CHAIG, Enrique. Alegrese Tu Corazon

Quizás usted se pregunte: 11 ¿Otra vez un libro sobre este tema?" Sí, pero con un enfoque y un sabor diferente. No para

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Quizás usted se pregunte: 11 ¿Otra vez un libro sobre este tema?" Sí, pero con un enfoque y un sabor diferente. No para abundar en datos estadísticos, ni para considerar áridas teorías sobre el comportamiento humanol ni tampoco para mostrar un camino idealista de felicidad imposible. Cuando usted concluya la lectura de esta obra, lo hará con la serena alegría de haber transitado por una senda confiable que conduce hacia la plenitud de la vida. El Dr. Enrique Chaij, ex orador y director de los programas "Una Luz en el Camino" y "Encuentro con la Vida",es un protifico escritor y autor, entre otras obras, de libros como A pesar de todo .. . ¡Qué linda es la vida!, Vivir con valor, El poder del amor, Dicha y armonía en el hogary 7500 ventanas de la vida.

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Ediciones New Life

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A pesar de todo...

¡Alégrese \,

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tU 1 "Z0,0 • Una invitación a disfrutar de la verdadera alegría de la vida

ENRIQUE CHAl]

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Ediciones New Life



ÍNDICE

Dirección editorial: Enrique Chaij

Diagramación: Néstor Rasi

Tapa: Hugo O. Primucci

Foto de tapa: Pho toDisc

Prefacio .. . ....... .

6

Introducción .... _.......... .

8

1.

Sombras que piden luz

11

IMPRESO EN LA ARGENTINA

Printed in Argentina

2.

El precio de la alegría ........ _.

23

Primera edición

MMIll - 4M

3.

El poder terapéutico de la alegría

37

Es propiedad. © New Life (2003).

Queda hecho el depósito que marca la. ley 11.723.

4.

Invasores del alma .. ... ..... .

53

5.

Ingredientes de la alegría ...... .

71

6.

La fragua de la alegría . ..... _.

89

7

Inseparables: Amor, gozo, paz

107

8.

Paradojas de la felicidad . ....

123

9.

La fórmula de las tres

"e" ....

141

ISBN 950-769-060-3

159.98 CHA

Chaij, Enrique A pesar de todo ... iAlegrese tu corazón! - 1a. ed.- Buenos Aires: New Lile, 2003. 206 p. ; 20x14 cm. ISBN 950-769-060-3

1. Titulo - 1. Comunicación social

Se terminó de imprimir el 26 de junio de 2003 en talleres propios (Av. San Martín 4555, B1604CDG Florida Oeste , Buenos Aires). Prohibida la reproducción total o parcial de esta publicación (texto, imágenes y diseño), su manipulación informática y transmisión ya sea electrónica, mecánica, por fotocopia u otros medios, sin permiso previo del editor. - 36793­

10.

La llave maestra de la alegría .. ... .

159

11.

Del comienzo al final de la carrera

175

12.

Hacia la alegría suprema . ...... .... .. "

193 (3)

Dedicatoria:

A Nelda, mi amada esposa,

quien con su sonrisa jiicil

y su espíritu comunicativo

adorna de alegría nuestro hogar.

PREFACIO

Quizás usted se pregunte: "¿Otra vez un libro sobre este te­ ma?" Sí, pero con un enfoque y un sabor diferente. No para abundar en datos estadísticos, ni para considerar áridas teorías sobre el comportamiento humano, ni tampoco para mostrar un camino idealista de felicidad imposible. Cuando usted concluya la lectura de esta obra, lo hará con la serena alegría de haber transitado por una senda con­ fiable que conduce hacia la plenitud de la vida. No importa cómo haya llegado este libro a sus manos -si comprado, obsequiado o prestado-, igualmente usted podrá hacerlo su libro de cabecera, y querrá atesorarlo en su cora­ zón, como ha ocurrido con las obras anteriores del autor en la experiencia de incontables lectores. Dijo Carlos W. ElIiot: "Los buenos libros son los amigos más silenciosos y constantes; son los consejeros más accesi­ bles y más sabios; y los maestros más pacientes". Estas pala­ bras pueden aplicarse apropiadamente a este volumen, por­ que en todas sus páginas usted encontrará la voz de un ami­ go, que le ofrecerá ideas provechosas y sugerencias adecua­ das para conquistar la alegría del corazón. Y al recibir este valioso beneficio, usted terminará diciendo: "Me hacía fal­ ta leer un libro como éste. ¡SU contenido me ha hecho tan­ to bien! Me siento más fuerte, más radiante y más feliz". Como resultado de este nuevo impulso interior, usted es­ tará mejor preparado o preparada para contribuir al bienes­ tar de su familia, elevará su autoestima, y gozará mucho más de la convivencia con los demás. En otras palabras, este libro

6

se habrá convertido en un estímulo para cristalizar sus no­ bles aspiraciones. Muchas de sus preguntas habrán sido con­ testadas; y sus expectativas con respecto a la obra habrán si­ do ampliamente satisfechas. El autor no necesita presentación. Conocido por su ex­ tensa labor de comunicador cristiano mediante la radio y la televisión, y por su pluma de prolífico escritor, el Dr. Enri­ que Chaij desarrolla aquí un tema que toca los sentimientos más hondos de la vida: la verdadera alegría del corazón. De­ tenerse reflexivamente en cada página de la obra será una ta­ rea tan agradable como edificante. Cuando apareció el libro del autor A pesar de todo, ... ¡qué linda es la vida!, pronto se convirtió en un best-séller de nuestra editorial. Y esta nueva producción de la serie "A pe­ sar de todo" promete igual aceptación, porque sus páginas contienen un tema vital, expresado en lenguaje fácil yame­ no, y a la vez enriquecido con anécdotas que hacen más ví­ vidas las ideas. Éste podría considerarse un libro de la vida, donde se ven reflejadas las ansias más profundas del alma y el camino cierto para hacerlas realidad. Disfrute de esta lectura. Des­ cubra en ella cómo añadir encanto a su vida; y podrá cam­ biar cada pena por una nota de alegría, y cada lágrima por una sonrisa de felicidad. Cordialmente, LOS EDTTC )IU

¡

INTRODUCCIÓN

Igual que en tu caso , a mí también siempre me ha in­ quietado el tema de la felicidad humana. M ultitud de ve­ ces me he preguntado: ¿Por qué tantos seres humanos, sin merecerlo ni buscarlo, llevan en sus almas el peso del dolor o del cansancio existencial? ¿Por qué hay tanta gente q ue no ríe de verdad? ¿Es posible ser realmente feliz? Si es as í, ¿de qué manera?

y siendo que estas páginas han resultado de valiosa ayu­ da para mi propia vida, creo que también podrán serlo pa­ ra la tuya. Si ya posees un corazón alegre, encontrarás aquí comentarios prácticos para afianzar tu felicidad. Y si estu­ vieras bregando para encender tu alma de alegría, descubri­ rás en este trabajo una fórmula útil para lograr tu objetivo, o para acercarte mucho más a él. '

Yal meditar en estas preguntas, a menudo he madruga­ do y me he levantado por la noche, para incluir en estas pá­ ginas un determinado pensamiento que acudió a mi men­ te de modo repentino. Y cual inquietud recurrente, esta materia me ha invadido una y otra vez. A lo largo de los años, he visto con asombro a seres abatidos, que supieron recuperar su alegría. y también he visto cómo otros seres aventajados y promisorios, se hundieron sin embargo en el desaliento. Unos en su triunfo, y otrOS en su fracaso, am­ bos son lección para el observador.

¿Quién no tiene conflictos íntimos y frustraciones que quisiera resolver? ¿Quién no ha tenido intentos fallidos en su búsqueda de paz y alegría? Y aunque la insistencia se­ guía probando, el sueño no se alcanzaba. ¿Por qué? Tal vez por causa de una pretensión desmedida, tal vez por una convivencia defectuosa, tal vez por una limitación congé­ nita, tal vez ... tal vez ... ¡Quién sabe qué debilidad emocio­ nal podría estar obstruyendo el camino hacia el pleno bie­ nestar personal!...

Elaborar esta obra me ha enseñado muchos pequeños y grandes secretos de la vida. He escrito su contenido en las circunstancias y los lugares más variados: desde mi habitual mesa de trabajo, hasta en largos viajes de un país a otro; en algún restaurante, a la espera del plato solicitado; en la tran­ quilidad de un paraje tural; en medio del bullicio de la gran ciudad; luego de atender a un alma desconsolada por el do­ lor; o después de conversar con el amigo festivo ... Todo mo­ mento y lugar fueron propicios para volver a esta importan­ te temática de la alegría de vivir. Allí nacieron y se acuna­ ron las ideas que gustosamente comparto ahora contigo.

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Estos obstáculos y muchos otros son las "sombras que piden luz", como lo detalla nuestro primer capítulo. Som­ bras que pueden disiparse, para permitirnos gozar libremen­ te de la vida. La felicidad, pues , es alcanzable. Con tal con­ vicción he preparado esta obra; y te invito a recorrer sus pá­ ginas, destinadas al bien de tu corazón. Será una grata aven­ tura, que despertará tus mejores sentimientos y agitará tus mejores dones para ser realmente feliz. Con sincero afecto,

ENRIQUE CHAl] '1

Capítulo 1

SOMBRAS QUE PIDEN LUZ En la hora más sombría es posible descubrir la luz de la alegría. Los dolores del alma pueden dar paso al gozo del corazón.

e encontraba en el centro comercial de la gran ciu­ dad. Allí me detuve en varias de las esquinas más populares. Quería observar a la gente en su incesante ir y venir por las calles peatonales de mayor atracción.

M

Durante un rato permanecí frente a ese interminable desfile de personas abstraídas en su carrera. Traté de des­ cubrir a alguien sonriente y tranquilo. Pero en ese torren­ te humano, todos estaban tan tensos ... tan inexpresivos ... tan apurados ... Excepto algún turista que avanzaba por la calzada con visible despreocupación. De repente, el cuadro cambió. Una madre joven lle­ vaba de la mano a su pequeño hijo, que no pasaría los cinco años de edad. Por alguna razón estaba discutiendo severamente con él. Los dos comenzaron a gritar en la discusión. Y la madre empezó a zamarrear al niño, mien­ tras le seguía hablando con firmeza. Luego, lo inevita­ ble: ef chico se puso a llorar desconsoladamente. Y en su dolor infantil, terminó abrazando a su mamá y apoyan­ do su cabecita sobre ella. Después siguieron su camino, y los perdí de vista. JI

A pesar de todo... ,ALÉGRESE TU CORAZÓN! 1. LA SOMBRA UNIVERSAL DEL DOLOR

y tras esa observación, quedé pensando que tal escena callejera era apenas un símbolo elocuente de la mucha gente que, en la ciudad y en el campo, vive bajo la som­ bra del dolor. Víctima de su propio descontrol emocional, de algún maltrato familiar, de una desconsideración patronal, o de la traición de un amigo, no falta quien tenga su alma quebrantada. Muchos se sienten como aquel niño: grita­ dos, tironeados y amenazados, sometidos a un trato in­ merecido. Y como resultado, lloran por dentro sin ser comprendidos ni atendidos. y en su desamparo afectivo, ¡cuántos construyen sus propios refugios mentales! Diversos escapismos de la vida moderna no son otra cosa que un esfuerzo por huir del desencanto y el pesar. Hasta los programas televisivos de alto contenido emocional son buscados inconscientemen­ te por el televidente, a fin de llorar y así "aflojar" la ten­ sión de su propio dolOr. Con lo cual, más que llorar por el drama que muestra la pantalla, el observador -sin ad­ vertirlo- está llorando por sí mismo. Un notable y fre­ cuente mecanismo mental de identificación, que sólo puede ofrecer engañoso alivio al corazón.

SOMBRAS QUE PIDEN LUZ

2. LA SOMBRA DE LAS ALMAS GRISES Esta sombra habita en las personas que carecen de bri­ llo interior. Es como si hubiesen perdido el tono radiante que alguna vez iluminó sus almas; o como si nunca lo hu­ biesen tenido. Seres que se mueven con resignación entre la apatía y el aburrimiento. Grises de alma, que no lloran mi ríen, porque no saben hacer ni una cosa ni la otra. Des­ lucidos e inexpresivos. Si alguno de sus allegados derrama una lágrima, "¡qué sentimental!" Y si se ríe abiertamente, "¡qué exageración!" ¿Cómo eres en esta materia? Quizá te agrade analizar­ te a la luz de estas pocas preguntas: 1. ¿Sé reír con los que ríen, y llorar con los que lloran?

2. ¿Me agrada, o me cuesta expresar mis genui­ nos sentimientos? 3. Con mi modo de ser, ¿soy capaz de alentar a una persona desanimada?

4. Si tiendo a ser emocionalmente gris, ¿qué he hecho hasta ahora para volverme alegre y ra­ diante?

El abuelo había llevado al circo a varios de sus nietos. Por supuesto, la idea era que todos ellos pasaran un buen momento de diversión. Sin embargo, ante uno de los números del circo, el nietito menor se asustó y se pu­ Mientras no se transite un camino más acerta­ so a llorar. Entonces el abuelo, tomando al niño del cue­ do, seguirá siendo cierto lo que nos decía una llo, le dijo: "Te he traído aquí para que te rías, para que mujer atribulada: uSon tan pocas nuestras ale­ te diviertas. ¡Deja de llorar!" Pero nada pudo devolverle grías, y tantas nuestras penas': .. Pero con es­ la sonrisa al pequeño. Dejó de llorar, pero continuó tris­ te dentro del circo. foerzo persistente, la sombra del dolor puede terminar en la luz de la alegría.

12

En el gran circo de la vida moderna, ¡cuántos se pare­

A pesar de todo... ,ALÉGRESE TU CORAZÓNl

cen al niño del relato! No se saben alegrar aun delante de lo festivo. Dejan de llorar y de quejarse frente al dolor y la injusticia. Consideran que eso de llorar es debilidad o cobardía. Pero aunque no gimen, tampoco ríen. Estas personas, ¿no necesitan acaso descubrir la clave de la ver­ dadera alegría? Cierto operario iba diariamente a su trabajo en bicicle­ ta, mientras silbaba sus melodías preferidas. Y cuando uno de sus vecinos le preguntó por qué siempre iba sil­ bando, el hombre respondió: "Porque me ayuda a olvi­ darme de mis problemas". ¿No era ésta una buena idea? El trabajador se tonificaba anímicamente silbando por el camino. ¡Cuánto ayuda el te­ ner una melodía o un canto en el corazón! Quien arranque de su pecho una música de alegría, ¡cuánto mejor vivirá!

SOMBRAS QUE PIDEN LUZ

bargo, debe esforzarse para disimular su dolor, para repri­ mir sus lágrimas, e incluso para dar una falsa impresión de bienestar. ¿No es esto llevar puesto el antifaz del fingi­ miento en el gran carnaval de la vida? Y mientras se ríe así con el rostro, se sigue llorando con el alma. ¡Qué sombra tan difícil de sobrellevar! Como le ocurrió a David Ga­ rrick, el célebre cómico inglés. He aquí algunos de los ver­ sos que lo describen: Una vez ante un médico famoso

flegóse un hombre de mirar sombrío:

"Sufro -le dijo- un mal tan espantoso

como esta palidez del rostro mío':

"Viaje, y se distraerá': 'í Tanto he viajado!"

"Busque la lectura". 'í Tanto he leído!"

"Que una mujer lo ame': 'íSi soy amado!"

"Adquiera un título". 'íNoble he nacido!"

3. LA SOMBRA DEL ANTIFAZ

Notemos esta otra sombra.

Era una dama muy cordial, rebosante de alegría. Todo parecía sonreírle en su vida. Pero cuando mencionó inad­ vertidamente a sus hijos, una expresión de pesar se dibu­ jó en su rostro. Su alegría se desvaneció. Y de allí en ade­ lante, con el deseo de explicar su inesperada reacción, ella contó la cruz que llevaba en relación con algunos de sus hijos. Un denso drama familiar para el cual parecía no ha­ ber remedio. La experiencia de esta mujer ilustra cuán a menudo, detrás de una sonrisa triunfadora, puede esconderse la tristeza de una amarga realidad. ¿Quién no siente más de una vez el peso de alguna agobiante desventura? Y sin em14

"Me deja -agrega el médico-perplejo

su mal, pero no debe acobardarse.

Tome hoy por receta este consejo:

Sólo viendo a Garrick podrá curarse':

'¿A Garrick?" "Sí, a Garrick, la más remisa y austera sociedad lo busca ansiosa; todo aquel que lo ve muere de risa; tiene una gracia artística asombrosa': "Y ''''''S't, se ¿o , aseguro: ¿ a mt, me h ara' retr; él sí, y nadie más... ¿Qué lo inquieta?" "Así -dijo el enfermo- no me curo: Yo soy Garrick... cámbieme la receta': 15

A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓN!

¡Ay! ¡Cudntas veces al reír se llora! Nadie en lo alegre de la risa se fíe: porque en los seres que el dolor devora el alma llora cuando el rostro ríe.

Podrá considerarse extrema la angustia que vivió Ga­ rrick. Sin embargo, ¿no refleja la condición contradicto­ ria entre la apariencia y la realidad que viven muchísi­ mos seres humanos? Pero la alegría sin antifaz puede es­ tar al alcance de todos, como lo veremos en el transcurso de la obra.

4. LA SOMBRA DEL DISGUSTO Todos los vecinos del barrio coincidían en que don Jo­ sé había muerto "de disgusto". Su familia no lo había apo­ yado en el crecimiento de su pequeña empresa. Durante años había tenido que luchar solo, sin la comprensión de los suyos. Para peor, su único hijo varón se había mostra­ do siempre rebelde y haragán. Y tal comportamiento de fracaso fue el gran dolor de su padre. Entonces éste, amar­ gado y angustiado, se dio por vencido. Se echó a morir. Descuidó su trabajo, y se sumió en una prolongada y si­ lenciosa melancolía. Hasta que por fin su dolido corazón dejó de latir. Todos los días se producen casos parecidos al de don José. Hombres y mujeres que sucumben en medio del dis­ gusto y la mala sangre que les provoca el ambiente adver­ so donde se desenvuelven. No tienen paz, ni mucho me­ nos alegría de vivir. ¿No conoces a personas de esta clase? Tal vez haya alguna en tu propia parentela. O quizá por tu propia mente hayan pasado alguna vez sentimientos de 16

SOMBRAS QUE PIDEN LUZ

esta índole. Nuestra frágil naturaleza puede quebrarse tan fácilmente ... ¡Sombras que piden urgentemente luz! El triste ansía alegría. El angustiado necesita paz. El despreciado busca comprensión. El alma disgustada lucha por encontrar satisfacción ... La experiencia del alma quebrantada no es nueva. Ya el antiguo rey David había escrito de sí mismo: "Me he consumido a fuerza de gemir; todas las noches inundo de llanto mi lecho, riego mi cama con mis lágrimas ... Fue­ ron mis lágrimas mi pan de día y de noche" (Salmo 6:6; 42:3). El mismo que muchos años antes había vencido con valor al gigante Goliat; el mismo que había derrotado a pode­ rosos ejércitos enemigos; el mismo que había construido la notable prosperidad de su na­ ción, ahora no vacilaba en confesar que esta­ ba profundamente triste y angustiado. Pero tan ciertamente como David reveló su hondo do­ lor, en seguida se exhortó tres veces a sí mismo con estas palabras: "¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío" (Salmo 42:5, 11; 43:5). Es de­ cir, el gran rey hebreo padeció en su alma la angustia del sufrimiento. Pero pronto reconoció que el Creador de la vida era también su Restaurador y Consolador. Por eso re­ chazó su propio abatimiento, y lo superó mediante la fuerza divina. Si, al igual que David, recurriéramos más a menudo a Dios, ¿no tendríamos mayor capacidad para dominar 17

A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓN!

nuestros abatimientos? Y como consecuencia, ¿no ten­ dríamos más fácil acceso a una experiencia de alegría?

5. LA SOMBRA DEL VACÍO INTERIOR Esta sombra, como las otras, también conspira contra el bienestar personal. El vacío interior se ha apoderado de tanta gente, que se ha convertido en una endemia espiri­ tual de nuestra sociedad. El psicólogo suizo Carlos Jung (1875-1961) declaró ya en sus días que "la mayor neurosis de nuestro tiempo es el vacío". Y transcurridos los años, su declaración no ha perdido vigencia. Todavía abunda la gente aburrida, en­ ferma de rutina, carente de ideales e incapaz para la nor­ mal convivencia. Se trata de jóvenes y adultos que viven sin motivación ni alegría. Y con su mente despoblada de ideas, no tienen iniciativa ni entusiasmo para nada. Avanzan por inercia, sólo porque la obligación los empuja. Otros deben pensar y decidir por ellos. Son los pequeños "inválidos emocio­ nales" típicos de esta era masificada, en la cual domina más la publicidad que la convicción personal, con el con­ siguiente deterioro para la salud del espíritu. Cierto grupo de jóvenes debió comparecer ante la au­ toridad policial. Los muchachos habían cometido diver­ sas fechorías en el barrio donde vivían, y los vecinos afec­ tados los habían denunciado. Y cuando se les preguntó por qué habían actuado así, el grupo respondió: "No sa­ bíamos qué hacer. Queríamos entretenernos con algo 'fuerte'. Y el efecto del alcohol complicó las cosas". "¡No sabíamos qué hacer!" Y con su alma vacía y su cuerpo al­ coholizado, los muchachos casi terminaron en la cárcel. 18

SOMBRAS QUE PIDEN LUZ

Felizmente, a tiempo aprendieron la lección y cambiaron de conducta. Tener vacío el espíritu equivale a divagar, a ser juguete de las circunstancias. ¿Qué le pasa a una lata en la cual produci­ mos el vacío? Al quitarle el aire que hay den­ tro de ella, la presión exterior de la atmósfe­ ra -equivalente a un kilogramo por centí­ metro cuadrado- termina por arrugar y arruinar la lata. Así también, cuando el alma se queda vacía, sucumbe bajo la presión exterior del am­ biente, sin poder oponer resistencia. Quien desee ser feliz, procurará disipar la sombra del vacío y transitar el camino de la plenitud espiritual. ¿De qué modo? Llenando su mente con buenas ideas y sanos propósitos. Ocupando provechosamente su tiempo con acciones correctas, y brindándose con afecto a los demás. Por algo San Pablo exhorta al verdadero amor, "para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios" (Efesios 3:19).

6. LA SOMBRA DE LA SOLEDAD Ésta es otra de las grandes sombras que eclipsan la luz de la alegría. Es el flagelo que mantiene aislada y afligida a muchísima gente, con una tendencia creciente. Es el sentimiento opresivo de orfandad que clama por un poco de amistad y compañía. Los niños padecen a menudo esta carencia. Y como re­ sultado, tienen su alma triste y sufren problemas de salud y de aprendizaje. Un ejemplo patético de esta realidad es el caso de aquel pequeño hijo único, cuyos padres traba­ 19

A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓN'

SOMBRAS QUE PIDEN LUZ

jan de noche, y que durante esas horas dejan al chico sin más compañía que ¡una radio encendida!, "para que no se sienta tan solo". ¿Sabrán estos padres qué daño indeleble le están provocando a esa pobre criatura?

4. ¿Comprendes que la verdadera alegría del coraz6n exige un mínimo de comunicaci6n cordial con el pr6jimo?

Están también aquellos otros niños, que deben perma­ necer solos en su casa cada mañana o cada tarde, y cuya fría compañía es sólo la pantalla televisiva, con imágenes de objetable valor. ¿Puede un televisor reemplazar inofen­ sivamente el calor de la familia o el afecto de los padres? El chico que deba pasar tres o cuatro horas diarias frente al televisor para "matar" su soledad, no podrá desarrollar­ se adecuadamente ni menos ser un niño feliz.

La persona introvertida o tímida por naturaleza, pue­ de cambiar. Puede mejorar su comunicación y atenuar su posible soledad, con lo cual despertará la alegría de su al­ ma. Requerirá empeño y disciplina, constancia y valor. Pero el vencer la desagradable sombra de la soledad, ¿no justifica cualquier esfuerzo de la voluntad?

Pero la sombra de la soledad no sólo afecta a los niños. También envuelve a muchos jóvenes, quienes carecen de buena compañía y viven anímicamente aislados. Se sien­ ten incomunicados, y les falta la bondad de una amistad sincera. La escuela, la empresa y la sociedad están carga­ das de estos jóvenes solitarios.

y lo que decimos de los niños y los jóvenes no es me­ nos cierto entre los adultos. Aun en los hogares, ¡cuántos esposos sufren el drama de la soledad! Un vínculo matri­ monial que se desenvuelve en el silencio, sin la alegría propia del verdadero amor y el compañerismo. Marido y mujer compartiendo la misma vivienda, el mismo lecho, pero cada cual encerrado en su mundo interior, padecien­ do los males de la soledad y la falta de diálogo. 1. ¿Vives en soledad? ¿Por qué?

2. ¿Cuánto te brindas a los demás, en tu casa, en tu trabajo, o entre tus allegados? 3. ¿Predomina el clima del diálogo en tu ma­ trimonio? ¿Qué haces para cultivarlo? 20

El que tiene a Dios por amigo, no se siente so­ lo en ninguna parte. "Amístate con Dios, y ten­ drás paz; y por ello te vendrá bien" Qob 22:21).

HACIA EL FIN DE LAS SOMBRAS Las pocas "sombras" que acabamos de señalar, y "que piden luz", están lejos de ser las únicas que atentan con­ tra nuestra felicidad. Podríamos añadir el sentimiento de culpa, la ansiedad, el pesimismo, el egoísmo, el temor, el desamor, la ausencia de propósito en la vida, y tantas otras condiciones negativas que enferman el alma de pe­ sadumbre. Pero la gran nota alentadora es que todos estos enemi­ gos están condenados a la derrota, si adoptamos una ac­ titud resuelta y sensata hacia la conquista de la alegría. Todos podemos reducir nuestros pesares y aumentar nuestra dicha. Las páginas que siguen compartirán con­ tigo las ideas más probadas y exitosas para el logro del bienestar y la alegría. Entretanto, convengamos en que la verdadera alegría 21

A p esar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZ6N!

Capítulo 2

es mucho más que el placer pasajero. Es el estado de sa­ tisfacción que renueva la vida, que mejora la salud, que enriquece la convivencia, que acerca más a Dios ... Es el bienestar del alma que nunca quisiéramos perder. Por­ que la alegría abre puertas, despierta el entusiasmo, ga­ na amigos, embellece a la familia, y conserva un canto de alabanza en el corazón.

EL PRECIO

DE LA ALEGRÍA

y para alcanzar esta codiciable experiencia, nada mejor que entender la vida con sus necesidades, aceptarla con sus luchas, y dominarla con la firme voluntad y la fuerza del amor. Como lo dicen las siguientes palabras: La vida es un desafío. Aft6ntalo.

La vida es un don. Acéptalo.

La vida es una aventura. Ponla a prueba.

La vida es un deber. Cúmplelo.

La vida es una oportunidad. Aprovéchala.

La vida es un viaje. Eftctúalo.

La vida es una promesa. Cúmplela.

La vida es una belleza. Alábala.

La vida es una lucha. Empréndela.

La vida es una meta. Alcánzala.

La vida es una canción. Interprétala con alegría.

Cerramos este primer capítulo, extendiendo afectuosa­ mente la invitación central de la obra:

'A pesar de todo... ,ALÉGRESE TU CORAZÓNf" Sonríele a la vida.

Canta una canción de gratitud.

Conserva el optimismo.

Desarrolla la fe.

Cultiva y comparte lo mejor que hay en ti.

22

La alegría es accesible a todos. Es propia de una vida normal. Pero hay un precio que pagar. ..

lo largo de los años, nuestros televidentes y radioyen­ tes nos han escrito para describir su estado emocio­ nal, en busca de alivio y comprensión. Y con frecuencia, sus historias contienen dramas que conmueven el cora­ zón, dramas que reflejan frustraciones, luchas y afliccio­ nes; dramas que muestran cuánto cuesta ser feliz ...

A

Notemos la síntesis de algunos de esos testimonios: • "Vivo sola. Mi único hijo me ha abandonado. Tengo una honda depresión. ¿Para qué seguir viviendo?" • "El alcoholismo de mi marido ha matado la alegría de " nuestro hogar. • "Mi esposa me ha sido infiel, y se fue del hogar. Estoy solo para criar a mis seis pequeños hijos". • "Nuestra casa es un infierno. Pasamos todo el día discu­ tiendo". • "Nuestro matrimonio ha ido empeorando con el tiem­ po. Mi esposo ha dejado de quererme, y mantiene una relación extramatrimonial". 23

A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZ6N!

• "Mis padres no me comprenden. Me llevo mal con ellos. Quisiera irme de mi casa". • ''Antes yo era una persona alegre. Ahora he perdido la costumbre de sonreír".

EL PRECIO DE LA ALEGRÍA

var, y con un hondo anhelo de alegría y bienestar. Desde que el hombre ha derramado su primera lágrima y ha su­ frido su primer dolor, ha estado buscando ardientemente la auténtica felicidad. Pero, ¿ha sido fácil esta búsqueda?

• "En mi desesperación, he intentado tres veces quitarme la vida". • "Por lo general, comienzo anímicamente bien el día; pe­ ro a las pocas horas ' mi temperamento me traiciona y tengo roces con los demás". • "Soy una persona depresiva. ¿Qué puedo hacer para sa­ lir de este pozo?" • "Estoy luchando para concluir mi carrera universitaria. Pero a veces me pregunto para qué. ¿Conseguiré traba­ jo, o terminaré manejando un taxi?" • "Estoy tan apenada por las cosas que pasan en el mun­ do, que ya ni escucho los informativos de la radio". • "Nuestra hija es madre soltera. Debemos mantenerla a ella y a su hijito, y no sabemos cómo. Carecemos de recursos economlCOS . I



"

• "Hace seis meses que estoy sin trabajo. Es una terrible angustia. Aunque nuestros hijos comen tres veces al día, mi esposa y yo sólo tenemos una comida diaria". • "Mi marido era un gran fumador, y falleció de cáncer de pulmón. Mi gran dolor ahora es ver que mi hijo no aprendió la lección, y sigue el mismo camino que su padre " . • "Envidio la alegria de los demás, y no sé cómo ser alegre yo mismo". Estos testimonios verídicos son apenas una pequeña muestra de los mil problemas que abaten el espíritu de la gente. y así anda el mundo: con una pesada carga para lle24

CONSTRUCTORES DE LA ALEGRÍA No siempre es fácil descubrir y retener el secreto de la alegría. Pero siempre existe el modo de acercarnos a ella. Aun en los momentos de mayor tensión y dificultad, es posible conservar una dosis de buen humor o de fuerza para evitar el abatimiento. Al respecto, es ejemplar la actitud que supo mantener Abraham Lincoln durante los difíciles años de la guerra civil norteamericana, entre 1861 y 1865. En septiembre de 1862 convocó con urgencia a su gabinete para una sesión especial. Y cuando se reunieron todos sus miem­ bros, Lincoln les leyó el capítulo entero de un libro más bien cómico, que nada tenía que ver con la índole de aquella reunión. Al término de la lectura, Lincoln se echó a reír abier­ tamente frente a la extrañeza y la molestia de sus minis­ tros allí presentes. Entonces les dijo: "¿Por qué no se ríen ustedes también? Yo me moriría de tensión nerviosa si en medio de esta guerra no supiera reír. Y ustedes necesitan de esta medicina tanto como yo". ¿No hay en estas palabras sensatez y sentido común? En toda ocasión, pero especialmente en los momentos de mayor tensión y perplejidad, todos necesitamos ver la parte feliz de la vida. Y la persona que lo consigue, siem­ pre lo pasa mejor y asegura más fácilmente su éxito social y laboral. Por eso, ningún empresario emplearía como

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A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZ6N!

ejecutivo de su empresa a alguien apático y melancólico; y ningún joven elegiría como compañera de la vida a una muchacha triste y negativa. Y si lo hicieran, cosecharían las consecuencias de tal error: el empresario arruinaría sus negocios, y el joven malograría su porvenir. La sociedad y la familia necesitan, pues, hombres y mujeres gue tengan la virtud de la simple alegría de vivir. y esta cualidad tan valiosa no proviene de afuera como un regalo. Comienza adentro. Se gesta, se anida y se reprodu­ ce en la mente, mediante el esfuerzo de la voluntad y la resistencia hacia todo pensamiento sombrío. El sabio Sa­ lomón afirma gue una persona llega a ser según la índole de los pensamientos gue cultiva (Proverbios 23:7). Sí, somos lo gue pensamos. Por eso San Pablo declara: "Todo lo gue es verdadero, todo lo honesto, todo lo jus­ to, todo lo puro, todo lo amable, todo lo gue es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad" (Filipenses 4:8). ¿Queremos ser íntegros? Alberguemos enton­ ces pensamientos de justicia y honradez. ¿Queremos ser puros y amables? Cultivemos pensamientos sólo de esa índole. ¿Queremos disfrutar de alegría? Entonces atesoremos sentimientos de gozo, de satisfacción y con­ formidad. Y nos asombraremos de los resul­ tados. La batalla de la alegría se gana dentro del corazón.

EL PRECIO DE LA ALEGRiA

ra gue el aire sea saludable, debe evitarse su contamina­ ción; y para beneficiarnos con el sol, debemos exponer­ nos juiciosamente a sus benéficos rayos. Siempre hay gue hacer algo. Lo mismo ocurre con la alegría de la vida. Es gratui­ ta. No hay nada gue pagar por ella. Sin embargo, tiene un precio, tal como lo veremos en el resto del presente capítulo.

1. El control del temperamento Éste es parte del precio. Muchos se sienten víctimas de su propia carga genética. Y consideran gue es de balde lu­ char contra sus inclinaciones naturales. Tales personas di­ cen: "No puedo dominar mi genio; ése es mi modo de ser. Soy flemático [o colérico, o sanguíneo]; y esto malogra mi convivencia y mi felicidad". En realidad, el temperamento gobierna mayormente la vida de guien así lo permite. Pero guien no busca excusa para sus defectos, y hace algo para combatirlos, descubre gue es posible crecer y mejorar. Y mientras crece y mejo­ ra, la alegría se instala en el alma. Un aire de victoria do­ mina su ser, y el reconocimiento a Dios aflora en sus la­ bios. En la tal persona, el precio de la alegría no es otro que el dominio de su temperamento.

El reconocimiento del vencedor "Cuando comprendí gue mi temperamento

CUÁNTO CUESTA LA ALEGRÍA

me dominaba y me causaba frecuentes pro­

No cuesta nada. Es gratuita. Como el agua, el aire y el sol. Pero para beber el agua, se necesita una cañería; pa-

blemas, me dije a mí mismo: 'Así no puedo

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ser feliz. Debo cambiar'. 27

EL PRECIO DE LA ALEGRÍA

A pesar de todo... ¡ALEGRESE TU CORAZÓNI

"Entonces hice mi parte: me esforcé cuanto

3. El orden general

pude. Pero especialmente pedí la ayuda de

Numerosas personas afirman: "Cada uno es feliz a su manera". Y con ello dan a entender que no existe norma o principio para regular la felicidad. Equivaldría a decir que cada uno viva como mejor le plazca, con tal de ser fe­ liz. Pero en realidad, ¿sería esto posible? ¿No se advierte en este pensamiento una actitud egoísta? Nadie podría vivir según su antojo personal, y a la vez sentirse bien consigo mismo y con los demás.

Dios, y él me cambió. Como fruto de ello, hoy tengo paz y alegría en mi corazón".

2. Un buen enfoque de la vida

¿Surge la felicidad por generación espontánea? ¿De­ pende del azar, del ambiente circundante, o de los vaive­ nes anímicos? No. Depende más bien de una correcta decisión personal, acompañada de una conducta conse­ cuente. Un enfoque acertado de la vida consiste, por ejemplo, en adoptar una actitud mental positiva, en la cual se apro­ veche todo lo bueno y constructivo que nos rodea. El re- . sultado de tal modalidad será una mayor fortaleza emocio­ nal y espiritual. Entonces, aun frente a los diversos reveses diarios, sabremos conservar la calma y el buen ánimo. Otro "buen enfoque de la vida" es la firme determina­ ción para cultivar el hábito de la alegría. Algo tan impor­ tante como el bienestar del espíritu sólo se logra median­ te tenaz insistencia. Cuando a un exitoso industrial le pre­ guntaron cómo había alcanzado ese elevado grado de prosperidad, él respondió: "Fracasando". Quien había aprendido de sus propios fracasos, terminó siendo un em­ presario de marcado éxito. ¿No ocurrirá otro tanto en la búsqueda esmerada de la alegría? Sí. Hoy podemos fraca­ sar elaborando nuestra dicha; pero con perseverancia ma­ ñana podemos conseguirla. En conclusión, la verdadera alegría requiere un enfoque inteligente de la vida. 28

Por cierto, el camino hacia la satisfacción personal puede ser muy variado. Uno puede disfrutar cultivando algún deporte, mientras que el otro disfruta leyendo un buen libro. Uno se goza viajando y conociendo el mun­ do, en tanto que el otro es feliz en su casa cuidando las plantas del jardín. Uno es amante del estudio; el otro es amante de la vida social. Uno se deleita escuchando mú­ sica clásica, mientras que el otro gusta de la música popu­ lar. Uno goza con su profesión intelectual; el otro es feliz con su trabajo artesanal. Uno vive tranquilo con su sala­ rio mensual, mientras que el otro prefiere su actividad in­ dependiente. En este sentido, sí podría decirse que "cada uno es feliz a su manera" . Sin embargo ... ... existen ciertos reqUIsitos básicos, sin los cuales la alegría no podría permanecer. Allí está, por ejemplo, el orden mental, que evi­ ta la confusión; el orden laboral, que evita la ansiedad; el orden moral, que evita la culpa interior; el orden económico, que evita el despilfarro; el orden familiar, que evita los roces y los mutuos reproches. Tal ordenamiento de la vida propende al bie­ nestar y la alegría. 29

A pesar de todo... ,ALÉGRESE TU CORAZ6N!

Cierto hombre de negocios, agobiado por sus preocu­ paciones de trabajo, fue a consultar al destacado psiquia­ tra Guillermo Sadler. y mientras hablaba de su problema con el médico, en los primeros diez minutos éste tuvo tres llamados telefónicos, a los cuales atendió hasta dar solu­ ción a los problemas que le presentaban.

Al finalizar la tercera conversación telefónica, el pa­ ciente dijo: "Doctor, en estos pocos minutos creo que he adivinado lo que anda mal en mi vida. El dar por termi­ nado cada asunto que se presenta, como lo he visto en us­ ted, y el tener ordenado el escritorio, es lo que yo necesi­ to apren d er" . A las seis semanas, el mismo hombre volvió a ver al Dr. Sadler, y le dijo: ''Antes tenía tres mesas de trabajo en dos oficinas diferentes, y siempre estaba sobrecarga­ do de tareas. Ordené todas mis cosas, y ahora tengo una· sola mesa. Además, arreglo los asuntos ni bien se me presentan; y lo maravilloso es que no observo la menor falla en mi salud". Gracias al ordenamiento de su vida y de su trabajo, es­ te hombre recuperó su salud mental y su bienestar gene­ ral. Y sólo así llegó a ser una persona tranquila y feliz. Conclusión: el precio de la genuina alegría es una vida or­ denada y organizada. 4. Más comprensión

Con frecuencia escuchamos expresiones como éstas: "La gente no me comprende". "Mis padres no me com­ prenden". "Los profesores no comprenden a sus alum­ nos". y la persona que tiene esta convicción vive descon­ tenta y tiende a sentirse víctima del maltrato de los de­

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EL PRECIO DE LA ALEGRÍA

más. ¿Cómo podría sentirse feliz, por ejemplo, la mujer incomprendida por su marido; o bien el hombre incom­ prendido por su esposa? La incomprensión es una de las peores trabas para la buena convivencia. Porque "incomprensión" es sinónimo de incapacidad para colocarse en el lugar del prójimo; es ausencia de simpatía o de sensibilidad humana. Y de estas características está lleno nuestro mundo. ¿Podríamos en­ tonces asombrarnos de la indiferencia, la hostilidad y la agresividad que se advierten en nuestros días? Un niño de pésima conducta en la escuela había ago­ tado la paciencia de su maestra. Un día ella lo llevó apar­ te, y le habló de esta manera: "¿Por qué te comportas tan mal?" A lo que el chico contestó: "Yo sé que soy malo. Pero a veces trato de hacer las cosas bien; sólo que nadie lo nota". Al escuchar estas palabras de su alumno, la maestra quedó pensativa y se propuso hacer algo por él. Entonces le dijo: "Tú no eres un niño malo. Tengo con­ fianza de que cambiarás, y yo te ayudaré". Al poco tiem­ po el niño cambió por completo. Las palabras compren­ sivas de su maestra habían dado excelente resultado. A partir de entonces hubo alegría en el corazón del niño y de su maestra. Muchos niños y adultos se sienten tristes por falta de apoyo y comprensión. Pero su estado emocional y su comportamiento podrían cambiar -como en el caso na­ rrado-, si tan sólo fueran comprendidos, y si a su vez ellos mismos supieran comprender a los demás. Entonces, los tales aumentarían en madurez y alegría de vivir. La ge­ nerosa comprensión es clave en la buena convivencia, y es también el precio de la dicha individual. 31

A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZ6N!

5. Un corazón agradecido A una ancianita le preguntaron cómo se sentía. Y su respuesta fue: "Tengo muy pocas fuerzas, y ni siquiera tengo dientes para masticar. Pero gracias a Dios los dos únicos dientes que me han quedado están uno debajo del otro, y así algo puedo masticar". ¡Admirable espíritu de resignación, y también de gratitud! Por eso la ancianita no se quejaba, aceptaba su suerte con valor, e incluso daba gracias a Dios. Quizá sin advertirlo, ella había descubier­ to parte de la fórm ula del corazón contento. La persona ingrata tiende a ser insensible y orgullosa. Incapaz de valorar cualquier favor o apoyo recibido, no sa­ be agradecerlo como corresponde. Y en su egoísmo siste­ mático, termina siendo un ser insatisfecho y descontento. ¡Cuánto mejor se siente la persona agradecida, que sabe pronunciar la palabra oportuna de valoración! Gra­ titud hacia los padres, hacia los hijos, hacia los amigos, los maestros, los familiares, los vecinos, los colegas ... Y sobre todo a Dios, de quien recibimos numerosas ben­ diciones cada día, sin las cuales la vida no sería posible. Hace bien, mucho bien al alma cultivar el espíritu de agradecimiento. Con razón San Pablo aconseja: "Dad gracias en todo, porque ésta es la voluntad de Dios" (1 Tesalonicenses 5:18). Expresar gratitud es como obsequiar un regalo. Produ­ ce alegría en quien lo recibe, pero igualmente en quien lo da por amor. Aparece la sonrisa en el receptor, pero tam­ bién en el dador. Por eso, podemos afirmar que el precio de un espíritu alegre y maduro es el coraz6n agradecido.

6. Ambiciones correctas Cierto estanciero, dueño de grandes extensiones de 32

EL PRECIO DE LA ALEGRÍA

tierra, colocó junto a la ruta un cartel de buen tamaño, con esta extraña leyenda: "Regalaré este campo al hom­ bre que demuestre estar satisfecho en su vida". A las po­ cas horas un forastero se detuvo en el lugar, leyó deteni­ damente el curioso cartel, y llamó a la puerta del gran benefactor. "Señor -le dijo-, ya que usted quiere re­ galar este campo a una persona que viva satisfecha, pue­ de regalármelo a mí. Yo tengo un buen pasar. Tengo sa­ lud y vivo contento". Entonces el sagaz hombre de cam­ po le preguntó: "¿De veras que usted vive satisfecho?" Y ante la respuesta afirmativa del forastero, el hacendado le dijo: "Si de veras usted está satisfecho, ¿para qué quie­ re entonces este campo.," ¡Cuántos se parecen al viajero del relato! Tienen de todo. Nada les falta. Pero quieren más. Y en lugar de dis­ frutar con lo que tienen, se llenan de una necia ambi­ ción material que los consume. Con lo cual arruinan su alegría, y se vuelven seres insatisfechos y codiciosos. ¡Cuán fácilmente se puede perder la cabeza por la exce­ siva ambición! Dijo San Pablo: "He aprendido a contentarme, cual­ quiera que sea mi situación" (Filipenses 4:11). Estaba contento cuando tenía abundancia, pero también en su hora de necesidad. Emprendedor y progresista como era, e! apóstol no se dejó marear por e! materialismo ni se de­ salentó en sus días de escasez. Lo que sí cultivó en todo momento fue la riqueza de su espíritu, y así fue feliz. y lo que experimentó San Pablo, lo puede experimen­ tar todo cristiano en la actualidad: e! encuentro del gozo por vía de! alma, y no del dinero. El precio de la verdade­ ra alegría es, pues, la riqueza espiritual como meta superior de la vida. 33

A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓNI

7. Armonía familiar Éste es un aspecto de primordial importancia. Forma parte ineludible del precio de la verdadera alegría. • Hijo excelente

Una señora radiante de alegría, me pasó un sobre y me dijo: "Por favor, lea esta carta que acabo de recibir de mi hijo". Y al leerla, me encontré con las expresiones más ca­ riñosas que un hijo podría escribirle a su madre. Allí ha­ bía palabras de gratitud, de amor filial y de sentida nos­ talgia. ¿Qué más podía pedir esa mujer de su h ijo, mien­ tras él permaneciera por un tiempo en el extranjero? •Pareja feliz

Un hombre cuenta: "Mi esposa y yo vivim os con ar­ monía. Nos amamos y nos ayudamos mutuamente. Eso es lo que más nos mantiene unidos como esposos y co­ " mo padres. •Matrimonio con problemas

Dos esposos de mi conocimiento discuten y pelean con frecuencia. Les cuesta ponerse de acuerdo. Hoyes él, y mañana es ella quien desea imponer obstinadamente su voluntad. Con semejante inmadurez, casi siempre viven tensos e incomunicados. De los tres casos mencionados, los dos primeros reve­ lan cómo el cariño de un hijo yel amor entre los esposos pueden hacer feliz un hogar. En cambio, la obstinación y la falta de armonía conyugal-que se advierten en el ter­ cer caso-, son causa frecuente de hogares dividid os. ¿Por qué? Porque en tales casos lo que prevalece es el egoísmo, el cáncer mortal de la felicidad humana. La armonía familiar, esencial como es, se construye ca34

EL PRECIO DE LA ALEGRÍA

da día mediante actitudes maduras de afecto, generosi­ dad, comprensión y buena voluntad. Lo contrario de es­ to, que es ausencia de verdadero amor, siempre da origen a insatisfacción, incomunicación y desavenencias en la convivencia familiar. Como se ve, entonces, el precio de la alegría individual y familiar es la armonía del hogar.

Para

el autoexamen

l. Por mi modo de ser y de actuar, ¿contribu­ yo a la armonía y la alegría de mi familia? ¿Qué influencia ejerzo dentro de mi hogar? 2. ¿Sé demostrar a los miembros de mi familia el mismo afecto que deseo recibir de ellos? 3. ¿En qué radica mi mayor dificultad (como padre, madre o hijo) para comprender a mis seres queridos?

Resumiendo... Alguien que atravesaba diversos problemas y tenía su alma apenada, preguntaba con ansiedad: "¿Puede decirme dónde se vende ese bendito producto, que se llama felici­ dad?" De algún modo, este capítulo ha intentado ofrecer una respuesta a esta pregunta.

La alegría de la vida no se compra: es gratuita. No se mendiga: se la consigue con tesón y constancia. Tampoco es un bien que se estanca: es un estado radiante que crece a medida que se expresa. Y para alcanzar este grato bienes­ tar, aquí está el "precio" a modo de resumen: l. E l dominio del temperamento y el control de los sentimien­

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A pesar de todo... ,ALÉGRESE TU CORAZ6N'

Capítulo 3

tos. Cambiar es crecer; y crecer es alegrarse de veras. 2. Un enfoque sensato de la vida, con la actitud positiva de aquel que valora las bellezas que le rodean. También la insistencia tenaz produce buenos resultados. 3. La vida ordenada y organizada: orden en la mente, en el trabajo, en la moral, en la economía, en la familia. El desorden produce confusión e intranquilidad, e im­ pide la sana alegría de vivir.

EL PODER

TERAPÉUTICO DE

LA ALEGRÍA La mente ejerce una influencia poderosa sobre el cuerpo. La alegría contribuye al bienestar físico y mental. Diversos ejemplos así lo confirman.

4. La comprensión. Éste es otro requisito de la alegría. Cuando sabemos ponernos en el lugar de los demás, nos sentimos mejor de ánimo. Y cuando los demás proceden así con nosotros, experimentamos placer y bienestar. 5. El espíritu agradecido también forma parte de este pre­ cio. "Dad gracias en todo", aconseja San Pablo. Expre­ sar agradecimiento es como entregar un regalo. Produ­ ce alegría en quien lo recibe, pero también en quien lo da. 6 La superación del espíritu. Mientras la actitud materia­ lista crea insatisfacción, la riqueza del alma produce alegría genuina.

7. Finalmente, la armonía familiar, basada en el amor de­ sinteresado, es un factor vital de felicidad . Un hogar unido y armonioso produce corazones alegres.

y tras este multifacético precio de la alegría de vivir, cabe que nos preguntemos: ¿Bastará esto, o habrá que ha­ cer algo más? Lo que falte, ciertamente lo podrá suplir el divino Autor de la alegría. Con él, el alma vibra de con­ tentamiento. ¡Vale la pena probarlo!

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on frecuencia, los verdaderos motivos por los cuales la gente recurre al médico, obedecen a los sentimien­ tos de soledad, de tristeza, de culpa, de angustia, de aba­ timiento, de frustración y de temor. Sin embargo, por lo general estos sentimientos permanecen encubiertos bajo los más diversos síntomas que suele relatar el paciente.

C

En el terreno físico, tales síntomas pueden ser dolor de cabeza, de espalda o de estómago, como también insom­ nio, mala digestión, alergias, problemas de la pie! Y otros trastornos mayores. Y en el terreno emocional podrá apa­ recer la falta de iniciativa, e! desgano para el trabajo, o un estado dominante de disconformidad. El siguiente ejemplo resulta muy ilustrativo sobre e! particular. María, una muchacha de 25 años de edad, co­ menzó a sentir fuertes dolores en el abdomen. Así que fue a ver al médico en busca de alivio. Y en la conversación que mantuvieron, María no pudo disimular el odio que sentía hacia una de sus compañeras de trabajo, y lo difícil 37

A pesar de todo... ,ALÉGRESE TU CORAZÓNI

que se le hacía trabajar con ella en la misma oficina. Entonces el médico, comprendiendo la situación, le habló a la joven con total franqueza, y le hizo ver la ver- . dadera causa de su problema de salud. La tranquilizó di­ ciéndole que físicamente estaba bien, y que ni pensara en operación. Luego el médico le explicó que su odio, unido a su angustia y amargura, era la causa real de sus intensos dolores abdominales. y cuando María modificó sus senti­ mientos, desaparecieron sus temibles dolores. Sus síntomas y malestares físicos ten ían una causa emocional. Y cuando ésta desapareció, la joven se recupe­ ró. Enterró su odio y su angustia, y en reemplazo emer­ gieron la salud y la tranquilidad. Y con esa sensación de bienestar aumentó aún más su vitalidad orgánica. Esta poderosa influencia de la mente sobre el cuerpo se destaca también en aquel niño pobre, quien yacía enfermo en la cama. El Dr. Ricardo Gutiérrez, que le tenía especial afecto, examinó detenidamente al pequeño y descubrió la raíz de su enfermedad. Enton­ ces, casi sin hacer comentario, salió de la hu­ milde vivienda, y a las pocas horas regresó trayendo los remedios. Y los "remedios" eran mayormente juguetes, muchos juguetes para el niño. Cuando el buen médico se despedía de su pequeño paciente, que ya tenía su ros­ tro iluminado por la alegría, le dijo a su ma­ dre: "Señora, su hijo, más que enfermo, es­ taba triste". Cuando la alegría invadió aquel corazón infantil, cesó 38

EL PODER TERAPÉUTICO DE LA ALEGRÍA

la enferm edad. ¡Cuán notable es la capacidad terapéutica de la alegría! Ah uyenta los malestares del cuerpo y los do­ lores del alma. Tiene la admirable fuerza inmunológica y p reventiva que p ro longa la salud. ¿No lo has notado en tu propia experiencia? Sí, cuando por alguna razón tú te sentiste abatido, aparecieron diversas molestias en tu or­ ganismo. Pero por el contrario, cuando una ráfaga de fe­ licidad se metió en tu corazón, te sentiste sano y fuerte. El "medicamento" de la alegría realizó esa cura milagro­ sa. A todos nos pasa lo mismo, por más fríos y raciona­ les que parezcamos ser.

REMEDIO EFECTN O Desde la antigüedad, el sabio Salomón escribió: ceEI co­ razón alegre constituye buen remedio; mas el espíritu triste seca los huesos" (Proverbios 17:22). Otras versiones de es­ ta declaración dicen: "El estar alegre conserva la salud. Es una muerte lenta es­ tar triste todo el tiempo" (Good News Bible). "El corazón alegre sana como medicina, pero el espíritu abatido enferma" (La Biblia al día; paráfrasis). Siendo que la experiencia individual y la ciencia médi­ ca confirman esta antigua declaración, ¿no debería existir en todos un especial empeño para conservar la alegría del espíritu? Pero ¡qué extraño! En general, preferimos ingerir medicamentos para sentirnos físicamente bien, en lugar de utilizar la terapia gratuita y efectiva de la simple alegría de vivir. De hecho , no estamos en contra de los fármacos adecuados, salvadores de tantas vidas humanas. Pero de manera particular, ¿por qué no utilizar ese otro remedio y preventivo de muchas dolencias, que embellece la vida, y que se llama Corazón Alegre?

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A pesar de todo... ,ALÉGRESE TU CORAZ6N!

Fue también el rey Salomón, quien escribió: "El cora­ zón alegre hermosea el rostro; mas por el dolor del corazón el espíritu se abate" (Proverbios 15:13). Ésta es otra ver­ dad digna del mayor énfasis. ¡Cuántos productos de la cosmética moderna se utilizan para embellecer el rostro! Sin embargo, un corazón radiante de alegría hermosea más el rostro que el mejor maquillaje. La mirada se vuel­ ve transparente, los labios transmiten una cálida sontisa, y la expresión general denota belleza interior.

EL PODER TERAPÉUTICO DE LA ALEGRÍA

siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!" (Filipenses 4:4). "Estad siempre gozosos" (1 Tesalonicenses 5: 16). Quien tuvo razones para vivir sufriendo y penando, cultivó sin embargo la alegría, y desafió a los cristianos a vivir con gozo y contentamiento. Tú y yo podemos tener motivos para sentirnos tristes más de una vez. Pero sobre todo po­ demos descubrir buenas razones para disfrutar de alegría. Todo dependerá de nuestra propia decisión. LAS HORMONAS DE LA FELICIDAD

l. ¿ Tienes tú un corazón alegre? 2. ¿ Te esfoerzas por cultivarlo en todo momento?

3. ¿Has comprobado en tu vida que la alegría pro­ mueve la salud?

4. ¿Cómo te ves cuando sonríes frente a un espe­ jo? 5. Cuando te sientes abrumado por un problema, ¿recuerdas que lo puedes resolver mejor si retie­ nes la alegría?

Una señora amiga nos decía: "Me gusta vivir con ni! marido, porque a su lado siempre hay alegría. Es una per­ sona feliz, y nos alegra a todos en el hogar". ¿No es éste un testimonio revelador? Sí, todos funcionamos mucho mejor, dentro y fuera del hogar, cuando damos y recibi­ mos muestras de alegría. El espíritu alegre, con la risa que le acompaña, es un importante factor de salud. Combate la tensión emocional, mejora la digestión, reduce las úlce­ ras de estómago y tonifica todo el organismo. Es señal de inteligencia, pues, conservar contento el corazón. Por eso San Pablo aconseja: "Regocijaos en el Señor

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Nuestro organismo tiene la admirable capacidad de producir hormonas estimulantes, que contribuyen al bie­ nestar general de la persona. Estas sustancias reciben el nombre genérico de "endorfinas" que, entre otras funcio­ nes, promueven la salud, fortalecen el sistema inmunoló­ gico y producen la agradable sensación de sentirnos bien. Las endorfinas se desarrollan en el cerebro, como asombroso resultado de los sentimientos positivos, tales como el gozo, el amor, la gratitud y la fe. Inversamente, los sentimientos negativos, como el desánimo, el temor, el odio, el resentimiento y la ira, cuando son prolongados impiden la producción de endorfinas, y consecuentemen­ te aumenta la aparición de la enfermedad. Es evidente, entonces, que una actitud emocional po­ sitiva es garantía de salud y bienestar. Al punto de que po­ dría decirse: "Dime qué sentimientos abrigas en tu alma, y te diré cuál será tu salud". Este mismo concepto ya ha­ bía sido destacado muchas décadas atrás por Elena de White quien, como precursora en la materia, escribió: "Las penas, la ansiedad, el descontento, el re­ mordimiento, el sentimiento de culpabili­ 41

A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓNI

dad y de desconfianza menoscaban las fuer­ zas vitales, y llevan al decaimiento y a la muerte". Pero en contraste, la misma autora añadió: "El valor, la esperanza, la fe, la sim­ patía y el amor fomentan la salud y prolon­ gan la vida. Un espíritu satisfecho y alegre es como salud para el cuerpo y fuerza para el al­ ma" (El ministerio de curación, pág. 185). Frente a esta declaración, corroborada por los moder­ nos estudios científicos, ¿no debería ejercerse una mayor disciplina mental, a fin de asegurar una mejor salud? Los sentimientos constructivos, la alegre convivencia con los demás, la estima propia y el valor ante las pruebas de la vida son productores de las maravillosas endorfinas, que dan felicidad al alma y salud al cuerpo.

EL PODER TERAPÉUTICO DE LA ALEGRÍA

universidad durante el día. Pero la solicitud le fue dene­ gada. A los pocos días debió ser internada en el hospital con un fuerte dolor en el costado, imposibilitada de co­ mer, y con una fiebre que llegaba a los 41 grados. Sin em­ bargo, no se le encontró ninguna enfermedad. Luego de unos días de descanso, por fin se le otorgó a la enfermera el turno de la noche que había pedido. Y casi instantáneamente se sanó. Pudo entonces estudiar de día y trabajar durante la noche, como había sido su deseo. La alegría de haber conseguido lo que había soli­ citado la curó de todos sus males. ¡El poder terapéutico de la alegría! ¿Quién lo podría negar?

EL BUEN HUMOR Y LA TRANQUILIDAD "¡Mis nervios me dominan!" "¡Ando muy mal de mis nervios!" Tales son las expresiones de numerosas mujeres que carecen de dominio propio o de autocontrol. Y vícti­ mas de su propia debilidad emocional, viven insatisfechas consigo mismas, afligidas y disminuidas en su conviven­ cia con los demás. Carecen de buen humor. La ansiedad las consume, y la tensión emocional las quebranta.

• Como ilustración de los párrafos anteriores, podría­ mos recordar lo que narra E. S. Jones en una de sus obras. Cuenta él que un hombre comenzó a sentirse muy mal mientras hacía su primer viaje en avión: su corazón le fa­ llaba, le faltaba el aliento, la altura era demasiado elevada para él. Entonces el médico que lo asistía, le preguntó dónde vivía. Y el hombre contestó que vivía en la ciudad de Méjico. Cuando el médico le informó que sólo estaban volando a 700 metros de altura, y que la ciudad de Méji­ co estaba a más de 2.000 metros, el hombre se recuperó inmediatamente. Su terrible pánico lo había llevado al borde de la muerte. Pero luego su tranquilidad le devol­ vió la salud.

Ya los hombres no suele irles mejor. Un elevado por­ centaje de ellos sufre de constante preocupación y de es­ trés laboral. Su mente está obsesionada y perturbada por diversos problemas. Por lo tanto, los tales también care­ cen de buen humor. Tal vez, sus expresiones más comu­ nes sean: "¡Cuánta mala sangre debo hacerme en el traba­ jo!" "¡Qué difícil está todo!"

• Otro caso parecido, narrado por el mismo autor, es el de aquella enfermera que solicitó en su hospital que le permitieran trabajar de noche, a fin de poder asistir a la

Como resultado de esta condición típica de quejas, cuando no de inmadurez, a menudo

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A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓNI

surgirán los desencuentros y las desavenen­ cias en e! vínculo matrimonial. Ella se senti­ rá sola e incomprendida, sin e! afecto y e! apoyo de su marido. Y en su soledad, quizá sufra de amargura y desaliento bajo e! peso de su carga familiar. En cuanto al hombre, su experiencia será parecida. No encontrará afecto en su espo­ sa ansiosa y afligida. Y frente a tal insufi­ ciencia afectiva, ese esposo agobiado man­ tendrá su mal humor y no se sentirá a gus­ to en su casa. Como consecuencia, podrá surgir en él un amor extramatrimonial. y de allí al rompimiento del hogar podrá ha­ ber apenas un paso.

EL PODER TERAPÉUTICO DE LA ALEGRÍA

tal caso lo tendrían que sepultar en e! mar. Sin embargo, en prevención de lo que podría sucederle, e! Sr. Haney ob­ tuvo el permiso de la compañía naviera para llevar su pro­ pio ataúd. ¿Y qué talle fue al viajero? Disfrutó tanto de su paseo, y se olvidó tanto de sus dolencias y sus preocupa­ ciones, que al finalizar el viaje tenía ¡cuarenta kilos más de peso! Por supuesto, se curó de su úlcera y debió deshacer­ se de su ataúd. Al poco tiempo, el Sr. Haney volvía a ocu~ parse de sus negocios y a vivir en paz con su familia. Cuando él reemplazó su preocupación por la alegría y la tranquilidad del viaje, su grave dolencia desapareció. ¿No se advierte aquí una elocuente lección? ¡Qué poder tiene el es­ píritu alegre y satisfecho! Calma los nervios, mejora la sa­ lud general, y asegura la buena convivencia familiar.

A esta dase de fracaso se puede llegar cuando el descon­ trol emocional, e! mal humor y el desamor dominan la vi­ da de una persona, o de ambos cónyuges dentro de! hogar.

La alegría de vivir ahuyenta la enfermedad mental. El alienista Isidro Más de Ayala es­ cribió: "No conozco un solo caso de una perso­ na feliz que haya enloquecido ':

UN CASO REVELADOR

LA POSICIÓN DE LOS LABIOS

En contraste, el buen humor y el espíritu sereno afian­ zan e! bienestar y mejoran la salud de todo e! grupo fami,.. liar. El Sr. Haney, según cuenta Dale Carnegie, sufría de úlcera duodenal. Siempre vivía preocupado y malhumo­ rado. De acuerdo con la opinión de los médicos, e! avan­ zado estado de su dolencia era incurable. Así que junto con la nueva dieta y e! reposo absoluto que le prescribie­ ron, también le aconsejaron que hiciera su testamento.

A esta altura de nuestras consideraciones, cuando ad­ vertimos la enorme importancia de un espíritu alegre ­ y también la necesidad de poseerlo-, es útil que nos preguntemos cómo conseguir esta virtud. Veamos esta simple receta.

Viéndose así desahuciado, e! Sr. Haney decidió hacer otra cosa: invertir sus ahorros realizando un viaje en barco alrededor del mundo. Los médicos le advirtieron que en

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Un psiquiatra del estado de California parece haber descubierto un método sencillo pero efectivo para mejo­ rar la salud emocional. Su prescripción es la siguiente: "Sonría, mantenga la sonrisa, nunca deje de sonreír. Si us­ ted mantiene hacia arriba las comisuras de los labios, no puede sentirse melancólico". Quizá esta indicación parez­

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A pesar de todo... ,ALÉGRESE TU CORAZÓN!

ca infantil y hasta ridícula. Pero antes de rechazarla, ¿no valdría la pena probarla? Muchos se han sorprendido al seguir esta simple receta. El persistir con los extremos de los labios hacia arriba, esbozando una sonrisa natural, me­ jora el tono emocional de la persona. Interrumpe la lectura y haz la prueba. Al principio cuesta un poco, ¿verdad? Pero al insistir se nota el buen resultado. Lo difícil de la receta consiste en p racticarla de manera continuada. Pero es efectiva, porque responde al principio psicológico de que el cambio del comporta­ miento modifica los sentimientos. Y a su vez, el cambio de los sentimientos mejora el comportamiento general. D e este modo, se potencian entre sí la acción y el senti­ miento, lo cual redunda en un mayor bienestar personal.

y cuando finalmente aparece la alegría -con la ayuda del método comentado-, es imposible disimularla. Co­ mo les ocurrió a aquellos dos hombres que acababan de descubrir oro en una región desolada. Cuando regresaron al pueblo para organizar la explotación del precioso metal recién descubierto, los dos compañeros juraron no decir el secreto a nadie. Sin embargo, el día cuando emprendie­ ron el viaje hacia la zona del oro, se les sumaron nada me­ nos que ¡trescientas personas! ¿Cómo se habían enterado del "gran secreto"? Simplemente, por el rostro feliz y ra­ diante de los dos descubridores. El gozo del corazón no se puede esconder. El rostro y la mirada lo revelan claramente.

EL HOMBRE QUE RECUPERÓ LA ALEGRÍA Debido a una seria enfermedad de su esposa, un ope-

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EL PODER TERAPÉUTICO DE LA ALEGRÍA

rario metalúrgico había gastado ya todos sus ahorros y se había endeudado en varios sueldos. Sus acreedores no só­ lo no le fiaban más, sino que lo habían amenazado con embargarle sus bienes personales. Y entretanto su mujer seguía enferma, el hombre no tenía con qué hacer frente a su abultada deuda. Para entonces, el capataz de la fábrica donde trabajaba notó que este operario ya no rendía como antes. Más aún, sus manos le temblaban y hasta con frecuencia se le caían las herramientas. Yel pobre hombre, con la idea de aliviar su angustia, solía emborracharse. Cuando el capataz se enteró de la desgracia de su su­ balterno, simpatizó con él. Ese mismo día habló con el gerente de la fábrica. Y tras considerar el problema y re­ pasar los buenos antecedentes del operario, lo llamaron y le informaron que la empresa se haría cargo de todas sus deudas. ¡El hombre no podía creer la noticia! Le parecía mentira lo que estaba oyendo. Enjugó sus lágrimas, y su rostro quedó iluminado por la alegría que hada tiempo había perdido. Lo notable fue que a partir de ese momento, el hom­ bre recobró su vigor físico y sus manos dejaron de tem­ blar. Volvió a rendir en el trabajo como en sus mejores tiempos. Hasta su esposa sanó de su enfermedad, y su hogar volvió a conocer la felicidad. El buen estado aní­ mico les cambió la vida. ¿Estás pasando por un momento difícil o penoso? No permitas que el dolor te consuma o que tu salud se dete­ riore por ese motivo. Dibuja en tu rostro un matiz de ale­ gría; arranca de tu alma una nota de confianza en Dios. Cuando en medio de la noche aprendemos a observar las estrellas, la noche no parece tan oscura.

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A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓN!

Dijo Nehemías, el gobernador y dirigente religioso de su pueblo: "El gozo del Señor es vuestra fortaleza" (Nehemías 8: 10, N RV 2000). La alegría profunda que da D ios ase­ gura la "fortaleza" del cuerpo y d el alma del creyente.

EL PODER TERAPÉUTICO DE LA ALEGRÍA

hora de la prueba, la aflicción o el infortunio, siempre es mejor el valor que la cobardía, el gozo anticipado del al­ ma que la inútil autocompasión. Siempre es mejor, mu­ cho mejor confiar en Dios y pedir su fuerza que abando­ narse en m edio de la dificultad. En la cárcel del dolor, ¿quién mejor que nuestro Padre para infundimos gozo y asegurarnos plena libertad del mal?

EN LA HORA DE LA PRUEBA Se encontraban encerrados en el calabozo de mayor se­ guridad, con los pies en el cepo, como criminales de gran peligrosidad. Pero en realidad eran inocentes. Y allí esta­ ban, en esa inmovilidad y en ese encierro insoportables: con dolor, con hambre y en completa oscuridad. Eran el apóstol San Pablo y su compañero Silas. En su lugar, otros presos habrían clamado, gritado y maldecido. Pero ellos, en cambio, se pusieron a cantar. Y en la hora del canto y del espíritu positivo llegó la liberación. Mientras estos dos valientes cristianos entonaban sus canciones de fe, un terrible terremoto sacudió la cárcel y se abrieron todas las celdas. Providencialmente, recupera­ ron así la libertad, y terminaron siendo honrados como personas inocentes. y esto que relata la historia bíblica acerca de Pablo y Silas (Hechos de los Apóstoles, capítu­ lo 16), es un notable ejemplo para todos los tiempos. Quien conserve fuerte su ánimo y se apoye en el Altísimo, comprobará de veras "el poder terapéutico de la alegría" y de la confianza en Dios. En su encierro carcelario, Pablo y Silas no se dejaron aplastar. Consideraron que era mejor cantar que llorar, y orar que maldecir su suerte. Y su valerosa actitud fue al­ tamente recompensada: fueron sacados de la cárcel y su corazón se llenó de gozo. Hasta hoy pasa 10 mismo. En la 48

CLAVES PRÁCTICAS El D r. Carlos Iacovone ofrece los siguientes consejos para disfrutar de la vida con alegría. Adaptados como es­ tán, p ueden muy bien Sllmarse a las páginas previas de es­ te capítulo, a fin de señalar mejor el bienestar del corazón.

l. No magnifique sus problemas.

2. Desarrolle el sentido del humor. 3. No se preocupe demasiado por usted mismo. 4. No viva apurado, ni sea obsesivo. Sea más sonriente y reflexivo. 5. Acepte los cambios naturales e inevitables de la vida. 6. Evite todo pensamiento negativo o deprimente. 7. Bríndese al prójimo y establezca lazos de amistad. 8. Sea usted mismo. No viva de acuerdo con el libreto de otro. 9. No se idealice como persona, ni idealice a los demás. 10. Controle sus temores y sus ambiciones desmedidas. 11. No se exceda en su importancia propia. 12. Acepte sus fracasos sin perder la autoestima. 49

A pesar de todo.. . ¡ALÉGRESE TU CORAZÓN!

Condensando lo dicho ... 1. Detrás de ciertos síntomas físicos que parecen reve­ lar una enfermedad, a menudo se esconden estados emo­ cionales negativos que alteran la salud general. Éstos son los verdaderos responsables de muchas dolencias. Por eso, ni bien se superan las fallas emocionales desaparecen los trastornos físicos. Recuerda: (A) el caso de María, quien desterró el odio de su corazón, y se liberó de sus temibles dolores; y (B) la experiencia del niño que se curó de su en­ fermedad cuando su tristeza dio paso a la alegría.

2. El sabio Salomón tenía razón: "El corazón alegre constituye buen remedio; mas el espíritu triste seca los h uesos" (Proverbios 17:22). Realmente, la alegría de vi­ vir encierra un poder terapéutico para sanar y prevenir la enfermedad. De ahí que San Pablo aconseje lo que él mismo practicó: "Estad siempre gozosos" (1 Tesaloni­ censes 5: 16). 3. Las endorfinas son las "hormonas de la felicidad". Promueven la salud, y crean la agradable sensación de sentirnos bien. El cerebro las produce, como resultado de los sentimientos positivos, tales como el gozo, el amor, la gratitud, la fe y la paz interior. 4. El buen humor y el espíritu tranquilo afianzan el . bienestar. Así lo demuestra la experiencia vivida por el Sr. Haney, quien se libró de la muerte gracias al viaje de pla­ cer y despreocupación que realizó alrededor del mundo.

EL PODER TERAPÉUTICO DE LA ALEGRÍA

6. El caso del operario abatido y enfermo que recupe­ ró su salud, muestra la importancia de la alegría como fuerza curativa del cuerpo y del alma. 7. La valiente actitud de Pablo y Silas es un admirable ejemplo para los creyentes de todos los tiempos. Mientras soportaban aquel horrible encarcelamiento, se pusieron a entonar canciones de alabanza al Creador. N o pronuncia­ ron palabras de queja o maldición. y mediante un provi­ dencial terremoto, pronto recuperaron su libertad. Así también, Dios nos libra hoy de penas y quebrantos cuan­ do nos gozamos en él y honramos su nombre. Cerramos este capítulo, recordando la máxima que afirma: "Perdedor no es quien llega en último Lugar, sino quien no se atreve a competir':

En la carrera de la alegría, todos los competidores sa­ len ganadores. Unos antes, otros después, en mayor o me­ nor medida, todos llegan a la meta si perseveran. y como resultado, mejoran su salud física, acrecientan su rendi­ miento laboral, y refuerzan su convivencia general. ¿Có­ mo entonces alguien podría dejar de competir en la fasci­ nante conquista de la alegría? ¡Participa tú también! ¡Te espera una gran ganancia!

5. La sonrisa, aun forzada en un comienzo, puede des­ pertar la alegría y la salud emocional. Un cambio en el comportamiento modifica los sentimientos. También, un cambio en los sentimientos mejora el comportamiento general. ¡Vale la pena mantener las comisuras de los labios hacia arriba! 50

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Capítulo 4

INVASORES DEL ALMA

Las actitudes erradas del alma impiden el desarrollo de la alegría. Invaden sutilmente el corazón con indeseados resultados.

C

ierto clérigo acababa de hacerse cargo de su nueva parroquia. Y por esos días fue a visitar a una conoci­ da anciana de su feligresía, a quien le preguntó: "Si usted tl~viera que darme un consejo antes de pronunciar mi pri­ mer sermón en la iglesia, ¿qué me diría?" Y la anciana le respondió: "Sólo recuerde que cada persona que asista a la iglesia para escucharlo, estará sentada junto a su propio charco de lágrimas".

El clérigo entendió el consejo recibido. Él debía hablar para infundir aliento, consuelo y esperanza a sus oyentes, quienes en un sentido u otro, todos por igual, estarían aquejados de algún dolor. Tal es, fue y será la condición del espíritu humano. Todos tenemos nuestro propio "charco de lágrimas". A veces disimulado, otras veces ex­ presado, allí está el dolor que lacera el corazón y que de­ manda un sorbo de alegría.

Con mayor o menor intensidad, tarde o temprano, to­ dos derramamos nuestras lágrimas, con las cuales inunda­ mos las cámaras de nuestro corazón. Y en tal estado, sole­ mos preguntarnos qué mal hemos hecho, por qué nos to­ ca sufrir así, y cómo podemos superar esa hora de pesar.

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¿No te has formulado estas preguntas más de una vez? ¿y cuáles fueron tus respuestas? Quizá no p udiste encon­ trar ninguna, ¿verdad? Y así seguiste con tu alma acongo­ jada y con tu mente nublada, buscando el modo de no naufragar en medio de la contrariedad. Sin embargo, en un análisis sereno y sincero de las circunstancias, todos podemos reconocer que muchos de nuestros padecimien­ tos son el resultado de nuestras propias actitudes equivo­ cadas, que invaden nuestras almas y a veces hasta domi­ nan nuestra voluntad y nuestra conducta habitual. El presente capítulo estará dedicado a señalar estas ac­ ti[lldes erróneas o "invasores" del espíritu, para descubrir luego la manera de dominarlos y así disfrutar de alegría.

PRIMER INVASOR: EL EGOíSMO No podría haber peor invasor que éste. Dondequiera penetra, destruye la felicidad. Mientras el reconocido psiquiatra Guillermo Sadler estaba atendiendo a una de sus pacientes; ésta le dijo: "Sabe doctor, yo soy muy sen­ sible". A lo cual el médico respondió: "No, señora, lo que tiene usted es que es muy egoísta". Ante tal declara­ ción, la mujer abandonó enojada el consultorio. Pero a los diez días regresó. Y esta vez, con tono humilde le confesó al Dr. Sadler: "Usted tenía razón. La causa de toda mi enfermedad radicaba en mi manera egocéntrica de encarar la vida" . Bien podría decirse que la mayor causa de las desgra­ cias humanas es el egoísmo, y que mientras este invasor no sea desalojado del alma, la alegría no podrá florecer. El egoísmo es mezquindad, inmadurez, egolatría. Es la con­ tracara del amor. Es el veneno desintegrador del alma ... El egoísta no sirve a su prójimo; se sirve de él para escalar. 54

No tiende su mano para dar, sino para recoger. Todo lo que busca en la vida es su beneficio personal. No sabe de abnegación ni de buena voluntad. Y así vive tristemente enquistado en su propio yo. ¿Cómo podría tener verdadera alegría una persona con semejante mentalidad? Q uien vive sólo para sí termina en el desprecio y la soledad. Lo que no tiene, lo codicia; lo que tiene, no lo comparte. ¡Pobre desdichado el hombre o la mujer egoísta! Está de más en el mundo. No ha aprendido a vivir... La verdadera felicidad demanda la vic­ toria sobre el egoísmo.

Examínate con estas preguntas:

1. ¿Cuán a menudo pienso en el bienestar de los demás? 2. ¿Me considero una persona solidaria y generosa? 3. ¿Me siento feliz cuando puedo hacerle un favor a alguien, o más bien rehúso hacerlo?

SEGUNDO INVASOR: EL ORGULLO Éste es otro de los invasores que hacen estragos en el alma. Hijo mimado del egoísmo, el orgullo es otra forma de egocentrismo. El orgulloso siempre piensa y habla bien de sí mismo. Se siente superior a los demás. Enfermo de agrandamiento e importantismo, el orgulloso es arrogan­ te y vanidoso. Se goza contando su última conquista o su más reciente adquisición. Amante de la ostentación, y enemigo de la humildad, incurrirá en falsa modestia para disimular su engreimiento. Con una desmedida autoestima, el orgulloso se mueve

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A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓNI

con ridículo narcisismo, esperando el reconocimiento de los demás. Pero como posiblemente no reciba alabanza al­ guna, su orgullo herido lo hará sentir mal querido y des­ preciado. Como resultado, su alma se cargará de disgusto y pesar. Quebrará su paz interior, y se quedará sin la ale­ gría de vivir que tanto buscaba. ¡Cuán diferente es la experiencia de la persona genui­ namente virtuosa! No necesitará agrandarse para nada, ni buscará el elogio ajeno. Elegirá la sencillez y el bajo perfil como su forma natural de comportarse y de convivir. Sin ínfulas ni pretensiones de grandeza, será feliz con su equi­ librio y m oderación. Desde la an tigüedad , el apóstol San­ tiago afirma: "Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes" (Santiago 4:6). El orgullo conduce a la desdicha y a la autodestruc­ ción. Como lo ilustra la fábula de la rana yel buey. Vien­ do la imponencia del buey, la rana quiso ser igual a él. Y comenzó a tragar aire y a inflarse. Y en su sed de agranda­ miento, siguió inflándose hasta que su cuerpo reventó. A semejanza de la rana, ¡cuántos seres humanos se amargan y revientan fatalmente porque viven enfermos de necio importantismo y orgullo! Es como si necesitaran sentirse grandes para ufanarse de ello, cuando en verdad son sólo

pigmeos espirituales. ¡Cuánta pequeñez y estupidez den­

tro del pobre corazón humano!

1. ¿Sientes que a veces te invade una corriente de

arrogancia y vanidad?

2. ¿ Crees que es posible gozar de alegría teniendo

orgullo en el corazón?

3. ¿ Te agrada cultivar la virtud de la humildad?

En tal caso, ¿cómo la cultivas?

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INVASORES DEL ALMA

TERCER INVASOR: LA ENVIDIA Éste es un astuto y sutil invasor, que logra penetrar en el corazón desprevenido. Cuando otros vicios del alma fracasan en su intento destructor, la envidia entrará sola­ padamente para arruinar el bienestar y la alegría de la víc­ tima. Cuenta una historia de la Edad Media que el tenta­ dor deseaba hacer caer a un famoso santo. Para ello, le fue presentando las tentaciones más seductoras, pero sin ob­ tener éxito. Hasta que por fin el tentador se acercó al san­ to, y le susurró al oído: "¿Supiste que tu hermano fue nombrado obispo de Alejandría?" Y esta sola pregunta en­ cendió la envidia del santo y lo llenó de amargura. ¡Cuán fácilmente puede enfermarnos y envenenarnos la envidia! Basta que el prójimo cercano obtenga alguna medida de éxito o de prosperidad, para que surja el envi­ dioso que no podrá admitir que él se ha quedado atrás. Entonces resentido y disminuido, comenzará a desmere­ cer y calumniar al triunfador. En lugar de esforzarse para superarse él también, se limitará a rebajar a quien lo supe­ ró. ¡Qué mecanismo vil e inútil para contrarrestar la su­ perioridad del prójimo, en lugar de imitarla! Sin embar­ go, ¡cuántos corazones pierden su alegría por causa de es­ te vicio descomponedor de la vida! Alguien decía: "No me envidies por mi progreso sin conocer mi sacrificio". Y desde aquí añadimos: "No envi­ dies a tu prójimo, sino más bien imita su esfuerzo si quie­ res triunfar como él". El envidioso siempre sale perdedor en la carrera de la vida. Su mezquindad lo trastorna y lo estanca. Quiere ser feliz, pero no puede. Su necia amargu­ ra lo tiene aprisionado en prolongada tristeza. Pero seme­ jante patología puede desaparecer con la dirección del Al­ tísimo. Con él es posible amar, en lugar de envidiar. Y 57

A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓN!

vencida la envidia, nace la alegría de vivir. 1. ¿ Te gozas con el éxito de tu prójimo cercano, sea

tu colega, o tu amigo?

2. ¿Qué haces cuando alguna sombra de envidia quiere posarse sobre tu corazón? 3. ¿Qué consejo le darías a una persona amargada por la envidia?

CUARTO INVASOR: EL PESIMISMO Aquí estam os frente a la mente negativa y derrotista. Es la persona que nada intenta porq ue teme fracasar. To­ do lo ve difícil y comp licado. Se concentra en las som­ bras sin ver la luz. D escubre p roblemas en las solucio­ nes, en lugar de soluciones para los problemas. Se aflige por las esp inas, en vez de alegrarse con las rosas. Siem­ p re ve el vaso medio vacío, sin advertir que también es­ tá medio lleno. Este espíritu pesimista es el espíritu del estancamiento, de la falta de voluntad para el esfuerzo. y sin esfuerzo ni voluntad no puede existir la alegría del éxito. El pesimis­ mo termina en fracaso y frustración. Sin embargo, mu­ chos se estancan en él, sin saber la insatisfacción y la des­ dicha que les espera. Imaginemos a un hombre pesimista. Está conforme como está; carece de iniciativa. Su esposa le sugiere hacer un viaje, pintar la casa, cambiar los muebles, o realizar un curso de cierto perfeccionamiento profesional. Pero él res­ ponde: "¿Para qué? Si estamos bien así. No nos compli­ quemos la vida. Además, en un viaje podemos accidentar-

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INVASORES DEL ALMA

nos; si pintamos la casa, gastamos nuestros ahorros; si cambiamos los muebles, ¿qué hacemos con éstos que te­ nemos? Y el curso de perfeccionamiento, no lo necesito para mi trabajo". Y así, con su espíritu irresoluto y nega­ tivo, este esposo y padre no disfruta de la vida ni tampo­ co hace feliz a su familia. La alegria siempre requiere una actitud positiva y opti­ mista ante la vida. D e lo contrario, el esp íritu se repliega y desaparece el vigor radiante del alma. Cuando esto ocu­ rre, es porque el invasor del pesimismo ha tomado pose­ sión del corazón. Es entonces cuando el optimismo debe realizar su acción dominante y correctora.

1. ¿Eres una persona negativa, o positiva?

2. ¿Gozas de tu espíritu emprendedor, o a veces te

extralimitas y te metes en problemas?

3. ¿Estimulas el espíritu optimista en tu grupo fa­ miliar? ¿ Te siguen los demds?

QUINTO INVASOR: LA DISCONFORMIDAD Quien se muestra desconforme no puede ser alegre al mismo tiempo. La persona que desee sentirse bien inte­ riormente deberá cultivar un espíritu satisfecho. Esto no quiere decir que aprobará todas las acciones humanas, o que apañará la maldad que le rodee. Tal actitud seria una ingenuidad o una peligrosa alianza con el mal. Peto lo cierto es que el desconforme, el quejoso y el criticón no pueden ser personas felices. El que tiene una modalidad quejumbrosa le ha abierto la puerta de su corazón a un repudiable invasor. Y mien­

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A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓNI

tras éste domine la vida, la alegría permanecerá ausente y sin retorno. ¡Cuánta gente malogra sus m ejores años por­ que en este sentido todavía no ha aprendido a vivir! Son desconformes de alma. Se quejan del estado del tiempo, de la índole de su trabajo, de los inconvenientes de su sa­ lud, del trato de sus vecinos, y hasta del accionar de Dios. Son un permanente día n ublado, una protesta y un la­ mento con una lágrima a flor de piel. jDeja de quejarte! No hagas un drama de cada proble­ ma. Aprovecha las cosas buenas de la vida y disfrútalas. De 10 contrario, te consumirán el mal humor y la amar­ gura. Siempre hay sobrados motivos para estar satisfechos y agradecidos. Tiempo atrás me encontré con un linyera, quien estaba calentando un poco de agua en una lata su­ cia, tal vez para beber algo caliente en esa fría mañana de invierno. El hombre estaba solo, pobremente vestido, sin ninguna comodidad. Yal pasar junto a él, lo saludé y le ' ¡ ue ta.l' ¿C6 mo esta.'?" y e'1 me contesto: pregunte:, "Q' "¡Muy bien, gracias a Dios!" Esas palabras tocaron mi sensibilidad. y pensé:

"¡Cuántos tienen de todo, y viven quejándose! y aquí es­

te pobre hombre, sin ningún bien terrenal, me dice enfá­

ticamente que gracias a Dios está muy bien". Linyeras de

la vida, gracias por enseñarnos a vivir satisfechos y agra­

decidos, aunque no poseamos más que lo necesario. Eso

basta para tener un corazón contento.

l. ¿Eres una persona desconforme, o satisfecha?

2. ¿Sabes alegrarte por las pequeñas bellezas de la vida, o más bien te amargas por la maldad circundante?

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INVASORES DEL ALMA

3 . ¿Le das cada día gracias a Dios por sus ben­ diciones?

SEXTO INVASOR: LA ANSIEDAD ¿Quién no ha sido invadido por este enemigo de la ale­ gría de vivir? Es la preocupación que consume, la intran­ quilidad que desencaja el espíritu, la incertidumbre acer­ ca del mañana. No hay paz para el alma preocupada, ni tampoco salud y alegría. Vivir ansiosos y enfermos hoy por lo que pueda pasarnos mañana, es restarle bienestar al día presente, sin que por eso podamos modificar de ante­ mano ese mañana que tememos. La preocupaci6n nos hace ver el futuro como un temi­ ble fantasma. Y esto produce confusión mental y toda cla­ se de malestares psicosomáticos. Si tú estás preocupado por alguna raz6n, esfuérzate por vivir día por día, y pro­ cura cumplir ordenadamente tus deberes cotidianos. El desorden mental es enfermizo y produce ansiedad. No de­ jes, pues, que tus trabajos y problemas controlen y asfi­ xien tu vida. Bien enseñaba Jesús: "No os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal" (S. Mateo 6:34). Un antiguo rey oriental vivía siempre preocupado. Hasta que su hija le obsequió una preciosa esmeralda, so­ bre la cual estaban grabadas estas palabras: ''Esto también pasará". La intención de este regalo era que el rey com­ prendiera que en la vida todo es pasajero. Por lo tanto, ¿por qué permitiría que la preocupación o la ansiedad lo afligiera o enfermara? San Pedro insta a colocar toda nuestra ansiedad sobre Dios, "porque él tiene cuidado de vosotros" (1 S. Pedro 61

A pesar de todo... ,ALÉGRESE TU CORAZÓN'

INVASORES DEL ALMA

5:7). Sí, la confianza en Dios yen su cuidado protector proporciona seguridad al alma, ahuyenta la ansiedad yen­ ciende la alegría de vivir. ¿No encontramos aquí un rum­ bo cierto hacia la felicidad?

rrido de 30 km. Antes de morir alcanzó a escribir: "El frío aumenta. Temo que nadie vendrá a salvarme. Me enfrío lentamente y me muero. Ya me estoy adormeciendo. Ya estoy sin fuerzas para seguir escribiendo". Pero curiosa­ mente, el pobre hombre no murió por la acción del frío, 1. ¿Cuáles son las cosas que más te preocupan? porque el equipo de refrigeración de ese vagón ¡estaba 2. ¿'Has experimentado cuán perjudiciales son pa­ descompuesto! Se murió por causa del miedo. ra la salud la ansiedad y la preocupación? Así es como actúa este terrible invasor. Asusta, parali­ 3. ¿Qué sueles hacer para librarte de estos invaso­ za y aniquila. Con razón Jesús aconseja: "No se turbe res del alma?· vuestro corazón, ni tenga miedo" (S. Juan 14:27). Yel sal­ mista David confiesa: "Busqué a Jehová, y él me oyó, y me libró de todos mis temores" (Salmo 34:4). Éste sigue SÉPTIMO INVASOR: EL TEMOR siendo el camino de la liberación del temor: la dependen­ Éste es un invasor que no perdona vidas. Se mueve en cia de D ios y su divina protección. Y como resultado, el todo corazón humano, y aflige aun a los más valientes. alma se llena de seguridad , de valo r, de paz y de alegría. Los miedos, las fobias y los temores inhiben la iniciativa y destruyen la alegria. Afligen durante el día y no dejan 1. ¿ Tienes alguna clase de temor? ¿Es sólo timidez descansar durante la noche. Las personas que los padecen o indecisión? ¿Qué es realmente? no pueden pensar con objetividad ni actuar con libertad. N aturalmente, existen los temores moderados y ra­

cionales, que nos vuelven cuidadosos y precavidos con­

tra los peligros. Pero aquí nos referimos a los temores in­

fundados y exagerados, que se cuentan entre los peores

enemigos del alma. Éstos son el temor a la soledad, a la

noche, a la enfermedad, al dolor, al fracaso, a la vejez, a

la muerte... y muchísimos más. ¿Cómo podría sentirse

feliz una persona que viva obsesionada con alguno de es­

tos temores?

Para ilustrar cuán destructivo puede ser el temor, bas­ te recordar a aquel obrero ferroviario que limpiaba los va­ gones de los trenes. Un día quedó encerrado en un vagón frigorífico, y fue encontrado sin vida después de un reco-

2. ¿Notas que alguno de tus temores te impide dis­ ftutar plenamente de la vida?

3. ¿Qué haces para vencer tus miedos y temores?

OCTAVO INVASOR: EL DESALIENTO Este octavo invasor suele penetrar en el alma cuando se produce alguna frustración o alguna pérdida de impor­ tancia. La deslealtad de un amigo, la imposibilidad de al­ canzar cierta meta, un gran revés financiero, el falleci­ miento de un ser querido... Éstos y otros factores, a veces menos importantes, dan lugar al desaliento del espíritu. Todos podemos ser víctimas de este cruel enemigo de la

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alegría de vivir. ¿Quién no ha sentido en algún momento de su vida el ataque de este artero invasor? y el desaliento trajo consi­ go tristeza y depresión. Y este decaimiento quizá anuló temporariamente nuestra voluntad y nos llevó a la auto­ compasión. El espíritu abatido es una debilidad emocio­ nal que requiere una decisión de cambio: es la melancolía que ansía alegría; es el corazón desamparado que necesita apoyo; y a menudo es el clamor interior que pide un po­ co de comprensión. El Creador promete: "No desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sus­ tentaré con la diestra de mi justicia" (Isaías 41:10). Ante la seguridad de esta promesa, ¿cómo podría desmayar el corazón? Si recordamos que frente a los momentos más desalentadores de la vida Dios nos brinda su fuerza y su amor, ¿no deberíamos entonces llenarnos de ánimo y de alegría radiante? Donde está el desaliento hay dolor; pero donde está Dios hay alegría y bendición.

INVASORES DEL ALMA

lérica! Sí, es muy fácil ser invadidos por la ira y el enojo. Como resultado, el espíritu se descontrola y la lengua pierde la mesura. Y ese comportamiento desatinado abre heridas dolorosas y ahuyenta la alegría. El sabio Salomón escribió con acierto: "El que tarda en airarse es grande de entendimiento; mas el que es impaciente de espíritu enal­ tece la necedad" (Proverbios 14:29). La ira es una expresión del temperamento colérico y sanguíneo. Media humanidad sufre los estragos de este invasor implacable. Y dondequiera actúa, allí hay agresi­ vidad, violencia y amenazas. Se trata de un desborde emo­ cional tan patológico, que no se puede convivir con él. La ira ha desatado guerras, sigue destruyendo hogares, y ma­ ta cada día la alegría de miles de personas.

Por eso el rey David aconsejó: "Deja la ira, y desecha el enojo" (Salmo 37:8). Y San Pablo dijo que el verdade­ ro amor "no se irrita", es decir, no se aíra, no se enfurece, porque es respetuoso y considerado. ¡Cuánto gana enton­ ces en felicidad la persona que sabe controlarse por amor a su prójimo! ¡Qué fuerza irresistible tiene el amor frater­ 1. ¿Sueles desanimarte fácilmente? nal! Genera paciencia y moderación, sujeta los impulsos negativos, y produce armonía en la convivencia. Y lo que 2. ¿Has notado cómo el desaliento mata la ale­ es más, garantiza la alegría de la vida. gría del corazón?

3. ¿Cómo sueles vencer tus "bajones» anímicos? Fuera de pedir la ayuda divina, ¿qué más haces?

1. ¿Pierdes a veces el control sobre tus palabras por causa de la ira?

NOVENO INVASOR: LA IRA

2. ¿Recuerdas cuánto pesar te produjo la última vez que te enfureciste?

¡Cuán difícil es mantener la calma frente a la provoca­ ción o al insulto! ¡Cuánto cuesta dominar la reacción co-

3. ¿Sabes rechazar al invasor de la ira con la fuerza de la paciencia y el amor?

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A pesar de todo.. . ,ALÉGRESE TU CORAZÓN!

DÉCIMO INVASOR: EL VICIO Los malos hábitos de vida constituyen otro terrible in­ vasor del alma. Deterioran el cuerpo, pero comienzan do­ blegando el alma. Llegan a ejercer tanto dominio sobre su víctima, que terminan por quitarle la alegría y hasta la vida misma. ¿No conoces a más de un fumador que prefiere morirse antes que abandonar el tabaco? ¿No has visto a al­ gún drogadicto consumirse por causa de la droga maldita? ¡Cuánta miseria lleva el vicio a los hogares y a la socie­ dad! Un amigo mío fue en lo pasado un alcohólico incorre­ gible. Solía tomar varios litros de vino por día, a los cuales, durante los fines de semana, les añadía uno o dos litros de bebida blanca. Con frecuencia estaba ebrio y se volvía agre­ sivo. Todavía conserva en su torso las cicatrices derivadas de sus antiguas peleas. Era un pobre desdichado. Hasta que su última pelea lo dejó casi muerto sobre el suelo. ¡Cuánto quisiera que conocieras hoya este amigo mío! Hace años que ha dejado de beber. Y desde entonces es un hombre nuevo, pacífico y feliz. Su historia concluye en el capítulo 10 de esta obra. ¡Qué contraste entre su antigua vida de tristeza y su actual alegría! Y lo mismo ocurre con el ex fumador. He tenido el gusto de ayudar a miles de fu­ madores para que dejaran su hábito tabáquico. ¡Qué ros­ tro radiante el de esos triunfadores! Siempre hay alegría en la victoria sobre el vicio. y como existen el alcoholismo y el tabaquismo, tam­ bién existen la drogadependencia, la lujuria, la adicción a diversos juegos de azar y otros vicios que, en mayor o me­ nor medida, esclavizan y arruinan la vida de sus víctimas. ¡Cuánta desgracia y miseria debe sufrir el vicioso! ¡Y cuán­ to dolor ocasiona a su familia! Vencer el vicio y cultivar la virtud: eso es gozar de una vida sana, próspera y feliz.

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1. ¿Tienes algún vicio? ¿Has notado cuánto domi­

na tu vida?

2. ¿Has intentado abandonar tu vicio, o te some­ tes dócilmente a él y a sus penosos resultados?

3. Si has vencido algún mal hábito en tu vida, ¿no

te sientes alegre y triunfador por ello?

En síntesis... Apenas hemos considerado diez de los "invasores" más comunes. ¡Existen tantos otros! ... Yen todos los casos se trata de enemigos aborrecibles, por más sutil y solapada que sea su acción destructiva. No dejan vivir en paz, y ro­ ban la alegría del corazón. Repasemos estos invasores de la vida y sus negras consecuencias.

1. El egoísmo, como rancio caldo de cultivo

donde se gestan todas las miserias humanas.

2. El orgullo, el necio engreimiento del corazón

que siempre termina en triste derrota.

3. La envidia, que sufre con el éxito ajeno y pierde el tiempo profiriendo calumnias ve­ nenosas. 4. El pesimismo, que vuelve negativo el pensa­ miento y estanca la voluntad para todo. 5. La disconformidad, el repudiable invasor del alma que torna quejosa a la gente, yamarga­ da en lugar de agradecida.

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INVASORES DEL ALMA

A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓN'

6. La ansiedad, esa intranquilidad interior que

crea preocupación y desgasta inútilmente la

vida.

Lo que más hace feliz? Ser útiles a los demds.

7. El temor, el enemigo que irrumpe y se insta­

la, para crear cobardía y robar la alegría.

El regalo más hermoso? El perdón.

8. El desaliento, que debilita el espíritu, y lo en­

ferma de penosa melancolía.

El resguardo más eficaz? La sonrisa.

9. La ira, el arrebato descontrolado que pierde

la calma frente a la menor contrariedad.

La mayor satisfacción? El deber cumplido.

El peor defecto? El mal humor.

El sentimiento más ruin? El rencor. La sensación más grata? La paz interior.

El mejor remedio? El optimismo.

La fuerza más potente del mundo? La fe·

10. El vicio, que esclaviza y degrada, hasta con­

sumir la vida de su víctima.

La cosa más preciosa de todas? ¡EL AMOR!

Éstos y muchos otros "invasores" igualmente peligro­ sos, destruyen la felicidad y devoran la salud. Son la rui­ na del alma. Evitarlos y vencerlos, debería ser la consigna de toda persona espiritualmente madura.

y ahora, concéntrate en las siguientes palabras de la Madre Teresa de Calcuta (1910-1997), que señalan indi­ rectamente un camino de alegría: ¿CUÁLES ... El día más bello? Hoy. El obstáculo más grande? El miedo. El mayor error? Abandonarse. La raíz de todos los males? El egoísmo. La distracción más bella? El trabajo. La peor derrota? El desaliento. La primera necesidad? Comunicarse.

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I

1

1\

Capítulo 5

INGREDIENTES

DE LA ALEGRÍA

Los mejores alimentos requieren buenos ingredientes. Así también, la genuina alegría de la vida demanda ingredientes saludables: simples y sencillos, pero efectivos.

D

espués de un día de escasa venta en el mercado, un pescador regresaba cansado a su casa. Cargaba de vuelta una buena parte de su mercadería. Y en el trayec­ to, a la caída de la noche fue sorprendido por una tor­ menta tan furiosa, que debió buscar refugio en la casa de un amigo floricultor que vivía a la vera del camino. El floricultor le ofreció entonces al pescador lugar pa­ ra pasar la noche, y lo hospedó en la habitación que daba hacia el jardín. Allí, curiosamente, la fragancia de las flo­ res era tan diferente del aroma al cual el pescador estaba acostumbrado, que no podía conciliar el sueño. Hasta que finalmente el hombre se levantó, tomó su canasta de pescados, la roció con bastante agua para que diera más olor, y la colocó junto a la cabecera de la cama. Un ins­ tante después estaba profundamente dormido. Le había resultado más favorable el fuerte olor a pescado que el de­ licado perfume de las flores.

y lo que le ocurrió a este hombre en esa ocasión parti­ cular, a menudo nos sucede a todos dentro de nuestro ambiente habitual. Nos parece que sólo en esa atmósfera 71

A pesar de todo... ,ALÉGRESE TU CORAZÓN! INGREDIENTES DE LA ALEGRÍA

podemos sentirnos bien, y hacemos depender nuestra fe­ licidad exclusivamente del lugar donde vivimos o del sitio donde trabajamos. Solemos resistirnos a lo nuevo, aunque se trate de algo mejor. Estamos condicionados por nues­ tros hábitos fijos. Nos cuesta adaptarnos a un medio dife­ rente. Es decir, nos asemejamos al pescador del relato.

y con esta clase de mentalidad, ¡cuántos viven sólo a medias, con una alegría relativa, que no están dispuestos a cambiarla siquiera por otra mejor! ¿Cómo eres tú en es­ ta materia? En este capítulo presentaremos importantes ingredientes de la alegría de vivir. y aunque varios de ellos ya formen parte de tu natural modo de ser, quizá algunos otros necesiten un mayor desarrollo. Sea como fuere, te invito aquí a sentir el desafío de cre­ cer. Conserva los componentes positivos de tu personali­ dad, y reemplaza tus debilidades por los rasgos que a con­ tinuación iremos comentando.

1. OPTIMISMO Comencemos por este ingrediente fundamental. La vi­ da moderna se ha vuelto en general tan compleja y tan competitiva, que muchos se sienten incapaces de alcanzar sus propias metas de éxito. y así adoptan una actitud de­

rrotista o indiferente, mientras sufren su íntima frustra­

ción. Como resultado, quizá generen cierto pesimismo, el

que, sumado a su temperamento natural, les quitará el re­

gocijo de la vida. De ahí la necesidad de cultivar un espíritu optimista. El optimismo siempre conduce a la alegría de vivir. Nos levanta cuando estamos caídos, y nos llena de positiva es­ peranza en medio de la lucha. Mientras el pesimista es

12

sombrío, el optimista le sonríe a la vida y la maneja con resolución. El representante de una gran fábrica interna­ cional de calzado fue enviado a cierta región de África, para examinar las posibilidades de venta en el mercado local. Y poco después de llegar a esa zona, el hombre envió un telegra­ ma a la gerencia, con estas palabras: ''Aquí nadie usa zapatos. Imposible realizar ventas". Pero tiempo más tarde, otro promotor de la empresa fue enviado con igual propósito al mismo lugar. Y ésta fue su comunicación: ~quí nadie usa zapatos. Vislúmbrase amplio mercado de ventas". ¿Notamos el punto? Ante la misma realidad, el primer hombre se mostró pesimista, en tanto que el segundo re­ veló un admirable optimismo. Con semejante actitud de­ rrotista, el primer hombre no habría vendido un solo par de zapatos, mientras que el segundo -con su mente po­ sitiva- habría calzado a toda la gente de aquella región. El optimista ve siempre más allá de los obstáculos, y se prepara para tener éxito en lo que hace. Y si fracasa, se re­ cupera y continúa. No vive de meras ilusiones; pero sí se aferra a ideales que movilizan su vida. Los optimistas se cuentan entre las personas alegres, de­ cididas y exitosas. Se relacionan con gente parecida, y ha­ blan con el lenguaje del esfuerzo tenaz. ¡Cuántos buenos ne­ gocios que pierden los pesimistas, ganan luego los optimis­ tas! ¿Por qué no enriquecernos entonces con esta virtud?

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A pesar de todo... ,ALÉGRESE TU CORAZÓN' INGREDIENTES DE LA ALEGRiA

Fórmula del optimismo Mirar siempre al sol, para que las sombras que­ den detrds.

2. ENTUSIASMO ¿Te agrada este ingrediente del espíritu? Sin él se apaga la chispa de la vida. Henry Ford dijo: "El entusiasmo es la levadura que hace subir tu esperanza hasta las estrellas. Es el brillo de tus ojos, la decisión de tus pasos, el ~pretón de tu mano, el ansia irresistible de tu vOluntad y de tu ener­ gía para ejecutar tus ideas. Los entusiastas son luchadores. Tienen fortaleza, y tienen cualidades genuinas. El entu­ siasmo está en la base de todo progreso. Con él hay reali­ zaciones; sin él sólo hay coartadas". Muchas personas son como la carretilla. Siempre hay que empujarlas para que se muevan. Sin fuerza propia, sufren de inacción. Carecen del fuego del entusiasmo. La apatía les roba la alegría espontánea del corazón. ¡Cuán desagradable es convivir con estas almas apagadas! ¿De dónde proviene el término entusiasmo? De dos pala­ bras griegas --en theós-, que significan "en dios", o estar inspirado por los dioses. Es decir, en el antiguo concepto de los griegos, la virtud del entusiasmo derivaba de sus divinida­ des paganas. Hoy, con nuestras convicciones cristianas, bien podemos afirmar que el entusiasmo genuino procede del ver­

dadero Dios, puesto que "todo don perfecto desciende de 10

alto, del Padre de las luces" (Santiago 1: 17).

Sin Dios no puede haber real entusiasmo, ni mucho menos canalizado para el bien. Podrá haber apasiona­ miento, exaltación o desborde de emoción, pero no entu­ siasmo estable y constructivo. Si tuvieras que autodefinir74

te, ¿dirías que eres una persona medianamente entusiasta? ¿Asumes tus responsabilidades con fervor y vitalidad? Caminante de la vida,

no te aplastes ni te quedes;

no esperes que te empuJen.

Aviva tu mente, enciende tu fuego;

vive con entusiasmo,

y ¡alegra tu corazón!

3. MADUREZ EMOCIONAL Esta característica es otro importante ingrediente del corazón alegre. Es llamativo que aun personas con gran capacidad intelectual, sean sin embargo inmaduras emo­ cionalmente. Han crecido en años, en conocimiento y en experiencia profesional, pero se han estancado en sus emociones. Siguen siendo almas tan pueriles como siem­ pre, y tan desdichadas como siempre. Porque no han aprendido realmente a vivir, y menos a convivir. El hombre inmaduro se maneja con gustos antojadi­ zos. Tiende al capricho, al amor propio y a la quisquillo­ sidad. Inestable y voluble, pasa sin motivo aparente del agrado al fastidio, y del afecto al rechazo. ¿Quién podría confiar en una persona tal, y cómo podría ella ser feliz sin estabilidad emocional? Quien posea madurez sabrá alternar con los demás. Evitará las fricciones en su ambiente familiar y laboral. No sólo esperará el aprecio y la comprensión de sus alle­ gados, sino que sabrá brindarles a ellos esta doble bondad. La persona madura es equilibrada, sensata y confiable. Es

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A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓN!

INGREDIENTES DE LA ALEGRI

estable en sus sentimientos, y capaz de adaptarse a las di­ versas circunstancias. Todos podemos crecer emocionalmente. Como 10 dijo San Pablo acerca de su propia experiencia: "Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño" (I Corintios 13: 11). Mientras el comportamiento inmaduro le acarrea pro­ blemas y desdicha a la persona adulta, la madurez emo­ cional1e asegura bienestar y sana alegría. El hombre ma­ duro es mejor padre y esposo. Ama a su familia y sabe di­ rigirla. La mujer madura es mejor madre y esposa. Es fe­ liz y sabe dar felicidad. Amigo, amiga,

no te estanques;

crece y madura.

Estabiliza tu alma, vence tu pequeñez, y serás de veras feliz.

4. MENTE Y MANOS OCUPADAS La mente desocupada tiende a herrumbrarse y depri­ mirse, cuando no a llenarse de malos pensamientos. y es­ to lleva al fracaso de la vida. Por eso incluimos aquí el va­ lioso ingrediente de la mente y las manos ocupadas, como importante factor de salud y bienestar. Cierto hombre se encontraba profundamente dolorido 76

por la muerte de su hijita. Al tiempo llegó al hogar otr hermosa niña, quien con su presencia mitigó el dolor d padre. Pero meses más tarde, la nueva hijita también en fermó y falleció. El padre no tenía consuelo. Y en su do lor parecía peor que un enfermo.

Un día, el único hijito que le quedaba, un niño de cua tro años, le pidió a su papá que le ayudara a hacer un ba quito. Y tras las horas que pasó junto a su hijo fabricand un hermoso barquito, el hombre se sintió mucho mejo Hacía años que no se sentía tan bien. Y al ver la eficac de ese simple "remedio", comenzó a arreglar diversos ob jetos de su casa que necesitaban ser reparados. Y en efecto recreativo de esa labor doméstica, el padre atribu lado venció su dolor y volvió a tener paz y alegría.

Los pequeños trabajos artesanales -no importa cuá les sean- tienen una valiosa propiedad terapéutica alejan del alma el hastío yel aburrimiento. Además, de sarrollan la capacidad creativa y el gusto estético. Produ cen una grata sensación en el espíritu y estimulan la al gría del corazón.

¿Qué pensamientos albergas en tu mente? ¿Recuerda que una mente desocupada es como un terreno abando nado, en el cual sólo crecen malezas? Y en cuanto a tu manos, ¿sueles utilizarlas para alegrar tus horas libres Desde luego, si tu profesión ya te exige trabajo manua tal vez preferirás otra clase de esparcimiento. Y está bie que sea así. El principio que está aquí en juego es cultiv una labor complementaria, informal y agradable, qu contribuya al equilibrio y a la alegría de la vida. Esta sim ple receta, ¡cuántos males de la conducta y de la mente capaz de prevenir!

7

INGREDIENTES DE LA ALEGRIA A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZ6N!

Fácil pero importante: deténte un momento para hacer algo con tu mano y tu mente; no por obligación, sino por placer. ¡Cuánta alegría te dará!

5. AUTOESTlMA ¿No te parece realmente importante este quinto in­ grediente? La estima propia se cuenta entre los senti­ mientos más saludables. Con ella hay satisfacción y con­ formidad. Aceptamos nuestro cuerpo y nuestro espíritu tales como son. No tenemos rechazo ni vergüenza de nosotros mismos. Cuenta una fábula que había en la región antártica un pequeño témpano de hielo, que estaba descontento con su vida. Especialmente porque había conversado con algunas focas, quienes le contaron acerca de las be­ llezas de! norte, donde "e! mar resplandece bajo e! sol ra­ diante". Pero un viejo témpano que lo oyó murmurar, le comentó: "Hijo, nuestro destino es permanecer aquí, y debemos estar contentos con el ambiente y el paisaje que nos ro dean" . Sin embargo, e! pequeño témpano no siguió e! conse­ jo del mayor. Así que cierto día se separó de sus compa­ ñeros y emprendió viaje hacia e! norte. Y en su riesgosa aventura, un día e! sol traicionero dirigió sus cálidos rayos sobre e! témpano, hasta derretirlo por completo y hacer­ lo desaparecer. ¡Cuántos se parecen a este desconforme viajero de la fábula! Descontentos con lo que son y lo que tienen, viven codiciando las aparentes ventajas del próji­ mo, sin recordar que ellos mismos poseen condiciones 78

que, bien desarrolladas, podrían abrirles las puertas de! éxito y el contentamiento. Pero autoestima no es la conformidad de! abandono, o la ausencia de progreso. Es más bien la actitud de! que va­ lora lo que tiene, en lugar de lamentar lo que no posee. Es el justo medio entre la subestimación propia, que genera un sentimiento de inferioridad, Y la sobrestimación de! que se siente superior y más favorecido que e! prójimo. Modesto, y digno a la vez; o quizá grande, pero también humilde. Siempre centrado, feliz y progresista, con un canto de gratitud al Creador. Así vive con alegría quien posee e! noble ingrediente de la estima propia. En toda ocasión ten respeto de ti mismo. Ámate, porque Dios te ama.

Recuérdalo, Y serás feliz.

6. BUENA CONVIVENCIA Éste es otrO ingrediente esencial de una alegría sin sombras. La buena convivencia con el prójimo determina en alto grado e! estado de! corazón. De ahí la importan­ cia de dominar e! arte de llevarnos bien con los demás. Reflexionemos en este práctico código de convivencia humana. Cuanto mejor lo cumplamos, mayor será nues­ tra alegría de vivir. 1) Ponga freno a su lengua. Hable sólo lo necesa­ rio, y se evitará muchos problemas. Además, ¡sepa escuchar! 2) Cumpla sus promesas, Y se ganará el aprecio de

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los demás. 3) Sea generoso en los elogios y medido en las crí­ ticas. 4) Muéstrese considerado con todos, dentro y fue­ ra de su hogar, con los humildes y los más des­ tacados.

5) Sea jovial. Ríase con frecuencia, y no publique sus dolores.

el prójimo. ¡Es la mejor forma de gozar de la vida! La con­ vivencia armoniosa elimina los roces enojosos y estimula el bienestar general. Muéstrate comunicativo, recuerda que no vives solo. Bríndate con afecto a los demás, y ellos harán otrO tanto contigo.

6) Evite la burla y las bromas de mal gusto. Esto

puede herir innecesariamente a algún corazón. 7) Reste importancia a alguna calumnia que digan contra usted. De lo contrario, podría enfermar­ se y perder su alegría. 8) Conserve agradable su genio, aunque los demás sean ingratos y desatentos con usted.

En toda forma de convivencia siempre se cumple la ley del eco: los demás nos dan lo que previamente les hemos dado. ¿Queremos ser tratados con bondad y considera­ ción? Entonces debemos proceder así con la gente. Como lo establece la inmortal regla de oro de Jesucristo: "Todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos" (S. Mateo 7:12). Quien practique este principio superior de convivencia, ¿no será acaso una persona dichosa y bien vista? Hace algunos años, lanzamos por radio esta pregunta: "¿Qué cosa le 'agrada y le alegra más en su vida?" Las res­ puestas que recibimos fueron muy variadas. Pero una de las más frecuentes y coincidentes tenía que ver con el tra­ to social y la convivencia dentro del hogar. Pudimos com­ probar así que la gente quiere y necesita llevarse bien con 80

7. DISPOSICIÓN SERVICIAL

¡Qué ingrediente tan necesario! La persona mezquin se deleita en ser servida. Pero la persona superior se dele ta en servir. Y con esta disposición de su alma adquiere comparte felicidad. Como dice Gabriela Mistral, hay al gría en servir:

"Toda la naturaleza es un anhelo de servicio.

Sirve la nube, sirve el viento, sirve el surco...

Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú;

donde haya un error que enmendar, enmién­

dalo tú; donde haya un esfuerzo que todos es­ quivan, acéptalo tú.. .

Hay la alegría de ser sano y la de ser justo;

pero hay, sobre todo, la hermosa, la inmensa alegría de servir... Aquél es el que critica, éste es el que destru­ ye,

tÚ sé el que sirve".

Albert Schweitzer (1875-1965), célebre por su serv

A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZ6N!

desinteresado como médico en África, le dijo cierta vez a un grupo de estudiantes: "Yo no sé cuál será el destino de cada uno de ustedes, pero una cosa sé: los únicos de entre todos ustedes que serán realmente felices serán aquellos que hayan buscado y encontrado el modo de servir".

que derrite, y la bondad que suaviza.

Una sonrisa Una sonrisa no cuesta nada,

pero vale mucho.

El libro bíblico de Jueces cuenta alegóricamente que No empobrece a quien la da,

una vez los árboles del bosque salieron a buscar a un rey pero enriquece a quien la recibe.

que los gobernara. Fueron primero al olivo, y después a Dura sólo un instante,

la higuera y a la vid. A cada una de estas plantas le pi­ dieron: "Reina sobre nosotros". ¡Qué honor! Sin embar­ pero perdura en el recuerdo. go, ninguna aceptó la invitación. Todas ellas respondie­ ron que preferían seguir sirviendo con su fruto , antes Es la señal externa que gobernar desde el trono. La moraleja es obvia: la no­ del espíritu amistoso.

bleza y la alegría de servir. Con razón, el gran Maestro Ninguno es tan rico que no la necesite,

declaró que no había venido "para ser servido, sino para servir" (S. Marcos 10:45). ni tan pobre que no la merezca.

Ésta es la razón de la vida. Si no vivimos para servir, no servimos para vivir. ¿No es tonificante hacer algo por al­ guien cada día? Por la madre, por el hijo, por el amigo, por el doliente, por el alma fatigada ...

Una sonrisa sincera

alivia el cansancio,

renueva las fuerzas

y es consuelo en la tristeza.

Caminante de la vida,

goza y disfruta:

SIrve por amor.

No hay mayor alegría

que la de alegrar un corazón.

Es un bien que no se puede comprar,

ni prestar, ni robar...

Si alguna vez encuentras

que no te dan la sonrisa que esperabas,

sé generoso Y da la tuya;

8. SONRISA Y CALIDEZ ¿Conoces un ingrediente más efectivo que éste? Una sonrisa cálida expresa y genera alegría. Es la cordialidad sin palabras; es el gesto llano sin hipocresía. Es el calor 82

porque ninguno tiene

tanta necesidad de una sonrisa,

como aquel que no sabe sonreír a los demds.

Cuán cierta es la expresión: "Sonríe, todavía es gra

A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓNI INGREDIENTES DE LA ALEGRIA

Yes más conocido aún el dicho: "Sonríe, Dios te ama". Si tuviéramos esta convicción, de que Dios nos ama profun­ damente, ¿no estaríamos cantando de alegría, con una sonrisa en los labios y en el corazón? Cierta vez le pregUntaron a un hombre prominente por qué siempre estaba sonriente. y él respondió: "Porque siempre llevo a Dios conmigo". ¡Allí está la fuente de la mayor alegría! y sólo así alguien podría cumplir las pala­ bras de Amado Nervo: Amable y silencioso, ve por la vida, hijo, amable y silencioso como rayo de luna... En tu foz, como flores inmateriales, deben florecer las sonrisas. Haz carzdad a todos de esas sonrisas, hijo. Un rostro siempre adusto es un día nublado; es un paisaje lleno de hosquedad; es un libro en idioma extranjero.

9. OLVIDO Y PERDÓN Este noveno ingrediente es el triunfo sobre el rencor y el amor propio. Quien desee gozar de verdadera alegría se esforzará por olvidar. Olvidar los agravios recibidos y res­ tar importancia a las pequeñas ofensas de la vida. De no desarrollar esta noble actitud de olvido y perdón, la "bue­ na memoria" puede manchar el alma y matar la alegría. El hombre -o la mujer- realmente grande no vive resen­ tido por los ataques mezquinos de sus adversarios o riva­ les. Tiene algo superior en lo cual ocuparse. La persona madura no permite que el rencor o el re­ sentimiento arruine su alegría. Su comportamiento será como lo describe José Martí: Cultivo una rosa blanca en JUnzo como en enero, para el amigo sincero que me da su mano franca; y para el cruel que me arranca

Amable y silencioso, ve por la vida, hijo. Escucha cuanto quieran decirte;

el corazón con que vivo,

y tu sonrisa sea elogio, respuesta, objeción,

cultivo la rosa blanca.

comentario, advertencia y misterio...

Para hacerlo cada día: ilumina hoy tu rostro con una simple sonrisa. Expresa con ella tu alegría, y harás feliz a algún corazón.

84

cardo ni ortiga cultivo,

Cuando los esposos se perdonan alguna ofensa, olvi­ dan lo ocurrido y recuperan su felicidad. Lo mismo ocu­ rre entre dos hermanos o amigos distanciados, o incluso entre dos enemigos que se reconcilian. Se afirma que mientras Leonardo de Vinci estaba realizando su gran obra "La última cena", quedó detenido en su labor por causa del odio que sentía hacia uno de sus enemigos. Pe­ ro cuando lo perdonó, sintió un profundo alivio y pudo 85

A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓN!

INGREDIENTES DE LA ALEGRiA

continuar su obra hasta terminarla. mande algún esfuerzo, pero da excelente resultado.

Sólo es posible "continuar" exitosamente la carrera de la vida cuando se recuerda el pre­ cepto de Jesús, de saber perdonar al herma­ no "hasta setenta veces siete" (S. Mateo 18:22). Es decir, el cristiano -aun para su propio bien- debería saber perdonar gene­ rosamente a su ofensor. Para pensar: ¿alguien te ha herido o calumniado? Es mejor olvidar que recordar. El corazón resentido no puede ser feliz.

y ahora, dedica un instante a esta sencilla y útil tarea: Repasa los diez ingredientes que vimos en este capítulo. Apenas los títulos y los conceptos principales. Y luego pregúntate: ¿Cuál de estos ingredientes me hace más feliz? ¿En cuál de ellos debería avanzar un poco más?

A continuación, como cierre de este capítulo, contes­ ta este cuestionario que ha sido llamado "La Prueba de la Alegría". Marca tus respuestas, y examínalas para crecer en tu alegría.

SÍ NO l. ¿Sabes sonreír con facilidad?

2. ¿Gozas realizando bien tu trabajo diario?

10. LA AYUDA DIVINA Este último ingrediente es de primera importancia. Cierta vez le preguntaron al famoso compositor austríaco Francisco]. Haydn cómo podía imprimirle tanta alegría a su música. y él Contestó: "Cuando elevo mi corazón a Dios, todo mi ser se siente invadido de un gozo tal que las notas saltan delante de mí, y así salen de mi pluma". y en la música de la vida que todos estamos llamados a producir, ¿no podríamos imitar al gran compositor? Quien eleve su espíritu al Creador, quien busque la ayu­ da divina en toda necesidad, y quien se aferre a los valo­ res permanentes, ciertamente conocerá la alegría de vivir.

¡Vivir con los pies bien asentados en la tierra y con el corazón puesto en el Altísimo! Ésta es una fórmula que ha hecho felices a innumerables seres humanos. ¿Por qué en­ tonces no probarla, para ver cómo funciona? Quizá de86

O O o O

3. ¿Te consideras una persona madura emocionalmente? 4. ¿Sabes distraerte sanamente y gozar de la vida al aire libre?

o

O

o

5. ¿Tiendes a ser generoso y servicial?

O O O

6. ¿Procuras olvidarte de los agravios recibidos y de tus malos momentos del pasado?

o O

7. ¿Eres una persona entusiasta, y sabes mostrarte optimista?

o

O

8. ¿Recuerdas con frecuencia los días felices de tu pasado?

o

O

9. ¿Piensas que a pesar de todo la vida es hermosa?

o

O

10. En los momentos adversos, ¿recurres a

87

A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓN! Capítulo 6

Dios en busca de sabiduría para salir de la dificultad?

o

LA FRAGUA DE LA

O

Cuanto mayor sea el número de respuestas afirmativas, más cerca estarás de la genuina alegría de vivir.

ALEGRÍA Donde se forja el carácter, donde se aprende a vivir. .. Allí, en el hogar, está la verdadera fragua de la alegría.

D

ijo el escritor y crítico de arte Juan Ruskín: "El país más rico es el que tiene mayor número de personas sanas y felices". ¿Y dónde podría aprender cada ciudada­ no el secreto de la alegría sino en su propio hogar? Allí es donde cada uno puede dar y recibir la dosis necesaria del bienestar y el contentamiento de la vida. Fuera de la familia, no existe otra institución que pue­ da ofrecer tanto bien al corazón del ser humano. La escue­ la, la iglesia, el club, los amigos y el ambiente laboral pue­ den ejercer una fuerte influencia en el desarrollo de la per­ sonalidad. Pero no pueden superar ni siquiera igualar al poderoso predominio del hogar.

88

Cierto hombre le dijo a su amigo: "A mí na­ die me ayudó en la vida. Tuve que formarme con mi propio esfuerzo". A lo cual el otro respondió: "Yo también creía eso cuando te­ nía 25 años. Pero ahora descubro que soy la versión revisada y mejorada por mi esposa y mis tres hijos". 89

A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓN'

LA FRAGUA DE LA ALEGRiA

¿No se podría aplicar esta respuesta a la ex­ periencia de muchos otros hombres y muje­ res que han formado su propia familia? ¡El hogar: la fragua donde se forja la vida y cre­ ce el bienestar! ¿Qué cualidades debería poseer una familia, a fin de asegurar la prosperidad y la alegría de todos sus miem­ bros? Dediquemos el resto del capítulo para dar respues­ ta a esta ImpOrtante pregunta.

1. BUENA COMUNICACIÓN Recordemos a aquellos esposos que después de vein­ te años de vida matrimonial, comenzaron a tener serias desavenencias. Hasta que finalmente decidieron consul­ tar a un consejero especializado. y éste, luego de varias entrevistas, les pidió a los esposos que se expresaran con total franqueza, y que cada uno dijera lo que tenía en COntra del Otro. Cuando le tocó al marido el turno de hablar, éste dijo enojado: "¡Lo que yo detesto es esa maldita espinaca que ella me cocina!" Ante lo cual, con gran asombro, la espo­ sa respondió: "¡Y yo también detesto la espinaca, pero la hacía convencida de que te gustaba!" Luego de este diálogo, los esposos se reconciliaron y se entendieron. Aprendieron la gran lección de su vida. Comprendieron que todos sus problemas habían sido el resultado de su falta de comunicación. ¿No es éste un ca­ so revelador? ¡Vivir jUntos sin conocerse ni entenderse, por falta de diálogo! Está comprobado que la causa principal del fracaso

90

matrimonial -y por ende de la familia- es la mala co municación o la ausencia de ella. De ahí la necesidad de cultivar inteligentemente la convivencia familiar. Y pensa que hay esposos y padres que permanecen casi mudos dentro del hogar. Tienen tiempo para alternar con sus amistades, para leer el diario, o para ver televisión. Pero cuando deben brindarse a sus seres queridos, afirman que están muy ocupados o cansados para poder conversar.

El vínculo matrimonial se cultiva y fortalece mediante el diálogo afectuoso entre los cónyuges. Y cuando esta vir tud existe, se prolonga a su vez hacia los hijos. De esta manera, todo el clima familiar se beneficia y gana en ar monía y felicidad. Por su parte, el hijo que cultiva una buena relación con sus padres está vacunado contra la de sorientación, la soledad, los vicios y la delincuencia. Se siente seguro, protegido y comprendido. Un hijo o una hija tal no puede fracasar en la vida.

¿Estás fomentando la comunicación comprensiva y afectuosa en el círculo de tu familia? ¿Cuánto dialoga con tu cónyuge? ¿Procuras ganarte el corazón y la con fianza de tus hijos mediante el trato amistoso que le dispensas? ¿Pueden ellos abordar cualquier terna conti go? ¿Comprendes que la felicidad de tu familia depende en alto grado de la buena comunicación que exista entre unos y otros? Así rogaba cierto padre muy atareado: Señor, en nuestra familia no tenemos

tiempo para escucharnos unos a otros.

Nuestro matrimonio está muy silencioso.

Nuestros hijos nos hablan muy poco.

91

A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓN!

Yo mismo regreso tan cansado del trabajo, que me cuesta dialogar con los míos... Señor, quiero ver alegre a miJamifia. Ayúdame a organizar mejor mi tiempo: para reanudar el diálogo interrumpido, para unir nuestros corazones, para buscar tus bendiciones... Porque de lo contrario, ¿qué será de nuestro hogar?

2. AMOR GENUINO ¡Qué atributo incomparable para el logro de la alegría familiar! Éste es el mayor sostén del hogar. Cuando el amor domina la vida desaparecen las reyertas, brota la comprensión, surge el regocijo y nace la buena voluntad hacia el ser querido.

Dijo el poeta alemán Juan W Goethe: "Si usted trata a un hombre como es, él perma­ necerá como es. Pero si lo trata como si fue­ ra lo que debería ser, él llegaría a ser una per­ sona más noble y más grande". Esta sabia manera de tratar al prójimo funciona espe­ cialmente bien dentro del hogar. Allí, mediante el cariño, le atribuimos al ser amado una virtud que tal vez no po­ sea en gran extensión. Pero gracias a ese trato generoso y considerado, la persona finalmente llega a ser 10 que de­ bería ser. ¡Tal es la fuerza del amor sincero! y sin esta fuer­ za del alma, ¿qué clase de hogares se podrían construir? 92

LA FRAGUA DE LA ALEGRiA

En términos claros, San Pablo escribió: "Si yo hablase en lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que traslada­ se los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si en­ tregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve" (1 Corintios 13:1-3). Aun las acciones más elogiables y meritorias, si no es­ tán acompañadas y motivadas por un amor genuino, de nada sirven. Esto es especialmente válido en el ámbito del hogar. Sólo el amor puro y abnegado puede mante­ ner unida y feliz a la familia. Así lo muestra el siguiente ejemplo. En un pueblo apartado de la India, donde las frutas eran escasas y muy costosas, cierto niño de familia humil­ de realizó un trabajo para una de sus vecinas. Y ésta, en retribución, le obsequió un gran racimo de uvas. ¡Cuán bien le venían esas uvas en esa tarde calurosa! Pero el ni­ ño pensó: "Mi papá está trabajando en el campo, y estará cansado y sediento. Le vaya llevar las uvas a él". El padre recibió el racimo con gran alegría. Pero pen­ só: "Se lo regalaré a mi hija, cuando me traiga la merien­ da. Ella está un poco inapetente, y quizá coma con gus­ to estas uvas". Y cuando la chica recibió el racimo de ma­ nos de su papá, se llenó de alegría. Pero mientras regre­ saba a su casa, se dijo para sí: "Guardaré estas uvas para mamá, porque ella está cansada, y tan pocas veces pode­ mos comer frutas". Aquella noche, cuando la humilde familia terminó de cenar, la madre anunció: "¡Tengo una sorpresa de postre!" 93

LA FRAGUA DE LA ALEGRÍA

y al instante colocó sobre la mesa aquel hermoso racimo de uvas, que ninguno había querido comer por amor a los demás. Tal abnegación reveló la nobleza de ese amor sin­ cero. Era natural entonces que esa familia fuera feliz, por­ que donde reina el amor, reina también la alegría. Pero el verdadero amor no sólo se expresa mediante gestos de ternura. También va acompañado de disciplina y firmeza, cuando se trata de la buena educación de los hi­ jos. Además, el amor entraña lealtad y fidelidad entre los esposos. Cuando marido y mujer se aman de veras, recha­ zan toda acción adulterina o afectos clandestinos. Se go­ zan en una convivencia fiel, que jamás defrauda la buena fe y la confianza del cónyuge. Tal calidad de amor acre­ cienta cada día la alegría del hogar.

3. RELACIÓN ARMONIOSA Ésta es otra cualidad imprescindible para asegurar la alegría del hogar. La "relación armoniosa" significa convi­ vencia pacífica, tolerancia, generosidad de espíritu, yacti­ tud paciente frente a la divergencia. Por eso, con buen cri­ terio, un padre le dio este consejo a su hija que se iba a ca­ sar: "Recorre siempre las tres cuartas partes del camino.

En el matrimonio la mitad no basta". Cuando los esposos

y padres practican esta virtud, crean el clima de la armo­

nía y de la consiguiente alegría del hogar. Visualicemos esta escena: Un profesor se encontraba de visita en la casa de un matrimonio amigo. Y cuando se acercó la hora de llevar hasta el aeropuerto al visitante, és­ te preguntó cuántos minutos demandaría el viaje. "Oh, en 25 minutos podremos estar allí", contestó el dueño de casa. Pero la esposa, que estaba preparándose en la habi­ tación cOntigua, dijo: "De aquí al aeropuerto tenemos 30 94

minutos, y no 25". A 10 cual el esposo replicó con ener­ gía: "¡Te digo que son 25!" "Pero si nunca has hecho ese trayecto en 25 minutos, y jamás 10 harás", volvió a con­ tradecir la mujer. Las voces se fueron levantando de tono y de volu­ men, hasta que el esposo concluyó: "¡Si yo digo 25 mi­ nutos, serán 25 minutos!" Y por fin la señora añadió: "Como serán 30 minutos, creo que nuestro amigo per­ derá su avión". Esos cinco minutos de diferencia arruinaron la tarde de aquella pareja. ¡Cómo un hecho tan baladí pudo des­ pertar tanta discusión! Actitudes de esta índole, discre­ pancias innecesarias y desavenencias enojosas son las que roban la armonía de un hogar y lo vuelven desdi­ chado. ¡Cuán a menudo un motivo tan insignificante puede originar un desencuentro tan dañino para la ar­ monía familiar! ¿Por qué arruinar el bienestar del hogar por pequeñas diferencias, cuando con un poco de flexibilidad podrían superarse o pasarse por alto? ¿Por qué incurrir en estériles discusiones, que ahuyentan la paz del hogar? Cierto emperador de la antigua China, paseándose un día por sus dominios, visitó una casa donde los pa­ dres, los hijos, los yernos, las nueras y los nietos, todos vivían en perfecta armonía debajo del mismo techo. Ad­ mirado ante semejante cuadro, el emperador le pregun­ tó al jefe de la familia cómo podían vivir en paz tantas personas juntas. Y el anciano padre, tomando un lápiz, escribió sobre un papel estas tres palabras: "Paciencia, Paciencia, Paciencia". Aquel patriarca tenía razón. La paciencia contribuye grandemente a la armonía familiar. Y ésta es garantía de 95

A pesar de todo.. . ¡ALJJGRESE TU CORAZÓN!

LA FRAGUA DE LA ALEGRÍA

alegría en el hogar.

Cierto hombre mantuvo una conducta muy irregula durante años. Llegó al extremo de querer quitarse la vida Su hijo, de edad escolar, también tenía un comporta 1. ¿Existe armonía en el seno de tu familia? miento que dejaba mucho que desear. Era un pequeño 2. Si a veces se quiebra esa armonía, ¿sabes conte­ delincuente, y no había forma de hacerlo cambiar. nerte con paciencia y tolerancia? Pero un día, ese padre extraviado cambió por comple 3. ¿Qué haces para asegurar la permanencia de la to. Entonces el hijo le preguntó: "Papá, ¿qué te ha pasa armonía dentro de tu hogar? do, que ahora eres más bueno y regresas más temprano casa?" "Hijo -respondió el padre-, lo que ocurre es que Dios me ha transformado". "Si es así, papá - replicó e 4. PATERNIDAD RESPONSABLE chico-, yo también quisiera cambiar de esa manera". Así como el arquitecto construye la casa, los esposos Días más tarde, el que parecía incorregible era un construyen el hogar. Ellos son los artífices del clima fami­ nuevo niño, con buena conducta y modales diferentes liar y del rumbo de los hijos. Entre ambos manejan la fra­ El ejemplo del padre transformado fue el factor domi gua de la alegría hogareña. Idealmente, actúan de común nante en la transformación del hijo. El niño cambió acuerdo y en mutua cooperación para hacer más liviana la porque su papá cambió primero. Y a partir de entonce carga de sus responsabilidades. toda la familia fue feliz. Frente a este caso singular, bien En un hogar donde impera el espíritu de colaboración, todo se hace más fácil y llevadero. Se reparten las obliga­ ciones, y aumenta la comprensión entre unos y otros. En los momentos agradables, todos participan del bienestar; y en la hora de la adversidad y la enfermedad, todos se unen para sobrellevar mejor la prueba. Así es como fun­ ciona la fragua del hogar, que no es otra cosa que la fra­ gua de la alegría.

podríamos preguntarnos:

1. ¿Qué clase de ejemplo moral somos para nues­ tros hijos?

2. ¿Cuánto valor pueden tener nuestros consejos

paternos, si no están respaldados por una con­ ducta consecuente?

3. ¿ Tenemos en casa la alegría de ver los resultados

de nuestro buen ejemplo?

Otro aspecto fundamental en la "paternidad responsa­ ble" es el buen ejemplo que deberían dar los padres a sus 5. SANA ECONOMÍA DOMÉSTICA hijos. No basta la docencia; es necesaria también la decen­ cia, es decir, la conducta paterna que sea modelo para los Éste es otro factor altamente determinante de la alegría hijos. Un padre o una madre que practique la integridad del hogar. Muchas discusiones y rupturas familiares se y la corrección en todos sus actos, puede asegurar el éxito han producido como resultado del desorden económico y la alegría del hogar. Cuando los padres gastan sin juicio, o cuando la familia

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A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZ6N!

LA FRAGUA DE LA ALEGRÍA

padece la fiebre del consumismo descontrolado, tarde o temprano aparecen las mutuas acusaciones y las fricciones enojosas en el círculo del hogar. Y luego vendrá lo inevi­ table: la falta de paz, de unidad, y de alegría.

Siguiendo estas pocas recomendaciones, te librarás de muchos dolores de cabeza, mejorarás tu economía del ho­ gar, y aumentarás tu alegría de vivir. ¡Pruébalo!

Ningún hogar puede funcionar exitosamente en me­ dio del desorden administrativo. Cuánto se gana, cuán­ to se gasta, qué se compra y para qué se compra... Estas preguntas y otras por el estilo pueden ayudar a ordenar la economía doméstica y a invertir el dinero con mayor in teligencia.

6. CORRECTA SOLUCIÓN DE LOS PROBLEMAS

¡Cuántos beneficios podría recibir' una familia si los padres planificaran de común acuerdo los gastos de cada mes! Habría mayor control, y sobre todo mayor bienestar en la convivencia familiar. Considera esta simple receta sobre el particular: 1. Practique una administración compartida. Que ambos esposos realicen los planes de gastos, y luego se ciñan a ellos. Esto unirá a la pareja, y le ayudará a hacer importantes economías. 2. Evite gastos superfluos. No incurra en mez­

quindad o avaricia. Pero tampoco sea escla­

vo de la sociedad de consumo. Compre con

alegría y buen criterio.

3. Cultive buenos hdbitos. Absténgase del tabaco,

el alcohol, las drogas o cualquier vicio que

deteriore su salud y su bolsillo.

4. No viva ni compre por comparación. No com­

pita con su vecino. Deje que él gaste o derro­

che cuanto quiera. Compre usted solamente

lo que necesita.

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En la "fragua de la alegría", esta cualidad ocupa un lu­ gar sobresaliente. En todos los órdenes de la vida siempre están presentes los problemas. y esto también se cumple en el ámbito del hogar. Desde las desavenencias conyugales hasta las difi­ cultades en la crianza de los hijos; desde el dinero que no alcanza hasta la presencia de alguna enfermedad; desde la intromisión de algún famili ar en la privacidad del hogar hasta la mala influencia de algún amigo de los hij os... To­ dos éstos, y muchísimos otros, son los problemas que a menudo afectan la armonía y la alegría del grupo familiar. Sin embargo, la mayor preocupación no proviene gene­ ralmente de los problemas en sí mismos, sino más bien porque éstos suelen complicarse por causa de alguna de­ mora o un desacierto en la búsqueda de la solución. En­ tonces pueden surgir los resentimientos, el desánimo y la aflicción del espíritu. Cierto matrimonio comenzó a tener serios problemas económicos. La pareja vivía en medio del lujo y la abundancia. Tenían por separado un servicio de criados y de auto­ móviles. Cada uno realizaba sus propios banquetes con sus amigos predilectos . Pero llegó el momento cuando el administrador de ambos les aconsejó realizar severas eco­ 99

LA FRAGUA DE LA ALEGRÍA

A pesar de todo.. . ¡ALÉGRESE TU CORAZÓN!

nomías, porque de lo contrario terminarían en la ruina. En vista del consejo recibido, el hombre y su esposa se reunieron para estudiar el pro­ blema. El marido le sugirió a su mujer que suprimiera la mitad de su servidumbre, y además que ambos usaran el automóvil de él. Pero la señora reaccionó violentamente ante tal sugerencia. Yel diálogo se tornó di­ fícil, hasta que por fin parecieron llegar a un acuerdo. "Desde mañana -convinieron los dos- le suprimiremos la barra de cho­ colate al loro" . ¿Qué solución produjo tan ridícula idea? Ninguna. El problema persistió, y la pareja terminó en la mayor des­ graCIa. Con la intención de evitar este extremo doloroso, compartimos a continuación la "técnica" de resolver ade­ cuadamente los problemas del hogar. Aquí está, tal como la han probado exitosamente incontables personas: 1) Saber en qué consiste el problema. Entenderlo en su verdadera dimensión, y evitar cualquier con­ fusión mental que desfigure la real situación. 2) Descubrir y analizar sus posibles causas. Qué factor o factores dieron origen al problema. Éste es un paso importante, porque cono­ ciendo las causas será más fácil dar con la so­ lución acertada. 3) Estudiar las posibles soluciones que podrían 100

buscarse.

4) Elegir luego la mejor opción, la que parezca

más segura o racional. Esto podrá demandar buen discernimienro, o la búsqueda del con­ sejo oportuno.

S) Evaluar los resultados del camino elegido. Ha­

brá que esperar un tiempo prudencial, antes

de saber si se ha elegido la mejor opción.

6) Si el problema persiste, hacer un ajuste o cam­ bio en todo el proceso. Quizá será necesario

conocer mejor las verdaderas causas del pro­

blema, o bien modificar total o parcialmen­

te el camino elegido hacia la solución. Pero

si el resultado ha sido satisfactorio, se deberá

continuar en ese curso de acción.

Esta técnica o estructura de seis pasos puede aplicarse exitosamente a cualquier índole de problema familiar, ya se trate de una dificultad en el vínculo matrimonial, en la educación de los hijos, o en las finanzas del hogar. Con­ solida, pues, el bienestar y la alegría de tu familia resol­ viendo con acierto tus problemas, y evitando que ellos al­ teren la armonía de la casa. Enfrenta con valor cualquier problema. Aun una media solución será mucho mejor que nmguna.

7. ALTURA ESPIRITUAL Esta cualidad es la más efectiva para asegurar la alegría de la familia. Además, es la base para disfrutar de las seis cualidades ya consideradas. Aunque las aves suelen construir sus nidos en los sitios J01

LA FRAGUA DE LA ALEGRÍA A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓN!

más seguros y elevados, a veces se equivocan y anidan en lugares bajos y peligrosos. En el frente de nuestra casa te­ nemos dos árboles más bien pequeños y bajos. Y cierto día nos sorprendimos al ver que un casal de torcazas ha­ bían construido su nido en uno de esos árboles. "¿Cómo podrían estar seguras allí? -nos preguntábamos- ¿Có­ mo podrían empollar sin riesgo sus pequeños huevos ?" . A las pocas semanas se cumplieron nuestros temores. Vimos en el suelo el nido destruido, con las dos palomi­ tas espantadas revoloteando sobre el lugar y procurando salvar al indefenso polluelo que les había nacido. Algo da­ ñino había ocurrido en ese nido, que tuvo tan triste final. Aquellas avecillas habían construido su nido a muy ba­ ja altura. Y así también les fue. ¡Cuántos son los padres que cometen un error semejante! Construyen demasiado bajo , y luego les toca ver con hondo pesar cómo se les res­ quebraja el nido de su hogar. La falta de respeto, de fide­ lidad y de amor; la presencia del desorden, el materialis­ mo y la incredulidad: eso es construir demasiado bajo el nido del hogar. En cambio, se construye a buena altura cuando, a ni­ vel afectivo, se cultiva el amor familiar; cuando, a nivel social, existen relaciones armoniosas; cuando, a nivel moral, se practica la virtud; y cuando, a nivel espiritual, se ejerce la fe en Dios y la dependencia de él. Este últi­ mo aspecto es la dimensión más sustentadora de la ale­ gría del hogar. Cuando Dios ocupa el primer lugar en la familia, sus miembros mantienen una relación personal con el Crea­ dor. Los valores espirituales elevan la conducta y dignifi­ can la vida. Ante cada necesidad, surge la plegaria espon­ tánea en busca de la ayuda divina. Y cuando llega esa ayu102

da, hay paz y dicha en todo el ámbito del hogar. Es en­ tonces cuando "la fragua de la alegría" opera en plenitud para bien de todos. 1. ¿Qué clase de nivel moral y espiritual reina en

tu familia ?

2. ¿Ruegas en favor de tu hogar, de tus hijos, o de

tus padres?

3. ¿Cultivas la fe en Dios, y habita él en el seno de

tu familia?

Quien le encomiende a Dios cada día su vida perso­ nal y la de toda su familia, recibirá la dirección del Altí­ simo y será feliz. He aquí una oración sugerente en fa­ vor de la familia. Adáptala como lo creas mejor, y eléva­ la con fe a Dios.

Bendice este hogar, Señor, te rogamos;

venga tu gracia a los que en él moramos.

Bendice, Señor, sus fuertes paredes;

sean fortaleza contra menesteres.

Bendice, Señor, su techo elevado;

amparo sea de lo inesperado.

y bendice sus puertas; que día tras día

siempre se abran a la alegría.

Bendice sus amplias ventanas, Señor;

que entre por ellas la luz de tu amor.

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A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓNI

Bendice las brasas del humilde fogón,

y el humo que sube cual nuestra oración.

Bendice a tus hijos que viven aquí;

que nunca en la vida se aparten de ti.

A todos bendice en tu inmensa bondad,·

para vivir ungidos de tu santidad.

Recapitulando ... Como hemos visto, para que funcione bien "la fragua de la alegría' -que es el hogar bien encaminado-, de­ ben existir allí determinadas cualidades positivas. Con ellas es posible forjar la dicha de toda la familia. Repase­ mos esas características en el orden presentado.

1. Buena comunicación. Es imprescindible para el bie­ nestar del hogar. La convivencia constructiva exige una buena comunicación dentro del grupo familiar.

2. Amor genuino. El amor sincero, el trato afectuoso y la comprensión solidaria son factores vitales para

LA FRAGUA DE LA ALEGRIA

bienestar de todos en la casa.

5. Sana economía doméstica. Una importante condi­ ción para mantener tranquila y alegre a la familia. La buena administración del hogar entraña orden y control en los gastos . Manejar correctamente el dinero que llega al hogar es señal de madurez y buen juicio. 6. Correcta solución de los problemas. En todo hogar existen problemas de diversa índole. Saber resolver­ los mediante la técnica sugerida proporciona alivio y alegría. No hay razón para temer a los problemas, si se los encara con resolución y sensatez.

7. Altura espiritual. El éxito de una familia depende del nivel moral y espiritual que alcanzan sus miem­ bros, comenzando por los padres. "La fragua de la alegría" produce los mejores resultados cuando Dios ocupa el centro del hogar.

Analiza si en tu familia se cultivan estas siete caracterís­ ticas de la felicidad hogareña. j Vale la pena desarrollarlas ca­ da día! ¿No te parece?

despertar y conservar la alegría del hogar.

3. Relación armoniosa. La verdadera armonía familiar elimina las desavenencias y la actitud obstinada. Fa­ vorece la tolerancia y la buena voluntad. Se apoya en la paciencia y en la flexibilidad.

4. Paternidad responsable. Tal es la cualidad de los es­ posos y padres que saben construir la alegría de su familia. Saben apoyarse mutuamente; dan un buen ejemplo a sus hijos; velan cada día para asegurar el 104

105

Capitulo 7

INSEPARABLES: AMOR, GOZO, PAZ Como el aire, el agua y el sol.

Como la planta, el fruto y la flor.

Como la fe, la esperanza y el amor.

Así conviven unidos el amor, el gozo

y la paz del corazón.

C

uenta una vieja leyenda que el rey de un lejano país siempre vivió triste, y murió triste. Así que cuando su hijo lo sucedió en el trono, se propuso hacer cuanto estuviera de su parte para ser un rey feliz. Para ello, man­ dó instalar una campana de plata en la torre más alta de su palacio. Y mediante un reluciente alambre, la campa­ na estaría comunicada con todas las habitaciones del pa­ lacio, para que el rey la hiciera sonar toda vez que él se sintiera feliz.

Los años fueron pasando, y la campana nunca sonó para anunciar la dicha del rey. Los cabellos del monarca se volvieron de plata y comenzó a envejecer. Nunca hasta entonces había conocido un solo día feliz. Pero cuando llegó la hora de su muerte, todo el pueblo rodeó el palacio para llorar la partida de su amado rey. "¿Qué sonido es éste que escucho?" preguntó el agonizan­ te monarca. Y su fiel camarero le respondió: "Es nuestro pueblo que solloza porque se muere su rey". Entonces, 107

INSEPARABLES: AMOR, GOZO, PAZ

sintiéndose tan querido por todo el pueblo, el monarca extendió lentamente su mano hacia aquella reluciente ca­ dena, e hizo sonar la vieja campana de plata para anunciar la dicha de sentirse querido por todo el pueblo.

vanece; no es indecoroso, no busca Lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injus­ ticia, mas se goza de La verdad. Todo Lo sufte, todo Lo cree, todo Lo espera, todo Lo soporta. EL amor nunca deja de ser" (1 Corintios 13:4-8).

PRODUCTOR DE GOZO En medio de sus luchas y trabajos, el rey de la leyen­ da no había conocido una sola hora de alegría. Sólo cuando se sintió amado fue realmente feliz. ¿No encon­ tramos en este ejemplo una semblanza de la vida huma­ na? Lo que sintió el antiguo reyes lo que siente toda otra persona. Nada puede hacernos más felices que el amor, cuando éste inunda sanamente el corazón. Nuestras ma­ yores realizaciones no alcanzan a darnos plena alegría. y tampoco la garantizan la prosperidad económica, el po­ der del mando, la gloria de la fama, o el placer efímero de la carnalidad. No existe fuerza más poderosa que la del amor. No

hay impulso más profundo ni sentimiento más sustenta­

dor de la felicidad humana, que el amor noble y abne­

gado dentro del sagrado recinto del alma. Finalmente,

todo se mueve en el mundo por amor o por falta de él.

Donde abunda, abundan también el bienestar y la ale­

gría; y donde falta, proliferan la desgracia y la maldad.

Pero la excelencia del amor es mucho más que una sensación o un impulso del corazón. Es un principio rector de la vida que, mientras endulza el alma, encien­ de la voluntad para hacer el bien. San Pablo lo define en estos términos: «El amor es suftido, es benigno; el amor no tie­ ne envidia, el amor no es jactancioso, no se en­

En estas descriptivas palabras se advierte la calidad superior del verdadero amor. Se trata de la virtud supre­ ma, que es madre de virtudes. El que ama de veras, es fuerte frente al dolor y bondadoso en toda ocasión. No pierde su tiempo en quejas y lamentos. Tampoco envi­ diará ni se enfermará de orgullo. Tendrá control sobre sí mismo y desechará todo mal sentimiento. El que ama de veras será paciente y tolerante. No tendrá celos enfermi­ zos, ni suspicacias innecesarias. Continuará amando a su prójimo, aunque su amor no sea correspondido. ¡Cuán diferente sería nuestro mundo si existiese un poco más de esta virtud! Para descubrir la fuente de la felicidad, decididamente el camino más acertado es el amor. Quítese el amor del hogar, y quedará apenas una casa. Quítese el amor frater­ no del ambiente laboral, de la escuela, de la comunidad o aun de la iglesia, y el egoísmo consiguiente destruirá la convivencia constructiva entre unos y otros. Es tan fun­ damental esta virtud del alma, que incluso la fe y la reli­ gión pierden todo valor si no van acompañadas de amor. Al respecto, Elena de White escribió: "El profesar perte­ necer a Cristo sin sentir amor profundo, es mera charla, árido formalismo, gravosa y vil tarea". Sin amor no tiene sentido la vida, ni tampoco la reli­ gión. Sólo sabemos vivir cuando sabemos amar. Notemos la sabia conclusión, a la cual llegan los siguientes versos,

108 109

rL

A pesar de todo... ,ALÉGRESE TU CORAZÓN!

titulados "y Dios dijo No": Le pedí a Dios que me quitara el orgullo,

y Dios dijo No.

Me dijo que no era algo que él tenía que quitarme,

sino que yo tenía que entregar.

Le pedí a Dios que me concediera paciencia,

y Dios dijo No.

INSEPARABLES: AMOR, GOZO, PAZ

Me dijo que me había dado a su único Hijo que había muerto por mí, y que un día estaré junto a él porque tengo fe. Le pedí a Dios que me ayudara a amar a otros como él me ama a mí. y Dios dijo: uPor fin estás comenzando a entender'~ -Bucakide Viocort.

Me dijo que la paciencia es producto de la tribulación.

No se concede, se conquista.

Le pedí a Dios que me diera felicidad,

y Dios dijo No.

Me dijo que él da bendiciones.

La felicidad depende de mí.

Le pedí a Dios que me evitara todo dolor,

y Dios dijo No.

Me dijo que el dolor y el suftimiento me apartan

de las preocupaciones, y me acercan más a él.

Le pedí a Dios que hiciera crecer mi espíritu,

y Diosdijo No.

Me dijo que debo crecer personalmente,

pero que él podaría de vez en cuando.

Le pregunté a Dios si me amaba,

y Dios dijo que Sí.

110

Cl.

Realmente, comenzamos a entender la vida y el secre­ to de la alegría tan sólo cuando comenzamos a amar. Con razón San Juan escribió: ''Amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es naci­ do de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha co­ nocido a Dios; porque Dios es amor" (1 S. Juan 4:7, 8). Y Jesucristo enseñó: "Amarás a tu prójimo como a ti mis­ mo" (S. Mateo 22:39).

LOS CAMBIOS QUE PRODUCE EL AMOR Una mujer divorciada se encontraba en profundo de­ saliento. Estaba enferma y mal alimentada. Y su desgracia la indujo a acariciar la idea del suicidio. Resolvió tirarse debajo de un tren. De los cuatro hijos que tenía, tomó a los dos más pequeños en una fría noche invernal, y se di­ rigió con ellos a las vías del ferrocarril. Pero cuando el tren ya se acercaba, su hijita le dijo llorando: "Mamá, te quie­ ro. Vamos a casa, que aquí hace mucho frío". Y esas pocas palabras de la pequeña hicieron el milagro. Cuando la madre se sintió querida, recobró el valor, regresó a su ca­

111

A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZ6N!

sa y continuó luchando por amor a sus hijos. Años más tarde, esta mujer fue reconocida como una de las grandes cantantes del mundo: Ernestina Schu­ mann-Heink. Además de óperas, entonó himnos religio­ sos que inspiraron fe y valor en multitud de personas. Pe­ ro en la hora de su mayor crisis, una simple frase de su hi­ jita la había salvado de la muerte: "Mamá, te quiero". ¡Cuántas otras vidas podrían librarse de penas y desgra­ cias, y hasta de la muerte misma, si a tiempo escucharan expresiones parecidas de amor sincero! El mundo vive en­ fermo por falta de amor. ¡Cuánto regocijo podría reinar en los corazones si hubiese más amor! No de balde dice la conocida canción: "Tengo alegría porque tengo amor". Pero así como la palabra afectuosa puede salvar la vida del prójimo, una acción motivada por amor hasta puede salvar la vida propia. A modo de ejemplo, recordemos el caso de aquel hombre que se dirigía hacia uno de los puentes de la ciudad, con la intención de lanzarse al vado y quitarse la vida. Pero inesperadamente, mientras cami­ naba angustiado, tropezó en la vereda con una niñita, en cuyo rostro, bañado por las lágrimas, se dibujaba el dra­ ma del hambre y la miseria. Simpatizando con la pequeña, el hombre la tomó de la mano y entró con ella a la humilde vivienda. Allí en­ contró a la madre enferma, consumida por la fiebre. En­ tonces rápidamente fue en busca de remedios y alimento para esos dos seres desvalidos. Y cuando terminó su ac­ ción benefactora, de nuevo en la vereda y con su espíritu más calmo, el hombre se preguntó: "¿Hacia dónde iba yo? ¿Por qué vine por esta calle?" ¡Ya se había olvidado de su terrible angustia y de su plan de suicidarse! Su solida­ ridad y su espontánea expresión de amor le salvaron la vi­ da. Y allí mismo descubrió la mejor fórmula para disfru­ 112

INSEPARABLES: AMOR, GOZO, PAZ

tar de bienestar. Sí, en el amor fraterno y servicial hay alegría de vivir. LA LEY DEL AMOR Una fuerza tan gigantesca como el amor no podría existir sin un orden preestablecido. Y ese orden está fija­ do claramente en una ley: la Ley de los Diez Mandamien­ tos. Allí se establece que en primer lugar estamos llama­ dos a amar a Dios, y luego a nuestro prójimo como a no­ sotroS mismos. Respetar este orden es asegurar la existen­ cia del amor. Invertirlo, e intentar amar al prójimo antes que a Dios, es entrar en un laberinto de intentos fallidos, que culminarán en fracaso y desamor. Sólo es posible amar a nuestro hermano, cuando pre­ viamente mantenemos una relación de amor filial con nuestro Padre celestial. Al vivir unidos a él mediante la fe, comprendemos su grandeza y su amor providencial hacia nosotrOS. Y como retribución le amamos con todo nues­ /" con to da nuestra "1" tro {( corazon, a ma , y con to da nues­ tra "mente" (S. Mateo 22:37). Cuando amamos de esta forma al Creador, en seguida nacen el anhelo y la capacidad de amar a nuestro herma­ no, sea éste el jefe o el subalterno, el amigo o el extraño, el familiar cercano o el vecino introvertido. Quizá nos preguntemos de qué manera debe expresarse esta clase de amor fraternal. Y la respuesta es tan fácil como el conte­ nido de cada mandamiento: Si amamos a nuestro próji­ mo, en primer término honraremos y amaremos a nues­ tros padres. Luego, respetaremos la vida y los derechos de los demás; seremos puros en nuestro trato con ellos; no les robaremos; no les mentiremos, ni codiciaremos cual­ quiera de sus bienes. 113

A pesar de todo... ,ALÉGRESE TU CORAZ6N!

En estos pocos preceptos dados al hombre por Dios, se sintetiza la esencia del comportamiento humano. Parecen muy pocos. Pero tomados a conciencia, con todas sus nu­ merosas implicaciones, estos mandamientos divinos ­ obedecidos por amor- dignifican al hombre, ennoble­ cen su conducta y lo transforman en un ser feliz. Así lo declara el antiguo salmista: "Bienaventurado [dichoso, fe­ liz] el hombre que teme a Jehová, yen sus mandamientos se deleita en gran manera" (Salmo 112: 1). Esta maravillosa ley de amor es fuente de regocijo pa­ ra el corazón. Ya su vez, el corazón gozoso se inunda de paz y tranquilidad. De este modo, la verdadera alegría de la vida conserva una estrecha relación con el amor, del cual procede, y con la paz interior, a la cual da origen. Tal es exactamente el orden mencionado por San Pablo, cuando habla acerca del fruto del Espíritu Santo en la vi­ da humana. Él señala que ese "fruto" está compuesto de "amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza" (Gálatas 5:22, 23). Las tres primeras manifestaciones del Espíritu son amor, gozo y paz. Y éste es también el orden que estamos siguiendo en el presente capítulo, para indicar que estas tres virtudes son eslabones de la misma cadena. No se pueden separar. Van íntimamente unidos y se apoyan entre sí.

LA PSICOLOGÍA DEL REGOCIJO Decíamos que el amor produce gozo. Tanto el uno co­ mo el otro son imprescindibles para la conservación de la salud mental. La melancolía no es una característica de la persona normal. Lo normal es el cultivo del regocijo y la alegría. Tanto que, en un sentido, todo lo que hacemos 114

en la vida tiene por finalidad el gozo y la satisfacción del corazón. El poeta latino Virgilio escribió: "Cantemos; así el ca­ mino parecerá más corto". Tener un canto de alegría en el alma, hace efectivamente más corto el trance del dolor y más grato el camino de la vida. Pero ¿cómo se llega a esta experiencia? En buena medida, por la vía del amor. Nadie es más feliz que la persona que puede amar y ser amada. Acercarse a este ideal es acercarse a la dicha plena. Pero en esencia, ¿qué es el gozo como virtud superior de la vida? Es mucho más que placer o que risa superfi­ cial. Es mucho más que la grata sensación de bienestar so­ cial o profesional. Es la suma del contentamiento y del re­ gocijo interior, que se apoya en los valores permanentes del espíritu. Es un don que Dios concede a quienes se lo piden con fe. Es la fuerza vital que no declina, ni siquie­ ra en los momentos de prueba y de dolor. El rey David le dijo al Altísimo: "En tu pre­ sencia hay plenitud de gozo; delicias a tu dies­ tra para siempre" (Salmo 16: 11). Esta espontánea confesión del salmista habla de su profunda convicción: Junro a Dios "hay plenitud de go­ zo". Lejos de él hay insatisfacción y desdicha. En cierta reunión de amigos, donde cada uno confesó cómo se sen­ tía, uno de ellos dijo: "Necesito encontrar la fuente de la alegría". Otro acotÓ: "Me siento como enmohecido". y un tercero añadió: "Espiritualmente soy un esqueleto que camina". Además, estas tres personas reconocieron que es­ taban distanciadas de Dios. ¿Es de extrañar entonces que dijeran tales palabras acerca de sí mismas? 115

A pesar de todo... ,ALÉGRESE TU CORAZON!

Cuando una persona llega a esta condición, ¿qué otra COsa debería hacer sino acercarse al Dador de toda bendi­ ción? Con él los problemas pueden ser resueltos y disuel­ tos. Vale la pena probar 10 que afirma el salmista: alIado de Dios "hay plenitud de gozo".

HACIA LA PAZ DEL ALMA Dijimos que "el amor produce gozo". Pero también di­ jimos que estos dos eslabones van unidos a un tercero, que es la paz del corazón. No podría ser de otro modo. Cuando el amor y el gozo dominan la vida, brota inevita­ blemente la calma de una conciencia tranquila. En lugar del nerviosismo, surge la serenidad. En reemplazo del des­ control emocional, aparece el dominio propio. Y así se instala el sosiego de un espíritu pacífico y maduro. Desa­ parecen la ansiedad, la angustia y la inseguridad. ¡Cuántos de los que recurren al consultorio ya los se­ dantes para lograr la paz del corazón, podrían obtenerla amando un poco más! ¡O aprendiendo a vivir con un po­ co más de alegría! Bien decía el antiguo profeta Isaías: "Con alegría saldréis, y con paz seréis vueltos" (Isaías 55:12). En otros términos: Sembremos alegría, y cosecha­ remos paz. Lo cual significa: salud mental y equilibrio emocional. La verdadera paz del alma no es pasividad. Es acción organizada sin desgastarse; es no turbarse frente a los pro­ blemas; es luchar sin desmayar. Es una virtud superior _ igual que el amor y el gozo- que ennoblece el carácter de su poseedor. Es armonía, concordia y buena voluntad en la convivencia Con los demás. Es paciencia frente a la pro­ vocación, mansedumbre frente a la agresividad, y quietud frente a cualquier necio alboroto. La paz interior es un

INSEPARABLES: AMOR, GOZO, PAZ

don de Dios que podemos reclamar de él en la hora de mayor necesidad. Para destacar la importancia de este bien tan preciado, el distinguido médico francés Alexis Carrel declaró: "Quienes conservan la paz interior en medio del tumulto de la ciudad moderna, son inmunes para las enfermeda­ des nerviosas y orgánicas". ¿Podría entonces subestimarse este valioso factor de salud? ¿Quién puede estar realmen­ te sano de cuerpo y espíritu si su corazón padece de tur­ bulencia emocional?

UNA TORMENTA ALECCIONADORA

El Maestro había enviado a sus discípulos a la otra ori­ lla del Mar de Galilea. Pronto se hizo de noche, e inespe­ radamente se levantó una amenazadora tormenta. El viento les era contrario, y la barca era azotada por las olas. La vida de los discípulos estaba en peligro. Ya era casi de madrugada, y todavía seguían remando contra las gigan- · tescas olas. Estaban agotados y a punto de naufragar. Pero en el momento de mayor desesperación, una fi­ gura humana se les apareció en aquella noche borrascosa. ¿Sería un fantasma, como pensaron en un principio? No, era nada menos que su amado Maestro, quien les dijo: "¡Tened ánimo; yo soy, no temáis! Y subió a ellos en la barca, y se calmó el viento; y ellos se asombraron en gran manera, y se maravillaban" (S. Marcos 6:50, 51). En medio de la noche, llenos de temor y próximos a sucumbir, los agotados viajeros disfrutaron finalmente de paz y seguridad. El incidente podría parecer de menor trascendencia. Pero esa noche memorable contiene una profunda lección para todos los tiempos. Como ocurrió

lIó

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A pesar de todo... ,ALÉGRESE TU CORAZÓNI

con los discípulos de antaño, tú y yo somos navegantes en el mar de la vida. y en nuestro esfuerzo por abrirnos pa­ so, ¡cuántas veces aparecen sobre el horizonte las indesea­ das tormentas de los más diversos problemas humanos! y tales tormentas roban la paz de nuestro corazón. Los reveses y los infortunios que nos toca padecer, también nos llenan de temor y hasta nos agotan en la bús­ queda de alguna solución. Pero cuando todo parece tan complejo y desalentador, el Señor de los cielos y la tierra, el gran Compaginador de la vida, se acerca y nos dice: "No temas, aquí estoy para ayudarte. Vengo a traerte paz y tranquilidad". y tan ciertamente como ayer calmó el mar embravecido y la angustia de sus discípulos, así hoy él puede apaciguar nuestros temores y angustias, si entra en la barca de nuestro ser.

Sólo cuando el Maestro subió a la embarcación se pro­ dujo la paz. Y con la paz hubo alegría y seguridad. En esto consiste el secreto de la paz interior: Jesucristo morando en el corazón y guiando la vida. Entonces esa paz de origen di­ vino, "que sobrepasa todo entendimiento", nos preserva del mal y nos inunda de bendición (Filipenses 4:7). De este modo, se cumplen las palabras de E. Markham: "En el centro del cicl6n que desgarra los cielos, y arrastra las nubes y derriba las torres, hay un lugar central de calma. Así también aquí, en medio del rugido de las cosas mortales, tengo un lugar donde mi espíritu canta: el hueco de la palma de Dios'~

¿Qué conflictos tienes en tu alma? ¿Qué es lo que te produce preocupación, o tensión emocional? ¿Qué obse­

INSEPARABLES: AMOR, GOZO, PAZ

sión domina tu mente? La paz que puedes estar necesitan­ do, para sentirte sano y alegre, proviene de Aquel que di­ jo: "La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo" (S. Juan 14:27). Ésta es la característica del verda­ dero creyente: no tiene miedo, sino paz en su corazón. Se siente seguro y confiado, porque vive con Dios. Tal fue la fuerza interior que demostró tener una joven mujer cristiana. Acababa de perder a su esposo en el acci­ dente automovilístico que ambos habían tenido en la ru­ ta. Estaba desolada y profundamente dolorida. A los po­ cos días, una de sus amigas le preguntó: "¿Qué vas a ha­ cer ahora?" Y la mujer respondió: "No sé. Mi mente está muy confundida; pero en mi corazón tengo paz". Y su va­ liente respuesta muestra que en la hora del dolor y la so­ ledad, el cristiano no se desploma. Conserva la paz de Dios en su corazón. Y esto le permite seguir luchando con esperanza y fortaleza.

¿POR QUÉ NO HACER LA PRUEBA? Después de la Primera Guerra Mundial, el periodista norteamericano Eduardo Box ofreció un premio de 100.000 dólares para quien presentara el mejor plan que asegurara la paz mundial. Yen la oficina correspondiente se recibieron 22.000 planes diferentes, todos ellos con la in­ tención de que no .hubiera más guerra sobre la tierra. Los miembros del jurado debatieron por largo tiempo, especial­ mente sobre algunas propuestas de gran valor. Pero final­ mente, triunfó el plan más corto y sencillo de todos. Cons­ taba de sólo dos palabras: "Try Jesus" (Pruébese a Jesús). Los hombres premiaron esta fórmula, pero no la pusie­ ron en práctica. Y apenas veinte años más tarde, en 1939,

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....

estalló la Segunda Guerra Mundial, con su devastadora consecuencia de muerte y horror. Millones de seres hu­ manos perdieron la vida en el campo de batalla. Y después vinieron muchas otras guerras, que asolaron multitud de países. Y ahora, ¿quién podría asegurar que se ha aprendi­ do la lección, y que no habrá más conflictos bélicos entre los pueblos? La amenaza está siempre latente. Los focos de confla­ gración no terminan de apagarse. Y el motivo sigue sien­ do el mismo: no se pone en práctica aquella simple fór­ mula de las dos palabras. El espíritu manso del Nazare­ no continúa ausente del corazón humano. Y como resul­ tado, prevalece la actitud belicosa, pendenciera, vengati­ va, codiciosa y perversa, que se expresa fatalmente en el campo de batalla. ¡Cuánta ruina y miseria porque no se prueba a jesús! y lo que es cierto en el mundo, es también cierto en la intimidad del alma. Millones de hombres y mujeres vi­ ven sin paz. Tienen su corazón atribulado, inseguro, an­ gustiado y vacío porque no prueban a Jesús. ¿Quién me­ jor que él para apaciguar la vida? ¿Quién más poderoso que él para cambiar el corazón? ¿Quién como él para dul­ cificar el carácter?

Como dice la canción cristiana: En jesús fiel amigo encuentro; paz perfecta y plena a mi alma da. Apoyado en él estoy, mi confianza a él le doy. Aunque ande en algún peligro, o en el valle de la muerte esté, 120

.L

ningún mal me alcanzará,

pues jesús me amparará.

¿Ya has probado a Jesús? ¿Estás probando su pod transformador para disfrutar de paz espiritual?

Condensando lo dicho ...

1. Es imposible separar la verdadera alegría de las ot virtudes que embellecen la vida. Por ejemplo, amor. Donde éste abunda, abundan también el b nestar y el gozo del alma. No existe vida plena amor. Cultivar esta virtud suprema es aprender re mente a vivir. El ser humano no muere cuando ja de respirar, sino cuando deja de amar.

2. Una sola palabra de amor ¡cuánto bien puede o cer! Puede motivar un corazón; puede salvar una da. Baste recordar a la niña que le dijo a su mad "¡Mamá, te quiero!" O al hombre que salvó su p pia vida, por causa del amor servicial que tuvo cia aquella mujer y su hijita desvalidas.

3. Otra compañera inseparable de la alegría es la interior. La una no puede existir sin la otra. La dadera paz no es mera tranquilidad, ni mucho nos inactividad. Es la fuerte virtud del alma, po cual se domina toda forma de angustia y ansie Es un estado de autocontrol, que conserva la m sedumbre y la armonía en la convivencia con el jimo. Es un don de Dios que todos podemos bir y cultivar. 4. Cuando falta la paz del alma, y el espíritu pa naufragar, el mismo Pacificador que calmó el

Capítulo 8

A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZ6N!

de Galilea puede aquietar nuestro ser. La fórmula "Pruébese a Jesús" no sólo puede instalar la paz en el mundo, sino particularmente dentro de nuestro corazón. ¡Bien vale la pena probar a Jesús!

PARADOJAS DE LA

5. Tres virtudes cardinales de la vida: el amor, el gozo y la paz. Tres eslabones fuertemente unidos, que aseguran el bienestar pleno del hombre. Cada uno de ellos necesita de los otros dos. Fortalecerlos en forma equilibrada es el secreto de la salud mental y la dicha individual.

FELICIDAD Ver el otro lado de las cosas; o valorar lo que a menudo se pasa por alto, puede conducir a los mayores descubrimientos de la vida.

«Sijuzgase la vida por una derrota... debería pre­ ferir la muerte. Pero me he impuesto el deber de ser feliz" (Helen Keller, ciega, sorda y muda).

y estas palabras se hermanan con las nuestras: "A pesar de todo ... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓN!"

l célebre filósofo Sócrates, de la antigua Grecia, ense­ ñó durante cuarenta años. Luego, su discípulo Platón enseñó a lo largo de cincuenta años. Después, Aristóteles, considerado "una de las inteligencias más vastas que ha producido la humanidad", enseñó durante cuarenta años . Un total de 130 años dedicados a la enseñanza de la mo­ sofía. Y por medio de ella, estos tres filósofos griegos ejer­ cieron una poderosa influencia sobre el pensamiento y la cultura de todos los tiempos.

E

Pero en contraste con estos maestros del pasado, algu­ nos siglos más tarde apareció Jesús en el escenario de la historia, quien enseñó apenas durante tres años y medio. Sin embargo, en ese breve tiempo alcanzó a sembrar una filosofía tan simple y profunda a la vez, que ha cambiado el curso de la humanidad y ha transformado a millones de corazones. A modo de ejemplo sobre la excelencia de la enseñan­ za del gran Maestro, bastará con recordar los extraordina­ 122

123

A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓN!

rios prinClplOs contenidos en su inmortal Sermón del Monte. Nunca antes se habían escuchado conceptos tan nobles y revolucionarios acerca del comportamiento hu­ mano. La autoridad y la verdad que emanaban de la pala­ bra de Cristo, hacían que las multitudes 10 escucharan con particular deleite. Analicemos la parte inicial del citado "sermón", y vea­ mos con qué tema el Maestro introdujo su palabra. No aludió a las ideas filosóficas de sus días, ni tampoco hizo referencia a las tradiciones religiosas del pueblo. Cono­ ciendo que la gente ansiaba tener una vida de bienestar y felicidad, comenzó atendiendo este anhelo mediante sus admirables"Bienaventuranzas". AIlf el Maestro presentó el secreto de la verdadera ale­ gría de vivir. y para ello invitó a sus oyentes a recorrer un camino nuevo y aparentemente contradictorio. No les dijo: "Bienaventurados [o dichosos] los potentados, los famosos, los fuertes, los eruditos, o los gobernantes". Con sus inesperadas palabras tomó otra dirección, y Ue­ gó a 10 más hondo de la naturaleza humana mostrando que todos podían ser felices, incluso los más humildes de la tierra.

y sus palabras no han pasado de moda. Son tan perti­

nentes hoy como ayer. Tanto que si él tuviera que abordar

hoy el mismo tema, seguramente utilizaría iguales térmi­

nos para satisfacer las necesidades del hombre actual.

LO ESENCIAL Muchos podrían afirmar: "Felices los que viven en me­ dio de la abundancia". Pero, ¿sería ésta la fórmula más acertada para alcanzar la dicha de la vida? A! respecto, vie­ 124

PARADOJAS DE LA FELICIDAD

ne al caso recordar la experiencia de aquel humilde zapa­

tero, que se pasaba el día golpeando y clavando, mientras acompañaba su tarea entonando alegres melodías cristia­ nas.

A! lado del modesto taller del zapatero vivía un hom­

bre multimillonario, quien estaba molesto con tantos

golpes. Hasta que cierto día ideó un plan para que el za­

patero dejara de golpear. Le regalaría una elevada canti­ dad de libras esterlinas, a fin de que el hombre no nece­ sitara trabajar más. Y efectivamente, con semejante suma de dinero en mano, el zapatero dejó de trabajar. Ya no se oían los golpes de su martillo, pero tampoco las cancio­ nes que solía entonar. El nuevo rico pasaba las noches sin dormir, siempre pensando qué iba a hacer con tanto dinero. Por fin, no pudiendo soportar más sus preocupaciones, cierto día se dirigió a su acaudalado vecino y le devolvió todas las li­ bras esterlinas. Horas más tarde, volvieron a escucharse los característicos golpes del zapatero, y también sus her­ mosas canClOnes. Aunque éste es un relato alegórico, ¿no muestra sin embargo que el dinero por si solo es insuficiente para ha­ cernos felices? Hay bienes más profundos y esenciales pa­ ra darnos felicidad. Y aunque el dinero bien administra­ do puede asegurar una medida de bienestar, también es cierto que manejado egoístamente puede producir avari­ cia, materialismo, vanidad y hasta la pérdida de la simple alegria de vivir. El relato narrado señala que cuando el di­ nero quita la paz durante el día, y no deja dormir con tranquilidad durante la noche, es preferible vivir modes­ tamente pero con alegria en el corazón. La virtud de la vida no se mide por lo que tenemos en 125

A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZ6N!

el bolsillo, sino por lo que nos abunda en el alma. Allí ya­ ce lo esencial. Valemos no por lo que tenemos, sino por lo que somos. y Jesús sabía muy bien esto. De ahí que en su receta de las Bienaventuranzas, él apunta a lo más pro­ fundo del espíritu, donde pueden florecer el bien y la prosperidad del ser humano.

"LOS POBRES EN ESPÍRITU" Con esta frase, el gran Maestro comienza la serie de sus sabias Bienaventuranzas. Dice: "Bienaventurados [felices, dichosos, benditos] los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos" (S. M ateo 5:3). La expresión "pobres en espíritu" está lejos de significar ignorantes o quizá dé­ biles mentales. El Maestro jamás alentó la ignorancia o la torpeza mental, ni tampoco favoreció la pereza intelec­ tual. Aquí él se refiere a los humildes de corazón, que re­ conocen su necesidad espiritual; a quienes viven exentos de orgullo y de suficiencia propia, y que buscan en D ios la verdadera fortaleza interior. ¿Por qué son felices los que se sienten débiles espiri­

tualmente? Esto parece un contrasentido. La respuesta es

que los tales sienten su necesidad de D ios, y sólo así acu­

den a él en busca de ayuda. Jesús mismo ilustró esta ver­

dad cuando narró su parábola del fariseo y el publicano.

El fariseo estaba en el templo, y oraba consigo mismo ala­

bando sus pretendidas virtudes. Consideraba que él era

un dechado de moral y de bondad. Por lo tanto, no le pi­

dió nada a Dios, y nada recibió.

Al lado del orgulloso fariseo estaba el despreciado pu­ blicano, el fraudulento cobrador de impuestos al servicio del poder romano. Pero él estaba arrepentido de sus ma­ las acciones. Así que, sin adjudicarse mérito alguno, sim-

PARADOJAS DE LA FELICIDAD

pIemente quería lograr el perdón divino. Por eso, su cor­ ta plegaria fue: "Dios, sé propicio a mí, pecador". Y ese re­ conocimiento de su propia necesidad espiritual, lo hizo humilde. Le permitió blanquear su conciencia y llenar de paz su corazón. Y como resultado se sintió profundamen­ te feliz. De ahí la conclusión presentada por el Maestro: "Cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido" (S. Lucas 18:14). El orgullo puede engendrar vanidad, arrogancia e in­ sensatez, pero jamás puede otorgar felicidad a nadie. En cambio, el espíritu humilde se preocupa por crecer y mejorar, porque reconoce sus defectos y necesidades. Y en esta actitud mental nacen la superación y la alegría del alma. El libro bíblico de El Apocalipsis describe a cierto ti­ po de cristianos que afirman: "Yo soy rico, y me he en­ riquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad". Pero es­ te alarde brota de un lamentable autoengaño. Ese cris­ tiano cree que está bien, pero no se da cuenta de sus mu­ chas falencias personales. Se siente fuerte y completo, cuando en realidad es espiritualmente débil e imperfec­ to. y este error mental, que descompone el alma y la conducta, echa a perder la felicidad y el bienestar de muchísimos seres humanos.

y tratándose de un orgullo tan generalizado y perni­ cioso, no es extraño que Jesús dedique su primera biena­ venturanza para alabar a los que reconocen su necesidad es­ piritual. Sólo los tales pueden ser felices; y "de ellos es el reino de los cielos".

1. ¿Qué sentimiento te despierta la actitud del or­ gulloso fariseo?

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A pesar de todo ... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓN!

PARADOJAS DE LA FELICIDAD

2. ¿ Te identificas con la humildad del publicano arrepentido?

de nacimiento. No podía oír ningún soni­ do: ni el canto de los pájaros, ni la voz de su

mamá, ni la enseñanza de sus maestras es­ 3. ¿Notas cómo esta primera bienaventuranza pecializadas. Y para empeorar la suerte del

puede ser el paso inicial hacia la verdadera ale­ niño, cierto día le ocurrió lo que pareció ser

gria de la vida? su mayor desgracia. Fue atropellado por un

auto, y arrastrado muchos metros sobre el

pavimento.

"LOS QUE LLORAN"

El pobre niño quedó con sus costillas rotas y

En su original receta de la felicidad, ahora el Maestro con una temible fractura de cráneo. Debió

presenta otro concepto insólito y paradójico. Nadie antes sufrir una delicada operación, con pronósti­ que él había expresado uria idea tal. Dijo: "Bienaventura­ co reservado. Los padres no podían entender

dos los que floran, porque elfos recibirdn consolación" (S. por qué su hijito debía padecer tanto. Pero

Mateo 5:4). Cualquiera de sus oyentes hubiera esperado ¡oh sorpresa! A medida que el niño se iba re­ que Jesús dijese: "Bienaventurados los que ríen, los que se cuperando de su operación, extrañamente

sienten bien, y los que no sufren ningún dolor". Pero comenzaba a oír. Poco tiempo más tarde

Aquel que conocía la intimidad del alma humana, sabía aprendió a hablar, y disfrutó de buena salud

realmente en qué consiste el corazón gozoso. el resto de sus días. Su madre llegó a decir:

El pensamiento corriente es que el que más ríe y se di­ vierte, goza de mayor felicidad. Pero aquí el Maestro afir­ ma que el llanto puede ser el preludio de una alegría ge­ nuina, si es que luego le acompaña la consolación divina. Si lloráramos más por ciertos motivos, ¡cuánto mejor nos iría después! Y el llorar no es muestra de debilidad. Se tra­ ta de algo tan humano como reír, y de algo tan natural co­ mo la vida misma. ¡Cuánto más sensibles y comprensivos nos hace el do­ lor! El infortunio y el sufrimiento, bien tomados, agigan­ tan nuestro ser. Se ha dicho que "toda perla comienza con un ckJlor en el vientre de la ostra". Así también, muchos de los dolores de la vida terminan en una perla de felicidad. Un niño de cuatro años de edad era sordo 128

"Ese accidente fue lo mejor que pudo haber­

le ocurrido".

A menudo, las pruebas y el dolor se convierten en nuestros mejores aliados. Lo que hoy nos aflige, mañana puede convertirse en nuestra mayor bendición. En tal sentido, son "bienaventurados los que lloran". Pero el llanto que menciona Jesús, también incluye el pesar por las faltas propias. Es parte del arrepentimiento del alma, que da origen a la renovación y a la transforma­ ción de la vida. Y semejante transformación o conversión siempre termina en una explosión de gozo profundo.

l. ¿Estd triste hoy tu corazón? ¿Buscas consuelo para

tu dolor o tu adversidad? Dios puede estar proce­

129

A pesar de todo... ,ALÉGRESE TU CORAZÓN!

PARADOJAS DE LA FELICIDAD

sando para ti una amplia medida de felicidad. Pídela con fe, y la recibirds.

ria, todavía sigue siendo una virtud digna de ser cultiva­ da. El sabio Salomón lo expresó con estas palabras: "Me­ jor es el que tarda en airarse que el fuerte; y el que se en­ 2. El posible dolor del crecimiento espiritual desem­ señorea de su espíritu, que el que toma una ciudad" (Pro­ boca en el júbilo del alma. verbios 16:32).

"LO S MANSOS" De nuevo la nota insólita. El Maestro declara ahora: "Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirdn la tierra por heredad" (S. Mateo 5:5). Éste es el tercer paso que conduce a la felicidad del corazón. La mansedumbre po­ dría definirse como suavidad, gentileza, modestia y espí­ ritu apacible. En suma, una actitud poco común en este tiempo, cuando abundan tanto la violencia y la agresivi­ dad. Esta bienaventuranza es una velada condena a la pre­ potencia avasalladora y al intento por someter a los de­ más. Encierra el principio del respeto y la suavidad den­ tro de la convivencia diaria. Mientras los hombres piensan que son más felices cuanto más fuerza poseen para dominar el mundo, el Maestro de los maestros enseña que obtenemos más feli­ cidad cuando dominamos nuestros impulsos y domesti­ camos nuestros insti ntos agrestes. Sólo cuando desapare­ ce la rebelión interior, yen reemplazo cultivamos un espí­ ritu paciente y manso, llegamos a ser realmente "biena­ ven turados". La mansedumbre es una fuerza superior a la agresivi­ dad o la violencia. Pensemos en cuántos triunfos se han logrado en el círculo del hogar, gracias al espíritu manso que supo conservar la calma en medio de alguna tormen­ ta familiar. ¡Cuántos hogares se desintegran cada día por falta de este noble espíritu! El autocontrol, que evita la fu­ 130

La conocida fábula cuenta que el viento que­ ría demostrarle al sol que él, con su tremen­ da fuerza, le arrancaría a un hombre el abri­ go que llevaba puesto. Pero a pesar de sus violentos esfuerzos, lo único que consiguió el viento fue que la ropa del caminante se le pegara aún más alrededor de su cuerpo. De­ mostró tener fuerza, pero no pudo lograr que el hombre se quitara el abrigo. Luego, le tocó el turno al sol. Sus cálidos ra­ yos comenzaron a entibiar la tierra, y lenta­ mente hicieron entrar en calor al caminante. Hasta que éste se quitó el abrigo con total . naturalidad. Lo que no había logrado la vio­ lencia del viento, lo consiguió la suavidad del sol. La lección de la fábula brota por sí sola. ¡Cuánto más conseguimos en nuestras relaciones con suavidad que con ira y violencia! Un pedido amable vale más que una orden autoritaria. La fuerza de la delicadeza vale más que la pre­ potencia irrespetuosa. El trato cortés y gentil vale más que cualquier intención manipuladora. l. ¿A cudl te pareces mds: al viento, o al sol? 2. ¿Cultivas la mansedumbre que proporciona alegría al corazón? 131

A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZ6N!

"LOS QUE TIENEN HAMBRE Y SED DE jUSTIClA" Jesús prosigue con sus conceptos paradójicos, cons­ tructores de la felicidad humana. Hasta aquí, todo lo que había dicho parecía contrario a la lógica y al senti­ do común de sus oyentes. Pero todavía le quedaba bas­ tante por decir en esa misma dirección, a fin de comple­ tar su insólita fórmula sobre la verdadera alegría de vivir. El Maestro continuó diciendo: "Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados" (S. Mateo 5:6). La injusticia, el mal, el engaño y la corrupción nunca han proporcionado felicidad a nadie. Por el contrario, son la causa de todas las miserias y los sufrimientos que pade­ ce la humanidad. Por eso, Jesús señala aquí la "justicia" o la rectitud como la clave del corazón alegre. Sólo quien obre con integridad podrá aspirar a ser realmente feliz. Además, igual que las otras, esta bienaventuranza incluye una promesa. Al que tiene "hambre y sed de justicia", es decir, al que anhela fervientemente la limpieza de su al­ ma, se le promete que la alcanzará. Pero, ¿de qué manera podría cambiar una persona, y pasar del mal al recto proceder? ¿No es acaso humana­ mente imposible un cambio tal? ¿No afirma la Sagrada Escritura que "todos nosotros somos como suciedad, y to­ das nuestras justicias como trapo de inmundicia"? (Isaías 64:6). Sí, incluso los jueces de la tierra, encargados de ad­ ministrar justicia, ¡cuántas veces cometen injusticias e in­ curren en vergonzoso cohecho! Pero en medio de una sociedad contaminada por mil formas de injusticia, todavía es posible lograr indivi­ dualmente un comportamiento justo. ¿Cómo? En pri­ mer lugar, deseándolo: teniendo "hambre y sed" de ello. 132

....

PARADOJAS DE LA FELICIDAD

Luego, permitiendo que Dios haga la obra. Sólo él, me­ diante Jesucristo, hace justo o justifica al ser humano. Pero el anhelo dominante es imprescindible; es el co­ mienzo del buen camino; es la chispa que enciende la fe­ licidad en el corazón, y que se completa con la interven­ ción divina. Ya el antiguo salmista decía: "Como el cier­ vo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo" (Salmo 42: 1, 2). Y después del ferviente deseo, como quien pide comi­ da cuando tiene hambre, o agua cuando tiene sed, el co­ razón se abre para que Dios lo llene de justicia. Y cuando recibimos tan precioso regalo, el alma canta de gozo. Se produce un abierto rechazo hacia el mal, y un deleite en hacer todo lo bueno. 1. ¿ Te gozas procurando vivir una vida justa?

2. ¿Sientes que Dios hace justa tu vida mediante su poder divino y su amor perdonador? "LOS MISERICORDIOSOS"

Nuevamente, aquí nos encontramos con una declara­ ción que no parece conducir a la felicidad: "Bienaventu­ rados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán miseri­ cordia" (S. Mateo 5:7). Es decir, el que es bondadoso y amable con los demás se siente contento de serlo, y ade­ más recibe el mismo trato que dispensa. Tal vez tenga que esperar un tiempo, pero tarde o temprano su bon­ dad será retribuida. Un ejemplo clásico de este principio aparece en los 133

PARADOJAS DE LA FELICIDAD

A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓN!

escritos del antiguo historiador Apiano, quien describe un asombroso incidente que presenció en la ciudad de Roma, en los días de Julio César. En el inmenso circo donde se estaba exhibiendo ante el pueblo una batalla con fieras, fue traído el esclavo de un amo cruel del nor­ te de África. El esclavo se llamaba Androcles. Y dice Apiano que cuando el león del circo lo vio a la distancia, se detuvo co­ mo petrificado. Luego se fue acercando lentamente al hombre, y empezó a lamerle las manos y los pies. Ante tan increíble demostración de afecto, Androcles recuperó su valor y observó con detenimiento al animal. Julio César, que observaba maravillado la escena, man­ dó a llamar al esclavo y le preguntó la razón de tal inci­ dente. Entonces Androcles relató una extraña y cautivan­ te historia. Contó que después de haber huido de su amo cruel, se escondió en una cueva del desierto. Y allí entró un león cojeando y sangrando de una pata. Por sus gemi­ dos, se notaba que la herida le dolía intensamente. Al principio Androcles tuvo miedo. Pero el león le extendió la pata, y el esclavo pudo ver en ella una enorme espina clavada en la planta. Androcles se la sacó y le vendó la pa­ ta lo mejor que pudo. Luego, el león se acostó y durmió tranquilamen te. Ahora, varios años más tarde, el león y el esclavo se en­ contraban dentro del circo en ese día memorable. Andro­ cles era tratado por el león con la misma bondad con que él había curado a la fiera. Se cumplía así lo dicho por Je­ sús: "Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia". Estas palabras del Maestro encierran un fundamento 134

tan cierto de la felicidad humana, que hoy constituyen la receta que muchos médicos dan a sus pacientes. El psi­ quiatra le dice a una mujer perturbada: "Vuelque su amor en alguien, y su angustia pasará". A un hombre adinera­ do y hastiado de la vida, le recomienda: "Sea bondadoso y servicial con los demás, y ellos le pagarán con la misma moneda". Es decir, "demuestre amor fraterno a los demás, y ellos se lo retribuirán y lo harán feliz". 1. ¿Aceptas que el amor engendra amor, y que la misericordia hacia los demás es retribuida de parte de ellos?

2. ¿Aseguras tu alegría de vivir mostrándote servi­ cial con tu prójimo?

"LOS DE LIMPIO CORAZÓN"

Este sexto paso hacia la felicidad dice: "Bienaventura­ dos los de limpio corazón, porque ellos verán a D ios" (S. Ma­ teo 5:8). Tanto la fuente del bien como la del m al se en­ cuentran en el corazón. Por eso Salomón aconsejaba: "So­ bre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida" (Proverbios 4:23). Y su padre D avid roga­ ba: "Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí" (Salmo 51: 1O). Mientras nos preocupamos tanto por la contamina­ ción ambiental de nuestros días, podemos pasar por alto la contaminación del alma, que produce efectos degra­ dantes de la más variada especie. La lujuria, la inmorali­ dad y la concupiscencia, que se preconizan como fuente de auténtico placer, no hacen más que descomponer el es­ píritu y crear un vacío interior. ¡Cuántos jóvenes y adul­ 135

A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓNI

tos echan a perder su alegría y su salud por causa de su impureza mental! Por contraste, esta bienaventuranza afirma que la pu­ reza de la mente y de la conducta garantiza el gozo sere­ no del espíritu. ¿Hemos oído hablar acerca del nenúfar? Es una planta acuática que suele crecer entre la suciedad de los pantanos. Pero a través de sus filamentos porosos, solamente absorbe las sustancias que producirán su flor pura e inmaculada. Y el nenúfar bien puede enseñarnos que nosotros también, aun rodeados de contaminación moral, podemos mantener limpio nuestro corazón. Nadie podría obligarnos a ensuciar nuestro ser interior. Como el barro se adhiere en el muro rugoso, pero se despega del mármol limpio y pulido, así también la im­ pureza podría resbalar del corazón decidido a conservarse libre de toda corrupción. Basta con pedirle a Dios que nos mantenga puros, para que él conteste un ruego de tal im­ portancia espiritual. ¡Puros en pensamiento, palabra y ac­ ción! ¡Qué forma tan digna de vivir y de ser felices!

nes establecen la paz en el lugar donde se encuentran: en el hogar, en el trabajo, en la escuela, o donde sea. Se tra­ ta de personas que poseen serenidad interior, y que saben infundirla en los demás. Como resultado, son felices al ver cómo se apaciguan los corazones. Adondequiera vamos, nos encontramos con gente en­ ferma de temor, angustia, nerviosismo y ansiedad, y a ve­ ces víctima de la violencia circundante. Son seres que bus­ can un poco de paz para sus almas. ¿Y quiénes podrían ofrecerla sino los "pacificadores"? Desde luego, esto no es fácil, pero es posible. Cuando tú animas a un enfermo, alivias a una persona preocupada, o tranquilizas a un ami­ go irritado, te conviertes en un pacificador. Mejoras el es­ píritu del necesitado, y así te sientes feliz.

¡Cuánta gente pacificadora necesita nuestro mundo! ¿Cómo se forma un pacificador? Desarrollando la paz in­ dividual, el espíritu conciliador y la actitud comprensiva. Pero sobre todo, conviviendo espiritualmente con la Fuente suprema de la paz. Sólo así podrá apaciguar luego a su prójimo perturbado. El profeta Isaías le dice a Dios: "Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera" (Isaías 26:3). Así, manteniendo el "pensa­ 1. ¿ Te gozas rechazando la inmoralidad y practí­

miento" y los sentimientos bajo la dirección divina, la paz cando la pureza del corazón?

nace y crece en el alma. 2. ¿Recuerdas que sólo Dios puede darnos un alma

cristalina con plena felicidad?

"LOS PACIFICADORES"

1. ¿Sabes escuchar a los demás, antes de poder in­ fundirles paz y tranquilidad?

2. ¿Sientes que es un privilegio y una felicidad lle­ var calma espiritual a una persona angustíada?

La fórmula de la felicidad presentada por Jesucristo no podía dejar de lado la paz. Por eso él declara: "Bienaven­

turados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios" (S. Mateo 5:9). Aquí no sólo se destaca la paz como virtud del alma, sino que particularmente se exalta a quie­ 136

En síntesis... 1. A menudo buscamos la alegría de la vida en fuentes 137

A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓNI

inapropiadas. Observamos qué camino toman los demás, y nos parece que debemos imitarlos. Pero al poco tiempo nos damos cuenta de que ése no es el camino más sensato. Porque quienes lo transitan, con frecuencia terminan en aburrimiento y hastío. Entonces comprendemos que debemos avanzar ha­ cia otra dirección: la dirección de lo esencial y lo profundo, que no depende de las cosas externas, si­ no del estado del corazón. 2. Ninguno trazó mejor la senda de la felicidad que el gran Maestro e Hijo de Dios. Presentó una re­ ceta única, contraria al pensamiento de la mayo­ ría. En el mismo comienzo de su célebre Sermón del Monte aparece su insólita visión del regocijo de la vida. Allí, a través de las breves Bienaventu­ ranzas, con un sentido paradójico, desgrana su re­ volucionaria receta.

PARADOJAS DE LA FELICIDAD

suman a la gente más feliz de la tierra. Es decir, el amor práctico y la pureza del alma, en contraposi­ ción con el egoísmo y la contaminación interior, constituyen dos importantes pilares sustentadores de la verdadera felicidad. 6. Finalmente, las paradójicas y asombrosas Bienaven­ turanzas de Jesús incluyen a los "pacificadores", los que bregan por la paz del prójimo y del mundo. Quienes viven en esta onda de conducta superior llegan a ser personas realmente dichosas.

jesús pasó por alto la superficialidad con que

suele tratarse el tema de la felicidad. Y con sus

sorprendentes Bienaventuranzas procuró mover

los resortes más íntimos del alma humana, pa­ ra mostrar que la verdadera alegría nace y cre­ ce dentro de un espíritu gobernado por la ac­ ción poderosa de Dios.

3. Empieza destacando a quienes humildemente "re­ conocen su necesidad espiritual". Por lo tanto, se acercan a Dios con fe, y pasan así del vaCÍo a la ple­ nitud del alma. Luego destaca a "los que lloran", los que mediante las pruebas y el dolor construyen su felicidad. Lloran por sus yerros propios, y los corri­ gen. Comprenden mejor a los dolientes y saben simpatizar con ellos. 4 . Los "mansos" y los que tienen "hambre y sed de jus­ ticia" son también llamados "bienaventurados", o dichosos y felices. La mansedumbre vence a la vio­ lencia e impone la bondad. La justicia termina con el engaño y la corrupción. Estas dos virtudes refi­ nan el carácter y despiertan la sana alegría de vivir. 5. Los "misericordiosos" y los de "limpio corazón" se 138

-...

139

CapituLo 9

LA FÓRMULA DE

LAS TRES "C" La ley de la siembra y la cosecha no falla. "Todo lo que el hombre sembrare, eso también segard" (San Pablo).

ierta mujer sufría una terrible picazón en todo su cuerpo cada vez que asistía a la iglesia. Su médico le había recetado los más variados remedios, pero la extra­ ña comezón persistía. En realidad, el drama se hacía ca­ da día peor. La mujer tenía todo el cuerpo irritado de tanto rascarse. Y su intranquilidad espiritual era tremen­ damente angustiosa. ¿Cuál sería la causa de ese inexpli­ cable escozor?

C

Finalmente, la verdad salió a la luz. Desde hacía tiem­ po, esta mujer venía robando dinero en la empresa donde trabajaba como contadora. Hasta que cierto día se sintió movida a confesar su robo hábilmente encubierto, y co­ menzó a devolver lo que había sustraído. Entonces, ¡SU atroz picazón desapareció! Ahora resultaba todo daro: la conducta fraudulenta de la mujer había alterado su salud y su condición emocional. Pero cuando regresó a la recti­ tud, su insoportable malestar la dejó en paz. ¿Quién podría negar que la conducta determina el gra­ do de salud física y emocional de una persona? Y aunque también es cierto lo contrario, es decir, que el estado del corazón da origen a un determinado comportamiento, no 141

-.

A pesar de todo... ,ALÉGRESE TU CORAZÓN!

podría desconocerse que la conducta cotidiana va dise­ ñando y modelando la vida del hombre. Sí, nuestras ac­ ciones determinan nuestro éxito o nuestro fracaso, nues­ tra alegría o nuestra desdicha. 1. CONDUCTA

Aquí está la primera "C" de nuestro capítulo: la "C" de la CONDUCTA. Y ésta puede ser correcta o incorrecta, sabia o insensata, con sus respectivos resultados. Recientemente me encontré con un viejo conocido. Hacía años que no lo veía. Mi esperanza era que ya hu­ biese resuelto sus problemas, y que se sintiera mucho me­ jor que la última vez que lo había visto. Pero me equivo­ qué. El hombre me contó que sus problemas habían em­ peorado y que estaba desesperado. Según él, la culpa la te­ nían los demás, porque le habían fallado, porque no ha­ bían confiado en sus planes. ¡Cuánta gente se parece a este hombre! Son seres an­ gustiados, que salen de un problema para caer en otro peor. Triste incapacidad, que los mantiene entre la ilusión y el dolor, simplemente por la insensatez de su errada ma­ nera de actuar. Quizá hablan más de lo que deberían, o sueñan más de lo que hacen. Tal vez gastan más de lo que ganan, y pretenden más de lo que pueden. Poco respon­ sables y menos laboriosos, incurren en una conducta tan floja e irregular que terminan enredados en su propia des­ dicha. Otras veces, la causante de un fracaso puede ser la con­ ducta indecente. La deshonestidad y la impureza mal pueden construir la felicidad de la vida. Así lo entendía una madre cristiana quien, al despedir a su hijo que per­ 142

LA FÓRMULA DE LAS TRES "C"

manecería largo tiempo ausente del hogar, le dijo: "Esta­ rás mucho tiempo fuera de casa. Cuando regreses te mi­ raré a los ojos, y sabré cómo te has comportado". Al cabo de muchos meses el hijo regresó al hogar, y le dijo a su mamá: "Mírame a los ojos. Durante todo este tiempo he vivido con limpieza y rectitud". Y tras aquella mirada, la madre quedó satisfecha. Ciertamente, aquel que conserva una conducta correc­ ta tiene una mirada transparente. Puede mirar de frente a los demás sin temor ni vergüenza. Puede mirarse a sí mis­ mo sin autorreprocharse. Puede mirar a Dios sin sentirse culpable de nada. Y su misma limpieza interior le propor­ ciona gran satisfacción. Es como escribe el salmista bíbli­ co: "Luz está sembrada para el justo, y alegría para los rec­ tos de corazón" (Salmo 97: 11). DIGNO DE IMITACIÓN

Un modelo clásico de pureza y rectitud es la vida de Jo­

sé, el joven hebreo que tuvO el valor de comportarse con decencia en la casa de su amo, el oficial egipcio Po ti far. En ese rincón tan íntimo de la casa, ¿quién se enteraría si ese

joven esclavo y extranjero mantendría o no la limpieza de su alma? Otro en su lugar habría considerado aquella ten­

tación carnal como una gran oportunidad. Pero José supo resistir la tentación, aunque ésta proviniera de la esposa de su amo. Y así mantuvo intachable su conducta.

Es cierto que en un primer momento José pareció per­

der como consecuencia de su pureza moral, porque fue enviado a la cárcel. Pero posteriormente, ¡cuánta satisfac­

ción y alegría llegó a cosechar! Después del faraón, termi­

nó siendo la mayor autoridad de Egipto. Gracias a su sa­

bio consejo y administración, el país se libró del hambre

143

A pesar de todo.. . ¡ALÉGRESE TU CORAZ6N!

y la miseria. Hoy José es recordado como un extraordina­ rio ejemplo de corrección y de justicia, de éxito personal y de confianza en Dios. Pero toda su luminosa trayectoria y la gloria de su nombre, jamás habrían existido si él hu­ biese incurrido en la conducta baja y vulgar de sus días. Su excelencia moral lo hizo grande, próspero y feliz. La notable experiencia del J osé de la antigüedad encie­ rra una valiosa lección para todos los tiempos. Si el com­ portamiento habitual de la gente fuese más digno y eleva­ do, ¡cuántos hombres y mujeres podrían parecerse a José! Tendrían la capacidad de hacer lo bueno, aun cuando es­ tuvieran rodeados de maldad. Podrían construir su propia prosperidad y alegría, si perseveraran en un proceder de­ cente y responsable. A esta altura de nuestras consideraciones, tal vez te preguntarás cómo se explica entonces que, contraria­ mente a lo dicho, muchos "triunfadores" del mundo ha­ yan sido o sean personas corruptas e inmorales. Pero esos personajes, tristemente célebres y que abundan en todas partes, ¿merecen realmente ser llamados "triunfadores" o "exitosos"? Tal vez posean una abultada fortuna, reciban el aplauso de las multitudes, o tengan importante poder de mando. Pero, ¿qué valor tiene todo eso, si tales perso­ nas carecen de paz y alegría por causa de su negra con­ ducta? La Escritura Sagrada afirma: "La alegría de los malos es breve, y el gozo del impío por un momento" (Job 20:5). Baste recordar el caso presentado al comienzo de este capítulo, para comprender que el camino del mal nunca termina bien, a menos que haya un cambio en la conduc­ ta. El primer salmo bíblico afirma que Dios "conoce el camino de los justos; pero la senda de los malos perece­ rá" (Salmo 1:6). Siempre la virtud y la integridad pagan 144

LA F6RMULA DE LAS TRES "C"

mejores dividendos, tanto en salud física como en bie­ nestar espiritual. TRES CARTAS PARA LA REFLEXIÓN La primera de estas cartas proviene de una muchacha que mantuvo relaciones incestuosas con uno de sus fami­ liares. Estas relaciones están interrumpidas desde hace mucho tiempo. Pero la joven cuenta que vive torturada. Y añade: "No puedo sacármelo de la cabeza. Siento asco, rencor, dolor, tantas cosas ... No sabe lo que estoy sufrien­ do". Una conducta errada, con sus inevitables consecuen­

cias sobre el ánimo y la conciencia.

La segunda carta pertenece a un empresario de cin­

cuenta años de edad, quien durante varios años le fue in­

fiel a su esposa. Acerca de ese tiempo, él comenta cuán

mal se sentía, cuánto se deterioró su salud y cuán to se de­

rrumbó su estima propia. En su casa sólo guardaba silen­

cio, se mostraba indiferente, y aducía que estaba muy

cansado. H asta comenzó a usar anteojos oscuros, porque

ya no podía mirar de frente a sus allegados.

y cuando el hombre comprendió que con semejante

proceder estaba matando la felicidad de su familia y la su­

ya propia, reaccionó y abandonó su vida doble. A partir

de entonces recuperó su natural sonrisa, comenzó a ser

más comunicativo en su hogar, se sintió mucho mejor de

salud, y volvió a disfrutar de paz interior. "¡Cuán encegue­

cido estuve durante ese tiempo de infidelidad! -termina

diciendo el hombre-o Fue una búsqueda de placer, que

se convirtió en angustia para mi alma".

Estas cartas verídicas, recibidas en nuestra mesa de tra­

bajo, muestran cuánta tristeza y dolor acarrea la conduc­ 145

A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZON'

ta irregular y desordenada. Por un tiempo podrá parecer que el mal brinda grata excitación. Pero llega el momen­ to cuando ese mismo mal hace estragos en el espíritu y el cuerpo. El ladrón, el engañador, el libertino y el incorrec­ to llevan dentro de sí el germen de la infelicidad. No pue­ den gozar de la vida. Sólo la conducta ordenada garantiza la alegría de vivir. Como lo ilustra esta tercera carta, en la cual su joven au­ tor dice: "Soy estudiante, pero también debo trabajar pa­ ra ayudar a mis padres ... Estoy tan ocupado que no tengo tiempo para otra cosa. Sé que mi conducta resulta extra­ ña para mis compañeros, porque no me drogo, ni hago otras cosas que ellos hacen ... Pero yo así me siento bien y soy feliz. En cambio, ellos" .. . Con razón San Pablo aconseja: "Absteneos de toda es­ pecie de mal" (1 Tesalonicenses 5:22).

y el salmista bíblico exalta así la buena con­ ducta: "Bienaventurado {jeliz] el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en cami­ no de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley de Jehová está su delicia ... Será como árbol plantado junto a co­ rrientes de aguas, que da su ftuto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace prosperará" (Salmo 1: 1-3). 2. CONCIENCIA

Aquí tenemos la segunda "C", de las tres que confor­ man este capítulo: la "C" de la CONCIENCIA. Ésta es la voz interior que condena el mal; que entra en "disfonía"

LA FORMULA DE LAS TRES "C"

cuando se cansa de hablar sin ser escuchada; y que puede llegar al extremo de la "afonía" cuando se la desoye con re­ beldía. Pero que también puede recuperar su noble fun­ ción cuando se la vuelve a escuchar con atención. Cuando la conciencia es tomada como la voz rectora de la vida, y se siguen sus indicaciones, la paz se instala en el corazón. Pero cuando se desoye esa voz amiga, nace el sentimiento de culpa: el molesto autorreproche embarga el espíritu. Es como si esa voz, que nos aconsejó para bien, se sintiera dolida por haber sido desestimada y por ver los resultados de tal desobediencia. Es como si nos dijera: "¿Viste que te ha ido mal? Yo te advertí y te aconsejé qué hacer, pero tú hiciste lo contrario".

y a veces esa voz puede hablar tan fuerte y con tal in­ sistencia al alma que, a menos que la persona cambie, puede experimentar una gran tortura espiritual y hasta una alteración mental. Recordemos a aquel ladrón que pasaba sus días engañando a muchas personas e institu­ ciones. Aparentemente le iba bien. Pero cada vez que de­ linquía debía esconderse por un tiempo, para librarse de alguna multa o alguna condena. Un día este ladrón, ya cansado, fracasado y sin dinero, se presentó en una estación de policía, y declaró: "Vengo para que me encierren, porque la cárcel no será peor que la prisión en que he vivido toda mi vida". Realmente, la conciencia culpable es insoportable; es vivir autoacusado todo el tiempo, sin tranquilidad interior. Como lo dice el verso de Gaspar Núñez de Arce: ¡Conciencia nunca dormida,

mudo y pertinaz testigo

que no dejas sin castigo

ningún crimen en la vida!

146 147 lI!:Io....

A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓN/

En cambio, aquel que procede bien recibe la rica ben­ dición del Altísimo. La promesa divina lo confirma: ''El que camina en justicia y habla lo recto; el que aborrece la ganancia de violencias; el que sacude sus manos para no recibir cohecho; el que tapa sus oídos para no oír propuestas san­ guinarias; el que cierra sus ojos para no ver co­ sa mala; éste habitará en las alturas; fortaleza de rocas será su lugar de refugio; se le dará su pan, y sus aguas serán seguras" (Isaías 33: 15, 16).

Siempre disfruta mucho más de la vida quien practica la rectitud, y no se deja arrastrar por el mal. Tendrá la conciencia tranquila, y vivirá libre del angustioso senti­ miento de culpa. De paso, este sentimiento puede ser doloroso, pero también altamente beneficioso. Será sólo doloroso cuan­ do la persona persista en el mal y no quiera cambiar. En­ tonces sí será fuente de aflicción. Porque no existe perso­ na más desdichada que aquella que sigue viviendo delibe­ radamente en el mal. Podría cambiar, pero no quiere. ¡Ay del ser humano que se niega a hacer el bien, y que tiene

que sufrir las consecuencias de su propia maldad!

Pero el sentimiento de culpa resulta beneficioso cuan­ do quien lo padece reconoce que ha obrado mal, y toma la firme decisión de cambiar. Entonces, esa tristeza por el mal cometido produce el saludable arrepentimiento, que da lugar al cambio de la conducta y del carácter. y este cambio engendra una inefable alegría. Esto es lo que ocu­ rre en el fondo del alma cuando permitimos que la con­ ciencia culpable nos lleve de la mano hacia Dios, hacia su

LA FÓRMULA DE LAS TRES "C"

perdón, y hacia una vida nueva.

CUANDO LA CONCIENCIA FUNCIONÓ No existe relato que ilustre de manera más vívida y acabada la obra de la conciencia que aquel que narró Je­ sús. Cuenta el Maestro que había un hombre con dos hi­ jos, el menor de los cuales un día le pidió codiciosamen­ te a su padre la herencia que le correspondía. Y con ese di­ nero, el desamorado muchacho abandonó el hogar y par­ tió hacia una tierra lejana. Allí, con ansias de "gozar de la vida", el hijo vivió perdidamente. Yen su conducta liber­ tina, gastó todo el dinero que tenía. Tras su necio despilfarro y libertinaje, el muchacho co­ menzó a sentir la angustia de su estómago vacío. Sus ami­ gos lo habían abandonado, y no tenía a quién recurrir en busca de apoyo. Entonces, solo en esa tierra extranjera, el joven comenzó a buscar algún trabajo para sobrevivir. ¿Qué trabajo encontró? El más indigno para una per­ sona de su origen: cuidar cerdos en un chiquero. Yen ese lugar sucio y maloliente tenía que alimentarse con la mis­ ma comida de los animales, la que no siempre lograba sustraer fácilmente de ellos. Desesperado, solo y ham­ briento, sintió entonces estremecer su conciencia. Junto a los cerdos, recapacitó y volvió en sí. Pensó: "¡Cuántos jor­ naleros en la casa de mi padr~ tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!" Luego, desde el fondo de su abismo, el muchacho de­ cidió con genuino arrepentimiento: "Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y con­ tra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme co­ mo a uno de tus jornaleros". Quien había dejado el hogar

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con tanta arrogancia y pretensión, ahora, movido por la humildad y el sentimiento de culpa, echaba por tierra su rebelión juvenil. Reconocía su error, y se sentía atraído por el amor de su papá. El final de la historia presenta al hijo regresando al ho­ gar. Pero ya no con orgullo y frialdad, ni tampoco con in­ gratitud y sed de dinero. Estaba dispuesto a ser apenas un peón en la hacienda de su padre. Lentamente recorrió el camino de retorno. Por su lado, el padre no había perdi­ do la esperanza de que el hijo extraviado regresara algún día. Y ese día tan ansiado llegó. Recortada sobre el horizonte, el padre alcanzó a divisar en lontananza una silueta humana. ¡No podía ser otro! ¡Sí, era él! ¡Era el hijo amado que volvía al hogar! Pero ¡cuán diferente era su aspecto! Regresaba con su ropa an­ drajosa y con su corazón lleno de culpa. Volvía para pedir perdón y ser aceptado de nuevo en su casa. Cuando su papá lo reconoció, "fue movido a miseri­ cordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó". En­ tonces el hijo arrepentido confesó su falta. Y ante tal arre­ pentimiento, el padre volvió a estrechar tiernamente a su hijo y le expresó su perdón. Organizó una gran fiesta de bienvenida, le dio ropa nueva a su hijo, y la casa se llenó de alegría. Ésta es la milenaria historia del "hijo pródigo" narrada por Jesús (S. Lucas 15: 11-24), que con admirable ternu­ ra muestra la culpa movilizadora del hijo y el amor incon­ dicional de su padre.

LA HISTORIA SE REPITE La historia del hijo pródigo se prolonga hasta nuestros

150

días. Se repite cada vez que una persona reconoce su mal, y se vuelve con humildad a Dios en busca de perdón. ¿Quién podría quedar fuera de esta experiencia? Acaso, ¿no hay un pequeño "chiquero" dentro de cada corazón? Quiero decir, en el fondo de nuestras almas, ¿no recono­ cemos que tenemos extravíos, incorrecciones Y diversas faltas, que nos alejan del Padre y manchan nuestro ser? Dice la Sagrada Escritura que "no hay justo, ni aun

uno"; y que "todos pecaron, y están destituidos de la glo­

ria de Dios" (Romanos 3: 10,23). Y esto es tan cierto que

"si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a no­

sotroS mismos, y la verdad no está en nosotros" (1 S. Juan

1:8). En otras palabras, todos tenemos algún parecido con el hijo pródigo de la historia. Unos en un sentido, y otrOS en otro, con mayor o menor intensidad, todos flaquea­ mos y tenemos el germen del mal en nuestro corazón. Pero es igualmente cierto que todos podemos recono­ cer con humildad nuestras faltas, y recibir el perdón divi­ no. "Estemos a cuenta -dice Dios-: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanqueci­ dos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana". Además se nos dice que Dios es "amplio en perdonar" (Isaías 1:18; 55:7). Y el apóstol Juan escribió: "Si confesamos nuestro,S pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad" (1 S. Juan 1:9). Cuando el mal hijo regresó a su padre y fue perdona­ do, se sintió profundamente feliz. Y esto mismo ocurre maravillosamente toda vez que, guiados por la voz divina de la conciencia, vamos al Padre y él nos abraza con su amor perdonador. Entonces desaparece la culpa del alma, nos inunda la paz de Dios, y nace límpida la verdadera alegría de la vida. ¡Bendita conciencia que, cuando la obe­ 151

A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓN!

LA FÓRMULA DE LAS TRES "C"

decemos, tanta felicidad otorga al corazón!

za a su limpia reputación personal. Víctima de la tenta­ ción carnal, tomó por esposa a Betsabé y ordenó matar a su inocente marido. Y tras este doble pecado de adulte­ rio y homicidio, David se llenó de culpa, de angustia y

3. CONTENTAMIENTO Esta es la tercera "C" de nuestro capítulo: la "C" del CONTENTAMIENTO. Cuando la Conducta es correc­ ta, y la Conciencia es escuchada, el fruto inevitable es la sensación grata del alma que se llama Contentamiento. El m al nunca termina bien. Siempre termina como es, mal. Y ese final de sinsabor, cuando no de fracaso y amar­ gura, está en la base de toda la desdicha humana. La ale­ gría de la vida transita, pues, por otro carril, el carril de la rectitud y el limpio proceder. ¿Qué otra clase de conduc­ ta podría gratificar más el espíritu? Sobre esta materia es altamente aleccionadora la expe­ riencia que vivió el rey David. Durante m uchos años, an­ tes y después de su ascensión al trono, David fue un ejem­ plo de corrección e integridad. Fue un hombre conforme al corazón de Dios (1 SamuelI3:14; Hechos 13:22). Fue humilde y valiente a la vez. O raba tres veces por día co­ mo buen hijo de Dios (Salmo 55: 17). Respetó la vida del rey Saúl, a quien pudo destruir como su peor enemigo. Fomentó el culto al verdadero Dios. Dio gran prosperi­ dad a su nación. Su mismo hijo Salomón, que lo sucedió en el trono, le dijo a Dios acerca de David: "Él anduvo delante de ti en verdad, en justicia, y con rectitud de co­ razón para contigo" (1 Reyes 3:6). Realmente, David mostró un buen comportamiento en todo lo que hizo y emprendió. Y mientras mantuvo esa conducta ejemplar, fue un monarca dichoso y amado por el pueblo. Pero un día cayó, como suelen caer los gi­ gantes, produciendo gran escándalo en el país y vergüen152

de profundo pesar. El admirado rey cayó en desgracia: perdió el favor po­ pular, y también perdió su alegría personal. Pero ni bien comprendió la dimensión de su caída, oró de esta mane­ ra: "Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericor­ dia... Límpiame de mi pecado ... Hazme oír gozo y ale­ gría ... Vuélveme el gozo de tu salvación" (Salmo 51: 1, 2, 8, 12). Y David no sólo recibió el amplio perdón de Dios, sino que también recuperó la "alegría" y el "gozo" que so­ licitó con tanta angustia de parte de Dios. Lo que vivió el antiguo rey David es símbolo y sem­ blanza de lo que puede experimentar todo ser humano. A saber, (1) el camino del mal es duro y penoso; está lleno de culpa y tristeza. En cambio, (2) el camino del retorno a Dios, del perdón divino y del bien obrar proporciona gozo y felicidad. Así lo enseñó Jesús quien, hablando so­ bre la necesidad de guardar sus preceptos, dijo: "Estas co­ sas os he hablado, para que ... vuestro gozo sea cumplido" (S. Juan 15:10, 11), es decir, un regocijo completo y total. ¿Qué esperamos de la vida? ¿Que nos depare tristeza, o alegría; pesar, o contentamiento? La respuesta es obvia. Todos anhelamos disfrutar de gozo pleno. Y ahora que sa­ bemos cómo se obtiene, la pregunta que se impone es: ¿Estamos dispuestos a practicar una conducta de bien, en armonía con la voluntad del Creador? ¿Por qué será que tan a menudo solemos proceder de manera equivocada? Aun queriendo hacer lo bueno, con frecuencia hacemos lo malo, ¿verdad? 153

LA FÓRMULA DE LAS TRES "C"

A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓNI

PODEMOS LEVANTARNOS

El que hace estas cosas, no resbalará jamás"

Nuestra propia naturaleza humana nos traiciona vez tras vez. Y somos tan débiles para llevar a cabo nuestras mejores resoluciones, que ya desde antaño el profeta Je­ remías preguntaba: "¿Podréis vosotros hacer bien, estan­ do habituados a hacer mal?" (Jeremías 13:23). Pero esta pregunta, que señala nuestra incapacidad para obrar el bien, encuentra una respuesta alentadora en la palabra de San Pablo, quien escribió: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" (Filipenses 4:13). Sí, lo que no podemos hacer con nuestra limitada capacidad humana, podemos efectuarlo m ediante la intervención de Dios, quien nos fortalece y vence al mal que habita en nuestro corazón (S. Mateo 19:26).

(Salmo 15).

Pero la auténtica rectitud no sólo garan tiza bienestar y alegría completa. A quien obra rectamente, se le asegura además el premio de la eternidad. Morará con Dios,

"el que anda en integridad y hace justicia,

El autor de estas palabras es el rey David a quien nos he­ mos referido. Tanto antes como después de su penosa caí­ da moral, el monarca reconoció que la única forma de no "resbalar" consistía en vivir con integridad y mantenien­ do un comportamiento justo, recto y noble. Él llegó a comprender que un solo descuido del alma, o una sola negligencia espiritual, puede bastar para tomar la mala di­ rección que termine en fracaso y aflicción. Por eso, para no cometer nuevos errores ni incurrir en otros "resbalones", David oraba así en otrO de sus salm os: "Examíname, oh Dios ... y ve si hay en mí camino ele per­ versidad, y guíame en el camino eterno" (Salmo 139:2 3, 24). Éste fue su método predilecto para acrecentar su fo r­ taleza espiritual: oraba a Dios, pedía su dirección divina, y así vivía apartado del mal. Pero cuando se debilitó su co­ munión con Dios, se dejó llevar por la tentación y cayó, según ya lo vimos.

y habla verdad en su corazón. El que no calumnia con su lengua,

CONVERSANDO CON DAVID

ni hace mal a su prójimo,

Si hoy pudiéramos hablar con el rey David, bien po­

dríamos preguntarle: "¿Qué te pasó? ¿Tanto te atrapó la

tentación carnal? ¿Por qué no supiste resistir?" Y sin du­

da, él nos respondería más o menos así: "Fue un momen­

to de gran debilidad. En lugar de pedir la fuerza de Dios

para vencer, la pasión descontrolada me venció. Y luego

me sentí tan miserable, que sólo el perdón de Dios trajo

alivio a mi alma dolorida".

ni admite reproche alguno contra su vecino. Aquel a cuyos ojos el vil es menospreciado, pero honra a los que temen a Jehová. El que aun jurando en daño suyo, no por eso cambia. Quien su dinero no dio a usura, ni contra el inocente admitió cohecho.

154

De este diálogo verosímil, podemos extraer la siguien­ te reflexión: 155

A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓNI

(1) Todos somos víctimas de diversas tentacio­ nes, desde los más humildes hasta los más encumbrados de la tierra. (2) Cuando cedemos a la tentación e incurri­

mos en alguna forma de maldad, nuestro co­ razón se llena de culpa y perdemos la alegría de la vida. (¿Hemos visto por acaso a algún transgresor o delincuente feliz?) (3) Somos vencidos por la tentación cuando nos desconectamos de Dios. Interrumpir nuestra dependencia del Altísimo, es crear la debilidad que termina en la comisión del

LA FÓRMULA DE LAS TRES "C"

gría del corazón. Produce una Conciencia tranquila, libre de todo sentimiento de culpa. Pero cuando se incurre en un proceder incorrecto , y la voz de la conciencia así lo se­ ñala, es posible ir a Dios, confesarle el mal cometido, y re­ cibir su perdón, el cual es siempre portador de profundo regocijo. Así lo ilustra gráficamente la historia del hijo pródigo. El verdadero Contentamiento de la vida siempre pasa por la integridad, la corrección y el limpio comporta­ miento. No existe persona alguna que pueda ser realmen­ te feliz al margen de la ley de Dios. Las tres "C ", debida­ mente encaminadas, encierran una magnífica fórmula pa­ ra disfrutar alegremente de la vida.

maL

(4) La tristeza que resulta del mal proceder, da

paso al regocijo cuando Dios nos perdona.

Entonces desaparece el sentimiento de cul­

pa, y se restaura nuestra buena relación con

Dios.

(5) Como resultado, recuperamos la fuerza es­

piritual para obrar rectamente, y se afianza la

alegría de nuestro corazón.

A partir de allí se cumplen las palabras de San Pablo: "Gran ganancia es la piedad acom­ pañada de contentamiento " (1 Timoteo 6:6). Ciertamente, es un excelente negocio, que deja gran ganancia, vivir piadosamente (rec­ tamente) con el corazón contento. El alma realmente pura siempre es alegre.

En conclusión ... Las tres ceC" de este capítulo guardan una estrecha re­ lación entre sí. La buena Conducta asegura la paz y la ale156

157

CapítuLo 10

"LA LLAVE MAESTRA DE LA ALEGRÍA "Lo contrario de la alegría no es la tristeza. Es la incredulidad'~

ran cuatro niños. Estaban conversando en el recreo escolar acerca de cuál de ellos tenía el padre más rico. El primero dijo: "Mi papá tiene más plata que el de uste­ des, porque hace pocos días se compró un auto importa­ do cero kilómetro". "Entonces -dijo otro de los chi­ cos-, mi papá es más rico, porque acaba de construir una casa de fin de semana con pileta de natación. Yeso cuesta mucho más que un auto".

E

Un tercer niño dijo que su papá tenía tanto dinero en

el banco, que podía comprar todo lo que quisiera. M ien­ tras tanto, el cuarto niño guardaba silencio. Hasta que uno de sus compañeros le preguntó: ay tu papá, ¿cuánto tiene?" El chico, que provenía de un hogar humilde, vaci­ ló avergonzado por un instante. Pero luego respondió: "Mi papá tiene fe en Dios. Y todo lo que necesita se lo pi­ de a él, y Dios se lo da. Así que mi papá es más rico que el de todos ustedes". ¿No era realmente rico el padre de este cuarto niño? En un tiempo como el actual, cuando la mentalidad secular y materialista ha empobrecido tanto el espíritu humano, ¡cuán necesario es cultivar los valores esenciales del alma! 159

A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓNI

Mediante ellos se enriquece la vida y se alegra el corazón. y entre todos estos valores, la fe juega un papel funda­ mental. Sin embargo, ¿por qué será que tan a menudo es descuidada y hasta despreciada? ''A LA DERIVA"

Muchos consideran que han superado el "simple plano de la fe", y afirman que se guían sólo por la razón. Pero a los tales, ¿les va mejor así en su vida? ¿T ienen por eso más alegría? ¿Se sienten mejor íntimamente? Por causa de su incredulidad, una afamada cantante la­ tinoamericana confesó entre lágrimas poco tiempo atrás: "Voy a la deriva. Soy un náufrago. Me siento sola". Y a su testimonio podría sumarse el de notables ateos del pasado y del presente, quienes reconocen su angustia mental, su vacío interior y su desdicha emocional por carecer del va­ lioso apoyo espiritual que proporciona la fe cristiana bien vivida. Sin embargo, curiosamente, ¡cuántas de estas personas que carecen de fe en Dios siguen los dictados de la astro­ logía, la brujería y otras formas de pretendida adivinación para llevar un poco de paz a sus almas! Pero como si se tratara de vanos espejismos, estos caminos siempre termi­ nan en confusión y fallida ilusión. Resultados realmente decepcionantes. En contraste, ¡cuánta seguridad y alegría garantiza la verdadera fe en el Creador! El ateo niega la existencia de Dios. El escéptico no es­ tá seguro de Dios y vacila. El incrédulo duda y carece de fe. El agnóstico no conoce a Dios. Pero el creyente, en vir­ tud de su fe, ama a Dios y vive feliz con él. Tiene certeza, esperanza y fortaleza, porque recurre al Altísimo como su Padre y leal Amigo que nunca lo defraudará. 160

LA LLAVE MAESTRA DE LA ALEGRÍA

Fulton J. Sheen, destacado obispo ' auxiliar de Nueva York, escribió: "A pesar de nuestros esfuerzos por hallar contentamiento en lo temporal, fracasamos en ello. Por­ que así como el pez necesita el agua, y el ojo la luz; como el pájaro necesita el aire y el césped la tierra, así el alma necesita un Dios Infinito". Con razón el antiguo salmista dijo: "Mi alma tiene sed de Dios" (Salmo 42:2). Y "sed" significa ansias y necesidad. Tú, yo y todos los seres huma­ nos tenemos esta clase de necesidad, aunque no siempre lo advirtamos. Es el corazón que clama por lo fuerte, lo trascendente y lo eterno.

UN ACENTO ESPECIAL La conexión con el Creador mediante la fe en él pro­ porciona tanto beneficio, que hasta puede prevenir la en­ fermedad. Según un estudio realizado por el Dr. Jorge Comstock, de la Universidad John Hopkins, Estados Unidos, las enfermedades fatales del corazón entre las per­ sonas creyentes que asisten al templo son un 50% menos frecuentes que entre los que carecen de toda clase de fe.

y el mismo investigador añade que la fe religiosa tam­ bién parece actuar como preventivo contra algunas im­ portantes enfermedades, tales como el cáncer, la cirrosis, la tuberculosis y las dolencias del aparato respiratorio. Frente a esta reveladora información, ¿quién podría dudar de que la fe es un factor primordial de salud? En algunas ciudades existe la calle "Santa Fe"; y en va­ riados escritos aparece la palabra "fe". Pero en ambos ca­ sos suele estar erróneamente acentuada. Esta palabrita de una sola sílaba no debe llevar acento. Es un error ortográ­ fico acentuarla. Pero lo que es una equivocación en la or­ tografía, es un acierto en la vida del espíritu. La fe es una 161

A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓN!

virtud cardinal, en la cual debería ponerse especial acen­ to. Es decir, debería ser cultivada con marcado empeño, a fin de convertirla en la gran fuerza sustentadora de la vi­ da y promotora de la felicidad.

"j e reo en D·lOS.1" Cómo decirte...

Que las flores no pierden su color,

aunque las bañe la lluvia ...

Que las montañas no pierden su arrogancia, aunque los hombres trepen por ellas ... Que la bondad no pierde su vigencia,

aunque a veces no seamos buenos ...

Que la esperanza mantiene una ilusión, aunque todo parezca perdido ... Cómo decirte...

Que el sol sigue brillando después de cada lluvia ... Que la alegría vuelve a nacer después de ca­ da dolor... Que los amigos siguen amando,

aunque haya habido un traidor...

162

LA LLAVE MAES TRA DE LA ALEGRÍA

Que los niños siguen naciendo,

aunque muchos digan que no ...

Cómo decirte... ¡QUE YO CREO EN DIOS!

Tan ciertamente como la naturaleza mantiene su ritmo inalterable de vida, sin que nadie lo pueda cambiar, así la fe, la creencia firme en un Dios amante y todopoderoso, es la convicción inalterable del alma que nadie puede des­ truir. Por eso, como dicen los versos, yo creo en Dios. Por­ que me hace feliz, porque me libra de temores, porque es sostén de mi familia, porque ennoblece mis ideales, por­ que me convierte en hijo de Dios .. .

QUÉ ES LA FE La verdadera fe no es credulidad, superstición o El11;l­ rismo. Tampoco es una mera creencia o una doctrin a. Es , por encima de todo, confiar en Dios y apoyarnos en él. Es obtener alivio en el cansancio, y fuerzas para las cargas de la vida. Es recibir consuelo en el dolor, paz en la angustia, y alegría en medio de los pesares. Elena de White escribe: "La fe consiste en confiar en Dios, en creer que nos ama y sabe lo que es mejor para nuestro bien. Así, en vez de nuestro camino, nos induce a preferir el suyo. En vez de nuestra ignorancia, acepta su sabiduría; en vez de nuestra debilidad, su fuerza; en vez de nuestro pecado, su justicia". La fe es convivencia con Dios y dependencia de él pa­ ra toda necesidad. Y mientras el que vive sin Dios no pue­ de ser feliz, el que convive con él puede poseer verdadero 163

LA LLAVE MAESTRA DE LA ALEGRiA

A pesar de todo .. , ¡ALÉGRESE TU CORAZÓNI

pasa es que ellos no tienen un Padre celestial co­ mo el que cuida de nosotros",

buen humor y sana alegría. Con justa razón, la Sagrada Escritura aconseja: "No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón" (Hebreos 10:35). Sí, la fe o la confianza en Dios es altamente recompensadora. Asegura el galardón o el premio de una vida más próspera, más es­ table y más dichosa. No es extraño entonces que el rey Sa­ lomón haga esta exhortación: "Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu ptopia prudencia. Reconó­ celo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas" (Proverbios 3:5, 6).

La fábula pinta la insensatez de la humanidad ansiosa que, por carecer de confianza en Dios, es víctima del fre­ nesí de la vida moderna. ¿No tenemos acaso un Padre ce­ lestial, a quien podemos acudir confiadamente para hacer más grata nuestra vida? El mismo Dios amante que cuida de las aves y les ha enseñado a cantar, también asegura nuestro bienestar y quiere que cantemos de felicidad.

Siempre es reconfortante la lección de confianza ense­ ñada por Jesús. El Maestro nos recuerda que así como Dios cuida de las aves, a quienes nunca les falta el alimen­ to, él cuida también de nosotros en todos nuestros afanes. Además, si el Padre otorga admirable belleza a las flores, que duran tan poco tiempo , ¿cómo no nos dará mucho más a nosotros? Y Jesús concluye: "No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué ves­ tiremos? ... No os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal" (S. Mateo 6:25-34).

DIÁLOGO DEL CREYENTE Uno de los mayores privilegios de la vida consiste en poder hablar con Dios mediante la oración. Esta conver­ sación espontánea con el Creador brinda paz y alegría al

corazón. Orar es el resultado natural de la fe. El creyente se goza en hablar con el Padre celestial. ¿Para qué? Para

presentarle sus necesidades humanas, para obtener sabi­

duría, para conservar la buena salud, para mejorar la con­ vivencia con el prójimo, para desarrollar un buen carác­ ter, para cultivar la amistad con Dios, para tener éxito en toda actividad, para saber vivir con integridad ... En fin, orar es buscar todo lo bueno para la vida, y eliminar todo lo malo que haya en ella.

Con estas palabras, el Maestro reprobó las ansieda­ des, los afanes y las excesivas preocupaciones que tanto desgastan la vida. ¡Cuánto se consume el hombre depen­ diendo sólo de sí mismo para el cumplimiento de sus obligaciones cotidianas! ¿No le iría mejor dependiendo un poco más de Dios y confiando un poco más en la ayuda divina?

Este es un hábito tan saludable, que San Pablo escri­

be: "Orad sin cesar" (I Tesalonicenses 5: 17). ¡Cuánta

bendición proporciona hablar con Dios, y ser escucha­

dos por él! Porque, además, él responde nuestros ruegos.

Como lo aseguró Jesús: "Pedid, y se os dará; buscad, y

Cuenta una corta fábula que cierta vez el go­

hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que

rrión le dijo al jilguero: 'íCudnto me gustaría

pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le

saber por qué estos torpes seres humanos corren

abrirá" (S. Mateo 7:7, 8).

y sufren así!" Yeljilguero le respondió: "Lo que

165

164 ----L..

A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓNI

LA LLAVE MAESTRA DE LA ALEGRÍA

pañeras, ella, como mujer transformada, disfruta de una vida gozosa y renovada. Su mente ha dejado de ser un ba­ surero, para convertirse en un alhajero que atesora las me­ jores ideas. "Durante los últimos ochenta años he comen­ zado cada día de la misma manera. No es una Preguntémosle a esta mujer si cree en el poder de la fe rutina mecdnica, sino algo esencial para mi vi­ y en la eficacia de la oración, y nos responderá con una da diaria. Me dirijo al piano, y toco dos prelu­ emocionada y enfática afirmación. dios y fugas de Bach. No podría pensar en ac­ tuar de otro modo'~ • ¿Con qué frecuencia oramos a Dios?

El célebre violoncelista español Pablo Casals (1876­ 1973) declaró:

Si cada ser humano comenzara el día hablando con Dios -como Casals tocaba el piano-, ¡cuánta fuerza y cuánta bendición habría en los hogares! Habría gozo en cada corazón, yel mundo sería un sitio mucho más agra­ dable para vivir. ¡Si la gente orara más! ... Con más fe, más amor, y más humildad... De cuántos males se libraría en­ tonces, y cuánto más feliz sería su vida. EL RUEGO DE UNA MUJER Allí está Alicia, de Amsterdam, Holanda, que en lo pa­ sado vivió bajo las garras de la prostitución. Hoyes una buena amiga nuestra. Y hace un tiempo nos contaba que después de haber abandonado su vida libertina, su mente todavía alojaba los recuerdos negros de su pasado. No po­ día sacárselos de encima, por más esfuerzo que hacía. Es­ to era una angustia insoportable para su alma. Hasta que un día, con toda la fe de su naciente vida cristiana, oró fervientemente a Dios, para que quitara de su mente aquellos sucios recuerdos que no la dejaban vivir en paz. ¡Y Dios respondió la ferviente plegaria de esta mujer! Sus pensamientos hoy son puros y edificantes. Y mientras se ocupa en rescatar de aquel vil comercio a sus ex com­

166

• ¿Tenemos verdadera fe cuando oramos? • ¿Le pedimos al Altísimo que nos dé una

mente nueva, y quite de ella todo mal pen­

samiento?

• Sólo él puede darnos pensamientos de ale­

gría y de pureza.

• Dijo el salmista David: "Deléitate asimismo

en Jehová, y él te concederá las peticiones de

tu corazón. Encomienda a Jehová tu cami­

no, y confía en él; y él hará" (Salmo 37:4, 5).

"Pero pida con fe, no dudando nada; porque

el que duda es semejante a la onda del mar,

que es arrastrada por el viento y echada de una

parte a otra" (Santiago 1:6).

"Todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo

recibiréis" (S. Mateo 21:22).

PODER TRANSFORMADOR La fe es una fuerza transformadora. Ya lo dijo Jesús: "Si

tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este mon­

167

A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZ6N'

te: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposi­ ble" (S. Mateo 17:20). ¡Cuántas montañas de dificultades se desvanecen gracias a la fe sincera! El corazón apenado se vuelve alegre. El pesimista se torna optimista, el quejo­ so aprende a estar conforme, y el angustiado descubre la paz. Los problemas del hogar pueden cesar. El trabajo puede mejorar. La convivencia puede ofrecer grata satis­ facción. La vida entera toma un rumbo feliz cuando se ejercita la confianza en Dios. Un enorme camión cargado de chatarra avanza por la calle de la ciudad. Allí hay toda clase de hierro viejo yoxi­ dado, retorcido, sucio y aparentemente inservible. Pero poco después, los hornos de la gran fundición convertirán ese mismo hierro sucio en un metal útil para los usos más diversos. Lo viejo pasará a ser nuevo; lo oxidado, brillan­ te; y lo despreciado cobrará un alto valor. ¿No nos sentimos más de una vez como chatarra? Des­ lucidos por dentro, subestimados por los demás, y carga- . dos de flaquezas ... Pero todos podemos cambiar. Así co­ mo el fuego transforma el hierro viejo, el fuego consumi­ dor de Dios renueva la vida, la vuelve útil, y la llena de fe­ licidad. Tal es la transformación que sólo el Altísimo pue­ de producir en la intimidad del corazón del creyente, por obra de su divino Espíritu. EL CAMBIO DE UNA VIDA Hacia el fin del capítulo 4 hicimos referencia a un ami­ go mío, quien en los días de su juventud sufrió la ruina propia del alcoholismo. Él no vivía; apenas duraba. Con su mente embotada y su cuerpo debilitado por el vicio, ese triste muchacho seguía consumiendo de ocho a diez litros de vino por día. Y cuando en su aburrimiento de los 168

LA LLAVE MAESTRA DE LA ALEGRÍA

fines de semana añadía elevadas dosis de bebida blanca, su caso se tornaba desesperante. Se entregaba al ocio y a la pelea, con cualquiera y por cualquier motivo. Hasta que cierto día nuestro muchacho, dominado to­ talmente por el alcohol, salió perdedor en una de sus ha­ bituales peleas. Agredido por su enemigo circunstancial, que resultó ser su propio padre, y estando ambos igual­ mente ebrios, el muchacho cayó al suelo con una extensa y profunda herida en el torso. Y allí comenzó a desangrar­ se. Providencialmente, un desconocido que pasaba en ese instante por el lugar, advirtió el hilo de sangre que prove­ nía del interior de esa vivienda en construcción, y se pu­ so en acción. Rápidamente, el joven casi exánime fue llevado al hos­ pital más cercano, y luego a otro mejor equipado. Y du­ rante su larga convalecencia en ese segundo hospital, el muchacho recibió el apoyo espiritual que habría de cam­ biar el rumbo de su vida. Gracias al afecto y la orientación de varios creyentes, el joven paciente experimentó en su alma el poder transformador de la fe en Dios. Y esa noble fuerza interior despertó en él nuevos gustos y apetitos. Abandonó por completo la bebida. Con su salud milagrosamente recuperada, el mucha­ cho era ahora otra persona. Otro semblante, otro porte, otro corazón. Ya medida que crecía su confianza en Dios, fortalecía su voluntad para el trabajo y aumentaba la ínti­ ma alegría de su alma. La gente que lo había conocido an­ tes no podía creer el cambio que se había producido en el antiguo y peligroso bebedor. Pero era verdad. El toque de Dios lo había hecho una nueva persona. Si tú pudieras co­ nocerlo y hablar hoy con él, comprobarías la veracidad de este relato. Y tal vez terminarías diciendo: "Si la fe cristia­ na ha hecho tanto por este hombre, ¡cuánto yo quisiera 169

A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓNI

LA LLAVE MAESTRA DE LA ALEGRÍA

también atesorarla en mi corazón!"

nía muchas posesiones" (S. Mateo 19:21,22).

En la experiencia de este cristiano nacido de nuevo, se cumplen las palabras del canto: "Cuando Cristo vino a mi corazón, mi vida entera cambió". Y también se cumple la declaración de San Pablo, quien escribió: "Si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas" (2 Corintios 5: 17).

Jesús le ofreció al joven la mejor de las oportunidades y el mayor de los privilegios. En resumen, le dijo: "Con­ fía en mí, ten fe en mi enseñanza y sígueme". Pero el jo-' ven consideró que sus numerosas posesiones materiales tenían más valor que el futuro feliz que le ofrecía el Maes­ tro. Así que se fue sin aceptar la invitación. Pero "se fue triste" por haber preferido su riqueza material, antes que la riqueza espiritual que le había ofrecido Jesús.

"Cuando el Espíritu de Dios se posesiona del corazón, transforma la vida. Los pensamien­ tos pecaminosos son puestos a un lado, las ma­ las acciones son abandonadas; el amor, la hu­ mildad y la paz reemplazan a la ira, la envi­ dia y las contenciones. La alegría reemplaza a la tristeza, y el rostro refleja la luz del cielo" (Elena de White, El Deseado de todas las gentes, pág. 144).

DOS CASOS EN CONTRASTE El primero de estos dos casos lo ofrece el "joven rico" comentado en los Evangelios. Era un muchacho con grandes inquietudes espirituales. En la intimidad de su al­ ma estaba fascinado con la personalidad y la prédica de Jesucristo. y cierto día fue corriendo hacia él para formu­ larle una pregunta capital. Quería saber qué debía hacer para obtener la vida eterna. y mientras el Maestro le respondía la pregunta, el jo­ ven reveló la sinceridad y la nobleza de su corazón. Tanto que Jesús le demostró una profunda simpatía, y lo invitó a seguirlo como un discípulo suyo. Le dijo: "Anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres; oo. y ven y sígueme". Pe­ ro, "oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque te­ 110

Conversemos imaginariamente con este muchacho acaudalado. Preguntémosle: -¿Te parece que tomaste una buena decisión al recha­ zar la propuesta del Maestro? ¿Cómo te fue después? -Ese fue el gran error de mi vida -nos responde­ rá-. Seguí tan aferrado a mis posesiones, que las puse por encima de Dios. Y al final perdí la fe que tenía; y de nada me sirvió la riqueza que tanto me sedujo. Como re­ sultado, nunca llegué a ser realmente feliz. Y cuando qui­ se reaccionar, no tuve voluntad para volver a Dios. Habiendo despreciado la fe y la amistad de Cristo, el muchacho se quedó solo y triste. Con su bolsillo lleno, y su alma vacía. El segundo caso, no menos emblemático, nos presen­ ta a un hombre oriundo de Etiopía. Era un importante funcionario público que regresaba de Palestina a su país. y a poco de comenzar su largo viaje se puso a leer una porción de la Sagrada Escritura. Al principio no la en­ tendió. Pero después, gracias a la explicación que le dio el cristiano llamado Felipe, comprendió lo que estaba le­ yendo. Y allí mismo, en ese sitio desértico del camino, abrazó con fervor la fe cristiana, "y siguió gozoso su ca­ 111

A pesar de todo... ,ALÉGRESE TU CORAZÓN!

mino" (Hechos 8:39). H e ahí el contraste. El joven rico se alejó de Jesús, y

permaneció triste. El funcionario etíope, en cambio, se lle­ nó de fe en el Dios verdadero y fue feliz. Comprendió que la "llave maestra" de la genuina alegría consiste en confiar en Dios y seguir sus directivas de amor. Y si hoy pudiéra­ mos conversar con él, nos diría sin vacilar: "La fe cristia­ na cambió mi vida, y me hizo inmensamente feliz. Me dio lo que mi alma estaba necesitando".

CÓMO NACE Y CRECE Quizá tú digas: ''Acepto la importancia de la fe. Pero, ¿cómo se la puede poseer y desarrollar?" Para ello, recor­ demos el siguiente hecho ilustrativo. Cuando se constru­ yó el viejo puente sobre el río Niágara, entre Canadá y los Estados Unidos, uno de los problemas que debieron re­ solver los ingenieros fue cómo tender el primer cable de acero desde una orilla hasta la otra del río. Y la solución fue remontar un barrilete o cometa, que hicieron descen­ der sobre la orilla opuesta.

LA LLAVE MAESTRA DE LA ALEGRÍA

na Palabra, se irá fortaleciendo hasta lograr una conexión firme y segura con el Altísimo. Soportará así con éxito el peso y las cargas más variadas de la vida. Se trata, pues, de una fe práctica, activa y dinámica, que crece a medida que se la ejercita. No es meramente contemplativa, sino rica en acciones de bien, que llenan el corazón de felicidad. Por eso Jesús aconseja: "Tened fe en Dios" (S. Marcos 11 :22).

En una paÚlbra... La enorme fuerza espiritual de la fe es la "llave maes­ tra" que abre la puerta hacia una vida alegre y feliz. Real­ mente, "Felicidad se escribe con fe"·

De ese modo, un delgado hilo unió inicialmente am­ bas orillas. Luego, a ese primer hilo se le ató un cordón, y al cordón una soga, y a la soga el primer cable de acero. Y así, siempre tirando desde un extremo, se fueron pasando nuevos cables y cada vez más gruesos. Por fin, el puente internacional quedó terminado, listo para soportar toda clase de tránsito. Algo semejante ocurre con la fe del cristiano. Nace dé­ bil, como el delgado hilo de un barrilete. Pero alcanza pa­ ra llegar a la otra orilla, a Dios. Luego, esa fe debidamen­ te cultivada mediante la oración y alimentada con la divi­ 172

173

Capítulo 11

DEL COMIENZO AL FINAL DE LA

CARRERA "De un extremo aL otro de La vida, tú tienes derecho a ser feLiz. EL ansia de La feLicidad siempre está en ti; no La puedes apagar" (H. Noble).

unque la vida comienza con el llanto del recién naci­ do, todos tenemos derecho a la alegría de vivir. Pero la alegría a menudo se muestra esquiva: durante la niñez, por problemas del hogar; durante la adolescencia, por fal­ ta de apoyo y orientación; durante la juventud, por deja­ dez y carencia de ideales; durante la madurez, debido a malas decisiones y a pobres realizaciones; y en los años de la vejez, por causa del vacío y el decaimiento general.

A

Sin embargo, estas etapas de la vida -cuando son apoyadas y encaradas con sensatez- pueden otorgar bie­ nestar y gozo interior. Por eso, más de una mujer crecida suele decir: "Yo tuve una juventud feliz, con buenas ami­ gas y padres que me rodearon de amor". O bien, un an­ ciano, con sus fuerzas ya menguadas, puede asegurar: ''A pesar de mis años, todavía me ocupo en tareas útiles, y tengo algunos sueños en mi corazón" . A toda edad es posible gozar de estimulante alegría. Pe­ ro tal vez la juventud y la ancianidad constituyan el ma­ 175

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A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓNI

yor desaHo. En el primer caso, porque se trata de la pre­ paración para la vida. Y en el segundo, porque se quiere disfrutar de todo lo aprendido y acumulado en los años anteriores. Siendo así, dediquemos el presente capítulo a comentar estos dos tramos esenciales de la vida, a la luz del anhelo universal de felicidad.

ANTESALA DE LA MADUREZ La adolescencia, y particularmente la juventud es el tiempo de la alegría fácil y soñadora. A lo menos así de­ bería ser. Pero no siempre es esto lo que ocurre. Allí está Ricardo, un joven de 24 años de edad, quien nos escribe muy preocupado de esta manera: "No sé qué me pasa, pe­ ro me siento viejo por dentro. Me cuesta estar conten­ ro" ... Ricardo tiene buena salud y un futuro por delante. Pero en lugar de estar animado, confiesa sentirse desgana­ do, sin metas definidas por delante. Éste es uno de los tantos muchachos que han perdi­ do la alegría de vivir. Comenzó a amargarse por causa de algunos pequeños problemas. Luego, terminó quejándo­ se por rodo, sin reconocer siquiera los hechos agradables que le ocurrían. Y si no cambia, ¿qué futuro le espera? Quien a los 24 años se siente viejo, ¿cómo se sentirá en­ tonces a los 50?

y pensar que Ricardo no está solo en su condición. ¡Existen tantos otros muchachos y chicas parecidos a él! ... ¿Cuál es tu caso? Analízate mediante estas pocas preguntas: 1. ¿Sé alegrarme por las cosas buenas de la vida? 2. ¿Tengo algún plan definido para mi futuro?

¿Cuál es? Si es bueno, ¿estoy luchando por

176

DEL COMIENZO AL FINAL DE LA CARRERA

alcanzarlo? 3. ¿Cuánto afecto sé demostrar a las personas

que me rodean?

4. ¿Disfruto sanamente de mi juventud, o tien­

do a la melancolía y al pesimismo?

Quizá tus respuestas te ayuden a descubrir tu edad in­ terior y la calidad de tus emociones. Recuerda la admira­ ble actitud de aquel anciano de 102 años, que se caracte­ rizaba por su buen humor. Cuando una vez le pregunta­ ron cuál era el secreto de su alegría, él explicó: "Al levan­ tarme por la mañana, puedo elegir entre estar triste y es­ tar alegre; pero siempre elijo la alegría". Contigo pasará lo mismo: tu tono emocional depende­ rá en alto grado de tu propia decisión. El temperamento individual tiene su importancia. Pero la juventud del co­ razón, en definitiva, es resultado de una elección cons­ ciente y de un esfuerzo constante. Por eso, el rey Salomón da este consejo a todo joven por igual: ':Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón en los días de tu adolescencia; y an­ da en los caminos de tu corazón y en la vista de tus ojos; pero sabe que sobre todas estas cosas te juzgará Dios" (Eclesiastés 11 :9).

Sí, ésta es una invitación a disfrutar de la verdadera alegría de la vida, desde la misma adolescencia. Todo muchacho o chica está llamado a sentirse bien, con gozo interior. No hay razón para que un joven, en el mismo umbral de la vida, deba sentirse triste, solitario o deso­ rientado. Sin embargo, lamentablemente esto es muy co­ 177

A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓN!

mún. De ahí la importancia del consejo de Salomón: "¡Goza de la vida, y sé feliz!" ¡Hay tantas maneras de go­ zar sanamente de la juventud! Sé feliz, pero a la vez recuerda que en todas tus accio­ nes "te juzgará Dios". Esto no implica restringir tu inicia­ tiva, o limitar tu alegría. Más bien, señala la necesidad de unir la alegría con la integridad moral. Y esto no sólo es posible, sino que es la única forma de poder gozar de au­ téntica felicidad. Mezclar la conducta incorrecta con la genuina alegría, es una mezcla imposible: la incorrección siempre desalojará el gozo del corazón. ,

PARA GOZAR DE TU JUVENTUD Si tuvieras que mencionar los elementos o factores de una juventud feliz, ¿cuál sería tu lista? ¿Qué cosas inclui­ rías sin falta, y cuáles otras dejarías afuera? Tu lista revela­ ría tu escala de valores y tus sueños juveniles. Te exigiría autoanalizarte y conversar con tu propia conciencia. A ver si coincides con esta lista de 8 puntos que, más que mía, es la combinación de muchas otras, provenien­ tes de chicas y muchachos que alcanzaron un grado satis­ factorio de alegría juvenil. Aquí está la lista:

1. Tener un ideal elevado para la vida.

Esto significa tener una meta, y saber hacia dónde orientar los esfuerzos que aseguren una juventud exitosa. Naturalmente, ese ideal deberá armonizar con la vocación y las aptitudes personales. Cada cual cultivará sus propios talentos como mejor pueda, y con ellos sabrá darle un rumbo acertado a su vida. 178

DEL COMIENZO AL FINAL DE LA CARRERA

2. Cultivar amistades sanas.

¿Estás de acuerdo con este segundo punto de la lista? ¡Cuántos muchachos y chicas han fracasado, y cuántos otros han triunfado en sus esfuerzos debido a la influen­ cia de sus amistades! Un buen amigo es un apoyo y un estímulo durante los años de la adolescencia y la juven­ tud. Tener buenos amigos combate la soledad, ennoble­ ce los sentimientos y da felicidad. Particularmente, las buenas amistades favorecen la madurez social yenrique­ cen el discernimiento para la elección del compañero o compañera de la vida.

y si llegada la hora sabes elegir bien, eso podrá deter­ minar la alegría del resto de tu vida. Porque un buen no­ viazgo no es otra cosa que el anticipo de una familia feliz. 3. Evitar los vicios.

Éste es un importantísimo factor de bienestar juvenil. ¿Cómo un muchacho o una chica que desee triunfar en la vida podría, al mismo tiempo, envenenarse con el tabaco, debilitarse con el alcohol, o arruinarse con la droga? ¿O cómo podría entregarse a excesos de diversa índole, y a la vez aspirar a una vida sana y feliz? Los malos hábitos siem­ pre conducen al fracaso y la desdicha. Y si no, observa a un joven vicioso, y comprobarás los estragos inevitables de una conducta irregular. Sólo la vida ordenada y de buenos hábitos puede ga­ rantizar una juventud radiante y exitosa. La virtud siem­ pre es más gratificante y paga mejores dividendos a quien la cultiva. 4. Aceptar las limitaciones propias.

Esto es lo que afirma más de un joven. Y es verdad; 179

A pesar de todo... ,ALÉGRESE TU CORAZ6N!

DEL COMIENZO AL FINAL DE LA CARRER

porque no todos somos iguales ni podemos alcanzar el mismo nivel de desarrollo. Lo que sí importa es que tú ha­ gas lo mejor de tu parte, con el mayor empeño posible, y logres todo lo que puedas, aunque sea menos que tu veci­ no. Esto te evitará vivir por comparación, o incurrir en la­ mentable envidia.

avanzará en sus proyectos de vida. Será rebelde a la me diocridad y amante de la excelencia. Tus allegados elogi rán tu responsabilidad, y esto te hará feliz.

Un joven cabalmente responsable es un capital hum no de primer orden en la sociedad actual. Procura ser e muchacho meritorio, esa chica distinguida.

Tú puedes, quizá más de lo que imaginas. Pero no eres omnipotente. Y no te sientas mal al aceptar tus limitacio­ nes personales, porque todos las tenemos. Métete de alma en tu oficio, en tu estudio, en tu vocación. Conserva tu autoestima, y vivirás satisfecho.

7. Aprender de los mayores.

Los jóvenes consultados consideraron que también i cluirían en su lista este factor de la alegría juvenil. ¿Coi cides con ellos? Aprender de los mayores significa sab escucharlos y respetar su experiencia. Quizá muchos ellos fracasaron o se golpearon en su vida, porque no t vieron a tiempo el consejo oportuno de una persona m yor. Yen contraste, cuántos otros podrían reconocer q triunfaron gracias a la palabra orientadora de una pers na adulta. De manera que tú puedes asegurar tu éxito y alegría consultando y escuchando a tus mayores: a tus p dres, a tus maestros, y a otros adultos de tu confianza.

5. Asegurar el futuro. ¿Qué significa esto? Ni más ni menos que aprovechar al máximo tu presente, tu tiempo, tus oportunidades, tu vitalidad juvenil... Hoy estás labrando lo que serás ma­ ñana. Y quien piense que todavía tiene mucho tiempo para hacer lo que es debido, pudiendo hacerlo hoy, ini­ cia con semejante error mental el camino de la desidia y la derrota.

La historia está llena de chicas y muchachos que d preciaron la dirección de sus padres, o que se rebelar contra el mundo adulto. Y hoy son jóvenes o person adultas que han perdido la alegría de vivir. Sólo destil hostilidad y amargura. Quisieron "hacer la suya", y así fue. Que nunca pase tal cosa contigo.

Se afirma: "Lo que es pasado es prólogo". Es decir, lo que hemos vivido ayer es el "prólogo", el comienzo y el rumbo del día de hoy. Si deseas tener un futuro próspero y feliz, asegúrate de que hoy estés escribiendo correcta­ mente el prólogo de tu vida, que se llama juventud

6 Ser responsable.

8. Acordarse de Dios.

Tú lo sabes muy bien. El joven responsable termina siendo confiable. Todos lo aprecian, lo buscan y lo reco­ miendan. Porque es puntual, cumplidor y esmerado. El muchacho o la chica responsable siempre tendrá trabajo y

Aquí está la sustancia de la vida. Con razón el sabio lomón dijo: "Acuérdate de tu Creador en los días de tu ventud, antes que vengan los días malos, y lleguen años de los cuales digas: No tengo en ellos contentami

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A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓNI to"

(Eclesiastés 12: 11).

¿Qué es acordarse de Dios? Es cultivar la fe en él, y re­ currir a él en todo momento, sea para pedir la ayuda di­ vina como para agradecer su bondad. Es junto a Dios donde mejor madura la vida, y donde está la fuente de la felicidad. A su lado "hay plenitud de gozo, y delicias ... pa­ ra siempre", decía el salmista bíblico (Salmo 16: 11). Mientras que la incredulidad genera vacío existen­ cial, la fe sincera en Dios colma de paz y de dicha la vi­ da, aun desde la misma juventud. ¡Haz la prueba! ¡Ve­ rás que es verdad! CON GANAS DE VIVIR Sobre la base de la lista precedente, amigablemente quisiera decirte: ¡Enciende tus ansias de vivir! Cultiva tus dones y aptitudes. "Ninguno tenga en poco tu ju­ ventud" (San Pablo). Muéstrate positivo y optimista. No dejes que tu corazón se desaliente o deprima por causa de algún problema. Si llegaras a caer, levántate y perse­ vera en tus esfuerzos. Y si te decepcionara el mal ejem­ plo de algún adulto, no por eso te derrumbes ni mucho menos lo imites.

DEL COMIENZO AL FINAL DE LA CARRERA

de su vida, y antes de mucho se convirtió en el insigne apóstol San Pablo. Entonces, como seguidor de Cristo fue feliz y señaló a otros el camino de la felicidad.

Aquella sola oración sincera de Saulo le cambió la vi da. ¿No podría ocurrir hoy lo mismo en tu juventud? Sin duda que sí. Por eso, habla con Dios; escucha luego su vo en su divina Palabra yen lo hondo de tu conciencia; y é te llevará de la mano hacia la suprema alegría.

Por último, recuerda: ¡Disfruta del viaje! Sí, del viaje de la vida. No sólo esperes tener alegría cuando llegues a la meta, o cuando cristalices tus planes. Desde ahora mientras avanzas hacia tu destino, puedes gozar de ru pequeños logros cotidianos. Que todo lo que hagas, lo que sientas, lo que converses y lo que observes se con vierta en los pequeños placeres de tu rutina diari a. En tonces podrás decir con el salmista: "Éste es el día que hizo el Señor; nos gozaremos y alegraremos en él " (Sal mo 118:24).

Viviendo cada día de esta manera no serás abúlico transgresor, fracasado o melancólico. Serás un joven em prendedor, virtuoso, vencedor y feliz. Tu alma estará de fiesta, y tu rostro se mantendrá radiante.

Ata tu vida a la cumbre de un ideal elevado, y lucha ca­ da día por alcanzarlo. Y si te detienes temporariamente, vuelve a la lucha con renovado ahínco. Así se vive y se go­ za la juventud. Y si por momentos te sientes solo y deso­ rientado, sin saber qué hacer, recuerda la experiencia de Saulo, aquel joven de la antigüedad que en la mayor cri­ sis de su vida, le rogó a Dios: "Señor, ¿qué quieres que yo haga?" (Hechos 9:6).

Y ahora, tiene más años vividos que los que tiene po vivir... Sus sienes están plateadas ... Ha comenzado su ter cera edad ...

Al seguir la instrucción divina, Saulo cambió el curso

Éste es el otro tramo de la vida que merece vivirse co

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y el joven creció, luchó, maduró, y se hizo hombre ... mujer... Alcanzó metas, logró ideales, trazó una estela .. .

LOS AÑOS QUE RESTAN

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A pesar de todo.. . ¡ALÉGRESE TU CORAZÓN'

especial alegría. Todos los gerontólogos afirman que esta etapa puede ser fuerte y agradable, siempre que sepa ocu­ parse el tiempo en algo útil y mantenerse el optimismo del espíritu. Recientes estudios revelan que existe un índi­ ce mayor de longevidad entre las personas que se mantie­ nen ocupadas y se esmeran por ser felices. La edad avanzada no necesariamente inhabilita para el trabajo. Bertrand Russell, premio Nóbel, célebre filósofo y matemático británico, pasados sus 80 años de edad cumplía su jornada de trabajo y caminaba ocho kilóme­ tros seguidos cada día. Benedetto Croce, uno de los me­ jores filósofos italianos del siglo XX, a los 89 años conti­ nuaba trabajando diez horas por día. Arturo Toscanini, a los 87 años seguía dirigiendo su orquesta sinfónica. Hom­ bres con más de 70 años condujeron importantes nacio­ nes, tales como K. Adenauer en Alemania, De Gaulle en Francia, Bresniev en la Unión Soviética, y R. Reagan en los Estados Unidos. ¡Cuántos, cuántos otros nombres po­ drían añadirse a esta lista! Según explica el Dr. Leopoldo Salvarezza en sU: cátedra de Psicología de la Tercera Edad, en la Universidad de Buenos Aires, "la vejez es algo inevitable, pero cada per­ sona es dueña de un resorte propio, subjetivo, que le ayu­ da a decidir cuándo y para qué es vieja". Y como ejemplo recuerda el caso de John Glenn, el astronauta que a los 77 años realizó un nuevo viaje espacial. Él quería mostrar que podía hacerlo. Y así reveló que a su edad es mucho mejor estar dentro del cohete que sentado en una silla mi­ rando cómo despega. ¿No es éste un ejemplo que puede movilizar a otras personas sanas de la edad de Glenn? ¡Cuántos se enferman de ocio poco después de su ju­ bilación! Y más tarde fallecen sin que pueda detectarse al­ guna causa física aparente. Tim LaHaye, autor de Cómo 184

DEL COMIENZO AL FINAL DE LA CARRER

vencer la depresión, advierte: "¡Cuidado con la obsesi jubilatoria! La mente humana puede adaptarse práctic mente a todo, pero no a la ociosidad". La reja del ara brilla cuando está en uso, pero se oxida cuando perman ce quieta. ¿Cuál de estas opciones prefieres para tu vida

Si le tuvieras temor a la tercera edad, piensa que h sobrados motivos para recorrer con gozo este tramo d camino, sin resentimiento ni malos recuerdos. Una señ ra nos escribía de esta manera: "Tengo 73 años, y sien la extraña sensación de estar de más en la vida, y no ten motivos para vivir". Pero esta pobre mujer estaba llena rencores, sin el afecto de sus hijos, porque ella misma h bía fallado en la crianza de ellos. Y ahora, cargada de cu pa, su tristeza la estaba consumiendo. Su envejecimien era más anímico que físico.

En tal sentido, cuán aleccionador es el ejemplo d apóstol Pablo, quien dijo de sí mismo: ''Aunque este nue tro hombre exterior se va desgastando, el interior no ob tante se renueva de día en día" (2 Corintios 4:16). M diante su fe y su servicio de amor, Pablo conservaba la v talidad de su espíritu. Lejos de abandonarse anímicame te, o incurrir en actitudes egocéntricas, él declaró: "Ni e timo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que aca mi carrera con gozo" (Hechos 20:24). La alegría cristia dominaba su corazón. Y su experiencia prueba que esto posible en la vida de todo creyente, no importa cuál s su edad.

Supongamos que tú tuvieras entre 65 y 75 años edad, y te preguntaran qué planes tienes para este añ ¿cuál sería tu respuesta? Esa misma pregunta se la hicier al Dr. Juan Filloy cuando tenía 102 años de edad, 1996. y su respuesta fue: "Editar tres libros". En su lar carrera judicial como abogado en la ciudad de Río Cua

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A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓNI

to, Argentina, Filloy había desarrollado una intensa acti­ vidad cultural, social y profesional. Y ahora no estaba dis­ puesto a quedarse con los brazos cruzados. El entusiasta anciano tenía planes por delante: editar varios libros. Yeso lo mantenía animoso y fortalecido. ¿Cuáles son tus propios planes? En tu condición de jubi­ lado, ¿tienes algunos sueños que desearías concretar? ¿Có­ mo ocupas las horas de cada día? ¿Te deleitas en hacer al­ go útil que te mantenga ocupado y entretenido? ¿Cami­ nas, o ayudas a alguien hasta donde tu salud te lo permi­ te? Un veterano de la tercera edad dijo que en ese segmen­ to de la vida, se debe: "Comer la mitad, caminar el doble, y reír el cuádruple". ¿No es ésta una forma inteligente de encarar la vejez y retener la alegría de vivir?

DIÁLOGO CON UN VETERANO Después de una vida de noble servicio cristiano jun­ to con su esposa Margarita Legarda, mi tío Nicolás em­ prendió una labor singular a los 74 años de edad: la pre­ paración de la Biblia "Nueva Reina Valera". Fue una ta­ rea paciente, minuciosa y concienzuda que le demandó un período de diez años. Pero tras semejante esfuerzo in­ telectual, durante toda una década, obtuvo un producto encomiable, que hoy está llevando bendición a multitud de lectores. Como resultado de este vasto trabajo no sólo fue dis­ tinguido con un doctorado honorífico, sino que enrique­ ció su mente y fortaleció su espíritu. Y con su intelecto alerta, mantuvo mejor la salud de su organismo. Hoy Ni­ colás, con sus 93 años, siempre tiene algo para hacer. Aca­ ba de editar su autobiografía. Y con su actitud positiva y su notoria espiritualidad, es una inspiración para todos 186

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los que lo conocen. Un representante de la tercera ed digno de ser emulado.

Pero en este sector del capítulo, quisiera además co partir contigo el corto diálogo que mantuve con otro el Dr. David Rhys, maestro de alma y señor del aula. H jo de una familia galesa de la Patagonia, David se carac rizó desde joven por su espíritu esforzado y luchador. E tre otros logros académicos, obtuvo sus títulos de pro sor de Matemática y Geografía, y doctor en Geocienc Casado con Adela Chaij, dedicó con ella 44 años a la cencia y a la administración educativa.

Al verlo tan lúcido y vital en sus 83 juveniles años he formulado algunas preguntas, cuyas respuestas son u contribución al tema que estamos desarrollando. Tal sus conceptos sean de interés directo para ti, o bien p algún allegado tuyo que haya alcanzado la tercera edad a quien tú quisieras beneficiar con estas ideas. Aquí va síntesis de nuestro diálogo:

-David, al mirar hacia tu pasado y ver cómo D bendijo tu vida, ¿qué sentimientos predominan hoy en corazón?

-Mi alma se llena de gratitud al ver cómo Dios g mis pasos, y corrigió mis errores. He tenido buenos dres cristianos; y he podido disfrutar de la familia que f mé con mi esposa, quien fue mi apoyo incondicional las horas de paz y de turbulencia. ¡Canto de alegría por do lo que Dios me dio! -¿En qué ocupas actualmente tu tiempo?

-Colaboro voluntariamente con el Geoscience R search Institute (Instituto de Investigación de Geoci cia) en su tarea de armonizar la ciencia con las verda

A pesar de todo... ,ALÉGRESE TU CORAZÓNI

bíblicas. Continúo como redactor de la revista Ciencia de los orígenes. Hago ejercicio, mediante caminatas y trabajo al aire libre. Leo y asisto a conferencias, conciertos, etc. Ahora estoy publicando el libro La Patagonia que canta, que contiene las memorias inéditas de mi abuelo acerca de la colonización en la Patagonia; y estoy escribiendo mis propias memorias, cuando me da el tiempo. -Con tus años ya cumplidos, y con tu experiencia acumulada, ¿qué consejo le darías a una persona de la ter­ cera edad, a fin de que pueda gozar de bienestar y alegría? -Me limitaré a unas pocas ideas: (a) Si te es posible, dedica una parte de tu tiempo a al­ guna tarea voluntaria. No te dará dinero, pero te dará una gran satisfacción. (b) Planea pasar parte del día en comunicación con tu cónyuge. Puede ser mediante un trabajo en común, o una simple caminata. Pero dos seres en la misma casa sin co­ municarse conspira contra el bienestar de ambos. · (c) Desarrolla alguna actividad física (caminata o ejer­ cicio), y conserva alerta tu mente mediante el estudio y la lectura. No tengas temor de iniciar alguna forma de estu­ dio que sea de tu interés.

DEL COMIENZO AL FINAL DE LA CARRERA

(f) Fortalece tu relación con Dios por medio de la ora­ ción, el estudio de la divina Palabra, y la contemplación del maravilloso mundo natural que te rodea. Así, tu ter­ cera edad podrá ser la de mayor satisfacción.

Hasta aquí la palabra del Dr. David Rhys, quien re­ vela una profunda gratitud a la vida y a Dios, quien se mantiene ocupado de acuerdo con sus posibilidades per­ sonales, y quien comparte consejos útiles que él mismo practlca.

SIN TEMOR No le temas a la vejez. Recíbela con naturalidad y con valor. Vendrá acompañada de algunos achaques y limi­ taciones. Pero recuerda que hay una sola forma de evitar estos males: o morirse antes, o conservar la juventud del corazón; es decir, vivir inteligentemente los años de la tercera edad. Concéntrate en lo agradable de la vida: las buenas ac­ ciones, los buenos recuerdos, los buenos amigos, las bue­ nas lecturas ... Todo esto te hará sentir mucho mejor.

(d) Infórmate de los adelantos y los cambios del mun­ do. Acompaña los avances de tu profesión. Esto conserva­ rá la frescura de tu mente.

No te preocupes por las canas de tu cabello, sino por las de tu alma. Lo importante es que no se encanezcan las ideas y los pensamientos. Allí adentro yace el secreto de la frescura de la vida. Y lo mismo cuenta para quien haya quedado con poco cabello. ¿Va a perder la alegría por esa causa? Siempre importa mucho más la inteligencia de la cabeza que los pelos que haya en ella. ¿No te parece?

(e) Cuida tu salud. No abuses de tu alimentación. Haz­ te un examen médico anual. Pero no te vuelvas obsesivo en el cuidado de tu salud, al punto de perturbarte o deprimir­ te. Conserva una disposición siempre alegre y positiva.

Inspírate en el buen ejemplo de alguna persona longe­ va. Pero no te apenes, ni mucho menos te dejes invadir poi la envidia, si no tuvieras la misma salud o las mismas posibilidades que la tal persona. Sé tú mismo, o tú mis­

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ma. Disfruta de lo que tienes, o de lo que eres. Conserva un corazón agradecido. Hay tantas razones para ello: ... los años ya cumplidos, los trabajos realiza­ dos, los afectos cultivados ... Y si en algo has fallado en tu vida, Dios te perdonará, y activará la paz y la alegría de tu alma. Mira con ojos de comprensión y de indulgencia a los que vienen detrás de ti. No te alteres si ellos no te brin­ dan la debida consideración. Ellos son lo que tú eras cincuenta años antes: sin experiencia y necesitados de aprender.

y cuando la puerta de la vida se esté por cerrar, no le temas a la muerte. El creyente que se apoya en Dios cie­ rra apaciblemente sus ojos cuando le toca su hora. Y sien­ te como dijo el salmista David: "Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú es­ tarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán alien­ to" (Salmo 23:4). El cristiano sabe que su muerte no es un salto al vacío, sino un paso al descanso y a la eternidad.

¡Señor, enséñame a envejecer! Señor, enséñame a envejecer como cristiano. Convénceme de que no son injustos conmigo: -los que me quitan responsabilidad; -los que ya no piden mi opinión; -los que llaman a otro para que ocupen mi puesto.

DEL COMIENZO AL FINAL DE LA CARRERA

-contribuyendo con mi optimismo y mi ora­ ción, a la alegría y al entusiasmo de los demás. -viviendo en contacto humilde con el mun­ do que cambia, sin lamentarme por el pasado que ya se fue ... -D. Betancourt (adaptado).

En este capítulo hemos intentado destacar que la ale­ gría de la vida es accesible a toda edad, incluyendo de mo­ do particular la juventud y la ancianidad. Y el hecho de que haya jóvenes que se sientan envejecidos, y ancianos que se muestren radiantes, indica que la genuina alegría depende en alto grado de las actitudes del corazón.

Si eres joven, pregúntate: Por lo general, ¿me siento contento? ¿De qué manera venzo mis momentos de fasti­ dio? ¿Conozco el secreto de la verdadera alegría?

y si estás en la tercera edad, pregúntate: ¿Tiendo al de­ saliento, o conservo alegría en el corazón? ¿Le agradezco a Dios por los años que me ha dado? ¿Qué hago para com partir una nota de alegría con los demás? "Del comienzo al final de la carrera" tú puedes gozar de legítima alegría. No permítas que nada ni nadie la quite de tu corazón. Porque si la pierdes habrá nacido la noche de tu alma.

Pero ayúdame, Señor, para que todavía sea útiL 190

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Capitulo 12

HACIA LA ALEGRÍA SUPREMA Mientras haya corazones doloridos, hogares divididos, cuerpos desnutridos y enfermedades incurables, ¿podría existir verdadera alegría sobre la tierra? ¿ Qué remedio puede haber para esta desventura humana?

E

n la introducción de su libro Hacia un mundo sin ne­ cesidades, Pablo Hoffman afirma: "Si usted ha comi­ do bien en las últimas horas; si habita en una casa abri­ gada y con corriente eléctrica; si viste ropas adecuadas, y espera vivir lo suficiente como para ver mayores a sus hi­ jos ... Si usted goza de alguna de estas ventajas, usted for­ ma parte de una pequeña minoría. Y si llega a tenerlas todas, usted se encuentra entre los pocos favorecidos de la tierra". Las dos terceras partes de la humanidad carecen de las ventajas mencionadas. Centenares de millones de perso­ nas padecen crónicamente de hambre, pobreza, ignoran­ cia y enfermedad. Y mientras éstos deben soportar tales padecimientos, apenas una exigua minoría de la humani­ dad goza de los adelantos del m undo desarrollado y mo­ derno. Ante semejante contraste y desigualdad, ¿cómo podría haber satisfacción y alegría para todos por igual? 193

A pesar de todo... ,ALÉGRESE TU CORAZ6N!

Unos contentos, los otros descontentos; unos en la abun­ dancia, los otros en la miseria; unos con alimento, los otros con el estómago vacío ... Muchos millones de estos infortunados se parecen a aquel hombre que, en medio de la selva, se vio persegui­ do por una bestia feroz. Cuenta la leyenda que el hombre huyó, hasta que por fin pudo meterse dentro de un pozo seco. Pero para su horror vio que en el fondo del pozo ha­ bía un dragón, que amagaba con lanzarse sobre él para de­ vorarlo. Viéndose así ante tan terrible peligro, el hombre se agarró de un pequeño árbol que crecía entre las grietas del pozo. Pero allí observó espantado cómo dos ratones estaban royendo el tronco del árbol. Arriba rugía la bestia feroz, abajo el dragón amenazan­ te, y en el tronco los dos ratones que pronto derribarían el árbol. ¿Qué podía hacer el hombre en esa horrible si­ tuación? Ésta es precisamente la lección de la leyenda: la impotencia humana frente a los grandes problemas del hombre y del mundo.

NUESTROS DÍAS Frente a un mundo tan lleno de necesidades y proble­ mas insolubles, cabe la pregunta: ¿Cómo podríamos al­ canzar una alegría plena? ¿Cómo podríamos calmar la an­ gustia del corazón humano? ¿Cómo podríamos construir familias de completa armonía? Humanamente, esto sería imposible. Sin embargo, existe un camino de salida, que puede conducir a la "alegría suprema". Y éste es justamen­ te el apasionante tema del presente capítulo. Comencemos diciendo que no debería sorprendernos el estado actual de la humanidad. Ya desde los días apos­ tólicos se había anticipado que éstos serían "tiempos peli194

HACIA LA ALEGRiA SUPREMA

grosos". Y se aclara por qué. "Porque habrá hombres ama­ dores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blas­ femos, desobedientes a los pad res, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, cal umniadores, intemperan­ tes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impe­ tuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella" (2 Timoteo 3:1-5). ¿No son éstas las lacras morales que arruinan al mun­ do y roban la alegría del corazón? Sí, allí está la base des­ compuesta de todas las miserias y las desgracias de la hu­ manidad. Y como resultado, bien puede aplicarse a nues­ tro tiempo lo dicho por el profeta Isaías: "Se destruyó, ca­ yó la tierra; enfermó, cayó el mundo; enfermaron los al­ tos pueblos de la tierra. Y la tierra se contaminó bajo sus moradores; porque traspasaron las leyes, falsearon el dere­ cho, quebrantaron el pacto sempiterno" (Isaías 24:4, 5). ¡Cuán patéticamente se cumplen estas palabras delante de nuestros propios ojos! Para peor, los malvados no sólo realizan sus acciones perversas, "sino que también se complacen con los que las practican" (Romanos 1:32). Es decir, fomentan, estimu­ lan y aplauden la proliferación del mal. Y así forman aso­ ciaciones ilícitas dedicadas a toda forma de maldad. Éstos son los transgresores que, de manera encubierta, se mue­ ven y socavan la tranquilidad del pueblo. No son felices ellos, ni dejan que lo sean los demás. En mayor o menor grado , con mayor o menor sutile­ za, ésta es la triste realidad que se vive en todo lugar de la tierra. Por eso, desde lo más hondo del alma brota el clamor: "¿No existirá alguna forma de cambiar el mun­ do y sus habitantes? ¡Basta ya de tanta descomposición moral!" 195

A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓN!

UNA ESPERANZA DE GOZO Cierto día Federico el Grande (1712-1786), rey de Prusia, visitó una escuela en la pequeña ciudad de Bran­ deburgo, Alemania. Y en la clase de Geografía, el empe­ rador le preguntó a un alumno dónde estaba situada esa ciudad. "En Prusia", respondió el niño. "¿Y dónde está Prusia?" siguió preguntando el emperador. "En Alema­ ." "Y " " ¿Y Europa.?" "En e1 . ?" "E n E uropa. nra. ¿ Alemanra. mundo". "¿Y el mundo?" preguntó finalmente el empera­ dor. El niño quedó entonces pensativo por un momento, y luego contestó: "¿El mundo? En Dios". ¿No estaba en lo cierto este niño escolar? Sí, el mundo está en Dios, en sus manos poderosas. Él es el Creador y Sustentador de los cielos y la tierra. Y frente al fracaso del hombre en su intento por crear un mundo mejor, Dios mismo intervendrá en forma directa y personal. Está vis­ to que el hombre no puede vivir con acabada rectitud, ni tiene la capacidad para curar la enfermedad espiritual del mundo. Así como va, el camino del hombre terminará in­ defectiblemente mal. Pero, ¿de qué manera Dios intervendrá "en forma di­ recta y personal"? Mediante la segunda venida de Cristo a la tierra. Dijo el Maestro: "No se turbe vuestro corazón ... vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo [conmigo], para que donde yo estoy, vosotros también estéis" (S. Juan 14:1-3). Y más adelante declaró: "Ahora tenéis tristeza; pero os volveré a ver, y se gozará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestro gozo" (lbíd. , 16:22). Éste es el magno proyecto del Altísimo para remediar todos los males de la tierra. Tal es la "bienaventurada es­ peranza" de los cristianos: "la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo" (Tito 2: 13). Por 136

HACIA LAALEGRfA SUPREMA

eso, San Pablo nos insta a estar "gozosos en la esperanza" (Romanos 12:12). ¡Cómo no habríamos de tener gozo y alegría al saber que Cristo, el Hijo de Dios y Redentor del mundo, regresará para terminar con el mal y darnos una vida plenamente feliz! Frente a esta grandiosa promesa, podemos saber que nuestro futuro está en las manos de Dios. De ahí que "no se turbe vuestro corazón". Tal fue el mensaje alenta­ dor que comunicó Jesucristo antes de regresar a su tro­ no en los cielos.

CÓMO SE PRODUCIRÁ Sobre este punto no faltan las divergencias. Hay quienes afirman que Jesús volverá a la tierra de manera "espiritual" e "invisible"; o que lo hará en un determi­ nado sitio del planeta, y que por lo tanto sólo unos po­ cos lo verán. Pero ¿qué dice la Sagrada Escritura al res­ pecto? ¿Qué enseña Jesús acerca de lo que él mismo ha­ rá? Su palabra es la única realmente autorizada sobre es­ ta materia. En primer lugar, Jesús advierte: "Mirad que nadie os engañe". Y añade: "Si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, o mirad, allí está, no lo creáis" (S. Mateo 24:4, 23, 26). ¡Cómo un hecho tan glorioso sería visto apenas en una sola localidad de la tierra! Por eso el Maestro aclara: "Como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre" (lbíd. , 24:27). Y luego especifica que vendrá "sobre las nubes del cielo, con poder y gran glo­ ria" (vers. 31). Sí, el regreso de Cristo será glorioso, universal y visi­ 137

A pesar de todo.. . ¡ALÉGRESE TU CORAZ6N!

ble. San Juan declara que "todo ojo le verá" (Apocalipsis 1:7). No se trata, pues, de un acontecimiento local y pri­ vado. Todos podrán verlo y asombrarse ante esa gloria espectacular. En su primera venida, Jesús fue visto por unos pocos. Sólo contadas personas se allegaron al pesebre de Belén, para rendir honor al Niño recién nacido. Pero cuando el Redentor haga su segunda aparición, "con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios descenderá del cielo" (1 Tesalonicenses 4: 16). Vendrá como "Rey de reyes y Señor de señores". El mismo Jesús que fuera mal­ tratado, y que ofrendara por amor su vida en la cruz; el mismo que resucitara al tercer día y regresara luego a su trono, vendrá encendiendo los cielos y la tierra con su deslumbrante presencia. Sobre esta base podemos saber que cuando alguien afirme ser el Cristo, o el Enviado de Dios para resolver los problemas del mundo, se tratará de un impostor y enga­ ñador. Porque el verdadero Cristo vendrá en la forma co­ mo él mismo lo anticipó. Las imitaciones serán imposi­ bles. ¡Quién otro podría iluminar el mundo entero, y ser visto por todos los seres humanos!

SIGNOS INDICADORES ¿Qué indicios existen de que el Señor ciertamente vol­ verá? Sólo hay que observar el mundo que nos rodea, pa­ ra darnos cuenta de que la realidad actual coincide con las señales precursoras del retorno de Cristo. Cuando el Maestro anunció el plan de su regreso, los discípulos le preguntaron: "¿Qué señal habrá de tu venida, y del fin del mundo?" (S. Mateo 24:3). Yen su respuesta, Jesús descri­ bió las condiciones que imperarían en la tierra inmediata­ 198

HACIA LA ALEGRÍA SUPREMA

mente antes de su venida. Lo asombroso es que tal des­ cripción no hace más que pintar las características del tIempo presente. Jesús habló de engaños y falsas enseñanzas, de "gue­ ""h am bres, n ce terremotos, " y " angustIa. . " Pe­ rras" , "pestes, ro también -como señal anunciadora- mencionó la corrupción propia de los días antediluvianos, y de Sodo­ ma y Gomorra (S. Lucas 17:28-30). ¿No es esto acaso lo que hoy vemos por doquier? ¿Hemos visto al mundo al­ guna vez más atormentado y trastornado que en estos días? ¿Podríamos entonces desconocer que estamos en vísperas del fin? (S. Mateo, cap. 24; S. Marcos, cap. 13; S. Lucas, cap. 21). "De la higuera aprended la parábola -enseñó Je­ sús-: cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas" (S. Mateo 24:32, 33). Ya continuación aña­ dió: "El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pa­ sarán" (vers. 35). Con lo cual, el Maestro reveló la firme­ za y la vigencia eterna de su palabra. Lo que él dijo es cier­ to; y lo que prometió, lo cumplirá. Su palabra es más es­ table que los cielos y la tierra. Muchos podrán dudar de la promesa divina. Pero quien recuerde que Jesús es "la verdad" (S. Juan 14:6), no podrá dudar; creerá de todo corazón. Y su creencia será al­ tamente recompensada. El proceso de descomposición moral seguirá su curso en toda la tierra, sin que nadie lo pueda detener. Y como la noche oscura precede a la luz de la aurora, así las condiciones lúgubres de hoy anuncian la cercanía del eterno amanecer de Dios. Entonces comen­ zará la etapa de la "alegría suprema".

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A pesar de todo... ,ALÉGRESE TU CORAZÓN!

PREDICCIONES FALLIDAS Naturalmente, ante la maravilla de la promesa divina, la mayor inquietud tiene que ver con el día de su cumpli­ miento: ¿Cuándo volverá Jesús? ¿Cuánto falta? ¿Podemos saber la fecha exacta? Al respecto, Jesús dijo claramente: "Pero el día y la ho­ ra nadie sabe, ni aun los ángeles del cielo, sino sólo mi Pa­ dre" (S. Mateo 24:36). Sin embargo, a lo largo de los si­ glos se han hecho numerosas predicciones, estableciendo fechas determinadas, en relación con el movimiento de los astros, con dichos de la Biblia mal interpretados, o con "visiones" de gente pretendidamente iluminada. Cuando llegó el año 1000 de nuestra era, mucha gen­ te se llenó de temor, y hasta hubo quienes se quitaron la vida, pensando que por entonces se produciría el fin del mundo y destruiría a todos los vivientes. Cuando llegó el año 2000 se repitió la historia. Muchos afirmaban con igual temor: "¡Se viene el fin del mundo!" "¡Cristo vuelve a la tierra!" Pero el 2000 vino y pasó, y todavía seguimos bajo la rutina milenaria de la tierra: nacer, crece!;", repro­ ducirnos, y fenecer... Todos los vaticinios acerca del fin del mundo y de la venida de Cristo han terminado en el error y el ridículo. y los que sigan formulando fechas para ese doble aconte­ cimiento, terminarán de la misma manera. Porque la cla­ ra palabra de Jesús dice: "Nadie sabe" el día, ni la hora; ni siquiera el mes o el año. Pero si bien no corresponde fijar fechas, sí puede ha­ blarse del tiempo en que Cristo hará su aparición. Y ese tiempo, llamado "del fin" -de una extensión indetermi­ nada-, es la época actual, son los días de hoy. Todos los períodos proféticos que se mencionan en las Sagradas Es­ 200

HACIA LA ALEGRÍA SUPREMA

critutas ya se han cumplido. Vivimos en la hora undéci­ ma de la historia de la humanidad. Y hoy más que nunca son oportunas las palabras bíblicas: "No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón... Porque aún un poquito, yel que ha de venir vendrá, y no tarda­ rá" (Hebreos 10:35,37).

UNA PREPARACIÓN IMPOST ERGABLE Con el deseo de asegurarnos la "alegría suprema", Jesús no sólo habló sobre el día de su venida, sino también so­ bre nuestro estado espiritual para recibirlo dignamente. Entre muchos otros consejos, dijo: "Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor. Pero sa­ bed esto, que si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría, y no dejaría minar su casa. Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis" (S. Mateo 24:42-44). Cierto jardinero se destacaba por el tesón de su traba­ jo. El jardín y la mansión que estaban bajo su cuidado re­ flejaban una impecable limpieza. Pero de manera particu­ lar, las flores del jardín eran la admiración de todo el ve­ cindario. El dueño de la mansión no vivía allí. Sólo venía de vez en cuando para pasar unos días. y una tarde, mientras el cuidador y jardinero estaba arreglando minuciosamente el jardín, uno de los vecinos se detuvo, y le dijo: "Usted mantiene tan hermoso el jar­ dín como si el dueño fuera a venir mañana". A lo que el jardinero repuso: "¡No, como si fuera a venir hoy!' y así como el jardinero estaba preparado para recibir en cualquier mome nto al señor de la casa, ¿no debería­ 201

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mos los cristianos también estar preparados para la veni­ da del Señor? Con razón San Juan escribió: "Todo aquel que tiene esta esperanza en él [Cristo], se purifica a sí mismo, así como él es puro" (1 S. Juan 3:3). Se trata de una preparación espiritual, mediante la cual desechamos todo lo malo e incorporamos todo lo bueno en nuestto corazón.

Porque te amo,

mi corazón te alaba.

San Pablo declara: "Vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche ... Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón" (1 Tesalonicenses 5:2, 4). Y San Pedro, siendo más específico, dice: "¡Cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vi­ vir! ... Estando en espera de estas cosas, procurad con dili­ gencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz" (2 S. Pedro 3:11, 14).

Amén.

En otras palabras, el buen hijo de Dios no demora ni posterga su preparación interior. Por la gracia divina, vive cada día con su conciencia limpia y tranquila, haciendo gozosamente la voluntad de Dios, y en completa prepara­ ción para el día de la gloriosa venida de Jesús.

Señor Porque tú vienes,

yo te espero.

Porque te espero,

me preparo.

Porque me preparo, tú me bendices. Porque me bendices,

te amo y soy feliz.

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Porque te alabo, también te sirvo y obedezco. Porque te sirvo, te pertenezco para siempre.

FELICES "PARA SIEMPRE" Y cuando Cristo regrese, dará completa y eterna ale­ gría a sus redimidos, a quienes se prepararon para reci­ birlo. "Los redimidos de Jehová volverán, y vendrán a Sión con alegría; y gozo perpetuo será sobre sus cabezas; y tendrán gozo y alegría, y huirán la tristeza y el gemi­ do" (Isaías 35:10) . "Yo crearé nuevos cielos y nueva tie­ rra; y de lo primero [los pesares de esta vida] no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento. Porque os go­ zaréis y os alegraréis para siempre en las cosas que yo he creado" (Ibíd., 65:17, 18).

y cuando llegue ese ansiado día, "enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos [los redimidos]; y ya no ha­ brá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron" (Apocalipsis 21 :4) . ¿Podríamos pedir una promesa más alentadora y mara­ villosa que ésta? En el eterno reino de Dios no habrá tristes, aburridos, cansados, deprimidos, enfermos, o afligidos por razón alguna. La vida será eterna, sin fin, con entusiasmo desbordante y júbilo perfecto para to­ dos. ¿Te imagi nas cuán grandiosa será esa vida de gozo interminablt:? ¡.J unto a Dios por la eternidad! ¡Junto a Cristo para siem pre! ¡Junto a seres redimidos de absolu­ 203

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A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓN!

si tú no volvieras,

ta perfección! A menudo oímos decir que "todos los problemas tie­ nen solución, menos la muerte". Y es verdad. Pero para Dios aun la muerte tiene solución. Mediante su entrega en la cruz y su resurrección, Jesucristo venció a la muer­ te para siempre. Y comparte ese don con todos aquellos que se lo pidan, y lo acepten a él mismo como el divino Redentor. Entonces se cumplirán las palabras: "Sorbida es la muerte en victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?" (1 Corintios 15:54, 55). Tal será el canto de triunfo que entonarán los redimidos de Dios en ocasión de la venida de Cristo; tanto los que estén con vida, como los que hayan sido resucitados en esa hora de gloria (Ibíd., 15:51-54; 1 Te­ salonicenses 4:13-18). Cada vez que una lágrima de dolor asome en nuestros ojos, cada vez que un ser amado parta de nuestro lado, o cada vez que la aflicción oprima nuestro corazón, conso­ lémonos pensando que pronto terminarán para siempre las penas de esta vida pasajera. Las buenas familias se vol­ verán a reunir, y nunca más habrá separación. Sólo reso­ nará en la eternidad la sonrisa cristalina de una felicidad infinita. Entonces la "alegría suprema", cual don inextin­ guible de Dios, brillará sin cesar en su máximo esplendor.

Sé que volverás Señor, sé que volverás; así lo dice tu Palabra, así lo siente mi corazón ... ¿Dónde quedaría la esperanza 204

si tú no cumplieras tu promesa? ..

Doquiera voy

veo desgracia y dolor,

veo cómo sangra el pobre corazón ...

Señor, sé que volverás;

por eso te espero,

por eso ansío tu venida ...

y aunque sé que volverás, no dilates tu regreso,

no prolongues tu ausencia ...

j Ven

Señor! j Ven de una vez!

porque en tus mansiones quiero morar,

porque contigo para siempre anhelo estar.

ÉSTA ES LA H ORA Es tan maravilloso el mundo perfecto que tenemos por delante, que no existe imaginación alguna que lo pueda concebir. Decía el apóstol: "Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman" (1 Co­ rintios 2:9). ¿Cómo entonces alguien podría vivir esta vida sin pre­ pararse para la venidera, la inmortal? Amigo, amiga, que ninguna tentación engañadora derrumbe tu alma; que ningún res plandor mundanal entorpezca tu sentido de eternidad. t.sta no es la hora de la debilidad. Es la hora de vivir co n fortaleza y fidelidad espiritual, a fin de reci­ 205

A pesar de todo... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓN!

bir mañana el premio de la "alegría suprema" en el reino eterno de Dios. ¡Por nada del mundo renuncies a este in­ comparable ideal!

y ahora nos toca despedirnos. Como si hubiésemos hecho juntos un viaje agradable, que termina aquí con su cuota de afecto y de nostalgia. En tal sentido, cuesta más terminar un libro que comenzarlo. A modo de conclusión, quiero decirte que ha sido un placer preparar esta obra, mientras pensaba continuamen­ te en ti. Porque en cada página procuraba ponerme en tu lugar, ya fuese para interpretar tus posibles sentimientos, o bien para ofrecerte las ideas más constructivas. Me resta desearte la abundante bendición del Altísimo para tu vida, con tus luchas, tus ambiciones y tus victo­ rias. Aquí nos separamos; pero el viaje continúa. Tú por tu lado; yo por el mío. Pero hermanados por un mismo ideal espiritual. Espero reencontrarme algún día contigo, para saber cómo hemos seguido disfrutando de la vida. Entretanto, no importa qué te suceda, cuánto te toque trajinar, o cuántas ptuebas debas soportar, Dios estard con­ tigo. Por eso, siempre, (á pesar de todo ... ¡ALÉGRESE TU CORAZÓN!" ¡Ahora tú sabes de qué manera esto es po­ sible! Transitando la buena senda señalada, tu corazón palpitará siempre de auténtica felicidad.

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