Catecismo Historico Historia Sagrada FLEURI

CATECISMO HISTÓRICO Compedio de Historia Sagrada y Doctrina Cristiana CLAUDIO FLEURI CATECISMO HISTÓRICO, QUE CONTIENE

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CATECISMO HISTÓRICO Compedio de Historia Sagrada y Doctrina Cristiana CLAUDIO FLEURI

CATECISMO HISTÓRICO, QUE CONTIENE EN COMPENDIO

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L A HISTORIA SAGRA Y LA DO CTRIN A CHRISTIANAÍ ESCRITO KM FRANCES POR EL MUY ILUSTRE SEtíoR CLAUDIO FLEURI, ABAD DE LOC DIEU , Y CONFESOR DEL REY CHRISTIANÍSIMO LUIS XV. f

TRADUCIDA EN ESPAÑOL

POR T R . J U A N I N J E R I A N V E ATALA% del Real Órden de Nra Señora de la Merced^

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,

Redención de Cautivos- Doctor Teólogo y Ca­ tedrático jubilado de la facultad de Teología de la Universidad de Salamanca $ Predicador y Teólogo de S. M , en la Real Junta /£¡T de la Concepción & c. /-f'l

T O M O P R IM E R O .

MADRID: En la Imprenta de ia viuda de Barco Lopes, Año de

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P o r ta d a I

PRÓLOGO t A D V E R T E N C I A del Traductor, Autor de esta obra es tan conocido, y tan veperado en la República de las-le­ tras , como lo publican , i pesar de su mucha modestia , sus escrhos. N o nece^ sita , pues , de comunes y vulgates e lo ­ gios, debiendo bastarle la aprobación con que se halla recibido sn nombre , el qual pudemos seguramente creer durará con respeto en el mundo , en quanto en él se conservare estimación y aprecio de todo aquello que estólida* piedád , exquisita doctrina, y'.tati profunda colyío fructuosa erudición* En todas sus obra's resplande­ cen igualmente éstas lúce-s:pfeto en ésta, que es la segunda que Se publica en espa­ ñol, se reconocen m astiotoriosel prove* cho y la ut¡lídad:en cuyarpríieba es ver­ daderamente ocioso detir cosa alguna, despues d elo q u eetsa b io y piadoso Auto* dice y propone en el designio de la mis­ ma obra. ^ Con todo es&vho nie hubiera yo redu­ cido á traducirla de su original, y ponerla 2 1 h)

a

lo menos mal que he sabido y podido, en nuestra lengua castellana, si el zelo y la piedad de una persona de la m aselevada representación, y no menos excelente por sus eminentes virtudes y doctrina7que por los relevantes títulos desúsem pleosygran­ deva (¿i), no me hubiera vencido con su preceptoáexecutartandignoasunto; pues ha muchosdias que tienen reconocido mi observacion.y experiencia,que el oficio de tra d u c to re s acaso el mas penoso, y mas prolixo trabajo;siendo a.l mismo tiempo, si no del todo des preciado^ lómenos, y por la máyor parte, el.menosbien agradecida* i He procurado, pues, en quañto lo ha permitido mi pOfiedyd, seguir y observar en esta traducción! los preceptos que nos dexaron senaJadas y escritos los mayores maestros d$es.t€víttnci] arte; de suerte, qii£ nj por atartn^e^crupulosa ósupersticiosa? rpente á la interpretación de cada una de las palabras, saiíeserp.gmo muchas veces ' *’». . . ':}'jí ■ 1 j '■ ■t' > Í--íj % .SU? (tf) E l Excelentísimo Señor Don Juan Marvuel F ernández F ach o sa ¿ f c M a rg u es de V ille n a , D uq u e de f i s i o n a . , ¡Vlayoir domo M a y o r & c.

sucede en este género, un real formado parto,ómas verdaderamenteun monstruo inform e,y sin debida proporeion; ni tam­ poco por tomarme m ayor licencia de la que es en este caso permitida, declinase la traducción en pura paráfrasis, y salie­ se , ó pareciese la obra ,, que le basta­ ría para ser mala, mas propiamente mía que del Autor. Fsto es lo que he procura­ do, y he s o licita d o ra s con qué suceso, y c o n qué efecto lo haya conseguido, lo re­ conocerán^ lo juzgarán losqne cotejaren con madura advertencia el español con el f r a n c é s ; estoe.%el retrato con e lc n g in a l; puesenlo demas,yno es modestia,sino des­ e n g a ñ ó lo no preíendo,ni espero aqi¡i ale* gardisculpas,ni conciliarmeaprobacion* Debo con todo eso advertir , que ea muchas partes.y iv> pocas, me ha sido pre­ ciso el usar de toda la licencia permitida en las traducciones, añadiendo algunas, aunque siempre pocas palabras,á las del írisrnoorigina);ya porque su esqnisita pu* reza>y bien meditada sencillez no permite fácilmente en nuestra lengua ex pitearse, ó exprimirse bien con orras tantas: ya por* a 3 que

quela religiosa severidad con queel Autor se ciñe repetidamente al modode hablar de la Escritura sagrada, permite, yaun pi­ de para su debida inteligencia alguna ma* yor claridad;y y aen fin,porque siendo esta obra,aunque tan sabia,doctrina y enseñan* za de catecis mo,en que se de be tener cuen­ ta con la capacidad,por la may orpartecor* ta , ó no del todo habilitada, de aquellos para quienes principalmente seescríbe,pa* rece debe ceder á este cuidado de que sea entendida bien , toda otra consideración, que pertenezca á la elegancia,óal estilo. Mas digno de advertencia es, y por eso lo prevengo aqui, el que en algunas partes nohasido posibleeldexar dem udaralguñas cosas, jr?un el de añadir otras dentro del mismo contexto de la obra,bastante­ mente considerables ¡urnque indispensa* blemente necesarias y requeridas, saliendo este catecismo para el uso de miestra na­ ción. Tal como esto es, y es casi lo tínico, loque se hace en la expíicaciondét quarto Mandamiento de la ley de Dios , y mas principalmente en la explicación de los Mandamientos de la Iglesia» En F rancia se cuen-

cuentan seis; y con todo eso , ni a lli, ni acaso, en otras partes se cuenta, ni se es­ tablece por uno de ellos, el pagar diezmos y primicias. Las iglesiasy Obispados par­ ticulares déla christiandad tienen recibi­ dos, admitidos y aprobados di versos usos, privilegios y costumbres^obreesta mate­ ria ^ en muchas de ellas no se p ag?o,óse pagan deotro modolos diezmos;yaun den­ tro de nuestra España, sobre el modo, la materia v y cantidad con qué, y de qué se pagan, no son del todo uniformes en todos los Obispados de ella los establecimientos y costumbres* Pero siendo é ste , como lo es, precepto,y mandamiento de la Iglesia, y absolutamente puesto entre Jos Manda* mientp$deella,y enseñado, comoes razón, en los catecismos de nuestra nación, no se pudo,ni se debió omitir la explicación de dicho Mandamiento, y la obligación que induce,con alguna im itación, ó remedio d el estilo del original,puesto que en todo él no se halle, ni se registre esta materia. Dixe dentro del contexto de la obra^ ot algunas notas,aunque pocas,y todas bre­ ves, que en algunos lugaresse han puesto a4 de

de distinta letra al pié;noporque ellas fue­ sen^ bsoíutamentt1necesarias paraesiable* cer la siempre sana y sabia doctrina del Autor , sino porque conteniendo*feilguna m ayor explicación, y al p arecer’ne'diel todo importunadme pareció que nodehiari extrañarse ni o.nitirse; mayormente sise, considera que ellas quitan,según parece, aun algún leve estorbo, en que pudieran tropezar los mas escrupulosos, ó¿ menos* advertidos Yen fin,ellas de ningmta^nanera dañan al contexto ; 1y por lo demas sabemos to d o s, que somos deudores los sabios y á los ignorantes. E! fin que se ha tenido en latraducciqa de esta obra,y muy pnncipálmentede'parte de quien la ha mandado execütar,es U gloria de Dios* y aprovechamiento esp i­ ritual de las almas. Si en el modo quirahora sak;,sehillarequeconduceá este fin,dése á Dias la gloria, autor de tocio lo bueno; y loque se reconociere imperfecto, ó no bien explicado, atribú y ase desde luego,no á defecto de la misma obra, ni de su Au­ tor, sinoá menos acierto y felicidad del que la ha traducido.

RAZON^

DEL DESIGNIO T.

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DE ESTE CATECISMO í‘os que tienen alguna experiencia del ministerio eclesiástico,y algún zeio de la salud de las almas , con ocen , y sienten vivamente laignoranciaide la m ayor parte de los christianos. No.solam ente soa los labradores, los oficiales mecánicos, y la gente rústica los que.se reconocen es­ tar sin cultivo, y sin educación ; también se hallan hombres del mundo, en lo de­ nlas bastantemente cultos y avisados; y aun , lo que es m as, hombres de letras, muy mal instruidos en los misterios de la

fe,

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DESIGNIO Y USO

f e 5 y en las reglas del bien obrar. Vense personas espirituales, que han leído mu* cho erí libros devotos, y saben grande número de exercicios de piedad ; pero que no han comprehendido aun bien lo esencial de la Religión, Vense , ¡ quién lo creyera ! Religiosos , Sacerdotes , y aun algunos Teólogos , á quienes no es muy familiar la lección de la sagrada Escritura , y que nunca se han aplicado bastantemente á penetrar el cuerpo de la Doctrina Christiana (tf) * y el orden y conseqiiencia de los designios de Dios sobre nosotros* Esta ignorancia es^uno de los princi­ pales principios de la corrupción de las costumbres, Rard vez es tan grande la m aldad, y la depravación del corazon, que á cara descubierta se resista á la luz dé la verdad, y ds la justicia ; pero nin­ guno puede poner por o b ra , sino es que sea (a) Vease lo que inmediatamente se nota mas abaxo.

DE ESTE CATECISMO.

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sea procediendo por acaso , el bien que d o conoce. L a devocion nunca puede pasar de superficial, quando no está fun­ dada sobre principios sólidos* y sobre un pleno y convincente conocimiento de la excelencia de la ley de Dios. Y un Teó* logo, qne sola, y precisamente se aplica á las qüestionés particulares que se tra­ tan en las Escuelas , y al órden que se observa en la práctica presente, no será capaz de enseñar bien á los hijos de la Iglesia , ni de combatir fructuosamente con sus enemigos (a).

La

(a) Nocondena, ni reprehended doctí­ simo y piadoso Autor el estudio de la Teo^ logia Escolástica, tan útil, y aun tan nece­ sario en la Iglesia ; solo advierte y repre­ hende el exceso , ó el abuso que en esta parte puede suceder en uno ó en otro sugeto* Atque hoc dicens , nlhil aliud facit, quám quod jam diü iveerunt nostrí quíque doctiores ac sapiemiores Theologi. Videat, ob-

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La incredulidad misma , y el menos­ precio de la Religión , no proceden de otra causa que de ia ignorancia; porque es imposible el conocer la Doctrina Christiana, tal qual ella es en sí, sin adm irar­ la , y sin amarla. La mayor parte de los incrédulos , lo son sin conocimiento de cau* L

obsecro, eruditus lector, quae gravissim. aequé ac sapientíss. Mag, Fr. Dominicus de Soto disseruit in ConciL Tridentino, apud Eminentiss. Cardin. Pallavicín. in Historia éjtasdem Concilü , Italicé edita, tom. 1 . 1. 7. cap. y, a num, 3* Vide acris judicii Tbeoiogum Melchiorem Canum de Locis Theoiogícis, lib. 8. cap. 1* & lib. 9, cap. 1. Vide doctiss. P. Alphons. Salmerón , tom* x. prologom* 9* quinquagena 1. cap. 5*. ab illis verb* Cum autem hoc gcnus &c. Sed vid, prae ómnibus, & consulesis Magistr. Banbolomaemn de Medina in 3. part* Div.Tboma?, qusest. 1. íntroductíonis , in solut, 2. argumentí, ab illis verbis:Certé non sunt Theo* lo g i, &c*

DE ÍSTE CATECISMO*

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causa,por empeño tem erario, ó por pre­ ocupación delentendimiento* Y si algunos de ellos han hecho algún estu d io, éste será-de la Filosofía puramente humana, ó de la lección de algún autorextravagante,que tira á derribar todas las máximas mejorestablecidas. Pero ninguno hay que haya exáminado las pruebas antes que los argumentos, y haya tenido paciencia de profundar en los fundamentos d eláR eligio n , y considerar con atención todo su orden , ,y conseqüencia. 1 ' No es.menester ir á buscar muy léjos la causa de esta ignorancia; La igno­ rancia nace con nosotros mismos , y es una de las conseqüéncias de la corrupcion rde lá naturaleza. N i ésta7 es de aquellas males que puedan remediar*se de una vez , para una ' larga dura­ ción de años ; puesto que todos los dias nacen niños , y úncen ignorantes enteram ente;Pocoles sirve el nacer den^ tro del seno de la Iglesia , y de padres bien enseñados é instruidos, si no se pone gran- cuidado en enseñarlos i cada uno en p a rticu lar; y si ellos de su par-

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parte no se aficionan á ia enseñanza. Pero la corrupción del corazoti humano* ó lo uno y á lo otro se resiste ; y me­ nos que la gracia no obre poderosamen­ te en nosotros, no nos mueven las cosas de la otra vida , porque no las tocamos con los sentidos; porque toda nuestra atención se dexa llevar á.'lás cosas tem­ porales. Con quánto cuidado , trabajo y paciencia se aplican los hombres mas jrudosá aprender oficio para vivir? Quáiito se emplea en el e stu d ió le la Juris^ prudencia.,, de la Medicina;^ de las Ma­ temáticas y y 4 e -Otros conocimiento^ útiles al comercio de la vida ? ..No hay hombre de n egocios, no hay merca­ der , no hay ciudadano rjco ^ue no es­ tudie con mucho cuidado ■ en : sus pa­ peles y en sus cu en tas, que ..no tenga ingenio y habilidad para' sus nego­ cios , y que no hable muy i propósito en ellos. N o hay labrador tan rústico, que sin saber leer ni escrib ir, no ha­ ga muy bien la cuenta de lo que sé le d e b e , de lo que puede haber coa este ó aquel trabajo , y de lo que puede ga-

DE ESTE CATECISMO.

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ganar con esta ó aqdella mercadería, Qualquiera tiene curiosidad , viveza de ingenio y de memoria * para tratar en lo que es objeto de sus pasiones , sea el deleyte* ó sea el interés. Sola la doc­ trina de las buenas costumbres y la R e­ ligión son aquellas en que todo el mun­ do encuentra dificultad paracom prehenderlas y retenerlas* N i aun hablar se gusta de e lla s ; y antes de ellas 5 se echa mano de qualquiera otra materia de conversación. La m áyor parte aun no creen que tengan necesidad de ser enseñados. Mas* y mejor sé yo de ló bueno ; que lo que tengo gana de hacer , dirá uno: Y o me contento con mi catecism o, dirá otro : Y o quieró^ereeiS dirá éste y sin profundar : Las verdades de la R e li­ gión ( a) deben respetarse, y es peli­ groso el discurrir en estas materias* N o parece sin o *que ■ tem en H allar la flaqueza de su R e lig ió n , si se instruyen ; de (a)

Cíemeos A lexandrin. l i i %6*Stromt.

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de ella mas profundamente. Pero todas estas razones no pasan de vanos pre­ textos r de que se cubren la ignoran­ cia y la pereza. La verdadera Religión no. teme ser conocida , porque' nada enseña que no *pueda defenderse á l a s claras. La misma Escritura que no$ o r­ dena recibir con sumisión las verdades reveladas por Dios (4} , cautivar nues­ tro, entendimiento , obedecer á la fe, nos .manda expresamente meditar suxley de dia y de noche ; aplicarnos ,con, tor das #ue£trasfuerzas yal estudio d b iea que el .catecismo ■ >_ íü" t ‘■1 COH™1

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(«)¡ Deuter. 4 . srv.t. &c> 2 .P .ett. r ; v. 2 1. a. ad.Cor^^io. 6, v, 6> & 7. P s a lm . 1 . v . 2. P saim . 1 1 8 . p er to t. P r o verb. 1. v. 2. 3- &c. Ad Rom. n . v. 1. Ad E p h . j¡. y , 1 7 . A d C o lo s s . x. V.

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contenga todo lo que es mas nécesari6 y digno de saberse ; sin embargo, viene á ser como todos los otros Cora* pendios, que ninguno sabe bien la ma­ teria de que tratan, si no estudian algo mas de lo qué contienen. Para enten­ der y conservar aquello poco que con­ tiene el catecismo es menester pesar todas las palabras, y que cada uno pe­ netre según su capacidad la profundi­ dad de la doctrina queencierran.Quanto á las verdades pertenecientes á la doctrina de las costumbres , verdad es que el mejor modo de estudiarlas, es ponerlas en uso , y que solo sabemos, como conviene , aquellas que observa* mos; pero no se sigue de esto eJ que no debamos aprenderlas, sino á medida de -como las ponemos por obra. Las oca­ siones de obrar no se nos ofrecen por método y órden ; y si yo espero á que haya executado todos los mandamien­ tos de Dios para pasar al conocimiento délos consejos, puede ser que no los co­ nozca en toda mi vida; bieij que ellos set o m . 1. s 4 die-

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DESIGNIO Y USO

diesen para facilitar la observancia de los Mandamientos* L a negligencia en guardar los preceptos que ya sabemos no nos da licencia de ignorarlos otros: obligados estamos á guardarlos todos, y por consiguiente á saberlos todos. En fin, ia verdadera Religión no es como las falsas, que solamente consis­ ten en un culto exterior, y en cerem o­ nias vanas. Es una victoria* un estudio y una ciencia. Los Fieles se llamaban discípulos antes que recibiesen en A ntioquía el nombre de Christianos. Los Obispos son llamados Doctores por to­ dos los antiguos; y Jesu-Christo, fun­ dando su Iglesia, dixo á los Apóstoles A n d a d , in struid á toda s Jas N a cion es *

És pues im posible el ser Christiano, yser enteramente ignorante; y aquel es d mejor C hristiano, que mejor conoce y mejor practica la Ley de Dios* Verdad es , que paede alguno conocerla sin practicárla;peroes imposible el practi­ carla sin conocerla^ Pero eá Necesario confesar que los par-

DE ESTE CATECISMO.

Ir

particulares no sou ios solamente cul­ pados de la ignorancia que rey na ya ha mucho tiempo ea la Iglesia, Gran parte de esta culpa tenemos nosotros; nosotros digo , los Sacerdotes, y todos los que están destinados para enseñar. Aunquese predique muy freqüenteraente , y aunque haya una infinidad de libros que traten de todas las partes .de la Religión ; con todo eso , se pue­ de decir que no hay bastantes para la instrucción de los Christianos , aun de los que tienen mejor intención* Los li­ bros son de muchas maneras: tratados de Teología , Uenos de qüestiones su­ tiles * de que el común de los fieles no tiene necesidad, escritos en latin y con un estilo, que solo puede ser en­ tendido de los que han freqüentado Jas escuelas. Comentarios sobre la E s­ critura, por la mayor parte muy lar­ gos, y todos en latin: vidas de los San* tos , que solo se enderezan á propo­ ner esem píos particulares de virtud» Li­ bros espirituales, que dan buenos exer2

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DESÍGNIO Y USO

cicios para salir del pecado, y para ade­ lantarse en la virtud y en la perfección, pero que suponen al Christiano bastan­ temente instruido en lo esencial d e 'la Religión ; y que fuera de eso * por la prolixMad del estilo, y la grandeza de los volúmenes, no son para servir a l uso de gente ocupada ó poco atenta. L o mismo se puede decir de los Ser­ mones. En ellos no se trata sino de ma­ terias particulares , separadas por la m ayor parte las unas de las otras, se­ gún lo pide la fiesta, el Evangelio ó eí designio del Predicador- Raras veces se explican en elloslos primeros principios y los hechos en que estriban los funda­ mentos de todos los dogm as’; y se ha­ bla de las historias contenidas en la Es­ critura sagrada, como de cosas que conoce y sabe todo el mundo* De aqui proviene, que las lecciones públicas de ía sagrada Escritura, que son parte de los Oñcios sagrados de la Iglesia, sir­ ven muy poco parala enseñanza de los fieles i para cuyo fin fueronfrim ariamen-

im ESTE CATECISMO.

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ttiente instituidas, La mayor parte de la gente no sabe latin : pocos son los que se sirven de las traducciones (a): y aun éstas no bastan, Sí no se conocen los libros Santos , de que se toman las dichas leccion es, y si no se leen en su órden , y como se siguen. Deberíase suplir este defecto por medio de los Sermones; pero explicar un Evange­ lio se reduce á tomar una palabra 6 una cláusula por tema , y hacer que venga á este propósito todo lo que se re­ quiere. Asi sucede el hallarse por todas partes muy buenas personas * que ha­ biendo freqüentado las Iglesias por es­ pacio de quarenta ó cincuenta años , y habiendosidocontinuos asistentes á los sagrados Oficios , y á los Sermones, aún ignoran los primeros elementos del Christianismo* Los catecismos, pues, son solamen­ te aquellos que descienden á estas priir>e(#) Véase la nota que está puesta ade­ lante.

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meras enseñanzas,tan necesarias^ todo el mundo , pero parece que no andan bastantemente estimados. Muchos y por la mayor parte creen que saben el C a­ tecismo, porque le aprendieron en su ni­ ñez; y no reparan que le tienen olvida­ do , ó que jatnás le entendieron bien. Otros rienen vergüenza de confesar su ignorancia y mala educación, y no pueden baxarse á estas instrucciones, que según les parece, los vuelven á meter en la escuela de los niños. Los Eclesiásticos (quiero decir, y hablo solo de aquellos que solicitan sus intereses mas que los deJesu-Christo) menosprecian esteempleo , porque es trabajoso , infructuoso y obscuro. Si se persuadenáque tienen grandes talentos, buscan la reputación por medio de la eloqüencia del pi^pi* t o ; y si tienen m enos, se aplican á lá dirección de Lus almas y al confe* sonario, Pero tina de las mayores diíi cuitad es de 1* confesion , es la ig­ norancia de los Christianos;? y el que los instruyese bien , cortaría por la

DE ESTE CATECISMO,

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la raíz mucho número de pecados. Es verdad que la forma y el estilo de ]os catecismos tienen muy poco de atractivopara losque le aprenden. Porque por lo que toca á los que le ense­ ñan no se puede esperar que tengan mucho gusto en repetir con freqüeocia unas verdades que les son tan fam ilia­ res: y hallando siempre nuevas dificul­ tades de parte délos oyentes, solamen­ te la caridad es la que puede endulzar y suavizarla materia. Mas quanto á los discípulos, como por lá mayor parte son niños, que no pueden conocer la utilidad de estas instrucciones , sería muy digno de desearse el que ellas tu* riesen alguna cosa que atraxese y em ­ peñase el gusto y ia afición de los que las oyen , mas de loque ordinariamente sucede; porque parece que aquellos que en estos últimos tiempos han compuesto catecismos no. han tenido esta m ira, ó no se han persuadido á que fuese posible conseguíroste intt!nto*Solo pretendieron encerrar enpocaspalabraslo mas esenb 4 cia\

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DESIGNIO y USO

cial de la Doctrina Christiatia , distri­ buiría, siguiendo un cierto orden; y ha-* cerq u e la aprendiesen los niños por rn ediodepreguntasy respuestas, que se imprimiesen firmemente en su memoria; y esto es con efecto lo mas necesario. Consiguientemente estos catecismos han hecho grandísimo fruto ; y en mediodealguna ignorancia entre los Chris* tiaoos,noesellacom parableálaqnereynaba doscientos años ha antesque S. Ig­ nacio y los hijos de su doctísima com pa­ i l a volviesen á introducirla costumbre de catequizar á los niños. Si ti embargo,'no se puede negar que el estilo de los catecismos no sea comun­ mente muy seco,y que los niños no ten­ gan m u c h o Trabaj o en retenerlos de me­ moria y aun mucho masen entenderlos* Entretanto, las primeras impresiones del ánimo son las mas fuertes , y son muchos los que conservan toda su vida una oculta aversión á estas instruccio­ nes, que tanto íes fatigaronen su niñez. Todos losrazonamientosdcReligion les pa-

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parecen tristes yenfadosos. Si oyen Ser­ mones, sileen libros espirituales es siem* precon desazón y con disgusto : como se toman las medicinas amargas,aunque sean saludables- Paréceles la Religión una ley dura, y no la siguen sino por tet_ mor , sin afición y sin gusto, colocán­ dola en loque ella no es, aplicándose so* lamente á lo exterior de las formalida­ des. Otros mas atrevidos se retiran dei todo , preocupados de las falsas ideas que les imprimió la dureza y sequedad de los catecism os, y la simplicidad de las mugeres, que fueron las primeras que le hablaron en materia de Christiandad y de Religión. Estos ninguna cosa quie­ ren oir y suponen , sin buscar mayor luz, que todos estos discursos aun no merecen el ser exáminados. De este principio nacen los quellamamosincréduJos* y licenciosos; principalmente quando sus pasiones y sus malos hábi^ tos les representan como odiosas las ver­ dades de la Religión, quando tienen íuteres en destruirlas, á io menos dentro de

iS DESIGNIO Y USO de sus corazones, para a pagar y sosegar asi los rémordimientosque les atormen­ tan. Y á tanto como esto pueden llegar Jos malos efectos de las instrucciones desagradables, Busquemos,pues, con la ayuda de Dios , que quiere la salud de todos los hombres (