Curso Sagrada Escritura

LA BIBLIA: ENCUENTRO DE DIOS CON EL HOMBRE (Padre Danilo Medina SSP y Padre Agustín Petroselli SJ) I. DATOS GENERALES S

Views 48 Downloads 0 File size 1MB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

LA BIBLIA: ENCUENTRO DE DIOS CON EL HOMBRE (Padre Danilo Medina SSP y Padre Agustín Petroselli SJ)

I. DATOS GENERALES SOBRE LA BIBLIA 1. ¿QUE ES LA BIBLIA? Si preguntamos a la gente ¿qué es la Biblia?, seguramente podríamos recoger las más diversas respuestas, sintetizadas en las siguientes expresiones: *- Es un libro sagrado, tanto por su contenido (el mensaje de Dios), como por su origen (su autor es Dios. *- Es el libro de la Palabra de Dios que enseña el camino de la salvación. *- Es el libro que recoge las experiencias religiosas del Pueblo de Dios. *- Es el libro más importante de toda la literatura universal. *- Es el libro que nos transmite la voluntad y la ley de Dios. Todas las posibles respuestas contienen elementos valiosos para definir lo que es la Biblia; nosotros, sin embargo, sugerimos la siguiente definición:‖ LA BIBLIA ES UN CONJUNTO DE LIBROS, ESCRITOS POR INSPIRACIÓN DEL ESPIRITU SANTO ―(Cf. DV 11). 2. ¿CÓMO SE MANEJA LA BIBLIA? Ya hemos afirmado que la Biblia en realidad no es un solo libro, sino una colección de libros, 73 en total. Conviene, entonces, saber que cada libro está dividido en ―capítulos ―. Los capítulos vienen numerados en orden progresivo, y dicha numeración aparece tanto en la parte superior de cada página, como al inicio de cada capítulo, con un número grande. (Por ejemplo, el libro del Génesis, que es el primero que aparece en la Biblia, está dividido en 50 capítulos). Cada capítulo, a su vez, está dividido en ―versículos―, que son las pequeñas frases bíblicas que van conformando los párrafos. Los versículos también aparecen enumerados en orden progresivo. El número que identifica cada versículo aparece en un tipo más pequeño que el del capítulo y viene impreso a lo largo del texto, entre palabra Y palabra. (El primer capítulo del libro del Génesis trae, por ejemplo, 31 versículos). 2.1.

¿CÓMO ENCONTRAR UN LIBRO EN LA BIBLIA?

Para encontrar cualquier libro lo más conveniente es saber el orden en que están puestos los 73 libros en la Biblia. Resulta provechoso memorizar el orden de ubicación de los libros, desde el Génesis (que es el primero), hasta el Apocalipsis (que es el último). Esto, unido a la práctica, nos dará la habilidad que deseamos. En todo caso, hasta no alcanzar dicha habilidad, puede sernos muy útil recurrir al índice que aparece en toda la Biblia, para averiguar la página donde se encuentra uno u otro libro.

2.2.

¿CÓMO ENCONTRAR EL CAPITULO Y EL VERSÍCULO?

Luego de haber encofrado el libro en el cual deseamos ubicar un capítulo y un versículo en concreto, nos guiamos por los números que se indican en el ángulo superior de cada página. Es más fácil encontrar primero el capítulo y después sí el versículo. Para leer una cita bíblica se dice primero el nombre del libro, luego el del capítulo y, finalmente, el del versículo o los versículos. (Por ejemplo, Job 20,14, se lee así: libro de Job, capítulo veinte, versículo catorce). 2.3.

¿COMO ESCRIBIR UNA CITA BIBLICA?

Para citar un texto bíblico seguimos el siguiente proceso: *- Primero se escribe el nombre abreviado del libro (ejemplo: Mt., Jn., Gn., etc.) *- Luego se escribe el número del capítulo, seguido por una coma (ejemplo: Mt.5,) *- Después se escribe el número del versículo que se va a citar (ejemplo: Mt.5, 8) *- Si son varios versículos los que se van a citar, se escriben los números del primero y último, separados por un guion (ejemplo: Mt.5, 1-8) 3. ¿QUE PARTES TIENE LA BIBLIA? En primer lugar, la Biblia se divide en dos grandes partes: *- El Antiguo Testamento, que reúne los 46 libros escritos antes de la venida de Jesucristo. *- El Nuevo Testamento, que reúne los 27 libros escritos después de la venida de Cristo. Podemos encontrar otra división de los 73 libros de la Biblia, según los temas que tratan, de la siguiente manera: =. LIBROS HISTORICOS: los llamamos así porque nos cuentan la historia del Pueblo de Dios, la historia de algunos personajes importantes, es decir, la historia de la salvación. En el A.T. encontramos 21 libros históricos: Génesis, Éxodo, Levítico, Números, Deuteronomio, Josué, Jueces, 1 y 2 Samuel, 1 y 2 Reyes, 1 y 2 Crónicas, Esdras, Nehemías, Tobías, Ruth, Judith, Esther, 1 y 2 Macabeos. En el N.T. podemos hallar 5: los cuatro evangelios (Mateo, Marcos, Lucas y Juan) y los Hechos de los Apóstoles. =. LIBROS DOCTRINALES: llamados así porque ofrecen, ante todo, una doctrina que nos enseña a vivir como hijos de Dios. Son también llamados ―didácticos―. A los libros doctrinales del A.T. se les conoce también como libros sapienciales o poéticos, y son 7: Job, Salmos, Proverbios, Eclesiastés (o Qohelet) Cantar de los Cantares, Sabiduría, Eclesiástico (o Sirácida. En el N.T. hay 21 libros doctrinales, a saber: Romanos, 1 y 2 Corintios, Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, 1 y 2 Tesalonicenses, 1 y 2 Timoteo, Tito, Filemón, Hebreos, Santiago, 1 y 2 Pedro, 1, 2 y 3 Juan, Judas. =. LIBROS PROFÉTICOS: los denominamos así porque recogen los mensajes que Dios envió a su Pueblo por medio de unos hombres santos llamados ―profetas―. A través de estos enviados y mensajeros, Dios denunciaba las maldades e injusticias del pueblo, y anunciaba su voluntad salvífica a todos. El anuncio más importante de los profetas fue la venida del Hijo

de Dios hecho hombre, para instaurar el Reino de Dios. En el A.T. hay 18 libros proféticos: Isaías, Jeremías, Lamentaciones, Baruc, Ezequiel, Daniel, Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahún, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías, Malaquías. Y en el N.T. Sólo encontramos un libro que podemos ubicar entre los proféticos, que es el Apocalipsis. 4. ¿CON QUE NOMBRES SE CONOCE LA BIBLIA? Los nombres más importantes que se dan a la Palabra de Dios son: *- BIBLIA: es una palabra que viene del idioma griego y que significa ―LIBRO ―. Proviene de una ciudad llamada Biblos, donde se fabricaba el papiro para hacer el papel de los libros (Cf. 2M 8,23) *- ESCRITURA: Viene del verbo escribir, y se denomina así porque contiene la Palabra o el mensaje de Dios que permanece escrito (Cf. Mt.21, 4). A estas escrituras se acostumbra agregar el calificativo de ― Sagradas ― o ―Santas ―, en razón de su autor principal, que es el Espíritu Santo, también porque contiene un mensaje de salvación y tiene un influjo santificador en quien las lee y medita..

*- TESTAMENTO: Porque contiene la promesa que Dios hace a su Pueblo. Testamento significa también ―pacto―, ―alianza―, ―convenio―, ―contrato―. En efecto, en la Biblia encontramos la alianza que Dios estableció con su Pueblo desde tiempos antiguos y que llega a su plenitud en Cristo. 5. ¿COMO SE EXPLICAN LOS NOMBRES O TITULOS DE CADA LIBRO? Los nombres que identifican a los 73 libros de la Biblia se deben a tres motivos: *- Por el autor al que se le atribuye el libro (ejemplo: los evangelios) *- Por los destinatarios a quienes se dirige el libro (ejemplo: las cartas de San Pablo) *- Por el contenido del libro (ejemplo: los libros de los Reyes; Proverbios...) 6. ¿QUIEN ES EL AUTOR DE LA BIBLIA? Dado que los libros de la Biblia fueron escritos bajo el directo influjo y asistencia del Espíritu Santo, podemos decir que el autor principal es Dios mismo. Sin embargo, Él quiso servirse de algunas personas santas para poner por escrito su mensaje a los hombres, a ellos los llamamos ― escritores sagrados ―, que son como los autores secundarios de la Biblia, pues colaboraron con Dios para hacer llegar su carta de amor a la humanidad. Es bueno saber que estos escritores sagrados escribieron según su propia manera de ser, según los conocimientos de su tiempo, sus capacidades y cultura, y según las diversas circunstancias que los rodeaban. 7. ¿QUE ES LA INSPIRACIÓN EN LA BIBLIA?

La inspiración es la acción que el Espíritu Santo ejerció sobre los escritores sagrados. Esa acción tuvo tres aspectos: *- Les iluminó el entendimiento para que comprendieran el mensaje de Dios. *- Les movió la voluntad para que quisieran escribir todo y sólo lo que Dios quería comunicarnos. *- Los cuidó o asistió para que no se equivocaran (Cf,. 2 Tm.3, 16; 2P.1, 21) 8. ¿QUE CONSECUENCIAS TIENE LA INSPIRACIÓN? Podemos anotar estas importantes consecuencias: *- REVELACIÓN: es decir, que Dios se manifiesta, se da a conocer a través de las Sagradas Escrituras, nos comunica su proyecto salvífico. *- UNIDAD: aunque fueron muchos los autores sagrados, y muchos también los años que duró su escritura, la Biblia es producto de un solo autor principal, que es Dios. Su Hijo Jesucristo, es el eje central de toda la Biblia y le da la unidad. *- SACRAMENTALIDAD: la Biblia es un sacramento de Dios, es decir, un signo visible que ofrece al hombre la oportunidad de encontrarse con Dios y con Cristo. *- INERRANCIA: es decir, que en la Biblia no hay errores o falsedades en cuestiones de fe.

9. ¿HAY CONTRADICCIÓN ENTRE LO QUE DICE LA BIBLIA Y LO QUE DICE LA CIENCIA? No es raro que algunas personas se confundan creyendo que la Biblia es un libro científico. Pero no es así, la Biblia es un libro que contiene verdades de fe y no verdades científicas. No existe oposición entre la fe y la ciencia. Entre los datos bíblicos y los datos científicos. Al contrario, podemos encontrar una maravillosa complementariedad. Al autor sagrado no le interesaba comunicar verdades geográficas, históricas o científicas, sino verdades religiosas. Por eso es tan Importante que la IGLESIA NOS ENSEÑE A INTERPRETAR LA BIBLIA, PARA ENCONTRAR LO QUE DIOS NOS QUIERE DECIR Y EVITAR ASI LA TENTACIÓN DE AFERRARNOS A LAS PALABRAS O FIGURAS LIERARIAS QUE SE USAN PARA TRANSMITIR LA ENSEÑANZA. Debemos aprender a interpretar ―lo que nos dice la Biblia―, para llegar a descubrir ―lo que nos quiere decir―, que es lo más importante. 10. ¿CÓMO ESTAN PRESENTES LOS GENEROS LITERARIOS EN LA BIBLIA? Como se ha dicho anteriormente, Dios se quiso servir de hombres normales para comunicar su mensaje, y esos hombres usaron lenguaje humano al cumplir su encargo. Por eso, quien desee conocer el mensaje de Dios presente en la Biblia debe tener en cuenta los géneros literarios que emplearon los autores sagrados al poner por escrito lo que Dios les inspiraba. Los géneros literarios son aquellos modos diversos de hablar, según la época, la cultura, el lugar y las circunstancias que rodean a los autores al expresar sus sentimientos y transmitir

un mensaje. Así, pues, los escritores bíblicos, de origen oriental, usaron maneras, frases, modismos, imágenes y figuras literarias propias de su entorno y de su tiempo. Para interpretar correctamente el mensaje de la Biblia se hace necesario conocer y distinguir los diversos géneros literarios empleados por los autores sagrados. Por ejemplo: la narración de la creación (Gn.1 Y 2) para comunicarnos verdades divinas sobre el Creador, sobre el origen del hombre y su dignidad, etc., se sirvió de todo un poema bellísimo, con imágenes poéticas que ayudan a entender el mensaje. También los números empleados en la Biblia están llenos de simbolismo y de sentido figurado. Un género literario muy usado en la Biblia se llama ―MIDRASH―, que consiste en ir haciendo una reflexión religiosa acerca de los hechos de la historia del pueblo, para hacer de ellos una enseñanza de santidad. Otros géneros empleados son: el apocalíptico, el histórico, el poético, y el epistolar. GENERO HISTORICO La manera de narrar los hechos históricos en la Biblia difiere notablemente de la nuestra. La finalidad que los autores sagrados se propusieron no fue fomentar la erudición ò la investigación de las leyes de la historia política, social o cultural de Israel, sino proclamar las maravillas de Dios a favor de su pueblo e instruir y amonestar a las generaciones posteriores. Los autores inspirados escribieron una historia sagrada, la historia de las intervenciones de Dios en el mundo, la historia de las relaciones del Pueblo de Israel con Dios, la historia de la salvación en el Reino de Dios. Entre los libros históricos más característicos encontramos: Éxodo, Reyes, Judit, Macabeos y Hechos de los Apóstoles. GENERO JURIDICO Describe las relaciones de Yahveh, los deberes del pueblo para con Dios y los mutuos derechos y obligaciones de los hombres por medio de leyes (la Ley del Sinaí y toda la ley de Moisés. Ejemplo: Éxodo 19,5-9; Levítico 18,1-24; 19,1-37; Mateo 5,33-34; Lucas 2,23-25.). GENERO APOCALIPTICO La literatura apocalíptica es una literatura de revelación. Su objetivo lo constituyen los secretos divinos inaccesibles al hombre: lo que ni el ojo vio ni el oído oyó, ni vino a la mente del hombre lo que Dios ha preparado para los que le aman, como lo dice San Pablo (1 Corintios 2,9). Esos secretos divinos se refieren a las cosas del cielo, del mundo sobrenatural, que no puede el hombre contemplar más que en visiones místicas. Una gran parte de la literatura se refiere a la descripción del dominio celeste, a la liturgia angélica y a la felicidad preparada para los elegidos. Lugares característicos de este género son: +.-ANTIGUO TESTAMENTO: Isaías 2,2; Oseas 2,20; Ezequiel 36,35; Daniel capítulos 2 y 7. +.-NUEVO TESTAMENTO: Marcos 13; Mateo 24; Lucas 17,22-37; 21,5-26; 1 tesalonicenses 1,7-10; 2 Tesalonicenses 1,7-10; 2,3-12; 1 Corintios 15,23-37 y todo el libro del Apocalipsis. GENERO PROFETICO:

Los profetas son como la ―boca de Dios‖ (Jeremías 1,13-16; Ezequiel 24,2-8; Daniel 10), la profecía es un carisma excepcional, sobrenatural, destinado al bien de la comunidad religiosa. Después de la muerte de Moisés, se sucedieron muchos profetas hasta Juan el Bautista que fue el último de ellos. Una de las características de la literatura profética es la idea repetida del mesianismo en Israel; la proyección hacia la época definitiva e ideal de Israel, en la que se implantará el Reinado de la Justicia y de la Paz como consecuencia de la fidelidad del Pueblo a la Alianza. En el aspecto moral los profetas urgen el cumplimiento de los mandatos y de los principios éticos de la ley de Moisés. A tiempo que anuncian el reino de la justicia y de la paz, denuncian cuanto sea injusto, inmoral o contrario a la alianza y a las expectativas acerca del Mesías. GENERO POETICO El género poético tiene como objetivo expresar un designio de Dios o un anhelo del hombre a través de palabras dispuestas con armonía verbal o conceptual: los Salmos, El Cantar de los Cantares, los Proverbios; el Magníficat, (Lucas 1,46-55), Cántico de Zacarías (Lucas 1,67-79), Cántico de Simeón (Lucas 2,29-32). GENERO SAPIENCIAL La sabiduría es una ciencia más práctica que intelectual. Ejemplo: en el libro de los Proverbios capítulo 9,8: el que aprende y pone en práctica lo aprendido se estima a sí mismo y prospera. La sabiduría se expresa en sentencias didácticas que llevan a descubrir la vida y los designios de Dios, el género sapiencial muestra el papel de la sabiduría en el destino trascendente del hombre. Los principales libros de este género son: Proverbios, Eclesiastés, Eclesiástico, Job (capítulo 28). GENERO PARABOLICO Parábola, o semejanza, es una enseñanza dada a partir de la narración de un proceso fingido, que conduce a una aplicación moral o religiosa cuyo objetivo es producir un cambio de vida en el oyente. Entre las parábolas del Nuevo Testamento sobresalen las siguientes: *.-PARABOLAS DEL REINO: El Sembrador (Mateo 13,3b-9); el Granito de mostaza (Mateo 13,31-32), el Tesoro escondido (Mateo 13,44); la Perla (Mateo 13,45-46); la Cizaña (Mateo 13,24-30); la Red (Mateo 13,47-50). *.-PARABOLAS DE DEBERES PARA CON DIOS: La Higuera estéril (Lucas 13,6-9); el amigo inoportuno (Lucas 11,5-8); el juez y la viuda (Lucas 18,1-8); el fariseo y el publicano (Lucas 18,9-14). *.-PARABOLAS DE DEBERES PARA CON EL PROJIMO: El Buen Samaritano (Lucas 10,2937); el Siervo cruel (Mateo 18,23-35); los invitados a la Cena (Lucas 14,7-11). *.-PARABOLAS DE LA MISERICORDIA DE DIOS: La oveja perdida (Lucas 15,4-7); el hijo pródigo (Lucas 15,11-32); la moneda perdida (Lucas 15,8-10). GENERO EPISTOLAR

Son cartas. Su género literario es muy específico. Las más sobresalientes son las de San Pablo, San Pedro, San Juan y Santiago en el Nuevo Testamento. 11. ¿CÒMO INTERPRETAR LA SAGRADA ESCRITURA? (DV 12.1) El Apóstol San Pedro nos advierte claramente cómo no debe interpretarse la Sagrada Escritura. Nos dice: ―ANTE TODO TENGAN ESTO PRESENTE: NINGUNA PROFECIA DE LA ESCRITURA PUEDE INTERPRETARSE SEGÚN EL PERSONAL PARECER DE NADIE, PORQUE NUNCA LOS PROFETAS HABLARON POR SU PROPIA CUENTA, SINO QUE MOVIDOS POR EL ESPIRITU SANTO HABLARON DE PARTE DE DIOS‖. (2 Pedro 1,20-21). Tampoco se puede dar siempre una interpretación literal, (al pie de la letra), a todos los textos de la Biblia o aislados unos de otros porque siendo uno el designio salvador de Dios y habiendo Dios hablado por medio de los hombres, para comprender lo que quiso decirles, es necesario investigar que fue lo que los escritores sagrados pretendieron expresar realmente y que lo que quiso Dios expresar con las palabras de ellos. Interpretar la Biblia al pie de la letra o aisladamente lleva al fundamentalismo religioso. Como el de algunas sectas religiosas. Para interpretar bien la Sagrada Escritura, hay que estar bien atentos a lo que los autores humanos quisieron afirmar y a lo que Dios quiso manifestarles mediante las palabras de dichos autores. El oficio de interpretar la Palabra de Dios oral y escrita ha sido encomendado sólo al MAGISTERIO VIVO DE LA IGLESIA, el cual lo ejerce en nombre de Jesucristo. Los fieles recordando las palabras de Jesucristo a sus Apóstoles: ―El que a vosotros escucha, a mi me escucha‖ (Lucas 10,16), reciben con fe las enseñanzas que dan los Obispos en comunión con el sucesor de Pedro. El Concilio Vaticano II, señala tres criterios para una interpretación de la Sagrada Escritura conforme al Espíritu que la inspiró: 1.-Prestar atención al contenido y a la unidad de la Escritura. En efecto, por muy diferentes que son los libros que la componen, la Escritura es UNA, en razón de la unidad del designio salvador de Dios. 2.-Leer la Escritura en la tradición viva de la Iglesia. ―La Sagrada Escritura está más en el corazón de la Iglesia que en la materialidad de los libros escritos‖; en efecto, la Iglesia encierra en su tradición la memoria viva de la Palabra de Dios, y el Espíritu Santo le da la interpretación espiritual de la Escritura. 3.-Estar atentos a la analogía de la fe (Romanos 12,6), por analogía de la fe entendemos la cohesión de las verdades de la fe entre sí y en toda la revelación. Además de estos criterios para la recta interpretación de la Sagrada Escritura nos ayudan las ciencias de la exégesis y la hermenéutica. EXEGESIS Para entender rectamente lo que el escritor sagrado quiso afirmar hay que tener en cuenta cuidadosamente, tanto las formas nativas usadas en cuanto a la manera de pensar, de hablar, o de narrar, lo que se usaba en su tiempo y en su cultura, como las que en aquella época más solían emplearse en el trato mutuo entre las personas. Por consiguiente, el oficio de la

exégesis es investigar el sentido que intentó expresar el hagiógrafo o escritor sagrado con sus palabras. HERMENEUTICA. Es oficio de la hermenéutica: +.-Establecer el sentido de la Sagrada Escritura en toda la Biblia. +.-Hallar en cada pasaje de la Sagrada Biblia el sentido exacto del mismo. +.-Proponer el sentido de la Sagrada Escritura en forma adecuada a la verdad. Se pueden distinguir dos clases de ―sentido‖ en la Sagrada Escritura: EL SENTIDO LITERAL: Es el sentido significado por las palabras de la Escritura y descubierto por la exégesis que sigue las reglas de la justa interpretación. EL SENTIDO ESPIRITUAL: Gracias a la unidad del designio de Dios, no solamente el escrito sino también las realidades y los acontecimientos narrados pueden ser signos de salvación. El sentido espiritual se subdivide en: *.-SENTIDO ALEGORICO: podemos adquirir una comprensión más profunda de los acontecimientos, reconociendo su significación en Cristo: Así, el paso por el mar Rojo es un signo de la victoria de Cristo y por ello del Bautismo (1 Corintios 10,1ss). *.-SENTIDO MORAL: Los acontecimientos narrados en la Escritura pueden conducirnos a un obrar justo. Fueron escritos para nuestra instrucción (1 Corintios 10,11). *.-SENTIDO ANAGORICO: (En griego Anagogè=hacia arriba). Podemos ver realidades y acontecimientos en su significación externa, que nos conducen hacia nuestra patria. Así la Iglesia en la tierra es signo de la Jerusalén Celestial.

II. DATOS SOBRE LA BIBLIA Y EL CANON BÍBLICO 1. DATOS SOBRE LA BIBLIA 1.1.

¿CUÁNDO SE ESCRIBIO LA BIBLIA?

Para entender el tema de la fecha en la cual se escribió la Biblia conviene recordar que nuestra manera de enumerar los años, es decir, nuestro calendario actual se funda en el nacimiento de Jesús. El año actual marca el número de años transcurridos desde el nacimiento de Cristo. Así, pues, cuando queremos indicar la fecha de un acontecimiento acaecido antes de Cristo se deben contar los años desde el nacimiento de Cristo hacia atrás, pero aclarando que se trata de la época ―antes de Cristo―. Por ejemplo, si la virgen María hubiese tenido 18 años cuando nació Jesús, la fecha de nacimiento de María sería del año 18 antes de Cristo. Así, Moisés nació unos 1250 años antes de Cristo, mientras que el rey David, que es más reciente, vivió alrededor del año 1000 antes de Cristo. Pues bien, después de entender la dinámica de nuestro calendario, podemos decir que la Biblia se empezó a escribir hacia el año 1200 antes de Cristo, coincidiendo con el final de la vida de Moisés. El Antiguo Testamento se terminó de escribir hacia el año 50 A.C., con el libro de la Sabiduría. Por otra parte, el Nuevo Testamento se empezó a escribir hacia el año 40 después de Cristo (con las cartas de San Pablo) y se terminó hacia los años 90 – 100 D.C., con los escritos de

San Juan. Según esto que hemos mencionado, toda la Biblia tardó en escribirse unos 1300 años. 1.2.

¿EN QUE LENGUAS SE ESCRIBIO LA BIBLIA?

En la redacción de la Biblia se emplearon las siguientes lenguas: *.- HEBREO: en esta lengua se escribió casi todo el Antiguo Testamento; era la lengua propia del pueblo de Israel . *.- ARAMEO: era una lengua parecida al hebreo; los judíos en tiempos de Jesús, incluido él, hablaban arameo. Pocos pasajes bíblicos fueron escritos en esta lengua: podemos citar algunos capítulos de Esdras, Jeremías, Daniel y el Evangelio de san Mateo. *.- GRIEGO: en griego se escribieron algunos libros del A.T., como el de la Sabiduría y el segundo de los Macabeos. Del N.T., excepto el Evangelio de Mateo, todos los demás libros fueron escritos en griego. 1.3.

¿EXISTEN LIBROS ORIGINALES DE LA BIBLIA?

¿CÒMO LLEGARON HASTA NOSOTROS LOS ESCRITOS? Lamentablemente hay que reconocer que los originales o textos autógrafos de la Biblia se perdieron. Esto no debe extrañarnos sí tenemos en cuenta la antigüedad de los mismos y las vicisitudes históricas que tuvieron que afrontar. Sin embargo, conservamos el contenido de esos libros gracias a copias, escritas a mano, llamados manuscritos o códices. Los códices o manuscritos son copias antiguas y únicas de algún libro de la Biblia. Algunos libros tienen varias copias, procedentes de diferentes lugares, lo cual confirma su contenido. Los manuscritos hebreos del A.T., son muy numerosos. A todos los escritos de este tipo los rabinos (maestros judíos) fijaron el texto sagrado y le dieron una pronunciación, añadiendo las vocales en forma de puntos, pues la lengua hebrea originalmente no tenía vocales. Al resultado se llama ―MASORA―, que significa ―tradición―, de donde surgió la ―BIBLIA MASORETICA―. Los manuscritos del N.T. son también muchos y de varias épocas. Por sola curiosidad y cultura general es bueno saber los nombres de los más famosos códices que se conservan: CODEES VATICANUS: es el mejor códice que se tiene del N.T., desde el punto de vista paleográfico y crítico. Contiene casi todo el A.T., de la traducción griega de los LXX, y el N.T. Comienza con Génesis 46,28 y termina con hebreos 9,14. Fue copiado en el siglo IV parece que en Egipto, se conserva en la biblioteca vaticana. CODEES ALEXANDRINUS: contiene con lagunas ambos testamentos. Copiado en el siglo IV en Egipto. Estuvo mucho tiempo en Alejandría (de ahí su nombre), Hoy está en el Bristish de Londres.

Los manuscritos de QUMRAM, estos últimos pergaminos son los más importantes por su antigüedad: fueron encontrados casualmente por un pastor en 1947, cerca del mar Muerto, en Qumram. 1.4.

¿QUE SON LAS VERSIONES DE LA BIBLIA?

Mientras los manuscritos como hemos mencionados, son copias de libros o capítulos aislados de la Biblia, las versiones son las más antiguas colecciones de la Biblia entera, o sea, tal como la tenemos hoy, compuesta por 73 libros. En el correr del tiempo se han hecho innumerables versiones de la Biblia, pero hay dos que son particularmente importantes, a saber: *.- VERSIÓN DE LOS SETENTA: se llama así porque según la tradición fue realizada por setenta sabios de Israel. Es la colección de todos los libros del A.T., elaborada hacia los años 300 y 100 A.C. *.- VERSIÓN DE LA VULGATA: es una colección de la Biblia entera (A.T. y N.T). Fue escrita en latín por san Jerónimo, hacia el 400 D.C. en Belén. Es, en realidad, la traducción de la Biblia del griego al latín, surgida por necesidad, cuando se impuso en el siglo II la lengua latina en todo el occidente. Antiguamente era muy difícil encontrar un ejemplar de la Biblia, porque había que escribirla o transcribirla a mano y esto resultaba costoso y demorado; pero en 1440 el católico Juan Gutemberg invento la imprenta y el primer libro que se imprimió fue precisamente la Biblia, en 1450. Desde entonces se facilitó el acceso de la Sagrada Escritura a los hogares. 2. EL CANON DE LA BIBLIA 2.1.

¿QUE ES EL CANON DE LA BIBLIA?

La palabra ―canon ―viene del griego y encierra el sentido de una caña recta que sirve para sostener derecha alguna cosa. Ya en contexto bíblico correspondería a una ―regla de fe ―para determinar una cosa como verdadera o falsa...Es decir, el canon de la Biblia es el catálogo o lista de los libros inspirados por Dios, que precisamente por eso se llaman ―LIBROS CANÓNICO―. El canon define los límites entre lo que es revelado por Dios y lo que no lo es, entre lo que es divino y lo que es solamente humano; por esto mismo, el canon garantiza que un libro sea inspirado por Dios y consecuentemente haga parte de la Biblia. 2.2.

¿QUE RELACION EXISTE ENTRE LA IGLESIA Y EL CANON?

La Iglesia, siendo depositaria del poder de Jesús, a través de los concilios ecuménicos, ha llegado a establecer el canon, determinando cuáles libros son ―canónicos ―y cuáles no (que son llamados ―apócrifos―, o sea, los no inspirados). Así, pues, la lista de los 73 libros que conforman la Biblia es fruto de un discernimiento, inspirado por Dios, hecho por la Iglesia, que tiene la facultad de decir si un libro es inspirado o no.

Podemos decir que sólo la Iglesia Católica tiene este poder de decir la verdad sobre la Biblia por dos motivos: 1.-Porque la Biblia, como Palabra de Dios escrita, es fruto de la predicación de la misma Iglesia: fue la primera comunidad cristiana la que empezó a poner por escrito su predicación sobre la vida y enseñanza de Jesús (todo el N.T.). Y corresponde lógicamente a ella la justa interpretación de lo que escribió. 2.-Porque Jesús entregó a Pedro ―el poder de las llaves de su Reino―(Cf.Mt.16, 19), por lo tanto, el sucesor de Pedro, en comunión con los sucesores de los apóstoles, tiene el poder de discernir la verdad, movido por el Espíritu Santo. Es verdad que todo cristiano tiene el Espíritu de Dios, pero para discernir la verdad Debe estar en comunión con el Sumo Pontífice y con los Obispos, como lo reconocía San Agustín cuando afirmaba ―No creería en el Evangelio si no fuera por la autoridad de la Iglesia Católica que me lo ordena...‖ 2.3.

¿CUANDO FUE ESTABLECIDO EL CANON DE LA BIBLIA?

Desde los primeros tiempos del cristianismo la Iglesia Católica consideró unos como ―canónicos―(= inspirados) y rechazó otros por no inspirados (= apócrifos). Las primeras decisiones de la Iglesia en relación con el canon de la Biblia se dieron en el Concilio de Hipona (África) en el año 393. La última definición del canon católico fue en el Concilio de Trento en el año 1546. 2.4.

¿QUE CRITERIOS SIGUE LA IGLESIA PARA DEFINIR SI UN LIBRO ES CANONICO O NO?

Algunos criterios que ayudaron a la Iglesia a definir la canonicidad de los libros bíblicos son estos: 1.-El origen apostólico: es decir, el hecho de que algún libro tenga como autor seguro a algunos de los apóstoles. 2.-El uso que hizo la Iglesia primitiva de ciertos libros: según esto, son seguramente canónicos aquellos libros que fueron usados por los apóstoles y las primeras comunidades cristianas en su culto o predicación. 3.-La coherencia: o sea, que la enseñanza de un libro sea coherente con el resto de la Escritura, que no contradiga el sentido de la revelación. 4.-Para el Antiguo Testamento, la Iglesia asumió el canon o lista de libros ya aceptados por los judíos hasta ese momento. 2.5.

¿CÓMO SE DIVIDEN LOS LIBROS CANÓNICOS?

Los 73 libros inspirados o canónicos de la Biblia se dividen en ―PROTOCANÓNICOS― y ―DEUTEROCANÓNICOS― . 1.-LOS PROTOCANONICOS son aquellos libros que fueron y son considerados como inspirados, tanto por los judíos, como por los católicos y los protestantes. Es decir, aquellos libros de la Biblia de los que nunca se dudó que fuesen inspirados.

2.-LOS DEUTEROCANONICOS son aquellos libros de la Biblia de cuya inspiración se dudó algún tiempo o por parte de alguna Iglesia en particular. Estos libros son especialmente siete del Antiguo Testamento: Tobías, Judith, Baruc, Sabiduría, Eclesiástico (o Sirácida) y 1 y 2 Macabeos. Aún hoy, en las Biblias que editan los protestantes faltan estos siete libros deuterocanónicos del A.T. porque no los consideran inspirados. 2.6.

¿POR QUE LOS PROTESTANTES NO ACEPTAN LOS DEUTEROCANONICOS DEL A.T. COMO LIBROS INSPIRADOS?

Para encontrar la respuesta a esta pregunta debemos saber que en un tiempo en la Iglesia primitiva (siglo I D.C.) existían entre los judíos dos cánones o listas de los libros inspirados: *.-CANON PALESTINENSE: constaba sólo de los 39 libros protocanónicos. *.-CANON ALEJANDRINO: contenía todos los 46 libros, proto y deuterocanónicos, La Iglesia cristiana primitiva, haciendo uso del poder que Jesús le había otorgado, adoptó el Canon Alejandrino, por varios motivos: 1.-Jesús, de las 37 veces que cita la Escritura, 33 veces lo hace usando la versión del Canon Alejandrino. Además, en todo el N.T. de las 350 citas del A.T., 300 corresponden a este canon. 2.-Los apóstoles nombraban frecuentemente los libros deuterocanónicos, como Sabiduría, Judith, etc... 3.-La traducción de los Setenta fue elaborada con base en el canon Alejandrino. 4.-Los primeros Padres de la Iglesia también usaron este canon. Sin embargo, los protestantes, catorce siglos después, prefirieron volver al canon palestinense y decidieron no considerar como inspirados los siete libros deuterocanónicos. En todo caso es bueno saber que, respecto del Nuevo Testamento, tanto católicos como protestantes aceptan como inspirados los 27 libros que lo componen. 2.7.

¿QUE SON LOS LIBROS APÓCRIFOS?

Llamamos apócrifos a ciertos libros religiosos que la Iglesia no ha aceptado como inspirados, pese a que su contenido sea semejante al de la Biblia. La palabra ―apócrifo ―viene del griego y significa ―oculto o escondido―. La Iglesia excluyó estos libros del canon porque tenían autor incierto o porque eran escritos muy recientes, o porque eran falsamente atribuidos a tal o cual autor, o porque contenían errores o incoherencias respecto del resto de la revelación. 1) Los apócrifos del A.T. fueron escritos por ―judíos piadosos―, deseosos de añadir consejos o exhortaciones morales, o completar la historia bíblica con ejemplos y cuentos. 2) Los apócrifos del N.T. fueron escritos por ―cristianos piadosos―, con el fin de satisfacer la curiosidad de los fieles sobre los hechos de la vida de Jesús y de la Virgen María, etc....no presentes en los Evangelio. III. BIBLIA PROTESTANTE O BIBLIA CATOLICA? 1. ¿EXISTEN VARIAS BIBLIAS O UNA SOLA?

Seguramente hemos escuchado hablar de ―Biblia Católica― y ―Biblia Protestante―; ¿acaso existen varias Biblias? Debemos, ante todo, aclarar que la Palabra de Dios es una sola. Por tanto, no podemos decir que existan varias Biblias, pero si debemos aceptar que si hay diversas traducciones y ediciones de la misma y única Biblia. Ante la variedad de ediciones de la Biblia que circulan en nuestro medio, podemos distinguir tres grupos: 1.1.

BIBLIAS DE EDICIÓN CATOLICA

Son aquellas ediciones que contienen entera y fielmente la Palabra de Dios, y que entre sí se distinguen solamente por la manera expresiva de comunicar el mensaje revelado. Las ediciones o traducciones católicas más comunes son: A) La Biblia ―Nácar- Colunga―: traducida en España por dos biblistas de apellidos Nácar y Colunga, respectivamente. B) La Santa Biblia, de ediciones San Pablo de España, que es una traducción hecha muy cuidadosamente por un equipo de quince expertos. C) La ―Biblia de Jerusalén ―; llamada así porque sus traductores son profesores del Instituto Bíblico de Jerusalén. Es particularmente importante para el estudio, por sus notas científicas explicativas. D) La ―Biblia Latinoamericana―: coedición realizada por dos grandes editoriales: Verbo Divino y San Pablo, bajo el auspicio de la SOBICAIN (Sociedad Bíblica Católica Internacional).Su importancia radica en su facilidad de comprensión por el lenguaje popular que maneja y por las notas explicativas muy pastorales y adaptadas a la cultura y ambiente latinoamericanos. E) La ―Biblia para el pueblo de Dios ―, de ediciones San Pablo de Colombia, y que ha sido traducida por un equipo de expertos bajo la dirección del Dr. Evaristo Martín Nieto. 1.2.

BIBLIAS DE EDICION PROTESTANTE

Las Biblias editadas por los protestantes carecen de los siete libros deuterocanónicos (Tobías, Judith, Baruc, Sabiduría, Eclesiástico y 1 y 2 Macabeos). Además de ser incompletas, con frecuencia traducen palabras o frases que pueden llevar a interpretaciones equívocas. La traducción protestante de la Biblia más difundida es la ―Reina-Valera― llamada así porque fue hecha por Casiodoro de Reina en 1569, y luego revisada en 1602 por Cipriano de Valera. 1.3.

BIBLIAS ECUMÉNICAS

Son ediciones surgidas por una especie de acuerdo entre la Iglesia Católica y los protestantes. Estas ediciones manifiestan un buen esfuerzo de traducción, contiene los siete libros deuterocanónicos, pero no traen notas explicativas. La edición ecuménica más difundida es la Biblia llamada ―Dios habla hoy―, su versión del N.T. que se denomina ―Dios llega al hombre―. En muchas parroquias de Colombia se distribuye esta Biblia, tal vez por su bajo costo; sin embargo, debemos tener claro que esta edición es más protestante que católica, y por ello lo ideal sería que prefiriéramos las ediciones netamente católicas, debidamente aprobadas por la autoridad eclesiástica.

2. ¿COMO SABER SI UNA BIBLIA ES CATOLICA O NO? Hay tres señales claras que nos ayudan a distinguir las Biblias católicas: 2.1.-LAS BIBLIAS CATOLICAS CONSTAN DE LOS 73 LIBROS: en efecto, las Biblias de edición católica incluyen los siete libros deuterocanónicos, por ello, cuando una Biblia tenga 73 libros, casi con seguridad es católica. Claro está que debemos estar atentos, puesto que las ediciones ecuménicas también han incluido los deuterocanónicos... 2.2.-LAS BIBLIAS CATOLICAS TIENEN APROBACIÓN ECLESIÁSTICA: Sólo en las Biblias de edición católica aparece, en las primeras páginas, una autorización llamada en latín ―imprimátur ―: es decir, ―imprímase ―, junto a la firma del Obispo que ha concedido la licencia para que se edite. Esta licencia garantiza que no hay dificultad (Nihil obstat ―) para que sea difundida, pues previamente el obispo, o en otros casos la Conferencia Episcopal, ha llevado a cabo un serio y detenido estudio y revisión de dicha traducción, hasta determinar que en ella no haya errores de fe o imprecisiones de traducción. 2.3.-LAS BIBLIAS CATOLICAS INCLUYEN NOTAS EXPLICATIVAS: Esta es otra señal clara que indica cuando una edición de la Biblia es católica. Efectivamente, las Biblias de edición protestante no tienen notas explicativas de pie de página, porque ellos sostienen que cada persona tiene el Espíritu Santo para interpretar individualmente la Palabra de Dios, sin necesidad de maestros. Nosotros, los católicos, sabemos que es la Iglesia católica la que ha recibido del mismo Jesús el poder para guardar, interpretar, defender y enseñar con fidelidad el mensaje del Evangelio. 3. ¿CÓMO INTERPRETAN LA BIBLIA LOS PROTESTANTES? Con frecuencia nos encontramos con protestantes que conocen y manejan hábilmente la Biblia, citando versículos de memoria, con el propósito de confundir, convencer, o al menos inquietar a muchos católicos sobre temas importantes de la doctrina cristiana; es entonces cuando nos surge la pregunta: ¿por qué los protestantes predican verdades diferentes a las que creemos los católicos, siendo que la Biblia es la misma para todos? Para responder esta inquietud debemos saber que ellos interpretan muy literalmente y de modo diverso algunas palabras o frases de la Biblia, haciéndoles variar su significado. (Por ejemplo, el término ―hermano‖ – Mt.12, 47 – que en el contexto bíblico significa ―pariente cercano‖ – Gén.13, 8 y Gén.11, 31 – ellos lo entienden al pie de la letra, como hermano de carne y sangre). A la base de esta diversidad de interpretación encontramos dos principios sostenidos por los protestantes, a saber: la interpretación individual de la Biblia, y el considerar la Sagrada Escritura como la única fuente de la Revelación. 3.1.

¿QUE DECIR DE LA INTERPRETACIÓN INDIVIDUAL DE LA BIBLIA?

Lutero, iniciador de la Reforma Protestante, fue quien difundió este postulado según el cual todo cristiano puede leer e interpretar la Biblia a su antojo y descubrir en ella la verdad del mensaje de Dios. Ante esto, los católicos sostenemos que es falsa tal afirmación, dado que la

misma Biblia lo desmiente particularmente San Pedro cuando afirma en el versículo 20 del primer capítulo de su segunda carta: ―Sépanlo bien, nadie puede interpretar por sí mismo una profecía de la Escritura...‖(Cf. 1Timoteo 1,1-7; 1 Jn.2,19-27 y 1Jn.4,1 ). Además, este principio protestante va en contra de la unidad de la Iglesia, anhelo profundo del Maestro Divino (Cf. Juan 17,20-21 y Efesios 4,4-6).La interpretación individual de la Biblia trae consigo, en efecto, la división de la revelación y de la doctrina, que es la causa para que se haya multiplicado el número cada vez mayor de ―sectas‖ protestantes. Esto lesiona la unidad del único cuerpo de Cristo que es la Iglesia. La enseñanza de la Iglesia católica ha sido siempre muy clara: ―EL OFICIO DE INTERPRETAR AUTÉNTICAMENTE LA PALABRA DE DIOS, ORAL O ESCRITA, HA SIDO CONFIADO SOLO AL MAGISTERIO VIVO DE LA IGLESIA, EL CUAL LO EJERCITA EN NOMBRE DE JESUCRISTO‖ (Concilio vaticano II, Dei Verbum,10 ). 3.2.

¿SOLO LA BIBLIA ES FUENTE DE REVELACIÓN?

Desconociendo la importancia de la Tradición y del Magisterio Eclesiástico, los protestantes dicen que sólo en la Biblia encontramos la Revelación divina. Por nuestra parte, los católicos estamos convencidos de que la verdad y el mensaje de Cristo no sólo se encuentran en las Sagradas Escrituras, sino que también la Tradición es fuente de Revelación, enriquecida además por la enseñanza del Papa y los Obispos, es decir, el Magisterio de la Iglesia (Cf. Dei Verbum,8 y 9.) 4. ¿QUE RELACION EXISTE ENTRE LA TRADICIÓN ORAL DE LA IGLESIA Y LA BIBLIA? En términos católicos, entendemos por Tradición el ―DEPOSITO DE LA FE‖, las enseñanzas que el Resucitado entregó a los apóstoles y a su Iglesia. No lo hizo por escrito, sino a través de sus palabras y acciones, Se deduce, entonces, que el Evangelio antes de ser un libro fue la predicación oral de la Buena Nueva del Reino. Los apóstoles y sus sucesores continuaron anunciando esa Buena Noticia (―ID Y ENSEÑAD‖: Mc.16, 15) por medio de la Tradición oral. Sólo en un segundo momento dicha predicación fue puesta por escrito. La Tradición oral es fundamento de la verdad en muchas páginas de la Escritura, como podemos encontrarlo en 1 Corintios 11,23: la Cena del Señor: 1 Corintios 15,3: la resurrección de Cristo; 2 Timoteo 1,14: ―Conserva el depósito de la fe‖, etc. La Tradición, que es la transmisión de la Revelación por medio de la enseñanza oral de la Iglesia, tiene estas características: *.- Contiene fundamentalmente el mismo contenido doctrinal de la Biblia. *.- Es garantía de la correcta interpretación y explicación de la Biblia. *.- Contiene parte de la Revelación que aunque no está en la Biblia guarda plena coherencia con ella. *.- Biblia y Tradición son dos facetas de la misma Verdad, su misma y única fuente es Cristo. ―La Tradición y la Escritura constituyen el depósito sagrado de la Palabra de Dios, confiado a la Iglesia‖ (Dei Verbum, 10). 5. ¿POR QUE NO ACEPTAMOS LA REGLA PROTESTANTE?

La doble ―regla de fe‖ protestante según la cual ―la biblia y nada más que la biblia, interpretada individualmente, es fuente de Revelación‖, no puede ser aceptada por los católicos por varios motivos: 5.1.

PORQUE ES OPUESTA A LA MISMA BIBLIA

Cristo no dijo: ―Escriban mis palabras y vayan repartiendo la Biblia por las calles‖, sino que dijo:‖ VAYAN A PREDICAR Y ENSEÑAR. EL QUE LOS ESCUCHA A USTEDES, ME ESCUCHA A MI‖ (Mc.16, 15; Jn. 13,20). Además, los apóstoles predicaron la fe por medio de la enseñanza oral (Cf. Romanos 10,17). 5.2.

PORQUE ES IMPOSIBLE

Antes de ser inventada la imprenta, en 1440, muy pocos podían leer los manuscritos bíblicos y la mayoría no sabía leer. Todavía hoy existen muchas personas que no saben leer ni escribir para acceder directamente a la Biblia, y si la salvación estuviera solamente vinculada a la lectura de la Biblia serían poquísimos los que pudieran salvarse; esto contradice el deseo expreso de Dios: ―QUE TODOS LOS HOMBRES SE SALVEN Y LLEGUEN AL CONOCIMIENTO DE LA VERDAD‖ . 5.3. PORQUE ES INSEGURA ¿Cómo saben los protestantes que la Biblia es Palabra de Dios? ¿Qué las verdades de la Biblia son inspiradas y divinas? Ellos dicen que porque la misma Biblia lo dice, pero esto es absurdo: También los apócrifos dicen que son verdaderos e inspirados y no lo son. Debe haber una autoridad, distinta a la misma Biblia, que garantice que ella es Palabra de Dios. Así como sucede con todo escrito, ley o código que necesita un tribunal que lo interprete y resuelva las dudas. 5.4.

PORQUE ES CONTRADICTORIA

Los protestantes afirman que pueden interpretar a gusto personal la Biblia, y sin embargo tienen ―pastores ―que les explican la Biblia. Mientras rehúsan el Magisterio Divino de la Iglesia, aceptan el de otras personas que no tienen ninguna autoridad y se contradicen entre sí.

IV. TEMAS BÍBLICOS Y SU INTERPRETACIÓN 1. LA AUTORIDAD DEL PAPA 1.1.

¿QUE DICEN LOS PROTESTANTES?

Los protestantes sostienen que Jesús constituyó a Pedro cabeza de la Iglesia: que en la Iglesia no hay otra cabeza más que Cristo. De esta afirmación se concluye que no debe existir

el pontificado, y junto a esto defienden que la infabilidad del Papa consta en la Biblia. Ellos sustentan sus tesis en los siguientes textos bíblicos: *.- Efesios 5,23: ―Cristo es la cabeza de la Iglesia‖. *.- 1 Corintios 3,11: ―....nadie puede poner otro fundamento que el que ya está puesto, que es Cristo‖. *.- Gálatas 2,11: En este pasaje Pablo afirma: ―Cuando Pedro vino a Antioquia, yo me enfrenté a él cara a cara y le reprendí‖. Los protestantes sostienen que si Pedro hubiera sido realmente el jefe supremo de la Iglesia, Pablo no lo hubiera reprendido. 1.2.

¿QUE DECIMOS LOS CATÓLICOS?

Ante las afirmaciones protestantes acerca del Papa, la Iglesia Católica recuerda que Cristo es de hecho la Cabeza de la comunidad cristiana, pero el Papa lo representa como cabeza visible de la Iglesia. Cristo es el fundamento, ―piedra angular‖, pero ese fundamento se continúa en la historia a través de los apóstoles, como bien lo aclara san Pablo cuando escribe: ―....edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas. La piedra angular de este edificio es Cristo Jesús...‖ (Efesios 2,20) Cuando los protestantes argumentan que Pedro no era reconocido como jefe máximo en la Iglesia dado que Pablo lo reprendió, desconocen que corregir a un superior en defensa de la verdad y siempre con el debido respeto a la autoridad, es un sano deber que en nada resta legitimidad a dicha autoridad. En muchos pasajes de la misma Biblia encontramos a Cristo que entrega a Pedro la autoridad de gobierno en la Iglesia, constituyéndolo piedra fundamental en la construcción de su Comunidad, tanto así que, para encomendarle su nueva misión, le Cambia el nombre de Simón por el de ―Pedro‖, que quiere decir piedra. También promete darle a Pedro ―las llaves del Reino―, y el gesto de dar las llaves implica la entrega del poder. Le da el poder de ―atar y desatar―, que en contexto hebreo significa otorgar la facultad de legislar (Cf. Mt.16, 16-19).El propio Jesús ora para que Pedro no falle en su fe, se deduce que Pedro y su sucesor, el Papa, es infalible en cuanto tiene que ver con materia de fe. Jesús confiere a Pedro la misión de ser Pastor universal (―...apacienta a mis ovejas―: Juan 21,16), y ―apacentar‖ para cultura oriental implica el gobierno. En la vida concreta del colegio apostólico y de la naciente Iglesia encontramos a Pedro desempeñando esta función pastoral: es el primero que entra en el sepulcro, después de la Resurrección (Cf. Juan 20,3-6); es el que preside las reuniones (Cf. Hechos 1,15); el que obra el primer milagro, después de Cristo (Cf. Hechos 3,1-11); es obedecido por los demás apóstoles en el Concilio de Jerusalén (Cf. Hechos 15,7-12); las listas de los apóstoles comienzan siempre nombrando a Pedro (Cf. Mateo 10,2 – Marcos 3,16 –Lucas 6,14 – 1 Corintios 15,5; etc.) 2. EL SACERDOCIO CRISTIANO 2.1.

¿QUE DICEN LOS PROTESTANTES?

La doctrina protestante acerca del sacerdocio en la Iglesia es la siguiente: Jesucristo no dio a los apóstoles el poder para ordenar sacerdotes; por lo tanto no tendrían ellos ningún tipo de

autoridad. Todo el que cree en Cristo es auténticamente un sacerdote y puede predicar el Evangelio sin necesidad de ser ―Ordenado‖ para tal misión. Para sostener esta tesis, los protestantes recurren a estas citas bíblicas: *.- 1 Pedro 2,9: ―Ustedes son linaje escogido, sacerdocio real...‖, luego todos los creyentes son sacerdotes. *.- Mateo 23,9-10: ―A nadie en la tierra llamen padre, porque uno solo es su padre, el del cielo. Ni se dejen llamar maestros, porque uno solo es su maestro: el Mesías―. 2.2.

¿QUE DECIMOS LOS CATÓLICOS?

La Iglesia católica recuerda que ciertamente todo cristiano, por el Bautismo, participa del ―sacerdocio común‖ de todos los fieles. Es lo que afirma Pedro, y san Pablo lo corrobora cuando pide a los cristianos ―ofrecer sus cuerpos como sacrificio vivo, consagrado, agradable a Dios―(Romanos 12,1). Pero además de este ― sacerdocio común ―, Jesús mismo, en la Ultima Cena, instituye y envía a sus apóstoles con un sacerdocio especial, que llamamos ―ministerial―, y del cual también da testimonio la Escritura, particularmente la carta a los Hebreos.. (Cf. Hebreos 5,1ss.).Este sacerdocio ministerial es propio de los apóstoles y de sus sucesores legítimamente constituidos. Cuando Jesús pide evitar ser llamado ―padre‖ o ―maestro‖, está más bien reprochando la vanagloria y orgullo de los fariseos. Debemos evitar interpretaciones literales de las expresiones de Cristo; de hecho, san Pablo, por ejemplo, se hace llamar ―padre‖ varias veces, y a los cristianos de sus comunidades los llama ―hijos‖. (Cf. 1 Corintios 4,15; 2 Timoteo 1,2; Tito 1,4). Diversos pasajes de la Sagrada Escritura testimonian la existencia y validez del sacerdocio establecido por Cristo en su Iglesia, en orden al pastoreo de la comunidad; la administración de los dones de Dios (sacramentos); el ofrecimiento del ―sacrificio ―(Eucaristía); la enseñanza y predicación del mensaje divino, etc. En las mismas páginas bíblicas se percibe la necesidad de haber sido llamados por Dios para el ejercicio del ministerio sacerdotal, conferido desde antiguo a través del significado gesto de la imposición de las manos.( Cf. Hechos 20,28; 13,24; 1 Timoteo 4,14; 5,22; 2 Timoteo 1,6; Tito 1,5; Hebreos 5,1-4; Romanos 10,14-15; 1 Corintios 3,9; 4,1; Santiago 5,14; Juan 20,23) El Señor instituyó el sacerdocio en varios momentos de su vida, otorgándole la misión de predicar, enseñar, administrar los sacramentos, presidir la Eucaristía, perdonar los pecados en su nombre,.... los siguientes pasajes son muy dicientes al respecto: *.- Lucas 22,19 y 1 Corintios 11,23: ―Hagan eso en memoria mía‖ = celebración de la Eucaristía. *.- Juan 20,23: ―A quienes perdonen los pecados, les serán perdonados‖ = poder de perdonar. *.- Marcos 16,15: ―Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio‖ = predicación. 3. LA CONFESIÓN 3.1.

¿QUE DICEN LOS PROTESTANTES?

Según ellos, sólo Dios puede perdonar los pecados. Además, todos ya hemos sido perdonados por la sangre de Jesús y no es necesario recurrir a otro hombre, también

pecador, para confesar los pecados. Bastaría confesarse y pedir perdón directamente a Dios, o hacerlo entre los hermanos. Dicen que en ninguna parte de la Biblia está escrito que los cristianos deben confesarse ante un sacerdote. Las citas bíblicas que respaldarían su doctrina son: *.- 1 Juan 1,7: ―Pero si andamos en la luz, como él está en la luz, entonces estamos unidos unos con otros, y la sangre de Jesús, su Hijo, nos purifica de todo pecado.‖. *.- Santiago 5,16: ―Confiésense los pecados unos a otros y recen unos por otros― . 3.2. ¿QUE DECIMOS LOS CATÓLICOS? Nosotros sostenemos que la Iglesia tiene la misión de reconciliar y perdonar los pecados, por dos motivos: porque es mandato expreso de Cristo (Cf. Juan 20,23), y porque el pecado que nos separa de Dios tiene también consecuencias sociales: nos aísla del Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, y para ser perdonados hace falta la reconciliación con Dios y también la reconciliación con la Iglesia, en la persona de un sacerdote. (Cf. 1 Corintios 12,12-27). En efecto, Jesús entrega a los apóstoles el poder de atar y desatar, lo cual en el lenguaje oriental se refiere también a la facultad de perdonar los pecados (Cf. Mateo 18,18). Explícitamente les confiere ese poder de perdonar en su nombre (Cf. Juan 20,19-23). San Pablo enseña que el poder de reconciliar, que es sólo de Dios por medio de Cristo, quiso entregarlo a los apóstoles y sacerdotes ( Dios nos reconcilió con él por medio de Cristo, y nos confió el ministerio de la reconciliación‖: 2 Corintios 5,18). Conservamos, finalmente, el testimonio de los Hechos de los Apóstoles según el cual algunos cristianos que habían cometido pecados de magia venían arrepentidos a confesar sus pecados ante los apóstoles. 4. LA EUCARISTÍA 4.1.

¿QUÉ DICEN LOS PROTESTANTES?

Los protestantes afirman que Jesucristo no está realmente presente en la Eucaristía; que la ―cena‖ de la comunidad, o fracción del pan, no es más que un recuerdo de la última cena; que el sacrificio de Jesús en la cruz fue perfecto para la redención de la humanidad, y no hay motivo para repetir el sacrificio de Cristo en la Misa. Cuando los protestantes se refieren al discurso de Jesús donde se presenta como ―pan de vida‖ en el Evangelio de Juan, capítulo 6, dicen que debe ser entendido sólo en sentido figurado y simbólico. Apoyan su tesis en este texto: Hebreos 10,10-14: ―Y en virtud de esta voluntad nosotros somos santificados, de una vez para siempre, por la ofrenda del cuerpo de Jesucristo...él, habiendo ofrecido un solo sacrificio por los pecados, se sentó para siempre a la derecha de Dios...Porque por una ofrenda única ha hecho perfectos para siempre a aquellos que santifica‖ . 4.2. ¿QUÈ DECIMOS LOS CATÓLICOS? La Biblia es muy clara sobre el valor y verdad de la Eucaristía. No se puede entender cómo los protestantes quieran negar las palabras que manifiestan abiertamente la voluntad del

Señor de quedarse realmente vivo y presente entre nosotros, convirtiendo el pan y el vino en su cuerpo y sangre. Respaldemos estas consideraciones con el propio texto sagrado: *.- Juan 6: todo el capítulo es una contundente defensa de la legitimidad e inestimable riqueza de la Eucaristía. Particularmente en los versículos 51-58 encontramos la promesa que hace Jesús de darnos su cuerpo y sangre como alimento. *.- Mateo 26,26-28: ―Durante la cena Jesús tomó pan, lo bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo: ―TOMEN Y COMAN. ESTO ES MI CUERPO‖. Después tomó el cáliz, dio gracias y se lo dio diciendo: ―BEBAN TODOS DE ÉL, PORQUE ÉSTA ES MI SANGRE...‖ *:_ Lucas 22,19: ―....HAGAN ESTO EN MEMORIA MIA‖. *.- 1 Corintios 11,23-29: aquí San Pablo, después de transmitir fielmente la tradición eucarística que él había recibido, atestigua que las comunidades cristianas celebraban la Cena del Señor, y les advierte sobre la necesidad de celebrarla dignamente. *.- 1 Corintios 10,16: ―El cáliz de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión con la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es la comunión con el Cuerpo de Cristo?‖. Luego no eran solamente gestos simbólicos, sino el mismo cuerpo y sangre de Cristo. *.- Hechos 2,42: en este pasaje san Lucas, al hacer una breve descripción de la vida de los primeros cristianos, refiere ―la fracción del pan―(= Eucaristía), como una característica esencial de la Iglesia.

V. TEMAS BÍBLICOS Y SU INTERPRETACIÓN 1. EL CELIBATO SACERDOTAL Y RELIGIOSO 1.1.

¿QUÉ DICEN LOS PROTESTANTES?

Los protestantes afirman que en ninguna parte de la Biblia se encuentra expresado el precepto del celibato. Según ellos, es una ley corruptora que no tiene razón de ser. San Pablo, además, mandaba que el obispo fuera casado (Cf. 1 Timoteo 3,2): ―Es necesario que el obispo sea intachable, casado una sola vez, sobrio, prudente...‖, y sugiere lo mismo para los diáconos, en el versículo 12 del mismo capítulo: ―Los diáconos sean casados una sola vez, que sepan gobernar bien a sus hijos y sus propias casas‖. 1.2.

¿QUÉ DECIMOS LOS CATÓLICOS?

Lo primero que constatamos es el ejemplo de Cristo; en efecto, nuestro Señor optó libremente por vivir la virginidad, por eso no se casó. En el Evangelio encontramos referencias de Jesús al celibato: 1).- Mateo 19,9-12: en estos versículos Jesús nos habla de los ―eunucos‖ (o sea, ―vírgenes‖) que voluntariamente deciden guardar la santidad por el Reino de Dios, y afirma que para ello se requiere una vocación especial, pues ―no todos comprenden esta doctrina, sino aquellos a quienes les es concedido‖ (v.11) 2).- Mateo 19,29: en este versículo el Señor promete una recompensa especial, ―recibir el ciento por uno y heredar la vida eterna‖, a quienes se mantienen castos por el Reino de los Cielos.

Todo parece indicar que también San Pablo optó por el celibato, y lo recomienda, sin despreciar en ningún momento el matrimonio, pero sí enfatizando las ventajas de dedicarse indivisamente al Señor y a la Iglesia. 1 Corintios 7: todo el capítulo afronta el tema, pero especialmente los versículos 8-9; 25-32 y 38-40 hacen un elogio del celibato. Cuando los protestantes sostienen que san Pablo ―ordenaba‖ el matrimonio a los obispos y diáconos, se equivocan, pues no es que ordene que se casen (sería contradicción con lo que dijo en 1 Corintios 7), sino que afirma que nadie puede ser ministro idóneo de Cristo si es casado dos veces. Conviene recordar que en los primeros siglos de la Iglesia existían obispos y sacerdotes casados, como lo fueron algunos de los propios apóstoles, pero, siguiendo el ejemplo del mismo Jesús y las enseñanzas de Pablo, y ante la necesidad de entrega total que exigía el sacerdocio, desde el siglo III la Iglesia ordenó el celibato a los sacerdotes. 2. EL MATRIMONIO Y EL SACERDOCIO 2.1.

¿QUÉ DICEN LOS PROTESTANTES?

A propósito de este tema los protestantes defienden estas cuatro ideas: que el matrimonio no es un sacramento instituido por Cristo; que no consta en la Biblia que el matrimonio sea indisoluble; que Jesús mismo permitió el divorcio en caso de concubinato (Cf. Mateo 19,9), y que los casados divorciados pueden contraer nuevas nupcias. 2.2.

¿QUÉ DECIMOS LOS CATÓLICOS?

Hay que reconocer, es cierto, que el versículo 9 de Mateo 19 es un texto de difícil interpretación en que parece que Jesús admitiese el divorcio en un solo caso muy determinado y concreto de fornicación y concubinato. Sin embargo, este versículo debe ser comprendido dentro del contexto y a la luz de otros pasajes bíblicos que señalaremos más adelante. La posibilidad de ―despedir a la mujer ―en caso de infidelidad no niega que el divorcio sea contrario a la ley divina y tampoco incluye la posibilidad de casarse de nuevo. La Sagrada Escritura fundamenta nuestra doctrina católica acerca del matrimonio: 1).- Efesios 5,23-32: aquí san Pablo hace una verdadera catequesis sobre el valor del matrimonio como sacramento, es decir, un ―signo‖ del amor de Cristo y la Iglesia. 2).- En Marcos 10,2-12; Mateo 19,3-8 y Lucas 16,18 Jesús utiliza expresiones muy claras y determinantes para afirmar la indisolubilidad del matrimonio. 3).- Nuevamente San Pablo en 1 Corintios 7,10-11, advierte que quien se separa del cónyuge por grave motivo no puede volverse a casar; a los casados divorciados los llama ―adúlteros―. No hay que olvidar que la separación no es lo mismo que el divorcio. 3. LA VIRGEN MARIA 3.1.

¿QUÉ DICEN LOS PROTESTANTES?

Resumamos la opinión protestante acerca de la Virgen María, de la siguiente manera:

*.- Es absurdo creer y enseñar que Dios, eterno y creador, tenga una madre. María no puede ser llamada ―Madre de Dios―. *.- Sólo Dios es digno de culto. El culto que los católicos tributan a María es contrario a la Biblia. *.- María fue virgen sólo hasta que dio a luz a Jesús. Después del parto dejó de ser virgen. *.- El Evangelio (en Lucas 2,7) llama a Jesús ―hijo primogénito ―de María, luego ella tuvo más hijos. También en Mateo 13,55 se habla de la existencia de más ―hermanos‖ de Jesús. 3.2.

¿QUÉ DECIMOS LOS CATÓLICOS?

Acerca de nuestra devoción mariana (que es veneración, más no-adoración) podemos decir que tiene sustento bíblico, como vamos a considerarlo ahora: *.- Mateo 1,16; Gálatas 4,4: María es verdaderamente la Madre de Jesús, el Cristo, Hijo de Dios. En Jesús no hay dos personas; la divina y humana, ¡no¡ es una sola persona. Si María es la madre de Jesús, lo es de toda su persona, humano-divina; si es madre del Hijo de Dios, que es Dios, podemos, por eso, con toda razón, llamarla ―MADRE DE DIOS ―. *.- Lucas 1,26-35: El ángel dice a María que el hijo que nacerá de ella será ―Hijo del Altísimo‖, Hijo de Dios. *.- Lucas 1,43: Isabel llama a María, ―Madre del Señor‖. *.-Lucas 1,46-49: en el ―Cántico de María‖, es ella misma quien profetiza que todas las generaciones la proclaman ―bienaventurada‖. *.- Mateo 1,25: Mateo especifica que María dio a luz un hijo ―sin haber tenido relaciones‖. Cuando la Biblia habla de María llamándola ―virgen‖, lo hace no como de algo pasajero, sino como un estado de vida. A propósito de la objeción de los protestantes por el término ―primogénito‖ aplicado por Lucas a Jesús, cabe decir que entre los judíos se llamaba primogénito al primer hijo, aunque fuera único; en este sentido sería equivalente a ―unigénito‖. Según esto, el hecho de ser Jesús el primer hijo de María, no implica necesariamente la existencia de hermanos de Jesús. Precisamente la palabra ―hermano‖ es también mal interpretada por los protestantes, ya que para los judíos (como puede ser incluso hoy para nosotros), no significa necesariamente ―hermano de sangre‖, sino pariente próximo, sobrino, primo, tío, etc. Por ejemplo: Lot que era sobrino de Abrahán (Cf... Génesis 11,31), es llamado también ―hermano‖ suyo (Cf. Génesis 13,8. El mismo Evangelio llama ―hermanos de Jesús‖ a Santiago y José (Cf. Mateo 13,55), que en realidad eran hijos de María de Cleofás (Cf. Mateo 15,40). María de Cleofás, a su vez, es llamada ―hermana‖ de la Virgen María (Cf. Juan 19,25). El propósito de los protestantes de quitar a María la dignidad y el culto que se le debe, no tiene ningún fundamento sólido; es lamentable que se trate así a María Santísima, bajo el falso pretexto del celo por Cristo, como si la mejor manera de ensalzar al Hijo fuera vilipendiar a la Madre. La Iglesia, desde la época de los apóstoles, profesó a María una especial devoción como la ―MADRE DE DIOS‖ y la ―SIEMPRE VIRGEN‖. El Concilio de Éfeso, en el siglo III, solemnizó este culto proclamando a María como la ―Madre de Dios.‖. El culto a María se llama HIPERDULÍA. 4. LA VENERACIÓN DE LOS SANTOS

4.1.

¿QUÉ DICEN LOS PROTESTANTES?

Ellos dicen que tenemos un solo mediador delante de Dios, que es Cristo (Cf. 1 Timoteo 2,5) y, por eso, acudir a los santos como mediadores es un sacrilegio. Sólo a Dios se le debe honor y gloria (Apocalipsis 4,11; 5,4). Si sólo Él es santo, no se debe tributar culto a nadie más. Es inútil invocar los santos, teniendo a Jesucristo como único mediador y salvador, invocar a los santos significaría desconfiar de Cristo. 4.2.

¿QUÉ DECIMOS LOS CATÓLICOS?

La enseñanza de la Biblia y de la Iglesia es clara: es justo y saludable venerar e invocar a los santos como intercesores delante del Señor, y este culto de veneración (Dulía) es querido por Dios. La veneración de los santos adquiere importancia y mayor eficacia cuando conocemos mejor sus vidas y su testimonio de santidad para imitarlos. Existe una diferencia sustancial entre el culto que tributamos a Dios ( que se llama LATRIA = ADORACIÓN) y el culto que tributamos a los santos ( que se llama DULIA = VENERACIÓN): la adoración es el culto de la criatura a su creador y Señor, a Cristo como único Salvador y redentor; la veneración, por su parte, es el culto que tributamos los católicos a personas que por su santidad de vida se han acercado a la santidad de Dios, por eso los admiramos y valoramos su ejemplo, los invocamos para que intercedan por nosotros ante el Señor. Los santos en ningún momento sustituyen a Cristo, más bien nos acercan a El. Pablo, efectivamente, habla de Jesús como único mediador, en cuanto Redentor, en 1 Timoteo 2,5. Pero no hay que confundir la ―mediación como redención‖ (referida sólo a Cristo), de la ―mediación como intercesión‖ (que sí puede ser atribuida a la Virgen María y los santos). Para aclarar esto: *.- 1 Reyes 18,3-7 y 2 Reyes 2,15: Abdías y algunos discípulos de los profetas veneran a Elías y Eliseo, se postran ante ellos, invocan su oración y bendición. *.- Génesis 48,15-16: Jacob pide a Dios que bendiga a sus hijos. *.- Números 21,7 s.s.: Moisés hace de intercesor ante Dios a favor del pueblo. *.- Job 42,8: Dios asegura que escuchará la oración de Job cuando interceda por los demás. *.- Romanos 15,30: Pablo se encomienda a las oraciones de los cristianos por él; si es lícito encomendarse a las oraciones de los fieles vivos, ¡cuánto más es bueno encomendarse a las oraciones de los justos ¡ *.- Apocalipsis 5,8: Juan atestigua que las oraciones de los santos son como perfume en la presencia de Dios. 5. EL CULTO DE LAS IMÁGENES 5.1.

¿QUÈ DICEN LOS PROTESTANTES?

Los protestantes sostienen que la Biblia prohíbe terminantemente hacerse imágenes, porque es un culto idolátrico (Cf. Éxodo 20,4). Dios no puede ser representado con estatuas de material humano (Hechos 17,29), no se lo puede adorar por medio de ninguna imagen, sino ―en espíritu y verdad‖ (Juan 4,23). También dicen que dar culto a reliquias de humanos es idolatría.

5.2.

¿QUÉ DECIMOS LOS CATÓLICOS?

Acerca del culto a los santos ya hemos aclarado anteriormente que es aconsejado por el Señor; ahora bien, la Iglesia enseña que las imágenes de Cristo, de la Virgen María y de los santos se tengan y se guarden con el honor debido, no porque se crea que en ellos hay alguna divinidad, sino por aquellos a quienes representan, ―de manera que por medio de las imágenes, ante las cuales nos arrodillamos y oramos, adoramos a Cristo verdadero y veneramos a los santos, cuya semejanza tienen‖ (Concilio de Trento)..Así pues, no veneramos el pedazo de yeso o madera que conforma materialmente la imagen, sino a quienes representan dichas imágenes. Lo que Dios prohíbe no es tanto hacer las imágenes, sino ―adorarlas y servirlas‖ (Éxodo 20,5), como si ellas mismas tuvieran poder de salvar. Más bien resulta interesante constatar cómo Dios mismo pide construir imágenes y estatuas como signo de su presencia en medio del pueblo: dos ángeles de oro y un arca de la alianza de madera (Cf. Éxodo 25,10-22). Josué se postra ante el arca, en señal de veneración (Cf. Josué 7,6). También manda el Señor construir, en Números 21,8, una serpiente de bronce como signo de salvación para quienes habían sido mordidos por las serpientes. En Hechos 17,29, Pablo no es que prohíba el culto a las imágenes, sino que aclara que esas imágenes no son Dios, pues la idolatría consiste en identificar a Dios con su imagen, siendo que la imagen sólo nos ayuda a entrar en comunicación con El. En otros pasajes bíblicos encontramos la prueba de que el Señor se sirve de ―reliquias‖ o cosas que pertenecieron a personas santas, para obrar sus maravillas: la vara de Moisés que obró milagros ante el Faraón (Éxodo 7,10); el manto de Elías dividió las aguas del Jordán (2 Reyes 2,14); los huesos de Eliseo resucitaron a un muerto (2 Reyes 13,21); el manto de Jesús curaba a los enfermos que lo tocaban (Mateo 9,20); la sola sombra de Pedro curaba enfermos (Hechos 5,15-16); los pañuelos de San Pablo sanaban endemoniados (Hechos 19,,12), etc. De los temas bíblicos presentados y las controversias que crean con los protestantes podemos concluir que lo que enseña la Iglesia Católica y lo que afirma la Biblia están en plena conformidad y coherencia; no podría ser de otra manera ya que el Magisterio de la Iglesia tiene como fuente de la verdad revelada a la Biblia. La interpretación que los protestantes dan de algunos pasos bíblicos no es correcta; ellos acostumbran aislar algunos versículos de su contexto, entendiéndolos literalmente y de acuerdo a sus fines, con ello manipulan la Palabra de Dios.

VI. EL CAMINO DE LA LECTURA DE LA BIBLIA

El Concilio Vaticano II aconseja a todos los cristianos la asidua lectura de la Palabra de Dios, como un camino de acercamiento a Cristo y como medio eficaz para enriquecer la vida espiritual y para adquirir la sabiduría divina. (Cf. Dei Verbum, 25-26.) 1. ¿QUÉ VALOR TIENE LA BIBLIA? Es evidente que la Biblia tiene un profundo valor cultural, un significativo valor histórico y un singular valor literario; sin embargo, recordando que la Biblia antes que ser libro científico es prioritariamente un libro de fe, tenemos que decir que el grande y rico valor que encontramos en la Palabra de Dios escrita es el espiritual. En efecto, la Biblia, por ser mensaje de Dios al hombre, es básicamente un alimento espiritual que anima y robustece la fe de los seguidores de Cristo; ella ilumina y da sentido a la vida y a la historia humana indicándole su vocación a la felicidad, su destino trascendente. 2. ¿POR QUÉ DEBO LEER LA BIBLIA? 2.1.

PORQUE DIOS MISMO LO QUIERE

Efectivamente, desde el Antiguo Testamento, a través de los Profetas Dios ha manifestado su voluntad de que las escrituras sean leídas y aprovechadas por sus hijos como luz en su caminar. Es lo que, por ejemplo, afirma Isaías: ―Los sordos oirán las palabras de un libro; y, liberados de las tinieblas y de la oscuridad, verán los ojos de los ciegos‖ (Isaías 29,18). 2.2.

PORQUE JESÚS TAMBIEN LO QUIERE

Tanto a sus adversarios, como a sus seguidores, Jesús los invita a estudiar e interiorizar la Palabra de Dios (Cf. Juan 5,39). Incluso se tomó la molestia de interpretar el mensaje de las Escrituras a aquellos discípulos suyos que iban desanimados camino de Meaux (Cf. Lucas 24,27). Jesús desea y espera que nosotros acudamos a la Palabra de Dios porque sabe que el Antiguo Testamento nos encamina hacia El y todo el Nuevo Testamento tiene también como su eje central a Cristo, y nos ofrece el testimonio de su vida, de su enseñanza, de su misterio pascual, su prolongación en la comunidad cristiana. 2.3.

PORQUE LA IGLESIA LO QUIERE

La Iglesia ha procurado distribuir cuidadosamente la riqueza de la Revelación escrita, contenida en la Biblia, para que el mensaje de Dios llegue a sus fieles de manera pura y provechosa. Particularmente desde el Concilio Vaticano II (pero también antes de él) la Iglesia ha multiplicado esfuerzos para llevar la Palabra de Dios a cada hogar y a cada cristiano, como semilla de virtud y santidad que conduce a la vida eterna. Pero el esfuerzo por difundir la Biblia ha venido acompañado por un esmerado empeño de formación de los laicos en el estudio bíblico, esto para garantizar la recta interpretación de la Revelación Divina. 2.4.

PORQUE YO MISMO LO NECESITO

Si de verdad queremos dar sentido a nuestra existencia y tomar en serio nuestra vida cristiana, debemos hacernos cada vez más conscientes de la urgencia de frecuentar la lectura bíblica, en actitud de fe, para dejarnos interpelar por ella, para dejarnos transformar bajo su influjo. La Biblia es alimento de vida espiritual que nos ayuda maravillosamente en el propósito de santificación personal y en el compromiso comunitario de construir un mundo más justo y fraterno como anticipo del Reino de Dios. La meditación e interiorización de la Palabra de Dios es un soporte valiosísimo de nuestra comunicación con Dios en el contexto de la oración, y nos permite, además, estar preparados para ―dar razón de nuestra esperanza‖ (Cf. 1 Pedro 3,15). 3. ¿PARA QUÉ DEBO LEER LA BIBLIA? Al formularnos este interrogante, San Pablo se apresuraría a contestarnos: ―Toda Escritura divinamente inspirada es útil para enseñar, para reprender, para corregir, para educar en la justicia, a fin de que el hombre sea perfecto, dispuesto a hacer siempre el bien‖ (2 Timoteo 3,16-17). Junto a esto, podemos también afirmar que: 3.1.

3.2.

3.3.

3.4.

3.5.

3.6.

La Palabra de Dios es necesaria para conocer al Señor: en la Biblia el Padre misericordioso sale al encuentro de sus hijos, para dejarse conocer, para comunicarles sus más sagrados misterios, para manifestarles el grado de su amor y la invitación que gratuitamente les formula a participar de la vida divina. La Palabra de Dios es necesaria para conocer a Jesús: mejor que en cualquier imagen, representación o estatua, a Jesús lo conocemos en la Biblia, porque allí Él comunica sus pensamientos, sus anhelos, sus enseñanzas; en la Biblia encontramos los detalles de la vida y misión salvadora de Cristo. La Palabra de Dios es necesaria para conocer al Espíritu Santo: en la Biblia aprendemos a distinguir lo que viene del Espíritu Santo, descubrimos cómo actúa a favor nuestro, santificándonos y renovándonos con su poder. En la Biblia aprendemos que el Espíritu Santo quiere hacer de nosotros su morada y que desea ayudarnos a ser verdaderos cristianos en la vivencia del amor y de la justicia, de la paz y la solidaridad para ir construyendo el Reino de Dios. La Palabra de Dios es necesaria para conocer a la Virgen María: allí encoframos el testimonio de su vida pobre y sencilla, el ejemplo de su solidaridad y caridad, allí encoframos la lección de docilidad y obediencia a los planes y proyectos de Dios, de la que se hizo ―humilde esclava del Señor‖. En la Biblia podemos percibir la grandeza del Dios que se encarnó en el seno virginal de María, mujer disponible a la acción del Espíritu Santo. La Palabra de Dios es necesaria para conocernos a nosotros mismos: en la Biblia descubrimos nuestra propia realidad de seres frágiles, limitados y pecadores, pero a la vez nuestra invaluable dignidad de hijos de Dios, creados a su imagen y semejanza. La Biblia nos señala, en Cristo, el camino para retornar a nuestro Creador, es decir, nos muestra nuestra vocación a la trascendencia y a la felicidad eterna. La Palabra de Dios es necesaria para conocer el destino de la historia humana: la Biblia, en efecto, nos señala cuál es la meta final hacia la cual peregrina la historia de la humanidad: el Reino de Dios. El sentido de la existencia y del

devenir histórico del hombre, a la luz de la Palabra de Dios, sabemos que se proyecta hacia el infinito. Si leemos la Palabra de Dios, no sólo por curiosidad, sino con amor y con fe, procurando llevar a la práctica sus enseñanzas, notaremos que podemos avanzar en el empeño de configurarnos con Cristo, para gozar con El de la gloria eterna junto al Padre, pues la Sagrada Escritura puede darnos ―la sabiduría que conduce a la salvación por la fe en Jesucristo‖ (1 Timoteo 3,15). 4. ¿CÓMO DEBO LEER LA BIBLIA? Ante la Palabra de Dios que encontramos en la Biblia, no podemos tener la actitud de quien lee un periódico o un libro cualquiera....La Biblia debemos leerla y meditarla conscientes de que allí se produce un singular encuentro con Dios, que lejos de ser una idea o un puro concepto, se trata de una persona viva. Leer, pues, la Palabra de Dios escrita exige en nosotros unas actitudes adecuadas, a saber: 4.1.

FE Y AMOR

Debo leer la Biblia con fe y amor, como si estuviera escuchando a Dios mismo (lo que en efecto debe acontecer), como si estuviera leyendo una carta de la persona amada. El Concilio Vaticano II nos exhorta a tener estas disposiciones cuando afirma que ―en la Biblia el Padre sale amorosamente al encuentro de sus hijos para conversar con ellos. Y es tan grande el poder y la fuerza de la Palabra de Dios, que constituye sustento y vigor de la Iglesia, firmeza de fe para sus hijos, alimento del alma, fuente límpida y perenne de vida espiritual...‖ (Dei Verbum, 21; Cf. También: Hebreos 4,12; Hechos 20,32; Juan 15,3; Santiago 1,21). . 4.2.

RESPETO Y RESPONSABILIDAD

Sabiendo que el mensaje y las palabras que contiene la Biblia son palabras de vida eterna que producen salvación, debemos acercarnos a ella con sumo respeto, como quien se acerca a una realidad profundamente sagrada, a Dios mismo que nos habla. Ella es un tesoro divino que se nos confía para hacerlo producir frutos de santidad, por eso también debemos cultivar la actitud de la responsabilidad, al aplicar las enseñanzas contenidas en las Sagradas Escrituras a nuestra vida personal, comunitaria y social. Tanto en nuestro corazón, como en mis hogares, capillas y templos, la Biblia debe ocupar un lugar de privilegiada importancia y respeto. 4.3.

ESPIRITU DE HUMILDAD

Es necesario que nos acerquemos a la Palabra de Dios con sincera actitud de humildad, porque es una comunicación de los hijos de Dios con nuestro Padre, de los discípulos de Cristo con su Señor y Maestro. Muy elocuentes, a este respecto, son las palabras del mismo Jesús: ―Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y se las has manifestado a los humildes y sencillos‖ (Mateo

11,25), porque, como también lo asegura San Pablo: ―Dios eligió a lo que el mundo tiene por necio para humillar a los sabios; lo débil, para humillar a los fuertes‖ ( 1 Corintios 1,27). 4.4.

ACTITUD DE ORACIÓN

Precisamente orar es dialogar con Dios; recibir su Palabra y dirigirle nuestras manifestaciones de gratitud, alabanza, contrición y súplicas. Necesitamos interiorizar el texto bíblico con espíritu contemplativo, como quien se encuentra de rodillas ante los misterios de nuestra salvación, como quien aprecia y contempla el milagro del amor de Dios hacia nosotros... El Vaticano II nuevamente viene a animarnos en este empeño cuando nos recuerda que ―la lectura de la Biblia debe acompañar la oración para que se realice el diálogo de Dios con el hombre, pues a Dios cuando oramos, a Dios escuchamos cuando leemos sus Palabras...‖ (Dei Verbum, 25). 5. ¿QUE DEBO HACER ANTES DE LEER LA BIBLIA? Ante todo, cultivar el recogimiento y el fervor espiritual considerando la riqueza del mensaje que voy a recibir. Dios me va a hablar personalmente y debo estar preparado para escucharlo en el sereno ambiente del silencio y la oración. Debo dar cabida a las expresiones de mi corazón, con espontaneidad y confianza dirigirme a Dios para pedirle que me permita sacar fruto de esa lectura y meditación de su Palabra; elevémosle nuestra alma a Dios y digámosle algo similar a lo que decía Samuel: ―HABLA, SEÑOR, QUE SU SIERVO ESCUCHA‖. Una hermosa oración para antes de leer la Labra de Dios es la que nos propone el Venerable Santiago Alberione: ―JESÚS, NUESTRO MAESTRO, QUE ERES EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA, HAZ QUE APRENDAMOS LA EMINENTE SABIDURÍA DE TU AMOR, SEGÚN EL ESPIRITU DE SAN PABLO APÓSTOL Y DE LA IGLESIA CATOLICA. ENVIA TU ESPIRITU SANTO PARA QUE NOS ENSEÑE Y NOS SUGIERA LO QUE HAS APRENDIDO. TU QUE VIVES Y REINAS POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS.‖ AMEN.‖ 6. ¿QUE DEBO HACER DURANTE LA LECTURA DE LA BIBLIA? Debemos evitar el error de leer la Biblia de corrido, como si fuera una crónica cualquiera. Debemos leerla despacio, procurando entender lo que Dios quiere decirnos, meditando lo que leemos. Si es necesario leer varias veces un texto, hagámoslo hasta que percibamos su enseñanza. Muy útil nos puede ser el recurrir a las notas explicativas de pie de página que toda Biblia de edición católica debe tener, en ellas el magisterio de la Iglesia nos orienta en la correcta interpretación de la Palabra de Dios. Una lectura reposada, tranquila y en ambiente de silencio, son condiciones básicas para que la Palabra de Dios produzca su fruto. Organicemos bien el tiempo de nuestra jornada cotidiana para destinar el momento propicio para santificar el día con la lectura y meditación de la Palabra divina. Debemos evitar la tentación de avanzar demasiado rápido en la lectura bíblica, no tengamos temor de detenernos el tiempo suficiente en cada versículo o párrafo. Según las circunstancias de la vida personal y social que vivimos, algunas veces unos textos no serán más elocuentes que otros, y hay que dejar que Dios se nos comunique en esos momentos con toda tranquilidad, sin apresurarnos; más importante es ser constantes, leyendo pocos versículos pero cada día, que leer mucho sólo de vez en cuando.

Un buen método para leer provechosamente la Palabra de Dios sería el siguiente: 6.1.

LECTURA: leer pausadamente un texto, las veces que sea necesario.

6.2.

SINTESIS: extraer la síntesis de las ideas más importantes.

6.3.

ENSEÑANZA: responder a la pregunta: ¿Qué quiere enseñar (en general) el Señor en este texto leído?

6.4.

APLICACIÓN PERSONAL: ¿Qué mensaje me hace llegar el Señor (a mí), hoy, en mi concreta y actual situación personal, familiar...?

6.5.

COMPROMISO: no puede haber lectura estéril de la Palabra de Dios, me debe sugerir un compromiso de transformación personal y de aporte a la construcción de un mundo mejor, según el deseo del Señor.

6.6.

ORACION: se trata aquí de conversar con Dios y pedirle fuerzas para poder ser fieles al compromiso asumido.

7. ¿QUE DEBO HACER DESPUÉS DE LA LECTURA DE LA BIBLIA? Conviene, al concluir, agradecer a Dios e implorar la asistencia de su gracia para que los frutos de ese encuentro con su Palabra se manifiesten y prolonguen a lo largo de toda la jornada, siempre en beneficio personal, comunitario y social. Una buena oración para dirigir a Dios después de la lectura de la Biblia nos la vuelve a sugerir el Padre Santiago Alberione: ―JESÚS, MAESTRO DIVINO, TÚ TIENES PALABRAS DE VIDA ETERNA. YO CREO, SEÑOR Y VERDAD, PERO AUMENTA MI FE. TE AMO, SEÑOR Y CAMINO, CON TODAS MIS FUERZAS, PUES HAS MANDADO A SEGUIR CON FIDELIDAD TUS ENSEÑANZAS. TE SUPLICO, SEÑOR Y VIDA, TE ADORO, TE ALABO, TE RUEGO Y TE AGRADEZCO POR EL MARAVILLOSO DON DE LA SAGRADA ESCRITURA. CON MARIA, RECORDARÉ Y GUARDARÉ TUS APALABRAS EN MI MENTE Y LAS MEDITARÉ EN MI CORAZÓN. TU QUE VIVES Y REINAS POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS.‖ AMEN. 8. ¿EN QUÉ ORDEN DEBO LEER LA BIBLIA? En realidad, no hay una norma que nos imponga un determinado orden en la lectura de los libros de la Biblia, pero sí es bueno saber que no resulta aconsejable leer de principio a fin, según la lista y orden que nos presenta la edición de la Biblia. Los libros del Antiguo Testamento con frecuencia presentan dificultades para su comprensión, por eso es mejor intentar otro camino. Entre las varias propuestas posibles, San Jerónimo nos sugiere una muy interesante: leer primero los Salmos porque son fáciles de leer y orar, luego los Proverbios, después el Eclesiastés; enseguida invita a leer los Profetas, el Pentateuco (los primeros cinco libros que aparecen en la Biblia), posteriormente los libros Históricos, para concluir con el Apocalipsis y el Cantar de los Cantares. Otros autores proponen el siguiente orden:

1.-Los Evangelios por ser el centro y eje de toda la Biblia. 2.-Los Hechos de los Apóstoles: para acercarse al nacimiento de la Iglesia y sus primeros pasos. 3.-Algunas Cartas de San Pablo: las más fáciles y cortas. 4.-Los libros Históricos del Antiguo Testamento. 5.-Los libros Proféticos: para intensificar nuestro espíritu de agradecimiento y oración. 6.-Las otras Cartas de San Pablo y las demás Epístolas. 7.-Los libro Proféticos y 8.-finalmente el Apocalipsis, cuyas profecías, de profundo contenido, son más difíciles de entender y hay que saber interpretar.

VII.

LA BIBLIA Y LA HISTORIA DE LA SALVACIÓN

1. ¿QUÉ LE DA UNIDAD A LA BIBLIA? Una vez que hemos iniciado el camino de la lectura y meditación orada de la Palabra de Dios, es muy posible que nos hayamos encontrado con una dificultad o inquietud: nos puede parecer que en la Biblia se habla de todo, de historia, de buenos consejos, de leyes antiguas, poesías, etc., como si careciera de orden. Ante esa situación nos preguntamos: ¿Qué da unidad a la Biblia? La respuesta es muy sencilla y maravillosa: JESUCRISTO. En efecto, los 73 libros que conforman la Biblia poseen una asombrosa unidad en Jesucristo, eje de toda la historia de la salvación. El Antiguo Testamento nos habla de Jesús ―que va a venir―, lo anuncia y prepara su venida, en tanto que el Nuevo Testamento nos habla del Jesús que ―ya vino― y que vendrá de nuevo. San Pablo, en 1 Corintios 15,20-28 y Efesios 1,4-12, habla del plan de salvación, según el cual todos los hombres son conducidos al Padre por medio de Cristo. Jesús es la primicia de los resucitados, que nos llevará a la plenitud del Reino de Dios, después de haber destruido el mal. Jesucristo con su vida, su enseñanza, su muerte y su resurrección es el centro de la historia de la salvación; por eso es de suma importancia que quien se acerque a la Palabra de Dios lo haga desde esta ―óptica cristológica―, para que sepa percibir la presencia de Cristo en cada página de la Sagrada Escritura, como Él lo enseña a los discípulos de Emaús (cf. Lucas 24,25-27). 2. ¿QUÉ RELACION EXISTE ENTRE LA BIBLIA Y LA HISTORIA DE LA SALVACIÓN? Palabra de Dios escrita e Historia de la Salvación conservan un estrechísimo vínculo de unidad; precisamente, la Biblia nos ofrece los momentos estelares de dicha Historia y nos sugiere las pautas para que también nosotros participemos del plan salvífico de Dios. Podemos entender por ―Historia de la Salvación ―la entrada y acción de Dios en nuestra historia humana; es el misterio del amor del Dios que quiso venir a nuestro encuentro para darnos su misma vida, para conducirnos a la felicidad plena, al fin último de su Reino. Y, justamente, la Palabra de Dios es el testimonio escrito de ese misterio de amor de Dios hacia nosotros, manifestado a lo largo de la historia... La enseñanza que nos deja cada página de la Biblia es la misericordiosa intervención del Dios Creador y Liberador en nuestra historia

humana, y dicha intervención sigue un plan, un proyecto determinado, desde la creación hasta el final de los tiempos. 3. ¿QUÉ RELACION HAY ENTRE HISTORIA HUMANA E HISTORIA SAGRADA? La acción salvadora de Dios a favor de todos los hombres inicia históricamente con una pequeña familia (Abraham) y luego se desarrolla en la historia de un pueblo, aparentemente insignificante para la historia humana: el pueblo de Israel. Este pequeño pueblo fue el escenario de la maravillosa intervención salvífica de Dios. Todo lo que acontecía en aquella pequeña nación, por ser depositaria de la misión divina, se fue revistiendo de carácter sagrado... Por eso todos los acontecimientos, hasta las leyes que reglamentaban su vida social y política, eran interpretados y vividos por los judíos como auténticas intervenciones salvíficas del Señor Yahvé. Según esto, podríamos llegar a afirmar que para la Biblia no hay diferencia entre historia sagrada e historia profana; las dos formas, más bien, un solo misterio de amor: la manera en que Dios habla al hombre de todos los tiempos, a través de los acontecimientos humanos. Lo importante es que el creyente sepa interpretar y vivir esos acontecimientos humanos cotidianos como verdaderas intervenciones liberadoras y ―re-creadoras ―de su Dios Creador. 4. ¿QUÉ SE ENTIENDE POR “REVELACIÓN PROGRESIVA”? Debemos entender por Revelación Progresiva aquel ―proceso educativo― de Dios en la Historia de la Salvación. En efecto, cuando leemos la Biblia, especialmente el Antiguo Testamento, nos sorprende encontrar ciertos hechos permitidos por Dios que van en contra del sentido y la moral cristianas; por ejemplo, la poligamia practicada por los patriarcas (cf. Génesis 29,15-30), o los relatos de guerras, matanzas y asesinatos protagonizados por el pueblo de Israel contra pueblos vecinos, como si fueran mandados por el mismo Dios (cf. Josué 6,21), o los pasajes que indican inferioridad de la mujer frente al hombre (cf. Números 5,11-31; Deuteronomio 24,1-4), o las duras condenas a muerte por el incumplimiento de las leyes (Cf. Levítico 20,1-21; Juan 8,1-5). Estos hechos desconcertantes sólo podemos comprenderlos e interpretarlos correctamente a la luz de un plan histórico de pedagogía del Señor con su Pueblo: respetando la libertad, la mentalidad y las costumbres de su tiempo y cultura. Dios lo llevó poco a poco hacia la plena y perfecta revelación en Cristo Jesús. Así como la mamá enseña a caminar a su hijito poco a poco, pasito a pasito, así lo hizo Dios con su pueblo, le fue revelando progresivamente sus misterios, hasta conducirlo a su perfecta revelación en Jesús. Tampoco podemos olvidar que en este diálogo entre Dios y el pueblo de Israel, el Señor siempre se manifestó como el Dios fiel, fiel a sus promesas y a su amor, en tanto que Israel se caracterizó por sus frecuentes infidelidades y rupturas de la alianza. Dios no obliga, más bien comprende y acompaña a su pueblo para que paulatinamente vaya accediendo a la comprensión y vivencia de sus misterios salvíficos, llevados a su plenitud en su hijo. 5. ¿QUÉ ETAPAS PODEMOS DISTINGUIR EN LA HISTORIA DE LA SALVACIÓN? Siguiendo las enseñanzas de San Pablo (Cf. 1 Corintios 1,3; 2,15 y Efesios 1,3-21) podemos sintetizar este plan divino en las siguientes etapas:

1.- Preparación del plan de salvación en la mente de Dios, desde la eternidad, en Cristo. 2.- Preparación de la plenitud de los tiempos (todo el Antiguo Testamento) 3.- Realización de la salvación en su plenitud con Cristo (Evangelios9 4.- Desarrollo de la salvación en el tiempo, por medio de la Iglesia, como nuevo Pueblo de Dios, al servicio del Reino y en marcha hacia El (Hechos de los Apóstoles, Cartas y Apocalipsis) 5.- El término, el final de los tiempos, cuando la historia acabe y se instaure plenamente el Reino de Dios. Consideremos ahora cómo se especifican y dividen estas grandes etapas de la Historia de la Salvación: 5.1. PREPARACIÓN DEL PUEBLO DE DIOS . Con la llamada de Abraham por parte de Yahvé (Génesis 12) se inicia la experiencia de fe del pueblo. Aunque oficialmente no exista Israel como pueblo, Dios se va revelando a cada uno de los patriarcas, hasta Moisés. Sólo con la experiencia de liberación de la esclavitud de Egipto y su peregrinaje hacia la tierra prometida Israel empieza a tener clara conciencia de ser pueblo de Dios. 5.2.

NACIMIENTO DEL PUEBLO DE DIOS

En la experiencia del desierto y de la Alianza en el Sinaí (Éxodo 20) el pueblo adquiere la convicción de haber sido creado por Dios, y hace Alianza con El. El pueblo responde a través de Moisés, con la ―Torá‖ (es decir, la LEY) y con un culto al único Dios: Yahvé; además sienten que es un pueblo especial y diverso a los demás. 5.3.

EPOCA DE DAVID, PREFIGURACION DEL REY-MESIAS

Cuando Israel se instala en Palestina (tierra prometida). Cambia su estado de vida: deja de ser pueblo nómada de pastores, y se convierte en un pueblo sedentario de agricultores. El gobierno, hasta entonces estaba en manos de un caudillo o enviado de Dios (Moisés, Josué, los Jueces), se transforma en monarquía (cf. 1 Samuel 8). Esta experiencia de monarquía, relatada por los libros de Samuel, Reyes y Crónicas, es muy rica para la historia de la salvación, en cuanto que Dios continúa su Alianza con su pueblo a través del rey. Hay tres aspectos importantes en la monarquía dentro del pueblo de Israel: A.-El rey tiene autoridad por sí mismo: Dios sigue siendo el único soberano para su pueblo. Los reyes solo representan la autoridad de Dios. B.-El rey, es ante todo, el ―ungido‖, el consagrado de Yahvé, por ello debe ser reflejo de su santidad, y por eso, cuando el rey se hace indigno, es severamente reprendido por los profetas y decae su poder (cf. 1 Samuel 15,9ss). C.-La figura del rey, especialmente la de David, es también un símbolo o prefiguración del futuro Mesías o Salvador que Dios enviaría, es decir, su Hijo Jesucristo (cf. 2 Samuel 7,1217). 5.4.

LOS EDUCADORES DEL PUEBLO DE DIOS: LOS PROFETAS

Cuando los reyes de Israel empezaron a ser indignos y a olvidarse de Yahvé, después del rey Salomón (año 930 a.c.), no eran más las figuras del Mesías Salvador, pues había alejado su corazón de Dios. El pueblo por su parte se desvió también del camino de Yahvé, siendo infiel a la alianza. En estas circunstancias sobreviene la experiencia de división de Israel en dos reinos, y el doloroso, pero a la vez pedagógico, destierro a Babilonia (año 587 a.c.). En este período Dios suscita a los profetas como mensajeros suyos que anuncien su voluntad y denuncien valientemente las infidelidades y desviaciones tanto de los reyes y autoridades, como de la gente del pueblo. Su voz era una invitación a la conciencia del pueblo para recordarle la Alianza con Dios y para afianzar la esperanza en medio de la tribulación del destierro. Los profetas son hombres que viven profundamente las vicisitudes del pueblo, escuchan fielmente los acontecimientos de la historia, interpretándolos a la luz de la Alianza y la fe en Yahvé como hechos salvíficos, y ayudan a construir la esperanza de un reino de salvación y vida abundantes. Con los profetas se purifica la Alianza en una ―nueva Alianza‖ y un ―corazón nuevo‖ (cf. Juan 31,31-34; Ezequiel 36). También la época profética se purifica la idea del Mesías Salvador, ya no será visto como rey, sino más bien como ―el siervo de Yahvé‖ que carga con el dolor de un pueblo y ofrece la liberación a todas las naciones (cf. Isaías 53,112), enriquecido este concepto con la imagen apocalíptica del ― Hijo de hombre‖ (cf. Daniel 7,9-28). 5.5.

LA CRISIS DEL EXILIO Y LOS GRANDES INTERROGANTES

Durante y después de la triste experiencia del destierro a Babilonia (años 587-583 a.c.) surgen en el pueblo muchas y enriquecedoras reflexiones acerca de su historia, de su origen, del sentido de la vida y del sufrimiento, del hombre, de la muerte, etc. El pueblo de Israel hace una relectura de su pasado desde la óptica de la fe, y así aparecen, por ejemplo Génesis y los libros sapiensales, que se proponen, sobre todo, hacer una reflexión en torno al significado de la existencia humana. Especialmente después del exilio, aparece el género literario ―MIDRASH‖, como interpretación religiosa de la historia, cuyo ejemplo lo tenemos en los libros como Tobías, Esther, Judith, Ruth y Jonás. Por su parte, aparecen también los libros de Crónicas, Esdras y Nehemías proponiendo un esperanzador desafío de reconstrucción de Israel, como comunidad o Asamblea de Dios, donde se renueve la Alianza con Yahvé, especialmente a través del Culto y la ―Torá‖ (ley). Surgen instituciones muy importantes como el ―sábado― y la sinagoga, al tiempo que se da una particular importancia a la casta y función sacerdotal dentro del pueblo, Cuya tarea no se reduce a presidir el culto, sino también tiene que ver con la legítima interpretación de la ley. En esta fecunda etapa, renace, finalmente, la tendencia a releer y a sentir su historia de salvación también desde el ámbito de la oración y la contemplación, oportunidad en la cual se redactan los Salmos y el Cantar de los Cantares. 5.6.

LA RECONSTRUCCIÓN ESCATOLÓGICO

DEL

TEMPLO

Y

LA

ESPERA

DEL

REINO

En el año 583 a.c. vuelven los exiliados de Babilonia y, entre la desilusión de muchos y el entusiasmo de pocos, se reconstruye el Templo de Jerusalén, símbolo concreto de la alianza y de la presencia de Dios en medio de su pueblo (cf. Nehemías 8). La espera del Reino de Dios, con el Mesías Salvador, que desde el tiempo de los reyes se había pensado en términos políticos, recobra fuerzas y el pueblo espera la realización de esta promesa de Yahvé. Sin embargo, las amargas experiencias de derrota, exilio e infidelidad del pueblo y sus jefes, van produciendo un proceso de ―idealización‖ de dicha esperanza; así es como la espera del Salvador se hace ― escatológica ―, es decir, más allá del tiempo, cuando el Hijo del hombre venza definitivamente las potencias del mal. Es precisamente en este contexto en el que irrumpe en la historia de la salvación la plenitud de los tiempos, con la venida de Cristo, realización de todas las promesas y sello definitivo de la Alianza entre Dios y el pueblo. 5.7.

CUMPLIMIENTO TESTAMENTO

DE

LA

HISTORIA

DE

LA

SALVACIÓN:

EL

NUEVO

La venida del Hijo de Dios, que asume nuestra naturaleza y nuestra historia, realiza plenamente toda la espera del Mesías y sella de modo excelso el plan salvífico de Dios a favor de la humanidad. En Jesús, en su vida, en sus palabras, en su misterio pascual (pasiónmuerte-resurrección), alcanzan sentido y plenitud muchas páginas del Antiguo Testamento que habían anunciado la dignidad y misión del Mesías Salvador. Así pues, Jesús es el Cordero cuya sangre libera al pueblo de la esclavitud (cf. Éxodo 12,21-28); es el alimento misterioso y salvífico que sostiene el peregrinaje por el desierto de la vida (cf. Éxodo 16,1-9); es el Rey-Mesías prefigurado en David; es el ―siervo de Yahvé― anunciado por Isaías. En una palabra, Jesús es el cumplimiento de la esperanza del pueblo de Dios, es el cumplimiento de todo lo anunciado y prefigurado en el Antiguo Testamento. 5.8.

HISTORIA DE LA SALVACIÓN CONTINUA EN LA IGLESIA

La Historia de la Salvación que tiene como eje a Cristo, continúa en la Iglesia y en cada cristiano. No es que la Iglesia sea el Reino de Dios, pero sí es su germen en el mundo. La Iglesia está al servicio del Reino y toda su misión gira en torno a la construcción de ese Reino en los valores de la justicia, la solidaridad, la paz y el amor. Tarea prioritaria de la Iglesia, de cada bautizado que es la Iglesia, consiste, pues, en instaurar ya desde aquí el Reino de Dios y de, que tendrá sin embargo su cumplimiento definitivo al final de los tiempos, a través del triple compromiso profético, pastoral y sacerdotal.

VIII.

INTRODUCCIÓN AL NUEVO TESTAMENTO

1. ¿QUÉ ES EL NUEVO TESTAMENTO? Llamamos Nuevo Testamento a la colección de los 27 libros inspirados que se escribieron después de la resurrección de Jesús. En nuestras ediciones de la Biblia son los últimos libros que aparecen desde el Evangelio de San Mateo, hasta el Apocalipsis de San Juan. Ubicándonos en el contexto de la Historia de la Salvación, el Nuevo Testamento equivale al

cumplimiento de las promesas, esperanzas y profecías anunciadas al pueblo de Israel desde la antigüedad, y que llegan a su culmen y plenitud en una persona: el Hijo de Dios hecho hombre: JESUCRISTO. Por eso el Nuevo Testamento equivale a la Nueva y Eterna Alianza entre Dios y el pueblo. 2. ¿QUÉ CONTIENE EL NUEVO TESTAMENTO? En el Nuevo Testamento podemos encontrar valiosísimos testimonios acerca de la vida, predicación, obras y rasgos esenciales de la persona de Jesucristo, y las consecuencias que dicha presencia de Cristo causó y debe seguir causando en la comunidad de sus seguidores. Por eso, el Nuevo Testamento contiene también un testimonio de la Iglesia naciente y de la acción del Espíritu Santo en ella. Como lo afirma el Concilio Vaticano II: ―La Palabra de Dios, que es fuerza de Dios para la salvación del que cree, se encuentra y despliega su fuerza de modo privilegiado en el Nuevo Testamento‖ (D.V.17) Estos 27 libros del Nuevo Testamento conservan el anuncio y mensaje fundamental de nuestra fe cristiana; la Buena Noticia de Dios-con-nosotros y del cumplimiento de su misión salvífica a favor nuestro. Es por ello que, todo él, gira en torno de Jesús de Nazaret, nacido de María Virgen y del Espíritu Santo, enviado por el Padre como Mesías Liberador y único camino hacia la plenitud de la vida y de la felicidad. El Nuevo Testamento contiene, pues, un mensaje de vida y de salvación en Cristo. 3. ¿QUÉ LIBROS FORMAN EL NUEVO TESTAMENTO? Teniendo a la mano nuestra Biblia, fácilmente comprobaremos y hasta aprenderemos de memoria el elenco de los 27 libros que conforman el Nuevo Testamento, a saber: ante todo encontramos los cuatro Evangelios: Mateo, Marcos, Lucas y Juan; seguidamente el libro de los Hechos de los Apóstoles, escrito también por San Lucas; luego están las trece cartas o epístolas atribuidas a San Pablo: a los Romanos, las dos Cartas a los Corintios, la Carta a los Gálatas, a los Efesios, a los Filipenses, a los Colosenses, las dos Cartas a los Tesalonicenses, sus dos epístolas a Timoteo, a Tito y a Filemón. Después aparece una Carta a los Hebreos, que aunque fue atribuida por muchos años a San Pablo, ya se reconoce hoy en día que no es paulina. Aparecen luego las Epístolas de Santiago, las dos atribuidas a Pedro, las tres de San Juan, la de Judas, y finalmente, como broche de oro, encontramos el libro del Apocalipsis, llamado también libro de la revelación, escrito por San Juan. El hecho de que sean 27, ni más ni menos, los libros que constituyen el Nuevo Testamento, debemos atribuirlo a los criterios de canonicidad usados por la Iglesia, es decir, las razones que la motivaron para incluir todos y cada uno de los libros dentro del ―canon‖ o lista oficial de libros inspirados, considerados como revelación y Palabra de Dios. Ya en una oportunidad anterior nos referimos a este detalle; sin embargo, podemos resumir esos criterios de canonicidad en dos: origen apostólico y uso litúrgico. Esto significa que aquellos libros que tuvieran como autor seguro a un apóstol y que hubiesen sido leídos y usados a menudo en el culto cristiano desde los orígenes, fueron incluidos en el canon bíblico del Nuevo Testamento. 4. ¿CÒMO NACIO EL NUEVO TESTAMENTO? 4.1.

MARCO HISTORICO Y RELIGIOSOS DEL NUEVO TESTAMENTO

Ubicándonos en la época de Cristo, hay que recordar que Palestina estaba bajo el poder del Imperio Romano, y aunque gozaba de una relativa paz, el pueblo Judío no estaba a gusto con el yugo del poder de Roma. En ese contexto nace Jesús, en tiempos de Herodes, que reinó desde el año 37 hasta el 4 a.c. (esta pequeña contradicción de tiempo—5 ó 6 años—se debe a un error de cómputo del siglo VI. Por ello, Jesús nació en realidad hacia el año 6 a.c...., curiosamente). Al morir el rey Herodes, el reino se dividió entre sus hijos: Arquéalo se quedó con la mayor parte, correspondiente a Judea, Idumea y Samaría, pero su pésima y brutal manera de gobernar llevó a que fuera depuesto y desterrado hacia el año 6 d.C. El territorio de Arquelao se anexo a la provincia romana de Síria, con el gobierno de un procurador. Por su parte, la comunidad judía de Jerusalén tenía el derecho a juzgar sus propios asuntos en el Sanedrín, pero la ejecución de las penas capitales le correspondía al procurador. Herodes Antipas asumió el poder sobre Galilea y Perea desde el año 4 a.c., y lo ejerció hasta el año 39 d.c. Los judíos aguardaban la venida de un rey mesiánico inspirada en los antiguos profetas, pero con el paso del tiempo esa esperanza se convirtió en espera de un caudillo político o líder militar que pondría fin a la odiosa dominación extranjera. En este contexto judío, Jesús con su mensaje de amor fraterno y de misericordia, no fue recibido por el pueblo judío en general como el Mesías, sino más bien como un impostor que debía ser eliminado. Su declaración pública y valiente de ser rey y Mesías (Cf. Marcos 15,61) fue interpretada como una evidente blasfemia, por lo cual fue condenado a muerte. Pero dicha sentencia debía ser confirmada y cumplida por el procurador, que por entonces era Poncio Pilato. Después de ejecutada la sentencia, Jesús rompe las ataduras de la muerte y resucita victorioso para reanimar la fe débil de sus apóstoles y discípulos hasta convertirlos en valientes testigos de su resurrección. La fe pascual y la acción vivificadora del Espíritu Santo hacen posible el nacimiento de la Iglesia, como comunidad de los resucitados. Y es a todo este ambiente al que debemos referirnos como telón de fondo de aquello que da lugar al Nuevo Testamento. 4.2.

PROCESO DE EVOLUCION DEL NUEVO TESTAMENTO

Hay que tener en cuenta que el Nuevo Testamento no surge como por arte de magia, de la noche a la mañana, sino que va tomando forma paulatinamente a través de algunas etapas. Jesús no escribió nada, ni de sí mismo ni de su doctrina; tampoco mandó escribir a nadie; en lo que si insistió fue en el mandato misionero de ―ir a anunciar a todos los pueblos la Buena Nueva, para convertirlos en discípulos suyos ―. Y, precisamente, atendiendo este envío, los apóstoles se dedicaron a la ―predicación‖ (oral) del anuncio salvífico. Así, pues, el Nuevo Testamento, antes que nada fue VIVIDO, CELEBRADO Y PREDICADO. Luego sí, en segundo momento, cuando las comunidades cristianas ya vivían y celebraban su fe en Cristo, y cuando los testigos oculares de la vida y palabras de Jesús iban desapareciendo, se sintió la necesidad de poner por escrito ese anuncio o predicación. En síntesis, concretamos la historia del Nuevo Testamento en estas dos etapas: 4.2.1. ETAPA PREDICADA DEL NUEVO TESTAMENTO

En cumplimiento del mandato de Cristo, sus discípulos fueron elaborando un núcleo central del anuncio del Evangelio, para predicarlo a todo el mundo. Ese primer anuncio, que es al mismo tiempo como la síntesis de la Buena Nueva, es lo que llamamos ―KERIGMA‖: que Jesús, Hijo de Dios, murió y resucitó por nuestra salvación. Este fue el mensaje que los apóstoles fueron comunicando oralmente a sus comunidades. Así empieza a forjarse el Nuevo Testamento. Después de la muerte de San Esteban (primer mártir cristiano), se desató una fuerte y cruel persecución contra los seguidores de Jesús, quienes tuvieron que huir (Cf. Hechos 11,19); paradójicamente esto fue providencial, porque los cristianos, al huir de Jerusalén, fueron difundiendo el testimonio de su fe, hasta alcanzar los confines del imperio con su mensaje evangelizador. De esta manera el kerigma fue anunciado no sólo en el contexto del pueblo judío, sino que también se extendió a los ambientes paganos o gentiles, especialmente por obra de San Pablo y sus discípulos. Las comunidades cristianas que se iban formando sentían la necesidad de fundamentar y profundizar mejor su fe; así los apóstoles iban enseñando, recordando las palabras del Maestro, sus milagros, sus parábolas y los detalles y significado de su muerte y resurrección. La predicación se iba adaptando a las nuevas situaciones de las comunidades surgidas, por obra del Espíritu Santo que animaba, inspiraba y asistía a los primeros misioneros. 4.2.2. ETAPA ESCRITA DEL NUEVO TESTAMENTO Se debe tener en cuenta que los primeros textos escritos del Nuevo Testamento, no surgieron de ninguna ―comisión de redacción‖, sino más bien de la vida de fe cristiana de las comunidades; fue, pues, un camino largo, pero maravilloso el que dio origen a los textos escritos del Nuevo Testamento: * Inicialmente, las comunidades cristianas empezaron a resumir lo esencial de la predicación apostólica en fórmulas breves y fáciles de memorizar, que serían como los primeros intentos de dar forma a un ―credo‖ (Cf.1 Corintios 15,3-5). * Luego surgieron, también en el contexto de las comunidades, aclamaciones y fórmulas de alabanza a Cristo (Cf. Filipenses 2,1-6; Colosenses 1,12-20; 1 Timoteo 3,16). * Mientras poco a poco iban tomando forma el ―credo cristiano‖, San Pablo, por su parte, desde el año 40 había empezado sus viajes misioneros e iba fundando comunidades en toda Asia Menor. Para mantener con ellas un contacto pastoral, el Apóstol, como pionero de la comunicación social al servicio del Evangelio, apeló al medio epistolar para aconsejar, amonestar, enseñar y solucionar los problemas de sus comunidades a través de sus cartas. Así surge el primer libro completo del Nuevo Testamento: la primera Carta a los Tesalonicenses, en el año 51, aproximadamente. Las Cartas Paulinas, además de animar el caminar histórico de las comunidades cristianas, se convirtieron en textos autorizados de la original y auténtica teología cristiana, llevándose, además, el mérito de ser los primeros libros escritos del Nuevo Testamento. * Pasaron 30 ó 35 años después de la resurrección del Señor, y al ir muriendo los apóstoles más ancianos, los nuevos misioneros y predicadores que no habían conocido personalmente a Jesús, necesitan guías escritas que facilitaran su apostolado de evangelización; nacieron así los primeros textos centrales que con el tiempo llegarían a tomar forma en los cuatro Evangelios. En muchas partes se recogieron en colecciones sencillas las palabras del Señor que se podían recordar todavía; se redacto también el relato de la pasión y otros relatos con

detalles de la vida y milagros del Maestro. Estas colecciones sirvieron de base para la elaboración definitiva de los Evangelios: primero fue el de San Marcos, hacia el año 70, luego los de Mateo y Lucas, hacia el año 80 y el último, el de San Juan, alrededor de los años 90... * Y en todo este proceso van tomando forma los demás escritos del Nuevo Testamento: los Hechos de los Apóstoles, las otras cartas apostólicas y finalmente el Apocalipsis de San Juan, cercano ya al año 95 ó 100 d.c. 5. ¿QUÉ ESTILO LITERARIO ENCONTRAMOS EN EL NUEVO TESTAMENTO? Lo que hemos dicho en anteriores oportunidades acerca de toda la Biblia, vale también aquí respecto del Nuevo Testamento, en el sentido de que no podemos verlo como un solo libro, sino como una colección de 27 libros, y por lo mismo, los estilos y géneros literarios usados son diversos. No hay un solo estilo; son variados: encontramos el género que podemos llamar ―Evangelio‖, que no es tanto una historia de Jesús, aunque contiene sí muchos datos históricos, sino más bien una interpretación catequética de dicha historia. Otro estilo literario de abundante participación en el Nuevo Testamento, es el de las Epístolas, que en lenguaje coloquial proponen enseñanzas de fe, indicaciones seguras de moral cristiana y pautas de vida fraterna y solidaria entre los creyentes... Una particular atención la merece el género apocalíptico, que esconde entre figuras y símbolos grandes misterios de vida y esperanza para el pueblo que sufre y avanza hacia su plena liberación. 6. ¿QUÉ RELACION EXISTE ENTRE EL NUEVO TESTAMENTO Y EL ANTIGUO TESTAMENTO? Jesús mismo aclaró ese vínculo entre Antiguo y Nuevo Testamento cuando afirmó que no había venido para abolir la Ley y los Profetas (es decir el Antiguo Testamento), sino a darles cumplimiento y plenitud. El Nuevo testamento, pues, no es una realidad aparte, independiente de la Historia Sagrada que contiene el Antiguo Testamento; es, más bien, su continuación y cumplimiento definitivo y radical. Seguramente los autores del Nuevo Testamento tuvieron como trasfondo y punto de referencia la Antigua Alianza. Por eso es importante conocer el Antiguo Testamento, para comprender mejor el Nuevo, pero eso sí, partiendo de la certeza de que sólo a la luz del Nuevo, o sea, de Cristo, se puede interpretar y comprender correctamente el Antiguo Testamento. Sólo Cristo da sentido a la historia; él es la realización de las promesas y esperanzas formuladas desde el Antiguo Testamento. El Antiguo Testamento anuncia y prepara la venida del Mesías, en tanto que el Nuevo Testamento es el testimonio de la irrupción, presencia y misión de este Mesías a favor de la historia humana.

IX. EL MUNDO JUDIO EN TIEMPOS DE JESÚS Al hacer una breve introducción al Nuevo Testamento, en nuestra anterior entrega, habíamos afirmado que la enseñanza, vida y obras de Jesús, antes de surgir como libros escritos en el Nuevo Testamento habían sido realidades VIVIDAS, CELEBRADAS Y PREDICADAS por los Apóstoles y las primeras comunidades cristianas. Esto significa que los escritos del Nuevo testamento tuvieron un largo y complejo camino de elaboración y composición a partir de la vida y acción salvífica de Cristo, asimilada y predicada luego por sus más cercanos discípulos

y por las primeras comunidades. Por esto, en nuestro empeño de conocer e interpretar correctamente el Nuevo Testamento debemos tener muy presente el contexto y ambiente concreto que fue escenario de los acontecimientos relacionados con Jesús. ¿Cuál era el ambiente judío en tiempos de Cristo’?. ¿Qué aspectos importantes de la vida social y religiosa judía se reflejan en el Nuevo Testamento? ¿Qué sentido tenían las instituciones judías de las que se habla en el Nuevo Testamento? A estos interrogantes nos proponemos ahora dar una somera respuesta, para comprender mejor el mensaje de fe contenido y anunciado en el Nuevo Testamento. 1. ¿QUÉ ES LA “TORAH”? . La Tora es la colección de los cinco primeros libros de la Biblia, es decir, el Pentateuco. Constituía la ―La Ley de vida‖ que regía al pueblo de Israel. Todas las leyes judías se fundamentan en la Tora. En tiempos de Jesús las autoridades habían multiplicado las leyes en un sinnúmero de preceptos que en lugar de orientar y facilitar la práctica de la fe (en Yahvé), se había convertido en carga pesada que oprimía y confundía. Se había perdido el espíritu de la Ley (Tora) porque se enfatizaba más bien en el cumplimiento externo riguroso. Esta situación fue duramente reprochada por el mismo Jesús (Cf. Mateo 23,13-28), no porque El despreciara la Ley, al contrario, porque veía cómo se estaba desviando el auténtico sentido que ésta debe tener. El significado original de la Tora es apreciado y ensalzado por Jesús. (Cf. Mateo 5,18; Lucas 16,17). 2. ¿CUÁLES ERAN LAS PRACTICAS RELIGIOSAS JUDIAS MAS IMPORTANTES? El pueblo judío tradicionalmente ha sido un pueblo profundamente religioso. También en tiempos de Jesús su vida se desarrollaba al ritmo de las celebraciones semanales en la ―sinagoga‖ (= lugar de reunión de la asamblea judía donde se escuchaba la Escritura y se explicaba su sentido y exigencias), del culto al Templo de Jerusalén y de la oración personal y familiar. El judío oraba varias veces al día el ―Sema‖ (―!Escucha¡‖) que era una profesión de fe y una oración al mismo tiempo. También se oraba con los Salmos, tanto en el contexto familiar como en la sinagoga. Muchos judíos practicaban el ayuno voluntario y algunos, como los fariseos, ayunaban dos veces por semana. (Cf. Lucas 18,12). Existía, así mismo, la práctica de las obras de misericordia a favor del prójimo, pero como manifestación de piedad para con Dios: la hospitalidad, el cuidado de los huérfanos, la asistencia a los pobres, etc. Este fue el ambiente de fe judía en el que nació y creció Jesús de Nazaret, en el seno de la piadosa familia de José y María. 3. ¿QUIÉNES ERAN Y QUÉ HACÍAN LOS “SACERDOTES”’? El culto y las prácticas religiosas de los judíos tenían como centro y punto de referencia por excelencia el Templo de Jerusalén. Para Israel, el Templo de Jerusalén era el lugar de manifestación de Yahvé, la expresión física de la presencia de Dios en medio de su pueblo. Este significado convertía el Templo en motivo de orgullo de toda la nación judía y objeto de

particular respeto y devoción. Todo judío, donde quiera que estuviese, se volvía hacia el Templo durante su oración. (Cf. 1 Reyes 8,44). Una vez cumplidos los veinte años, todo israelita debía pagar un impuesto al Templo (Cf. Mateo 17,24). Según la Ley (Deuteronomio 16,16), los judíos debían acudir tres veces a la Ciudad Santa: en Pascua, en Pentecostés y en la Fiesta de los Tabernáculos; de este modo, la peregrinación al Templo era la forma suprema de la expresión de la fe yavista. Ahora bien, volviendo a la pregunta, los sacerdotes eran aquellos judíos a quienes se les confiaba el servicio litúrgico del Templo; eran ―reclutados‖ de entre los descendientes de Aarón y llegaron a constituir una verdadera casta sagrada. De entre estos sacerdotes se elegía al Sumo Sacerdote, que debía provenir de una familia rica y aristocrática. El Sumo Sacerdote hacía las veces de primer ministro del culto nacional y presidente del Sanedrín o Gran Consejo, que era la máxima autoridad en los asuntos religiosos y civiles de Israel. Los ―Levitas‖, por su parte, eran ministros subalternos; estaban encargados de los quehaceres materiales del Templo. Se llamaban levitas porque debían provenir de la tribu de Leví. 4. ¿QUÉ ERA LO MAS IMPORTANTE EN EL CULTO JUDIO? El culto del Templo, además de la oración pública o personal, tenía su máxima expresión en el SACRIFICIO, o sea, la inmolación de una víctima (animal) que era parcialmente consumida por el fuego, junto con harina, aceite y vino. Si la víctima era totalmente consumida por el fuego, el sacrificio recibía el nombre de HOLOCAUSTO. El sacrificio representaba homenaje a Dios, un medio de expiación de las culpas personales o colectivas. En la vida individual o pública de los judíos había muchísimas ocasiones en las que se obligaba a ofrecer sacrificios expiatorios (Cf. Lucas 2,22-24). 5. ¿QUÉ SIGNIFICABA “EL SÁBADO” EN TIEMPOS DE JESÚS? En tiempos de Cristo, el sábado para los judíos era básicamente el día de reposo y de la oración. La institución sabática tenía tanto un sentido teológico (= participación en el descanso del Dios Creador), como un sentido social (= un derecho para todos, el del descanso, sin distingo de clases). El sábado comenzaba, en realidad, desde el viernes con la puesta del sol y terminaba el sábado a la misma hora. Durante este tiempo estaba severamente prohibida toda actividad material; esta prohibición degeneró en esclavitud a la letra de la Ley, a tal punto que Jesús la reprochó y ubicó en su justo sentido: ―El sábado ha sido hecho para el hombre y no el hombre para el sábado ―(Mateo 12,8; Cf. Marcos 2,23-28; Lucas 6,1-11). 6. ¿CUÀLES ERAN LAS PRINCIPALES FIESTAS JUDIAS? Ya habíamos hecho mención a la importancia de las fiestas en la vida religiosa y civil del pueblo judío, ahora veamos cuáles eran las más importantes y que significaban: 6.1.

LA PASCUA: fundamentalmente era el memorial y celebración de la salida del pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto. Se celebraba en el plenilunio de primavera, el día catorce del mes de Nisán. Consistía en una cena familiar, según las disposiciones del Éxodo (12,1-51). En tiempo de Jesús, esta fiesta se enlazaba

6.2.

6.3.

6.4.

con la fiesta de los Asimos, que duraba siete días. La comida pascual comenzaba con la bendición de una copa de vino, luego se consumían los panes asimos (= sin levadura) y las hierbas amargas, en recuerdo de la esclavitud. Después se evocaba la liberación por parte de Yahvé, se pasaba una segunda copa de vino y los comensales cantaban el ―Hallel‖ (Salmos 112-114). La cena terminaba con una última copa de vino y el canto de la segunda parte del Hallel (Salmos 115-118). PENTECOSTÉS (o fiesta de las siete semanas): correspondía a los cincuenta días posteriores a la Pascua, pero su celebración se efectuaba en el último día de este tiempo, rememorando la Alianza en el Sinaí. FIESTA DE LOS TABERNÁCULOS (o de las Tiendas): se celebraba al comienzo del año (septiembre-octubre actuales), recordaba el tiempo que el pueblo tuvo que pasar en las carpas o tiendas del desierto, coincidía, además, con la recolección de los frutos de la tierra. “YOM KIPPUR”: esta era una celebración no tan festiva y alegre como las otras, sino más bien, un día de ayuno riguroso y de penitencia como expiación de los pecados (Cf. Hechos 27,9).

7. ¿QUÉ ERA EL SANEDRÍN? El Sanedrín era una especie de Senado o Gran Consejo que atendía todos los asuntos del gobierno interno del pueblo de Israel. Estaba conformado por setenta judíos, entre sacerdotes y no sacerdotes. Además de estos setenta ―senadores‖, estaba el Sumo Sacerdote que ejercía la función de presidente de este Consejo. En tiempos de Jesús, el Sanedrín estaba doblegado y sumiso a los intereses del imperio romano, representado en el Procurador. 8. ¿QUIÉNES ERAN LOS ESCRIBAS? Los escribas o maestros de la Ley constituían un clan de maestros y entendidos en cuestiones de la Ley y del derecho. Por su rol de guías y maestros espirituales en las comunidades judías llegaron a ser personajes orgullosos, omnipresentes, prepotentes, hábiles para discutir y dar sentencias. En el Evangelio aparecen con frecuencia discutiendo con Jesús acerca de la Ley (Cf. Mateo 13,1ss.). 9. ¿QUIÉNES ERAN LOS “FARISEOS”? El término ―fariseo‖ significa ―separado‖, y describe muy bien la actitud de esa secta religiosa judía que se consideraba separada (y superior) del pueblo ignorante y pecador. Ostentaban su religiosidad y su preocupación por la pureza ritual, eran defensores de una estricta observancia de la Ley, que la explicaban con minuciosa casuística y la rodeaban de una serie de preceptos secundarios. En lo político, los fariseos eran contrarios al régimen romano, y enemigos de los saduceos por motivos sociales y religiosos. Sin embargo, el pueblo los estimaba por su celo piadoso, por su conducta intachable y por su desprecio del poder romano. Aunque Jesús tuvo admiradores y amigos entre los fariseos (Nicodemo y Simón), sus palabras más duras las dirigió precisamente contra los fariseos, porque su culto a la Ley había hecho perder el espíritu de la misma, reduciéndola a prácticas externas y mecánicas, y porque

se creían artífices de su propia salvación, llegando a despreciar al pueblo, al que consideraban como maldito y pecador (Cf. Juan 7,49; Lucas 18,11-12; Mateo 23,1-36). 10. ¿QUIÈNES ERAN LOS SADUCEOS? El grupo de los saduceos estaba constituido por la nobleza seglar judía, es decir, la clase rica y poderosa del pueblo. Entre los saduceos se encontraba también la aristocracia sacerdotal; eran riquísimos, terratenientes, dueños del Templo, que para favorecer sus propios intereses defendían el sistema establecido por el poder romano. Su ideología era bastante conservadora, sobre todo en lo referente al culto y a la Escritura, de la cual sólo admitían aquellos libros que eran atribuidos cualquier tendencia reformista que pusiera en peligro su privilegiada situación de poder civil y económico. 11. ¿QUIÉNES ERAN LOS “ESENIOS”? Los esenios formaban un grupo similar a una orden religiosa, movidos por el deseo de purificación y consagración al Señor. Habían nacido de los piadosos, o ―asideos‖, que reaccionaron ante la agitación política y cultural del movimiento helenizador. Los esenios se retiraron como si fueran una comunidad monástica, ubicándose cerca del Mar Muerto, en la región de Quemarán. Se consideraban los elegidos de Dios, únicos depositarios de la Alianza; dieron preponderancia a la vida comunitaria y a la práctica de purificaciones rituales y de la continencia, dedicaban buena parte de su tiempo al estudio y transcripción de los libros sagrados: gracias a ellos fue posible conservar y recuperar textos valiosos de la Escritura. El monasterio de los esenios fue destruido por los romanos en la guerra judaica del año 68 d.c. 12. ¿QUIÉNES ERAN LOS “ZELOTAS”’? El partido de los zelotas estaba constituido por judíos nacionalistas fanáticos, que se oponían activamente al dominio romano, precisamente habían nacido a partir de la ocupación romana, como una especie de secta político-religiosa que intentaba desestabilizar el poder del imperio en su patria. Se oponían al pago de impuestos a Roma, actuando a manera de guerrilla, en la clandestinidad, recurriendo incluso a las armas. Los zelotas protagonizaron las revueltas judías que conducirían finalmente a la destrucción de Jerusalén, en el año 70 d.c. Judas Iscariote parece haber pertenecido a este grupo de rebeldes. 13. ¿QUIÉNES ERAN LOS “SAMARITANOS”? Aunque no pertenecían al pueblo de Israel, conviene saber quiénes eran los samaritanos, toda vez que aparecen con frecuencia en varios pasajes del Evangelio. En realidad, eran más bien una mezcla étnica, compuesta de hebreos y paganos que se habían establecido en el centro del país, en Samaría (de ahí su nombre), y que adoraban a Yahvé en el monte Garizím, donde tenían su propio Templo (Cf. Juan 4,19-20). En tiempos de Jesús, había una abierta enemistad entre judíos y samaritanos. Los judíos consideraban a éstos últimos como pecadores públicos, y los despreciaban. En este ambiente de marcado antagonismo entre los dos pueblos, Jesús predicaba la superación de toda

barrera que impedía rendir a Dios el culto auténtico, ―en espíritu y en verdad‖ (Juan 4,24), y les dedicaba a los samaritanos sorprendentes elogios como el de aquella famosa parábola del ―buen samaritano‖ (Cf. Lucas 10,25-37). Con esta breve presentación que acabamos de ofrecer, tal vez se nos facilite comprender mejor el ambiente en que vivió y actuó Jesús, y desde el cual brota, hasta llegar a nosotros, su mensaje de vida y esperanza.

X. POR EL CAMINO DE LOS EVANGELIOS 1. ¿QUÉ SON LOS EVANGELIOS? Por el contexto de la Biblia, llamamos ―EVANGELIOS‖ a los cuatro primeros libros del Nuevo Testamento, según el orden indicado por el canon (= lista oficial de los libros de la Biblia, establecida por la Iglesia). En concreto, los Evangelios son: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Los Evangelios son cuatro narraciones acerca de la vida de Jesús, sus enseñanzas y su obra, reflexionadas, vividas y celebradas en la fe de las primeras comunidades cristianas. De aquí podemos deducir que el interés prioritario de los Evangelios no es hacer biografía estricta de la vida de Jesús, sino más bien, proponer una catequesis fundamentada en la vida del Señor, sin que esto implique un desprecio del valor histórico de los Evangelios. Según nos lo enseña el Concilio Vaticano II, los cuatro Evangelios ―....narran fielmente lo que Jesús, el Hijo de Dios, viviendo entre los hombres, hizo y enseñó realmente hasta el día de la Ascensión. Después de este día los apóstoles comunicaron a sus oyentes esos dichos y hechos con la mayor comprensión que les daban la resurrección gloriosa de Cristo y la enseñanza del Espíritu de la verdad. Los autores sagrados escribieron los cuatro Evangelios escogiendo datos de la tradición oral o escrita, reduciéndolos a síntesis, adaptándolos a la situación de las diversas Iglesias, conservando siempre el estilo de la proclamación: así nos transmitieron datos auténticos y genuinos acerca de Jesús: sacándolos de su memoria o del testimonio de los que asistieron desde el principio y fueron ministros de la Palabra, los escribieron para que conozcamos la verdad ( Lucas 1,2-4 ) de lo que nos enseñaban‖ (Dei Verbum, 19)). 2. ¿QUÉ ES ENTONCES, EL EVANGELIO? Cuando mencionamos en plural ― los Evangelios ―, por lo general, es para referirnos a las cuatro narraciones evangélicas, en cambio, cuando decimos en singular ―El Evangelio‖ es para referirnos a la BUENA NOTICIA, la Buena Nueva en sentido integral. En efecto, el término ―Evangelio― tiene origen griego y significa ―buen anuncio ―, ―alegre o feliz noticia ―. Mientras en tiempos de Homero el evangelio era la propina o recompensa que se le daba al portador de las buenas noticias, y en la época clásica designaba los sacrificios ofrecidos en acción de gracias por una buena noticia, ya en la época helenística llegó a significar la buena noticia misma. En el lenguaje bíblico del Antiguo Testamento, evangelio significaba sobre todo el anuncio de victoria, y los profetas adoptaron este término para indicar el cumplimiento de las promesas mesiánicas; en el Nuevo Testamento, por su parte, Jesús mismo se apropia del concepto

―evangelio― para declarar la realización en él de las profecías y la irrupción del Reino de Dios (Cf. Marcos 1,14-15). En tiempos de Cristo ―evangelizar‖ significaba, entonces, comunicar la buena noticia de que la salvación ya había llegado a los hombres, que Dios había dado cumplimiento a sus promesas a favor de la humanidad. En Nazaret, al inicio de su vida pública, Jesús aplica a sí mismo las palabras del profeta Isaías (61,1-2) y se proclama como el enviado de Dios para traer a los pobres la Buena Nueva (Cf. Lucas 4,16-21). Después de la muerte de Jesús, el término ―evangelio‖ se hace usual y típico en San Pablo, para designar el anuncio de la muerte y resurrección de Cristo, principio de redención y liberación de todo hombre. En boca de Pablo la palabra Evangelio recibe una fuerte carga de entusiasmo y de energía salvífica (Cf. 1ª. Tesalonicenses 1,5). En fin, podemos decir que existe ante todo ―El Evangelio‖, la Buena Noticia de Jesús y su mensaje salvador, como palabra viva predicada por Jesucristo y por los apóstoles, y sólo a partir del segundo siglo, entre los cristianos, se empezó a usar el término (en plural) para designar las narraciones escritas que contienen la Buena Nueva; es decir, los cuatro libros que ofrecen un relato ordenado (Lucas 1,3) de la vida y mensaje de Cristo. 3. ¿QUIÉNES SON LOS AUTORES DE LOS EVANGELIOS? Por fortuna conocemos relativamente bien a los autores de los cuatro Evangelios, y que justamente han dado el nombre a sus respectivos libros: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Por fortuna conocemos relativamente bien a los autores de los cuatro Evangelios, y que justamente han dado el nombre a sus respectivos libros: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. De estos cuatro escritores sagrados, dos eran parte del grupo de los doce apóstoles de Jesús: se trata de Mateo, llamado también Leví, aquel famoso publicano llamado por el Señor mientras estaba en su ―mal visto‖ trabajo de recaudador de impuestos; y Juan, el hijo de Zebedeo y hermano de Santiago, también apóstol, llamado por Jesús mientras cumplía, junto a su hermano y su padre, la diaria faena de humilde pescador (Cf. Mateo 9,9-13 y Mateo 4,2122). Los otros dos evangelistas, es decir, Marcos y Lucas, no tuvieron la dicha de ser testigos oculares de los acontecimientos que narran acerca de Cristo, pero sí disfrutaron la ocasión de estar muy cercanos, como discípulos, de los dos principales apóstoles: Pedro y Pablo. De hecho, Marcos fue discípulo de Pedro, después de haber acompañado temporalmente también a Pablo; y Lucas fue a su vez discípulo y compañero de Pablo en sus viajes misioneros, como el propio Lucas lo hace saber en los Hechos de los Apóstoles. 4. ¿QUE RELACION EXISTE ENTRE LOS CUATRO EVANGELIOS? Podemos decir que los cuatro evangelistas representan cuatro diversas miradas o enfoques del único Evangelio de Cristo, que es la realidad sustancial que está a la base y da unidad a los Evangelios; así pues, los cuatro Evangelios son cuatro testimonios que se enriquecen y se complementan mutuamente, conservando, sin embargo, cada una de sus características propias. El mensaje salvífico de Jesús y la inspiración del Espíritu Santo constituyen la fuente original y primera de la cual brotan los cuatro Evangelios. Para comprender mejor este aspecto podríamos decir que así como los diversos instrumentos musicales interpretan la misma melodía, y a pesar de ser distintos llegan a configurar una

única y bella sinfonía, algo similar ocurre en el tema que nos ocupa: cada evangelista, desde sus personales experiencias, recuerdos, estilo propio, etc., ofrece su particular aporte para que junto al aporte de los otros se conforme y comunique el único mensaje de Jesús. 5. ¿POR QUÉ EXISTEN DIFERENCIAS ENTRE LOS EVANGELIOS? Como Había quedado insinuado anteriormente, el hecho de que existan diferencias entre los cuatro evangelistas no sólo es evidente, sino incluso lógico y conveniente. Si todos los instrumentos musicales sonaran idénticamente igual no se podría apreciar la belleza polifónica de una obra musical. Ahora bien, los motivos principales de las diferencias entre los Evangelios podríamos resumirlos en los siguientes: a).-En primer lugar, cada uno de los evangelistas narra e interpreta los acontecimientos acerca de Jesús según su propia experiencia, su propia sensibilidad, según su estilo personal, condicionado además por las características de la comunidad cristiana en la cual profesa, vive y celebra su fe. La experiencia de Jesús se da bajo los detalles y notas particulares de cada persona y de cada comunidad, conservándose en todo caso lo que es esencial y común a todos. b).-Otro motivo muy importante a tener en cuenta es que cada evangelista organizó y redactó el material del que disponía acerca de Jesús y según el objetivo que se proponía al escribir su Evangelio, y según también los destinatarios a los cuales se dirigía. Por ejemplo, mientras Mateo escribía para cristianos venidos básicamente del judaísmo, Marcos, en cambio, se dirige a cristianos provenientes del mundo pagano de los romanos. c).- Además, debemos recordar que los evangelistas se sintieron totalmente libres frente a los pormenores de tipo histórico o geográfico. Para ellos, lo prioritario no era la exactitud científica (histórico-geográfica), sino la verdad de la enseñanza de fe que estaban comunicando, para mantener vivo el recuerdo del mensaje y de la persona de Jesús. 6. ¿CUÁLES SON LOS EVANGELIOS “SINOPTICOS”? Los tres primeros Evangelios que aparecen en nuestras ediciones de la Biblia, según el canon, se llaman ―Evangelios sinópticos‖: Mateo, Marcos y Lucas. Estos tres Evangelios presentan un fenómeno único en la historia de la literatura: si los colocáramos en tres filas paralelas, con una sola mirada de conjunto podríamos apreciar la triple versión de los mismos relatos, con grandes afinidades y semejanzas, aunque también con sus propias características. Por este hecho fueron denominados ―sinópticos‖, porque en griego ―sinopsis‖ significa ―perspectiva común‖, en el sentido de yuxtaposición o paralelismo, que implica además el concepto de similitud. De hecho, los tres Evangelios (Mateo, Marcos y Lucas) siguen el mismo orden, poseen substancialmente el mismo material y ofrecen tres narraciones paralelas de la vida de Cristo. El Evangelio de Juan, en cambio, tiene un contenido y un orden propio, con dividiendo con los sinópticos sólo un diez por ciento del material. De una atenta comparación entre los Evangelios sinópticos podríamos llegar a las siguientes constataciones:

a).- Los tres tienen una fuente común, con lo esencial de lo que pasó, incluso con las mismas expresiones y vocabulario. b).- Cada uno de los tres, sin embargo, relata los hechos con un estilo diferente: Marcos es el más corto y narra los hechos sin hacerles comentario. c).- Lucas introduce un detalle que le interesa destacar: la oración. Los hechos importantes de la vida de Jesús los rodea siempre de un ambiente de oración e intimidad con el Padre. d).- Mateo, dado que escribe para los hebreos, necesita explicar a sus destinatarios el por qué Jesús, siendo Hijo de Dios, se hacía bautizar por Juan, y por eso se extiende en un diálogo entre Jesús y el Bautista. e).- Los tres sinópticos siguen una misma línea cronológica, que en síntesis sería: infancia (Mateo y Lucas), el Bautista, bautismo y tentación, labor en Galilea, viaje a Jerusalén, pasión y resurrección. f).- Jesús: para Mateo es el Maestro, el Señor, el Mesías esperado; para Lucas es el Salvador misericordioso, y para Marcos Jesús es el Hijo de Dios. En definitiva, acerca del ―problema‖ o ―cuestión sinóptica‖, se puede decir que estos tres Evangelios dependen unos de otros, aunque sea muy difícil precisar en muchos puntos esa dependencia. Se sabe sí que Mateo y Lucas conocieron y utilizaron el Evangelio de Marcos, pero, por otra parte, hay gran cantidad de material común a Mateo y Lucas que no se encuentra en Marcos (que fue el primero en escribirse). Además de esto, tanto Mateo como Lucas tienen parte de material exclusivo de cada uno, cuyas fuentes se desconocen. 7. ¿QUÉ SON LOS EVANGELIOS “APÓCRIFOS”? Llamamos evangelios ―apócrifos‖ a una serie de escritos que fueron surgiendo desde los primeros siglos de la Iglesia, que también narraban hechos de la vida o enseñanzas de Jesús, pero que desde el comienzo no fueron considerados como inspirados, y por lo mismo no fueron incluidos en el canon o lista oficial de los libros bíblicos. Algunos de estos libros inventaban acontecimientos o palabras, a veces con la piadosa intención de dar lecciones morales, y otras veces con el deseo de justificar ciertas ideologías y doctrinas ajenas al espíritu del auténtico Evangelio. Por lo general, son escritos surgidos a partir del segundo siglo, atribuidos a algunos de los apóstoles, pretendiendo con esto darles autoridad, sin embargo, en su discernimiento iluminado por Dios, la Iglesia no los aceptó en el canon de la Biblia, aunque algunos detalles o informaciones que consideró convenientes conservar de estos apócrifos, la Iglesia los incluyó en su Tradición. Los apócrifos más famosos son: ―el proto-evangelio de Santiago‖, el ―evangelio de Pedro‖ y el ―evangelio según Tomás‖, entre otros. 8. ¿CUÁL ES LA RELACION ENTRE LOS EVANGELIOS Y LA IGLESIA?

La relación que existe entre la Iglesia y los Evangelios es muy estrecha: de hecho, los Evangelios son de alguna manera, producto de la Iglesia, en cuanto que dichos escritos surgieron del seno de las comunidades cristianas primitivas, por inspiración del Espíritu Santo; en los relatos evangélicos encontramos, precisamente, el testimonio y predicación de los apóstoles acerca de Cristo y la experiencia que las comunidades cristianas habían tenido del Resucitado y del Espíritu en la Iglesia naciente. No se puede olvidar tampoco que la intención de los evangelistas cuando escribían sus libros, no era tanto hacer la biografía de Jesús, como ya lo hemos dicho, sino más bien suscitar, alimentar y robustecer la fe pascual de sus hermanos, a partir de la vida y mensaje del Cristo. Siendo, pues, los Evangelios fruto de la Iglesia (por obra inspiradora del Espíritu Santo), es fácil comprender por qué ella se sintió siempre en el deber y derecho de conservar el sagrado depósito contenido en los Evangelios y de discernir y establecer cuáles Evangelios debían ser incluidos en el canon y cuales no. La Iglesia, simultáneamente, ha considerado siempre que los Evangelios constituyen su tesoro más precioso, en cuanto que contienen la palabra y la obra de su Fundador y Señor, Jesucristo. La Iglesia se empeña, por una parte, en comunicar y ofrecer los Evangelios al mundo, como camino de salvación; pero, por otra parte, se nutre y se deja interpelar constantemente por sus palabras y mensaje de vida eterna, que la impulsan siempre al servicio del Reino de Dios. En efecto, los Evangelios han sido desde el comienzo de la comunidad cristiana el instrumento primordial de su magisterio, de su catequesis y de sus celebraciones litúrgicas. XI. SAN MARCOS: EL EVANGELIO DEL “HIJO DE DIOS” Y “MESIAS” Marcos centra su interés en presentar a Jesús como el HIJO DE DIOS .En efecto, todo su relato evangélico busca responder a una sola pregunta: ¿Quién es Jesús de Nazaret? Si bien es cierto que en nuestra Biblia encontramos como primer evangelio el de Mateo, por nuestra parte deseamos adentrarnos al mundo de los Evangelios empezando por Marcos, por una razón muy sencilla: porque cronológicamente fue Marcos el primero en escribirse, aunque aparezca como segundo en el orden del Canon Bíblico. 1. ¿QUIÉN ERA SAN MARCOS? En la misma Biblia podemos encontrar algunos datos acerca de este evangelista que, según la costumbre del tiempo, llevaba dos nombres: JUAN MARCOS (Cf. Hechos 12,12-25; 15,37). En efecto, sabemos que fue pariente muy cercano a Bernabé, tal vez primo o sobrino, pero no perteneció al grupo de los Doce Apóstoles. Su familia profesaba y vivía fervorosamente la fe cristiana, a tal punto que en la casa de María, su madre, en Jerusalén, se reunían los creyentes para hacer oración. (Cf. Hechos 12,12). Inicialmente, Marcos aparece en la historia de la naciente Iglesia como discípulo y compañero del propio Bernabé y de Pablo, y hacia el año 43 parte con ellos para Antioquia (Cf. Hechos 12,25). Un poco más tarde los acompaña en su primer viaje apostólico y se reúne con ellos en Chipre y Salamina (Cf. Hechos13, 5). Pero de repente, por motivos que aún se desconocen, los abandona mientras estaban en Panfilia, y regresa a Jerusalén, su ciudad natal. (Cf. Hechos 13,13).

Hacia el año 50 se reencuentra con los dos apóstoles en Chipre, pero allí es causa de una seria discusión entre Pablo y Bernabé, porque Bernabé quería llevar consigo a Marcos en el segundo viaje apostólico que iban a emprender, mientras que Pablo no estaba de acuerdo, sabiendo que los había abandonado durante el primer viaje. Esta situación produjo la separación entre los dos apóstoles: Bernabé parte para Chipre en compañía de Marcos, en tanto que Pablo elige a Silas como compañero para continuar su ministerio (Cf. Hechos 15,3640). Después de estos acontecimientos, encontramos en Marcos a un discípulo muy apreciado de San Pedro (Cf. 1 Pedro 5,13). Según algunos autores, Juan Marcos sirvió de intérprete a Pedro para poderse expresar en los ambientes griegos... De esta cercanía aprovecha Marcos para poner por escrito las predicaciones y los recuerdos de Pedro. Como cosa curiosa resulta que, al final, aparece Marcos nuevamente junto a Pablo, como el mismo apóstol lo menciona en sus cartas desde el cautiverio (Cf. Colosenses 4,10 y Filemón 1,24). Incluso pide a Timoteo que envíe a Marcos para que esté a su lado y para que le ayude en el ministerio, cuando ya el apóstol se siente cercano a su final (Cf. 2 Timoteo 4,11). Después de que Pedro y Pablo ofrecen el supremo testimonio cristiano a través del martirio, no se sabe con certeza que hizo Juan Marcos, pero algunas tradiciones aseguran que fue obispo de Alejandría de Egipto y que allí mismo fue también martirizado bajo el imperio de Trajano (años 98-117). Sus reliquias fueron trasladadas a Venecia, donde es venerado como patrono de la ciudad. Su relato evangélico lo habría escrito probablemente en Roma, hacia los años 65-70.

2. ¿DE QUE FUENTES SE SIRVIO MARCOS PARA ESCRIBIR SU EVANGELIO? Como quedó indicado anteriormente, Marcos no fue discípulo directo de Jesús, y por lo tanto no escuchó de viva voz su enseñanza; pero este hecho no afecta la veracidad de su testimonio, ya que tuvo en cambio el privilegio de estar muy allegado a Pedro, Bernabé e incluso a Pablo. En este sentido, no resulta difícil concluir que en su relato evangélico Marcos pone por escrito los recuerdos y predicaciones de los Apóstoles, particularmente de San Pedro. Dos Padres de la Iglesia del segundo siglo (Papías-140- y Clemente de Alejandría – 200- ) han dado el testimonio de esta cercanía de Marcos respecto de Pedro, y de cómo esta circunstancia se encuentra el origen de su relato evangélico. En todo caso, no fue Pedro su única fuente; seguramente dispuso de otras fuentes o documentos que habrían sido escritos previamente acerca de Jesús. Es bueno recordar que el propio Marcos sirvió a su vez como fuente directa para los evangelios de Mateo y Lucas (con los cuales forma el grupo de los ―sinópticos‖, como lo dijimos en el artículo anterior). 3. ¿CUÀLES SON LAS CARACTERISTICAS GENERALES DEL EVANGELIO DE SAN MARCOS? 3.1.

EXTENSIÓN: Es el relato evangélico más corto: contiene solamente 16 capítulos. No refiere datos acerca de la infancia de Jesús, y prácticamente comienza con una breve referencia a la acción de Juan el Bautista y el inicio de la vida pública del

Señor a partir del bautismo en el Jordán. Sus dos últimos capítulos los dedica al relato de la pasión, muerte y resurrección y ascensión del Señor. 3.2.

DESTINATARIOS: Los destinatarios del evangelio de Marcos eran los cristianos de Roma, de origen pagano, es decir, no judío. Así encontraremos, por ejemplo, que el evangelista se detiene a explicar las costumbres judías a sus lectores (Cf. Marcos 7,3-4; 14,12; 15,42) o traducir las palabras arameas, o aclarar los detalles geográficos de Palestina ( Cf. Marcos 1,9; 5,1.41; 7,31; 11,1; 14,36; 15, 22,34).

3.3.

OBJETIVO FUNDAMENTAL: Marcos centra su interés en presentar a Jesús como el HIJO DE DIOS. En efecto, todo su relato evangélico busca responder a una sola pregunta: ¿Quién es Jesús de Nazaret ¨? La respuesta directa y sencilla que da Marcos es justamente aquella: él es el Mesías, el Hijo de Dios, pero un Hijo de Dios que actúa, por eso el evangelista no pone en boca de Jesús grandes discursos, sino más bien obras que demuestren la realidad del Hijo de Dios (Cf. Marcos 1,1-11.25 s; 2,5 ss.; 3,3-11; 4,39: 5,7 s.34.41; 8,27 ss.).

3.4.

ESTILO LITERARIO: Debemos reconocer que el evangelio de Marcos no goza de un estilo literario demasiado pulido; más bien es un relato popular y sencillo, pero lleno de vivacidad y frescor. Con frecuencia incluye en su narración detalles concretos que contribuyen a darle a todo el evangelio un tono de realismo y cercanía respecto del lector, involucrándolo así en los episodios que relata. Las escenas que describe Marcos vienen presentadas en tiempo presente y adornadas con detalles que serían propios de quien está siendo testigo ocular de los acontecimientos. Este aspecto particular nos recuerda nuevamente que es San Pedro quien está a la fuente del relato (Cf. Marcos 3,31; 4,35 s; 5,1s.21s; 6,34).

3.5.

ESTRUCTURA DEL RELATO: Marcos construye los relatos de la vida de Jesús con un plan bien preciso y perfectamente pensado, en función de su enseñanza central: ―Jesús es el Hijo de Dios―. De hecho,, la primera grande división que podemos encontrar en su evangelio corresponde a dos partes, cada una de las cuales concluye con su anuncio fundamental :

* PRIMERA PARTE: concluye con la profesión de Pedro: ―Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios‖. (Marcos 8,27-29.) * SEGUNDA PARTE: concluye con la profesión del centurión: ―Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios.‖ (Marcos 15,39). Además de esta división general, podemos encontrar en Marcos otra estructura más detallada, de carácter propiamente teológico: A.-JESÙS ES EL HIJO DE DIOS, EL MESIAS 1.- Introducción y hechos preparatorios: Marcos 1,1-13. 2.- Revelación de Jesús y ceguera de los discípulos. Marcos 1,14 – 3,6. 3.- Revelación de Jesús e incomprensión de sus parientes y paisanos: Marcos 3,7 – 6,6ª.

4.- Revelación de Jesús y reconocimiento inicial de los discípulos: Marcos 6,6b – 8,29. B.-CARACTERISTICAS DE JESÙS-MESIAS: SUFRIENTE E HIJO DE DIOS . 1.- En camino hacia Jerusalén: anuncio de la pasión: Marcos 8,31 – 10,52. 2.- En Jerusalén: revelación de Jesús como Juez y Señor del Templo: Marcos 11,1 – 13,37. 3.- Pasión, muerte y resurrección: revelación de Jesús en plenitud: Marcos 14,1 – 16,8. 4.- Apéndice: misión de los discípulos: Marcos 16,9-20. En esta estructura teológica se nota la intención de Marcos de demostrar progresivamente que Jesús es el Mesías y el Salvador, y describir a ese Mesías como el Siervo que va a la cruz en medio de la incomprensión de todos. Es necesario tener presente que las constantes referencias geográficas revisten también un interés teológico, Galilea y Jerusalén son los dos escenarios centrales donde se desarrolla la vida de Jesús: su acción mesiánica se ubica primero en Galilea, Porque será desde Galilea que partirá el Evangelio después de su muerte, y su progresivo viaje a Jerusalén con el desenlace de su pasión-muerte-resurrección enfatiza el cumplimiento mesiánico de Cristo. De este modo, para Marcos, los escenarios geográficos más que lugares físicos son lugares ―teológicos‖. 4. MENSAJE FUNDAMENTAL DEL EVANGELIO DE MARCOS 4.1.

PRIMERA PARTE DEL EVANGELIO: CAPITULOS 1-8

4.1.1. ¿QUIÉN ES ESE HOMBRE? En la primera parte de su relato evangélico, Marcos pone en el transfondo una pregunta sustancial muy precisa: ¿Quién es Jesús de Nazaret ¨?, con el propósito de ir conduciendo progresivamente a sus lectores (los no judíos recién convertidos a la fe cristiana) hacia el encuentro con el Mesías, como respuesta vital a la pregunta planteada. Podríamos decir que es una catequesis que acompaña a los catecúmenos hasta facilitarles la adhesión a Cristo. Conviene precisar la progresión de esta pregunta fundamental sobre los diversos aspectos de la identidad de Jesús expuestos por Marcos: 1.- Primero la gente se pregunta quién es Jesús, frente a su autoridad, su doctrina y su poder respecto de los espíritus malos (Cf. Marcos 1, 22,27) 2.- Además son los mismos ―demonios‖ (en el lenguaje de Marcos) quienes proclaman la identidad de Jesús (Cf. Marcos 1, 24; 3,11; 5,6-7). Este detalle es muy importante para Marcos: la acción de Jesús que libera al hombre de la esclavitud del demonio, es un aspecto revelador de su identidad mesiánica (Cf. Marcos 1,2328. 39; 3,11.15; 5,1-17; 7,24-30; 9,16-29). 3.-Cuando Jesús manifiesta su poder frente a las enfermedades y su capacidad de perdonar los pecados, la gente se pregunta: ¿Quién es éste, que perdona los pecados? (Cf. Marcos 2,5-10).

4.-Luego son los maestros de la Ley y los fariseos quienes se hacen la misma pregunta ante la actitud de Jesús para con los publicanos y pecadores. (Cf. Marcos 2,15-16). 5.- También sus propios discípulos se preguntan quién es Jesús cuando El muestra su poder sobre la naturaleza (Cf. Marcos 4,35-41). 6.- Más adelante vuelve a plantearse el mismo interrogante; esta vez por parte de sus mismos parientes y paisanos (Cf. Marcos 6,1-4). 7.-Y, en fin, en Cesarea es Jesús mismo quien lanza la pregunta: ¿Quién dice la gente que soy yo? (Cf. Marcos 8,27-30). En la recurrencia de la pregunta sobre el Cristo, Marcos deja clara su intención de despertar en los catecúmenos y en todos sus lectores la misma profesión de fe con la que Pedro concluye la primera gran parte del Evangelio: ―Tú eres el Mesías ― (Marcos 8,29). 4.1.2. LA EXTRAÑA ACTITUD DE JESÚS: “EL SECRETO MESIÁNICO“ Es curioso constatar que a pesar de la insistente pregunta sobre su identidad, Jesús no sólo evita dar respuestas directas, sino que incluso, a quienes le conocen o creen conocerlo, les prohíbe revelar su identidad : al endemoniado que lo reconoce, por ejemplo ( Marcos 1,2426), a los demonios que expulsa (Cf. 1,34), al leproso que sanó (Cf. 1,44), a los espíritus impuros que pregonaban a gritos su identidad (Cf. 3,11-12), a los testigos de sus milagros también les pide silencio (Cf. 5,43 ; 7,36 ), y finalmente, a sus discípulos les prohíbe igualmente divulgar su profesión de fe (Cf. 8,30; 9,9). Los estudiosos de la Biblia llaman ―secreto mesiánico‖ a esta actitud de Jesús. Pero antes de intentar comprender el porqué de este secreto en Marcos, es necesario notar que en el Evangelio estas consignas de silencio son constantemente violadas y que, a pesar de las órdenes que da Jesús, las personas hablan y divulgan aquello que el Señor les pedía callar. (Cf. Marcos 1,44; 7,36). Ahora sí, a manera de respuesta al por qué del secreto mesiánico, podemos formular dos precisiones: 1.- Puede ser que Marcos quisiera acentuar la fuerza del poder de Jesús, por encima de toda voluntad de mantenerla escondida. Es decir que, a pesar de que Jesús no lo quiera, su gloria es tan grande y luminosa que no puede permanecer escondida. 2.- Pero, a la luz de todo el evangelio de Marcos, la actitud de Jesús se explica mejor con su elección ―mesiánica‖ de recorrer el camino no de la gloria sino de la humillación y de la cruz, porque era por esa senda que se debía realizar la salvación de la humanidad. 4.1.3. EL RECHAZO DE LA IDENTIDAD DE JESÚS Frente a la maravilla y asombro que produce en la gente la manifestación de Jesús, a través de sus actitudes y milagros, Marcos presenta otra realidad: no todos aceptan a Cristo como el Mesías. En efecto, frente a la personalidad de Jesús que se va revelando progresivamente, el hombre se siente avocado a definirse: aceptarlo o rechazarlo. Al fin y al cabo Jesús respeta la libertad humana; no obliga a nadie a adherirse a su causa.

Cuando la enseñanza del Señor supera el horizonte de lo extraordinario y maravilloso para proponer también el camino del sacrificio, de la renuncia y del calvario, es entonces cuando muchos lo abandonan (Cf. Marcos 10,22). Y es esto lo que encontramos en el relato evangélico de Marcos: Jesús comienza su ministerio rodeado por grandes multitudes, pero poco a poco se va reduciendo el círculo de sus discípulos, hasta limitarse solamente al grupo de los Doce, porque la incomprensión de su doctrina y persona conduce a muchos al rechazo (Cf. 2,16.24; 3,6.21; 5,17.40). 4.2.

SEGUNDA PARTE: CAPITULOS 9-16

4.2.1. CAMINO HACIA LA CRUZ Después de La confesión de fe de Pedro (Marcos 8,27-30), Marcos realiza notables cambios en su relato: disminuye la narración de milagros; aumenta las enseñanzas de Jesús, quien se va dirigiendo a un círculo cada vez más pequeño; y, ante todo, se enfatiza no tanto el aire triunfal del mesianismo que los discípulos esperaban, sino más bien, el ―camino hacia Jerusalén‖, es decir, se hace presente el anuncio repetido de la pasión (Cf. 8,31; 9,9-10.30 ; 10,32-34). La segunda parte del evangelio comienza precisamente con un nuevo estilo de enseñanza por parte de Jesús, el cual pone de manifiesto su camino hacia el padecimiento, el rechazo, la crucifixión y la resurrección. Ante este misterio de su muerte cercana, Marcos subraya con grande fuerza dramática la incomprensión de los hombres; incluso de los más cercanos, a quienes les es difícil aceptar esa dimensión mesiánica, y lo abandonan en el momento supremo de la cruz. (Cf. 8,33; 9,32; 14,66-72). Desde el final del capítulo 8 en adelante, Marcos reúne en síntesis los puntos principales de la enseñanza de Jesús para el discípulo que quiera seguirlo: 1.- ―El que quiera seguirme, que tome su cruz....‖ (8,34-38). 2.- ―Quien quiera ser el primero, que se haga el último y el servidor.....‖ (9,35; 10,42-45). 3.- ―El Reino de Dios es para quienes se asemejan a los niños...‖ (10,13-16). 4.- El Maestro comprende la ignorancia de sus discípulos, y en diálogo amistoso les explica los secretos del Reino (Cf. 9,11-13. 16-29.38-41; 10,2-12.28-31; 11,20-33; 12,28-34). 5.- Les instruye sobre el fracaso del ―Hijo de David ― en Jerusalén, para que su pasión no los tome desprevenidos (Cf. 12,1-12). 4.2.2. LA PASIÓN En Marcos, el relato de la pasión ocupa un amplio espacio del libro, que incluso podría llegar a parecer desproporcionado respecto del resto del evangelio; pero esto no es por casualidad; al contrario, expresa la clara intención de hacer comprender que es en la pasión y en la muerte donde Jesús revela abiertamente su identidad del Hijo de Dios y Mesías. Y los capítulos precedentes habían ya preparado el camino: el viaje apostólico de Jesús llega a su meta en Jerusalén. Cuando Marcos insiste en la subida del Maestro a la Ciudad Santa, lo que hace es remarcar dramáticamente que todo el sentido de la vida y misión de Cristo se orienta a la Cruz como a su centro. Podríamos, entonces, decir que Marcos es ―el evangelio de la cruz―, porque es ante la cruz que el catecúmeno (y cada uno de nosotros) está llamado a profesar el auténtico

acto de fe. Es en la Cruz donde se descubre la verdadera identidad del Mesías, un Mesías Rey y Señor que se entrega y sacrifica (Cf. Marcos 15,2ss) y que es reconocido por los paganos: ―¡Verdaderamente éste era el Hijo de Dios ¡‖ (Marcos 15,39). 5. CONCLUSION DEJÉMONOS INTERPELAR POR MARCOS: Al finalizar este sencillo y breve encuentro con el evangelio de Marcos, debemos sentirnos invitados a leer y meditar con calma todo el relato, asumiendo la actitud del discípulo, del catecúmeno que se deja guiar por el Maestro Divino hacia las fuentes de la fe. Rehagamos también nosotros este itinerario de fe que Marcos propone a los primeros cristianos. Y para que el evangelio de Marcos nos conduzca a una profesión de fe madura en Cristo Jesús, procuremos leerlo teniendo en cuenta las siguientes sugerencias: 1.- Leer a Marcos a la luz de Jesús viviente. Toda la actividad de Jesús se proyecta como la presencia viva del Hijo de Dios entre nosotros: es hoy cuando Jesús vive, enseña, llama y se revela. El tiempo presente utilizado por Marcos nos puede ayudar a comprender que Jesús no es una realidad del pasado, sino una persona que sigue viviendo y actuando. 2.- Procurar descubrir la presencia de Jesús en medio de nosotros, en nuestras realidades cotidianas. Él nos anima como Maestro que es, y nos convoca al compromiso de ser misioneros para extender su obra liberadora y salvífica en nuestro mundo. 3.- Valorar las enseñanzas de Jesús incluso en medio de las contradicciones, las cruces, el rechazo, es decir, dar valor salvífico al sufrimiento y comprender que en el servicio a los demás y en dar la vida como Jesús es donde mejor se demuestra y acrisola nuestra fe.

XII.

SAN MATEO: EL EVANGELIO DEL REINO DE DIOS

El primer libro que encontramos al comienzo del Nuevo testamento es el relato evangélico según San Mateo, que ahora nos proponemos conocer mejor, aunque sea de manera breve y sencilla. 1. ¿QUIEN ERA MATEO? La tradición cristiana identifica al autor de este primer evangelio (según el canon bíblico), con Mateo, el Publicano, uno de los doce Apóstoles del Señor, llamado también Leví (Cf. Marcos 2,14; Lucas 5,27; Mateo 9,9). Mateo era un recaudador de impuestos o empleado de Hacienda, probablemente a órdenes de Herodes Antipas; desempeñaba su mal visto oficio en Cafarnaúm, donde fue llamado por Jesús a hacer parte de sus seguidores más cercanos. Su inmediata y generosa respuesta a la invitación del Maestro son proverbiales; ―Leví, dejándolo todo, se levantó y lo siguió‖ (Lucas 5,28). Sabemos, por los datos que aporta el evangelista Marcos, que Mateo era hijo de Alfeo (Cf. Marcos 2,14), hombre seguramente conocido por las primeras comunidades cristianas.

Algunos autores sostienen que probablemente era pariente de Santiago el menor y que, por lo tanto, pertenecía a un círculo familiar cercano a Jesús. Por su oficio de cobrador de impuestos es fácil deducir que gozaba de una cierta solvencia económica y de una suficiente preparación cultural, en cuanto que cobrar los impuestos para el rey exigía saber hablar y escribir tanto en arameo como en griego. Aparte de estas informaciones, no sabemos más detalles de la vida de Mateo, ni de su actividad apostólica después de Pentecostés. Mientras algunas fuentes antiguas afirman que Mateo no murió martirizado, otras fuentes menos consistentes describen los largos padecimientos de su supuesto martirio: lapidado, quemado y decapitado en Etiopía. 2. ¿QUIÉN FUE EL AUTOR DEL EVANGELIO? La tradición cristiana creía que el autor de este relato evangélico era el mismo apóstol Mateo, apoyándose en testimonios de Papías y de San Ireneo. En efecto, Papías, obispo de Hierápolis, escribió hacia el año 130, afirmando que Mateo escribió en hebreo (= arameo) las palabras del Señor. Por su parte, San Ireneo, hacia el año 180 decía también que Mateo había escrito su evangelio en hebreo, en la época en que Pedro y Pablo predicaban en Roma. Según esto, Mateo habría escrito el primer evangelio, y en lengua hebrea o aramea. Sin embargo, el ―evangelio de Mateo‖ que encontramos en nuestras Biblias fue escrito seguramente en lengua griega, y además, como ya lo habíamos mencionado anteriormente, es claro que Mateo y Lucas dependen de Marcos, que fue el primero en escribirse. Esta situación parece resolverse de manera sencilla aceptando que Mateo escribió sí un primer texto en hebreo que luego se perdió, pero hubo un autor desconocido (redactor final del evangelio) que, teniendo como fuente el original evangelio de Mateo en hebreo, lo tradujo al griego y le agregó elementos de otras fuentes, particularmente discursos y parábolas del Señor, que no hacían parte del escrito anterior en hebreo, y se conforma de esa manera el libro que entró a formar parte del canon del Nuevo testamento. 3. ¿QUÉ FUENTES ESTÁN A LA BASE DEL RELATO EVANGÉLICO DE MATEO? El redactor final del evangelio que llamamos ―de Mateo‖, compuso su relato a partir de tres fuentes, a saber: 3.1.- EVANGELIO DE SAN MARCOS: aproximadamente la mitad del evangelio de Mateo tiene su origen en el relato de Marcos; de él tomó el trazado general de los hechos, aunque se permite retocarlos o abreviarlos según sus objetivos propios. 3.2.- “ FUENTE Q”: es el nombre que los especialistas dan al escrito original del apóstol Mateo, se trata de aquel escrito en hebreo ( o arameo), llamado por Papías ―las palabra de Jesús‖, que es una colección de discursos de Jesús, desconocida por Marcos, pero en cambio usada también por Lucas. Aproximadamente una cuarta parte del evangelio está tomada de esta fuente ―Q‖ o ―primer Mateo‖ . 3.3.- Otras informaciones propias, que constituyen el material propio y original del redactor final de Evangelio de Mateo.

4. CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL EVANGELIO DE MATEO 4.1.

LUGAR Y FECHA DE COMPOSICIÓN

Acerca del lugar de composición de este relato evangélico, según algunos autores, proviene de un ambiente palestinense; otros en cambio, ubican su origen en el contexto geográfico sirio, podrí haber sido escrito en la capital de Siria, es decir, Antioquia, en una fecha cercana al año 80 D.C., si pensamos en el evangelio tal como ya lo tenemos hoy en el canon. Si se piensa en el primer relato escrito en arameo, la fecha habría que ubicarla en las proximidades del año 64 D.C.

4.2.

DESTINATARIOS:

El evangelio de Mateo, como los demás, nació en el contexto de una comunidad cristiana viva, con el propósito de responder a las necesidades y circunstancias concretas de esa comunidad. Ahora bien, por el estilo, lenguaje y contenido del relato, podemos afirmar que dicha comunidad cristiana era ciertamente de origen judío, marcada profundamente por las tradiciones y mentalidad judías. En efecto, aunque la redacción canónica está escrita en griego, el evangelista razona y articula su escrito según la mentalidad hebraica: hace frecuentes referencias a la Ley y los Profetas y a las costumbres judías. Sin embargo, aunque el evangelista tiene claro el carácter judaico de la comunidad destinataria de su relato, no por ello pierde de vista que es, sobre todo, comunidad cristiana, y por eso no teme afrontar la polémica contra los fariseos y contra el pueblo judío en general, porque le interesa presentar a Cristo como el que viene a dar cumplimiento y perfección a la Ley; la novedad de Cristo y su Reino supera la estrechez y limitaciones de las tradiciones judías (Cf. Mateo 23,1-39). 4.3.

OBJETIVO FUNDAMENTAL:

El evangelio de Mateo se propone testimoniar que Jesús es el Mesías prometido, es el nuevo Moisés; que en Él se da pleno cumplimiento a las profecías y anuncios del Antiguo Testamento, que Él es el Rey prometido. Mateo ubica la vida y obra de Jesús en el contexto de la Historia de la Salvación, por eso son tan frecuentes sus referencias y citas del Antiguo Testamento. El Reino de Dios se hace presente en la historia humana, por medio de Cristo, para darle plenitud y salvación, y en ese Reino, Jesús es el nuevo Moisés que promulga la nueva Ley del amor. Este anuncio el evangelista lo dirige primeramente al pueblo de Israel, pero como éste lo rechaza, la invitación a la salvación pasa a los paganos y se hace así universal, bajo el concepto de Reino de Dios: plenitud de vida y salvación para todos.

4.4.

ESTILO LITERARIO:

Como ya quedó indicado anteriormente, el estilo literario de este relato evangélico está penetrado de la mentalidad judía. Son muy constantes los ―semitismos― usados por Mateo, es

decir, refiere abundantes expresiones hebraicas y hace frecuentes citaciones del Antiguo Testamento (Cf. Mateo 1,23; 2,18; 4,4; 6,8.15; 11,10; 12,7.18-21). Su manera de escribir privilegia la brevedad y claridad, cuando se refiere a los hechos, mientras que se detiene y da mucha amplitud a los discursos de Jesús: son 5 los grandes discursos que Mateo pone en boca de Jesús para presentarlo como Nuevo Moisés, Nuevo Legislador y Maestro, fundador del Nuevo Reino. Precisamente estos discursos son lo más original de Mateo y son elaborados técnicamente a partir de las enseñanzas originales de Jesús. 4.5.

ESTRUCTURA DEL EVANGELIO:

La presencia de los cinco grandes discursos de Jesús (Mateo 5-7; 10; 13; 18 y 24-25) y el centralismo del tema del Reino de Dios, nos permiten comprender y apreciar mejor el modo como Mateo quiso articular su evangelio. En este mismo sentido, es muy interesante la estructura que nos ofrece la ―Biblia de Jerusalén‖, que a continuación nos permitimos transcribir: 1.- INTRODUCCIÓN Nacimiento e infancia de Jesús: Mateo 1,1-2,23. 2.- LA PROMULGACIÓN DEL REINO DE LOS CIELOS: 1.-Sección narrativa: Mateo 3,1-4,25 2.-Discurso evangélico (Sermón de la montaña): Mateo 5,1-7,29 3.- LA PREDICACIÓN DEL REINO DE LOS CIELOS: 1.-Sección narrativa (Diez milagros): Mateo 8,1-9,38 2.-Discurso apostólico: Mateo 10,1-42 4.- EL MISTERIO DEL REINO DE LOS CIELOS 1.-Sección narrativa: Mateo 11,1-12,50 2.-Discurso parabólico (= en parábolas): Mateo 13,1-52 5.- LA IGLESIA, PRIMICIA DEL REINO DE LOS CIELOS 1.-Sección narrativa: Mateo 13,53-17,23 2.-Discurso eclesiástico: Mateo 18,1-35 6.- EL PROXIMO ADVENIMIENTO DEL REINO DE LOS CIELOS 1.-Sección narrativa: Mateo 19,1-23,39 2.-Discurso escatológico: Mateo 24,1-25,46

7.- CONCLUSIÓN: Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús: Mateo 26,1-28,20 Este esquema, estructurado en 7 partes (teniendo en cuenta la importancia de este número en el contexto bíblico, como sinónimo de perfección), nos ayuda a comprender mejor cómo Mateo nos ofrece una catequesis integral acerca de la vida y enseñanza de Jesús Maestro, bajo la óptica del Reino que fue objetivo fundamental de su misión, y por lo tanto de la misión de la Iglesia. 5. MENSAJE CENTRAL DEL EVANGELIO DE MATEO 5.1.

LA INFANCIA DE JESÚS (Mateo 1-2)

El evangelista en los dos primeros capítulos de su relato nos ofrece una serie de noticias acerca de la infancia de Jesús, con el propósito de sugerir una reflexión teológica sobre el misterio de Cristo. Así pues, los 5 breves relatos que comprenden estos capítulos y sus respectivas citas del Antiguo Testamento, son una presentación de Jesús como el descendiente de Abraham y de David (Cf.1, 1ss), ―el Dios-con-nosotros‖ (Cf.1, 23) y el Nuevo Moisés (Cf.2, 6.15). 5.1.1. LA GENEALOGÍA DE JESÚS (Mateo 1,1-17). Desde el comienzo de su evangelio, Mateo deja ver su preocupación de mostrar que Jesús es el Mesías anunciado por las Escrituras, el verdadero descendiente de Abraham e Hijo de David, por eso presenta una ―genealogía de Jesús ―, que equivaldría a su carta de identidad y de pertenencia al Pueblo escogido, Mateo da importancia al valor simbólico de los números, por eso, los 42 nombres que presenta en dicha ―genealogía‖ vienen repartidos en 3 grupos de 14: el 3 representaría la plenitud de los tiempos y el 14 es el número simbólico de David, porque corresponde a la suma de la equivalencia numérica de las consonantes de su nombre hebreo (D, W, D = 4+6+4 = 14). 5.1.2. SAN JOSE EN LA HISTORIA DE LA SALVACIÓN (Mateo 1,18-25). Mientras que Lucas es el cantor de María en el misterio de la infancia de Jesús, Mateo es el cantor de la misión de José en el plan salvífico, por eso nos lo presenta como ―el hombre justo‖, obediente al proyecto de Dios, encargado además de ―dar el nombre‖ a Jesús. El Dioscon-nosotros entra en la historia humana con la participación silenciosa pero activa de José, y gracias a él se pueden establecer las ―raíces davídicas‖ del Mesías y su identidad social dentro del Pueblo de Israel. 5.1.3. JESÚS: NUEVO MOISÉS Y NUEVO REY (Mateo 2). El relato de los ―magos venidos de Oriente‖ sirve a Mateo para establecer la oposición entre Jesús, nuevo Rey anunciado y esperado desde antiguo, con el Rey Herodes. El Reinado de Cristo es muy distinto de aquel de los reyes de este mundo, por eso es frecuentemente

rechazado por los propios judíos, y en cambio aceptado por los ―paganos‖ (= no judíos), representados en los famosos ―magos‖ (Cf.2, 1-12). Ahora bien, éste y otros detalles de la infancia de Jesús sugieren un paralelismo entre Jesús y Moisés: como en el caso de Moisés, también Jesús logra escapar de la matanza ordenada por Herodes, circunstancias similares (Cf. Éxodo 1,15-16 y Mateo 2,16) Este paralelismo continuará a lo largo de todo el evangelio, así por ejemplo, los 5 grandes discursos de Jesús evocan los 5 libros de la Ley (Pentateuco) atribuidos a Moisés, y el relato de la transfiguración presentará claramente a Jesús como el nuevo Moisés (Cf. 17,1-4) 5.2.

EL SERMÓN DE LA MONTAÑA (Mateo 5-7).

Jesús, el Maestro, nos da la gran noticia: ¡ Ha llegado el Reino de Dios ¡. Es hora de entrar en él viviendo la nueva Ley propuesta por Cristo, para ser sal de la tierra y luz del mundo, confiando en la providencia de Dios y apoyados en la oración. 5.2.1. EL PROGRAMA DE VIDA: LAS BIENAVENTURANZAS (Mateo 5,1-12) El estilo de vida de quienes desean participar del Reino de Dios, debe estar decididamente animado por los valores propuestos por Jesús en las ―Bienaventuranzas‖: solidaridad, justicia, pureza de corazón, misericordia. Dichos valores, asimilados por los seguidores de Cristo, se deben convertir en ellos en actitudes y modos habituales de pensar y actuar; que les permita ser colaboradores en la construcción del Reino, sal, luz y testimonio de santidad para el mundo (Cf. 5,13-16). . 5.2.2. JESÚS INTERIORIZA LA LEY Y EDUCA EN LOS NUEVOS VALORES (Mateo 5,17- 7,29) . Jesús promulga la nueva Ley del Amor que debe modelar la existencia cristiana, y recuerda a sus discípulos la necesidad de confiar absolutamente en la providencia misericordiosa del Padre del cielo. Esta confianza se debe también expresar en la oración perseverante, como diálogo de amor con el Padre que nos hace a todos hermanos. El cristiano es convocado por Jesús a realizar en su vida el ideal de bondad y perfección del Padre celestial, y los frutos de este proceso deben ser concretos y eficaces. 5.3.

LOS SIGNOS DEL REINO (Mateo 8-9)

Jesús no es sólo poderoso por su Palabra, lo es también por sus obras: los diez milagros que narra Mateo en esta sección son signos concretos de la acción liberadora de Cristo, y por lo mismo, son signos de que el Reino de Dios ya está dinámicamente presente en la historia humana. De otra parte, los signos milagrosos de Jesús revelan su predilección por quienes eran marginados o despreciados por el sistema social judío: los leprosos (cf.8, 2-4), los extranjeros (Cf.8, 5-13), las mujeres (Cf.8, 14-15), los pecadores (Cf.9, 9-13). De este modo, Jesús no sólo predica la Buena Nueva del Reino, sino que también realiza y hace presente dicho Reino a través de sus obras a favor de los necesitados: ―Jesús... proclamaba la Buena Nueva del Reino y sanaba todas las enfermedades y dolencias‖ (Mateo 9,35).

5.4.

EL REINO DE DIOS EN PARÁBOLAS ( Mateo 13)

A este punto del evangelio, muchos lectores se habrán ya preguntado ¿qué es, entonces, el Reino de Dios ¨? La respuesta la da Jesús, pero no de un modo explícito, sino por medio de parábolas; con ellas busca introducirnos en el misterio del Reino y clarificarnos aquello que implica para nuestro ser y que-hacer de cristianos. En efecto, la soberanía de Dios se manifiesta ante todo, en la realización de su plan salvífico, que prevé la plenitud de vida y libertad para el hombre, la justicia, igualdad y fraternidad social, y que teniendo su inicio en esta vida, tendrá su realización plena en la otra. Mateo recoge en 7 parábolas los aspectos esenciales y característicos del Reino: el Reino es como una semilla que Dios esparce generosamente en nuestro mundo, en espera de encontrar corazones generosos que la acojan y le permitan germinar y producir su fruto liberador (Cf. 13,1-23); el crecimiento de dicha semilla del Reino puede ser obstaculizada por las fuerzas del mal, pero al final fructificará en todo caso, por obra de Dios (Cf. 13,24-30); el Reino va actuando lenta pero eficazmente, dando sentido a la historia humana (Cf. 13,31-35); el Reino tiene valor extraordinario en sí mismo, y por eso vale la pena sacrificar alegremente todo para conseguirlo (Cf. 13,44-46); el Reino es una invitación universal a la salvación y no privilegio de unos pocos, pero es a la vez propuesta de santificación para no ser excluidos de él al final de los tiempos (Cf. 13,47-50). 5.5.

LA IGLESIA: COMUNIDAD AL SERVICIO DEL REINO (Mateo 14-18)

Entre aquellos que aceptan su anuncio del Reino, Jesús elige a quienes serán fundamento de su Iglesia: Pedro y los demás Apóstoles, y los va formando cuidadosamente para la misión que les confía de ser servidores de la causa del Reino. La Iglesia, desde su origen y por voluntad del mismo Cristo, está llamada a predicar y hacer presente el Reinado de Dios. Es una comunidad que por ser humana debe estar en proceso permanente de conversión, debe ir creciendo en comunión, en capacidad de perdón y solidaridad, para que su testimonio ante el mundo sea creíble y eficaz. 5.6.

LA VENIDA DEL HIJO DEL HOMBRE (Mateo 24-25)

Inspirado en Daniel y Zacarías, y en el evangelio de Marcos (Cf. Daniel 7-11; Zacarías 13 y Marcos 13), Mateo ofrece este último grande discurso de Jesús en el cual se refiere simultáneamente a la caída de Jerusalén y al final de los tiempos, por eso se le llama discurso ―escatológico‖, porque trata de las últimas realidades. La venida de Cristo Glorioso (segunda venida o ―parusía‖), es un hecho cierto pero del cual no se conoce el día ni la hora (Cf. 24,4-6.36), por eso se hace necesaria la actitud de la vigilancia; una vigilancia activa y perseverante que implica compromiso en la construcción de un mundo mejor.. La segunda venida de Cristo no debe ser motivo de angustia sino de esperanza, porque coincidirá con la plena realización del Reino y la consumación de toda la historia de Cristo. La exhortación con la cual termina Mateo esta parte, nos remite a la esencia misma del cristianismo, recordándonos que la mejor manera de estar preparados ante el final de los

tiempos es la vivencia concreta del amor cristiano. Nuestra salvación dependerá de la capacidad que hayamos desarrollado para percibir la presencia de Cristo en los hermanos que sufren, en los pobres y necesitados: ellos son sacramentos de Cristo que nos urgen a la solidaridad y a la justicia. (Cf. Mateo 25,31-46).

5.7.

EL MISTERIO PASCUAL INAUGURA EL REINO (Mateo 26-28)

En la Pasión, Muerte y Resurrección Jesús realiza el Reino en su persona. Mateo pone de presente, con frecuentes referencias al Antiguo Testamento, que Cristo es el justo perseguido, el Siervo sufriente de Yahvé en el que se cumplen las profecías antiguas, pero, al mismo tiempo, hasta su final terreno Jesús aparece como el Señor de su destino, quien voluntaria y libremente cumple su misión para inaugurar en sí mismo el Reino, y por eso lleva hasta sus últimas consecuencias la obediencia al Plan de Dios. CONCLUSIÓN: El Jesús Maestro presentado por Mateo nos enseña el camino para entrar en el Reino y desde allí trabajar para que éste se extienda a toda la humanidad. Nosotros, como buenos discípulos, hemos de abrir nuestra mente, nuestra voluntad y nuestro corazón para recibir su doctrina de vida que nos compromete en el servicio de nuestros hermanos. Cuando venga la plenitud del Reino al final de los tiempos, el amor fraterno nos dará el pasaporte a la eterna felicidad: ―En el ocaso de la vida seremos juzgados sobre el amor ― (San Juan de la Cruz).

XIII.

SAN LUCAS: ALEGRE ANUNCIO DE LA SALVACIÓN UNIVERSAL

Los invitamos, amigos lectores, a realizar con nosotros una pequeña ―caminata‖ a través del interesante mundo del Evangelio, bajo la guía magistral de Lucas. Ya anteriormente nos hemos dejado acompañar por Marcos y Mateo, y esperamos próximamente contar también con la presencia de Juan, pero estamos seguros de la especial fascinación que Lucas provocará en nuestro ánimo, en beneficio del crecimiento y revitalización de nuestra fe. Antes de empezar esta breve aproximación al evangelio según San Lucas, conviene que tengamos en cuenta un hecho importante: el relato evangélico de Lucas es la primera parte de una única obra que comprende también el libro de los Hechos de los Apóstoles. En efecto, podemos decir que Lucas escribió su obra en dos volúmenes complementarios entre sí, o sea, el Evangelio y los Hechos, que deben ser considerados en conjunto, para poder comprender acertadamente la intención histórica y teológica de la obra escrita por San Lucas. 1. ¿QUIEN ERA SAN LUCAS?

En sus mismos escritos y en las cartas de San Pablo encontramos algunos datos que nos permiten reconstruir modestamente el perfil biográfico del tercer evangelista que, entre otras cosas, es el único evangelista de origen pagano o gentil (= no judío). Lucas nació en Antioquia de Siria, en fecha incierta. Desde corta edad recibió una sólida formación intelectual, y posiblemente también desde joven se convirtió a la fe cristiana, hacia el año 40 de nuestra era. Era médico de profesión (cf. Colosenses 4,14) y colaborador muy cercano y apreciado de San Pablo (Cf. 2 Timoteo 4,11; Filemón 24). De hecho, según sus propias narraciones en los Hechos de los Apóstoles, se sabe que acompañó al apóstol Pablo en su segundo y tercer viaje misionero, propagando con él la luz de la Buena Nueva (Cf. Hechos 16,10-17; 20,5-15; 21,1-18; 27,1-28,6). También estuvo cerca de Pablo en los difíciles momentos de su cautiverio, primero en Cesarea y luego en Roma, manifestando siempre un grande espíritu de servicio y de fidelidad (Cf. Filemón 24; Hechos 27,1ss; 2 Timoteo 4,11). Su notable cultura y preparación intelectual las pone al servicio de la evangelización de todos los pueblos, a partir del ambiente helenístico (= griego) del que provenía, y por eso, aunque no conoció directamente al Señor Jesús, recibió la predicación de los Apóstoles y cual agudo investigador se propuso elaborar una ―relato ordenado― de los acontecimientos que están a la base de nuestra salvación. (Cf. Lucas 1,3-5). Después de la muerte de San Pablo no sabemos a ciencia cierta lo que haya hecho Lucas, sin embargo, algunas tradiciones afirman que habría muerto en Acaya (Grecia), a una edad aproximada de 84 años. Luego, el emperador Constantino trasladó sus reliquias a Constantinopla, en el año 357. En todo caso, la Iglesia lo venera como mártir. 2. ¿DE QUÉ FUENTES SE SIRVIO LUCAS PARA SU RELATO EVANGELICO? Acerca de las fuentes que sirvieron a Lucas en la composición de su evangelio, él mismo nos da un dato interesante en los primeros versículos de su relato: ―Puesto que muchos emprendieron la tarea de contar los sucesos que nos han acontecido, tal como nos lo transmitieron los primeros testigos presenciales, puestos al servicio de la Palabra, también yo he pensado, ilustre Teófilo, escribirte todo por orden y exactamente....‖(Lucas 1,1-3).De aquí resulta que el evangelista ha utilizado tanto fuentes orales como documentos escritos. 2.1.

FUENTES ORALES

Lucas no nos da el nombre de sus fuentes orales, pero a partir de lo que conocemos de su vida, podemos deducir que seguramente una de sus más importantes fuentes orales, fue el propio San Pablo, con el cual compartió la fe, el tiempo y las fatigas apostólicas. Los otros apóstoles, muy posiblemente, fueron también fuentes orales de Lucas; y, dada la amplitud y riqueza de detalles que él ofrece acerca de la infancia de Jesús, se podría también pensar en la posibilidad de que Lucas hubiese tenido contacto directo incluso con la Virgen María, la cual, además, ocupa un puesto muy especial en su relato evangélico. En todo caso, lo que si

es cierto es que Lucas tuvo el interés y la oportunidad de conocer muchos testigos oculares de la vida y enseñanza de Jesús. 2.2.

FUENTES ESCRITAS:

Junto a los testimonios orales, Lucas se sirvió también de documentos escritos que circulaban en las comunidades cristianas de su tiempo. La principal fuente escrita que está en el transfondo de Lucas es el evangelio de Marcos, la segunda es la llamada ―fuente Q―, de la cual ya habíamos tratado cuando nos referíamos a las fuentes del evangelio según San Mateo (= escrito original del apóstol Mateo, llamado también ―las Palabras de Jesús―, o ―el primer Mateo―). Con el propósito de ―investigarlo todo‖ y ―hacer un relato ordenado‖, Lucas conserva un grande respeto por el material que le proporcionan sus fuentes, pero al mismo tiempo, con delicadeza y buen gusto literario, introduce cambios y detalles en función del mensaje que él quiere dar a sus comunidades; de esta manera, resulta um escrito com estilo próprio, definido y elegante, según la sensibilidad propia de Lucas. 3. CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL EVANGELIO DE LUCAS 3.1.

LUGAR Y FECHA DE COMPOSICIÓN

Lo más probable es que Lucas haya escrito su evangelio alrededor del año 80 D.C., en todo caso después del 70, porque se puede percibir que tiene ya noticia de la destrucción de Jerusalén, pero no de la persecución por parte de Domiciano. No hay certeza acerca del lugar en el que Lucas escribe su relato evangélico, sin embargo, se suele mencionar Antioquia de Siria como escenario geográfico de la composición de este evangelio. 3.2.

DESTINATARIOS:

Al comenzar tanto su relato evangélico como aquel de los Hechos de los Apóstoles, Lucas menciona un tal ―Teófilo‖ como destinatario inmediato de sus escritos (Cf. Lucas 1,3 y Hechos 1,1). Hay quien piensa que este Teófilo pudiera haber sido un amigo o protector del evangelista al cual le dedica sus libros; otros, en cambio, sugieren la posibilidad de que ―Teófilo‖ fuera un nombre simbólico que representa la comunidad helenística a la cual se dirige Lucas. De hecho, Teófilo es un nombre netamente griego que significa ―amante de Dios‖, con lo cual el evangelista estaría dando universalidad y amplitud a las características de sus destinatarios: todo aquel que se sienta amigo de Dios está invitado a recibir su mensaje. Lo que resulta claro es que la comunidad que constituye punto de referencia de Lucas es una comunidad cristiana de carácter helenístico, pagano. Así, por ejemplo, el evangelista omite algunos temas netamente judíos que su comunidad no entendería, como lo referente a los ritos de purificación que debían cumplir los judíos (Cf. Marcos 7,1-23, que no aparecen en Lucas), o evita incluir detalles que pudieran ofender la sensibilidad del pueblo no judío, y suaviza las escenas violentas y las manifestaciones de emociones muy intensas, con lo cual aparece evidente el respeto de Lucas hacia la cultura de sus lectores paganos. 3.3.

OBJETIVO FUNDAMENTAL:

También en este aspecto, es el propio Lucas quien nos ayuda a comprender el objetivo fundamental que lo movió a escribir su relato; en efecto, nos dice en los primeros versículos lo que se propone: ―Así comprenderás con certeza las enseñanzas que has recibido‖ (1,4). De este modo, Lucas se revela como historiador cuidadoso y como evangelista animado por la fe, en cuanto que no sólo quiere narrar una historia, concienzudamente y con conocimiento de causa, sino que desea ante todo hacer explícita la relación existente entre aquello que narra y ―los testigos‖ que fueron también ―ministros de la Palabra‖, y así dar el más válido fundamento a la fe de los cristianos. Cuando Lucas compone su ―relato ordenado‖ (no necesariamente en el sentido cronológico), desea comunicar el mensaje de la vida, obra y doctrina de Jesús, pero no al modo de un biógrafo o periodista moderno, sino como un ―evangelista―, es decir, como un testigo y comunicador del mensaje de la salvación universal. 3.4.

ESTILO LITERARIO:

Cuando leemos pausadamente el relato de Lucas, nos damos cuenta de que, aunque narre los mismos hechos que los demás sinópticos (Mateo y Marcos), lo hace con una sensibilidad, estilo y perspectivas originales, de acuerdo con su propia personalidad y preparación, y de acuerdo también con las características particulares de su comunidad de origen. Lo primero que hay que tener en cuenta es que Lucas escribió su evangelio en griego, y con un estilo muy elegante y al mismo tiempo sencillo, fácil de comprender. Su obra revela un escritor culto que posee óptimo dominio de la lengua griega. Otra característica de su estilo la detectamos en su delicada sensibilidad, en su atención a los detalles, en su amor a la precisión. Lucas, por ejemplo, nos da algunos particulares de personas y sus reacciones sicológicas: duda, admiración, deseo, asombro, aspiraciones, etc. (Cf. Lucas 3,15; 4,14; 9,43; 11,1; 13,1; 17,20; 18,1; 19,11...). Además, consciente del origen y carácter griego de su comunidad, evita el uso de términos hebreos, que sí aparecen en los otros evangelistas, sobre todo en Mateo, como ―Abba‖, ―Boanerges‖, ―Effeta‖, ―hosanna‖, etc. Ya en su estilo literario aparece un aspecto que tendrá grande importancia desde el punto de vista teológico: la universalidad. A lo largo de toda su narración es clara esta amplitud de horizontes que rebasan el estrecho mundo judío, característica ésta que seguramente asimiló y compartió con su maestro y compañero San Pablo, llamado justamente ― el Apóstol de los gentiles‖ . 3.5. PLAN Y ESTRUCTURA DE LA OBRA: 3.5.1. PLAN GENERAL DE LA OBRA: Como lo hacen Marcos y Mateo, también Lucas organiza todo su material según un plan bien pensado y estructurado, que podemos llamar ―plan lucano‖, en el cual debemos necesariamente considerar también el libro de los Hechos de los Apóstoles, que es de hecho

continuación del evangelio. Tomando en cuenta las dos obras, encontramos en el plan lucano una interesante ―macrovisión‖ de la historia de la salvación, dividida en tres partes:

1.- EL TIEMPO DE ISRAEL, o tiempo de las promesas: para Lucas, este tiempo se remite a ―Adán‖ (Cf. Lucas 3,38) y concluye con la predicación del Bautista (Cf. Lucas 3,1-17) 2.- EL TIEMPO DE JESÚS, o tiempo de la salvación: Jesús aparece al centro de la historia, para darle sentido salvífico. El misterio de la encarnación manifiesta el cumplimiento de las promesas (Cf. Lucas 2,29-32), Jesús inicia solemnemente su ministerio público (Cf. Lucas 4,16-30) y sella su misión con el misterio pascual y su ascensión (Cf. Lucas 24,50-51). 3.- EL TIEMPO DE LA IGLESIA, o tiempo del testimonio: después de la ascensión, la misión de Jesús se prolonga en el empeño de la Iglesia por extender el Reino de Dios y el anuncio salvífico a todos los pueblos, bajo la acción del Espíritu Santo (Cf. Hechos 2,1ss y 28,23-31). Junto a ese plan teológico fundamental, aparece una significativa referencia espacial, a manera de itinerario geográfico de Jesús, que es al mismo tiempo itinerario espiritual de la salvación: *.- El Evangelio de Lucas comienza en Jerusalén, centro del judaísmo (Cf. Lucas 1,525), con la figura del Bautista, que representa el paso de la Antigua a la Nueva Alianza*.- Luego la escena se traslada a Galilea, centro del mensaje de Jesús, concretamente en Nazaret, donde Jesús inaugura su vida pública (Cf. Lucas 4,4-16). *.- Desde Galilea, Jesús emprende su ―subida hacia Jerusalén‖ (Cf. Lucas 9,51; 13,22. 33; 17,11; 18,31; 19,28). *.- En Jerusalén tienen lugar los hechos centrales de la salvación: última cena, pasión, muerte y resurrección (Cf. Lucas 19,41; 22, 1-24, 12). *.- Desde Jerusalén, centro de la Buena Noticia, el Evangelio se anuncia en toda Judea (cf. Hechos 1,1-8,3) luego en Samaria (cf. Hechos 8,4) y hasta los confines De la tierra (cf. Hechos 9,28). 3.5.2. ESTRUCTURA DEL EVANGELIO DE LUCAS: Con el trasfondo del plan general de la obra, ahora sí podemos sugerir una posible división del relato evangélico de Lucas, de la siguiente manera: 1.- INTRODUCCIÓN (Lucas 1,1-4,13); preparación a la venida del Mesías, nacimiento e infancia de Jesús y preparación para su ministerio público. 2.- MINISTERIO EN GALILEA (Lucas 4,14-9,50): narración del ministerio de Jesús, desde su manifestación en Nazaret. Surge el núcleo de la futura Iglesia, con la conformación del grupo apostólico. 3.- VIAJE HACIA JERUSALÉN (Lucas 9,51-19,28): constituye la parte central del relato, con el anuncio progresivo de la Pasión, Pascua y preparación de los discípulos para la misión.

4.- MINISTERIO EN JERUSALÉN (Cf. Lucas 19,29-21,38): Jesús entra triunfalmente en Jerusalén y enseña en el Templo. 5.- ACONTECIMIENTO PASCUAL Y GLORIFICACIÓN DE JESÚS (Lucas 22,1-24,53): como Profeta auténtico, Jesús muere en Jerusalén, pero su salvación tiene alcance universal. La Resurrección y Ascensión de Jesús representan su glorificación y al mismo tiempo da paso al tiempo de la Iglesia, animada por el Espíritu Santo. 4. MENSAJE CENTRAL DEL EVANGELIO DE LUCAS: La enseñanza del Evangelio de Lucas es tan amplia y rica, que sólo leyéndola completa y detenidamente se puede apreciar su valor; en todo caso, podemos resumir algunos aspectos particulares que distinguen su mensaje de fe: 4.1.

LA MISERICORDIA INFINITA DE DIOS:

Con toda razón podríamos llamarlo el ―evangelio de la misericordia‖; en efecto, en Lucas encontramos las páginas que mejor nos hablan de la ternura y la bondad misericordiosa de Dios, que se concretiza en la actitud de acogida y perdón que ofrece Jesús: los pecadores encuentran en El un verdadero amigo, cosa que contrasta con la rigurosa mentalidad judía (Cf. Lucas 7,34.36-50; 5,27; 19,7; 15,1-32). Al mismo tiempo, la abundancia de bondad y perdón por parte del Padre y de Jesús mismo, provoca la conversión decidida: de la pecadora (7,36-50), de Zaqueo (19,1-10), del ―buen ladrón‖ (23,39-43)), e incluso del mismo San Pedro, que llora cuando se fija en él la mirada de Jesús (22,62). Es particularmente conocido el capítulo 15, con su serie de parábolas (la oveja perdida, la moneda perdida, el hijo pródigo), que son un verdadero poema que revela y alaba la misericordia sin límites del Padre del cielo. Y no por caso sólo en Lucas leemos: ―Sean misericordiosos como es misericordioso su Padre-Dios‖ (6,36), en tanto que Jesús no se cansa de proclamar ―No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores‖ (5,32). 4.2.

LA SALVACIÓN UNIVERSAL:

El perdón y la salvación de Jesús alcanzan a todos los hombres. Jesús es el ―nuevo Adán‖ que incorpora la humanidad entera a la dignidad y condición de hijos de Dios (Cf. 3,23-38). Y en el plan de la salvación expuesto por Lucas, el Reino de Dios debe extenderse a todos los pueblos gentiles, particularmente después de la ascensión de Jesús (Cf. 3,6; 24,47). 4.3.

PREDILECCION POR LOS POBRES MARGINADOS:

La delicadeza de sentimientos y la sensibilidad de Lucas se reflejan también en su insistencia por privilegiar a los pobres, a los marginados, a los extranjeros, a quienes eran despreciados por el pueblo judío (Cf. 6,20.30; 11,41; 12,15.33; 14,33; 16,19-31). Desde el comienzo de su ministerio público, Jesús anuncia solemnemente su opción por los pobres y excluidos, como parte esencial y constitutiva de su misión, en cumplimiento de lo anunciado por Isaías: ―El Espíritu del Señor está sobre mí, por eso me consagró. Me envió a traer la Buena Nueva a los

pobres, a anunciar a los cautivos la liberación, y a los ciegos el don de la vista. A liberar a aquellos que están oprimidos e inaugurar el año de gracia del Señor ― (4,18-19; Cf. Isaías 61,1-2). Y también, cuando los discípulos enviados por el Bautista preguntan a Jesús si de verdad él es el Mesías, Jesús ofrece una respuesta positiva diciendo: ―Vayan y díganle a Juan lo que han visto y oído: los ciegos ven, los cojos caminan...., y a los pobres se les anuncia la Buena Noticia‖ (Lucas 7,22). Lucas, a lo largo de su narración, reserva los más grandes privilegios para los pobres y para aquellos que no contaban en la sociedad de su tiempo: una pareja estéril (Zacarías e Isabel), los pastores que reciben por primeros la alegre noticia del nacimiento de Jesús, dos ancianos (Simeón y Ana), los extranjeros como objetos de la solicitud de Jesús y que incluso llegan a ser propuestos por El como ejemplo (Cf. Lucas 7,9; 10,25-37; 17,11-19). Junto a la actitud de predilección por los pobres. Lucas nos presenta a un Jesús bastante severo ante los ricos. Esto es especialmente notorio en el contexto del ― sermón de la montaña ―, donde aparecen los duros ― ayes ―, en contraposición de las bienaventuranzas, de las cuales la primera evidencia una estima por la pobreza efectiva, y no como en Mateo, por ejemplo, que matiza la expresión agregando pobres ―en el espíritu‖ (Cf. Lucas 6,20-26; Mateo 5,3). 4.4.

PROTAGONISMO DE LA MUJER:

A contracorriente de la costumbre judía, Lucas da un puesto privilegiado a la mujer en la realización del diseño salvífico. En manera particular sobresale la figura de María, que ocupa un papel protagónico en la escena de los acontecimientos en función de Cristo. Aparecen también destacadas figuras femeninas como Isabel, Ana, la viuda de Naím, la pecadora convertida, las piadosas mujeres que acompañaban al Señor y con sus bienes apoyaban su tarea de predicación, Marta y María, amigas cercanas de Jesús, etc. ( Cf. Lucas 7,11-17.3650; 8,1-3; 10,38-42; 23,49.55; 24,10). 4.5.

IMPORTANCIA DE LA ORACIÓN:

Efectivamente, Lucas es el evangelista que más habla de la oración. Presenta a Jesús en oración ante cada momento importante de su ministerio mesiánico: en el Bautismo, en la elección de los apóstoles, en la transfiguración, antes del Padrenuestro, en el Getsemaní (Cf. Lucas 3,21; 6,12; 9,28; 11,1; 22,41). La oración constituía la fuerza dinámica de toda la vida de Jesús. Pero no sólo nos muestra un Jesús orante; Lucas, además, presenta a un Jesús que enseña a orar a sus discípulos, y que los invita a ser personas de oración (Cf. Lucas 6,28; 10,2; 11,113; 18,1-8; 21,36). Y podemos encontrar en su relato ejemplos concretos y maravillosos de oración, como el Cántico de María (1,46-55), la oración de Zacarías (1,66-79), el Padre Nuestro, oración cristiana por excelencia (10,21-24), la oración en Getsemaní (22,39-46) y desde la cruz (22,33-49). 4.6.

PRESENCIA ACTIVA DEL ESPIRITU SANTO:

En relación con el tema anterior, vale decir que el fruto de la oración es el don del Espíritu Santo (Cf. Lucas 11,13). Y desde el evangelio, Lucas anticipa lo que en los Hechos de los Apóstoles será el centro de toda la fuerza del Evangelio en expansión: el protagonismo del Espíritu Santo tanto en la vida de Jesús, como en la del cristiano. El evangelista refiere con frecuencia dicha acción del Espíritu en Jesús y en la historia de la salvación (Cf. Lucas 1,15.35.41.67; 2,25-27; 3,16.22; 4,1.14.18; 10,21; 11,13; 12,10.12, etc.). 4.7.

LA ALEGRIA CRISTIANA:

Ante la salvación que se ofrece gratuita y abundantemente a todos, ante la ternura de Dios para con los pobres y los pecadores, la reacción espontánea que surge en los corazones no puede ser otra que la alegría, que a su vez es fruto del Espíritu Santo. Desde los primeros versículos del evangelio, Lucas infunde esta tónica gozosa a todo su relato (Cf. 1,44ss. 67ss). La fiesta, la música y la danza animan la celebración del retorno del hijo a los brazos del Padre misericordioso (Cf. 15,25), y también la gente sencilla, al ver las obras maravillosas de Jesús, se alegran y alaban a Dios (Cf. 5,26; 10,17; 13,17; 18,43; 19,37), los pecadores acogen gozosos el don del perdón (Cf. 19,6) y el broche de oro a todo el evangelio incluye también una mención a la alegría, cuando los discípulos, después de la ascensión del Señor ― regresan a Jerusalén llenos de alegría ― ( 24,52 ). 4.8.

LA RESPONSABILIDAD DEL DISCÍPULO:

La ternura misericordiosa de Dios y el optimismo de la salvación universal no ocultan las dificultades y sombras del camino de Cristo y del cristiano. Lucas subraya, más que los otros evangelistas, la responsabilidad del discípulo ante la misión que le corresponde en el proyecto salvífico de Dios, y exige una opción radical. Optar por Cristo y comprometerse con El en la causa del Reino implica, ciertamente, renuncias, sacrificio y sufrimiento (Cf. 5,11; 9,3.2326.57-62; 10,3-9). 4.9.

JESUCRISTO PROFETA, SALVADOR Y SEÑOR:

La figura que ofrece Lucas de Jesús puede ser delineada a partir de estos tres conceptos de Profeta, ungido y escogido directamente por el Padre (Cf. 4,16-30), y en este mismo sentido, Lucas lo presenta como el ―Nuevo Elías‖ (Cf. 7,11-17), y el mismo Jesús, ante la realidad de su muerte se autodefine como el Profeta que debe morir en Jerusalén (Cf. 13,33). Otro término propio de Lucas para referirse a Jesús es el de ―Salvador‖ (Cf. Lucas 2,11; Hechos 4,12; 5,31; 13,23), y junto a éste, se le confiere también el concepto de ―Señor‖, con el cual se reconoce el dominio sobre toda la historia en la perspectiva mesiánica de la salvación universal (Cf. Lucas 7,13.19; 10, 1.39.40; 11,39, etc.). CONCLUSIÓN:

El evangelio de Lucas, según lo que hemos podido constatar, es el evangelio del testigo, del evangelizador, porque nos ofrece una gradual formación en la fe cristiana, para convocarnos a la tarea evangelizadora que no debe conocer límites de razas, culturas, espacios ni tiempos. Como esta breve presentación de Lucas es insuficiente, queda a cada uno el compromiso y el desafío de leer directamente todo el evangelio, para tomar conciencia de la riqueza de sus enseñanzas y para poderlas llevar a la práctica en nuestra vida cotidiana de seguidores de Cristo.

XIV.

SAN JUAN: EL EVANGELIO DEL CRISTIANO MADURO

ENCUENTRO DE DIOS CON EL HOMBRE En nuestro empeño de facilitar y motivar el contacto vivencial de nuestros lectores con la Palabra de Dios, nos hemos acercado ya al testimonio de fe que nos ofrecen los evangelistas Mateo, Marcos y Lucas; llamados ―Evangelios Sinópticos―, justamente por sus notables similitudes y coincidencias. Ahora nos proponemos acompañarlos en una modesta pero apasionante incursión en el mundo original y maravilloso del evangelio de Juan. 1. ¿QUIÉN ERA EL APÓSTOL SAN JUAN? Aunque el tema del autor de este evangelio es una cuestión compleja, de la cual nos ocuparemos un poco más adelante, conviene comenzar por una aproximación a la figura del apóstol Juan que, en cualquier caso, está a la base de este relato evangélico. Cuando buscamos noticias sobre Juan, el hijo de Zebedeo hermano de Santiago el Mayor, curiosamente constatamos que, el así llamado ―Evangelio de Juan―, no nos proporciona ninguna información. Sólo una vez menciona a ―los hijos de Zebedeo ― (Cf. Juan 21,2), pero sin nombrar siquiera explícitamente a Juan. En cambio sí hace frecuentes referencias al ―discípulo que Jesús amaba ―. Los evangelios sinópticos, por su parte, ponen en escena, con mucha frecuencia, a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, formando parte del grupo de los Doce y en circunstancias muy especiales como en la Transfiguración, en el Getsemaní, etc. Sin embargo, no hace ninguna mención al ―discípulo amado‖. Estas circunstancias han llevado a plantear la pregunta: ¿Juan, el apóstol e hijo de Zebedeo es el mismo ―discípulo a quién Jesús amaba ¨?‖. Aunque se continúa estudiando al respecto, la Tradición de la Iglesia ha considerado que sí, se trata de un solo personaje; es decir, el apóstol Juan se identifica con el ―discípulo amado‖. A partir de esto, podemos volver nuestra mirada al Nuevo testamento para encontrar mayores detalles acerca del apóstol San Juan. Tanto Marcos como Mateo nos presentan el episodio en el cual Jesús invita a Santiago y su hermano Juan a seguirlo, mientras ellos se encontraban en su labor de pescadores; la prontitud de su respuesta es elocuente: ―Ellos partieron tras él, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los ayudantes‖ (cf. Marcos 1,1-20); Mateo 4,21-22).

Sabemos, además, que la madre de estos dos apóstoles se llamaba Salomé, hacía parte del grupo de mujeres que seguían a Jesús ―para servirlo‖, y aparece incluso en el Calvario (Cf. Marcos 15,40-41; 16,1; Mateo 27,55-56; Lucas 8,2ss.). Juan había sido previamente discípulo del Bautista (Cf. Juan 1,35-40), pero , una vez que ha aceptado la llamada del Maestro, se encuentra junto a El a lo largo de todo el ministerio público (Cf. Marcos 5,37; 9,2; 10,35; 14,33; Mateo 17,1; 26,37; Lucas 8,51; 9,28, etc.); ―el discípulo amado‖ es también humilde y silencioso protagonista de los acontecimientos en el Cenáculo y en el Calvario, donde recibe a María como Madre (Cf. Juan 13,23; 19,26-27), y es privilegiado testigo del ―sepulcro vacío‖ y de las apariciones del Resucitado (Cf. Juan 20,2-10; 21,7.20.23). El libro de los Hechos de los Apóstoles lo menciona siempre después de Pedro, con quien comparte momentos decisivos de la primera evangelización y de la vida de la naciente Comunidad Cristiana (Cf. Hechos 3,1-11; 4,1-4.13.19; 8,14), y el propio San Pablo lo reconoce entre las ―columnas‖ de la Iglesia (Cf. Gálatas 2,9). Fuera de estos datos que nos proporciona la Sagrada Escritura, no conocemos mayores detalles sobre su apostolado posterior, sin embargo, la Tradición de la Iglesia considera que Juan pudo haber permanecido largo tiempo en Palestina, hasta la muerte de María Santísima. Habría pasado luego por Antioquia para acabar en Éfeso, donde murió a edad muy avanzada, después de haber sufrido un destierro a la isla de Patmos, bajo el imperio de Domiciano. 2. ¿CUAL FUE EL PROCESO DE COMPOSICIÓN DEL EVANGELIO DE JUAN? En evangelio de Juan, llamado también ―Cuarto Evangelio‖, tuvo un singular proceso de formación. La trayectoria que ha seguido este relato evangélico hasta llegar a su forma actual implica una larga historia, prácticamente desde el año 28 ó 30 hasta el final del primer siglo de la era cristiana. A partir del testimonio del apóstol Juan, se va configurando una tradición evangélica que será el germen del Cuarto Evangelio. Así, pues, la tradición ―joánea‖ se formó en un ambiente palestinense, hacia el año 66, constituida básicamente por relatos de ―signos‖ y discursos de revelación. Esta tradición oral fue originalmente en arameo, que era la lengua de Jesús y de la primera comunidad judeo-cristiana de Jerusalén, pero de esta fase más arcaica del Evangelio actual sólo quedan muy poquitos términos y expresiones. Con base en esta tradición oral, que tiene su origen en el ―discípulo amado‖, se elaboró luego una especie de ―primera edición‖ del evangelio de Juan; esta vez en contexto griego. La Tradición señala a Éfeso como ambiente geográfico en el cual se escribe el relato evangélico de Juan. En esta segunda etapa de elaboración se incluye abundantes meditaciones y consideraciones espirituales, acerca de la vida, signos y discursos de Jesús que, sin disminuir la veracidad histórica de los acontecimientos, dan al relato un carácter particular de profundidad teológica. Esto pudo acontecer hacia los años 85-90.

Y, finalmente, vendría una ―segunda edición‖ del Evangelio de Juan, realizada después de la muerte del apóstol, en la cual se agregó el capítulo 21 y una segunda conclusión general. De esta manera queda configura el relato tal como ha llegado hasta nosotros. 3. ENTONCES ¿QUIEN ES EL AUTOR DEL CUARTO EVANGELIO? Por mucho tiempo en la Iglesia se creyó que el autor directo de este relato evangélico era el apóstol Juan, hijo de Zebedeo. Y existían válidos motivos para afirmarlo. En efecto, hay testimonios muy antiguos, incluso de Padres de la Iglesia como San Ireneo y San Clemente, que atribuyen al apóstol Juan la autoría del evangelio que lleva su nombre. Por ejemplo, la tradición transmitida por Ireneo, hacia el año 185, decía: ―Juan, el discípulos del Señor, el que se reclinó sobre su pecho, ha publicado también el Evangelio, durante su estancia en Éfeso‖. Estos testimonios son muy importantes, pero no son suficientes para afirmar que el Evangelio canónico haya sido escrito por el apóstol San Juan. Y entre los estudiosos contemporáneos difícilmente se encuentra uno que todavía defienda esta teoría; más bien están de acuerdo en afirmar que el autor directo del relato pudo ser un discípulo de Juan, una generación más tarde del apóstol, como lo demuestra el análisis interno de la obra, donde se refleja un mundo cultural muy distante de la cultura del pescador de Galilea. Aunque es una cuestión no resuelta completamente, podemos concluir como datos seguros acerca del autor del Cuarto Evangelio, al menos dos consideraciones: 1ª. El evangelio según San Juan no fue obra directa del apóstol Juan, hijo de Zebedeo. Y 2ª. sin embargo, la composición de este evangelio se remonta a la escuela del apóstol Juan, o sea, a sus discípulos quienes, en todo caso, al redactar el relato se basaron en el testimonio, predicación y recuerdos del apóstol Juan. 4. CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL EVANGELIO DE JUAN, EN RELACION CON LOS SINOPTICOS: 4.1.

EN CUANTO AL CONTENIDO.

En su narración, Juan no dice nada acerca de la infancia de Jesús, y muchos datos que él incluye de la vida del Maestro no aparecen en los sinópticos. Los episodios relatados tanto por Juan como por los Sinópticos son pocos: el Bautismo (Cf. Juan 1,32-34), los vendedores expulsados del templo (Cf. Juan 2,13-17), la multiplicación de los panes (Cf. Juan 6,1-13), la caminata sobre las aguas (Cf. Juan 6,16-21), la unción en Betania (cf. Juan 12,1-8), la entrada en Jerusalén (cf. Juan 12,12-19) y, naturalmente, todo lo referente a la Pasión y Resurrección. Pero, incluso estos relatos comunes, conservan en Juan una manera propia de narración, dejando entrever que contaba con ―fuentes‖ propias, diversas de las fuentes que están al origen de los Sinópticos, y con una ―finalidad‖ también particular. De los 29 milagros relatados por los Sinópticos, sólo dos son mencionados en Juan, y no bajo la denominación de ―milagros‖, sino más bien definidos como ―signo―, lo cual indica una intencionalidad específica. Y a éstos dos signos agrega otros seis que no encontramos en los Sinópticos: el agua convertida en vino, en Caná de Galilea (Juan 2,1-11) , la curación del hijo

del funcionario, en Cafarnaúm (Juan 4,46-54), la curación del paralítico, en Betsaida (Juan 5,1-9), la curación del ciego de nacimiento (Juan 9,1-17), la resurrección de Lázaro (Juan 11,1-44) y la pesca abundante (Juan 21,1-14). Se entiende, entonces, que Juan seleccionó entre los signos reveladores de la gloria de Jesús, aquellos que mejor se adaptaban a su objetivo didáctico-catequístico. 4.2.

EN CUANTO AL LENGUAJE:

Juan utiliza y pone en boca de Jesús un lenguaje profundo, reflexivo y abstracto, rico de discursos. Es un lenguaje más bien limitado, poco numeroso, pero repetido intencionalmente. También en las afirmaciones, Juan hace decir lo mismo varias veces, de diversos modos. En el Cuarto Evangelio Jesús parece un teólogo que profundiza su mensaje en discursos temáticos, como si quisiera hacer pequeños tratados sobre temas específicos. Pero el manejo que hace Juan del lenguaje es magistral, con un vocabulario reducido y sabiamente articulado. Al tiempo en que se elabora la redacción final de este evangelio (finales del siglo I), las comunidades cristianas ya han crecido, y no les hace falta tanto saber noticias históricas de Jesús, cuanto profundizar su fe adulta, necesitan tener clara la identidad de su fe cristiana, frente a las ideas de la cultura griega circundante. Por eso el evangelio de Juan recoge lo mejor de la tradición judía, pero la interpreta y expresa con los nuevos conceptos que se manejaban en la cultura helenística, y que eran ya familiares a las nuevas comunidades cristianas, como, por ejemplo, los conceptos de luz-tinieblas; vida-muerte, amor, ―logos‖, etc., y los adapta a la concepción cristiana de la fe.

4.3.

EN CUANTO AL MARCO HISTORICO-GEOGRAFICO:

También en este aspecto, el marco histórico, geográfico y cronológico de la vida de Jesús es muy diferente en Juan y en los Sinópticos. Para los Sinópticos, Jesús comienza y desarrolla su ministerio en Galilea, con un único viaje a Jerusalén; en cambio, en Juan encontramos frecuentes cambios de escenario geográfico en la actividad de Jesús, y menciona al menos tres pascuas (Cf. Juan 2,13; 6,4; 12,1) y cuatro viajes a Jerusalén (Cf. Juan 2,13; 5,1; 7,10; 12,12), lo cual permite concluir que el ministerio público de Jesús duró por lo menos tres años, según el testimonio del Cuarto Evangelio. Juan, a diferencia de los Sinópticos, concede poco espacio al ministerio de Jesús en Galilea, describiendo sólo su inicio (Cf. Juan 4,43-54) y su fin (Cf. Juan 6). Y precisa que Jesús abandonó del todo a Galilea para dirigirse a Jerusalén, en ocasión de la fiesta de los Tabernáculos, o sea, seis meses antes de su muerte. A propósito de la muerte del Señor, mientras los Sinópticos la ubican en el día mismo de la Pascua Judía, Juan afirma que la crucifixión tuvo lugar en la víspera de dicha fiesta, es decir, el día de la preparación de la Pascua (Cf. Juan 18,28; 19,31).

Las notorias diferencias entre el relato evangélico de Juan y los relatos Sinópticos no deben ser consideradas como contradicciones, pues recordemos que a los evangelistas, más que la exactitud histórica o geográfica de los hechos, les interesa el mensaje de fe que de allí pueden extraer y comunicar a sus comunidades, por eso adaptan los hechos, buscando en ellos su significado y enseñanza. Las diferencias, entonces, se explican y comprenden a partir de los diversos enfoques que los evangelistas dan a sus relatos. De todas maneras, debemos hacer presente una paradoja: mientras, por una parte, el evangelio de Juan es el más ―espiritual‖ y el más profundo, más interesado en la doctrina que en la historia de Jesús, y nos da pocas informaciones sobre el nacimiento, infancia y desarrollo de su actividad, por otra parte, es el evangelio al cual se le atribuye mayor precisión histórica, porque las informaciones que ofrece acerca de lugares, personajes y tiempos merecen toda confianza y han sido comprobados por los descubrimientos arqueológicos y por las investigaciones de los estudiosos. 5. ¿CUAL ES EL OBJETIVO FUNDAMENTAL DEL CUARTO EVANGELIO? Es claro que este relato evangélico fue escrito con una finalidad fundamental que la misma obra manifiesta: ―Muchos otros signos hizo Jesús en presencia de sus discípulos que no están escritos en este libro. Estos fueron escritos para que ustedes crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y que por esta fe tengan vida en su nombre― (Juan 20,30-31). Así queda definido el carácter esencialmente cristológico de este evangelio, que acertadamente podríamos también llamar ―Evangelio de la gloria de Cristo‖, una gloria que se revela no sólo en los densos discursos, sino también en los signos prodigiosos (que los otros evangelistas denominarán ―milagros‖), y en el misterio de su pasión, muerte y resurrección. En Juan encontramos a un Jesús que con frecuencia habla de sí mismo y revela su íntima relación con el Padre, por quien fue enviado y del cual depende, no sólo en el ser (Cf.10, 30), sino en el hablar (Cf.3, 11; 5,30; 7,17; 12,49; 14,10) y en el obrar (Cf. 4,34; 5,30; 6,38); enviado al mundo para traer al hombre la salvación mediante la fe en El (Cf. 10,11-16). Es un Cristo ante el cual siempre se tiene la libertad de aceptarlo o rechazarlo, pero que exige esta decisión, sabiendo que a quien lo recibe le da el poder de ―llegar a ser hijo de Dios― (Cf. 1,12), como El y en El, mediante el don del Espíritu Santo que promete enviar desde el Padre (Cf. 14,26; 16,7), para cumplir su obra de salvación y santificación (Cf. 16,8.13-15). En definitiva, la intención básica de este relato es la de ser un auténtico ―Evangelio‖, es decir, la buena noticia de salvación en Cristo, para suscitar en quien recibe el anuncio la fe que lo conduce a la vida eterna. 6. ¿CUÁL ES LA ESTRUCTURA DEL EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN? Considerando el Cuarto Evangelio desde su aspecto estructural, lo primero que notamos son dos grandes partes bien definidas: 1.- Libro de los ―signos‖: capítulos 2-12. 2.- Libro de la Pasión y Pascua: capítulos 13-20.

No resulta fácil delinear una estructura más detallada, sin embargo, a partir de estas dos partes bien definidas, si tomamos en cuenta también el solemne prólogo y la adición posterior del capítulo 21, podríamos aventurarnos a sugerir un esquema, tal vez no tan preciso, pero que al menos nos permita tener una visión de conjunto de todo el relato evangélico: I.- PROLOGO (Juan 1,1-18) II.-LOS TESTIGOS Juan Bautista y los primeros discípulos: Juan 1,19-31; 3,22-26. III.-EL LIBRO DE LOS SIGNOS capítulos 2-12 . 3.1.- El signo del vino en Caná de Galilea: Juan 2,1-12. 3.2.-Jesús expulsa a los vendedores del templo: Juan 2,13-24. 3.3.-Jesús y Nicodemo: el nuevo nacimiento en el agua y el Espíritu: Juan 3,1-21. 3.4.-Jesús y la Samaritana: el culto a Dios en Espíritu y en Verdad: Juan 4,1-45. 3.5.-Curación del hijo de un funcionario: Juan 4,46-54... 3.6.-Jesùs: Pan de vida: Juan 6 Signo: multiplicación de los panes 6,1-21. Discurso sobre el Pan de Vida y la Eucaristía: 6,22-58. Diálogos y otros relatos: 6,59 – 8,59. 3.7.- Jesús: Luz del mundo: curación del ciego de nacimiento Juan 9,1-41. 3.8.-Jesús: Buen Pastor que da la vida por su grey: Juan 10,1ss. 39.-Jesús: Vida y Resurrección: signo de la resurrección de Lázaro: Juan 11,1ss. IV. LA ―HORA‖ DE JESÚS capítulos 13-20. 4.1.-Discursos de despedida: Juan 13-17. Jesús lava los pies a sus discípulos y explica el sentido del gesto: Juan 13,1ss. Jesús y el Padre: Juan 14,1ss. Jesús: la Vid verdadera: Juan 15,1ss. Jesús anuncia su partida y promete enviar al Espíritu: Juan 15,26 – 16,33. Oración sacerdotal: Juan 17.1ss. 4.2.-La Pasión y la Gloria: Juan 18-20. Arresto, proceso, crucifixión, muerte y sepultura: Juan 18,1 – 19,42. Anuncio de la resurrección y apariciones del Resucitado: Juan 20,1ss. Conclusión del Evangelio: finalidad del libro: Juan 20,30-31. V.- APÉNDICE DEL LIBRO capítulo 21. 7. MENSAJE CENTRAL DEL EVANGELIO DE JUAN. Según lo que ya hemos podido constatar hasta aquí, el evangelio de Juan goza de una profundidad y riqueza de significados sorprendentes, y siempre será poco lo que podamos decir acerca de su enseñanza: es el evangelio espiritual del cristiano maduro, es una elaboración teológica a partir del acontecimiento histórico de Cristo, es el Evangelio de los ―signos‖ reveladores de la gloria del Señor; es el evangelio de la Vida y el Amor, de la gracia y

del bautismo, del Padre y de la Eucaristía; de la ―Hora‖ de Jesús y de la acción del Espíritu... Por eso, para no perdernos en un sinnúmero de consideraciones, vamos a tratar de sintetizar el mensaje central de Juan bajo tres aspectos fundamentales: cristológico, antropológico y eclesiológico. 7.1.

PERSPECTIVA CRISTOLOGICA:

Es evidente el carácter eminentemente cristológico de la teología que encontramos en el evangelio de Juan. Y este Jesús, eje central del Cuarto Evangelio, es al mismo tiempo el revelador del Padre, mediante su vida y su palabra; incluso su muerte y resurrección son interpretadas como un ―retorno al Padre‖. Siguiendo cuanto sugiere un reconocido estudioso del Nuevo Testamento, el Padre Giuseppe Segalla, podemos resumir en cuatro ―modelos interpretativos‖ la cristología de San Juan: 1.- El primero es un modelo tradicional: Jesús es el Hijo unigénito, enviado del Padre al mundo para salvarlo (Cf. Juan 3,16-17). Por ser hijo unigénito, sólo Él puede revelarnos al Padre ( Cf. Juan 1,18), porque ―Él está en el Padre y el Padre en El‖ (14,10-11). 2.- El segundo modelo es presentado en el ¡prólogo‖ del evangelio: Jesús es el ―Verbo‖ que desde el principio estaba junto a Dios y era Dios; es la Palabra por medio de la cual fue hecho todo lo que existe, es la Palabra que se encarnó para revelar a los hombres la gloria del Padre y que da a los creyentes el poder de llegar a ser ―hijos de Dios‖ (Juan 1,12-13). 3.- El tercer modelo está en referencia con el título ―Hijo del hombre‖: en efecto, Jesús es el Hijo del hombre bajado del cielo (Cf. Juan 3,13; 6,38.42), y habiéndose encarnado se presenta ya, ahora, como el juez que salva a quien lo recibe por la fe. La condenación, en este sentido, viene del hecho de rechazar a Jesús. Este Hijo del hombre, reina desde la cruz para atraer a todos hacia El (Cf. Juan 12,32; 19,17-22) y después de la resurrección ―subirá a donde estaba antes‖ ( 6,62, Cf. 20,17). 4.-El cuarto modelo cristológico aparece en los discursos de revelación típicos de este evangelio: sobre todo en las múltiples ocasiones en que Juan pone en boca de Jesús la expresión absoluta ―Yo soy‖, que lo ubica en el mismo plano de Dios, según la revelación ya presente en el Antiguo Testamento (Cf. Éxodo 3,13-15; Juan 8,24.28; 13,19), pero también en otras expresiones que Jesús refiere a sí mismo: Jesús es el pan de vida (Cf. Juan 6,35.51), la luz del mundo (Cf. 8,12), la puerta del rebaño (Cf. 10,7.9), el buen pastor (Cf. 10,11.14), la resurrección y la vida (Cf. 11,25), el camino, la verdad y la vida (Cf. 14,6), la vid verdadera (Cf. 15,1.5). Cabe anotar que esta elevada cristología de Juan depende del acontecimiento histórico, leído en profundidad con los ojos de la fe: el Verbo encarnado es la revelación y la visualización del Padre invisible y trascendente. Es una revelación histórica que, acogida por la fe, hace entrar al hombre en la vida misma de Dios. 7.2.

PERSPECTIVA ANTROPOLÓGICA:

Para San Juan, el hombre se encuentra inmerso en las tinieblas, bajo el dominio del príncipe de este mundo, el diablo (Cf. 8,44); si se resiste conscientemente a creer, permanece en las tinieblas, pero en cambio, si acepta a Cristo y se deja iluminar por El, que es la Luz del mundo, no sólo será liberado del poder de las tinieblas, sino que además poseerá la vida. Por eso, en Juan, la fe es entendida como conversión. La intención del Padre al enviar a su Hijo no es condenar al mundo, sino salvarlo; quien recibe a Cristo como luz y obra la verdad ya está salvado (Cf. Juan 3,18-21). Un texto que condensa la esencia de la antropología de Juan es el comentario final al diálogo de Jesús con Nicodemo: ―Dios, de hecho, ha amado tanto al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para todo el que crea en Él no se pierda, sino que tenga la vida eterna. Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que se salve por medio de El‖ (3,16-17). Mientras que para los sinópticos la vida eterna es futura, para Juan, en cambio, está ya presente en el creyente, y para él la muerte no tiene importancia (Cf. 8,51-52). Pero, al mismo tiempo, también la condena está ya presente para quien se resiste a creer y permanece en las tinieblas (Cf. 8,24). La respuesta de fe no es sólo un acto de la inteligencia o de la voluntad, exige una praxis concreta en la verdad, en la justicia y la caridad fraterna, es decir, ―poner en práctica la palabra de Jesús‖ (Cf. 12,47; 17,17).

7.3.

PERSPECTIVA ECLESIOLOGICA:

Jesús confía su grey a Pedro, que debe continuar visiblemente el ministerio pastoral del Maestro (Cf. Juan 10) en el tiempo de la Iglesia. Pero debe ser un ministerio centrado en la fe en Jesús, porque el rebaño debe ser conducido a su verdadero pastor, que es precisamente Jesús (Cf. 21,15-17). En el contexto eclesiológico, Juan hace también valiosas referencias de índole sacramental: respecto al perdón de los pecados, mediante el don del Espíritu (Cf. 20,21-23); el bautismo, como nuevo nacimiento a la vida de Dios, por el agua y el Espíritu (Cf. 3,3-5; 19,34-35); la eucaristía, en su realidad esencial de inserción vital en Cristo (Cf. 6,51-58). Según la situación que vivía su comunidad cristiana, más que hablar de la autoridad eclesiástica o de los sacramentos, a Juan le interesa poner en evidencia el significado básicamente cristológico y trinitario de estas realidades eclesiales: no se debe concebir una institución como fin en sí misma, o unos sacramentos como actos rituales casi automáticos o mágicos, separados de Cristo, esta es la advertencia que podemos deducir de la enseñanza joánea. En cambio, el cristiano vive en una comunidad en la cual encuentra en la palabra de Jesús, la guía, la vida y la esperanza en la resurrección futura y en el regreso del Señor. (Cf. 21,22). CONCLUSION:

Esta breve presentación que hemos sugerido del evangelio de Juan, en lugar de calmar debe despertar nuestra sed de la Palabra, debe avivar el anhelo de ir directamente a la fuente para aprovechar de su riqueza. Les aseguramos que no quedarán defraudados cuando se acerquen directamente al texto de Juan y encuentren en él una doctrina de vida que puede dar la orientación acertada de nuestra existencia cristiana, Pero, eso sí, sepan que también se verán confrontados ante la radical alternativa que aparece a lo largo de todo el evangelio: o aceptar a Jesús por la fe, o rechazarlo para continuar en las tinieblas. Y la opción por Cristo se convierte, a su vez, en punto de partida de una vida nueva, comprometida en la práctica de las obras de la verdad, de la luz, del amor.

XV.

LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES: PROTAGONISMO DEL ESPIRITU SANTO.

Los Hechos de los Apóstoles se proponen destacar el protagonismo del Espíritu Santo que impulsa a la comunidad cristiana al empeño misionero. Después de haber ―saboreado‖ el delicioso y nutritivo ―bocado‖ del Evangelio, servido por Dios mediante las diversas y complementarias ―recetas‖ de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, nos disponemos ahora a degustar otro exquisito plato espiritual, no menos sustancioso: el libro de los Hechos de los Apóstoles, que trae también la genial impronta del tercer evangelista. Lo primero que debemos es recordar lo que ya fue dicho cuando afrontamos el relato evangélico de Lucas: es decir, que el libro de los Hechos de los Apóstoles ha de ser considerado como la prolongación del evangelio según San Lucas, o segundo tomo de una misma obra, pues, de hecho, son escritos que provienen de una misma intención literaria y catequética, y sólo desde esta perspectiva podemos interpretar acertadamente y con mayor provecho los dos relatos. 1. ASPECTOS GENERALES DEL LIBRO. 1.1.

EL AUTOR:

Como quedó ya expresado, el autor del libro de los Hechos de los Apóstoles es el mismo que escribió el tercer evangelio, es decir, San Lucas. Así también lo deja entender el propio relato desde el primer versículo: ―Teófilo, yo escribí en mi primer libro todo lo que Jesús hizo y enseñó desde el principio...‖ (Hechos 1,1). No sería necesario repetir aquí cuanto ya hemos dicho acerca de quién era Lucas; sin embargo, para facilitar la ubicación histórica de nuestros amigos lectores, ofrecemos a continuación un brevísimo recuerdo del perfil biográfico de San Lucas: probablemente era un pagano, es decir no pertenecía al pueblo judío, oriundo de Antioquia, médico muy culto y hábil en el manejo del idioma griego en el que escribió su obra (Evangelio y Hechos). Se sabe también que fue compañero y colaborador muy cercano de San Pablo, desde el segundo viaje misionero (Cf. Hechos 16,10), luego estuvo también con él en el tercer viaje (Cf. Hechos 20,5; 21,1) y en ocasión de la ida a Roma de Pablo, como prisionero (Cf. Hechos 27,28; 28,1). El

mismo apóstol da testimonio de la valiosa colaboración y cercanía por parte de San Lucas (Cf. Colosenses 4,14; Filemón versículo 24; 2 Timoteo 4,11. 1.2.

EL TITULO:

Conviene saber que el actual título con el que denominamos a este libro, es decir, ―Hechos de los Apóstoles‖ no fue asignado por su autor; en realidad es posterior a la muerte de Lucas y, además, no corresponde propiamente al contenido de la obra.. Es verdad que narra acontecimientos relacionados con los dos más grandes apóstoles de la Iglesia: Pedro y Pablo, pero el centro de atención lo ocupa el ESPIRITU SANTO como protagonista de la difusión del Evangelio, particularmente. Entre los pueblos paganos o gentiles, después de la muerte y resurrección del Señor Jesús. En otras palabras, el argumento esencial es el de la dinámica misionera de la naciente comunidad cristiana bajo la acción del Espíritu. 1.3.

LUGAR Y FECHA:

No sabemos con certeza dónde escribió Lucas su obra, pero dada la importancia de la comunidad cristiana de Antioquia en los primeros tiempos de la Iglesia, y la abundante información que encontramos en los Hechos sobre esta comunidad, es probable que Lucas haya escrito este libro precisamente en Antioquia. Aunque hay quienes creen que haya sido en Roma o en Acaya. Acerca de la fecha de redacción tampoco tenemos datos exactos. Algunos estudiosos dan como fecha de conclusión del libro el año 62 o 63 D.C.; antes de la sentencia contra Pablo, pues efectivamente el relato no alcanza a narrar dicho evento (martirio de Pablo). Otros biblistas, sin embargo, sostienen que la redacción final del libro tiene que ser posterior al año 70, o sea en la década 70-80 D.C., o incluso después del 80, en cuanto que fue escrito después del Evangelio del mismo autor. Esta última hipótesis cuenta con mayor consenso y probabilidad de certeza. 1.4.

DESTINATARIOS:

Seguramente, los destinatarios inmediatos del relato, en la intención del autor, eran los cristianos provenientes del ambiente no judío, es decir, los paganos convertidos. Cabe recordar, además, que el supuesto ―Teófilo‖ a quien Lucas dirige sus dos libros, puede ser interpretado como un nombre simbólico (Teófilo viene del griego y significa ―amigo de Dios‖), revelador del propósito del autor de hacer llegar su testimonio a toda persona que se sienta amante de Dios. 1.5.

OBJETIVO FUNDAMENTAL DEL LIBRO:

Lucas escribe esta segunda parte de su obra con la finalidad de demostrar el cumplimiento de la promesa de Jesús a los Apóstoles: ―.....recibirán la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre ustedes, y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los

confines de la tierra‖ (Hechos 1,8). De hecho, a lo largo de todo el libro Lucas demuestra cómo la Iglesia empieza a radicarse y a difundir el Mensaje Evangélico, impulsada por el Espíritu, primero en Jerusalén (Cf. Capítulos 1-5), luego llega a Samaría (Cf. Hechos 8,4-25), la acción misionera alcanza enseguida otras regiones del sur y el oeste de Jerusalén hasta la costa y hasta Cesarea ( 8, 26-40; 9,32- 11,18); ocupando después una mención especial la comunidad cristiana de Antioquia (11,19ss), y pasando por otras latitudes del Asia Menor (la actual Turquía) y Europa, gracias al entusiasmo apostólico de San Pablo (13,4 – 14,21; 15,36 – 21,16; etc.), hasta que concluye en Roma, que en aquel tiempo era considerada sinónimo de universalidad (28,11-31). Los Hechos de los Apóstoles se proponen destacar el protagonismo del Espíritu Santo que impulsa a la Comunidad Cristiana al empeño misionero; son un testimonio de cómo el Evangelio despliega su dinamismo en el tiempo nuevo, creado por el Espíritu después de la resurrección del Señor, y de cómo la Iglesia asume fielmente el compromiso de servicio al Reino de Dios. 1.6.

FUENTES UTILIZADAS POR LUCAS:

Un estudio detallado del contenido y del estilo de los Hechos de los Apóstoles permite concluir que su autor se sirvió de varias fuentes entre las cuales podemos mencionar: a).-―ARCHIVOS ― ORALES Y ESCRITOS DE VARIAS COMUNIDADES: en efecto, Lucas debió servirse de los recuerdos y anécdotas sobre el modo como habían sido fundadas algunas comunidades cristianas, como aquella de Jerusalén (Cf. 6,1-7) o la de Antioquia (Cf. 11,19-30). b).- LOS ―RECUERDOS VIVOS‖ de los apóstoles, como Pedro (cf. 9,32; 11,18; 12,1-23) o Felipe (Cf. 8,5-40). . c).- LOS ―RECUERDOS PERSONALES ― sobre San Pablo, a quien Lucas acompañó en sus viajes apostólicos y de quien pudo, seguramente, recibir testimonios de primera mano. d).- UN ―DIARIO DE VIAJE‖ del mismo Lucas o de algún discípulo. Corresponde a las secciones llamadas ―nosotros‖, donde, de repente, Lucas pasa a narrar los acontecimientos en primera persona plural (Cf. 16,10-17; 20,5-15; 21,1-18; 27,1 y 28,16). En resumen, Lucas, como historiador honrado y buen escritor, tuvo acceso a varia tradiciones y se sirvió de muchas informaciones antes de redactar los ―Hechos‖. Todo este material lo reelaboró, dando a su escrito una forma unitaria, para expresar con originalidad su mensaje teológico. 2. CONTENIDO Y ESTRUCTURA DE LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES. Hemos ya mencionado que el contenido del libro está en profunda sintonía con el itinerario del Evangelio, que desde Jerusalén se extiende a todo el mundo. Así, pues, la obra señala las etapas decisivas de este proceso que, a manera de espiral, se va dilatando hasta llegar a

Roma, capital del Imperio: Pentecostés, martirio de Esteban, conversión de Pablo, admisión de los paganos a la fe cristiana, persecución en Jerusalén y dispersión de los apóstoles, fundación de Iglesias en el mundo pagano, Asia Menor y Grecia, y al final, el Evangelio hace sentir su fuerza renovadora en Roma. Con esta previa observación, podemos entender mejor que el propósito de Lucas era elaborar una ― historia teológica ―; es decir, ver los eventos históricos con los ojos de Dios, con la percepción de la fe, para descubrir en ellos el mensaje revelador del plan salvífico sobre el hombre y delinear lo que podría ser una propuesta de la estructura del libro: Introducción: que hace de puente entre el Evangelio y los Hechos: 1,1-11 A. La Iglesia de Jerusalén: 1,12 – 8,3 *La comunidad apostólica. Y el acontecimiento del Pentecostés: 1,12 – 2,41. *La Comunidad en Jerusalén: Pedro y Juan: 2,42 – 4,31 Los Apóstoles: 4,32 – 5,42 B. La expansión del Evangelio en Asia Menor: 8,4 – 14,28 *En Samaría: obra evangelizadora de Felipe: 8,4-40 *Conversión de Pablo: 9,1-30 *Pedro en Cesarea: 9,31 – 11,18 *Fuera de Palestina: Antioquia: 11,19-30 Liberación de Pedro: 12,1-23 Primer viaje misionero de Pablo: Chipre y Asia Menor: 12,24 – 14,28 C. Asamblea o Concilio de Jerusalén: 15,1-35 D. Expansión al mundo griego: 15,36 – 21,14 *Segundo viaje misionero de Pablo: en Grecia: 15,36 – 18,22 *Tercer viaje misionero de Pablo: en Asia Menor: 18,23 – 21,14. E. De Jerusalén a Roma: 21,15 – 28,29 *Pablo en Jerusalén: 21,15 – 23,30 *Pablo en Cesarea: 23,31 – 26,32 *Pablo hacia Roma: 27,1 – 28,14 *El Evangelio anunciado en Roma: 28,15-31 3. OTRAS CARACTERÌSTICAS GENERALES 3.1.

UNIDAD ENTRE EL EVANGELIO DE LUCAS Y LOS HECHOS

Recordémoslo otra vez: los Hechos de los Apóstoles son la continuación del evangelio de Lucas, que concluía con la narración de la ascensión de Jesús y la referencia a los apóstoles que permanecían en el templo alabando a Dios.

En el relato Evangélico, los discípulos miran retrospectivamente al ministerio de Jesús, y lo ven como el gran sacerdote que bendice a los suyos con la solemne bendición (Cf. Lucas 24,50-53). Los Hechos de los Apóstoles, por su parte, inician mostrando a Jesús que, mientras prosigue su camino hacia el cielo, mira hacia el futuro, hacia la misión que sus discípulos deberán realizar bajo la guía del Espíritu Santo, para hacer llegar la Palabra hasta los límites del mundo (Cf. Hechos 1,6-8). 3.2.

DE JERUSALÉN A ROMA.

Como lo había hecho ya en su relato evangélico, donde la geografía de la actividad de Jesús se desarrollaba como un viaje espiritual hacia Jerusalén. Lucas presenta en los Hechos la expansión del Evangelio desde Jerusalén hasta Roma, centro simbólico del mundo entonces conocido. Bajo la acción del Espíritu Santo, la Buena Nueva despliega su fuerza misionera hacia los confines del mundo. Los Hechos de los Apóstoles describen cómo el cristianismo, habiendo nacido de matriz Judía, abre los horizontes hasta convertirse en una propuesta de fe universal. De hecho, al principio, y durante algún tiempo, los discípulos de Jesús fueron considerados como una secta dentro del pueblo judío, pero luego viene el proceso de separación y distinción, de modo que la originalidad del Evangelio surge, incluso en medio de fuertes controversias, cuando la Iglesia empieza a abrir las puertas a los paganos, en coherencia con la enseñanza de Jesús que se ofrece en sacrificio por la salvación de todos los pueblos. 3.3.

PEDRO Y PABLO:

La escena de los Hechos de los Apóstoles la ocupan mayoritariamente Pedro, en la primera parte, y Pablo, en la segunda. Este hecho responde a la intención particular de Lucas de presentar a estos dos apóstoles como modelos para la comunidad de los discípulos. Pedro y Pablo representan dos corrientes o perspectivas que se complementan y enriquecen entre sí. Pedro es el evangelizador cristiano-judío; Pablo es el evangelizador que abre las puertas de la Iglesia al viento renovador del Espíritu y al empeño misionero universal. Y en el centro de estos dos testimonios, encontramos la asamblea de Jerusalén (Cf. Capítulo 15) como enseñanza de unidad (no uniformidad) y de obediencia al Espíritu. De esta manera resulta claro que los verdaderos protagonistas del libro no son Pedro y Pablo, sino el Espíritu Santo y el Evangelio. 3.4.

ASPECTO LITERARIO:

Dentro del estilo literario de Lucas, reflejado en los Hechos de los Apóstoles, hay dos recursos o géneros literarios particularmente importantes: a) LOS SUMARIOS: son los resúmenes que describen el desarrollo y características de las primeras comunidades. Se dividen en: *SUMARIOS MAYORES: que ofrecen una descripción ideal de la comunidad cristiana en su etapa inicial: 2,42-47; 4,32-35; 5,11-16.

*SUMARIOS MENORES: que resumen en un versículo el desarrollo de la Iglesia y el dinamismo de la difusión de la Palabra: 1,14: 6,7; 9,31; 12,24; 16,5; 19,20; 28,31. b) LOS DISCURSOS: casi una tercera parte del libro la ocupan estos discursos, en boca de Pedro, Pablo u otros discípulos. A través de ellos Lucas nos revela el contenido del ―primer anuncio del Evangelio ―(= Kerigma) y el significado teológico de los acontecimientos que se van relatando. Podríamos clasificarlos así: *DISCURSOS KERIGMATICOS DE PEDRO: 2,14-39; 3,11-26; 4,8-12; 5,29-32; 10,34-43; y de Pablo 13,16-41. *DISCURSOS MISIONEROS DE PABLO: en Atenas (17,22-31); en Mileto (20,18-35); en Jerusalén (22,3-21); ante Félix ( 24,10-21); ante el rey Agripa (26,1-23) y a los judíos de Roma (28,17-29). *DISCURSO DE ESTEBAN: 7,2-53. 4. ENSEÑANZA FUNDAMENTAL 4.1.

EL KERIGMA, ANUNCIO DEL ACONTECIMIENTO PASCUAL:

En los Hechos de los Apóstoles encontramos el mensaje central acerca de Jesús que proclamaron los Apóstoles y los primeros misioneros cristianos al pueblo judío y a todo el mundo. A este ―primer anuncio‖ los especialistas lo denominan: ―Kerigma‖. A partir de los discursos kerigmáticos que aparecen en el libro, podemos afirmar que son al menos tres los elementos comunes al kerigma: a) EL ACONTECIMIENTO ―JESÚS‖: se recuerdan y se anuncian algunos hechos de la vida de Jesús, concentrándolos en su muerte y resurrección, sin mayores detalles (Cf. Hechos 2,22-24.32; 3,13-14; 4,10; 5,30; 10,37-41). b) INTERPRETADO POR LAS ESCRITURAS: se insiste en que todo lo sucedido a Jesús estaba dentro del plan de Dios y, para demostrarlo, se recurre con frecuencia al Antiguo Testamento. De este modo, los cristianos empiezan a hacer una lectura nueva de las Escrituras, desde la fe pascual en Cristo (Cf. Hechos 13,16,41). c) EL KERIGMA COMPROMETE A LA FE: los discursos no son una simple exposición de la verdad. Interpelan y comprometen a la fe, tanto a los judíos (Cf. 2,28-40), como a los paganos (Cf. 10,34-35.43; 17,30-31). 4.2.

EL ESPIRITU SANTO: EL GRANDE PROTAGONISTA DE LOS HECHOS:

Si quisiéramos dar un nombre más apropiado al libro, podríamos llamarlo ―El Evangelio del Espíritu Santo‖. Efectivamente, el Espíritu es el ―personaje‖ que desde las primeras hasta las últimas páginas del libro hace sentir su presencia y su acción: con su venida en Pentecostés

funda la Iglesia y convierte a los Apóstoles en testigos de Jesús e intrépidos misioneros del Evangelio a todo el mundo (Cf. 2,1-13; 4,13.31; 5,20; 10,20; 1,8). Es El quien impulsa a Felipe, Pedro, Pablo, Bernabé y los demás apóstoles en sus respectivas fatigas misioneras (Cf. 8,26.29; 10,20; 13,2.4; 16,6-7); preside con su autoridad la toma de decisiones fundamentales en la Iglesia (Cf.15,28); sostiene la predicación de la Palabra (Cf. 4,31; 5,42; 6,7; 18,5) y da garantía de autenticidad a dicho anuncio evangelizador (Cf. 5,32; 28,25). Lucas no sólo presenta en detalle algunos momentos de manifestación extraordinaria del Espíritu (Cf. 2,4ss.; 4,31; 10,44-46), sino que insiste, además, en la ―presencia cotidiana‖ del Espíritu en el camino de la Iglesia. La presencia del Espíritu Santo, que es fruto de oración y discernimiento, de lucha y sufrimiento, continúa en la historia, hoy y siempre, como protagonista de la Misión. 4.3.

LA COMUNIDAD CRISTIANA: ENTRE REALIDAD E IDEAL:

De los mencionados ―sumarios‖ en los cuales Lucas describe la Comunidad Cristiana ideal (Cf. 2,42-47; 4,32-35; 5,12-15), podemos enfatizar algunos Elementos que no pierden su actualidad y que siguen siendo desafíos para la Iglesia de todos los tiempos: a) LA ENSEÑANZA DE LOS APÓSTOLES: el primer anuncio, o kerigma, necesita ser profundizado mediante una cuidadosa catequesis que favorezca el crecimiento en la fe. b) LA COMUNIÓN FRATERNA: el amor, el respeto, la búsqueda común de la voluntad de Dios, la autoridad como servicio humilde y desinteresado, la unidad en la diversidad, la fraternidad, deben ser los distintivos eclesiales. c) LA FRACCION DEL PAN: el culto cristiano, que alcanza su culmen en la Eucaristía, es la celebración del Misterio Pascual de Cristo y está al servicio de la comunión del Pueblo de Dios. d) LA ORACIÓN: la comunidad encuentra en la oración el momento de máxima comunicación entre los hermanos y con Dios; es el ambiente privilegiado de búsqueda de la voluntad Divina y garantiza la fuerza del Espíritu en los momentos de dificultad. e) LA COMUNIÓN DE BIENES: debe ser consecuencia práctica de la fraternidad. El amor cristiano es auténtico sólo cuando se convierte en solidaridad y justicia a favor de los necesitados. 4.4.

UNA IGLESIA MISIONERA Y UNIVERSAL:

La Iglesia, nacida en el seno del judaísmo, muy pronto abra las puertas y empieza su progresiva expansión misionera hacia los pueblos no judíos (Cf. 8,4-40; 10,1-48; 11,19-30; 13 – 14). Pero este proceso de apertura universal no estuvo exento de crisis dolorosas y fuertes controversias.

De otra parte, no se puede olvidar que los propios apóstoles eran de origen judío y, aunque el Espíritu Santo los asistía, tuvieron que realizar con toda la Comunidad un sufrido camino de discernimiento para captar las inspiraciones de Dios y las necesidades concretas de la realidad que vivían. El Concilio de Jerusalén, que encontramos en el centro de todo el libro ( Capítulo 15), representa el primer momento solemne en el cual la Iglesia, iluminada por el Espíritu, se profesa misionera; Comunidad enviada al mundo entero, sin distinciones de raza, sexo, cultura o condición social, para anunciar la Buena Nueva de la salvación a toda persona y a todo pueblo. El discípulo de Jesús, si quiere ser fiel a su Señor, debe ejercer su derecho y su deber de predicar la Palabra y dar testimonio de su fe hasta los confines mismos del universo. 4.5.

UNA IGLESIA SERVIDORA:

La Iglesia, nos lo enseña Lucas en los Hechos, no es un fin de sí misma; es la comunidad de los creyentes que se pone al servicio del mundo, para ayudar a instaurar en la historia humana el Reino de Dios, a través de los diversos y complementarios ministerios: desde la predicación y la oración (6,4), la caridad fraterna (6,5-7), la misión evangelizadora (13,2-3), la animación de las comunidades (14,23), hasta las más variadas y enriquecedoras formas de ejercicio de los carismas para la edificación del pueblo de Dios, según la creativa y dinámica inspiración del Espíritu. Jesús mismo declaró que había venido para servir y dar la vida en rescate por todos; si tal es el ejemplo del Maestro, sus discípulos no pueden recorrer otro camino que no sea el del servicio. 4.6.

UNA IGLESIA APOSTÓLICA:

Los ministerios, como dones del Espíritu a la Iglesia para el mundo, tienen una característica muy definida: todo servicio y toda opción importante en la comunidad cristiana tiene como punto de referencia a los Apóstoles. Así, por ejemplo, los siete diáconos son presentados a los apóstoles y éstos les imponen las manos (6,6); las decisiones del Concilio de Jerusalén son avaladas y rubricadas por Pedro y Santiago (15,7-21), Pablo sube varias veces a Jerusalén para confrontar su fe y su predicación con Pedro (15,2; 21,18-19; Gálatas 2,1-2). La Iglesia de Jesús, de este modo, diversificada en pluriformes servicios y ministerios, tiene también un fundamento apostólico. Por su parte, los apóstoles, conscientes de su delicada responsabilidad, no abusan de su autoridad ni ejercen despóticamente su poder ( que es también un poder en función del servicio), sino que, obedientes al Espíritu Santo, escuchan y respetan a toda la comunidad, reforzando en ella los vínculos de unidad y fraternidad. CONCLUSIÓN: Espíritu-Evangelio-Iglesia-Misión: son estos los conceptos claves que nos ayudan a interpretar todo el libro de los Hechos de los Apóstoles. En esta dinámica, la conclusión resulta evidente: bajo la acción del Espíritu Santo, la Iglesia recibe la misión de testimoniar el Evangelio a todo

el mundo. Y esta breve formulación, que compendia el mensaje de los Hechos, debe motivarnos a asumir nuestra parte de responsabilidad en esta perenne tarea, como discípulos de Jesús.

XVI.

SAN PABLO: VIDA Y OBRA DE UN COLOSO CRISTIANO.

Tratar de resumir en pocas páginas la figura y obra de un personaje de las monumentales características de San Pablo es un pecado de ambición e insensatez, que conlleva, además, el peligro de empobrecer, o al menos ocultar a la vista de los lectores, las verdaderas dimensiones de la vida y testimonio del Apóstol de las Gentes. Sin embargo, renunciar a este desafío sería una falta aún más grave, porque significaría privar a muchos hermanos de un modesto ―abre bocas‖ que podría motivarles el apetito para leer, conocer y apreciar mejor a Pablo de Tarso, heraldo de Cristo. El breve estudio de los Hechos de los Apóstoles nos ha puesto ya en contacto con la vida e historia de la Comunidad Cristiana de la primera hora en la cual campea la figura apostólica y misionera de San Pablo. También sus propias cartas o epístolas nos ayudarán a conocer mejor a este enamorado de Cristo que, aunque no conoció físicamente al Señor Jesús, fue constituido su ―Apóstol‖, por intervención divina, y la primera Iglesia le rubricó este título del cual Pablo se siente santamente orgulloso (Cf. 1 Corintios 9,1-6; 15,9-11). 1. ¿QUIÉN ERA SAN PABLO? Al igual que muchos otros judíos de su época, él también tenía dos nombres Saulo y Pablo; el primero venía de su origen judío (Saulo), el segundo hace referencia a su ciudadanía romana (Pablo). En los primeros 13 capítulos de los Hechos de los Apóstoles es identificado con el nombre de Saulo (Cf. Hechos 7,58; 8,1.3; 9,1ss; y 13,9), en cambio, el propio apóstol en sus cartas se llama a sí mismo ―Pablo‖, nombre con el que también aparece mencionado en otros escritos del Nuevo Testamento y en los Hechos de los Apóstoles a partir del capítulo 13 (Cf. Hechos 13,9.13ss; 2 Pedro 3,15). Su vida podríamos considerarla dividida en dos partes casi iguales: hasta los 30 años, como fervoroso fariseo; luego, aproximadamente otros 30 años, como cristiano y apóstol, misionero y escritor infatigable, fundador y animador de las comunidades cristianas en el área del Mediterráneo. 1.1.

PABLO, EL FARISEO.

Nació en Tarso, capital de Cilicia, en Asia Menor (Cf. Hechos 21,39; 22,3) en torno al año 5 dC, recibiendo el influjo de dos culturas: la judía y la helenista (o griega). En efecto, por raza y religión su origen era judío, pero pertenecía a la comunidad ― de la diáspora ―, es decir,, a los judíos que vivían fuera de la Palestina, y por ello estuvo en contacto

con el ambiente griego del cual asume la lengua y muchos elementos que marcan su vida y su pensamiento. Según el testimonio que él mismo da, su formación fue aquella de un ―fanático partidario‖ de las tradiciones del pueblo judío (Cf. Gálatas 1,14), fariseo sincero y convencido, del todo irreprochable en el cumplimiento de la Ley (Cf. Filipenses 3,6). Sus padres eran también hebreos de la tribu de Benjamín (Cf. Romanos 11,1; Filipenses 3,5). Su educación como fariseo tuvo lugar en Jerusalén, habiendo sido alumnos de Gamaliel, uno de los más ilustres maestros judíos (=rabinos) de su tiempo (Cf. Hechos 22,3; 5,34). De sus padres recibió también el título de ―ciudadano romano‖ que le servirá más adelante como apelación para llegar hasta Roma (Cf. Hechos 22,25-29) 1.2.

EL CAMINO DE DAMASCO.

Coherente con su fervor de fariseo celoso de la Ley, Pablo aparece como fuerte adversario de Cristo y de sus discípulos: asiste a la lapidación de San Esteban (primer mártir cristiano), y se convierte en aguerrido perseguidor de los cristianos (Cf. Hechos 7,54-60; 8,13). Pero alrededor del año 35 dC., mientras recorría el camino hacia Damasco para tomar prisioneros a los seguidores de Cristo, Pablo tiene una experiencia extraordinaria de encuentro con Jesús: la revelación del Cristo glorioso que produce un vuelco radical en su existencia; y así, este acontecimiento (comúnmente llamado ―conversión‖) le descubre su nueva vocación de Apóstol, y lo transforma en uno de los más apasionados seguidores y misioneros de aquel Mesías que antes perseguía en la persona de sus discípulos. Para el mismo Pablo y para la Iglesia primitiva, este evento vocacional fue tan importante que viene relatado varias veces y con diversos matices (Cf. Hechos 9,1-30; 22, 3-11; 26,12-18; Gálatas 1,13-20; 1 Corintios 9,1; 15,8). Como es lógico, el efecto de este sorpresivo y providencial encuentro con el Señor en el camino de Damasco, se manifiesta también en una decisiva ―conversión‖ de mentalidad. Destacaremos aquellos puntos que estarán a la base de la posterior predicación y doctrina de San Pablo: a) JUSTIFICACION POR LA FE: como buen fariseo, Pablo creía que la salvación dependía del cumplimiento minucioso de la Ley; pensaba que eran ―las obras de la Ley‖ las que hacían justos al hombre. En el camino de Damasco comienza a comprender que sólo Cristo con su misterio Pascual, salva y justifica al hombre, de manera gratuita. No se trata, pues, de ―merecer‖ la salvación, sino de estar dispuesto a ―recibirla‖, adhiriéndole fielmente a Cristo. b) LA GRACIA DE DIOS: concepto clave en la experiencia y enseñanza de Pablo. Camino de Damasco constató el hecho maravilloso de ser amado por Dios, gratuitamente. La infinita misericordia de Dios se manifiesta en nuestro favor no ―porque‖ seamos buenos, sino ―para que‖ seamos buenos; esta certeza del amor de Dios se convirtió en la fuente del gozo y de la seguridad de Pablo.

c) JESUS CRUCIFICADO: Pablo busca comprender que si Aquel que fue condenado a la cruz, como si fuera un maldito, es ahora glorificado por Dios mismo, se debe a que todo aquello hacía parte de su proyecto salvífico. El sentido de la cruz a la luz de la resurrección, se convierte en el sentido mismo de la vida de Pablo y en el núcleo fundamental de su predicación... d) LA IGLESIA, CUERPO DE CRISTO: Pablo empieza a percibir el vínculo que existe entre Cristo y sus discípulos, desde cuando el Señor le hace saber que El está presente en cada uno de sus perseguidores, a los cuales Pablo quería exterminar: ―Yo soy Jesús, a quien tú persigues‖ (Hechos 9,5). Pablo descubre la íntima comunión entre el Cristo, Cabeza y su Cuerpo, la Iglesia, y se hace miembro vivo de este cuerpo. e) APOSTOL DE JESUCRISTO: sintiéndose gratuitamente amado y salvado por Cristo, Pablo no puede callar su Evangelio, y se transforma así en el más grande misionero y apóstol de Jesucristo. Se hace consciente de su tarea evangelizadora, fruto de amor, que se debe extender a todos los pueblos; su corazón enamorado de Cristo se dilata hasta los confines mismos del universo. (Cf. 1 Corintios 9,16; Gálatas 2,20; Filipenses 3,12.) 1.3.

PABLO, APOSTOL Y MISIONERO.

Después de la experiencia vocacional, camino de Damasco, Pablo fue bautizado y permaneció en Damasco algunos días (Cf. Hechos 9,19). Luego fue a Arabia por un período indefinido de tiempo, después del cual regresó a Damasco, y allí permaneció por tres años ( Cf. Gálatas 1,17-18). Enseguida, decidió ir a Jerusalén y encontrarse con Pedro (Cf. Hechos 9,26-30; Gálatas 1,18-20). En Jerusalén se levantó contra él una conjura para matarlo, y se vio obligado a huir a Tarso, donde parece que estuvo desde el año 40 hasta el 44 (Cf. Hechos 9,30). De Tarso fue llevado por Bernabé a Antioquia, y allí se quedó un año más. Desde Antioquia, hacia el año 46, comienza sus viajes misioneros (Cf. Hechos 11,25-30). a) PRIMER VIAJE MISIONERO (Cf. Hechos 13,3-14.28). Pablo y Bernabé, fueron separados por el Espíritu Santo para esta misión evangelizadora, que duró aproximadamente tres años. Parten de Antioquia de Siria, visitan Seleucia, Chipre; pasan también por Pafos, Perge, luego llegan a Antioquia de Pisidia, después a Iconio, Listra y Derbe. Desde allí emprenden el retorno: Listra, Iconio, Antioquia de Pisidia y Perge de Panfilia hasta concluir de regreso en Antioquia de Siria. El método apostólico seguido es siempre el mismo: primero predican en las sinagogas, a los judíos, pero pronto,, ante el rechazo de éstos, abren el horizonte de su anuncio al mundo pagano, es decir, a los no judíos. El Espíritu Santo corrobora la denodada empresa evangelizadora haciendo surgir esperanzadores frutos: los apóstoles dejan tras de sí comunidades bien organizadas y animadas en la fe (Hechos 14,23), pero su entusiasmo misionero no los exime de tener que afrontar peligros, persecuciones y dificultades de todo tipo (Cf. 2 Timoteo 3,11) .

b) PABLO ANTE EL PROBLEMA: ¿UNA IGLESIA CRISTIANA-JUDIA O UNA IGLESIA NUEVA?. Las primeras conversiones de los no judíos, o gentiles, plantearon un serio problema a la naciente Iglesia: ¿ Los paganos convertidos tenían que circuncidarse `?. `¿ Deberían cumplir o no ciertas prescripciones de la Ley de Moisés ^?. La encrucijada que se presentaba no era fácil de solucionar, si se piensa que Jesús mismo era judío y había observado las leyes judías, así como sus apóstoles y primeros discípulos. ¿ La Comunidad Cristiana tendría que ser simultáneamente judía, como continuación de toda la historia antigua, o, más bien. Tendría que abrirse a una realidad nueva para encarnarse en las nuevas culturas distintas de la judía? Cuando Pablo y Bernabé regresaron a Antioquia, el conflicto entre los cristianos provenientes del judaísmo y los cristianos convertidos del paganismo había tomado características preocupantes (Cf. Hechos 15,1-2). Ante tales circunstancias, Pablo y Bernabé subieron a Jerusalén para tratar la cuestión con los otros apóstoles y presbíteros, y así se instaló el primer concilio de la Iglesia (Cf. Hechos 15,3-21). Después de un amplio debate y discernimiento, el colegio de los apóstoles y presbíteros, bajo la guía del Espíritu Santo, encuentra el camino de la concordia y la comunión que les permite dictar las resoluciones necesarias: no se obliga a la circuncisión a quienes querían adherirse a Cristo y se establece claramente la autonomía, libertad y novedad de la Iglesia, respecto de las tradiciones judías. Así se allana el camino para el apostolado universal que encuentra en Pablo su más entusiasta abanderado (Cf. Gálatas 2,1-10). c) SEGUNDO VIAJE MISIONERO (cf. Hechos 15,36-18,22) También este segundo viaje comprende aproximadamente tres años, del 49 al 52. Pablo partió de Antioquia, en compañía de Silas, visitó las comunidades de Siria, Cilicia y de otras regiones del Asia Menor; después pasó a Europa, donde predicó el Evangelio en Filipos, Tesalónica, Berea, Atenas y Corinto, y allí permaneció por un año y medio, trabajando fructuosamente, gracias a la valiosísima colaboración de Aquila y Priscila. Finalmente regresó a Antioquia, después de haber visitado también las comunidades de Éfeso y Cesarea. Por donde va pasando, Pablo respalda con su ejemplo y con su paterno amor, la semilla de la Buena Nueva que siembra en el corazón de sus comunidades; por eso, su anuncio no es una simple transmisión verbal de una doctrina, sino la comunicación de una Palabra con poder de salvación para quien la recibe con fe (Cf. Romanos 1,16). d) TERCER VIAJE MISIONERO (Cf. Hechos 18,23-21,17) Este tercer viaje debemos ubicarlo alrededor de los años 54 a 57; durante esta misión apostólica Pablo predicó en regiones que había ya visitado precedentemente, pero el centro de su actividad en esta etapa fue Éfeso, donde permaneció más de dos años (Cf. Hechos 19,1-2). En aquel mismo período, el Apóstol visitó a Macedonia y Grecia, y tuvo que ir al menos dos veces a Corinto, por dificultades surgidas en aquella comunidad; precisamente en su última estadía en Corinto, en el invierno del año 57, escribió su carta a los Romanos.

Entretanto, regresó a Jerusalén para entregar a los pobres de aquella comunidad la colecta hecha en las varias Iglesias (Cf. 1 Corintios 16,1-4; 2 Corintios 8,1ss y 9,1ss). Proyectaba llegar hasta Roma y, sobre todo, visitar a España, pero los judíos de Asia alborotaron al pueblo e hicieron encarcelar a Pablo (Cf. Hechos 21,27). e) CAUTIVERIO DE PABLO Y ULTIMO VIAJE COMO PRISIONERO (Cf. Hechos 21,28 – 28,31) Habiendo sido encarcelado en Jerusalén, San Pablo fue enviado por el tribuno romano a Cesarea, para que compareciera ante el procurador Félix. En Cesarea estuvo dos años prisionero hasta que él mismo quiso apelar al César, a lo cual tenía derecho por ser ―ciudadano romano‖ (Cf. Hechos 25,11-12) Y por tanto debía ser remitido a Roma, a donde llegó después de un dramático naufragio, hacia el año 61. En Roma fue sometido al arresto domiciliario durante dos años, gozando en todo caso de una relativa libertad, lo cual le permitió continuar su tarea evangelizadora (Cf. Hechos 28,16). Durante este tiempo pudo también escribir sus cartas a los Colosenses, a Filemón y a los Efesios. f) CUMPLIMIENTO DE LA MISION Y MARTIRIO POR EL EVANGELIO. Infortunadamente, la última parte de la vida de Pablo no se encuentra relatada en los Hechos de los Apóstoles; sin embargo, según el testimonio de escritores cristianos antiguos, el Apóstol habría sido dejado en libertad, luego habría ido a predicar a Creta y en España, antes de sufrir una segunda cautividad, más rigurosa que la primera, referida en la segunda carta a Timoteo ( Cf. 2 Timoteo 1,8.12; 2,9) Ya por este tiempo Pablo se preparaba al sacrificio supremo de la muerte (Cf. 2 Timoteo 4,6-8). Y así llegó para Pablo la ocasión de sellar con el broche de oro de su sangre el testimonio de fidelidad a Cristo y al Evangelio: fue martirizado hacia el año 67, durante la persecución provocada por Nerón. 2. SAN PABLO: ESCRITOR AL SERVICIO DE CRISTO. Ciertamente, San Pablo fue ante todo el Apóstol de los Gentiles e incansable misionero de la Buena Nueva; sin embargo, las necesidades pastorales y la responsabilidad de animación cristiana de sus comunidades, lo convirtieron también en el primero y más prominente de los escritores del Nuevo Testamento. En sus cartas o epístolas (de las cuales algunas se perdieron por las vicisitudes del tiempo), Pablo se propone responder a las circunstancias particulares que vivían las comunidades eclesiales de la primera hora, aprovechando a la vez la ocasión para desarrollar sustanciosas exposiciones doctrinales sobre los más importantes temas de la fe cristiana. 2.1.

¿QUÉ RASGOS DE LA PERSONALIDAD DE SAN PABLO NOS REVELAN SUS CARTAS?

Detrás de las cartas paulinas podemos descubrir una personalidad gigantesca y extraordinaria, pero al mismo tiempo cercana y accesible a nuestra propia experiencia. De

hecho, el Pablo que se enorgullece de su alta vocación de ―Apóstol de los gentiles‖ (Romanos 11,13) y que se siente profundamente configurado con Cristo (Cf. Gálatas 2,20), es el mismo Pablo que reconoce con humildad sus debilidades y que es consciente de no haber llegado aún a la meta de la perfección, pero que prosigue su carrera para alcanzar a Cristo, habiendo sido primero alcanzado por El. (Cf. Filipenses 3,12-14). En la personalidad de San Pablo que nos manifiestan sus escritos hay un centro claro y definido: Cristo Jesús, muerto y resucitado. Alrededor de este ―cristocentrismo‖ se tejen las mejores virtudes que adornan la figura de Pablo: es inteligente y profundo, dueño de sí mismo y de las situaciones, pensador original, agudo y práctico en la organización de sus comunidades; dotado de una particular intuición para detectar los caminos que debía recorrer la Iglesia y para escoger a sus colaboradores. Su rectitud natural y su fogosidad de carácter lo hacen con frecuencia intransigente y extraordinariamente sincero. La profundidad de su vida interior perneada de Cristo y la tenacidad de su voluntad le permiten afrontar con valentía las más duras pruebas, persecuciones, enfermedades y calamidades (Cf. 2 Corintios 11,23-33) y lo dotan de una exquisita sensibilidad, expresada incluso en sentimientos de ternura y amor sincero hacia sus comunidades; Pablo les abre su corazón de par en par, como un padre hacia sus hijos (Cf. 1 Corintios 4,14-15; 2 Corintios 7,24). 2.2.

¿QUÈ ES UNA CARTA O EPISTOLA EN EL NUEVO TESTAMENTO?

Se trata, ante todo, de un género literario particular. En el Nuevo Testamento la literatura epistolar tiene una presencia y significación considerables: de los 27 libros que lo conforman, 21 han llegado a nosotros bajo la forma literaria de ―carta‖ o ―epístola‖. Los estudiosos matizan la diferencia que existe entre ―epístola‖ y ―carta‖. Según ellos, la ―epístola‖ es más solemne y doctrinal; como si fuera un ensayo, estudiado y puesto artificialmente bajo la forma literaria de una carta. La ―carta‖, en cambio, es un escrito más sencillo, familiar y espontáneo, sin pretensiones literarias, más bien de tipo directo y confidencial. Fijándonos en los escritos de San Pablo, en general se pueden catalogar más bien como ―cartas‖ que como ―epístolas‖, por el tono familiar y confidencial que les infunde, aunque hayan también rasgos del género epistolar, más solemne y doctrinal, sobre todo en la Carta a los Romanos. De manera sencilla y resumida, el esquema general que encontramos en las cartas paulinas es el siguiente: 1.-Una fórmula inicial y saludo. 2.-Una acción de gracias 3.-El mensaje 4.-El saludo final o despedida. Aun siguiendo este esquema, Pablo aprovecha sus dotes de orador, apóstol y teólogo para incluir en sus cartas otros elementos doctrinales y litúrgicos, en sintonía con la situación concreta de sus comunidades pero de alcance y valor universal, por ejemplo: fragmentos del Kerigma (Cf. Gálatas 1,3-4; 3,1; Romanos 1,3-4; 10,8-9; 1 Tesalonicenses 1,10; 1 Corintios

15,1-7), homilías (Cf. Romanos 1,18-32), exhortaciones (Gálatas 5,24-26; 6,1-10; Colosenses 3,18-4,6; 1 Timoteo 2,8ss.; 3,1ss; 4,12-16; 5,1ss.), himnos (Cf. Filipenses 2,6-11; Romanos 8,31-39; 1 Corintios 13,1ss; Efesios 1,3-14) y fórmulas litúrgicas (Cf. 1 Corintios 11,23-25; 12,3; 16,22),.En algunos casos, este material provenía de las tradiciones que las comunidades ya usaban en sus celebraciones o catequesis. 2.3.

¿QUE SE ENTIENDE POR “CORPUS” PAULINO?

Hábeas es un término latino que significa ―cuerpo‖ y, en este caso concreto, designa el conjunto de las cartas escritas por San Pablo o atribuidas a él, a lo cual se denomina también ―epistolario paulino‖. Comprende catorce cartas, incluyendo la Carta a los Hebreos, que desde el segundo siglo fue atribuida a San Pablo, aunque hoy se sabe que ciertamente no fue escrita por él. De las trece restantes, siete son consideradas por todos como auténticas de Pablo ( 1 Tesalonicenses 1 y 2 Corintios; Gálatas; Romanos; Filipenses y Filemón)., escritas entre los años 50 y 60 dC., siendo de este modo los escritos más antiguos del cristianismo. En las demás cartas, la mayoría de los estudiosos encuentra la intervención de algún discípulo suyo o la autoría de alguien distinto de Pablo. Normalmente, el epistolario paulino viene agrupado así: a) LAS CARTAS KERIGMATICAS: que recogen los grandes temas del kerigma (= núcleo central de la fe): 1 y Tesalonicenses. Estas son además los primeros escritos del Nuevo Testamento. b) LAS GRANDES CARTAS (O CARTAS PRINCIPALES): son las cuatro más amplias y densas en contenido: Romanos; 1 y 2 Corintios y Gálatas. c) LAS CARTAS DE LA CAUTIVIDAD: aquellas que, según su propio testimonio, escribió Pablo mientras estaba en prisión: Filipenses; Efesios; Colosenses; Filemón y 2 Timoteo (*) d) LAS CARTAS PASTORALES: aquellas que demuestran una marcada preocupación pastoral y sugieren indicaciones para la organización de las comunidades: 1 y 2 Timoteo (*) y Tito. 2.4.

¿COMO ESCRIBIA SAN PABLO SUS CARTAS?

También en nuestros días, pero sobre todo en la antigüedad, la autoría de una carta no es sólo aquella en la que el propio autor la escribe ―de puño y letra‖; existen también cartas que el autor dicta a un secretario o escribano; e incluso aquellas en las cuales el autor sólo sugiere la sustancia del mensaje, las ideas principales, pero deja al secretario la libertad de redactarla según su propio estilo, sin que por esto él deje de ser autor auténtico del escrito, aunque no lo sea en sentido material. Pues bien, San Pablo también quiso aprovechar estas diversas alternativas en la ―escritura‖ de sus cartas. La carta a Filemón, por ejemplo, la escribió de su propio puño y letra (Cf. 1,19); la carta a los Romanos fue dictada por Pablo a su secretario Tercio (Cf. 16,22) y en otras cartas, aunque

fueran dictadas a algún escribano, el Apóstol acostumbraba incluir su saludo final de puño y letra (Cf. 2 Tesalonicenses 3,17; 1 Corintios 1,21;; Colosenses 4,18) y revisarlas con cuidado antes de que fueran enviadas. CONCLUSION: Ante la magnitud y riqueza de la personalidad de San Pablo, un cristiano no puede permanecer indiferente; es la fascinación uno de los más comunes sentimientos que se experimentan desde el primer contacto con el Apóstol de las Gentes, y que, a medida que se progresa en su conocimiento y profundización, va alcanzando las dimensiones de una verdadera pasión; aquella pasión que ha inspirado y sostenido el camino de santificación y el fervor apostólico de tantos cristianos de ayer y de hoy. Entre los apasionados intérpretes contemporáneos de San Pablo se destaca el Venerable Santiago Alberione, con cuyas palabras deseamos concluir esta breve presentación: ―Muchas veces San Pablo es considerado solamente en su grande actividad apostólica; pero ésta brotaba de su corazón, de su grande amor a Jesucristo, al Evangelio, a las almas. Se comprende entonces cómo haya podido hacerse ―todo a todos‖ (Cf. 1 Corintios 9,22); cómo haya vivido el grito: ― la caridad de Cristo nos urge‖ (Cf. 2 Corintios 5,14); cómo haya sentido en sí mismo las necesidades y las alegrías de todos. El límite de su celo fue solamente el límite de sus fuerzas y de su vida. Cuando le fallaron las fuerzas y su existencia estaba por concluir, ofreció todavía la vida por la salvación del mundo y cumplió el más grande apostolado, el del sufrimiento y el martirio―.

XVII. CARTAS DE SAN PABLO A LOS TESALONICENSES

Después de haber considerado la figura y la obra apostólica de San Pablo, fijamos ahora nuestra atención particular en sus escritos. No sobra recordar que al conjunto de las cartas tradicionalmente atribuidas a San Pablo se da el nombre de ―corpus paulino‖, según aparecen en el canon bíblico. Dicho canon ha ordenado las cartas paulinas de acuerdo con su amplitud, es decir, a partir de la más grande, teniendo presente, además, el grado de certeza del origen estrictamente paulino de cada una de las cartas; de la conjugación de estos dos criterios se explica el orden canónico de los escritos paulinos, tal como los encontramos en las ediciones de la Biblia: Romanos, 1 y 2 Corintios, Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, Filemón, 1 y 2 Tesalonicenses, 1 y 2 Timoteo, Tito y Hebreos. Sin desconocer la importancia y el valor del orden canónico mencionado, en nuestro sencillo estudio de cada una de las cartas de San Pablo, seguiremos más bien el orden cronológico, iniciando precisamente con las dos cartas a los Tesalonicenses, que fueron los primeros escritos del Nuevo Testamento, al menos en cuanto se refiere a los libros inspirados reunidos en el canon bíblico. 1. ¿POR QUE SE LLAMAN “CARTAS A LOS TESALONICENSES” ?

Aunque la respuesta parece obvia, la formulación de esta pregunta nos da la oportunidad de recordar que el nombre de cada uno de los libros de la Biblia, tanto del Antiguo Testamento como del Nuevo Testamento algunas veces corresponde al autor (real o supuesto) del escrito, otras veces, al contenido o tema central a que se refiere el libro, y otras veces (como en el caso concreto de las cartas de San Pablo) se debe al destinatario o los destinatarios del escrito bíblico. Los cristianos de Tesalónica serían, entonces, los destinatarios directos de estas dos primeras epístolas paulinas. 1.1.

¿QUE ERA TESALONICA?

Tesalónica era la segunda ciudad griega en importancia, después de Atenas; en efecto, había sido fundada hacia el año 315 aC.; por Casandra de Macedonia en honor de su esposa Tesalónica, que era hermana de Alejandro Magno; desde el 148 aC. Era la capital de la provincia romana de Macedonia. Esta ciudad era, además, un importante centro comercial de comunicación entre oriente y occidente ya que gozaba de puerto sobre el mar Egeo y estaba ubicada muy cerca de la vía Egnatia, que unía el sur de Italia con Asia. Había llegado a ser un verdadero centro urbano cosmopolita, de grande prosperidad material pero que, como tantas otras ciudades importantes, se distinguía también por un marcado sincretismo religioso, dando cabida a los más variados cultos orientales, egipcios, griegos, junto al culto imperial. En tiempos de San Pablo, Tesalónica era lugar de residencia del procónsul romano. 1.2.

¿QUE ERA LA IGLESIA DE TESALONICA?

Durante su segundo viaje misionero, entre los años 49-50, San Pablo llega a Tesalónica, acompañado por Silas y Timoteo, y, después de predicar por algunas semanas en la sinagoga de la ciudad, logra convertir al cristianismo a algunos pocos judíos, y sobre todo un buen número de paganos, con los cuales se constituye la comunidad cristiana de Tesalónica. Este hecho provocó la envidia de los judíos del lugar, los cuales alborotaron la ciudad y causaron un motín contra los apóstoles que tuvieron que escapar de noche y refugiarse en la ciudad de Berea (Cf. Hechos 17,1—15; Filipenses 4,16). Aunque el tiempo de evangelización en Tesalónica había sido breve (aproximadamente unos 3 o 4 meses), fue suficiente para crear un estrecho vínculo de afecto entre la nueva comunidad cristiana y San Pablo. Es lo que nos revelan las dos cartas que el apóstol les escribe a los cristianos Tesalonicenses, de las cuales podemos también concluir que aquella Iglesia era floreciente y bien organizada, dinámica en la fe, la esperanza y la caridad, que el apóstol elogia, considerándola modelo para todos los creyentes de Macedonia y Acaya (Cf. 1 Tesalonicenses 1,2-3.7-8; 2 Tesalonicenses 1,3-5). 1.3.

¿QUE CIRCUNSTANCIAS DAN ORIGEN A ESTAS DOS CARTAS?

Las mismas cartas nos ayudan a reconstruir brevemente los acontecimientos históricos que provocan su escritura por parte del apóstol: desde Atenas, Pablo había enviado a su discípulo

Timoteo para que le trajera noticias de la comunidad de Tesalónica (Cf. 1 Tesalonicenses 3,13); Timoteo regresa trayéndole a Pablo, no sólo buenas noticias de la firmeza en la fe de la comunidad (Cf. 1 Tesalonicenses 3,6), sino también una serie de cuestiones doctrinales que los cristianos de Tesalónica se formulaban acerca de la escatología, es decir, la enseñanza cristiana sobre las últimas realidades de la existencia humana, particularmente cuanto se refería a la segunda venida de Cristo o ―parusía‖ (Cf. 1 Tesalonicenses 2,19; 4,13; 5,1). Efectivamente, los judíos continuaban su campaña de descrédito contra Pablo, se hacían sentir todavía restos de las costumbres y mentalidades paganas y, sobre todo, comenzaban a morir algunos cristianos; ante estas circunstancias, en sus dos cartas a los Tesalonicenses, Pablo responde a esta doble inquietud de sus destinatarios: ¿qué sucederá con los difuntos sorprendidos por la muerte antes de la venida gloriosa (= parusía) de Cristo Jesús ^? Y ¿cuándo tendrá lugar esta venida? Es muy probable que las dos cartas hayan sido escritas en torno al año 51, desde Corinto, separada una de otra por pocos meses. Si en la primera carta Pablo había afrontado el tema escatológico en modo sumario (Cf. 1 Tesalonicenses 4,1 – 5,22), en la segunda precisa algunos puntos del mismo tema, para que ―no se dejen confundir‖ (2 Tesalonicenses 2,2), invitándolos a ―perseverar en la fe‖ (2 Tesalonicenses 2,15) y a no descuidar el trabajo cotidiano (Cf. 2 Tesalonicenses 3,10-12). 2. PRIMERA CARTA A LOS TESALONICENSES. 2.1. ESTRUCTURA Y CONTENIDO . En esta carta podemos encontrar la siguiente estructura: A. SALUDO Y DESTINACION (1,1): en el primer versículo se menciona el remitente y los destinatarios de la epístola. B. AGRADECIMIENTO (1,2-10): elaborado con un cuidado especial, manifiesta el aprecio profundo existente entre Pablo y la comunidad eclesial de Tesalónica .

C. PRIMERA PARTE (2,1 – 3,13): caracterizada por el aspecto autobiográfico, esta parte nos hace saber cómo fue el inicio de la Iglesia de Tesalónica y nos ofrece los detalles de la circunstancia histórica que llevó a Pablo a escribir esta carta. D. SEGUNDA PARTE (4, -5,11): en la cual Pablo recuerda a los Tesalonicenses los aspectos fundamentales de su enseñanza, particularmente en lo que se refiere a la ―escatología cristiana‖ y sus consecuencias prácticas en la vida de los creyentes.

E. TERCERA PARTE (5,12-25): constituida por una cálida y prolongada exhortación a la autenticidad en la vida eclesial, bajo la acción del Espíritu Santo. F. SALUDO CONCLUSIVO (5,26-28): acompañado de la invitación a que todos los hermanos de esa comunidad lean la carta . 2.2.

MENSAJE DOCTRINAL DE LA PRIMERA CARTA A LOS TESALONICENSES.

Aunque el principal interés que se percibe en esta carta es de tipo pastoral, no se puede desconocer el grande valor teológico que encierra, expresado en las enseñanzas de Pablo que eliminan y orientan la experiencia de fe de sus destinatarios, particularmente en lo que se refiere a la esperanza cristiana ante las últimas realidades de la existencia humana. 2.2.1. LA TENSION ESCATOLOGICA: Como lo habíamos ya mencionado, la comunidad de Tesalónica se planteaba profundos cuestionamientos de carácter escatológico: este mundo actual pasará y acontecerá el regreso glorioso de Cristo; todo se juzga a la luz de este regreso (= parusía) del Señor, al final de los tiempos.. Los Tesalonicenses piensan en este retorno con alegría, como la posibilidad de encuentro y convivencia con Cristo Resucitado. San Pablo, con su enseñanza, se propone dar fundamento sólido a esta esperanza: al regreso de Cristo, como primera cosa ―los muertos en Cristo resucitarán. Después nosotros, los vivos, los que todavía estemos, nos reuniremos con ellos llevados en las nubes al encuentro del Señor, allá arriba. Y para siempre estaremos con el Señor‖ (1 Tesalonicenses 4,16-17). Pero esta tensión respecto del regreso de Cristo hacía pensar, casi espontáneamente, en la fecha de tal evento. Tanto los Tesalonicenses como el mismo San Pablo (en este tiempo en el que se escribe la carta), deseaban y, tal vez, esperaban esta fecha como si fuera inminente. Pero esta expectativa no llegó a convertirse en fanatismo obsesivo; Pablo, de hecho, había insistido en que el ―cuándo‖ del regreso glorioso de Cristo era algo radicalmente indeterminable, por eso les escribe: ―Ustedes saben perfectamente que el Día del Señor vendrá como un ladrón en la noche‖ ( 1 Tesalonicenses 5,2). Pero lo importante es vivir en actitud de permanente vigilancia y serena y espera, ―porque Dios no nos destinó a ser condenados, sino a alcanzar la salvación por Cristo Jesús, nuestro Señor, que murió por nosotros, para que entremos en la Vida junto con él‖.(1 Tesalonicenses 5,9-10) 2.2.2. DEL PAGANISMO A LA PRACTICA DEL EVANGELIO: Pablo ha predicado el Evangelio de Cristo a la comunidad de Tesalónica, que en su mayoría estaba constituida por paganos, los cuales abren generosamente su corazón a este anuncio. El apóstol comparte el gozo de esta acción de Dios en ellos y da testimonio de la respuesta positiva que han brindado a su predicación: ―….ustedes se convirtieron a Dios, dejando los ídolos para servir al Dios vivo y verdadero‖ (1 Tesalonicenses 1,9). Y Pablo no cesa de dar gracias al Señor por este hecho, porque los Tesalonicenses han recibido y acogido el anuncio

de la salvación― no como enseñanza de hombres, sino como la Palabra de Dios, que es realmente y que sigue actuando entre ustedes que creen‖ ( 1 Tesalonicenses 2,13). La presentación y la acogida del Evangelio venían acompañadas de hechos extraordinarios, que tenían la función de enfatizar la trascendencia del anuncio y, a la vez, crear en quienes recibían el mensaje la actitud de la mayor apertura posible para acogerlo:‖ Pues a ustedes les llevamos el Evangelio, no solamente con palabras, sino también con manifestaciones del poder de Dios y abundantes comunicaciones del Espíritu Santo‖ ( 1 Tesalonicenses 1,5). El Evangelio que los Tesalonicenses han aceptado es el mismo que Pablo ha acogido y practicado, y que estaba siendo ya vivido por las comunidades cristianas de la región de Judea. Para el apóstol este hecho es importante, en cuanto manifiesta una continuidad en el proceso del testimonio evangélico y de la ―imitación‖ recíproca, en el contexto eclesial. (Cf. 1 Tesalonicenses 1,6; 2,14). 2.2.3. LA SANTIFICACION PERSONAL: Este es otro de los aspectos de la enseñanza paulina que encontramos en esta carta, con suficiente insistencia por parte del apóstol. Es una exigencia que viene de Dios mismo y que debe encontrar amplia escucha en el creyente:‖ La voluntad de Dios es que ustedes sean santos‖ ( 1 Tesalonicenses 4,3). Aunque reconoce que la joven comunidad cristiana tesalonicense ha hecho ya un camino en el proceso de santificación, San Pablo no deja de exhortarla al rechazo de todo aquello que se opone a su condición de pertenencia de Cristo, recordándole incesantemente su noble vocación: ―En efecto, Dios no nos llamó a la impureza, sino a la santidad‖ ( 1 Tesalonicenses 4,7). Quien ha recibido el Espíritu Santo de parte de Dios (Cf. 1 Tesalonicenses 4,8), debe demostrar con su comportamiento cotidiano su nueva condición, y no sólo como un hecho personal, sino además como una realidad que se proyecta hacia el prójimo: ―En lo referente al amor fraternal, ustedes no necesitan que les escriba, ya que Dios mismo les enseñó a amarse unos a otros. Y, en efecto, ustedes lo practican con todos los hermanos…‖ (1 Tesalonicenses 4,9-10). Queda claro, según lo enseña San Pablo, que el empeño de santificación debe ser compromiso permanente del cristiano, sin olvidar, en todo caso, que es ante todo un don y una obra de Dios en la integralidad de la persona humana: ―Que el propio Dios de la paz los santifique, llevándolos a la perfección. Guárdense enteramente sin mancha, en todo su espíritu, su alma y su cuerpo, hasta la venida de Cristo Jesús Nuestro Señor. El que los llamó es fiel y así lo hará‖ ( 1 Tesalonicenses 5,23-24). 2.2.4. LA VIDA DE LA COMUNIDAD: La Iglesia de Tesalónica era una comunidad joven pero bien estructurada, en la cual existían responsables de la animación y guías de la comunidad; Pablo enseña que estos dirigentes deben ser apreciados y tratados con afecto para que reine la paz entre todos (Cf. 1 Tesalonicenses 5,12-13). Pero la presencia de estos encargados de educar y corregir no dispensa a la comunidad de la responsabilidad activa a todos los niveles: ―Les rogamos que reprendan a los que no hacen nada, animen a los que estén desanimados, sostengan a los débiles tengan un corazón grande hacia todos.‖ (1 Tesalonicenses 5,14). Actuando de esta

manera la comunidad podrá prolongar en la vida concreta de cada día cuanto celebra en la liturgia: ―Estén siempre alegres, oren sin cesar y en toda ocasión den gracias a Dios: ésta es, por voluntad de Dios, la vocación cristiana de ustedes‖.(1 Tesalonicenses 5,16-18). Bajo la acción del Espíritu Santo, que envía sus carismas para el servicio y edificación de la comunidad, el cristiano se abre a un horizonte ilimitado para discernir y descubrir el bien donde quiera que se encuentre: ―No apaguen el Espíritu, no desprecien lo que dicen los profetas. Examínenlo todo y quédense con lo bueno. Cuídense de toda clase de mal.‖ ( 1 Tesalonicenses 5,19-22). 3. SEGUNDA CARTA A LOS TESALONICENSES. 3.1. ESTRUCTURA Y CONTENIDO . Esta segunda carta, más breve que la primera, muestra una estructura bastante sencilla a saber: a) SALUDO Y DESTINACION (1,1-2): los remitentes de la carta se presentan como Pablo, Silas y Timoteo, igual que en la primera, y dirigen su saludo a los cristianos de Tesalónica. b) AGRADECIMIENTO (1,3-12). Particularmente extenso y articulado, en el cual se evidencia la situación positiva que vivía la comunidad a la que se dirige la carta, a pesar de las dificultades que debían enfrentar. d) PRIMERA PARTE (2,1-17): en esta sección Pablo afronta el problema de la ―parusía‖ del Señor, llamando la atención para evitar el engaño y malentendidos acerca de este tema escatológico entre los cristianos. e) SEGUNDA PARTE (3,1-16): Pablo inicia esta parte pidiendo el respaldo en la oración por el éxito de la obra evangelizadora, luego se refiere al ideal de comunidad que deben tratar de construir, dedicando particular atención a la situación de confusión que ha provocado en algunos una actitud repudiable de ociosidad. f) CONCLUSION (3,17-18): es un saludo final en el cual se insiste acerca de la autenticidad paulina de la carta, que es puesta en duda incluso en nuestros días. 3.2.

MENSAJE DOCTRINAL DE LA SEGUNDA CARTA A LOS TESALONICENSES.

La teología de esta carta presenta sobre todo un tema de fondo, constituido por el vínculo entre historia y parusía; al dar su enseñanza sobre este argumento, el apóstol ofrece una nueva concepción del regreso glorioso del Señor, acompañada de otras indicaciones doctrinales y pastorales. 3.2.1. RELACION ENTRE HISTORIA Y PARUSIA:

La situación de confusión en la comunidad había sido provocada por una equivocada concepción de la parusía, en cuanto se creía que ésta tenía inminente realización, fruto de la escasa atención prestada al desarrollo de la historia. No es que Pablo haya tenido que contradecir cuanto había enseñado en su primera carta: el cumplimiento de la parusía sigue siendo indeterminado en el tiempo (Cf. 2 Tesalonicenses 2,1-2), pero se propone, en cambio, una ―interpretación‖ de la historia en clave apocalíptica. El apóstol desenmascara y pone en evidencia las fuerzas del mal que se oponen a Dios y actúan en el campo de la historia en contra de Cristo y sus seguidores (Cf. 2 Tesalonicenses 2,3-4; 9,12). La presencia de las fuerzas negativas no debe hacer perder la esperanza de los cristianos: la victoria final pertenece al Señor, el triunfo definitivo del bien coincide, precisamente, con la parusía (Cf. 2 Tesalonicenses 2,8). De aquí deriva una consecuencia importante para la vida cristiana, en términos de esperanza y de compromiso con el presente; el creyente no puede entregarse a la ociosidad por que le compete el empeño histórico del trabajo y la practica del bien (Cf. 2 Tesalonicenses 2,15-16; 3,11-13). 3.2.2. LA PARUSIA COMO MANIFESTACION: La atención al desenvolvimiento de la historia conduce a una presentación más madura del evento de la parusía. Mientras en la primera carta se hablaba de la segunda venida de Cristo en modo solemne y asombroso, con el resonar de la trompeta de Dios e intervención de un Arcángel (Cf. 1 Tesalonicenses 4,16), en esta segunda carta se define más bien en términos de ―manifestación‖, ―aparición de su venida‖ (Cf. 2 Tesalonicenses 1,7; 2,8), que traerá consigo el juicio contra el mal (Cf. 2 Tesalonicenses 1,8-9), y de esta manifestación de Cristo serán partícipes todos los creyentes, que hayan aceptado el testimonio del Evangelio como lo han hecho los tesalonicenses (Cf. 2 Tesalonicenses 1,10). 3.2.3. LA PEDAGOGIA DE DIOS SE REALIZA EN LA HISTORIA: Inmerso y comprometido en el desarrollo de la historia, el cristiano debe estar estructurado sobre un sólido fundamento que le viene de Dios mismo: ―El Señor los animará interiormente a todos ustedes y los hará progresar en todo lo bueno…‖ (2 Tesalonicenses 2,17). ―El Señor es fiel: él los hará firmes y los preservará del mal‖.(2 Tesalonicenses 3,3). El cristiano desempeña su misión de testimonio en este campo de la historia en el que también actúan las fuerzas negativas, por eso nunca debe cansarse de hacer el bien, encontrando el entusiasmo necesario en el contacto permanente con Dios y con Cristo: ―Que el Señor fije sus corazones en la buena dirección para que puedan amar a Dios y esperar a Cristo‖ ( 2 Tesalonicenses 3,5), de esta manera, el creyente encuentra la asistencia divina mientras se empeña, en responder a sus compromisos históricos. 3.2.4. ACTITUD ANTE EL HERMANO QUE OBRA EQUIVOCADAMENTE: ¿Cómo comportarse de frente a aquellos hermanos que con sus palabras o actitudes han creado confusión y engaño en el seno de la comunidad `? ¿Y respecto de aquellos que no quieren obedecer a las enseñanzas del apóstol `?. La respuesta de Pablo es clara y coherente una vez superado el momento crítico, se debe procurar, a toda costa, salvar incluso a aquellas

personas que han provocado el malestar, y que siguen siendo hermanos. La perspectiva paulina es constructiva pero no desprecia el valor de la corrección fraterna: ―Si alguien no obedece, lo que les mando en esta carta, señálenlo y no convivan más con él, para que se avergüence. Sin embargo, no lo consideren como enemigo, sino que corríjanlo como a hermano‖ ( 2 Tesalonicenses 3,14-15). Es el nuevo tipo de sensibilidad que debe tener el cristiano hacia su prójimo, incluso cuando éste se equivoca. CONCLUSION: En estos tiempos de final de milenio, no faltan corrientes e ideologías que, mal interpretando el mensaje bíblico, producen desconcierto y confusión entre los cristianos. La solidez de nuestra fe y de nuestra esperanza es puesta a prueba con anuncios de la hecatombe universal y el fin del mundo. Una atenta lectura y meditación de las dos cartas de Pablo a los Tesalonicenses nos puede ayudar a dar consistencia a nuestro optimismo cristiano respecto de las últimas realidades. El regreso glorioso de Cristo que es objeto de nuestra esperanza no nos obsesiona ni desespera, al contrario, nos brinda serenidad y entusiasmo para seguir construyendo la historia, trabajando y practicando el bien y la solidaridad. Estas cartas a los Tesalonicenses pueden, además renovar nuestro compromiso de santificación, en la perspectiva de las virtudes teologales (fe, esperanza y caridad), para edificar la comunidad cristiana auténtica al servicio de Dios y de toda la humanidad.

XVIII. CARTA A LOS GALATAS: LIBERTAD CRISTIANA Y VIDA EN EL ESPIRITU. Con esta carta que ahora nos proponemos considerar, iniciamos la serie de los escritos de San Pablo que ofrecen mayor densidad y valor doctrinal; es decir, el grupo de las llamadas ―grandes cartas paulinas‖: Gálatas, 1 y 2 Corintios, y la Carta a los Romanos. En efecto, son éstas las epístolas que presentan con amplitud y profundidad la riqueza de la enseñanza del Apóstol acerca de los más importantes temas de la doctrina cristiana. Pero, antes de empezar a examinar detenidamente esta interesante Carta a los Gálatas, conviene recordar que no estamos siguiendo el orden canónico de las cartas paulinas, o sea, tal como aparecen en cualquier edición de la Biblia, sino que hemos preferido seguir el orden cronológico en el que éstas fueron escritas, con una particular atención al mayor grado de certeza de ―autenticidad paulina‖ de dichas epístolas. En concreto, hemos ya tratado acerca de las ―primeras cartas― de San Pablo ( 1 y 2 Tesalonicenses), ahora iniciamos las ―grandes cartas‖ y nos espera el itinerario de las ― cartas de la cautividad ― (Filipenses, Filemón, Colosenses y Efesios) y las ―cartas pastorales‖ ( 1 y 2 de Timoteo y Tito.). 1. ¿POR QUE SE LLAMA “ CARTA A LOS GALATAS”?

El nombre de esta epístola hace referencia directa a los destinatarios de la misma (como todas las cartas atribuidas a San Pablo). En este caso particular, se trata de los cristianos de Galacia. 1.1.

¿QUE ERA GALACIA?

La respuesta a esta pregunta ofrece dos alternativas: Galacia es el nombre que recibía una limitada región al norte del Asia Menor: o bien, Galacia identificaba toda una provincia romana, que comprendía un territorio más extenso ( al sur del Asia Menor), en el cual se encontraban localidades conocidas al tiempo de Pablo, como: Derbe, Listra, Iconio y Antioquia de Pisidia. En la ―Biblia del Peregrino‖, el Padre Luis Alonso Schòkel presenta una explicación resumida de esta situación, que a continuación nos permitimos transcribir: ―Durante el siglo III aC. Unas tribus indoarias se establecieron en la región de Frigia, en el Asia Menor central. Pueblo belicoso y de salteadores, dicho de otra manera, controlaban la ruta que iba del Éufrates hasta el Mediterráneo y cobraban tributo a las caravanas.. En la antigüedad los llamaron celtas, gallo, gallos. La moderna capital Ansiara conserva el antiguo nombre, Ancyra. Derrotados por los Romanos (189 a.C.) perdieron los galos la independencia. El año 25 a.C. les agregaron la región meridional y declararon todo el territorio provincia romana. Tenemos así dos entidades: una étnica, de los habitantes tradicionales del norte, y otra mixta, definida jurídicamente por Roma‖. Afortunadamente, para comprender el mensaje de la Carta a los Gálatas no resulta necesario distinguir a cuál de los dos grupos se dirige San Pablo; sin embargo, hay que saber que, todavía hoy, la opinión de los especialistas sigue dividida, y cada uno por su parte expone razones respetables, que no consideramos oportuno profundizar en esta sencilla introducción a la Carta. 1.2.

¿QUIENES ERAN, ENTONCES, LOS CRISTIANOS DE GALACIA?

Si nos referimos a la Galaxia grande, más conocida como ―galacia del sur‖, es decir, considerada como provincia romana, encontramos el testimonio de San Lucas, en los Hechos de los Apóstoles, según el cual San Pablo evangelizó estos pueblos ya desde su primer viaje misionero (Cf. Hechos 13,13—14,27), repitiéndoles su visita después, en el segundo y tercero de sus viajes apostólicos (Cf. Hechos 16,1-5 y 18,23). Si quisiéramos, en cambio, restringirnos sólo a la región de la Galacia del norte, que tenía como centro de referencia la ciudad de Ancyra, debemos entonces ubicarnos durante el recorrido del segundo viaje de Pablo (Cf. Hechos 16,6), cuando una fastidiosa enfermedad lo obliga a detenerse más tiempo del previsto en aquella región, situación que el Apóstol aprovechó para realizar una cuidadosa evangelización, acogida con entusiasmo por parte de los Gálatas (Cf. Gálatas 4,13-15). Al continuar su viaje, Pablo deja en Galacia comunidades cristianas bien establecidas y florecientes, como pudo también constatarlo en su siguiente visita durante el tercer viaje (Cf. Hechos 18,23). 1.3.

¿QUÈ CIRCUNSTANCIAS DAN ORIGEN A ESTA CARTA?

Gracias a lo que el mismo San Pablo escribe a los Gálatas, podemos concluir que la Carta surgió a raíz de un serio inconveniente que se presentó en la comunidad cristiana de Galacia, que en su mayoría estaba compuesta por creyentes de origen pagano: se infiltraron algunos de origen judío (llamados= judaizantes‖), predicando que, para salvarse, los cristianos debían circuncidarse y cumplir las prescripciones de la Ley de Moisés. Esto suponía un intento de desautorizar a San Pablo, quien siempre había enseñado la novedad sustancial de la fe cristiana y la inutilidad de observar la Ley judía para quien deseaba ser auténtico discípulo de Jesús. De hecho, los judaizantes promovieron una campaña de descrédito de la enseñanza de San Pablo, que ponía en tela de juicio su condición de apóstol. Pablo, consciente de la gravedad de la situación y del peligro que esta confusión representaba para la estabilidad de las jóvenes comunidades cristianas de Galacia, no duda en escribirles. En términos sorprendentemente directos y casi agresivos, el Apóstol defiende su doctrina y da las respuestas necesarias a estos dramáticos acontecimientos, conocidos con el nombre de ―crisis gálata‖. Tenemos así, una de las cartas más apasionadas de Pablo, donde revela mucho de su personalidad humana y apostólica. 1.4.

¿EN CONCRETO, EN QUE CONSISTIO LA “CRISIS GALATAS“?

Dada la importancia de esta situación difícil que debieron afrontar las comunidades cristianas de Galacia, trataremos de ampliar la explicación de lo que significó esta crisis, teniendo en cuenta que fue ella la que motivó la escritura de la Carta que nos ocupa. Pablo se encontraba probablemente en Éfeso, cuando le llegaron noticias de que sus comunidades de Galacia se encontraban inmersas en una grave crisis de identidad cristiana. En realidad, la crisis había sido provocada desde afuera: a la región gálata habían llegado unos predicadores del Evangelio, que ponían en entredicho la validez y legitimidad del anuncio del Evangelio hecho por Pablo, a quien acusaban de falsear el mensaje, de predicar un evangelio mutilado, de ser un mini-apóstol. Los agitadores venidos de fuera sostenían que el auténtico Evangelio era el predicado por los Apóstoles de Jerusalén, o sea, un Evangelio que mandaba observar fielmente la Ley de Moisés, incluido el rito de la circuncisión. A estos cristianos, muy posiblemente oriundos de las comunidades judeocristianas de Palestina, se les conocen en la historia del cristianismo primitivo con el nombre de ―judaizantes‖, como lo hemos ya anotado anteriormente. El asunto es grave y Pablo toma conciencia del peligro que representa. El hecho de que lo ataquen a él personalmente no lo preocupaba demasiado, pero si le angustiaba que pudieran derribar el edificio de la genuina Iglesia de Cristo, en cuya construcción él había colaborado. En realidad, estaba en juego la esencia y el futuro del cristianismo, por eso Pablo no se resigna y eleva su voz contra aquellos que pretenden convertir la vida cristiana en una religión formalista, apegada a ritos y prácticas exteriores, como el judaísmo fariseo de su tiempo. La fe cristiana no podía transformarse en una ―secta‖ judía. Pablo no se deja atemorizar y, desde la profundidad de sus convicciones, saca valentía para el combate contra esta tendencia empobrecedora y esclavizante. No pudiendo ir personalmente a enfrentar la situación, lo hace por escrito.

Aunque se llama ―crisis gálata‖, hay que reconocer que no era una situación que afectaba sólo a las comunidades de Galacia; se trataba de un problema sentido en toda la Iglesia. De hecho, la cuestión tuvo que sr planteada con toda la franqueza y claridad en el primer Concilio general de la Iglesia en Jerusalén, hacia el año 48-49, como ya hemos tenido la oportunidad de conocerlo cuando tratamos el libro de los Hechos de los Apóstoles (Cf. Hechos 15,1-35). En aquella fundamental reunión en Jerusalén se le había dado la razón a Pablo y se había defendido la radical novedad del Evangelio cristiano; pero la tendencia judaizante no se había dado por vencida y continuaba tratando de desestabilizar las jóvenes comunidades, como la de los ―ingenuos gálatas‖, a quienes Pablo se ve obligado a reprender en tono duro pero fraterno (Cf. Gálatas 3,1ss.). 2. CARACTERISTICAS GENERALES DE LA CARTA 2.1.

AUTOR, LUGAR Y FECHA DE COMPOSICION:

Acerca de la autenticidad paulina de esta carta, no han existido mayores dudas. San Pablo escribió la epístola a los Gálatas, probablemente desde la ciudad de Éfeso, en torno al año 55 ( aunque hay algunos que la ubican un poco más tarde, al final del tercer viaje misionero del Apóstol, hacia el año 58). A propósito de la fecha de composición, lo que parece en todo caso cierto es que haya sido después del Concilio de Jerusalén. 2.2.

ESTILO LITERARIO DE LA CARTA:

En cuanto se refiere al género literario, no cabe duda de que se trata de una auténtica carta, con sus destinatarios precisos y un tema delimitado y ocasional; sin embargo, es una carta del todo especial, caracterizada por un tono abiertamente polémico, que en ocasiones llegaría a parecer agresivo. La gravedad de la crisis que afecta a las comunidades a las cuales se dirige, suscita en Pablo este ―alegato‖ vibrante a favor de la libertad cristiana. Y para defender la autenticidad de su apostolado, no duda en recurrir incluso a datos y anécdotas de carácter autobiográfico, enriqueciendo su exposición con referencias históricas, citas de la Sagrada Escritura y observaciones de tipo irónico. El lenguaje que usa es marcadamente apasionado, tanto en el ataque de los adversarios como en la corrección y defensa de los Gálatas, a quienes considera hijos y hermanos (Cf. Gálatas 5,12; 3,1; 4,19-20; 6,18). De todo esto brota un escrito aparentemente desordenado, como un desahogo, a la vez que una imploración, fruto del corazón preocupado de Pablo, pero también muy rico de argumentos doctrinales bien pensados, lúcidos y claramente expuestos. 2.3.

ESTRUCTURA Y CONTENIDO DE LA CARTA:

Como en todas sus cartas, Pablo usa un esquema sencillo, comúnmente utilizado en las epístolas de la época: 1.- Saludo inicial y destinación de la carta: 1,1-3

2.- Alabanza o acción de gracias ( en este caso es alabanza): 1,4-5 3.- Mensaje o doctrina central: 1,6—3,29 4.- Exhortación: 4,1—6,17 5.- Despedida y saludos finales: 6,18 Teniendo presente el estilo particular y el contenido de la Carta a los Gálatas, podemos precisar aún más la estructura de la epístola, de la siguiente manera: Saludo y presentación del tema: El evangelio único: 1,1-10 PRIMERA PARTE: Evocación autobiográfica: 1,11—2,21 --Formación y vocación de Pablo: 1,11-24 --Pablo y los otros apóstoles: es reconocido en su misión: 2,1-10 --Incidente con Pedro en Antioquia: 2,11-21 SEGUNDA PARTE: Mensaje doctrinal: 3,1—4,31 --Ley y fe: experiencia del Espíritu; ejemplo de Abraham: 3,1-14 --Ley y Promesa: 3,15-22 --Esclavitud, filiación y libertad: 3,24—4,11 --Pablo y los Gálatas: 4,12-20 --Agar y Sara: 4,21-31 TERCERA PARTE: Exhortación: 5,1—6,10 --Libertad cristiana: 5,1-12 --Vida en el Espíritu: 5,13-26 --Ayuda mutua: 6,1-10 CONCLUSION Y DESPEDIDA (autógrafo de Pablo): 6,11-18 A partir de esta estructura resulta fácil percibir el contenido esencial de la Carta: En la primera parte Pablo defiende apasionadamente su condición de Apóstol, como fundamento de la autenticidad de su anuncio evangélico, y para ello recuerda las etapas sobresalientes de su propia vida, antes y después de la conversión, en el contexto de una progresiva configuración con Cristo, que al final de esta sección lo lleva a afirmar: ―Estoy crucificado con Cristo, y ahora no soy yo el que vive, sino que es Cristo el que vive en mí….‖ (Gálatas 2,19-20). Al exponer su mensaje doctrinal (en la segunda parte), Pablo baja un poquito el tono apasionado de su carta, para demostrar que la verdadera salvación no viene de la observancia estricta de la Ley, sino que es don de Dios, a través de Cristo, aceptado por la fe. Esta fe es punto de encuentro entre la impotencia del hombre y el poder salvífico de Dios. Pablo ofrece las pruebas de la verdad de su enseñanza desde la misma Escritura (Cf. 3,6-18).

Finalmente, Pablo dirige a los Gálatas su sentida exhortación a conservar esta libertad en Cristo (tercera parte); llegando incluso a conclusiones prácticas, cuando presenta cuales deben ser las actitudes propias de quien ha sido liberado por Cristo, que se deja guiar por el Espíritu Santo, en oposición a la esclavitud de quien vive bajo el yugo de la Ley y del pecado. 3. ENSEÑANZA TEOLOGICA DE LA CARTA A LOS GALATAS. La enseñanza fundamental que Pablo dirige a sus comunidades cristianas de Galacia no es un mensaje abstracto, fruto de elucubraciones intelectuales, sino que es, ante todo, un mensaje vivo, que responde a la situación concreta de sus destinatarios y que brota de experiencias y convicciones personales, pero que en ningún modo carece de profundidad y solidez doctrinal. 3.1.

EL EVANGELIO:

Sabiendo que debía hacer reflexionar a los Gálatas, Pablo apela a la ―verdad del Evangelio‖ (Gálatas 2,14); y así, el Evangelio es presentado como un valor absoluto ante el cual debe subordinarse todo lo demás. El Evangelio participa de la trascendencia de Dios y, de algún modo, la expresa. No existe ningún otro evangelio, como no existe ningún otro Dios o ningún otro Cristo (Cf. Gálatas 1,6-9). Se trata del Evangelio de Jesucristo, de su muerte y resurrección, es también el Evangelio del Espíritu don del Padre que actúa en los cristianos por medio del Resucitado (Cf. Gálatas 4,6). Y es para el servicio de este Evangelio que Pablo había sido destinado desde el seno de su madre (Cf. Gálatas 1,15), de lo cual sólo se hace consciente a partir de su primer encuentro con Cristo, camino de Damasco (Cf. Gálatas 5,11ss). Es la Buena Noticia que ahora Pablo vive y anuncia, la misma que tuvo que ser confrontada con la predicación de los demás apóstoles, particularmente de Pedro, y ser confirmada por el Concilio eclesial de Jerusalén (Cf. Gálatas 1,18; 2,11-14). 3.2.

LA FE Y LA LEY.

El núcleo de la doctrina que Pablo quiere proponer a los Gálatas se encuentra resumida en los versículos 16 al 21 del capítulo segundo que enfocas palabras sería esta:‖ El hombre no llega a la salvación por medio de la Ley, sino por su fe en Cristo Jesús, una fe que se hace vida en la práctica del amor cristiano‖. En la Carta a los Romanos Pablo ampliará su exposición acerca de la relación entre la ley y la fe, en vistas de la salvación; sin embargo, ya aquí, en la Carta a los Gálatas, deja bien puestos los fundamentos de su enseñanza al respecto. La salvación no viene como ―recompensa‖ a las obras de la ley, pues se trata de un don gratuito de Dios, por medio de Jesucristo (Cf. Gálatas 3,8-14). La ley ha cumplido, en todo caso, una función importante pero instrumental: ha sido como un pedagogo que ha orientado al hombre hacia Cristo, para que, creyendo en él, obtuviera la justificación por medio de la fe (Cf. Gálatas 3,24). Pero, una vez

llegada la fe en Cristo, el hombre no puede seguir sometido al pedagogo de la fe (Cf. Gálatas 3,25). 3.3.

LA FE NOS HACE VIVIR EN LA LIBERTAD DEL ESPIRITU:

Es la otra grande enseñanza paulina de la Carta a los Gálatas, que nos ayuda a comprender el verdadero significado y valor práctico de la fe: mientras que la ley esclaviza, y es sólo un recurso pedagógico para esclavos, la fe en Cristo, en cambio, nos hace libres, porque nos hace hijos y herederos de las promesas de Dios (Cf. Gálatas 3,26-29). Así, pues, cumpliremos los deberes de hijos de Dios no por temor, como el esclavo, sino por amor, como auténticos hijos (Cf. Gálatas 4,4-7). Aceptar a Cristo y adherir a Él no es, entonces, un cumplir por cumplir, sino más bien, una respuesta de fidelidad y de amor, en el ámbito de la libertad de los hijos de Dios. Pablo no se cansa de repetirlo:‖ Para que fuéramos libres Cristo nos ha liberado. Por eso, manténgase firmes y no se sometan de nuevo al yugo de la esclavitud‖ (Gálatas 5,1). Ahora bien, esta libertad respecto de la ley no significa, de ninguna manera, desprecio de las buenas obras; es todo lo contrario, darles el justo valor que les corresponde como consecuencia de la gracia que actúa en nosotros, ya que ―la fe actúa mediante el amor ― (Gálatas 5,6). En efecto, quien vive animado por la fe y se deja conducir por el Espíritu Santo, expresará en lo concreto de su vida los frutos de dicho Espíritu: ―Caridad, alegría y paz, generosidad, comprensión de los demás, bondad y confianza, mansedumbre y dominio de sí mismo‖ (Gálatas 5,22-23). CONCLUSION: No Podemos negarlo, nuestros pueblos latinoamericanos siguen sufriendo diversos tipos de esclavitud: aquella que viene impuesta por estructuras e ideologías de injusticia, que obliga a las grandes mayorías empobrecidas del Continente a vivir en la miseria y la marginación; o aquella otra esclavitud provocada por los sistemas políticos y económicos dominantes, que quieren excluir a los pobres de toda forma de participación activa en la construcción de su propia historia, negándoles los más fundamentales derechos; o la esclavitud a la que son sometidos tantos de nuestros campesinos, con el poder de las armas homicidas de militares, paramilitares y guerrilleros. O bien, aquella esclavitud causada por quienes muchas veces, incluso con motivaciones religiosas, pretenden subyugar la conciencia de la gente sencilla, predicando la ―resignación‖ ante las injusticias humanas. Hasta llegar a las más personales formas de esclavitud, fruto del egoísmo, la ambición, el odio y toda ruptura de la comunión con Dios y con los hermanos; sin olvidar aquella actitud esclavizante de tantos de nosotros que consideramos nuestra religión como un simple cumplimiento estricto y mecánico de normas, ritos y preceptos. En medio de esta situación debe seguir resonando con claridad y eficacia la enseñanza de Pablo, que es el Evangelio cristiano: ―Para vivir en la libertad fuimos liberados por Cristo‖. Defendamos esta libertad, cooperemos eficazmente en la destrucción de todas las cadenas de esclavitud, para que podamos vivir la libertad de los hijos de Dios, en la paz y la solidaridad. Empeñémonos decididamente en la causa de la liberación integral en Cristo,

realizando las buenas obras de la justicia y el amor, que en lugar de ser requisito para obtener la salvación, son la necesaria consecuencia de la acción del Espíritu que actúa en nosotros y nos permite llamar a Dios: Padre.

XIX.

LAS DOS CARTAS A LOS CORINTIOS

Las dos cartas canónicas a la comunidad cristiana de Corinto son la correspondencia epistolar más amplia que nos ha llegado de San Pablo con una comunidad determinada. En ellas podemos ver como una comunidad cristiana vive su fe y su esperanza, aun en medio de dificultades e inquietudes. Cuando leemos detenidamente las dos cartas a los Corintios, descubrimos la sorprendente actualidad de su mensaje; en efecto, las situaciones y problemas que debieron afrontar las comunidades paulinas, tanto al interno de sí mismas como en su relación con el mundo circundante, son similares a las circunstancias y dificultades que afronta la Iglesia de hoy,. Las palabras de Pablo continúan resonando con plena validez, como un diálogo vivo en el que todos somos invitados a participar y a dejarnos guiar hacia una revisión personal y comunitaria de nuestra vida cristiana. 1. ¿POR QUE SE LLAMAN “CARTAS A LOS CORINTIOS”? Aunque parece evidente la respuesta, es bueno recordarlo otra vez: las cartas atribuidas al apóstol San Pablo deben su nombre a los destinatarios de las mismas. En este caso concreto, Pablo se dirige a los cristianos de Corinto. 1.1.

¿QUE ERA CORINTO?

Corinto era una grande ciudad griega ubicada entre el Peloponeso y la Grecia central. Se tienen testimonios de su existencia desde tiempos muy antiguos; en el año 146 a.C. la ciudad fue destruida por los romanos, pero fue reconstruida y refundada por Julio César en el año 44 a.C. Esta nueva ciudad se desarrolló rápidamente llegando a ser un importante centro de cultura, civilización, deporte, comercio, riqueza y de moralidad e inmoralidad al mismo tiempo. Dada su significación en el imperio, en el año 27 a.C. Octaviano la hizo capital de la provincia romana de Acaya (Grecia) y, en consecuencia, sede de un procónsul romano que la gobernaba. Su localización estratégica, como punto de encuentro entre Oriente (Asia) y Occidente (Europa), y el hecho de ser un puerto de mar, convirtió a Corinto en un Centro de diversidad de culturas, razas y religiones, que junto a la riqueza de su próspera actividad comercial le dieron también la fama de albergar un pueblo frívolo, dado a las diversiones, la corrupción y el placer. 1.2.

¿QUE ERA LA COMUNIDAD CRISTIANA DE CORINTO?

En el libro de los Hechos de los Apóstoles (18,1-18) tenemos un testimonio directo y muy valioso de la constitución de la comunidad cristiana de Corinto por parte de San Pablo. Lucas nos cuenta que Pablo evangelizó esta ciudad y fundó allí la Iglesia durante su segundo viaje misionero, con la ayuda de Silvano y Timoteo, hacia el año 51 d.C. Gracias a la hospitalidad de Aquila y Priscila (un matrimonio de judíos convertidos al cristianismo, que habían sido desterrados de Roma), Pablo permaneció en Corinto un año y medio, ganando para la fe algunos conversos, sobre todo entre los plebeyos y esclavos de aquella ciudad; también Crispo, el responsable de la sinagoga en Corinto, aceptó la Buena Nueva anunciada por Pablo y se hizo cristiano, con toda su familia. Lo cierto es que al momento de su partida, el Apóstol dejó constituida una comunidad cristiana numerosa y floreciente. 1.3.

¿QUÈ CIRCUNSTANCIAS DIERON ORIGEN A ESTAS CARTAS?

Para entender la ocasión que hizo surgir estas cartas, debemos tener en cuenta la situación concreta que estaba atravesando la comunidad de Corinto. De hecho, la joven y prometente Iglesia de Corinto, pronto tuvo que hacer frente al ambiente de la ciudad, que no favorecía su crecimiento cristiano, y después de un período inicial de entusiasmo, fueron surgiendo y agravándose los problemas. La comunidad se fue dividiendo en bandos, como si la fe fuera una escuela más de filosofía, entre las tantas que se podían encontrar en los ambientes griegos; el libertinaje sexual de la ciudad influenciaba también en los recién convertidos, y la relación y convivencia con los paganos y sus ritos ponían en dificultad la moral de los cristianos. Además, la asamblea dominical, es decir, la Eucaristía, la habían degenerado en una fiesta pagana donde unos (los que gozaban de la riqueza económica) se saciaban y se emborrachaban, mientras los otros pasaban hambre y necesidad (Cf. 1 Corintios 11,17-22). A todo esto se sumaba la actitud de algunos que ponían en tela de juicio y no aceptaban principios fundamentales de la fe, como la resurrección de los muertos. Ante esta realidad de crisis, Pablo no podía permanecer callado e indiferente. Él se encontraba en Éfeso, hacia el año 54, cuando le llegan las noticias de las dificultades que vivía la Iglesia de Corinto, el Apóstol escribe, entonces, una primera carta que infortunadamente se perdió y no llegó hasta nosotros, pero de la cual hay una referencia en 1 Corintios 5,9, donde menciona lo que ―les había escrito en la anterior carta‖. Las dificultades continúan y vuelven a llegar noticias preocupantes a Pablo, acerca de las divisiones internas y escándalos en la comunidad; al mismo tiempo, recibe de Corinto una carta en la que le piden consejos sobre algunos puntos de doctrina y costumbres cristianas (Cf. 1 Corintios 7,1). Esto hace surgir la ―Primera Carta a los Corintios‖ tal como la encontramos en el canon bíblico, pero que en realidad vendría a ser la segunda. Esta primera carta la habría escrito Pablo desde Éfeso, hacia el año 55 d.C. Viendo que las cosas no se arreglaban, en un momento de especial tensión, Pablo hace una rápida visita a Corinto, para luego regresar a Éfeso (Cf. 2 Corintios 13,2). Desde allí vuelve a

escribirles otra carta, hacia el año 56, pero esta tercera carta también se perdió; a ella hace referencia Pablo en 2 Corintios 2,4 y 7,8. En el año 57 Pablo se traslada a Macedonia, desde donde escribe a los corintios la cuarta carta, que es la que encontramos en la Biblia como ―Segunda Carta a los Corintios‖. En esta última carta se puede notar que Pablo ha recibido buenas noticias de la comunidad, por medio de Tito, y que las situaciones conflictivas se han calmado. 1.4.

¿CUANTAS SON, ENTONCES, LAS CARTAS A LOS CORINTIOS?

De alguna manera, acabamos de responder a esta pregunta, pero, para mayor claridad, es bueno resumirlo: las cartas que Pablo escribió a los Corintios, según los datos de que disponemos, fueron en realidad cuatro; de las cuatro, sin embargo, dos se perdieron y por eso no hacen parte del canon bíblico, es decir, de la lista oficial de los libros de la Biblia tal como lo tenemos en la actualidad. De este modo, la que llamamos Primera Carta a los Corintios, cronológicamente, fue la segunda; y, la que llamamos Segunda Carta a los Corintios, en realidad es la cuarta. 2. PRIMERA CARTA A LOS CORINTIOS. 2.1.

CARACTERISTICAS GENERALES

2.1.1. ESTILO LITERARIO: De cuanto sabemos, podemos tranquilamente afirmar que a ninguna comunidad dedico Pablo tanta atención y tantos desvelos; en cierto sentido, Corinto fue la Iglesia paulina por excelencia, porque evangelizar a Corinto significaba para Pablo anunciar la Buena Nueva a todas las naciones, congregadas y mezcladas; implicaba el reto de resolver el problema del encuentro o choque entre el Evangelio y el paganismo. Por eso el Apóstol empeño su corazón y su inteligencia en el acompañamiento de esta Iglesia. Sin duda, este profundo grado de empatía y afecto entre San pablo y la comunidad de Corinto condicionó el estilo literario de las cartas que le dirigió. La primera carta a los Corintios, en concreto, presenta un estilo directo y personal que revela el intenso amor del Apóstol a Cristo y a ―sus hijos muy queridos ― (1 Corintios 4,14). Corrigiendo abusos y aclarando dudas acerca de la vida cristiana, Pablo se remonta a alturas vertiginosas y desciende a profundidades misteriosas de doctrina, hasta componer magistralmente un texto de calidad literaria excepcional. A pesar de ser un escrito nacido del afecto y la solicitud pastoral, esta carta manifiesta el ánimo sereno y concentrado de su autor, que recurre a una rica variedad de tonos, según su propósito: de la sencillez a la ironía, y de la ternura a la indignación. Así pues, tanto por su contenido doctrinal como por su estilo literario, esta carta es una de las más preciosas del ―corpus‖ paulino. 2.1.2. ESTRUCTURA: No es tan fácil sugerir una estructura fija de esta Carta, dado que reúne una grande variedad de argumentos y temas, no siempre ligados entre sí, respondiendo más a las circunstancias

que la motivaron que a un esquema mental predefinido. En el conjunto del texto podríamos encontrar la siguiente sinopsis o estructura simple: * INTRODUCCION: amplia y de estilo clásico: 1,1-9 PRIMERA PARTE: Acerca de los problemas en la Iglesia de Corinto: 1,10—6,20 -- Divisiones en la Comunidad: 1,10-17 -- El mensaje de la cruz: 1,18-31 -- La sabiduría superior: 2,1-16 -- La inmadurez de los corintios: 3,1-23 -- Ministros de Cristo: 4,1-21 -- Un caso de incesto: 5,1-13 -- Pleitos entre cristianos: 6,1-11 -- Libertinaje sexual y libertad cristiana: 6,12-20 SEGUNDA PARTE: Respuesta a consultas: 7,1---15,58 -- Sobre el matrimonio y la castidad: 7,1-40 -- Sobre los sacrificios ofrecidos a los ídolos: 8,1-13 -- Ejemplo de Pablo, peligro de idolatría y libertad: 9,1---11,1 -- El velo de las mujeres: 11,2-16 -- Ágape y Eucaristía: 11,17-34 -- Los carismas y el amor cristiano: 12,1---14,40 -- La resurrección de los muertos: 15,1-58 Recomendaciones finales y despedida: 16,1-24 -- La colecta a favor de los cristianos de Jerusalén: 16,1-4 -- Recomendaciones y saludos finales: 16,5-24

2.1.3. CONTENIDO: Ya hemos dicho que esta Carta no surgió tanto de un esquema preconcebido, cuanto de la necesidad pastoral de responder a las circunstancias concretas que vivía la comunidad; por lo mismo, respecto a su contenido, no encontramos un tema central que haga de hilo conductor. Más bien, ofrece una temática múltiple y variada, porque eran varios los problemas que Pablo debía iluminar con su enseñanza. Forzando un poco la estructura, podemos resumir el contenido de la epístola así:

a).- INTRODUCCION (1,1-9): Siguiendo el estilo literario epistolar, Pablo saluda a la comunidad y da gracias a Dios. b).- LA SABIDURIA HUMANA Y LA SABIDURIA DE DIOS (1,10---4,21): Ante la división en partidos al interno de la comunidad, según un modo de razonar humano, Pablo exhorta a la unidad y proclama la única y auténtica sabiduría de Dios: la de ―locura de la cruz‖. c).- MORAL SEXUAL, MATRIMONIO Y VIRGINIDAD (5—7): Los desordenes en materia sexual presentes en Corinto, ofrecen al Apóstol la ocasión para recordar a los cristianos que todo bautizado es una nueva criatura y, por ello, templo del Espíritu Santo. Y, sopesando los valores del matrimonio y del celibato, Pablo proclama que lo que importa es aspirar a la santidad, en cualquier estado, vocación o circunstancia en que nos encontremos. d).- EL CRISTIANO FRENTE AL PLURALISMO RELIGIOSO (8—10): La cuestión de la carne sacrificada a los ídolos y la asistencia a banquetes paganos hacen surgir una magnifica enseñanza paulina sobre la moral práctica, frente al deber de no escandalizar, acerca del aprecio de lo que es útil a la comunidad y acerca de la primacía del amor, en los casos de conciencia. e).- INSTRUCCIONES REFERENTES A LAS ASAMBLEAS Y CELEBRACIONES EUCARISTICAS DE LA COMUNIDAD (11—14): En Corinto, las reuniones litúrgicas habían caído en seria degeneración, evidenciando las graves injusticias que se sufrían al interno de la Iglesia. Este hecho provoca una enérgica y clara catequesis de parte de Pablo, sobre la Eucaristía, el amor fraterno y el recto uso de los carismas y dones espirituales para la edificación de la comunidad. f).- LA RESURRECCION DE LOS MUERTOS (c.15): La resistencia de algunos miembros de la Iglesia a aceptar la resurrección de los muertos, da al apóstol la oportunidad de hacer una sustanciosa reflexión teológica acerca del hecho cristiano que da fundamento a nuestra fe: la resurrección de Cristo, que abre el camino y hace posible la resurrección de los cristianos. g).- MENSAJE FINAL (c.16): Pablo termina su carta con recomendaciones familiares, invitando a la solidaridad a favor de los necesitados de Jerusalén, da cuenta de sus viajes y hace los saludos finales. 2.2.

ENSEÑANZA TEOLOGICA.

Toda la Primera Carta a los Corintios es una fuente inagotable de enseñanzas y orientaciones para vivir auténticamente la fe cristiana. Si nos atrevemos a sugerir en resumen sus temas centrales, no es para dispensar de la lectura directa de la carta; todo lo contrario, con esta breve presentación de su mensaje central, queremos motivar su lectura. 2.2.1. LA SABIDURIA DE LA CRUZ: Es uno de los mensajes más típicos de Pablo: los cristianos se adhieren a la fe en Jesucristo crucificado, escándalo y locura para la mentalidad del mundo, que busca la gloria humana.

Pero esta ―sabiduría‖ del mundo no salva, es falsa y crea conflictos y divisiones. En cambio, la sabiduría de Dios, fundamentada en la cruz de Jesús, realiza el proyecto de salvación y se sirve de la debilidad del hombre y de los humildes y los pobres para realizar sus grandezas, porque Dios elige a lo que según el mundo es insignificante, para confundir a los fuertes y sabios (Cf. 1 Corintios 1,17—2,16). 2.2.2. LA CENA DEL SEÑOR: El relato de la institución de la Eucaristía que nos ofrece Pablo en esta carta (1 Corintios 11,23-27), es uno de los testimonios más antiguos y valiosos de que disponemos; de hecho, es anterior al relato de los Evangelios. A propósito de la Eucaristía, Pablo evidencia algunos aspectos esenciales: a).- DIMENSION CRISTOLOGICA: afirma la presencia real del Señor resucitado en el pan y el vino consagrados (Cf. 1 Corintios 11,27-29). b).- DIMENSION PASCUAL: La Eucaristía es la renovación del misterio de la muerte y resurrección del Señor Jesús (Cf. 1 Corintios 11,26). c).- DIMENSION SOTERIOLOGICA: La Eucaristía es ya una experiencia salvífica para quien participa de ella dignamente, es decir, percibiendo en ella la presencia de Cristo y asumiendo las consecuencias prácticas que ella exige (Cf. 1 Corintios 11,27-34). d).- DIMENSION ESCATOLOGICA: La Eucaristía es signo y anticipación de la comunión y la paz definitivas que acontecerán con la segunda venida de Cristo o parusía (Cf. 1 Corintios 11,24-26). e).- DIMENSION ECLESIAL: La Eucaristía es el centro de la vida de la Iglesia y la expresión litúrgica de la fraternidad que une a la comunidad cristiana (Cf. 1 Corintios 11,17-22). f).- DIMENSION DE COMPROMISO: quien participa de la Eucaristía no puede ser indiferente ante el sufrimiento y necesidad de su prójimo; la celebración eucarística implica en la vida práctica de cada día un decidido empeño de solidaridad y justicia a favor de los pobres y marginados (Cf. 1 Corintios 11,20-22). 2.2.3. LOS CARISMAS ESPIRITUALES Y LA SUPREMACÍA DEL AMOR: Los capítulos 12,13 y 14 de esta carta ofrecen una rica e interesante catequesis acerca de los dones y carismas que el Espíritu Santo da a los cristianos, no como privilegio sino en función del servicio del Reino de Dios, como medios eficaces en la edificación de la comunidad eclesial. Quienes reciben estos dones deben ponerlos humildemente al servicio de la unidad y la solidaridad en la Iglesia, porque el bien de la comunidad es la norma básica para el recto uso de dichos dones y criterio distintivo de su autenticidad. El carisma por excelencia es el del amor, al que Pablo dedica el bellísimo poema del capítulo 13. Todo cristiano debe aspirar a vivir animado por este don de Dios. A la luz de la caridad

cobran valor y sentido los demás carismas. Pablo reconoce la importancia de la variedad de los carismas, pero, al mismo tiempo, los ubica en su puesto justo para que se eviten fanatismos y excesos de misticismo que pueden provocar confusión y divisiones, en lugar de ayudar a crear la comunión. 3. SEGUNDA CARTA A LOS CORINTIOS. 3.1.

CARACTERISTICAS GENERALES.

3.1.1. ESTILO LITERARIO: Es la carta más personal y espontánea escrita por Pablo, donde mayormente se revela el carácter y profundidad de la vida espiritual. Su estilo literario revela las emociones de su autor, con cambios bruscos del tono, desde la familiaridad y el afecto hasta la apasionada y polémica defensa de sí mismo (apología), usando incluso la ironía y el sarcasmo. La fragmentariedad y variedad de estilos que presenta esta carta, junto a algunas repeticiones alrededor de temas comunes ha hecho pensar que sea el resultado de la fusión de varias cartas o notas que Pablo fue enviando sucesivamente a los corintios durante la crisis que atravesaban; en todo caso, a nosotros nos llegó como un escrito único, y como tal podemos considerarlo. 3.1.2. ESTRUCTURA Y CONTENIDO: A diferencia de la primera, esta segunda carta a los corintios presenta un tema central que puede servir de hilo conductor de los demás de la epístola: se trata del ministerio apostólico, con sus grandezas y miserias, su esplendor y su peso, sus riesgos y sus alegrías; este es un tesoro ― que se lleva en vasos de barro….‖(Cf. 2 Corintios 4,7). UNA POSIBLE ESTRUCTURA DE LA CARTA SERIA ESTA: * Saludo y acción de gracias: 1,1-11 - 1.- Reflexiones sobre el ministerio apostólico: 1,12---7,16 - 2.- La colecta a favor de la Iglesia de Jerusalén: 8,1---9,15 - 3.- La apología de Pablo-Apóstol: 10,1---11,33 * Exhortación y saludos finales: 13,1-13 Siguiendo este sencillo esquema, podemos organizar el contenido de la carta: a).- SALUDO Y ACCION DE GRACIAS: según su costumbre, Pablo comienza saludando a la comunidad y elevando a Dios la acción de gracias. b).- A continuación, Pablo ofrece una rica EXPOSICION ACERCA DEL MINISTERIO APOSTOLICO; parte de su propia experiencia, pero saca conclusiones válidas para todos aquellos que se dedican a la tarea evangelizadora y apostólica en la Iglesia. Insiste en la fidelidad a la comunidad (Cf. 2 Corintios 2,1-11), la fidelidad a la misión recibida de Cristo (Cf. 2,14—3,6; 4,1-6), la conciencia de la debilidad humana y la confianza absoluta en el mensaje

en el mensaje que se lleva (Cf. 4,7—5,10), y la importancia de configurarse con Cristo para ser auténticos ministros de la reconciliación (Cf. 5,11---6,10). c).- Se incluyen luego dos capítulos (8—9), en los cuales el Apóstol EXPLICA EL SENTIDO DE LA COLECTA que ha organizado a favor de los necesitados de la Iglesia de Jerusalén, invitando a la comunidad de Corinto a la generosidad y la solidaridad. d).- En los siguientes tres capítulos (10---12), cambia drásticamente el tono de Pablo, para hacer una DEFENSA APASIONADA Y POLEMICA DE SI MISMO Y, SOBRE TODO, DE SU MISION APOSTOLICA. Responde punto por punto a las acusaciones que le habían hecho; da cuenta de su comportamiento y pone de relieve el fundamento de su ministerio y de su predicación evangélica. e).- Finalmente, dirige EXHORTACIONES DE VIDA CRISTIANA Y SE DESPIDE (Cf.13, 1-13). 3.2.

ENSEÑANZA TEOLOGICA

Tanto como en la primera, la enseñanza que ofrece Pablo en esta segunda carta a los Corintios, puede muy bien ser definida como una ―teología aplicada ―. Sin embargo, mientras en la primera se hace una aplicación de la doctrina cristiana a la situación concreta de la comunidad, en esta segunda carta la aplicación se hace, sobre todo, a Pablo mismo como Apóstol. 3.2.1. EL APOSTOLADO DE PABLO: Desde el inicio de la Carta se puede percibir la tensión que se había creado entre Pablo y los corintios, esto provoca en el Apóstol un desahogo confidencial que no carece de profundidad teológica. El criterio de fondo que guía la vida y obra del Apóstol es el ―si‖ de Dios en Cristo (Cf. 2 Corintios 1,18-20). Por eso, el apostolado, como comunicación de Cristo y de su Evangelio, propiamente en una acción de Dios que requiere el máximo empeño por parte del Apóstol (Cf. 2 Corintios 3,4-6). El servicio que presta el misionero a la obra de Dios es un auténtico ministerio confirmado por Dios (Cf. 2 Corintios 4,1-2). Pero el Apóstol no se predica a sí mismo, anuncia a Cristo: ésta es la grandeza de su misión que da fuerza para soportar las pruebas y sufrimientos que trae consigo la fidelidad al apostolado (Cf. 2 Corintios 4,5-18; 6,310). Es el amor de Cristo que anima a Pablo, y que debe animar también a todo apóstol, en el cumplimiento de su tarea como mensajero de la reconciliación (Cf. 2 Corintios 5,14-21) 3.2.2. LA TEOLOGIA DE LA COLECTA: La recolecta de fondos para las Iglesias pobres de Jerusalén es para Pablo, ante todo, un problema práctico que viene tratando como tal: él mismo encarga a Tito de los detalles concretos y estimula a las comunidades a entregar con generosidad y prontitud su oferta. Pero, más allá de la parte organizativa de la colecta, Pablo ofrece su fundamento teológico en tres dimensiones:

a).- DIMENSION CRISTOLOGICA: la motivación fundamental de la colecta se debe encontrar en Cristo, que dio el máximo ejemplo de solidaridad y generosidad, haciéndose pobre para enriquecernos con su pobreza (Cf. 2 Corintios 8,9). b).- DIMENSION TEOLOGICA: no sólo Cristo da sentido a nuestra caridad práctica, es Dios Padre la primera fuente de todo bien: El dona sus beneficios a los pobres y recompensa la generosidad de quien da, comparte sus bienes con alegría (Cf. 2 Corintios 9,7-11) c).- DIMENSION ECLESIOLOGICA: esta dimensión representa el punto de llegada de las otras. La solidaridad, la justicia, la igualdad, no son sólo exigencias sociales, son el fruto y el reclamo interno del amor cristiano. La comunión fraterna de los bienes debe ser la muestra concreta de la autenticidad de la Iglesia (Cf. 2 Corintios 8,8-24). 3.2.3. PROFUNDIZACION DEL SENTIDO TEOLOGICO DEL APOSTOLADO: En la última grande parte de la Carta se encuentran nuevos aspectos teológicos del apostolado: en el desempeño de su misión, el Apóstol no debe gloriarse a sí mismo; debe gloriarse en Dios que es quien lo ha convocado a este servicio, o al máximo, como Pablo, el Apóstol puede gloriarse de sus propias debilidades, porque sabe que en ellas se manifiesta la grandeza de Dios (Cf. 2 Corintios 10,17; 12,5). Se desprende de todo esto, la necesidad de conservar la humildad ante la magnitud de la obra evangelizadora de la cual se es colaborador (Cf. 2 Corintios 12,7-9). No son las propias fuerzas las que dan motivo de confianza al apóstol, sólo se puede confiar en el amor de Dios (Cf. 2 Corintios 12,10). Finalmente, todo apostolado debe orientarse a la edificación de la Iglesia, para hacerla digna esposa de Cristo (Cf. 2 Corintios 11,2) y a partir de este criterio, la misma Iglesia debe hacer su propio examen, para descubrir si en realidad su conducta hace presente o no a Cristo, su esposo (Cf. 2 Corintios 13,5). CONCLUSION: Es demasiada la riqueza de las dos cartas que acabamos de tratar, como para pretender ahora resumirla; por eso, al concluir, sólo queremos hacer una sugerencia: hagamos también nosotros un examen personal y comunitario, de nuestro ser Iglesia, a la luz de esta enseñanza paulina. De un atento diagnóstico de nuestra realidad eclesial, posiblemente nos encontraremos en circunstancias similares a las que vivía la comunidad de Corinto; iluminemos esa realidad con el mensaje de Pablo, y procuremos asumir compromisos concretos de acción y de apostolado, que nos lleven a edificar cotidianamente la auténtica Iglesia, esposa de Cristo y servidora de la humanidad.

XX. CARTA A LOS ROMANOS LA SALVACION POR MEDIO DE LA FE.

Antes de iniciar nuestra travesía por el sendero de la carta a los Romanos, debemos tener en cuenta que nos encontramos ante la epístola más extensa y más importante de la literatura paulina, particularmente por la densidad y riqueza de su contenido teológico. No es por pura casualidad que el canon bíblico la ubica en el primer lugar de su elenco de cartas paulinas. Aunque el tema central que desarrolla el apóstol en esta carta ya había sido tratado en la Carta a los Gálatas, ahora los expone con mayor amplitud y profundidad. En la carta a los romanos Pablo quiere explicar cual es el origen y naturaleza de la salvación; es decir, de donde viene y en que consiste la justicia salvífica que Dios concede a la humanidad mediante Jesucristo. La pregunta que pareciera ser punto de partida de toda la exposición es: ¿Cómo puede el ser humano llegar a ser justo, libre y santo ante Dios `? La respuesta que ofrece San Pablo no es del todo sencilla, si se piensa en la cantidad de controversias que ha suscitado dicha exposición entre las Iglesias cristianas a lo largo de los siglos, especialmente entre católicos y protestantes. 1. ¿POR QUÈ SE LLAMA “CARTA A LOS ROMANOS”? Los cristianos de Roma son los destinatarios directos de esta epístola, que a ello debe su nombre. Pero más curioso e interesante es saber que la comunidad cristiana de Roma no había sido fundada por Pablo, y él ni siquiera conocía personalmente a los romanos a quienes se dirigía. El apóstol, sin embargo, les anuncia una visita, porque se propone predicar el Evangelio también en esta ciudad que por entonces era el centro del mundo conocido. 1.1.

¿QUÈ ERA ROMA EN TIEMPOS DE PABLO?

Afortunadamente disponemos de gran cantidad de documentos y testimonios que nos permiten estar bien informados de lo que representaba a Roma en aquella mitad del siglo I de nuestra era. Se trataba de una ciudad con, probablemente, más de un millón de habitantes, la mitad de los cuales eran esclavos. Como capital del Imperio al cual dio su nombre, Roma era el centro social, político administrativo y económico del mundo de entonces. Según la leyenda, Roma había sido fundada en el año 753 a.C.; pero, en realidad, la ciudad ya existía varios siglos antes. Al tiempo del Nuevo Testamento Roma había alcanzado las características del imperio mundial, que constituyó el primer ambiente del cristianismo. La unidad política con una situación de relativa paz, la misma lengua difundida en todo el imperio (griego popular—llamado técnicamente ―Koiné‖--), una amplia red de vías de comunicación y una gran afinidad de pensamiento, fueron, en efecto, aspectos que facilitaron la aceptación y difusión del cristianismo. 1.2.

¿QUÈ ERA LA COMUNIDAD CRISTIANA DE ROMA?

A este respecto la información es tan escasa, que permanece incierto el origen de la Iglesia cristiana de Roma. Lo que se sabe con certeza es que no fue Pablo su fundador; tampoco se puede afirmar que haya sido Pedro, aunque él estuvo en Roma y sufrió allí el martirio. Por los saludos que Pablo dirige en su carta se podría pensar en que la Iglesia de Roma hubiera sido fundada por discípulos venidos de Oriente; podrían haber sido judíos provenientes de

Palestina y convertidos al Evangelio de Cristo. Por algunos datos conocidos, hacia el año 43 d.C., en tiempos del emperador Claudio, ya existía en Roma un número considerable de cristianos (Cf. Hechos 18,2). Se sabe, en todo caso, que la comunidad cristiana de Roma estaba compuesta en su mayoría por convertidos del paganismo, aunque no eran pocos los que venían del judaísmo. Pablo elogia la fe robusta y pujante de los romanos, que ha llegado a ser ―famosa en todo el mundo‖ (Romanos 1,8). 1.3.

¿QUÈ CIRCUNSTANCIAS DIERON ORIGEN A ESTA CARTA?

Se trata de una ocasión muy especial la que motiva a Pablo a escribir esta carta: él se ha propuesto realizar un gran viaje misionero (Cf. Romanos 15,23-25). Después de llevar la colecta a los hermanos de Jerusalén, el apóstol planea desplazarse hasta España, pasando por Roma para visitar a los cristianos de aquella ciudad. Con el temor de que no llegase hacerse realidad dicho propósito, Pablo prefiere establecer contacto más estrecho con los romanos mediante la Carta que nos ocupa. La carta representa, entonces, un intercambio espontáneo de fe, que Pablo aspira continuar y completar cuando se haga presente en Roma, para comunicarles dones espirituales y animarse mutuamente en tal intercambio de la fe común (Cf. Romanos 1,11-12). En este compartir recíproco, Pablo no olvida su vocación fundamental de anunciar el Evangelio, que lo lleva a sentirse deudor de todos los pueblos (Cf. Romanos 11,13-14). Y, aunque él reconoce no haber sido el primero en haberles predicado el mensaje de la salvación en Cristo a los romanos, sin embargo, hace de dicho anuncio el objeto de su atenta y esmerada reflexión. El carácter fuertemente doctrinal de la epístola a los romanos no debe hacernos olvidar que además de ser un tratado teológico es también una carta, y debe ser considerada como tal. En concreto, Pablo escribe a los romanos porque quiere anunciar y preparar su próxima visita a esa comunidad cristiana. Efectivamente, hasta ese momento – finales del año 57 – Pablo ha desarrollado su tarea evangelizadora en la zona del Mediterráneo oriental. Sus correrías apostólicas han sido amplias y fecundas (Cf. Romanos 15,19), pero él mismo intuye que ha llegado la hora de ensanchar aún más los horizontes de su misión y alcanzar el otro extremo de la cuenca mediterránea: la prometedora España está aguardando su anuncio de la salvación en Cristo (Cf. Romanos 15,24-25). 1.4.

¿CUÀLES SON, EN CONCRETO, EL LUGAR Y LA FECHA DE SU ESCRITURA?

Con notable seguridad se puede establecer que Pablo escribió la Carta a los Romanos mientras se encontraba en Corinto, próximo a partir hacia Jerusalén para llevar el fruto de la colecta a favor de los hermanos de Jerusalén; es decir, hacia el invierno del año 57 al 58 d.C... Probablemente la carta fue transmitida por medio de Febe, diaconisa de la Iglesia de Cinchera, un conocido puerto de Corinto, que daba sobre el mar Egeo (Cf. Romanos 16,1). 1.5.

¿QUÈ PODEMOS DECIR ACERCA DE LA “INTEGRIDAD” DE ESTA CARTA?

El problema de la integridad de la carta a los romanos surge cuando los estudiosos hacen un análisis de los dos últimos capítulos que los lleva a preguntarse: Si Pablo no había estado aún en Roma, ¿cómo es posible que envíe saludos a tantas personas amigas y conocidas ^? (Cf. Romanos 16,3ss). La respuesta a este inconveniente muchos la sugieren de esta manera: Pablo compuso su tratado como una carta circular destinada a varias Iglesias, de modo que los primeros quince capítulos corresponderían a la versión destinada a los Romanos, y el capítulo 16 habría sido un añadido para las versiones destinadas a otras Iglesias como Éfeso o Corinto, donde Pablo si tenía gran cantidad de conocidos, a los cuales deseaba transmitir sus saludos. Además, se conoce la recomendación del mismo Pablo de que sus cartas sean intercambiadas entre las varias comunidades que él anima con su enseñanza. (Cf. Colosenses 4,16). 2. CARACTERISTICAS GENERALES DE LA CARTA. 2.1.

AUTOR:

No existe ninguna duda sobre la autenticidad paulina del conjunto de la Carta a los Romanos, Pablo como quedó dicho anteriormente, escribió esta epístola mientras se encontraba en Corinto, hacia el invierno de los años 57-58. Se dirige a una comunidad cristiana que todavía no conocía, pero a la cual deseaba exponerle con claridad su teología, en cuanto deseaba hacer de Roma el punto de partida de la evangelización del Occidente. 2.2.

ESTILO LITERARIO:

Por su contenido eminentemente doctrinal y sistemático tenemos que catalogarla dentro del género epistolar, que es más solemne y se refiere menos a noticias personales o situaciones concretas de la comunidad, como si aparecen en las denominadas estrictamente ―cartas‖. A lo largo de la exposición, Pablo sigue también un marcado estilo ―hemolítico‖, o argumentación teológica del tema doctrinal, entremezclado con exhortaciones (Cf. Romanos 6,1-14; 12,1ss; 13,11-14, etc.). Aun conservando el tono literario apenas mencionado, la Carta a los Romanos incluye también trozos de estilo litúrgico (Cf. Romanos 1,1-7; 16,25-27), que podían ser antiguas fórmulas de fe rezadas en las comunidades; igualmente aparecen discusiones en estilo de controversia o diatriba (Cf. Romanos 2,1-25); demostración rabínica, fundada en textos de la Escritura (Cf. Romanos 3,1-20; 4,1-25; 9,1-11; 10,1-21), e incluso algunos himnos (Cf. Romanos 8,31-39; 16,25-27). 2.3.

ESTRUCTURA Y CONTENIDO DE LA CARTA

En términos generales se puede distinguir un esquema claro, repartido de la siguiente manera: +.- Introducción o preámbulo:

1,1-15

+.- Sección doctrinal: 1,16---11,36 +.- Sección moral o exhortativa: 12,1---15,13 +.- Conclusión o epílogo: 15,14—16,27 Si quisiéramos pormenorizar este esquema general, encontramos una estructura como esta: &.- Saludo y deseo de visitar Roma: 1,1-15 &.- Declaración programática: la justificación por medio de la fe: 1,16-18 &.- Primera parte: sección doctrinal 1,16---11,36 - La humanidad culpable ante Dios: 1,19-32 - El juicio de Dios: 2,1-11 - Los judíos y la Ley 2,17---3,8 - Todos somos pecadores: 3,9-20 - La salvación por medio de la fe: 3,21-31 - El ejemplo de Abraham: 4,1-12 - La promesa de descendencia: 4,13-25 - Consecuencia DE La nueva justicia 5,1-11 - Adán y Cristo 5,12-21 - Muertos al pecado, vivos en Cristo 6,1-11 - Liberados del pecado, siervos de Dios 6,12-23 - Comparación con el matrimonio: 7,1-6 - La condición humana pecadora: 7,7-25 - Vida por el Espíritu: 8,1-17 - La esperanza de la gloria futura: 8,18-27 - El amor de Dios por nosotros: 8,28-38 - La elección de Israel: 9,1-33 - La salvación universal: 10,1-21 - El resto de Israel 11,1-10 - La salvación de los paganos: 11,11-24 - Conversión de Israel: 11,25-36 &.- SEGUNDA PARTE: sección moral o exhortativa: - Normas de vida cristiana: - Obediencia a las autoridades: - La venida de Cristo: - Libertad y caridad: - No escandalizar: - Judíos y paganos: - Misión de Pablo para los paganos: - Saludos personales: - Doxología final:

12,1---15,13 12,1-21 13,1-10 13,11-14 14,1-12 14,13---15,6 15,7-13 15,14-33 16,1-24 16,25-27

3. ENSEÑANZA TEOLOGICA DE LA CARTA A LOS ROMANOS.

Se ha dicho que la Carta a los Romanos constituye el testamento teológico de Pablo, por cuanto fue escrita en uno de los momentos más críticos de su vida, cuando cree haber cumplido su misión en Oriente y, antes de dirigirse a Occidente, está a punto de someter ―su‖ Evangelio al visto bueno de la Iglesia de Jerusalén. Ciertamente al escribir esta epístola, el Apóstol hace, de algún modo, el balance del pasado, al mismo tiempo que pone los cimientos del futuro. Pero sería equivocado considerar a romanos como una síntesis completa de la doctrina de Pablo, o de la doctrina cristiana; de hecho, en la Carta están ausentes, o son apenas mencionados, otros temas importantes pertenecientes al núcleo del mensaje cristiano. No obstante, la carta a los romanos es el gran escrito de San Pablo; y es, en la historia de la teología cristiana, el primer gran ensayo dogmático. En ella Pablo proclama a los cuatro vientos su gran afirmación: con Cristo ha quedado superado todo elemento discriminante en el proceso de la salvación del hombre por Dios. Todos estamos bajo el pecado, pero a todos igualmente alcanza el beneficio de la salvación. El pecado y su poder destructor y esclavizante permiten poner en mayor relieve la fuerza liberadora de Dios en Cristo por el Espíritu. Este proceso liberador desemboca en una vida nueva como vocación universal, que trae implicaciones prácticas y concretas en la vivencia cristiana de cada día. 3.1.

SITUACION DE PECADO:

Si bien es cierto que Pablo tiene un concepto positivo acerca del hombre, no por ello se crea falsas ilusiones: el hombre, de hecho, es también pecador; hay en él una especie de insuficiencia radical que puede alejarlo de su meta de perfeccionamiento. El hombre pecando, se auto limita; cuando toma decisiones equivocadas, cuando se deja llevar por la injusticia, lo que el hombre hace es sofocar la verdad de Dios que está presente en él mismo (Cf. Romanos 1,18). Esta actitud es la que aleja al hombre de Dios y lo lleva a confundir al Creador con las criaturas (= idolatría), que desemboca en comportamientos vergonzosos denunciados claramente por Pablo (Cf. Romanos 1,26-32). La situación de pecado afecta indistintamente tanto a judíos como a paganos, llevando a todos a verse privados de la gloria de Dios (Cf. Romanos 3,23). Ese vacío que se produce en el hombre por el pecado es un vacío de muerte que lo pone en contradicción consigo mismo y le impide, además, realizarse en relación con Dios y con los demás (Cf. Romanos 7,13-24). Y la Ley de Dios mientras permanece como un hecho externo, en lugar de ayudar al hombre, agrava su situación, porque le hace tomar conciencia de su realidad pecadora (Cf. Romanos 7,13-14). 3.2.

LA JUSTIFICACION EN VIRTUD DE LA FE:

Pese a su condición pecadora, si el hombre acoge el Evangelio como anuncio liberador, puede abandonar la antigua situación de condenación y vivir la novedad de la libertad en Cristo. La muerte de Cristo ha destruido el pecado y ha liberado al hombre de su

pecaminosidad. El bautismo concede a la persona el don del Espíritu y la filiación divina que lo conducen por la vía nueva de los herederos de Dios en Cristo (Cf. 8,1-17). La justificación actuada por Dios permite al hombre alcanzar el ideal de perfección, cuya imagen es Cristo; es decir, le permite realizarse plenamente como persona configurándose con Cristo (Cf. Romanos 8,29). Por eso, la justificación tiene lugar ya ahora, en el presente del cristiano, pero sólo en el estado inicial; el paso definitivo entre la realidad histórica del hombre y el ideal del proyecto que Dios tiene para él, sólo tendrá pleno cumplimiento en el nivel escatológico. Es la fe, como actitud existencial y no sólo intelectual, la que permite al hombre abrirse a la acción salvífica de Dios y aceptar la Buena Noticia de que a todos Dios quiere llenarnos de vida y esperanza (Cf. Romanos 4,17-18). 3.3.

RESPUESTA HUMANA A LA OBRA SALVIFICA DE DIOS:

Una vez que el hombre ha sido liberado de su condición pecaminosa, y ha sido convertido en hijo de Dios y animado por el Espíritu Santo, se encuentra también capacitado para manifestar en su vida práctica un comportamiento nuevo, típico de quien ha sido justificado. Se trata de un comportamiento guiado ya no por preceptos legales, sino por la fuerza renovadora del Espíritu que se propone reproducir en el cristiano la figura de Cristo. (Cf. Romanos 8,4). Como fruto de la acción del Espíritu en la persona surge una sorprendente capacidad de amor que invade al hombre y se manifiesta en todas sus expresiones, incluso aquella tan particular como la de la oración (Cf. Romanos 8,26-27). El Espíritu y el amor de Dios le permiten al hombre proyectarse hacia su meta eterna de gloria, en la esperanza de poder participar en la plena libertad de los hijos de Dios (Cf. Romanos 8,19-22). 3.4.

LA VIDA CRISTIANA BAJO EL SELLO DEL AMOR:

La motivación profunda para el amor cristiano es la misericordia de Dios que puso en acto la obra salvífica y que mueve a la persona a entregarse como ofrenda viva y santa, para hacer de su existencia una liturgia permanente, porque la vida adquiere sentido y valor en la medida en que es ofrecida a Dios (Cf. Romanos 12,1-2). La voluntad de Dios será descubierta mediante un discernimiento continuo, que se realiza en el compartir comunitario. Al participar los propios carismas a los hermanos, en plena sintonía con el contexto social concreto, se podrá descubrir y vivir esa voluntad de Dios manifestada en el amor, el respeto recíproco, la mutua estima, el fervor, la esperanza, la alegría, la solidaridad con los necesitados y la oración (Cf. Romanos 12,3-13). El respeto del ritmo particular de crecimiento de la fe de los otros, es también ubicado por San Pablo en el contexto de una actitud global de amor, que sale del propio egoísmo y se orienta al bien del prójimo. Es el ejemplo que tenemos en Cristo, cuya caridad y sentimientos nos infunden ánimo y constancia en el cumplimiento de nuestros compromisos para gloria de Dios. De esta manera, el criterio del amor nos empuja a agradar a los demás en el bien, en una

perspectiva constructiva, para vivir guiados por el Espíritu, en la paz, alegría y esperanza que vienen de Dios (Cf. Romanos 15,1-13). CONCLUSION: La amplitud y riqueza de la enseñanza Paulina en la Carta a los Romanos sobrepasa cualquier introducción que se pueda hacer de la misma, por bien intencionada que ésta sea. No caigamos en la tentación de quien cree conocer bien el argumento de una novela o película, sólo por el hecho de que alguien le ha hecho un resumen, que por bien logrado que haya sido, será siempre insuficiente. Acudamos directamente a la fuente de esta doctrina contenida en la Carta a los Romanos, que puede muy bien iluminar nuestra vivencia cristiana y que, ciertamente, nos exigirá aplicaciones y compromisos concretos en la práctica de cada día.

XXI.

LA CARTA A LOS FILIPENSES: SOLIDARIDAD, GRATITUD Y ALEGRIA.

Después de habernos aproximado a las primeras y más grandes cartas paulinas (1 y 2 Tesalonicenses, Gálatas, 1 y 2 Corintios y Romanos), deseamos ahora iniciar nuestro acercamiento a las, así llamadas, ―Cartas de la cautividad ― (Filipenses, Filemón, Colosenses y Efesios), dejando para el final las cartas denominadas ―pastorales‖ (1 y 2 Timoteo y Tito). Aunque la carta a los filipenses fue, ciertamente, escrita desde el cautiverio, es muy probable, como vamos a explicarlo más adelante, que no se haya tratado del mismo cautiverio durante el cual San Pablo escribió las otras cartas (Filemón, Colosenses y Efesios), por eso preferimos tratarla por separado. Además, Filipenses merece una atención especial, por tratarse de una verdadera carta, es decir, caracterizada por un lenguaje cariñoso, personal y tierno, que revela el grande nivel de familiaridad que existía entre el apóstol y dicha comunidad. Siendo una carta íntima, no deja de tener también riquezas de carácter teológico, destacándose en ella el famoso himno en honor de Cristo (Cf. Filipenses 2,5-11) y la persistente invitación a cultivar la alegría cristiana (Cf. Filipenses 4,4). 1. ¿POR QUÈ SE LLAMA “CARTA A LOS FILIPENSES”? Esta pregunta ya en otras ocasiones nos ha brindado la oportunidad de recordar que entre los libros de la Biblia, algunos deben su título a su supuesto autor, otros lo deben al argumento o tema central que tratan, y otros—es el caso de las cartas atribuidas a San Pablo—llevan el título de acuerdo a los destinatarios directos de dichos escritos. 1.1.

¿QUÈ ERA FILIPOS?

Filipos era una ciudad que estaba situada en la región oriental de Macedonia (al norte de lo que hoy corresponde a Grecia). Hacia el año 356 a.C. Felipe II (traducción castellana del griego ―Filipo‖), rey de Macedonia y padre de Alejandro Magno, había conquistado la villa de Krenides, limítrofe entre Macedonia y Tracia, y le había dado su propio nombre. Posteriormente, en el año 42, tras la famosa batalla que lleva su nombre, Antonio estableció

en Filipos veteranos romanos y desde entonces la ciudad fue nombrada colonia romana, con derecho de ciudadanía. No cabe duda acerca de la importancia de esta ciudad, como el mismo San Lucas lo refiere, al mencionarla como ―una de las principales ciudades de la Macedonia‖ (Hechos 16,12). Según los datos a disposición, parte de la población de Filipos era romana, según lo indican monedas encontradas con inscripciones latinas. Otro dato, sencillo pero interesante, es que por Filipos pasaba la vía Egnacia, que unía Italia con Asia. 1.2.

¿QUÈ ERA LA COMUNIDAD CRISTIANA DE FILIPOS?

Según el testimonio que da el libro de los Hechos de los Apóstoles, donde se relata con lujo de detalles la fundación de esta Iglesia, Filipos fue la primera ciudad ―europea‖ en la cual Pablo fundó una comunidad cristiana, durante su segundo viaje misionero, en torno al año 49. En efecto, Lucas describe con esmero la llegada de Pablo, Silas y Timoteo a la ciudad de Filipos, donde se detuvieron algunos días y sembraron la semilla del Evangelio (Cf. Hechos 16,8-40). También en el curso del tercer viaje misionero Pablo quiso visitar la comunidad de Filipos, según su propio testimonio y el de Lucas (Cf. 1 Corintios 16,5; 2 Corintios 2,13; 7,5; Hechos 19,21; 20,1-6)). El caso es que en Filipos se formó una Iglesia cordial y generosa con la que Pablo mantuvo estrechos vínculos de amistad y comunión (Cf. Filipenses 1,8; 4,1), hasta el punto de ser la única comunidad de la cual el Apóstol, contrariamente a sus principios, aceptó ayuda económica (Cf. Filipenses 4,14-16). 1.3.

¿QUÈ CIRCUNSTANCIAS DIERON ORIGEN A ESTA CARTA?

La Carta a los Filipenses fue escrita mientras Pablo se encontraba prisionero (Cf. Filipenses 1,7.13-14.17); sin embargo, no se sabe con precisión en cual de los cautiverios que sufrió Pablo haya que ubicarla. La hipótesis clásica sostiene que es Roma la ciudad en la que se encuentra prisionero el apóstol cuando escribe a los filipenses, y para respaldar esta opinión se cita el texto de Hechos 28,16-31, donde esta documentado, efectivamente, un cautiverio de Pablo en Roma; además, hacen notar que en la carta se utilizan algunas expresiones que denotarían un ambiente propiamente romano; la mención del ―pretorio‖ en Filipenses 1,13 y ―la casa del César‖ en Filipenses 4,22. Hay que tener en cuenta, en todo caso, que el término pretorio sí se puede referir a Roma, pero no de manera exclusiva, pues las residencias de los gobernadores de las provincias romanas más distantes de la capital eran también llamadas pretorios, como sucedía, por ejemplo, en Cesarea (Cf. Hechos 23,33-35) y en Jerusalén (Cf. Mateo 27,27). De otra parte, la expresión ―los de la casa del César‖ no designa solamente los miembros de la familia o de la corte imperial, sino también los esclavos, los ―libertos‖, los militares o funcionarios al servicio del emperador, que estaban esparcidos en todas las grandes ciudades del imperio. Por eso, la hipótesis ―romana‖ ha estado puesta en duda, teniendo presente, además que la carta supone un intercambio más o menos rápido entre Pablo y los filipenses. Los estudiosos han propuesto los nombres de otras ciudades, distintas a Roma, como posibles localizaciones de San Pablo al momento de escribir esta carta; particularmente se

menciona Cesarea (Cf. Hechos 23,23-26.32), y Éfeso, que pareciera la más probable. Entre otras cosas, Pablo pasó un largo período en Éfeso, en el cual tuvo que afrontar grandes dificultades, según la alusión que él mismo (Cf. 1 Corintios 15,32, 2 Corintios 7,5), lo cual podría referirse a alguna experiencia de cautiverio. La hipótesis de Éfeso tiene también a su favor el hecho de la mayor cercanía entre dicha ciudad y filipos, que facilitaría el frecuente intercambio entre Pablo y esta comunidad como se supone en la carta. Dejando de lado la polémica, lo cierto es que Pablo se encuentra en la cárcel, con el riesgo incluso de ser condenado a muerte (Cf. Filipenses 1,19-23), y al enterarse de ello los filipenses, deciden enviarle algunas ayudas por medio de Epafrodito. Pablo, a su vez, les escribe para agradecerles y para reforzar los estrechos vínculos de afecto recíproco. Aprovecha la ocasión para informarles a los filipenses como van las cosas en relación con el anuncio de la Buena Nueva cristiana, para ponerlos en guardia contra posibles peligros, y para animarlos a seguir trabajando con entusiasmo por la causa del Evangelio. Porque, si bien es cierto que en Filipos las cosas marchaban bastante bien, tampoco faltaban incomprensiones (Cf. Filipenses 4,2-3); además se constataba la presencia de predicadores de tipo ―judaizante‖ que estaban amenazando seriamente la acción evangelizadora del apóstol (Cf. Filipenses 3,2). Son estas las circunstancias en las que surge y debe entenderse el mensaje de la Carta a los Filipenses. 1.4.

EN DEFINITIVA, ¿DÒNDE Y CUÀNDO FUE ESCRITA LA CARTA A LOS FILIPENSES?

Como quedó ya dicho, se trata de una cuestión todavía no resuelta definitivamente. Lo que se puede decir es que, quienes afirman que Pablo escribió esta carta desde Roma, sugieren una fecha en torno a los años 60-63. Quienes creen, más bien, que fue escrita desde el cautiverio en Cesarea, la ubican alrededor de los años 58-60. Y, finalmente, quienes proponen que la carta a los filipenses fue escrita en Éfeso, dan como fecha aproximada la de los años 54-57. Hoy parece ser esta última hipótesis la más acertada y que cuenta con mayor aceptación y consenso. 2. CARACTERISTICAS GENERALES DE LA CARTA. 2.1.

EL AUTOR

A este respecto, no existen mayores discusiones ni dudas: el autor de esta carta es San Pablo, quien escribe desde la prisión. Los filipenses, por medio de Epafrodito habían hecho llegar a Pablo una ayuda material, y, ahora, al regreso de Epafrodito, el apóstol aprovecha para escribirles y agradecerles su solidaria oferta. 2.2.

ESTILO LITERARIO

Desde el punto de vista literario, la Carta a los Filipenses se caracteriza por un lenguaje bastante familiar y cordial. Sobresalen las expresiones de agradecimiento, lo cual crea un clima de grande confianza y reciprocidad. Están presentes también, varias exhortaciones dirigidas a la comunidad (como la preciosa invitación a la apertura universal y al humanismo

cristiano que acoge todas las realidades positivas: Filipenses 4,8), y recomendaciones a personas en particular (Cf. Filipenses 4,1). Como joya literaria y teológica encontramos el famoso himno cristológico del capítulo 2 (vv. 6-11), que bien puede ser catalogado como una profesión de fe. Si bien es cierto que algunos dudaron de la unidad literaria de esta carta, e incluso sugerían que habría podido ser tres cartas diversas fundidas luego en una sola; hoy, sin embargo, la mayoría de los estudiosos defienden la unidad sustancial del texto de la carta a los filipenses. Además, la presencia de ciertas discontinuidades (cambios de tema, de tono, de situación) hacen parte, del mismo estilo literario de Pablo. Predomina en ella el tono comunicativo, que hace de esta carta un auténtico y fraterno diálogo escrito. 2.3.

ESTRUCTURA Y CONTENIDO DE LA CARTA:

De acuerdo al contenido, podemos encontrar en la carta el siguiente esquema general: *.- Introducción y acción de gracias: 1,1-11 *.- Pablo y la comunidad de filipos: 1,12---2,30 *.- Exhortaciones: 3,1---4,1 *.- Invitación a la concordia y a la alegría: 4,2-7 *.- Agradecimiento y despedida: 4,10-23 Siendo más precisos y detallados, podemos evidenciar una estructura como esta: *.- Saludo: 1,1-2 *.- Acción de gracias: 1,3-11 *.- Noticias personales: 1,12-26 *.- Exhortación a mantenerse firmes en la fe: 1,27-30 *.- Exhortación a la concordia y al desinterés: 2,1-5 *.- Modelo de Cristo (himno cristológico): 2,6-11 +.-PRIMERA PARTE: humillación de Cristo: 2,2-8 +.-SEGUNDA PARTE: Exaltación de Cristo: 2,9-11 *.- Conclusión de la exhortación: 2,12-18 *.- Los enviados de Pablo: 2,19---3,1ª *.- Seria advertencia: 3,1b---4,1 +.- Denuncia contra los adversarios: 3,1b-3 +.- ―Autopresentaciòn‖ de Pablo: 3,4-6 +.- Cristo, el valor central para Pablo: 3,7-11 +.- En camino de perfección: 3,12-16 +.- Exhortación a seguir su ejemplo: 3,17---4,1 *.- Nueva exhortación a la concordia: 4,2-9 *.- Agradecimiento por la ofrenda: 4,10-20 *.- Despedida: 4,21-23 3. ENSEÑANZA TEOLOGICA DE LA CARTA A LOS FILIPENSES Es indiscutible el atractivo particular de esta carta, particularmente porque manifiesta la dimensión humana de Pablo, sus sentimientos y afectos. Pero, también desde el punto de vista teológico, la carta a los filipenses presenta temas fundamentales e interesantes como el

anonadamiento y la exaltación de Cristo, las consideraciones acerca de la alegría cristiana y la concordia fraterna, el valor de la amistad y del espíritu de gratitud entre los creyentes, etc. 3.1.

CRISTO HUMILLADO Y EXALTADO

El himno de Filipenses 2,6-11 es un tesoro de la fe cristiana, donde se rinde honor al modelo de Jesucristo, que se humilló, haciéndose hombre (encarnación) y sufriendo la ignominiosa muerte en cruz, para luego resucitar, y ser así exaltado y glorificado como Señor del universo. De este modo, Pablo presenta un Cristo humilde, que hace una opción fundamental por la obediencia al Padre y el servicio a los hermanos, para que los cristianos ―tengan los mismos sentimientos de Cristo‖ (Filipenses 2,5); es decir, sean también ellos humildes y serviciales, dispuestos a realizar el proyecto de Dios y a solidarizarse con los hermanos para construir la unidad y la comunión de la Iglesia. 3.2.

“MI VIDA ES CRISTO”

Casi en todas las cartas, aunque en modos diversos, encontramos la misma idea que Pablo expone aquí de manera muy clara: ―Para mí, la vida es Cristo‖ (Filipenses 1,21; Gálatas 2,20). El Apóstol ha llegado a un grado tan elevado de configuración con el Maestro, que considera una ventaja la muerte, porque le permitirá estar definitivamente con Cristo (Cf. Filipenses 1,21-23). Todas las fibras de la mente, del corazón y de las actuaciones apostólicas de Pablo son movidas y vibran al nombre de Jesús, quien se convirtió en el único sentido válido de su existencia (Cf. Romanos 8,10-11; Gálatas 2,19-21; Colosenses 3,3-4; 2 Corintios 5,6-9; 1 Timoteo 4,17; 5,10). 3.3.

EL DINAMISMO DE LA VIDA CRISTIANA

Pablo subraya este aspecto con especial insistencia, presentándose a si mismo como protagonista de un dinamismo continuo de crecimiento hacia la perfección cristiana (Cf. Filipenses 3,12-16). Precisamente porque la vida de fe no es una meta que se consigue de un día para otro, sino que es una lucha y un esfuerzo permanente. La santificación es un camino que compromete toda la vida, y seremos felices si la muerte nos llega mientras vamos haciendo camino. Lo importante es asumir la actitud positiva que nos enseña el apóstol: ―Olvidando lo que dejé atrás, me lanzo hacia delante y corro hacia la meta, para ganar el premio del cielo para el cual Dios nos llamó en Cristo Jesús‖ (Filipenses 3,13-14). 3.4.

TEOLOGIA DE LA ALEGRIA CRISTIANA

También en este aspecto Pablo es reiterativo: él mismo siente en su interior la fuerza benéfica de la alegría (Cf. Filipenses 1,4), y por eso no deja de invitar a sus hermanos en la fe: ―…..alégrense en el Señor‖. ―Alégrense en el Señor en todo tiempo. Les repito: alégrense. Y sea tal la perfección de su vida que toda la gente lo pueda notar….‖ (Filipenses 3,1; 4,4-5). Esta exhortación no es una pura expresión emotiva o un simple augurio, es un imperativo basado en la experiencia de la cercanía del Señor, de modo que, unida a la esperanza y al amor, la alegría se convierte en distintivo radical del cristiano. Además, no se trata de un gozo cualquiera, superficial y pasajero; dado que nace de la participación activa del cristiano en el

amor y la vitalidad de Cristo resucitado, se trata de una alegría tan profunda y duradera que permite, incluso, encontrarle sentido al dolor y a la muerte (Cf. Filipenses 2,17-18; 3,10-11). 3.5.

UNIDAD Y CONCORDIA EN LA IGLESIA

En esta carta encuentra también eco la permanente preocupación del apóstol por el crecimiento de la armonía y la fraternidad entre los cristianos. Pablo no ahorra exhortaciones e invitaciones a la vivencia de las virtudes comunitarias: amor, concordia, comunión, ternura, respeto y aprecio recíproco, búsqueda del bien de los demás, huyendo del egoísmo, la rivalidad y la soberbia (Cf. Filipenses 2,1-4; 4,2). Sólo en la práctica de estos valores que fomentan la unidad se podrá construir la Iglesia de Cristo como El la desea, alcanzar la salvación y dar testimonio de la Palabra de Vida en medio de una sociedad muchas veces descarriada y pervertida, en medio de la cual los cristianos brillan como estrellas en el universo (Cf. Filipenses 2,15). 3.6.

SOLIDARIDAD CON EL NECESITADO

En el trasfondo de esta carta está presente la ayuda material que los filipenses enviaron a Pablo cuando éste pasaba necesidad y estaba encarcelado. Estos sentimientos de solidaridad y caridad son los que Pablo elogia y agradece a sus destinatarios. Aunque a lo largo de toda su vida apostólica él había aprendido a vivir tanto en la abundancia como en la necesidad y la pobreza (Cf. Filipenses 4,11-12), no por ello desprecia la generosidad de los filipenses. Al contrario, valora y exalta esta capacidad que demuestran para compartir el sufrimiento y la privación del necesitado. Y Pablo llega, incluso, a comparar la oferta recibida por medio de Epafrodito, con ―los sacrificios que agradan a Dios y cuyo olor sube hasta El‖ (Filipenses 4,18). 3.7.

LA GRATITUD CRISTIANA

La carta a los filipenses surgió, como ya lo hemos indicado, del propósito de Pablo de agradecer la generosidad fraterna de los filipenses hacia él. Pero al agradecer, el apóstol aprovecha la ocasión para poner de presente que el primero que merece cualquier expresión de gratitud es Dios, fuente de todo bien (Cf. Filipenses 1,3). Detrás de la oferta material recibida, Pablo sabe descubrir el valor profundo de este gesto solidario, calificándolo de ―colaboración en el servicio del Evangelio‖ (Filipenses 1,5), por eso, junto a su agradecimiento, expresa su convencimiento de que tal actitud no quedará sin recompensa: ―Estoy seguro que mi Dios proveerá a todas las necesidades de ustedes, según su riqueza y su generosidad, en Cristo Jesús‖ (Filipenses 4,19). 3.8.

APERTURA Y UNIVERSALIDAD

No sin razón hay quien afirma que si no hubiera existido San Pablo, el cristianismo no habría sido más que una secta judía. Efectivamente, una de las luchas más apasionadas del apóstol es contra la tendencia de algunos cristianos de su tiempo que querían cerrar las puertas de la Iglesia a todo lo que no previniera del judaísmo.

Es con toda razón que Pablo se enorgullece de llamarse y ser realmente ―el Apóstol de los gentiles‖, y se esforzaba por abrir siempre las puertas del cristianismo a todo lo que hay en el mundo ―de verdadero, de noble, de justo, de limpio, en todo lo que es hermoso y honrado, todo lo que merece admiración y alabanza‖ (Filipenses 4,8), provenga de donde provenga. Todos los valores ―positivos‖ (valga la redundancia), deben ser tenidos en cuenta por los cristianos, porque ellos son como ―semillas del verbo‖ presentes en todas las culturas, como llegará a afirmarlo el Concilio Vaticano II. CONCLUSION: No obstante la relativa brevedad de la Carta a los Filipenses (4 capítulos), su riqueza es enorme y sus enseñanzas son sorprendentemente actuales. Y es un mensaje actual justamente porque refiere a valores eternos que nunca pasan de moda y que deben ser compromiso cotidiano de cada cristiano: la solidaridad, la gratitud, el sentido de la vida en Cristo, la alegría fundada en el Señor, la concordia y la unidad fraterna, el dinamismo en el empeño de santificación, la apertura a los valores del mundo no estrictamente católico, y el modelo de obediencia, humildad y servicio de Jesucristo muerto y glorificado. Queda a nosotros, seguidores de Jesús, la tarea de demostrar en la práctica la vigencia y eficacia de esta enseñanza.

XXII. CARTAS DE LA CAUTIVIDAD: FILEMON, EFESIOS Y COLOSENSES Si bien es cierto que cada una de estas cartas merecería un tratamiento especial, hemos preferido considerarlas en un solo momento, dadas las semejanzas y afinidades entre ellas; no sólo por cuanto se refiere a las circunstancias históricas en las que habrían surgido, sino también por las dudas y discusiones acerca de la autenticidad paulina de las mismas. En efecto, en los últimos dos siglos ha sido cuestionado el origen directamente paulino de las así llamadas ―cartas de la cautividad‖. Las razones que tienen los estudiosos para dudar que Pablo haya sido su autor, son ciertamente razones dignas de respeto y deben ser tenidas en cuenta, pero este no es el momento para entrar en explicaciones y detalles de carácter técnico. Por nuestra parte, preferimos asumirlas como lo que son, es decir, como la Palabra de Dios que ha llegado a nosotros, mensaje inspirado con fuerza salvífica, y por lo tanto, incluidas en el canon de la revelación escrita, pues, en todo caso, estas cartas se remontan a la enseñanza y predicación del apóstol Pablo, ya sea que las haya escrito personalmente, o que hayan surgido por obra de discípulos suyos. Las discusiones científicas no afectan el valor de estos escritos inspirados, más bien pueden ayudarnos a comprenderlos y apreciarlos mejor. 1. CIRCUNSTANCIA HISTORICA Entre los años 58 y 63, Pablo debe sufrir cuatro años de cárcel, primero en Cesarea (Palestina) y luego en Roma. El tiempo de aquel periodo como prisionero, habría dado al apóstol la ocasión para profundizar en el misterio de Cristo y de la Iglesia. Según la teoría

tradicional, se remontaría a estos años la escritura de las ―cartas de la cautividad‖. Varios estudiosos sostienen, en efecto, que Pablo, desde Roma, escribió las cartas a Filemón, Colosenses y Efesios, en torno al año 59-60. Obviamente, quienes dudan de la autenticidad paulina de estas epístolas, sugieren una fecha de escritura tardía, correspondiente a la siguiente generación—la de los discípulos---del apóstol, o sea, a finales del siglo I. 2. CARTA A FILEMON Se debe tener presente que, entre las llamadas ―cartas de la cautividad‖, ésta es la que menos dudas y controversias ha causado acerca de su autenticidad paulina. De hecho, en los últimos años ha crecido el número de los defensores del carácter marcadamente paulino de esta carta que, entre otras cosas, es el más breve y personal de los escritos tradicionalmente atribuidos a San Pablo. 2.1.

OCASIÓN DE LA CARTA:

El destinatario de esta pequeña carta es Filemón, un cristiano pudiente de Colosas, que probablemente se había convertido a la fe cristiana gracias a la predicación de San Pablo; ahora bien, Filemón tenía un esclavo llamado Onèsimo, que tiempo atrás se había escapado de la casa del amo después de haber cometido alguna falta, tal vez un robo, y había ido a parar en Roma, donde se encuentra con Pablo. El apóstol ofrece a Onèsimo, además de refugio, el anuncio del Evangelio cristiano. Pablo escribe a Filemón, con sorprendente delicadeza y afecto, para suplicarle que perdone las faltas del esclavo y lo reciba de nuevo, ya no como esclavo sino como hermano en Cristo. Aunque Pablo desearía mantener a Onèsimo a su lado, pues le ha sido muy útil su compañía y ayuda, prefiere devolverlo a su patrón, dejando en sus manos la decisión, sugiriendo pero no forzando el acto de misericordia consistente en el perdón del esclavo. El tono de la carta es particularmente confidencial y familiar, usa un lenguaje claro y sencillo, pero al mismo tiempo elegante y profundo. Algunos estudiosos de la Biblia sostienen que ésta sería la única carta escrita enteramente por San Pablo, de su puño y letra, y aunque esté constituida por un solo capítulo con 25 versículos, en ella se transparentaría con mayor naturalidad el espíritu y el corazón del apóstol de las gentes. 2.2.

ESTRUCTURA Y CONTENIDO DE LA CARTA:

A pesar de su brevedad y sencillez de estilo, la carta a Filemón presenta el esquema habitual de las otras cartas paulinas: a).- Saludo, acción de gracias y súplica: vv.1-3 b).- Acción de gracias: vv. 4-7 c).- Cuerpo central de la carta: vv. 8-21 -- Introducción a la petición: vv. 8-9 -- Exposición de la petición: vv. 10-14

-- Motivación de la petición: vv. 15-17 -- Recurso al lenguaje comercial: vv. 18-19 -- Conclusión de la petición: vv. 20-21 d).- Saludos finales y augurios de bendición: vv. 22-25 El tema de fondo que late en toda la carta es el de la esclavitud, que en aquella época grecoromana era una institución considerada ―normal‖ e inscrita en el concepto amplio de la ―familia‖. Aunque la esclavitud se opone radicalmente a la fe cristiana, Pablo no encara abiertamente el problema ni entra en controversia, se limita a exponer con maestría y sencillez los principios cristianos de los cuales Filemón deberá sacar las consecuencias. Si bien es cierto que Pablo no reclama explícitamente la supresión de la esclavitud, en realidad va más allá, trasciende el ámbito de la ética social y traslada la situación al contexto de la fraternidad y el amor cristianos, y desde esa perspectiva cristiana sugiere a Filemón un cambio radical de mentalidad y de actitud, al invitarlo a recibir de nuevo a Onèsimo ―no ya como esclavo, sino como hermano muy querido‖ (v. 16). De esta manera, el apóstol no tiene necesidad de entrar en discusiones jurídicas para dejar muy en claro que la esclavitud debe ser abolida si se desea vivir auténticamente el Evangelio cristiano, que es, ante todo, una propuesta de amor y libertad. 2.3.

ENSEÑANZA TEOLOGICA:

No podemos olvidar que la carta a Filemón no trata explícitamente cuestiones teológicas, pero implícitamente se pueden reconocer varios puntos importantes de reflexión doctrinal: 1.- La autoridad apostólica de Pablo: sin que aparezca el término ―apóstol‖ atribuido a Pablo, a lo largo de la carta se encuentran todos los rasgos apostólicos que le son propios. Pablo sabe que tiene la autoridad para ordenar a Filemón el comportamiento que conviene (cf. v.8), pero opta por no ejercer dicha autoridad, apelando más bien a los sentimientos de la caridad cristiana y del afecto recíproco, suplicándole un favor, en lugar de imponerle una orden (vv. 910). Esta actitud de Pablo refleja el sentido auténtico de la autoridad en el Nuevo Testamento, según la enseñanza del mismo Jesús, que advirtió claramente a sus discípulos: ―Ustedes saben que los jefes de las naciones se portan como dueños de ellas y que los poderosos las oprimen. Entre ustedes no será así; al contrario, el que aspire a ser más que los demás, se hará servidor de ustedes…A imitación del Hijo del hombre, que no vino para que lo sirvieran, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos‖ (Mateo 20,25-28). 2.- Una síntesis de vida eclesial: en sus breves referencias a la realidad eclesial, Pablo recuerda que la fe y la caridad son las coordenadas fundamentales de la vida de la Iglesia, que deben manifestarse en la práctica concreta del bien y la solidaridad hacia los hermanos (cf. vv. 5-7). De otra parte, la docilidad respecto de quienes en la Iglesia desempeñan un servicio de autoridad, no limita sino que estimula la generosidad del cristiano en la vivencia de sus deberes (cf. v. 21). Debe existir siempre el suficiente espacio de libertad para que los creyentes sean creativos y espontáneos en la práctica del bien, pues aquello que se hace voluntariamente y con entusiasmo es mejor que lo que se debe hacer por imposición (cf. 14).

3.- Esclavitud y vida cristiana: como ya quedó indicado, el propósito de Pablo no era el de iniciar una revolución social contra la esclavitud, pero su actitud y sus palabras con las que acompaña el regreso del esclavo a su dueño ubican la problemática en una nueva dimensión donde Cristo es el criterio de discernimiento por excelencia, a cuya luz deben ser entendidas y vividas las relaciones interpersonales entre creyentes. De hecho, en Cristo todos somos hermanos muy queridos; queda sin fundamento el concepto ―dueño-esclavo‖ entre personas que se profesan seguidoras de Jesús (cf. v.15-17). 3. CARTA A LOS COLOSENSES. Al margen de las discusiones sobre la autoría paulina o no de esta epístola, se debe reconocer su riqueza doctrinal, particularmente en cuanto se refiere a la cristología, al poner en evidencia el vínculo existente entre la historia de la salvación en Cristo y la entera creación; es decir, ofrece un desarrollo teológico de la obra cósmica de Cristo. 3.1.

OCASIÓN DE LA CARTA:

Colosas era una ciudad situada en la zona meridional de Frigia, Asia Menor, relativamente cercana a Éfeso, y a pocos kilómetros de Laodicea. Durante los siglos V y IV a.C. vio su período de mayor auge e importancia. En torno al año 60-61 d.C. fue destruida, probablemente a causa de un terremoto que también acabó con Laodicea. En tiempos de Pablo, Colosas era una pequeña ciudad con habitantes frigios, griegos y judíos. La comunidad cristiana de Colosas había recibido la Buena Nueva no por obra de Pablo, sino gracias a las fatigas misioneras de Êpafra (cf. Colosenses 1,7; 4,12), el cual, a su vez, había sido convertido al Evangelio por Pablo, probablemente en Éfeso. Al momento de escribir la carta, Êpafra se encontraría junto a Pablo, quien manifiesta no conocer personalmente la Iglesia de Colosas (cf. Colosenses 2,1). En la opinión tradicional, la ocasión de la carta habría sido el peligro de grave desviación doctrinal o herejía que amenaza a aquella Iglesia. El apóstol se propondría precisar y dar fundamento a la doctrina cristiana, contrarrestando las desviaciones teológicas enseñadas por los ―falsos doctores‖ (cf. 2,4-8.16-23), a quienes Pablo refuta de modo indirecto, recordando que Cristo Jesús es el único Salvador, el centro de la fe y de la vida de los creyentes. Es posible que los errores doctrinales que esta carta busca combatir hayan tenido su origen en la influencia de las religiones mistéricas, tan de moda en la época helenística. En la parte doctrinal se destaca el himno cristológico, en el cual se constata la supremacía de Cristo en la creación y en la redención (1,15-20); de los beneficios de la obra salvífica participan también los colosenses (1,22-23). El bautismo es la participación en el misterio pascual de Cristo (2,1-15), y la participación en su resurrección, implica para el cristiano un nuevo estilo de vida, en la práctica de virtudes y el rechazo de los vicios y de toda inmoralidad, para que Cristo sea todo en todos (3,1-11). La parte exhortativa se detiene a concretizar las exigencias de la vida cristiana en los diversos ámbitos de la vida familiar y social (3,12---4,1). .

3.2.

ESTRUCTURA Y CONTENIDO DE LA CARTA:

No es fácil tratar de reducir a un esquema la Carta a los colosenses, pero, al menos para tener una visión de conjunto, podríamos distribuirla del modo siguiente: a).- Introducción: 1,1-14 -- Saludo: 1,1-2 -- Acción de gracias: 1,3-8 -- Súplica: 1,9-14 b).- Parte doctrinal (o dogmático): 1,15---3,11 -- Himno a Cristo: 1,15-20 -- Los paganos reconciliados: 1,21-23 -- Ministerio de Pablo, apóstol de Cristo: 1,24---2,5 -- Vida cristiana ante doctrinas peligrosas: 2,6-19 -- Muerte espiritual y vida en Cristo: 2,20---3,11 c).- Parte exhortativa (o moral): 3,12---4,6 -- Consejos genéricos: 3,12-17 -- Consejos particulares y recomendaciones: 3,18---4,6 d).- Saludos y despedida: 4,7-18 3.3.

ENSEÑANZA TEOLOGICA

1).- Centralidad de Cristo en la vida del creyente: frente a los posibles errores y desviaciones de la fe, Pablo presenta a Cristo Jesús como único centro del universo, de la creación y de la redención. Él es el único salvador de la persona humana, el único que puede reconciliar al hombre con Dios. Esta doctrina que encontramos en el himno cristológico de Colosenses 1,15-20, encuentra después, a lo largo de la carta, las respectivas aplicaciones a la vida cristiana; el creyente debe asumir como regla suprema a Cristo Jesús (Cf. 2,8), no sólo en los principios de su fe y en la vivencia de su devoción, que debe ser también Cristo céntrica, sino, además, en los comportamientos y actitudes concretas de cada día, como esfuerzo permanente de despojo del hombre viejo pecador y revestimiento del hombre nuevo en Cristo, de modo que sea la Palabra de Cristo, con toda su riqueza, la que habite en el interior de cada cristiano (cf. 3,9-10.16). 2).-La Iglesia, cuerpo místico de Cristo: esta doctrina será ampliada en la Carta a los Efesios, pero esta ya presente en la carta a los colosenses, donde Pablo presenta a la Iglesia como una comunidad santa porque su cabeza es Cristo (cf. 1,18.24), pero, al mismo tiempo, pecadora por estar conformada por personas humanas. El camino de esta Iglesia pasa por el sufrimiento, pues Cristo sigue sufriendo su pasión salvadora en los miembros sufridos de su cuerpo, que es la Iglesia (cf.1, 24). La fe, la esperanza y el amor son las virtudes teologales que dan muestra de la auténtica vida eclesial (cf. 1,4-5), y permiten experimentar la consoladora certeza que nuestra vida ―esta escondida con Cristo en Dios‖ (3,3). 4. CARTA A LOS EFESIOS

Entre las llamadas ―cartas de la cautividad‖, la carta a los Efesios es la más extensa y la que contiene una más amplia exposición doctrinal; mientras la carta a los colosenses es ante todo cristológica, la de los Efesios es particularmente eclesiológica. Es bueno saber que en algunos manuscritos falta la indicación del lugar (que refiere, además a los destinatarios de la carta): ―En Éfeso‖ (Efesios 1,1). Además de esto, no hay en esta carta ninguna nota personal, no obstante que Pablo vivió por tres años en Éfeso (cf. Hechos 19,1--20,1); en cambio, el autor de la carta aparece como alguien que no conoce personalmente a los efesios sino solo por lo que ha oído hablar de ellos (cf. Efesios 1,15). A raíz de estas dificultades se ha pensado que efesios fuera la carta (no conservada) de Pablo a los cristianos de Laodicea, a la cual se refiere en Colosenses 4,16. Otros prefieren explicar la falta de la indicación del lugar en una parte de los manuscritos, sugiriendo que la carta a los efesios habría sido una carta circular enviada a varias comunidades, de la cual habría quedado la copia enviada a los efesios. 4.1.

OCASIÓN DE LA CARTA

Desde tiempos antiguos Éfeso era una ciudad muy importante dada su ubicación geográfica, sobre la costa occidental de la provincia de Asia, de la cual era capital. Este puerto de mar de gran número de habitantes era un centro comercial muy floreciente en tiempo de Pablo. Durante su segundo viaje misionero, el apóstol se detuvo un breve espacio de tiempo en Éfeso (cf. Hechos 18,19-21), pero fue especialmente durante el tercer viaje que Pablo permaneció más tiempo en aquella ciudad, que le sirvió de ―centro de operaciones ―, en su empresa evangelizadora de algunas otras ciudades de la región (cf. Hechos 19,10.21-22). Debemos reconocer que siguen siendo inciertas las circunstancias que motivaron a Pablo (en el caso que se acepte la autenticidad paulina de la carta), a escribir la llamada ―Carta a los Efesios‖; tal vez el deseo de desarrollar de modo más sistemático y completo el tema de la soberanía universal de Cristo, ya delineado en la carta a los colosenses; con una especial aplicación y énfasis de esta doctrina en la vida eclesial. Se advierte el propósito del autor de fundamentar la vida de los cristianos en los sólidos cimientos de la fe, como garantía de coherencia y fidelidad en el testimonio de cristo en medio de grandes dificultades. La semejanza de temas y estilo con la carta a los colosenses es muy fuerte, pero como ya dijimos, aquí la insistencia es más de carácter eclesiológico: Cristo es la cabeza de la Iglesia, que es su cuerpo (cf. 1,23), como la esposa y el esposo (cf. 5,23-32). Alrededor de estos temas fundamentales, el autor propone otros, no menos importantes, como el de la salvación ofrecida gratuitamente por Dios a todos los hombres (cf. 1,3ss; 2,1ss), y las consecuencias éticas de la vida nueva en Cristo (cf.4, 1-32), en sus diversas aplicaciones concretas a la vida social, familiar y eclesial (cf. 5,3---6,9). 4.2.

ESTRUCTURA Y CONTENIDO DE LA CARTA:

Un posible esquema del contenido general de esta carta sería este: a).- Introducción: 1,1-23

-- Saludo: 1,1-2 -- Bendiciones: 1,3-14 b).- Parte doctrinal (o dogmática): 2,1---3,21 -- La salvación por gracia de Dios: 2,1-10 -- La unidad en Cristo: 2,11-23 -- El misterio revelado: 3,1-13 -- El amor de Cristo: 3,14-21 c).- Parte exhortativa (o moral): 4,1---6,20 -- La unidad de la fe: 4,1-16 -- Vida nueva en Cristo: 4,17----5,2 -- Conducta cristiana: 5,3-20 -- Marido y mujer: 5,22-33 -- Padre e hijos: 6,1-4 -- Patronos y esclavos: 6,5-9 -- La lucha contra el mal: 6,10-20 d).- Conclusión y despedida: 6,21-24 4.3.

ENSEÑANZA TEOLOGICA:

Hemos ya indicado que esta es la carta de mayor contenido y desarrollo doctrinal, entre las que llamamos ―cartas de la cautividad‖. En la parte doctrinal expone sólidos principios teológicos y eclesiológicos, de los cuales se desprenden actitudes características de la moral cristiana. 1).- El Plan salvífico de Dios: al inicio de la carta encontramos un himno dedicado a este tema particular, donde se pone de relieve la acción del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo en la Historia de la Salvación. Desde el principio Dios nos ha elegido para ser su pueblo, y en Jesucristo nos ha destinado a ser sus hijos. Cristo ha llevado a cabo nuestra redención muriendo en la cruz; su sangre es la prueba de su amor por la humanidad. Además de perdonar nuestros pecados, nos ha comunicado toda sabiduría e inteligencia para conocer y vivir según nuestra dignidad de herederos de los bienes celestiales. La fuerza del Espíritu, que habita en nosotros, es la garantía de que un día participaremos de esa herencia. El fin para el cual creó Dios al hombre es la alabanza de la gloria de Dios, en lo cual consiste también la felicidad suprema del hombre (cf. Efesios 1,3-14). 2).- Cristo Jesús: centro de la Historia de la Salvación: la centralidad de Cristo como ―Primogénito de la creación‖, ya descrita en la carta a los colosenses, aquí es retomada en tono casi litúrgico de acción de gracias dirigida al Padre por haber puesto todas las cosas bajo la soberanía de Cristo, y haberlo constituido por encima de cuanto existe y Cabeza de la Iglesia que es su cuerpo (cf. Efesios 1,15-23). 3.- La salvación es don gratuito de Dios, en Jesucristo: el fundamento de la obra salvífica es la inagotable misericordia y el inmenso amor de Dios que ha querido liberarnos de la esclavitud del pecado con la resurrección de su Hijo. El hombre tiene acceso a la plenitud de la vida no tanto por méritos adquiridos, sino por la gracia y la bondad de Dios en Cristo Jesús,

gratuitamente. El hombre corresponde a las ―abundantes riquezas de la gracia de Dios‖ mediante la fe y la práctica del bien, de la justicia y de la caridad (cf. Efesios 2,10). 4.- Unidad en Cristo y en la Iglesia: tanto judíos como gentiles participan igualmente de los privilegios de la Alianza, porque Cristo derribó todo muro de separación entre los pueblos, suprimió la enemistad y constituyó un único pueblo nuevo que viva en la paz y la libertad. Toda persona tiene el derecho de pertenecer a la familia de Dios; nadie es extranjero, todos somos conciudadanos de los santos en el Reino. La Iglesia, edificada sobre la piedra angular que es Cristo y cimentada sobre el fundamento de los apóstoles y profetas debe ser un templo de la presencia de Dios, un signo de la unidad en la libertad y en la diversidad (cf. Efesios 2,11-22). 5).- Ministerio apostólico al servicio del pueblo de Dios: Pablo eleva una ferviente oración de gratitud a Dios por haberlo llamado al ministerio apostólico, no como privilegio o fuente de poder, sino como ocasión de servicio al bien de todos. Ser ministro del Evangelio, en efecto, es una gracia recibida de Dios, pero implica, al mismo tiempo, una gran responsabilidad de donación y sacrificio por el Pueblo de Dios, para que guiado por el Espíritu pueda vivir la fe y el amor (cf. Efesios 3,1-21). 6).- La vocación del cristiano: todo bautizado ha sido llamado por Dios para desempeñar en la Iglesia una misión de servicio al mundo, debe trabajar con los propios dones para construir el Cuerpo de Cristo en la unidad, la paz y el amor. La vocación del cristiano es una realidad dinámica, que tiende a la perfección de la vida nueva en Cristo, mediante la acción del Espíritu Santo (Cf. Efesios 4,1-32). Las exigencias del bautismo cristiano deben alcanzar todas las dimensiones de la existencia, desde la más íntima y personal, hasta aquella de las relaciones con los semejantes, ya sea en la familia, como en el contexto más amplio de la sociedad, sin olvidar tampoco los deberes para con Dios, particularmente el de la oración asidua por todos (cf. 5,3----6,20). CONCLUSION Aun desde distintas perspectivas, las tres cartas que acabamos de considerar nos ofrecen la ocasión de confrontarnos con los criterios fundamentales de nuestra fe: el amor gratuito de Dios que nos ha redimido en Cristo, destinándonos a la novedad de la vida en el Espíritu. La realización práctica de esta vocación implica actitudes y compromisos concretos en los diversos ámbitos de nuestra existencia: personal, familiar, eclesial y social. Si deseamos tener parte en los frutos eternos del Reino de Dios, debemos empeñarnos en la tarea de sembrar las semillas de este Reino en el campo de nuestra historia, practicando la justicia, la paz y la solidaridad, animados por la fe, la esperanza y el amor.

XXIII. CARTAS PASTORALES: TIMOTEO Y TITO

Las dos cartas a Timoteo y la carta a Tito forman un pequeño grupo homogéneo dentro de los escritos paulinos, que desde el siglo XVIII se conoce con el nombre de ―Cartas Pastorales‖, a causa de su contenido y sus destinatarios. En efecto, afrontan temas eclesiológicos particularmente referidos a la guía pastoral de las comunidades cristianas, y sus destinatarios son precisamente dos ―pastores‖ de la Iglesia, estrechos colaboradores y amigos de San Pablo, quienes en estas epístolas reciben instrucciones, tanto espirituales como prácticas, para un eficaz servicio de animación eclesial. Desde el siglo pasado se empezó a poner en duda el origen estrictamente paulino de estas cartas, por motivos que tendremos ocasión de mencionar más adelante. Este hecho, sin embargo, no afecta en nada el gran valor teológico y pastoral de estos escritos. Entre otras cosas, su pertenencia al canon de la Biblia es un hecho ampliamente documentado ya desde el siglo II de nuestra era. Es decir, las dudas acerca de que Pablo haya sido su directo autor o no, de ninguna manera ponen en tela de juicio el carácter inspirado de las Cartas Pastorales que, en consecuencia, seguirán alimentando la fe y la espiritualidad de los cristianos de todos los tiempos. 1. ¿QUIÈN ESCRIBIO LAS CARTAS PASTORALES? Desde los primeros siglos, la tradición cristiana ha atribuido estos tres escritos bíblicos a San Pablo apóstol; sin embargo, en la época moderna, al desarrollarse un tipo de estudio històricocrìtico de la Biblia, la autoría paulina de estas cartas ha sido muy cuestionada, e incluso negada, sobre todo a causa de las características especiales (vocabulario, estilo, contenido) que las distinguen notoriamente del resto del corpus de escritos paulinos. De otra parte,, los datos históricos y biográficos que nos ofrecen estas epístolas, ya sea acerca de Pablo, como Timoteo y Tito, no resulta fácil armonizarlos con aquello que se sabe con seguridad por otras fuentes, A partir de estas dificultades , ha sido propuesto como autor un discípulo de Pablo, cuya identidad desconocemos, quien, en época posterior a la del apóstol y sintiéndose heredero autorizado de su doctrina, habría escrito estas cartas, probablemente sirviéndose de material original de Pablo, con el fin de contrarrestar las tergiversaciones de la enseñanza paulina que hacían algunos ―falsos maestros‖. No obstante la consistencia de la propuesta apenas formulada, debemos tener presente que se trata solamente de una hipótesis, no menos difícil de probar cuanto de contradecir. En todo caso, son también dignas de consideración las razones que defienden la tradicional autoría paulina de estas cartas, atribuyendo sus diversidades y características especiales a una etapa diversa de la vida y actividad del apóstol, en circunstancias y exigencias pastorales distintas de aquellas de las primeras epístolas. 2. ¿EN QUÈ FECHA FUERON ESCRITAS ESTAS CARTAS? Si aceptásemos un autor distinto de Pablo, tendríamos que ubicarnos a finales del primer siglo o inicios del segundo siglo de nuestra era, cuando ya la Iglesia contaban con una organización jerárquica, más o menos bien definida, que necesitaba adquirir un mayor sustento doctrinal.

Si, en cambio, preferimos seguir la opinión tradicional del origen directamente paulino de las Cartas Pastorales, el ambiente histórico al que debiéramos referirnos sería ciertamente aquel de los últimos años de la vida de San Pablo, en torno a una probable actividad misionera del apóstol en España y un posterior viaje a Oriente. Debiéramos pensar, entonces, que hacia los años 65 o 66 habría escrito la Primera Carta a Timoteo y la Carta a Tito, mientras que la segunda a Timoteo debiera ubicarse en torno a los años 66-67, poco antes del martirio del apóstol. 3. ¿QUIÈNES ERAN LOS DESTINATARIOS? 3.1.

TIMOTEO:

Tanto en las epístolas paulinas como en los Hechos de los Apóstoles encontramos frecuentes menciones de Timoteo. Originario de Listra, en Asia Menor, Timoteo era hijo de una judía y un griego (Cf. Hechos 16,1-3); siendo todavía joven llega a ser compañero y discípulo de San Pablo en su segundo viaje misionero, y después es enviado por el apóstol a Atenas, Tesalónica y Corinto. Su nombre aparece en seis de las cartas paulinas en calidad de segundo remitente (cf. 2 Corintios 1,1; Filipenses 1,1; Colosenses 1,1; 1 Tesalonicenses 1,1; 2 Tesalonicenses 1,1; Filemón 1,1) lo cual demuestra la importancia de su presencia junto a Pablo; en efecto, no es solamente un secretario sino un compañero de actividad apostólica. Además del trabajo común, un estrecho vínculo de amistad une a Pablo con Timoteo, quien es frecuentemente elogiado por el apóstol, dada su entera y generosa dedicación al servicio del Evangelio, que lo hace merecedor de su plena confianza (cf. 1 Tesalonicenses 3,2ss; 1 Corintios 4,17; 16,10s). Según cuanto afirma San Lucas en los Hechos de los Apóstoles (20,4), Timoteo se encontraba en el grupo de quienes acompañaban a Pablo en su último viaje hacia Roma. Este hecho confirmado por las palabras mismas del apóstol en sus cartas del cautiverio, que testimonian el hecho de su presencia y fidelidad, siendo el único que estuvo a su lado compartiendo las mayores dificultades (cf. Filipenses 2,19-23), Las mismas cartas pastorales que estamos considerando dan fe de la gran responsabilidad apostólica confiada a Timoteo, sobre todo en el contexto particular de Asia Menor (cf. 1 Timoteo 1,3-4.18-19; 6,20; 2 Timoteo 1,6ss; 2,14ss; 4,1ss). 3.2.

TITO

Extrañamente, Tito no aparece mencionado en los Hechos de los Apóstoles; sin embargo, en los escritos paulinos encontramos varias referencias importantes que revelan algunos datos sobresalientes de la vida y obra de Tito, quien incluso pudo haber tenido una participación más significativa que la del mismo Timoteo en la actividad y responsabilidad misionera y apostólica de la época paulina. Tito era un griego no circunciso, por eso Pablo lo había llevado en su viaje a Jerusalén, donde deseaba obtener la aprobación de los apóstoles para la libertad de los gentiles frente a la Ley de Moisés, como aprobación de su misión entre los paganos (cf. Gálatas 2,1-5). Fue también compañero de Pablo en su segundo y tercer viaje misionero, y aceptó con entusiasmo y solicitud su envío apostólico a Corinto (cf. 2 Corintios 8,16-17). Tito fue para San Pablo no sólo un fiel colaborador, sino también un apreciado

amigo, cuya presencia le infundía alegría y serenidad de ánimo (cf. 2 Corintios 2,12s), y un especial sentimiento de consuelo en los momentos de aflicción provocados por la predicación del Evangelio (cf. 2 Corintios 7,5-6). 4. ¿QUÈ CIRCUNSTANCIAS HISTORICAS MOTIVARON SU ESCRITURA? Siguiendo su táctica misionera, Pablo, después de evangelizar una ciudad se dirigía a otros lugares, con el anhelo de llevar el Evangelio a todo el mundo. Era necesario, sin embargo, garantizar una más profunda evangelización y catequesis en las diversas comunidades cristianas que se iban fundando, estableciendo encargados para guiarlas según indicaciones pastorales precisas. En estas cartas encontramos, entonces, al apóstol Pablo que, consciente de su responsabilidad de pastor en la Iglesia, transmite estas normas a sus dos más cercanos colaboradores para que aseguren la continuidad y unidad de las comunidades en crecimiento. En las Iglesias habían surgido diversos problemas, entre los cuales era motivo de especial preocupación la presencia de ―falsos maestros‖ que enseñaban doctrinas que ponían en peligro la integridad de la fe cristiana auténticamente predicada por Pablo. Pareciera, además, que al momento en que son escritas las cartas pastorales, los cristianos ya habían perdido bastante del el entusiasmo inicial y se dejaban fácilmente llevar por la mediocridad y el conformismo. Era necesario, en definitiva, nombrar y dar instrucciones a los dirigentes (pastores) para animar y sostener la fe y la vida cristiana de las comunidades. A esta necesidad responde Pablo con sus dos cartas a Timoteo y la carta a Tito. 5. PRIMERA CARTA A TIMOTEO. Según los datos que aparecen en la misma carta, habría sido escrita por San Pablo y dirigida a Timoteo, a quien el apóstol había encomendado la guía pastoral de la comunidad cristiana de Éfeso. Incluye, básicamente, una serie de instrucciones acerca de la organización de la Iglesia, indicaciones sobre cómo combatir los errores doctrinales y algunas enseñanzas prácticas sobre la vida cristiana. 5.1.

ESTRUCTURA Y CONTENIDO:

El contenido de esta primera carta a Timoteo podría ser estructurado de la siguiente manera: 1.- Introducción: 1,1-20 -- Saludo: 1,1-2 -- Los falsos maestros y sus errores: 1,3-7 -- Correcto uso de la Ley: 1,8-11 -- El ejemplo de Pablo: 1,12-17 -- Invitación a sostener el buen combate de la fe: 1,18-20 2.-Normas para la comunidad: 2,1---4,10 -- La oración litúrgica y su finalidad: 2,1-8 -- Actitud en la asamblea litúrgica: 2,9-15 -- Requisitos para los ministros de la Iglesia: 3,1-13 -- La piedad y su fundamento cristológico: 3,14-16

-- Los falsos maestros y como enfrentarlos: 4,1-11 3.-Intrucciones a Timoteo: 4,12---6,2 -- Sobre el deber de dar ejemplo: 4,12-16 -- Comportamiento ante los ancianos: 5,1-2 -- Comportamiento ante las viudas: 5,3-16 -- Comportamiento ante los presbíteros: 5,17-22 -- Otras indicaciones: 5,23-25 -- Sobre los esclavos: 6,1-2 4.- Últimas recomendaciones: 6,3-19 -- De nuevo sobre los falsos maestros: 6,3-10 -- Acerca del buen combate del ―hombre de Dios‖: 6,11-16 -- Sobre el recto uso de las riquezas: 6,17-19 5.- Conclusión y despedida: 6,20-21 5.2.

ENSEÑANZA TEOLOGICA:

Como ya ha quedado suficientemente claro, el objetivo e interés fundamental de esta Carta es, ante todo, de tipo pastoral; sin embargo, se puede descubrir un sólido sustrato teológico en el cual sobresale la insistencia en la iniciativa salvífica de Dios, que se manifiesta en Jesucristo y se prolonga en la comunidad de los creyentes. En efecto, Pablo mismo se siente beneficiario privilegiado de dicha voluntad salvífica (cf. 1 Timoteo 1,15). La firme convicción paulina, compartida también por Timoteo, acerca de la acción de Dios, debe infundir ánimo y entusiasmo a la vida de fe de todos los hermanos, que se manifieste incluso en la vida litúrgica de la comunidad (cf. 1 Timoteo 2,1-2). A nivel cristológico se pueden encontrar varios pasajes maravillosos que ilustran la participación del Cristo en la historia de la salvación, pues se ofreció a sí mismo en rescate por todos, según el diseño original de Dios que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad (cf. 1 Timoteo 2,3-7). Este carácter universal de la obra redentora de Jesucristo vuelve a manifestarse más adelante, en una pequeña síntesis cristológica muy similar a las antiguas profesiones de fe: ―Aquel que se manifestó en la carne, fue justificado en el Espíritu, se apareció a los ángeles, fue predicado a las naciones, fue creído en el mundo, fue asunto en la gloria‖ (1 Timoteo 3,14-16). Y en la doxología final se eleva una alabanza a Cristo Jesús, exaltado como soberano eterno, cuya segunda venida gloriosa anima la esperanza de los cristianos (cf. 1 Timoteo 6,13-16). El aspecto eclesiológico es, ciertamente, el que se encuentra mejor desarrollado en esta carta, sobre todo en sus implicaciones prácticas de la organización de la comunidad y las actitudes convenientes tanto por parte de los guías y pastores de la misma, como de las diversas categorías de personas que la conforman: ancianos, pobres, ricos, esclavos, etc. Acerca de las cualidades requeridas en los ministros de la Iglesia, es muy interesante la armonía entre el aspecto humano y la dimensión espiritual (cf. 1 Timoteo 3,1-13; 5,17-25). Se aconseja, además, un cuidadoso discernimiento en la elección de los candidatos al ministerio

(cf. 1 Timoteo 5,22). A partir del buen ejemplo que debe dar el responsable de la comunidad, todos los creyentes están llamados a vivir la santidad, según su estado y circunstancias particulares: varón o mujer, casada o viuda, pobre o rico. En definitiva, se puede decir que esta carta propone un modelo de la Iglesia donde se viven las relaciones justas, definidas por la caridad fraterna, para que resplandezca el ejemplo irreprochable tanto de los ministros y responsables de la conducción eclesial, como de cada uno de los creyentes, en sus concretas situaciones, de modo que este testimonio de unidad en la diversidad haga creíble ante el mundo la verdad del mensaje cristiano para la salvación de todos. 6. SEGUNDA CARTA A TIMOTEO Esta carta es considerada por muchos como el testamento espiritual y la despedida de Pablo, quien, sintiéndose ya muy cercano al momento de su muerte, escribe a su grande amigo y discípulo para exhortarlo a la perseverancia en el servicio de la Iglesia y en la rectitud de la sana doctrina que le fue transmitida. No obstante la soledad y el abandono que experimenta en ese momento el apóstol, sus palabras transmiten entusiasmo y fervor, a partir de un positivo balance del trabajo realizado abriendo caminos al Evangelio. 6.1.

ESTRUCTURA Y CONTENIDO:

Los cuatro breves capítulos que conforman la segunda carta a Timoteo podrían ser distribuidos así: 1.- Saludo y acción de gracias: 1,1-5 2.- Exhortaciones y advertencias: 1,6---4,5 -- Fidelidad a la vocación y al Evangelio: 1,6-18 -- El buen soldado de Cristo: 2,1-7 -- El buen ejemplo de Pablo: 2,8-13 -- Sobre los falsos maestros: 2,14-26 -- La crisis de los últimos tiempos: 3,1-9 -- El buen maestro y las Sagradas Escrituras: 3,10-17 -- Ministerio y predicación: 4,1-5 3.-Situaciòn de Pablo y últimas recomendaciones: 4,6-18 -- Balance final de Pablo, próximo a su muerte: 4,6-8 -- Recomendaciones y noticias: 4,9-18 4.-Saludos y despedida: 4,19-22 6.2.

ENSEÑANZA TEOLOGICA

Conviene tener presente, como característica especial de esta carta, el tono cálido y cordial con el cual Pablo se dirige a ―Timoteo, hijo muy querido‖ (2 Timoteo 1,2). Este aspecto

personal, sin embargo, no impide que se manifieste la riqueza y consistencia de la doctrina teológica del apóstol, más bien le da un matiz particular, pues se trata de una enseñanza comunicada con afecto paterno. En el marco del proyecto salvífico, Pablo recuerda al discípulo el deber de reavivar constantemente el carisma recibido para el servicio del Evangelio, de modo que pueda perseverar en la fidelidad a la misión, no obstante las dificultades y sufrimientos que ella implica (cf. 2 Timoteo 1,6-8). El origen de toda vocación y ministerio en la Iglesia es Dios mismo, a través de Cristo (cf. 2 Timoteo 1,9-11); solo en Él debe encontrarse la fuerza y la gracia para dar testimonio auténtico de la fe (cf. 2 Timoteo 2,1ss). En efecto, nuestra fe no tiene otro fundamento que Cristo, especialmente su misterio pascual, que hace posible nuestra esperanza de inmortalidad, porque ―son dignas de crédito estas palabras: Si hemos muerto con El, con El también viviremos. Si sufrimos pacientemente con El, también reinaremos con El. Si lo negamos, Él también nos negará. Si somos infieles, El permanece fiel porque no puede desmentirse a sí mismo‖ (2 Timoteo 2,11-13). Desde ya, el misterio pascual de Cristo debe desarrollarse y producir frutos en la vida de cada creyente, para adquirir la sabiduría de la fe que conduce a la salvación (cf. 2 Timoteo 3,15). En cuanto al ministro, elegido por Dios para la guía pastoral de la comunidad, éste debe anclar su existencia en la Palabra inspirada de Dios y consignada en las Escrituras, pues en ella se encuentran las orientaciones para el eficaz desempeño del ministerio eclesial y para la santificación de la vida personal ( cf. 2 Timoteo 3,16; 4,1-5). Pablo mismo es modelo de pastor y ministro, pues dedicó todas sus energías al servicio del Evangelio y, al sentir cercana la hora de la muerte, puede estar satisfecho de haber combatido bien el combate de la fe y sólo espera recibir el premio a sus fatigas, ―la corona de los santos ― que el Señor mismo otorga a quienes se mantienen fieles (cf. 2 Timoteo 4,6-8). 7. CARTA A TITO Esta breve carta es muy semejante en estilo y contenido a las dos cartas a Timoteo. Pablo encomienda a Tito la tarea pastoral en Creta, como lo había hecho con Timoteo respecto de la Iglesia de Éfeso. También esta epístola afronta la temática de la organización eclesial, la lucha contra los falsos maestros y la vida cristiana de los fieles, con indicaciones concretas según los estados y situaciones particulares. 7.1.

ESTRUCTURA Y CONTENIDO:

La carta a Tito se compone de sólo tres capítulos, que podríamos distribuir del siguiente modo: --- Saludo: 1,1-4 --- Instrucciones varias: 1,5-16 * Requisitos para los ministros de la Iglesia: 1,7-9 * Sobre los falsos maestros: 1,10-16 --- Conducta cristiana según el estado: 2,1-10 * Ancianos y ancianas: 2,1-5

* Jóvenes: 2,6-8 * Esclavos: 2,9-10 --- Manifestación de Dios en Jesucristo: 2,11-15 --- Deberes generales de los cristianos: 3,1-7 --- Últimos consejos a Tito: 3,8-11 --- Recomendaciones especiales: 3,12-14 --- Despedida: 3,15 7.2.

ENSEÑANZA TEOLOGICA:

El mensaje teológico y espiritual de la Carta a Tito no se diferencia mucho de aquel que hemos evidenciado en las Cartas a Timoteo. Ya desde la introducción encontramos la especial atención que dedica el autor a la historia de la salvación (cf. Tito 1,2-4), como horizonte en el cual encuentra sentido la historia humana, pues la gracia de Dios, al revelarse, se convierte en portadora de salvación para todos los hombres y les enseña la sabiduría necesaria para actuar en la vida concreta según los criterios de justicia y de piedad (cf. Tito 2,11-12), al mismo tiempo, permite caminar bajo el signo de la esperanza, pues proyecta la historia humana hacia los confines eternos de la gloria de Cristo; El, en efecto, llevó a plenitud su obra redentora, liberando al hombre de la esclavitud del pecado y dándole la posibilidad de aspirar a la vida eterna mediante la práctica constante del bien (cf. Tito 2,13-14). La enseñanza teológica acerca de la manifestación de la bondad de Dios en el misterio pascual de Cristo vuelve a ser considerada más adelante, aplicada a la catequesis bautismal que compromete profundamente la existencia y el comportamiento del cristiano. Pablo recuerda el fundamento doctrinal del Bautismo cristiano: se trata de una radical purificación que confiere el don del Espíritu Santo al creyente, gracias al cual puede renovarse y santificarse por medio de la gracia, y lo convierte en heredero de la vida eterna, según la esperanza cristiana (cf. Tito 3,4-7). La nueva condición que crea el bautismo en la persona debe manifestarse exteriormente en la práctica de la justicia y la caridad, según las circunstancias y el estado de vida (cf. Tito 3,1-3; 2,1-10). CONCLUSION Vale la pena que ahora nos propongamos entrar en contacto directo con estas cartas pastorales, con la seguridad de encontrar en ellas indicaciones sorprendentemente actuales para vivir mejor nuestra comunión eclesial y nuestro servicio apostólico; descubriremos interesantes instrucciones y normas que pueden guiar nuestra vida de fe y alimentar nuestra espiritualidad; encontraremos, además, el ejemplo de fidelidad misionera de San Pablo, que infunde entusiasmo a nuestro empeño de santificación y al cumplimiento de nuestra misión evangelizadora; aprenderemos a apreciar la diversidad de nuestras funciones y roles al interno de la Iglesia, no como una amenaza contra la unidad de la Iglesia, sino más bien como una auténtica riqueza para un mejor servicio del pueblo de Dios.

XXIV. LA CARTA A LOS HEBREOS

En nuestro recorrido por el mundo de la Biblia queremos ahora entrar en contacto con uno de los más densos y elevados escritos del Nuevo Testamento, tradicionalmente llamado ―Carta‖ o epístola, pero que es, más bien, una exposición doctrinal sistemática, a manera de homilía o predicación sobre el tema del sacerdocio de Cristo y su significación en el contexto de la Nueva Alianza. Desde el inicio conviene saber que se trata de un texto de difícil comprensión, por la profundidad de la teología que contiene; sin embargo, no obstante la solemnidad de sus expresiones, la carta a los Hebreos puede y debe tener aplicación concreta en nuestro modo de vivir y celebrar la fe cristiana. La riqueza de sus enseñanzas acerca de Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote, establece un puente entre la etapa de la promesa, en el Antiguo Testamento, y la época del Nuevo Testamento, como su cumplimiento y realización, que se manifiesta en la historia pero se proyecta hacia la eternidad. 1. ¿QUIÈN ESCRIBIO LA CARTA A LOS HEBREOS? A pesar de muchas y antiguas discusiones a este respecto, hasta no hace muchos años se atribuía a San Pablo la autoría de este escrito neo testamentario, y por eso lo encontramos en nuestras Biblias al final del corpus paulino, después de las otras trece cartas tradicionalmente atribuidas al apóstol. Hoy, sin embargo, y especialmente después del Concilio Vaticano II, se reconoce sin mayores controversias que no se trata de una epístola propiamente paulina. En efecto, tanto su estilo como su contenido son bastante diversos de los de Pablo, aunque en lo teológico se encuentran significativas afinidades. A lo largo de los siglos se ha tratado de identificar al autor de esta carta, pero los resultados han sido vanos. Entre los nombres que han sido propuestos encontramos a San Lucas, Bernabé, Clemente Romano, Silvano, Priscila, etc., pero ninguna de estas alternativas ha sido suficientemente convincente. A partir del estilo y el lenguaje usado se podría pensar en Apolo, compañero de San Pablo (cf. 1 Corintios 3,4-9; 16,12; Tito 3,13), como uno de los candidatos más opcionados, pues se tienen noticias de su competencia bíblica y de su habilidad para la oratoria (cf. Hechos 18,24-28), sin embargo no existe ningún testimonio antiguo que permita defender esta teoría. En definitiva, debemos reconocer que será prácticamente imposible saber a ciencia cierta quien escribió la Carta a los Hebreos; lo que si sabemos bien es que lo hizo bajo inspiración del Espíritu Santo para nutrir la fe de las comunidades cristianas. 2. ¿CUANDO FUE ESCRITA LA CARTA A LOS HEBREOS? No es fácil determinar con precisión la fecha de escritura de esta carta, pero tenemos como punto de referencia, a más tardar, los años 95-96 cuando escribe Clemente Romano quien la cita. Parece que debemos ubicarla después del año 64, cuando inició la primera persecución a cargo de Nerón. Por eso, la mayoría de estudiosos prefieren colocarla entre los años 65-70, es decir, antes de la destrucción del Templo de Jerusalén (año 70), sosteniendo que algunos pasajes de la Carta reflejan todavía la existencia del templo (cf. Hebreos 9,6-10; 10,1-3.11 3. ¿QUIENES ERAN SUS DESTINATARIOS?

Aunque en la misma carta no se hace mención a sus destinatarios, una tradición muy antigua los ha denominado ―Hebreos‖. Pero no debemos confundirnos, los destinatarios no eran personas del pueblo judío, sino cristianos que provenían del judaísmo. Así se explica que en ella encontremos múltiples referencias al Antiguo Testamento y uso frecuente de figuras, lenguaje y expresiones literarias vinculadas con el ritual de los sacrificios. En todo caso, el autor se dirigía a creyentes en Cristo invitándolos a mantener su profesión de fe (cf. Hebreos 3,6.14; 4,14; 10,19-23; 13,7-8). Por los indicios que se encuentran en la Carta a los Hebreos podemos precisar algunos detalles relativos a sus destinatarios: probablemente se trataba de comunidades de cristianos convertidos del judaísmo, que habían adherido con entusiasmo a Cristo, pero que luego sienten cierta nostalgia y añoran las hermosas ceremonias del Templo, hechas por los sacerdotes (cf. Hebreos 13,9s), y en situación difícil, expuestos a tribulaciones en el ambiente hostil en que viven, que llega incluso a tomar forma de persecución (cf. Hebreos 10,32-35); y por lo mismo, son cristianos expuestos al desaliento, al retroceso en su fe y en su vida cristiana (cf. Hebreos 2,1; 3,12-13; 4,1.11; 6,4-6; 12,14-15), a dejarse seducir por doctrinas no coherentes con la novedad del Evangelio que les fue predicado (cf. Hebreos 5,11; 10,25; 12,3; 13,9-10). Las características anotadas pueden aplicarse muy bien a cualquiera de las comunidades cristianas de la segunda mitad del siglo I, incluidas las fundadas por San Pablo. De otra parte, el autor no habla concretamente ni de judíos ni de paganos y, aunque su perspectiva es definitivamente cristiana, radicada en el Antiguo testamento (cf. Hebreos 2,16; 4,9), sus exhortaciones son suficientemente abiertas y universales para poder ser aceptadas en comunidades distintas que vivan situaciones similares. 4. CARACTERISTICAS LITERARIAS DE LA CARTA: 4.1.

ESTILO Y GENERO LITERARIO

Como ya lo hemos dicho, estrictamente no podemos catalogar este libro del Nuevo Testamento dentro del género epistolar. Si nos fijamos bien, por ejemplo, al inicio no encontramos ni el nombre del remitente, ni el de los destinatarios, ni los saludos y bendiciones que caracterizan las cartas del Nuevo Testamento, especialmente las de San Pablo. Más bien, comienza de modo un poco brusco, con una frase larguísima (cf. 1,1.4), usando un lenguaje elevado, como solían iniciar los discursos solemnes de la antigüedad. El resto de la obra mantiene el mismo tono solemne, sin referencias personales, sin noticias concretas como es habitual en las cartas. Solo de vez en cuando se encuentran algunas frases en primera persona del plural, donde el autor se identifica y sitúa entre los mismos destinatarios, con exhortaciones genéricas, que aportan muy pocos detalles sobre la situación concreta. Al final, en cambio, sí encontramos algunos versículos (cf. Hebreos 13,19.22-25) que tienen carácter epistolar, pero que desentonan en todo el conjunto, por lo cual se cree que hayan sido añadidos más tarde.

Desde el punto de vista literario, es mejor considerar la Carta a los Hebreos como una predicación, ―un sermón de exhortación‖, según la expresión del anexo posterior (cf. 13,22). Se trata de una pieza oratoria, un discurso muy bien elaborado, elegante en su lenguaje, que incluye tanto exposiciones doctrinales como exhortaciones pastorales a la luz del misterio de Cristo y de la historia de la salvación. 4.2.

ESTRUCTURA Y CONTENIDO

Siguiendo los indicios que a nivel gramatical y estilístico ofrece el mismo autor, podemos percibir un plan bien definido y organizado, propio de un sermón hecho con maestría por un buen orador. Se distinguen básicamente cinco grandes partes, enmarcadas por un prólogo y un breve epílogo, de la siguiente manera: PRÒLOGO PRIMERA PARTE: CRISTOLOGIA GENERAL

1,1-4 1,5-----2,18

SEGUNDA PARTE: CRISTOLOGIA SACERDOTAL 1. Cristo sacerdote digno de fe 2. Exhortación contra la falta de fe 3. Cristo, Sacerdote misericordioso

3,1-----5,10 3,1-6 3,7----4,14 4,15—5,10

TERCERA PARTE: Aspectos específicos del sacerdocio de Cristo 1. Exhortación previa 2. Otro orden sacerdotal 3. Otro acto sacerdotal 4. Otra eficacia sacerdotal 5. Exhortación conclusiva

5,11---10,39 5,11--- 6,20 7,1-28 8,1------9,28 10,1-18 10,19-39

CUARTA PARTE: Adhesión a Cristo por la fe 1. Modelos de fe 2. Exhortación a la perseverancia

11,1----12,13 11,1-40 12,1-13

QUINTA PARTE: La vida cristiana en la santidad y el amor

12,14----13,18

Epílogo Probable anexo posterior

13,20-21 13,19.22-25

La parte central, es decir la tercera, es la más amplia e importante; allí el autor desarrolla los tres aspectos específicos del sacerdocio de Cristo, anunciados ya en Hebreos 5,10: Sumo Sacerdote, proclamado por Dios en la línea no de Aarón, sino de Melquisedec (7,1.28); la llegada a la perfección del sacerdocio, por el proceso de consagración personal, mediante la ofrenda y el sacrificio de su existencia (8,1----9,28), y la salvación perfecta obtenida por el sacerdocio de Cristo, es decir, el perdón de los pecados y la santificación de los pecadores (10,1-18).

Como preparación a la doctrina de esta parte central, en las dos primeras partes el autor insiste en el misterio de Cristo (superior a los ángeles: 1,5---2,18); sacerdote digno de crédito ante Dios y misericordioso respecto de los hombres: 3,1---5,10); mientras que en las dos últimas partes el énfasis recae en la vivencia cristiana de los creyentes (la fe y la constancia: 11,1-----12,13; la santidad respecto de Dios y el amor solidario en relación con los hermanos: 12,14---13,18). 5. ENSEÑANZA TEOLOGICA En cuanto se refiere a la doctrina teológica que expone, podemos resumir en dos grandes apartados el mensaje fundamental de la Carta a los Hebreos: de una parte la cristología, que desarrolla particularmente el carácter sacerdotal del Señor, y las implicaciones morales de la fe en la vida de los creyentes. 5.1.

CRISTO, SUMO Y ETERNO SACERDOTE DE LA NUEVA ALIANZA

El autor de la Carta a los hebreos no se cansa de insistir en que tenemos un único sumo sacerdote proclamado por Dios (cf. Hebreos 5,4-6; 8,1-4; 9,11-12), santo (7,26), misericordioso y digno de crédito (2,17; 3,2; 4,15-16). Este sacerdote es Jesús, el Hijo de Dios (1,2.5; 3,1.6), que ha sido consagrado por el poder de Dios y mediante el sufrimiento de la obediencia se convirtió en autor de salvación eterna (5,8-10; 7,11-28). Como Sumo Sacerdote, después de haber purificado nuestra conciencia de los pecados (9,14; 10,2), en cumplimiento de su misión, entró en los cielos (9,24-25) a la espera de su segunda manifestación, que es fuente de esperanza para quien, por la fe, anhela recibir de El la salvación (9,28). Pero esta dimensión eterna y sublime del sacerdocio de Cristo no puede hacernos perder de vista el valor fundamental de su dimensión humana; en efecto, El entró en el mundo con el cuerpo humano que el Padre mismo le había preparado (10,5) y en los días de su vida mortal ofreció el sacrificio de sí mismo con gritos vehementes y lágrimas (5,7). Nuestra salvación ha sido posible, precisamente, gracias al sacrificio del cuerpo de Jesús, es decir, con la total participación de su humanidad (10,10). De este modo, Cristo fue constituido mediador de la Nueva Alianza (8, 6,13; 9,15; 10,16), convirtiéndose en causa de santificación y de salvación eterna (2,10; 6,9; 9,28) como expresión de máxima solidaridad con los hombres, a quienes no se avergüenza de llamar ―hermanos‖ (2,11-13). Gracias a El y a su misericordiosa intercesión, toda la humanidad tiene acceso libre a la comunión definitiva con Dios (7,25; 12,18-24; 4,16). El Sumo Sacerdote, Cristo, es al mismo tiempo el pontífice por excelencia, es decir, el puente entre Dios y la humanidad (3,1; 4,14; 5,1); siendo El mismo Dios y hombre, es el único que puede cumplir a la perfección la misión de mediador e intercesor ante Dios a favor de sus hermanos (2,17-18). Cristo glorioso posee en plenitud la doble capacidad de relación: ante el Padre es digno de crédito, y ante .El autor de la carta a los Hebreos ofrece profundas reflexiones y exhortaciones para volver al camino de fe con renovado vigor, para experimentar de nuevo la alegría del testimonio en Cristo, para vivir la fe como una realidad dinámica y

dinamizadora que se recrea cotidianamente: ―Cuidado, hermanos, que no haya entre ustedes alguien de mal corazón y bastante incrédulo como para apartarse del Dios viviente. Más bien, anímense mutuamente cada día, mientras dura ese hoy; que ninguno de ustedes se deje arrastrar por el pecado y llegue a endurecerse. Nosotros tendremos parte con Cristo, con tal de que conservemos hasta el fin, en toda su firmeza, nuestra confianza de principio‖. (3,12-14) Después de la enseñanza central ( 7,1---10,18), la Carta a los Hebreos presenta una importante exhortación que subraya también el cambio y la novedad de la Nueva Alianza sellada en Cristo: las antiguas barreras han desaparecido, todos los creyentes tenemos libre acceso al santuario gracias a la sangre de Jesús, por eso somos invitados a acercarnos a dios con fe viva, con esperanza inquebrantable, con caridad activa, con actitud de permanente vigilancia, porque nuestra libertad puede ponernos en ocasión de caída, y con grande constancia en medio de las pruebas de la vida (cf. 10,19-39). Los cristianos, convocados a la santidad, pueden encontrar aliciente y ejemplo en los grandes modelos de fe que han hecho progresar la historia religiosa de la humanidad (cf.11, 1-40); a la fe se debe unir la paciencia, sobre el ejemplo de Jesús, que soportó la muerte en cruz por nuestra salvación (12.2). Las crisis y pruebas que hacen parte del caminar diario del creyente, en lugar de provocar desánimo deben reforzar la esperanza, pues Dios quiere hacernos partícipes de su santidad (12-10). En la última parte, el autor de la Carta insiste de modo especial en la caridad. En efecto, para poder ver al Señor y participar de su gloria es necesario vivir en justicia y paz con el prójimo (12,14), cultivando sentimientos y actitudes de amor fraterno, que sea perdurable y que se manifieste en gestos concretos de solidaridad y hospitalidad (13,1-3). La santidad cristiana se debe vivir también en el seno de las familias, respetando la sacralizad del matrimonio, conservando la fidelidad conyugal y practicando la virtud cristiana de la castidad (13,4). A estas actitudes cristianas deben sumarse otras tantas virtudes prácticas que son el modo concreto de dar testimonio de Cristo: se debe evitar la avaricia, ser dóciles a la enseñanza de los pastores de la Iglesia; cultivar la oración de alabanza a Dios en Cristo, practicar la comunión de bienes, las obras de beneficencia, cumpliendo todos los deberes de buena gana y siempre bajo el signo de la alegría (13,7.15-17). CONCLUSION La Carta a los Hebreos contiene preciosas enseñanzas sobre el misterio de Cristo, sacerdote misericordioso y humano, único mediador de la Nueva Alianza. El conocimiento y contemplación de estas verdades no es sólo una cuestión intelectual y espiritual; debe tener aplicaciones prácticas en la vida cotidiana del cristiano, para dar mayor profundidad a la fe, solidez a la esperanza y dinamismo a la caridad, de modo que se pueda progresar en el camino de santificación al que fuimos llamados desde la creación, y de modo especial en nuestro bautismo. Con el propósito de encontrar motivaciones y orientaciones concretas para nuestra vivencia cristiana, podemos ahora releer esta Carta, con la certeza de que no quedaremos defraudados. A la luz del modelo de Cristo, esta Palabra de Dios nos interpelará y nos exhortará a vencer la mediocridad religiosa y el cansancio espiritual, nos proyectará al

compromiso efectivo y nos infundirá un renovado entusiasmo al recordarnos la grandeza de la meta que nos espera en la comunión definitiva con el Señor.

XXV. LAS CARTAS CATOLICAS ( PRIMERA PARTE) Después DEL grupo de las trece cartas tradicionalmente atribuidas a San Pablo y la carta de autor anónimo a los Hebreos, encontramos en la Biblia este conjunto de siete cartas (Santiago, 1 y 2 de Pedro, Judas; 1, 2 y 3 de Juan) comúnmente llamadas ―católicas‖. No quiere decir que las otras epístolas del Nuevo Testamento no lo sean, tampoco debemos pensar que dichos escritos se circunscriben exclusivamente al ámbito de la Iglesia católica. Teniendo en cuenta que el adjetivo ―católico‖ significa ―universal‖, se puede entender por qué se atribuyó a estas cartas dicho apelativo. En efecto, mientras las cartas paulinas y la carta a los hebreos tienen un destinatario concreto (persona o comunidad cristiana), el grupo de las siete cartas ―católicas‖ no tiene un destinatario particular, son dirigidas a ―todas las Iglesias‖ y llevan el nombre de sus supuestos autores. También en su contenido este conjunto de cartas es de carácter general, universal, mientras las epístolas paulinas responden a situaciones particulares según sus destinatarios, aunque en un segundo momento puedan ser igualmente interpretadas como enseñanza universal para todo cristiano. 1. CARTA DE SANTIAGO Más que una carta o epístola, este escrito del Nuevo Testamento es una exhortación de carácter moral, que nos permite situarnos en la realidad de nuestro mundo para asumir compromisos concretos frente a los problemas prácticos de la vida cristiana, particularmente en lo que se refiere a la justicia social, la caridad fraterna y el testimonio de fe demostrado en obras. 1.1.

¿QUIEN ES EL AUTOR?

Al inicio de la carta el autor se presenta como ―Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo‖ (Santiago 1,1). Ahora bien, en el Nuevo Testamento se distinguen tres personajes con este mismo nombre: uno es el hijo de Zebedeo y hermano de Juan (cf. Marcos 1,19; 3,17; Hechos 12,2), otro es Santiago hijo de Alfeo (cf. Marcos 3,18; Hechos 1,13), y el otro es el denominado ·hermano del Señor‖ (cf. Marcos 6,3; Mateo 13,55; Gálatas 1,19; 2,9). El ―hermano del Señor‖, identificado como Santiago el menor, para distinguirlo del hijo de Zebedeo y hermano de Juan (Santiago el mayor), ocupó un puesto eminente en la comunidad de Jerusalén (cf. Hechos 12,17) y en el primer grande concilio de la Iglesia, celebrado precisamente en Jerusalén (cf.15, 13). Este Santiago podría ser, según la tradición, el autor de la carta que ocupa nuestra atención. Sin embargo, algunos estudiosos de la Biblia creen que el autor de este escrito haya sido, más bien, un cristiano de origen judío que habría utilizado el nombre de Santiago para dar

mayor autoridad a su obra. Sea como sea, se trata de un personaje de origen judío que supo escribir en un griego excelente sus enseñanzas concretas y exigentes de vida cristiana. 1.2.

¿A QUÈ DESTINATARIOS SE DIRIGE?

El saludo inicial de la carta menciona como destinatarias ―Las doce tribus dispersas‖ (1,1), expresión que alude al pueblo de Israel en la Diáspora, es decir, a todo el pueblo judío que estaba viviendo fuera de su patria, en las varias regiones. Estas referencias de la carta sugieren, pues, que se trata de una ―carta encíclica‖ dirigida desde Jerusalén a las varias comunidades judeo-cristianas; o sea, las Iglesias difundidas por Asia y Europa. Las ―doce Tribus‖ en el Antiguo Testamento representaban la totalidad del pueblo elegido; aquí indican la totalidad del nuevo Israel, esto es, la Iglesia cristiana en todo el mundo. 1.3.

¿CUÀNDO FUE ESCRITA?

Aunque no se dispone de los elementos suficientes para determinar el tiempo exacto de escritura de esta carta, lo más probable es que haya sido escrita hacia finales del primer siglo de la era cristiana. Hay, sin embargo, estudiosos que proponen una fecha más temprana, incluso en la década del 50 al 60, es decir, poco después del Concilio de Jerusalén. 1.4.

ESTRUCTURA Y CONTENIDO DE LA CARTA

Los cinco capítulos de esta carta son un conjunto de exhortaciones morales y de vida cristiana, muy concretas y claras, que constituyen una llamada a la coherencia entre la fe que se profesa y la conducta práctica en la vida. No se puede pretender delinear una estructura precisa del contenido de la Carta de Santiago; lo que si se puede es hacer el elenco de los temas principales que trata: A).-EL CRISTIANO EN LAS PRUEBAS: 1,2-27. Inmediatamente después del breve saludo, Santiago invita a vivir la alegría incluso en medio de las pruebas y dificultades de la vida, con la convicción de que toda crisis es una ocasión de gracia para madurar en la fe y para adquirir la sabiduría que viene de Dios. En la atenta escucha y asimilación de la Palabra de Dios se encuentran las luces para el cotidiano caminar cristiano. ―La religión verdadera delante de Dios nuestro Padre, consiste en esto: visitar a los huérfanos y a las viudas que necesitan ayuda y guardarse de la corrupción de este mundo‖ (1,27). B).-LA ALTA DIGNIDAD DE LOS POBRES: 2,1-13. El segundo capítulo, en su primera parte, contiene una severa amonestación contra la actitud de quien hace discriminación de personas, privilegiando a los ricos y despreciando a los pobres por su humilde condición. Con términos fuertes el autor anuncia y denuncia claramente: ―…. ¿acaso no escogió Dios a los pobres de este mundo para hacerlos ricos en la fe `? ¿No será para ellos el Reino que prometió a quienes lo aman`? ¡ Y ustedes los desprecian ¡. ¿No son los ricos los que se portan prepotentes con ustedes y los arrastran a los tribunales y blasfeman el glorioso nombre de Cristo que ha sido pronunciado sobre ustedes `? (2,5-7).

C).-LA FE SE DEMUESTRA EN LAS OBRAS: 2,14-26. La segunda parte del capítulo 2 conserva el tono profético de la denuncia, pero avanza en la reflexión al recordar que la fe es el fundamento de la moral cristiana y, por lo tanto, las obras de justicia y de caridad son la prueba de la auténtica fe, hasta el punto que ·la fe que no se demuestra en la manera de actuar está completamente muerta‖ (2,17). Se trata de un elocuente apelo a dar dinamismo y concreción a nuestra vida de creyentes, para que nuestra religión no se quede en simple palabrería y formalismos, sino que se manifieste operativa y eficazmente en la justicia, la caridad y la solidaridad fraterna. D).-EL DOMINIO DE LA LENGUA: 3,1-12. Santiago advierte sobre el peligro de ofender a Dios y al prójimo con nuestra manera de hablar. Debemos controlar nuestra lengua, pues es el instrumento de expresión de lo que somos. Con la misma boca con la cual bendecimos a Dios no podemos maldecir a nuestro prójimo, que es imagen y semejanza suya. Si queremos ser coherentes, debemos santificar incluso nuestro lenguaje, para que esté al servicio del bien. E).-LA VERDADERA SABIDURIA: 3,11-18. Esta segunda parte del capítulo tercero recuerda que la auténtica sabiduría cristiana se demuestra en actitudes de bondad y en la conducta ejemplar en el trato con los demás. Quien actúa movido por sentimientos de envidia, ambición o soberbia está en el reino de la mentira y del mal, y demuestra que su sabiduría no es inspirada por Dios, pues ―la sabiduría que viene de arriba es pura, pacífica, indulgente, bondadosa, llena de compasión y produce buenas obras. No es parcial ni hipócrita. Los pacíficos siembran la paz y cosechan la justicia‖ (3,17-18). F).-LA RAIZ DE LOS CONFLICTOS: 4,1-11. En este capítulo, Santiago desenmascara la causa de las guerras y los conflictos, incluso entre aquellos que se declaran cristianos: se trata de la codicia. En efecto, la ambición desmedida y egoísta produce rivalidades, divisiones y violencia. Por eso se aconseja, más bien, la humildad de quien sabe suplicar a Dios los favores necesarios y se entrega confiadamente a la providencia divina. G).-CONTRA LOS RICOS EXPLOTADORES: 5,1-6.Con la valentía que lo caracteriza, el autor de la Carta dirige severas expresiones de reproche contra los ricos que han puesto su confianza en la riqueza, acumulando bienes que otros necesitan. No duda en anunciar desgracias e infelicidad a quienes han cerrado su corazón a la justicia y al amor fraterno; el castigo será la consecuencia de su propia ambición y maldad: ―!Como clama el salario que no han pagado a los que trabajaron en la cosecha de sus campos¡. Las quejas de los segadores han llegado a oídos del Señor de los Ejércitos. Ustedes han llevado en la tierra una Vida de lujo y placer. Han engordado y viene el día de la matanza. Han condenado al inocente y lo han matado porque no se podía defender‖ (5,5-6) H).-ESPERANZA ANTE LA VENIDA DEL SEÑOR: 5,7-12. Este es un mensaje de optimismo y al mismo tiempo una invitación a la paciencia ante la segunda venida del Señor, juez del universo. Quien persevere y sea constante en la práctica del bien obtendrá compasión y misericordia.

I).-ORACION, SUFRIMIENTO Y LA ENFERMEDAD: 5,13-20. Y la carta concluye con una invitación a la oración en cualquier circunstancia; también en los momentos difíciles del dolor y la enfermedad. La eficacia de la oración, personal y eclesial, sugiere sentimientos de confianza. 1.5.

ENSEÑANZA DE LA CARTA DE SANTIAGO.

Este escrito no pretendía ser un tratado de teología, sino un mensaje didáctico y moral de un maestro de la comunidad, quien, en coherencia con su fe en Cristo, con la fuerza interpelante del profeta y la preocupación del pastor, responde a algunos problemas urgentes de las comunidades cristianas. El mensaje de Santiago es también una voz de alerta: la religiosidad popular puede convertirse en una farsa supersticiosa; la palabra puede llegar a ser veneno mortal en una comunidad cristiana; la Ley puede convertirse en un factor de injusticia social, cuando no hay solidaridad y amor; ¡la misma fe puede llegar a ser un cadáver, si no se expresa en obras de justicia y caridad¡ La invitación fundamental de Santiago se refiere a la coherencia y autenticidad en la práctica de la vida cristiana. A partir de este tema central, la carta desarrolla su enseñanza sobre la importancia de las buenas obras y la justicia social como frutos y pruebas de la fe. Incluso el modo de hablar debe ser considerado una ocasión concreta para demostrar la verdad de la fe y la supremacía de la caridad. En las palabras de Santiago, como en tantas otras páginas de la Sagrada Escritura, encuentra sentido y justificación la ―opción preferencial por los pobres‖ que la Iglesia de América Latina sigue proclamando y practicando, convencida de su urgencia y actualidad. Desde el punto de vista doctrinal, hay también un breve pero importante texto de esta carta que ha sido el fundamento bíblico de la institución del sacramento de la Unción de los enfermos:‖ El que esté enfermo, que llame a los presbíteros de la Iglesia para que rueguen por él, ungiéndolo con óleo en nombre del Señor. La oración hecha con fe salvará al enfermo; el Señor lo levantará y, si ha cometido pecados le serán perdonados‖ (5,14-15). 2. PRIMERA CARTA DE PEDRO Independientemente de los problemas relativos al autor de esta carta---asunto que trataremos en seguida----este escrito del Nuevo Testamento se presenta como una exhortación a la esperanza en medio de las situaciones de prueba que deben afrontar los cristianos en el mundo. La fe en Jesucristo y en su Misterio Pascual es el fundamento de dicha esperanza y, como tal, está presente a lo largo de toda la carta a manera de punto de referencia de cada reflexión o recomendación. 2.1.

¿QUIÈN ES SU AUTOR?

El autor, al saludar a sus destinatarios, al inicio de la carta se presenta como ―Pedro, apóstol de Cristo Jesús‖ (1,1) y, antes de concluir, se autodefine ―anciano y testigo de los sufrimientos

de Cristo‖ (5,1). Según esto, parecería imposible no pensar en San Pedro apóstol como su autor. Sin embargo, algunos datos relacionados con el estilo y el contenido han llevado a poner en duda su autenticidad ―petrina‖. No siendo éste el momento más propicio para explicar la complejidad de la situación, con sus objeciones y posibles respuestas, preferimos concluir presentando aquí las dos más probables alternativas a propósito del autor de la carta que nos ocupa: A).-SEGÚN LA OPINION TRADICIONAL, su autor podría ser efectivamente San Pedro, ya anciano y tal vez prisionero, quien escribe este cálido y sencillo testamento, encargando su redacción material a Silvano (cf. 5,12), el cual había sido también secretario y colaborador de San Pablo (cf. 1 Tesalonicenses 1,1; 2 Tesalonicenses 1,1; 2 Corintios 1,19). Este detalle explicaría varias características de la carta que hacen dudar de la autoría auténticamente petrina; sobre todo la elegancia del estilo en el griego que usa y la semejanza en algunos temas con las cartas de San Pablo. B).-SI SE ACEPTAN LAS CONSISTENTES CRITICAS de algunos estudiosos, podría verse en esta carta un nuevo caso de ―pseudonimia‖; es decir, la carta habría sido escrita por un desconocido, perteneciente al círculo de San Pedro, quien atribuye al apóstol su escrito para darle autoridad. Otra vez conviene tener en cuenta que en los primeros siglos de la era cristiana no era extraño este fenómeno literario y no representaba ningún engaño. Esta alternativa no afectaría en nada el valor canónico e inspirado de la carta. 2.2.

¿QUIÈNES SON SUS DESTINATARIOS?

Una vez más es la misma carta que ofrece la indicación:‖ a los elegidos que residen en la dispersión, en Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia, elegidos según el designio de Dios Padre, con la consagración del Espíritu Santo, para obedecer a Cristo Jesús y ser rociados con su sangre‖. Los destinatarios, entonces, son los creyentes de las comunidades judeocristianas que habitan las regiones mencionadas por el autor, a los cuales dirige un mensaje de consuelo para que sepan afrontar cristianamente las situaciones de hostilidad y persecución, manteniendo en alto las virtudes teologales: fe, esperanza y caridad. 2.3.

¿CUÀNDO Y DÒNDE FUE ESCRITA?

Este tema depende de la solución del problema del autor. Si de verdad fue San Pedro su autor, debemos fijar su escritura poco antes de martirio en el año 67, desde Roma, a la cual se le llama ―Babilonia‖ (cf. 5,13), como lo hacían otros autores judeo-cristianos de la época (cf. Apocalipsis 17). Si, en cambio, creemos que su autor fue un personaje distinto del príncipe de los apóstoles, pero perteneciente a su círculo, debiéramos ubicar esta carta en un tiempo posterior, probablemente durante la persecución de Domiciano, a finales del siglo primero. 2.4.

ESTRUCTURA Y CONTENIDO DE LA CARTA:

Los cinco capítulos que forman esta carta manifiestan un esquema general que, de alguna manera, nos recuerda el de las cartas paulinas:

Presentación y saludo: 1,1-2 Núcleo de la carta: enseñanzas y exhortaciones: 1,3----4,19 Recomendaciones finales: 5,1-11 Despedida y saludos: 5,12-14 Acercándonos con más atención a su contenido, podríamos manera:

describirlo de la siguiente

A).-ELEGIDOS, CONSAGRADOS Y SALVADOS: 1,1-12. Los primeros párrafos forman un hermoso prólogo con especial énfasis cristológico. El Bautismo hace al cristiano partícipe de la resurrección de Cristo y de la vida nueva que lo constituye en heredero de la eternidad. La fe, la esperanza y la caridad sostienen al creyente en medio de las pruebas y dificultades, para que no pierda la alegría y el entusiasmo de su vocación a la salvación. B).-LLAMADOS A LA SANTIDAD: 1,13----2,3. La obra redentora de Cristo ha concedido a sus seguidores la vida nueva, liberándolos de la antigua condición de pecado. Esto implica un permanente empeño en la tarea de santificación, que encuentra concreta expresión en el amor fraterno, tal como lo enseña el evangelio. C.-CRISTO, PIEDRA ANGULAR: 2,4-10. El cristiano debe anclar su vida en la persona de Cristo, que es la piedra viva fundamental. En comunión con El, también los creyentes pueden sentirse piedras vivas para edificar el edificio espiritual de la Iglesia, pueblo de Dios. Cada bautizado es parte de esta nación santa, pueblo sacerdotal, estirpe elegida por el Señor para anunciar al mundo sus maravillas. El sacerdocio común de todo cristiano encuentra aquí una sólida base bíblica. D).-VIDA CRISTIANA EN LO COTIDIANO: 2,11----4,11. La fe en Cristo debe manifestarse en las diversas relaciones y tareas de cada día, según la condición y circunstancias particulares en las que cada creyente debe vivir. La dosis de sacrificio y sufrimiento que comporta la existencia en el mundo, debe ser asumida como participación en el Misterio Pascual de Cristo que, con el ejemplo de su entrega en la cruz, nos marcó el camino a seguir y nos obtuvo la salvación. E).-MENSAJE DE CONSOLACIÒN: 4,12-19. No obstante las pruebas y persecuciones, el cristiano siempre tiene motivo para estar alegre y para seguir practicando el bien con entusiasmo. Quien sufre a consecuencia de su fe, debe sentirse afortunado de poder asociarse al sufrimiento de Cristo y dar gracias a Dios por llevar el nombre de cristiano. F).-COMUNION ECLESIAL Y CONSEJOS VARIOS: 5,1-11. Tanto los encargados de la conducción de la comunidad eclesial como todos los demás miembros, deben sentirse interpelados a participar activamente en la edificación y santificación común, cultivando actitudes de humildad y generosidad en el servicio. G).-SALUDOS FINALES: 5,12-14. El autor de la carta transmite con cordialidad los saludos de su comunidad e invita a cultivar sentimientos y gestos de fraternidad. Concluye con el augurio de la paz en Cristo.

2.5.

ENSEÑANZA DE LA CARTA

La Primera carta de Pedro contiene grande riqueza de enseñanzas y exhortaciones, capaces de renovar y fortalecer nuestra espiritualidad cristiana. Su insistente invitación a la alegría y la esperanza en medio de las pruebas, es un mensaje que infunde consuelo y optimismo en el caminar sencillo y concreto de cada día. A nivel doctrinal esta carta contiene reflexiones muy importantes que sirven de sustento e iluminación en temas como la regeneración bautismal, en relación directa con la resurrección de Cristo; la dignidad del sacerdocio común de todos los cristianos; el sufrimiento del cristiano como participación en la Pasión de Cristo; la vocación a la santidad y a la edificación de la Iglesia. 3. SEGUNDA CARTA DE PEDRO Al acercarnos a la lectura de esta breve carta debemos tener presente algunas observaciones, a saber: A).-Tanto en contenido como en estilo, hay una sorprendente semejanza entre este escrito y la carta de Judas; B).-Estos dos escritos similares tardaron algún tiempo para ser aceptados en el canon, o sea entre los libros inspirados, siendo muy discutido su origen apostólico; C).-El autor de esta segunda carta de Pedro conocía tanto la Primera carta de Pedro (cf.3, 1), como los escritos de San Pablo, a los cuales les atribuye y a la misma importancia que las demás Escrituras (cf. 3,15-16). 3.1.

¿QUIÈN FUE SU AUTOR Y CUÀNDO FUE ESCRITA?

De las iniciales observaciones anotadas se puede fácilmente concluir que el autor de la llamada Segunda carta de Pedro no fue el apóstol Pedro, sino probablemente un discípulo suyo que escribe en su nombre para darle autoridad al escrito (un caso más de ―pseudonimia‖ en la Biblia). Precisamente, su insistencia en presentarse como ―Simón Pedro, servidor y apóstol de Cristo Jesús‖ (1,1) y testigo de su Transfiguración (cf.1, 16-18), corrobora el hecho de la no-autoría ―uterina‖. El tiempo de composición de la carta habría que ubicarlo en torno al año 100, incluso después de la carta de Judas, de la que pudo inspirarse en el desarrollo de los temas que trata. Se trata, muy probablemente, del escrito más tardío, es decir, el último de todo el Nuevo Testamento. 3.2.

CONTENIDO Y ENSEÑANZA DE LA SEGUNDA CARTA DE PEDRO.

El autor escribe con el propósito de poner en guardia a sus hermanos contra el riesgo del gnosticismo y, al mismo tiempo, alimenta la esperanza cristiana ante el retardo de la parusía o segunda venida del Cristo. Esta carta tiene las características de un verdadero ―testamento‖, en el que la persona, ya cercana a la muerte (cf. 1,13.16), escribe a los suyos para darles sus últimas recomendaciones. El contenido de la carta está bien situado y estructurado: la palabra clave es ―el conocimiento de Cristo Jesús‖ (1,8), que la comunidad tendrá que buscar y cuidar contra las falsas doctrinas y los maestros engañosos (1,16-21; 2,1-22). Los tres capítulos que la conforman responden a tres inquietudes muy presentes en la comunidad cristiana a finales del primer siglo: *.-Mantener la fe como la enseñan los testigos de Cristo: 1,16-21 *.-Luchar contra los falsos maestros que causan división en la comunidad: 2,1-22 *.-Explicar por qué se demora el regreso de Cristo (Parusía): 3,1-17. 4. LA CARTA DE JUDAS. La llamada carta de Judas es en realidad una pequeña nota compuesta por 25 versículos, detalle éste que la ubica entre los escritos más breves de toda la Biblia. Hemos ya dicho que está estrechamente vinculada en estilo y contenido con la segunda carta de Pedro. Se trata, pues, de un escrito fundamentalmente exhortativo, pero en tono polémico contra las herejías de su época, probablemente contra el gnosticismo que propone falsas doctrinas. El estilo de esta cartica es vibrante, a veces duro, lleno de amenazas y casi violento. 4.1.

¿QUIÈN FUE SU AUTOR Y CUÀNDO FUE ESCRITA?

El autor sagrado se presenta a sí mismo como ―Judas, servidor de Jesucristo y hermano de Santiago‖ (v.1). El nombre como tal es muy común dentro del judeo-cristianismo. No parece verosímil, sin embargo, que se trate del apóstol Judas Tadeo. Más bien, habría que pensar en un cristiano de origen judío, discípulo de Santiago, cuya autoridad evoca en la misma carta. La fecha probable de composición se sitúa en torno a finales del siglo primero, poco antes de la segunda carta de Pedro, a la que pudo dar motivo de inspiración. Su tardía aceptación en el canon de los libros inspirados pudo ser causada, en parte, por el hecho de haber utilizado tradiciones judías tomadas de libros apócrifos: la ―Ascensión de Moisés‖ y el ―libro de Henoc‖ (cf. vv.6-9.11.13-14). En todo caso, la Iglesia descubrió en este breve escrito la huella de la genuina tradición apostólica y un testimonio de valores auténticamente cristianos que no debían perderse. 4.2.

CONTENIDO Y ENSEÑANZA DE LA CARTA

La intención básica de esta carta es animar a los creyentes a mantenerse firmes en la fe recibida a través de los apóstoles, y resistir a la seducción y engaño de los falsos maestros. Su contenido, que es bastante sencillo, podría resumirse así: *.-Saludo y motivo de la carta: vv.1-4

*.-Recuerdo de ejemplos pasados: vv.5-7 *.-Contra los adversarios y falsos maestros: vv.8-16 *.-Exhortación a la comunidad: vv.17-23 *.-Doxología final: vv.24-25 CONCLUSION. Esta breve presentación que hemos hecho de la primera parte de las ―Cartas Católicas‖ del Nuevo Testamento, no pretende privar a nuestros amables lectores del placer de descubrir personalmente todas las riquezas y enseñanzas que dichos escritos contienen; más bien, debiera motivar el interés y suscitar el propósito de ir a leerlas directamente, para dejarse interpelar por sus vehementes exhortaciones a la vivencia coherente de la fe, en los ámbitos concretos y sencillos de la existencia cristiana de cada día.

XXVI. LAS CARTAS CATOLICAS (Segunda parte) Esta segunda parte de las llamadas Cartas Católicas está constituida concretamente por las tres cartas atribuidas a San Juan. Ahora bien, la tradición, ha intitulado al apóstol ―que Jesús amaba‖ varios de los escritos del Nuevo Testamento, a saber: el cuarto Evangelio, estas tres Cartas que nos proponemos ahora considerar y el libro del Apocalipsis. La literatura bíblica atribuida a San Juan manifiesta un estilo del todo particular, que fácilmente se puede distinguir del resto de escritos neotestamentarios, como aquellos de los otros evangelistas o los de San Pablo. Tanto el estilo literario como el contenido de la obra ―joànica‖, revelan un ambiente cristiano especial que los especialistas han llamado precisamente ―Comunidad Joànica‖, que estaría a la base de los escritos que nos ocupan. 1. ¿QUÈ ERA LA “COMUNIDAD JOANICA”? Con esta expresión se quiere indicar un movimiento de espiritualidad cristiana, nacido alrededor del apóstol San Juan, cuyas características se acercaban a las corrientes gnósticas de la época, pero evitando caer en sus errores y desviaciones, más bien evidenciándolos y corrigiéndolos. El gnosticismo, o la ―gnosis‖, buscaba la perfección de la persona a través del ―conocimiento‖ (que precisamente es la traducción del término griego gnosis). Esta corriente consideraba la realidad del hombre y de la naturaleza como una lucha entre opuestos (bien-mal, verdad-mentira, luz-tiniebla, vida-muerte, espíritu-materia, etc.) donde sólo el espíritu era bueno y toda la materia era mala. Los gnósticos creían que la persona debía liberarse del mundo material y ocuparse sólo de lo espiritual, mediante el ―conocimiento superior‖.

Consecuentemente, los gnósticos negaban la encarnación del Hijo de Dios y no admitían que El fuese hombre verdadero, porque si toda la materia era mala, Dios no habría podido manifestarse ―en la carne‖, pues ello representaría una contaminación. En todo caso, admitían que Jesús-hombre había sido el instrumento, como un recipiente en el que el Hijo de Dios había bajado para comunicar su mensaje. Según ellos, quien murió en la cruz no fue el Hijo de Dios sino sólo el Jesús-hombre. En la concepción de la doctrina gnóstica, en Jesucristo había dos naturalezas (la divina y la humana) y también dos personas (Hijo de Dios y Jesús-hombre). Esta teoría contradice la verdad de Cristo, quien es UNA sola persona con dos naturalezas (humana y divina). Estas doctrinas erróneas sobre Jesucristo y sobre el conocimiento de Dios motivaron especialmente la Primera Carta de Juan, nacida en el seno de la comunidad joànica. 2. ¿QUIÈN ES, ENTONCES, EL AUTOR O AUTORES DE ESTAS TRES CARTAS?

Después de estas consideraciones es lógico preguntarse si fue el mismo apóstol Juan quien escribió estas cartas, o si, más bien, fueron otras personas del ambiente joànico. No es fácil establecer con precisión la autoría de las tres cartas que estamos tratando y seguirá siendo motivo de estudio y discusiones entre los especialistas de la Biblia. Lo cierto es que haya sido el apóstol o un discípulo de su comunidad, en realidad no cambia el mensaje y la riqueza fundamental de estos escritos. Las conclusiones más confiables a este respecto nos permiten establecer que el autor de la primera de estas tres cartas es el mismo del cuarto Evangelio, probablemente el apóstol San Juan; se trata de hecho, de un escrito que conserva el sello claro del apóstol predilecto de Jesús. La segunda y tercera, por su parte, remiten a otro autor, autodenominado ―el Anciano‖ o ―Presbítero‖, distinto del apóstol pero perteneciente a la comunidad joànica, y bien conocido por los destinatarios. 3. PRIMERA CARTA DE JUAN. Esta primera carta, más que una epístola es una especie de ―encíclica‖, de carácter homilètico y teológico, que recuerda tanto en la forma como en la sustancia numerosos pasajes del cuarto Evangelio, de manera particular los discursos de despedida de Jesús (Juan 14-17). 3.1.

MOTIVO Y CIRCUNSTANCIAS DE LA PRIMERA CARTA DE JUAN.

Como ya lo mencionamos, este escrito surgió en el contexto de la polémica contra los errores del gnosticismo, que amenazaban a las comunidades cristianas. En efecto, el autor pretende aclarar las ideas acerca del verdadero conocimiento de Dios y sobre la identidad de Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre que abre el camino a la Luz, a la Verdad y al Amor. Sostiene la humanidad de Cristo (cf. 1,1-3; 4,1-3) y pone de relieve que el hombre Jesús de Nazaret es Cristo, Hijo de Dios (cf. 1,3-7; 2,22-23; 4,15; 5,1-20).

Acerca de la fecha de composición de esta carta, habría que ubicarla a finales del siglo primero, en torno a los años 95-100, en todo caso posterior al cuarto Evangelio que remite al mismo autor (el apóstol San Juan o uno de sus discípulos más cercanos). Aunque la carta nace en una circunstancia histórica concreta, es un precioso documento para la Iglesia de todos los tiempos, ayudando a precisar y definir temas importantes ya sea en el ámbito teológico y cristológico, como en el campo de la moral cristiana cuyo núcleo fundamental es el amor fraterno. 3.2.

ESTRUCTURA Y CONTENIDO.

Con La profundidad teológica característica de Juan, y con su estilo original de desarrollar y presentar sus enseñanzas, girando alrededor de un eje central, pero progresando en círculos concéntricos, como si fuera una escalera en forma de caracol, el contenido y estructura de esta carta giran alrededor de tres ideas teológicas fundamentales que sirven de ejes: a).-Dios es LUZ b).-Dios es PADRE C.-Dios es AMOR

(1,5-------2,29) (3,1-------4,6) (4,7-------4,12)

Teniendo presente esta estructura básica, se podría evidenciar otro esquema un poco más detallado: Solemne introducción: +.- Dios es luz: a).-Dios es Luz y la Verdad: b).-Pecado y obediencia: c).- Mandamiento del amor y la luz d).-Los cristianos y el mundo: e).-El Anticristo y la unción del Espíritu:

1,1-4 1,5-----2,29 1,5-7 1,8----2,6 2,7-11 2,12-17 2,18-29

+.- Dios es Padre: a).-Somos hijos de Dios: b).-El Mandamiento del amor: C.-Discernimiento de espíritus:

3,1----4,6 3,1-10 3.11-24 4,1-6

+.- Dios es amor: a).-Dios es la fuente del amor: b).-Juicio final y mandamiento del amor: c).-La victoria de la fe: d).-El pecado se opone al ser hijo de Dios: e).-Motivos de fe y de esperanza:

4,7----5,12 4,7-16 4,17-21 5,1-12 5,13-18 5,19-21

3.3.

ENSEÑANZA TEOLOGICA DE LA PRIMERA CARTA DE JUAN.

No es fácil resumir en pocas líneas todas las riquezas doctrinales y las exhortaciones de vida cristiana contenidas en esta carta; sin embargo, el mismo estilo intencionalmente repetitivo del

autor, nos ayuda a identificar las ideas centrales del escrito, que hacen las veces de núcleos fundamentales de las reflexiones que presenta. A).-DIOS ES LUZ: esta afirmación, ya presente en el cuarto Evangelio Cf. Juan 3,19-21; 8,12; 12,35-36.46), más que una verdad abstracta es una constatación existencial con consecuencias en el modo concreto de vivir la fe cristiana. Vivir como hijos de la luz implica el compromiso práctico de apartarse del pecado, que pertenece al reino de las tinieblas. Es la misma luz de Dios la que nos permite descubrir y reconocer nuestros pecados, de modo que podamos desecharlos de nuestra conducta (cf. 1,5-2,2). Para ser testigos de la luz de Dios en nuestro mundo, debemos observar el mandamiento del amor (cf. 2,3-11) y evitar comportarnos según la mentalidad de este mundo, con sus criterios de codicia, poder, egoísmo; la vida cristiana, por su parte, se orienta según la voluntad de Dios. (cf. 2,14-17). Los adversarios de Cristo (―anticristos‖) son todas aquellas realidades, doctrinas o personas, que representan la oscuridad, las tiniebla del pecado; son quienes enseñan la falsedad acerca de Cristo o de su mensaje salvífico. Los cristianos, en cambio, por la unción del Espíritu Santo, tenemos la verdadera sabiduría que nos permite vivir en comunión con Dios y practicar la justicia con nuestros semejantes, pues sólo quien obra la justicia es hijo de Dios (cf. 2,1829). B).-DIOS ES PADRE: Si somos hijos de Dios no es por iniciativa nuestra, sino por puro don de amor del Padre, quien nos da la vida en Cristo (cf. 3,1-5). También ésta es una verdad que nos compromete y nos conduce a asumir actitudes prácticas: dar testimonio de nuestra dignidad de hijos de Dios significa rechazar la ―quien no practica la justicia y quien no ama a su hermano, no es de Dios‖ (3,10). Nuestra feliz condición de hijos de Dios nos compromete realmente al amor fraterno, pues el amor conduce a la vida, mientras que el odio y la violencia llevan a la muerte. De ahí que Juan llega a la durísima afirmación: quien odia a su hermano es un asesino (3,15). Pero el amor no puede quedarse en palabrerías y discursos, debe comprobarse como auténtico en la verdad y en las obras concretas (cf. 3,18). Nuestro ser hijos de Dios nos debe llevar también a practicar el discernimiento de espíritus; es decir, adquirir a aquellos criterios que nos permitan descubrir la presencia del verdadero Espíritu de Dios, para no caer en el error (como los gnósticos) de negar la encarnación del Hijo de Dios, la cual es uno de los misterios fundamentales de nuestra fe. En concreto, San Juan advierte: ―Todo espíritu que confiesa que Jesucristo vino en carne mortal procede de Dios; en cambio, todo espíritu que no confiesa a Jesús no procede de Dios, sino más bien del anticristo‖ (4,2). C.-DIOS ES AMOR: El Antiguo Testamento nos había enseñado que Dios era creador, todopoderoso, justo, misericordioso; había hablado muchas veces del amor de Dios, como el de un padre, de una madre o un esposo. El Nuevo Testamento había repetido estas imágenes, invitándonos a llamar a Dios ―Abba‖ (papá). Pero nunca, ningún texto de la Escritura se había atrevido a decir ―! Dios es amor ¡‖ (cf. 4,8.16). Esta definición de Dios, propia de San Juan, es la más completa y la más revolucionaria de la Revelación. ―El amor consiste en que Dios nos ha amado primero‖ (4,10). Pero esta afirmación no puede reducirse a un simple objeto de contemplación mística; es una verdad teológica que debe sacudir e

infundir dinamismo a la conciencia de cada cristiano: si hemos reconocido el amor que Dios nos tiene, la consecuencia necesaria es que debemos también amar a nuestros hermanos (cf. 4,7-21). Al empezar el capítulo 5, Juan cambia el tono; aunque sigue hablando de amor, incorpora un nuevo término fundamental: la fe en Jesús. Precisamente es del amor de Dios que brota la fe en Jesús, Hijo de Dios, cuyo testimonio viene directamente de Dios. De este modo, en la última parte de la carta volvemos a encontrar los tres conceptos que han jalonado todo lo escrito: el rechazo del pecado, el amor fraterno y la firmeza en la auténtica fe en Jesucristo, Dios y hombre verdadero. 4.-SEGUNDA CARTA DE JUAN. Se trata de uno de los escritos más breves de toda la Biblia: un solo capítulo de apenas 13 versículos. El autor, probablemente distinto del que escribió el Evangelio y la Primera Carta de Juan, se presenta como ―el Anciano‖ (o Presbítero), sin que sepamos si dicho título hace referencia a la edad real de quien la escribe o, más bien, a alguna función o cargo dentro de la comunidad. Se dirige a ―la Dama Elegida‖, que es el título dado a una comunidad cristiana particular, cuyos datos concretos y ubicación desconocemos. Esta segunda carta habría sido escrita en torno al año 100, retomando algunos temas de cristología y moral cristiana que ya habíamos encontrado en la Primera carta. Básicamente repite el mandamiento nuevo del amor fraterno (cf. vv.5-6) e invita a la comunidad a mantenerse firme en la fe, evitando los ―seductores‖ (probablemente en referencia a los gnósticos), que no confiesan a Jesucristo venido en la carne y que pueden inducir en errores doctrinales (cf. vv. 7-9). El autor recomienda romper con estos falsos maestros, que no solo predican doctrinas equivocadas, sino que también se distinguen por sus malas obras (cf. vv. 10-11). El contenido de la carta está enmarcado por un cordial saludo (vv. 1-4) y una afectuosa despedida (vv. 12-13), que sorprenden por su extensión, si se comparan con la brevedad del contenido central. Pudiéramos, finalmente, sintetizar el contenido y estructura de esta cortísima carta de la siguiente manera: *.- Saludo e introducción: *.- Contenido central: a).-Mandamiento del amor: b).-Los seductores y la verdad sobre Cristo: c).-Rechazar a los falsos maestros: Despedida y saludos:

vv. 1-4 vv. 5-11 vv. 5-6 vv. 7-9 vv. 10-11 vv. 12-13

4. TERCERA CARTA DE JUAN. Como la segunda, también esta carta trae la firma del Anciano o Presbítero, pero no se dirige a una comunidad, sino a una persona en particular: Gayo. Es un pequeño escrito de 15 versículos en un solo capítulo, cuyo contenido se desarrolla a partir de una circunstancia

concreta: el conflicto entre el presbítero o Anciano y el Jefe de la comunidad, llamado Diotrefes. El Anciano, que escribe la carta, elogia a Gayo porque sabe mantenerse en la verdadera fe y porque ha brindado hospitalidad a los misioneros itinerantes. La última parte del escrito constituye una exhortación dirigida también a Gayo para que persevere en el bien. El valor de esta pequeña carta está en que nos abre una ventana que nos permite conocer algo de la organización y de los problemas que debían afrontar las primeras comunidades cristianas. De hecho, por ella podemos conocer la existencia de jefes en las comunidades y de misioneros itinerantes, supervisados por el Presbítero. La relación entre los Jefes y los misioneros a veces era conflictiva: Diotrefes pretendía tener el control de la comunidad, rechazando a los misioneros. Presentando esta situación, que de alguna manera pueda encontrarse también hoy en nuestras comunidades cristianas, la carta nos ayuda a discernir para encontrar las posibles soluciones a los conflictos eclesiales. Muy esquemáticamente podríamos resumir así el contenido de esta carta: *.- Saludo y augurios: vv. 1-2 *.- Contenido central: vv. 3-12 a).-Elogio de la fe de Gayo: vv. 3-8 b).-El conflicto con Diotrefes: vv. 9-10 C.- Exhortación: vv. 11-12 Despedida y saludos: vv. 13-15 CONCLUSION: La certeza de la encarnación del Hijo de Dios y la práctica del mandamiento fundamental del amor, deben llevarnos a rechazar las tinieblas del pecado para poder caminar en la luz de la libertad y de la justicia. Nuestra firme convicción de ser hijos de Dios, esencia de nuestra dignidad, debe llenar nuestra existencia de alegría y optimismo, porque ya conocemos a Dios, somos fuertes y hemos vencido el mal por la fuerza de la Palabra que permanece en nosotros (cf. 1 Juan 2,12-14). Las tres cartas que acabamos de presentar, siendo Palabra de Dios, tienen para nosotros un mensaje de vida eterna. La presencia evidente de la escuela de San Juan en estos escritos, es al mismo tiempo garantía de riqueza espiritual y aliciente seguro para progresar en la práctica cotidiana de las virtudes teologales. Como siempre, depende nosotros, de nuestro entusiasmo y generosidad para leerlas y degustarlas, que ellas puedan producir su fruto en nosotros.

XXVII. EL APOCALIPSIS Con el estudio de este libro llegamos al final de nuestra caminata por el mundo de la Sagrada Escritura, al menos en cuanto tiene que ver con el Nuevo Testamento. El Apocalipsis, de hecho, es el último escrito que encontramos en la Biblia cristiana, como magnífico broche de oro que cierra el proceso de la Revelación escrita.

Una inadecuada interpretación de la simbología utilizada por el Apocalipsis, infortunadamente ha provocado un cierto prejuicio de temor y misterio, que ha alejado a muchos cristianos de la riqueza que el mensaje de este libro contiene para la vivencia de nuestra fe. Se hace muy necesario, por tanto, su estudio detallado y sereno, para descubrir que su contenido no trae anuncios de tragedias y catástrofes, sino la alegre noticia de la esperanza y de la liberación en Cristo. 1. ASPECTOS GENERALES. Conviene tener claros algunos aspectos generales a propósito de este libro, tan fascinante como profundo, antes de adentrarnos propiamente en su mensaje. 1.1.

¿QUÈ SIGNIFICA “APOCALIPSIS”?

La justa comprensión del título mismo del libro puede ayudarnos a superar tantos prejuicios creados en torno a él. En efecto, ―Apocalipsis‖ no significa hecatombe ni tragedia ni fin del mundo, como pareciera sugerirlo la opinión común. Apocalipsis es un término griego que significa Revelación, es decir, la acción de quitar el velo que cubre e impide ver una cosa; ha pasado a designar el libro que estamos tratando, porque es la primera palabra que aparece en él: ―Revelación de Jesucristo….‖(1-1). El autor, entonces, se propone desvelar el significado de la historia, de los acontecimientos pasados, presentes y futuros, a la luz de la voluntad de Dios. Hay que recordar también que antes de este libro existía ya un género literario llamado apocalíptico, presente incluso en la Biblia, por ejemplo, en el libro del profeta Daniel o en algunas visiones de otros profetas como Ezequiel e Isaías (cf. Daniel 3,4-7; 7,1-8,27). 1.2.

¿CUÀLES SON LAS CARACTERISTICAS DEL GENERO APOCALIPTICO?

Surgido en el contexto de la literatura judía, este género literario era una derivación de la Profecía. El profeta es aquella persona que habla en nombre de Dios y transmite un mensaje que recibió de Él, pero que tiene que ver con la historia humana. En el género apocalíptico, la particularidad es la entrada en escena de un ―vidente‖, que asiste a visiones fantásticas y, por medio de ángeles o mensajeros divinos, recibe también la explicación e interpretación de dichas visiones. Tanto la Profecía como el Apocalipsis se proponen el mismo fin: revelar el significado de la historia y de los acontecimientos humanos a la luz del designio divino. El género apocalíptico hace uso mayor de la simbología y del lenguaje figurado para transmitir su mensaje... Además, la apocalíptica no se detiene tanto en uno u otro evento determinado, sino que prefiere una visión más bien del conjunto de la historia. En todo caso, el simbolismo es la característica fundamental de este género, donde las cosas materiales, los animales, los astros, evocan y esconden realidades profundas con especial significación y enseñanza. 1.3.

¿QUIÈN ESCRIBIO EL LIBRO DEL APOCALIPSIS?

Tradicionalmente la autoría de este libro del Nuevo Testamento ha sido atribuida a San Juan apóstol y evangelista; sin embargo, algunos estudiosos de la Biblia prefieren atribuirlo a un discípulo suyo, que sería presumiblemente el mismo que escribió la segunda y tercera cartas

de Juan, perteneciente a la ―comunidad‖ o escuela joànica. En todo caso, directa o indirectamente, el Apocalipsis nos ha llegado bajo la autoridad moral del apóstol San Juan. 1.4.

¿QUÈ CIRCUNSTANCIAS HICIERON SURGIR EL LIBRO Y CUÀNDO FUE ESCRITO?

Esta pregunta nos permite plantear desde ya una verdad muy importante: el autor sagrado escribió ante todo para su época y en respuesta a la situación histórica en que vivía. Aunque dicha respuesta pueda iluminar también la historia futura, debemos evitar el engaño de creer que el libro del Apocalipsis sea sólo una profecía de los tiempos futuros. El Apocalipsis surgió en una época de persecución contra la Iglesia, precisamente con el propósito de alentar la fe y la esperanza de los cristianos en medio de esta prueba. Muy probablemente se trata de la persecución efectuada por Nerón y Domiciano, emperadores romanos que persiguieron la comunidad cristiana primero en Roma y luego en todo el imperio, durante los años 64-96 d.C... La fecha de composición del libro podría situarse hacia finales del siglo primero, entre los años 95-98 d.C. 1.5.

¿QUIÈNES ERAN SUS DESTINATARIOS?

Las inmediatas destinatarias del libro del Apocalipsis son siete comunidades cristianas de la provincia romana de Asia, concretamente, se trata de las Iglesias de Éfeso, Esmirna, Pèrgamo, Tiatira, Sardes, Filadelfia y Laodicea 8cf. 1,11), a las cuales se dirige el autor, presumiblemente desde el destierro, para advertirlas e infundirles aliento ante la gran persecución. Como ya quedó insinuado, la Iglesia de todos los tiempos puede considerarse también destinataria de este mensaje de esperanza; no solo cuando sufre persecuciones externas, sino también cuando debe afrontar crisis internas, como era el caso de las Iglesias mencionadas, como podemos deducirlo del contenido de las cartas a cada una de dichas comunidades (cf. capítulos 2-3). 1.6.

ESTRUCTURA LITERARIA.

No es fácil establecer la estructura que el autor quiso dar a su obra. A partir de los elementos que cuentan con mayor consenso entre los estudiosos, podemos sugerir el siguiente esquema que evidencia, en todo caso, el carácter unitario del libro: PROLOGO: PRIMERA PARTE: a).-Diálogo litúrgico inicial: b).-Encuentro dominical con Cristo Resucitado: c) Mensaje del Resucitado a las siete Iglesias:

1,1-3 1,4---3,22 1,4-8 1,9-20 2,1---3,22

SEGUNDA PARTE: a).-Sección introductoria: b).-Sección de los sellos: C.-Sección de las trompetas:

4,1---22,5 4,1—5,14 6,1---8,5 8,6—11,19

d).-Sección del triple signo (mujer-dragón-ángeles): e).-Sección conclusiva: EPILOGO:

12,1-16,21 17,1-22,5 22,621

2. CONTENIDO Y ENSEÑANZA DEL APOCALIPSIS 2.1.

CONTENIDO:

A).-PROLOGO (1,1-3): El autor, a lo largo de todo el libro hará uso del lenguaje y de los elementos litúrgicos del culto de la Iglesia primitiva. Esto es evidente ya desde el prólogo, donde encontramos una solemne proclamación litúrgica del mensaje que recibió el autor de parte de Cristo. B).-PRIMERA PARTE (1,4---3,22): mensaje a las Iglesias. En nombre de Cristo Resucitado, Juan dirige una carta a cada una de las siete Iglesias destinatarias. En dichos mensajes Cristo interpela a la comunidad, reconociendo y valorando los progresos de su fe, pero también poniéndole de presente sus defectos y desviaciones, que exigen rectificación. El objetivo de estas cartas es, precisamente, la conversión auténtica de la Iglesia, para que pueda acoger, preparada y purificada, la revelación de la segunda parte del libro. El número 7 de las comunidades a las que se dirigen las cartas, simboliza la Iglesia en su totalidad, la Iglesia universal. Pero esta universalidad no quita el carácter real y concreto del mensaje de Cristo a cada comunidad particular, con sus problemas y situaciones bien definidos. Cada carta sigue, más o menos, el mismo esquema general: destinación, auto presentación de Cristo, elogio a la comunidad, reproches, exhortación a la conversión, promesa de victoria y fórmula de aviso que invita a la escucha y obediencia del mensaje comunicado. C).-SEGUNDA PARTE (4,1----22,5): interpretación profética de la historia. La idea que domina toda esta grande parte del libro es la del combate entre el bien y el mal; aunque la Iglesia sufre en medio de esta lucha, la presencia del Cristo Resucitado es la garantía de segura victoria. Es decir, desde el inicio se tiene claro que la victoria final pertenece al bien. Después de una especie de celebración penitencial de purificación, la asamblea es invitada, junto al vidente, a transportarse al nivel del mundo divino, para contemplar el desarrollo de la historia así como la mira y la juzga Dios. Este desarrollo teológico de la historia acontece en cinco cuadros: en el primero se presentan los tres parámetros fundamentales para una adecuada interpretación de la historia: el trono de Dios, los personajes de su corte celeste, el rollo que contiene el proyecto divino sobre la historia y Cristo-Cordero que recibe dicho rollo. En el segundo cuadro, Cristo abre los siete sellos del rollo que recibió, pues sólo El es capaz de abrir el misterio de la historia humana y darle sentido. El tercer cuadro se caracteriza por el sonar sucesivo de las siete trompetas, que anuncian la presencia salvífica de Dios en la historia. En el cuarto cuadro, sucede el choque frontal entre las fuerzas del bien y las del mal, mediante la imagen de la mujer amenazada por el dragón. Y en el último cuadro se presenta el desenlace final de toda la historia, con la decisiva intervención del Cristo victorioso que prepara y realiza la ―nueva Jerusalén‖, es decir, la plenitud del Reino de Dios. D).-EPILOGO (22,6-21): éste se estructura como un solemne diálogo litúrgico donde intervienen el autor sagrado, el ángel, Jesús y la asamblea: Juan recibe la misión de revelar el

secreto acerca del sentido final de la historia; Cristo se presenta como recapitulación de toda la creación y la asamblea expresa su actitud de esperanza con la oración: ―Maranathà‖, ¡Ven Señor Jesús¡ 2.1. EL SIMBOLISMO DEL APOCALIPSIS Y SU SIGNIFICADO. En grande medida, la auténtica interpretación del mensaje de este libro depende de la comprensión del significado que tiene el lenguaje simbólico, magistralmente usado por el autor. A).-EN GENERAL, podemos agrupar los simbolismos usados por el autor del libro en 5 clases: 1).-SIMBOLOGIA CÒSMICA: se refiere al uso de conceptos como el sol, la luna, las estrellas, el cielo, el mar, etc., con un significado más profundo del natural, que el autor relaciona directamente con Dios, Cristo y el mundo divino. Los fenómenos cósmicos extraordinarios representan la presencia activa y transformadora de Dios en la Historia. 2).-SIMBOLOGIA ANTROPOLOGICA: las realidades y valores del mundo humano, tanto a nivel personal como colectivo, remiten a un mundo nuevo, el Reino que Dios y Cristo están realizando. 3).-SIMBOLOGIA DEL MUNDO ANIMAL: el autor hace intervenir personajes animales, tanto en representación del bien (Cordero, los Vivientes), como el del mal (el dragón, la bestia, etc.) para aludir a una dimensión de la realidad que se sitúa por debajo de la trascendencia de Dios y bajo su dominio, pero por encima de las posibilidades de control por parte del hombre. 4).-SIMBOLIGIA ARITMETICA: en la cual cada número representa un valor cualitativo más que cuantitativo. El 7, por ejemplo, es indicativo de totalidad y perfección, 6 significa imperfección, el 12 remite tanto a las doce tribus de Israel, cuanto a los 12 apóstoles de Jesús, 1000 representa la presencia activa de Cristo en el ámbito de la historia. 5) SIMBOLOGIA CROMATICA: es decir, cada color tiene un valor especial. Así por ejemplo, el blanco siempre estará en relación con la resurrección de Cristo; el rojo, se refiere a la raíz demoníaca de algunos fenómenos históricos; el verde simboliza la caducidad de la vida humana, y el negro es sinónimo de muerte. B).-EN PARTICULAR, hay algunos símbolos determinados que es bueno conocer y saber interpretar: 1).-LOS 24 ANCIANOS: (cf. 4,4): simbolizan la suma del Antiguo Testamento (12 tribus de Israel) y el Nuevo (12 apóstoles de Cristo); es decir, la totalidad de los santos que han intervenido activamente en la historia de la salvación.

2).-LOS 4 SERES VIVIENTES (león, toro, hombre, águila: cf. 4,6-7): representan el mundo de las criaturas, que están al servicio de Dios en su diseño de salvación. La tradición de la Iglesia ha considerado también que estos cuatro vivientes representan a los cuatro evangelistas. 3).-EL CORDERO (cf. 5,6): es Jesús, el Hijo de Dios, inmolado en la cruz y redentor victorioso a través de la Resurrección. 4).-LOS 7 CUERNOS Y LOS 7 OJOS DEL CORDERO (cf. 5,6): indican la plenitud del poder (los cuernos) y la perfección de ciencia (los ojos) del Resucitado (Cordero). 5).-LOS 144.000 ―marcados con el sello‖ (cf. 7,4): representa la multitud inmensa de los invitados a la salvación. El número es simbólico, pues resulta de la operación matemática: 12x12x1000, queriendo indicar a todas las personas buenas del pueblo de Dios, tanto de la Antigua como la de la Nueva Alianza, convocados a participar en la salvación gracias a la resurrección de Cristo. 6).-LOS 1260 DIAS (cf.11, 3): equivale a tres años y medio, o sea la mitad de 7 que es la perfección. Tres y medio indica parcialidad, un tiempo de prueba pero limitado. 7).-LA BESTIA (cf. 11,7): es la personificación del mal que pretende destruir la vida de los discípulos de Cristo. 8).-LA MUJER (cf. 12,1-18): es un símbolo muy rico de significado. Directamente hace referencia a la comunidad cristiana, la Iglesia, que afronta la prueba de la persecución. La tradición ha visto también en esta mujer una figura de María. 9).-EL DRAGON (cf. 12,3-18): personifica las fuerzas demoníacas, que a lo largo de la historia se muestran hostiles a la causa del bien, pero que finalmente serán vencidas por el poder de Cristo Resucitado (cf. 20,1-10) 10).-LAS DOS BESTIAS (cf. 13,1-18): la primera bestia, que surge del mar, se refiere directamente al Imperio Romano, que perseguía a la Iglesia y pretendía aniquilarla, por eso representa también todo poder político que se opone a Dios, o que busca ser adorado en lugar de Dios y ejerce autoridad déspota y opresora contra el pueblo. La segunda bestia, que sube desde la tierra es el falso profeta (cf. 16,13; 19,20; 20,10) y simboliza toda falsa doctrina que con su poder de persuasión intenta desviar del recto camino a las personas. 11).-LA CIFRA 666 QUE DISTINGUE A LA BESTIA (cf. 13,18): es un número simbólico que enfatiza la imperfección, limitación y crueldad del Imperio, personificado en la bestia. Según las reglas de la simbología que atribuía un valor numérico a cada letra, el 666 puede corresponder al nombre de ―Nerón César‖, cuya violencia contra los cristianos fue grande pero no total ni definitiva. 12).-LOS 3 ANGELES (cf. 14,6-17): son los predicadores del Reino de Dios, los profetas y misioneros que anuncian la conversión. Son todos los heraldos del Evangelio que proclaman el juicio divino sobre la historia humana.

13).-BABILONIA, LA PROSTITUTA (cf. 14,8; 17, 19,2): representa también al Imperio Romano, opuesto al diseño salvífico de Dios. Las 7 cabezas (17,9) pueden referirse simbólicamente a las 7 colinas de Roma, o bien, representar siete emperadores, de los cuales Nerón era el sexto y Domiciano el séptimo. 2.2.

ENSEÑANZA TEOLOGICA DEL APOCALIPSIS.

El Apocalipsis, como los demás libros de la Biblia, no es un tratado de teología, ni pretende exponer sistemáticamente las verdades de nuestra fe, sin embargo, es innegable el valor teológico de su contenido. Teniendo presente que busca ante todo iluminar la praxis cristiana de los destinatarios, trataremos de evidenciar aquellos elementos del libro que tienen valor de enseñanza teológica. A).-LA HISTORIA HUMANA: tensión permanente entre el bien y el mal. Esta es una idea que subyace a todo el libro. Toda persona, y es especial todo discípulo de Cristo, se encuentra siempre convocado a la opción por el bien y la lucha contra el mal; en la constancia y fidelidad a esta elección se juega su salvación eterna. Para facilitar esta opción, el Apocalipsis revela a los cristianos la interpretación divina de la historia. En todo caso, la última palabra siempre la tiene Dios, es decir, la victoria final será del bien sobre el mal. Esto debe ser motivo de confianza y esperanza para la vida del creyente, particularmente cuando debe atravesar momentos difíciles, pruebas o persecuciones. B).-DIOS: PROTAGONISTA ACTIVO EN LA HISTORIA HUMANA. Sin aminorar la responsabilidad del hombre en la construcción de la historia, el Todopoderoso se manifiesta presente y operante en todo momento, garantizando su providente compañía y la fuerza de su soberanía sobre las fuerzas y realidades hostiles al bien, para que el hombre pueda encontrar su meta adecuada en el diseño salvífico del Creador. El renovará todo e invitará al hombre a compartir los beneficios eternos de la Nueva Jerusalén, es decir, la plena realización de su Reino. C.- CRISTO: TESTIGO FIEL Y VERAZ, VERBO E HIJO DE DIOS. A lo largo de todo el libro se manifiesta la obra redentora de Cristo a favor del hombre, y se exalta la fuerza liberadora de su resurrección. Cristo es el ―Amén‖, es decir, la prueba suprema del amor de Dios por el Hombre. Muerto, resucitado y viviente, Jesucristo acompaña a su Iglesia hacia la victoria eterna, la purifica y le da la fuerza para que pueda prevalecer sobre las fuerzas hostiles que pretenden aniquilar su existencia y cancelar su testimonio evangélico. D).-LA IGLESIA: ESPOSA DE CRISTO LLAMADA A LA SALVACION. La comunidad cristiana se encuentra en continua peregrinación hacia su meta eterna; su vocación es la de llegar a ser la Nueva Jerusalén, su empeño permanente debe ser el de combatir contra el mal que oprime y destruye a los hombres. A partir de un proceso constante de conversión, la Iglesia avanza con la fuerza del Resucitado, manifestando la soberanía de Dios en la historia, proclamando su diseño de salvación y comprometiéndose en la instauración de la paz y la justicia en el mundo...

E).-COMPROMISO CON EL PRESENTE EN PROYECCION HACIA EL FUTURO. El Apocalipsis no es sólo ni principalmente un libro que habla del futuro. Habla del presente, de la Iglesia y del hombre, de sus luchas cotidianas, de sus temores, de sus fracasos y de sus victorias en Cristo. Pero habla también de los últimos tiempos, con imágenes y símbolos, como realización del grandioso designio de Dios, en ese Reino que ya fue inaugurado con la primera venida de Cristo. La consideración de las últimas realidades no nos puede hacer indiferentes ante la situación histórica que vivimos; al contrario, esta visión escatológica nos compromete aún más en la transformación de nuestro mundo, para que pueda ser escenario de la Nueva Creación. F).-EL APOCALIPSIS: ¡UN GRITO DE ESPERANZA¡. Aunque nació en un ambiente de persecución y de dificultad, el Apocalipsis no concede terreno al pesimismo; es un canto de optimismo y esperanza, porque sabe y proclama que la última victoria pertenece a Dios, aunque en el presente debamos combatir contra las fuerzas del mal que quieren dominar la historia y esclavizar al hombre. Inmersos en las dificultades del mundo presente, los cristianos podrían caer en la tentación del desaliento. El mal pareciera estar ganando la batalla, sin embargo, su tiempo está contado, su poder es limitado. El vencedor final es Dios, y todos aquellos que siguen las huellas de su Hijo Resucitado y le permanecen fieles podrán participar de los beneficios eternos de dicha victoria. CONCLUSION. El libro del Apocalipsis, contrariamente a cuanto pueda parecer, contiene un mensaje estrechamente vinculado a la historia concreta del hombre. No es una abstracción fantasiosa ni una novela de ciencia ficción. El Apocalipsis nos confronta con el presente y nos compromete con él, revelándonos el diseño salvífico de Dios que nos permite mirar e interpretar la historia con los ojos mismos de Dios, es decir, con fe y con esperanza. El Apocalipsis quiere mostrar a la comunidad cristiana, en sus momentos de dificultad y persecución, el significado histórico de sus luchas y fatigas, sostenidas por la fuerza del Cordero victorioso. Queda a cada uno de nosotros el desafío de adentrarnos en sus páginas, leyéndolo y releyéndolo detenidamente, hasta descubrir sus preciosas enseñanzas que nos comprometen a colaborar en la obra liberadora de Cristo a favor de nuestro mundo.