Criticas en La Obra Candido

Voltaire escribe el Cándido, criticando y ridiculizando la filosofía de Leibniz, encarnándolo en su personaje de ficción

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Voltaire escribe el Cándido, criticando y ridiculizando la filosofía de Leibniz, encarnándolo en su personaje de ficción Pangloss, quien comenta dentro de la lectura: “Todo va, del mejor modo posible”, esto lo aprende Cándido y lo reafirma siempre a pesar de que se las ve muy negras durante su trayecto. Voltaire hace burla a esta frase de Leibniz, puesto que muestra una clara contradicción en las calamidades tan horribles que le suceden a Cándido, esto hace que se convierta en absurda la tesis de la armonía reestablecida de Leibniz. También, podemos observar el optimismo de Cándido, cuando llega al Nuevo Mundo, a pesar de que habían ahorcado su maestro, y piensa que ahí todo será perfecto. Leibniz, era un filósofo demasiado optimista, porque sostiene que «Todo va bien en el mejor de los mundos posibles», a pesar de que durante el trayecto de la vida, uno se encuentra con diversos obstáculos, él piensa que es necesario para poder llegar a la felicidad. Voltaire menosprecia la filosofía de Leibniz, ya que se le hace ridículo que alguien pueda ver siempre lo positivo a pesar de las peores calamidades que a alguien le puedan suceder. Yo me di cuenta de esto, porque a pesar de que durante toda la historia, se presentan diversos lamentables eventos, acaba “del mejor modo posible”, ya que termina casándose con Cunegunda, y todos esos obstáculos que se le presentan, son con el fin de llegar a su felicidad. La verdad no creo que Voltaire apoyara esto, simplemente fue para ridiculizar a Leibniz, puesto que suena algo fantástico e irrealista que suceda esto. Voltaire por el contrario es un pesimista, puesto que se opone a la causalidad, a la libertad, a la virtud, y es por esto que demuestra los vicios humanos y le satisface presentarnos el mal en los comportamientos y acontecimientos de la historia.

Este último libro figura como un punto privilegiado de la literatura moderna, es un clásico en la acepción más pura de este término. Su autor, cuyas obras completas superan los 120 volúmenes, es el escéptico-sarcástico por antonomasia, un polemista, un crítico mordaz de la corona y el clero, un longevo filósofo amante de la libertad política [2]. Y Cándido, o el Optimismo resulta, de alguna manera, la materialización de todas esas cualidades, pues Voltaire buscó con este texto esbozar, no digamos una teoría pero, al menos, sí, ciertos planteamientos sobre cómo deberían interpretarse desde la filosofía los males que usualmente vive el hombre. Al respecto se ha escrito lo siguiente: “(La obra) es una dura parodia que reduce al absurdo la convicción fundamental de la teodicea de Leibniz según la cual vivimos en el mejor de los mundos posibles. La justificación de este mundo y el estado de cosas imperante que lleva a cabo este optimismo metafísico sólo es posible, según Voltaire, obviando la miseria y penurias individuales que el filósofo mostrará profusamente a lo largo de los 29 capítulos de su Cándido. Solamente una figura como Pangloss, encasillado en su imperturbable optimismo e impermeable a cualquier experiencia, es capaz de repetir ante cada nuevo desastre que le toca vivir o presenciar la parodiada sentencia del mejor de los mundos posibles” [3] Se trata, pues, de una obra que posee una dimensión narrativa, constituida por los viajes de Cándido alrededor del mundo, base para el conocimiento de todos los males que se ciernen sobre los hombres y, también, una dimensión filosófica, centrada en la crítica a la teodicea de Leibniz, concretamente, a su defensa de la perfección creadora de dios. No hay ninguna página perdida en Voltaire: su escritura es ágil cuando relata y sugerente al momento de considerar los temas filosóficos, por tal razón el libro se lee rápido y se encuadra siempre a modo de una posibilidad abierta (algo que se encuentra muy bien captado aquí, tal vez porque la traducción de Editorial Orbis es decimonónica). Habría que señalar, además, que Cándido, o el Optimismo debe ser una de las novelas más sangrientas que se hayan escrito: Voltaire ironiza el mejor de los mundos posibles explorando una lista casi inventariada de enfermedades, horrores, crímenes, desequilibrios, vicios y tragedias, todo lo cual –sobre todo en los primeros capítulos- se narra de manera abierta y visceral. Tenemos, así, un buen antecedente para lo que un compatriota suyo, Gustave Flaubert, haría un siglo después en Salambó (1862) a propósito de la historia de Cartago.