Capitulo 1 Al 5 Condicion Humana

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Capítulo I: La Condición Humana Hannah Arendt considera a los seres humanos somos seres condicionados, ya que todas las cosas con las que éste que entra en contacto se convierten en condición para la existencia a diferencia de la naturaleza humana, en el caso de los factores que condicionan la vida política del hombre según la autora, distingue tres elementos, estos son la acción, labor y trabajo. Arendt plantea observar la condición humana con los lentes de nuestros temores y en base a ellos reconducir la realidad, y no arrojarla al camino de la barbarie. En el caso de las formas de vida, Arendt diferencia entre dos tipos, en primer lugar una vida activa y otra contemplativa, en cuanto a la vida activa designa tres actividades fundamentales, la acción, labor y el trabajo; condiciones básicas del hombre en la tierra, la vida activa es una condición de la existencia del hombre y aquello de lo que el hombre no puede escapar totalmente. La contemplación dependerá de los otros tres factores, de la labor que produce todo lo necesario para mantener vivo el organismo humano y la vida de la especie, del trabajo que crea lo necesario para albergar el cuerpo y necesita de la acción para organizar la vida en común, para permitir que la contemplación esté asegurada. La acción es la actividad política por excelencia, la natalidad y no la mortalidad es la categoría central del pensamiento político. Es la acción la que ocupa un mayor nivel porque está conectada con la esfera política de la vida humana, es decir, con la polis, el espacio en el que el hombre se desarrolla como ser social y político. El trabajo y no la acción es el de mayor nivel desde la esfera de la contemplación,. La labor siempre se asocia a experiencias corporales de fatigues e incomodidad. Sobre la capacidad que tiene el hombre en la labor, se encuentra que este comienza a producir más bienes de los cuales son realmente necesarios, es allí donde comienza a incurrirse en el exceso. La diferencia que existe entre trabajo y labor recae en que el trabajo de las manos produce objetos de uso de la durabilidad y objetividad y la labor se refiere a aquellos bienes de consumo, son resultados de lo que se llamó el homo faber, que se refiere al hombre fabricante, al que hace cosas materiales, según Arendt, el Homo faber excede la realidad con la implementación del utilitarismo. En cuanto a la capacidad de la acción, entendida como la capacidad de poder hacer algo nuevo, hecho que representa un constante recordatorio para los hombres, porque los mismos saben que su existencia es la tierra es limitada, es decir, que van a morir, pero viven como si el fin último no fuese la muerte, sino se entiende que se nace para comenzar algo nuevo. La acción tiene un inicio definido, pero su fin no es predecible. Es una caprichosa interferencia en las leyes generales de la conducta.

Capitulo II LA ESFERA PÚBLICA Y LA PRIVADA El hombre: animal social o político En este capítulo la autora aclara que las actividades de la vita activa, son todas aquellas que pertenecen al mundo de hombres, por lo tanto no trascienden por completo, son parte del medio ambiente en el que vivimos. Sin embargo, este medio ambiente no existiría sin la actividad humana que lo produjo. Para Arendt la única actividad que requiere de la sociedad de los hombres es la acción. El hombre puede trabajar y laborar solo, fuera de la sociedad, sin la presencia de otro (aunque ya no sería humano si no un animal laborans) pero no puede tener acción, sin la constante presencia de los demás. En este punto la autora resalta algo que se mencionó en el capítulo anterior y es el tema de la pluralidad. La capacidad de acción del hombre no radica en su individualidad sino en la pluralidad con los demás. Antiguamente, en la ciudad-estado griega, los que eran considerados ciudadanos de la polis, tenían dos ámbitos de vida, el privado el cual Arendt lo señala como “lo suyo” y lo público o “lo comunal”. La autora afirma que el pensamiento era secundario al discurso, pero discurso y acción se consideraban coexistentes e iguales. Ser político significaba persuadir por medio de las palabras, mientras que utilizar la violencia o mandar por la fuerza, se consideraba una forma pre-política, la cual únicamente tenía su justificación dentro del hogar y la vida familiar. La Polis y la familia Antiguamente los asuntos públicos y los asuntos privados estaban claramente delimitados y diferenciados. El primero representa lo político y lo segunda la vida familiar. Pero con el surgimiento de la Edad Moderna, apareció una nueva esfera que no es ni pública ni privada. Esta es la esfera social. A partir de este momento, la línea divisoria que diferenciaba estas esferas empezó a desvanecerse ya que los asuntos públicos y privados se mezclaron en una sola esfera. Arendt explica que para los antiguos ciertos conceptos como los de “economía política” serían una contradicción ya que se estaría mezclando lo político con lo social, y la economía era meramente un asunto familiar. En cuanto a la propiedad, hay una diferencia en lo que los modernos entienden por este concepto y lo que los antiguos entendían por la misma. Para los griegos la posesión de la propiedad era necesaria para la pertenencia a la esfera pública, sin poseer una casa el hombre no podía participar en los asuntos del mundo. Dentro del hogar, los hombres vivian llevados por sus necesidades y exigencias. El hombre debía llevar el sustento para su familiar mientras que la mujer tenía la tarea de la supervivencia de la especie. Pero en la esfera de la polis, no existían estas necesidades. Esta era considerada la esfera de la libertad, ya que las necesidades se suponían que eran satisfechas en la esfera privada. Algunos trabajadores pobres preferían su libertad a una mejor vida material como esclavos. Mientras la polis solo conocía de

iguales, en la familia reinaba la desigualdad del Amo-Esposo sobre la mujer, los hijos y los esclavos. Ser libre para los griegos era ni gobernar ni ser gobernado. La igualdad tenía como sustancia el vivir entre pares (lo que presuponía en un punto la desigualdad con respecto a los que no entraban en la esfera de lo público). Ser libre era serlo de la desigualdad. Debo reconocer que esta concepción sobre la igualdad manejada antiguamente en la polis, me causó interés, ya que es totalmente distinta a la igualdad que conocemos hoy día. No se trataba de una igualdad de justicia, o estar sometidos todos bajo las mismas leyes, todo lo contrario, se trataba de una igualdad en la que no existían gobernantes ni gobernados. En el mundo moderno las esferas de lo social y lo político están menos diferenciadas. El conjunto de las actividades domésticas y económicas han tomado tal relevancia que ahora estas son consideradas de interés colectivo. Para los griegos esto sería una total aberración. Esta realidad la podemos palpar fácilmente con el auge de las redes sociales, las cuales son de acceso público, pero los asuntos tratados allí en su mayoría tienen que ver con la intimidad, y la esfera privada de las personas. Esto demuestra el auge que han tenido los asuntos sociales en la Edad Moderna. El auge de lo social El “retraimiento” en los romanos y griegos era un refugio temporal de su actividad en la esfera pública. Pero en la modernidad se ha dejado de pensar a lo privado como privación. La esfera social ha crecido hasta abarcar a todos los miembros de la sociedad. En la modernidad existe una contradicción entre lo íntimo y lo social, ya que actualmente se afirma que lo íntimo es todo lo opuesto a lo social, con la que sin embargo se halla más próxima y auténticamente relacionado. Para los antiguos, en el ámbito de lo privado (antes del descubrimiento de lo íntimo) el hombre existía como mero ser animal, ya que en esta esfera es donde satisface sus necesidades básicas, de allí su desprecio por la esfera de lo privado. Pero la nueva esfera de lo social transformó todas las comunidades modernas en sociedades de trabajadores y empleados. Si utilizamos la terminología de Arendt podríamos afirmar entonces que actualmente el trabajo y la labor forman parte de la esfera social. Al respecto señala que en la Edad Moderna las actividades relacionadas con la pura supervivencia se permiten aparecer en público, teniendo como una de las principales características el fenómeno del conformismo. La igualdad moderna está basada en el conformismo y ello es sustancialmente diferente a la igualdad antigua. Hoy la conducta ha reemplazado a la “acción”. La polis estaba impregnada de un espíritu agonal, esto es, la esfera pública era el lugar donde el hombre podía demostrar con acciones únicas o logros que era el mejor. Hoy en dia, el conformismo, basado en el supuesto de que los hombres se comportan y no actúan respecto a los demás, yace en la raíz de la moderna ciencia económica, principalmente la estadística. Esta afirma que los

acontecimientos diferentes a las conductas preestablecidas son raros en la historia humana. Por lo tanto, lo que Arendt define como la capacidad para empezar algo nuevo (acción), es visto por la estadística como algo raro y sin importancia ya que va en contra del comportamiento cotidiano. Sin embargo, la autora de cierta manera justifica este fenómeno con el crecimiento desmesurado de la población. Por lo tanto, mientras más numerosa sea la población en un determinado cuerpo político, mayor posibilidad tendrá lo social sobre lo político de construir la esfera pública. Para Arendt, la esfera de lo social devora a las demás esferas. La esfera social crece y contra ese crecimiento lo privado, lo íntimo y lo político se han mostrado incapaces de defenderse. La esfera pública: lo común Lo público puede tener dos significados. En primer lugar significa que todo lo que aparece en público puede verlo y oírlo todo el mundo y tiene la más amplia publicidad posible. En segundo lugar, el término “público” significa el propio mundo, en cuanto es común a todos nosotros y diferenciado de nuestro lugar poseído privadamente en él. Hay comunidades que han perdido el interés común. Arendt hace una crítica a la idea de caridad como nexo social en el pensamiento de San Agustín. Dice que esto le da un carácter no público y no político a la comunidad cristiana, porque la caridad es algo privado de los ojos de los demás. El espacio público debe trascender generacionalmente. En los antiguos la polis era ese lugar de trascendencia. La autora también critica la futilidad de la admiración pública en la modernidad. La realidad mundana aparece donde las cosas pueden verse desde muchos aspectos y sin cambiar su identidad. Si la identidad del objeto deja de discernirse el mundo común se destruye. Esto puede ocurrir bajo radical aislamiento (tiranías), pero también bajo la sociedad de masas La esfera privada: la propiedad Para Arendt vivir sólo la vida privada es estar privado de la libertad. En ese sentido, la soledad es un fenómeno de la sociedad de masas. La sociedad de masas no sólo destruye la esfera pública, también lo hace con la privada. Con el auge del cristianismo se produce la pérdida de conciencia con respecto a lo privativo de lo privado.Vivir una vida privada por completo significa por encima de todo estar privado de las cosas esenciales a una verdadera vida humana: estar privado de la realidad que proviene de ser visto y oído por los demás. Resumen Capítulo III Se dará inicio a sintetizar las ideas principales expuestas por Hannah Arendt en el capítulo III, titulado: Labor. Está dividido en siete partes; a) Labor de nuestro cuerpo y el trabajo de nuestras manos. b) El carácter de cosa del mundo. c) Labor

y vida. d) Labor y fertilidad. e) Lo privado de la propiedad y riqueza. f) Los instrumentos del trabajo y la división de la labor. g) Una sociedad de consumidores. Dando comienzo al tema sobre la labor de nuestro cuerpo y el trabajo de nuestras manos. La autora expone de manera clara que pretende elaborar una diferenciación entre labor y trabajo. Narra que en la antigüedad no se dio la búsqueda de una significación, proviene de un desprecio hacia la labor, ya que esta surge en base a una lucha por la libertad por medio de la superación de las necesidades. A finales del siglo V, se inicia en la polis en la clasificación de las ocupaciones según el esfuerzo necesitado. Siguiendo la idea anterior, Aristóteles calificó las ocupaciones en, aquellas que el cuerpo más se deteriora, como las más bajas. Se negó a aceptar a los campesinos y escultores como ciudadanos. Luego, los griegos presentaron un desprecio por la labor, quienes tenían sus razones para desconfiar de los artesanos, o en primera instancia del homo faber. Su opinión de que labor y trabajo eran despreciados en la antigüedad porque solo se relacionaba con los esclavos, es un principio de los historiadores modernos. Para los antiguos residía en que se necesitaba poseer esclavos en si por la naturaleza servil de las ocupaciones que eran útiles para el mantenimiento de la vida. En base a eso se defendió y se justificó la esclavitud. Laborar, tenía el significado de estar esclavizado por la necesidad, y ser parte de la servidumbre era propio de las condiciones de la vida humana. Se veía la transformación del hombre en semejante a un animal domesticado. Más adelante con el auge de la teoría política, los filósofos superaron las distinciones antes mencionadas, que habían logrado diferenciar las actividades, poniendo en oposición la contemplación con todas las actividades semejantes. Es así, como incluyendo la actividad política pasa a ser nivelada al rango de una necesidad, que pasó a ser común de todas las articulaciones dentro de la vita activa. Se encuentra la diferenciación entre labor productiva e improductiva. Además la de trabajo experto e inexperto, y, finalmente la distinción entre trabajo experto e inexperto. Además de la división de todas las actividades en trabajo manual e intelectual. En la Época Moderna, la labor tiene una elevación la cual fue basada en la productividad. La diferenciación entre labor productiva e improductiva conlleva implícita la distinción entre trabajo y labor. Laborar se representa en el resultado de su esfuerzo que se consume casi tan rápidamente como se gasta el esfuerzo. Está motivado por su impulso, el cual es el más poderoso de todos, de él depende la propia vida. Lo analizado por Karl Marx, sobre la propia actividad laboral, independientemente de su lugar en la esfera privada o pública, posee una

productividad. Dicha productividad no se basa en los productos de la labor, sino en el poder humano, cuya fuerza no queda agotada cuando ha producido los medios para garantizar su propia subsistencia y supervivencia, que es capaz de producir lo necesario para su propia reproducción. A diferencia de la productividad del trabajo, que añade nuevos objetos en el artificio humano. La productividad del poder, entonces produce solamente objetos que le provean los medios para la reproducción de más de un proceso de vida, si no que produce vida. La distinción entre labor y trabajo llegaría a desaparecer ya que todo trabajo se convertiría en labor debido a que las cosas se entendería no en su mundana y objetiva cualidad, sino como el resultado del poder de la labor y de las funciones del proceso de la vida. Hace la salvedad, que pensar y trabajar son dos actividades diferentes que nunca coinciden por completo, es decir que el recuerdo prepara lo intangible y lo fútil para su final materialización. El propio trabajo siempre requiere entonces de algún material sobre el que actuar y que mediante la fabricación, la actividad del homo faber, se transformará en un objeto mundano. El carácter de cosa del mundo. El lenguaje y las fundamentales experiencias humanas que lo sustentan, es lo que nos enseña que las cosas del mundo, entre las que se consume la vita activa, son de naturaleza muy diferente y producida por muy distintas clases de actividad. Considerados como parte del mundo, los productos del trabajo y no los de la labor. En el mundo de las cosas duraderas se encuentran los bienes de consumo que aseguran a la vida los medios para su propia supervivencia. Necesarias para nuestro cuerpo y producidas por su laborar. Originan la familiaridad del mundo, sus costumbres y hábitos de intercambio entre hombres y cosas, así como entre hombres. Lo que los bienes de consumo son para la vida, los objetos de uso son para el mundo. De ellos derivan los primeros su carácter de cosa. No conoceríamos lo que es una cosa sin tener ante nosotros el trabajo de nuestras manos. Al encontrar las diferencias entre los bienes de consumo y los bienes de uso, se encuentra finalmente los productos de la acción y del discurso, que juntos constituyen las relaciones y asuntos humanos, La realidad de estos depende de la pluralidad humana, de la presencia de lo que los demás ven, y por ello atestiguan sobre su existencia. Son considerados su mundanidad, la acción, discurso y pensamiento tienen mucho en común que cualquiera de ellos con el trabajo o la labor. Ya que no producen, no engendran nada, y para convertirse en cosas mundanas, en cosas mundanas, es decir: en actos, hechos, acontecimientos y modelos de pensamiento o ideas, lo primero de todo es que han de ser vistos, oídos, recordados y luego ser transformados en cosas. Basado en la transformación de lo intangible en la tangibilidad de las

cosas. El mundo humano descansa en el hecho de que nos encontramos rodeados de cosas permanentes que la actividad que las produce. Es por ende que la vida humana a medida que construye el mundo, este se encuentra en constante proceso de transformación, y el grado de mundanidad de las cosas producidas dependerá de la mayor o menor permanencia en el propio mundo. Labor y vida. Arendt expresa, que las cosas menos duraderas son las que son necesarias para el proceso de la vida. Todo lo que es creación del hombre son producidas y consumidas con el repetido movimiento cíclico de la naturaleza. Es decir que la vida, es un proceso que en todas partes consume lo durable, lo desgasta, lo hace desaparecer hasta que la materia muerta regresa al ciclo de la naturaleza. El nacimiento y muerte de los seres humanos no son simples casos naturales, los individuos son entidades únicas, no intercambiables e irrepetibles, aparecen y parten. La principal característica de esta vida específicamente humana, cuya aparición y desaparición constituyen acontecimientos mundanos, consiste en que en si misma está siempre llena de hechos que en esencia se pueden contar como una historia, un biografía. La característica que posee en común el proceso biológico del hombre y la decadencia del mundo, reside en que ambos son parte del proceso cíclico de la naturaleza, por tanto son interminablemente repetidos. A diferencia de trabajar cuyo final llega cuando el objeto está terminado, listo para ser incorporado en el mundo común de las cosas. En cambio, laborar siempre se mueve en el mismo círculo, prescrito por el proceso biológico del organismo vivo, y el fin de su fatiga y molestia, solo llega con la muerte de este organismo. Labor y consumo son dos etapas del siempre repetido ciclo de la vida biológica. La necesidad de la subsistencia domina tanto a la labor como al consumo, corporalmente se mezclan lo proporcionado por la naturaleza. El trabajo más que la labor es destructivo, puesto que su proceso saca de la materia de la naturaleza, sin devolvérsela en el curso del natural metabolismo del cuerpo vivo. Labor y fertilidad: En sus trabajos, Locke descubrió que la labor es la fuente de toda propiedad. Continuó su desarrollo hasta que Adam Smith afirmó que la labor era la fuente de toda riqueza y alcanzó su punto culminante en el sistema de labor. Donde Marx, ésta pasó a ser la fuente de toda productividad y expresión de la humanidad del hombre. Solo Marx se interesó en la labor como tal, describiéndola como la suprema capacidad del hombre para constituir el mundo. Los tres autores presentaron la contradicción, en que igualaron el trabajo con la labor y la dotaron de ciertas facultades que solo posee el trabajo. Las buenas cosas para el consumo nunca pierden por completo su naturaleza. Locke tuvo que reconocer la diferencia entre cosas de breve duración y las suficientes duraderas.

Marx, concebía la revolución como aquello que permitiría al hombre emanciparse de la labor, solo así el reino de la libertad podría suplantar al reino de la necesidad. De todas las actividades humanas, solo la labor, no la acción ni el trabajo, es interminable, y progresa de manera automática en consonancia con la propia vida y al margen de las decisiones o propósitos humanamente intencionados. En la Edad Moderna, el significado de la productividad de la labor solo queda de manifiesto en la obra de Marx, donde se basa en la igualdad de la productividad con la fertilidad. La labor, es el modo humano de poder experimentar la gloria de estar vivo que compartimos con todas las criaturas vivientes, y también lo que permite que los hombres permanezcan y giren contentamente en el ciclo de la naturaleza, laborando y consumiendo. La recompensa a la fatiga y molestia radica en la fertilidad de la naturaleza. La bendición de la labor consiste en que el esfuerzo y la gratificación siguen tan cerca como la producción y consumo de los medios de subsistencia, de modo que la felicidad es concomitante al propio proceso, al igual que el placer lo es al funcionamiento de un cuerpo sano. La fuerza de la vida es la fertilidad. Desde el punto de vista de la especie, todas las actividades hallan su común denominador en el laborar, y lo único que lo diferencia es la abundancia o escasez de los bienes que se consumen en el proceso de la vida. Los productos que provienen de la labor no se hacen más duraderos por su abundancia, ni pueden amontonarse y almacenarse para convertirse en parte de la propiedad de un hombre. Al contrario, pueden llegar a desaparecer o perecer si no se consumen antes de que se estropeen. Lo privado de la propiedad y riqueza: Arendt explica que debido al proceso natural de la vida que se localiza en el cuerpo, no existe otra actividad tan ligada a la vida que la laborante. No hay nada que sea más privado que las funciones corporales del proceso de la vida, sin excluir la fertilidad. La humanidad socializada respeta e impone lo privado. Son esas actividades ligadas al proceso de la vida. Entre ellas la labor, es una actividad y no solo una función, es la menos privada, la única que no hay necesidad de ocultarse, se halla muy próxima al proceso de la vida, esto hace diferenciar lo privado del cuerpo propio, de la propiedad. El cuerpo, manos y boca son los apropiadores naturales, no pertenecen a la humanidad en el sentido común, sino que se dan a cada hombre para su uso privado. En el desarrollo de la Época Moderna y el auge de la sociedad, donde la actividad más privada de todas las actividades como lo es laborar, ha pasado a ser pública y se le ha permitido establecer su propia esfera común. El carácter de lo privado de las pertenencias propias, en su independencia con lo común, se

garantiza mejor con la transformación de la propiedad en apropiación o con el aislamiento de lo común, siendo el producto de la actividad corporal. El hedonismo, doctrina que sólo reconoce como reales las sensaciones del cuerpo, es la radical más forma de vida no política, siendo absolutamente privada. La labor es la única actividad que corresponde a la no-mundanidad, donde el cuerpo humano a pesar de su actividad, no puede liberarse o trascender del repetido ciclo de su propio funcionamiento. Ni el incremento de la fertilidad ni la socialización del proceso, puede eliminar el estricto el carácter privado de la experiencia de los procesos corporales en los que la vida se manifiesta o de la propia actividad de la labor. Marx predijo, aquello sobre el cual el animal laborans, los hombres socializados dedicarían liberación de laborar a esas actividades estrictamente privadas y no mundanas que llamamos hobbies. Los instrumentos del trabajo y la división de la labor: Los productos provenientes de la labor, del metabolismo del hombre con la naturaleza, no permanecen en el mundo lo bastante para convertirse en parte de él, y la propia actividad laborante, concentrada en la vida se olvida del mundo hasta la nomundanidad. Los utensilios e instrumentos que facilitan de modo considerable el esfuerzo de la labor no son en sí mismos producto de la labor, sino del trabajo; no forman parte del consumo, sino que son parte y parcela del mundo de los objetos que son usados. Desde la labor, los útiles fortalecen y multiplican la fuerza humana hasta casi reemplazarla. Incrementan la natural la natural fertilidad del animal laborans y proporcionan abundancia de bienes de consumo. La calidad de las cosas fabricadas depende de la existencia de instrumentos adecuados. Su función acaba con el producto terminado. Con la Revolución Industrial, ha desplazado la artesanía por la labor, cuyo destino en el Mundo Moderno, cambia la noción de labor, cuyo destino ahora consiste en que los productos de labor, su destino consiste en ser consumidos, en vez de productos del trabajo destinados a usarlos. Expresa Arendt, que vivimos en una sociedad de laborantes, debido que solo el laborar, con su inherente fertilidad, es posible que origine la abundancia, y se ha cambiado el trabajo por el laborar. Una sociedad de consumidores: Se dice que vivimos en una sociedad de consumidores, ya que la labor y el consumo son dos etapas del mismo proceso, impuesto al hombre por necesidad. Todas las teorías actuales, definen labor como contrario a la diversión, de ahí que todas las actividades serias, prescindiendo de sus frutos, se llaman labor, y toda actividad que no es necesaria para la vida de los individuos o para el proceso de la vida de la sociedad se clasifica como diversión. Toda actividad no relacionada con la labor se convierte en un hobby. De acuerdo a Marx la emancipación de la labor que significaría la emancipación de la

necesidad, que también significaría la emancipación del consumo, es decir del metabolismo con la naturaleza que es la condición misma de la vida humana. Cien años después de Marx sabemos que ese razonamiento es una falacia, el tiempo de ocio del animal laborans siempre se gasta en el consumo, y cuanto más tiempo le queda libre más ávidos y vehemente son sus apetitos. Mientras que el animal laborans siga en posesión de la esfera pública, no puede existir dicha esfera pública como tal, puesto que son solo actividades privadas abiertamente manifestadas. El mundo está formado no por cosas que se consumen, sino por cosas que se usan. La vida vista con los ojos del animal laborans es la gran proveedora de todas las cosas buenas, la cual mezcla mediante labor y consumo. La misma naturaleza vista desde el homo faber, el constructor del mundo, proporciona solo materiales casi sin valor en sí mismos, valorizados con el trabajo empleados en ellos, sin sacar cosas provenientes de la naturaleza, y sin defenderse de los procesos naturales de crecimiento y decadencia, el animal laborans no podría sobrevivir. Hannah Arendt, culmina el capítulo III, diciendo que cuanto más fácil se haga la vida en una sociedad de consumidores o laborantes, más difícil será seguir conociendo las urgencias de la necesidad, y no será capaz de reconocer su propia futilidad, la cual no se fija o realiza en una circunstancia permanente que perdure una vez transcurrida su labor. CAPITULO IV TRABAJO En este capítulo, la autora explica de manera más detallada el concepto de “trabajo”. El concepto de trabajo está profundamente relacionado en Arendt con el concepto de construcción del mundo. A diferencia del trabajo de nuestros cuerpos, que se estudió en el capítulo anterior como la “labor”, el trabajo de nuestras manos, fabrica la interminable variedad de cosas cuya suma total constituye el artificio humano, el mundo en que vivimos. No son bienes de consumo sino objetos de uso, y su uso no causa su desaparición. Dan al mundo la estabilidad y solidez sin la cual no se podría confiar en él para albergar esta criatura inestable y mortal que es el hombre. Pero estos objetos, resultado del trabajo de nuestras manos, tienen una característica esencial, y es que se agotan con el uso. Aunque no lo consumamos, aunque no lo usemos, las cosas del mundo en algún momento decaen y vuelven al total proceso natural del que fueron sacadas. Por lo tanto, la durabilidad del mundo de las cosas no es absoluta. Arendt coloca de ejemplo a una silla la cual abandonada a sí misma o arrojada del mundo humano, se convertirá de nuevo en madera, y la madera se degradará y retornará a la tierra de la que

había surgido el árbol antes de ser talado y devenir el material sobre el que trabajar y con el que construir. Sin embargo, aunque el uso desgasta estos objetos, no era éste el propósito por el que fueron fabricados, por lo tanto, este fin no forma parte de un plan preconcebido, pero lo que el uso agota, es el carácter duradero. La destrucción, a pesar de inevitable, es accidental al uso pero inherente al consumo. Este carácter duradero da a las cosas del mundo su relativa independencia con respecto a los hombres que las producen y que las usan, su objetividad que las hace oponerse, resistir y soportar, al menos por un tiempo, las necesidades y exigencias voraces de sus usuarios vivos. Frente a la subjetividad de los hombres se sitúa la objetividad del artificio hecho por el hombre y no la indiferencia de la naturaleza. . Sólo porque hemos erigido un mundo de objetos a partir de lo que la naturaleza nos da y hemos construido este ambiente artificial dentro de la naturaleza, podemos considerar a la naturaleza como algo “objetivo”. Sin un mundo entre los hombres y la naturaleza, habría movimiento eterno, pero no objetividad. Explica la autora que el homo faber, para elaborar sus productos, se enfrenta a la naturaleza, sobre la cual ejerce una violencia que sería inevitable. El homo faber, extrae de la naturaleza la materia y la transforma en material, ya matando un proceso de vida, como en el caso del árbol que provee de madera, ya interrumpiendo uno de los procesos naturales más lentos, como en el caso del hierro, la piedra o el mármol arrancados del seno de la tierra. Por eso es éste, el homo faber, el que actúa como si fuese el amo y señor de la Tierra y en ésta todo estuviese a su servicio, mientras que el animal laborans, el laborante, sometido a los ciclos de la vida biológica, sigue siendo el siervo de la naturaleza y de la Tierra. La experiencia de esta violencia es la más elemental de la fuerza humana y, al mismo tiempo, la opuesta del esfuerzo agotador y doloroso, experimentado en la pura labor. A diferencia de la actividad de la labor, donde la labor y el consumo son sólo dos etapas de un idéntico proceso, la fabricación y el uso son dos procesos enteramente distintos. El fin del proceso de fabricación se da cuando la cosa está terminada, y este proceso no necesita ser repetido. El impulso hacia la repetición procede de la necesidad del artesano de ganarse su medio de subsistencia, esto es, del elemento de la labor inherente a su trabajo, o puede también provenir de la demanda de multiplicación en el mercado. En ambos casos, el proceso es repetido por razones externas a sí mismo, a diferencia de la compulsiva repetición inherente a la labor, en que uno debe comer para poder laborar y debe laborar para poder comer. Esta diferente relación se debe al hecho de que “lo que guía al trabajo de fabricación está al margen del fabricante”, indicando con esto que, mientras que son nuestras propias y subjetivas sensaciones las que nos inducen a laborar, la idea o modelo a partir del cual el homo faber fabrica algo, es exterior a él, y no queda destruida o agotada en el proceso mismo, como sí desaparecen los apremios vitales que motivan el laborar, una vez que han sido satisfechos.

Según lo explicado por Arendt, se puede afirmar entonces que, en el trabajo, el homo faber goza de una independencia que el laborante no conoce. En efecto, podríamos vivir sin trabajar, pero no sin el esfuerzo cotidiano de la labor. Es por ello que el trabajo es el primer impulso del ser humano en cuanto tal, es decir, la primera actividad propiamente humana. Una vez satisfechas las necesidades vitales con el laborar, el ser humano podría detenerse y descansar. Por el contrario, es entonces cuando empieza a añadir cosas, objetos, mediante la fabricación, y por ello a construir su mundo, el del artificio humano como bien lo señala Arendt. Todo esto nos lleva a la consideración del carácter instrumental de las cosas mundanas. Al respecto, Arendt afirma que la experiencia más fundamental que tenemos de la instrumentalidad surge del proceso de fabricación. Y aquí sí que es cierto que el fin justifica los medios, más aún, los produce y los organiza. El fin justifica la violencia ejercida sobre la naturaleza para obtener el material, tal como la madera justifica que matemos el árbol, y la mesa justifica la destrucción de la madera. La esencia de la instrumentalidad queda entonces perfectamente expresada por la categoría medios/fin, que es la que nos permite entender la utilidad del útil en términos del medio apropiado para obtener el fin que se busca, es decir el objeto, el producto. El homo faber vive pues en un mundo básicamente instrumental, en el cual, partiendo de sus propios modelos, crea en primer lugar útiles e instrumentos/medios, para alcanzar luego como fines, nuevos productos. La Condición Humana de Hannah Arendt Resumen Capítulo V Siguiendo con el conocimiento de la obra de Hannah Arendt encontramos las ideas principales expuestas en el Capítulo V, el cual se titula acción. Dividido de la siguiente forma: a) La revelación del agente en el discurso y la acción. b) La trama de las relaciones y las historias interpretadas. c) La fragilidad de los asuntos humanos. d) La solución griega. e) El poder y el espacio de la aparición. f) El homo faber y el espacio de aparición. g) El movimiento de la labor. h) La tradicional sustitución del hacer por el actuar. i) El carácter procesual de la acción. j) Irreversibilidad y el poder de perdonar. k) La imposibilidad de predecir y el poder de la promesa. La revelación del agente en el discurso y la acción. Inicia el capitulo haciendo referencia en cuanto a la pluralidad humana, como básica condición tanto de la acción como del discurso, tiene el doble carácter de igualdad y distinción. En palabras de Arendt, explica que si los hombres no fueran distintos, es decir cada ser humano diferenciado de cualquier otro que exista, haya existido o existirá, no

necesitarían el discurso ni la acción para entenderse. Signos y sonidos bastarían para comunicar las necesidades inmediatas e idénticas. Hace mención a la alteridad como un aspecto importante de la pluralidad, además que solo el hombre es el que puede expresar una distinción y a su vez distinguirse. La pluralidad humana es la paradójica pluralidad de los seres únicos. El discurso y la acción revelan esta única cualidad de ser distinto, es así que los hombres se diferencian. Y es por medio de la palabra y el acto que nos incluimos en el mundo humano, esto no es obligado por la necesidad, tal es el caso de la labor o la utilidad, en relación con el trabajo. Es así como actuar significa tener una iniciativa, comenzar algo. Los hombres toman la iniciativa, se aprestan a la acción. Por esta acción puede esperarse de ellos lo inesperado, al poder realizar lo que es infinitamente improbable. En su definición de acción concebida como la condición humana de la natalidad, en consecuencia el discurso seria el hecho de la distinción y realización de la condición humana de la pluralidad, es vivir como un ser distinto y único entre iguales. Sin este discurso la acción no solo perdería su esencia reveladora sino también su sujeto, es la palabra lo que lo hace pertinente y lo identifica como un actor, que anuncia lo que hace, lo que ha hecho y lo que intenta hacer. Por medio de la acción y el discurso, los hombres muestran quiénes son, revelan su identidad y hacen su aparición en el mundo humano. Esta acción, necesita para su realización la brillantez de la gloria, solo posible en la esfera pública. La trama de las relaciones y las historias interpretadas. Indica la cualidad de actuar y hablar como un modo intangible, prescindir de esta revelación, implicaría el hecho de transformar a los hombres en algo que no son e incluso negar que esta revelación sea real y tiene consecuencias propias es sencillamente ilusorio, dice Arendt. La esfera de los asuntos humanos, está formada por la trama de las relaciones que humanas que existe dondequiera que los hombres viven juntos. La capacidad de relevar ese quién, mediante el discurso, y el establecimiento de un nuevo comienzo a través de la acción, cae dentro de la ya existente trama donde pueden sentirse sus inmediatas consecuencias. La fragilidad de los asuntos humanos. Las ideas principales son, en primer lugar, en cuanto a la acción, que a diferencia de la fabricación nunca es posible en aislamiento. La acción y el discurso lo están con la trama de los actos y palabras de otros hombres. La acción actúa sobre seres que son capaces de sus propias acciones, la reacción, aparte de ser una respuesta, siempre es una nueva acción que toma su propia resolución y afecta a los demás. Esta acción establece relaciones y por lo tanto puede forzar todas las limitaciones y cortar todas las fronteras.

La solución griega. La autora describe que antes de que los hombres comenzaran a actuar, tuvo que asegurarse un espacio definido y construirse una estructura donde se realizaran todas las acciones, el espacio fue la esfera pública de la polis y su estructura era la ley, el legislador y el arquitecto pertenecían a la misma categoría, pero estas entidades tangibles no eran el contenido de la política, ni Atenas era la polis, sino los atenienses. En esta polis, se encuentra la finalidad de vivir juntos, mediante compartir palabras y hechos. La vida en común de los hombres que se forma en la polis parecía asegurar que la acción y el discurso, los productos hechos por el hombre, los actos e historias de su resultado, se convertirían en imperecederos. Es así como nace la esfera pública, la cual surge de actuar juntos, de compartir las palabras y actos. Esta polis representa el lugar donde uno aparece y donde otros aparecen entre sí, hacen su propia aparición. Donde crean su realidad en el mundo, la cual se garantiza por la aparición ante todos, y esto que aparece es lo denominado, ser. El poder y el espacio de la aparición. La autora expone que el espacio de aparición tiene validez siempre cuando los hombres se unen e interactúan mediante el discurso y la acción, y de allí se forma la esfera pública, siendo el discurso y la acción su esencia. Es como entonces describe el poder como aquel donde la palabra y el acto están unidos, las palabras son para descubrir realidades, y los actos son para establecer relaciones y crear nuevas realidades. El poder es lo que mantiene la existencia de la esfera pública, es el potencial espacio de aparición de los hombres que actúan y hablan, y desaparece en el momento en que se dispersan. El poder como la acción, es ilimitado; carece de limitación física en la naturaleza humana, en la existencia corporal del hombre, como la fuerza. Su única limitación es la existencia de otras personas, pero dicha limitación no es accidental, ya que el poder humano corresponde a la condición de la pluralidad para comenzar. El poder preserva la esfera pública, y al espacio de aparición. La acción y el discurso son las actividades más altas en la esfera política. El homo faber y el espacio de aparición. Sus fines más elevados es hacer el mundo más fácil y hermoso. Y para el animal laborans es hacer la vida más fácil y larga. En la esfera pública como mercado de cambio corresponde a la actividad de fabricación, pero el intercambio en sí, pertenece ya al campo de la acción y en modo alguno es una prolongación de la acción. El impulso que lleva al fabricante al mercado público es la apetencia de productos, no de personas, y la fuerza que mantiene unido y en existencia a este mercado no es la potencialidad que surge entre la gente cuando se unen en acción y el discurso, sino un combinado poder de cambio.

El movimiento de la labor. Arendt considera que la actividad del trabajo, cuyo requisito es el aislamiento, sigue estando de muchas maneras en relación con este espacio de aparición. La labor, puede ser una forma no política de la vida, pero no es apolítica. Esta es la actividad en la que el hombre no está junto con el mundo ni con los demás, sino solo con su cuerpo, frente a la necesidad de mantenerse vivo. Esta labor carece de rasgos distintivos de la pluralidad, para el animal laborans el sentido de la labor dice Arendt, y el valor dependen por entero de las condiciones sociales. La principal diferencia entre la labor de del esclavo y la libre y moderna, no radica en que el laborante tenga libertad personal, es basado en que se le acepta en la esfera pública y queda emancipado como ciudadano. En la Época Moderna, puede llegar a su desaparición, por medio del debilitamiento de la esfera pública y del mercado de cambio. La tradicional sustitución del hacer por el actuar. Las ideas principales expuestas por Arendt, es basada en la sustitución de hacer por actuar, basado en la degradación de la política en medios para obtener un fin. En la Época Moderna, se definió al hombre como homo faber. Este es el fabricante de utensilios y productor de cosas, se interpretó la acción en términos de hacer, donde el ser humano introduce en la trama de las relaciones humanas categorías, inherentes a las actividades en las que nos enfrentamos a la naturaleza y se construye el mundo del artificio humano. El carácter procesual de la acción. Instrumentalizar la acción y la degradación de la política en un medio, no ha logrado eliminar la acción, impedir que sea una de las decisivas experiencias humanas, o destruir por completo la esfera de los asuntos humanos. Ha dado como resultado canalizar la capacidad humana para la acción, para comenzar nuevos y espontáneos procesos. Somos capaces de actuar, de iniciar procesos, concebir la naturaleza, y concebir la historia como procesos. Nunca se agota el proceso de la acción en un acto individual, crece a medida que se multiplican sus consecuencias. El proceso de un acto puede perdurar a través del tiempo. Irreversibilidad y el poder de perdonar. Al surgir de la facultad, de una de las posibilidades de la acción, la rendición del predicamento de irreversibilidad, es decir de ser incapaz de deshacer lo hecho. El remedio de la imposibilidad de predecir, se halla en la facultad de hacer y mantener promesas. Las dos facultades van juntas, en cuanto una de ellas es perdonar, sirve para deshacer los actos del pasado. Ambas facultades dependen de la pluralidad, de la presencia y actuación de los otros, ya que nadie puede perdonarse ni sentirse ligado por una promesa hecha a sí mismo, sino carecería de

realidad. El descubridor del papel del perdón en la esfera de los asuntos humanos fue Jesús de Nazaret. El perdón, puede ser el correctivo necesario para los inevitables daños que resultan de la acción, se necesita del para que la vida prosiga, posee algo de original de la acción. La imposibilidad de predecir y el poder de la promesa. En palabras de Arendt, la imposibilidad de la no- predicción que, al menos parcialmente, disipa el acto de prometer es de doble naturaleza: surge simultáneamente de la oscuridad del corazón humano, de la básica desconfianza de los hombres que nunca pueden garantizar hoy. Quiénes serán mañana, y de la imposibilidad de pronosticar las consecuencias de un acto en una comunidad de iguales, en la que todos tienen la misma posibilidad de actuar. El nacimiento de nuevos hombres y un nuevo comienzo es la acción que es capaz de emprender los humanos por el hecho de haber nacido. Concluye el capitulo Arendt, al decir que la fe y esperanza en el mundo encontró tal vez su más gloriosa y sucinta expresión en las pocas palabras que en los evangelios anuncian la gran alegría: Os ha nacido hoy un salvador.