Caso Katharina Final

Universidad Centroamericana de las Ciencias Sociales Cátedra: Teoría Psicoanalítica I Profesora: Ana Victoria Valdivia

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Universidad Centroamericana de las Ciencias Sociales Cátedra: Teoría Psicoanalítica I Profesora: Ana Victoria Valdivia

Caso Katharina

Integrantes:  Fabio Guevara  Pilar Aragón  José Pablo Valverde

Contenido 1.

Contexto del caso Katharina: ..................................................................................................... 2

2.

Anamnesis del caso ....................................................................................................................... 4

3.

Marco teórico:.................................................................................................................................. 7 3.1.

4.

Consideraciones teóricas preliminares: ....................................................................... 7

Análisis del caso:.......................................................................................................................... 11 4.1.

Trauma: .................................................................................................................................. 13

4.2

. Desarrollo del síntoma: .................................................................................................. 15

4.3 Una aproximación a la histeria y neurosis de angustia desde el caso de Katharina:........................................................................................................................................... 19 5.

Conclusiones: ................................................................................................................................ 22

6.

Bibliografía .................................................................................................................................... 25

1

1. Contexto del caso Katharina:

El caso de Katharina se trata de la conversación de Freud con una mujer joven a la que hace referencia por primera vez en Estudios sobre la histeria (Breuer & Freud, 1895), y a través de la cual empieza a delinear la estructura y tratamiento de la neurosis de angustia y la histeria. En este texto del año 1895 y escrito en colaboración con su mentor Josef Breuer, se enfatiza el importante papel que juegan las reminiscencias y los recuerdos en los padecimientos de los histéricos. El retorno de un recuerdo inconsciente de un trauma resulta entonces parte esencial de un ataque histérico. Mediante la hipnosis se trataba de despertar en el paciente los recuerdos de los momentos en los que el síntoma apareció por primera vez, entendiendo que en los ataques histéricos el paciente revivía de nuevo el proceso que lo había provocado. Se creía que llegando al conocimiento consciente de este recuerdo el paciente se curaba. El caso de Katharina es inusual pues al ser una especie de reporte fuera del ámbito clínico sirve para ilustrar la teoría sobre la cual Freud se encuentra trabajando con más detalle en los otros cuatro casos que menciona en su estudio con Breuer. Este caso representa la primera vez que Freud exhorta a una paciente a hablar libremente sobre sí misma. Podría entonces considerarse como el primer ejemplo de una entrevista propiamente psicoanalítica. Freud comprende que para superar la resistencia del paciente es necesario permitirle hablar, “el analista, gracias a su comportamiento y a pesar de la graduación jerárquica de los papeles iniciales de médico y paciente, le concede a éste la libertad y la oportunidad de convertirse en un interlocutor con igualdad de derechos” (Argelander, 1976, pág. 678) Freud reconoce que la única posibilidad de comprender las manifestaciones del paciente era dejarla hablar: “Pero la exhorté a seguir contando lo que se le ocurriera, con la expectativa cierta de que fuese justamente lo que me hacía falta para esclarecer el caso” (Breuer & Freud, 1895, pág. 145). 2

Una temprana formulación de la actitud en el psicoanálisis de acuerdo con su experiencia en el caso de Katharina la podríamos ver aquí: “Uno empieza por hacer que el enfermo cuente lo que sabe y recuerda *…+ Cuando se ha trabajado un tiempo de esta manera, suele moverse en el enfermo un empeño de colaborar. Se le ocurren una multitud de reminiscencias sin que sea preciso hacerle preguntas o proponerle tareas *…+ Se hará bien en dejarlo reproducir durante algún tiempo sin ejercer influjo sobre él *…+ Las cosas que aporta de ese modo parecen a menudo inconexas, pero proporcionan el material que cobrará vida mediante un nexo discernido más tarde” (Breuer & Freud, 1895, pág. 297). En una nota añadida en 1924 y que cierra la historia clínica de Katharina, se aclara la verdadera identidad de la paciente y de los personajes con los que tuvo relación en aquel caso. Dice Freud: “Después de tantos años, me atrevo a infringir la discreción entonces observada y a indicar que Katharina no era la sobrina, sino la hija de la hospedera. Vale decir que la muchacha había enfermado a raíz de unas tentaciones sexuales que partían de su propio padre” (Breuer & Freud, 1895, pág. 149). Hoy sabemos que el caso de Katharina se refiere a su encuentro con una chica joven llamada Aurelia Kronich, que tuvo lugar en agosto de 1893. Para el análisis, la comprensión, el desarrollo y la exposición de este caso hemos considerado muy importante tomar en cuenta esta nota aclaratoria de Freud, así como la recomendación que hace al respecto cuando dice que “Una desfiguración como la practicada por mí en este caso debería evitarse a toda costa en un historial clínico” (Breuer & Freud, 1895, pág. 150). En este trabajo vamos a conservar el seudónimo de cada personaje propuesto por Freud (Katharina y Franziska), pero para que se comprendan mejor los roles, utilizaremos el parentesco real entre cada uno.

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2. Anamnesis del caso

El encuentro con la paciente se da en agosto de 1893 cerca de una popular posada llamada Ottohaus, en el monte Rax a unos 50 kilómetros de Viena. La paciente se llama Aurelia Kronich (llamada Katharina en el caso de Freud). Nacida en 1875 y fallecida en 1929. Al momento del encuentro tiene 18 años de edad, sus padres son Julius Kronich y Gertrudis Göschl, de profesión posaderos1. La paciente expresa su preocupación por lo que define como una enfermedad de los nervios. Dice haber visto a un médico que le recetó varias cosas que a su juicio no le han servido de nada. En el área somática la paciente presenta los siguientes síntomas: le cuesta trabajo respirar, aunque no siempre, pero a veces siente que se va a ahogar. Lo describe de esta manera: “Se abate de pronto sobre mí. Primero me hace como una opresión sobre los ojos, la cabeza se pone pesada y me zumba, cosa de no aguantar, y me mareo tanto que creo que me voy a caer, y después se me oprime el pecho que pierdo el aliento” (Freud & Breuer, 1895, pág. 142). Y entonces siente que la garganta le aprieta hasta el ahogamiento. La cabeza le martilla hasta sentir que le estalla. En el área afectiva la paciente presenta los siguientes síntomas: miedo a la muerte a tal extremo que reconoce que a pesar de ser una persona fuerte cuando le sobreviene ese ataque de miedo no se atreve a ir a ninguna parte. Cree que alguien le persigue y que le va a agarrar por detrás. Cuando tiene estos ataques de miedo suele ver un rostro horripilante que la mira de una forma espantosa y le provoca mucho miedo. La paciente expresa que tuvo esos ataques por primera vez dos años atrás, cuando vivía con su madre en otra posada.

Referencia: http://www.tuanalista.com/Diccionario-Psicoanalisis/6475/Ohm-Aurelia,-nacidaKronich-(1875-1929),-caso--Katharina-.htm 1

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La paciente relata los siguientes episodios: Hace dos años pudo ver de manera fortuita a su padre en su habitación acostado sobre su prima política Franziska. En ese momento fue cuando sintió por primera vez los síntomas descritos: ahogo, pesadez en los ojos y martilleo en la cabeza. Ese día se sintió muy mal y tres días después le sobrevinieron vómitos y mareos por varios días. Estuvo en cama. Reconoce haber sentido asco cuando vio aquella escena, aunque no sabe por qué. La paciente informa que al comunicarle esta experiencia a su madre, ésta se ha separado de su esposo y se ha ido con sus hijos y con ella a vivir a otra posada. El padre se ha quedado a vivir con su prima Franziska, quien ha quedado embarazada. Otro episodio que relata la paciente sucedió cuando tenía 14 años. Durante una excursión con su padre pernoctaron en una posada en el valle. Ella se había ido a dormir y de repente despertó sintiendo el cuerpo de su padre en su cama junto a ella. Ella le reprochó pero el padre continuó asediándola. La paciente se quejaba de que no la dejaba dormir, lo cual le resultó desagradable, y reconoció que en ese tiempo no sabía de qué se trataba aquella actitud del padre, aunque ahora si tiene claro el interés sexual que estaba envuelto. Describe que en otra ocasión tuvo que defenderse de su padre que estaba totalmente ebrio y dice que siempre sintió la presión en los ojos y el pecho, pero no tan intensamente. En otra ocasión cuenta que pasó la noche con su familia en un pajar y despertó por causa de un ruido . Entonces cree haber visto a su padre entre ella y su prima Franziska. Cuenta que en otra ocasión ella y su padre pernoctaron en una habitación y su prima en otra contigua, al despertar de repente en la noche vio la figura de su padre intentando abrir la puerta de esa habitación.

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Reconoce que siempre le sorprendían esas situaciones pero que nunca entendió de qué se trataba. Reconoce también que cree haber sentido la misma angustia pero que no está muy segura de ello. Después de relatar estos acontecimientos la paciente muestra un rostro muy diferente de aquel apesadumbrado que tenía al principio. Sus ojos están brillantes y se siente aliviada y renovada. Al preguntársele si ahora que es una mujer entiende lo que sucedió, reconoce que si. Y al cuestionarle sobre aquello que sintió cerca de su cuerpo esa noche en que su padre se acostó con ella, no responde sino que sonríe como reconociendo que ya ha comprendido lo que sucedió y que ya no es necesario decir nada más. Finalmente ante la pregunta de dónde cree que provenía aquella imagen del rostro horrible que le provoca pavor, dice reconocer que esa cabeza es la del padre, pero no la de aquellos días sino la de su padre furioso por haberle contado todo aquello a su madre y por las consecuencias que provocaron la separación. Reconoce que el padre la ha amenazado desde entonces y que incluso le ha levantado la mano, que ella se ha escapado de él y que vive con la angustia de que un día la atrape en algún lado. Finalmente la paciente reconoce que con el tiempo le llegó a contar a su madre las otras historias de asedio por parte de su padre. En respuesta su madre le dijo que si fuera necesario lo contarían también ante la justicia.

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3. Marco teórico:

3.1.

Consideraciones teóricas preliminares:

3.1.1. Pulsión:

“Un concepto fronterizo entre lo anímico y lo somático, como un representante psíquico de los estímulos que provienen del interior del cuerpo y alcanzan el alma” (Freud, 1915, pág. 108)

La teoría de las pulsiones distingue lo siguiente:

a) Fuente: Se le denomina así al origen interno específico de cada pulsión determinada, puede ser una fuente orgánica, es decir el lugar donde aparece la excitación (por ejemplo la zona erógena o un órgano determinado), o una fuente somática entendida como el proceso somático que se produce en esa parte del cuerpo y es percibido como excitación.

b) Empuje: Se explica mejor como aquel impulso variable que afecta a cada pulsión y desencadena una acción cinética que se dirige en busca de una meta. El empuje contempla toda la exigencia de trabajo necesaria para alcanzar la meta pulsional que tiene como fin resolver una tensión.

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c) Meta: Es la actividad hacia la cual se dirige la pulsión y conduce a la resolución de una tensión interna, esta actividad está sostenida y orientada por las fantasías. Se puede decir que la meta esperada es siempre la satisfacción, por lo tanto el empuje va a tratar de dirigir la energía en esa dirección. Sin embargo en muchas ocasiones se puede observar que la meta está inhibida o que se le niega el acceso a ella, pero también puede haber un cambio de meta, es decir, de una satisfacción a otra satisfacción distinta, como en el caso de la sublimación que, por ejemplo, permite pasar de una satisfacción sexual a una satisfacción intelectual (aquella satisfacción de adquirir nuevos conocimientos).

d) Objeto: Es el vehículo o medio del cual la pulsión se sirve para alcanzar la meta. También puede pensarse como aquella parte del cuerpo que sirve para que esa pulsión sea descargada.

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3.1.2. La Represión:

La represión se produce cuando el posible placer que se experimentaría con la satisfacción de una pulsión determinada pondría al yo en un enorme compromiso con las otras instancias psíquicas generando así un enorme displacer. También se puede suponer que es la represión la que sostiene lo inconsciente ya que sin ella sería imposible que este se constituyera como tal, es decir, si no hubiera material reprimido no sería necesario lo inconsciente ya que cualquier pulsión inmediatamente sería descargada, no existiría la postergación ni las satisfacciones parciales.

3.1.3. Síntoma:

Según Freud (Freud, 1916-1916, pág. 323) “Los síntomas son el resultado de un conflicto que se libra en torno de una nueva modalidad de la satisfacción pulsional, las dos fuerzas que se han enemistado vuelven a coincidir en el síntoma, se reconcilian por así decir, gracias al compromiso de la formación del síntoma” .

3.1.4. Angustia:

“La angustia es un estado afectivo, o sea, una reunión de determinadas sensaciones de la serie placer – displacer, el cual está unido a un evento significativo” (Freud, Angustia y vida pulsional, 1933, pág. 75)

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3.1.5. Trauma:

Acontecimiento de la vida del sujeto caracterizado por su intensidad, la Incapacidad del sujeto de responder a él adecuadamente y el trastorno y los efectos patógenos duraderos que provoca en la organización psíquica. En términos económicos, el traumatismo se caracteriza por un aflujo de excitaciones excesivo, en relación con la tolerancia del sujeto y su capacidad de controlar y elaborar psíquicamente dichas excitaciones. (Roudinesco & Plon, 1999)

3.1.6. Neurosis:

“Afección patógena, cuyos síntomas son la expresión simbólica de un conflicto psíquico que tiene sus raíces en la historia infantil del sujeto y constituyen compromisos entre deseo y la defensa” (Laplanche & Pontalis, 2004, pág. 236)

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4.

Análisis del caso:

Estructuralmente, para comprender el relato, se pueden separar cuatro etapas que organizamos cronológicamente, aunque en la descripción del caso se citan en otro orden.



Primera etapa: Katharina tiene 14 años y mientras acampaba en una posada con su padre, éste se acuesta en la cama junto a ella y le hace insinuaciones. En ese momento la experiencia no tiene para ella un carácter negativo ni sospechoso y solamente expresa que lo que le molestó fue que su padre la incomodara y no la dejara dormir. También en este mismo tiempo se remontan escenas en donde ella ha visto suceder situaciones extrañas entre su padre y su prima Franziska.



Segunda etapa: A los 16 años, Katharina relata la llegada de unos hombres a la posada a pedir comida. Como no encuentran ni a Franziska ni a su padre, Katharina y su primo salen a buscarlos. Notan que la habitación del padre estaba con la puerta trancada, por lo que Katharina mira por una ventana que da a la habitación. Al asomarse ve a su padre acostado sobre su prima Franziska. Sería en esta segunda etapa donde iniciarían los síntomas histéricos por lo que podemos hablar de una resignificación de la primer vivencia, esto es, la aparición de los síntomas por asociación de que aquello que el padre hace con la prima Franziska es lo que querría hacer también con ella. Como consecuencia viene el vómito como representante de la culpa moral, así como el dolor de cabeza y la presión y martilleo en la cabeza.

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Tercera etapa: Cuando los padres de Katharina se divorcian como consecuencia del relato de ella a su madre sobre lo acontecido, específicamente la relación del padre con su prima Franziska. El padre le expresa su enojo y termina culpándole del rompimiento con su esposa. Ese rostro de su padre enojado en ese momento es la alucinación que ella tiene de un rostro terrorífico. El otro síntoma que aparece en este tiempo es el de una paranoia persecutoria, ya que ella teme salir de casa por miedo a que su padre le haga algo. Esto luego se manifiesta en su relato con Freud cuando ella le dice, sin saber por qué le ocurre: "no salgo de casa porque me da miedo que alguien venga por detrás" (Breuer & Freud, 1895, pág. 142). En este tiempo también Katharina le cuenta a su madre lo que su padre intentó hacer, sin embargo ésta no le daría mucha consideración.



Cuarta etapa: Momento del encuentro con Freud.

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4.1.

Trauma:

En el caso de Katharina la experiencia traumatizante debe su fuerza patógena al hecho de que produjo cantidades de excitación demasiado grandes como para que las asimilara el aparato psíquico (Roudinesco & Plon, 1999). Freud continúa subrayando el hecho de que el trauma está ligado al estado de impotencia o de desamparo del organismo receptor (Ob. Cit). El primer encuentro sexual que tiene Katharina con su padre a los 14 años donde este intenta abusar de ella en la cabaña, produce una cantidad de excitación tan grande (referida a la pulsión sexual) que el aparato psíquico no puede manejar por el compromiso que le implicaría con el Superyo, es por esto que al presentarse el aumento de displacer se da la represión. Al ser el aparato psíquico incapaz de descargar una excitación tan intensa, no tiene la capacidad de controlarla y eso origina efectos patógenos y trastornos duraderos (Ob. Cit) tales como los que presenta Katharina: vómito, dolor de cabeza y falta de aire. Este hecho traumático se desatará hasta un segundo tiempo cuando Katharina a los 17 años observa a su padre con Franziska en la cama. Katharina se ha liberado de ese conflicto primario excluyéndolo de la consciencia, pero el segundo tiempo, al observar al papá con Franziska, la obliga a darse cuenta de ese conflicto y su resolución adviene en forma de síntoma. “Los síntomas son como una tentativa de evitar dejar entrar en la consciencia el conflicto”. (Chemama, 2004). Es importante mencionar que la angustia que alberga Katharina en relación con el trauma es una fuente impulsadora de represión. La moción pulsional sexual al chocar con la resistencia entra en estado de represión rechazando algo de la conciencia y manteniéndolo alejado de ella.

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Una característica de la represión es justamente el olvido. Un ejemplo de esto lo podemos encontrar en el caso de Katharina con la siguiente frase: “F:-¿Sabe usted de donde provienen esos ataques? K:-No” Hacia el final de la conversación, Freud le hace la siguiente pregunta a Katharina: “Dígame con exactitud: ¿qué fue lo que sintió de su cuerpo aquella noche?” (Freud & Breuer, Estudios sobre la histeria, 1895, pág. 147) (Se refiere a cuando el padre la asaltó en su cama a sus 14 años). Allí el analista expresa que no dio una respuesta precisa, que sonrió turbada y “como convicta y confesa, como uno que debe admitir que se ha llegado a la raíz de las cosas, sobre la cual ya no cabe decir mucho más. Puedo imaginarme cuál fue la sensación táctil que más tarde aprendió interpretar”. (Ob. Cit) Podría suponerse que aquella sensación táctil a la que hace referencia Freud fue una excitación de tipo erógena. Sin embargo si le hubiese dado rienda suelta, si hubiera permitido que tal placer alcanzara su máximo esplendor, inmediatamente el displacer habría sido mayor ya que automáticamente el yo quedaba comprometido con una instancia moral muy fuerte que le decía: “puedes recibir placer de cualquier hombre menos de tu propio padre”. Justamente, para evitar tan enorme incomodidad, dicha vivencia y todos los afectos ligados a ella fueron inmediatamente sepultados.

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4.2 . Desarrollo del síntoma:

Para que se produzca un síntoma van a ser necesarios por lo menos dos tiempos. Se pueden pensar en dos grandes síntomas, los cuales detallaremos a continuación:



Síntoma A: Katharina cuenta que luego de ver a su padre con Franziska, se desencadenaron una serie de síntomas atípicos que antes no había experimentado, estos eran: falta de aire, pesadez sobre los ojos, se le nubló el entendimiento, la cabeza le martillaba y apareció un continuo vómito.



Síntoma B: En el momento del encuentro con Freud, Katharina le comenta sobre la alucinación de un rostro horripilante y su inhibición de salir a la calle por miedo de que la asalten por sorpresa.

Lo anterior lo podemos ver mejor en el siguiente gráfico:

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En la ilustración anterior podemos observar que cada síntoma tuvo dos tiempos. El primer tiempo corresponde al color verde y el segundo tiempo al azul. De rojo está representado el vínculo psíquico entre el hecho diacrónico y el hecho sintomático. Esta representa una relación, algo del orden de lo inconsciente reprimido que es traído de vuelta a la conciencia en forma de síntoma. El síntoma surge a partir de una lógica económica, para Breuer el síntoma tiene sentido. Para comprender su génesis vale hacerse tres preguntas fundamentales: ¿Cómo se forma?, ¿Para qué se forma?, ¿Quién lo forma?, ¿Cuándo se forma? Estas preguntas también nos abren otros panoramas, como por ejemplo en el caso del análisis del juego de un niño, cabe también cuestionarse: ¿A qué juega el niño?, ¿cómo ordena los personajes?, ¿dónde se posiciona?, y que no nos extrañe ver una analogía en relación al relato que el neurótico arma en un diván. Justamente, el síntoma no es el “malo” de la película, como tradicionalmente se ha creído, es un indicador de que hubo un trabajo psíquico, los síntomas no se forman de manera azarosa sino que responden a la lógica interna de la estructura del sujeto. Dan cuenta de cómo este asimiló y tramitó una determinada carga libidinal. Es por esto que el síntoma tiene un parecido con las otras formaciones del inconsciente como los actos fallidos y los sueños. Todos ellos, de alguna forma, asaltan al sujeto y este no sabe por qué, no puede dar cuenta. Acá hay un punto curioso, ni siquiera el mejor de los analistas, podría dar cuenta de sus propios síntomas, de ahí la riqueza del constante análisis. Otra característica del síntoma que también comparten otras formaciones del inconsciente tiene que ver con los mecanismos de desplazamiento y condensación. Quiere decir que muchas veces la cura no adviene por eliminación de los síntomas ya que este puede desplazarse e inervar otra parte del cuerpo, u otro pensamiento, etc. En la hermenéutica del sujeto, el síntoma aporta un material rico para comprender la etiología de una neurosis. Es decir, que el síntoma porta un sentido, pero

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ese sentido no lo da el analista, sino que lo da el propio paciente. En el caso de Katherina, todavía se percibe una etapa de Freud en que esto no es así, sino que es Freud quien se adelanta e interviene diciéndole: “si usted no sabe por qué le pasa, yo se lo voy a decir”. El síntoma no es gratuito, implica un enorme gasto energético, metafóricamente se le ha asociado con una “gran carga”, y es que de verdad así se siente, como “un gorila en la espalda”. La ley universal de que “la energía no se crea ni se destruye, sólo se transforma”, aplica en el sentido psíquico, por decirlo de alguna forma: tenemos una cuota limitada de energía y hay que administrarla para poder hacer todas las tareas que queramos. Entonces si ya gran parte de esta cuota está destinada a alimentar un síntoma, va a restársele energía a todo lo demás. El síntoma lleva un gran displacer, como se puede observar en el caso de Katharina, sin embargo existen los casos paradójicos, en donde el síntoma también trae aparejado un goce, un placer en la repetición sintomática, donde el sujeto constantemente enferma y pareciera no querer curarse, pero este tema es harina de otro costal. A nivel de instancias psíquicas, el síntoma es una formación de compromiso, un acuerdo “legal” entre varias partes, una especie de “garantía temporaria” de paz. El síntoma media entre las exigencias del mundo real, el superyó y el ello con respecto al yo. Para la formación del síntoma se necesitan dos tiempos: uno en donde haya una vivencia que, por generar un gran conflicto pulsional, sea reprimida. Y un segundo momento en donde otra vivencia desencadene el síntoma y traiga a la consciencia el material reprimido, de una forma sustitutiva que sortee las barreras de la represión. La primera vivencia crea un afecto y una representación. La represión actúa debido al compromiso entre la realización de la satisfacción, la realidad y una instancia moral, es decir, para Katharina dejarse seducir por su padre hubiera implicado incesto, lo cual era una práctica socialmente inmoral.

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Por lo tanto, la represión separa dicho afecto de esa representación y los traslada al inconsciente. La segunda vivencia también crea un afecto y una representación, y “traen” de vuelta a la consciencia el afecto que se había reprimido en el primer tiempo, pero este, para sortear las barreras de la represión toma una parte del cuerpo y de ahí surge el síntoma histérico. Luego, el afecto de la segunda vivencia, podría pensarse que se muda en angustia. En cuanto a las series complementarias, podemos verlo de la siguiente manera: hay una primera serie constitutiva que se forma de aspectos hereditarios genéticos pero también de una filogénesis psíquica, es decir, de todos aquellos mitos familiares, protofantasías, síntomas transgeneracionales, etc. Esto también atraviesa al sujeto antes de su nacimiento, es más, hasta aún antes de la fecundación, ya que muchas veces el “ser madre” o “ser padre” responden a estos mitos, el que esos dos progenitores se hayan escogido a veces responde a exigencias culturales. Por lo tanto esta primer serie complementaria podría verse también como una “cuna de significantes” que albergarán al sujeto cuando nazca. Acá también están inscritos ciertos mandatos como el “no te acostarás con tu padre”, etc. En la segunda serie complementaria, se produce una vivencia infantil, en este caso el asalto nocturno de su padre. A pesar que Katherina ya no es una niña, podría seguirse pensando dentro de un vivenciar infantil por la inocencia con que lo toma. Es hasta después, con una mayor madurez sexual, que resignifica aquel encuentro sexual. Es en esa tercera serie, a manera de un vivenciar accidental, que aflora el síntoma.

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4.3 Una aproximación a la histeria y neurosis de angustia desde el caso de Katharina:

En su conversación con Freud Katharina, a sus 18 años reconoce que ella no estaba en posición de entender cabalmente aquella experiencia. El caso se sitúa dentro del esquema de una histeria adquirida. En todo caso de histeria basado en traumas sexuales, las impresiones recibidas en el período pre sexual que no producen un efecto en el niño alcanzan un poder traumático como recuerdos en un tiempo posterior cuando la joven o la mujer ya casada adquiere una comprensión de la vida sexual. La angustia que Katharina sufre en sus ataques es de tipo histérico, esto es, la reproducción de la angustia que había aparecido en conexión con cada uno de los traumas sexuales. (Breuer & Freud, 1895, pág. 148). La angustia debe entenderse en este caso como un afecto –energía pulsionalque se ha desconectado de ciertas ideas que han sido reprimidas, así como una señal de que estas ideas están presentes, lo cual implica un cambio en el énfasis que Freud da al principio a la angustia como energía libidinal. En el caso de Katharina, ésta organiza su angustia alrededor de una idea particular –la imagen de “un rostro horripilante” (Breuer & Freud, 1895, pág. 142) que le aparece durante los ataques de ansiedad, sin embargo trabaja esa ansiedad para convertir los síntomas en algo más cercano al sufrimiento histérico. Freud ve la neurosis de angustia de Katharina como histérica, en donde “la primera crea los síntomas, la segunda los repite y trabaja con ellos” (Breuer & Freud, 1895, pág. 268). El caso muestra que el síntoma tiene una estructura, y la cura también. En este caso Freud hace dos preguntas claves del psicoanálisis: ¿qué ideas están asociadas con el síntoma?; y ¿cuándo aparecen los síntomas por primera vez?. Lo primero que Freud le pregunta es si piensa en algo o si ve algo cuando sufre esos ataques y ella responde que hay una imagen de “un rostro horripilante”. Después le pregunta cuándo tuvo los ataques por primera vez, y ella le dice que hace unos dos años atrás cuando vivía con su tía en otra montaña (Breuer & Freud, 1895, pág. 142). 19

Entonces Freud hace una sugerencia provisional: “Si usted no lo sabe, yo le diré de dónde creo que le han venido sus ataques. En algún momento, dos años atrás, usted ha visto o escuchado algo que la embarazó mucho, que preferiría no haber visto” (Breuer & Freud, 1895, pág. 143). Katharina pasa entonces a relatar una serie de eventos anteriores que vienen a complementar aquel que desencadenó los ataques. Freud conecta los dos recuerdos con el acontecimiento de Franziska y el padre de Katharina juntos, cuando la chica vio a la pareja y que Freud describe como que fueron sorprendidos “copulando” para indicar la cercanía, y agrega que “se estableció al instante la conexión de la impresión nueva con esas dos series de reminiscencias; empezó a comprender y, al mismo tiempo, a defenderse” (Breuer & Freud, 1895, pág. 146). Freud describe lo siguiente como un período de incubación al que posteriormente van apareciendo síntomas de conversión como el vómito que sirve de sustituto a “la repugnancia moral y física”. El misterio quedaba resuelto, lo que le había repugnado no era la escena del padre con su prima sino el recuerdo que esa visión le produjo, “sólo podía ser el recuerdo del asalto nocturno”, o sea, aquel cuando su padre se acostó junto a ella. (Breuer & Freud, 1895, pág. 147). En el marco teórico de “Estudios sobre la histeria” Freud resume el caso así: Era “lisa y llanamente el arquetipo de lo que yo he llamado “angustia virginal”, es una combinación de neurosis de angustia e histeria. La primera crea los síntomas, la segunda los repite y trabaja con ellos” (Breuer & Freud, 1895, pág. 268). Y en la conclusión de la historia del caso Freud escribe “Espero que el declararse conmigo haya hecho algún bien a esta muchacha tan prematuramente lastimada en su sentir sexual; no la he vuelto a ver” (Breuer & Freud, 1895, pág. 148).

La conversación de Freud con Katharina proporciona una idea temprana para entender la naturaleza particular de la histeria como una forma estructurada de una demanda neurótica.

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El diagnóstico que Freud hace de Katharina es diferente por cuanto dice “La causa del aislamiento no es, como en el caso 3, la voluntad del yo”, para excluir ciertas ideas no placenteras. En el caso de Katharina la causa del aislamiento fue ignorancia de parte del yo, que aún no era capaz de relacionar aquello con las experiencias sexuales (Breuer & Freud, 1895, pág. 148). Gran parte del trabajo se ha dado, como Freud lo reconoce, mucho antes de que Katharina le consultara. Freud caracteriza el proceso curativo diciendo que “se trata de una histeria ya abreaccionada en gran parte. Es que, en efecto, ella ha comunicado su descubrimiento al poco tiempo a su tía2” (Breuer & Freud, 1895, pág. 147). Estos recuerdos que sufren los histéricos se convierten en mecanismos de defensa que el yo no puede recordar. Son “restos y símbolos mnémicos de ciertas vivencias (traumáticas)” (Breuer & Freud, 1895). Y con respecto a los momentos traumáticos que vivió Katharina por las insinuaciones sexuales de su padre y el momento “auxiliar” y detonante cuando vio a su prima con él, Freud dice que “se creó un contenido de conciencia que, excluido de la actividad pensante del yo, permaneció guardado, mientras que en la última escena una nueva impresión fuerza la reunión asociativa de esos grupos, que se encontraban apartados, con el yo” (Breuer & Freud, 1895, pág. 148).

2

En cuanto al parentesco, esta “tía” era la madre de Katharina.

21

5.

Conclusiones:

El interés del psicoanálisis reside en la manera en que un evento se transforma en algo traumático, más que en identificar esos eventos y traerlos a la superficie. El análisis tiene que ver más con la carga de significados de ciertas ideas que con la represión de sentimientos. No se trata de remover bloqueos sino de que la descarga emocional que se produce cuando las cosas son expresadas en palabras permita que estas produzcan un nuevo entendimiento y significado. Creemos importante mencionar como parte de nuestras conclusiones el error en el que incurre Freud y que reivindica en la nota al pie de página, agregada años más tarde, y cierra su análisis del caso, en relación a la sustitución de las identidades de los personajes y sus parentescos. Él mismo advierte que es algo que debe evitarse (Breuer & Freud, 1895, pág. 150). Por otra parte, Freud se encuentra en una etapa muy temprana de su desarrollo teórico, inclusive todavía en estas épocas ni siquiera se vislumbra el psicoanálisis como método y la asociación libre está muy lejos de ser teorizada como tal, sin embargo en el caso se ejemplifica perfectamente. Es decir, lo que Katharina hace es asociar libremente sobre los síntomas que presenta. Podríamos atrevernos a considerar la posibilidad de que Freud no valorara esta conversación de la misma manera en la que lo hubiera hecho años más tarde, siendo que consideró utilizar la hipnosis aunque al final no lo hiciera y reconoce que hubiera podido saber más por medio de ella. Sin embargo el no hacerlo tuvo una justificación: “No me atrevía a trasplantar la hipnosis a esa altitud, pero quizá lo consiguiera en una simple plática. Debía arriesgarme” (Breuer & Freud, 1895, pág. 142). Otra cuestión que puede notarse es el poder de un cierto “saber médico”. Ese saber es el que hace que Katharina confíe en contarle al médico sus intimidades, que de hecho no se las cuenta a Freud por el nombre que porta, sino por la profesión. Ella inaugura el diálogo reconociendo que se ha dado cuenta de que su interlocutor es 22

médico mirando el libro de registros. Si bien no es de manera textual esto que estamos escribiendo, podríamos suponer que Freud respondería: “Es correcto, yo le puedo ayudar porque soy médico y es mi deber saber lo que a usted le pasa”. De hecho está muy claro en la frase: “Si usted no sabe, entonces yo le diré de donde le han venido sus ataques” (Breuer & Freud, 1895, pág. 143). Este concepto más tarde Lacan lo va a rebatir con una necesaria “docta ignorancia”. Es decir, en donde el analista debe saber y mucho, debe estudiar, debe formarse no solo en psicoanálisis, sino también en cultura, en arte, en ética, en filosofía, en antropología, etc.; pero que ante el paciente debe mostrarse como aquel que “no sabe nada” para así darle pie a que sea él quien relate el síntoma, es decir, que la cura al igual que la asociación libre parte del deseo del paciente y que ésta no puede ser forzada. (Nasio) Otro aspecto que cabe mencionar es el hecho de que la escena entre su padre y Franziska que presenció Katharina a través de la ventana, no fue coital, es decir, ella cuenta que ambos estaban con la ropa puesta. Vale entonces también recordar a Freud cuando él mismo dice que para que el recuerdo reprimido devenga consciente no es necesario que aquella vivencia que lo atrae sea real, basta con que el paciente imaginariamente la sienta como tal (Breuer & Freud, 1895, pág. 30). Para que Katharina desarrollara el síntoma no tuvo que ver una escena de sexo explícito, sino aún viendo siluetas en la oscuridad, esto fue suficiente para que ahora sí, con una edad más avanzada, pudiera resignificar aquel acoso de su padre como algo de carácter sexual, mismo que en aquel entonces no notó por su inocencia. Es en este segundo momento en donde, con una malicia más madura, puede pensar que su padre quiso hacerle a ella lo que hacía con su prima Franziska. “Llevaba dentro de sí dos series de vivencias que ella recordaba, pero no entendía ni valorizaba en conclusión ninguna; a la vista de la pareja copulando se estableció al instante la conexión de la impresión nueva con esas dos series de reminiscencias; empezó a comprender y, al mismo tiempo a defenderse” (Breuer & Freud, 1895, pág. 146).

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Podría pensarse que el caso de Katharina es un típico caso de histeria, inclusive como menciona Freud, su padecimiento giraba en torno a una angustia virginal, es decir, el temor de no ser deseada por ningún otro hombre en el terreno de la carne (Breuer & Freud, 1895, pág. 268). Sin embargo la riqueza que a nuestro criterio se rescata es el poder pesquisar aquellas cuestiones que Freud sin haber teorizado vivenció y que posiblemente dieron pie a que las retomara más adelante. Valga decir que en una carta escrita en 1893, Freud le comenta a Fliess que su encuentro con Katharina le resultó “muy agradable” (Freud & Fliess, 1986, pág. 54)y que para los investigadores Lisa Appignanesi y John Forrester resulta ser un caso “idílico” (Appignanesi & Forrester, 1992, pág. 103).

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Bibliografía            

Appignanesi, L., & Forrester, J. (1992). Freud's women. London: Virago. Argelander, H. (1976). La primera entrevista en psicoterapia. (J. Adolph, Trad.) Breuer, J., & Freud, S. (1895). Estudio sobre la histeria (Vol. 2). Amorrortu editores. Chemama, R. (2004). Diccionario de Psicoanálisis. Barcelona: Amorrortu. Freud, S. (1915). Pulsiones y destinos de pulsión. Barcelona: Amorrortu. Freud, S. (1916-1916). Conferencias de Introducción al psicoanálisis. Amorrortu. Freud, S. (1933). Angustia y vida pulsional. Barcelona: Amorrortu. Freud, S., & Breuer. (1895). Estudios sobre la histeria. Buenos Aires: Amorrortu. Freud, S., & Fliess, W. (1986). Correspondencia Completa de Sigmund Freud para Wilhelm Fliess (1887 — 1904). Rio de Janeiro: Imago Editora. Laplanche, J., & Pontalis, B. (2004). Diccionario de Psicoanálisis. Buenos Aires: Paidos. Nasio, J. D. (s.f.). ¿Cómo escuchar a un niño? La cura viene por añadidura. Obtenido de http://ochoa.freeservers.com/nasio1.htm. Roudinesco, E., & Plon, M. (1999). Diccionario de Psicoanálisis. Barcelona: Paidos Ibérica.

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