Cultura en Malinowski

Sobre el concepto de cultura en B. Malinowski Andrés Recassens Salvo Antropólogo Social – Universidad de Chile Entre lo

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Sobre el concepto de cultura en B. Malinowski Andrés Recassens Salvo Antropólogo Social – Universidad de Chile

Entre los aportes significativos de Malinowski a la antropología figuran tanto el ejemplo como las orientaciones en el trabajo de campo, en la observación participante, dos pilares del antropólogo como investigador. La exigencia del trabajo de campo para el antropólogo, está presentada por Bronislaw Malinowski en sus “Estudios de Psicología Primitiva” con la convicción de una declaración de principios. Dice: “Porque pretendo que se liberen del encierro de la teoría, respiren el aire puro del campo antropológico y junto a mí vuelen mentalmente a los años que viví entre los indígenas de una tribu melanesia de Nueva Guinea. Allí, remando en la laguna, observando cómo los nativos cultivan sus huertos bajo los rayos de un sol ardiente, siguiéndolos por las lonjas de selva o por las sinuosas playas y arrecifes, podremos enterarnos de su vida. Y al presenciar sus ceremonias en el fresco de la tarde o en las sombras del atardecer, al compartir su comida, en rueda junto al fuego, podremos escuchar sus relatos”. Insistirá en lo mismo en varios de sus trabajos: sólo es posible llevar a cabo un trabajo de campo satisfactorio si se vive entre los indígenas que se estudia. En Malinowski, los conceptos de Institución, Necesidades y, por supuesto, el de Función, van a ser fundamentales en su tratamiento del fenómeno de la cultura, como también de su naturaleza, proceso y origen. Si uno se hace cargo del hecho de que cada uno de estos conceptos se encuentran a lo largo de su obra con modificaciones en sus acepciones, más que contradictorias, ampliando o restringiendo su ámbito de acción, me parece que el método más conveniente para una mejor comprensión de su pensamiento, es el de partir de lo que él denominó “Axiomas Generales del Funcionalismo”. Desde ellos, haré un análisis del desarrollo de su teoría, fundamentalmente con relación a los conceptos ya mencionados. Los siguientes axiomas, están planteados como validados tanto por la experiencia antropológica de campo, como asimismo por el examen de las manifestaciones importantes de la conducta humana organizada: Primer Axioma: La cultura es esencialmente un patrimonio instrumental, por el que el hombre es colocado en la mejor posición para solucionar los problemas concretos y específicos que encajan dentro de su ambiente, en el curso de la satisfacción de sus necesidades. Segundo Axioma: La cultura es un sistema de objetos, actividades y actitudes, en el cual cada parte existe como un medio para un fin. Tercer Axioma: La cultura es un conjunto integral, en el que los varios elementos son interdependientes. Cuarto Axioma: Tales actividades, actitudes y objetos están organizados alrededor de importantes y vitales tareas, en instituciones como la familia, el clan, la comunidad local, la tribu y los equipos organizados para la cooperación económica, y la actividad política, jurídica y educacional. Y, Quinto Axioma: Desde un punto de vista dinámico, esto es, con referencia al tipo de actividad, la cultura puede ser analizada en cierto número de aspectos como la educación, el control social, la economía, los sistemas de conocimiento, creencias y moralidad, y aun modos de expresión artística y creadora. Analizaremos aquí el desarrollo que sufre el concepto de cultura en Malinowski. En su ensayo “La Cultura” para la Enciclopedia de las Ciencias Sociales, da una acepción del concepto en sentido general, de contenido descriptivo. Dice que “la cultura comprende los objetos heredados y trabajados, los bienes, los procesos técnicos, las ideas, costumbres y valores”., Este aspecto de la herencia social, aparece luego en su libro “Sexualidad y Represión”, cuando presenta el comienzo de la herencia biológica del hombre y su herencia sociológica. Posteriormente, va a ampliar su definición de cultura con conceptos referidos tanto a su relación con el medio ambiente y a la satisfacción de necesidades, como al proceso de adaptación. En “Libertad y Civilización”, cuando define la cultura en sus orígenes dice: “Desde sus comienzos, la cultura consiste en la organización como producto de la inteligencia humana en la explotación de los recursos del medio ambiente y en el control de sus necesidades, del ingenio y de las reacciones afectivas, con fines a la eficacia colectiva”. Y en “La

Dinámica del Cambio Cultural”, va a enfatizar la importancia de la adaptación organizada, como elemento esencial de la cultura.

Naturaleza Humana y Necesidades Básicas. En la primera parte del grupo de ensayos reunidos en “Una Teoría Científica de la Cultura”, dice que la teoría de la cultura debe basarse en los hechos biológicos, pues los seres humanos, al constituir una especie animal, están sujetos a condiciones elementales que deben ser cumplidas a fin de poder sobrevivir, subsistir la raza y mantener en condiciones de actividad sus organismos. Agrega que esta condición debe ser cumplida, cualquiera que sea la cultura, desde la más simple y primitiva hasta la más compleja y desarrollada. Este sentido en extremo biologicista de la cultura, va a ser progresivamente relativizado por Malinowski, como veremos más adelante. Su referencia a la sujeción del hombre a los hechos biológicos, la explícita más adelante al manifestar que los problemas a que éste se enfrenta, y que deben ser resueltos por medio de su cultura, son necesidades básicas que se presentan universalmente. Se debe desarrollar actividades para alimentarse, calentarse, guarecerse, vestirse y protegerse del frío, del viento y de la intemperie. Y todos estos problemas primarios son solucionados por los individuos con herramientas, mediante la organización en grupos cooperativos y también por el desarrollo del conocimiento y un sentido del valor y de la moral. Aquí la cultura es presentada como constituida por tres grandes dimensiones: las realizaciones materiales, la conducta organizada y lo ideacional; similar a lo formulado en el segundo axioma. Como vemos, para Malinowski, el rasgo esencial de la cultura es la organización de los seres humanos en grupos cooperativos, ubicados en un determinado ambiente geográfico, con un equipo de herramientas y artefactos, una porción de riqueza que les pertenece por derecho, dentro de reglas técnicas de su profesión, de normas sociales de etiqueta y consideraciones consuetudinarias, como las costumbres religiosas, jurídicas y morales que informan la conducta Este rasgo esencial es el que le va a permitir postular que la ciencia de la conducta humana comienza cuando los hombres se organizan. Pues cualquier elemento cultural, ya sea un descubrimiento científico, una revelación religiosa, etc. permanecen culturalmente intrascendentes a menos que se traduzcan en una serie organizada de actividades cooperativas. Lo que ocurre en la mente de un individuo y permanece en ella sin que se concrete de alguna manera y sea transmitido, no es algo que concierna a la antropología, ni a la historia, ni a la sociología. Con lo cual fundamenta como característica esencial de la cultura, tanto el que sea compartida como transmitida. Hay en esta concepción de la cultura, un acento evolutivo interesante, que le permitirá aplicarlo en una concepción también evolutiva de las instituciones. Dice que los hombres, en procura de la satisfacción de sus necesidades, van construyendo un nuevo ambiente, artificial y secundario, que constituye la cultura misma. Que este ambiente cultural, sufre un dinamismo producto de la continua interacción que mantienen con él los seres humanos. Pues debe ser reproducido, conservado administrado permanentemente, estableciéndose nuevos niveles de vida, dependientes del plano cultural de la comunidad, del medio físico y de la eficiencia del grupo. Todo ello implica, según Malinowski, la aparición de nuevas necesidades, y nuevos imperativos culturales son impuestos a la conducta. Este sentido evolutivo de la cultura, nos permite hacer una inferencia no propuesta por el autor: que no sólo hay una reproducción, conservación y administración de los bienes culturales como él dice, sino también la introducción de nuevos elementos (por lo menos por factores inmanentes) que son los que incidirán en la creación de nuevas necesidades y de nuevos imperativos culturales. Sin embargo, Malinowski no va a recoger explícitamente lo anterior, sino que mantendrá una concepción más bien de permanencia, por la tradición, del patrimonio cultural. Dirá que, por una parte, la tradición cultural necesita ser transmitida de generación en generación, a través de métodos y mecanismos de carácter educacional, existentes en todas las culturas; y, por otra parte, el orden y la ley deben ser conservados, a fin de regular la cooperación, mediante disposiciones que sancionen las costumbres, las normas éticas y legales; y, finalmente, el substrato material necesita ser renovado y mantenido en condiciones de uso, lo que crea la indispensabilidad de las formas de organización económica de las culturas más primitivas. El carácter integrado e interdependiente de la cultura, planteado en su tercer axioma, lo reitera al afirmar que no es posible aislar el aspecto material del comportamiento social, o desarrollar un análisis sociológico completamente separado de

sus aspectos simbólicos; como asimismo, que las tres dimensiones de la realidad cultural intervienen en todos los pasos del proceso cultural, como una totalidad no fragmentada. El fundamento biológico de la cultura, parte en Malinowski con su definición de “naturaleza humana”. Manifiesta que el hombre pertenece a una especie animal, y las condiciones básicas de su existencia deben asegurarle su supervivencia y permitirle un metabolismo normal y saludable. Agrega, que el determinismo biológico se impone sobre toda civilización y todos los individuos que la constituyen, debido al necesario cumplimiento de funciones corporales como la respiración, nutrición, excreción, reposo, actividad y reproducción. De aquí deriva el concepto de necesidades básicas, definidas como las condiciones ambientes y biológicas que deben cumplirse para la supervivencia del individuo y del grupo. Pero es necesario aclarar, que este concepto de necesidad es manejado sólo como una primera aproximación al conocimiento de la conducta humana organizada, según apunta el autor, porque si bien es cierto que “no se debe olvidar la biología al tratar los aspectos culturales de la conducta, su explicación no queda satisfecha con el sólo determinismo biológico”. Para ejemplificar este determinismo básico apuntado más arriba, Malinowski entrega una tabla con su “Serie Vital”, en los siguientes términos:

SERIE VITAL (A)Impulso➩

(B)Acto➩

Respiración Hambre Sed Apetito sexual Fatiga

Inspiración de oxígeno Ingestión de alimento Absorción de líquido Cópula Reposo

Vigilia Somnolencia Presión vejigal Presión intestinal Temor Dolor

(C)Satisfacción

Eliminación de CO2 de los tejidos. Saciedad Satisfacción Detumescencia Restauración de la energía muscular y nerviosa. Actividad Satisfacción de la fatiga. Sueño Despertar con renovadas energías. Micción Alivio de la tensión Defecación Relajamiento abdominal Huida del peligro Sosiego Evitación por medio de un acto Retorno al estado normal efectivo

Derivaciones de las Necesidades. La ‘serie vital’ expuesta, es inserta por Malinowski dentro del marco cultural. Si primariamente el impulso del hambre es satisfecho mediante el acto de comer, su realización está modelada por la cultura. Son las limitaciones culturales sobre qué comer, cuál comida es considerada sabrosa, admisible o éticamente deseable. Hay con respecto a la comida, tabúes mágicos, religiosos, higiénicos y sociales respecto a la calidad, ordenación material y preparación de la comida. También sobre el momento adecuado para comer, con quienes es deseable hacerlo y con quienes no. De lo anterior se deduce que el impulso se traduce en acto bajo dos condiciones: una, que se plantea como inevitable; esto es, el cumplimiento de la necesidad biológica de ingerir alimento; y otra, que modela el cómo, mediante qué, con quiénes y cuándo se lleva a cabo; es decir, lo que Malinowski llama el condicionamiento de la tradición cultural. Según él, la primera condición restringe a la segunda, porque hay límites dentro de los cuales los impulsos fisiológicos pueden ser remodelados, sin poner en peligro al organismo humano.

Concomitantes Culturales. Este apartamiento de la conducta humana del mero determinismo biológico, por efectos de la cultura, se produce en todas las áreas del comportamiento. Los miembros de una cultura, con el objeto de proveer la constante corriente de substancias nutritivas, vestidos, materiales de edificación, construcciones, armas y herramientas, deben, además de producir artefactos, desarrollar técnicas, esto es, acciones reguladas, además de valores y formas de organización social. Nos encontramos con una dimensión de la cultura, la de la conducta prescrita, que aparece como una necesidad derivada o imperativo cultural, y que debe conservarse en vigencia dentro de cada grupo. Este planteamiento, lo ejemplifica Malinowski mediante una Tabla de Necesidades Básicas y sus correspondientes (e inseparables) Concomitantes Culturales:

Necesidades básicas

1. Metabolismo 2. Reproducción 3. Bienestar corporal 4. Seguridad 5. Movimiento 6. Crecimiento 7. Salud

Concomitantes culturales

1. Abasto (subsistencia) 2. Parentesco 3. Abrigo 4. Protección 5. Actividades 6. Ejercitación 7. Higiene

Esta tabla viene a ser una primera aproximación a la cultura como factor mediatizador entre el impulso primario y la conducta humana. Tomaremos el primer concomitante cultural para su desarrollo; esto es, el Abasto o Subsistencia: partiendo de la necesidad básica de nutrirse, ya vista en la Serie Vital analizada anteriormente, Malinowski plantea que los miembros de cualquier cultura, comen y beben, no sujetos a exclusivos recursos de la naturaleza, ni en completo aislamiento, ni por simples exigencias fisiológicas, sino que, por el contrario, en actos de comensalía; ya sea que coman juntos en una estera común o en un sector de terreno reservado para ese fin, rodeando el hogar o sentados en torno a una mesa, o congregados en un lugar público, hay una clara definición por parte de la cultura de las reglas bajo las cuales se llevará a efecto.

Imperativos Culturales. Los imperativos culturales que menciona Malinowski en su cuarto axioma, son definidos como el resultado de la tendencia del hombre a extender su seguridad y su bienestar, aventurarse en las varias manifestaciones del movimiento, acrecentar la velocidad y preparar tanto máquinas de destrucción como de producción. Los individuos en cualquier sociedad, se inician como carentes de armas naturales. A cambio de esto, el hombre produce agudas y pesadas armas, inventa y perfecciona instrumentos para cavar, se procura pieles de animales y prepara tejidos con fibras vegetales. Hay un factor positivo, según Malinowski, en esta derivación, pues presenta ventajas para la constante y reiterada explotación del medio; pero también hay un factor negativo, que sería el precio que el hombre debe pagar en virtud del adicional determinismo de su conducta. A la pregunta de si la sumisión a los imperativos culturales es tan absoluta como el sometimiento al determinismo psicológico, se contesta afirmativamente, ya que el hombre no está obligado, por determinismo natural, a cazar con lanza o con arco y flecha. Pero, una vez que tales invenciones han sido adoptadas, con el objeto de perfeccionar la adaptabilidad al medio, ellas se convierten en condiciones necesarias de la supervivencia. Un gráfico explicativo de lo anterior podría ser el siguiente:

Cultura (saberes, técnicas e instrumentos para cazar, recolectar o cultivar)

medio ambiente Necesidad básica de alimento

Resultados: 1. 2.

3.

En una primera instancia la cultura permite al hombre obtener el alimento que necesita. En una segunda instancia, a través de arreglos culturales, la satisfacción se obtiene diferencialmente en cantidad y calidad. Por ejemplo, los cazadores son los primeros en comer del animal cazado y sólo después que se han saciado, se permite comer del animal a los ancianos, mujeres y niños. En una instancia posterior, la necesidad de alimentación está mediatizada por una serie de normas que complican y dificultan la satisfacción buscada. Por ejemplo, las normas pueden establecer de forma restringida qué se come, cuánto se come, cómo se come, cuándo se come, con quién se come y dónde se come. Algunas religiones declaran inmundos o sagrados a ciertos animales, lo que impide que sean comidos, aunque se padezca de hambre (los judíos al cerdo en el primer caso, y los hindúes al ganado vacuno, en el segundo caso).

Tanto el equipo material en su producción económica y en su calidad técnica, como la pericia basada en el adiestramiento, el saber y la experiencia, las reglas de cooperación y la eficacia de los símbolos, son tan indispensables como lo son cualesquiera de los elementos, sólo fisiológicamente determinados. Más aun, podríamos decir, porque las técnicas y el conocimiento respectivo que reemplazan a otras formas que eran tradicionales, desplazan a éstas de la transmisión cultural por obsoletas y no corresponder a los avances logrados. Se enseñará a curar con fármacos una enfermedad y no con yerbas. Esa tradición se pierde, por lo menos en gran parte de la población. Si no se tienen fármacos no hay tratamiento, aunque en el patio de la casa exista por casualidad alguna de las yerbas mencionadas, pues nadie sabe para qué sirven. El determinismo de las nuevas necesidades y de los nuevos imperativos culturales, radica entonces en la pérdida del conocimiento de las anteriores técnicas de resolución y su desaparición de la realidad cultural concreta..

Institución y Función. Estos conceptos corresponden fundamentalmente a su segundo y cuarto Axiomas. Para Malinowski, el concepto de institución, es esencial en el estudio de la cultura porque proporciona a la ciencia antropológica la posibilidad de recurrir a una unidad posible de aislar de la realidad cultural, tanto en el campo de la observación como de la teoría . Y que es factible establecer a través de ella, el carácter de la relación permanente y necesaria de los componentes culturales presentes en una cultura; vale decir, la interacción de las tres dimensiones de ésta: los artefactos, las conductas organizadas y las creencias e ideas. Tal como apuntábamos anteriormente, para Malinowski el concepto de institución se encuentra en íntima relación con el concepto de función. Cualquier objetivo a alcanzar por un grupo, lleva implícita la necesidad de realizar actividades organizadas. Pues, si examinamos la conducta diaria de cualquier individuo, varón o mujer, joven o viejo, rico o pobre, vemos que todas las fases de su existencia deben relacionarse con uno u otro de los sistemas de actividades organizadas en los que puede ser subdividida nuestra cultura, la cual aquellos, en su conjunto, constituyen. Hogar y negocio, residencia y hospital, club y escuela, comité político e iglesia, en todas partes hallaremos un lugar, un grupo, un

estatuto normativo, reglas y una función. Siempre se tratará de la organización de ciertas personas para un propósito determinado, que ellas aceptan y que la comunidad reconoce. Malinowski aclara que las normas constitutivas representan la idea de la constitución, tal como es concebida por sus miembros y definida por la comunidad. Mientras que la función, es el papel que la misma institución juega dentro del esquema total de la cultura. De ahí que sea posible describir cualquier cultura precisando y analizando todas las instituciones en virtud de las cuales ésta se considera organizada. Para Malinowski, cualquier tipo de actividad efectiva, necesita organizarse de una sola y determinada manera, a fin de que pueda llegar a estabilizarse culturalmente e incorporarse a la herencia cultural de un grupo. El diagrama que propone es el siguiente:

Esquema de las Instituciones

Cuerpo de Normas o estatuto institucional Elemento humano Equipo material

Reglas

Actividades Función En donde el cuerpo de normas se define como el sistema de valores, para cuyo logro los seres humanos se organizan o se incorporan a organizaciones ya existentes; esto es, el estatuto que define los objetivos de fin nuevo o tradicional que se tiende a lograr. El elemento humano lo constituye el grupo regulado por principios de autoridad, división de funciones y la consiguiente distribución de privilegios y deberes. En cuanto a las reglas, estarían conformadas por las destrezas técnicas, los hábitos y los preceptos legales o mandamientos éticos. En lo que se refiere al equipo material estaría constituido por toda la implementación física, tecnológica y de habilitación material que es necesaria para lograr los fines de la institución. En lo que respecta a las actividades, el autor las refiere a la conducta concreta, haciendo una distinción con relación a las reglas que representarían el cumplimiento ideal exigido. Tomando en consideración que la institución es la verdadera unidad de análisis cultural, Malinowski dirá que no corresponde considerar rasgos aislados o complejos que no sean los que integran la estructura institucional. Por otra parte, sostiene que si bien es cierto que instituciones tales como la familia, el grupo de edad, etc., varían de una a otra cultura y, en algunos casos, dentro de la misma cultura, es posible formular una lista de tipos o clases de instituciones representativas de todas las culturas. Por ejemplo, la familia y el tipo de actividades basado en un permanente contrato matrimonial, en el cual la reproducción, la educación y la cooperación doméstica son los intereses dominantes, puede ser considerada como un rasgo de cultura universal. Para él, la manera de llegar a una tipología de instituciones, de carácter universal, es la de considerar principios generales que ligan a los seres humanos entre sí, en grupos permanentes. Uno de ellos es el de la reproducción, pues en todas las sociedades la relación entre marido y mujer, y entre padres e hijos, conduce a la formación de grupos pequeños, aunque en extremo importantes. Se puede hablar también del principio integrativo de la producción o del parentesco, toda vez que los lazos de paternidad tienden a extenderse y conducen a la formación de grupos de parientes más extensos. Fundamenta lo anterior, en que si no fuese posible señalar unidades aislables que presenten límites naturales de coordinación y correlación, el funcionalismo conduciría a un estéril registro de objetos relacionados e interrelacionados. Mientras que el estudio de las instituciones de una sociedad, permite un análisis más profundo de la cultura, pues constituyen una realidad cultural concreta que puede ser observada como un agrupamiento social definido. Al estudiar una institución, como un sistema de actividades organizado y establecido, es necesario determinar su naturaleza esencial y relacionarla con las otras funciones subsidiarias para, de este modo, poder definir su función. Por ejemplo, la familia es una unidad reproductiva, pero dentro del marco cultural, la reproducción incluye la socialización de las nuevas generaciones. La generación, el desarrollo ontogénico y cultural de éstas, es

la función de la institución de la familia. Ella transforma la materia prima, el ente biológico, en un ser social reconocido por la sociedad. El concepto de función, tal como Malinowski lo definía con referencia a la serie vital, es como el lazo entre la satisfacción y el impulso; pero, al introducir el concepto de institución, amplía su alcance y lo refiere, no a un acto aislado, sino a la suma total de elementos instrumentales relacionados con todos los impulsos de un cierto tipo. Así, ya no se define el concepto de función como “la contribución que una actividad parcial hace a la actividad total de la que forma parte”, sino que, más comprensivamente, se definirá como “la serie de elementos instrumentales que deben ponerse en contribución con referencia a los impulsos complejos y las múltiples satisfacciones de una necesidad”. En la última fase de su desarrollo teórico, Malinowski se muestra mucho menos enfático que en algunas de sus afirmaciones anteriores. Podríamos decir, que su postura es más conciliatoria y mesurada. Manifiesta que no está completamente seguro que sea definitivo lo que ha dicho sobre qué es la función de cada tipo institucional. Y que se siente más convencido de haber podido ligar funcionalmente los varios tipos de reacción cultural, tales como el económico, jurídico, educativo, al sistema de necesidades biológicas, derivadas e integradoras; esto es, los concomitantes culturales de los imperativos instrumentales. Finalmente, declara que el funcionalismo que postula, no es reacio a reconstruir el pasado según las concepciones evolucionistas, históricas o difusionistas. Que solamente insiste en que, a menos que se definan los fenómenos culturales tanto en su función como en su forma, puede conducirse a fantásticos sistemas evolucionistas o a estudios fragmentarios de hechos aislados. Termina con una proposición que defiende anteriores afirmaciones. Dice que el funcionalismo tiene fundamental validez como análisis preliminar de la cultura; y en el hecho que dota al antropólogo con los únicos criterios válidos para la identificación cultural: el análisis concreto de la cultura en instituciones y sus varios aspectos ya señalados.