Camilo Cruz - La Vaca

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..Cuenta la historia cuenta que en cierta ocasión un viejo y experimentado maestro deseaba enseñar a uno de sus jóvenes estudiantes los secretos para vivir una vida próspera y feliz. Sabiendo los muchos obstáculos y dificultades que enfrentan los seres humanos en esa búsqueda por la felicidad, él pensó que la primera lección debía ser entender la razón por la cual muchas personas viven atadas a una vida de conformismo y mediocridad; Después de todo, pensó el maestro, muchos hombres y mujeres parecen incapaces de sobreponerse a los obstáculos que les impiden alcanzar el éxito y terminan viviendo vidas apenas tolerables. El sabía que para que el joven pudiera entender esta importante lección, debía ver por sí mismo que sucede cuando permitimos que la mediocridad gobierne nuestra, vida. Para impartir esta importante lección, el maestro decidió que aquella tarde saldrían en busca de algunos de los parajes más pobres de aquella provincia. Después de caminar un largo rato encontraron el vecindario más triste y desolador de la comarca. Sus habitantes parecían haberse resignado a su suerte, permitiendo así que la pobreza se adueñara de sus vidas. Una vez allí, el maestro le pidió al joven que buscara la más pobre de todas las viviendas, la cual sería su aposento aquella noche. Después de mucho caminar, los dos hombres llegaron a las afueras del pueblo y allí, en la parte más alejada de un pequeño caserío, en medio de un terreno baldío, se detuvieron ante la casa más pobre y desvencijada

que habían visto hasta entonces. Aquella casucha a medio derrumbarse, sin duda alguna, pertenecía a la más pobre de todas las familias de aquel vecindario. Sus paredes se sostenían en pie de milagro, aunque amenazaban con venirse abajo en cualquier momento, y el improvisado techo dejaba filtrar el agua por todas partes. La basura y los desperdicios se acumulaban a su alrededor dándole un aspecto decadente y repulsivo. El dueño, un tanto alarmado por la presencia de los dos forasteros, salió a su encuentro. —"Saludos buen hombre", dijo el maestro. "¿Será posible para dos cansados viajeros encontrar posada en su hogar esta noche?" —"Hay poco espacio, pero son bienvenidos si no les importa la incomodidad", respondió el hombre. Cuando entraron su sorpresa fue aún mayor al ver que en aquella casucha de apenas diez metros cuadrados vivían ocho personas. El padre, la madre, cuatro hijos y dos abuelos se las arreglaban para acomodarse de cualquier manera en aquel reducido espacio. Sus ropas viejas y remendadas, y la suciedad que ceñía sus cuerpos, eran clara evidencia de la profunda miseria que ahí reinaba. Sus miradas tristes y sus cabezas bajas eran señal de que la pobreza no sólo se había apoderado de sus cuerpos sino que también había encontrado albergue en su interior.

Los dos visitantes escudriñaban atónitos cada centímetro de espacio, como tratando de descubrir cualquier objeto de algún valor en medio de la indigencia total que parecía haberse adueñado de aquella morada. No había nada. Sin embargo, al salir nuevamente de la casa descubrieron que estaban equivocados. Para sorpresa suya, en medio de este estado de penuria y dejadez total, la familia contaba con una posesión, extraordinaria bajo tales circunstancias, una vaca. El animal no era gran cosa, pero la vida de aquella familia parecía girar en torno a él. "Hay que darle de comer a la vaca". "Asegúrese que la vaca ha bebido suficiente agua". "¿Está atada la vaca?". "Es hora de ordeñar la vaca". Ciertamente la vaca jugaba un papel de gran prominencia en la vida diaria de sus dueños, a pesar de que la escasa leche que producía, a duras penas era suficiente alimento para sobrevivir. No obstante, la vaca parecía servir a un propósito mucho mayor: Era lo único que los separaba de la miseria total. En un lugar donde el infortunio y la escasez eran el pan de cada día, tal posesión les había ganado el respeto, si no la envidia, de sus vecinos. Y allí, en medio de la suciedad y el desorden, los dos viajeros pasaron la noche. Al día siguiente, muy temprano, asegurándose de no despertar a nadie, los dos viajeros se dispusieron a continuar su camino. Después de darle una última mirada

a aquel lugar, tratando de llevarse consigo una imagen mental de la desolación de la cual había sido testigo durante su corta estadía, el joven estudiante abandonó la morada sin estar seguro de haber aprendido la lección que su maestro había querido enseñarle. No obstante, antes de emprender la marcha, el anciano maestro le dijo en voz baja: "Es hora de que aprendas la lección que nos trajo a estos parajes". Después de todo, lo único que habían visto durante su corta estancia eran los resultados de una vida de conformismo y mediocridad, pero aún no estaba del todo claro para el joven cuál era la causa que había originado tal estado de abandono. Esta era la verdadera lección, el maestro lo sabía y había llegado el momento de que su joven discípulo la aprendiera. Lentamente el anciano caminó en dirección al lugar donde se encontraba atado el animal, a no más de cincuenta metros de distancia de la morada. Y allí, ante la incrédula mirada del joven, y sin que éste pudiera hacer nada para evitarlo, súbitamente el anciano sacó una daga que llevaba en su bolsa y con un movimiento rápido y certero proporcionó al animal una mortal herida que ocasionó que éste se derrumbará instantáneamente y sin hacer mayor ruido. ¿Qué has hecho maestro? dijo el joven susurrando angustiadamente para no despertar a la familia. ¿Qué lección es ésta que deja a una familia en la ruina total? ¿Cómo has podido matar esta pobre vaca

que era su única posesión? ¿Qué sucederá con ellos ahora? Sin inmutarse ante la preocupación y angustia del muchacho y sin hacer caso de sus interrogantes, el anciano se dispuso a continuar su marcha. Así pues, dejando atrás aquella macabra escena, maestro y discípulo partieron. El primero, aparentemente indiferente ante la suerte que le esperaba a aquella pobre familia por la pérdida del animal; el segundo, angustiado ante la certidumbre de que sus acciones seguramente la habían condenado a muerte. Durante los días siguientes al joven le asaltaba una y otra vez la nefasta idea de que, sin la vaca, la familia seguramente moriría de hambre. ¿Qué otra suerte podían correr tras haber perdido su única fuente de sustento? Y así fue como aquella familia debió comenzar una nueva etapa de su vida enfrentando la posibilidad de una miseria aún mayor. La historia cuenta que, un año después, una tarde el maestro llamó al joven a su lado y le sugirió retornar nuevamente por aquel paraje a ver qué había ocurrido con la familia. La sola mención de aquel episodio —aparentemente olvidado— fue suficiente para despertar en el joven los recuerdos de aquel episodio que, aún después de todo este tiempo, él no había comprendido totalmente. Una vez más pasó por su mente el

siniestro papel que él había jugado en la infeliz suerte de aquella pobre gente. ¿Qué les habría ocurrido? ¿Sobrevivieron al duro golpe? ¿Pudieron empezar una nueva vida? ¿Cómo los encararía después de lo sucedido? A regañadientes el joven aceptó y a pesar de todas las dudas que pesaban en su corazón emprendió el regreso a aquel lugar en compañía de su maestro. Después de varios días los dos viajeros llegaron nuevamente al caserío, pero sus esfuerzos por localizar la humilde vivienda fueron vanos. El lugar parecía ser el mismo, pero donde un año atrás se encontrara la casucha, ahora se levantaba una casa grande que, aparentemente, había sido construida recientemente. Se detuvieron para observarla a la distancia, asegurándose que se encontraban en el mismo lugar. Lo primero que cruzó por la mente del joven fue el presentimiento de que la muerte de la vaca había sido un golpe demasiado duro para aquella pobre familia. Muy probablemente, se habían visto obligados a abandonar aquel lugar y una nueva familia, con mayores posesiones, se había adueñado de éste y había construido una mejor vivienda. ¿Adonde habrían ido a parar aquel pobre hombre y su familia? ¿Qué habría sucedido con ellos? Quizás fue la pena moral la que los doblegó. Todo esto pasaba por la mente del joven mientras se debatía entre el deseo de acercarse a la nueva vivienda para indagar por la suerte de los antiguos moradores, o

continuar su viaje y así evitar la confirmación de sus peores sospechas. Cuál no sería su sorpresa cuando del interior de la casa vio salir al mismo hombre que un año atrás les había dado posada. En un comienzo el muchacho pareció no reconocerlo. Sin embargo, era claro que se trataba de la misma persona, a pesar de que su aspecto era totalmente distinto. Sus ojos brillaban, vestía ropas limpias, estaba aseado y su amplia sonrisa mostraba que algo significativo había sucedido. El joven no daba crédito a lo que veía. ¿Cómo era posible? ¿Qué habría acontecido durante ese año? Rápidamente se dispuso a saludarle y sin perder tiempo procedió a indagar qué había sucedido en este lapso de tiempo que obviamente había cambiado su suerte y la de su familia. "Hace un año, durante nuestro breve paso por aquí", dijo el joven, "fuimos testigos de la inmensa pobreza en la que ustedes se encontraban. ¿Qué ocurrió durante este tiempo para que todo cambiara?" Ignorante del papel que el joven y su maestro habían jugado en la muerte de su vaca, el hombre los invitó nuevamente a su casa, donde se dispuso a relatarles los pormenores de una historia que cambiaría para siempre su vida. Les contó cómo, coincidencialmente el mismo día de su partida, algún maleante, envidioso de su escasa fortuna, había degollado salvajemente al pobre animal.

"Debo confesar", continuó el hombre, "que nuestra primera reacción ante la muerte de la vaca fue de desesperación y angustia. Por mucho tiempo, la leche que producía había sido nuestra única fuente de sustento. Más aún, poseer este animal nos había ganado el respeto de nuestros vecinos". "Sin embargo, poco después de aquel trágico día, nos dimos cuenta que, a menos que hiciéramos algo rápidamente, muy probablemente nuestra propia vida estaría en peligro. Necesitábamos buscar otras fuentes de alimento para nuestros hijos, así que limpiamos el patio de la parte de atrás de la casucha, conseguimos algunas semillas y sembramos hortalizas y legumbres para alimentarnos”.

vida". El joven escuchaba atónito el increíble relato. Finalmente entendió la lección que su sabio maestro quería enseñarle. Era obvio que la muerte del animal no había sido el final de aquella familia, sino por el contrario, el principio de una vida de nuevas y mayores oportunidades. El maestro, quien había permanecido en silencio escuchando el fascinante relato del hombre, llamó al joven a un lado y le preguntó en voz baja: "¿Crees que si esta familia aún tuviese su vaca, habría logrado todo esto?" —"Seguramente no", respondió el joven sin ningún titubeo.

"Pasado algún tiempo, nos dimos cuenta que la improvisada granja producía mucho más de lo que necesitábamos para nuestro propio sustento, así que decidimos venderle algunos vegetales que nos sobraban a nuestros vecinos y con esa ganancia compramos más semillas. Poco después vimos que el sobrante de la cosecha alcanzaba para venderlo en el mercado del pueblo".

—"¿Comprendes ahora? La vaca, además de ser su única posesión, era también la cadena que los mantenía atados a una vida de conformismo y mediocridad. Cuando ya no pudieron contar más con la falsa seguridad que les daba sentirse poseedores de algo, así sólo fuera una pobre vaca, tomaron la decisión de esforzarse por buscar algo más, por ver más allá de sus circunstancias presentes".

"Y de repente sucedió", exclamó el hombre con gran alegría, "por primera vez en nuestra vida tuvimos el dinero suficiente para comprar mejores vestimentas y arreglar nuestra humilde casa. Así, poco a poco, este año nos ha traído una vida nueva. Es como si la trágica muerte de nuestra vaca, hubiese abierto las puertas de una nueva

—"En otras palabras, la vaca que sus vecinos veían como una bendición, les daba la sensación de no estar en la pobreza total, cuando en realidad vivían en medio de la miseria", apuntó el joven. —"¡Exactamente!", respondió el maestro. "Así sucede cuando logras convencerte que lo poco que tienes es más, que suficiente. El conformismo

se apodera de tu vida y se convierte en una cadena que no te permite buscar algo mejor. Sabes que no eres feliz con lo que posees, pero tampoco eres totalmente miserable. Estás frustrado con la vida que llevas, más no lo suficiente como para cambiarla. ¿Ves So trágico de esta situación?" "Cuando tienes un trabajo del cual no gustas, con el que no logras satisfacer tus necesidades económicas mínimas y el cual no te trae absolutamente ninguna satisfacción, es fácil tomar la decisión de dejarlo y buscar uno mejor. No obstante, cuando tienes un trabajo que no te gusta, pero que cubre tus necesidades mínimas y te ofrece cierta comodidad, aunque no la calidad de vida que verdaderamente deseas para ti y tu familia, es fácil, conformarte con lo poco que tienes. Es fácil caer presa del dar gracias que por lo menos cuentas con algo. Después de todo, hay muchos que no tienen nada y ya quisieran contar con el trabajo que tú tienes". "Al igual que aquella vaca, esta actitud nunca te permitirá progresar. A menos que te deshagas de ella, no podrás experimentar un mundo distinto al actual. Estás condenado a ser víctima de por vida de estas limitaciones que tú mismo te has encargado de establecer. Es como si hubieses decidido vendar tus ojos y conformarte con tu suerte". El joven estaba absorto, fascinado con todas las observaciones que su maestro le

hacía. "Todos tenemos vacas en nuestras vidas", agregó el maestro. Llevamos a cuestas creencias, excusas y justificaciones que nos mantienen atados a una vida de mediocridad. Muchos cargamos con pretextos y disculpas para explicar por qué no estamos viviendo la vida que queremos. Maquinamos excusas que ni nosotros mismos creemos, las cuales nos dan un falso sentido de seguridad cuando frente a nosotros se encuentra un mundo de oportunidades por descubrir; oportunidades que sólo podremos apreciar si decidimos deshacernos de nuestras limitaciones. —"Qué gran lección", pensó el joven discípulo e inmediatamente reflexionó acerca de sus propias vacas. Durante el resto del viaje recapacitó acerca de todas aquellas limitaciones que él mismo se había encargado de adquirir a lo largo de su vida. Prometió liberarse de todas las vacas que lo mantenían atado a una existencia de mediocridad y le impedían utilizar su verdadero potencial. Indudablemente, aquel día marcaba el comienzo de una nueva vida, ¡una vida libre de vacas! En esta metáfora, la vaca representa todo pretexto, justificación, mentira, racionalización, miedo o falsa creencia que nos mantiene atados a una vida de mediocridad y nos impide lograr la calidad de vida que de verdad merecemos. En general, toda vaca pertenece una de estas dos categorías: las excusas y las actitudes limitantes.

Gran verdad: Con frecuencia utilizamos las excusas con nuestro pan de explicar por qué no hemos hecho un aquello que sabemos que deberíamos estar haciendo, pero es claro que dar una excusa significa ser deshonesto con nosotros mismos o con alguien más. Las excusas son las vacas más comunes. Son una forma cómoda de eludir nuestras responsabilidades y justificar nuestra mediocridad, encontrando culpables por todo aquello que siempre estuvo bajo nuestro control. Las excusas o una manera de decir: “yo lo hice pero no fue mi culpa” Reprobé el examen pero la culpa fue del profesor tiene un odio suficiente tiempo para estudiar. No he basado en mi trabajo pero la culpa es de mi jefe que no aprecia mi talento. Fracase en mi matrimonio pero la culpa fue de mi esposa quien hizo un esfuerzo por comprenderme. Lo que las excusas buscan es exonerarnos de toda responsabilidad y colocarnos el papel de víctimas lo peor de todo es que, mientras pensemos que a esquemas es culpable, no haremos nada para remediar dicha situación. Después de todo no es nuestra culpa.

Tanto el triunfador como el fracasado cuentan con 24 horas en su día. La única diferencia entre ellos es la manera cómo eligen invertir su tiempo. Indudablemente, las excusas o una manera simple de evitar lidiar con el peor enemigo del éxito: la mediocridad. Así que olvida que de las excusas. Tus amigos no las necesitan y tus enemigos no las creerán de todas maneras. Sin duda alguna, los temores son una de las peores clases de vacas existen. La acción es la única cura. Nuestra meta nunca debe ser aprender a soportar aquello que odiamos, si no descubrir aquello que amamos hacer. La vida es demasiado corta para derrochar la haciendo cosas que odiamos. En ocasiones, las actitudes limitantes tomaron la forma de falsas creencias sobre nuestras propias habilidades, ao acerca de las demás personas o el mundo que nos rodea; creencia que no nos permite utilizar nuestro potencial al máximo “una de las maneras más comunes de despilfarrar nuestro tiempo es desperdiciar nuestra vida en el trabajo equivocado” Lo cierto es que pocas personas les gustan admitir que tienen vacas en su vida. En general, toda idea que te debilite, siete de una excusa o te ofrezca una escapatoria para eludir la responsabilidad de lo que

debes hacer, seguramente es una vaca. Y de la misma manera que muchos grandes mentiras comienzan como una simplemente mentirilla blanca, las enormes y bien desarrollado vacas con que cargamos a lo largo de toda nuestra vida han comenzado como inocentes y mansas terneras. “tanto el pesimista como el optimista comparten un mismo mundo” la diferencia entre la vida ellos experimentan y los resultados que obtienen son sólo la consecuencia lógica de sus pensamientos dominantes. Si le preguntas a una persona negativa si es pesimista, seguramente te responderá algo así como: yo no soy pesimista, simplemente soy realista. Si crees que sólo está siendo realista, lo más probable es que nos sientas la necesidad de cambiar. Después de todo, se realista es tener los pies sobre la tierra y ver las cosas tal como son. O, por lo menos, eso es lo que los realistas dicen. No obstante, se observas con cuidado te das cuenta que las denominadas “personas realistas” tienden a ser pesimistas y a tener bajas expectativas. Ser una “persona realista” no sólo que impide ver tu propio pesimismo, sino que actúa como un lente a través del cual Pérez e interpretas el mundo que te rodea. Es simple, si te pones unos lentes oscuros, todo lo va saber oscuro. Si utilizas unos lentes de color verde todo lo verás verdoso. De la misma manera, los pesimistas tienden a enfocarse en los problemas y no en las soluciones.

Tienden a ver con mayor claridad sus debilidades que sus fortalezas, y suelen tener tentativas mucho más bajas que las personas promedio. En general, las emociones y sentimientos negativos son vacas que adoptamos a lo largo de nuestra vida y programamos en nuestro subconsciente de manera voluntaria, con consecuencias desastrosas. Los pensamientos negativos no sólo que mantienen atado a la mediocridad, sino que poco a poco destruyen tu vida. Los pensamientos hostiles y enojo, por ejemplo, aumentan la presión arterial, mientras que el resentimiento y la tristeza debilitan el sistema inmunológico del cuerpo. A estas enfermedades se le suman úlceras, males del corazón, hipertensión, problemas digestivos, migrañas y otros. La vaca del pesimismo tienen efectos devastadores para la salud física y mental ¿Te has dado cuenta que aquellas personas que constantemente se quejan por todo son las mismas que suelen enfermarse con mayor frecuencia? Así que, como ves, muchas de estas vacas no sólo afecta nuestra actitud que nuestra vida emocional, sino que nos pueden estar robando nuestra salud y por ende nuestra vida. En este momento cada uno de nosotros puede cambiar esta actitud y reprogramar su mente para el éxito

“debemos eliminar todas aquellas limitaciones que nosotros mismos nos encargamos de adoptar acerca de nuestras propias capacidades, talentos y habilidades” Tus creencias determinan tus expectativas, éstas influyen en tu manera de actuar, y tu manera de actuar determinará los resultados que obtendrás en tu vida. “a menudo las personas sacan conclusiones negativas influyen en sus vidas ejemplo:” Mis papás nunca fueron a la escuela. Ellos no lograron mucho en la vida. Como yo tampoco fui a la escuela, seguramente tampoco lograré mucho con mi vida. ¿vez los aspectos tan devastadores que tienen estas generalizaciones que nosotros mismos nos hemos encargado de crear con nuestro diálogo interno? Podemos crear uno de los círculos viciosos más autodestructivos que podamos imaginar, ya que entre más incapaces nos veamos nosotros mismos, más inútiles nos verán los demás. Nos tratarán, incapaces, lo cual sólo confirmará lo que ya sabíamos de antemano, que éramos inútiles. Sin embargo, el hecho de que tus padres no hayan logrado mucho, quizás no tengan nada que ver con que hayan o no hayan ido a la escuela. Inclusive, aunque así fuera, eso no significa que contigo vaya a

suceder lo mismo o que no puedas cambiar esta situación. Expresiones como: “es mejor aferrarse a lo que uno conoce”, “¿para que cambiar lo que está bien?”, “no trate de arreglar lo que no se ha roto” o el tan conocido refrán: “el mejor malo conocido que bueno por conocer”. Todas estas expresiones buscan que no salgamos de nuestro estado de comunidad. Pero permanecer allí nos impide realizar importantes cambios profesionales o abandonar relación entre parejas abusivas, por temor a terminar en peores circunstancias. ¿Cuál es la lección? Necesitamos cohesionar todas las creencias que existen en nuestra mente. No, no, no hace tres limitaciones sin preguntar si son válidas o no. Recuerda que siempre serás lo que creas ser. Si crees que puedes triunfar, seguramente lo logaras. Si crees que no triunfaras, ya has perdido. Es tu decisión. El decir a tu familia, tú cónyuge, tus hijos: “no tengo tiempo” es adoptar una vaca destructora. Debes interesarte más por ellos, sé creativo e ingéniate diferentes formas para involucrar a tu cónyuge, tus hijos en tus actividades y compartir más con ellos. Interesa en sus pasatiempos favoritos, habla más con ellos durante las comidas, dedica un tiempo cada noche para preguntarle sobre su día antes de que se vayan a dormir, ayudarles también con sus tareas y actividades escolares,

organiza actividades recreativas durante los fines de semana de que permitan crear una relación de mayor cercanía y amistad con ellos. No basta con satisfacer sus necesidades básicas a costa de privados de tu afecto.

De esta misma manera piensa tú cónyuge y tus hijos.

Una cosa segura, las actitudes, autoestima y carácter que desarrolle nuestro cónyuge en nuestros hijos serán el resultado de la calidad y la cantidad de tiempo que decidamos dedicarles .la elección es entre tener un impacto positivo en la vida de nuestros hijos que perturbe por siempre o permitir que la vaca que “no tengo tiempo”, continúe controlando tu vida

Cuando encuentras una excusa que justifique tu mediocridad, terminaras por aceptar condiciones de vida que jamás hubiera permitido sino contaras con dicha excusa .

Una vaca muy común es la siguiente: “lo que importa no es la cantidad sino la calidad”

El perfeccionismo es una de las peores vacas que existen quiere saber porque… busca el libro.

Pero ambos necesarios en familiares.

La gran mayoría de las limitaciones que creemos tener son ideas absurdas acerca de nuestras propias habilidades.

son las

sumamente relaciones

Si tienes algunas dudas respecto trata de visualizar la siguiente situación: imagínate que entras a un restaurante como un amigo y los dos piden un filete de pescado. A tu amigo le traen un enorme filete, grueso y jugoso, mientras que a ti te traen uno pequeño que no es ni la quinta parte del que le ha tocado a tu amigo. Al hacer el reclamo, el mesero que responde: “ah, señor, la explicación es muy sencilla, su filete es de mejor calidad”. No sé que responderías tú en tal situación, pero sin duda yo le dejaría saber que para mí la cantidad es tan importante como la calidad y demandaría una porción mayor.

El enemigo del extraordinario es lo bueno, no seas conformista con lo bueno procura siempre lo extraordinario.

Creer en sí mismo no es más que darnos cuenta de nuestro verdadero potencial, reclamarlo, aceptarlo y comenzar a utilizarlo.

No aceptes ninguna limitación sin cuestionarla. Tú no puedes asumir que no eres bueno para algo, simplemente porque nunca lo has hecho. La única manera en que podemos aprender y ganar experiencia es haciendo las cosas. La única manera de matar la vaca de la impotencia es actuando. Convierte en una persona de acción. Si todo lo que estamos perdiendo es una partida de ajedrez, quizás eso no represente mayor cosa, pero cuando son tus sueños y tu felicidad los que se encuentran en juego, no creo que debiéramos aceptar tan

tranquilamente perder.

la

posibilidad

de

La verdad es que todos tenemos la capacidad de ser buenos para muchas cosas alavés. Muchos más de las que estamos dispuestos a aceptar. Sin embargo, nunca lo descubriremos si antes no matamos nuestra vaca de “para esto es para lo que yo sirvo”. “Todos los seres humanos somos polifacéticos siempre y cuando nos convenzamos que” todo lo podemos en Cristo que nos fortalece Filipenses 4:13 Ten cuidado con lo que escuchas no todos los consejos son buenos. Si alguien quiere decirte algo negativo, sea chisme, o comentario destructor debe cerrar tus oídos. Pues una vez que una idea negativa ha sido plantado en tu mente de conviertes en esclavo de ella. Ésta debería ser la razón suficiente para evitar a toda costa los chismes, calumnias y habladurías a los que en ocasiones prestamos atención, creyendo que estamos siendo oyentes pasivos sin saber el daño que puedan estar causándonos. Pero no debemos permitir que los fracasos y las caídas del pasado cierren para siempre las puertas de la oportunidad de éxitos futuros ¿Qué importa que hayas tratado cinco veces y hayas fracasado? lo único que eso significa es que ahora conoce cinco maneras de no volverlo a hacer. Recuerda que el éxito es el resultado de las buenas decisiones. Las buenas decisiones son el resultado de la experiencia y la

experiencia es el resultado de las pobres decisiones. Todo esto es parte del proceso. Ahora ya sabes el secreto, la clave del éxito es no darte por vencido. Tu futuro nuevo, no, no tiene que ser igual a tu pasado siempre podremos cambiar, aprender y crecer. Todos tenemos la capacidad de darle un vuelco total a nuestras vidas en cualquier momento. Nadie está condenado a vivir una vida de mediocridad. Si has fracasado en el pasado, eso no quiere decir que siempre vayas a fracasar. No debemos olvidar que todo lo que logran hemos en nuestra mente determinará si triunfamos o fracasamos. Las creencias, valores y convicciones que recojamos a lo largo del camino y reconocemos con nuestras acciones, forjará la persona en la cual nos convertiremos. Empecemos por entender que las vacas no existen en la realidad y sólo están en nuestra mente. Tan reales y ciertas como que puedan parecer, ellas no son circunstancias reales. Aunque una gran mayoría de personas crean que algo no puede hacerse, eso no, no, no significa que no puede hacerse. Los problemas y las circunstancias difíciles se encarga de revelarnos y mostrarnos nuestro verdadero yo. Es ahí cuando descubrimos quienes realmente somos. La lección es simple: en la vida, o

te convierte en la víctima de las circunstancias adversas que puedas estar enfrentando, o triunfas a pesar de ellas. Es tu decisión. Cuatro minutos que le dieron alas al hombre Ahora hablemos de las limitaciones físicas. Durante mis seminarios y conferencias cito con frecuencia el siguiente ejemplo, ya que ilustra claramente este punto. Durante más de cinco décadas de competencia olímpica, ningún atleta había podido acercarse a la marca impuesta en 1903 para la carrera de la milla. En aquella ocasión, Harry Andrews, entrenador olímpico del equipo británico había profetizado: "el récord de la milla de 4 minutos, 12.75 segundos, nunca será superado". Existían aún menos posibilidades de correr algún día dicha carrera en menos de cuatro minutos. De acuerdo a muchos, esa era una hazaña imposible de realizar. Los atletas escuchaban de los llamados "expertos" una multitud de razones que respaldaban a la afirmación hecha por Andrews. Inclusive la comunidad médica advertía a los atletas sobre los peligros asociados con intentar la absurda proeza de correr una milla en menos de cuatro minutos. Como resultado de esta creencia, en los siguientes cincuenta años los mejores atletas del mundo llegaron muy cerca de este récord, pero ninguno logró superarlo. ¿Por qué? Porque los médicos habían dicho que era imposible. Los científicos habían llegado a la conclusión que era físicamente imposible para un ser

humano pretender correr una milla en menos de cuatro minutos, que el cuerpo no soportaría tal esfuerzo y que el corazón literalmente podría explotar. Todo cambió el día en que el joven corredor británico Roger Bannister hizo un anuncio público: Él correría la milla en menos de cuatro minutos. En realidad, la decisión de lograr tal hazaña era algo que le venía dando vueltas en su cabeza desde hacía dos años. En 1951, Roger había capturado el título británico en la carrera de la milla y Sintió que estaba preparado para la competencia olímpica. Infortunadamente, cambios de último minuto en el horario de las competencias de los Juegos Olímpicos de 1952 lo forzaron a competir sin suficiente descanso entre sus dos eventos y terminó en cuarto lugar. Como era de esperarse, el joven atleta debió soportar todas las críticas de la prensa deportiva británica quien culpó su estilo de entrenamiento poco ortodoxo por su pobre actuación. Al escuchar esto, el joven atleta resolvió reivindicar su nombre anunciando públicamente que rompería la aparentemente imposible barrera de los cuatro minutos. Todo el mundo pensó que había perdido los estribos, la prensa deportiva, la comunidad médica, ¡todos! Su oportunidad llegó el seis de mayo de 1954, después de varias caídas y decepciones, en una carrera en la Universidad de Oxford, donde Bannister corría en representación de la asociación británica de atletas

aficionados. Ese día logró lo imposible; corrió la milla en menos de cuatro minutos y sobrevivió. El mito "se había roto —una vaca acababa de morir—. Cuando esta noticia le dio la vuelta al mundo algo sorprendente sucedió, en menos de un año, 37 atletas ya habían superado esta misma marca. El siguiente año, más de 300 atletas registraron marcas por debajo de los cuatro minutos. Hoy, inclusive estudiantes de escuela secundaria rompen con facilidad la marca de los cuatro minutos para la carrera de la milla. Me he tomado la libertad de transcribir del libro de Bannister, La milla de los cuatro minutos, una breve descripción de aquella tarde en sus propias palabras, de manera que puedas apreciar el gran esfuerzo que algunas veces requiere matar tus vacas. "...Apenas si me di cuenta cuando llegamos a la media milla. La habíamos corrido en 1 minuto y 58 segundos. En la siguiente curva Chataway se puso en la delantera. A la altura de los tres cuartos de milla el esfuerzo era casi imperceptible; el cronómetro marcaba, 3 minutos 7 segundos. En ese momento la multitud comenzó a gritar y a Alentarnos. Sabía que tenía que correr la última vuelta en 59 segundos. Llegando a la penúltima curva Chataway continuaba al frente y fue ahí que aceleré para pasarlo antes de entrar en la recta final. Menos de 300 metros me separaban de la línea de meta.

Por un momento experimenté una mezcla de felicidad y angustia, cuando mi mente pareció adueñarse de la situación y estar corriendo más rápido que mi cuerpo, haciendo que éste se moviera hacia delante por inercia. Sentí que el momento más importante de mi vida había llegado y el mundo pareció detenerse. La única realidad eran los 150 metros que aún me quedaban por correr. Entonces sentí que era mi oportunidad de hacer algo supremamente bien. Aceleré, empujado por una combinación de miedo y orgullo. El ruido en mis oídos era el de la fiel fanaticada de Oxford. Su esperanza y aliento me dieron aún más fuerza. Acababa de tomar la última curva y no restaban más que 40 metros. Mi cuerpo había gastado todas sus energías pero continúo corriendo a pesar de eso. La única fuente de energía en ese momento era mi deseo de triunfar. A sólo 5 metros de la línea de llegada, ésta parecía estar alejándose de mí. Esos últimos segundos parecieron eternos. Los brazos de todo el mundo estaban esperando para recibirme, sólo si lograba llegar a la meta sin disminuir mi velocidad. Si fallaba, no habrían brazos que me sostuvieran y el mundo sería un lugar frío y esquivo, al haber estado tan cerca de concluir la hazaña. Di el último salto hacia la línea de llegada como quien da su último esfuerzo para salvarse de las garras que tratan de atraparlo. Había dado todo mi esfuerzo y caí casi inconsciente, con los brazos abiertos a cada lado de mi cuerpo. Sólo entonces fue que comencé a sentir el verdadero dolor. Sentí

que mi cuerpo explotaba y no tenía ganas de vivir; seguir existiendo en el más pasivo de todos los estados físicos sin estar totalmente inconsciente. La sangre corría rápidamente por las venas de mis brazos y piernas, que estaban encalambradas. Supe que lo había logrado inclusive antes de oír el tiempo oficial. Había estado demasiado cerca para no haberlo logrado, a menos que mis piernas me hubieran jugado una mala pasada al final, reduciendo la velocidad sin dejarle saber a mi cerebro. El cronómetro tenía la respuesta. De repente vino el anuncio: "El resultado de la carrera de la milla. Tiempo oficial, tres minutos...." el resto se perdió los gritos de entusiasmo y algarabía de todo el estadio. Lo había logrado." La marca de 3 minutos 59.4 segundos, impuesta esa tarde, no duró mucho tiempo. Un mes más tarde el corredor australiano John Landy rompía el récord. No obstante, Bannister tendría la satisfacción de derrotar a Landy en los Juegos Olímpicos de Canadá ese mismo año. Cuando le preguntaron a Bannister cómo era posible que tantas personas hubiesen aprendido a correr tan rápido en tan poco tiempo, él respondió: “nada de esto ocurrió porque es de repente el ser humano se hubiese convertido en un ser más rápido, sino porque entendió que no se trata de una imposibilidad física sino de una barrera mental” lo único que hicieron estos atletas fue

desalojar de sus mentes las creencias limitantes - vacas – que los habían detenido para utilizar su verdadero potencial durante más de cinco décadas. Todos tenemos muchas de estas barreras mentales. Muchos de nosotros simplemente decidimos deshacernos de Indias en algún momento a lo largo de nuestra vida, con la esperanza de descubrir nuestro verdadero potencial. Tú puedes hacer lo mismo. Lo único que necesitas es identificar las falsas creencias que han venido limitando tu vida hasta ahora y reemplazar por ideas de que fortalezcan y que permitan utilizar el poder que ya residen dentro de ti y que sólo espera ser utilizado para ayudarte a alcanzar sus metas más ambiciosas.

Es simple. Tu éxito es un 100% de tu responsabilidad. Sería fantástico poder contar siempre con el apoyo y entusiasmo de los demás, pero no es absolutamente necesario. Tu éxito no puede depender el que otras personas decidan apoyarte o no, ya sea que aprueben tus decisiones o que estén entusiasmados con el camino que hayas escogido, tus decisión de triunfar no puede, ni debe, depender de queso. La única persona que necesita estar entusiasmada con tus metas y tus decisiones eres tú mismo si lo que decides hacer con tu vida, depende de que cuentes o no con el apoyo de otras personas vas a lograr muy poco. Lo único que requieres para empezar el camino hacia la

realización de tus sueños es su propio compromiso, fe y determinación para triunfar. Las vacas sólo existen en la mente. Cuando hablo de matar una vaca me refiero eliminar una excusa, cambiar un hábito, modificar un patrón de pensamiento o establecer un nuevo comportamiento en nuestra vida. En otras palabras, cambiar nuestra manera de pensar y actuar y no tratar de cambiar la manera de pensar y actuar de otras personas. Es más, una de las peores vacas que puedes tener es creer que a menos que otros cambien, tú no podrás triunfar. Recuerda la única persona a la que puedes cambiar es a ti mismo. Es preciso despertar estar consciente tomar la decisión de himno continuar viviendo una vida de migración pretendiendo que todos también, e identificar aquellas vacas que nos están deteniendo en nuestro camino al éxito. El siguiente paso se entender que, a pesar de haber sido programados para las mediocridad, hemos sido creados para la grandeza; y aún cuando somos personas comunes y corrientes, podemos lograr cosas extraordinarias. Sólo es necesario abrir nuestra mente a la posibilidad de cambiar y crecer. Es entender que nuestro futuro no tiene por qué ser igual a nuestro pasado y que es posible cambiar y construir así un nuevo futuro libre de vacas. El primer paso para deshacernos de las vacas es admitir que las tenemos.

Recuerda que nada sucede a menos de que tú actúes sea honesto, paciente y firme y muy pronto comenzarás anotar como tú caminar se hace más ligero y la carga más liviana a librarte de las vacas que has cargado por tan largo tiempo. Quiero hacerte una advertencia: ninguno de estos pasos es opcional. Algunos de ellos pueden parecer difíciles y no siempre agradables, pero son necesarios. Así que, sé honesto, paciente y firme y muy pronto comenzarás a notar cómo tu caminar se hace más ligero y la carga más liviana, al liberarte de las vacas que has cargado por tan largo tiempo. “A continuación se presenta un resumen de los pasos que debes dar para matar tus vacas. La explicación de cada uno en forma detallada la encontraras en el libro. Búscalo.”  Primer paso: Identifica tu vaca  Segundo paso: determina qué creencias limitantes en esconden detrás de cada vaca  Tercer paso: tras una lista de los efectos negativos que han traído estos barcazas tu vida  Cuarto paso: haz una lista de todos los resultados positivos que tendrán como consecuencia de matar a tus vacas

 Quinto paso: establece nuevos patrones de comportamiento Cuál es el resultado de vivir una vida libre de vacas? Si pudieras preguntarle a Galileo Galilei, uno de los más reconocidos científicos de todos los tiempos, seguramente te respondería: una vida donde reina la verdad. Si nuestras vacas no son reales, si no son ciertas, como hemos podido ver una y otra vez a lo largo de todo este libro, vivir bajo su dominio es permitir que una mentira gobierne nuestras vidas. De la misma manera que muchos de nosotros hemos debido sufrir las consecuencias de cargar con vacas que nos han sido obsequiadas, Galileo debió enfrentar sus propios retos. En su búsqueda por la verdad y su deseo por erradicar la ignorancia imperante, Galileo se puso en la tarea de eliminar una de las "vacas sagradas" de su época. En la escuela discutía con todos, con sus profesores, con otros estudiantes, con los mismos autores de los libros que leía y, sobre todo, con Aristóteles, el gran filósofo griego quien había muerto casi 2000 años antes. ¿La razón? En esos 2000 años muy poco había cambiado en el campo de la ciencia, como resultado del hecho de que las teorías de Aristóteles sobre la naturaleza seguían siendo los únicos puntos de vista aceptables en la comunidad científica de su época. Aristóteles era el único poseedor de la verdad. Estaba correcto en todo y ninguno dudaba de la validez de sus teorías. No había necesidad de realizar

experimentos para confirmarlas, ya que ellas hablaban por sí mismas. Por su parte, Galileo pensaba que aceptar ciegamente las teorías aristotélicas era una vaca demasiado grande de digerir. Cerca de 1590, mientras enseñaba en la Universidad de Pisa, decidió poner a prueba una de las teorías de Aristóteles. En nuestro lenguaje, decidió matar una vaca sagrada. El amaba comprobar cualquier teoría. Después de todo, esa era la única manera en que las teorías se convertían en verdades. Pero más aún, Galileo quería demostrarle a sus estudiantes y a sus colegas que las teorías de Aristóteles no eran totalmente infalibles. Y para probarlo escogió una de sus teorías más conocidas. Aristóteles había aseverado que si dejamos caer al mismo tiempo un objeto de diez libras de peso y uno de una libra, el objeto de diez libras caerá diez veces más rápido que el de una libra. Durante dieciocho siglos todo el mundo había aceptado esta teoría sin comprobarla nunca. Galileo tenía otra opinión al respecto e iba a demostrar que él estaba en lo cierto. Así que hizo un anuncio a sus estudiantes: "dos objetos que comienzan a caer al mismo tiempo llegarán al suelo al mismo tiempo, sin importar su peso". Cualquier persona interesada en descubrir cuál era la verdad estaba invitada a apreciar con sus propios ojos los resultados de este evento a la mañana siguiente. La historia cuenta que al día

siguiente sus estudiantes, seguidos de un grupo de ciudadanos curiosos de la ciudad, seguían al científico mientras éste se dirigía a la torre de Pisa. Una vez allí, Galileo subió hasta el último piso de la torre con una pesa de diez libras en una mano y otra de una libra en la otra. Abajo, el mundo esperaba ansiosamente. ¿Quién saldría victorioso, el sabio filósofo griego o el joven rebelde de Pisa? Había murmullos y opiniones entre todos los concurrentes —una reacción típica siempre que alguien resuelve matar una vaca—. "Con seguridad Galileo fracasará." "Ese muchacho está loco." "¿Quién puede saber más que Aristóteles?" Galileo se acercó al borde del techo; la multitud dio un paso hacia atrás. El joven científico estiró los brazos, cada una de sus manos sostenía una pesa, dio una última mirada a la multitud y soltó las dos pesas al mismo tiempo. Los dos objetos cayeron rápidamente por el aire y chocaron contra el piso exactamente al mismo tiempo. En unos cuantos segundos, dos mil años de ignorancia habían sido erradicados por la verdad y una nueva era de pensamiento científico había comenzado. ¿Qué puede suceder cuando decides deshacerte de tus propias vacas? Mucho me temo que tendrás que descubrirlo tú mismo, de la misma manera que Galileo debió hacerlo. Sin embargo, te prometo que tú vida nunca será la misma. Cuando matas tus vacas aceptas la total responsabilidad por tu éxito y te conviertes en el arquitecto de tu propio destino.

Querer triunfar, tener buenas intenciones y contar con grandes sueños no son los únicos componentes del éxito. Por cada gran idea que cambió la historia de la humanidad, ha habido miles de ideas que nunca se materializaron, porque aquellos que las concibieron y quizás desarrollaron un plan para lograrlas, nunca las pusieron en práctica. Esa fue su vaca: la falta de acción. Así que echa a rodar tus planes. El escritor John Masón dice: "Todos nos estamos moviendo constantemente. Nos estamos moviendo hacia delante, hacia atrás o en una cinta sin fin. El peor error que muchos cometemos es creer que el objetivo de la vida es mantenernos en movimiento." El objetivo no es simplemente mantenernos ocupados. El objetivo es asegurarnos que nuestras acciones nos están conduciendo en dirección a nuestras metas y sueños. Si has realizado todos los pasos descritos en el capítulo anterior, frente a ti tienes un plan que te permitirá deshacerte de todas las creencias limitantes que te han detenido para utilizar tu verdadero potencial. Lo único que necesitas hacer ahora es poner a trabajar tu plan de acción. No te detengas a pensar en todos los problemas que puedan surgir. Muchas personas planean y ensayan su propio fracaso al malgastar una gran cantidad de tiempo anticipando lo peor. Los grandes triunfadores aceptan los riesgos que generalmente acompañan la búsqueda del éxito. Esa valentía, ese arranque, ese entendimiento de que todo gran sueño demanda acción inmediata es

lo que diferencia al ganador del perdedor. En el juego de la vida o eres jugador o eres espectador. Los triunfadores son más que simples participantes, ellos están totalmente comprometidos con sus objetivos. Ellos no buscan excusas porque saben que sus amigos no las necesitan y sus enemigos no las creerán de todas maneras. Cualquiera que sea tu vaca, sólo existe una manera de deshacerte de ella: la acción. No permitas que la vida pase de largo, libérate de tus vacas y cuídate de no engrosar las filas de aquellos que, en las postrimerías de su existencia, sólo podrán recordar con remordimiento y tristeza todas las oportunidades perdidas. En cierta ocasión escuché la definición de la palabra infierno. Debo confesarte que eso fue todo lo que necesité para saber que precisaba actuar de manera inmediata. Decía así: "Infierno es llegar al final de nuestros días y encontrarnos cara a cara con la persona en la cual pudimos habernos convertido". Imagínate eso. Así que encara todo nuevo reto; desafía las normas convencionales; rompe las reglas del juego. Las preocupaciones, los temores, los miedos y las dudas, no son más que vacas que traían de robarte tus sueños y mantenerte atado a una vida mediocre. Recuerda que el enemigo del éxito no es el fracaso sino el conformismo. En mi libro Los genios no nacen, se hacen, citaba un pensamiento de

William James, quien es considerado el padre de la psicología en Estados Unidos; él decía, seguramente refiriéndose a las vacas: "Casi todos los seres humanos sienten como si una nube pesara sobre ellos, manteniéndolos siempre por debajo de su nivel óptimo en cuanto a su claridad de pensamiento o la firmeza en el momento de tomar decisiones." James anotaba que, comparado con lo que podríamos ser, es como si sólo estuviésemos medio despiertos. Que lo que podemos alcanzar es extraordinario, sin embargo, lo que generalmente obtenemos es vergonzoso. Y no es porque haya algo mal con nuestra mente, sino porque hemos permitido que las limitaciones, las falsas creencias y otro sinnúmero de vacas trunquen nuestro verdadero potencial. Así que te invito a que aceptes el reto de vivir una vida libre de vacas, una vida donde todo sueño es posible y los únicos límites son aquellos que tú mismo impones. Si al final de este libro no has aprendido nada y no haces nada por mejorar tu vida entonces he ahí tu principal vaca. Este es apenas un pequeño extracto del libro “La Vaca” Si quieres conocer de un gran número de testimonio de personas que han cambiado sus vidas con este relato así como encontrar más historias y tesoros de Sabiduría que el Omnipotente y omnisciente Padre Celestial le revelo al autor Camilo Cruz entonces compra este libro.