Belle Epoque

Sobre bohemia, guerra y regresiones: Procesos sociales y culturales en el parís desde 1900 a la postguerra. Al hablar d

Views 1,933 Downloads 5 File size 117KB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

Sobre bohemia, guerra y regresiones: Procesos sociales y culturales en el parís desde 1900 a la postguerra.

Al hablar del parís de inicios del siglo XX, desde la exposición universal en 1900, hasta el estallido de la primera guerra mundial en el año 1914, o en otras palabras, aquel periodo de la historia al que podemos llamar la belle époque francesa, nos remontamos sin lugar a dudas a una suerte de paraíso perdido, un ideal aun estampado en la memoria colectiva del mundo en general. Ideal que se basa en la glorificación de la vida bohemia, el lujo, y por supuesto, el “buen gusto” en su máxima expresión (Jullian, 1982). Este periodo de la historia que en sus cortos años de existencia sirvió de escenario para la apoteosis final de las grandes dinastías de la nobleza europea, que ya fuera en París, Viena, o los lujosos nuevos hoteles de la Inglaterra post-victoriana, pasaban su tiempo preocupados de la vida social, y en general, toda diversión consagrada de exquisita; nos presenta un panorama de vertiginosa modernidad, sustentada por los nuevos avances tecnológicos y la mejorada interconectividad entre las capitales europeas, que da paso a un nuevo pensamiento en las masas, que ya pueden preocuparse de vivir con comodidades, y buscar el goce en el tiempo libre. Así, por ejemplo, Morgan (1999) nos dice “La humanidad parecía estar encaminándose triunfalmente hacia la búsqueda de una existencia mejor y un nivel de vida más equitativo”. Pero, ¿Qué es realmente lo que ocurre en estos años, más allá de la imagen banal que nos presenta esta idealización del periodo?, ¿donde se origina este sentimiento de búsqueda por lo agradable que es tan representativo de este mismo?, y además, ¿Cómo se desarrolla culturalmente la sociedad parisina antes y después de la gran guerra, que pone fin a esa época dorada, y qué ocurre con las artes en este proceso? Así, a lo largo de este escrito buscaremos finalmente entender los procesos sociales del periodo histórico, y como estos influyen (si es que lo hacen) en las corrientes artísticas que aquí se desarrollaron, y viceversa. Todo esto, intentando rescatar algo de este aprendizaje y,

en la medida de lo posible, relacionarlo con algunos aspectos del panorama sociocultural actual.

Sociedad, antecedentes, y arte. Un olvido sin perdón. “no me hable de cosas horribles. Si no se habla de una cosa, es como si nunca hubiera ocurrido” (Wilde, 133) Oscar Wilde, muerto en Francia el año 1900 luego de ya haber cumplido una condena gatillada por su orientación sexual en Inglaterra, nos expresa en esta sola frase, extraída de una de sus novelas, una idea fundamental para comprender el clima social de la época a la que nos remontamos. Esto es: El olvido como recurso para evitar aquello que resulta desagradable. Este olvido se basa entonces en dejar de lado, por ejemplo, los conflictos sociales y políticos que azotaron a Europa en las décadas previas; o también, los cuestionamientos filosóficos ya existentes y los nuevos que surgen con el pasar de los años. Todo esto, de cierta forma, es descartado entonces para así poder disfrutar tranquilamente de la comodidad y de los avances de la época, buscar una felicidad en el aquí y el ahora. Recordemos, para empezar, la guerra franco-prusiana del año 1870, clímax hasta el momento del cisma entre las dos personalidades europeas, que dejo como saldo la derrota del tercer imperio francés, y dio paso a la instauración de la conocida “comuna de parís”, cuya relevancia como suceso político y social sin precedentes es indiscutible. Como ya sabemos, es finalmente la tensión no resuelta entre las potencias europeas lo que con tan solo un pequeño empujón desembocaría en la gran guerra. Para los historiadores, la belle époque es el periodo en que diplomáticos profesionales aseguraron que no ocurriera que alterara el orden ya establecido por los tratados firmados por los monarcas, cuando al mismo tiempo embajadores aun se encontraban repitiendo las palabras de Disraeli y Bismark. 1

(Jullian, 1982, p.4) 1 For historians, la belle epoque is the period when professional diplomats kept watch to insure that nothing happened to upset the order established by the treaties initialed by respected monarchs, when ambassadors were still repeating the words of Disraei and Bismark.

Pero no solo nos encontramos con tensiones esta suerte de paz armada dentro del periodo, pues la belle époque parisina y la situación general en la sociedad europea seguía siendo muy dispar. La clase burguesa quizá podía disfrutar de sus nuevos lujos y ventajas, pero ¿Qué diferencia harían estos en el corto plazo para el obrero o el trabajador de los campos, lejos de la gran ciudad? Así, nos encontramos con movimientos anarquistas y la discutible figura de Ravachol (ejecutado en 1903), el socialismo y el movimiento obrero representado en parte por el político burgués Jauré (asesinado pocos días después de estallar la primera guerra mundial). Una desigualdad que quizá en Francia no tuvo mayores repercusiones, pero podemos bien recordar la revolución bolchevique en Rusia el año 1917. La anarquía fue la expresión violenta del odio hacia lo establecido, hacia los valores sacrosantos (…). Era la desesperación por conseguir aquella felicidad que demasiadas fuerzas evitaban conseguir. (…) El anarquista francés Ravachol se volvió algo así como un héroe, pues los recuerdos de la comuna de parís aun no morían2.

(Jullian, 1982, p.10) Con todo lo anterior, y más allá de estar haciendo una simple desmitificación del periodo, hay algo de fondo que es fundamental de entender, y es que el modelo capitalista ya ha sido adoptado en gran escala por las sociedades europeas, y el comercio internacional ya se consolido en estos años a través del libre mercado, y esto, por supuesto, da como resultado una importancia renovada al consumo, fomentada además por los avances tecnológicos y el consecuente aumento del tiempo libre. Como dice Mulian (1998) “Este deseo de objetos o entretenciones (consumo de cine, televisión, restaurantes, música, locales de bailes, viajes) se relaciona con e confort en el habitar, y en la utilización del tiempo libre” (p.19). Esta necesidad de consumo es además el sustento del sistema capitalista. Así, ya podemos entender que las artes están, se quiera o no, envueltas directamente en esta lógica de mercado (ya sea con una reacción negativa o positiva hacia esta), y es así como gran parte de estas descubren en sí mismas una nueva utilidad avocada al consumo, y al 2 Anarchy was the violent expression of a hatred for the established order of things, for sacrosanct values (…) It was despair of ever achieving that happiness which too many forces prevented one from approaching. (…) The French anarchist Ravachol became a sort of hero, for memories of the Paris commune uprising wee not yet dead.

mismo tiempo, una identidad propia que difiere, por ejemplo, del concepto adorniano de las grandes ates, de lo transcendental, y su función como receptáculo de una verdad inefable. Es dentro del marco de esta nueva forma de pensar las artes, y a partir de la pintura (cuyas corrientes innovadoras ya llevaban tiempo alejadas de la academia conservadora representada principalmente por bouguereau) que surge una tendencia vigente hasta hoy en día: la ilustración comercial. Encontramos como ejemplo emblemático del periodo el llamado “art nouveau”, corriente grafica que cuya mayor expresión se encuentra en las revistas y los carteles publicitarios parisinos del periodo. En la música, por otra parte, el epitome de la corriente musical parisina de estos años es la obra del conocido Erik Satie, caracterizada por un ideal de música totalmente alejado de la grandeza y el sentimentalismo romántico presente incluso en Debussy. Con todo esto nos referimos, obviamente, a la música de mobiliario. Como dijo Satie a Cocteau en una carta el año 1920 al referirse al concepto detrás de la música de mobiliario: Queremos establecer una música que satisfaga “necesidades útiles”. El arte n entra en estas necesidades. La música de mobiliario crea una vibración; no tiene otro objeto; desempeña el mismo papel que la luz, el calor, y el confort en todas sus formas… exijan música de mobiliario. Ni reuniones, ni asambleas, etc. Sin música de mobiliario…. No se case sin música de mobiliario (…)

Así, Satie profundiza aun más en la idea de música ligera instaurada en la sociedad parisina acostumbrada a las operetas y el can-can. Estas corrientes artísticas son, pues, resultado de este nuevo panorama cultural y social en la burguesía francesa, en medio de un capitalismo cada vez más desarrollado. Pero, y es de suma importancia comprender esto, estas innovaciones en las artes a su vez inciden así mismo en la sociedad, en un proceso casi simbiótico que ha perdurado, e incluso ha tomado más fuerza, quizá, en los tiempos actuales. “el sistema capitalista y su desarrollo a partir de la Rev. Industrial del siglo XIII, comprendió la importancia de una ideología e dominación acompañada por productos artísticos de la más alta calidad” (brouwer, 2007, p.19) Guerra, consagración, y regresión. Fue entonces dentro de toda esta globalidad socio-cultural que Francia finalmente tomo parte en la primera guerra mundial, iniciándose las hostilidades en agosto de 1914, luego

del asesinato del archiduque heredero a la corona austro-húngara francisco Fernando. La guerra, como era de esperar, marco de cierta forma el fin del optimismo de la belle époque, arrastrando consigo una cantidad de destrucción y miseria nunca antes vista a lo largo de la historia de la humanidad. Es en este paso entre los dos periodos que encontramos nuevamente un cambio importante en las corrientes artísticas europeas. La guerra caló hondo. Alrededor de los años 1910 y 1920, y gracias al ballet del afamado empresario artístico ruso Sergey Diaghilev, se vieron en Francia espectáculos

asombrosos e innovadores, con

colores y sonidos inesperados que ponían, por ejemplo, al ya mencionado Satie en la posición de compositor para ballet, colaborando así con destacados artistas de otras áreas como eran Pablo Picasso o Jean Cocteau. No obstante, es aquí donde surge la figura en la que nos enfocaremos ahora: Igor Stravinski. Este músico de origen ruso, y quien fue alumno de N. Rimsky-Korsakov, causo mezcladas reacciones con sus trabajos para la compañía de Diaghilev, marcando así precedente n sus composiciones percusivas y que poseían un aire casi primitivo en su sonido, mas no exento, claro, de sutilezas y un remarcable oficio. Ese fue el Stravinski que se conoció previo a la gran guerra. Pero años después, y ya radicado en Francia, un cambio profundo se hace notar en sus composiciones: el descubrimiento de un nuevo concepto de música, una nueva corriente originada por Stravinski, que consiste en una renovación del pasado por medio del impacto de la moderna sensibilidad musical del compositor (Morgan, 1999). Esta nueva corriente a la que llamaremos neoclasicismo responde entonces a una reconsideración de los principios estructurales fundamentales del clasicismo del siglo XVIII, sin una intención de “volver” necesariamente al pasado, sino que más bien hacer un rescate de concepciones estético-formales de la época. Esto, además, se condice con la búsqueda personal de Stravinski por una belleza en la objetividad de la forma y la estructura, ya que como dice en algunos de sus escritos, para él la música es impotente a la hora de expresar algo mas allá de sonidos, y que esta capacidad vendría siendo realmente más ilusión que realidad (Fubini, 2004).

Esta regresión neoclásica indudablemente influyo en los métodos y las ideas compositivas para muchas figuras a nivel internacional que durante el siglo XX encontraron en ella un formidable modelo referente. Pero, nuevamente, si ya relacionamos el art nouveau y el pensamiento de la música de mobiliario con un auge del sistema capitalista en Europa, ¿de qué forma podemos fundamentar la búsqueda de esta nueva forma de componer, al menos por parte de Stravinski, según este nuevo panorama de postguerra? Un antecedente

no menor que en conjunto con la primera guerra mundial define la

situación de Stravinski en relación a su contexto, es la previamente mencionada revolución bolchevique en Rusia, tierra natal del compositor, quien abiertamente se mostro enfático en su oposición a esta misma y hacia la ideología comunista adoptada en el país por casi todo el resto del siglo XX. Todo esto, entonces, en un nivel particular para este individuo, nos puede revelar el por qué de una “necesidad”, si se quiere, de escapar de esta caprichosa realidad en la que se encuentra sumido, y de así buscar cobijo en lugares y tiempos lejanos, donde la forma es siempre ordenada y equilibrada. O en palabras de adorno: El kitsch es el precipitado de formas y floreos devaluados en un mundo de formas remoto a su contexto. (…) el momento social la constituye esencialmente.. pues, al hacer pasar por presentes a los hombres esencias formales pasadas, el kitsch tiene una función social: engañarles sobre su verdadera situación, transfigurar su existencia (…). (Adorno,

2011, p.824)

Reflexión final y actualidad Finalmente, la mayor conclusión a la que podemos llegar es que todo arte es, sin lugar a dudas, un producto social. Pero no hablando de la sociedad humana en abstracto, sino más bien un producto de una sociedad determinada en un determinado momento de su desarrollo histórico. (Carpani, 1962) Esto resulta evidente en los casos ya mencionados, incluso en el neoclasicismo regresivo instaurado por Stravinski, porque ¿no es acaso este “kitsch”, como lo describe adorno, un resultado más- un síntoma más- de las convulsiones propias del contexto histórico en que surgió? Quizá la visión presentada aquí es algo general, pues se han omitido a conciencia otros movimientos artísticos de vanguardia de comienzos del siglo XX como son el modernismo,

el dadaísmo, o el expresionismo, pero esto ha sido con el fin único de focalizar la reflexión a os fenómenos musicales más representativos de la belle époque francesa y os primeros años de la posguerra. Ahora ya solo queda mirarnos a nosotros mismos como individuos y sociedad. Vivimos pasada gran parte del primer cuarto del siglo XXI, insertos de lleno en el modelo capitalista, el libre mercado, y obviamente, la sociedad de consumo. Y es aquí donde la idea original de Satie, la música de mobiliario, ha perdurado como una realidad latente y no parece perder fuerza, sino por el contrario. Hoy en día, la música ha pasado a un segundo plano, siendo esta mera diversión, acompañando al transeúnte en sus recorridos diarios a través del set de audífonos y reproductor de música portátil. Y además, ¿no hay acaso un vestigio lejano del pensamiento formal neoclásico en el ya largo auge de la canción popular con su forma simple y a estas alturas predecible?

Bibliografía Adorno, T. (2011). El Kitsch. En Escritos musicales V (pp.824-828). Madrid: Akal. Jullian, P. (1982). La belle époque. New York: Metropolitan museum of art. Carpani, R. (1962). Arte y revolución en América latina. Buenos Aires: IN Moulian, T. (1999). El consume me consume. Santiago: LOM Ediciones. Morgan, R. (1999). La música del Siglo XX. Madrid: Akal. Brouwer, L. (2007). El artista, el pueblo y el eslabón perdido. En Gajes del oficio (pp.15-24). Santiago: RIL. Stravinski, I. (1935). Crónicas de mi vida. Buenos aires: Sur. Wilde, O. (1999). El retrato de dorian gray. Madrid: Unión editorial. Satie, E. (1999). Cuadernos de un mamifero. Barcelona: Acantilado. Fubini E. (2004). El siglo XX: entre música y filosofía. Valencia: Universidad de Valencia.