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Barbie: un juguete sexual texto: Lydia Cacho Ciudad de México, 1963. Es autora de Los demonios del Edén. El poder que

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Barbie: un juguete sexual texto:

Lydia Cacho

Ciudad de México, 1963. Es autora de Los demonios del Edén. El poder que protege a la pornografía infantil (Grijalbo, 2005), Esta boca es mía (Planeta, 2006) y Memorias de una infamia (Grijalbo, 2007), entre otros títulos.

¡Lo sabía!, me dije cuando, subiendo al avión, me encontré en el periódico la reseña del libro de Jerry Openheimer: Toy Monster: The Big, Bad World of Mattel. Tenía que encontrarlo. Justo luego de saber que Día Siete haría un especial sobre el aniversario de la mujer objeto sexual del siglo: la muñequita Barbie. Confieso que mucho antes de que mi madre me dijera “creo que eres feminista” yo sentía una animadversión malsana hacia la muñeca rubia de piernas kilométricas y senos artificiosamente cercanos a las amígdalas. No, no era envidia, sino desagrado. No eres buena referencia, me dijo un amigo a los 20 años cuando aseguré que Barbie era una muñeca que se daba a las niñas para entrenarlas en el estereotipo del símbolo sexual. Me resultaba extraño ver a esa rubia nórdica en miniatura, de piel blanca rosácea, particularmente entregada a manos de mexicanas de piel morena y cabello castaño o negro (hablemos de mayorías). Algunas amigas me llamaron exagerada, es sólo una muñeca, insistían. Pues 30 años después de que comencé a despotricar contra la plástica rubia despampanante y su novio castrato, un tal Ken, Openheimer publica este estupendo libro que revela los verdaderos orígenes de la –hasta ahora– aparentemente inocua Barbie doll. Se hizo la luz, diría el profeta. Resulta que el diseñador de la Bárbara americana, Jack Ryan, era un fanático de los juguetes sexuales. En la década de los setenta Ryan, quien se graduó en Yale como diseñador industrial, llevaba

Los números de Barbie 1,000,000,000 de modelos de ropa han sido diseñados para ella 100,000,000 metros de tela se han utilizado para confeccionar su guardarropa 65,200,000 resultados distintos aparecen al buscar “Barbie” en Google.com 18,000,000 de usuarios están registrados en BarbieGirls.com 300,000 muñecas se vendieron en 1959, el año de su lanzamiento 27,450 dólares fue el precio que alcanzó la muñeca en una subasta 1,000 canales de YouTube.com están dedicados a Barbie 100 personas participan en la elaboración de una muñeca 90 por ciento de las niñas de entre 2 y 10 años tienen por lo menos una Barbie 50 animales diferentes han sido su mascota 29 centímetros es la estatura de la muñeca 14 producciones en video ha protagonizado 3 dólares costó la primera Barbie 1 es el lugar que ocupa como franquicia de juguete a nivel mundial 44 día siete 446

una vida, como diría mi abuelo paterno, licenciosa. O, como diría el propio Ryan, “era un maniático sexual con una obsesión por las rubias exóticas, de pechos voluptuosos y cuerpos despampanantes”. Su fijación por mujeres despampanantes lo llevó a  casarse, entre otras rubias, con  Zsa Zsa Gabor. Ryan era lo que los americanos llaman un womanizer y las mexicanas apodamos mujeriego empedernido. Además de ser un genio del diseño, se las arregló para convencer a los dueños de Mattel, la compañía juguetera, de que Barbie y Ken eran los muñecos ideales para las niñas y niños modernos. En el libro, Stephen Gnass confiesa que cuando su amigo Jack le contó de su muñeca recién fabricada, hablaba de ella como el colofón de sus perversiones sexuales. Quién lo diría, y las madres comprándoles Barbies a sus niñas. Resulta que engañó al mundo entero, sobre todo a los propietarios de Mattel, Ruth y Elliot Handler, pareja conservadora y protestante, a quienes Barbie y Ken les parecieron tan monos, que les pusieron los nombres de sus propios hijos. Según el libro Toy Monster, el verdadero Ken Handler quedó traumatizado por las burlas del muñeco bautizado como él; sobre todo por el asunto de aparecer como asexuado y precioso. El autor asegura que el verdadero Ken murió de VIH-sida y dentro del clóset en 1990. El libro tiene cuantiosas anécdotas de la vida y obra del creador de Barbie y Ken. Pero sobre todo reivindica esta extraña sensación que durante décadas muchas personas hemos tenido, la sospecha de que esa muñeca apela al estereotipo de la mujer objeto, de la mujer artificialmente fabricada. Tal vez por eso nunca hizo sentido ver a una niña mexicana jugando a las Barbies con sus amiguitas. Sus madres no se parecían a la muñeca plástica, ni tampoco sus amigas. Difícilmente sus tías medirían en promedio 1.85 y tendrían las piernas más largas que una modelo noruega y los senos más duros y grandes que la mujer promedio con implantes de silicona. Pero a fin de cuentas, ¿a qué jugaban, o juegan, las niñas mexicanas con Barbie?  ¿A ser mamá? Por supuesto que no. Para fomentar la maternidad se les compran muñecos que semejan bebés tan naturales que asustan. Con Barbie, que ahora sería la tía abuela de las Brats, las niñas juegan a soñar con ser una mujer artificial. Sueñan con convertirse en un paradigma

de mujer prácticamente inalcanzable, más allá incluso de las costosísimas cirugías plásticas –si no pregúntenle a Niurka. Las niñas de la generación Barbie juegan a convertirse en Conejitas de Play Boy, no a ser ingenieras o presidentas. Es la generación que desarrolló una enfermedad moderna llamada anorexia. Para quienes leyendo estas líneas piensen que escribirán a Día Siete para decirme “eres una exagerada, es simplemente un juguete”, esta vez, gracias al libro de Openheimer, puedo decirles que sí, que es un juguete, pero un juguete sexual de un tipo que consideraba a las mujeres poco menos que objetos. Un hombre fascinado con los prostíbulos y que debió resistir varios tratamientos para sanar la gonorrea. Un tipo, como dice el libro, embelesado con las mujeres de apariencia aniñada, núbil, que en sus propias oficinas de Mattel, mientras diseñaba a sus muñecas, recibía las llamadas de la proxeneta (madame) que le enviaba prostitutas cada vez más jóvenes. En ellas se inspiraba para la creación que terminó en manos de millones de niñas del mundo. Desde hace años una voz interior me decía que Barbie inspiraba todo menos ganas de jugar al té, a la mamá, a las muñecas. Barbie invita a las niñas a jugar a Sex and the City o a la cabaretera. Y las madres dirán ¿pero qué hago si a sus amiguitas les encanta? ¿Puedo evitar que se maquille con el juego Barbie va a Las Vegas, o que se disfrace de bailarina de tubo a los 6 ó 7 años? Todo parece indicar que las madres y padres están para educar, no para consentir; a veces deciden las personas adultas, otras veces decide la mercadotecnia, o la niña pequeña. Todos los juguetes son, en esencia, educativos. Enseñan a niñas y niños a seguir patrones de conducta, a descubrir ideas, a desarrollar paradigmas o a fortalecer estereotipos. El problema con Barbie no es la muñeca hermosa en sí misma, sino lo que representa. A la cultura de la nenorra bobalicona, de la mamacita manipuladora que juega a hacerse la tonta para lograr sus objetivos. Esa sonrisita núbil de Marilyn Monroe que esconde a una mujer deprimida y utilizada por el poder, víctima de su propio personaje. Eso es lo que esconde el símbolo, por eso nos incomodó a tantas. Su padre lo ha confesado, la fabricó para que todos los hombres tuvieran una rubia boba y tetona en casa.

“Barbie es una transgresora” –ana elena mallet, curadora de arte

El hecho de que la muñeca más vendida de la historia sea producto de la travesura de un maniaco sexual irrefrenable, cuya creación fue una travesura fetichista, no es para escandalizarse, claro está. Las feministas lo dijeron desde que salió al mercado; la historia lo confirma y la realidad lo reafirma cotidianamente. Dale una espada a un niño y querrá hacer la guerra. Dale una Barbie a una niña y pensará que sin tetas no hay paraíso. • diasiete.com 45

Barbie: 50, y tan fresca texto:

Alejandro Brofft

E

n contra esquina del Central Park de Nueva York, donde la 5ª Avenida se transforma en un caudal de comercios, un par de guardias –como del Palacio de Buckingham– protege la entrada de lo que podría confundirse con un castillo de fantasía. Es la juguetería FAO Schwartz. Hay algo en el segundo piso que llama la atención de los visitantes. La gente se detiene a observar un desfile de moda mecánico. Recorre la pasarela una mujer espigada de rostro angelical y cabellera rubia. La modelo es conocida por todos; no en vano lleva 50 años bajo los reflectores. Su figura se repite en los estantes. Está disponible en versiones económicas de menos de 5 dólares y en ediciones de colección que superan los 250. Están también a la venta los objetos de su vida diaria: sus vestidos, su coche y hasta su casa. El concepto seduce a algunos, como desagrada a otros. Empero, nadie es indiferente a ese territorio pintado de rosa que es el mundo Barbie. Un fructuoso souvenir La vida de la familia Handler cambió en 1958 con un viaje a Europa. El matrimonio de Elliot y Ruth caminaba por las calles de Lucerna, Suiza, cuando su hija Bárbara –aburrida ya de vestir y desvestir figuras de papel– se encontró con Lilly. Aquella era una muñeca radicalmente distinta a las que entonces circulaban en el mercado. Su cuerpo no era el de un bebé, sino el de una fémina de contornos pronunciados. Su vestimenta y maquillaje eran los de una seductora. Cuenta la

¿Sabías qué… ...Barbie Millicent Roberts es el nombre completo de esta muñeca ...es originaria de Willows, Wisconsin, Estados Unidos ...estudió en la Willows High School ...tiene cuatro hermanas menores: Skipper (1964), Stacie (1992), Kelly (1995) y Krissy (1995) ...su primera mascota fue un caballo de nombre Dancer ...ha adoptado más de 50 nacionalidades distintas ...ha probado suerte en más de 100 oficios diferentes ...Ken, hasta ahora su único novio, es dos años menor que ella ...la pareja rompió en San Valentín de 2004 ...últimamente se les ha visto juntos de nuevo ...se sospecha que ya regresaron ...es la muñeca más conocida y mejor vendida de la historia 46 día siete 446

leyenda que en realidad era una distracción para hombres adultos. Lilly nació en 1952 en Alemania. Surgió como personaje de una historieta. El dibujante Reinhard Beuthien la hizo atractiva e independiente. En 1955 se convirtió en una efigie de plástico. Algunos aseguran que el personaje estaba inspirado en una prostituta, otros, en Marlene Dietrich. Bárbara regresó a su casa de Los Ángeles, California, con tres ejemplares. Sin embargo, pronto desaparecieron de su vista. No fue que se los hubieran castigado o robado; los convirtieron en objeto de estudio en la fábrica de juguetes de sus padres. Doña Ruth propuso crear una muñeca similar. Logró persuadir a los consejeros luego de dos años de insistencia. Mattel compró los derechos de Lilly para evitar que su comercialización les afectara, no en ventas, sino en reputación. Sin embargo, el diseñador Jack Ryan no sacrificó la imagen de femme fatale de la pieza original. El 9 de marzo de 1959, durante la Feria de Juguetes de Nueva York, Mattel presentó su nueva apuesta: Barbie. Las piernas largas, el busto marcado y la cintura estrecha fueron cubiertos con un look que pasaría a la historia: traje de baño de rayas negras y blancas, sandalias, gafas de sol y un par de arracadas. El éxito fue rotundo. La compañía logró vender 300 mil copias en el primer año. Comenzó así la carrera de la muñeca más conocida y lucrativa de la historia. Cristina Lorenzo, directora de Marketing de Mattel de México, afirma que el éxito de Barbie se debe “a su capacidad de dictar tendencias. También a su habilidad para reflejar el acontecer de la historia, la moda, las costumbres y los estilos de vida, que han evolucionado a un ritmo increíble”. La escritora Sara Sefchovich lo atribuye a su aspecto. “Barbie –explica– fue un fenómeno porque era la primera muñeca adulta. Ya no era el bebé o la niña típicas, con sus pañales y su chupón, sino una mujer hecha y derecha”. Desde el departamento de juguetería de El Palacio de Hierro del que es vendedora, Marlene Ceballos –quien también estudia Mercadotecnia– propone una tercera explicación: el aparato publicitario que tiene detrás. Hasta hoy se han vendido más de un billón de unidades en los 150 países donde está disponible. Cada semana la cifra aumenta en un millón. A nadie debe sorprenderle que sea la licencia juguetera más rentable del mundo. Y es que, tanto para sus seguidores como para sus detractores, Barbie es más que una muñeca.

El guardarropa ¿Infancia es destino? En 1977, en una entrevista con el diario The New York Times, Ruth Handler explicó las razones que la guiaron en su creación: “Toda niña necesita de una muñeca a través de la cual pueda proyectar los sueños de su futuro”. En sus memorias (1994), la autonombrada “Mamá de Barbie” escribió que su intención fue “permitir a cualquier pequeña ser lo que desee”. Según Cristina Lorenzo: “El mundo Barbie es aquel que cada niña vive y representa a través de su propio proceso de juego. En él, una pequeña puede convertirse en una princesa, un hada, una sirena o puede jugar a ser una doctora, una maestra o una piloto de carreras. Ese universo es tan grande como la imaginación de cada una de ellas”. La compañía ha lanzado a la modista, la aeromoza, la cantante, la enfermera, la tenista, la reina de belleza... y otras muchas que hoy superan el centenar. “Estas realidades, que las niñas pueden vivir y experimentar a través del juego, hacen de Barbie una muñeca única,” considera Lorenzo. Sus ocupaciones han respondido a las inquietudes de época. En 1965, cuando todavía era incierta la llegada del hombre a la Luna, Barbie se vistió de astronauta. En 1992, cuando se desconocía del futuro político de Hillary Clinton y Barack Obama, se desenvolvió como candidata presidencial afroamericana. María Dolores Muñozcano Skidmore, doctora en Sociología y académica de la UNAM, identifica un peligroso estereotipo en este juego de las representaciones. La actuación de los diferentes roles resulta increíble en una misma figura: la del cuerpo escultural, del peinado perfecto y de la sonrisa imborrable. Los vestuarios –¿acaso disfraces?– no contemplan actividades como las de albañil u obrera. La doctora Muñozcano apunta que “en su origen, la muñeca estuvo pensada para una clase social muy específica”. Si bien se ha democratizado en su comercialización, no lo ha hecho en su papel representativo. La académica advierte: “Las niñas ven como un ideal llegar a ser como Barbie. Eso está muy mal enfocado. Influye negativamente en sus percepciones como personas al querer ser un ideal inalcanzable”. Para Sefchovich, Barbie representa “a la mujer perfecta”. Y expone: “A todas las mujeres occidentales nos enseñaron a aspirar a ese tipo de perfección. Tiene un cuerpo hermoso, una cara muy bonita, siempre está impecablemente vestida, maquillada y peinada y además es feliz, tiene todo lo que se supone que debe tener una mujer para serlo”.

• Anna Sui (2006) • Anne Klein (1997) • Badgely Mischka (2003, 2004, 2006 y 2008) • Bill Blass (1997) • Bob Mackie (1990, 2004) • Burberry (2001) • Byron Lars (1999, 2006 y 2007) • Calvin Klein (1996) • Carolina Herrera (2005) • Cynthia Rowley (2005) • Diane von Furstenberg (2006) • Dior (1997) • Donna Karan (1995) • Dooney & Bourke (2006) • Escada (1996) • Ferrari (2005) • Giorgio Armani (2003) • Givenchy (2000) • Hanae Mori (2000) • Hello Kitty (2007 y 2008) • Judith Leiber (2005) • Juicy Couture (2004 y 2008) • Kate Spade (2003) • Kimora Lee Simmons (2008) Anna Sui • MAC (2007) • Monique Lhuillier (2006) • My Melody (2008) • Nicole Miller (1996) • Nolan Miller (1999) • Óscar de la Renta (1985 y 1998) • Paul Frank (2004) • Ralph Lauren (1996) • Reem Acra (2007) • Tarina Tarantino (2008) • Todd Oldham (1999) • Vera Wang (1998 y 2008) • Versace (2004) • Versus (1996) • Zac Posen (2006)

Donna Karan

Byron Lars

Mexicanos se unen al festejo • Alessa Casti (Alejandra Albarrán y Sofía Casares) • Inés Barona • María Luisa de Chávez • Carlo Demichelis • JI+B (Jesús Ibarra y Bertholdo) • Lydia Lavín • Tanya Moss • Dalia Pascal • Pineda-Covalín (Cristina Pineda y Ricardo Covalín) • Alana Savoir

Calvin Klein

Hello Kitty diasiete.com 47

“La belleza tipo Barbie es un obligado en el imaginario colectivo”, sostiene Guillermo León, presidente de la Asociación Mexicana de Diseñadores de Moda, AC. Este arquetipo ha sido motivo de análisis y críticas intensas en el terreno médico y sociológico. En fechas recientes se ha insistido en la influencia de la muñeca en el incremento de los desórdenes alimenticios. Preocupa el daño que en las menores pueda generar el habituarse a la figura imposible. La doctora Araceli Aizpuru de la Portilla, directora de la Fundación Ellen West, explica que a Barbie no se le puede culpar de la anorexia y la bulimia. Sin embargo, sí se puede responsabilizar al aparato mercadológico del que forma parte. Ella recuerda haber jugado con Barbies. Los problemas alimenticios no estaban entonces generalizados. Esto ocurrió hasta que la muñeca se insertó en un estilo de vida que permeó no sólo el aparato comercial, sino hasta la escala de valores. M. G. Lord es considerado uno de los historiadores de la muñeca. En su biografía no autorizada la define como “un juguete diseñado por mujeres, para mujeres que les enseñará a otras mujeres lo que, para bien o para mal, la sociedad espera de ellas”. Aimée Vega Montiel, miembro del Programa de Investigación Feminista de la UNAM, piensa en Barbie como “uno de los productos de la industria cultural que más reivindica la construcción estereotipada de la identidad femenina”. Los patrones no

“Barbie continuará reinventándose y siendo un reflejo del mundo en el que vivimos; inspirando a las próximas generaciones de niñas de todo el mundo a ser lo que ellas quieran ser y a cumplir sus sueños a través del juego” — cristina lorenzo, directora de mercadotecnia de mattel de méxico

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sólo son físicos, sino también morales, que implican el acatamiento de los mandatos de género. “Esto –expone Vega– se enmarca dentro de la estructura patriarcal”. Aclara que no es la muñeca por sí sola la que influye en la representación que las niñas se hacen de lo que significa ser mujer. El producto embona bien con el discurso familiar, social y mediático que juntos conforman un habitus con el que es muy difícil romper. Esta postura la comparte Elvira Hernández Carballlido, académica de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo y de la UNAM. Cree que se trata de “un mensaje patriarcal y machista hacia las niñas que les indica cómo ser como mujeres”. La también doctora en Comunicación hace notar: “Les marca un estilo de vida en donde lo material y lo perfecto parecen la única meta”. La realidad parece ser distinta, por lo menos más compleja. Vestida para conquistar A pregunta expresa, Sara Sefchovich responde: “¿Que si tuve una Barbie? Por supuesto que la tuve, me la regaló mi padre cuando yo tenía como 10 años y me encantó”. La recuerda bien: “Venía con un hermosísimo vestido de noche, largo, lleno de olanes, de color rojo intenso, ¡¡¡sin tirantes!!! Era tan bonita y tan elegante que no le podía yo quitar el ojo de encima”. Anatole France afirmó que si pudiera elegir algo 100 años después de su muerte, tomaría una revista de moda. Aseveró que las fantasías de las mujeres retratadas le dirían más del futuro de la humanidad que todos los filósofos, los novelistas, los predicadores o los científicos. De haber conocido a Barbie, también hubiera pedido una. Y es que, de acuerdo con Desirée Navarro, presidenta del Fashion Group México, la muñeca “es una referencia histórica”. La columnista explica: “Es un icono popular que representa, según su indumentaria, su estilo de cabello, sus profesiones, lo que está de moda en ese momento”. Contadas son las mujeres que pueden acceder a una prenda de alta costura. Barbie es quizás la que más número de piezas tiene en su guardarropa. Ahí se esconden grandes tesoros como el icónico modelo Bar de la colección de 1947 de Christian Dior. Más de centenar y medio de nombres destacados la han vestido o tomado como motivo de inspiración. Desde Armani hasta Zac Posen, Barbie ha recorrido todo el alfabeto de la moda. En la lista figuran varios talentos nacionales: José Luis Abarca, Miguel Buccio, Gustavo Helguera, JI+B, Macario Jiménez, Néstor Osuna, Viviana Parra, Pineda-Covalín, Royal Closet y Héctor Terrones. Este año, como parte de los festejos por su aniversario, otros 10 nombres le diseñarán una prenda “hecha en México”.

El joyero Daniel Espinosa no sólo aportó su talento para crearle una pieza, también prestó su nombre para el modelo Barbie Jewels. Se dice orgulloso de saber que las primeras de las 250 copias están en manos de la infanta Leonor –heredera de los príncipes de España–, así como de las hijas de Nelly Furtado y Madonna. Sus colegas coinciden en el privilegio que la experiencia implica. Bertholdo Espinosa (JI+B) confiesa: “Barbie es la clienta más importante que hemos tenido en nuestra vida”. Para Gustavo Helguera, el asunto fue un poco más relajado, “muy divertido en realidad”. Sofía Casares (Alessa Casati) coincide con esta sintonía lúdica: “Fue como regresar a la niñez y jugar de nuevo a las muñecas”. Para muchos, Barbie no es una muñeca para jugar. “De hecho –explica Cristina Lorenzo–, el coleccionismo se ha convertido en todo un fenómeno en México y en el mundo. Las coleccionistas demuestran su devoción por la muñeca a través de clubes, convenciones, revistas, páginas de internet, en donde comparten conocimientos, intercambian piezas y aumentan su acervo”. Es el caso del maquillista Juan Carlos Frank. De niño, las muñecas de sus primas y vecinas le apasionaban. No había justificación para que él como hombre tuviera una. Las primeras que llegaron a sus manos fueron “La Mujer Maravilla” y “La Mujer Biónica”. El tenerlas fue significativo para que luego decidiera dedicarse a la belleza. Hoy, más que una colección, Barbie es un motivo de inspiración. Un signo de nuestros tiempos Como parte de los festejos por su cumpleaños, el museo Franz Mayer de la Ciudad de México abrirá sus puertas para recibir a Barbie. Honrará a la quincuagenaria con la muestra Barbie: 50 años de historia, moda y diseño. Ana Elena Mallet trabaja en el montaje de la muestra. “Desde la producción de la muñeca misma, tiene que ver con el diseño”, asegura. “Cada muñeca está pintada a mano. Si bien es un molde, al momento de ponerle el pelo y pintarla, es un proceso artesanal”. La curadora manifiesta que el proyecto le entusiasma por la oportunidad que le dan de llevar la cultura popular al museo. Más que una celebración, la muestra implica la validación de Barbie como un icono popular de nuestros tiempos. No es la primera vez que la figura de plástico encuentra espacio en una galería, ya que ha sido un recurrente motivo de inspiración. Andy Warhol, el maestro del arte pop, la inmortalizó en más de una obra. El artista plástico Thomas Forysthe realizó toda una serie llamada Food Chain en la que la proyectó desnuda y amenazada por utensilios de cocina.

Los festejos de Barbie por su 50 aniversario • Desfile en la Mercedez-Benz Fashion Week de Nueva York con la participación de 50 creadores de moda. • Fiesta de cumpleaños en su casa de Malibú, California. • Inauguración de la mega tienda Barbie en Shanghai, China. • Serie de muñecas coleccionables. • Venta especial en la boutique Colette de París, Francia. • Corner de exhibición y venta en el almacén Bloomingdale’s de Nueva York (SoHo). • Lanzamiento de una línea de cosméticos en alianza con la marca Stila. • Producción de una línea de chocolates en compañía de Dylan’s Candy Bar. • Publicación del libro Barbie en edición limitada de lujo; ya a la venta en la Boutique Assouline de la colonia Polanco, en el DF (5281 0568). • Producción de una serie de maniquíes con la figura de Barbie. • Convención nacional de coleccionistas de muñecas Barbie • Página de internet conmemorativa. • Perfil de la muñeca en Facebook. • En la Ciudad de México, exposición conmemorativa en el Museo Franz Mayer.

fotos: cortesía mattel

Las letras también le han dado cobijo. Sandra Cisneros (“Barbie-Q”) la convirtió en un profundo vínculo de amistad entre dos amigas. La imaginación de A. M. Holmes (“A Real Doll”) la proyectó como el amor platónico de un niño que presume: “Estoy saliendo con Barbie. Tres tardes por semana, mientras mi hermana está en clase de ballet, se la quito a Ken”. A su vez, Gary Soto (“Barbie”) regaló a sus lectores un mensaje de que lo bello no siempre es lo mejor. Barbie ha traspasado tiempos y fronteras. Más que un juguete, es un poderoso signo de nuestra época. A pesar del paso del tiempo, todavía conserva el ímpetu de seguir adelante en la búsqueda de nuevos adeptos. Y aunque su popularidad se vea amenazada con la aparición de nuevas formas de entretenimiento, su permanencia parece estar garantizada. Es probable que el elixir que tome sea el mismo que le ha permitido llegar a los 50, y tan fresca. • diasiete.com 49