Clio Especial Historia - Marzo 2018 - PDF - HQ

8 401100 301080 00004 WWW.REVISTACLIO.COM / NÚMERO 4 · 5,00 € EN BUSCA DEL DORADO/CORTÉS Y ATAHUALPA/PIZARRO Y LOS GR

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8 401100 301080

00004

WWW.REVISTACLIO.COM / NÚMERO 4 · 5,00 €

EN BUSCA DEL DORADO/CORTÉS Y ATAHUALPA/PIZARRO Y LOS GRANDES CONQUISTADORES/HUELLAS HISTÓRICAS DEL GENOCIDIO

E DE L VER EN DA RIQ DE UE RO IV D ROS E C TRO AS TIL LA REVISTA DE

HISTORIA

www.cliorevista.com

CIENCIA E HISTORIA

EL DESCUBRIMIENTO DEL HELIO HISTORIA MILITAR

CIEN AÑOS DE LEGIÓN ESPAÑOLA

LA GUERRA DE

TROYA

DE JUANA “LA LOCA” A JUANA “LA BELTRANEJA” LOS ORÍGENES DE LA RELIGIÓN Y LA FIGURA DE CRISTO EN LA ANTIGÜEDAD

TEMPLARIOS

AUGE Y CAÍDA DE LOS MONJES GUERREROS LA RUTA DE LA SEDA Y DE LAS PERLAS

LA PRIMERA DINASTÍA DE EMPERADORES ROMANOS

PABLO CARRIÓN LOS PRIMEROS DE FILIPINAS

( Editorial) el pasado presente DIRECTORA: María Lorente [email protected]

María Lorente Directora CLÍO

REDACTORA: Blanca Ramos COLABORADORES Laura González, Blanca Ramos, Mario Jiménez, Sandra Ferrer, Daniela Jiménez, Manel Montes, Jorge Munnshe, Javier Martínez-Pinna, Diego Peña, Teo Palacios ASESORES Francisco J. Barranco, Montserrat Rico Góngora, Miguel del Rey, Carlos Canales, Ángel Sánchez Crespo, Jorge Jiménez, Mª Ángeles López de Celis, Teo Palacios, Juan Pablo Perabá, Javier MartínezPinna DIRECTOR COMERCIAL Juan Ramón Cabarroca Tel.: 675 68 71 49 [email protected] C/ Aragón, 186, 1º 4ª. 08011 Barcelona. Tel.: 93 368 75 61 Fax: 93 237 58 46 EDITA

Administración C/ Aragón, 186, 1º 4ª. 08011 Barcelona. Tel.: 93 368 75 61 Fax: 93 237 58 46

DISTRIBUYE GRUPO BOYACÁ M-206; km 4,5. 28890 Madrid IMPRIME MCC Graphics 902 30 63 16 Impreso en España

Sobreprecio para Canarias 0,15 € ISSN 2565-1684 Depósito Legal D.L.B. 43172-2001 06/18 Casual Magazines1 1 Reservados todos los derechos. Se prohibe la reproducción total o parcial por ningún medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopias, grabados o cualquier otro sistema, de artículos aparecidos en este número sin autorización expresa por escrito del director. CLÍO no se hace responsable de las opiniones vertidas por sus colaboradores.

La publicación no se hace responsable de las opiniones expresadas por los autores de los artículos. Esta revista ha recibido una ayuda de la Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas para su difusión en bibliotecas, centros culturales y universidades de España, para la totalidad de los números del año.

Editorial El origen del cristianismo

L

a polémica está íntimamente ligada a la conquista de América. Desde que Cristóbal Colón arribara por primera vez al Nuevo Continente allá por el año 1492, la figura del almirante y su descubrimiento siempre han estado en entredicho. Y es que a día de hoy aún existen mucho interrogantes sin solución acerca de su origen y su verdadero papel en el modus operandi de la conquista de los territorios americanos. No en vano, son muchos los historiadores que sugieren que Colón no descubrió realmente América, debido a que existen pruebas de que los vikingos llegaron antes a Terranova, tal y como demuestran los vestigios de posibles poblados. Pero también son muchos los expertos en historia que apuntan que la actuación de los españoles durante la conquista del territorio americano no fue tan pacífica como se ha querido dejar ver, sino que muchos de los hombres que se aventuraron a descubrir nuevos territorios ayudaron a cometer un genocidio no reconocido aún por la Historia. A lo largo de las páginas de este número especial de CLÍO intentamos descubrir nuevos datos para que el lector juzgue por sí mismo, ya que la Historia aún no lo ha hecho.

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(Sumario) 3

Editorial

EL DESCUBRIMIENTO 6 12 18

En busca de un NUEVO MUNDO El descubrimiento de AMÉRICA EXPEDICIONES privadas. Los viajes menores o andaluces

EXPEDICIONES LEGENDARIAS 24 34 40

Tierra de mitos. Más allá del DORADO El verdadero PERÚ del siglo XVI GUERRAS INDÍGENAS. Acoma y la Batalla de la Roca

HISTORIA IGNORADA 46 52

46

El APERREO, métodos de lucha en la CONQUISTA VIKINGOS en América. ¿Llegaron antes que los españoles?

GRANDES CONQUISTADORES 58 64 70 76 84

CRISTÓBAL COLÓN. La historia del conquistador ATAHUALPA y PIZARRO. La extraña relación entre el español y el pueblo indígena HERNÁN CORTÉS. Los conquistadores de NUEVA ESPAÑA ÁLVAR NÚÑEZ CABEZA DE VACA. El conquistador, conquistado PEDRO DE URSÚA y los marañones

LEYENDA NEGRRA 90 Huellas históricas del GENOCIDIO AMERICANO

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América

EL DESCUBRIMIENTO

EN BUSCA DE UN

NUEVO MUNDO DESDE JOVEN CRISTÓBAL COLÓN HABÍA TENIDO LA NECESIDAD DE BUSCAR NUEVOS MUNDOS. SIN EMBARGO, SU PROYECTO NO SIEMPRE FUE BIEN ACOGIDO POR LOS REYES CATÓLICOS. TUVO QUE ESPERAR HASTA LA RECONQUISTA DE GRANADA PARA ENCONTRAR EL MOMENTO OPORTUNO PARA PRESENTAR A ISABEL LA CATÓLICA SU "VIAJE SUICIDA". POR FRANCISCO J. BARRANCO

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U

N GRITO A LAS DOS DE LA MAÑANA DEL DÍA 12 DE OCTUBRE DE 1492 DE UN MARINERO LLAMADO JUAN RODRÍGUEZ BERMEJO, CONOCIDO A LA POSTRE COMO RODRIGO DE TRIANA, CAMBIARÍA PARA SIEMPRE LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD. Ese grito, procedente del puesto de vigía de la carabela Pinta, anunciaba la visión de un nuevo territorio (independientemente de los hipotéticos contactos vikingos que, históricamente, no fueron más allá de Terranova), nuevo conglomerado del cual esa isla, la de Guanahani, bautizada como San Salvador una vez SH[YPW\SHJP}UKLZLTIHYJ}LULSSHUVZLYxHTmZX\L\UHxUÄTHWHY[L;YLZ meses antes, el 3 de agosto, tres naves partían del puerto de Palos (junto a esta Pinta, capitaneada por Martín Alonso Pinzón y propiedad de Cristóbal Quintero que iba como marinero, zarparon la Niña, capitaneada por Vicente Yáñez Pinzón, hermano de Martín Alonso y de Francisco –maestre a su vez de la Pinta– y propiedad de Juan Niño –maestre en esta–, y la Santa María, propiedad de Juan de la Cosa y capitaneada, cómo no, por Cristóbal *VS}U

EL JOVEN COLÓN La leyenda, no obstante, se remontaría unos quince años antes, cuando un joven de veinticinco años llegaba nadando a la costa sur de Portugal tras OHILYZLO\UKPKV\UUH]xVLULSX\L]PHQHIH+PJOVQV]LUZLSSHTHIH*YPZ[}IHS*VS}U(WHY[PYKLLU[VUJLZLZLQV]LUZLHZLU[}LULSWHxZS\ZP[HUVLS cual se encontraba en apogeo comercial y marinero, hecho que le permitiría desplazarse a su nuevo habitante en expediciones a otros lugares como InNSH[LYYH0YSHUKH0ZSHUKPHVÍMYPJH,ULZHL[HWHH[YH]tZKLKP]LYZHZ[LVYxHZ` de informaciones como la contenida en el mapa de Toscanelli, se formaría en su mente la convicción sobre la posibilidad de la llegada a Asia a través del Atlántico, motivo que le impulsó a iniciar su peregrinaje por las cortes L\YVWLHZLUI\ZJHKLSWH[YVUHaNVULJLZHYPVWHYHZ\L_WLKPJP}U:LSVWYVpuso primeramente a Juan II de Portugal, quien lo rechazó, y partió entonces H*HZ[PSSHKVUKL[HTIPtUM\LYLJOHaHKVWVYSVZ9L`LZ*H[}SPJVZ +LJPKPYxHHWHY[PYKLLU[VUJLZKLZJLUKLY\ULZJHS}UQLYmYX\PJV`YLHSPa} su propuesta a algunos duques, Medina Sidonia primero, y Medinaceli desW\tZ,Z[L‚S[PTVUVKLZJHY[}KLS[VKVLSWYV`LJ[V`KLTVTLU[VVMYLJP} HJVNPKHH*VS}UK\YHU[LJLYJHKLKVZH|VZ+\YHU[LLZ[L[PLTWVIsabel la Católica`HLUSVZLZ[LY[VYLZKLSJVUÅPJ[VNYHUHKPUVKLJPKP}WYLZ[HYVxKVZ HSWYV`LJ[V`JVUX\PZ[HKH.YHUHKHYLJPIP}HSTHYPULYV;YHZ\UHZULNVJPHJPVULZJVU]HYPVZ]HP]LULZZLSSLN}ÄUHSTLU[LH\UW\U[VKLHJ\LYKV MVYTHSPaHKVLSKLHIYPSKL TLKPHU[LSHZ*HWP[\SHJPVULZKL:HU[H-L Obligada la onubense ciudad de Palos de la Frontera por antiguas rencillas con la Corona a satisfacer las necesidades de la expedición, esta, no obstante, no contó con el verdadero apoyo de la población hasta que el reputado navegante de la zona Martín Alonso Pinzón decidió ligarse HLSSH

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EL DESCUBRIMIENTO

EL 6 DE DICIEMBRE DE 1492 la nave Santa María descubriría La Española, en la que el día de Nochebuena encallaría. Atraído por la idea de Colón, Martín Alonso no tardó en proponérsela a sus hermanos Vicente Yánez y Francisco, así como a la importante familia de navegantes Niño, naturales de la vecina Moguer (además de Juan, que sería maestre de la Niña como se ha dicho, Francisco Niño serviría como marinero y Pedro (SVUZV5P|VWPSV[HYxHSH:HU[H4HYxH

LA PARTIDA DE LAS CARABELAS Y así partirían, haciendo escala en las Islas Canarias, de donde a su vez saldrían el 6 de septiembre, no volviendo a poner pie en tierra hasta la llegada al Nuevo 4\UKV ;YHZ :HU :HS]HKVY SVZ KLZJ\brimientos proseguirían por las Antillas: Santa María de la Concepción, Fernandina, Isabela y Juana (posterior Cuba), SSLNHUKV `H HS TLZ KL UV]PLTIYL 4mZ de medio mes estuvieron en el sitio sopesando qué rumbo tomar, optando por ZLWHYHYZL4HY[xU(SVUZVaHYWHYxHOHJPH el este, mientras que Colón proseguiría IVYKLHUKVSHPZSHKL1\HUH El 6 de diciembre la Santa María descubriría La Española, en la que el día de NoJOLI\LUHLUJHSSHYxH,SKxHKLLULYVKL 1493, dos de las carabelas que partieron, la Pinta y la Niña, regresaban a España, llegando separas por un temporal, la Pinta HÄUHSLZKLMLIYLYV`SH5P|HWYL]PVWHZV WVY 7VY[\NHS ZVIYL TLKPHKVZ KL THYaV Junto a Juan Niño, pues Martín Alonso murió al poco de llegar, Colón puso marcha a Barcelona, donde se encontraban SVZ 9L`LZ *H[}SPJVZ (SSx ZL LUJVU[YHYxH OHZ[HÄUHSLZKLQ\UPVKLKVUKLWHY[P}JVU órdenes de un nuevo viaje, con objetivos ya claramente diferenciados, pues esta no sería una empresa de expedición, sino una LTWYLZHKLJVUX\PZ[H:LJVSVJHYVUIHQV su mando 1500 hombres a bordo de 17 8

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JUNTO A ESTAS LÍNEAS, RENDICIÓN DE GRANADA. ABAJO, ESTATUA DE LOS HERMANOS PINZÓN.

españoles del primer viaje quedaron en el Fuerte Natividad, además de la obvia, fue la protección del cacique aliado Guacanagari y su pueblo del líder caníbal Caonobo ,Z[L ‚S[PTV OHIxH ZPKV LS YLZponsable de la destrucción del fuerte y de la desaparición de los 39 españoles en \UHKLZ\ZPUJ\YZPVULZ,U\UVKLKPJOVZ asaltos, sin embargo, Caonobo cayó capturado por Alonso de Ojeda, motivo por el cual hubo una coalición de indígenas para liberarlo, dando lugar a la mencioUHKHIH[HSSH3VZLZWH|VSLZUVVIZ[HU[L estaban preparados por aviso de Guacanagari, logrando de esta forma la victoria `SHJVUZPN\PLU[LWHJPÄJHJP}UKLSHPZSH +\YHU[L LZ[L WLYxVKV WYVZLN\xHU SHZ idas y venidas de navíos de América a España y viceversa, partiendo Colón en marzo del año siguiente, arribando a CáKPaLUQ\UPV+LU\L]VZLYL\UP}JVUSVZ Reyes Católicos, ahora en Burgos, dando a partir de entonces inicio a la preparaJP}UKLS[LYJLYVKLZ\Z]PHQLZ

DE NUEVO A AMÉRICA barcos, componiéndose la comitiva de gentes tan dispares como experimentados navegantes (con los reincidentes Hermanos Niño a la cabeza), hombres de acción (con Alonso de Ojeda o Ponce de León, decididos a dar que hablar al otro lado del Atlántico), clérigos (zarpando toda una banda de franciscanos bajo el liderazgo de Bernardo Boyl) o personajes de distinta índole peleando por diferentes intereses, motivo por el cual, Colón, para defensa de los propios, incluiría en este grupo a su hermano Diego, partiendo acto seguido detrás de él su otro hermano, Bartolomé, JVUTmZIHYJVZ (ÄUHSLZKLZLW[PLTIYLLSaHYWHIH dicha comitiva del puerto de Cádiz, llegando a territorio antillano, tras recalar de nuevo en Canarias del 2 al 13 de octuIYL+LZW\tZKLU\L]VZKLZJ\IYPTPLU[VZ actual Puerto Rico entre ellos, arribarían H3H,ZWH|VSHKLUV]PLTIYL(SSxZL encontraron con que de los 39 soldados que habían dejado no quedaba ninguno y el fuerte había sido incendiado, deci-

diendo Colón fundar en su lugar el 6 de enero del año 1494 La Isabela, primera KLSHZJP\KHKLZKLS5\L]V*VU[PULU[L

PRIMEROS CONFLICTOS Los desmanes no tardarían en acontecer, habiendo pillaje contra los indios e insuIVYKPUHJP}U7HYHHWSHJHYSVZLUMLIYLYV Colón ordenó a 12 de los 17 barcos reNYLZHYH,ZWH|HLUI\ZJHKLZ\TPUPZ[YVZ 4PLU[YHZ [HU[V SVZ JVUÅPJ[VZ WYVZLN\Prían, eclosionando un año más tarde en la Batalla de la Vega Real, el 23 de marzo de 1495, primera gran batalla en territoYPVPUKxNLUH3HJH\ZHWVYSHX\LSVZ 

DATOS CURIOSOS

Tras casi dos años en España, en mayo de  *VS}UWHY[P}KL:HUS‚JHYKL)HYYHmeda rumbo a América; lo hacía en este ocasión con seis carabelas, habiendo par[PKVHU[LYPVYTLU[LV[YHZKVZ;YHZWHZHYWVY 4HKLPYH`*HUHYPHZKVUKLSHÅV[HPU[LUcionadamente se dividió en dos, las tres UH]LZ JVTHUKHKHZ WVY *VS}U LUÄSHYVU más al sur, llegando a Cabo Verde, y a la 0ZSHKL;YPUPKHKHÄUHSLZKLQ\SPV,SWHZV siguiente sería a su vez un importante paso en el proceso de descubrimiento al tocar [PLYYH ÄYTL JVU[PULU[L 3H WYLZLUJPH KL agua dulce sería el indicio que le hizo a *VS}UZHILYSV

EL PRIMER FUERTE AMERICANO Con los restos de la nave Santa María, se construiría, tras un acuerdo con Guacanagari, el cacique de la zona, el Fuerte Navidad, primer asentamiento español en América. La Pinta, enterada del naufragio de la Santa María, acudió en su búsqueda.

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América

EL DESCUBRIMIENTO

TRAS CASI DOS AÑOS EN ESPAÑA, en mayo de 1498 Colón partió de Sanlúcar de Barrameda rumbo a América; lo hacía en esta ocasión con seis carabelas. Se prosiguió en cualquier caso la marcha, tornando a La Española, en la que se había quedado como gobernador BartoloTt*VS}U3HVJ\WHJP}UKLSJHYNVOHIxH sido por la ausencia del Almirante, goberUHKVYVÄJPHS`HX\LZLN‚USVYLJVNPKVLU las Capitulaciones de Santa Fe, además del título de almirante, se le asignaba también el título de gobernador o virrey en todos los territorios que descubriese tras su partida aquel ya lejano 3 de agosto de 1492 OLJOV X\L ]PUV H JVUÄN\YHY LS JVUVJPKV JVTV=PYYLPUH[V JVSVTIPUV +L LZ[L modo, con su vuelta a España del segundo ]PHQLKLQ}LULSJHYNVHZ\OLYTHUV3H situación que ya fermentó durante el segundo viaje, el descontento y la insubordinación de las tropas, eclosionó durante su ausencia, y al llegar atestiguó que alrededor de un personaje llamado Francisco Roldán había surgido una facción que no solo atrajo a gran parte de los españoles, ZPUV[HTIPtUKLPUKPVZ +LJHYHHHWSHJHYSHYLILSP}U*YPZ[}IHS Colón, retomado el mando, hizo una serie de concesiones al bando rebelde mediante un acuerdo habido lugar en agosto de 1499, apaciguándose momentáneamente LSJVUÅPJ[V4VTLU[mULHTLU[LW\LZUV quedaría verdaderamente zanjado hasta el siguiente agosto, el de 1500, con la arribada de Francisco de Bobadilla, enviado como juez a La Española por los Reyes Católicos al ser conocedores estos de los desórdenes que apuntaban directamente a una desastrosa administración por parte de los Colón (no solo pesando el problema Francisco Roldán; también lo hacían todo tipo de acusaciones, abusos de autoridad LU[YLLSSHZ,SPUPJPVKLS[YmTP[LQ\KPJPHSUV fue de lo más propicio: Llegado Bobadilla 10

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RECONSTRUCCIÓN DE UNA DE LAS CARABELAS UTILIZADAS POR CRISTÓBAL COLÓN.

a La Española, ausentes Cristóbal y Bartolomé Colón, estaba al mando el otro herTHUV+PLNVX\PLUULN}SHH\[VYPKHKKLS juez enviado por los reyes, hecho que le ]HSP}\UH\[VTm[PJVLUJHYJLSHTPLU[V

SHTH`VYÅV[HOHZ[HLSTVTLU[VJVUKLZ[PUVH(TtYPJH,Z[HIHJVTW\LZ[HWVY LTIHYJHJPVULZ`TmZKLWLYZVUHZ JVUÄN\YHUKVSHX\LZLYxHSHWYPTLYHNYHU acción colonizadora de envergadura de la *VYVUHLZWH|VSH,ULSSHUVZVSVPIHUTHrineros, sino representantes de todos los esEL JUICIO A COLÓN Francisco de Bobadilla, ya tomado el ran- tratos sociales para su asentamiento en tiego de gobernador, dio inicio a su investi- rras indígenas y que estos desarrollaran su gación, para lo que no tardó en requerir vida en el lugar, dando inicio a una nueva tanto a Cristóbal como a Bartolomé, que ZVJPLKHK ,U[YL [HU ]HYPVWPU[H [YPW\SHJP}U en cuanto se personaron se les apresó y se ÄN\YHIHU\U QV]LU ZVSKHKV JVTIH[PLU[L en Italia bajo las órdenes del Gran Capitán, SLZLU]P}H,ZWH|H,YHVJ[\IYLKL A Cádiz llegarían el 25 de noviem- llamado Francisco Pizarro, y un sevillano IYL 9mWPKHTLU[L ZLYxHU SPILYHKVZ WVY que se dirigía a administrar las tierras obtelos Reyes Católicos, pero, especialmente nidas por su padre por su participación en Cristóbal, perdió toda la reputación que el segundo viaje de Colón, llamado Barhabía obtenido con su descubrimiento, tolomé de las Casas(STHUKVKL[VKHSH llegando a derogarse en marzo de 1502 comitiva iba Nicolás de Ovando, relevo en las Capitulaciones de Santa Fe en lo el cargo como gobernador de La Española concerniente al gobierno de las nuevas KL-YHUJPZJVKL)VIHKPSSH ,YHUÄUHSLZKLQ\UPVJ\HUKV*VS}ULTtierras, de La Española concretamente, denegándosele incluso, de cara a evitar pujado por un temporal tras su paso por JVUÅPJ[VZ]VS]LYHWPZHYSHPZSH5VVIZ- otras pequeñas islas, pidió a Nicolás de tante, se le encomendó el mando de una Ovando que le concediese refugio en La nueva expedición, y a inicios de mayo de Española hasta que se deshiciese lo que él ese mismo año partía de Cádiz, haciendo ZHIxHX\LZLYxH\U[VYUHKV,SYLM\NPVSLM\L denegado, y hubo de capear el temporal SVWYVWPVHÄUHSLZKLTLZKL*HUHYPHZ JVTV I\LUHTLU[L W\KV 3H LZ[YLSSH KL Colón, no obstante, tal y como le “coloLA VERDADERA COLONIZACIÓN +VZTLZLZHU[LZOHIxHWHY[PKVKL,ZWH|H J}¹\UJVU[PULU[LLUZ\[YH]LZxHHSHH‚U

MAPA ANTIGUO DEL TERRITORIO DESCUBIERTO DE AMÉRICA.

remota Cipango (actual Japón), ahora hizo que el puerto en el que se le denegó asilo, quedase completamente devastado con la tempestad y él y sus navíos resultasen prác[PJHTLU[L PSLZVZ 7HYH JVSTV KPJOH [LTpestad saldó una vieja rencilla del almirante, pues el navío en el que volvía a España Francisco de Bobadilla tras dejar el cargo de gobernador, cargo en el que había apresado a los hermanos Colón, fue víctima del mismo y se hundió junto a todos los que LUtSPIHUWLYLJPLUKVLULS6JtHUV La siguiente escala de Colón sería la hoy Jamaica, entonces Santiago, descubierta en su segundo viaje, después de la que se dirigiría a Cuba y, seguidamente, a la costa de América central, donde buscó el paso occidental que lo llevase OHJPHZ\ZHUZPHKHZ0UKPHZ(WLZHYKLLUcontrarse donde a posteriori se abriría el Canal de Panamá, descartó adentrarse en esa vía, obstinado por hallar un paso JVTWSL[HTLU[L HJ\m[PJV +mUKVZL WVY vencido al poco, decidió centrarse en objetivos más pragmáticos a corto plazo y, continuando con su exploración del teYYP[VYPVZLHWSPJ}LUSHI‚ZX\LKHKLVYV /HSSHKV\UÄS}USVZLZWH|VSLZPU[LU[Hron atraer para su causa a los indígenas, pero cuando estos constataron que las ‚UPJHZWYL[LUZPVULZKLSVZ]PZP[HU[LZLYHU

despojarles de sus riquezas e inculcarles su YLSPNP}U[HYKHYVUWVJVLUOHJLYSLZMYLU[L Hubieron varios encontronazos, aunque la ZP[\HJP}UÄUHSTLU[LZLaHUQ}JVUSVZLZWHñoles montados en sus barcos y decidiendo abandonar aquel territorio habitado por unos indios tan díscolos que ni querían darles su oro ni renunciar a sus creencias: THSH NLU[L *\HUKV *VS}U ` SVZ Z\`VZ llegaron a sus barcos observaron que los navíos estaban afectados por un molusco que deteriora la madera, la broma, por lo que, emprendida la marcha, a duras penas YL[VYUHYVUH1HTHPJH(SSxKLZWYV]PZ[VZKL barcos, en un territorio sin asentamientos españoles, y con la entrada prohibida a La Española, fueron de nuevo los indios quienes les salvaron la vida, proveyéndoles de HSPTLU[V3HZP[\HJP}UHWLZHYKLLSSVUV podía extenderse así eternamente, y se decidió que uno de los tripulantes naufragados, Diego Méndez de Segura, quien iba en la expedición en calidad de Escribano Mayor de la Armada, se desplazase a La Española en unas canoas facilitadas por los indios, los cuales eran los que remaban, y WPKPLZLZVJVYYVH5PJVSmZKL6]HUKV ,YHU TLKPHKVZ KLS H|V  3H H`\da tardó en manifestarse por el recelo del gobernador hacia Colón, mientras en Jamaica la situación se deterioraba a pasos

HNPNHU[HKVZ /\IV \U HTV[PUHTPLU[V capitaneado por los hermanos Porras, que en esta cuarto viaje vinieron a desempeñar un poco el papel de los Hermanos Pinzón y Niño en el primero, y por este, el grupo rebelde, dañó las relaciones con los indios, causa por la que estos dejaron de facilitarles sustento a todos los españoles, grupo KL *VS}U PUJS\ZP]L *VS}U UV VIZ[HU[L valiéndose de sus conocimientos en astroUVTxHH\UX\LH‚UTmZKLZ\WPJHYLZJH siendo conocedor de la proximidad de un eclipse, amenazó a los indios con que su dios ocultaría el astro en muestra de su disconformidad ante la negativa de estos a ZLN\PYLU[YLNmUKVSLZHSPTLU[V(U[LLSOLJOVSVZPUKPVZUV[HYKHYVULUYL[YHJ[HZL La tirantez con los rebeldes proseguiría unos meses más, hasta mayo de 1504, cuando tuvo lugar una gran batalla entre las dos facciones de la que salieron vic[VYPVZVZSVZ*VS}UÄUHSPaHUKVLSHTV[PUHTPLU[V(JHIHIHQ\UPVJ\HUKVSSLN}SH ayuda desde La Española, hacia la que se embarcaron prestos todos los supervivientes, abandonando Colón desde allí de forTH KLÄUP[P]H (TtYPJH LU ZLW[PLTIYL HS poner rumbo a España, a la que llegaría a inicios de noviembre para no volver jamás al continente que, a su pesar, había KLZJ\IPLY[V CLÍO

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América

EL DESCUBRIMIENTO

EL DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA DIPLOMACIA EN TIEMPOS DE COLÓN EL 15 DE MARZO DE 1493, RECIÉN LLEGADO AL PUERTO DE PALOS, CRISTÓBAL CÓLON DEJABA ANOTADAS SUS ÚLTIMAS PALABRAS EN EL CUADERNO DE BITÁCORA Y SE REANUDABA LA DIPLOMACIA PARA ARBITRAR LA EXPASIÓN MARÍTIMA EN EL ATLÁNTICO QUE YA HABÍA INICIADO ESPAÑA Y PORTUGAL. POR MONTSERRAT RICO GÓNGORA

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E

N 1479, EN ALCÁÇOVAS, FERNANDO DE ARAGÓN E ISABEL DE CASTILLA FIRMABAN CON ALFONSO V DE PORTUGAL UN TRATADO QUE DELIMITABA LA EXPANSIÓN MARÍTIMA POR EL ATLÁNTICO, QUEDANDO LAS ISLAS CANARIAS BAJO DOMINIO ESPAÑOL. A los portugueses les tocó en el reparto los archipiélagos de las Azores y de Cabo Verde y, lo más importante, el derecho a explorar la desconocida costa africana. En 1486, en virtud del Tratado de Alcaçovas, Bartolomé Días, tras navegar a la deriva durante trece días, llegó al punto más meridional del continente africano y dobló el cabo de las Tormentas para penetrar en el oceano Índico. De vuelta a suelo patrio, el cabo fue bautizado con el nombre de Buena Esperanza, porque auguraba el hallazgo de un nuevo paso hacia las islas de las especierías.

EL ORIGEN DE TODO El hito del portugués fue determinante para que los españoles se aventuraran a buscar con urgencia una nueva ruta hacia las Indias, de donde provenían especias y productos exóticos muy cotizados en el Viejo Continente. Durante siglos el tráfico de estas mercancias se había hecho por tierra, después de alcanzar Bizancio y de cruzar el estrecho del Bósforo hasta Asía Menor, de donde partían las caravanas en viajes interminables. Desde el siglo XIII se venían siguiendo los pasos del mercader veneciano Marco Polo, pero en 1453, los turcos otomanos tomaron Constantinopla y se estrangularon, por Oriente, las vías comerciales. Solo quedaba una alternativa para llegar al mismo destino, viajar hacia Poniente, lo que sería posible sobre la base científica de que la tierra era esférica como una pelota, un conocimiento que los sabios del Medievo habían olvidado. El almirante Cristóbal Colón llegó de su primer viaje a las “Indias” capitaneando la carabela La Niña, que no era la misma en la que había partido, porque la Santa María se había perdido en un banco de arena el 25 de diciembre de 1492. Con sus restos, el almirante construyó el Fuerte de Navidad, donde dejó a 39 hombres, con una provisión de simiente para sembrar y la artillería de la nave para defenderse de un posible ataque de los indígenas. Cabe preguntarse cuál fue la reacción de los portugueses ante el supuesto éxito de su viaje. Necesariamente tuvieron que estar al corriente de que Colón estaba de vuelta, porque, el 17 de febrero de 1493, La Niña atracó en el puerto lusitano de San Lorenzo, de la isla de Santa María de las Azores, para que su tripulación pudiera cumplir sus votos en una ermita. Esto fue aprovechado por los portugueses para detener a varios de sus miembros, que solo fueron liberados despues de arduas negociaciones. Unos días más tarde, La Niña peCLÍO

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EL DESCUBRIMIENTO

netraba por el Tajo hasta Restelo, y de ahí regresaba a Palos, el puerto de partida, donde aguardó una respuesta de sus Altezas en el eremitorio de Santa María de la Rábida, lugar donde la empresa descubridora había recibido un decidido apoyo. Se cree que permaneció aquí hasta el 28 de marzo en que pasó a Sevilla, con el único objetivo de avanzar el viaje que tenía previsto realizar por mar para dar cuentas de su hallazgo a Fernando de Aragón e Isabel de Castilla. Avalan esta hipótesis las últimas palabras escritas en su diario de navegación el día 15 de marzo: "Que tenía la intención de ir a Barcelona, ciudad donde le dicen que sus altezas se encuentran”. También en el Memorial de la Mejorada –julio de 1497–, un informe reservado escrito por el propio Colón, destinado a ofrecer argumentos a los Reyes Católicos para litigar con los portugueses por violar las cláusulas del Tratado de Tordesillas, el almirante incidía en que había encontrado a sus patrocinadores en la ciudad condal: "Partió el dicho almirante del dicho puerto de Lisboa y vino a Sevilla, y dende a la ciudad de Barcelona, adonde a la sazón estaban los sobredichos Rey e Reina de Castilla e Aragón, y fecha relaçion a sus altezas de su viage y de todo lo que en él le avía aconteçido...". Aunque tradicionalmente se pensó que aquel viaje lo había realizado por tierra, resulta mucho más verosímil que lo hiciera por mar, no solo porque se acortaba la duración del mismo, sino porque se libraba de exponerse a los bandidos y a todo tipo de privaciones cruzando la Península Ibérica de sur a norte por una red de caminos intransitables, en los que no se había hecho inversión alguna desde la época del Imperio Romano. Si alguna vez la Historia incidió en esa teoría, fue porque había constancia de que Colón había visitado el monasterio de Guadalupe para cumplir sus votos –lo que anularía la tesís marítima–, pero eso pudo hacerlo después de la entrevista en Barcelona con los reyes, incluso de regreso de un segundo viaje, porque 14

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la tradición arranca de un único testimonio, el del viajero alemán Hyeronymus Münzer, quien, en su crónica de 1494, dijo haber visto en las estancias reales del monasterio muchos papagayos, que nadie, a excepción de Colón, podía haber llevado.

LOS REYES CATÓLICOS EN BARCELONA El 2 de enero de 1492, Fernando de Aragón e Isabel de Castilla rendían Granada; y el 31 de marzo del mismo año, el secretario Juan Coloma rubricaba el Acta de Expulsión de los judíos, paso previo para la ansiada unificación religiosa del reino; y el 17 de abril, se firmaban las Capitulaciones de Santa Fe, merced a las cuales se le dejaba el camino expedito a Cristóbal Colón para partir a las Indias. En fin, 1492 fue un año prolijo en acontecimiemtos que hizo olvidar a Fernando de Aragón, en pro de las causas de Castilla, que tenía aún asuntos pendientes que lo reclamaban en Barcelona, en su reino. En esa ciudad iba a recibir al embajador francés para tratar el asunto de la devolución de los condados del Rosellón y la Cerdaña, que su padre Juan II había hipotecado, en virtud al Tratado de Bayona, a cambio de la ayuda militar francesa, en la guerra civil que lo había enfrentado a los partidarios de su propio hijo, el Príncipe de Viana –que lo era también de Blanca de Navarra–, encuentro que tuvo lugar en julio de 1493. A finales de 1492 hay constancia de que ya se había instalado en Barcelona, donde el 7 de diciembre, mientras concedía audiencia pública a las puertas del Palacio Real, fue apuñalado por el campesino Joan de Canyamars. Parece evidente que el encono hacia la facción que él representaba no se había sofocado. La herida hizo temer por su vida y se pensó que aquella ciudad amurallada, donde tantos enemigos andaban sueltos, no era el mejor lugar para su seguridad. Cuando recibió a Colón, el frustrado intento de regicidio aún era un hecho reciente, como prueban las afirmaciones de Gonzalo Fernández de Oviedo, paje del príncipe Juan, y testigo del encuen-

tro: "Encontró al rey assaz flaco, pero sin peligro de su herida". Dada la vinculación que los reyes tenían con la orden de los jerónimos –lo era fray Hernando de Talavera, confesor de la reina–, se le ofreció para su convalecencia el retiro en un monasterio de la orden. En la ciudad o en sus inmediaciones solo había dos: el del Valle de Hebrón, a los pies de la Sierra de Collserola, y el del Valle de Belén, en las vertientes de la Sierra de Marina, en la vecina Badalona, a tres horas a pie de camino de la urbe, salvando un río Besós más bucólico que lo que sugiere su curso en nuestros días. Hay pocas dudas de que el monasterio de San Jerónimo de la Murtra fue el elegido para convertirse involuntariamente en el lugar donde se dio fe pública del hallazgo de lo que se daría en llamar América.

MONASTERIO DE SAN JERÓNIMO DE LA MURTRA.

TESTIGO INVOLUNTARIO EL MONASTERIO BADALONÉS DE SAN JERÓNIMO DE LA MURTRA había sido fundado en 1421 por el mercader Bertrán Nicolau, sobre el manso de la Murtra, nombre con el que fue conocido.

Es cierto que no hay constancia en el Libro de Solemnidades del monasterio de la visita, y que existe un absoluto silencio documental en el Libro de Ceremonias y Hechos Notables de la Ciudad, incluso en el Dietario del Cosell Barceloní, pero, como iremos desgranando, esa anomalía nos sirve para incidir en el hecho de que la recepción de Colón fue un medido y discreto acto de corte, y que nada tuvo que ver con el encuentro apoteósico que la tradi-

ción histórica ha defendido. Ni siquiera el almirante gozaba entre los cortesanos de celebridad, y debía ser solo un personaje exótico, cuando no un pobre loco con la cabeza llena de pájaros. El maestro de las artes liberales Pietro Mártir d´Anglería, caballero de la corte de Isabel y Fernado, inclinado a relatar solemnidades, en una carta fechada el 14 de mayo de 1493 y dirigida a Juan Borromeo, conde de Arona, decía: "A vuelto de las antípodas oc-

LA RECEPCIÓN DE COLÓN CON LOS REYES CATÓLICOS fue un medido y discreto acto de corte, que nada tuvo que ver con el encuentro apoteósico que la tradición histórica ha defendido. CLÍO

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cidentales, cierto Cristóbal Cólon de la Liguria...¡pero pasemos a otros asuntos, ilustre conde!". Todas estas carencias documentales, quedan compesandas, sin embargo, con otros registros fehacientes que ubican a los Reyes en el monasterio en los días en que Colón ya estaba en Barcelona. Se sabe que el 7 de abril, día en que cayó la Pascua, la reina se desprendió de su saya brocada para que los religiosos del cenobio pudieran confeccionar una casulla digna para los oficios litúrgicos, y que fray Ramón Pané, uno de los evangelizadores que acompañó a Colón en su segundo viaje, era, casualmente, jerónimo de esta casa. La prudencia exigía discrección, sobre todo porque en el monasterio de San Jerónimo de la Murtra estaba instalado, como parte del séquito, don Álvaro de Portugal, como era conocido Álvaro de Braganza y Castro, quien en 1485 había sido nombrado presidente del Consejo de Castilla y había de tener un papel fundamental en los descubrimientos de españoles y portugueses. También gracias a su intervención le fueron reconocidos a Colón el 10% de los beneficios de la empresa descubridora. Necesariamente los soberanos tuvieron que conducirse con cautela como demuestra la carta que Isabel de Castilla, respondiendo a otra de Colón, escribió el 5 de septiembre de 1493, y que se supone acompañaba al cuaderno de viaje solicitado: "Traslado del libro que acá dexasteis, el cual a tardado tanto, porque se fyciste secretamente, para questos questan aquí de Portugal, nin otro ninguno, non sopiese dello". Es importante conocer la fecha exacta de la entrevista, para llegar a la conclusión a la que queremos llegar: que en el monasterio de San Jerónimo de la Murtra de Badalona, además de realizarse la trascripción del diario de navegación del primer viaje colombino, se puso en marcha el dispositivo diplómático que exigió la nueva intervención del pontífice Alejandro VI como arbitro de la cristiandad o, lo que era lo mismo, de la política internacional. Fernando Colón, segundo hijo 16 16

O CC LL ÍÍ O

del descubridor, nos informa que su padre entró en Barcelona a mediados de abril, y el archivero de la ciudad, Diego de Montfort, anticipa su entrada al 3 de abril, fecha en la que habrían sido bautizados, y apadrinados por el rey y el príncipe Juan, seis indios. El 23 de mayo los monarcas, en carta al mercader Juanoto Berardi –agente de la Banca Medícea establecido en Sevilla–, le anunciaban la partida de Barcelona del descubridor, de lo que se deduce que el 3 de mayo, fecha en que se expide la primera Bula Alejandrina, Colón aún permanecía en la ciudad y que esta respondía a sus primeras valoraciones sobre el hallazgo de ultramar.

LAS BULAS ALEJANDRINAS Y EL TRATADO DE TORDESILLAS A lo largo de 1493 se publicaron cuatro documentos papales, que llevan fecha distinta a la que se supone fue su redacción, y en las que el papa Alejandro VI, de origen español, no pudo disimular sus inclinaciones por la monarquía española. La primera, Inter Caetera, con fecha 3 de mayo, se supone redactada a finales de abril y enviada a la península el 17 de mayo. En ella se hacía la concesión a Isabel de Castilla y Fernando de Aragón de las tierras descubiertas o por descubrir en el mar Océano por la parte de occidente “hacia las Indias”, siempre que no perteneciesen a ningún príncipe cristiano. En contrapartida, ellos se obligaban a adoctrinar a los indígenas en la fe cristiana. Para corregir y matizar este primer documento, y ya bajo clara inspiración colombina, en el mes de septiembre se despacharon dos nuevas Bulas: la segunda, Inter Caetera y la Eximiae Devotionis, que sustituían e invalidaban el primer documento y en las que se establecía una nueva línea de demarcación que nada tenía que ver con el paralelo que había repartido el Atlántico en vísperas del decubrimiento. Esta vez se trataba de trazar, de norte a sur, otra línea divisoria que pasaba a cien leguas de las Islas Azores y de Cabo Verde. Esta segunda Inter Caetera retrotraía los derechos castellanos a la

Navidad de 1492, en cuentas de a 3 de mayo de 1493, para evitar las incursiones de las naves portuguesas que ya conocían el éxito de almirante. Y así había sido, porque Alejandro VI –Rodrigo Borgia– amenazó con pena de excomunión a quienes se atrevieran a navegar hacía las Indias por la ruta de poniente para preservar los intereses de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, a quienes en 1496 concedería el título de Católicos en premio a la unidad religiosa que habían conseguido en sus reinos después de rendir el reino nazarí de Granada y expulsar a los judíos. El 25 de septiembre de 1493 se fechaba la bula Dudum Siquidem, necesaria para frenar las pretensiones de los portugueses que sobre el derecho adquirido de “expansión hasta la India”, aún vigente desde el siglo XV, lo interpretaban como zona incluida. Los futuros Reyes Católicos tenían reconocida la expasión por Occidente y mediodía a la Indias, lo que podía interpretarse como “en dirección a”. Finalmente, en 1494, con el Tratado de Tordesillas, el meridiano de

COLÓN EN LA CORTE DE FERNANDO EL CATÓLICO.

EL PELIGRO PORTUGUÉS FUE NECESARIO ESCUCHAR EL JUICIO DE COLÓN para establecer cuál había sido su derrota en la aventura Atlántica. En el citado Memorial de la Mejorada, de 1497, rememorando los avatares de su viaje e impresiones, Colón incidía en el peligro de que los portugueses exigieran para ellos, lo que se interpretaba era de los españoles: "Y ellos ya (Isabel y Fernando) por otra parte avían sabido cómo el dicho rey de Portugal tenía destinado y presto la dicha su armada para ir a las dichas islas e tierras firmes, sobre la cual luego le escribieron y enbiaron mensagero propio, rogando que no mandase faser el dicho viaje a la dicha su armada, ni a otras naos para las dichas Indias y tierras firmes, a descubrir ni tratar en ellas, porque eran suyas propias e tenían d´ellas donaçión del Santo Padre".

demarcación que había establecido la segunda bula Inter Caétera, se despalzaba aún más al oeste de la isla de Cabo Verde, en concreto a 340 leguas, razón por la cual los portugueses ejercieron el derecho de conquista del apéndice más oriental del continente: Brasil No es necesario decir que las tierras descurbiertas no eran las Indias. En 1505 parecía ser de dominio público, al menos del dominio de los conquistadores. Por eso, el entonces regente de Castilla, Fernando el Católico –viudo de Isabel–, convocó Cortes en la ciudad zamorana de Toro para hallar un nuevo paso hacia las islas de las especerías, congregando, entre otros, a Rodríguez de la Fon-

seca, a Vicente Yañez y a un florentino de familia acomodada llamado Américo Vespuccci, comerciante y cosmógrafo que se había establecido en Sevilla y que se honró de haber participado, como Colón, en cuatro expediciones, aunque solamente dos parecen estar acreditadas. Él acuñó en nombre de “Nuevo Mundo” para aludir a la impresionante masa de tierra continental, que acabaría recibiendo su nombre solo dos años más tarde, cuando, en 1507, el cartógrafo alemán Martin Waldseemüller, con motivo de la publicación de la Cosmographiae Introductio, utilizara el nombre de América en su honor. Para esa fecha Cristóbal Colón ya había muerto.

NO ES NECESARIO DECIR QUE LAS TIERRAS DESCUBIERTAS NO ERAN LAS INDIAS. En 1505 parecía ser del dominio público, al menos del dominio de los conquistadores. CLÍO

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LOS VIAJES MENORES O ANDALUCES

EXPEDICIONES PRIVADAS

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TRAS EL DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA Y LOS POSTERIORES VIAJES DE CRISTÓBAL COLÓN PARA SU CONQUISTA, SE REALIZARON UNA SERIE DE VIAJES CON CARÁCTER PURAMENTE ECONÓMICO QUE DIERON A CONOCER LOS DIFERENTES NOMBRES QUE ESCRIBIRÍAN LA HISTORIA DE ESTE NUEVO CONTINENTE. POR FRANCISCO J. BARRANCO

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N 1499, CON LA DECISIÓN MONÁRQUICA DE DEROGAR PARTE DE LAS CAPITULACIONES DE SANTA FE, SE LE ARREBATÓ EL MONOPOLIO DE LAS EXPEDICIONES A CRISTÓBAL COLÓN. En paralelo, dada la imposibilidad de la Corona de sufragar todas las empresas que se avenían de querer sacarle el mayor rédito posible al Nuevo Continente, se abrieron de par en par las puertas a las expediciones privadas (siempre y cuando dejasen en caja el quinto real, o sea, el veinte por ciento de las ganancias que se obtuviesen). Con esta iniciativa, tras los viajes colombinos, surgirían los viajes menores o viajes andaluces, calificativo otorgado por la procedencia de la mayor parte de sus expedicionarios.

LAS PRIMERAS EMPRESAS El primero de estos viajes menores estaría protagonizado por dos viejos conocidos de Colón, Alonso de Ojeda y Juan de la Cosa, quienes habían participado en algún que otro viaje colombino, yendo también presente quien daría nombre al Nuevo Continente, el navegante italiano Américo Vespucio. Partió del Puerto de Santa María en mayo de 1499, y siguió el rumbo que había seguido Colón en su tercer viaje tan solo unos meses antes, o sea, llegando primero a Cabo Verde, para desembocar al otro lado del Atlántico en Venezuela, donde Ojeda y los suyos, adentrándose en el territorio, además de explorar la zona, prosiguieron la empresa de búsqueda del ansiado paso que llevase a Asia. El mayor conflicto de este viaje se daría cuando recalaron en La Española donde, tenso ya de por sí el ambiente, los partidarios de Colón recriminaron a Ojeda la apropiación de prerrogativas que le habían sido atribuidas anteriormente al Almirante. Otro viejo conocido de Colón sería quien comandaría el segundo de los viajes menores, Pedro Alonso Niño, en colaboración con los hermanos Guerra. Con un ruta

similar al primero de los viajes menores (partiría, no obstante, de Palos), y diferenciándose de este temporalmente solo en dos semanas, el hecho más destacado de dicha expedición fue que, queriendo evitar los empresarios, como empresarios que eran buscando el mayor beneficio, el pago del quinto real, en su vuelta navegaron hasta el norte, Galicia, donde desembarcaron, no declarando todas las ganancias, hecho por el que fueron detenidos y apresados. En cambio, no tardarían en ser absueltos, apareciendo de nuevo Pedro Alonso como uno de los pilotos que llevó a La Española a Nicolás de Ovando, regresando a su vez para España con Francisco de Bobadilla en la flota que sería destrozada por el temporal. Vicente Yáñez Pinzón sería el encargado del tercero, partiendo en diciembre de 1499. Fue, sin embargo, el primero europeo en pisar costas brasileñas, antes que el portugués Pedro Álvares Cabral incluso, a quien se otorga el descubrimiento del país carioca debido a que la acción del menor de los Pinzón hubo de ser ocultada por corresponder geográficamente a zona de influencia portuguesa según el Tratado de Tordesillas (1494). Este tercer viaje, se aunaría al cuarto, comandado por Diego de Lepe, quien partió tan solo un mes más tarde que el de Pinzón y hubo de socorrerlos cuando la flota de este fue devastada por un temporal, regresando ambos juntos a España en torno a septiembre de 1500. Debido a los avances que los portugueses estaban realizando después de su incorporación a América, se encomendó a Alonso de Mendoza y, de nuevo, a los hermanos Guerra la exploración de la zona, pero la desviación involuntaria de su trayecto los llevó más al sur, constatando que había más territorio correspondiente a España según lo estipulado en Tordesillas. El último de los grandes viajes andaluces, por su parte, correría a cargo de la misma persona de la que corrió tanto el primero de estos viajes menores como parte del primero de los mayores, Juan de la Cosa, que para la

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JUNTO A ESTAS LÍNEAS, ALCÁZAR DE DIEGO COLÓN.

ocasión se había aliado con Rodrigo de Bastidas, al que los reyes le concedieron licencia para dirigirse a tierras previamente no transitadas, adelantándose a Colón en su cuarto viaje en lo concerniente al recorrido de Centroamérica.

PLEITOS COLOMBINOS Estamos pues a inicios del siglo XVI, con Nicolás de Ovando recién llegado a La Española. El gobernador, primero de todo, consolidaría su poder en la isla y, con medidas que aún hoy tienen repercusión en el territorio, como la implantación del cultivo de la caña de azúcar procedente de Canarias o la importación de africanos para el trabajo de las mismas (sentando el infame precedente que luego apuntalarían portugueses y británicos), además de en la explotación minera, que también Ovando se encargó de reorganizar, prosiguió en la tarea de fundar ciudades, replegándose y delimitando claramente el marco de su gobernación. Una vez hecho esto, La Española se erigiría en el foco de irradiación desde el que partirían las nuevas ex20

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pediciones, aunque más que con Nicolás de Ovando, lo haría a partir de 1509 con Diego Colón. El hijo del Almirante, con el fallecimiento de su padre, heredaba el cargo y las prerrogativas acordadas en Santa Fe, motivo por el que, a pesar de ser nombrado gobernador de las Indias por Fernando el Católico en detrimento de Ovando, dio lugar a los conocidos como Pleitos Colombinos, los cuales, buscando el reconocimiento de lo que en su día fue acordado, se alargarían años (muerto Diego incluso). Diego, en su arribada a La Española, modificó la élite de gobierno, beneficiando a sus allegados. De cara a evitar conflictos, promovió, como se ha dicho, la emigra-

ción de estas cabezas destacadas con Ovando a otras islas, encontrándonos así, por ejemplo, con que Juan de Esquivel, quien había contribuido al control total de La Española con el anterior gobernador, especialmente de la parte oriental, partiría a Jamaica; Diego Velázquez de Cuéllar a Cuba; el antiguo conocido Alonso de Ojeda, que tras su paso por prisión y residencia en La Española, y después de que Fernando el Católico sacase a concurso la colonización de la zona conocida como Nueva Castilla de Oro del Reino de Tierra Firme, disputaría la oferta con Diego de Nicuesa, otorgándosele a este último la zona de Veragua (actual Panamá) y a Ojeda la de Nueva Andalucía (correspondiente a

ALGUNOS HISTORIADORES AFIRMAN QUE LA LEYENDA NEGRA DE ESPAÑA tiene mucho de cierto, mientras que otros defienden todo lo contrario.

Venezuela y parte de Colombia).

LA FIGURA DE NÚÑEZ DE BALBOA Precisamente, en relación con ambos surgiría con fuerza la figura de Núñez de Balboa. Llegado a América como se ha apuntado en la expedición de Rodrigo de Bastidas. Con los beneficios que obtuvo en dicha empresa intentó, con más pena que gloria, dedicarse a la cría de cerdos en La Española, empresa por la que no consiguió más que deudas. Para huir de ellas, se embarcó como polizón en una expedición que iba en ayuda de Alonso de Ojeda en sus nuevos territorios. A pesar de ello, entre la tripulación de dicha expedición se hizo fuerte y terminó por ser considerado el primero entre ellos. Por esto, al conquistarse nuevas zonas, correspondientes al golfo de Darién, zonas que casualmente estaban en Veragua bajo la jurisdicción de Diego de Nicuesa, este se personaría donde se encontraban Balboa y los suyos para pedirles cuentas. Sin embargo, los que allí se encontraban no lo dejarían ni desembarcar, habiendo Nicuesa de partir de allí, no volviéndose a saber nada más de él y de los hombres que lo acompañaban. Quedaba así en 1511 como nuevo gobernador de Veragua Núñez de Balboa, sentando la base sobre la que el 25 de septiembre de 1513 conseguiría el descubrimiento del Océano Pacífico (bautizado así años más tarde por Fernando de Magallanes). Debido a los rumores que hasta España llegaban (entre los que figuraban la oscura desaparición de Nicuesa), tal y como había pasado unos años antes con Colón, fue enviado a la zona Pedro Arias de Ávila, que justamente era yerno del que en su momento acometió la función que ahora a él se le encomendaba, Francisco de Bobadilla. La historia se repitía. Sin embargo, aquí no daría con el descubridor enviado en un navío a la madre patria, sino con su cabeza separada de su cuerpo por obra de un verdugo y mandato de aquel conocido como Pedrarias, a quien sus contemporáneos describían como “envidioso, codicioso y violento”. Aten cabos.

LA ESPAÑOLA Mientras tanto, en el lado atlántico, Cuba, bajo el gobierno de Diego Velázquez de Cuéllar, relevaría a La Española como punto de irradiación de futuras conquistas. La primera de ellas, y que impulsaría las siguientes, sería la que

JUNTO A ESTAS LÍNEAS, DIEGO VELÁZQUEZ DE CUÉLLAR.

EL DATO En la cuarta expedición hacia América zarparía quien, años más tarde, sería el primer occidental en contemplar el Océano Pacífico, Vasco Núñez de Balboa. Para eso, en cualquier caso, faltaba mucho.

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el gobernador le encomendaría a Francisco Hernández de Córdoba (1517), quien, juntando a un grupo procedente de la Castilla del Oro, los cuales decidieron emigrar a la isla pues, en palabras de Bernal Díaz del Castillo (participante en esta primera expedición, así como en las siguientes, erigiéndose con su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España como cronista de la conquista de México), en Tierra Firme ”no había nada que conquistar, que todo estaba en paz, que el Vasco Núñez de Balboa, su yerno del Pedrarias, lo había conquistado", emprendió marcha en el mes de febrero para dar con la península del Yucatán. Aquí se tendría por primera vez conocimiento de las grandes culturas precolombinas (en concreto, de la maya). El viaje, en cualquier caso, fue accidentado, lo que no impidió que Velázquez de Cuéllar a la vuelta de la expedición ya tuviera en mente el envío de otras, como la de Juan Grijalva en abril de 1518 (quien sería destituido por Velázquez de Cuéllar, marchándose con Pedrarias), o la definitiva, la de 1519, a cargo de Hernán Cortés. Este una vez se internó en la zona se desprendió de la influencia de Diego Velázquez de Cuéllar, impulsado por sus tropas, lo que provocó que incluso este último enviase a Pánfilo de Narváez, militar que ya había demostrado su carácter fiel tanto en Jamaica con Juan de Esquivel como consigo mismo en la conquista de Cuba, en búsqueda de Cortés y el resto de rebeldes.

NUEVAS EXPEDICIONES A consecuencia del hallazgo de Cortés, no fueron pocos los que se avinieron a la realización de expediciones. Uno de ellos fue Nuno de Guzmán, quien acabó siendo el archienemigo de Cortés. Nombrado desde España para gobernar el territorio que previamente se había descubierto a cargo de Francisco de Garay en una carrera pareja por la zona con Cortés (colindando con esta al sur), Nuno de Guzmán, todo lo contrario al conquistador de Medellín, era de alta cuna, y llegó directamente a Las Indias desempeñando un alto comisionado, destinado principalmente a poner freno al extremeño. Asentado en dicha zona, de Guzmán promovió expediciones hacia el norte, de las más virulentas hasta el momento (siendo posteriormente condenado por 22

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MAPA DE LA EXPEDICIÓN DE JUAN PONCE DE LEÓN.

ello), fundando el territorio de Nueva Galicia. Por su parte, la exploración hacia el sur le sería encomendada a Pedro de Alvarado, quien ya había asistido tanto a la exploración de Grijalva y a la de Cortés, por cuyas órdenes, de cara a seguir acrecentando su poder en contra de lo que pretendía la Corona, emprendió la conquista de gran parte de Centroamérica (Guatemala y El Salvador). De aún más al sur, llegaban noticias del descubrimiento de un territorio cuyas riquezas no tenían parangón, su conquistador, Francisco Pizarro, había estado en todas junto a todos los grandes nombres de la historia militar española. Además de en las Guerras Italianas bajo las órdenes del Gran Capitán, había llegado a América con Nicolás de Ovando, había estado en las expediciones de Alonso de Ojeda, así como en las de Núñez de Balboa, a quien a su vez sería el encargado de apresar por mandato de Pedrarias para que este le concediese apoyo en su marcha a Perú, hacia donde partió en 1524. En la conquista del Perú a su vez participarían Diego de Almagro y Sebastián

de Belalcázar, ambos llegados a América con Pedrarias, continuando posteriormente hacia Quito, donde fue rechazado Alvarado que hasta ahí había llegado ante las noticias de riqueza que representaba el lugar. La situación entre Almagro y Pizarro se deterioró, llegando a encarcelar el primero los hermanos del segundo. Almagro partió, pasando previamente por Bolivia (cuya conquista remataron los Pizarro), hacia Chile, figurando como el descubridor de esta, pero su difícil conquista lo hizo regresar al Cuzco, donde las antiguas rencillas reavivarían, y se desató una guerra civil, siendo Almagro finalmente condenado a muerte. La conquista de Chile, que no gozaba de la mejor reputación tras la espantada de Almagro, sería retomada por Pedro Valdivia en 1540, bajo el amparo de Pizarro. Veinte años antes, la zona ya había sido recorrida, visitada al menos, por Magallanes, Elcano y los suyos en su trayecto que los llevaría a circunnavegar por primera vez la Tierra (sin posibles elucubraciones de antecedentes esquimales, vikingos o extraterrestres). Antes incluso que estos, llegaría al Río de

la Plata con objetivos similares Juan Díaz de Solís, quien relevó en el cargo de piloto mayor a Américo Vespucio por su pericia, no obstante, esto no le impidió acabar devorado por indios antropófagos a las orillas del Río de la Plata, mientras parte de su tripulación, impotentes desde los barcos, observaban cómo los que habían desembarcado eran cocinados y comidos. Paralela suerte corrió Simón de Alcazaba y Sotomayor, al que se le encomendó la gobernación de Nuevo León, el cual se había fundado al sur de Nueva Castilla (nombre con el que se habían bautizado los territorios conquistados por Pizarro). El de Alcazaba y Sotomayor, cuando con su expedición llegó al Estrecho de Magallanes con vistas a seguir la ruta de este, hubo de cancelar la marcha y en un amotinamiento sus hombres lo asesinaron. Sí, que correría mejor suerte en la zona Pedro de Mendoza, a quien se le encomendó Nueva Andalucía (no confundir con la zona entregada a Ojeda, perteneciente a América Central y que por esta etapa volvería a tener la denominación de Castilla del Oro y de Tierra Firme), sino a una de las nuevas jurisdicciones que, junto a Nueva Toledo, para Diego de Almagro, y a Nueva León, para Simón de Alcazaba y Sotomayor, formaba parte de una división realizada por la Corona con el fin de ocupar los territorios al sur de Nueva Castilla para evitar que hiciese lo propio Portugal. Subiendo hacia el norte, destaca el protagonismo de Gonzalo Pizarro (el hermanísimo) y de Francisco de Orellana, ambos participantes en la conquista del Perú y, que, una vez realizada esta, en 1540, partieron a otra donde se descubrió el río Amazonas. La Nueva Granada, territorio con el que se definió a la actual Colombia, corrió a cargo de Jiménez de Quesada a partir del 1536, abogado de posibles en España que emprendió rumbo al Nuevo Continente para incrementar sus ya ricos caudales, y que se encontró con esta cuando barría el territorio hacia el Perú.

EL MITO DEL DORADO Jiménez de Quesada (en la imagen de la derecha), además, sería uno de los primeros en perseguir el mito de El Dorado, quimera perseguida por infinitud de expediciones auspiciadas desde por los Pizarro, hasta por los mismísimos Welser, encontrando, más que oro, desgracia y desvaríos, destacando por ejemplo la Pedro de Ursúa y Lope de Aguirre.

MITOS Y LEYENDAS Aún más al norte, en lo que hoy es Estados Unidos, en 1513, llegaba otro soñador en busca de, según la leyenda, otra quimera: la fuente de la eterna juventud. Este soñador era Juan Ponce de León, y tras dominar Puerto Rico, partió hacia un territorio que bautizaría como Florida, lugar al que regresó en 1521 para intentar colonizar. Seis años más tarde, un viejo conocido, Pánfilo de Narváez, ya liberado de la captura que le supuso la persecución de Hernán Cortés, fue encomendado para esta zona, la cual, derrotado, terminó por abandonar en pequeñas embarcaciones que rumbo a México se hundiría, pereciendo los que en ellas navegaban; solo se salvarían los tripulantes de una barca, en la que iba Alvar Núñez Cabeza de Vaca, quien relataría posteriormente la historia de su odisea, sobreviviendo junto a los nativos varios años tras el naufragio, recorriendo a su vez todo el sur de los Estados Unidos hasta dar en la actual Sinaloa con un asentamiento español. Tras su vuelta, relató que había oído a los indios comentar la existencia de una ciudad, Cíbola, cuyas casas estaban construidas de oro macizo, hecho que vino a equiparar en fascinación a El Dorado, no tardando en predisponerse expediciones a la zona. Una de ellas fue la de Hernando de Soto

(1539), otro de los llegados con Pedrarias y acompañante de Pizarro en Perú, que en esta ocasión partía no solo por Cíbola, sino por su creencia en la existencia en la zona de una metrópolis equiparable a Tenochtitlán o el Cuzco, motivo por el que recorrió Georgia, ambas Carolinas, Alabama, Tennessee y, cruzando el Mississippi, Arkansas, Oklahoma y Tejas, tarea facilitada por Juan Ortiz, superviviente de la desastrosa aventura de Pánfilo Narváez que encontrarían en su trayecto. El mismo propósito movió a Francisco Vázquez de Coronado, que había llegado a América por el omnímodo Antonio de Mendoza (primer virrey de Nueva España y segundo de Perú), para pasar a gobernar Nueva Galicia como relevo del incendiario Nuño de Guzmán, y tras pacificarla emprendió la búsqueda de Cíbola. Como avanzado iba el fraile Marcos de Niza, que avistó un poblado de adobe, y jugándole el ocaso una mala pasada, desde la distancia confundió el barro con oro, regresando a la carrera al grupo, que, cuando llegaron al sitio, constataron cómo se desbarataba el mito. Pero surgió otro, Quivira, que persiguieron con igual tesón y constataron con pareja decepción. Recorrerían en total Arizona, Nuevo México, Tejas y Kansas (descubrimiento del Cañón del Colorado entre medias).

A CONSECUENCIA DEL HALLAZGO DE CORTÉS, no fueron pocos los que se avinieron a la realización de expediciones. Uno de ellos fue Nuno de Guzmán, quien acabó siendo el archienemigo de Cortés. CLÍO

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Mitos

EXPEDICIONES LEGENDARIAS

TIERRA DE MITOS LA BÚSQUEDA DE LAS SUPUESTAS CIUDADES DE ORO QUE POBLABAN EL NUEVO CONTINENTE NO CONSIGUIÓ SU OBJETIVO, PERO SÍ SIRVIÓ PARA DESCUBRIR NUEVOS TERRITORIOS.

POR MIGUEL DEL REY Y CARLOS CANALES, HISTORIADORES

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A BÚSQUEDA DE ORO Y METALES PRECIOSOS FUE DURANTE LOS PRIMEROS AÑOS DE LA CONQUISTA DE AMÉRICA EL INCENTIVO PRINCIPAL PARA ABRIRSE PASO EN LAS VASTAS REGIONES DEL NUEVO MUNDO, muchas veces hostiles tanto por sus pobladores como por sus características geográficas. Ese, el valor de las abrumadoras fortunas que se obtenían, y no otro, fue el origen de la fundación de muchas villas y ciudades. Lugares incluso donde vivir era difícil, en los que, a expensas de la explotación de ricas menas, se potenciaron o crearon directamente en zonas próxima otros desarrollos, como el agrícola o el ganadero, imprescindibles para su subsistencia. Es también indiscutible que mucho antes de la llegada de los españoles, los pueblos del continente recién descubierto conocían esas riquezas, pues empleaban metales preciosos como moneda y su orfebrería había alcanzado un alto grado de desarrollo. En el gran mercado azteca de Tenochtitlan, por ejemplo, se compraban géneros de toda especie cambiándolos por oro en polvo contenido en cañones de plumas de aves. Era imposible que los europeos recién llegados, para los que el éxito y el bienestar iban indivisiblemente unidos al dinero y las riquezas, no fueran esclavos de su codicia. El mayor incremento de las explotaciones auríferas se alcanzó en la década de 1530, con los trabajos sistemáticos que se llevaron a cabo en las minas mexicanas de Tehuantepec y Oaxaca. Hasta entonces, todo fue bien. A partir de que la producción de esas primeras minas comenzara a disminuir por el agotamiento de las vetas, el principal incentivo para nuevas expediciones fue localizar otros yacimientos. Cuanto más grandes y ricos, mejor. La gran mayoría de los conquistadores que llegaron a América no eran cultos, no nos vamos a engañar. Por eso prendió en ellos 24

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fácilmente la superstición, recogieron toda clase de leyendas y creyeron –a pesar de los continuos engaños de los indios–, que iban a encontrar los fabulosos tesoros de los que les hablaban. Una obsesión que incluso dio nombre a gran número de las regiones exploradas: Castilla de Oro, Río de la Plata, Puerto Rico o Costa Rica no son más que una muestra de esa toponimia de la avaricia. La ambición hizo delirar a los conquistadores con tesoros fantásticos, y a medida que la realidad confirmó y superó a cada paso sus primeras ilusiones, para llenar sus bolsillos de oro, perlas y piedras preciosas, comenzaron a no maravillarse ya de nada y a creer las suposiciones más absurdas. Ahí entró en juego una nueva faceta de la aventura americana que supuso también la exploración de nuevos territorios, la de la ilusión, el engaño y los espejismos. La de un mundo irreal e imaginario, que mantuvo en constante actividad a los españoles e hizo posible su extraordinaria resistencia a las adversidades, ante la perspectiva de un sueño al alcance de la mano, pero que muy pocos lograrían conseguir. Desde buscar ciudades quiméricas con templos de oro y palacios de plata, o príncipes misteriosos que cubrían sus cuerpos de oro y lo despreciaban por su abundancia, hasta intentar localizar ríos y lagos en los que la más fantástica riqueza solo esperaba la llegada del primer poseedor. Fue la época del "hombre de oro", buscado por las selvas de un Amazonas ni siquiera descubierto; de la "Casa del Sol", colocada por la imaginación de los exploradores en las mesetas de los Andes; del riquísimo Imperio omagua, a quien se creía más fastuoso que el recién descubierto de los incas; del lago Parimé, con cordilleras de montañas de plata, ilusión que duró hasta que Humboldt, en el siglo XIX, lo identificó con el río Orinoco; de las tribus de oro del Meta, buscadas por toda la región ecuatorial; de las fabulosas ciudades de Paititi,

Manoa y Enim; de las no menos fantásticas de Cíbola y Quivira; de Jauja, o del país de la canela, ruta segura hacia riquísimos territorios auríferos. Hasta las regiones de la actual Argentina sufrieron la influencia de esos mitos, y se habló en ellas del "Rey Blanco", poderoso señor de dilatados y ubérrimos territorios, o de la "Ciudad de los Césares", encantada, remota y llena de riquezas.

CÍBOLA Y QUIVIRA, LAS QUIMERAS DE CORONADO En 1530, el presidente de la Audiencia de México, Nuño Beltrán de Guzmán, capturó a un indio llamado Tejo, nativo del valle de Oxitipar. Le aseguró que su padre comerciaba con las tribus del interior y, de niño, le había acompañado en sus viajes. Había visto grandes poblaciones con altos edificios, repletas de oro y plata. Era posible llegar a ellas en cuarenta días, lo que equivalía a unas 200 leguas a través del desierto, si se seguía una ruta siempre hacia el Norte. Esos informes despertaron la codicia y las ansias conquistadoras de Guzmán, que abandonó sus funciones burocráticas en la Audiencia y se puso al frente de una fuerza de 400 españoles y 20.000 indios aliados que partieron de Ciudad de México. La expedición llegó a Tarasca, en la provincia de Michoacán, y avanzó hasta una región que, según Tejo, había que cruzar para llegar al país que albergaba las riquezas prometidas, pero el cálculo del ambicioso Nuño de Guzmán resultó erróneo. Aunque conquistó un extenso territorio que bautizó como Reino de la Nueva Galicia –los actuales estados mexicanos de Sinaloa, Jalisco, Aguascalientes, Zacatecas y parte de San Luis Potosí–, y lo declaró provincia del virreinato de Nueva España, no encontró las ambicionadas riquezas. Enfrentados a una cadena montañosa infranqueable –la Sierra Madre Occidental– los expedicionarios se vieron obligados a detenerse en Culiacán y emprender el camino de regreso. Tejo falleció y la búsqueda de aquellas fabulosas y ricas ciudades quedó interrumpida. Los años pasaron, Nuño de Guzmán fue acusado, detenido, enviado a España y encarcelado. Para dirigir los asuntos de México, la corona nombró un virrey, Antonio de Mendoza y Pacheco, un experimentado diplomático, militar y político con más de 40 años de experiencia. En su séquito, como hombre de confianza, viajaba un joven salmantino de apenas 25 años de edad, hijo segundón de familia hidalga, que había ascendido rápidamente en la corte por razones de matrimonio: Francisco Vázquez de Coronado. Apenas llevaba el virrey unos meses en Nueva España cuando, en marzo de 1536, llegaron a México los supervivientes de la fracasada empresa de Pánfilo de Narváez en las costas de Florida. Eran Álvar Núñez Cabeza de Vaca y tres compañeros, que llegaron primero a Culiacán y después a Ciudad de México tras atravesar, desde Florida, todo el sur de Texas y parte del actual estado norteamericano de Nuevo México, bordeando toda la costa del Golfo de México. Informaron con detalle a Mendoza de su angustioso viaje, y le mencionaron que habían escuchado hablar a los indios de ricas ciudades, con casas altas, situadas en alguno de los países que habían recorrido, aunque ellos –le dijeron–, no habían podido verlas. El virrey, impresionado por sus historias, decidió preparar y enviar hacia el Norte una reducida expedición, poco costosa, que confirmara los datos recogidos por Cabeza de Vaca. Nombró para organizarla a Coronado, designado para el puesto de gobernador de Nueva Galicia, y la formaron el "Negro" Esteban –Estebanico, un antiguo esclavo árabe de raza negra que había llegado con Álvar Núñez– y tres frailes franciscanos deseosos de acción misionera: fray Marcos de Niza –natural de esa provincia, que entonces formaba parte del ducado de Saboya, aliado del emperador Carlos V–, fray Honorato y fray Antonio de Santa María, acompañados de algunos indios mexicanos cristianizados. El pequeño grupo explorador, cuyo verdadero objetivo era encontrar las míticas ciudades, partió de Culiacán en marzo de 1539. Pronto surgieron las desavenencias entre los frailes y Estebanico, ya que este parecía solo interesado en engrosar su bolsa con las abundantes turquesas que se encontraban en la región y apoderarse de cuantas mujeres indias se pusieran a su alcance, con las que llegó a formar una especie de gran harén nómada. En ambos casos, intenciones muy diferentes de las espirituales que motivaban a los frailes. Cuando el "Negro" escuchó de algunos nativos que existía una magnífica ciudad llamada Cíbola, decidió adelantarse con unos cuantos hombres a los frailes e intentar desCLÍO

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cubrirla por su cuenta, pensando –como dice el cronista Pedro Castañeda de Nájera– "ganar toda reputación y honra por su atrevimiento en descubrir aquellos poblados" sin saber, de nuevo en palabras de Castañeda, "que pronto, su imprudente osadía y codicia le saldrían caras". Confiado en que podía atravesar aquel territorio sin peligro, Estebanico se alejó tanto de los frailes que, cuando estos, tras caminar por tierras de la actual Arizona, llegaron a Chichilticalli, en los lindes del desierto, él estaba ya 80 leguas más lejos, en la aldea india zuñi de Háwikuk, donde le ofrecieron alojamiento. Recelosos, los indios le preguntaron durante tres días por las razones de su viaje. Él se anunció como adelantado de un gran señor de hombres blancos al que obedecían muchas naciones, pero sus respuestas no los convencieron. Como el "Negro" insistía en exigir turquesas y mujeres, lo consideraron un espía o enviado de alguna nación que los quería saquear y decidieron matarlo. Así lo hicieron, aunque dejaron en libertad a casi todos los que iban con él, que emprendieron la vuelta a través del desierto y se encontraron con los frailes rezagados que iban camino de Cíbola. "Cuando los indios supervivientes –relata Castañeda– contaron a los frailes lo que le había ocurrido a Esteban, estos se asustaron y emprendieron el regreso a México a marchas forza26

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FRAY MARCOS dijo haber visto con sus propios ojos Cíbola, y se inventó un relato fantástico en el que comparaba a esa ciudad con la de México. Aseguraba que sus gentes disponían de esmeraldas y otras joyas. das, sin tener de Cíbola otra idea que lo que los indios les habían contado". Quizá para provocar el envío de una gran expedición militar, y a pesar de la escasa información real de que disponía, fray Marcos dijo haber visto con sus propios ojos Cíbola, y se inventó un relato fantástico en el que comparaba a esa ciudad con la de México, y aseguraba que sus gentes "disponían de esmeraldas y otras joyas, y usaban vasijas de oro y plata, que eran más abundantes que en Perú". Todo eso hizo suponer a los españoles que tenían a mano la grandiosa riqueza de otro Imperio inca. Para rematar su fábula, fray Marcos bautizó Cíbola como "el nuevo reino de

JUNTO A ESTAS LÍNEAS, FRANCISCO VÁZQUEZ DE CORONADO. A LA IZQUIERDA, MAPA DE LAS EXPEDICIONES LLEVADAS A CABO EN AMÉRICA DEL NORTE.

San Francisco", y dijo haber descubierto las Siete Ciudades, la mayor de las cuales era Tontonteac, donde habitaban los indios Hopi, una de las etnias más antiguas de Norteamérica, procedentes del norte de Arizona. Coronado, de regreso de una infructuosa exploración por una región llamada Topira, al norte de Culiacán, también se entrevistó con fray Marcos y sus compañeros, que le contaron lo que los indios habían dicho de las "ciudades altas". Como antes le había pasado a Nuño de Guzmán, se dispuso a encontrarlas y, sin pérdida de tiempo, marchó con el fraile a Ciudad de México para informar al virrey de su próxima expedición. En el ánimo del virrey Mendoza y de muchos otros, Cíbola se convirtió pronto en una palabra de reso-

nancia mítica, al ser relacionada en el libro de caballerías Amadís de Gaula, publicado por primera vez en 1508. Según uno de los relatos incluidos en la obra, siete obispos huyeron de España al producirse la invasión musulmana en el siglo VIII, y se llevaron consigo un fabuloso tesoro a tierras situadas allende los mares. Allí fundaron siete ciudades de casas doradas, decoradas con piedras preciosas, donde la gente comía en vajillas de oro. Fray Marcos las había encontrado; no había duda alguna. El viaje desató el entusiasmo entre la población. Con fray Marcos, hasta los púlpitos sirvieron de altavoz para proclamar las maravillas que esperaban a quienes tomaran parte en la empresa. En pocos días, más de 300 españoles y unos 800 indios bajo el mando del Coronado, nombrado

para la ocasión capitán general, estaban dispuestos para partir. La impresionante fuerza la formaban seis compañías de caballería, una de infantería y otra de artillería, a las órdenes de los más brillantes oficiales de Nueva España. El componente religioso lo integraban el imaginativo Marcos de Niza y otros tres franciscanos: fray Juan de Padilla, el capellán militar fray Antonio de Victoria y fray Luis de Escalona. Aunque contaba con el apoyo oficial de la Corona, la expedición fue financiada principalmente por Mendoza, que aportó 60.000 ducados, y por Coronado, que puso otros 50.000. Mientras se hacían los preparativos, el virrey envió un destacamento de quince hombres, al mando del capitán Melchor Díaz, para inspeccionar el terreno. El grupo salió de Culiacán el 17 de noviembre de 1539 y, tras caminar unas cien leguas hacia el norte, encontró en la frontera entre Sonora y Arizona a unos indios que decían haber vivido en Cíbola. Luego continuaron hasta la actual ciudad de Phoenix, en Arizona, y siguieron la orilla del río Gila hasta que las fuertes nevadas y las abruptas montañas les obligaron a detener la marcha y montar un campamento para pasar el inverno. Al no recibir noticias del destacamento de vanguardia se pensó que los indios lo habían aniquilado para proteger el secreto de las enormes riquezas de Cíbola, y eso aceleró los deseos de partir de los hombres de Coronado. El 23 de febrero de 1540 se pusieron en marcha desde Compostela, capital de Nueva Galicia, a unos 600 kilómetros de Ciudad México. Antes de partir, el virrey pasó revista a las compañías y arengó a los hombres. Todos juraron sobre los Evangelios que seguirían a Coronado y obedecerían sus órdenes. La larga columna que se perdió poco a poco en la lejanía llevaba unos 550 caballos y más de 1.000 acémilas cargadas de provisiones y pertrechos. Dos meses después zarpó Pedro de Alarcón del puerto de Natividad con dos buques para apoyar a los expedicionarios a lo largo de la costa del Pacífico y transportar el equipaje que ellos no habían podido acarrear. Nunca se pusieron en contacto. Tras duras jornadas Coronado llegó a Chiametla y contactó con Melchor Díaz. El capitán describió Cíbola como un conjunto de pueblos hechos de piedra y adobe, habitado por indios que desconocían el oro. Nadie lo creyó. La expedición se veía entorpecida por la cantidad de im-

pedimenta que transportaba, por lo que el 22 de abril, Coronado decidió adelantarse con una vanguardia de unos 50 jinetes, algunos soldados de a pie y 30 indios. Atravesaron la inhóspita región que se extiende desde Culiacán hasta Chichilticalli y, a finales de mayo, penetraron en Arizona. Tras quince días de penoso caminar por un polvoriento desierto llegaron a un río a unos 40 kilómetros de Cíbola, que llamaron río Rojo por el color de sus aguas fangosas. Cuando por fin alcanzaron el 7 de julio el poblado de Hawikuh, todos quedaron decepcionados y maldijeron a fray Marcos por haberlos engañado. No había reinos ni ciudades ricas llenas de oro y plata. Hawikuh, que algunos identificaron con la misma Cíbola, era una modesta población. Por si fuera poco, sus habitantes, los indios zuñis, se resistieron a los extranjeros. Hubo que combatir para que huyeran y poder saquear sus almacenes, repletos de maíz y otros alimentos, con los que saciar el hambre. Tenaz en su intento de hallar las riquezas de Cíbola, Coronado envió desde el poblado zuñi pequeñas expediciones en distintas direcciones del extenso y desconocido territorio. Algunas llevaron a cabo hallazgos sorprendentes. Cuenta el cronista Castañeda que cuando Coronado estaba en Háwikuh se reunió con un pequeño grupo de indios que procedían de la región del río Pecos. A dos de ellos, que parecían los principales, los españoles los llamaron "Cacique" y "Bigotes". Contaron historias de ricas tierras al Este y Coronado envió a explorarlas a Hernando de Alvarado, el sacerdote Juan de Padilla y un grupo de jinetes, con "Bigotes" y "Cacique" como guías. Les dio un plazo de 80 días para ir y volver.

EL REINO DE HACUS Alvarado partió el 29 de agosto de 1540 y se dirigió a un lugar que fray Marcos de Niza había llamado "el reino de Hacus", conocido por Ahko o Acoma por los indios –hoy todavía existe en Nuevo México–. Cuando Hernando de Alvarado la contempló por primera vez, se dice que creyó haber llegado a una ciudad bañada en oro, al observar el brillo causado por el reflejo del fuego de los hogares indios sobre el ocre terroso de las casas. En Acoma habitada por los queres, unos indios del grupo Pueblo, fueron bien recibidos. Era una fortaleza natural que Alvarado describió como inexpugnable, y lo CLÍO

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EXPEDICIONES LEGENDARIAS

JUNTO A ESTAS LÍNEAS, FRANCISCO DE PIZARRO. A LA IZQUIERDA, SUPUESTA UBICACIÓN DE CÍBOLA.

sería hasta que 50 años después la asaltó y conquistó un grupo de soldados de la expedición de Juan de Oñate, al mando de Vicente de Zaldívar, tras una titánica lucha cuerpo a cuerpo, casa por casa. El grupo de Alvarado prosiguió su camino y, tras pasar por la zona de Laguna Pueblo, llegó al río Grande, que llamaron río de Nuestra Señora. Fue por entonces cuando un indio al que llamaban el Turco y que utilizaban como guía, comenzó a hablarle a Alvarado de otro fabuloso mito, la ciudad de Quivira, que se suponía repleta de riquezas. Lo que pretendía el indio era que el capitán, guiado por su afán de encontrar tesoros, variara su ruta y le permitiera regresar a su tierra. A finales de noviembre, en Alcanfor, un pueblo de los indios tiguex elegido como campamento de invierno, se reunieron Coronado, Alvarado y el Turco. El indio continuó con sus maravillosos relatos de una tierra situada al Norte en la que había peces tan grandes como caballos y en los árboles colgaban cascabeles de oro. Todo aquello reforzó todavía más la calenturienta ambición de Coronado y el resto de los expedicionarios. El 23 de abril de 1541, Coronado, con una parte de su ejército, emprendió la marcha a Quivira llevando como prisionero a Bigotes y de guía al Turco, quien decía ser 28

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EL INDIO LLAMADO EL TURCO habló a Alvarado de otro fabuloso mito, la ciudad de Quivira, que se suponía repleta de riquezas. Lo que pretendía el indio era que el capitán variara la ruta y le permitiera regresar a su tierra. oriundo de la ciudad. Por extensas llanuras pobladas por enormes manadas de "vacas salvajes" –bisontes–, Coronado llegó hasta el cañón de Palo Duro, bautizado también por los españoles como la Gran Barranca y situado cerca de Amarillo, en Texas. Allí se dividió de nuevo la expedición el 26 de mayo. El salmantino, con 30 jinetes, atravesó el río Arkansas, se internó hacia el noroeste de Kansas, en busca de Quivira, y envió de regreso a Tiguex al grueso de la columna. No tardó en encontrar a otra tribu, los teyas, que le advirtieron que Quivira, en contra de los informes que recibía del Turco, no era una tierra rica. Tras varias semanas de dar vueltas en vano el Turco

acabó por admitir su engaño y que intentaba extraviar a los españoles. Lo encadenaron y lo ejecutaron. Coronado siguió adelante con guías de los indios teyas, buenos conocedores del territorio, hasta llegar a un pequeño pueblo habitado por una tribu que sí se denominaba Quivira. Aquellos indios –que mucho después se denominarían wichita–, no tenían nada. Eran muy pobres y vivían en cabañas con techo de paja. Con su fracaso a cuestas Coronado emprendió el camino de regreso. La buena estrella de Coronado, desanimado y confuso, se apagó cerca de Alcanfor. Sufrió una caída del caballo que puso en grave riesgo su vida y, a partir de entonces, quedó con la salud muy quebrantada. Eso, unido a la decepción de no haber encontrado riqueza alguna, le decidió a abandonar el proyecto de colonizar a fondo el Norte de Nueva España –el Sur de los actuales Estados Unidos–, sin esperar siquiera el permiso del virrey. Volvió a Ciudad de México en el verano de 1542 por la misma ruta que había utilizado a la ida. Solo cien de sus hombres lo acompañaban. No es de extrañar que el virrey lo recibiera con frialdad, le reprochara su actuación y le iniciara un proceso por haber abandonado la expedición que tenía a su cargo, la mala gestión de su ejér-

cito y las crueldades cometidas contra los pueblos nativos. A pesar de ello, Coronado continuó como gobernador de Nueva Galicia hasta 1544, y después se retiró a la ciudad de México, donde murió el 22 de septiembre de ese año. Las legendarias ciudades rebosantes de oro nunca aparecieron. Los españoles de la que sería una famosa expedición, tras recorrer miles de kilómetros, apenas vieron otra cosa que territorio inhóspito y tribus de indios en general poco amistosas. Solo que la búsqueda de riquezas de Coronado no iba tan desencaminada; en pocos años la plata de Nueva España, extraída de las minas de Zacatecas o San Luis Potosí, permitirían a Carlos I financiar a las tropas que pondrían de rodillas a los herejes del viejo continente.

ANDACOLLO, EN LOS LÍMITES DE LA REALIDAD Diego de Almagro no era un hombre joven –tenía 39 años–, cuando desembarcó en Santa María la Antigua del Darién el 30 de junio de 1514. Tampoco era un noble ni un hidalgo, solo un oscuro miembro de la expedición que enviaba a las Indias Fernando el Católico, al mando de Pedro Arias de Ávila, con la intención de afianzar las posiciones de la corona en Castilla del Oro, una enorme región que comprendía

los actuales países de Nicaragua, Panamá, Costa Rica y el Norte de Colombia. No se sabe mucho de su primer año en el Nuevo Mundo. Su pista se pierde hasta el 30 de noviembre de 1515, día que salió de Darién con una fuerza de 260 hombres con la misión de fundar una ciudad en Acla, en la costa al noroeste de Panamá, que sirviera de base en el Caribe para continuar camino hacia la costa del Océano Pacífico, recién descubierto por Vasco Núñez de Balboa. Era un sitio malsano, y Almagro pronto cayó enfermo. Tuvo que regresar a Darién y desistir de su empresa, que completó Gaspar de Espinosa. Espinosa partió en diciembre con 200 hombres, entre los que estaba un ya recuperado Almagro, y Francisco Pizarro, por primera vez con el título de capitán. Durante la expedición, que duró 14 meses, se encontraron con el padre Hernando de Luque a quien Espinosa ya conocía. Los tres, aunque aún no habían formado sociedad, se demostraron confianza y amistad. De Almagro solo conocemos que durante ese tiempo sirvió como testigo en las listas que levantaba Espinosa, sobre todo, los relacionado con los indígenas. Luego permaneció en Santa María la Antigua del Darién y ayudó a poblarla. Durante cuatro años no participó de nuevas expediciones, ocupó su tiempo en la administración de sus bienes y los de Pizarro. En 1529 Pizarro viajó a la Península y consiguió la firma de la Capitulación de Toledo, mediante la que la Corona le autorizaba la ocupación del Birú –el Perú–, el centro del Imperio Inca, que expediciones previas realizadas entre 1524 y 1528 habían revelado como un territorio de sorprendentes riquezas. A su regreso a América, reunidos Pizarro, Almagro y Luque, iniciarían desde Cajamarca, en 1532, la conquista del territorio, que pasaría a denominarse Nueva Castilla. No es el momento de narrar la conquista del Perú y enumerar los fabulosos e increíbles tesoros descubiertos. Nos basta saber que los éxitos y la fortuna que obtuvo Pizarro movieron a Almagro a solicitar el permiso real para explorar por cuenta propia nuevos territorios y que le fue denegado. Eso comenzó a agrietar la amistad entre ambos, que solo pareció restaurarse cuando a principios de 1535, por mediación de Pizarro, Carlos I recompensó a Almagro, que pensaba establecerse en Cuzco, con la gobernación de

Nueva Toledo, al sur de Perú, y el título de Adelantado de las tierras más allá del lago Titicaca. Una región que el Inca Manco Capac II llamaba Chili, con una afamada riqueza aurífera. Según su relato, se ubicaba en esa zona un lugar denominado Andacollo, cuajado de metales preciosos, donde los pueblos pagaban sus tributos en oro y plata. Para convencerlo de que se dirigiera hacia allí y lo viera con sus ojos, mandó que su hermano Paullo Tupac y el Sumo Pontífice del Sol, lo acompañaran en el viaje. A la llamada del oro, no le fue difícil a Almagro organizar una expedición. La vanguardia, una columna de 100 soldados al mando de Juan de Saavedra partió a finales de junio de ese mismo año. Debía fundar un pueblo a unas 130 leguas, reunir a los indios y esperar con alimentos. Almagro salió de la capital del Perú el 3 de julio con 50 hombres y un numeroso grupo de indios auxiliares yanaconas. Tomó el camino del Inca, recorrió el área occidental del lago Titicaca, cruzó el río Desaguadero y se reunió con Saavedra y un grupo de otros 50 españoles que habían decidido abandonar a su capitán, Gabriel de Rojas, para salir a su encuentro. En total eran ya 150 hombres de armas que permanecieron todo agosto en Paria, en las proximidades del lago Aullagas a la espera de que comenzara el deshielo en la cordillera de los Andes. Unos 200 kilómetros más adelante, en Tupiza, tuvo las primeras evidencias de las riquezas prometidas, pues los emisarios del Inca le entregaron 200.000 pesos en oro y plata, más dos pepitas de oro de once y catorce libras, respectivamente. Ese tesoro les sirvió de acicate para, en enero de 1536, continuar su avance hacia el Sur e intentar cruzar por primera vez la impresionante mole andina. La muralla de roca y nieve, con picos de 5.000 y 6.000 metros, se acometió por un pequeño sendero que los incas indicaron como el lugar más favorable. El paso –hoy denominado San Francisco–, estaba a 4.400 metros de altura, hacía frío y su altura apenas permitía respirar. La expedición, muy mermada y exhausta, llegó a Copiapó, en el valle del Aconcagua, en abril. El recibimiento pacífico de los indígenas permitió su recuperación y enseguida se hizo un reconocimiento en los lavaderos de oro del Inca, ubicados en las quebradas y cauces CLÍO

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EXPEDICIONES LEGENDARIAS

de los arroyos. Su rendimiento era ínfimo. La desilusión fue profunda y, al cabo de unos meses, Almagro, convencido de que le habían engañado tanto los indios como sus paisanos, decidió regresar, no sin antes arrasar tanto la tierra como los pueblos de los alrededores que se habían mostrado más agresivos, para luego esclavizar a todos sus habitantes y utilizarlos como porteadores. De vuelta en Perú, Almagro acabaría enfrentado en una guerra civil con Francisco Pizarro y dos de sus hermanos –Hernando y Gonzalo–, por las riquezas del codiciado Imperio Inca. Fue hecho prisionero en la batalla de las Salinas y ejecutado por Hernando en Cuzco, el 8 de julio de 1538. Mientras, un total descrédito sumió a las tierras de Chili, cuyo nombre se asoció al fracaso. Al menos hasta 1540, cuando el extremeño Pedro de Valdivia, tras revisar algunas notas de Almagro, decidió volver a ellas. La expedición, que controló el territorio desde Atacama hasta el Maule en un breve período de tiempo, demostró que sí había abundante oro en la quebrada de Malga Malga, los antiguos lavaderos de oro incaicos. Desde allí se inició la búsqueda de los placeres de oro en las quebradas y cerros y once años después, en 1550 o 1551, se logró ubicar Andacollo. Uno de los gobernadores del siglo XVII 30

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ALMAGRO acabaría enfrentado en una guerra civil con Francisco Pizarro, y dos de sus hermanos, por las riquezas del codiciado Imperio Inca. Fue hecho prisionero en la batalla de las Salinas y ejecutado por Hernando en Cuzco, el 8 de julio de 1538. diría de Andacollo: "Es uno de los ríos de oro que hay en el mundo, y tanto es así, que hoy –se refiere a 1603– cuando corre el agua, el oro se hace líquido". La leyenda, el mito y la realidad se unían para explicar en cifras tales afirmaciones. Entre 1571 y 1598 se produjeron allí un total de 213.069 pesos de oro.

EL DORADO, EL MITO ETERNO En 1535 Pizarro fundó en el valle del Rimac, en Perú, la ciudad de Lima. Desde ese momento, y mientras los conquistadores se despedazaban mutuamente por ver quién se hacía con el poder, se desarrolló

también una extraordinaria actividad exploradora en toda la región al Norte del río Amazonas. El motivo no era otro que la imaginación, atormentada por las pesadillas producidas por una leyenda inca que suponía la existencia de otro mundo aún más maravilloso que el que se acababa de encontrar, capaz de obscurecer la riqueza de los anteriores: el Dorado. El mito que sintetizaba de una vez por todas las ilusiones de los españoles. Como toda leyenda tiene un fondo de realidad, también esta se basaba en una costumbre de los indios de Nueva Granada, pero rodeada y vestida de forma tan fantástica que se volvió irreconocible. La primera noticia acerca del Hombre Dorado que daba vida al mito la llevó al Ecuador, en 1554, un indio de Bogotá. Enseguida comenzó a correr el relato de que en la aldea de Guatavita, en Nueva Granada, había existido la esposa adultera de un cacique a la que este, una vez descubierta, obligó, en castigo de su delito, a comerse durante el banquete de una fiesta el pene y los testículos de su amante, para luego entregarla a los indios más ruines de la ciudad para que abusaran de ella. Siempre, por supuesto, el crimen debía ser cantado y propagado al mismo

JUNTO A ESTAS LÍNEAS, MAPA DEL DORADO. A LA IZQUIERDA, LAGUNA DE GUATAVITA.

tiempo por todas partes, para servir de escarmiento de las demás mujeres. La esposa, deshonrada y desesperada, se arrojó con su hija a la laguna de Guatavita. El cacique, arrepentido, consultó con los sacerdotes, quienes le hicieron creer que ella estaba viva en un palacio escondido en el fondo de la laguna y que había que honrarla con ofrendas de oro. Desde entonces el cacique "entraba algunas veces al año, en unas balsas bien hechas, al medio de ella, yendo en cueros, pero todo el cuerpo lleno desde la cabeza a los pies y manos de una trementina muy pegajosa, y sobre ella echado mucho oro en polvo fino. Entrando así hasta el medio de la laguna allí hacía sacrificios y ofrendas, arrojando al agua algunas piezas de oro y esmeraldas". Fuese el adulterio el motivo de esa costumbre, o cualquier otra razón, lo cierto es que existió. No solo Gonzalo Fernández de Oviedo recogió el texto completo de la tradición en su Historia General y Natural de las Indias, Islas y Tierra Firme del Mar Océno, cuya primera parte se imprimió en Sevilla en 1535; si no que, en 1856, al desaguar la laguna de Siecha para recoger el oro que se suponía en el fondo, se encontró una tosca balsa de oro puro, que se vendió al Museo de Berlín, pero que se

perdió a su llegada a Bremen en el incendio del barco que la transportaba. Ahora, también es indudable que esa práctica ya no se llevaba a cabo cuando llegaron los españoles a aquellas regiones. Los belicosos indios muiscas habían terminado con ella al declarar la guerra a la tribu de Guatavita y exterminar a casi todos sus miembros. Lo que sí se mantuvo fue su recuerdo y, al transmitirse sus detalles, sufrieron poco a poco las adulteraciones y mixtificaciones suficientes para hacer que lo que primero no era más que "El hombre dorado", pasase después a ser "El país dorado" y acabara por transformarse en "El Dorado", lugar recubierto de oro, que había que buscar en una dilatada región que se extendía entre los actuales Perú y Venezuela, o por las amplias cuencas del Amazonas y el Orinoco. Una región virgen e inaccesible, muy apropiada para esconder lugares mitológicos. Hagamos un alto para explicar por qué en todas las exploraciones de esa época en busca del Dorado o de cualquier país rico tienen una importancia excepcional las montañas y los lagos. Las primeras porque son el obstáculo, la prohibición, el guardián que solo le dará el tesoro escondido al osado que consiga superarlas; los segundos, porque bajo sus aguas tranquilas esconden su secreto y, algunas veces, cuando reverberan al sol, parece desde lejos que dejan ver grandes láminas de oro escondidas. Como tanto la montaña y el lago pueden dar origen al río, este lo mismo puede arrastrar trozos del tesoro que se encuentra en su nacimiento que servir de acceso y fácil comunicación hasta el pueblo o región que aprovecha esas deslumbrantes riquezas. Una vez que sabemos por qué buscaban accidentes geográficos, e imaginamos las dificultades que ofrecía la exploración de estas regiones, podemos suponer también lo invencible que era la tentación que representaba El Dorado. Gracias a ese mito, que aparecía, desaparecía y cambiaba de aspecto, se pudo llegar a recorrer la salvaje selva ecuatoriana en todas direcciones. A pesar de las continuas desilusiones. Entre las expediciones perseguidoras del Dorado, hubo algunas, las menos, que entendieron por tal al cacique de Guatavita y hacia él se encaminaron. Otras, que podríamos llamar de falsos Dorados, prescindieron o ignoraron la ceremonia de la laguna y buscaron países ricos, de nombre determinado –Cenú, Meta, Casa del Sol–,

a los que solo por extensión se les podía dar el nombre de la leyenda; y hubo, por último, expedicionarios que acabaron tras montañas y lagos imaginarios, en los que el espejismo y el deseo habían hecho ver fantásticas riquezas. El primero que pensó en dirigirse a buscar al cacique fue Sebastián de Benalcázar, el conquistador de Quito, que supo allí de la ceremonia de Guatavita y en lugar de quedarse tranquilo en su gobernación de Popayán, emprendió la marcha hacia el Norte. Hasta las tierras que Carlos I le había concedido a Gonzalo Jiménez de Quesada con el brillante título honorífico de Gobernador de El Dorado. Por supuesto, ninguno de los dos logró su objetivo. Las mismas informaciones, aunque con más interesantes consecuencias, llegaron a oídos del codicioso Gonzalo Pizarro, que encabezó una expedición hacia las regiones orientales de Quito, donde se decía que abundaba la canela –para poder rivalizar con el monopolio que mantenían los portugueses–, y donde, además, un poco más lejos, esperaba encontrar las poderosas tribus indias, ricas en oro, que identificaba con el Dorado. El grupo, con 280 hombres y 260 caballos, partió en diciembre de 1540. Dos años, en los que estuvieron dando vueltas, sufrieron toda clase de calamidades y perecieron a montones. Tuvieron que devorar sus propios caballos para poder regresar a Quito. Se encontró el árbol de la canela, aunque de una calidad mucho menor a la de las Indias Orientales, pero ni el "hombre dorado", ni nada parecido. Y eso que habían emprendido la marcha con la absoluta certeza de encontrarlo. Lo que sí tuvo la jornada de Gonzalo Pizarro fue una segunda parte llena de interés. Como llegaron a orillas de un río muy caudaloso y les faltaban los víveres, ordenó a Francisco de Orellana que bajase por el río –el Coca–, embarcado en un bergantín en busca de provisiones. Fuera porque lo violento de la corriente les dificultase el regreso, o porque se despertase la ambición de Orellana, el caso es que ni él, ni ninguno de los 57 hombres que le acompañaban cuando partió el 26 de diciembre de 1541, regresaron. Se dejaron llevar primero por las aguas del Coca, luego por las del Napo y, finalmente, por las del río que calificaron como Grande –el Amazonas–, llegaron al Atlántico, por el que navegaron hasta CLÍO

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Mitos

EXPEDICIONES LEGENDARIAS

la isla de Cubagua. Habían recorrido más de 4.800 kilómetros. Desde la costa atlántica Orellana zarpó hacia la Península a finales de 1542. Llevó a Castilla no solo los datos geográficos propios de su descubrimiento, sino la noticia de haber recorrido una tierra muy rica donde, de nuevo, había visto que se hallaba el oro y la plata en abundancia. En virtud del importante descubrimiento realizado, el Consejo de Indias, restó importancia a su traición y le extendió la capitulación para que conquistara el País de las Amazonas, al que habían puesto ese nombre porque fueron atacados en el río, según ellos, por unas feroces guerreras indias que les recordaron a las mitológicas mujeres de la antigüedad. Regresó a América para hacerse rico y falleció trágicamente en febrero de 1546 en la desembocadura del río, víctima de las fiebres, tras sufrir el ataque de unos indios caribes. La imaginación fácilmente excitable de los españoles vio enseguida a las orillas del Amazonas grandes ciudades cuajadas de oro y rebosantes de piedras preciosas; se olvidaron del cacique de Guatavita, y consideraron que era mucho mejor Dorado ese que los indios brasiles describían como "tierra más rica que el Perú". Hacia allí se dirigieron. Hurtado de Mendoza, encargó al capitán navarro Pedro de Ursúa el mando de la expedición que más repercusión tendría de todas las que partieron en pos de la leyenda. La jornada de Omagua y el Dorado, nombre con el que se conoce esta empresa, escrita por Francisco Vázquez, es, sin ninguna duda, la más novelesca relación de cuantas se refieren a los descubrimientos. Iniciada la navegación del Amazonas, pronto apareció el desencanto por no encontrar oro, al confirmarse la falsedad de los relatos de los brasiles. Con él surgieron las primeras muestras de indisciplina, que fueron llevadas a extremos increíbles por el guipuzcoano Lope de Aguirre, alma de una amplia rebelión. Asesinado Ursúa, se nombró en su lugar a Fernando de Guzmán con el sedicioso título de Príncipe de Tierra Firme, Perú y Chile. No tardó el nuevo y flamante jefe en seguir la suerte del anterior, para ponerse Aguirre al frente de los sublevados. Proyectó los más locos sueños, mientras sus naves se deslizaban hasta el Atlántico. En la isla Margarita y en la costa de Venezuela su presencia se se32

CLÍO

LA IMAGINACIÓN DE LOS ESPAÑOLES vio enseguida a las orillas del Amazonas grandes ciudades cuajadas de oro y rebosantes de piedras preciosas. ñaló por una estela de crímenes y rapiñas hasta que, sitiado en Barquisimeto y después de apuñalar a su propia hija, que lo había acompañado en sus terribles correrías, recibió la muerte con la misma altivez que había mostrado en todos sus actos.

PERSIGUIENDO UNA ILUSIÓN Aparte de las expediciones que tuvieron como punto de arranque el Perú, hubo otros grupos procedentes de la costa que buscaron primero regiones de grandes riquezas y acabaron también por perseguir la ilusión de El Dorado. Pedro de Heredia y Gonzalo Jiménez de Quesada, por ejemplo, que desde las gobernaciones gemelas de Cartagena y Santa Marta se dedicaron a buscar respectivamente las riquezas del Cenú y los prodigios del país de las esmeraldas. Lo descubierto resultó para ellos su Dorado particular, pero estaban tan ajenos

a la ceremonia de la laguna de Guatavita, que Quesada llegó hasta esa población sin sospechar siquiera que, a pesar de que ya no existía el recuerdo de la ofrenda, se encontraba en el centro del mito, el lugar tan ansiosamente buscado por todas partes. Paralela a las gobernaciones de Cartagena y Santa Marta se hallaba la de Venezuela y de ella salieron otro sinfín de expediciones. Diego Caballero y Juan de Ampies fueron los primeros que iniciaron la búsqueda de oro en las partes de Tierra Firme de Castilla del Oro y en las islas adyacentes, con el encargo además de poblar territorios y adoctrinar a los indios. Ampies fundó Santa Ana de Coro y entabló amistad con algunos caciques, pero tuvo que interrumpir su labor porque la conquista de Venezuela iba a ser una empresa alemana. En 1528 Carlos I firmó capitulaciones con los alemanes Enrique Ehinger y Hieronymus Sailer para que colonizasen y descubriesen las regiones del interior; poco después los concesionarios renunciaban sus derechos en favor de los ricos banqueros de Augsburgo, Antonio y Bartolomé Welser, traspaso que también confirmó el emperador. Bajo esta dirección alemana se iniciaron expediciones en las que, al principio, para nada se habló de El Dorado. Ambrosio Ehinger y Bartolomé Sayler, hermanos de

JUNTO A ESTAS LÍNEAS, RÍO AMAZONAS.

los primitivos concesionarios, partieron de Coro en 1529, en busca de "una muy rica tierra, de la cual se podía sacar mucho provecho, porque en ella se habían descubierto muchas minas". El recorrido de Ehinger por las orillas del lago Maracaibo y la península de Goajira, hasta el río Magdalena, lo marcó la crueldad. Logró obtener algún oro y envió a su capitán Íñigo de Vascuña para que llevase a Coro unos 60.000 pesos que había reunido, pero su violencia y agresividad contra los indios fue de tal magnitud que, rebelados a su paso, mantuvieron continuos combates hasta que, en mayo de 1533, acabaron con el explorador con una flecha en su garganta que le causó cuatro días de angustiosa agonía. Su sucesor, Georg Hohermuth von Speyer, preparó la segunda expedición en 1535. Salió de Coro con toda la abundancia de pertrechos que la factoría que tenían en Santo Domingo los poderosos Welser podían ofrecerle y, esta vez sí que, con toda seguridad, llevaba entre sus propósitos, encontrar El Dorado. Atravesó la provincia de Barquisimeto y después de vadear el caudaloso Apure, comenzó a recibir información de los indios de que "de la otra parte de las sierras, que pasaría sin peligro, hallaría mucho oro, plata y ovejas mansas –se refiere a llamas–, como

las que había en el Perú. Que era una tierra de sabanas y falta de leña, y que todas las vasijas del servicio de los indios eran de oro y plata". Animados, se dispusieron a atravesar la sierra, pero fueron tales las dificultades que hallaron que se vieron desviados hacia las selvas del alto Orinoco, donde recibieron otra sorprendente noticia: que se hallaban cerca del nacimiento del Meta, otro de los mitos del oro que había originado expediciones en su busca. Decidieron ver aquel lugar. Llegaron al nacimiento del río y se encontraron con que los indios que lo habitaban tenían láminas de oro y plata muy fina. Les preguntaron por su origen y, como siempre, contestaron que venía del otro lado de las montañas. Lo intentaron de nuevo, pero no consiguieron cruzarlas. Cada vez con una fuerza más mermada por las enfermedades y los continuos combates, decidieron regresar a Coro antes de que fuera demasiado tarde. Spira había dejado en Coro, como lugarteniente a Nicolás Federman, pero el afán de aventuras y el ansia de riquezas pudo más que la disciplina. Sin esperar a su jefe, organizó por su cuenta una expedición en busca de El Dorado. Procuró esquivar a Spira y se dirigió hacia la sierra que, en teoría, lo separaban de las ricas tierras en las que se encontraba el oro. Atravesó las heladas cumbres a costa de increíbles esfuerzos y, cuando llegó al otro lado y avistó por fin la tierra deseada, se encontró con los hombres de Jiménez de Quesada, a los que se unieron enseguida los de Benalcázar. Federman regresó a Europa para luchar ante el Consejo de Indias por los derechos que pensaba le correspondían por descubrir Nueva Granada, pero no le fueron las cosas como esperaba. Acababa de iniciarse la Reforma Protestante y fue detenido en Amberes. Falleció en febrero de 1542 camino de la Corte de Madrid. En 1541 partió en busca de El Dorado y las legendarias amazonas, que ahora se suponía que lo defendían, otro joven y ambicioso alemán, Philipp von Hutten, que siguió la misma ruta que Hohermuth. Después de vagar desorientado y describir un ancho círculo, tuvo noticias de la existencia de una tribu poderosa y rica, muy belicosa, pero con ciudades cuajadas de tesoros. Marchó tras ella y encontró el país de los Omaguas, la rica tribu de que tanto habían hablado los indios "brasiles" y que fue el motivo de la expedición de Ursúa. Von Hutten ni siquiera pudo comprobar

la riqueza del país. Los indios eran demasiado agresivos y ellos muy pocos. Tuvieron que emprender la retirada después de que Von Hutten fuera gravemente herido en un ataque. A su regreso, tanto él como Bartholomaus Welser representante de la firma alemana fueron detenidos por Juan de Carvajal, que se había hecho con el poder. Carvajal denunció a los Welser en un simulacro de juicio y consiguió que fueran asesinados brutalmente. Con ellos terminó la presencia alemana en Venezuela y comenzaron a perder brillo los relatos de los primeros conquistadores. El círculo se cerró en las cuencas del Marañón y el Orinoco, que también ejercían gran atracción sobre los españoles, pues suponían que unos ríos tan grandes solo podían emanar de enormes lagos que les evocaba la imagen del Guatavita. Entre los atraídos por el Orinoco estaba Diego de Ordaz, que obtuvo permiso en 1531 para descubrir y poblar desde el término de Venezuela hasta el Marañón. Comenzó por remontar el Orinoco y apresó un indio, que al ver la sortija que llevaba, le dijo que había mucho oro tras una cordillera próxima, en la margen izquierda del río. A pesar de las promesas del indio y de tener noticias de una provincia llamada Meta, fabulosamente rica, que se hallaba hacia el nacimiento del río, la expedición terminó en desastre: al llegar a unas cataratas no pudieron seguir, no hallaron tierra que poblar ni oro que recoger y casi todos murieron de hambre y enfermedades. Pero el fracaso no hizo olvidar el rumor de la tribu de oro del Meta y no faltaron continuadores, como Jerónimo de Ortal, Alonso Herrera o Antonio Sedeño. Todos buscaban fabulosas riquezas y todos vieron de igual forma fracasar sus ilusiones, con el agravante en este caso de las luchas internas y las muertes de los expedicionarios sin haber logrado llegar, como no podía ser de otra forma, a la ansiada tribu dorada. Y es que la leyenda del Dorado, con todas sus ramificaciones y derivaciones –el Meta, los Omaguas, la casa del Sol, el lago Parimc, la ciudad de Manoa, o tantos otros fantasmas perseguidos sin descanso–, sintetiza mejor que ninguna otra el mito de América que, mezcla de ilusiones, errores y verdades, ofrecía el suficiente aliciente económico como para lanzarse a la aventura, a pesar de las dificultades, los peligros y las enfermedades. CLÍO

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Mitos

EXPEDICIONES LEGENDARIAS

EL VERDADERO

PERÚ DEL SIGLO XVI

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TODOS TENEMOS UNA IMAGEN DE CÓMO ERA EL NUEVO MUNDO QUE SE ENCONTRARON LOS ^WHK>^͕WZK͏MDKZE LAS TRIBUS QUE LO HABITABAN? ͏YhE/s>^ZZK>>K POSEÍAN CUANDO LLEGARON >K^KEYh/^dKZ^͍z͏Yh HUELLA DEJARON EN ELLAS? LA HISTORIA DESMONTA EL MITO. POR ÁNGEL SÁNCHEZ CRESPO

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ON LOS MAJESTUOSOS NOMBRES DE IMPERIO DEL PERÚ Y DE REINO DE LOS INCAS SE HA DESCRITO UNA ESPLÉNDIDA CIVILIZACIÓN, EN SU MÁXIMO APOGEO ANTES DE LA LLEGADA DE LOS ESPAÑOLES, y luego, reducida a la nada por obra de los colonizadores y sus pretensiones codiciosas. Esta es una de las muchas afirmaciones contrarias a la actuación de los españoles en la aventura americana que ha dado solidez a la leyenda negra española. Pero como bien señalaba el historiador estadounidense Charles Lummis, a finales del siglo XIX, en su obra The Spanish Pioneers, para comprender lo que fue la conCLÍO

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Mitos

EXPEDICIONES LEGENDARIAS

quista tenemos que saber antes lo que había que conquistar, y para ello es necesario esbozar, en pocas palabras, el retrato del Perú, tal como nos lo han transmitido algunos historiadores, para comprobar, después, cómo era realmente el Perú, según se ha demostrado gracias a investigaciones posteriores.

EL MITO DE LA CIVILIZACIÓN INCA

DESARROLLO INDÍGENA DEJANDO A UN LADO LAS EXAGERACIONES de una supuesta estructura administrativa al estilo europeo, el Perú contaba con ciudades importantes, y su construcción era la más avanzada de entre los indígenas. En las granjas se cultivaba la patata y otras plantas alimenticias. Eran los únicos indios que se dedicaban al pastoreo, y sus grandes rebaños de llamas eran una importante fuente de riqueza, ya que además de servir como medio de transporte, proporcionaban leche, carne y lana. Sus hornos de fundición eran toscos, pero les permitían moldear los metales y elaborar una interesante orfebrería.

Siguiendo a Lummis, que durante toda su vida se dedicó a estudiar y a realizar obras en favor de la cultura indígena del sur de Estados Unidos y norte de México, nos han contado que el Perú era un gran imperio, rico, populoso y civilizado, gobernado por una larga serie de reyes, que se llamaban incas, que tenía dinastías y nobleza, trono, corona y corte. Sus reyes conquistaban vastos territorios y civilizaban a los vecinos salvajes, que conquistaban por medio de sabias leyes y de escuelas, y de otros instrumentos de economía política, que tenían caminos militares mucho mejores que los que construyeron los romanos. También nos narraron que aquella portentosa raza creía en un ser supremo, que el rey y todos los que tenían sangre real en sus venas eran inconmensurablemente superiores al común del pueblo, pero que eran bondadosos, justos, paternales e ilustrados. Incluso se nos ha contado que había regios palacios en todas partes, que tenían inmensos canales de agua, y ferias regionales y representaciones teatrales de tragedias y comedias, que tallaban esmeraldas con herramientas de bronce, que el gobierno verificaba censos y educaba a las masas, y que, así como la política de los aborígenes de México era la política del odio, la de los reyes incas era una política de amor y fraternidad. Sobre todo, se nos ha hablado mucho del largo linaje de monarcas

incas, la familia real, cuyo último rey, Huayna Capac, murió poco antes de la llegada de los españoles. Se le representaba repartiendo el trono entre sus hijos Atahualpa y Huascar, quienes pelearon y empezaron una guerra fratricida con ejércitos y otros procedimientos de pueblos civilizados. Se nos ha transmitido que Pizarro se aprovechó de esa guerra intestina, azuzó a un hermano contra el otro para poder conquistar el Imperio, destrozando aquella idílica civilización que, a juzgar por las descripciones, casi superaba a la avanzada Europa.

LA OTRA REALIDAD Según Lummis y otros autores, todo esto es parte de uno de los romances históricos más fascinantes, pero más erróneos que se ha escrito. La idea del Perú que por tanto tiempo ha prevalecido, se basaba en la más supina ignorancia de aquel país y, sobre todo, de los escasos conocimientos etnográficos que dieron lugar a teorías semejantes. Literalmente, dice Lummis, quien repetimos, no era sospechoso de animadversión hacia los indígenas, a quienes ayudó a conservar sus costumbres y a quienes estudió durante toda su vida: "Hay que recordar que aquellos sorprendentes seres, cuyo imaginado gobierno deja pequeña a cualquier nación civilizada y moderna, no eran más que indios. No quiero decir con esto que los indios no sean hombres con todas las emociones, sentimientos y derechos de los hombres, derechos que ojalá hubiésemos protegido nosotros con tan honroso cuidado como lo hizo España". Los peruanos estaban algo más adelantados que otros indios de América, adoraban a multitud de dioses y de ídolos; no tenían rey, ni trono, ni dinastía, ni sangre real, ni nada que fuese regio. No había,

LOS PERUANOS ESTABAN ALGO MÁS ADELANTADOS QUE OTROS INDIOS DE DZ/͕adoraban a multitud de dioses y de ídolos; no tenían rey, ni trono, ni dinastía, ni sangre real, ni nada que fuese regio. ni podía haber, siquiera una nación. La vida de los indios, tanto del norte como de sur de América era esencialmente tribal. Existía un jefe, que era relevado por decisión de un consejo, pero de ahí a equipararlo con un monarca hereditario con palacio propio, hay una importante diferencia. No se puede trasladar la estructura monárquica europea a una civilización totalmente diferente. Para Lummis: "No había corte, ni corona, ni nobleza, ni censos, ni teatros, ni nada que remotamente indicase que había habido algo de todo eso, y por lo que hace a los incas, no eran reyes, ni siquiera gobernantes,

sino simplemente una tribu. Eran los únicos de esta raza en ambas Américas que sabían fundir, y esto les permitía hacer ornamentos e imágenes de oro y plata, así es que su país era el más rico del Nuevo Mundo, y realmente hacían alarde de un notable, aunque barbárico esplendor. Los templos de sus ciegos dioses brillaban con ornamentos de oro, y los indios se adornaban con profusión de metales preciosos, como nuestros navajos y pueblos en Nuevo MéXico y Arizona, que aún hoy llevan libras y más libras de adornos de plata. También hacían herramientas de bronce, algunas de las cuales eran de muy buen temple, pero eso no era un arte, CLÍO

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Mitos

EXPEDICIONES LEGENDARIAS

MÁSCARA MORTUORIA INCA.

CONTACTO CON LA DIVINIDAD LOS INCAS PRACTICARON RARAMENTE LOS SACRIFICIOS HUMANOS a diferencia de los aztecas, y ello les otorgó, a ojos de los

españoles, una categoría que les acercaba como cultura a la civilización occidental.

sino tan sOlo un accidente. Nunca se hallaban dos de sus utensilios que tuviesen la misma aleación, el artífice indio lo hacía al buen tuntún, y por cada herramienta que le salía bien por casualidad, tenía que desechar muchas por malas".

LA CONQUISTA INCA Los incas, como cualquier otra etnia fueron acosados por las tribus vecinas. Expulsados de sus antiguos dominios se asentaron en un valle que era una fortaleza natural donde construyeron la ciudad de Cuzco, bien fortificada por los dos o tres pasos por donde únicamente podía accederse a ella. Con el tiempo llegaron a ser numerosos y se dedicaron a hacer lo que hasta entonces les habían hecho a ellos, y lo que también ha hecho siempre el hombre blanco, es decir, matar, robar y esclavizar a sus vecinos. Tuvieron para ello la ayuda imprescindible de la llama, un camé-

lido que consiguieron domesticar, lo cual no había hecho ninguna de las tribus vecinas, excepto los aymaros, y esto dio a los incas una enorme ventaja, similar a la que proporcionó el caballo en Europa. Podían salir de su seguro valle en gran número, con provisiones para un mes o más, y sorprender alguna aldea. Si eran abatidos, se escondían por las montañas, viviendo con las provisiones porteadas en llamas, de modo que pudieron hacer la guerra de un modo que hasta entonces no se conocía en América. Con estos medios, los incas llevaron a cabo una conquista sobre una extensa comarca, imponiendo tributos a cambio de paz. Sin embargo, esas tribus conquistadas nunca se mezclaron, no les estaba permitido entrar en Cuzco, y los incas no se mezclaron con ellos. No constituían, pues, una nación, una civilización, sino un conglomerado de tribus indias sujetas por el miedo a una tribu más fuerte. La organización de los incas era, hablando en general, igual a la de cualquier otra tribu india. El oficial más preeminente era el que tenía a su cargo la dirección de los combates, esto es, el jefe de los guerreros. Era el que mandaba en la guerra, pero en los otros ramos del gobierno distaba de ser el único o el hombre de más alto rango. Y eso es sencillamente lo que fueron Huayna Capac y todos esos fabulosos reyes incas, capitanes guerreros. Los hijos de Huayna Capac eran también capitanes guerreros indios, y nada más, con la particularidad de que eran jefes guerreros de distintas tribus, rivales y enemigas. Atahualpa bajó desde Quita con sus guerreros indios y tuvo varios combates, haciendo finalmente prisionero a Huascar, a quien encerró en el fuerte indio de Jauja. Eso es lo que encontró Pizarro al llegar a Perú.

ATAHUALPA.

LOS INCAS LLEVARON A CABO UNA CONQUISTA SOBRE UNA EXTENSA COMARCA, imponiendo tributos a cambio de paz. Sin embargo, esas tribus conquistadas nunca se mezclaron, no les estaba permitido entrar en Cuzco.

ESTATUA DEL REY INCA HUAYNA CAPAC.

Mitos

EXPEDICIONES LEGENDARIAS

GUERRAS INDÍGENAS ACOMA Y LA BATALLA DE LA ROCA

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AUNQUE EN LA HISTORIA SE HA GRABADO A FUEGO LA IDEA DE QUE LOS PUEBLOS INDÍGENAS DEL NUEVO CONTINENTE SE RINDIERON A LOS CONQUISTADORES ESPAÑOLES SIN PELEAR, NO FUE ASÍ. EN EL TRANSCURSO DEL DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA NO SOLO PERDIERON LA VIDA LOS HABITANTES DE ESTAS TIERRAS, SINO TAMBIÉN MUCHOS ESPAÑOLES. ESTAS SON ALGUNAS DE LAS BATALLAS MÁS EMBLEMÁTICAS. POR ÁNGEL SÁNCHEZ CRESPO

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NO DE LOS TÓPICOS DE LA LLAMADA CONQUISTA DE AMÉRICA ES QUE LOS ESPAÑOLES FUERON RECIBIDOS DÓCILMENTE POR LOS INDÍGENAS AMERICANOS COMO SERES EXTRAÑOS, COMO DIOSES A LOS QUE RENDIR CULTO, y que bajo esa superioridad se masacraron, sin apenas resistencia, millares de indígenas. Lo cierto es que los habitantes del continente recién descubierto no eran tan ingenuos. No

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EXPEDICIONES LEGENDARIAS

ACOMA.

se trataba de seres angelicales que vivían en el paraíso terrenal y que fueron atropellados por el invasor extranjero sin escrúpulos. La ferocidad de su comportamiento pronto la pudieron sentir aquellos primeros exploradores llegados de Europa; además, eran expertos guerreros porque la rivalidad entre tribus, las ejecuciones y la esclavitud formaban parte de su modo de vida; al fin y al cabo, la violencia y el sometimiento del débil por el fuerte parece ser común en la especie humana.

ARMAS POCO ÚTILES Se ha querido también presuponer la ventaja de las armas que portaban los españoles, pero apenas superado el terror inicial entre los naturales, las toscas e ineficaces armas de fuego de aquella época, eran poco más peligrosas y eficaces que los arcos y las flechas que se les oponían. Su eficacia no tenía mucho mayor alcance que las flechas, y eran diez veces más lentas en sus disparos. Las pesadas armaduras de los españoles y de sus caballos no protegían del todo contra las flechas de cabeza de

AL VER SU FÁCIL SUMISIÓN, Oñate sintió alivio y decidió visitar personalmente todos los pueblos principales. Ya había fundado la primera ciudad de Nuevo México y la segunda en los Estados Unidos, San Gabriel de los Españoles. 42

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ágata de los indígenas, y colocaban al hombre y al caballo en desventaja para luchar contra ellos, además de ser una carga muy pesada con el calor de los trópicos. La artillería de aquellos tiempos en aquel contexto era prácticamente inútil. En cuanto a su comportamiento con los nativos, hay que reconocer que los que resistieron a los españoles fueron tratados con muchísima menos crueldad que los que se hallaron en el camino de otros colonizadores europeos. Como dijo el estadounidense Charles Lummis, en su obra The Spanish Pioneers: "Los españoles no exterminaron ninguna nación aborigen como sí lo hicieron otros colonizadores posteriores y, además, cada primera lección sangrienta iba seguida de una educación y de cuidados humanitarios. Lo cierto es que la población india de las que fueron posesiones españolas en América, es hoy mayor de lo que era en tiempo de la conquista, y este asombroso contraste de condiciones y la lección que encierra respecto del contraste de los métodos, es la mejor contestación a los que han pervertido la Historia".

LOS PUEBLOS INDÍGENAS Un ejemplo de las dificultades que encontraron los españoles en su avance por tierras americanas es lo que ocurrió alrededor de la asombrosa roca Acoma, la extraña ciudad empinada de los indios pueblos queres, en Nuevo México. Todas las ciudades de los indios pueblos estaban construidas en sitios fortificados por la naturaleza para conseguir la mejor defensa frente a los ataques de tribus enemigas. En medio de un largo valle bordeado por precipicios casi inaccesibles, se levantaba, y aún se levanta, una elevada roca de unos cien metros de altura. En su cumbre se alzaba la vertiginosa ciudad de Queres. La primera vez que los europeos supieron de esa curiosa ciudad aérea fue en 1539, cuando a fray Marcos, descubridor de Nuevo México, la gente de Cíbola le habló

EXPLORACIONES EN AMÉRICA DEL NORTE.

MISIONEROS ENTRE LOS INDÍGENAS EN 1629, FRAY JUAN RAMÍREZ, CONOCIDO COMO EL APÓSTOL DE ACOMA, salió solo de Santa Fe para fundar una misión en la encumbrada ciudad. Cuentan los testimonios que en cuanto los indios vieron a una persona extraña, corrieron hasta el borde del risco y le lanzaron una lluvia de flechas. En aquel momento, una niña de Acoma, que estaba en el mismo borde de la roca, perdió el equilibrio y se despeñó al precipicio. Por suerte, cayó sobre un reborde arenoso cerca de donde estaba fray Juan, donde no podían verlos los indios, quienes supusieron que había caído hasta la sima y estaba muerta. Fray Juan se acercó a

recogerla y la llevó sana y salva hasta arriba, lo que interpretaron como milagro los nativos. El religioso vivió solo en Acoma más de veinte años, respetado por los nativos como un padre. Cuando murió, en 1664, los acomas, que habían sido los indios más feroces, llegaron a ser los más civilizados. Pero pocos años después de su muerte tuvo lugar el levantamiento de todos los indios pueblos, y durante las largas guerras que se siguieron fue destruida la iglesia. En aquella rebelión, otro sacerdote, fray Lucas Maldonado, que era entonces misionero en Acoma, fue asesinado. En noviembre de 1692,

Acoma se rindió voluntariamente al reconquistador de Nuevo México, Diego de Vargas. Al cabo de pocos años, sin embargo, hubo una nueva rebelión, y en agosto de 1696, Vargas marchó contra la ciudad, pero no pudo asaltarla. Gradualmente los pueblos fueron viviendo en paz con los conquistadores. La misión fue restablecida en Acoma hacia el año 1700. La curiosa escalera de piedra por la que fray Juan Ramírez subió la primera vez a su peligrosa parroquia, bajo una lluvia de flechas, todavía la usan los habitantes de Acoma, quienes le han dado el nombre de Camino del Padre.

de la gran fortaleza roqueña de Hákuque, nombre que ellos daban a Acoma, y que sus habitantes llamaban Ahko. Al año siguiente, Francisco Vázquez de Coronado la visitó con su pequeño ejército y dejó un exacto relato de sus maravillas. Esos primeros europeos fueron bien recibidos, y los supersticiosos habitantes, que nunca habían visto una barba, ni la cara de un hombre blanco, tomaron a los extranjeros por dioses. Hasta medio siglo después, no trataron los españoles de establecerse allí. Cuando Oñate entró en Nuevo México en 1598, no encontró oposición alguna porque su fuerza de cuatrocientos hombres, de la que solamente doscientos iban armados, era bastante para atemorizar a los nativos. Estos eran hostiles a los invasores de su dominio, pero comprobando que los extranjeros les trataban bien, y temerosos de hacer guerra abierta a aquellos hombres que llevaban trajes duros y mataban de lejos con sus bastones de trueno, esperaron a ver el resultado de la invasión. Las tribus de queres, tigua y jemez se sometieron formalmente al régimen español e hicieron juramento de alianza a la corona por medio de sus representantes reuniCLÍO

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Mitos

EXPEDICIONES LEGENDARIAS

LA DERROTA DE JUAN DE ZALDÍVAR

dos en la población de Guipuy, lo mismo hicieron los taños, picuríes, tehuas y taos en una conferencia parecida que celebraron en la población de San Juan, en septiembre de 1598. Al ver su fácil sumisión, Oñate sintió alivio y decidió visitar personalmente todos los pueblos principales. Ya había fundado la primera ciudad de Nuevo México y la segunda en los Estados Unidos, San Gabriel de los Españoles. Oñate y un puñado de hombres, dejando solo una guardia con los caballos, treparon por una de las peligrosas escaleras de piedra hasta Acoma. Los indios los condujeron por sus calles, mostrándoles las extrañas casas de varios pisos de altura y con varias terrazas, los grandes estanques labrados en la roca y el vertiginoso borde del precipicio que por todas partes rodeaba aquella ciudad. Finalmente, condujeron a los es44

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pañoles a un sitio en que había una larga escalera de mano, cuyo extremo superior pasaba por una trampa situada en el techo de una gran casa, que era la estufa, es decir, la sagrada cámara del concejo. Los indios trataron de que Oñate bajase por la trampa, pero el gobernador español, observando que en el aposento de abajo reinaba la oscuridad rehusó bajar. Después de una corta visita a la población, los españoles bajaron de la roca de Acoma hasta su campamento apostado en la llanura, y desde allí prosiguieron a Moqui y Zuñi. Aquel repentino rasgo de prudencia en la mente de Oñate salvó la historia de Nuevo Mxjico, porque en aquella estufa se hallaban apostados algunos guerreros armados. Si hubiese entrado en la cámara, lo hubieran asesinado en el acto, y su muerte hubiera sido la señal para un ataque a los españoles.

Volviendo de su viaje de exploración por aquellas desiertas llanuras, Juan de Zaldívar salió de San Gabriel el 18 de noviembre, para seguir a su jefe. Solo tenía treinta hombres. Llegó al pie de la ciudad empinada y fue muy bien acogido por los acomas, quienes lo invitaron a subir y visitar la ciudad. Zaldívar dejó la mitad de su fuerza al pie del risco para guardar el campamento y los caballos, subió con dieciséis hombres. Había en la ciudad tantas maravillas que los españoles fueron dispersándose aquí y allá para ver de cerca lo que les rodeaba. Cuando el jefe de los guerreros lanzó su grito de guerra, toda la población atacó a los españoles. El mismo Zaldívar fue una de las primeras víctimas, y en aquella trampa murieron otros dos oficiales, seis soldados y dos sirvientes. Los cinco que sobrevivieron –entre ellos Juan Tabaro, que era alguacil mayor, y cuatro soldados–, pudieron por fin juntarse y se abrieron paso hasta el borde del precipicio. Los cinco se arrojaron desde aquella tremenda altura, aunque, milagrosamente, cuatro sobrevivieron al caer en las arenas acumuladas en su base. Según testimonios, durante algunos días, los catorce soldados y sus cuatro compañeros supervivientes acamparon bajo el saliente costado del risco, donde estaban a salvo de toda clase de proyectiles que pudiesen arrojarles, pero esperando a cada momento ser atacados por los nativos. Tenían la seguridad de que la matanza de sus camaradas no era más que el preludio de un levantamiento general de los veinticinco o treinta mil indios pueblos. Decidieron dividirse en pequeños grupos y separarse. Llevaron la noticia a sus compatriotas, y a finales del año 1598 todos los españoles supervivientes en Nuevo México se pusieron a salvo en la aldea llamada de San Gabriel. Oñate, que había estado a punto de morir en Acoma de haber caído

VISTA AÉREA DE LA ACOMA. EN LA OTRA PÁGINA, ESTATUA ECUESTRE DE JUAN DE OÑATE.

EL DÍA 22 DE ENERO, Zaldívar dio la señal para el ataque, y el cuerpo principal de la fuerza española empezó a disparar sus pocos arcabuces y a intentar un asalto desesperado por el extremo norte de la gran roca. en la emboscada, se encontró en un difícil dilema: castigar a los rebeldes por la matanza de sus hombres o abandonar para siempre su colonia y Nuevo México. Si no actuaba, los indios no dejarían con vida a ningún español. Por otra parte, ¿cómo podía llegar a conquistar aquella inexpugnable fortaleza de roca? Tenía menos de doscientos hombres y solo podía destinar parte de estos para la campaña, pues de lo contrario, los otros indios pueblos, en su ausencia, se levantarían y aniquilarían San Gabriel y a sus habitantes.

VICENTE ZALDÍVAR Y LA CONQUISTA DE ACOMA El 12 de enero de 1599, Vicente de Zaldívar, hermano del asesinado

Juan, salió de la aldea de San Gabriel con setenta hombres. Solo unos cuantos de ellos iban armados con los toscos mosquetes típicos de la época, la mayoría no eran ni siquiera arcabuceros, sino piqueros, armados únicamente con lanzas y espadas, y llevaban chaquetas acolchadas o mallas batidas. Un pequeño pedrero, amarrado sobre el lomo de un caballo, era su única artillería. Tras once días de viaje, la tropa pasó la última meseta y llegó a la vista de Acoma. Los indios, avisados por sus centinelas, estaban preparados para recibir a los colonizadores españoles. El día 22 de enero Zaldívar dio la señal para el ataque, y el cuerpo principal de la fuerza española

empezó a disparar sus pocos arcabuces y a intentar un asalto desesperado por el extremo norte de la gran roca Acoma. Los indios que allí habitaban despedían una lluvia de proyectiles, y muchos de los españoles fueron heridos. Entre tanto, un grupo de hombres logró subir el cañón a la cumbre de un alto farallón, separado del gran risco de Acoma por un angosto tajo. Al atardecer tenían ya el cañón apuntando hacia la ciudad. El estruendo de la primera bala de piedra, lanzada sobre Acoma con el pedrero, fue la señal para la tropa que estaba al extremo norte de la meseta, de que se había tomado la primera posición estratégica. Pequeños grupos de españoles treparon por los grandes precipicios y dio comienzo una lucha cuerpo a cuerpo. Narran las crónicas que Zaldívar y su puñado de hombres se abrieron camino, paso a paso y casa por casa hasta que los indígenas se rindieron. Vicente de Zaldívar regresó victorioso a San Gabriel de los Españoles días después. CLÍO

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EL APERREO EL PERRO EN LA CONQUISTA

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EN LAS BATALLAS LIBRADAS POR LA CONQUISTA DEL TERRITORIO AMERICANO LOS ESPAÑOLES TAMBIÉN UTILIZARON LA FUERZA DE LOS CANES. FIEROS GUERREROS NADA TENÍAN QUE VER CON LOS PERROS AUTÓCTONOS DEL NUEVO CONTINENTE, QUE SE DESCUBRÍAN COMO DÓCILES ANIMALES DE COMPAÑÍA, Y QUE INCLUSO EN MÁS DE UNA OCASIÓN ERAN UTILIZADOS COMO COMIDA. POR ÁNGEL SÁNCHEZ CRESPO

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ESDE LA ANTIGÜEDAD CLÁSICA EXISTEN TESTIMONIOS DEL EMPLEO DE PERROS CON FINES BÉLICOS. JENOFONTE O ARISTÓTELES NOS REFIEREN ESCENAS DE PERROS “MOLOSOS”, es decir, de razas grandes, capaces de matar a un ser humano con facilidad. Los romanos llevaban a estos perros molosos al frente de las legiones, y su papel era adentrase y desbaratar el orden de las líneas enemigas. No en vano, parece que el mastín español, esa raza que tan bien ha servido a los pastores en la defensa de sus rebaños, frente al ataque de los lobos, proviene de aquellos grandes perros que los romanos introdujeron en la conquista de Hispania.

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También los españoles los llevaron a las Indias. Fue el propio Cristóbal Colón el primero en utilizar perros en las campañas de Jamaica y La Española, entre 1494 y 1495, y el uso de estos animales se prolongó en los años posteriores.

ARMAS DE GUERRA “Muy gran guerra haze acá un perro, tanto que se tiene a presçio su compañía como diez hombres, y tenemos dellos gran necesidad”. Esta era la opinión de Cristóbal Colón al respecto de los perros, aquellos que con sus hombres y naves viajaron a América. En concreto, se refiere el almirante a ellos en su Relación del viaje a Cuba y Jamaica. No eran perros de compañía con los que disfrutar de un paseo por las nuevas tierras. Eran auténticas armas de guerra, tan eficaces por su fuerza y fiereza como por la sorpresa que causaban en los nativos, acostumbrados a un tipo de canes autóctonos, dóciles como ovejas y sin el instinto de guarda y defensa de los perros introducidos por el hombre blanco. Mastines y alanos eran utilizados para el ataque, mientras que los galgos, los sabuesos y los podencos lo eran para el rastreo. Los perros autóctonos, pequeños, regordetes y dóciles –gozques–, servían como alimento. Así lo cuenta el propio cronista Gonzalo Fernández de Oviedo, que tuvo el gusto de probar uno de ellos, untado con ajos castellanos, y que al respecto dice: “El caso es que todos los españoles que lo han probado, loan este manjar e dicen que les paresce no menos bien que cabritos”. Estos canes autóctonos sorprendieron a los españoles por su docilidad y silencio. El propio Cristóbal Colón afirma que no ladraban y Gonzalo Fernández de Oviedo en su Historia general y natural de las Indias, dice de ellos: “Eran todos estos perros, aquí en esta e las otras islas, mudos, aunque los apaleasen y los matasen, no 48

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sabían ladrar; algunos gimen cuando les hacen mal”.

ALGUNOS PERROS ESPAÑOLES Los perros españoles, por el contrario, eran espectaculares por su fortaleza; actuaban como centinelas en los campamentos y revelaban la posición de los indígenas cuando se pretendía hacer alguna emboscada. Becerrillo, Leoncico o Bruto son algunos de los canes cuyos nombres han pasado a la historia. Becerrillo es descrito por Fernández de Oviedo: “De color bermejo, y el bozo, de los ojos adelante, negro; mediano y no alindado; pero de grande entendimiento y denuedo”. Participó en la conquista de la isla de San Juan –Puerto Rico–, y ganaba para su amo un sueldo de parte y media, el mismo que cobraba un ballestero. No en vano, dice Oviedo que reconocía a un indio bravo entre los mansos, apresaba indios huidos siguiendo su rastro a la orden de “¡Ido es el indio!” o “¡Búscalo!”. Era un dogo corpulento, cuyo mismo nombre parece indicar su tamaño. Perteneciente a Diego de Salazar, uno de los conquistadores de Puerto Rico, conocía el arte de la guerra y se distinguió en la batalla librada al cacique Mabodomaca. Becerrillo murió en acto de servicio en 1514, comportándose como un héroe, dando su vida por el capitán Sancho de Arango, según las crónicas. Las flechas envenenadas de los indígenas acabaron con él. Esas flechas con sus puntas impregnadas en curare, o ampi, woorari o urari, como también se conocía en el lenguaje indígena al veneno que se extraía de plantas silvestres, y que provocaba, en contacto con la sangre, una muerte horrible, pues los músculos quedaban desconectados del sistema nervioso, hasta producir la muerte tras una lenta y consciente asfixia. Como si de una saga de nobles y valerosos soldados se tratara, la estirpe de Becerrillo continuó en su hijo Leoncico. A las órdenes de Vasco Núñez de Balboa ganaba para su amo sueldo en oro y es-

clavos: “Perro bermejo de hocico negro y mediano”. Nos cuenta Gonzalo Fernández de Oviedo que “era tan temido de los indios, que si diez cristianos iban con el perro, iban más seguros y hacían más que veinte sin él”. Al parecer, estaba bien enseñado, gracias al trabajo de Balboa, que lo dominaba hasta el extremo de dirigirlo en el combate y hacer que frenara sus instintos cuando su amo lo decidía. Bruto se llamaba el lebrel de Hernando de Soto, que acompañó a su dueño por tierras de la Florida. Era considerado por Garcilaso de la Vega como “pieza rarísima y muy necesaria para la conquista”. Feroz guardián de su campamento, decía Garcilaso: “No entraba indio enemigo, que luego no lo degollase”. Murió acribillado a flechazos.

LOS ESPAÑOLES UTILIZARON LOS PERROS EN LA CONQUISTA COMO UN ARMA MÁS.

JUAN DE LA COSA, autor del famoso mapa-mundi, compartió muerte con el dogo de Diego de Salazar. De la Cosa no estaba muy bien avenido con Cristobal Colón, desde el episodio del naufragio de la carabela Santa María, según nos contó fray Bartolomé de las Casas, cuya narración de los hechos es bastante discutible.

Los indígenas americanos sentían pavor ante estos animales, decían de ellos: “Pues sus perros son enormes, de orejas ondulantes y aplastadas, de grandes lenguas colgantes; tienen ojos que derraman fuego, están echando chispas: sus ojos son amarillos, de color intensamente amarillo... Son muy fuertes y robustos, no están quietos, andan jadeando, andan con la lengua colgando”.

ABUSOS Y APERREAMIENTOS Si seguimos a Bartolomé de las Casas, los canes españoles eran perros entrenados

para matar, que se empleaban en combate para perseguir y matar a los indígenas de cualquier condición y edad. Asimismo, nos dice que los españoles les daban de comer niños indios recién nacidos, tal vez una exageración o algo terriblemente anecdótico. También nos habla de la presencia de un capitán español encargado de conquistar la provincia y reino de Guatemala y de sus crueldades: “Inspiraba compasión ver atravesar con estacas aguzadas a las mujeres en cinta y a sus hijos. Los demás fueron muertos a

SEGÚN BARTOLOMÉ DE LAS CASAS, los canes españoles eran perros entrenados para matar, que se empleaban en combate para perseguir y matar a los indígenas de cualquier condición y edad. CLÍO

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Curiosidades HISTORIA IGNORADA lanzazos y a cuchilladas, entregándolos a los encarnizados perros, que los destrozaron”. Lo que sí es indiscutible es que su presencia propiciaba un auténtico terror psicológico. Juan Ponce de León o Hernán Cortés los llevaban consigo. Respecto a los perros de este último, Bernardino de Sahagún nos narra cómo entró Cortés en la capital azteca: “Y sus perros van por delante, los van precediendo, llevan sus narices en alto, van de carrera, les va cayendo la saliva”. Las Casas nos refiere en su Brevísima relación de la destrucción de las Indias que era habitual la técnica de tortura y ejecución llamada “aperreamiento”. Consistía en mantener a las jaurías más fieras sin alimento durante algún tiempo, para lanzarlas contra los indígenas que se quería torturar o ejecutar. Amadís, Calisto y Turco se llamaban los más famosos perros dedicados a esta odiosa técnica del aperreamiento. Algo que no fue exclusivo de los españoles en América, por cierto, y que se ha empleado a lo largo de la Historia y por los más caprichosos motivos. Algunos de estos motivos que los conquistadores españoles esgrimían para causar tan terrible dolor y muerte a sus semejantes indígenas, eran la homosexualidad y la práctica de sodomía, prácticas comunes entre estos pueblos, que el cerrado catolicismo español, al menos en teoría, no podía entender y no fue capaz de tolerar. A nuestro famoso Leoncico, perro de Núñez de Balboa, se le daba bien despedazar sodomitas, por supuesto bajo las órdenes de Balboa, su dueño, que no dudó en juzgar y condenar a muerte a cuarenta indígenas a los que encontró a punto de tener relaciones homosexuales, según las crónicas. Para ejecutar su sentencia ordenó el aperreamiento. “Halló al hermano del cacique en traje de mujer, y a otros muchos acicalados y, según testimonio de los vecinos, dispuestos a usos licenciosos. Entonces mandó echarles los perros, que destrozaron a 50

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LOS ESPAÑOLES EMPEZARON A ACABAR CON LOS PERROS A FINALES DEL SIGLO XVI, AL CONVERTIRSE EN UN "PROBLEMA" PARA ELLOS.

A FINALES DEL SIGLO XVI cesó el uso de perros. Para entonces muchos de los animales que habían sido llevados por los españoles a América se habían reproducido y asilvestrado. unos cuarenta”. Así lo contaba el cronista Pedro Mártir de Anglería. Pero no era necesario tener justificaciones para emplear el aperreo. Bastaba una mujer que se resistiera a una violación, un cacique respondón o unos hombres aburridos que mataban el rato viendo cómo sus perros despedazaban a unos cuantos indios. Al fin y al cabo, estos no estaban muy bien considerados, quizá porque no se los veía como semejantes. Aunque el colmo de lo despreciable y truculento tiene que ver con prácticas de aperreamiento por el simple motivo de dar de comer a los canes.

EL MOMENTO DE EXTERMINAR PERROS A finales del siglo XVI cesó el uso de perros. Para entonces muchos de los animales que habían sido llevados por los españoles a América se habían reproducido y asilvestrado. Ahora, el problema para los conquistadores eran las jaurías silvestres que causaban daños en sus ricas haciendas. “Los perros han en tanto exceso multiplicado que andan manadas de ellos, y hechos bravos hacen tanto mal al ganado como si fueran lobos, que es un grave daño de aquellas islas”, dice José de Acosta en su Historia natural y moral de las Indias.

En su visita a Potosí, el virrey Francisco de Toledo mandó hacer matanza general “de los infinitos perros que allí había”. Ya durante el siglo XVI se prohibió llevar sueltos a los perros para evitar daños en el ganado, e incluso se limitó la tenencia a un solo animal. El fiel amigo dejó de serlo cuando se puso en contra de los intereses económicos de los españoles propietarios de haciendas y ganados, y los cazadores comenzaron a cobrar buenas recompensas por los perros muertos, la mayoría mansos, adaptados a la convivencia con los naturales. Ahora son los indígenas los que lloran la muerte de los canes, aquellos seres que los aterrorizaron, que libres y despojados de las órdenes de sus dueños, se habían convertido en lo que son, entrañables y afectuosos animales, si no reciben adiestramiento para lo contrario. CLÍO

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VIKINGOS ¿EN AMÉRICA?

¿LLEGARON ANTES QUE CRISTÓBAL COLÓN? LAS PRUEBAS QUE SEÑALAN UN POSIBLE ASENTAMIENTO VIKINGO EN TERRANOVA, APUNTAN A QUE EL PUEBLO NÓRDICO PODRÍA HABER SIDO EL VERDADERO DESCUBRIDOR DE AMÉRICA Y NO CRISTÓBAL COLÓN. POR JORGE JIMÉNEZ

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N EL MUNDO DE LA HISTORIA HAY UNA SOLA COSA SEGURA, Y ES QUE NADA SE PUEDE DAR POR CERRADO DEFINITIVAMENTE. Bien es verdad que en ocasiones las certezas pueden ser rotundas gracias al amplio número de testimonios que podemos encontrar sobre un determinado tema, pero la aparición de un nuevo dato, un nuevo descubrimiento, un nuevo testimonio, podría hacer tambalearse hasta los cimientos de un imperio. ,SJHZVKLSHKPZJYLWHUJPHLU[YLJPLU[xÄJVZLOPZ[VYPHdores sobre quién llegó primero a tierras del continente americano no es el único de los muchos episodios históricos que se ponen en duda y que levantan interesantes polémicas. Cuando nuevos datos son arrojados a la luz entra en juego el revisionismo histórico, y mediante las críticas KLPU[LSLJ[\HSLZOPZ[VYPHKVYLZVJPLU[xÄJVZZLHS\TIYHSH realidad de un hecho histórico desde otra perspectiva a la que se tenía por acertada. No en vano, el revisionismo histórico no es otra cosa que una reinterpretación de la Historia que toma como base el descubrimiento de nuevos factores en un determinado hecho histórico que pueden ser clave, o para entender mejor dicho hecho o para darle la vuelta completamente y sacar en conclusión otras ideas sobre el mismo.

REVISIONISMO HISTÓRICO Un ejemplo claro de lo que sería el revisionismo se podría ver fácilmente en el caso de la Revolución Francesa. Cierto es que la Revolución fue uno de los momentos más claves en la historia de Europa, ya que fue detonada desde las esferas burguesas y supuso entre otras JVZHZ LS ÄU KLS HIZVS\[PZTV TVUmYX\PJV (KLmás, con Napoleón se introdujo una idea que en nuestros días es de gran importancia en las diferentes naciones europeas y del mundo, la identidad de los pueblos y su derecho como tales a tomar sus propias decisiones. Y es que la Revolución Francesa vista desde el plano ideológico y desde el propio levantamiento del pueblo contra la tiranía absolutista, podría parecernos algo ideal, algo

completamente justo y necesario en la sociedad francesa e internacional de aquellos años del siglo XVIII y, posteriormente, con el gobierno de Napoleón y su expansión por el continente europeo en el siglo XIX. Sin embargo, gracias a toda la información que hemos ido teniendo de la Revolución Francesa, a medida que avanzaba la historia, nos sugiere interpretar este acontecimiento desde otro punto de vista. Como se dice coloquialmente, no fue un “campo de rosas”. De hecho, solo con motivo de la Revolución en Francia se estima que morirían cerca de 500.000 franceses. Si a ello le sumamos los muertos que produjeron las Guerras Napoleónicas, nos situaríamos en unos 5.000.000 de muertos. En el período de la revolución, además, se crearon muchos medios de opinión, véase periódicos o que se conoce como “hojas revolucionarias” que son meros escritos, folletos en los que diferentes pensadores plasmaban sus opiniones. Pero aquí encontramos el caso de Jean-Paul Marat (1743-1793), quien desde sus publicaciones de opinión política difundía los nombres de los contrarios a la revolución e invitaba a su ejecución. Y con respecto a lo que hemos mencionado al principio del reportaje sobre el derecho de los pueblos, visto desde una óptica meramente ideológica y desde nuestra perspectiva moderna, podríamos concluir que se trata de una idea más que justa, y que todos los pueblos y las naciones tienen su derecho a reivindicarse como tales. Pero si lo miramos desde el punto de vista de la estrategia napoleónica, lo veremos como una mera excusa. De hecho, según algunos historiadores, este principio de libertad de las naciones y de lo que podemos llamar, nacionalismo, Napoleón lo habría utilizado para debilitar a los Estados que posteriormente habría de invadir. Una vez sembrado el desequilibrio en un Estado, incitando a las diferentes identidades nacionales que en él se dieran a proclamar su nacionalismo dentro de las fronteras del Estado de fuera, esta debilidad era aprovechada por Napoleón para invadir. Por supuesto, después de cada invasión, todo pueblo o nación que quedara bajo los dominios del

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EN OCASIONES EL REVISIONISMO HISTÓRICO se puede "pervertir", y se convierte en negacionismo. Este es el caso de la teoría que apunta que Colón no descubrió América. Imperio Francés quedaba sometido al mismo. Por lo tanto, gracias al revisionismo tenemos lo que el profesor Richard. J. Evans llamaría “las dos caras de Napoleón Bonaparte”. Por un lado, tenemos al Napoleón revolucionario, reformista y por el otro al Napoleón tirano, dictador y militar agresivo.

NEGACIONISMO DE LA HSTORIA Pero en ocasiones el revisionismo histórico se puede “pervertir”, y se convierte en negacionismo. Esto es, una especie de revisionismo, pero alterado con datos que lo convierten en una mentira. Cuando por intereses determinados una visión revisionista de la Historia da datos manipulados a conciencia para negar una determinada realidad o un hecho histórico, se convierte en negacionismo. Esto ocurre en el caso del Holocausto que llevaron a cabo los nazis con la comunidad judía de Alemania. En el caso del negacionismo del Holocausto existen varias corrientes, las que directamente niegan la masacre cometida por la Alemania nacionalsocialista con la población judía, llegando al punto de negar la existencia de las tan conocidas cámaras de gas; y las teorías negacionistas que reconocen las ejecuciones en masa de judíos en los campos de concentración pero que no reconocen la culpabilidad de Hitler, alegando que el líder nazi no tendría conocimiento alguno sobre estos millones de muertes. Llegados a este punto, el revisionismo histórico ha podido ofrecer algunos datos que pondrían a juicio uno de los acontecimientos históricos más importantes en 54

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MAPA DE LAS INVASIONES VIKINGAS.

la Historia de España: la llegada a América de Cristóbal Colón. Y es que en el caso del “Descubrimiento de América” la polémica está servida. Desde el nombre hasta las consecuencias del hecho histórico todo es polémica en la actualidad. Partiendo de la base de que en la actualidad se relaciona muy a menudo la llegada de los españoles al continente americano con masacre y genocidio. También se ha criticado en nuestros días el hecho de llamar “descubrimiento” a la llegada de Cristóbal Colón a tierras americanas. De forma que la manera correcta de llamar al “descubrimiento” sin ofender a las diferentes sensibilidades sería la de “llegada de los españoles”. Pero en los últimos años han empezado a aparecer evidencias más o menos claras de que Cristóbal Colón no habría sido el primer europeo en llegar a América, al parecer los vikingos se le habrían adelantado un par de cientos de años. Pero antes de meternos en materia, convendría dar un

repaso por la historia de los pueblos nórdicos que hoy conocemos coloquialmente como vikingos. Como acabamos de mencionar, la palabra vikingo es con la que se hace principalmente referencia a los pueblos nórdicos originarios de Escandinavia. En Europa estos pueblos norteños son conocidos por su ferocidad y por los múltiples saqueos, pillajes y continuos asaltos contra las diferentes poblaciones europeas. Pero su mala fama nos llega de la mano de los escritos de los siglos VIII y IX en adelante, épocas en las que el saber estaba encerrado en los monasterios, y donde las crónicas de la actualidad eran elaboradas por los monjes. Dada su condición de religiosos, en sus escritos daban una imagen de los vikingos algo distorsionada. Esta distorsión entre otros motivos religiosos que podrían parecernos como obvios, viene dada por el hecho de que los vikingos asaltaban los monasterios europeos con bastante frecuencia, destruyendo el hogar de los monjes y sus copisterías. Esto ha dado lugar,

EL CASO MADOC SI BIE EL CASO DE LOS VIKINGOS Y CRISTÓBAL COLÓN NO ES EL ÚNICO QUE HA LEVANTADO POLÉMICA EN EL TEMA DE LA LLEGADA A AMÉRICA. Tenemos el caso de un noble galés llamado Madoc, quien supuestamente habría viajado América, en barco, hacia el año 1170. El caso del príncipe galés siempre ha quedado en suspense, puesto que muchos son los historiadores que no ven credibilidad en el viaje de Madoc.

como no podría ser de otra forma, a que esos mismos religiosos que eran asaltados por los nórdicos, pintaran a estos como salvajes, crueles, herejes, dando una imagen negativa de ellos. Según algunos historiadores, el hecho de que los vikingos sean a menudo imaginados en su forma más brutal no correspondería del todo con la realidad. Y se dan datos como que Carlomagno habría sido en este sentido más cruel que ellos, cuando en el año 782 habría ordenado la decapitación de cerca de 4.500 sajones. La masacre habría tenido su detonante cuando, tras haber sido convertidos al cristianismo, se habría encontrado a los sajones practicando sus propios rituales paganos. En el libro de Las drogas en la guerra se nos dan datos de por dónde puede venir el hecho de que los vikingos hayan sido retratados de una forma tan salvaje. Al parecer, estos pueblos nórdicos tendrían como costumbre ingerir un tipo de hongo alucinógeno, la amanita muscaria. Este hongo alucinógeno aparecería también como droga utilizada por los chamanes de las regiones rusas de Siberia. La amanita muscaria está presente en la leyenda koryak del “Gran Cuervo”, en la que se le da una connotación de “regalo de dios”, y se insta al pueblo koriako a descubrir lo que el hongo alucinógeno puede mostrarles. Los vikingos tendrían entre sus prácticas el ingerir el hongo alucinógeno antes de entrar en combate. De aquí viene que las crónicas de la época los tildasen de toros, de seres que ningún tipo de acero era capaz de detener. De hecho, también aparecen como guerreros con insensibilidad al dolor. El hecho de que fueran insensibles a ningún tipo de afección durante la lucha podría deberse también al consumo del hongo. Esto ha quedado demostrado, en el libro que citábamos unas líneas más atrás, escrito por el profesor Lukasz Kamienski, se nos relata cómo antes del combate los nórdicos ingerirían este alucinógeno, haciéndose prácticamente insensibles al dolor, y aumentando su ferocidad hasta límites nunca vistos.

De esta manera era cómo los llamados berserkers, guerreros vikingos que solían luchar sin ningún tipo de protección, como comúnmente se dice, “a pecho descubierto”, combatían tras haber ingerido el hongo en cuestión. Sus actuaciones en el campo de batalla asombraron hasta al mismo Julio César (100 a.C.–44 a.C.), quien mencionaría en uno de sus escritos la ferocidad de los pueblos del norte de Europa. El hecho de que combatieran los berserkers a pecho descubierto fue algo que causó gran impacto entre las legiones romanas, las cuales combatían la mayor parte de las veces con buenos pertrechos en su haber. Es de hecho este aspecto en concreto de los guerreros vikingos lo que origina la palabra germánica berserker. )LYY WVKYxH ZPNUPÄJHY ¸KLZU\KV¹ ` ZLYRY vendría a hacer referencia a una prenda parecida a una camisa. Hay otra teoría X\L HÄYTH X\L ILYY WVKYxH H YLMLYPYZL H “oso”. En este último caso, “oso” querría referenciar a las pieles con las que se cubrían para el combate, ya fueran pieles de oso o de lobo.

EL AVANCE ESCANDINAVO Los vikingos se hicieron populares en Europa cuando comenzaron los asaltos HSVZTVUHZ[LYPVZPUNSLZLZHÄUHSLZKLSZPglo XVIII. Además de arrasar los diferentes monasterios a los que llegaban, los monjes que allí vivían y trabajaban eran pasados por el acero nórdico o llevados a Escandinavia para que trabajasen en condiciones de esclavitud sirviendo a diferentes casas nórdicas. Los asaltos llevados a cabo por los vikingos fueron fruto de preocupación en los países y casas reales europeas que se vieron amenazadas ante el avance de los norteños escandinavos. Pero uno de los puntos fuertes de los nórdicos fue, sin duda, su capacidad para expandirse y conquistar nuevos territorios. Hay teorías que dicen que esta expansión nórdica, esa política de saqueos hacia otros territorios de Europa se podría deber a un aumento poblacional en Escandinavia, y, en alguna medida, a la necesidad de más recursos para mantenerse. Esto unido al hecho de que eran un pueblo costeCLÍO

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EN LOS ÚLTIMOS AÑOS se han encontrado nuevas pruebas que apuntan a que los vikingos podrían haber llegado al continente americano en el año 1000, es decir, casi 500 años antes de que lo hiciera Cristóbal Colón. ro, con unas técnicas de navegación más desarrolladas, hizo fácil que se produjera la expansión por diferentes territorios de una manera rápida y fácil. Aunque, como siempre, este argumento histórico ha sido puesto en duda por muchos historiadores, tachándolo de ser una mera hipótesis. El hecho de que no existan a día de hoy WY\LIHZ KL \U H\TLU[V KLTVNYmÄJV ` además, que hayan aparecido extensas áreas aptas para la siembra en Escandinavia y habitables que no hayan sido pobladas en el pasado por nórdicos, viene a tirar a bajo esa teoría. La teoría que está encima de la mesa es que tras la caída del Imperio Romano las rutas comerciales que eran usadas durante esa época quedaron desprotegidas y sin uso alguno, porque se perdió la unidad de mercado en el continente europeo. Aprovechando que las rutas comerciales ya no se usaban, los vikingos vieron la oportunidad de hacer negocios. Y así es cómo lo recogen algunos historiadores que adjudican a los nórdicos tratos con los árabes de los que obtenían especias y con los francos, a los que comprarían armamento para sus tropas. Asimismo, la construcción de sus barcos les daba una ventaja especial a los nórdicos. El poco calado de las embarcaciones escandinavas las permitían poder navegar por ríos de poca profundidad, sin tocar fondo, y adentrarse en nuevos territorios. Además del calado, las embarcaciones contaban con otra ventaja, su alta capacidad. Entre 60 y 100 nórdicos podían entrar en una em56

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HALLAZGO DE UN ASENTAMIENTO VIKINGO EN TERRANOVA.

barcación, dando un poder de transporte bastante importante. Precisamente ese afán de los nórdicos por descubrir nuevos territorios y surcar los diferentes mares y ríos en busca de ganancias es el que les habría empujado a descubrir América. Desde hace unos años se han empezado a encontrar nuevos hechos que apuntan a que los vikingos podrían haber llegado al continente americano en el año 1000, es decir, casi 500 años antes de que lo hiciera Cristóbal Colón.

PRUEBAS IRREFUTABLES Las teorías que apuntan a este hecho tienen como argumento principal el descubrimiento de objetos que podrían haber sido pertenecientes a los pueblos nórdicos en la Isla de Terranova, donde al parecer pudieron establecerse los vikingos durante un período de tiempo. Estas teorías se han basado a lo largo de los siglos en la obra literaria titulada como “Saga de los groenlandeses”. En estos textos al parecer se cuenta cómo las poblaciones nórdicas habrían explorado el continente americano por su parte norte, que fue a la que habrían llegado por proximidad. Los acontecimientos que se cuentan en estas obras literarias habrían tenido lugar cerca del año 1000. Cierto es que, según los his-

toriadores, estos textos se habrían escrito alrededor del siglo XIII, es decir, bastante tiempo después de que los hechos que se cuentan tuvieran lugar, por lo que siempre cabe la duda. Sin embargo, algunas partes de estos escritos tienen credibilidad por parte de algunos historiadores, quienes las consideran como fuentes históricas. Pero haciendo un análisis lógico de las pruebas, todo apunta a que los vikingos habrían llegado a tierras norteamericanas sobre el siglo X. Las islas de Terracota y Groenlandia habrían sido los lugares que darían cabida a los primeros nórdicos que llegaran a América. No hay que olvidar que las pruebas de que los vikingos llegaron antes que Colón empezaron a ser más contundentes cuando se encontró el asentamiento de L’Anse aux Meadows, en la isla de Terranova. En este asentamiento se halló en el año 1960 varias construcciones que podrían haber sido viviendas, además de una forja, un aserradero y lo que parecían haber sido varios almacenes. Los objetos que en este yacimiento se encontraron fueron los que dejaron la evidencia clara, los vikingos habrían estado allí, los utensilios encontrados eran claramente de manufactura nórdica. Posteriormente, a este descubrimiento,

FENICIOS Y EGIPCIOS TAMBIÉN SE HA LLEGADO A HIPOTETIZAR SOBRE LA LLEGADA DE LOS FENICIOS A AMÉRICA ANTES QUE COLÓN, cosa que ha quedado más o menos falsada y no demostrable. Hasta se llegó a insinuar que el primer viaje a América lo habrían hecho los egipcios, porque en la momia de Ramsés II se encontraron restos de tabaco. El tema de la momia quedó resuelto cuando se cayó en la cuenta que en los años en que se descubrió el cuerpo de Ramsés II, los expertos fumaban sin consideración alguna, alrededor de la momia, lo que hizo que restos de ese tabaco cayeran en ĞůĐƵĞƌƉŽŵŽŵŝĮĐĂĚŽLJƉƵĚŝĞƌĂŶŝŶĚƵĐŝƌ a error a los historiadores. Pero como ya decimos, esa teoría quedó falsada también.

la Unesco declaró a este asentamiento como Patrimonio de la Humanidad. ,U SH PZSH KL )HMÄU ZL OHIYxH KLZJ\bierto otra evidencia de la estancia de los vikingos en América. Un crisol para M\UKPY JVIYL ZL KLZJ\IYP} LU )HMÄU HS parecer por su forma, coincide completamente con los crisoles que se han encontrado en Noruega, con lo que todo indicaría a que los nórdicos habrían podido realizar sus labores de fundición en América más de 500 años antes de que Colón pisara por primera vez el suelo americano, pero bastante más al sur.

ASENTAMIENTO VIKINGO En el año 2016, en Point Rose (Terranova), se encontró lo que todo apunta a ser un asentamiento vikingo. La arqueóloga que llevó a cabo el descubrimiento fue Sarah Parcak, quien ya tuvo éxito a la hora de descubrir ciudades egipcias o tumbas desconocidas gracias a la tecnología satelital. Fue precisamente en el año 2015 cuando la tecnología satelital permitió a la arqueóloga, que trabaja para la Universidad de Alabama en Birmingham (UAB), descubrir el asentamiento vikingo. Habría sido mediante la tecnología que le aportarían los rayos infrarrojos lo que le habría

permitido ver excavaciones en el terreno, estas podrían haber sido realizadas por hombres. Al realizar las excavaciones, descubrieron lo que hoy constituye una evidencia más de la llegada de los vikingos a Norteamérica. Pero, además, este asentamiento de Point Rose vendría a revelar algo que sería muy novedoso, sería, hasta el momento, el punto más adentrado de Norteamérica al que los vikingos habrían llegado en toda su expansión por el continente. Por último, tendríamos que mencionar el estudio genético que se publicó en la revista “American Journal of Physical Anthropology”, donde además han participado investigadores del Consejo :\WLYPVY KL 0U]LZ[PNHJPVULZ *PLU[xÄJHZ y de la Universidad de Islandia, entre otros. Se han analizado genéticamente a 4 familias islandesas, lo que supone unos 80 miembros en total. En estas poblaciones analizadas se encontró un origen amerindio en sus genes. Además, en algunos casos los informes sugerían que esta genética habría sido introducida en Islandia por mujeres. Supuestamente habrían sido mujeres capturadas por los vikingos y que estos habrían traído a tierras escandinavas. Por lo tanto, después de todas estas pruebas que existen y que han sido comWYVIHKHZ WVY OPZ[VYPHKVYLZ ` JPLU[xÄJVZ OV` WVKYLTVZ HÄYTHY X\L SVZ ]PRPUNVZ llegaron antes al continente americano que Colón. Sabiendo esto, adjudicarle el descubrimiento de América al que fuera virrey y gobernador general de las Indias Occidentales sería algo más que erróneo. No podemos olvidar que el término descubrimiento no está del todo aceptado en la sociedad actual, tachando esta idea de imperialista en ocasiones. Pero una cosa queda clara, los vikingos llegaron antes que Colón a América, bien es verdad que lo hicieron solo a la parte ártica de Canadá, y que su llegada no tuvo la misma repercusión que la del genovés, pero gracias a una revisión de la Historia las cosas han cambiado. Y es que, como decíamos al principio del reportaje, en el mundo de lo histórico nunca podemos dar todo por hecho. CLÍO

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Descubridores CON NOMBRE PROPIO

CRISTÓBAL COLÓN

LA HISTORIA REAL DEL CONQUISTADOR

LA FIGURA DEL CRISTÓBAL COLÓN ESTÁ ENVUELTA EN MÚLTIPLES LUCES Y SOMBRAS. Y ES QUE DE ÉL SE HA LLEGADO A DECIR QUE NO FUE REALMENTE EL DESCUBRIDOR DE AMÉRICA, E INCLUSO QUE SU NOMBRE NO ERA REALMENTE EL QUE HA PASADO A LA HISTORIA. ASIMISMO, SU ORIGEN Y PROCEDENCIA SIGUE SIENDO UN MISTERIO A DÍA DE HOY. POR JORGE JIMÉNEZ

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ON LOS GRANDES PERSONAJES DE LA HISTORIA SUELE PASAR UNA COSA EN LA MAYORÍA DE LOS CASOS, QUE, CON EL AVANCE DE LOS TIEMPOS Y SURGEN DUDAS Y TEORÍAS QUE DESVIRTÚAN LA FIGURA QUE LOS AÑOS SE HA IDO CREANDO DE ESE PERSONAJE EN CUESTIÓN. Quizá sea a causa de los nuevos datos y los nuevos detalles que se descubren al pasar de nuevo los hechos históricos por el foco del análisis de los historiadores o, quizá, por intereses un tanto ocultos o por el mero hecho de desprestigiar su imagen. Lo cierto es que uno de los casos históricos más sonados es el misterio que se produjo alrededor de la figura de Adolf Hitler. De este se ha llegado a insinuar que no era otra cosa que un judío con enormes complejos. Además, algunas hipótesis apuntan a que su padre, un ciudadano judío habría abandonado a su madre y al joven Hitler, de aquí podría venir, según nos dicen los que apoyan esta suposición, el hecho de que el Führer desarrollara ese odio visceral contra la comunidad hebrea, y que produjo una de las masacres más tristes e injustas de la historia moderna. Tras la muerte de Adolf Hitler todo han sido conjeturas sobre su figura. Desde lo que acabamos de mencionar de considerarle descendiente de judíos hasta teorías algo más descabelladas como las que veremos a continuación. Y es que de Hitler se ha llegado a insinuar hasta que, antes de casarse con Eva Braun, habría mantenido relaciones con su sobrina y esta se habría visto tan presionada con la situación, y el acoso constante del dictador alemán, que se suicidó en el apartamento de su tío y, además, con la pistola personal de este. Sea como fuere, en este punto, hay que aclarar que esta historia fue difundida por un periodista alemán mucho antes de la muerte de Adolf Hitler. Posteriormente, en documentales americanos se ha vuelto a sacar a la luz esta historia, una vez acabada la guerra y muerto el dictador. Sobre este tema en concreto se ha escrito bastante y son bastante los rumores que cuentan cómo Hitler habría pasado alguna noche acompañado de alguien con cierto parecido a su sobrina. El caso de Mahatma Gandhi tiene algo en común con el de Hitler. Dejos de cometer genocidio alguno, el líder indio es acusado en la actualidad de haberse acostado con su sobrina de tan solo 17 cuando este tenía 73. George Washington tampoco se libra de teorías especuladoras y de rumores. Algunos historiadores apuntan a que presidente estadounidense habría percibido sumas de dinero ilegales y desproporcionadas para la época en la que llevó a cabo sus labores políticas. Y es que antes de haberse convertido en presidente de EE.UU., Washington habría rechazado un sueldo anual y habría decidido que se le pagara según la suma que gastara. Así, en menos de un año, habría pasado una factura de unos 6.000 dólares en licor, 5.000 dólares por encima de la que iba a ser su asignación mensual. A estos gastos habría que añadir otros muchos que el que fuera Asesor Militar de Nueva York tuvo antes de convertirse en presidente y pasar definitivamente a tener una asignación anual establecida.

INCERTIDUMBRE HISTÓRICA Como vemos, en cuanto a personajes históricos se refiere, los rumores desbordan la historia de los mismos. Las diferentes hipótesis sobre dichas figuras claves en la Historia de la Humanidad, dificultan que haya, en ocasiones una única biografía, una CLÍO

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Descubridores CON NOMBRE PROPIO niendo en duda el hecho de que su llegada a América fue el detonante de un genocidio, supuestamente cometido, durante la conquista contra los pueblos indios. Pero una de las incógnitas que ha existido siempre y que han acompañado a la figura de Colón hasta nuestros días es, sin duda, el origen del navegante que, financiado por los Reyes Católicos, habría llegado a las llamadas “Indias”. Pero si su origen se discute por los historiadores, la manera en que descubrió la existencia de tierra más allá de Europa también está llena de sombras. Sea como fuere en este reportaje trataremos de desentrañar los misterios que rodean a Colón, así como las teorías que apuntan al navegante y a una de las figuras claves en la Historia de España.

EL ORIGEN DEL NAVEGANTE

CRISTÓBAL COLÓN EN EL CONVENTO DE LA RÁBIDA. ABAJO, MAPA VIKINGO.

DE CRISTÓBAL COLÓN se cuestiona hasta si fue el primer europeo que llegó a tierras americanas, cosa que, a día de hoy, parece un tanto incierta, puesto que hay pruebas suficientes que apuntan a que los vikingos llegaron a Norte América antes que él.

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única vía para explicar y para entender a los personajes que han configurado la Historia de nuestro mundo, y que han influenciado indudablemente la realidad en la que vivimos. A veces es el paso de los años y el hacer una revisión de la Historia lo que nos permite descubrir facetas nuevas de acontecimientos históricos o de los responsables de los mismos. Otras veces son los acontecimientos paralelos, las luces y sombras y que tienen lugar en un proceso de la historia lo que condiciona que el mismo llegue a nuestros días con el sello de la incertidumbre. El asunto que nos concierne en este reportaje lleva marcado con la incertidumbre desde el primer momento. Pero, además, de este hecho, con el paso de los años y las múltiples revisiones de la Historia que han ido haciendo diferentes historiadores, la figura de Cristóbal Colón ha sido sometida a diferentes polémicas. De él se cuestiona hasta si fue el primer europeo que llegó a tierras americanas, cosa que a día de hoy parece un tanto incierta, puesto que hay pruebas suficientes que apuntan a que los vikingos llegaron a Norte América antes que él. Y, últimamente, también se está po-

En cuanto al origen del navegante, está aceptado de manera oficial el hecho de que este era genovés. Debido a que, en archivos de la época, en concreto en unas cartas que datan del año 1498, se dice del almirante que su origen es genovés, y que su hijo, Hernando Colón, en su testamento, se identifica como “hijo de Cristóbal Colón, genovés, primer almirante que descubrió las Indias”, se puede deducir que su procedencia no deja mucho lugar a dudas. Hay más fuentes de la época que vienen a afirmar la idea del origen italiano de Cristóbal Colón. Sin embargo, como ya nos aventurábamos a decir al inicio del reportaje hay diferentes teorías sobre la procedencia del almirante. Se ha llegado a argumentar que era valenciano o catalán, ya que en muchas cartas se habla de él como de un extranjero en la Corona de Castilla, lo que algunos historiadores han interpretado que no necesariamente habría de ser genovés y que su procedencia podría estar en la Península Ibérica. Dada la fama de los navegantes vascos, y sus grandes aportaciones a la historia de la navegación, con ilustres personajes como Blas de Lezo o Cosme Damián Churruca, se ha querido comparar la pericia en la navegación de Colón con los anteriormente mencionados guipuzcoanos. Las hipótesis continúan, algunas dan por válida la idea de que el almirante sería un portugués. Otras tesis señalan que su origen podría ser gallego o mallorquín. El filólogo Ramón Menéndez Pidal escribió un ensayo sobre la lengua que usaría Cristóbal Colón, llegando a la conclusión de que estaba lejos de ser

español, como se ha creído durante muchos años en España. Según Menéndez Pidal, Colón habría sido hijo de un comerciante genovés, lanero, tabernero y quesero. Un origen un tanto humilde para el que llegó a ser almirante español y que, como veremos más adelante, un ex analista de la CIA tacha de falsa esta hipótesis. Pero volviendo al filólogo español, nos cuenta cómo Colón no habría tenido nunca un buen italiano, su lengua base sería el dialecto genovés. Gracias a su convivencia, durante los años que trabajó con su padre en el negocio familiar, con portugueses pudo aprender algo de esta lengua, aunque sin llegar a tener conocimientos de escritura de la misma, tan solo tendría conocimientos orales. Hasta la edad de 22 años Colón estuvo ejerciendo el oficio familiar junto con su padre. Desde 1476 a 1485, el futuro almirante habría tenido su residencia en Portugal, no se sabe a ciencia cierta si habría sido en Lisboa o en algún otro lugar de las tierras portuguesas. Durante esos años estuvo trabajando para unos navegantes, y como marino pudo surcar en muchas ocasiones las aguas del mar Mediterráneo y el Atlántico, que le llevó a Madeira y a Inglaterra. Sobre el 1480 tendría lugar su matrimonio con Felipa Moniz. De la esposa sabemos que era una dama aristócrata, con vínculos con la Casa de Braganza. Felipa era la hija de Bartolomeu Perestrelo, quien fuera primer capitán, señor y, además, gobernador de la isla de Porto Santo. Con lo que aquí vemos cómo la que fue mujer de Colón pertenecía a la aristocracia portuguesa. Durante esta época nos cuenta Menéndez Pidal que nuestro protagonista estuvo inmerso en el habla portuguesa. Es precisamente su estancia en Portugal de donde nacen las teorías que afirman que Cristóbal Colón tenía dicha nacionalidad. Siendo tan difícil de probar esto, como el hecho de probar que era español. Fue durante su estancia en el país luso cuando Colón descubrió la idea que le haría surcar el océano para encontrarse con las tierras americanas.

TEORÍAS O ¿RUMORES? Aquí nacen las teorías que apuntan a que Colón pudo tener contacto con América antes de iniciar el viaje financiado por los Reyes Católicos. Esta hipótesis se ha rechazado por algunos historiadores por falta de pruebas que confirmen el hecho que se propone y por la dificultad del

LLEGADA DE COLÓN A AMÉRICA.

mismo. También se ha rumoreado que Colón pudo haber estado en contacto con marinos que sí habrían estado en las costas americanas. De lo cual tampoco habría pruebas concluyentes. De que otros europeos hayan estado antes en el continente americano que Colón solo se sabe del caso de los vikingos. Aunque lo cierto es que hubo bastantes acontecimientos que hicieron a Colón sospechar que podría haber tierra allá donde hasta la fecha se pensaba que se acababa el mundo. Uno de esos indicios los constituye un testimonio que se asocia al propio Colón. Este habría viajado a Islandia, donde habría visto un indio americano ahogado en las costas islandesas. Lo cierto es que este testimonio no se puede comprobar y no se sabe a ciencia cierta si los pueblos nórdicos trajeron indios nativos por aquellas fechas. Tras haber navegado por el Mediterráneo y adquirido experiencia en el entorno marino, fue en Portugal donde, gracias a las cartas de navegación de su suegro Bartolomeu Perestrelo, pudo iniciar el contacto con marineros que habían ido un poco más allá de lo que se suponía que eran los límites del mundo conocido hasta ese momento. Esto hizo que Colón

intuyera que posiblemente habría tierra al cruzar el Atlántico. Otros indicios, como el hallazgo de un trozo de madera labrada por el hombre en Cabo de San Vicente, hicieron suponer a Colón lo que más tarde descubriría con su viaje: había otros hombres allí donde no alcanzaban los límites del mundo que se conocía. Si todos estos indicios fueron de gran importancia para que Colón emprendiera años más tarde su viaje, el más importante de todos fue, sin duda, el descubrimiento de una carta escrita en el año 1474 por Paolo dal Pozzo Toscanelli. Este era un matemático, licenciado en medicina por la Universidad de Padua. Sería una importante figura para la historia italiana, ya que habría ayudado a Brunelleschi a realizar los cálculos estructurales de la basílica de Santa María del Fiori. El doctor florentino era, además aficionado a la Cosmografía. Sea como fuere, Dal Pozzo escribió una carta para un colega de profesión portugués, Fernando Martíns de Roriz. En dicha misiva se exponía por parte del florentino cómo se podría llegar a las Indias, cómo podría hacerse el trayecto a lo que entonces llamaban las islas de las Especias (que estarían en Indonesia). CLÍO

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Descubridores CON NOMBRE PROPIO punto cuando una gran incógnita se nos presenta.

NUEVAS INCÓGNITAS

CRISTÓBAL COLÓN ANTE LOS REYES CATÓLICOS. ABAJO, RETRATO DE PAOLO DAL POZZO.

LA CARTA DE DAL POZZO habría llegado a manos de Colón. En ella se detallaba la circunferencia de la Tierra: 29.000 kilómetros, lo que son unos 11.000 menos de lo que en realidad tiene. Evidentemente Dal Pozzo no sabía de la existencia de América.

Esta carta habría llegado a manos de Colón. En ella se detallaba la circunferencia de la Tierra: 29.000 kilómetros, lo que son unos 11.000 menos de lo que en realidad tiene. Por lo tanto, si navegaba hacia el oeste, Colón encontraría el este de la redonda Tierra. Evidentemente Dal Pozzo no sabía de la existencia de América, y, por lo tanto, pensaba que navegando hacia el oeste encontrarían Asia, no tenía conocimiento de que un continente entero se interpondría en su camino. El porqué de no hacer el camino a Asia a pie es sencillo: en aquella época, durante el año de 1453, los turcos habían tomado Constantinopla, con lo que hacer cualquier ruta a pie y pasar por las rutas comerciales que antes se conocían, en aquel momento, suponía un riesgo que no se estaba dispuesto a correr. Colón habría emprendido su proyecto entre otras cosas por los indicios y los conocimientos que le llegaron y que acabamos de contar, pero es llegados a este

Un amigo de Colón podría haber llegado a costas americanas antes que este se planteara partir en busca de su descubrimiento. El hombre en cuestión era Alonso Sánchez de Huelva. La existencia de dicho marino no es un hecho contrastado al cien por cien, por lo que no se puede asegurar el hecho que a continuación veremos. Habría sido en una de sus travesías por el Atlántico, quizá buscando las costas de Inglaterra, una carabela española, pilotada por el anteriormente mencionado Sánchez de Huelva, habría tenido la mala suerte de encontrarse con vientos no favorables y que habrían hecho perderse a la tripulación en alta mar. Durante su deriva por el océano la carabela española habría llegado a una tierra extraña. Y, según reza una crónica de la época escrita precisamente por Gonzalo Fernández de Oviedo, quien sería primer cronista de las Indias, además de uno de los colonizadores españoles, Sánchez de Huelva habría encontrado gentes desnudas en estas nuevas tierras. Tras marchar de aquel lugar, el viaje de vuelta no habría sido muy distinto al de ida. La mala suerte se apoderó de la tripulación de nuevo e hizo que gran parte de esta muriera, llegando solo el español anteriormente mencionado y otros cuatro marinos vivos a tierras portuguesas. En Portugal, Sánchez de Huelva, enfermo de gravedad y moribundo se hospedó en casa de Colón, donde finalmente murió. Si siguiéramos el relato de Fernández de Oviedo, y creyéramos lo que muchos historiadores han considerado una mera leyenda sobre el descubrimiento de las Indias antes de que Colón llegara, durante su estancia en la casa de Colón, Sánchez de Huelva habría podido contarle a este su descubrimiento accidental. Por lo tanto, el hecho de que este piloto de carabela muriera en casa de Colón, tras haber, supuestamente, descubierto América podría haber sido uno de los detonantes más importantes para que el genovés se hubiera embarcado en el proyecto de las Indias. Pero repetimos, llegados a este punto, que ni la existencia del personaje de Sánchez de Huelva, ni la veracidad de la crónica de Fernández de Oviedo son comprobables, y, por el momento, solo podríamos tomarlos como un mero rumor.

TRAVESÍAS DE CRISTÓBAL COLÓN.

Sea como fuere, en un primer momento Colón recurrió al rey portugués Juan II de Portugal, en el año 1484, para expresarle su proyecto. Ante el rey luso, Colón expuso sus teorías de la Mar Estrecha. Y, además, explicó al monarca y a su corte que la distancia que se creía que había entre Europa y Asia no era tan grande. Pese a tener unos argumentos algo más que convincentes, y alguna que otra base científica, Juan II de Portugal decidió no apoyar a Colón. Después de la negativa del rey portugués, el genovés decidió marchar a España, donde proponer su idea a los Reyes Católicos. En 1485 llegó Colón a territorio castellano, en concreto a Alcalá de Henares. Allí se reunió con los reyes de Castilla y Aragón, los cuales, tras escuchar su propuesta, habrían pedido opinión a las universidades de Córdoba y de Salamanca. Dichas instituciones habrían tachado el proyecto del genovés poco menos que de fantasioso e imposible. Por lo tanto, la entrevista con los Reyes Católicos supondría

el segundo fracaso de la búsqueda de patronazgo por parte de Colón. Finalmente, gracias a la rápida actuación de fray Juan Pérez, un fraile franciscano español quien movió los hilos para conseguir una segunda entrevista a Colón con la reina Isabel I de Castilla, la empresa siguió adelante. En que esta reunión se llevara a cabo intercedieron personajes ilustres de la época como Luis de Santángel. Al parecer este se habría comprometido a financiar parte de la enorme suma de dinero que Colón habría pedido.

VIAJE A LA CONQUISTA Así fue cómo gracias a estas intervenciones y a múltiples giros repentinos de última hora, el 17 de abril de 1492 se firmaban las Capitulaciones de Santa Fe, a las afueras de Granada. Mediante este acuerdo se concedían a Colón los títulos de almirante, virrey y gobernador general de las tierras que descubriera o ganase durante su vida. Posteriormente, Colón viajaría a América

y el 12 de octubre de ese mismo año descubriría las nuevas tierras que hasta ahora eran desconocidas para los europeos. Fue precisamente durante el tiempo que pasó en España, cuando Colón aprendió algo de español, según nos cuenta Menéndez Pidal. Aunque el filólogo apunta a que estaba lejos de ser un español bueno y era un portugués españolizado. De hecho, el español sería la primera lengua moderna de Colón aprendiera a escribir. En tanto en cuanto al origen de Colón, Menéndez Pidal sentencia que era genovés, aunque, aún hoy día sigue existiendo el debate sobre el origen del almirante. Las partes defensoras de las diferentes teorías se siguen sin poner de acuerdo. Hay un hecho fundamental en la historia de los orígenes de Colón, el celo con el que el descubridor de América se reservaba su procedencia. No se sabe bien por qué lo hacía. Algunas teorías apuntan a que trataba de esconder un origen humilde, pero esto no habría de ser del todo cierto, puesto que llegó a casarse con una joven aristócrata portuguesa. Otras hipótesis apuntan a que Colón, en realidad, escondía algún antepasado judío y, por tanto, le convenía mantener este hecho en la penumbra. En la actualidad han surgido más teorías sobre la figura de Colón. Están las que argumentan que su verdadero nombre no es Cristóbal sino Pedro y que podría ser un corsario portugués llamado Pedro Ataíde, en realidad. También en la actualidad hay controversias en torno a Colón, ya que con su llegada a América se habría desatado un supuesto genocidio contra la población india, además de haber acontecido un expolio de las tierras descubiertas. Como hemos podido ver a lo largo del reportaje, la figura del descubridor de América está llena de luces y de sombras, impidiéndonos ser precisos a la hora de contar su historia y en los hechos en los que se vio envuelto. Además, con el paso de los años múltiples teorías han dañado en cierto modo la imagen de Colón, desde insinuar que fue el detonador de un genocidio, hasta argumentar su supuesta falsa identidad. Lo que está claro es que a todas las figuras históricas les acompañan incertidumbres y rumores, a veces ciertos, a veces inciertos, solo el futuro, el avance de las investigaciones y la revelación de nuevos datos podrán demostrarnos, si alguna vez, la Historia no pasó como la contaron los libros. CLÍO

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Descubridores CON NOMBRE PROPIO

ATAHUALPA Y PIZARRO LA CONQUISTA DE AMÉRICA NO SIEMPRE HA SIDO UN CAMINO DE ROSAS, YA QUE POR EL CAMINO HA SEMBRADO LA MUERTE DE GRANDES NOMBRES DE AMBOS BANDOS, EL DE LOS INDÍGENAS Y EL DE LOS ESPAÑOLES. ESTA ES LA "EXTRAÑA" RELACIÓN QUE MANTUVIERON EL LÍDER INCA ATAHUALPA Y EL CONQUISTADOR DEL PERÚ, FRANCISCO PIZARRO. POR ÁNGEL SÁNCHEZ CRESPO

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ENED TODOS ÁNIMO Y VALOR PARA HACER LO QUE ESPERO DE VOSOTROS Y LO QUE DEBEN HACER TODOS LOS BUENOS ESPAÑOLES, y no os alarméis por la multitud que dicen tiene el enemigo ni por el número reducido en que estamos los cristianos. Que, aunque fuésemos menos y el ejército contrario fuese más numeroso, la ayuda de Dios es mayor todavía, y en la hora de la necesidad Él ayuda y favorece a los suyos, para desconcertar y humillar el orgullo de los infieles, y atraerles al conocimiento de nuestra Santa Fe”. Esta fue la arenga que Francisco Pizarro hizo a sus hombres cuando se encaminaba a Cajamarca para conocer al gran jefe de los incas, Atahualpa.

PIZARRO LLEGA A CAJAMARCA El 15 de noviembre de 1532 Pizarro entró en la ciudad con cien hombres y otros setenta y ocho que fueron enviados por su hermano Hernando. Al llegar a la ciudad no encontraron a nadie. Una gran plaza cuadrada completamente desierta les hizo sospechar que la invitación inca podía ser una trampa. Pizarro envió a Hernando con treinta y cinco jinetes al campo de Atahualpa para pedirle una entrevista. Encontraron al gran jefe inca rodeado de lujo y un número abrumador de guerreros. A su solicitud contestó Atahualpa que aquel día estaba guardando ayuno por ser día sagrado, pero que al día siguiente visitaría a los españoles en la ciudad. En la mañana del 16 de noviembre, los españoles vieron claramente que se habían caído en una trampa, al comprobar que los incas les habían cortado la retirada, porque durante la noche Atahualpa había situado una gran fuerza entre ellos y el paso por donde habían entrado. No se trataba de una recepción amistosa, como muchas veces se nos ha descrito. Atahualpa no era un pobre indígena confiado que se vio sorprendido por los españoles. Sabía perfectamente guerrear, como lo había hecho él mismo y sus antepasados y, por supuesto, no confiaba en aquellos hombres que le impresionaron con sus caballos, aquellos majestuosos animales que nunca habían visto. Tenía la situación bajo control, pero no imaginaba que la estrategia de Pizarro era hacerle rehén a él, al gran jefe, el único modo de controlar a sus guerreros. Tras mostrar a Atahualpa algunos objetos y antes de que este reaccionara, un cañonazo dio a los españoles la orden de aprehender a Atahualpa. Se ha hablado de dos mil indígenas muertos en la refriega, cosa que parece poco probable, ya que un único cañón y unos CLÍO

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Descubridores CON NOMBRE PROPIO

cuantos mosquetes ponen en entredicho dicha cifra. Una vez apresado, Atahualpa hizo la conocida proposición: si le dejaban en libertad, llenaría de oro la habitación en que se hallaba prisionero, hasta la altura que alcanzase con la mano, y otro aposento menor lo llenaría igualmente de plata. Los mensajeros de Atahualpa se diseminaron por el Perú para obtener el oro y la plata necesarios para el pago del rescate. Mientras, Huascar, que estaba 66

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prisionero en manos de la gente de Atahualpa, al enterarse del arreglo propuesto, envió un mensaje a los españoles reclamando sus derechos como jefe de los incas. Pizarro dio órdenes de que fuese conducido a Cajamarca para que expusiese allí su pretensión. El único modo de averiguar cuál de los dos jefes rivales tenía razón, era ponerlos frente a frente. Antes de que Huascar pudiese ser llevado a Cajamarca, fue asesinado por sus guardianes indios, según opi-

nión general, por orden del mismo Atahualpa. Cuando el precio del rescate estaba dispuesto, Pizarro decidió retener unos días más a Atahualpa, ya que si emprendía la marcha con el tesoro y con los pocos hombres que formaban su expedición, no tardaría en ser interceptado y aniquilado por los incas. Para ello, Pizarro necesitaba refuerzos, y nadie mejor que Diego de Almagro, quien había conseguido salir de Panamá con ciento cincuenta infantes y

JUNTO A ESTAS LÍNEAS, CAPTURA DE ATAHUALPA.

ATAHUALPA Y PIZARRO.

ES CIERTO QUE PIZARRO NO ERA UN HOMBRE CULTO, sin embargo su honestidad y el cumplimiento de su palabra nunca habían tenido ocasión de ser puestos en duda. Pizarro pensaba liberar a Atahualpa, pero las circunstancias dieron un giro totalmente inesperado. cincuenta caballos, en tres buques que desembarcaron en la costa del Perú. Almagro llegó a Cajamarca en el mes de febrero de 1533, y fue cordialmente acogido por su antiguo compañero de armas. Entre ambos formalizaron el reparto del rescate, dispuestos a partir con él con la seguridad de un ejército mayor.

LA SITUACIÓN DE ATAHUALPA Mientras tanto, la relación entre Atahualpa y Pizarro había sido cordial.

El jefe inca vivía en una especie de arresto domiciliario y departía frecuentemente con Pizarro. Aprendió algunas palabras en castellano y algunos juegos españoles. Es cierto que Francisco Pizarro era un hombre sin cultura –el porquerizo de Trujillo–, pero su honestidad y el cumplimiento de su palabra nunca habían tenido ocasión de ser puestos en duda. Pizarro pensaba liberar a Atahualpa, pero las circunstancias dieron un giro inesperado.

Comenzaron a llegar noticias que hablaban de que que doscientos mil guerreros de Quito y treinta mil caribes se habían puesto en camino para caer sobre la pequeña fuerza de los españoles. Al mismo tiempo se filtró la información que acusaba a Atahualpa de haber ordenado asesinar a Huasca. Almagro y los soldados españoles vieron la ocasión de eliminar a Atahualpa, pero Pizarro se negó. En contra de la voluntad de sus hombres, a favor de eliminar CLÍO

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Descubridores CON NOMBRE PROPIO

a Atahualpa, Francisco Pizarro recurrió a la posibilidad de ofrecerle un juicio justo. El tribunal declaró a Atahualpa convicto de haber instigado el asesinato de su hermano y de conspirar contra los españoles, y le condenó a ser ejecutado aquella misma noche. Al día siguiente recibió sepultura en la iglesia de San Francisco, tributándole Pizarro las honras debidas a su alto rango.

LA TRAICIÓN DE ALMAGRO Después de la muerte de Atahualpa, con sus súbditos derrotados por la muerte de su jefe, los españoles abandonaron Cajamarca. Almagro partió a Chile y Pizarro continuó en Perú creando nuevas ciudades. 68

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La aventura de Diego de Almagro resultó un fracaso para sus intereses, así que decidió volver a Perú a reclamar algo que no le pertenecía, Cuzco. Insistió en que se le cediese Cuzco, la ciudad principal, bajo el pretexto de que estaba al sur del territorio concedido a Pizarro. En realidad, se hallaba situada dentro de los límites que a Pizarro le había concedido la corona. Se acordó una tregua hasta que una comisión pudiese medir y demarcar la frontera sur de las tierras de Pizarro. Pero Almagro no pudo esperar, y el 8 de abril de 1537 se apoderó de la ciudad, mató a los centinelas e hizo prisioneros a Hernando y Gonzalo Pizarro. De nuevo se acordó una tregua para la medición de las tierras que

correspondían a Pizarro, ahora con la condición de que Almagro liberara a los presos. No lo hizo y Francisco decidió ceder Cuzco para liberar a sus hermanos. La paz fue corta, ambos bandos volvieron a enfrentarse en la batalla de Las Salinas (1538), cerca de Cuzco. Los almagristas fueron derrotados y Diego de Almagro procesado, condenado a muerte y ejecutado por Hernando Pizarro en la Plaza Mayor de Cuzco, el 8 de julio de 1538. Tras la muerte de Almagro, Pizarro se dedicó a consolidar las colonias y a fomentar las actividades colonizadoras, envió a su hermano Gonzalo, a Quito, y a Pedro de Valdivia, a Chile.

JUNTO A ESTAS LÍNEAS, ESPAÑOLES EXPLORANDO EL NUEVO CONTINENTE. A LA IZQUIERDA, DE ARRIBA ABAJO, FRANCISCO PIZARRO Y DIEGO DE ALMAGRO.

ALCÁNTARA HABÍA CAÍDO, y durante algunos minutos más prosiguió aquella lucha hasta que Pizarro fue herido de muerte en el cuello. El conquistador del Perú cayó, muriendo a los sesenta y tres años de edad en la ciudad de Lima. Sin Almagro, la prosperidad y la paz parecieron abrirse camino, pero los partidarios de Almagro, que habían sido indultados por voluntad de Francisco Pizarro, se agruparon en torno a su hijo Almagro el Mozo, con el fin de acabar con el gobierno de Pizarro. Doce almagristas, comandados por Juan de Rada, iniciaron un complot y se abastecieron de armas.

EL ASESINATO DE PIZARRO La mañana del domingo 26 de junio de 1541, en la ciudad de Lima, enterado de que su vida corría peligro, Pizarro no salió a la misa dominical de la catedral y la oyó en su casa. Después de finalizar la ceremonia, los almagristas lo buscaron a

la salida de la catedral, y después cruzaron la plaza en dirección a su residencia. Las personas desarmadas que en ella se hallaban huyeron en busca de auxilio, y los servidores que opusieron resistencia fueron asesinados. Pizarro, su hermanastro, Martínez de Alcántara, y un oficial, que se llamaba Francisco de Chaves, tuvieron que afrontar solos el combate. Pizarro y Alcántara trataron de vestirse apresuradamente la armadura, mientras ordenaban a Chaves que cerrase la puerta. Este la entreabrió para intentar parlamentar, pero sin darle tiempo lo atravesaron con una espada. Alcántara se lanzó a la puerta y Pizarro, echando a un lado

la armadura, que no tuvo tiempo de colocarse, se lió una manta al brazo izquierdo para escudarse, cogiendo con la otra mano la espada con la que atravesó a los dos que iban delante. Alcántara había caído, y durante algunos minutos prosiguió aquella lucha hasta que Pizarro fue herido de muerte en el cuello. El conquistador del Perú cayó, y los conspiradores hundieron en su cuerpo sus espadas. Así murió Francisco Pizarro González a los sesenta y tres años de edad en la ciudad de Lima, siguiendo los pasos de Atahualpa, el jefe inca con quien entabló buena relación y a quien intentó proteger de una muerte que ya estaba decidida de antemano. CLÍO

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LOS CONQUISTADORES DE NUEVA ESPAÑA

HERNÁN CORTÉS NO TODO LO QUE SE HA DICHO SOBRE LA CONQUISTA DEL TERRITORIO AMERICANO ES CIERTO. NI LOS ESPAÑOLES FUERON TAN MALVADOS, NI LOS INDÍGENAS ESTABAN TAN DESPROTEGIDOS. ESTA ES LA HISTORIA DE HERNÁN CORTÉS Y LA CONQUISTA DE MÉXICO. POR MIGUEL DEL REY, HISTORIADOR

P

OR MUCHO QUE LES GUSTE A LOS DETRACTORES DE LA PRESENCIA DE ESPAÑA EN AMÉRICA, es hora de dejar atrás de una vez la descripción que hizo Miguel de Cervantes de la conquista en El celoso extremeño definiéndola como "refugio y amparo de los desesperados de España, iglesia de los 70

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alzados, salvoconducto de los homicidas, pala y cubierta de los jugadores, añagaza general de mujeres libres". No solo es falsa, está sacada de contexto y escrita desde el rencor. Cervantes, como la mayoría de los hombres de su tiempo, solicitó al Consejo de Indias, alegando sus servicios a la Corona, la contaduría del Nuevo Reino de Granada, el cargo de contador de galeras de Cartagena de Indias, la gobernación de la

provincia guatemalteca de Xoconocho o, en su defecto, el corregimiento de la Paz. El Consejo denegó todas sus peticiones y, en consecuencia, arremetió contra las Indias. No fue el único. Los hombres que marcharon a América posiblemente estaban desesperados y tenían mucho de rebeldes, pero principalmente querían que, como a él, se les reconociesen los servicios prestados a Dios y al rey y, como dijo Bernal Díaz

GUATIMOCIN SE ENTREGA A HERNÁN CORTÉS. DESPUÉS DE 93 DÍAS DE ASEDIO LA CAPITAL DEL IMPERIO MEXICA DEJÓ DE EXISTIR. SU CAÍDA SUPUSO LA PRIMERA GRAN VICTORIA TRAS EL DESCUBRIMIENTO Y SU TERRITORIO SE CONVIRTIÓ EN UN FOCO DE POSTERIORES EXPLORACIONES, DESDE EL ATLÁNTICO HASTA EL PACÍFICO Y DESDE CENTROAMÉRICA HASTA LOS ACTUALES ESTADOS UNIDOS. OBRA DE CARLOS MARÍA ESQUIVEL REALIZADA EN 1856. MUSEO DEL PRADO, MADRID.

del Castillo: "Hacer riquezas que todos los hombres comúnmente buscamos".

LA CONQUISTA DE MÉXICO Esa, no cabe duda, fue una de las razones que les llevó a iniciar, por ejemplo, la conquista de México, la mejor conocida y documentada de todas las campañas españolas en el Nuevo Mundo. Se conservan cuatro relatos de testigos directos de los que dos, por lo menos, son fiables, y,

además, las cartas que el propio Hernán Cortés envió al emperador Carlos I, que, aunque están inevitablemente afectadas por consideraciones políticas y por una natural tendencia a convertir a su autor en protagonista de todos los hechos, son gráficas y bien detalladas. Pese a todos estos documentos, que en cualquier otro caso, país y época serían más que suficientes, sigue siendo mundialmente una de las más controvertidas.

Y eso que no parece que esos escritos intenten engañar a nadie. En todos, sea quien sea su autor, podemos encontrar de un modo perfecto y característico, los tres principales rasgos de los conquistadores: amor por los grandes hechos en sí mismos, anhelo apasionado de ganar almas para Cristo y afán de riquezas. No necesariamente en ese orden. Sin duda, el primero, el afán por las grandes hazañas, fue lo que les mantuvo CLÍO

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ARRIBA, CORTÉS HUNDIÓ SUS NAVES PARA EVITAR CUALQUIER TENTATIVA DE ABANDONO POR PARTE DE SUS HOMBRES Y LOGRAR LA ALIANZA DE TOLTECAS Y TLAXCALTECAS, PUEBLOS SOMETIDOS A LOS AZTECAS. ABAJO, CORTÉS SE REÚNE CON LOS EMBAJADORES DE MOCTEZUMA. MUSEO DE AMÉRICA, MADRID.

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unidos ante el desastre y lo que les llevó, casi sin pensarlo, a intentar lo imposible. Incluso lo que hizo que se iniciara la aventura continental con dos actos simbólicos clásicos tan del agrado de Cortés: la fundación solemne en medio de la nada de un municipio que demostrara que habían llegado para quedarse y la teatral destrucción de las naves –barrenadas, no quemadas, aunque el fuego daba más juego para entrar en la leyenda– que evitaba retroceder ante la adversidad. El problema es que en las Antillas encontraron una sociedad pobre que les sorprendió por su primitivismo y, cuando pusieron pie en el continente, se dieron de bruces con otra muy diferente. En México el militarismo impregnaba todos los aspectos de la cultura, había un urbanismo muy desarrollado y sus habitantes poseían ejércitos con un alto grado de profesionalización, parecidos a los europeos en organización y disciplina. Todo, hasta el paisaje, era más similar a lo que ellos conocían. Solo el carácter popular de la actividad bélica les resultó inconcebible. Máxime cuando en la forma de combatir de los que podían llegar a ser enemigos se mezclaba la xochiyaóyotl o guerra florida –una especie de juego caballeresco destinado a capturar prisioneros para el sacrificio y así alimentar a los dioses– y la campaña de tipo imperialista, con móviles económicos, basada en la emboscada y la aniquilación sistemática de la población no combatiente. Unas pautas de conducta que contrastaban con las de los castellanos, tan militaristas como los aztecas, pero con un comportamiento en la guerra muy distinto al de sus adversarios. Mataban cuando combatían, pero respetaban, por lo general, la vida de civiles, mujeres, ancianos y niños, que no solían participar en la defensa de las ciudades sitiadas. Sin embargo, es ante las similitudes entre invasores e invadidos donde empezaron siglos después los problemas. Los intelectuales mexicanos de la revolución, porque les interesaba en ese momento, deshumanizaron a sus propias civilizaciones autóctonas. Borraron de la Historia oficial su capacidad de hacer política y les dejaron las costumbres tribales. Les quitaron sus estrategias de guerra y les dejaron solo el protagonismo en los sacrificios humanos. Les quitaron sus idiomas y los convirtieron en dialectos. Incluso les quitaron su arte y lo convirtie-

SEGUNDA CARTA DE RELACIÓN DE HERNÁN CORTÉS ΈϭϱϮϮΉ͕/DWZ^E^s/>>͘ LAS CRÓNICAS DE LA ÉPOCA, POR EJEMPLO LAS CARTAS DE RELACIÓN DE CORTÉS O LA HISTORIA VERDADERA DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA ESPAÑA DE BERNAL DÍAZ DEL CASTILLO, PUEDEN SERVIR DE BASE PARA EL ESTUDIO DE LA CONQUISTA DESDE EL PUNTO DE VISTA ESPAÑOL. BIBLIOTECA NACIONAL, MADRID.

ron en artesanía. En un momento en que los descendientes de los antiguos criollos tenían dificultades para mantenerse en el poder, los indios y su cultura pasaron solo a ser admirados en los museos al tiempo que se reescribía la Historia. En ese nuevo imaginario inventado sobre la conquista de México –por ejemplo todos los murales realizados en el siglo XX por Diego Rivera–, el indio indefenso queda siempre a merced del conquistador sediento de sangre, oro y sexo. Moctezuma II se ve representado como un hombre muy supersticioso y algo simple que inmóvil por el terror no tiene otra idea que entregar su imperio con mínima resistencia y los españoles quedan reflejados como exterminadores, saqueadores y violadores de cuanta india encontraran en su camino. La realidad fue muy diferente. Los aztecas nunca llamaron dioses a los españoles

ni pensaron que lo fueran; les denominaron teules, "entes de desequilibrio".

EL IMPERIO DE MOCTEZUMA Moctezuma no le regaló su imperio a Cortés porque pensara que era el dios Quetzalcoatl. Fue forzado a negociar ante una rebelión generalizada de las ciudades y estados del este del imperio, encabezadas por Tlaxcala, que encontró en sus nuevos aliados españoles el potente apoyo buscado durante decenios. Nunca hubo una política de exterminio racional de indios, ni los españoles utilizaron ninguna estrategia de guerra propia de psicópatas asesinos. En su tiempo, las tan criticadas por fray Bartolomé de las Casas –que repentinamente "vio la luz" en 1514, justo cuando la encomienda que mantenía desde 1503 en las Antillas dejó de ser productiva–, masacres de Tenochtitlan y Cholula –ideada por

MOCTEZUMA NO LE REGALÓ EL IMPERIO A CORTÉS porque pensara que era el dios Quetzalcoatl. Fue forzado a negociar ante una rebelión generalizada de las ciudades y estados del este del imperio, encabezadas por Tlaxcala. CLÍO

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GUERREROS MEXICAS. CORTÉS INCORPORÓ A SUS TROPAS MILES DE GUERREROS NATIVOS. LE FUE MUY BIEN LAS DIVISIONES ENTRE LOS DISTINTOS PUEBLOS NATIVOS, Y ESPECIALMENTE EL ODIO EXISTENTE ENTRE MUCHAS POBLACIONES CONTRA LOS AZTECAS Y SU POLÍTICA DE IMPERIALISMO Y TERROR. CÓDICE MENDOZA REALIZADO EN 1541. MUSEO DE AMÉRICA, MADRID.

los tlaxcaltecas, muchos de los cuales se habían unido a los españoles solo para poder vengarse de sus acérrimos enemigos aztecas y sacrificar a todos los prisioneros que pudiesen retener–, eran algo habitual para ganar crédito antes de iniciar unas negociaciones. Los mexicas lo habían hecho antes muchas veces. En cualquier caso, tampoco fueron muy distintas de las que esos mismos años protagonizaron en los Balcanes cristianos y musulmanes, o las que se dieron poco después en Centroeuropa entre católicos y protestantes sin que, ni en uno u otro caso, se levantara un solo murmullo de protesta en el Viejo Mundo.

EL 26 DE MAYO COMENZÓ EL SITIO DE TENOCHTITLAN. A LA EUROPEA, CON LAS TÉCNICAS TRADICIONALES: RENDIR LA CIUDAD POR HAMBRE Y SED. PARA ELLO, LAS TROPAS ESPAÑOLAS Y SUS ALIADOS OCUPARON TODA LA RIBERA, CORTARON LAS CAÑERÍAS DEL ACUEDUCTO DE CHAPULTEPEC, QUE PROPORCIONABA AGUA POTABLE, DESTRUYERON LOS PUENTES DE LA ISLA DE UNA FORMA COORDINADA Y BLOQUEARON LA ENTRADA DE ALIMENTOS. LUEGO COMENZARON LAS OPERACIONES MILITARES.

LAS ARMAS DE LA CONQUISTA Tampoco, en contra de lo que se suele decir, las diferencias de armamento y equipo jugaron un papel principal en la conquista. Las armas de fuego se mostraron ineficaces muy pronto, en cuanto los indios dejaron de temerlas. Las armaduras de hierro tampoco podían hacer mucho contra las cortantes navajas de obsidiana insertadas en palos que sus enemigos utilizaban como espadas y, los famosos perros alanos que tanta literatura crítica con la conquista han dado, defraudaron bastante cuando se lanzaron contra guerreros protegidos con gruesas corazas de algodón; tan eficaces, que los españoles las adoptaron rápidamente. De hecho, cuando los hombres de Cortés se enfrentaron a los de Narváez iban vestidos, en palabras de un protagonista, con esas cotas de algodón. El caballo fue el único recurso llevado desde Europa que resultó efectivo durante toda la campaña. Los aztecas, que los animales más grandes que habían visto eran los ciervos, nunca lograron superar la tremenda impresión que les provocó verlo por primera vez. La presencia de jinetes animaba tanto a los infantes, y las cargas de caballería resultaban tan eficaces, que se emplearon incluso en la toma de Tenochtitlan, aunque era atípico utilizar unidades montadas en un asedio. Ni siquiera todos los indios fueron conquistados. Muchos participaron de forma voluntaria y entusiasta en la gran rebelión que destruyó al Imperio mexica. Juntos, los de Texcoco, Tlaxcala, Huexotzinco, Tepexi, Cempoala y el combinado de tropas españolas lo lograron. Durante muchas décadas, esta victoria se celebró en las plazas locales con recreaciones de la batalla. Los nom-

bres de sus capitanes sobreviven en las bibliotecas, pero han sido borrados del pensamiento colectivo mexicano: Ixtlixóchitl, Xicotencatl el Viejo y Xicomecoatl. Igual que el de una mujer tratada de forma injusta en el México moderno: Malintzin la Malinche. Luego, esos mismos indios hoy ignorados, guerreros de su tiempo que no se consideraban muy distintos de los españoles y pretendían cambiar su realidad por otra que les parecía mejor, no solo participaron en la conquista de Tenochtitlan, viajaron a Centroamérica, a los desiertos del Norte, a Perú, e incluso combatieron en las Filipinas. Algo similar les ocurrió a los conquistadores. En general, bien fuera en el momento del combate o a la hora de vivir su extraordinaria aventura, se comportaron como la Historia y su educación les pedía. Eran hombres de carne y hueso, capaces de las acciones más valientes y más cobardes, que podían luchar junto

a sus compañeros hasta la muerte, u orinarse de miedo en plena lucha, como reconoce Bernal Díaz. Confundir el reflejo de la cal de las casas en la lejanía con palacios de plata, cuando las cosas iban bien, o transformar un asedio en la antesala del infierno si pintaban mal. Está claro que no eran los personajes caballerescos de los libros que leía Don Quijote, pero tampoco los seres miserables y ladrones que, injustamente, nos ha reflejado la historiografía de los países afectados, directa o indirectamente, con la conquista de América. Aunque de lo que no cabe duda es que, hasta que ellos llegaron, no existió ningún relato en la literatura clásica o en la novela medieval en el que se narrara la conquista de un gran imperio por un puñado de extranjeros. Si se hizo bien o mal, siempre desde el punto de vista del siglo XVI, no del siglo XXI, es algo que se aleja mucho de cualquier cosa que pueda narrarse con poco más que un puñado de palabras.

MUCHOS INDIOS PARTICIPARON DE FORMA VOLUNTARIA EN LA GRAN REBELIÓN que destruyó al Imperio mexica. Juntos, los de Texcoco, Tlaxcala, Huexotzinco, Tepexi, Cempoala y el combinado de tropas españolas lo lograron. CLÍO

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ÁLVAR NÚÑEZ CABEZA DE VACA EL CONQUISTADOR, CONQUISTADO LA CONQUISTA DEL TERRITORIO AMERICANO SE ESCRIBE CON EL NOMBRE PROPIO DE MUCHOS AVENTUREROS QUE DE FORMA PRIVADA SUFRAGARON LOS GASTOS DEL DESCUBRIMIENTO CON EL ÚNICO OBJETIVO DE CONOCER MEJOR EL NUEVO MUNDO. UNO DE ESTOS AVENTUREROS FUE ÁLVAR NÚÑEZ CABEZA DE VACA, QUIEN LOGRÓ VIVIR EN PAZ CON LAS TRIBUS INDÍGENAS Y DESCUBRIR UN AMPLIO MUNDO A LO LARGO DE SUS EXPEDICIONES. WKZDǒE'>^>MW>/^

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IGNA DEL GUIÓN DE UNA SUPERPRODUCCIÓN CINEMATOGRÁFICA, LA BIOGRAFÍA DE ÁLVAR NÚÑEZ CABEZA DE VACA MÁS PARECE UNA NOVELA DE AVENTURAS, capaz de superar a la gesta épica de cualquier héroe contemporáneo en lo que se refiere a sufrimiento, valentía, ingenio, honradez, paciencia y escasa fortuna. Sus fantásticas odiseas hacen difícil la credibilidad de cuanto aconteció en su azarosa vida. Documentos de la época lo catalogan como un antihéroe, un hombre de orígenes humildes que emprendió un periplo legendario para conquistar tierras, honores y riquezas, recorriendo a la vez un camino interior que le llevó a tratar con piedad y clemencia a los que debió considerar sus enemigos, a convivir y a aprender de sus captores, hasta el punto de ser encarcelado y desterrado por defenderlos.

DESMONTANDO LA "LEYENDA NEGRA" Tal vez sin pretenderlo, el análisis del devenir existencial de Álvar Núñez Cabeza de Vaca, conquistador español de baja intensidad, contrarreste los argumentos que enarbolan los defensores a ultranza de la "leyenda negra", que etiquetan a los conquistadores, exploradores y colonizador e s

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españoles como auténticos enemigos de los nativos americanos, nunca amigos, ni siquiera aliados. Nada más lejos de la realidad. Porque, independientemente de las individualidades, como la de Álvar Núñez, el razonamiento nos acerca a otra de las falsas tesis de la "leyenda negra" y del indigenismo actual, que aseguran que la América prehispánica era un paraíso en la tierra, en la que vivían los nativos en paz y armonía. La Historia demuestra que existían numerosas guerras y enfrentamientos salvajes entre las tribus, y que incluso muchas de ellas utilizaron a los españoles como apoyo para vencer a sus enemigos. Simple cuestión de intereses. No es de recibo mitificar la conquista de las tierras americanas por parte de las potencias europeas intervinientes, sin contemplar los excesos y las culpabilidades, amparándonos en una simple cuestión de patriotismo mal entendido. No hay que tener miedo al reconocimiento explícito de que cualquier imperialismo es expansionista y agresivo por definición y en los siglos de las conquistas y los descubrimientos todos abusaron de la crueldad y el salvajismo. Los españoles no fuimos ninguna excep78

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LA HISTORIA DEMUESTRA que en la América prehispánica existían numerosas guerras y enfrentamientos salvajes entre las tribus. /ŶĐůƵƐŽŵƵĐŚĂƐĚĞĞůůĂƐ utilizaron a los españoles como apoyo para vencer a sus enemigos. ción, pero tampoco mejores ni peores que los demás. A menudo, los historiadores muestran a los conquistadores españoles como héroes comparables a Julio César o Alejandro Magno, que utilizaron la crueldad, en general, solo cuando fue necesario. La cuestión es que lo fue con demasiada frecuencia, teniendo en cuenta las características de una conquista que, en la mayoría de los casos, contaba con contingentes militares muy reducidos para imponerse a grandes poblaciones aborígenes, sobre las que había que demostrar inequívoca firmeza.

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HAZAÑAS CON NOMBRE PROPIO Pero introduzcámonos, sin más dilación, en la fascinante vida de uno de los pocos conquistadores que dejó escritas sus propias hazañas en su libro Naufragios, aunque desconozcamos el grado de fidelidad histórica de los hechos que el propio autor describe. Desde su origen, la vida de Álvar Núñez Cabeza de Vaca se revela como una leyenda. Empezaremos por su apellido, que no era ni un seudónimo ni un apodo. El cronista español Gonzalo Fernández de Oviedo sitúa el origen del curioso patronímico de la familia materna en un famoso y mítico pastor, antepasado de Álvar, que durante la batalla de las Navas de Tolosa, en 1212, colaboró activamente

sultó herido en la batalla de Rávena, por lo que fue devuelto a España, donde participó en la guerra contra los comuneros castellanos. Nunca quiso regresar a Nápoles, calificando a los italianos como "gente de guerra y poco fiar y tienen tanta astucia para guardarse de sus enemigos como si fuesen criados en plena guerra". Por todo ello, el joven Álvar sabía manejar las armas y desenvolverse a la perfección en el campo de batalla. Pero siendo inquieto como era, el ejército no colmaba sus expectativas, por lo que, en 1521, abandonó la vida militar y consiguió, gracias a sus estudios, entrar al servicio, como camarero mayor, del Duque de Medina Sidonia, en aquellos momentos, el hombre más rico de España. Existe registro de que en 1522, el conquistador contrajo matrimonio, aunque poco se sabe de su esposa, que escasa relevancia tuvo, teniendo en cuenta que Álvar pasó la práctica totalidad de su vida fuera de España. Durante seis años trabajó como hombre de confianza del Duque, posición que le podía haber reportado fortuna y una vida acomodada, pero aquello tampoco le satisfacía.

RUMBO AL NUEVO MUNDO

con los ejércitos del rey Alfonso VIII para derrotar a los almohades, conduciéndolos por un sendero previamente marcado con los cráneos de las vacas que el pastor había ido perdiendo a consecuencia de los ataques de los lobos. Álvar Núñez nació en Jerez de la Frontera, en torno a la última década del siglo XV. Fue hijo de un matrimonio de hidalgos de una posición intermedia, pero contando apenas ocho años sus padres murieron, quedando al cuidado de una tía. Él contó de sí mismo que había recibido cierta educación elemental, sabía leer y escribir y conocía los cálculos matemáticos básicos, algo poco habitual en la sociedad española de la época. Se trataba

de un hombre bien parecido, a quien se describía como "animoso, noble, arrogante, los cabellos rubios y los ojos azules y vivos, barba larga y crespa, mozo de treinta y seis años (edad que debía contar en el momento de partir hacia La Florida) y agudo de ingenio. Las mozas del Duero enamorábanse de él y los hombres temían su acero". Según las investigaciones de Daniel García Valdés, fue un muchacho inquieto que, a los dieciséis años, mintiendo acerca de su edad, se alistó en el ejército. Su primera experiencia militar fue en la Guerra de Italia, disputa que mantenían Fernando el Católico y Carlos VIII de Francia respecto del Reino de Nápoles. Después de varios años en Italia, re-

En 1527 llegó a sus oídos la noticia de la preparación de una expedición militar, una misión de conquista. Su director era Pánfilo Narváez, al que se calificaba de completo imbécil, pero a quien se le abrían todas las puertas debido a su origen aristocrático y a su dinero e influencia, verdaderamente notables. Recomendado por el Duque, Álvar consiguió el puesto de Tesorero Mayor de la expedición. El objetivo de la cruzada no era otro que conquistar Florida, territorio prácticamente desconocido, a pesar de su cercanía con La Española, debido a que todas las expediciones que allí se habían dirigido habían terminado en tragedia. Una península básicamente pantanosa y de manglares, sin puertos naturales, azotada por periódicos huracanes y terribles tempestades, donde era difícil obtener agua dulce, sin apenas tierras aptas para el cultivo y habitada por tribus altamente hostiles y muy agresivas. Sobre el papel, la expedición conCLÍO

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taba con muchas posibilidades de éxito y más de seiscientos hombres se embarcaron en las cinco naves de Pánfilo de Narváez, lo que para la época era un ejército invasor en toda regla, superior al que Hernán Cortés dirigió en la conquista de Tenochtitlán. El 17 de junio de 1527, la expedición partió de Sanlúcar de Barrameda, rumbo a América. Como objetivos, la conquista de Florida y la localización de la "Fuente de la eterna juventud". En una primera etapa, llegaron a Cuba y durante varias semanas permanecieron acuartelados esperando a que pasara la estación de los huracanes. Mientras, se declaró una epidemia que costó la vida a setenta soldados y otros doscientos desertaron. La expedición quedó gravemente mermada, preludio del desastre que les aguardaba. En 1528 llegaron a Florida, pero los indios atacaban los barcos a flechazos apenas intentaban tomar tierra. Entonces, el capitán Narváez decidió, equivocadamente, desmantelar las naves y construir barcazas de poco calado para poder adentrarse por los manglares. Apenas terminadas las nuevas naves, una violenta tormenta las hundió ahogando a mu80

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CABEZA DE VACA FUE APRESADO Y CONVERTIDO EN ESCLAVO POR LOS INDÍGENAS. ĞĞƐƚĞ ŵŽĚŽ͕ƵŶŚŝĚĂůŐŽĞƐƉĂŹŽů ƉĂƐſĚĞĐŽŶƋƵŝƐƚĂƌĞů EƵĞǀŽDƵŶĚŽĂĐŽƌƌĞƌ ĚĞƐŶƵĚŽƉŽƌůŽƐŵŽŶƚĞƐ americanos. chos de sus tripulantes y arrastrando a la playa al resto de los náufragos, sin armas, herramientas ni alimentos. Tan solo alrededor de quince se salvaron de los ataques y las emboscadas de los nativos, siendo hechos esclavos posteriormente. Entre ellos, Álvar Núñez Cabeza de Vaca. De este modo pasó un hidalgo español de conquistar un nuevo mundo a lomos de un caballo vestido con brillante armadura a correr desnudo por los montes americanos.

EL CONQUISTADOR CHAMÁN «Fueron seis años el tiempo que yo estuve en esa tierra solo entre ellos

y desnudo, como todos andaban», explica el propio conquistador en sus memorias. Porque una tribu autóctona les acogió en sus tiendas y les proporcionó refugio y alimento. Desde aquel momento, Núñez miró a los indígenas con otros ojos. Le enseñaron su dialecto y sus costumbres y durante seis años Cabeza de Vaca vivió como un indio más. Les entendía y hasta les admiraba. En sus crónicas relata: "Es la gente del mundo que más ama a sus hijos". Otras, les aborrecía abiertamente: "Mienten mucho y son grandes borrachos". Cambió varias veces de amo y, finalmente, trabajó a las órdenes de un chamán. Álvar comenzó a distinguir las plantas sanadoras, aprendió danzas y rituales y pasó a ser un ayudante más que un esclavo. No obstante, nunca abandonó el deseo de recobrar la libertad y, aprovechando un descuido de su amo, huyó dirigiéndose hacia el oeste, donde estaba convencido acabaría por llegar a Nueva España, actual México. Cerca de la desembocadura del río Espíritu Santo, ahora Misissippi, el conquistador dio con otros tres compañeros de armas, también hui-

dos de los nativos. Uno de ellos era Alonso del Castillo Maldonado, hijo de un noble empobrecido de Salamanca, al que acompañaba Andrés Dorantes de Carranza, de Béjar y con rango de capitán, así como el esclavo de este último, Estebanico, también llamado Esteban el Negro, marroquí de una localidad cercana a Casablanca. Fue, casi con seguridad, el primer africano que pisó tierra estadounidense. Los cuatro decidieron seguir el plan de Álvar e intentar llegar a Nueva España. Llevaban pocas semanas de viaje, cuando los emboscaron y volvieron a hacerles prisioneros. Al llegar al poblado, supieron que el hijo del jefe de la tribu estaba gravemente enfermo y los chamanes no lograban sanarlo. Encerrados y convencidos de que muy pronto se les daría muerte, comenzaron a rezar en voz alta. Los indios creyeron que se trataba de algún tipo de ritual mágico y Cabeza de Vaca pidió ser llevado ante el moribundo príncipe indio. En ese momento, comenzó un protocolo de danzas, oraciones y compresas de hierbas y ungüentos hasta que, por azar, la fiebre del enfermo bajó de

pronto, habló e ingirió alimento. En agradecimiento, los cuatro hombres fueron liberados y ayudados a proseguir su viaje. Como los rumores suelen correr a veces más que sus propios protagonistas, allí por donde pasaban eran esperados con ansia para ejercer su magia y sanar a enfermos y moribundos. Se inventaron un complejo ritual y cada vez teatralizaban más su puesta en escena, tanto que alcanzaron fama de hombres sobrenaturales y todos los enfermos que sanaban comenzaron a seguirles en una especie de peregrinar tras aquellos "hombres santos". Tanta fue la admiración, que la situación propició que Cabeza de Vaca tomara a una india por esposa, con la que, según él mismo cuenta en sus memorias, tuvo dos hijos. Como recompensa, los indios les agasajaban con oro, plata, diamantes y piedras preciosas, que para ellos no tenían ningún valor, salvo el ornamental. Álvar escribió: "Los indios que tienen casa de asiento no hacen ningún caso al oro y la plata, ni hallan que pueda haber probecho alguno". En 1536, cerca del río Sinaloa, se toparon con una expedición española. Álvar continuaba acompañado por cientos de indios que le seguían como a un gurú. El español se adelantó para hablar con el capitán expedicionario Diego de Alcaraz y explicarle las condiciones pacíficas de los indígenas que le acompañaban. Con profunda tristeza y enorme indignación, cuenta su espanto ante lo que se convirtió en una masacre injustificada: "Los cristianos nos enviaron, debajo de cautela porque no viésemos ni entendiésemos lo que de hecho hicieron, andábamos a les buscar libertad y paz y sucedió lo contrario".

VIAJE DE IDA Y VUELTA Según los estudios de Daniel García Valdés, transcurrieron tres largos años caminando, atravesando Florida, Alabama, Misissippi, Luisiana, Texas, Nuevo Méjico y Arizona, hasta llegar a la Baja California. Los expedicionarios recorrieron pantanos, ríos, sierras y desiertos interminables y praderas plaga-

das de bisontes, y llegaron a territorio español. Después de nueve años de penurias, regresaban a la civilización siendo inmensamente ricos. Álvar regresó a España y contrató a un secretario al que ordenó transcribir el relato de sus peripecias en su ya citado libro Naufragios, publicado por primera vez en Zamora, en 1542. Tenía más de cuarenta y cinco años, fama y fortuna y el favor del Rey. Bien hubiera podido comprar un ducado y vivir el resto de sus días disfrutando de su opulencia. Pero cuando su Sacra, Cesárea y Católica Majestad le ofreció el puesto de Adelantado y Gobernador del Río de la Plata y del Paraguay, territorio recientemente conquistado, habitado por pueblos hostiles que se negaban a ser sometidos y cuyas expediciones no habían reportado ningún beneficio económico hasta aquel momento y sí muchas muertes y desgracias, Álvar Núñez aceptó sin pensarlo y dispuso inmediatamente los preparativos. Gastó prácticamente la totalidad de su fortuna en construir una armada y en contratar navegantes y soldados, además de asumir el compromiso, registrado en el Archivo General de Indias, de "gastar ocho mil ducados en caballos, mantenimientos, vestidos, armas, munición y otras cosas para entregar a la población de dichas provincias". Y partió de España para presentarse en Asunción. Pero, una vez más, el mar no estuvo de su lado. En las costas del sur de Brasil, una fuerte tempestad destrozó la flota y naufragó de nuevo. Llegó a una playa desconocida medio muerto y despojado de todo y, no teniendo más remedio, volvió a echar a andar. Guiado por indígenas tupís-guaraníes cruzó la selva durante cinco meses, y fue el primer europeo que descubrió y describió las cataratas de Iguazú: "El río da un salto por unas peñas abajo muy altas, y da el agua en lo bajo de la tierra tan grande golpe que de muy lejos se oye; y la espuma del agua, como cae con tanta fuerza, sube en alto dos lanzas o más". Y lo llamó Salto de Santa María. Conviene reflexionar en este punto y entender que la conquista espaCLÍO

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ñola de América, en cierta forma, es comparable con una empresa privada. La Corona, que no andaba económicamente boyante, permitía a un empresario financiar una expedición y conquistar un territorio, con la promesa de gobernarlo y la obligación de pagar sus impuestos. Pero ocurría a veces que, después de un tiempo y si los territorios eran rentables, después de haber hecho la parte más difícil, se le despojaba al conquistador de sus poderes y un nuevo gobernador pasaba a tomar el control, con el único objetivo de rescindir privilegios y pagar más impuestos a la Corona. Así se entiende que cuando Álvar Núñez Cabeza de Vaca llegó a Paraguay y se encontró con Martínez de Irala, que había conquistado el territorio y era oficialmente su gobernador, el recibimiento no fuera bueno. Al fin y al cabo, el recién llegado venía a arrebatarle la provincia a su legítimo titular, en cuya conquista había invertido una fortuna, luchado y sacrificado vidas. Y ocurrió que para los españoles, los indios con los que convivían no eran gente de fiar. Habían guerreado contra ellos durante años y los trataban duramente. Pero Álvar tenía otro concepto de los indios. Cierto era que había sido esclavizado por los nativos durante años, pero también había convivido en paz durante otros muchos. Había compartido con ellos fuego y alimento y había tomado esposa; incluso tenía dos hijos indios en algún lugar del desierto de Nuevo México. Convencido de sus planteamientos, se propuso hacer cumplir las Leyes de Indias, que protegían a los nativos, y los españoles comenzaron a ser reprendidos y castigados por la dureza con la que trataban a los indígenas, por las violaciones y los abusos.

LAS ÚLTIMAS EXPEDICIONES Durante los dos años que estuvo al frente del Río de la Plata, Cabeza de Vaca acometió varias expediciones, pero no encontró lugares apropiados para nuevos asentamientos, ni poblaciones con riquezas de las que apropiarse. Epidemias, emboscadas, hambre y pérdida de vidas humanas fueron la tónica de estas aventuras. 82

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LA BENEVOLENCIA CON LA QUE ÁLVAR ƚƌĂƚĂďĂĂůŽƐŝŶĚşŐĞŶĂƐ acabó por volverse en ƐƵĐŽŶƚƌĂ͘ŶĐƵĂŶƚŽ EƷŹĞnjƐĞĚĂďĂůĂǀƵĞůƚĂ͕ ůŽƐŝŶĚŝŽƐĞƌĂŶƚƌĂƚĂĚŽƐ ĐŽŶĞůĚŽďůĞĚĞĚƵƌĞnjĂ͕Ă ŵŽĚŽĚĞƌĞƉƌĞƐĂůŝĂ͘ Además, la benevolencia con la que Álvar trataba a los indígenas acabó por volverse en su contra. En cuanto Núñez se daba la vuelta, los indios eran tratados con el doble de dureza, a modo de represalia. A consecuencia de estos maltratos, se produjo, en 1543, una violenta sublevación indígena, que destruyó prácticamente la ciudad de Asunción. Los soldados españoles, con la excusa de no haber actuado con diligencia para atajar la rebelión, organizaron un motín que acabó con la captura y en-

carcelamiento de Cabeza de Vaca. Se le despojó de su cargo, se redactó un sumario con gravísimas acusaciones y se fletó un barco que, Paraná abajo, puso rumbo a España. En 1545, con cincuenta y cinco años, Álvar Núñez llegó al puerto de Sevilla habiendo fracasado, pobre, cargado de cadenas y despojado de cualquier título. Se le abrió un proceso de cuyo sumario no existen documentos y, tras seis años de juicios, se le condenó a pagar diez mil ducados de multa y se le sentenció, según consta en el Archivo General de Indias: "A la suspensión perpetua del oficio de gobernador, adelantado u otro oficio de justicia en todas las Indias y tierra firme de Su Majestad... al destierro perpetuo de todas las dichas Indias y no lo quebrante bajo pena de muerte, y, asimismo, le condenamos que por tiempo y espacio de cinco años cumplidos siguientes sirva a Su Majestad en Orán –adonde eran condenados los hidalgos a trabajar como soldados sin sueldo– con sus armas y caballos a su costa y

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esté en el dicho servicio por el dicho tiempo so pena de que sea doblado el castigo otros cinco años... Valladolid, a veinte días del mes de marzo de 1551 años".

EL FINAL DEL CONQUISTADOR Se sabe que permaneció en territorio argelino seis años, hasta que regresó a Sevilla, aproximadamente en 1557, siendo ya anciano. Hay noticias de que se convirtió en comerciante y marchó a Venecia, también de que se hizo fraile y se internó en un convento, todas ellas especulaciones sin contrastar. Falleció aproximadamente en 1560. Como ocurriera con tantos otros conquistadores y aventureros fracasados, a su muerte se corrió un tupido velo sobre sus andanzas, hasta que a principios del siglo XX se encontró un manuscrito con la edición de Naufragios, publicado por última vez en Valladolid en 1955, y que incluía el viaje del autor al Río de la Plata. En sus memorias, Cabeza de Vaca contó historias fabulosas que engrosaron

las leyendas referidas al Nuevo Continente, como las de El Dorado y las míticas Amazonas. Del mismo modo, su narración sobre la existencia de las Siete Ciudades Doradas de Cíbola, colmadas de oro y piedras preciosas, alentó la famosa expedición de Pedro de Alvarado, de 1540. Álvar Núñez Cabeza de Vaca fue un hidalgo que se propuso machaconamente ser conquistador, pero fracasó en todos sus intentos, del mismo modo que fracasó la inmensa mayoría de los hombres que en el siglo XVI se lanzaron a las Américas. Tal vez todas aquellas historias de ciudades de ensueño y riquezas inverosímiles no fueran más que fábulas fruto de la imaginación de unos hombres valientes y arrojados, pero cuyas expectativas apenas se cumplieron. Hombre extremadamente piadoso y comprometido en la defensa de los pueblos indígenas frente a la barbarie de los conquistadores, Cabeza de Vaca no solo nos legó el testimonio de una vida fantástica, plagada de peripecias y aventuras, sino que nos dejó escrita su

historia, para permitirnos conocer una versión más real de lo que fue la experiencia de los españoles en la conquista de América. Al releer los heroicos relatos de Hernán Cortes o Pizarro, da la sensación de que bastaba con bajar del buque montado a caballo para que los imperios se rindieran, se les considerara dioses y se les entregaran el oro y las riquezas por parte de unos nativos semihumanos cuyo primitivismo justificaba el derecho de conquista y la destrucción de sus culturas ancestrales. Pero la realidad fue muy distinta para los españoles que se embarcaron en aquellas empresas. Una vida durísima, una exposición continua a naufragios, adversidades, sed, hambre, enfermedades y, la mayoría de las veces, un trágico final. Gracias a Álvar Núñez Cabeza de Vaca conocemos un testimonio personal y auténtico no solo de los viajes realizados y las tierras descubiertas, sino de cómo fueron las relaciones entre civilizaciones tan diferentes. En definitiva, nos coloca un poco más cerca de la verdad. CLÍO

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Descubridores CON NOMBRE PROPIO

PEDRO DE URSÚA ES UNO DE LOS GRANDES NOMBRES DE LA CONQUISTA DE AMÉRICA. SIN EMBARGO, SU CARÁCTER DIPLOMÁTICO Y POCO BATALLADOR LE COSTÓ LA VIDA. POR TEO PALACIOS

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RA DUEÑO DE PALACIOS Y MAYORAZGOSEN URSUA, EN EL VALLE DEL BAZTÁN. Tenía varios hermanos –Miguel, Tristán, Felipe y Juan–, y hermanas. Todos gozaban de una buena reputación en sus tierras. Sin embargo, terminó asesinado, acusado de ser un gobernador perverso, vicioso y miserable. Pedro de Ursúa era prominente en sus tierras. No un hombre importante para el rey, ni rico. Y tampoco el heredero de su padre. Ese honor había recaído en Miguel, el primogénito. De familia belicosa y aventurera, Pedro no tardó en entender que si quería hacer fortuna su destino se encontraba al otro lado del mar, donde la noticia de tierras cubiertas de oro llegaba puntualmente a las Españas.

RUMBO A LAS INDIAS Pedro tomó la decisión de marchar a las Indias cuando tenía una vida apacible en sus tierras. Se desconoce la fecha concreta, pero debió ser en torno al año 1544. Su tío, Miguel Díez de Armendariz, lo acompañaba, y hay quien piensa que, más que eso, fue el auténtico incitador de que iniciaran aquella aventura. Para cuando llegaron a su destino, Pedro de Ursúa contaba alrededor de 24 años. Tiempo después, en 1555, encontramos a Pedro como fugitivo. Poco tiempo antes era Justicia Mayor en Santa Marta, y aunque se enfrentó con un puñado de hombres a toda una legión de indígenas, lo único que logró fue una orden de arresto que fue encargada a un enemigo personal: el capitán Luis Lanchero. En un viaje que bien podía haber acabado con él, Pedro de Ursúa terminó llegando a una ciudad portuaria, Nombre de Dios, desde donde envió dos mil coronas para el saneamiento de su casa; es evidente que su intención era regresar a España, pero estaba decidido a no hacerlo como polizón, ni como convicto. Y ese dinero lo usaría Felipe II “para cosas que servían a su real servicio”, aunque libraría a favor del mayorazgo de Ursúa mil pesos en oro en la hacienda del Nuevo Reino de Granada en las Indias. El nuevo Virrey del Perú, Andrés Hurtado de Mendoza, eI marqués de Cañete, pronto descubrió, además, que podía contar con Pedro para empresas importantes, así que le encargó que desmantelara la insurrección de los cimarrones y lo nombró gobernador de Omagua y El Dorado. Y ese nombramiento terminaría costándole la vida. En Lima, acompañando al marqués, Pedro dio forma a una expedición que, sin duda, llevaba tiempo en su cabeza: explorar el río Marañón, descubierto algunos años antes por Francisco de Ore-

llana, en busca de El Dorado. Las fechas bailan, pero la expedición podría haber partido en septiembre de 1560. La formaban trescientos setenta soldados y más de quinientos esclavos. La travesía se inició a bordo de diversas naves que el propio Ursúa pertrechó con cerca de una treintena de carpinteros. Navegaron río abajo, de isla en isla, encontrando de vez en cuando algún poblado indio, más de una vez belicosos, por lo que viajaban siempre en estado de alerta. Tras dejar la isla a la que llamaron de García porque encontraron allí a un tal García de Arce, empiezan a pasar penurias. La zona estaba despoblada y casi no tenían nada para comer hasta que llegaron a un pueblo al que llamaron Machifaro. Al parecer, sus habitantes ni siquiera conocían la existencia de los españoles río arriba. Allí se aprovisionaron bien y tuvieron un descanso bien merecido, pues llevaban ya tres meses de navegación en sus chatas y la pascua de navidad se acercaba. Desde allí partió una expedición en piraguas para intentar recabar algún tipo de información sobre la tierra que buscaban, pero las canoas acabaron por entrar en un lago de aguas muy oscuras, y tan grande que perdieron de vista la tierra en todas direcciones. Es probable que el lago en cuestión fuera el lago Cabaliana, no muy lejos de Manaos, que tiene en su punto medio más de doce kilómetros de ancho. Precisamente en el brazo de agua que lleva a ese lago se encuentra la actual Manacapuro, justo donde en aquella época debió hallarse Machifaro. De modo que, temiendo perderse, los expedicionarios decidieron regresar unos días después sin haber podido encontrar poblado ni gente alguna. El regreso de esos hombres, con Pedro Alonso Galeas al frente, supondría el inicio del fin para Pedro de Ursúa.

UN VIAJE AGOTADOR No es difícil imaginar la situación: casi cuatro meses de viaje, habiendo sido atacados por los indios en varias ocasiones, pasando hambre en los últimos días y con la noticia de que lo que les esperaba allá delante era algo que ni siquiera podían imaginar. Ante sus ojos se abría un lago tan grande y profundo como el mar para el que probablemente sus embarcaciones no estuvieran preparadas. Y sumándole a eso las penurias de un viaje por semejante lugar: calor sofocante, insectos… Ya durante los días previos a la llegada a Machifaro se había estado murmurando contra el gobernador. Se decía que no había sido diligente a la hora de organizar la expedición, que no estaban lo suficientemente preparados ni contaban con los suministros adecuados para llevarla a cabo con éxito. CLÍO

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Descubridores CON NOMBRE PROPIO

Además de todo esto, los guías no fueron capaces de indicar si les quedaba mucho o poco para llegar a Omegua, que llamaban Dorado. De hecho, ni siquiera sabían dónde se encontraban. La expedición había avanzado ya más de setecientas leguas desde que partiera, y ni los indios que llevaba como guías, ni un español de los que viajaron con Orellana, eran capaces de indicar hacia dónde ir ni durante cuánto tiempo. Pero detrás de ello había algo mucho peor… La situación de los marañones, los expedicionarios a los que se llamó así por iniciar la expedición descendiendo por el río Marañón, era terrible desde mucho antes. A su llegada a aquellas tierras, el marqués de Cañete se encontró con que de los ocho mil españoles que vivían allí, más de seis mil no tenían prácticamente nada para comer. Era su codicia lo que los había llevado a esa situación, el deseo de encontrar oro. El ansia de riquezas. Fue ese el motivo por el que se unieron a la expedición de Pedro de Ursúa. Pero la situación no mejoró durante el viaje. Al contrario. La hambruna viajaba con ellos, y lejos de atacar a los poblados indígenas, violar a sus mujeres y hacerse con lo que se encontraban por el camino, el gobernador procuraba que se les tratara con buenas maneras mientras que los marañones eran tratados poco menos que de delincuentes. Para terminar de empeorar las cosas, Pedro viajaba con su amante, doña Inés de Atienza, de quien se decía que lo tenía hechizado y era el motivo por el que la expedición no estaba bien dirigida. No tardaron las primeras voces en cuchichear de nuevo en contra de Pedro de Ursúa ante aquella situación. Aseguraban que los guías desvariaban, y que los habían llevado hasta allí con engaños. Que El Dorado no existía, ni tampoco las riquezas de las que tanto habían escuchado hablar.

Solo quedaba una cosa por hacer: volver sobre sus pasos hasta el Perú a fin de salvar la vida en lugar de perderla en una empresa imposible. Pero no todos pensaban así, y para lograr su propósito tenían que quitar a otros de en medio, empezando por el propio gobernador y por Hernando de Guzmán, un caballero. Contaba unos veinticinco años y era natural de Sevilla. No gustaba de crueldades y evitaba tantas muertes como podía. De personalidad tranquila y reposada. Un hombre de virtudes que servía como alférez de campo y que apoyaba al gobernador, quien, sin duda, empezó a cuidar sus pasos. Los rebeldes no lograron su objetivo esta vez, por lo que partieron de Machifaro una vez celebrada la pascua. Tras navegar todo el día, llegaron a un nuevo pueblo, abandonado en esta ocasión: los indígenas ya temían a los españoles.

TOCADO POR LA SUERTE Y entonces hubo un cambio de suerte, pues algunos de los guías empezaron a reconocer la tierra por la que viajaban y a decir que creían encontrarse cerca de Omagua. Desde el poblado abandonado descubrieron que partía un camino ancho y bien trazado, por lo que concluyeron que debía llevar a una ciudad importante. Ante eso, el gobernador envió una expedición encabezada por Sancho Pizarro. Sancho debió partir en los últimos días de 1560. Algunos informes dicen que apenas encontró población, otros que cada tres leguas encontraba un poblado y que algunos indígenas les informaban de que, de seguir por ese camino, llegarían a ciudades enormes y muy pobladas de las que, con total seguridad, no saldrían vivos, pues se encontrarían en número muy inferior a los habitantes. Por estos días, Pedro de Ursúa tomó una decisión que a la postre sería fatídica para él, pues decidió aprisionar a uno de los

EN LIMA, ACOMPAÑANDO AL MARQUÉS, Pedro dio forma a una expedición que, sin duda, llevaba tiempo en su cabeza: explorar el río Marañón, descubierto por Francisco de Orellana. 86

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criados de Hernando de Guzmán, quien se lo tomó como una afrenta personal. Así llegó el 1 de enero. Con treinta de los hombres que aún eran leales al gobernador en una expedición a varias leguas del poblado en el que se habían asentado, para los rebeldes era el momento perfecto de actuar. Durante aquella mañana mantuvieron algunos encuentros. Tal vez fuera ese el momento en el que por fin convencieran a Hernando de unirse a ellos, pues era el único con linaje y prestancia suficientes para mandar una vez hubiera muerto el gobernador. De tal modo acordaron que esa misma noche darían muerte a Pedro; al ser día de año nuevo bajaría sin duda la guardia.

LA CONSPIRACIÓN CONTRA URSÚA La idea original era la de tomar los barcos, llegar al mar y regresar a Perú. Pero allí alzó la voz Lope de Aguirre, quien tendría una importancia crucial en lo que ocurriría a partir de entonces. Opinaba que lo que debían hacer, en realidad, era dar muerte al gobernador y quedarse con todo, continuar con la expedición, buscar El Dorado

RÍO MARAÑÓN.

JUICIO POST MORTEM

EL TRIBUNAL DE LA AUDIENCIA DE SANTO DOMINGO celebró un juicio post mortem en el que se declaró a Lope de Aguirre culpable de traición, un delito de lesa majestad. El tribunal de Tocuyo declaró a todos sus hijos como bastardos, y Felipe II ordenó que nunca fuera vuelto a pronunciar su nombre.

tal como habían hecho hasta entonces y poblarlo para mayor gloria del rey. El asesinato se produjo hacia las tres de la mañana. Lo mataron con “muchas estocadas y cuchilladas”. No fue el único en caer. También se dio muerte a su teniente, Juan de Vargas, y otros muchos hubieran ido detrás si Hernando de Guzmán no lo hubiera prohibido. Antes de que amaneciera, el propio Hernando era nombrado general de la expedición, Lope de Aguirre, maese de campo y otros muchos obtuvieron nombramientos menores. La noche, y los dos días siguientes, debieron ser largos. Algunos pretendieron escribir un informe de lo ocurrido a Felipe II, pero Lope de Aguirre les quitó la idea

de la cabeza. ¿De qué serviría? Aunque lograran conquistar una tierra más rica que la del Perú, tan pronto como apareciera un licenciado con poderes otorgados por el rey ellos serían hombres muertos, pues traidores eran y como a traidores se les trataría. Esto causó bastante alboroto, y muchos quisieron huir. Lope de Aguirre ordenó la muerte de dos hombres, y para evitar que los indios que les servían como esclavos escaparan se hundieron algunas embarcaciones. Debió ser entonces cuando regresó Sancho Pizarro con sus treinta hombres. Se les informó de lo ocurrido y, sabiendo que de lo contrario la vida les iba en ello, Sancho indicó que habían actuado

PEDRO DE URSÚA viajaba con su amante, doña Inés de Atienza, de quien se decía que lo tenía hechizado y era el motivo por el que la expedición no estaba bien dirigida. CLÍO

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acertadamente. Gracias a ello, obtuvo el cargo de sargento mayor. Hernando no estaba de acuerdo con tantos desmanes y estuvo tentado a dejar su cargo, pero no se lo permitieron. A cambio, todos los hombres firmaron un documento en el que juraban mantenerse unidos para la guerra del Perú. Pero eso no era suficiente para Lope de Aguirre. Poco después de todo esto, el flamante mariscal de campo lanzaba una nueva propuesta: era necesario desligarse del Imperio español. Era necesario que Hernando de Guzmán fuera su príncipe y no su general, y que fuera coronado rey a su regreso a Perú al término de la expedición. Había que negar el vasallaje a España. Sin dudarlo dos veces, Lope fue a besarle la mano como rey a Hernando, arrodillándose ante él, y los demás lo siguieron. Hernando de Guzmán no se opuso, más bien al contrario, pareció haber superado sus primeras reticencias y sentirse más que satisfecho con la nueva situación. Acallada ya cualquier disidencia contra la rebelión, tocaba continuar el viaje. Hernando ordenó que se aprestaran nuevas embarcaciones y en ellas se adentraran por los numerosos brazos que llegan a la corriente principal del río por el que navegaban. No tardan los guías en decir que aquellas eran, en efecto, las tierras de los omeguas que estaban buscando. Durante el día se veía humo y por las noches las hogueras de la otra orilla no dejaban lugar a dudas: se encontraban en un territorio densamente poblado, tal como debía ser. Las orillas eran altas a ambos lados, lo que algunos quisieronver como señal de que en realidad habían dejado el Amazonas y se habían internado en el Orinoco. La travesía continuó entre ocho y diez días en los que vieron por primera vez muchos indígenas con piraguas que utilizan los arcos y las flechas con presteza. Dos hombres murieron por sus ataques, ya que

bañaban flechas y dardos en un veneno tan potente que los soldados apenas sobrevivieron media hora. Lope evitó que tomaran tierra durante ese tiempo, por lo que las provisiones debieron volver a escasear. Es más, había prohibido a los hombres que hablaran si quiera con los guías, pues no estaba nada claro que aquellas fueran las tierras que estaban buscando. Las sospechas entre Hernando y Lope habían comenzado muy pronto, y entre los más cercanos al nuevo príncipe había muchos que lamentaban el asesinato del gobernador. Era evidente a la vista de todos que la locura de Lope iba en aumento. En el primer poblado en el que se detuvieron para aprovisionarse, mató a todos los capitanes que había hecho previamente, o al menos a los que eran leales a Hernando y que probablemente cuestionaran sus órdenes. A estas alturas, muchos ya anhelaban su muerte, mas ninguno se atrevió a llevar a cabo su deseo. La travesía continuó y las condiciones empeoraron, pues las olas en el río eran cada vez mayores y más peligrosas. Algunos barcos hubieron de ser abandonados y todos se apiñaron en los que quedaban. Los pilotos intentaron convencer al mariscal de campo de que era necesario detenerse y construir nuevas embarcaciones, pero en lugar de eso, Lope de Aguirre lanzó por la borda a ciento setenta indios de los que los acompañaban, condenándolos a la muerte en manos de los Caribes. No es de extrañar ante tantos desmanes que Hernando, hombre que odiaba la crueldad, se sintiera cada vez más alejado de las posiciones de Hernando. Los suyos llegaron a conspirar para matar a Lope, pero este permanecía siempre rodeado de un nutrido grupo de exaltados que lo seguía en todos sus excesos. Lope no permitiría que las cosas se pusieran

PEDRO DE URSÚA tomó una decisión que a la postre sería fatídica para él, pues decidió aprisionar a uno de los criados de Hernando de Guzmán, quien se lo tomó como una afrenta personal. 88

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peor para él, y en mayo de 1561, mientras aquel a quien él mismo había nombrado príncipe dormía, lo apuñaló hasta darle muerte. Y Lope, ahora autonombrado general y sin nadie con fuerza suficiente para hacerle frente, se justificó intentando calmar a los indecisos indicando que aquellas muertes, en una guerra como la que habían comenzado, eran inevitables. Así llegaron, en julio de 1561, a la isla Margarita después de navegar 1500 leguas durante once meses de travesía. Se hicieron pasar por soldados del Perú que se habían perdido para, a continuación, asesinar al gobernador de la isla al grito de “Libertad, viva Lope de Aguirre”. Dieron muerte a más de cincuenta personas y se ajustició a los pocos que lamentaban la muerte de Hernando. No hay constancia de que Felipe llegara a contestar a esto. Al fin y al cabo, no eran más que las bravatas de un loco que pretendía hacer la guerra a todo un imperio contando apenas con doscientos hombres.

LA BANDERA DE AGUIRRE LOPE DE AGUIRRE CREÓ SU PROPIA BANDERA: negra, con dos espadas ensangrentadas entrecruzadas. Una señal de la piratería en la que habían caído. Desde Isla Margarita se dirigió con sus seguidores a Mérida y Nueva Valencia, desde donde Lope escribiría su famosa carta al rey Felipe en las que explica los motivos por los que se desnaturalizaron de la corona española, declarándole una guerra tan cruda y prolongada como le sea posible.

Para entonces, Gonzalo Jiménez de Quesada, conquistador de la actual Colombia, empezó a organizar sus fuerzas para acabar con los pillajes de los rebeldes. Tras prepararles una emboscada, ofreció indultos a todos los que abandonaran a Lope de Aguirre. La mayoría de los amotinados no dudó en aprovechar la oportunidad, dejándolo con un puñado de hombres. Viéndose perdido, Lope apuñaló y dio muerte a su propia hija, Elvira, porque, en sus propias palabras, alguien a quien tanto quería no podía llegar a acostarse con personas ruines. Al parecer, temía que la utilizaran como prostituta a su muerte. Tuvo tiempo aún de matar a alguno de los hombres

que acababan de traicionarlo antes de que le dispararan con los arcabuces. El primero de los disparos le dio en una pierna y lo derribó, aunque mantuvo su ánimo gritándole a todos que no le habían hecho nada. El segundo disparo le alcanzó en el pecho, a lo que contestó: “Esta vez sí…”. Le cortaron la cabeza y su cuerpo fue desmembrado. Una mano fue enviada a Mérida. Otra a Nueva Valencia. La cabeza se envió a Tocuyo y el resto del cuerpo fue devorado por los perros. Así terminó una de las más sangrientas expediciones por el Amazonas, aquella que se inició en busca de El Dorado y que acabó en rebelión y sangre para la mayoría de los que se unieron a ella.

LAS SOSPECHAS ENTRE HERNANDO Y LOPE habían comenzado muy pronto, y entre los más cercanos al nuevo príncipe había muchos que lamentaban el asesinato del gobernador. CLÍO

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EL FALSO GENOCIDIO ESPAÑOL EN

AMÉRICA ͏MDK&hZ>DEd>KEYh/^dDZ/͍͏&hd>zKDK>,/^dKZ/EK^hEd͍ ͏K^/DW>DEd>WZK^KK>KE//ME&hKDWZ>>Yh>>sZKEK KdZK^W1^^͕KDK/E'>dZZK&ZE/͍>K/ZdK^Yh,hKhE'ZE^E^KE >EjDZKWK>/MEhdMdKE͕WZK>jE/h^EK&hZKE>^d>>^Yh ^>/ZZKEEdZ^WHK>^/E/K^͕^/EKYh>WZ//MEEhs^E&ZD^ dD/E:h'MhEWW>/DWKZdEdE>E^KdKd>͘ WKZ:hEW>KWZz:s/ZDZd1EͳW/EE

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A COMPRENSIÓN DE LO QUE FUE EL PROCESO DE CONQUISTA Y COLONIZACIÓN ESPAÑOLA EN EL NUEVO MUNDO NO ESTÁ EXENTA DE DIFICULTADES. La confrontación entre distintas formas de entender el fenómeno, llevó a la creación de las Comisiones Nacionales del V Centenario para dar una respuesta coherente a los encendidos debates presentes entre los intelectuales de uno y otro lado del Atlántico. En este empeño también participó la UNESCO, bajo cuyo auspicio se llegó a una resolución en la que podemos leer las palabras del prestigioso historiador mexicano Miguel León Portilla, que reflejan la línea a seguir de los historiadores más serios a la hora de llevar a cabo un análisis riguroso de un hecho histórico de esta envergadura. Según León-Portilla: "Hubo acciones condenables y otras admirables. Hay encuentros violentos, con invasión, conquista y destrucción, y también los hay de consecuencias positivas" (Unesco: Universali-

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>>zEE'Z ^WHparte de un proceso de manipulación orquestada por los enemigos de la monarquía hispánica, pero también por la aparición de una serie de pensadores y teólogos, que tuvieron el valor de denunciar las injusticias que se estaban desarrollando en tierras del imperio hispanoamericano. zación del V Centenario, EL PAÍS, 10 de febrero de 1989, p. 6).

PROCESO COLONIZADOR Este loable propósito de ir más allá de las posturas maniqueas, para las que solo existía la maldad o bondad más extremas, y así ofrecer una visión de la Historia basada en el riguroso análisis de las fuentes documentales se ha visto amenazado en los últimos años debido, entre otras cosas, a la visión distorsionada del proceso colonizador que se está transmitiendo desde las redes sociales, lo que ha provocado la aparición de dos corrientes de pensamiento irreconciliables que han llevado sus conclusiones hasta posturas ideológicas extremas, diferenciando a los que interpretan el proceso como un hecho heroico y los que, ajenos a toda realidad, lo consideran como un genocidio pertrechado por unos invasores que solo dejaron tras de sí un rastro de destrucción, tortura y muerte. Estos nuevos planteamientos trajeron consigo una serie de demandas, que poco o nada tienen que ver con el sentido común. Es el caso de lo acontecido en los últimos meses en 92

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JUNTO A ESTAS LÍNEAS, DESEMBARCO DE COLÓN EN LAS COSTAS DE AMÉRICA.

la ciudad de Barcelona, donde la imposición del pensamiento único nacionalista, generó el caldo de cultivo perfecto para que un grupo político de reconocidas tendencias hispanófobas, reclamase la retirada de la estatua de Colón de la otrora acogedora y tolerante Ciudad Condal. En el otro lado del Atlántico, la Leyenda Negra está siendo recuperada por un grupo de dirigentes hispanoamericanos, empeñados en demonizar a los antiguos conquistadores, para de esta forma desviar la atención de sus nefastas acciones de gobierno. En EEUU, por otra parte, también han arreciado las feroces críticas contra los descubridores españoles, tal y como ocurrió recientemente en la localidad de Columbus, cuando un grupo de personas se concentró a los pies de una estatua de Colón para pedir su retirada por considerarlo un símbolo de la supremacía racial de los blancos. Asimismo, en la ciudad de Nueva York, un monumento dedica-

WZK^K Z/^d/E//ME SEGÚN LUIS NAVARRO,

catedrático emérito de Historia de América, los españoles nunca se plantearon el exterminio físico de los indígenas por distintos motivos. En primer lugar por el interés de aprovechar su fuerza de trabajo y por la necesidad de poblar un enorme espacio geográfico como era el cono sur americano, aunque también por el empeño de llevar a cabo un proceso de cristianización, sobre una población considerada súbdita de la monarquía española.

LLEGADA DE NUEVOS COLONOS A AMÉRICA EN EL SIGLO XVI.

do al insigne navegante genovés situado en Central Park, apareció con las manos pintadas de rojo, mientras que en el otro lado del país, en Los Ángeles, se repitieron los mismos episodios de violencia pero en esta ocasión contra una estatua de San Junípero Serra, erigida en la misión española de Santa Bárbara, la cual fue decapitada y cubierta de pintura roja.

FALSAS CREENCIAS Los actos vandálicos contra los más reconocidos protagonistas de la conquista y colonización de la América Hispana, como es el caso de Juan Ponce de León, están motivados por la falsa creencia en la existencia de un supuesto genocidio por parte de los conquistadores españoles en el siglo XVI. El origen de esta idea es, en cambio, muy anterior en el tiempo, pudiendo remontarla hasta momentos inmediatamente posteriores a la conquista, cuando poco a poco se

ŽŶƋƵŝƐƚĂ LEYENDA NEGRA

hEK>K^ /Ed>dh>^Yh zhM&KDEdZ >>zEE'Z fue el fraile dominico Bartolomé de las Casas, considerado como el gran protector de los indios en América, y como tal uno de los más signes precursores en la defensa de los derechos humanos, junto al dominico también Franscisco de Vitoria. fue imponiendo una visión crítica del proceso, que dio lugar a la aparición de una Leyenda Negra. Esta parte de un proceso de manipulación orquestada por los enemigos de la monarquía hispánica, pero también por la aparición de una serie de pensadores y teólogos españoles (inexistentes en otras naciones europeas), que tuvieron el valor de denunciar las injusticias que se estaban desarrollando en tierras del imperio hispanoamericano, y que fueron aprovechadas, interesadamente, por otras monarquías europeas para ahondar en sus críticas contra la gran potencia hegemónica del momento. Uno de estos intelectuales fue el fraile dominico, jurista, teólogo y filósofo, Bartolomé de las Casas, considerado como el gran protector de los indios en América y como tal uno de los más insignes precursores en la defensa de los derechos humanos, junto al también dominico Francisco de Vitoria. La obra del teólogo sevillano, Brevísima relación de la destrucción de las Indias, se terminó convirtiendo en la principal fuente utilizada por aquellos que más deseaban menos94

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JUNTO A ESTAS LÍNEAS, RETRATO DE DON JUAN DE AUSTRIA.

cabar el prestigio de España como nación. Basándose en una interpretación torticera y descontextualizada del libro de Bartolomé de las Casas, personajes como Guillermo de Orange no dudaron en afirmar que los españoles habrían causado la muerte de más de veinte millones de personas en el Nuevo Mundo, siendo este uno de los puntales sobre el que después se sustentó una Leyenda Negra que no tardó en propagarse. Tanto es así que en un grabado holandés del siglo XVII se puede apreciar la figura de don Juan de Austria presidiendo el martirio de un grupo de indígenas, a pesar de que el héroe de la batalla de Lepanto ¡nunca puso un pie en territorio americano!

GENOCIDIO ¿O MUERTE POR ENFERMEDAD? En primer lugar, muchos de los defensores de la Leyenda Negra consideran que una de las pruebas que

&/E//ME 'EK//K EN LA ACTUALIDAD,

podemos definir el genocidio como un conjunto de actos perpetrados por un estado, con la intención de destruir y aniquilar físicamente a un grupo étnico, racial o religioso. Según el sociólogo y pensador estadounidenseDŝĐŚĂĞůDĂŶŶ, el genocidio sería el grado más extremo de violencia y el más radical de todos los actos de limpieza étnica conocidos hasta la actualidad. Siendo de esta manera, cabría preguntarnos si realmente la monarquía hispánica se planteó, en algún momento, la posibilidad de exterminar a los indígenas que poblaban los recientemente adquiridos territorios del Nuevo Mundo.

JUNTO A ESTAS LÍNEAS, RETRATO DE GUILLERMO DE ORANGE.

ŽŶƋƵŝƐƚĂ LEYENDA NEGRA

>K^&E^KZ^ >>zEE'Z aseguran que las pruebas que demostrarían la existencia de un falso genocidio se basarían en el explosivo descenso demográfico ocurrido en tierras americanas por diversas enfermedades desde principios del siglo XVI. demostrarían la existencia del falso genocidio fue el explosivo descenso demográfico ocurrido en tierras americanas desde principios del siglo XVI. Frente a ellos, los historiadores han comprobado que la drástica mortalidad sufrida por la población nativa tuvo como causa principal la falta de resistencia inmunológica frente a las enfermedades traídas por los europeos, debido al aislamiento de estas comunidades que durante miles de años habían estado aisladas y, por lo tanto, carecían de la protección necesaria para hacer frente a las nuevas epidemias que diezmaron a la población. En cuanto a la actitud de la monarquía, el estudio de las fuentes documentales no puede ser más concluyente. Resulta clarificadora la voluntad de la reina Isabel la Católica cuando en su testamento transmite las siguientes palabras: “Y no consientan ni den lugar que los indios reciban agravio alguno de sus personas y sus bienes, más manden que sean bien y justamente tratados, y si algún agravio han recibido, lo remienden”. Frente a lo que ocurre en otras potencias europeas, en España surgió, desde bien pronto, la preocu96

CLÍO

>/^hZ^K Z>K^s EN 1540, en una junta convocada por ĂƌůŽƐs en la Universidad de Salamanca, los intelectuales españoles que en los últimos años habían debatido sobre las nuevas formas de convivencia con los nativos americanos (en muchos casos alentados por la Corona), llegaron a la conclusión de que “tanto el Rey, como gobernadores y encomenderos, habrían de observar un escrupuloso respeto a la libertad de conciencia de los indios, así como la prohibición expresa de cristianizarlos por la fuerza o contra su voluntad”.

pación por solucionar los actos de maltrato que, evidentemente se dieron durante la conquista, tal y como fueron denunciados por padres dominicos de la talla de Bartolomé de las Casas, cuya obra, aunque repleta de inexactitudes, fue fundamental para concienciar a una Corona que inmediatamente se puso a legislar para regular la vida social, política y económica de los nativos americanos, los cuales fueron considerados súbditos de la Corona de Castilla, y, por lo tanto, objeto de su protección. El debate surgido gracias a estos misioneros católicos, que según el hispanista Joseph Pérez, pretendieron denunciar los medios utilizados por los conquistadores para evangelizar los habitantes de las tierras recientemente descubiertas, terminó con la aprobación de las Leyes Nuevas de 1542, en las que la Corona española confirmaba la prohibición de reducir a esclavitud a los indígenas, y se ponía fin a la injusta institución de la encomienda, además de cuidar la conservación, gobierno y buen trato de los indios.

LAS LEYES DE INDIAS Las Leyes de Indias, promulgadas por los monarcas españoles, demuestran la inexistencia del falso genocidio español en América, aunque desde nuestro punto de vista, la mayor incongruencia se produce cuando estudiamos la realidad social impuesta en la América española y portuguesa, fruto del encuentro biológico y cultural de peninsulares y población indígena que va a dar lugar a un proceso de mestizaje que al final supuso la aparición de nuevas etnias y fenotipos. Para el afamado historiador hispanista Hugh Tomas: “El mestizaje fue la mayor obra de arte lograda por los españoles en el Nuevo Mundo, una mezcla de lo europeo y lo indio. A aquellos que piensen que se trata de una afirmación obvia les

pediría que consideren cuán raro fue este estado de cosas entre los anglosajones y los indios de Norteamérica”. Las palabras de Hugh Tomas, ponen de manifiesto la increíble contradicción que resulta de condenar la conquista española de sus posesiones americanas como un acto de genocidio, cuando fue la única (junto nuevamente la portuguesa) que lleva a cabo un proceso de mestizaje, frente a la tendencia de otros reinos que inician una política de desplazamiento y exterminio de etnias que nunca tuvieron la posibilidad de unirse con los conquistadores franceses e ingleses. La existencia de la Leyenda Negra sobre el genocidio español en América es una muestra más de la necesidad que tenemos de conocer nuestra propia historia, para de esta forma no vernos manipulados por aquellos que por motivos ideológicos y personales tratan de llegar a unas conclusiones tomadas de antemano. Obviamente, el proceso conquistador conllevó el uso de las armas, tal y como ha ocurrido con todos y cada uno de los imperios desde la más remota antigüedad. Así ocurrió, por poner un ejemplo, cuando el Imperio Romano invadió y conquistó Hispania a partir del siglo III a.C., provocando episodios de violencia y aniquilamiento que afectaron especialmente a los celtíberos, lusitanos o astures, aunque nadie con un mínimo de sentido común puede hablar de un genocidio romano en España, ya que a pesar de los conflictos Roma nos legó su influencia y cultura, de la que somos herederos. Algo similar ocurrió con la conquista española de su imperio colonial en el Nuevo Mundo, en la que hubo sombras pero también luces; muchas luces que deberían alumbrarnos para facilitar el entendimiento entre pueblos hermanos que tanto han compartidos en los últimos quinientos años. CLÍO

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