Chupa Nena - Efraim Medina

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Chupa nena, pero despacio 1 Aclaro de entrada que sólo he leído algunos episodios del Quijote. Durante años me he prometido leerlo, en riguroso orden, de principio a fin. También he prometido mandar a reparar la vieja radio Philips que mi madre sigue puliendo cada día con un rabioso e indestructible celo. Menciono la radio porque, curiosamente, siempre ha estado debajo de ella una edición en pasta dura del Quijote. Ambos, la radio y el libro, las trajo mi padre el mismo día: 30 de abril de 1973. La pasión de mi padre era la música y acababa de gastarse la mitad de su paga en esa radio. El libro se lo había prestado un compañero de la fábrica porque mi hermana necesitaba la biografía de Miguel de Cervantes Saavedra para un trabajo escolar. Después de comer mi padre ayudó a mi hermana a transcribir los datos que necesitaba de Cervantes y puso el libro sobre una mesita auxiliar, en forma de triángulo, que mi madre acababa de apoyar en un rincón de la sala. -Ese es el puesto de la radio-dijo mi madre. -Ponla encima-dijo mi padre-; no creo que semejante radio ofenda al señor Cervantes. Mi madre sonríente puso la radio sobre el libro. -Con el libro se ve más elegante-dijo mi madre. -No te amañes que el libro es ajeno-replicó mi padre. Mi madre encendió la radio y movió el dial para sintonizar la emisora Fuentes. La voz de Lucho Gatica cantando Encadenados invadió la casa, fue la canción que estrenó la radio y la última que mi padre escuchó en su vida. Al terminar la canción mi madre le recordó que se había acabado el pan y él me agarró de la mano para que lo acompañara a comprarlo. Cruzamos la ancha avenida que separaba nuestro barrio de una zona industrial al fondo de la cual estaba la panadería. Unos pasos después de haber cruzado mi padre se acordó que había olvidado la billetera y me pidió esperarlo un momento. Lo vi correr de regreso a casa y luego la mancha oscura de un autobús... 1

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2 Nadie nos prometió que estar aquí sería fácil. Le damos reglas a la vida, pero la vida no tiene reglas. Cada cosa quisieramos meterla dentro de los margenes de nuestro entendimiento y no es por perversidad, sólo para estar más seguros. Por desgracia las cosas buenas que anuncian los comerciales suelen ser una trampa. A los seis años pensaba que mi padre era indestructible y que el cereal Kellogg’s era perfecto. Mi padre murió frente a mis ojos sin nunca haber probado el cereal Kellogg’s, él siempre creyó que desayunar con pan era suficiente. No sé cuando escuché por primera vez que Don Quijote era la mejor novela jamás escrita y el segundo libro más leído del mundo (el primero, dicen, es la Biblia). También la Biblia la he leído por saltos. Le damos reglas a la lectura, pero la lectura no tiene reglas. No sé si Don Quijote es la mejor novela que existe (para hacer tal afirmación debería haber leído y valorado cada una de las millones de novelas que existen y tal empresa prefiero dejársela a Mario Jursich), lo que puedo decir es que los pasajes que he leído de Don Quijote son divertidos y que Sancho Panza me parece unos de los personajes más bacanos que conozco. Es un man del putas, con un sentido de la amistad y la justicia envidiables. Si de los que he leído debo escoger mi episodio favorito no tengo dudas que es aquel donde Dulcinea trata de seducir a Sancho y éste, contra todos los pronósticos, la rechaza. La tipa, ya sabemos, no es lo que el Quijote se imagina pero está buena. Es grande y robusta, tiene las nalgas duras y los labios gruesos y a veces, cuando el viento sopla fuerte, se le marca el sexo en la tela del vestido y su sexo es grande y acolchado como un sapo, un sapo cortado a la mitad[1]. 3 Después que mi padre murió sus compañeros de la fábrica vinieron al velorio, entre ellos el dueño del Quijote. Al ver su libro bajo la radio empezó a reír y mi madre le ofreció disculpas y fue a sacar el libro para dárselo pero él le pidió dejarlo allí. -Al menos aquí sirve de algo-dijo todavía riendo. Y es que en los velorios, al menos los del Caribe, se ríe mucho. Es como si los adultos trataran de espantar la tristeza a punta de risa y creo que Don Quijote tiene mucho de eso; cuando leemos las terribles y ridículas aventuras del pobre tipo uno se ríe y al mismo tiempo se 2

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pone triste. Reímos porque es gracioso y nos ponemos triste porque todos, de alguna forma, somos Don Quijote. En los meses que siguieron a la muerte de mi padre convencí a mis compañeros de escuela de que no había muerto si no que una mañana, al comer unos cereales Kellogg’s radioactivos, había adquirido ciertos poderes y por la seguridad del mundo era mejor que lo creyeran muerto. Agregué que estaba combatiendo el mal en tierras lejanas pero que si alguien me pegaba creyéndome huerfano él regresaría para vengarse. Inventando historias sobre las aventuras de mi padre y lo fuerte que estaba de tanto comer cereal Kellogg’s radioactivo logré mantener a raya a los grandulones y combatí la tristeza que me anegaba cada amanecer. Con el tiempo, al igual que Don Quijote, me creí mi propio cuento y todavía hoy sigo esperando que la vida cambie esa regla estúpida de llevarse para siempre a la gente que uno ama tanto. 4 En el episodio que menciono Dulcinea y Sancho se encuentran en un establo; él está sentado descansando sobre el heno seco y ella se le sienta enfrente recogiendo la falda para dejar al aire sus fuerte piernas de sembradora de papas. Sus manos se apoyan en el heno y echa hacia atrás el cuerpo; está agitada por el calor y las enormes tetas le suben y bajan. Sin decir palabra estira lentamente uno de sus pies rumbo a la entrepierna de Sancho que retrocede un poco y pregunta: -¿Tiene sed, señora? -Más de la que imaginas. -Voy por agua-dice Sancho e intenta levantarse. Dulcinea lo empuja con el pie y Sancho cae boca arriba, ella gatea hasta él y luego se le sienta encima-. Mi señor está por llegar... -Calmar la sed no toma mucho tiempo. -Una princesa como usted no puede beber de cualquier pozo. -¡Basta de tonterías, Sancho!-exclama ella acercando su boca a la del fiel escudero-. No soy una princesa y tú no eres un idiota. Estoy harta de frases melosas, quiero ver una buena espada y no creo que vayas por ahí desarmado. 3

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-Quien combate es mi señor, mi deber es cuidarle la retaguardia. -Pues cuída también la mía, mira que hace tiempo está abandonada. -Un buen escudero debe mantener la distancia... -Eres sólo un mugroso campesino que sigue a un orate. Sancho la aparta con gesto suave pero enérgico. -Soy el escudero de Don Quijote y usted su princesa. Dulcinea se levanta y se quita el vestido, Sancho la observa con la boca abierta. -Ok, Sancho, dime ahora qué prefieres-mientras habla se acaricia las tetas-: ¿Seguir creyendo en tonterías o quitarme el moho de la retaguardia? Parecía un dilema de fácil solución, sin embargo, significaba todo para Sancho. A él le gustaba Dulcinea pero acostarse con ella equivalía a borrar la virtuosa y bella imagen de una princesa por la fugaz pasión de una campesina. No podía arriesgarse a destruir un mundo del cual él hacia parte. Era él quien había soñado a un caballero que lo sacara de su miserable vida de campesino y lo elevara a escudero. Creía en Don Quijote a ojo cerrado y si alguna vez seguía la corriente a quienes decían que su señor estaba loco lo hacía por estrategia; era su forma de protegerlo y protegerse de un mundo donde la fantasía se consideraba peligrosa y los soñadores eran vistos como criminales. 5 Algunos imaginan que Don Quijote sea un viejo y aburrido libro del que sólo hablan los profesores y críticos de literatura y tienen razón; es un viejo libro que apasiona a los críticos. Sin embargo famosos rockeros han confesado haberse inspirado en su lectura para ciertas canciones. Así mismo grandes futbolistas, serial killers y hasta actrices porno han hablado del placer de su lectura. Los críticos de literatura y de cualquier otra maldita cosa hacen su trabajo al igual que las actrices porno, ni a unos ni a otras hay que tomarlos demasiado en serio. Por supuesto que prefiero a las actrices pornos y estoy seguro que ellas 4

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saben más de literatura que Harold Blum o Luz Mary Giraldo; tampoco me cabe dudas que Cervantes Saavedra habría preferido hablar con una actriz porno que con un crítico. ¿Qué rayos es Don Qujiote? Mierda, no lo sé. Lo he leído a saltos... A veces cuando lo leía pensaba que el autor lo había escrito en un viaje de hongos. En realidad Don Quijote es el campeón de los looser, un tipo que está acabado y antes que entregarse prefiere inventársela y con su energía consigue apuntarse a una buena cantidad de fiestas. Sancho que lo sigue aprovecha el desorden. Se supone que Don Quijote es el jefe de Sancho pero en el fondo son súper amigos y cuando en su alucine Don Quijote se pasa de calidad, Sancho lo frena. El resto, lo que dicen los críticos, es puro pie de página que hay que pasar por alto y leer la vaina con frescura. 6 La radio sigue allí y el libro abajo, sosteniéndola. Mi madre en la cocina canta. Han pasado más de treinta años desde aquel trágico día y el dolor dentro de mí es tan fuerte como entonces. Muchas veces leyendo pasajes del Quijote he escapado al dolor, la poderosa fantasía que el autor puso allí sigue incólume y las profundas verdades que subyacen y flotan sobre esas fantasías siguen vigentes. Si leer no es iniciar un viaje que nos aleje de la imbécilidad cotidiana, de los repugnantes noticieros y los columnistas de mierda que, resumiendo noticieros, se ganan su misera paga. Si leer no es entrar a un mundo fantástico que nos ayuda a soportar el dolor y nos enseña, sin énfasis, lo que cada uno debería saber antes de pudrirse. Si leer no es soñar que somos diferentes, que podemos vencer a la muerte y convertir, cuando nos de la gana, molinos de vientos en gigantes y viceversa. Si leer no es todo eso, y cada cosa que a un lector cualquiera se le antoje agregar, leer no serviría para un pito. Mi padre no ha muerto, está en Asia ayudando a las víctimas del Tsunami, antes estuvo en Iran intentando evitar que los gringos entraran porque sabía que no había armas químicas y que George Bush es más peligroso para la humanidad que cien Sadam Hussein juntos. Mi padre está tan vivo en mí como cuando puso el libro allí y, sin saberlo, unió mi destino a la literatura. Por eso, por mi padre, aunque la radio no funciona sintonizo otra vez aquella emisora (que ya no existe) e imagino la voz de Lucho Gatica, enseguida saco el libro y empiezo a leer un nuevo episodio de Don Quijote de la Mancha. 5

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FIN.

Efraím Medina vuelve con obra 'Lo que todavía no sabes del pez hielo'

Efraím Medina lanza su última novela "Lo que todavía no sabes del pez hielo". El escritor vuelve después de ocho años, con el lanzamiento de su obra en la Feria del Libro. Hacía 8 años que el escritor cartagenero Efraím Medina no publicaba un libro. Decidió que no quería empezar a producir mecánicamente una obra cada año con una fórmula ya aprendida, así que se alejó, se dedicó a su hija de 4 años de edad, al cine y a su banda musical 7 Torpes, la de los "grandes fracasos". Cuando tuvo más tiempo, "porque los hijos van creciendo y se 'despegan' rápido", sintió la necesidad de tomar su lápiz Mongol #2 y empezó a escribir. Fue así como llegó a la Feria Internacional del Libro de Bogotá su última novela "Lo que todavía no sabes del pez hielo", inspirada en un chico aislado del mundo que vive realidades alternas y un mal día se estrella con la realidad. "Cuando la novela empieza el lector está perdido, porque como escritor también lo estaba. Hay un doble inicio y lógicamente la idea es descifrarlo", adelantó Medina, asociado a escritores como Kundera, Boll, Bukowski, Capote o Miller. Interés, intriga, oscuridad, contradicción, amor filial, erotismo, infamia, componen este triller considerado un retrato de la condición humana. 6

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"Hay escenas del libro que viví con terror", dijo durante la Twitcam que tuvo con @CulturaET y todos sus seguidores. Entre las subhistorias de "Lo que todavía no sabes del pez hielo", como es común en las obras de Medina, hay una con tintes similares al escándalo que por estos días se lleva los titulares de medios nacionales e internacionales: las prostitutas y los agentes secretos en Cartagena. Sobre esto y otros temas de actualidad también conversó con los usuarios de ELTIEMPO.COM y sus lectores. "Si yo pudiera montaría un negocio de prostitutas" Con doble moral e hipocresía, así considera Efraín Medina que se maneja el tema de la prostitución en Colombia, una realidad que de alguna forma se entrelaza en su última novela. "Colombia exporta el 18% de las putas que hay en el mundo", contó, basándose en las investigaciones que ha tenido en mano gracias a su trabajo en la revista italiana Internazionale. "Si yo pudiera montaría un negocio de prostitutas", señaló, agregando que "ese negocio está en manos de extranjeros". Fue más allá y lanzó una propuesta: "Deberíamos unirnos un grupo y lanzar un negocio bien montado, controlar que no ingresen menores, que las mujeres tengan garantías y les den la plata que deberían ganar". El autor de "Érase una vez el amor pero tuve que matarlo" va unas cuatro veces al año a Cartagena y ve cómo se ha ido poblando el centro de negocios de prostitución. "En Colombia hay buena droga y buenas mujeres, y eso no lo puede negar nadie. El 80 por ciento del turismo busca eso". De niños involucrados en turismo sexual también dijo, "hay unos 15.000 en el país", sin nombrar estudios oficiales. Para Medina, "Cartagena es un pequeño laboratorio del infierno, con apariencia de paraíso". 7

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Efraím, en más de 140 caracteres Su nueva novela: "Lenny Bruce (cómico estadounidense) es el ídolo del protagonista. Creó el monologo como elemento de comunicación cómica, lo que luego algunos convirtieron en esa payasada y cosa ligera que llaman "Stand-up comedy". Legalización de las drogas: "La cocaína es un producto como cualquier otro. Colombia tiene todo el derecho a explotarlo y a generar riquezas de eso. Para lo único que sirve la ilegalidad es para mantener los precios altos y la criminalidad". Adopción gay: "Dos homosexuales son la mejor cosa que le puede pasar a un niño. Ser homosexual no es ser un extraterrestre. Ya sería homosexual de tener tantos amigos homosexuales". De sus grandes fracasos con 7 Torpes:

"Vendimos nueve copias con "Canciones mediocres", el primer álbum de 7 Torpes. Era una cifra, algo habíamos hecho. Nos animamos y lanzamos el segundo que se llamó "Canciones aún más mediocres", pero no superamos las ventas del primero". Otras obras Novelas: Érase una vez el amor pero tuve que matarlo Técnicas de masturbación entre Batman y Robin Sexualidad de la Pantera Rosa 8

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Relatos: Cinema árbol Sarah y las ballenas Poemas: Chupa nena pero despacio Pistoleros/Putas y Dementes

Fragmento de la nueva novela Página 270 En la franja más profunda del mar Tirreno habita el pez hielo, la oscuridad allí es más densa que en un agujero negro y aunque el pez hielo es transparente no tiene conciencia de serlo. El pez hielo no tiene pensamientos ni deseos, no conoce a ningún otro pez de su especie, no quiere ir a otra parte porque no sabe que existe esa posibilidad. Se desplaza, devora trozos de cristal y se complace en su absoluto. Es el pez que soñó Corolla y quizá Deleuze antes de saltar. No confronta, no es un rival, no es la publicidad de un perfume. Es el archienemigo de cualquier referente, el héroe de un mundo sin bordes. Y como sucede siempre, un día cualquiera, a ese paraíso del silencio llega un cadáver. No, aún no es un cadáver, es un papiliochromis. No viene del océano sino de una pecera, era la mascota de alguien, lo dieron por muerto, lo tiraron al retrete, bajaron la palanca y recorrió mil kilómetros por un tubo hasta el hogar del pez hielo. Esa es la densa oscuridad que lo rodea, la mierda de todos los culos que habitan en Ciudad Inmóvil. En su agonía, el papiliochromis. le habla al pez hielo de luminosos atardeceres frente al mar, de ciudades, luces multicolores, alimento concentrado, documentales de 9

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Jacques Cousteau y todo aquello que veía en el televisor de su dueña. Una vez que lo ha contaminado de inquietud, expira, y como es apenas obvio el pez hielo empieza a soñar con la luz. Páginas 120-121 De niño capturaba salamanquejas, las metía en un frasco, las alimentaba con insectos y al cabo de dos o tres días las liberaba. A algunas les ponía nombres y recuerdo en particular a Marlene. Medía catorce centímetros y tenía una mancha negra en la cabeza, no quiso comer ni estuvo un segundo tranquila dentro del frasco y esto me hizo odiarla. Como castigo le corté la cola (no lo había hecho con ninguna de mis anteriores huéspedes) que estuvo saltando en el vacío más de quince minutos y cuando se quedó quieta la metí en el frasco con Marlene. El castigo la enfureció e intentó morderme, perdí el control y con la punta de un lápiz le atravesé la cabeza y seguí agujereándola hasta que no salió una gota más de su sucia sangre. Estaba furioso y hubiera querido hacerle más daño y luego la rabia se fue diluyendo y empezó un dolor. No, al inicio no era un dolor, era una sensación de fastidio enquistada en mitad del pecho que si respiraba profundo se parecía a un dolor. No conocía esa sensación y pensé que pasaría como sucede con el hipo y no pasó, permaneció allí y todavía cuando respiro profundo puedo sentirla. El cadáver de la salamanqueja se fue resecando en el frasco y los insectos que debían ser su alimento terminaron devorándola. Una noche, siendo ya adolescente, le escribí un poema. Había escuchado a un cantante heroinómano decir en una entrevista que los poemas podían curar los sortilegios del mal y le creí (después ese cantante terminó suicidándose y supuse que los poemas fallaron). Ese poema y otros que escribí en el mismo período terminé destruyéndolos a causa de la depresión, lo que recuerdo es que hablaba de lo mal que una criatura grande y fuerte puede llegar a 10

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sentirse cuando lastima a una pequeña y frágil y de cómo el golpe regresa a quien lo asesta. Dañar es un oficio/ un destino cifrado/ una orden milenaria de dioses sin corazón… No puedo recordarlo con exactitud, sé que imaginé a mi padre como un ogro con mis ojos y a madre como una salamanqueja de rostro alargado. La noche que lo escribí había ingerido varias dosis seguidas del tranquilizante que me había recetado Jacobi y tuvieron que llevarme de emergencia al hospital, incluso llegaron a pensar que era un intento de suicidio. Habría sido cómico terminar como aquel cantante. Dañar te excita, te lleva alto, te aguza los sentidos/ y luego te regresa más atrás del punto de partida/ Hice daño a Marlene y ella me partió el alma en dos/ Era un niño inocente/ un dulce criminal/ me libré de la silla eléctrica/ de la vida aún no. O algo así, un mal poema, pretencioso como todos los poemas. El poema falló, quizá porque cuando se escribe un poema se pretende decir algo más importante que la razón de escribirlo. No se puede escribir con humildad ni dañar a alguien y salir bien librado. Enterré los restos de Marlene en el fondo del patio junto al lápiz, ahora el lápiz tiene un efecto simbólico, en aquel momento pensaba solo en no dejar evidencias del crimen. Autobiografía a lo Facebook Mido 1.87, peso 83 kilos. Nací en Ciudad Inmóvil (Cartagena de Indias) y vivo entre Colombia y el resto del mundo. En la adolescencia realicé 14 combates como púgil amateur sin conocer la victoria (es mi único récord perfecto). A final de los ochenta tuve una impresionante racha de novias gordas. Escribo libros de toda índole, he publicado algunos: ‘Érase una vez el amor pero tuve que matarlo’, ‘Téc...nicas de masturbación entre Batman y Robin’, ‘Sexualidad de la Pantera Rosa’ (novelas). Cinema árbol, Sarah y las ballenas (relatos). Chupa nena pero despacio, Pistoleros/Putas y Dementes (poemas). 11

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Tengo una banda llamada 7 Torpes, nuestro primer álbum, ‘Canciones mediocres’, vendió 9 copias, y el segundo, ‘Canciones aún más mediocres’, no pudo superarlo. Ahora estamos por lanzar el álbum ‘La forma del vacío’. He escrito y dirigido teatro y cine, entre mis películas podría destacar ‘Tres horas mirando un chimpancé’ y ‘Eso no me infla la banana’. En 1995 y 1997 gané el Premio Nacional de Literatura, antes ya había ganado una veintena de otros asquerosos premios en todos los géneros literarios. Escribo para la revista italiana ‘Internazionale’ y la colombiana ‘Soho’. He sido jurado del Festival Internacional de Cine de Venezia y del Festival Internacional de Cine de Cartagena. Soy codirector del Carnaval Internacional de las Artes, que se realiza cada año en Barranquilla (Colombia). Dirijo la multinacional Fracaso Ltda. Escribí, dirijo e interpreto el concierto experimental Body&Soul. Mis próximos títulos incluyen las novelas ‘Lo que todavía no sabes del pez hielo’ y ‘Curso acelerado de inteligencia básica’.

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