Cien Poemas - Robert Graves

Los poemas recopilados aquí constituyen una pequeña pero representativa selección de la obra de Robert Graves, extraída

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Los poemas recopilados aquí constituyen una pequeña pero representativa selección de la obra de Robert Graves, extraída de su último volumen Collected Poems, publicado en Inglaterra en 1975. Graves ocupa una posición solitaria y única entre los poetas ingleses del siglo XX; durante más de sesenta años, como poeta practicante y dedicado a su labor, ha evitado todas las modas y movimientos poéticos y ha caminado siempre su propio camino, siguiendo la tradición

inglesa del poema lírico clásico. Él es el individuo, el forastero casi, de la literatura inglesa contemporánea. Sus libros de poemas, mucho más complejos que su obra narrativa, hacen de él uno de los grandes poetas en lengua inglesa de nuestro siglo. La selección de cien poemas que hoy ofrecemos ha sido realizada y traducida magistralmente por la también escritora Claribel Alegría (en colaboración con Darwin J. Flakoll), que tuvo la ventaja de ser vecina de Graves en el pueblecito de Deyá

y de poder consultar con él y recabar su ayuda para mejor llevar a término su trabajo.

Robert Graves

Cien poemas Edición bilingüe ePub r1.0 Titivillus 25.04.16

Robert Graves, 1981 Traducción: Claribel Alegría & Darwin J. Flakoll Editor digital: Titivillus ePub base r1.2

Para Beryl

PRÓLOGO Los poemas traducidos aquí por Claribel Alegría y Darwin J. Flakoll constituyen una pequeña pero representativa selección de la obra de Robert Graves, extraída de su último volumen Collected Poems, publicado en Inglaterra en 1975. Graves ocupa una posición solitaria y única entre los poetas ingleses del siglo XX; durante más de sesenta años, como poeta practicante y dedicado a su labor, ha evitado todas las modas y movimientos poéticos y ha caminado siempre su propio camino, siguiendo la tradición

inglesa del poema lírico clásico. Él es el individuo, el forastero casi, de la literatura inglesa contemporánea. Nació en Londres en 1895. Su madre era alemana y descendía del gran historiador alemán Leopold von Ranke, a menudo llamado el primer historiador moderno. Su padre fue Alfred Perceval Graves, uno de los dirigentes del renacimiento celta en Irlanda, presidente de la Irish Literary Society y él mismo un poeta. Graves fue a un colegio privado para recibir «a gentleman’s education», que él odiaba. Sin embargo, fue en ese colegio donde descubrió los grandes gozos de la poesía, el alpinismo y el

boxeo. Le gustaba mucho estudiar los clásicos y ganó un concurso en St. John’s College, Oxford. Antes de empezar sus estudios, se declaró la guerra contra Alemania, y Graves inmediatamente entró a servir como oficial en el regimiento del Royal Welch Fusiliers, hizo allí su entrenamiento y fue a pelear en las trincheras al norte de Francia. Fue como poeta de la guerra que primero llamó la atención del público inglés. Al igual que otros jóvenes poetas de la guerra (Isaac Rosenberg, Wilfred Owen y el amigo y compañero de batalla Siegfried Sassoon), fue un impugnador de ésta, reaccionó en sus poemas contra el

enorme horror y la inhumanidad que experimentaba. Describe sus experiencias en uno de sus mejores libros de prosa, su autobiografía (escrita en 1929 a la edad de treinta y tres años), llamada Goodbye to All That y considerada ahora como un clásico moderno y la mejor descripción contemporánea en inglés de las condiciones en que se peleaba en la Primera Guerra Mundial. En este libro habló de sus poemas de guerra: «Nosotros [Sassoon y Graves] definimos la guerra en nuestros poemas haciendo definiciones de paz. Siegfried hablaba de la caza, la naturaleza, la música y las escenas pastorales, yo casi

siempre de niños. Cuando estuve en Francia, pasaba mucho tiempo jugando con los niños franceses de los pueblos en los cuales me alojaba. Los incluía en mis poemas e incluí también mi propia infancia en Harlech (Wales)». Dichos poemas aparecieron, durante la guerra y después de ella, en tres volúmenes: Over the Brazier, Fairies and Fusiliers y Country Sentiment. Son poemas sencillos, reflexivos y nostálgicos, llenos del suave paisaje del campo inglés al estilo georgiano y llenos también de niños, como él dice. Sin embargo, en una serie de antologías poéticas publicadas en 1926, 1938, 1947, 1959, 1965 y 1975, Graves

eliminó casi todos esos poemas de juventud. Entre los pocos que dejó, Claribel Alegría y Darwin Flakoll han traducido dos: «Allie» y «Advertencia a los Niños». En julio de 1916, Graves fue seriamente herido en una pierna y en un pulmón en la batalla del Somme. Inconsciente y dándolo por muerto, lo sacaron del campo de batalla y lo llevaron en ambulancia al hospital. Advertido por los médicos de que el caso era desesperado, su jefe notificó a las autoridades y a la familia que Graves había muerto de las heridas. Pero para sorpresa de todos consiguió vencerlas y fue enviado a Inglaterra,

donde se restableció y preparó sus poemas para que fueran publicados. Pocos meses después regresó al frente, pero su salud y sus pulmones estaban tan débiles y sufría tanto de bronquitis, que el médico del ejército le ordenó: «O regresas a Inglaterra o serás juzgado por un consejo de guerra». La guerra había terminado para Graves, que decidió irse a Oxford a seguir su convalecencia y a instruir a los cadetes del ejército. Fue entonces cuando se casó con Nancy Nicholson, hija de William Nicholson, el pintor. Ella también era pintora y una ardiente feminista. Graves sufrió mucho de las neurosis producidas por la guerra: «Aún estaba mental y

emotivamente organizado para la guerra. A pesar de que compartía el lecho con Nancy, tenía la impresión de que todas las noches estallaban balas en nuestra cama; durante el día personas desconocidas asumían rostros de amigos que habían muerto en la batalla. Cuando estuve lo suficientemente fuerte para escalar la colina detrás de Harlech y visitar de nuevo mi campiña favorita, no pude menos de verla como un posible campo de batalla». Después de vivir un año en Gales, Graves por fin fue aceptado en la Universidad de Oxford como estudiante de literatura inglesa. La experiencia de Oxford le gustó

mucho, pero encontraba el curso tedioso y la seriedad de los profesores nada inspiradora. Como ejemplo típico nos cuenta esto: «Al final de mi primer trimestre, asistí al tradicional consejo universitario para rendir cuentas. El interlocutor tosió y dijo de una manera un poco bestia: “Entiendo, Sr. Graves, que los ensayos que usted escribe para sus preceptores son, por decirlo así, un tanto temperamentales. Parece, sin duda alguna, que prefiere unos autores a otros”». Graves vivía en Boars Hill, justo en las afueras de Oxford, donde vivían también John Masefield, Robert Bridges y varios poetas más con los cuales

Graves trabó amistad. Su gran amigo en Oxford fue T. E. Lawrence, «Lawrence de Arabia», por entonces miembro del All Souls’ College, que estaba escribiendo un libro acerca de las guerras árabes, Seven Pillars of Wisdom. Cuando se conocieron, Graves «no sabía nada acerca de su organización de la revuelta árabe, sus hazañas, sus sufrimientos en el desierto y su entrada final en Damasco», pero más tarde escribiría sobre todas estas cosas en su biografía de Lawrence. Graves y su mujer tuvieron cuatro hijos en rápida sucesión, dos muchachos y dos muchachas, y la pequeña pensión del ejército no les bastaba para cubrir

sus crecientes obligaciones, así que decidieron abrir una pequeña tienda de comestibles donde también vivían. Publicó otro libro de poemas llamado The Pier Glass, que muestra claramente el estado de «hechizamiento» en que la neurosis de la posguerra lo había dejado. Estaba enfermo y neurótico, después de haber vivido tanto tiempo en las terribles condiciones que ofrecían las trincheras y con un miedo constante a la muerte. Esto se reflejó en sus escritos: «Pensé que a lo mejor le debía a Nancy el ir a un psiquiatra para que me curara; sin embargo no estaba seguro. Presentía que el poder de escribir poesía, que era para mí mucho

más importante que todo lo demás, desaparecería si me dejaba curar. Mi hechizo de Pier Glass se terminaría y yo me convertiría en un escritor fácil y aburrido. Era menos importante estar bien que ser un buen poeta». Sus problemas financieros se multiplicaron, la tienda fue mal, y era demasiado trabajo para Nancy, que tenía que atender a cuatro niños, y para Graves, que quería graduarse. Cerraron pues la tienda, Graves dejó la universidad y se mudaron a una casa de campo en un pequeño pueblo cercano a Oxford, llamado Islip. Allí él decidió «abandonar todo trabajo, ver a tan poca gente como fuera posible, leer libros de

psicología moderna, aplicarlos a mi propio caso y curarme». Durante ese período, Graves escribió varios libros de prosa (The Meaning of Dreams, Poetic Unreason, On English Poetry, Another Future of Poetry y Contemporary Techniques of Poetry); en su mayor parte estos libros mostraban el aspecto psicológico de la poesía y particularmente su empleo terapéutico como «El médico de desórdenes mentales», y el aspecto sensual de la poesía: «Estaba buscando formas de capturar y mantener la atención del lector por medio de la sugestión hipnótica». Contemporary Techniques of Poetry muestra que

Graves estaba muy enterado de los experimentos que se hacían a su alrededor. Sin embargo, continuó empleando las formas tradicionales basadas principalmente en la balada y en la tradición de Skelton. Repudió la mayor parte de esas tempranas teorías, diciendo en 1938: «Todo lo que valga la pena conservar de lo que escribí entre 1922 y 1926 fue escrito a pesar de mis nuevas teorías, y no gracias a ellas». En 1925 leyó por primera vez los poemas y los trabajos críticos de Laura Riding, y él y Nancy la invitaron para que viniera a Islip desde los Estados Unidos. Se conocieron en 1926 y fue por ella, dice Graves: «que poco a poco

empecé a revisar mi actitud para con la poesía». Así empezó una amistad y un trabajo compartido que duraría trece años. Graves fue designado como Profesor de Literatura Inglesa en la Universidad del Cairo en 1926 y Laura Riding los acompañó a él, a Nancy y a los cuatro niños a Egipto. Graves encontró el trabajo fatigoso, poco satisfactorio y a veces ridículo, y decidió renunciar y regresar a Inglaterra. En Inglaterra, sin embargo, sus problemas domésticos se agudizaron, su matrimonio con Nancy se deterioró y ambos decidieron separarse; Graves viajó al extranjero acompañado de Laura Riding y resolvió no volver a

vivir nunca en Inglaterra —de ahí el título de su autobiografía: Adiós a todo eso. Su crisis doméstica pudo haber sido la provocación inmediata para dejar Inglaterra, pero ya antes había decidido que en su país había exceso de gente y que estaba demasiado mecanizado para su gusto. Viajaron a Europa y en la Haute Savoie conocieron a Gertrude Stein. Fue ella quien les recomendó Mallorca como un lugar donde vivir. Sus gentes, les dijo, son honradas y amistosas y el clima uno de los mejores de Europa. «Mallorca es el paraíso», les aseguró, «si es que pueden aguantarlo…». Se fueron pues a

Mallorca, y encontraron el pueblecito de Deyá donde decidieron establecerse. Graves construyó su propia casa con la ayuda de obreros locales, mandó a Inglaterra por sus libros y mobiliario; y aún vive allí ahora, casi cincuenta años más tarde. Deyá es un pequeño pueblo de pescadores en la rocosa costa del noroeste, rodeado y avasallado por la montaña del Teix, que tiene cerca de 1200 metros de altitud. Hay unos cuatrocientos habitantes, y casi todas las casas de piedra están construidas en la ladera de una pequeña y empinada colina situada frente a la montaña. La iglesia, con su torre baja y ancha y su

pequeño cementerio, descansa en la cumbre de la colina. Deyá es un lugar espectacular y bello; los bancales de sus grandes laderas fueron construidos hace varios siglos por los moros, para cultivar aceitunas.

El primer período de Graves en Deyá, entre los años 1929 y 1938, fue muy prolífico. Escribió seis volúmenes de poesía y cinco novelas: The Real David Copperfield (1933), I, Claudius y Claudius the God (1934), Antigua, Penny, Puce (1936) y Count Belisarius. Graves dice que escribía novelas y libros de prosa para ganarse la vida, ya

que era imposible vivir de su poesía, «pues no hay dinero en la poesía —y no hay poesía en el dinero». Su «autobiografía» de Claudius, conocido como «Claudius the Idiot», «Claudius the Stammerer» o «Clau-ClauClaudius», que se convierte en emperador de Roma a pesar suyo, está considerada como una de las mejores novelas históricas del siglo, ha sido adaptada a la televisión y es popular en todo el mundo. Además de poemas, novelas y trabajos críticos, escribió también cuentos cortos durante este período, artículos y hasta una pieza teatral. Laura Riding influyó, sin lugar a

dudas, en la poesía y en la manera de pensar de Graves. Sus poemas perdieron todas sus características infantiles y georgianas y se volvieron más controlados e intelectuales; Graves empezó a pensar de una manera distinta acerca de la poesía, la historia y las mujeres. La influencia de Laura Riding, ha dicho Graves, es sobre todo «una influencia mutua», el resultado natural de haber vivido y trabajado juntos. Escribieron dos libros de crítica (Survey of Modernist Poetry y Pamphlet Against Anthologies), y los agudos métodos críticos que emplearon en dichos libros dieron un nuevo rumbo a la crítica literaria inglesa. Ambos

empezaron también un anuario crítico que se llamaba Epilogue: A Critical Summary, que apenas duró unos pocos años. Casi todos los libros que escribieron en esa época fueron impresos en su propia prensa, instalada en su casa, a la cual nombraron «The Seizin Press». La única contrariedad seria que sufrieron durante su pacífica estadía en Mallorca ocurrió en 1936, cuando las fuerzas armadas de Italia y Alemania decidieron intervenir a favor de Franco en la Guerra Civil española, y se aconsejó a todos los súbditos ingleses que dejaran inmediatamente España para evitar incidentes internacionales.

Graves, Laura Riding y su secretario alemán fueron evacuados en un buque de guerra británico, y durante los tres años siguientes vagaron desconsoladamente por Suiza, Francia y los Estados Unidos, esperando que se les permitiera volver. Fue, sin embargo, en los Estados Unidos, donde la amistad y la asociación literaria con Laura Riding llegó a su fin. La Guerra Civil duró hasta 1939, y para entonces la Segunda Guerra Mundial era inminente, y Graves tuvo que postergar su regreso a Deyá. Cuando la guerra se declaró, él se encontraba visitando Inglaterra y se presentó como voluntario para las fuerzas de infantería, pero cuando el

gobierno le informó de que sólo se le encomendaría una «misión burócrata», él se retractó y volvió a la literatura. Tres de sus hijos sirvieron en el ejército; el menor quedó eximido debido a una sordera causada por el sarampión mal atendido en Egipto. Su hijo mayor, David, que también se incorporó a los Royal Welch Fusiliers, fue muerto en acción en Birmania en 1943.

Graves se divorció de Nancy, se casó de nuevo y tuvo otros cuatro hijos, tres varones y una niña, de su segunda mujer, Beryl Pritchard. Durante la guerra vivieron en un pueblecito de

Devonshire, en Galmpton, donde Graves escribió varios libros de prosa pero pocos poemas. En 1940 escribió Sergeant Lamb of the Ninth y el año siguiente Proceed, Sergeant Lamb, novelas históricas acerca de un miembro de los Royal Welch Fusiliers durante la guerra revolucionaria en Norteamérica. Después colaboró con Alan Hodge en una historia social de Gran Bretaña de 1918 a 1939, llamada The Long Weekend, y en 1943 escribió otro libro con Alan Hodge, un tratado de gramática inglesa y del estilo en la prosa inglesa llamado The Reader Over Your Shoulder. En el mismo año escribió otra novela histórica, esta vez acerca del

poeta inglés del siglo diecisiete, John Milton, llamado Wife to Mr. Milton. Fue hacia el final de la guerra, sin embargo, cuando Graves escribió quizá su libro más importante en prosa: The White Goddess. Este libro, en el cual prueba la existencia de una antigua fe religiosa en la Diosa y afirma que su invocación es la función de toda poesía verdadera, marcó su obra y tuvo una gran influencia en las ideas y las obras de muchos de sus contemporáneos. El tema, en pocas palabras, está basado en su interpretación de un poema galés medieval, «The Song of Taliesin», que hasta entonces se había considerado sin sentido. Se trata, según Graves, de

una serie de adivinanzas deliberadamente confusas que esconden los nombres de las letras de un alfabeto antiguo; este alfabeto, llamado el BethLuis-Nion, que era sagrado y custodiado celosamente por los poetas, servía también como calendario: las letras representaban una secuencia de árboles (ya que «árboles» en todas las lenguas celtas quiere decir letras o enseñanza), las consonantes del nombre del árbol representaban los meses de los cuales los árboles eran característicos, y las vocales representaban las estaciones trimestrales del sol. Su contrapartida en Grecia era el alfabeto órfico prefenicio y ambos alfabetos estaban asociados con

la adoración de la triple diosa lunar cuyos nombres son innumerables: es la Diosa de la Montaña adorada en el Helicón, el Olimpo y el Parnaso, es Leucothea, la Diosa Blanca, la antigua Diosa de Muerte-en-Vida, la Diosa del Amor, de la Luna y el Mar y los Arboles, es la Triple Diosa Musa y la Madre Diosa, la Creatrix Rhea. Su contrapartida en Irlanda es Brigit; en Gales, Carridwen; y en Italia, Carmenta. La Triple Diosa Musa que inspira a los verdaderos poetas fue hace mucho tiempo conquistada y relegada por el dios solar Apolo; sus nueve musas fueron transformadas en ninfas. Apolo es el dios de lo racional y lo intelectual, es

el dios civilizado y habita en el Parnaso inspirando el verso racional e intelectual. La interpretación mitológica de Graves acerca de la escritura poética propone dos categorías muy distintas de poesía: la poesía apolínea y la poesía de la Musa. «La poesía apolínea se compone en la parte delantera del cerebro: ingeniosamente debe servir a la ocasión, siempre razonablemente, siempre sobre un plan preconcebido, derivado de un conocimiento sólido de la retórica, la prosodia, el ejemplo clásico y la moda contemporánea. Lo apolíneo no permite intrusas emociones personales, ningún incidente inesperado que rompa el musical y terso fluir de su

verso. El placer que ofrece es conscientemente estético… La poesía de la Musa se compone en la parte posterior del cerebro: un producto extraño de un trance en el cual las emociones de amor, miedo, rabia o dolor son profundamente padecidas pero al mismo tiempo poderosamente disciplinadas; en el cual el pensamiento intuitivo reina supralógicamente y el ritmo personal subyuga el metro a su designio. El efecto de la poesía de la Musa en los lectores, con sus polos opuestos de éxtasis y melancolía, es lo que los franceses llaman un frisson y los escoceses grue —significando el escalofrío provocado por experiencias

terribles o supernaturales». Su tema central en este libro es, por lo tanto, la persistente sobrevivencia de la fe en la Musa entre los poetas llamados «románticos», que derivan su imaginería, ya sea consciente o inconscientemente, del culto de la Diosa Blanca. Quizá, continúa diciendo, la magia que ejercen sus poemas depende de su exactitud para describir la diosa o su presencia. Keats y Coleridge registraron su experiencia de ella en el siglo diecinueve: Sus labios eran rojos, su presencia despreocupada, sus rizos amarillos como el oro: su piel blanca como la lepra,

la pesadilla Vida-en-Muerte era ella, que espesa con frío la sangre del hombre. (El viejo Marino)

Para Keats ella era «La Belle Dame sans Merci»: Encontré a una señora en los Prados, totalmente bella, hija de un hada: su cabello era largo, su pisada ligera y extraviados sus ojos.

La Musa no es ya una deidad nacional sino personal, una para cada poeta. Para experimentar la Musa el poeta debe enamorarse de una mujer «poseída» por la Musa. Su capricho y su

crueldad es lo que tiene que sufrir a cambio de la inspiración que ella otorga en una reactualización del antiguo mito del cual Graves afirma que es el arquetipo cuyas variaciones o fragmentos son todos los poemas de amor subsiguientes. Esto es lo que quiere decir al principio de su primer poema de la Diosa Blanca: «A Juan en el Solsticio de Invierno». Sólo hay una historia, una historia sólo que merezca ser contada por ti, ya sea como bardo sabio o niño talentoso…

Esta única historia o «tema», es lo

que describe Graves en La Diosa Blanca: «… en pocas palabras es la historia antigua que se divide en trece capítulos y un epílogo, del nacimiento, la vida, la muerte y la resurrección del Dios del Año Creciente; los capítulos centrales hablan de la batalla que va perdiendo el Dios con el Dios del Año Menguante por el amor de la caprichosa y todopoderosa Diosa Triple, su madre, novia y amortajadora. El poeta se identifica con el Dios del Año Creciente y su Musa con la Diosa; el rival es su hermano de sangre, su otro yo, su sino. Toda poesía verdadera celebra algún incidente o escena en esta antiquísima historia, y los tres caracteres principales

constituyen una parte tan importante de nuestra herencia racial que, no sólo se afirman en poesía, sino que vuelven en ocasiones de fatiga emotiva en forma de sueños y visiones paranoicas… La diosa es una mujer adorable y esbelta de nariz aguileña, rostro pálido como la muerte, labios rojos como fruta de fresno, asombrosos ojos azules y cabello largo y rubio; repentinamente se transforma en marrana, yegua, perra, zorra, burra, comadreja, serpiente, lechuza, loba, tigresa, sirena o repugnante bruja. Sus nombres y títulos son innumerables. En los cuentos de aparecidos a menudo figura como “La Señora Blanca” y en religiones antiguas, desde las Islas

Británicas hasta el Cáucaso, como “La Diosa Blanca”. No puedo pensar en ningún poeta verdadero desde Homero en adelante que no haya registrado por cuenta propia su experiencia de ella. La prueba de la visión de un verdadero poeta, podemos decir, es la precisión de su retrato de la Diosa Blanca y de la isla que ella gobierna. La razón por la cual los pelos se erizan, los ojos lagrimean, la garganta oprime, la piel se eriza, y un escalofrío recorre el espinazo cuando uno escribe o lee un verdadero poema, es que un poema verdadero es necesariamente una invocación de la Diosa Blanca, o Musa, la Madre de Todo Ser Viviente, el antiguo poder de

miedo y lujuria, la araña hembra o la abeja reina cuyo abrazo es la muerte». Aunque la mayor parte de los poemas de Graves son fácilmente comprensibles para los que no han leído La Diosa Blanca, el poema que él escribió cuando nació su séptimo hijo, Juan, llamado «A Juan en el Solsticio de Invierno», es una excepción y necesita, creo, alguna explicación. El solsticio es el cumpleaños de casi todas las deidades solares: Apolo, Zeus, Dionisio, Heracles, Adonis, Hermes, el dios asirio Tamúz y los semidioses irlandeses Lugh y Cuchulain. Si es de árboles que hablas, «o de extrañas bestias que te acosan / o de pájaros que

te croan la Triple-voluntad», es porque los árboles y las extrañas y fabulosas bestias como el unicornio, la quimera, el fénix o la sirena y los pájaros proféticos como la grulla, el cuervo, el buitre o el búho, le pertenecen a ella y le son sagrados. El zodíaco en el poema simboliza el ciclo de la vida, el «nuncaalterado circuito» del destino del poeta. La Corona Boreal o Corona Borealis era originalmente la corona de la Diosa cretense Ariadna, que en el mito traciolibio que llegó a Bretaña en la Edad de Bronce, era el purgatorio donde todos los héroes solares iban después de su muerte. La Diosa en este poema toma la

forma de Afrodita, la diosa del Mar, la diosa del Amor «… mitad mujer mitad pez. En su mano izquierda lleva un membrillo frondoso…». El membrillo, un antiguo símbolo de fidelidad-en-elamor, es sagrado para Afrodita. … la inmortal serpiente incubada en el caos, cuyos anillos contienen el océano…

Esta serpiente es Ofión que, según los mitos de creación órficos y pelasgos, fue creada del caos por Eurynome, la diosa primordial de Todas las Cosas y se unió a ella para formar la tierra y el gran océano. La sexta estrofa («Cae

mucha nieve…») demuestra la notable habilidad de Graves para evocar una atmósfera de terror o misterio en una descripción del paisaje. De pasajes así él dice en La Diosa Blanca: «A veces, leyendo un poema, los pelos se erizan con una escena descrita allí aparentemente despoblada de gentes y acontecimientos, si los elementos demuestran su presencia de una manera suficientemente clara: por ejemplo, cuando los búhos ululan, la luna corre como un barco a través de una rápida nube, los árboles se mecen juntos lentamente sobre una cascada impetuosa, y se escucha el distante ladrido de los perros; o cuando el repique de campanas

en tiempo escarchado repentinamente anuncia el nacimiento del Año Nuevo». El gran jabalí salvaje al cual se refiere en la última estrofa mata prácticamente a todos los héroes solares de la mitología (incluyendo a Zeus según un relato) al final del año: «El año de la hiedra es también el año del jabalí, mata a Osiris de la hiedra, el amante de la diosa Isis. Apolo, el dios solar griego, disfrazado de jabalí, mata a Adonis, O Tamuz, el asirio, amante de la diosa Afrodita… Octubre era la estación de la caza del jabalí de los Bassarids coronados de hiedra. El jabalí es la bestia de la muerte y el otoño del año empieza en el mes del jabalí».

Este poema anuncia un nuevo período en la poesía de Graves, más rico y sutil. En «A Juan en el Solsticio de Invierno», emplea estas imágenes mitológicas con gran destreza, para mostrar la crueldad y el misterio del amor, el éxtasis y el terror inextricablemente enlazados en el mito de la Diosa Blanca. Al descubrir por sí mismo el mito de la Diosa Blanca y sus mitos periféricos, clarificando así su comprensión de la «mystique» del amor y las mujeres, Graves pudo fundir en sus poemas toda una gama de imágenes antiguas que proveen un contexto unificador y que de otra forma serían fragmentarias

presentaciones de su experiencia personal. Registra, aún ahora, su experiencia personal en los poemas — sin duda alguna, en casi todos los poemas que escribió Graves, está ahí, en el centro, y sus reacciones y emociones son siempre el tema central del poema —, no puede hacer más, nos dice; para experimentar la Musa el poeta debe enamorarse de una mujer poseída por la Musa, para que el amor personal pueda relacionarse en los poemas con algo mucho más amplio. Cuando lo entrevistaron en The Paris Review (número 47, verano de 1969) en cuanto al papel de la musa personal, Graves dijo: «Ella sirve como foco y como reto.

Da happiness (alegría). Uso aquí con precisión el inglés -hap: happening (suceso), happiness (alegría). La tranquilidad no le sirve a la poesía. El primero en emplear la Musa en el sentido de la Diosa Blanca fue Ben Jonson —después degeneró en una débil autoinspiración de poetas jóvenes».

Al final de la guerra, Graves pudo regresar a Mallorca. Él y su familia fueron maravillosamente bien recibidos por el pueblo de Deyá, donde encontró su casa, después de casi diez años de guerra, totalmente intacta, todo lo que había dejado en ella (libros,

manuscritos, platería y ropa) había sido amorosamente cuidado por la gente del pueblo. Desde la guerra, Graves «está contento de informar que muy poco de interés biográfico nos puede relatar». Continuó viviendo con su familia en Deyá, donde escribió sus libros a gran velocidad, publicando a veces hasta seis o siete títulos por año, y haciendo visitas ocasionales a Inglaterra y a América. Lo único que estorba su paz en Deyá es el turismo. Afortunadamente, las rocas de las cuales salta para nadar en la Cala de Deyá son inaccesibles para el turismo medio —y la falta de arena en Deyá es quizá lo que ha

salvado al pueblo de grupos turísticos, aunque ya hay bastantes extranjeros ricos que se han trasladado a vivir allí y han construido casas. El resto de Mallorca, particularmente Palma, ha sufrido los malos efectos del turismo. El mismo Deyá no se ha librado del todo: «El valor de los bienes inmuebles se ha elevado no sólo en un cien por ciento sino cien veces. Grandes urbanizaciones nuevas han aparecido a lo largo de la costa vecina; comerciantes pobres son ahora lingüistas prósperos y los pueblos de Mallorca casi se han quedado sin trabajadores agrícolas. En Deyá nosotros ahora (1965) empleamos gitanos de Andalucía, a precios muy

elevados, para ayudar a cosechar la aceituna; el año pasado algunos hacendados dejaron que la cosecha se pudriera en el suelo. Los bancales que se caen no vuelven a ser reconstruidos. Los olivos sirven ahora principalmente para ser convertidos en ensaladeras y cajas para los turistas. Como dijo un mallorquín: Una vez corten todos los olivos tendremos que ponerlos de plástico para que ellos los puedan admirar desde las ventanillas de sus buses». «No, nadie puede parar al progreso. Sólo se puede pasar de lado. Pero el interior de la isla que está aún sin explotar se va encogiendo a medida que

los caminos mejoran. ¿Dónde nos retiraremos?». Graves escribió eso en un libro acerca de Mallorca en 1965; desde entonces las cosas no han cambiado demasiado en Deyá, aunque hay algunas tiendas más, un banco y un hotel para los turistas alemanes e ingleses. Deyá es más próspera y por lo tanto, en cierto sentido, está más cerca de arruinarse. Grandes autobuses pasan a toda velocidad muchas veces al día, pero casi nunca paran —salvo con alguna excepción— frente a la casa de Graves, para que el guía les señale el hogar del «gran escritor americano, Robertson…». De los libros en prosa que ha escrito

desde la guerra los más importantes son: The Nazarene Gospel Restored (escrito en 1953 en colaboración con el erudito hebreo Joshua Podro), libro que reconstruye, dentro del enfoque de los modernos descubrimientos históricos y arqueológicos, el Nuevo Testamento; The Greek Myths (1955), un diccionario enciclopédico de todos los dioses y héroes griegos, incorporando las conclusiones de la arqueología moderna, y The Hebrew Myths (1964). En 1954 fue designado Clark Lecturer del Trinity College, Cambridge, y de 1961 a 1966 fue Profesor de Poesía en la Universidad de Oxford. Ha publicado esas conferencias y otras que pronunció

en los Estados Unidos, muchos ensayos y varias colecciones de cuentos. También ha sido muy celebrado por sus traducciones de algunos clásicos: El Asno de Oro de Apuleyo, El Niño de la Bola de Alarcón, Los doce Césares de Suetonio, Farsalia de Lucano, La furia de Aquiles de Homero, las comedias de Terencio, el relato de George Sand de cuando vivió con Chopin en Valldemossa (pueblo vecino a Deyá) y El Rubaiyat de Omar Khayam, que tradujo en colaboración con Omar Ali Shah de un manuscrito encontrado hace poco tiempo, cuya autenticidad se discute. Ha ganado dos medallas olímpicas

por su poesía, una de ellas la Medalla de Oro en las Olimpiadas Culturales de México en 1968. En 1960 le fue otorgada la Medalla de Oro de The National Poetry Society of America, y en 1968 la Medalla de Oro para Poesía que otorga la reina de Inglaterra. También en 1968 el pueblo de Deyá lo nombró su hijo adoptivo, lo cual él considera un gran honor. El desarrollo poético de Graves ha sido un proceso gradual pero continuo de incorporación de las imágenes de la mitología de la Diosa Blanca, dentro de un lenguaje personal en sus poemas de amor, y para usar su visión del universo, para unificar su obra. Ha escrito cada

vez menos poemas acerca de la Diosa Blanca como fenómeno mitológico y cada vez más acerca de ella como experiencia personal. Cada poema que escribe delinea sus asociaciones con ella en una u otra persona. En su discurso de «Michaelmas» en 1963 como Profesor de Poesía en Oxford, anunció una considerable evolución en su mitografía personal: la aparición de la Diosa Negra. Describió su naturaleza y la explicó a sus estudiantes de la siguiente manera: Los Fragmentos Órficos cuentan cómo la Noche dio luz al dios de Amor, Fanes, que puso al universo en movimiento. La Noche para los órficos apareció en

forma triple como Oscuridad (o, en otras palabras, Sabiduría), Orden y Justicia. En todo el Oriente la Noche era considerada como una fuerza positiva y no como una mera ausencia de la luz del día; y el negro, como un color primario y no como una ausencia de color, fue celebrado por captar las virtudes del sol más que cualquier otro color. Istar, la reina de Babilonia y virgen original del zodíaco, representada en algunas estelas desnuda y cabalgando sobre un león (un poeta), una de las formas de la Diosa Blanca, no gobernaba sola; reconocía a una hermana misteriosa, la Diosa de la Sabiduría, cuyo templo era pequeño y poco frecuentado. «… Llámenla la

Diosa Negra: “las vírgenes negras” de Provenza y Sicilia son llamadas así porque derivan de una antigua tradición de la sabiduría como oscuridad. Esta Diosa Negra, que representa una certidumbre milagrosa en el amor, ordena que el poeta que la busque debe pasar sin quejarse por todas las pruebas a que la Diosa Blanca lo pueda someter». El gozo y el éxtasis que el poeta siente cuando ella derrama su amor sobre él, Graves lo compara a un pájaro de fuego que es puesto en libertad: Y tus ojos negros de ágata, bien abiertos, reflejan

al libertado pájaro de fuego aleteando su camino por una girante avenida de azules y amarillos.

«La poesía, se puede decir, pasa a través de tres etapas distintas: primero, la iniciación al amor por Vesta en sus antiguas formas de afecto y compañerismo; luego, su experiencia de la muerte y resurrección a cargo de la Diosa Blanca, y por último la certeza en el amor, otorgada por la Diosa Negra, su más que Musa. Ella promete un nuevo y apacible vínculo entre hombre y mujer, correspondiendo a una realidad final del amor, en la cual el vínculo patriarcal del matrimonio va a desaparecer. A

diferencia de Vesta, la Diosa Negra ha experimentado el bien y el mal, el amor y el odio, la verdad y la falsedad, en la persona de su propia hermana; pero ella elige lo que es bueno, rechazando el amor de serpiente y la carne de cadáver que deleita a la Diosa Blanca. Fiel como Vesta, alegre y aventurera como la Diosa Blanca, ella conducirá al hombre de nuevo al instinto seguro del amor, que él desechó por el amor intelectual». El paisaje que enmarca este amor no está hecho de despojos helados y misterioso terror sino de gran fertilidad y profusión: … Profusas las bayas del amor,

los moteados peces, las avellanas y la hiedra blanca que tú, sonriendo a medias, confieres a tu deliciosa y ancha tierra prometida para mí, que nunca antes me atavié con festivas plumas. (La Diosa Negra)

En la entrevista de la Paris Review, el entrevistador observó que no sólo Graves había llegado tarde al amor en su poesía, sino que sus poemas de amor cobraban intensidad mientras más viejo se volvía: «GRAVES: Me acerco cada vez más al centro del fuego, por decirlo así… Uno llega al fondo de la cosa con una serie de

experiencias que tienen el mismo diseño pero distintos colores. ENTREVISTADOR: En otras palabras, usted no aprende nada nuevo, pero llega a una comprensión más honda. GRAVES: Sí, una comprensión de lo que son las ordalías del poeta. Los poemas de amor deben ser rebotados desde una luna. Las lunas varían. Ame a una mujer-musa diferente, y recibirá un poema diferente».

Las mujeres poseídas por la Diosa Negra que inspiraron su nueva poesía produjeron por cierto una poesía distinta en él: la recompensa de la agonía sufrida por la Diosa Blanca, es una poesía mucho más calma y plácida:

Ahora por fin, hondo en el sueño, transportado a su jardín de rosas en la alta colina, seguro de que allí ella no te podrá negar ningún privilegio merecido, por más discutible o nuevo que éste fuera. («Tres veces enamorado»)

Graves ha alcanzado contentamiento poético en el amor; ya no se queja: «¿Debo forzar la pluma hasta que brote sangre de mis uñas / y me falte el aliento y tiemble de fiebre?». En 1969, en su libro de ensayos llamado Difficult Questions, Easy Answers, describe su paraíso personal como nada más que una celda desnuda en el castillo de la Musa,

donde él puede sentarse y escribirle poemas «nutriéndome a todas horas de verdadera magia / destilada de la poesía —tal amor siendo sagrado / y su ruptura más allá de toda absolución». («Verdadera Magia»). Los poemas del período de la Diosa Negra son casi todos más alegres, más personales y más emotivos que sus anteriores poemas de amor, y despliegan en todo su esplendor su habilidad técnica: Graves ha sido siempre más perfeccionista que innovador o experimentador y ha llevado a la perfección el arte miniaturista del amor lírico. A pesar de su intensidad emotiva sus poemas son siempre muy

disciplinados y elegantes, no hay sentimentalismo ni pensamientos desordenados, sino gran claridad, discernimiento y pasión. Al principio del primer capítulo de La Diosa Blanca, Graves explicó su actitud hacia la poesía y los poetas: «Desde que tenía quince años, la poesía ha sido mi pasión dominante, y jamás me he comprometido con un trabajo o entablado relación alguna que fueran incompatibles con los principios poéticos, lo cual me ha ganado algunas veces la reputación de excéntrico. La prosa ha sido mi manera de ganarme la vida, pero la he usado como un medio para afilar mi sentido de la totalmente

distinta naturaleza de la poesía, y los temas que elijo están siempre vinculados en mi mente con grandes problemas poéticos. A los sesenta y cinco años de edad todavía me divierte la paradoja de la obstinada continuidad de la poesía en la presente fase de la civilización. Pese a que está reconocida como una profesión liberal, es la única para cuyo estudio no hay academias abiertas y en la cual no existe medida alguna, por basta que sea, por medio de la cual se pueda medir la pericia técnica. Los poetas nacen, no se hacen. La deducción que se espera que uno saque de esto es que la naturaleza de la poesía es demasiado misteriosa para ser

examinada: es, sin duda, un misterio más grande que la misma realeza, ya que los reyes se hacen tanto como nacen y las expresiones que se citan de un rey muerto tienen tan poco peso en el púlpito como en el bar. La paradoja puede explicarse por la sensación de que la poesía, ya que desafía el análisis científico, debe tener sus raíces en alguna suerte de magia y la magia está desacreditada. La sabiduría poética europea está, sin duda, finalmente basada en principios mágicos, cuyos rudimentos formaron un apretado secreto religioso durante varios siglos, pero que al final se pervirtieron, quedaron desacreditados y olvidados. Ahora, sólo

por raros accidentes de regresión espiritual los poetas consiguen que sus versos tengan potencia mágica, en el sentido antiguo. De otra manera, la práctica contemporánea de escribir poemas recuerda los experimentos fantásticos y precondenados del alquimista medieval cuando quería transmutar metal ordinario en oro; salvo que el alquimista al menos reconocía el oro puro al verlo y al tocarlo. La verdad es que sólo el mineral de oro puede convertirse en oro; sólo la poesía en poemas. Este libro [La Diosa Blanca] se refiere al redescubrimiento de los rudimentos perdidos y a los principios activos de la magia poética que los

gobierna». En sus «Clark lectures» en la Universidad de Cambridge, habló de lo que llamó el «privilegio cumbre» del poeta: «… Esto es, su calidad de miembro de una profesión totalmente anárquica. No hay escuela de arte que le garantice diplomas; no hay academia real que califique su capacidad técnica; no hay autoridad constituida que le aplique una disciplina. Su única responsabilidad es con la Musa, una patrona severa que nunca está satisfecha con ninguna obra que se le ofrezca. El poeta hablará sin ambages acerca de la poesía, sin ningún rodeo cortés (a menos de cometer una traición o de incurrir en

una calumnia obscena), pero permanece siempre en una minoría de uno, a menos que rompa con la tradición poética organizando un grupo, capilla o movimiento al estilo continental». Graves siempre ha sido el forastero de la poesía inglesa del siglo XX; ha evitado juntarse con cualquiera de sus contemporáneos o adherirse a sus movimientos; ha manifestado muy poco interés por la obra de Yeats, Eliot, Pound, Auden o Thomas; ha mantenido su individualidad absoluta, ha evitado siempre lo que él llama «el cómodo lugar de descanso» y no ha aceptado vínculos que pudieran dañar su independencia crítica, impedirle decir la

verdad acerca de cualquier cosa o forzarlo a hacer nada que fuera ajeno a su esencia. Esto es lo que él quiere decir con probidad poética y, como W. H. Auden escribió una vez acerca de Graves: «Ningún poeta ha estado más preocupado que Graves por la probidad poética, por ser auténtico, cueste lo que cueste, para con su verdadero yo». PAUL O’PREY

RECONOCIMIENTOS Deseamos agradecerle a Cassel & Co. Ltd., London, el permiso para utilizar la gran mayoría de los poemas aquí incluidos, que fue ron seleccionados de Robert Graves - Collected Poems (1975), así como también a Chatto & Windus Ltd., London, por su permiso para utilizar «The Last Post» y «Recalling War», extraídos de Men Who March Away - Poems of the First World War, por I. M. Parsons. Por último queremos agradecerles especialmente a Lucía Graves y a Aurora Bernárdez sus valiosas

sugerencias y la revisión final de las traducciones.

But this is truth written by you only, And for me only…

ALLIE

lie, llama a los pájaros, a los pájaros del cielo! ie llama, Allie canta y ellos bajan imero llegaron s palomas blancas, luego un gorrión desde su nido, spués una gallinita enana y cloqueadora y por último el petirrojo.

lie, llama a las bestias, a todas sin excepción! ie llama, Allie canta y ellas acuden corriendo. imero llegaron s corderos negros, luego una gruñona cerda de Berkshire, spués un perro sin rabo y por último una vaca blanca y colorada.

lie, llama a los peces, a los peces del río! ie llama, Allie canta y ellos se acercan nadando. imero llegaron s peces dorados,

un pececito de río y un gobio, go una multitud de pequeñas truchas y las anguilas por último.

lie, llama a los niños, llámalos del campo! ie llama, Allie canta y ellos acuden deprisa. imero llegaron más y Margarita, luego Kate y yo y nunca olvidaré mo jugamos a la orilla del agua hasta esa puesta de sol en abril.



EL ESPEJO CANDELABRO

rdida casa solariega donde camino siempre mo un fantasma, aunque en carne y sangre de mujer. biendo tus anchas escaleras, subiendo con abiertos dedos eslizándome resuelto por tus corredores go por costumbre nocturna a este cuarto, n en sofocantes mediodías llego ado por el hilo del recuerdo en tiempo hundido.

cío, salvo la gran cama ceremonial bierta por mohosas cortinas que sesgadas cuelgan n teatro de títeres donde un maligno capricho ebla del miedo los bastidores). A mi derecha nde un cordón deshilachado pronto eclamar de los sombríos áticos servicios de fantasmas más viejos; aquí, a mi izquierda, adusto espejo-candelabro, rajado de lado a lado, niega a mostrar el rostro (como los espejos nuevos) n un falso sonrojo, lo muestra melancólico

álido, como se vuelven los rostros que se miran en espejos. o hay vida, nada salvo la delgada sombra l mudo presentimiento? ¿Nunca una rata entre los muros yendo un mendrugo? ¿O en la ventana a mosca, un moscardón, una araña famélica? s ventanas enmarcan un panorama de cielos fríos medias fundidos con el mar, como en el albor de la creación— stracto, confuso oleaje. Vuélvete, jor escudriña en el espejo una vez más, toma nota ti, los labios grises y el pelo largo en

desorden, os fijos, con sueño. Ah, espejo, por amor de Dios me una señal de que aún permanece allí mota —más allá de este misterio isleño, entras sea de este lado de la Esperanza, en alguna parte, riachuelos, en pastos montañosos y soleados— verdadera vida, el natural respiro y no este fantasma.



EL TOQUE DE QUEDA

trompetero lanzó una llamada de alto romance— Apaguen las luces! ¡Apaguen las luces!» a la plaza desierta: las finas notas de bronce arrojó una oración, ios, si es esto para mí la próxima vez en Francia… otege a la trompeta fantasma mientras yazgo erto en gas y humo y estruendo de rifles, erto en una fila con los otros heridos,

posando muy rígido y quieto bajo el cielo, gres jóvenes fusileros, demasiado buenos para morir». música cesó y el resplandor rojo del ocaso sangre en su cabeza mientras continuaba ahí.



ADVERTENCIA A LOS NIÑOS

ños, si os atrevéis a pensar la grandeza, la rareza, la demasía, escasez de este precioso, único nfinito mundo en el cual decís bitar, pensad en cosas así: oques de pizarra circundando manchas as y verdes, circundando redes arillo leonadas, circundando blancas egras superficies de dominó nde un pulcro paquete de papel marrón invita a que desates el cordel. el paquete una pequeña isla,

la isla un gran árbol, el árbol una fruta cascaruda. ranca la corteza y hiende la piel: la semilla verás oques de pizarra circundados por manchas as y verdes, circundadas por redes arillo leonadas, circundadas por blancas egras superficies de dominó, nde el mismo paquete de papel marrón— ños, no toquéis el cordel! ien se atreve a desatar el paquete encuentra de súbito dentro de él, la isla, en la fruta, oques de pizarra rodeando su cabeza, encuentra circundado por manchas

rdes y rojas, circundado por redes arillo leonadas, circundado por negras lancas superficies de dominó, n el mismo paquete de papel n sin abrir en sus rodillas. i entonces se atreve a pensar la escasez, la demasía, la rareza, grandeza de este infinito, único recioso mundo en el cual dice bitar —entonces desata el cordel.



MORIRÍA POR TI

oriría por ti o tú por mí, son de violentos nuestros celos— i dudas que digo la verdad tame sin tardanza, a menos que yo te mate.



LA TELARAÑA FRESCA

s niños son mudos, no dicen qué caliente es el día, é caliente el perfume de la rosa de verano, é temibles los negros vacíos del cielo de la tarde, é temibles los altos soldados marchando al tambor.

ro nosotros tenemos palabras para enfriar al colérico día,

alabras para mitigar el cruel perfume de la rosa. njuramos a la noche amenazante, njuramos a los soldados y al miedo.

y una fresca telaraña de palabras que nos enreda, ye del excesivo gozo o del miedo excesivo: s volvemos verde-mar al final y fríamente morimos salumbre y volubilidad.

as si dejamos nuestras lenguas sueltas, rojando palabras y su abrazo de agua, tes de nuestra muerte, en vez de cuando

llegue, rentándonos al ancho resplandor del día infantil, rentándonos a la rosa, al cielo oscuro, a los tambores, duda nos volveremos locos y así moriremos.



SIN RUMBO

minar sin rumbo descuidado y seguro, minar solo por las colinas no me fue nunca fácil.

arrojaba al aire una hoja, una ramita, ya caída pudiese ser profética apuntando «ahí»,

ien, supersticioso, me desviaba apenas

una segura dirección pero sin extraviarme,

mpezaba a subir la cuesta que otras veces día sin rumbo o no había eludido,

lamaba de acompañante a un fantasma sin ojos uiendo su no rumbo hasta que mis pies me perdían.



EL CASTILLO

uros, montículos, circundantes arrugas oscuridad, luz de luna en hierba seca. minando este patio, desvelado, con fiebre; culando emplear —pero por definición hay salida, no hay salida— calas de cuerda, andamiaje, poleas, cohete silbando sobre muros y foso— quinas fáciles de improvisar. No hay escape, da parecido; soñar con dimensiones nuevas, mpear el jaque mate pintando el manto del rey

ra que se deslice como reina; ritar «¡pesadilla, pesadilla!» mo un cadáver en el foso de la cólera jo una carga de cadáveres; olpearse la cabeza contra estos muros ciegos, rar al calabozo, atormentar los ojos n fantasmas encadenados de dos en dos olverse frenético de miedo— rir y despertar transpirando a la luz de la luna el mismo patio, desvelado como antes.



LAS PIERNAS

bía este camino, ubía la colina ajaba la colina lrededor y adentro y afuera.

l tráfico eran piernas, rnas de la rodilla para abajo, ndo y viniendo detenerse nunca.

as cloacas gorgoteaban n el desborde de las lluvias,

as varas en el pavimento lpeaban ciegas, golpeaban.

que impulsó a las piernas ese interminable, gustioso, insensato stino de ser piernas.

ernas para el camino, mino para las piernas, initivamente a ninguna parte ambas direcciones.

s piernas por lo menos participaban en la huida:

bre la hierba a la orilla del camino aba yo de cuerpo entero,

rando pasar las piernas e no se detenían siquiera un tropiezo re pisada y pisada.

nque mi sonrisa era amplia, piernas no pudieron ver, nque mi risa era fuerte, piernas no pudieron oír. cabeza se aturdió: pregunté de repente

yo también sería un caminante las rodillas para abajo.

idadosamente toqué mis tibias. duda las desencadenó: rrieron por veinte charcos tes de yo recuperarlas.



EN IMÁGENES ROTAS

es rápido, piensa en imágenes claras; soy lento, pienso en imágenes rotas.

se vuelve obtuso, confía en sus imágenes claras; me vuelvo agudo, desconfío de mis imágenes rotas.

nfiando en sus imágenes, él da por hecho su acierto; sconfiando de mis imágenes, yo dudo de

su acierto.

ndo por hecho su acierto, él da por hecho el hecho; dando de su acierto, yo dudo del hecho.

ando el hecho le falla, él duda de sus sentidos; ando el hecho me falla, yo apruebo mis sentidos.

continúa rápido y obtuso en sus imágenes claras; continúo lento y agudo en mis imágenes rotas.

en una nueva confusión de su entendimiento; en un nuevo entendimiento de mi confusión.



FRAGMENTO DE UN POEMA EXTRAVIADO

h el momento claro, cuando desde la boca a palabra vuela, circulando entre amigos inmediato; o cuando un amoroso regalo nos asombra mo el deseo idéntico más cerca al corazón; uando una piedra, lanzada con peligro imprevisto, lpea en el hocico a la bestia rabiosa!

omentos en nunca…



RECORDANDO LA GUERRA

ridas de entrada y salida relucen como plata, rastro duele sólo cuando la lluvia evoca. rengo olvida su pierna de madera, manco su articulado brazo de madera. ciego mira con sus oídos y sus manos nto o mejor que una vez con ambos ojos. guerra fue librada hace veinte años sume ahora el paisaje natural del tiempo, mo cuando el viajante matutino se vuelve y mira

s salvajes tropiezos nocturnos, cincelados en la colina.

ué es entonces la guerra? No mera discordia de banderas o infección del cielo cotidiano e se curvaba aciago sobre la tierra se a que la estación era el más aireado mayo. cía presión el cielo, y nosotros, oprimidos, mostramos gua jactanciosa, puño cerrado y valiente verga. s enfermedades comunes no estaban de moda, nuevo era joven la muerte: sola dueña

la muerte saludable, del prematuro espasmo del destino.

miedo hizo buenos compañeros. Enfermos de delicia r el descubrimiento de la brevedad de la vida, estra juventud devino toda carne y renunció a la mente. nca hubo tal antigüedad de idilio, sabrosa miel fluyendo del corazón. jas importancias volvieron nadando— o, carne, fuego de leña, un techo sobre la cabeza, arma en el muslo, cirujanos disponibles. sta hubo otra vez una función para Dios

— a palabra de rabia cuando faltaban carne, vino, fuego, ando dolían las heridas más allá de toda cirugía.

erra era la vuelta de la tierra a la horrible tierra, erra era el fracaso de sublimidades, inción de todo feliz arte y fe r las cuales el mundo había aún resistido, la cabeza en alto, ofesando lógica o profesando amor, sta que el insoportable momento golpeó — oculto grito, el deber de volverse locos.

ecordamos las alegres costumbres de los cañones rdisqueando los muros de fábricas y templos mo un niño la corteza de un pastel, derribando arboledas mo un niño dientes de león con una vara. s ametralladoras suenan como juguetes desde una colina, en en fila los valientes soldados de plomo: cuadro para ser recordado en días maduros ando sabiamente consagramos el futuro isiones aún más fatuas de desesperación.



WM. BRAZIER

final de la calle Tarriers, que era la calle e nosotros los niños preferíamos r los viejos olmos que brotaban del pavimento us ondulaciones, mientras las otras calles eran rectas empre, en el farol a la vuelta de la esquina aban esos peleadores y esas mariposas y todos los de en medio smeando las últimas novedades), ía Wm. Brazier, con un letrero dorado, eshollinador Experto». Tenía manos

negras, tro negro, ropa negra, cepillos negros y dientes blancos; tineaba por el pueblo en una carretilla, l nombre del caballo era Hollín y Hollín era negro. ro los adornos de bronce en la carreta, las correas la montura negra de Hollín, el extremo del látigo negro laban y brillaban como los botones de un soldado. o era lindo? Y cuando le hacíamos burla: Hola, Wm. Brazier! ¡Wm. Brazier cara sucia!», hacía chasquear su látigo, nos sonreía y

con voz de trueno: ola, queridos», decía (sólo si estaba borracho, de lo contrario: Lárguense de aquí hijos de putas baratas!»).

jemos que lo copien en una página rosa de sus álbumes, dadosamente omitiendo las líneas entre paréntesis. una vieja historia ro digna de ellos, los peleles.



INCIDENTE GALÉS

ero eso no fue nada comparado con las cosas que salieron las cavernas marinas allí por Criccieth». Qué eran? ¿Sirenas? ¿dragones? ¿fantasmas?» ada parecido a esas cosas». Qué eran entonces?» «Toda una gama de cosas raras, sas de las que nadie ha escrito, que nunca se han visto o escuchado, y extrañas, nada galesas, cosas totalmente

culiares. Oh, eran tan reales que podían tocarse alguien se hubiera atrevido. Maravillosa creación, riadas formas y tamaños y no tamaños, das nuevas, cada una perfectamente distinta de su vecina, esar de que todas salieron juntas moviéndose despacio». escribe sólo una». «No puedo». Cómo eran sus colores?» «Casi todos colores sin nombre, ores gratos de ver; pero una era lila uizá más carmesí, pero no morada. gunas no tenían color».

«Dime, ¿tenían piernas?» i una pierna ni un pie entre esas que vi». ero ¿salieron esas cosas en algún orden? ué hora era? ¿Cuál el día de la semana? uién más estaba allí? ¿Cómo era el clima?» eso iba. Eran las tres y media martes de la última Pascua. El sol brillaba. banda municipal de Harlech tocaba Marchog Jesu treinta y siete instrumentos resplandecientes, cían una colecta de fondos para el hospital Caernarvon. s poblaciones de Pwllheli, Criccieth, rtmadoc, Borth, Tremadoc,

Penrhyndeudraeth, aban reunidas. El alcalde de Criccieth se dirigió a ellas mero en buen galés y luego en fluido inglés, roscando en los dedos su cadena ministerial, ndo a las cosas su bienvenida. Salieron a la arena seguir el ritmo de la banda, moviéndose hacia el mar silencio, a paso de caracol. Pero al fin más extraña, la más indescriptible de las cosas e casi ninguno vio, tan asombrados estaban, o algo reconocible como algo».

ueno, ¿qué?» «Hizo un ruido». «¿Un ruido aterrador?» o, no». «¿Un ruido musical? ¿Un ruido de pelea?» o, un ruido fuerte y respetable mo gruñendo para sí en la capilla domingo en la mañana, poco antes del segundo salmo». Qué hizo el alcalde?» «A eso iba».



A PRIMERA VISTA

mor a primera vista», dicen algunos, equivocando descubrimiento del desamparo gemelo nte al enorme arrastre de la procreación.

ro ¿amistad a primera vista? Esto también gancha ferozmente al sorprendido corazón as mejillas palidecen y se sonrojan luego.



SÓLO CON SUS LABIOS

ta mujer honesta, desafiada en el ocaso nto al portón del jardín, quizá bajo la luna, endo a madreselvas, se atrevió a negar amor a un ardiente amante: sólo con sus labios, con su corazón. No había cita previa, gida de sorpresa, ¿qué más pudo decir? r los niños, fue venial la mentira; or los niños», luchó con su conciencia.

ro una mentira mortal debe seguir antes del alba: safiada como siempre en su propio lecho, declara su amor a un esposo apremiante, con su corazón, sólo con sus labios; or los niños», lucha con su conciencia, or los niños» —repentinamente se vuelve fría hacia ellos.



LOS CORREDORES DE BEDLAM

evenido de su locura: ntro de tres días, al crepúsculo domina el ataque.

ómo aguantar esos días? revenido es pre-loco) —Normalmente, normalmente».

urmurará con los niños,

cutirá con los mayores, isará la cuenta.

Me volveré loco ese día—» chismes, la discusión, pulcra entrada marginal.

caso no es infrecuente, pronuncian los médicos, ro no recetan.

r loco no es fácil, enas le valdrá nicho en las noticias.

que mañana, niños, ñana o el próximo día mite de la empresa.

ambición de muchacho a llegar a artista— mo cualquier funcionario de la City.

os muros y los corredores de Bedlam artista es bienvenido— ncel valiente y paleta llena.

ravés de las rejas de su celda servará a sus niños y venir de la escuela.

Dejad que los niños acerquen hacia mí n su melena descuidada!»

a historia especial ra sus amigos especiales— allan en el relato:

algo perverso, armado, lpeteando la puerta, lpeteando el suelo, n el tercer día, al crepúsculo».

dre en mangas de camisa andiendo un hacha—

orran, niños, corran!

die pudo detenerlo, die comprendió; n los periódicos de la tarde…

minente genio, oblemas en la oficina, rmalmente, normalmente mo si ya loco fuera).



ÉPOCAS DE JURAMENTOS

contrar un tulipán medio de primaveras silvestres de túmulos silvestres, n huevo de cuco en un nido de mirlos, n hongo gigante, una cesta entera— as memorables proezas de la niñez! ce tiempo, junto a los terraplenes, excavando en la tierra, vara sacó a luz una cuenta de ámbar romano…

extraviado, lo extravagante, lo indescifrado atraía: para cuadros simples no tenía el ojo. uré obediencia entonces o inusitado y no (como pensaba) a la verdad?— Me convertí en virtuoso, y esto también, s tarde, de cuadros simples, al cansarme unicornios y ponzoñas?

lvidé cómo saludar con sencillez e cuadro especial, cómo conocer profundamente placer compartido por corazones rectos? tiene esto que empezar de nuevo, con

juramentos bre el libro verdadero, en el nombre verdadero, tamudeando ahora mi alabanza de ti, mo un muchacho que confiesa su primer amor?



NUEVAS LEYENDAS

tisfecho de ti, drómeda serena, ñora del aire y el océano e cada dragón llameante, cadenado a ningún abismo, pedir rescate de mí.

tisfecho de ti, alanta loca, linándote sin pausa, mpre adelante,

solviéndome de rivalidad.

tisfecho de ti e conseguiste maravillar al rey Proteo, mostrándole unidad s allá de toda variedad.

tisfecho de ti, obe sin hijos, calamidad.

tisfecho de ti, lena, demoledora de la belleza.



EL CLIMA DEL PENSAMIENTO

clima del pensamiento pocas veces se ha descrito. es el terror de la escarcha caucasiana, ese cavilante calor hindú ra el que un taparrabos y un plato de arroz anza hasta que llega el pestilente monzón. ro, sin invierno, la sangre se adelgazaría; sin verano, los hogares arderían demasiado.

el pensamiento las estaciones coinciden.

pensamiento tiene un mar al cual mirar, sin viajar; inas para quebrar el borde de un cielo blando, e no deben escalarse en busca de un paisaje aún más blando, cos pájaros, lo bastante para los gusanos yo destino no es volverse mariposas; cas mariposas, lo bastante para las flores e son el lujo de un huerto henchido; gunas veces, viento, en las chimeneas del

atardecer; via en el techo del alba, en la mirada adormecida; yas de nieve en la cumbre de la colina, alimentando tierno arroyo a la entrada del valle e reverdece el valle y parte los labios; sol, simple como un vecino del campo; luna, grandiosa, sin nubes que la adornen.



NO MÁS FANTASMAS

lecho patriarcal de cuatro postes e era refugio de fantasmas arrastrado del desván oscuro onvertido en muebles sanos para cuartos sanos,

nde ellos (los fantasmas) confusos, engañados, descarnados, idándose de cómo suspiraban y pecaban, pueden disturbar nuestro metódico

reposo vo como el polvo de verano que incita a la nariz a estornudar.

mos vuelto a los días fáciles, nos hemos liberado los calambres de la oscura necesidad, os reconocemos el uno al otro r un inmediato amor que les hace guiños a nuestros ojos.

ngún fantasma nuevo puede aparecer. Su pobre causa a que el tiempo se hiela y el tiempo se deshiela; ro aquí sólo pueden durar aquellos

amores e no cabalgan sobre los tiempos del pasado.



LOLLOCKS

r pereza, en dolor concebidos, os Lollocks de facciones polvosas cen al fondo gavetas desordenadas.

egan al escondite re cuellos y novelas rascos vacíos de medicinas, artas del extranjero e nunca serán contestadas.

da noche sofocante

lestan a los niños, rgoteando desde las cisternas, mbando desde el aire, sordenando la ropa de cama, cudiendo las persianas.

ando los viejos imbéciles dan mucho en morir a enfermera dormita, Lollocks suben saltando r las andrajosas escaleras untos hacen picardías la sombra del lecho.

s signos de su presencia n barros en la nuca,

lestos sueños recordados de pronto medio de la mañana, nguidez después de las comidas.

s hombres no pueden verlos, hombres no pueden oírlos, creen en ellos— ro debido a eso sufren más la nuca y en el vientre.

s mujeres pueden verlos— esas perversas mujeres e se sientan junto al fuego scando pan y miel, rándolos hacer travesuras reojo,

ándolos, a escondidas, que les laman dedos pegajosos de miel.

alibles contra los Lollocks n la escoba dura y la escoba blanda, ra peinarse bien el pelo, ra cepillar bien el zapato, agar las deudas da vez que se vencen.



EL SUICIDA EN EL MATORRAL

suicida, lejos de alegrarse, ró con asombro su destrozado cráneo: ue eso lo que quiso?

o había sido su intención erarse de inoportunos y de deudas n un cambio de escena?

alguna parte llegó un retumbo de risa: bía aparecido así el día de su boda, l día siguiente.

había dónde ir, nguna diversión salvo la literatura e los vientos pudieran soplar

ntro del matorral donde yacía su cuerpo: a página deportiva de hacía un año, arrugado ensayo de escolar.



LA PLAYA

ás fuerte que las gaviotas gritan los niños rastrados por sus padres a la espuma jovial, entras otros, sin miedo, se abalanzan hundiéndose hasta el pecho, ndo el agua salada de sus bocas— roes del parvulario.

barquero calloso que ha visto ballenas eces voladores, que ha navegado hasta lugares tan remotos mo Demerara y la Costa de Marfil,

advertirá, cuando se apretujen alrededor para oír su cuento, e todos los océanos huelen a alquitrán.



LA PUERTA

ando ella entró súbitamente reció que la puerta no volvería a cerrarse, a ni siquiera la cerró —ella, ella— cuarto quedó abierto a un mar visitador e ninguna puerta podía frenar.

n embargo, cuando al fin sonrió, ladeando la cabeza ra decirme adiós, í donde antes sonrió, bía una puerta oscura cerrándose sin fin,

olas se alejaron.



A LUCÍA, AL NACER

nque la luna sonriendo maternal y blanda te saluda a ti, entre el enjambre de los recién nacidos, n un «bienvenida al mundo», recuerda sin embargo que su lujurioso y pálido unicornio l león sanguinario están sueltos a sus costados: con estrépito de huesos y tantarará de cuernos rumboso cortejo cabalga por la tierra—

peste en la carretera, incendio en el maizal.

oz sociedad en la que has nacido, lunáticos de una era real ya desaparecida. lcula pues el tiempo por lo que eres y haces, no por las épocas de la guerra que ellos riegan. Escucha cómo braman, pero no hagas caso. da los cambiará, no dejes que a ti te cambien.



ELLA CONFIESA SU AMOR MIENTRAS ESTÁ MEDIO DORMIDA

a confiesa su amor mientras está medio dormida, en las horas oscuras, con medias palabras, en susurros: entras la tierra se mueve en su sueño invernal y hace germinar a la hierba, a las flores a pesar de la nieve, a pesar de la nieve que cae.



TESEO Y ARIADNA

o en su sofá labrado más allá de las olas eña, recordando en el sueño su firme caminar r senderos de nácar bordeados de flores, ravés de la sombría grama bajo las viñas. spira: «Profundamente hundido en mi pasado erróneo a vaga por las ruinas, los asolados céspedes».

n embargo, ilesa, la mansión se mantiene cida por el tiempo, avasallada por los

pinos nde por vez primera él se fatigó de su constancia. lla va con paso más seguro que cuando miedo a su odio era trueno en el aire, ando los pinos agonizaron con ráfagas de viento as flores la miraban con frenéticos ojos. l, ahora que todo ha concluido, ella nunca le sueña, s invoca una bendición viviente sobre todo aquello e él supone ser ripio y mala hierba; gando a ser la reina para huéspedes más nobles.



A JUAN EN EL SOLSTICIO DE INVIERNO

lo hay una historia, una historia sólo e merezca ser contada por ti, sea como bardo sabio o niño talentoso; lla pertenecen todas las líneas o los objetos triviales e estremecen con su brillo historias corrientes en que se extravían.

s de árboles que hablas, de sus meses y

virtudes, e extrañas bestias que te acosan, e pájaros que te croan la Triple Voluntad? es del zodíaco, de cómo gira lento jo la Corona Boreal, sión de todos los reyes verdaderos que han reinado?

ua al agua, arca de nuevo al arca, mujer otra vez a mujer: e cada nueva víctima camine sin vacilar nunca alterado circuito de su destino, yendo doce semejantes como testigos su ascenso estrellado y su estrellada caída.

es de la plateada belleza de la virgen, tad mujer mitad pez? su mano izquierda lleva un membrillo frondoso, entras con la derecha curva sonriente un dedo. ómo puede frenarse el rey? n realeza entonces cambia vida por amor.

es de la inmortal serpiente incubada en el caos, yos anillos contienen el océano, ntro de cuyas fauces con espada desnuda salta, uego en agua negra, enredándose en los

juncos, talla tres días con sus noches, ra ser arrojada junto a su playa de conchas?

e mucha nieve, los vientos braman cavernosos, ula el búho desde el saúco, miedo en tu corazón implora el cáliz de amor: lor al dolor mientras las chispas se alzan. leño se queja y confiesa: o hay una historia, una historia sólo.

bita en su bondad, habita en su sonrisa,

olvides las flores e el gran jabalí pisó en tiempo de la hiedra. frente era cremosa como la cresta de la ola, s ojos gris-mar eran salvajes ro nada se promete que no sea cumplido.



SIROCO EN DEYÁ

rece tan extraño, sin embargo, que justo; mar como un gato frotado a contrapelo, entras el siroco con su sabor a horno furiosas vueltas alrededor del pueblo desde todas direcciones —caliente como una pistola barata») rancando aceitunas verdes de las ramas volcadas, ostando las rosas, cegando los ojos con arena; entras pérfidas lenguas en los pequeños cafés n las cerradas casas de piedra pican difamación, incitan, invitan

os cuchillos a consumar sus crímenes… ra hacia arriba, una gran nube gris cavila indiferente la cima de la montaña, trescientos metros sobre nuestras cabezas, móvil y túrgida, ocultando el sol, sde allí nos sonríe burlón un diablillo arrogante: ólo un viento local, ¡no es mi mensajero!»



DESDE LA EMBAJADA

un embajador de Otra Parte ra los estados desunidos de aquí y allá zo (como dice la frase) privilegios extraterritoriales. n aquís y allás infrecuentemente llego a las manos ecesito como una vez proteger con sacos de arena todas mis ventanas.

ese a que la moneda de Otra Parte puede ser aún cotizada oficialmente,

cuentro menos obstáculos ahora con el cambio. siquiera mi atuendo se considera extraño, ímidas preguntas literarias gan por el correo y por la puerta de atrás.



LA DIOSA BLANCA

dos los santos la denigran, y todos los hombres cuerdos bernados por la regla de oro del Dios Apolo, menosprecio de la cual nos hicimos a la vela para encontrarla regiones distantes donde más probablemente se halle, uien por encima de todas las cosas deseábamos conocer: rmana del espejismo y del eco.

e una virtud no quedarse,

guir nuestro obstinado y heroico camino scándola en la cima del volcán, re hielo apretado o allí donde la pista se había borrado s allá de la caverna de los siete durmientes: ya ancha y alta frente era tan blanca como la de cualquier leproso. yos ojos eran azules, con labios como bayas de fresno, l cabello de miel ondulante cubriendo sus caderas blancas.

a verde savia primaveral agitándose en el bosque joven prepara a celebrar a la Madre Montaña,

da pájaro cantor trinará un rato para ella; ro a nosotros se nos ha dado, aún en noviembre, estación más cruel, tal agudo sentido su magnificencia desnuda e olvidamos la crueldad y la traición pasadas, importarnos dónde puede caer el próximo rayo.



EL CANTO DE BLODEUWEDD (Reconstruido del deliberadamente confuso poema medieval «Câd Goddeu», en el Red Book of Hergest, considerado hasta ahora como disparatado).

de padre ni de madre mi sangre, fue mi cuerpo. i embrujado por Gwydion, mer hechicero de los bretones, ando de nueve capullos me formó, nueve botones de varias clases:

prímulas de la montaña, ama, barba de cabra y cizaña, todos entretejidos, la alubia llevando en su sombra espectral ejército de tierra, de terrosa especie, capullos de ortiga, ble, espinosa y tímida castaña— eve fuerzas de nueve flores, nueve fuerzas en mí integradas, nueve botones de planta y árbol rgos y blancos son mis dedos como la novena ola del mar.



INSTRUCCIONES PARA EL ADEPTO A LOS MISTERIOS ÓRFICOS (Traducido en parte de Timpone Grande y Las Tablas Órficas de Campagno).

n pronto como tu confundido espíritu descienda la luz del día a la oscuridad, recuerda, Hermano, que has sufrido aquí en Samotrada, que has sufrido.

spués de tu pasaje a través de las siete inundaciones del Infierno, yos vahos de azufre te habrán quemado la garganta, salas del Juicio surgirán ante ti, milagro de jaspe y ónix. mano izquierda borbotea una fuente negra sombrecida por un enorme ciprés blanco. ita esa fuente, es la del olvido; esar de que las multitudes se precipitan a beber de sus aguas, ita esa fuente!

mano derecha se encuentra un manantial secreto

e bulle de truchas moteadas y pececillos de oro; avellano lo ensombrece. Ofión, serpiente primordial, extraviada en sus ramas, nza su lengua. Este manantial sagrado se alimenta agua que gotea; hay guardianes cuidándolo. rre hacia ese manantial, el manantial de la Memoria, orre hacia ese manantial!

s guardianes van a escrutarte y te dirán: Quién eres tú, quién? ¿Qué tienes que recordar?

o temes la lengua revoloteadora de Ofión? rígete a la fuente que está bajo el ciprés, uye de este manantial!»

s responderás entonces: «Estoy quemado por la sed. dme de beber. Soy hijo de la Tierra, ro también del Cielo, vengo de Samotracia. mprobad el brillo de ámbar en mi frente. la Pureza vengo, como podéis ver. rtenezco también a vuestro linaje tres veces bendito. jo de la tres veces Reina de Samotracia; he liberado totalmente de mis hechos

sangrientos, sido por ella investido de púrpura marina, omo un cabrito he caído en la leche. dme de beber, ahora me quema la sed, adme de beber!» ro ellos aún te preguntarán: «¿Qué es de tus pies?» debes responder: «Mis pies me han traído aquí ra de la rueda fatigada, de los años en círculo, sta esa quieta rueda sin rayos: — Perséfone. adme de beber!»

darán entonces la bienvenida con frutos y con flores, llevarán hacia el viejo avellano goteante, tando: «¡Hermano de nuestra sangre inmortal, be y recuerda la gloriosa Samotracia!» tonces beberás.

berás ávidamente de esa refrescante bebida, ra convertirte en señor de los trinadores fantasmas iniciados, la innumerable población del Infierno— ra convertirte en héroe, jinete sobre

veloz caballo, ra convertirte en héroe, caballero sobre veloz caballo, onunciando oráculos desde altas tumbas blancas ndidas por ninfas. Ellos con aguamiel rramarán libaciones sobre tus formas de serpiente, ra que puedas beber.



LAMENTO POR PASIFAE

ol agonizante, brilla tibio un poco más! ojo, empañado por las lágrimas, empañará el tuyo, njurándote a brillar y a no moverte. , sol, y yo hemos trabajado todo el mediodía jo una opresiva nube sin rocío— vellón dorado ahora por nuestra pena en común rque ésta será una noche sin luna. ol agonizante, brilla tibio un poco más!

a no fue infiel: era muy mujer, nriendo con terrible imparcialidad, berana, con corazón sin igual, adorada por los hombres, sta que el cuco de la primavera con ajadas plumas ovocó su piedad y traicionó su verdad. e entonces cuando ella, que brilló para todos, renunció a sí misma, sta debe ser una noche sin luna. ol agonizante, brilla tibio un poco más!



CONTANDO LOS LATIDOS

, amor, y yo, surra él), tú y yo, i nadie más que tú y yo ué nos importa a ti o a mí?

ntando los latidos, ntando los lentos latidos, desangrarse a muerte del tiempo en lentos latidos, cen despiertos.

a sin nubes, noche y un día sin nubes, ro un día la enorme tormenta estallará sobre sus cabezas sde un cielo amargo.

ónde estaremos? surra ella), ¿dónde estaremos ando golpee la muerte, dónde estaremos sotros que fuimos tú y yo?

allá sino aquí surra él), sólo aquí, mo estamos aquí, juntos, ahora y aquí, mpre tú y yo.

ntando los latidos, ntando los lentos latidos, desangrarse a muerte del tiempo en lentos latidos, cen despiertos.



LA PAJA

z, el salvaje valle surcado de torrentes, a abubilla posada en su tibia roca. ¿Por qué entonces e temblor de la paja entre mis dedos?

ué puedo temer? ¿No tengo el testimonio mado de su mano que mi amor como un relámpago cayó en su corazón?

tas preguntas, pájaro, no son retóricas. ra cómo la paja se mueve y salta

mo si la tierra temblara en la distancia.

mor correspondido, pero mejor sin corresponder este casual instrumento me advierte la lejana angustia cataclísmica.

estuviera tranquila, abrigada por mi recuerdo, o estaría mi mano firme como esta roca? a habré dañado con mi vehemencia?



DESPOJOS

ando todo ha terminado y vuelves al hogar, fácil disponer de los despojos de guerra: estandartes, las armas de combate, los cascos, los tambores eden decorar una escalera o un estudio, entras otras minucias del campo de batalla— nedas, relojes, anillos de compromiso, dientes de oro— cambian en secreto por dinero contante.

s despojos del amor son un caso distinto,

ando todo ha terminado y vuelves al hogar: e bucle, esas cartas y el retrato pueden exhibirse ni venderse; ser quemados; ni devueltos (es obstinado el corazón)— ro tampoco se atreve uno a confiarlos a la caja fuerte r miedo a que fundan medio metro de acero.



EL ROSTRO EN EL ESPEJO

os grises absortos, clavando distraídos la mirada sde anchas órbitas dispares; una ceja colgando poco sobre el ojo r una esquirla alojada aún jo la piel, como un recuerdo de guerra.

riz torcida y rota —un recuerdo del rugby— jillas surcadas, pelo áspero y gris

flotando frenético, nte arrugada y alta, ominente quijada, orejas grandes, maxilar de púgil, cos dientes, labios llenos y rojos, boca ascética.

e detengo con la navaja en alto, rechazando con burla hombre reflejado cuya barba exige mi atención, na vez más le pregunto por qué n está dispuesto, con la soberbia de un joven, ortejar a la reina en su alto pabellón de seda.



SÍNTOMAS DE AMOR

amor es una jaqueca universal, a mancha brillante en la visión e empaña la razón.

s síntomas del amor n flacura, celos, roras rezagadas,

n augurios, pesadillas— perando una llamada, echando un signo:

roce de sus dedos un cuarto sombrío, a mirada exploradora.

n coraje, amante! odrías resistir ese dolor otras manos que las suyas?



BAJO LOS OLIVOS

nca nos hubiésemos amado si el amor no hubiese martillado s rápido que la razón y a pesar de la razón: jo los olivos, nuestras manos enlazadas, dos guardamos silencio: da uno acechando la respuesta— suspiro irracional del otro— ocente, suave, atrevido, duradero, orgulloso.



VUELTA DE LA LUNA

nca olvides quién trae la lluvia sde un mar lejano en ásperos sacos de piel de cabra: la Luna mientras gira reparando daños de largas sequías e insolaciones.

nca cuentes con la lluvia, nunca la profetices, rque ningún poder puede traerla vo la Luna cuando gira, ¿y quién puede gobernarla a ella?

partidaria de retrasar los diluvios necesarios, r temor a que tal regalo pueda volverse obligación r un mes, o dos, o tres; y repentinamente, o cediendo por capricho, izá conjure desde el oeste sin nubes a solitaria gota de agua que sorprenda con esperanza da expectante y macilento rostro.

la Luna fuese un sol, contaríamos con ella ra traernos lluvias oportunas mientras girara; embargo no hay quién se acuerde de

darle gracias al metódico Sol r brillar violento en el verano y tibio en el invierno, or qué debe la Luna padecer tal rutina?

ro si una noche nos trae, mientras gira, a lluvia suave, continua, pareja, copiosa e no le hace daño ni a la hoja ni a la flor sino que cae dulcemente ra tras hora, hundiéndose hasta las raíces horadadas, a tierra empapada exhala con el alba largo suspiro perfumado de pura gratitud, a lluvia así —nos parece la primera en nuestras vidas

o ha sido profetizada, ni lisonjeada, ni esperada— la mujer entregándose mientras ama.



LA TIERRA SECRETA

da mujer de verdadera alcurnia posee a tierra secreta más real para ella e este pálido mundo exterior:

media noche cuando la casa está silenciosa a a un lado aguja o libro a visita invisible.

rrando sus ojos, improvisa portón de cinco barras entre altos

abedules, ta por encima y toma posesión.

ego corre, o vuela, o monta un caballo n caballo llegará al trote a saludarla) iajará donde ella quiera;

ede hacer crecer la hierba, incitar a los lirios mudarse de botón a flor mientras ella mira, ar que los peces coman de su mano.

fundado ciudades, plantado arboledas endecido valles por arroyos que corren

scos a una bahía cerrada.

nca me atreví a interrogar a mi amada erca del gobierno de su reino u geografía,

mpoco la seguí entre esos álamos, orcajadas sobre el portón, piando en la niebla.

n embargo me ha prometido, cuando yo muera, albergue bajo su palacio personal un claro del bosque nde crezcan las gencianas y los alhelíes

odamos a veces encontramos.



RARA VEZ, PERO AHORA

ra vez pero ahora: la calidad este violento amor entre nosotros— ra vez el encuentro, presencia siempre, re de juramento o de promesa.

i no fuéramos así, o pájaros de similar plumaje enjaulados la paz de cada día, onjuraríamos aún el incendio la tierra, como ahora?



UN MUNDO PERDIDO

mor, ¿por qué lloras por la crueldad del tiempo? nque hoy muera en el sueño y sea llamado ayer, nosotros, amor, permaneceremos».

loro por días que murieron con antiguo amor que brilló un mundo ancho y verdadero antes de este nuevo en el que brilla el tuyo».

No es éste mundo tan verdadero como lo fue ese otro e ha huido de ti ahora como sombras de la hierba cuando las nubes pasan?»

o obstante, por eso lloraría dulcemente, antes de besarnos: amor tiene una fe que guardar con alegrías pasadas que lloran por ésta».



SALA DE CIRUGÍA PARA HOMBRES

go ocurrió después de la operación e alarmó a los cirujanos (aunque no fue culpa de ellos) ya calma no me engañó mucho tiempo. trás de los tímidos, preocupados rostros de las enfermeras, ojo único calentado al blanco me enfocaba, o brotar ríos de sudor desde el cráneo hasta el vientre. bé, di boqueadas o canté; blancos los nudillos

reté el asidero de mi cama hasta casi romperlo: masiado orgulloso aún para soltar aullidos de loco raer a la enfermera corriendo por los pasillos n una aguja de morfina… Señora Morfina— beso de escorpión y oscuros sueños giratorios— sconfiando de ella me atrevía a desafiar r dos minutos más de lo que parecía posible dolor, ese vago, incomparable elemento s fuerte que el miedo o el pesar, más extraño que el amor.



CANCIÓN: VEN, GOZA TU DOMINGO

us manos extendidas llegan derramándose galos de la cornucopia— ¿Qué más falta?, n, goza tu domingo entras puedas!

ja los trabajos innecesarios, rretea por el verde mundo que se ensancha,

enciende un puro largo, n, goza tu domingo entras puedas!

ué más, qué más? Resististe el desastre una guerra larga, jamás reconociendo a nadie como amo; n, goza tu domingo entras puedas!

enes miedo a la muerte? La muerte no es nada: sello de plomo aplicado a un frasco repleto. Si es vida lo que quieres, n, goza tu domingo

entras puedas!

un médano tibio ahora, descansando tendido n poco en qué pensar, aprende a despreciar la inhumana inquietud del mar: n, goza tu domingo entras puedas!



AMATISTA Y RUBÍ

s mujeres: una buena como el pan, atada a un marido fuerte. s mujeres: una rara como la mirra, sólo atada a sí misma.

s mujeres: una buena como el pan, fiel a toda promesa. s mujeres: una rara como la mirra, nunca empeña su palabra.

primera lleva un rubí sin tacha con placer tan inocente

e un ojo extraño puede pensar que es de vidrio y no mirarlo mejor.

s mujeres: una buena como el pan, la más noble de la ciudad. s mujeres: una rara como la mirra, que no necesita alabanza.

pálida amatista rosa en su pecho tiene tal jardín e tus ojos pueden entrar allí durante horas, y asombrarse, y perderse.

bre su cabeza una golondrina gira sin romper jamás el círculo: oria y asombro de lo femenino aún no manifiesta al hombre.

s mujeres: una buena como el pan, resistente a todos los climas. s mujeres: una rara como la mirra, su clima solamente suyo.



OUZO CRISTALINO

uí está el ouzo (dijo ella) para probarte: jor no diluirlo, jor no enfriarlo con hielo, sorberlo cavilosamente, beberlo en secreto. belo (dijo) cristalino un golpe, este alto vaso lleno, ro mantén tus ojos en los míos mo un arcadio devorador de bellotas.



NO ESPERES NADA

orga, no pidas nada, no esperes nada, bsiste con migas, aunque no hayan sido esparcidas ra ti (sonríe ella) sino para los pájaros. se a ser una dieta de ladrón, aplaza inanición, ella no engorda n el pan que desmiga; mientras la verdad solitaria amor es honrada y su palabra empeñada.



UN ÚLTIMO POEMA

último poema, un último de veras, y todavía otro— , ¿cuándo podré abandonar? ebo forzar la pluma hasta que brote sangre de mis uñas me falte el aliento y tiemble de fiebre, me siente bien envuelto en un manto multicolor í donde la luna brilla nueva a través de Castle Crystal? o la oiré nunca susurrar: ero ésta es la verdad, escrita sólo por ti,

ólo para mí; por lo tanto, amor, ya basta»?



EL HOMBRE HACE, LA MUJER ES

idadosamente, a la luz de una lámpara estudié palma de tu mano, su línea del corazón ntica a su línea de la cabeza; ú mediste el gesto aprobador.

tendí mis cartas sobre la mesa, desafiarte a ti por las tuyas. hombre hace; la mujer es— uede un jugador discutir con su suerte?



LA DE TRES ROSTROS

uién la llama dos caras? Rostros, tiene tres: primero inescrutable, para el mundo exterior; segundo encapuchado contemplándose a sí mismo tercero, su rostro de amor, a vez, por un momento eterno, vuelto hacia mí.



PÁJARO DEL PARAÍSO

atardecer, sólo a su verdadero amor pájaro del paraíso abrió anchas sus alas splegando un plumaje esmeralda punteado de oro e ni siquiera él mismo sospechaba. En verdad, esa ancha cresta bía ornamentado jerarquía real, y las flores tropicales ravés de las cuales voló dieron ejemplos los intrépidos colores que la galantería puede ostentar,

ro éstos eran otros. Ella se preguntó temblando: Qué hice para despertar semejante esplendor?»



EL CASTILLO VERDE

primer cielo es un florido llano; segundo, una montaña de cristal; tercero, igualmente terrestre, un huerto cerrado, despejado augurios de muerte o cambio os deportes sangrientos del deseo: estro paraíso infantil.

s próximos tres cielos, conocidos como celestiales, n difíciles de aproximar.

mente es el prudente jinete; el cuerpo, el borrico mpre disciplinado por un duro freno, epta su diaria dieta de espinas scasa agua nauseabunda; nversa con los arcángeles.

séptimo cielo, distinto a esos otros, que una vez logramos entrar r un trance de amor, es un castillo verde cundado por muros de mar azul; encioso salvo el pausado baño de las olas. í Adán redescubrió a Eva: a lo envolvió en sus brazos.

a aureola de verdad, aún evidente spués de haber caído hacia la tierra, asombró a todos salvo a los ciegos de nacimiento nte extraña nos detenía en el camino: onfiesen dónde han estado». sin saber qué hacer, respondíamos balbuceando: ue aquí, fue en ninguna parte— oche nos alojamos en un castillo verde, n el patio embaldosado de oro».



VIGILIA

sar la noche despierto, de pura alegría, contar corderos, indiferente a las campanas, ibiendo radiante la conjura del alba n sus hijos, los pájaros, que ociosamente discuten aginarios detalles de la inminente llegada— estirá de rojo, de bermejo, de azul, e blanco puro? —Lo que lleve, espléndido: sar la noche despierto, de pura alegría, es dado a muy pocos, por fin se me dio a mí,

r eso cuando ría, me desperece y salte de la cama, jaré las escaleras deslizándome, mis pies rozarán la alfombra r simple cortesía a las normas del paso, es si quisiera podría volar por la ventana abierta etenerme sobre una rama altiva, indiscutible aliada los pájaros, que avizores aún, continúan entre ellos su secreto murmullo.



LA DIOSA NEGRA

encio, las palabras se destiñen en simplezas, prolonga el silencio con pensamiento tan secreto e acallamos a los cencerros y a la estridente cigarra.

us ojos negros de ágata, bien abiertos, reflejan libertado pájaro de fuego aleteando su camino r una girante avenida de azules y amarillos.

o debiera llorar? Profusas las bayas del amor, moteados peces, las avellanas y la hiedra blanca e tú, sonriendo a medias, confieres u deliciosa y ancha tierra prometida ra mí, que nunca antes me atavié con festivas plumas.



LOS COLORES DE LA NOCHE

Luna nunca emplea la paleta del Sol. mira sus paisajes plateados, pero abstente registrarlos: a menos que más tarde tengas la tentación falsear los peligrosos colores de la Noche e son sangre del hombre arrojada sobre la nube fugitiva.



EL JARRÓN HUNG WU

n mujeres como María no hay reglas que valgan. e dónde sacan su desvergüenza? ¿Cómo pueden hacerlo?

lió con furia, golpeando la puerta con fuerza tal e un jarrón, en el estante dorado de arriba —tú lo viste, tín del Palacio de Verano de Pekín e valía por todos los bienes de mi

apartamento— bamboleó y cayó… Yo me serví un trago de ginebra, urándolo de un golpe. «¿Qué le íbamos a hacer?»

ra vez la campana… María entró serena, servó sobre la alfombra los pedazos de porcelana roja, ró hacia arriba, otra vez hacia abajo, condescendiente, uego, deslizándose a mi lado para recoger un guante pobre excusa por esa visita inoportuna) surró: «Y una cosa que olvidé

mencionar: jarrón Hung Wu era tan falso como tu amor!»

ómo pueden hacerlo? ¿De dónde sacan su desvergüenza?



BUENAS NOCHES A LOS DIOSES VIEJOS

enas noches, viejos dioses, todo este año tan decaídos ue tuvisteis que usar conchas para sostener vuestros párpados pesados! nque alguna vez os honramos como gobernantes de esta tierra ce cien generaciones y diez más, estro ánimo ha cambiado: la boca os babea, estros tatuajes de helecho azul oscuro se

han vuelto verde desteñido, estra atronadora furia degenera en quejidos, l amor en gemidos de indiferencia. que más anheláis es descansar en una gruta de piedra, spertando, según la estación, con el chillido ronco de las gaviotas on las golondrinas, y volviendo otra vez a dormir.

acostamos en hilera con vino frío de palma y cerca de los codos por si sufrís de sed, ruta de árbol de pan apilada sobre esteras a los pies;

ro no os daremos un guardia permanente. nemos peces que coger en nuestra red, taro que cultivar, rdos que engordar, cocoteros que escalar; estros poetas no están tan anquilosados mo para subir a una plataforma y alabar en gastado verso as descargas de relámpagos lanzadas por vosotros ntra gigantes en la primera aurora del tiempo: os cuales desarmasteis y extendisteis en una gruta de piedra y parecida a ésta —habéis olvidado dónde.



NEGRO

negro bebe el sol y atrae los colores hacia sí. toy descolorido, mi travieso amor. Vuelve mánchame con la intensidad del negro.



AMOR TOTAL

da elección es siempre equivocada, do voto emitido siempre desechado— ómo puede la verdad revolotear entre alternativas?

mame entonces más que tiernamente, ámame con amor total, ame sin que pese la circunstancia, mo he jurado por mi honor amarte a ti:

debilidad, sin especular n lo que podría pasar si tú y yo

resultamos ser menos e creadores de nuestra propia certeza. nguno nació por azar: cada uno presintió extrema posesión en que hemos crecido.



CANCIÓN: LA LEJANA FAZ DE TU LUNA

lejana faz de tu luna es negra, y gloriosa crece la viña; deme lo mío que te falte, pero sólo lo mío.

ya es la gran rueda del sol, y tuyo el cielo sin nubes; ma mis estrellas, tómalas todas, mas llévalas al descubierto.

minando en esplendor a través del llano para que el mundo vea, es nadie que viva volverá a ver una pareja como la nuestra.



EL P’ENG QUE FUE UN K’UN (Adaptación del chino de Lao Tse)

los mares del norte vagabundea un pez llamado K’un, uántas miles de leguas su largor? no lo sé, e se transformó en un pájaro llamado P’eng— uántas miles de leguas la anchura de sus alas? no lo sé. da mitad del año este P’eng que fue un K’un

anica sus gloriosas plumas en el remolino de viento e remonta hacia la más austral poza del paraíso.

pinzón y el gorrión, así informados, debatieron: osotros, con nuestros mayores esfuerzos podemos volar solamente sta el lejano olmo. ¿Cómo puede el P’eng aventajarnos?» nque, en verdad, ninguno de los dos comenzó siendo pez.



EN PERSPECTIVA

ué? ¿mantener el amor en perspectiva? —esa vieja mentira zada por el ojo en la imaginación e, mecánicamente controlada, nos dirá mo rara vez los flancos de una mesa corren paralelos; mo la distancia nos reduce; cómo las ruedas se encuentran s a menudo ovales que redondas; mo cada rincón del techo está torcido; mo el ancho camino acaba en punta— uede todo eso engañarnos a los amantes? No por mucho tiempo: luso el ciego presentirá que hay algo

equivocado.



LA LLAMA ENCAPUCHADA

mor, aunque estoy triste, nunca he de lamentarme: mentarse es enlutarse por una llama extinguida; ristecerse, encontrarla encapuchada para la hora que influencias planetarias nos engañan a esperanza como el vino se vuelve agria.



CANCIÓN: GOTA DE ROCÍO Y DIAMANTE

diferencia entre tú y ella ue una vez fue mi preferida) muy fácil de aclarar: a brilló como un diamante, pero tú llas como temprana gota de rocío posando sobre el pétalo rojo de una rosa.

gota de rocío acarrea en su ojo ntaña y bosque, mar y cielo, n cada vaivén del tiempo;

ersamente, el diamante rompe panorama en inútiles pedazos e nadie puede unir de nuevo.



TODOS SALVO ANÍBAL

apados en un tétrico pantano, les dijo a sus tropas: No os recostéis, muchachos! Formad vuestros grupos para comer entaos en círculos, cada hombre contra las rodillas que está detrás; así nadie se congelará».

edecieron sus órdenes, mientras se ponía el frío sol,

rmitando toda la noche, sintiéndose en deuda con el otro, dos salvo Aníbal, quien eligió propio muñón de árbol —¡Era uno de esos!



REALIDAD DEL ACTO

otro lado de la estrecha vereda del mundo ces tú en el lecho, tus jóvenes senos hormigueando besos imaginarios, tus labios fruncidos, puños cerrados.

ñando contigo misma desnuda entre mis brazos, miedo a ser descubierta, bajo alguna encina;

alto sol espiando a través de gruesas ramas, dos los vientos mudos.

erminablemente prolongas el momento tu delirio: una primera batalla enciosa, inevitable, temerosa, lar.

erá así en realidad? ¿Reflejará la realidad éxtasis virginales: rdadero amor, no circunstancial, culpa, sin vergüenza?

i te toca, ahora, decir «ven»; i te toca, ahora, preparar el lecho; i te toca como la única anfitriona tus blancos sueños—

i te toca abrir la puerta acerrojada, i te toca sacudir las manzanas rojas, i te toca partirlas con tus manos ra que ambos podamos comer.

ro la expectación está tan lejos de la realidad mo el resplandor de la realidad en la memoria; realidad es un oscuro retorno a los comienzos del hombre,

ueba de nuestra dureza, prueba de una voluntaria iega aceptación mutua mo también seres de carne.



ESTAR ENAMORADO

ltar impetuosamente por el aire y quedarse ando el aire tres latidos o cuatro, scender luego despacio; o escalar abismo inclinado sin asideros; incorpóreo, llevar a casa rosas jardín de una Reina —eso es estar enamorado, raciado con agilitas y subtilitas e pocos amantes famosos jamás adivinaron, nque los niños puedan presentirlo en

profundo sueño, os espíritus lamentarlo, rondando sus propias tumbas, os pavos reales gritarlo, a falta de palabras.



ELLA A ÉL

nerlo, amado, es saber que lo tienes s que pensar que lo tienes; nsar que lo tienes es desear tomarlo, nque después no lo tendrías— or eso miedo a tomarlo. ro si sabes que lo tienes, puedes tomarlo aber que aún lo tienes.



LO AÚN INDECIBLE

e siempre más cruel, más brillante, más suave de lo que pudo ser dicho n en palabras animadas por el oscuro ojo de la verdad: ausencia, remolino; su presencia, diluvio; tiempo, asombro; su magnitud, a punta asesina de daga. Así nosotros abandonamos estras voces a las secas hojas fugitivas legimos nuestra propia senda

predeterminada hace mucho sde lo no dicho a lo aún indecible silencio de amor e intrepidez de amor.



RAZONABLEMENTE

s merodeado a través de tu mente u perfecto cuerpo; rendiendo así, razonablemente, dulce muchacha, do lo que vale la pena conocer.

a concisa sabiduría jamás alcanzada por aquellos dies sin cuerpo e viajan pluma en mano a través de otras mentes, ro sin razón, mentándose de múltiples

contradicciones.

edarme perplejo por las inconsecuencias del amor mo luciérnagas en tu cabello istantes relámpagos de una tormenta veraniega: es son las punzadas de alegría que me das mí que también merodeo a través de mi mente ún imperfecto cuerpo.



EL HUERTO DE OLIVOS

ora, por un repentino desvío del ojo, mundo que había sido hasta aquí ejemplar bró de pronto salvajismo, ájaros, árboles, vientos, incluso las letras alfabeto de nuestra infancia, se tornan misterios de arco iris. carne no es más carne, sino fuerza; números ya no son aritmética

anzan como corderos, vuelan como palomas; silencio cae al fin, sólo unas suaves ramas edamente palpitan en el cercano huerto de olivos na nube imprecisa continúa su faena.

e quién fue ese golpe de genio veraniego nzado desde la fortaleza de una montaña nde el buitre-grifo se remonta, e nos deja leer nuestro futuro embozado n fácilmente como se lee un breviario ierto sobre las rodillas?



CANCIÓN: MÁS ALLÁ DEL DARSE

y un darse más allá del darse: el tuyo hacia mí ando desperté anoche, horas antes del alba, liberado r un relámpago intolerable que abrió el cielo, ra entender lo que el amor niega en el amor y por qué.



CANCIÓN: SÓLO AYER

ahora, ni mañana, o ayer: largo ayer entado por nosotros para tragar y con mañana.

uándo estuvo escondido tu poema jo mi almohada, ándo fue plantado tu rosal jo mi ventana— o ayer?

jas verdes, rosas rojas ntadas en la nieve, largo ayer, y con mañana, mpre y sólo.



CANCIÓN: OLIVO

rrama tu bendición ese verde retoño, a súbita bendición r el amor verdadero ra ese retoño verde rdeado por la ventana n sus hojas rutilando entras despiertos yacemos. s pájaros volaron de él ojo de la mañana, acudir al sol s encogidas plumas.

gistrado el augurio, emiada la visión n una flecha volando, n repentina punzada, n segura bendición, n una doble saeta, n un anillo estrellado, n música de montañas el aire, en el corazón a brillante mañana de mayo percutiendo.



FLECHA EN LA VELETA

bitamente, al fin, el enconado viento gira nordeste al sudoeste. Está a tus órdenes; flecha en nuestra veleta oscila y se mantiene l a tu dirección. Ahora nada nos separa. ué puedo decir? Nada que no haya dicho, importa cómo sopló el viento. Hago más que amarte, mo cuando me sacaste corporalmente de entre los muertos.



EL JARDÍN

evada en una torre, dormida, soñando con él, botones gemelos de sus pechos abriéndose como flores, s dedos frondosos y vagabundos… Más allá del pozo rece un manzano, y una turba de pájaros idando en la cerrada espesura de su cabello rmura en soñolienta disonancia, mándolo al jardín, si él se atreve.



EL VELERO VERDE

mos como palomas, nos hermanamos bien ando a través de un prado. ajo, voces infantiles, canción y su eco;

mo el cuervo, el reyezuelo o la corneja e gritan y vaticinan, ué es lo que no presagiamos, sea hondo o llano?

mo el timón y la proa un velero verde e viaja nadie sabe cómo, re la luna y la sombra;

mo el inquieto, continuo recer de una rama, mo el tanaceto, la violeta, la malva, mo el sol crepuscular.

ué otra aguda semejanza bo mostrarte aún sta que tus ojos negros se angosten urquen tu frente clara?



TESTAMENTO

elodía pura, amor, sin alteración, ma sin humo, berros de un arroyo limpio, sol y la luna echando profusas lluvias mo quien echa dados, ga entonces el tranquilo momento de evaluar, primera y última línea de nuestro testamento, ntigo instalada alta en el torreón del castillo, nando tu oscuro cabello frente a un espejo de plata, o abajo, afilando de nuevo mi pluma.

te cuerpo es tuyo ahora; por lo tanto me pertenece. cuerpo es mío ahora; por lo tanto te pertenece. cuanto a nuestro único corazón, deja que permanezca nuestro que ninguno puede desecharlo entras aún florece en el mismo sueño de flores



LA ROSA

uándo juramos amarnos para siempre? uándo este universo llegó por fin a ser? mbas preguntas son una.

cánzame una rosa de tu rosal ra bendecir esta noche y concederme un sueño justo: eño, no olvido.



RISCO Y OLA

sde que atrajiste mi ola irresistible ra romperse en espuma sobre tu inmóvil risco, bos ocupamos la misma estación de ser — como en el matrimonio refugiándonos juntos, o más allá de la razón, co-idénticos. ora cuando nuestros cuerpos arriesgan un encuentro, men desencadenar la furia de sus sentidos, ólo en el breve desmayo de la despedida estremecerá tu risco o vacilará mi ola.



EL TÍTULO DE POETA

s poetas son guardianes una isla sombría n granjas y bosques entados por la luna.

uelve, niña, vuelve! s estado muy lejos, ojada entre fantasmas, ervando silencio.

ienquiera que ame a un poeta

ntinúa sincero, s otros amores y lealtades ecisos y claros.

a es joven, él, viejo oporta por su bien miedos de incertidumbre e la distancia provoca.

n embargo ¿cómo puede advertirle é desastres naturales otarán a quien se atreva esdeñar a su poeta? rque el título de poeta ga sólo con la muerte.



CORONA LUNAR

fue la circunstancia de nuestro primer amor: r, silencio, luna llena. n embargo, aún el mismo silencio rregido por un ruiseñor lejano sde el mismo pasado, y por el suave oleaje, me trae un renacer seguro de nuestro sueño— es estar en verdad contigo es dormir, biendo ganado bien mi corona lunar tener que contar los rituales corderos.



CANCIÓN: CONVERTIRSE EL UNO EN EL OTRO

ra amarte de veras debo convertirme en ti, sí para amarte a ti debo dejar atrás do lo que no eras tú: todos los fantasmas enjoyados, das las maquinaciones de una mente celosa.

ra hombre y mujer

convertirse el uno en el otro mucho menos duro de lo que pareciera: a eterna serpiente con ojos de esmeralda rmanece enroscada a este árbol florido.

nque parezca tan viejo como un torreón de castillo ú tan joven como la hierba al pie es una gran tarea convertirse el uno en el otro nde nada que es honesto le tiene miedo a la muerte.



LABRANZA Robert Graves, el veterano inglés, ya no está en la corriente poética. Todavía hace uso de métrica y rimas tradicionales y de anticuadas palabras tales como labranza; negando su aprobación total también a poemas contemporáneos que abogan por la libertad sexual. DE UN SEMANARIO DE CRÍTICA DE NEW YORK

jos están los grises días lacónicos ando «cultivo del campo» era aún labranza; probación total» era alabanza, modernismo pornográfico», inmundicia.

e quedo sin embargo con labranza, alabanza, inmundicia.



CANCIÓN: LA PROMESA

entras me fuiste prometida ro aún no concedida, bía esto que decir: nque los deseos pudieran ser deseos, a promesa era una promesa— mo la sombra de un cedro, a luna en lo alto, a firmeza de tus dedos, a huella de tus besos, o alado de tu paso, una duda entre nosotros a vez los murciélagos comenzaron sus

vueltas re palmas y cedros ue hora de dormir.



PESADILLA DE SENILIDAD

ebo entonces castigarte con confianza que no puedes más confiar en ti y temes evas instigaciones para engañarme? ¿O en vez de eso bo premiarte con el engaño amontonar carbones de fuego en mi propia cabeza? an muerto acaso la verdad y la amistad?

por qué debo, convirtiéndome en pesadilla para ti,

cear mis mentiras para procurar convertirlas en verdad? si este Ahora fuese entonces, cuando piadosamente ndabas mis heridas, me besabas y me alababas unque estuvieras advertida de cómo debían ser las cosas!

***

uy bien, entonces: mi cabeza en la tabla, a sonrisa en tus labios apretados y el hacha en alto ra un descenso piadoso. Abasteciéndote n en mi tormento, alabando tus muñecas firmes,

resuelta postura… ¿De qué otra manera puedo protegerte la maldición que mi muerte debe llevar, salvo plorándote que no prolongues mi dolor s allá de estos triviales años? Soy joven de nuevo. contemplo encogiéndote como una bruja arrugada. s besos se hacen repulsivos, se arrastran tus pies. vido tu nombre y olvido el mío…

importa, siempre fueron igualmente «querido». s poemas no eran mentiras; tú los

hiciste así ra mistificar a nuestros amigos y a los amigos de nuestros amigos. imos la pareja más adorable: todopoderosa además, sta que llegaste a odiarme por el secreto e nuestra leyenda arcaica exigía de ti.



ESOS CIEGOS DE NACIMIENTO

os ciegos de nacimiento ignoran la falsa perspectiva los que ven. Sus ojos que miran hacia adentro ensanchan ni angostan ningún ángulo recto; a mansión lejana no se encoge para ellos sta una caja de fósforos.

os ciegos de nacimiento viven de sus cuatro sentidos saludables.

lo un necio disfraza voz y rostro ando visita al ciego. Olfato, pisada y apretón de manos uncian justo el por qué y con qué humor visita él e lugar vigilante.



¿DEBIERA INQUIETARME?

Debiera inquietarme?», preguntó ella, «siendo mío su corazón, su cuerpo es de otra?— ebo anhelar niños y un cordel de ropa tendida? s niños, por supuesto, necesitan madres, ero aún necesitan padres? hora que el dinero lo gobierna todo be un país necesitar un rey?»



UNIDOS INDISOLUBLEMENT

idos indisolublemente por lo imposible, duradero, el desprecio al cambio, ra vez nos encontramos, rara vez nos besamos, rara vez conversamos. compartimos una almohada en una pieza oscura, biéndonos poetas gemelos, hombre con mujer, a coincidencia milenaria más allá de todo argumento, toda risa, de todo milagro.



SÓLO TRES PALABRAS

otan de pronto grimas de nuestros ojos sta que las enjugamos n el suave susurro sólo tres palabras.

cómo ahogaríamos dolor y los celos e nos separan no fuese por el oráculo sólo tres palabras?

lo tres palabras, te años esperando n crueldad prolongada che a noche sufrida r sólo tres palabras.

mor, te quiero, uí a los ojos del mundo iempre he de quererte n una fe perfecta sólo tres palabras.

ctémonos los dos ser aún poetas ya fuerza y cuya fe elga de este elevado altar

sólo tres palabras.



CANCIÓN: SIETE AÑOS FRESCOS

s generaciones paran nuestro nacimiento, embargo podía aún amarte s allá de todo encubrimiento, todo miedo, de todo reproche, sta que siete años frescos bernando distancia y tiempo bieron establecido nuestra verdad.

amor caviló sin apagarse rante una nueva era amenazante;

jamos juntos ravés de tormentos y errores s allá de las épocas medianoche y alba de los celos, sta que siete años frescos bernando distancia y tiempo bieron establecido nuestra verdad.



PAISAJE DE SEPTIEMBRE

rde-olivo, azul-celeste, marrón-grava, n un suelo de algarrobas desplomadas, lo largo de la vereda campestre bel baila vestida de rojo, guida, pensando en voz alta, marcada contra una nube repentina u promesa audaz de la lluvia que urge.



CRISOLES DE AMOR

e dónde vienen los poemas? e los talleres de la mente mo las armas destructoras, cálculos filosóficos, planes para el mejoramiento del hombre?

nacen los poemas simplemente crisoles de amor? o podríamos tú y yo juntos, sortos el uno en el otro,

dir su longevidad?

es quién más puede juzgar méritos efinir deméritos— to continúa siendo tarea de enamorados idos indisolublemente en el amor e nadie más.



EN EL PORTAL

ónde están los poemas? ¿Por qué no escribo ninguno? es por falta de plumas o por falta de amor, izá se deba a la urgencia de un poco más de magia— ónde han huido de pronto mis viejos poderes?

ta noche la vislumbré en el portal, hando con un monstruo jamás visto por nadie, esnucándolo. ¿Habré llegado tarde?

s ojos lanzaban llamas, no pude mirar más.

ué podría tener contra mí? Nunca hasta ahora había mentido o contrariado su deseo, hazando plegarias que no podía olvidar jamás, bando hojas verdes para encender un fuego ajeno.



LA SENTENCIA

s ésta una sentencia pronunciada contra nosotros r un amor demasiado ambicioso en la separación: como la intervención o intrusión de un extraño o como pesadez y silencio, mo una muerte en ausencia?

mos vivido estos siete años sin poder apelar, da uno con su único amor por separado: nombre dicho en susurro antes de que

nos venza el sueño, tes de que la mañana nos despierte algún lugar lejano.

sostengamos que uno u otro se apartó r cansancio o rabia o aventura a resolución de cuidar un sólo corazón… ámalo un rayo irresistible. fue mi culpa, amor, tampoco fue la tuya.



EL POEMA SIN ESCRIBIR

ebo vagar sin arrugar el ceño, estos días ociosos, pelo oscuro invadiendo la pálida frente — es así, sin compañía o alabanza, bo de nuevo visitar pantanos donde croan las ranas mo yo, imitando vías de penitencia?

stás aún anclada a mi lento, tibio corazón,

spués de largos años de acercarnos más cada noche itando nuestra alcoba embrujada, desordenando ortunamente sus rincones con la escoba escondida del amor? aún así, no debemos separarnos?

ué es un poema si aún no ha sido escrito nque verdadero y emancipado lo que quizás nunca aparezca, las riquezas floridas del canto aún silencioso, las horas doradas de la Primavera en vela?

cércate a mí, Rima; aconséjame, Razón! viento sopla suave de la cumbre del monte. jame que despliegue tres heridas profundas ancas y lisas en mi arrugada piel, n desconocidas por la carne de abajo.

poema de pronto será atrapado aquí, oyectando entre las hojas su cabeza de sierpe, ton ni son, mudo— i no mudo, con una sola voz bada de su coro.

uí asoma noviembre. ¿Cuándo fue la

última vez e me acerqué al papel con pluma, tinta y la media verdad? conséjame, Razón!



LOS VERDES PRADOS DE LA INQUIETUD

ja que acaben las semanas como deben, con nubes de polvo derramado o en certeza pura de sol— on suaves vientos rebasados r el amor que disputamos estos verdes prados de inquietud. , amor, eres ciertamente la belleza misma, nca el austero orgullo de la necesidad.



ALLIE

ie, call the birds in, The birds from the sky! ie calls, Allie sings, Down they all fly: rst there came o white doves, Then a sparrow from his nest, en a clucking bantam hen, Then a robin red-breast.

ie, call the beasts in, The beasts, every one! ie calls, Allie sings, In they all run: rst there came o black lambs, Then a grunting Berkshire sow, en a dog without a tail, Then a red and white cow.

ie, call the fish up, The fish from the stream! ie calls, Allie sings, Up they all swim: rst there came o gold fish,

A minnow and a miller’s thumb, en a school of little trout, Then the twisting eels come.

ie, call the children, Call them from the green! ie calls, Allie sings, Soon they run in: rst there came m and Madge, Kate and I who’ll not forget w we played by the water’s edge Till the April sun set.



THE PIER-GLASS

st manor where I walk continually ghost, though yet in woman’s flesh and blood. your broad stairs mounting with outspread fingers d gliding steadfast down your corridors ome by nightly custom to this room, d even on sultry afternoons I come awn by a thread of time-sunk memory.

mpty, unless for a huge bed of state rouded with rusty curtains drooped awry puppet theatre where malignant fancy

oples the wings with fear). At my right hand avelled bell-pull hangs in readiness summon me from attic glooms above rvice of elder ghosts; here, at my left, ullen pier-glass, cracked from side to side, orns to present the face (as do new mirrors) th a lying flush, but shows it melancholy d pale, as faces grow that look in mirrors. there no life, nothing but the thin shadow d blank foreboding, never a wainscot rat sping a crust? Or at the window-pane fly, no bluebottle, no starveling spider? e windows frame a prospect of cold skies

lf-merged with sea, as at the first creation— stract, confusing welter. Face about, er rather in the glass once more, take note self, the grey lips and long hair dishevelled, ep-staring eyes. Ah, mirror, for Christ’s love ve me one token that there still abides mote—beyond this island mystery, be it only this side Hope, somewhere, streams, on sun-warm mountain pasturage— ue life, natural breath; not this phantasma.



THE LAST POST

e bugler sent a call of high romance— ights out! Lights out!» to the deserted square: the thin brazen notes he threw a prayer, od, if it’s this for me next time in France… spare the phantom bugle as I lie ad in the gas and smoke and roar of guns, ad in a row with the other broken ones, ng so stiff and still under the sky, ly young Fusiliers, too good to die.» e music ceased, and the red sunset flare s blood about his head as he stood there.



WARNING TO CHILDREN

ildren, if you dare to think the greatness, rareness, muchness, wness of this precious only dless world in which you say u live, you think of things like this: ocks of slate enclosing dappled d and green, enclosing tawny low nets, enclosing white d black acres of dominoes, here a neat brown paper parcel mpts you to untie the string. the parcel a small island,

the island a large tree, the tree a husky fruit. ip the husk and pare the rind off: the kernel you will see ocks of slate enclosed by dappled d and green, enclosed by tawny low nets, enclosed by white d black acres of dominoes, here the same brown paper parcel— ildren, leave the string alone! r who dares undo the parcel nds himself at once inside it, the island, in the fruit, ocks of slate about his head, nds himself enclosed by dappled een and red, enclosed by yellow wny nets, enclosed by black

d white acres of dominoes, th the same brown paper parcel ll unopened on his knee. d, if he then should dare to think the fewness, muchness, rareness, eatness of this endless only ecious world in which he says lives—he then unties the string.



I’D DIE FOR YOU

die for you, or you for me, furious is our jealousy— d if you doubt this to be true l me outright, lest I kill you.



THE COOL WEB

ildren are dumb to say how hot the day is, w hot the scent is of the summer rose, w dreadful the black wastes of evening sky, w dreadful the tall soldiers drumming by.

t we have speech, to chill the angry day, d speech, to dull the rose’s cruel scent. spell away the overhanging night, spell away the soldiers and the fright.

ere’s a cool web of language winds us in, treat from too much joy or too much fear: grow sea-green at last and coldly die brininess and volubility.

t if we let our tongues lose selfpossession, rowing off language and its watery clasp fore our death, instead of when death comes, cing the wide glare of the children’s day, cing the rose, the dark sky and the drums, shall go mad no doubt and die that way.



IN NO DIRECTION

go in no direction Surely as carelessly, lking on the hills alone, I never found easy.

her I sent leaf or stick Twirling in the air, hose fall might be prophetic, Pointing «there»,

in superstition Edged somewhat away

om a sure direction Yet could not stray,

undertook the climb That I had avoided rectionless some other time, Or had not avoided,

called as companion An eyeless ghost d held his no direction Till my feet were lost.



THE CASTLE

lls, mounds, enclosing corrugations darkness, moonlight on dry grass. lking this courtyard, sleepless, in fever; anning to use—but by definition ere’s no way out, no way out— pe-ladders, baulks of timber, pulleys, ocket whizzing over the walls and moat — achines easy to improvise. No escape, such thing; to dream of new dimensions, eating checkmate by painting the king’s robe that he slides like a queen;

to cry, «Nightmare, nightmare!» ke a corpse in the cholera-pit der a load of corpses; to run the head against these blind walls, ter the dungeon, torment the eyes th apparitions chained two and two, d go frantic with fear— die and wake up sweating by moonlight the same courtyard, sleepless as before.



THE LEGS

ere was this road, d it led up-hill, d it led down-hill, d round and in and out.

d the traffic was legs, gs from the knees down, ming and going, ver pausing.

d the gutters gurgled th the rain’s overflow,

d the sticks on the pavement ndly tapped and tapped.

hat drew the legs along s the never-stopping, d the senseless, frightening te of being legs.

gs for the road, e road for legs, solutely nowhere both directions.

y legs at least re not in that rout:

grass by the roadside tire I stood,

tching the unstoppable gs go by th never a stumble tween step and step.

ough my smile was broad e legs could not see, ough my laugh was loud e legs could not hear.

y head dizzied, then: wondered suddenly,

ght I too be a walker om the knees down?

ntly I touched my shins. e doubt unchained them: ey had run in twenty puddles fore I regained them.



IN BROKEN IMAGES

is quick, thinking in clear images; m slow, thinking in broken images.

becomes dull, trusting to his clear images; ecome sharp, mistrusting my broken images.

usting his images, he assumes their relevance; strusting my images, I question their

relevance.

suming their relevance, he assumes the fact; estioning their relevance, I question the fact.

hen the fact fails him, he questions his senses; hen the fact fails me, I approve my senses.

continues quick and dull in his clear images; ontinue slow and sharp in my broken

images.

in a new confusion of his understanding; n a new understanding of my confusion.



FRAGMENT OF A LOST POEM

he clear moment, when from the mouth word flies, current immediately ong friends; or when a loving gift astounds the identical wish nearest the heart; when a stone, volleyed in sudden danger, ikes the rabid beast full on the snout!

oments in never…



RECALLING WAR

trance and exit wounds are silvered clean, e track aches only when the rain reminds. e one-legged man forgets his leg of wood, e one-armed man his jointed wooden arm. e blinded man sees with his ears and hands much or more than once with both his eyes. eir war was fought these twenty years ago

d now assumes the nature-look of time, when the morning traveller turns and views s wild night-stumbling carved into a hill.

hat, then, was war? No mere discord of flags t an infection of the common sky at sagged ominously upon the earth en when the season was the airiest May. wn pressed the sky, and we, oppressed, thrust out astful tongue, clenched fist and valiant yard. tural infirmities were out of mode, r Death was young again: patron alone

healthy dying, premature fate-spasm.

ar made fine bed-fellows. Sick with delight life’s discovered transitoriness, r youth became all-flesh and waived the mind. ver was such antiqueness of romance, ch tasty honey oozing from the heart. d old importances came swimming back — ne, meat, log-fires, a roof over the head, weapon at the thigh, surgeons at call. en there was a use again for God— word of rage in lack of meat, wine, fire, ache of wounds beyond all surgeoning.

r was return of earth to ugly earth, r was foundering of sublimities, tinction of each happy art and faith which the world had still kept head in air, otesting logic or protesting love, til the unendurable moment struck— e inward scream, the duty to run mad.

d we recall the merry ways of guns— bbling the walls of factory and church ke a child, piecrust; felling groves of trees ke a child, dandelions with a switch. achine-guns rattle toy-like from a hill, wn in a row the brave tin-soldiers fall:

ight to be recalled in elder days hen learnedly the future we devote yet more boastful visions of despair.



WM. BRAZIER

the end of Tarriers’ Lane, which was the street children thought the pleasantest in Town cause of the old elms growing from the pavement d the crookedness, when the other streets were straight, hey were always at the lamp-post round the corner, ose pugs and papillons and in-betweens, sing and snuffling for the latest news) ved Wm. Brazier, with a gilded sign, ractical Chimney Sweep». He had black

hands, ack face, black clothes, black brushes and white teeth; jingled round the town in a pony-trap, d the pony’s name was Soot, and Soot was black. t the brass fittings on the trap, the shafts, Soot’s black harness, on the black whip-butt, inkled and shone like any guardsman’s buttons. sn’t that pretty? And when we children jeered: ello, Wm. Brazier! Dirty-face Wm. Brazier!» would crack his whip at us and smile

and bellow, ello, my dears!» (If he were drunk, but otherwise: cum off, you damned young milliners’ bastards, you!»)

t them copy it out on a pink page of their albums, refully leaving out the bracketed lines. an old story—f ’s for s’s— t good enough for them, the suckers.



WELSH INCIDENT

ut that was nothing to what things came out om the sea-caves of Criccieth yonder.» What were they? Mermaids? dragons? ghosts?» othing at all of any things like that.» What were they, then?» «All sorts of queer things, ings never seen or heard or written about, ry strange, un-Welsh, utterly peculiar ings. Oh, solid enough they seemed to touch, d anyone dared it. Marvellous creation,

various shapes and sizes, and no sizes, new, each perfectly unlike his neighbour, ough all came moving slowly out together.» escribe just one of them.» «I am unable.» What were their colours?» «Mostly nameless colours, lours you’d like to see; but one was puce perhaps more like crimson, but not purplish. me had no colour.» «Tell me, had they legs?» ot a leg nor foot among them that I saw.» ut did these things come out in any

order? hat o’clock was it? What was the day of the week? ho else was present? How was the weather?» was coming to that. It was half-past three Easter Tuesday last. The sun was shining. e Harlech Silver Band played Marchog Jesu thirty-seven shimmering instruments, llecting for Caernarvon’s (Fever) Hospital Fund. e populations of Pwllheli, Criccieth, rtmadoc, Borth, Tremadoc, Penrhyndeudraeth,

re all assembled. Criccieth’s mayor addressed them rst in good Welsh and then in fluent English, isting his fingers in his chain of office, lcoming the things. They came out on the sand, t keeping time to the band, moving seaward ently at a snail’s pace. But at last e most odd, indescribable thing of all, hich hardly one man there could see for wonder, d something recognizably a something.» Well, what?» «It made a noise.» «A frightening

noise?»

o, no.» «A musical noise? A noise of scuffling?» o, but a very loud, respectable noise— ke groaning to oneself on Sunday morning Chapel, close before the second psalm.» What did the mayor do?» «I was coming to that.»



AT FIRST SIGHT

ove at first sight,» some say, misnaming scovery of twinned helplessness ainst the huge tug of procreation.

t friendship at first sight? This also tches fiercely at the surprised heart that the cheek blanches and then blushes.



WITH HER UPS ONLY

is honest wife, challenged at dusk the garden gate, under a moon perhaps, scent of honeysuckle, dared to deny ve to an urgent lover: with her lips only, t with her heart. It was no assignation; ken aback, what could she say else? r the children’s sake, the lie was venial; or the children’s sake,» she argued with her conscience. a mortal lie must follow before dawn:

allenged as usual in her own bed, e protests love to an urgent husband, t with her heart but with her lips only; or the children’s sake,» she argues with her conscience, or the children» —turning suddenly cold towards them.



THE HALLS OF BEDLAM

rewarned of madness: three days’ time at dusk e fit masters him.

w to endure those days? orewarned is foremad) —Normally, normally.»

will gossip with children, gue with elders, eck the cash account.

shall go mad that day—» e gossip, the argument, e neat marginal entry.

s case is not uncommon, e doctors pronounce; t prescribe no cure.

be mad is not easy, ll earn him no more an a niche in the news.

en tomorrow, children, morrow or the next day resigns from the firm.

s boyhood’s ambition s to become an artist— ke any City man’s.

the walls and halls of Bedlam e artist is welcome— ld brush and full palette.

rough the cell’s grating will watch his children and from school.

uffer the little children come unto me th their neglected hair!»

ery special story r their very special friends— ey burst in the telling:

an evil thing, armed, p-tapping on the door, p-tapping on the floor, n the third day at dusk.»

ther in his shirt-sleeves ourishing a hatchet— n, children, run! one could stop him, one understood;

d in the evening papers…

mminent genius, oubles at the office, rmally, normally, if already mad.)



THE AGES OF OATH

find a garden-tulip growing mong wild primroses of a wild field, a cuckoo’s egg in a blackbird’s nest, a giant mushroom, a whole basketful— e memorable feats of childhood! ce, by the earthworks, scratching in the soil, y stick turned up a Roman amber bead…

e lost, the freakish, the unspelt ew me: for simple sights I had no eye.

d did I swear allegiance then wildness, not (as I thought) to truth— come a virtuoso, and this also, ter, of simple sights, when tiring unicorn and upas?

d I forget how to greet plainly e especial sight, how to know deeply e pleasure shared by upright hearts? d is this to begin afresh, with oaths the true book, in the true name, w stammering out my praise of you, ke a boy owning his first love?



NEW LEGENDS

ntent in you, dromeda serene, stress of air and ocean d every fiery dragon, ained to no cliff, king no rescue of me.

ntent in you, ad Atalanta, ooping unpausing, er ahead, quitting me of rivalry.

ntent in you ho made King Proteus marvel, owing him singleness st all variety.

ntent in you, obe of no children, no calamity.

ntent in you, len, foiler of beauty.



THE CLIMATE OF THOUGHT

e climate of thought has seldom been described. s no terror of Caucasian frost, r yet that brooding Hindu heat r which a loin-rag and a dish of rice ffice until the pestilent monsoon. t, without winter, blood would run too thin; without summer, fires would burn too long. thought the seasons run concurrently.

ought has a sea to gaze, not voyage, on; d hills, to rough the edge of the bland sky, t to be climbed in search of blander prospect; w birds, sufficient for such caterpillars are not fated to turn butterflies; w butterflies, sufficient for such flowers are the luxury of a full orchard; nd, sometimes, in the evening chimneys; rain the early morning roof, on sleepy sight; ow streaked upon the hilltop, feeding e fond brook at the valley-head at greens the valley and that parts the lips; e sun, simple, like a country neighbour;

e moon, grand, not fanciful with clouds.



NO MORE GHOSTS

e patriarchal bed with four posts hich was a harbourage of ghosts hauled out from the attic glooms d cut to wholesome furniture for wholesome rooms;

here they (the ghosts) confused, abused, thinned, rgetful how they sighed and sinned, nnot disturb our ordered ease cept as summer dust tickles the nose to sneeze.

are restored to simple days, are free om cramps of dark necessity, d one another recognize an immediate love that signals at our eyes.

new ghosts can appear. Their poor cause s that time freezes, and time thaws; t here only such loves can last do not ride upon the weathers of the past.



LOLLOCKS

sloth on sorrow fathered, ese dusty-featured Lollocks ve their nativity in all disordered cks of cupboard drawers.

ey play hide and seek mong collars and novels d empty medicine bottles, d letters from abroad at never will be answered.

ery sultry night

ey plague little children, rgling from the cistern, mming from the air, ewing up the bed-clothes, itching the blind.

hen the imbecile aged e over-long in dying d the nurse drowses, llocks come skipping the tattered stairs d are nasty together the bed’s shadow.

e signs of their presence e boils on the neck,

eams of vexation suddenly recalled the middle of the morning, nguor after food.

en cannot see them, en cannot hear them, not believe in them— t suffer the more th in neck and belly.

men can see them— hose naughty wives ho sit by the fireside unching bread and honey, tching them in mischief om comers of their eyes,

ly allowing them to lick ney-sticky fingers.

vereign against Lollocks e hard broom and soft broom, well comb the hair, well brush the shoe, d to pay every debt it falls due.



THE SUICIDE IN THE COPSE

e suicide, jar from content, ared down at his own shattered skull: s this what he meant?

d not his purpose been liberate himself from duns and dolts a change of scene?

om somewhere came a roll of laughter: had looked so on his wedding-day, d the day after.

ere was nowhere at all to go, d no diversion now but to peruse hat literature the winds might blow

o the copse where his body lay: ear-old sheet of sporting news, rumpled schoolboy essay.



THE BEACH

uder than gulls the little children scream hom fathers haul into the jovial foam; t others fearlessly rush in, breast high, ughing the salty water from their mouths — roes of the nursery.

e horny boatman, who has seen whales d flying fishes, who has sailed as far Demerara and the Ivory Coast, ll warn them, when they crowd to hear his tales, at every ocean smells alike of tar.



THE DOOR

hen she came suddenly in seemed the door could never close again, r even did she close it—she, she— e room lay open to a visiting sea hich no door could restrain.

when at last she smiled, tilting her head take her leave of me, here she had smiled, instead ere was a dark door closing endlessly, e waves receded.



TO LUCIA AT BIRTH

ough the moon beaming matronly and bland Greets you, among the crowd of the new-born, th «welcome to the world» yet understand That still her pale, lascivious unicorn d bloody lion are loose on either hand: With din of bones and tantarará of horn eir fanciful cortege parades the land— Pest on the high road, wild-fire in the corn.

trageous company to be born into, Lunatics of a royal age long dead. en reckon time by what you are or do, Not by the epochs of the war they spread. Hark how they roar; but never turn your head. thing will change them, let them not change you.



SHE TELLS HER LOVE WHILE HALF ASLEEP

e tells her love while half asleep, In the dark hours, With half-words whispered low: Earth stirs in her winter sleep And puts out grass and flowers Despite the snow, Despite the falling snow.



THESEUS AND ARIADNE

gh on his figured couch beyond the waves dreams, in dream recalling her set walk wn paths of oyster-shell bordered with flowers, ross the shadowy turf below the vines. sighs: «Deep sunk in my erroneous past e haunts the ruins and the ravaged lawns.» still unharmed it stands, the regal house

ooked with age and overtopped by pines here first he wearied of her constancy. d with a surer foot she goes than when ead of his hate was thunder in the air, hen the pines agonized with flaws of wind d flowers glared up at her with frantic eyes. him, now all is done, she never dreams t calls a living blessing down upon hat he supposes rubble and rank grass; aying the queen to nobler company.



TO JUAN AT THE WINTER SOLSTICE

ere is one story and one story only at will prove worth your telling, hether as learned bard or gifted child; it all lines or lesser gauds belong at startle with their shining ch common stories as they stray into.

it of trees you tell, their months and virtues. strange beasts that beset you,

birds that croak at you the Triple will? of the Zodiac and how slow it turns low the Boreal Crown, ison of all true kings that ever reigned?

ter to water, ark again to ark, om woman back to woman: each new victim treads unfalteringly e never altered circuit of his fate, inging twelve peers as witness th to his starry rise and starry fall.

is it of the Virgin’s silver beauty, fish below the thighs? e in her left hand bears a leafy quince; hen with her right she crooks a finger,

smiling, w may the King hold back? yally then he barters life for love.

of the undying snake from chaos hatched, hose coils contain the ocean, o whose chops with naked sword he springs, en in black water, tangled by the reeds, ttles three days and nights, be spewed up beside her scalloped shore?

uch snow is falling, winds roar hollowly, e owl hoots from the elder,

ar in your heart cries to the loving-cup: rrow to sorrow as the sparks fly upward. e log groans and confesses: ere is one story and one story only.

well on her graciousness, dwell on her smiling, not forget what flowers e great boar trampled down in ivy time. r brow was creamy as the crested wave, r sea-grey eyes were wild t nothing promised that is not performed.



SIROCCO AT DEYA

w most unnatural-seeming, yet how proper; e sea like a cat with fur rubbed the wrong way, the sirocco with its furnace flavour shes at full tilt around the village From every-which-a-way, hot as a two-buck pistol») ipping green olives from the blown-back boughs, orching the roses, blinding the eyes with sand; hile slanderous tongues in the small cafés d in the tightly-shuttered limestone

houses ack defamation, incite and invite ives to consummate their nearmurders… ok up, a great grey cloud broods nonchalant the mountain-top nine hundred feet above us, otionless and turgid, blotting out the sun, d from it sneers a supercilious Devil: Mere local wind: no messenger of mine!»



FROM THE EMBASSY

an ambassador of Otherwhere the unfederated states of Here and There joy (as the phrase is) tra-territorial privileges. th heres and theres I seldom come to blows need, as once, to sandbag all my windows. d though the Otherwhereish currency nnot be quoted yet officially, meet less hindrance now with the exchange

r is my garb, even, considered strange; d shy enquiries for literature me in by every post, and the side door.



THE WHITE GODDESS

saints revile her, and all sober men led by the God Apollo’s golden mean— scorn of which we sailed to find her distant regions likeliest to hold her hom we desired above all things to know. ter of the mirage and echo.

was a virtue not to stay, go our headstrong and heroic way eking her out at the volcano’s head, mong pack ice, or where the track had

faded yond the cavern of the seven sleepers: hose broad high brow was white as any leper’s, hose eyes were blue, with rowan-berry lips, th hair curled honey-coloured to white hips.

een sap of Spring in the young wood a-stir ll celebrate the Mountain Mother, d every song-bird shout awhile for her; t we are gifted, even in November west of seasons, with so huge a sense her nakedly worn magnificence

forget cruelty and past betrayal, edless of where the next bright bolt may fall.



THE SONG OF BLODEUWEDD (Reassembled from the deliberately confused medieval poem medley, Câd Goddeu, in the Red Book of Hergest, hitherto regarded as nonsensical.)

t of father nor of mother s my blood, was my body. was spellbound by Gwydion, ime enchanter of the Britons, hen he formed me from nine blossoms, Nine buds of various kind: om primrose of the mountain,

oom, meadow-sweet and cockle, Together intertwined, om the bean in its shade bearing white spectral army Of earth, of earthy kind, om blossoms of the nettle, k, thorn and bashful chestnut— ne powers of nine flowers, Nine powers in me combined, Nine buds of plant and tree. ng and white are my fingers As the ninth wave of the sea



INSTRUCTIONS TO THE ORPHIC ADEPT (In part translated from the Timpone Grande and Campagno Orphic tablets.)

soon as ever your mazed spirit descends om daylight into darkness, Man, remember hat you have suffered here in Samothrace, hat you have suffered.

er your passage through Hell’s seven floods, hose fumes of sulphur will have parched your throat, e Halls of Judgement shall loom up before you, miracle of jasper and of onyx. the left hand there bubbles a black spring ershadowed with a great white cypress. oid this spring, which is Forgetfulness; ough all the common rout rush down to drink, oid this spring!

the right hand there lies a secret pool

ve with speckled trout and fish of gold; hazel overshadows it. Ophion, imaeval serpent straggling in the branches, rts out his tongue. This holy pool is fed dripping water; guardians stand before it. n to this pool, the pool of Memory, n to this pool!

en will the guardians scrutinize you, saying: Who are you, who? What have you to remember? you not fear Ophioris flickering tongue?

rather to the spring beneath the cypress, ee from this pool!»

en you shall answer: «1 am parched with thirst. ve me to drink. 1 am a child of Earth, t of Sky also, come from Samothrace. tness the glint of amber on my brow. t of the Pure I come, as you may see. lso am of your thrice-blessed kin, ild of the three-fold Queen of Samothrace; ve made full quittance for my deeds of blood, ve been by her invested in sea-purple,

d like a kid have fallen into milk. ve me to drink, now I am parched with thirst, ve me to drink!»

t they will ask you yet: «What of your feet?» u shall reply: «My feet have borne me here t of the weary wheel, the circling years, that still, spokeless wheel:— Persephone. ve me to drink!»

en they will welcome you with fruits and flowers,

d lead you toward the ancient dripping hazel, ying: «Brother of our immortal blood, ink and remember glorious Samothrace!» en you shall drink.

u shall drink deep of that refreshing draught, become lords of the uninitiated ittering ghosts, Hell’s countless populace— become heroes, knights upon swift horses, onouncing oracles from tall white tombs the nymphs tended. They with honey

water all pour libations to your serpent shapes, at you may drink.



LAMENT FOR PASIPHAË

ing sun, shine warm a little longer! y eye, dazzled with tears, shall dazzle yours, njuring you to shine and not to move. u, sun, and I all afternoon have labored neath a dewless and oppressive cloud— leece now gilded with our common grief at this must be a night without a moon. ing sun, shine warm a little longer!

ithless she was not: she was very

woman, iling with dire impartiality, vereign, with heart unmatched, adored of men til Spring’s cuckoo with bedraggled plumes mpted her pity and her truth betrayed. en she who shone for all resigned her being. d this must be a night without a moon. ing sun, shine warm a little longer!



COUNTING THE BEATS

u, love, and I, e whispers) you and I, d if no more than only you and I hat care you or I?

unting the beats, unting the slow heart beats, e bleeding to death of time in slow heart beats, keful they lie.

oudless day, ght, and a cloudless day, the huge storm will burst upon their heads one day om a bitter sky.

here shall we be, he whispers) where shall we be, hen death strikes home, O where then shall we be ho were you and I?

t there but here, e whispers) only here, we are, here, together, now and here, ways you and I.

unting the beats, unting the slow heart beats, e bleeding to death of time in slow heart beats, keful they lie.



THE STRAW

ace, the wild valley streaked with torrents, hoopoe perched on his warm rock. Then why is tremor of the straw between my fingers?

hat should I fear? Have I not testimony her own hand, signed with her own name at my love fell as lightning on her heart?

ese questions, bird, are not rhetorical.

tch how the straw twitches and leaps though the earth quaked at a distance.

quited love; but better unrequited his chance instrument gives warning cataclysmic anguish far away.

re she at ease, warmed by the thought of me, uld not my hand stay steady as this rock? ve I undone her by my vehemence?



SPOILS

hen all is over and you march for home, e spoils of war are easily disposed of: andards, weapons of combat, helmets, drums ay decorate a staircase or a study, hile lesser gleanings of the battlefield— ins, watches, wedding-rings, gold teeth and such— e sold anonymously for solid cash.

e spoils of love present a different case, hen all is over and you march for home: at lock of hair, these letters and the

portrait ay not be publicly displayed; nor sold; r burned; nor returned (the heart being obstinate)— never dare entrust them to a safe r fear they burn a hole through two-foot steel



THE FACE IN THE MIRROR

ey haunted eyes, absent-mindedly glaring om wide, uneven orbits; one brow drooping mewhat over the eye cause of a missile fragment still inhering, n deep, as a foolish record of old-world fighting.

ookedly broken nose—low tackling

caused it; eeks, furrowed; coarse grey hair, flying frenetic; rehead, wrinkled and high; wls, prominent; ears, large; jaw, pugilistic; eth, few; lips, full and ruddy; mouth, ascetic.

ause with razor poised, scowling derision the mirrored man whose beard needs my attention, d once more ask him why still stands ready, with a boy’s presumption,

court the queen in her high silk pavilion.



SYMPTOMS OF LOVE

ve is a universal migraine, bright stain on the vision otting out reason.

mptoms of true love e leanness, jealousy, ggard dawns;

e omens and nightmares— tening for a knock, iting for a sign:

r a touch of her fingers a darkened room, r a searching look.

ke courage, lover! uld you endure such grief any hand but hers?



UNDER THE OLIVES

never would have loved had love not struck ifter than reason, and despite reason: der the olives, our hands interlocked, both fell silent: ch listened for the other’s answering gh of unreasonableness— nocent, gentle, bold, enduring, proud.



TURN OF THE MOON

ver forget who brings the rain swarthy goatskin bags from a far sea: s the Moon as she turns, repairing mages of long drought and sunstroke.

ver count upon rain, never foretell it, r no power can bring rain cept the Moon as she turns; and who can rule her?

e is prone to delay the necessary floods,

st such a gift might become obligation, month, or two, or three; then suddenly t relenting but by way of whim ll perhaps conjure from the cloudless west ingle rain-drop to surprise with hope ch haggard, upturned face.

re the Moon a Sun, we would count upon her bring rain seasonably as she turned; no one thinks to thank the regular Sun r shining fierce in summer, mild in winter— hy should the Moon so drudge?

t if one night she brings us, as she turns, ft, steady, even, copious rain at harms no leaf nor flower, but gently falls ur after hour, sinking to the tap roots, d the sodden earth exhales at dawn ong sigh scented with pure gratitude, ch rain—the first rain of our lives, it seems, ither foretold, cajoled, nor counted on— woman giving as she loves.



THE SECRET LAND

ery woman of true royalty owns ecret land more real to her an this pale outer world:

midnight when the house falls quiet e lays aside needle or book d visits it unseen.

utting her eyes, she improvises ive-barred gate among tall birches, ults over, takes possession.

en runs, or flies, or mounts a horse horse will canter up to greet her) d travels where she will;

n make grass grow, coax lilies up om bud to blossom as she watches, ts fish eat from her palm.

s founded villages, planted groves d hallowed valleys for brooks running ol to a land-locked bay.

ever dared question my love out the government of her queendom its geography,

r followed her between those birches, ting one leg astride the gate, ying into the mist.

she has pledged me, when I die, odge beneath her private palace a level clearing of the wood here gentians grow and gillyflowers d sometimes we may meet.



SELDOM YET NOW

dom yet now: the quality this fierce love between us— dom the encounter, e presence always, ee of oath or promise.

d if we were not so t birds of similar plumage caged the peace of every day, uld we still conjure wildfire up om common earth, as now?



A LOST WORLD

ear love, why should you weep For time’s remorseless way? ough today die in sleep And be called yesterday, We love, we stay.»

weep for days that died With former love that shone a world true and wide Before this newer one Which yours shines on.»

this world not as true As that one ever was hich now has fled from you Like shadows from the grass When the clouds pass?»

et for that would I weep Kindly, before we kiss: ve has a faith to keep With past felicities That weep for this.»



SURGICAL WARD: MEN

mething occurred after the operation scare the surgeons (though no fault of theirs) hose reassurance did not fool me long. yond the shy, concerned faces of nurses ingle white-hot eye, focusing on me, rced sweat in rivers down from scalp to belly. whistled, gasped or sang, with blanching knuckles utched at my bed-grip almost till it cracked:

o proud, still, to let loose Bedlamite screeches d bring the charge-nurse scuttling down the aisle th morphia-needle levelled… Lady Morphia— r scorpion kiss and dark gyrating dreams— e in mistrust of whom I dared out-dare, o minutes longer than seemed possible, in, that unpurposed, matchless elemental onger than fear or grief, stranger than love.



SONG: COME, ENJOY YOUR SUNDAY!

o your outstretched hands come pouring fts by the cornucopiaful— What else is lacking? me, enjoy your Sunday hile yet you may!

ase from unnecessary labours, unter into the green world stretching far, Light a long cigar, me, enjoy your Sunday

hile yet you may!

hat more, what more? You fended off disaster a long war, never acknowledging Any man as master; me, enjoy your Sunday hile yet you may!

e you afraid of death? But death is nothing: e leaden seal set on a filled flask. If it be life you ask, me, enjoy your Sunday hile yet you may!

a warm sand dune now, sprawling at ease th little in mind, learn to despise the sea’s Unhuman restlessness: me, enjoy your Sunday hile yet you may!



RUBY AND AMETHYST

o women: one as good as bread, Bound to a sturdy husband. o women: one as rare as myrrh, Bound only to herself.

o women: one as good as bread, Faithful to every promise. o women: one as rare as myrrh, Who never pledges faith.

e one a flawless ruby wears

But with such innocent pleasure tranger’s eye might think it glass And take no closer look.

o women: one as good as bread, The noblest of the city. o women: one as rare as myrrh, Who needs no public praise.

e pale rose-amethyst on her breast Has such a garden in it ur eye could trespass there for hours, And wonder, and be lost.

out her head a swallow wheels

Nor ever breaks the circuit: ory and awe of womanhood Still undeclared to man.

o women: one as good as bread, Resistant to all weathers. o women: one as rare as myrrh, Her weather still her own.



OUZO UNCLOUDED

re is ouzo (she said) to try you: tter not drowned in water, tter not chilled with ice, t sipped at thoughtfully, r toped in secret. ink it down (she said) unclouded a blow, this tall glass full, t keep your eyes on mine ke a true Arcadian acorn-eater.



EXPECT NOTHING

ve, ask for nothing, hope for nothing, bsist on crumbs, though scattered casually t for you (she smiles) but for the birds. ough only a thief s diet, it staves off re starvation, nor does she grow fat the bread she crumbles, while the lonely truth love is honoured, and her word pledged.



A LAST POEM

ast poem, and a very last, and yet another— when can I give over? ust I drive the pen until blood bursts from my nails d my breath fails and I shake with fever, sit well wrapped in a many-coloured cloak here the moon shines new through Castle Crystal? all I never hear her whisper softly: ut this is truth written by you only, d for me only; therefore, love, have done»?



MAN DOES, WOMAN IS

udiously by lamp-light I appraised e palm of your hand, its heart-line entical with its head-line; d you appraised the approving frown.

pread my cards face-upwards on the table, t challenging you for yours. an does; but woman is— n a gamester argue with his luck?



THE THREEFACED

ho calls her two-faced? Faces, she has three: e first inscrutable, for the outer world; e second shrouded in self-contemplation; e third, her face of love, ce for an endless moment turned on me.



BIRD OF PARADISE

sunset, only to his true love, e bird of paradise opened wide his wings splaying emerald plumage shot with gold guessed even by him. True, that wide crest d blazoned royal estate, and the tropic flowers rough which he flew had shown example what brave colours gallantry might flaunt, t these were other. She asked herself, trembling.

What did I do to awake such glory?»



THE GREEN CASTLE

e first heaven is a flowery plain; e second, a glass mountain; e third, likewise terrestrial, an orchard-close unclouded prescience of death or change the blood-sports of desire: r childhood paradise.

e next three heavens, known as celestial, e awkward of approach. nd is the prudent rider; body, the ass

sciplined always by a harsh bit, cepts his daily diet of thorns d frugal, brackish water; lds converse with archangels.

e seventh heaven, most unlike those others, once contrived to enter a trance of love; it is a green castle rdled with ramparts of blue sea d silent but for the waves’ leisured wash. ere Adam rediscovered Eve: e wrapped him in her arms.

afterglow of truth, still evident hen we had fallen earthward,

onished all except the born blind. angers would halt us in the roadway: onfess where you have been.» d, at a loss, we replied stumblingly: was here, it was nowhere— st night we lodged at a green castle. courtyard paved with gold.»



NOT TO SLEEP

t to sleep all the night long, for pure joy, unting no sheep and careless of chimes, lcoming the dawn confabulation birds, her children, who discuss idly nciful details of the promised coming— ll she be wearing red, or russet, or blue, pure white?—whatever she wears, glorious: t to sleep all the night long, for pure joy, is is given to few but at last to me, that when I laugh and stretch and leap from bed hall glide downstairs, my feet brushing the carpet

courtesy to civilized progression, ough, did I wish, I could soar through the open window d perch on a branch above, acceptable ally the birds still alert, grumbling gently together.



THE BLACK GODDESS

ence, words into foolishness fading, ence prolonged, of thought so secret hush the sheep-bells and the loud cicada.

d your black agate eyes, wide open, mirror e released firebird beating his way wn a whirled avenue of blues and yellows.

ould I not weep? Profuse the berries of love, e speckled fish, the filberts and white ivy hich you, with a half-smile, bestow your delectable broad land of promise r me, who never before went gay in plumes.



THE COLOURS OF NIGHT

e Moon never makes use of the Sun’s palette. mire her silvery landscapes, but abstain om record of them: lest you be later tempted counterfeit the dangerous colours of Night hich are man’s blood spurted on moving cloud.



THE HUNG WU VASE

th women like Marie no holds are barred. here do they get the gall? How can they do it?

e stormed out, slamming the hall door so hard. at a vase on the gilt shelf above—you knew it, ot from the Summer Palace at Pekin d worth the entire contents of my flat—

ppled and fell… I poured myself straight gin, wning it at a gulp. «So that was that!»

e bell once more… Marie walked calmly in, served broken red porcelain on the mat, oked up, looked down again with condescension, en, gliding past me to retrieve a glove er poor excuse for this improper call) uttered: «And one thing I forgot to mention: ur Hung Wu vase was phoney, like your love!»

w can they do it? Where do they get the gall?



GOOD NIGHT TO THE OLD GODS

od night, old gods, all this long year so faint u propped your heavy eyelids up with shells! ough once we honoured you who ruled this land e hundred generations and ten more, r mood has changed: you dribble at the mouth, ur dark-blue fern-tattoos are faded green, ur thunderous anger wanes to petulance,

d love to groanings of indifference. hat most you crave is rest in a rock-cave, asonally aroused by raucous gulls swallows, nodding off once more to sleep.

lay you in a row with cool palm wine ose at your elbows, should you suffer thirst, d breadfruit piled on rushes by your feet; t will not furnish you a standing guard— have fish to net and spear, taro to hoe, gs to fatten, coco-trees to climb; r are our poets so bedulled in spirit ey would mount a platform, praising in worn verse

ose fusillades of lightning hurled by you giants in a first day-break of time: hom you disarmed and stretched in a rock-cave t unlike this—you have forgotten where.



BLACK

ack drinks the sun and draws all colours to it. m bleached white, my truant love. Come back, d stain me with intensity of black.



WHOLE LOVE

ery choice is always the wrong choice, ery vote cast is always cast away— w can truth hover between alternatives?

en love me more than dearly, love me wholly, ve me with no weighing of circumstance, I am pledged in honour to love you:

th no weakness, with no speculation what might happen should you and I prove less

an bringers-to-be of our own certainty. ither was born by hazard: each foreknew e extreme possession we are grown into.



SONG: THE FAR SIDE OF YOUR MOON

e far side of your moon is black, And glorious grows the vine; k anything of me you lack, But only what is mine.

urs is the great wheel of the sun, And yours the unclouded sky; en take my stars, take every one, But wear them openly.

lking in splendour through the plain For all the world to see, nce none alive shall view again The match of you and me.



THE P’ENG THAT WAS A K’UN (Adapted from the Chinese of Lao Tse)

Northern seas there roams a fish called K’un, how many thousand leagues in length I know not, hich changes to a bird called P’eng—its wing-span how many thousand leagues in width I know not. ery half-year this P’eng, that was a

K’un, ns out its glorious feathers to the whirlwind d soars to the most Southerly pool of Heaven.

e Finch and Sparrow, thus informed, debated: We by our utmost efforts may fly only yonder elm. How can the P’eng outdo us?» ough, indeed, neither started as a fish.



IN PERSPECTIVE

hat, keep love in perspective?—that old lie rced on the Imagination by the Eye hich, mechanistically controlled, will tell w rarely table-sides run parallel; w distance shortens us; how wheels are found al in shape far oftener than round; w every ceiling-corner’s out of joint; w the broad highway tapers to a point— n all this fool us lovers? Not for long: en the blind will sense that something’s wrong.



HOODED FLAME

ve, though I sorrow, I shall never grieve: ief is to mourn a flame extinguished; rrow, to find it hooded for the hour hen planetary influences deceive d hope, like wine, turns sour.



SONG: DEW-DROP AND DIAMOND

e difference between you and her hom I to you did once prefer) clear enough to settle: e like a diamond shone, but you ine like an early drop of dew ised on a red rose-petal.

e dew-drop carries in its eye ountain and forest, sea and sky, th every change of weather; ntrariwise, a diamond splits

e prospect into idle bits at none can piece together.



ALL EXCEPT HANNIBAL

apped in a dismal marsh, he told his troops: o lying down, lads! Form your own mess-groups d sit in circles, each man on the knees the man behind; then nobody will freeze.»

ey obeyed his orders, as the cold sun set, owsing all night in one another’s debt, except Hannibal himself, who chose

s private tree-stump—he was one of those!



FACT OF THE ACT

the other side of the world’s narrow lane u lie in bed, your young breasts tingling th imagined kisses, your lips puckered, ur fists tight.

eaming yourself naked in my arms, ee from discovery, under some holm oak; e high sun peering through thick branches, winds mute.

dlessly you prolong the moment your delirium: a first engagement, ent, inevitable, fearful, ney-sweet.

ll it be so in fact? Will fact mirror ur virginal ecstasies: ue love, uncircumstantial, blame, no shame?

s for you, now, to say «come»; s for you, now, to prepare the bed; s for you as the sole hostess your white dreams—

s for you to open the locked gate; s for you to shake red apples down, s for you to halve them with your hands at both may eat.

expectation lies as far from fact fact’s own after-glow in memory; ct is a dark return to man’s beginnings, st of our hardihood, test of a willful d blind acceptance of each other also flesh.



TO BE IN LOVE

spring impetuously in air and remain eading on air for three heart-beats or four, en to descend at leisure; or else to scale e forward-tilted crag with no handholds; disembodied, to carry roses home om a Queen’s garden—this is being in love, aced with agilitas and subtilitas which few famous lovers ever guessed ough children may foreknow it, deep in dream, d ghosts may mourn it, haunting their

own tombs. d peacocks cry it, in default of speech.



SHE TO HIM

have it, sweetheart, is to know you have it ther than think you have it; think you have it is a wish to take it, ough afterwards you would not have it— d thus a fear to take it. if you know you have it, you may take it d know that still you have it.



THE YET UNSAYABLE

was always fiercer, brighter, gentler than could be told en in words quickened by Truth’s dark eye: absence, whirlpool; its presence, deluge; time, astonishment; its magnitude, murderous dagger-point. So we surrender r voices to the dried and scurrying leaves d choose our own long-predetermined

path om the unsaid to the yet unsayable silence of love and love’s temerity.



WITHIN REASON

u have wandered widely through your own mind d your own perfect body; us learning, within reason, gentle one, erything that can prove worth the knowing.

oncise wisdom never attained by those diless nobodies ho travel pen in hand through others’ minds, t without reason, eding on manifold contradiction.

stand perplexed by love’s inconsequences ke fire-flies in your hair distant flashes of a summer storm: ch are the stabs of joy you deal me ho also wander widely through my mind d still imperfect body.



THE OLIVE-YARD

w by a sudden shift of eye e hitherto exemplary world kes on immediate wildness d birds, trees, winds, the very letters our childhood’s alphabet, alter o rainbowed mysteries.

esh is no longer flesh, but power; mbers, no longer arithmetical, nce like lambs, fly like doves; d silence falls at last, though silken branches ntly heave in the near olive-yard

d vague cloud labours on.

hose was the stroke of summer genius ung from a mountain fastness here the griffon-vulture soars at let us read our shrouded future easily as a book of prayer read open on the knee?



SONG: BEYOND GIVING

ere is a giving beyond giving: Yours to me ho awoke last night, hours before the dawn, Set free one intolerable lightning stroke That ripped the sky understand what love withholds in love, And why.



SONG: YESTERDAY ONLY

t today, not tomorrow, terday only: ong-lasting yesterday vised by us to swallow day with tomorrow.

hen was your poem hidden derneath my pillow, hen was your rose-bush planted derneath my window— terday only?

een leaves, red roses, azoned upon snow, ong-lasting yesterday, day with tomorrow, ways and only.



SONG: OLIVE TREE

ll down a blessing that green sapling, udden blessing r true love’s sake that green sapling amed by our window th her leaves twinkling we lie awake. o birds flew from her the eye of morning eir folded feathers the sun to shake.

gury recorded, ion rewarded th an arrow flying th a sudden sting, th a sure blessing, th a double dart, th a starry ring, th music from the mountains the air, in the heart is bright May morning -echoing.



ARROW ON THE VANE

ddenly, at last, the bitter wind veers round om North-East to South-West. It is at your orders; d the arrow on our vane swings and stays true your direction. Nothing parts us now. hat can I say? Nothing I have not said, wever the wind blew. I more than love, when you drew me bodily from the dead.



THE GARDEN

hanced in a tower, asleep, dreaming about him, e twin buds of her breasts opening like flowers, r fingers leafed and wandering… Past the well ossoms an apple-tree, and a horde of birds sted in the close thickets of her hair umble in dreamy dissonance, lling him to the garden, if he dare.



THE GREENSAILED VESSEL

are like doves, well-paired, ering across a meadow— ildren’s voices below, eir song and echo;

ke raven, wren or crow at cry and prophesy, hat do we not foreknow, hether deep or shallow?

ke the tiller and prow

a green-sailed vessel yaging, none knows how, tween moon and shadow;

ke the restless, endless ossoming of a bough, ke tansy, violet, mallow, ke the sun’s afterglow.

sharp resemblances hat further must I show til your black eyes narrow, rrowing your clear brow?



TESTAMENT

re melody, love without alteration, ame without smoke, cresses from a clean brook, e sun and moon as it were casting dice th ample falls of rain, en comes the peaceful moment of appraisal, e first and last lines of our testament, th you ensconced high in the castle turret, mbing your dark hair at a silver mirror, d me below, sharpening my quill again.

is body is now yours; therefore I own it. ur body is now mine; therefore you own it. for our single heart, let it stay ours nce neither may disown it hile still it flowers in the same dream of flowers.



THE ROSE

hen was it that we swore to love forever? hen did this Universe come at last to be? e two questions are one.

tch me a rose from your rose-arbour bless this night and grant me honest sleep: ep, not oblivion.



CLIFF AND WAVE

nce first you drew my irresistible wave break in foam on your immovable cliff, occupy the same station of being— t as in wedlock harboured close together, t beyond reason, co-identical. w when our bodies hazard an encounter, ey dread to engage the fury of their senses, d only in the brief dismay of parting ll your cliff shiver or my wave falter.



THE TITLE OF POET

ets are guardians a shadowy island th granges and forests rmed by the Moon.

me back, child, come back! u have been far away, used among phantoms, serving silence.

hoever loves a poet

ntinues whole-hearted, r other loves or loyalties stinct and clear.

e is young, he is old d endures for her sake ch fears of unease distance provokes.

how can he warn her hat natural disasters ll plague one who dares neglect her poet?… r the title of poet mes only with death.



CORONET OF MOONLIGHT

ch was the circumstance of our first love: a, silence, a full moon. vertheless, even the same silence mended by a distant nightingale om the same past, and gently heaving surf, ings me no sure revival of our dream— r to be surely with you is to sleep, ving well earned my coronet of moonlight no mere counting of processional sheep.



SONG: TO BECOME EACH OTHER

love you truly I must become you, d so to love you I must leave behind that was not you: All jewelled phantoms fabrications Of a jealous mind.

r man and woman

To become each other far less hard Than would seem to be: eternal serpent With eyes of emerald ands curled around This blossoming tree.

ough I seem old As a castle turret d you as young As the grass beneath s no great task To become each other here nothing honest Goes in fear of death.



TILTH Robert Graves, the British veteran, is no longer in the poetic swim. He still resorts to traditional metres and rhyme, and to such out-dated words as tilth; withholding his 100% approbation also from contemporary poems that favour sexual freedom. FROM A NEW YORK CRITICAL WEEKLY

ne are the drab monosyllabic days hen «agricultural labour» still was tilth; d «100% approbation», praise; d «pornographic modernism», filth— still I stand by tilth and filth and praise.



SONG: THE PROMISE

hile you were promised to me t still were not yet given, ere was this to be said: ough wishes might be wishes, promise was a promise— ke the shadow of a cedar, the moon overhead, the firmness of your fingers, the print of your kisses, your lightness of tread, th not a doubt between us ce bats began their circling

mong the palms and cedars d it was time for bed.



NIGHTMARE OF SENILITY

en must I punish you with trustfulness nce you can trust yourself no more and dread esh promptings to deceive me? Or instead ust I reward you by deceiving you, heaping coals of fire on my own head? e truth and friendship dead?

d why must I, turning in nightmare on you,

wl out my lies as though to make them true? f this Now were once, when pitifully u dressed my wounds, kissed and made much of me, ough warned how things must be!

***

ry well, then: my head across the block, mile on your pursed lips, and the axe poised r a merciful descent. Ministering to you en in my torment, praising your firm wrists, ur resolute stance… How else can I protect you

om the curse my death must carry, except only begging you not to prolong my pain yond these trivial years? I am young again. watch you shrinking to a wrinkled hag. ur kisses grow repulsive, your feet shuffle d drag. Now I forget your name and forget mine. matter, they were always equally «darling». r were my poems lies; you made them so mystify our friends and our friends’ friends. were the loveliest pair: all-powerful too, til you came to loathe me for the hush

at our archaic legend forced on you.



THOSE BLIND FROM BIRTH

ose blind from birth ignore the false perspective those who see. Their inward-gazing eyes oaden or narrow no right-angle; r does a far-off mansion fade for them match-box size.

ose blind from birth live by their four sound senses. ly a fool disguises voice and face hen visiting the blind. Smell, tread and

hand-clasp nounce just why; and in what mood, he visits at all-observant place.



SHOULD I CARE?

hould I care», she asked, «his heart being mine, his body be another’s?— ould I long for children and a full clothes-line? ildren, indeed, need mothers, t do they still need fathers? d now that money governs everything ould a country need a king?»



FAST BOUND TOGETHER

st bound together by the impossible, e everlasting, the contempt for change, meet seldom, we kiss seldom, seldom converse, aring no pillow in no dark bed, owing ourselves twin poets, man with woman, millennial coincidence past all argument, laughter and all wonder.



THREE WORDS ONLY

ars from our eyes art out suddenly til wiped away the gentle whisper three words only.

d how should we stifle ief and jealousy at would jerk us apart re it not for an oracle three words only?

ree words only, ll seven years waiting th prolonged cruelty ght by night endured r three words only.

eetheart, I love you re in the world’s eye d always shall do th a perfect faith three words only.

t us boast ourselves ll to be poets hose power and whose faith ng at this tall altar

three words only.



SONG: SEVEN FRESH YEARS

o full generations d parted our births still I could love you yond all concealment, fear, all reproach, til seven fresh years ling distance and time d established our truth.

ve brooded undimmed r a threatening new age,

we travelled together rough torment and error yond jealousy’s eras midnight and dawn, til seven fresh years ling distance and time d established our truth.



SEPTEMBER LANDSCAPE

ive-green, sky-blue, gravel-brown, th a floor of tumbled locusts, d along the country lane bel dances dressed in red ect, thinking aloud, amed against sudden cloud d its bold promise of much-needed rain



CRUCIBLES OF LOVE

om where do poems come? om workshops of the mind, do destructive armaments, ilosophic calculations, hemes for man’s betterment?

are poems born simply om crucibles of love? ay not you and I together grossed with each other sess their longevity?

r who else can judge merits define demerits— is remains a task for lovers ld fast in love together d for no others.



AT THE GATE

here are poems? Why do I now write none? is can mean no lack of pens, nor lack of love, t need perhaps of an increased magic— here have my ancient powers suddenly gone?

night I caught a glimpse of her at the gate appling a monster never found before, d jerking back its head. Had I come too late?

r eyes blazed fire and I could look no more.

hat could she hold against me? Never yet d I lied to her or thwarted her desire, jecting prayers that I could never forget, aling green leaves to light an alien fire.



THE SENTENCE

this a sentence passed upon us both r too ambitious love in separation: t as an alien intervention or intrusion t as heaviness and silence, a death in absence?

have lived these seven years beyond recourse, ch other’s single love in separation: whispered name before sleep overtakes us d before morning wakes us some far-distant station.

t us not hold that either drew apart weariness or anger or adventure, the resolve to nurse a single heart… ll it an irresistible thunderbolt. was not my fault, love, nor was it your fault.



THE UNPENNED POEM

ould I wander with no frown, these idle days, y dark hair trespassing on its pale brow — so, without companionship or praise, ust I revisit marshes where frogs croak ke me, mimicking penitential ways?

e you still anchored to my slow, warm heart er long years of drawing nightly nearer

d visiting our haunted room, timely ffling its corners with love’s hidden mop? d still must we not part?

hat is a poem if as yet unpenned ough truthful and emancipated still om what may never yet appear, om the flowery riches of still silent song om golden hours of a wakeful Spring?

proach me, Rhyme; advise me, Reason! e wind blows gently from the mountain top. t me display three penetrative wounds hite and smooth in this wrinkled skin of

mine, ll unacknowledged by the flesh beneath.

poem may be trapped here suddenly, rusting its adder’s head among the leaves, thout reason or rhyme, dumb— if not dumb, then with a single voice bbed of its chorus.

re looms November. When last did I approach per with ink, pen, and the half truth? vise me, Reason!



THE GREEN WOODS OF UNREST

t the weeks end as well they must t with clouds of scattered dust t in pure certainty of sun— d with gentle winds outrun the love that we contest these green woods of unrest. u, love, are beauty’s self indeed, ver the harsh pride of need.



ROBERT GRAVES nació en Wimbledon el año 1895 y murió en diciembre de 1985 en Deyá (Mallorca), donde residió habitualmente desde el término de la Segunda Guerra Mundial. En 1961 fue nombrado profesor de poesía en Oxford. Ha escrito numerosas novelas —Yo,

Claudio y El dios Claudio y su esposa Mesalina (ambas de 1934), El conde Belisario (1938), La esposa de Mr. Milton (1943), El vellocino de oro (1944), El rey Jesús (1946) y La hija de Homero (1955), algunas de las cuales han tenido enorme difusión. Se le debe también una espléndida autobiografía —Adiós a todo eso (1929)—, diversos ensayos críticos sobre literatura —Sobre poesía inglesa (1922), El asfódelo común (1949) y El máximo privilegio (1955)— y algunos cuentos para niños. Sus libros de poemas, mucho más complejos que su obra narrativa, hacen de él uno de los grandes poetas en lengua inglesa de nuestro siglo.