Batallas de Venezuela 1810 1824

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EL NACIONAL BATALLAS DE VENEZUELA 1810-1824 Edgar Esteves González

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EL NACIONAL

Batallas de Venezuela 1810-1824 Edgar Esteves González

I n t r o d u c c ió n

ISBN 980-388-074-8 Depósito legal: 1Í54520039001093 Colección Ares Ns 46 Diseño gráfico de colección: Analiesse Ibarra Portada: Joanná Gutiérrez, Intertexto Consultores Arte final: Ediplus producción, C.A. Corrección: José Roberto Duque Fotolito de portada: Orion Impresión: Industria Gráfica Integral * ' Editorial CEC, SA

[email protected] Apartado Postal 209, Caracas 1010-A Venezuela 2004

De acuerdo a lo dispuesto en la Ley sobre Derecho de Autor, la Editorial Los libros de El Nacional se reserva todos los derechos de explotación de esta publicación. No puede ser reproducida ni parcial ni totalmente, ni registrada, ni trasmitida por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por nin­ gún medio sea mecánico, químico, electrónico, magnético u óp­ tico, ni distribuida mediante su alquiler, ni sometida a comercia­ lización o explotación de cualquier otro, tipo, sin un permiso escrito del editor.

Antes de comenzar nuestra relación sobre las batallas de la Gue­ rra de Independencia, consideramos interesante hacer algunos comentarios sobre ciertos aspectos vinculados directam ente a los combatientes de la época. En las ciudades y pueblos im portantes existían pequeños con­ tingentes de soldados que constituían la presencia viva de la auto­ ridad real en la Colonia, resguardando el orden público pocas veces alterado. Cuando algún acontecimiento importante hacía ne­ cesaria una mayor presencia de efectivos, éstos eran seleccionados entre la población apta para desem peñar estas funciones, enten­ diéndose que cesada la emergencia, cada quien volvía a sus queha: ceres rutinarios, ya que no se justificaba un núm ero elevado de milicianos en funciones permanentes. Al estallar el movimiento independentista se hizo necesario au­ m entar el núm ero de efectivos aptos para el combate, pues ahora existían dos fuerzas en pugna. Para el levantamiento de estas tro­ pas regulares los jefes encargados de tal comisión debían valerse de múltiples artimañas y de no pocos esfuerzos, ya que los jóvenes y adultos en condición de servicio eran renuentes a tal quehacer. Obviamente esto implicaba un cambio radical en sus vidas, con una serie de condiciones muy distintas y generalm ente adversas a lo que era su medio de vida común, riesgos que se elevaban des­ proporcionadam ente si tenían que salir de sus ciudades y pueblos a combatir. Para lograr la fijación de las tropas fue necesario en un principio el uso de la fuerza, la recluta obligatoria y forzada. Formados los contingentes y generalizada la guerra en diferen­

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tes puntos de la geografía nacional, los milicianos que salían a combatir fuera de su pequeño territorio eran proclives a abando­ nar las filas en cuanto pudieran; la escasa comida, las condiciones de salubridad e higiene, la poca o ninguna asistencia médica, la falta de preparación y las largas caminatas día tras día, con la p er­ m anente inquietud de p erd er la vida en cualquier recodo del ca­ mino, eran las motivaciones para tal conducta. Como medio de fijar el contingente militar y rom per esta mala práctica, el Congreso tuvo que declarar la pena de m uerte para los desertores. Pero esto aun no bastó, pues la deserción y el abando­ no seguían. Fue necesario el Decreto de G uerra a M uerte para impulsar una reacción favorable hacia la creación de una Patria, y con ello, la formación de una conciencia nacionalista que engen­ drara la defensa del territorio, sacando de las mismas entrañas del pueblo el prim er Ejército de Venezuela. Otras de las prácticas empleadas para m antener las tropas en fila fueron la prom esa y el reparto de botín, el saqueo y el pillaje, los cuales fueron duram ente reprimidos por la generalidad de los jefes republicanos; los realistas no fueron tan severos en im pedir tales prácticas y, po r el contrario, muchos hubo quienes disfruta­ ron lo obtenido po r sus abusos y exacciones, sobre todo los que estuvieron sirviendo con Boves y Morales, quienes em plearon es­ tos medios para m antener a sus seguidores contentos o para com­ prom eterlos más en sus felonías. En lo que respecta al arm am ento de las unidades combatientes, en líneas generales éste no era nada versátil ni cómodo de trans­ portar. La infantería estaba arm ada de fusil con su respectiva bayo­ neta, al igual que los soldados de artillería, m ientras la caballería usaba lánza, preferiblem ente con punta de hierro; la llamada ca­ ballería ligera, las veces que estuvo presente y combatió, llevaba carabina y sable o lanza. Las carabinas eran viejas en su mayor parte y formadas de fusiles recortados. Como los fusiles se iban adquiriendo lentam ente de acuerdo a la capacidad de pago del Gobierno republicano, éstos no eran de los mejores sino de los más fáciles de conseguir, po r lo que existió una peligrosa variedad de marcas y calibres de arm am ento inglés, francés y español, con las dificultades para obtener municiones adecuadas para cada una de ellas. La marca de rifle que más se usó fue la Baker modelo 1802, calibre de 20, el cual tenía siete rayas en

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el anim a y usaba una bayoneta triangular. Los fusiles por el con­ trario no tenían el cañón rayado, y se usaron mucho el francés Charleville y el inglés Queen Anne Musket, aun cuando tal vez el más generalizado fue el modelo 1777 que llegó en forma abundan­ te a las incipientes repúblicas de América. Las arm as de fuego de la época, sobre todo los rifles y fusiles, no podían proporcionar un fuego potente y continuo. En tiempo seco, po r cada diez o doce disparos uno fallaba por inconvenien­ tes del arma; en la lluvia o con tiempo húmedo, aumentaban enor­ m em ente las fallas o simplemente no disparaban. Por otro lado, si la piedra estaba mal cortada no podía golpear bien y no se produ­ cía la chispa que encendía la pólvora. Una piedra de buena cali­ dad no servía sino para unos cuarenta o cincuenta tiros, por lo que resultaba obligatorio para el soldado llevar por lo menos otra de repuesto. El cartucho que se usaba entonces estaba form ado por un en­ voltorio de papel que contenía la carga de pólvora y que reglamen­ tariam ente pesaba unos doce gramos. Sin embargo, la tropa evita­ ba usar esta m edida de carga completa porque el retroceso del arm a era muy fuerte y golpeaba duro en el hombro, en una batalla de varias horas no podrían aguantar este disparar constante, por lo que se acostumbraron a sangrar el cartucho quitándole algo de pólvora, pero al dism inuir la pólvora disminuía también el alcan­ ce y la precisión del tiro con los resultados que se pueden prever. Un tiro sostenido durante un tiempo calentaba el cañón del arm a y la hacía imposible de sostener para poder disparar eficaz­ mente. A los cincuenta o sesenta disparos se obturaba el oído del fusil por los residuos de pólvora, dificultando la introducción de la bala y obligando a “lavar” el arma. El alcance útil de un fúsil era de unos 130 a 150 metros, no más, y como el disparo tendía a levantar el tiro, para dar en el blanco a unos cien metros de distan­ cia había que apuntar unos cincuenta centímetros más abajo, lo que dificultaba la precisión. La efectividad de los disparos era muy difícil de establecer, pero expertos militares de entonces cal­ culaban que en los combates de la época, eran necesarios 150 tiros para poder contar un soldado m uerto en las filas enemigas. Debe tam bién tomarse en cuenta que las tropas se ejercitaban en el propio campo de batalla, ya que en muy contadas ocasiones pudieron practicar la form a de disparar con su arma; no existían

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escuelas ni campos de tiro, ni había tiempo para practicar, ni tam ­ poco existían recursos suficientes para destinar algunos a este pro­ pósito. U na de estas pocas excepciones fue la preparación que tuvieron los soldados republicanos días antes de la segunda batalla de Carabobo, cuando tuvieron oportunidad de practicar al tiro con sus fusiles reglamentarios. El arm a por excelencia de la caballería fue la lanza, la cual m anejada por los llaneros con una habilidad increíble se transfor­ mó en un instrum ento devastador y mortífero tanto para la infan­ tería como para la propia caballería que se le enfrentara en batalla. En los combates de la época la infantería se form aba en líneas de batalla, dependiendo el ancho de las mismas y su profundidad o núm ero de líneas, de la cantidad de efectivos de esta arm a con que se contara. La infantería actuaba con los flancos protegidos po r la caballería, o bien inm ediatam ente atrás o delante de ella, pero siem pre sabiéndose bajo su protección. Un cuerpo de infan­ tería aislado era presa fácil de un escuadrón de caballería. La arti­ llería se trataba de ubicar en alguna altura o sitio prom inente del terreno, aun cuando su utilización en nuestros países fue bastante restringida, o al menos no se la utilizó debidam ente en mayor profusión, tal vez por lo dificultoso de su movilidad en los abrup­ tos terrenos de las serranías. Al comenzar el combate el infante sabía que su riesgo era in­ menso, lo que debía impulsarlo a dar lo m ejor de sí, a tratar de ganar a cualquier costo, pues sus posibilidades de sobrevivir si se perdía la contienda eran bastante precarias; la caballería enemiga se le echaría encima para term inar de acabarlo y salir corriendo implicaba el riesgo de ser perseguido y muerto. Sin embargo, cuan­ do en el fragor de la batalla alguna compañía de infantería o de caballería era desmembrada, en su carrera hacia atrás los que huían solían llevarse por delante los cuerpos que encontraran en su ca­ mino, por lo que regularm ente al presentarse esta situación los cuerpos que estaban detrás se dispersaban, originándose un des­ orden y confusión tales que conducían a la pérdida de la batalla la m ar de las veces. Igual acontecía cuando la fuerza enem iga por superior empezaba a arrollar y ganar terreno en el campo de bata­ lla, o cuando se veía caer un cuerpo de caballería, el pánico se apoderaba de los corazones y los infantes abandonaban arm as y pertrechos y huían a la desbandada.

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Con estos pocos comentarios tratamos de hacer algo más com­ prensibles aquellas batallas de nuestra Guerra de Independencia, donde la generalidad de las veces el núm ero de m uertos en com­ bate no era proporcional a la violencia y duración de los mismos. Esta relación sólo incluye aquellos hechos militares que han podido ser ubicados geográficamente, y que aun a pesar de pare­ cer poco significativos en su momento, fueron im portantes por la relevancia que adquirieron en el teatro general de la guerra. Des­ de el punto de vista táctico, por los cambios de planes y maniobras que debieron realizarse al obtener el adversario el dominio de una zona o porción de territorio, permitiéndole además el apoderarse de arm as y pertrechos escasos en aquel entonces. Desde el punto de vista hum ano, elevaba el ánimo y la m oral de las tropas, obte­ nían merecido descanso, y si de la toma de un poblado se trataba, perm itía a los combatientes pernoctar bajo techo e ingerir comida fresca. Buena parte de los combates por la independencia sucedieron en sitios con nombres regionales, tales como intersecciones de ca­ minos de la época, en hatos, quebradas, o en lugares próximos a puntos conocidos, identificándose dichos combates con estos nom ­ bres. Muchos de ellos no aparecen en mapas ni planos actuales, y algunos ni siquiera en mapas de la época, bien por tratarse de nombres muy locales o bien porque simplemente han desapareci­ do con el tiempo, como es el caso de quebradas o de caminos de poco uso aun entonces. Estos combates no fueron incorporados a esta reseña por no poder ser ubicados y están en proceso de inves­ tigación por parte del autor.

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A ntecedentes: A l z a m ie n t o s , c o n ju r a s

y revueltas

repente sobre las defensas del reducto. Con arm as superiores y manejadas con destreza, los rebeldes fueron vencidos y m uerto el Negro Miguel atravesado por la espada de Diego García de Pare­ des. La sublevación estimuló la resistencia de los indios jiraharas, pobladores de las montañas de Nirgua, por más de cuarenta años y obligó a los españoles a abandonar las minas. En 1556 la ciudad se trasladó al valle del río Barquisimeto, y se denom inó Nueva Segovia de Barquisimeto. 1 7 3 2 . A l z a m ie n t o d e A n d r e s o t e

M o v im ie n to s m ás e c o n ó m ic o s q u e p o l í t i c o s

El zambo Andrés López del Rosario, Andresote, contando con el apoyo de los holandeses y la simpatía de muchos habitantes y comerciantes de la provincia, se levantó en armas en los valles del Yaracuy contra la Compañía Guipuzcoana, en protesta por el mo­ nopolio comercial que ésta imponía.

1 5 5 2 . E l N e g r o M ig u e l

El Negro Miguel se escapó a fines de año de las minas de oro de Buría, cerca de Nirgua, ju n to con otros cincuenta esclavos. Suble­ vados contra los conquistadores, se enfrentaron a Diego H ernán­ dez de Serpa, capataz de la mina, saquearon e incendiaron algu­ nas casas de indios, dieron m uerte a un español y robaron algunas armas. Después huyeron refugiándose en las riberas del río San Pedro, donde los negros e indios de la región lo reconocieron como Rey y a su m ujer Guiom ar como Reina. Aum entadas sus fuerzas, dieciocho días después de su alzamiento atacaron p o r la noche la ciudad de Nueva Segovia, recién fundada p o r Ju a n de Villegas en las cercanías de la mina, la cual a pesar de sufrir algu­ nos saqueos, incendio de varias casas y m uerte de algunos vecinos, se salvó de una ruina completa gracias a la pronta reacción de Diego García de Paredes y de Ju a n de M orón, quienes ya estaban advertidos de la sublevación por H ernández de Serpa. El Gober­ nador Ju a n de Villegas fue alertado de la situación, y desde El Tocuyo envió refuerzos para restaurar el orden y combatir la sedi­ ción, com andados po r Diego de Losada y po r Diego O rtega. Al llegar a Nueva Segovia organizaron la expedición y salieron en busca de los sediciosos. Después de largas y penosas m archas por las laderas del río Buría, a comienzos del año 1555 llegaron un atardecer al lugar donde los negros se habían fortificado, un an­ cón del río de paredes verticales y una sola entrada, y cayeron de

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1 7 4 0 . R e b e l ió n d e S a n F elipe E l F u e r t e

En San Felipe, se produjo una rebelión civil por el nom bra­ m iento de Ignacio Vasasábal como Teniente de Justicia Mayor, encargado del comercio y de los impuestos, siendo éste un conoci­ do agente de la Compañía Guipuzcoana. 1 7 4 4 . A l z a m ie n t o d e E l T o c u y o

Por razones igualmente económicas, la población de sublevó ante las medidas impositivas de la Compañía, las cuales contaban con el apoyo de las autoridades. 1 7 4 9 . M o v im ie n t o d e J u a n F r a n c isc o d e L e ó n

Juan Francisco de León desempeñaba el cargo de Teniente Cabo de G uerra y Juez de Comiso de Panaquire, en Barlovento, pobla­ ción de la cual era uno de sus fundadores. Por manejos de la Compañía Guipuzcoana, que requería esos cargos para sus agen­ tes, el G obernador Luis de Castellanos destituyó a León y nom bró Teniente de Justicia Mayor a Martín de Echeverría para sustituir­ lo. La población se opuso a este nom bram iento, y a la cabeza de unos 800 hombres de Panaquire, Caucagua, Guatire y Guarenas, m archó León hacia Caracas. Desde Chacao escribió el 19 de abril al Gobernador, y expuso que el fin de su expedición era la des­ trucción de la Compañía y la expulsión del país de los guipuzcoa-

nos, abriendo el comercio a todos. El Cabildo designó una delega­ ción que fue a entrevistarse con León, quien entró en Caracas con toda su tropa ante la petición del Gobernador. El 22 de abril se reunió un Cabildo abierto, el cual ratificó los perjuicios que cau­ saba la Com pañía contra la Provincia; el G obernador Castellanos simuló ceder ante la presión, y ambas partes convinieron que Juan Alvarez de Avila saldría para España a solicitarle al Rey la ratifica­ ción de las medidas propuestas. Ante esto, León disolvió sus tro­ pas y regresó a Panaquire. En agosto del mismo año, al saber que el Gobernador se había trasladado a La Guaira y no se había hecho efectiva la expulsión, Ju an Francisco de León volvió ante Castella­ nos, esta vez con un ejército de 4.000 hom bres. El G obernador reiteró la expulsión de la C om pañía y suscribieron u n acuerdo; sin embargo, después que León regresó nuevam ente a Panaqui­ re, escribió al Rey describiendo el movim iento como una in­ surrección. La Real Audiencia de Santo Domingo envió como Comisionado al Dr. Francisco Galindo Quiñones para aquietar los ánimos. Se abrió un juicio contra la Com pañía donde se presentaron abun­ dantes informes de sus asuntos, y estando abierto el proceso, llegó a Venezuela en calidad de Comisionado Real, con plenos poderes, Julián de Arriaga y Rivero, quien concedió un indulto general que trajo la paz m ientras se esperaba la decisión final de la C oro­ na. En 1751 llegó el nuevo Gobernador, don Felipe Ricardos, quien traía instrucciones de restablecer la Com pañía y castigar a los res­ ponsables. Nuevam ente Ju a n Francisco de León se sublevó, apo­ yado por las provincias de Barlovento y Aragua, pero sucumbie­ ron ante las tropas de milicias veteranas y el escuadrón de caballe­ ría que movió Ricardos en su contra. Las cárceles se llenaron de presos y los principales cabecillas del movimiento fueron fusila­ dos; León logró huir y perm anecer escondido en las montañas. El 5 de febrero de 1752, su cabeza fue puesta a precio, sus bienes fueron confiscados, y su casa arrasada y sem brada de sal. Ju an Francisco de León y su hijo se entregaron poco después a las autoridades; enviados a España fueron condenados a servir en el Africa, donde obtuvieron el perdón real. León m urió al regresar a España, y su hijo Nicolás volvió a Venezuela donde logró recupe­ ra r los bienes de su padre.

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1 7 8 1 . S u b l e v a c ió n d e L o s C o m u n e r o s d e M ér id a

Este movimiento popular lo inició la gente hum ilde de las villas del Socorro y de San Gil, en el Nuevo Reino de Granada, para eliminar o dism inuir los impuestos que gravaban sus productos regionales. Se extendió a los pueblos de Los Andes, a cuya causa se sum aron Lobatera, San Cristóbal, La Grita y Mérida. El jefe su­ prem o del movimiento en Venezuela fue Juan José García, adm i­ nistrador de la Renta de Tabaco en La Grita. Con unos 1.500 insurgentes avanzaron sobre Trujillo, donde tenían muchos sim­ patizantes, pero la actuación del Dr. Antonio Nicolás Briceño los detuvo en el Paso del Portachuelo, tratando de parlam entar con ellos durante varios días. Teniendo al frente 200 hombres al m an­ do de Vicente Cardona, y habiendo recibido noticias que se aproxi­ maba un contingente de 100 hombres de línea bien equipados y armados, enviados de refuerzo desde Maracaibo, se vieron obliga­ dos a retirarse a Mérida donde se fortificaron, desafiando el poder colonial. El Capitán General de Venezuela envió otro contingente de refuerzo de 300 hombres, al m ando del Teniente Coronel Juan José de Salas, con órdenes de atacarlos; al aproxim arse Salas a Mérida al frente de todas las tropas reunidas, los amotinados, que carecían de buen arm am ento, se desbandaron y huyeron disper­ sos hacia la serranía.

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P r im e r o s

m o v i m i e n t o s d e l ib e r t a d

1 7 9 5 . A l z a m ie n t o d e J o s é L e o n a r d o C h i r i n o

Hijo de india y negro, este zambo trabajaba en la hacienda de don José Tellería en Curim agua, serranía de Coro. En una oca­ sión, 0 tal vez en más, Chirino acom pañó a su patrón a la isla de Santo Domingo, donde conoció de la insurrección que propulsa­ ban los negros esclavos haitianos, inspirada en las ideas de liber­ tad e igualdad de la Revolución Francesa. En Coro coexistían al lado de los negros esclavos, un num eroso grupo de negros libres escapados de Curazao, que adquirían su libertad al pisar tierra coriana; vivían en la parte sur de la ciudad y constituían la colonia de los loangos o minas, más tarde llamada Barrio de Guinea. A este factor social se adiciona la creencia en la prom ulgación del llamado Código Negro, real cédula dictada po r el Rey que conce­ día la libertad a los esclavos, y que el Cabildo no quería ejecutar en connivencia con los dueños de estos. Tal creencia fue alentada por el negro José Caridad González, de alguna cultura y con gran ascendencia en los grupos africanos, quien decía haberla visto. Igualm ente, el cobro de tributos realizado po r el recaudador de los reales derechos, Ju an Manuel Iturbide, quien cobraba impues­ tos y confiscaba bienes en form a compulsiva y apelando a toda clase de vejaciones y castigos, enardeció a la gente hum ilde y en­ cendió el detonante de la revuelta. José Leonardo Chirino organi­ zó la insurrección al estar preparados los ánimos po r tan diversas causas. El 10 de mayo de 1795 se inició la revuelta en la hacienda Macanilla, cerca de Curimagua, donde se proclam aron en armas; de

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aquí pasaron los insurrectos a la hacienda El Socorro, y ya embria­ gados, cometieron algunos excesos. Tom aron las haciendas veci­ nas, suprim ieron la esclavitud y eliminaron los impuestos de alca­ bala y los privilegios de los blancos esclavistas. El día 12 de mayo atacaron la ciudad de Coro cerca de 350 hombres, arm ados de machetes y cuchillos y una que otra arm a de fuego, encabezados por Ju an Cristóbal Acosta y José Diego Ortiz. Chirino quedó atrás form ando otro grupo. Los vecinos de Coro habían organizado la defensa, y contaban con ciento cuarenta personas con arm as de fuego y m ejor apertrechados, al m ando del Teniente de Justicia Mayor don M ariano Ramírez Valderraín. Al iniciarse el combate los alzados fueron vencidos fácilmente, la matanza de los negros esclavos fue de consideración y la mayoría de ellos fueron m uer­ tos. Chirino logró huir y perm aneció tres meses escondido en las montañas; delatado, fue hecho prisionero y llevado ante la Real Audiencia de Caracas, donde lo condenaron a m uerte. El día 10 de diciembre de 1796, José Leonardo Chirino m urió ahorcado, su cabeza fue colocada en jaula a la salida del camino hacia los valles de Aragua, y su esposa y sus tres hijos fueron vendidos como esclavos por separado. 1 7 9 7 . T en t a t iv a d e M a n u e l G ual y J o sé M a r ía E spa ñ a

El día 13 de julio de 1797, las autoridades de Caracas presidi­ das por Pedro Carbonell, Gobernador y Capitán General, aborta­ ron el primer intento independentista en Venezuela. El movimiento, liderado por el Capitán retirado Manuel Gual y por el Teniente de Justicia Mayor de Macuto, José María España, fue de orientación republicana y popular y tuvo la intención de d eponer las autori­ dades de la Capitanía General de Venezuela y form ar un Estado independiente. Manuel Gual nació en La Guaira en 1759. Poseía una form a­ ción castrense y una amplia cultura que incluía el dominio del inglés y del francés. Fue el autor del diseño de la prim era bandera patria y de la estrategia militar del movimiento abortado. A su retiro como Capitán del Batallón Veteranos de Caracas, se residen­ ció en su hacienda de Santa Lucía, en los Valles del Tuy,* desde donde viajaba frecuentem ente a Caracas y La Guaira. José María España nació igualmente en La Guaira el 28 de febrero de 1761; fue trasladado desde niño a Francia, donde estudió educación

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prim aria y se form ó en la carrera militar, incorporándose a la milicia cuando regresó a Venezuela. A prendió inglés y francés, y tenía una de las bibliotecas más nutridas del país con obras en varios idiomas. Al m orir su padre, se encargó de la hacienda fami­ liar en las cercanías de Naiguatá, y se casó con Josefa Joaquina Sánchez, una heroína de esta gesta independentista. Gual y España sostenían desde 1794 reuniones periódicas con personalidades de la zona para discutir sobre temas revoluciona­ rios. La idea de ambos era instaurar un gobierno independiente de España, según el modelo francés, y establecer cambios sustan­ ciales de carácter económico y social. En lo político, seguía los principios de la Declaración de los Derechos del H om bre y el Ciudadano, contem plaba la proclamación de la independencia y la instauración de un sistema republicano, federal y democrático. En el aspecto social se pronunciaba por la igualdad de todos los ciudadanos, po r lo que abolía la esclavitud. Y en los objetivos eco­ nómicos, perseguían la libertad de comercio y la eliminación de buena parte de los impuestos, aspectos que chocaban con el m ono­ polio ejercido por la Com pañía Guipuzcoana. El plan operativo que concibieron detallaba las estrategias para trasladar la revolu­ ción a todas las provincias, con lo cual se expandía la rebelión a todos los rincones a un mismo tiempo. Este intento de deponer las autoridades locales y form ar un Estado independiente, tuvo sus vinculaciones con el movimiento ideológico promovido por Ju an Bautista Picornell en la capital de España. El 3 de febrero de 1796, día de San Blas, debía estallar en M adrid una revuelta destinada a destronar al Rey de España, por inspiración de la Revolución Francesa. Indignados por los des­ aciertos del gobierno y anim ados po r las ideas progresistas de los revolucionarios franceses, un grupo de hom bres de letras capita­ neados po r Picornell, entre los que se encontraban los maestros José Laz, José Sebastián Andrés y M anuel Cortés Campomanes, ju n to con B ernardo G arasa,Juan de Manzanares, Joaquín Villalba y Ju a n Pons Izquierdo, intentaron sustituir el régim en absolu­ tista y monárquico del Rey Carlos IV, cuyo desem peño era erráti­ co, débil y vacilante. Con este fin fue planificada la conjura que debía estallar el día de San Blas, para la cual Picornell había escri­ to un manifiesto de doce capítulos como director material y espiri­ tual de la conspiración. El plan fue descubierto p o r el gobierno

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real y todos los conjurados fueron apresados la víspera de la revo­ lución, excepto Garasa, quien pudo huir a Francia. Picornell, Cor­ tés, Andrés y Laz, fueron condenados a m uerte por el delito de alta traición. Gracias a que intercedió por ellos m onsieur Perignon, em bajador francés en M adrid, la pena fue conm utada por la de cadena perpetua en las bóvedas de Puerto Cabello, Panamá y Cartagena. El enfrentam iento de España y Francia contra Inglaterra difi­ cultaba la navegación con las colonias, así que los presos fueron remitidos al puerto de La Guaira en partidas individuales. Aquí fueron encerrados en las mazmorras mientras se les daba el desti­ no final. Picornell llegó a Venezuela el 3 de diciembre de 1796, y sus com pañeros arribaron entre febrero y mayo de 1797. Presos en La Guaira, lograron comunicarse con Gual y España, y de esas conversaciones surgió el apoyo intelectual a la conjura. Picornell le dio forma a gran parte del sustento documental de la insurrec­ ción, expresado en las llamadas “Ordenanzas”, que fue el conjun­ to de norm as e instrucciones que debían seguirse para im plantar un régim en de libertad, de acuerdo a los objetivos que se busca­ ban. Entre los conspiradores surgió la idea de exportar la revolu­ ción. Si los rebeldes de San Blas lograban fugarse de La Guaira, exiliados en las Antillas podrían apoyar más eficazmente el movi­ miento. La noche del 4 de junio de 1797, valiéndose de su cargo, José María España facilitó la huida dejPicornell, Cortés y Andrés; este último fue apresado en Caracas un mes más tarde, pero los dos prim eros continuaron su lucha revolucionaria desde las islas del Caribe. Las autoridades de la Capitanía General no sospecharon que la fuga tuviera algo que ver con una rebelión en su contra, por lo cual el movimiento siguió su curso. En los siguientes treinta y ocho días m antuvieron los revolucionarios constantes reuniones, m anteniendo en secreto que un día de enero de 1798 habría un gran cambio en el país. El éxito de tantos desvelos se frustró por la indiscreción de tres jóvenes pardos de La Guaira comprometidos con el plan: Ju a n José Chirinos, Francisco Javier León y Juan Antonio Ponte, quienes resolvieron consultar con el clérigo y ca­ pitán Domingo Antonio Lander para conocer su opinión; en la conversación revelaron el nom bre de don M anuel Montesinos y Rico, comerciante y miembro a,ctivo del movimiento. Lander co­

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municó el secreto a d o n ju á n Vicente Echeverría, cura párroco de Catedral, y entre ambos dieron aviso de lo que sabían a las autori­ dades civiles. El 12 de julio de 1797 la novedad era conocida por el G obernador y Capitán General, Pedro Carbonell. Montesinos fue apresado ju n to con otros sospechosos al día siguiente, siendo develada la conspiración; varias personas resultaron implicadas en las prim eras averiguaciones de la Audiencia de Caracas. Sin embargo, los porm enores de la revolución se conocieron cuando el gobierno ofreció perdón y olvido a los conjurados que confesa­ ran su participación, o delatasen a otros. Para evitar ser delatados y p e rd e r la oportunidad del indulto, muchos confesaron, resul­ tando ochenta y nueve procesados entre los cuales figuraban dos monjes franciscanos. Gual y España perm anecieron ocultos en el litoral varios días, hasta que desde Camurí Chico se embarcaron hada Curazao, adon­ de llegaron el 21 de julio. Persistiendo en sus planes revoluciona­ rios, com enzaron una travesía po r las islas caribeñas en busca de apoyo y recursos para seguir adelante. Año y m edio después de descubierto el plan revolucionario, Gual y España se encontraban en la isla de Trinidad bajo la protección del gobernador inglés Thom as Picton. España decidió volver a Venezuela en enero de 1799, para reunirse con su familia y preparar un levantamiento de negros esclavos y libertos; desembarcó en Barcelona y luego conti­ nuó hasta La Guaira, donde, desde un escondite en su casa, envió mensajes al pueblo del litoral para que estuviera alerta y se prepa­ rara para dar el golpe. El 6 de abril de 1799, asumió M anuel Guevara Vasconcelos el cargo de G obernador y Capitán G eneral de Venezuela, teniendo plenos poderes para liquidar cualquier vestigio de conspiración en el país. U n día, José María España le encom endó a Rafael, su capataz en la hacienda de Naiguatá, que reuniera a los trabajado­ res de las haciendas vecinas para articular la revuelta. En un acto de cobardía y deslealtad, Rafael lo delató ante las autoridades, y al día siguiente, 30 de abril de 1799, España fue detenido y enjuicia­ do. A los seis días se le dictó sentencia: ser arrastrado a la cola de una bestia, ahorcado en la Plaza Mayor, y una vez m uerto, decapi­ tado y descuartizado. La sentencia fue ejecutada el 8 de mayo, su cabeza fue exhibida en una jaula de hierro en La G uaira, y su

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cuerpo mutilado fue distribuido en varios lugares de Caracas y el litoral. Después de dos años de exilio en Trinidad, en los cuales Ma­ nuel Gual se había dedicado a propagar las ideas revolucionarias, el G obernador inglés Picton le retiró su apoyo. Gual era vigilado de cerca por funcionarios de la Corona y padecía una severa en7 ferm edad intestinal, pero no desmayó en la lucha por sus ideales, insistía en prom over la independencia de Venezuela y m antenía contacto con Francisco de M iranda, quien estaba en Europa. A mediados de 1800 viajó Gual a Saint Thom as en busca de arm as y voluntarios, pero resultó un rotundo fracaso la misión y regresó a Trinidad. Un espía español de apellido Valecillos, quien se había ganado su confianza, lo envenenó el 25 de octubre de 1800. El cuerpo de M anuel Gual fue sepultado en una fosa cbmún en el cementerio local de San José de O ruña, en Trinidad. 1 7 9 9 . C o n s p ir a c ió n d e F r a n c is c o J a v ie r P ir e la

El día 15 de mayo de 1799 se descubrió en Maracaibo una cons­ piración cuyo jefe era Francisco Javier Pirela, Subteniente de Mi­ licias de Pardos, quien pretendió sublevar la ciudad y proclam ar la República, en combinación con la tripulación de un buque sur­ to en el puerto form ada por negros y mulatos, al m ando del capi­ tán francés Agustín Bosset, el cual aparentem ente tenía varios bu­ ques y se dedicaba a la piratería. Para distraer a las autoridades españolas, el plan contemplaba comenzar el movimiento incen­ diando una casa en los barrios bajos de la ciudad, pero tres horas antes de ponerse este plan en ejecución, un cabo de apellido Ochoa lo denunció. Los conspiradores fueron rápidam ente apresados; Bosset, capitán de la goleta Patrulla, y siete tripulantes más, fueron juzgados y condenados a presidio; Francisco Javier Pirela fue con­ denado a m uerte de inmediato. 1 8 0 6 . I n v a s ió n d e F r a n c is c o d e M ir a n d a

Al salir de Francia en 1801, Francisco de M iranda estableció su residencia en Londres, donde se dedicó a tratar de interesar al gobierno inglés en su empresa independentista. El Prim er Minis­ tro inglés era Mr. William Pitt, a quien participó sus planes en busca de apoyo político, y Mr. Rufus King era el Em bajador de Estados Unidos en Londres. Habiendo conocido personalmente a

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M iranda, King informó a su gobierno de la ém presa que se inten­ taba realizar. Inglaterra estaba muy interesada en el libre comercio con la América Hispana, actividad que España siem pre le negó, así que estaba segura que podía lograr tal propósito si en esas regiones se instalaban gobiernos independientes; por ello, m ani­ festaba disposición a im pulsar la revolución en Hispanoam érica, pero en la m edida en que se fortalecieran las relaciones políticas entre Francia y España, sus enemigos; si po r el contrario esas relaciones se distanciaban, entonces no podría inmiscuirse direc­ tam ente. En lo inmediato, los proyectos de M iranda en contra de los intereses de España no podían ser apoyados abiertam ente por Inglaterra. Tal situación obligó a M iranda a viajar a los Estados Unidos, embarcándose en el buque Polly el 2 de septiembre de 1805. Llegó a Nueva York el 9 de noviembre y de inmediato comenzó a organi­ zar una expedición militar para el logro de sus objetivos. Thom as Jeíferson ejercía la Presidencia de Estados Unidos y jam es Madison era el Secretario de Estado; a través de los contactos realizados por Mr. King con anterioridad, M iranda logró conversar perso­ nalm ente con ambos funcionarios en varias oportunidades, bus­ cando igualmente apoyo a su em presa libertaria. Estados Unidos trataba en ese entonces de negociar con España la posesión de Las Floridas, las cuales consideraba estratégicas para su desarrollo in­ tegral, por lo cual le resultaba contrario a sus intereses cualquier conducta que pudiese entorpecer las negociaciones. Pero igual­ mente, le preocupaba que Inglaterra pudiese tom ar posesión de alguna parte de América y oía con interés la propuesta de M iran­ da, estando convencida de que tras suyo había intereses y apoyo británicos. El Secretario Madison expuso que el Gobierno no de­ bía involucrarse directam ente, eran los particulares quienes po­ dían ejecutar lo que las leyes no prohibieran. Era, en fin, un asen­ timiento y tolerancia sin compromiso. M iranda había logrado en Londres el apoyo económico de Nicholas Vansittart, y en Estados Unidos logró que Daniel Ludlow, el Coronel William S. Smith y Samuel S. O gden, financiaran la expedición. Este último era naviero y puso a la orden de M iranda el buque Leander para ir al puerto de Jacquem el, en la isla de Santo Domingo. A bordo llevaron barriles de pólvora, 18 cañones de distintos calibres, 500 fusiles, picas de combate, lanzas, espa­

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das, abundantes municiones e incluso una imprenta; el buque fue acondicionado para tal equipamiento y se le hicieron trabajos para enfrentar combates navales. El 2 de febrero de 1806 zarpó el Lean­ der del puerto de Nueva York con 200 hombres a bordo. El Em bajador de España en Washington, don Carlos María Martínez, Marqués de Casa Irujo, fue informado por el Senador Jonathan Dayton de la expedición de Miranda, transmitiendo a España la información el 31 de diciembre de 1805. Cuando Casa Irujo se enteró de que la expedición ya había zarpado, contrató la goleta Bachus, de rápida navegación, para informar urgentemente la novedad al Capitán General Manuel Guevara Vasconcelos, Go­ bernador de la Provincia de Venezuela. Por su gran velocidad, la Bachus llegó a La Guaira el 28 de febrero de 1806, y de inmediato el Gobernador estableció en las costas un sistema continuo de vigiláncia, especialmente en Coro, Puerto Cabello, Ocumare y Choroní. En la misma goleta Bachus envió a Santo Domingo al señor José Covachich para averiguar los planes y la actividad de Miranda. El Leander llegó a Jacquemel, o Jacmel, en Haití, el 18 de febre­ ro de 1806 y tenía que usar una bandera para poder entrar a puerto, po r lo que fue izada por prim era vez la bandera tricolor diseñada por Miranda; éste comentó que no tenía derecho a usar la b andera norteam ericana, por eso izó a bordo la tricolor, pero que no volvería a usarla hasta poder desplegarla victoriosa en su tierra. En algo más de un mes que pasaron en la isla, M iranda negoció la utilización de dos goletas de bandera norteamericana que se encontraban en puerto, la Bachus (Baco) y la Bee (abeja), mientras en la tripulación creció la inquietud, se dieron actos de insubordinación y de indisciplina, y surgió el distanciamiento en­ tre miembros de la oficialidad. El 28 de marzo zarparon las tres naves de Jacquem el y anclaron en Aruba el día 11 de abril, donde M iranda aprovechó para entrenar a los hombres. El 23 de abril llegaron a Bonaire y zarparon para Ocumare al día siguiente: ade­ lante la goleta Bee, con su capitán H uddle y 25 hom bres de caba­ llería; luego la goleta Bachus, con su capitán Sullivan y 35 hombres de rifles y artillería, y finalmente el Leander, con su capitán T ho­ mas Lewis. A las cinco de la tarde del 27 de abril estaban a seis millas de Ocum are, cuando notaron la presencia de dos buques españoles, el Argos y el Celoso, que les cerraban el paso. Miranda tenía previsto desembarcar el día 28 en la madrugada,

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por lo que al am anecer ordenó atacar y a las ocho de la m añana se inició el fuego. El Leander comenzó a cañonear los buques enem i­ gos a las once y, para evitar ese fuego, los españoles se alejaron de él y se enfrentaron a las goletas, protegidos por el fuego de la fortaleza de tierra. Ambas goletas fueron apresadas, el capitán H uddle m urió en la acción y los españoles tom aron 57 prisione­ ros. Ante lo inútil de cualquier esfuerzo, M iranda debió retirarse hacia Bonaire. Ya nada podía hacerse. El factor sorpresa no exis­ tió y éste es indispensable en cualquier ataque; cuando M iranda llegó a las costas de Ocumare, el sorprendido fue él al darse cuen­ ta de que lo estaban esperando. El Gobernador Guevara Vasconce­ los estaba preparado y desde el mes de marzo esperaba la expedi­ ción; ju n to con el informe que le envió José Covachich desde San­ to Domingo, dándole cuenta de todos los porm enores de la expe­ dición, recibió un último despacho desde Aruba fechado el 16 de abril, inform ándole otros detalles adicionales. M iranda pasó a Barbados, donde obtuvo apoyo del Almirante Thom as Alexander Cochrane. El 21 de junio partió rum bo a Tri­ nidad, siendo recibido por el Brigadier General Hislop, Goberna­ dor de la isla, quien concretó la ayuda. El 25 de julio zarpó con 400 hombres y un cuerpo de oficiales en el Leander y en los buques Attentive, Bulldog, Express, Lily, Provost, 2 cañoneras y 2 m ercantes desarmados. Llegó a La Vela de Coro el día 2 de agosto de 1806, y después de dispersar con sólo dos descargas de cañón las tropas del Rey situadas en la playa, desembarcó el día 3 y tomó el fortín San Pedro, donde izó por prim era vez en tierra venezolana el pabellón tricolor. El comandante de las fuerzas españolas, Juan de Salas, había abandonado la ciudad al comprobar la magnitud de la flotilla. Coro fue ocupada por M iranda la m adrugada del día 4 de agosto, y de inmediato ordenó desplegar su bandera en el asta de la torre de la iglesia parroquial. Mientras duró la ocupación no hubo acción militar alguna, sólo se fijó en diversos sitios de la ciudad un Edicto Proclama que M iranda había impreso a bordo del Leander. Se enviaron emisarios a las poblaciones vecinas y correspondencias a diversas personali­ dades, y se buscó el apoyo de la población para avanzar tierra adentro con la expedición, pero no encontró el Precursor recepti­ vidad a sus ideas libertarias, los habitantes eran apáticos ante la idea de independencia. M iranda expresó haberse equivocado res­

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pecto a Coro, al recorrerla experim entó desasosiego e inquietud, tenía un clima seco y caluroso, terreno arenoso y escasez de agua, y situada a dos leguas de un puerto que no ofrecía seguridad algu­ na; la ciudad no podía fortificarse y era difícil defenderla, ya que estaba abierta y no poseía cerros ni alturas. Ante esta situación, decidió cambiar de planes para no perder la oportunidad que tenía y se trasladó a Aruba el 13 de agosto, fuera de la jurisdicción española pero cerca de las costas venezolanas. Pidió ayuda al Almi­ rante Cochrane para invadir por m ar a Puerto Cabello, pero los tiempos habían cambiado y el gobierno inglés ya no podía seguir ayudándolo en la misma forma, no podía darle fuerzas navales ni terrestres bajo su mando, sólo ofreció seguridad y protección para evitar que pudiera ser atacado por fuerzas enemigas. Ese fue el final de la expedición. Francisco de M iranda regresó a Londres el prim ero de enero de 1808, procedente de Barbados, para continuar el trabajo por la libertad de su patria.

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L o s SUCESOS PREVIOS

INSTALACION DEL PRIMER CONGRESO

Después de los sucesos del 19 de abril de 1810, fueron destitui­ das las autoridades coloniales encabezadas por el Capitán Gene­ ral, Vicente de Em paran y Orbe, quien se había encargado del gobierno de la Provincia el 17 de mayo de 1809. Em paran fue expulsado del país ju n to con el Intendente Vicente Basadre, los oidores de la Audiencia y otros altos funcionarios, el día 21. El Cabildo de Caracas asumió el control político y se constituyó en J u n ta Suprem a de Caracas con veintitrés miembros, en principio para gobernar al país en nom bre del Rey Fernando V II, tom ando el 23 de noviembre de 1810 el nombre de ‘Ju n ta Suprema Conser­ vadora dé los Derechos de Fernando V II”, pero en sí misma ya tenía francas intenciones separatistas. Esta Ju n ta ejecutó muchas actuaciones nacionales e internacionales; entre otras, se destacan la eliminación del derecho de alcabala sobre los comestibles, la prohibición de introducir más esclavos en Venezuela, la libertad de transitar sin pasaporte, y muy im portante, la misión que envió a Londres con el fin de obtener el apoyo británico a la lucha que se avecinaba contra España, integrada por Andrés Bello, Luis Isido­ ro López M éndez y el entonces Capitán Simón Bolívar, a quien se le dio el grado de Coronel para su cumplimiento. Esta misión no logró los propósitos previstos y sólo regresó Bolívar a Venezuela. Bello y López Méndez se quedaron en Londres. También destacan la misión que se envió a Estados Unidos, integrada p o r Ju a n Vi­

cente Bolívar, Telésforo de Orea y José Rafael Revenga, la que fue bien recibida por este Gobierno, que después nom bró un agente comercial en La Guaira. Misiones iguales se enviaron a las Antillas y a la Nueva Granada. La Ju n ta Suprem a convocó el 11 de junio de 1810 a elecciones generales para elegir los representantes a un Congreso, que fue el prim ero que tuvo Venezuela y en el cual la Ju n ta delegó su poder al constituirse éste. Su instalación se efectuó el 2 de marzo de 1811 en la casa del Conde de San Javier, en la esquina de su mismo nom bre actual en Caracas, siendo su prim er presidente el aboga­ do Felipe Fermín Paúl. Las elecciones se realizaron entre octubre y noviembre de 1810, ya que los votantes vivían dispersos y distan­ tes entre sí, y las vías de comunicación eran muy lentas. En este prim er Congreso estuvieron representadas las siete pro­ vincias que m arcaron la pauta revolucionaria en Venezuela: Cara­ cas, Barinas, Barcelona, Cumaná, Margarita, M érida y Trujillo. No participaron las provincias de Coro, Maracaibo y Guayana, debido a la diferencia de criterios que existía sobre la autonom ía de los Cabildos, y porque habían reconocido como único Consejo de Regencia el existente en España. Estaban convocados 44 repre­ sentantes elegidos, pero sólo asistieron 30 a la prim era sesión, 8 de los cuales pertenecían al Clero. Entre los diputados figuraban los hombres más notables de aquel tiempo, entre los que destacan Cristóbal Mendoza, M artín Tovar Ponte, Antonio Nicolás Briceño, Francisco Javier Ustáriz, Felipe Fermín Paúl, Francisco Javier Yánez, Ju an Germán Roscio, Sebastián Francisco de M iranda, Francisco y Fernando Rodríguez del Toro, Isidoro Antonio López Méndez, Gabriel Ponte, Lino de Clemente, José de Sata y Bussy, y los eclesiásticos Luis Ignacio Mendoza, José Vicente de U nda y Manuel Vicente de Maya. En el desarrollo de sus sesiones, el Con­ greso se m udaría a la capilla del Templo de San Francisco, donde se ventilarán los eventos que marcan la pauta independentista el 5 de julio. El Congreso tuvo sesiones en Caracas desde su instala­ ción el 2 de marzo, hasta el mes de diciembre de 1811; en enero de 1812 se trasladaría a Valencia, donde sesionaría hasta la llegada de Monteverde a esta ciudad. Al instalarse el Congreso, la Ju n ta Suprem a renunció en él los poderes que tenía y, para sustituirla, el Congreso nom bró el pri­ m er Poder Ejecutivo venezolano, un triunvirato compuesto por

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Cristóbal Mendoza, Ju a n de Escalona y Baltazar Padrón, los cua­ les se turnaban m ensualmente la presidencia para rotarla. El 14 de agosto de 1810 la Ju n ta Suprem a decretó la formación de una Sociedad Patriótica de Agricultura y Economía, destinada al fom ento de la agricultura y de la industria, encargando de su formación a Ju a n Germán Roscio y Francisco Javier Ustáriz, pero la Sociedad se transform a en un instrum ento de acción política y revolucionaria al incorporarse a ella Simón Bolívar y Francisco de M iranda. La Sociedad Patriótica hacía popular la idea de inde­ pendencia y ejercía presión sobre el Congreso para que la declara­ ra, por medio de publicaciones en la prensa recién instalada en el país: la Gaceta de Caracas, El Publicista Venezolano, El Semanario, El Mercurio, y en el órgano de la Sociedad Patriótica, El Patriota Vene­ zolano, así como a través de discursos y reuniones populares. En las reuniones del Congreso, los diputados m antenían una actitud m oderada y deliberaban sobre la situación general del país, pero no se ponían de acuerdo sobre la form a de gobierno que debía establecerse, por lo que el tem a de la independencia iba siendo relegado porque consideraban que el pueblo no estaba pre­ parado para ella. Esto exasperó a los integrantes de la Sociedad Patriótica, quienes venían haciendo propaganda entre el pueblo a favor de la declaración de la independencia. La noche del 2 de julio de 1811, en una vieja casa de la esquina de Sociedad, el joven Simón Bolívar, para entonces con 28 años, tomó la palabra en la Sociedad Patriótica y pronunció un duro discurso en el cual dijo: “Vengo a desvirtuar erróneas ideas que he oído expresar aquí en otras sesiones, sobre nuestras atribuciones como cuerpo colegiado, y vengo a form ular una proposición con carácter de urgencia. No es que hay dos Congresos, no es que fomentemos el cisma; ¿cómo fom entaríán el cisma quienes cono­ cen más la necesidad de la unión? Lo que querem os es que esa unión sea efectiva para anim arnos en la em presa de nuestra liber­ tad. ¡Unirnos para reposar, para dorm ir en los brazos de la Patria, ayer fue una mengua, hoy es una traición! Se discute en el Congre­ so lo que debiera estar decidido. ¿Y qué dicen? Que debemos comenzar por una confederación, como si todos no estuviéramos confederados contra la tiranía extranjera. Que debemos atender a los resultados de la política de España. Qué nos im porta que Es­ paña venda a Bonaparte sus esclavos o que los conserve, si estamos

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resueltos a ser libres. Esas dudas son tristes efectos de las antiguas cadenas. Que los grandes proyectos deben prepararse con calma. ¿Acaso 300 años de calma no bastan? La Sociedad Patriótica respe­ ta como debe al Congreso de la Nación, pero el Congreso debe oír a la Sociedad Patriótica, centro de luces y de todos los intereses revolucionarios. ¡Pongamos sin temor la piedra fundam ental de la independencia suramericana, vacilar es perdernos!”. Bolívar plan­ teó finalmente: “Propongo que una comisión del seno de este Cuer­ po lleve m añana al Soberano Congreso estos sentimientos”. Estas palabras causaron honda repercusión tanto en la audien­ cia como en el pueblo, ya que era de todos conocidas las dudas y fluctuaciones de los miembros del Congreso para hacer la declara­ toria formal de independencia, y esta proposición forzaba un pro­ nunciamiento porque ponía al Congreso entre votar favorablemente el punto, o manifestarse en abierta contradicción con la Sociedad Patriótica. D e c l a r a c ió n d e I n d e p e n d e n c ia

El 3 de julio el Congreso comenzó a debatir acaloradam ente la propuesta de Independencia, ante el planteamiento formulado por el diputado José Luis Cabrera, quien expresó que si de hecho todos los pueblos eran independientes desde el 19 de abril, era entonces necesario discutir si era o no conveniente la declaración. El 5 de julio fue el día decisivo. La sesión en la capilla del Templo de San Francisco se inició con unas palabras del Presidente del Congreso, Don Ju a n Antonio Rodríguez Dom ínguez, quien anunció: “Señores diputados, estamos aquí reunidos para tratar un asunto de suma importancia para el futuro de esta tierra, ha llegado el m omento de discutir sobre la independencia de Vene­ zuela”. De inmediato se pronunció por la declaratoria de inde­ pendencia para destruir de una vez la ambigüedad en que se vivía. Fernando Toro respondió que “está quemándose nuestra casa y disputamos sobre el modo y el tiempo de apagar el fuego”. Tras largas horas de debates, la multitud se aglomeraba en los alrededores agitándo el ambiente, aupada por los revolucionarios de la Ju n ta Patriótica. Avanzada la tarde faltaban cinco represen­ tantes que se habían ausentado: Francisco Javier Ustáriz y López Méndez, ambos de Guasdualito; Rivas Tovar, de Caracas; M endo­

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za, de Barinas y Q uintana, de Achaguas, lo que aum entó la p re­ sión popular; más tarde se incorporaron y la expectativa se hizo patente. Los diputados van a votación, y en aquel am biente de intranquilidad, Rodríguez Domínguez anuncia los resultados: con la sola excepción del Padre Manuel Vicente de Maya, de La Grita, quien alegó no estar autorizado por sus electores para votar a fa­ vor, se declaraba la independencia absoluta de Venezuela del rei­ no español. El Acta de la sesión term ina así: “El señor Presidente creyendo suficientemente discutida la m ateria llamó la atención del Congreso para la resolución de una tan ardua, im portante y trascendental; y propuesta después la votación fueron casi unáni­ mes los sentimientos del Congreso, a excepción del diputado Maya de La Grita, por las razones que había alegado anteriorm ente, y el señor Presidente anunció declarada solemnemente la independen­ cia absoluta de Venezuela, cuyo anuncio fue seguido de vivas y aclamaciones del pueblo, espectador tranquilo y respetuoso de esta augusta y memorable controversia”. Después de conocida la deci­ sión se nom bró una Comisión integrada por Francisco de M iran­ da, Lino de Clemente y José de Sata y Bussy, para escoger la Ban­ dera Nacional, eligiéndose la usada por Francisco de M iranda en 1806. Cayendo el día el centro de aquella bucólica Caracas se alborotó con la Declaración de Independencia, cuya Acta fue redactada por Ju a n G erm án Roscio y Francisco Iznardi, secretario del Con­ greso, la cual expresó: “Nosotros, pues, a nom bre y con la volun­ tad y autoridad que tenemos del virtuoso pueblo de Venezuela, declaramos solem nem ente al m undo que sus Provincias Unidas son, y deben ser desde hoy, de hecho y de derecho, Estados Li­ bres, Soberanos e Independientes y que están absueltos de toda sumisión y dependencia de la Corona de España o de los que se dicen o dijeren sus apoderados y representantes, y que como tal Estado Libre e Independiente, tiene un pleno poder para darse la forma de gobierno que sea conforme a la voluntad general de sus pueblos, declarar la guerra, hacer la paz, form ar alianzas, a rre ­ glar tratados de comercio, límites y navegación, hacer y ejecutar todos los demás actos que hacen y ejecutan las naciones libres e independientes...”. El Acta del 5 de julio fue leída y aprobada por el Congreso el día 7. El día 14 fue publicada por bando en Caracas en ceremonia

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pública; y transcrita en el Libro de Actas del Congreso, fue firma­ da el 17 de agosto por todos los diputados. El Congreso cumplió su último gran cometido el 21 de diciembre de 1811 cuando san­ cionó la prim era Constitución, siguiendo de modelo la de Estados Unidos. Tuvo un carácter federal, cada una de las siete provincias gozaban de autonom ía, libertad e independencia, en todo lo que no estuviera reservado al poder central; esto constituyó una derro­ ta política para Simón Bolívar y Sebastián Francisco de M iranda, quienes consideraban que el sistema federal debilitaba el poder, aspirando por el contrario a un poder central fuerte y unido para la naciente república. La Constitución fue redactada por Francis­ co Javier Ustáriz, Martín Tovar Ponte y Ju an Germ án Roscio. Va­ lencia fue designada capital de Venezuela, de allí la m udanza del Congreso a esta ciudad. Venezuela daba así su gran paso libertario y sellaba su destino. Tendría no obstante que m antener una lucha de diez largos años para lograr su total independencia con la segunda batalla de Carabobo (24 de junio de 1821), la batalla naval del Lago de Maracaibo (24 de julio de 1823) y la toma de Puerto Cabello (8 a 10 de no­ viembre de 1823), época llena de traiciones, disidencias, exilios y dolorosos momentos.

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B a ta lla s

d e V e n e z u e la

A ñ o 1810

C am paña de C o ro

U na vez instalada la Ju n ta Suprem a de Caracas después de los sucesos del 19 de abril de 1810, la cual desconoció al Consejo de Regencia que gobernaba a nom bre de Fernando V II, no recono­ ciendo como Rey de España a José Bonaparte, depone al Capitán General Vicente Em paran y lo extraña del país. El Brigadier José Ceballos, Com andante Militar de Coro, amenaza a la Ju n ta Supre­ ma, detiene a Tejera, Ju g o y M oreno, Comisionados de la Ju n ta enviados a Coro, y los rem ite presos a Maracaibo. En días poste­ riores, la Ju n ta nom bró General en Jefe del Ejército Republicano al M arqués del Toro, Francisco Rodríguez del Toro, quien de in­ mediato comenzó a p rep arar las fuerzas expedicionarias que se envían para som eter las provincias de Coro y de Maracaibo, las que se habían negado obstinadamente a reconocer la autoridad de la Ju n ta Suprem a surgida del movimiento separatista. El M arqués del Toro comenzó su cam paña saliendo de Carora el día 30 de octubre rum bo a Siquisique, con un C uerpo Expedi­ cionario form ado de esta m anera: Descubierta, integrada po r el Estado Mayor, un destacam ento de lanceros y una guerrilla de infantería ligera; Vanguardia, con 1.200 plazas com andada por el Coronel Luis Santinelli; Centro, m andada por Don Miguel Uztáriz con 1.400 infantes; Artillería, al m ando de Diego Jalón, con 6 piezas de cañones grandes y pequeños, y Retaguardia, comandada por Tomás Montilla, con 1.600 plazas entre caballería e infantería. Eptran en Siquisique al am anecer del prim ero de noviem bre y se

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entera Toro que Pedregal y San Luis, poblaciones por donde a la fuerza tenía que pasar, estaban ocupadas por columnas enemigas que intentarían detenerlo. Reorganiza nuevamente el ejército y lo divide en tres cuerpos comandados así: el Coronel Uztáriz m anda­ ba uno destinado a San Luis, otro el Coronel Santinelli para atacár Pedregal, y otro bajo su m ando se quedó en Siquisique. Uztáriz, a su vez, destacó al Capitán Manuel de Negrete desde Algodones como vanguardia de su Cuerpo. El prim er combate formal en la lucha por la independencia tiene lugar el 4 de noviembre en Aguanegra, cuando el Capitán Manuel de Negrete vence a una columna enemiga que le hace frente tratando de detenerlo; ocupa luego Pozo Verde el 7 de no­ viembre, más tarde Danta y por último Guasiquire, donde se esta­ ciona. Por su parte, Santinelli destaca al Capitán Adrián Blanco contra C ururupare, la cual ocupa sin enfrentam ientos, mientras él avanza sobre la población de Pedregal el 11 de noviembre. Al am anecer del día 13 llega a las afueras del pueblo, y conociendo Santinelli que Miralles lo esperaba con 700 infantes para tratar de frenarlo en su avance, sobre la marcha despliega sus efectivos y carga sobre los realistas por tres puntos diferentes del poblado al mismo tiempo, sin dar posibilidades al enemigo de prep arar su defensa por lo rápido del movimiento. Miralles resiste el fuerte ataque de Santinelli durante una hora, hasta que no aguanta más y desocupa la población huyendo vía a Coro, dejando muertos, he­ ridos, armas y bagajes. Santinelli lo persigue y lo vuelve a vencer el 14 de noviembre en Aribanaches y en Urumaco, donde le hace grandes bajas. El día 15 reinicia la m archa y entra en Sabaneta, ocupando luego el frente entre Mitare, Las Lajas y Agua Clara. El Marqués del Toro le ordena detenerse en Sabaneta sin proseguir y entrar a Coro, lo que constituye el prim er erro r táctico de esta Cam paña, ya que Santinelli tenía el camino expedito hasta esta ciudad, pero Toro quería concentrar un mayor núm ero de efecti­ vos antes de ir en su contra. Uztáriz, por su lado, no puede ocu­ par San Luis y se retira hacia Purureche. El M arqués del Toro entra en Pedregal el 16 de noviembre, dispone sus órdenes y sale el día 22 para Sabaneta, incluyendo refuerzos recién llegados de Trujillo, para sum ar 4.300 hombres. En Sabaneta incorpora todas sus divisiones en un solo cuerpo, y sale para Coro en la m adrugada del día 28 de noviembre formados

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en Vanguardia, Retaguardia y Reserva. A las nueve de la m añana llegan frente a la ciudad y en seguida da comienzo una d u ra bata­ lla, ya que las milicias locales y la población se habían preparado para tal evento colocando parapetos y obstáculos para dificultar el ataque. Después de varias horas de lucha sin cuartel, Santinelli logra penetrar las defensas y llegar al perím etro de la ciudad a costa de grandes sacrificios, y comienza a resistir en espera de refuerzos para ir a la lucha calle por calle. Cuando al final de la tarde Toro tiene casi tom ada la ciudad, en vez de dar la orden de un asalto final para com pletar su victoria, decide retirarse. Toro creía que Miralles estaba dentro de la atacada ciudad, pero al reci­ bir noticias en contrario, presum e que Miralles podía atacarlo por la espalda con refuerzos llegados de Maracaibo, y tem iendo verse com prom etido entre dos fuegos opta por replegarse esa misma noche. Cuando el ejército republicano se retira de la sitiada ciu­ dad, es seguido por el Brigadier José Ceballos, G obernador de la Provincia de Coro. Miralles se va a enfrentar a Toro el 30 de noviembre en Sabane­ ta. El jefe realista se encuentra en un camino estrecho a la entrada de la población, cubierto por sus tropas que dom inan los puntos estratégicos po r donde tenía que pasar el Ejército Republicano, por lo que era fácil atacarlos. Toro sabe que Ceballos le viene si­ guiendo los pasos, por lo que no tiene más alternativa que intentar pasar a todo trance para no verse entre dos frentes. Organiza en el acto tres cuerpos de ataque y se lanza embistiendo denodadam ente sobre los realistas por todos los frentes, a un mismo tiempo. Mira­ lles trata de aguantar la embestida, pero no puede detenerlo y debe nuevamente replegar ante el empuje republicano. Toro sigue retrocediendo y esa misma noche llega a Lajas, donde pernocta; pasa luego por Cuibita el prim ero de diciembre y po r Dividive al día siguiente, siendo perm anentem ente acosado durante todo el camino por las guerrillas enemigas. Tras un d uro combate que duró todo el día, acam pan el 3 de diciembre en Güedeque, donde los realistas esperaron a los rep u ­ blicanos con fuerzas llegadas desde San Luis. El día 4 los vuelven a atacar los españoles, y éstos son nuevamente vencidos gracias a la rápida y decidida acción de Luis Santinelli, quien se torna en el héroe de estos dos combates por su bravura y decisión. Esa noche pernoctan en el sitio de Pozo Largo y al am anecer continúan la

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marcha. El día 5 de diciembre llegan a Las Tunitas; el día 6 pasan por Siquisique, donde las tropas se reorganizan, y entran de re­ greso en Carora el 17 de diciembre. Después de un breve descan­ so, el Ejército Republicano replegó completo a Barquisimeto para seguir luego hacia el centro del país. El Marqués del Toro replegó sus fuerzas ante la aparente supe­ rioridad numérica y de equipamiento del Brigadier José Ceballos y del Brigadier Fernando Miyares-González Pérez y Bernal, Go­ bernador de la Provincia de Maracaibo, quien proveniente de esa ciudad con una fuerte columna había unido sus efectivos al prim e­ ro. Miyares había sido nom brado Capitán General de Venezuela por la Ju n ta Central el 29 de abril de 1810; fue reconocido como tal por el Ayuntamiento de Maracaibo el 23 de julio de 1810, por el de Coro el 11 de agosto y por el Ayuntamiento de Guayana el 7 de marzo de 1811. Toro consideró un sacrificio exponer a las tro­ pas a combatir en esas condiciones. Tal fue el final de esta incur­ sión guerrera sobre el occidente, donde historiadores de diferen­ tes épocas le han criticado a Toro este proceder frente al acecho de Coro, su negativa al asalto final y la indecisión de la estrategia. El día 20 de julio de 1810 se declaró la independencia de Co­ lombia. Y el 10 de diciembre desembarcó Francisco de M iranda en La Guaira, procedente de Europa en el bergantín inglés Avon.

A ño 1811

El 11 de julio estalla en Caracas un movimiento insurgente contra las autoridades republicanas y la Declaración de Indepen­ dencia, gestada por Juan Díaz Flores, rico comerciante canario; el caraqueño José María Sánchez; el padre dominico Ju an José Gar­ cía, y gl doctor Antonio Gómez. En el sector Sabana de El Teque se concentran cerca de sesenta realistas armados, que tras una reñida refriega son reducidos por el pueblo con ayuda de la milicia; ven­ cida la asonada, dieciséis de sus cabecillas fueron fusilados. En Valencia se produce el mismo día 11 un alzamiento de la pobla­ ción civil, capitaneada por los venezolanos Ju an Antonio Baquero y Fray Pedro H ernández, que desconoce la Declaración de Inde­ pendencia del 5 de julio; se constituyen grupos armados y organi­ zados que toman la ciudad y cometen todo tipo de abusos, llegan­ do al asesinato de personas fieles a la causa; otros son hechos pri­ sioneros po r los mismos grupos civiles. Al tener conocimiento de estos hechos, la Ju n ta Suprema envía a Simón Bolívar en su condi­ ción de Oficial de las Milicias de Aragua, a form ar un cuerpo armado en esa región para prevenir cualquier contingencia, y vuelve a encargar del ejército al Marqués del Toro, quien acompañado de su herm ano Fernando m archa de inmediato sobre la insurrecta ciudad. Al intentar pasar Toro al frente de sus tropas por el Desfi­ ladero de La Cabrera, entre Maracay y Guacara, es tomado por sorpresa éntre dos fuegos: el de los soldados apostados en las altu­ ras del desfiladero y el fuego de los cañones de embarcaciones realistas que estaban en el Lago de Valencia. Toro no puede resol­ ver su situación, es derrotado y sus fuerzas son puestas en fuga.

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Ante este desastre, la Ju n ta Patriótica nom bra Com andante del Ejército a Francisco de M iranda por su dilatada experiencia mili­ tar. M iranda organiza sus tropas y el 19 de julio se dirige a Valen­ cia a m archas forzadas, a tratar de contener el alzamiento. Al lle­ gar a Maracay recibe de refuerzo el contingente que el Coronel Bolívar había form ado en los valles de Aragua, y entre ambos fuer­ zan el paso de La Cabrera. A mediados de julio tom an la pobla­ ción de Guacara, y el día 23 se enfrentan a los realistas en El M orro de Valencia, derrotándolos y haciendo que huyan hasta refugiarse en la ciudad. M iranda no se detiene y entra violenta­ m ente a Valencia, rindiendo a los rebeldes por la sorpresa, pero sin desarmarlos. Esa misma noche la ciudad agasaja a las tropas republicanas y ofrece una cena a su oficialidad, pero antes del amanecer, los re­ beldes que aún continúan arm ados se lanzan de nuevo a la pelea, sorprendiendo a las ya cansadas tropas patriotas que deben des­ alojar precipitadam ente Valencia y retroceder a Guacara. Aquí se reorganizan y días más tarde em prenden de nuevo el ataque a la insurrecta ciudad, pero esta vez la batalla dura tres días. Al no poder tom ar de inm ediato la ciudad por estar ahora preparada para resistir, el General M iranda le pone férreo sitio a Valencia y ejecuta acciones aisladas para ablandar la población y probar sus defensas. El 12 de agosto efectúa varios asaltos por diferentes sitios, provocando confusión entre los defensores y alarma en los sitiados. El día 13 ejecuta un asalto masivo atacando por varios frentes al mismo tiempo, y tras un largo día de combate logra penetrar las defensas y tom ar la ciudad después de encarni­ zadas luchas en sus calles. M iranda va a perm anecer en Valencia organizando la administración y los servicios hasta el 22 de octu­ bre, en que se retira, dejando encargado de su defensa al Coronel Miguel Uztáriz. Las fuerzas de M iranda regresan de nuevo a Caracas pensando haber derrotado a la sedición, en vez de continuar hacia Coro y com pletar lo que no pudo hacer en su oportunidad Francisco Rodríguez del Toro.

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C am paña d e guayana

Mientras estos acontecimientos se desarrollan en el centro del país, se dispone el inicio de la Campaña de Guayana con la salida desde Caracas de una columna m andada por el Coronel Francisco González Moreno, jefe de la expedición; una columna desde Bar­ celona al m ando del Teniente del Rey Pedro María Freites, y otra columna desde Cum aná al m ando del Coronel Manuel Villapol. Eljefe de la Escuadra es el Alférez de Navio Felipe Santiago Esteves. No habiendo reconocido la Provincia de Guayana el movimiento del 19 de abril de 1810, estallo en Angostura otro movimiento a favor del mismo, que culminó con el establecimiento de una Junta Provincial similar a la de Caracas. De inmediato se produjo un contragolpe que depuso esta Ju n ta y consolidó el poder realista, tomando ésta de seguida medidas para consolidar su posición y rechazar cualquier agresión por parte de las otras Provincias de la Capitanía General. Establecieron unas fuerzas navales que contro­ laban el Orinoco, y formaron unas fuerzas terrestres con las cuales em prendieron una serie de incursiones contra los pueblos limí­ trofes a la Provincia, las que se fueron haciendo cada vez más peligrosas hasta el punto que el 12 de abril saquearon e incendia­ ron el pueblo de Cabruta. La noticia de este suceso llega a Caracas en julio, y el Gobierno de la República recién nacida ordena una expedición para some­ ter a la rebelde Provincia, contribuyendo cada una de las provin­ cias restantes no comprometidas aún, con el aporte de un contin­ gente que se reuniría en San Fernando de Apure. Los gobiernos provinciales dem ostraron poco interés en esta empresa y sólo p u ­ dieron organizarse tres columnas o destacamentos, en los que cada jefe obraba independientemente y sujeto sólo a su Gobierno regio­ nal. Por ello no se reúnen en San Fernando, sino que cada uno marcha directamente por su lado a tomar posiciones en la margen izquierda del Orinoco: el Destacamento de Caracas al m ando del Coronel Francisco González Moreno, en Santa Cruz del Orinoco; el Destacamento de Barcelona al m ando del Teniente Pedro M. Freites, en Soledad y el Destacamento de Cum aná al m ando del Coronel Manuel Villapol, en Barrancas y Uracoa, violando los principios militares básicos de unidad de comando y unificación de fuerzas.

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El Cuerpo Expedicionario oscilaba entre los 2.000 y los 2.500 hom bres, sin contar las fuerzas navales. Los realistas tenían en total un ejército de 2.000 hom bres y una num erosa flotilla, com­ puesta de 22 embarcaciones mayores e infinidad de naves menores que les aseguraban la suprem acía fluvial del Orinoco. Según el plan que llevaban, el Destacamento de Caracas debía cruzar el río, apoderarse de Moitaco y avanzar sobre Angostura; el Destacamen­ to de Barcelona debía igualm ente cruzar el río Orinoco y atacar de frente a Angostura, mientras el de Cumaná atacaría los Castillos de Guayana para cortar las comunicaciones. Antes de que esto pueda ponerse en ejecución, los realistas realizan en septiembre una operación sorpresa atacando conjuntam ente a Soledad y a Santa Cruz. Trescientos hom bres al m ando de Francisco de Quevedo Cruzan el Orinoco un amanecer y montan un violento ataque contra el cuartel enemigo de Pedro María Freites en Soledad; los republicanos son sorprendidos completamente y se desmoralizan, no atinando a oponer resistencia, y sin m ando que los reorganice para repeler el ataque, se retiran desordenadam ente abandonan­ do 22 piezas de artillería, bagajes y num eroso material de guerra. En Santa Cruz del Orinoco, González M oreno se retira apresura­ dam ente con sus efectivos completos ante la proxim idad del ene­ migo, sin siquiera oponer algún tipo de resistencia, llegando co­ rriendo hasta el Pao de Barcelona. El Teniente Coronel Lorenzo Fernández de la Hoz ocupó Santa Cruz sin disparar un solo tiro. Desde Soledad, Francisco de Quevedo va hasta Barrancas, donde vence a Manuel Villapol tras em peñado y duro combate, debiendo éste retirarse para salvar algo de sus fuerzas. Por su parte, el rea­ lista Fernández de la Hoz sale de Santa Cruz a ocupar y defender Barrancas, sustituyendo a Quevedo, cuando Villapol que ha reagrupado sus efectivos, lo ataca violentamente el día 4 de octubre, y tras una acción de tres horas reconquista la población de Ba­ rrancas, obligando a Fernández de la Hoz a replegarse dentro de los Castillos de Guayana. Los españoles m ientras tanto han enviado una expedición flu­ vial, al m ando del Capitán de Infantería Francisco Orozco y del capuchino Coronil, a someter todas las poblaciones a lo largo de los ríos Orinoco y Apure; sin embargo, al llegar a San Fernando ya sus pobladores conocían la noticia de tal incursión y se habían preparado para su defensa. Esta vez los sorprendidos fueron los

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realistas, quienes esperaban encontrar una ciudad indefensa como había sucedido antes y no una que resistiera el ataque. A pesar de sus esfuerzos, los invasores debieron retirarse sin poder entrar a San Fernando de Apure. El Gobierno de Caracas dictó instrucciones para que los desta­ camentos de Caracas y de Barcelona se compactaran en una sola unidad, al mando del Coronel Francisco González Moreno y como Segundo Jefe al Coronel Francisco Solá. Este ejército se mueve desde El Pao y recupera Santa Cruz sin mayores contratiempos en un solo día. Paralelamente, desde las costas nororientales del país zarpa una flotilla compuesta de 29 embarcaciones para cooperar en la conquista de Guayana; el Alférez de Navio Felipe Santiago Esteves, Comandante de la Escuadrilla, debe forzar el Apostadero de Barrancas y cortar las comunicaciones por el río. Por tierra m archan 900 hombres desde Cumaná, a ponerse bajo las órdenes del Coronel Manuel Villapol; en San Fernando de Apure, Manuel Aldao prepara un contingente de soldados de la Provincia de Barinas para incorporarlo a la expedición; desde Maturín sale igualmente una columna patriota en apoyo a la cau­ sa, y finalizando el año, el 28 de diciembre, Ramón García De Sena m archa desde Barcelona con un nuevo contingente para unirse a los expedicionarios de Guayana.

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SAN FELIX

A ñ o 1812

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La escuadrilla patriota que venía de las costas nororientales se internó por el Caño de Pedernales, en el delta del Orinoco, m ien­ tras por tierra era apoyada por fuerzas al m ando del Teniente Santiago Mariño, quien procedente de M aturín se encontraba en Guaritica. Los realistas maniobran sus embarcaciones haría la sali­ da del Caño Macareo para presentar batalla a la flotilla republica­ na e im pedir que ingresen al Orinoco. El día 25 de febrero se encuentran ambas fuerzas y tiene lugar un combate fluvial de cua­ tro horas de duración en el Caño Macareo, siendo vencida la es­ cuadrilla realista a quienes le capturaron una goleta de cuatro cañones. Este es el prim er combate naval en la guerra por la inde­ pendencia, el cual es favorable a las fuerzas republicanas. Bastante maltrecha, los restos de la escuadrilla realista se retiraron río arri­ ba, siendo de inmediato perseguidas por la flotilla republicana. La persecución prosiguió casi hasta los Castillos de Guayana, don­ de Felipe Santiago Esteves recibió órdenes de Manuel Villapol de regresar a Barrancas. Villapol planea atacar los Castillos, pero debe aplazar sus planes por falta de municiones y pertrechos que solicita desesperadam ente, y por 400 hombres que le faltan a sus filas, los cuales se los había quitado González M oreno para in­ cluirlos en su Cuerpo, y esto constituía una merma im portante de sus efectivos. González Moreno cruza el Orinoco, toma Moitaco y avanza sin oposición hasta Angostura, donde en vez de atacar, inútilm ente comienza a negociar la paz con los realistas, ganando éstos un tiempo precioso para organizar bien la defensa y prep arar una

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nueva flotilla. Villapol avanza hasta Sorondo, frente a los Castillos de Guayana, pero se queda inactivo desobedeciendo sus órdenes de atacar Guayana La Vieja, porque González M oreno no le ha devuelto sus 400 hom bres ni le ha sum inistrado las m uniciones y pertrechos solicitados. El 23 de marzo de 1812 trata González M oreno de tom ar sor­ presivamente las defensas de Angostura, atacándolas de frente, pero fracasa en su intento y debe regresar a sus mismas posiciones. El día 25 de marzo todas las fuerzas navales guayanesas atacan a Sorondo, contando ahora con una abrum adora superioridad m ate­ rial. El combate fue largo, reñido y sangriento, se em peñó todo el día y continuó el día siguiente, pero al concluir quedó aniquilada la flotilla auxiliar republicana; el desastre fue completo, ya que al final los patriotas utilizaban piedras en lugar de granadas por falta de municiones. M anuel Villapol, quien com andaba las fuerzas de tierra, y Felipe Santiago Esteves, com andante de la flotilla, a duras penas pueden salvarse ju n to con un grupo de efectivos, vencidos por la superioridad de las fuerzas realistas que movilizaron todos sus buques y flecheras desde Angostura, com andadas po r el Te­ niente de Fragata Francisco De Sales Echeverría. El 26 de marzo González M oreno em peña todas sus fuerzas contra los españoles, atacando fuertem ente a Fernández De La Hoz en Angostura. Esta vez el asalto a la ciudad sí es favorable, pero cuando el éxito inicial se convertía en triunfo los soldados de ambos bandos se retiran precipitadam ente del frente de batalla, huyendo en desbandada asustados por el terrem oto de ese día: era el Jueves Santo de 1812. El sábado 28 de marzo el Cuerpo Expedi­ cionario vio la entrada victoriosa al puerto de Angostura de la escuadrilla española, oyeron las exclamaciones de alegría y los fes­ tejos por el triunfo obtenido en Sorondo. Al am anecer del día 29 comenzó una retirada precipitada y en desorden de toda la tropa, que se convirtió en una huida desenfrenada el día 30, cuando llegando al colmo de la irresponsabilidad los jefes de la expedi­ ción, Coroneles Francisco González M oreno y Francisco Solá, quienes entregan a sus subalternos el m ando y abandonan sus tro­ pas em prendiendo vergonzosa fuga. M anuel Villapol, por el contrario, con lo que pudo salvar de sus tropas se retiró a Maturín, donde se fortificó, mientras Manuel Aldao que ya había cruzado el Orinoco con el contingente de Ba-

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riñas, debió reem barcarse en Caicara del Orinoco con rum bo de nuevo a San Fernando de Apure. Mientras estos acontecimientos se desarrollan en el sur del te­ rritorio, en el centro del país se suceden otros más fatales para el destino de la República. PÉRDIDA DE LA I REPÚBLICA El Capitán de Fragata Domingo M onteverde desembarca en Coro el 8 de febrero de 1812, enviado por las autoridades españo­ las de Puerto Rico en ayuda de Miyares, con una Com pañía de Marina integrada por 120 soldados y tres oficiales bajo su m ando, ganándose de inmediato la confianza y estimación del Brigadier José Ceballos, Gobernador de la Provincia, quien le presta apoyo. El 10 de marzo sale de Coro acom pañando al Presbítero Andrés Torrellas, en una expedición hacia Siquisique con 200 hombres, y entran en el pueblo el día 17 sin ningún inconveniente gracias a que se les unió el indio Reyes Vargas. Este oficial tenía el m ando de dos compañías patriotas y traicionando su causa, se voltea con sus soldados hacia el bando realista y deja sin m ando a Pedro León Torres, encargado de la defensa de la población. Reyes Vargas en­ trega Siquisique a Monteverde, quien toma el pueblo sin disparar un solo tiro. M onteverde se envanece y con 500 hombres más for­ ma un cuerpo de 700 efectivos bien arm ados y avanza hacia su destino. El 19 de marzo toma sobre la m archa la población de Baragua y ataca el día 23 a Carora, la cual toma después de un ligero combate, ya que por la sorpresa de su llegada y por encon­ trarse enfermo el Com andante Gil, que m andaba la plaza, las tro­ pas casi no se defienden. Monteverde continúa hacia Barquisimeto, donde entra sin pro­ blemas el 2 de abril, ya que el cuartel se había desplom ado por el terrem oto y Diego Jalón había evacuado la ciudad. Toma la pobla­ ción de Cabudare el 7 de abril y en Yaritagua se baten sus avanza­ das con Manuel Valdez, haciéndolo abandonar sus posiciones has­ ta San Felipe. Araure es ocupada por el Capitán Mármol el día 18 y San Carlos cae en poder de las fuerzas realistas el 25 de abril, cuando M onteverde derrota a Miguel Carabaño y a Miguel Uztá­ riz al ser éstos traicionados por el Escuadrón de El Pao, m andado por el Com andante Ju an Ontalva y por el Capitán Cruces. Des­

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pués de perder el prim er ataque a la población, M onteverde retro­ cedió y fue perseguido por el Escuadrón de El Pao, pero en la persecución Ontalva y Cruces decidieron plegarse a M onteverde y regresaron a San Carlos form ando parte de las tropas realistas, las cuales tomaron la población ayudados por la caballería. M ontever­ de entra en Valencia el 3 de mayo sin encontrar resistencia, ya que previamente la ciudad había sido evacuada por el Coronel Miguel Uztáriz. Cuando se conoce en Caracas la traición de Siquisique y la tom a de Barquisimeto, el Poder Ejecutivo designa Generalísimo a Francisco de M iranda el 10 de abril de 1812 con plenos poderes para dirigir el Estado, y se prepara un ejército de 3.000 hom bres que bajo su m ando sale el prim ero de mayo de Caracas en defensa de Valencia, que según las noticias recibidas está am enazada por los realistas; pero cuando llegan a Maracay el día 3 en la tarde, se enteran de que Valencia ya ha caído en m anos de Monteverde. M iranda nom bra a Bolívar como Com andante Militar de Puer­ to Cabello y destaca sus guerrillas en la zona. El Teniente Coronel Antonio Flores ocupa Los Guayos el 9 de mayo, pero aunque sus tropas tom an el pueblo, es hecho prisionero po r las guerrillas realistas cuando el Capitán de G ranaderos Pedro Ponce, que era español, se pasa con su regim iento a las fuerzas contrarias, ocasio­ nándole grandes pérdidas a Flores. El día 10 Gregor Mac Gregor se adelanta hasta el M orro de Valencia, donde sostiene una escara­ muza y se retira nuevam ente a Los Guayos. Aquí es duram ente atacado por M onteverde y no pudiendo sostener más el sitio re ­ pliega a Guacara. Para am pliar sus operaciones, M onteverde destaca a su segun­ do Eusebio Antoñanzas por el llano, hacia la vía de Calabozo. Este toma la población el 20 de mayo ju n to con Zuazola, quien se le había unido en el camino, y juntos liberan a José Tomás Boves, que se encontraba encarcelado; después continúan hacia San Ju an de Los Morros. En el centro, el 12 de mayo los realistas ocupan el Portachuelo de Guaica, ventajosa posición que es recuperada bri­ llantem ente en la tarde por el Coronel Luis Santinelli, apoyado po r el Coronel Ju a n Paz del Castillo. Ante esta situación, M iranda decide fortificarse en el Desfila­ dero de La Cabrera el 13 de mayo. M onteverde lo ataca hasta por tres veces seguidas, pero las tres veces es rechazado en su ataque y

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no puede vencer el Paso de Guaica mientras los republicanos m an­ tengan sus posiciones. M iranda es traicionado por un soldado que, conociendo la zona, le señala a Monteverde un camino entre la montaña no conocido por el Generalísimo, quien al darse cuen­ ta por los movimientos realistas de que M onteverde le va a salir por la espalda y atacarlo, se ve forzado a abandonar sus posiciones y replegar a Maracay el 29 de mayo, donde establece su Cuartel General. Aquí se entera de que Eusebio Antoñanzas ha ocupado Calabozo el 20 de mayo, San Juan de Los Morros el día 23 y que avanza hacia Villa de Cura, al sur de sus posiciones y entrada al llano, por lo cual para no verse atrapado entre dos fuegos repliega a la ciudad de La Victoria, punto más estratégico militarmente, donde llega el 19 de junio perseguido ya po r M onteverde y por Antoñanzas, quienes habían unido sus fuerzas el día 16 de junio. Mientras Francisco de M iranda se defiende en La Cabrera, el Comandante Militar de Maracaibo, Ramón Correa, navega hasta el sur del Lago, penetra a Trujillo, pasa a Mérida y llega hasta los valles de Cúcuta, donde más tarde se va a topar con las fuerzas republicanas al m ando de Simón Bolívar. M onteverde ataca La Victoria el 20 de junio con gran ímpetu, pero una carga de caballería del propio Miranda y de Mac Gregor lo hace huir en desbandada hasta San Mateo. Al no ser persegui­ dos por M iranda, Monteverde y Antoñanzas pueden reorganizar sus efectivos y recibir refuerzos de Valencia. El 29 de junio vuel­ ven a atacar en una memorable acción conocida como Pantanero, que es la entrada del camino que va hacia Villa de Cura pasando por Suata. M onteverde tiene 3.000 hombres y M iranda cerca de 5.000, pero aquél ha de tomar La Victoria obligado por su mala situación en el centro del país y por el orgullo herido por su prim era derrota. El caserío de Pantanero estaba defendido por el Capitán Francisco Tovar, quien recibió rápida ayuda del Coronel Ramón Ayala y del Com andante Luis B ernardo Chatillón, para poder soportar las feroces acometidas de las caballerías de Anto­ ñanzas, Zuazola y Boves, jefes de la vanguardia de Monteverde. Las tropas realistas son repelidas sin lograr sus objetivos, Monteverde es nuevam ente derrotado y debe retirarse otra vez a San Mateo, nuevamente sin ser perseguido, después de una sangrienta batalla que duró todo el día. Ahora le es más difícil rehacerse y

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queda a la suerte de los republicanos; por eso cuando M iranda le propone Capitulación, el prim er sorprendido es M onteverde. En Patanemo surge una insurrección el 29 de junio que estalla en Puerto Cabello el día 30, cuando los presos que estaban en el Castillo de San Felipe logran apoderarse de las armas y los p ertre­ chos militares que allí estaban guardados, ayudados po r la trai­ ción del Subteniente Francisco Fernández Vinony, de origen ca­ nario, quien apoyado por los venezolanos Rafael Hermoso, Rafael M artínez, Ju a n Camejo y Faustino Garcés, habían entregado la plaza a los realistas haciendo preso a su jefe militar. Simón Bolívar queda aislado dentro de la ciudad, la cual es bom bardeada cons­ tantem ente desde la fortaleza y no puede resistir más de seis días sin aprovisionamientos de ningún género, incluso sin agua pota­ ble. El 4 de julio avanza sobre el Puerto una fuerte colum na realis­ ta po r el camino de Valencia, contra la cual se envía a los coroneles Diego Jalón y José Mires a detenerla pero son derrotados por completo en Aguas Calientes, Jalón es hecho prisionero y a duras penas puede escapar Mires. Con una tropa leal de sólo cuarenta hom bres, el 6 de julio Bolívar pierde Puerto Cabello al carecer de elementos para defenderse y se embarca para La Guaira en el ber­ gantín Zeloso. Al conocer M iranda esta noticia el 5 de julio, ju n to con el alzamiento de los esclavos y la insurrección que se había gestado en Barlovento com andada por José de Llamozas, la insubordina­ ción y la deserción que había en el Ejército, form ado casi todo por tropas sin experiencia, aunado a la falta de apoyo político, decide capitular para poner fin a la guerra, proyecto que expone a Fran­ cisco Espejo y Ju a n Germ án Roscio, miembros del Poder Ejecuti­ vo; al Ministro de G uerra, José de Sata y Bussy; al Director de Hacienda, M arqués de Casa León, y al Ministro de Justicia de la Provincia de Caracas, Francisco Antonio Paúl. El 12 de julio co­ m ienzan las conversaciones con M onteverde para fijar los térm i­ nos del documento, nom brando M iranda como sus comisionados a M anuel Aldao y José De Sata y Bussy, aunque algunos autores incluyen entre los negociadores al M arqués de Casa León, Anto­ nio Fernández de León. El 25 de julio de 1812 se firma la Capitu­ lación de San Mateo, evento culminante de lo que han denom ina­ do los historiadores Pérdida de la I República. Domingo Monteverde entra en Caracas el 29 de julio, mientras

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Francisco de M iranda se traslada hasta La Guaira la tarde del día 30 con intenciones de embarcarse para Curazao a bordo de la fragata inglesa Sapphire, al mando del Capitán Henry Haynes. Al entrar la noche el tiempo se nublaba y no había viento, por lo que se acuerda salir a prim era hora del día siguiente, pernoctando Miranda esa noche en la residencia del Coronel Casas. La m adru­ gada del 31 de julio es hecho preso en la habitación donde dormía por Simón Bolívar, Tomás Montilla, el Com andante Militar del puerto, Coronel Manuel María de las Casas y el Gobernador Civil, Miguel Peña, entregándolo a Francisco Javier Cervériz, lugarte­ niente de M onteverde, quien lo recluyó en la cárcel del puerto. Dice la historia que cuando M iranda fue conminado a rendirse solo expresó: Bochinche, bochinche, esta gente no es capaz sino de hacer bochinche”. Cervériz llegó a La Guaira antes del m edio­ día del 31 de julio, sustituyó a Casas como Jefe militar del Puerto, ratificó el decreto que había sido expedido anteriorm ente por Ca­ sas de prohibición de salida de cualquier embarcación y detuvo a numerosos patriotas, entre ellos a los coroneles Ju an Pablo Ayala, José Mires y Juan Paz del Castillo, al Comandante Tomás Montilla y al canónigo José Cortés de Madariaga. Posteriormente Cervériz fue nom brado G obernador en Cumaná, donde desembarcó con 200 hombres el 15 de diciembre de 1812. Bolívar expresó años más tarde a Daniel Florencio O ’Leary, que su intención al prender a M iranda fue para obligarlo a p er­ m anecer en el país y poder exigirle a Domingo M onteverde el cumplimiento fiel de la Capitulación que habían suscrito. El doc­ tor Pedro Gual, quien estaba en el puerto de La Guaira en esos momentos, afirma en sus escritos que el Generalísimo le confesó sus intenciones de trasladarse a Cartagena para continuar desde allí su lucha revolucionaria, para lo cual había establecido comu­ nicación con Manuel Rodríguez Torices, Presidente de ese estado, escrito que le mostró al propio Gual. Esto fue corroborado po r el Capitán Haynes, quien debía llevarlo hasta Curazao, en el libro de bitácora de la fragata en fecha 30 de julio de 1812. Los revolucio­ narios que quisieran acompañarlo podían embarcarse en el ber­ gantín Zeloso, el cual estaba surto en el puerto para tal fin. Estos porm enores no fueron sin embargo conocidos por ninguno de los que participaron en su detención; por el contrario, entre los p a­ triotas hubo total desconocimiento de los términos de la Capitula­

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ción, ya que M iranda no hizo público su contenido y además no la había suscrito personalm ente, se decía que la firmaría a bordo. En este estado de desconcierto, inquietud y zozobra que se vivía en La Guaira en estos momentos, las razones que privaron fueron sim­ ples: si M iranda creía que los realistas observarían la Capitula­ ción, debía quedarse para hacer cum plir sus términos; si no lo creía, era un traidor por haber sacrificado su Ejército y entregado el país al enemigo. Ese fue el criterio que privó entre los patriotas para tom ar la decisión de p ren d er al Generalísimo. Francisco de M iranda perm anece en La Guaira hasta comien­ zos de 1813, cuando es trasladado a Puerto Cabello donde pasa pocos meses. El 4 de junio de 1813 lo conducen a Puerto Rico a las órdenes del Brigadier Salvador Meléndez y Ruiz, G obernador de la isla, donde lo tienen en prisión hasta 1814, cuando lo trasla­ dan al puerto de Cádiz donde llega el 5 de enero a bordo del bergantín Alerta. El 7 de enero de 1814 es encerrado en el piso alto de las Cuatro Torres en el Arsenal de La Carraca, donde m ue­ re el 14 de julio de 1816. Simón Bolívar sale el 27 de agosto para Curazao en la goleta Jesús, María y José, con un pasaporte que había obtenido del Go­ bierno español gracias a las gestiones de don Francisco de Iturbe, acompañado del Coronel José Félix Ribas y del Capitán Francisco Ribas Galindo, llegando después a Cartagena a mediados de no­ viembre de 1812.

ción. Bolívar eleva enseguida su partida a 250 efectivos y solicita autorización al Congreso para iniciar una campaña militar sobre el Magdalena, campaña que comienza antes de que llegue la auto­ rización, y sale de Barrancas sin contar con la aprobación de su jefe el Coronel francés Pedro Labatut, Com andante Militar de la zona. Forma un contingente de 400 hombres divididos en ocho com­ pañías mandadas casi todas por venezolanos, y el día 23 de diciem­ bre ataca la plaza de Tenerife, fortaleza situada a orillas del río Magdalena, de gran importancia por su posición estratégica y uno de los puntos más inexpugnables de aquella zona. La sorprendida guarnición es incapaz de ordenarse y repeler el inusitado ataque, y no le queda otra salida que em prender la fuga hacia el Valle de Upar. El día 24 Bolívar reorganiza sus fuerzas y de inmediato remonta el Magdalena; toma Plato el día 25, Sambrano el 26, entra en Monpox el 27 tras una dura refriega con la milicia local, pasa a Guamal el día 29, toma El Banco el 31 derrotando a Valentín Capmani, y antes de term inar la noche y el año 1812, toma la población de Peñón, donde entra sin dificultad. Bolívar ha hecho una rápida y fulgurante campaña sin darse descanso, pero su es­ fuerzo ha sido recom pensado por el éxito.

C am paña del M ag da lena

Simón Bolívar hace una “Exposición al Congreso de la Nueva Granada" el 27 de noviembre de 1812, docum ento analítico sobre las causas de la pérdida de la I República, y posteriorm ente publi­ ca una “M emoria a los ciudadanos de la Nueva G ranada” el 15 de diciembre am pliando los argum entos ya expuestos en la prim era. Por ellos gana el aprecio de Camilo Torres, Presidente del Con­ greso en Tunja y de Antonio Nariño, Presidente de Cundinam arca. Lo incorporan al Ejército de la Nueva G ranada con el rango de Coronel el 21 de diciembre, siendo destinado por el Gobierno de Cartagena, presidido por el Dr. M anuel Rodríguez Torices, al puesto pasivo de Com andante de Barrancas, puesto militar sobre el río M agdalena con un pequeño fuerte y 70 hom bres de guarni­

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DESPLAZAMIENTO DE TROPAS

A ño 1813

Continuando con la campaña del Magdalena, sin darse respi­ ro, el día prim ero de enero Bolívar derrota en Chiriguaná nueva­ mente a las milicias españolas comandadas por Valentín Capmani, a quien ya había vencido el día anterior en Banco. C ondnúa su avance y el 3 de enero se apodera de Tamalameque, derrotando en combate a Ju a n Francisco Capdevila y a Capmani, quienes se ha­ bían unido el día anterior. El día 7 ocupa la población de Puerto Real y finalmente toma Ocaña el 8 de enero, dando térm ino a la Cam paña del Bajo Magdalena que le tomó apenas 15 días. C a m p a ñ a a d m ir a b l e

El Coronel Manuel Castillo invita a Bolívar a que le ayude a batir al Coronel español Ramón Correa, quien con crecidas fuer­ zas ocupa los valles de Cúcuta y amenaza con invadir el centro. Esta expedición le perm itiría a Bolívar traspasar las fronteras ha­ cia Venezuela, cosa que ansia en extrem o, por lo que acepta la invitación y pide permiso al Congreso. El día 9 de febrero sale Bolívar por la vía de Salazar de Las Palmas con destino a Cúcuta con escasos 400 hombres, 8 arreos de burros cargados de fusiles y 2 arreos con cartuchos, em prendiendo m archa por un escabroso camino de cuestas y montañas que conduce al pueblo nom brado. Los españoles lo esperan en el Desfiladero de la Cumbre, también llamado Alto de La Aguada, formidable posición donde 100 solda­ dos bien atrincherados pueden im pedir el paso a 3.000 hombres. Bolívar no puede forzar la angosta vereda rodeada de agudos pi-

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eos y farallones acantilados, por lo que se le ocurrió vestir de pai­ sanos a unos oficiales de confianza y, simulando llevar un arreo de cerdos para vender, los hizo cam inar adelante para que fueran divulgando con asombro el gran núm ero de tropas que traía Bolí­ var, las cuales se encontrarían con otra fuerza insurgente que avan­ zaba desde Pamplona. La noticia se corrió de boca en boca llegando a oídos del jefe de la vanguardia de Correa, Capitán Ju a n Francisco Capdevila, quien convencido del gran ejército que venía m archando hacia él y tem iendo verse entre dos fuegos, consideró muy prudente reti­ rarse para salvar su contingente. El Capitán Contreras, quien co­ m anda la vanguardia de Bolívar, al darse cuenta del repliegue de las tropas españolas ataca de inm ediato y por sorpresa, logrando diezm ar sus efectivos. Esta situación hace que el Coronel Ramón C orrea se retire a San José de Cúcuta, y se atrinchere en la ciudad con 800 hombres bien apertrechados, lo que perm itió a Bolívar tom ar Salazar de Las Palmas y San Cayetano el 25 de febrero sin problem as. Al am anecer del día 27 Bolívar pasa el río Zulia y con 500 hom bres que tenía, contando los del Coronel Castillo que se le había unido, ocupa los altos de la ciudad. El día 28 de febrero Correa le hace frente y saca todos sus efectivos del pueblo, que llegaban a 1.400 hombres incluyendo todos los habitantes aptos para el combate, los forma en orden de batalla y comienza a disparar contra los republi­ canos. Bolívar sostiene sus posiciones por 4 horas, hasta que perci­ be que de continuar así van a faltarle municiones; ordena entonces una carga masiva a la bayoneta que decide la victoria, pues Correa se asom bra de la estrategia y el valor de los soldados al atacar sin temerle al fuego contrario. Correa no puede responder el ataque y decide em prender la fuga hacia San Cristóbal, dejando en el cam­ po de batalla la artillería, pertrechos, bagajes, m uertos y heridos. Bolívar recibe en Cúcuta auxilios del Gobierno granadino y autorización para seguir a Venezuela; el Congreso de la Nueva G ranada lo nom bra Brigadier y le entrega el m ando del Batallón 59 de la Unión, com andado por Francisco de Paula Santander y formado por 500 hombres, entre quienes destacan Rafael Urdaneta, Atanasio G irardot, Antonio Ricaurte y Luciano D’Elhuyar. El 13 de abril en Angostura de La Grita, es nuevam ente venci­ do Ramón Correa por la vanguardia patriota, m andada ahora por

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el Coronel Manuel Castillo, quien luego tomará a Mérida el 14 de mayo. Bolívar sale de La Grita el 17 de mayo y llega a Mérida el día 23, siendo recibido como Libertador por la población. El 10 de junio la vanguardia del Ejército Republicano, comandada por Ata­ nasio G irardot, toma la población de Trujillo, mientras Bolívar sale hacia Mucuchíes y entra el día 14 en Trujillo. Presionado por muy fuertes circunstancias, el 15 de junio de 1813 firma Bolívar el Decreto de G uerra a M uerte”, documento de gran controversia entre los historiadores pero que cumplía una finalidad específica. Bolívar no dirige su ejército directam ente de Trujillo a Barinas, pasando por el escabroso y difícil camino de Los Callejones, en plena serranía, sino que da la vuelta hacia el norte por el valle de Boconó y el Abra de Guanare, en una larga curva. Su finalidad es separar la División del Capitán de Fragata Antonio de Tizcar y Pedroza, que operaba en la región, de las tropas que pudieren llegarle de Valencia y de San Carlos en su socorro. Esta moviliza­ ción comienza a ejecutarse los prim eros días del mes de junio. Siguiendo el movimiento envolvente ordenado por Bolívar, la vanguardia del Ejército comandada por Atanasio Girardot se topa el 18 de junio en Carache, con unas columnas realistas mandadas por el Comandante Manuel De Cañas, a quien Girardot lo ataca de frente y lo hace retroceder abandonando sus posiciones. Cañas, quien había sido enviado desde Barquisimeto para detener a Bolí­ var, reorganiza sus fuerzas montantes a 400 infantes y 50 jinetes, y le presenta nuevam ente batalla en Agua Obispos al día siguiente, contando con buenas posiciones fortificadas, pero ese 19 de junio Girardot lo destroza Completamente en apenas una hora de duro batallar, en el agreste paisaje de la serranía. José Félix Ribas, jefe de la retaguardia, penetra por Santo Do­ mingo y avanza sobre Boconó. El jefe realista Antonio de Tizcar y Pedroza, al conocer la m agnitud del movimiento, dispone un movimiento análogo sobre la cordillera para no verse atacado por la espalda, y destina al Com andante José Martí sobre Trujillo al frente de su vanguardia compuesta de 800 hombres. Martí va a ser completamente derrotado por José Félix Ribas el 2 de julio en Niquitao; cerca de Boca del Monte y La Vega. Con sólo 450 hom ­ bres, Ribas opone tenaz resistencia a los españoles a pesar de su inferioridad numérica; se traba un sangriento combate que dura ocho horas, al final de las cuales se les agota el parque y no tienen

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más municiones; Rafael Urdaneta y Vicente Campo-Elías deciden dar una formidable carga a la bayoneta que sorprende a la tropa de Martí, logrando que desalojen sus defensas y se retiren desor­ denadam ente de sus posiciones. Después de la batalla, la división de retaguardia siguió hasta Boconó y continuó su m archa para tom ar luego El Tocuyo. Bolívar sale de Trujillo con destino a Barinas los últimos días de junio, m ientras Girardot que ha seguido avanzando, derrota a Julián Ontalvo el 4 de julio en el Desembocadero de Guanare. Tizcar, que ha concentrado las fuerzas que le quedan en Barinas, sale el 5 de julio en retirada para Nutrias al conocer esta noticia, perm itiendo que Bolívar ju n to con G irardot ocupen Barinas el día 6 sin contratiempos. G irardot persigue a Tizcar hasta Puerto Nutrias, donde entra el 13 de julio, pero éste cruza el río y huye al A pure, debiendo G irardot regresar a Guanare. Por órdenes de Bolívar, el Mayor Ponce de León se instala en A raure para observar a Barquisimeto y a San Carlos. El Coronel realista Julián Izquierdo perm anece en San Carlos, m ientras el Coronel Francisco Oberto avanza desde Barquisimeto sobre Arau­ re. Ponce decide retroceder hasta San Rafael cuando O berto se presenta ante él, pero siem pre vigilando sus movimientos. M ien­ tras tanto, en el sur, la columna del Coronel José Antonio Yáñez se retira de Guasdualito y se refugia en San Fernando de Apure, donde se encuentra con Tizcar. José Félix Ribas ocupa el 18 de julio El Tocuyo y el día 20 m archa sobre Quíbor. Al conocer la noticia, Francisco O berto se regresa rápidam ente hacia Barquisimeto y el 22 de julio en Los Horcones, entre Q uíbor y Barquisimeto, espera a Ribas con 800 infantes, 200 lanceros a caballo y 4 piezas de artillería, formados en orden de batalla. Al toparse con ellos Ribas no se detiene para organizar sus tropas, sobre la m archa form a sus escuadrones, im­ parte sus órdenes y ataca de inmediato con una carga a la bayoneta soberbia, que no le da tiem po a la caballería enem iga de actuar; ésta retrocede buscando la ocasión de e n trar en combate, y en la confusión que se origina se desorganiza la infantería realista, mo­ m ento que es aprovechado por los republicanos para destruirla. Ribas entra en Barquisimeto como triunfador m ientras Oberto, Cañas y González se escapan hacia San Felipe con los restos de su ejército.

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El Teniente Coronel Rafael Urdaneta, Mayor General del Ejér­ cito, m archa a reforzar al Mayor Ponce de León en Araure, pero llega incluso hasta ocupar a San Carlos el 28 de julio, ciudad que es evacuada po r el Coronel Julián Izquierdo al conocer la derrota de Los Horcones. Urdaneta marcha a Valencia con 2.300 soldados. Ribas atraviesa la m ontaña de Altar y el día 29 de julio en la noche se reúne con Bolívar, Urdaneta y Girardot en San Carlos. Esa misma noche a las doce, marchan Ribas, Urdaneta y Girardot sobre Valencia; Bolívar los alcanza en Las Palmas el día 30. El 31 de julio se ponen todos en marcha y a las dos horas de camino se encuentran con el Coronel realista Julián Izquierdo en Los Pego­ nes, Izquierdo había recibido órdenes de Domingo M onteverde de devolverse. Sin embargo, comienza a retroceder en cuadros hasta la Sabana de Taguanes, replegándose poco a poco sin pre­ sentar batalla; ya al comenzar la tarde Bolívar decide hacer m ontar su infantería a la grupa de la caballería, alcanzar a Izquierdo, bajarse y atacar a la bayoneta para rom per la formación española. Izquierdo se ve entonces forzado a detenerse y presentar batalla, y tras una dura contienda vence Bolívar a los realistas, quedando Izquierdo herido de m uerte en el campo; Bolívar ordena su tras­ lado a San Carlos, pero fallece al llegar a la ciudad. Entre los republicanos se distinguen Urdaneta y Girardot por sus cargas de infantería. El ejército descansa esa noche en El Hoyo, el prim ero de agos­ to continúa su m archa hasta Tocuyito, y ocupa el día 2 de agosto la ciudad de Valencia que había sido abandonada por Monteverde. Atanasio Girardot persigue a Domingo Monteverde hasta Puerto Cabello, pero éste busca rápida protección tras sus murallas. Simón Bolívar entra en Caracas el día 7 de agosto de 1813, y recibe el glorioso título de Libertador dado por el pueblo cara­ queño, finalizando así su Campaña Admirable que le llevó seis meses y medio. C a m pa ñ a e n e l o r ie n t e

Mientras a comienzos de año Bolívar culmina su Cam paña del Bajo Magdalena, en el oriente venezolano se suceden acciones im­ portantes para el destino de la revolución. Escapando a la persecución de Francisco Javier Cervériz, un

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grupo de patriotas de Barcelona y de Cum aná se va a Trinidad, donde continúan sus actividades revolucionarias, a cuya cabeza se encontraba el entonces Coronel Santiago Mariño. Este jefatura una expedición conocida como Chacachacare, nom bre de u n islote a 50 kilómetros de Güiria, entre las costas de Paria y Trinidad, don­ de su herm ana Concepción tenía una hacienda que era sitio de reunión de M ariño, José Francisco Bermúdez, M anuel Valdez, M anuel Carlos Piar y Antonio José de Sucre, y de donde salieron. Desembarcan los prim eros días de enero en el Puerto de Cantaura; se agrupan, reúnen un contingente de hom bres y tom an por asalto el 13 de enero la población de Güiria, defendida por el Com andante Ju an Gabazo. El día 15 toman la población de Irapa, y el 23 de enero M ariño y Berm údez derrotan a Francisco Javier Cervériz cuando trata de reconquistarla. Allegando nuevos reclutas, M ariño ramifica sus tropas en dos agrupam ientos: uno al m ando de B ernardo Berm údez y de Ma­ nuel Piar que se dirige a M aturín, y otro bajo su propio m ando qué busca como objetivo insurreccionar y ocupar el territorio que los separa de la ciudad de Cum aná, la cual va a tom ar el 2 de agosto. Bernardo Bermúdez, herm ano de José Francisco, comba­ tiendo con Manuel Piar de Segundo Comandante, toman en febre­ ro la ciudad de M aturín defendida por el Capitán de Fragata Re­ migio Bobadilla. M onteverde, al saber la caída de Güiria e Irapa, envía a Antonio Zuazola con 300 hombres en ayuda de Bobadilla; Zuazola se encuentra estacionado en Aragua de Barcelona y se pone en m archa de inmediato. Los republicanos envalentonados por la toma de M aturín, salen abiertam ente a su encuentro y son derrotados en Los Magüeyes; Zuazola queda sin embargo sentido y no se aventura a ir solo contra M aturín, p o r lo que decide espe­ ra r por ayuda. El G obernador Eusebio Antoñanzas m anda órdenes a Lorenzo Fernández De La Hoz para que salga de Barcelona y se incorpore a Zuazola, m archando juntos contra M aturín, todavía tom ada por los republicanos. El 20 de marzo M aturín, es atacada por el Coro­ nel Fernández y por Zuazola con 1.500 hombres entre ambos; Piar le arrebata el m ando a Bermúdez y logra una exitosa defensa ven­ ciendo a los atacantes. El 11 de abril atacan Fernández De La Hoz y Bobadilía nuevamente a M aturín, pero son igualmente vencidos por Piar y derrotados completamente hasta hacerlos huir, cuando

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este sale sorpresivamente de la poblacion y los ataca prim ero en las afueras, diezmando las confiadas lineas de infantería que no atina­ ron a defenderse. M onteverde se traslada rápidam ente a oriente, se reúne con Zuazola y ju n ta n un ejército de 1.900 hombres. El 18 de abril tratan nuevamente de reconquistar la plaza, siendo esta vez venci­ dos por Mariño y Piar, quienes con una férrea defensa impiden que puedan tom ar la ciudad. Domingo M onteverde se retira, se reorganiza y el 25 de mayo de 1813 ataca de nuevo a M aturín. El combate comenzó a las once de la m añana y a las tres de la tarde Manuel Piar com prendió que iban a faltarle las municiones, ya casi agotadas tras cuatro horas de fuego constante y sostenido. Concibe entonces el plan de salir repentinam ente de la ciudad y atacar de frente a los españoles con todas sus fuerzas disponibles, en combinación con las caballerías de Monagas y de Rondón, que con sus escuadrones atacarían de lado al mismo tiempo que lainfantería. Ejecutada la acción, los españoles se sorprenden con esta maniobra y se desorganizan sus cuadros de ataque, empezan­ do a retroceder presas del pánico en forma desordenada, lo que aprovecha la caballería para lancear y acuchillar. Al ver que las filas realistas se dispersan sin concierto, Monteverde abandona el campo de batalla y huye con su Estado Mayor por el camino de Areo rum bo a Barcelona, perdiendo todo lo que llevaba, hasta su dinero y sus archivos personales. Tras el ruidoso desastre de Monteverde, quien más tardecería sustituido por Ju an Manuel Cajigal como Capitán General, San­ tiago Mariño concentra el Ejército de Oriente y a fines de julio se moviliza hacia la ciudad de Cumaná, que está medio sitiada y don­ de se encuentra de G obernador Eusebio Antoñanzas. Ocupan Magüelles, donde vuelven a derrotar a Zuazola, y continúan la m archa tom ando a Corocillos y Cumanacoa. Cervériz abandona Yaguaraparo, donde había entrado al salir Mariño para M aturín a fines de marzo, y se va a ocultar en Guayana. El Ejército de Orien­ te rinde luego a Cariaco, Carúpano y Río Caribe, y el día 31 de julio le pone estrecho sitio a Cumaná, estableciendo Mariño su Cuartel General en la Chara de los Capuchinos, desde donde inti­ ma oficialmente al Gobernador su rendición para evitarle más da­ ños a la población. El día 2 de agosto se entera de que Eusebio Antoñanzas y Ju an Nepomuceno Quero se embarcarán esa noche

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para La Guaira, dejando la ciudad sola a la tropa para que haga sus desmanes. ■¿ M ariño ordena enseguida a Bianchi, que está al m ando de la flota en el bergantín Independencia, que con toda la escuadrilla re ­ publicana abra fuego contra todo buque que zarpe, pero cuando Bianchi llega al puerto ya Antoñanzas y Q uero han huido y sólo puede detener los barcos que aún quedan surtos, rom piendo fue­ gos contra la arm ada española que contestó vivamente. Bianchi ordenó abordaje después de una d u ra pelea, apoderándose de tres buques mayores y cinco menores de la escuadra realista. En la m adrugada del día 3 de agosto M ariño entra a la ciudad y la toma cuando en el puerto aún se combatía. En la isla de M argarita, José Francisco Guevara asalta el Casti­ llo de Pam patar el día 3 de junio, sorprendiendo a sus defensores, vence a Pascual M artínez y libera a Ju a n Bautista Arism endi que estaba preso. La reacción patriótica de Margarita perm itió a Mari­ ño establecer en dicha isla una base de operaciones, organizar una escuadrilla y expedicionar directam ente sobre Cum aná y Barcelo­ na. El 19 de agostó M ariño y Antonio José de Sucre tom an la ciudad de Barcelona tras sólo dos horas de intenso fuego. M ariño va a perm anecer inactivo desde esta fecha hasta que llega a com prender que el verdadero concepto de la guerra impli­ ca estrecha coordinación y franco empleo de los medios de lucha. A instancias de Bolívar acepta participar en su apoyo y se resuelve a em prender m archa hacia el centro, lo cual ejecutará el 17 de enero de 1814. Volvamos ahora a los acontecimientos en el centro del país. El 26 de agosto de 1813 se mueve el Ejército sobre Puerto Cabello por las vías de El Palito y San Esteban, donde va Bolívar a la cabeza de las tropas. El día 27 U rdaneta y G irardot se apoderan de El Vigía de Puerto Cabello y se toman los fuertes de El Trincherón, San Luis, Los Tanques y La Puntilla. El 31 de agosto Bolívar toma El M irador de Solano y el temible Antonio Zuazola, que retirado de oriente había penetrado por la vía Calabozo-San Ju an de Los M orros-Aragua, huye del lugar, pero lo acosan y es hecho prisionero el 2 de septiembre. Bolívar trata de canjearlo por el Coronel Diego Jalón, encerrado en Puerto Cabello tras ser deteni­ do por M onteverde, pero éste no acepta canjear al héroe de Bara­



gua y Zuazola es ahorcado el día 3 de septiembre sin contem pla­ ciones. Mientras esto sucede, el realista Arizurrieta subleva varios pue­ blos en los Valles del Tuy. José Félix Ribas, Com andante de la Provincia de Caracas, envía a Vicente Campo-Elías contra el pue­ blo de Cúa, el cual toma después de un fuerte combate donde queda m uerto Arizurrieta. Ocupa luego Campo-Elías a San Fran­ cisco de Yare, Santa Teresa del Tuy y Santa Lucía. Por su lado, Marcelino Plaza ocupa Ocum are del Tuy, Manuel Villapol ocupa Paracotos y Tácata, y Luis María Rivas-Dávila ocupa Charallave, quedando así asegurada esta Provincia cercana a la capital. En la región centro-occidental hay bastante movimiento. El día 13 de septiembre a las 3 de la madrugada, Ramón García De Sena sale de Barquisimeto y al amanecer se encuentra en Cerritos Blan­ cos con el indio Reyes Vargas, jefe realista que había agrupado las tropas de Coro, Siquisique y Carora acompañado por el Coronel Francisco Oberto. La acción es violenta y los republicanos les pro­ pinan una amplia derrota. El Mayor Luciano D’Elhuyar toma la población de Nirgua el mismo mes de septiembre, mientras el Coronel realista José Anto­ nio Yáñez toma la población de Lagunitas, en el Departamento de San Carlos, y m archa sobre la población de El Pao. Boves comien­ za el mismo mes de septiembre a surgir en los llanos del Guárico, y en Cachipo, José Tadeo y José Gregorio Monagas son vencidos por fuerzas realistas. Aislado M onteverde en Puerto Cabello, recibe refuerzos por mar y se arriesga a salir de las murallas y atacar. Bolívar busca una buena oportunidad y repliega a Bárbula, cerro que dom ina la llanura de Naguanagua, a la salida dé Valencia, donde le ofrece batalla. El día 30 de septiembre la vanguardia realista comandada por el Capitán de Fragata Remigio Bobadilla, ocupa la cumbre del cerro con 3.000 hombres, mientras Domingo Monteverde se que­ da en Las Trincheras con 2.000 efectivos, m anteniendo una inex­ plicable larga distancia entre ambos cuerpos. La infantería rep u ­ blicana, al m ando de Rafael Urdaneta, Atanasio Girardot y Lucia­ no D’Elhuyár, se lanza a la reconquista del cerro, luchan m etro a metro el terreno por el que ascienden hasta llegar a la cumbre, soportan el ensordecedor fuego a discreción que reciben, pero logran poner en fuga a las tropas españolas que abandonan la

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posición. El neogranadino G irardot es m uerto de un balazo en el pecho al clavar en el cerro de Bárbula el pabellón nacional, acom­ pañado de U rdaneta. El combate se gana, pero m uere un lucha­ dor digno y ejemplar. Bolívar le rinde honores de héroe y m anda sea trasladado a Caracas su valiente corazón, m ientras designa a otro neogranadino a vengar su m uerte. Así, Luciano D’Elhuyar con 1.000 infantes persigue las fuerzas realistas, las acosa con gue­ rrillas y escaramuzas los días 1 y 2 de octubre, y el día 3 ataca a M onteverde en Las Trincheras; aunque éste estaba protegido por fuertes defensas naturales, lo derrota totalm ente tras cinco horas de duro batallar. M onteverde sale herido en la cara y huye de nuevo a Puerto Cabello, donde vuelve a quedar sitiado. Antes de estos acontecimientos, el 13 de septiembre en La Guai­ ra, José Félix Ribas realiza un ataque sorpresa y trata de capturar la fragata Venganza anclada en puerto, la cual lleva a bordo al Regi­ m iento de G ranada al m ando del Capitán de Fragata Ignacio del Valle Marimón. Ribas sin embargo fracasa en su em peño, porque la tripulación pudo levar anclas y zarpar antes de consum arse el abordaje. El 23 de septiembre en Santa Catalina, al este de Nutrias, Bo­ ves obtiene su prim era victoria im portante al vencer al Coronel Tomás Montilla y al C om andante Angel Padrón, pudiendo luego ocupar Calabozo. Por Proclama del día 9 de octubre, Rafael U rdaneta m archa en cam paña a occidente m ientras Vicente Campo-Elías se dirige a Calabozo. U rdaneta abre operaciones desplegando en columnas su División y así, el día 10 en Sabaneta de Ju ju re, el Teniente Coronel Vicente Landaeta, jefe de una de las columnas, derrota una fuerza realista de igual m agnitud con la cual topó en el cami­ no. Cuando el 13 de octubre Bolívar m archa a Caracas sin dete­ nerse, en Cum bre de Canoabo el Capitán Tomás Planes vence la avanzada de una división realista. Al día siguiente, 14 de octubre, mientras en Caracas el Congre­ so de Venezuela nom bra a Simón Bolívar Capitán General de los Ejércitos y lo aclama Libertador, en m archa desde El Som brero a Calabozo con 1.500jinetes, Vicente Campo-Elías se cubre de glo­ ria al derrotar rotundam ente a José Tomás Boves con 2.000jinetes y 500 infantes en el campo de Mosquiteros. Al siguiente día, el

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Teniente Coronel Angel Padrón vence en El Sombrero las tropas de Boves que se encontraban dispersas por la zona. Campo-Elías despeja Calabozo y Rafael U rdaneta, en su m ar­ cha a Coro, se ve obligado a detenerse en Barquisimeto al presen­ társele el Brigadier José Ceballos con una fuerte División, que acaba de batir en Bobare a la columna del Coronel Manuel Aldao. Bolívar regresa rápidamente a Valencia, levanta tropas y marcha a reforzar a Urdaneta. El 20 de octubre en San Felipe El Fuerte, el Coronel Antonio Castillo derrota a las fuerzas realistas allí acantonadas y toma el sitio, m ientras Boves reagrupa sus efectivos en el llano y vence en Espino a Gil Antonio Parpacén y Vicente Negrete. Reunidos Bolívar y U rdaneta con 1.300 efectivos, le presentan batalla a Ceballos el 10 de noviembre en Tierritas Blancas, o Camatagua, entre Bobare y Yaritagua, cerca de Barquisimeto. Cuando la batalla está en su punto más duro y casi por decidirse a favor de la causa patriota, ya que Ceballos no ha podido contener las pri­ meras cargas de la infantería, el toque de un tambor confunde a la caballería que se aparta del campo de batalla; la infantería se in­ quieta al verse sin apoyo y al tratar U rdaneta de anim arla, los infantes se retiran en desorden huyendo del campo. La lam enta­ ble situación se produce por un altercado entre el Coronel Ducaylá y el Teniente Coronel Rodríguez, aparentem ente por una ter­ quedad del prim ero que suspende el avance de la caballería. Bolí­ var se ve obligado a replegar a San Carlos, perdiendo la plaza de Barquisimeto tan tenazmente sostenida por Urdaneta, y como cas­ tigo al batallón que huyó del campo los denom ina “Batallón Sin Nombre”, quitándoles la insignia y el estandarte que portaban. Los días 23, 24 y 25 de noviembre en el campo de Vigirima, al noreste de Guacara y noroeste de Mariara, en el estado Carabobo, tiene lugar la más larga batalla de la independencia. El General de División José Félix Ribas y el Com andante Luciano D’Elhuyar lo­ gran al fin, tras tres días de duro bregar, derrotar al Coronel Miguel Salomón con 800 veteranos de Europa y 200 venezolanos, venciendo al famoso Regimiento de Granada que había llegado al país pocos meses antes a bordo de la fragata Venganza, quienes buscaban rom per la línea de comunicación entre Valencia y Cara­ cas. Bolívar, que estaba presente en el campo de batalla, regresa de inmediato a San Carlos.

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En Barinas, antes de finalizar el mes de noviembre, José Anto­ nio Páez con 120 jinetes participa en su prim era batalla en pro de la independencia, cuando en Matas G uerrereñas es vencido Mi­ guel Marcelino, subalterno de Yáñez, quien disponía de 400 hom ­ bres a caballo. El ejército se moviliza desde San Carlos el 30 de noviembre, al llegar los refuerzos que trae Campo-Elías. El 2 de diciembre los cazadores dispersan las avanzadas del río Cojedes y limpian las m ontañas de Altar, donde pernoctan, m ientras el grueso del ejér­ cito lo hace en el Paso de Cojedes y el Cuartel General se fija en Caramacate. José Ceballos se une con José Antonio Yáñez y Mi­ guel C orrea en Araure, y el 3 de diciembre se estacionan en Agua Blanca. El día 4 parte Bolívar con el ejército para A raure y pasan la noche frente a las tropas realistas. El día 5 al am anecer comien­ za la batalla, y al declinar la tarde son com pletam ente derrotados los españoles, huyendo Ceballos y Yáñez del cam po m ientras el Brigadier C orrea m uere en la batalla de un lanzazo en el pecho. Por los republicanos se destacan en la acción el com andante de la infantería Rafael U rdaneta, el Coronel Villapol, el C om andante Campo-Elías, el Coronel Rivas-Dávila y el Coronel Florencio Pala­ cios, quien com andaba el “Batallón Sin N om bre”. Este batallón es prem iado po r su valerosa acción y Bolívar les da el nom bre de “Vencedor de A raure” el 6 de diciembre. Por su parte, los españo­ les pierden 500 hombres, 300 prisioneros, 10 cañones, 1.000 fusilesi 6 sacos de plata y 5 banderas. En la misma m añana comienza Bolívar a perseguir a Ceballos y Yáñez hasta la Aparición de la Corteza; U rdaneta continúa hasta G uanare con la División del Coronel Florencio Palacios, pero no logra darles alcance. Bolívar reorganiza el Ejército y el Coronel Palacios es destacado con la División del Centro a Barinas; el Co­ m andante Vicente Campo-Elías queda asignado a Calabozo; el Coronel M anuel Villapol m archa con la División más poderosa a San Felipe, tomando de nuevo Barquisimeto el día 8 de diciembre. U rdaneta queda en su Campaña de Occidente como jefe de zona y Bolívar regresa a Caracas. José Tomas Boves y Francisco Tomás Morales, dos guerreros sin piedad que han reunido 3.000 hom bres, atacan sorpresiva­ m ente el 2 de diciembre al Coronel Pedro Aldao en el H ato de Gam ero, en San Marcos, a la entrada de Calabozo, y a pesar de la

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tenaz resistencia que ofrecen los patriotas son derrotados, m urien­ do Aldao en la acción. Esta victoria les abre el camino a Boves y Morales para ocupar Calabozo y amenazar los valles del centro. José Antonio Yáñez se rehace en las llanuras de Barinas, y Francisco Rósete poco a poco se refuerza en los llanos centrales, mientras en Coro desembarca Juan Manuel Cajigal procedente de Puerto Rico, para encargarse de la Capitanía General de Venezue­ la, con algunas tropas realistas frescas como refuerzo.

DESPLAZAMIENTO DE TROPAS

Año 1814

Este prim er mes del año es de gran actividad en todos los fren­ tes. Comenzando el año, el Brigadier Sir Gregor Mac Gregor de­ rrota el 5 de enero en Cúcuta al realista Lizón, quien huye hacia Maracaibo. El 11 de enero en Guama, el Capitán Manuel Cedeño vence en los llanos de Cojedes a una división de Boves, mientras en Nutrias el Coronel Florencio Palacios derrota al realista Puig. En el oriente del país, el General en Jefe Santiago Mariño entra en la población de Aragua de Barcelona el prim ero de enero y dedica unos días a reorganizar su ejército. El 17 de enero em pren­ de la marcha el Ejército de Oriente con un efectivo de 3.500 hom ­ bres dividido en cuatro cuerpos. El ala izquierda m andada por el Coronel Agustín Arrioja ocupa al día siguiente El Chaparro; el ala derecha, m andada por el Coronel Manuel Valdez, sale el día 23 de la Villa de Aragua y ocupa Chaguaramal de Perales el 26 de enero, mientras el mismo día 23 la División del Capitán Gervasio Valdez se dirige hacia las costas del litoral central. El cuerpo del centro, mandado por el Coronel José Francisco Bermúdez, sale de Ara­ gua de Barcelona el día 26 para Calabozo, ju n to con el cuerpo de reserva mandado por el Teniente Coronel Manuel Isava, llegando a El Chaparro el día 28. Al día siguiente sale de El C haparro el ala izquierda rum bo a Santa María. El 31 de enero marchan la Divi­ sión del Centro y la Reserva a Chaguaramal de Mayorga, y el pri­ mero de febrero sale el ala derecha en la misma ruta. Ese mismo día se separa Mariño de este cuerpo del ejército, que se encuentra entre El C haparro y Chaguaramal, junto con Antonio José de Su­ cre, quien viene como su ayudante con el grado de Teniente Coro-

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nel, y el 2 de febrero se encuentra con el ala derecha en la pobla­ ción de Q uebrada H onda, donde tienen una d u ra refriega con una columna española. José Tomás Boves se mueve el prim ero de febrero desde Calabo­ zo con 3.400 soldados, la mayor parte de caballería, m ientras Vi­ cente Campo-Elías sale de Villa de C ura a su encuentro con 1.800 hom bres, casi en su totalidad de infantería. Ambos van a encon­ trarse entre Villa de C ura y San Ju a n de Los M orros el día 3 de febrero, cuando tiene lugar la prim era batalla de La Puerta. El combate no tiene m ucha duración, pero es reñido y sangriento, y Campo-Elías es vencido. No podría achacarse su derrota al exceso de confianza por el prim er triunfo obtenido frente a Boves, más bien por el mayor núm ero de efectivos enemigos y por el uso de la caballería, de la cual adolecía. Campo-Elías debe replegar a El Consejo y Boves, que sale herido de consideración, debe retirarse a los llanos a reponerse. O rdena sin embargo a su segundo Fran­ cisco Tomás Morales, avanzar hacia los valles de Aragua tom ando de inm ediato a Villa de Cura, m ientras Francisco Rósete deberá penetrar por los valles del Tuy. La División del Centro ju n to con el ala derecha del Ejército de O riente, ahora al m ando de M ariño, continúan su m archa desde Q uebrada H onda y el 4 de febrero atacan una fuerte división rea­ lista y la vencen. Esta división no había participado el día anterior en la batalla de La Puerta. El mismo día 4 el Capitán Antonio Arrioja, que com andaba la vanguardia del ala izquierda, derrota en Agua N egra a una co­ lum na realista m andada por Pedro López que iba hacia Santa María; la acción dura media m añana y al proseguir po r la tarde su m archa hacia Q uebrada H onda, tropieza Arrioja en el Banco Corocito con unas partidas realistas que venían huyendo de la acción del día 2 en Q uebrada H onda; después de u na corta refriega los realistas em prenden la retirada en desbandada. Ese 4 de febrero llega el grueso del Ejército de Oriente a la población de El Socorro. Desde la batalla de Araure, Rafael U rdaneta había perseguido al Coronel José Antonio Yáñez y al Brigadier José Ceballos hasta Guanare, aquí hizo alto y reorganizó sus batallones como Jefe de la C am paña de Occidente. Destina a Ramón García De Sena para ocupar Barinas, m ientras él m archa por la vía de El Tocuyo hasta Barquisimeto; García De Sena, a su vez, destaca al Coronel Floren-

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ció Palacios para San Fernando de Apure. A comienzos de enero, Palacios vence a Puig en Nutrias, pero sufre un descalabro cuan­ do Puig se une con Yáñez, quienes con 200jinetes lo vencen más tarde en la misma ciudad y la recuperan, ocupando Nutrias el 4 de enero; esto obliga a Palacios a retroceder y forzado repliega a Barinas. Yáñez y Puig marchan sobre Barinas el 10 de enero y le ponen sitio con mil jinetes escogidos, a las órdenes del propio Puig y de Remigio Ramos. El Coronel García De Sena ocupaba Barinas con 500 soldados, 400 lanceros y abundante parque, pero adopta una actitud completam ente pasiva y no dispara ni un tiro para defen­ derse. El 18 de enero José Antonio Páez, quien asistía a las órde­ nes de García De Sena en la defensa de Barinas, hace una intem ­ pestiva salida con la caballería que tiene bajo su mando, ataca sor­ presivamente al enemigo y lo vence en una sola carga, obligándo­ los a replegarse; pero García no quiere que se le persiga, y aprove­ chando el momento abandona la ciudad huyendo vergonzosamen­ te y retrocede sin justificación alguna hacia Barquisimeto, per­ diendo la caballería al m ando de Páez que toma rumbo a Mérida. Yáñez y Puig ocupan Barinas y hacen un gran saqueo a la pobla­ ción que había quedado indefensa. U rdaneta ha derrotado en Baragua al indio Reyes Vargas con 500 realistas y se dirige con 1.600 hombres a liberar a Coro, cuan­ do en el camino sabe la noticia de Nutrias y el avance sobre Bari­ nas, cambiando de inmediato de dirección para tratar de ayudar a García De Sena. Manuel Villapol, comandando una división del 'ejército de U rdaneta, derrota en la ciudad de San Felipe a Salo­ món haciéndolo retirar a Coro, por lo que al estar esta zona despe­ jada es enviado por U rdaneta hacia Aragua para reforzar el poco ejército de los valles centrales. En el paso del río Portuguesa derrota Urdaneta una columna enemiga el 22 de enero, y por interrogatorio a los prisioneros se entera de la inexplicable fuga de García De Sena y la pérdida de Barinas; se dirige entonces a Ospino, donde deja al Com andante José María Rodríguez con 200 hombres para reforzar la guarni­ ción, regresando de inmediato a Barquisimeto desde donde envía a Manuel Gogorza con 300 hombres más. Yáñez y Puig se lanzan sobre Ospino el 2 de febrero creyéndola desprotegida y le ponen sitio antes de atacarla. Rodríguez y Go-

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gorza con sólo 700 hombres de infantería hacen una audaz salida, e inesperadam ente cargan de frente a la bayoneta y disparando contra el Coronel realista José Antonio Yáñez, haciéndolo retirar lejos de la población; saben que no tienen mucho tiempo antes del contra-ataque, pero ese poco tiempo es suficiente para form ar en­ seguida grupos en cuadros a fin de poder contener las recias embestidas de la caballería llanera. El recio combate de más de tres horas culm ina cuando en uno de los ataques de la caballería a la infantería patriota, Yáñez recibe dos heridas mortales al cargar personalm ente a la cabeza de un escuadrón, m uriendo en el pro­ pio campo de batalla. Al ver caer a su jefe, la caballería huye dis­ persa hacia G uanare dejando su cadáver abandonado en el suelo. Poco después los realistas eligen como nuevo jefe a Sebastián de La Calzada. Más al occidente, Ju an M anuel Cajigal se une con José Ceba­ llos, G obernador de Coro, y reúnen 1.000 hombres con los cuales se dirigen sobre Barquisimeto para atacar a U rdaneta cuya Divi­ sión ocupa la plaza. U rdaneta ha enviado al C om andante Meza hacia Q uíbor con 500 hom bres, más los que envió con Gogorza a Ospino y con Villapol hacia los valles de Aragua, hacen una m er­ ma im portante de sus efectivos, por lo cual no puede enfrentarlos y decide replegar hacia San Carlos con los 180 soldados que tenía. Al saber Meza la noticia se retira hacia El Tocuyo y toma la direc­ ción de Trujillo. U rdaneta llega a San Carlos y se encuentra que la ciudad está sitiada por Calzada con 1.200 hombres; sin detenerse, ataca por sorpresa la retaguardia de Calzada y a pesar de la escasez de sus fuerzas y de lo arriesgado de su ataque, logra abrirse paso por entre los sitiadores y entra a la ciudad. Ceballos por su parte abandona Barquisimeto y se dirige a San Carlos dónde se une con Calzada. Al m ando de U rdaneta la ciudad se defiende con bravu­ ra, logrando resistir fuertes ataques por espacio de cinco días, hasta que por falta de agua y de comida tienen que abandonar la plaza, retirándose en completo orden la m añana del 17 de febre­ ro. Tres días después llegan a Valencia en una retirada admirable hasta en sus más insignificantes detalles, ya que U rdaneta obtuvo la fama de no dejar atrás ni siquiera un burro de carga. En Valen­ cia trata con Bolívar de levantar un nuevo ejército, mientras Cam­ po-Elías se fortificaba el 7 de febrero en La Cabrera y las huestes de Boves avanzaban hasta Villa de Cura.

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Cuando García De Sena abandona Barinas, dispersa la infante­ ría en Las Piedras y m anda la caballería a disposición del Gobier­ no de Mérida. José Antonio Páez con poca caballería sigue pues a Mérida, donde se reúne con el Coronel Ignacio Paredes. Desde Lagunillas sale para la población de Estanques, donde le sale al paso el Com andante Lizón y Matute; con un piquete de caballería que mandaba Antonio Rangel, Páez ataca y vence a los realistas que no aguantan mucho las embestidas republicanas, retirándose ha­ cia la vía de Bailadores. Con sólo 15 jinetes Páez los persigue y los vuelve a atacar por retaguardia en Bailadores, gritando frenéticos, “viva la patria” en diferentes voces; creyendo ser atacados por un número mayor de enemigos, los realistas salen huyendo dejando en el campo todo lo que llevaban, incluso a su jefe el Capitán José María Sánchez quien m uere en la acción. Páez se incorpora poste­ riormente a las tropas de U rdaneta al ocupar éste Mérida, y más tarde bajará por la vía de Bailadores hacia Apure y Casanare, in­ corporándose decididam ente a la lucha por la independencia. El Ejército de O riente continúa mientras tanto su periplo, y el 5 de febrero en Tucupido dispersan unos grupos realistas. Toman luego la población de San Faustino y el 11 de febrero el Capitán Antonio Arrioja vence de nuevo al realista Pedro López en San Fernando de Cachicamo. Ocupan luego los poblados de Orituco de Lezama, San Rafael y Altagracia. Evadiendo este Ejército y cum­ pliendo órdenes de Boves, penetra Francisco Rósete en los Valles del Tuy, levanta fuerzas y sorprende en Ocumare del Tuy al Capi­ tán Marcelino Plaza, quien vencido debe replegar a Caracas. Para­ lelo con estos sucesos marcha Ribas desde la capital a defender La Victoria, la cual se encuentra amenazada por Francisco Tomás Morales. L a V ic t o r ia

El General José Félix Ribas sale de Caracas con 1.000 hombres, la mayoría estudiantes de la Universidad y seminaristas, y con tres piezas de artillería. Morales ya había ocupado La Victoria y la abandona al acercarse Ribas, prefiriendo atacar a ser atacado, ya que casi todas sus fuerzas son de caballería y el terreno donde maniobrar le es prim ordial. Ribas, que sólo tiene infantería sin experiencia, se atrinchera en el acto, apenas llega, pues intuye que

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no tiene tiempo de nada, form ando un cuadrilátero que tenía por principal núcleo de resistencia la plaza central y la iglesia, sabien­ do que el combate se va a desarrollar en las calles de la ciudad. Morales lo ataca al amanecer del 12 de febrero reduciéndolo poco a poco a sus fortificaciones alrededor de la plaza, y desde las siete de la m añana hasta las cuatro de la tarde se combate ferozmente, llenándose las calles adyacentes a la plaza de hom bres y caballos muertos. Los infantes buscan protegerse detrás de cualquier para­ peto que encuentren, tratando de contener las cargas de caballería que se suceden como oleadas incesantes, una tras otra, sin dar descanso a los republicanos. Los efectivos de Morales atacan una y otra vez con terquedad, m ientras los imberbes defensores van ca­ yendo uno a uno. Los ataques son violentos, apenas pueden m an­ tener el ritmo de la batalla, y cuando están a punto de desfallecer se recibe la ayuda salvadora. Ribas hubiera podido ser vencido por el mayor núm ero de atacantes, si al declinar la tarde no hubie­ ra recibido un refuerzo de 220 hom bres que llegan con Vicente Campo-Elías, quien al saber en La Cabrera que había llegado Ri­ bas a La Victoria, vuela a socorrerlo conociendo al enemigo. Campo-Elías ataca a Morales por la retaguardia inesperadam en­ te, apenas llega a la ciudad, sin darle tiem po a reaccionar; sabe que la sorpresa es su aliada. Sin saber qué núm ero de efectivos lo ataca po r atrás, Morales pierde su capacidad de respuesta y se retira desbandado hacia el camino de Villa de Cura, dejando todo el parque que llevaba y con incontables bajas y numerosos heridos. Los defensores sufren igualmente grandes pérdidas, entre ellas la de Luis María Rivas-Dávila quien m uere en la batalla. Al amanecer del día 13, Campo-Elías persigue a los fugitivos y los bate nueva­ m ente en Pantanero, cerca de La Victoria, desalojándolos del sitio donde se habían guarecido y expulsándolos hasta Villa de Cura. En labores de despeje, el 19 de febrero el C om andante Ponce de­ rrota una partida realista que se había refugiado en la población de Turmero. José Félix Ribas deja La Victoria y regresa a Caracas, que había quedado defendida por el Coronel Ju a n Bautista Arismendi. Se entera de que Rósete ha invadido el Tuy y ocupado Ocum are, por lo que organiza de inmediato sus fuerzas y m archa rápidam ente al Tuy a controlar la situación. El 20 de febrero en Charallave se enfrenta Ribas a Rósete y lo derrota en sólo una hora de nutrido

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fuego, matándole y dispersándole 800 hombres. Rósete emprende la fuga hacia Ocumare, y cuando Ribas, quien lo perseguía, entra al pueblo, lo encuentra en la más grande desolación, pues Rósete había m atado a más de 300 personas indefensas en su loca huida. Ribas lo áqosa, y el día 21 en San Francisco de Yare lo vuelve a derrotar completando su victoria. Ese mismo día 21 de febrero, el Capitán Salcedo vence a unas columnas realistas en el Lago de Valencia. Al enterarse Bolívar de todas estas acciones, deja en Valencia a Rafael Urdaneta para que defienda la plaza ju n to con el Coronel Ju an de Escalona, y se marcha a San Mateo donde se reúne con Manuel Villapol, fijando el Cuartel General en su vieja hacienda el 22 de febrero, mientras fuerzas patriotas logran penetrar en Puerto Cabello y Domingo Monteverde se fuga huyendo para Curazao. Sa n M ateo

Bolívar concentra el 24 de febrero en San Mateo, un ejército de 1.500 soldados y 600jinetes con los mejores oficiales, previendo una dura acometida realista hacia los valles centrales. Ya recuperado de sus heridas Boves organiza un nuevo ejército y junto con Morales, toman Cagua el 25 de febrero por asalto, y conociendo entonces la posición del Libertador, corren a ponerle sitio a San Mateo, sitio que durará desde el 28 de febrero hasta el 25 de marzo de 1814. Boves se mueve con un num eroso ejército de 5.000 lanceros a caballo y 2.000 infantes, y al amanecer del 28 de febrero ataca a Bolívar en San Mateo en forma dura y sin cuartel, dando una gran batalla; la infantería realista ataca una y otra vez los parapetos re­ publicanos, pero no puede vencer la resistencia de sus defensores, retirándose después de cada asalto sin poder cumplir su objetivo; la caballería se lanza a tropel contra las defensas cuando la infante­ ría se retira, mas no puede quebrar las líneas tenazmente defendi­ das, e igualmente debe retirarse sufriendo bajas de consideración. Cerca del. anochecer, Boves y Morales se retiran a las alturas de Punta del Monte heridos de furia por su derrota. Ese día m uere Manuel Villapol defendiendo la entrada del pueblo y Vicente Campo-Elías sale herido, mientras Boves pierde más de mil hombres y nuevamente es retirado herido, quedando Morales otra vez al man­

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do. Se establece un estrecho sitio a San Mateo, y los ataques se suscitan todos los días sin mayores pretensiones hasta el 4 de m ar­ zo, cuando háy un ataque serio contra el pueblo por parte de la caballería, la cual no puede penetrar las defensas y debe replegar con nuevas bajas. Desde el día 11 hasta el 17 de m arzo los ataques son incesantes y violentos, la mayoría de las veces com binando la infantería con la caballería, y comienzan entonces a escasear los alimentos y las medicinas para curar a los heridos que día a día van aum entando. El 17 vuelve Morales a la carga con un fuerte ataque hacia el centro del pueblo, tratando de tom ar el cerro El Calvario, posición ventajosa que dom ina tanto el pueblo como el Ingenio, pero aunque es nuevam ente rechazado por los patriotas causándole bajas de consideración, pierde la vida el Coronel Cam­ po-Elías en la defensa de su posición. Regresa Boves el 20 de marzo ya curado de sus heridas y toma de nuevo el m ando, increm entando los ataques que se hacen más frenéticos cada vez. Al amanecer del día 25 Boves en persona diri­ ge las cargas de caballería tratando de dar un asalto definitivo; el Combate se generaliza en todos los flancos: Lino de Clemente diri­ ge la artillería, Ramón Ayala defiende el cerro El Calvario y Tomás Montilla se ubica a la entrada del pueblo, quien rechaza varias veces a los enemigos que atacan por el camino que viene de La Victoria. El Capitán Antonio Ricaurte defiende el parque ubicado dentro de una pequeña construcción, situada en la parte de arriba de la casa del Ingenio, en la m edia falda del cerro. De pronto Ricaurte se da cuenta de que una fuerte colum na de Boves ha rem ontado el cerro tras el Ingenio y baja por su falda, con inten­ ciones de apoderarse del parque y atacar por la retaguardia, tra­ tando de tom ar el Cuartel General que se encuentra más abajo. Ricaurte sólo tiene 50 hom bres bajo su m ando, muchos de ellos heridos, por lo que no puede ofrecer una resistencia digna de las circunstancias; sin embargo, hace desalojar la casa aún contra la voluntad de sus hom bres y perm ite que los soldados realistas se acerquen a su posición. Cuando sabe que sus hom bres se han reti­ rado y que los enemigos tienen rodeado el parque para asaltarlo, toma una antorcha y lo hace volar destruyendo casi po r completo la colum na invasora; los pocos sobrevivientes huyen espantados ante tal determinación de Ricaurte, que su vida sacrifica en aras de la República, y a la desolación subsiguiente causada po r las ondas

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de la explosión. El ruido de la explosión paraliza por momentos el combate y Bolívar, con su gran sentido de oportunidad, aprove­ cha la confusión para salir de las trincheras y dar un ataque fron­ tal a los asombrados realistas, que se retiran desorganizados sin capacidad para contraatacar dejando en el campo más de 800 hom­ bres entre m uertos y heridos. Boves y Morales ansiaban un éxito inmediato porque ya no tenían municiones ni cartuchos, y el suce­ so los deja estupefactos pensando que los republicanos deben te­ ner más parque oculto en otro lado. Desconcertado, Boves se ve forzado a levantar el sitio y replegar nuevamente a Cagua. El 29 de febrero, un día después del prim er ataque, llegó a San Mateo la noticia de que Rósete, organizado y repuesto de su derro­ ta ante Ribas el 21 del mismo mes, había insurreccionado otra vez en los Valles del Tuy y ocupado de nuevo Ocumare, y se proponía seguir esta vez hasta Caracas. Bolívar tomó la audaz resolución de enviar 300 hom bres al mando de Mariano Montilla para salvar la capital, esperando resistir con las pocas fuerzas que le quedaban hasta la llegada del Ejército de Oriente, que se sabía había pasado por Tucupido. Montilla abandonó el sitio con su pequeña tropa al son de tambores y trompetas y enarbolando estandartes, tratando de im presionar a Boves y a Morales, lo cierto es que no fueron molestados. Ribas se encontraba enfermo en Caracas y salió Juan Bautista Arismendi con 800 hombres jóvenes hacia el Tuy. El 11 de marzo es vencido por Rósete en Ocumare, logrando apenas escapar Aris­ mendi hacia la capital perdiendo soldados, armas y municiones. Montilla llegó con los 300 hombres a Caracas y Ribas, ya sintiéndose mejor de su enfermedad, se animó ante los oportunos refuer­ zos. Entre peones de hacienda reunió 300 hombres más y con esos 600, acompañado de Montilla, se hizo conducir en camilla y atacó por sorpresa a Rósete el día 20 de marzo en Ocumare, destruyén­ dolo por completo y haciéndolo huir de nuevo. Rósete corrió ha­ cia el sur, hasta que el 22 de marzo en Los Pilones, la avanzada de Mariño al m ando del Coronel José Francisco Bermúdez term inó con la historia de este jefe realista. Boves levanta el sitio de San Mateo y el 30 de marzo toma el camino del sur, hacia Villa de Cura, ya que le es imposible tomar la población defendida por Bolívar y conoce ya la cercanía del Ejército de O riente. No podía exponerse a un ataque por dos

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frentes y sus fuerzas estaban bastante debilitadas. A su vez, Mariño también se entera del sitio de San Mateo y acude presuroso con su ejército a reforzar y ayudar a Bolívar. Ambos combatientes se tro­ piezan con sorpresa el 31 de marzo en Bocachica, a la entrada de La Puerta, y los seguram ente ya cansados soldados de Boves son completam ente derrotados por los soldados deseosos de combatir que venían de Oriente. Los cuerpos de Boves son incapaces de reaccionar al p erd er la capacidad de iniciativa, la infantería los dispersa y son arrollados po r la caballería oriental. Boves pierde más de 600 hom bres entre m uertos y heridos, deja 300 prisione­ ros en el campo, 1.300 caballos, armas y pertrechos. Si una d erro­ ta de tal m agnitud se hubiera concluido con la persecución casi obligante de estos casos, Boves habría quedado totalmente destrui­ do e inutilizado tal vez para siempre, ya que arrastraba la pérdida de San Mateo y u n prestigio aún dudoso po r su fracaso en Mos­ quiteros, prestigio que no pudo levantar en la prim era batalla de La Puerta por haber salido herido de consideración, y por el fra­ caso de su segundo Morales en La Victoria. Aún cuando no es acosado, Boves en su retirada es hostigado a su paso por las poblaciones de Güigüe, Yuma y Los Naranjos, todas situadas al sur del lago de Valencia, y el 2 de abril en Magdaleno, Tomás Montilla lo hostiga inclemente causándole pérdidas. Sin embargo, puede Boves llegar a Valencia con cerca de 2.000 soldados entre infantería y caballería. Por su parte, M ariño se re­ tira de Bocachica por el camino de San Sebastián y el río Pao hasta llegar a La Victoria. El 2 de abril Bolívar se traslada con su Estado Mayor desde San Mateo a La Victoria para entrevistarse con San­ tiago M ariño. El día 3 acuerdan acudir ambos a Valencia rápida­ m ente para auxiliar a U rdaneta y a Escalona, que están al borde de sus fuerzas. Al tom ar José Ceballos a San Carlos, reorganiza sus tropas con Sebastián De La Calzada y Salomón y reúnen 3.000 hombres; toma la jefatura de las tropas y llega a Valencia el 29 de febrero, ponien­ do sitio a la ciudad defendida por el General Rafael U rdaneta. De inm ediato pide la rendición de la plaza, y al ser despreciado por U rdaneta, ataca vigorosamente ese mismo día con un resultado adverso, ya que es rechazado en toda la línea de defensa con enor­ mes pérdidas. Decide entonces estrechar aún más el sitio, quitan­ do incluso el agua a la población, y durante cinco día^ seguidos 72

con sus noches se combate sin tregua. Los patriotas no sólo comba­ ten en las trincheras, sino que también se ven forzados a acudir a las calles a refrenar el desorden, la desesperación y la angustia de la población que no tenía agua ni comida, y los medicamentos contra las enferm edades y las plagas ya habían desaparecido. U r­ daneta sufre serios ataques los días 29 y 31 de marzo, 1 y 2 de abril en forma consecutiva, pero ju nto con el Coronel Juan de Escalona logran sostener la plaza sin entregar la ciudad. Ya reunidos Ceballos y Boves, analizan su situación y deciden el 4 de abril abandonar sus posiciones y levantar el sitio de Valencia ante la segura proxim idad del ejército de Bolívar que viene de Aragua, rehuyendo una batalla. Cuando Bolívar y Mariño llegan a Valencia el día 5, Boves ha tomado el camino de Calabozo mientras Ceballos, Salomón y Calzada se han m archado hacia el sur. Estos abandonan Tocuyito el 11 de abril, donde se habían detenido, al conocer que las tropas de Quíbor han ocupado Barquisimeto, y deciden m archar entonces hacia San Carlos donde se reúnen con el Mariscal de Cam po Ju a n Manuel Cajigal. En Valencia se entera Bolívar de que Puerto Cabello ha recibi­ do ayuda por mar, por lo que decide ponerle cerco de nuevo y' acuerda con M ariño que éste proteja Valencia y Aragua mientras él regresa a Caracas. A pesar de los inmediatos resultados de la concentración de esfuerzos a consecuencia de la unión de Bolívar y Mariño, bajo el m ando único del Libertador, la potencialidad de los realistas perm ite nuevas reacciones ofensivas, sin desconocer por ello los múltiples errores cometidos por los patriotas. El co­ mando republicano disloca la mayor parte de sus fuerzas en busca de nuevos objetivos: persecución de Cajigal y Ceballos y reforza­ miento de las plazas de Caracas y Puerto Cabello. A la llegada de Boves a las cabeceras del Guárico, Bolívar dispone que Mariño se sostenga a la defensiva en los límites de los valles de Aragua, para dar tiempo y espacio al Libertador de reunir nuevo contingente, dem andando igualm ente nuevos refuerzos a la capital, pero ob­ viando las precisas instrucciones que recibe, el jefe oriental ni marcha ni se establece de conformidad con los elementos que tiene a su disposición y crea una situación tal que desemboca en la se­ gunda batalla de La Puerta. Mariño sale con su ejército en persecución de Ceballos, Salo­ món y Calzada. El 13 de abril entra en Tinaquillo y reorganiza sus 13

fuerzas; el día 16 mueve su ejército desde Tinaco hacia San Carlos en el siguiente orden: el Coronel José Francisco Berm údez al m ando del ala derecha, el Com andante Tomás Montilla el ala iz­ quierda, y el centro al m ando del Coronel M anuel Valdez. En Arao, cerca de la ciudad, son sorprendidos y atacados duram ente po r Cajigal y Ceballos, salvando la batalla de un desastre total la oportuna intervención del General de Brigada Rafael Urdaneta, quien había quedado al m ando de la reserva. Mariño debe retirar­ se de inm ediato para no perd er todas sus fuerzas y el m aterial de guerra que había dejado retrasado, pero sin embargo sus pérdidas son cuantiosas. El 19 de abril entran de regreso a Valencia y Bolí­ var debe regresarse a esta ciudad rápidam ente para reorganizar el destrozado ejército. El 16 de mayo se mueve el ejército del Mariscal de Campo Juan M anuel Cajigal y José Ceballos, desde San Carlos y Tinaco hacia Tinaquillo, saliendo esa misma tarde de Valencia Bolívar y Mariño a buscarlo. P r im e r a

de

C arabobo

Los republicanos pasan Tocuyito el 17 de mayo y sus jefes orga­ nizan el ejército en vanguardia, al m ando del Coronel José Fran­ cisco Bermúdez; el centro, en manos del Coronel Manuel Valdez y la retaguardia m andada por el tam bién Coronel Florencio Pala­ cios. A dos leguas de m archa de Tocuyito descubren al enemigo y derrotan su vanguardia en una rápida acción, haciéndolos disper­ sarse y retroceder en form a desorganizada. Q ueriendo Bolívar derro tar totalm ente al enem igo y no sumi­ nistrarle pérdidas parciales, se retira a Valencia el 18 de mayo dejando sus posiciones a los realistas para confundirlos y lograr que se descubran. El día 20 se presentan éstos frente a Valencia, pero se retiran apresuradam ente sin dar batalla al aparecer el ejér­ cito patriota. El 25 de mayo una colum na del Ejército de Oriente toma la población de Valle de La Pascua, y conociendo los realistas que Bolívar ha salido de Valencia, deciden dar la batalla final pen­ sando que este ejército se ha dividido. Ambas fuerzas se mueven buscando posiciones ventajosas y el 28 de mayo se form an en or­ den de combate uno frente al otro, en plena sabana, dando lugar a la prim era batalla de Carabobo.

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Bolívar ha logrado reunir cerca de 5.000 hombres de las tres armas, pero el ejército realista era superior, ya que Cajigal había llegado a San Carlos con más tropas y asumido el m ando en jefe. El Mariscal esperó en orden de batalla al Libertador, en ordenada y admirable formación que daba cuenta de su talento militar, con todos los requisitos del arte de la guerra. Bolívar forma sus líneas de combate y con su perspicaz mirada encuentra la parte vulnera­ ble de aquel enorm e anillo donde cada fuerza y cada contingente ocupaba el lugar preciso. Trazado el plan y transmitidas las disposiciones del caso, rom ­ pe los fuegos U rdaneta a la una de la tarde, llamando la atención con un simulado flanqueo por la derecha, mientras Bermúdez, Valdez y Palacios cargan por la izquierda y por el centro. Al co­ mienzo las posiciones se estabilizan, pero después de una hora de intenso y vivo fuego, el centro realista cede posiciones. Cajigal echa mano de lo mejor que tenía su ejército, los famosos Carabine­ ros de G ranada, los cuales se incorporan a la lucha y logran suje­ tar por m omentos el em puje patriota. Bolívar pide entonces a Mariño el m ejor cuerpo que tuviera de esa arma, que era el regi­ miento de caballería de José Gregorio Monagas, Juan José Ron­ dón y Lucas Carvajal, y le dice a Monagas que desbarate a los Carabineros de G ranada, que los disperse, porque en su fuga en­ volverán y arrastrarán al ejército enemigo, y con ello se ganará la batalla. La artillería de Diego Jalón logra con éxito colocar varios proyectiles en el mismo sitio donde estaba Cajigal con su Estado Mayor, haciéndolos cambiar de sitio con frecuencia con el natural desasosiego que esto ocasionaba. La caballería oriental entra en acción atacando de frente, el combate se generaliza formidable­ mente por ambas partes hasta que, lanceados, los Carabineros de Granada se resienten, se desordenan, y comienzan a retroceder. La infantería ve como la caballería se los va a llevar por delante en su retirada, comienzan ellos mismos a retroceder en forma desor­ denada para evitar ser arrollados y empieza a cundir el pánico en las filas realistas. Cajigal, aturdido y desconcertado a pesar de su ciencia, de la buena calidad de sus tropas y de su mayor núm ero, no puede resistir aquel poderoso ataque y es derrotado cerca de las seis de la tarde, cuando viéndose perdido trata de defenderse en retirada y salvar algo de su ejército, pero la caballería patriota no se lo per­

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mite y lo arrolla, atacándolo por todos lados. Cajigal, Ceballos, Calzada, Salomón, Iglesias y Bobadilla, logran escaparse casi so­ los. En poder de los patriotas quedaron 3.000 hom bres entre m uertos, heridos y prisioneros, 5.000 fusiles, 9 banderas, 4.000 caballos, inmenso parque, cañones, víveres, ganado, equipajes y hasta los papeles del archivo. Por los antecedentes de la batalla y po r la maestría en la direc­ ción, quedó en evidencia indiscutible la superioridad militar de Bolívar, po r lo cual M ariño lo felicitó públicamente en el propio campo, declarando que no puede haber sino un solo Libertador y que se siente orgulloso de estar a las órdenes de Simón Bolívar. Bolívar regresa a Caracas y la División de U rdaneta persigue a los derrotados realistas por la vía de Barquisimeto y Coro. Lá Patria se había salvado una vez más y si desgraciados sucesos posteriores torcieron el rum bo de la definitiva emancipación, cul­ pa fue de los malos procedimientos adoptados y del quehacer hu­ m ano, porque después de esta gran batalla no ha debido seguir la guerra, aquí pudo haber term inado. Se ha debido ir contra Boves de inm ediato y term inarlo de una vez, y no seguir el m archar y contram archar incesante de uno y otro ejército, desgastando un incipiente país. Los descuidos, las faltas y las inconsecuencias fue­ ron las culpables de que la guerra no term inara este día. Después de la prim era batalla de Carabobo, Bolívar disgrega el ejército y en vez de continuar con sus 5.000 hom bres al Guárico en busca del foco realista que quedaba en el llano, m anda a U rda­ neta para occidente, a José Félix Ribas para Caracas y acantona en A ragua al ejército de M ariño. Este se instala en Villa de Cura, llave del llano, para hacer frente a Boves que según informes fide­ dignos, ha salido de Calabozo con un fuerte ejército. M ariño tiene 3.000 hombres. S e g u n d a d e la puerta

Con una actividad y energía sin límites, Boves despliega una labor bélica asombrosa después de Bocachica, reuniendo hom ­ bres, bestias, pertrechos y arm as que le llegan de Guayana po r el río Apure. Surge de nuevo en los llanos y comienza a tom ar ciuda­ des y pueblos con sanguinaria ferocidad. Bolívar y M ariño se preparan para tratar de frenar su avance 76

evitando que penetre y tome los valles de Aragua, con lo que ten­ dría fácil acceso a Caracas y a Valencia. El Ejército entero se con­ centra en Villa de Cura a las órdenes de Mariño, donde tiene éste su Cuartel General, mientras Bolívar va a Caracas. En la m adrugada del 14 de junio de 1814, Santiago Mariño mueve el Ejército hacia el sur para hacerle frente a Boves, en vez de retroceder a La Victoria, posición más estratégica y con mayo­ res recursos. En la tarde ve detenido su avance y no puede conti­ nuar, por lo que trata de acomodar las tropas lo mejor posible para pernoctar en disposición de combate, ya que Boves había llegado prim ero a la garganta del desfiladero de La Puerta y lo estaba esperando en el mismo lugar donde venció a Campo-Elías. Al am anecer del día 15, Mariño empieza a form ar sus tropas en orden de batalla en presencia de las tropas de Boves, que evolucio­ naban en distintas direcciones sin un aparente plan de batalla; los cuerpos de infantería m archaban y contramarchaban buscando posiciones más estratégicas, y detrás de cada cuerpo marchaba len­ tamente un escuadrón de jinetes. A golpe de vista, el conjunto visible de tropas enemigas no pasaba de 3.000 hombres, lo mismo que tenía Mariño. Bolívar llega en ese momento con algunos jinetes y dos batallo­ nes de soldados, jadeantes por el esfuerzo de llegar corriendo. De una sola m irada se percata de que la situación es muy mala y lo mejor es retirarse antes de com prom eter una acción en un lugar tan desventajoso, donde el ejército no tiene oportunidades de evo­ lucionar adecuadam ente. Pero no hay tiempo de hacer nada. Bo­ ves se da cuenta de la presencia de El Libertador en el campo de batalla y ataca de inmediato rom piendo los fuegos de vanguardia. La artillería patriota rom pe los fuegos también y el combate se generaliza en todos los flancos en forma tan impetuosa, que al cabo de una hora la infantería realista empieza a ceder sus posicio­ nes, retrocediendo ante el em puje de los republicanos; se da en­ tonces la orden de que entre en acción la caballería patriota para completar la victoria. Cuando entran en el campo y cargan contra la infantería realista en retirada, de súbito aparecen por distintas vías tres legiones de caballería de 1.500jinetes cada una, en furio­ so aluvión de hombres, lanzas y caballos que lo arrollan y lo domi­ nan todo, sin la más mínima resistencia posible por su núm ero abrumador de 4.500jinetes, que habían estado en reserva aguar­ 77

dando ese m om ento decisivo para e n trar en acción. Estos hom ­ bres, más los casi 3.000 soldados que ya había en el campo, sum a­ ban 7.500 combatientes realistas contra 3.000 patriotas. En menos de media hora el ejército de Bolívar y M ariño queda destrozado y puesto en fuga, el pánico es general y hasta los más valientes sólo piensan en escapar. Bolívar abandona el campo huyendo po r el camino real de Villa de C ura y M ariño lo hace por el abra de San Sebastián. El desastre es de dimensiones colosales y ocasiona la m uerte del segundo gobierno republicano. La batalla fue sum am ente dura y se em peñó y desarrolló en condiciones desventajosas para los pa­ triotas. Entre los mil cadáveres que dejan en el campo queda ínte­ gro el Batallón Cum aná, que al agotar sus municiones form ó en cuadro y resistió a la bayoneta el em puje del grueso de la caballe­ ría realista, hasta consumar su sacrificio. El Ministro Antonio Muñoz T ébar, M anuel Aldao y Ramón García De Sena m ueren juntos en la acción; los Coroneles Antonio María Freites y Pedro Sucre, am ­ bos jefes de batallón, también m ueren en la acción. Diego Jalón es hecho prisionero y más tarde decapitado po r órdenes de Boves; aparentem ente Jalón había hecho encarcelar en San Carlos a Bo­ ves, cuando éste trataba de unirse a los republicanos durante el acoso de M onteverde a la ciudad. En este segundo encuentro de La Puerta, Boves apenas sale herido cuando le m atan el caballo. Esta victoria le perm ite a José Tomás Boves y a Francisco Tomás Morales apoderarse de Villa de C ura y de Maracay, dom inando los valles de Aragua y obligando a Bolívar a retirarse a Caracas. Boves enseguida le pone sitio a Valencia el 19 de junio, ciudad defendida po r el Coronel Ju a n de Escalona como G obernador Militar y por el Dr. Miguel Peña. El 6 de julio se produce un ataque fiero que m erm a aún más las ya diezmadas defensas valen­ cianas, tom ando definitivamente Boves la ciudad el 8 de julio tras un d üro combate y consum ando una m atanza brutal. El día 10 entran a Valencia Cajigal y Calzada, quienes se habían enterado de la batalla de La Puerta. Escalona y Peña habían buscado capitular ante Boves y Morales para evitar la matanza que luego se desenca­ denó, al no cum plir éstos lo que habían prom etido.

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PÉRDIDA DE LA II REPÚBLICA Simón Bolívar no encuentra en Caracas medios para defender la agotada ciudad, y ante el pánico colectivo que desata en la po­ blación la inevitable presencia de Boves y sus tropas, se toma una heroica decisión y el 6 de julio se em prende la célebre Emigración a Oriente con los pobladores de Caracas. La larga y penosa m ar­ cha hasta Barcelona va a d u rar 23 días. Desde Barquisimeto, Rafael Urdaneta marcha a San Carlos, aquí se entera de la victoria de Boves en la segunda batalla de La Puer­ ta, de la Emigración a Oriente y de la toma de Valencia por las fuerzas realistas. Al encontrarse solo, como no tiene elementos suficientes para enfrentarse a Boves y no puede contar con ningún tipo de ayuda, decide salvar su División y en el mes de julio em ­ prende el regreso po r Camoruco, Altar y Cabudare. El Brigadier Ceballos se repliega a Bobare dejando el paso franco a Urdaneta, quien entra a Barquisimeto y continúa hacia Quíbor y El Tocuyo. En El Tocuyo se encuentra con los restos de uno de sus batallo­ nes al m ando del Com andante José María Rodríguez. Estos ha­ bían salido de San Carlos para Valencia y Boves los sorprendió cuando sitiaba la ciudad, por lo que tuvieron que replegar de inmediato tom ando la vía de Nirgua - San Felipe - Yaritagua Barquisimeto, en busca de unirse a la División de Urdaneta, sien­ do acosados perm anentem ente por las guerrillas enemigas duran­ te todo el trayecto. El Com andante Rodríguez había muerto el día anterior por heridas recibidas y mandaba la columna de apenas 46 hombres el Teniente Coronel Vicente Landaeta. Reunida la División con este cuerpo continúan su marcha a Trujillo y pasan a Mucuchíes. En esta población se adelanta U rda­ neta a Mérida tratando de proteger a Andrés Linares, quien sufre una derrota luego de bajar el páramo. Urdaneta no puede ayudar­ lo, ya que la acción fue rápida y sorpresiva, por lo que la División continúa su m archa y entra a Mérida, para seguidamente pasar a La Grita y luego a Cúcuta, donde se detienen a la espera de nuevos acontecimientos que no tardarán en llegar.

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A ragua de B arcelona

Entre todas las batallas de la guerra po r la independencia, es­ pecialm ente destaca esta acción po r una doble circunstancia. Fue u n encuentro duro y sanguinario donde m urió el 80 por ciento de las personas que combatieron, incluyendo civiles, tanto muje­ res como niños y ancianos, que se vieron obligados a defender los pocos bienes que tenían y luchar po r salvar su propia vida. El desastre fue colosal y de allí deriva la otra circunstancia lam enta­ ble, que fue la repercusión que causó entre los jefes militares y civiles esta derrota, donde se perdió el escuálido ejército que ha­ bía sobrevivido a la segunda derrota de La Puerta, y p o r las dife­ rencias surgidas entre Bolívar y Bermúdez. Ello va a implicar la pérdida de prestigio para los defensores, llegando incluso Bolívar a ser expulsado más tarde del país por interpretaciones erróneas de su proceder. Al llegar a Barcelona después de la emigración, los republica­ nos reciben noticias de que el canario Francisco Tomás Morales al frente de 6.000 soldados, se aproxim a por la vía de El Chaparro. Con muchas dificultades y trabajos logra Bolívar reunir 2.000 efec­ tivos entre una población renuente a combatir, y más preocupada en su propia suerte que en el destino de la República. Con estos efectivos m archa inm ediatam ente a la Villa de Aragua para tratar de detener a Morales. Aquí se encuentra al Coronel José Francisco Bermúdez con 1.000 voluntarios que había logrado levantar en las inmediaciones, yju n to con los residentes, comienzan ambos a tra­ bajar con denuedo y tesón para fortificar y atrincherar el pueblo, en vista de la inferioridad num érica que tenían, a la espera de Morales quien se presenta el 17 de agosto al frente de este nutrido ejército. Bolívar quería que los cuerpos de caballería existentes, a las órdenes de Monagas, Zaraza, Carvajal y Cedeño, por la movilidad que implica este grupo de combate y por su fuerza destructiva y avasallante entre los combatientes de a pie, salieran a cam po des­ cubierto a disputarle el paso del río a Morales, río que lo separaba de la población y que aún no había cruzado, ya que se encontraba del otro lado, y que la infantería quedase tras las fortificaciones del pueblo, más a resguardo y listas para intentar una salida si la oca­ sión propicia se presentaba. Bermúdez se opone tercam ente a este

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plan de batalla alegando que los orientales no van a salir a dar el pecho en un combate, mientras los centrales se cubren a buen resguardo dentro de las trincheras; todos deberán pelear por igual. Seguramente habría alguna otra motivación oculta en Bermúdez para m antener esta actitud, lo cierto es que Bolívar se ve obligado a ceder y acepta la modificación del plan, lo cual era un error porque se inutilizaba la caballería y perm itía que los enemigos avanzaran sin tropiezos hasta las mismas fortificaciones. Morales cruza el paso del río sin oposición y ataca de inmediato al pueblo, pudiendo m aniobrar a su antojo la infantería sin resis­ tencia alguna y atacando a discreción los cuatro costados de la villa, desde las ocho de la m añana del 18 de agosto hasta las tres de la tarde, hora en que se agotan las municiones de los patriotas y sus filas están casi aniquiladas. Los ataques se suceden como olea­ das una y otra vez, sin interrupciones; la caballería realista corre libremente de un lado a otro llevando m uerte y destrucción, mien­ tras la infantería de Morales va poco a poco ganando terreno y cercando cada vez más las diezmadas fuerzas republicanas. Bolí­ var mandaba personalmente como un Jefe de Columna el ala dere­ cha de la línea de defensa; la infantería realista va penetrando poco a poco las defensas de la población, abriendo brechas por donde entraba la caballería; se combate ya en las calles y en las casas; al ver que todo estaba perdido y la toma del pueblo es inmi­ nente, el Libertador abandona la población y se abre paso por el camino de Carito, mientras Bermúdez, Sucre y Cedeño se dirigen hacia M aturín para salvar sus vidas. Morales entra a la Villa de Aragua de Barcelona y pasa a cuchillo a toda la indefensa pobla­ ción, entregando el pueblo vacío a la tropa que se dedica al pillaje y al saqueo. Esta funesta jornada fue otro desastre de gran magnitud para la República, pues los m uertos patriotas no bajaron de 4.000 entre militares y civiles de ambos sexos, incluyendo a Carvajal. Los esca­ sos restos del derrotado ejército patriota llegan el 20 de agosto a Cumaná con la cola de emigrados de Caracas. Bolívar no se detuvo en Barcelona, sino que continuó a Cum aná a reunirse con Mari­ no, quien lo esperaba ju n to con Ribas y otros oficiales para resol­ ver lo más conveniente a la conflictiva situación. La noche del 25 de agosto zarpan Bolívar y Mariño en el buque de Giovanni Bian­ chi rumbo a Margarita, llevando a bordo el tesoro de las iglesias de

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Caracas con el cual quería quedarse el pirata Bianchi alegando supuestos servicios no pagados; en Pam patar no pueden desem ­ barcar porque M anuel Carlos Piar desconoce la autoridad de am ­ bos Generales y les impide bajar a tierra, por lo que se regresan a Carúpano. Mientras estos sucesos se desarrollan, el 2 de septiem ­ bre en Cariaco se autoproclama José Félix Ribas como Jefe Supre­ mo de Occidente, y pide que Piar sea nom brado con el mismo rango para Oriente. Bolívar y M ariño habían sido nom brados prim ero y segundo jefes de la República y al abandonar el país una Asamblea de Cum aná piensa que se repite una historia peor que la de M iranda, po r lo cual los destituye y nom bra para esos cargos a Ribas y Piar en el mismo orden. La noche del 3 al 4 de septiem bre desem bar­ can Bolívar y M ariño en C arúpano y el día 6 son expulsados del país por Ribas y Piar, debiendo ambos abandonar Venezuela y em barcar para Cartagena, donde llegan el 19 de septiembre. José Félix Ribas y Manuel Piar reorganizan el ejército y deciden enfrentar a los realistas. Por su parte, Morales se presenta frente a M aturín el 8 de septiembre de 1814 con cerca de 6.500 hombres, intim ando su rendición. Como recibe por respuesta que estaban resueltos a “vencer o m orir”, comienza Morales su ataque sitiando a la ciudad. El día 12 Bermúdez sale inopinadam ente de la pobla­ ción y ataca vigorosamente a Morales, cuyas tropas se sorprenden de tan enérgico como sorpresivo ataque y pierden su capacidad de respuesta, no logran recuperarse y empieza a cundir el pánico con el consiguiente desorden. Morales ya poco puede hacer con unas tropas desmoralizadas y decide retirarse hacia el pueblo de Santa Rosa a esperar la llegada de Boves. Con escaso núm ero de fuerzas Piar se dirige a Cumaná. D erro­ ta el 29 de septiembre en la Q uebrada de los Frailes, a la entrada de la ciudad, a varias columnas realistas que la protegían y la recu­ pera. Logra reu n ir cerca de 2.000 soldados y decide esperar a Boves, quien había salido de Valencia para encontrarse con Mora­ les, y m archaba hacia Cumaná. El 16 de octubre se enfrentan en la sabana de El Salado, cerca de la ciudad, y Piar queda destrozado po r completo, perdiendo la única batalla que lé fue adversa, pues ganó las otras doce que combatió. Con esta victoria le quedó a Boves libre el camino y la ciudad de Cum aná. Boves continúa hacia el sur, y el 9 de noviembre en Magüeyes

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derrota a Bermúdez, quien habiendo salido de Maturín se ve obli­ gado a regresar a ella para reunirse con Ribas; Maturín es la única ciudad en poder de los republicanos. Boves se ju n ta con Morales, reuniendo entre ambos unos 7.000 hombres; acampan en la saba­ na de Urica y hasta allí salen a combatirlos Ribas y Bermúdez con unos 4.000 efectivos, aún cuando Ribas no era partidario de un encuentro formal por considerarlo poco acertado. La batalla se libra el 5 de diciembre y es tan violenta que dura poco tiempo; los patriotas salen vencidos totalmente, tomando distintas direcciones los pocos soldados que logran salvarse. Boves es lanceado por un soldado cuyo nom bre se ignora, quien tuvo la increíble audacia de internarse en el campamento enemigo en lo más recio de la pelea, dando m uerte al jefe realista. Muerto Boves los realistas reconocen como único caudillo a Morales, quien reorganiza su ejército y se vuelve contra M aturín que ha quedado desprotegida, defendida sólo por 300 soldados atrincherados en sus defensas. El 11 de diciembre Morales ataca con su poderoso ejército la débil pobla­ ción que casi ninguna resistencia puede oponerle, ocupándola de inmediato y dando m uerte a todos sus defensores, incluyendo mujeres y niños. José Félix Ribas huye a las selvas de Tamanaco en el oriente d e 1 Guárico, buscando tal vez la División de U rdaneta en el occidente del país. Aquí es descubierto por los españoles al detener a su baquiano Concepción González en Valle de la Pascua, donde ha­ bía ido por comida y vituallas. Hecho prisionero es degollado en Tucupido el 15 de enero de 1815, a los 39 años, por el Teniente de Justicia P. Barrajóla, y su cabeza, frita en aceite y encerrada en una jaula de hierro, es enviada a Caracas y colocada a la salida del camino para La Guaira. Bermúdez y Sucre ganan las costas de Paria y se embarcan para Margarita, para luego pasar a las Antillas. Seis meses están fuera y al conocer la presencia de Pablo Morillo en Venezuela se dirigen a Nueva Granada, llegando a Cartagena en momentos en que Mori­ llo señala su aproxim ación a dicho puerto. Bolívar m ientras tanto continúa con su gran actividad. Se re­ úne en Pam plona con la División de U rdaneta que m archa hacia Tunja, donde llegan días después. El 22 de noviembre Bolívar se dirige al Congreso de la Nueva G ranada exponiendo los motivos del fracaso en Venezuela, y obtiene tan buena acogida su exposi-

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ción que Camilo Torres, su Presidente, lo elogia. El Congreso le confiere el grado de Capitán General de los Ejércitos de la Nueva G ranada el 27 de noviembre y lo nom bra para someter a Bogotá y destituir al dictador Manuel de B ernardo Alvarez que m engua en poder. C um pliendo estas órdenes m archa Bolívar hacia la capital de Nueva G ranada, donde llega el 8 de diciembre, poniéndole sitio de inm ediato e intim ando su rendición. El dictador Alvarez se parapeta en la ciudad y rechaza las ofertas de paz, viéndose Bolí­ var obligado a atacarla los días 10 y 11, y logra la capitulación el 12 de diciembre cuando entra por prim era vez en esta ciudad que será más tarde sede de su gobierno. El Congreso se traslada a Bogotá el 13 de enero de 18Í5 y lo destaca a la Provincia de Santa M arta para liberarla.

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A ño 1815

Simón Bolívar sale de Bogotá para la costa caribeña el 24 de enero con intención de ocupar Río Hacha y Santa Marta. Llega a la población de H onda, a orillas del Magdalena, y continúa luego a Ocaña, M onpox, B arranca y Turbaco. Su llegada a la población de M onpox origina resquem ores y disgustos en el Coronel Ma­ nuel del Castillo y Rada, G obernador militar de Cartagena, quien no acepta la jerarquía y las órdenes de Bolívar, le niega su apoyo y con su influencia y amistades comienza a gestar una terca oposi­ ción apoyada por otros jefes republicanos, entre ellos Mariano Montilla. Desde la Provincia de Casanare, José Antonio Páez invadió el A pure el 10 de octubre de 1814 con 1.000jinetes bajo su mando. El 29 de enero de 1815, a la entrada de Guasdualito, en u n a sola carga de caballería derrota a los milicianos que la ocupaban m an­ dados por el Com andante Pacheco Briceño; los soldados realistas se dispersan ante trem endo ataque y más de doscientos de ellos se esconden en las riberas del río. Al día siguiente son descubiertos por Olmedilla, segundo al m ando después de Páez, quien dispone lo necesario para fusilarlos; al enterarse Páez de esta decisión in­ terviene personalm ente para evitar una matanza, logrando salvar la vida de estos soldados. Páez deam bula un tiem po en tierras apureñas y retorna a Casanare, donde el neogranadino Ramón Nonato Pérez sacude a los españoles con una serie de victorias contundentes, mientras en los llanos altos y en el oriente de Vene­ zuela comienzan a surgir las guerrillas. José Tadeo Monagas se encuentra en el sur, Jesús B arreto en

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Maturín; Francisco Vicente Parejo surge en Santa Ana tomando el pueblo, pierde una acción en Cachipo frente al realista García y pasa a los montes de Pariaguán, mientras el indio José Miguel Guanaguanay forma sus guerrillas en los llanos de Barcelona. Las acciones comienzan aisladamente en el mes de marzo cuando Monagas vence y toma el pueblo de San Diego de Cabrutica, al sur de la Mesa de Guanipa, mientras Manuel Cedeño se oculta en los bosques de El Tigre para desplazar sus guerrillas. En abril pierde Monagas en Peñas Negras, se recupera y toma la Villa de Aragua de Barcelona, sus guerrillas se dispersan y se reúnen luego en Santa María de Ipire, más al sur, donde vencen al Coronel Rendón. Cruzan el Orinoco y en Moitaco vencen al español Juan Sán­ chez; en Orocopiche es sorprendido Monagas por el realista Sal­ vador Gorrín, quien cubre el Orinoco desde su base en Angostu­ ra, y debe esconderse en los bosques del río Aro para reorganizar sus fuerzas. Mientras tanto, en el sitio de San Pedro, al este del río Caura, los republicanos Cedeño, Parejo e Infante vencen una fuerte división realista y ocupan a Caicara del Orinoco. Posteriormente se reunirán estos tres con Monagas y Zaraza. El 17 de febrero de 1815 sale de Cádiz rumbo a América una gran expedición marítima para restablecer la autoridad de España en sus colonias, com andada por uno de los generales más afama­ dos de la guerra contra los franceses, Don Pablo Morillo, teniendo como Segundo Jefe al Brigadier de la Armada don Pascual Enrile. Estaba compuesta por 18 buques de guerra, 42 transportes y 10.642 veteranos del Ejército Real. Llegaron a Puerto Santo el 9 de abril e incorporados a los que tenía Morales, form aron un ejército de 15.000 hombres sobre las armas en Venezuela. Morillo inmediata­ mente toma a Pam patar y somete a la isla de Margarita; pacifica toda la costa y a principios de mayo entra en Caracas y establece su autoridad incluso por sobre el Capitán General Juan Manuel Ca­ jigalEn la Nueva G ranada, Bolívar se ve obligado por las circuns­ tancias a embarcarse el 9 de mayo en Cartagena con destino a Jamaica, a fin de evitar mayores males a los que ya ha causado el Coronel Castillo y Rada y obviar una contienda civil que estaba en ciernes, por lo que resuelve exilarse en espera de días mejores a la causa. Su llegada a Jam aica se produce la noche del 13 de mayo. Morillo deja 700 hom bres en Margarita; 800 entre Cum aná y

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Barcelona; 500 en La Guaira; 800 en Puerto Cabello; 800 hombres al m ando del Brigadier Pascual Del Real en Calabozo y la 5a Divi­ sión completa de su Ejército en Barinas, al m ando del Brigadier Sebastián de La Calzada. Se embarca Pablo Morillo el 12 de julio en Puerto Cabello rum bo a Santa M arta, donde llega el día 23; toma la ciudad y sale de inm ediato a ponerle sitio a Cartagena. José Francisco Berm údez ha asumido el m ando de la Fortaleza secundado po r M ariano Montilla, Florencio Palacios, Pedro León Torres, Carlos Soublette, Diego Ibarra, Antonio José de Sucre y otros oficiales venezolanos, neogranadinos y extranjeros. El sitio de C artagena comienza el prim ero de septiem bre y lo sostienen durante 116 días en heroica resistencia hasta el 6 de diciembre, cuando habiendo llegado al límite de su resistencia, los patriotas rom pen el cerco abandonando la plaza al poderoso ejército realis­ ta. Después de un viaje accidentado llegan los republicanos a Hai­ tí, m ientras Morillo entra en C artagena ya casi destruida por sí misma, sin alimentos y llena de escombros, basura y enfermos. En Margarita, en una acción tem eraria Ju a n Bautista Arismendi asalta y tom a el fuerte de Ju a n Griego el 15 de noviem bre, y el día 18 en Villa del N orte bate y pone en retirada al Coronel Jo a­ quín Urreiztieta, G obernador de la Isla, quien había salido en defensa del tom ado fuerte. El 5 de diciembre Urreiztieta se des­ quita de Arismendi en La Línea, a la entrada de La Asunción, cuando al tratar éste de tom ar la población es sorprendido por las tropas del Gobernador, dispersando los hom bres de Arismendi y haciéndolos huir. M ientras tanto en Barinas, el realista Sebastián de La Calzada organiza las tropas que le ha dejado Morillo y parte hacia la Nueva G ranada po r la ruta de Casanare con 3.500 combatientes y dos piezas de artillería. En Chire, las tropas republicanas están al mando del Goronel Joaquín Ricaurte y la caballería a las órdenes del Co­ m andante Miguel G uerrero; sirven bajo su m ando Páez, quien m anda el Escuadrón NQ2 compuesto de 200 lanceros y Ramón Nonato Pérez, quien m anda otro escuadrón igual. En el Banco de Chire el Coronel Ricaurte le presenta batalla a Calzada, la cual se establece algo pareja durante la prim era hora hasta que las fuerzas españolas comienzan a presionar y ganar terreno, m ientras la in­ fantería republicana va retrocediendo en orden; poco falta para que la infantería se desorganice, pero en este m om ento Páez se

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lanza hacia adelante con una impetuosa carga de caballería a su grito “¡De frente y carguen!”, grito que se hará famoso en el futuro al decidir con esta carga la batalla. Pérez lo secunda de inmediato, entre los dos atacan simultáneamente los dos flancos de las fuerzas españolas que no pueden resistir el ataque y se dispersan. De in­ mediato Calzada efectúa una retirada que le perm ite salvar sus efectivos, los reorganiza, evade el ejército de Ricaurte y logra pe­ netrar hasta Pamplona, donde sorprende a Urdaneta y lo vence en Chitagá el 30 de noviembre. Páez por su parte pasa de Chire al Arauca, donde sorprende a su vez a unas fuerzas de 500 hombres en plena sabana y los pone en fuga con una sola carga de caballería. En Kingston, Bolívar perm anece desde el 14 de mayo hasta el 18 de diciembre. Allí publica su famosa Carta de Jamaica el 6 de septiembre. El 10 de diciembre sufre un atentado contra su vida cuando el negro Pío, antiguo esclavo, trata de asesinarlo disparán­ dole un tiro a su hamaca, pero a quien mata es a Félix Amestoy, un amigo de Bolívar que se había quedado dorm ido en la misma ha­ maca. El asesino fue juzgado y ejecutado en la plaza pública. Bolívar zarpa de Jamaica, pasa por Puerto Príncipe y llega a Los Cayos de San Luis y Acquin, en Haití, el 31 de diciembre de 1815, com enzando de inmediato sus contactos para activar una nueva invasión a Venezuela.

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A ño 1816

El Brigadier Sebastián de La Calzada quedó debilitado en su combate de noviem bre con el General Rafael U rdaneta, pues a pesar de haberle ganado perdió muchos hom bres y m aterial de guerra. Al recibir refuerzos de Miguel de La Torre se lanza nueva­ m ente sobre la División de Urdaneta, logra vencer el 22 de febrero en el Páram o de Cachiri al General Custodio García Robira, y no teniendo enemigos se hace dueño del territorio. El Brigadier Mi­ guel de La Torre por su parte, ocupa el 5 de mayo a Bogotá, de donde ya había salido el Congreso; derrocado el gobierno federal independiente, el General Pablo Morillo se apodera de la Nueva Granada, entra el 26 de mayo en Bogotá y envía a de La Torre hacia Casanare y A pure con órdenes de tom ar estas provincias. El General Ju a n Bautista Arismendi, por su parte, continúa sus acciones en M argarita y a mediados de enero vence en El Mamey, cerca del castillo de Santa Rosa en La Asunción, al Teniente Coro­ nel Salvador Gorrín, quien había acudido a la isla desde el O rino­ co. Más tarde Arism endi toma el castillo de Pam patar y tiene una refriega con los españoles en el sitio de Guacuco sin mayores con­ secuencias. En oriente continúan las guerrillas de Pedro Zaraza, Manuel Cedeño y José Tadeo Monagas, con acciones en Cham ariapa y El Tigre.

participa en la derrota de 600 realistas en Palmarito. Después de esta acción, el Coronel Joaquín Ricaurte se retira a Casanare por no interesarle perm anecer en Apure y Páez toma la decisión de no regresar a Casanare y quedarse en territorio venezolano, solo y con quienes quieran seguirle. El 16 de febrero en Mata de La Miel libra su prim era hazaña ya independiente y como jefe de una tro­ pa regular, venciendo al Coronel Francisco López en un combate nocturno que dem uestra la fortaleza del llanero. Páez había hecho formar sus tropas en tres columnas en línea, una bajo su m ando y las otras dos al m ando de Genaro Vásquez y de Ramón Nonato Pérez. Este iba en vanguardia y marchando en la noche se tropieza con el grueso de la caballería de López cerca de Guasdualito; sin pensarlo dos veces Pérez lo carga de frente tan dura y repentina­ mente, que desarticula la caballería realista poniendo fuera de com­ bate cerca de sus dos terceras partes. En este momento López, que tenía su num erosa infantería formada en gruesas columnas, orde­ na rom per fuego para contener el avance de los escuadrones de Páez y de Vásquez, que venían apoyando a Ramón Nonato Pérez. Un disparo mata al segundo caballo de Páez en el combate y al caer éste a tierra, se crea una confusión entre las filas patriotas creyendo que el jefe está m uerto, pero Páez se levanta y con otro caballo que le da su ayudante Esteban Quero, anima de nuevo las tropas y a su cabeza carga impetuosam ente sobre un cuerpo de reserva que atacaba el ala derecha. Por media hora se traba un salvaje duelo al arm a blanca en la oscuridad de la noche, las escenas sangrientas del combate a lanza y cuchillo sólo eran iluminadas por los disparos dispersos de la fusilería y la artillería realista. La proeza queda oculta por la oscu­ ridad, pero el resultado quedó fijado para la historia al amanecer del día siguiente: Páez ha hecho 500 prisioneros, deja muertos acuchillados en el campo de batalla casi en su totalidad los 400 jinetes realistas y se apodera de armas, pertrechos de guerra y 3.000 caballos. El Coronel Francisco López huyó hacia los bos­ ques del río A pure con los pocos que pudieron seguirlo. Después de esta acción Páez fue ascendido a Teniente Coronel.

M a t a d e l a m ie l

En A pure, el 2 de febrero, José Antonio Páez con 300 lanceros

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I n v a s ió n d e L o s C a y o s

Al llegar Bolívar a Haití comienza inm ediatam ente a organizar una nueva expedición a Venezuela. Nom bra Almirante al comer­ ciante y m arino curazoleño Luis Brión, quien apoya la idea liber­ tadora y sum inistra barcos y pertrechos con dinero de su propio peculio. En esta aventura los acom pañan Santiago M ariño, José Francisco Bermúdez, Manuel Piar, José Antonio Anzoátegui, Fran­ cisco Antonio Zea, Carlos Soublette y G regor Mac Gregor. Escaso de recursos para m antenerse, Antonio José de Sucre debió regre­ sar a Trinidad una vez llegado a Haití, buscando la protección de sus familiares y allegados; después de la invasión se pondrá a las órdenes de M ariño en Güiria. Llenos de esperanzas e ilusiones zarpan los patriotas el 31 de marzo de Los Cayos con 7 goletas y 240 hombres hacia Venezuela. La expedición captura en la travesía un buque m ercante español que los avitualla más y recala en Los Testigos el prim ero de mayo. Al día siguiente continúan y frente a la isla de Los Frailes tiene lugar un rápido combate naval, cuando la expedición sorprende y toma al abordaje al bergantín Intrépido y a la goleta Rita, comanda­ das po r el Capitán Mateo Ocam po y po r el Teniente de Fragata Rafael La Iglesia, embarcaciones realistas que bloqueaban la isla de M argarita. El 3 de mayo desem barcan en el puerto de Juan Griego, siendo recibidos po r Ju a n Bautista Arismendi. Celebran una Asamblea el día 7 y nom bran nuevam ente a Bolívar Jefe Su­ prem o de la República, y a M ariño, Segundo Jefe. Se dispone entonces la consolidación de la isla, para lo cual el Almirante Brión ataca fuertem ente el Castillo de Pam patar el 17 de mayo y vence al Brigadier Ju a n Bautista Pardo, quien lo defendía, pero no puede sin embargo tom ar el castillo ni el pueblo, Simón Bolívar zarpa de M argarita el 26 de mayo y el prim ero de ju n io toma la población de C arúpano m ientras M anuel Piar y Carlos Soublette toman el puerto. Al conocer la noticia, el General español Cires sale el 3 de junio de Cum aná en m archa apresurada y el día 19 ataca las avanzadas de Bolívar, comandadas por el Coro­ nel Francisco de Paula Alcántara, obligándolo a retroceder a Ca­ rúpano pero sin atacarlo de nuevo y sin proseguir a la ciudad. Bolívar mientras tanto ha despachado a Mariño con una goleta y 4 flecheras a tom ar Güiria, a Piar lo despacha a tom ar M aturín y

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envía postas a Manuel Cedeño, Pedro Zaraza, José Tadeo Monagas y Andrés Rojas, participándoles su presencia y la invasión aconte­ cida. Pero las semanas van pasando y los jefes guerrilleros no lle­ gan, por lo cual decide invadir el centro para no estar inactivo, lo que era fatal en esas circunstancias, tratando de abrir otro frente y tomar Caracas de ser posible. Bolívar iza velas el prim ero de julio, toca el día 5 en Borburata y el 6 en la m añana ocupa Ocumare de la Costa. Desde aquí lanza una Proclama donde anula el terrible Decreto de G uerra a Muerte, hum anizando la guerra y respetan­ do el Derecho de Gentes. El Teniente Coronel Francisco Piñango recibe órdenes de situarse en Choroní y reclutar hombres ju nto con provisiones, mientras el Coronel Carlos Soublette marcha el 7 de julio a situarse en el Desfiladero de La Cabrera, el cual ocupa, y cubrir los valles de Aragua. Soublette entra en Maracay el 8 de julio sorprendiendo a u n Escuadrón de Húsares y haciendo pri­ sionero a su Com andante; durante el día que perm anece en la ciudad se entera de que Francisco Tomás Morales está en Valencia con 500 soldados veteranos y de que el Com andante Juan Nepomuceno Q uero trata de cerrarle el camino a Caracas, por lo cual repliega entonces hacia Mariara, buscando el río Las Piedras y la montaña que separa a Maracay de Choroní, donde se detiene a la espera de Morales. El 9 de julio ataca Morales en Las Piedras, pero no puede ven­ cer las naturales defensas patriotas y su ataque es rechazado en toda la línea, sin embargo Soublette se queda inactivo y no aprove­ cha la ventaja adquirida. M anda aviso al Libertador sobre su situa­ ción y ante un nuevo em puje de Morales el día 11, repliega esta vez hasta el cerro de Los Aguacates, donde trata de defenderse hasta la llegada de refuerzos. Morales lo vuelve a atacar el 13 de julio al frente de dos de sus divisiones, reforzado por el Coman­ dante Manuel Bauzá; esta vez Soublette no puede resistir el em pu­ je realista y, derrotados, los republicanos son obligados a retirarse. Simón Bolívar ha estado fuera de Ocumare y al regresar a la población su ayudante Isidro Alzuru, quien era edecán de Mari­ no, le da invertido y errado el mensaje de Soublette, diciéndole que éste se fue al llano y que los españoles tomarán pronto la playa por asalto; Bolívar zarpa aprisa esa noche temiendo por su vida y dejando en Ocum are todos los pertrechos y armas que tenía, las

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cuales ya habían sido desembarcadas y no había tiem po para em­ barcarlas de nuevo. El Libertador llega a Bonaire el 15 de julio, se reúne con el Almirante Brión el día 16 y zarpan nuevam ente para Choroní, puerto que tocan el 17. El puerto lo encuentran ocupado por las fuerzas de Morales y se dirigen entonces a la playa de Chuao, pero al no encontrar vestigio alguno de fuerzas republicanas esperan­ do, se regresan de nuevo al Oriente. Bolívar toca en Güiria el 16 de agosto, encontrándose con la desagradable sorpresa de que bajo la excusa de su fracasada misión, es expulsado del país po r Santia­ go Mariño y José Francisco Bermúdez, no teniendo más camino que regresarse a Haití. R e t ir a d a d e l o s s e is c ie n t o s

Carlos Soublette marcha desde Los Aguacates hacia Choroní el 14 de julio y pasa de seguidas al pequeño puerto de Cuyagua, donde se reúnen los dispersos de Ocumare; enterados de la ida del Libertador, nom bran al General Gregor Mac G regor como Jefe de la Expedición y al Coronel Soublette como Jefe del Estado Mayor. Como es inútil y riesgoso perm anecer solos en esta parte del país, el 15 de julio comienzan la invasión del territorio para tratar de llegar a Oriente y unirse a las tropas republicanas. Descienden el 18 de julio al valle de Onoto, donde el Coman­ dante Juan Nepomuceno Q uero trata de detenerlos, pero es de­ rrotado vergonzosamente en una sola carga. El día 19 trata Quero nuevamente de detenerlos en La Victoria, pero es otra vez vencido y debe retirarse sin poder frenar a los republicanos. Los patriotas pasan por Cagua, toman la vía de El Pao siguiendo el curso del río y el día 20 llegan al Pao de Zárate; Francisco Tomás Morales corre tras ellos con sus tropas tratando de alcanzarlos, m ientras el Bri­ gadier Pascual del Real y el Comandante Quero procuran atrapar­ los por los flancos. Penetran en San Sebastián de los Reyes el 21 de julio después de batir a Rósete, quien les hizo frente con 300 hom­ bres que tenía en la población; pasan por Cam atagua y po r San Francisco de Cara el día 22, poblaciones que no oponen resisten­ cia a su marcha; atraviesan el río Guárico por segunda vez; cortan el Orituco por el Paso del Arbolito, desde donde envían al Tenien­

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te Coronel Ricardo Meza en busca de las guerrillas de Pedro Zara­ za, y el 28 de julio se detienen frente a la población de Chaguaramas. El pueblo lo defiende parte del Batallón Unión, que luego se llamará Valencey, al m ando del Coronel don Tomás García. El General Mac Gregor se empeña en tomar la plaza y ataca con fuer­ za el día 29, pero después de 18 horas de duro combate, aunque no es vencido, decide retirarse sin tomar la población. El 30 de julio se ponen nuevam ente en marcha sirviéndoles de guía el Co­ m andante Basilio Belisario; el prim ero de agosto entran en El Socorro, donde se les une el Coronel Julián Infante al m ando de un escuadrón de caballería de las guerrillas del General Zaraza. El 2 de agosto en Q uebrada H onda el Coronel Soublette le hace frente al Com andante Quero, quien lo perseguía con tenacidad, derrotándolo por tercera vez en menos de quince días. Al llegar los republicanos al día siguiente a la población de Santa María de Ipire se encuentran con el General Pedro Zaraza, unen sus fuer­ zas y toman luego la vía de San Diego de Cabrutica, donde los alcanza el General José Tadeo Monagas con su Brigada el 10 de agosto. Con estas uniones se forma un ejército compuesto de 1.800 hombres, la mayor parte experimentados jinetes que reconocen la jefatura del General Mac Gregor. El 25 de agosto marcha este ejército hacia Aragua de Barcelona pasando por El Chaparro, hasta llegar a Guatacaro el 3 de septiembre. Sabiendo Mac Gregor que Francisco Tomás Morales se le viene de flanco con 3.000 hombres, resuelve batir prim ero al Coronel Rafael López, que lo tiene de frente con 2.000 efectivos; el 6 de septiembre lo confronta en el campo de Alacranes, a la altura de la población de El Roble, de­ rrotándolo completamente con una carga a la bayoneta dada per­ sonalmente por Mac Gregor al frente de la infantería, ayudado por los impetuosos choques de las caballerías de Zaraza y de Mo­ nagas. Después de la batalla continúan hacia Barcelona pasando por la Villa de Aragua, El Carito y El Pilar. Mac Gregor toma Barcelona el 13 de septiembre, mientras el día 14 entran José Gregorio Monagas y José Antonio Anzoátegui a Píritu, tras derro tar y hacer desalojar de la población a Rafael López, quien se había refugiado en ella tras su derrota en Alacra­ nes. El 25 de septiembre llega a Barcelona Manuel Carlos Piar con el General Pedro María Freites.

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Morales se acerca rápidamente a Barcelona y Mac Gregor y Piar salen a recibirlo a pocas leguas de la ciudad. El 26 de septiembre al amanecer se enfrentan ambos ejércitos en el campo de El Juncal y después de una ardorosa y difícil batalla en la que se distinguen Mac Gregor, Soublette, Monagas y Anzoátegui, vencen a Francisco Tomás Morales y a José Alejo Mirabal, quienes huyen escondién­ dose en las montañas de San Bernardino. La actuación de Piar en esta batalla es cuestionada seriamente por algunos historiadores; aparentem ente Piar se había redrado del combate por diferencias con Mac Gregor en la conducción del mismo, y regresó al campo de batalla al conocer la victoria, la cual se adjudicó. Establecer la verdad de lo que sucedió es difícil, pero conociendo la fuerte per­ sonalidad de Piar es de imaginar que algún serio percance hubo entre los dos, lo cierto es que el General Mac G regor se retiró de Venezuela después de este suceso. En el mes de octubre, el Licenciado Francisco Antonio Zea es comisionado para buscar a Simón Bolívar en Haití y pedirle su regreso a la Patria. A principios de noviembre los españoles abandonan Pampatar, donde estaban prácticamente sitiados, dejando la plaza y la isla en poder de Juan Bautista Arismendi y las fuerzas republicanas, mien­ tras en el sureste del país el General Manuel Cedeño con sus gue­ rrillas triunfa en Caicara y toma la población. Mientras en el oriente del país se suceden estos acontecimien­ tos, José Antonio Páez va tomando cuerpo cada vez más en el Apu­ re, dom inando desde el río Meta hasta el río A pure con resonan­ tes victorias en San Antonio, Rabanal, Mantecal, Los Cocos y El Yagual, donde vence otra vez al Coronel español Francisco López para tomar enseguida Achaguas. Los hechos se desarrollaron de la siguiente manera: López ha ocupado Mantecal con 1.200jine­ tes, 400 infantes y 6 piezas de artillería; Páez se le enfrenta con 500 llaneros a caballo y López, en vez de atacarlo, contram archa hacia el Apure. Páez lo alcanza en el Paso del Frío a las cuatro de la mañana, lo ataca sorpresivamente y López sufre una d errota de­ sastrosa, perdiendo más de 300 hombres y cerca de 500 caballos. A fines de septiembre Páez mueve sus fuerzas sobre Achaguas abriendo operaciones en el Bajo Apure, pero el Coronel Francisco López no se ha dado por vencido y esta vez le sale al encuentro situándo­ se en el Hato El Yagual, en las riberas del Arauca. José Antonio

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Páez contaba con un cuerpo de tropas de 700 hombres divididos en tres escuadrones a las órdenes del General Rafael Urdaneta, del Coronel Francisco de Paula Santander y del General Manuel Roergas de Serviez. Debe entenderse que a mediados de año las guerrillas y los jefes principales de los grupos que operaban en la región habían nom brado a Páez como Jefe Supremo, quien a pe­ sar de tener el grado de Teniente Coronel ya era reconocido como General por sus tropas; Santander, que era Jefe del Ejército en Casanare y el Apure, así como Urdaneta y Serviez, los cuales os­ tentaban una jerarquía militar superior a la de Páez, aceptaron quedar a las órdenes de éste para evitar una peligrosa división en las fuerzas republicanas de la zona, Morillo y de La Torre se ha­ bían apoderado de la Nueva Granada y estas eran las únicas tropas operativas en todo el sur del país. El Coronel Francisco López tenía 1.700jinetes y 600 infantes en el Hato El Yagual, y en el río a sus espaldas 4 lanchas armadas con cañones, estando la entrada del Hato defendida por 4 piezas de artillería. Trabado el combate en toda la línea y rechazadas las diversas embestidas del enemigo, fueron puestos en fuga al no poder soportar las cargas de caballe­ ría de los tres grupos comandados por Santander, Urdaneta y Serviez, quienes en form a conjunta embistieron por tres flancos diferentes. El combate fue duro y violento, participando toda la caballería que al arm a blanca se lanzó a la lucha, pero al final quedaron a López sólo mil hombres de caballería con los cuales emprendió la retirada. Este triunfo va a permitir a Páez abrir nue­ vas operaciones sobre la región, apoderándose de varias cañone­ ras y flecheras y hacer incluso más tarde prisionero al propio López. Cumpliendo las órdenes del General Pablo Morillo, en el mes de junio los Brigadieres Miguel de La Torre y Sebastián de La Calzada unen sus fuerzas y penetran por el Casanare hasta el Apu­ re con 1.000 infantes y 800 hombres de caballería; constituyen la avanzada del ejército de Morillo, el cual se desplazará completo días después. Páez es informado de que las tropas realistas avan­ zan hacia Guasdualito, por lo que destaca al Comandante Juan Guillermo Iribarren con una columna para observar sus movi­ mientos y apreciar la m agnitud de las tropas enemigas. El 7 de noviembre en el sitio de Banco Largo, el Comandante Iribarren se topa con las avanzadas realistas que estaban de reconocimiento, las carga de inm ediato sin darles tiempo de reaccionar y ante la sor97

presa de la acometida llanera se retiran precipitadam ente y en desorden. Iribarren no sabe a qué distancia está el grueso del ejército, por lo que evita comprometerse más allá de los resultados obtenidos y obvia una confrontación mayor, replegando sus efectivos. Mientras tanto, en el oriente, Santiago Mariño ju n to con Anto­ nio José de Sucre se apoderan el 3 de noviembre de Yaguaraparo, del 5 al 10 toman Carúpano y el 15 de noviembre entran en Cariaco. Por su parte Manuel Piar avanza con su ejército hacia Guayana a principios de octubre, acompañado de Manuel Cedeño y de José Antonio Anzoátegui. El 21 de noviembre cruzan el Orinoco por Río Claro, cerca de Pueblo Nuevo; m archan luego sobre San Pe­ dro, a orillas del río Caura, forzando el Paso de M aripa al derro­ tar el 30 de diciembre al Coronel Lorenzo Fitzgerald, último Go­ bernador de Guayana; el Capitán de Fragata Rafael Rodríguez, al mando de una pequeña fuerza naval constituida en su mayor parte por flecheras, se distingue valerosamente al com prom eter la ac­ ción a favor de la causa republicana, tomando varias naves enemi­ gas. Al llegar a San Pedro los realistas huyen a la vista de los pa­ triotas, permitiendo que este ejército continúe libre su camino hacia Angostura. Atendiendo la comisión del Licenciado Zea, Simón Bolívar sale el 21 de diciembre de Haití y llega el día 28 a Margarita, desembar­ cando posteriormente en Barcelona el 31 de diciembre.

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A ñ o 1817

Las fuerzas realistas en Venezuela se distribuían para esta época así: el General Francisco Tomás Morales se encuentra en Valencia; el Capitán General don Salvador Moxó perm anece en Caracas; el Coronel Francisco López controla Barinas; el Brigadier Pascual del Real se ubica en la costa, y el Com andante Ju an Nepomuceno Quero deambula entre Ospino y Chaguaramas. El año comienza bastante activo por parte de los republicanos, empezando por el propio Libertador, quien hace todos los esfuer­ zos para formar un nuevo contingente de soldados apenas llega al país. El 5 de enero hace un intento de pasar hacia Caracas por la vía del litoral, atacando ju n to con el General Ju an Bautista Aris­ mendi y 700 hombres a la Guarnición de Clarines, en la línea del Uñare; fuerzan el paso del río, pero su ataque es rechazado por el Brigadier Pascual Del Real y el Com andante Francisco Jiménez, quienes tenían 550 hombres bien guarecidos. Bolívar tiene que replegar hacia Barcelona para rehacerse, reagrupando en la ciu­ dad todos los efectivos de que podía disponer, m ientras por su lado los realistas se trasladan hasta el pueblo de Píritu donde con­ centran todas sus fuerzas de Chaguaramas y Orituco. Actuando en forma independiente Santiago Mariño ataca el 19 de enero la ciudad de Cumaná acompañado por Antonio José de Sucre, pero su ataque es infructuoso. Intenta entonces sitiar la plaza, pero opta por retirarse a C antaura y luego a Cumanacoa, dejando el sitio a José Francisco Bermúdez y a la escuadra repu­ blicana. En el sur del país, el General Manuel Piar ataca la ciudad de

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Angostura el 18 de enero, pero su ataque es igualmente rechazado por el Coronel Lorenzo Fitzgerald, quien se encuentrabien amu­ rallado. Al no poder tomarla Piar la pone bajo sitio, pero viendo que pasan los días y la situación tiende a prolongarse, le deja el mando de las fuerzas sitiadoras al General Manuel Cedeño y aban­ dona con el resto del ejército el sitio de Angostura el 24 de enero, bordeando la ciudad en dirección a las Misiones del Caroní, lugar de abastecimiento de toda la región. A principios de febrero atra­ viesa el río Caroní por el Paso de Caruachi, toma luego el pueblo de Upata y se apodera de las misiones y de su fértil valle durante el resto del mes. El General Pablo Morillo entra de nuevo a Venezuela proce­ dente esta vez de la Nueva Granada a mediados de enero, pasando por Guasdualito en camino a San Fernando de Apure. José Anto­ nio Páez se ha estado moviendo mucho y, mientras Rafael Urdane­ ta es destacado para ocupar Barinas, Páez se dirige a ponerle sitio a San Fernando, la cual está tomada por el Brigadier Correa. Sus deseos no son satisfechos y se le hace difícil ponerle sitio efectivo, ya que Correa ha recibido refuerzos de Calabozo y Pablo Morillo ocupa Guasdualito, lo que complica la situación. Páez decide en­ tonces dirigirse hacia Guayabal buscando mejores opciones. Al pasar en su m archa por el sitio conocido como Rabanal le sale al frente una fuerte columna enemiga que trata de cerrarle el paso, Páez la carga de inmediato con un escuadrón y es tan fuerte la embestida que los realistas no tienen posibilidad de defensa y son completamente destrozados. Concentra Páez una fuerza de 1.200 hombres y la envía al m an­ do de Ramón Nonato Pérez contra Morillo, a fin de observar sus movimientos y tratar de entorpecer sus labores, mientras él se diri­ ge hacia Achaguas para levantar más tropas y caballerías. Al llegar a esta población se entera de que Freites ha sido derrotado y m uer­ to en Guayabal, que H urtado ha sufrido un tanto igual en San Jaime y que U rdaneta se ha dispersado en Barinas al no poder tomar la población; mientras tanto Pablo Morillo se aproxima con una fuerza num erosa a la zona. Las tropas de Ramón Nonato Pé­ rez han disminuido considerablemente cuando Páez las incorpora a las suyas regresando de Achaguas, no sumando entre todas más que 1.100 efectivos en total; sin embargo el recio llanero no se amilana y el 23 de enero en Bocas de Copié, frente a San Fernan­

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do, sorprende a unas columnas realistas, las hace huir en desban­ dada y les toma sus flecheras. Páez se retira de las cercanías de San Fernando orillando el río Apure, a la espera de una nueva oportu­ nidad para atacar sabiendo que tiene de frente al Brigadier Mi­ guel de La Torre al mando de la vanguardia de Pablo Morillo. M u c u r it a s

El 28 de enero en el sido de Mucuritas, a orillas del río Apure, José Antonio Páez se encuentra de frente con el ejército de los Brigadieres Miguel de La Torre y Sebastián de La Calzada. Páez tiene 1.100 lanceros y La Torre unos 4.700 hombres: 3.000 infan­ tes de escogidas tropas peninsulares y 1.700 soldados de caballe­ ría, restos de los experimentados lanceros de Boves y Yáñez al mando del Coronel Remigio Ramos. Páez sin embargo decide en­ frentarlo sin ningún miramiento. El combate comienza con una escaramuza cuando ocho lance­ ros llaneros al mando del Sargento Ramón Valero, se enfrentan a 25 húsares españoles que avanzaban a efectuar un reconocimiento por los alrededores. El piquete de llaneros apenas vio a los realis­ tas se les echó encima, evolucionando con sus caballos por todos lados en un aparente desorden, pero cada vez que pasaban cerca de los húsares los herían de m uerte con sus lanzas sin que estos atinaran a darle a uno de ellos; en apenas diez m inutos fueron lanceados y muertos casi todos, saliendo heridos los pocos que huyeron. El General La Torre se percata de que Páez se le viene encima con toda la caballería, por lo que ordena enseguida a la infantería formación de batalla y que sus jinetes carguen sobre los escuadrones republicanos para frenar su avance. En el primer choque la caballería realista queda prácticamente destrozada, ya que los llaneros cargaron con una furia incontrolada y sin hacer mayor caso a los disparos de la fusilería contraria; a la hora de combate estaba totalmente destruida, con excepción de 200 húsa­ res europeos que buscaron guarecerse cerca de la infantería. La infantería realista se forma entonces en cuadros ante la pérdida de su caballería y comienza a retirarse en perfecto y disciplinado or­ den ante el acoso republicano, buscando el Paso del Frío para cruzar hacia el otro lado del río Apure. Los jinetes saben que es riesgoso atacar de frente a los infantes

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formados en cuadros á la bayoneta, única defensa que tienen con­ tra la caballería, entonces Páez ordena prenderle fuego a la sabana para cortarle la retirada a la infantería realista. Ejecutada la orden lanza nuevam ente sobre el enemigo sus escuadrones, los que sal­ tando sobre las llamas y apareciendo como fantasmas por entre el humo los lanceaban sin piedad con repetidas cargas de caballería, persiguiéndolos sin darles descanso hasta el Paso del Frío, distan­ te una legua del campo de batalla. La acción se inició a las nueve de la m añana y a las cuatro de la tarde los hombres de Páez habían dado catorce cargas consecutivas de caballería a la infantería rea­ lista, para consum ar el prim er revés sufrido por el Ejército Expe­ dicionario del General Pablo Morillo. Poco después y a la cabeza de algunos lanceros, Páez ataca las trincheras que habían construido los españoles en el pueblo de San Antonio, frente a Apurito, haciéndolos desalojar de sus posi­ ciones con el solo uso del arm a blanca. El General'Pablo Morillo alcanza a su ejército el 30 de enero en el Paso del Frío, lo pone bajo su mando personal y continúan por la orilla del Apure hasta entrar en San Fernando el 9 de febrero. Desde aquí destina entonces al Brigadier Miguel de La Torre a cubrir Guayana, mientras él marcha directo hacia Barcelona. C asa f u e r t e d e B a r c e l o n a

Desde su Cuartel General de Barcelona, Bolívar ordena el 26 de enero al Capitán de Navio Antonio Díaz, Comandante General de las Fuerzas Sutiles de la República, que se dirija de inmediato con su Escuadrilla en auxilio de esta plaza, situándose en la boca del río Nevérí para im pedir con sus flecheras y esquifes armados que la escuadrilla realista desembarque armas y pertrechos de gue­ rra para las tropas del Brigadier Pascual del Real. El Libertador había formado un campo atrincherado en el cen­ tro de Barcelona apoyándose en la iglesia, el Convento de San Francisco y algunas casas, sector que después de artillado se deno­ minó Casa Fuerte o Ciudadela, donde reunió un contingente de 1.200 hombres. Desde aquí le ofreció el mando en Jefe al General Santiago M ariño, quien aceptó la invitación m archando el 20 de enero a Barcelona con su Estado Mayor y unas tropas que no 103

excedían de 1.200 hombres, dejando al Coronel Antonio José de Sucre el cuidado de Cumaná. El Brigadier Pascual del Real y el Coronel Francisco Jim énez entran a las calles exteriores de Barcelona el 8 de febrero y atacan la Casa Fuerte, pero se sorprenden al ver lo bien artillada que está la posición haciéndola casi inexpugnable; después de varias horas de combate el ataque es rechazado por los defensores y Real se retira hacia El Pilar perdiendo casi 400 hombres entre m uertos, heridos y dispersos, dejando ajim énez encargado de ponerle sitio a la plaza. El día 9 llega José Francisco Bermúdez a la Casa Fuerte y el 10 entra Santiago Mariño a reforzar a Bolívar, sum ando entre todos cerca de 3.000 combatientes. Un nuevo ataque sobre Barcelona de Real y Jiménez se produce al am anecer del 12 de febrero, cuando concentran su embestida sobre dos puntos de la Casa Fuerte pensando rendir sus defensas ante la fuerza del empuje, pero son rechazados más rápido y vio­ lentamente que la vez anterior por los refuerzos recibidos. La sor­ presa del contra ataque hace nuevamente replegar a los realistas que se retiran para reponerse al campo de El Juncal, distante tres leguas de Barcelona. Entrando la tarde comienza un reñido com­ bate naval en la boca del Neverí, cuando el Capitán de Navio An­ tonio Díaz defiende la entrada del río contra la escuadra realista; la corbeta Bailen, un bergantín, cuatro goletas más y un falucho de la escuadra realista m andada por el Capitán de Navio José María Chacón, seguida de la Escuadrilla Sutil al m ando del Capitán de Fragata José G uerrero, venían persiguiendo a dos goletas, una balandra y un místico de los republicanos que habían sido envia­ dos por Luis Brión desde Margarita para apertrechar a Bolívar en Barcelona. Buscando refugio habían tenido tiempo de refugiarse en la boca del río Neverí, casi a la orilla del mar, por su m enor calado. Aquí fueron inmediatamente apoyados por dos em barca­ ciones surtas en el púerto y por 7 flecheras bien tripuladas proce­ dentes del río, trabándose un reñido combate con fuego sostenido de cañón y fusilería por ambas partes que dura un tiempo. Ante las acometidas y el fuego sostenido de Díaz que lo hicieron un obstáculo difícil de vencer, el realista Chacón con pocas pérdidas suspende el combate y opta por retirarse para no perder ninguno de sus buques, haciendo rumbo a Cum aná en busca de refuerzos. Bolívar y Mariño hacen una salida intempestiva de Barcelona el

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14 de febrero y atacan en San Bernardino a Pascual del Real y a Francisco Tomás Morales, quien con pocas fuerzas se había reuni­ do con el prim ero; sorprendidos, pierden su capacidad de res­ puesta, no atinan a organizar a tiempo los efectivos y ven disper­ sarse sus fuerzas ante el ataque republicano, debiendo huir del campo para no ser apresados. C om bate de E l M orro

N otablem ente reforzada y precedida de sus Fuerzas Sutiles, la escuadrilla realista se presentó de sorpresa la m añana del 18 de febrero frente a Barcelona. Los republicanos deciden varar su es­ cuadrilla com puesta de dos goletas, una balandra, dos místicos, dos lanchas y cinco flecheras armadas en guerra, entre la boca del río Neverí y el M orro de Barcelona, extenso prom ontorio unido a tierra po r un angosto istmo donde había un fuerte y dos baterías desmanteladas por orden del Libertador, quien a principios de febrero hizo trasladar los cañones a la Casa Fuerte. Dirigiendo personalmente el ataque, el Capitán de Fragata José Guerrero con­ duce sus buques hasta tiro de pistola de los republicanos, apresa una flechera, salta a tierra en El M orro con parte de sus efectivos y desaloja a los defensores del fuerte. Una columna enviada por el Libertador lo ataca con fuerza, por lo que precipitadam ente se reem barca al carecer de medios para resistir, dejando incluso li­ bre la flechera que habían apresado. Al amanecer del día siguiente los realistas vuelven a atacar intentando un nuevo desembarco, pero no pueden resistir el nutrido fuego de cañón de los buques comandados por el Capitán de Navio Antonio Díaz y el fuego de la infantería republicana que se había atrincherado en El M orro, por lo que al llegar la tarde el Capitán de Navio José María Cha­ cón resolvió suspender el ataque, quedando con los buques mayo­ res bloqueando la costa mientras la Escuadrilla Sutil, al m ando de G uerrero, la envía a Cum aná en busca de artillería. El 21 de febrero el Brigadier Pascual del Real mueve sus tropas hacia el campo de El Juncal, buscando situarse en posición más ventajosa que le perm itiera comunicarse con la escuadra realista, donde perm anece siete días am enazando de nuevo a Barcelona. Considerando posible una batalla inmediata, Bolívar se retira de El M orro y desmantela las baterías del Fuerte haciendo transpor­

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tar los cañones al campo atrincherado de Barcelona donde con­ centra sus fuerzas. La escuadra española vuelve al puerto el día 28 notablem ente reforzada y con tropas de desembarco se apodera del evacuado M orro de Barcelona. Los republicanos atacan vigorosamente los días 2 y 3 de marzo por tierra y por mar, causándole serios daños a la Escuadrilla Sutil e inutilizando alguno de sus buques pero sin poder avanzar hacia el Fuerte, ya que los realistas habían construi­ do en la base del Morro, frente al istmo, una batería protegida por una estacada y un foso que les impedía el avance. En la noche del día 3 El Libertador hace construir otra al principio del arrecife para enfrentar la de los españoles y dom inarla, como en efecto sucedió al día siguiente; rotos los fuegos al am anecer los realistas no pueden sostener sus posiciones y las abandonan. Esta circuns­ tancia es aprovechada por el Capitán de Navio Agustín Arm ario para avanzar a paso de carga con una columna de 400 hom bres, atravesar el istmo y caer sobre los realistas, que deben retirarse y replegar hacia el Fuerte. Navegando cerca de la playa, el Comandante Antonio Díaz avanza desde el río Neverí bajo el fuego de las Goletas españolas, logra desem barcar en El M orro su tripulación y comienza su avance hacia el Fuerte, por lo que nuevam ente el C om andante Chacón debe retirarse de sus posiciones, se reem barca rápidam ente y lo­ gra huir con dificultad y muchas pérdidas, sacando a rem olque su escuadrilla fuera del tiro de cañón de los republicanos para seguir hasta Cum aná a reparar los daños sufridos en el combate. Ante lo errático de sus actuaciones, Pascual del Real y Francis­ co Tomás Morales son separados del mando por órdenes expresas del General Pablo Morillo, supliéndolos a ambos el Coronel Ju an de Aldama. Santiago M ariño sale hacia Aragua de Barcelona en busca de provisiones y pertrechos mientras Simón Bolívar parte el 21 de m arzo para Guayana buscando otras alternativas, dejando el cui­ dado de Barcelona al General Pedro María Freites y a Francisco Esteban Rivas; antes de partir ordenó al Almirante Brión que zar­ para de M argarita con la escuadra para reunírsele en el sur. Al conocer estos movimientos el Coronel Aldama enseguida le pone sitio a Barcelona sabiéndola sin provisiones, desprotegida y sin la presencia de Bolívar; el 5 de abril ocupa los suburbios de la ciu­

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dad y comienza un feroz ataque contra la Casa Fuerte, la cual logra tomar el día 7 después de cruentos combates, m uriendo Pedro M. Freites en el asalto y muchos más en la salvaje matanza que ejecu­ tan los realistas, que pasan a cuchillo a todos los que se encontra­ ban en el recinto fortificado. Al pasar El Libertador por el sitio de Quiam are acom pañado por tan sólo quince oficiales, son atacados por una partida realista al m ando del Com andante Jesús Alemán; los oficiales patriotas reaccionan de inmediato y todos realizan un contra-ataque simul­ táneo, distinguiéndose en la acción el Coronel Francisco Vicente Parejo, logrando vencer la partida del Com andante Alemán, que debe h uir del lugar. Al llegar a la población de Aragua de Barcelona, M ariño se pone en contra de Bolívar, aflorando las discrepancias que desde algún tiempo m antenía con el Libertador. Envía para El C haparro a José Francisco Bermúdez, Manuel Valdez y Agustín Armario, m ientras él m archa hacia Santa Ana. El General U rdaneta logra perm iso de M ariño para ir a ayudar a Freites en Barcelona, pero en la villa de A ragua se entera de la caída de la ciudad y decide regresar hacia Santa Ana. Por su parte, Bolívar se entera en las bocas del río El Pao de la pérdida de Barcelona y de la defección de M ariño, decide no cruzar el Orinoco y se regresa al oriente de inmediato; sin embargo, se encuentra en El Chaparro con Berm ú­ dez y el resto de la División y cambia sus planes. Decide entonces asegurar Guayana y baja de nuevo al Orinoco ju n to con B erm ú­ dez, Arismendi, Zaraza, Santander, Soublette y Valdez. El 17 de abril en Guaicupa son atacados otra vez por el Coman­ dante Jesús Alemán, el cual es nuevam ente vencido ante el abru­ m ador núm ero de soldados patriotas. El 27 de abril llegan al sitio de El Aro m ientras el General Santiago Mariño se m archa hacia Cariaco. M ientras tanto en Guayana, Manuel Piar había sido atacado el 17 de febrero en el Caroní por fuerzas al m ando del G obernador Lorenzo Fitzgerald, éste es de nuevo totalm ente vencido y debe retirarse de inmediato a refugiarse en Angostura. El 25 de febrero en Guayana La Vieja, el Coronel Bartolomé Salom sitia la plaza de los dos castillos; el sitio lo m antiene hasta el 29 de m arzo pero vuelve a sitiarla en el mes de abril después de la batalla de San Félix, hasta el mes de julio en que abandona el sitio definitivamente.

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El General español Miguel de La Torre llega a A ngostura a mediados del mes de marzo y encuentra una ciudad sitiada y con problemas de aprovisionamiento. Debido a que su División sólo tenía víveres para cuatro días escasos, resolvió salir el 30 de marzo a la una de la m añana sobre el General Cedeño, que sitiaba la plaza, m ientras él se embarcaba con sus tropas rum bo a las Misio­ nes para abrir desde allí operaciones que le perm itieran el acopio de provisiones con que socorrer a Angostura. El General Piar se encontraba al oeste del río Caroní cuando sabe la noticia, po r lo que no tiene más alternativa que retrom archar hacia el Paso Caruachi, el cual atraviesa el 6 de abril; el día 7 rem onta su caballería con 500 caballos enviados por el Pbro. José Félix Blanco y a las 3 de la tarde rompe su marcha hacia San Félix para colocarse nueva­ m ente sobre su línea estratégica. B a t a l l a d e S a n F é l ix

Situado el 11 de abril en la Mesa de Chirica, en San Félix, Piar acompañado de José Antonio Anzoátegui y de Pedro León Torres, esperan con 500 hombres de infantería, 400jinetes y una m onto­ nera de 600 indios con flechas y lanzas el avance del ejército del Brigadier Miguel de La Torre y del Coronel Nicolás Ceruti, quie­ nes llegan con 1.600 infantes y 300 hombres de caballería. El ejér­ cito patriota se despliega en batalla de a tres en fondo sobre una sabana limpia, la prim era fila se compone de fusileros, la segunda de indios flecheros y la tercera de lanceros. Miguel de La Torre form a sus fuerzas en tres columnas cerradas, m ientras M anuel Piar lo hace con alas extendidas buscando una m aniobra de doble envolvimiento. Las cerradas columnas realistas se internan en el campo de ba­ talla abriendo fuego a discreción, m ientras las filas republicanas procuran con su fuego y sus flechas asentarlas en el campo. Las dos alas patriotas se inclinan inmediatamente en form a de semicír­ culo para encerrar a los enemigos, mientras desembocando por la falda de una suave pendiente la caballería da un furioso ataque sobre el flanco izquierdo realista. El ejército español quiere retirarse sin p erd er su formación, pero estrechado por todas partes no puede usar su caballería ni tampoco hacer uso de su poder de fuego sin com prom eter sus

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efectivos. Envueltos y sin poder m aniobrar por la violencia del combate y por sucederse los ataques uno tras otro, una y otra vez, los realistas form an una sola masa compacta que no tiene capaci­ dad de respuesta, que no tiene movilidad y en consecuencia no puede reaccionar, y al cabo de media hora de resistencia se desin­ tegra em prendiendo la retirada para tratar de am pararse en los montes de la ribera del Orinoco. En este m omento surge la desor­ ganización y el desorden entre los que huyen perm itiendo que la caballería los destroce. El dispositivo adoptado por Piar, aún dentro de su extrem ada simplicidad al colocar la caballería oculta sobre un flanco, al igual que hizo en M aturín, perm itía una violenta acción sobre las alas y la retaguardia enemiga restándole oportunidad de maniobra. Sin embargo muchos historiadores como F. M ontenegro y Colon, Vi­ cente Lecuna y José Manuel Restrepo, se preguntan con inquie­ tud cómo fue que La Torre, con su experiencia en la travesía del A pure, se lanzó en una llanura sin caballería form ada y con sus infantes en masa compacta. ¿Por qué se arremolinaron, no forma­ ron cuadros como en Mucuritas, donde resistieron catorce cargas de caballería de Páez y aquí casi no opusieron resistencia? La To­ rre nunca se imaginó que podía ser derrotado en esta batalla por tener a su favor la disciplina de sus tropas y la mala calidad del arm am ento de los patriotas; o como dice Lecuna, sus tropas des­ em barcaron sin víveres y el General se vio precisado a operar aceleradam ente sin haber podido m ontar su caballería y sin estar bien inform ado de las fuerzas de su adversario. Al parecer La Torre no creyó en la consistencia de las fuerzas de Piar, dada su peculiar integración, y se imaginó que las podría destruir al p ri­ m er choque (Vicente Lecuna, Crónicas Razonadas de las Guerras de Bolívar, Tomo II, págs. 14 y siguientes). Al igual que en todos los combates, San Félix se caracteriza por tres tiempos en el orden táctico: aproximación, choque y desarro­ llo. Para el republicano este caso se resuelve en una proyección que le da precisam ente relieve histórico, el éxito táctico reflejado en el estratégico. Batallas hubo muchas y las habrá más que se libraron con contingentes mayores y en situaciones más aprem ian­ tes, pero se dan en unas circunstancias que no perm itían mayor trascendencia estratégica hacia el futuro. Al asegurar Piar esta parte de Guayana con tan contundente victoria, logra con su acción el

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dominio de un área vital para la República, clave geopolítica y base operacional desde la cual Simón Bolívar proyectará su acción libertadora hacia el resto del continente suramericano. Destruido el ejército realista en San Félix, Miguel de La Torre escapa hacia Angostura favorecido por las sombras de la noche ju n to con el Com andante Carmona, 17 oficiales y pocos soldados. En el campo quedaron 700 realistas entre m uertos y heridos y cerca de 500 prisioneros, entre éstos el propio Ceruti y 75 jefes y oficiales de la expedición de Morillo. El General Piar dispone el 25 de abril un nuevo ataque a la ciudad de Angostura y a las dos de la m añana avanzan varias co­ lumnas llevando el General Pedro León Torres la principal. A un­ que atacaron con vigor fueron rechazados p o r Miguel de La To­ rre, quien a las seis de la m añana los obligó a replegarse con la pérdida de 7 oficiales y 78 soldados m uertos. D urante los días 26 y 27 regresan los buques de la escuadra realista que se hallaban en Guayana La Vieja, fortaleciendo así las defensas de la ciudad por la parte del Orinoco, única vía de comunicación y abastecimiento de que dispone. Las tropas del Libertador term inaron de pasar el Orinoco el 27 de abril, como se había anotado, y el día 30 dejan atrás el río Aro siguiendo hacia Angostura, donde llegan el 2 de mayo para incor­ porarse al sitio de la ciudad. La oficialidad y las tropas presentes reconocen a Bolívar como Jefe Suprem o, entregándole Piar el m ando de sus tropas al Libertador. De inm ediato éste vislumbra con su astucia e inteligencia la importancia estratégica de consoli­ dar Guayana, por lo que incita a Brión con firmeza la urgencia de que penetre al Orinoco con su flota; construye una batería en La Punta, más abajo de Angostura, para estorbar los movimientos de la Escuadrilla Real en el Orinoco; reúne con el mismo objeto una flotilla en la boca del Orocopiche; m anda a m ejorar el Apostadero de Puerto de las Tablas, en la boca del río Caroní y a establecer un astillero para construir flecheras. Bolívar decide apretar el sitio de Angostura que comienza d u ­ ram ente el 4 de mayo y en el cual La Torre perm anecerá sitiado hasta el 17 de julio, día en que abandona la plaza. El 4 de mayo M anuel Piar es relevado del m ando del Ejército de Guayana y enviado a consolidar Upata, centro ganadero al sur de sus posicio­ nes, nom brando Bolívar a Bermúdez com andante de las fuerzas

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de tierra. Este ejército compuesto de 3.000 hombres lo había pues­ to Piar a disposición de Bolívar apenas llegó éste a Guayana, quien para este m omento sólo contaba con algo más de 200 hombres. Se organizó una flotilla de curiaras recogidas por el Coronel Pedro Chipia, y con una dotación de hombres expertos se la desti­ nó a sorprender el apostadero realista de la Isla de Fajardo, situa­ da en el Orinoco frente a la desem bocadura del Caroní. En la m adrugada del 24 de mayo el Capitán de Navio Agustín Armario asaltó de improviso a los realistas y tras una corta resistencia logró apoderarse del pequeño puerto y de todo cuanto en él había, va­ rias embarcaciones, dos cañones con sus municiones, piedras para chispa y fusiles. Con los elementos tomados la flotilla republicana que se resguardaba de la Marina Española en el río Caroní, bajo la protección de una infantería convenientem ente colocada, tomó cierta importancia ante el adversario. Dispuso en aquel tiempo el Libertador la construcción de una pequeña fortificación en uno de los extremos de la ensenada de Cabrián, rebalsa del Orinoco situada un poco más abajo de los Castillos de Guayana, donde la escuadra del Almirante Brión p u ­ diera apoyarse y resistir a la realista que era superior, y para com­ pletar la defensa se levantó una batería en la otra punta de la ense­ nada cuando la escuadra llegó; con esta edificación podía inte­ rrum pirse la comunicación por el Orinoco. Para cortar la navega­ ción con el A pure m andó establecer un apostadero en La Vuelta del Torno, situado más arriba de Angostura, a cargo del Capitán de Fragata Rafael Rodríguez, reuniendo allí todas las embarcacio­ nes hasta entonces ocultas en los caños del Orinoco. El 8 de mayo se reúne el llamado Congreso de Cariaco, donde Santiago M ariño y el canónico Cortés de M adariaga le quitan la autoridad a Bolívar y se autonom bran Jefes del movimiento rep u ­ blicano. Rafael U rdaneta y Antonio José de Sucre se separan de Mariño y pasan a Guayana en busca del Libertador, mientras Piar coriiienza su defección en Upata. Ignorante de este desastre en Guayana, el General Pablo Mori­ llo llega a la población de El C haparro y se reúne con el Coronel Ju an de Aldama el 13 de mayo; como prim era m edida ratifica la destitución de Real y de Morales. El día 19 arriba a El M orro de Barcelona el Brigadier José De Canterac con una excelente divi­ sión de tropas peninsulares de 3.000 hombres; traía órdenes de

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auxiliar a Morillo en algunas operaciones y seguir luego hacia Perú. El General Morillo le pidió seguir a Cumaná y esperarlo, allí se le unió a principios de junio y le incorporó a su expedición sobre Margarita. Primero tomó los pueblos marítimos de la Pro­ vincia, Cariaco el 10 de junio y Carúpano el 13 después de ligeros combates; destituye al Capitán General de la Provincia, don Salva­ dor Moxó, nombrando para sustituirlo al Brigadier Juan Bautista Pardo; destina al Coronel Francisco Jiménez a cubrir la zona, y luego junto con Canterac se embarca hacia Margarita. Morillo sale de Cumaná con los 3.000 veteranos en 20 buques rumbo a la isla, presentándose el 14 de julio en el puerto de El Guamache, donde encuentra feroz resistencia del Coronel Joa­ quín Maneiro al frente de 550 margariteños, quienes deben reti­ rarse en breve por la superioridad numérica de los realistas. Los días 16 y 17 de julio logran desembarcar buena parte de sus efec­ tivos en Los Verales, Punta Mangle; el General Francisco Esteban Gómez, Gobernador de la isla y Jefe republicano en ausencia de Arismendi, trata de impedir el desembarco pero le es imposible, pues sólo cuenta con una tropa de 1.300 hombres mal armadas; repliega a la línea del Caramay, en San Juan, donde concentra sus efectivos, destinando sin embargo al Coronel Maneiro contra los realistas para observarlos y dificultar sus maniobras. Con 400 in­ fantes y 50 jinetes Maneiro vuelve a enfrentar a Morillo el día 17 y le disputa el terreno desde las alturas de Las Enicas, obligándolo a permanecer dos días más en la playa y en el cerro de La Vela, pero el 20 de julio logra desembarcar la división de Aldama y Maneiro se retira al Valle de San Juan tratando de que Morillo lo siga; pero Morillo se abstiene de ir en su seguimiento por falta de caballería y orilla los montes por la vía del sur para tomar Porlamar el 23 de julio, penetra enseguida al Valle del Espíritu Santo y ocupa Pampatar el día 25, replegándose los republicanos hasta La Asunción. B a talla d e

m a ta sie te

Morillo parte para La Asunción el 31 de julio utilizando la vía del norte de Pampatar, buscando la altura de Matasiete para divi­ sar el campo y la ciudad. Contaba Morillo con 2.600 efectivos, fuerzas superiores a las republicanas, pero Gómez le sale al frente y lo espera en el mismo cerro de Matasiete guarecido en las male­ 112

zas y en los accidentes naturales del terreno. Poniendo enjuego sus habilidades y su coraje se oponen los margariteños al avance del ejército realista, defendiéndose con una obstinación tal que pasmó al valeroso jefe español haciendo inútiles sus esfuerzos y el de sus tropas. Pablo Morillo y José De Canterac asaltan en varias ocasiones las posiciones republicanas, pero no logran batir la resistencia margariteña; concentran su ataque en un punto, logran desalojar de sus posiciones a los patriotas y comienzan la escalada del cerro; al llegar a media altura de su falda los realistas se percatan de que quienes allí estaban se encuentran ahora combatiendo más abajo, tornándose comprometida su situación por estar separados del grueso del ejército sin haber logrado obtener una posición estraté­ gica relevante. Hay que bajar entonces del cerro y comprometer la acción en otro punto aun a sabiendas de que en cuanto se retiren de su posición, ésta será ocupada de nuevo por las fuerzas repu­ blicanas. La defensa de Francisco Esteban Gómez es tenaz y le ocasiona a los realistas más de 400 bajas tras siete horas y media de duro batallar. Rechazados constantemente en sus ataques, los rea­ listas no han podido posesionarse del cerro, Morillo entiende que no va a lograr pasar y tampoco va a poder tomar las posiciones contrarias ni desalojar a los republicanos de ellas, ya que cambia­ ban constantemente de sitio rotándose entre el monte sin estar mucho tiempo en un lugar fijo, haciendo muy difícil dar en el blanco; sin embargo, por más que se movieran, los realistas sí pre­ sentaban un blanco más vulnerable por estar más abajo que los otros. Si toman el cerro de Matasiete con todo el poder de fuego que tienen, los republicanos los combatirán desde abajo y no los dejarán pasar; si por el contrario dejan a los republicanos en el cerro para continuar el grueso de los efectivos, dividirá su ejército y mantendrá uno enemigo en la retaguardia; estas consideraciones obligan a Morillo a retirarse y buscar otra solución. Morillo regresa a Pampatar con pérdidas significativas de hom­ bres y material, decide entonces tomar la capital y Juan Griego por otra ruta; de hecho, sale de Pampatar el 6 de agosto y el día 7, tras rudos y sangrientos combates toma los pueblos de San Juan y El Portachuelo, enseguida toma La Asunción con una fuerte co­ lumna que destaca al efecto y se presenta el día 8 en Juan Griego en combinación con la escuadrilla. Toman el puerto y asaltan el 113

fortín, pero el Coronel Juan Bautista de la Cova y el Capitán Juan Bautista Figueroa en un sorpresivo y audaz contraataque recobran el puerto y logran sostenerse por cuatro horas en el fortín, en un combate a todas luces desigual, hasta que no pudiendo sostener más tiempo el empuje realista deben ceder el campo y retirarse. El mismo día 8 se suceden combates en Los Cerritos, Los Robles y Paraguachí, donde Gómez bate varias columnas de Morillo. El 10 de agosto llega a Margarita la noticia de la pérdida de Guayana, la toma de Guayabal por el Libertador y el avance de su crecido ejército por el centro del país. Morillo entiende que no va a pacificar en corto tiempo la isla y corre el riesgo de perder sus posiciones en tierra firme, en consecuencia decide evacuar Juan Griego ese mismo día y regresar a Pampatar después de destruir sus fortificaciones. El 17 de agosto sale de Margarita hacia La Guaira mientras Canterac sigue hacia el Perú, para establecer más tarde su cuartel general en Calabozo dispuesto a enfrentar la probable invasión de los republicanos. Por su lado, en el oriente del país el Coronel Francisco Jiménez asalta y saquea Güiria e incendia la población de Cumanacoa. C o n s o l id a c ió n

de

G uayana

Justo antes de la llegada de Morillo a Margarita, el Almirante Luis Brión ha movilizado la escuadrilla patriota y se ha estaciona­ do en el bajo Orinoco siguiendo las órdenes del Libertador. Ya bastante adelantada la construcción de flecheras en San Mi­ guel, Bolívar envía unas cuantas al Capitán de Fragata Rafael Ro­ dríguez, junto con municiones que le faltaban y la orden de asal­ tar el apostadero de Borbón, situado río arriba, desde donde los realistas protegían las comunicaciones con el Apure, mientras for­ maba otra flotilla que puso al mando del Capitán Rosendo. El Comandante Rodríguez estaba en La Vuelta del Torno al mando de 21 embarcaciones tripuladas en su mayoría por indios nativos, habiendo obtenido buen éxito apoderándose en las bocas del Pao, de Uverito y de otros puntos del río, de los buques realistas que pasaban por el Orinoco en ruta hacia el Apure o viceversa. Como el pequeño apostadero estaba estorbando las comunicaciones en­ tre Angostura y San Fernando de Apure que eran útilísimas para el aprovisionamiento de carnes y traslado de armamentos, el Ge­ 114

neral Miguel de La Torre dispuso enviar una flotilla al mando del Alférez de Fragata Pedro Echenique para eliminarla. Para cumplir la orden que le había dado el Libertador, el ofi­ cial que llevaba las flecheras al Comandante Rodríguez debía pa­ sar furtivamente de noche frente a Angostura sin ser visto y seguir a encontrarse con él, mientras Rosendo debía pasar también de noche frente a los Castillos de Guayana y seguir a las bocas del Orinoco al encuentro de la escuadra del Almirante Brión, pero no debía em prender su marcha sino algunos días después. Las flecheras provistas de numerosos remeros podían burlar por su mayor velocidad a todas las otras embarcaciones. La flotilla de los españoles partió de Angostura hacia La Vuelta del Torno en la mañana, pero su Capitán el Alférez Echenique se quedó en la ciudad haciendo algunas diligencias de última hora, pensando alcanzarla luego en la rápida flechera que lo conducía. La casualidad hizo que esa misma noche pasaran frente a Angostu­ ra las flecheras enviadas al Comandante Rodríguez, las que alcan­ zan más adelante a la embarcación de Echenique y lo hacen prisio­ nero; siguen adelante y se reúnen con Rodríguez, quien se hallaba en acecho en un caño, atacan por sorpresa a los españoles que iban sin su jefe y después de un brillante combate se apoderan de las tres flecheras, obligando a huir a las cañoneras españolas hacia Angostura. De inmediato el Comandante Rodríguez asalta y toma el apostadero de Borbón venciendo a los efectivos allí destacados, quedando desde entonces cortada la comunicación de la capital de Guayana con el Apure y la Provincia de Barinas. C a s a c o im a

Muy distintos fueron los acontecimientos generados por la es­ cuadrilla del Capitán Rosendo en su búsqueda de la escuadra de Brión. Con diez flecheras y una cañonera partieron en la noche del 3 de julio desde el Puerto de Las Tablas, ubicado en la parte superior de Los Castillos. Al mismo tiempo que la escuadrilla zar­ paba del puerto, el Libertador con su Estado Mayor y una peque­ ña columna marchó a ponerse en contacto con ella una vez que hubiese pasado frente a los castillos de Guayana La Vieja. Cinco flecheras que iban adelante pasaron sin novedad y siguieron hacia las bocas del Orinoco, donde se unirían a la escuadra república-

na; pero cuando intentaron pasar las cinco restantes y la cañone­ ra, fueron advertidas por el centinela y el cañón dio la alarma; les comienzan a hacer fuego y destacan contra ellas seis lanchas caño­ neras al mando del Comandante Antonio Ambaredes. El Capitán Rosendo retrocede de inmediato con cuatro flecheras y persegui­ do por las cañoneras se refugia en el caño Boca Negra, donde antes se había situado un destacamento de infantería para que las protegiera en caso de retirada; las otras dos embarcaciones, la ca­ ñonera Bolívar y la flechera Santa Bárbara, pudieron regresar sin inconvenientes al Puerto de Las Tablas. Al comenzar el fuego contra las flecheras Bolívar entiende que deben estar acosándolas y procura acercarse Cuanto puede a la orilla del río a ver cómo logra ayudarlas, haciendo alto en el sitio donde conjetura que deben aparecer. Al amanecer se dan cuenta de que se encuentran junto con las cuatro flecheras en el Caño Casacoima, lugar de aguas estancadas situado un poco más abajo de Las Fortalezas, donde Bolívar con todos sus compañeros co­ mienzan a tratar de activar la salida de las embarcaciones. Como las fuerzas navales españolas las esperaban a la desembocadura del caño, se dispone que la tropa ocupe la orilla opuesta a aquella en que se encuentra el Libertador por considerar que desde allí se acercarían más a la orilla del Orinoco y podrían ayudar mejor a la escuadrilla. Pero sucede que los realistas desembarcan una partida de in­ fantería al mando del Capitán Juan Cosmos más arriba de la boca del caño para atacar por tierra las embarcaciones que allí estaban refugiadas, lo cual logran sin ninguna oposición porque Bolívar se había quedado sin un solo soldado. Muy ocupados en tratar de sacar las flecheras y tal vez algo descuidados se hallaban Bolívar, Juan Bautista Arismendi, Carlos Soublette, Pedro León Torres, Jacinto Lara, Pedro Briceño Méndez y otros Jefes, cuando los disparos del enemigo les advirtieron del peligro que corrían. Tres de ellos pueden tomar sus caballos y huir por el camino que los había llevado hasta ese lugar, pero los otros sin ningún tipo de defensa no tienen más recurso para salvar sus vidas que arrojarse al caño y atravesar a nado una rebalsa del Orinoco que entra bien adentro en la tierra, para dirigirse a una casita distante un cuarto de legua, donde se refugian. El destacamento republicano logra contener con sus disparos a los realistas y evitar un asalto a la débil 116

construcción, salvando a Bolívar de una captura o de una muerte segura; el Capitán Rosendo no ofreció la resistencia que debía y los españoles le quitaron sus cuatro flecheras. El Almirante Luis Brión había salido de Pampatar el 31 de mayo llevando bajo su mando la Escuadra y la Escuadrilla Sutil, comandada por el Capitán de Navio Antonio Díaz. Su primer de­ rrotero fue sobre el río Guarapiche, boca de entrada a Maturín; desde aquí adelanta sobre Guayana varias embarcaciones al mando del Capitán Díaz mientras él en persona sigue más atrás con el resto de los buques mayores. M a c a r eo - P agayos

Adelantándose a la flotilla de Antonio Díaz, su hermano el Te­ niente de Fragata Fernando Díaz al mando de tres flecheras, pene­ tra por el caño Macareo con instrucciones de recorrerlo hasta el Orinoco y luego devolverse a encontrarse con la escuadra que debía pasar por el caño. Al llegar a nuestro máximo río el 7 de julio, se encuentra Femando Díaz con once embarcaciones de portes superiores al mando del Capitán de Fragata Antonio Ambaredes, las que constituían las Fuerzas Sutiles del Apostadero de Guayana La Vieja que habían continuado navegando hacia las bocas del Orinoco en observación de la anunciada presencia de la escuadra republicana. Ante este encuentro da comienzo un combate fluvial donde los margariteños pelean como de costumbre, con denuedo y valerosamente, pero a causa de la superioridad numérica del adversario son derrotados y pasados todos a cuchillo, excepto unos pocos hombres que en un esquife se salvan al huir río abajo. En­ cuentran a la vanguardia de la escuadra y le informan del desastre y la trágica muerte del resto de los hombres, pero como el coman­ dante de la vanguardia era el Capitán de Navio Antonio Díaz, al saber la muerte de su hermano resuelve vengarla y con tres fleche­ ras continúa adelante forzando velas sin consultar con el Almiran­ te, quien a unas horas de distancia navegaba en completo tren de guerra. Los realistas continuaron navegando aguas abajo enorgulleci­ dos de su triunfo y al día siguiente se encontraron con las fuerzas republicanas frente a la isla de Pagayos, en la unión del Brazo Imataca con el Río Grande. Ambaredes rodea con sus embarcacio­ 117

nes la flotilla de Díaz y de inmediato da comienzo un nuevo com­ bate en el que, colocados en medio de los buques enemigos, el audaz margariteño y sus hombres hacen prodigios de valor. Por un tiempo está dudoso el resultado del encuentro porque los rea­ listas se baten en todas partes con vigor, pero haciendo fuego a discreción con sus cañones y fusiles, Díaz carga de improviso so­ bre tres naves enemigas que juzga más débiles por la forma como maniobran; aborda una embarcación tras otra y va degollando sin piedad a cuantos caen en sus manos, quedando las naves tripula­ das por parte de su gente; recobra dos flecheras, echa una a pique e incendia una nave; esquiva el ataque que puede dañarlo y como un demonio se vuelve contra los enemigos que lo acometen, apre­ sando finalmente algunos bajeles españoles y recuperando las tres flecheras quitadas a su hermano que venían a remolque y sin de­ fensa. Tal miedo y tanto daño causó el Capitán Díaz a los otros navios que los realistas deciden desistir de la lucha y em prenden la fuga hasta guarecerse en Las Fortalezas; su pérdida habría sido total si el margariteño hubiese podido perseguirlos, pero sus bar­ cos quedaron muy maltrechos y con tan escasa tripulación que tuvo que retroceder al Guarapiche para repararlos. Pagayos fue un extraordinario combate donde el Capitán de Navio Antonio Díaz, héroe del mismo, dio muestras de un valor increíble. La victoria abrió la navegación del Orinoco a los repu­ blicanos al destruir las fuerzas navales españolas en su parte baja, permitiendo a Brión con sus naves seguir río arriba y anclar ma­ jestuosamente en la Ensenada de Cabrián bajo la protección del fuerte construido para servirles de apoyo. La acción de la escua­ dra republicana en la conquista de Guayana fue tan importante como la actuación del Ejército. Al frente del Ejército, Bolívar estrecha el cerco sobre Angostu­ ra en entendimiento con las fuerzas de Brión que comienza a ope­ rar en el bajo Orinoco, y ordena a Bermúdez los preparativos finales para tomarla por asalto. Tan pronto como el Brigadier La Torre conoce en Angostura la derrota de las Fuerzas Sutiles espa­ ñolas en Pagayos y la presencia de Brión en el Orinoco, compren­ dió que estaba completamente vencido pues con este acontecimiento se le cerraba la única vía por donde podía recibir aprovisiona­ miento de las Antillas y del norte del país, ya que tenía cerrada las comunicaciones con el Apure y el Guárico. Por otra parte no creía 118

posible batir a la Escuadra de Brión en la posición que había to­ mado, por lo que resolvió en consecuencia evacuar la plaza antes de esperar el ataque de Bolívar. Treinta buques de los cuales doce estaban armados en guerra con 90 cañones, componían la Escua­ dra Real y la de transporte, llevando entre todos 2.000 hombres entre marineros y soldados; estos buques fueron abordados por 1.800 civiles, equipajes y gran material de guerra, la noche del 16 al 17 de julio; el mando de la expedición correspondió al Capitán de Fragata Fernando Lizarza y a su segundo, el también Capitán de Fragata Francisco de Sales Echeverría. El Brigadier Miguel de La Torre, el Obispo don José Ventura y Cabello y el Gobernador Lorenzo Fitzgerald, se distribuyen en los principales buques, ju n ­ to con los realistas decididos o comprometidos con la causa real que abandonan la ciudad, temerosos de represalias por parte de los republicanos a quienes consideraban insurgentes. C a b r iá n

El 18 de julio al amanecer Bermúdez ocupa la plaza de Angos­ tura al mismo tiempo que la flota leva anclas en el puerto; al atar­ decer del día 19 anclan todos en Guayana La Vieja bajo la protec­ ción de sus fortalezas. Aquí se detiene durante 15 días el General La Torre esperando recibir refuerzos de Morillo, quien se encon­ traba en Margarita; pero sitiado nuevamente por Bolívar en perso­ na y acosado por el hambre y toda clase de miserias, resuelve enca­ rar la lucha a campo abierto, por lo que evacúa la plaza la noche del 2 de agosto en los buques de la escuadra rumbo al bajo Orino­ co; apenas salir, los Castillos fueron ocupados por el General José Antonio Anzoátegui. Al aproximarse a Cabrián, en la mañana del día 3, el Capitán Lizarza forma sus naves en dos grandes colum­ nas: a la derecha y dando frente a los republicanos los buques mayores armados con cañones, y a la izquierda los buques de trans­ porte y las naves menores. Comprendiendo el Libertador que és­ tos pasarían de largo, envía de refuerzos a Brión numerosos tira­ dores escogidos y preparados al efecto con anticipación. Al reconocer Brión los buques enemigos se adelanta un corto trecho a su encuentro en línea oblicua apoyado en la batería re­ cién construida, pero sin cerrarle el paso totalmente al adversario. Los realistas divisan tras las líneas al fuerte de Cabrián y a la infan­ 119

tería dispuesta a sostener buen fuego, por lo que el Capitán Lizar­ za ordena a los buques de la primera columna formar con la proa hacia los republicanos mientras los de la segunda columna, donde iba la masa principal de emigrados, se deslizaba por detrás. Los buques realistas avanzan contra los de Brión, éstos retroceden has­ ta la batería del fuerte, y al seguir aquellos adelante se compromete el combate rápidamente. El fuego de metralla de los republicanos es constante y acertado y comienza a destrozar las arboladuras y obra muerta de las naves realistas diezmando sus tripulaciones y sembrando el pánico entre ellas. Los realistas ven comprometidos sus movimientos por la formación en columna que llevan, lo que obstaculiza a la vez su fuego, mientras desde tierra la infantería republicana rompe sus fuegos sobre los buques enemigos. La capi­ tana española se enfrenta a la de Brión a muy corta distancia, cuando en el combate un Uro de metralla de ésta hiere y mata a 16 hombres, cayendo entre ellos el propio Capitán Lizarza grave­ mente herido. Llamadas con anticipación por el Libertador, las flecheras del Capitán de Fragata Rafael Rodríguez entran en com­ bate atacando por la retaguardia a las naves realistas, las cuales deciden em prender la retirada Orinoco abajo. Al finalizár el día los españoles se declararon en completa de­ rrota, abandonando a su suerte las naves que no podían huir. El Almirante Brión capturó 14 buques mayores con 73 cañones y muchas naves menores; 330 fusiles, abundantes municiones, 160.000 pesos en plata y oro y 300.000 pesos en cobre. Las naves realistas que huyeron siguieron su navegación emigratoria hacia los brazos del Orinoco, con tal suerte que una tormenta los envol­ vió en su ruta. Frente a la isla de Yaya las cañoneras se escurrieron hacia el caño Macareo y huyeron hacia Trinidad, abandonando el convoy; el tramo de Yaya a Sacupana, en la ruta a Boca Grande, lo recorrieron los buques españoles en el mayor desorden y apresu­ ramiento por escapar. Con las naves y dineros capturados los republicanos pudieron duplicar su Marina y asegurar para siempre el dominio sobre el Orinoco. El Libertador eligió como centro de su gobierno a An­ gostura por ser puerto comercial y estratégico de singular impor­ tancia por su situación, domina la parte sur del país y los llanos por el oriente, con salida al mar y al exterior. Por toda esta vasta región donde se dilatan los llanos Bolívar extiende la guerra y la 120

organización gubernamental a miles de kilómetros. La conquista de Guayana fue un acontecimiento capital y decisivo, pues adqui­ rió el Libertador una base sólida de operaciones permitiéndole atacar e invadir a su antojo cualquier establecimiento español so­ bre el eje Apure-Orinoco; recibía pertrechos, armas y hombres del exterior; había conseguido recursos de hombres, caballos y reses y se podía comunicar con la Nueva Granada a través del Casanare. Mientras estos acontecimientos suceden en Guayana, en el Apu­ re un llanero de Páez de apellido Aramendi, en un alarde de valor cruza a nado el río Apure en el paso de Apurito y hace preso a Francisco López, Gobernador realista de Barinas. Páez libra luego los combates de Santa Catalina y Paso de Utrera, abre operaciones sobre Pedraza y Barinas y con tal sigilo las prepara y ejecuta, que la sorpresa fue completa. En Barinas destroza cerca de 600 hombres que guarnecían la ciudad, sorprendiendo al Coronel Remigio Ramos a quien le quitan todo el parque que tenía, pertrechos, vituallas, los caballos que había y hasta las muías de carga, retirán­ dose luego Páez al Apure cuando aún se le suponía del otro lado. El General José Francisco Bermúdez parte el 25 de septiembre para Cumaná como Jefe Militar; José Tadeo Monagas es enviado a Barcelona; Pedro Zaraza es destinado a cubrir Chaguaramas y San Diego de Cabrutica y Manuel Cedeño cubre Guayana, mientras José Antonio Páez permanece en la línea del Apure entre Barinas y Casanare. El General Rafael Urdaneta recibe órdenes de remon­ tar con cuatro embarcaciones armadas el Orinoco y penetrar hasta el Arauca para comunicarse con Páez, con quien el Libertador espera reunirse pronto. La situación personal de Manuel Carlos Piar se tornó complica­ da a mediados del mes de septiembre, pues no reconocía la autori­ dad del Libertador y se negaba a obedecer sus órdenes, incum­ pliendo sus funciones. Bolívar le ordena presentarse ante él y Piar abandona su posición en el Ejército, motivo por el cual se le abre un proceso disciplinario. Es apresado en Aragua de Barcelona y remitido a Angostura, donde es entregado el 3 de octubre. El mismo día se le abre juicio militar por insubordinación y deser­ ción ante un Consejo de Guerra presidido por el Almirante Luis Brión, los Generales Pedro León Torres y José Antonio Anzoátegui, los Coroneles José Ucroz y José María Carreño, y los Tenien121

tes Coroneles Judas Tadeo Piñango y Francisco Conde. El Gene­ ral Carlos Soublette actuó como Fiscal y como Defensor el Tenien­ te Coronel Fernando Galindo. Fue encontrado culpable y fusilado en Angostura el 16 de octubre. Bolívar parte para el Cuartel General de Zaraza el 21 de no­ viembre. Ese mismo día efectúa Zaraza un movimiento retrógrado al saber que Miguel de La Torre lo está buscando. La madrugada del día 22 el Coronel Montes de Oca llega al sido de Apamates, donde está Zaraza, y le manifiesta que por órdenes del Libertador debe retroceder hasta Santa María de Ipire para encontrarse con Bolívar; Zaraza no obedece esta orden, se desvía de su ruta y sor­ presivamente en el Hato La Hogaza se tropieza con el General La Torre el 2 de diciembre. Se traban en combate y aunque el General español sale herido, Zaraza pierde toda la infantería y todo el par­ que que tenía, debiendo retirarse precipitadamente para no per­ derlo todo. Bolívar se entera en San Diego de Cabrutica del desastre ocu­ rrido, deja el mando de sus tropas al General Pedro León Torres y el 11 de diciembre baja al Orinoco por las bocas del Pao en dirección a Angostura con el fin de acopiar nuevas vituallas y municiones. El 51 de diciembre parte otra vez de Angostura con 2.000 soldados y una flota de 39 embarcaciones.

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Año 1818

Al regresar Simón Bolívar de Angostura se le incorpora en las Bocas del Pao la pequeña División de Monagas, pasan el Orinoco y siguen éstos por vía terrestre mientras El Libertador continúa por el río hasta Caicara a donde llega el 12 de enero; aquí se les une Cedeño con sus tropas y marchan el 17 para La Urbana, pa­ sando el río Orinoco, los días 22, 23 y 24. Se internan en Apure atravesando el Arauca y el 31 de enero se reúnen con José Antonio Páez en el Hato Cañafístolo. En este encuentro Páez reconoce la jefatura de Bolívar en un gesto que lo enaltece y le entrega el mando de sus tropas, conformando en total un ejército de 2.500 hombres de infantería y 2.000jinetes, muy inferior a las tropas de Pablo Morillo que contaba con 7.000 efectivos. El ejército continúa marcha hasta San Juan de Payara, donde el Libertador permanece cuatro días remontando la caballería, orga­ nizando las tropas y haciendo planes para sus próximas actuacio­ nes. Prosigue marcha hasta San Fernando de Apure, que se en­ cuentra tomada por el 3o de Numancia a las órdenes del Coman­ dante Juan Nepomuceno Quero, confía al Coronel Miguel Gue­ rrero el bloqueo de la ciudad y el 5 de febrero se pone nuevamente en marcha. El día 6 a las diez de la mañana hacen un alto en el río Apurito en su desembocadura con el Apure, a tres cuartos de milla al este de San Fernando, donde medita Bolívar la forma de hacer pasar las tropas al otro lado del río para abrir operaciones contra Pablo Morillo en Calabozo; se necesitaban lanchas y sólo existían unas que formaban la escuadrilla enemiga que obstruía el paso. Se cuenta que José Antonio Páez le da ánimo asegurándole 124

que le proporcionará las embarcaciones. “¿Dónde tiene usted las embarcaciones?”, le pregunta Bolívar. “Las mismas que se oponen a nuestro paso”, responde Páez. “¿Y cómo apoderarnos de ellas?”. “Con caballería”. “¿Con caballería de agua?” preguntó El Liberta­ dor. El caso es que el ejército se puso en movimiento y se detuvo en las márgenes del Apure, cerca del Paso de Copié; Páez sacó 50 hombres de La Guardia que soltaron las cinchas y las gruperas a los caballos, para poder rodar sobre las monturas en el momento preciso sin tener que desmontarse de los animales; avanzaron con Páez y el Coronel Francisco Aramendi a la cabeza, y juntos se lanzan de pronto al río montando en pelo los caballos dirigiéndo­ se sobre la escuadrilla enemiga. El pasmo causado por el inespera­ do ataque sólo les permite a los realistas hacer una descarga de cañón, arrojándose al agua los tripulantes antes de ser abordados y apresada la escuadrilla compuesta por una cañonera, tres fleche­ ras y unas canoas, con las que puede el ejército pasar el Apure. Bolívar exclamó: “Si yo no lo hubiera presenciado, jamás lo hubie­ ra creído”. El 7 de febrero se ponen en marcha unos escuadrones que to­ man los poblados de Guayabal y Camaguán, haciendo retroceder a la 5a División realista con los Dragones de Fernando VII y el Bata­ llón Barinas al mando del Brigadier Sebastián de La Calzada. En­ terado Morillo de la presencia de este ejército en Apure se pone en marcha el día 8 desde San Carlos, donde se encontraba, para dirigirse a Calabozo donde está su Cuartel General. Bolívar organiza el 9 de febrero su ejército en Vanguardia, for­ mada por Páez y la caballería de Apure; Infantería, compuesta por la Guardia de Honor; Batallones Línea y Cazadores al mando del General José Antonio Anzoátegui; los Batallones Barlovento y An­ gostura al mando del General Manuel Valdez y los Batallones Valeroso y Barcelona comandados por el General Pedro León To­ rres; la Artillería compuesta por unas piezas de bajo calibre, el parque y equipajes, y la Retaguardia formada por las caballerías de Cedeño y de Monagas. En la tarde acampan en la Laguna de Zamuros. Morillo llega a Calabozo el 10 de febrero y se dispone a defen­ der la ciudad con sus efectivos conformados por un Batallón del Castilla, dos compañías del Navarra y tres escuadrones de Húsares de Fernando VII, mientras el Ejército Republicano pasa el río 125

Guárico y pernocta en Caño Pavones, avanzando once leguas dia­ rias. Una legua española equivalía a 5.572 metros, algo más de cinco kilómetros y medio. El ejército continúa su marcha y el 11 de febrero en el Paso de Orituco la descubierta hace prisionera una avanzada realista que estaba de reconocimiento. Al día siguiente Bolívar se mueve sobre la mesa de Calabozo sorprendiendo a Morillo con su velocidad; cerca de la ciudad, en un sitio conocido como La Misión de Abajo, la vanguardia patriota acuchilla los escuadrones de la caballería realista, y los cuadros de infantería, compuestos por 600 soldados europeos, se dispersan y huyen a la vista de la vanguardia de Páez cuando ésta los carga lanza en ristre, refugiándose en las primeras casas. Morillo se encierra en Calabozo sin presentar batalla de nuevo, siendo prácticamente vencido por Bolívar la prim era vez que se encuentran. Esa noche el Ejército Republicano acampa en las orillas del río Orituco. El 13 de febrero a medio día Bolívar marcha hacia El Rastro, tres leguas al norte de Calabozo, por el camino de San Marcos y deja al Coronel Juan Guillermo Iribarren observando la plaza. El Libertador busca provocar la salida de Morillo y a la vez cortar la huida hacia los Valles de Aragua. La noche del día 14 Morillo burla a Iribarren y abandona Calabozo por la vía de La Uriosa, marcha siguiendo la orilla izquierda del Guárico buscando al nor­ te la población de El Sombrero; él también trata de impedir que Bolívar tome los Valles de Aragua y llegue a Caracas, por lo que opta por replegarse sin dar batalla. El Coronel Iribarren observa una conducta completamente negligente cuando deja salir a Mori­ llo sin siquiera hostigarlo, no lo acosa ni tampoco le participa al Libertador la novedad; Bolívar se entera el día 15 y regresa apre­ suradamente a Calabozo, deja atrás el Hospital y la Artillería al mando del Coronel Encinoso y parte rápidamente tras Morillo. Ese mismo día a las cuatro de la tarde la caballería republicana al mando de Páez y de Cedeño alcanza la retaguardia enemiga en La Uriosa y la destroza con varias cargas, pero Morillo continúa su huida sin presentar formal batalla y se refugia en El Sombrero. El 16 llega Anzoátegui con la infantería y se traba la batalla al decidir Bolívar tomar la población; el combate dura hasta el anochecer sin que ninguna de las partes ceda en sus posiciones. En la noche del mismo 16 se retira sorpresivamente Morillo de 126

El Sombrero y desplazándose rápidamente acampa el 17 en Barba­ coas, el 18 entra en Camatagua y el 21 de febrero descansa en San Sebastián de los Reyes; el 23 entra en Villa de Cura, deja allí al General La Torre y continúa para Valencia a esperar que Sebastián de La Calzada se le reúna en esta ciudad. Bolívar ocupa El Sombrero la mañana del 17 de febrero; desti­ na al Coronel Jacinto Lara a ocupar El Calvario y al Capitán Juan Gómez lo destaca a Ortiz; el 18 salen Páez y Cedeño con la caballe­ ría para Calabozo. Bolívar recibe un falso informe y se pone en marcha el día 20 para el Hato Corozal; el 21 llegan Soublette, Páez y Cedeño con sus tropas. El 22 de febrero entra Bolívar con todo el ejército en Calabozo y al día siguiente Páez se retira con toda su caballería para San Fernando de Apure pese a la oposición de Bolívar, dando como excusa el ayudar a apretar el sitio de la ciu­ dad y que la caballería es necesaria para mantener la posesión de la zona. Bolívar continúa sus operaciones y recorre las poblacio­ nes de Guardatinajas y San José de Tiznados, moviendo el 3 de marzo el ejército hasta el Hato de San Pablo, donde acampan el 5 de marzo. Al día siguiente llega Rafael Urdaneta procedente de Guayana. Al llegar Páez a San Fernando estrecha el sitio el 5 y el 6 de marzo, buscando desalojar al enemigo de la plaza. Tras un violen­ to ataque el Comandante Juan Nepomuceno Quero decide eva­ cuarla en orden y toma la dirección de Achaguas; perseguidos con calor resiste y rechaza varias cargas en el Caño Biruaca el día 6; continúa la retirada y resiste con valentía otro choque en el sitio del Negro, pero al día siguiente en La Enea no aguanta otro ata­ que más y se rinde. Apresado con vida el jefe español muere el día 7 víctima de dos balazos recibidos durante el sitio. Páez termina de limpiar la zona con su victoria en Paso del Diamante el 8 de mar­ zo, sitio ubicado al este de San Fernando de Apure. T e r c e r a b a ta lla d e

La P u e r t a

El Libertador concentra sus efectivos y levanta el campamento republicano el 7 de marzo, llegando el día l i a Villa de Cura. Francisco Tomás Morales se retira a La Victoria a la vista de Bolí­ var, lo que es aprovechado por éste para enviar a Pedro Zaraza a ocupar el Desfiladero de La Cabrera en Maracay, mientras Genaro 127

Vásquez observa a La Torre que se ha retirado a Las Cocuizas. Bolívar aprovecha para recorrer Cagua, La Victoria (población que abandona Morales ante la cercanía del ejército republicano) y demás pueblos situados al norte del Lago, dejando a José Tadeo Monagas situado en Maracay. El 14 de marzo Bolívar se moviliza en busca del General La Torre, pero se ve obligado a retroceder hasta Villa de Cura al saber que el día anterior Morillo forzó el Paso de La Cabrera y que Zaraza retrocede ante su avance, no habiendo podido Monagas hacer nada por ayudarlo; este suceso amenaza sus comunicaciones y para no perderlas debe replegar sus fuerzas. Descansan un día y marchan el 16 a Bocachica, pero a las dos de la madrugada Monagas informa que viene en retirada a la vista de Morales, que lo persigue con nutridas fuerzas. Debido al desgaste de las tropas no puede el Libertador eludir la batalla, se repliega en consecuencia el ejército sobre Semen, río que baña la Quebrada de La Puerta donde anteriormente ya habían perdi­ do los patriotas dos batallas. Morales llega atacando violentamente con todas sus fuerzas sin dar cuartel, la batalla se traba sumamente reñida pero poco a poco los republicanos van ganando posiciones en el terreno, hasta que las fuerzas de Morales se dispersan y son puestas en derrota; los republicanos las persiguen con ahínco y cuando están a punto de ganar la ardua pelea, la llegada de Mori­ llo con tropas más frescas y ordenadas cambia el inicio de victoria en una trágica derrota. Al iniciarse la persecución las tropas se disgregan perdiendo la infantería sus líneas de combate, situación que aprovecha Sebastián de La Calzada para realizar una impetuo­ sa carga de caballería con la cual sella la batalla a favor de los realistas. El General Morillo queda herido de consideración por una lanza que le atraviesa la cadera y lo suple el Brigadier Correa, quien persigue a los republicanos hasta San Juan de Los Morros, donde lo releva el General La Torre. Bolívar pierde casi toda la infantería y los pertrechos, sus papeles personales y los documen­ tos del Estado Mayor; salen heridos los Generales Urdaneta, que mandaba la infantería; Anzoátegui, que comandaba la Guardia de Honor; Valdez, que mandaba los Batallones Valeroso y Barloven­ to, y Pedro León Torres que comandaba el Batallón Barcelona. Bolívar se retira a Ortiz, pasa a Caimán, luego por El Rastro y entra a Calabozo el 20 de marzo. El Comandante José Francisco 128

Blanca se queda en Caimán como retaguardia y le hace frente al Coronel Rafael López, con quien tiene varias escaramuzas favora­ bles al patriota. Desde San Juan de Los Morros el General Miguel de La Torre marcha sobre Bolívar; toma Ortiz el 19 de marzo y entra en Cai­ mán el 20, donde se le une Rafael López con su cuerpo; esa misma noche parten hacia Calabozo donde llegan el 22, pero inmediata­ mente contramarcha La Torre al tener noticias de que Bolívar se aproxima y no se detiene hasta llegar a Ortiz; sintiéndose seguro y protegido destaca a López hacia El Pao, cerca de El Tinaco, y envía otro cuerpo hacia Aragua. El Libertador se ha reunido en San Pablo con las caballerías de Páez y de Cedeño, y al saber que La Torre se aproxima sale rápida­ mente a su encuentro. Entra en El Rastro el 22 de marzo y el 23 conoce la retirada del General español; decide entonces esperar la llegada del Coronel Antonio Rangel con su Brigada, quien llega con noticias y vituallas el día 24; a las diez de la mañana Bolívar marcha sobre Ortiz y ataca el 26 al General La Torre intentando desalojarlo, pero éste se encuentra bien atrincherado y rechaza los sucesivos ataques; previendo que la situación puede complicarse al no poder sitiarlo, deja vigilado a La Torre y repliega nuevamen­ te sobre San Pablo donde permanece hasta ei 29 de marzo, cuando destina a Monagas a Barcelona, Cedeño al Apure, Soublette a Gua­ yana y él mismo marcha a San José de Tiznados, donde llega al siguiente día. El Coronel Justo Briceño logra tomar la plaza de Ortiz el día 29, obligando al General La Torre y a Sebastián de La Calzada a huir hacia los Valles de Aragua. En San José de Tiznados Bolívar imparte nuevas órdenes al conocer la nodcia de esta movilización y envía a José Antonio Páez córitra Rafael López en El Pao, mientras el mismo Libertador se traslada hasta Calabozo; desde aquí envía aju sto Briceño sobre Barbacoas, destaca al Coronel Francisco Sánchez a Ortiz y Ambro­ sio Plaza es destinado a San Francisco de Tiznados. R in c ó n

de

L os T

oros

El Libertador no descansa un momento. Desde Calabozo se des­ plaza hasta El Rastro y regresa luego a San José de Tiznados, don­ de permanece hasta el 16 de abril. Esa noche se traslada hasta un 129

hato cercano llamado “Rincón de los Toros”, donde instala un campamento. Entrada la noche se aproxima al lugar el Coronel realista Rafael López con su columna, ayudado por la traición de un soldado de la guardia que le facilita el santo y seña del día. El Capitán Tomás Renovales, acompañado de unos pocos soldados españoles, logra penetrar sigilosamente hasta el sitio preciso don­ de duerme El Libertador, Renovales le dispara a la hamaca donde se encuentra dormido tratando de matarlo por sorpresa, pero Bo­ lívar salva la vida de milagro al no alcanzarlo la bala. En su auxilio acuden todos alarmados por el disparo y se forma una balacera en la oscuridad de la noche con las tropas de López que tenían ro­ deado el sitio. En el atentado perece casi toda la infantería repu­ blicana, Zaraza huye del lugar, Bolívar se queda sin montura y el Comandante Serrano al verlo a pie le niega su caballo; un soldado de apellido Martínez le facilita una muía, pero en el desconcierto y bullicio del momento no puede Bolívar montarla. Al amanecer se presenta el Comandante Julián Infante y le proporciona el ca­ ballo del Coronel Rafael López, a quien Infante acaba de dar muerte tras la persecución que le hizo. Bolívar levanta el campamento y marcha inmediatamente para El Rastro, continúa a Calabozo, adon­ de llega la noche del 17 de abril, pasa por Guadarrama el 24 y finalmente llega a San Fernando de Apure. Después de lograr acopios sale de nuevo para Calabozo, pero en Camaguán se enfer­ ma y debe regresar a San Fernando el 3 de mayo a reponerse. El Brigadier Pascual del Real había replegado a La Cañada, cerca de Valencia, cuando se acercaron las fuerzas de Páez; Miguel de La Torre es destinado por Morillo a reforzarle y al General Correa se le ordena encontrarlo por las cercanías de El Pao, don­ de se suponía debía estar Rafael López. La Torre llega el 23 de abril a San Carlos y Correa se le incorpora el 30. El primero de mayo la descubierta realista se topa con Páez en Camoruco, al oeste de San Carlos, pero retrocede buscando atraerlo. Páez se presenta el 2 de mayo con 300 hombres en el llano de Cojedes o llanura de Onoto, al occidente de San Carlos, y le presenta formal batalla a La Torre, que tiene 1.000 efectivos; se traban en combate y al final de la cruenta lucha, después de grandes pérdidas por ambos lados, los dos bandos reclaman el triunfo proclamándose vencedores. Páez no intenta de nuevo tomar San Carlos y regresa a San Fernando de Apure donde entra el 21 de mayo. Seis días 130

antes, el 15 de mayo, la retaguardia al mando de Antonio Rangel es furiosamente atacada por el Coronel Reyes Vargas en Nutrias, logrando dispersarlos a todos. Por su parte, La Torre sale herido de consideración y le entrega el mando al Brigadier Correa. Pablo Morillo envía al General Francisco Tomás Morales contra Calabozo y en su ruta se topa con la antigua columna del Coronel López, que en el camino se había encontrado con el Coronel Fran­ cisco Sánchez en la población de Ortiz; Morales los incorpora a su contingente, ocupa Calabozo y marcha contra Cedeño que se en­ cuentra entre Calabozo y El Calvario. El 20 de mayo lo sorprende en La Laguna de los Patos al sur de Calabozo y lo derrota, tenien­ do Cedeño que abandonar el campo apresuradamente para no perderlo todo. Los realistas vuelven entonces a dominar la zona central: Mora­ les con la Quinta División en Calabozo, Calzada ocupa a Barinas y el General Correa se sitúa entre El Baúl y San Carlos. Mientras estos sucesos acontecen en los llanos, en oriente el Coronel Francisco Jiménez ataca a Cariaco el 14 de marzo y logra que Mariño abandone la plaza. A mediados de abril parte Bermú­ dez de Guayana, ataca y ocupa la población de El Tigre el 19 de abril, limpia la zona y entra en Maturín el 26. Por su parte, Mari­ ño sale de Cumanacoa el 5 de mayo y entra en ella Bermúdez el día 9; ambos estaban distanciados y operaban en forma independien­ te. Santiago Mariño decide reconquistar Cariaco, la toma el 10 de mayo y el 24 derrota unas fuerzas españolas en Cautaro, mientras José Francisco Bermúdez por su lado se presenta el 16 de mayo frente a Cumaná, defendida por el Gobernador Tomás de Cires y ataca el 21 la cabeza de puente sin lograr ventaja alguna; el 30 de mayo la guarnición de Cumaná hace una salida sorpresiva y ataca a Bermúdez en su posición de Puerto Madera logrando vencerlo, y obligándolo a retirarse hasta Cumanacoa. Desde aquí se regresa Bermúdez a Angostura mientras Mariño por su parte es acosado y forzado a replegarse a Maturín, donde queda solo y aislado. El Libertador llega a Angostura el 5 de junio y con su habitual energía comienza a gestar nuevos planes militares. El 26 de junio Santiago Mariño reconoce la autoridad de Simón Bolívar como Jefe Supremo y se reconcilia con José Francisco Bermúdez, con­ vencido por el General Rafael Urdaneta. Se disponen nuevas ope­ raciones y el 25 de agosto Bermúdez y Sucre ocupan Güiria, de131

fendida por el Comandante Ramón Añez, en combinación con la escuadra del Almirante Brión, cuya Escuadrilla Sutil al mando del Comandante Antonio Díaz toma el puerto apoderándose del bergantín Colombia, 8 buques menores de guerra, 8 mercantes, 6 piezas de artillería y 100 fusiles; con esta importante victoria se rompió el comercio de la provincia con esta zona y con el exterior del país. Desde Angostura parte el 26 de agosto Francisco de Paula San­ tander para Casanare, acompañado por el Coronel Jacinto Lara y el Comandante Antonio Obando, a fin de organizar las tropas de avanzada que actuarán en la Campaña de Nueva Granada que ya tiene en mente Bolívar. Por este entonces llegan los expediciona­ rios británicos enviados gracias a las gestiones de Luis Isidoro López Méndez en Londres, entre quienes destacan Daniel Floren­ cio O’Leary, Belford Wilson y Jaime Rooke. Bolívar funda El Co­ rreo del Orinoco, dirigido por el Vicepresidente Francisco Anto­ nio Zea y convoca al Congreso de Angostura para el año entrante. Continuando las operaciones en el norte, José Francisco Ber­ múdez y Antonio José de Sucre atacan Río Caribe intentando des­ embarcar y tomar la casa-fuerte del puerto, pero son rechazados y deben reembarcar, mientras Mariño ataca de nuevo Cariaco y su acción es igualmente rechazada. José Antonio Anzoátegui sale para San Fernando de Apure el 21 de octubre en comisión y el día 24 Bolívar pasa el Orinoco rumbo a Maturín, donde llega el 30; reorganiza las fuerzas y nom­ bra a Bermúdez Jefe de las tropas de Cumaná en unión del Almi­ rante Brión, que manda las fuerzas de marinería, siendo Mariño destinado a cubrir Barcelona. El Libertador parte de regreso a Angostura, donde llega la noche del 11 de noviembre. El realista Sebastián de La Calzada en sus correrías por Barinas derrota al Comandante Angulo y lo mata en la batalla de Torunos, mientras el General Cedeño el 5 de diciembre en Cabruta derrota a los lamuños. En este mes de diciembre Morillo concentra de nuevo sus tropas en Calabozo a las órdenes del General Miguel de La Torre con la intención de abrir nuevas operaciones. Bolívar zarpa de Angostura para el Apure el 21 de diciembre; Sucre sale a comprar armas en el Caribe y Urdaneta es designado Comandante de las fuerzas británicas que llegan a Venezuela por la Isla de Margarita. 132

E sta d o

mayor del año

Simón Bolívar Carlos Soublette Luis Brión Santiago Mariño Juan Bautista Arismendi José Antonio Páez José Francisco Bermúdez Manuel Cedeño Mariano Montilla José Antonio Anzoátegui Rafael Urdaneta Pedro Zaraza José Tadeo Monagas Felipe M. Martín Pedro León Torres Francisco Esteban Gómez Manuel Valdez José Padilla Antonio Díaz

Ej é r c it o

1818

Jefe Supremo de la República Jefe del Estado Mayor General Almirante de la Flota Republicana Capitán General de Oriente Capitán General de Margarita Capitán General de Barinas Mayor General de Infantería Mayor General de Caballería Mayor General de Artillería Mayor General Comandante del Batallón Rifles Mayor General Comandante de la Legión Británica Brigadier General de Caballería Brigadier General de Caballería Brigadier General de Caballería Brigadier General de Infantería Brigadier General de Infantería Brigadier General Gobernador de Angostura Capitán de Navio Comandante de Cañoneras Capitán de Navio Comandante de las Fuerzas Sutiles

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1

Año 1819

Simón Bolívar se reúne con José Antonio Páez y José Antonio Anzoátegui en San Juan de Payara el 17 de enero, y al día siguien­ te llega Manuel Cedeño con la caballería. El General Pablo Mori­ llo también se moviliza y el 24 de enero cruza el río Apure por el paso de San Fernando adentrándose en los llanos. El Libertador establece sus planes, parte de regreso para Angostura, a donde llega el 8 de febrero; el día 15 instala el célebre Congreso de An­ gostura y después marcha de nuevo para el Apure el 27, mientras en Margarita se ocupa el General Rafael Urdaneta de organizar las tropas británicas que comienzan a llegar a Venezuela. En este mes de febrero estaba todo el ejército realista con el General Pablo Morillo en las vastas soledades del Apure y del Arauca, el centro del país se encontraba indefenso y Caracas con una corta guarnición imposibilitada de hacer frente y resistir un des­ embarco de 1.000 soldados mandados por intrépidos jefes. Dispu­ so entonces El Libertador que el General Rafael Urdaneta reunie­ se la expedición de los ingleses que estaban llegando y formase un cuerpo de 500 efectivos con soldadps margariteños, y auxiliado por la escuadra del Almirante Brión hiciese un desembarco en las costas de Caracas, tomase la capital y extendiera sus operaciones por la retaguardia hasta ponerse en contacto con el ejército de Apure que mandaría él en persona. En Margarita no había con que pagar a los ingleses; tardaba Urdaneta en recibir el apoyo económico de Brión para arm ar la expedición debido a las dificultades económicas que existían y que habían incluso mermado el capital del Almirante, cuyo caudal es134

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taba consumido y su crédito personal fuertemente comprometido. Se sumó a esto que tanto el General Juan Bautista Arismendi como el Gobernador Francisco Esteban Gómez evadían la orden de Bo­ lívar de entregar a Urdaneta un contingente de 500 efectivos que debían formar, aduciendo que los margariteños no querían salir de la isla; después adujeron que había una epidemia en la isla y tenían que establecer un cordón sanitario, hasta que Urdaneta descubrió la mentira y usó la vía de hecho para hacerse obedecer a la fuerza. El Gobernador Gómez licenció las tropas y Urdaneta abrió un juicio sumario para descubrir a los autores de la insubor­ dinación; en el proceso declararon 27 Jefes y Oficiales que Aris­ mendi había sido el instigador y el Dr. Andrés Narvarte, quien fungía de juez de la causa, halló comprobada la falta de Arismendi y necesaria la prisión del acusado. Entendiendo que un rasgo de energía era necesario en esos momentos, Urdaneta hizo preso a Arismendi y lo envió detenido a Guayana para ser formalmente juzgado. Este contratiempo y la demora de los ingleses en llegar frustró completamente el plan de Bolívar. Los sucesos narrados y la falta de medios y recursos para habilitar la expedición y la es­ cuadra hicieron que pasaran los meses de marzo, abril y mayo, por lo que Bolívar decide entonces desistir del anterior plan de operaciones y ordena a Urdaneta penetrar más bien por las pro­ vincias de Barcelona y de Cumaná para atender la defensa del territorio durante su ausencia. Conociendo José Antonio Páez la cercanía del ejército de Pablo Morillo, se retira de San Juan de Payara y cruza el río Arauca por el Paso Caujaral el 2 de febrero. El General español va en su segui­ miento, trata de cruzar el Arauca por el mismo punto y encuentra el paso fortificado por los republicanos con dos baterías y seis piezas de artillería, intercambiando disparos sin mayores conse­ cuencias; no puede sortear el paso por la anchura y la profundi­ dad del río en esta zona, sometiendo sus fuerzas al fuego enemigo, por lo que continúa marcha al día siguiente buscando otro paso. El 4 de febrero logra cruzar el Arauca por el Paso Marrereño, al cual nombra como Nuevo Paso del Rey, después de haber tomado la orilla opuesta un escuadrón de caballería al mando del Coronel realista José Pereira. Durante todo el día habían sostenido un in­ tercambio de disparos de fusil y de artillería con una columna de soldados republicanos que atrincherados defendían el Paso, y que 136

optan por retirarse sobre un islote del río (conocido como Mata Casanareña) al no poder detener el avance realista. Pero los repu­ blicanos tampoco se empeñan en la batalla, ya que su táctica era atraer al numeroso ejército de Morillo a las sabanas que se encuen­ tran entre el Arauca y el Meta, haciéndole guerra de guerrillas para debilitarlo, cansarlo con marchas y contramarchas y quitarle las subsistencias en esta zona árida. Apenas pasan el río Páez busca a Morillo, lo encuentra en el hato Cañafístolo y sin pensarlo dos veces lo ataca de frente sorprendiéndolo, hace desmembrar su ejér­ cito y le impide recoger ganado y remontas para la caballería; después se retira sin comprometer una acción mayor. Los españoles ocupan Caujaral el 5 de febrero y Páez decide acosar con su caballería al enemigo; desde Mata Casanareña efec­ túa asaltos por separado a Morillo, a La Torre, a Morales, a Calza­ da y a Pereira, hostigándolos durante varios días. Páez sólo tiene 800jinetes y el ejército de Morillo 7.500 hombres: 5.000 infantes y 2.500jinetes. El día 8 Francisco Aramendi vuelve a demostrar su heroísmo al penetrar en el campamento de Caujaral, incendiar algunos pertrechos, causar un gran alboroto que desconcertó a los realistas y lograr salir ileso. El ejército de Morillo continúa su marcha el 9 de febrero, llega a Cunaviche y tiene que repasar el Arauca el día 25 hasta San Juan de Payara; el 8 de marzo ocupa la población de Achaguas. Simón Bolívar se reúne el 11 de marzo con la infantería de Anzoátegui en Araguaquen; Páez se les integra con su caballería en el sitio de Cunaviche y pasan el río Arauca en Caujaral, mo­ viéndose el ejército en busca de Morillo. El 27 de marzo en La Gamarra, a la izquierda del Apurito y a unas cinco leguas al sur de Achaguas, Páez lanza su caballería contra la vanguardia de Pablo Morillo comandada por el Coronel José Pereira y Narciso López; éstos no pueden resistir el embate sorpresivo y se retiran poco a poco sin sufrir mayores pérdidas. Sin embargo las fuerzas de avan­ zada son de consideración y el ataque ha sido mal dirigido, por lo que reagrupados comienzan a presionar y obligan a Páez a retro­ ceder, sufriendo éste un ataque de epilepsia. Bolívar cruza el Apu­ rito el 28 de marzo y Morillo mueve todo su ejército sobre él, pero El Libertador hábilmente lo esquiva y buscando mejor oportuni­ dad toma posiciones en la margen izquierda del Arauca mientras 137

Morillo lo hace en la otra margen. El río queda entre ambos, acam­ pando ambos ejércitos a la vista en la Mata del Herradero. Q

uesera s d e l

M

e d io

Un puñado de jinetes se desprende del silencioso ejército pa­ triota al amanecer del 2 de abril; cruza Páez el Arauca con 150 llaneros para hostigar a Morillo, a nado pasan a la opuesta ribera sin ser vistos por el enemigo y al tomar pie en tierra el último caballo, aquel puñado de audaces avanzan resueltos contra los rea­ listas. Viéndolos venir, Morillo les forma el ejército en plan de batalla tal vez pensando que se avecinaba un ataque mayor, y dos regi­ mientos con 1.200 lanceros avanzan a cortarles el paso, mientras por la izquierda sesga como una inmensa hoz una fuerte división destinada a aprisionarles. Páez retrocede en orden aparentando huir y es ferozmente perseguido por los lanceros realistas que corren veloces tras los fugitivos; éstos van divididos en siete gru­ pos de jinetes y a la cabeza de cada uno se ha puesto un invencible: son Juan Antonio Mina, Fernando Figueredo, José Cornelio Mu­ ñoz, Juan José Rondón, Juan Gómez, Francisco Carmona y Fran­ cisco Aramendi. Cuando ya es inminente su pérdida porque les están dando alcance, el jefe de aquellos derrotados lanza su grito de “¡Vuelvan cara!”, con gran agilidad se dan vuelta y atacan de frente a sus perseguidores aprovechando el impacto de la sorpre­ sa; estos ya no atacan sino que se defienden de tan inesperada ofensiva. El campo no es bastante amplio para maniobrar la nume­ rosa caballería enemiga, mientras que Páez y sus pocos compañe­ ros se escurren con libertad y dondequiera que se arremolina un pelotón desconcertado lo lancean sin misericordia; arrollan las dos primeras filas de jinetes y el resto se confunde, se tropiezan unos a otros y terminan volviéndose en retirada desordenada mien­ tras son acuchillados y lanceados de flanco por los jinetes patrio­ tas. En su frenética huida chocan con la infantería española que se encuentra formada en orden de batalla, rompen sus filas y se in­ crustan sembrando el terror en los desconcertados batallones, los que para protegerse de esta insólita embestida deben salir corrien­ do a refugiarse en un bosque vecino. Testigo admirado del hecho, el Libertador expide ese mismo 138

día una Proclama felicitando a los 150 hombres que realizaron esta hazaña, la cual fue presenciada por todo el Ejército Patriota. Morillo contramarcha el 4 de abril hacia Achaguas, mientras en Nutrias el mismo día el Coronel Antonio Rangel derrota una par­ tida realista de avanzada. Las guerrillas de los coroneles Muñoz y Rangel mantienen en constante zozobra al ejército de Morillo y así se dan los encuentros de Cañafístolo, La Barrosa, Trapiche de Alejo, Sacra Familia y Surero, sin mayores consecuencias para ambas partes. Bolívar marcha algunos días orillando el Arauca y lo cruza el 8 de abril; de pronto se topa con el ejército de Morillo, pero contramarcha y cruza por Nuevo Paso del Rey. El día 12 acampan en el Hato Caraballero, a orillas del Arauca, mientras Morillo entra en Achaguas. Bolívar se mueve hacia Nutrias el 21 de abril atravesando el Arauca; más tarde se mueve Morillo y cruza el Apure el primero de mayo mientras El Libertador pernocta en Rincón Hondo, don­ de madura la idea de libertar primero Nueva Granada aprove­ chando la época de lluvias en el llano que dificulta la marcha del ejército; en su perenne caminar Bolívar ha remontado el Orinoco hasta las riberas del Apure y del Arauca cubriendo 700 kilóme­ tros. Se reúne con Páez el 9 de mayo en Caujaral y allí acuerdan el traslado de todo el ejército a Cañafístola, ordenando a Rafael Ur­ daneta trasladarse con los voluntarios extranjeros por el Orinoco hasta el Arauca. Entre los días 15 y 20 de mayo debió ser grande la actividad intelectual del Libertador, ya que va tomando cuerpo la decisión de cambiar el teatro de la guerra abandonando su plan sobre Bari­ nas. El ejército sale hacia Mantecal y pasa la noche del 22 de mayo en la Aldea del Setenta, a orillas del Apure, donde decide Bolívar la invasión a Nueva Granada ya que es contraproducente conti­ nuar manteniendo en los llanos la misma situación de hace año y medio, sin poder tomar Caracas y sin lograr vencer a Morillo. En la mañana del día 23, luego de haber obtenido del General Páez las promesas de colaboración, convoca una Junta de Jefes para explicarles la idea buscando su comprensión sobre la situación; se deciden los planes del proyecto y continúan la marcha, llegando esa noche a Mantecal. Bolívar reorganiza los cuadros del ejército y delega funciones específicas: Carlos Soublette continúa como Jefe del Estado Ma­ 139

yor; José Antonio Anzoátegui pasa a Comandante de la Retaguar­ dia; José Antonio Páez guardará el Alto Apure hasta Cúcuta; José Francisco Bermúdez queda como General en Jefe del Ejército de Oriente junto con José Tadeo Monagas, Manuel Cedeño y Pedro Zaraza; Pedro León Torres es nombrado Jefe de la Guarnición del Bajo Apure, región San Fernando; Tomás Montilla pasa a integrar el Estado Mayor General; Santiago Mariño ocupará su curul en el Congreso y Pedro Briceño Méndez se desempeña como Secretario del Libertador. C am paña

de

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ranada

El General José María Barreiro disponía en Nueva Granada de unos 4.500 hombres bien apertrechados y en excelentes condicio­ nes, sin contar con las tropas de las guarniciones. El Libertador con mucho esfuerzo pudo reunir unos 2.200 hombres organiza­ dos en cuatro batallones, tres regimientos, un escuadrón y una compañía de artillería pero sin cañones, ya que éstos los tenía el enemigo. Bolívar tiene la experiencia de la campaña de 1813 y frescos los recuerdos de la campaña de 1818 sobre las serranías del centro del país, por lo que a su mente reflexiva y ágil no se le escapa que un proyecto tan ambicioso presenta sus dificultades. La permanencia de tropas numerosas en la alta montaña es obliga­ toriamente temporal, ya que son pocos los recursos de alojamiento y comida que se ofrecen; las vías de comunicación son escasas e incómodas para poder transitar un ejército, haciendo difícil el movimiento de las tropas; debe caminarse en columnas, lo que aumenta la longitud del desfile y dificulta el ejercicio del mando sistemático. La velocidad de desplazamiento, tan vital en estos ca­ sos, se ve mermada por los malos caminos y sus accidentes topo­ gráficos, siendo necesarios los altos frecuentes y el empleo masivo de animales de carga, lo que no permite hacer sino cálculos aproxi­ mados de la movilización. La guerra de montaña es fácil para pequeños efectivos, ya que es una guerra de movimiento donde se favorece la iniciativa y la ofensiva. Pero a un ejército se le dificulta mucho la observación y la transmisión de información; sus propias línea de comunicación o de retirada quedan expuestas a acciones de guerrillas; los ata­ ques frontales implicarán sacrificio de vidas y el rodear o flan­ 140

quear las resistencias ahorrará tropas, pero gastará tiempo. Los expertos militares señalan que en montaña vale más la maniobra que el combate impulsivo. El plan definitivo de Bolívar es marchar al Casanare para re­ unirse con las tropas de Santander y penetrar a la Nueva Granada en busca de las tropas del Virrey; Páez distraerá sobre Cúcuta llamando sobre si las fuerzas de Barreiro, las cuales batirá para reunirse luego con el Libertador; Bermúdez aprovechará cual­ quier movimiento de Morillo para caer sobre Caracas y amenazar la retaguardia realista. El 26 de mayo se pone en marcha el ejército con 2.186 efectivos hacia Guasdualito: Infantería, compuesta de cuatro batallones: “Ri­ fles al mando del Coronel Arturo Sandes, “Barcelona” con el Coronel Ambrosio Plaza, “Bravos de Páez” con el Coronel José de La Cruz Carrillo y la “Legión Británica” al mando del Coronel Jaime Rooke, que juntos sumaban 1.332 hombres; Artillería, con 40 efectivos, con cuatro piezas ligeras y municiones, al mando del Coronel Bartolomé Salom; Caballería, con 814 jinetes divididos en escuadrones montados y regimientos a las órdenes de los coro­ neles Juan José Rondón, Leonardo Infante, Lucas Carvajal, J u ­ lián Mellado, Hermenegildo Mujica y Guillermo Iribarren con el Escuadrón Húsares, que desertó el 3 de junio quedándose solo con su deshonra. El 2 de junio entra el ejército en Guasdualito y Bolívar ordena a Páez que penetre a Cúcuta por las montañas de San Camilo y abra otro frente para distraer al enemigo; Páez se marcha, pero nunca llegó a cumplir la orden de'Bolívar, quedán­ dose en el Apure; lo que hace es incursionar en Barinas donde ataca la población de La Cruz ocupada por 350 soldados que de­ ben desalojarla tras sangriento combate. El ejército cruza el Arauca el 4 de junio y entra en la Provincia de Casanare; el 11 entra Bolívar a Tame, Cuartel General de Fran­ cisco de Paula Santander, quien ha formado una vanguardia de 1.600 infantes y 600jinetes que incrementan el ejército; el 14 lle­ gan las tropas que pueden al fin descansar en terreno seco des­ pués de haber hecho todo el camino a través de terrenos inunda­ dos. En Tame selecciona el Libertador la ruta a seguir; para entrar a la zona de Tunja desde aquí se le ofrecían tres alternativas: el camino de la Salina de Chita, el más corto y mejor porque ofrecía comodidades para la tropa, que pernoctaría siempre en poblados 141

y sufriría poco el rigor de los páramos, aunque es el más fortifica­ do; el camino de Labranza Grande, que si bien está bastante guar­ necido y pasa cerca de Sogamoso, cuartel general realista, por informaciones recibidas pareciera que las fuerzas españolas se han retirado, y el camino de Pisba, inhóspito en grado sumo y rara vez transitado, pero sobre el cual no hay vigilancia realista alguna. De los tres, éste fue el camino elegido. Desde Guasdualito hasta Tame hay más de 200 kilómetros de terreno llano cortado por numerosos ríos; los trabajos y fatigas que pasó el ejército fueron de consideración, pues al entrar el invierno con desmedida furia los ríos crecieron y la lluvia se hizo constante. Debían conservar secos el armamento y las escasas mu­ niciones, abrigados con una miserable frazada, utilizando impro­ visados botes de cuero y sin mas ración que una poca carne cruda o seca condimentada con ceniza o poquísima sal, ya que no se conseguía leña seca para fuego. El esfuerzo realizado por este ejér­ cito fue simplemente extraordinario. Después de cuatro días de descanso y de rápida reorganización las tropas em prenden el ascenso de la cordillera rumbo a Pore, capital de la Provincia, por caminos en pendiente cortados por numerosos cursos de agua en plena estación de invierno, azotados por la lluvia y hundiéndose en el fango. El panorama es desolador. El día 20 llega el ejército a Chire después de cruzar el río Casa­ nare que venía fuera de madre; el 22 de junio entran en Pore y se encuentran frente a Los Andes. El día 27 la vanguardia al mando de Francisco de Paula Santan­ der toma el Fuerte de Paya tras un breve combate, poniendo en fuga el acantonamiento realista allí destacado, de 150 hombres al mando del Sargento Mayor Juan de Figueroa. Aunque pequeña, esta acción elevó la moral y el ánimo de las tropas y permitió la llegada del ejército completo junto con el poco ganado que aún quedaba. El 2 de julio continúan la marcha, pasando el Páramo de Pisba el 5 de julio. Este mismo día un destacamento de la División de Vanguardia al mando del Comandante Joaquín Paris entra en la población de Socha, Provincia de Tunja, y destaca sus partidas por los alrededores; Santander entra en la tarde con el resto de la División y el día 6 llega Bolívar con el grueso del ejército. Aquí permanece El Libertador cuatro días reorganizando las tropas que habían llegado en malas condiciones, fueron vestidas adecuada­ 142

mente, se les dio el necesario alimento y atención médica a quienes lo requerían; se remontó la caballería y se recogieron los dispersos y el armamento y equipo regados en el camino. El Virrey Juan Sámano reposaba su planta sanguinaria en San­ ta Fe de Bogotá con sólo 1.200 hombres, confiado en las fuerzas de Pablo Morillo en Venezuela y en el Comandante Jefe de la 3a Divi­ sión Española, General José María Barreiro, Jefe Militar de la zona que opera entre Sogamoso y Tunja y que tiene su Cuartel General en Sogamoso. Simón Bolívar destaca el 7 de julio al Coronel Durán a un reco­ nocimiento por la región y éste se topa en Los Corrales de Bonza con un escuadrón realista al que logra derrotar y poner en fuga. Notificado de la presencia de Bolívar, Barreiro decide marchar en su busca en dos columnas de 800 hombres cada una por ambas márgenes del río Sogamoso; sus descubiertas llegan el 10 de julio a Corrales de Bonza y a Gámeza. En la tarde, el Coronel Justo Briceño con un escuadrón carga la descubierta realista en Corra­ les de Bonza y la destruye, obligando a la cabeza de la vanguardia a replegarse aceleradamente; en Gámeza, una compañía al mando del Teniente Franco sufre el ataque de los españoles y retrocede con fuerte pérdida, hasta que auxiliada por el Batallón Cazadores al mando personal de Santander, detienen el ataque de los realis­ tas, quienes forzados repliegan sobre la Peña de Tópaga, reunién­ dose con el resto de los efectivos que combatieron en Corrales. Los patriotas a su vez se repliegan sobre Tasco para cerrar la vanguardia, dando tiempo a Bolívar para reunir la caballería con las tropas de Anzoátegui y las avanzadas de Santander. Logrado esto pasa de inmediato al ataque para aprovechar el alto espíritu de la tropa, ordenando forzar el paso del puente y lanzando por el mismo a la caballería y la infantería; a pesar del intenso fuego enemigo se logra el cometido, pero los realistas rehúyen el cuerpo a cuerpo y repliegan lentamente a Los Molinos cuya posición les permitía combatir con más ventaja. La lucha había durado unas ocho horas y ya entrando la noche, con escasas municiones y la tropa muy fatigada, no quiso el Liber­ tador continuar el combate, volviendo a sus posiciones de Gáme­ za, donde reunió todo el ejército. Barreiro perdió la iniciativa y se conformó con mantenerse en aquella altura a la espera de refuerzos. 143

Pantano

de

V argas

Los patriotas se mueven sobre Tasco el 12 de julio, entran en Bonza el 20 y en la llanura se ordenan en batalla buscando Bolívar provocar a Barreiro, pero el General español rehuye el combate seguro en sus alturas. En la madrugada del día 25 Bolívar mueve sus tropas y se encaminan hacia Paipa, tratando por el flanco ene­ migo de cortarle sus comunicaciones con Santa Fe. Barreiro trata de evitarlo y se mueve casi paralelamente al Libertador logrando situar en las alturas del cerro El Picacho 3.000 hombres a las diez de la mañana; desde allí domina la quebrada de Vargas y los cami­ nos que debía seguir el Ejército Patriota. Bolívar había ya cruzado la Quebrada de Vargas y no podía volver a su primera posición sin peligro y con riesgo de perder la iniciativa, por lo que despliega dos batallones al mando de Anzoá­ tegui sobre la derecha y el resto de la infantería con Santander sobre la izquierda; conserva a su mando la caballería y se sitúa en un cerrito desde el cual dominaba el campo; sus efectivos sumaban un total de 2.200 hombres. Barreiro coloca sus tropas en tres lí­ neas favorecido por la pendiente del cerro. Al avanzar Anzoátegui los españoles entran en acción y la derecha de éste es duramente atacada, sujetando al otro batallón que está a la izquierda; a fin de evitar el envolvimiento por el mayor número de enemigos ambos batallones retroceden, logrando Barreiro cortar la iniciativa de Bolívar, pero al observar que lo hacen en orden dispone el Liber­ tador que Santander se lance a la acción por la izquierda, lo que permite quebrar la presión sobre los dos batallones de la derecha que vuelven al ataque. Los realistas se repliegan abandonando el terreno conquistado, por lo que Barreiro envía a su segundo, el Coronel Tolrá, con dos batallones en apoyo de sus tropas; para mantener la línea Bolívar emplea sus dos últimos batallones, lo que es interpretado por Barreiro erróneamente y lanza el resto de sus tropas al combate empleando todas sus fuerzas para definir el ataque. Bolívar no ha empleado todavía la caballería, por lo que al darse cuenta de la superioridad enemiga grita: “Coronel Rondón, salve usted la Patria”... Juan José Rondón, Comandante de Escua­ drón, con catorce jinetes se lanza a la carga lanza en ristre, segui­ do de Lucas Carvajal y el resto de la caballería, y la carga es tan descomunal que desordena la formación realista y permite a la 144

infantería con la bayoneta derrotar los batallones reales, que hu­ yen del campo. El combate duró todo el día y se interrumpe al anochecer cuan­ do comenzó a caer una fuerte lluvia, que permitió el escape de las tropas realistas, dejando en el campo unos 500 hombres entre muertos y heridos. Los patriotas perdieron algo más de 100 hom­ bres, entre ellos Jaime Rooke, quien herido moriría tres días des­ pués. Los españoles retrocedieron a Paipa mientras los republica­ nos se instalaron en los Corrales de Bonza. Una vez que Bolívar ha reestructurado el ejército y le ha dado descanso a las tropas, se mueve el 3 de agosto en busca de Barreiro pero éste se instala un poco más lejos en espera de mejor oportu­ nidad. El Libertador decide marchar la tarde del 4 de agosto a la vista del enemigo por el camino que va a Toca, sigue a Tunja y luego a Santa Fe, obligando a Barreiro a moverse para no perder sus comunicaciones. A las ocho de la noche en el más completo silencio, contramarcha rápidamente y entra en Tunja el día 5 a las once de la mañana, matando y tomando prisioneros a los efectivos de la guarnición que dejara el Gobernador, Teniente Coronel Juan Loño, quien había salido esa madrugada por el camino de Paipa con 200 hombres y 3 piezas de artillería para Barreiro. Bolívar ordena alcanzar la columna de Loño, cuya retaguardia es lancea­ da y dispersada. Con este movimiento corta las comunicaciones de Barreiro con su Virrey, apoderándose de 600 fusiles y municiones y de la ciudad más importante del teatro de operaciones. Barreiro sabe de esta intención y se mueve hacia Tunja por el camino de Paipa, pero al encontrarse con Juan Loño se sorprende del movimiento y se ve obligado a moverse sobre Motavita buscan­ do recuperar el camino real hacia la capital, para reunirse con Sámano y defenderla a toda costa; entra en Motavita al medio día del 6 de agosto y continúa la marcha al día siguiente por el camino más corto, que es el que pasa por el puente de Boyacá, aun a riesgo de tener que batallar. Barreiro marcha a la cabeza de un ejército de 2.900 soldados aproximadamente. B a ta lla

de

B oyacá

Informado el Libertador del movimiento realista, sube al Alto de San Lázaro la madrugada del 7 de agosto y observa con el 145

catalejo el movimiento de los españoles que buscaban salida por el puente de Boyacá. Ordena en el acto salir de Tunja, alcanzar a las huestes enemigas y destruirlas o morir. En formación de combate el ejército se mueve así: Vanguardia con unos 800 hombres al man­ do del General Francisco de Paula Santander; el Centro del ejérci­ to de 1.320 soldados al mando del General José Antonio Anzoáte­ gui y la Retaguardia constituida por reclutas y voluntarios de Tun­ ja y El Socorro, con unos 600 hombres en dos batallones de Mili­ cias, al mando de los comandantes José Gabriel Lugo y Félix So­ ler. En total eran unos 2.720 hombres. Para alcanzar el pequeño Puente de Boyacá, de unos cinco me­ tros de luz y de dos metros de ancho, el ejército debía marchar 16 kilómetros desde Tunja, lo que hace a partir de las diez de la mañana. El ejército realista se había puesto en marcha a las tres y media de la madrugada por el páramo para caer sobre el Puente de Boyacá por la espalda de la Sierra de Tunja, debiendo recorrer unos 18 kilómetros. A las dos de la tarde se intercambian los pri­ meros disparos de la batalla al toparse las vanguardias de ambos ejércitos. El Libertador acelera la marcha de Anzoátegui al ver comprometida la situación de Santander, lanzando rápidamente al Batallón Rifles en su apoyo y trastocando el movimiento ordena­ do por Barreiro, quien sube una cuesta para obtener mejor posi­ ción. Santander logra partir el ejército español separando sus unida­ des al colocarse entre la Vanguardia y el grueso realista, obligando al Jefe español a empeñarse en un combate en el cual sus efectivos no pueden actuar coordinadamente, mientras los republicanos amenazan con batirlos cuerpo a cuerpo. La batalla se generaliza alrededor de las tres de la tarde cuando el Batallón Rifles hace retroceder dos cuerpos españoles y la Legión Británica junto con el Bravos de Páez caen sobre la artillería realista y los flancos de los batallones de primera línea. Barreiro trata de desplegar al Batallón Cazadores, pero Bolívar ordena a Anzoátegui un ataque masivo con la infantería sobre el centro del dispositivo español el cual empieza a desorganizarse; en este preciso momento ordena el ataque de la caballería de Rondón y el avance de la retaguardia, lo que desmorona toda resistencia coherente al ejército realista, el cual és destrozado en dos horas de dura batalla. El ejército español es rodeado y queda prisionero en 146

el campo con sus 1.600 efectivos; se toman armas, municiones, pertrechos, artillería y caballería. El soldado del l e de Rifles Pas­ cual Martínez hace prisionero al General José María Barreiro, Comandante General del Ejército de Nueva Granada, cuando tra­ taba de huir por unos barrancones, y lo conduce ante el Liberta­ dor; también quedan prisioneros su lugarteniente el Coronel Fran­ cisco Jiménez, Jefe de la Vanguardia, quien se rindió, así como todos los oficiales del Estado Mayor. Bolívar en persona persigue a los fugitivos hasta el sitio de Ven­ ta Quemada, donde decide pasar la noche. Al amanecer del día 8 y antes de salir para Bogotá reconoce entre los prisioneros a Fran­ cisco Fernández Vinony, quien con su traición entregó Puerto Cabello en 1812 y en el acto lo manda ajusticiar; fue ahorcado entre las 10 y las 11 de la mañana. El Libertador entra en Santa Fe de Bogotá la tarde del 10 de agosto; el día anterior el Virrey Juan Sámano había huido hacia Honda abandonando archivos y dine­ ros, siendo perseguido por Anzoátegui. Bolívar encarga del go­ bierno a Francisco de Paula Santander y parte a Pamplona para dirigirse hasta Angostura con un ala del ejército que sale para El Socorro. Carlos Soublette marcha a Cúcuta mientras el realista Sebastián de La Calzada se repliega sobre Popayán y el Teniente Coronel José María Córdova marcha a Antioquia. El 23 de septiembre en Alto de las Cruces el Teniente Coronel José Rafael de Las Heras derrota una columna realista mientras el General Carlos Soublette derrota en Cúcuta otra columna enemi­ ga expulsada de El Socorro, marchando luego hacia la montaña de San Camilo para caer en Guasdualito. El General Miguel de La Torre, que había retrocedido, ocupa inmediatamente a Cúcuta. Santander se encuentra en Bogotá libre de la presencia de Bolí­ var y el 11 de octubre fusila al General Barreiro y a 38 oficiales más. Simón Bolívar llega a Pamplona y espera a Anzoátegui, quien se le une el 25 de octubre. Descansa unos días y a comienzos de noviembre sale para Angostura. Por el camino se entera de que el 15 de noviembre Anzoátegui ha muerto envenenado en Pamplo­ na, y por circunstancias del destino atravesando el Orinoco cono­ ce a Antonio José de Sucre, quien en ese entonces tenía 25 años de edad. En el oriente del país se suceden otros acontecimientos impor­ tantes que van a consolidar esa parte del territorio. Cuando el 147

General Rafael Urdaneta recibió la orden de su nuevo plan de operaciones, tenía reunida una fuerza de 1.200 ingleses y alguna tropa de margariteños que se embarcaron en la escuadra del Almi­ rante Luis Brión el 15 de julio rumbo al puerto de Pozuelos, donde anclaron el 16 a las ocho de la noche. En la mañana del día siguiente desembarcó el ejército en dos columnas y al amanecer del 18 de julio la ciudad de Barcelona estaba totalmente ocupada por los republicanos. El Gobernador español Saint-Just evacuó la ciudad al conocer la aproximación de estas fuerzas. El Almirante decidió tomar por asalto El Morro de Barcelona el mismo día disponiendo el ataque en dos columnas de cien hombres cada una; la primera, al mando del Coronel Jackson y del Mayor Graham debía dirigirse sobre el Fuerte, y la segunda, comandada por el Coronel Garcín y por el Teniente Coronel Luis Voigt tomaría la cúspide de El Morro; ambas columnas serían apoyadas por el ber­ gantín Franklin, la goleta Favorita, cuatro piraguas y una lancha armadas en guerra, que dispararían el fuego de sus cañones sobre el fortín que se hallaba sobre la lengua de tierra en la base de El Morro. El desembarco sufrió el fuego de los realistas que se en­ contraban atrincherados en los cerros, pero que no pudieron de­ tener el rápido avance de la marinería apoyada por el vivo caño­ near de la escuadra sobre los fuertes; los realistas comenzaron a vacilar y a retirarse en desorden abandonando sus fortificaciones, aprovechando los republicanos para consolidar sus nuevas posi­ ciones. Todos los realistas que intentaron huir embarcándose en botes y canoas fueron apresados o muertos, y los que huyeron por los montes se toparon con la columna que conducía el General Ma­ nuel Valdez, enviado rápidamente por Urdaneta desde Barcelona. Mucho más al sur, en Caño Orozco o Apure Seco, el Capitán de Navio Antonio Díaz libra el 30 de septiembre un combate naval contra el Coronel Juan Durán, quien mandaba la escuadrilla rea­ lista que entonces dominaba el Apure, compuesta de 10 hermosas flecheras bien tripuladas, que tenían a bordo 250 soldados del Batallón Barinas. Atacadas duramente y después de un fuego bien sostenido y de varias maniobras, los realistas se vieron obligados a varar sus embarcaciones y abandonarlas para salvar sus vidas. Díaz los hizo perseguir por el Capitán Luis Castelli, quien decide en breve la acción al encontrar a los realistas emboscados en las már­ genes del río; éstos tuvieron más de 80 muertos incluyendo a su 148

Jefe, todos sus buques quedaron en manos republicanas con todo lo que en ellos había. Esta acción y la amenazante llegada de Páez indujo a los españoles a abandonar la plaza de San Fernando el 15 de octubre, perdiendo los realistas su dominio en el Apure. El General Juan Bautista Arismendi se encuentra detenido por inobediencia en Angostura, en momentos en que el Congreso en­ tra en anarquía y Francisco Antonio Zea renuncia a presidirlo. Arismendi aprovecha la situación y moviendo influencias logra salir de la prisión el 14 de septiembre y titularse Presidente de la República, ocupando así la Primera Magistratura. El día 21 sale para Maturín y cuando regresa el 10 de diciembre a Angostura, se encuentra con que Bolívar ha llegado y tiene de nuevo las riendas en sus manos. El 14 de diciembre se presenta el Libertador ante el Congreso de Angostura, el día 17 el Congreso aprueba la creación de la Gran Colombia y reelige a Bolívar Presidente de la República. El Libertador imparte órdenes a Urdaneta para que traslade por el Orinoco y el Meta armas y municiones a Cúcuta y finalmen­ te parte de Angostura el 24 de diciembre con destino a Bogotá, a proclamar la Gran República.

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Año 1820

En su viaje a la Nueva Granada, Simón Bolívar recibe la noticia de que el 6 de enero el Congreso de Angostura le ha otorgado los títulos de Libertador y de Padre de la Patria. Llega a San Juan de Payara el 16 de enero, pasa luego a Guasdualito y continúa hacia El Rosario. El General La Torre retrocede hasta Mérida cuando el Coronel Bartolomé Salom y los Comandantes Juan José Rondón y Julián Mellao toman a San Cristóbal, La Grita y Bailadores, adentrándo­ se en territorio venezolano. El 24 de enero en Popayán, Antonio Obando no puede defender la ciudad por tener una guarnición poco numerosa y sin municiones, permitiendo al Brigadier Sebas­ tián de La Calzada con 2.000 efectivos tomar la ciudad y ocupar la región; enseguida avanzan desde Salina de Chita el General Ma­ nuel Valdez y el Coronel José Mires buscando expulsar a Calzada y reconquistar a Popayán, sucediéndose los combates de Remedios y más tarde el de Chorros Blancos, cuando el 12 de febrero el Coronel José María Córdova vence al Coronel Warleta con 300 veteranos enviados desde Quito por el Virrey Juan de Sámano. En las costas venezolanas la escuadra realista continuaba en posesión de sus aguas con su base naval en el puerto de Cumaná; la republicana tenía su base en la isla de Margarita destacando buques a las colonias inglesas para obtener elementos de guerra y otros recursos importantes. Brión seguía presionando en las bocas del Orinoco para evitar que la escuadra española forzara su entra­ da y cortara las comunicaciones con el Ejército Libertador que operaba en la Nueva Granada, interrumpiendo los convoyes que 151

transportaban armas, tropas y alimentos, comandados generalmente por José Prudencio Padilla, Antonio Díaz y Felipe Santiago Esteves. En los primeros días de enero llega a Margarita el General Mariano Montilla, comisionado por el Libertador para preparar junto con Luis Brión una expedición naval que debía emplearse contra la Provincia de Santa Marta. El 7 de marzo sale la expedi­ ción al mando del Almirante y del General Montilla para la costa de Nueva Granada con 14 naves y 1.300 hombres, 700 de los cua­ les conforman la Legión Irlandesa, quedando encargado de la Co­ mandancia General de la Armada el Mayor General de Marina Lino de Clemente y Palacios. Al zarpar de Margarita la escuadra del Almirante Brión los buques realistas aprovechan la ocasión para tratar de bloquear el Orinoco, lo que logran a medias porque no pueden posesionarse de sus aguas a pesar de obtener resulta­ dos favorables en varias acciones navales. La escuadra republicana se presenta el 11 de marzo frente al puerto de Río Hacha e inicia un fuerte cañoneo que dura todo el día; intiman la rendición al Gobernador de la plaza, Coronel José Solís, quien se niega a rendirse, pero al iniciar los republicanos el día 12 el desembarco de las tropas el Coronel Solís evacúa la po­ blación dejándola abandonada. El Almirante Brión con la escua­ dra se queda frente al puerto mientras el General Montilla se mue­ ve el 29 de marzo a ocupar el Valle de Upar y establecer comunica­ ción con el Ejército Libertador, pero careciendo de caballería se ve forzado a no alejarse de la costa ya que por noticias recibidas sabe que el Gobernador de Santa Marta, Pedro Ruiz de Porras, ha reunido unas fuerzas considerables que puso a las órdenes del Coronel Vicente Sánchez Lima con instrucciones de recuperar la zona. El Libertador había entrado en Santa Fe de Bogotá el 3 de mar­ zo, la abandona el 20 para encontrarse en El Rosario de Cúcuta con los cuerpos del ejército del General Rafael Urdaneta, y desde aquí envía al Coronel Jacinto Lara a ocupar el Valle de Upar. Mientras, el 28 de abril en La Plata el Coronel José Mires, Jefe de la Vanguardia de Valdez, al tratar de llegar a Santa Marta obtiene una buena victoria que le despeja el camino al derrotar al Capitán Juan Domínguez. El 25 de mayo en Laguna Salada, cerca de Río Hacha, el General Mariano Montilla se enfrenta al Coronel Vicen­ te Sánchez Lima, a quien logra vencer después de una dura ac­ ¡52

ción. Montilla había replegado a Río Hacha el 17 por la tarde con un hospital considerable de enfermos y heridos después de com­ batir en Moreno, Fonseca y San Juan contra las guerrillas de los Coroneles Solís y Daza, y perseguido por las tropas de Sánchez Lima. La madrugada del 25 hace una salida intempestiva con ape­ nas 250 hombres enfrentándose a 300 infantes y 450jinetes realis­ tas, pero tenía varias piezas de artillería con las cuales destroza las fuerzas enemigas y las dispersa después de tres horas de fuego sostenido, sobreponiéndose a un enojoso incidente que le costó una disminución importante de sus fuerzas antes del combate, porque la Legión Irlandesa se insubordinó alegando falta de pago y no quiso combatir, rebelándose al mando del General. Después de la batalla Montilla licenció estas tropas por su pésimo compor­ tamiento y por no tener ninguna confianza en ellas. El 9 de mayo Mariano Montilla desembarca en Sabanilla sor­ prendiendo a los soldados que la defendían, captura el fuerte y habilita el puerto para el comercio exterior; sigue hasta Soledad, la cual cae en su poder, desde aquí se comunica con las fuerzas de Córdova y avanza luego hasta Cartagena de Indias, último baluar­ te que les queda a los españoles y centro de vital importancia en la comarca, donde decide bloquear el puerto y la plaza hasta rendirlos. El General Manuel Valdez derrota el 6 de junio en Pitayó al Brigadier Calzada, obligándolo a abandonar Popayán y reconquista la zona, ocupando los republicanos el valle del Cauca. Por su par­ te el Coronel Jacinto Lara llega hasta Chiriguaná, plaza-que ocupa este mes de junio, mientras el Coronel José Maria Córdova ocupa el 22 de junio a Mompox, ya abandonada por los españoles al saber la pérdida de Sabanillas y Soledad. T

e n e r if e

Después de Mompox, los coroneles Córdova y Hermógenes Maza se lanzan sobre Tenerife y Barrancas sucesivamente, puertos situa­ dos sobre el río Magdalena y de gran importancia estratégica. El 25 de junio toman Tenerife al vencer en un combate naval al Co­ mandante Esteban Díaz, enfrentándose con sólo siete pequeñas embarcaciones de guerra y algo más de cien efectivos a una escua­ dra de once buques bien tripulados y armados con cañones de 153

grueso calibre. Las embarcaciones republicanas sólo tenían pedre­ ros atados con sogas sobre maderos. Antes de llegar al fuerte y avistar a los realistas desembarca el Coronel Córdova guiando una columna de infantería para arre­ meter contra el adversario por tierra, mientras Maza zarpa con sus pequeños buques a las 5 de la mañana avanzando contra el enemi­ go resueltamente y con gran intrepidez. Los realistas no esperabán este ataque frontal y fueron sorprendidos, quedando sin ini­ ciativa de combate; mientras daban sus disposiciones para la de­ fensa, llegan las naves republicanas impulsadas favorablemente por la fuerte corriente del río haciendo fuego directo contra el baluar­ te español; el humo y la confusión que se origina impide a los realistas reconocer la relativa debilidad de los atacantes que deci­ didamente se disponen al abordaje. El buque de mayor fuerza mandado por el Coronel español Vicente Villa explota al incen­ diarse la pólvora y de inmediato saltan los republicanos al aborda­ je de las otras embarcaciones, toman todas las naves degollando a más de 200 infantes que las guarnecían y hacen tan sólo 27 prisio­ neros realistas. Cuando Córdova llega a Tenerife con su columna ya la acción había concluido por lo rápido del ataque. Esta acción naval generó consecuencias muy favorables para la causa republicana, ya que permitió el dominio del Magdalena y de toda su zona de influencia. En operaciones sobre Santa Marta, el Coronel José María Carreño y el Capitán de Navio José Prudencio Padilla derrotan en una acción combinada al Coronel Vicente Sánchez Lima el 30 de octubre en Río Frío, sobre el Magdalena, obligándolo a retirarse hacia La Ciénaga para no perder su vía de comunicación con San­ ta Marta. El 10 de noviembre, Brión, Padilla y Carreño en acción conjunta por mar y tierra, atacan La Ciénaga y el puerto de San Juan desalojando las tropas realistas allí acantonadas. La acción permite que se pueda tomar Santa Marta el día 11 sin oposición al presentarse el Almirante Brión con la escuadra frente al puerto. Con la sola excepción de Cartagena, las costas neogranadinas que­ daban en poder de los republicanos. En Venezuela, la plaza de Cumaná no podía tomarse sin un sitio formal por tierra y por mar, dificultándose el sitio por la ausencia de buques mayores que estaban fuera del país; igual si­ tuación pasaba con Carúpano. Sin embargo, el 16 de agosto se 154

sublevaron un grupo de efectivos en esta última plaza y se embar­ caron en el bergantín Circe que había llegado de Cumaná, picaron sus cabos y emprendieron la maniobra de salir del puerto, pero los sorprendió el amanecer en medio de una completa calma sin poder alejarse del puerto adecuadamente. Los soldados del Casti­ llo de la Muer.te les dispararon con sus cañones mientras el Jefe de la plaza, Comandante Manuel Lorenzo Ferino, dispuso contra el buque seis flecheras para tomarlo al abordaje y evitar que escapa­ ra; a las siete de la mañana se trabó el combate frente al puerto y los audaces tripulantes se defendieron con tenacidad evitando ser abordados, rechazando a tiros y culatazos los esfuerzos en subir a bordo de los realistas. A las diez de la mañana la suerte les cambió al comenzar a soplar una fuerte brisa que hinchó las velas del Circe, el cual pudo alejarse velozmente hasta llegar a Juan Griego. La acción anterior desalentó a los defensores de Carúpano y animó a su población civil en la lucha revolucionaria, facilitando que la madrugada del 25 de noviembre el Capitán de Infantería Diego Fuentes y José Guánchez, Corregidor de San José, pudie­ ran atacar la plaza con resultados favorables y apoderarse de los buques fondeados en la bahía. El Castillo de la Muerte fue entre­ gado por el Teniente Coronel Antonio Carbonel a intimación de los republicanos al saberse ya vencido. En la región de Los Andes se suceden otros acontecimientos importantes cuando el General Miguel de La Torre retoma Baila­ dores y se acantona en la población con la vanguardia realista, y siguiendo instrucciones de Pablo Morillo envía unos comisiona­ dos a Bolívar para comenzar a gestionar un Armisticio. El Liberta­ dor sale para Cartagena y designa a Urdaneta y a Briceño Méndez como sus comisionados, los que atienden el 18 de agosto a los delegados de Morillo y oyen sus propuestas, pero sobre la base deseada por éste la negociación resulta infructuosa. Simón Bolívar se entrevista con el Almirante Brión en Soledad y con Mariano Montilla en Barranquilla, disponiendo acciones contra el sitio de Cartagena que se estrecha por tierra y pór mar. Entra luego en Turbaco el 26 de agosto y pasa después a Mompox; desde aquí envía con su edecán Diego Ibarra instrucciones al Ge­ neral Rafael Urdaneta para que movilice el ejército hacia Venezue­ la, buscando mejores posiciones dentro del territorio si llega a darse el Armisticio; sale de Mompox y llega a San Cristóbal el 21 155

de septiembre. El día 30 alcanza al ejército en Puente Chamas, a tiempo de ver al Coronel Antonio Rangel vencer a Monseñor Ra­ fael Lazo de La Vega, Obispo de Mérida, quien al frente de la tropa y de algunos civiles trataba de cerrarles el paso. El General La Torre abandona Bailadores y retrocede ante la cercanía del ejército patriota, lo que permite a Bolívar entrar en Mérida el primero de octubre cuando el Coronel Ambrosio Plaza derrota al Coronel Juan Tello y toma la ciudad. El 2 de octubre en Mucuchíes, Rangel vuelve a vencer al Obispo Lazo de La Vega y a Tello diezmando las fuerzas que aún conservaban ambos. El Libertador pasa luego a Trujillo acantonando al ejército en Sabana Larga, al sur de Carache y ya bien adentro de Venezuela. El General Pablo Morillo se encuentra en Carache y, conocien­ do la posición de Bolívar, le envía comisionados para seguir ade­ lante con las negociaciones. Comienza entonces un intercambio de correspondencia estableciendo cada quien sus condiciones, hasta que al final llegan ambos a un entendimiento que termina con la firma el 25 de noviembre en Santa Ana, pueblo a igual distancia entre Carache y Trujillo, del Tratado de Regularización de la Gue­ rra y del Tratado de Armisticio, cuya cláusula principal fija la suspensión de la guerra por seis meses a partir de esa fecha. El 26 de noviembre se entrevistan Bolívar y Morillo en el pueblo de Santa Ana. Después de la entrevista El Libertador sale por la vía de Niquitao hacia Barinas, donde llega el 6 de diciembre. Este mismo mes abandona Pablo Morillo el país llamado a España por el Rey, de­ jando el mando de las tropas españolas y del territorio al General Miguel de La Torre el 14 de diciembre.

156

A ño

1821

El Libertador sale de Barinas y llega a Bogotá el 5 de enero. A principios de febrero sale para Cúcuta y al llegar se encuentra con la noticia de que, bajo los auspicios de Rafael Urdaneta, éste ha enviado al Teniente Coronel José Rafael de Las Heras a ocupar la ciudad de Maracaibo, lo que hizo el 29 de enero aprovechando que esta plaza había dado su grito de independencia el día 28. El General Urdaneta entra en Maracaibo el 8 de marzo con el Bata­ llón Tiradores. El General La Torre le expresa a Urdaneta que el procedimien­ to no es correcto en razón de hallarse suspendidas las hostilida­ des, por lo cual sus tropas debían en el acto desocupar dicha ciu­ dad; Urdaneta le contesta que no se trata de un ataque a mano armada, sino de un movimiento popular al que se habían incorpo­ rado el Gobernador y el Cabildo. La Torre le envía una nota igual a Bolívar haciéndole el mismo reclamo y éste le contesta que ha­ biéndose hecho aquel pueblo independiente de España, las tropas de Colombia no habían ocupado territorio español y que por el Armisticio no le estaba prohibido admitir bajo su protección a los que se acogieran a ella. Deseaba saber si en el caso de que no se devolviera Maracaibo se romperían las hostilidades, y dentro de qué términos. Aprovechando esta coyuntura envía Bolívar al Coronel Ambro­ sio Plaza a ocupar Barinas y de hecho se viola el Tratado de Armis­ ticio. Mientras Plaza cumple su encargo en el mes de marzo, el Libertador entra en Boconó el 10 del mismo mes y sale para Apu­ re, se entrevista con Páez y regresa. Las órdenes que imparte son: 157

José Francisco Bermúdez debe comenzar una diversión sobre Ca­ racas de inmediato, amenazando tomarla; Rafael U rdaneta debe salir de Maracaibo y ocupar Coro con su División, marchar luego por Barquisimeto y encontrarse en la Montaña de Altar con Am­ brosio Plaza, que mandaría el Batallón de La Guardia desde San Carlos; José Antonio Páez cruzaría el Apure por Puerto Nutrias y se reunirían en el mismo sitio, mientras Carlos Soublette avanzaría también sobre Caracas. El 28 de abril se rompe formalmente el Armisticio cuando la caballería colombiana pasa el río Santo Domingo y ataca a los rea­ lista acantonados en Boconó, derrotándolos y poniéndolos en fuga. En la misma fecha el Coronel Cruz Carrillo con 500 hombres inicia desde Trujillo su avance sobre Carache. Un destacamento de caballería al mando del Coronel Juan Gómez que avanzaba hacia Guanare, dispersa un destacamento realista cerca del río Boconó, en tanto el Coronel Remigio Ramos ocupa Mijagual y continúa hacia Guanarito. El Coronel Ambrosio Plaza se adelanta con un regimiento de caballería a ocupar la ciudad de Guanare el 10 de mayo, la cual es desocupada por la 5a División del ejército español mandada por el Coronel Herrera, mientras Cruz Carrillo avanza sobre El Tocuyo y los batallones de La Guardia se mueven con lentitud hacia el norte. Guanare cae en manos patriotas el 13 de mayo y El Tocuyo el 19. El General La Torre se entera de la caída de Caracas el 19 de mayo y debe entonces replegar todas sus fuerzas sobre San Carlos, dejando en Araure dos Divisiones para contener a Bolívar. El Li­ bertador fija como nuevo centro de reunión a San Carlos y avanza violentamente con La Guardia sobre Araure, obligando a las divi­ siones realistas a retirarse sobre San Carlos. El 30 de mayo llega el grueso de La Guardia a la Villa de Araure mientras su vanguardia sin detenerse prosigue sobre San Carlos; sin darse descanso, el primero de junio el Coronel Ambrosio Plaza aniquila literalmente una unidad de caballería cerca de San José y La Guardia avanza sin oposición hasta San Rafael de Onoto. El Libertador entra en San Carlos el 2 de junio mientras por el extremo opuesto salían rápidamente las divisiones españolas. Aquí se detiene Bolívar a esperar la llegada de Páez y de Urdaneta. El Ejército de Apure inició su marcha el mismo 10 de mayo llevando consigo 1.500 jinetes, 1.000 infantes, 2.000 caballos de 158

reserva y 4.000 reses. Cruzado el río Apure las etapas fueron rápi­ das y cortas y Páez no tuvo inconveniente alguno, llegando el 31 de mayo a Tucupido. Con la caballería llegó Páez a San Carlos el 7 de jum o y cuatro días más tarde llegó la infantería. El General Urdaneta desembarca en Los Puertos de Altagracia el 28 de abril con la Ia. División de La Guardia, toma la zona y comienza su campaña. Ocupa Coro el 11 de mayo y deja el mando de la Provincia al Coronel Juan de Escalona después de organizar­ ía política y administrativamente. El 28 de mayo continúa su mar­ cha bajando hacia Barquisimeto, pero una enfermedad lo detiene en su camino y no logra llegar a esta ciudad; entra en Carora el 8 de junio y le entrega el mando al Coronel Antonio Rangel para que éste conduzca a La Guardia hasta San Carlos. El 13 de junio entra la División en Barquisimeto ya ocupada por Cruz Carrillo, dejan al Batallón Maracaibo en la plaza y siguen hasta San Carlos, adonde llegan el 16 de junio. D

iv e r s ió n d e

B

erm údez

José Francisco Bermúdez emprende el 28 de abril su audaz maniobra con apenas algo más de mil combatientes. El primero de mayo cruza la línea de demarcación del armisticio al pasar el río Uñare y comienza su diversión sobre el centro del país tomando la población de Tacarigua, seguidamente el 8 de mayo vence a José Istúriz y toma la población de El Guapo. Continúa su marcha y el 11 de mayo derrota un destacamento del General Ramón Correa en Chuspita; sin detenerse ataca y vence el 12 de mayo en El Ro­ deo de Guatire a la División Caracas al mando del propio General Correa; sigue adelante y el 14 de mayo toma la ciudad de Caracas al huir Correa por la vía de Valencia. Bermúdez refuerza sus efec­ tivos con 800 hombres de Caracas y sale en su persecución, lo vence de nuevo en La Victoria el 18 de mayo y ocupa la población. El Brigadier Miguel de La Torre se inquieta al pensar que pue­ de verse entre dos fuegos, ya que tiene al ejército de Bolívar al frente y las fuerzas de Bermúdez pueden atacarlo por retaguardia. Destina entonces al General Francisco Tomás Morales con los Ba­ tallones Burgos y Segundo del Rey sobre Bermúdez y ambos se topan el 20 de mayo en Laguneta del Consejo; el jefe republicano repliega sin presentar batalla, pero molestando constantemente las 159

fuerzas comandadas por Morales. Se encamina Bermúdez hacia los Valles del Tuy buscando ser seguido por los realistas y a finales de mayo toma la población de Santa Lucía para seguir luego hacia Guatire. Morales entra directamente a Caracas y sale en busca de Bermúdez; en Petare entrega el mando al Coronel José Pereira y junto con el Burgos se regresa al Cuartel General de La Torre. La vanguardia realista toma contacto con los patriotas en Guati­ re y no pudiendo forzar las posiciones republicanas repliega a Guarenas; aquí son acosadas y se ven obligados a retroceder a Caracas. Bermúdez aprovecha la situación, reorganiza sus efectivos y ataca nuevamente la ciudad capital el 23 de junio, pero es sorprendido en El Calvario por el Coronel Pereira a quien no logra vencer. Bermúdez debe retirarse para no perder el grueso de sus fuerzas, pero ya su misión había sido cumplida satisfactoriamente al lograr dividir el ejército español acantonado en el centro del país. Al replegarse sobre San Felipe la guarnición realista acantona­ da en Barquisimeto, fue seguida por el Destacamento del Coronel Reyes Vargas, vanguardia de las fuerzas del Coronel José de la Cruz Carrillo; el jefe español Coronel Lorenzo lo espera en Coco­ rote y lo rechaza en un violento ataque obligándolo a retirarse. Al tener noticias el Libertador de este suceso, envía al Coronel Juan Gómez con un escuadrón de caballería en refuerzo de Reyes Var­ gas y da instrucciones a Cruz Carrillo de realizar una maniobra similar a la de Bermúdez con objeto de amenazar a Valencia y a Puerto Cabello. Al avanzar sobre Yaracuy, Cruz Carrillo iba espar­ ciendo la voz de que su columna era la vanguardia de la División U rdaneta que iba a operar directamente en la zona. El ejército español estaba acampado desde los primeros días de junio en la sabana de Carabobo y el General La Torre se alarma al saber que toda una División opera en el norte de sus posiciones, por lo que previendo un ataque por un flanco, en la madrugada del 22 de junio envía los Batallones Barinas y Navarra a las órdenes del Coronel Tello con la misión de detener a Urdaneta en San Felipe y no ver cortadas sus líneas de comunicación. S egunda

batalla d e

C arabobo

El Ejército Republicano comienza su movilización al llegar Páez con sus tropas a San Carlos. El Teniente Coronel José Laurencio 160

Silva ataca las avanzadas de Miguel de La Torre el 19 de junio y toma la población de Tinaquillo, donde entra en la tarde el ejérci­ to. Al amanecer del 24 de junio Bolívar se instala en el cerro Bue­ na Vista, que domina la llanura de Carabobo, y a la vista de las posiciones que ocupa el ejército español, comprueba que el Briga­ dier La Torre esperaba el ataque sólo en la dirección de San Carlos y por la vía de El Pao, y no defendía la parte norte de la sabana. El Libertador ordena que la 3a División al mando del Coronel Am­ brosio Plaza fije las tropas que defienden El Abra, mientras que la Ia División comandada por el General José Antonio Páez, seguida de la 2a División al mando del General Manuel Cedeño, hagan un movimiento para envolver el flanco derecho y la espalda del enemigo. El General La Torre dispuso sus tropas en la forma siguiente: el Batallón Valencey cubriendo el camino de San Carlos en la que­ brada El Naipe y defendiendo El Abra; el Batallón Hostalrich a lo largo del camino apoyándose en la quebrada de Carabobo; el Bata­ llón Barbastro desplegado entre el zanjón de Guayabal y la pen­ diente de la sabana que corre hacia El Hoyito; el Batallón Infante cubriendo el antiguo camino de El Pao; el Batallón Burgos y el Comando cerca del cruce de las vías de San Carlos y El Pao; la caballería en Tocuyito con dos escuadrones cerca del Burgos, y las dos piezas de artillería de que disponía emplazadas en una colina al norte de El Abra. A las once de la mañana el General Páez a la cabeza del Bravos de Apure, seguido del Cazadores Británicos y de la caballería de la División, inicia el movimiento sobre la derecha realista penetran­ do en una cañada; la marcha no es muy rápida porque hay que desmontar el terreno para facilitar el paso de la columna, pero no son estorbados por el enemigo sino sólo al atravesar la colina in­ mediatamente al norte de El Abra, donde sufren el fuego de la artillería española. El Bravos de Apure cruza la quebrada de Carabobo y comienza el ascenso hacia la sabana, siendo recibido por el fuego del Burgos que estaba situado en el borde superior. A pesar del fuego conti­ núan avanzando y se despliegan en una formación de combate más adecuada; el Burgos desciende de sus posiciones y avanza sobre el Bravos de Apure que se desorganiza por efectos del fuego que cae sobre ellos y hace que detenga su ataque, lo que es aprovechado 161

por el Burgos que se lanza decidido al contra-ataque. En este mo­ mento el Cazadores Británicos, segundo batallón de la Primera División, surge de la cañada, sobrepasa el prim er escalón de la sabana y entra en lucha cuerpo a cuerpo con el Burgos, el cual se ve obligado a replegar hacia la parte superior del terreno. A me­ dia pendiente es reforzado por el Batallón Barbastro y se aferran ambos al terreno; el Cazadores Británicos se afinca también al te­ rreno y rodilla en tierra se mantiene firme soportando el mortífe­ ro fuego de las unidades realistas, hasta que recibe el apoyo del Bravos de Apure que se había podido reorganizar en retaguardia. A pesar de la tenaz resistencia enemiga el ataque republicano co­ bra nuevo ímpetu y obligan al Burgos y al Barbastro a replegarse, siendo apoyados de inmediato por el Batallón Hostalrich que se coloca entre las dos unidades españolas para reforzarlas. Mientras suceden estos combates, la Segunda División de Cedeño entra en la sabana y corre decididamente hacia el centro de ella para penetrar a través de la brecha que se había producido en el centro español, destacando dos compañías de su batallón de van­ guardia en auxilio de las unidades republicanas de la Primera División de Páez. Con esto se equilibran nuevamente las fuerzas de infantería en la parte noroeste de la sabana. Ante esta situación, Bolívar envía instrucciones a Páez y a Cedeño para que aceleren los movimientos de sus tropas y ordena a Plaza, que comanda la Tercera División, a que ataque por el sur de la sabana para forzar la resistencia realista. Simultáneamente, La Torre ordena a su caballería cargar sobre el Bravos de Apure y el Cazadores Británicos, situados en el extremo izquierdo de la for­ mación patriota, a fin de hundir el frente republicano y aliviar la presión sobre sus propias tropas, ya que la línea avanzaba lenta­ mente pero segura sobre el terreno. Dos escuadrones realistas avan­ zan para cargar de flanco, pero son rechazadas por la guardia personal del General Páez y por su Estado Mayor; en este momen­ to ingresa al campo el grueso de la caballería de la Primera Divi­ sión, un poco más arriba y por detrás de las líneas españolas; ante esta imprevista aparición, la caballería realista que en ese instante se movía para cargar, se sorprende y desorganiza huyendo del campo de batalla por la vía de El Pao. La batalla entra en su fase decisiva en horas de la tarde. Mien­ tras en el norte la caballería de Páez ataca la retaguardia de la 162

infantería española, en el centro del campo penetraba la Segunda División con todo su grueso y en el sur, el Batallón Valencey retro­ cedía aceleradamente ante la tremenda presión que le ejercía la Tercera División de Plaza. La Torre y Morales se dan cuenta de que han perdido la batalla y organizan su retirada. El Valencey tiene tiempo de alcanzar la sabana y formarse en cuadro en sólido bloque, eficaz formación de la época contra la caballería, en cuyo centro se refugia el Comando español y poco a poco comienzan a retroceder hacia Valencia. El movimiento retrógrado es apoyado por el Batallón Infante, el cual al ser sobrepasado por el Valencey queda empeñado en lucha con la Tercera División; intentan reple­ gar para unirse a aquel, pero el Batallón Rifles le corta la retirada y es atacado por retaguardia por el Batallón Granaderos, obligán­ dolo a rendirse. En su afán por destrozar al Batallón Valencey y capturar al Comando español, Cedeño y Plaza en persona lo atacan con sen­ das cargas de caballería, pero ambos mueren en su intento al igual que otros oficiales. El Valencey pudo escapar esa noche hacia Va­ lencia y al día siguiente se encerró en Puerto Cabello. El Coronel Rangel bloquea Puerto Cabello y le pone sitio a la población mientras Bolívar marcha a Caracas, donde entra el 29 de junio. Al tener noticias del avance de El Libertador sobre la capital, el Coronel José Pereira abandona la ciudad y se retira a La Guaira; al serle negada la protección de la escuadra francesa surta en el puerto, al mando del Contralmirante Pedro Roque Jurien de la Graviére, se ve obligado a entregar al gobierno republicano la división que comandaba y capitula ante Diego Ibarra. El primero de agosto parte de nuevo Bolívar para Bogotá. En el mes de septiembre se disponen operaciones militares en la Provincia de Coro ordenadas por los generales Rafael Urdaneta yJusto Briceño, llevadas a efecto por los coroneles Juan de Escalo­ na, Reyes Vargas, León Pérez, Reyes González y Juan Gómez. Las fuerzas realistas en la zona eran comandadas por los también Co­ conetes Manuel de la Carrera y Colina, Juan Tello y Pedro Luis Inchauspe. Informado el Capitán General de la Provincia, Briga­ dier Miguel de La Torre, de esta situación conflictiva y habiendo logrado concentrar en Puerto Cabello más de 2.000 efectivos, pre­ para una expedición y embarca en algunas unidades 450 infanta , saliendo el 12 de diciembre por mar en auxilio de sus fuerzas o 163

por interés en salir del Puerto. El día 14 desembarca en Los Ta­ ques, al oeste de Paraguaná, para trasladarse por tierra a las pobla­ ciones de Coro y de La Vela; se reúne con las tropas del Coronel Manuel Carrera y Colina y ocupan Coro el 19 de diciembre; avan­ zan enseguida sobre La Vela y le ponen sitio al verla fortificada, atacando por dos veces consecutivas el puerto con resultados ne­ gativos. Hacen una falsa retirada el 29 de diciembre con objeto de atraer al Jefe republicano Coronel Juan Gómez, quien efectiva­ mente sale de sus atrincheramientos buscando perseguirlos, pero los realistas se dan vuelta y lo atacan de frente por lo que Gómez debe regresar a sus anteriores posiciones donde es nuevamente sitiado, esta vez más débil por las pérdidas de tropas y de material. No pudiendo aguantar más tiempo el sitio, el Coronel Gómez tuvo que capitular el 9 de enero de 1822. La Torre regresa luego a Puerto Cabello dejando encargado de la Provincia de Coro al Co­ ronel Juan Tello. El primero de octubre el Brigadier Gabriel Torres capitula el Arsenal de Cartagena ante el General Mariano Montilla, al hacér­ sele insostenible el rígido sitio mantenido por éste y por la escua­ dra al mando del Almirante Luis Brión. En el oriente venezolano, a finales de julio comienzan el Gene­ ral Juan Bautista Arismendi y el Capitán de Navio Agustín Arma­ rio a organizar en Cariaco una expedición por tierra y por mar contra Cumaná; cuando todo estaba dispuesto asume el mando el General José Francisco Bermúdez y marcha sobre la ciudad, cuyo puerto bloquea a principios de septiembre, estableciendo su Cuar­ tel General en Los Bordones. Toma la batería de San Luis, donde monta un cañón que enfrenta a la batería principal de la boca del río Manzanares, causándoles bastante daño y enseguida toma la batería de San Fernando, algo más avanzada, donde instala otro cañón; las fuerzas navales comandadas por el Capitán de Navio Sebastián Boguier mantiene un férreo sitio por mar, cortando a los sitiados todo tipo de víveres y de suministros. El 26 de septiem­ bre se apoderan los republicanos de tres goletas fondeadas en el puerto, en un ataque combinado de la columna del Capitán Juan Santos que se había apostado en la playa y de dos flecheras al mando de Juan Fariñas y Pedro Becerra, tras un fuego intenso de cañón y fusiles que dura tres horas. Entre los días 12 y 13 de octubre se levantan dos trincheras a tiro de fusil de la batería prin­ 164

cipal de la boca del río, dejando cortadas sus comunicaciones con la plaza, los sitiados solo tienen dos opciones, combatir hasta mo­ rir o capitular. Eligen la segunda y el 14 de octubre capitulan ante Bermúdez el Teniente de Navio Francisco de Sales Echeverría, Comandante de las Fuerzas Sutiles, y el Capitán Juan Bautista de Inrusarri, Comandante del Fuerte. La guarnición de la plaza se encuentra encerrada a consecuencia de los encarnizados combates y sin medios para subsistir, por lo que ante este acontecimiento y sin posibilidades de poder continuar la defensa, el Gobernador de Cumaná, Coronel José Caturla resuelve igualmente capitular ante Bermúdez el día 16, cuando es ocupada la ciudad por las fuerzas republicanas. C am paña

del sur

Paralizadas las operaciones en Venezuela y en el norte de la Nueva Granada al entrar en vigencia el Tratado de Armisticio con­ certado en Trujillo entre Bolívar y Morillo, el Libertador fya su atención en el sur de Colombia y en la Capitanía General de Qui­ to. Confiado en la capacidad del General Antonio José de Sucre lo designa Jefe de las tropas patriotas que operan en Pasto y Popayán y posteriormente, Comisionado Especial ante la Junta Suprema de Gobierno de Guayaquil instalada el 9 de octubre de 1820. Sucre llega a Salto de Mayo el 3 de febrero de 1821 en momen­ tos en que las tropas republicanas vienen en plena retirada, a con­ secuencia de la derrota que el General Sebastián de La Calzada les infligió el día 2 en Jenoi, asumiendo el mando de inmediato y reorganizando las tropas. Entrega el mando de las fuerzas al Ge­ neral Pedro León Torres en Popayán y se embarca en el puerto de Buenaventura, llegando a Guayaquil el 14 de febrero. La Junta Suprema acepta que asuma la dirección de la guerra cuando el Gobernador Aymerich penetra en un avance ofensivo sobre Guayaquil. Sucre marcha con un cuerpo de 1.200 efectivos los primeros días de agosto y se establece en Babahoyos, posición central que le permite controlar los movimientos de Aymerich, situado con 2.000 hombres en Sabaneta, y de González, que con 1.000 efectivos se encuentra en Cuenca. Contiene con falsos movi­ mientos a Aymerich, le impone un repliege en Sabaneta y aprove­ cha para caer a marchas forzadas sobre González, a quien bate y 165

166

DESPLAZAMIENTO

DE TROPAS

1821

BATALLA DE CARABOBO MOVIMIENTOS PREVIOS

destruye completamente en Yaguachí el 19 de agosto. Se vuelve entonces contra Aymerich, pero éste se retira hacia Río Bamba dejando la ruta cubierta de bagajes y dispersos dada su rápida marcha. Avanza inmediatamente Sucre para interponerse entre aquél y Quito, e inesperadamente encuentra al ejército realista sólidamente posesionado en la llanura de Huachí el 12 de sep­ tiembre; el General José Mires, que comanda la vanguardia pa­ triota, se empeña aisladamente y en forma impetuosa contra Ayme­ rich sin dar tiempo a ordenar un plan de batalla y sin esperar al grueso de ejército. El éxito favorece a los realistas y Mires cae prisionero, Sucre apenas puede salvarse con 100 hombres rumbo a Guayaquil. Simón Bolívar parte el 13 de diciembre hacia el sur desde Bo­ gotá con un ejército de 3.000 hombres a restablecer la situación, aprovechando que los Generales Manuel Valdez y Pedro León Torres se encuentran en el Cauca controlando la zona. Bolívar va a seguir la ruta Bogotá-Purificación-Neiva-Cali, buscando llegar a Guayaquil para reunirse con Sucre, reorganizar las tropas y esta­ blecer un plan de operaciones, procurando además reunir las tro­ pas guayaquileñas y peruanas que a las órdenes del Coronel Santa Cruz le envía el General José de San Martín, gracias a las gestiones diplomáticas del Coronel Diego Ibarra.

167

A ño

1822

Simón Bolívar comienza el primero de enero su campaña para expulsar del territorio sudamericano al resto de las tropas españo­ las que dominan regiones más al sur, cuando se pone al frente del ejército en Cali y marcha por el camino que conduce a Popayán, donde llega el 31 de enero, rumbo a Pasto. Durante el trayecto obtiene algunas victorias parciales hasta que el 7 de abril, en la falda occidental del volcán Galeras, libra El Libertador la batalla de Bomboná contra el Coronel Basilio Gar­ cía, quien al frente de 2.000 efectivos lo espera tratando de sor­ prenderlo. García se ha colocado en las alturas de la pendiente dominando la parte baja del volcán, lo que facilita sus movimien­ tos; Bolívar inmediatamente toma la iniciativa buscando hacer ba­ ja r de sus posiciones a los realistas, quienes convencidos de poder arrollar a los republicanos lanzan en su contra toda la infantería. El Ejército Patriota trata de aguantar la embestida en los primeros momentos del combate, pero al poco tiempo debe comenzar a ce­ der posiciones ante lo ventajoso del ataque realista; Bolívar intuye que debe tomar una rápida decisión antes que se disperse la infan­ tería, pues la batalla se perderá en ese preciso momento, y gira instrucciones al General Pedro León Torres, quien en una acción heroica decide la batalla con una contundente carga de caballería que dispersa al ejército realista. León Torres sin embargo es heri­ do de consideración y cuatro meses y medio después fallece en Yacuanquer, pueblo cercano a Bomboná, un 22 de agosto. Había nacido en Carora el 25 de junio de 1788, tenía 34 años de edad. Desde Bomboná pasa Bolívar a Pasto, donde el 18 de abril en la 168

Hacienda de Segura vence a los pastusos que lideraban un movi­ miento contrario a las ideas libertarias. Continúa adelante y el 20 de abril en El Peñol se sorprende al encontrarse de nuevo con el Coronel Basilio García al frente de numerosa tropa, quien lo de­ tiene en su avance pero sin atacarlo; ambos ejércitos permanecen observándose sin moverse de sus posiciones. Paralelamente, Antonio José de Sucre abre operaciones por su lado y busca al ejército del Gobernador Gaspar Aymerich en las serranías. El 21 de abril en Río Bamba, bajo el Chimborazo, se topan con la vanguardia realista comandada por el Coronel Tolrá, cuando practicando un reconocimiento la infantería republicana al mando del Coronel Diego Ibarra, se ve de frente con la caballe­ ría española. Ibarra no pierde tiempo y ataca violentamente, lo­ grando imponer la sorpresa y derrotar a los enemigos al no darles tiempo para organizarse en plan de batalla. Este es un raro caso de estrategia militar donde la infantería vence a la caballería. B atalla

de

P ic h in c h a

Mientras los realistas siguen en retirada, Sucre rápidamente ocupa Río Bamba y luego Ambato, donde permanece hasta el 12 de mayo esperando al Batallón Magdalena de 800 plazas que le envió Bolívar desde Popayán. El Mariscal de Campo don Melchor Aymerich mueve su Ejército sobre la cordillera tratando de man­ tener a Quito, cerrándole el paso por los angostos senderos de la serranía a las tropas del General Sucre, quien busca a su contra­ rio. Sucre remonta las heladas y nebulosas cumbres del Cotopaxi el día 16, flanqueando con un atrevido movimiento por la izquier­ da al ejército realista, desciende al Valle de Chillo tratando de interponerse en la línea de retirada del adversario hacia la capital, mas el enemigo se escapa replegándose a las colinas de Puengasi que separa a Quito del Valle de Chillo. Sucre busca el combate varias veces, pero el enemigo se niega a dárselo. Decide subir a las alturas del Pichincha la noche del 23 tratando de alcanzar una extensa loma que domina Quito, remontando toda la noche una pendiente y escabrosa senda; antes de coronar la meseta y para no ser notados por los cuerpos de observación de los realistas, las tropas de 3.200 efectivos hacen alto para descansar y tomar el ran­ cho. Al conocer Aymerich que la intención de Sucre es caer sobre 169

Iñaquito y obstruir su vía se suministros y refuerzos provenientes de Pasto, mueve rápidamente su ejército hacia las faldas del Pi­ chincha para impedirlo y obtener ventajosa posición para el combate. A las 10 de la mañana del 24 de mayo los puestos avanzados de los patriotas dan cuenta de la aproximación de tropas realistas por el otro lado de la lometa; la compañía de Cazadores de Paya es adelantada y ataca sorpresivamente a los realistas cuando estos co­ ronan las alturas. La División Peruana al mando del Coronel An­ drés Santa Cruz destaca una compañía del batallón Trujillo en apoyo de la del Paya, mientras el resto del batallón se empeña por la derecha de la línea para contener las líneas enemigas que tratan de flanquearlos, dando tiempo a que los demás cuerpos culminen su ascensión. El General Sucre entra en este momento al campo a la cabeza del Piura, del Yaguachi y del Magdalena; destaca al bata­ llón Piura a mantener la derecha del Trujillo y al Yaguachi a su izquierda, en el centro del campo, mientras que dos compañías del batallón Magdalena al mando del Coronel José María Córdo­ va, debe ejecutar un rodeo por la izquierda del campo para caer sobre la retaguardia enemiga, lo que no puede lograr por no en­ contrar caminería y retrocede quedando de reserva. Después de hora y media de combate el flanco derecho republi­ cano donde estaban los batallones Trujillo y Piura, comienza a ceder posiciones al escasearle las municiones por lo rudo del com­ bate, las acciones se nivelan cuando el Cazadores de Paya rápida­ mente reemplaza a la División Peruana y contiene al enemigo con una formidable carga a la bayoneta. El flanco izquierdo patriota se convulsiona cuando tres compañías realistas del Aragón comien­ zan a escalar las alturas; de inmediato Sucre dispone en su contra al batallón Albión, que al entrar en acción se sostiene en el terreno y frustra las aspiraciones enemigas. La batalla dura ya dos horas cuando en el ala derecha republicana el Paya se desgasta, se le ordena replegarse al mismo tiempo que el Coronel José María Córdova con las dos compañías del Magdalena entra en combate con una desconcertante carga que desbanda los batallones realis­ tas. El momento es crucial y lo aprovecha Sucre, quien ordena una carga del Yaguachi que se había reaprovisionado, mientras el ala izquierda republicana con el Batallón Albión a la cabeza escala las alturas y expulsa a los realistas que se precipitan contra las 170

masas que estaban en el campo de batalla. El movimiento quebran­ ta la resistencia española, que ve comprometida toda su línea, y ya sin capacidad de respuesta y agotados sus esfuerzos, dispersa sus efectivos y comienza una desordenada retirada. Los realistas hu­ yen precipitadamente al comenzar la persecución, dejando en el campo 600 hombres entre muertos y heridos, mil cien prisioneros de tropa, ciento sesenta jefes y oficiales, catorce piezas de artille­ ría, y todo cuanto poseía, mientras los patriotas tuvieron alrede­ dor de 400 bajas. En la acción se destacó José María Córdova, quien con sus ataques destrozo las divisiones mandadas por los coroneles Nicolás López y Carlos Tolrá, y el capitán ecuatoriano Abdón Calderón, quien con cuatro heridas en su cuerpo siguió combatiendo.El día 25 Sucre complementa su éxito otorgando honrosa capitulación al General y Gobernador Melchor Aymerich y a su Ejército, logrando la liberación del Ecuador, que había dado su grito revolucionario el 10 de agosto de 1809. Como conse­ cuencia de la Batalla de Pichincha los Departamentos del Guayas se incorporan a la Gran Colombia. Al conocer los resultados de esta batalla el Coronel Basilio Gar­ cía, quien le cerraba el paso a Bolívar en El Peñol, se da cuenta de que se encuentra entre dos fuegos y se rinde ante éste por Capitu­ lación, entregando todo el material de guerra que tenía, lo que permite a Bolívar libertad de acción para intervenir directamente en el Perú, que constituía el centro de la dominación española en América. Sucre es ascendido a General de División por esta bri­ llante actuación. El Libertador sigue la ruta de Pasto a Ipiales y luego hacia Ibarra en busca de Quito, ciudad a la que llega en el mes de junio y donde va a conocer a Manuelita Saenz; el 13 de julio entra final­ mente a Guayaquil. Los días 25 y 26 de julio se entrevista con el General José de San Martín, Protector del Perú, quien años más tarde expresó que su reunión con Bolívar fue para solicitarle que ayudara al Perú a terminar la guerra; él estaba delicado de salud, había una situación política interna muy compleja y Perú carecía de tropas republicanas eficientes, por lo que su intervención era vital. Además, San Martín iba a renunciar al Protectorado y reti­ rarse del país apenas regresara. Este pedimento hizo cambiar los planes militares y políticos del Libertador, ya que debía asumir la labor comenzada por San Martín de liberar a Perú, para lo cual 171

había que trazar nuevos planes e informar al Congreso de la Nue­ va Granada, lo que ocasionará grandes trastornos en su ya compli­ cada actividad. San Martín va a renunciar ante el Congreso Cons­ tituyente de Perú el 20 de septiembre, retirándose de la vida mili­ tar y de su país. A

c c io n e s e n

V

enezuela

En Venezuela se suceden una serie de acciones y acontecimien­ tos tendientes a consolidar la victoria lograda en la segunda batalla de Carabobo. En febrero de 1822 es nombrado el General José Antonio Páez Comandante General del Departamento de Vene­ zuela, que comprendía las Provincias de Caracas y Barinas; el Ge­ neral José Francisco Bermúdez es nombrado Comandante Gene­ ral del Departamento del Orinoco, que comprendía las Provincias de Guayana, Cumaná, Barcelona y Margarita; el Contralmirante Lino de Clemente y Palacios es nombrado Comandante General del Departamento del Zulia, con las Provincias de Mérida, Truji­ llo, Coro y Maracaibo, y el General Carlos Soublette, quien ya tenía el cargo de Director Supremo de la Guerra en el Distrito Norte, es nombrado Intendente General del Departamento de Venezuela. Este nombramiento originó fuertes fricciones entre Soublette y Páez, quien aspiraba el mando supremo y completo en su Departamento. El General José Antonio Páez establece su residencia y Cuartel General en la ciudad de Valencia, desde la cual se movía hacia diferentes partes de la zona cada vez que era necesario. Con el Batallón Granaderos de La Guardia bajo su mando, el 26 de febre­ ro en el campo de Vigirima ataca y vence unas columnas realistas que amenazaban el centro del país; sigue hasta Patanemo para sorprender al destacamento realista que lo guarnecía, logrando su cometido el 8 de marzo; pasa luego a Borburata tratando de comu­ nicarse con el Capitán de Navio Renato Beluche, quien se prepa­ raba para ponerle sitio a Puerto Cabello por mar, no puede lograr la comunicación y regresa a Valencia, de donde sale de inmediato para sitiar a Puerto Cabello por tierra. Por su parte, el Brigadier Miguel de La Torre ha regresado a Puerto Cabello después de su acción en Coro y en La Vela, y como tenía fricciones con el General Francisco Tomás Morales, le gira 172

instrucciones para que consolide la Provincia de Coro y le confía el mando de las operaciones. Esta Provincia y la costa oriental del Lago estaban en poder de los realistas y contra ellos se abrieron operaciones en el mes de febrero, combatiéndose por mar y tierra durante cinco meses casi a diario. Morales se pone en marcha, llega a El Tocuyo de la Costa el primero de marzo y toma el mando de la provincia con 3.400 veteranos; Carlos Soublette de inmedia­ to toma medidas para recuperar la zona apenas conoce la noticia de esta movilización. Entre el 5 y el 6 de marzo entra Morales a Coro y se entera de que el Coronel José Rafael de Las Heras ha salido de Maracaibo y avanzado hasta Casigua con 1.200 infantes, 100 lanceros y dos piezas de artillería, para oponerse a sus aspiraciones. Sale de Coro el 20 de marzo dispuesto a enfrentarlo con fuerzas superiores com­ puestas de 2.100 infantes, 300jinetes y 50 artilleros, pero su mar­ cha es lenta y permite a Las Heras cruzar el Lago y retroceder a Maracaibo en busca de refuerzos. Los republicanos atraen el grueso del ejército de Morales hacia Maracaibo, lo que permite a Páez operar con más libertad en el sitio de Puerto Cabello, y a Carlos Soublette ordenar invadir Coro con 2.000 infantes y 200 hombres de caballería ligera al mando del Coronel Judas Tadeo Piñango. Este inicia sus operaciones desde Barquisimeto el primero de abril llegando a Cumarebo el día 15, desde donde destaca al Coronel Carlos Núñez a La Vela mientras él continúa hacia Coro. Núñez comienza su avance y se encuentra con el Coronel Juan Tello en Chipare, a quien logra derrotar el 17 de abril, el mismo día que Piñango ocupa la ciudad de Coro, pero víctima sus tropas de una fuerte epidemia que le ocasiona muchas bajas decide abandonar la ciudad al no poder defenderla de un ataque de Morales, por lo que vía Pedregal retrocede hasta Carora. En los Puertos de Altagracia recibe Morales el 20 de abril la noticia de la derrota de Tello en Chipare y la caída de Coro, y por temor de verse acorralado entre dos fuegos decide retirarse orde­ nando un ataque de diversión contra Maracaibo para cubrir la misma; destina entonces al Teniente Coronel Lorenzo Morillo con 600 hombres para operar por Perijá y al Capitán Juan Ballesteros con 216 hombres para atacar por el lado contrario la ciudad, lo que ambos efectúan el 24 de abril. Morillo desembarca en La Cañada y se interna por Perijá mien­ 173

tras Ballesteros lo hace un poco más arriba de El Empedrado y se dirige hasta el hato Juana de Avila, distante media legua de la ciudad, donde toma posiciones. El Contralmirante Lino de Cle­ mente ataca resueltamente en Perijá a Lorenzo Morillo, quien des­ pués de resistir fuertes ataques resuelve capitular pactando que sea enviado a Cuba. Por su parte el Coronel José Rafael de Las Heras es enviado contra el Capitán Juan Ballesteros a quien ataca el mismo día 24 con bastante ímpetu; en la violencia del combate se sucede un asalto a las defensas contrarias y Rafael de las Heras cae sin vida, pero sus tropas continúan en la acción y toman las trincheras enemigas a sangre y fuego; Ballesteros, se defiende como tigre acorralado hasta que la metralla le destroza la mandíbula inferior y cae vencido ante los republicanos. Cuenta la historia que llevado con vida ante el Contralmirante Clemente, éste le re­ clamó que cómo era posible que un coriano como él luchara con­ tra la independencia de su patria cuando en cambio Rafael de Las Heras, que era cubano, había dado su vida por ella; sosteniendo su mandíbula con la mano izquierda Ballesteros con la derecha trazó sobre la tierra la frase “Viva el Rey”, ante lo cual Clemente consideró que el coriano defendía con heroico valor su causa y ordenó enseguida que fuera llevado a Maracaibo para tratar de salvarle la vida; no pudo sobrevivir pero le tributaron los honores militares correspondientes. Mientras estos sucesos se dan en el Zulia, Morales se dirige a Zazárida con intenciones de embarcarse para Puerto Cabello, pero al conocer la retirada de Piñango ordena a Tello reunirse con él en Urumaco para em prender de nuevo la marcha hacia Coro y reconquistar la ciudad. En este punto los historiadores no se po­ nen de acuerdo sobre si Morales tenía verdaderas intenciones de tomar Maracaibo; algunos opinan que su reunión con Tello era para avanzar de nuevo sobre los Puertos de Altagracia y caer sobre esta ciudad, pero si esto fuera cierto no se justifica el que antes no hubiera avanzado personalmente sobre ella, sino que más bien enviara a Morillo y a Ballesteros con pocos efectivos. Carlos Soublette rehace las fuerzas del Coronel Judas Tadeo Piñango y de seguidas inicia su segunda operación ofensiva. Sale de Carora el 18 de mayo; el día 23 derrota en Pedregal una colum­ na realista al mando del Coronel Simón Sicilia y se dirige a Dabajuro en busca de Morales, vía Urumaco y Zazárida. Morales aban­ 174

dona su campo el 3 de junio y se dirige también a Dabajuro, don­ de ambos contendores acampan el día 6. El 7 de junio inician los republicanos un intenso combate contra casi el doble de las fuer­ zas realistas, perdiendo los primeros que se retiran vía Pedregal hasta Carora con la mayor parte de sus efectivos. En Carora se reorganizan y emprende por tercera vez el General Soublette ope­ raciones contra Coro el 10 de julio en combinación con la Divi­ sión del Zulia, al mando del Coronel alemán Julio de Reimboldt. El 16 de julio Morales se embarca en La Vela con destino a Puerto Cabello, en los buques que al mando del Capitán de Navio Angel Laborde le ha enviado Miguel de La Torre, y el día 23 de julio Soublette ocupa Coro y La Vela, pero temeroso de que los realistas pusieran en peligro la Provincia de Carabobo, se desplaza hacia Valencia dejando en Coro una fuerte guarnición. El General Morales ha ido a Puerto Cabello a encargarse de la Capitanía General de Venezuela, ya que el General Miguel de La Torre es destinado a ocupar igual cargo en Puerto Rico. Morales se empeña en la reconquista de Maracaibo y para hacer creer a los republicanos que va invadir el centro, destaca unas guerrillas en la línea Las Trincheras-Las Cumbres-Vigirima; informados Páez y Soublette de este despliege preliminar concentran sus tropas en el valle de Naguanagua los días 11 y 12 de agosto a la espera de un ataque frontal, ataque que nunca se da; ante esta incertidumbre Páez se mueve sobre Puerto Cabello y la ataca el 17 de agosto. Morales dispone el retiro de sus fuerzas el 24 de agosto, deja el mando al Brigadier Sebastián de La Calzada y con 1.200 soldados en 14 embarcaciones zarpa el día 25 rumbo a Curazao; se avitua­ llan y desembarcan el 29 de agosto en el pequeño puerto de Cojoro, en la costa oriental de la Goajira; envía sus buques a la Barra del Lago para llamar la atención y marcha por tierra hacia el sur, rumbo a Maracaibo. Toma el puerto de Sinamaica el 2 de septiem­ bre al desalojar de sus posiciones al Coronel Francisco María Faría, quien defendía el paso y las barcazas que servían para cruzar el río, y pasa sus tropas a la margen derecha del Sucuy. El Contralmirante Lino de Clemente destaca de inmediato al Coronel Carlos Luis Castelli con una División a Paso del Mono, única ruta que podía tomar Morales después de atravesar el río. El 4 de septiembre se encuentran ambos en Zuleta o Marimonda, trabándose en violento combate que dura varias horas, y aunque 175

Castelli reduce a Morales a unos manglares, ha de retirarse ante la falta de pertrechos y la superioridad numérica del enemigo. Al saber Clemente que el adversario ha sobrepasado las fuerzas dispuestas en su contra, le sale al encuentro con 700 hombres y lo espera el 6 de septiembre en Salina Rica donde le presenta batalla. Tras un encarnizado y tenaz combate cede Clemente ante el empu­ je de la mayor fuerza y cantidad de tropa de Morales, declarándo­ se en derrota y dejando en el campo 322 bajas entre muertos y heridos. Regresa a Maracaibo y buscando que lo persigan se em­ barca hacia Gibraltar, al sur del Lago, con trescientos infantes y los buques mercantes surtos en el puerto, encargando especial­ mente al Comandante de las Fortificaciones de la Barra, Coronel Natividad Villasmil, abstenerse de negociar con Morales y resistir a toda costa hasta que reciba refuerzos. Villasmil no cumple la orden, y con posibilidades de resistir el tiempo que quisiera capi­ tula el 9 de septiembre sin ofrecer la más leve resistencia, entre­ gando las fortalezas de San Carlos, Zapara, San Fernando y Bajo Seco. Para este día Morales es dueño de la Provincia de Maracaibo con toda su importancia estratégica. Cuando Carlos Soublette recibe información de los primeros movimientos de Morales a principios de septiembre, dispone de inmediato el envío de una expedición marítima al mando del Ca­ pitán de Navio Renato Beluche con órdenes de desembarcar en Coro 800 soldados y seguir a Maracaibo para auxiliar a Clemente. Beluche se presentó en la Barra del Lago el 19 de septiembre, diez días después de la capitulación de Villasmil, y como no subían a bordo los prácticos que debían conducirlo envió el día 20 al Casti­ llo de San Carlos una lancha con cuatro tripulantes para recoger­ los. Como éstos no regresaron, dio por cierto que la fortaleza se hallaba en manos realistas, levó anclas y regresó a La Guaira. Tan pronto se conocieron estos hechos el Gobierno de Bogotá dio órdenes al Comandante General del Magdalena, General Ma­ riano Montilla, para que enviara una expedición sobre el Zulia y comisionó al Capitán de Fragata Gualterio D’Chitty para equipar buques de guerra con las mismas intenciones. Con la mayor celeri­ dad el General Montilla pasó a Río Hacha con 1.000 infantes y 300 jinetes que pudo reunir y los puso al mando del Coronel José Sardá, a quien instruye para recuperar el terreno hasta las orillas del Sucuy pero sin presentar combate y no pasar de allí sino cuan­ 176

do tuviera la certeza que Morales ya estaba en Maracaibo. Sardá desacato las órdenes recibidas, atravesó la Goajira, se apoderó de Sinamaica y se dispuso a pasar el río Sucuy por Puerto Guerrero. Morales observaba sus movimientos y al darse cuenta de sus inten­ ciones cruzó rápidamente el río con 1.800 infantes y 200 hombres de caballería y ante la pasividad de Sardá lo atacó con ímpetu el 13 de noviembre en la llanura de Garabulla, trabándose un reñidísi­ mo combate por mas de dos horas donde le dio una espantosa derrota a Sardá, quien hubo de retroceder apresuradamente rum­ bo a Río Hacha. En la región sur de la Nueva Granada, en la Provincia de Pasto, que en ocasiones fue aliada de los republicanos y en otras adversa a la causa independentista, se rebela a fines de noviembre un coro­ nel de apellido Boves, según algunos historiadores sobrino de aquel tirano de Venezuela en 1813 y 14, José Tomás Boves. Sucre le sale al encuentro para detener una rebelión y lo vence el 24 de diciem­ bre en el sitio de Yacuanquer con su conocido movimiento de flanco, ayudado con una acción heroica del Coronel Arturo Sanders. El día 25 se vuelve a encontrar con Boves, quien opone tenaz resistencia en las alturas de Pasto, pero Sucre ocupa sus posicio­ nes a sangre y fuego y con una contundente carga de caballería del Coronel José María Córdova destroza completamente a Boves y sus pastusos, quienes deben salir huyendo por las montañas en dirección al Marañón para salvar sus vidas. El Capitán General Francisco Tomás Morales no se queda inac­ tivo yjunto con el Brigadier Sebastián de La Calzada intentan una invasión a las Provincias de Trujillo y Mérida. El 29 de diciembre arriban a Gibraltar, puerto situado al sur del Lago de Maracaibo, en una fuerte expedición compuesta por 600 efectivos del Batallón Valencey, 600 del Cazadores, 80 hombres del Burgos, 30 caballos y una pieza de artillería, a bordo de diez buques mayores. El Con­ tralmirante Lino de Clemente, quien con sus 300 hombres se en­ contraba en Betijoque, verifica el reconocimiento del enemigo sin presentar batalla por lo desigual de sus fuerzas y se retira tenién­ dolo siempre a la vista. Morales rápidamente ocupa la ciudad de Trujillo el 30 de diciembre y se dirige desde aquí a la población de Mendoza, destinando a Calzada a ocupar Escuque con la mitad de sus tropas. 177

A ño

1823

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ECUADOR

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CAMPANA DEL SUR

1822

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3

°

EDGAR ESTEVES

COMBATE DESPLAZAMIENTO DE TROPAS

Al moverse Morales sobre la población de Mendoza y dirigirse Galzada sobre Escuque, Clemente destaca a Cruz Carrillo con una pequeña columna sobre Trujillo, logra sorprender al comandante realista con toda su guarnición, que cae prisionera y toma la ciu­ dad el 5 de enero. El General Rafael Urdaneta avanza sus tropas desde el norte de Santander hacia Boca de La Grita para contener una invasión de Morales y se entablan combates parciales entre las avanzadas de vanguardia de ambos ejércitos sin mayores conse­ cuencias. Las tropas realistas retroceden entonces ordenadamente mientras Urdaneta baja hada Encontrados. El Contralmirante Cle­ mente recibe de refuerzo el 7 de enero una columna de Coro de 600 hombres al mando del Coronel Andrés Torrellas, agrupa todos sus efectivos y el día 21 junto con Cruz Carrillo sorprenden a Mora­ les en Bailadores y lo derrotan, comenzando de inmediato a perse­ guirlo para no darle dempo a reorganizarse. Mientras tanto, las fuerzas de los coroneles Manuel Manrique y José de la Cruz Pare­ des, que comienzan a operar sobre la zona de Gibraltar destrozan la división de Sebastián de La Calzada, por lo que al verse Morales y Calzada acosados y sin posibilidad alguna de poder hacer frente a lo que se avecinaba, deciden retornar a Maracaibo con menos de la mitad de los 1.500 hombres que llevaron. B atalla N

aval d e l

L ago

de

M a r a c a ib o

Desde su Cuartel General en Soledad, el General Mariano Mon­ tilla decreta el 15 de enero el bloqueo general de las aguas del 178

179

Golfo de Venezuela y la entrada de la Barra de Maracaibo. Se reúne más tarde con los Capitanes de la Armada Renato Beluche, Nicolás Joly y Walter Chitty, y deciden forzar la Barra para atacar Maracaibo por agua; se le comunica el proyecto al Contralmirante José Prudencio Padilla y comienzan a preparar la expedición apro­ visionando buques y navios secretamente. Estando ocupados en estos menesteres se reciben de noticias de que la escuadra del Ca­ pitán de Navio Angel Laborde y Navarro, Segundo Jefe de la Es­ cuadra Española en América Septentrional, había zarpado de La Habana el 3 de abril con refuerzos significativos; se pensó enton­ ces que era mejor acometer esta acción de inmediato ante la posibi­ lidad de que Laborde prestara apoyo a Morales en Maracaibo obs­ truyendo la maniobra planeada. Así fue decidido el 3 de mayo en una Junta de Guerra en Los Taques, a bordo de la Corbeta Cons­ titución. Padilla da la atrevida orden el 7 de mayo y las naves de la escua­ dra republicana, compuesta por cinco bergantines, siete goletas de guerra y una respetable División Sutil integrada por flecheras, lanchas, bongos y botes, pliegan velas el 8 de mayo y se precipitan como un torrente dentro del canal de la Barra, fuerzan la entrada a fuerza de fuego y valor y se abren paso por entre las baterías y cañones de los castillos y fortines, logrando traspasar la Barra a pesar del nutrido fuego enemigo sin que el Coronel José A. Arizábalo, quien defendía las posiciones, pueda hacer algo por evitarlo. Del 8 al 14 de mayo pasan las naves republicanas sin ser atacadas por las naves españolas e interrumpen la navegación hacia Mara­ caibo al quedar dueñas del mar interior del Lago. Al forzar la Barra los patriotas se hinchan de orgullo y se eleva su espíritu combativo, pues esta proeza sólo la habían logrado algunos pocos piratas siglo y medio antes que ellos. El 20 de mayo los republicanos rechazan en Punta de Palmas un feroz ataque de la escuadra realista, comandada por el Tenien­ te de Navio Francisco de Sales Echeverría, quien muere tras el combate. El día 25 atacan de nuevo las fuerzas realistas al mando del Capitán de Navio Tomás Lizardo, el combate es favorable a las fuerzas republicanas y la escuadra española debe otra vez retirarse. Cuando el Capitán de Navio Angel Laborde penetra con su escuadra a la Barra de Maracaibo, fondea los buques en la Ensena­ da de Zapara en espera del momento oportuno para atravesar ha­ 180

cía la orilla occidental del Lago y atracar en el puerto de Maracaio. La escuadra republicana se encuentra en estos momentos atas­ cada en los Puertos de Altagracia, un poco más al sur, donde ha debido retirarse para reponerse después de varios combates en la Barra. Desde el 21 de julio se espera el combate final, pues el Almirante Padilla conoce la intención de Laborde y ocupa posi­ ciones favorables para ganar el viento y atacar la escuadra realista si intentan pasar hacia Maracaibo, lo cual esta dispuesto a impedir. El Capitán de Navio Laborde se moviliza el 23 de julio y se libra un nuevo combate naval en la Barra, de corta duración pero de fuertes efectos en ambos bandos, ya que hay varios muertos y heri­ dos y algunas naves sufren serios daños en el velamen y en la arboladura, la escuadra realista sin embargo logra pasar de largo y fondea en Maracaibo en línea de combate. La escuadra republica­ na se reagrupa e intenta en dos ocasiones atacar, pero el viento cambia de pronto en ambos casos y se decide esperar hasta el día siguiente, aprovechando para dar descanso a las tripulaciones. Los buques fondean en los Puertos de Altagracia anclados en línea paralela a la costa. Laborde sitúa su escuadra entre la punta de Capitán Chico, al norte, bordeado de peligrosos bancos de arena, y la zona de El Milagro, al sur, comprometida y riesgosa por su poco fondo. Aquí espera en posición desventajosa y con sus buques fondeados la arremetida republicana, sacrificando el principio de la movilidad y dejando la iniciativa al enemigo. La escuadra republicana tenía superioridad combativa y unidad de mando, de lo que carecía la realista, y el saber explotar los factores tácticos favorecía el éxito de la acción. El 24 de julio a las 2:20 p.m. se dio la señal de darse a la vela y minutos más tarde se dio la señal de formar en línea de batalla para atacar de frente. A las 3:15 el Almirante Padilla ordenó izar la señal de abordaje en el palo mayor del barco insignia, ordenan­ do dejarla izada a pesar de haber sido contestada afirmativamente por los otros buques, lo que en lenguaje marino significa “no hay más órdenes que dar”. Con esto los comandantes de buques que­ dan autorizados para mandar en jefe sus respectivas naves, tomar la iniciativa y disponer lo que juzguen conveniente durante el combate. La batalla comienza de inmediato, pues cuando Laborde obser­ 181

va en la nave capitana de los republicanos la tremenda orden, manda a sus naves rom per el fuego de cañón. La escuadra de Padilla sigue sobre la realista sin separarse las naves entre sí y sin disparar ni un tiro, hasta que están muy cerca de los enemigos, cuando los cañones rompen los fuegos. Atacan desde el noreste acompañados por un viento propicio que infla los velámenes, ayu­ da en sus movimientos y arroja sobre los españoles las bocanadas de humo de los cañones republicanos, así como el agua prove­ niente de los piques de los buques al desarrollar buena velocidad. La acometida republicana es eficaz y decisiva, ayudados por el humo y el agua que reciben los realistas los buques se aproximan lo suficiente para disparar los fusiles y luego abordar, por lo que la lucha se generaliza en toda la línea de batalla. El bergantín realista San Carlos se incendia al ser abordado, capturan al bergan­ tín Esperanza, se rinde el tercer bergantín General Riego, se abor­ dan tres goletas más y las fuerzas sutiles españolas quedan unas vencidas y otras en franca retirada, hasta que se amotina la tripula­ ción de la goleta Especuladora, nave insignia de Laborde, que insu­ rreccionándose ponen proa a tierra y saltan a ella los marineros evadiéndose por entre los matorrales, incluyendo al propio Laborde que abandona la nave al quedar varada. La batalla naval termina a las 6:45 de la tarde; sobre la superfi­ cie del Lago quedan flotando los cadáveres, mástiles, velas yjarcias todas rotas y destrozadas. El Almirante Padilla ordena recoger las presas, socorrer a los heridos y trasladar todo a los Puertos de Altagracia, tratando de salvar las naves varadas en la costa y repa­ rar las que se pudieran, operación que se hizo en los Puertos. Por su parte, el Capitán de Navio Angel Laborde desembarca y temiendo una agresión de Morales, cuya enemistad es manifiesta y evidente, sale inmediatamente hacia El Moján desde donde se embarca para el Castillo de San Carlos y desde aquí parte a Cura­ zao y luego a La Habana. Ante esta desastrosa situación Morales firma el 3 de agosto la Capitulación y por gracia republicana se le permite embarcar para La Habana. La Batalla Naval del Lago de Maracaibo rubrica y sella nuestra independencia, la consolida y da un golpe mortal al poder naval español en la Gran Colombia; privados del dominio marítimo no podrán ejercer en adelante ninguna acción eficaz contra las na­ cientes repúblicas. Las pocas fuerzas realistas que quedan en el

país no pueden reagruparse, pierden sus líneas de mando y care­ cen de un líder que lo haga; las fuerzas republicanas tampoco dan margen para ello y se mueven rápidamente. En las costas de Falcón se dan una serie de combates en este tiempo, buscando los republicanos la reconquista total del territo­ rio y la expulsión de los últimos comandantes realistas que queda­ ban. Entre estos combates destacan el ocurrido en Coro el prime­ ro de mayo, cuando el Coronel Reyes González vence al también Coronel Antonio Gómez y toma definitivamente la ciudad. El 6 de junio Reyes González vence al Coronel Manuel Lorenzo en Cumarebo en una acción rápida y contundente. El 9 de junio el Coman­ dante Juan Uslar destroza al Capitán Juan Tello, y el día 16 del mismo mes el Comandante Miguel Crespo toma la población de Punta de Palmas, en la costa oriental del Lago de Maracaibo. La fortaleza de Puerto Cabello, último baluarte en poder espa­ ñol en Venezuela, defendida tenazmente por el Brigadier Sebas­ tián de La Calzada, es tomada por asalto el 8 de noviembre cuando el General Páez logra infiltrar en su reducto 150 lanceros y 100 fusileros a las órdenes del Teniente Coronel José Andrés Elorza y del Mayor Manuel Cala, quienes conforman el Batallón Anzoátegui de La Guardia. A las diez de la noche comienzan silenciosa­ mente a meterse en el agua los soldados uno a uno, por espacio de cuatro horas; con esfuerzo sobrehumano llegan a nado vadeando la ensenada de El Manglar con el agua hasta el cuello, sosteniendo sus armas con los dientes y pisando terreno fangoso; amparados en la oscuridad de la noche penetran en silencio dentro de los muros de la ciudadela procurando no ser vistos por sus defenso­ res; toman posiciones y aprovechando la sorpresa atacan la guar­ nición realista, logrando conquistar la fortificada plaza después de una hora de dura refriega. Como consecuencia directa de esta acción el Castillo de Puerto Cabello se ve aislado y sin posibilidades de ayuda exterior. El 10 de noviembre de 1823 el último jefe realista que queda en Vene­ zuela abandona el país, al rendir las armas el Brigadier Sebastián de La Calzada y entregar el castillo por capitulación ante el Gene­ ral José Antonio Páez, concluyendo así la Guerra de Independen­ cia en la Gran Colombia. En la Batalla de Carabobo tomó parte aproximadamente el 35% del total de los efectivos realistas que había en Venezuela, y se 183

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comprometieron cerca del 45% de los efectivos en las operaciones previas. Desde aquí hasta Maracaibo se libraron en territorio vene­ zolano más de 69 combates terrestres y navales, lo que demuestra manifiestamente que la Batalla de Carabobo no concluyo con el poderío español en nuestro país, lo que sí logró la Batalla Naval del Lago de Maracaibo. La primera lo que hizo fue transformar la guerra en dos frentes, el terrestre y el marítimo, con fuerte inci­ dencia en la guerra naval, y circunscribir las acciones a un sector de la geografía nacional. Los republicanos lograron ahogar las iniciativas realistas después de la segunda batalla de Carabobo y frustraron en gran parte las pocas operaciones militares que trata­ ron de ejecutar, llevándolos prácticamente a la confrontación final que se ejecuta en el Lago de Maracaibo. Sur

de

N

ueva

G

Vanguardia al General José María Córdova, Comandante de la División del Centro al General José De La Mar, Comandante de la División de Retaguardia al General Jacinto Lara, Jefe del Estado Mayor General al General Andrés Santa Cruz y Comandante Ge­ neral de Caballería al General Mariano Necochea. Todos obede­ cen al Jefe Supremo Simón Bolívar.

ranada

Mientras estos acontecimientos se dan en Venezuela, en el sur de la Nueva Granada suceden otros hechos no menos im portan­ tes. Según Tratado suscrito el 18 de marzo, Perú solicita formal­ mente la ayuda de Simón Bolívar para lograr su total independen­ cia, comenzando El Libertador a realizar una movilización militar y a establecer sus planes políticos cuando recibe la noticia de que nuevamente la región de Pasto se ha insubordinado. El Coronel Juan José Flores es vencido en Pasto el 20 de junio y Bolívar encabeza personalmente una expedición para contener este movimiento separatista. El 17 de julio en Ibarra se enfrenta a Estanislao Merchancano, jefe político de los rebeldes pastusos, y al indio Agustín Agualongo, jefe militar. Ambos son destrozados con gran fuerza y Bolívar pasa a cuchillo a todas las tropas traidoras para dar un escarmiento a futuro. El Libertador sale el 7 de agosto de Guayaquil por mar hacia El Callao y sube luego a Lima, entrando el primero de septiembre al centro más importante del imperio colonial en Sudamérica donde se disputan el poder los presidentes Riva Agüero y Torre Tagle. Parte luego a Pativilca, Trujillo y Cajamarca; regresa a Pativilca, organiza el ejército y marcha a Huaráz y Pasco. En Jauja pasa revista a un ejército de 7.700 hombres y como se encuentra enfer­ mo y agotado por tantos viajes, nombra Comandante en Jefe al General Antonio José de Sucre, Comandante de la División de 184

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Año 1824

Durante el curso de los primeros meses del año el General Su­ cre se encarga de organizar el ejército mientras El Libertador se ocupa de consolidar Colombia y Ecuador política y administrati­ vamente. Afines de abril el ejército colombiano se hallaba estable­ cido en el valle de Huaila y el peruano finalizaba sus preparativos para seguir el movimiento del primero hacia Jauja. B atalla

d e J u n ín

Para los primeros días de julio el ejército completo con un com­ ponente de 8.080 plazas se encuentra ya en marcha y el día 31 se establecen en Pasco, en el camino hacia Jauja. Al conocer el movi­ miento ofensivo de los republicanos el Brigadier General José De Canterac, quien se encontraba en Jauja, retira su ejército de 8.800 efectivos el primero de agosto y avanza hacia Pasto, el día 15 llega a Carguamayo, deja la infantería con Maroto y sigue con la caballe­ ría a reconocer la ruta; se entera entonces de que Bolívar se ha incorporado al ejército y que éste se mueve hacia sus posiciones, por lo que retrocede hacia Jauja de nuevo moviendo también su infantería. Las avanzadas republicanas dan cuenta de esta novedad y en la mañana del 6 de agosto el comando patriota se moviliza rápida­ mente para tratar de dar alcance al ejército realista. A primeras horas de la tarde se avistan los adversarios a una distancia de 10 kilómetros; dispone El Libertador que avance la caballería y él mismo se pone a la cabeza de los escuadrones para picar la reta186

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guardia enemiga; a su vez, el Brigadier Canterac dispone que la infantería siga su movimiento de retirada y él personalmente avan­ za con la caballería al encuentro de Bolívar. La caballería patriota es sorprendida marchando en filas por un terreno angosto y escarpado, cuando apenas han podido en­ trar a la llanura de Junín algunos escuadrones en formación que son arrollados por Canterac. Una reacción violenta de los escua­ drones patriotas desbandados, que se jugaban la vida, restablece parcialmente la situación al lograr que la caballería realista retro­ ceda momentáneamente; el General José Laurencio Silva hacien­ do un supremo esfuerzo aprovecha estos pocos minutos y reorga­ niza los escuadrones que han podido entrar al campo, y en una sola y desesperada carga logra la victoria que por un momento estuvo de parte de la caballería realista. En esta batalla entraron en acción solamente las caballerías de ambos ejércitos, no se emplearon fusiles sino las armas blancas. Lo curioso de ella es que no se disparó un tiro, pues se enfrentaron sólo las caballerías con lanzas. El encuentro duró apenas una hora y al terminar quedaron muertos 345 soldados y 19 oficiales espa­ ñoles, contra 92 soldados patriotas y 3 oficiales muertos. José Lau­ rencio Silva y Lucas Carvajal se distinguen en la acción por sus cargas de caballería. Esta temible batalla es la ultima que dirige Bolívar en persona. El ejército patriota pernocta el propio 6 de agosto en el campo de Junín y marcha al día siguiente en persecución de Canterac, quien se retira en precipitada fuga hasta el sur de Huancayo don­ de se estaciona el 8 de agosto; seguidamente se traslada detrás del río Apurimac, en el Alto Perú, donde se reúne con el Virrey José de La Serna y da descanso a sus tropas. Por su parte El Libertador llega el 6 de octubre al Cuartel General de Sucre en Sanaica y dispone que éste asuma el mando del Ejército Unido en tanto él regresa a Lima requerido por los asuntos públicos, entre éstos la convocatoria al Congreso Anfictiónico de Panamá. Los españoles han congregado el pleno de sus efectivos en el Alto Perú bajo la dirección de todo el Estado Mayor; como Jefe Supremo está el propio Virrey La Serna disponiendo de 9.320 hombres. Sucre dispone de 5.780 efectivos que lleva a la provincia de Andahuailas, donde se establece el primero de noviembre. En inspección por los nuevos acantonamientos se entera de que el 188

Virrey La Serna y el General Canterac han iniciado operaciones ofensivas y cruzaban el Apurimac, por lo que ordena de inmediato la movilización general de las tropas. El 3 de diciembre, en mar­ cha por la escarpada pendiente de Corpahuaico, el Mariscal de Campo Jerónimo Valdez, quien se encuentra situado al fondo del desfiladero, ataca sorpresivamente la división republicana de reta­ guardia que conduce el parque y los pertrechos de guerra, cu­ briéndose con la caballería. El General Jacinto Lara con los Bata­ llones Vencedores y Rifles y a costa de inauditos esfuerzos y de gran sacrificio, da respuesta inmediata a la agresión y con gran rapidez acomete a Valdez, quien no puede soportar las cargas y no le dan tampoco oportunidad para reorganizarse, por lo que opta por retirarse precipitadamente. Lara restablece la situación y salva sus menguados cuerpos y el parque, permitiendo el paso de su propia caballería que asegura la marcha de todo el ejército, per­ noctando esa noche frente al enemigo para seguir al día siguiente la marcha. B atalla

de

A yacucho

El Virrey La Serna ha seguido al ejército patriota y se sitúa el 8 de diciembre en las pendientes del Cundurcunca, frente al cam­ pamento del General Sucre. Ha logrado imponer su iniciativa en todo su movimiento ofensivo, realizando su estrategia y contando con una superioridad numérica de 9.300 combadentes, por lo que se prepara para desarrollar un plan de ataque frontal en la seguri­ dad de vencer también en el campo táctico, al dominar las alturas de un terreno en declive. Con excepción de las pérdidas sufridas en Corpahuaico, Sucre conserva el efectivo de las tropas en su admirable retirada y confía en la moral de ellas, pese a su inferio­ ridad numérica de 5.780 hombres; se establece por tanto en un terreno que le permita asumir una defensa táctica eficiente. El Mariscal Valdez se sitúa a la derecha del campo de Ayacu­ cho, iniciando el ataque para llegar a la única casa que en él existe, en tanto Villalobos y Rubén de Celis adelantan un batallón para permidr el descenso y emplazamiento de la caballería y la artillería realista. Monet se sitúa en el centro en espera de las operaciones iniciales y la formación de la artillería y la caballería, para apoyar con sus fuegos el ataque general. Sucre por su parte coloca la 189

División Córdova a su derecha, la División La Mar a la izquierda y la División Lara al centro, un poco a la retaguardia de las otras dos. La caballería colombiana se coloca detrás de la División Cór­ dova y a la altura de la derecha de Lara, mientras los Húsares de Junín se sitúan detrás de la División La Mar. Valdez inicia operaciones y desaloja de la casita las dos compa­ ñías que la ocupaban, en tanto Rubén de Celis bate las primeras líneas de la derecha patriota; animado por esta primera ofensiva favorable se engolosina Celis e impetuosamente se lanza en forma im prudente contra toda la División Córdova, que lo destroza en su totalidad. Sucre aprovecha la situación creada y ordena al Ge­ neral Córdova llevar su División al ataque contra el flanco izquier­ do realista ya debilitado; Córdova cumple la orden y en una sola carga deja de lado la División Monet que a estas alturas no ha logrado poner en línea sino su primera brigada, mientras que la artillería apenas ha logrado su emplazamiento, y con la infantería bate al resto de la División Villalobos y desbarata los escuadrones realistas. Ante esta situación comprometedora Monet lleva su primera brigada al ataque por el centro del campo; Sucre en oposición dispone que dos escuadrones al mando de Miller lo carguen y él personalmente conduce al Batallón Vargas a la carga; dispersan la primera brigada de Monet e impiden que la segunda venga en su auxilio. Con fuertes pérdidas Valdez se carga al centro después de acometer la División Peruana; La Mar pide refuerzos para soste­ nerse y Sucre conduce de inmediato al Batallón Vencedor y a par­ te del Vargas al sitio donde se encuentra logrando contener el ataque de Valdez. Viendo ya comprometida y difícil la batalla, La Serna se lanza personalmente al combate con tres escuadrones tratando de conte­ ner el empuje republicano, lento pero insistente, mas no puede resistir el choque de la caballería patriota que los acuchilla y dis­ persa, recibiendo el propio Virrey siete heridas en el cuerpo. Cór­ dova sigue progresando en su embestida y en un último ataque vence la resistencia del Batallón Fernando VII, captura la artille­ ría y planta en la cima la bandera de Colombia, al tiempo que Valdez comienza a ceder el centro y la derecha realista. El Briga­ dier General José de Canterac, que asume el mando del ejército español por las heridas del Virrey José de La Serna, considera 190

inútil exigir nuevos sacrificios a las tropas realistas dada la situa­ ción, por lo que se dirige con el General La Mar al comando de Sucre para capitular. En hora y media queda vencido el poderoso ejército realista que dejó en el campo 1.800 muertos, 700 heridos y más de 2.000 prisioneros. En la Capitulación quedaron comprendidos el Vi­ rrey, un Mariscal de Campo, dos Tenientes Generales, diez Briga­ dieres, 16 Coroneles, 484 Mayores y Oficiales Subalternos y 2.000 soldados y se capturaron 14 piezas de artillería. Sucre promueve en el propio campo de batalla a General de División a los Briga­ dieres José María Córdova yjacinto Lara; al rango de General de Brigada a los Coroneles Silva, Carvajal, Sandes y Otero; Trinidad Morán es ascendido a Coronel, y Florencio Jiménez y Antonio de la Guerra Montero a Teniente Coronel.

A ño

1826

El Brigadier Rodríguez, Gobernador Militar de El Callao, desconoce en su momento la Capitulación de Ayacucho suscrita por el propio Virreyjosé de La Serna y con tenacidad resiste la acción intensiva del General Bartolomé Salom, quien con 400 hombres lo tiene sitiado y lo asedia desde el 24 de diciembre de 1824. El 22 de enero de 1826, después de 13 meses de sitio riguroso, se rinde la plaza de El Callao y el General José Ramón Rodil firma ante Salom la Capitulación de la última fortaleza militar en manos realistas en toda Sudamérica.

191

ral Agustín Gamarra, quienes habían invadido Colombia por estar en contra de Bolívar. Bastante delicado de salud El Libertador viaja a Popayán, Quito y Guayaquil, para destruir la sedición y fom entar la paz. Al regreso de esta gira hace su última entrada a Bogotá el 15 de enero de 1830.

O t r o s a c o n t e c i m i e n t o s im p o r t a n t e s 1825 Abr 10

May 16

Ago

6

El L ibertador sale de Lima en visita a diferentes poblaciones del territorio,viaje que le llevará varios meses para visitar lea, Arequipa, Cuzco, Pucará (aquí recibirá el panegírico de José Domingo Choquehuanca), Puno, La Paz, Chuquisaca, Potosí y Arica, desde d o n ­ de em barca de nuevo para El Callao. En A requipa declara Bolívar la Independencia del Alto Perú. Ya antes, el 25 de mayo de 1809, la Audiencia de Charcas había p ro ­ m ulgado el Manifiesto de Independencia del Alto Perú. U na Asamblea de Diputados en Chuquisaca ratifica el Manifiesto y proclam a la Independencia del Alto Perú, ado p tand o el nom bre de Bolivia en honor del Libertador a quien nom bran Presidente. La nueva República queda integrada p o r las Provincias de La Paz, Potosí, Chuquisaca (hoy Sucre), Cochabamba y Santa Cruz. Bolívar redacta la Constitución de Bolivia y designa Presidente al Mariscal Antonio José de Sucre.

Oct 7

1830 Ene 13

Ju n 4

1826 Feb 10 J u n 22 Sep 4

El Libertador en tra de regreso a Lima. Se instala el Congreso Anfictiónico de Panamá presidido p o r don Pedro Gual. Comienza la que se llamó La G ran Jornada: Simón Bolívar sale de Lima p ara El Callao, sigue a Guayaquil, pasa a Q uito, luego a Popa­ yán, en tra en Bogotá el 14 de noviembre, continúa a Cúcuta, atra­ viesa el Lago y llega a Maracaibo el 16 de diciembre; sigue a Coro, pasa p o r Puerto Cabello el 31 de diciembre, luego a Valencia, y finalmente en tra a Caracas p o r últim a vez el 10 de enero de 1827. H a recorrido en cuatro meses 1.346 leguas, aproxim adam ente unos 6.730 kilómetros.

El G eneral Daniel Florencio O ’Leary derrota en El Santuario al General José María Córdova, quien se había insurreccionado con­ tra Bolívar. Estando ya Córdova rendido, Ruperto H and lo ultima cobardem ente.

Dic 17

Se celebra una asamblea popular en Valencia que pide la separación del país de la G ran Colombia. José Antonio Páez establece un Go­ bierno Provisional en Venezuela al constituirse en jefe de la admi­ nistración, nombra u n Gabinete y convoca a un Congreso Consti­ tuyente que se celebrará en Valencia, a donde se traslada la capital de la República. En un estrecho y pantanoso sendero de la m ontaña de Berruecos situada al su r de Colombia, entre las poblaciones de La Venta y Pasto, es asesinado Antonio José de Sucre en las prim eras horas de la m añana. Sus asesinos fueron el neogranadino Ju a n G regorio R odríguez, los peruanos A ndrés R odríguez y J u a n Cuzco, y el Coronel venezolano Apolinar Morillo. Los autores intelectuales fue­ ro n los Generales José María O bando y José Hilario López, y el Coronel Ju a n Gregorio Sarria, ayudados p o r el Coronel Manuel G uerrero y el Comandante de Milicias de Salto de Mayo, José Erazo. Pasada la una de la tarde fallece El Libertador Simón Bolívar en Santa M arta, en la Q uinta San Pedro Alejandrino, propiedad de Joaquín De Mier, asistido por el médico francés Alejandro Próspero Revérend. Lo acompañaban los Generales Mariano Montilla, José María C arreño y José Laurencio Silva; el Coronel José de la Cruz Paredes, y los edecanes Belford Wilson y Andrés Ibarra.

1828 Abr 9

Sep 25

Bolívar llega a Bucaram anga, donde se quedará hasta el día 9 de ju n io para observar casi a diario la Convención de Ocaña, instalada este mismo día con 67 Diputados. Se sucede la llamada Noche Septem brina, fracasando u n intento de asesinato co n tra Sim ón Bolívar en el Palacio d e San Carlos, en Bogotá, gestado p o r el Coronel Ramón N. G uerra, los C om andan­ tes Pedro Carujo y Rudesindo Silva; el C apitán Benedicto Triana, Florentino González, Luis Vargas Tejada, Wenceslao Zulaibar, Ju a n Miguel Acevedo, y otros.

1829 Feb 27

El Mariscal Sucre y el G eneral J u a n José Flores d e rro ta n en el Pórtete de Tarqui al Presidente peruano José De La M ar y al Gene-

193

B atallas de V en e zu el a S itio

U bicación (no m en clatu ra actual)

1810 Nov 4 Nov 13 Nov 14 Nov 28 Nov 30 Dic 3-4

A guanegra Pedregal Aribanaches C oro Sabaneta G üedeque

Falcón Falcón Falcón Falcón Falcón Falcón

El Teque Valencia C hichiriviche La Cabrera Guacara M orro de Valencia Valencia C u m ana Soledad Santa C ruz del Orinoco Barrancas

Dtto. Capital C arabobo Falcón A ragua C arabobo C arabobo C arabobo Sucre A nzoátegui Bolívar Monagas

Caño de Macareo (naval) Siquisique Baragua C arora Mesa de Romero Sorondo (naval) A ngostura B arquisim eto San Carlos Valencia Los Guayos Los Guayos Guaica La Cabrera Angostura de La Grita Calabozo San Ju a n de Los Morros La Victoria P antanero Puerto Cabello (Hasta Ju l

Delta Amacuro Lara Lara Lara Lara Bolívar Bolívar Lara Cojedes C arabobo Carabobo Carabobo C arabobo A ragua T áchira G uárico G uárico A ragua Aragua C arabobo

1811 Tul 11 Ju l 11 J u l 12 Ju l 15 Ju l 20 Ju l 23 Ago 12-13 Ago Sep Sep Oct 4

1812 Feb 25 M ar 17 M ar 19 M ar 23 M ar 28 M ar 25 M ar 26 Abr 2 Abr 25 May 3 May 9 May 10 May 12 May 13 May 16 May 20 May 23 Jun 2 0 J u n 29 J u n 30

194

6)

Ju l 25 Dic 23 Dic 27 Dic 29 Dic 31

San Mateo (Capitulación) Tenerife M om pox Guamal Banco

Aragua Colombia Colombia Colombia Colombia

C hiriguana Tamalameque Ocaña Aguada San Cayetano C úcuta Güiria Irapa Irapa M aturín Los Magüeyes M aturín M aturín M aturín M aturín Morichal Largo Angostura de La Grita Bailadores Pam patar Trujillo Carache Agua Obispos Niquitao Desembocadero del Guanare Los Horcones San Carlos Taguanes Porlam ar C um ana Barcelona Vigía de Puerto Cabello Mirador de Solano Cúa San Casimiro Carmen de Cura Guanayén Cachipo La Guaira Cerritos Blancos

Colombia Colombia Colombia Colombia Colombia Colombia Sucre Sucre Sucre Monagas Sucre Monagas Monagas Monagas Monagas Monagas Táchira Mérida M argarita Trujillo Trujillo Trujillo Trujillo Portuguesa Trujillo Cojedes Cojedes M argarita Sucre Anzoátegui Carabobo Carabobo M iranda Aragua Guárico Anzoátegui Anzoátegui Vargas Lara

1813 Ene 1 Ene 3 Ene 8 Feb 21 Feb 25 Feb 28 Ene 13 Ene 15 Ene 23 Feb 15 Mar 8 Mar 20 Abr 11 Abr 18 May 25 Ju n Abr 13 May 10 Ju n 3 J u n 10 J u n 18 J u n 19 Ju l 2 Ju l 4 Ju l 22 Ju l 28 Ju l 31

Jul Ago 3 Ago 19 Ago 27 Ago 31 Ago Ago Sep Sep Sep Sep 13 Sep 13

195

Sep 17 Sep 21 Sep 23 Sep 30 Oct 3 Oct 7 Oct 10 Oct 13 Oct 14 Oct 15 O ct Oct 20 Oct 26 Nov 10 Nov 17 Nov 23-25 Nov 29 Dic 2 Dic 5 Dic 6 Dic 8

Lagunitas N irgua Santa Catalina Bárbula Las Trincheras Bobare Sabaneta de Ju ju re Cum bre de Canoabo M osquiteros El Sombrero Yari tagua San Felipe El Fuerte Espino Tierritas Blancas Mata G uerrereñas Vigirima M ucuchachí San Marcos A raure La Luz B arquisim eto

C arabobo Yaracuy Barinas Carabobo Carabobo Lara Lara C arabobo Guárico G uárico Yaracuy Yaracuy G uárico Lara A pure C arabobo M érida G uárico P ortuguesa Barinas Lara

1814 Ene 5 Ene 4 Ene 10 Ene 11 Ene 17 Ene 20 Ene Ene 30 Feb 2 Feb 3 Feb 4 Feb 10 Feb 12 Feb 13 Feb 19 Feb 20 Feb 21 Feb 21 Feb 25 Feb 28 Feb 29 Ene 18 Ene 26 Feb 4

196

C úcuta N utrias Barinas G uama C ocorote Guacara B aragua G uasdualito O spino La Puerta (Ia) Agua Negra O cum are del Tuy La Victoria P antanero T u rm ero Charallave San Francisco de Yare Lago de Valencia Cagua San Mateo (sitio hasta 25 Mar) Valencia (sitio hasta 4 Abr) El C haparro C haguaram al Q uebrada H onda

Colom bia Barinas B arinas Cojedes Yaracuy C arabobo Lara A pure P ortuguesa A ragua Aragua M iranda A ragua A ragua A ragua M iranda M iranda C arabobo Aragua A ragua C arabobo A nzoátegui Guárico G uárico

Feb 4 Feb 5 Feb 9 Feb 11 Feb 11-16 Feb 13 Feb 15 Feb 27 Feb 28 Mar 11 M ar 11 M ar 20 M ar 22 M ar 31 Abr 1 Abr 1 Abr 2 Abr 2 Abr 5 Abr Abr 9 Abr 12 Abr 16 May 17 May 25 May 28 J u n 15 J u n 17 J u n 19 Ju l 6 Ago 12 Ago 17 Ago Sep Sep 12 Sep 29 Oct 16 Nov 9 Dic 5 Dic 9 Dic 11 Dic 10 y 11

Corozal T ucupido San Faustino San Fernando de Cachicamo San Carlos El Palmar Lezama Ocumare del Tuy C abruta Q uíbor Ocumare del Tuy Ocumare del Tuy Los Pilones Bocachica Los Naranjos Yuma Magdaleno Güigüe El Cam bur El Hervor Estanques Bailadores Arao Tocuyito La Pascua Carabobo (1*) La Puerta (2a) La Cabrera Valencia (sitio hasta 8 Jul) Emigración a Oriente T ucupido Aragua de Barcelona Las Brujitas Mucuchíes M aturfn Q uebrada de Los Frailes C um ana Los Magüeyes Urica Pozos de Santa M aturín Bogotá

Guárico Anzoátegui Lara Mérida Monagas Sucre Sucre Sucre Anzoátegui Monagas Monagas Colombia

El Palo Guasdualito

A pure A pure

Monagas Guárico Guárico Guárico Cojedes G uárico G uárico M iranda Guárico Lara M iranda M iranda M iranda Guárico Carabobo Carabobo Carabobo Carabobo Carabobo Carabobo Mérida Mérida Cojedes Carabobo Guárico Carabobo Aragua Aragua Carabobo

1815 Ene Ene 29

197

Feb Feb Feb Mar A br Abr Abr May May May Jun Ju n Sep 1 Nov 15 Nov 18 Nov 24 Nov 30 Dic 5 Dic 30

Santa Ana C achipo El C haparro San Diego de Cabrutica A ragua de Barcelona Santa María de Ipire Peñas Negras Moitaco O rocopiche (naval) San Pedro Santa Bárbara San Fernando C artagena (sitio p or 116 días hasta 6 de dic.) Ju a n Griego Villa del N orte C hire C hitagá La Línea A rauca

A nzoátegui A nzoátegui G uárico A nzoátegui A nzoátegui G uárico G uárico Bolívar Bolívar Bolívar A nzoátegui A pure Colom bia M argarita M argarita Colom bia Colom bia M argarita A pure

1816 Ene 14 Ene Feb 2 Feb 16 Feb 22 M ar M ar May 2 May 17 Ju n 1 Jun Jun lu n Jul 6 Ju l 7 Ju l 8 J u l 11 Ju l 13 Ju l 18 Ju l 19 Ju l 21 Ju l 29 Ago 2 Sep 6 Sep 13

198

El Mamey G uacuco Palm arito Mata de La' Miel C achiri C ham ariapa El T igre Los Frailes (naval) Castillo de Pam patar C a rú p a n o Aragua de Barcelona San Diego de Barcelona Paso del río Pao O cum are de La Costa La Cabrera Maracay Las Piedras Aguacates O n o to La Victoria San Sebastián de Los Reyes C haguaram as Q uebrada H onda Alacranes B arcelona

M argarita M argarita A pure A p u re Colom bia A nzoátegui A nzoátegui M argarita M argarita Sucre A nzoátegui A nzoátegui A nzoátegui A ragua Aragua Aragua A ragua A ragua A ragua A ragua A ragua G uárico G uárico A nzoátegui A nzoátegui

Sep 14 Sep 26 Nov 3 Nov 5-10 Nov 15 Nov 23 Nov Nov

Ju l Ago Ago Sep Sep Sep O ct Nov 6 Nov 7 Dic 30

Píritu El Juncal Y aguaraparo C arúpano Cariaco Güiria Caicara La Ceiba San Antonio Los Cocos Rabanal Achaguas Mantecal Paso del Frío El Yagual San Antonio Banco Largo Paso del Caura

Anzoátegui Anzoátegui Sucre Sucre Sucre Sucre Bolívar Bolívar A pure A pure A pure A pure A pure A pure A pure Barinas A pure Bolívar

Clarines A ngostura C um aná Bocas de Copié M ucuritas Santa Catalina Casa Fuerte de Barcelona (sitio hasta 12 Feb) Bocas del Neverí (naval) San B ernardino Barcelona C aroní Guayana La Vieja (sitio hasta 29 Mar) M orro de Barcelona (naval) San Miguel (naval) Bajo Orinoco (naval) Casa Fuerte de Barcelona (sitio hasta 7 Abr) Q uiam are San Félix Guaicupa A ngostura San Antonio Panapana - Orinoco (naval) A ngostura (sitio hasta 17 de Jul)

Anzoátegui Bolívar Sucre Guárico A pure A pure Anzoátegui

1817 Ene 5 Ene 18 Ene 19 Ene 23 Ene 28 Ene 30 Feb 8 Feb Feb Feb Feb Feb

12 14 18 17 25

M ar M ar M ar M ar

2-3 13 20 23

M ar 25 Abr 11 Abr 17 Abr 25 Abr 28 Abr 29 May 2

Anzoátegui Anzoátegui Anzoátegui Bolívar Bolívar Anzoátegui Bolívar Bolívar Anzoátegui Anzoátegui Bolívar Anzoátegui Bolívar A pure Bolívar Bolívar

May 24 J u n 10 J u n 13 Jun 28 Ju l 4 Ju l 4 Ju l 7 ju l 8

Jul Jul luí 14 Ju l 17 Ju l 31 Ago 3 Ago 3 Ago 4 Ago 7 Ago 7 Ago 8 Ago 8 Ago 8 Ago 20 Sep Nov Dic 2

Isla Fajardo (naval) Cariaco C arú p an o Guayabal (?) Caño Casacoima Apostadero de Borbón (naval) Macareo (naval) Pagayos (naval) Paso de Apurito Paso de U trera El Guamache Los Varales Matasiete Cabrián (naval) Isla de T órtola (naval) Isla Sacupana (naval) San Ju a n Bautista C erritos Los Robles F uerte de Ju a n Griego Paraguachí Y aguaraparo Barinas Santa Lucía La Hogaza

Bolívar Sucre Sucre Guárico Bolívar Bolívar Delta Amacuro Delta Amacuro A pure A pure M argarita M argarita M argarita Bolívar Delta Amacuro Delta A macuro M argarita M argarita M argarita M argarita M argarita Sucre Barinas Cojedes G uárico

1818 Ene Ene 14 Feb 6 Feb 11 Feb 12 Feb 15 Feb 16 M ar 5-6 Mar 6 Mar 7 M ar 8 Mar 13 Mar 17 Mar 20 M ar 26 M ar 29 Abr 16 May 1 May 02 May 15

200

C um anacoa San Fernando de A pure A p u rito Paso del O rituco Calabozo La Uriosa El Som brero San Fernando de Apure Caño Biruaca La Enea Paso del Diamante La Cabrera Semen (3a de La Puerta) Caim án O rtiz O rtiz Rincón de Los Toros C am oruco Llano de Cojedes N utrias

Sucre A pure A pure G uárico G uárico G uárico G uárico A pure A pure A pure A pure Aragua A ragua G uárico G uárico G uárico G uárico Cojedes Cojedes B arinas

May 20

Laguna de Los Patos

üía r ,1n Abr 19 MaV 2 1 May ¿ i May 24 May 30 Ago 25 Sep 27 ®ct 13 Oct 16 ^ ov D>c 5

Cariaco El Tiore r * C um aná C autaro Puerto M adera Güiria (naval) Golfo de Santa Fe (naval) Río Caribe (naval) Cariaco T orunos C abruta

Guárico Sucre a

Anzoátegui Sucre Sucre Sucre Sucre Sucre Sucre Sucre Barinas Guárico

1819 Ene Ene 24 M 2 Fejjjt 4 Feb 5 Feb 5 Feb 6 Feb 8 M ar 27 \ííir 29 At>r 2 Abr 3 Abr 3 Abr 4 Abr 4 May J un Jun Jun Jul J u l 18 Ju l 23 Ago 05 Ago 6 J u n 27 Ju l 6 Ju l 7 J u l 10 Ju l 10 Ju l 11 Ju l 20 Ju l 25

San Francisco de A pure Río A pure Paso Caujaral Paso del Arauca Mata Casanareña Cañafístolo Caujal Caujaral La G am arra La Barrosa Queseras del Medio Trapiche de Alejo Sacra Familia S urero N utrias La Luz G üere C antaura El Jobo San Fernando de Cachicamo M orro de Barcelona (naval) La Cruz C um aná Barcelona Paya Socha Corrales de Bonza Corrales de Bonza Gámeza P eñadeT ópaga Bonza Pantano de Vargas

A pure A pure A pure A pure A pure A pure A pure A pure A pure A pure A pure A pure A pure A pure Barinas Barinas Anzoátegui Anzoátegui Monagas Guárico Anzoátegui Barinas Sucre Anzoátegui Colombia Colombia Colombia Colombia Colombia Colombia Colombia Colombia

201

Ago Ago Sep Sep Sep Sep

5 7 23 23 26 30

1820 Ene 20 Ene 24 Feb 9 Feb 12 Feb 15 Feb Feb M ar M ar M ar M ar M ar 11 M ar 28 May 6 May 16 May 25 Ju n 6 J u n 18 J u n 22 J u n 25 Ago 17 Sep 30 Oct 1 Oct 2 O ct Oct 30 Nov 10 Nov Nov 25

1821 Ene 29 M ar 18 Abr 1 Abr 28 Abr 28 May 11 May 19 May 6

T unja Boyacá Alto de Las Cruces C ú cu ta Guasca Caño Orozco (naval)

Peñón de Barbacoas (naval) Popayán Remedios C horros Blancos O caña La Cruz Santa Clara O cum are del Tuy San José de Tiznados G üiria G üere Río Hacha La Plata Apostadero de Yaya (naval) Punta Galeras (naval) Laguna Salada Pitayó C hiriguaná M om pox Tenerife (naval) C arú p an o P uente Chamas M érida M ucuchíes Q uiam are Río Frío (naval) La Ciénaga (naval) C arache C arú p an o

Maracaibo Barinas Lérica (naval) Puertos de Altagracia Boconó C oro El Tocuyo Tacarigua

Colom bia Colom bia Colom bia Colom bia Colom bia A pure

Colom bia Colom bia Colom bia Colom bia Colom bia G uárico G uárico M iranda G uárico Sucre A nzoátegui Colom bia Colom bia Delta Amacuro Colom bia Colom bia Colom bia Colom bia Colom bia Colom bia Sucre M érida M érida M érida A nzoátegui Colom bia Colom bia Trujillo Sucre

Zulia Barinas Colom bia Zulia T rujillo Falcón Lara M iranda

May 8 May 11 May 12 May 14 May 18 May 20 May 28 J u n 23 May 13 May 20 May Ju n 1 J u n 19 J u n 23 J u n 24 J u n 24 J u n 25 Ju l 2 Ju l 3 J u l 11 Ago 8 Ago 20 Ago 24 Ago 27 Ago 28 Sep 18 Sep 23 Sep 26 Oct 1 Oct 1 Oct 6 Oct 6 O ct 4-14 Oct 16 Oct 21 Nov 6 - 8 Nov 10 Nov 19 Dic 19 Dic 29 Feb 2 Ju l 21 Ago Ago 19 Sep 12

El Guapo C huspita Rodeo de Guatire Caracas La Victoria Laguneta de El Conseji Santa Lucía El Calvario G uanare Boca del Siñu Cocorote San José Tinaquillo San Felipe Carabobo (2a) Sabaneta Cartagena (naval) G üirintar (naval) San Luis C um arebo C um arebo Puerto Cabello Bocachica Calabozo G uardatinajas C oro Santa Ana San Francisco Arsenal de Cartagena (Capitulación) Baragua C oro San Ju an Cum aná (sitio) C um aná La Guaira (naval) Coro (sitio) Coro El Trapiche C oro La Vela Popayán Babahoyos Ría de Guayaquil Yaguachi H uachi

M iranda M iranda M iranda Dtto. Federal Aragua Aragua M iranda Dtto. Federal Portuguesa Portuguesa Yaracuy Cojedes Cojedes Yaracuy Carabobo Falcón Colombia Sucre Falcón Falcón Falcón Carabobo Guárico Guárico Guárico Falcón Falcón Falcón Colombia Lara Falcón Falcón Sucre Sucre Vargas Falcón Falcón Falcón Falcón Falcón Colombia E cuador E cuador E cuador E cuador

203

1822 Ene 9 Ene 16 Feb 26 M ar 8 Abr 14 Abr 14 Abr 17 Abr 17 Abr 24 Abr 24 Abr 7 Abr 18 Abr 20 Abr 21 May 24 May 23 Tun 1 ju n 7 Ju l 23 Ago 10 Ago 11-12 Ago 17 Ago 23 Sep 2 Sep 4 Sep 6 Oct 4 Nov 13 Dic 29 Dic 24 Dic 25

La Vela B aragua Vigirima Patanem o La Vigía B orburata (naval) C hipare C oro Perijá Ju an a de Avila Bom boná Hacienda de Segura El Peñol Río Bamba Pichincha Pedregal Puerto Cabello (naval) Dabajuro C oro Agua Caliente Pie del C erro Puerto Cabello Casigua Sinamaica Zuleta Salina Rica Bobare Garabuya G ibraltar Y acuanquer Alturas de Pasto

1823 Ene 2 Ene 5 Ene 9 Ene 21 Ene 22 Ene 23 Feb 3 Feb 15 M ar 1 M ar 24 Abr 17 Abr 24

Santa Marta Trujillo Bailadores Bailadores V alledupar C erro Mariño La Ceiba Las Vegas El Valle Voladorcito G ibraltar M irador de Solano

Falcón Falcón C arabobo C arabobo Carabobo C arabobo Falcón Falcón Zulia Zulia Colom bia Colom bia Colom bia E cuador E cuador Falcón Carabobo Falcón Falcón Carabobo C arabobo C arabobo Falcón Zulia Zulia Zulia Lara Zulia Zulia E cuador Colom bia

May 1 May 1 May 1 May 2 May 8 May 20 May 25 Ju n 6 Ju n 9 J u n 16 J u n 16 J u n 20 Ju l 17 Ju l 23 Ju l 24 Nov 8-10

El Palito C oro B orburata (naval) El Tanque Barra de Maracaibo (naval) Punta de Palma (naval) Lago de Maracaibo (naval) C um arebo Puerto Cum arebo Punta de Palma (naval) Maracaibo Pasto Ibarra Punta de Palma (naval) Lago de Maracaibo (naval) Puerto Cabello (sitio)

Carabobo Falcón Carabobo Falcón Zulia Zulia Zulia Falcón Falcón Zulia Zulia Colombia E cuador Zulia Zulia Carabobo

J u n ín C orpahuaico Ayacucho

Perú Perú Perú

(Capitula tras 13 meses de sitio) El Callao

Perú

1824 Ago 6 Dic 3 Dic 8

1826 Ene 22

Colom bia Trujillo M érida M érida Colom bia M érida Zulia Zulia Zulia Zulia Zulia Carabobo

205 204

P r ó c e r e s d e l a I n d e p e n d e n c ia G e n e r a l e n J e f e - L ib e r t a d o r y C o m a n d a n te S u pr e m o d e V en ezuela y

N

ueva

G

ra n a d a

Simón Bolívar G e n e r a l e n J efe Arismendi, Ju a n Bautista B erm údez y Castro, José Francisco Brión, Pedro Luis M arino, Santiago M iranda, Sebastián Francisco de Páez, José Antonio Piar, M anuel Carlos Ribas y H errera, José Félix Sucre, Antonio José de U rdaneta, Rafael G e n e r a l d e D iv is ió n Anzoátegui, José Antonio C arreño, José María Cedeño, Manuel Flores, Ju an José Freites de Guevara, José A. Gómez, Francisco Esteban Heres, Tomás de Lara, Jacinto Monagas, José Tadeo Montilla, M ariano G e n e r a l d e br ig a d a Alcántara, Francisco de Paula Ayala, Ju a n Pablo Ayala, Ramón B arreto, Jesús Blanco, José Félix Borras, Miguel Briceño, Ju sto Briceño M éndez, Pedro C arabaño, Francisco C arm ona, Francisco Carvajal, Lucas Córdova, José María

206

1783-1830

1775-1841 1782-1831 1782-1821 1788-1854 1750-1816 1790-1873 1782-1817 1775-1815 1795-1830 1788-1845

47 años

6 6 años 49 años 39 años 6 6 años 6 6 años 83 años 35 años 39 años 35 años 57 años

R odríguez del Toro, Francisco Rojas, Andrés Salom, Bartolomé Silva, José Laurencio Soublette, Carlos Toro, Fernando Torres, Pedro León U rdaneta, Luis Valdez, Manuel Zaraza, Pedro

Infante, Ju lián Iribarren, Ju a n Guillermo Jim énez, Florencio Jim énez, José Francisco Leal, José Luque, Ignacio Macero, Felipe Maneiro, José Joaquín M anrique, Manuel Martínez, José Monagas, José Gregorio Montilla, Tomás

Cruz Carrillo, José de la Escalona, Ju a n de Febres Cordero, León Figueredo, Miguel Antonio Freites, Pedro María Gómez, Ju a n A. G uerra, José Antonio G uerrero, José Miguel de Guevara, Rafael H ernández, Pedro Ibarra, Diego C oro n eles Acero, Mariano Alcalá, Antonio Alcalá, José Alcover, Antonio Aldao, Carlos Aldao, Ju a n Manuel Aldao, Pedro Arévalo, Nicolás Arévalo, Pedro A rismendi, Miguel A rguindegui, José María Armas, Ju a n de Arráez, José Manuel Arrioja, Agustín Arrioja, Nicolás A vendaño, Francisco Azcue, Francisco Azuaje, José Antonio Baralt, Miguel Barroso, Francisco Bastardo, Luis B erm údez, Ju a n Blanca, José Francisco Bolívar, José Bolívar, Ju a n Vicente Briceño, Antonio Nicolás Briceño, Ju a n N. Briceño Pumar, Pedro Burgos, Ju a n Pablo Burgos, Ramón C anelón, Prudencio C arabaño, Fernando Carabaño, Miguel

Muñoz, José Cornelio Olivares, José Manuel Palacio, Florencio Palacios, Leandro Paredes, Ju an Antonio Parejo, Francisco Vicente Pérez, José Gabriel Piñango, Judas Tadeo Plaza, Ambrosio Portocarrero, José Trinidad Rojas, Francisco

Alíaro, Demetrio Alvarez, Andrés María Andara, Vicente Andrade, José Escolástico Angulo, José María Aramendi, Francisco Arévalo, Manuel Cegarra, Ramón Celis, Pedro Cienfuegos, Valentín Cisneros, Nicolás C onde, Francisco Conde, Ju an José Coronado, M artín Cova, Ju an Bautista Chipia, Pedro Chipia, Ramón Delgado, Francisco Delgado, José María Delgado Perdomo, Luis Echevarreneta, N. Elorza, Ju an Andrés Farfán, José Francisco Farfán, Ju a n Pablo Farias, Francisco M. Farreras, Ascensión Fermín, Ju an Figueredo, Fernando Figueredo, Teodoro Flores, Salvador Freites, Antonio María Freites, Raim undo Gabante, Cayetano

Caro, Antonio José C arreño, Francisco José Carpió, Fernando Carvajal, Francisco Casanova, Francisco Casas, M anuel M. Castañedas, Ju a n Estanislao Castro, Nicolás Cegarra, Manuel Vicente Cegarra, Miguel G uerrero Francisco Guevara, M anuel M ana H erm oso, M anuel H ernández, Carlos H ernández, Diego M. H ernández, Dolores H ernández, Joaquín H ernández, Miguel H ernández, Tomás H u rtad o , D oroteo H u rtad o , E duardo A. H u rtad o , Francisco H u rtad o , Tomás Infante, José del Sacramento Infante, Ju an de Dios Infante, L eonardo Isava, Casimiro Isava, Manuel Jalón, Diego Lameda, León Landaeta, Vicente Lara, Remigio Lares, Ju a n Miguel Lecumbery, Ju a n León, Manuel Liendo, Ju a n Manuel Linares, Andrés Loinaz, José Agustín de López, José Manuel Lugo, José Gabriel M achado, Ramón M adrigal, Antonio Mancebo, Santiago M aneiro, Manuel R Mata, Policarpo Mayz, Francisco J.

208

Galeas, Ju an Galindo, Fernando García de Sena, Ramón G arda, Valentín Godoy, José Gogorza, Manuel Goitía, Pedro González, Reyes Grim ón, Pbro. Pedro Vicente G uerra Montero, Antonio de la Mejías, Francisco Mellao, Julián Mezza, Domingo Mina, Ju a n Antonio Mirabal, Fem ando M iranda, Ju a n Manuel Monagas, Francisco J. Monagas, Miguel Monasterios, Ju a n Domingo Montes, Diego Montes, Domingo Montes, Ju an Montes de Oca, Julián Monzón, José María Monzón, Ju a n de Dios Morales, Diego J. Morales, Pedro M orán, José Trinidad Mujica, Antonín Mujica, José H erm enegildo Muñoz-Tébar, Ju a n A ntonio Nuñez, Carlos O berto, R udesindo O rta, Eustaquio Olmedilla, Francisco Padrón, Ju a n Páez, Ju an José Paredes, Ignacio Paredes, José de la Cruz Paúl, Francisco Antonio Paz del Castillo, Blas J . Peña, Joaquín Peña, Vicente Pérez, Felipe Pérez, Miguel Antonio Pérez, Ramón

Prado, Joaquín Pulido, José Ignacio Pulido, Miguel Antonio Pumar, Domingo Pumar, Nicolás Q uintero, Ju a n José Ramos, Remigio Rangel, Antonio Ríobueno, Víctor Ríobueno, Venancio Ribas, Francisco Ribas-Dávila, Luis María Rivero, José R odríguez, Pedro Rojas, Francisco J. Rom ero, Ju a n Antonio R ondón, Félix Rondón, Ju a n José Rosales, Antonio Rosales, Manuel Rosales, Rafael Ruiz, Pablo Salcedo, Mateo Sánchez, Celedonio Sánchez, Ju a n Francisco Santana, Ju a n Nepom uceno Santinelli, Luis Sequera, Cruz Sistiaga, José H. Sotillo, Ju a n Antonio Sotillo, Miguel Sotillo, Pedro Sturdi, Ju a n Manuel Sucre, Pedro Sucre, Vicente

Torre, Vicente de La Torrealba, José Hilario Torrellas, Pbtro. Andrés Torres, Francisco Torres, Francisco José Torres, Ju an José Torres, José María Torres, Pedro Ju an Tovar, Martín Tubores, Celedonio Ugarte, Antonio Umaña, León Urbina, Antonio José Urbina, José Francisco Urquiola, Gerónimo U rreta, Gregorio María Uzcátegui, Félix Uzcátegui, José Antonio Ustáriz, Miguel Valdez, Ju an José Valdez, Miguel Vallenilla, Diego Vargas, Reyes Vásquez, Genaro Vásquez, Miguel Antonio Vélez, Francisco de Paula Vélez, José M. Veroes, José Joaquín Vigil, Ju an José Villarroel, Manuel Villasmil, Joaquín Yánez, José Antonio Yépez, Francisco Zamora, José María

T e n ie n t e C o r o n e l Alvarez, Felipe Arraiz, Manuel Belisario, Basilio Cala, Manuel Flores, Antonio Ibañez, Manuel Marmión, Miguel Meleán, Ignacio

Mellao, Ju an Meza, Ricardo Padrón, Carlos Piñango, Francisco Plaza, Marcelino Rodríguez, José María Rodríguez, Rafael

M ayor Arrioja, Antonio Clem ente, Anacleto García Corral, Ramón León, Ponce de

Medina, Celedonio Pumar, Ignacio Tovar, Francisco

C apitán Blanco, Adrián B runo, Ju a n Cam ero, Francisco de Paula Figueroa, Ju a n Bautista

Negrete, Manuel de Planes, Tomás Valdez, Gervasio

O t r o s O ficia le s Acevedo, Miguel Arias, Nicolás Austrias, José Baptista, Felipe Camejo, Pedro (a) Negro Primero Echeverría, Ju a n Antonio Escalona, C ipriano Guanaguanay, (indígena) José Miguel Lara, Miguel Lindo, José M anzaneque, Ju an de Dios

Mayz, José Antonio Montilla, Ramón Niño, José María Olivera, José María Pendón, José Ignacio Peraza, Eugenio Ramos, José María Riera, Domingo Segundo Román, Domingo Cabo Prim ero Ju a n Robles Artilleros Manuel Fernández José Mijares Miliciano Pedro Alfaro

O f ic ia l e s e x t r a n je r o s G en e r a l d e D iv is ió n D’Evereaux, Ju an Mac Gregor, Gregor Padilla, José María G e n er a l d e B rig a d a Abreu y Lima, José Ignacio de Aury, Luis Belouche, Renato D’Evens, Conde Federico Encinoso, Mauricio García Robira, Custodio O ’Leary, Daniel Florencio Pineda, Joaquín R obertson, Ju a n

210

.Irlan d és Escocés N eogranadino

Brasilero Mexicano N orteam ericano Francés Español N eogranadino Irlandés Español Inglés

Sandes, A rth u r U rdaneta, Francisco Valero, Antonio C oronel Brown, Tomás B u rd et O ’Connor, Francisco Campo-Elías, Vicente Castelli, Carlos Luis Chatillon, B arón Luis B ernardo Cortes Campom anes, Manuel D’A dlercreutz Conde Federico D’Elhuyar, Luciano Farriar, Rafael Farriar, Thom as Ferguson, William G irardot, Atanasio Heras, José Rafael de las H ernández, Ju a n Antonio Lewi, Thom as Luzón, José Florencio Molini, Tomás Reimboldt, Ju lio Augusto de R icaurte, Antonio Sata y Bussy, José de Smith, William S tuard, Santiago Uslar, Ju a n Villapol, Manuel Wilson, Belford Woodberry, Geoige O t r o s o fic ia les Bellegarde, José R. De Boby, Andrés B rigard, Ju a n Cabral, José Ramón D em arquet, Eloy Farriar, Ju a n Flegel, Luis Grávete, Antonio M ankin, Marey R. Pilot, Samuel Scott, N. Mayer, Ju a n

Inglés Uruguayo P ortorriqueño

Escocés Irlandés Español Italiano Francés Español Sueco N eogranadino Inglés Inglés Inglés N eogranadino C ubano H aitiano N orteam ericano Alemán Italiano Alemán N eogranadino Peruano Escocés Irlandés H annoveriano Español Inglés Inglés

Francés M artiniqueño Polaco Dominicano Francés Inglés Inglés Francés Irlandés Inglés Irlandés Ruso

MARINA DE GUERRA A lm iran te Brión, Pedro Luis

Padilla, José Prudencio

C on tra lm iran te Arm ario, Agustín Beluche, Renato

Clemente y Palacios, Lino de García, José María

C a p it a n d e N avío Aury, Luis Barba, Vicente Danells, Ju a n Daniel D’Chitty G urling, Gualterio Díaz, Antonio

Esteves, Felipe Santiago G utiérrez, Francisco Javier Joly, Nicolás Rodríguez, Rafael

C a p it á n d e fragata Chitty, Walter Davis Curtís, Francisco Javier Díaz, Fernando Duboille, Vicente Ferrero, B ernardo G utiérrez, Jorge G uzmán, Ju a n Manuel

Innes, David Machado, José Tomás Pilot, Samuel Rosales, José Antonio Shanson, Livingston Villaret, Agustín Gustavo

C a p it á n d e F l e c h er a Balza, M artín Espín, Mateo López, Ramón

Pérez, Manuel Reina, Jacinto Villarroel, Marcelino

T e n ie n t e d e navío Breaford, Peter Jam es Brown, Thom as Fermín, José Lanz, José María Macom, Ju a n M.

Mariche, José Matheus, Ju an Muñoz, Jacinto Rengifo, Jeró n im o Uribarry, Pedro Lucas

T e n ie n t e d e F ragata Bravo, Manuel Castell, Clem ente Gómez de Saa, Fernando M achado, Manuel

Olivares, José Piocheven, Jean Jacobo Silva, José Joaquín Woods, Ju a n

ALFEREZ DE NAVÍO Becerra, Pedro B runo, Francisco

Fariñas, Ju a n Vegas, Tomás

A l fé r ez d e F ragata Aguiar, Ignacio Caldas, Leandro

Padilla, José Antonio Romero, Félix

O fic ia le s d e M a r in a B erlón, Pedro Blanco, Ju a n Díaz, José Antonio Gómez, Tomás H ernández, José Antonio Liscano, José

López, Félix Mendoza, Pedro Michel, Pierre Padilla, José María Revilla, Bonifacio Salazar, Manuel

O f ic ia l e s d e las F u e r z a s R e a l ist a s Aldama Ju a n de - Coronel Alejo José Nicasio - Coronel Alemán Jesús - Com andante Alvarado Ramón C. - Tte. de Fragata Ambaredes Antonio - Cptán. de Fgta. Antoñanzas Eusebio - Gob. Cumaná Añez Ramón - Teniente Coronel Arizábalo José A. - Coronel Armas Ju a n de - Com andante Aymerich M elchor - Brigadier Ballesteros Ju a n - Capitán B arreiro José María - Brigadier Barry Ju a n - Capitán de Fragata Bauzá Manuel - C om andante Bauzá Vicente - Teniente Coronel Bobadilla Remigio - Cptán. de Fgta. Boves José T. - Capitán de Milicias Cajigal Ju a n M. - Mariscal de Campo C alderón Ju a n - Teniente Coronel Calzada Sebastián de La - Brigadier C andam o José - C om andante Canterac José de - Brigadier Cañas Manuel de - Com andante Capdevila Ju a n Francisco - Capitán C apm ani Valentín - Capitán Carbonel Antonio - Tte. Coronel C arrera y Colina, M. de la - Coronel Catalán Miguel - Capitán de Fragata Caturla José - Coronel Ceballos José de - Brigadier Cervériz Feo. Javier - Gob. Cumaná

Cini Ju an - Teniente Coronel Cires Tomás de - Brigadier Correa Ramón - Brigadier Cosmos Ju an - Capitán Cruces Ju an José - Coronel Díaz Esteban - Comandante D urán Ju an - Coronel Echenique Pedro - Alférez de Fragata Echeverría Feo. de Sales - Cptán. Fgta. Ferino M. Lorenzo - Comandante Fernández de la Hoz, L. - Tte. Cnel. Figueroa Ju an de - Teniente Fitzgerald Lorenzo - Coronel Gabasso Ju an - Teniente de Navío García Basilio - Coronel García Tomás - Coronel Gómez Antonio - Coronel Gorrín Salvador - Teniente Coronel G uerrero José - Capitán de Fragata Iglesia Rafael de la - Tte. de Fragata Inchauspe Pedro Luis - Coronel Inrusarri Ju an Bautista de - Capitán Istúriz José - Coronel Izquierdo Julián - Coronel Jim énez Francisco - Comandante Laborde y Navarro A. - Cptán. Navío Lizardo Tomás - Capitán de Navío Lizarza Fernando - Capitán de Fragata Loño Ju an - Teniente Coronel López Francisco - Coronel López Narciso - Teniente Coronel

213 212

López Rafael - Coronel Chacón José M. - Capitán de Navio Ramos Antonio - Coronel Lorenzo Manuel - Coronel Ramos Remigio - Coronel Marcelino Miguel - T te. Coronel Real, Pascual del - Brigadier M arimón I. del Valle - Cptán. Fgta. Rebollo Manuel - Teniente Coronel Martínez Antonio - Coronel Renovales Tomás - Capitán Martínez Pascual - Com andante Rodil José Ramón - Brigadier Miralles Francisco - Com andante Rósete Francisco - Teniente Coronel Mires José - Brigadier Miyares Pérez Fernando - Brigadier Ruiz de Porras, P. - Gob. Sta. Marta Saint-Just Ju a n - Coronel M ontenegro C. Feliciano - Coronel Salomón Miguel - Coronel M onteverde D. de - Cptán. Fgta. Morales Francisco Tomás - Brigadier Sámano J. d e - Virrey Nva. G ranada Morillo Lorenzo - Teniente Coronel Sánchez Francisco - Coronel Sánchez José María - Capitán Morillo Pablo - General Moxó Salvador de - Mcal. de Campo Sánchez Lima Vicente - Coronel Serna José de La - Virrey del Perú O berto Francisco - Coronel Ocampo Mateo - Capitán de M arina Solís José - Coronel Tello Ju a n - Coronel Ochoa José - Alférez de Fragata Olmos José María de - T te. Coronel Tizcar y Pedrosa, A. - Cptán. Fgta. Torre y Pando, M. de La - Brigadier O ntalvo Julián - Capitán Torres y Valesco, Gabriel - Brigadier Orozco Francisco - C apitán U rreiztieta Joaquín - C oronel Pardo Ju a n Bautista - Brigadier Pavía José Fermín - Teniente de Navio Valdés Jerónim o - Mariscal de C am po Van H alen Antonio - T te. Coronel Pereira José - Coronel Villa Vicente - Teniente Coronel Ponce Pedro - Capitán Q uero Ju a n N epom uceno - Cmdte. Villegas José - C apitán de Navio Q uesada M anuel - Teniente de Navio Yañez José Antonio - Coronel Q uevedo Francisco de - T te. Coronel Zuazola Antonio - C apitán

B ib l io g r a f ía

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217

I n d ic e

In tro d u c c ió n ....................................................................................................... A n t e c e d e n t e s : alza m ien to s , co nju ras y revueltas Movimientos más económicos que políticos................................................. 1552. El Negro M iguel.................. ............................................................ 1732. Alzamiento de A n d reso te............................................................... 1740. Rebelión de San Felipe El F u e rte ................................................. 1744. Alzamiento de El Tocuyo................................................................ 1749. Movimiento de Ju a n Francisco de L eó n ..................................... 1781. Sublevación de Los Comuneros de M érid a................................ Primeros movimientos de lib e rta d ................................................................. 1795. Alzamiento de José Leonardo C h irin o ........................................ 1797. Tentativa de Manuel Gual y José María España.......................... 1799. Conspiración de Francisco Javier P irela..................................... 1806. Invasión de Francisco de M iran d a............................................... Los sucesos previos............................................................................................. Instalación del prim er C ongreso............................................................. Declaración de In d e p e n d e n c ia ................................................................ B atallas Año 1810..........................................................................................................••••• Cam paña de C o ro ............................................................................. ......... Año 1811............................................................................................................... C am paña de G u ay a n a.......................................................... ...................... Año 1812............... .1............................................................................................ Pérdida de la I R epública.... ..................................................................... C am paña del M ag d alen a........................................................................... Año 1813............................................................................................................... Cam paña A d m irab le................................................................................... Cam paña en el o rie n te ............................................................................... Año 1814............................................................................................................... La V ictoria..................................................................................................... San M ateo......................................................................................................

3

8 8

9 9 9 9 11 12 12 13 17 17 22 22 25

28 28 33 34 39 41 46 49 49 53 63

67 °9

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.................................. ' Prim era de C arab o b o ............................................................ Segunda de La P u e rta .................................................. TPérdida de la II R ep ú b lica............. ........................................................... Aragua de B arcelo n a............................................................. Año 1815........................................................................... Año 1816................................................................................................ Mata de La M ie l............................................................................ Invasión de Los C ayos........................................................... Retirada de los seiscientos............. •............................................................. Año 1817............................ ............................................... M u c u rita s.................................................................................... Casa fuerte de B arcelona......................................................... Combate de El M o r ro .................................................................. Batalla de San F é lix ................................................................ Batalla de M atasiete...................................................................................... Consolidación de Guaya n a ............................................... ....... C asacoim a....................................................................................... Macareo - Pagayos.......................................................................................... C a b riá n .................................................................................*....... Año 1818................................................................................................................. ! Tercera batalla de La P u e rta ............................................ Rincón de Los T o ro s........................................................ Estado Mayor del Ejército. Año 1 8 1 8 ....................................................... Año 1819..................... ..............- ............................................... ...................... Q ueseras del M e d io .................................................................. C am paña de Nueva G ra n a d a................................................... Pantano de V argas.................................................................... Batalla de B oyacá.................................................................... Año 1820.......................................................................................... T e n e rife ........................................................................................... Año 1821................................................................................................ Diversión de B erm ú d ez...................................................... Segunda batalla de C arab o b o ........................................... Cam paña del s u r ........................................................................ Año )18 2 2 ..................................................................................................... Batalla de Pichincha..................................................................................... Acciones en V enezuela................................................................. .................................................................. ................................... Batalla Naval del Lago de M aracaibo........................................................ Siir de Nueva G ra n a d a......................................................... Año 1824........................................................................................ Batalla de J u n í n ........................................................................... Batalla de A yacucho.................................................................... Año 1826.................................................................................................................

74 g ^g 80

gg 90 90 92

g^ 1Q 0

102 103 jg g j j2 j 14 jjg

Historia electoral de Venezuela (1810 —1998) Jesús Sanoja Hernández Cristóbal Colón. Diario de a bordo Agotado Cristóbal Colón Maravillas y misterios de Venezuela Agotado Diario de viajes. 1799 -1800 Alejandro de Hum boldt Edición y prólogo de Oscar Rodríguez Ortiz

117 n 9 124

127 ^g jg g 135

138 j^ g j.-^;

Leyendas históricas de Venezuela. Arístides Rojas Crónica de Caracas Arístides Rojas

159

Simón Bolívar. Estaré solo en medio del mundo Agotado Cartas de la intimidad Simón Bolívar Selección y Prólogo de Edgardo Mondolfi

jgg ig g 172 ^g 179

Los cuatro libros de Confucio Confucio Traducción y prólogo de Cheng-Li Proemio de Alejandro Barcenas

j gj 153 157

jgg jgg

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jg»^ ig 7 jg g jg 2

193 O tros acontecim ientos im p o rta n te s................................................. ................. jgg Batallas de V enezu ela.................................................................................. 206 Próceres de la In d ep en d en cia................ ............................ B ibliografía.............................................................................................

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Otros títulos de la Colección Ares

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Historia de la Provincia de Venezuela Agotado José Oviedo y Baños José Gregorio Hernández. Cartas selectas José Gregorio Hernández Compilación y notas de Carlos Ortiz

Cesarisino democrático Laureano ValleniUa Lanz Prólogo de Jesús Sanoja Hernández El O rinoco ilustrado José GumiUa Edición de Oscar Rodríguez Ortiz Francisco de Miranda. Memorias de un viajero Francisco de Miranda Compilación y notas de Karina Zavarce y Edgardo M ondol Arturo Uslar Pietri. Ajuste de cuentas Rafael Arráiz Lucca Las esquinas de Caracas Carmen Clemente Travieso Golpes de Estado en Venezuela, 1945-1992 Agotado Caracas, la ciudad que se nos fue Alfredo Cortina Siete días que estremecieron a Venezuela A (E) 39. 119 pp. Asesinatos que conm ovieron a Venezuela Estamos en el aire 18 temas de la Cátedra de la Radio Oswaldo Yepes Luis Brion, almirante de la libertad Manuel Díaz Ugueto Orígenes venezolanos Arístides Rojas

Impreso en los talleres de INDUSTRIA GRAFICA INTEGRAL, C.A. Av..Principal de la Cooperativa, cryce con calle Palmira, Teléfono 0243-2416086. Maracay - Venezuela en el mes de Febrero del 2.004.

A través de una relación de todas las batallas ocurridas en el periodo que va de 1810 a 1824 -como la de M ata de La Miel, M atasiete, Queseras del Medio, Ayacucho y las dos batallas de Carabobo-, el autor ofrece un panorama de la Guerra de Independencia desde un punto de vista que acerca a los lectores a lo que significa arriesgar la vida en un combate. Apoyada en una detallada y rigurosa investigación, la obra incluye nna introducción que aclara detalles como la efectividad de las armas de la época, así como un recuento de los alzamientos, conjuras y revueltas que precedieron al movimiento independentista. Con un elegante estilo narrativo, y haciendo énfasis en las características de los enfrentamientos: estrategias, tácticas, equipo usado, topografía y circunstancias climáticas, el autor traslada al lector al momento y al lugar de los aContecimientag|Así, altiem pcyie s e r u u ^ ^ ^aporte para el cdnocimiento de la Historia, Batalia sde Venezttéía emocionará y sorprenderá a qm ehe¡^§¡||an.

ISBN Tfl03flfl074-fl

789803 380743