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1º edición: Universidad de la República, Departamento de Publicaciones, 1968. 29 edición: Margarita Silberberg, Impresor

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1º edición: Universidad de la República, Departamento de Publicaciones, 1968. 29 edición: Margarita Silberberg, Impresora Cordón, 1971.

Derechos de autor reservados conforme ala Ley N9 9.739

SUMARIO

PRELIMINAR INTRODUCCIÓN LA REVOLUCIÓN DE MAYO Y LA BANDA ORIENTAL EL PUEBLO ORIENTAL EN ARMAS LA SOBERANÍA ORIENTAL Y LA EMIGRACIÓN LA GESTA DEL PROGRAMA ARTIGUISTA EL PROGRAMA POLITICO DEL ARTIGUISMO EL AUTONOMISMO ORIENTAL Y EL CENTRALISMO PORTEÑO

A Eduardo Acevedo, universitario ejemplar, mentor de la verdad artiguista.

PRELIMINAR

Esta obra izo hubiera sido posible, sin el ingente aporte documental y de revisión crítica, realizado en el Río de la Plata en el último cuarto de siglo, por numerosos centros de investigación y estudio, cátedras universitarias y distintos autores. Queremos, en particular, señalar nuestro reconocimiento a la Dirección y personal técnico del Archivo General de la Nación, Museo Histórico Nacional, Biblioteca Nacional -Sala de Investigadores-, Archivo de la Curia Eclesiástica, Instituto de Investigaciones Históricas de la Facultad de Humanidades y Ciencias, de Montevideo; y del Archivo General de la Nación Argentina, Museo Mitre, Biblioteca Nacional -Sa. la Paul Groussac-, y del Instituto de Investigaciones Históricas de la Facultad de Filosofía y Letras, de Buenos Aires; y a los titulares de los archivos públicos y privados de las Provincias de Entre Ríos, Santa Fé, Corrientes y Córdoba, de la República Argentina, por su colaboración para la compulsa de fuentes y textos. En especial, dejamos constancia de nuestro agradecimiento a la generosa colaboración de que fuimos objeto por parte de los señores' profesores Simón S. Lucuix y Flavio A. García, y Dr. Luciano Labaure Casaravilla, mediante valiosos aportes en préstamo de libros y revistas provenientes de sus excelentes bibliotecas. Asimismo, ha sido particularmente valiosa la inteligente cooperación intelectual del eminente historiador P. Guillermo

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Furlong S.J.; del ex-Decano de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de La Plata, Dr. Roberto Marfany; del distinguido colega Profesor Alfredo Castellanos; de nuestro dilecto amigo Alberto Methol Ferré, y los interesantes datos del investigador compatriota Sr. Juan A. Gadea. Hemos utilizado ampliamente la documentación del "Archivo Artigas" en los volúmenes editados hasta la fecha, labor historiográfica de gran mérito, que ha-tenido y tiene, en el ex-Ministro de Instrucción Pública y Previsión Social y actual Director del Museo Histórico Nacional, Prof. Juan E. Pivel Devoto, un invalorable orientador y realizador y a cuyo personal técnico de Investigadores tuvo el honor de pertenecer el primer titular de esta obra.

"La Pulpería", Barra de Maldonado, enero de 1968.

N. B. Esta segunda edición -a cuyo editor Margarita Silberberg Impresora Cordón, expresamos nuestro reconocimiento- ha sido corregida en algunos leves aspectos, respecto de la primera Asimismo, reiteramos a nuestros colegas y estudiosos del proceso histórico del Río de la Plata, nuestro agradecimiento por sus indicaciones y críticas recibidas con motivo de la publicación de este trabajo. Montevideo, abril de 1971. 6

INTRODUCCION

En el proceso histórico del Uruguay y del Río de la Plata, la década 1810-1820 está signada por el nacimiento, desarrollo y frustración del programa federal artiguista de unidad nacional. En la dialéctica de la emancipación iberoamericana, juegan dos líneas antagónicas: por un lado, el afán de poder, de ascen_só y de prestigio sociales, y .d-plenco jafntte_de la ri eza, de los patriciados de las ciudades capitales; y por e otro, el sentimiento de liberación de los pueblos, interpretado por los grandes caudillos, tendiendo a ganar, en la Independencia, la plenitud del ser histórico continental. Prevalecerá, como es notorio, el orden patricio, erigiendo sobre las trazas del heredado régimen borbónico, los Estados "nacionales", recortados y segmentados sobre el cuerpo histórico de la Nación iberoamericana. Y cada uno de ellos, constituído, desde el centro capitalino de poder, a imagen y semejanza de sus minorías dirigentes, unidas por el cordón umbilical del comercio ultramarino al Imperio Inglés, y enajenadas por la refracción de las ideas importadas, al universo liberal de la pujante burguesía europea. Ilustrativo, en grado singular, sobre el origen y desarrollo del proceso en todo el ámbito iberoamericano, es el drama que le tocó vivir a los pueblos incluídos en las comarcas del Plata. Asomado el estuario sobre el Atlántico antiguo "mare nostrum" de los hispanos; desde Trafalgar, camino abierto a la intrepidez británica-, sufrieron sus ribe-

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ras, con precedencia sobre toda otra costa americana, el primer embate del afán conquistador de Gran Bretaña, en la hora decisoria de su lucha con el imperio europeo continental de Napoleón; y poco después recibieron la estimulante presencia de sus mercaderes y el consejo prudente de sus diplomáticos, sobre el "gobierno propio" y "el comercio libre", que iluminaron los afanes de una minoría criolla, -tan letrada como inexperta- para. ocupar, en la conyuntura propicia de la crisis de la monarquía nacional hispano-americana, el vacilante solio virreinal. Buenos Aires sería, desde entonces, el escenario de una actividad política, conducida por los hombres representativos de su patriciado, cuyo proceso de marchas y contramarchas, de ensayos y fracasos institucionales, de disputa de facciones por el efímero poder, no tenía otro norte que el de imponer sobre el ancho país americano, el predominio de su capitalidad, al amparo de su condición de "metrópoli" administrativa, aduanera y mercantil. Si acaso aparece, rompiendo este esquema utilitario y doméstico porteño, la visión superior de los objetivos nacionales, en el vigoroso pensamiento de Moreno o en la épica voluntad de San Martín, pronto prevalece el afán localista de predominio político y de lucro mercantil. De espaldas a un país americano que desprecia y no comprende, la ciudad, que no quiere dejar de ser "capital", vive asomada a los miradores, oteando sobre el río la promi. soria perspectiva de los navíos de ultramar, portadores de "novedades" -mercancías y noticias- de las grandes plazas, donde la aritmética y la contabilidad eran el alfa y el omega de la "civilización"... Para esta "gente principal" resultaba incomprensible la renuencia de los pueblos del interior criollo para aceptar los cánones jurídicos de la "libertad", prolijamente transcriptos de los modelos ultramarinos, dando un centro jerárquico de subordinación al "Estado" geométrico, arquitectorado por graves "doctores" que, a menudo trocaban la fina pluma de ganso de sus escribanías por la vara de medir de sus tendejones o la casaca de buen paño inglés por el ajustado frac militar, cuando no desceñían el sable para tomar

el rebenquillo del hacendado rico de Quilmes o San Isidro. Y su irritación y su impotencia ante esta extraña "insurgencia" de los pueblos, que resistían el nuevo orden "liberal" -de gobernantes porteños y mercancías baratas, competitivas de sus modestas artesanías- les exaltaba el autoritarismo; y entonces confiaban a los ejércitos la misión de "llevar los mandatos del pueblo en la punta de sus bayo. netas", como explicaría, años después, Bartolomé Mitre, su mejor historiador y discípulo político. Y así iría rompiéndose en pedazos el cuerpo nacional: el Alto Perú, abatido y humillado por la blasfemia y el latrocinio de los ejércitos porteños, rivalizando en saña y crueldad con los "chapetones" del Virrey de Lima, y después de Ayacucho, ignorado por la envidia rivadaviana a la gloria del Libertador Bolívar, hasta quedar en la solemne soledad de Bolivia; el Paraguay, escudado en el coraje indomable de sus hijos, estrujado en su apertura federal por la dupli= cidad porteña y el permanente asedio portugués, segregado del común destino platense, hasta pagar en el asalto de la Triple Alianza su heroica pretensión de Independencia y dignidad americana; el Uruguay, entregado al Imperio aris. tocrático y esclavócrata del Brasil por el pecado original de haber gestado "la hidra del federalismo" y tener en Montevideo, la peligrosa rival para el dominio y el disfrute de las rutas mercantiles del Plata, y, por último, excretado de la unión, con la salomónica y neutralizante "pax britannica" de 1828; la Argentina, en fin, exilado San Martín, vencidos los Caudillos y los pueblos federales, segmentada por el egoísmo porteño, entre la Confederación y el "Estado" de Buenos Aires, sometida después de Cepeda, a la coyunda portuaria y a la hegemonía centrípeta del régimen mitrista. Pero para que así fuera, hubo primero que vencer el programa de integración federal de José Artigas. Recio carácter hispánico, de rasgos estoicos, fue, quizá como ninguno; el mejor conocedor "del corazón de sus compaisanos" y de la realidad esencial de los "pagos" y comarcas del Plata. La verdad y la trascendencia de su programa nacional, creado a partir de la realidad concreta de su tiempo y de reiteración

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obstinada durante su larga lucha, le confieren un rango superior entre los Libertadores de América. Pero a tal punto en personalidad de Caudillo y su programa implican todavía una severa acusación para la "independencia" de los Estados platenses, hija de la .frustración nacional iberoamericana, que la historiografía liberal -buscando superar la "mala conciencia" de su responsabilidad histórica- ha desfigurado su imagen real, para moldearla en un paradigma de héroe "civilista" y ha esquematizado su vigoroso pensamiento en sentencias de ética jurídica, para consumo escolar. Penetrar, por lo tanto, en su conducta y en su ideario, constituye tarea impostergable para las nuevas generaciones americanas del Plata, en la hora crítica de un presente que reclama, con urgencia, superar las enmohecidas tramoyas de las historiografías aldeanas y rescatar los vectores de la unidad nacional iberoamericana, como condición indispensable del desarrollo libre e independiente de nuestros pueblos.

Para el Caudillo, lo primero era la Nación, la comunidad viviente de los pueblos del Plata, articulada federativamente, sin desmedro del fuero propio de cada uno; de ahí su primigenia defensa de "la soberanía particular de los pueblos", dotados en el ámbito de su comarca, de "un gobierno inmediato" y firmemente ligados entre sí por el pacto de la confederación ofensiva y defensiva contra el adversario común del regentismo colonialista. La peripecia del Exodo y el primer enfrentamiento con el centralismo absorbente de Buenos Aires, ofrecen a su clarividente comprensión de los hechos, la oportunidad para gestar las bases del programa que habrá de encontrar su cabal definición en los documentos medulares del año Xlll. La lucha ulterior contra el unitarismo directorial, erguido ya en "Protector de los Pueblos Libres", pone de relieve el sentido nacional de su lucha y de su ideario federal, al rechazar de plano la segregación del Uruguay y de todo "el continente de Entre Ríos", como precio de reconocimiento de su autoridad, que una y otra vez le oferta el régimen porteño, siempre dispuesto a negociar, en aras de su predominio, los territorios, las riquezas y el honor de los pueblos. Y cuando construye desde Purificación

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-la "Roma quadrata" de la Federación platense, al decir inspirado de Zorrilla de San Martín- las bases económicas y políticas de la Nación, se abate sobre él y su "sistema" el aluvión invasor del Brasil lusitano, movido por el afán "imperial" y el temor de su aristocracia a la República "anarquista" de sus gauchos, estimulado por la intriga porteña y socarronamente ignorado por el gabinete inglés, que espera, desde el restaurado mundo europeo, para heredar, en buena hora, los frutos de su doble y ambigua alianza con el inepto Fernando VII y la dócil clientela mercantil de los patriciados criollos del Plata. Pero el signo artiguista de la Revolución emancipadora, además de ser auténticamente nacional e integrador, comportaba la instauración de una República igualitaria, asentada en una justiciera relación productiva de la tenencia de la tierra y de regulación del tráfico mercantil, que amenazaba de raíz el privilegio económico y político de los patriciados comarcanos. En este sesgo de su programa y de su lucha radica por cierto, la clave que explicita la heterogénea unanimidad de sus poderosos adversarios de dentro y de fuera, y el mote de "sedicioso" y "anarquista", que quiso ser infamante y hoy le justifica y enaltece en el rescatado amor de los pueblos americanos. El patriciado que pensó en él, en 1811, como el mayoral de sus intereses, capaz de allegarle el concurso del paisanaje patriota y el envión corajudo de las huestes gauchas e indias, para el triunfo de su irritada protesta local frente al autoritarismo confiscatorio de Elío, pronto le iría abandonando, alarmado por su creciente inclinación a oír y defender los reclamos y los derechos de "los más infelices". Y preferirá, estrechado de temores, el orden pretorial de los dominadores porteños -acallando antiguas rivalidades y recelos- o la tutela del "pacificador" Lecor, antes que la República, áspera y austera, del Caudillo, marcando a fuego su tremenda memoria, con el dicterio de la "tiranía doméstica". Existe, asimismo, otra significación más honda todavía en el desencuentro y conflicto de Artigas con el patriciado de su tiempo. Mientras que el Caudillo era hijo de la pradera y del "mundo interior" criollo e indio, yuyo núcleo

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esencial eran las -Misiones-, al conjuro de cuyo prestigio carismático de "cara¡-guazú" se movilizaban los "mozos aluéinádos"; vaqueros tapes y "changadores" fronterizos, él patriciado era hijo del puerto y del racionalismo ilustrado y mercantil, adverso por interés y mentalidad al turbión de los jinetes, al aduar trashumante de las castas. Era, en suma, el enfrentamiento de dos sociedades y de dos dimensiones de la historia: por una parte, la comunidad mestiza y la teleología americana de la Revolución popular; y por la otra,. el orden estamentario del blanco y la enajenación oligárquica a los beneficios del mercado exterior y a las coordenadas universales del mundo "liberal" y "civilizado". Félix Luna, en penetrante ensayo, ha precisado admirablemente la significación de esta antinomia socio-cultural: "Esos gauchos que fueron en su tiempo la anti-cultura, la anti-civilización, paradójicamente triunfan sobre sus detractores, convirtiéndose en materia sustancial para la creación de una cultura que hunde sus raíces en la temática nacional; que es, por consiguiente, más cultura para nosotros que aquella que predicaban con sus galicismos los hombres de la civi. lización, Al final, entonces, regresando de sus esencias originarias, los caudillos aparecen como elementos constitutivos de una mitología hondamente nacional, no alienada. Y recordando a sus detractores, tan orgullosos de sus fraques, sus monturas inglesas, sus tics afrancesados, viene naturalmente a la memoria la cita de Tácito cuando hablaba de la adquisición por los britanos, de las modas, los vestidos y las costumbres de sus conquistadores, los romanos: "A todo lo cual aquellos simples llamaban civilización, en tanto no era sino parte de su servidumbre". Por lo tanto, en un análisis integral del proceso histórico del Uruguay y del Río de la Plata, el estudio pormenorizado y crítico del "ciclo artiguista" constituye el centro obligado de la especulación científica para asumir, con claridad, la plena conciencia de nuestro destino, en la medida en que, en el pasado, su frustración comporta y explica nuestra enajenación contemporánea y en el futuro, señala el camino irrenunciable de la liberación nacional de los pueblos iberoamericanos.

CAPITULO I

LA REVOLUCION DE MAYO Y LA BANDA ORIENTAL

1. Tensiones y conflictos preexistentes. 2. Montevideo y la contrarrevolución 3, Actitudes de las ciudades y villas orientales. 4. La unificación montevideana de la (landa.

1. - Tensiones y conflictos preexistentes Grupos sociales y opiniones políticas.

La subrogación del virrey Cis. neros por la Junta patricia porte= ña, en mayo de 1810, habría de repercutir en los distintos centros de población de la Banda Oriental, agudizando y radicalizando las tensiones y conflictos preexistentes. El análisis de las actitudes asumidas por los principales grupos sociales de la Ciudad-puerto -uniformes en su rivalidad con Buenos Aires, pero distanciados por conflictos de intereses y opinión política- y de los núcleos poblados del interior y de los hombres representativos de la campaña, durante el año X y comienzos del XI, permiten explicitar, con claridad, las raíces y motivaciones de la reacción contrarrevolucionaria de Montevideo y del ulterior pronunciamiento revolucionario oriental.

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La actitud recelosa, primero, y abiertamente hostil de. Montevideo, después, ante el "juntismo" porteño, estuvo sostenida, desde el principio, por los dos sectores sociales que compendiaban, por así decir, la doble funcionalidad histórica dé la -ciudad: plaza fuerte y apostadero naval, y activo emporio mercantil. Por una parte, los efectivos veteranos del "Fijo" y los batallones de Artillería y de Ingenieros y el importante Cuerpo de Marina, integrados, en su inmensa mayoría, por e8pañoles éuropeos, sin arraigo en la textura económico-social del país, y con jefes altivos, desafectos al elemento criollo, de cuyo espíritu y mentalidad sería exponente singular, el Comandante del Apostadero Naval, Capitán de Navío José María de Salazar. Este último, por manera principal, se convertiría en el adalid del "partido de la lealtad" a la monarquía y. al tambaleante régimen virreinal, avizorando, con clarividencia, en sustanciales informes al Ministerio de Marina, la tendencia al gobierno propio = `independientista"- y la decisiva influencia británica -y por ende, antiespañola- en los designios de la Junta de Buenos Aires. Su gravitación personal será, por lo demás, decisiva, en el reconocimiento montevideano del Consejo de Regencia y en la organización de la resistencia contrarrevolucionaria. Producido el pronunciamiento oriental de febrero de 1811, examinará, con notable objetividad, sus orígenes, valorando con acierto todo su alcance y profundidad y la principal significación de la personalidad de Artigas, como director y orientador del movimiento. Y por la otra, el grupo de "gente principal,. del-vecindario y Comercio de esta Ciudad" -como le denominan las actas de los Cabildos abiertos, de los convulsos primeros años del siglo- acopiadores y barraqueros, usufructuarios del monopolio de intermediación de la exportación de los frutos del país, y "registreros" y beneficiarios de la importación -incluso de procedencia extranjera- y del importante tráfico de esclavos. Este grupo, formado por los Magariños, Batlle y Carreó, Salvañach, Vilardebó, Gestal, Illa, Sán Vicente, Cho. pitea, Berro y Errazquiti, Sáenz de la Maza, Agell y otros,

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cerró filas en torno de las autoridades montevideanas. Gravitaba poderosamente en su actitud, la rivalidad con Buenos Aires, en cuya disputa, Montevideo había contado, en general, con la protección de las autoridades peninsulares, y en particular, después de las invasiones inglesas. La Junta porteña era para ellos la entronización política de los competidores en el tráfico mercantil del Río de la Plata y la amenazante perspectiva de perder el importante papel del comercio montevideano con Buenos Aires y aún con los restantes territorios, si la unidad del mundo hispanoamericano se que. braba. No dejaría de influir, asimismo, el temor de algunos, de verse desplazados en el giro por comerciantes extranjeros, que no sólo vendían al por mayor sino que también procuraban dominar el comercio detallista. -Menos unánime fue, en vez, la adhesión al régimen, de los saladeristas. La mayor parte de ellos eran, simultáneamente, grandes comerciantes -Vilardebó, Magariños, Chopitea- y ligados al mercado de La Habana, por la exportación del tasajo, por lo que se mantuvieron firmes en su posición política de lealtad a las autoridades. Pero cuando al conflicto creciente con los navieros -que pretendían monopolizarla exportación del tasajo- se sumó la caída de sus establecimientos en manos de los revolucionarios, después del sitio, varios de entre ellos, de los que cabe señalar a Juan José Durán, Pedro Casavalle, los Viana y los Trápani, se incorporaron alas filas patriotas, hacia fines de 1812. En vez, fue consecuente en su lealtad al orden constituido, el modesto grupo de los artesanos. El perjuicio que irrogara para su pequeña industria de taller, la competencia de la manufactura inglesa, introducida en .la plaza desde las invasiones y después, con el régimen de comercio libro del 6 de noviembre de 1809, les mantuvo fieles al sistema vigente. Años después, durante la Cisplatina, recordarían, con amargura, las consecuencias sufridas por el comercio con los ingleses, expresando que al retirarse estos de la plaza, llevaron "espuelas, lazos, ponchos y aún bolas para.modelos.. . y bien pronto vino que la fábrica de nuestros éxquisitos ponchos balandranes estuvo en grande riesgo de arruinarse por la

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concurrencia de los ingleses en buques norteamericanos que aunque muy inferiores en la tela, eran de colores más vistosos y sobre todo de un valor medio al de los del país". (1) Por su parte, también integrarían el frente contrarrevolucionario, muchos de los grandes terratenientes, de estrecha vinculación al comercio de la ciudad-puerto, y residentes en ella =los "vecinos feudatarios" que mencionan las actas capitulares- yen cuyas manos había venido a quedar la di. rección del Gremio de Hacendados, después del "pronunciamiento" de 1805 contra el Real Acuerdo que intentaba dar solución al viejo problema del "arreglo de los campos", contrariando sus intereses y a su costa. (') Sus miembros principales: Juan Francisco García de Zúñiga, María Antonia Achucarro de Viana, Lorenzo Ulivarri, Cristóbal Salvañach, Mateo Magariños y Ballinas, los Solsona-Alzaibar, Miguel Zamora, Matilde Durán, Bernabé Alcorta, José Mas de Aya. la, José Antonio Arrúe, José Ramírez, Francisco Javier Echenique, los Saenz y Benito López .harían causa común con las autoridades. políticas y militares —y con el grupo mercan: til. En el gobierno de Montevideo' y en la supervivencia del orden tradicional,. veían el amparo jurídico de la propiedad de sus tierras y la defensa de sus intereses, amenazados por una insurrección rural, en la que militaban, como jefes y oficiales, muchos de sus antiguos arrendatarios expoliados; ocupantes desalojados por la fuerza de sus campos; o frustrados vecinos de pueblos impedidos de consolidar su fundación por su obstinada negativa a admitirlos. en el enclave de sus dilatadas posesiones... Sin embargo, dentro de Montevideo, se constituiría un sector de oposición, proclive al "juntismo", "núcleo doctoral y doctrinario de vecinos -acota Pivel Devoto'- encabezados por Nicolás Herrera, José Lucas Obes y Pedro Feliciano Cavia, que había defendido el principio de la soberanía popular, que se mostró sensible a la sugestión de las fórmu-

(1) (2)

Citado vur Agustín video, 1961), pág. 82. Véase "Ia Banda " 19661, de 109 autores.

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Bernia, eriente1.

"I.

Revolución Pradera.

oriental

Frontera,

de Puerto",

1811",

(Monte-

(Montevideo,

las revolucionarias, y osciló, desde entonces, entre el acatamiento de la Junta instalada en Buenos Aires y la creación de una autoridad análoga en Montevideo, lo cual no consideraba reñido con la fidelidad jurada al Consejo de Regencia".(') Beraza identifica como integrantes del grupo -además de los citados- a importantes hombres de negocios, vin-colados al tráfico con los ingleses, ganados por las ideas liberales, como Francisco Joanicó, Manuel Argerich, Antonio Arraga, Juan Trápani, Antonio Pereira, Mateo Vidal, Martín Lasala, Gregorio y Jerónimo Pío Bianqui; Jetrados como José de Revuelta y Bruno Méndez; clérigos como José Manuel Pérez Castellano, Juan José Ortiz y Fray Benito Lamas y. otros miembros de la Orden Franciscana; y militares, Jefes de los batallones de extracción criolla, Juan Balbín y Vallejo, Prudencio Murguiondo, y Bernardo Bonavía. (') Estaban, asimismo, vinculados al grupo disidente montevideano, Miguel Barreiro, Dámaso A. Larrañaga, Francisco Araúcho, Tomás García de Zúñiga, Pedro Celestino Bauzá, Joaquín Suárez, Francisco Aguilar, Jorge Pacheco, Ventura, Santiago y Juan Pablo Vázquez, Pedro Gervasio, Blas y Juan María Pérez, y algunos otros, valgan los testimonios de la época, (6) Pero las esperanzas y propósitos de este grupo quedarían frustradas, o postergadas, con el fracaso de la conjuración de los cuerpos de Balbín y Vallejo y Murguiondo. (6) Sus miembros, pertenecientes, en su mayoría, a familias distinguidas del patriciado montevideano, quedaron, en un principio,.silenciados en sus aspiraciones, dentro de la ciudad y en las quintas de los aledaños, siendo expulsados algunos de ellos durante el primer sitio, formando unos en las filas patriotas, mientras otros huían a Buenos Aires, o pasaban al Cuartel

(3)

Juan E, PiveI Devoto, "Raíces coloniales 1811". (bíontevideo, 21 ed, 19577), Váa, 238.

de

la

Revolución

Oriental

de

(4) Bereea, "La Revolución oriental...", cit., pág. 132. (6) Joaouln suárez, "Apuntes autobiográficas": Justo Me. Maeso, "I.os. prl• meros patriotas orientales", (Montevideo, 1914).

(6) Véase parágrafo 4 de este Capitulo.

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General de Rondeau; otros se mantuvieron dentro de mora. llas hasta el segundo sitio. Distinta, por cierto, eran las condiciones existentes en la campaña oriental. "A lo largo de 1810 y comienzos de 1811 fue cuajando en los distintos pueblos de la Banda Oriental y en su campaña -dicen los investigadores Sala de Tourón, Rodríguez y de la Torre- un movimiento de opinión y una vasta conspiración que.se extendió, fundamentalmente, en la parte oeste del territorio, ampliamente vinculada con Buenos Aires y donde tenían sus establecimientos muchos estancieros bonaerenses, alcanzando también a otras zonas de la Banda". (°) En él mundo de la pradera, la lucha por el acceso directo al mercado mundial, Sin intermediacionea forzosas y estrangulantes, se daba con la mayor crudeza. "Allí donde el cuero era la moneda casi universal, su valorización era vital para casi todo el mundo, desde el gaucho suelto hasta el gran ha. cendado, y la coyunda del gran comerciante monopolista mo. tivaba odios multiplicados a cada momento". (a) Por lo demás, si el régimen hispánico contaba en Montevideo con una fuerza de gran capacidad militar, de lealtad incondicional a la metrópoli, como era la Marina de Guerra, en la campaña, la única fuerza militar activa eran los Blandengues, con oficiales y tropa criolla, que constituían el cuerpo de confianza de los hacendados, que éstos pagaban y a cuyo servicio estaban. En consecuencia, el medio estaba predispuesto -como dice Pivel Devoto- "para ser el escenario natural de un movimiento revolucionario. Durante años se había diferido la solución de los viejos problemas de la Banda Oriental, originados en su mayor parte por la forma inórgánica en que se había desarrollado el proceso de población„ la no definición de la frontera, los desórdenes que resultaban de la práctica del contrabando, y de no haberse concentrado a las parcialidades indígenas en reducciones; la desarticulación administrativa, el choque entre poseedores de grandes`

(7) Lucia Sala de Tourón. Julio Carlos Rodrfguea y Nelson de la Torre, "Evolución económica de la Banda Oriental", (Montevideo, 1067), pág. (9) ILidem, pág. 201.

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extensiones de 'tierra y los que sin permiso se afincaban en ellas, que estimulaba la vagancia e influía para que fuera cada vez más grande el número de hombres sueltos que merodeaba por los campos; el estado embrionario de las .paupé_. rrimas poblaciones que habían surgido, la resistencia que los grandes propietarios oponían a los intentos para la formación de pueblos, la indeterminación de la jurisdicción real de los existentes que impedía el desarrollo de los mismos y fomento de las haciendas; la carencia de jueces que administraran justicia expeditiva, confíguraban una serie, por cierto numerosa, de problemas de carácter social, sobre los cuales inci. dieron, para provocar el estallido revolucionario, los factores que resultaron de la serie de medidas adoptadas por el gobierno de Montevideo para obtener recursos e imponer su autoridad". (a)

2. - Montevideo y la contrarrevolución Reacción ante los Al producirse los acontecimientos sucesos porleños. que habrían de determinar la erección de la Junta en Buenos Aires, estaban a cargo, interinamente, del gobierno militar y político de Montevideo, el brigadier Joaquín de Soria y el Alcalde de ler. Voto, Cristóbal de Salvañach, respectiva. mente. Con referencia al primero, diría Solazar, que "está lleno de amor al Rey y de los mejores sentimientos y patriotismo, y sólo sus años y contínuos servicios han puesto su salud en términos que ya no puede tener aquella energía y actividad que en menos edad". (rn) El 20 de mayo el Gobierno y Cabildo de Montevideo tomaban conocimiento del "Manifiesto" de Cisneros, del día 18. El 24, se recibían nuevas noticias de Buenos Aires, con la llegada del edecán de Cisneros, Juan Jacinto de Vargas,

(9) "Raíces, etc,". pág.. 269.264. (10) Citado uor. Ricardo R, C.Met Bolo. "La Revolución ea "Historia de la Nación Arzentiná ', dirigida por Ricardo Levene, (Buenos Aires, 1941), Tomo V, 2e Sección, páza 78,

en

el

Virreinato",

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"en comisión del Virrey y con cartas partie:dlares que con. firmarían las informaciones de que fuese portador. Ellas eran de singular importancia, y referíanse al efecto causado en el pueblo por el manifiesto de Cisneros, a las reuniones de los revolucionarios _y elementos sediciosos, pidiendo la celebración de un Cabildo Abierto; a la aceptación del Virrey y a los primeros actos de la asamblea reunida el 22 de mayo„, (tt) En la reunión que celebró ese día, el Cabildo resolvió oficiar al Gobernador Soria, aconsejándole el cierre del puer. to para "impedir la salida... de todo buque nacional y extranjero, hasta tanto que llegue la noticia positiva de los re. sultados de aquellos movimientos..."; y pocas horas después, en presencia del Gobernador y con el dictamen del Dr. Nicolás Herrera, se aprobó la referida clausura, consideran. do, además, que era necesario "evitar que llegando truncadas estas noticias a la Corte del Brasil, tomase aquel Gobierno algunas determinaciones nada favorables a la Pro. vincia...". (12) A1 día siguiente, informado por Francisco Rodríguez y Manuel Ocampo, patrón y pasajero, respectivamente, de una lancha que acababa de llegar de Buenos Aires, de la "creación de una Junta Provisional y téconocilniento de ella por las autoridades, con general aplauso del pueblo...", el Cabildo acordó escuchar la exposición de Vargas.("') Este hizo "una relación historial de los acontecimientos..." y agregó que había salido para Montevideo con comisión del Virrey "para comunicar a este Ayuntamiento y autoridades constituídas la ilegalidad de su deposición y del establecimiento de la Junta, y hacerle entender que esperaba fuese su autoridad debidamente respetada por este Pueblo y vecindario, no habiendo

(11) Pablo Blanco Acevedo. "E1 Gobierno colonial en el Uruguay y los orígenes de la nacionalidad", (Montevideo, 31 ed., 1944), pág. 261, (12)Actas de los acuerdos capitulares del 24 de mayo de 1810, en "Revista del Archivo General Administrativo', (Montevideo, 1919), Volumen IX. Págs. 41.418 y 418-419. (13)Blanco Acevedo (ab, cit. Pág. 262) recoge una versión según la cua Vargas insistió Per. que se adoptase una actitud radical. asegurando Cisneros y la Audiencia se trasladarían a Montevideo, que pasarla a ser cabexn del Virreinato; Salar, habría apoyado esta posición, ..

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que

en el de Buenos Aires poder legítimo para despojarlo del mando..." (1') El "Manifiesto del Gobierno y Municipalidad, a los habitantes del pueblo de Montevideo", fechado el 25 de mayo, nos ilustra sobre el clima reinante en la ciudad: "La Capital de ese pueblo donde habita una parte de nuestros deudos con otra de vuestros intereses se halla agitada de un movimiento cuya naturaleza no podemos toindagaciones davía deslindar. Los pasos, las medidas, las que se han practicado con el fin de conocerlN nada nos ha producido de cierto y fijo, todo ea prohlemático, lodo dudoso. Nadie sabe o declara más de los anuncios de cierta convulsión política Nuestra conducta en tales circunstancias ha sido cual habéis visto. Oid las pretensiones que se atribuyen al Jefe, examinadlas con detención, ponedlas a la censura de sujetos que merecen vuestro concepto y nuestra satisfacción; y resolved que Montevideo, prudente y circunspecto, espere el resultado de la Capital para decidiree. El Magistrado se halla dispuesto a pensar lo mejor y este mejor será lo que pida el Pueblo. El Pueblo es fiel, díganlo si no sus hechos. El Pueblo es moderado, bien lo anuncia su presente tranquilidad. Es valiente y aún poderoso, por la reunión de esas virtudes. El Pueblo, pues, nos debe el más alto aprecio y su voluntad es para nosotros una Ley inviolable, haremos por acreditarlo cuando sea tiempo. Pero el Pueblo tiene también sobre sí una estrecha obligación de concurrir a nuestras ideas manteniendo la circunspección que hasta el día. Todo Ciudadano viva pronto, listo, y advertido para ejecutar grandes ideas apenas los sucesos de Buenos Aires se manifiesten de un modo sensible, entre tanto reina la paz, el sosiego y buena armonía". (1s)

E1 26, teniendo "positivos antecedentes para recelar una conmoción popular de resultas del disgusto universal del Pueblo por la permanencia en esta ciudad" del emisario Vargas, (14) Acta del acuerdo capitular del 25 de mayo de 1810. en "Revista..." cit. pág. 419-420. (15) Original en el archivo del Dr. Mateo Magariños y Ballinas, en poder del Dr. Moteo J. Magariños de Mello. (Citado por Pivel Devoto, "Raicea Coloniales...". págs. 284.285). 21

se resolvió solicitarle que abandonara cuanto antes Montevideo, e hiciese saber al Virrey que "estaba dispuesto este Cuerpo a tomar todas las medidas conducentes a la conservación del orden y seguridad de los derechos sagrados del Señor don Fernando VII". Pero como Vargas adujera que no podía hacerlo "por tener aun pendientes los principales objetos de su comisión que se extendían a tratar con Ministros de Cortes extranjeras", el Ayuntamiento, asesorado por el Dr. Herrera, y luego de una extensa deliberación, en la que participaron, además, el Gobernador Soria, el comandante Salazar, los presbíteros Pérez Castellano y Larrañaga y los Dres. José E. de Elías, Bruno Méndez y Lucas J. Obes, resolvió "a pluralidad de votos", intimarle que pasara a "alguna de las posesiones de campo de la primera su mujer hasta nueva provi. dencia". (16) Recién el 31 tuvieron conocimiento oficial las autoridades montevideanas de la instalación de la Junta Provisional Gubernativa, por intermedio del subteniente Martín Galain, quien era portador de un oficio de la Junta, en que esbozada la tesis jurídica que había llevado a su creación:

"...pues no pudiendo ya sostenerse la unidad constitucional sino por medio de una representación que concentre los votos de los pueblos, atentaría contra el Estado cualquiera que resistiese este medio producido por la triste situación de la península, y único para proveer legítimamente una autoridad que ejerza la representación del Fernando VII y vele sobre la guarda'de sus augustos derechos, por una nueva inauguración que salve las incertidumbres en que esté envuelta la verdadera representación la soberanía;' (17) A ello se agregaba un oficio de Cisneros al Gobernador Soria, en que le informaba lo acaecido y coucluía que: (16) Acta del acuerdo de 26 de mayo de 1810, en "Revista, cte." cit. 423, Vargas -era casado con doña Antonia Viena. (17) Oficio de la Junta al Cabildo de Montevideo, de 27 de mayo de 1810 en Pablo Blanco Acevedo, "La iunta de Mayo y el Cabildo de Montevideo' en "Estudies 13ietóricoa", (Montevideo, 1956) Diga, 48T69,

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"considerando el medio adoptado por este pueblo (Bue. nos Airea), como dirigido a conservar estos dominios a su legítimo dueño don Fernando VII, esperaba que contribuiría por su parte al logro de tan altos fines para lo que tanto interesa: el orden, la subordinación y unión de voluntades que deben manifestarse, enviando inmedia. tamente a la capital los diputados autorizados con los necesarios poderes para que, en junta general, determinen lo que deba practicarse." (1s)

En un orden de ideas similar, también la Real Audien. cia se dirigía a las autoridades montevideanas. Todo ello determinó la decisión de convocar "a la ma. yor y más sana parte del vecindario", celebrándose, el 1° de junio, un Cabildo Abierto que, a pluralidad de votos, resolvió: 1° que "convenía la unión a la Capital y reconocimiento de la nueva Junta a la seguridad del territorio y con. eetvación de los derechos de nuestro amado Rey el Sr. don Fernando 7°"; 2° "que esta reunión debería hacerse con ciertas. limitacionea, conducentes a los mismos fines, y necesarias al honor y dignidad de este Pueblo fiel'; 3' que dichas limitaciones fuesen determinadas por los Go. bernadores militar y político, asociados con los vecinos Joaquín de Chopitea y Miguel A, Vilardebó, co. mandante militar Prudencio Murguiondo, Presbítero Pedro Pablo Vidal y del Ministro de Real Hacienda. Dr. Nicolás Herrera; 4° las referidas "limitaciones" serían presentadas Junta de vecinos al día siguiente, para "aprobarlas las hallase justas" y elegir al diputado que la circular de la Junta porteña, del 27 de mayo

Pero en la noche del lp al 2 de junio anclaba el bergantín "Nuevo Filipino", portador de abultadas y falsas noticias acerca de la liberación del suelo español y de la constitución

(18) Oficio del ex-Virrey Cisneros al gobernador Soria, de 27 en Blanco Acevedo, "BI Gobierno Colonial... cit., Pág. 266, (19) Acta del acuerdo del le de junio de 1810. en "Revista, cte." 23

del Consejo de Regencia. (ep) Llevados los pliegos ante el Ayuntamiento, reunido en Cabildo Abierto, el 2 de junio "un grito general de la Asamblea determinó que se reconociese al Consejo de Regencia... y se suspendiese toda deliberación sobre el nombramiento de Diputado y demás puntos -acordados en la sesión anterior, hasta ver loa resultados de dichas noticias en la Capital". (") A pesar de recibirse, posteriormente, la nota circular del Cabildo bonaerense, del 29 de mayo, y una nueva comunicación de la Junta provisional, del 2 de junio, el Gobernador y el Cabildo se concretarían, en sus respuestas del día 6, a dar a conocer las resoluciones adoptadas en los Cabildos Abiertos del 1" y 2 de junio. En esta actitud de las autoridades montevideanas, había sido decisiva la influencia de Salazar, quien no pudo, sin embargo, evitar que surgieran opiniones dicordes, que insinuarían-como se verá- la lucha de facciones. El Gobierno, prevenido, trató de evitar cualquier ración, publicando un riguroso y detallado "Edicto", biendo las "reuniones tumultosas", aunque sin desconocer derecho de sostener "controversias justas", "con la que es propia de unos sentimientos españoles"; se permitía "manifestar al Gobierno sus errores" y "reformas que crean útiles", pero "se abstendrán de levantar partidos, pendiár las personas del Gobierno y demás magistrados

(20)

Roberto H. Marfany localizó al autor de -la superchería que cra Jpaé María del Castillo, cantador jubilado del Consulado porteño, quien redactó un informe con noticias exageredfsimas, que llegaban hasta afirmar la derrota de los franceses en la Península y 1. consiguiente ilberación de España. ("La ruptura de Montevideo con la Junta de Mayo, un engaño de eonaecuenciss históricas" en Revista del Instituto Histórico y Geográfir,, del Uruguay, (Montevideo, 1938), Tomo XIV. pág.. 305-313), En la "Gaceta de Buenos Aires" correspondiente el día 5 de julio de 1810 se publicó una carta anónima, titulada "Carta de un comerciante de Montevideo a un corresponsal de Buenos Aires" cuya redacción se atribuyó a Pedro Felicbeno Solos de Cavia. E1 autor inculpa de la preparación de la "grasa,. intriga" a Solazar, para asegurarse "una prepon. derencia que hoy nos cubre de ignominia". mediante " noticias inveroaimiles destinadas a trastornar la opinión del Público—. (Reimpresión faesimilar editada por la Junta de Historia y kJumiemática Americana (Boa. nos .Aires, 1910) Tomo 1, págs. 63-64). (21) Acta del acuerdo capitular de 2 de junio de 1810, en "Revista, cte.". eit., pág. 426.

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los vecinos beneméritos y honrados y causar con sus alta= nerías el desorden de tan justas Asambleas". (2°) La

misión Paso. El 10 de junio se tuvo noticia en - Montevideo de la próxima llegada de un comisionádo especial de la Junta provisional guber. nativa de Buenos Aires, verificándose, esa misma noche, una reunión, en -la que estuvieron presentes. el gobernador políti-" co interino, Salvañach, el comandante Salazar, el comandan: te Balhin Vallejo y el Coronel Prudencio Murguiondo. Apreciada la situación, se resolvió "en virtud de los avisos y anónimos de la Capital, que a la mañana se armasen las milicias, se bajase y acuartelase en el Arsenal toda la tropa de marina y que en el Cabildo se propusiese no permitirla entrada del comisionado de la imita de Buenos Aires". (22) E1 11 se tomaron las ,,precauciones antes mencionadas y al desembarcar el secretario de la Junta, Dr. Juan José Paso, debió detenerse en extramuros. Las autoridades, durante algunos 'días, se mantuvieron vacilantes, resolviendo finalmente el Cabildo, a pesar de la obstinada oposición de Salazar, que se invitara a Sala, al Comisionado porteño para oír sus informes. Paso asistió a la reunión del día 14, en la que presentó sus credenciales y un oficio de la Junta, del día 8, contestando la nota del Cabildo del ó, "y seguidamente hizo su discurso reducido a justificar los motivos de la instalación de la junta, de sus operaciones, sus fines, las razones que tenía para no reconocer al Consejo de Regencia, hasta que llegasen los avisos de oficio de su instalación, con arreglo a las leyes y la necesidad de evitar en estas circunstancias todo motivo de división en la Capital". Oído el comisionado, se resolvió llamar a Cabildo Abierto "pues, desde que la diputación venía al vecindario, para que, instruído-por el diputado, deliberase lo que estimase justo". (24) Simultáneamente se recibían no-

(22)

Borrador en el Archivo del Dr. Mngariños y Ballinas, en poder del Mateo J. Magariños de Mello. Citado por Pivel Devoto, ob. éit.. pág. 238. (23) Pablo Blnneo Acevedo, "El Gobierno Colonial. , clt., pág. 270, (24) Acto del-Cabildo, da 14 de junio da 1810, en eit.i 429-430. . .

Dr.

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ticias de Buenos Aires que asignaban un carácter revolucionario e independientista al nuevo Gobierno y ponían en duda la autenticidad .de la carta de Cisneros a Soria, del 27 de mayo, en base a nuevos informes- proporcionados por el ex.

Virrey. El 15 se celebró el Cabildo Abierto, al que concurrieron alrededor de ciento veinte personas. Admitidas las credenciales del diputado, se dio lectura al ya mencionado oficio de la Junta, del día 8. Decía la Junta de Buenos Aires en su parte principal, refiriéndose a las novedades traídas por el bergantín Nuevo Filipino, que "nada ha recibido de oficio o por conducto legítimo, que pueda hacer variar los fundamentos de su instalación", agregando, además, su propósito de enviar un oficial a España para que instruyese de sus resoluciones al gobierno soberano que encontrase establecido; repetía los términos de la convocatoria de diputados "para que decidan el poder soberano que debe representar a Fernando VII", protestando de sus sentimientos españoles y monarquistas demostrados en juramentos de fidelidad ya hechos. Examinaba a continuación, brillantemente, la facultad que se atribuía la Junta Suprema de Espafia de delegar la soberanía en el Consejo de Regencia, afirmando, ciertamente, con los principios entonces en boga, que la soberanía era intrasmitible. Aún el autor de esta nota hacía resaltar la incongruencia resultante de "que el mínimo punto de la Isla de León arrastrase sin examen la suerte de estas vastas regiones". Y concluía: "Lo sustancial ea que todos permanezcamos fieles vasallos de nuestro augusto monarca el Señor Fernando VII, que cumplamos el juramento de reconocer al gobierno soberano de España, legítimamente constituido; que examinemos con circunspección la legitimidad del establecimiento y no la consideremos como una voz vana sino eomo la primera regla directiva de nuestra resolución; y que entretanto estrechemos nuestra unión... y hagamos lo que hicieron las Juntas Provinciales del Reino antes de la instalación legítima de la Capital, que no tenían una representación soberana del Rey por quien peleaban y no por eso eran menos fieles, menos leales, menos heroicos, ni menos dispuestos a prestar reconocimiento a un Supremo poder apenas se constituyó legítimamente". (zs) (25) P. Blanco Acevedo, "Im Junta de Mayo y el Cabildo de Montevideo", cit., DSxa. 65-68. 26

El Dr. Paso informó al Cabildo Abierto sobre lo ocurrido en Buenos Aires, los propósitos que perseguía la Junta y los motivos para no reconocer a la Regencia, solicitando la unión del pueblo de Montevideo con la Capital. La respuesta estuvo a cargo de Salazar: "El mismo, refiriéndose a su discurso, decía días después, que cuando comenzó a hablar creyó "que todo estaba perdido". "Como por una especie de inspiración me levanté a contradecirle, y aunque jamás había hablado en público, después de resumir en pocas palabras todo lo expuesto por el diputado y reducirlo, a lo mismo que contenía el oficio de la Junta, empecé a responder, con el oficio en la mano, cláusula por cláusula, deteniéndome en los puntos siguientes". Estos eran: la afirmación que hacía la Junta de haber mandado un oficial a Cádiz, para instruir al gobierno de los motivos de su instalación, hecho que consideraba dudoso, pues el oficial había marchado para Inglaterra; (y6) a defender a la Junta Suprema por el ataque que se le hiciera, de haberse refugiado en la isla de León; a sostener los fueros del Conséjo de Regencia, el cual investía la soberanía de la nación; a hacer la crítica de los actos de la Junta, que había quitado y dado empleos y suprimido sueldos de los miembros de la Audiencia, ejerciendo derechos soberanos". En cuanto a los derechos de los americanos, no negaba que tenían los mismos que los españoles "pero supeditado el ejercicio de los derechos para el tiempo en que se instalaran las Cortes, expresando, además, que mientras tanto deberían regirse los criollos por las disposiciones de las Leyes de Indias". (s7)

Finalmente, la Asamblea vecinal resolvió: "que entre tanto la Junta no reconociese la soberanía Consejo de Regencia, que había jurado este pueblo, podía ni debía reconocer la autoridad de la Junta nos Aires, ni admitir pacto alguno de concordia (zs) (26) Se refiere s la misión confinda por la Junta porteña al Alférez de Navío Matías de rrigoyen. (Véase "La Revolución de Mayo y los Pueblos del Plata% de los autores). (27) Blanco Acevedo, "El Gobierno Colon(al.. ', cit., Dág, 271. (28) Acta del acuerdo capitular del 15 de junio de 1810, en "Revista...', cit., Dág. 180, 27

A1 comunicarle estos acontecimientos al Consejo de Regencia, el Cabildo se explayaba acerca de las motivacio. nes de la resolución: "lv Porque bIontevideo ignoraba la justiciade los motivos del pueblo de Buenos Aires para despojar del mando a Cisneros; 2e porque aún recmociendo justas caula sas para este procedimiento, desconocida por la Junta autoridad soberana que había jurado obedecer este pueblo, faltaba el centro de unidad de gobierno que imposibilitaba la expedición de negocios públicos de este vecindario; 311 por la postergación de todos los oficiales de graduación de la provincia-para -el nombramiento de vocales de aquella Junta, la reunión del, poder militar a la presidencia, los avisos que tuvo este Cabildo del virrey depuesto por me. dio de su primer edecán y secretario intimo, capitán de, fragata don Juan de Vargas, la convocación de un Congreso y "algunas expresiones menos meditadas del oficionúm. 4 (se refiere a la notada la Junta leída en Cabildo Abierto) hacían desconfiar de miras políticas avanzadas, (?p) aunque el Cabildo hace la justicia a la ciudad de Bue. nos, Aires, a su noble vecindario y a la misma Junta, de creerlos fieles vasallos de V. M: como lo han acreditado en todas ocasiones°. (as)

Blontevidéo reconoce el En acto solemne, el 16, los GoConsejo de Regencia. bernadores político y militar, el Cabildo y los altos jefes de administración; procedían a jurar el Consejo de Regencia (29)

Los principales jefes montevideanos, particularmente Soria y Solazar, habían llegado a la convicción, alentada por las noticias recibidas de Buenos Aires y por alir unss medidas adoptadas por la Junta, de que el movimiento de Mayo apuntaba francamente a la independencia. Así lo señalaba Salazar al Ministro de Estado, en oficio del 24 de junio: "Par ciertos datos hemos llegado a convencernos de que una fracción, habiendo ocupado el poder, deprime a los leales vasallas de Su Majestad y atenta directamente a la soberanía, queriéndose hacer Independiente y arrastrar a este proyecto las Provincias del Río de la Plata. siendo lo más temible la cauacidad'con que m conduce para seducir a los pueblos, estampando en sus manifiestos y proclamas que su intención es la de conservar los derechos de nuestro augusto soberano al mismo tiempo que sus providencias y operaciones son para destruir el legitimo poder, con tal descaro.. ..Que públicamente insultan y maltratan a Ius primeras magistrados y hasta en Iba- convites loa personas más condecoradas brindan por ln indepen- dencia de estas provincias"; (Citado por Blanco Acevedo. —La impresión de Montevideo ante la Revolución de Mayo" en "Estudios Histórjcoé', ob. cit.. pág., 93). (30) , Oficio .del'Cabildo. al Consejo de Regencia, de 19 de junio de 1810, -en Blanco Acevedo, "El Gobierno Colonial...", cit., Pág. 272.

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se redactaba la citada contestación a la Junta porteña; dicionándose la aceptación de toda forma "de concordia unidad, al previo reconocimiento, por dicha Junta, de. suprema autoridad del Consejo de Regencia". (3') Montevideo concretaba así su actitud contrarrevolucio. naria, interpretando, sin duda, el sentir mayoritario de su clase principal, que, con este acto, no sólo refirmaba su ad he.. sión al regimen hispánico, del que derivaba -su ventajosa posición en el cuadro mercantil del Plata, sino que, además, quebraba su dependencia de la ciudad virreinal, ahora en manos de una facción claramente adversa a los intereses mon. tevideanos, y se aseguraba el control del territorio de la Banda, unificándola bajo su dirección política y hegemonía económica. En la noche del 16, el Dr. Paso intentó, por última vez, modificar la actitud de los jefes de Montevideo, (a2) tratando de demostrarles, con exhibición de documentos, el propó. sito de Portugal de apoderarse de Montevideo, pero esta nueva tentativa fracasó frente a la firme actitud de los refe. ridos jefes y en medio de la indignación que produjo, en la opinión de la ciudad, la conocida expulsión de Buenos Aires de los oficiales de marina regentistas que, con sus buques y marinería, pasarían, desde entonces, a consolidar-el fuerte poderío naval montevideano.

3. - Actitudes de las ciudades y villas orientales El reconocimiento La actitud de las poblaciones de de da Revolución. la campaña oriental frente a la Revolución de Mayo fue, en al. (31) Acta del acuerdo capitular, de 16 de junio de 1810. ea "Revista..." págs. 429.430. (32)

En esa fecha, también, la Junta de Buenos Airea oficiaba al Cabildo montevideano, para prevenirlo ante "el egoísmo v espíritu de Partido de algunos malos ciudadanos", que "han sembrado especies siniestras centra la fidelidad de este pueblo y Pureza de sus intencionés". I.e recomendaba que examinara "despacio las causas Y objetos de la instalación de nuestro Monarca. desprecie las clamores can que el interés nersoml grita centre loe Privilegios de los pueblos". Este oficio, que llegaría' a Montevideo entre el 18 Y 19 de junio, no Dareee haber sido considerado Por el Cabildo. (Véase. Blanco Acevedo, "La. Junta de MayV, ete......e'en "Estudios Históricos" cit., Dág. 78).

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guitas, de adhesión; y en otras, de franco rechazo. u otra decisión influyó, sin duda, la mayor o menor vitación de Montevideo. Las comprendidas en los límites de la gobernación de Montevideo subordinaron su decisión a la de la ciudad capital. San José, donde había "medio Cabildo", comunicó a la junta, el 18 de julio de 1810, que no debía "contestar decisivamente sobre el asunto hasta dar parte al gobierno inmediato de Montevideo, de quien depende". Pocos días después el también "medio Cabildo" de San Juan Bautista ex. presaba, en forma mucho más concluyente, que no se sometería "a unas autoridades que repiten mucho en el papel el nombre del adorado Fernando y lo desconocen en la sustan. cia de sus operacionees". E1 Cabildo de Guadalupe, por su parte, en Congreso de vecinos, el 2 de setiembre, juraba fi. delidad_al Consejo de Regencia. (33) Los pueblos situados fuera de la jurisdicción montevideana, en cambio, se pronunciaron rápidamente por el nocimiento de la Junta provisional, al recibir la circular 27 de mayo. (34) En Colonia, el comandante político y militar, don Ramón del Pino, en Bando del 4 de junio, -

"manda reconocer en todo este distrito la mencionada Junta Provisional Gubernativa, obedeciendo sus órdenes, providencias y determinaciones, como dirigidas al bien prosperidad de la patria..." A1 día siguiente, "reunidos con del Pino, el Alcalde'Ordinario, el Cura Párroco y demás habitantes de distinción", convocados al efecto, para tratar el reconocimiento de la junta, (38) Véasa Pivel Devoto, "Raíces coloniales" cit., páee. 243-246. (84) La Circular, a -la Que se adjuntaban impresos explicando los motivos de

la instalación de la Junta, pedía el reconocimiento de ésta y el envío da representante, para Que pudiera "sostenerse la unidad. constitucional", "por medio de una reprcaeataciÓ. QVe concentre lo, votos de IUa pue-

blos..." (Véase "La Revolución de Mayo y los pueblos del Plata", las autores). 30

"dijeron todos a una voz que la reconocían y la obedecían como a la legítima autoridad establecida para sostener los augustos derechos de su soberano... El Comandante puso estos hechos Gobierno de Buenos Aires, expresando que:

en

conocimiento

del

...V. E. no debe dudar un momento que siendo unos mismos el interés y los vínculos que unen con esa capital a los habitantes de esta jurisdicción, desplegarán, cualesquiera tiempo y circunstancias, todo el lleno del acendrado patriotismo y fidelidad que sin intermisión han sabido acreditar para sostener la justa causa del soberano, permaneciendo obedientes y subordinados a legítima autoridad de esa Junta Gubernativa". (3s) También el 4 de junio se pronunció Maldonado, cuyo Cabildo hizo saber a la Junta que realizaría "a la mayor vedad la dispuesta convocatoria de vecinos para la elección del Diputado que debe pasar a esa Capital para asistir Congreso General...".(3e) Poco más tarde, el 9, reunido el Cabildo de Santo Domingo de Soriano para "abrir un pliego de la Junta Provisional", en que se le informaba de lo ocurrido, (37) contestaba "prestándole obedecimiento" y resolviendo condultar• "si se entiende debe pasar diputado también de esta Villa", lo que se comunica a la Junta, en el día. (33) Los Comandantes militares de San Carlos y Santa Teresa reconocieron al nuevo Gobierno los días 11 y 13, respectivamente, manifestando el último de ellos: "Yo, un fiel vasallo de mi soberano el señor don Fernando VII, obedezco desde luego a cualesquiera autoridad constituida que man-

(86) Setembrino E. Pereda, —La Revolución de Mayo, la Junta de Buenos Aires. el Cabildo de Montevideo Y la campaña oriental de 1810" (Montevideo. 1928), pche. 283-236.

(36) Pereda, ob, cit. pág. 238.

(37) Se refiere a la citada Circular de la Junta, del 27 de mayo de (38) Pereda, ob. cit. Pág. 346. 31

de en su real nombre". (") Igual. decisión adoptaron mandante de. Mercedes, el Alcalde de Rosario del Colla bos dependientes de la Comandancia de Colonia- y el que había sido comisionado para fundar Porongos. Por último, 14 de junio, el Comandante Militar de Melo =`penetrado de aquel entusiasmo y ardor con que todo buen ciudadano vasallo del Sr. don Fernando VII debe propender a la servación de sus augustos derechos"- anunciaba que había convocado "la parte principal de este pequefio vecindario", el que; confiado en las "benévolas, equitativas y prudentes máximas de V.E. se entrega todo, sin la menor restricción, sus acertadas decisiones, y. pide, como yo, se-digne mitir la oblación que le hace del voto que haya de tener el concurso de las demás -Diputaciones de las Ciudades llas de la Provincia, pues desde ahora para entonces sita- es. V.E. todo el poder y acción que le sea consiguiente en su respectivo caso". (40)

Apenas conocidas .estas adhesiones, la Junta Provisional adoptó algunas medidas, con las .que trató. de contemplar viejas aspiraciones de los pueblos de la Banda, o solucionar problemas que afectaban sus, intereses. Con ello, al tiempo que estimulaba su fervor revolucionario, diluía la posible acción montevideana para recuperar su antigua influencia. Una de las más importantes se refería al puerto de Mal. donado. El 2 de julio de 1810 la Junta lo habilitó en carác. ter de "puerto mayor", para las importaciones y exportaciones correspondientes al territorio. de _su jurisdicción y cam=' pafia inmediata, estableciendo que regirían en él "los niis= dios reglamentos últimamente establecidos para la aduana de la capital..." y que "don Rafael Pérez del Puerto-con-

(39) Pereda, ob, cit., pág. 248. - "" (40) Joaquín de Pua s la Junta de Muy.. Cerro Lárzo, 14 de junio de 1910. en Flavio A, García, "Los campamentos españoles del río ~nguarón^en - "ftevistadel-'Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay (Mdntevideo, 1958-59), tamo XXIX, pág.. 964-965. . . .-

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tinúe en el cargo de director de aquella población, despler Bando todo su celo, honradez y acreditado patriotismo en el establecimiento de una obra que debe producir la felicidad de una población a que ha consagrado tantos sacrificios...". (41)

Asimismo, se preocupó la Junta por adoptar providencias en el viejo problema de la defensa de la frontera. En el mes de junio encargó a los Comandantes de Melo y Misiones, don Joaquín de Paz y don José de Larios, respectivamente, la formación de un plan. ('2) Desde luego que éste se vinculaba con el "arreglo de los campos", y la autoridad bonaerense apenas si pudo paliar en algo la grave situación, disponiendo (41) E1 extenso decreto comienza señalando la importancia que pira "fomentar estas provincias.. ' tiene el comercio, "raíz única d, la pobla. ción y riqueza de los Estados..." y "la habilitación de puertas ró,no-, dos...", por 1. cual ae examinaron "con atención y madurez los antecedentes relativos a la habilitación de Maldonadti '. desde la época de Caballos, que había captado ya la extraordinaria importancia de esa zona. Destaca luego le excelente gestión del Ministro de Real Hacienda don Rafael Pérez del Puerto, que permitió a Maldonado "alcanzar un engrandecimiento que lo constituyó en uno de los primeros pueblos de cata provincia...", situación que fue seriamente afectada por las invasiones inglesas; pero, aún "en el estado actual de decadencia a que esté reducida esta población ofrece todavía considerable. ventnias...". Entre estas se resaltan 1. extracción de los frutos de 1. gnnadetIa, que producen loe campos adyacente., con el coc,siguiente progreso y riqueza; el aumento de 1. población; y, por últlmo, pero no menos importante, la formación de "una barrera de los límites del territorio español", con lo que "quedaré éste seguro de invasión% (Véase Pereda, ob, cita Págs. 238-243). (42)

Con fecha 6 de julio de 1810, Paz remitiría a la Junta un "Plan de Defensa de la frontera, en el que desarrollaba interesantes conceptos sobre la necesidad de establecer poblaciones -"ya sea con villas, o ya con casas paürAs, dedicadas. solamente al pastoreo de ganados"- y estimaba en "quinientos hombrea con dos mil caballos y a más del completo armamento" la dotación indispensable para cubrir lao cad ochenta leguas comprendidas entre la Laguna Minf y la confluencia dei Santa Mnrfa con el Ibicuy. Aconsejaba que, en en.o de ser ..vio. das dichas fuerzns, debían ir en pequeñas partidas, para no "alarmar y poner en movimiento a los portugueses", en cuya frontera no se observa "hasta ahora ninguna novedad ni mutación', "según los avisos qp. constantemente procuro adquirir de su. operaciones". ProporelO..bO asimismo, información sobre las fuerzas de que podrían disponer los lusitanos ei resolviesen invadir aquella zona, (En Fiavio A. Carcí., ob. vlt. págs.-966.969).

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el establecimiento y regularización de poblaciones, como Paysandú (") y Porongos, donde ya existían núcleos inorgánicos. En esta actitud de las ciudades y villas que adhirieron al pronunciamiento juntista, de Buenos Aires actuó como motivación atractiva la esperanza de obtener del nuevo régimen el reconocimiento de las mejoras locales v el deseo de sus hombres representativos de partieipmr en los destinos comunes, que había, hasta entonces, frustrado la gravitación hegemónica y centrípeta de la ciudad-puerto de Montevideo y su poderoso patriciado terrateniente y mercantil.

4. - La unificación montevideana de la Banda La conspiración Fracasada la misióq Paso, la Junta "jientistd". porteña trató de atraer a su partido a algunos de los jefes militares de Montevideo, que consideraba sensibles a la causa de la revolución. Por intermedio de Pedro Feliciano Sainz de Cavia, -natural de Buenos Aires, pero avecindado en Montevideo, donde desempeñaba el cargo de "Escribano de Su Majestad" y tenía importantes conexiones-, se buscó obtener el apoyo del-ComneL.P=ud"i-a-,Murguin_n_do,_jefe del poderoso regimiento de "Voluntarios del Río de la Plata" y del coman-_ (43) El 22 de junio la Junta ofició a don Bonito Chain, encargándole "el delineamiento y Planificación de la Iglesia y pueblo de Paysandá". Este contestó un mee después, haciendo varias objeciones, cuyo temor "me hace detener el paso, que debía acelerar, y hacer presente a esa supe. rloridad que el que ee nombra pueblo de Paysandú rw ea otra cosa que un conjunto de ranchos de paja (excepto tres casitas de poco .esto), mal formados. dirigidos al antojo de cada individuo, en la forma que a ellos les acomodó y fuera de todo orden; ahora, pues, que pensamos formal( zar lo en cuanto sea dable, indispensablemente ha de haba, descontentos, Porque todos quisieran es delinease la Iglesia al Di. de eu habitación" Pero agregaba que estaba retirado en su estancia y que en Paysandú estaba el teniente de Infantería, don Joaé María Méndez. quien Podría encargarse del ..unto ya que, al enterara. de la eomis(ón que ls Junta le confiara "ha Prorrumpido en quejas a desairado- y "será quizá el primero con quien yo haya de chocar". La Junta oóv(á el Problema ordenando a Méndez que bajara a la Capital, de lo que informó a Chain, en oficlo del 28 de junio.' No existen datos acerca del cumplimiento de la mlslón encomendada, aunque se supone con fundamento que la misma no se llevó a cabo, Pues Chain ee alejó prontamente de las filas revolucionarias, (Véase Setembrino E. Pereda. "Paysandú Patriótico" (Montevideo, 1926), tomo I. Pág.. 188-192),

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dante Luis González Vallejo, jefe de un batallón de infantería. Ambos estaban disgustados con las autoridades, en primer término, porque no se había satisfecho la pretensión formulada en 1808- de que se declarara a sus tropas "cuerpos de Ejército" y, más recientemente, por la distinción v precedencia que, en todos los casos, se daba a los oficiales del cuerpo de Marina, dirigido por el Capitán Salazar. Sobre esta base inició Cavia su intriga, conversando en más de una oportunidad con Murguiondo y Vallejo y, finalmente, publicando un comentario sobre esta situación en la "Gaceta" de Buenos Aires, del 5 de julio, con el seudónimo de "Un comerciante de Montevideo", con términos elogiosos para los jefes militares, "a quienes la falta de ocasión detenía en una oscuridad no merecida". Resaltaba la discriminación de méritos y rango con la Marina, cuyo Comandante "y sus secuaces... ninguno cree... se propongan el bien del país o sean capaces de sacrificar sus personas por las luchas de su monarca..." (44) En este clima de tensiones entre las fuerzas de la plaza, arribó a puerto -el 11 de julio- una zumaca española cuyo capitán y tripulantes esparcieron el rumor de que los ejércitos espaííoles habían sufrido varias derrotas en la Península. Frente a la conmoción que estas noticias produjeron en la población, Salazar, con fuerzas de su mando, tomó posiciones en el Barracón de la Marina, mientras que el batallón de milicias se concentraba en su cuartel. Secundaban estas medidas el comandante de Blandengues, Cayetano Ramírez de Arellano y los capitanes Rafael Guerra y Carlos Maciel, con fuerzas de este cuerpo, introducidas en la ciudad. No sería ajeno a estas disposiciones el recelo que provocó, en el ánimo de Soria y Salazar, la publicación de la "Gaceta", que acen. tuó las desconfianzas, ya incubadas de tiempo atrás, con respecto a los jefes antes mencionados. Frente a estas disposiciones extraordinarias, Murguiondo y Vallejo se fortificaron en la Ciudadela y en el Cuartel de Dragones, respectivamente. Desde allí enviaron oficios al Ca.

(44) Véase Setembrino E. Pereda, "Le Revolución de Mayo, ete.", nán. 253-254.

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bildo y a Soria,(") manifestando sus quejas por "los jes indebidos con que se ha ofendido mil veces unos que defendieron incesantemente la causa del Rey" y que excitado su justo resentimiento al verlos reproducidos en el insulto de la noche de ayer". Aludían, precisamente, la concentración de fuerzas de la Marina, y pedían, mo, "se reembarque la Marina, en este día y se separe Mayor interino de la plaza". El Cabildo, ante "la animosidad con que estaba concebido el oficio, los preparativos hostiles que hacía la tropa en la ciudad, la conmoción que se observaba en el pueblo y la previsión de los resültadosJunestos que podría traer este accidente", se encontraba en agitada sesión, cuando hizo su entrada el Gobernador Soria, portador de un oficio similar, y que venía partí "consultar cón'.el Ayuntamiento la determinación que podía adoptarse en el conflicto de tan, fatales circunstancias". El Cabildo- resolvió convocar al Oidor de la Real Audiencia, don Juan de Zea, y al Asesor, Dr. Nicolás Herrera, para deliberar con el "mejor acierto" ante tan grave problema, y...- "tratado el asunto con meditación proporcionada a su gravedad",. se resolvió enviar una delegación ante los jefes rebeldes, que haciéndoles ver "la gravedad de su delito, el inminente riesgo de la efusión de sangre y la conmoción popular...", los invitara a conferenciar con el Ayuntamiento, a lo qué accedieron.

"Se presentaron los jefes de los cuerpos sublevados la Sala capitular donde debía celebrarse la conferencia, a pocos momentos se agolpa el Pueblo a las puertas del consistorio, pidiendo las cabezas de los delincuenteé' continúa el acto- "y fué necesario para contener a las gentes, decretar su arresto con todas las seguridades, desarmar los cuerpos, con cuya medida se consiguió restablecimiento de la tranquilidad pública^. (46) (45) El oficio está firmado por Juan Balbin Vallejo. Prudencio Murguiondo, Luis

González

Vallejo

y

Miguel

Murillo

(Véase

"Revista

del

Archivo

General Administrativo", cit., tomo IX, pág. 482),

(46) Acta del acuerdo cnpitular del 12 de julio de 1810.. en "Revista...", cit., t. IX, pág. 437.

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Soria "único Jefe Soria, sintiéndose dueño de la side la Banda Oriental". tuación, y comprendiendo que detrás de todo esto estaba la mano de la Junta porteña, decidió actuar con toda energía.('I) E1 19 de julio se dirigió a las autoridades de la campaña, transcribiéndoles la nota del ex-Virrey Cisneros, de fecha 21 de junio, que contenía el repudio de las circulares "que he librado sobre el reconocimiento de esta monstruosa Junta", los que "son violentados y firmados para evitar mayores ma>, les... En dicha nota Cisneros autorizaba a Soria "en el caso de verificarse algún atentado contra mi persona (9s) para que como único jefe de la Banda Oriental oficie a los comandantes, Cabildos y jueces pedáneos, a fin de que responsabilidad, guarden la más estrecha sumisión a legítimas autoridades, desconociendo un gobierno levantado sobre las ruinas del verdadero que adoptó la nación, y esperando del celo de V S. como el más inmediato, lo haga entender así a los gobernantes y jefes del interior... Finalmente, Soria advertía que no se debían obedecer otras órdenes superiores que no fueran las emanadas directamente de él y de las legítimas autoridades, "dándome de su conformidad ese ilustre Ayuntamiento, el respectivo aviso, para los fines que puedan convenir mejor al servicio del Rey nuestro señor don Fernando VII y los de la soberana auto. ridad que en su real nombre ejerce el Supremo Consejo de Regencia". (") La intimación del Gobernador, el envío de una escuadrilla al mando de Michelena para operar en las costas del río Uruguay y un conocimiento más completo del desarrollo de los sucesos bonaerenses, determinaron un cambio radical en la posición de casi todos aquellos pueblos que, en principio, habían prestado su adhesión a la Junta.

(47) Murguiondo. L. González Vallejo y el capitán de granaderos Délclom, fueron enviados a E.Pnña; el mismo rumbo siguió poeo desPUés el franciscano Juan Otaegut- (Pereda, "La Revolución de Mayo, cte.% clt., Pág. 262). (48) No estaba mUY errado Cisneros en esta Prevención, Pues. al día siguiente, la Junta decretaba su destierro, conjuntamente con el de los Oidores de la Real Audiencia, (Véase "La Revolución de Mayo y los Pueblos del Plata", de los autores).

(49) Pereda, "La Revolución de Mayo", cit., Pág$. 264-266.

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El primero en manifestarse fue el Comandante de Colonia, quien hico saber a la Junta de Buenos Aires, con fecha de julio, (5p) que prestaba acatamiento a las autoridades Montevideo, y poco después, el 26 en una proclama, "exhortó y ordenó a los habitantes de su distrito que, sin pérdida de instantes, prestaran su solidaridad al Gobierno de nlontevideo, considerándose absolutamente separados e independientes del actual de Buenos Aires". (s1)

Finalmente, el 6 de agosto, con las formalidades y feslejós del caso, se juraba en Colonia el Consejo de Regencia. (Se)

El Cabildo de Santo Domingo de Soriano, enterado por Del Pino, de la circular del Gobernador Soria, se reunió el 31 de julio y resolvió prestarle "obedécimiento" "por todo lo que a nuestra parte corresponde". (5') y presionado por el Comandante de Colonia y por Michelena, adoptó medidas para sustituir algunas autoridades sobre cuya adhesión se tenían reservas. (54) (60)

Por esos días, la Junta, que sospechaba Ya un posible cambio en dei Pino, balda enviado a la Colonia. Para reemplazarlo, a Felipe Santiago Cardozo, con una fuerza ezPedicionario de 50 hombres, que contaría. e su vez, con el aP.Yo de algunos núcleos de entusiastas de la causa revolucionaria, entre los cuales, el más destacado era el Cura, Doctor José María Enrique% Peña. Cerdoso no pudo cumplir su misión. ante la resistencia de del Pino, quien dispuso au inmediato reembarco y regreso a Buenos Aireas, Posteriormente la situación se consolidó en favor de Montevideo, con el arribo de la escuadrilla de Michelena. (51) Véase "Biblioteca de Impresos Raros Americanos", "Gaceta de Montevi. dad', (Universidad de la República. Facultad de Humanidades y Ciencina instituto de Investigaciones Históricas, Montevideo, 1948). "Estudio Preiiminnr" de M. Blanca Par!. y Querandy Cabrera Piñón, tomo I, inúg, LVIU. (52) Ln "Gaceta'' de Buenoa Airea en su edición del 8 de agosto enjuició severamente la actitud de del Pino a quien califica de "traidor" y dice que "la cobardía lo precipitó o una intriga vergonzosa..." (53) Acta del Cabildo de Santo Domingo de Soriano. del 31 de julio de 1810. en Pereda, "I~ Revolución de Mayo—, cit. pág. 266. (54) Del Pino denunció ante el Cabildo a uno de sus miembros, don Mariano Chavez -firmante del acta del 31 de julio- y .también fue considerado hostil don Mariano Vean. juez comisionado de Mercedes, quien, Do, indicación de del Pino -de fecha 3 de agosto- fue sustituido Por don Francisco Doldán, -acta del Cabildo de fecha 8 de agosto. Habiendo tomado Znria conocimiento del asunto "resolvía declarar indemne "Ia conducta de ambos acusados", ordenándoles que Para la satisfacción de estos dos individuos se Publique por Bando..." según consta en el acta de fecha 8 de setiembre (Véase Pereda, cit. pías. 291-293).

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Más complejo fue el proceso en Maldonado. A mediados de julio, Soria designó a Francisco Javier de Viana, en carác. ter de Comandante Militar, con instrucciones de hacer "no. toria a todas las autoridades y vecindario, la dependencia que debe tener de este gobierno, tanto en lo político como en lo militar, denegándola a la Junta Provisoria por ahora y hasta tanto que S.M. resuelve lo conveniente sobre el particular". Asimismo, en otro oficio le prevenía que podía "hacer enten• dér al Cabildo y pueblo de Maldonado... que su puerto goza de las franquicias que le dispensó la Junta..." Todo lo cual fue comunicado por Viana al cabildo fernandino, desde su campamento en el Solís Grande.'(") La respuesta, de la misma fecha, informaba a Viana que se había convocado un Cabildo Abierto, para el día 31, al cual se le invitaba. ..

Expresaba, además, el cuerpo capitular que de Maldonado no ha conocido hasta aquí, otras el orden político que las dictadas por el Superior de la Capital^. "No puede el Cabildo, por sí solo, asegurar la dependencia exclusiva de este pueblo y su jurisdicción hacia señor Gobernador de Montevideo, ni tampoco hacer la y reconocimiento del Supremo Consejo, de Regencia... cuando no le ha sido aún mandado por los conductos tumbrados..." Y agrega que "...ningún embarazo se encuentra en que se reconozca gustosamente al Consejo de Regencia, por legítimo representante de nuestro soberano-el sefior don Fernando VII, cuando sea esta noticia venida por los conductos legales y ordinarios, esto es, de jefe a jefe, segúnrealizarse la dependencia de cadaAbierto, cual". (66) A1 el Cabildo Viana fue informado que "por unánime votación" se había resuelto " no hacer inno• vacjón en su actual constitución y dependencia del gobierno de Buenos Aires, con protesta de separarse de este sistema si, (55) (56)

Francisco Javier de Viana al Cabildo de Maldonado, oficios da 29 de julio de 1810. en Pereda, ch. cit.. Págs.- 275-276. Oficio del Cabildo de Maldonado e Vi$... del 29 de julio de 1810, en Ibidem. págs. 277-278. -

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lo que no es de esperarse, llegase a entender otras miras contrarias a los fines que sancionó en su instalación; pero que si agraviando los fueros municipales de esta ciudad, persistiese el gobierno de Montevideo en corapelerla a sujetarse a sus deliberaciones, contra la manifiesta voluntad del pueblo, se somete bajo protesta, también a la fuerza, pudiendo en tal caso entrar libremente" en la ciudad. (") Viana así lo hizo, pero sin provocar mayores problemas éon la población. Medidas política El cambio de actitud de los puey militares. blos que, en principio, habían adherido a la-Junta de Buenos Aires, determinó que, por primera vez, a lo largo de su historia, se cumpliera la vieja aspiración montevideana de unificar el territorio oriental bajo su dominio. Durante los meses de julio a setiembre, la autoridad de ¡lecho correspondió a Salazar, el poderoso e influyente Comandante de Marina, quien propulsó las medidas que creyó oportunas para incrementar el poderío marítimo de la plaza, confiando en que la mejor defensa de ésta era el dominio de los ríos. En setiembre escribía a España que "la salvación de América ,depende de esta plaza" y solicitaba se enviaran urgentes auxilios, "porque esta Banda no da para sostener a los empleados y mucho menos para los gastos de tropas y expediciones". (°s) Asimismo, y por su influjo, se estudió un régimen de' supresión de los privilegios de que gozaba el comercio con puertos extranjeros. Montevideo y Colonia -fracasado el citado intento de Felipe Cardozo, por sujetar esta última a la causa bonae. rense- se convirtieron desde entonces en los principales bastiones en que se afirmaba la obediencia al Consejo de Regencia. Pero no conformes con esto, las autoridades de Montevideo decidieron el envío de una expedición para

(57)

Oficio del Cabildo a Vians, del 31 dc julio, en Pereda, ob. cit., 281_282. . ,. (58) Pivel Devoto, "tiaíceg Coloniales.. ', cit., Pág. 250. ., . ., .

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págs.

dominar la costa entrerriana y mantener así, a travésríos, el camino expedito para el enlace y la coordinación fuerzas con otros centros contrarrevolucionarios, o desafectos a Buenos Aires, tales como Córdoba y e1 Paraguay. A1 frente de esta expedición iba el capitán Juan Angel de Michelena, quien,, luego de concentrar sus fuerzas en Colonia, se dirigió, hacia Paysandú, desde donde atacaría la costa entrerriana. En sus filas formaban oficiales criollos de verdadero prestigio: José Artigas, Rafael Hortiguera y José Rondeau. La Junta de Buenos Aires encomendó al Dr. José Miguel. Díaz Vélez, .Comandante General de Entre Ríos, la defensa de la zona,-pero sus fuerzas,' muy inferiores en número y armamento, no pudieron impedir que las de Michelena ocuparan Arroyo de la China (Concepción del Uruguay), el día 6 de noviembre, (sa) y, casi de inmediato; las villas vecinas de Gualeguaychú y Gualeguy. Desde allí fue destacado Artigas, con 70. hombres; hacia el interior, . en persecución de una "banda de malhechores", dirigida por Bartolomé Zapata; y el entonces Capitán de Blandengues llegó hasta. Nogoyá; replegándose luego hacia fines del mes, sobre el Arroyo da la China. (ap) En esta zona permanecieron las fuerzas regentistas fines de enero de 1811 en que, ante la amenaza del "ejército de obáérvacíón" porteHo; al mando del Coronel Martín dríguez, y luego de celebrar una Junta de Guerra, Michelena se dispuso a abandonarla. Simultáneamente recibió órdenes del nuevo Virrey Elío en el sentido de que se retirara Sur del Río Negro. Entretanto, el 7 de octubre de 1810, había desembarcado en Montevideo, el nuevo Gobernador; Mariscal de Campo, don José Gaspar de Vigodet, poniendo fin así a la situa(59) Parte de Juan Amel Michelena al Gohierno de Montevideo, en Gozo ta de Montevideo, cit. Tomo le, págs. 64.65. (Ejemplar del 20 de navimbre), (60) Facundo Aree, "Antecedentes vinenlades con el movimiento independientista uruguayo" en "La Revolución de 1811 en la Banda oriental". Publicación. de la Junta Departamental de Montevideo, dirigida por el .L--tituto Histórico y Geográfico del Uruguay (Montevideo, 1962), Págs. 23-23 y 28-29. . ., . . .. . .. .. ,....

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ción de interinato en que se hallaba el gobierno militar y político de la plaza, y al dominio que, en los hechos, ejercía Salazar. La situación que debía enfrentar, no era, por cierto, favorable. Los problemas habían ido acumulándose y agravándose, sin que las autoridades pudieran hacer mucho por impedirlo, atadas, a su vez, por una crónica escasez de recursos. La "Gaceta de La necesidad de contrarrestar la Montevideo". activa propaganda que efectuaba la "Gaceta" de Buenos Aires, era, por lo demás, motivo de honda preocupación para las autoridades montevideanas. (al) Tras intensas gestiones, en las que intervino, asiduamente, el propio embajador español en Río, Marqués de Casa Irujo, la Infanta Carlota Joaquina, ayudada por su secretario, José Presas, así como por el Ministro Conde de Linhares, obtuvo el consentimiento del Regente Don Juan, para que se enviara una Imprenta a Montevideo. De tan trascendente hecho informa el acta del Cabildo del 24 de setiembre de 1810, en la que el Gobernador político interino, Cristóbal Salvafíach da cuenta "que había llegado la Imprenta que la generosidad de nuestra Infanta la serenísima Señora Princesa del Brasil doña Carlota Joaquina había proporcionado a esta fidelísima ciudad con el loable objeto de fijar la verdadera opinión de los pueblos de este continente, publicando noticias de nuestra Península y su verdadero estado político, que había tratado de desfigurar la Junta revolucionaria de Buenos Aires, para prevenir los ánimos a la ejecución de sus proyectos de independencia. (O1)

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La falta de una imprenta habla llevado, en más de una oportunidad, a recurrir a otro. medios de difusión, de mucho menor trascendencia, desde luego, ,Así, Salatar, .para. responder a la acusación efectuada por "Un Comerciante de Montevideo'- -ya citada- había obtenido del Cabildo que su oficio de respuesta m fijara. como los bandos, en los parajes público.. Y el propio Marqués de Casa trajo, en Rio, tuvo que defender la posición española, en una proclama de la que m hicieron copias manrscritas, (Véase. Blanca Paria - tluerandy Cabrera, en "Gs.eta de Montevideo", cit., Tomo I, páy. LBI).

Se resolvió que "sin pérdida de instantes se pusiese la prensa en ejercicio para publicar las noticias importantes en un periódico semanal: que las gazetas se vendiesen a un moderado precio para proporcionar su lectura a todas las clases del Pueblo..." (6z)

Poco después, el 8 de octubre, aparece el "Prospecto" del periódico, en el que se define su orientación y terísticas: Luego de invocar el patriotismo, "esa virtud eminente, fundamento de la independencia de los pueblos libres", la lealtad y la energía en la defensa "de los derechos sagrados de su legítimo Soberano don Fernando VII", el documento anuncia que la "Gazeta de Montevideo" se publicará los jueves de cada semana y que en ella

...se comunicarán las noticias de España, y del Reino, reales órdenes, edictos, proclamas, algunos discursos polípatriotas. ticos y cuanto pueda interesar a los verdaderos Tendrá lugar en este periódico, lo que ha ocurrido y ocurra durante las circunstancias actuales de la Provincia, y en una palabra, todo lo que contribuya a dar una idea positiva de nuestra situación". (6a)

El primer director del periódico fue el Dr. Nicolás Herrera, pero casi de inmediato éste dejó en manos del Dr. Mateo de la Portilla, -que había sido oidor de la Audiencia de Lima-, la responsabilidad de la publicación, (62) Acta del acuerdo capitular de 24 de setiembre de 1810, en "Revista... cit., pág.. 444-445. (63) Compárese este documento con el similar de la "Gaseta de Buenos Aires"_ redactado por Me,¡... Moreno, en el que se postula el deber del Gobierno de dar "una espeta natleta de los procedimientos de la JUntü', comunicar las disposiciones que adopte, así como "loa estorbos que se oponen al fin de su instalacióri". Y, frente a ese deber, señala el derecho correlativo del pueblo "a saber la conducta de sus representantes...", No encuentra ningún motivo para ocultar las medidas que se msuelvnn nt para tener o las Provincias "ignorantes de las noocias, prósperas o adversas...". ni por último, para "envolver la administración de la Junta en un caos impenetrable a todos los que no tuvieron paree en su formació. ", Y, concluye que esa "posición" abrirá la puerta a las advertencias que desee dar cualquiera que pueda contribuir con sus luces a la seguridad del acierto". (Véase Norberto Piñem "Mari.. 3foreno. Escritos políticos v económicos', (Buenos Aires, 1915). págs. 181-183).

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lo que fue confirmado por el Cabildo, en sesión de 26 de noviembre de 1810. (64) La 'característica más destacable durante un primer período de la "Gaceta", que se extiende desde la fundación hasta agosto de 1811, -en que se hace cargo de la Dirección, Fray Cirilo Alameda- consiste en el predominio casi absoluto que se da a la transcripción de documentos y a la carencia de opiniones o interpretaciones personales de la dirección o redactores. En cuanto al tema de las publicaciones, al comienzo se refieren sobre todo a los problemas de. España,(") y casi no se encuentra referencia a los múltiples ,episodios que por ese entonces sacudían la vida de la ciudad de Montevideo. Con razón afirman los autores de un interesante trabajo sobre el particular, "que la Gazeta de Montevideo de 1810 podría ser un periódico que, apare. ciendo en cualquier punto de América, tuviera como única tendencia la adhesión a las autoridades constituidas en España; es decir, un periódico sin color local". (aa) En ese sentido resulta singularmente ilustrativo el cotejo con su competidora bonaerense. Esta última, al menos mientras respondió a la inspirada pluma de Moreno, se reveló como eficaz instrumento de difusión de ideas, con fir= meza de conceptos, con un definido propósito de defender un sistema y de conseguir adeptos para el mismo., La montevideana, en cambio, repletas sus páginas de informaciones de guerra, de cédulas reales, de noticias del reino del Perú o de Méjico, parecía totalmente ajena a las vicisitudes con que vibraba el alma de los pueblos rioplatenses, en los augu(64) "Revista... cit. Págs. '454-455. Dice el acta que el Dr. de la _ . Portilla era un "sujeto de conocido talento y patriotimti". Se le acordó la, suma de "Cien pesos fuertes al mes... en consideración a que la expreaeda comisión de la edición de la Gazeta consulta el beneficio .. de la Patria y la mejor seguridad de ella en las circunstancias presantos" en. que la Junta de Buenos Aires, "procura atraer a su infame partido a los Puebluá'. (65). Empeño especial se Donfe en combatir las noticias contrarias al Consejo da Regencia, (66) M. Blanca Paria - Querandy Cabrera, ob,.cit., pág. LYIII.

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rales momentos en que buscaban, más o menos lúcidamente, su destino histórico. (ev) Los artículos de la "Gageta" en su primera etapa han sido agrupados en tres categorías: polémicas con Buenos Aires; informaciones sobre movimientos americanos en reíación con el Consejo de Regencia; y noticias sobre España y Europa. (66) E1 primer rubro, pese a que está encuadrado dentro los propósitos que animaron a la fundación del periódico aparece en éste con la asiduidad que podría esperarse. (67) Un ejemplo de esta diferencia es 1s Posición sobre la libertad de prensa. Moreno, en el número del 21 de junio habla afirmado la necesidad de Que "no ae reprima la Inocente libertad de pensar en asuntos de interés Un(versal; no creamos Que con ella se atacará jamás al mérito y la virtud, porque hablando Por al mismos en su favor, y teniendo ele-Ple Por árbitro imparcial nl pueblo, se reducirán a Dulvo los escrito. de los que indignamente osasen atacarles". En cambio un colaborador de la "Gnzetá' montevideana, en el número del 6 de noviembre, si bien afirma Que "la prensa debe ser libre Para todo género de Pensamientos útiles..." sienta una tesis restrictiva en cuanto "la libertad de 1. prensa sobre los principios de costumbres y sobre las Personas, ea 1. destrucción y abatimiento de toda sociedad". La escritura y la Prensa no pueden servir para la murmuración y la e.].-la". Critica, asimismo "la licencia de hablar, que Por un interés mal entendido se ha titulado libertad de imprenta...", (Véase "Gaceta de Buenos Airea", del 21 de junio de 1810. (púg. 59) y "Gaceta da Montevideti", cit. Dég, 43). (68) Clasificaclón de M. Blanca Paris y Querandy Cabrera, ob. cit. cuyo desarrollo general seguimos. (69) solamente en cuatro oportunidades se entabla la Polémica a través del Río: "ante Publicaciones de Buenos Aires sobre las -operaciones de sus ejércitos y los de Montevideo; aclar.ndo conceptos sobre las actuaciones del Almirante De Courcy en el Río de la Plata: en ' la réplica a manifestaciones de Moreno sobre una proclama de Casa Irujo y cuando se refieren a la Próxima reunión del Congreso General Constituyente. Todo ello apareció bajo las firmas de "un Español" y "Justo Claridades". respertivamenté'. (M. Blanca Paris y Querandy Csbrer., ob. cit. pág.. LXVI/LXVII). El problema de las troPas se suscitó a tal. do una información dada Dar la Gaceta de Montevideo, el 20 de noviembre, sobre un triunfo obtenido por la escuadrilla de Michelena, acción que el Perlódic,5 bonaerense criticó por su "conducta feroz'". E1 29, la Gaceta montevideana reprodujo loe partes -ya pubiieados en la de Buenos Aires- de las derrotas del Ejército del Norte. El asunto con el almirante inglés tuvo su origen en una publicaci6n de la Gaseta de Buenos Aires, del 13 de noviembre, refiriéndose a la "repulsa seria" de De Courcy a la Pretensión montevideana sobre el bloqueo. Ello provocó la reacción montevideana y en el periódico del 22 ee describen los honores que recibieron las autoridades de la Plaza y la forma como se desarrollaron la. conversaciones. El asunto de Casa Irujo comenzó can 1a contestación, hecha por Moreno, de 1. Proclama del Marqués, la Que dio motivo, a su vez, a que "Un Español" .. (pase a la pág. aisulente)

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"Casi siempre el tema de la polémica se origina en artículos aparecidos en Buenos Aires, ante los cuales en Montevideo se siente la necesidad de reaccionar". La actitud del periódico montevideano fue siempre "limitarse a la periferia del asunto, aislar actitudes que puedan ser condenables, pero no aventurar nunca la penetración al campo doctrinario".('°) En la segunda' categoría se tratan los.sucesos de Caracas y los movimientos de adhesión al regentismo. En general, la documentación, aunque no original, es buena. Los comentarios de los redactores aparecen rara vez. (71) "La Gaceta de Montevideo da las noticias de América luego que han sido filtradas por las autoridades de España. El periódico es un puntal regentista en América, ciego e irracional a veces". (72) En los casos en que los pueblos se pronunciaban por el Consejo de Regencia, al transmitir la noticia no la comenta favorablemente ni la destaca como ejemplo; se limita a la simple transcripción de documentos, actas, proclamas, manifiestos, oficios. Finalmente, las informaciones sobre acontecimientos litares de Europa y, particularmente de España, que dan en las páginas de la "Gazeta", son generalmente y bastante minuciosas. Ya en el primer número, del 13

(viene de la Pág. anterior) -acaso el mismo Cosa Iruio- en los números del 25 y 30 de octubre. asumiera 1. defensa del Ministro ..Pañol, De,. sin entrar al debate ideológico sobre los motivos de la instalación de la Junta. Finalmente, la polémica sobre la reunión del Congreso, comienza con las publicaciones efectuadas Der Moreno, a partir del lo de noviembre y termina

con el articulo de "Justo Claridades" en la de Montevideo, diciembre,

(70) Paria-Cabrera, ob, cit., Pág. LXXVI. (71) En le edición del 13 de octubre, una breve introducción, destacando Que mientras todos los pueblos linericanos han jurado obediencia a la Regencia, Buenos Aires y Caracas "por una desgraciada fatalidad han querldo singularizarse en la vasta extensión del Nuevo Mundo". Y en la del 18, ve explica por qué el Gobierno desea reprimir el número en que se informa de los "Sucesos de Caracas", (Véase "Gazeta de Montevideo," cit. págs. 9 y 15). üs redactores eligieron el sistema de comentar o rebatir las afirmaciones del texto, Por medio de breves notas, puestas al pie, (Ibídem págs. 23, 24. 25, Si y 34). (72) M. Blanca Paria - Q, Cabrera, ob, cit. Dág. LXXVIII.

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octubre de 1810, encontramos un detallado -y bastante correcto- informe sobre la situación del Reino; y frecuen. temente se reiteran los datos con respecto a la lucha militar, a las actitudes de los reinos americanos, a las disposiciones del Consejo de Regencia, etc., tomados fundamentalmente de "El Conciso" y del "Diario Mercantil" de Cádiz, y de la "Gazeta", de Badajoz o del órgano de la Regencia. También aparecen informaciones, aunque breves, de Gran Bretaña, Holanda, Sicilia, Suecia, Prusia, Polonia y Rusia, relativas a la lucha contra Napoleón. En cuanto a la situación política de la Península, en el número del 18 de diciembre, se celebra con alborozo la instalación de las Cortes "que debe llenarnos de explicable júbilo" y se promete que "ésta será por ahora la que ocupe nuestra atención en transmitirle al público los mejores pa. peles relativos a tan importante asunto". (T') Recién en el año siguiente podrá darse cumplimiento cabal a este propósito y entonces el periódico montevideano se transformará en un instrumento de divulgación de toda la actividad de las Cortes. En este estilo y con estas limitaciones transcurrirá la vida de la "Gazeta" hasta agosto de 1811, en que la dirección de Fray Cirilo Alameda le imprimirá otros rumbos, otro vigor y un fervor de "empecinado" que si bien irá en desmedro de su objetividad, le dará, en cambio, mayor interés.

Las medidas Producida la fractura de la uni• fiscales dad administrativa del Río de la Plata, Montevideo, ,debió resolver, además de las cuestiones gubernativas anexas a ración de la antigua capital virreinal, las económicas cales consistentes en atender "la manutención de la y otros empleados", proveer los gastos requeridos para parar la guerra con los "insurgentes" de Buenos Aires, escaramuzas iniciales ya se habían producido, e incluso

(73) "Gezetn de Montevided", cit. DáC. 114. 47

caudar auxilios para enviar a Espafia,.empeíiada en la.guerra de independencia contra Napoleón. El 24 de agosto, el Gobernador Soria trasmitía al Cabildo la orden recibida de España en el sentido de que los ameri. canos debían auxiliar al Estado en sus apremios. Se crearon, comisiones encargadas de recoger casa por casa, las contri. Pociones voluntarias de los pobladores, sistema que se, aplicó no sólo en Montevideo,.sino-tambiéti eni las villas y pueblos del interior.' Cabildos 'y Comandantes Militares tuvieron a su cargo. esta tarea, habiéndose cometido a lo! últimos "recolectar el producto de todos los ramos de la Hacienda Pú: Mica". Los resultados, no obstante las reiteraciones de los pedimentos y las órdenes, no fueron totalmente satisfactorios: -Los vecinos qué han tenido .voluntad -informa. el ". "" Cabildo de Soriano ul Coanmidante de Colonia, Ramón "del Pino-, se han esforzado con lo que han podido aten. diendo' a la calamidad y circunstancias del tiempo, pero „, varios se : han 'encogido, -y no han querido .extender sus manos para tan laudable fin",(ral „ . Simultáneamente el Gobernador Soria resolvió recurrir a la propiedad raíz como fuente de recursos. El 23 de agosto se hizo saber a :los Alcaldes, Cabildos y Comandantes Militares :que .debía procedeise:a un examen de,"las tierras realengas en poder de poseedores con títulos imperfectos `o dé ocupantes precarios. A esos efectos se citaría y emplazaría por. bando, a fijarse en todos los parajes públicos, a los poseedores, para que exhibieran los justificativos de los trámites de denuncia incompleta en el plazo perentorio de cuarenta .días,

(74)' Oficio del Cabildo de Soriano al 'Comandante General de _ 9 de" octubre de 1810. (Pivel Devoto, "Raíces..." cit.. Pág. 253). El mismo Pivel ¡.forma que en el "Libro Mayor de la Real. Caja

Colonia,

del

-

,. . ': 'de"Montevideo correspondiente al año 1810 se registran las ..concepto de donativos y préetemba Para "subvenir a la compra de cabe" "Ilos 7' 1. alta Paga de cuatro Pesos~Pnr'"mea' "s, las tropas de mar y tierra que llegaron a 41.258 Pesos y 5 reales; a 26.335 con 5 reales,

los "donativos para España" Y n 41.531 con 2 reales los "préstamos patrióticos", (Ibídem, Pág. .253, ea anota).: -_ .." _ 7. ......_ - . 48

"en la inteligencia de que se tratará con ellos el medio do otorgárseles sus respectivos títulos de propiedad o bien por medio de una moderada composición, o en público remate, en los términos que según sus documentos gradúe el gobierno más útil, en su beneficio y sin perjudicar los reales intereses, bien entendido, que transcurso dicho término sin haberse presentado o expuesto lo que crean más útil, se procederá al beneficio, venta y remate de los dichos terrenos, caso de salir postor, sin que después le valga el título de posesión u otro alguno, ni los perjuicios que reclame por su expulsión o lanzamiento, lo que no sucederá ocurriendo como se le previene, pues esta Comandancia General le dispensará cuantas gracias sean compatibles coro su situación y las de dichos poseedores... (f°)

Esta disposición, ya sugerida en otras oportunidades, al considerarse el problema del'"arreglo de los campos" (7°) causaba una tremenda perturbación en el régimen de tenencia de la tierra, y fue resistida en toda la campaña. Pese a ello, Vigodet, a poco de hacerse cargo del gobierno, reiteró, el 20 de octubre, con singular energía, los términos del Bando: "í1abiéndose notado que muchos vecinos de esta ciudad y de toda la Banda Oriental que por ahora está bajo la jurisdicción de este gobierno, han mirado con notable abandono el auto de comparendo que antecede para entrar en moderada composición con S M. sobre los terrenos realengos que ocupan, creyendo tal vez que el Gobierno tolerara tan criminal proceder, pues a más de exigirlo así la seguridad de sus posesiones la demanda imperiosamente el socorro de la Patria, que es la suprema Ley del Estado: líbrense circulares a todos los comisionados y jefes militares de la campaña comprendidos en toda esta Banda con los insertos necesarios, para que haciendo notorio en la forma más solemne en sus respectivos Partidos, por se.

(75) Bando del Gobernador Soria del 23 de agosto de 1810, "Ratees...", cit. págs. 253-254). (76) La Idea fue acogida en el Real Acuerdo de 1806 para el y defensa de la frontera, ocasionando una verdadera in los vecinos feudatsrios y también fue Dropuerta -DOr Jorge su ola. para el arreglo de la campaña. (Véase "La Banda pradera, frontera, puerto", citada, de loa autores). 49

gunda vez, comparezcan sin más dilación y fijándoseles el perentorio término de treinta días bajo las penas de por su omisión, y silencio, quedarán sin derecho alguno de preferencia y sin acción a la posesión adquirida por dilatada que sea y que admitidas a otros las denuncias de los terrenos que ocupan, propios de S.M. se les admitirá a moderada composición, y librarán loe títulos de propiedad, y con ellos se les pondrá en tranquila posesión. lanzando a los resistentes y omisos a los llamamientos emplazamientos de este Gobierno; y para que sea más solemne a todos los habitantes y existentes en esta Ciudad y su jurisdicción, se fijarán edictos, en los lugares acostumbrados, quedando razón de todo por el actuario para constancia y que abre los efectos que haya lugar". (77)

"Estas disposiciones de puro corte fiscalista -señalan Sala de Tourón, Rodríguez y ,de la Torre- abandonaban, en medio de una situación por demás convulsionada, los principios establecidos por el Real Acuerdo de 1805 en la parte que se proponía fundar poblaciones, asentar a los dispersos y de alguna forma "pacificar" la campaña y garantir la frontera. Igualmente desechaban el límite de cuarenta y ocho leguas que éste establecía a los adquirentes. En cambio se agilitaban los procedimientos y contenían disposiciones compulsivas para su aplicación". ('s) Los bandos de Soria y Vigodet provocaron, como es fácil comprender, una gran inquietud en toda la campaña. Sus -disposiciones, en primer lugar, únicamente consideraban propietarios con título perfecto, a los que habían recibido tierras de chacra y estancia como pobladores de Montevideo, o en los repartos sucesivos de sus Gobernadores y Cabildo; las tierras de chacras concedidas en las villas y pueblos fundados posteriormente; una parte de las repartidas por el Cabildo de Santo Domingo Soriano; las otorgadas cuando la fundación de Melo y por mercedes posteriores; las que subsistieran de los repartos de Azara; las escasas mercedes a indios misioneros en la zona de Paysandít y a los pocos de.

(77) Bando de Vigod^.t de fecha 20 de octubre 'Ralcee..." cit.. pág. 255. (78) "Evolución ecOn6mien...'*, cit., pág. 214. 50

de 1810. en Pivel Devoto,

nunciantes que habían corrido la totalidad de los trámites establecidos por la Real Instrucción de 1754. Quedaban sin amparo a su derecho, de poseedores de buena fé, que se consideraban propietarios con título bas. tante al efecto, la inmensa mayoría de los pobladores de la zona de Maldonado y Rocha, emanados de los repartos efec. tuados por Pérez del Puerto; gran parte de los beneficiarios de repartos efectuados por el Cabildo de Santo Domingo Soriano; los que habían recibido tierras de Francisco Javier de Viana y, por supuesto, de los demás comandantes. Estos vecinos comparecerían ante la autoridad alegando excepciones, argumentando, en algunos casos, que "habiendo comprado y pagado al Rey en Buenos Aires" sólo estaban obligados a "solicitar el título luego que se arreglen las cosas..."; y otros, -como los de Maldonado- haciendo hincapié en la desaparición de los archivos, quemados durante el ataque inglés a la ciudad. Argumentos o protestas de orden similar se manejaron por los ocupantes para diluir los efectos de la perentoria disposición del Gobierno. Los representantes de éste, particularmente el Fiscal, Dr. Mateo Magariños y Ba. Minas, se opusieron siempre a excepciones de este tipo, ya que "admitida esta clase de petición se frustrarían los saludables objetos del Gobierno"... No obstante esta oposición, fueron muchos loa que se presentaron a iniciar los trámites y una parte de éstos logró finalizarlos con éxito. "En 1810 se había extendido título a 110 hacendados, y en el año siguiente algunos más completaron los procedimientos. La inmensa mayoría estaba constituída por los vecinos de Pan de Azúcar, Maldonado y Ro. cha, cuyas posesiones, generalmente de pequeñas áreas, fueron tasadas a precio moderado. En otros casos se trató de grandes poseedores como Juan J. Durán, quien compró en 1.500 pesos la inmensa extensión entre el Cordobés y el Fraile Muerto, el Río Negro y la Cuchilla Grande, que había denunciado Miguel I. de la Cuadra, y a cuya denuncia se habían opuesto los fiscales tenazmente; José Ignacio de Uriarte, la mensura de cuyos campos arrojó seis leguas de frente por doce y media de fondo; Miguel Zamora, 46 suer-

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tea entre el Tacuarembó y Clara; Cristóbal Salvañach, 45 'leguas en el Tacuarembó Chico, cte.". (7°) El criterio fiscalista predominante en estas disposiciones condujo 'a retasar los campos, para lo cual actuó una comisión compuesta por Lorenzo de Ulivarri y Joaquín de Cho. pitea. En la aplicación de las nuevas tasaciones, se siguió, por lo demás, un criterio no exclusivamente económico, practicándose discriminaciones de acuerdo con la conocida opi. nión política del poseedor. (6e) Demás está decir en qué grado habrían de incidir estas medidas en la creciente conciencia de rebeldía de la campaña, contra el "despotismo" montevideano y sus gobernantes "godos"... , Otro grave problema surgió con la gestión, efectuada por Soria, el 2 de setiembre de 1810, para que el Cuerpo de Hacendados reintegrara la suma de 39.700 pesos que adeudaba al Estado. Ante la desobediencia de que hicieron gala los hacendados, pese a que se les reiteró la orden, el Gobernador dispuso que los Comandantes militares de Colonia y Maldonado vertieran en la caja del gobierno de Montevideo lo que se recaudase por concepto de diezmos, con promesa de oportuno reintegro.

"La incomunicación con lo interior del Reino -escribía Vigodet el 19 de octubre- de cuyas fuentes manaron en todo tiempo los auxilios con que se sostenía la guami. ción de esta Plaza, y la falta de circulación del dinero, obstruido el comercio y el giro, han casi agotado los recursos para su consemación:'(8') (79) Sala de Touron. Rodríguez y de la Torre, ob, cit.. páii. 215 y nota 32 del Capitulo VII, de los mismos. (80) Tales loa casos -bien elocuentes- de Don Ramón de Cáceres, "juntistá', al que ae le había fijado en tiempo de su denuncia, Is eume de 130 pesos y ahora se le exigió 1.080. con plazo perentorio de tres días para eu pago: y el de Cristóbal de Ealvañach -Gobcrnalor político interino 1 Alcalde de lar. Voto- al cual el Fiscal Maasriños confirmó ls primera teasción de 16 Desos In legua cuadrada¡.„ (Véase Sala de Touron y otros, citado, págs. 216-218).

(81) Acuerdo del Cabildo de Montevideo del 27 de octubre de 1811. ta.:.", cit. tomo IX, PAZ. 449), 52

Esta situación emergente del conflicto rioplatense y la necesidad de proveer al establecimiento de un órgano que ejerciera la superintendencia en materia económica y fiscal, promovieron la convocatoria de una reunión celebrada en el Fuerte, donde "conferenciada 1a materia con la delicadeza y pulso que exigen tan extraordinarios acontecimientos", se resolvió "erigir una Junta de Hacienda a semejanza de la dispuesta en el Código de Intendentes para la capital y cabeza de Provincias", cuya instalación se efectuó el 27 de octubre. (s2) "Como el principal objeto de esta Junta es proporcionar los fondos y arbitrios para la conservación y subsistencia de esta Plaza y de todo el territorio de su comprensión, conocerá dicha Junta de todo lo correspondiente y concerniente a hacienda, arreglo de oficinas y resguardos, entradas y salidas de buques, cuenta y razón de todos los fondos públicos y particulares sin determinada aplicación y dominio por alguna razón, de las comunidades, aumento o disminución de sueldos y salarios, de todo aquello sin limitación, que pueda conducir a facilitar las graves y ejecutivas urgencias del Gobierno". Donativos patrióticos, rentas de diezmos, fondos aportados por los Cabildos, recursos extraordinarios obtenidos por el pago de composiciones de tierras realengas, o ventas de buques embargados por deudas de los propietarios con el fisco, impuestos sobre introducción de cueros a la plaza (un cuartillo por piel), así como los provenientes de la Aduana y de la Renta Real de Tabacos, fueron los recursos principales de que dispuso la Junta de la Real Hacienda. Si las providencias tomadas respecto de las tierras públicas, ya referidas, tocaban un punto muy sensible para los (82) La Integraban, el ~olxrnador VigMet, a Quien correspondía la Presidencia. Juan de Zea y Villarroel, "Oidor de la Real Audiencia Pretorial de Buenos Aires y detenido en esta Dlazü ', Pedro Ballesteros, Intendente Honorario del Ejército Y Cantador Decano del Tribunal Mayor de Cuentas de Buenos Aires: Criatobal Selvafiach. Alcalde Ordinario de lee. voto: Dr. José Eugenio de Elías. Asesor General de Gobierno: Jacinto Figueroa. Ministro Interino de la Real Hacienda; y el Dr. Mateo Magariños Y BaIIinas, Abogado del Flaco. (88) "Revista del Archivo Gral. Administrativo', cit. págs. 450-451.

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intereses del gremio de hacendados, no menos gravosa resultaba esta implacable voracidad fiscal respecto de comerciantes, barraqueros y navieros, que eran los principales contribuyentes por gravámenes, donativos o préstamos, en momentos en que la situación prebélica en el Plata había disminuído muy sensiblemente el tráfico mercantil por el puerto. Hubo de ocuparse la Junta de la Real Hacienda del problema del comercio con extranjeros, pues las disposiciones del Auto virreinal del 6 de noviembre de 1809, vigente en el Montevideo regentista, (a') no se cumplían. En efecto, éstas exigían que las consignaciones se atribuyeran a comerciantes matriculados; pero, de facto, no sólo comerciantes de origen hispano o personas que no ostentaban esta calidad, habían sido beneficiadas, sino que, incluso, también se concedieron a extranjeros, no avecindados ni casados en la ciudad. . Para proteger al Erario de la evasión por el contrabando y celar las ventajas de los poderosos comerciantes establecidos, se agregaron, al llamamiento del Diputado Juez de Comercio, y por decisión del Gobierno, dos juntas, los días 9 y 17 de enero de 1811. En la última se aprobó el "Reglamento de Consignatarios" (ae) donde se disponía que el "nombramiento debe recaer precisamente", de acuerdo con el auto virreinal de 1809, "en personas nacionales y notoriamente conocidas por comerciantes de esta plaza", establecidas aquí o venidas de España o puertos españoles de América para ese objeto, y de "ningún modo a los españoles que procedan de puertos extranjeros, ni aquellos cuyo ejercicio no viene directamente del comercio" ni son "sus dependientes asalariados". Se prohibe expresamente "que los extranjeros puedan vender sus efectos o comprar los del país", prescindiendo del intermediario nacional, e igualmen-

(84) Durante el año 1810, se concertaran alrededor de treinta embargues al amparo de las franquicias acordadas Dar el Virrey Cisneros en 1809. (85) Juan E. Pivel Devoto. "Colección de documentos para la Historia

Económica del Uruguay", en "Revista de Economía", 1950). Tomo III, Nc 19, páginas 833 a 841. En la reunión del di. 9 ae encargó la redacción del texto a Félix Sainz de la Maza, Antonio de San Vicente, Pedro Fraacáseo Berro y Gerónimo Flo Bianaui. El día 17 es, aprobó el Reglamento proyectado por éstos.

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te "que tenga almacén o tienda abierta" salvo que "esté avecindado y sea casado", para con ello prevenir perjuicios "a la industria nacional" y "evitar fraudes que suelen haber en los embarques en perjuicio de la Real Hacienda". (aa) Aunque en el privilegio se incluían los hacendados "sujetos igualmente a la matrícula como comerciantes natos", los directos beneficiarios eran los mercaderes establecidos en la ciudad, que monopolizaban así los canales. de la exportación y dominaban el régimen de precios. Esta circunstancia apunta al antagonismo de intereses de los dos sectores sociales aludidos, que prolonga sus efectos más allá de la conmoción revolucionaria. (a') El Reglamento, aprobado por Elío el 26 de enero, obligó a matricular a todos los comerciantes y hacendados de la Banda Oriental, constituyendo un preciosísimo inventario de las clases vivas de la economía local, ajustado cuando ya la turbonada revolucionaria asomaba su violenta eclosión en el horizonte de la pradera oriental. (aa)

El Virreinato de E1 Consejo de Regencia, por Real Elío Orden del 31 de agosto de 1810, había designado a Francisco Javier de Elío, "Virrey, Gobernador y Capitán General (88) Plvel Devoto, ob. cit., Pág. 838. (87) En 1812. esta divergencia entre comerciantes y hacendados y ealade. ristas sa manifiesta en la reacción de los últimos ante la tentativn de restringir el comercio con extranjeros, que habría de perjudicar en principal medida al "comercio de carnes saladas de esta plaza", cuya parálisis aumentaría en la medida en que resultaran limitadas las expediciones en buques nacionales y la paralela concurrencia de "compradores Y extractores en los puertos del Brasíl". "Cuando decimos que conviene la extracción de nuestros frutos en los buques extranjeros, no se entienda que por eso nos oponemos que hagan lo mismo las embarcaciones de nuestro comercio; sólo queremos representar a Uds. que no pudiéndose exportar por éstos, el todo de nuestros frutos Y manufacturas, no se baga novedad en que los extranjeros admitidos a nuestro comercio saquen el superávit a aquéllos que no pueden alcanzar" (Representación de un grupo de hacendados y snladeristas al Cobernadar y Capitán General. Gaspar de Vigodet". (De Juan E. Pivel Devoto, "Revista de Economía', ob, cit, Tomo IV, Na 20, págs, 35-36). (88) Del registro formado por los comisionados designados al efecto, resultaban en Montevideo y su campaña, 80 comerciantes matriculados; 432 hacendados; 50 mercaderes matriculndos; 42 mercaderes no matriculados; 18 navieros: 40 almacenes por mayor; 24 dueños de establecimientos de salazón de carnes; 14 fábricas de sebo en marquetas y 2 corredores de número. Im lista de hacendados comprende los ubicados dentro de la jurisdicción de Montevideo,

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Provincias del Río de la Plata y Presidente de la Real Audiencia de Buenos Aires". (6e) Traía el flamante Virrey, instrucciones reservadas para ajustar su conducta en las relaciones con portugueses y británicos. De acuerdo con las mismas, no debía ignorar las maniobras para coronar a la Infanta Carlota y el cumulo de circunstancias que autorizaban a pensar en una posible invasión a las colonias hispanoamericanas, acaso pretendiendo fijarse en la orilla norte del fa. Mientras los portugueses esperaban la oportunidad para cumplir sus proyectos y el gobierno metropolitano español estaba ocupado en las considerables atenciones del momento, se había encendido la rebelión en Caracas y Buenos Aires v ambos insurgentes habían enviado sus representantes a Londres, cuya Corte, lejos do oponerse a sus proyectos, presentaba una mediación, acaso como parte de un plan destinado a emancipar las colonias. Debía, por lo tanto, oponerse a todo intento portugués, aún por la fuerza; y en cuanto a Inglaterra, aunque parecía tolerar y aún fomentar las pretensiones lusitanas, no era de -esperar que las impulsase abiertamente, mientras fuera firme la resistencia de la metrópoli. (sa)

Llegó Elí,o a Montevideo el 12 de enero de 1811 con un piquete del Regimiento de Voluntarios de Madrid, bordo de la fragata "Ifigenia". El acta del Cabildo del 19 de enero, consigna que en "atención al estado actual de incomunicación en que se halla la capital de Buenos Aires, con esta ciudad", procedería el Virrey a concurrir a las "Casas Capitulares a recibirle el juramento" por "no haber más autoridad legítima en esta

(89)

(90)

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"Gnaeta de Montevideo", el¡. (1811-enero-junio), (Montevideo, 1954), tomo II, pág. 218, El nombramiento, -probablemente, fue hecho sin conocimiento de las Cortes, y firmado únicamente par el Ministro Eusebio Barde.! y Azar., sobrino de Elio. Lord Strangford, en carta . Wellesley, de 7 de abril de 1811. criticaría esa impolitica designación y la atribuiría al Ministro Bardas). (Citado no, Gabriel A, Puentes, "Don Francisco Javier de Ello en el Río de la Platrt' (Buenos Aires, 1966), pág. 244). Gabriel Antonio Puentes, "Sublevación del Entre Ríos y la Banda Oriental" (1811) en "Humanidades" (publicación de la Facultad de Humanidades Y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata. Buenos Aires 1950), tomo XXXII, Pág. 234-285. .

Banda que pueda verificarlo". -Con la mano derecha puesta en los Santos Evangelios y la izquierda sobre las del señor Gobernador, la rodilla en tierra y delante de una imagen de Jesús crucificado, juró por Dios y los Santos Evangelios, obligándose "con pleito homenaje según fuero y costumbre al Rey nuestro Señor, don Fernando VII y al legítimo Gobierno y Soberanía de la Nación española, cuando la liber. tad de S. M. y pleno uso de todas sus facultades, no sean absolutos". (a') A la ceremonia le siguió un solemne "Te Deum", en la Matriz. Así quedó declarado el Real de San Felipe de Mon. tevideo, sede provisional del Virreinato. Inmediatamente de llegado, el día 15, el Virrey había ofíciado a la Junta, a la Audiencia y al Cabildo de Buenos Aires, reclamando el reconocimiento de la legitimidad de las Cortes Generales y Extraordinarias del Reino, reunidas en Cádiz, y de su propia investidura. Los tres organismos requeridos contestaron negativamente a su pretensión. La Junta le solicitó con apremio al comisionado portador de las notas, que era el Oidor de la Audiencia de José Acevedo y Salazar, que se reembarcara de inmediato para Montevideo, adonde se cursarían las respuestas. nota respectiva expresaba la junta que el "solo título" Virrey con que Elío se presentaba a presencia de un bierno establecido para sostener los derechos de los libres", "ofende la razón y el buen sentido" y que el medio conducente a "consolidar la felicidad de estos es "desnudarse de una investidura sin carácter" y propender con el influjo que pueda haberle dado la opinión en blo montevideano "a reducir al buen sentido ese pequeño resto de refractarios, que en la vasta demarcación de gobierno, es el único que se resiste a conformarse a luntad general". La Audiencia replicó que "se había diferido la resolu. ción sobre si debe reconocerse o no en estas Provincias,

(91) "Revista del Archivo General Administrativo", cit.. Volumen IX. píes. 474477. -

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Consejo de Regencia últimamente instalado en la península, al Congreso", "que debe celebrarse y se realizará muy en breve", no estando, por lo tanto, "legitimada en estas provincias la autoridad de donde emana la provisión de VS al mando superior de ellas"; y el Cabildo, por su parte, expresó, que se ignoraban "hasta hoy los principios legítimos, bajo los cuales haya sido conformado ese Consejo de Regencia, sin la menor intervención de las Américas, por unas Cortes en que tampoco han tenido parte Replicó Elío declarando "por rebelde y revolucionario el actual tiránico gobierno de Buenos Aires" y "que dividuos que lo componen, y todos los que lleven armas otros útiles de guerra para sostenerla y atacar las bajo la verdadera divisa del estandarte del Rey de España, sean tenidos por traidores y rebeldes a su Rey y a la y como tales tratados y juzgados". (°') A la declaratoria guerra de este bando, fechado el 12 de febrero de 1811, guió el cierre de -los puertos de la Banda Oriental procedencias de y' para Buenos Aires (24 de febrero) establecimiento del bloqueo de aquel puerto y demás costa occidental, gestionando del jefe de las fuerzas británicas en el Plata exigiera a los buques de su nación, el respeto de esta clausura; el refuerzo de la guarnición Colonia -donde fue enviado el brigadier Vicente Muesas y la organización de cruceros para la vigilancia del

(92)

"Gaceta da Buenos Aires", Tomo II, cit., ejemplar del 24 1811, PUB. 62-65: 66-68: y 68-71. Véase, además, sobre la misión Ace-

de

enero

de

vedo y Salesar, "La Revolución de Mayo y los Pueblos del Piel." autores. (93)

"Gaceta de Bueno. Aires", cit., ejemplar del 21 de marzo de 1811. pág.. 214-215. IkclB Ello que se hablan tentado "cuantos medios sugiere la prudencia y dicta 1. humanidad Dura hacer entrar en sus deberes Y obligaciones a los que componen la Junta de Buenos Aire. que se ha abrogado el mando euDerlor de todo el virreinato", Ha. despreciado toda conciliación, agrega, y después de haber Principiado con "tiranías y

muertes de los jefes principales de la provincia sin guardar la formalidad

nl

cn.nto.

han

no

trámite

judicial"

adherido

a

sus

han

armado

ideas,

expediciones

"haciendo

la

guerra

barie de sacrificar los prisioneros contra todos derechos", osadía a lxisultar al Consejo de Regencia que gobierna a nombre de

y

atacado

con y

la

a

bar-

llevan

su

Fernando y es reconocido Por todas las potencias de Europa, "usando ron felonía del adgusto nombre de nuestro desgraciado monarca, para solapar con él las miras de ambición u rnfemia que ocultan". (94)

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Francisco

Bauxá,

"Historla

de

1s

bomínnción

Española

en

el

Uruguay"

Lanzó, entonces, la Junta de Buenos Aires, una proclama llamando a las armas "para la defensa de la patria". Ante la guerra que mueve "este hombre arrebatado", dice, pretendiendo "inundar de sangre unas provincias que debía respetar como el mejor asilo de la fugitiva libertad", sin que nada "embarace los empeños de su tiranía", la necesidad "exige que los pueblos en masa empuñen vigorosamente las armas".(s°) Y mientras, negociaba con los marinos británicos, -al fin con buen éxito-, providencias que permitíeran.elu. dir las consecuencias del bloqueo,(") adoptaba también sus medidas de guerra económica: cierre del puerto a los cargamentos enviados desde Montevideo y a todo buque de esa procedencia, con excepción de los británicos; prohibición de girar letras sobre Montevideo y su jurisdicción y de pagar las giradas desde aquella plaza, inclusive a los ingleses; veda, por fin, de exportar oro y plata, ya fuera en barras o en monedas. (s7) Muy difíciles eran las circunstancias que debía enfrentar Elío. Sin duda su vehemente temperamento no era el más indicado para señalarle el camino del tacto y la prudencia que el momento reclamaba imperiosamente; pero como ha sido señalado por Pivel Devoto, (ss) no le faltaban condiciones de estadista y de hombre de gobierno, y algunos de los errores principales que entonces cometió deben ponerse a cuenta de su superficial conocimiento del medio rural, que le llevaron a extremar las exigencias y los requerimientos de auxilios y recursos, y a manejar la fuerza como único expediente para el reconocimiento de su autoridad. La sustitución de del Pino por Muesas en la Comandancia de la Colonia y el regreso de las fuerzas de Michelena, que operaban en las costas del Uruguay, en el Arroyo de la

(95) "Gaceta de Buenos Airea", cit., págs, 218-220. "Puede ser -agrega, con agorera previsión-, y acaso no esté lejos, que mendigue Elfo el socorro de tropas BX2raniera9'.

(96) Véase "la Revolución de Mayo s los pueblos dei Plata' de las (97) "Gaceta de Buenos Aires", reaolucionea gubernativas del 14 de febrero y 9 da marzo de 1811, en los ejemplares del 1S de febrero (pág.. 123-124) y del 14 de marzo, (paga, 197-198), (98) Pivel Devoto, "Balees...". cit., pág. 260.

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China, contribuyeron a socavar las frágiles bases en que se apoyaba su autoridad en la zona vital de los ríos. El crítico más implacable de Elío, José María Salazar, así lo señala en su correspondencia con el Ministro de la Marina: la retirada de Michelena del "sobresaliente punto del Arroyo de la China" desamparó a los buenos españoles -dice-, y facilitó "que se reanimaran los malos y quedando libre el Uruguay" se anudaran "las comunicaciones con Buenos Aires". (°') La malquerencia general, -agrega en otro oficio-, debe atribuirse a la "declaración de guerra publicada el 13 de febrero y a las órdenes impolíticas dadas en la campaña y al plan de imposiciones sobre ella que encendió extraordinariamente los ánimos contra la buena causa". ('00) Sobre este mismo punto, una carta privada interceptada por las autoridades, califica de "sistema de opresión y despotismo" el que configuran estas exigencias anunciando que se "estaba avaluando el caudal de Montevideo y su campaña y se va a echar un 80% para sacar 48.000 mensuales". ('0') En efecto, cuando llegó el Virrey, estaba pronto de recolección de recursos redactado por una comisión Cabildo, en quien había declinado sus competencias la de la Real Hacienda. Decían los capitulares que el arbitrio de los donativos voluntarios deja "un campo dilatado trabas del egoísmo"; que los forzosos, a su vez, "jamás reciben con agrado y que pocas veces se ejecutan con dad"; las nuevas imposiciones no se adecúan a la urgencia de la recolección; "no queda, pues, otro arbitrio que los empréstitos"-,que-cerá,_sin_embargo, forzoso en su

(99)

_

José María Solazar al Secretario del Despacho Universal de la Marina, lv de mayo de 1811 ("Archivo Artigas", Tomo III, pág. 443). También juega errónea la separación de Ramón del Pino de la Comandancia de Colonia, diestro conocedor de la campaña y del país, al punto de que "no nos denunció uno como sospechoso, que después no ae haya confirmado por un traidor", mientras m sustituto -Vlcente Muesas- "Dios no 1s he concedido e1 don del mando",

(100) José María Solazar al Secretario del Despacho Universal de la Marina. 19 de noviembre de 1811, ("Archivo Artigaá' (Montevideo, 1953), Tomo iv. Pág. sal). (101) Juan E. Pivel Devoto. "Uruguay independiente", en "Historla de América Y de los Pueblos Americanos". dirigida por Antonio Ballesteros Y Bereta (Barcelona-Madrid, 1949), t. XXI, pág. 420. en nota.

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sición; pero garantido por la seguridad del reintegro, yos efectos "todas las rentas reales, los bienes de y los que pertenezcan a la Nación y al Estado" quedaban preferencia, hipotecados. El clero, empleados, propietarios fincas urbanas, comercio, hacendados y los gremios de sanos en sus diferentes clases, forman las "corporaciones" que habrán de subvenir hasta la suma requerida para pagar el presupuesto, fragmentándolo en listas exactas de viduos que pertenecen a cada ramo y repartiendo la cuota que debe satisfacer cada uno, según su estado y proporciones, en la inteligencia "que cesará toda contribución desde se reciban auxilios de la metrópoli o de Lima". (r0') Las urgencias del pago de las tropas traían preocupado a Elío (100) por lo que, sin dilatorias, aprobó en "todas sus partes" el plan propuesto por el Cabildo; y en oficio diri. gido a Vigodet, le indicaba que se fueran "citando las corporaciones, las que a presencia del Cabildo se les enterará del método que se ha adoptado" y convencidas que es el más equitativo, "se adoptarán en seguida las demás medidas". (roa) Volvió a insistirse con el arbitrio de la regularización de los títulos por los ocupantes de los terrenos realengos, a los que se emplazó bajo amenaza de expulsión, según resulta de un oficio de Francisco Javier de Viana al Comandante de Santa Teresa, fechado el 16 de febrero. (r06) Se exigió imprudentemente, a "las justicias, párrocos y vecinos" franquearan "toda clase de auxilios" para el mantenimiento y alojamiento de las tropas. Tales medidas "impolíticas" que irritaban a los habitantes de la campaña, por los sacrificios que exigía y la pobreza a que los reducía, no serían explicables si se omitiera consignar las dramáticas circunstancias que vivía la ciudad regentista:

(102) Pivei Devoto. "Raíces...", cit., pág,. 261-263,en nota. (103) E1 31 de enero, Ello programó establecer nuevas impuestos para atender el pago da las tropas. (Puentes, "Don Francisco Javier de Ello...", cit. pág. 256). (104) Oficio del Virrey Elfo al Gobernador Vigodet del 12 de febrero de 1811. El mismo Puentes anota que loa vecinos se libraron de tal carga por la oportuna llegada de la fragata "Revolución" que traía, procedente de El Callan, 489.173 pesos, 500 quintales de pólvora y 289 barras de co. bre, ta nave llegó a Montevideo e7 la de abril. (105) Puentes, ob. cit., pág. 262-

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.. nultadaá•s*s relaciones. civiles y mercantiles con el ~'édtiti!Iéptexílesrctáya sensiblemente su industria, se paraliza su comerció,, uá producciones se estancan, enflaquecen, se debilita eVi1píim público... y una situación tan violenta no es coto¡iatible con una existencia duradera. Estamos ya, _oeñüir~'q.e]%'íriste caso de adoptar el duro arbitrio de las tlutribysiónes y aunque el patriotismo de este vecindario iubñrá sin murmurar el peso de esta nueva carga, el Cabildo conoce que no puede el pueblo soportarla por mucho tiempo". (100)

De este modo, la impaciencia y la rígídez incitantes y explosivos, los viejos fermentos social, que harían eclosión en febrero de 1811.

de Elío de la

tornaban protesta

(106) Oficio del Cabildo de Montevideo al Conaeio de Regencia del 8 de febrero de 1811- (Estudio preliminar de M. Blanca París Y Querandy Cabrera Piñón a la publicación de la Gaceta de Montevideo, cit. pág. CLxxxI%). 62

CAPITULO II

EL PUEBLO ORIENTAL EN ARMAS

1, E1 pronunciamiento de los pueblos y los "pagos" orien. tales- 2 José Artigas, intérprete y conductor. 3. La marcha de la Revolución. 4. La Revolución desde el campo regen• tista. 5. La primera invasión portuguesa.

1. - El pronunciamiento de los pueblos y los "pagos" orientales La "admirable alarma"

"Cuando los americanos de Buenos Aires proclamaron sus derechos, los de la Banda Oriental, animados de iguales sentimientos, por un encadenamiento de circunstancias desgraciadas, no sólo no pudieron reclamarlos, pero hubieron de sufrir un yugo más pesado que jamás". "Yo fui testigo así de la bárbara opresión bajo qué gemía toda la Banda Oriental, como de la constancia y virtudes de sus hijos, conocí los efectos que podía producir y tuve la satisfacción de ofrecer al gobierno de Buenos Aires que llevaría el estandarte de la libertad hasta los muros de Montevideo, siempre que se concediese a estos ciudadanos

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auxilios de municiones y dinero".(') "Un puñado de orientales, cansados ya de humillaciones, había decretado su libertad en la villa de Mercedes: llena la medida del sufriíniénto por unos', procedimientos los más escandalosos del déspot-á que' 1óe: oprimía, habían librado sólo a sus brazos el*'triunfó de' la justicia; y tal vez hasta entonces no era ofrecido al templo del patriotismo un voto ni más puro ni más glorioso, ni más arriesgado: en él se tocaba sin remedio aquella terrible alternativa de vencer o morir libres, y para huir de este extremo, era preciso que los puñales de los paisanos pasasen por encima de las bayonetas veteranas. Así se verificó prodigiosamente, y la primera voz de los vecinos orientales que llego- a -Buenos Aires fue acompañada de la victoria del 28 de febrero de 1811: día memorable que ha-

(1) Desde el año 1809 destacadas figuras del patriciado criollo realizaban reuniones con el ánimo de promover un amplio movimiento reivindicatorio de los Intereses políticos y económicos de la Banda Oriental. Joaauin Suárez, en sus "Apuntes aumbiográficoé' recuerda cue "reunidos en 1809 con Don Pedro Celestino Bauzá, el padre Figueredo y don Francisco Meto. acordamos trabajar por la independencia. para cuyo fin teniamos de ngente en Buenos Airea a don Francisco Javier de Viana y en I. capital a don Mateo Gallegos". Refiere, asimismo, que habiéndose enterado las autoridades de sus trabajos subversivos y "comprendiendo que nada podríamos hacer sin un hombre de arma. llevar, que reuniese las masas, nos retiramos a nuestras casas a cuidar nuestros intereses". (Justo Ma. MBee., "Las primeros patriotas orientales", cit., pág. 30). Asimismo, existe constancia de actuaciones del Gobierno contra va- risa. damas patricias, entre las a.e estaban María Francisca y 1lfargarita Villayrán. Mari. Josefa' y Agustina Oribe. Consolación Obra y otras, que fueron encarceladas y desterradas. (Véase Beraza, "La Revolución Oriental", cit., pág. 142). - Por último, Francisco B.Va6. en su clásica "Iíistoria de la Dominación española en el Uruguoy", se refiere a un levantamiento Dragrsmado en Casa Bta.., el 11 de febrero de 1811, en el que participaron el cura de Paysandú y su teniente, el capitán retirado don Jorge Pacheco y el entrerriano Francisco Ramírez y que fue desbaratado por la escuadrilla de Michelena. B.uzá vincula este episodio con la deserción de Artigas que, según él, se produjo el 2 de febrero. El Prof. Ariosto Fernández, luego de prolijas investigaciones, en eu trabajo —El pronunciamiento sanducero de Casa Blanca en 1811", (que integra el volumen "La Revolución de 1811. en la Banda Oriental". DSgs. 137-164), controvierte, con abundante cotejo documental, los supuestos h4sicos de la afirmación de Bau.á, como por ejemplo, la fecha de deserción de Artigas. la presencia de Ramírez y. sobre todo, la actuación de la escuadrilla de Michelena que, en aquella fecha se encontraba en Colonia. Véase el sumario promovido contra el vecino de Paysandú Tomás Paredes, acusado de manifestar que "sería voluntario verdugo para ahorcar . todo esp.ñpl europeo, y de conspirar conjuntamente con el capitán de Blandengues Jorge Pacheco. el cura Silvestre Martinez. el dominico Fray Ignacio Mestre y don Nicolás Delgado, en "Archivo Artigas", cit., tomo IV, págs, 1 a 7.

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bía señalado la Providencia para sellar los primeros pasos de la libertad en este territorio, y día que no podrá recor. darse sin emoción, cualquiera que sea nuestra suerte". Así comienza el célebre oficio, fechado en el Cuartel General en el Daymán, a 7 de diciembre de 1811, en que Artigas describe al "Señor Presidente y Vocales de la Junta. Gubernativa de la Provincia del Paraguay", la "admirable alarma" (a) con que se iniciara la Revolución en la Banda Oriental. El pronunciamiento de Asencio, como hecho militar, fue de poca entidad. Pero la trascendencia "memorable" que le atribuye Artigas radica en que él fue la alborada de la Revolución, de una revolución que empieza a conmover a las masas y muestra ya su signo más evidente: su carácter predominantemente rural. (') En efecto, el alzamiento de 1811 respondió a un anhelo colectivo de los hombres del campo -pueblo desvalido y "vecinos establecidos poseedores de buenas suertes"- que expresaban así su angustia y su protesta, pero a los que faltaba aún para darle cohesión y posibilidades de éxito, "el hombre de armas llevar que reuniese a las masas", éomo subrayara Joaquín Suárez. Ese hombre, como lo había indicado Mariano Moreno, en los comienzos de la Revolución y lo sabían con largueza las autoridades españolas, (4) y lo sentía toda la campaña oriental, era José Artigas, que el 15 de febrero había abandonado las fuerzas destacadas en la Colonia, y marchado a

(2) "Archivo Amigas", cit., (Montevideo. 1965), Tomo VI, pá&s. 74-75 (3)

Este carácter hacía que los españoles las consideraran "partidas de salteadores" y aplicaran duros calificativos a la masa nepular alzada contra el orden establecido. A1 elemento doctoral de los Cabildos Abiertos de Mayo o a lea autoridades de Ia Junta se les 1lamabn "traidores y rebeldes a su Rey y a su Patria": las epítetos infamante. de "salten-

dored' y "ladrones" quedaban reservados a los anónimos le insurrección campesina, (4) Sala.ar, en oficio de 19 de noviembre de 1811, al Secretario de Estado Y del Despacho Universal de Marina, luego de estudiar extensamente las causas de la revolución oriental concluye con esta frase de grnn eaPresividsd: "En resumen les principales causas de la revolución de la campaña fueron las providencias de SE (Ello), sus órdenes, sus proclamas y disposiciones pueriles para contenerla Y 1. deserción del capitán José Amigas, sin la cual, a pesar de todo, no se habría verificado". (Archivo Artigae, cit., Tomo IV, pág. 375).

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solicitar al gobierno de Buenos Aires, los auxilios necesarios para llevar la revolución a la Banda' Oriental. En su tránsito hacia la Capital galvanizó el propósito insurreccional de las masas campesinas(') y obtuvo los suficientes elementos de juicio que le permitirían asegurar a las autoridades que "regresando a la patria con aquel auxilio no dudaba que todos sus Blandengues que se encuentran libres se le reunirían, así como los habitantes vecinos y oficiales se incorporarían a sus filas contra el enemigo común". (') Entretanto, se había producido el "grito de Asencio". De la impaciencia del pueblo por exteriorizarse es testimonio elocuenté el aviso de Viera al Alférez Correa, fechado el 24 de febrero, en Coquimbo, donde le dice "ya no me es posible de ningún modo contener la gente y a fin de evitar algún desorden que cause muchos males o daños, he determinado aproximarme esta noche a ese pueblo y atacarlo mafiana". (7) "Los paisanos no entendía- de estrategia y de oportunidad, ni median lo flaco de sus recursos frente al formidable poder militar y marítimo de Montevideo si quedaban librados a sus solas fuerzas; sólo sentían el mensaje de solidaria decisión que recogían en la campaña entera- y por ende se impacientaban con las dilatorias. Querían obrar. Ellos pusieron en marcha la revuelta en la ínaflana (le Asencio". (s)

Los jefes de esta primera hora, incluso en su ingenuidad y en sus flaquezas, son dignos de sus soldados. Así los cribe Lorenzo Bélinzon: (5)

En ePof(cio de Salnzar al Ministerio de Marina, 19 de noviembre, ya citado, dice ' ..y a medida que iba pasando Por los pueblos los convidaba a la insurrección, ofreciéndoles Prontos socorros de la capital, adonde se trasladó inmediatamenti'. (Archivo Artigr.s, cit.. Tomo IV. Pág. 371). (6) Carlos Anaya. "Revolución de la Banda Oriental del Uruguay, situada en la margen izquierda del Río de la Plata, América del Sur", "APUn taciones históricas sobre la Revolución Oriental (1811-1851)", Advertencia Preliminar de liaría Julia Ardao, en "Revista Itietórica', (Montevideo, 1954). Tomo XX, Pág. 304, (7) Archivo Artigab, cit.. Tamo IV, Pág, 248. (8)

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Oscar H, Eruschera, "Asencio inicia 1. Guerra Gnuchri', Montevideo, viernes 24 de febrero de 1961, yág. 24.

"Marcha",

"Venancio Benavídez era un dominador de multitudes campesinas; alto, fuerte y recio había sido cabo de las tropas realistas. Buen jinete, estaba poseído de una actividad extraordinaria y podía recorrer a caballo grandes distancias sin fatigarse. Tenía una intrepidez a toda prueba y no retrocedía ante las acciones arriesgadas. Era todo pasión y vehemencia; sus exaltaciones lo llevaban a cometer los actos más contradictorios, desde el delirante patriotismo hasta la traición más desconcertante. Alma inquieta, fue un torrente sin cauce". "E1 otro iniciador de la insurrección, Viera, era natural de Río Grande, pero residía en el país desde muchos años, había desempeñado el puesto de administrador en la estancia de Cayetano Almagro. Amaba intensamente la libertad, lo que le impulsó a dirigir las masas gauchas contra el gobierno hispano. Su carácter jovial lo rodeaba de muchas amistades. Por su afición a los pericones y por su habilidad. para bailar con zancos era conocido con el apodo de "Perico, el bailarín". (o)

Es indudable, sin embargo, que los primeros gestores pensaron, desde los inicios, en Artigas. Dice Anaya, en sus "Apuntaciones históricas" que éste "era la más viva esperanza de los del alzamiento de Mercedes que buscaban protectores" (1"). Ramón Fernández, al comunicar a la Junta porteña el triunfo de Asencio, le hace saber que el mismo 28 de febrero, había oficiado a Artigas, pidiéndole auxilio o, en su "defecto, a cualquier jefe de tropas", (11) lo que insinúa el mando que espontáneamente se le acordaba ya al indiscutido Caudillo de la campaña. Del clima y las circunstancias que precedieron el movimiento de Asencio y de su inmediata consecuencia, la toma de Mercedes, y Santo Domingo Soriano, nos ha dejado una vívida descripción Justo Correa, actor en los sucesos: "Correa que vio el empeño y tesón del referido Viera dijo en sí, es preciso llevar adelante esta obra, y mandó llamar al comisionado de Cololó, Don Félix Rodríguez, y -con la satisfacción de ser coterráneo y amigo suyo le dijo: ha llegado el tiempo que Vm demuestre con denuedo su

(9) Lorenzo Bélinzon, "La Revolución Emancipadora Uruanayá", (Montevideo, 1931), Tomo I, pág. 111. (10) En "Revista Histórica", citada. (11) Ramón Fernández a la Junta Gubernativa de Buenos Aires, 1> de marzo de 1811, en "Archivo Artigas", cit.. Tomo IV, pó,s. 195-196, 67

mor a la patria; se alarma porción de gente y Pedro Viera a la cabeza, para atacar estos pueblos y sujetarlos al Gobierno de Buenos Aires y es preciso que Vm. convoque todo su vecindario para que cuando le avise Viera, corra con su gente a la reunión y convenido el citado Comisionado se retiró a su partido. En seguida hizo llamar a Francisco Bicudo, a Sebastián Cornejo y a Basilio Cabral, sujetos en quienes Correa tenía confianza y después de haberlos impuesto de lo que se trataba, les dijo: Que cada uno, de por sí, como cabezas de división, convocasen toda la gente que pudiesen en el partido de Coquimbo y Sarandí para cuando Viera les avisase, con lo que se retiraron muy entusiasmados y deseosos de abajar la cerviz y orgullo de los españoles de quien habían merecido tantas injurias°, ' • •."El •venticuatro •de• febrero' a .horas •de• la • Misa' Mayor publicaron la guerra de Montevideo o Buenos Aires y dieron los españoles muchos vivas a Montevideo, tirando los sombreros al aire, y gritando muera la inicua y monstruosa Junta de Buenos Aires y todos sus aliados. Con lo que la gente del país se llenó de más calor y al otro día le pasó Viera una carta a Correa, avisándole que no podía sujetar la gente que aquella noche se iba a aproximar, y que así lo avisaba a los partidarios que había en el pueblo". "Cinco o seis días antes de tomar el pueblo andando Viera citando las cabezas de división, encontró a Venancio Benavidez, y preguntándole a dónde iba, respondió Benavidez que a la Capilla (Mercedes), y entonces Viera le dijo con la satisfacción que eran amigos, que no fuese pues iba a atacar cl pueblo, y que si quería lo llevaría de su segundo, cuyo partido admitió Benavidez y suspendiendo su viaje siguió a Viera." .......................................................... La"noche del veintisiete se aproximó nuestra gentea las márgenes del pueblo, y los españoles toda la noche iluminaron con fogones las bocacalles y se parapetaron arriba de las azoteas, alrededor de la plaza y en las cuatro esquinas, con cinco piezas de artillería que tenían, y de media hora en media hora tiraban un cañonazo al viento, para meter miedo a los gauchos, y para eso se ponían más bravos". "El veintiocho al ser de día formó Viera su columna a la vista del pueblo poniendo delante los Blandengues y al Oficial que había tomado prisionero, y mandó un parlamentario que lo fue Enrique Reyes, quien desempeñó su comisión con el desembarazo de un completo militar y dando su embajada fue preguntado por el Comandante qué gente era la que venía y respondió Reyes: ya se cumplen los tres minutos que traigo de plazo y Vms. no responden

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nada, con permiso de Vma me voy, y entonces el Comandante contestó que entregal,a el pueblo ción del gobierno de Buenos Aires, libre de das, cuya contestación que la recibió Viera al Alferez Ramón Fernández para que la leyese, Viera oyó decir que entregaban el pueblo, ya disponer como había de entrar la gente sin recoger la respuesta del parlamento de manos de Don Pocos días después, Pedro Viera se dirigía a la junta de Buenos Aires, dando cuenta de los hechos y comisionando al Regidor del Cabildo de Santo Domingo Soriano, Dn. José Fernández, "como testigo ocular" para ampliar la información y solicitar auxilios en armas y municiones. El documento revela, con elocuencia, como había prendido en aquellos hombres el "incomparable fuego del patriotismo" y de la decisión de Viera, que "arrebatado... entonces del deseo de ser útil a la Patria me propuse ser su caudillo". (") La satisfacción con que fue recibida en Buenos Aires la noticia de la exitosa jornada revolucionaria de Asencio, habría de verse contrarrestada casi de inmediato, por la derrota de la flotilla revolucionaria, al mando de Azopardo, frente a las fuerzas navales de Montevideo, a órdenes de Jacinto Romarate, el 2 de marzo, en el puerto de San Nicolás, sobre el Paraná. Después de una sangrienta acción, -en que perdió la vida el jefe porteño- Romarate volvió en triunfo a Montevideo, llevando como presas a los tres buques patriotas y a la mayoría de sus tripulantes Este desastre, que amenazaba incomunicar a Buenos Aires con el Entre Ríos y la Banda Oriental, no logró, empero, desanimar a los patriotas orientales. Luego del grito de Asencio, Viera al frente de una partida, penetró en el distrito de Paysandú, logrando reunir unos cuatrocientos hombres. Simultáneamente, se pronunciaban los patriotas en Belén, acaudillados por el comandante militar del pueblo, Francisco Redruello y los hacendados Julián Laguna y Manuel Pintos Carneiro.

(12)

(13)

Relación de Justo Correa, capilla Nueva de Mercedes, Fehrero•marxo 6 de 1811, en "Archivo Artigas", cit., Tomo IV, págs. 255-266 (fragmentos). Viera a la Junta de Ruenos Aires. Capilla de Mercedes, marro de 1811, en "Archivo Artigas", cit., Tomo LV. págs. 252-266,

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"Cundió la chispa revolucionaria -dice Bauzá- por entre los distritos más inmediatos, prosiguiendo hasta otros más lejanos" (1°) A1 oeste de los actuales departamentos de Rivera y Tacuarembó -donde Artigás había efectuado repar. tos de tierras en los años de 1807, 8 y 9, levantan las huestes campesinas, Blas Basualdo, alias "Blasito", santiagueño; Baltasar y Juan Antonio Ojeda -paraguayos- beneficiarios de esas concesiones y vinculados a Artigas de tiempo atrás; junto con Manuel Pintos Carneiro -que fuera capataz de las estancias de Ulivarri y Salvañach; Hilario Pintos, Pedro Pablo Osuna y otros. Entre los ríos Yí y Negro, alzan' el pendón revolucionario Félix y Fructuoso Rivera -hijos del prestigioso hacendado Pablo Hilarión Perafán de la Rivera- el primero de los cuales encabezara la sonada oposición de los pobladores de la zona contra el gran latifundista Feliciano Correa. (16) Le siguen entre otros, Pedro Amigó, futuro capitán de gauchos, de temible fama. Por el Arroyo Grande, se pronuncian Bartolomé, Lucas y Miguel Quinteros -medianeros de los Duránen compañía de los paraguayos Baltasar y Marcos Vargas, también medianeros, y famoso ya el primero entre el paisanaje, por su coraje y baquía, con el apelativo de "Baltavargas". En el Pintado, Casupá y Santa Lucía, el principal agente revolucionario fue el cura párroco, Santiago Figueredo, eficazmente secundado por Tomás García de Zúfliga, hijo del acaudalado comerciante y terrateniente Juan Francisco García de Zúñiga y administrador de las grandes estancias de su padre ubicadas en la zona: Manuel Francisco Artigas, que trabajaba en la estancia familiar de Casupá; Andrés Latorre, tío de Lavalleja, de familia de pequeños hacendados; José Llupes, pequeño hacendado y acopiador, que casaría con una Durán; Faustino Tejera, hijo de un gran estanciero y otros.

'(14) "Historia de la Dominación Española en el Uruguay", cit., Tomo 111. pág. 50. (15) Sala de Tourón, Rodríguez, de la Torre, ob. cit.. Págs, 226=27.

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En Maldonado y Minas, se pusieron a la cabeza del movimiento los hacendados Francisco Antonio Bustamante, Pablo y Pedro G. Pérez, hijos del gran estanciero y saladerista Manuel Pérez; Paulino Pimienta, hacendado de Pan de Azúcar; Juan Antonio Lavalleja, hijo del pulpero y pequeño hacendado Manuel Pérez de la Balleja; el gran comerciante Francisco Aguilar y los estancieros Juan Correa y José ~Machado> José Antonio Berdún, de familia de pequeños estancieros, y otros. En el Cerro Largo, se destacó el hacendado Francisco Antonio Delgado, y en San José, el frustrado denunciante los campos de Solsona-Alzaybar, Juan Francisco Vazquez, alias "Chiquitín". En Canelones, Joaquín Suárez, pulpero y hacendado en los Cerrillos, hijo del poderoso terratenient Bernardo Suárez del Rondelo; cl cura párroco Valentín Gómez; Pedro Celestino Bauzá, de familia de grandes tancieros; Ramón Márquez, hijo de Claudio Márquez, gran estanciero en Canelones y entre el Yí y Negro, bezaron el movimiento. En los alrededores de Montevideo, promovió el alzamiento Fernando Otorgués, (r°) capatáz la estancia del Rey en el Rincón del Cerro.(")

(16) La madre de Fernando Otorgués, Feliciana Josefa Pérez, era hija de Francisco Pérez y de Josefa (Luis) Rodríguez: Y ésta, a .u vez, era hija de María Rodríguez Comejo, -abuela materna de José Artigas-, habida en su primer matrimonio con Francisco Luis. Pero la vinculación de los Torgués fue originariamente debió ser Torquet- con los Amigas, sus parientes, era ya larga, señalándose en el padrón de 1772-73, como viviendo en la chacra del capitán Martín José Artigas, en el paso del arroyo de la Sierra, "arrimado, José Torgué, inválido de dragones", con su mujer Feliciana Josefa Pérez, padres de Fernando, cuya partida de bautismo no aparece, y que cambió .u apellido, luego de la batalla de las Piedras, en el de Otorgué., con que le recuerda la historia. Contrajo matrimonio con Juana Otero, natural de Montevideo, de la que no tuvo hijos y de la que estuvo separado en sus últimos años. Fernando Otorgué. falleció en 1831, habiendo conferido poder verbal Dar. testar e José Vidal y Medina, instituyendo a .us hijos naturales como herederos, Juana Otero impugnó dicha disposición sin éxito: pero del expediente resulta que Otorgué. había tenido dos hijas naturales, antes de su matrimonio, que había reconocido con los nombre. de Florentina Otorgué. o Rodríguez y Juliana Otorgué.; Y otros dos vástagos, con su concubina María o Margarita Feria, natural de San José, Manuel Y Mynica Eduviges Otorgués, pequeños aún al morir su padre. .(Véase Juan Alejandro Apolant, "Génesi. de la familin uruguayá", (Montevideo. 1866), pág.. 235-236). (17) Hemos seguido en la caracterización de lo. personajes, las especificaciones señaladas por los investigadores Sala de Tourón. Rodríguez y de la Torre, en su obra citada, páginas 234-235.

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Estos acontecimientos causaron excelente impresión en el Gobierno porteño, que resolvió designar a Belgrano para General en Jefe del ejército de la Banda°Oriental;, y confirió a Rondeau y a Artigas, los despachos de tenientes coroneles, con los nombramientos de Segundo Jefe del ejército, y jefe de las milicias orientales, respectivamente. Lanzó, además, una proclama a los "Compatriotas de Banda Oriental y Septentrional", donde expresaba: "La fama de vuestro herofcó esfuerzo se ha trasmitido a nosotros, y ocupado nuestro espíritu de la sublime idea de su grandeza, se ha abandonado a la dulce violencia de la sorpresa. Dichosa revolución! La naturaleza resentida antes de vuestro silencio, os restablece hoy a la dignidad de hombres libres..." "Vuestro es el empeño, vuestros los arbitrios; apresu. rúas a la gloria de terminar la brillante empresa que habéis comenzado:' (1s)

Entretanto, Artigas había partido de Buenos Aires, el 9 de marzo, en compañía del vocal de la Junta, Juan Francisco Tarragona, registrándose su marcha, por las postas del eami. no, hasta Santa Fé. (ip) En los últimos días del mes cruzaba el Uruguay, dirigiéndose a Paysandú (2°) y de allí a Merce. des, dónde el 11 de abril arengó a los orientales: "He convocado a todos los compatriotas caracterizados de la campaña y todos se ofrecen con sus personas y bienes, a contribuir a la defensa de nuestra justa causa. A la empre. sa, compatriotas, que el triunfo es nuestro: vencer o morir (18)

Proclama de la Junta de Buenos Aires a los compatriotas Oriental, Buenos Airea, marro e de 1811, en "Archivo Tomo IV, Apéndice, pág.. 493-494. (19) "Archivo Artigas'", Tomo III. Págs. 427 a 431; y pág.. 432 a 436. (20) Una tradición indocumentado ha perpetuado durante largo tiempo en nuestra historiografía, la versión de la llegada del Jefe de los Orien tales a nuestro país, de retorno de Buenos Aires, por la Calera de las Huérfanas, Tnl hecho Quedó definitivamente desmentido -como ya lo demostrara el Dr. Eduardo Acevedo en su "Artigas. Alegato Histórico", (Montevideo, Edlc, oficial, 1950). Tomo II, página 203-, por las expre. sienes del propio Amigas en comunicación al gobierno de Buenos Aires, de mayo 10 de 1811, donde dice: "Desde mi arribo a Peyeandú dirigi varias cartas a los snieto. más caracterizados, tanto de la campana como de la ciudad de Montevideo", ("Archivo Artigas", cit., Tomo IV, pág. 381).

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de la Banda Artigas", cit.,

sea nuestra cifra, y tiemblen esos tiranos de haber excitado nuestro enojo, sin advertir que los americanos del sur están dispuestos. a defender su patria; y a morir antes con honor, que vivir on ignominia en afrentoso cautiverio."

La Junta de Buenos Aires "que tan dignamente nos regentea" ha puesto en su primera atención, el "heroico y entusiasmado patriotismo" de los orientales y se dispone a ofertar los auxilios necesarios "para perfeccionar la grande obra que habéis empezado": "dinero, municiones y tres mil patriotas aguerridos" son los primeros auxilios con los que entre todos podremos sacar a nuestros hermanos de la "opresión en que gimen bajo la tiranía del despótico gobierno de Elío." (xt) La confusión en que se encontraban los pueblos del Arroyo de la China, ("), Paysandú y Mercedes y la necesidad "de ponerlos en orden y restablecer a los vecinos en su tranquilidad perdida" demoró las marchas de Artigas, mientras instruía al vecindario sobre el verdadero objeto de la Junta, que "era mantener ilesos estos preciosos dominios de nuestro infortunado Rey" y eliminar las usurpaciones "de los ambiciosos mandones que los oprimen". El "patriótico entusiasmo del paisanaje" era general y todos se empeñaban en acompañar al Ejército donde formaban desde la primera hora, las milicias voluntarias y los Blandengues. "Como se aproximó el Excmo. Sr. Gral. Belgrano -continúa-, comuniqué a él

(21) (22)

Proclama del General Don José Artigss al Ejército de la Banda Oriental. ("Archivo Artigas", Tomo IV, página 299), El alzamiento de los pueblos de Entre Ríos es coetáneo con el movimiento insurreccional de la Banda Oriental. En )a "Gaceta de Buenos Aires" citada, (páginas 210-214) correspondiente al 21 de marzo, se publican dos partes del capitán Bartolomé Zapata, que actuaba bajo las órdenes de Martín Rodríguez, jefe de la expedición al Entre Ríos, Por el primero anuncia la toma de los pueblos de GueleguaY Y Gualeguaychú, este último el día 21 de febrero. apresando en él dos barcos procedentes de Montevideo, En el segundo parte, Zapata dice que tuvo la queja de los vecinos por los excesos que cometian "nue.trms contrarias', los que "tenla» en prisiones hasta las mujeres y niñas solteras que manifestaban adhesión s 1. suprema Junts" contra quien se habla publicado la guerra "y se cantaban versos públicamenté". No tuve "Pecho" para aguardar órdenes, dice Zapata, y "acometí del modo que pude con mi gente armada de las armas que usan" y se apoderó del pueblo de Arroyo de la China o Concepción del Uruguay, (Véase igualmente Mariano G. Calventus, "Estudios de la Historia de Entre Ríos". (Paraná, 1939), Tomo 1, páginas 34 y siguientes).

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todas las operaciones, observando sus órdenes y consultándole todas las providencias que hasta la fecha se han do". (") Así en medio del general entusiasmo de la población campesina, invocando el nombre del Rey cautivo, y en estricta subordinación militar al mando jerárquico de Belgrano, la Revolución oriental iniciaba su gesta. El "ejército nuevo" En su ya citado oficio a la Junta del Paraguay, informa Artigas que los paisanos "corrían de todas partes a honrarse con el bello título de soldados de la Patria, organizándose mifitarinente en los mismos puntos en que se hallaban cercados de sus enemigos, en términos que, en muy poco tiempo se vio un ejército nuevo, cuya sola divisa era la libertad" ('") Agustín Beraza (2') ha destacado, en feliz hallazgo, esa expresión "ejército nuevo", con que Artigas caracteriza la originalidad de la revolución oriental. Componían ese ejército, los hacendados "poseedores buenas suertes", muchos de ellos vinculados, por su a la sociedad montevideana, que, abandonando "sus intereses, sus casas y sus familias", iban, "acaso por primera a presentar su vida a los riesgos de la guerra", y que a la voz de la naturaleza, oían solo la de la patria"; caudillos regionales, que alzaron partidas y dominaron pueblos en los momentos iniciales, cuyos nombres nuclea han los vecindarios y las peonadas, e infundían respeto consideración a los "hombres sueltos" de los campos. En el otro extremo de las jerarquías sociales, oyeron el llamado aquéllos a quienes Artigas había "alucinado" en todo el vasto escenario de la Banda: matreros; contrabandisRevolución, tas