Como Decir Lo Que Piensas Sin Morir en El Intento

Como evitar que los demás te arrojen su basura emocional. 1. Qué es la basura emocional exactamente Ahí viene. Cojeando

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Como evitar que los demás te arrojen su basura emocional. 1. Qué es la basura emocional exactamente Ahí viene. Cojeando con paso lento pero firme y decidido, rumbo a su objetivo: yo. Parece mentira que alguien que cojea ande tan rápido. El golpe seco y rítmico de su bastón me hace temblar, aunque no lo vea, lo oigo y se me antoja una premonición de algo difícil, como el taconeo de las botas de los soldados. Quiero irme de allí, salir corriendo, pero ya es tarde: me vio. Y ahí me quedo, de pie inmóvil, esperando estoicamente que llegue hasta mí y desate la temida catarata verborrágica de los detalles y especificaciones mínimas de cada uno de sus males, empezando por sus enfermedades, siguiendo por sus problemas económicos y acabando por las peleas con su hija. Al cabo de una hora por lo menos, se lo veía tan aliviado por (aparentemente) haberse desprendido de toda su carga… Y tras esa hora del prácticamente monólogo, en la que lo único que se me permitió fue asentir, o tal vez decir un ahogado “ajá”, siento que un tren lleno de uranio me pasó por encima y que tras dejar su carga conmigo contemplo alejarse feliz por las vías hacia su destino. Y mientras él se iba sonriente a buscar a su siguiente víctima_ porque era mentira que se descargaba, lo contaba una y otra y otra vez_ yo consideraba la conveniencia de echarme bajo las ruedas de un automóvil para ver si hallaba algo de paz.

El psicólogo David J. Pollay, autor del libro “Reciclaje emocional” explica que la basura emocional se trata de la ira, miedos, decepciones, ansiedades y las frustraciones acumuladas por las personas durante largos períodos_ a veces toda sus vidas_ y que se traducen en jefes que maltratan a sus subalternos, conductores que vociferan en un atasco, clientes insatisfechos que se enfurecen si un detalle no está a su gusto, padres, madres y maestros que imponen orden a los gritos…

Yo me quiero concentrar en una especie de esta variopinta fauna: la eterna víctima que le cuenta sus problemas al primero que aparece porque ve a todo el mundo con cara de oreja. Si ese comportamiento lo desataban las frustraciones y decepciones de su vida, no sé. Lo que sí sé es que si el pobre ingenuo que lo escuchaba con paciencia siquiera intentaba contarle algún problema propio o mostrarle alternativas para abrirle opciones él no se daba por enterado y seguía olímpico enfrascado en lo suyo. Uno diría que hallaba un placer sádico en torturar a su interlocutor con el recuento en extremo detallado de sus desgracias. Por lógica, todo el mundo lo evitaba. ¿Qué hace que una persona se comporte así? ¿No se da cuenta del efecto que causa? Respuesta corta: no.

Respuesta larga: lamentablemente vivimos en lo que yo llamo “Cultura de la crisis”, y no de las que se ven como oportunidades. Es una manera de vivir, estar eternamente en estado de emergencia. Ni se te ocurra preguntarle a una persona que se comporta así que cómo le va, pues le estarás dando pie para que te lo cuente y te eche encima y sin compasión toda su basura emocional. Basura emocional, es además el resultado de escupir el residuo de las situaciones no resueltas y arrojárselas en la cara a otro para que duelan menos. Pero como el perpetrador en realidad no hace nada por encontrar la causa o causas que lo llevaron a donde está porque vive convencido de que los culpables son los otros (entiéndase Dios, el Estado, la religión, el mercado, cualquiera menos él o ella) lo único que hace en realidad es rociar a todo el que puede con su nube tóxica en la esperanza de mitigar su dolor y nunca lo logra, así el ciclo se repite hasta el infinito. ¿Tienes algún “amigo” o “amiga” que cada vez que te encuentra te asfixia con sus problemas y luego se va tan campante? Te invito a hacerte estas preguntas:    

¿Por qué lo/a toleras? ¿Te pasa que todas las personas con las que te cruzas te confunden con una oreja caminando? ¿Estás haciendo algo para que ellos se comporten así contigo? Más importante: ¿puedes hacer algo para que dejen de hacerlo?

Para poder desactivar el mecanismo que te coloca en la posición pasiva de “tener” que escuchar cualquier cosa que quieran contarte, tienes qué entender qué es lo que te lleva a ti a pensar que “estás obligado” a hacerlo. Y para eso es crucial que desentrañes las razones por las cuales algunas personas sienten esa necesidad compulsiva de contar hasta el último de sus problemas. 2. ¿Por qué la gente cuenta sus problemas?

Algunas personas cuentan sus problemas por varias razones:     

Para desahogarse (como mi vecino, al hacerlo quedan livianitos y se van tan orondos) Para llamar la atención y destacar (si encontraste a tu hijo fumando el del narrador encontró al suyo con coma etílico) Para empatizar con alguien (con aquellos que piensan que solo SU pareja les grita) Para consolar a alguien que cree que es el único ser con problemas en el mundo (mal de muchos, consuelo de bobos) Para que aquel a quien se los cuentas te ayude a encontrar una solución. Ésta es la razón que nos interesa aquí y tengo una anécdota personal al respecto.

La asertividad es un estilo de comunicación que consiste en conocer cuáles son los derechos de cada parte en el proceso de comunicar y hacerlos valer. Cuando aprendes a expresarte con asertividad sabes que tú tienes derecho a negarte a participar de una conversación si no estás obteniendo la debida consideración. También sabes que el que tengas derechos no te autoriza de ninguna manera a mostrar falta de respeto a tu interlocutor. Y sabiendo todo esto

3. Hablar de problemas y el pensamiento positivo. 4. La importancia de llamarse uruguayo: ¿la cultura importa? 5. De quien te rodeas en tiempos de Facebook y otras yerbas 6. El delicado equilibrio entre valor y sensibilidad 7. Como escuchar y que escuchar 8. Qué decir y como decir lo que piensas sin morir en el intento. 9. Como reconducir la conversación: 1-1 o en un grupo 10. Como apoyar a un amigo que te necesita

11. 12. 13. 14.

Negociando tu espacio Cuando darse cuenta de que hay que parar Como manejar la culpa Mejor solo que mal acompañado