Darcy y Elizabeth Tras Las Paredes de Pemberley

Darcy y Elizabeth tras las paredes de Pemberley Una historia corta de Orgullo & Prejuicio En la galería había muchos re

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Darcy y Elizabeth tras las paredes de Pemberley Una historia corta de Orgullo & Prejuicio

En la galería había muchos retratos familiares, pero no tenían mucho para mantener la atención de un extraño. Elizabeth pasó de largo en busca del único rostro con las facciones que serían conocidas para ella- y observó el llamativo semblante del Sr. Darcy… se paró frente al retrato por varios minutos en ferviente contemplación…- Orgullo & Prejuicio

Cansado hasta los huesos y adolorido por la silla de montar en una cabalgata tan larga, Darcy espolea a Macbeth hacia la cima de la colina, y el semental, sabiendo que estaba cerca de los establos en donde una cepillada, una cubeta de avena, y un tibio establo le esperaban, apresuró el paso.

Desde este punto, el Señor de Pemberley tenía una vista panorámica de la mansión y los jardínes- una vista con el poder de sanar. Y él necesitaba sanar las heridas que había sufrido a manos de Elizabeth Bennet. Ella no solo había rehusado su propuesta de matrimonio, había dejado claro que no deseaba tener nada más que ver con él. Él no había anticipado el rechazo mucho menos el destierro. Pero el pensar en no volverla a ver jamás… era simplemente demasiado para soportar.

El sosiego de los pensamientos que le habían plagado desde que dejó Kent, el sitio de su rechazo, sería de corta duración. En la mañana, además de su propia hermana, Charles Bingley y sus hermanas, habrían de venir a Pemberley, trayendo con ellos memorias de la primera vez que había puesto sus ojos en Elizabeth, así como el primer encuentro de Bingley con Jane Bennet. Viendo hacia atrás, si hubiera anticipado la angustia que le aguardabay a su amigo- en Hertfordshire, habría podido elegir permanecer en Londres, y hubiera exhortado a Bingley a hacer lo mismo.

Desde el momento de su partida de Netherfield Park en Noviembre anterior, Bingley había estado en movimiento, viajando a lo largo y ancho de Inglaterra. Parecía haber visitado amigos y conocidos en todos los condados del reino con excepción de Hertfordshire. A pesar del cambio de escenarios, Bingley estaba constantemente deprimido y Darcy esperaba que Pemberley usaría sus encantos en su amigo también. Y si las cosas se arreglan, podría resultar un cambio de planes para Charles Bingley.

En lugar de ir a Scarborough con sus hermanas, bien podría dar vuelta a su caballo hacia Hertfordshire. Si tan solo esa opción estuviera disponible para mí. Mientras guiaba a Macbeth en dirección a los establos, Darcy notó un carruaje viniendo por el camino.

Estaba seguro de que sus ocupantes eran visitantes anhelando conocer la mansión- algo que se ve con frecuencia en los días de verano en Pemberley. Hoy no, pensó Darcy. Yo quiero caminar por los pasillos a mi gusto sin peligro de encontrarme con turistas curiosos. Hablaré con la señora Reynolds directamente.

Después de dejar a Macbeth con el caballerizo, caminó hacia la entrada de servicio y se dirigió hacia abajo por el corredor hasta la cocina para informarle a la señora Bradshaw de su arribo prematuro. Aún cuando no quería más que cenar un plato de carne fría y pan, anticipaba que la cocinera armaría un escándalo por su aparición inesperada. “Oh señor Darcy!” Gritó la señora Bradshaw cuando lo vio. Después de limpiar sus manos en el delantal, levantó los brazos al aire y continuó con sus exclamaciones. “Qué sorpresa! No tenía idea de que usted estaría aquí hoy! El Señor Jackson no me dijo ni una palabra acerca de su llegada a casa un día antes! Si hubiera sabido. Tendría un cordero rostizándose!”

A pesar de asegurar que estaba solo y que no era necesario hacer nada especial en su beneficio, pasaron otros cinco minutos antes de que pudiera irse. Finalmente hizo su escape asintiendo, sonriendo y caminando hacia atrás en dirección a la libertad. Mientras cruzaba en la esquina, aunque ya no podía ver a la cocinera, podía escucharla gritando órdenes al equipo de cocina: “El Señor está en casa. Apresúrate, niña. Sally, por que te paras allí con la boca abierta? Ellen, anda a la escalera y…”

Tan pronto como llegó al piso principal, Darcy buscó a Jackson, su mayordomo. Siempre encontró que el título de mayordomo limitaba a un hombre con los talentos considerables de Jackson. Durante las tantas ausencias de Darcy de Derbyshire, Jackson estaba al timón- el capitán que aseguraba que fuera fácil navegar en Pemberley- y lo había hecho tanto para el padre como para el hijo. Además de sus labores como mayordomo, también fungía de confidente de Darcy: su consejo magnífico y su discreción garantizada. Después de llegar al piso principal, Darcy encontró a su mayordomo en el gran corredor.

“Buenos días, señor. Espero que sus viajes hayan sido sin novedad,” dijo Jackson con una reverencia. Aunque Darcy llegó sin aviso, a diferencia de la señora Bradshaw, la voz de su mayordomo no dio indicios de que su llegada temprana causara incomodidad. Después de recibir un reporte de Jackson de las preparaciones que habían sido para la llegada de Bingley, Darcy le preguntó si la señora Reynolds estaba en su oficina. “En este momento, señor, está hablando con una pareja y su sobrina que quieren conocer la casa. Como sabe, la señora Reynolds se asegura de que los visitantes estén vestidos apropiadamente y que no estén propensos a…,” Jackson dudó. “…robar la plata, Jackson?” preguntó Darcy con una carcajada. “Exactamente, señor. Desea que informe a la señora Reynolds que debe limitar la visita a los jardines?” “Estoy bastante fatigado y necesito un baño” admitió Darcy mientras se frotaba la barba crecida. “Mantenerlos en los jardines puede ser la mejor opción. Sabes de dónde son los visitantes?” “Londres, señor.” Darcy hizo una mueca. La distancia entre Londres y Lambton era de 150 millas, y no deseaba rechazar a los viajeros que habían venido tan lejos. Durante su niñez, a pesar de que su padre veía a los viajeros como un inconveniente, su madre consideraba que el interés mostrado por el público en conocer Pemberley era un cumplido y muy raras veces rehusaba una solicitud. Con las excepciones ocasionales, él había seguido la iniciativa de su madre y ofrecía a la señora Reynolds un pequeño ingreso adicional por ser ella la que actuara como guía. “Firmaron el libro de visitas como el señor y la señora Gardnier de la calle Gracechurch, Londres, y su sobrina, la señorita Elizabeth Bennet, de la Finca de Longbourn, Hertfordshire.” “El señor y la señora Gardnier y quién?” preguntó Darcy. Jackson podía escuchar la alarma en la voz de su señor. Después de repetir el nombre, el mayordomo preguntó si conocía a la señorita. “No estoy seguro” respondió Darcy aturdido. “La sobrina es de este alto?” dijo, subiendo su mano bajo su barbilla. Jackson asintió. “Cabello castaño, ojos oscuros, piel luminosa y sonrisa cautivadora?” “La señorita no me sonrió a mi, señor, pero, aparte de eso, su descripción se apega a la señorita bastante bien. Deduzco que la conoce.” Darcy negó con un gesto. “pensé que sí, pero resultó, que no la conocía en absoluto.”

***************** Cuando la tía Gardnier sugirió conocer Pemberley, Lizzy protestó al principio. No habían visto suficientes mansiones para una vida entera? Preguntó a su tía. Como sea, cada argumento caía en oídos sordos, y si Lizzy no hubiera temido encontrarse con el señor Darcy durante la visita a la propiedad, hubiera accedido con gusto. Además de su propia curiosidad acerca del lugar en que vivía el señor Darcy, su tía, quien había pasado su niñez en el cercano Lambton, nunca había visitado la mansión. Era natural tener curiosidad sobre la familia que vivía en la gran casa de la colina y quien jugaba un papel tan importante en la vida del pueblo. Como señor de la mansión, el mayor señor Darcy, así como su esposa e hijos, fueron entrelazados en las memorias de lo que a la tía Gardnier le parecía una niñez idílica. Después de haber sido tranquilizada por los sirvientes de que el señor Darcy no estaba en Pemberley, Lizzy se entusiasmó por la visita. El grupo esperaba iniciar la visita en la mansión, pero el mayordomo los había dirigido hacia los jardines en donde Ferguson, el jardinero principal, los esperaba. Con los jardines de Pemberley rebosando de los pasteles del verano, el trio escucho mientras Ferguson reseñaba elocuentemente las bellezas frente a ellos. Después de una caminata tranquila a través de las terrazas de los jardines superiores e inferiores, el jardín los llevó hacia la entrada de Pemberley en donde los esperaba el ama de llaves. Cuando la señora Reynolds le alcanzó la pluma a Elizabeth para firmar el libro de visitas ella vaciló. Si el señor Darcy revisa el libro, verá que estuve en su hogar durante su ausencia. Considerando lo que se ha dicho entre nosotros en Hunsford, que pensará el señor Darcy de que yo esté paseando por su casa y jardines? Y la carta? Lizzy se estremeció por el recuerdo. Él específicamente mencionó que todo el asunto no será olvidado pronto, pero aquí estoy en su casa! “La señorita no sabe escribir?” Preguntó la señora Reynolds, interrumpiendo los pensamientos de Lizzy “Si, por supuesto. Mi mente estaba ocupada en otras cosas. Por favor discúlpeme, señora Reynolds,” dijo mientras tomó la pluma y firmó con su nombre: Elizabeth Bennet, Finca de Longbourn, Hertfordshire. Antes de que pudieran iniciar la visita, Jackson hizo a la señora Reynolds a un lado para informarle que el señor había regresado a casa un día antes, pero que los huéspedes no deberían saberlo. “Aún cuando el señor no desea hablarles personalmente, el señor Darcy desea que los invitados reciban un recorrido completo de la mansión y los jardines, incluyendo la galería,” añadió Jackson. “No necesita apresurarse. Siéntase en libertad de responder cualquier pregunta que tengan.”

“Si ese es el deseo del señor Darcy, así se hará.” Susurró la señora Reynolds. Jackson podía escuchar confusión en su respuesta. Nunca antes había dado tales instrucciones. ***************** Con Mercer, su criado, en Derby con la señorita Darcy y los Bingleys, Jackson fue a la suite principal para ver si el señor Darcy quería tomar un baño. El mayordomo lo encontró sentado en una silla por la ventana, viendo hacia los jardines. “Es la cosa más extraña, Jackson- la señorita Elizabeth estando aquí en Pemberley.” “Qué pasa señor?” “Durante mi estadía en Netherfield Park, la propiedad que Charles Bingley alquila, vi a la dama frecuentemente y de nuevo mientras visitaba a Lady Catherine de Bourgh en Rosings al momento que la señorita Elizabeth estaba en Kent visitando a una amiga, la esposa del cura que había sido designado por Lady Catherine. Fue durante una visita a la casa parroquial que le hice a la dama una propuesta de matrimonio.” Echando un vistazo sobre su hombro, Darcy vio a Jackson para apreciar su reacción a la noticia de que le hizo una propuesta a la hija de un granjero. Incuso el monumento al estoicismo no pudo ocultar su sorpresa ante tal admisión. “Estás sorprendido, Jackson. No más que yo. Incluso ahora, no sé cómo sucedió. Todo lo que puedo decir es que ya estaba en la mitad antes de saber que había comenzado. Cuando fui a la casa parroquial, no tenía la idea de proponerme. Obviamente, la señorita Elizabeth me rechazó, o no estaría sólo aquí arriba. En cambio, estaría mostrándole a mi novia su nuevo hogar.” Jackson esperó. Si el señor deseaba compartir los detalles de lo que pasó en Kent, él lo haría. No tuvo que esperar mucho. “A pesar de que su rechazo fue hace cuatro meses, todavía estoy tratando de descifrarlo. Cómo pude estar tan equivocado?” Levantándose, él vio a su mayordomo. “La señorita Elizabeth me dijo que yo era el último hombre en el mundo con el cual ella podría estar comprometida. No hay ambigüedad allí, Jackson. Ella podría considerar propuestas de matrimonio del carnicero, del panadero y del candelero, me imagino, antes de considerar cualquier cosa que yo pudiera ofrecerle.” “Tal vez si usted compartiera su relación completa, yo podría ofrecerle algún consejo.”

Para el tiempo en que Darcy terminó la historia del tumultoso camino hacia la casa parroquial de Hunsford, Jackson entendió por qué la hija de un granjero

había declinado una propuesta de un hombre de riquezas, estatus y rango. En primer lugar, la dama había sido completamente ignorante de su interés en ella. En lugar de verlo como un pretendiente, lo había visto como un adversario, y con razón. Qué debía pensar una señorita de un hombre que la había insultado frente a su familia y amigos? Después de la asamblea en Meryton, sus interacciones habían sido intercambios de dardos, en diferentes lugares. Todo esto podría haber sido ignorado por una mujer, cuya situación financiera precaria pidiera a gritos por un esposo con dinero, pero por dos cosas: Durante el tiempo en que la oferta fue presentada, la señorita Elizabeth permanecía ignorante de la verdadera naturaleza de George Wickham. Más importante, por su interferencia en el cortejo de Charles Bingley y Jane Bennet, Darcy había herido a la persona más querida por Elizabeth. “Tal vez, señor, en lugar de apuntar a su situación superior y conexiones, usted podría haber permitido a la dama descubrirlas por sí misma.” “Usted suena como mi director en Winchester: ‘una buena juventud no debería despreciar la humildad, pero debería amar la paciencia y modestia. Todas estas son ornamentos a los años de juventud.’ Viendo a Jackson agregó, “San Agustín, por si tenía curiosidad” “Yo creo que fue San Ambrosio, señor.” Darcy lo pensó por un minuto antes reconocer su error con un gesto. “Usted es un hombre de facetas, Jackson. En tiempos diferentes, usted podría haber dirigido fácilmente el trabajo de una habitación llena de monjes escribiendo en el scriptorium de Lindesfarne, leyendo todo lo que le quede al alcance. “Asumo que la posición de Abad ya estaba ocupada, señor?” preguntó Jackson con una leve sonrisa “Mis disculpas, Jackson. Era mi intención presentar un cumplido. Lamentablemente, al no hacerle el Abad, le he insultado. Parece que estoy destinado a ser malinterpretado.” Con esta declaración, Jackson entendió que los pensamientos del señor Darcy estaban todavía en su abominable desempeño en Kent con Elizabeth Bennet. “Jackson, cuándo fue que me convencí de mi propia superioridad? Debe haber sido después de que mi padre muriera pues él no lo hubiera aprobado.” “Señor, no puedo señalar la paja en su ojo sin reconocer la viga en el mío.” “Usted es un buen hombre, Jackson.” Dijo Darcy con aprecio a la devoción de su mayordomo. “Tal vez yo sería una mejor persona si pusiera más atención a los sermones del señor Kenner. En cambio, mientras el reverendo predica, yo pienso en mi caballo, las colinas, buena compañía, bailar…” “Y la señorita Elizabeth.”

“Si. Y la señorita Elizabeth. Usted qué cree? He hecho un daño irreparable? Hay algún ápice de esperanza en todo esto?” “Yo creo que si la hay, señor. Yo sugeriría que tome ventaja de la presencia de la señorita en Lambton. Tal vez si la invitara a cenar aquí en Pemberley, ella estaría receptiva, y como lo ha dicho muchas veces, usted está en su mejor momento cuando está en casa.” Mientras Jackson hablaba, los pensamientos de Darcy regresaban a la escena de la casa parroquial. Con la quijada apretada, los labios fruncidos y los ojos ardiendo, Elizabeth había declarado su intenso desagrado hacia su pretendiente rechazado: “Desde el principio, casi desde el primer instante en que le conocí, sus modales me convencieron de su arrogancia, de su vanidad y de su egoísta desdén hacia los sentimientos ajenos; me disgustaron de tal modo que hicieron nacer en mí la desaprobación que los sucesos posteriores convirtieron en firme desagrado.” Firme desagrado. Darcy sacudió la cabeza. “Si la señorita Elizabeth viniera a cenar a Pemberley, podría aprovechar la oportunidad para lanzarme una pierna de cordero.” Jackson pensó que escribirle a la señorita Elizabeth podría el siguiente camino posible. A pesar de que es contra las reglas de sociedad, había excepciones a la regla. En la carta, sería necesario hacer del conocimiento de la dama los engaños y decepciones de Wickham. Al hacerlo, expondría a Wickham como canalla y que nunca hace el bien. “Excelente consejo, Jackson. Solo hay un problema. Yo ya le escribí una carta a la señorita Elizabeth.” Después de que Darcy le reveló todo el contenido de su larga misiva, todo lo que Jackson pudo decir fue: “Oh no!” “Estoy de acuerdo. No mi mejor esfuerzo. Debo aceptar el hecho de que mis esfuerzos y hechos han alienado a la dama permanentemente.” “No necesariamente, señor. Mientras la señorita Elizabeth esté en Pemberley, tal vez podamos saber algo de ella que pueda ayudar a su causa.” “Y cómo haremos eso? Merodear por los jardines escuchando su conversación con su familia? Corriendo de árbol en árbol esperando escuchar que Pemberley le ha hechizado?” “no es necesario merodear o correr, señor. Los Gardniers y la señorita Elizabeth harán el recorrido por la galería, así que haremos uso de los viejos pasadizos que van paralelos a la galería para escuchar su conversación. Al hacerlo, podríamos asegurar inteligencia que nos ayude a determinar su siguiente paso.” “Asegurar inteligencia?” Dijo Darcy sonriendo. “Jackson, creo que el Duke de Wellington podría usar sus servicios en España.”

“La idea ya se me había ocurrido,” dijo el mayordomo regresando la sonrisa a su señor. “El pasadizo…” Darcy meditó. “Ha pasado tanto tiempo desde que los he usado, casi me olvido de que existían.” Durante la primera encarnación de Pemberley, la mansión había sido una sencilla casa de dos niveles, erguida durante la agitada época de Charles I. Con la posibilidad de la guerra civil en el horizonte, durante la construcción, fueron construidos pasadizos en el caso de que los Darcys monárquicos necesitaran huir de los cabezas rapadas de Cromwell. Con la restauración de la dinastía de Stuart y la ascensión de la casa de Hanover, la amenaza de otra guerra civil había retrocedido, pero los pasadizos permanecieron. Con el tiempo los corredores angostos se volvieron parte de una red oculta utilizada por sirvientes así como el futuro señor de Pemberley cuando era un jovencito. Uno de esos corredores permanecía escondido detrás de las paredes de la galería y sus retratos. “Yo no sé que podríamos descubrir por espiar a la señorita Elizabeth mientras admira retratos de los muertos de mi familia”. El mayordomo levantó sus cejas. “Llamemos a la espada una espada. Estamos espiando.” Una sonrisa atravesó los labios de Darcy. “pero estoy dispuesto a intentarlo. Dirígeme Jackson! Tu mandas”. Mientras entraron al pasadizo a través de la puerta escondida al final de la galería, una ola de recuerdos llegó a Darcy. Recordaba los tiempos felices cuando Anthony y Richard Fitzwilliam habían visitado Pemberley de jóvenes. Anthony, el futuro conde de Stepton, tenía una imaginación y usaba a su hermanito y a su primo para implementar sus esquemasg