'Écho, 'Viens' ... » «'Y a-t-il quelqu'un pres de moi?' 'Moi' répondit Écho. Plein de stupeur, il promene de tous catés ses regards. 'Viens!' crie-t-il a pleine voix. A son appe! elle répond par un appe!.» «'Is anyone here?' and 'Here!' cried Echo back. Amazed, he looks around in all directions and with loud voice cries 'Come!' and 'Come!' she calls him calling.» [En castellano: «'¿Alguno está por aquí?', y 'está por aquí' había respondido Eco. Él se queda atónito y, cuando lanza su mirada a todas partes, grita con fuerte voz: 'ven'; ella llama a quien la llama» (ed. y trad. de C. Álvarez y R. M. a Iglesias, Cátedra, Madrid, 42001, p. 295).] [N. de la T.]

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CANALLAS

VENI

nacional), cuando el viejo fantasma de la soberanía pierde su credibilidad? ¿y ello desde hace mucho más tiempo de lo que con frecuencia se cree pero, hoy día, de una forma nueva y a un ritmo distinto? Esta situación, ciertamente, no la ha creado, ni siquiera la ha puesto de manifiesto aquel presunto «acontecimiento de gran magnitud» fechado un «once de septiembre de 2001», aunque esos asesinatos y aquellos suicidios (tantos otros también) hayan escenificado mediáticamente las premisas del mismo y algunas de sus consecuencias inevitables; y aunque esa escenificación mediática haya constituido la estructura y la posibilidad del susodicho acontecimiento. La palabra voyou, canalla, tiene una historia dentro de la lengua francesa. Es preciso recordarla. Por su parte, la noción de «Estado canalla» se presenta, en primer lugar, como la traducción reciente y equívoca de lo que la administración americana denuncia desde hace varias décadas: el rogue State, el Estado que no respeta sus deberes de Estado ante la ley de la comunidad mundial ni las obligaciones del derecho internacional, el Estado que escarnece el derecho -y se mofa del Estado de derech0 3 • Este lenguaje detenta, por consiguiente, cierto privilegio cuando nos preguntarnos acerca de lo que se hace entonces con la mundialización -traducción dudosa y a su vez muy reciente de la globalización. La experiencia de la traducción nos orienta aquí, a través de cierta anglofonía, hacia lo que podemos al menos denominar, con cinco palabras, antes incluso de empezar, la «cuestión de los Estados Unidos»4, de su «derecho del más fuerte». ¿Hegemonía? ¿Supremacía? ¿Nueva figura del Imperio o del imperialismo? ¿Hay que contentarse con este léxico o buscar, sin disponer de una brújula, todavía algo distinto?

De la misma manera que hace poco lo hice en La Universidad sin condición5 , cada uno de estos ensayos propone, al final del recorrido, una distinción difícil o frágil. La considero apenas posible aunque esencial, incluso indispensable. Como una palanca última. En cuanto a la razón y a la democracia, en cuanto a una razón democrática, habría en efecto que tratar de disociar la «soberanía» (siempre, en principio, indivisible) y la «incondicionalidad». Ambas se sustraen absolutamente, como lo absoluto mismo, a todo relativismo. Ésta es su afinidad. Pero, a través de algunas experiencias de las que se hablará en este libro y, en general, a través de la experiencia que se deja afectar por aquel(lo) que viene o aquel(lo) que llega, por el o lo otro por venir, se requiere a priori cierta renuncia incondicional a la soberanía. Antes incluso del acto de una decisión. Semejante partición supone asimismo que pensemos a la vez la imprevisibilidad de un acontecimiento que carece necesariamente de horizonte, la venida singular de lo otro y, por consiguiente, una fuerza débil. Esta fuerza vulnerable, esta fuerza sin poder expone incondicionalmente a aquel(lo) que viene y que viene a afectarla. La venida de dicho acontecimiento excede la condición de dominio y la autoridad aceptada por convenio de lo que se denomina el «performativo». Y desborda también por lo tanto, sin poner en entredicho cierta pertinencia de la misma, la útil distinción entre «constatativo» y «performativo». Y, con ella, tantas otras distinciones afines, empezando por las de la razón teórica y de la razón práctica, de la ciencia y de la técnica, etcétera. La afirmación común a ambas conferencias se parece una vez más a un acto de fe mesiánico -irreligioso y sin mesianismo. Antes que como una «religión en los límites de la mera razón» (todavía tan cristiana en su último fundamento kantiano), semejante afirmación resonaría más bien a través de otra denominación de khora 6 • Cierta

3. Se denomina Estado de derecho, subrayémoslo, a un sistema convencional, a la vez lógico y social. Éste prescribe, otorga la primacía a un determinado tipo de razonamiento, aquel que somete al derecho el consenso buscado y las conclusiones de un debate o de un conflicto, en verdad, los temas de un litigio. ¿La razón de Estado se somete siempre al Estado de derecho? ¿Viene la soberanía misma del Estado de derecho o, por el contrario, lo excede y lo traiciona, de forma siempre excepcional, en el momento mismo en el que pretende justamente fundarlo? Éste es, quizá, el tipo de cuestiones que se encadenan en este libro. 4. En su relación con lo que se llama desde hace unos cuarenta años