Complejidad e Interdisciplina

Complejidad e interdisciplina: desafíos metodológicos y educativos para las ciencias sociales Por Leonardo G. Rodríguez

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Complejidad e interdisciplina: desafíos metodológicos y educativos para las ciencias sociales Por Leonardo G. Rodríguez Zoya1 UBA / CONICET / IIGG / CPC [email protected] Encuentro PRE-ALAS 2008 – Corrientes, Argentina – Foro temático Nº 1: “Las Ciencias Sociales desde Latinoamérica: Nuevos Paradigmas y Metodologías de Investigación”

I. Introducción El objetivo de esta ponencia es reflexionar en torno a la noción de complejidad e interdisciplina, y pensar sus desafíos metodológicos y educativos para las ciencias sociales. Para abordar tal cuestión propongo argumentar y defender tres tesis centrales: Tesis 1: La complejidad es un nuevo valor epistémico en la ciencia contemporánea. Tesis 2: La interdisciplina es una estrategia metodológica esencial para abordar los problemas de complejidad organizada que requieren una atención urgente por parte de nuestras sociedades, gobiernos y ciudadanos. Tesis 3: La complejidad y la interdisciplina requieren procesos de reforma del pensamiento y del conocimiento; y por lo tanto, plantean serios desafíos para la educación, tanto en el nivel de la organización institucional de la universidad como en el proceso de enseñanza – aprendizaje.

II. La complejidad como valor epistémico en la ciencia contemporánea La reflexión que se intenta desarrollar en las siguientes líneas parte de la siguiente hipótesis macro histórica: “hay una relación compleja entre las formas de organización de la sociedad, las formas de producir y organizar el conocimiento, y las formas de organización política”. Esta hipótesis introduce cuatro categorías conceptuales para pensar el proceso socio-histórico a través del cual se constituyen históricamente los lazos concretos que vinculan dichas nociones. Esta hipótesis nos permite apuntar, a modo de aproximación, que la modernidad entendida como un proceso sociohistórico complejo es una forma específica de organizar y dar sentido a la relación entre la organización de la sociedad (formación del modo de producción capitalista); las formas de producción de conocimiento (emergencia de la ciencia clásica); las formas de organización del saber (creación, desarrollo y transformación de las disciplinas); y las formas de organización de la 1

Lic. en Ciencia Política (UBA). Profesor ayudante de Métodos y Técnicas de la Investigación Social (Facultad de Ciencias Sociales – UBA). Becario Doctoral (CONICET-IIGG). Coordinador de la Comunidad de Pensamiento Complejo. (CPC) Datos de contacto del autor: mail. [email protected] | web. www.pensamientocomplejo.com.ar | skype. lein.humanimal | msn. [email protected] | Tel. (054)-(011)-4624-5414 | Movil. (54)-(911)-5001-8099

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comunidad política (constitución del estado-nación y del régimen político de la democracia representativa, liberal, capitalista)2. Las estrategias cognitivas de la modernidad moldearon la producción y organización del conocimiento científico en torno a un conjunto de valores epistémicos centrales. Estos valores epistémicos encarnan ciertos supuestos fundamentales en relación a la naturaleza de la realidad (ontología), la naturaleza del conocimiento científico (epistemología), los procedimientos para alcanzar un conocimiento pertinente (metodología), las operaciones cognitivas rectoras del proceso de pensamiento (lógica). Estas estrategias cognitivas, con su conjunto de valores epistémicos y supuestos, constituyen un paradigma en el sentido conceptualizado por Edgar Morin; en la medida en que determinan las operaciones lógicas que guían y conducen los razonamientos y la construcción de teorías. El concepto de paradigma tiene por lo tanto un carácter “infralógico (subterráneo con relación a la lógica), prelógico (anterior a su utilización), supralógico (superior a ella),” por consecuencia produce las reglas de legitimidad que validan las proposiciones y demostraciones (Morin, 1991, pp. 216-244). El paradigma de conocimiento hegemónico en la historia moderna de occidente puede caracterizarse como un paradigma de simplificación, reducción y disyunción; en el cual han predominado estrategias cognitivas que priorizaban la búsqueda de lo elemental (reduccionismo por las partes), la comprensión holística (reduccionismo por el todo), y la reificación de la disyunción a través de un conjunto de dicotomías centrales: objeto / sujeto, ciencia / filosofía, objeto / entorno, mente / cuerpo, materia / espíritu, naturaleza / cultura, juicios de hecho / juicios de valor, razón / afectividad. Resulta pertinente señalar que este conjunto de valores epistémicos y estrategias cognitivas (paradigma de la simplificación) ha constituido el inconsciente político de la ciencia occidental que ha orientado y guiado la producción del saber disciplinario de la ciencia. Los postulados epistémicos centrales que incluyen la objetividad, neutralidad valorativa y unidad de la ciencia entrañan presupuestos ético políticos que permiten la reproducción de las relaciones sociales existentes (Harding, 2006, pp. 1-13, 113-131). Es posible afirmar que la complejidad estuvo presente desde los orígenes de la filosofía occidental en la Grecia Clásica, pero sólo recientemente la práctica científica comienza a tomar conciencia de la misma. A lo largo de la historia de la ciencia del siglo XX, el problema de la complejidad ha emergido en diferentes campos del saber y por primera vez en la historia de la ciencia occidental ha 2

La interpretación y explicación del surgimiento de cada uno de estos procesos ha sido estudiada con extensa profundidad en la tradición de pensamiento occidental tanto desde las ciencias sociales como desde la filosofía. Por ejemplo, Kart Marx, Martín Hiedegger, Charles Tilly, Michel Foucault, Ilya Prigogine, entre otros tantos. Desde otras perspectivas teóricas cabe señalar: los Estudios Sociales de Ciencia y Tecnología (ESCT) y de Ciencia, Tecnología y Sociedad (CTC), la Escuela de Frankfurt, la Epistemología Feminista, etc.

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comenzado a ser incorporado en el corazón de numerosas teorías3 en diferentes campos de estudio y disciplinas (física, biología, química, matemáticas). El de la complejidad es un campo múltiple y heterogéneo donde confluye un conjunto de perspectivas, enfoques, teorías y disciplinas en torno a las cuales comienza a emerge un nuevo vocabulario científico que intenta dar cuenta de la complejidad en cada dominio de estudio: azar organizador, autoorganización, evento, emergencia, orden por fluctuaciones, bifurcación, atractor, caos, orden a partir del ruido, entre otras (Maldonado, 1999; Prigogine, 1987). Más allá de la diversidad y polisemia con la que se ha utilizado el término complejidad resulta pertinente trazar algunos ejes conceptuales que nos permitan vertebrar su identidad significativa. El concepto de complejidad no puede reducirse a una definición analítica y lineal. Complejidad es un concepto complejo y, por lo tanto, multidimensional que tiene que ser pensado a través de una pluralidad de instancias complementarias. Proponemos distinguir las siguientes dimensiones para construir una significación del término: 1. La complejidad comporta una dimensión psicológica que se refiere a la dificultad del pensamiento para comprender de un modo simple, evidente y claro un fenómeno (Morin, 1990; Velilla, 2002). Esta noción se encuentra, por lo tanto, asociada al nivel del sujeto cognoscente como individuo y adquiere sentido como obstáculo cognitivo. Pero la complejidad constituye también un obstáculo afectivo, en la medida que el sujeto se enfrenta a un proceso reflexivo que le permite redescubrirse como sujeto complejo enfrentado a la incertidumbre. 2. La complejidad refiere a una dimensión epistemológica vinculada al proceso de construcción del conocimiento que adquiere sentido a través de las formas de relación y vinculación que el sujeto establece con el mundo. El desplome de la dicotomía sujeto / objeto, permite entrever una relación compleja entre ambos: el sujeto construye el objeto, lo transforma al conocerlo y es deformado por éste en el proceso mismo de conocimiento (Ibáñez, 1998). 3. La complejidad puede pensarse en una dimensión ontológica. Tempranamente advirtió Bachelard que el objeto simple no existe, sólo existe lo simplificado: “no hay fenómenos simples; el fenómeno es una trama de relaciones. No hay naturaleza simple, sustancia simple; la sustancia es una textura de atributos” (Bachelard, 1934, p. 132). La complejidad puede por lo tanto pensarse como las características constitutivas del mundo fenoménico, de la realidad misma. El concepto de complejidad tiene, entonces, que ser empleado como un adjetivo para caracterizar los fenómenos, situaciones y procesos que se investigan. En este sentido es preciso enfatizar que no existe una sustancia compleja como substrato y que, por lo tanto, no hay definición del sustantivo complejidad (García, 2000, p. 67). 3

Teoría de las catástrofes (René Thom), teoría de las estructuras disipativas (Ilya Prigogine), Teoría de la autopoiesis (Humberto Maturana y Francisco Varela), Geometría fractal (Benoit Mandelbrot), etc.

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4. La complejidad comporta también una noción paradigmática. Es en esta dimensión donde confluye un conjunto de perspectivas y enfoques bajo el nombre de Paradigma de la Complejidad, los cuales plantean una reflexión crítica y una necesidad de reformar el binomio epistémico entre las formas de producción del conocimiento y las formas de organización de los saberes; no sólo en términos cognitivos-mentales (operaciones lógicas rectoras de los procesos de pensamiento), sino también en la organización de las instituciones educativas (escuela, universidad). 5. En último lugar, la complejidad tiene que ser concebida también como una estrategia metodológica que permita el abordaje de los fenómenos complejos de un modo no simplificador y reduccionista. Sin embargo, la complejidad como método no puede reducirse a un conjunto de técnicas y procedimientos estandarizados que brinden un programa a priori para conducir una investigación (Morin, 1977, pp. 21-46, , 1982, pp. 363-369). Lo metodológico aquí debe entenderse como el nudo gordiano donde confluyen la praxis reflexiva del sujeto y las construcciones teórico – conceptuales para dar sentido a la realidad, comprenderla y transformarla. Por consiguiente, el desafío metodológico de la complejidad apunta a una estrategia que exige la praxis reflexiva del sujeto; es decir, la incorporación del observador en el proceso de observación a través de una investigación social de segundo orden o del conocimiento del conocimiento (Foerster, 1996; Morin, 1986; Sotolongo, 2006). En síntesis, la emergencia y reconocimiento de la complejidad en diferentes campos y disciplinas de la práctica científica constituyen un nuevo valor epistémico en la ciencia contemporánea. El paradigma de la complejidad plantea la necesidad de reformar el pensamiento y la racionalidad científica, y de encontrar formas superadoras de producir y organizar el conocimiento disciplinario.

III. La interdisciplinariedad como estrategia metodológica Los conceptos multi – pluri - inter y transdisciplina tienen en común la raíz semántica del término disciplina, pero están enraizados en supuestos epistemológicos y valores cognitivos diferentes; y, por lo tanto, cada uno de ellos conlleva diferentes implicancias metodológicas para la práctica de la investigación social. El término disciplina debe ser entendido en una doble significación, como sustantivo y como verbo (Najmanovich, 2008). En el primer sentido constituye un campo de saber, un principio organizador de los conocimientos en el cual se desarrolla históricamente la práctica científica. En el segundo sentido la disciplina constituye un campo de poder, que modela y condiciona los hábitos cognitivos, la cultura metodológica y las estrategias de indagación de quienes realizan sus prácticas en ese campo de conocimiento. En sentido foucaultiano poder y saber se implican mutuamente y se co-producen; constituyen un bucle recursivo en el que el saber produce poder que crea nuevas formas de saber.

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El desarrollo socio-histórico de las estrategias cognitivas de la modernidad alimentó la expansión y profundización del saber disciplinario (proliferación de saberes en compartimentos estancos) y del poder disciplinario de la ciencia. La expansión descontrolada de las disciplinas conduce a un conocimiento hiper-especializado incapaz de abordar la complejidad de los problemas reales, actuales y vigentes. Esta hiperespecialización produce una inteligencia ciega que estimula el pensamiento analítico y reduccionista que se vuelve incapaz de ver lo global, el contexto, lo complejo, las interacciones entre el todo y las partes. La penetración del saber hiper-especializado en la esfera pública conlleva a un predominio de los técnicos en la política, y contribuye a un déficit democrático del saber en donde el ciudadano pierde el derecho al conocimiento (Morin, 1999). Desde el paradigma de la complejidad se señala que lo esencial no consiste en disolver las disciplinas ni integrarlas en una ciencia unificadora4; lo que se requiere es una reforma de los principios organizadores del conocimiento. Es aquí donde adquieren relevancia las categorías de interdisciplina y transdisciplina (Romero Pérez; Thompson Klein, 2004). La interdisciplinariedad puede definirse como la estrategia metodológica adecuada para el abordaje de objetos de estudio conceptualizados como sistemas complejos (García, 2006). Tal abordaje metodológico requiere, entonces, un marco epistemológico común que permita conceptualizar la multidimensionalidad del problema complejo abordado; y, por lo tanto, implica encontrar formas de articulación de las disciplinas. La gran pregunta-desafío es ¿cómo conformar equipos de investigación interdisciplinarios con profesionales formados bajo la lógica del discurso disciplinar? ¿No hay acaso una contradicción entre la organización educativa y los desafíos metodológicos que plantea la investigación interdisciplinaria en sistemas complejos? Por otra parte, el concepto transdisciplina implica en términos epistemológicos pensar la construcción de saberes en una perspectiva que se sitúe más allá y a través de las disciplinas (Nicolescu, 1994). Sostengo que la estrategia metodológica interdisciplinaria es la proyección pragmática a corto plazo para desarrollar un conocimiento sensible al valor epistémico de la complejidad. La transdisciplinariedad es la apuesta y preparación de un proceso histórico sujeto al devenir de nuestra praxis.

IV. Desafíos educativos de la complejidad y la interdisciplina Si la disciplina es un campo de prácticas y un campo de poder que produce formas específicas de organización del saber, entonces resulta pertinente señalar que la superación del conocimiento disciplinario no puede resolverse en la fundación de un nuevo campo cognitivo. La superación del conocimiento disciplinar y la articulación de 4

La necesidad de superar los déficits y riesgos del poder-saber disciplinario deben permitirnos señalar algunos peligros importantes que resumimos en las siguientes tesis: 1.La necesidad de formar generalistas. 2. La ciencia debe realizar un tránsito hacia una integración disciplinaria. 3. Se requiere la formación de equipo multi o pluri - disciplinarios (Bertalanffy, 1968, pp. 49-51; García, 2006, pp. 91-93).

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la complejidad e interdisciplina debe concebirse como parte de un proceso cultural más amplio (Thompson Klein, 2004). Tal proceso consiste en una reforma de los hábitos prácticos y cognitivos que involucra necesariamente un replanteo profundo del proceso de enseñanza – aprendizaje; a través del cual los sujetos cognoscentes aprenden no sólo las teorías de un campo del saber, sino que devienen en sujetos sujetados al modelo mental (paradigma) que las disciplinas crean. En última instancia, asumiendo los principios de incompletad, incertidumbre e indeterminación que el paradigma de la complejidad preconiza debemos ser conscientes que la práctica interdisciplinaria y transdisciplinaria no redundará necesaria e inmediatamente en un conocimiento científico más útil socialmente. Por lo tanto, la reforma del pensamiento y de la educación debe estar abierta a considerar, discutir y reflexionar los valores éticos y políticos que pueden co-pilotear un conocimiento complejo de nuestros problemas y sus estrategias de solución.

V. Bibliografía Bachelard, G. (1934). El nuevo espíritu científico (2º, 1985). México: Editorial Nueva Imagen. Bertalanffy, L. V. (1968). Teoría general de sistemas. Fundamentos, desarrollos, aplicaciones (1º, 1º reimpresión, 2007). Buenos Aires, Argentina: Fondo de Cultura Económica. Foerster, H. V. (1996). Las semillas de la cibernética (2º, 1996). Barcelona: Gedisa editorial. García, R. (2000). El conocimiento en construcción. De las formulaciones de Jean Piaget a la teoría de los sistemas complejos (1º). Barcelona: Gedisa Editorial. García, R. (2006). Sistemas complejos. Conceptos, método y fundamentación epistemológica de la investigación interdisciplinaria (1º). Barcelona: Gedisa Editorial. Harding, S. (2006). Science and Social Inequality. Feminist and Postcolonial Issues. Chicago, Estados Unidos de América: University of Illinois Press. Ibáñez, J. (1998). Nuevos avances en la investigación social I. Barcelona: Proyecto a ediciones. Maldonado, C. E. (1999). Esbozo de una filosofía de la lógica de la complejidad. In C. e. Maldonado (Ed.), Visiones sobre la Complejidad (2º, 2001 ed., pp. 9-27). Bogotá, Colombia: Ediciones El Bosque. Morin, E. (1977). El Método I. La naturaleza de la naturaleza (1ª, 2001). Madrid: Cátedra. Morin, E. (1982). Ciencia con Conciencia (1ª, 1984). Barcelona: Anthropos. Editorial del Hombre. Morin, E. (1986). El Método III. El conocimiento del conocimiento (4ª, 2002). Madrid: Cátedra. Morin, E. (1990). Introducción al Pensamiento Complejo (4ª reimpresión, 2001). Barcelona: Gedisa Editorial. Morin, E. (1991). El Método IV. Las ideas (2ª, 1998). Madrid: Cátedra. Morin, E. (1999). La cabeza bien puesta. Repensar la reforma. Reformar el pensamiento (1ª, 2ª reimpresión 2002). Buenos Aires: Ediciones Nueva Visión. Najmanovich, D. (2008). El juego de los vínculos. Subjetividad y redes: figuras en mutación (1º). Buenos Aires, Argentina: Biblos. Nicolescu, B. B., François; Morin, Edgar; Motta, Domingo. (1994). Carta a la transdisciplinariedad. Retrieved 10/9, 2008, from http://www.pensamientocomplejo.com.ar/docs/files/aavv_carta_a_la_interdisciplinariedad.pdf Prigogine, I. N., Grégoire. (1987). La estructura de lo complejo (1º, 1º reimpresión, 1997). Madrid: Alianza editorial. Sotolongo, P. D. D., Carlos Jesús. (2006). La revolución contemporánea del saber y la complejidad social. Hacia unas ciencias sociales de un nuevo tipo (1º). Buenos Aires: CLACSO Libros. Thompson Klein, J. (2004). Interdisciplinarity and complexity: An evolving relationship. Emergence: Complexity and Organization, 6(Special Double Issue. Nos. 1-2), 2-10. Velilla, M. A. C. (2002). Manual de inicación pedagógica al pensamiento complejo.

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