Cerebros en Una Cubeta

UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE LA CIUDAD DE MÉXICO SOBRE LA IMPOSIBILIDAD DEL REALISMO RADICAL DE HILLARY PUTNAM José Luis Ros

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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE LA CIUDAD DE MÉXICO

SOBRE LA IMPOSIBILIDAD DEL REALISMO RADICAL DE HILLARY PUTNAM José Luis Rosas Hernández Epistemología no Clásica de la Ciencia: María Alicia Pazos 09/12/2015

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SOBRE LA IMPOSIBILIDAD DEL REALISMO RADICAL DE HILLARY PUTNAM El presente trabajo tiene como objeto demostrar la imposibilidad epistemológica y ontológica del realismo que Hillary Putnam propone en su artículo Cerebros en una Cubeta. Para llevar a cabo dicho propósito en primer lugar voy a realizar una reconstrucción de la tesis que Putnam propone, es decir, la de un realismo. Como segundo paso voy a comenzar mí contra argumentación tomando mis premisas del artículo Sobre el Denotar del filósofo británico Bertrand Russell. El trabajo de Luis Villoro también me ayudará como un aporte para demostrar la tesis que sostengo, es decir, la imposibilidad de un realismo radical. Al final voy a realizar un sincretismo entre el realismo de Putnam aunque de manera menos radical y el constructivismo de Kuhn como una propuesta más plausible y probable de conocer el mundo. Hillary Putnam comienza su artículo Cerebros en una Cubeta1 realizando una crítica al intencionalismo propuesto por Rudolf Carnap. Putnam considera que la intención es necesaria y suficiente para representar al mundo, sin embargo no es el primer momento de comprender el mundo. Putnam propone el siguiente experimento mental para defender su tesis realista y que resumo así: Pensemos en un planeta habitado por humanos como nosotros. Sin embargo en este planeta no hay árboles. Supongamos que un día unos cosmonautas arrojan a este planeta el dibujo de un árbol. La pregunta que realiza Putnam es si nos es lícito pensar que ese dibujo de árbol refiere a un árbol como el que nosotros conocemos.

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Para nosotros que hemos aprehendido la imagen mental de un árbol, sostienen Putnam, ocurre que

cuando vemos esa pintura del árbol realmente pensamos en el objeto ‘árbol’ en cambio para los habitantes de este extraño planeta no ocurre lo mismo puesto que como no hay vida vegetal en el planeta en que moran, jamás han tenido la imagen mental de un ‘árbol’ por lo que la pintura sólo será un objeto extraño. Otro ejemplo tan extraño como el anterior, empero igual de pedagógico del que se sirve Putnam es el de unos monos que al pasar de los años o quizás por un duro entrenamiento han aprendido a teclear las teclas de una computadora de modo que escriben una copia de Hamlet. Una vez más debe de surgir la pregunta sobre si los monos saben de lo que están hablando. Putnam dice que la respuesta no puede ser afirmativa, es decir que sí que los extraterrestres saben que la pintura de un ‘árbol’ es un árbol o que la copia de Hamlet realizada por los monos refiere a una copia real de Hamlet. Todo esto porque Putnam considera que “ni siquiera un amplio y complejo sistema de

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Putnam, Hillary, Razón, Verdad e Historia, Madrid, Tecnos, 1981. Ibíd. p. 16-17.

representaciones verbales y visuales tiene una conexión intrínseca, mágica dada de una vez por todas con lo que representa.”3 El siguiente experimento mental propuesto por Putnam y que está enlazado con los descritos en el párrafo anterior consiste en que un científico loco extrae los cerebros de distintas personas y los coloca en una cubeta y que de algún modo se las ingenia para que muchos cerebros en cubetas estén conectados de tal forma que compartan una alucinación del mundo que el científico les quiera representar. También les coloca toda clase de terminaciones nerviosas con la finalidad de que puedan sentir la sensación de ver, sentir, oír etc., aunque claro está, dichas percepciones son espurias, no existen. El lector advierte Putnam, debe de tomar todos estos casos de ciencia ficción como un problema del escepticismo del mundo exterior y un problema de teoría del conocimiento. Prosigamos. Ante esta situación hipotética, Putnam se pregunta ¿Podríamos saber si somos cerebros en una cubeta? No debemos olvidar que el científico loco ha tomado todas las precauciones descritas en el párrafo anterior, incluso una alucinación de cerebros en una cubeta colectiva. La respuesta de Putnam es –No, no podríamos saber que somos cerebros en una cubeta. La manera en que Putnam argumenta su respuesta versa de la siguiente forma y que insisto, va conectado con los ejemplos anteriores respecto a la referencia de las palabras, tanto las de los extraterrestres con su imagen mental de lo que no puede ser un árbol y los monos que accidentalmente escriben una copia de Hamlet aunque dicha copia no refiera a una copia real de Hamlet. Pensemos en el test del lógico británico A. Turing, que propone que para saber si una computadora tiene conciencia, es necesario ponerla con un hombre a dialogar de tal forma que el hombre no tenga contacto directo con la computadora sino que el dialogo sea por una máquina de escribir eléctrica. Condición necesaria es que la computadora tenga un software

con toda cantidad de enunciados, verbos, sujetos que refieran a objetos de la realidad.

Preguntémonos si la “casa” el “árbol” la “lluvia” de la que habla la computadora es la misma “casa” “árbol” y “lluvia” de la que habla el hombre que conversa la computadora. Esto es a lo que Putnam llama el Test de Turing de la Referencia. De acuerdo con este test, Putnam demuestra que la referencia de las palabras que emanan de la computadora no es la

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Ibíd. p. 17.

misma que la del lector de este ensayo, esto porque a pesar de que la computadora pueda tener una conversación fluida y hable de lo “hermoso que es un arcoíris al terminar una lluvia de verano” o “lo brillante y cálido de un sol en primavera” Dichos enunciados no tienen referencia de la realidad alguna ya que no tiene órganos sensoriales con los cuales pudo haber aprehendido dichos entornos. “Es cierto que la máquina puede platicarnos maravillosamente acerca del paisaje de Nueva Inglaterra, por ejemplo. Pero si tuviera enfrente una manzana una montaña o una vaca no pudiera reconocerlos.”4 Ocurre que si incluso dejáramos charlar a dos de estas máquinas, se seguirían engañando eternamente, incluso aunque el resto del mundo desapareciese. Siguiendo con la metáfora de Putnam, estas máquinas no pasan de ser más allá de unas máquinas tocadiscos. Los cerebros en una cubeta presentan una situación análoga a las computadoras de Turing. Formulemos una vez más la pregunta que hicimos al comienzo ¿Puede un cerebro en una cubeta saber que es un cerebro en una cubeta? La respuesta según Putnam es –No- porque el cerebro en una cubeta no tiene condiciones de referirse al mundo exterior, puesto que no ha tenido aprehensión sensible del mundo exterior por medio de ningún sentido al igual que la computadora. Incluso aunque el cerebro en la cubeta, o el mono, o los habitantes dell otro planeta realicen enunciados cualitativamente idénticos a los de un ‘árbol´ que sin embargo el lector y yo podemos tener. En suma, sus palabras no refieren a las nuestras “cuando los cerebros en una cubeta piensan “hay un árbol delante de mi” no están pensando en árboles reales, ya que no existe nada en virtud de lo cual su pensamiento ‘árbol’ represente los árboles reales. De la misma forma si un cerebro en una cubeta dice “soy cerebro en una cubeta” lo único que podemos pensar de dicha proposición es que está alucinando que es un cerebro en una cubeta. Por lo tanto una vez más Putnam arguye que el significado de una proposición no está intrínsecamente en la proposición que se enuncia sino en la referencia exterior a la que la proposición se refiere. Incluso un concepto no es algo que tenga significado o la referencia en sí mismo, sino que ese significado es extrínseco, se encuentra afuera. “Los conceptos son símbolos que se usan de cierto modo, pueden ser públicos o privados, entidades mentales o físicas, pero aun cuando los símbolos sean mentales o privados, es el propio símbolo, con independencia de su uso, no es el concepto, y los símbolos no se refieren intrínsecamente a una cosa.”5

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Ibíd. p. 23-24 Ibíd. p. 29-31

En suma y a manera de conclusión , podemos decir acerca de Putnam que este afirma 1) que la intencionalidad es un paso muy posterior para hablar de la referencia de los objetos y que él, Putnam considera que se debe comenzar a priori 2) Este comenzar a priori es hablar de cómo los sustantivos y enunciados que refieren a la realidad pueden referir, y esto es sí, y sólo sí se tiene una aprehensión sensorial directa por medio de los sentidos y 3) Puesto que las oraciones tienen significado sí y solo sí se refieren a un objeto del mundo, el mundo exterior existe y no hay nada que, según Putnam, pueda contradecir, porque si se contradice se auto refuta, por ejemplo si decimos la siguiente proposición “ese árbol que está frente a mí no existe.” Ahora bien, si consideramos el realismo de Putnam como como algo verdadero, como algo que debiéramos seguir tal cual para poder pronunciar enunciados que emanen de nuestra boca y que realmente refieran de acuerdo con la teoría que acabo de exponer, nos encontraríamos en graves aprietos. Pensemos en un estudiante de secundaria que en estos momentos esté cursando la materia de física y que dentro de los conceptos fundamentales para entender la asignatura esté el de ‘peso.’ El enunciado que define ‘peso’ es “la fuerza que atrae un cuerpo a la tierra. Esta fuerza se puede medir con unas balanzas con resorte o algunas digitales.” Los científicos realizaron un peso estándar para que un kilo pese lo mismo en todos lados del orbe. Si quisiéramos hablar del peso ‘peso’ por medio de la teoría realista de Putnam, es casi intuitivo los problemas que tendríamos. Pues a pesar de que los órganos sensoriales nos permiten tener datos del mundo. Ello porque sería realmente constatar realmente la impresión, para decirlos en términos de Hume, de peso de acuerdo a como lo hemos definido como la fuerza de atracción de un cuerpo a la tierra. Quizás sería intuitivo pensar que un cuerpo que cae más rápido a la tierra es más pesado que otro que no cae tan rápido. Pero puede que ese objeto que cae más rápido es impulsado por otra fuerza, un misil por ejemplo, y el cual no es necesariamente el peso o la atracción a la tierra lo que ocurre. Considero que Bertrand Russell en su artículo Sobre el Denotar,6 puede resolver este problema y nos puede liberar de creer que puesto que no podemos aprehender lo que es el peso vía sensible, no existe. Aunque claro, un objeto que es atraído a la tierra participe de la idea de peso, y que está más intrínsecamente en el contenido el enunciado que

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fuera de él y que voy a demostrar. Otro problema que surge de la teoría realista de Putnam es que éste acepta el contenido referencial de un enunciado sí y sólo sí se tiene conocimiento directo del objeto del que se quiere referir. Russell comienza por decir que entiende por “frase denotativa una frase como cualquiera de las siguientes: un hombre, algún hombre, todos los hombres, el actual rey de Inglaterra, el actual rey de Francia el centro de la masa solar en el primer instante del siglo XX.”7 Russell considera estas frases como denotativas en virtud de los siguientes puntos: 1) La frase puede ser denotativa y sin embargo no denotar, por ejemplo “el actual rey de Francia”. 2) Una frase puede denotar un hombre determinado, por ejemplo “el actual rey de Inglaterra” denota a un hombre determinado. 3)Una frase puede denotar en forma ambigua, por ejemplo, “un hombre” no denota muchos hombres sino un hombre indeterminado. Según Russell, Dicha frase puede ser denotativa en un primer sentido si esta frase tiene sentido y si podemos enunciarla y ésta encaja en algunos de los tres puntos anteriores. Pero que la hace denotativa. Russell propone un conocimiento por descripción que se puede anteponer o complementar con el conocimiento directo. La distinción entre “conocimiento directo” y “conocimiento acerca de” dice Russell, es la distinción entre las cosas que se nos presentan y a las cosas a las que sólo llegamos por frases denotativas. Ocurre muy a menudo que una frase tiene sentido incluso sin tener conocimiento directo, y en base a lo que denota, es que el joven de secundaria que habla de peso, se puede referir a éste sin que tenga una impresión de ‘peso’. No por conocimiento directo sino en base a lo que predica como por ejemplo “este carro pesa dos toneladas” podemos ver en la báscula un sistema de medida con la cual se determina que el carro pesa dos toneladas, empero sería difícil afirmar que vemos el peso en sí mismo. Podríamos decir que hay X y que X se encuentra manifiesto en las dos toneladas de Y. También podemos decir que hay por lo menos un X y que este X está dentro de una cubeta. Y finalmente decir que yo soy X y que estoy en una cubeta. Pero como puedo decir que soy X y que estoy en una cubeta si no me veo. La respuesta, esta claro no se encuentra en el conocimiento directo, sino en el conocimiento por descripción. Si doy razones suficientes para decir la proposición “soy un cerebro en una cubeta” la frase tendría sentido excluyendo todo criterio extrínseco para poder afirmar dicha proposición. La relevancia del problema sobre el realismo sobre el que problematizo en este trabajo es de suma importancia, puesto que si únicamente nos movemos por el mundo a través de un conocimiento directo y exterior, no sólo no 7

Russell, Bertrand, Sobre el Denotar, p.29.

podríamos referirnos al mundo a través de proposiciones que afirmen algo del mundo exterior. Piénsese por ejemplo en la ética, la moral y la justicia. El campo de lo científico también contaríamos con este problema. Por ejemplo, cómo podemos referirnos al término ‘peso’ como podríamos especular sobre la Teoría de Cuerdas y sobre el magnetismo. Siguiendo con Luis Villoro y su concepto de saber, y que lo define como una creencia verdadera y justificada, y además proposicional de la cual se puede afirmar que es verdadera o que es falsa. Podemos arrojar la proposición, “soy cerebro en una cubeta” y ésta tener sentido en vista de lo que Russell ha llamado ya una frase denotativa aunque no denote. Pero si damos razones suficientes para afirmar dicha proposición, no sólo puede ser denotativa dicha frase, sino que puede ser plausible y en cierto sentido hasta probable. Todo ello como una forma de conocimiento por descripción y a priori. De la misma forma, si nuestros extraños amigos de otro planeta que jamás han visto un árbol, podrían tener conocimiento de éste si se les proporcionara una descripción taxonómica como la siguiente:

El árbol es una planta perenne, de tallo leñoso, que se ramifica a cierta altura del suelo. El término hace referencia habitualmente a aquellas plantas cuya altura supera un determinado límite de altura y que deben de tener un diámetro mayor a 10 cm.

Entonces si los extraños amigos de este planeta lejano ven una pintura de un árbol pueden decir “eso es un árbol” incluso aunque ese supuesto dibujo de árbol sea en realidad “el resultado del derrame de unas pinturas” las cuales dieran como resultado una copia cualitativamente idéntica a la del árbol. Esto porque tienen razones suficientes para decir que es un árbol al afirmar que el dibujo parece que a) es una planta perenne, b) tiene ramificaciones y que pese a su tamaño escala puede c) tener una altura mayor a 3 metro por ejemplo y d) contar con un tallo mayor a 10 cm. Por lo tanto no se autor refutaría decir que “soy cerebro en una cubeta” puesto que todas las premisas que afirman dicha proposición son proporcionadas por el propio Putnam tales como que un a) un científico ha puesto todo su ingenio en colocar unos cerebros en una cubeta, b) que ha introducido toda clase de terminaciones nerviosas con las cuales se pueda tener una alucinación respecto a algún episodio de la vida. Y por último que este cerebro en una cubeta sabe sobre todo aquello que está en el mundo y realizar todo tipo de juicios, incluso decir “soy un cerebro en una cubeta.” El constructivismo puede ser quizás una salida o una reconciliación entre el conocimiento del mundo y su relación con el exterior. Quizás de esta manera podamos servirnos del realismo de Putnam sin caer en su sentido más radical y

como ya lo hemos demostrado no es posible. Kuhn rescata la tesis que Ludwick Fleck , quien la postula en su obra La Génesis y Desarrollo de un Hecho Científico y que la enuncia de la siguiente manera: los hechos científicos tienen una génesis y un desarrollo, los hechos científicos no son dados ni tienen una existencia independiente de los sujetos y de sus aparatos cognitivos y herramientas conceptuales; los hechos son construcciones.8 Kuhn sostiene que la realidad es capital para el contenido de las teorías científicas, sin embargo es menester un esquema conceptual desde el cual se trabaja. Es decir, la observación y conocimiento directo de la realidad es necesario para la especulación científica pero no suficiente. Por lo tanto el mundo no es suficiente para determinar todos nuestros sistemas de creencias y saberes respecto a él, sino que necesariamente se necesitaría de la intensionalidad que Putnam rechaza o del constructivismo que sostengo puede ser una salida para la verdadera comprensión del mundo. Cabe tener sin embargo la precaución de que por otro lado no podemos caer también en un “constructivismo devastador” que sostenga que todo es construcción de comunidades de científicos y epistémicas. Esta tesis sería un absurdo. Para no caer en dicha tesis, es necesario el realismo de Putnam, quien nos diría que los hechos de la realidad están ahí afuera, y quien nos invita a no caer en frases como “nuestra cultura hace al mundo” o “nuestro lenguaje hace al mundo”. Me parece que la argumentación en contra de estas frases ya han sido refutadas a lo largo de este ensayo por lo que podemos prescindir de ellas y del realismo radical y que en suma nos podemos quedar con un realismo más moderado y que pueda empatar con el constructivismo de Kuhn. Es por eso que Kuhn se vale de la realidad como algo que contribuye al contenido de las teorías científicas y lo separa de tesis que dicen que únicamente nosotros construimos al mundo. Sin duda el lector se puede dar cuenta sobre la relevancia de la teoría realista de Putnam y su contribución al campo del conocimiento, y la cual sin embargo no se puede sostener en su sentido más radical, argumentando que únicamente conocemos lo que vemos y que lo único que está ahí fuera es lo “real”. Por otro lado nos libera de un relativismo epistemológico y ontológico. Con ello podemos llegar a enunciados más o menos generales y mantener cierto consenso respecto a qué es el mundo. Es decir prescindir del mundo, incluso en objetos de carácter abstracto como la lógica formal, los números o la ética, no nos sirve para crear paradigmas en dichos campos. O en palabras de Russell “todo pensamiento debe partir del conocimiento directo,

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Olivé, León. El Bien, el Mal y la Razón, México, Paidós, 2000, pp. 171

pero logramos pensar acerca de muchas cosas de las que no tenemos conocimiento directo”. 9 Puedo concluir respecto a la imposibilidad de un realismo radical como el que Putnam propone en su experimento mental de los “cerebros en una cubeta” pero rescatar la posibilidad que nos proporciona para una construcción del mundo físico y formal.

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Op. Cit. Russell p. 30