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AXIS MUNDI PUBLICACIÓN PARA MIEMBROS DEL PROGRAMA DE ESTUDIOS OPI Nº 4 - AGOSTO 2013 AXIS MUNDI AÑO 1 - Nº 4 - AGOSTO

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AXIS MUNDI

PUBLICACIÓN PARA MIEMBROS DEL PROGRAMA DE ESTUDIOS OPI Nº 4 - AGOSTO 2013

AXIS MUNDI AÑO 1 - Nº 4 - AGOSTO 2013

Opus Philosophicae Initiationis Respirar juntos

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La conquista de Hastinapura (IV)

4

Ideales de la formación griega (II)

12

La higuera sin frutos

14

El Kaizen espiritual

18

El comercio y la común unidad

23

Estar sano y curar (I)

25

El viaje del héroe

33

La antorcha

37

Por Phileas del Montesexto

Por Phileas del Montesexto

Por José Rubio Sánchez

Por Phileas del Montesexto

Por Giordano Egregio

Por Phileas del Montesexto

Por John Tyrson

Por Joshua Adonai Calderón Por la redacción de “Axis Mundi”

Publicación oficial de la Asociación Internacional de Filosofía Iniciática Página web: www.initiationis.org Director responsable: Phileas del Montesexto Correo electrónico: [email protected] Los conceptos vertidos en cada uno de los artículos es de completa responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente la opinión del Programa de estudios OPI.

EDITORIAL

Respirar juntos Somos constructores de una magna obra. Estamos convencidos de la grandeza de los antiguos y seguimos con honor sus nobles ideales inspirados en la Tradición Primordial. Somos eslabones de una cadena de oro, fuerte, luminosa, engarzada directamente con Hermes, Buddha, Quetzalcóatl, Vyasa y Melquisedec, reconociendo en este insigne linaje la pureza de la Fuente primigenia. Somos herederos de un conocimiento secreto, conservado con devoción por los iniciados de todos los tiempos. Somos trabajadores de la luz y con humildad y respeto depositamos el fruto de nuestra labor a los pies de los Maestros de Sabiduría. Somos pocos, sí, pero también somos entusiastas porque somos fieles a nuestro propósito más alto. En una sociedad hostil a los ideales trascendentes, nos vemos obligados a camuflarnos y resistir ante la intolerancia. En esta inferioridad de condiciones, es necesario que los nobles viajeros del Sendero Eterno nos re-conozcamos, nos re-unamos y CONSPIREMOS (*), para “respirar juntos” a fin de que la ley se cumpla y el ciclo de oscuridad se cierre. Es necesario conspirar para que todos los hombres puedan reconocer la chispa divina que brilla en su interior, para que la Fraternidad Universal sea proclamada, sin distinciones de razas, sexos, clases sociales, nacionalidades, opciones políticas u orientaciones sexuales, amando y respetando la vida en todas sus manifestaciones. Es necesario conspirar para el despertar de la conciencia de cada uno de los seres humanos, y este despertar debe ser también un re-descubrimiento del amor profundo, de la justicia, de la verdad, del espíritu comunitario, del honor, de la libertad, etc. Es necesario conspirar para restaurar la unidad perdida, para que los opuestos sean armonizados y que la humanidad halle la más alta perfección y la más pura felicidad. Es necesario conspirar para que los tres atributos de la divinidad (Luz, Vida, Amor) se manifiesten en el mundo, convirtiéndonos nosotros mismos en constructores de la cuarta mesa, conformando una nueva Hermandad del Grial, para ser soldados de la Luz, de la Vida y del Amor, canales conscientes de lo Bueno, lo Bello, lo Justo y lo Verdadero. --------------------------------------------------------------------------------------------------------(*) La palabra “conspirar” proviene del latín (con=unión y spirare=respirar). AXIS MUNDI

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La conquista de Hastinapura (IV) Curso introductorio al Bhagavad Gita Phileas del Montesexto Para poder contemplar con más detenimiento y atención a las dos fuerzas enfrentadas, Arjuna pidió a su divino auriga Krishna que colocara el carro entre los dos ejércitos, en el centro del campo de Kurukshetra. Como todo héroe-guerrero que recibe su “llamada” a la aventura (en el Gita representada por el sonido estruendoso de las caracolas), Arjuna atraviesa un momento de duda e indecisión, un “rechazo de la llamada” en el momento preciso de entrar en combate. El manifiesto del guerrero de no participar en la lucha es relatado en el Bhagavad Gita en un episodio memorable titulado “El desaliento de Arjuna”.

Discernimiento y renuncia En el corazón del escenario bélico, el divino Krishna instó a su fiel discípulo a que contemplara atentamente al ejército enemigo, los kurúes. Y Arjuna, siguiendo las instrucciones de su Maestro, observó con detenimiento “a padres y abuelos, preceptores y condiscípulos, tíos, primos, hijos y nietos, cuñados y bienhechores, en una y otra hueste”. (Gita 1:26-27). Frente a él estaban sus oponentes, que eran de su propia sangre, sus propios familiares, que se habían apoderado ilegalmente de la ciudad de Hastinapura muchos años atrás. Krishna le pide a Arjuna: “contempla a esos kurúes” y debemos entender la palabra “contemplar” (pashya) como un llamado al despertar, a la toma de conciencia, a observar la Verdad detrás de las formas. En pocas palabras, el gurú pide a su alumno que tenga discernimiento, una facultad de capital importancia en el desarrollo espiritual y que los indos llaman “viveka”. A través de “viveka” es posible marcar una diferencia entre: • Lo falso y lo verdadero • Lo aparente y lo real • La diversidad y la unidad • La gratificación inmediata y lo que lleva a nuestro objetivo último • Lo efímero y lo eterno • El deseo vulgar y la voluntad (o deseo purificado) • Ser del mundo y estar en el mundo La falta de discernimiento (aviveka), es decir la incapacidad de “ver” más allá de lo evidente y sensible torna a Arjuna confuso, perdido y lo hace dudar de su propósito. 4

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En una antigua escritura de la India llamada “Viveka Chudamani” (“La joya del discernimiento”), el famoso Shankara se refiere al discernimiento y señala: “El hombre sabio, discriminando entre lo real y lo irreal, reconociendo la Verdad mediante la visión de la Luz Interior, y experimentando su propio Ser que es el Conocimiento Absoluto, se libera de todo tipo de obstrucciones y obtiene la experiencia de Paz absoluta”. (1) La realidad es la Unidad (Dios, Brahman) y la ilusión es la diversidad (la superficie mundana). Por esto, dice el santo Ramakrishna: “Sólo Dios es Real, la Eterna Sustancia; todo lo demás es irreal, es decir, impermanente. Discerniendo así, uno debe arrojar de la mente las cosas impermanentes.” (2) Siendo así, todo lo que lleve a la Unidad y el Amor es, por definición, verdadero y deseable, mientras que todo lo que nos arrastre a la diversidad, la desunión y el Odio es falso e indeseable. En todos los aspectos de la vida y en todas las disciplinas relacionadas al quehacer humano. Según las enseñanzas antiguas, la capacidad de ver más allá de lo evidente y obtener la facultad del discernimiento proviene del entrenamiento y desarrollo de Buddhi-Manas, la intuición y la mente superior. Tal como lo plantea el Vedanta Advaita, en la oscuridad (es decir, sin discernimiento) las cosas no pueden verse tal como son y una cuerda puede ser confundida con una serpiente y un trozo de vidrio visto como un diamante.

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El discernimiento es una piedra fundamental en todos los caminos espirituales, sobre todo en el Islam, donde uno de los nombres del Corán es justamente Al Furqan (“el Discernimiento”) fundamentado en la frase: “la Verdad ha venido y el error (al bâtil, lo inconsistente) se ha desvanecido; en verdad, el error es efímero” (Corán, XXVII, 73). En la senda musulmana, la Shahâda o profesión de fe islámica (“No hay más dios que Alá y Mahoma es su profeta”) parte de esta misma base: “Nada es real, auténtico, efectivo, salvo lo sagrado inefable e incomprensible -a lo que denominamos Allâh. (…) El Islam es abandono de todas las ficciones y sometimiento a la Realidad.” (3) Pero el discernimiento (viveka) va de la mano con la renuncia o el desapego (vairagya), lo cual implica purificar los deseos y dejar de lado todo lo que nos ata, todo lo que nos daña (4). En la visión de los estoicos, alcanzar la ataraxia o imperturbabilidad. En pocas palabras: “renunciar” significa deshacerse de los vicios para alcanzar la virtud. Y en esta escena del desaliento de Arjuna podemos presenciar el conflicto interno del héroe que no logra discernir entre lo falso y lo verdadero, ni tampoco puede renunciar a su pasado y sus vicios, representados con el ejército kurú. Siendo así, este vínculo de parentesco es meramente un símbolo y no es otra cosa que el conjunto de defectos y pasiones que no permiten al discípulo alcanzar la ciudad de la Sabiduría, donde debe reinar la Virtud.

Los vicios El conflicto de Arjuna es el mismo que tiene todo peregrino espiritual cuando comienza a darse cuenta que debe “renunciar” a un conjunto de malos hábitos y actitudes para poder avanzar en el sendero. Sin embargo, la tendencia a querer “cambiar sin cambiar” es muy fuerte, y lamentablemente la inercia casi siempre logra imponerse. Todos nosotros sabemos que tenemos muchos defectos que debemos superar y erradicar. Pero nos hemos acostumbrado de tal manera a muchos de ellos que llegamos a apreciarlos como parte de nuestra “personalidad”, de nuestra fachada, la máscara que mostramos a los demás y que supuestamente nos convierte en lo que somos. Nos hemos hecho una “fama” ante los demás, muchas veces sostenida en errores, vicios y pasiones, y no es fácil renunciar a ella. Hay un dicho popular –muy mediocre, por cierto– que señala: “más vale malo conocido que bueno por conocer”. Esta frase describe perfectamente el miedo a lo desconocido, el conformismo, la aceptación de una naturaleza viciosa pero cómoda, segura y conocida ante el “riesgo” que implica una naturaleza más elevada pero insegura y desconocida. Pero el propósito de la guerra de Kurukshetra es muy claro: los kurúes son intrusos en Hastinapura y deben ser expulsados de ese lugar para que la paz regrese a la ciudad. En su significado último, los kurúes son los “yoes negativos” que nos contaminan, arrastrándonos a la inconsciencia y a la separatividad. Éstos fueron llamados por Helena Blavatsky “habitantes del interior” o “enemigos internos”, a veces resumidos y agrupados en los acrónimos POCILGE (pereza, orgullo, codicia, ira, lujuria, gula, envidia) o SALIGIA (superbia, avaritia, luxuria, ira, gula, invidia, acidia). 6

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En Occidente tenemos una idea bastante equivocada de la naturaleza del “pecado” y relacionamos la palabra con un delito moral ligado al fruto prohibido y que se paga con la condenación eterna. Hemos escuchado tantas veces que: “nuestra naturaleza caída se regodea en su tendencia al Mal” o que “cada vez que pecamos mortalmente volvemos a crucificar a Cristo”, que hemos optado por negar la existencia de algo llamado “pecado”. Sin embargo, el vocablo “pecado” no significa una condenación eterna en un infierno dantesco sino que quiere decir “tropezar” o “salirse del camino de la virtud”, estando vinculado más al Karma y al Dharma que a las llamas del averno. “Pecar” es errar el camino, no cumplir el Dharma (propósito), dejarse distraer por lo superficial y no prestar atención a lo esencial. Según las enseñanzas judeo-cristianas (o quizás a la desviación de éstas a la que nos hemos acostumbrado) “pecar” significa “condenarse”, mientras de acuerdo a las enseñanzas de la Tradición Primordial “pecar” quiere decir “genero Karma” o “elijo sufrir”. En la lengua aramea, “pecado” quiere decir “olvido”, pues se supone que el vicio surge por la ignorancia de nuestra herencia divina que es necesariamente virtuosa. Siendo así, si nos oponemos a nuestra naturaleza divina estamos “pecando”. Mientras que el catolicismo “moderno” evita hablar del pecado (por haber usado durante siglos este concepto como mecanismo de control de las masas), el Islam por su parte no evita hablar del mismo como “dzanb”, señalando que “un pecado es todo acto que realizamos en contra de nosotros mismos, una traición a nuestra propia naturaleza original”. (5) En ese sentido, para los musulmanes no hay ningún Dios castigador u ofendido por el pecado y las escrituras islámicas aclaran que “a Allâh nada le hacéis con vuestros errores (dzunûb), sólo os dañáis a vosotros mismos”. (6) De acuerdo con Abdelmumin Aya: “Los dzunûb son todas las acciones o movimientos con los que el ser humano traiciona la autenticidad del Universo. Los dzunûb son como una pretensión de salida fuera de lo real, como tratar de añadir algo artificial a la existencia. (…) El musulmán debe prevenirse contra los dzulûb, y sustituirlos por sus contrarios, que son los hasanât, es decir, las “acciones bellas”. (7) En esto se resume la tarea que debe realizar el guerrero Arjuna: vencer a los kurúes (los vicios capitales) para expulsarlos de la ciudad sagrada, sustituyéndolos por los pandavas (las virtudes capitales), del mismo modo que las virtudes deben ocupar el espacio dejado por los vicios: VIRTUD CAPITAL Paciencia Generosidad Castidad Humildad Templanza Caridad fraterna Diligencia

VICIO CAPITAL Ira Avaricia Lujuria Soberbia Gula Envidia Pereza

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Estos siete pecados son “capitales” porque son “cabeza”(“capit”, en latín) de Legión, siguiendo la cita bíblica:

“- ¿Cómo te llamas? —le preguntó Jesús. - Me llamo Legión —respondió—, porque somos muchos”. (Marcos 5:9) Aunque los vicios, los “yoes negativos” sean multitud, a la hora de enfrentarlos debemos reconocerlos como una unidad: el enemigo a vencer, un dragón con múltiples venenos que intentan emponzoñar nuestro corazón para llevarnos a capitular ante las adversidades.

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Por esto, Antonio Medrano señala que: “El dragón es el conjunto de impulsos y tendencias que se mueven al margen y en contra del Dharma, de la Norma o Ley Universal”. (8)

El arco de Arjuna Para excusar su comportamiento, Arjuna exterioriza su desaliento mediante un impactante discurso, donde deja claro su deseo de no participar en la contienda:

“¡Oh Krishna! Cuando contemplo a esos mis parientes prestos al combate y anhelosos de pelea, se estremecen mis miembros, se me abrasa la boca, todo mi cuerpo tiembla y el cabello se me eriza. Mi arco se me cae de la mano, arde mi piel, no puedo sostenerme, se atorbellina mi mente”. (Gita 1:28-30) Las palabras de Arjuna describen perfectamente su abatimiento y teniendo en cuenta que su condición de guerrero, es necesario prestar atención al arco, que es el instrumento del cual se valía para aniquilar a sus enemigos. El relato dice que el arco (Gandiva) “se caía de las manos” y esto está relacionado en primer lugar a las dos manos como símbolo, que expresan la idea de “actividad al mismo tiempo que la de potencia y dominio” (9). Y en segundo lugar, atendiendo al arco como representación clara de la voluntad, del mismo modo que en la simbología caballeresca de Europa la espada tiene la misma connotación volitiva. El simbolismo del tiro con arco siempre nos remite al camino espiritual y a “alcanzar el centro”. Esto puede ser visto desde diferentes ángulos, pero en relación a lo anteriormente expuesto, podemos recordar que la palabra griega que se usaba para “pecado” era “hamartia” que significa justamente “no dar en el blanco”. De este modo, “pecar” es “errar al blanco”, gastar energías vitales en algo que no nos sirve para alcanzar el objetivo único. Confucio señaló que “en la práctica del tiro con arco hay algo que se parece al principio que guía la vida de un hombre moral. Cuando el arquero no da en el centro del blanco, se vuelve y busca la causa de su fracaso en sí mismo” (10), mientras que Suzuki comenta que “el arquero pierde conciencia de sí como persona empeñada en dar en el blanco que tiene ante su vista; y este estado de “inconsciencia” se cumple cuando, absolutamente vacío y libre de sí, se vuelve uno, indivisible, con el arte de su destreza técnica, aunque haya en él algo, de un orden totalmente diferente, que no puede ser aprehendido a través de ningún estudio progresivo del arte”. (11) En un episodio del Mahabharata se describe el entrenamiento de Arjuna en el manejo del arco, dejando en evidencia su destreza en esta noble disciplina. Según el relato tradicional, el maestro Drona quiso poner a prueba a sus alumnos y colocó un águila de madera sobre un árbol, pidiendo a cada uno que disparara a su cabeza. Antes de empezar el ejercicio, Drona pidió a cada uno de los tiradores que le dijeran qué era lo que veían en el momento de apuntar. – Te veo a ti y veo al árbol con sus ramas – dijo Yudisthira. – Que pase el siguiente – pidió Drona. – Veo el árbol y veo el águila. – El siguiente – insistió Drona, hasta que pasaron varios alumnos más y le llegó el turno a Arjuna. AXIS MUNDI

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– ¿Qué puedes ver? – le preguntó al príncipe pandava. – Un ave allá en lo alto. – respondió Arjuna. – ¿Y qué ves de esa ave? – Solamente su cabeza. – ¿Y qué parte de su cabeza? – El ojo. – ¡Dispara ahora! – ordenó Drona, y Arjuna le dio al águila de madera en el centro de la cabeza. La práctica del tiro con arco se resume en tres pasos: TENSAR-APUNTAR-DISPARAR, las mismas tres instancias de la ascesis heroica: a) Tensar: reunión de fuerzas, preparación, esfuerzo inicial. b) Apuntar: disciplina, canalización de las energías hacia un objetivo único. c) Disparar: dejar que la Ley se cumpla. La etapa de “apuntar” busca encontrar un camino invisible entre el arco y el blanco. Hay miles de caminos erróneos para llegar al blanco y uno solo correcto. Por esta razón, esta búsqueda consciente de una vía no evidente está fundamentada en el discernimiento, en el reconocimiento de los caminos equivocados para descubrir el único camino verdadero.

Enfrentando a la familia Arjuna expone sus dudas ante Krishna e insiste una y otra vez sobre sus reticencias a dar muerte a sus familiares kurúes:

“¿Cómo podríamos ser dichosos, ¡oh Madhava!, si matáramos a nuestros parientes?” (Gita 1:37) Antes hemos explicado que existe una relación simbólica entre los kurúes y los vicios, y al hablar de “familiares” estamos percibiendo que estos vicios se han convertido en parte de nosotros, una costumbre. Esto mismo decía el estoico Séneca: “Al comienzo fueron vicios, hoy son costumbres…” y esta frase valiosísima, sigue estando vigente tanto para los individuos como en relación a la sociedad moderna en su conjunto, donde los viciosos son aplaudidos y las virtudes son desdeñadas. Tal vez por esto, Antonio Machado exclamó en una de sus prosas: “La envidia de la virtud hizo a Caín criminal. ¡Gloria a Caín! Hoy el vicio es lo que se envidia más”. En esta “dictadura del relativismo” (12) donde “todo es relativo” hablar de discernimiento es un contrasentido, pues este mismo relativismo bebe de las aguas del deseo, no de la voluntad. Y sin voluntad, no hay camino espiritual posible. Todo el sistema mercantil occidental se fundamenta en la satisfacción de los deseos, en la búsqueda enfermiza del “confort”, en darle rienda suelta a nuestros caprichos individuales, en el lema cortoplacista “úselo y tírelo”, teniendo como única meta el placer e identificándolo erróneamente con la felicidad. Al arrojar su arco, Arjuna se está conformando y aceptando tácitamente que los kurúes sigan ultrajando la ciudad santa. Pero Arjuna no debe ser visto como un simple personaje de ficción: 10

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somos nosotros mismos. La batalla de Kurukshetra no se desarrolló en la India, hace centenares de años: se está lidiando en este preciso momento, en nuestro interior, aquí y ahora. Hemos aceptado pasivamente durante años a nuestros vicios. Hemos dejado que se convirtieran en costumbres, incluso los llamamos “familia”, pero es tiempo de hacerles frente. De tensar con fuerza la cuerda de nuestro arco e iniciar la reconquista de Hastinapura.

Notas bibliográficas (1) Shankara: “La joya del discernimiento” (2) Ramakrishna: “El evangelio de Ramakrishna”, Vol. I (3) Prado, Abdennur: “El viaje hacia Al-lâh” (4) Según Sivananda: “Vairagya proveniente de la discriminación o Viveka es el síntoma premonitorio del desarrollo espiritual. Eso ayudará al aspirante. Eso le dará una buena elevación espiritual”. Véase “Cómo lograr Vairagya” de Swami Sivananda. (5) Alegri, Zeinab: “El pecado (dzanb) en el islam” en Webislam. (6) Haya, Abdelmumin: “El pecado en el Islam” (7) Haya, Abdelmumin: “El Islam no es lo que crees” (8) Medrano, Antonio: “La lucha con el dragón” (9) Chevalier, Jean: “Diccionario de los símbolos” (10) Citado por Epes Brown, Joseph: “El arte del tiro con arco” (11) Suzuki en el prólogo de “El zen y el arte de los arqueros japoneses” de Eugen Herrigel. (12) Frase destacable acuñada por el anterior papa, Benedicto XVI.

Frente a la ciudad de Hastinapura (Dibujo: César Fernández) AXIS MUNDI

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Ideales de la formación griega (II) El concepto del Hombre en Grecia José Rubio Sánchez Lo que denominamos el «concepto del hombre» lo estudia hoy la ciencia llamada Humanismo o Antropología Filosófica, y trata de definir qué es el hombre y a partir de ahí busca encarar los diferentes niveles de relación que éste, como centro, posee con el Universo que le rodea. Busca también responder a preguntas tan esenciales como: ¿es libre el hombre? ¿Cuál es la naturaleza de su libertad? ¿Posee el individuo una individualidad propia, un Destino propio? ¿Cuál es la naturaleza de su individualidad y de su destino? Preguntas para poder enfocar acertadamente todas las facetas de la actividad humana, como son: el hombre y su medio (naturaleza, sociedad, Dios), el hombre y la evolución, el hombre como un complejo de materia, vida, entendimiento y espíritu, impulsos psicofísicos y vida racional; el hombre y sus ideas de vida (y la forma de realizarlos); el hombre y las tradiciones religiosas; y el hombre desde el punto de vista de la educación como desarrollo de lo más elevado que hay en él. En el caso que nos ocupa, el de Grecia, para ver cómo era su concepción del hombre nos acercaremos a la que da uno de los más grandes filósofos e Iniciados que tuvo esta Cultura y que sintetiza toda la visión griega, pues no fue sólo discípulo de Sócrates, sino que fue iniciado en los Misterios Eleusinos, los Egipcios, y reunió, además, las enseñanzas de Heráclito y Pitágoras. Platón divide al hombre, por un lado, en un compuesto de Cuerpo, Alma y Espíritu, susceptible de sintetizarse en dos: una parte eterna, formada de la misma esencia que lo Absoluto, y otra mortal y corruptible. Por otro lado, establece siete funciones, derivadas de los tres Principios (Nous, Psyché y Soma) separadas en sus diferentes combinaciones. Explica Platón que cuando el Alma, Psyché, «se une al Nous (Espíritu o Sustancia divina), obra recta y felizmente en todas las cosas», pero que sucede lo contrario cuando se deja arrebatar por Anoia (la locura o alma irracional). Plutarco también expresa la misma idea. Nos dice:

El hombre es compuesto; y se equivocan los que lo creen compuesto de dos partes solamente. Pues suponen que el entendimiento es una parte del alma; pero yerran en esto, lo mismo que los que hacen del alma una parte del cuerpo. Pues el entendimiento (Nous) forma la razón; y con el cuerpo (Thumos, el alma animal), la pasión; siendo uno origen o principio del placer y del dolor, y el otro de la virtud y el vicio. Estas concepciones se representaban geométricamente por el Triángulo y el Cuadrado. El Triángulo simbolizaba lo Eterno, e incluso con un triángulo equilátero, la letra delta griega, comenzaba el apelativo de la Divinidad. Sus tres lados simbolizaban los tres Reinos de la Naturaleza divina, los mundos invisibles y metafísicos. El Cuadrado representaba los Reinos de la naturaleza material. Esto era expresado y resumido en la Tetraktys pitagórica, y también en las construcciones

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arquitectónicas religiosas como el Partenón, donde vemos un cuadrado formado por columnas y un triángulo o frontispicio donde se representaban imágenes y escenas de dioses. Esta concepción del hombre griego se vio reflejada en todas las facetas de su cultura y condicionó su enfoque sobre lo importante y lo secundario en la vida. Los órficos consideraban el cuerpo como la tumba del Alma, encarcelada entre barrotes de ilusoria materia, y como diría también Platón, «el fin del hombre es romper esos barrotes, liberar el alma prisionera y alcanzar la semejanza con lo divino». Esto va a quedar igualmente expresado en determinados mitos griegos. Por ejemplo, la lucha de los Titanes en la Teogonía (Gigantomaquia), es el duelo por la supremacía entre los hijos de Urano y Gea (o el Cielo y la Tierra en su sentido abstracto), los Titanes, contra los hijos de Kronos, liderados por Zeus; pero al mismo tiempo simboliza, siguiendo a Blavatsky:

La lucha perdurable que continúa hasta hoy día entre el Hombre espiritual interno y el hombre de carne… La Guerra en los Cielos en Grecia nos habla de la Guerra entre el Espíritu y la Materia. Esta Guerra durará hasta que el Hombre interno y divino adapte su yo externo terrestre a su propia naturaleza espiritual. Hasta entonces las fieras y tenebrosas pasiones de ese yo, estarán en lucha con su Maestro, el Hombre divino. Pero el animal será domado un día, porque su naturaleza cambiará y la armonía reinará una vez más entre las dos como antes de la «Caída». También en el mito de Cástor y Pólux, ambos hijos de Leda, uno engendrado por Tíndaro y el otro por Zeus, encontramos, desde el punto de vista místico, que «…se convierten en el símbolo altamente significativo del hombre dual, el mortal y el Inmortal…» A Pólux le dicen: «Tú no puedes morir por completo, tú eres de raza divina». Apolo, con su lira de siete cuerdas, simboliza los siete Principios humanos; y Zeus, el Padre, es equivalente al Séptimo Principio en el Hombre y en el Cosmos. Prometeo es el titánida que dio a los hombres el Fuego, pero ese fuego no sólo es el físico, utilizado para la industria humana, sino el del Intelecto, la «Conciencia» que hace del hombre un ser intermedio entre lo animal y lo divino; antes el Hombre era un Epimeteo (el que ve después) y puede ser un Prometeo (el que prevé), si destruye al bruto y libera al dios que es símbolo del Hombre Interior. Por el robo de ese fuego fue castigado, para ser liberado milenios después por el semidiós destinado por los Cielos: Heracles, el héroe que, tras superar las doce Pruebas, se transmuta en un dios. Como comentamos en otro artículo, Prometeo, el dios «Caído», es el símbolo del Hombre (de toda la raza humana). Dice Blavatsky:

El hombre volverá a ser el Titán libre de antaño; pero no antes de que la evolución cíclica haya vuelto a establecer la ininterrumpida armonía entre las dos naturalezas, la terrestre y la divina; después de la cual se hará impenetrable a las Fuerzas Titánicas inferiores, invulnerable en su personalidad e inmortal en su individualidad… Pero esto no sucederá sino cuando haya eliminado de su naturaleza todo elemento animal. Apreciamos en estas interpretaciones místicas del mito, por otro lado, una concepción finalística del Hombre y la Humanidad. Continúa en el próximo número de “Axis Mundi” AXIS MUNDI

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La higuera sin frutos Significado oculto de la Semana Santa (II) Phileas del Montesexto “Muy de mañana, cuando Jesús volvía a la ciudad, tuvo hambre. Al ver una higuera junto al camino, se acercó a ella, pero no encontró nada más que hojas. —¡Nunca más vuelvas a dar fruto! —le dijo. Y al instante se secó la higuera”. (Mateo 21:18-19) Con este enigmático suceso da comienzo el segundo día de la Semana Santa. Si tratáramos de interpretar este hecho en una forma literal seguramente no encontraríamos una explicación racional y empezaríamos a pensar que Jesús era un demente iracundo que se enfadaba con los árboles. En su relato, Marcos incluso comenta que la higuera no tenía fruto simplemente porque “no era tiempo de higos” (Marcos 11:13). Teniendo en cuenta todo esto, es necesario buscar un significado más profundo al episodio de la higuera maldita.

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Que la higuera tenga un frondoso follaje pero ningún fruto deja en evidencia una apariencia exterior, una fachada que puede observarse desde lejos, pero que no puede ocultar una desviación del propósito esencial de cualquier árbol frutal: dar fruto. Si seguimos el relato bíblico, podemos imaginar un árbol pretencioso pero estéril, y en este sentido –en una primera vuelta de llave– la higuera se ha relacionado con Israel y con la religión judaica, que Cristo consideraba infecunda y corrompida. De esta manera, las palabras de Jesús no van contra la higuera sino contra el judaísmo, que mantenía su estructura sacerdotal, sus usos y costumbres (su “forma”), pero que había perdido su “esencia”. En esta vinculación primaria de la higuera con la religión de los hebreos, el episodio de la maldición se complementa más tarde en el Templo de Jerusalén, cuando el Cristo –portando un látigo de cuerdas– expulsó violentamente a los mercaderes que estaban profanando el centro sagrado del judaísmo, con el consentimiento del sacerdocio. Esta primera interpretación es interesante, pero para nosotros y para nuestra existencia actual en este siglo XXI poco nos importa la situación de la religión judía en tiempos de Jesús, por lo cual esta explicación no nos sirve de mucho. No obstante, si creemos en la atemporalidad de las enseñanzas del Cristo, es menester encontrar en ellas un significado más íntimo y universal, penetrando en la superficie del texto para llegar a la médula. En ese sentido, para nosotros como almas encarnadas en travesía hacia la Luz, la higuera no tiene nada que ver con Israel y su corruptela religiosa sino con la coherencia en el sendero. Cada ser humano es como una higuera que debe dar fruto, sin excusas de que “no es tiempo de higos”. Verdaderamente, siempre es tiempo. ¡Siempre es el momento apropiado para dar fruto! Cristo buscó higos y no los encontró, pero nuestro Maestro Interno siempre deberá hallar frutos en la higuera de nuestra vida. De ahí la necesidad de tener un compromiso permanente, adquirir una conciencia constante, sintiendo la presencia divina en nosotros en todo momento. Para los discípulos no hay un tiempo sagrado y un tiempo profano, no hay un momento para la vida espiritual y otro para la vida secular. Hay un solo tiempo, un eterno ahora. Este llamado a ser fructíferos y de AXIS MUNDI

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ser “instrumentos” de Dios en la tierra se resume en otra clásica sentencia bíblica: “Por sus frutos los conoceréis” (Mateo 7:20), y éstos están vinculados a la acción, pero no a una acción alocada o mero activismo, sino a una acción consciente, una RECTA ACCIÓN. Como bien señala Antonio Medrano: “El fin de la recta acción no es otro que hacer la felicidad: la felicidad propia y la ajena. Pues en realidad ambas cosas, la felicidad mía y la felicidad del prójimo, son inseparables, siendo la segunda condición de la primera: sólo se puede ser feliz haciendo felices a los demás”. (1) En nuestro Programa hablamos de una labor que es doble: interna y externa. Ambas son fructíferas y llevan a la felicidad plena: una individual que lleva a la REINTEGRACIÓN y otra comunitaria que implica una RESTAURACIÓN. Por lo tanto, es de capital importancia que el noble viajero no aparente ser sino que SEA un servidor consciente del Ideal más elevado. Quien no dedica su existencia a dar fruto, es como la higuera seca y maldita que ha descuidado su propósito. Vivimos tiempos difíciles de gran confusión y crisis a nivel mundial donde –más que nunca– la recta acción es imprescindible. En la educación, en la política, en el arte, en la ciencia, en la religión, en el comercio. Mariana Caplan se refiere esto al decir: “No basta, en estos tiempos, con aspirar a una iluminación o una sabiduría exclusiva para nosotros. Debemos aspirar a una iluminación que aspire al bienestar de todos los seres y a la curación de la tierra y de todos sus habitantes. La comprensión debe acabar integrándose a la acción y la armonía que queremos ver en la tierra debe cultivarse simultáneamente en nuestro cuerpo y en nuestra vida”. (2) El aislamiento es una trampa y conduce a un callejón sin salida. Aunque la sociedad profana trate de convencernos de que “somos únicos y especiales”, pregonando las bondades del individualismo para vendernos ropa, artefactos y chucherías, los nobles caminantes debemos mantenernos en la senda, sin distracciones vanas, siendo ejemplos de altruismo y conspirar para que la Luz triunfe. Un dicho popular reza: “Tus hechos hablan tan fuerte, que no se escucha lo que dices” y esto viene a cuento con muchas personas que se adhieren a un Ideal trascendente y se colocan una etiqueta, pero que –ciertamente– no son una expresión viva de ese Ideal. En Santiago 1:22-25: “No se contenten sólo con escuchar la palabra, pues así se engañan ustedes mismos. Llévenla a la práctica. El que escucha la palabra pero no la pone en práctica es como el que se mira el rostro en un espejo y, después de mirarse, se va y se olvida en seguida de cómo es. Pero quien se fija atentamente en la ley perfecta que da libertad, y persevera en ella, no olvidando lo que ha oído sino haciéndolo, recibirá bendición al practicarla”, lo cual está en consonancia con el llamado de Helena Petrovna Blavatsky: “Honrad las verdades con la práctica”. Para que nos convirtamos en “hacedores del Ideal” (y no meros “oidores” como señala la Biblia) debemos ser coherentes con nuestro Ideal, alineando la mente, el corazón y las manos para alcanzar nuestro objetivo trascendente. Si nuestro corazón, nuestra mente y nuestras manos se comprometen íntimamente con el Ideal y vibran en armonía con el Sendero, el viajero y el viaje se funden y se convierten en uno solo. 16

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Y de este modo, la felicidad ya no será una meta a alcanzar sino que la podremos encontrar aquí y ahora, en consonancia con la bella afirmación de Swami Ramdas: “El camino es la meta; caminar es llegar”. Solamente viviendo en plena atención el instante presente, cumpliendo nuestro propósito, haciendo lo que hay que hacer de la forma correcta en el momento correcto, actuando rectamente en conciencia, podremos ofrecer al Maestro un fruto perenne que logre saciar su apetito.

Prácticas para el Lunes Santo 1) Lectura consciente: “La Práctica de la Presencia de Dios” del Hermano Lawrence 2) Lectura consciente y visualización: Mateo 21:18-22, Marcos 11:12-14, y posterior visualización de la escena. 3) Dibujo: Dibuja un árbol con frutos y siente que tú eres ese árbol. ¿Qué frutos (logros) ha dado ese árbol? Cada logro es un fruto: cada hijo, cada victoria personal a nivel laboral, de estudios, espiritual. Luego dibuja los frutos que te gustaría que ese árbol tuviera dentro de 10 años. ¿Cuántos frutos están relacionados contigo, cuántos con tu familia y cuántos con tu Comunidad? Preguntémonos: “¿Qué frutos estamos dando?”, o más bien: “¿Qué estamos haciendo con nuestra vida?” 4) Afirmaciones edificantes

“La sabiduría divina en mí guía perfectamente todas mis acciones. Nunca estoy solo, ya que la luz de la comprensión brilla relucientemente en mí. Mis pensamientos, palabras y acciones son guiados divinamente. Prosigo con mi vida, con fe en la guía constante de Dios. Sé que es lo que he de hacer. Siento gratitud porque sé que Dios me acompaña siempre. En esta conciencia, oro en el silencio…” “Me comprometo a un sendero de paz, por mí, mi familia y mi comunidad. Visualizo los corazones de todas las personas llenos de paz y comprensión. La paz comienza conmigo, y al tratar a mi prójimo con bondad y respeto, puedo esperar lo mismo a cambio. En meditación silenciosa, permito que pensamientos de paz fluyan a través de mí …” (3) 5) Ejercicio de vocalización: Nuevamente vocalizaremos el tradicional mantram “Om” (que representa el Segundo Logos, el Hijo) focalizado en el chakra cardíaco.

Notas bibliográficas (1) Medrano, Antonio: “La vía de la acción” (2) Caplan, Mariana: “Con los ojos bien abiertos” (3) Ambas afirmaciones son de Unity: www.unityenlinea.org AXIS MUNDI

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El Kaizen espiritual Giordano Egregio Introducción En reunión de uno de los Círculos del programa de estudios que tenemos en la Asociación Internacional de Filosofía Iniciática, uno de los participantes manifestaba su asombro por el hecho de proponer en una de nuestras monografías, el Kaizen como una opción para el mejoramiento continuo del Ser humano, siendo una técnica usada para generar productividad industrial. ¿Se puede hablar de Kaizen Espiritual, cuando vemos que el Kaizen es actualmente una forma para mejorar la productividad industrial de las fábricas, concepto acuñado por Frederick W. Taylor (padre de la Administración Científica), así como por su estrecho colaborador Frank Bunker Gilbreth con el afán de incrementar la producción en escala y potenciar el industrialismo? A esto se le agrega el hecho que, efectivamente, la filosofía del Kaizen ha sido asociada y expresamente usada durante los últimos años, al proceso conocido como “Calidad Total”, iniciado por los japoneses comenzando la segunda posguerra, y liderado todo esto por un brillante norteamericano de nombre William Edward Deming, co-creador del “Milagro Japonés” y reconocido así por los propios japoneses (1) y retomado posteriormente por Kaoru Ichikawa quien le terminó de dar el toque empresarial e industrial que aún tiene. Pero regresando al comentario, me pareció sugestivo, y efectivamente pudiera ser contradictorio, pero esta vez me pareció muy interesante mirar “más allá de lo evidente” y hurgar un poco más en el mundo del pensamiento japonés.

¿De qué se trata? Encontramos la palabra Kaizen, tanto en japonés como en chino. En japonés se pronuncia ‘kaizen’ y es la fusión de dos expresiones:

• (‘kai’) significa ‘cambio’ o ‘acción de enmendar’. • (‘zen’) significa ‘bueno’ En chino se pronuncia ‘gai shan’: • (‘gai’) significa ‘cambio’ o ‘la acción de corregir’. • (‘shàn’) significa ‘bueno’ o ‘beneficioso’. Así, ‘gai shàn’ significa ‘cambio para mejorar’ o ‘mejora’. Tanto en uno como en otro idioma, significa cambio para mejorar algo. 18

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La unión de esos dos vocablos, por tanto, se interpreta como “lo mejor en un sentido holístico” o integral, es decir en un sentido tanto espiritual como físico. Observando la práctica del Kaizen vinculado a los Círculos de Control de Calidad, vemos que el Kaizen no fue limitado tan solo al “aseguramiento de la calidad”, por cuanto que los objetivos de esta técnica incluyen otras prácticas consideradas nutrientes o positivas, tales como la eliminación del sobrante o desperdicio (Muda), las entregas J.I.T (justo a tiempo), la estandarización del trabajo, la construcción de equipos adecuados al trabajo, entre otras prácticas consideradas BPA (Buenas Prácticas Administrativas). Otra técnica del Kaizen es el proceso conocido como “desarmarlo y volverlo a armar mejor”. Este enfoque lo que plantea es descomponer en su partes un proceso, un sistema, un producto o un servicio, a fin de analizarlo y rehacerlo de mejor forma, ya sea en lo económico, en la textura, en la modalidad, en el fondo o en la forma.

La filosofía del Kaizen En ese sentido podemos asegurar que el Kaizen es lo opuesto a la complacencia, por su enfoque en la mejora continua de lo que se busca mejorar así como de sus elementos componentes, y hacerlo de manera disciplinada, constante, ordenada y proactiva. El Kaizen pues, nace como respuesta de los japoneses ante la apremiante necesidad de superarse a sí mismo como una forma de superar a las potencias industriales y así obtener el sustento para una gran población de un país de escaso tamaño y pocos recursos, pensamiento que marca de manera diferencial a la filosofía japonesa y oriental.

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Cuando analizamos la composición del término Kaizen, descubrimos también que el prefijo “Zen”, está relacionado con lo “Bueno” y lo “Beneficioso”, que en este caso está muy relacionado con el Taoísmo y con la filosofía budista. Estas le dan a la expresión “Beneficioso”, la acepción de “Beneficio común”, algo así como “Beneficio social o para la Sociedad” superando la idea del interés individual. Sugiere así entonces, que nadie debe beneficiarse a expensas de otra. El beneficio que concierne a este concepto, por tanto, debe ser sostenido y sustentable porque Zen o Shan es un término referido a acciones realmente altruistas, que beneficien a otros.

Hacia el Kaizen espiritual Si bien es cierto que la palabra Kaizen no tiene concepto sinónimo en español, como ya hemos visto podemos concluir que una definición aproximada sería algo así como: “Realización perseverante de cambios y mejoras continuas en algún proceso de nuestra elección”. Estos cambios pueden ser (usualmente son) pequeños. Casi imperceptibles. Y es que esta filosofía se nutre de la idea de que los grandes viajes empiezan con pequeños pasos. Si esto es válido para las empresas, los negocios, las industrias, los estados, ¿porqué no podrían funcionar en la familia, en las comunidades sociales y lo más importante: en los seres humanos sin distinción alguna? Este Kaizen, aplicado a la espiritualidad, tiene fuerzas inspiradoras y principios. Respecto de los primeros: 1. Conciencia de Sentido y Propósito de Vida, que será el Norte hacia el cual dirigiremos nuestros esfuerzos y la “razón por qué” decidimos los cambios que hemos escogido realizar. Este aspecto también nos orienta a determinar con qué proceso de nuestra vida empezaremos estas transformaciones por pequeñas y graduales que sean. 2. Discernimiento: para escoger el camino correcto versus el incorrecto y para elegir la información que más nos acerque a la Verdad, independientemente de la fuente de la cual proceda. 3. Perseverancia: Potencia latente gracias a la cual podemos mantenernos constantes e insistentes en algo, sin perder de vista el objetivo que queremos lograr. Recordemos que los procesos de cambio individual, al ser profundos, suelen ser prolongados en el tiempo y sujetos a una serie de avatares e imprevistos de diversa intensidad. Aún cuando el concepto sugiera alguna dosis de inflexibilidad, filosóficamente la aparente “dureza” del perseverante se ve atemperada por el Discernimiento y la Tolerancia. 4. Tolerancia: para entender, soportar y cargar con la consecuencia de nuestras decisiones de cambio de vida. Esto además nutre nuestra amplitud mental y de criterio para escuchar otros puntos de vista aún cuando sean “opuestos” a los que tenemos. 5. Paciencia: entendida como la facultad o potencia latente, que todos tenemos, de aprender a aguardar por algo sin perturbarnos durante la espera. Es pues, la capacidad de llevar a cabo diferentes planes o tareas sin permitir que la lentitud con la cual se desarrolla una actividad que 20

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exige precisión y minuciosidad, o la ansiedad, arruinen el objetivo. La paciencia guarda una relación estrecha con la calma y con la paz interior. 6. Flexibilidad: para adaptarnos a las circunstancias, tomando en cuenta que hay situaciones que podemos controlar y otras que no. Recordemos que Epícteto en su “Manual de Vida”, ya nos lo advertía en su primer párrafo: “La Felicidad consiste en entender que hay situaciones que podemos controlar y otras que no podemos controlar” (2). 7. Sentido del Humor, o comúnmente, Buen Humor. Resultado de la capacidad de recibir y dar alegría. Refleja y expresa nuestra actitud positiva frente a todo lo que nos pueda ocurrir. No todo lo que nos ocurra en este proceso de Kaizen espiritual es dulce y agradable en la medida que implica mucho desapego y esto suele generar dolor y sufrimiento. El sentido del humor restaña y cicatriza las heridas del Alma a velocidades asombrosas. De otro lado, el sentido del humor mantiene nuestra salud integral y nos mantiene creativos ante las pruebas de vida.

¿Cuáles son los principios del Kaizen? 1. Mantener la Empatía; es decir enfocarnos en lo que (y en los que) nos rodean, sin distinción ni discriminación alguna. 2. Es un proceso de Mejoramiento Continuo; y por tanto, siempre debemos estar vigilantes auditando, revisando y mejorando lo hecho, de manera innovadora. 3. Los problemas deben ocuparnos y no preocuparnos. Podemos negarlos, pero existen. Deben ser vigilados, reconocidos y afrontados, no escondidos ni postergados. 4. Comparta lo que sabe o lo que vaya aprendiendo. Por eso es importante el pertenecer a Círculos o buscar de pertenecer a alguno, ya sea presencial o virtual (de preferencia presencial). Si no lo hubiera, lo animamos a crear alguno y ponerse en contacto con los guías de su ciudad o país para que lo ayuden a organizarse mejor. En dichos centros de interacción, proponga espacios para compartir avances.

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5. Busque trabajar en equipo. A muchos nos gustaría hacer las cosas solos, pero somos seres sociales por excelencia y muchas veces nos llenamos de certidumbres y paradigmas que, podrían ser paralizantes, por lo que es muy sano escuchar otras opiniones y puntos de vista. 6. Ejercite la interacción. Por eso se sugiere también que el equipo en el que usted se desenvuelva, sea multicultural y multidisciplinario. De otro lado esto invita a practicar la tolerancia, por lo cual el trabajo en equipo siempre contribuye a la mejora. 7. Colabore y no compita. En esta carrera, usted compite con usted mismo. No se compare con nadie, ni a favor ni en contra porque a eso se le llama auto-engaño, y adicionalmente es el factor de infelicidad más frecuente entre la gente desgraciada. 8. Vigílese y auto-disciplínese. Es la mejor manera de manejar la conciencia y por tanto los actos que de esta se deriven o generen. De otro lado, esto tiene la ventaja de que orientará su visión hacia usted mismo y no perderá tiempo “fisgoneando” en la vida de otros. 9. Actualícese y comparta lo actualizado. El conocimiento es la sangre del grupo y por tanto debe ser de calidad. Comparta y propicie el discernimiento y la prudencia para así aportar a su propio desarrollo construyendo sólidos lazos grupales. 10. Acepte la retroalimentación. No sólo en conocimientos y técnicas, sino también en la misma acción. Esto le permitirá responder con habilidad cualquier imprevisto que surja durante su proceso de Kaizen Espiritual. En conclusión, importar y adaptar un modelo (de cualquier naturaleza) implica no sólo llevarse la técnica, sino sobre todo comprender su filosofía. Recuerde que toda actividad humana tiene una filosofía, porque la Filosofía es aquello que le da a la Vida, perspectiva, profundidad e inspiración de conducta trascendente. Ahora, discierna y aplique.

Notas (1) Es verdad que el método, aplicado empresarialmente, está fundamentado en los controles cuantitativos y estadísticos de los procesos y que en su aplicación industrial sigue ecuaciones y reglas estadísticas, pero también tiene un aspecto humano y filosófico que fue reconocido y divulgado por el propio Deming, potenciando así el significado originario del Kaizen. Si pensamos en algún personaje que construyó el puente entre Oriente y Occidente, ese personaje es Edward Deming. No obstante el karma le hizo un guiño muy particular: murió saliendo de una conferencia, acuchillado en una callejuela japonesa, por un delincuente juvenil japonés anónimo. (2) Manual de Vida de Epícteto. Hay múltiples versiones digitalizadas en Internet.

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El comercio y la común unidad Phileas del Montesexto “¿Quién nos gobierna hoy? Por un lado, el Rey Dinero y por otro, el Rey Multitud. Ninguno de estos reyes es un gobernante con probabilidad de hacer a las naciones más grandes” (Annie Besant) Tomando como partida las palabras iniciales del Frater Giordano Egregio en su excelente artículo sobre el Kaizen –publicado en este mismo número de “Axis Mundi”– deseo reflexionar brevemente sobre el comercio en relación con la espiritualidad y la idea tradicional de una sociedad primordial de connotación trascendente. En primer lugar, es necesario aclarar que tanto el comercio como la espiritualidad son indispensables para una vida armónica en sociedad. Como sabemos, el ser humano tiene diversas necesidades que deben ser satisfechas para alcanzar un equilibrio y para lograr esto depende de otras personas que le proveen bienes y servicios: los comerciantes. Si recurrimos a las enseñanzas tradicionales, éstas nos dicen que “para los puros, todo es puro”, haciendo hincapié que en los tiempos primigenios toda actividad humana era pura, sagrada y virtuosa porque mantenía un doble vínculo: en primer lugar con los dioses y en segundo lugar con la comunidad toda. De esta manera, toda disciplina, toda profesión y todo oficio se fundamentaban en la honestidad, la solidaridad y la justicia, aceptando que “lo que es bueno para la colmena, es bueno para la abeja” (1). Asimismo, hoy en día, toda actividad humana desarrollada con conciencia, orientada a la unidad y al amor, es positiva y necesaria. Lamentablemente, las sociedades desarrolladas en la Edad de Hierro o Kali-yuga olvidaron la noción trascendente de “Communitas” (Común unidad) y enarbolaron el axioma de los sofistas: “El hombre como medida de todas las cosas”, el ensalzamiento del individualismo y la separatividad. Como bien dijo Séneca en la antigüedad: “Lo que en un comienzo fue un vicio, se convirtió en una costumbre” y el hombre terminó por acostumbrarse a las malas praxis del mercantilismo: en especial el afán de lucro desmedido e inconsciente, enmarcado en un sistema económico insostenible que parece llevarnos a una catástrofe planetaria. Las ideas del relativismo moderno y la noción libertina del “todo vale” terminaron por contaminar al comercio, que tomó para sí el lema “todo vale para hacer dinero” (“el fin justifica los medios”, de Maquiavelo). Antonio Medrano afirma: “En la sociedad activista todo se hace por dinero y el dinero puede conseguir que se haga cualquier cosa. Se hacen cosas inútiles o incluso perjudiciales porque dan pingües beneficios. Se difunden actividades destructivas, despreciables o nauseabundas (especulación inmoral, narcotráfico, pornografía infantil, periodismo amarillo que no respeta la vida ni el honor de nadie) por la sencilla razón de que resultan altamente rentables y mueven cifras fabulosas. Se

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dejan de hacer, en cambio, cosas interesantes y valiosas, necesarias, incluso imprescindibles, porque no reportan suficiente dinero”. (2) El comercio siempre existió, en todas las sociedades, desde las más profanas a las más sagradas porque en todos los escenarios el ser humano necesitó alimento, ropa, medicinas, e imposibilitado de ser autosuficiente tuvo que depender de otras personas, estableciendo relaciones de intercambio que eran beneficiosas para ambos. La única diferencia es que hoy en día el comercio ha pasado a ser el “axis mundi” de esta civilización, donde es más usual escuchar hablar del “mercado global” que de una fraternidad mundial. El capitalismo reinante es el sistema “ideal” para una humanidad dormida, el sostén de un modelo inhumano y antiespiritual. Pero no nos confundamos: el socialismo y los fascismos tampoco ofrecían (ni ofrecen) una alternativa real, pues los tres sistemas bebieron de la fuente contaminada de la modernidad, nacida en el seno de sociedades materialistas, hostiles a toda idea trascendente. Desde una perspectiva espiritual, tanto el capitalismo, el socialismo como los fascismos son indefendibles pues representan la corrupción profanadora del Kali-yuga, la Edad de Hierro. Erich Fromm señala: “En la sociedad capitalista contemporánea –así como en el comunismo ruso– los hombres propuestos para la admiración y la emulación son cualquier cosa menos arquetipos de cualidades espirituales significativas”. (3) Y agrega: “El principio sobre el que se basa la sociedad capitalista y el principio del amor son incompatibles”. (4) Otro comercio es posible, pero para lograrlo es necesario erradicar la idea del dinero como motor de la humanidad. El dinero es un medio, no un fin. Es una energía, es un símbolo. Mientras se insista en colocar a éste por encima del Arte, de la Ciencia, de la Religión, de la Política, de la Educación y de la Ética, el ser humano no podrá gestar un mundo nuevo y mejor, cimentado en el altruismo y no en el egoísmo. En un mundo así es necesario que reine la prosperidad (la vía virtuosa), por encima de la pobreza y de la opulencia (los extremos viciosos). Verdaderamente, el planeta provee los recursos necesarios para que todos seamos prósperos y que nuestras necesidades sean satisfechas. ¿Cómo construir este mundo? Regresando a la esencia. Si podemos tomar el Amor y la Unidad como motores de la humanidad, será posible la restauración de la sociedad primordial, es decir la conformación de la “Communitas”, la común unidad, que nos hace a Todos Uno. Nada cambia si nosotros no cambiamos primero.

Notas bibliográficas (1) Marco Aurelio: “Meditaciones”. La frase dice exactamente: “Lo que no beneficia al enjambre, tampoco beneficia a la abeja”. (2) Medrano, Antonio: “La vía de la acción” (3) Fromm, Erich: “El arte de amar” (4) Fromm: op. cit. 24

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Estar sano y curar John Tyrson “El retorno de los brujos” (1) “...un médico ha de buscar viejas matronas, gitanas, hechiceros, tribus ambulantes, viejos ladrones y gente sin ley y aprender lecciones de ellos. Un doctor ha de ser un viajero... El conocimiento es experiencia”. (Paracelso) Las profundas implicancias que un tema como este contiene me han llevado a reflexionar, a investigar en mi propia experiencia y a hacerme preguntas. Por lo cual, me ha sido ineludible presentar el tema en primera persona, con todos los riesgos que ello implica. Estoy seguro que este abordaje subjetivo contribuirá a enriquecer el tema. Es, después de todo, un caso de “observación participante”. Gracias, Malinowski. No puedo eludir mi formación antropológica al encarar esta reflexión, pero, ¡bienvenida sea! Tal vez el enfoque cultural arroje un poco más de luz en las siempre vigentes palabras de Paracelso. Y me pregunto para empezar: ¿puede el enfoque antropológico, el estudio comparativo de la cultura humana, encontrar un referente superior en lo que hace a los conceptos de curación y salud? Bueno, ese parece ser uno de los principales objetivos de este tipo de abordaje. La antropología se ocupa, entre otras cosas, de encontrar referentes generales en culturas diversas. En este apretado resumen vamos a considerar el análisis comparativo de rasgos culturales esotéricos en diferentes etnias, países, zonas y lo que llamo “recortes culturales”, quiero decir, rasgos culturales comunes a un grupo importante de personas. Y más preguntas: ¿por qué Paracelso remite al médico a indagar acerca de estos conceptos en “...viejas matronas, gitanas, hechiceros...” como lo expresa en la frase con la que comienzo esta reflexión? Confío en responder a estas interrogantes y otras que puedan surgir en base al desarrollo de mi pensamiento y al análisis de mi propia experiencia.

El referente superior La obra de Paracelso se basa en la búsqueda de la universalidad de la ciencia médica. Y afirma la existencia de una fundamentación espiritualista en todo tipo de medicina. En el análisis del origen de las enfermedades (2), establece la acción de cinco entidades y a ellas debería remitirse un médico o sanador para lograr la curación en alguno de los aspectos que refieren: AXIS MUNDI

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Las entidades o fuerzas orígenes de las enfermedades que describe Paracelso son las siguientes: Entidad Astral, Entidad de los Venenos, Entidad Natural, Entidad del Espíritu, y Entidad de Dios. Son las: Ente Astrorum, Ente Veneno, Ente Naturali, Ente Spiritual y Ente Dei. De acuerdo a esto todos los males provienen de estas cinco Entidades o Principios diferentes y no de una sola Entidad. La Entidad Astral es –según Paracelso– la primera entidad a la que estamos sometidos. Dice que el hombre sabio al tener mayor poder sobre los astros puede disponer y mandar sobre ellos. De esta forma la influencia astral si bien influye sobre el hombre no limita ni tiene la potencia para actuar de verdadera causa determinante. La segunda entidad es la Entidad de los Venenos con acción perturbadora y violenta, siempre nociva. Se refiere a los alimentos, que tomamos del exterior, y que solo ellos pueden adquirir la propiedad de veneno, sin que esto signifique que se constituyan venenos para mismos. Se refiere a la perfección de la Naturaleza en la manifestación de cada cosa, y que éstas tienden a salirse de lo perfecto cuando se mezclan con otras. La tercera fuerza es llamada Entidad Natural y se refiere al debilitamiento del cuerpo por exigencias, abusos y esfuerzos inmoderados. Las enfermedades que origina esta entidad se refieren a los cuatro movimientos que hay en el cuerpo: el Firmamento, los Elementos, las Complexiones y los Humores. Estas tres primeras entidades pertenecen fundamentalmente al cuerpo, y las dos restantes corresponden al Espíritu y que veremos a continuación. La cuarta fuerza es la Entidad del Espíritu y se refiere a las enfermedades del Espíritu, sin olvidar que cuando sufre éste también sufre el cuerpo. Paracelso define a los Espíritus como lo que engendramos en nuestras sensaciones y meditaciones y carece de materia dentro del cuerpo vivo, siendo también diferente del alma. Estos Espíritus influyen provocando heridas y debilitando los cuerpos susceptibles. La quinta entidad es la Entidad de Dios, que abarca ella misma la razón de todas las enfermedades. Por lo tanto, de acuerdo a la última línea, la razón de todas las enfermedades, el gran contenedor que abarca todo sería simple y maravillosamente... Dios... ¿Cuál? Sí, cuál, me pregunto, porque el Dios al cual hacen referencia Paracelso y muchos de nosotros, no es seguramente el mismo Dios que experimenta la vivencia de un Pai de Santo de religión afro-brasileña, o la de un chamán de los Andes bolivianos, por mencionar casos que he investigado. No obstante, en el diario vivir de estas culturas –o recortes culturales–, existe la enfermedad, existe la curación, existe el oficiante de esa curación. Y existe un determinado concepto de salud. ¿Existe entonces ese referente, esa estructura superior, permítaseme la expresión, que trasciende 26

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todas las culturas y que remite al ser humano al siempre deseado estado de “estar sano”? ¿Un referente al cual, hace ya casi quinientos años, se refería también Paracelso? ¿Cómo se manifiesta –y en qué circunstancias– esa Quinta Entidad, razón de ser de todas las enfermedades y origen de todas las curas? ¿Cómo se produce la “curación”? Veamos. Seguramente tendremos una respuesta... que no será otra cosa que una aproximación más a la verdad, una sombra mejor recortada en la caverna de nuestra vida; será tan solo, tal vez, apenas, un poco de luz. Quizás, algo similar a lo que encontró Paracelso investigando: “...viejas matronas, gitanas y hechiceros...”

“...el hombre es un animal inserto en tramas de significación que él mismo ha tejido...” (3) Clifford Geertz

Estar sano y curar Uno de los puntos principales a considerar en este tema es el Concepto de Salud. Lo que significa “estar sano”. Y veremos que este concepto puede cambiar considerablemente de una cultura a otra, e incluso de una etapa de la vida a otra. Veremos comparativamente tres exponentes culturales diversos, porque es precisamente el concepto de salud lo que definirá lo que es una enfermedad, el tipo de curación y lo que significa “estar sano”, en cada uno de ellos. Este tipo de discusión podría engendrar –y lo ha hecho–, la producción de libros enteros, asunto que excede a mi actual pretensión, porque de estas definiciones parten no solo la calidad de vida de la gente en forma individual, sino la de los pueblos, la de las etnias y los programas de salud de todos los países. Nosotros, a los efectos de presentar el tema y con el propósito de viajar con el lector un poco más allá en la búsqueda de nuestra integridad, veremos brevemente cómo varían estos conceptos en tres recortes culturales bien diversos: los Callawayas, los Pai de Santo y... ¿por qué no?, yo mismo, como sujeto de la experiencia.

Callawayas, la ciencia médica de los incas Los Callawayas pertenecen a la etnia quechua y son los antiguos médicos de los Incas. En su carácter de tales, eran los únicos, junto con autoridades destacadas, que podían recorrer el Tawantinsuyo de un extremo a otro. Eran quienes, en algunas ocasiones, eran distinguidos con ser los portadores del Inca, cuando éste era llevado en andas. Su calidad de médicos se la daba el profundo conocimiento herbolario que tenían, el cual ha sido pasado de padre a hijo a través de los años.

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Pero los Callawayas quechuas, al igual que los Yatiris aymaras, son también poderosos magos que ofician en su comunidad interpretando las señales de la naturaleza y determinando qué tipo de ofrendas hacer a los efectos de propiciar a los Achachilas, los antiguos dioses de los Andes; a los Apus, espíritus de las montañas; a las Primeras, espíritus de las lagunas; así como tanbién a los espíritus del fuego y del aire, cuyos nombres perdí junto a otros registros valiosos. Como se ve, la concepción del mundo en base a los cuatro elementos también está presente en los Andes. El oficio mágico del Callawaya abarca los siempre presentes problemas de la meteorología y la bondad de las cosechas, hasta los problemas comunales o individuales de la población. Dada sus características podremos definirlos sin dudar como chamanes. Conocí a los Callawayas hace unos dieciseis años, en los escondidos valles entre las altas cumbres de los Andes bolivianos. Allí los había arrojado el devenir de la historia. Y allí continuan desarrollando su conocimiento herbolario y oficiando ceremonias mágicas cuando es necesario. Quedaban solamente unos cuarenta de ellos. Su historia y su antigua grandeza han ido desapareciendo con el correr de los años. Los jóvenes prefieren trabajar en la construcción o en la joyería, antes que recorrer los Andes en heladas madrugadas en busca de una planta, una flor, o una raiz que debían ser recogidas en día y hora exactos. Los padres no encuentran hijos a quienes pasar sus conocimientos, solamente algún joven de la localidad, llevado por su espíritu místico, o por la calidad de alguna experiencia sobrenatural vivida, se interesan en el arte.

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Sus conocimientos herbolarios se destacaron en congresos internacionales y muchos antropólogos de todo el mundo recogieron su historia y su cultura. Periódicamente, es obligación para cada uno de ellos, emprender un largo viaje, de uno a tres años, donde recorren alguna parte del mundo asistiendo y curando a los enfermos que encuentran. Mucho de todo esto se ha perdido hoy. Algún Callawaya asiste mágicamente a un banco para propiciar sus negocios, otro está al frente de una pequeña escuelita herbolaria sustentada por la ONU. Algún otro emprendió por segunda vez su místico viaje por el mundo... muy apurado para escapar de la ley por un horrendo crimen cometido. Quien va a buscar a lo profundo de los Andes a “los viejos sabios ejemplos de bondad y sabiduría”, pierde el tiempo, solo encontrará al embaucador de turno, que los hay, y muy bien organizados, o a un grupo de campesinos silenciosos entre los cuales, tal vez, exista un Callawaya y no se de a conocer. Este saber antiguo, tan deteriorado, se encuentra en pedazos, en momentos, en estos chamanes que estamos analizando. Para acceder a ello hay que cumplir con sus códigos, recorrer montañas durante la noche para encontrarlos, esperar horas bajo la lluvia para ser atendido, volver aun después de haber sido despedido sin más trámite, no ser arrogante, masticar la coca en silencio y en su compañía, en esa diaria comunión de las culturas andinas. Después, se establece la comunicación con el hombre, con el campesino, astuto, interesado. Y al final, si es que quiere, aparece el Callawaya: un hombre arrogante, que desprecia en principio a quien no conoce y le pregunta sobre su arte, que se impone en forma implacable sobre las autoridades administrativas de la zona, misterioso, agresivo, parco... y alguno, después de un par de horas de conversación, completamente borracho. A esos Callawayas los encontré en los olvidados pueblos de Chulumani y Curva, casi inaccesibles por los deteriorados caminos bolivianos, principalmente en época de lluvias. Poblados aislados, donde ocasionalmente llegaban autoridades para censar a la población, donde la vida vale muy poco y se puede perder durante una reyerta en medio de una borrachera general. Allí la gente no moría, simplemente se enterraba, o desaparecía. Pueblos donde un novel médico que hacía su primer año como tal, fue echado sin más trámite por no aceptar la población local ni su ciencia, ni sus métodos, ni el hecho que vistiera en forma occidental negándose a usar los trajes locales tradicionales. En ese contexto, los Callawayas son los médicos-sacerdotes de las poblaciones andinas de esa zona de Bolivia, y su autoridad como tal, es considerada muy por encima de la del médico local... cuando lo dejaban permanecer. Sus pacientes le pagan con trabajo, o con gallinas, o cerdos. El trueque es moneda común en los Andes donde existen mercados dedicados exclusivamente a ello. Su metodología de cura es, en primer lugar, herbolaria. Se remiten a la Entidad de los Venenos, al decir de Paracelso... Emplean un vademécum acumulado de cientos de años, el cual protegen celosamente del conoAXIS MUNDI

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cimiento profano utilizando, entre otras cosas, un idioma secreto, una lengua solo comprendida por ellos. Podrán exponer ante un congreso, y así lo han hecho, las valiosas propiedades de tal o cual planta para la cura de determinada dolencia, pero difícilmente explicarán cómo cultivarla, dónde, cómo y cuándo recogerla, cómo prepararla o qué parte de la planta se debe emplear en cada ocasión. Pero lo que no dicen en estos congresos es que no dudan en atar un perro negro, muerto y abierto por la panza, a un brazo con una fractura expuesta. Ese hombre, con el perro atado aun a su brazo, terminó a cientos de kilómetros de allí, en un hospital, aquejado de una terrible infección. En mis charlas nocturnas con el médico (sí, el que fue expulsado de un poblado vecino), que fue quien me refirió la anécdota, le preguntaba: “¿Y si se muere?”, “Es por culpa del hospital”, me respondió. “¿Y si se salva?”, insistí. “Es gracias al perro”, respondió el joven médico con expresión de pesar. “Este es mi pueblo”, concluyó terminando su cerveza. ¿Qué es esto? ¿Un ejemplo de superstición e ignorancia, un atavismo? Nada de eso, esto es magia. Una estructura mental insertada en lo profundo de la mente de esas poblaciones. Mucho más que un ritual, es una tradición. No es algo a recurrir en caso de dolor o en búsqueda de consuelo un domingo por la mañana. Es una forma de vida. Esa es la característica del Callawaya que más nos interesa a los efectos de este análisis: su magia. Porque es mediante la realización de este arte donde tiene lugar la curación. Arte al cual defino siguiendo a Guy Rocher: “La magia consiste esencialmente en la manipulación, por el hombre, de fuerzas o energías invisibles”. (4) He estudiado bastante acerca de “...esa extraña habitante de las profundidades humanas...”, como la define el Dr. Jung. Por lo cual estoy en condiciones de agregar que: magia es todo acto ritual, en el seno de una tradición, que busca aprehender lo sagrado. Poco se distingue de la religión, podríamos decir. Al respecto menciono que he comprobado reiteradamente, que existe magia sin religión, pero no existe religión sin magia. No es el momento de ir más allá, lo menciono porque ambos conceptos, magia y religión, nos remiten al plano de lo sagrado, al lugar de la Cuarta y Quinta Entidad que menciona Paracelso. Allí, precisamente en esos planos, es donde las poblaciones andinas van a buscar el origen de la enfermedad. Y allí es a donde se remite el Callawaya para su acto de curación. Veamos cómo sucede esto. Una circunstancia normal, frecuente en la vida de las poblaciones andinas de esa zona, es la pérdida del Ajayo, la pérdida del alma... Los quechuas y los aymaras conciben al alma dividida en dos partes. El Ajayo menor, el Ajayo mayor. En el Ajayo menor situan el origen de los procesos fisiológicos, es donde tiene asiento el funcionamiento orgánico físico del cuerpo humano. Si entre los “hechiceros” que conoció Paracelso hubiera habido un habitante de los Andes, seguramente el médico hubiera asignado a las tres primeras Entidades la acción del Ajayo menor. 30

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En el Ajayo mayor, los andinos sitúan a los procesos superiores del ser, lo mental, lo espiritual, diríamos nosotros, las Entidades Cuarta y Quinta, diría Paracelso. La pérdida del Ajayo menor enferma al sujeto, y puede morir. De hecho, han diagnosticado muertes con causa de pérdida del Ajayo menor. La pérdida del Ajayo mayor, es la muerte. A título de comentario: con un poco de esfuerzo podríamos situar los dos Ajayos en correspondencia con los siete cuerpos que menciona la Sabiduría Antigua... Volvamos al proceso de la curación. Cuando un indígena andino se siente mal, o simplemente se encuentra decaído o sin energía, recurre al Callawaya. Si es el caso de un dolor de estómago, una gripe, una herida o una clara disfunción corporal, seguramente el sacerdote prescribirá alguna de sus hierbas, que él mismo buscará y preparará con esmero. El caso que estamos mencionando es otra cosa, algo más profundo, porque la persona “enferma”, sabe perfectamente qué es lo que le va a decir el Callawaya, pero desea vivir esa instancia, la necesita. Entonces, entre ambos, médico y paciente, se desarrolla una actuación que todos conocen, pero que es necesario realizar para el restablecimiento del sujeto. Porque si no lo hace, ¡puede morir verdaderamente! Es así que el paciente cuenta que no sabe qué le sucede, que está débil, sin ganas de nada, triste y sin energía. Y el Callawaya lo escucha pacientemente, piensa. Le pide que le cuente qué ha hecho en los últimos días. El “enfermo” cuenta sus hechos y andanzas, los lugares que ha visitado, los caminos que ha recorrido entre las montañas visitando parientes o atendiendo sus cultivos o sus animales...y el Callawaya se pone alerta. “¿En algún momento mientras recorrías ese lugar te has sentido asustado?” El paciente piensa y, con cierta sorpresa, recuerda haberse asustado por algún motivo. O recuerda que en un lugar determinado se sintió mal, o triste. ¡Se ha encontrado el origen de la enfermedad!, porque el Ajayo menor se puede perder por un susto o un malestar repentino. El Callawaya diagnostica y comienza el proceso de curación. El paciente está ahora tranquilo, se sabe el origen del mal. Y es algo que un buen Callawaya puede solucionar. Al día siguiente deberá volver con alguna prenda de su propiedad y entregársela al chamán. El Callawaya, en compañía del paciente o no, se dirije al lugar donde se perdió el Ajayo y comienza a llamarlo. Le pide que vuelva, le ruega, ora. Agita suavemente al viento la prenda del paciente para que el Ajayo pueda encontrar el camino de retorno. Y en un momento dado, el Callawaya dice que el Ajayo volvió. El paciente está curado. ¡Y de hecho mejora!, recupera su vitalidad, vuelven su ánimo y su energía, se siente bien... está sano. ¿Qué es lo que sucedió acá? Un reordenamiento del universo personal del paciente, un volver a poner las cosas en su lugar, el establecimiento de una clara circunstancia de referencia en el plano espiritual del sujeto y del médico. Todo realizado en el seno de una tradición, donde médico y paciente participan del mismo universo de creencias, con el desarrollo de un acto ritual conocido y aceptado por la comunidad, oficiado por alguien que es reconocido en su carácter sacerdotal. En una palabra: magia. No creo que la medicina occidental escape al mismo análisis, lo que difiere es que en los planos AXIS MUNDI

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superiores donde se manifiesta la circunstancia de referencia se encuentra un nuevo dios al que no le gusta hablar de estas cosas: la ciencia. Pero dejemos la discusión epistemológica para otro momento. No encuentro mejor forma describir lo que sucedió que con las palabras de Clifford Geertz con las que comenzamos esta parte: “...el hombre es un animal inserto en tramas de significación que él mismo ha tejido...” Y más aun, con esta otra impecable aseveración: “Esto es así porque se considera que más allá del cuerpo físico existe una materia más sutil que vibra junto con el cuerpo. La parte mental de cada quien influencia la parte emocional y entre ambos modifican las corrientes del cuerpo vital, el cual ya con la energía vital trastornada acepta la enfermedad como un recurso para reacomodar sus corrientes a como las tenía antes de trastornarse. Entonces tenemos que es el enfermo el autor mental o emocional de su mismo problema, de manera que la enfermedad es más que algo físico”. “Esta fuerza, en cierto modo espiritual, es capaz de alterar el estado de salud del hombre (y, por lo tanto, de curar la enfermedad)”. (Samuel Hahneman. Organón de la Medicina Homeopática) Sí, un enfermo es alguien que necesita que su universo sea reordenado en sus propios planos superiores, aunque él mismo no sea consciente de su necesidad... (Continúa en el próximo número)

Notas bibliográficas (1) Interpretación libre del título del célebre libro de Louis Pauwels y Jacques Bergier (2) Análisis de la obra de Paracelso, y citas, basados en monografía del Programa antiguo de OPI, monografía biográfica anexa por Phileas del Montesexto y Soror Aditya. (3) Geertz, Clifford: “La interpretación de las culturas”, Gedisa, pág. 20, México 1987. (4) Rocher, Guy: “Introducción a la Sociología General”, Herder, pág. 275. Barcelona. 1979.

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El viaje del héroe Joshua Adonai Calderón Actualmente la sociedad se vanagloria ufanamente de haber conseguido los mayores avances científicos, realizado magníficos descubrimientos sobre la composición de nuestro planeta, ha trabajado teorías sobre el tiempo y sus modificaciones en la escala vibracional del planeta (resonancia Schumann) posee un mapeo general de nuestra genética e incluso controla y previene enfermedades que en tiempos antiguos eran incurables. A priori, podemos afirmar que vivimos una sociedad donde los niveles de morbilidad y muerte son mínimos en comparación a otros tiempos en la historia de la humanidad. En consecuencia, muchos mencionan que vivimos en la mejor época de todos los tiempos aduciendo que el crecimiento intelectual, moral, cultural del ser humano es vertical y siempre apunta hacia adelante. No obstante, algunas estadísticas actuales ponen en tela de juicio las afirmaciones antes mencionadas, pues la Organización Mundial de la Salud en su informe mundial señala que la depresión es la cuarta causa de discapacidad en el mundo. Asimismo, los niveles de violencia son cada vez más cruentos, por ejemplo el 35% de muertes de mujeres son a manos de sus parejas en el Perú. El tráfico sexual de niños y niñas es un azote social incontrolable pues viene enquistado con corrupción a todos los niveles de gobierno y en las instituciones de protección pública. La población en las ciudades percibe mayor inseguridad ciudadana. Sumado a esto, el nivel de consumismo conlleva a polarizar el mundo entre los que más tienen y los que no poseen nada. Esto, se extiende a las actividades extractivas indiscriminadas dejando de lado la sostenibilidad o sustentabilidad de los recursos naturales para generaciones posteriores. La indiferencia y el individualismo imperan en una sociedad que se enfrenta a altos niveles de competitividad positivista que rechaza y desdeña de la multidimensionalidad del ser humano. Nuestra sociedad actual fomenta la construcción de profesionales especialistas en todas las ramas deformando con esto el conocimiento integral del ser humano. Promueve las especializaciones sin perspectiva global convirtiendo a los profesionales en autómatas y técnicos de las materias, dejando para un grupo muy pequeño y plutócrata la capacidad de pensamiento y proyección del mundo en general. Necesitamos de profesionales especialistas, pero también que sean cultos y abiertos al pensamiento global, al arte, a la filosofía, a la religión. Necesitamos de individuos íntegros en pensamientos, palabra, obra y sentimiento. Nuestra época, bien llamada por los indos “Kali Yuga”, enarbola, las banderas del culto a la personalidad, la indiferencia, el egoísmo, la moda, el status; dejando de lado la empatía, la fraternidad, la filantropía, la introspección, el conocimiento interior. Esto conduce a una sociedad sofisticada mas no civilizada. Frente a este escenario sombrío es necesario contar con la presencia de seres generosos de conocimiento y sentimientos que tengan la valentía de enfrentarse cual quijotes a un mundo anestésico de la conciencia y convertirse en héroes cotidianos. AXIS MUNDI

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En ese sentido, invito al lector a encontrar en los antiguos mitos y leyendas el despertar del héroe interior. Y para esto, me permito citar las enseñanzas de dos maestros que para mí han sido héroes que me llevaron a una experiencia personal: Carl G. Jung y el mitólogo Joseph Campbell. Estos dos autores hablan en común de la existencia de un prototipo de ser humano superior. Este es un patrón general para la construcción de un héroe desde los orígenes de la humanidad, pues todos los héroes en las distintas tradiciones recorren un camino análogo el cual debemos conocer para usarlo como un mapa en la gesta de la autorrealización personal. El viaje del héroe es una historia que todos aquellos que hemos tenido una crisis o curiosidad, la estamos viviendo y recorriendo. No obstante, no nos damos cuenta o no tomamos conciencia del proceso y de las pruebas a pasar. Desde ya la homologación de la palabra “problema” por “prueba” es transformador. Nos han acostumbrado a señalar que los problemas son malos pero para el héroe en formación las vicisitudes se convierten en oportunidades para desplegar lo mejor de sí. En ese sentido, la perspectiva de la vida se transforma y se convierte en un tiempo de retos y pruebas. De constante formación para la trascendencia y el triunfo sobre el temor más grande la humanidad que es la muerte y el olvido. El viaje del héroe se encuentra diagramado metodológicamente en la obra del Joseph Campbell denominada “El Héroe de la Mil Caras” donde nos devela el mapa o trayectoria del camino realizado por otros peregrinos en búsqueda de la sabiduría y la paz profunda. Es importante recordar que al ser un mapa no relatará al detalle las múltiples vivencias y dificultades que se encontrarán al transitar el sendero. Por lo tanto, el transeúnte deberá experimentar esas ha-

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zañas por sus propios medios y al vencerlas obtendrá cuotas de sabiduría. En consecuencia, la obra de Campbell constituye una invitación a la aventura mágica del descubrimiento de la sabiduría en nuestra cotidianidad, que vuelve a iniciar cada día de nuestra existencia. Viaje que se reserva el derecho de admisión para los cobardes y medrosos. Este viaje se resume en tres grandes etapas que son las siguientes: Primero: La Separación, instancia que representa el mundo circundante, sin cambio, donde vivimos todos en la cotidianidad. En este momento el héroe siente un llamado y empieza a buscar, mas no encuentra muchas luces a su vocación. Siente en su ser la motivación insaciable de dejar su rutina, pero carece de oportunidades. Los prejuicios y los miedos no le permiten escapar de la mediocridad, lo atan a las formas y a las cosmovisiones de dependencia y sometimiento. Ante esto, se le presenta el llamado a la aventura, donde se le ofrece la verdad y el cambio total de la vida. Muchas veces este hecho se manifiesta a través del contacto con un maestro de sabiduría, o un profesor romántico del saber, o también con enfermedades crónicas o inesperadas que nos permitan reflexionar sobre nuestra condición actual. En esta instancia, el héroe decide seguir hacia adelante y dejar su mundo antiguo por tomar un nuevo sendero, un nuevo propósito y un nuevo proyecto de vida. Segundo: La Iniciación, es el estadio donde el héroe o la heroína, deciden traspasar el umbral o dar el “salto de fe” usado en las tradiciones templarias. Es decir, tener contacto con el mundo arquetípico platónico. Donde todo toma un nuevo brillo lo que las sociedades de misterio le llamaban “recibir la luz”. En virtud de ello, la persona recibe un conocimiento que genera una transformación total de su existencia. Este hecho es reflejado visualmente de la mejor forma en el film de ciencia ficción “The Matrix” cuando Neo renace y toma conciencia de la realidad y usa por primera vez sus ojos reconociendo su estado de ignorancia. En esta estancia el héroe se encuentra con amigos y hermanos de ruta, compañeros que ya vienen transitando la senda, los mismos que se constituyen como acompañantes y aliados en esta nueva vida. Estos personajes ayudan a enfrentar las pruebas que ha de pasar el peregrino en el mundo nuevo. Se debe entender que los amigos que se encuentran después de ingresar a la aventura, son solo acompañantes pues ellos también tienen sus propios retos y pruebas. Por lo tanto, con ellos compartirá sus experiencias y logros en un ámbito de fraternidad, pero no debe olvidar que el viaje es singular y que la meta es personal. En el estadio de la iniciación, el héroe se enfrenta a sus propios deseos y pasiones y aprende a desprenderse de ellos liberándose de las ataduras del mundo sensual. Por otro lado en esta fase el Héroe experimenta el llamado “éxtasis” contado por Teresa de Jesús, o la apoteosis nombrada por los griegos, donde el Héroe tiene la capacidad de subir al mundo de los Dioses y tomar su rango de semidios. Tercero: El Retorno: Después de haber experimentado el estado de gracia plena o también llamado el Samadhi de los budistas, el Héroe recuerda a sus hermanos en la ignorancia, tal AXIS MUNDI

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como lo cuenta Platón en el libro séptimo de “La República”, decidiendo retornar y ayudar a la emancipación de su pueblo de la tiranía de la Ignorancia. Este hecho de retorno es vital para la consumación del ciclo del héroe. El iluminado que decida volver del estado de plenitud divina al mundo antiguo para ayudar a los seres humanos en estado de irreflexión y genuflexión permanente. Los tibetanos llaman a estos héroes “sagrados Bodhisatwas”, o en la tradición hebrea eran denominados ángeles caídos, y se mantienen condenados a la humanidad hasta que el último de los seres humanos encuentre la sabiduría y la paz. Siendo la alegoría que representa esta condena es la alegoría del gran Prometeo. En consecuencia, desde una visión filosófica trascendental los mitos y leyendas de la antigüedad dejan de ser relatos supersticiosos para enarbolarse como grandes mensajes encriptados de Sabiduría Perenne. El Programa “Opus Philosophicae Initiationis” invita a todas las personas a vivir una vida de heroicidad y de virtud a través de un proceso de ascesis iniciática. No dejes que muera el fuego interior de tu heroicidad. ¡Levántate y Despierta! ¡Tempus Fugit - Carpe Diem!

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La Antorcha Actividades en Huancayo (Perú)

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Arriba: Taller-conferencia de Phileas del Montesexto en Montevideo (Uruguay) sobre el viaje del héroe y el despertar de la conciencia. Abajo: Primer Concilio Juvenil de Formación en Kairos (Pereira, Colombia)

FALTA COMPLETAR

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Las enseñanzas del ratón místico

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