Da Matta.pdf

Traducción de Ta tia n a S ule ROBERTO % DA MATTA Carnavales, malandros y héroes Hacia una sociología del dilema brasi

Views 182 Downloads 0 File size 3MB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

Traducción de Ta tia n a S ule

ROBERTO % DA MATTA

Carnavales, malandros y héroes Hacia una sociología del dilema brasileño

FONDO DE CULTURA ECONÓM ICA M ÉXICO

184

CARNAVALES DE LA IGUALDAD Y DE LA JERARQUÍA

A sí, umbanda y carn aval — junto con su p rim o hermano el fútbol— quedan unidos por los poderosos lazos que hermanan a los débiles en general con sus poderes m ágicos y místicos: aquello que sobra y que el poder secular y fundado en la fuerza física y en el m onopolio de la violencia, desde luego, no puede controlar (cf. Lewis, 1963). De este m odo, si bien los inferiores estructurales tienen reprim idos y bastante limitados su fuerza de trabajo y su poder de reivindicación política, pueden hablar con los espíritus y conocer el futuro, con lo que logran aquella tranquilidad que los ricos y poderosos, por definición, no pue­ den tener. Por consiguiente, en la umbanda y no en el carnaval, los pobres, y en especial las mujeres pobres (doblemente repri­ m id as), se relacionan con las entidades espirituales (o con la samba y el ritmo) y pueden seducir y curar sin distinciones de poder o de riqueza. La ideología de la caridad, del amor, de 1¡ renuncia y de la conciliación es, pues, m ucho m ás que una ideo­ logía política destinada a la mistificación. Es un valor decisivo del prop io sistem a jerarquizante que, con los ladrillos de la religión m ística y de la aflicción y el fuerte cimiento del fútbol y del carnaval — y aquí tenemos actividades basadas en el des­ em peño y no en la sustancia— ayuda a levantar verdaderas m urallas contra la insatisfacción social, revestidas del confo|| m ism o de un sistem a que hace de la incoherencia entre pen-' sam iento y acción una de sus marcas registradas. Éstos son algunos puntos claves del dilema brasileño y de la especificación de nuestra sociedad que, com o quedara cada vez m ás claro, funciona tal cual el fado de Chico Buarque y Ruy G u erra, en aquella perm anente perplejidad de quien se ma­ chuca y em brutece con las m anos, m ientras el corazón llora y así, tan lleno de sentimiento, puede soportar la tortura.

IV. ¿SABE C O N Q U IÉN ESTÁ H A BLA N D O ? UN ENSAYO SOBRE LA D IFEREN CIA EN TR E INDIVIDUO Y PERSO N A EN BRASIL

a h o r a h e e s t u d i a d o m om entos especiales de la vida gocial de Brasil. En consecuencia, me centré en por lo menos tres formas básicas de presentación (o representación) ritual de la sociedad brasileña: el carnaval, la Semana de la Patria y las proeesiones religiosas de la Iglesia católica rom ana. Sabemos que tedas esas formas de desfile, exhibición y congraciamiento social s£)n extraordinarias y revelan aspectos importantes de nuestro orden social. Además, esas formas siempre se ubican en la cate­ goría general de "fiestas", por lo que se señalan sus denomina­ dores comunes como acontecimientos con rasgos semejantes. j|y en realidad, esos momentos se caracterizan por estar bien marcados colectivamente, por estar vinculados de m anera ofi­ cial con la sociedad y la cultura brasileñas a través de algunos ISrganos del Estado, por ser festividades y, com o tales,jnom enlos d ep ro funda motivación poIítico-sociaI7por ser m om entos especiales en la vida social brasileña y así definidos por las poblaciones que los realizan. No obstante, ahora mi intención es interpretar desde el punto de vista sociológico otro ritual Brasileño que guarda una relación ciertam ente sim étrica e in­ versa con los estudiados hasta este momento. Homo- es obvio, me estoy refiriendo al rito d el "¿Sabe con qqfcn eátS hablan d o?", que siem pre implica una separación radical y autoritaria de dos posiciones sociales real o teórica­ mente diferenciadas. Tal vez p o seso , la m anera de dirigirse a otro, tan popular entre los brasileños, se excluya en forma sis­ temática de los itinerarios — serios o superficiales— que aspi­ ran a definir los rasgos esenciales de nuestro carácter com o pueblo y n ación .1 El "¿Sabe con quién está hablando? , ade-

¿A S T A

.! De hecho, la expresión está ausente — y de manera significativa

de dos

186

"¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?"

"¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?"

más de no ser motivo de orgullo para nadie — dada la carga de la expresión, considerada antipática y petulante— se oculta de núestra im agen (y au toim agen ) com o un m odo indeseable de sei brasileño, pu esto que revela nuestro form alism o y nuestra m anera velada (e incluso hipócrita) de dem ostrar los más vio­ lentos prejuicios. De hecho, com o verem os a continuación, el rito del "¿Sabe con quién está hab lan d o?" nos pone mucho m ás del lado de las escalas jerárquicas y de los caxias — que de m anera sistem ática querem os esconder o, en otras palabrag, pensam os que no tenem os necesidad de m ostrar, pues "cada cual debe conocer su lu g ar"— que de las asociaciones espontá­ neas, libres y holgazanas del fútbol, de las cervezas en la playa, los carnavales y la sam ba. Y todos los brasileños saben que la expresión es el reflejo ritualizado y casi siem pre dram ático de una separación social que nos sitúa m uy lejos de la figura del malandro y de sus recur­ sos de su p erviven cia social. Pues el "¿Sabe con quién está hablando?" es la negación del jeitinho, del "m odito", de la "cor­ dialidad" y del malandraje, esos rasgos que siem pre se toman para definir, com o lo hace Sergio Buarque de H olanda (1973), nuestro m odo de ser e, incluso, com o lo sugiere Antonio Cán­ dido (1970), para m arcar el nacimiento de nuestra literatura. Por el reconocim iento social extensivo e intensivo en todas las cap as, clases y segm entos sociales, en periódicos, libros, historias populares, anecdotarios y revistas, la form a de inter­ acción que m anifiesta el "¿Sabe con quién está hablando. • parece estar im p lan tad a — junto con el carnaval, el ju e g o c bicho, el fútbol y el m alandraje— en nuestro corazón cultura ■ Lo que no tiene — y p o r lo m ism o es un rito básico para esto", diario en referencia a los capítulos anteriores— es una fécn^ fija y d eterm in ad a colectivam en te p ara su uso o a p a r i c i ó n . Entonces, en el "¿Sabe con quién está hablando?" tenemos dos rasgos m uy im portantes. , U n o r e ellos es el asp ecto escondido o latente del uso iy estudios dedicados a las locuciones brasileñas. Me refiero a los eméritos Luís da Cámara Cascudo (Locugdes tradícionais no Brasil, Unive Federal de Pernambuco, 1970) y R. Magalháes Júnior (Dicionário brasi 'e proverbios, locuqoes e ditos curiosos, Editora Documentário, Río de Janeiro,

^ ^

187

aprendizaje) de la expresión, que casi siem pre se ve com o un recurso justificado o ilegítim o a disposición de los m iem bros de la sociedad brasileña. En otras palabras, enseñamos la samba o el fútbol, hablam os de la playa y de la m ujer brasileña, de nuestras inform alidades y ap ertu ras (que desde luego indi­ can nuestra v o cació n realm ente d em o crática)^ p ero nu n ca marcamos el "¿Sabe con quién está hablando? ante el niño y el extranjero. Al contrario, ftasta llegamos a prohibir su uso por indeseable", aunque nada impida que se utilice la execrable for­ malidad en la p rim era situación al día siguiente. C on sid era­ mos la expresión com o parte del "m u n d o real , de la du ra realidad de la v id a ", un recurso enseñado y activ ad o en el mundo de la calle, ese universo de crudezas que separam os y defendemos — com o vim os en el capítulo n — de nuestro ho­ gar", de nuestra "m o rad a", de nuestra "casa". El m undo de la vcalje usa el "¿Sabe con quién está hab lan d o?", pero nosotros decidimos no integrar el rito del m odo dulce, agradable y fue­ ra dé la rutina con el que preferimos tomar conciencia de nues­ tro universo social. De esta m anera, el "¿Sabe con quién está hablando?" no se toma en serio en nuestras reflexiones (erudi­ tas o de sentido com ún), del m ism o m odo que todavía no ha servido com o letra de samba. Otro rasgo del "¿Sabe con quién está hab lan d o?" es que la expresión remite a una vertiente indeseable de la cultura brasi­ leña, pues el rito autoritario indica siempre una situación con­ flictiva, y la sociedad brasileña parece rechazar el conflicto. N o es que con esto se elimine el conflicto. Al contrario, com o toda sociedad dependiente, colonial y periférica, la nuestra tiene un alto nivel de conflicto y de crisis. Pero entre la existencia de la crisis y su reconocim iento existe un vasto camino por recorrer. Hay form aciones sociales que buscan enfrentar las crisis de inmediato tom ándolas com o parte intrínseca de su vida polí­ tica y social, m ientras que en otros órdenes sociales la crisis y el conflicto son inadmisibles. En una sociedad la crisis indica algo que debe corregirse; en otra representa el fin de una era, se convierte en señal de catástrofe. Todo indica que en Brasil concebimos los conflictos com o presagios del fin del m undo y como debilidades — lo que dificulta admitirlos com o parte de

"¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?" 188

189

'¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?"

n u estra historia, sobre todo en sus versiones oficiales y nece­ sariam ente solidarias— . En vista de ello, tom am os partido por privilegiar siempre nuestras vertientes m ás universalistas y cosm opolitas, y deja­ m os de lado una visión m ás profunda y genuina de nuestros problemas. Por cierto, sería m ás correcto decir — aun bajo pena de estar realizando una digresión larga y prem atura que las cap as dom inantes y vencedoras siem pre adoptan la perspec­ tiva de la solidaridad, m ientras que los disidentes y los domi­ n ad os asum en sistem áticam ente la posición de manifestar el conflicto, la crisis y la violencia de nuestro sistem a. El error, y esto nos parece evidente, es perder de vista las dialécticas de la vida social y tomar una de las posiciones com o cierta al pensar que sólo ella representa una visión correcta de nuestra reali^ ' dad social. Así, al hablar de nuestro "¿Sabe con quién está hablando?" y tratar de in terp retar la expresión com o un rito de autoridad — un rasgo serio y revelador de nuestra vida social— , tenemos que adentram os en una temática mucho m ás amplia y apasio­ nante, incluso básica. Si inhibim os o escondem os de los ojos del extranjero o del inocente el "¿Sabe con quién está hablando?", y dejamos de in­ tegrarlo en n uestra visión corriente de lo que es Brasil, con seguridad es porque el rito revela conflicto y sentimos aversión hacia las crisis. Y sabem os que el conflicto abierto y marcado por la representatividad de opiniones es, sin duda alguna, un rasgo que revela un igualitarism o individualista que, entre n osotros, casi siem pre choca de un m odo violento con el es­ queleto jerarquizante de nuestra sociedad. C a r o está que el "¿Sabe con quién está hab lan d o?" mani­ fiesta en niveles cotidianos esa ojeriza a la discordia y a la cri-. sis, rasgo que considero básico en un sistem a social extremada­ m ente preocupado por el "cada cual en su lugar , esto es, por la jerarquía y por la autoridad. En esta perspectiva se descubre p o r qué el "¿Sabe con quién está habland o?" cau sa disgusto. En realidad, en un mundo que tiene que m overse obedeciendo a los engranajes de una jerarquía que debe verse com o algo n atu ral, los conflictos tienden a tom arse p or irregularidades.

F1 mundo tiene que ponerse en m ovim iento en térm inos de a arm onía absoluta, fruto evidente de un sistema dominado la totalidad (c f D um ont, .1977) que cond uce a un p acto E f u n d o entre fuertes y débiles. Y, por lo tanto, en ese sistema L dom inación en el que se evita el conflicto abierto es donde encontram os, incluso dentro de la relación entre superior e inferior, la idea de la consideración com o valor fundamental. | Dentro de este m arco, el conflicto no puede verse com o un síntoma de crisis en el sistem a, sino com o una revuelta que ftebe y requiere ser reprim ida. C om o crisis, habría que hacer un esfuerzo p ara m odificar toda la tela de relaciones im pli­ cadas en la estructura, pero, com o revuelta, el conflicto se cir: ¿unscribe personalm ente y así se resuelve. A sí lo hace Pedro y, lasarte: estudiado en el capítulo v), quien, ante el hacendá­ i s crUel y explotador, no acusa al sistema de dominación, sino §1 hacendado. Entre la modificación del sistema o de su agente, Eedro M alasartes actúa con aquella generosidad típica de los pobres: castiga al agente y mantiene el sistema. Los informantes no interpretan de otra form a el "¿Sabe con guién está hablando?" N unca tom an la expresión com o la ac­ tualización de valores y principios estru ctu rales de nuestra sociedad, sino com o la m anifestación de rasgos personales indeseables. En este sentido, el "¿Sabe con quién está hablan­ do?" sería com o el racismo y el autoritarismo: algo que ocurre entre nosotros por casualidad y depende sólo de un "sistem a" implantado por los grupos que detentan el poder. Es evidente, como intento dem ostrarlo en este libro, que la situación, por desgracia, es m ucho más compleja. ¿..Pero persiste el hecho de que tenemos un sistema social con aspectos conocidos, pero no reconocidos por sus miembros. En Ja recolección de datos para este ensayó, algunas personas de '.ftiyel universitario se hicieron las desentendidas y otras incluso se negaron a responder a dos o tres preguntas elem entales planteadas en el nivel del uso de la expresión y de la recolec­ ción 3e casos. Una constante fue la dicotom ía — significativa para lo que estamos investigando— entre, digam os, la gram áfca del "¿Sabe con quién está h ablando?", es decir, las situa­ c i o n e s que perm iten o no el uso de la expresión, y el núm ero

190

"¿SABE CON QUIEN ESTA HABLANDO? *

de casos en los que el inform ante estaba im plicado. General­ m ente, la situación e ra con sid erar indeseable el uso de la ex­ presión, pero ser un u su ario de la m ism a. A sí com o en los casos de investigaciones sobre prejuicios raciales, todos consi­ deran el prejuicio indeseable, p ero en situaciones concretas específicas todos se m uestran racistas. ¿Qué significa esto desde el punto de vista sociológico! ¿Serem os un pueblo con trad icto rio , incapaz de reconocer nuestros niveles de irracionalidad? ¿O una sociedad que privi­ legia algunos de sus aspectos y los tom a com o vehículos para la construcción de su autorrepresentación? Es evidente que la respuesta se encontrará al resolver el se­ gundo problem a. Pero entonces es necesario descubrir cuáles son los aspectos que se con sid eran positivos de m anera sis tem ática, cap aces de serv ir com o sustentos ideológicos en la constitución de una identidad brasileña. A hora bien, lo que ~ estudio del "¿S ab e con quién está h ab lan d o?" perm ite reali ­ z ar es el descub rim ien to de una especie de paradoja en una socied ad v o lca d a h acia todo lo que es universal y cordial, el descubrimiento de lo particular y de lo jerarquizado. Y ese des­ cubrimiento se da en condiciones peculiares: hay una regla que niega y reprim e su u so. N o obstante, hay una práctica igual­ m ente general que estim ula su empleo. Es com o si algunos fac­ tores estuvieran siem pre presentes en nuestra sociedad: en pn" j n e r lugar, la neeesidad d e-sep arar la regla de la práctica: - r segundo, el descubrim iento de que existen dos concepciones de la realid ad nacion al: una de ellas es la visión del mundo com o foco de integración y cordialidad, la otra es la visión d m undo com o com puesto de categorías exclusivistas, c o lo c a d a s en una escala de respetos y diferencias. Finalmente, descubri­ m os que todo lo que tiene que ver con lo inclusivo es manifiesta tam ente aceptado por nosotros. Lo contrario es válido para exclu sivo, que con frecuencia se esconde o se habla í r¡ baja. Así, se grita el carnaval, y el "¿Sabe con quién está hablWM d o ?" se esconde. U no es asunto de libros y de películas; el OjH de eventuales artículos antropológicos, y no figura en el pap las cosas serias y agradables, com o el fútbol, el juego del ic y la cachaza.

"¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?".

T e o r ía "¿S abe

191

y p r á c t ic a d el

c o n q u ié n e s t á h a b l a n d o ? "

Todos los informantes de una encuesta que realizamos^ — cerca de una centena de personas— indicaron que eran innum era­ bles las situaciones en las que se podía u sar el "¿Sabe con ¿[uién está habland o?, pero que evidentem ente era posible , especificar m om entos típicos en los que se podía em p lear la fórmula. En esto se da una form idable coherencia entre ellos, lo que indica que nos enfrentam os a una form a socialm ente establecida y no a una manía o un m odism o pasajero, fruto de una época o clase social. Algunos inform antes, por ejemplo, fueron capaces de seña­ lar con relativa precisión las condiciones sociales en las que ^determinado ego usaría el rito de separación, com o ocasiones globales en las que busca "sentirse im portante" o "m ostrar su posición social". Incluso se especifican ciertas condiciones, en un orden de p riorid ad , com o sucede con los inform antes de nivel universitário; por ejemplo éste que dijo: Creo que inevitablem ente una persona u sará la expresión cuando: a) sienta am enazada (o disminuida) su autoridad; b) desee im poner en forma cabal y definitiva su p oder; c) inconsciente o consciente­ mente perciba en su interlocutor una posibilidad de hacerlo sentir inferior en relación con su estatus social; d) sea una p erson a débil en su interior o que sufra de com plejo de in feriorid ad ; e) cu an d o perciba al in terlocu tor, de una u o tra form a, com o u n a am en aza para el cargo que ocupa.

Nótese, en p rim er lugar, que los datos exp u estos antes se recogieron sin previo aviso y sin discutir el asu n to (es decir, el investigador no transm itió al inform ante sus ideas). El afinam iento y el alto grad o de sofisticación y detalle en los 2 Llevé a cabo una recolección de material con alumnos, conocidos y enfre­ n tad os al azar. Alumnos míos del i e s a e de la Fundación Getúlio Vargas y de “ Escuela de Artes Visuales complementaron esa recopilación de material. Les Agradezco a todos no sólo los datos, sino también las discusiones que tuvimos, A dam en tales para la elaboración de este trabajo.

'¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?"

"¿SABE CON QUIÉN ESTA HABLANDO?"

m atices de las relaciones sociales son descubrimientos del pro, pió inform ante en la práctica social. Otros no se quedan atrás, lo que m uestra el carácter colectivo de la expresión y, más qUe eso, un a p reocu p ación intensa por todo el universo social y por la m anera de navegar en él. De hecho, lo que p odría llam arse conciencia de posición social de los informantes es tan grande que no quedan dudas respec­ to a que todos están actualizan do, obviam ente en distintos niveles, nuestros fam osos dictados de "urTTugar para cada cosa y cada cosa en su lu g a r", "cada chango a su m ecate", etc. Así queda dem ostrada una enorm e preocupación por la posi­ ción social y una trem enda conciencia de to J a s las reglas (y recursos) relativas al m antenim iento, la pérdida o la amenaza d e esa posición. Y en este punto río'puedo dejar de recordar una observación de Alexis de Tocqueville:

H e r desconocimiento o por falta de percepción social, alguf63 ‘egja j e etiqueta que, com o dice Tocqueville, tiene el peso m yna ley, cuyo conjunto forma una legislación. Tampoco que¡feU dudas en cuanto a que el corolario de una form ación jal co n ta m in a d a d e esta m anera es el m iedo profundo al 9¡dículo y la payasada. Precisam ente es lo que ocurre entre noscuando el desconocim iento de los límites de las posiciosociales se sanciona de m anera negativa, ya sea con la cla" Ü a c i ó n ¿ e COm eter un "vejam en " (un error social) o con el iescubrim iento del error sim ultáneam ente con su violenta c o r r e c c ió n , con la recepción, com o decimos en lenguaje decep­ cionado, "dando la cara" (m áscara que carga nuestro respeto y n u e s t r a honra de personas), del vociferado "¿Sabe con quién está hablando?". Para citar una vez m ás a Tocqueville, son ¡f e itr a s "am argas afrentas", que recibimos cuando por algún motivo perdemos la noción de lugar, pero también es necesario diáeutir algunas variaciones en el ..del "¿Sabe con quién está hablando?" Me refiero a la po­ sibilidad de no con ocer la expresión, ya que quien la usa la emplea de arriba abajo, com o perm iten deducirlo de inmeSiato las ocasiones generales presentadas por los informantes, i la indagación nuevam ente revela algunos puntos im portan­ tes, junto a algunas sorpresas y complicaciones. Una vez obtei i á p s los prim eros datos (en los que se preguntaba acerca de tas ocasiones en las que se usaba el rito de separación y los rngns conocidos por el inform ante o en los que se había visto l l B í u c r a d o ) , descubrí la posibilidad de en con trar personas situadas en categorías teóricamente incapacitadas para usar la fórmula. En prim er lugar esarían, desde luego, los m iem bros Sé las clases dom inadas o de los grupos destituidos de poder. Isimismo, apliqué mis preguntas, con sus necesarias transfor­ maciones, a empleadas domésticas, sirvientes y niños. pos resultados fueron dispares. N o obtuve un consenso (term in ad o por lo' que podríam os llam ar posición social general", en la que todos los "inferiores estructurales m encio­ n a o s dijeran que no podrían usar la expresión p or no tener poder alguno. Lo mismo sucedió con los niños. Así, hubo sub­ alternos que no tenían la m enor idea del em pleo de la expre-

192

E n las c o m u n id a d e s a ris to c rá tic a s , d o n d e u n p e q u e ñ o núm eru de ,

p e rs o n a s d irige to d o , la c o n v iv e n cia so cial e n tre lo s h om b res obe­ d e c e a re g la s co n v e n cio n a le s e sta b le cid a s. T o d o s c o n o c e n o creen c o n o c e r e x a c ta m e n te las m a r c a s d e re s p e to o a te n c ió n que deben d e m o s tra r y se p re su m e q u e n ad ie ig n o ra la cie n cia d e la etiqueta

Y continúa el genial observador social trances:

>

L a s c o s tu m b re s y p rá c tic a s esta b le cid a s p o r la p rim e ra clase déla s o cie d a d sirven d e m o d elo a to d as las o tra s, c a d a u n a de las cuales, a su v e z , estab lece su co d ig o p ro p io , q u e to d o s s u s m iem bros están o b lig ad o s a ob ed ecer. A si, las reg las d e d e lica d e z a fo rm an un com­ plejo sistem a d e legislación , difícil d e d o m in a r a la p erfecció n y del c u a l, al m is m o tie m p o , re s u lta p e lig ro so d e s v ia rs e ; p o r eso, los h o m b re s e s tá n c o n s ta n te m e n te e x p u e s to s a in flig ir o recibir, de m a n e ra in v o lu n taria, a m a rg a s afren tas (1969: 2 5 7 -2 5 8 ).

Dejamos para después la discusión más detallada de la apucabilidad de esta observación m agistral de Tocqueville al caso brasileño. Por ahora basta con notar que, com o en la Europa del siglo xix, h oy tenemos la m ism a impresión de correr siempre el riesgo de "m eter la p ata", de "d ar un co rtó n ", de " h a c e r un v ejam en ", de "d a r un b asto n azo ", en fin, dejar de seguir, ya

193

194

"¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?"

¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?"

■Hi

sión y que la tom aban com o una sim ple p regunta hecha por alguien que deseaba darse a conocer. Y también bubo subalter­ nos que habían recibido o usado el "¿Sabe con quién esti hablando?"* m uchos de los cuales m anifestaron una especie da honor ante el hecho de no haber recibido nunca tal amonesta­ ción. Lo m ism o ocurrió con los niños. Pero, p ara volver la situación com p licada^hubo muchas casos en los que el "¿Sabe con quién está hab lan d o?" había sido u sad o p or un inferior (o subalterno) con tra otra persona cualquiera, con una identificación social vertical mediatizando el uso de la fórm ula, esto es, con el subordinado que toma la pro­ yección social de su jefe, patrón o empleador, com o cubriendo su propia posición. De este m odo, son m uchos los ejemplos del em pleado que usa el ritual de alejamiento del m odo siguiente: "¿Sabe con quién está hablando?" "¡Yo soy el chofer del minis­ tro!" (¡o del general fulano de tal!, ¡o del jefe del s n i !) Uno j}e los casos que obtuvo uno de mis colab oradores, que le fue narrado p or el propio em pleado (una em pleada doméstica), es un ejem plo excelente de esas reacciones verticales intensas, donde existe la proyección de posición social: "Yo estaba a car­ go de la hacienda de un coronel y sus subordinados hacían uso de la casa. Uno de ellos, a causa de un cambio de cuarto, deci­ dió preguntarm e si yo sabía con quién estaba hablando. Pero, cu an d o llegó el coronel, yo le pregunté quién m andaba en la casa y él dijo que era yo y aquel 'con quién está hablando tuvo que dar disculpas".3 ’ El p od er de estos usos y nuestra familiaridad con dicha for­ m a de identificación social m uestran su im pacto y su frecuen­ cia en el escenario brasileño. A tal punto que también sabernos cóm o sancionar el com portam iento de alguien que, al ser su

• ■ 'M

3 Aquí tenemos un caso idéntico a aquel narrado por M achado de Assis y estudiado por Faoro (1976: 30-31), donde se discute la concesión de un de nobleza a alguien. En este caso, todo el grupo doméstico está de fiesta c ^ la transformación del patrón y dueño de la casa en barón. Y, en consecue i "los propios esclavos parecían recibir una parcela de libertad y se con se ban con ella. ¡Doña baronesa!, exclamaban saltando. Y Joáo empujaba a * golpeando las castañuelas con los dedos: Gente, ¿quién es esa criolla? Soy esc de doña baronesa".

195

ordinado de un "gran d e", se vuelve pedante y pierde la noción de sus verdaderos orígenes, por lo que queda com o un igno­ rante", un "presum ido", un "enm ascarado" (término significa­ tivo). Por otro lado, el poder de la identificación vertical es proporcional a la "altu ra social" del dom inante. C uanto m ás alta es su posición, m ás impacto adqu^'re el uso del ¿Sabe con quién está hablando?" por parte a e sus inferiores, pues el fenó­ meno relevante es el de la proyección de la posición social hacia más de un individuo, lo que m uestra que en ciertas for­ maciones sociales una determ inada posición social puede recubrir a m ás de un individuo y tienae a tom arse por una ver­ dadera institución.4 Del m ismo m odo, los niños también usan la fórmula de alejamiento al em plear una identificación con el área social ocupada por sus padres: "¿Sabe con quién está ha­ blando? ¡Soy hijo de Fulano de Tal!" Aquí, la posibilidad de una •conciencia vertical de posición es tan grande que uno de nues­ tros informantes, hijo de un senador de la República, manifestó que su padre les prohibía terminantemente el uso de la expre­ sión. También las em pleadas dom ésticas utilizan la fórm ula, identificándose con sus patronas y situándose p or encim a de las personas de las que se diferencian, con lo que establecen una relación jerarquizada. Pero, al tratarse de mujeres (que en nuestro sistem a ocupan una posición de inferioridad social, mas no m oral), el "¿Sabe con quién está hab lan d o?" aparece asimismo en contextos de interacción entre un hom bre y una mujer, com o una defensa en prim era instancia de la honra 4 Otra vez recuerdo a Alexis de Tocqueville hablando precisamente sobre este asunto: "Las comunidades aristocráticas, dentro de la multitud de perso­ nas por sí mismas destituidas de poder, cuentan siempre con un pequeño número de ciudadanos poderosos y ricos, cada uno de los cuales puede reali­ zar grandes cosas. En las sociedades aristocráticas, esos hombres no necesitan reunirse con el fin de actuar, pues están fuertemente ligados unos a otros. Cada ciudadano rico y poderoso constituye una asociación permanente y necesaria compuesta por todos los que dependen de él y por los que somete Para la ejecución de sus designios" (1969: 230). He aquí, tangencialmente, la respuesta a la observación de la falta de asociaciones en el mundo brasileño. Es mucho menos función del individualismo que del poder de control de las Personas en las posiciones superiores, que reúnen a su alrededor una vasta ^entela.

196

"¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?"

fem enina. Así, son com unes las situaciones en las que una mujer, "n o resp etad a" por el cenquistador osado, echa mano del "¿Sabe con quién está hablando?" para inhibir las intencio­ nes agresivas de su interlocutor. De acuerdo con la misma lógica, las mujeres en general usan la identidad (y la identificación) con sus m aridos com o recur­ sos para establecer sus diferencias. Por consiguiente, tenemos el "¿Sabe con quién está hablando? ¡Soy esposa del diputado Fulano de Tal!", em pleado para contener cierto problema. Estos casos m uestran que los inferiores estructurales no de­ jan de u sar el "¿Sabe con quién está h a b la n d o ? ', que no es exclu sivo de una categoría, g rup o, clase o segm ento social, Muy por el contrario, la expresión parece permitir la identifica­ ción p or m edio de la p royección social, cu an d o el inferior la utiliza p ara asum ir la posición de su patrón o jefe y actúa en ciertas circunstancias com o si fuese el propio superior, de ma­ nera que em plea los lazos de subordinación para hacer sentir inferior a otro individuo que, en condiciones norm ales (es decir, por criterios económicos generales), sería su igual.5 Es evidente que esto indica las perplejidades de una estruc­ tura social en la que la jerarquía parece basarse en la intimidad social. En ese sentido, las relaciones pueden com enzar marea-^ das por el eje econom ico del trabajo, pero despues adquieren una tonalidad personal y se definen también en el plano de una fuerte y perm anente m oralidad. En otras palabras, los casos de aplicación del "¿Sabe con quién está hablando?" manifiestan una estructura social en la que las clases sociales se comunican de igual forma por medio de un sistema de relaciones entrecor­ tadas (cf, G luckm an, 1965; que, probablem ente, termina por s Fue el caso de la esclavitud brasileña, en la que la dicotomía señor/esclavo sólo existía en el plano jurídico-económ ico general, pues en el plano de la práctica del sistema la clase esclava reproducía las jerarquías de la clase dou.; nante, conforme lo percibieron varios observadores de la escena social brasileña (cf. Conrad, 1975: cap. i). Creo que el estudio de esas jerarquizaciones de escla­ vos e inferiores en general, que forman gradaciones y así permiten mediacio­ nes y compensaciones en el tejido político y social, es básico. En ese sentido, véase el importante análisis fie Maria Isaura Pereira de Queiroz (1976a] < de las jerarquías de esclavos en dos novelas del siglo xix: A escrava Isaura y tronco do ipé.

"¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?"

197

'nhibir en form a parcial los conflictos y el sistem a de diferen*-ación social y político fundado en la dim ensión econ óm i­ ca" del sistema. En una sociedád constituida dé esta m anera, en la que las relaciones de trabajo se sum an a un conjunto de la“ personales regidos p o r valores com o la intimidad (cf. Barret, 1972), la consideración, el favor (cf. Schwarz, 1977), el respeto (cf. Viveiros de Castro, 1974) y apreciaciones éticas y estéticas ¿n e ralizad o ras (com o las categorías de limpio, bien presenjo , correcto, sagaz, bueno, de trato fino, etc.), existen posibi­ lidades para una jerárquización continua y múltiple de todas lüs posiciones en el sistem a, lo m ism o cuando están radical­ mente diferenciadas o son_ formalmente^ idénticas. De este iHodo, es posible com pensar y com plem entar diferenciaciones sociales radicales y conflictivas, com o la de patrón /em pleado, uonde, por encim a del eje económ ico (el eje efectivamente básiw), opera una clasificación de carácter moral que permite diviJÉir a los patrones en buenos y malos, felices e infelices, conside­ ra o s o desconsiderados con sus em pleados, que son limpios o M íos, etc. Estas consideraciones, aunque puedan parecer eté­ reas para el m acroanalista, me parecen fundam entales si en realidad se desea aprender cómo opera el sistema y abandonar el enfoque meram ente formal o, lo que es peor, formalista. ' No obstante, la posibilidad de una clasificación con base en múltiples ejes (como ya vim os en el capítulo anterior) no sólo tiene que ver con una com pensación y búsqueda de com plerrxéntariedad de los extrem os de la escala jerarquizada de la sociedad. Igualmente permite la operación inversa, esto es, la diferenciación continua y sistémica de los iguales. Así, con gra|f¡. f e g variables de éxito, proporciona el m antenim iento de un esqueleto jerárquico y com plem entario que convive con los iieales igualitarios y complica la percepción del m odo de opedel sistema. De hecho, siempre que se hace un análisis del ' «í'istema social brasileño se toma exclusivam ente el fenóm eno de la diferenciación económica, dejando de lado todos los otros pies elasificatorios que perm iten reorientar la conducta social 1 |y política) que, como vem os, posibilitan la identificación entre détnihador y dominado. Entonces, junto a la perspectiva com gensatoria y com plem entaria que busca (aunque no siem pre

198

'¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?"

obtiene) la igualdad, tenemos la actitud jerarquizante que dife­ rencia a los iguales. D ado ese principio diferencíador múltiple, dos em pleados que reciben el m ism o salario y están sujetos al m ism o régim en de exp lotación social se diferencian por sus patrones (con base en el color, la inteligencia, la postura, el moralismo, etc.) y, p or la m ism a lógica, se diferencian entre sí. Pot lo tanto, se pued en establecer patrones de diferenciación in­ terna con base en criterios distintos a los de la diferenciación dominante, fundada en el plano económico. El sistem a iguala en un plano y jerarquiza en otro, lo cual prom ueve una trem enda complejidad clasificatoria, un enorme sentimiento de com pensación y com plem entariedad e impide, ciertam ente, la toma de conciencia social horizontal. Así, se fa­ cilita la tom a de co n cien cia v ertical, del em p lead o qué se identifica en ciertas ocasiones con su patrón, de la empleada con la casa donde trabaja, del trabajador con la em presa que lo emplea, y de la em presa y los empresarios con ciertos órganos del Estado, pues en Brasil todo indica que el Estado es el ámbito responsable de la totalización de todo el sistema en su vertiente formal y acabada. A sí, resulta difícil clasificar totalmente a una persona (o institución), a menos que ella se encierre en una 3e las dimensiones del sistem a, lo que conforma uno de los pun­ tos básicos de nuestros conflictos y se toma com o el "núcleo de las llam adas rebeldías. Por ejemplo, si un grupo estudian)il está realmente decidido a continuar una huelga y no atiende a las apelaciones de las au toridades (que se hacen en térm1Tl de la ap ertu ra del gru p o como ciu d ad anos, patriotas, hijos, hom bres de b uena v olu n tad , etc.) y decide m antenerse en el eje de la identidad social de estudiante, entonces, inevitable­ mente, el grupo será calificado de rebelde y el conflicto se vol­ v erá ca d a vez m ás grav e. P or lo general, todos juegan con todas sus identidades, vale decir, con todos los ejes clasifícate rios posibles, pues quien tiene m ás identidades y ejes clasifica' torios para utilizar es ciertam ente más "rico" y tiene "m ás preS' tigio", de tal forma que — com o veremos más adelante— resulta m ás difícil clasificarlo. En un sistem a con este tipo de dina' mismo, no hay duda de que existen obstáculos m uy grandes en la individualización de las clases sociales, entrecortadas por sus

"¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?”

199

posibilidades de m últiple interacción y clasificación social »en ejes variados, y a que nadie se encierra en torno a una sola di­ mensión clasificatoria. Si bien el criterio económico es d e te r m i­ nante del patrón de vida, no es en m odo alguno determinante de las relaciones personales (y m orales). En consecuencia, es mucho m ás fácil la identificación con el superior que con el igual, norm alm ente rodeado por los temores de la envidia y de la competencia, lo que entre nosotros dificulta la formación de éticas horizontales.6 __ frente a esto diría que, desde luego, en Brasil vivimos más la ideología de las corporaciones de oficio y de las herm andades religiosas, con su ética de identidad y lealtad verticales, que las éticas horizontales que se hicieron presentes con la llegada del capitalismo al m undo occidental y a nuestra sociedad. En consecuencia, el "¿Sabe con quién está hablando? , por el s hecho de llam ar la atención hacia el ámbito público de la persóna (y de las relaciones personales), en contraste con el ámbito de las relaciones impersonales dadas por las leyes y xe,^ am en­ tos generales, acaba por ser una fórmula de uso personal, des6 El problema tiene un amplio espectro y espero que mi formulación tenga gran alcance. Pienso en principio en las dimensiones históricas de ese sistema, basadas desde luego en los orígenes ibéricos de nuestra sociedad, como lo demuestra ejemplarmente Raymundo Faoro (1975). En segundo lugar, refle xiono acerca del sistema de relaciones raciales. Desde mi perspectiva, ese siste­ ma es uno de los ejes de la clasificación social del brasileño (diferente al sis­ tema estadunidense). Así, la jerarquización permanente y la posibilidad de múltiples clasificaciones y gradaciones expresan el prejuicio de marca en oposición al de "origen ", en vigor en los Estados Unidos, como lo plantea Oracy Nogueira en un artículo clásico (1954); el nuestro es parcial y permite la Compensación, el estadunidense es total e inapelable. Lo que hacem os, me parece, es impedir a toda costa la individualización que conduciría fatalmente a la confrontación directa, inapelable, impersonal, binaria y dicotómica entre blancos y negros, inferiores y superiores, dominantes y dominados, etc. Recuerdo, además, que ese modo de relacionar categorías antagónicas es anti­ guo entre nosotros,/ue visible en la época de la esclavitud (cuando raza y poder eran categóricamente idénticos) por medio de las cofradías y hermandades reli­ giosas. Dichas asociaciones crearon, sin duda alguna, un campo social en el que la individualización totalizante del sistema se zurcía y entrecortaba sistemáti­ camente; véase Scarano (1976); véase también Cari Degler (1971) y Thomas Skidmore (1976) para dos importantes contribuciones recientes sobre el "p ro­ blema racial brasileño".

200

"¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?"

vinculada de clases o posiciones económ icam ente determina­ das. Todos tienen el derecho de utilizar el "¿S ab e con quién está h ab lan d o?"; es m ás, siem pre habrá alguien en el sistema listo para recibirlo (porque es inferior) y listo para usarlo (por­ que es superior). De hecho, todo indica que una de las razones sociales del ritual d e separación en estudio es precisamente la de perm itir y legitim ar la existencia de un nivel de relaciones sociales centrado en la persona y en los ejes y dimensiones que la universalidad clasificatoria de la econom ía, de los decretos y de los reglam entos necesariamente deja de lado. El "¿Sabe con quién está h ab lan d o?" — y podem os decirlo sin recelo de co­ m eter un cortocircuito sociológico— es un instrum ento de una sociedad en que las relaciones personales form an el núcleo de aquello que llam am os "m oralidad" (o "esfera m o ra l'), y tiene un enorm e peso en el juego vivo del sistema, que siempre ocu­ pa los espacios en los que las leyes del Estado y de la economía no penetran. Así, la fórmula "¿Sabe con quién está hablando?" es una función de la dim ensión jerarq u izad ora y del patro­ nazgo que perm ea nuestras relaciones diferenciales y permite, en consecuencia, el establecimiento de nexos personalizados en actividades básicamente impersonales.7 A dem ás de esas condiciones generales, el "¿Sabe con quién está h ab lan d o?" tiene innum erables varian tes, que son sus' equivalentes: "¿Q uién se cree usted?", "¿D ónde cree usted que está?", "Q u éd ese en su insignificancia", "M ás am or y menos co n fian za", "¡M írese en el espejo!", "¿N o con oce su lugar?", "¡R esp étem e!", "¿N o tiene vergü en za?", "¡M ás respeto!", etc. Las exp resion es pueden realizar el m ism o acto expresivo y consciente que, en la sociedad brasileña, parece fundamental para el establecim iento (o restablecim iento) del orden y de la jerarquía. 7 Para estudios sobre el patronazgo, véase Kenny (1960, 1968); Stirling (1968); Maybury-Lewis (1968); Greenñeld (1972); Strickon & Greenfield (1972); Wolf (1966); Cutileiro (1970); Campbell (1964); H utchinson (1966); Galjart (1964); Gross (1973); Carneiro (1976). Cf. también, para una visión que abarca el caso brasileño, Form an (1975) y W agley (1968). Para una excelente resena sobre el patronazgo visto como un modo de relación política tradicional, vease Cintra (1974).

' ¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?"

201

Para em pezar, observo que la m ayoría de esas expresiones urne una form a interrogátiva, lo que, en Brasil, surge com o In m odo evidentem ente no cordial — por ser m uy positivo— ¿je interacción social. En nuestra sociedad, la indagación está Vinculada con la averiguación, form a de procesam iento jurí­ dico accionada cuando hay sospecha de crim en o pecado, de modo que la pregunta debe evitarse. Sin la interrogación, la vida social parece correr en su flujo norm al, de tal m anera que es posible postular un probable vínculo entre el tem or a las formas interrogativas y las sociedades p reocu p ad as por la jerarquía, donde por lo general todo debe estar en su lugar. En t r i l t c s sistemas, la pregunta puede configurar una tentativa de revolucionar todo, deteniendo (o suspendiendo) la rutina san­ tificada del sistema. otras palabras, el "¿Sabe con quién está hablando?" es un rechazo exaltado del "no saber", ya que impide que el interloE u to r deje de saber con quién está interactuando. Es curioso notar que se haga tan escandalosa afirm ación cuando se trata de posición social, jerarquías de posición y escalas de superio­ ridad (e inferioridad) personales, cuando sabemos que, en Bra­ sil, nadie dice "no sé" para m ostrar su ignorancia respecto de algún asunto. Érico Verissimo, que fue uno de los m ás inteli­ gentes observadores de la escena brasileña m ediante el con ­ traste com parativo con el m undo estadunidense, observó esto con precisión en uno de los famosos diálogos del libro A volta do gato preto (1957). Él dice: "Otro rasgo que admiro en el esta­ dunidense es el valor de decir 'N o sé' ¡cuando en verd ad no sabe!" Y, por la boca de otro personaje, dice: "N osotros los bra­ sileños difícilmente usamos esa expresión. Tenemos horror de arecer incultos". "Preferim os en gañ ar", dice el prim er peri Efe . süroaje. Dentro de la misma lógica, nos socializan (en la familia y en la escuela) aprendiendo a no hacer m uchas preguntas. Ya sea ; orque es una descortesía o porque se considera un rasgo agresivo que sólo debemos usar cuando querem os "arruinar alguien. Así, no es de extrañar la sorpresa de los brasileños en países como los Estados Unidos, donde la pregunta es parte norm al

202

"¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?"

del m undo de las relaciones sociales. Adem ás, también se des­ cubren form as interrogativas desagradables por allá, pero de un m odo bastan te distinto. C om o y a lo dijo con claridad André M aurois: "A aquellos que se consideran con la superio­ ridad suficiente com o para poder por encima de los otros en la ad u an a o en el carro -restau ran te, el estadunidense le diría; ¿Quién se cree usted? (Who do you think you are?) y lo pondría en su lu gar" (1969:187-188). El ejemplo no podría ser mejor, porque en el caso estaduni­ dense la p regu n ta ap arece en sentido inverso, p ara situar al hom bre com o un igual y no com o superior. Incluso, la forma estadunidense contiene el verbo "p en sar" (to think), lo cual in­ dica que el pedante con pretensiones de superioridad actúa en un plano de fantasía, pues ciertam ente es él quien se cree (to­ m ando la realidad social subjetiva) con m ayor derecho que los otros. Sus conciudadanos de fila, m uy por el contrario, usan la form a para devolverlo nuevam ente al m undo real, reforzandt las reglas igualitarias y ubicando en el plano del imaginario | de la fantasía las pretensiones jerarquizantes. A sí, mientras

que^usfl.dfil^¿$jfce^cQnqLiién.esiáhaMan^rsitú^_ajuieri

lo usa en una posición su p e ro r, por ser un rito autoritario ae sep aración de posiciones sociales,.el "Who do you think you are?" es, a la inversa, un rito igualitario. En un caso, quien usa la fórmula es el que se piensa superior. En el otro, quien la uti­ liza es el atrap ad o p o r la pretensión autoritaria. En todos los niveles se nota la inversión sim étrica de las dos sociedades. N o puedo dejar de observar la profunda impresión q u e cau­ san las filas en el espíritu del brasileño. Y otra vez vuelve Eneo Verissimo p ara decirnos que "cu an d o nos aventuram os a una excursión al carro-restaurante, tenemos que esperar diez, quince o veinte m inutos en la cola". Y dice al lector: Esas colas son un ejemplo vivo de la dem ocracia estadunidense. ■ el soldado llega antes que el cabo, o el cabo antes que el sargento y sargen to antes que el cap itán , no hay ley alguna cap az de a t*3 ^ ese orden. El oficial esperará su turno con la mayor naturalidad, Pu ^ sabe que todos los ciudadanos tienen los m ism os derechos an^. Constitución de los Estados Unidos, y no por el hecho de ser so dos van a dejar de ser ciudadanos (1957: 81).

"¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?"

203

Las frases y expresiones que he d estacad o pretenden m os­ trar los puntos que enfatiza el etnógrafo, brasileño por encim a de todo y sorp ren d id o com o cualquiera de nosotros p or la naturalidad de la esp era que cu alq u ier oficial brasileño to­ maría por "m p tu ra de la jerarquía", ya que los soldados son sol­ dados y los oficiales, oficiales. En otras palabras, estam os do­ minados de m anera m ucho m ás sustancial por los papeles que desempeñamos que por una identidad general que nos remite a las leyes generales que tenemos que obedecer, característica dominante de la identidad de ciudadano, com o bien lo acen­ túa el escritor. Otro punto p o r ob servar es el hech o de que el "¿Sabe con quién está hablando?" no parece ser una expresión nueva, sino antigua, tradicional entre nosotros. Así, en la m edida en que símbolos tradicionales de posición social, com o el uso del frac, los bastones y los bigotes — que según la aguda observación de Gilberto Freyre (1962: xxxi), sólo p od rían ser utilizados por personas realm ente blancas y pertenecientes a la clase seño­ rial— pasaban de m od a, la exp resión "¿Sabe con quién está hablando?" pasó a emplearse aún m ás, para que los superiores pudieran m arcar sus diferencias y continuaran viviendo en un mundo jerarquizado. Así, es posible que el uso del "¿Sabe con quién está hablando?" haya sido m ás com ún en esas épocas de cambio y de "desarrollo", justam ente porque hoy ya no se tie­ ne la antigua y "b u en a con cien cia" de lugar. O m ejor dicho, hoy se usa m ás el "¿Sabe con quién está hab lan d o?" p recisa­ mente porque la totalidad del sistem a basado en el "resp eto", en la "h o n ra ", en el "fa v o r" y en la "co n sid eració n " se ve en lodo m om ento am en azada por el eje de lo económ ico y de la legislación — esos m ecanism os unlversalizantes— que la velo­ cidad de los m edios de difusión vuelve cad a vez m ás "legis­ lante". En la m edida en que las m arcas de posición y jerarquización tradicional, com o los bastones, las ropas de lino blanco, los gestos y m aneras, el anillo de graduación y la plum a fuente en el bolsillo exterior del p aleto se disuelven, de inm ediato se incrementa el uso de la expresión que separa posiciones socia­ les para que el igualitarismo formal y legal, pero evidentemente

204

"¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?"

vacilante en la práctica social, p u ed a perm anecer sometido a o tras form as de jerarquización social. Por cierto, se verá que esto no es novedad si tenemos en m ente la respuesta brasileña al problem a infernal del iguali­ tarism o jurídico de negros y blancos, señores y esclavos, que presentó la abolición. Sabem os que esa respuesta se basó, so­ bre todo, en los hábitos personales com o el baño, el aseo, el es­ m ero en la higiene, el m odo de vestir y de calzar. A propósito de ese tiem po de d rástico igualitarism o en el plano formal y legal, Gilberto Freyre dice: "E l brasileño de la época [...] fue, en ese caso particular, casi un hindú [y la com paración, como puede verse, es significativa], a tal grado fue su escrúpulo de aseo en relación con los calzoncillos, con las cam isas, con los calcetines" (1962: cxx). ^ A nte la ley general e im personal que igualaba jurídicamen­ te, ¿qué hacía el miembro de los segmentos señoriales y aristo­ cráticos? Establecía toda una corriente de contra-hábitos para determ inar las diferencias y así recuperar la jerarquización del m undo en los dominios donde era posible. Es claro que la are­ na privilegiada de esas gradaciones vino a ser la casci y el cuer­ po, esos dom inios fundam entales del m undo de las relaciones personales y de los nexos de sustancia. Asi, inventam os una ^ "teoría del cu erp o", acom pañada de una práctica cuyo apren­ dizaje, hasta hoy, es extrem adam ente cuidadoso. La teoría del cuerpo, sobre todo a partir de la abolición, se volvió el racismo a la brasileña, dotado de dos fases distintivas: una, en que era típicam ente jerarquizador y rígido, poco después de la aboli­ ción, cu an d o, de hecho, se presenta el problem a (cf. Skidniore, 1976). Y otra, que entra en vigor a partir de la publicación de la obra de Gilberto Freyre, orientada no hacia el punto de partida o de llegada del sistema (el negro atrasado y débil y elblanco civilizador, respectivam ente), sino h acia sus intersti­ cios. C om o consecuencia tenemos la glorificación de la mezcla, tanto del m estizo com o del m ulato. Pero no se puede olvidar que, en am bas, el cuerpo es el elem ento central de la elabora­ ción ideológica que form a la unidad básica del plano jerarqui­ z a d o s Ésa es el área privilegiada que parece escapar de las po­ siciones legislantes y constituye un residuo fundam ental de

"¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?"

205

elaboración ideológica, todo de acuerdo con la lógica de las re­ laciones personales. De esta forma, reaccionam os de un m odo radicalm ente dis­ tinto al de los estadunidenses frente a la abrum adora igualdad jurídica que vino con la abolición de la esclavitud en am bos países. Allá, se creó inm ediatam ente un contrasistem a legal para establecer las diferencias que se habían abolido también jegaimente: era el racismo en ideología, práctica social abierta y constitución jurídica (c f las leyes Jim C row ). Se establece, pues, un sistema igualitario que Gunnar Myrdal llamó de "d e­ fensa" del propio "credo am ericano", centro y raíz del "dilem a am ericano" (cf M yrdal, 1962: 89). En Brasil, sin em bargo, las diferencias se manifestaron en el área de las relaciones perso­ nales, un ámbito ciertam ente am biguo porque perm itía jerar­ quizar sobre la base del "¿Sabe con quién está hab lan d o?" y dejaba abiertos los flancos para elecciones personales y m úl­ tiples clasificaciones.8 Así, no hicim os una contralegislación cualquiera que definiera un sistem a de relaciones raciales cerrado y segregacionista, con base en el principio de "iguales, pero separados" (como fue el caso estadunidense). Preferimos utilizar el ámbito de las relaciones personales — área no tocada ppr las leyes— com o sitio privilegiado p ara el prejuicio que, entre nosotros, como lo han observado muchos investigadores, tiene un fuerte com ponente estético (o m oral) y nunca legal. Realmente, jam ás llegam os a temer al negro libre, pues todo nuestro sistem a de relaciones sociales estaba fuertem ente 8 Véase, por ejemplo, esta conmovedora declaración de Joaquim Nabuco, el .ajjfllicionista, donde la dicotomía entre lo personal y lo universal surge nítidam¡nh.- El texto proviene de Minha formado (1949: 231): "Así, combatí la escla­ vitud con todas mis fuerzas, la rechazaba con toda mi conciencia, como la síeformación utilitaria de la criatura y, cuando vi que se había terminado, pen­ sé en pedir mi franqueo [...] por haber escuchado la más bella nueva que en mis días Dios hubiera podido mandar al mundo, y, no obstante, hoy que está ■ extinta, experimento una singular nostalgia, que mucho espantaría a un Garrison o a un John Brown: la saudade del esclavo". Las cursivas son mías. Otra vez, la comparación por contraste, hecha de manera espontánea por el propio Nabuco, es esclarecedora: se trataba de revelar que esa inconsistencia jamás Sería entendida por gente como Garrison y Brown, abolicionistas estaduni­ denses.

206

"¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?"

"¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?"

jerarquizado. Sólo ad ap tam os la red de relaciones sociales | em p ezam os a actu ar en las áreas internas del sistem a (en el cuerpo y en la casa), ámbitos en los que indiscutiblemente el cril terio m oral o personal se aplicaba de m anera integral.9 Por ello, todo nos lleva a creer que las relaciones entre nues­ tra "m od ern id ad " — que desde luego se constituye bajo la égi­ da de la ideología igu alitaria e individualista— y nuestra m oralidad (que p arece jerarquizante, com plem entaria y "holística") son complejas y tienden a operar en un juego circular, Al reforzarse el eje de la igualdad, nuestro esqueleto jerarqui­ zante no desaparece autom áticam ente; m ás bien se refuerza y reacciona, inventando y descubriendo nuevas formas de man­ tenerse. Y, en realidad, una recolección superficial de datos sobre el "¿Sabe con quién está hablando?" hecha en periódicos m uestra su profusión, sobre todo en las áreas relativas al trán­ sito, zona privilegiada del universo m oderno en la que lo im­ personal choca en todo m om ento con las relaciones y la noción de alta personalidad, tan básica en nuestra sociedad. De m anera que el uso del "¿Sabe con quién está hablando? es antiguo. Ya Lim a Barreto, en dos libros clásicos y publica­ dos a principios de siglo xx — Recordares do escrivao Isaías Ca­ mina y su notable etn ografía de la República de los Estados Unidos de Bruzundanga, Os bruzundangas— , m uestra la vora­ cidad del uso de los títulos y formas jerarquizantes y la mane­ ra en que los héroes se m ueven dentro de ese sistem a contra­ d ictorio, con trario a la crítica h onesta, al estudio serio y a la im personalidad de las reglas universales siempre distorsiona­ das en nom bre de u n a relación personal im p ortan te. Es una descrip ción p orm en orizad a del m undo social brasileño que jam ás ha rep licad o otro escritor, sociólogo o novelista. Una descripción que vio con inigualable profundidad las contradic­ ciones de una sociedad con dos ideales: el de la igualdad y de la jerarquía. 9 Esos puntos están relacionados con lo que ya se presentó en el capítulo WAhí, como aquí, la fuente de inspiración teórica es el ensayo fundamental de Dumont sobre el racism o, la estratificación social y la jerarquía (cf. D um ont» 1974). El trabajo de Cari Degler (1976) también es importante pa’ra esta argu­ mentación.

207

Así, hablando de nosotros m ism os el etnógrafo Lim a Barre,to dice: Así, al p asar p o r los p rep aratorios [Lim a B arreto se refería a los exámenes de ingreso a l a s e s c u e l a s ' su periores y escribía en 1917] los futuros d irecto res de la R epública d e los E stad o s U n id os de B ruzundanga acab an los cu rso s m ás ign oran tes y p resu ntu osos ' que cu and o en tran . Son ellos los que vociferan: "¡E sto y form ado! ¡Está hablando con un hombre form ado!"

Y en segu id a cu enta que — allá en B r u z u n d a n g a — había todo un ejército para "organizar el entusiasm o". Algo así com o una corporación especial destinada a hom enajear a las perso ñas importantes, lo que con seguridad impediría, com o impide también en Brasil, esas exaltadas invectivas de aplastam iento ^social y la s e p a r a c i ó n violenta p o r m edio del ¿Sabe con quién está hablando?", porque sólo serían homenajeados los grandes del lugar. Así, en Bruzundanga, asociarse con una aristocracia ficticia es un hábito, com o ocurre también entre nosotros, don de — después del primer éxito— se esboza un ancestro noble y una genealogía. Dice Lima Barreto: Un ciudadano de la dem ocrática República de Bruzundanga se lla­ ma, por ejem plo, Ricardo Silva da ConceigSo. D urante la infancia y la adolescencia fue conocido así en todos los registros oficiales. Un buen día se m ete en afortunadas especulaciones y enriquece. C om o no es doctor, con sid era su nom bre m u y vulgar. D ecide cam biarlo de tal m a n e ra que p arezca m ás noble. C am bia su nom bre y co ­ mienza a llam arse Ricardo Silva de la Concepción. Publica el anun­ cio en el p eriód ico local ]ornal do Commercio y es el hom bre m ás satisfecho de la vida.

Pero eso no es todo. Lim a Barreto vio adem ás un rasgo for Jnidable de las clases dom inantes de Bruzundanga: dos tipos de nobleza, la doctoral y la de palpito. En la doctoral estaban los doctores en ingeniería, derecho y m edicina. En la de pálpito, los com erciantes que eran ricos, pero que no tenían títulos no­ biliarios ni universitarios ni m ilitares. C om o hem os visto, la Posición no basta en el m undo de los negocios — hoy diríamos,

"¿S A B E

208

"¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?"

en el m undo empresarial— . Eso sería suficiente en Francia o en los Estados Unidos. En Brasil es preciso traducir y legitimar el Doder económ ico en el idioma jerarquizante del sistema. Y ese idioma revela las líneas de las clasificaciones basadas en la per­ sona, en la intelectualidad y en la consideración mediante una red de relaciones personales. Por ello, es necesario ser doctor y sabio, adem ás de rico. Y estar penetrado (o compenetrado, com o dijimos) por alguna institución o corporación perpetua, com o las Fuerzas Arm adas o algún órgano del Estado. Así, los "d o cto re s" — com o nos lo indica Freyre (1962: 304)— sustitu­ yeron a loscom endadores, barones, vizcondes y consejeros del Im perio. Com o lo sugerí líneas atrás, era el m odo de mantener la nobleza y las distinciones jerárquicas, pero usando otros recursos de diferenciación social. El que confirm a esos rasgos jerarquizantes de nuestro sis­ tem a es otro gran analista de la vida nacional, al percibir la fi­ gura que, de cierto modo, personaliza el "¿Sabe con quién está h ablando?" Hablo, evidentemente, de M achado de Assis y de su descon ocid a "teo ría del medallón". Se trata de un diálogo, publicado en 1882 en Papéis avulsos, entre un viejo y experi­ m entado padre y su hijo de 21 años. Al llegar el muchacho a la m ayoría de edad, el padre n o puede d ejarjd e revelarle-el suprem o secreto del éxito en nuestro medio, volverse un meda­ llón. La teoría del medallón es, pues, la fórm ula indicada para obtener éxito en un m undo social dom inado p ór'el convencio­ nalism o, por la ortodoxia de las teorías y doctrinas, por la rigi­ dez de las prácticas jurídicas, por el m odism o y el conformis­ m o que impiden las soluciones originales y profundas; en una palabra, por el sistema jerarquizado que pone todo en su lugar, siem pre encuentra el lugar de todas las innovaciones, detesta exam inarse y, por medio de sus propias fuerzas y dinamismo, cam biar el lugar de las cosas que ya existen en él. Dice, enton­ ces, el padre: U n discurso de metafísica política apasiona naturalm ente a los p i ­ tidos y al público, llama a interpelaciones y re sp u e sta s. Y después no obliga a pensar y a descubrir. En esta ram a de los conocim ientos h um anos, todo está acabado, formulado, rotulado, encajonado [...]

i

•I

CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?"

209

gn todo caso, no trasciendas nunca — com pleta el padre— los lími­ tes de una envidiable vulgaridad. [Luego, sugiere al m u ch ach o el uso de la expresión "filosofía de la h isto ria"...] Una buena locución ' que debes em p lear con frecuencia, pero te prohíbo que llegues a 1 otras conclusiones que no sean las ya encontradas por otros. H uye iodo lo que pueda llevarte a la reflexión, originalidad, etcétera.

■ • * Como se puede .observar, son muchos los hijos de ese celoso padre. Pero volvam os al estudio sociológico del texto de M achado |e Assis. „ ; Uno de sus m éritos, a mi parecer, es la posibilidad de esclal i l e r l a relación entre nuestro sistema de clasificar personas y, como consecuencia, el rito autoritario del "¿Sabe con quién está hablando?" Pues esa fórm ula sólo debe o puede operar funcionalmente en una sociedad de gente, de personas que se lavan, de blancos, de buena gente, de medallones, en oposición a la am túza, al hombrecillo común, a la escoria, al populacho, a la masa; en una palabra, a los impuros en general. Tenemos, entonces, an sistema general de clasificación donde las personas están marcadas por categorías extensivas, de un m odo binario. De un lado, los superiores; del otro, los inferiores. N o obstante, es preciso continuar llam ando la atención sobre un hecho m uy importante. En ese sistem a las categorías tienen un carácter moral, por lo que se evitan sistemáticamente las clasificaciones r0ncretas y exclusivas que pueden remitir a aspectos reales y a una sola dimensión de la sociedad. Por lo tanto, la clasificación es globalizante (o sea, m oralizante) y toca a las personas en zarjas dimensiones sim ultáneam ente. En esa m ism a línea, es Necesario indicar que el sistema no delimita grupos sociales conuretos en el terreno. Las categorías parecen con cep tu ales, se refieren al carácter y no a las dimensiones individuales y con­ cretas. De tal manera que nos negamos a clasificar a las perso­ nas por sus ocupaciones: hablam os de militar o de d octor sin especificar. Hablamos de autoridad y de miembro del gobierno sin distinguir. Las clasificaciones más precisas quedan relega­ das al plano especializado de los órganos burocráticos, imper­ sonales.

210

"¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?"

"¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?"

En esas formaciones sociales en las que la clasificación mor.i fizante es poderosa surge la figura del medallón. Pero, ¿quién es el medallón? N uevam ente descubrim os que no es un personaje exclusivo de una clase, grupo o segm ento social. El meaptlóp, com o un a cristalización personal de cu alidades morales eje determ inado dominio social, puede surgir donde haya un gmpo. Tenemos medallones entre los pobres y los rieos, entre los débiles y los fuertes. Me parece que se trata de un modo de es­ tablecer diferencias y jerarquías en todos los grupos, en todas las categorías, en todas las situaciones; sobre todo, entre perso­ nas iguales. Aunque exista una tendencia a igualar al medallón con la clase dom inante, ese vínculo es dem asiado simple. De hecho, existen medallones en todos los ámbitos de la vida social brasileña: en la favela y en el Congreso; en el arte y en la polí­ tica; en la universidad y en el fútbol; entre policías y ladrones. Son las personas que pueden denom inarse "h om b res", "co­ b ras", "figu ras", "p erson ajes", etc., y que se a a n en cualquier ámbito. Son los que ya trascendieron las reglas que constriñen a las personas com unes de alguna esfera social. Es alguien que no necesita presentación y con quien hay que hablar (c "enten­ derse") prim ero. En sistem as igualitarios esas figuras se llam an v ip (v¿ry important persons), y son raras. En sistemas jerarquizantes exis­ ten en todas partes, en todos los ám bitos, y son las que ha' en las conexiones básicas entre los diversos c í r c u l o s i e r a r q u i z a d o s que form an una especie de esqueleto del universo social. Asi/ gozan de una fama justificada y de un prestigio especial qur m anifiesta en el m od o com o so n tratad as: están libres de las reglas con strictivas del sistem a, situadas unánim em ente en una especie de n irvan a social, un H im alaya de las escalas jerárquicas, por encim a de las luchas rutinarias^ Es cuando ya no se necesita usar el "¿Sabe con quién está hablando?" Con frecuencia, los medallones son figuras nacionales. Cele­ bridades que resum en en sus personas los principales rasgos de determ in ad o dom inio de la vid a social. Sus figuras, no p odría ser de otra m anera, proyectan amplias som bras y bajo ellas se pueden proteger m uchas personas. Ser el hijo del presi dente, del d elegad o, del d irector cuenta com o tarjeta de

211

mentación. O, p ara ser más históricos, ser "hijo de Pelé" puede e m itir a algún n egro pobre ciertos días ¿ e esplendor en tín hotel de lujo (cf. Jornal do Brasil, 12 de noviembre de 1977). Una situación social de este tipo, repleta de personajes que cualquier brasileño calificaría de medallones, fue lo que provocó en Érico Verissimo un capítulo denom inado "¿Sabe con quien está hablando?" en el libro ya m encionado, A volta do gato preto. En realidad, alm orzando en el restaurante de los profesores de la Universidad de Berkeley, el escritor se encontró rodeado de científicos de m uchos quilates y renom bre. Y com o ninguno de ellos era distin gu id o con m irad as, deferencias o m edidas especiales — lo que sucedería fatalmente en el caso de Brasil— , Érico V e rissim o c o m e n ta :

i Todos esos h om b res son de una sim plicid ad ejem plar. C on p oco más de 40 añ o s, co n esa cara sin m isterio, su s ro p as an odinas, ' J.aw rence [se trata de E. O. L aw ren ce, P rem io N obel d e Física, 1939] bien podía ser tom ado por un m odesto m édico de aldea, por un vendedor am bulante o — ¿por qué no?— por el m ayordom o de ese club.

Y dice n u estro ob servador, con gran sentido com parativo. "Me hace pensar en ciertos hombres presuntuosos de mi tierra, los cuales sólo porque tienen fortuna, posición o algún parien te importante consideran que son la sal de la tierra y viven pre guntando: '¿Sabe con quién está hablando? Cabe ob servar que Érico Verissimo aisló correctam en te algunos de los ingredientes básicos del uso de la expresión como rito au to ritario . Él habla de fortuna (que rem ite al eje económico), posición (que remite al eje propiam ente político o social) y, finalm ente, m enciona al pariente, la red de paren­ tesco o la parentela (que remite al capital básico de relaciones sociales). A sí, el escritor toca en la p ráctica del ¿Sabe con quién está hablando?" un tema que ahora deberá ser objeto de un análisis m ás directo.

212

"¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?"

El "¿S abe

c o n q u ié n e s t á h a b l a n d o

¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?"

?"

COMO DRAM ATIZACIÓN DEL MUNDO SOCIAL

Uso el concepto de dramatización y dram a inspirado en la obra de Víctor Tum er (1957 y 1974) para llegar a las propiedades es­ tructurales, invariables, del "¿Sabe con quién está hablando?", por m edio del estudio sociológico de cerca de 100 casos, todos obtenidos de la investigación ya m encionada. La noción de dram atización social es perfectamente adecuada para esa apro­ piación teórica de mi m aterial em pírico, ya que los miembros de la sociedad ven la propia situación que se reconstruirá ana­ líticamente com o un "d ram a , una escena , un momento por encim a — m ás acá o m ás allá— de las rutinas que rigen al m undo diario. A sí pues, conform e lo indica Turner, el drama social tiene com o punto básico la acción que rom pe con una norm a social vivida de m odo casi au tom ático, y también el conjunto de acciones que desencadenan los procesos compen­ satorios (o de alivio). Y, en el caso en estudio, am bos procesos capitales de los dram as sociales están presentes. Mi p ersp ectiva es claram ente de proceso, pues estoy inte­ resado en cap tar todo el curso de la acción m otivada por el "¿Sabe con quién está hablando?", aunque — dada la natura-' leza del m aterial y el m odo com o fue recolectado— no pueda especificar todos los detalles em píricos sobre los agentes, lu­ gares y espectadores. De hecho, llevo a cabo el estudio de una transform ación social im portante del escenario cotidiano, cu an d o la rutina y la interacción social se transform an en m om entos dram áticos y de confrontación entre dos personas, grupos o categorías sociales. En esa transform ación que, com o vam os a ver, puede ser una base para interferir en las relaciones de clase, con carácter histórico— se pueden dis­ cernir claram ente algunos aspectos ocultos del m undo social, ya que se sacan a la superficie para actu ar com o recursos de p oder y prestigio junto a los actores im plicados en la ntualización. u , . En ton ces, al estudiar los casos específicos del ¿Sabe con quién está hablando?" centro mi interés en los instrumentos que

213

se vuelven conscientes para los actores, lo que nos va a indicar las estructuras ocultas y los dominios esenciales que también gobiernan (o deberían, según los actores, gobernar) las inter­ acciones sociales. De ese interés y de esa dialéctica entre con­ ciencia e instrum entos sociales se nutren los dram as y, a mi parecer, se constituye el plano de lo social. Tomemos algunos casos representativos, j En un estacionamiento de automóviles, el cuidador dice al automovilista que no h ay lugares libres. Éste insiste diciendo ' que sí los hay. Ante la firme negativa del cuidador, el au to­ movilista dice irritado: "¿Sabe con quién está h ab lan d o?", y revela su identidad de oficial del ejército. 2. En la m adrugada, una m uchacha espera un autobús o un taxi para ir a su casa. Un carro de policía pasa y se aproxim a. Cuando se le acerca y los policías le piden una identificación, ella dice, indignada, m ostrando su credencial: "¿Sabe con dtíién está hablando? Soy hija de familia, hija de Fulano, etcé­ tera". í 3. Una señora decide hacer com pras en C opacabana y esta­ ! eiom su coche sobre la acera, en un lugar prohibido. Después eje algunas horas el guardia la localiza y le pide que m ande a ! su chofer a sacar el coche de aquel lugar. La m ujer insiste en Jejarlo ahí y dice: "¿Sabe con quién está hablando? ¡Soy la esposa del diputado Fulano de Tal!" (El desenlace es ambiguo; la mujer sale del lugar, hecha una furia y el guardia se queda muerto de miedo y vejado. En algunos casos el guardia es obli­ gado, días después, a ofrecer disculpas a madame.) üf, IJna persona viaja al exterior y desea im portar m aterial ^ B g f/ad o por la aduana. Entra en contacto con parientes que finalmente localizan a alguien en la aduana. El día de la llegaJJa, romo todo está arreglado, la persona pasa por la fiscaliza­ ción sin problemas, pues el fiscal sabe con quién está hablando. §. En la antesala de un gerente de banco varias personas esperan su tum o. Entra un señor, y, después de unos minutos, seimpacienta y vocifera: "¿Sabe con quién está hablando? ¡Soy Ijilánó de Tal!" La secretaria, nerviosa, va de inmediato con el Íl latente y el señor es atendido de inmediato. '■6. En la recepción de un hospital un hombre desea entrar para

"¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?" 214

215

"¿SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO?"

ver a un enferm o. Sin em bargo, el recepcionista" es intransigen­ te y no lo deja ingresar. Después de un diálogo áspero y sordo, el hom bre dice: "¿Sabe con quién está h ablando?" Y muestra su credencial de m édico. 7. En una esquina peligrosa, conocida por su mala señaliza­ ción y por los choques que allí ocurren, hay un accidente auto­ m ovilístico. C om o es evidente que el chofer de uno de los coches es culpable, el policía se dirige a él proponiendo abier­ tam ente olvidar el caso por una buena propina. El hombre ge indigna, y u san d o el "¿Sabe co n quién está hablando? , se identifica com o funcionario público y detiene al policía. 8. U na m uchacha visita a su tío, un pescador. Mientras Kábla con él, pasa un desconocido que le dirige un piropo muy grosero. Al escu ch ar al galanteador, el tío le da un puñetazo, diciendo: "¿Sabe con quién está hablando? ¡La muchacha es íiil sobrina!" 9. En un puesto de atención al público alguien espera en la fila. Antes del h orario reglam entario para term inar los trámi­ tes, se suspende la atención y cierran la ventanilla. La persona recurre al responsable, recibe una respuesta insatisfactoria^y term ina p or en terarse de que, por órdenes del jefe, c e rra r® ' antes de la hora. La persona m anda llamar al jefe e, identifican" dose com o presidente del órgano en cuestión, despide a todo el personal. . 10. H ay un choque d e autom óviles. Los dos conductores sal­ tan de sus coches esperando lo peor. Ambos son fuertes, blan eos y tienen buena apariencia. Uno de ellos grita: "¿Sabe con quién está hablando? ¡Soy coronel del ejército!", y el otro dice; "Y o tam b ién ". En ton ces se m iran , se reconocen y r e s u e l v e n enfrentar el problem a con calm a.10 Para em p ezar, con sid erem os algunos puntos com unes en todos los casos. La prim era observación que podem os hacer es 10 La construcción final de los casos es de mi autoría. Pero todos resPon