Cartas del diablo a su sobrino

Universidad de La Sabana Core III: Persona y Trascendencia-Lunes 9-11am Laura Alejandra Jaime Rivera 1 de abril de 2019

Views 99 Downloads 0 File size 210KB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

Universidad de La Sabana Core III: Persona y Trascendencia-Lunes 9-11am Laura Alejandra Jaime Rivera 1 de abril de 2019 Las Cartas del Diablo a su Sobrino El libro “Cartas del Diablo a su sobrino” escrito por C. S. Lewis, recopila 31 cartas escritas por un diablo anciano Escrutopo a su sobrino Orugario. En cada una de las cartas Escrutopo le da consejos y mira el progreso de su sobrino sobre la misión que le fue encomendada, que “su paciente” se aleje del “Enemigo” (Dios) y al finalizar su alma quede para “Su Padre” en el infierno. Al principio del libro se podría tener la percepción que los consejos serían a una mayor escala, Escrutopo aconsejando como asustar al paciente y mantenerlo en un estado de miedo haciendo que su vida sea grotesca, ya que en la actualidad cuando se piensa en demonios es imposible no pensar en algo caricaturesco: una personita en el hombro izquierdo disfrazado con una malla roja y unos cuernos. Pero según algunas de las cartas de Escrutopo ese es un gran logro para ellos, debido que al tomarlos como broma, se les hace más fácil persuadirnos a su objetivo verdadero, no asustarnos si no facilitar alejarnos del camino a Dios. En las 31 cartas, los consejos presentados están centrados a la vida diaria y cómo se pueden hacer pequeñas condiciones que nos pueden ir acercando cada vez aun futuro en el infierno. Los consejos abarcan cómo deberíamos pensar, actuar, con quién estar, hablar y vivir. Pero al final tienen algo en común, todas llevan a una vida mundana, sin sentido o algún propósito verdadero. Lewis tuvo una muy buena idea al hacer que las cartas hablaran de un paciente en específico ya que como lector se pudiera entender mejor la razón de los consejos y como se van aplicando a situaciones reales. El paciente al principio del libro tiene una vida común y corriente, no tiene una religión en la que apoyarse y prácticamente solo “vive su vida”, por

lo que la misión de Orugario es hacer que siga en ese estado y no se ponga a pensar en algunas preguntas trascendentales cómo el próposito o el sentido de nuestra existencia. Después de varios errores de Orugario el paciente se vuelve al cristianismo e intenta cambiar algunos hábitos que tiene y cambiándolos por otros como es participar de la Eucaristía, pero esa motivación poco a poco se va perdiendo y ya se va volviendo algo monótono, porque el diablo con sus rumores le hace pensar que los significados de las oraciones no tienen sentido, ya que se repite una y otra vez sin ponerle el sentido a lo que se recita. Cuando Orugario logra este objetivo vuelve a encaminar al paciente al camino de “Su Padre”, y es ahí donde aprovecha la oportunidad de hacer que su éste conozca un grupo de personas materialistas y mundanas, que sólo se preocupan por disfrutar los placeres de la vida como la lujuria, la gula y la fiesta. El paciente se va uniendo a ellos con la mentalidad que es mejor que ellos ya que sigue yendo a misa, y a su vez, mejor que los cristianos puritanos ya que también disfruta de la vida. Luego en la historia, el paciente se percata del error que ha tenido al alejarse de la religión, vuelve a acercarse a ella esta vez con más convicción, y dentro de esta encuentra se enamora de una muchacha cristiana y cada vez están más juntos. En este momento Escrutopo reprende a su sobrino sobre cómo dejo pasar estos sucesos, donde el paciente tuvo un momento para reflexionar sobre sus acciones y comprender lo mal que estaban, y luego, como dejó que este se enamorase de una persona que lo acerca cada vez más al “Enemigo”. También le advierte que debe cuidar de su paciente en los tiempos de bombardeo (la historia se sitúa en la primera guerra mundial), debido a que mientras su paciente este vivo, ellos pueden hacer que su alma pueda irse de un camino a otro. El libro termina con Escrutopo diciéndole a su sobrino que ha fallado, ya que su paciente murió y su alma fue donde el “Enemigo”, en vez de donde “Su Padre”. Al comparar la historia del paciente con la nuestra, se pueden ver algunas similitudes, por ejemplo, la mayoría hemos estado en esta etapa de la vida, donde aunque estemos dentro de una religión, realmente no estemos activos dentro de ella, por estar preocupados más en otras cuestiones, y el diablo nos haga pensar lo mismo que el paciente.

Por ejemplo, si cuando al pasar un parcial sin haber estudiado mucho, me siento mejor que mis compañeros, ya se no soy un “nerd” que me la pase estudiando, pero tampoco soy un “vago” como los demás que perdieron. Esa mentalidad de ser mejores que los demás y separarnos de los grupos a los que pertenecemos es algo que quiere el diablo, porque si siento que soy más que mi prójimo nunca podre amarlo de verdad y solo seguiré pensando en mí mismo. Otro momento por el que paso el paciente y también nosotros, es lo que Escrutopo llama “La Ley de Ondulación”, momentos donde pensamos que la vida es lo mejor y estamos aprovechándola al máximo para que de repente caigamos en un bajo donde estamos más expuestos a caer en tentaciones con el fin de sentir que otra vez estamos en el mejor momento. Esta ley pasa constantemente y depende de nosotros si caemos en la tentación o si lo logramos superar y seguir adelante. Hay una muy buena forma de superar esos bajos y es en la religión. Tal y como lo hace el paciente, al tener un apoyo en Dios, tenemos las herramientas necesarias para poder ir creciendo a nivel personal, para después poder ayudar a los demás. Al conocer nuestro propósito, nuestras debilidades y fortalezas, ya somos capaces de salir a ayudar a los demás y así ir acercándonos más al camino de Dios. Al leer todo el libro se puede evidenciar la intención de Lewis al escribir la serie de cartas a través de la perspectiva de un diablo. Con cada una de las cartas nos ayuda a reflexionar cada una de nuestras acciones y como estas poco a poco nos llevan a cometer numerosos pecados que atentan nuestro camino al cielo. El mismo Escrutopo lo dice en la carta 23 “Un santo echado a perder, un fariseo, un inquisidor, o un brujo, es considerado en el Infierno como una mejor pieza cobrada que un tirano o un disoluto corriente”.