Carlo Magno

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Historia Medieval – La época de Carlomagno

Carlomagno y el Imperio Carolingio Introducción Entre los reinos romano-germánicos sobresalió el reino de los francos, porque fue el más estable y duradero de los fundados por los pueblos germánicos en la parte occidental del Imperio Romano y fue el primero que estableció una alianza con la Iglesia. Así, los elementos culturales latinos y germánicos se terminaron de mezclar armónicamente formando una gran unidad. El primer reino que se hizo católico fue el Franco, con Clodoveo, en el siglo VI. Luego siguieron los demás: Visigodos, Lombardos, Anglosajones, Sajones (del Norte de Alemania), Húngaros, etc. Durante los cuatro siglos que separan la muerte de Teodosio (395) de la coronación imperial de Carlomagno (800) había nacido un mundo nuevo en Occidente, salido de la lenta fusión del mundo romano y del mundo (bárbaro) germano, sumando a esto la expansión de la fe cristiana, es decir la obra civilizadora de la Iglesia. Así es como la Edad Media occidental o Cristiandad Medieval adquirió forma estable y duradera. En latín, Carolus Magnus, significa „Carlos el Grande‟ y se traduce como Carlomagno. Carlomagno, rey de los francos (768-814) y emperador romano-cristiano (800-814), condujo a sus ejércitos francos a la victoria sobre otros pueblos, y estableció su dominio en la mayor parte de la Europa central y occidental. Fue uno de los grandes reyes más influyentes en Europa durante la Edad Media. Con él resurgió el Imperio Romano Cristiano de Occidente. Nacimiento y antepasados Carlomagno nació probablemente en Aquisgrán el 2 abril del 742. Era hijo del rey franco Pipino “el Breve” y nieto de Carlos Martel, el héroe de Poitiers. En el año 751, como ya vimos, Pipino destronó al último rey Merovingio (Childerico III) y asumió el título de rey de los francos. Después fue coronado por el papa Esteban II en el año 754. Al lado del ya consagrado Pipino, el papa Esteban ungió también a Carlos y a su hermano menor, Carlomán y a su madre Berta. Ese mismo año, el rey Pipino entró en Italia para proteger al papa de los lombardos (o longobardos), y en el 756 de nuevo tuvo que acudir en ayuda del papa. Desde el 760 los principales esfuerzos militares de Pipino se centraron en la conquista de Aquitania (suroeste de Francia) al sur del río Loira. Carlomagno acompañó a su padre en la mayoría de estas expediciones militares. Muerte de Pipino y herencia del reino En el año 768 murió, al parecer de malaria, el rey Pipino, dejando el trono a sus dos hijos, Carlos y Carlomán. Este último había nacido en el año 751 y a la muerte de su padre tenía diecisiete años, mientras que Carlos (el futuro Carlomagno) había nacido antes, en el 742. A su muerte, Pipino, como era tradición entre los francos, ya había dividido el reino en dos partes: Austrasia, Neustria y Aquitania habían sido asignadas a Carlomagno, y Borgoña, Provenza, Alsacia y Suabia a Carlomán. Las relaciones entre los dos hermanos nunca habían sido del todo buenas, y sobre el reino franco pesaba la amenaza de una guerra civil que hubiera comprometido irremediablemente la fatigosa obra de unificación llevada a cabo por su padre Pipino. El peligro fue calmado por las maniobras combinadas del Papa y la reina madre, Berta, quienes consiguieron pacificar a los dos hermanos. La reina madre era una mujer autoritaria y emprendedora, que tenía una gran influencia sobre los dos hijos. En el año 771 Carlomán murió repentinamente. Carlomagno entonces recibió sus territorios. El reino franco estaba todo bajo su dominio.

Las grandes campañas militares y conquistas

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Carlomagno se dedicó a convertir el Estado franco en un poderoso reino cristiano mediante campañas militares destinadas a consolidar y extender sus dominios y difundir la fe católica. Tuvo que luchar con diversos pueblos enemigos: 1- Los lombardos Ya en tiempos de Pipino los francos tuvieron que acudir en ayuda del Papa, acosado por los lombardos. Posteriormente, Carlomagno, en el año 772, recibió el llamamiento del Papa Adriano I, pues el rey longobardo, Desiderio, había invadido territorios que pertenecían a la Iglesia, en Italia, y amenazaba con tomar San Pedro, en Roma. Carlomagno, entonces, intentó llegar a un acuerdo con su rival. Pidió a Desiderio que devolviera al pontífice aquellas ciudades que le había arrebatado durante la última campaña militar y, en cambio, le ofreció catorce mil sueldos de oro y un gran número de vasos de plata. El rey longobardo se negó. Entonces Carlomagno ordenó la movilización de los francos y formó dos ejércitos, uno lo confió a su tío Bernardo, y el otro lo condujo él personalmente. El rey franco cruzó los Alpes sin encontrar resistencia. Las dificultades empezaron cuando bajó al valle. Los longobardos habían construido una barrera maciza de fortificaciones. Carlomagno, temiendo una guerra de desgaste lejos de su zona de aprovisionamiento, pidió una tregua. Pero no le fue concedida. Después de duros combates los francos lograron romper las murallas y persiguieron a los longobardos hasta su capital, Pavía. Estos, se encerraron en la ciudad y se dispusieron a resistir el asedio, que duró ocho meses, de octubre de 773 a junio del año siguiente. Finalmente los longobardos fueron derrotados, el rey Desiderio se rindió y el Norte de Italia pasó a formar parte del reino franco. El rey franco conservó para sí la corona arrancada a Desiderio, conocida como “corona de hierro”. A partir del 5 de junio del 774, Carlos es mencionado en las actas oficiales con el doble título de rey de los francos y rey de los longobardos (rex Francorum et Longobardorum). Entonces viajó a Roma y reafirmó la promesa de su padre de proteger las tierras papales. 2- Los sajones Estaban ubicados entre los ríos Rin y Elba, al norte de Alemania, y eran el único pueblo de origen germano que, en el siglo VIII, todavía no había recibido influencia romana ni cristiana. En una fecha tan temprana como el año 772, Carlomagno combatió las furiosas incursiones de los sajones en su territorio. Animado por su éxito en Italia (contra los lombardos), emprendió en el 775 una campaña para conquistarlos y cristianizarlos, pues eran paganos. La campaña tuvo algún éxito inicial pero se alargó durante más de 20 años ya que los sajones eran un rival durísimo. Con el tiempo los sajones fueron derrotados y se hicieron cristianos, gracias a la entrada de los misioneros, sobre todo se destaca la labor de San Bonifacio, el apóstol de los sajones. San Bonifacio (680-754) Llamado «apóstol de Alemania». Nació en Inglaterra y su verdadero nombre era Winfrido. Pertenecía a una buena familia y manifestó a muy temprana edad y en contra de la voluntad de su padre, su deseo de hacerse monje. Empezó sus estudios teológicos en los monasterios de Exeter , al Suroeste de Inglaterra y fue Ordenado sacerdote, en el año 716. Su vocación y misión era predicar la fe entre los paganos del norte de Europa, los sajones. En el año 718 viajó a Roma para solicitar del papa Gregorio II autorización de misionar en Alemania. El Sumo Pontífice lo escuchó complacido y, en el momento de otorgarle la bendición, le dijo: "Soldado de Cristo, te llamarás Bonifacio". Este nombre significa "bienhechor". Durante cinco años recorre Alemania convirtiendo a muchos sajones y fundando el primer monasterio. Luego regresa a Roma para informar de todo ello al Papa. En esta ocasión el Papa lo ordena obispo y Bonifacio retorna a Alemania con plenos poderes. Bautiza a miles de paganos y se implica en los problemas de numerosos cristianos que habían perdido el contacto con la jerarquía de la Iglesia católica.

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Bonifacio cortó el “roble de thor” que los paganos creían que era un árbol divino y si alguien lo dañaba sería destruido por el rayo del dios. Como esto no sucedió el pueblo se hizo bautizar, pues creyeron que el verdadero Dios era Jesucristo como Bonifacio les predicaba. San Bonifacio utilizó la madera del roble para construir una capilla dedicada a San Pedro. En esta capilla nació posteriormente un monasterio benedictino. Posteriormente siguió predicando y fundando monasterios y obispados, organizando toda la labor de la Iglesia en Alemania. Siempre era acompañado por sus discípulos y apoyado por los francos de Pipino o de Carlomagno, que además financiaban las fundaciones de monasterios y abadías. El anciano predicador había llegado a los 80 años. Deseaba regresar a Frisia (la actual Holanda). Tenía noticias de que los convertidos allí habían renegado la fe. Fueron con él 52 compañeros. Atravesaron muchos ríos, hasta penetrar en el corazón del territorio. Al desembarcar cerca de Dochum, miles de habitantes de Frisia fueron bautizados. El día de pentecostés debían recibir el sacramento de la confirmación. Bonifacio se encontraba leyendo, cuando escuchó el rumor que se acercaba gente. Salió de su tienda creyendo que serían los recién convertidos, pero lo que vio fue una turba armada con evidente determinación de matarlo. Los misioneros fueron atacados con lanzas y espadas. "Dios salvará nuestras almas", grito Bonifacio. Uno de los malhechores se arrojó sobre el anciano arzobispo, quien levantó maquinalmente el libro del evangelio que llevaba en la mano, para protegerse. La espada partió el libro y la cabeza del misionero, muriendo mártir. Era el 5 de junio del año 754. Dios había salvado su alma abriéndole las puertas del Cielo.

3- Los avaros o húngaros Eran un pueblo de jinetes de la Europa del Este (zonas de Hungría y Austria) descendientes de los hunos. Eran una amenaza constante para el reino franco debido a su agresividad. Carlomagno hizo frente a sus agresiones, entre los años 791 y 796, y luego de derrotarlos creó una provincia en la frontera llamada “Marca del Este” que estaba fuertemente protegida militarmente para evitar futuras invasiones. Las “Marcas” eran regiones fronterizas fuertemente custodiadas cuando el vecino era agresivo y peligroso. El encargado del gobierno de una “Marca” llevaba el título de Marqués, y tenía a su cargo una importante tropa. Los húngaros se hicieron cristianos y, con el tiempo, llegaron a tener un rey santo que terminó de convertir al pueblo húngaro a la fe cristiana: San Esteban de Hungría En la zona del Este de Europa, se destaca la figura del rey San Esteban de Hungría (975-1038). Este santo tiene el honor de haber convertido al catolicismo al reino de Hungría. Cuando ya hubo derrotado a todos los que se habían opuesto a la religión católica: a la idolatría y las falsas religiones, y había organizado la nación en varios obispados, envió al obispo principal, San Astrik, a Roma a obtener del Papa Silvestre II la aprobación para los obispados y que le concediera el título de rey. El Papa se alegró mucho ante tantas buenas noticias y le envío una corona de oro, nombrándolo rey de Hungría. Y así en el año 1000 fue coronado solemnemente por el enviado del Papa como primer rey de aquel país. El cariño del rey Esteban por la religión católica era inmenso; a los obispos y sacerdotes los trataba con extremo respeto y hacía que los ciudadanos lo imitaran en demostrarles gran veneración. Su devoción por la Virgen Santísima era extraordinaria. Levantaba templos en su honor y la invocaba en todos sus momentos difíciles. Fundaba conventos y los dotaba de todo lo necesario. Ordenó que cada 10 pueblos debían construir un templo, y a cada Iglesia se encargaba de dotarla de ornamentos, libros, cálices y demás objetos necesarios para mantener el personal de religiosos.

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La cantidad de limosnas que este santo rey repartía era tan extraordinaria, que la gente exclamaba: "¡Ahora sí se van a acabar los pobres!". Él personalmente atendía con gran bondad a todas las gentes que llegaban a hablarle o a pedirle favores, pero prefería siempre a los más pobres, diciendo: "Ellos representan mejor a Jesucristo, a quien yo quiero atender de manera especial". Para conocer mejor la terrible situación de los más necesitados, se disfrazaba de sencillo albañil y salía de noche por las calles a repartir ayudas. Y una noche al encontrarse con un enorme grupo de mendigos empezó a repartirles las monedas que llevaba. Estos, incapaces de aguardar a que les llegara a cada quien un turno para recibir, se le lanzaron encima, quitándole todo y lo molieron a palos. Cuando se hubieron alejado, el santo se arrodilló y dio gracias a Dios por haberle permitido ofrecer aquel sacrificio. Cuando narró esto en el palacio, sus empleados celebraron aquella aventura, pero le aconsejaron que debía andar con más prudencia para evitar peligros. El les dijo: "Una cosa sí me he propuesto: no negar jamás una ayuda o un favor. Si en mí existe la capacidad de hacerlo". A su hijo lo educó con todo esmero y para él dejó escritos unos bellos consejos, recomendándole huir de toda impureza y del orgullo. Ser paciente, muy generoso con los pobres y en extremo respetuoso con la santa Iglesia Católica. Dios, para poderlo hacer llegar a mayor santidad, permitió que en sus últimos años Esteban tuviera que sufrir muchos padecimientos. Y uno de ellos fue que su hijo en quien él tenía puestas todas sus esperanzas y al cual había formado muy bien, muriera en una cacería, quedando el santo rey sin sucesor. El exclamó al saber tan amarga noticia: "El Señor me lo dio, el Señor me los quitó. Bendito sea Dios". Pero esto fue para su corazón una pena inmensa. Los últimos años de su vida tuvo que padecer muy dolorosas enfermedades que lo fueron purificando y santificando cada vez más. El 15 de agosto del año 1038, día de la Asunción, fiesta muy querida por él, murió santamente. Desde entonces la nación Húngara siempre ha sido muy católica. A los 45 años de muerto, el Sumo Pontífice permitió que lo invocaran como santo y en su sepulcro se obraron admirables milagros.

4- Los musulmanes Carlomagno combatió en la península Ibérica en el 778 ayudando a los reinos cristianos españoles en su lucha contra el invasor musulmán. Tuvo éxitos y fracasos. Finalmente logró expulsar a los islamitas de los montes Pirineos (límite entre España y Francia) estableciendo allí la “Marca Hispánica”. Los musulmanes también atacaron las costas mediterráneas de Italia y Francia, saqueando ciudades o asaltando naves cristianas. 5- Los escandinavos o normandos Desde la Península Escandinava (Suecia, Finlandia y Noruega) y Dinamarca comenzaron a desplazarse los daneses y los vikingos, en el siglo IX, invadiendo la Europa del Norte y las islas Británicas. En las Islas Británicas se destaca la figura del rey San Edmundo (de Inglaterra), que comenzó a gobernar sobre los anglos del Este cuando sólo tenía quince años de edad, en el 855. Posteriormente, este rey cristiano fue tomado prisionero por los daneses (o normandos), que le propusieron que abandonase su religión a lo que se negó resueltamente. En consecuencia, fue azotado y muerto a flechazos, el año 870. Algunos daneses y vikingos se hicieron cristianos, pero otros fueron duros opositores al Imperio cristiano. Carlomagno decidió, entonces, establecer la “Marca de Bretaña”, al Noroeste de Francia, para evitar invasiones de los daneses y vikingos, y la “Marca Danesa” al Noreste. La vida de un rey cristiano

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Convertido en rey a los 21 años, Carlomagno, medía 1.92 metros y tenía una espesa barba, era un apasionado de la cacería y un valiente soldado. Su cuerpo era robusto, de grueso cuello y recios brazos; era capaz de recorrer los bosques sin fatigarse y de cruzar a nado sus ríos favoritos, el Mosa y el Rin. Cuando soltaba una carcajada, las orejas se le movían adelante y atrás como si su cuerpo imitara el regocijo de su mente. Su andar era firme, y toda la actitud de su cuerpo, varonil. Era directo para hablar, sin segundas intenciones, y no le gustaba el engaño y la mentira. Era religioso, pero no santurrón. Se levantaba al amanecer, bebía un vaso de agua, comía una manzana, se ponía un vestido viejo y botas de cuero, montaba a caballo y durante horas enteras cazaba en los bosques con una reducida escolta, o a veces solo. Vestía casi siempre con ropas tejidas por su mujer y sus hijas. En invierno protegía hombros y pecho con pieles de foca y de marta. Gustaba de llevar una capa azulada, así como una espada, normalmente acabada en una empuñadura dorada o plateada. Solo en las grandes ceremonias importantes vestía con ropajes de lujo y usaba la corona, pero, por lo general no usaba ropa ostentosa. Disponía de una huerta, una granja de gallinas y un comercio de huevos y otros productos. La renta le servía para mantener sus tres residencias, entre las cuales se desplazaba continuamente: Heristal, Worms junto al Rin y Aquisgrán. Esta última capital era su favorita a causa del clima benigno, de los bosques que la rodeaban y de las aguas termales, famosas desde los tiempos de los romanos. Mientras comía escuchaba algo de música o le leían antiguas historias. Le gustaba leer. Su libro predilecto era “La Ciudad de Dios” de San Agustín. Iba a Misa frecuentemente y también rezaba salmos junto a los monjes, cuando podía. Socorría con generosas limosnas a los pobres de su reino y también a los cristianos que vivían en tierras lejanas como Jerusalén, Cartago y Alejandría (Egipto). Honró de modo singular al Papa y a la Iglesia de San Pedro en Roma defendiéndola de sus enemigos. Amante de su familia, Carlomagno dispensó un gran afecto a su única hermana Gisela, y especialmente a su madre Berta, tratada con todos los honores hasta su muerte en el año 783, siendo enterrada, como Pipino el Breve, en Saint Denis (Francia). Cuidó con esmero la educación de sus hijos y nunca comía sin ellos cuando estaba en el palacio. Los varones debían aprender a montar a caballo y, llegado el momento, a manejar armas y cazar. Tuvo 20 hijos: 10 varones y 10 mujeres. Y se casó 4 veces. Coronación imperial Establecido de este modo el dominio franco sobre muchos otros pueblos, Carlomagno había construido de hecho un Imperio y se había convertido en un emperador. Únicamente le restaba adoptar el título. El 24 de noviembre del año 800 Carlomagno llegó a la ciudad de los Césares y los Papas donde fue acogido por el Santo Padre y por una enorme muchedumbre de sacerdotes, romanos y aldeanos a los que León había hecho acudir de toda la región del Lacio. El 2 de diciembre, el pontífice convocó un sínodo (asamblea) en la basílica de San Pedro, en el que intervinieron las altas jerarquías eclesiásticas y los nobles carolingios que habían acompañado a Carlos a Roma. Carlomagno se pasó las semanas siguientes realizando peregrinaciones a las iglesias de Roma venerando reliquias de antiguos mártires. Entretanto, se acercaba el gran día de la coronación. El 25 de diciembre, el rey franco, escoltado por sus nobles, cruzó la ciudad entre las aclamaciones de la multitud en dirección a la basílica de San Pedro. Vestía la túnica y las sandalias romanas, en vez de los pantalones y las botas francas. Sus cabellos se habían hecho un poco grises. Tenía la frente surcada de profundas arrugas (tenía cerca de 60 años), pero su aspecto aún era juvenil, y parecía estar en la plenitud de sus fuerzas. El cortejo entró en el templo entre dos filas de obispos, atravesó la nave central iluminada por mil trescientas setenta velas y adornada con imágenes de santos, y llegó frente al altar. Una vez allí, Carlomagno se destacó del séquito (acompañamiento) y cruzó la barandilla. Fue a arrodillarse a los pies del altar mayor y se recogió en oración. En aquel momento, el papa León III, sacó del tabernáculo una corona de oro y la puso sobre la cabeza del 5

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rey franco. Por tres veces, la aclamación en latín «A Carlos Augusto, coronado por Dios, poderoso y pacífico emperador, vida y victoria», resonó en el templo. El biógrafo de Carlomagno, Eginardo, nos relata: “El santo día del nacimiento del Señor (Navidad), mientras el rey, asistente a la misa, rezaba delante del altar del bienaventurado apóstol Pedro, el papa León le puso una corona sobre la cabeza, y todo el pueblo romano exclamó: ¡A Carlos Augusto, coronado por Dios, grande y pacífico emperador de los romanos, vida y victoria!”. Administración y organización del reino Carlomagno siguió en la organización de su imperio las costumbres merovingias, aunque eliminó el cargo de Mayordomo de palacio. Su Corte era itinerante, porque no residía en un lugar fijo, aunque la ciudad preferida del emperador era Aquisgrán, allí había construido una iglesia y un palacio. En su palacio reunió doctores y sabios de toda Europa, el más famoso fue el clérigo inglés Alcuino de York, al que puso a cargo de la escuela palatina. El Imperio se dividió en unos 250 Condados. Al frente de cada condado había un Conde, que le juraba fidelidad a Carlomagno. Una o dos veces al año se celebraba una Asamblea integrada por los miembros de la nobleza y del clero (Iglesia). De allí salían resoluciones dictadas por el rey y promulgadas por la Asamblea. Esos decretos se llamaban Capitulares (por estar divididos en capítulos). Carlomagno emitió cientos de capitulares, tratando un amplio abanico de asuntos, desde cuestiones jurídicas y militares hasta cuestiones relativas a monasterios, a la educación y a la gestión de los dominios imperiales. También estaban los Missi Dominici (enviados del señor), que iban, de dos en dos, a los diferentes condados, y eran los encargados de vigilar a los condes y demás funcionarios en sus labores de gobierno. Luego debían informar al emperador. Como ya vimos, los sectores fronterizos y peligrosos estaban a cargo de un Marqués que dirigía una Marca. Todos los miembros de la nobleza del reino le juraban fidelidad al rey, siendo vasallos de él. Las metas que se propuso en su gobierno fueron tres: 1- Consolidar la religión: estuvo muy convencido del carácter sagrado de su misión, esforzándose por edificar el Imperio sobre dos grandes pilares: la administración eclesiástica (buenos obispos) y la administración imperial (buenos condes). Su grito de guerra y lema de su imperio era: ¡Christus vincit, Christus regnat, Christus imperat! (¡Cristo vence, Cristo reina, Cristo impera!). 2- Extender la civilización cristiana: este objetivo brota del primero. Se trata del modo de vida, de organización social cristiana. Basado en la fe y enseñanzas de la Iglesia, en las buenas costumbres familiares y en la justicia. Esto debe extenderse por el mundo y defenderse de sus enemigos. 3- Instaurar la paz: la vieja pax romana de Augusto y sucesores, ahora era concebida como pax Christi in regno Christi (paz de Cristo en el reino de Cristo). Misión y concepción imperial La consagración papal, en la Navidad del 800, lo convierte al emperador en el jefe del pueblo cristiano para guiarlo hacia su destino superior: la vida eterna. Tiene por misión proteger y gobernar a todos los miembros de Dios (cristianos), de los infieles (musulmanes) y de los paganos a los que hay que convertir a la verdadera fe (vikingos, eslavos, etc.). el emperador es el señor y el padre, el rey y guía de todos los cristianos. El pueblo sobre el que él reina está unido por la misma fe de la Iglesia fundada por Jesucristo. Había una obediencia a la fe y obligaciones que de allí brotaban que le daban unidad al pueblo cristiano: no se podía actuar nunca en contra de la Iglesia, había que 6

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proteger y respetar a las viudas, los huérfanos, los niños, los ancianos y los extranjeros, no colaborar con los ladrones y criminales. El que faltaba a estas obligaciones de buen cristiano se hacía reo de infidelidad. El emperador era el primero en cumplir con estos mandatos, pero necesitaba del compromiso del pueblo, para que la paz cristiana reinara. Él debía velar personalmente sobre la Iglesia y mantener la paz y la justicia para todo el pueblo. El Renacimiento cultural carolingio En materia cultural, Carlomagno procuro estimular el desarrollo de las letras y de las ciencias, decaídas por efecto de las luchas y las invasiones bárbaras, empezando por dar su propio ejemplo. A tal efecto, aprendió el latín y estudió la lengua germánica. Fundó escuelas y se rodeó de sabios, entre los cuales sobresalieron el teólogo Alcuino de York, nacido en Inglaterra, el italiano Pablo Diácono, el germano Eginardo y el irlandés Dungal. Carlomagno asistió a la escuela que funcionó en su propio palacio de Aquisgrán, que mas bien tenía el carácter de una academia, donde se trataban y discutían temas de carácter científico y literario, basados en el estudio de las denominadas artes liberales, que comprendían el trivium (gramática, retórica y dialéctica) y el quadrivium (geometría, aritmética, astronomía y música), según el método de lectura y comentario de textos. Paralelamente funcionaba una escuela para niños, que visitaba con frecuencia. Se fundaron infinidades de escuelas dependientes de los monjes o del los obispos. Con el advenimiento de las reformas de alfabetización de Carlomagno, quien estaba particularmente interesado en música, comenzó un período de intensa actividad en los monasterios de copiado y escritura de tratados en teoría musical . La práctica y teoría musical occidental de hoy en día comenzó con Carlomagno, que le dio un gran impulso a este arte. Hasta entonces eran pocos los que tenían una cultura clásica. Entre ellos sobresalían los monjes benedictinos, quienes fueron los más celosos custodios de esa valiosa herencia. Este resurgimiento cultural ha sido llamado el renacimiento carolingio, pues levantó el nivel de enseñanza y cultura en toda la Europa Occidental. Muerte de Carlomagno y sucesión imperial Hasta los 70 años de edad Carlomagno gozó de excelente salud. Pero en los últimos años de su vida comenzó a padecer fiebres y dolores persistentes en una pierna. La pérdida de 3 de sus hijos en la flor de la edad (810-811) debilitó la salud del viejo emperador. En el 810 murieron sus 2 hijos mayores, entre los que se encontraba su preferido para el trono. En el año 813, Carlomagno convocó a su corte a Ludovico Pío (o Luis el Piadoso), rey de Aquitania y su único hijo sobreviviente. Una vez allí, lo coronó con sus propias manos como coemperador para luego enviarlo de regreso a Aquitania. A continuación, pasó el otoño de cacería antes de volver a Aquisgrán el 1 de noviembre. En enero de 814, enfermó de pleuritis y el 21 cayó en cama. Murió el 28 de enero, el séptimo día desde que cayó en cama, a las 9 de la mañana, tras participar de la eucaristía. Tenía 72 años de vida y el 47 de reinado. Carlos fue sepultado el mismo día de su muerte en la Catedral de Aquisgrán. Había muerto uno de los más grandes modelos de rey cristiano. Su fama y su influencia se difundieron por toda Europa durante siglos.

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Carlomagno Emperador Cristiano

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