Call Me by Your Name

CALL ME BY YOUR NAME. —Oliver podía ser muy inteligente... —comencé a decir. Una vez más, mi poco sincera subida en la e

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CALL ME BY YOUR NAME. —Oliver podía ser muy inteligente... —comencé a decir. Una vez más, mi poco sincera subida en la entonación final anunció un pero irrefutable sostenido e invisible entre ambos. Cualquier cosa con tal de evitar que mi padre me llevase por ese camino. —¿Inteligente? Era mucho más que inteligente. Lo que disfrutabais no tenía nada que ver con la inteligencia y a la vez todo se aguantaba gracias a ella. Él era bueno y ambos os sentíais muy afortunados por haberos encontrado, pues tú también eres bueno. … —Lo que viene ahora va a resultar muy difícil dijo, alterando la voz. Su tono implicaba: No tenemos por qué hablar de ello, pero no finjamos que no sabemos a lo que me refiero. La única forma que tenía de decir la verdad era hablando de manera abstracta. —No temas. Todo llegara. Al menos eso espero. Y cuando menos te lo esperas. La naturaleza tiene maneras extrañas de encontrar nuestros puntos débiles. Tan sólo recuerda: estoy aquí. Ahora mismo puede que no quieras sentir nada. Quizá nunca lo deseaste. Y tal vez no sea yo la persona con la que te apetezca hablar de esto. Pero aprecia lo que hiciste. Me quedé mirándole. Era el momento en que debía haberle mentido y haberle dicho que estaba completamente fuera de onda. Estaba a punto de hacerlo. —Mira —me interrumpió—. Tuvisteis una amistad preciosa. Quizá algo más que una simple amistad. Y te envidio. En mi situación, la mayoría de los padres tendrían la esperanza de que todo se disipase o rezarían para que su hijo pusiese los pies en la tierra cuanto antes. Pero yo no soy uno de esos padres. En tu situación, si hay sufrimiento, domínalo, y si queda alguna llama, no la apagues, no seas cruel. La ausencia puede ser algo terrible si nos mantiene despiertos toda la noche y ver cómo alguien nos olvida antes de lo que hubiésemos deseado no ayuda. Nos desprendemos de tantas cosas propias para poder curarnos lo más rápido posible que a la edad de treinta ya estamos en bancarrota y cada vez tenemos menos que ofrecer cuando empezamos una nueva relación con alguien. Sin embargo, no sentir nada por miedo a sentir algo es un desperdicio. No podía asimilar todo aquello. Estaba mudo, asombrado. … —Entonces déjame que te diga una cosa más. Despejará la realidad. Yo puede que me hubiese que a- do muy cerca, pero nunca tuve lo que tú has tenido. Siempre hubo algo que me sujetó o que se interpuso en mi camino. La forma de vivir tu vida es cosa tuya. Pero recuerda, nuestros corazones y nuestros cuerpos

sólo nos los entregan una vez. La mayoría no podemos evitar vivir como si tuviésemos dos vidas, una es la maqueta a escala y la otra es la versión final y luego están todas las adaptaciones intermedias. Pero sólo hay una, y antes de que te des cuenta, tienes el corazón gastado y en lo que respecta a tu cuerpo, hay un punto en el que nadie se fija en él, y mucho menos quiere acercarse a él. Ahora sientes pena. No envidio ese dolor. Pero sí envidio que puedas sentirlo ahora. Respiró hondo. —Puede que nunca volvamos a hablar de esto. Y espero que no me tengas en cuenta que lo hayamos hecho. Hubiese sido un padre horrible si algún día tú hubieses querido hablar conmigo y yo hubiese dejado la puerta cerrada o no lo suficientemente abierta. … Me detuve un instante. Si te acuerdas de todo, quise decirle, y de verdad eres como yo, entonces antes de que te vayas mañana, o cuando estés a punto de cerrar la puerta del taxi, te hayas despedido de todos los demás y no quede nada que decir en esta vida, entonces y sólo entonces, vuélvete hacia mí, aunque sea en broma o como una última ocurrencia que hubiese significado todo para mí cuando estábamos juntos y, al igual que hiciste en aquel entonces, mírame a la cara, aguántame la mirada y llámame por tu nombre.