Cuerpo a Cuerpo, Ariel Pennisi

CUERPO A CUERPO ¿Qué es un comentario, sino la posición más o menos exterior que asumimos frente a un texto, un hecho po

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CUERPO A CUERPO ¿Qué es un comentario, sino la posición más o menos exterior que asumimos frente a un texto, un hecho político o una desventura amorosa (sobre todo ajena)? En algunos casos, el comentario es la excusa para no hacerse cargo de un pensamiento, para llevar el cuerpo lo más lejos posible de la escena. El comentarista se vuelve un escritor bien educado que prefiere decir nada, entes que callar. Evita los hedores de un pensamiento, corpulento, pesado, pero evita también los efectos mordaces del silencio. En L’abecedaire, Deleuze silencia la “W”, cuando, según la lógica de su exposición televisiva, debía elegir para cada letra una palabra de cierta relevancia como disparador de una idea o una mirada; entonces, Claire Parnet sostiene incisiva: “Sí, es Wittgenstein...” Deleuze responde, antes que con una reflexión, con un tono violento, con una frase entrecortada y cargada, como si no hubiera lugar para términos medios. Silencio o ataque, pero no comentario. Ese cuerpo a cuerpo con el abecedario se inscribe en un modo de tomar la palabra, no tan arbitrario como forzado. El comentario hace pié en supuestos que dejan fuera al cuerpo y, aun volviéndose hacia el cuerpo, en la medida en que opera como comentario, evita el contacto, conjura la fuerza del problema y, en el peor de los casos, hace lugar a Narciso. Los párrafos del Nancy de Corpus1, como los cuerpos, acumulan rasgos y partes dislocadas, cargados de materia, arrugados de oraciones, pesados de ideas. Los fragmentos de 58 indicios sobre el cuerpo2, menos entreverados, son la colección abierta con que Nancy intenta dar cuenta del ser del cuerpo, es decir, en algún punto, del cuerpo del cuerpo: entre una tendencia que lo pretende tozudamente uno y la apertura que lo dispone al movimiento. El cuerpo sólo puede ser abordado tramo a tramo, recorrido como una geografía incierta, avanzado por la tuerca de Stalker3. El texto de Nancy no se propone una idea orgánica del cuerpo; es, antes que ello, una colección de partes, ejercicio de escritura que no explica, sino pellizca. Pellizca los órganos, incluso de a momentos el alma. Un alma demostrada a pellizcones es sólo una cara de ese doble movimiento supuesto por la experiencia de sí (“alguno se experimenta”4). Entre las partes, la fuerza que hace a la unión, un pensamiento del cuerpo, una ontología de la relación: partes entre partes. Cuerpo a cuerpo

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(2) Un cuerpo es un éxtasis de la materia. El cuerpo dice de la capacidad que la materia tiene de estallar, de salirse de sí. El cuerpo, antes que la conciencia, hace diferencia. “Es aparte”. Es su modo específico de ser. Parte de la materia, aparte como cuerpo. (4) Un cuerpo, antes que una métrica, es un modo de ser. Ser corpóreo, ancho, largo, armónico, deforme, sobre todo deforme.

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Nancy, Jean-Luc; Corpus; traducción de Patricio Bulnes; Arena Libros; Madrid; 2003. Nancy, Jean-Luc; 58 indicios sobre el cuerpo / Extensión del alma; traducción de Daniel Alvaro; Ediciones La Cebra; Buenos Aires; 2007. 3 Tarkovsky, Andrei; Stalker (1979) 4 Idem 3 (Extensión del alma) 5 La numeración reenvía a los indicios de Nancy (58 indicios sobre el cuerpo). Algunos disparan ideas diversas al propio indicio, otros enmudecen y los menos sólo dejan lugar al comentario o al plagio. 2

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(6) Un cuerpo es una estética, es “la forma de la forma”. Ningún canon, sólo un dibujo o figura singular, una existencia cuyo contorno coincide con su ser. Una estética de lo irrepetible. La forma de un alma que se da, pero no preexiste. (5) No sólo que el cuerpo no degrada la idea, más bien la idea es una dimensión inmaterial del cuerpo. Por ello Nancy afirma que un cuerpo “es inmaterial”, es también inmaterial. (7 / 8) Hay una materia sutil cuyo modo de ser es la insinuación: el alma. Un cuerpo es un lugar. No sólo está siempre en un lugar, sino que es la posibilidad de un tener lugar del alma. Mientras tanto, el alma allí se insinúa, aunque no sea otra cosa que insinuación. (10) ¿Es el cuerpo pesado para el alma? ¿Es la idea del alma que vuelve pesado todo cuanto atañe al cuerpo? ¿Por qué cagar habría de resultar pesado para el alma si resulta placentero para el cuerpo? Sólo una condena lo explica: el cuerpo estigmatizado como prisión del alma. (12) El cuerpo “siente todo lo que es corporal”. En realidad, sintiendo vuelve todo corporal. El cuerpo, en la medida en que siente, hace cuerpo. La sensación es el instante en que su hacer coincide con su ser. (13) El alma siente al cuerpo, es, antes que nada, ese sentir puntual. El alma es el cuerpo sintiéndose. El alma no es aparte, existe como bucle del cuerpo. Tiene lugar en el cuerpo, pero no está (aparte) en el cuerpo, es del cuerpo. Contenida, posibilidad del cuerpo, vuelta posible por el cuerpo. Hay cuerpo sin alma, pero no alma sin cuerpo. (11) La palabra es una suerte de libertad condicional para el alma, es el último registro material que la soporta. (9) Si el alma no es visible como el cuerpo, ¿qué clase de dispositivo, una vez descartado el ocular, es capaz de discernir un problema de alma? Nancy lo responde: la moral, o su versión antigua, la ética aristotélica. Ojos mecánicos del cuerpo, ojos morales del alma... (15) El cuerpo, continente finito de lo infinito. La relación envoltura-desenvolvimiento no es correlativa. En tanto envoltura, el cuerpo es una finita colección de partes; mientras que su capacidad de desenvolvimiento no encuentra los mismos límites. La lógica del desenvolvimiento del cuerpo no depende de su capacidad de envolver, sino de su potencia. (18) Un cuerpo es un alma en tanto está tocado por alguna gracia. El cuerpo no es la materia prima del alma, como la materia no es primera respecto del cuerpo. No hay materia prima, sino gracia que afirma al alma como cuerpo y al cuerpo como alma. (20) En términos corporales, entre una montaña y un glaciar se juegan similares diferencias que entre “Tú y Yo”. El cuerpo no categoriza, simplemente diferencia. (21) Un cuerpo difiere todo el tiempo. Así como no para de sentir, tampoco para de diferir. Un cuerpo difiere incluso de sí mismo. De hecho, “sí mismo” es el punto vacío de encuentro y desdoblamiento. Es un eufemismo, una comodidad del lenguaje, una engañifa del espíritu.

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(22) Los cuerpos, siempre dislocados, buscan su forma singularísima, de ahí la deformidad que los constituye. La forma de un cuerpo es la forma que puede ser en virtud de su despliegue existencial. El diseño ensambla materia muerta, su forma es matemática, su universo no admite principios deformantes. Su operación es desquiciada. (27) Un cuerpo sano parece silencioso a los ojos de un médico o al discurso médico incorporado por nuestro sentido común. Cuando un cuerpo no se dice síntoma, simplemente vive, se mueve, se excede a sí mismo, excediendo nuestra capacidad de lectura. Es la mirada médica, distante y aséptica que, justamente por su modo de mirar, silencia los excesos del cuerpo, que sólo se vuelve interesante bajo los signos de la enfermedad. (28) El cuerpo no es la tumba del alma, sino su desprestigio, su permanente adjetivación. Un cuerpo, como prestigio del alma, es un alma extensa, su permanente ejercicio. (29) Un cuerpo no se encuentra con otros, antes de ser él mismo encuentro. El encuentro antecede a los cuerpos que se encuentran. El encuentro da la medida de un cuerpo, recorta sus bordes y hace cuerpo de los bordes mismos. (30) El ser-ahí del cuerpo es su familiar extrañeza, pero también su extraña familiaridad. La propiedad supone una existencia garantizada por la pertenencia; el ser-ahí es apropiación sobre la puesta en riesgo del cuerpo. Pertinencia, no pertenencia. (32) El cuerpo tiene la enorme capacidad de ser externo, de ser lo externo. ¿Intencionalidad del cuerpo? Si comer un pescado equivale a “exhalar el adentro con sabor a pescado”, ¿podría decirse lo mismo desde la posición del pescado? El pescado no “exhala” porque no puede leer a su comensal. Los cuerpos intencionales son también cuerpos de placer en relación a otro cuerpo, incluso a sí mismos como otro, cuerpos que incorporan.6 (33) Llegar a “mi cuerpo” no significa alcanzar una meta, se trata más bien de un modo de vivir. Más cerca de una ética, llegar a mi cuerpo es ya un cuerpo. (34) Apropiación que acontece entre los cuerpos y entre las almas. Sólo poseo mi cuerpo abriéndome, mientras que mi cuerpo hace lugar para que en él me deje poseer. Sólo me adueño de mi cuerpo cuando lo acepto mi Señor. (35) Poseer un cuerpo depende de una doble relación de pesaje. Le peso alma y me pesa cuerpo. (36) Nunca un cuerpo es total. Siempre tirado por el cosmos, como por sus propias partes, tiende a desorganizarse. Nunca un cuerpo se cierra. (37) La embriaguez hace visible al espíritu. Desnuda y no viste con vergüenza. La vergüenza nace siempre del recuerdo posterior, vergüenza doble por haberse expuesto desnudo y por no haberse avergonzado. La vergüenza, en tanto reacomodamiento de la identidad, es arrepentimiento de la diferencia que recorre sin fin a los cuerpos.

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A pesar de sostener Nancy exactamente lo contrario. Si bien puede aceptarse la capacidad de exteriorización de un cuerpo, no por ello debe sostenerse que el cuerpo se reduce a dicha capacidad.

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(38) Veo tus señas, huelo tu cercanía, admiro tu llegada... tu cuerpo siempre llegando. Amo tus máscaras. (40) Hay un momento inerte del cuerpo, “el en sí del para sí”. Absolutamente efectivo, se reduce a los efectos directos sobre otros cuerpos; cuerpo que no lee, no considera. Cuerpo que se rompe antes que incorporar. Modo separado de estar vinculado, cuerpocosa, cuerpo de piedra, “en sí” petrificado. Sin embargo, goza de cierta libertad... (41) En el cuerpo coinciden secreto y exposición. Su secreto es su transcurrir, expuesto en su imposibilidad de exponerse completamente, ya que no es completamente. La exposición no es total ni parcial, es todo lo que puede ser. Un cuerpo es un ser, en tanto punto de ser –cuerpo puntual, diría Nancy. (42) Hacer es inconsciente. Un cuerpo es un hacer cuerpo. Un cuerpo se está siempre haciendo, inconscientemente. Mientras la conciencia se hace una idea del cuerpo, el cuerpo, inconsciente, se hace. Como no podemos hacernos una idea, sólo nos queda experimentar indicios y hacer algo con ello. Nunca el inconsciente asciende conciencia, el inconsciente hace (y se usa). El inconsciente es una fábrica... de cuerpo.7 (43) ¿Dónde termina un indicio y comienza otro? Cada párrafo o fragmento es la puerta que conduce a una habitación recién abandonada; allí sólo nos es permitido alcanzar una estela de cuerpo, esos calores momentáneamente retenidos en el aire. Primero “el cuerpo es material” (1), más adelante, “un cuerpo es inmaterial” (5). Una definición que dibuja y otra que desdibuja. Los indicios no son partes de un sistema, ni siquiera presumen coherencia, mas bien se tensan borrón y cuenta nueva. (45) ¿Dónde comienza y dónde termina mi cuerpo? ¿Qué es “mi”? Soy sin pertenecerme, cuerpo en retirada. Siempre me estoy yendo de donde nunca llegué. Sólo un cuerpo que huye y se huye, sólo instantes de mí, no sucesiones, sino intentos de intimidad en la duración. (46) Indicio tras indicio, el fracaso anunciado del recuento numerario da la medida de nuestras quimeras. Voluntad de totalización, peligrosa cristalización que fija temor la angustia existencial. De la angustia abierta al miedo cerrado. Y el miedo es mal consejero. (44) Cuerpo alquímico, expresión de alguna quintaesencia. Un néctar que produce alma y se expresa cuerpo. Los jugos de un alimento mueren si son decantados, separados. Sólo la fantasía de un cocinero podría disponer de éste o de aquel jugo como de una esencia digna de ser enfrascada. Ni un néctar es sustancia, ni un cuerpo es un frasco. Jugo irreductible, cuerpo expresivo, alma formal; unidos por un solo principio calórico que no funde, sino que difunde.8 (47) El cuerpo no alcanza a ser soporte de sí mismo, de todo lo que produce, ya que, en sus términos, producir es excederse. Continente de lo incontenible, geografía desfasada, mapa imposible. Lo que el cuerpo hace puede trazarse a medias, puesto que el cuerpo no para de excederse. Pulsión de afuera, el cuerpo hace existir lo otro y gracias a otro existe. Un cuerpo es siempre otro entre otros, pero en algunas oportunidades se avergüenza de lo que hace, del exceso, entonces dice yo, se vuelve un ego entre egos. La vergüenza censura, la vergüenza regula, la vergüenza humaniza. 7 8

Más cerca aquí de Deleuze y Guattari, que de Nancy y Lacan. La deflagración supone fenómenos de difusión términca...

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(48) La precisión del cuerpo no es otra cosa que su ineludible estar, su tosca realidad. Un cuerpo es ahí. Algo pasa en un cuerpo, algo hace cuerpo, pero siempre ahí. ¿Qué ocurre entonces con las energías que no se dejan localizar? No hay origen local, ni mucho menos trascendente respecto del cuerpo. Su precisión es física, pero no matemática. Su precisión es existencial. Precisamente, existe. (49) Un aforismo de Balzac: “La manera de andar es la fisonomía del cuerpo” Y continúa: “¿No es acaso aterrador que un observador profundo puede descubrir un vicio, un remordimiento, una enfermedad, viendo a un hombre en movimiento?”9 Una situación social es la puesta en marcha de todos los gestos, voluntarios e involuntarios, desde el saludo hipócrita, hasta el tic más ínfimo, desde el mayor cuidado de las formas, hasta el mínimo temblor de labios. Sin embargo, la psicología y la sociología son insuficientes, mientras que el igualitarismo humanista es un obstáculo; ya que “Nunca se puede decir dónde comienza lo singular y donde termina el tipo”10 (50) El humanismo que nos vuelve comparables, confina las singularidades a la más absoluta oscuridad. El retorno de lo incomparable (las singularidades), se presenta resentimiento, es decir, en algún punto, comparable. (51) No es deseable la belleza, sino bello lo deseable. (51 bis) ¿Qué es ese nuevo culto rendido al cuerpo? ¿De qué cuerpo se trata? Según Bergson, “El tímido podría dar la imagen de un ser a quien le estorba el cuerpo y busca alrededor suyo un lugar donde dejarlo.”11 El nuevo cultor del cuerpo da la imagen de un hombre a quien su cuerpo le angustia y busca sin timidez un lugar dónde tratarlo. La diferencia entre el tímido y el consumidor desvergonzado radica en la risa que produce el primero (lo cómico) y la tristeza que supone el segundo, cuerpo sin gracia. (52) El cuerpo existe y es al mismo tiempo indicio de la existencia. El andar del cuerpo, su vitalidad, es una colección de indicios. (53) El cuerpo, como anticuerpo del alma, es la salud que un alma enferma de pureza necesita. Mientras el alma tiende a separarse, el cuerpo la retiene entre sus mezclas. (54) “El cuerpo, la piel”. Este enunciado de Nancy se parece más a un aforismo de Hipócrates que a cualquier pasaje de la literatura médica. Ya lo decía el propio Nancy, no se trata de inspeccionar, sino de tocar. La piel es exposición y envoltura, el límite mismo del conocimiento. (55) Cuerpo-oxímoron, carne de tensiones irresolubles... (56) Cuerpo-indicial, carne de un puro asomar. El último gesto que hace cuerpo, “ahí” o “allí”. Un cuerpo es un modo de llegar, ese último gesto es llegar, aun en las cercanías de la muerte, momento en que supuestamente se está yendo. Un cuerpo, de hecho, muere cuando, materia inerte, deja de llegar. Cuerpo muerto, cuerpo sin gesto. ¿Hasta dónde vive un cuerpo? Eutanasia. 9

Balzac, Honoré de; Teoría del andar en Dime cómo andas, te drogas, vistes y comes... y te diré quién eres; traducción de Paula Brines; Tusquets Editores; Barcelona; 1998. 10 Idem 3 (58 indicios sobre el cuerpo). 11 Bergson, Henri; La risa; traducción de Manuel García Morente; Editorial Porrúa; México; 1996.

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(57) Cavernícolas sin remedio para nuestro ser arrojado a la fragilidad del contacto. La Idea dice que existir es enfermo, pero la solución que propone es peor que la enfermedad. (60) “No te comas las uñas”. Un enunciado que acusa un alma psicológica capaz de autoboicotearse a través del daño corporal ¿Un alma culpable? Soy un alma que se come las uñas... Y es que el alma tiene uñas. Un alma, antes que un complejo psíquico –y consecuentemente culpable- es un principio de funcionamiento indiscernible del cuerpo. (61) “¿Quién sos?” “¿De qué trabajás?” “¿Cómo te llamás?” Preguntas culpógenas, policiales y religiosas. Cuánto más libre poder responder a la pregunta por el cuerpo deseante: “¿Cómo funcionás?”

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