Cuentos de 100 Palabras

Plazas llenas de gente Las plazas siguen llenas de gente. Intolerable, claro. Pero las palomas mensajeras vuelan libres

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Plazas llenas de gente Las plazas siguen llenas de gente. Intolerable, claro. Pero las palomas mensajeras vuelan libres de balcón a balcón.” Quienes llenan el espacio público son distintos entre sí, tienen consignas diversas, piensan distinto unos de otros”, cuentan con horror los pregoneros. Ministros, emperadores y aspirantes al trono intercambian culpas, sin saber a quién pertenece toda esa gente, y en el fondo todos desean salir también a la calle, haciendo ver que ellos también son diferentes de los demás, de los suyos, e incluso de sí mismos si es necesario. Pero no se atreven. Las plazas siguen llenas de gente. Intolerable, claro.

Miércoles Es el día más inexistente, demasiado lejos del domingo como para propiciar melancolías, y demasiado lejos del sábado para acarrear esperanzas. Por eso muchas veces los miércoles desaparecen, dejan de existir, y la gente sin saberlo se ha comido un día, y tienen la sensación de que la semana ha sido corta. Los jefes de estado procuran no llamarse, pues saben que en otro país podría ser ya jueves, y se podría liar. Hay pueblos remotos a los que no puede llegarse en miércoles, pues no están, desaparecen ese día, y hasta las carreteras que llevan hasta ellos resultan inútiles.

Martes No es casualidad que su nombre provenga del dios de la guerra. El martes es día de armas airadas, el día en que las enemistades brotan, y en que las amistades mueren. Si uno es herido en martes con un cuchillo, es más difícil sanar, y la sangre derramada demanda de otras sangres y otras heridas. Si los jefes de estado se llaman ese día, se liará seguro. En algunas ciudades, si dos hombres se pelean siendo martes, nadie debe estorbarles: les rodearán y animarán gritando a su favorito, y dejarán que la fuerza y el coraje decidan el final.

Lunes Quedó atrás el fin se semana, otra vez la rutina, el despertarse pronto, el arrancarse con la ducha los restos de las pesadillas adheridas, el desayuno que no sabe a nada porque aún no somos nosotros. Ese día gris en el que el trabajo no avanza. Los ladrones no roban en lunes, pues saben que empleados y clientes estarán de mal humor. Los jefes de estado procuran no llamarse, para no liarla. En algunos países los lunes se consiente que la gente hable mal de los demás, e incluso se considera de mal tono ofenderse si ese día te insultan.

Domingo El peligro mayor de los domingos es creer que existen de verdad, pues todo en el domingo es sueño y es ficción. Los feligreses en la iglesia son marineros borrachos, tirados en los muelles, soñando su redención. El cura es sólo el sueño de un loco intoxicado. Los jefes de estado sueñan que ya no son culpables, y que pueden sonreír. Hay culturas que saben desde siempre que el domingo sólo puede soñarse, y por eso las noches del sábado las pasan bailando de modo ritual, y embriagándose, preparando un buen sueño, y protegiéndose de las pesadillas.

Sábado Es el día en que se enfrentan las religiones, aprovechado para tramar planes por quienes no lo creen sagrado, en curiosa simetría con el domingo, en que pasa lo contrario. Los sábados son los días en que acontecen las crisis de fe, y será un sábado cuando el sumo pontífice abrace el ateísmo. Hay religiones que prohíben trabajar ese día, en tanto que otras prohíben descansar, y hay ciudades donde es obligatorio abandonar la ciudad durante el sábado, para evitar precisamente ese tipo de discusiones, y fuera de los límites de la ciudad, que cada uno haga lo que quiera.

Viernes El viernes nos aboca al fin de semana, y toma de él su energía y su esperanza. Es un día de trámite, en el que los jefes de estado no se llaman más que para intercambiarse teléfonos o hablar de trivialidades. Los viernes, además, se suele dormir poco, pese al cansancio acumulado. Hay ciudades que prohíben totalmente que se duerma los viernes, y la policía municipal persigue muy en serio a los incívicos que se sientan en los bancos a dar cabezadas, y los ayuntamientos se encargan de que los vecinos, en sus casas, tampoco puedan dormir, pues es viernes.

Jueves Día de invenciones, sueños, ideas buscando ser plasmadas. Los planes para el fin de semana son su expresión más vulgar, pero quien conoce la fuerza del jueves procura poner excusas para no ir a trabajar, y se encierra en casa para escribir aquellas historias que lo atormentan, o construye con tizas de colores mundos imposibles en el asfalto, o danza bajo la lluvia, pues es jueves. Los jefes de estado no se llaman, ocupados en inventar utopías. Y hay lugares donde los jueves el trabajo se paraliza por completo, y por un día todos son poetas, o místicos, o actores.