Cartas a Un Joven Poeta de Rilke

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Galaz 1 Uriel Alexis Galaz Chinolla 03 de junio de 2013 Ensayo teórico y comentario crítico: Cartas a un joven poeta de Rainer María Rilke Bautizado como René Karl Wilhelm Johann Marie Rilke, fue un poeta que nació en 1875 en Praga, Bohemia; parte del desaparecido imperio austrohúngaro. Ingresó a la academia militar Sankt-Pölten en 1886. Considera a esta etapa como los momentos más difíciles de su vida, sufriendo un ostracismo social por parte de profesores y alumnado por igual. Salió de la academia por su frágil salud y posteriormente ingreso a la universidad. Decidió sustituir el nombre René por Rainer en 1897. Realizo varios viajes posteriormente a este suceso, recorrió partes de Italia y Rusia, hasta finalmente asentarse en Paris, donde conoció al escultor Auguste Rodín. Fue Carla Westhoof (su esposa y ex-alumna de Rodín) quien lo oriento hacia el artista. Fue recibido como invitado del mismo y se encargaba de contestar y redactar cartas para él. Aunque se sabe que era una meta propia de Rilke el redactar un libro sobre su ídolo. Para la década de 1900 a 1910 se publican sus primeras obras, entre ellas El libro de las horas y Nuevas poesías. Aunque surge dentro del contexto posterior al Romanticismo, el ideal de inicios del siglo XIX se permea dentro de la obra “moderna” del poeta. Cartas a un joven poeta consiste en un compendio de cartas seleccionadas en las que el poeta se dirige a Franz Xaver Kappus, un joven aspirante a escritor que ingresó a la academia militar de Weiner-Neustadt, donde conoció a Horacek, un viejo maestro de Rilke, quién le compartió la experiencia que había vivido con el poeta en sus años en Sankt-Pölten. Meses después inició una correspondencia entre ambos personajes en donde Rilke, al mismo tiempo en que le respondía a su interlocutor, buscaba asimismo guiar al joven con consejos y nociones artísticas que se distanciaban de la tradición clásica. Dentro de la misma obra, se consideran solo diez cartas como clave para el análisis del pensamiento artístico de Rilke. Fueron publicadas póstumamente, tres años después de la muerte del autor en 1926. Pero consta solamente de la correspondencia entre un lapso de cinco años entre 1903 y 1908.

Las diez cartas I

Galaz 2 La primera carta, correspondida a Kappus desde París, es una nota introductoria entre ambas personas; no inicia a manera de preceptiva, sino que Rilke le infiere un sentido de intimidad, incluso cuando nunca antes se habían conocido los autores. El joven le había enviado textos en conjunto a la carta, buscando que los evaluara. Sin embargo, el pensamiento del poeta va en contra de la crítica, considerándola como repugnante. Pasa luego a resaltar un punto inexplicable dentro de la escritura, el aspecto místico de lo “indecible”. Hace énfasis en el carácter mimético de las poesías de Kappus, recomendándole luego que use la introspección frente a la influencia del exterior. “Por eso, sálvese de los motivos generales yendo hacia aquellos que su propia vida cotidiana le ofrece; diga sus tristezas y deseos, los pensamientos que pasan y su fe en alguna forma de belleza” (Rilke, p.25) II Aclarando la tardanza de la respuesta por un malestar y disculpándose, abre Rilke con una recomendación sobre la ironía; que no ha de dominar al joven, sino que más bien él debería de apropiarse de ella en un arranque para comprender la vida y formar un arte. Rilke era un viajero constante, lógicamente le era imposible cargar con un compendio de libros, para ello, le aclara a Kappus sobre libros que siempre mantiene en alto estándar. El primero es la Biblia, y el segundo pertenece al autor danés Jens Peter Jacobsen. Era el autor de la primera novela que leyó el poeta, Niels Lyhne. En esta carta se profesan por primera vez sus influencias, siendo Jacobsen y el escultor francés Rodín. “Si yo debiese decir por quienes he sabido algo sobre la esencia de la creación, sobre su profundidad y eternidad, solamente dos nombres son los que podría pronunciar: el de Jacobsen… y el de Augusto Rodín…” (Rilke, p.35) III La tercera carta abarca una mayor profundidad dentro de Jacobsen, recomienda una serie de libros a Kappus, ahuyentándolo también de leer sobre cualquier tema de crítica estética, argumentando que lo propio tiene un mayor valor frente a una noción de Academias artísticas, que muda con el discurso y con el tiempo. Es en esta misma carta donde menciona su máxima de la “paciencia”. Después de una ligera mención de la palabra se propone a mencionar a Richard Dehmel, donde argumenta que su trabajo, aunque hermoso, tiene una demasiada colindancia o invasión por parte de la

Galaz 3 sexualidad. En este caso resalta un aspecto único del poeta en su realización del “sexo” como algo propio, frente a un convencionalismo. Su máxima se puede ver ejemplificada en un fragmento: “Una de las más difíciles pruebas para el creador consiste en que debe permanecer inconsciente, distante de sus mejores virtudes, si no quiere quitarles su ingenuidad y su integridad” (Rilke, p.47) IV “Usted,, querido señor, es tan joven, esta tan lejos de toda iniciación, que quisiera encarecerle, tanto como puedo, que tenga paciencia frente a todo lo no resuelto en su corazón, y que trate de amar los problemas mismos…” (Rilke, p.55) Las cartas de Kappus demuestran una confidencialidad con el poeta y por lo tanto comparte experiencias que ofuscan a ambos. Rilke recomienda el no dejarse ganar por esas experiencias, exhortando con su máxima de paciencia. Este advenimiento de dificultades implica también e enfrentamiento de las mismas, para ello el precepto que se esconde en la carta asemeja al pensamiento estoico. Recomienda evitar el exceso del goce corporal, que aunque es fuente de producción, puede llegar a entorpecer. Asimismo, se menciona entre los textos una noción de convencionalismos y de una costumbre llevada a la decadencia. “Y los que viven el misterio falsa y malamente (y forman legión), no lo pierden sino para sí mismos, pues lo transmiten sin conocerlo, como una carta sellada.” (Rilke, p.59) V Recibió una carta en Florencia, pero no la contesto hasta su llegada a Roma, consiste en una respuesta breve donde detalla la hermosura de la arquitectura de la ciudad, mencionando ejemplos clave de la estructura citadina, uno de ellos el acueducto. Esto con el fin de elogiar un valor que parece permearse a través de cualquier lugar. El valor y la apreciación son una convención del individuo y pro ellos mismo es universal. Menciona que no llegó un libro enviado por Kappus y espera que exista una oportunidad de recuperarlo.

VI

Galaz 4 La carta se fecha al veintitrés de diciembre, dos días antes de navidad. Rilke habla de la soledad del autor, tan fácil de ser llevada. En este caso es un aspecto de introspección del propio creador. “Piense, querido señor, en el mundo que usted lleva dentro, y denomine este pensar como quiera, ya sea recuerdo de la infancia propia o anhelo de lo futuro; pero esté atento a lo que en usted se eleva, y sitúelo sobre todo lo que observa en entorno suyo” (Rilke, p.76-77) Quizás en este fragmento queda en evidencia un rechazo a la tradición mimética y retórica del arte. El artista en fin es un creador de la interioridad y para Rilke debería de alejarse de la imitación para ser más un mensaje del ego poético e interior. El uso de recuerdos y de la impresión de la infancia son recursos muy validos en esa soledad del autor. Soledad como sinónimo tanto de meditación, reflexión y originalidad misma. En esta misma carta se muestra la definición de Dios de Rilke, más como un ser a futuro que como un progenitor. VII “Estar solo es bueno, porque la soledad es difícil. Que algo sea difícil, debe sernos un motivo más para hacerlo.” (Rilke, p.87) La dificultad es una oportunidad de crecimiento y de reflexión para el espíritu creador. Permite un contacto con lo inexplicable e infinito, la posibilidad de cualquier cosa como materia prima para la génesis posterior. Se hace una analogía de esta forma con el amor, por ser arduo y le recomienda, que siendo joven, no pretenda dominar al amor, sino que con paciencia debe de aprender de él para poder llegar a obtenerlo. Pues, en la impaciencia con el mismo se llega al más temible convencionalismo que deshumaniza el amor. Condena a estos jóvenes por no conocer de la soledad y por ello, solo amar entregándose. El amor que expone Rilke, es por lo tanto un escape a los convencionalismos y una transcendencia entre los humanos. VIII Kappus había confiado un número de experiencias a Rilke, un conjunto de tristezas y pasados traumas le pesaban en los hombros, a lo que el poeta contesta: “Por favor, compruebe, más bien, si aquellas grandes tristezas no atravesaron por lo profundo de usted; si no cambiaron en usted muchas cosas; si usted, en alguna parte, en cualquier lugar de su ser, no se transformo mientras estaba triste.” (Rilke, p.99) LA encrucijada de la vida es la oportunidad perfecta para que el autor en su soledad, es

Galaz 5 decir, en su introspección pueda mudar de piel y transformar alguna característica de sí mismo. Así pues, nacerá el destino dentro del que sufre, no desde un exterior. Con la misma paciencia que esgrime en al mayoría de las cartas, a fin de no acelerar y estropear el proceso. Existe una convención social que rechaza lo inexplicable y la superstición, en forma de un temor de lo “indecible”. Para Rilke, el poeta debe de ser entusiasta ante a masa amorfa de lo desconocido y no dejarse guiar por este rechazo por parte de las masas a lo hipersensible y sobrenatural. “…la muerte, todas estas cosas que nos son tan afines, han sido tan reprimidas, tan alejadas de la vida por un rechazo cotidiano, que los sentidos con los que podríamos aprehenderlas se han atrofiado” (Rilke, p.104) IX La más breve de todas las cartas. “Y su duda puede convertirse en buena condición si usted la educa. Ella debe volverse conocedora, debe volverse crítica. Pregúntele, cada vez que quiera destruirle algo, por qué ese algo es indigno; pídale pruebas” (Rilke, p.115) La autocrítica y el propio cuestionamiento de la duda es uno de los consejos claves de la penúltima carta. Argumentarse en su propia reflexión a sí mismo, esgrimir para sí. Quizás Rilke busca enseñarle a Kappus sobre ser su propio crítico, mientras por otro lado menciona que las mejoras deberían de ser también “en toda su sangre” (Rilke, p.114). X Esta última carta tiene una diferencia de correspondencia de cuatro años a comparación de la novena. “El arte mismo no es más que una manera de vivir” (Rilke, p.121) No es una técnica para Rilke, ni es una concepción inspiradora de origen divino, sino una actitud vitalicia del creador y de su soledad. Aunque, es en esta donde Rilke condena como pseudoartísticas a ciertas profesiones, como la crítica, el periodismo y “tres cuartas partes de lo que se llama y quiere llamarse literatura” (Rilke, p.121) Finaliza con la mención de su alegría al salvar al joven Kappus de caer en esos vicios. Evaluación teórica Estamos frente a un texto que demuestra una propuesta artística, aunque la obra epistolar parezca oclumentar a una preceptiva, el balance entre ambas logran una fusión de la ideología y una correspondencia amistosa. Dejemos algo claro también,

Galaz 6 que es una distancia milenaria desde la concepción artística como una técnica mimética y retórica. Para el hombre del romanticismo que ha separado su discurso del racionalista viene una transformación de la idea clásica sobre el arte. Para el Romántico y el moderno (que exige una exacerbación del yo), la mímesis es el vivo ejemplo de una convención social, un reflejo para con los demás y ser puesto ante los ojos de la crítica académica. Tal vez este rechazo mismo hacia el precepto origina una remodelación de lo artístico. Sin embargo, para Rilke, la concepción viene desde una máxima personal frente a un origen grupal. La soledad y reflexión paciente del poeta es lo que logra el proceso de la escritura y la producción de literatura de arte y no enviciada por los géneros pseudoartísticos (como él mismo los llama). En este punto se opone a la concepción aristotélica de mímesis y de unidad del tema. Rilke se rehúsa a aceptar la convención social frente a la realidad como la única manera de adquisición del arte. ¿Es pues imitación lo que viene desde adentro? Desde un punto en el que se busca resaltar lo que está presente en lo natural, si, pero no consiste en una imitación y copia, sino en tan solo una abstracción del individuo que esgrime el concepto que percibe y lo utiliza como tema. Para los clásicos, el uso de la cotidianidad y el ingenio no argumentado traería consecuencias seguras de rechazo y de menosprecio de la obra de quien se atreviera a ir en contra de los preceptos básicos. Aún así, pareciese que hay cierta similitud entre el ingenium y Retractatio de Horacio con la “poética” de Rilke. Hay un factor individual que define como un absoluto la producción de dicho autor. Una unicidad y originalidad que surge de la propia psique del autor y de ningún otro lado. La inspiración proviene desde adentro y no por causa de un agente externo que esté actuando como una fuerza inmovible en el poeta. Puede suceder que se lleve a cabo un cambio e conciencia con un incidente que marque al autor, pero al fin y al cabo esta en él apropiarse de los cambios que ofrece el fenómeno. El poeta no está exento de la influencia y del regreso a previos autores. Además de ello, el ingenio del autor se ve alimentado por la noción constante de la vida y de sus padecimientos; el autor muta y cambia conforme a las concurrencias que transitan a lo largo de sus periodos vitales como la niñez y la vejez.

Galaz 7 Si los griegos tan solo estudiaban a Homero, era porque su acervo de escritores y poetas no estaba al nivel del que se veía en el siglo XX. Por lo tanto, la influencia y la doctrina literaria si mantiene un grupo de autores como mito fundacional de la literatura, pero la retractatio de Rilke sería un regreso a los autores favorecidos por sí mismo. Un favoritismo y predilección que segrega a los buenos autores desde la óptica del juicio personal es lo más indicado para describir a la idea de la tradición en el poeta austrohúngaro. Decorum por otro lado es algo transigente que “evoluciona” pero nunca se pierde en la concepción de Rilke, si tan solo parece que busca expandirse a cuestiones mucho mayores, un ejemplo claro de esto es en la octava carta, donde menciona el rechazo hacia lo “inexplicable”; debiendo de ser apropiado en vez de huir de él. La dualidad de deleitar y educar toma una fuerza menor en Rilke porque es ya considerado como algo clave de la literatura y un pilar base de ella. La profundidad sobre el deleitar va primero del uno hacia los demás. Y la educación es más autodidacta que de otra forma. Rilke educa en sus cartas a Kappus, pero no menciona de manera explícita que lo hace y en ello es habilidoso el manejo de interponer una ideología en el recuento de la experiencia con un joven, el inexperimentado y tabula rasa. En el anterior caso el factor didáctico de la literatura va alrededor de todas las cartas enviadas al joven pero está en un balance conjunto de la triada utilidad-deleitareducar, logrando exaltar la funcionalidad de estas cartas como más que solo una preceptiva, y como un texto poético por sí mismas. El texto es una transgresión al canon, pero preguntémonos ¿si la literatura universal podría haber seguido, a pesar de casi dos milenios del dominio de una ideología artística diseñada para un pueblo que ya no existe? La respuesta es un rotundo “no”, los poetas románticos, aunque exagerados en su idealización del arte llevaron la percepción a ser más que una mera comparación con leyes anticuadas y de encuadre; ahora se ha convertido en un fin y medio de vida; un acto de humanidad. Por si sola solía corresponder a una necesidad masiva del pueblo, pero ahora es un fenómeno de cada persona que se gesta en un nivel de apreciación y de personificación en el arte; el arte ahora tiene una resonancia con el “yo” de los poetas y no con la atribución de una inspiración divina. Una diferencia radical de Rilke frente a

Galaz 8 los románticos es que aunque rescata sus ideales, pertenece a un movimiento moderno y por ello no puede ir junto con el mismo ideal estético de ellos. Para lo anterior el artificio en las cartas de Rilke formula un crecimiento orgánico del poeta, como una profesión viva, aquella la de escribir. Como comentario final, podemos concluir en que Rilke da en un punto clave de la concepción nueva del artista, un ser que continuamente crece hacia el arte y no nace hecho para ello. Rompe con un esquema platónico de la idea innata, para casi rendir a cuentas de que cualquiera que se pueda apropiar del gusto por la literatura y el arte; acompañado de la soledad que el poeta extiende a todos sus copartidarios, sería capaz de ser un creador.

Bibliografía Rilke, Rainer María. Cartas a un joven poeta. Buenos Aires: Siglo Veinte, 1965.