Bobby Fischer

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Bobby Fischer

Robert James Fischer, más conocido como Bobby Fischer (* Chicago, Illinois, Estados Unidos, 9 de marzo de 1943 - Reikiavik, Islandia, 17 de enero de 2008[1] ), fue un gran maestro de ajedrez, campeón mundial entre 1972 y 1975. Obtuvo el título máximo del ajedrez mundial al vencer al soviético Borís Spassky en el denominado «match del siglo». De origen estadounidense, poseía la nacionalidad islandesa y se consideraba refugiado político, perseguido por traición en su país natal.

Primeros años Aunque proverbialmente se le reconoce como niño prodigio, Bobby Fischer no fue estrictamente tal, como José Raúl Capablanca, Samuel Reshevsky o Arturo Pomar. Su desarrollo al principio fue más bien lento. Hasta los trece años no comenzó a despuntar como un jugador de capacidad superior; antes de esa edad, al menos a simple vista, no se apreciaban en sus resultados y su juego signos de genialidad. Es exacta la aseveración del árbitro internacional español Pablo Morán en el sentido de que "Como niño prodigio no fue muy brillante; en cambio, como adolescente prodigio no ha tenido parangón en la historia del ajedrez".[2] Fue hijo de la enfermera suiza Regina Wender y del físico de origen alemán HansGerhardt Fischer, aunque existe cierta controversia respecto de si este último fue el verdadero padre biológico de Bobby, pues Regina y Hans-Gerhardt no vivían juntos desde 1939.[3] En cualquier caso, la pareja no obtuvo el divorcio hasta 1945, cuando Fischer tenía dos años, quedando con su hermana Joan al cuidado de su madre. En 1949, la familia se trasladó a Nueva York, a un pequeño apartamento en Brooklyn. Fischer aprendió a jugar ajedrez por sí mismo, a partir de las instrucciones que venían en un estuche con diversos juegos que le regaló su hermana. En enero de 1951, gracias a un anuncio en el periódico, Fischer participó en una sesión de simultáneas con el maestro Max Pavey; esa fue su primera aparición pública como ajedrecista, y aunque perdió, le sirvió de estimulo para seguir estudiando. El presidente del Brooklyn Chess

Club, Carmine Nigro, fue su mentor de ajedrez, quien le enseñó los fundamentos de la estrategia y lo introdujo en el mundo del ajedrez de competición. En 1955 ingresó al Manhattan Chess Club y participó por primera vez en el Campeonato Junior de Estados Unidos, finalizando en décimo lugar. Un año después, en Filadelfia, conquistaría el título juvenil, ganando ocho partidas, empatando una y perdiendo otra. Poco después de esta victoria, Fischer abandonó la Erasmus Hall High School para dedicarse por completo al ajedrez. Sus profesores lo recordaban como un muchacho difícil, aunque su coeficiente intelectual, el mismo de Albert Einstein según las pruebas,[4] rebasaba los 180 puntos. En 1956, John W. Collins, que había sido tutor de otros jugadores sobresalientes, como Robert Byrne y William Lombardy, le aceptó como alumno. En algunas ocasiones se ha descrito a Collins como una figura paterna para Fischer. Sobre su partida con D. Byrne, conocida por algunos como la "partida del siglo", el doctor Max Euwe, campéon del mundo entre 1935 y 1937, comentó: "que un renombrado Maestro se confíe demasiado ante un jugador joven en pleno progreso, y sufra por ello una seria derrota, no tiene en sí nada de particular, y en la historia del ajedrez se registran bastantes ejemplos. Mas lo que no sucede todos los días es que un escolar de trece años supere francamente en la combinación a uno de los mejores jugadores de América. Las combinaciones de Fischer no son particularmente profundas, mas tampoco evidentes".[5]

Ajedrez profesional Su carrera coincide con el encumbramiento de la escuela soviética que, subvencionada gubernamentalmente como propaganda política, dominó el ajedrez de 1948 a 1972. El campeonato de Estados Unidos de 1957 tenía para la FIDE, en el sistema de candidatos al título mundial, categoría zonal. Bobby Fischer, que había terminado noveno en la edición anterior, campeón juvenil de Norteamérica, se alzó con el primer lugar, calificándose al Torneo Interzonal de Portoroz del año siguiente, en el que se clasificaría sexto. Un resultado magnífico que le permitió acceder al torneo de Candidatos, y obtener en forma automática el título de Gran Maestro. Muchos jugadores han superado desde entonces el récord de precocidad de Fischer al obtener el máximo título (15 años, 6 meses, 1 día), cabe señalar, sin embargo, que el estadounidense lo alcanzó con recursos muy limitados, en una época en la que la información ajedrecística, particularmente la que llegaba a Estados Unidos, era mínima y en muchos casos obsoleta, sin entrenadores, como los jugadores soviéticos que recibían apoyo oficial, y sin el auxilio de potentes programas de juego y bases de datos como acostumbran los jugadores actuales. Debieron pasar treinta y tres años para que la húngara Judit Polgár estableciera una nueva marca. Disputó nueve veces el Torneo Rosenwald de Nueva York, en el que se dirimía el campeonato de Estados Unidos. En su primera participación sólo pudo ganar un par de partidas, aunque una de ellas, su victoria ante Donald Byrne, lo proyectó a la fama internacional pues se publicó en revistas especializadas prácticamente de todo el mundo. En dicho juego Fischer ligó varias combinaciones brillantes que lo condujeron a dar mate a su rival, aún más sorprendentes si se toma en cuenta que apenas contaba con trece años de edad. En sus restantes ocho apariciones obtuvo el título nacional con al menos un punto de ventaja sobre el segundo lugar. En la edición de 1963, además, logró

la proeza de coronarse campeón triunfando en todas las partidas, una hazaña jamás repetida, pues participaban en el certamen leyendas del ajedrez occidental como Samuel Reshevsky, Larry Evans, Pal Benko y Robert Byrne. Olimpiadas de Ajedrez

Robert Fischer acudió a cuatro Olimpiadas de ajedrez con el equipo de Estados Unidos. En todas ellas consiguió resultados sobresalientes, incluyendo dos medallas de plata y una de bronce defendiendo el primer tablero de su país. Sus enfrentamientos contra el equipo soviético, cuyo primer tablero generalmente ocupaba el campeón del mundo, produjeron partidas extraordinarias que recogen las antologías. En Leipzig, en 1960, empató espectacularmente con Mijaíl Tal; al término del juego, Fischer le dijo con sorna al campeón: "no juega usted mal", a lo que Tal respondió: "es la primera vez que usted lo reconoce, y si me hubiera ganado afirmaría que jugué como un genio".[6] En Varna, dos años después, se encontraría con el legendario Mijaíl Botvinnik al que dominó durante toda la partida, aunque éste salvaría el empate gracias al análisis de sus compañeros de equipo en el aplazamiento, alcanzando un final de tablas teóricas en desventaja material. En la Olimpiada de La Habana, la Unión Soviética reservó al campéon Petrosián, y Fischer tuvo que jugar con el subcampeón Spaski con quien firmaría el empate después de cincuenta y siete movimientos de una Apertura Española o Ruy López. En su última presentación "olímpica", en Siegen, Alemania, Borís Spaski, ya como campeón mundial, derrotaría brillantemente al gran maestro de Brooklyn. Fischer en total ganó cuarenta partidas, empató dieciocho y perdió siete en la máxima competición por equipos del ajedrez, con un porcentaje de efectividad de 75,4 por ciento. Torneos Internacionales

El campeonato del mundo, aun con su enorme talento y dedicación al juego, habría de esperar algunos años. En 1959, en Yugoslavia, terminó en un discreto sexto lugar, empatado en puntos con el local Svetozar Gligorić. En 1962, triunfó en el Interzonal de Estocolomo, con dos puntos de ventaja sobre Geller y Petrosián, quien se coronaría campéon del mundo un año después. En el Torneo de Candidatos de Curazao, sin embargo, Fischer terminaría sorprendentemente en un lejano cuarto lugar, detrás de Petrosián, Keres y Geller, y denunciaría en un artículo de revista que los soviéticos jugaban en equipo, asistiéndose, y haciendo tablas fáciles entre ellos para repartirse los puntos y no cansarse, a efecto de asegurar que ningún jugador occidental ganara el torneo. Las acusaciones de Fischer desde luego no pudieron probarse, pero poco después la FIDE cambiaría las reglas del campeonato del mundo, sustituyendo el sistema del torneo de candidatos por el de los enfrentamientos individuales. Fischer se retiró temporalmente del ajedrez profesional algunos meses entre 1964 y 1965, dedicado a dar exhibiciones, y no participó en el ciclo de candidatos que culminó con la partida entre Tigran Petrosián y Borís Spaski en 1966, ni acudió a la Olimpiada de Tel Aviv. En 1967, no obstante, se presentaría al Interzonal de Sousse en una nueva acometida por el título mundial. Después de diez rondas, Fischer encabezaba la clasificación con un récord impresionante de siete victorias y tres empates, cuando decidió intempestivamente abandonar el torneo, aduciendo un calendario cargado. La crítica de Fischer parecía injusta pues el torneo se había estructurado, entre otras cosas,

para respetar los días de descanso que sus creencías religiosas le imponían. De ese certamen es memorable su partida frente a Reshevsky, pues Fischer apareció en la sala de juego pocos minutos antes de perder por incomparecencia, y con la mitad del tiempo asignado en su reloj derrotó con relativa facilidad a su ínclito contrincante. Bobby Fischer ganó todos los torneos en los que participó desde el mes de diciembre de 1962 hasta el Campeonato del Mundo de 1972, con sólo dos excepciones: el Torneo Memorial Capablanca de 1965, que jugó por teletipo desde Nueva York, en el que quedó empatado en segundo lugar con Borislav Ivkov y Efim Geller, medio punto por detrás del ganador Smyslov; y la Copa Piatigorsky de 1966, en la que ocupó el segundo lugar, un punto y medio detrás de Spaski. En toda su carrera jamás perdió un enfrentamiento individual o match, como se le conoce en la jerga ajedrecística. Derrotó al filipino Cardoso en 1957 y dejo inconcluso un duelo con Reshevsky en 1961 por desacuerdos con los organizadores, empatado después de once partidas; en su camino al campeonato del mundo se adjudicó cuatro victorias, y en 1992 derrotaría de nuevo a Spaski en una partida de desquite. Una de las características que distinguían a Fischer del resto de sus adversarios era la velocidad de su juego. En muy contadas ocasiones se veía en apuros de tiempo, pues casi siempre jugaba de manera sistemática y veloz. No es de extrañar entonces que se convirtiera en uno de los mejores jugadores de ajedrez relámpago o "blitz". En 1970 se disputó en Herceg Novi el torneo de partidas rápidas más importante, hasta ese momento, de la historia. Fischer triunfó al lograr diecinueve de los veintidós puntos posibles sobre rivales muy fuertes, como los ex campeones mundiales Tal, Petrosián y Smysolv, y antiguos aspirantes como David Bronstein y el multicitado Reshevsky. Sólo Robert Fischer y Mijaíl Tal fueron capaces de reproducir de memoria, una vez terminada la competencia, las partidas que habían jugado. Ese mismo año se llevó a cabo en Belgrado el match entre la URSS y los mejores jugadores del resto del mundo. Bobby Fischer accedió a jugar en el segundo tablero, cediendo el primero al danés Bent Larsen, que había obtenido mejores resultados en los meses anteriores, pues el estadounidense había permanecido inactivo. Fischer tuvo que enfrentar a Tigrán Petrosián, el subcampeón mundial, a quien venció convincentemente 3 a 1, dos victorias y dos tablas, a pesar de haber permanecido alejado de los tableros. En la edición 1970, Bobby Fischer ganaría por primera vez el Óscar del Ajedrez, distinción que repetiría los dos años siguientes. Encuentros de Candidatos

En 1972, finalmente, alcanzaría la partida por el Campeonato del Mundo. Obtuvo el primer lugar en el Torneo Interzonal de Palma de Mallorca, en el que ganó quince de las veinticuatro partidas que disputó, algo verdaderamente inusual tomando en consideración el nivel del torneo. Posteriormente, en el apogeo de su fuerza, arrollaría en el ciclo de Candidatos a los grandes maestros Mark Taimánov y Bent Larsen, dejando a ambos en cero en sus respectivos enfrentamientos. Es difícil explicar lo excepcional de estos resultados. En el ajedrez de alto nivel el empate es un resultado natural, pues lo normal es que a los contendientes les cueste trabajo romper el equilibrio. Habría que remontarse a 1876, una época de ajedrez aún rudimentario, concretamente a la partida entre Steinitz y Blackburne para hallar un resultado similar.

En la final de Candidatos, Fischer derrotaría en Buenos Aires al ex campeón mundial Tigrán Petrosián 6,5 a 2,5, ganando con ello el derecho a enfrentarse a Borís Spaski con el título mundial en juego. Su cadena de 19 victorias consecutivas, las 6 últimas del Interzonal, las de sus enfrentamientos con Taimánov y Larsen y la primera de su encuentro con Petrosián, constituye un auténtico hito en la historia del ajedrez.

Fuerza de juego A partir de 1970, la Federación Internacional de Ajedrez adoptó la fórmula del científico húngaro Árpád Élő para estimar la fuerza de juego en el ajedrez. Robert Fischer, a la luz de este sistema, vigente en nuestros días, alcanzó la marca de 2785 puntos de rating, registro que durante mucho tiempo se consideró el mejor rendimiento conseguido por un ajedrecista. Con el tiempo, varios jugadores notables han ido superando la barrera de los 2800 puntos, entre ellos, cuatro campeones del mundo, Gari Kaspárov, Veselin Topálov, Vladímir Krámnik y Viswanathan Anand, así como el gran maestro noruego Magnus Carlsen. Este hecho por sí solo, sin embargo, no significa que su desempeño haya sido superior al logrado por Fischer años atrás, al menos desde el punto de vista estadístico. Esto se debe al fenómeno conocido como "inflación del elo".[7] Los ratings de los jugadores han ido aumentando de manera imperceptible pero sostenida a través de los años, y aunque excede el propósito de este artículo referir las causas del fenómeno en cita, al que constantemente se le busca solución,[8] es cosa establecida que la evaluación elo no resulta un criterio fiable para comparar el nivel de ajedrecistas pertenecientes a diferentes época. Con independencia de cómo pueda medirse la potencia de un ajedrecista, Fischer fue, sin duda, un jugador excepcional. Su estilo no es fácil de definir, pero, según sus propios rivales, se basaba en una combinación de energía y ambición de victoria, precisión táctica, preparación teórica, firmeza estratégica y confianza en sí mismo. Al igual que sucedió con Lasker, décadas antes, muchos de sus contrincantes y algunos de los analistas de su momento achacaron las victorias de Fischer a misteriosas capacidades hipnóticas, o a la práctica de un juego ―psicológico‖. Los textos de Kasparov afirman que, durante varias partidas del campeonato mundial y de las eliminatorias previas, los movimientos de Fischer en el tablero fueron idénticos a los analizados hoy en día por programas informáticos especializados. Es decir, Fischer era capaz de jugar, con las presiones emocionales y de tiempo propias de una competición humana, como una máquina carente de emociones y con tiempo ilimitado para analizar los movimientos adecuados. Tal capacidad de cálculo, exactitud en el juego y rigor estratégico, ponen en claro que Fischer no vencía por hipnosis ni misteriosas maniobras psicológicas, sino porque, sencillamente, era mejor que sus rivales del momento.

El "encuentro del siglo" El encuentro por el campeonato del mundo de 1972 fue singular por diversas razones, aunque algunas de ellas nada tenían que ver con el ajedrez. Reikiavik fue el enfrentamiento de dos mitos de invencibilidad. El primero era el propio Fischer, que nunca había ocultado su fobia deportiva hacia los grandes maestros soviéticos. Sus excentricidades, exigencias y reacciones eventualmente infantiles, para bien o para mal lograron interesar al gran público de ordinario ajeno a las incidencias del ajedrez profesional. Lo excepcional del norteamericano, sin embargo, eran sus resultados. Su rating elo era 125 puntos superior al de Spaski. Si no se hubiera tratado del número uno

y dos del ranking mundial, la estadísitica indicaría solamente el enfrentamiento de dos ajedrecistas de diferente categoría. Tal era la distancia que Fischer mantenía con relación a sus contemporáneos. El retador, en efecto, parecía invencible. No obstante, enfrentaba a un rival temible, otro auténtico mito de invulnerabilidad. Ese rival no era exactamente Spasski, un espléndido jugador al que Fischer no había podido vencer antes de la partida, sino la poderosa estructura de ajedrez de la Unión Soviética, dirigida por el Comité de Educación Física y Deportes, que había producido a todos los campeones y subcampeones mundiales desde 1948, y había ganado cada una las Olimpíadas que se habían efectuado desde entonces. Ningún campeonato del mundo desde 1951 se había disputado fuera de Moscú. El ajedrez, en definitiva, era una cosa muy seria en la Unión Soviética, con importantes implicaciones políticas, pues sus frecuentes triunfos eran considerados una prueba de la superioridad del régimen; no podían permitirse, en consecuencia, perder el título a manos de un aspirante de Estados Unidos. Botvinnik puso a disposición del equipo de Spasski un análisis exhaustivo de las partidas de Fischer; en el que Igor Bondarevsky abordaría la parte técnica; Efim Geller el repertorio de aperturas; Nicolay Krogius la asistencia psicológica; e Ivo Ney se encargaría de la puesta a punto física del campeón.[9] El match no podía ser, por sus circunstancias particulares, un mero evento deportivo. Se enfrentaban dos maneras muy distintas de entender al mundo que aspiraban a la supremacía. Por unos meses la Guerra Fría se trasladó a un tablero de ajedrez. Fischer perdió las dos primeras partidas, la segunda por no presentarse. Parecía que Spaski retendría el título para el ajedrez soviético; pero Bobby venció en la tercera. La cuarta partida fue tablas y desde la quinta, se impuso rotundamente el gran maestro estadounidense. Después de un tenso desarrollo, Fischer venció a su rival tras 21 partidas (Spassky abandonó la partida decisiva mientras su contrincante dormía en el hotel) y se coronó campeón mundial el 31 de agosto de 1972 con un total de 7 partidas ganadas, 3 perdidas y 11 tablas. Ha sido el único estadounidense en conquistar el título. Transcripción de la partida 21 (en notación algebraica) del enfrentamiento entre Fischer y Spassky: Blancas: Borís Spaski Negras: Bobby Fischer 1. e4 c5, 2. Cf3 e6, 3. d4 cxd4, 4. Cxd4 a6, 5. Cc3 Cc6, 6. Ae3 Cf6, 7. Ad3 d5, 8. exd5 exd5, 9. O-O Ad6, 10. Cxc6 bxc6, 11. Ad4 O-O, 12. Df3 Ae6, 13. Tfe1 c5, 14. Axf6 Dxf6, 15. Dxf6 gxf6, 16. Tad1 Tfd8, 17. Ae2 Tab8, 18. b3 c4, 19. Cxd5 Axd5, 20. Txd5 Axh2+, 21. Rxh2 Txd5, 22. Axc4 Td2, 23. Axa6 Txc2, 24. Te2 Txe2, 25. Axe2 Td8, 26. a4 Td2, 27. Ac4 Ta2, 28. Rg3 Rf8, 29. Rf3 Re7, 30. g4 f5, 31. gxf5 f6, 32. Ag8 h6, 33. Rg3 Rd6, 34. Rf3 Ta1, 35. Rg2 Re5, 36. Ae6 Rf4, 37. Ad7 Tb1, 38. Ae6 Tb2, 39. Ac4 Ta2, 40. Ae6 h5, 41. Ad7 Blancas Abandonan Desafortunadamente, en la práctica, este momento culminante también marcó el fin de su carrera. Desde entonces, no volvió a jugar ninguna partida oficial durante su reinado y, cuando en 1975 tuvo que defender el título frente al aspirante Anatoli Kárpov, planteó exigencias inaceptables para la FIDE, la cual lo despojó del título por incomparecencia y proclamó campeón a Kárpov.

Desde entonces y hasta 1992, no volvió a jugar en público y llevó una vida retirada y excéntrica. Participó en 1992 en un torneo en Yugoslavia, en violación a una resolución de la ONU, jugando contra Spassky, derrotándolo y recibiendo así casi 4 millones de dólares. Su participación en este torneo podía acarrearle hasta diez años de cárcel por lo que jamás regresó a los Estados Unidos. Falleció el jueves 18 de enero de 2008 a los 64 años, (tantos años como casillas tiene el tablero de ajedrez) en Reikjavik (Islandia) a causa de una enfermedad renal. El 17 de junio del 2010, la Corte Suprema de Islandia determinó que el cuerpo de Fischer debía de ser exhumado y analizado para determinar si es el padre de Jinky Young, cuya madre asegura haber tenido una relación con el campeón. Finalmente el 5 de julio del 2010 las autoridades islandesas exhumaron el cuerpo del campeón de ajedrez estadounidense Bobby Fischer para determinar si es el padre de una niña filipina de nueve años. Su cuerpo fue extraído de un cementerio cercano a la localidad de Selfoss, al sur de Islandia, en presencia de un médico, un párroco y diversos oficiales. Tras tomar las muestras de ADN el cuerpo de Fischer fue enterrado de nuevo.

Bobby Fischer, el Mozart del ajedrez Robert James Fischer nació el 9 de Marzo de 1943, en Chicago (Estados Unidos). Falleció el 17 de Enero de 2008, en Rejkjavik (Islandia). Fischer aprendió a jugar al ajedrez, junto a su hermana, a la edad de 6 años. Ambos lo aprendieron de una forma simple: leyendo el folleto que venía en el juego y que explicaba cómo mover las piezas. A partir de ahí no prestó atención a otra cosa que no estuviera relacionada con un tablero de 64 casillas. A los 12 años se negó a ir a la escuela, los argumentos que dio a su madre fueron los siguientes: "Prefiero ser el mejor del mundo en ajedrez que uno más entre muchos con cualquier carrera". Bobby era un niño prodigio con un cociente intelectual de 184 (más que Einstein), pero sus comienzos en el mundo del ajedrez no fueron demasiado brillantes, al contrario que otros niños geniales (Morphy, Reshevsky, Capablanca...). Los éxitos llegarían durante su adolescencia. Con 15 años y 6 meses obtuvo el título de Gran Maestro, fue el jugador más joven de la historia en lograrlo. Hoy en día, con la ayuda de las computadoras, que ejercen de entrenadores, y con la multitud de torneos que se juegan al mes, se puede lograr dicho título a edades más tempranas; por ejemplo Sergei Karjakin con 12 años y 7 meses. Fischer empezó a cosechar resultados impensables para una persona de su inexperiencia, llamando la atención de toda la comunidad ajedrecística. En Estados Unidos la ilusión se empezó a expandir como un reguero de pólvora, al fin habían encontrado un jugador capaz de plantar cara a los soviéticos en un futuro no muy lejano. Su temprano talento le llevó a ser apodado como el Mozart del ajedrez. Estudió a los maestros del Siglo XIX, cosa que se reflejó en su juego. Siempre que podía buscaba una eléctrica combinación que destrozase la defensa de su rival. En realidad era un jugador de estilo universal, es decir, dominaba todas las formas de juego. Su única prioridad era la victoria y le daba igual el modo de llegar a ella. Por eso podía hacerlo de manera tranquila, estilo Petrosian, o de forma brillante como Anderssen. Hay jugadores más espectaculares, pero Fischer tenía tanto talento que podía combinar como los mejores.

En 1956 jugó la que es considerada su mejor partida: D. Byrne-B. Fischer (New York 1956), esta partida fue denominada como "La inmortal del Siglo XX". Ese mismo año consiguió su primer triunfo importante al vencer en el Cto. Júnior de los Estados Unidos, en Philadelphia (con sólo 13 años). El año 1957 fue el de su consagración, varias victorias logradas en su país le abrieron las puertas de los torneos internacionales europeos. De este modo podía empezar a competir en busca de su gran sueño: el campeonato del mundo. Hay que resaltar que fue campeón de su país con 14 años, ante rivales tan importantes como Reshevsky o Byrne. Fischer era la única amenaza que los jugadores soviéticos veían en el horizonte. El dominio de esta prolífica saga de jugadores era devastador desde hacía décadas y ante la amenaza venida desde el Atlántico decidieron unirse. Esto ocurrió en múltiples torneos, los jugadores de la URSS jugaban al 100% contra Fischer y luego reservaban fuerzas cuando se enfrentaban entre sí (con tablas en pocos movimientos). Un claro ejemplo ocurrió en el torneo de candidatos de 1962, Petrosian fue primero seguido de Geller y Keres. Fischer fue 4º tras duras batallas contra sus rivales de la URSS. Si bien parece claro que utilizaron esta estrategia no muy deportiva, también hay que reconocer el gran número de jugadores soviéticos de gran talento, varios de ellos con capacidad suficiente para ser campeones del mundo. Durante esa época, Fischer publicó la primera de sus famosas listas de los mejores jugadores de la historia. En ella se puede ver la influencia de los jugadores románticos en todos los ajedrecistas jóvenes. Años más tarde publicaría una segunda lista. Podéis ver ambas en: (Mejores de la historia). Estos no fueron tiempos fáciles para Bobby, en la mayoría de los torneos era superado por alguno de los representantes soviéticos. Aun así consiguió varios triunfos de renombre y siempre lograba terminar en la parte alta de todas las competiciones a las que acudía. En los torneos disputados en Estados Unidos no conoció rival, sólo en uno quedó apeado del primer lugar (Santa Mónica 1966, 2º), con actuaciones sensacionales como el Campeonato de los Estados Unidos de 1964, donde venció en las 11 partidas que disputó. Podéis ver sus resultados en el siguiente enlace: (Ver Palmarés). Tratemos ahora un rasgo que, por fortuna o por desgracia, le acompañó siempre: la polémica. Fischer fue famoso por sus exigencias a los organizadores de los torneos, a los que volvía literalmente locos con sus peticiones, que podían variar en cuestión de horas. Sus declaraciones nunca dejaban indiferente a nadie, aunque a veces se metía en auténticos atolladeros al mostrar sus opiniones políticas. Podemos decir que gracias a la insistencia de Fischer, los ajedrecistas pudieron disfrutar de mejores condiciones en su profesión. Pero al final todo parecía secundario para Bobby. Su única meta era llegar a ser campeón del mundo y su gran momento llegó en el año 1971. Acudió al torneo de candidatos como gran favorito y no defraudó a nadie. Para ese torneo se había buscado una fórmula para acabar con las alianzas de los jugadores de la URSS y se decidió que lo idóneo eran las eliminatorias directas. En este formato Bobby no encontró rival y desplegó un ajedrez espectacular. Estos fueron sus resultados: 

Cuartos de final : Fischer 6 - Taimanov 0



Semifinales : Fischer 6 - Larsen 0



Final : Fischer 6'5 - Petrosian 2'5

Este duelo por el Campeonato del Mundo fue considerado como el match del Siglo. Con un claro trasfondo político, en plena guerra fría, ambos jugadores recibieron todo el apoyo de sus respectivos países. Fischer nunca había derrotado a Spassky hasta ese momento, cosa que no le preocupaba en exceso. El encuentro era tan importante que varias ciudades pujaron por albergarlo, al final se disputó en Reykjavik (tras la renuncia de Belgrado por las exigencias del estadounidense). Este evento levantó una gran expectación en todo el mundo, miles de aficionados llegaron a Reykjavik y cientos de periodistas se acreditaron para cubrir la información de cada partida. Pero tratándose de Fischer nada es seguro ni

estable y tras nuevas exigencias el match tuvo que ser aplazado. Al fin, la primera partida tuvo lugar el 11 de Julio, pero ni con el comienzo del encuentro Fischer se tranquilizó, ya que decidió no presentarse a la segunda partida por nuevas desavenencias con los organizadores. Finalmente el match pudo continuar y Fischer logró hacerse con el triunfo tras unos comienzos dubitativos, en los que estuvo más pendiente de temas extradeportivas que de jugar al ajedrez. Este triunfo terminaba con el dominio soviético, que duraba desde el año 1948 y que no parecía tener fin. El match transcurrió como sigue:

Campeonato del Mundo - Reykjavik 1972 1

2

3

4

5

6

7

8

9

10

11

12

13

Boris Spassky

1

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1

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Bobby Fischer

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14

15

16

17

18

19

20

21

Total

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0

8'5

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1

12'5

Tras proclamarse campeón del mundo, Fischer no volvería a participar en ningún torneo más. Sus desavenencias con la FIDE eran totales y se negó a defender su título en 1975, ante Anatoly Karpov, que pasó a ser el nuevo campeón del mundo sin haber movido una sola ficha. Karpov negoció con Fischer en varias ocasiones para que el match se pudiese celebrar, pero al final las conversaciones siempre se rompieron por el lado del norteamericano. Es una verdadera lástima no haber podido disfrutar del juego de Fischer durante unos años más y haber visto como se enfrentaba a Karpov y Kasparov, lo que nos hubiese dado una idea más clara de su verdadero potencial. Y para desgracia del ajedrez, Fischer desapareció sin que nadie supiese nada de él, por lo que renunciaba a participar en el ajedrez de competición. A partir de ese momento sólo volvió a dar señales de vida por algún escándalo poco claro. En la primavera de 1978 Fischer volvió a sentarse ante un tablero para enfrentarse a la computadora MacHack VI, en un match secreto a 3 partidas. El acuerdo estipulaba que las partidas no se harían públicas, pero alguien las filtró y fueron publicadas en revistas de todo el mundo. Fischer barrió literalmente a la máquina en las 3 partidas, lo que demostraba que aun se encontraban muy lejos de poder derrotar al ser humano. En 1992 decidió abandonar de nuevo su retiro para jugar un match contra Boris Spassky (no oficial). El match se celebró en Sveti Stefan (Yugoslavia) y fue ganado por Fischer por 17'5-12'5 (Ver tabla). Con este resultado demostraba al mundo entero que, a pesar de los 20 años que llevaba retirado, seguía siendo un jugador capaz de jugar al máximo nivel. Y tras el match, una vez más, Bobby decidió retirarse del ajedrez y evadirse del mundo. Lo mejor que podemos hacer es recordarle por su desbordante talento y por su inquebrantable fe en la búsqueda de la victoria. Su estilo era agresivo, buscaba atacar y atacar hasta el abandono del rival. Siempre comentaba que los que no jugaban 1.e4 en la apertura eran unos cobardes. Debido a esto su repertorio de aperturas no era muy amplio, algo que compensaba con una comprensión del juego sólo a su alcance. El opinar que la teoría de aperturas mataba la creatividad, le llevó a crear una nueva forma de jugar al ajedrez: el sistema Random. Dicha modalidad consistía en una colocación diferente de las piezas: los peones se colocaban igual, pero la posición de las otras piezas se decidía por sorteo antes del comienzo de la partida. Esto daba lugar a una posición inicial distinta, con lo que el conocimiento de las aperturas pasaba a no tener ninguna relevancia. Fischer siempre fue un personaje peculiar, con rasgos entrañables y con otros verdaderamente insoportables. En el lado positivo nadir puede negar que demostró ser una persona íntegra, fiel a sus ideas. Una de ellas era la sinceridad, intentaba no mentir nunca y repudiaba cualquier tipo de falsedad.

Una prueba de ello nos la dio al principio de su carrera, su madre había conseguido un contrato de 500 $ para que Bobby protagonizase un anuncio de pianos. En el anuncio aparecería tocando el piano, pero como Fischer no sabía tocarlo se negó a rodar porque no quería engañar al público de esa manera. Algo parecido le ocurrió poco antes de su match con Spassky. Una marca de productos para el cabello le ofreció una alta suma para que apareciese en sus anuncios. Por supuesto, Fischer se negó aduciendo que él no usaba ninguna crema para el cabello, por lo que no podía aparecer en un anuncio fingiendo que las utilizaba. Esta forma de ser dio pie a muchas anécdotas, una de ellas estuvo relacionada con su nula afición a las bebidas alcohólicas: durante un torneo en Zagreb la organización obsequió a cada jugador con dos botellas de licor típico de la región. Por aquel entonces Bent Larsen era el segundo de a bordo del equipo de Fischer. Bent fue a la habitación de Bobby para ver qué tal se encontraba y le encontró tratando de abrir las botellas. Larsen, sorprendido, le dijo "¿Quieres beber eso ahora?". Bobby le contestó "No, lo que quiero es tirarlas por el lavabo". Larsen trató de convencerle de que no lo hiciese, que por lo menos se las regalase a algún amigo. Bobby fue tajante: "No quiero ser el responsable de la intoxicación de un ser humano". Una persona siempre fiel a sus principios, hasta la última consecuencia. En cuanto a su vida en los últimos años, de vez en cuando aparecía en escena concediendo una entrevista a alguna radio o escribiendo un artículo en algún periódico. La mayoría de las veces lo hacía para dar alguna opinión política, generalmente para criticar alguna acción de su país con la que no estaba de acuerdo (por ejemplo, el embargo a Cuba o la reciente guerra de Irak). Hay que recordar que Fischer tenía prohibida la entrada en los Estados Unidos ya que tenía pendiente una condena de 10 años de cárcel (por escupir sobre una Orden que decía que violaría sanciones de las Naciones Unidas si jugaba al ajedrez en Yugoslavia, cosa que hizo durante su match con Spassky en 1992). Siempre se ha rumoreado que jugaba al ajedrez por Internet, pero de manera anónima. Dicen que era fácil reconocerle por su típico movimiento de rey en las primeras jugadas, donde rechaza enrocarse y movía su monarca a e2 ó d2. Por lo que ustedes, sin saberlo, pueden haber jugado una partida contra Fischer en cualquiera de los múltiples portales para jugar al ajedrez que hay en el mundo. Los problemas siguieron persiguiéndole y en el año 2006 fue detenido en el aeropuerto de Narita (Tokio) por llevar el pasaporte caducado. Esto ocurrió cuando se disponía a viajar a Filipinas para ver a su única hija. Los Estados Unidos reaccionaron con rapidez y pidieron su extradición por lo ocurrido en Yugoslavia en 1992. Entonces se desató una lucha burocrática sin cuartel, la idea era encontrar un país que le pudiera acoger como exiliado, algo que los Estados Unidos boicoteaban de continuo. Mientras tanto Boris Spassky tuvo un bonito gesto con su antiguo rival: escribió una carta a George Bush pidiendo que retirasen las acusaciones contra Fischer por la importancia de éste para el deporte estadounidense. Además añadió que si Fischer era encarcelado también deberían encarcelarle a él y así podrían jugar al ajedrez en la cárcel. Al final el asunto tuvo un final feliz e Islandia acogió a Fischer, que pudo esquivar la cárcel una vez más. Durante su estancia en Islandia siguió generando noticias cada cierto tiempo, incluso se llegó a hablar de su vuelta a los tableros para jugar un match contra Kasparov y Karpov. El 18 de Enero de 2008, una noticia se propagó como un reguero de pólvora por todos los medios de comunicación, Bobby Fischer había fallecido por causas desconocidas. La conmoción en el mundo del ajedrez fue terrible, se le rindieron decenas de homenajes en todos los medios de comunicación, desde 'Ajedrez de ataque' también me sumé a esta iniciativa, podéis ver la portada de ese día. Horas después se supo que el Mozart del ajedrez nos había dejado por una insuficiencia renal. Fischer ha ascendido a un rango superior, para pasar a ser una leyenda. No son pocos los que aseguran que es el mejor jugador de la historia del ajedrez, aunque esto es algo realmente difícil de medir. Lo que está claro es que un talento como el suyo surge una vez cada muchas décadas... si es que llega a surgir. Las estadísticas de Fischer son: victorias 447, tablas 251 y derrotas 89; con un promedio de 72'3% (el promedio se saca de sumar victorias y tablas, y dividirlo por las partidas totales). A pesar de lo corta que fue su carrera, llegó a tener un ELO máximo de 2.785 ptos, algo sólo superado por Kasparov... y en la actualidad por Anand, Topalov y Kramnik. Aunque hoy en día es más sencillo llegar a esas cifras, ya que se juegan multitud de torneos al año.

Citas 

"No creo en la psicología, creo en las buenas jugadas."



"Lo importante en el ajedrez son los buenos movimientos."



"El ajedrez es una guerra sobre un tablero. El objetivo es aplastar la mente del adversario."



"La táctica fluye a partir de posiciones superiores."



"Genio. Es una palabra. ¿Qué significa realmente? Si gano soy un genio. Si no, no lo soy."



"El ajedrez es ciertamente un arte, pero yo no pensaba en ello. Sólo el juego preciso y fuerte puede ser bonito... La precisión, en primer lugar. En última instancia, todo se decide por la clase. Luego podemos aspirar a una partida preciosa. Pero para jugar con elegancia y precisión hay que saber mucho y ser capaz de utilizarlo."



"No soy un genio del ajedrez, soy un genio que juega ajedrez."



"El ajedrez es vida."



"Todo lo que quiero en la vida es jugar al ajedrez."



"El ajedrez es mejor que el sexo."



"Existen los jugadores duros y los buenos chicos, yo soy un jugador duro."



"Yo doy el 98 por ciento de mi energía mental al ajedrez. Otros dan apenas el 2 por ciento."



"Juego honestamente y juego para ganar. Si pierdo, tomo mi medicina."



"Sólo se puede llegar a ser bueno en ajedrez si se ama el juego."



"El ajedrez demanda concentración total y amor por el juego."



"Psicológicamente, debes confiar en ti mismo, y esa confianza debe estar basada en los hechos."



"El cuerpo debe estar en perfectas condiciones. Si se deteriora el cuerpo, se deteriora el ajedrez. No se puede separar el cuerpo y la mente."



"No tengo amigos cercanos y no guardo ningún secreto. No necesito amigos. Sólo le digo todo lo que pienso a todo el mundo."



"Hay demasiados judíos en el ajedrez. Parecen haberlo tomado por asalto. Le han quitado toda su clase al juego. Eso no me gusta (...) ¿Si yo soy judío? Sólo por parte de mi madre."



"Todas las mujeres son débiles. Son estúpidas comparadas con los hombres. Nunca deberían jugar ajedrez."



"Puedo dar un caballo de ventaja a cualquier mujer del mundo y aún así ganarla."



"Odio a la prensa. ¿Va contra la ley asesinar a un periodista?"



"Soy un individuo detestable. Mis ideales son el ajedrez y el dinero. Quiero ser riquísimo. Todos quieren serlo, pero ninguno lo dice. ¿Es pecado?"



"Me opongo a que digan que soy un genio del ajedrez. Me considero un genio en general que, casualmente, juega al ajedrez. Es muy distinto. Miren a Kasparov: él es un genio del ajedrez. Fuera del tablero, en cambio, es un idiota."



"La gente ha estado jugando contra mí por debajo de su nivel durante 15 años."



"Se trata simplemente de ti y tu oponente en el tablero, y estás tratando de probar algo."



"Tienes que tener espíritu de lucha. Tienes que forzar jugadas y asumir riesgos."



"Me gusta hacerlos retorcerse [de sufrimiento]."



"Me gusta el momento en que rompo el ego de un hombre."



"No hay nadie vivo a quien yo no pueda vencer."



"Doy status a cualquier torneo al que asisto."



"Cuando tenía 11 años, simplemente me volví bueno."



"El punto de inflexión en mi carrera llegó al darme cuenta de que las negras deberían jugar a ganar, en lugar de sólo buscar igualar."



"Si gano un torneo, lo hago por mí mismo. Yo juego. Nadie me ayuda."



"Si no ganas, no es una gran tragedia. Lo peor que sucede es que pierdes una partida."



"Ni siquiera me mencione la palabra perder. No soporto pensar en ello."



"El ajedrez es asunto de juicio delicado, saber cuándo golpear y cómo esquivar".



"Una poderosa memoria, concentración, imaginación y una fuerte voluntad." o Nota: Sobre qué hace falta para ser un jugador fuerte.



"Conozco a gente que tiene toda la fuerza de voluntad del mundo y aún así no es capaz de jugar buen ajedrez."



"Me encanta la oscuridad de la noche. Me ayuda a concentrarme."



"Es bastante duro debido a toda la tensión y toda la concentración, sentado allí hora tras hora. Es ... agotador."



"Es como hacer un examen final de cinco horas."



"Los rusos han amañado el ajedrez mundial."



"Desprecio a los medios."



"Les gusta escribir sólo cosas malas sobre mí."



"No soy una persona tan blanda y generosa como sería si el mundo no me hubiera cambiado."



"Creo que está casi claro que el juego son unas tablas teóricas."

Bobby Fischer Robert James Fischer Chicago, 9 de marzo de 1943 Reikiavik, 18 de enero de 2008 Ajedrecista estadounidense, nacionalizado islandés

«Casi han arruinado el ajedrez». (Bobby Fischer)

Biografía Robert James Fischer, conocido normalmente como Bobby Fischer, está considerado, según muchos, el mejor ajedrecista de todos los tiempos. Fue un niño prodigio. En 1949 Bobby y su hermana Joan aprendieron juntos a jugar al ajedrez con las instrucciones que venían en juego que les regalaron. A pesar de ser solo un niño de 6 años, su fascinación por el ajedrez fue en aumento y disfrutaba mucho con su progreso, al resolver las complejidades del juego. El 17 de enero de 1951 jugó una partida en simultáneas en contra del maestro Max Pavey, pero perdió rápidamente. Pocas semanas después, Fischer se unió al Club de Ajedrez de Brooklyn dirigido por el Sr. Carmine Nigro, y rara vez faltó a las prácticas los viernes por la tarde en los siguientes años. En el año de 1953, Bobby Fischer jugó su primer torneo de ajedrez en el Club de Ajedrez de Brooklyn a la edad de 10 años, terminó en quinto lugar. En junio de 1955, se hizo miembro del Club de Ajedrez de Manhattan y muy pronto ganó los campeonatos de la Clase C y Clase B. Se le brindaba la oportunidad de competir en contra de los jugadores más fuertes del Club. Samuel Reshevsky dio una exhibición simultánea a la ciega en la cual Fischer derrotó al Gran Maestro. En julio Fischer ganó 2 juegos, empató 6 y perdió 2 en el Campeonato Juvenil de Ajedrez Rápido de los Estados Unidos en Lincoln (Nebraska). Fischer terminando en tercer lugar. En 1956 jugó el Trofeo Lessin J. Rosenwald, por entonces considerado el campeonato de EE UU oficioso, y logró la octava plaza. En marzo de 1957 jugó dos partidas contra el antiguo campeón mundial Max Euwe en Nueva York, empatando una partida y perdiendo otra. A los catorce años se proclamó campeón absoluto de los Estados Unidos, Campeonato 1957/58 de EE UU y Zonal con 8 victorias, 5 empates y cero juegos perdidos. A los 15 años se obtuvo el título de Gran Maestro, convirtiéndose en el GM más joven de la historia. Fue en Portoroz, tras empatar su partida con Svetozar Glígoric y acceder al Torneo de candidatos. Representó a EE UU en tres olimpiadas, y en todas ellas obtuvo buenos resultados. Con excepción del Torneo de Santa Mónica (California) en 1966, Bobby Fischer ganó todos y cada uno de los torneos de ajedrez de los Estados Unidos en que participó. Fischer abandonó la escuela para convertirse en jugador de ajedrez profesional. Los registros académicos de Bobby Fischer indicaban que tenía un cociente intelectual de 180, con una increíble memoria retentiva.

Jugó tres interzonales en el primero (1959, Mar del Plata) ganó Mijaíl Tal, en el segundo (1962, Estocolmo) ganó el interzonal pero cayó derrotado ante Tigran Petrosian en el torneo de candidatos de Curazao. En 1959 Fischer había jugado cuatro torneos internacionales antes del Torneo de candidatos. En el torneo de EE UU de 1963 ganó las once partidas que disputó, y sacó 3,5 puntos a Larry Evans, que quedó segundo. Fischer comenzaba a acusar de persecuciones al mundo del ajedrez. En enero de 1963, Fischer anunció que boicoteaba los torneos de la FIDE hasta que los rusos dejaran de manipular el ajedrez. Estuvo cinco años retirado del ajedrez internacional. Sólo compitió en EE UU y en las olimpiadas, representando a su país. En 1966 volvió, quedó segundo en Santa Mónica, y en 1967 ganó los torneos de Mónaco, Skopje y participó en el interzonal de Susa (Túnez), pero abandonó el torneo por diferencias con la organización, alegando sus creencias religiosas. En noviembre de 1970, Pal Benko cedió su turno en el Interzonal de Palma de Mallorca para que Fischer participara. Este será su tercer interzonal. Fischer ganó el evento con 15 victorias, 7 empates y 1 derrota. Fischer ganó muchos torneos en su carrera, pero sin duda los resultados más impresionantes de su carrera fueron los que le llevaron a ser candidato al título mundial en 1971, eliminando por tanteos escandalosos a Mark Taimánov (6-0) en Vancouver (Canada), en junio; a Bent Larsen (6-0) en Denver (Colorado) en julio; y a Tigran Petrosian (6´5-2´5) en Buenos Aires (Argentina), septiembre. El juego de Fischer maduró mucho tras su paso por Europa. Era un gran táctico y tenía un gran sentido posicional, pero lo que realmente le distinguía era su voluntad de ganar todas las partidas, incluso aunque tuviera matemáticamente ganado el torneo. Nunca se conformó con unas tablas de grandes maestros (pactadas). Para entonces su comportamiento ya era muy excéntrico. Aunque hay que ser justos, muchas de las condiciones que él exigía: condiciones más dignas de juego, cambios en la estructura de la FIDE, mejores retribuciones económicas, fueron aceptadas más tarde, y beneficiaban a todos los jugadores. El encuentro por el título mundial comenzó el 11 de julio de 1972, da comienzo contra el campeón mundial, el soviético Boris Spassky, en Reikiavik (Islandia). Fue uno de los campeonatos más polémicos de la historia del ajedrez. No sólo se trataba de un encuentro por el título mundial. En plena guerra fría se convirtió en un duelo por la hegemonía mundial. Spassky era su rival más difícil. Le había batido en múltiples ocasiones. Fischer no compareció el 1 de julio, día de comienzo del encuentro, porque consideraba que las condiciones económicas no eran dignas. Cuando se estaba a punto de cancelar el encuentro Jim Slater (un mecenas) donó 50.000 libras para la bolsa de premios. Fischer perdió la primera partida, y no se presentó a la segunda, por lo que se la dieron por perdida. Esta vez la excusa fue que le molestaban las cámaras de televisión y hubo que ocultarlas. Pero a la postre se Fischer se impuso a Spassky por 12,5 a 8,5, (7 victorias, 3 pérdidas y 11 tablas) en medio de acusaciones de todo tipo: desde espionaje a brujería. El 31 de agosto de 1972, Bobby Fischer se convierte en campeón del mundo de ajedrez, y sólo su retiro de las competiciones, por desacuerdo con la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE), le quitó la corona mundial en 1975. Las del mundial del 72 fueron las últimas partidas oficiales de Fischer. Cuando en 1975 le tocaba defender el título ante Anatoly Kárpov no se presentó (3 de abril de 1975) y fue despojado de su título. Bobby Fischer ha sido un jugador maravilloso capaz de encontrar sobre el tablero las más fantásticas jugadas. Su condición de estadounidense en plena guerra fría, capaz de vencer a la todopoderosa escuela soviética, le rodearon de un halo mítico como a ningún

otro jugador de la historia, incluido Capablanca. No cabe duda que Fischer popularizó tremendamente el ajedrez, ya que las circunstancias polémicas que rodearon sus principales encuentros hicieron que se interesasen por el ajedrez personas de lo más diverso. Su decisión de abandonar el ajedrez tras conseguir el título mundial no ha hecho más que agrandar su leyenda. Hasta la irrupción de Garry Kaspárov muchos le consideraban aún el campeón del mundo, y eso a pesar de que Anatoly Kárpov ya había demostrado ser muy superior a todos los jugadores desde 1975 hasta 1985. Incluso hoy en día hay quien aún le considera el mejor jugador del mundo; aunque son sólo unos pocos románticos. Durante mucho tiempo Fischer tuvo el récord de puntuación Elo (2785) que constituyó una cifra inalcanzable hasta que Kaspárov la supero en diciembre de 1989 (2795 puntos Elo, en el torneo de Tilburg (Holanda)). A partir de entonces sus manías persecutorias, ficticias o reales, se multiplican. En 1978 Fischer demanda a la revista Worlwide Church of God acusándoles de que los escritores grabaron sus conversaciones sin su consentimiento. Después acusó a la Iglesia por no cumplir su promesa de financiar la demanda. El 26 de mayo de 1981 fue arrestado en Pasadena (California) bajo la sospecha de robar un banco. Rehusó a contestar algunas preguntas y fue arrestado. En 1982 publicó: «Yo fui torturado en la cárcel de Pasadena», bajo el seudónimo de Robert James. Se ha visto envuelto en numerosas controversias por sus declaraciones antisemitas y ha propuesto una variación aleatoria del ajedrez que, en su opinión, devuelve el interés al juego. Fischer ve en las máquinas y en las reglas del ajedrez una traba para la imaginación. En 1988 patento el «Reloj Digital de Ajedrez Fischer», el cual agrega 2 minutos por jugada. Los relojes digitales actuales tienen muchas más funciones, y más interesantes, pero en esto fue, junto con David Brónstein, un pionero. Fischer desapareció de la competición, pero desde su condición de mito del ajedrez acusó a todos los grandes ajedrecistas que le siguieron de hacer trampas. En 1992 (30 de septiembre) jugó de nuevo un encuentro contra Spassky en Sveti Stefan y Belgrado, y que ganó de nuevo por 10 victorias, 5 derrotas y 15 tablas, en el que se empleó su reloj. Este encuentro se jugó en plena guerra de Serbia contra Bosnia-Herzegovina. Estados Unidos había decretado un embargo contra Serbia y este encuentro lo rompía. Fischer mostró una orden del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos advirtiéndole de que violaría las sanciones de las Naciones Unidas si jugaba en Yugoslavia. Fischer escupió en la orden (1 de septiembre), lo que le valió la persecución de la justicia estadounidense. Nunca volvió a EE UU. Se estableció en Budapest. En 1996 Fischer viajo a Argentina para promover su ajedrez aleatorio, en donde la posición inicial de las piezas se sortea antes de la partida. Esto invalida el conocimiento de aperturas de ajedrez regular, y según él la ventaja de los ordenadores sobre los humanos, sin embargo es precisamente en estas posiciones en las que la táctica es crucial donde los ordenadores son más fuertes. Fischer vivió refugiado en Japón. Fue arrestado en un aeropuerto de Japón el 13 de julio de 2004 al tratar de volar a Filipinas con un pasaporte vencido. El gobierno estadounidense solicitó su extradición. El 21 de marzo de 2005 el Parlamento de Islandia le otorgó la ciudadanía de aquel país, adonde viajó desde Japón, evitando así ser deportado a los Estados Unidos. Su actitud, quizá ya desde 1972, revelan los síntomas de una enfermedad mental que hoy en día es evidente.

Frases célebres que se le atribuyen «El Ajedrez es la Vida». «Me gusta su estilo de juego. En él no hay tablas de grandes maestros». «Cualquiera que entienda de ajedrez sabe que, salvo por el título, soy el campeón en todo. Ya hace mucho tiempo que soy el mejor». «En el ajedrez hay dos tipos de jugadores: los buenos y los duros. Yo soy de los duros». «En el ajedrez, igual que en todo, hay que arriesgarse y quizá, en cambio, es el único deporte donde no sirve nadar y guardar la ropa a un tiempo». «Soy un individuo detestable. Mis ideales son el ajedrez y el dinero. Quiero ser riquísimo. Todos quieren serlo, pero ninguno lo dice. ¿Es pecado?». «Nunca he considerado a Aliojin como mi héroe ni me atraía su estilo... pero en toda la historia del ajedrez nadie se puede comparar con él por su profundidad en la comprensión de las posiciones». «Petrosian sabía detectar y alejar el peligro veinte jugadas antes de que este surgiera». «No me gustaría ser inmodesto, pero no es necio decir la verdad: soy yo».(Al ser preguntado sobre quien consideraba que era el mejor jugador del mundo). «Solo una distracción te puede constar una partida. El ajedrez requiere una total concentración. Muchos jugadores solo usan una fracción de su energía. Guarda tu mente completamente en el juego. Juega a ganar. A nadie le interesan tus excusas cuando pierdes. «Sabia detectar y alejar el peligro veinte jugadas antes de que se produjera». (Se refería a Tigran Petrosian). «Casi han arruinado el ajedrez». «Existen los jugadores duros y los buenos muchachos, yo soy un jugador duro».

Un rebelde en jaque perpetuo Bobby Fischer, el estadounidense que revolucionó el ajedrez, fallece en Islandia a los 64 años LEONTXO GARCÍA - Wijk aan Zee - 19/01/2008

Hasta su edad al morir, 64 años, uno por cada casilla del tablero, está ligada al ajedrez. Y la ciudad en la que Bobby Fischer (Chicago, 9 de marzo de 1943) falleció ayer a causa de una enfermedad renal, Reikiavik (Islandia), es la misma en la que destruyó la hegemonía soviética al destronar a Borís Spasski en 1972, en plena guerra fría entre Estados Unidos y la antigua URSS; la misma que le lanzó a la idolatría de millones de aficionados y que le convirtió en el ajedrecista más carismático de todos los tiempos. Fischer fue un rebelde con mayúsculas, hasta el punto de que era asilado político en Islandia por una orden de busca y captura de la Casa Blanca tras violar el embargo a Yugoslavia al disputar allí la revancha contra Spasski en 1992. El 1 de septiembre de ese año, en su primera conferencia de prensa tras 20 años de reclusión, con periodistas hasta debajo de las mesas porque no cabían en otro sitio, con corresponsales bélicos que habían dejado de cubrir la guerra de la vecina Bosnia para ilustrar su retorno en Sveti Stefan (Montenegro), el niño terrible del ajedrez escupió ante las cámaras sobre un documento del Gobierno de Estados Unidos que le conminaba a no jugar con Spasski en Yugoslavia, y con un premio de cinco millones de dólares. Pero quien le persuadió para disputar ese duelo no fue el dinero, sino una húngara de 19 años, Zita Rajcsanyi, de la que Fischer estuvo enamorado durante un par de años. Esa misma cantidad es la que le ofreció el dictador filipino Ferdinand Marcos por defender su título en 1975 contra la emergente estrella soviética Anatoli Kárpov. Pero, en su rebeldía extrema y su fidelidad a principios inamovibles, Fischer exigió que la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) aceptase sus condiciones -propuso que se jugase al mejor de diez victorias, sin límite de partidas; los empates no contaban-, que hacían impredecible la duración del Mundial. La FIDE se negó. Fischer renunció entonces a convertirse en millonario y desapareció de la vida pública durante 20 años. Ciertamente, la coherencia de Fischer con sus ideas fue máxima. En 1965 logró que Fidel Castro se comprometiera en público a no utilizar políticamente su participación en el torneo de La Habana, ya que la Casa Blanca le impedía viajar a Cuba. Y en 1972,

cuando estimó que la bolsa inicial de su duelo por el título contra Spasski en Reikiavik era "una miseria", ocurrieron dos cosas extraordinarias: primero tuvo que intervenir nada menos que Henry Kissinger, secretario de Estado norteamericano, para rogarle que jugase; pero lo esencial fue que el mecenas británico Jim Slater agrandó la bolsa en otros 125.000 dólares. Sin embargo, esa coherencia también escondió un miedo patológico a perder, a ser destronado por Kárpov, con quien negoció en secreto en 1976 en Córdoba y Madrid. Cuando ambos estaban de acuerdo en disputar un duelo, Fischer exigió que se llamase "Campeonato del Mundo Profesional", a sabiendas de que el Kremlin jamás lo aceptaría, y se rompió el diálogo. Fischer era un rebelde en jaque perpetuo, perseguido realmente por la Casa Blanca, pero también por muchos más en su paranoia, que le llevó a desarrollar una doble o una triple personalidad, antitética e insoportable para quienes le conocieron en la intimidad y quizá también para él mismo. Dotado de un cociente intelectual superior al de Einstein, era maravilloso verle analizar una partida de ajedrez, entrañable cuando narraba con emoción infantil su viaje para visitar los dragones de la isla de Komodo (Indonesia) y muy interesante escuchar sus opiniones sobre política internacional a pesar de su anticomunismo visceral. Pero también era espantoso ser testigo de su racismo contra los judíos, a pesar de que su madre era judía, alimentado por las amistades filonazis que hizo en Alemania durante sus 20 años de misterio. Muy probablemente, la parte más oscura de la personalidad de Fischer tiene mucho que ver con su poco recomendable infancia. Su madre, Regina, políglota de origen suizo, hiperactiva, paranoica y sospechosa de espiar para la URSS -según los archivos del FBI-, se había separado del biofísico alemán Gerhardt Fischer, luchador en el bando republicano de la Guerra Civil española. Mucho más tarde se supo que el verdadero padre de Bobby era el científico húngaro Paul Nemenyi, también judío y también sospechoso de espiar para la URSS. Nadie evitó que Fischer abandonase la escuela en su adolescencia y centrara su vida exclusivamente en el ajedrez, lo que impidió que adquiriese una cultura general hasta que ya fue adulto, lo que probablemente favoreció su desequilibrio mental. El lado negro de Fischer sólo tiene una utilidad póstuma: es un argumento para convencer a los jóvenes talentos del ajedrez de que no abandonen su formación paralela

como seres humanos. Pero el lado bueno del jugador más carismático en más de 15 siglos de historia del deporte mental incluye un legado tan magnífico como inmortal: sus mejores partidas, que producen en el aficionado una sensación similar a la de la Novena de Beethoven en un melómano. Esas obras de arte no morirán nunca. Fue perseguido realmente por la Casa Blanca y por muchos más en su paranoia. Escondió un miedo patológico a perder, a ser destronado por Kárpov. Superior a Einstein en cociente intelectual, no adquirió una cultura general hasta adulto.

RAY LORIGA Adiós a un genio Náufrago de su propia inteligencia Bobby Fischer ha muerto, ahora hay que preguntarse dónde van los hombres sin patria ni fe cuando mueren. También cabe preguntarse si el que muchos consideran el más grande jugador de ajedrez de todos los tiempos estuvo alguna vez vivo fuera de los márgenes de madera de su propio juego. Seguramente hay mil maneras de perder la razón, y la razón misma es una de ellas. Para quienes no somos sino aficionados a la poesía de este juego de locos, Fischer será siempre una incógnita. Me temo que para quienes saben mucho más no será muy diferente. La leyenda de este náufrago de su propia inteligencia está adornada por épicos combates, deportivos y extradeportivos, absurdos castigos políticos (su nación se volvió en su contra por jugar al ajedrez durante un embargo o, por así decirlo, por ignorar la justicia de las guerras para imponer a cambio la belleza de un juego), continuas desapariciones y apariciones teatrales, aderezadas por disparatados pensamientos, más que irracionales uno diría que suicidas, posiblemente más encaminados a terminar con él mismo que con sus enemigos imaginarios. Un personaje, en suma, que recuerda al Celine terminal, enrolado entre los nazis en su siniestra huida a ninguna parte. Pero, antes de ser un profeta del vacío, y un hombre congelado en las tierras de Islandia, Fischer tuvo la audacia de pensar, de intuir el lugar exacto de todas las cárceles y las trampas que se ciernen sobre todas las posiciones

posibles y, también, la elegante derrota de todas las piezas, obedeciendo a la tiranía de su propia naturaleza. Tratar de imaginar a Bobby Fischer es un trabajo tan inútil como en su día fue tratar de encontrarlo. De su muerte no se sabrá más que de su vida y de este día de después no se sabrá nada. Puede que él llegase a intuir algo tan aterrador sobre los límites de la inteligencia y el coraje que decidiese, con gran sensatez, que su silencio era precisamente su mejor legado, tal vez su único regalo. De tanto tratar de adivinar lo que piensa el hombre que piensa como yo, es de suponer que el gran campeón terminarse por cazarse a sí mismo. De la tristeza y la gloria de su lucidez nos queda esa última imagen de hombre digno y loco y solo. La hermosa dignidad de quien no ha soñado nunca con ser rey, sino que ha preferido entregar una vida a soñar la mejor manera de vencerlo.

El ex ajedrecista Bobby Fischer, internado con paranoia A sus 64 años, el legendario Bobby Fischer vive sus peores días en una habitación de hospital de Reykyavik

El mundo de Bobby Fischer se reduce desde hace algunas semanas a las cuatro paredes de una habitación de hospital, a las visitas de su compañera sentimental, Minoko Watai, y a una sinfín de pruebas para evaluar su estado físico y mental. El legendario ajedrecista, de 64 años, está ingresado en un centro sanitario de Reykyavik con síntomas de paranoia, según reveló el diario argentino ‗Página 12‘, que ha recogido el testimonio de personas cercanas al ex campeón mundial estadounidense. Fischer llegó hace poco más de dos años a Islandia huyendo de la justicia de Estados Unidos. El 13 de julio de 2004 había sido detenido en el aeropuerto de Tokio (Japón), después de que el gobierno estadounidense le hubierse retirado el pasaporte. Fischer permaneció ocho meses en la prisión japonesa de Ushiku, hasta que las autoridades islandesas aceptaron darle asilo político para evitar la extradición a su país natal, que le perseguía, entre otras razones, por violar, en 1992, el embargo que pesaba sobre Serbia por la guerra de los Balcanes, al participar en la revancha de la ‗partida del siglo‘, contra Boris Spassky, que se disputó en Belgrado. En Reykyavik, Fischer vivía hasta hace poco más de un mes en un pequeño apartamento junto a la bahía en compañía de su novia japonesa. Apenas salía de casa. La pareja subsiste gracias a las aportaciones de amigos y admiradores. En el duelo de Belgrado, en el que al igual que en el 1972, en Reykiavik, derrotó a Spassky, Fischer se embolsó tres millones de dólares, pero sus cuentas bancarias fueron bloqueadas a petición de la justicia de Estados Unidos.

La salud de Fischer se habría deteriorado en los últimos tiempos. Hace unas semanas fue ingresado en el Landspitalia, el hospital de la Universidad de Reykyavik. ―Su enfermedad no es seria, su vida no corre peligro, pero continúan haciéndole pruebas para determinar la naturaleza de su dolencia‖, explicó uno de los vecinos del ajedrecista. Al margen de sus problemas físicos, no es la primera vez que Fischer sufre brotes de paranoia. Desde hace años, el ex campeón del mundo sospecha que la CIA, la agencia de espionaje estadounidense, ha tramado un complot para capturarle y llevarlo de vuelta a Estados Unidos. ―Tiene miedo de todo‖, señaló al diario ‗Página 12‘ la empleada de un hotel próximo al apartamento de Fischer. La excéntrica personalidad de Fischer se ha relacionado en no pocas ocasiones con supuestos trastornos mentales. El ―genio volátil‖, como se le definió en una de sus biografías, cultivó tantos defensores como detractores desde el mismo momento en que irrumpió en el estrellato del mundo del ajedrez. Sus declaraciones polémicas y mal carácter son casi tan legendarios como su talento frente al tablero. ―Bobby (Fischer) es una personalidad trágica. Me di cuenta de ello enseguida. Es honesto, de buena naturaleza y con un elevado sentido de la justicia, pero es una personalidad completamente antisocial. Es alguien que ha hecho prácticamente todo en contra de sí mismo‖, explicó en su día Spassky, el talento ruso –luego nacionalizado francés– al que se midió Fischer en el histórico duelo de 1972, convertido en un episodio más de la ‗guerra fría‘ entre EE.UU. y la Unión Soviética. Fischer ganó aquel enfrentamiento y se convirtió, a su pesar, en un héroe. Sin embargo, siempre fue observado con recelo por las autoridades de su país. ―Es increíblemente excéntrico, posee unas preferencias religiosas extrañas y tan pronto puede ser encantador como grosero‖, rezaba un informe de uno de los asesores del presidente Richard Nixon, que dudaban de la conveniencia de invitar al ajedrecista a la Casa Blanca. De hecho, cuentan que si Fischer disputó el duelo de Reykyavik fue gracias a una llamada de Henry Kissinger, entonces asesor de Nixon. ―Soy el peor jugador del mundo que llama al mejor del mundo‖, aseguran que Kissinger le dijo a Fischer para que reconsiderase su decisión de última hora de no viajar a Islandia.

Murió el legendario campeón mundial de ajedrez Bobby Fischer (AFP) – 18/01/2008 REIKJAVIK (AFP) — El legendario campeón del mundo de ajedrez estadounidense Bobby Fischer, refugiado en Islandia para evitar ser encarcelado en su país de origen, falleció el jueves a los 64 años en Reikjavik, informó este viernes uno de sus amigos, Garder Sverrisson. "Confirmo que murió ayer jueves en su domicilio a causa de una enfermedad", declaró Sverrisson a AFP sin más precisiones sobre el motivo de la muerte.

Einar Einarsson, presidente del Robert James Fischer (RFJ), una asociación creada para apoyar la entrada del ex campeón en Islandia, reveló a AFP que Fischer murió de una insuficiencia renal. "Simplemente, Fischer puede considerarse como el fundador del ajedrez porfesional y su dominio, aunque fue por poco tiempo, hizo de él uno de los más grandes (jugadores) de todos los tiempos", declaró el ex campeón ruso de ajedrez Garry Kasparov a la televisión británica Skynews. Kasparov lamentó no haber podido conocer a quien fue su ídolo de infancia. Genio precoz del tablero, Fischer es considerado por muchos especialistas como el mejor jugador de ajedrez de todos los tiempos y se convirtió en su país en un símbolo de la lucha contra el comunismo durante la Guerra Fría. Pese a que su madre era judía, Fischer fue un activista antisemita y acusó a los judíos de todos los males, desde sus propios problemas legales hasta de planear una conspiración para matar elefantes. Su retórica antiestadounidense, además, le granjeó numerosos ataques desde su país. Más aún cuando, tras los atentados de Nueva York del 11 de septiembre de 2001, telefoneó a una emisora de radio filipina para exaltar "la maravillosa noticia" del ataque terrorista y volver a lanzar injurias contra los judíos. Fischer, nacido el 9 de marzo de 1943 en Chicago, decidió abandonar la escuela en 1959, que consideraba una pérdida de tiempo, para dedicarse al ajedrez. Para ello se encerró en su habitación, enfrentándose a sí mismo en larguísimas partidas de ajedrez. En 1968 se retiró durante 18 meses para preparar su enfrentamiento contra los soviéticos. Regresó por petición expresa del secretario de Estado Henry Kissinger. En 1972, cuando contaba con 29 años, acabó con 24 años de hegemonía soviética al derrotar en Reikjavik al campeón ruso Boris Spassky durante un campeonato del mundo conocido como "la partida del siglo". En 1975 impugnó las reglas de la Federación Internacinal de Ajedrez, por lo que fue despojado de su título. Tras este incidente, Fischer desapareció de la escena ajedrecística. "La gran pérdida para el ajedrez fue que Fischer nunca trató de regresar a ese mundo y que sus últimos 30 años estuvieran marcados por una vida muy extraña, con declaraciones políticamente inaceptables, en lugar de una contribución de ajedrez", dijo Kasparov. Durante 20 años nada logró hacerlo volver, ni los millones de dólares ofrecidos por los organizadores de Las Vegas o Manila, ni una precaria situación personal que lo llevó a la ruina. Sin embargo, en 1992 volvió a la escena para disputar en Montenegro una partida "de revancha" contra Spassky, del que se había hecho amigo, por la que cobró 3,35 millones de dólares.

Sin embargo, no tuvo en cuenta el embargo económico de la ONU vigente en aquel momento en la ex Yugoslavia, por lo que Fischer fue acusado por la justicia estadounidense de realizar una transacción comercial ilegal y fue objeto de una orden de arresto internacional. Fue arrestado en julio de 2004 en el aeropuerto de Tokio-Narita cuando intentaba salir de Japón con un pasaporte estadounidense anulado. Durante meses, las autoridades japonesas estuvieron estudiando su extradición a Estados Unidos. Fischer recibió entonces el apoyo público de Spassky, quien reclamó poder compartir celda en el caso de que Fischer fuese encarcelado en su país. "Simplemente, déjennos jugar al ajedrez", dijo el campeón ruso. Finalmente la intervención del Gobierno islandés le permitió refugiarse en ese país nórdico, donde vivió discretamente hasta su muerte.

Un encuentro misterioso con Bobby Fischer El historiador graduado, coleccionista y escritor Michael Ehn de Viena que a su vez mantiene una de las mayores librerías y tiendas de ajedrez en la capital austriaca, nos cuenta un encuentro misterioso con Bobby Fischer, por lo del mismo. “En el año 1995 recibí una llamada telefónica memorable por parte de un directivo húngaro de ajedrez. Me encargó para Bobby Fischer unos libros de torneos rusos de los años 1930, que apenas se encuentran en el mercado por su antigüedad. Disponía de los citados tomos, pero insistí en que deseaba entregárselos personalmente dichas joyas ajedrecistas al ídolo de mi juventud. En verdad que el directivo húngaro concertó el encuentro. Fue muy curioso. Me desplacé a Budapest, donde fui recogido por un coche con cristales tintados, obviamente para que no me fuera posible reconocer el recorrido. El viaje terminó en un patio de un edificio bastante ruinoso, que seguramente no fue el lugar en que se alojó Bobby Fischer. Allí fui cacheado por cuatro sujetos patibularios y posteriormente conducido a una habitación oscura con las ventanas tapadas. Solo entraban unos tenues rayos de luz, los muebles cubiertos con mantas. Allí estaba él sentado. Aquel día hizo fue bastante caluroso. Estaba vestido con cazadora gruesa y unos zapatos raros, un atuendo, que normalmente se usa cuando hace mucho frío. Quise iniciar una conversación normal, pero noté transcurridos unos minutos que una conversación convencional no sería posible.

Aquel hombre sólo tenía un objeto conseguir, lo que yo llevaba en el bolso. En vez de responder a mis preguntas, inició una murmuración desplegando una verborrea acerca de extrañas historias sobre partidas falsificadas de Karpov y Kasparov hasta finalizar con una condena de la política exterior americana. Por supuesto, que me pasé bastante nervioso al darme cuenta, que él era un hombre singular, que se rodeaba de gente grotesca. Lo tenía muy claro, el ambiente que se respiraba era de otro mundo. Como es lógico, el encuentro fue decepcionante. Nos podríamos haber entretenido charlando sobre tantas cosas, ya que tenía preparada una auténtica batería de preguntas interesantes. Pero descubrí a una persona prisionera en un laberinto de imaginaciones de persecución, sencillamente una persona seriamente afectada en situación deplorable. Una vez entregados los libros, “sus amigos” me llevaron hacia las afueras y me devolvieron a mi punto de partida en la ciudad. Sin ningún problema algo, me firmó sus “60 partidas memorables”: Fue un encuentro extraño, que duró a lo sumo un cuarto de hora y en el cual se me desmoronó mi ídolo. El sujeto que conducía de regreso, me dijo para consolarme, que Bobby Fischer – a veces – se comportaba de forma bastante divertida: Bueno, hasta aquí la narración del historiador austriaco y sus impresiones particulares. Comentario del articulista:

De mortuis nil nisi bene! ¡Sobre muertes solamente se debe hablar bien! Expresión de Chilón, uno de los siete sabios. La persecución: Sin embargo y sobre todo no debemos olvidar, que la justicia estadounidense le persiguió desde 1992 por violar el embargo establecido contra la ex Yugoslavia al aceptar jugar allí una nueva partida contra Spassky, que le reportó 3 millones de dólares. A partir de esa fecha Bobby Fischer estuvo – lógicamente - en paradero desconocido y de forma ocasional hacía apariciones cargadas de excentricidad. Detenido en Japón en 2004, fue arrestado en el aeropuerto de Tokio por viajar con un pasaporte invalidado (las autoridades estadounidenses se lo anularon en 1992) y estuvo recluido cerca de la capital nipona. Fischer de 61 años, solicitó su deportación a Islandia para evitar la extradición a los EE UU. Sus abogados consideraron que «no había razón que justificase su detención» y creen que «la Justicia nipona se plegó a los intereses norteamericanas».

Situado ante el abismo y decidido a dar el primer paso, Bobby Fischer y su desquiciado talento sobrevivieron en la cárcel de Ushiku (Japón) al cuarto centenario de El Quijote. Mejor homenaje, imposible. Pero el 24 de marzo del año 2005 las autoridades japoneas decidieron ponerlo en libertad y dejarle volar hasta otra isla, Islandia, donde Bobby Fischer esperaba que se olvidaran de él – por un tiempo – . Como hemos comprobado muy fue difícil. Oberservación: Tampoco se llegó a entender la transferencia a una cuenta bancaria islandesa por parte del banco suizo USB de todos los ahorros de Bobby Fischer y la fundición de todas sus medallas de plata y oro, sin permiso previo del beneficiario. Al menos se debería haberle dejado su medalla de oro, que ganó en 1972 al conquistar la corona mundial de ajedrez y que sus amigos seguramente la hubieran depositado en su ataúd. Pero, es de suponer que la jurisdicción americana sin piedad estaba detrás de esta acción arbitraria. Ésta es la historia de las vicisitudes que padeció en sus últimos años. Ahora descansa en paz desde el 17 de enero del 2008

Continúa la historia en la otra vida: Cuando Robert James Fischer llegó al cielo, ya se había recuperado de todas sus achaques y nadie lo perseguía, al fin era libre. Allí había grandes jugadores que lo esperaban, como Steinitz, Capablanca y Alekhine, pero fue Botvinnik el primero que se acercó para recibirlo, quería darle la buena noticia de que en el cielo también podía dedicarse a jugar, y que allí todas las mentes estaban siempre en perfecto estado, no existían los nervios, ni las preocupaciones, ni mucho menos las lagunas de memoria, y por eso el nivel al que jugaban todos no sólo era igual al mejor que habían tenido en sus vidas, sino que era muy superior. “¿Podéis ver desde aquí todas las partidas que se juegan en la tierra?” Preguntó Fischer. “Claro, nos hiciste disfrutar mucho”, comentó Alekhine. Fischer sonrió y se sintió orgulloso. Entonces reconoció a lo lejos a Mikhail Tal, que lo saludaba con una mano mientras seguía jugando rápidas con la otra. “Vas a volver a jugar con él, ¿verdad?”, preguntó Euwe. “Más adelante, he venido aquí con otra intención”. Fischer siguió caminando con firmeza, el destino lo guiaba hacia otro oponente, sentía que Dios lo había llamado para enfrentarse a él. “Hola Bobby, espero que no te haya molestado el verte obligado a abandonar la tierra tan pronto, pero no podía esperar más para jugar contigo”, le comentó el Todopoderoso. “¿Acaso piensas que para mí era fácil la espera?”. Sin el más mínimo gesto de saludo, se dirigió directamente hacia la mesa con las piezas puestas en sus posiciones originales, y se limitó a jugar 1.e4 y pulsar el reloj.

Dios se sentó, jugó 1…e6 y dijo “No creerás que puedes ganarme, ¿Verdad?”. Fischer le miró fríamente y contestó “Acaso no creerás que puedes ganarme tú a mí”. Tras una serie de sacrificios espectaculares, la partida terminó en tablas. Con cierto desdén, Bobby tendió la mano y dijo “Jugamos otra, ¿verdad?”, a lo que Dios respondió “Por supuesto”. Fischer miró alrededor y vio que había aficionados de todos los países que lo miraban, reconoció a todos los jugadores con los que había jugado en su vida terrenal y ahora estaban aquí junto a él, incluso a algunos que le habían ganado. Con una velocidad endiablada, volvió a poner las piezas en su sitio, y se cambió de silla, esta vez defendería las piezas negras. Pulsó el reloj, y dijo “Ten en cuenta que si el match a 24 partidas termina empatado, yo conservo el título de Campeón del Mundo”.

Exhumado el cadáver del ajedrecista Bobby Fischer por el reclamo de una herencia El Tribunal Supremo de Islandia ordenó tomar unas muestras de tejido de los restos del ajedrecista que aclaren si es el padre de una niña de 9 años llamada Jinky

Reikjavik. (dpa) - Incluso dos años y medio después de la muerte de Bobby Fischer, sigue habiendo controversia en torno a ese genio ajedrecístico estadounidense al punto que hoy se abrió su sepultura en el cementerio de la iglesia Laugardälir en Selfoss, Islandia, para aclarar una demanda de paternidad. "Puedo confirmar que hoy hemos exhumado el cadáver de Bobby Fischer", dijo el jefe policial de la ciudad de Selfoss, Olafur Helgi Kjartansson. Para preservar lo más posible la dignidad del difunto, también estuvieron presentes un pastor, el alcalde y personal médico técnico. Luego de hacer una toma de prueba del tejido, la tumba fue nuevamente cerrada. Por orden del Tribunal Supremo de Islandia, con la prueba de ADN se aspira a aclarar si Fischer, fallecido en esa isla atlántica, es o no padre de una niña de nueve años de edad llamada Jinky. Su madre filipina Marilyn Young afirma que es el padre de la menor y reclama una parte de la herencia de Fischer estimada en al menos dos millones de dólares (1,6 millones de euros). Años antes de su fallecimiento, Fischer se convirtió en ciudadano islandés para evitar ser extraditado por orden de las autoridades norteamericanas por deudas impositivas. En 1972 había ganado un partido legendario contra el ajedrecista soviético Boris Spasski en la capital islandesa de Reikjavik, conquistando así el título de campeón del mundo. También reivindican su derecho a la herencia una japonesa que estuvo casada con Fischer así como dos sobrinos.

¿Está usted jugando contra Bobby Fischer? La última vez que Bobby Fischer participó en una competición de ajedrez pidió a los organizadores del torneo que elevaran varios centímetros el retrete de la habitación del hotel en el que se hospedaba, en la ciudad yugoslava de Sveti Stefan. El mejor entre los mejores debía estar por encima del resto de los mortales; sí, también en los momentos de urgente intimidad. El más grande ajedrecista de todos los tiempos terminó ganando aquella última partida ante el ruso Boris Spassky en 1992. Después desapareció, sin más. Los aficionados al ajedrez y la gran mayoría de sus compatriotas estadounidenses, que durante la Guerra Fría lo consideraron un héroe nacional, han tenido que esperar cerca de una década para volver a saber del hombre que humilló a los soviéticos en un deporte que consideraban de su propiedad. Las Torres Gemelas de Nueva York acababan de ser tumbadas en el mayor atentado terrorista de la Historia el 11 de septiembre de 2001 cuando alguien que decía llamarse Bobby Fischer llamó a la modesta emisora filipina Radio Bombo para dar su opinión sobre lo ocurrido: «Son grandes noticias», se pudo escuchar al otro lado de la línea. «Ya era hora de que alguien le diera una patada en el culo a EEUU. Aplaudo esta acción, quiero ver cómo América desaparece del mapa». En realidad, Fischer llevaba dos años realizando intervenciones similares en pequeñas estaciones de radio de Filipinas y publicando más tarde esas grabaciones en una página de Internet (http://home. att.ne.jp/moon/fischer/) en la que pide a las emisoras de todo el mundo que le permitan contar su verdad. Brevemente resumida, su verdad, su mundo viene a ser algo así: una mafia de agentes comunistas y judíos le persigue para envenenarle, su fortuna ha sido robada en una conspiración de agentes de la CIA, Bin Laden es un héroe y Hitler no fue suficientemente lejos en su represión de las «ratas judías». Dicen quienes lo conocen que el Gran Maestro del ajedrez, que el próximo marzo cumplirá 62 años, ha sido traicionado por su propia mente. Su caso recuerda al del matemático -y esquizofrénico- John Nash, nobel de Economía cuya vida, también marcada por una mente que nunca llegó a controlar del todo, ha sido recreada en Una mente maravillosa. Fisher, prófugo de la justicia estadounidense, olvidado y neurótico, vive exiliado entre Tokio y Manila, donde se ha casado con una filipina 40 años menor y ha tenido una hija. Casi todos sus amigos le han abandonado y en el mundo del ajedrez crece la opinión de quienes creen que ha perdido el juicio. Nada de lo que le ha ocurrido al Gran Maestro podría entenderse sin dar marcha atrás en el tiempo, hasta un día de mayo de 1949 en que recibió como regalo un tablero de ajedrez en su Chicago natal. La obsesión del pequeño Bobby por descifrar aquel juego le llevó a incomunicarse del mundo, y su madre, preocupada por su carácter antisocial, puso un anuncio en el diario local Brooklyn Eagle preguntando por niños de su edad que tuvieran la misma afición. «No se interesaba por nadie que no supiera jugar al ajedrez y no había muchos niños a quienes les gustara el juego por entonces», aseguró años después Regina Wender de su hijo. El niño prodigio se inscribió en un club de ajedrez del barrio y a los 10 años participó en su primer torneo. A partir de ahí, Bobby Fischer empezó a ganar competiciones hasta batir todas las marcas posibles: el campeón nacional de EEUU más joven -ganó las ocho veces que participó-, el Gran Maestro Internacional de menor edad de la Historia, con 15 años, y el más novato candidato al campeonato del mundo... «Sólo quiero jugar al ajedrez, nada más», decía por entonces Fischer. Lo que marcó definitivamente la vida del ajedrecista fue su decisión de abandonar la escuela a los 16 años para dedicar 14 horas al día a su única pasión. Llenó la vivienda que compartía con su hermana y su madre de tableros de ajedrez para jugar varias partidas simultáneas consigo mismo, yendo de una habitación a otra para desafiar sus propios movimientos.

Con un coeficiente intelectual de 180 y esa obsesión enfermiza por el ajedrez, el joven adolescente empezó a adquirir manías y excentricidades que pronto encandilaron a la prensa y a los aficionados. Cuando llegó su gran oportunidad de hacerse con el campeonato del mundo, en Islandia ante Spassky en 1972, Fischer estuvo a punto de retirarse la víspera del enfrentamiento porque la televisión islandesa no emitía su programa favorito. Un deporte acostumbrado a jugadores grises y sesudos tenía por fin su enfant terrible, el espectáculo estaba garantizado. La «partida del siglo», como sigue siendo conocido el duelo Fischer-Spassky, enfrentó al todavía muy joven estadounidense de 29 años y al campeón del mundo y entonces líder de una generación de estrellas del ajedrez entrenados a conciencia por el régimen soviético. El encuentro fue un episodio más de la Guerra Fría en el que los rusos denunciaron que los americanos habían instalado aparatos electromagnéticos en la sala para desorientar a su jugador y el pueblo estadounidense, desde el presidente Nixon a los millones de americanos que no habían jugado jamás al ajedrez, se olvidó por un momento del béisbol para apoyar a su genio. Fischer decidió aplicar su teoría de que no basta con ganar al oponente, también hay que humillarlo. Mientras Spassky se retiraba a su habitación tras cada movimiento para analizar rodeado de 30 expertos soviéticos su respuesta, el joven ajedrecista estadounidense se marchaba a jugar a los bolos. Desesperado y bloqueado ante los movimientos del «diablo americano», Spassky terminó rindiéndose a su adversario. «Nadie le ha dado a EEUU lo que yo, y mirad cómo me lo han pagado, robándome y obligándome a permanecer en Japón [oficialmente su lugar de residencia]», dice Fischer en otra entrevista radiofónica recordando su histórico triunfo de 1972. Bobby Fischer fue recibido como un héroe en EEUU tras su triunfo en Islandia. La prensa le agasajó, le llovieron contratos millonarios -los rechazó todos- y los famosos y ricos del momento se rifaron una amistad que él despreció. Algunos de ellos, cantantes y actores, pagaron sumas millonarias por recibir lecciones del ídolo. Tras unos meses en los que aseguró no poder soportar por más tiempo a «tanto buitre», el campeón desapareció. Sin más. Las espantadas del Maestro empezaban a ser ya una parte más de su personalidad. En esta ocasión, sin embargo, Fischer alargó su huida casi tres décadas. La Federación Internacional de Ajedrez le retiró el título de campeón del mundo en 1975 ante sus reiteradas negativas a defender su corona frente a la promesa rusa Anatoly Karpov. Al contrario que otras estrellas jóvenes que no logran asimilar su fama y fortuna, el problema de Fischer nunca fueron las drogas, el alcohol o las mujeres. Su punto débil siempre fue su punto fuerte: su propia mente. El dinero le sobraba, pero lo despreciaba. Una vez se hubo retirado en el mejor momento de su carrera, el vacío dejado por el ajedrez lo ocuparon las lecturas sobre conspiraciones y teorías racistas que, como libros de caballería quijotescos, fueron agravando sus fantasías. «El hombre blanco debería abandonar América e irse de vuelta a Europa, los negros deberían volver al continente africano y el país debería ser devuelto a los indios», dice Fischer.«El poder judío quiere dominar el mundo», denuncia. «El ajedrez no es más que una forma de masturbación mental», sentencia el jugador. A los interesados en escuchar éstas y otras teorías, Fischer les remite a la dirección de correo electrónico [email protected] ([email protected] si se traduce literalmente al español) de su página web creada desde Japón. De la pared de su cuarto colgó durante años una fotografía de Hitler, al que Fischer dice admirar por la capacidad que demostró para «imponer su voluntad al mundo» y por el genocidio contra los judíos. «Las sinagogas que quedan en pie deberían ser destruidas y los judíos, ejecutados», ha mantenido en el pasado el ajedrecista. Ese antisemitismo es, sin embargo, una de las grandes contradicciones de su vida y que nadie ha sabido explicar: Bobby Fischer nació en un barrio judío y su madre fue judía. Detrás de la compleja personalidad del «loco maravilloso» siempre ha subsistido un inmenso

complejo de inferioridad, acentuado por su falta de educación y su incapacidad para hacer nada destacable lejos del tablero de ajedrez. Su paranoia se ha visto agravada en los últimos años por su exilio forzado, y en todas sus declaraciones demuestra la ira irrefrenable que le provoca la imposibilidad de volver a EEUU, donde asegura que le han robado recuerdos históricos y artículos valorados en «cientos de millones de dólares». Una investigación del Atlantic Monthly confirmó hace un mes que en realidad sus propiedades fueron subastadas después de que se dejara de pagar el alquiler del almacén donde se guardaban. Los problemas de Fischer con la ley tienen su origen en la partida contra Spassky en 1992, una reedición comercial del duelo por el campeonato del mundo de 1972 que le reportó más de tres millones de dólares en ganancias. El problema fue que no escogió el mejor lugar para disputar el evento. EEUU mantenía por entonces un embargo contra el régimen yugoslavo a causa de la guerra de los Balcanes y, violándolo, el Maestro sabía que se enfrentaba a una posible condena de 10 años de prisión. A pesar de ello, organizó una rueda de prensa poco antes del torneo y, tras romper delante de las cámaras la orden del Gobierno estadounidense prohibiéndole participar, admitió que no había pagado sus impuestos desde 1976 porque no pensaba entregar un solo dólar a un Estado genocida como el americano. Si alguna vez existió la posibilidad de que los agravios del ídolo caído fueran perdonados, el propio Bobby Fischer se encargó de dinamitarla cuando aplaudió los atentados del 11-S. «Patético», «loco» y «despreciable» son algunos de los títulos con los que sus compatriotas le han descrito en la prensa americana en el último año. Sus admiradores, que todavía son un ejército en el mundo del ajedrez, han esperado durante más de tres décadas a que las excentricidades del campeón se apaciguaran y su ídolo volviera a la competición. La mayoría de ellos desconoce que en realidad Fischer regresó hace ya algún tiempo para demostrar una vez más, desde el anonimato, que sigue siendo el mejor. «Estoy convencido al 99% de que se trata de él», ha asegurado el Gran Maestro británico Nigel Short, derrotado ocho veces seguidas por un supuesto desconocido a través de Internet. Los mejores ajedrecistas del mundo utilizan la Red desde hace algunos años para enfrentarse entre ellos y dar a los aficionados la oportunidad de demostrar sus habilidades en partidas cibernéticas. Bobby Fischer no ha podido resistir la tentación y desde algún lugar, en Filipinas o Japón, ha desafiado a los campeones de hoy. «En nuestra primera partida empezó con movimientos incomprensibles, algunos de ellos absurdos. A partir de esos errores deliberados [para despistar] surgieron movimientos de un poder extraordinario.Simplemente me aplastó», recuerda Short que, tras haber estudiado las jugadas de su anónimo oponente, no tiene duda de que se trata de El Genio. El ajedrez sigue siendo probablemente lo único que llena la vida de aquel niño solitario que sólo quería relacionarse con quienes supieran jugar a su obsesivo entretenimiento. Ni el matrimonio ni la paternidad han logrado llenar ese hueco: el entorno de Fischer en Filipinas asegura que sólo visita a su familia seis o siete veces al año y que pasa el resto del tiempo viajando a la deriva, buscando emisoras de radio en las que denunciar el complot contra su persona. Su madre y su hermana, con las que había recuperado el contacto tras años de distanciamiento, murieron a finales de los años 90. El maestro ha dejado de hablarse con todos sus amigos de EEUU, a los que considera parte de la conspiración judía para hundirle. El consuelo que trató de buscar durante algunos años en la secta apocalíptica Iglesia Mundial de Dios terminó en fracaso cuando se dio cuenta de que lo único que querían era sacarle «hasta el último céntimo». Completamente solo en el mundo, Fischer vive hoy de los derechos de autor de los libros de ajedrez que escribió hace años, incluida la que está considerada como la mejor obra en la historia del juego: Mis 60 partidas memorables (1969). Sus intentos de obtener también derechos de autor por la película del director Steve Zaillian En Busca de Bobby Fischer -la

lucha interna de un niño prodigio del ajedrez- fracasaron en los juzgados. El ajedrecista filipino Eugene Torre es una de las pocas personas que mantienen contacto con Fischer, de quien dice que es un hombre incomprendido. «Es honrado y honesto, un pedazo de ser humano». ¿Loco? «Es un hombre de principios, lo sé porque le conozco desde hace muchos años. Está perfectamente cuerdo, pero sus opiniones son polémicas y hacen que la gente crea que está desequilibrado. Le han hecho mucho daño», dice Torre, que asegura no saber dónde se encuentra Fischer ahora mismo. Los silencios del antiguo campeón han sido aprovechados por sus críticos para asegurar que detrás de sus bravuconadas siempre se ha escondido un terrible miedo a perder y que ésa fue la única razón de que nunca defendiera su título de campeón del mundo.Los historiadores del juego recuerdan que, a pesar de su superioridad sobre el resto de jugadores, abandonaba numerosos torneos tras poner sobre la mesa demandas imposibles. Fischer siempre ha denunciado que las competiciones internacionales están amañadas y ha creído una estupidez enfrentarse a una máquina, como han hecho otros grandes maestros. Por eso creó un nuevo modelo de ajedrez aleatorio en el que el mejor jugador, y no el que más estrategias y movimientos ha memorizado, tiene todas las de ganar. El modelo Fischer se basa en el sorteo de la posición inicial de las piezas en las filas uno y ocho del tablero. El resultado, 960 posiciones de inicio y un número de aperturas infinito que anula la posibilidad de que los jugadores con una memoria excepcional puedan ganar sus partidas como si fueran robots, sin que intervengan grandes estrategias. El sueño de Fischer era revolucionar el ajedrez moderno y, de paso, hacer un buen negocio. Aunque su modelo ha tenido una buena aceptación entre los aficionados, los grandes torneos han seguido utilizando el método clásico. «Si Bobby Fischer ha sido el mejor es porque logró todos sus triunfos sin los trucos de hoy», asegura su amigo y solitario defensor Eugene Torre. Incomprendido o loco, Fischer ha pasado la vida escapando de su propia genialidad. En su última intervención radiofónica, en una emisora de Islandia el 27 de enero de 2002, el locutor preguntó al Gran Maestro que quién había sido el más grande entre los grandes: él o Gary Kasparov. «¿Cómo puedes compararme a mí con un tramposo? Yo nunca he jugado una partida previamente amañada.La mayoría de las victorias de Kasparov, la mayoría digo, han sido amañadas. Yo todo lo he conseguido por méritos propios.No creo que haya muchas personas que puedan decir lo mismo», respondió. Y después Bobby Fischer desapareció. Sin más. Nota: En julio de 2004, mucho después de que publicaramos este misterio, Bobby Fischer -de 61 años- fue detenido en el aeropuerto de Narita en las afueras de Tokio (Japón) cuando intentaba embarcar en un vuelo de Japan Airlines en dirección a Filipinas. Al parecer, no sabía que se le había revocado el pasaporte poco antes de esa fecha. Finalmente, tras ocho meses de litigios para evitar la extradición a EE.UU., Fisher recibió la nacionalidad islandesa (concedida por el gobierno de dicho país, cuyo embajador en Japón afirmó que el ajedrecista era muy querido en la gélida isla desde la mítica partida de 1972) y partió en dirección a su nueva patria de acogida.

Jinky no es la huérfana de Bobby Fischer El culebrón continúa, por cuanto hay dinero de por medio y la herencia es jugosa, pero los análisis de ADN realizados a los restos de Bobby Fischer han determinado que no pudo ser el padre de Jinky Young, tal y como reclamaba la madre de la chiquilla.Marilyn Young había aportado como «pruebas» la fotografía de arriba, en la que aparece en la cama junto a Jinky, de nueve años, y el ex campeón mundial de

ajedrez, así como una postal firmada por el genio como «Papi». Se sabe que el ajedrecista les enviaba además elevadas cantidades de dinero con cierta regularidad. Quien exige ahora su parte es Myoko Watai, secretaria general de la Federación Japonesa y, según defiende ella misma, viuda del campeón, aunque aún no logrado demostrarlo con documentos ante la justicia. Los hijos de la hemana de Fischer también reclaman su parte del pastel. Fischer, para terminar de complicar las cosas, no dejó testamento. Hay quien ya ha sugerido que ahora se podrían aprovechar los análisis del ADN de Fischer para averiguar quién fue su padre, circunstancia que todavía no está clara.

Robert James (Bobby) Fischer (1943) Robert James Fischer, conocido normalmente como Bobby Fischer, nació en Chicago el 9 de marzo de 1943. En 1949 Bobby y su hermana Joan aprendieron juntos a jugar al ajedrez las instrucciones que venían en juego que les regalaron. A pesar de ser solo un niño de 6 años, su fascinación por el ajedrez fue en aumento y disfrutaba mucho con su progreso, al resolver las complejidades del juego. El 17 de enero de 1951 jugó una partida en simultáneas en contra del maestro Max Pavey pero perdió rápidamente. Pocas semanas después, Fischer se unió al Club de Ajedrez de Brooklyn dirigido por el Sr. Carmine Nigro, y rara vez faltó a las prácticas los viernes por la tarde en los siguientes años. En el año de 1953, Bobby Fischer jugó su primer torneo de ajedrez en el Club de Ajedrez de Brooklyn a la edad de 10 años, terminó en quinto lugar. En junio de 1955, se hizo miembro del Club de Ajedrez de Manhattan y muy pronto ganó los campeonatos de la Clase C y Clase B. Se le brindaba la oportunidad de competir en contra de los jugadores más fuertes del Club. Reshevsky dio una exhibición simultánea a la ciega en la cual Fischer derrotando al Gran Maestro. En julio Fischer ganó 2 juegos, empató 6 y perdió 2 en el Campeonato Juvenil de Ajedrez Rápido de los Estados Unidos en Lincoln, Nebraska. Fischer terminando en tercer lugar. En 1956 jugó el Trofeo Lessin J. Rosenwald, por entonces considerado el campeonato de EE UU oficioso, y logró la octava plaza. En marzo de 1957 jugó dos partidas contra el antiguo campeón mundial Max Euwe en Nueva York, empatando una partida y perdiendo otra. A los catorce años se proclamó campeón absoluto de los Estados Unidos, Campeonato 1957/58 de EE UU y Zonal con 8 victorias, 5 empates y cero juegos perdidos. A los 15 años se obtuvo el título de Gran Maestro, convirtiéndose en el GM más joven de la historia. Fue en Portoroz, tras empatar su partida con Glígoric y acceder al Torneo de Candidatos. Representó a EE UU en tres olimpiadas, y en todas ellas obtuvo buenos resultados. Con excepción del Torneo de Santa Mónica en 1966, Bobby Fischer ganó todos y cada uno de los Torneos de Ajedrez de los Estados Unidos en que participó. Fischer abandonó la escuela para convertirse en jugador de ajedrez profesional. Los registros académicos de Bobby Fischer indicaban que tenía un cociente intelectual de 180, con una increíble memoria retentiva. Jugó tres interzonales en el primero (1959, Mar del Plata) ganó Mijaíl Tal, en el segundo (1962, Estocolmo) ganó el interzonal pero cayó derrotado ante Petrosian en el torneo de candidatos de Curazao. En 1959 Fischer había jugado cuatro torneos internacionales antes del Torneo de Candidatos. En el torneo de EE UU de 1963 ganó las once partidas que disputó, y sacó 3,5 puntos a Evans, que quedó segundo. Fischer comenzaba a acusar de persecuciones al mundo del ajedrez. En enero de 1963, Fischer anunció que boicoteaba los torneos de la FIDE hasta que los rusos dejaran de

manipular el ajedrez. Estuvo cinco años retirado del ajedrez internacional. Sólo compitió en EE UU y en las olimpiadas, representando a su país. En 1966 volvió, quedó segundo en Santa Mónica, y en 1967 ganó los torneos de Mónaco, Skopje y participó en el interzonal de Susa (Túnez), pero abandonó el torneo por diferencias con la organización, alegando sus creencias religiosas. En noviembre de 1970, Pal Benko cedió su turno en el Interzonal de Palma de Mallorca para que Fischer participara. Este será su tercer interzonal. Fischer ganó el evento con 15 victorias, 7 empates y 1 derrota. Fischer ganó muchos torneos en su carrera, pero sin duda los resultados más impresionantes de su carrera fueron los que le llevaron a ser candidato al título mundial en 1971, eliminando por tanteos escandalosos a Taimánov (6-0) en Vancouver, Canada, en junio; a Larsen (6-0) en Denver, Colorado en julio; y a Petrosian (6-2) en Buenos Aires, septiembre. El juego de Fischer maduró mucho tras su paso por Europa. Era un gran táctico y tenía un gran sentido posicional, pero lo que realmente le distinguía era su voluntad de ganar todas las partidas, incluso aunque tuviera matemáticamente ganado el torneo. Nunca se conformó con unas tablas de grandes maestros. Para entonces su comportamiento ya era muy excéntrico. Aunque hay que ser justos, muchas de las condiciones que él exigía: condiciones más dignas de juego, cambios en la estructura de la FIDE, mejores retribuciones económicas, fueron aceptadas más tarde, y beneficiaban a todos los jugadores. El encuentro por el título mundial comenzó el 11 de julio de 1972, da comienzo contra el campeón mundial, el soviético Boris Spassky, en Reikiavik, Islandia. Fue uno de los campeonatos más polémicos de la historia del ajedrez. No sólo se trataba de un encuentro por el título mundial. En plena guerra fría se convirtió en un duelo por la hegemonía mundial. Spassky era su rival más difícil. Le había batido en múltiples ocasiones. Fischer no compareció el 1 de julio, día de comienzo del encuentro, porque consideraba que las condiciones económicas no eran dignas. Cuando se estaba a punto de cancelar el encuentro Jim Slater (un mecenas) donó 50.000 libras para la bolsa de premios. Fischer perdió la primera partida, y no se presentó a la segunda, por lo que se la dieron por perdida. Esta vez la excusa fue que le molestaban las cámaras de televisión y hubo que ocultarlas. Pero a la postre se Fischer se impuso a Spassky por 12,5 a 8,5, (7 victorias, 3 perdida y 11 tablas) en medio de acusaciones de todo tipo: desde espionaje a brujería. El encuentro terminá el 1 de septiembre de 1972. Estas fueron las últimas partidas oficiales de Fischer. Cuando en 1975 le tocaba defender el título ante Anatoly Kárpov no se presentó (3 de abril de 1975) y fue despojado de su título. Bobby Fischer ha sido un jugador maravilloso capaz de encontrar sobre el tablero las más fantásticas jugadas. Su condición de estadounidense en plena guerra fría, capaz de vencer a la todopoderosa escuela soviética, le rodearon de un halo mítico como a ningún otro jugador de la historia, incluido Capablanca. No cabe duda que Fischer popularizó tremendamente el ajedrez, ya que las circunstancias polémicas que rodearon sus principales encuentros hicieron que se interesasen por el ajedrez personas de lo más diverso. Su decisión de abandonar el ajedrez tras conseguir el título mundial no ha hecho más que agrandar su leyenda. Hasta la irrupción de Kaspárov muchos le consideraban aún el campeón del mundo, y eso a pesar de que Kárpov ya había demostrado ser muy superior a todos los jugadores desde 1975 hasta 1985. Incluso hoy en día hay quien aún le considera el mejor jugador del mundo; aunque son sólo unos pocos románticos. Durante mucho tiempo Fischer tuvo el récord de puntuación ELO (2785) que constituyó una cifra inalcanzable hasta que Kaspárov la supero en diciembre de 1989 (2795 puntos ELO, en el torneo de Tilburg). A partir de entonces sus manías persecutorias, ficticias o reales, se multiplican. En 1978 Fischer demanda a la revista Worlwide Church of God acusándoles de que los

escritores grabaron sus conversaciones sin su consentimiento. Después acusó a la Iglesia por no cumplir su promesa de financiar la demanda. El 26 de mayo de 1981 fue arrestado en Pasadena bajo la sospecha de robar un banco. Rehusó a contestar algunas preguntas y fue arrestado. En 1982 publicó: «Yo fui torturado en la cárcel de Pasadena», bajo el seudónimo de Robert James. Fischer ve en las máquinas y en las reglas del ajedrez una traba para la imaginación. En 1988 patento el «Reloj Digital de Ajedrez Fischer», el cual agrega 2 minutos por jugada. Los relojes digitales actuales tienen muchas más funciones, y más interesantes, pero en esto fue, junto con Brónstein, un pionero. Fischer desapareció de la competición, pero desde su condición de mito del ajedrez acusó a todos los grandes ajedrecistas que le siguieron de hacer trampas. En 1992 (30 de septiembre) jugó de nuevo un encuentro contra Spassky en Sveti Stefan y Belgrado, y que ganó de nuevo por 10 victorias, 5 derrotas y 15 tablas, en el que se empleó su reloj. Este encuentro se jugó en plena guerra de Servia contra Bosnia-Herzegovina. Estados Unidos había decretado un embargo contra Servia y este encuentro lo rompía. Fischer mostró una orden del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos advirtiéndole de que violaría las sanciones de las Naciones Unidas si jugaba en Yugoslavia. Fischer escupió en la orden (1 de septiembre), lo que le valió la persecución de la justicia estadounidense. Nunca volvió a EE UU. Se estableció en Budapest. En 1996 Fischer viajo a Argentina para promover su ajedrez aleatorio, en donde la posición inicial de las piezas se sortea antes de la partida. Esto invalida el conocimiento de aperturas de ajedrez regular, y según él la ventaja de los ordenadores sobre los humanos, sin embargo es precisamente en estas posiciones en las que la táctica es crucial donde los ordenadores son más fuertes. En la actualidad, Fischer vive refugiado en Japón. Su actitud, quizá ya desde 1972, revelan los síntomas de una enfermedad mental que hoy en día es evidente.

Bobby Fischer en blanco y negro En 1972, al arrebatar la corona mundial al ruso Boris Spassky en Reykjavik, Robert James Fischer acabó con más de un cuarto de siglo de hegemonía soviética en los tableros. Fue no sólo el match del siglo -muy superior en expectación al que disputaron Capablanca y Alekhine en Buenos Aires en 1927-, no sólo el símbolo más exacto y elegante de la Guerra Fría, sino quizá la mejor reencarnación del legendario duelo entre Héctor y Aquiles. Como Aquiles, Bobby Fischer venía de más allá del mar para enfrentarse a un héroe resplandeciente, un jugador brillante y magistral al que jamás había logrado ganar una partida. Como Aquiles, el norteamericano venía precedido de un aura terrible: había encadenado 18 victorias consecutivas en alta competición y aplastado a dos de sus contrincantes en la final de candidatos, Taimanov y Larsen, por dos tandas consecutivas de 6-0, un marcador insólito en la historia del ajedrez. Después, había vencido al ex campeón mundial Tigran Petrossian (probablemente el hombre más difícil de ganar del mundo) por 6´5-2´5. Fischer, aparte de un talento alucinante para el deporte de las 64 casillas, también poseía auténtico instinto asesino: no sólo aterrorizaba a sus rivales sino que ninguno de los jugadores que se enfrentó a él en un match, ni Petrossian, ni Larsen, ni siquiera Spassky, volvió a jugar nunca al mismo nivel de antes. Probablemente nunca haya habido ni habrá una dedicación tan exclusiva y maníaca de un artista a una disciplina como la que sintió el joven Fischer hacia el ajedrez. Cuando

Spassky declaró: ‗El ajedrez es como la vida‘, Fischer corrigió: ‗El ajedrez es la vida‘. Para él, desde luego, lo era: ha sido toda su vida. Con uno de los cocientes de inteligencia más espectaculares de la era moderna, abandonó los estudios en plena adolescencia para consagrarse al ajedrez en cuerpo y alma. Algunos jugadores geniales, como Capablanca, apenas consideraban el ajedrez un pasatiempo; otros, como Alekhine, Kasparov o el propio Spassky, eran o son hombres cultos, con inquietudes políticas, literarias y artísticas. A Fischer no le interesa nada fuera del ajedrez. Cuando visitaba una ciudad extranjera no se preocupaba de monumentos ni museos: lo primero era ir a las librerías para completar su monumental biblioteca ajedrecística. Muy poco se sabe de sus noviazgos y aventuras amorosas durante su época gloriosa. En los estériles años de su exilio, menos aún. Una vez, durante un torneo en Yugoslavia, tuvo que ser operado urgentemente de apendicitis y preguntó al médico si de verdad era absolutamente necesaria la operación: llegó a temer que tal vez todo el misterio de su genio radicaba en el apéndice. Siempre pareció un hombre a medio hacer, un muchacho taciturno encallado para siempre en su sueño de juventud: llegar a campeón del mundo. Incluso cuando dio el estirón definitivo siguió siendo un niño alto y desgarbado, encantador a veces, maleducado otras, silencioso y enigmático, que soñaba el mundo reticulado en blanco y negro. Aquella obsesión absoluta que lo condujo hasta el trono mundial fue también su ruina. Como Aquiles, Fischer se tambaleaba entre el peso de la púrpura y el miedo al combate. Pidió tantas y tan demenciales exigencias para la celebración del match con Spassky que los islandeses estuvieron varias veces a punto de tirar la toalla. El dinero, el tamaño y diseño de las piezas, los sillones, la distancia de las cámaras, los derechos de retransmisión… Por suerte para el ajedrez y por desgracia para él, Spassky, como Héctor, era un caballero que transigió con todos y cada uno de lo caprichos del norteamericano. Cuando Fischer sugirió que la bolsa del premio era muy pequeña (aunque las cifras que se barajaban aun hoy son increíbles) un millonario inglés dobló el importe del premio hasta un cuarto de millón de dólares. ‗Ve y juega‘ le dijo, como si fuera un mocoso mal criado. Después de perder la primera partida y de no presentarse a la segunda, tras un incidente con las cámaras, el mismísimo Kissinger tuvo que ordenarle, como Agamenón a Aquiles, que volviera a la batalla. Fischer demolió a Spassky tras 21 partidas que han quedado como uno de los testimonios más altos del espíritu humano. Sin embargo, tres años después, a raíz de una larga pugna legal, la Federación le desposeyó de la corona por su negativa a luchar contra el aspirante oficial, Anatoli Karpov. Fue el sacrificio más extraño y más trágico de la historia del ajedrez: aún estamos esperando descubrir la estrategia de Fischer, el plan de victoria oculto en ese retiro que se alarga ya décadas. Los aficionados aún no se han repuesto de este exilio, el más dramático en la historia del deporte, que ha dejado el ajedrez decapitado. Fischer permaneció en la sombra años enteros sin que el reclamo de partidas o entrevistas millonarias lograra tentarle. Recibió el mismo trato que los Estados Unidos otorgan a sus grandes poetas visionarios: Poe, Pound. En 1981 fue detenido en Pasadena. Un agente de policía lo confundió con un atracador de bancos y Fischer pasó dos días incomunicado. El muchacho de oro, el niño grande que le quitaba el sueño a Nixon y que destrozó el orgullo soviético, parecía sólo un vagabundo.

Tenía pinta de vagabundo cuando, en 1992, después de otra ronda de exigencias paranoicas, Fischer aceptó un match de revancha con Spassky en Belgrado. El campeón mundial, Kasparov, dijo que era un juego propio de jubilados, pero lo cierto es que la expectación generada por el retorno del genio y la bolsa en juego multiplicaban limpiamente todas las ganancias generadas en los anteriores campeonatos mundiales entre él y Karpov. En términos deportivos, aquel segundo match no fue ni la sombra del de Reykjavik, pero tras la brillante undécima partida, algunos expertos anunciaron que Fischer, aun calvo y viejo, mantenía intacto su instinto asesino. Volvió a vencer a Spassky y volvió a hundirse en el silencio. Tras el atentado contra las Torres Gemelas, soltó a pesar de sus orígenes judíos unas polémicas declaraciones antisemitas que provocaron que muchos de sus seguidores le retirasen su apoyo. En agosto de 2004, cuando fue detenido en un aeropuerto japonés, parecía más que nunca un vagabundo: un anciano de 61 años, alto y barbudo, que vociferaba que sus antiguos compatriotas querían asesinarle. Fischer tenía diez años de cárcel pendientes bajo el cargo de haber violado las sanciones contra Yugoslavia en el segundo match contra Spassky y el gobierno norteamericano exigía su extradición. Islandia le concedió la ciudadanía en agradecimiento por aquellos días en que, gracias a él, fue el centro del mundo, y Fischer aterrizó en la isla atlántica junto a su novia japonesa. Desde entonces no ha vuelto a saberse nada de él, salvo algunos exabruptos contra la política exterior americana. En lo que a él respecta, dice, el ajedrez ha muerto. La esperanza de su retorno nunca ha estado más lejos. Sin embargo, el gran maestro inglés Nigel Short afirmó hace poco que, jugando en internet, había creído distinguir la mano inconfundible de Bobby Fischer tras un jugador anónimo y genial. Ojalá sea él: necesitamos creer que Aquiles aun sigue afilando su espada. (Post-scriptum: Bobby Fischer nunca volvió a salir de su retiro. Murió en Reykjavik el 17 de enero de 2008. Tenía 64 años, tantos como casillas el tablero de ajedrez).

El misterio de Bobby Fischer se suma la identidad de su padre El ex campeón mundial de ajedrez, a diferencia de su estrategia de juego, tuvo una vida caótica y llena de misterios. CNN) — Bobby Fischer fue un maestro de ajedrez, un hombre que alguna vez pareció el epítome del control. Pero con frecuencia, la vida personal de Fischer fue caótica y estuvo marcada por el misterio. Uno de esos misterios parece tener particular relevancia esta semana: su cuerpo fue exhumado en Islandia para cumplir con la demanda de prueba de paternidad en la que se alega que Fischer, que murió a los 64 años en enero de 2008, es el padre de una niña de 9 años. El periodista de Los Ángeles Times Peter Nicholas y su esposa, Clea Benson, también periodista, pasaron muchos años investigando la vida de Fischer, escudriñando sus registros públicos y realizando decenas de entrevistas con las personas que conocieron a

la familia Fischer, descubriendo, entre otras cosas, que a Bobby se le mintió la mayoría de su vida sobre quién era su verdadero padre. El año pasado, Nicholas escribió un artículo sobre Fischer en el Times detallando la complicada y controversial vida del genio. ―Era una estrella cuando yo era un niño; era Fonzi y John Travolta envueltos en uno‖, le dijo Nicholas a CNN. ―Me encantaba el ajedrez, y él personificaba el juego. Cuando me volví periodista, sabía que tenía que usar mi técnicas para tener una visión cercana de él‖. Contra los soviéticos y contra Dios El periodista volvió a generar la euforia que se tomó a Estados Unidos en 1972 cuando Fischer le arrebató el Campeonato Mundial al ruso Boris Spassky. La victoria le dio al joven y apuesto chico de Brooklyn fama internacional, una notoriedad que a veces inflaba un ya ego grande. Fischer le dijo a Shelby Lyman, un comentarista de ajedrez de esa partida de 1972, que le gustaría jugar contra Dios. ―El bromeó diciendo que probablemente terminarían empatados‖, le dijo Lyman a CNN. Bobby dijo que solamente le explicaría a Dios: ―Mira, tú tienes tu dominio, y yo tengo el mío‖. Aparte de las bromas, Fischer se sentía sumamente incómodo con el estrellato. Era un excéntrico tímido dado a declaraciones de bicho raro; él prefería ser enterrado en un libro que presentado en una portada de revista. ―Odiaba a los periodistas‖, recordó Lyman. ―Destetaba ser el centro de atención‖. Aunque Fischer residía en Nueva York en el punto más alto de su carrera, cuando cada experiencia era suya para que la aprovechara, él prefería comer en restaurantes de cadena y desaparecer en el anonimato de Greenwich Village. Lyman una vez se pasó un día entero caminando en el Village con Fischer. En un punto, Fischer le preguntó a Lyman: "¿Debo ir a la universidad?". ―Yo quedé sorprendido. Ésta era una de las mentes más brillantes de la historia, y estaba preocupado por un título universitario‖, dijo Lyman. ―Yo asistí a Harvard, y eso no me hizo un campeón mundial‖. ―Creo que Bobby siempre estaba buscando a alguien que lo ayudara a guiarse, una figura paternal, quizá‖. Criado por una madre soltera Fischer fue criado por una madre soltera, Regina Fischer. Ella era una médica que viajaba por el mundo y que había trabajado en Moscú. Para la época, eso significaba

que era un objetivo de investigación del FBI de J. Edgar Hoover, que cazaba constantemente a los comunistas en Estados Unidos. El periodista Nicholas se dio cuenta de esto e hizo una petición un Acto de Libertad de Información al FBI. Fue un salto al vacío. Pero dio sus frutos. Muchos. El proyecto personal de Nicholas y de su esposa reunió casi mil páginas de documentos del FBI sobre Regina Fischer. Una judía europea que había migrado a los Estados Unidos siendo niña, Regina Fischer era sospechosa de ser una espía de los soviéticos. Por falta de evidencia, el FBI cerró su archivo en los setenta, según dicen los periodistas. ―Leían su correo. La confrontaban en la calle‖, cuenta Nicholas. ―La acosaban. Entrevistaban a sus vecinos‖. Los documentos les dieron una luz fantástica sobre crianza de Bobby. Regina trató de crear un hogar amoroso para sus hijos. Ella crió a Bobby y a su hermana mayor, Joan, en un pequeño apartamento de Brooklyn. Fue Joan la que le enseñó a Bobby a jugar ajedrez. Los misterios de la paternidad de Bobby Fischer Regina les dijo a sus hijos que su padre era el biofísico alemán Gerhardt Fischer. Ella se divorció de Gerhardt y él desapareció del cuadro cuando Bobby era un bebé. Los documentos del FBI, según el artículo de Los Angeles Times, sugiere que el verdadero padre de Bobby Fischer era Paul Felix Nemenyi, un físico judío húngaro, hallaron los periodistas. Regina quedó embarazada de Bobby cuando Gerhardt estaba por fuera del país, según muestran los documentos. Y Regina estaba estudiando en Colorado el mismo tiempo que Nemenyi enseñaba allí, aunque en una escuela diferente. Regina nunca reconoció públicamente que no había dicho la verdad sobre el padre biológico de Bobby. Pero ni Nicholas ni su esposa pudieron determinar con certeza por qué pudo haber mentido. ―Puede haber sido porque se sintió avergonzada de que el mundo supiera de que había quedado embarazada de un hombre con el que no estaba casada‖, dijo Nicholas. ―En esa época, eso generaba un estigma muy grande‖. La relación de Regina con su hijo era compleja, informaron los periodistas en el Times. A ella le preocupaba, como a cualquier padre, que estuviera muy enfocado en una sola cosa. Ella quería que su hijo fuera exitoso en ajedrez, pero no a costa de los otros placeres de la vida. Su hijo tenía un temperamento particular, y su pasión por el ajedrez podía generar una volatilidad errática‖.

―Cuando él tenía 16, ella y Bobby se pelaron, y Bobby le dijo a la gente que él la había echado del apartamento‖, dijo el periodista. ―Fue una escena triste. Ella lo dejó con los platos sucios y las hormigas‖. Para ese momento Joan estaba casada y no vivía en casa. Bobby estaba sintiendo su poder. Ya era famoso. A los 13, Fischer, le ganó a uno de los mejores de Estados Unidos, el profesor estadounidense Donald Byrne, en una partida que fue llamada ―El juego del siglo‖. Conquista el mundo del ajedrez, y luego de retira ―El ajedrez es una lucha, un drama. Involucra espacio y tiempo y fuerza, y esos son intereses humanos esenciales‖, dijo Lyman. ―Una vida entera es una serie de preguntas de opción múltiple, y eso es lo que es el ajedrez. Ahí teníamos a un chico que le mostraba eso a los adultos‖. Empezando a los 14 años, Fischer ganó Campeonatos Nacionales en Estados Unidos. A los 15 se volvió el gran maestro más joven del juego. En 1972, le ganó a Spassky. ―Fue considerado la mejor arma de Guerra Fría contra los rusos‖, dijo Lyman. Después sigue un gran hoyo negro en la biografía de Fischer. Se salió de le escena pública por los siguientes 20 años y dejó de jugar ajedrez competitivo por completo. Nadie sabe realmente por qué. Volvió del retiro en 1992 en la revancha de Spassky. La partida se jugó en Yugoslavia y Fischer ganó de nueva cuenta. Fischer nunca volvió a Estados Unidos y vivió en diversos países, incluyendo Hungría, Japón y Filipinas. Cuando regresó a los titulares de prensa en sus últimos años, fue por hacer extrañas declaraciones antisemitas, como negar el Holocausto, y elogió el terror de los ataques del 11 septiembre. ―Tenía arranques emocionales. Las personas se enfocan en algunas de las cosas que dijo y que fueron molestas‖, dijo Layman. ―Pero Bobby Fischer era más que ajedrez: su originalidad iba mucho más allá del juego". ―El Bobby Fischer que yo conocí era un sujeto muy feliz, un hombre que brillaba‖, agrega. ―Nunca habrá nadie más grande, una figura de un pasado turbio‖. "Si le tuviera que decir algo, creo que le diría: 'Te extraño Bobby. Eras único'‖.

El gran maestro dejó de jugar ajedrez competitivo por completo, pero nadie sabe por qué.

“ El ajedrez es una lucha, un drama. Involucra espacio y tiempo y fuerza, y esos son intereses humanos esenciales” Shelby Lyman Complejísima personalidad de Fischer y de aquella serie de partidas político-ajedrecísticas que tuvieron a todo el mundo pendiente de Islandia. No en vano, el propio Koestler tuvo una ingeniosa reacción nada más saber que tendría que informar sobre aquel duelo: "Es curioso volver a ser corresponsal de guerra después de tantos años". Spasski levantó el peón de la reina y lo avanzó dos casillas. Enfrente suyo sólo tenía una silla giratoria vacía. Seis minutos después apareció Fischer en la sala, levantó el caballo del rey negro y lo colocó en f6. Empezó el "match del siglo". Comenzó la guerra.

Bobby Fischer Robert James Fischer, más conocido como Bobby Fischer, fue un gran maestro de ajedrez, campeón mundial entre 1972 y 1975.

Me preparo bien. Sé lo que puedo hacer antes de jugar. Estoy siempre seguro. Se debe tener confianza en uno mismo y esa confianza debe estar basada en la realidad. Sólo se puede jugar bien al ajedrez si se ama el juego. Todo lo que quiero en la vida es jugar al ajedrez.

El ajedrez es una guerra sobre un tablero. El objetivo es aplastar la mente del adversario. El cuerpo debe estar en perfectas condiciones. Si se deteriora el cuerpo, se deteriora el ajedrez. No se puede separar el cuerpo y la mente. Lo importante en el ajedrez son los buenos movimientos. Tienes que tener espíritu de lucha, forzar los movimientos y aprovechar las oportunidades. El ajedrez es ciertamente un arte, pero yo no pensaba en ello. Sólo el juego preciso y fuerte puede ser bonito... La precisión, en primer lugar. En última instancia, todo se decide por la clase. Luego podemos aspirar a una partida preciosa. Pero para jugar con elegancia y precisión hay que saber mucho y ser capaz de utilizarlo. El ajedrez demanda concentración total y amor por el juego.

Juego honestamente y juego para ganar. Si pierdo, tomo la lección.