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Cuba (extraído del sitio WEB “Revolución cubana”) Modelo social socialista Desde 1959, comenzaron a efectuarse en el país profundas transformaciones en su estructura política. Un arduo trabajo en el desarrollo de las estructuras sociales, hace que la sociedad se beneficie, creando valores humanos y solidarios y permitiendo a todos por igual el derecho a participar en la vida política, económica y social de la República de Cuba. El concepto de bienestar de la mayoría desplazó la vieja filosofía que garantizaba la calidad de vida solo de un pequeño grupo que ostentaba el poder económico y político. El triunfo revolucionario vino a cambiar el estatus de desplazados de las grande masas desposeídas. El derecho al trabajo, a la educación, a la salud se convierte en premisas de la sociedad cubana; por vez primera un gobierno que defiende también el derecho a la soberanía e independencia de un pueblo se preocupa por eliminar los lastres heredados de la seudo república tales como drogadicción, el crimen organizado, la corrupción, la prostitución y el abuso a la infancia, entre otros males. La estrategia del estado cubano estuvo clara desde los inicios de la revolución y respondía a los objetivos plasmados en el alegato de autodefensa de Fidel Castro en el juicio realizado por el asalto al Cuartel Moncada, titulado “La Historia me absolverá”. En dicho documento Fidel alude a la necesidad de realizar cambios radicales que estremezcan las estructuras económicas, políticas y sociales, den al traste con los abusos y la explotación. No debe pasarse por alto la capacidad de la revolución de revolucionarse a sí misma, manteniendo programas de desarrollo económico que permiten el ajuste y la toma de medidas coyunturales de acuerdo con el contexto económico internacional y que no han impedido mantener la fidelidad al programa político y social delineado desde los inicios del proceso. En las más difíciles circunstancias internacionales sometida a un intenso bloqueo que ha pretendido hundirla como nación, Cuba ha logrado salir airosa y mantenerse fiel a su proyecto de crear una sociedad distinta, más justa y más humana, para el bien de todos sus integrantes, sin distinción de razas, sexo o capacidades físicas. Economía Antecedentes Los rasgos fundamentales del desarrollo económico en Cuba antes de 1959 son el resultado, ante todo, del sistema de relaciones de producción que existía en el país y que sintetizan la situación dependiente de la economía del país del capital norteamericano. La economía cubana era controlada por inversionistas estadounidenses, a fin de garantizar que la misma ocupara el lugar por ellos asignado de monoproductora de azúcar y multimportadora de productos norteamericanos. En este sentido, baste señalar que las inversiones de Estados Unidos en Cuba se elevaron de 50 millones de dólares en 1896 a 160 millones en 1906, a 205 en 1911 y a 1 200 millones en 1923, que incluían la propiedad de las tres cuartas partes de la industria azucarera. Después de la Segunda Guerra Mundial, Con las ventas de azúcar limitadas por cuotas, tanto en el mercado norteamericano como en el llamado mercado mundial, este sector perdió atractivo. La producción de azúcar estaba estancada y el valor de las acciones de las empresas extranjeras, tendieron a decrecer sistemáticamente en los centros bursátiles de Estados Unidos. El capital extranjero fue retirándose del sector, y este proceso se intensificó durante la década de los años 50, quedándose las empresas de Estados Unidos con menos centrales, pero los más rentables. La mayor parte de las inversiones de las empresas transnacionales en el período de postguerra se orientaron a la modalidad de crear capacidades que permitiesen controlar el mercado nacional interno, incluyendo la construcción de hoteles en Cuba por parte de empresas extranjeras, la mayor parte de los cuales se concibieron como grandes casinos de juego. Desde la época colonial, la estructura de tenencia de la tierra en Cuba se caracterizó por la presencia de inmensos latifundios, con un sistema de explotación extensiva y una bajísima productividad del trabajo, junto a pequeños minifundios, en su mayoría dedicados a la agricultura de subsistencia y con muy bajos niveles de productividad. “El ochenta y cinco por ciento de los pequeños agricultores cubanos está pagando renta y vive bajo la perenne amenaza del desalojo de sus parcelas. Más de la mitad de las mejores tierras de producción cultivadas está en manos extranjeras. En Oriente, que es la provincia más ancha, las tierras de la United Fruit Company y la West Indies unen la costa norte con la costa sur. Hay doscientas mil familias campesinas que no tienen una vara de tierra donde sembrar unas

viandas para sus hambrientos hijos y, en cambio, permanecen sin cultivar, en manos de poderosos intereses, cerca de trescientas mil caballerías de tierras productivas. Si Cuba es un país eminentemente agrícola, si su población es en gran parte campesina, si la ciudad depende del campo, si el campo hizo la independencia, si la grandeza y prosperidad de nuestra nación depende de un campesinado saludable y vigoroso que ame y sepa cultivar la tierra, de un Estado que lo proteja y lo oriente, ¿cómo es posible que continúe este estado de cosas?” La historia me absolverá Triunfo Revolucionario A partir del triunfo de la Revolución en 1959, la esencia de las transformaciones económicas más importantes de esa etapa estuvo dada, en primer lugar, por la necesidad de romper la estructura agraria del país. Con ese objetivo, se promulgó en mayo de 1959 la primera Ley de Reforma Agraria, que eliminó la propiedad latifundista y redistribuyó aproximadamente el 67 por cientode las tierras en favor de los pequeños agricultores y del Estado. Se creó así el sector estatal en la agricultura, que pasó a controlar alrededor del 40 por ciento de las tierras; se liberó al campesino del pago de rentas y de la explotación de intermediarios y usureros; se crearon las bases para formas superiores de producción agrícola; se contribuyó decisivamente a la eliminación del desempleo en las zonas rurales y se produjo una redistribución de los ingresos a favor del campesinado, que se estima alcanzó entre 250 y 300 millones de pesos al año, ampliándose el mercado interno del país. La segunda Ley de Reforma Agraria, promulgada en octubre de 1963, tuvo un marcado carácter socialista, orientado a eliminar las relaciones capitalistas de producción en la agricultura. Tanto la primera como la segunda Reforma Agraria, posibilitó entregar la tierra a quien la trabajaba bajo condiciones de arrendatario, sub-arrendatario y precarista. Se distribuyó 1,1 MMhá y quedó en manos del estado unos 7,8 Mmhá (algo más del 70% de la superficie total), creándose el sector estatal en la agricultura cubana. La Nacionalización y confiscación de los bienes de los malversadores con el erario público y negocios sucios amparados por los gobiernos anteriores a 1959 constituye otro aspecto esencial de las transformaciones socioeconómicas de ese período. El Gobierno cubano revolucionario negoció con los gobiernos de los países, cuyas empresas habían sido afectadas por estas medidas y accedió a compensarlas mediante tratados globales. Los pagos por concepto de indemnización de propiedades extranjeras nacionalizadas en Cuba, sumaron 60 millones de dólares. Entre 1963 y 1970, el Producto Social Global aumentó un 51,8 por ciento, para una tasa media de crecimiento del 6,1 % anual; el producto material a precios constantes promedió un incremento anual del 5,3 % y la producción azucarera subió un 38,7 %. En este primer período de la Revolución la supervivencia frente a la subversión y las agresiones militares alentadas por Estados Unidos, y el bloqueo económico, ocuparon el esfuerzo principal de la nación. A partir de 1970, se crearon condiciones favorables al impulso de la actividad económica. En primer lugar, se sentaron las bases para una reestructuración a fondo del sistema de dirección económica, enfatizándose la solución de algunos problemas fundamentales de gestión y estímulo, todo ello, en el marco del un proceso de institucionalización del Estado, que culminaría en 1976. En segundo lugar, se produjo un fortalecimiento de la planificación y se concretó un nuevo esquema de plan, para el desarrollo económico hasta 1975. Por último, en el período se produjo una coyuntura económica internacional favorable a los precios del azúcar, lo cual incidió positivamente en la recuperación económica del país. Las relaciones de colaboración entre Cuba y el campo socialista europeo, alcanzaron un nivel superior con el ingreso de la Isla en el Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME), en 1972. Esto significó que Cuba tuviera acceso a los insumos necesarios para los procesos productivos; mientras que a la misma vez, se contaba con un mercado seguro para nuestras producciones, incluso con precios preferenciales. Se abrieron posibilidades para el desarrollo de programas conjuntos y otras ventajas. En el marco del CAME, en los quinquenios 1976-1980 y 1981-1985, tuvo lugar un notable desarrollo en la infraestructura económica del país, con inversiones importantes en casi todas las ramas industriales, en particular, la generación de energía eléctrica, la creación de presas, embalses y sistemas de riego agrícola, la red de viales y pavimentación, el sector de la construcción, y se registró un desarrollo ascendente en el nivel de vida de la población.

Periodo Especial Mientras que el país se encontraba imbuido en este arduo proceso, se produjeron en el ámbito internacional acontecimientos trascendentales. La desintegración del campo socialista y particularmente la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, así como la desaparición del CAME, incidieron de forma directa y abrupta en la economía nacional. En su discurso del 26 de julio de 1989, Fidel expresó: “Tenemos que ser más realistas que nunca. Pero tenemos que hablar, tenemos que advertir al imperialismo que no se haga tantas ilusiones con relación a nuestra Revolución y con relación a la idea de que nuestra Revolución no pudiera resistir si hay una debacle en la comunidad socialista; porque si mañana o cualquier día nos despertáramos con la noticia de que se ha creado una gran contienda civil en la URSS, o, incluso, que nos despertáramos con la noticia de que la URSS se desintegró, cosa que esperamos que no ocurra jamás, ¡aun en esas circunstancias Cuba y la Revolución Cubana seguirían luchando y seguirían resistiendo!” Discurso pronunciado en el Acto Conmemorativo Por el XXXVI Aniversario del Asalto Al Cuartel Moncada, Plaza Mayor General “Ignacio Agramonte, Camagüey, 26 de Julio de 1989. Cuba, que durante más de 30 años ante las condiciones impuestas por el bloqueo norteamericano había tenido que orientar más del 85% de su comercio exterior hacia los países del campo socialista, se vio en la disyuntiva de comenzar una nueva y aún más difícil reorientación de su economía, bajo la multiplicada hostilidad de los Estados Unidos, sin mercados, sin financiamientos ni créditos de organismos internacionales, y a merced de las relaciones mercantiles internacionales. La crisis puso en duda la sobrevivencia misma de la Revolución. Por ello, empieza a enfrentarse en septiembre de 1990 con una estrategia de sobrevivencia y desarrollo, mediante un grupo de medidas dentro de un programa para un periodo especial en tiempo de paz, que significó la entrada de Cuba en la crisis económica más profunda de su historia. Como respuesta a estas circunstancias tan adversas, el gobierno acudió a la despenalización del uso y tenencia de divisas en el territorio nacional, a la cooperativización de las antiguas granjas estatales y a la expansión del trabajo por cuenta propia, medidas todas que se aprueban entre agosto y septiembre de 1993. Esta nueva etapa de la Revolución Cubana se conoce con el nombre de Periodo Especial. Cuba, al ser un país socialista, tiene un claro predominio en su economía de la propiedad estatal socialista y la cooperativa, como formas de propiedad socialista; pero también existe la pequeña propiedad privada constituida fundamentalmente por cuentapropistas y pequeños productores agropecuarios y pequeños negocios privados, que coexiste con la propiedad socialista. 1994-1999: Crecimiento Económico La situación económica del país comenzó a dar señales de un lento proceso de recuperación, a pesar de los efectos de la controvertida Ley Helms-Burton, aprobada por el gobierno norteamericano, en marzo de 1996. Los primeros signos de esta recuperación, fueron percibidos en 1994 con un crecimiento del 0,2 por ciento del PIB. Para finales de la década de los años 90 Cuba había estabilizado el crecimiento de la economía (3,4% promedio anual para el período 1994-1999) con equilibrios macroeconómicos consolidados, si bien altamente sensibles, en especial por la existencia de tres monedas circulando en el país (el dólar norteamericano, el peso cubano y el peso cubano convertible), y la existencia de dos tipos de cambio. Se había producido además otro hecho relevante, junto a la producción azucarera (que inicia su decadencia hacia 1996) y el turismo (en franco dinamismo) aparecen dos nuevos “motores de crecimiento”: las remesas (en lo fundamental provenientes de EEUU) y la Inversión Extranjera Directa, cuyo manejo discrecional le permitió al gobierno concentrarla en sectores que resultaron clave para los esfuerzos de reconstrucción de la economía. La zafra azucarera de 1996 es considerada por especialistas cubanos como la más eficiente desde 1985, a pesar de que los volúmenes alcanzados distan mucho del promedio de producción. Otro sector que sustentó la dinámica del crecimiento económico, en 1996, fue el turismo, cuyo aporte neto a la economía nacional aumentó en un 50%, respecto al año precedente, cumpliendo su plan. El flujo de turistas llegó al millón en 1996, cifra por primera vez alcanzada en Cuba, y los ingresos brutos totales de este sector se elevaron a unos mil 400 millones de dólares, suma significativamente mayor que la del período precedente y con un mejor rendimiento de los costos. Además se pusieron en práctica un conjunto de medidas y transformaciones organizativas y económicas que se implementaron en el país, tales como: reducción institucional del Estado,

eliminación del monopolio estatal sobre el comercio exterior, creación de las Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC), incremento de precios a diversos bienes y servicios, promulgación de un nuevo sistema tributario, introducción paulatina del peso convertible, ampliación de las posibilidades del ejercicio del trabajo por cuenta propia, entre otras. 1999-2007: Reajuste funcional A partir de 1999 aparecen señales que indican el comienzo del reajuste funcional, nuevamente hacia formas más centralizadas de dirección de la economía. El punto culminante de ese proceso es la creación de la “Cuenta Única del Estado” y la creación de la Comisión de Asignación de Divisas. Con el objetivo de ganar en eficiencia en el uso de las escasas divisas con que contaba el país; además de que significó la disponibilidad en el corto plazo de una cantidad importante de divisas para la economía nacional. La divisa que más entra a territorio nacional debido al turismo es precisamente el dólar. Producto al bloqueo, Cuba tiene prohibido el uso de dólares para la adquisición de productos en el exterior, teniendo que obtener otra divisa para poder realizar sus transacciones internacionales. En un momento determinado, el dólar tuvo una fuerte caída, lo que significaba la perdida de una importante cantidad de divisas para nuestra economía, cuando nos veíamos obligados a cambiar este dólar devaluado. Así, el gobierno cubano se vio en la necesidad de estimular la entrada a nuestro país, de otro tipo de divisas que no fueran los dólares norteamericanos. En vista de esto, se decidió aplicarle un gravamen del 10 por ciento al cambio del dólar dentro del territorio nacional, lo cual no se aplicaría a ninguna de las otras divisas. De 1999 a 2007 se pueden distinguir claramente dos períodos: el primero correspondiente a inicios de la primera década del siglo (de 2001 a 2003), con un crecimiento económico que no rebasó el 3% promedio de crecimiento anual; y el segundo correspondiente al período 20042007, con una tasa de crecimiento del 6,1% promedio anual y donde es inobjetable el efecto positivo de la apertura del mercado venezolano a los servicios médicos cubanos, así como la reorientación de las importaciones de combustible desde ese país bajo condiciones más favorables y la consolidación de proyectos de cooperación y negocios con Venezuela, bajo la propuesta del ALBA. Coincide también en estos años la reanimación del comercio con China y el acceso de Cuba a líneas de crédito a medio plazo que impactan positivamente en el crecimiento económico y la renovación de servicios e infraestructura (transportes –público y de carga–, autobuses, ferrocarriles y camiones) e inversiones en minería y otros sectores. En el 2006 se destacó con un crecimiento del PIB del 12,5%, la cifra más elevada de la historia revolucionaria, expresión de la tendencia a la consolidación gradual de la economía que se registra desde el 2004. Lo alcanzado en el 2006 resulta también la más elevada de la región y supera ampliamente el promedio del 5.3% reportado para América Latina y el Caribe, según la CEPAL. El crecimiento de los últimos años es el fruto del enorme esfuerzo desplegado para elevar el nivel de las inversiones que aseguren producciones y servicios fundamentales, reflejo del desarrollo de importantes obras sociales y se apoya en el incremento de los niveles de actividad de prácticamente todas las ramas de la economía. Los principales rubros de la economía cubana son el turismo, el níquel y los servicios de conocimientos. 2008: El reto de tres huracanes y una crisis económica global En el año 2008 la economía cubana se enfrentó a una compleja combinación de factores. Sobre ella influyeron elementos favorables que comenzaron a arrojar resultados iniciales como son las decisiones de política económica y de organización en la agricultura y en especial en la producción de alimentos, los avances en la revolución energética y en la recuperación del transporte y el turismo, junto a otros de signo muy negativo como los tres huracanes que provocaron enormes pérdidas por 9 mil 722 millones de dólares, la persistencia del bloqueo y la crisis económica global que hizo sentir los efectos sobre nuestro país. En medio de esa desfavorable situación se aprecian importantes logros como el incremento de la pensión mínima hasta alcanzar 200 pesos y la prestación mínima de asistencia social hasta 147 pesos, lo que representó un gasto adicional de 810 millones de pesos. Esta atención solidaria hacia los pensionados y beneficiarios de la Asistencia Social es exactamente lo contrario de lo que el capitalismo en crisis económica destina a los pensionados. La producción de petróleo y gas en términos de petróleo equivalente creció 1,3 por ciento y se dispuso de más equipos de perforación.

La Revolución Energética continuó avanzando con la instalación de mayor cantidad de grupos electrógenos de fuel oil, la eliminación del 90 por ciento de las zonas de bajo voltaje, la reducción en 13 por ciento de los apagones en relación al año 2007 y de 24,2 por ciento respecto al 2006, la entrega del 94 por ciento de los nuevos refrigeradores, entre otras acciones. El consumo de combustible mostró un ligero avance en el ahorro y un mejor trabajo coordinado entre el Ministerio de Economía, los organismos y los Consejos de la Administración Provinciales, aunque continuaron presentes las demandas por encima de los consumos históricos, los cálculos erróneos y generalmente por encima de lo necesario y los controles vulnerables e incompletos. Continuó la costosa, compleja y necesaria recuperación del transporte, con crecimientos aún insuficientes, pero reales en la transportación de carga y de pasajeros, el ingreso de nuevos equipos y el avance gradual en la organización y el uso racional de ellos. La Biotecnología aportó nuevos resultados estimulantes al aumentar sus exportaciones en 20 por ciento con relación al año 2007 y alcanzar un bajo costo en divisas y en consumo energético, aun asumiendo los costos en divisas de los más de 150 importantes productos que entregan al sistema nacional de salud. La Biotecnología cubana, con menos de 10 mil trabajadores alcanza una alta productividad, es capaz de abrirse paso en el sofisticado mercado mundial de la Biotecnología, exporta a más de 40 países, obtiene ingresos para la reproducción y expansión del sistema, y establece el prestigio de la ciencia cubana con fábricas de propiedad mixta en China e India. En el estratégico sector de la producción de alimentos se produjeron necesarias transformaciones organizativas y de ordenamiento que se encuentran dando sus primeros pasos. En ese sentido se pueden mencionar: Entrega de tierras ociosas en usufructo a personas naturales o jurídicas que las soliciten Reordenamiento en el MINAZ y el MINAGRI que incluyó la creación de las Delegaciones Municipales de la Agricultura, el Grupo Industrial Arrocero, el Centro Nacional de Control de la Tierra Reorganización de las actividades de Cultivos Varios y Ganadería Vacuna Elevación del precio de acopio de la leche y la entrega directa por los productores a los centros de venta (esta medida ratificó su efectividad al incrementarse la producción en 16 %, lo que equivale a no importar 7 mil toneladas de leche en polvo). En el año 2008 han tenido lugar tres sucesos internacionales de trascendental significado político, económico y social. Ellos son la crisis económica global engendrada por el capitalismo, el derrumbe del neoliberalismo que dominó el pensamiento y la política en las últimas tres décadas y la marcha de América Latina y el Caribe hacia una integración de nuevo tipo, que incluye la derrota total del aislamiento de Cuba y nuestra incorporación a ella con plenos derechos. Política Exterior En los años de lucha independentista, la política exterior de Cuba solo representaba la subordinación colonial, primeramente hacia España y luego hacia los Estados Unidos de América. En el periodo correspondiente a la neocolonia, del 20 de mayo de 1902 a 1959, “la política exterior de la nación cubana fue dócil trasunto de los dictados de la Embajada yanqui”1. El organismo de la administración central cubana para las relaciones exteriores se denominaba Secretaría de Estado y funcionaba precisamente como una dependecia de la Secretaría de Estado de Washington. “La independencia mediatizada, la creciente sujeción de la economía a la maquinaria financiera y comercial de Estados Unidos y el contubernio de la burguesía criolla y la cacocracia politiquera con los círculos imperialistas norteamericanos, enyugaron la política exterior de Cuba, hasta el 1ro. de enero de 1959, a los intereses políticos, económicos, diplomáticos y militares del Gobierno yanqui. La actividad del servicio diplomático cubano estuvo al servicio de esa estructura semicolonial de poder.” Triunfo de la Revolución “La genuina diplomacia cubana surgió después del 1ro. de enero de 1959. Con el triunfo de la Revolución y el advenimiento al poder de la clase obrera, la política exterior de nuestro país dio un viraje de 180 grados. […] La política exterior del Gobierno Revolucionario la dictan los principios, las necesidades y las aspiraciones del pueblo cubano, de los movimientos de liberación de América Latina, África y Asia y del Movimiento Comunista Internacional.”3

El 23 de diciembre de 1959 la Secretaria de Estado se nombra Ministerio de Relaciones Exteriores,”…Cuba había asumido la conducción por si misma de su política exterior y se proponía el establecimiento de relaciones, en pie de igualdad, con todos los países, sin distingos de sistemas sociopolíticos ni ideologías.”4 El Ministerio de Relaciones Exteriores tiene por misión ejecutar la política exterior de Cuba, contribuir a su elaboración, promover y defender en las relaciones internacionales los principios, valores e intereses que la sustentan. Su actuación se basa en los lineamientos e instrucciones que emanan de la Asamblea Nacional del Poder Popular como órgano supremo de la República, del Consejo de Estado y del Consejo de Ministros; es, según establece la constitución de la República, el órgano rector de la política exterior de Cuba y trabaja en estrecha coordinación con los demás Organismos del Estado. El Partido Comunista de Cuba (PCC) en 1975 señalaba que la Política Exterior de Cuba tiene como punto de partida, según reza en su Plataforma Programática, la subordinación de las posiciones cubanas a las necesidades internacionales de la lucha por el socialismo y por la liberación Nacional de los pueblos. Se adhiere a los principios básicos del Derecho Internacional: el respeto a la soberanía, la independencia y la integridad territorial de los Estados; la autodeterminación de los pueblos; la igualdad de los Estados y los pueblos; el rechazo a la injerencia en los asuntos internos de otros Estados; el derecho a la cooperación internacional en beneficio e interés mutuo y equitativo; las relaciones pacíficas entre los Estados, y demás preceptos consagrados en la Carta de las Naciones Unidas. Columnas vertebrales de la política exterior cubana son el internacionalismo, el antimperialismo, la solidaridad y la unidad entre los países del Tercer Mundo. Condenando toda práctica hegemonista, injerencista y discriminatoria en las relaciones internacionales, así como la amenaza o el uso de la fuerza, la adopción de medidas coercitivas unilaterales, la agresión y cualquier forma de terrorismo, incluyendo el terrorismo de Estado. Así como cualquier tipo de discriminación por razones de raza, credo u opinión. Actualmente Cuba tiene relaciones diplomáticas con 180 países. Logros y retos de la revolución cubana Raúl Romero Versión para impresión 09/02/2010 Opinión Han pasado ya cincuenta años desde que la sociedad cubana, encabezada por el Movimiento 26 de Julio, derrocó al dictador Fulgencio Batista y a la oligarquía de la isla. Desde entonces mucho se ha dicho sobre ese proceso que influyó –e influye- en toda América Latina. Sin embargo, ante la crisis[2] que actualmente enfrenta el capitalismo neoliberal, manifestada en una de las más grandes recesiones económicas de la historia, aunado al ascenso de gobiernos de corte socialista en el continente americano, se vuelve indispensable reflexionar sobre los logros y retos que hoy enfrentan la sociedad y el Estado en Cuba; este es el objetivo del presente ensayo. La tarea no fue fácil. Las miles de páginas que se han escrito sobre el tema fueron al principio una fuente de información valiosa. Más tarde, a la hora de discriminar y seleccionar información, se convirtieron en un obstáculo. Por ello, en este escrito intentamos recuperar las generalidades que aparecen en la literatura sobre el tema. El trabajo se divide en tres partes. En el primer apartado analizamos los logros en materia de educación, salud y vivienda; los cuales son reconocidos como “derechos fundamentales” por la Organización de las Naciones Unidas (ONU). En este punto nos apoyamos con algunos datos estadísticos con la intención de apegarnos lo más posible a la realidad, evitar el autoengaño y argumentar “objetivamente” nuestra posición en cuanto al tema. En la segunda parte analizamos los elementos que marcan la diferencia entre el socialismo cubano y “socialismo realmente existente” reproducido en la hoy extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Al final, planteamos algunas interrogantes y enumeramos parte de las deudas que el Estado cubano tiene con su pueblo. I. Los logros: educación, salud y vivienda. Uno de los grandes logros en lo teórico y en lo práctico de la revolución cubana, es que ha sabido transformarse a medida que el orden mundial y las nuevas relaciones sociales se lo exigen. Quizá por ello la revolución cubana ha enfrentado con éxito diferentes momentos críticos de su historia nacional y del continente: desde la etapa de dictaduras neoconservadoras

impuestas y financiadas desde Estados Unidos de América en América Latina, los varios intentos por derrocar o asesinar al ex - presidente Fidel Castro –también apoyados por EUA-, hasta la caída del bloque soviético, principal socio económico y aliado político de la mayor de las Antillas. Dos ejemplos basten para ilustrar este reordenamiento en la política cubana. El Partido Comunista de Cuba (PCC), “fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado”[3], se autodefinió desde su origen como ateo, atendiendo así la premisa marxista que dice que las religiones son el “opio del pueblo”. Este hecho reflejaba un marxismo ortodoxo incompatible con la realidad latinoamericana, la cual se caracteriza por contar con una sociedad mayoritariamente católica. En 1980, como respuesta resultado de la crítica de la sociedad nacional e internacional, el PCC se redefinió como laico[4]. Esta apertura encuentra su máxima expresión en 1998 cuando por vez primera Juan Pablo II (quien fue considerado uno de los responsables del declive del comunismo europeo) visitó Cuba. Otro de los temas sobre los cuales se han hecho fuertes críticas al Estado cubano, y sobre el cual también se evidencia una apertura en cuanto a las políticas gubernamentales, es el referente a la diversidad sexual. Muchos son los detractores que han calificado de “homofóbico” al gobierno de Fidel Castro, sin embargo no dicen nada cuando se trata de reconocer que desde hace algunos años el gobierno cubano también se sumergió en la batalla por el respeto a las diferencias sexuales. En 2004 el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) empezó una amplia campaña por la diversidad sexual, que materializó sus logros en 2008 cuando se celebró en la Isla el Día Mundial contra la Homofobia. Por la misma línea, en marzo de 2009 tuvo lugar la Campaña por el respeto a la libre orientación sexual, evento que concluyó con la firma de la resolución número 126 suscrita por el ministro de Salud Pública José Ramón Balaguer y en la en la cual se establece la creación de un Centro de Atención a la Salud Integral de las Personas Transexuales. Esta nueva institución se encargará de realizar tratamientos médicos totales o parciales de cambio de sexo. Pero no es en el área de religión o de sexualidad donde el gobierno cubano ha alcanzado sus máximos logros, sino en garantizar a la sociedad cubana los derechos fundamentales más importantes: alimentación, salud, educación y vivienda. En materia de salud los logros son innegables. Ilustremos con algunos datos. La alimentación está garantizada por el Estado; mediante la entrega de una canasta básica se asegura la ingesta necesaria de proteínas, carbohidratos y grasas; componentes de una alimentación sana (conocidos en la nutriología como macronutrientes). La esperanza de vida al nacer en Cuba es de 77 años y por cada 158 habitantes existe un médico. En 2005 el porcentaje del Producto Interno Bruto destinado a los servicios de salud en Cuba representó el 7.1%, mientras que en México para el mismo año fue de 6.4%. De igual forma, el porcentaje del gasto total en salud por parte del gobierno cubano en el mismo año fue de 90.8%, mientras que el gobierno de los EUA únicamente cubrió 45.1% y el mexicano el 45.5%[5]. Cierto es que las diferencias demográficas y económicas entre estos países son enormes, pero el ejemplo nos es útil si se trata de señalar el compromiso que el gobierno cubano tiene en este campo. El sistema de salud de Cuba tiene cuatro niveles: el médico de la familia, que vive a unas cuantas cuadras de la casa; el policlínico del barrio; el hospital del la zona; y los institutos especializados. Los servicios de salud son gratuitos, incluyendo los de tecnología avanzada. No está por demás decir que en esta materia aun existen fuertes problemáticas; basta mencionar la inexistencia o escasez de ciertos medicamentos, insumos y equipos médicos, lo anterior como consecuencia del bloqueo económico impuesto y ratificado por los distintos gobiernos de EUA desde 1962 y que a la fecha se calculan en 93,000 millones de dólares las pérdidas, según datos del gobierno encabezado por Raúl Castro. En educación los logros también son irrefutables. Como resultado de la Campaña Nacional de Alfabetización y Postalfabetización iniciada desde 1959, Cuba se autoproclamó como Territorio Libre de Analfabetismo el 22 de diciembre de 1961. La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura –UNESCO, por sus siglas en inglés- señala que el 99.8% de los cubanos mayores de 15 años saben leer y escribir, porcentaje que alcanza el 100% en la población entre 15 y 24 años[6]. Como es sabido, Cuba es un “Estado socialista” y casi todos los bienes de la nación y que de sus tierras y mares se obtienen son propiedad de la sociedad y administrados por el Estado, sin embargo, éste reconoce la necesidad que el pueblo sea propietario de sus viviendas. El artículo noveno constitucional dice que el Estado trabajará para que cada familia “tenga una vivienda confortable”; punto que es ratificado en la Ley General de la Vivienda:

“La propiedad personal de la vivienda debe entenderse en el verdadero sentido de esa forma de propiedad en las condiciones concretas de construcción del socialismo en nuestro país, es decir, esencialmente como el derecho de disfrutar de una vivienda por el propietario y su familia, sin pago alguno después de abonar su precio, sin que en ningún caso puede el derecho de propiedad personal de la vivienda convertirse en un mecanismo de enriquecimiento ni de explotación.”[7] Varios especialistas en el tema han dirigido su crítica al sistema cubano señalando que estos logros se han conquistado a costa de la libertad individual o de restricciones políticas. En el siguiente apartado analizamos cómo esas libertades democráticas también son un hecho en Cuba, aunque aun tienen algunas deficiencias. II. Liberación, emancipación y democracia: construyendo un nuevo socialismo La libertad y la democracia son valores que se refuerzan y se vuelven bandera en la modernidad. El proyecto ilustrado se propuso liberar a los hombres de las cadenas del oscurantismo y construir redes de redistribución del poder en nombre de la igualdad. Libertad, igualdad y fraternidad fueron las banderas de la Revolución francesa, símbolos de transición social y de ruptura con el sistema anterior. Sin embargo –como ya lo señalaron Adorno y Horkeimer[8]-, esta misma modernidad civilizada y racional, en lugar de promover la liberación de las naciones, reprodujo las formas más crueles de esclavitud y discriminación racial; “capitalismo salvaje” como lo llama Samir Amin[9]. El liberalismo-capitalista hizo de la libertad su emblema. Pero, como ya señaló Marx desde hace dos siglos, se limita solamente a la libertad de mercado, por lo que la “libertad” es degenerada en mercancía a la que sólo tienen acceso aquellos quienes pueden pagarla. Como en muchos de los países que fueron colonia, en Cuba la lucha por la libertad pasa por la lucha de liberación nacional. El movimiento que se levantó contra la dictadura de Batista evidenció la sobrevivencia de estructuras impuestas desde la colonia que imposibilitaban el desarrollo integral de la nación y fortalecían la dependencia ya no hacia el Imperio español, sino hacia el imperialismo construido desde los EUA. El antropólogo mexicano Jorge Alonso señala al respecto que “la lucha de la sociedad cubana es un ejemplo de emancipación, de liberación del dominio imperialista norteamericano y de dignidad en la autodeterminación”[10] Este antiimperialismo distintivo de la Revolución en Cuba fue, junto al humanitarismo, el argumento principal para tender lazos solidarios con otros pueblos del mundo: apoyo logístico, asistencia médica, ayuda en procesos de alfabetización y otras formas de solidaridad son parte del “capital social” que Cuba ha dado a los pueblos que también buscan conquistar una independencia y soberanía real. En los años recientes, cientos de maestros cubanos ayudaron a los gobiernos de Venezuela y Bolivia en su lucha contra el analfabetismo. Hoy, estos tres países son los únicos libres de analfabetismo en América Latina. No está por demás decir que en mayo de 2009 la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, a través de su Presidente Miguel d’Escoto, informó la designación de Cuba como “Paradigma de Solidaridad Internacional”. No es diferente dentro de la isla. La cultura de la solidaridad se encuentra muy asentada en la mayor parte de la sociedad cubana. Los lazos que le unen son tan fuertes que igual les hacen responder rápidamente a los ciclones y huracanes que constantemente azotan a la Isla, que estar preparados para cualquier amenaza de guerra. Pero la revolución cubana plantea no sólo una lucha por liberación nacional, sino que al mismo tiempo se pone al frente la idea de emancipación. Desarrollemos esta idea. En la Grecia antigua los esclavos y las mujeres eran excluidos en la toma de decisiones que garantizaban el “bien común”. Participar en esta democracia era exclusivo de los hombres “buenos y justos” con propiedades. El “gobierno del pueblo” (demos-kratos) era en realidad el gobierno de un grupo privilegiado. Con el ascenso y triunfo del liberalismo como ideología política y el capitalismo como doctrina económica, se da una apertura en los canales de participación. La figura del esclavo fue eliminada y a la mujer se le fue insertando gradualmente en las democracias electorales. El obrero o proletario, dueño únicamente de su fuerza de trabajo, conquistó mediante la organización derechos fundamentales que marcan una diferencia radical con la forma de vida del esclavo. Pero al no poseer los medios de producción, enajena su fuerza de trabajo y destina el mayor tiempo de su vida a buscar el mínimo indispensable para la sobrevivencia de él y su familia. Si en la antigüedad los esclavos estaban excluidos de la condición de ciudadanía por no ser propietarios, en la modernidad los obreros tampoco gozan de ese atributo por no poder

comprarlo. Las cadenas de metal que mantenían atado al esclavo son sustituidas por el hambre, la miseria y la explotación del obrero. Ambos están impedidos para emanciparse y realizarse como sujetos mientras permanezcan atados. Estas cadenas fueron rotas en Cuba; país donde el hambre, la miseria y la explotación no existen. Desde el triunfo de la revolución se planeó construir una sociedad donde la condición de ciudadano no se convierta en una forma de mercancía, donde la democracia no sea más un instrumento a través del cual una minoría explotadora ejerce su dominación. Podemos identificar tres diferentes momentos de la Revolución Cubana. El primero se caracteriza por la existencia de un fuerte movimiento popular con la idea de liberación nacional como bandera. En la segunda etapa (1962) vemos el nacimiento de un nuevo estado que se autoproclama marxista-leninista y que encuentra en la Unión Soviética un aliado estratégico comercialmente hablando, pues en la misma etapa fue expulsado de la Organización de los Estados Americanos (OEA). Es también en este segundo periodo cuando el Estado cubano comienza a vivir una descentralización en varias de sus funciones. Luego del fracaso de los 10 millones de toneladas de zafra en 1970[11], el gobierno de Cuba percibe los inconvenientes de los métodos burocráticos y del centralismo administrativo. Se inicia entonces la creación de la Asamblea Nacional del Poder Popular con el objetivo de descentralizar todas aquellas áreas en las que la autoridad municipal puede tomar decisiones sin que estas resulten opuestas o contradictorias a los intereses del Estado. Los municipios adquieren una autonomía que les permite administrar escuelas, centros de salud, servicios de transporte, carreteras y unidades de producción. La tercera etapa comienza con la crisis de la URSS, fenómeno que afecta directamente en la economía de la isla. Sin embargo este proceso también evidencia la fortaleza del sistema político cubano, pues quedó claro que no era un sistema importado, que es un producto de su propia historia y no una extensión del socialismo europeo. El discurso beligerante contra Cuba por parte del gobierno norteamericano también mutó en esta fase. El argumento de la “amenaza para la seguridad” fue sustituido por el de “promoción de la democracia”. La democracia ejercida en Cuba tiene una fuerte perspectiva popular, en contraposición a la democracia electoral característica de occidente. Pero lo anterior no impide la realización de elecciones, las cuales refuerzan la legitimidad de esa democracia popular. En Cuba todas las personas pueden votar y ser votadas cumpliendo los 16 años. Los candidatos son elegidos por los consejos populares (uno por cada barrio). Para cada puesto se proponen como mínimo dos candidatos y ocho como máximo. Para ser electo hay que recibir más del 50% de los votos. No existen campañas electorales. La labor de difusión realizada por las comisiones electorales. Se garantiza así la parcialidad y el trato equitativo de todos los candidatos. El voto es libre, secreto y directo. El colegio electoral se encarga de realizar el escrutinio y desde hace por lo menos tres décadas siempre hay un gran número de ciudadanos cubanos, diplomáticos, periodistas y observadores extranjeros. Aunque el voto es voluntario, desde 1970 a la fecha se ha registrado la participación de más del 90% de la población en edad de votar. Ningún representante, diputado o delegado recibe un beneficio por desempeñar su cargo; el Estado les paga un salario exactamente igual al que tenían en sus trabajos antes de desempeñar su cargo, empleo al que regresaran una vez finalizado su mandato. La rendición de cuentas y el mandato revocatorio son un componente importante del sistema electoral. Una de las características de la sociedad cubana es su fuerte cultura del debate y el diálogo. Por las calles de la Habana o en las plazas públicas, pueden encontrarse a grupos de cubanos y cubanas discutiendo sobre varios temas. En las “guaguas” el silencio no existe. La gente interactúa, opina, y si no está de acuerdo, discute. Los tonos verbales llegan a ser muy altos. Un número amplio de cubanos se agrupa en distintas organizaciones, las cuales tienen peso importante en las decisiones del Estado. La idea de una sociedad democrática había sido un tema tabú para los grupos más ortodoxos del “socialismo burocrático”. Todo aquel que se atrevía a defender los principios democráticos era catalogado como “agente del imperialismo” o impulsor de la “democracia burguesa”. Cuba se fue moviendo en una dirección que parecería muy heterodoxa frente a las doctrinarias del “socialismo real”. Se entendió la necesidad de un nuevo socialismo, pero también y fundamentalmente, la urgencia de la democracia en el socialismo. Así, Cuba dio una lección para los movimientos armados o sociales que le siguieron: más que ajustarse a la doctrina, es necesario ajustar la doctrina a los hechos.

El programa ideológico que se impulsa y defiende desde la tierra de Martí ha sabido integrar y combinar en su proyecto elementos como la liberación, la democracia, la emancipación y el socialismo[12], pilares fundamentales en la construcción de un mundo más justo. Estos elementos, junto a la descentralización de la justicia y la administración, marcan una diferencia radical con el socialismo burocrático estalinista. III Los retos: sistema de partidos y relevo generacional. “La Revolución tiene obstáculos por delante, no puede hacer las cosas a la perfección, tiene sus errores, pero la Revolución tiene un perenne propósito de superarse y rectificar aquellas cosas que no hayan acertado”[13], reconoció Fidel Castro desde los inicios de la revolución. El “hombre nuevo” del Che es un hombre que se equivoca, comete errores; su virtud radica en saber reconocerlos. Hoy, cincuenta años después del triunfo de la Revolución, al Estado cubano se le plantean interrogantes como el sistema de partidos o la alternancia en el poder. Cierto es que estos puntos no garantizan una sociedad democrática. Aún así, pienso que el pueblo cubano se ha forjado una conciencia revolucionaria tan fuerte que hoy puede abrirse a estás “libertades políticas” y reforzar la legitimidad sus logros. Hace apenas unos años esto era algo imposible: la amenaza constante de guerra le obligaba a poner ciertos candados en su sistema. Pero hoy, ante la nueva geopolítica y el posible cambio en la política exterior de EUA, son preguntas que la Revolución debe replantearse. De igual forma, el relevo generacional y las nuevas relaciones sociales sacan a flote algunas contradicciones. Lo seductor de la sociedad de consumo también ha permeado en el pueblo de Cuba. La apertura mediática y el contacto con el turismo ha despertado en más de un cubano la curiosidad por la libertad del mercado. Las contradicciones propias de la revolución se presentan nuevamente. Los cambios parecen impostergables y de cierta forma el Estado también ha seguido revolucionándose. Pero todos estos retos no son alcanzables si el embargo económico y la amenaza de guerra por los EUA siguen latentes. En esto depende Cuba de sus aliados internacionales: únicamente con la consolidación de los nuevos bloques que desde el sur se construyen, que garanticen una seguridad económica y política al exterior, nace la posibilidad de una mayor flexibilización del Estado cubano. Cuba no es un modelo a imitar, pero si un referente del cual aprender, tanto de los triunfos como de los fracasos. Las revoluciones no se exportan, nacen y tienen características diferentes en cada país. Informe de Derechos Humanos de “Human Rights” del 2014 En 2010 y 2011, el gobierno de Cuba liberó a decenas de presos políticos a cambio de que aceptaran exiliarse. Desde entonces, han sido menos frecuentes las penas de prisión prolongadas contra disidentes y se han relajado las draconianas restricciones para viajar que mantenían divididas a familias e impedían que críticos pudieran salir del país y regresar a la isla. No obstante, el gobierno cubano continúa reprimiendo a personas y grupos que critican al gobierno o reivindican derechos humanos fundamentales. Los funcionarios aplican una variedad de tácticas para castigar el disenso e infundir temor entre la población, incluidas golpizas, actos de repudio, despidos y amenazas de largas penas de prisión. En los últimos años se incrementó vertiginosamente la cantidad de detenciones arbitrarias por períodos breves, que impiden que defensores de derechos humanos, periodistas independientes y otras personas puedan reunirse o trasladarse libremente. Detenciones arbitrarias y encarcelamiento por períodos breves El gobierno continúa aplicando detenciones arbitrarias para hostigar e intimidar a personas que ejercen sus derechos fundamentales. La Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional —una organización de derechos humanos independiente que el gobierno considera ilegal— recibió más de 3.600 denuncias de detenciones arbitrarias entre enero y septiembre de 2013, en comparación con las cerca de 2.100 recibidas en 2010. A menudo se aplican detenciones a modo preventivo para evitar que personas participen en eventos que se consideran contrarios al gobierno, tales como marchas pacíficas o reuniones para discutir temas políticos. Numerosos disidentes reciben golpizas y amenazas durante los períodos de detención, incluso cuando no oponen resistencia. Los agentes de seguridad casi nunca presentan órdenes judiciales para justificar las detenciones, y amenazan a los detenidos con la posibilidad de ser condenados penalmente si continúan

participando en actividades “contrarrevolucionarias”. En algunos casos, los detenidos reciben advertencias oficiales, que luego los fiscales puedan utilizar durante procesos penales para demostrar que existe un patrón de conducta delictiva. Los disidentes afirman que el propósito de estas advertencias es disuadirlos de participar en actividades que se consideran críticas del gobierno. Las víctimas de estos arrestos a veces permanecen incomunicadas durante horas o incluso días. Algunas son recluidas en dependencias policiales, mientras que otras son trasladadas a zonas remotas y alejadas de su lugar de residencia, y allí son interrogadas, amenazadas y abandonadas. El 25 de agosto de 2013, más de 30 integrantes de las Damas de Blanco —una organización fundada por esposas, madres e hijas de presos políticos que el gobierno considera ilegal— fueron detenidas tras asistir a una misa de domingo en una iglesia en Santiago, golpeadas, obligadas a subir a un autobús y luego repartidas en distintos sitios aislados en las afueras de la ciudad. Ese mismo día, ocho integrantes del grupo en La Habana y otras siete en Holguín fueron detenidas arbitrariamente mientras se dirigían pacíficamente a una misa. Presos políticos Los cubanos que critican al gobierno se enfrentan a la posibilidad de ser procesados penalmente. No se les reconocen las garantías de debido proceso, como el derecho a ser oídos de manera pública y justa por un tribunal competente e imparcial. En la práctica, los tribunales están “subordinados” al poder ejecutivo y el legislativo, lo cual excluye la posibilidad de independencia judicial genuina. Se niega sistemáticamente la posibilidad de licencia extrapenal a presos políticos que han completado la pena mínima exigida pero se niegan a participar en actividades ideológicas, como las clases de “reeducación”. La muerte del preso político Orlando Zapata Tamayo en 2010 tras una huelga de hambre de 85 días y la posterior huelga de hambre del disidente Guillermo Fariñas consiguieron presionar al gobierno para que dispusiera la liberación de los demás presos políticos del “grupo de los 75” (los 75 disidentes que recibieron prolongadas penas de prisión luego de un operativo represivo llevado a cabo en 2003). Sin embargo, la mayoría fueron obligados a optar entre continuar en prisión o el exilio forzado. Casi todos optaron por ser trasladados a España a cambio de su liberación. Decenas de presos políticos continúan recluidos en cárceles de Cuba, según señalan grupos de derechos humanos cubanos, que estiman que habría más presos políticos cuyos casos no pueden documentar debido a que el gobierno impide que organizaciones de derechos humanos independientes del ámbito nacional o internacional ingresen a las prisiones. Luis Enrique Labrador Díaz fue detenido junto a otras tres personas en enero de 2011 por distribuir panfletos con mensajes como “Abajo los Castros” en La Habana, y fue posteriormente condenado en mayo de 2011 por desacato y desorden público en un juicio sumario celebrado a puertas cerradas. Aún se encontraba en prisión al momento de redacción de este informe. Libertad de expresión El gobierno controla todos los medios de comunicación de Cuba y aplica un estricto control a la información que proviene del extranjero, lo cual restringe gravemente el derecho a la libertad de expresión. Solamente una proporción ínfima de la población cubana tiene posibilidad de leer sitios web y blogs independientes, debido al alto costo de Internet y el acceso limitado a este recurso. Un decreto gubernamental de mayo de 2013, que procura ampliar el acceso a Internet, dispone que este medio no podrá ser utilizado para atentar contra la “seguridad pública, la integridad, la economía, la independencia y la soberanía nacional” de Cuba, es decir, se trata de condiciones amplias que podrían ser aplicadas para impedir que críticos del gobierno accedan a Internet. Son pocos los periodistas y blogueros independientes que logran escribir artículos para sitios web o blogs, o publicar tweets. Sin embargo, quienes publican información que se considera crítica del gobierno a veces son objeto de campañas de desprestigio, agresiones y detenciones arbitrarias, y lo mismo sucede a artistas y académicos que exigen mayores libertades. Luego de que el músico de jazz Roberto Carcasses exigiera la celebración de elecciones directas y una mayor libertad de información durante un concierto celebrado en La Habana en septiembre de 2013 que fue transmitido por televisión nacional, diversos funcionarios le advirtieron que sus palabras beneficiaban al “enemigo” y que se le prohibiría realizar conciertos en lugares operados por el Estado. Ante la fuerte repercusión de esta medida en la prensa

internacional, una semana después el gobierno canceló la prohibición. En mayo, Roberto Zurbano, director del instituto cultural Casa de las Américas, gestionado por el gobierno, publicó un artículo en New York Times donde denunciaba que persistían la desigualdad y los prejuicios contra afrocubanos. Posteriormente, su opinión fue repudiada a través de medios controlados por el gobierno y fue rebajado a un cargo de menor jerarquía en ese instituto. Defensores de derechos humanos Al rehusarse a reconocer la defensa de los derechos humanos como una actividad legítima, el gobierno cubano niega estatus legal a organizaciones nacionales y locales de derechos humanos. A su vez, es común que autoridades gubernamentales hostiguen, agredan y encarcelen a defensores de derechos humanos que intentan documentar abusos. Restricciones para viajar y separaciones familiares Las reformas a las reglamentaciones sobre viajes que entraron en vigor en enero de 2013 eliminan la necesidad de solicitar una visa de salida para viajar fuera de la isla, un requisito que anteriormente se había aplicado para negar el derecho a viajar a personas que tenían una postura crítica sobre el gobierno y sus familiares. Casi 183.000 personas viajaron al exterior entre enero y septiembre de 2013, según datos del gobierno. Entre estas personas se incluyeron defensores de derechos humanos, periodistas y blogueros a quienes anteriormente se les había negado permiso para salir de la isla, a pesar de sus reiterados pedidos en este sentido, como la bloguera Yoani Sánchez. Sin embargo, la reforma establece que el gobierno podrá restringir el derecho a viajar cuando existan fundamentos que no se definen claramente, como “defensa y seguridad nacional” u “otras razones de interés público”. El gobierno además continúa deteniendo arbitrariamente y negando a cubanos que viven en el extranjero el derecho a visitar la isla. En agosto, el gobierno cubano negó a Blanca Reyes, una integrante de las Damas de Blanco que vive exiliada en España, autorización para viajar a Cuba a visitar a su padre de 93 años, que se encontraba en un delicado estado de salud y finalmente falleció en octubre antes de que pudiera visitarlo. El gobierno restringe la circulación de ciudadanos dentro de Cuba mediante la aplicación de una ley de 1997 conocida como Decreto 217. Esta norma, cuyo propósito es limitar la migración a La Habana, exige a los cubanos obtener autorización del gobierno para mudarse a la capital del país. La ley se aplica frecuentemente para impedir que opositores viajen a La Habana y asistan a mítines, y para perseguir a disidentes originarios de distintas regiones de Cuba que residen en la capital. Condiciones en centros de detención Los presos están expuestos a hacinamiento, falta de higiene e insalubridad, que propician la malnutrición y las enfermedades. Más de 57.000 cubanos se encuentran en prisión o campamentos de trabajo, según se indicó en un artículo publicado por un periódico del gobierno en mayo de 2012. Los presos que critican al gobierno, emprenden huelgas de hambre o recurren a otras formas de protesta sufren la imposición de un régimen de aislamiento, golpizas, restricción de visitas familiares y denegación de atención médica. No existe un mecanismo eficaz a través del cual los presos puedan presentar reclamos. Si bien el gobierno permitió que miembros elegidos de la prensa extranjera realizaran visitas supervisadas a algunas prisiones en abril, continuó negando que organizaciones de derechos humanos internacionales y organizaciones cubanas independientes accedieran a sus cárceles. Actores internacionales clave El embargo económico aplicado por Estados Unidos a Cuba desde hace más de medio siglo continúa imponiendo privaciones indiscriminadas al pueblo cubano, y no ha contribuido en absoluto a mejorar la situación de los derechos humanos en el país. Durante la Asamblea General de las Naciones Unidas de octubre, 188 de los 192 estados miembros votaron una resolución de condena al embargo estadounidense. En 2009, el Presidente Barack Obama sancionó una serie de reformas destinadas a eliminar las restricciones sobre viajes y envío de remesas por cubano-estadounidenses hacia cuba, impuestas en 2004 durante la presidencia de George W. Bush. En 2011, Obama aplicó sus facultades ejecutivas para aliviar las restricciones a viajes de encuentro de tipo “people-topeople”, que permiten que grupos religiosos, educativos y culturales de Estados Unidos realicen visitas a Cuba.

La Unión Europea mantiene su “posición común” sobre Cuba, adoptada en 1996, que supedita la plena cooperación económica con Cuba a la transición del país hacia una democracia pluralista y el respeto de los derechos humanos. El ex contratista de la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID) Alan Gross continuó en prisión a pesar de que en un informe de noviembre de 2012 el Grupo de Trabajo de la ONU sobre Detención Arbitraria exhortó a que se dispusiera su inmediata liberación. Gross fue detenido en Cuba en diciembre de 2009 y posteriormente recibió una condena de 15 años de prisión por distribuir equipos de telecomunicaciones a grupos religiosos. El grupo de trabajo indicó que la detención de Gross había sido arbitraria y que el gobierno de Cuba no había aportado pruebas suficientes de los delitos que se le imputan. En mayo, Cuba se sometió al segundo Examen Periódico Universal en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Varios países expresaron su preocupación por la represión de defensores de derechos humanos, incluido el aumento de las detenciones arbitrarias y la falta de libertad de expresión. Cuba rechazó muchas de estas recomendaciones argumentando que “son sesgadas políticamente y construidas sobre bases falsas, derivadas de los intentos de desacreditar a Cuba por parte de quienes con sus ambiciones hegemónicas, se niegan a aceptar la diversidad y el derecho de libre determinación del pueblo cubano”. En noviembre, Cuba fue reelegida para integrar el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, y prevaleció por sobre Uruguay para un puesto regional a pesar de la deficiente situación de los derechos humanos y sus esfuerzos constantes por socavar la labor del consejo en respuesta a violaciones de derechos humanos. CUBA: UN PAÍS SIN LIBERTAD DE EXPRESIÓN – Amnistía Internacional Ser periodista es una profesión de riesgo en Cuba. El Gobierno castrista mantiene en pie una férrea estructura legal, burocrática y administrativa, engrasada por años de uso, para silenciar a los opositores al gobierno, categoría en la cual se encuentran las personas que intentan informar sobre la realidad cubana. Los pilares de la estructura son: La Constitución cubana, que prohíbe la propiedad privada de medios de comunicación. El requisito de que todos los periodistas en activo se unan a la Unión de Periodistas Cubanos, que de hecho se encuentra bajo el control del Partido Comunista, en el gobierno. Un poder judicial que no es independiente ni imparcial, y permite que se entablen procedimientos penales para prevenir, disuadir o castigar la expresión de opiniones discrepantes. Una serie de disposiciones en la Constitución y en el Código Penal, tan vagas que se prestan a abusos de funcionarios del Estado, tales como la policía y el poder judicial, para restringir la libertad de expresión. Las consecuencias de esta son nefastas tanto para los periodistas independientes que intentan hacer su trabajo como para los cubanos en general, que no pueden acceder a información u opiniones que difieran de la ideología estatal. Algunos sufridores de la situación son, por ejemplo, Yosvani Anzardo, Carlos Serpa y Luis Felipe Rojas han sufrido varias detenciones arbitrarias, han sido hostigados e interrogados en reiteradas ocasiones; Saylí Navarro, estudiante de derecho, fue expulsada de la universidad por participar en un curso de periodismo organizado por la Sección de intereses de Estados Unidos en Habana. El Gobierno cubano ha tratado de justificar las restricciones señalando los efectos indudablemente negativos del embargo estadounidense. Sin embargo, por muy perjudicial que sea ese impacto, es una excusa para violar los derechos de la ciudadanía, ya que no reduce, en modo alguno, la obligación del gobierno cubano de proteger, respetar y hacer realidad los derechos humanos de todos los habitantes de Cuba. Cuba: El fracaso de su revolución de 50 años (artículo de la página WEB “Cato.org”) Varios intelectuales, escritores y académicos de Latinoamérica suscriben este documento que argumenta que la revolución cubana, a sus 50 años, todavía no logra traer desarrollo y libertad a la gran mayoría de cubanos. En enero se cumplen 50 años del triunfo de una revolución que se propuso cambiar Cuba. El Movimiento 26 de julio de Fidel Castro derrocó la dictadura de Fulgencio Batista, porque deseaba construir “una nación más democrática, más próspera, más independiente y más justa”.

En estos años la sociedad cubana ha atravesado por cambios de gran trascendencia. Tras medio siglo en el poder hoy Cuba es gobernada por un régimen que ha remplazado al autoritario Batista, por uno totalitario; es decir, de partido único, ideología comunista y economía estatizada, donde se reprime a quien piensa distinto y se impide la autonomía de la sociedad civil. Esta vez, las celebraciones estarán encabezadas por Raúl Castro, confirmado como Jefe de Estado y de Ministros el 24 de febrero de 2008, tras la enfermedad de su hermano a fines de julio de 2006. Algunos analistas pensaron que con su llegada al poder podría iniciarse una época de cambios económicos en la atribulada sociedad cubana. Ese criterio se basaba en el pragmatismo del menor de los Castro, así como en la calamitosa situación social en que recibió el país. Sin embargo, ¿Se puede hablar de cambios en Cuba cuando todavía hay prisioneros políticos? ¿Se puede hablar de cambio si nadie ha hablado de transformar ni un solo aspecto relacionado con los derechos civiles y políticos? La conmemoración de los 50 años de la revolución es una buena fecha para hacer un balance de las consecuencias de la revolución cubana, no obstante, lo difícil que es acceder a información confiable sobre Cuba. El presente documento suscrito por los intelectuales e instituciones que abajo firman busca realizar de manera objetiva y rigurosa ese balance. Para hacerlo nos hemos basado en investigaciones publicadas en revistas con consejos editoriales o estudios realizados por instituciones de reconocido prestigio. La Constitución de la República de Cuba (1992 y 2002) señala en su artículo 1º que: “Cuba es un Estado socialista de trabajadores, independiente y soberano, organizado por todos, como república unitaria y democrática, para el disfrute de la libertad política, la justicia social, el bienestar individual y colectivo y la solidaridad humana”. Comparando estos ideales de libertad política, justicia social, y bienestar individual y colectivo establecido por la propia revolución con la realidad que viven los cubanos, realizaremos esta evaluación. Libertad Política Hoy no existe en Cuba libertad política. Se ha instaurado una dictadura totalitaria con un Estado que controla todo y una sociedad civil muy débil. El gobierno cubano erradicó o neutralizó instituciones que fueron determinantes para la transición a la democracia en Europa del Este. Además de barrer con la oposición, desde el comienzo el modelo castrista encubrió bajo fórmulas de "respuestas populares revolucionarias" la represión de opositores. Se atravesó la sociedad con una red de control integrada de organizaciones afines al gobierno1 que se extiende verticalmente: desde un nivel nacional a uno municipal y son responsables ante la dirección suprema del Partido Comunista. Durante casi cinco décadas, Cuba ha restringido prácticamente todas las vías de oposición política. Los ciudadanos cubanos se han visto sistemáticamente impedidos de ejercer sus derechos fundamentales de libertad de expresión, privacidad, asociación, reunión, circulación y debido proceso legal. Entre las diferentes tácticas empleadas para imponer la voluntad del régimen se encuentran las amenazas policiales, la persecución penal, la vigilancia, las detenciones temporales, las restricciones para viajar y el despido laboral por razones políticas (Human Right Watch, 18 de febrero 2008). Amnistía Internacional ha mostrado también gran preocupación por los casos recientes de "actos de repudio", en los que grupos de partidarios del Gobierno insultan, intimidan y a veces ofenden físicamente a quienes consideran "contrarrevolucionarios"2. Estos actos suelen realizarse en convivencia con las fuerzas de seguridad, y en ocasiones participan en ellos los Comités de Defensa de la Revolución o los Destacamentos Populares de Respuesta Rápida (Amnistía internacional, 17 de marzo de 2006). Durante el régimen cubano miles de personas han sido ejecutadas y otras miles sometidas arbitrariamente a juicios y sumarios sin acceso a recursos legales apropiados por no existir un Poder Judicial independiente ni Estado de Derecho. Cuba tiene las tasas más altas de encarcelamiento por ofensas políticas que cualquier otro país en el mundo. Según Freedom House (2000-2001) hay varios miles de prisioneros políticos, la mayoría en celdas con criminales peligrosos y muchos convictos con cargos poco claros como: “diseminación de propaganda enemiga” o “peligrosidad”. Hay reportes confiables de tortura de disidentes en prisión y en instituciones psiquiátricas, donde se encuentra una cantidad de arrestados en los años recientes. Cuba también es el líder en el hemisferio occidental en la práctica de la pena capital, sólo sobrepasado en el mundo por Irán y la República Democrática de El Congo. Según la “Comisión

Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional”, la cifra de personas condenadas a muerte desde 1959 oscilaría entre los 5.000 y 6.000, esto a pesar de que durante los últimos años se redujeron sustancialmente. Desde el año 2000 funcionó una moratoria de hecho que se rompió en el 2003 (Ravsberg, 2004). Según el “Proyecto Verdad y Memoria” ha habido aproximadamente 4.038 ejecuciones, 1.292 asesinatos extrajudiciales, 1.219 balseros muertos o desaparecidos y, según el Miami Herald (23/04/06) 13.403 cubanos fallecidos en misiones internacionales, sobre todo durante los 15 años de guerras africanas en Etiopía y Angola. Lo que van a dejar los hermanos Castro es un legado de sangre e injusticia. El régimen de Fulgencio Batista era autoritario, había surgido de un golpe violento, sin embargo existían suficientes libertades públicas como para que circularan más de 120 publicaciones, para que existieran partidos legales de oposición, estaciones de radio y canales de televisión independientes del Estado, y para que los ciudadanos pudieran entrar y salir libremente (Rojas, 2008). Cincuenta años después, Cuba es otra. Como señala el Informe de Freedom House (2008), Cuba se convirtió en la mayor cárcel para periodistas de la región y el único país del continente que prohíbe expresamente el libre ejercicio del periodismo. A partir del índice de Libertad de Prensa que publica anualmente Freedom House3, Venezuela y Cuba son los únicos países de América Latina "sin libertad de prensa", situándose a un nivel más bajo que Irak.