Cuadernillo de Historia.

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UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CUYO UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CUYO ESCUELA DE SEGURIDAD FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS SOCIALES CURSO DE INGRESO A LAS CARRERAS DE: CURSO DE INGRESO A LAS CARRERAS DE:  Diplomatura en Seguridad Ciudadana.  Diplomatura Diplomatura en en Seguridad Seguridad Ciudadana. Penitenciaria.  Diplomatura en en Seguridad Penitenciaria.  Licenciatura Seguridad Ciudadana

Área: Ciencias Sociales MÓDULO DE HISTORIA MÓDULO DE HISTORIa Prof. Prof.RESPONSABLES: RESPONSABLES: Lic. Analía Rodríguez. Mag. Analía Rodríguez. Prof. Rajab. Prof.Alejandra Gema Suarez. Prof.P Prof. Juan Pablo Garbo. Prof. Abel Farías.

-2019-

PROGRAMA: Objetivo:  Reconocer procesos históricos destacados de la provincia de San Juan en lo político, económico y social, desde sus primeras culturas hasta mediados del siglo IXX.  Reconocer procesos históricos destacados de la Argentina en lo político, económico y social, desde la Revolución de mayo al dictado de la Constitución Nacional. Contenidos:  Historia: Concepto, Objeto, Fuentes.  San Juan: Primeros Pobladores: Culturas cazadoras – recolectoras.  Fundación de San Juan.  Período Revolucionario (1810- 1830): Las noticias de la Revolución de Mayo. Autonomías provinciales. Salvador María del Carril, Nazario Benavides (1836-1858). Sarmiento (1862-1864).  Argentina: La Revolución de mayo: Inicio de la etapa independentista.  Camino a la Independencia: El Congreso de Tucumán.  Gobiernos Liberales: Modelo Rivadaviano.  Puja entre Unitarios y Federales: Gobierno de Juan Manuel de Rosas.  Fin de la etapa Federal: Batalla de Caseros. Caída de Rosas. Constitución Nacional.

¿Qué es la HISTORIA? CONCEPTO: “La Historia es la ciencia de los hombres en el tiempo…” (Marc Bloch) Marc Bloch afirma que la historia es la ciencia de los hombres en el tiempo, porque el hombre constantemente cambia el suelo, lo transforma y lo condiciona acorde a sus necesidades. Entonces la sociedad humana va a cambiar constantemente por dichas necesidades y va dar pié a la aparición del término “hecho histórico”. Es decir que la historia es una Ciencia Social, encargada de estudiar el pasado del hombre en sociedad en un tiempo y espacio determinado. (Ej. Revolución de Mayo de 1810 en las Provincias Unidas del Río de la Plata) Ahora cabe preguntarnos ¿por qué es Ciencia? Para poseer el carácter de ciencia, debe reunir ciertas características que las identifican como tal, algunas de ellas son:  Metódica  Sistemática  Conocimientos ciertos o probables  Verificable  Busca la verdad La Historia, reúne todas las características antes mencionadas, por ello es una ciencia, es social porque estudia las sociedades a través del tiempo. La palabra historia proviene del Griego y significa Pesquisa, indagación, investigación. Usamos la palabra historia para referirnos al pasado humano, como así también a la ciencia que se encarga de estudiar dicho pasado. El interés por conocer el pasado es propia del hombre, los humanos queremos saber cómo fuimos y cómo llegamos a ser lo que somos en la

actualidad y de qué manera el pasado puede llegar a influir en nuestro futuro. La historia, como todas las ciencias tiene su objeto de estudio (lo que conoce) y un método (cómo conoce). ¿Cuál es el Objeto de estudio de la Historia? Podemos decir que, el objeto de estudio de la historia es el hombre y no el pasado como afirman algunos historiadores: el hombre condiciona a la sociedad y abre paso a los distintos procesos históricos que atraviesa la historia. Es decir que su objeto de estudio no son los hechos del pasado, sino los procesos de cambio de las sociedades que llevan a que se produzcan diversos hechos en la vida del hombre. ¿Cómo conoce la Historia? Como toda ciencia, en la historia es necesario seguir alguna serie de pasos para investigar, un Método. Es decir pasos a seguir para llegar a aproximarse a la verdad científica. Es decir el historiador estudia el pasado de manera sistemática, respetando un método (Método Histórico) y luego vuelca en un texto los resultados de su investigación. La historia narra, relata y reconstruye hechos y acontecimientos del pasado humano. Para realizar sus investigaciones, los historiadores trabajan con restos o testimonios que dejaron los seres humanos, a los que llaman Fuentes, también recurren a la ayuda de de las Ciencias Auxiliares. ¿Qué son las Ciencias Auxiliares? Son las ciencias que prestan ayuda a la historia para llevar a cabo las investigaciones, las mismas poseen carácter de ciencias y algunas de ellas son:  Arqueología  Geografía  Numismática  Política  Diplomática ¿Qué son las Fuentes?

Durante el transcurso de su vida, los hombres van dejando huellas de lo que hacen, a veces en forma intencional y otras sin quererlo. Esos restos o huellas de la actividad humana son los Testimonios. Los mismos pueden ser huesos de animales cazados o domesticados por el hombre, armas, vasijas de cerámica, trozos de tejido, herramientas, documentos, etc. cuando los historiadores

utilizan

estos

testimonios

para

sus

investigaciones

los

transforman en fuentes. En el estudio de las sociedades ágrafas, sin escritura, o sociedades con escritura pero muy lejanas en el tiempo, la ausencia o escasez de testimonios escritos, hace que las investigaciones se apoyen fundamentalmente en los restos materiales, de manera que es fundamental el trabajo del arqueólogo, que rescata, clasifica e interpreta las evidencias halladas.

Tipos de Fuentes Históricas

Primarias: todas aquellas fuentes directas del hecho o acontecimiento a estudiar. Secundarias: Se desprende de las primarias, trabajos, libros, etc. A su vez entre ellas hay una sub división: Escritas: Tratados, leyes, diarios, cartas, etc. Orales: Relatos de testigos o protagonistas, leyendas, etc. Restos Materiales: Monedas, construcciones, utensilios, vestimentas, etc. Gráficas: Dibujos, pinturas, mapas, etc. Audiovisuales: Películas, programas de radio y televisión, cd, etc.

San Juan: Primeros Pobladores: Culturas cazadoras – recolectoras. PRIMEROS HABITANTES

Allá por el 10.000 a. C., el aspecto físico de nuestra provincia era bien distinto al que conocemos actualmente. Imponentes lagos enmarcaban la zona andina. Entre ellos, sobresalía el del Valle de Tulum. Esta zona resultó propicia para el asentamiento de los primeros grupos cazadores. Allá por el 10.000 a. C., nuestra región era bien distinta a lo que es hoy en día: estaba prácticamente cubierta por espectaculares lagos. El final de la última glaciación, que tuvo como marco la zona andina, produjo deshielos tan grandes, que originaron estos lagos. El mayor de todos ocupaba íntegramente el Valle de Tulum. En las márgenes de estas zonas lacustres se desarrolló un ecosistema en el que predominaba una abundante vegetación, a la par que una gran fauna ictiocola se desarrollaba en las aguas. Evidentemente, una zona muy tentadora para cualquier grupo cazador. Este verdadero paraíso natural duró hasta, aproximadamente, 6.500 años a. C. Al cambiar las condiciones climáticas, las temperaturas se elevaron. Se produjo entonces una evaporación muy rápida de los espejos de agua.

Al mismo tiempo, los ríos que los alimentaban comenzaron a secarse. Un testimonio de estas lagunas prehistóricas lo tenemos en las Lagunas de Guanacache

y

en

la

extraordinaria

fertilidad

del

suelo

en

algunos

departamentos como Rawson, Pocito, 25 de Mayo, Caucete y 9 de Julio. Las culturas Cazadoras – Recolectoras fueron La Fortuna y Morrillos, finalizando este período aparece la cultura Ansilta ya con características de una cultura con agricultura incipiente. Todas ellas se caracterizaron por Los investigadores de la Universidad Nacional de San Juan, dirigidos por el profesor Gambier, encontraron en la localidad de La Fortuna los testimonios de una importante cultura prehistórica.

Pudieron apreciar instrumentos de piedra muy bien terminados, entre los que se destacaban las puntas de Flecha. Estas tenían en la parte inferior una prolongación (parecida al tallito de una hoja) que servía para enastarlas, en el palo, con ayuda de un adhesivo. Estos cazadores se alimentaban de la carne de guanacos y avestruces, algarroba y raíces de totora. El cambio de las condiciones climáticos hacia el 6.200 a. C. motivó que estas grandes cuencas lacustres comenzaran a evaporarse. Debido a esto, los grupos asentados en sus inmediaciones no tuvieron más remedio que abandonar el lugar definitivamente. Entre los años 5000 y 2000 a. C. se desarrolló en nuestra provincia la llamada cultura de Los Morrillos. Eran cazadores – recolectores y vivían de la caza del ñandú, el guanaco y otros animales. Recolectaban huevos de ñandú y frutos del algarrobo, albaricoquillo y raíces comestibles. Los testimonios más importantes de esta cultura fueron hallados en la gruta del Chacoycito, en Los Corredores y en La Colorada de la Fortuna. Los estudiosos suponen que este grupo pudo haberse originado en la Patagonia y que se desarrolló en los Andes Centrales Argentino – chilenos. Desde allí, suponen, habría emigrado hacia la costa Atlántica y Brasil. Los investigadores hallaron en la cordillera de Ansilta restos de esta cultura, que datan del 1700 a. C. Estos indígenas permanecieron en la zona cordillerana por,

aproximadamente, 2000 años. Posteriormente, comenzaron a emigrar hacia las zonas más bajas.

Cultura Ansilta, eligieron un área intermedia entre las alturas y el llano para dedicarse a la caza del guanaco, por una parte y a la recolección de huevos de avestruz por el otro. Se destacaron también por sus técnicas de cultivo. La cultura de Ansilta puede considerarse como una de las más importantes de nuestra provincia. Estaban agrupados en familias que vivían aislados. Las viviendas estaban adaptadas a las duras condiciones cordilleranas. Se las construía de Forma semisubterránea. El techo era cónico y sobresalía, aproximadamente, un metro de la superficie. En las cavernas de la montaña produjeron extraordinarias pinturas rupestres de variados motivos, casi todos abstractos. En todos se revela un extraordinario dominio del dibujo. Se destacaron en la fabricación de cestos con fibras vegetales coloreadas con excelentes motivos geométricos. Eran habilísimos tejedores de mantas. Además, fabricaban en piedra las herramientas adecuadas a cada tipo de trabajo. Podemos considerar a la cultura de Ansilta como una verdadera cultura – madre, ya que sus símbolos y formas culturales influyeron durante muchos siglos en la región. ECONOMIA CAZADORES Y RECOLECTORES

La economía de este subgrupo se basaba en la caza y la recolección de frutos silvestres. El liderazgo del grupo lo ejercía el cacique. Este era elegido por decisión de la comunidad. Las viviendas de las tribus que se encuadran en este subgrupo eran portátiles y desmontables.

AGRICULTORES INCIPIENTES

La economía era mixta. Cultivaban algunos alimentos, pero no tenían sistemas de riego: dependían de las lluvias. En épocas de sequía, cazaban. La autoridad máxima de la tribu era el cacique. Este cargo era hereditario. Habitaban en aldeas que abandonaban ante la falta de lluvias.

LOS HUARPES

ORGANIZACIÓN ECONÓMICA

Originariamente los huarpes eran cazadores – recolectores, pero más tarde cultivaron la tierra. Su principal fuente e alimentación era e maíz. Recolectaban especialmente los frutos de la algarroba, con la que hadan alimentos y la aloja, una bebida alcohólica. Para pescar en las lagunas usaban largas lanzas. La vivienda de las zonas montañosas era de piedra; en cambio, en los sectores llanos, era de barro y paja. Los comechingones y los sanavirones, practicaron una economía mixta, es decir, cazaban, recolectaban y sembraban. Cultivaban el maíz, el zapallo y la quinoa. La vivienda comechingona fue en un comienzo las cuevas naturales; más tarde construyeron casas semisubterráneas. Los sanavirones por su parte, poseían viviendas enormes (casa comunal), construidas con elementos vegetales.

ORGANIZACIÓN SOCIAL Los Huarpes practicaron el levirato, esto es que al morir el marido, la viuda y los hilos pasaban a depender del hermano menor del fallecido. Se utilizaba también el sororato, vale decir que cuando el hombre se casaba

también se hacía cargo de las hermanas menores de la novia. La vestimenta de los huarpes, comechingones y los sanavirones era la camiseta andina. RELIGIÓN Y MANIFESTACIONES ARTÍSTICAS Los Huarpes tenían una divinidad principal, llamada Hunuc Huar. Creían en el Sol, la Luna, el planeta Venus, los ríos y los cerros. Los Huarpes realizaron notables piezas en cestería. Los comechingones y los sanavirones se destacaron en la producción de cerámicas e hilados. Eran hombres delgados y altos, con una estatura media de 1,70 m; la cabeza era alargada y alta. Tenían piel oscura y abundante pilosidad, al igual que sus vecinos de Córdoba, los comechingones, y los primitivos montañeses del sur de Mendoza, los puelches y pehuenches. Lucían una piel curtida por el sol ardiente de la región. Además, acostumbraban pintarse el rostro o tan sólo la nariz, especialmente de color verde. El cabello, renegrido, largo y natural, s6lo admitía el leve movimiento que el viento sanjuanino le producía. Las mujeres poseían una estatura media de 1,60. Usaban cabello más largo que los hombres. Se pintaban el rostro tal como los varones, usaban collares y amuletos fabricados con piedras preciosas. También lucían el tembetá particular adorno que insertaban en el labio inferior. Cargaban a sus hijos en grandes cunas colgadas en sus espaldas.

FUNDACIÓN DE SAN JUAN Nace en Medina de Río Seco, provincia de Valladolid, Castilla la Vieja, en 1516, Juan Jufré, hijo de Francisco Jufré de Loayza y de Cándida de Montesa. El capitán Juan Jufré de Loayza y Montesa, hijo hidalgo de Medina del Río Seco — pues tales son sus nombres y títulos completos, jamás blasonados

como anticipo de la sencillez cuyana —, será el fundador de Ciudad de la Resurrección o Mendoza y de San Juan de la Frontera. La ciudad de San Juan fue fundada el 13 de junio de 1562

por el

Capitán Juan Jufré, en las márgenes del Río San Juan, unos cuantos kilómetros al norte de la provincia (actuales calles Tucumán y Corrientes). Debido a una gran crecida del río la ciudad debió ser trasladada unas 15 cuadras al sur (actual Plaza de Concepción). Dicha fundación respondió a los principios españoles de fundaciones conocida como damero, la misma consiste en la fundación de una plaza central y a su alrededor en forma de cuadros van surgiendo las instituciones más importantes tales como la iglesia, el cabildo, etc. Lo objetivos fundamentales de la fundación de San Juan, al igual que todas las regiones y/o ciudades fundadas en esta época fueron meramente religiosos y económicos, en lo religioso pretendían evangelizar a la población autóctona, convertirla al catolicismo. En cuanto al objetivo económico se buscó explotar económicamente la región a través del Paso de Agua Negra, ya que la comunicación con el vecino país trasandino se realizaba por ese sector y se comunicaba con la Capitanía General de Chile. Es decir que a través de este paso podían comercializar y sacar productos de la tierra hacia Chile que luego era exportado vía Pacífico a España.

REVOLUCION DE MAYO Para febrero de 1810 casi toda España se encontraba en manos de los franceses. Un Consejo de Regencia gobernaba la península en nombre de Fernando VII, prisionero de Napoleón. El 13 de mayo de 1810 llegaron a Buenos Aires las noticias de la caída de la Junta Central de Sevilla, último bastión del poder español.

La autoridad que había designado al virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros había, por tanto, caducado y la propia autoridad del virrey se encontraba cuestionada. Pronto Cisneros debió ceder a las presiones de las milicias criollas y de un grupo de jóvenes revolucionarios y convocó a un Cabildo Abierto para el 22 de mayo de 1810. El Cabildo, dominado por españoles, burló la voluntad popular y estableció una junta de gobierno presidida por el propio Cisneros. Esto provocó la reacción de las milicias y el pueblo. Cornelio Saavedra y Juan José Castelli obtuvieron la renuncia del ex virrey. El 25 de mayo, reunido en la Plaza de la Victoria, actual Plaza de Mayo, el pueblo de Buenos Aires finalmente impuso su voluntad al Cabildo creando la Junta Provisoria Gubernativa del Río de la Plata integrada por: Cornelio Saavedra, presidente; Juan José Castelli, Manuel Belgrano, Miguel de Azcuénaga, Manuel Alberti, Domingo Matheu, Juan Larrea, vocales; y Juan José Paso y Mariano Moreno, secretarios. Quedó así formado el primer gobierno patrio, que no tardó en desconocer la autoridad del Consejo de Regencia español. Las noticias de la Revolución llegaron a San Juan para el mes de junio de 1810, inmediatamente llegaron las mismas se reúne el Cabildo para deliberar la decisión a tomar. Luego de una larga jornada de debates el Cabildo de la provincia decide alinearse al movimiento revolucionario iniciado en Buenos Aires. Para el 9 de julio de 1810 San Juan envía a su primer representante para que conforme la Junta Grande, de esta manera y para dicha fecha la provincia inicia su camino hacia la guerra por la independencia. Gobiernos Patrios

Asamblea del Año XIII Esta Asamblea despertó muchas expectativas, tranquilizó el panorama político, y aunque algunos dudaban de sus alcances y representatividad, las provincias del interior enviaron sus diputados a la misma. José Gervasio de Artigas, aunque se manifestaba descontento con la política localista de Buenos Aires vio en la Asamblea la posibilidad de darle una nueva estructura políitica al país. A diferencia de lo que sucedido con los órganos de gobierno anteriormente, los miembros de la Asamblea no juraron fidelidad al rey Fernando VII de España y ésta declaró soberana, es decir superior a cualquier otra autoridad, inclusive al Triunvirato que la había convocado. Pero, lamentablemente, no pudo concluir con ninguno de los objetivos que se había propuesto.

Las derrotas sufridas por el Ejército del Norte, en Vilcapugio y Ayohuma, empeñado en la lucha contra las fuerzas realistas enviadas desde el Virreinato del Perú complicaron la situación interna. El avance realista sobre territorio argentino era una posibilidad cercana, que ponía en peligro la causa de la revolución. En el ámbito internacional, el fracaso de la campaña de Napoleón Bonaparte en territorio ruso significaba la desintegración de su imperio, y consecuencia, los monarcas europeos retornaban a sus tronos usurpados. En estas circunstancias, el rey Fernando VII de regreso a España, se proponía recuperar sus posesiones, disponiendo pera ello el envío de refuerzos para luchar contra los revolucionarios americanos. Estos acontecimientos sumieron en la indecisión a la Asamblea, temerosa de adoptar medidas de fondo que luego no pudiera sostener. A pesar de no realizar los principales fines propuestos, la Asamblea se abocó al dictado de numerosas disposiciones fundamentales. Promulgó leyes sobre la organización de la administración pública como un Reglamento de Justicia, creando las Cámaras de Apelaciones. Prohibió la aplicación de tormentos para investigación de la verdad. Dispuso la creación de un órgano ejecutivo que concentraba todo el poder en una sola persona, con el nombre de Director, y un Consejo de Estado, con fines de asesoramiento al nuevo ejecutivo. Mandó a abolir el escudo de Armas de España, y la efigie de los antiguos monarcas fue sustituida en las monedas por el escudo nacional. En los documentos públicos se suprimió toda invocación al rey de España, reemplazándola por “la soberanía de los pueblos, cuya voluntad representan los diputados”. Estableció la libertad de vientres, que garantizaba la libertad e igualdad a todos los hijos de esclavas que nacieran en adelante en el territorio de las Provincias Unidas. Suprimió los títulos de nobleza y eliminó el mayorazgo, por el cual desde antiguo, heredaba toda la fortuna del padre el hijo mayor. Suprimió también las encomiendas y las mitas.

Por último declaró fiesta cívica al 25 de Mayo y encargó la composición de una canción patria, que sería nuestro himno nacional. Si

bien

esta

Asamblea

no

hizo

la

explícita

declaración

de la

Independencia, su fecunda labor legislativa ratificó, indirectamente, la vocación independentista de los patriotas.

Congreso de Tucumán Hacia 1815 se había convocado a las Provincias del Río de la Plata que eligieran diputados para enviar a un Congreso que iba a celebrarse en la ciudad de San Miguel de Tucumán. La situación política por entonces se había vuelto muy complicada pues ya no peligraba solo la unión entre las provincias, sino también el propio movimiento emancipador iniciado pocos años antes. Tal era el clima imperante cuando se cursaba la convocatoria al Congreso que debía declarar la independencia, una idea tan postergada como anhelada tras la oportunidad perdida por la Asamblea de 1813. No obstante las dificultades atravesadas, de todos los rincones del territorio, poco a poco comenzaron a llegar a Tucumán los diputados elegidos por las provincias, hasta que la mañana del 25 de marzo de 1816 el Congreso iniciaba sus sesiones con un plan de trabajo definido: declarar la independencia nacional y dictar una constitución para las provincias unidas. Los congresales sumaban un total de treinta y tres miembros, de los cuales diecisiete eran de profesión abogados, y trece eran sacerdotes. Los siguientes son los diputados que asistieron: Por Buenos Aires: Tomás Manuel de Anchorena, José Darragueira, Esteban Agustín Gascón, Pedro Medrano, Juan José Paso, Cayetano José Rodríguez y Antonio Sáenz. Por Catamarca: Manuel Antonio Acevedo y José Eusebio Colombres. Por Córdoba: José Antonio Cabrera, Miguel Calixto del Corro, Eduardo Pérez Bulnes y Jerónimo Salguero de Cabrera y Cabrera.

Por Charcas: José Severo Malabia, Mariano Sánchez de Loria y José Mariano Serrano. Por Chichas: José Andrés Pacheco de Melo, y Juan José Feliciano Fernández Campero. Por Jujuy: Teodoro Sánchez de Bustamante. Por La Rioja: Pedro Ignacio de Castro Barros. Por Mendoza: Tomás Godoy Cruz y Juan Agustín Maza. Por Mizque: Pedro Ignacio Rivera. Por Salta: Mariano Boedo, José Ignacio de Gorriti y José Moldes. Por San Juan: Francisco Narciso de Laprida y Justo Santa María de Oro. Por San Luis: Juan Martín de Pueyrredón. Por Santiago del Estero: Pedro León Gallo y Pedro Francisco de Uriarte. Por Tucumán: Dr. Pedro Miguel Aráoz y Dr. José Ignacio Thames. La ausencia de los representantes de las provincias que conformaban la Liga Federal de los Pueblos Libres: la Banda Oriental, Corrientes, Entre Ríos, Misiones y Santa Fe se debió a que rechazaron la convocatoria al Congreso realizada por el Directorio, puesto que las mismas se encontraban en guerra contra el ejército enviado por el mismo Directorio. Las provincias del Alto Perú: La Paz, Cochabamba, Santa Cruz de la Sierra y Potosí, que habían integrado el Virreinato del Río de la Plata no enviaron diputados ya que las mismas se encontraban bajo el poder del ejército realista. Solo lograron incorporarse al Congreso en Tucumán los diputados de Charcas y Chichas. Tampoco estuvo representado el Paraguay, provincia que desde 1810 se negó a reconocer la jurisdicción de ningún gobierno instalado en Buenos Aires, y ya en 1811 había declarado, aunque de hecho, su independencia de España.

Bernardino Rivadavia y su centralismo. Desde los primeros gobiernos patrios surgieron partidarios del centralismo de Buenos Aires y defensores de los intereses de las provincias.

Fueron el origen de dos tendencias

políticas opuestas: los Unitarios y los

Federales. Los unitarios (o Centralistas) sostenían que el gobierno nacional debía estar instalado en Buenos Aires y debía tener el poder de designar a las autoridades provinciales, ya que sostenían que este centralismo en el gobierno fortalecería la defensa de la soberanía y las relaciones con otros países. En cambio los Federales afirmaban que cada provincia tenía el derecho a elegir sus propias autoridades. Esto permitiría administrar mejor cara situación regional evitando decisiones

de un poder central que pudiera

perjudicar los intereses de las provincias. En Buenos Aires fue elegido como gobernador (año 1820) a Martin Rodríguez, con el llegaron al poder grupos de comerciantes y estancieros que buscaban terminar con las luchas internas y ordenar la administración de la provincia. La

gestión

estuvo

destinada

a

favorecer

a

los

terratenientes

bonaerenses. La provincia se centró en sí misma para consolidar su desarrollo económico a través del comercio y las exportaciones agropecuarias. Para cumplir con todas estas metas Martin

Rodríguez

designó

a

Bernardino

Rivadavia (de tendencia centralista) como ministro de gobierno y relaciones exteriores; este fue el encargado de llevar a cabo una serie de reformas conocidas como “Reformas Rivadavianas” que transformaron la administración, la educación y las relaciones con la iglesia en la provincia. En el aspecto religioso ordenó registrar los bienes de la Iglesia y se nombró al Estado como protector y organizador de la vida eclesiástica. En el plano educativo se inauguró la Universidad de Buenos Aires en el año 1823. Con respecto a las reformas económicas Rivadavia impulsó: la creación del Banco de Descuentos destinado a operaciones financieras y comerciales, se realizó un empréstito (préstamo) a una banca de Londres para poder financiar la construcción del puerto

de Buenos Aires. Este dinero no fue

utilizado en las obras y se convirtió en la primera deuda externa de la Argentina. Para el año 1826 la situación con Brasil se agravó, debido al inminente peligro de guerra, lo que se disputaba con el vecino país era el dominio del territorio de la Banda Oriental (actual Uruguay). Por tal motivo se decidió, en un Congreso, dictar la ley de Presidencia que estableció un Poder Ejecutivo nacional para hacer frente a la guerra con el Brasil. Los diputados, en su mayoría unitarios (centralistas), nombraron

a Bernardino Rivadavia para

ocupar ese cargo. Rivadavia intentó poner en práctica sus ideas centralistas a nivel nacional, hizo aprobar por el Congreso una Ley de Capitalización que establecía la capital de la Republica en Buenos Aires y disolvía las autoridades provinciales bonaerenses. Esta medida fue rechazada por los estancieros porteños, sumándose al descontento de los Federales. Al descontento generalizado se le sumó, en el año 1826, la aprobación de una Constitución de tendencia unitaria por el Congreso. Esta fue rechazada por las provincias provocando el debilitamiento de Rivadavia. El golpe de muerte para Bernardino Rivadavia fue tratar de poner fin a la guerra con Brasil aceptando su dominio sobre la Banda Oriental (actual Uruguay).

Sus opositores endurecieron sus críticas y Rivadavia debió

renunciar en 1827, quedándose así el país una vez más sin autoridad a nivel nacional. San Juan adhiere al modelo Rivadaviano. Para el año 1823 asumió como gobernador de la provincia el Dr. Salvador María del Carril. Quien para administrar la provincia tomó como ejemplo a Rivadavia y su política liberal. Durante la gestión de Del Carril se organizó el departamento de Justicia, se reconoció el derecho al voto a todo hombre libre mayor de 21 años, excepto los que no tuviesen propiedad o trabajo. También se dictó un reglamento

policial para asegurar el orden y combatir la vagancia. Se introdujo la imprenta y se fundó el primer periódico “El defensor de la Carta de Mayo”. En el plano religioso, siguiendo los pasos de Rivadavia, por ley se cerraron las casas de órdenes religiosas que existían en la provincia: Predicadores de Santo Domingo, Mercedarios, entre otros. Para el año 1825 se promulgo la polémica Carta de Mayo como ley fundamental de la provincia. Esta no fue una constitución sino una declaración de los derechos del hombre.

Se invocaba la independencia de España,

proclamaba derechos y garantías de los habitantes: la soberanía del pueblo, la libertad personal excepto para los esclavos, libertad de pensamiento y de prensa, igualdad ante la ley, la propiedad privada, entre otras. La religión Católica se adoptaba como dominante pero nadie podría ser obligado a practicarla, se establecía así la libertad de culto. Pero el pueblo sanjuanino se resistió a esta ley por considerarla contraria a la fe católica de la población. En consecuencia para julio de 1826 estalló en San Juan una revolución que terminó con el gobierno de Del Carril. El surgimiento de Juan Manuel de Rosas y su hegemonía. Desaparecido el gobierno central; con la renuncia de Rivadavia como presidente, el pueblo de Buenos Aires decidió elegir como gobernador a Manuel Dorrego. Por aquellos días la confrontación entre Unitarios y Federales se recrudeció, para el año 1828 un general unitario, Lavalle, se sublevó contra el gobernador Dorrego. Lavalle venció

a Dorrego, se declaró gobernador de

Buenos Aires y ordeno su fusilamiento, esta situación hizo más violento el conflicto entre Unitarios y Federales: el general Juan Manuel de Rosas se enfrentó a Lavalle y lo obligó a dejar la provincia de Buenos Aire.

El país, y en especial Buenos Aires, vivía una situación inestable debido a los enfrentamientos y la violencia. Muchos creyeron necesario tener un gobierno fuerte que restableciera el orden. Rosas había adquirido poder y prestigio y fue elegido como gobernador de Buenos Aires. Este exigió tener poderes extraordinarios para restablecer el orden institucional. Por tal motivo el poder legislativo le otorgó facultades extraordinarias y el título de Restaurador de las Leyes. Fue gobernador entre 1829 y 1832, siendo reelecto en 1835 y lo ejerció hasta 1852. Durante su gobierno no admitió las críticas de sus opositores y ordenó quemar las publicaciones que cuestionaban a los federales y el cierre de esos periódicos. Cuando terminó su primera gestión rechazó su reelección, no aceptaba gobernar con las limitaciones a su poder que establece un sistema republicano de gobierno. Le sucedió en su cargo Juan Ramón Balcarce. La situación política del país, convulsionada por el conflicto violento entre Unitarios y Federales, hizo que Rosas volviera a ser gobernador de Buenos Aires, puntualmente

fue el asesinato del caudillo federal Facundo

Quiroga ( riojano) en febrero de 1835 lo que provocó en la población una sensación de falta de seguridad. Rosas una vez más era visto con buenos ojos para restablecer el orden, este exigió tener más poder que el que le correspondía a un gobernador de una república democrática. El poder legislativo de la provincia de Buenos Aires acepto la condición y lo nombró gobernador, otorgándole la suma del poder público: es decir que se le entregó a Rosas las funciones de los tres poderes de gobierno (ejecutivo, legislativo y judicial). El segundo gobierno de Rosas aseguró el predominio de Buenos Aires. Su puerto siguió siendo una fuente de riquezas que no se compartía con las provincias del interior. Rosas sostenía que las provincias debían mantenerse independientes y que no había llegado el momento de formar un Estado nacional. En su postura residían razones políticas y económicas, ya que si se formaba un Estado

nacional debía sancionarse una constitución que seguramente limitaría los poderes de los gobernantes. Además a Buenos Aires no le convenía unirse en un solo país con provincias en situación desfavorable económicamente. Muchos opositores de Rosas emigraron a Uruguay y algunos de ellos planearon y participaron en planes para derrotarlo. Durante su segundo gobierno enfrento numerosos levantamientos en el interior ya que las provincias se resistían al predominio de Buenos Aires. En el plano internacional también tuvo problemas con Francia e Inglaterra que querían ampliar su mercado en nuestras tierras. Francia con el pretexto de defender a los ciudadanos franceses en nuestro país (Rosas había dictado una ley que obligaba incorporarse a las milicias a los extranjeros) bloqueó en 1838 el puerto de Buenos Aires, situación que se solucionó con un acuerdo entre ambas partes. Pero los conflictos se reavivaron para el año 1845 cuando Inglaterra y Francia no respetaron la prohibición de Rosas de navegar los ríos Paraná y Uruguay, las potencias europeas bloquearon las costas de Buenos Aires y se adentraron en el rio Paraná con destino a Paraguay con naves que transportaban mercancías, en el combate de la Vuelta del Obligado las fuerzas argentinas intentaron detener las naves extranjeras aunque no lo lograron, demostraron la decisión de nuestro país de ejercer la soberanía sobre su territorio. Para 1847 Inglaterra y luego Francia levantaron el bloqueo. Como no existía un gobierno central que se ocupara de las relaciones con otros países, las demás provincias habían encargado a Rosas que se ocupara de las relaciones del país. Todos los años Rosas presentaba su renuncia como encargado de las relaciones exteriores y los gobernadores de las provincias se la rechazaban por temor a enemistarse con él. Pero en el año 1851 el gobernador de Entre Ríos Justo José de Urquiza, quien había alcanzado un gran poder y prestigio, decidió aceptar su renuncia. Urquiza se alió con la provincia de Corrientes, con Brasil y Uruguay. Formándose el Ejército Grande, al mando de Urquiza, derrotó a Rosas en la

batalla de Caseros en febrero de 1852, terminaba así un extenso periodo donde Rosas fue el protagonista indiscutido de la escena nacional. Este ante la derrota decidió exiliarse en Inglaterra, muriendo en 1877. San Juan en el esquema Federal: Nazario Benavidez. El asesinato de Facundo Quiroga dejó un vacío de poder en Cuyo, que fue cubierto por Nazario Benavidez cuando ocupó el cargo de gobernador de San Juan. A partir de entonces San Juan entró en una etapa de reorganización político-administrativa y de inserción en el esquema de Rosas. Ocupó Benavidez la gobernación de San Juan durante 19 años por reelecciones sucesivas. Se lo conoció como el caudillo “manso” debido a su actitud respetuosa hacia el adversario dentro de su lealtad federal. Benavidez fue protagonista de varias campañas militares luchando contra los unitarios, una de la batallas tuvo como escenario nuestra provincia en Angaco, donde Benavidez sufrió una derrota que luego supo revertir consagrándose victorioso y en el líder indiscutido de la región. Nazario Benavidez intentó recuperar la economía sanjuanina afectada por la guerra. Respeto la división de poderes y organizó a la provincia para convertirla en un bastión militar. Bajo su gestión logró concretar la construcción del dique San Emiliano, esta obra evitó inundaciones y sumo nuevas tierras a la producción. En las vísperas de la batalla de Caseros, Benavidez puso a disposición de Rosas las fuerzas de San Juan, que sin embargo no llegaron al campo de batalla. El pronunciamiento de Urquiza Un artículo publicado en enero de 1851 en un diario propiedad de Urquiza creó nuevos temores acerca de las intenciones de Urquiza porque hablaba de la necesidad de la organización nacional sobre la base de un sistema representativo federal. La reacción de Rosas se manifestó a través de

una carta a Urquiza, en la que éste señalaba a su atención la inoportunidad de pensar siquiera en abandonar el Pacto Federal vigente en vísperas de una guerra que Urquiza habría de conducir personalmente. El 5 de abril de 1851 Urquiza anunció que se ponía al frente de un movimiento contra Rosas, a quien acusó de “criminal abuso” de los derechos de las provincias, utilizados para extender al infinito sus facultades, y declaró que Entre Ríos y sus amigos y aliados derribarían el “poder ficticio” del dictador porteño. Ninguna provincia lo apoyó; en cambio, todas –salvo Entre Ríos y Corrientes– renovaron el poder supremo a Rosas, pero encargándole que convocara un congreso general constituyente. Menos de un mes después, el general Justo José de Urquiza lanzó una proclamación el 1 de mayo de 18511. El pronunciamiento de Urquiza consistió en la efectiva aceptación de la renuncia de Rosas por parte de la Provincia de Entre Ríos, que reasumía su capacidad de conducir su comercio y relaciones exteriores con otras naciones hasta tanto no se formalizara la constitución de una República. Asimismo, se suprimió el uso del eslogan "¡Viva la Confederación

Argentina!

¡Mueran

los

Salvajes

Unitarios!",

que

era

reemplazado por "¡Viva la Confederación Argentina! ¡Mueran los enemigos de la organización nacional!". Ese pronunciamiento precedió a la firma de la alianza exterior, ofensiva y defensiva, de los gobiernos del Brasil, Montevideo y el Estado de Entre Ríos, respectivamente, firmaron el 29 de mayo de 1851, sólo en caso de que Rosas declarase la guerra a los tres aliados o a uno de ellos habría hostilidades dirigidas directamente contra él. El Ejército Grande y la Batalla de Caseros

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Por aquel entonces el gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, tenía la suma del poder público y ejercía las relaciones exteriores de las provincias de la Confederación Argentina. Cada año Rosas presentaba la renuncia al cargo, a sabiendas de que ésta sería rechazada.

El paso siguiente fue la guerra contra Rosas. Las bases fueron dadas por tratado de alianza, firmado el 21 de noviembre de 1851 por los encargados de negocios de Entre Ríos y Corrientes del Brasil y un ministro de Montevideo. En ese tratado se declaraba formalmente que los aliados no pretendían hacer la guerra a la Confederación Argentina, ni coartar de cualquier modo que fuere la plena libertad de sus pueblos, sino libertar al pueblo argentino de la opresión que sufría bajo la dominación tiránica de Rosas. En esa guerra, Entre Ríos y Corrientes tomaban la iniciativa y asumirían la parte principal, auxiliados por las fuerzas del Brasil y la República Oriental del Uruguay, y se comprometían a utilizar toda su influencia para que con posterioridad al conflicto se declarase la libre navegación del Paraná y los demás afluentes del río de la Plata.

Rosas declaró públicamente la guerra al Brasil, lo que permitió a Urquiza firmar un nuevo tratado de alianza contra el gobernante argentino. Urquiza regresó a Entre Ríos, donde reunió el llamado "Ejército Grande", formado por tropas entrerrianas, correntinas, los emigrados unitarios, los soldados argentinos del sitio, unidades "coloradas" del ejército uruguayo y tropas del Imperio. Las fuerzas aliadas que iban a participar en la ofensiva contra Rosas partieron del Uruguay, la concentración militar terminó a fines de enero de 1851. Era previsible una invasión desde Diamante, pero aparentemente Rosas creía que la solución era hacerse fuerte en las cercanías de Buenos Aires y desconfiaba de sus jefes militares. La movilización de milicias recién tuvo lugar en noviembre de 1851. La vanguardia de las tropas de Urquiza – unos 10.300 hombres – avanzó hacia el sur para preparar el terreno y la retirada rosista continuó. Rosas había reunido sus fuerzas en Santos Lugares, a tres leguas al oeste de Buenos Aires. Contaba con 15.000 hombres, mucha artillería y 60.000 caballos, pero en el

lugar elegido le faltaba espacio para lograr una necesaria libertad de maniobra, y decidió pelear en Caseros contra los consejos de Chilavert. Urquiza llegó al río Las Conchas el 2 de febrero de 1852. Pudo cruzar el puente de Márquez sin dificultad y marchar en busca de posiciones ventajosas en Caseros. Al día siguiente, El 3 de febrero de 1852 se encontraron los 24 mil hombres de Urquiza con los 23 mil de Rosas en la Batalla de Caseros. Fue la batalla más grande que se haya dado jamás en América del Sur. La victoria de los aliados puso fin al largo gobierno de Rosas. Ese mismo día renunció y fugándose marchó hacia la casa de Gore, el encargado de negocios británico, que le dio refugio unas horas y lo ayudó a embarcar con su hija Manuela en la fragata Centaur, rumbo a Inglaterra. Apenas entrado en Buenos Aires, Urquiza envió una misión a las provincias, para explicar sus intenciones de restablecer la vigencia del Pacto Federal y emprender la organización constitucional. Bernardo de Irigoyen cumplió eficazmente su cometido: las provincias delegaron en Urquiza el manejo de las relaciones exteriores y aceptaron el proyecto de organización nacional. El 6 de abril, los representantes de Buenos Aires, Corrientes, Entre Ríos y Santa Fe firmaron el Protocolo de Palermo, que restablecía la vigencia del Pacto Federal, delegaba en Urquiza el manejo de las relaciones exteriores y le encargaba la reunión de un Congreso Constituyente. Para agilizar la reunión del congreso constituyente y fundamentar legalmente su autoridad, Urquiza invitó a los gobernadores de todas las provincias a una reunión que se celebraría en San Nicolás de los Arroyos. El 31 de mayo se firmó el Acuerdo de San Nicolás. El mismo establecía –entre otros puntos– la vigencia del Pacto Federal de 1831; la reunión de un congreso general constituyente en Santa Fe a partir de agosto de ese mismo año, integrado por dos diputados por cada provincia, los cuales actuarían sin instrucciones que restringieran sus poderes; y la creación del

cargo de Director provisorio de la Confederación Argentina, que recayó en el general Urquiza, cuyas funciones no estaban claramente definidas.

Separación de Buenos Aires. Apenas cayó Rosas, volvió a surgir en Buenos Aires la voluntad hegemónica que había caracterizado a la burguesía porteña desde 1810 y que los unitarios reincorporados a la vida política compartieron con ex rosistas reacios a aceptar que el país fuera conducido desde Santa Fe o Paraná. Fueron restituidos los bienes expropiados a los opositores. La clase gobernante no quiso aceptar un proyecto nacional de organización federativa, objetó vivamente que se colocara a la provincia en igualdad de votos con las demás y que se dieran a Urquiza poderes excepcionales y la responsabilidad de dirigir las relaciones exteriores, y se indignó cuando éste mantuvo la cintilla punzó como distintivo del nuevo federalismo. Además, la declaración de la libre navegación de los ríos, lo mismo que la nacionalización de la aduana y el reconocimiento de la independencia del Paraguay, iba en contra de los intereses de Buenos Aires. El Acuerdo fue ratificado por todas las provincias, con la única excepción de la de Buenos Aires. Allí, la Sala de Representantes, reunida el 1 de mayo y en la que los liberales tenían una amplia mayoría, rechazó el acuerdo argumentando que el poder otorgado a Urquiza era dictatorial. El 26 de julio, Urquiza asumió personalmente el gobierno de Buenos Aires. En su carácter de director provisorio de la Confederación, dispuso la convocatoria al Congreso Constituyente, prohibió la confiscación de bienes en toda la Nación, abolió la pena de muerte por delitos políticos y declaró que el producto de las aduanas exteriores era un ingreso de la Nación. En septiembre de 1852, Urquiza partió hacia Santa Fe para iniciar las sesiones del Congreso Constituyente. El 11 de septiembre estalló un levantamiento militar con apoyo civil contra la autoridad de Urquiza y su

delegado, que se embarcó hacia Entre Ríos. Parte de las tropas correntinas tuvieron una activa participación en la revolución; incluso los antiguos rosistas se unieron a la revolución. Restablecida, la Sala de Representantes desconoció al Congreso Constituyente, ordenó el regreso de los dos diputados porteños a la misma y reasumió el manejo de sus relaciones exteriores. La secesión de Buenos Aires iba a durar seis años. La Constitución de 1853 y la Presidencia de Urquiza. En noviembre de 1852 se inauguraron las sesiones del Congreso Constituyente en Santa Fe. Quien lo había gestado y tratado de reunir luego de incansables años de lucha, el general Urquiza, no pudo asistir debido a la invasión porteña a Entre Ríos. Los diputados habían sido elegidos por los gobernadores con la anuencia de Urquiza, y éste presionó activamente sobre ellos para destrabar algunas discusiones. Algunos debieron renunciar a su representación debido a que Urquiza se negó a pagarles los sueldos. La tarea de redactar el proyecto recayó fundamentalmente en el diputado Benjamín Gorostiaga, que presentó un texto muy parecido al proyecto de constitución que había propuesto Juan Bautista Alberdi en Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina; el mismo estaba inspirado, a su vez, en la Constitución de los Estados Unidos de América y las constituciones argentinas de 1819 y 1826, que seguían la tradición de la Constitución española de 1812. El 1 de mayo de 1853 fue sancionada la Constitución, la cual fue jurada en asambleas públicas en las capitales provinciales. Realizadas las elecciones, fue elegido presidente Justo José de Urquiza el 5 de marzo de 1854, acompañado por el unitario sanjuanino Salvador María del Carril como vicepresidente; de acuerdo a lo dispuesto en la Constitución sancionada en 1853, obteniendo 94 votos siendo el total 106; gobernando un país empobrecido, a causa de que toda la riqueza quedaba para Buenos Aires y su puerto.

El poder se ejerció desde la capital que provisoriamente se instaló en Paraná, pues Buenos Aires no estaba bajo su mando, ya que no había aceptado la Constitución y se hallaba separada de la Confederación Disuelto el congreso por propia decisión se eligieron sus nuevos integrantes el 25 de mayo. Junto al congreso se nombraron los jueces integrantes del máximo tribunal, la Corte Suprema de Justicia. Durante su gobierno se fomentó la llegada de inmigrantes, Le dio gran importancia a la educación, creando colegios secundarios y nacionalizando otros, Para mejorar la situación financiera se emitió papel moneda y se contrajeran deudas con el exterior. El 11 de noviembre de 1859, Urquiza logró la incorporación de Buenos Aires al suscribir el pacto de San José de Flores, con el compromiso de modificar la Constitución nacional, lo que ocurrió en 1860. El 5 de marzo de 1860, las elecciones le dieron el triunfo a Santiago Derqui. Sin embargo las diferencias continuaron, desembocando en la Batalla de Pavón. Sarmiento gobernador de San Juan: 1862-1864 Fueron dos años muy intensos. Decretó la enseñanza primaria obligatoria. Fundó escuelas de distintos niveles de instrucción. Introdujo una imprenta en San Juan y reabrió "El Zonda". Abrió caminos, edificó hospitales y organizó las milicias provinciales. Personalmente dirigió la guerra contra el caudillo riojano Angel Vicente Peñaloza. Renunció a su cargo como gobernador. Y aceptó una misión diplomática como ministro plenipotenciario en Chile, Perú y Estados Unidos. Sarmiento asumió como gobernador de San Juan en 1862. Durante su administración impulsó una Ley Orgánica de Educación Pública. Decretó la enseñanza primaria obligatoria y creó establecimientos de diferentes niveles de instrucción. Un ejemplo es la Escuela Sarmiento con capacidad para mil alumnos primarios. Se terminó de construir a principios de 1865. El ya no era

gobernador pero las nuevas autoridades la nombraron así en su honor. También fundó el Colegio Preparatorio -luego Colegio Nacional de San Juan-, y la Escuela de señoritas destinada a la formación de maestras. En solo dos años de mandato, Sarmiento instrumentó proyectos muy variados. Introdujo en la provincia una imprenta, reabrió el periódico "El Zonda", y mejoró el servicio de correos. También trazó el primer plano de la provincia, abrió caminos y ensanchó calles. Edificó baños públicos, hospitales y promovió comunidades agrícolas. Incluso organizó las milicias provinciales y propuso la formación de empresas mineras. Desde el punto de vista económico, fomento de la explotación minera (diputación de Minas, Compañía de Minas), leyes impositivas (patentes y sellos de justicia) y en lo social, proyecto de colonización y desarrollo agrícola con los inmigrantes.

En 1863 declaró en San Juan el Estado de Sitio. Y, como coronel, asumió personalmente la dirección de la guerra contra el caudillo riojano "El Chacho" Angel Vicente Peñaloza, que había invadido la provincia. Derrotado en Caucete, Peñaloza se refugió en Olta, donde lo mató el mayor Pablo Irrazabal. Aunque Sarmiento no había ordenado esa ejecución, el Gobierno nacional lo responsabilizó. El presidente Mitre sostuvo que la represión contra Peñaloza debía ser policial y no militar. Y el ministro del Interior de la Nación, Guillermo Rawson, consideró que la aplicación del estado de sitio era una medida que sólo podían disponer las autoridades nacionales sólo en casos excepcionales. Nunca los gobiernos de provincia.

Sarmiento renunció al gobierno de San Juan en 1864. Aceptó una misión diplomática que le encomendó el presidente Mitre en Chile, Perú y Estados Unidos como ministro plenipotenciario y enviado extraordinario. Ese año, en el Congreso Americano de Lima, condenó el ataque español a Perú, desatendiendo a las instrucciones del gobierno argentino.