Aprendiendo de los lamas - Kathleen Mcdonald.pdf

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Índice Portada Créditos Agradecimientos I La mente y la meditación 1. ¿Por qué meditar? 2. ¿Qué es la meditación?

II Cómo establecer una práctica meditativa 1. Consejos para principiantes 2. La sesión de meditación 3. La postura 4. Problemas más comunes

III Meditaciones sobre la mente 1. Meditación en la respiración 2. Meditación sobre la claridad de la mente 3. Meditación sobre la continuidad de la mente

IV Meditaciones analíticas Sobre la meditación analítica 1. Meditación sobre la vacuidad 2. Apreciar la vida humana 3. Meditación sobre la impermanencia 4. Meditación sobre la conciencia de la muerte 5. Meditación sobre el karma 6. Purificar el karma negativo 7. Meditación sobre el sufrimiento 8. Meditación sobre la ecuanimidad 9. Meditación sobre el amor 10. Meditación sobre la compasión y el “Tong-len” (dar y recibir) 11. Cómo tratar con la energía negativa

V Meditaciones con visualización Sobre la visualización 1. Meditación del cuerpo de luz 2. Meditación sencilla de purificación 3. Meditación de Tara, el buda de la actividad 4. Meditación de Avalokitesvara, 5. Meditación sobre el calor interno

VI Oraciones y otras prácticas devocionales Sobre la devoción 1. Oraciones 2. Explicación de las oraciones 3. Una meditación abreviada sobre el Camino Gradual a la Iluminación 4. Meditación sobre el Buda 5. Meditación sobre el Buda de la Medicina 6. Meditación sobre los “ocho versos para transformar el pensamiento” 7. Oración a Tara 8. Purificación de Vajrasatva 9. Los Ocho Preceptos Mahayana 10. Postraciones a los Treinta y Cinco Budas

Apéndice Fonética de las oraciones en tibetano

Glosario

Autor Notas

Título original: How to Meditate. A Practical Guide © 1984 Wisdom Publications Inc. 361 Newbury Street 3BOSTON MA 02115 USA Traducido del inglés por: Basili Llorca Martínez Ilustraciones: Robert Beer Andy Weber

© Ediciones Dharma, 2013 Apartado 218 www.edicionesdharma.com 03660 Novelda (Alicante) © Edición Digital, 2013 © Foto de la portada: Milarepa. (Colección de Ediciones Dharma)

ISBN: 978-84-15912-64-4 Conversión a libro electrónico: Newcomlab, S. L. L. www.newcomlab.com Todos los derechos reservados. No está permitida la reproducción total ni parcial de este libro, ni la recopilación en un sistema informático, ni la transmisión por medios electrónicos, mecánicos, por fotocopias, por registro o por otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor o el propietario del Copyright.

A mis padres que me han ayudado tanto. Que descubran la paz suprema en ellos mismos. A todos los seres: Que cese su confusión. Que crezca el amor y la compasión en ellos. Que logren su plenitud y su libertad.

Prólogo de la edición revisada uando se publicó el libro “How to Meditate” hace más de veinte años, la meditación no se conocía ampliamente ni se practicaba en Occidente, y existían pocos libros al respecto. Sorpresivamente, el libro fue un éxito: reimpreso diecisiete veces, y traducido a nueve idiomas. Y aún hoy sigo encontrándome con personas que me confiesan cómo les ha ayudado en su práctica y comprensión del budismo y la meditación. Las cosas en la actualidad son bien distintas. Millones de personas practican la meditación de manera regular; los médicos la prescriben a sus pacientes, como una técnica para tratar el dolor, las enfermedades del corazón, el cáncer, la depresión y otros problemas; y los científicos están estudiando sus efectos en el cerebro y en el sistema inmunitario. Hay docenas de libros, cintas, discos compactos y páginas en la red sobre meditación, y en muchas ciudades se ofrecen clases de meditación. El propósito de este libro permanece inalterable con respecto a su primera aparición: ofrecer a las personas que viven hoy en el mundo un puente que les conecte con el arte de la meditación enseñado por el Buda y desarrollado en Asia durante los últimos 2.500 años. A pesar de los avances modernos en el campo de la tecnología, las herramientas del Buda para desplegar nuestras capacidades internas y obtener un bienestar genuino y duradero aún conservan su poder y relevancia. La mayor parte de las técnicas descritas aquí provienen de la tradición budista mahayana del Tíbet, algunas de la tradición teravada del sudeste asiático y otras, las menos, constituyen improvisaciones propias sobre temas budistas. He intentado explicarlas de manera sencilla y clara, evitando el lenguaje técnico, ya que me propongo mostrar que el budismo es algo práctico y realista, y no una filosofía pasada ni un culto exótico. Se acentúa siempre la experiencia, utilizando la meditación para proporcionar cambios reales en nuestros pensamientos, sentimientos y acciones. En la primera parte: La mente y la meditación, se exponen los fundamentos, explicando por qué se medita y qué beneficios se obtienen. En la segunda parte: Cómo establecer una práctica meditativa, se ofrece una información básica y unos consejos para principiantes. Y en lo que resta del libro, presento los métodos de meditación propiamente dichos. Los he dividido en cuatro partes: Meditaciones sobre la mente, meditaciones analíticas, meditaciones con visualización y prácticas devocionales. A cada técnica le precede un preámbulo que proporciona los antecedentes de esa meditación, explica sus beneficios, cómo utilizarla adecuadamente y su aplicación práctica. Por último, se ha incluido la fonética de las oraciones tibetanas al final del libro, así como un glosario de términos. Para la presente edición, he revisado muchas de las meditaciones y he añadido otras nuevas: las relacionadas con el karma, la purificación con los cuatro poderes, la compasión y el tong-len, y la del Buda de la Medicina. Esto no quiere decir que las meditaciones incluidas en la edición original fuesen erróneas; sencillamente pensé que se podían mejorar, basándome en los veinte años más de práctica y enseñanza de la meditación que han pasado desde aquel entonces.

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Agradecimientos odo lo que sé sobre budismo y meditación lo he aprendido de mis amables y compasivos maestros, especialmente de Lama Thubten Yeshe (1935-1984) y de Lama Thubten Zopa Rimpoché, de Su Santidad el Dalai Lama, de Gueshe Ngawang Dhargyey, de Gueshe Jampa Tegchog, y de Ribur Rimpoché. Agradezco de todo corazón a estos preciados maestros que compartan con nosotros su conocimiento y discernimiento, y elevo sinceras plegarias para que su obra tenga una continuidad en el futuro. Mucha gente ha trabajado para que este libro sea una realidad. Doy también las gracias a Wendy Finster por su “Manual de prácticas mahayana”, de donde ha surgido este libro; a Thubten Angmo, John Landaw y T. Yeshe por su trabajo de preparación y traducción; a Nick Ribush, Yeshe Khadro, Thubten Pende, Steve Carlier, Lorraine Rees, Peter Rees, James Payne, Tim Young, Jan Courtin, Marshall Harris, Sarah Thresher, Karin Zeitvogel y a las otras monjas del Monasterio de Dorje Pamo por sus inestimables sugerencias; a David Kittelstrom, Tim McNeill y a todos en Wisdom Publications; y por último a mi editora, Robina Courtin, que ha trabajado conmigo de principio a fin para escribir y dar forma de nuevo a este libro, en un intento de hacerlo tan claro y práctico como fuera posible.

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Kathleen McDonald (Sangye Khadro) Monasterio de Dorje Pamo - Lavaur, Francia Junio de 1984

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La mente y la meditación

1. ¿Por qué meditar? odo el mundo quiere ser feliz, pero muy pocos encuentran la felicidad. En nuestra búsqueda de satisfacción, cambiamos de una amistad a otra, de un trabajo a otro, de un país a otro. Estudiamos arte y medicina, intentamos ser jugadores de tenis, aprendemos a escribir a máquina o a conducir coches, tenemos hijos, escribimos libros y cultivamos flores. Nos gastamos el dinero en modernos lectores de DVD y equipos de alta fidelidad, teléfonos móviles, reproductores de mp3, ordenadores portátiles, en muebles cómodos y en vacaciones al sol. También intentamos regresar a la naturaleza, comer alimentos integrales o practicar yoga y meditar. Casi todas las cosas que hacemos son un intento para conseguir la felicidad y evitar el sufrimiento. No hay nada malo en querer ser feliz; no hay nada reprochable en cualquiera de esos intentos por serlo. El problema en tener amistades y posesiones es que consideramos que las cosas, las relaciones, las posesiones y las aventuras tienen en sí mismas la capacidad de satisfacernos; creemos que son la causa de la felicidad. Pero no pueden serlo porque, sencillamente, no son duraderas. Todo lo que existe, debido a su propia naturaleza, cambia constantemente y tarde o temprano desaparece: nuestro cuerpo, los amigos, todas nuestras pertenencias y nuestro medio natural. Depender de cosas transitorias y aferrarse a una felicidad ilusoria sólo conduce a la desilusión y a la tristeza, no a la satisfacción y al contento. Experimentamos felicidad con las cosas externas, pero no nos satisface plenamente ni nos libera de nuestros problemas. Esta felicidad es de escasa calidad, inestable y efímera. Esto no quiere decir que debamos dejar a nuestros amigos y renunciar a nuestras posesiones para ser felices; lo que debemos dejar son nuestras ideas equivocadas sobre ellos y nuestras expectativas irrazonables sobre lo que nos pueden proporcionar. No sólo imaginamos las cosas como permanentes y capaces de satisfacernos, sino que, en la base de nuestros problemas, se encuentra nuestra opinión fundamentalmente equivocada de la realidad (pág. 55). Instintivamente, creemos que las personas y las cosas existen en y por sí mismas, por su propio lado; que tienen una naturaleza y una sustancia inherentes. Esto significa que vemos que las cosas poseen ciertas cualidades que existen de forma natural en ellas; que son por sí mismas buenas o malas, atractivas o repulsivas. Esas cualidades parecen estar ahí, en los mismos objetos, con independencia de nuestras opiniones y de las demás cosas. Creemos por ejemplo, que el chocolate es delicioso inherentemente, o que el éxito es, por sí mismo, satisfactorio; pero si esto fuera así, nunca dejarían de aportarnos placer o satisfacción y todo el mundo obtendría la misma experiencia. Esta idea errónea está profundamente arraigada en nosotros y se ha hecho habitual; colorea todas nuestras relaciones personales y nuestra relación con el mundo. Probablemente, muy pocas veces nos preguntamos si la forma en que vemos las cosas es en la que existen verdaderamente. Sin embargo, cuando lo hacemos, observamos que nuestra imagen de la realidad es exagerada y parcial; que las cualidades buenas y malas que vemos en las cosas las crean y proyecta nuestra propia mente. El budismo nos dice que existe una felicidad duradera y estable y que todo el mundo tiene el potencial para experimentarla. Las causas de la felicidad están en nuestra propia mente y los métodos para conseguirla pueden ser practicados por cualquier persona, en

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cualquier lugar y con cualquier estilo de vida; viviendo en la ciudad, trabajando ocho horas, manteniendo una familia o descansando los fines de semana. Con la práctica de estos métodos –la meditación–, podemos aprender a ser felices en cualquier instante, en cualquier situación, incluso en las más difíciles y dolorosas. Así podremos liberarnos, tarde o temprano, de problemas como la insatisfacción, la ira y la ansiedad. Y al final, al comprender la forma verdadera en que existen las cosas, eliminaremos completamente la fuente de todos los estados mentales que nos perturban, por lo que no volverán a surgir nunca más.

¿Qué es la mente? La mente o conciencia es el núcleo de la teoría y la práctica budista. Durante los últimos dos mil quinientos años, los meditadores han estado investigándola y utilizándola como un medio para trascender la existencia insatisfactoria y alcanzar la paz perfecta. Se dice que toda la felicidad, ya sea ordinaria o sublime, se logra al comprender y transformar nuestra propia mente. La función de la mente –un tipo de energía que no es física– es conocer, experimentar. Es la conciencia misma. Su naturaleza es clara y refleja todo lo que ésta experimenta, al igual que un lago tranquilo refleja los bosques y montañas de los alrededores. La mente cambia por momentos. Es un proceso continuo que no tiene principio, como un torrente sin fin. El instante mental previo da lugar al instante mental actual, y éste dará lugar al siguiente y así sucesivamente. La mente es el nombre genérico con el que se designan todas nuestras experiencias conscientes e inconscientes: cada uno de nosotros es el centro de un mundo de pensamientos, percepciones, sensaciones, recuerdos y sueños; todos éstos constituyen la mente. La mente no es algo físico que tiene pensamientos y sensaciones; la mente es esas mismas experiencias. Al no ser material, es diferente del cuerpo. No obstante, la mente y el cuerpo están interrelacionados y dependen el uno del otro. La mente o conciencia se mueve por nuestro cuerpo gracias a ciertas energías físicas sutiles (pág. 146) que, además, controlan nuestros movimientos y funciones vitales. Esta relación explica, por ejemplo, que la enfermedad física y el malestar puedan ser causa y a la vez remedio de nuestros problemas físicos. La mente puede compararse a un océano, y los acontecimientos mentales momentáneos como la felicidad, la irritación, las fantasías y el aburrimiento, a olas que se suceden en la superficie. De la misma manera que las olas pueden cesar para revelar la quietud de las profundidades del océano, también es posible calmar las turbulencias de nuestra mente para que nos dejen ver su prístina claridad natural. La habilidad para conseguir esto reside en la propia mente, y la llave de la mente es la meditación.

2. ¿Qué es la meditación? ominar la mente y hacer que entienda correctamente la realidad no es tarea fácil. Requiere un proceso lento y gradual de escuchar y leer explicaciones sobre la mente y la naturaleza de las cosas; reflexionar sobre ellas y analizar cuidadosamente esta información; y finalmente, transformar la mente por medio de la meditación. Podemos dividir la mente en conciencia sensitiva (visual, auditiva, olfativa, gustativa y táctil) y conciencia mental. Las conciencias mentales abarcan desde nuestras experiencias más toscas de enfado o deseo, por ejemplo, hasta el nivel más sutil de completa quietud y claridad. En dichas conciencias están incluidos también nuestros procesos intelectuales, sentimientos y emociones, nuestra memoria y nuestros sueños. La meditación es una actividad de la conciencia mental. En ella, una parte de la mente observa, analiza y trata con el resto de la mente. La meditación puede tener muchas formas: la concentración en un solo punto sobre un objeto interno, el intento de comprender algún problema personal, despertar un amor gozoso por toda la humanidad, orar ante un objeto de devoción o la comunicación con nuestra propia sabiduría interior. Su objetivo último es despertar un nivel muy sutil de conciencia y usarlo para descubrir, de una manera directa e intuitiva, la realidad. Este conocimiento directo e intuitivo de cómo son las cosas es conocido como iluminación y es el resultado final de la práctica budista mahayana. El propósito de alcanzar este conocimiento, y la fuerza que impulsa toda la práctica, es ayudar también a los otros a alcanzarlo. El término tibetano sgom, que corresponde a meditación, significa literalmente “familiarizarse”. Lo que surge en nuestra mente es aquello con lo que más estamos familiarizados. Si cuando alguien nos trata de una manera no amable o irrespetuosa, inmediatamente nos sentimos heridos o irritados, es porque tales reacciones son aquellas con las que más familiarizados estamos. La meditación budista busca el lograr que la mente se familiarice con estados positivos como el amor, la compasión, la paciencia, la serenidad y la sabiduría, para que se vuelvan más naturales y espontáneos. Para que cuando nos encontremos con una persona hostil o desagradable con nosotros, seamos capaces de permanecer calmados y pacientes, y aun llegar a sentir compasión por ella. Hay muchas técnicas diferentes de meditación y muchas con las que se puede familiarizar la mente. Cada técnica tiene funciones y beneficios específicos, y cada una de ellas es una parte del sistema que hace que nuestra mente tenga una visión más realista del mundo. Quizá sería mejor empezar diciendo lo que no es meditación, ya que hay muchas interpretaciones erróneas sobre ella. En primer lugar, con la meditación no tratamos de adoptar una determinada postura, ni mucho menos respirar en tal o cual forma, ni tampoco lo hacemos con el propósito de experimentar sensaciones corporales placenteras. Es una actividad de la mente, que se realiza con el propósito de transformar la mente, haciéndola más positiva. Aunque, por lo general, obtenemos mejores resultados cuando meditamos en un lugar tranquilo, podemos meditar en un ambiente ruidoso, y también mientras trabajamos, paseamos, vamos en

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autobús o cocinamos. Un meditador tibetano realizó la vacuidad mientras cortaba leña (pág. 61), y otro alcanzó la realización de la concentración en un solo punto cuando limpiaba la habitación de su maestro. Primero aprendemos a desarrollar el estado meditacional de la mente practicando sentados de manera formal, pero una vez que somos hábiles en ello, podemos ser más libres y creativos, y generar este estado mental en cualquier momento y en cualquier situación. Cuando ocurre esto, la meditación se ha convertido en un estilo de vida. La meditación no es algo ajeno e inadecuado para la mente occidental. Hay diferentes métodos que se practican en diferentes culturas, pero todos comparten el principio de que la mente se ha de familiarizar con varios aspectos de la misma. La mente de cada persona, ya sea oriental u occidental, tiene los mismos elementos y experiencias básicas, los mismos problemas fundamentales y el mismo potencial. Meditar no es distraerse o evadirse. De hecho, es ser totalmente honestos con nosotros mismos, observar bien lo que somos y trabajar con ello para volvernos más positivos y provechosos en beneficio nuestro y de los demás. Hay aspectos positivos y negativos en la mente. Los aspectos negativos, es decir, los desórdenes mentales o engaños, incluyen, entre otros, los celos, la ira, el deseo y el orgullo. Surgen de nuestra interpretación errónea de la realidad y de nuestra adhesión habitual a la forma en que vemos las cosas. A través de la meditación podemos reconocer nuestros errores y adaptar nuestra mente a pensar y reaccionar de un modo más realista y honesto. La meta final, la iluminación, es algo a largo plazo, pero las meditaciones hechas con este objetivo pueden reportar enormes beneficios inmediatos. A medida que se debilita nuestra visión concreta de la realidad, desarrollamos una imagen más positiva y realista de nosotros mismos y conseguimos estar más relajados y menos ansiosos. Aprendemos a tener menos expectativas irreales de la gente y de las cosas que nos rodean y, por lo tanto, experimentamos menos decepciones, las relaciones mejoran y la vida se vuelve más estable y satisfactoria. Recordemos que los hábitos de toda la vida son difíciles de erradicar. Ya es bastante difícil reconocer simplemente nuestra ira y nuestros celos, y mucho más hacer un esfuerzo para refrenar las tendencias de viejos sentimientos familiares o analizar sus causas y resultados. Transformar la mente es un proceso lento y gradual. Se trata de apartar de nosotros mismos, poco a poco, las habituales costumbres instintivas y perjudiciales, y familiarizarnos con costumbres que necesariamente nos traen resultados positivos a nosotros mismos y a los demás. Hay muchas técnicas de meditación, pero todas pueden reducirse a dos tipos: estabilizadora y analítica.

Meditación estabilizadora En general, este tipo de meditación se usa para desarrollar lo que se conoce como concentración en un solo punto, requisito indispensable para alcanzar aquella que reside en la calma mental (samatha), que nos permite permanecer concentrados en cualquier objeto que deseemos y tanto tiempo como queramos, mientras experimentamos gozo, claridad y paz. La concentración y la calma mental son estados necesarios para experimentar una

visión profunda y duradera o cualquier transformación mental. Al estabilizar la meditación, aprendemos a concentrarnos en un objeto, la respiración, la naturaleza de nuestra propia mente, un concepto, o una visualización imaginada, sin interrupción. La concentración ininterrumpida es lo exactamente opuesto al estado habitual de nuestra mente. Si miras hacia dentro por unos instantes, observarás que tu mente salta de una cosa a otra: un pensamiento sobre algo que ocurrió hace poco, una sensación física, una taza de café. Nunca necesitamos decirle a la mente: “¡Piensa!” o “¡Siente!”. Está siempre ocupada haciendo algo a gran velocidad y con su propia energía. Con esta mente descontrolada y dispersa hay pocas posibilidades de éxito en cualquier cosa que hagamos, ya sea recordar un número de teléfono, preparar una comida o llevar un negocio. Sin concentración, el éxito en la meditación es imposible. La meditación estabilizadora no es fácil, pero es esencial para someter la mente a un determinado control. Aunque el desarrollo de la verdadera concentración en un solo punto es un trabajo para meditadores con total dedicación, no necesitamos retirarnos a las montañas para experimentar los beneficios de esta clase de meditación. Hasta en nuestra vida cotidiana en la ciudad, podemos desarrollar una buena concentración haciendo regularmente diez o quince minutos al día de meditación estabilizadora (como por ejemplo la Meditación en la respiración, página 47). Esto nos producirá una sensación inmediata de espacio y nos permitirá ver el funcionamiento de nuestra mente con más claridad durante la meditación y durante el resto del día.

Meditación analítica Esta clase de meditación tiene como propósito el desarrollo de la “visión profunda” o la correcta comprensión del modo en que son las cosas, y lograr al final un estado especial relacionado con dicha visión (vipassana) que ve la naturaleza última de todas las cosas. La meditación analítica nos adentra en una corriente de pensamiento creativa e intelectual, que resulta crucial para nuestro desarrollo: el primer paso para obtener cualquier visión profunda es comprender cómo son conceptualmente las cosas. Esta claridad conceptual genera una firme convicción que, al combinarla con la meditación estabilizadora, nos aporta un conocimiento directo e intuitivo. Sin embargo, antes de que podamos “conocer cómo son las cosas”, hemos de identificar en primer lugar nuestras concepciones equivocadas. Utilizando el pensamiento claro, penetrante y analítico, desenmarañamos la complejidad de nuestras actitudes y pautas de conducta. Podremos eliminar gradualmente estos pensamientos, sentimientos e ideas que nos causan infelicidad a nosotros y a los demás y, en su lugar, cultivar otros que nos proporcionen felicidad y paz. De este modo, nos familiarizaremos con la realidad, por ejemplo, de la ley de causa y efecto –nuestras experiencias presentes son el resultado de nuestras acciones pasadas y la causa de experiencias futuras–, o con el hecho de que todas las cosas carecen de naturaleza inherente. Podemos meditar, punto por punto, sobre los beneficios de la paciencia y las desventajas de la ira, sobre el valor del desarrollo de la compasión o sobre la amabilidad de los demás seres. En cierta forma, una sesión de meditación analítica es una sesión intensiva de estudio. Sin embargo, el nivel de pensamiento conceptual que podemos alcanzar durante estas meditaciones es más sutil y por tanto más potente que nuestros pensamientos cotidianos.

Debido a que nuestros sentidos no están siendo bombardeados por los estímulos habituales y frenéticos, somos capaces de concentrarnos con más intensidad y de desarrollar una sensibilidad muy fina en las actividades de la mente. La meditación analítica también puede emplearse como terapia personal. Lama Yeshe dijo: “Cada uno de nosotros debería conocer su propia mente; deberíamos ser nuestro propio psicólogo”. Cuando tenemos un problema o nos sentimos emocionalmente perturbados, podemos sentarnos y hacer que nuestra mente se calme con unos pocos minutos de meditación centrada en la respiración. Entonces, alejándonos de nuestros pensamientos y emociones, podemos comprender lo que está pasando. ¿Qué clase de pensamientos están pasando por nuestra cabeza? ¿Qué emociones están surgiendo? En el interior del calmo y claro espacio de la meditación, será más fácil reconocer dónde es erróneo nuestro pensamiento y ajustarlo, aportándole ideas más realistas y beneficiosas que hayamos aprendido en nuestro estudio y práctica espiritual. Algunas personas piensan que la meditación es únicamente la estabilizadora o aquella en la que concentramos nuestra mente en un objeto determinado, y que cuando meditamos, nuestra mente debería estar libre de pensamientos y conceptos. Esto no es correcto: la meditación en un solo punto no es sólo la única clase de meditación que existe, y los pensamientos y conceptos, cuando los empleamos hábilmente, juegan un rol crucial en la transformación positiva de nuestra mente. En la raíz de nuestros problemas y confusión están los conceptos erróneos sobre la realidad, y la única forma de liberarnos de ellos pasa por identificarlos y transformarlos en primer lugar, empleando para ello la meditación analítica. Permanecer concentrados en estas visiones profundas permite a la mente familiarizarse con ella por completo. Esta es la manera en la que acontece la genuina y duradera transformación de la mente. Las meditaciones analítica y estabilizadora son complementarias y a menudo se utilizan juntas en una sesión. Cuando meditamos sobre la vacuidad (pág. 61), por ejemplo, analizamos el objeto –la vacuidad– utilizando la información que hemos oído o leído, además de nuestros propios pensamientos, sensaciones y recuerdos. En algún instante surgirá una experiencia intuitiva o de convicción acerca del objeto; entonces debemos dejar de pensar y concentrarnos únicamente en esta sensación durante tanto tiempo como nos sea posible. Debemos impregnar nuestra mente con esa experiencia. Cuando el sentimiento se desvanece, podemos continuar analizando o concluir la sesión. Este método de combinar las dos clases de meditación hace que la mente se vuelva una con el objeto de meditación. Cuanto más fuerte sea nuestra concentración, mayor será nuestra visión profunda. Necesitamos repetir este proceso una y otra vez, con cualquier cosa que queramos comprender, para transformar nuestra visión profunda en experiencia real. Las meditaciones estabilizadoras, como la meditación en la respiración (pág. 47), irán también mejor si utilizamos un análisis hábil. Cuando nos sentamos a meditar, debemos comenzar examinando nuestro estado mental y esclareciendo nuestra motivación para hacer la práctica. Esto implica un pensamiento analítico. Durante la propia meditación podemos encontrar una dificultad especial en la concentración; una solución es analizar el problema por unos instantes, y a continuación volver a centrar la mente en la respiración. Algunas veces es útil investigar la mente durante la meditación para cerciorarnos de que no estamos soñando despiertos, sino haciendo lo que se supone que debemos hacer.

Las meditaciones expuestas en este libro se han dividido en cuatro secciones. La primera, meditaciones sobre la mente, incluye tres técnicas que ayudan a desarrollar la conciencia de la propia mente. La meditación en la respiración –a menudo llamada “meditación de la atención plena”– es, fundamentalmente, una práctica estabilizadora que utiliza la respiración como objeto de concentración. A los principiantes se les aconseja empezar con esta práctica, ya que calma la mente y nos permite ver con más claridad cómo trabaja. Las restantes meditaciones de esta sección sirven para desarrollar la conciencia de la naturaleza clara de la mente, así como la ausencia de un principio de la mente y su continuidad. Todas las técnicas incluyen tanto estabilización como análisis. La segunda sección, meditaciones analíticas, ofrece diez técnicas para observar y analizar nuestras suposiciones sobre la forma en que existen las cosas, sobre la vida, la muerte, el sufrimiento y la compasión; también, y al final, se dan consejos para tratar con la energía negativa en la vida cotidiana. Si sólo tratas de aprender a calmar la mente mediante la meditación en la respiración o con otras técnicas, puede que no te sientas preparado para abordar ninguno de estos temas en meditación formal; sin embargo, una simple lectura de esta sección te proporcionará abundante material para la reflexión. La siguiente sección, meditaciones con visualización, incluye cinco técnicas que introducen la visualización tal como se utiliza en la práctica vajrayana. Todas ellas combinan estabilización y análisis. La última sección de la parte central del libro, titulada oraciones y otras prácticas devocionales, incluye algunas meditaciones, oraciones y otras prácticas. Es importante ir despacio y adoptar nuevos métodos sólo cuando estemos preparados. No se trata de intentar meditaciones que parezcan extrañas o complicadas y cuyo propósito no tengamos claro. Es mejor quedarse con uno o dos métodos cuyos beneficios podamos experimentar verdaderamente. Sin embargo, todo en este libro constituye una parte integral del crecimiento espiritual equilibrado y un paso en un camino vasto y profundo. Por ejemplo, muchas de las meditaciones analíticas proceden de la tradición del Camino Gradual (en tibetano: Lam rim), una serie de temas bien organizados que han de aprenderse, meditar e integrar de una manera experimental, un proceso que nos lleva de nuestro actual estado no iluminado hasta el cumplimiento de nuestro potencial para alcanzar la perfección: la iluminación. Para más información sobre el Camino Gradual, ver el listado de lecturas recomendadas al final del libro. Mediante el estudio y la práctica, de modo concienzudo y paciente, aprenderás a valorar la relación de estas prácticas entre sí y con la totalidad del camino.

II

Cómo establecer una práctica meditativa

1. Consejos para principiantes La práctica regular ara poder experimentar los beneficios de la meditación es necesario practicar regularmente; como en cualquier actividad, no es posible tener éxito a menos que nos dediquemos con energía y entusiasmo a ello. Trata de meditar cada día, o al menos varias veces a la semana. Si dejas pasar semanas o meses sin meditar, dejarás de estar en forma y te resultará más difícil cuando lo intentes de nuevo. Inevitablemente habrá instantes en que meditar sea lo último que te apetezca, pero medita de todos modos, aunque sólo sea unos pocos minutos; a menudo estas sesiones son las más efectivas.

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El lugar de meditación Lo mejor es reservar una habitación o rincón especial para nuestras sesiones de meditación. Prepara tu asiento, ya sea un cojín sobre el suelo, una cama o sofá, o una silla con el respaldo recto; coloca delante una mesa o un banco para colocar éste y otros libros que necesites para las meditaciones. Si lo deseas, puedes preparar un altar cercano para colocar en él estatuas o representaciones que te inspiren, y hacer ofrendas a los budas, como velas, incienso, flores, fruta, etc. Lo ideal es que el lugar sea limpio y silencioso, donde no se nos pueda molestar. Sin embargo, con disciplina, es posible meditar en un lugar repleto de personas y ruido; por ejemplo, las personas encarceladas no pueden encontrar un lugar silencioso, y sin embargo a menudo se convierten en buenos meditadores. Aun si lo que te rodea es un ambiente ajetreado y ruidoso, haz de tu lugar de meditación el más placentero y confortable posible, para que puedas sentirte feliz de estar ahí y ¡desear volver a repetir!

Cómo escoger la práctica Es bueno empezar con una de las meditaciones sobre la respiración (pág. 47). Éstas son ideales para calmar la mente y comenzar a desarrollar la visión profunda sobre nuestros pensamientos y sentimientos. Tanto la calma mental como la visión profunda son ingredientes esenciales para el éxito en cualquier clase de meditación. Una vez estés familiarizado con la meditación, escoge las prácticas que mejor se ajusten a tu temperamento e inclinaciones naturales, recordando que cada técnica es un antídoto para cada problema en particular. Si, por ejemplo, te dejas llevar por la ira con frecuencia, debes meditar sobre la paciencia, la amabilidad y el amor (págs. 106 y 110); si te perturba un fuerte deseo y apego, puedes meditar sobre la impermanencia (pág. 70), la muerte (pág. 73) o el sufrimiento (pág. 95). Si estás deprimido, puedes meditar sobre el potencial y lo

precioso de nuestra vida humana (pág. 65). Sin embargo, si tu mente está tranquila, puedes practicar el desarrollo de la concentración, por ejemplo, con una técnica de visualización que te atraiga (pág. 131), o agudizar tu visión profunda en la naturaleza de la realidad por medio de la meditación sobre la vacuidad (pág. 61). Si aprecias los beneficios de la práctica devocional, puedes incorporar postraciones y oraciones (pág. 156) en tu práctica. Todo esto se presenta tan sólo como una guía general, ya que con la práctica aprenderás a saber qué hacer y cuándo. No obstante, la importancia de que te guíe un meditador experimentado no puede dejar de subrayarse.

Sesiones breves Al principio es mejor meditar por periodos cortos –de diez a treinta minutos– y terminar cuando la mente y el cuerpo estén aún frescos y cómodos. Si te fuerzas meditando demasiado tiempo, y te levantas del asiento con un cuerpo dolorido y una mente frustrada, no tendrás mucho interés en sentarte a meditar de nuevo. La meditación debe ser una experiencia satisfactoria y productiva, no una carga. Deberías decidir con anterioridad un periodo de tiempo para la sesión y cumplirlo, incluso si la meditación está yendo bien. A medida que tu habilidad se desarrolle, podrás incrementar la duración de la sesión.

Estar relajado, pero alerta La mente y el cuerpo deberían estar relajados y cómodos durante la sesión. Puedes relajarte mentalmente con la decisión firme de dejar atrás todos los problemas, preocupaciones y complicaciones del mundo exterior, y sumergirte en el silencio de tu mundo interior. Puede ayudarte el recordar una experiencia pasada de tranquilidad y satisfacción, y así, podrás generar esa misma sensación en tu asiento de meditación. La meditación en la respiración puede también aportar el mismo resultado. Observando el ritmo suave y natural de la respiración, y evitando los pensamientos que distraen, tu estado mental se volverá más tranquilo y claro de manera gradual. ¡Pero no te duermas! Mantente alerta. Advierte cualquier pensamiento, imagen, sentimiento o sensación que surja en tu mente, sin dejarte envolver por él. Tu principal foco de atención deberá ser siempre la respiración o cualquier objeto que hayas escogido para meditar. La relajación física puede resultar más fácil con la práctica de disciplinas como el hatha yoga, el tai-chi, kun-ñye u otros métodos de relajación que reduzcan el estrés. Cualquier medio que uses para aliviar la tensión física, y que mejore tu habilidad para sentarte en meditación, será una valiosa ayuda para tu práctica.

Sin expectativas

Puesto que queremos gozar de felicidad y paz mental y evitar los problemas, es natural el deseo de tener buenas experiencias durante la meditación. Pero tales expectativas no son necesariamente realistas y es probable que obstruyan tu progreso. La mente es compleja y siempre cambiante. Un día puedes tener una meditación calmada y alegre y al siguiente una meditación plagada de distracciones y alboroto. Esto es bastante normal y no deberías preocuparte ni frustrarte por ello. Prepárate para cualquier cosa y no te inquietes; suceda lo que suceda. La más molesta y dolorosa experiencia puede ser la más valiosa para el crecimiento de la sabiduría. Siéntete complacido con haber hecho el esfuerzo de meditar y transformar tu mente: eso mismo ya es meditación. Es un error pensar que no puedes meditar, si ya lo estás intentando. Los resultados llevan su tiempo. No te desanimes si no has logrado una buena concentración en unas semanas; es mejor pensar en términos de años. Los hábitos construidos durante una vida no se eliminan instantáneamente, sino con el cultivo gradual de hábitos nuevos. Por lo tanto, tómalo con calma. Reconoce tus capacidades y limitaciones, y evalúa tu progreso de acuerdo con ellas.

La necesidad de un maestro La forma más efectiva para aprender cualquier cosa es estudiar con alguien que la domina, y la meditación no es una excepción. La mente se puede comparar a un instrumento musical: para interpretar una bella música con él, necesitamos estudiar con un maestro que conozca el instrumento por dentro y por fuera; y para desarrollar una mente clara, entusiasta y amorosa, necesitamos la guía de alguien que comprenda completamente cómo trabaja la mente y cómo se puede transformar. No es fácil encontrar un maestro cualificado. Las cualidades que hay que buscar incluyen la compasión, conocimiento y visión profunda, moralidad, sinceridad y habilidad para explicar. Debes tener confianza en tu maestro y comunicarte bien con él. Por tanto, puede llevarte años encontrar al maestro adecuado. ¡Pero no pienses que debes empezar ahora mismo una caza frenética del guru! Tómalo con calma. Cuando llegue el momento, encontrarás la persona que pueda guiarte adecuadamente. Mientras tanto, puedes practicar meditaciones como las explicadas en este libro y pedir consejo a cualquier practicante cuyas cualidades admires, aunque haya meditado poco tiempo. Tu propia sabiduría innata, tu guru interno, te indicará si estás o no en el camino correcto.

¡No hagas propaganda! Cuando descubrimos algo nuevo e interesante, nos gusta contarlo a todo el mundo, pero no es una buena idea hablar demasiado de tu meditación. A menos que alguien esté sinceramente interesado y te pregunte sobre ello, es mejor mantenerse callado. La difusión de tus experiencias disipará toda buena energía y visión profunda que hayas conseguido. Es mejor hablar de tu práctica sólo con tu maestro y con los amigos más cercanos.

Si practicas la meditación, no tienes necesidad de hacer grandes cambios en tu estilo de vida, conducta o apariencia. Puedes mantener tu trabajo y amigos, continuar viviendo en tu preciosa casa y disfrutar de la vida como siempre. La meditación es una actividad interna, no externa. La práctica transformará tu mente a un nivel sutil, haciéndote más sensible y claro, proporcionándote una fresca comprensión, día a día, de la experiencia ordinaria. Los cambios superficiales no son naturales y es improbable que impresiones a nadie, pero los cambios profundos y naturales creados por la meditación son reales y beneficiosos para ti mismo y para los demás.

2. La sesión de meditación Sentarse iéntate cómodamente en la posición de los siete puntos o en alguna otra posición recomendada (pág. 36). Dedica unos cuantos minutos a asentar el cuerpo y la mente. Decide qué meditación vas a realizar y cuánto tiempo va a durar, y toma la resolución de no hacer otra cosa durante este tiempo. Es tradicional el hacer tres postraciones antes de sentarse a meditar (pág. 156). La postración contrarresta el orgullo. Expresa nuestra aceptación de que tenemos trabajo que hacer, problemas que resolver y un largo camino por recorrer en nuestro desarrollo interior. No es necesariamente un acto de sumisión hacia algo externo, sino un reconocimiento de que el potencial de la “totalidad” y de la perfección reside dentro de nosotros. Nos postramos ante nuestra verdadera naturaleza, a la que queremos despertar por medio de la meditación. Si la postración se realiza desde esta perspectiva, ayuda a situar la mente en el estado perfecto para meditar.

S

La motivación Analiza tus pensamientos. ¿Por qué quieres meditar? ¿Qué esperas conseguir? Como en cualquier actividad, cuanto más clara y firmemente fijemos nuestra meta, más fuerte será nuestra motivación, y obtendremos resultados con más facilidad. Una meta a corto plazo en meditación sería, sencillamente, tranquilizarse y relajarse. A más largo plazo, el objetivo sería avanzar hasta el conocimiento completo de la naturaleza de la realidad, que será un antídoto a la infelicidad e insatisfacción. Sin embargo, la meta más altruista y, por consiguiente, la más elevada, es alcanzar la iluminación para ayudar a que los otros también la consigan. Esta aspiración es conocida en sánscrito como bodichita. Es el objetivo más trascendental –la motivación mahayana– e inevitablemente los otros objetivos se alcanzarán en el camino. Si así lo deseas, puedes empezar tu meditación pensando: “Voy a hacer esta meditación para alcanzar la iluminación, de forma que pueda ayudar a todos los seres a que también la alcancen”. Sin embargo, puede resultarte chocante pensar que la razón para meditar sea la de alcanzar la iluminación –este logro puede parecer demasiado amplio o distante a la hora de considerarlo–, pero es posible que tengas un deseo altruista de beneficiar a los demás. En ese caso, puedes pensar algo como lo siguiente: “Quiero practicar la meditación para reducir la energía negativa en mi mente –la ira, el egocentrismo, el apego, el orgullo y demás– e incrementar mis cualidades positivas como el amor, la compasión, la paciencia, y la sabiduría. De esta manera, tendré una energía más beneficiosa y positiva que aportar, para cuando me relacione con otras personas y para enviársela al mundo”. Cualquiera que sea tu motivación, analízala con claridad antes de proseguir con la meditación.

Si crees que ayuda a tu práctica, puedes recitar todas las oraciones preliminares de la página 156, o sólo la oración del refugio y la bodichita. Para algunas personas, recitar oraciones, ya sea mental o verbalmente, crea un buen marco mental para la meditación al recordar la sabiduría y otras cualidades que se quieren conseguir. Si rezas, reflexiona sobre el significado de cada oración para que fluya de tu corazón con toda naturalidad.

La meditación A continuación, dirige tu atención al objeto de meditación y mantenlo con firmeza en tu mente todo el tiempo. Si surgen problemas durante la sesión sigue los consejos de la página 39. Si realizas una meditación estabilizadora, como concentrarte en la respiración, fíjate el objetivo de mantener tu mente firme en el objeto de concentración. Si haces una meditación analítica, investiga el tema con total atención, hasta que aparezca un sentimiento intuitivo sobre él; entonces, concentra tu mente unifocalmente o, en otras palabras, haz una meditación estabilizadora sobre esta visión profunda para que se vuelva una, materialmente, con tu experiencia. Cuando este sentimiento, objeto de tu concentración, empiece a disiparse, vuelve al proceso analítico. Antes de iniciar la meditación es importante leer el preámbulo y después integrar en la meditación, especialmente en la meditación analítica, las ideas que hayan surgido. Termina la meditación con una conclusión definitiva sobre el tema meditado, basada en tu visión profunda y en tus experiencias durante la sesión. Desde luego, lo ideal sería no tener que utilizar éste u otros libros durante tu meditación, pero hasta que conozcas los detalles de la misma, no podrás evitar tener que abrir los ojos de vez en cuando para conocer la siguiente fase de la meditación. Experimenta hasta encontrar la forma más cómoda de conducir tus sesiones. Es muy útil seguir las meditaciones grabadas en un CD o cinta de casete, o leer las meditaciones por turno con otro compañero meditador. Lo más importante, en cualquier método que emplees, es estar relajado y libre de todas las expectativas irreales sobre cómo crees que debe desarrollarse la sesión. Sigue las instrucciones y a tu propia sabiduría lo mejor que puedas. ¡Ten calma y confianza!

La dedicación Cada vez que meditas, aunque sólo sea por unos pocos minutos, creas una energía positiva y desarrollas cierto grado de visión profunda. Sus efectos vendrán determinados por tus pensamientos y actitudes cuando pases de la meditación a la actividad ordinaria. Si terminas la sesión en un estado mental de infelicidad o sales deprisa y corriendo, muy probablemente la mayor parte de la energía se perderá. Antes de levantarte del asiento de meditación, emplea unos minutos en recordar tus razones y motivaciones para hacer la sesión, y dedica tu energía y visión profunda al logro de esos objetivos. Una dedicación clara, realizada de esta forma, estabiliza la visión profunda y asegura los resultados. (Ver página 159 para las oraciones de dedicación).

Y no te olvides de trasladar las buenas experiencias de la meditación a tus actividades diarias. En vez de actuar y reaccionar impulsivamente, siguiendo tus pensamientos de aquí para allá, vigila tu mente con cuidado; sé consciente e intenta enfrentarte hábilmente con los problemas a medida que se presenten. Si consigues hacer esto cada día, tu meditación habrá sido un éxito.

3. La postura

L

a mente y el cuerpo son interdependientes. Puesto que el estado de la primera afecta al segundo, en la meditación se enfatiza una postura correcta al sentarse. La postura de los siete puntos, utilizada por expertos meditadores desde hace siglos, se recomienda como la mejor manera de conseguir un estado mental claro y en calma.

Las piernas La mejor posición para la meditación es la postura vajra, o posición de loto completo, donde cruzamos las piernas con cada pie situado encima del muslo contrario, con la planta del pie hacia arriba. Esta posición es difícil para muchas personas, pero la práctica del yoga o de ejercicios de estiramiento puede aflojar tus piernas lo suficiente como para sentarte en esta posición durante un breve periodo de tiempo; la práctica continuada te permitirá mantenerla durante periodos más largos. La postura vajra ofrece el mejor apoyo para el cuerpo, pero no es esencial, así que no te preocupes si no eres capaz de conseguirla. Una posición alternativa es la de medio loto, donde el pie izquierdo está en el suelo, debajo de la pierna derecha y el pie derecho está sobre el muslo izquierdo. También te puedes sentar en una sencilla postura en la que cruzas los pies y sitúas ambos pies en el suelo. Con una esterilla o alfombra debajo y un cojín o dos bajo las nalgas, podrás sentarte cómodamente durante largos periodos, con la espalda recta y evitando el entumecimiento en las piernas y los pies. Si no puedes sentarte en ninguna de estas posiciones de piernas cruzadas, puedes meditar en una silla o en un banco bajo y ligeramente inclinado. Lo importante es estar cómodo.

Los brazos Mantén las manos sueltas en el regazo, a unos cuatro centímetros por debajo del ombligo, la mano derecha sobre la izquierda, las palmas vueltas hacia arriba, con los dedos alineados. Las dos manos deben estar ligeramente curvadas para que las puntas de los pulgares se unan formando un triángulo. Los hombros y brazos deben estar relajados. Tus brazos no deben hacer presión contra el cuerpo, sino mantenerse unos centímetros separados para permitir la circulación del aire; esto ayuda a prevenir el adormecimiento.

La espalda

La espalda es lo más importante. Deberá estar en línea recta, relajada y ligeramente estirada como si las vértebras fueran un montón de monedas apiladas una sobre la otra. Tal vez sea difícil al principio, pero con el tiempo se volverá natural y te darás cuenta de los beneficios: tu energía fluirá más libremente (pág. 146), no sentirás pereza y podrás permanecer cómodamente sentado para meditar por periodos de tiempo cada vez más largos.

Los ojos A menudo las personas que empiezan a meditar encuentran más fácil concentrarse con los ojos completamente cerrados. Esto es aceptable. Sin embargo, se recomienda dejar los ojos ligeramente abiertos para permitir la entrada de un poco de luz, y dirigir la mirada hacia abajo. Cerrar los ojos puede ser una invitación a la pereza, al adormecimiento o a soñar despierto, y todo ello es un obstáculo a la meditación.

La mandíbula Tu mandíbula debe estar relajada y los dientes ligeramente separados, no apretados. La boca también tiene que estar relajada, con los labios tocándose ligeramente.

La lengua La punta de la lengua debe tocar el paladar, justo detrás de los dientes superiores. Esto reduce la segregación de saliva y, por tanto, la necesidad de tragarla, los cuales pueden distraerte a medida que tu concentración aumenta y permaneces sentado en meditación más tiempo.

La cabeza La cabeza debe inclinarse ligeramente hacia abajo para que tu mirada quede dirigida de forma natural hacia el suelo, frente a ti. Si tu cabeza está demasiado levantada, puede que tengas problemas de dispersión y de agitación mental; si está demasiado inclinada hacia delante, podrías experimentar pesadez mental o adormecimiento. Esta postura de los siete puntos es la más favorable para una meditación clara y sin obstrucciones. Puede que la encuentres difícil al principio, pero es una buena idea detenerse en cada punto, al comienzo de cada sesión, e intentar mantener la postura correcta durante unos pocos minutos. Con el hábito, se hará más natural y empezarás a notar sus beneficios. La práctica de hatha yoga u otras disciplinas físicas puede ser de gran ayuda para relajar músculos y articulaciones tensas, permitiéndote sentarte con más comodidad. No obstante, si no te adaptas a sentarte con las piernas cruzadas, puedes llegar a un término medio entre una postura perfecta y un estado relajado para, de ese modo, mantener tu cuerpo y mente felices, cómodos y libres de tensión.

4. Problemas más comunes Excitación mental veces, durante una sesión de meditación, la mente está muy inquieta y nuestra atención

A se distrae continuamente por otras cosas. Por ejemplo, objetos externos como sonidos, pero también distracciones internas, como recuerdos del pasado, fantasías sobre el futuro, o un diálogo incesante acerca de lo que está ocurriendo en el presente. Tales pensamientos a menudo vienen acompañados de emociones perturbadoras, como el apego –aferramiento a las experiencias placenteras–, la ira o el odio –la obsesión con respecto a algo que alguien nos hizo y por lo que nos sentimos heridos o irritados–, el miedo, la duda, los celos o la depresión. Normalmente, dejamos que la mente vague sin intentar controlarla, con lo cual la divagación mental se ha convertido en un hábito profundamente enraizado. No es fácil dejar los hábitos, pero debemos reconocer que esto es totalmente opuesto a la meditación. Mientras permanezcamos ocupados dando vueltas en la superficie de la mente, nunca penetraremos en sus profundidades y nunca desarrollaremos la concentración que necesitamos para percibir la realidad. Hay un buen número de métodos para contrarrestar la excitación mental. Uno de ellos consiste en enfocar la atención con firmeza en la respiración, dejar que la mente se vuelva tan calma y suave como el ritmo natural de ésta (pág. 47). Cada vez que tu atención se distraiga, condúcela de nuevo a la respiración. Observa todos los pensamientos y sensaciones que surjan sin involucrarte en ellos; recuerda que sólo son olas de nuestra mente, que vienen y se van. Cuando hayas recobrado el control sobre tu mente, puedes regresar al objeto principal de la sesión. Un método eficaz para calmar la mente, proveniente de la tradición tibetana, se conoce con el nombre de la práctica de la respiración en nueve rondas. Ésta puede emplearse al comienzo de una sesión de meditación, para conducir a la mente a un mayor estado de calma, o a mitad de sesión, si la mente se descontrola. 1) Durante las tres primeras respiraciones, inspira por la fosa nasal derecha y espira por la izquierda. Si quieres, puedes emplear el dedo índice para bloquear la fosa izquierda mientras inspiras, y para bloquear la fosa derecha cuando espiras. 2) En las tres siguientes respiraciones, inspira por la fosa izquierda y espira por la derecha. De nuevo, puedes utilizar el dedo índice para bloquear la fosa que no estás empleando para cada respiración. 3) Y en las tres últimas respiraciones, inspira y espira por ambas fosas nasales. Con cada respiración, mantén la mente concentrada en la respiración y en las sensaciones que sientas en las fosas nasales mientras el aire entra y sale. No dejes que tu mente se distraiga por pensamientos o por cualquier otra cosa. Puedes repetir la

respiración en nueve rondas varias veces si quieres, para luego regresar a tu práctica meditativa principal. Otro método recomendado por los yoguis tibetanos es imaginar que la mente está encerrada dentro de una diminuta semilla redonda, cuya parte superior es blanca y la inferior roja, y que está situada en el canal central (pág. 146), a la altura del ombligo. Concéntrate en esto hasta que la mente se haya tranquilizado; a continuación regresa al objeto de meditación. Si estás familiarizado con las meditaciones analíticas sobre la muerte, la impermanencia o el sufrimiento (ver el capítulo cuarto), repasa brevemente los puntos esenciales de cualquiera de ellas; esto a menudo ayuda a calmar la mente y equilibrarla. También puede ayudarte recordar tu motivación, el por qué sentarse a meditar, para así reforzar tu determinación. Si la excitación mental es un problema que se repite, corrige la postura. La columna vertebral debe mantenerse muy erguida y la cabeza inclinada ligeramente hacia delante, con la barbilla hacia dentro, ya que la mente tiende a intranquilizarse cuando la cabeza está demasiado levantada. Disminuir la intensidad de la luz en la habitación también puede ser de ayuda, ya que una luz brillante puede despertar pensamientos y sentimientos. La paciencia es esencial para enfrentarse con una mente agitada. No te enfades contigo mismo si no puedes mantener tu atención en el objeto de la meditación. Aprender a frenar la mente y conseguir algún control sobre ella requiere tiempo y una práctica persistente, por lo tanto, ¡tómalo con calma!

Somnolencia La somnolencia es totalmente opuesta a la excitación. Ésta puede variar desde un estado mental de sopor hasta casi la semi-inconsciencia. Está relacionada con otro de nuestros hábitos: normalmente, cuando cerramos los ojos y relajamos nuestro cuerpo y mente, es para ir a dormir. Antes de nada, asegúrate de que la espalda está recta y que la cabeza no está demasiado inclinada hacia delante. Entreabre los ojos y medita con la mirada dirigida al suelo, frente a ti. Aumentar la intensidad de luz en la habitación; también te ayudará a permanecer alerta. Otra solución es visualizar tu mente encerrada en una pequeña semilla en el canal central, a la altura de tu ombligo, como mencionamos antes. Esta vez, imagina que la semilla es disparada por el canal central y sale por tu coronilla. La semilla se abre y tu mente emerge al vasto espacio vacío. Concéntrate en esta experiencia durante un rato, después vuelve a la meditación. Es posible que la somnolencia en la meditación sea el síntoma de una depresión oculta, en cuyo caso, podría ser de ayuda experimentar con algunos de los antídotos a la depresión expuestos en la página 124. Si tras intentar los remedios descritos, tu mente aún sigue pesada y adormecida, lo mejor será tomarse un descanso –puedes mojarte la cara con agua fría, salir a tomar el aire fresco, hacer algún estiramiento, etc.– o detener la meditación por completo e intentarlo de nuevo más tarde.

Incomodidad física Tus meditaciones transcurrirán con suavidad si tu cuerpo está relajado y cómodo, pero a menudo es difícil conseguir ese estado. La mayor parte de nuestra tensión física está relacionada con la mente y puede deberse a problemas no resueltos, temores, preocupaciones o enfados. La solución más efectiva es reconocer estos problemas y resolverlos en la meditación. Un método rápido para aliviar la tensión física que se puede utilizar antes de una sesión de meditación o bien durante la misma, consiste en recorrer el cuerpo con tu atención. Se empieza en la parte superior de la cabeza y se va hacia abajo por todo el cuerpo. Concéntrate brevemente en cada parte y deja que se relaje conscientemente. Imagina simplemente que la tensión se desvanece. Otro método consiste en respirar profunda y lentamente, imaginando que la tensión o el dolor abandonan tu cuerpo con cada espiración. Si no funciona ninguno de estos métodos anteriores, puedes intentar otro más elaborado. Visualiza tu cuerpo vacío. Empezando en el centro del pecho, imagina que todas las partes internas y sólidas del cuerpo se disuelven en luz y después en espacio vacío. Todo dentro de tu pecho, cabeza, brazos y piernas se disuelve gradualmente y se vuelve vacío. Tu piel se transforma en una membrana muy fina de luz que delimita ese espacio vacío. Concéntrate por un tiempo en esta experiencia de tu cuerpo vacío como un globo. Si sentarte te causa incomodidad o dolor en las rodillas o en la espalda, puedes cambiar a una posición más confortable. Como la meditación es una actividad de la mente, no del cuerpo, lo más importante es tener una mente clara y cómoda. A veces es útil quedarse observando simplemente el dolor, que es una experiencia consciente, una percepción mental, y tratar de superar la acostumbrada reacción de pánico al mismo. En vez de ponerle la etiqueta “dolor”, considéralo tan sólo como una sensación, como otro tipo de energía. Este análisis nos proporcionará una mayor visión profunda del funcionamiento de la mente y un mayor control sobre las reacciones físicas. Una ampliación de este método para tratar el dolor físico consiste en incrementar su nivel mentalmente, lo más que se pueda. Imagina que se vuelve cada vez peor. Al poco tiempo vuelve al nivel original del dolor, y te parecerá mucho menos doloroso que antes. En otro método se visualiza el sufrimiento de todos los seres del universo y, con gran compasión, se atrae éste hacia el dolor que estás experimentando ahora. Medita imaginando que has tomado el dolor de todos los seres, que ahora están libres de todos los sufrimientos. Mantén este pensamiento y alégrate de él tanto como puedas. Es muy bueno experimentar con estos métodos para tratar el dolor, pero procura no aplicarlos más de lo necesario, pues podría dañarte.

Ruido Aunque es mejor meditar en un lugar silencioso, no siempre es posible encontrarlo. En la ciudad hay tráfico, televisores y música, niños jugando, personas hablando y chillando, aviones pasando por encima de nuestras cabezas... Pero incluso en el campo o en lo alto de las montañas hay sonidos: pájaros y animales, el viento soplando, un arroyo o un río. No es realista pensar que podemos encontrar un sitio absolutamente libre de sonidos para meditar, y es erróneo pensar que sólo podemos meditar en un lugar donde no haya ruidos; es más una cuestión de aprender a tratar con ello. El problema no es tanto el ruido en sí

mismo, sino cómo nuestra mente reacciona ante él. Si el ruido es agradable, como una música que nos gusta, nos sentimos atraídos y queremos prestarle atención, incluso más que a nuestro objeto de meditación –eso es apego–. Si el ruido no es placentero, sentimos irritación o aversión. De cualquier manera, nos quedamos atascados por el ruido y es difícil abandonarlo y continuar con la meditación. Nuestra mente comienza a hacer comentarios con respecto al ruido: qué es, quién lo hace, recordando experiencias similares en el pasado, pensando en la manera de detenerlo, etcétera. Son estos pensamientos y sentimientos los que obviamente constituyen el verdadero problema. La mejor manera de tratar con esta situación es reconocer qué está aconteciendo en tu mente y aprender simplemente a ser consciente del ruido, sin por ello reaccionar o hacer algún comentario al respecto. Entiende que no podemos hacer que el mundo deje de tener ruidos, sólo porque estamos meditando, pero sí puedes tratar de entender cómo reacciona tu mente ante ellos. Puedes recordar las veces en las que estabas estudiando para un examen o absorto en la lectura de un libro realmente bueno, y de cómo no eras consciente del ruido a tu alrededor. Puedes aprender a hacer lo mismo mientras meditas. Una manera de conseguirlo es generar una motivación fuerte y positiva al comienzo de la sesión (ver página 33), de tal manera que te sientas feliz y entusiasmado con la meditación. Mostrar un escaso entusiasmo respecto a la meditación o verla como una tarea cotidiana hará más difícil que te concentres en el objeto. Otra técnica útil es hacer notas mentales (ver página 39) como “ruido”, o “música”, o “pájaro”, y después abandonarlas, para hacer que tu conciencia regrese al objeto de meditación. También puedes hacer notas de cualquier reacción que experimentes en tu mente: “atracción”, “aversión”, “pensamiento” o “recuerdo”, para luego abandonarlas también. Trabajar con tu mente es la mejor solución, pero no pasa nada si intentas detener o reducir el ruido mientras eso no le cause problemas a nadie. También puedes arreglar tu agenda para que puedas meditar cuando tu entorno esté más tranquilo y silencioso, como en las primeras horas de la mañana, o ¡usar tapones para los oídos!

Imágenes y sensaciones extrañas A veces los meditadores podemos tener experiencias poco comunes: imágenes que aparecen en la mente, sensaciones de que el cuerpo se expande o se encoge, la mente que flota fuera del cuerpo... Éstas son reacciones normales de la mente al ajustarse a una nueva actividad; no hay que preocuparse por ellas. Tampoco debes aferrarte a estas experiencias o tratar de repetirlas, ya que sólo te distraerá del verdadero propósito de la meditación. Simplemente, observa cualquier imagen o sensación que aparezca y, sin aferrarse a ella o rechazarla, deja que desaparezca por sí misma. Si una experiencia perturbadora tiene lugar con frecuencia y eres incapaz de librarte de ella, deberás consultar a un maestro de meditación o a un practicante más experimentado. En este caso lo mejor sería suspender tu práctica hasta recibir consejo.

Desaliento

A menudo se oye a la gente quejarse: “No puedo meditar”; “lo he intentado pero no funciona”; “he estado meditando muchos meses, pero no ha sucedido nada”. En estos casos, el problema es que generalmente se espera demasiado y muy rápidamente. Debemos ser realistas. La mayoría de nosotros no hemos intentado nunca comprender nuestra mente o controlar los pensamientos y sentimientos. Los viejos hábitos son difíciles de romper. Aunque los resultados de la meditación diaria no aparezcan en dos o tres años, lo que es muy improbable, ello no debería preocuparnos o desesperarnos. Los cambios positivos no se producen de repente, de la nada, sino que ocurren despacio, gradualmente, poco a poco, cada día; por tanto, sé paciente contigo mismo. Recuerda que el hacer un esfuerzo para comprender y controlar la mente ya es meditación. Si intentas hacer lo mejor para ti y para los demás, puedes estar seguro de que tu meditación vale la pena. A menudo, algunos nuevos meditadores piensan que sus mentes negativas empeoran en vez de desaparecer y creen que se debe a la meditación. Observa, por ejemplo, lo que sucede cuando lavas la ropa. Cuando la pones en remojo, se desprende parte de la suciedad. Conforme vas restregándola, el agua se vuelve más y más sucia. Es sorprendente la cantidad de suciedad que tenía. Sería estúpido acusar al jabón, al agua o al restregado, de la suciedad que aparece. El lavado tan sólo revela lo que ya estaba allí y es el método adecuado para eliminar completamente la suciedad. De modo similar, la meditación es la forma de purificar la mente de lo que ya se encuentra allí: al principio descubrimos las negatividades burdas y, a continuación, las más sutiles. Por tanto, ¡sé paciente y no te preocupes!

III

Meditaciones sobre la mente

1. Meditación en la respiración omo he mencionado anteriormente, existe una clase de meditación, la meditación estabilizadora, que tiene como propósito desarrollar la concentración. La concentración es una cualidad natural de nuestra mente –la empleamos cuando estudiamos, trabajamos, vemos la televisión o leemos un libro–. Pero nuestra habilidad de concentración es limitada, ya que nuestra mente se distrae fácilmente, y las cosas en las que nos concentramos no son necesariamente beneficiosas para nosotros mismos o para los demás. La concentración en sí no es positiva; depende de cómo la usemos. Por ejemplo, un ladrón de banco necesita una concentración muy buena para llevar a cabo su crimen. Como el objetivo de la práctica espiritual es liberar nuestras mentes de los pensamientos negativos y las emociones, y alcanzar una perfecta claridad, paz y gozo, necesitamos aprender a concentrar nuestra mente en objetos beneficiosos y positivos. La meditación estabilizadora consiste en concentrar la mente en un objeto y atraerlo, cada vez que aquélla divaga. Entre los muchos recursos recomendados por el Buda para desarrollar la concentración, la respiración es uno de los mejores. Siempre estamos respirando, por lo que no tenemos que evocar objeto alguno para concentrar nuestra mente en ella. Además, como nuestra respiración acontece en el aquí y ahora, concentrarnos en ella también ayuda a la mente a permanecer en el presente, en el aquí y ahora, en lugar de perdernos en recuerdos del pasado o fantasías acerca del futuro. Seguir la respiración con nuestra atención tiene un efecto calmante sobre la mente, aquietando así nuestros pensamientos normalmente ocupados. El maestro tibetano de meditación del siglo XIV, Je Tsongkapa, en su obra El Gran Tratado de los Estadios en el Camino a la Iluminación, decía que si divagamos mucho, definitivamente debemos meditar en la respiración. Hay varias cualidades de la mente que son esenciales en el desarrollo de una buena concentración. Una de ellas es la atención plena, o el recuerdo, que nos permite recordar un objeto familiar (como nuestra respiración), sin olvidarlo o vernos atraídos por otros objetos. El estar presente también nos permite recordar en todo momento lo que estamos haciendo mientras estamos sentados ahí, y ¡no estar en las nubes! Otra cualidad esencial es la alerta discriminativa, que como un centinela, vigila las distracciones. La alerta nos permite conocer qué está pasando instante a instante –si nuestra mente está prestando atención al objeto de meditación, o se ha visto atraída por cualquier otra cosa–. También es capaz de reconocer los pensamientos negativos y emociones como la ira y el deseo, que perturban nuestra mente y pueden acarrear problemas para nosotros mismos y para los demás. Desarrollar la habilidad para reconocer cuándo surgen y hacer algo al respecto, antes de que se intensifiquen, nos ayuda a evitar una gran cantidad de sufrimiento. La atención plena y la alerta son así esenciales para lograr el éxito en la meditación; y en nuestras vidas cotidianas hacen que nos mantengamos centrados, alerta y conscientes, ayudándonos a saber qué está pasando en nuestra mente tal y como sucede y así poder tratar hábilmente con los problemas mientras surgen.

C

Puedes utilizar la meditación en la respiración como tu práctica principal o bien como preliminar a otras meditaciones. Es una técnica de gran valor, ya que su práctica regular te ayudará a ser más consciente de tu mundo interior y a obtener un mayor control sobre tu mente. Te sentirás mucho más relajado y capaz de disfrutar de la vida, con mayor sensibilidad hacia ti mismo, hacia los demás y hacia las cosas que te rodean. Si utilizas tu atención plena ya mejorada en otras meditaciones, podrás mantener tu concentración por periodos más largos. La meditación en la respiración, y en general cualquier meditación estabilizadora, es importante tanto para los principiantes como para los meditadores avanzados; tanto para los que desean una técnica simple para relajar y calmar la mente, como para los meditadores serios que dedican sus vidas al desarrollo espiritual.

La práctica Comienza sentándote en la postura de siete puntos (página 36), o en cualquier otra posición que te resulte más cómoda. Relaja todos tus músculos y otras partes del cuerpo, mientras mantienes tu columna vertebral recta. Si sientes tensión en cualquier parte del cuerpo, deja que se disuelva y desaparezca. Deja que tu respiración sea natural: que el flujo respiratorio al inspirar y espirar tenga lugar en base a un ritmo natural. Ten una motivación positiva para realizar la meditación, diciendo por ejemplo: “Voy a meditar para generar en mi mente una energía más positiva y disminuir la energía negativa, para mi bienestar y el de cualquier otro ser”. Decide cuánto meditar (si eres principiante, de 10 a 20 minutos está bien; puedes incrementar gradualmente la duración del tiempo a medida que mejora tu concentración), y toma la determinación de que, mientras dure la sesión, mantendrás tu atención en la respiración para cumplir con este propósito. Ahora concentra tu mente en la respiración. Lo puedes hacer o bien concentrándote en las aperturas de las fosas nasales, donde puedes sentir sensaciones sutiles, mientras la respiración entra y abandona nuestro cuerpo, o concentrándote en el movimiento de dilatación y contracción del abdomen con cada respiración. Elige uno de estos dos lugares, y mantén tu mente y atención en las sensaciones que puedas sentir en ese lugar, durante cada inspiración y espiración. Lleva tu mente a este lugar cada vez que divague. Si quieres, cuenta las respiraciones. Esto te puede resultar útil para mantener la mente concentrada. Puedes contar cada ciclo de inspiración y espiración, como uno solo. Piensa para ti: “Inspiro, espiro, una. Inspiro, espiro, dos…” y así sucesivamente. Cuenta hasta cinco o diez respiraciones, para luego comenzar de nuevo desde cero. Si tu mente divaga en mitad del conteo, vuelve a empezar de nuevo. Continúa contando en rondas de cinco o diez respiraciones, y lleva de nuevo la atención a la respiración cada vez que tu mente divague. Si tu mente se torna más estable y es capaz de permanecer concentrada en la respiración, sin necesidad de contar, entonces puedes prescindir de ello. No intentes controlar la respiración; sólo respira normal y suavemente. Es inevitable que surjan pensamientos, y la atención se distraerá por ellos, pero tan pronto te des cuenta de que esto ha tenido lugar, devuelve tu mente a la respiración.

Aprende a tener una actitud neutral hacia tus pensamientos, sin sentirte atraído ni vertiendo repulsa hacia ellos. En otras palabras, no reacciones con disgusto, preocupación, excitación o aferramiento ante ningún pensamiento. Simplemente date cuenta de su existencia y devuelve tu atención a la respiración. Si tienes que hacer esto unas cincuenta veces en un minuto, ¡no te sientas frustrado! Sé paciente y persistente; al final tus pensamientos disminuirán. Podría ayudarte pensar que tu mente es como el cielo, y los pensamientos son como nubes. Las nubes vienen y van en el cielo –no se quedan por mucho tiempo, ni tampoco alteran la calma y la amplitud del cielo –. De la misma manera, los pensamientos vienen y van en el espacio claro de nuestra mente; son transitorios, momentáneos. Si simplemente los percibimos, para luego dejarlos partir, llevando nuestra atención una y otra vez a la respiración, los pensamientos desaparecerán por sí mismos. Permanece contento con tu estado presente. Acepta cualquier estado mental en el que te encuentres y todo lo que pueda surgir en tu mente. Líbrate de la expectativa, del aferramiento o de la frustración. No tengas deseos de estar en otra parte, de hacer cualquier otra cosa o incluso de sentirte de otra forma. Permanece satisfecho tal como estás. Cuando se haya desarrollado tu habilidad y capacidad para evitar las distracciones, avanza un paso en tu alerta. Toma nota mentalmente de la naturaleza de los pensamientos que surjan: “pensamiento”, “recuerdo”, “fantasía”, “enfado”, “apego”, “percepción de un sonido”, “aburrimiento”, “dolor”, etc. Tan pronto adviertas el pensamiento o la sensación, déjalo pasar recordando su naturaleza impermanente. Otra técnica consiste en utilizar tus distracciones como ayuda para conocer mejor la naturaleza de la mente. Cuando surja un pensamiento, en lugar de dirigir la atención hacia él, dirígela hacia el pensador. Esto significa que una parte de la mente, la alerta discriminativa, vigila otra parte de ésta, una distracción. El objeto perturbador desaparecerá, pero mantén la atención sobre el pensador tanto como puedas. Vuelve a observar la respiración una vez que hayan cesado las distracciones. Estos métodos para manejar las distracciones pueden aplicarse en cualquier meditación. No servirá de nada ignorar o suprimir los pensamientos perturbadores o la energía negativa, ya que volverán persistentemente. Si un pensamiento o sensación es particularmente perturbador y eres incapaz de dejarlo pasar, tómate un breve descanso y emplea uno de los métodos para tratar con la energía negativa (ver página 115). Una vez que la emoción perturbadora esté más controlada, puedes regresar a centrarte en la respiración. Cuando llegue el instante de finalizar la sesión, siéntete bien con lo que has hecho. No juzgues tu meditación con pensamientos como: “Ha sido una meditación pésima; mi mente estaba hecha un caos”. Recordemos que el simple hecho de hacer el esfuerzo para meditar en sí mismo es muy elocuente y beneficioso. Disfruta de la energía positiva que has generado y dedícala para el beneficio de todos los seres sensibles, para que sus mentes puedan verse libres de los problemas y la infelicidad, y para que a su vez se llenen de paz y gozo.

2. Meditación sobre la claridad de la mente a realidad de nuestra existencia es que somos una combinación de cuerpo y mente. A su vez, cada uno de ellos es una combinación de muchas partes, todas ellas en estado de continuo cambio. Desafortunadamente, nuestro ego no se satisface con una explicación tan simple como ésta. Complica esta cuestión fabricando la visión de un yo o de uno mismo basado en nuestras concepciones, gustos o disgustos. Pensamos: “soy atractivo”, “soy feo”, “soy un buen bailarín”, “no lo conseguiré”, “tengo un mal carácter”... Creemos en estas proyecciones y damos por supuesto que son permanentes e inamovibles. Hacemos lo mismo con las personas y con los objetos del mundo que nos rodea. Creemos que “él es feo” o que “ella es buena”. Construimos nuestra propia imagen de la realidad, elaborada de una manera sólida, y nos asimos a ella sin cuestionarla. La meditación sobre la claridad de la mente es un antídoto efectivo para nuestras proyecciones concretas. Podemos conseguir una experiencia directa de la naturaleza clara, inmaterial y transitoria de todos los pensamientos, sensaciones y percepciones, debilitando así la tendencia a identificarnos con ellas. A la vez que el sujeto –la mente– se suaviza, también lo harán sus objetos proyectados, que lentamente dejarán de ser tan concretos. El sentimiento de disgusto hacia la “mala persona” puede surgir aún debido a la costumbre, pero tendremos el espacio para recordar: “Esto es una proyección de mi pensamiento, que es claro y transitorio. El objeto no existe de la forma en que lo veo”. Esta meditación es especialmente efectiva para debilitar la visión de nuestra propia entidad. Normalmente, tenemos una consideración pobre de nuestra personalidad, basada en errores que cometimos en el pasado, rasgos de nuestra personalidad que no nos agradan, malas costumbres y cosas parecidas; pero el enfado, la envidia, el egoísmo, la depresión y los demás problemas que nos obsesionan son experiencias mentales, y por tanto, claras y transitorias. La existencia de estos estados mentales depende de que creamos en ellos. Al reconocer esto, en la meditación sobre la naturaleza de la mente aprendemos a dejarlos pasar y a dejar de identificarnos con esas experiencias. Nuestra naturaleza intrínseca es clara y pura, y permanece con nosotros las veinticuatro horas del día. Las negatividades, que aparecen y rompen como las olas en el océano de nuestra conciencia, son transitorias y pueden ser eliminadas. Una práctica constante de esta meditación nos producirá finalmente la certidumbre de esta naturaleza pura, hasta el punto de convertirse en nuestra realidad, en nuestra verdadera experiencia. Éste es un paso natural en la comprensión de la naturaleza más sutil de uno mismo y de todos los fenómenos: su vacuidad de existencia inherente (pág. 61).

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La práctica Comienza respirando profundamente por los dos orificios nasales, llevando el aire hacia el estómago; retenlo por un instante y expúlsalo después lenta y suavemente por entre los labios. Tras repetirlo dos veces, respira con normalidad; observa tu respiración sin

pensar, sin conceptualizar. Una vez que tu alerta se ha agudizado, dirige la atención hacia la claridad de la conciencia. Tu conciencia o mente es lo que estás experimentando en ese instante: sensaciones en tu cuerpo, pensamientos, sentimientos, percepciones de sonidos, etc. La naturaleza de cada una de esas experiencias es la claridad, sin forma ni color, como el espacio, pura conciencia. Dirige tu atención hacia esa naturaleza pura y clara de la mente. Inicialmente, puede resultar difícil encontrar el verdadero objeto, es decir, la claridad. Si ocurre esto, medita en una imagen mental de claridad. Una forma de producir esta imagen es visualizar el espacio. Imagínate recostado sobre una colina, observando el cielo completamente claro, sin nubes. Concéntrate en esa vacuidad amplia y sin obstrucción. Imagina que fluye hasta englobarte a ti mismo y a tu medio ambiente; todo se vuelve vacío como el espacio. Retén esta experiencia; siente que la naturaleza de tu mente es como este espacio claro y vacío. Podrán surgir distracciones pero no reacciones a ellas; no debes seguirlas ni rechazarlas. Recuerda que por su naturaleza son claras, sin sustancia. Observa simplemente cómo vienen y se van, y vuelve a ser consciente de la claridad mental. No pienses en nada durante esta meditación. No hay necesidad de que te preguntes qué es la mente; tan sólo obsérvala y fíjate en su naturaleza clara, que es como el espacio vacío e infinito. Esto es suficiente. Sé natural. La meditación es algo sencillo y natural, no es nada especial. Concentración significa retener la mente de forma continuada sobre un objeto, sin olvidarlo. El resultado automático de la concentración es un estado consciente, que está libre de conceptos. Una luz no necesita pensar “estoy disipando la oscuridad”, simplemente ilumina. Este estado consciente es una luz interna que nos permite ver las cosas con mayor claridad. Disipa la densidad con la que se nos aparecen las cosas, debilitando nuestro aferramiento o aversión hacia ellas. Medita por periodos cortos, de diez a treinta minutos, hasta que mejores tu concentración. Entonces, podrás sentarte una hora o tanto tiempo como puedas mantener un estado consciente intenso. Si tu meditación se desarrolla bien, te sentirás ligero y relajado. Concluye la sesión de meditación dedicando, para la felicidad y el bien de todos, la energía positiva creada en ella.

3. Meditación sobre la continuidad de la mente a mente se puede comparar a un vasto océano y las percepciones, pensamientos y emociones a las olas que surgen y rompen en su superficie. Esta analogía nos ayuda a comprender las experiencias que nos ocurren en la meditación y en nuestras actividades de cada día; pero para conseguir una experiencia de adónde va la mente y de dónde viene, nos será de ayuda el pensar en ella como en un río que fluye con el tiempo. Cada instante de la mente conduce inevitablemente al siguiente. La mente fluye desde el principio ininterrumpidamente, día y noche, como una corriente de innumerables experiencias momentáneas en continuo cambio. Los pensamientos y las sensaciones aparecen y desaparecen rápidamente, pero dejan impresiones que transporta la corriente mental. El budismo explica que la mente no tiene principio ni fin; a diferencia del cuerpo, que es concebido, nace, muere y se desintegra. Nuestra personalidad y nuestras experiencias de esta vida son modeladas por las impresiones que lleva la mente de vidas pasadas. Del mismo modo, todo lo que hacemos y pensamos ahora determina nuestras experiencias futuras (ver la meditación sobre el karma, página 81). Sólo depende de nosotros: podemos ser lo que queramos si canalizamos nuestras energías en esa dirección. Para conseguirlo, necesitamos comprender la mente y aprender a utilizarla con habilidad. Aceptar la existencia de otras vidas depende de si se entiende la mente de esta manera. Si somos capaces de recordar experiencias de vidas pasadas, podremos comprender que, de la misma forma que esta vida es el futuro de las vidas pasadas, deberá haber también una vida pasada para las que van a venir. Cuando tu mente se haya vuelto lo suficientemente calmada, podrás ver esto con profundidad en tu interior y percibirla como un continuo que siempre fluye, que se remonta mucho en el tiempo. Cuando hayas experimentado la realidad de las vidas pasadas por ti mismo, entonces te convencerás de su existencia. Sin embargo, para muchas personas esta es una idea extraña. Aquí se describen varios enfoques analíticos para considerar la validez de la continuidad mental. En primer lugar, la mente es transitoria y cambia instante a instante. Por tanto es un efecto, un resultado, el producto de causas y condiciones. Y la causa principal de una mente es necesariamente la existencia de un instante anterior de mente. Las causas y sus resultados deben ser el mismo tipo de fenómenos, por lo que no es posible para la mente, un fenómeno no físico, surgir o ser producido por uno físico como pueda ser el cuerpo, de la misma manera que el agua no puede producir fuego. Además, si la mente es una serie de instantes siempre cambiantes, cada uno de los cuales es a su vez el resultado de un instante previo, ¿cómo podría tener un principio en el tiempo? Algunos mantienen que la mente es el cerebro o una actividad cerebral. Pero tal y como la definimos aquí, la mente es ese conjunto de experiencias, y ¿cómo pueden ser físicos los pensamientos y las sensaciones? Si lo fueran, los científicos que estudian el

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cerebro deberían ser capaces de verlos, pero no es así. Ellos pueden saber cuándo una persona está pensando, pero no qué está pensando. La mente depende del cerebro y del sistema nervioso, pero no puede ser el cerebro mismo. Tampoco puede provenir de las mentes de otros, como las de nuestros padres. Nuestro cuerpo existe gracias a partes de los cuerpos de nuestros padres, pero nuestra mente no es un fenómeno físico, y surge de una forma completamente diferente. No es posible que una parte de la mente se desgaje y se vuelva una nueva. Además, si nuestra mente procediera de las mentes de nuestros padres, ¿no naceríamos nosotros con todos sus recuerdos y conocimientos? Claramente este no es el caso. Nuestra personalidad actual, el conocimiento y las experiencias del presente, son necesariamente el resultado de nuestras propias acciones y experiencias pasadas. Por ello, nuestra mente proviene de su propia y previa continuidad. La presente meditación es de gran ayuda para experimentar nuestra propia mente como una corriente de acontecimientos, siempre cambiante y en continuo movimiento.

La práctica Siéntate cómodamente y relájate. Contempla una motivación positiva y beneficiosa para hacer la meditación. Dedica algún tiempo a concentrarte en la respiración hasta que la mente se vuelva calma y clara. Primero observa tu estado mental presente, los pensamientos y sensaciones que en él se suceden. Obsérvalos desapasionadamente, sin aferrarte o rechazar ninguno de ellos. Ahora empieza a viajar hacia atrás en el tiempo. Repasa brevemente las experiencias conscientes que hayas tenido desde que te has despertado esta mañana. ¿Son éstas parte del mismo continuo de conciencia que las experiencias presentes? Antes de despertarte, probablemente estabas soñando. Trata de recordar los sueños de la noche pasada. ¿Pertenecen también a la misma corriente mental? Continúa con tus experiencias mentales de ayer, de hace dos días, de la semana pasada, del mes pasado, del año pasado; de dos, cinco, diez años. Continúa investigando si esas experiencias están en el mismo continuo de la conciencia. Evita involucrarte en tus recuerdos. El propósito de esta meditación no es revivir buenos tiempos o resolver problemas del pasado, sino conseguir una experiencia de la continuidad de la mente. Si encuentras algo en tu memoria que te gustaría investigar con más detalle, déjalo para más tarde. Retrocede en tu vida tan lejos como sea posible, recuerda las experiencias de tu adolescencia, de la niñez... Relaja y abre tu mente para permitir que surjan tales recuerdos... Si tienes dificultad para acceder a recuerdos de la primera parte de tu vida, no te preocupes. Entiende que, de la misma manera que nuestro presente continuo es la continuación de experiencias que podemos recordar, éstas igualmente son la continuación de otras previas que no podremos recordar nunca más. Ahora, piensa en tu nacimiento, en el instante en el que estabas en el vientre, y en el de tu concepción. Si tu mente es un continuo de experiencias, cada una surgiendo a resultas de una anterior, entonces ¿existió por esas experiencias, o comenzó a existir a partir de un determinado punto? Considera las diferentes posibilidades: ¿Surgió de la mente

de tus padres? Si así fue, ¿cómo y cuándo? O ¿surgió de alguna otra parte, sin ninguna causa o condición? O ¿surgió de un continuo mental que ya existía antes de que fueses concebido, en otra vida? Tras llegar tan atrás como puedas, trae suavemente tu conciencia al presente y observa los pensamientos y sentimientos que aparecen. Experimenta simplemente cómo continúa fluyendo la corriente de tu conciencia; siente su instantaneidad: un pensamiento o sentimiento que deja paso al siguiente, que conduce al siguiente y al siguiente y así sucesivamente. Por último, trata de tener alguna idea de adónde se dirige desde aquí. Contempla tu continuo mental fluyendo el resto del día, mañana, los días siguientes, las semanas, los años..., hasta la muerte. ¿Qué ocurre entonces? Considera las distintas posibilidades: ¿Cesa repentinamente la existencia del continuo de conciencia?, ¿se transforma en algo diferente?, ¿continúa encontrándose con experiencias nuevas? Reflexiona sobre estas posibilidades cuidadosamente, utilizando las razones dadas anteriormente. Aunque puede que no llegues a una conclusión definitiva, lo más importante es observar con una mente abierta y clara. Al final, dedica cualquier conocimiento que hayas logrado a alcanzar una comprensión definitiva de tu mente para el beneficio de todos los seres vivos.

IV

Meditaciones analíticas

Sobre la meditación analítica as meditaciones que se presentan aquí son soluciones para una gran variedad de problemas y te ayudarán a desarrollar una visión más realista de tu mundo interior y exterior. Se presenta primero una meditación sobre la vacuidad, ya que es el remedio más efectivo para cualquier dificultad. Nos hace investigar nuestro sentido del “yo” sólido, permanente e independiente, que se erige en la verdadera raíz de todos nuestros problemas. Sin embargo, la vacuidad es un concepto muy difícil de aprehender y puede que encuentres esta meditación demasiado desafiante para empezar a practicar, por lo que limítate a leerla, y volver a ella poco después, tras haber acumulado mayor experiencia con las restantes meditaciones. Pero sólo el empezar a cuestionarnos lo que siempre hemos creído sobre nuestra propia existencia es algo valiosísimo. Las otras meditaciones nos permiten observar nuestras suposiciones sobre la vida, el sufrimiento, la muerte, el amor o las relaciones humanas, y ver que esas suposiciones son, junto con las expectativas que las acompañan, la causa de nuestra infelicidad y frustración. La sección relativa a cómo tratar con la energía negativa nos da consejos para manejar los problemas, tal como ocurren en la vida diaria. Empieza las meditaciones con unos pocos minutos, o tantos como quieras, de meditación en la respiración para calmar la mente y observar su estado actual. Después empieza con el análisis. No permitas que la mente divague sobre el tema que estás analizando; cuanto más concentrado estés, mejor será tu meditación. Disuelve tu mente en el tema, penetrándolo con el pensamiento intelectual, con preguntas, imágenes e ilustraciones de tu propia experiencia. Tu meditación puede tener la forma de una conferencia interna, como si te explicases algo a ti mismo, como un debate en el que tomas ambas partes o como una aventura del pensamiento con un estilo libre. Inevitablemente surgirán dudas, pero no las pases por alto. Las dudas son preguntas y las preguntas necesitan respuestas; por tanto, sé claro en lo que piensas y en lo que haces. Llega a una conclusión sobre el punto en cuestión o déjalo, por un instante, para abordarlo de nuevo más tarde. Si eres incapaz de resolver tus dudas por ti mismo, es mejor consultar a un maestro o a un estudiante más experto de esta tradición. Si durante el análisis desarrollas una experiencia intuitiva del tema, deja de analizar y mantén ese sentimiento con concentración en un solo punto durante tanto tiempo como te sea posible. Cuando este sentimiento se desvanezca, reanuda la investigación o bien concluye la sesión aquí. Esta unión de las meditaciones analítica y estabilizadora es esencial para conseguir una verdadera transformación de la mente. Con la meditación analítica pensamos y comprendemos intelectualmente un tema en particular; con la meditación estabilizadora hacemos gradualmente de él una parte de nuestra experiencia de vida.

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1. Meditación sobre la vacuidad l propósito de todas las enseñanzas budistas es conducirnos gradualmente a la realización de la vacuidad. Aquí vacuidad se refiere a la vacuidad de existencia inherente y concreta; y la erradicación total en nuestra mente de esta forma equivocada de ver las cosas marca la consecución de la iluminación o budeidad. ¿Qué es “la vacuidad de existencia inherente”?, ¿qué significa en la práctica? La llamada existencia inherente, de la que están vacías todas las cosas, es una cualidad que proyectamos instintivamente en cada persona y cosa que experimentamos. Vemos las cosas como si existieran total y sólidamente en y por sí mismas, poseyendo su propia naturaleza, independientes completamente de toda causa y condición, y de nuestra mente que las experimenta. Tomemos una mesa como ejemplo. Veamos una mesa sólida e independiente que permanece ahí, tan obviamente, que parece ridículo cuestionarla; pero, ¿dónde está la mesa? Imaginemos que la consideramos en sus partes y que colocamos sus piezas sobre el suelo. Ahora veamos si podemos encontrar la mesa: ¿Es una de sus patas? ¿O el respaldo? ¿Es la cola o los clavos que la mantienen unida? ¿Tal vez alguno de sus átomos? Si lo investigas cuidadosamente, descubrirás que no puedes encontrar la mesa que piensas que está ahí. Eso no significa que la mesa no exista en absoluto. Existe de manera dependiente, una mesa que existe, y cambia de instante en instante –la “mesa” que simplemente etiquetamos por sus partes–, pero esto no es lo que vemos. Ése es el quid de la cuestión. No experimentamos la realidad pura de cada cosa y de cada persona, sino una imagen de ellas exagerada y rellena, proyectada por nuestra mente. Este error caracteriza todas nuestras experiencias mentales; es totalmente instintivo y es la raíz última de todos nuestros problemas. Este desorden mental, siempre presente, empieza con la mala interpretación de nuestra propia entidad. Somos un compuesto de cuerpo –una masa de carne, huesos y piel– y de mente –una corriente de pensamientos, sentimientos y percepciones–. Este compuesto es convenientemente conocido como “María”, “Héctor”, “mujer” u “hombre”. Es una unión temporal que termina con la muerte del cuerpo y la continuidad de la mente en otras experiencias. Estos hechos desnudos, sin adorno, pueden ser bastante inquietantes. Una parte de nosotros, el ego, codicia la seguridad y la inmortalidad, e inventa un yo permanente, independiente e inherente. Esto no es un proceso consciente y deliberado, sino que ocurre en el subconsciente. Este yo fantaseado aparece especialmente intenso en el estrés, en la excitación o en el miedo. Por ejemplo, cuando escapamos por poco de un accidente, tenemos una sensación fuerte de un yo que casi ha padecido la muerte o el dolor y que necesita ser protegido. Este yo no existe, es una alucinación. Nuestra adherencia a este yo falso, que se conoce como la ignorancia que se aferra al yo, mancha todas las relaciones con el mundo.

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Nos sentimos atraídos por personas, lugares o situaciones que gratifican o sostienen esa imagen propia, y reaccionamos con temor o animosidad ante cualquier cosa que la haga peligrar. Consideramos a todas las personas y cosas en un lugar o en otro. De esta forma, el aferramiento al yo, la raíz, se ramifica en el apego, la envidia, la ira, la arrogancia, la depresión y en multitud de estados mentales turbulentos e infelices. La solución final es eliminar esta ignorancia de raíz, por medio de la sabiduría que realiza la vacuidad de las cualidades falsas que proyectamos en todo lo que experimentamos. Ésta es la transformación definitiva de la mente. Vacuidad suena a algo abstracto, pero en realidad es algo muy práctico y relevante en nuestras vidas. El primer paso hacia su comprensión es tener una idea de qué es lo que pensamos que existe. Localizamos, por ejemplo, al yo en el que creemos tan intensamente, y entonces, por medio de un razonamiento claro en una meditación analítica, vemos que es una mera fabricación, que es algo que nunca existió y que nunca podrá existir. Pero no vayas demasiado lejos, ¡tú sí que existes! Existe un yo convencional, interdependiente, que experimenta felicidad o sufrimiento, que trabaja, estudia, come, duerme, medita y se ilumina. La primera y la más difícil tarea es distinguir entre ese yo válido y el fabricado; generalmente no podemos diferenciarlos. En la concentración de la meditación es posible ver la diferencia, reconocer el yo ilusorio y erradicar nuestra vieja y habitual creencia en él. La meditación que se presenta aquí es un paso práctico en esa dirección.

La práctica Empieza con una meditación en la respiración para relajar y calmar la mente. Motívate intensamente para que esta meditación te lleve finalmente a la iluminación en interés de todos los seres. Ahora, permaneciendo tan vigilante como un espía, toma conciencia lenta y cuidadosamente del yo. ¿Quién o qué es lo que piensa, siente y medita? ¿Cómo se te aparece? ¿Es una creación de tu propia mente, o es algo que existe concreta e independientemente, por sí mismo? El siguiente paso es tratar de localizarlo. ¿Dónde está ese yo?, ¿en tu cabeza?, ¿en tus ojos?, ¿en tu corazón?, ¿en tus manos?, ¿en tu estómago?, ¿en tus pies? Considera cuidadosamente todas y cada una de las partes de tu cuerpo, incluyendo los órganos, venas y nervios. ¿Puedes encontrar el yo? Podría ser muy pequeño y sutil, así pues, examina las células, los átomos y las partes de los átomos. Si piensas que tu ‘yo’ es una parte del cuerpo, entonces ¿qué sucedería si te extirparan esa parte en una operación, o se dañara en un accidente? Y ¿qué le ocurrirá al ‘yo’ cuando tu cuerpo deje de funcionar en el instante de la muerte? Quizá pienses que tu mente es el yo. La mente es una corriente de pensamientos, sensaciones y otras experiencias en constante cambio, alternándose rápidamente. Nunca es la misma. ¿Cuál de éstas es el yo?, ¿es un pensamiento de amor?, ¿o uno de enfado?, ¿es un sentimiento de felicidad?, ¿o uno de tristeza? Si piensas que tu ‘yo’ es una de estas experiencias, entonces ¿qué le sucede cuando esa clase de experiencia no está presente en tu mente? Si tu ‘yo’ es amor, por ejemplo, entonces cuando tu mente sólo está llena de ira, ¿significa que el ego se ha ido a alguna

otra parte?, o ¿incluso que haya desaparecido? ¿No hay ‘yo’ en ese instante? O ¿podría ser que tuvieras varios ‘yo’: uno enfadado, uno enamorado, uno temeroso, etc.? Si no puedes encontrar el ‘yo’ en tu cuerpo ni en tu mente, entonces ¿podría ser alguna otra cosa? ¿Hay otra parte de ti, aparte del cuerpo y la mente? Después de todo, decimos “mi cuerpo” y “mi mente”, implicando con ello la existencia de algo más que es dueño de estas dos... Si es así, ¿qué es?, ¿dónde se encuentra? ¿Qué tipo de fenómeno es? Examina cualquier posibilidad que se te ocurra. Observa de nuevo la forma en que aparece el yo, en cómo lo sientes. Tras esa búsqueda del yo, ¿notas algún cambio?, ¿sigues creyéndolo tan sólido y real como lo sentías antes?, ¿aún parece existir independientemente en él y por él mismo? A continuación desintegra mentalmente tu cuerpo. Imagina que todos los átomos se separan y flotan. Billones y billones de partículas se esparcen por el espacio. Imagina que puedes verlo realmente. Ahora desintegra tu mente. Deja que cada pensamiento, sentimiento, sensación y percepción se aleje poco a poco. Revisa tu sensación de ‘yo’: ¿puedes ver dónde está? ¿Qué es? No cometas el error de pensar: “Mi cuerpo no es el yo, mi mente tampoco lo es, por tanto el yo no existe”. Tú sí existes, pero no de la forma en que lo sientes, independiente e inherentemente. Hablando de un modo convencional, tu yo existe dependiendo de la mente y del cuerpo, y esta combinación es la base sobre la que el pensamiento conceptual atribuye un nombre: “yo” o “mi entidad” o “María” o “Héctor”. Éste es tu yo que está sentado meditando y, sorprendido, piensa: “quizá yo no existo”. Cualquier cosa que exista depende necesariamente para su existencia de causas y condiciones, o de partes y nombres. Un coche, por ejemplo, es un conjunto de piezas de acero, cristales, plástico, caucho, un motor, etc., ensambladas por las personas que trabajan en una fábrica. Damos el nombre de “coche” a este conjunto ensamblado, pero si buscamos un coche que exista realmente, de manera concreta e independiente, no lo vamos a poder encontrar. Así que de manera convencional las cosas existen dependientemente, y comprender la dependencia es el requisito principal para comprender su naturaleza última, la vacuidad. La naturaleza convencional de un objeto lo es con respecto a su dependencia de otras cosas, y su naturaleza última está vacía de existencia inherente e independiente. Piensa ahora cómo existe tu cuerpo convencionalmente; dependiendo de la piel, la sangre, los huesos, las piernas, los brazos, los órganos, etc. A su vez, cada uno de éstos existe dependiendo de sus propias partes: células, átomos y partículas subatómicas. Piensa cómo existe tu mente; dependiendo de pensamientos, sentimientos, percepciones y sensaciones. Y, a su vez, cómo existe cada uno de éstos, dependiendo de las experiencias conscientes previas de las que ha surgido. Ahora vuelve a tu sensación del yo. Piensa cómo existes convencionalmente; dependiendo de las partes del yo, es decir, de la mente, del cuerpo y del nombre. Por ejemplo, cuando el cuerpo siente hambre o frío piensas: “Tengo hambre” o “tengo frío”. Cuando la mente tiene una idea sobre algo dices: “Pienso”. Cuando sientes amor por alguien dices: “Te quiero”. Cuando te presentas a alguien dices: “Me llamo...”. ¿Existe un yo sólido, inmutable e independiente, aparte de esta sensación de yo que depende de los continuos del cuerpo y de la mente, siempre cambiantes y en movimiento? La vacuidad del yo es la mera ausencia de ese yo que existe inherentemente.

Acaba la sesión con una conclusión sobre cómo existe tu yo. Conclúyela dedicando sinceramente cualquier energía positiva y conocimiento que hayas adquirido para la iluminación de todos los seres. Piensa que esta meditación es un paso en el camino que conduce al conocimiento directo de la vacuidad y a cortar la raíz del sufrimiento y de la insatisfacción.

2. Apreciar la vida humana a función de la meditación analítica es ayudarnos a reconocer y cortar con las actividades erróneas y las ideas que nos causan infelicidad e insatisfacción. Nuestras experiencias en la vida dependen de cómo pensamos y de cómo nos sentimos con las cosas. Y debido a que la mayor parte del tiempo no percibimos las cosas como son en realidad, nos encontramos una y otra vez con situaciones frustrantes. Mientras culpemos a nuestros padres, a la sociedad o a otros factores externos, nunca encontraremos soluciones satisfactorias a nuestros problemas. La causa principal reside en nuestra propia mente; por ello necesitamos tomar la responsabilidad de cambiar nuestra forma de pensar equivocada, es decir, la que nos trae infelicidad a nosotros y a los demás. Esto puede lograrse por medio de la meditación, tomando consciencia gradualmente de cómo pensamos y sentimos, y distinguiendo las actitudes correctas de las incorrectas para contrarrestar, finalmente, estas últimas con los medios apropiados. Muchos problemas tienen su origen en la forma de percibirnos a nosotros mismos y a nuestra vida. La existencia humana es muy preciosa, pero normalmente no sabemos apreciarla. Tenemos un gran potencial, sabiduría y bondad latentes, podemos ofrecer mucho al mundo y, sin embargo, lo ignoramos y nos dejamos llevar por la depresión. Por ejemplo, centrándonos en los defectos de nuestro carácter y en los errores de nuestra relación con la gente y el trabajo, o el daño que hayamos hecho a los demás, desarrollamos una pobre e injusta opinión de nosotros mismos. Esta imagen de nosotros mismos se vuelve más y más concreta con el tiempo. Nos vemos a nosotros mismos incapaces e inadecuados, sintiéndonos deprimidos y desesperanzados. O nos centramos en los demás, en un intento de lograr felicidad y satisfacción. De cualquier modo, como nuestros amigos sienten lo mismo por sí mismos, estas relaciones a menudo sólo generan más frustración. Podemos desatar el potencial de felicidad y satisfacción que descansa en todos nosotros, haciéndonos conscientes de nuestros procesos mentales, y aplicando después la sabiduría discriminativa en todas las acciones de cuerpo, palabra y mente; pero esperar conseguirlo sin completar el trabajo necesario de base será como invitar a la frustración. Debemos empezar construyendo una base firme, fundada en una visión realista de nosotros mismos. Tenemos que aceptar tanto nuestros rasgos positivos como los negativos, y decidirnos a alimentar los buenos aspectos de nuestro carácter y a transformar o eliminar los malos. Con el tiempo reconoceremos la fortuna de haber nacido humanos. Una vez que comprendemos esto, empezamos a adiestrar nuestras mentes para alcanzar la iluminación. Cuando nos observamos profunda y detenidamente, encontramos que la mayoría de nuestros problemas cotidianos son bastante triviales. Son tan sólo nuestras proyecciones y concepciones las que los complican y los hacen crecer desproporcionadamente. Al caer atrapados en nuestros problemas, por condescender con ellos, parece que crecen más y más, y así nos sumergimos en estados profundos de depresión y desespero. Nadando en la autocompasión, somos incapaces de ver que, de hecho, somos nosotros quienes hemos creado los problemas y, por tanto, nuestro estado depresivo. Esta meditación es un antídoto para los estados negativos como la depresión y la

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desesperación. Nos ayuda a reconocer y alegrarnos de nuestra buena fortuna, de nuestro potencial extraordinario y único para lograr la verdadera felicidad y satisfacción. Una comprensión de este potencial nos llena, de forma natural, de alegría y ganas de vivir. ¿Acaso puede haber alguien que no se sienta contento al comprender que tiene la llave de su éxito? Al mismo tiempo, reconocer nuestra buena fortuna nos ayuda a ver claramente que hay muchos que son infinitamente menos afortunados que nosotros. Sentimos una verdadera compasión por ellos y nos interesamos activamente por su condición.

La práctica Siéntate cómodamente con la espalda recta. Relaja el cuerpo y permite que se disuelva y fluya cualquier tensión… Emplea unos cuantos minutos calmando y asentando la mente, practicando la meditación en la respiración o la de la respiración en nueve rondas. Cuando tu mente esté calmada y asentada en el aquí y ahora, genera una motivación positiva y altruista para realizar la meditación. Puedes pensar, por ejemplo: “Que esta meditación aporte una gran paz y felicidad a mí mismo y a los demás, y al mundo entero”, o “que esta meditación me acerque más a la iluminación, para que pueda ayudar a todos los restantes seres a alcanzar también la iluminación”. Comienza la meditación contemplando la idea de que la naturaleza de tu mente es clara y pura, y que tiene la potencialidad de iluminarse: alcanzar el estado de pureza, bondad y perfección absolutas. Esto es verdad para ti mismo y para todos los demás seres. Por ejemplo, piensa: “La naturaleza de la mente de cada ser es clara como el espacio, vasta e ilimitada. Nuestros pensamientos negativos y emociones no son partes permanentes y fijas de nuestra mente, sino que son transitorias, como las nubes que atraviesan el cielo. Y ya que se basan en la ignorancia y en conceptos erróneos, pueden ser esclarecidas y la mente puede desarrollarse hasta un estado completamente puro y positivo”. Por otro lado, si encuentras difícil aceptar el hecho de que la mente tiene el potencial para alcanzar la iluminación, puedes pensar en las cualidades positivas que tienes – inteligencia, amabilidad, compasión, generosidad, coraje, etc.,– y recuérdate que éstas pueden desarrollarse aún más y que puedes emplear tu vida en aportar beneficio y felicidad a los demás. Invierte algún tiempo en meditar esto, y siéntete feliz por el potencial que yace en tu interior. Aunque todos los seres tienen el potencial para transformar sus mentes y alcanzar la iluminación, no todos los seres están en la situación ideal para que puedan reconocer y desarrollar este potencial. En general, los seres humanos están en la mejor situación para ello. Los seres no humanos, en cambio, o bien tienen demasiado sufrimiento, o bien son incapaces de desarrollar su potencial debido a la ignorancia y otros engaños. Imagina cómo sería nacer animal, por ejemplo. Los animales salvajes no tienen a nadie que los cuide cuando experimentan hambre, sed, calor, frío, cualquier enfermedad o heridas, y siempre están experimentando un miedo constante por sus vidas. Es cierto que los animales domésticos están un poco mejor, pero les falta libertad y frecuentemente se les mata para convertirlos en carne, abrigos y otros productos. Y todos los animales, aun los

más inteligentes, tienen unas capacidades mentales extremadamente limitadas y son incapaces de desarrollarse por sí mismos intelectual o espiritualmente. Medita sobre esto para obtener una sensación de cuán afortunado eres por disfrutar de una vida humana. Sin embargo, no todos los seres humanos disfrutan de las correctas condiciones para reconocer y desarrollar su potencial. Imagina, por ejemplo, que eres un mendigo indigente, o que vives en una zona de guerra. La mayor parte de tu tiempo y energía lo emplearías solamente en intentar mantenerte a ti y a tu familia a salvo; tendrías poco tiempo o ninguno para pensar en cosas tales como la práctica espiritual. Imagínate sufriendo un desequilibrio mental severo o una enfermedad que te haga muy difícil comprender las enseñanzas del potencial de la mente y cómo desarrollarlo. O tener una condición física que te cause una gran cantidad de dolor, molestias e inconvenientes, y que entorpezca tu habilidad para aprender y practicar las enseñanzas espirituales. Algunas personas no tienen acceso a las enseñanzas espirituales que explican el potencial de la mente y cómo desarrollarlo. Imagina pasar toda tu vida en un pequeño y remoto pueblo, donde nadie haya oído hablar nunca de la iluminación, por lo que no hay oportunidad para aprender cómo alcanzarla. Otras personas pueden ser conscientes de su potencial y desean practicar sinceramente las enseñanzas que les ayudan a desarrollarlo, pero otras personas les imposibilitan el hacerlo. Por ejemplo, hay personas en algunos países que no gozan de libertad de religión; otras han de afrontar fuertes objeciones de sus padres, esposa o hijos. Imagínate a ti mismo en tal situación, reconoce cuán difícil sería, y aprecia la libertad de la que gozas. Hay muchas personas que están física y psicológicamente sanas, que tienen todas las necesidades cubiertas y gozan de la oportunidad de aprender enseñanzas espirituales, pero sencillamente no están interesadas en ellas. Sus intereses son otros: acumular riqueza, propiedades y posesiones, adquisición de conocimientos o habilidades mundanas, o simplemente experimentar tanto placer como puedan. Nunca piensan que todas esas cosas se quedarán atrás cuando mueran –como un sueño que se desvanece tan pronto despertamos– y que sólo su mente continuará su viaje hasta la siguiente vida. Algunas personas toman parte en actividades dañinas como matar, robar, abusar de los demás o ser deshonestos, sin darse cuenta de que tales acciones causan sufrimiento a los demás y a ellos mismos, y que son creadoras de futuros obstáculos para descubrir su verdadero potencial. Reconoce cuán afortunado eres por estar interesado en la iluminación y en emplear tu vida de manera significativa, a través de varias maneras beneficiosas, para ti y para los demás. Ahora centra tu atención en las cualidades positivas y ventajas que tienes. Eres un ser humano con una mente inteligente, un corazón amable y un cuerpo al que puedes darle un buen uso. Hay personas que cuidan de ti y te apoyan –familiares, amigos y un maestro espiritual–. Tienes la oportunidad de dedicarte a tus intereses creativos, intelectuales y sociales. Disfrutas de una buena calidad de vida –¡al menos tienes las necesidades básicas cubiertas!–. Y sobre todo, tienes el potencial y la oportunidad –debido a todas las ventajas anteriores–, de investigar, comprender y transformar tu mente. Aun si tu vida no te proporciona tanta libertad y comodidad como quisieras, o incluso si estás atravesando dificultades o cambios muy difíciles, no importa dónde vivas ni en qué condiciones: siempre puedes trabajar tu mente.

Ahora piensa en las pocas personas o criaturas sobre la Tierra que gozan de estas libertades y oportunidades además de ti. Cuando hayas reflexionado sobre esto profundamente, te darás cuenta cuán rara y preciosa es una vida como la tuya. Aprecia, pues, tu buena fortuna. Una vez que hayas visto las desventajas de las que está libre tu vida y de las ventajas que disfrutas, decide cuál es la mejor forma de emplear estas preciosas oportunidades. Piensa en todas las posibilidades que se te abren –a nivel laboral, de viajes, de disfrute, estudio–. Si quisieras ofrecer algún servicio a los demás, existen multitud de opciones para ayudar a aquellos que son menos afortunados que tú. Pero lo más beneficioso y significativo que puedes hacer por los demás, incluido tú mismo, es crecer espiritualmente; superando los aspectos negativos de tu mente e incrementando los positivos, y realizar tu potencial para la iluminación. Intenta observar y contemplar las limitaciones de un estilo de vida dirigido únicamente hacia un objetivo material. Piensa en la insignificancia de la fama, la riqueza, la reputación y el placer sensual, cuando lo comparamos con el logro de la iluminación. ¿Por qué aspirar únicamente a logros temporales cuando somos capaces de alcanzar algo mucho más grande? Comprueba si puedes sentir una sensación de gozo y aprecio por la maravillosa situación en la que te encuentras. Decídete a emplear tu vida de una manera sabia, haciendo todo lo que esté en tu mano para evitar dañar a los demás, ayudándolos tanto como puedas y desarrollando tu amor, compasión, sabiduría y otras cualidades positivas que te permitirán acceder a tu potencial más elevado. Finalmente, dedica la energía e inspiración que has obtenido al realizar esta meditación para la felicidad última de todos los seres.

3. Meditación sobre la impermanencia odo en el mundo físico es transitorio, está cambiando todo el tiempo. Algunos cambios son obvios: las personas crecen, envejecen y mueren; los edificios y los puentes se desgastan y caen. El medio ambiente sufre una completa transformación de una estación a otra; las flores se marchitan, la pintura se agrieta y desconcha y los coches se averían. El origen de esta transformación externa puede remontarse hasta la composición celular y molecular de lo material, donde el cambio no es tan obvio. A este nivel invisible, partículas diminutas surgen y desaparecen constantemente, se reúnen y dispersan, se expanden y contraen, siempre en movimiento, siempre fluctuando. Nuestro mundo consciente también está cambiando a cada momento. A veces estamos felices, otras deprimidos; a veces nos sentimos henchidos de amor, otras llenos de ira. Nuestra mente está bombardeada por recuerdos de conversaciones y sucesos, ideas para el futuro o sobre esto y aquello, una tras otra. Sólo unos instantes de introspección nos ayudarán a ver cuán rápido cambia la mente: ¡es como una estación de tren en hora punta! Torrentes de pensamientos, sentimientos y percepciones pasan a toda velocidad, en cualquier dirección, sin cesar. Este cambio constante es la realidad de las cosas, pero nos resulta muy difícil aceptarlo. Intelectualmente, no es un problema; pero la aceptación real de la impermanencia raramente impregna nuestro comportamiento y experiencia cotidiana. Instintivamente, nos aferramos a las personas y a las cosas como si fueran permanentes e inmutables. No queremos que la persona amable o el objeto bello cambien y creemos firmemente que la persona irritante nunca cambiará. Y cuando estamos deprimidos o insatisfechos, pensamos que permaneceremos así para siempre. Nos aferramos con especial intensidad a nuestra visión de la propia personalidad: “Soy una persona deprimida”, “soy una persona colérica”, “no soy muy inteligente”. Podemos, de hecho, ser esto o aquello, pero no es el retrato completo y tampoco será así siempre; cambiará. Al no reconocer la transitoriedad, experimentamos frustración, irritación, pena, soledad e innumerables problemas. Podemos evitarlos familiarizándonos con la naturaleza transitoria de las cosas, reconociendo que están cambiando constantemente. Aprenderemos gradualmente a esperar y a aceptar el cambio como algo natural en la vida. Comprenderemos no solo que el cambio simplemente ocurre, sino también que podemos cambiar. Tenemos la capacidad de cambiar lo que somos para desarrollar y transformar nuestras mentes y nuestras vidas.

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La práctica Siéntate cómodamente y relájate por completo. Tómate tiempo para calmar y concentrar tus pensamientos, observando conscientemente la respiración.

Cuando tu mente esté en calma y asentada en el presente, genera una motivación positiva para realizar esta meditación. Por ejemplo, piensa: “Que esta meditación pueda aportar una gran paz y felicidad para todos los seres”, o: “que esta meditación me permita alcanzar la iluminación, para que así pueda ayudar a todos los seres a que se vean libres del sufrimiento y también alcancen consiguientemente la iluminación”. Después, toma conciencia de tu cuerpo. Piensa en sus muchas y diferentes partes –brazos, piernas, cabeza, piel, sangre, huesos, nervios y músculos–. Examínalas una a una; explóralas con tus sensaciones. Medita sobre la naturaleza de estas cosas: su sustancia, textura, forma y tamaño. Siente cómo trabaja el cuerpo, el movimiento que tiene lugar en cada momento; el flujo de nuestra respiración, el latido del corazón, el flujo de nuestra sangre y la energía de los impulsos nerviosos. Sé consciente de tu cuerpo incluso al nivel más sutil de su estructura celular, que se compone totalmente de células vivas moviéndose, reproduciéndose, muriendo y desintegrándose. En un nivel más sutil, todas las partes de tu cuerpo están formadas por moléculas, átomos y partículas subatómicas, las cuales están en constante movimiento. Intenta percibir alguna sensación del cambio que está produciéndose en cada instante en tu cuerpo… Ahora dirige tu atención hacia tu mente. También se compone de incontables partes: pensamientos, percepciones, sentimientos, recuerdos e imágenes que incesantemente pasan una tras otra. Dedica unos cuantos minutos a observar el flujo siempre cambiante de experiencias que acontecen en tu mente, como si estuvieras observando a través de una ventana una calle bulliciosa, mirando el pasar de coches y transeúntes. No te aferres a ninguna cosa que veas en tu mente, ni juzgues ni hagas comentarios: sólo observa, intenta conseguir una sensación de la transitoriedad, de la naturaleza siempre cambiante de tu mente. Tras reflexionar sobre la impermanencia de tu mundo interior –de tu cuerpo y tu mente–, extiende tu conciencia al mundo exterior. Piensa en el entorno inmediato que te rodea: el cojín, la esterilla o cama en la que estás sentado, en el suelo, las paredes, ventanas y techo de tu habitación, los muebles y otros objetos que hay en la misma. Piensa que todo ello, aunque parezca sólido y estático, es en realidad una masa de diminutas partículas girando a gran velocidad. Permanece en esa experiencia durante un rato. A continuación, deja que tu conciencia viaje más afuera, más allá de las paredes de tu habitación. Piensa en otras personas; sus cuerpos y mentes también están en constante cambio, sin permanecer iguales ni siquiera un sólo instante. Lo mismo sucede con todos los seres sensibles, como los animales, pájaros e insectos. Piensa en todos los objetos inanimados del mundo y del universo: casas, edificios, carreteras, coches, árboles, montañas, océanos y ríos, la Tierra misma, el Sol, la Luna y las estrellas. Todas estas cosas, al estar compuestas de átomos y otras partículas diminutas, están en constante cambio, a cada instante, en cada milisegundo. Nada permanece igual y sin cambio. Concéntrate en esa experiencia. Durante la meditación, en el momento que tengas una sensación clara e intensa de la naturaleza siempre cambiante de las cosas, mantén tu atención firmemente sobre ella tanto como te sea posible, sin dejar que tu mente se distraiga (en otras palabras, haz una meditación estabilizadora). Impregna tu mente con esta experiencia. Cuando la sensación se debilite o tu atención empiece a divagar, analiza de nuevo la transitoriedad de tu cuerpo, tu mente o de cualquier otro objeto.

Concluye la meditación pensando que aferrarse a las cosas como si fueran permanentes no es realista, sino un engaño a uno mismo. Cualquier cosa bella y placentera cambiará y finalmente desaparecerá, por lo que no podemos esperar de ella una felicidad duradera. Además, piensa que cualquier cosa que no es placentera o que nos molesta no durará para siempre; ¡incluso puede que mejore! Por tanto, no hay razón para estar molesto o rechazarla. Dedica tu energía positiva y visión profunda a la felicidad de todos los seres sensibles.

4. Meditación sobre la conciencia de la muerte uando nos enfrentamos con la idea de meditar sobre la muerte, quizá nuestra primera reacción sea de sobresalto. Puede que pensemos que la meditación tiene que ver con buenas experiencias, mientras que la muerte y todo lo asociado a ella –lágrimas de dolor, luto, esqueletos y cementerios– evocan sentimientos de aprensión y temor. Vemos la muerte como la contradicción de la vida, de la belleza y de la felicidad; pertenece al reino de lo que no se puede mencionar ni pensar. Pero, ¿por qué tenemos esa actitud tan poco realista?, ¿por qué no podemos aceptar la muerte con la misma calma que aceptamos que las flores de ayer se marchitan hoy? El cambio, la desintegración y la muerte son algo natural, aspectos inevitables de la existencia. El budismo explica que la muerte es la separación de la mente y del cuerpo, tras la cual, el cuerpo se desintegra y la conciencia continúa en otra vida. La entidad convencional o yo, que depende de la presente combinación de cuerpo y mente, termina con la muerte, pero con la nueva vida surge una imagen de uno mismo diferente. La muerte es, por tanto, no una extinción, sino una transición, una transformación. En la raíz de nuestra inquietud y rechazo está la ignorancia. Nos aferramos a nuestra propia imagen como algo permanente e inmutable y queremos que viva siempre. Este deseo puede no ser consciente, expresable en pensamientos o palabras, pero está definitivamente ahí; esto explica por qué huimos, luchamos o nos protegemos instintivamente cuando nuestra vida peligra. Con esto no se quiere decir que sea malo tratar de permanecer vivo; la vida es, de hecho, muy preciosa; pero nos será de ayuda examinar la naturaleza del yo que no quiere morir. Lo malo no está en el deseo de prolongar la vida, sino en la idea que tenemos de quién o qué somos realmente. “¿Soy el cuerpo o cualquier parte del montón de huesos, sangre y carne?”, “¿soy mi conciencia?”, “¿soy algo diferente de mi cuerpo y de mi mente?”. La comprensión de la vacuidad o la ausencia de existencia de un yo inherente y permanente nos libera del miedo a la muerte y de todos los temores y conceptos erróneos; pero hasta que alcancemos este objetivo, es importante permanecer conscientes de la transitoriedad y de la muerte. El principal beneficio de esta meditación es que nos impulsa a decidir qué actitudes y actividades merecen la pena de verdad. La vida humana es muy valiosa debido a las oportunidades que proporciona para nuestro crecimiento espiritual, para el desarrollo del amor, de la compasión, de la claridad y de la sabiduría, y finalmente, para el logro de la iluminación. Todos y cada uno de nosotros tenemos ese potencial. La vida es corta. La muerte puede venir en cualquier instante, y morir sin haber emprendido el único trabajo que da un beneficio duradero, ya sea para nosotros o para los demás, sería lamentable. La vida presente y todas sus experiencias son efímeras; aferrarse a algo en este mundo es como tratar de perseguir el arco iris. Si tenemos esto presente constantemente, no

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desperdiciaremos nuestro tiempo en afanes mundanos, sino que lo utilizaremos sabiamente, evitando lo negativo y, por tanto, la causa de la infelicidad, y cultivando lo positivo, y de este modo, las causas de la felicidad. La forma en la que vivimos nuestra vida afectará inevitablemente a la forma en la que moriremos. Si vivimos pacíficamente, moriremos en paz, pero si desconsideramos la muerte y, por tanto, no nos preparamos para ella, probablemente tendremos que morir con temor y pesar; estados mentales que sólo traen sufrimiento. Con todo, no es necesario considerar la muerte con temor y pena. Puede ser, de hecho, una experiencia iluminadora. Pero el que lo sea o no, dependerá de cómo vivamos cada día, cada instante de nuestra vida. La conciencia de la muerte durante la vida nos ayudará a permanecer en el presente, a ver el pasado como un sueño y las ilusiones del futuro como fantasías. Estaremos más estables y satisfechos y sacaremos con entusiasmo el máximo provecho de nuestra vida. Hay varias formas de meditar en la muerte; la que se explica aquí consiste en contemplar nueve puntos. Los nueve puntos se dividen en tres secciones: la inevitabilidad de la muerte, la incertidumbre sobre el momento de la muerte y el hecho de que sólo nuestra visión profunda espiritual podrá ayudarnos en la muerte. Hay diferentes formas en las que podemos meditar sobre estos nueve puntos. Una manera es meditar en los nueve puntos en una sesión; otra es hacerlo tomando un punto por sesión, por lo que se necesitan nueve sesiones para completarlos todos. Una tercera alternativa es emplear una sesión para cada uno de los tres puntos principales con sus tres sub-puntos. Puedes escoger la manera que te resulte de más ayuda.

La práctica Como preparación, siéntate en una posición cómoda, con la espalda erguida, y deja que tu cuerpo se relaje. Emplea algún tiempo para permitir que tu mente se asiente en el instante presente; deja ir los pensamientos del pasado y del futuro. Toma la decisión de mantener la mente concentrada en el tema de la meditación durante la sesión. Cuando tu mente esté en calma y asentada en el presente, genera una motivación positiva para realizar la meditación. Por ejemplo, piensa: “Que esta meditación pueda aportar la mayor de las felicidades y paz a todos los seres sensibles”, o: “Que esta meditación pueda ser causa para que alcance la iluminación, de manera que pueda liberar a todos los seres del sufrimiento y que también puedan alcanzar la iluminación”. Si lo deseas, puedes recitar algunas de las oraciones de la página 156. Después, con la mente relajada, pero absolutamente concentrada, medita en los siguientes puntos, atrayendo tus propias experiencias y puntos de vista, así como historias que hayas escuchado o leído. Intenta conseguir una sensación profunda de cada punto. Recuerda que si en cualquier instante de la sesión logras una experiencia intensa e intuitiva del punto que estás examinando, debes mantener la sensación con tu atención tanto como te sea posible.

LA INEVITABILIDAD DE LA MUERTE

Planeamos demasiadas actividades y proyectos para los días, meses y años venideros. Aunque la muerte es el único suceso que es cierto que va a acontecer, normalmente no solemos pensar en ella ni planeamos nada al respecto. Aunque el pensamiento de la muerte surge en nuestra mente, lo solemos apartar rápidamente; no queremos pensar en la muerte. Pero es importante pensar en ella y prepararnos para la misma. Medita en los siguientes tres puntos, para obtener una sensación de cómo la muerte nos llegará tarde o temprano.

Todos tenemos que morir Para generar una experiencia de la inevitabilidad de la muerte, piensa primero en la gente del pasado: gobernantes y escritores famosos, músicos, filósofos, santos, criminales y la gente común. Todos ellos estuvieron vivos; trabajaron, pensaron y escribieron, amaron y lucharon, disfrutaron la vida y sufrieron; y finalmente murieron. ¿Hay alguien que haya vivido siempre y que no haya tenido que morir? No importa cuán sabia, rica, poderosa o conocida sea una persona; su vida tiene un final. Lo mismo ocurre con todas las criaturas vivientes. Con todos los avances de la ciencia y de la medicina, aún no hay solución para la muerte y nunca la habrá. Ahora piensa en las personas que conociste y que ya han muerto... Y piensa en todas las personas que conoces que aún viven. Reflexiona sobre el hecho de que todas y cada una de ellas morirán algún día. Piensa en los millones de seres humanos que hay en la tierra en estos instantes; dentro de cien años todas estas personas habrán muerto, a excepción quizás de unos pocos que son ahora muy jóvenes. Tú mismo estarás muerto. Experimenta este hecho con todo tu ser.

Nuestra esperanza de vida decrece continuamente El tiempo nunca se detiene, avanza sin cesar. Los segundos se convierten en minutos, los minutos en horas, las horas en días, los días en años, y así te vas acercando a la muerte. Imagina un reloj de arena, observa cómo va cayendo ésta hacia el fondo. El tiempo que tienes por vivir es como la arena, agotándose continuamente. Sé consciente durante un rato de la experiencia de este flujo ininterrumpido de tiempo, que te transporta al final de tu vida. Si cayeras sin paracaídas de un avión, serías consciente de la proximidad de la muerte. Imagina que es eso lo que te está pasando e investiga los pensamientos y sensaciones de tu mente. Tu verdadera situación en la vida no es muy diferente: te estás acercando constantemente hacia la muerte y no puedes hacer nada por evitarla o posponerla.

El tiempo que dedicas en tu vida a desarrollar la mente es muy escaso

Dado que solo la mente continuará tras la muerte, la única cosa que tendrá algún valor cuando mueras será la energía positiva y constructiva que hayas creado durante tu vida. Pero ¿cuánto tiempo dedicas de verdad a comprender tu mente, a ser bondadoso con los demás, a desarrollar la sabiduría o la compasión? En un día normal, ¿cuántas horas duermes?, ¿cuántas horas trabajas?, ¿cuántas horas pasas cocinando, comiendo o relacionándote?, ¿cuánto tiempo pasas sintiéndote deprimido, frustrado, aburrido, enfadado, resentido, celoso, perezoso o criticado? Y al final, ¿cuánto tiempo dedicas conscientemente a mejorar tu estado mental? Calcula todo ello sinceramente. Haz un recuento práctico de tu vida para ver cuánto tiempo dedicas a cosas que te aportarán beneficios a ti y a los demás, y que ayudarán a tu mente en el instante de la muerte y en la siguiente vida. Meditando sobre estos tres primeros puntos, desarrollaremos la determinación de utilizar nuestra vida atenta y cabalmente. LA INCERTIDUMBRE DEL INSTANTE DE LA MUERTE Al meditar en estos tres puntos aceptamos el hecho de que vamos a morir. Pero puede que pienses que la muerte tardará mucho tiempo en llegar. ¿Por qué piensas de tal manera? ¿Hay algún modo de saber con seguridad cuándo acontecerá la muerte? Medita en los tres siguientes puntos, para comprender que el instante de nuestra muerte es absolutamente incierto y desconocido.

La esperanza de vida humana es incierta Si los seres humanos muriesen a una edad determinada, digamos a los ochenta y ocho años, tendríamos el tiempo y el espacio suficientes para prepararnos para la muerte; pero no hay tal certidumbre y la muerte nos atrapa a la mayoría por sorpresa. La vida puede acabarse en cualquier momento: en el nacimiento, en la infancia, en la adolescencia, a la edad de veintidós, treinta y cinco, cincuenta o noventa y cuatro años. Piensa en ejemplos de personas que conozcas o de las que hayas oído hablar y que murieron antes de alcanzar la edad que tienes ahora... Ser joven y sano no es una garantía para que una persona viva mucho tiempo; algunas veces los niños mueren antes que sus padres. Una persona que esté sana puede morir antes que otra que sufre de una enfermedad terminal como el cáncer. Podemos tener la esperanza de vivir hasta los setenta o los ochenta, pero no podemos estar seguros de ello. No podemos asegurar que no vayamos a morir hoy. Es muy difícil convencerse de que la muerte puede suceder en cualquier instante. Sentimos que, puesto que hemos sobrevivido hasta ahora, continuaremos haciéndolo con seguridad. Miles de personas mueren cada día y pocas de ellas se lo esperaban. Genera una sensación intensa de la completa incertidumbre del instante de tu muerte, de que no hay garantía de que vayas a vivir durante mucho tiempo.

Hay muchas causas por las cuales podemos morir

Hay muchas formas diferentes en las que puede acontecer la muerte a las personas. Algunas veces sucede debido a causas externas. Estas pueden incluir desastres naturales como terremotos, inundaciones y erupciones volcánicas, o accidentes de coche o de avión. La gente muere también a manos de otras –asesinos o terroristas–, o por animales salvajes o insectos venenosos. La muerte también puede acontecer debido a causas internas. Hay cientos de enfermedades diferentes que nos pueden robar nuestra salud y provocarnos la muerte. También se da el caso de personas que, en principio no están enfermas, pero de repente acontece algo en sus cuerpos y mueren mientras duermen, o mientras pasean. Además, al final llega la vejez; nadie se librará de ella. Incluso las cosas que normalmente sustentan la vida pueden convertirse en causa de muerte. La comida, por ejemplo, es algo que necesitamos para estar vivos, pero a veces puede provocar la muerte, como cuando las personas comen en exceso o ingieren comida en mal estado. Normalmente, la medicina ayuda a conservar la vida, pero a veces, las personas mueren debido a que toman la medicina incorrecta o una dosis equivocada. Las casas y apartamentos nos permiten vivir confortablemente, pero a veces se derrumban o incendian, matando a las personas que las habitan. La gente muere mientras duerme, en el vientre materno, volviendo a casa del trabajo, yendo a la escuela, en el campo de deportes o preparando la cena. La muerte puede sobrevenirnos en cualquier instante, en cualquier situación. Recuerda los casos de personas que conociste o de los que has oído hablar y que hayan muerto, y piensa cómo murieron. Piensa que cualquiera de esas cosas podría sucederte a ti también.

El cuerpo humano es muy frágil El cuerpo humano es extremadamente vulnerable, y puede sufrir heridas o ser abatido por la enfermedad muy fácilmente. En cuestión de minutos, nuestro cuerpo puede pasar de estar fuerte y activo a debilitarse y sufrir un inmenso dolor. Ahora puedes sentirte sano, enérgico y seguro, pero algo tan pequeño como un virus o tan insignificante como una espina puede agotar tu fuerza y provocarte la muerte. Piensa en ello. Recuerda cuando te hiciste daño o te heriste y cuán fácilmente puede ocurrir de nuevo e incluso causar tu muerte. Tu cuerpo no durará siempre. En el curso de tu vida puedes conseguir evitar las enfermedades y los accidentes, pero los años conseguirán vencerte y tu cuerpo degenerará, perderá su belleza y vitalidad y al final morirá. Meditando en este segundo grupo de tres puntos desarrollaremos la determinación de empezar nuestro trabajo de transformación mental ahora mismo, ya que el futuro es totalmente incierto.

EL HECHO DE QUE SÓLO EL CONOCIMIENTO ESPIRITUAL PUEDE AYUDARTE EN LA MUERTE

No importa cuánto hayamos adquirido o progresado en nuestra vida, en relación con la familia, los amigos, la fortuna, el poder, las experiencias de viajes que hayamos realizado, etc. Nada de esto podrá acompañarnos en la muerte. Sólo permanecerá el continuo de nuestra conciencia, portando las impresiones de todo lo que hemos pensado, sentido, dicho o hecho. Es vital que cuando nos llegue el momento, tengamos muchas impresiones positivas –la causa de buenas experiencias– y pocas negativas –las que son causa de todo sufrimiento– como nos sea posible. Además, debemos pretender morir en paz con nosotros mismos, sintiéndonos bien por cómo hemos vivido la vida y no dejando atrás conflictos sin resolver con la gente. Las únicas cosas que nos beneficiarán de verdad en la muerte son los estados positivos de la mente como la fe, el no apego y la aceptación de los cambios que están teniendo lugar, la amabilidad, la compasión, la paciencia y la sabiduría. Pero para ser capaces de tener tales estados mentales en el instante de la muerte, necesitamos familiarizarnos con ellos en el transcurso de nuestras vidas –y esta es la esencia de la práctica espiritual–. Darnos cuenta de ello nos animará a comenzar la práctica espiritual ahora mismo, y para practicar tanto como nos sea posible, mientras aún tengamos tiempo para ello. Puedes experimentar un sentimiento intenso de esta realidad si reflexionas en los tres puntos siguientes mientras visualizas el momento de tu muerte.

Los seres queridos no podrán ayudarte Cuando encaramos dificultades o situaciones que nos provocan miedo, normalmente nuestros pensamientos suelen volcarse en aquellos a los que queremos; nuestra familia y amigos. Por ello es natural pensar que desearíamos que tales personas estuvieran con nosotros al morir. Sin embargo, no hay certeza alguna de que vayan a estar –podríamos morir lejos de casa–. Pero aun si estuvieran presentes en el instante de nuestra muerte, ¿serían capaces de ayudarnos? Aunque nos aman muchísimo y no quieren que muramos, no pueden evitar que suceda. Probablemente no sepan qué decir o hacer para aportarnos paz mental; al contrario, seguramente nos transmitirían su tristeza y su preocupación. Cuando morimos, nos vamos solos; nadie, ni siquiera nuestros seres queridos, nos pueden acompañar. Y si no somos capaces de aceptar esto ni de dejar de aferrarnos a nuestros seres queridos, nuestra mente se verá trastocada y será muy difícil tener una muerte en paz. Reconoce el apego que tienes por tu familia y amistades. Intenta darte cuenta de que sentir un fuerte apego por las personas puede ser un obstáculo para lograr cierta paz mental en el instante de la muerte, por lo que es mejor tratar de disminuir este apego y aprender a liberarte del mismo.

Tus pertenencias y placeres no pueden ayudarte Llegado el momento, es probable que nuestra mente también piense en nuestras posesiones y propiedades, que ocupan una gran cantidad de nuestro tiempo mientras estamos vivos, y son fuente de mucho placer y satisfacción. Pero ¿puede cualquiera de

estas cosas brindarnos comodidad y paz en el instante de la muerte? Nuestra riqueza puede proporcionarnos una habitación privada en el hospital y los mejores cuidados, pero eso es todo lo que puede hacer por nosotros. No puede detener nuestra muerte, y al morir, no podemos llevarnos nada, ni siquiera un céntimo. Nuestras posesiones no sólo no podrán ayudarnos en el instante de la muerte, sino que además serán motivo de toda clase de preocupaciones para nosotros –quién se quedará con qué, y si cuidarán o no apropiadamente de “nuestras” cosas–. Por tanto, conseguir un estado mental pacífico y libre de apegos en el momento de nuestra muerte es algo muy complejo. Medita sobre este asunto, y trata de comprender la importancia de ser menos dependiente y sentir menos apego por las cosas materiales.

Tu propio cuerpo no podrá ayudarte El cuerpo ha sido tu compañero constante desde el nacimiento. Lo conoces más íntimamente que a nada o a nadie. Lo has cuidado y protegido, te has preocupado por él, lo has mantenido sano y confortable, lo has alimentado y aseado y has experimentado con él toda clase de placeres y dolores. Ha sido tu posesión más preciada. Ahora te estás muriendo y ello significa que te separarás de él. Se debilitará y al final se volverá inservible; tendrás que abandonarlo y su destino será el cementerio. ¿Qué puede hacer por ti ahora? Contempla el fuerte sentido de dependencia y de apego que tienes por tu cuerpo y cómo éste no puede ayudarte, de ninguna forma, en la muerte. El dolor y el pesar por tener que dejarlo sólo traerán sufrimiento. Si meditamos en los últimos tres puntos, nos daremos cuenta cuán importante es tratar de reducir nuestro apego por las cosas de esta vida, como la familia, las amistades, las posesiones y nuestro cuerpo. Deberíamos comprender cuán importante es cuidar de nuestra mente, ya que es la única cosa que continuará hasta la siguiente vida. “Cuidar de la mente” significa trabajar por reducir los estados negativos de la mente como la ira y el apego, y cultivar las cualidades positivas como la fe, la amabilidad, la compasión, la paciencia y la sabiduría. Además, como las impresiones de nuestras acciones en esta vida también nos acompañarán a la siguiente y determinarán la clase de renacimientos y experiencias que tendremos, es esencial evitar cometer acciones negativas y realizar acciones positivas en nuestra vida tanto como nos sea posible. Tal vez sientas temor o tristeza al realizar esta meditación. Por una parte, eso es bueno porque demuestra que has tomado estas ideas en serio y que has reflexionado bien sobre ellas. Además, es importante conocer bien cómo te sientes con respecto a la muerte, para que puedas trabajar y estar preparado para cuando acontezca. Al trabajar nuestra mente, podemos trascender el miedo, la tristeza, el apego y otras emociones que puedan dificultar el morir con una mente en paz. El temor surge debido al apego irreal a un yo permanente –no existe tal cosa, es solo un engaño que nos trae sufrimiento–. Si consideramos la muerte desde un punto de vista abierto y flexible, aceptándola como algo natural e inevitable, este apego disminuirá gradualmente, permitiéndonos estar atentos y hacer de cada acto algo positivo y

beneficioso para nosotros y para los demás. Ser consciente de la muerte nos proporciona una energía enorme para no desperdiciar la vida y poder utilizarla de forma tan efectiva como nos sea posible. Concluye la meditación con el pensamiento optimista de que tienes todas las posibilidades para hacer de tu vida algo valioso y positivo, y por tanto, para poder morir con la mente en paz. Recuerda la motivación que generaste al inicio de la sesión y dedica el mérito de haber realizado la meditación con ese mismo propósito; el beneficio de todos los seres.

5. Meditación sobre el karma No cometas acciones no virtuosas, desarrolla sólo perfectas acciones virtuosas, somete tu mente por completo; esta es la enseñanza del Buda.

i todo está vacío de existencia inherente e independiente, entonces ¿por qué a veces nos sentimos felices, otras deprimidos y miserables? ¿Por qué a las personas les suceden cosas buenas y malas? Una explicación es que la ignorancia de la naturaleza vacía de las cosas aún permanece en nuestras mentes, y hasta que liberemos nuestras mentes de la ignorancia, continuaremos teniendo problemas. Pero otra explicación es que, aunque todo está vacío en el nivel último de realidad, en el nivel convencional o relativo las experiencias que tenemos están sujetas a la ley de causa y efecto, o karma. Karma es un término sánscrito que significa “acción”; hace referencia al proceso por el que las acciones que desarrollamos son la causa de los efectos o resultados que experimentaremos en el futuro. Las acciones positivas devienen en resultados positivos, como tener un buen renacer en vidas futuras, gozar de salud, obtener lo que necesitamos y queremos, o ser tratados bien por los demás; las acciones negativas nos conducen a resultados desafortunados como malos renacimientos, problemas de salud, no conseguir lo que necesitamos y queremos, o sufrir abusos por parte de los demás. La ley del karma también se conoce con el nombre de causa y efecto. Pero cuando empleamos la palabra “ley”, debe entenderse como una ley natural, como la ley de la gravedad, más que como una ley que fue inventada por alguien como el Buda. A través de sus visiones profundas meditativas, el Buda fue consciente de la ley del karma y nos la explicó para que pudiésemos tener un mayor control sobre nuestras vidas y experiencias. Si comprendemos el funcionamiento del karma y hacemos todo lo que esté a nuestro alcance por evitar cometer acciones negativas y realizar las positivas, experimentaremos más felicidad y menos sufrimiento. Los resultados de nuestras acciones nos siguen de manera natural, del mismo modo que disfrutamos de buena salud al ingerir comida nutritiva, o enfermamos si tomamos alimentos poco sanos o en mal estado. No hay nadie que nos recompense por las acciones positivas o nos castigue por las negativas.

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Algunas preguntas frecuentes y malentendidos sobre el karma Algunas personas se preguntan si la ley del karma se aplica sólo a los que creen en ella, pero no a aquellos que no la conocen o no creen en ella. Si ese fuera el caso, sería mejor no saber nada sobre el karma, y ¡el Buda nos habría jugado una mala pasada al hablar de ella! En realidad, el karma es una ley universal que se aplica a todos los seres,

tanto si creen en ella como si no. Es similar a la gravedad; todos los seres están sujetos a ella, tanto si la conocen como si no. O al veneno, ya que cualquiera que lo ingiera enfermará, tanto si piensa que es dañino como si no. Otra pregunta común es si el karma significa que no tenemos libre albedrío. Para aquellos que no conocen el karma, hay poco o ningún libre albedrío, porque desconocen las causas de las buenas y malas experiencias. Aunque desean felicidad y éxito y no quieren problemas, pueden no crear las causas de la felicidad –siendo honestos y generosos, por ejemplo– y tal vez hagan las cosas que causan problemas –como mentir y hacer trampas–. Por otro lado, aquellos que saben algo sobre el karma son libres de actuar en formas que aportarán la felicidad que desean, y evitando los problemas que no quieren. Por tanto, el karma significa que nosotros somos el creador: nosotros somos los responsables de nuestras experiencias, más que un creador externo, u otras personas o circunstancias. Algunas personas albergan la idea de que, como todo está vacío, no existe el bien ni el mal, lo correcto ni lo incorrecto. Esta idea es absolutamente errónea, y también extremadamente perjudicial para nuestro desarrollo espiritual. Los seres iluminados y aquellos que tienen una directa y no conceptual realización de la vacuidad, ven que todas las cosas tienen la misma naturaleza; están vacías de existencia inherente. Pero la vacuidad no niega el nivel relativo o convencional de las cosas. Las cosas aún existen en el nivel relativo, y su existencia está sujeta a la ley del surgimiento dependiente; existen dependiendo de otras cosas, como causas y condiciones. En el nivel último, las cosas están vacías de existencia inherente, pero a nivel relativo, hay sufrimiento y confusión, que son el resultado de acciones negativas, y hay felicidad, que es el resultado de acciones positivas. Por tanto el karma, la ley de causa y efecto, definitivamente existe, y ¡sería mucho mejor para nosotros vivir acorde con ella! Algunas personas no tienen problemas en aceptar el karma; incluso puede que algunos hayan tenido una comprensión intuitiva de ella durante toda su vida. Otros son escépticos y piden pruebas. Pero es difícil poder demostrarlo debido a que el karma está en la mente, y la mente es inmaterial. Funciona del siguiente modo; cuando realizamos una acción con nuestro cuerpo, habla o mente se almacena una huella sutil en nuestro continuo mental, similar a la impresión dejada sobre una película cuando tomamos una fotografía. Después, cuando se dan las causas y condiciones correctas, esa impresión o huella se manifestará en la forma de experiencias que ocurren en nuestra mente, similar a las imágenes que se materializan cuando se revela la película. Lama Thubten Yeshe dijo que podemos comprobar el funcionamiento del karma en nuestra propia vida. Cuando experimentamos un estado mental negativo –insatisfechos con nosotros mismos y nuestra vida, o enfadados con el mundo– todo va a peor y atraemos toda clase de problemas. Pero cuando estamos en un buen estado mental y tratamos a las personas con respeto y consideración, tenemos muchas más posibilidades de gozar de buenas experiencias. Así que nuestras propias experiencias son prueba de que nuestra actitud y comportamiento afectan directamente a lo que acontece en nuestra vida cotidiana. Si tienes dificultades para aceptar el karma, tal vez te resulte útil revisar tus razones, y preguntarte si son razones sólidas y bien asentadas. Por ejemplo, puede que sea difícil para ti aceptar el karma porque es un concepto extraño, algo de lo que nunca has oído hablar en tu familia o en la escuela. ¿Es ésta una razón válida para rechazarlo?

Algunas personas consideran la idea del karma incómoda. Puede que piensen: “Si tengo una gran cantidad de problemas en mi vida, eso significa que en el pasado realicé muchas acciones malas, por lo que tuve que haber sido una mala persona”. Esta es una conclusión incorrecta. No existe una “mala persona”. Las mentes de todos los seres no iluminados se ven afectadas por la ignorancia y otros engaños, que nos llevan a actuar de manera torpe, creando problemas para nosotros mismos y para los demás; pero ésta no es nuestra verdadera manera de ser. Todos nosotros tenemos el potencial para liberarnos de la ignorancia, de los engaños y del karma, y convertirnos en seres completamente despiertos, en seres compasivos. No podemos borrar lo que hemos hecho en el pasado, pero podemos cambiar nosotros mismos desde este mismo momento, y las enseñanzas sobre el karma nos muestran cómo empezar a hacerlo. A veces, las personas se centran más en el lado negativo del karma: “Si haces cosas malas, te ocurrirán cosas malas”. Pero no debemos olvidar el lado positivo del karma. Es importante recordar todas las cosas buenas de nuestra vida; el mero hecho de ser humano, de tener buena salud, de conocer personas que son amables y nos ayudan, de tener la oportunidad de aprender y practicar enseñanzas espirituales, etc. Y hemos de darnos cuenta de que disfrutamos de estas cosas por haber acumulado grandes cantidades de buen karma en el pasado, y que también podemos continuar creando buen karma en esta vida. El propósito de meditar sobre el karma es doble; desarrollar la conciencia de que somos responsables –somos los creadores de nuestras propias experiencias– y de aprender qué acciones reportan sufrimiento, para poder evitarlas, y qué acciones conducen a la felicidad, para que podamos cultivarlas.

La práctica Siéntate cómodamente y relaja tu cuerpo y mente. Deja que pasen los pensamientos del pasado y del futuro, de otros lugares y personas; mantén la mente centrada en el presente, en la meditación. Genera una motivación positiva para realizar la meditación, como alcanzar una mayor comprensión del karma y poder evitar acciones que te acarreen problemas a ti y a los demás, y para poder beneficiar a los demás y a ti mismo. Existen cuatro aspectos o principios generales del karma. Si tienes tiempo, medita en los cuatro en una sola sesión; si tienes poco tiempo, toma uno por día, durante cuatro días. Mientras reflexionas sobre cada uno de ellos, busca ejemplos de tu propia vida o historias que hayas escuchado para facilitar tu comprensión. Y haz lo que puedas por llegar a una conclusión constructiva, tal y como se explica al final de cada punto.

El karma es definitivo Esto significa que hay una correlación definitiva entre las acciones que realizamos y las experiencias que tenemos, de tal forma que las acciones negativas acarrean problemas, y no felicidad, y las acciones positivas aportan felicidad, y no sufrimiento. No puede ser de

otra manera. Es similar a como sucede en la naturaleza; si plantamos semillas de calabaza, obtenemos calabazas, no tomates, y si plantamos semillas de tomate, obtendremos tomates y no cabalazas. ¿Cómo sabemos qué acciones son negativas y cuáles positivas? En los dos primeros versos del Dhammapada, enseñanzas reunidas del Buda, éste explicó que depende de nuestro estado mental, de nuestra motivación: La mente es la precursora de todos los estados; la mente es el jefe, todos los estados parten de la mente. Si hablamos o actuamos con una mente impura, sobreviene el sufrimiento, como la rueda que sigue al buey que jala el carro. La mente es la precursora de todos los estados; la mente es el jefe, todos los estados parten de la mente. Si hablamos o actuamos con una mente pura, sobreviene la felicidad, como nuestra propia sombra que nunca nos abandona. En otras palabras, las acciones negativas son las que están motivadas por “mentes impuras” como la ira, el apego, los celos y la ignorancia, y las acciones positivas son las que están motivadas por “mentes puras” como la compasión, el amor, el no apego y la sabiduría. Pero el Buda también explicó diez acciones que son negativas por naturaleza y que conducen al sufrimiento: matar, robar, conducta sexual inadecuada (como la infidelidad y el abuso sexual), mentir, el habla que provoca divisiones, las palabras hirientes, el habla ociosa, la codicia, la intención dañina y las ideas incorrectas (como rechazar el karma o la existencia de la iluminación). A su vez, existe una lista de diez acciones positivas, que implican un esfuerzo consciente por evitar las diez acciones negativas, reconociendo que conducen al sufrimiento; esto es, abstenerse conscientemente de matar, robar y demás. Otros ejemplos de acciones positivas son ayudar a los enfermos, a los pobres, los deprimidos o afligidos, siendo generosos, éticos y pacientes y realizando prácticas espirituales con una motivación pura. Piensa en tu vida y trata de recordar si alguna vez realizaste una de las diez acciones negativas, e intenta reconocer que aunque estas acciones puedan aportar algún beneficio a corto plazo, a largo plazo solo traerán problemas. Busca ejemplos de acciones positivas que hayas realizado, y alégrate de ellas, comprendiendo que son la causa de la felicidad, para ti mismo y para los demás. Intenta sentir: “Si realizo acciones negativas como matar o decir palabras hirientes a los demás, planto semillas que darán el fruto amargo de las malas experiencias y del sufrimiento; pero si realizo acciones positivas como proteger la vida y ser sincero, planto semillas que traerán el dulce fruto de las buenas experiencias y la felicidad. Por ello, debería hacer todo lo que esté en mi mano para evitar realizar acciones negativas, y crear tantas positivas como me sea posible”.

El karma aumenta Esto significa que si hacemos una acción negativa, aunque sea pequeña, y no aplicamos una fuerza opuesta como la práctica de la purificación, el karma se incrementa de manera continua y aportará una gran cantidad de resultados indeseables. Y por el contrario, si a una acción positiva, por pequeña que sea, no se le opone una negativa, aportará muchos resultados positivos. Es similar a lo que sucede en la naturaleza; si plantamos una minúscula semilla de manzana, al final obtendremos un gran árbol que dará muchas flores y frutos cada año, y si dejamos que crezcan las malas hierbas en nuestro jardín, muy pronto acabarán extendiéndose sin control. El Buda explicó este principio en el Dhammapada: Aun la acción negativa más minúscula puede causar gran ruina y problemas en el mundo que está más allá, como el veneno que ha entrado en el cuerpo. Aun los actos meritorios más pequeños aportan felicidad a las vidas futuras, logrando un gran propósito; como las semillas se convierten en cosechas abundantes. En general, hay cuatro posibles resultados ante cualquier acción que realicemos: 1. El resultado que ha madurado totalmente 2. El resultado similar a la causa en términos de experiencia 3. El resultado similar a la causa en términos de la acción 4. El resultado ambiental

Para ilustrar esto, tomemos la acción negativa de matar. El resultado que ha madurado totalmente de matar es el renacimiento en una situación desafortunada, con continuos problemas y sufrimientos. Los resultados similares a la causa en términos de experiencia son experiencias desagradables que acontecerán en otras vidas humanas, como tener una corta vida (por ejemplo, podríamos ser asesinados o morir de una enfermedad siendo jóvenes), muchos problemas de salud, y fracasos constantes. El resultado similar a la causa en términos de acción es tener la tendencia instintiva de matar. En realidad, éste es el peor resultado, ya que nos hace crear el mismo karma una y otra vez. Podemos ver este resultado en nuestra vida presente; cuanto más hacemos una determinada acción, más fácil es repetirla una y otra vez, y pronto se convertirá en habitual e incluso en automática. El resultado ambiental de matar es nacer o vivir en un entorno violento, devastado por la guerra o contaminado. A la inversa, si nos abstenemos de matar, experimentaremos los resultados opuestos; renacer en buenas condiciones, tener buena salud y una larga vida, éxito en nuestras actividades y esfuerzos, vivir en un entorno pacífico y sano, y tener la tendencia natural de querer y proteger las vidas de los demás.

Medita sobre estos puntos y trata de llegar a la conclusión de que es importante evitar cometer aun la más pequeña de las acciones negativas, incluso una “mentira piadosa”, y no dejar pasar la más mínima oportunidad para hacer pequeñas acciones positivas, como dar diez céntimos a una persona sin techo o migas de pan a los pájaros. Si no hacemos una acción, no experimentaremos su resultado. El lado positivo de esto es que, si no realizamos acciones negativas, no tendremos experiencias malas en el futuro. Este principio explica por qué algunos mueren o resultan heridos en un accidente de coche, mientras otras personas salen ilesas sin ningún rasguño; o por qué algunos fracasan al iniciar un negocio aunque tengan una gran formación, mientras otros tienen éxito aunque nunca hayan asistido a una escuela de comercio. El lado malo es que, si no realizamos acciones positivas, no experimentaremos ningún buen resultado en el futuro. Desear ser felices y tener éxito, pero no crear las causas correctas, sería como desear que crezcan flores y plantas en nuestro jardín, pero no plantar semillas, regar los pequeños brotes, eliminar las malas hierbas y demás. Este principio también se puede aplicar a nuestras experiencias presentes. Siempre que experimentamos un problema o un estado mental desagradable, se debe al karma negativo que creamos en el pasado. Si comprendemos y aceptamos esta idea, dejaremos de sentirnos como una víctima y de culpar a los demás cuando tengamos algún problema. Y todas las buenas experiencias en nuestra vida –nacer como humano, tener buena salud, suficiente comida, personas que sean amables con nosotros, etc.– son el resultado del karma positivo que creamos en el pasado. Es sabio sentirse feliz por ello, y aspirar a continuar haciendo lo mismo en esta vida. Cuando medites en este punto, comprende que si deseas buenas experiencias y felicidad en el futuro, debes realizar acciones positivas, y si quieres evitar los problemas y la infelicidad, debes evitar cometer acciones negativas.

El karma nunca se pierde Cuando realizamos una acción –física, verbal o mental–, se planta una impronta, a modo de semilla, en nuestra mente. A menos que hagamos algo para contrarrestar esa semilla kármica, permanecerá en la mente, aun durante muchas vidas, hasta que encontremos las causas y condiciones adecuadas para que madure en forma de experiencias, buenas o malas. El Buda dijo en el Dhammapada: Si hemos hecho algo erróneo o estamos involucrados en algo erróneo y huimos esperando ocultar el hecho, de nada sirve; no hay escapatoria. No existe ningún lugar en absoluto, ya que todo lo que hayamos hecho nos seguirá, por los océanos, a través de los cielos, o lejos en las cuevas montañosas… Ya fuera buena o mala, el poder de cualquier acción

toda vez desarrollada, nunca se pierde; los resultados surgirán en consecuencia. ¿Cómo se pueden contrarrestar las semillas kármicas? Podemos limpiar el karma negativo realizando una práctica de purificación, empleando los cuatro poderes oponentes; sentir haberlo hecho, confiar en objetos de refugio que nos ayuden como el buda, el darma y la sanga, buscar un remedio realizando acciones positivas para equilibrar las cosas, y resolver no volver a cometer las acciones de nuevo (ver páginas 156, 160 y 196). Es recomendable hacer una práctica de purificación cada día, antes de irnos a dormir, para purificar cualquier karma negativo creado durante ese día, o hace días, meses o años, en nuestra infancia, o incluso en vidas pasadas; ¡nunca es demasiado tarde! Las buenas semillas kármicas pueden perderse al enfadarnos o al adoptar ideas erróneas (como rechazar el karma o la posibilidad de alcanzar la iluminación), por lo que es mejor evitar tales actitudes. Pero puesto que es difícil evitarlas por completo, especialmente la ira, podemos proteger el karma positivo que hemos creado dedicándolo a una causa beneficiosa, como la iluminación de todos los seres (ver páginas 156 y 196). Concluye tu meditación sobre este principio, resolviendo limpiar el karma negativo pasado y presente por medio de una práctica de purificación, y protegiendo el buen karma creado dedicándolo a la iluminación de todos los seres. Cuando contemples por primera vez el karma, puede que sientas una sensación de pesadumbre o incluso miedo, parecido a como si un doctor nos dijera que padecemos una enfermedad seria. Pero igual que hay métodos para tratar la enfermedad –medicinas, tratamientos, dietas y cambios en el estilo de vida, y trabajar nuestra mente para aprender a aceptarla–, existen métodos para trabajar con el karma. Recuerda, no es como el destino, fijo e inmutable, sino que se puede cambiar. No hay karma negativo que no se pueda purificar. Angulimala, que vivió en la época del Buda, mató a 999 personas, pero fue capaz de purificar ese karma y alcanzó el nirvana, y el gran santo y poeta tibetano Milarepa fue responsable de la muerte de treinta y cinco personas y de muchos animales, pero pudo purificarlo y alcanzar la iluminación en el transcurso de su propia vida. De modo que, cualquier cosa que hayas hecho en esta o en vidas pasadas, definitivamente puede ser reparado y limpiado de la senda de tu progreso espiritual. Finaliza la sesión con este pensamiento optimista, y dedica la energía positiva de tu meditación a todos los seres: que tú y cualquier otra persona podáis veros libres del sufrimiento y sus causas, del karma y los engaños, y podáis alcanzar la iluminación tan pronto como sea posible.

6. Purificar el karma negativo ras meditar en el karma (capítulo anterior), probablemente nos sentiremos incómodos con respecto a las acciones negativas que hemos realizado y las consecuencias que afrontaremos en el futuro. Pero hay una solución a todo esto; la práctica de la purificación. El karma negativo no es algo fijo, permanente e irreparable. Las huellas dejadas en nuestro continuo mental por nuestras acciones negativas se pueden purificar, de forma que no tengamos que experimentar sus consiguientes resultados dolorosos, y así podemos limpiar esta energía negativa y apartarla de nuestro desarrollo espiritual. Esta es la razón por la cual desarrollamos la práctica de la purificación. No hay negatividad que no pueda ser purificada. El proceso de purificación básicamente es psicológico. Como decía Lama Yeshe, es nuestra mente (y en base a ella, nuestras acciones) la que crea la negatividad, y es nuestra mente la que la transforma creando energía positiva. Aunque en el budismo seguimos los métodos de purificación del Buda, no es el Buda quien nos purifica; somos nosotros mismos, como recordaba Lama Yeshe, quienes hacemos el trabajo. Nosotros creamos el karma, y sólo nosotros podemos limpiarlo. La práctica de la purificación consiste en meditar en los cuatro poderes oponentes; el pesar, la confianza, el remedio y la resolución. Lo mejor es realizar una práctica de purificación cada día –por ejemplo, al finalizar el día–, para limpiar cualquier karma negativo que hayamos creado ese día, así como las negatividades del pasado.

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El poder del arrepentimiento El arrepentimiento consiste en reconocer que determinadas acciones que hemos realizado son negativas, porque han dañado a otras personas y/o a nosotros mismos, porque acarrearán más problemas en el futuro, y también porque estábamos actuando de una manera egoísta e ilusoria. El arrepentimiento no es lo mismo que la culpa. La culpa se origina por no entender la verdadera naturaleza de las cosas, y creer que tenemos un ego o ‘yo’ real y permanente. Nos concentramos en las cosas que hemos hecho mal, o en las cosas que deberíamos hacer, pero que no hemos hecho, y sentimos: “Soy malo, y siempre seré de esta manera”. La culpa también nos hace sentir que no merecemos ser felices. Tiende a ser más emocional que racional e inteligente. No ayuda en nada el sentirnos culpables –no aporta ningún resultado positivo–, tan sólo hace que nos sintamos miserables, bloqueando además nuestro desarrollo espiritual. Por otra parte, el arrepentimiento es inteligente y constructivo. Se basa en la comprensión del karma; que las acciones negativas, como matar o dañar a los demás, causan sufrimiento a los demás y a nosotros mismos, tanto ahora como en el futuro. Dañar a los demás perturba nuestra mente –vamos en contra de nuestra naturaleza genuina y pura– y deja huellas que desembocarán en más problemas y sufrimiento en el futuro. Cualquier problema o experiencia no deseados que hayamos tenido en esta vida son el

resultado de acciones negativas que hicimos en el pasado, y las acciones negativas que hacemos son causa del sufrimiento futuro. ¿Hay alguien que quiera eso? Nadie, así que, por lógica, lo que hemos de hacer es arrepentirnos y limpiar nuestro karma. Arrepentirse es similar al modo en que nos sentiríamos si descubriésemos que algo que hemos ingerido era venenoso. Sentiríamos un pánico tan grande que dejaríamos todo en ese momento y saldríamos corriendo a urgencias para neutralizar el veneno. De la misma manera, el karma negativo es altamente tóxico; envenena nuestra mente, nuestro desarrollo espiritual, y nos acarrea problemas desagradables en el futuro. Si comprendemos esto, nos arrepentiremos de nuestros errores y haremos todo lo posible para limpiar el karma.

El poder de la confianza Cuando nos caemos al suelo, nos apoyamos en el suelo para volver a levantarnos. De manera similar, cuando hacemos algo negativo, lo hacemos en relación a seres puros como el Buda o nuestro maestro espiritual, o en relación a cualquier ser sensible; así que, para purificar nuestro karma negativo, necesitamos recordar y confiar en esas dos figuras. Primero, confiemos en el Buda, que es como el doctor cuya medicina tomamos para purificar nuestras acciones incorrectas. No es que necesitemos al Buda para que nos perdone (aunque lo hace igualmente); más bien, confiamos en él al tomar refugio en él (ver página 156) y emplear los métodos que nos enseñó para purificarnos y cambiar nuestra vida y comportamiento hacia una dirección más positiva. Para alguien que no es budista, el primer paso podría consistir en renovar su compromiso de seguir las enseñanzas o guía de quienquiera que sea su objeto de devoción, o bien dedicarse con más intensidad a las metas positivas a las que aspire en esta vida. También es muy efectivo confesar nuestras faltas a alguien en quien confiemos, como por ejemplo a nuestro maestro espiritual. En segundo lugar, confiamos en otros seres –los mismos seres a los que hemos hecho daño, en esta vida y en el pasado– generando amor y compasión por ellos. Puedes pensar cómo básicamente, ellos son como tú; no quieren experimentar el más mínimo sufrimiento o problema, y sólo quieren ser felices y estar en paz. Después, genera la determinación de hacer todo lo que esté en tu mano para evitar dañar a los demás, y en vez de eso, hacer lo que puedas por ayudarlos.

El poder del remedio Significa hacer algo positivo para contrarrestar la energía negativa que hemos creado. En general, cualquier acción positiva puede usarse para purificar nuestro karma negativo, pero ciertas prácticas son remedios especialmente poderosos. Por ejemplo, visualizar figuras como el Buda Shakiamuni (página 174), Vajrasatva (página 201), o los Treinta y Cinco Budas (página 215) y recitar sus nombres y/o mantras. También pueden usarse las meditaciones sobre el amor (página 106), la compasión (página 110) y la vacuidad (página 61; esta última es considerada el mejor antídoto para la negatividad, aunque presenta cierto

grado de dificultad y puede no ser adecuada para principiantes. Un método más sencillo es la meditación purificadora a través de la respiración, descrita en la página 47. Elige uno de estos métodos cada vez que hagas una sesión de práctica de purificación. También puedes realizar actividades más comprometidas como trabajos voluntarios o hacer donaciones a causas caritativas. Salvar vidas –por ejemplo, rescatar animales que estén en peligro de muerte o de ser asesinados, o cuidar de ellos– es particularmente efectivo para contrarrestar el karma de matar. También es bueno pedir disculpas y enmendar el mal que le hayas podido hacer a alguien, si esto es posible.

El poder de la resolución El cuarto paso es uno extremadamente importante; tener la determinación de no repetir las mismas acciones negativas de nuevo. Sin esto, es muy difícil cambiar, abandonar nuestros viejos y malos hábitos. La determinación de no hacer daño de nuevo es como un faro que guía nuestro cuerpo, habla y mente en nuevas direcciones. Como dice Lama Zopa Rimpoché, “podemos moldear nuestras mentes en la forma que deseemos”. Con las acciones negativas más pesadas, como matar y robar, debes tomar la determinación de no volver a realizarlas por el resto de tu vida. (Obviamente, esto significa tomar la determinación de abandonar las acciones intencionadas. Es imposible evitar ciertas acciones no intencionadas, como por ejemplo matar insectos que no puedes ver mientras estás caminando o conduciendo). Sin embargo, con esas acciones que son más habituales y difíciles de detener, como mentir o perder los estribos, has de ser realista. Es mejor tomar la determinación de no realizarlas durante breves periodos de tiempo, como cinco minutos o una hora. Puedes incrementar de manera gradual la duración de tales promesas; medio día, después un día, y así sucesivamente. Toma la determinación de esforzarte por evitar los viejos hábitos. Esta determinación de no volver a hacerlo es lo que te da la fuerza para cambiar. Necesitas tener confianza en tu capacidad para cambiar, paso a paso.

La práctica Siéntate cómoda y relajadamente. Dedica algún tiempo a concentrarte en la respiración para calmar tu mente y centrarte en el instante presente. Después, genera una motivación positiva para hacer la práctica, por ejemplo: “Estoy haciendo esta meditación no sólo por mí mismo, sino también para los demás; para aprender a ser menos dañino y más útil”. Dedica el tiempo que necesites para meditar en cada uno de los cuatro poderes, para generar el estado mental adecuado para cada punto. a) El poder del arrepentimiento Recuerda el día, desde el instante en el que te despertaste esta mañana, e intenta recordar cualquier cosa negativa que hayas hecho. Empieza con acciones del cuerpo, como matar o causar sufrimiento físico a cualquier ser, tomar algo que no te pertenecía, no

devolver el dinero que debas, no pagar el billete del autobús o tener una conducta sexual inapropiada… Después comprueba si has hecho algo negativo de palabra, como mentir, exagerar o engañar, decir cosas que provocaron malos sentimientos y división entre personas, decir algo dañino a alguien, chismorrear o hablar sobre cosas sin sentido. Después intenta recordar pensamientos negativos que hayas podido tener, como desear dañar a alguien o sentirte feliz por la desgracia del prójimo, ser demasiado crítico, tener juicios de valor sobre alguien, incluyéndote a ti mismo, sentirte insatisfecho con lo que tienes y desear tener más o mejores cosas, o con lo que alguien tenga, etc. En resumen, cualquier estado mental que incluya odio, ira, orgullo, celos, arrogancia, egoísmo y demás. Piensa en cualquier acción negativa que hayas hecho en los últimos días, meses y años, yendo tan atrás en tu vida como puedas... Genera un sincero arrepentimiento, desde lo más profundo de tu corazón, por todas estas acciones, al comprender que son la causa del sufrimiento –en algunos casos, hacia los demás, y en todo caso, hacia ti mismo–. Esas acciones plantaron semillas en tu continuo mental que madurarán en forma de problemas y desgracia en el futuro. También impiden tu progreso en el sendero espiritual, y prolongan tu existencia en una situación imperfecta e insatisfactoria. Date cuenta de que nadie quiere sufrir, y que éstas son las cosas que aportan sufrimiento, así que reconoce tus errores y siente un sincero deseo de rectificarlos. b) El poder de la confianza Si hay un ser sagrado o un poder más elevado, dotado de un amor incondicional, compasión y sabiduría, hacia el que sientas respeto y confianza, entonces atráelo a tu mente. Reconoce tus errores y la dificultad que tienes para no volver a cometer acciones y actitudes negativas por ti mismo. Pide ayuda y guía para que puedas cambiar tú mismo y abandonar esas negatividades de ahora en adelante. Como alternativa, puedes evocar los principios éticos en los que crees y que has transgredido, y renovar tu compromiso para seguirlos. Después, en cuanto a las acciones negativas que hayas hecho con respecto a otras personas, genera amor y compasión. Medita en el hecho de que, al igual que tú, los restantes seres no quieren sufrir y sólo desean experimentar paz y felicidad. Siente cuán deseable sería dejar de dañarlos y en lugar de eso, ser amable con ellos y ayudarlos. Genera el deseo altruista de purificar tus acciones negativas y tus engaños como la ira, el orgullo y el egoísmo, para que de ahora en adelante sólo puedas beneficiar a los demás, no dañarlos. c) El poder del remedio Ahora necesitas hacer algo para contrarrestar la energía negativa que has creado. Si prefieres visualizar a un ser iluminado, como mencionamos anteriormente, puedes hacerlo visualizando una figura como el Buda o Vajrasatva sobre tu cabeza. Mientras recitas el mantra apropiado, imagina una luz que desciende de la imagen visualizada, colmando todo tu cuerpo y mente y purificando todo tu karma negativo y engaños. Si no te sientes cómodo visualizando una figura así, puedes imaginar una esfera de luz sobre tu cabeza, pensando que representa todas las cualidades y energías iluminadas, y visualiza una luz descendiendo de ella y llenando todo tu ser (como explicamos

anteriormente). Si quieres, puedes recitar el mantra corto de Vajrasatva (om vajrasatva hum) o el mantra de Avalokitesvara (om mani peme hum) mientras visualizas la luz que te colma y purifica. Otra opción es hacer una de las restantes meditaciones sugeridas anteriormente, como la del amor; o decidir actuar de maneras más positivas en tu vida cotidiana, como ser más útil o generoso para con los demás. d) El poder de la resolución Si te sientes seguro de que puedes abandonar completamente algunas acciones negativas como matar y robar, haz la promesa de no hacerlo. Pero para aquellas acciones negativas que no puedas abandonarlas por completo, promete abandonarlas durante un periodo de tiempo realista, o comprométete a que harás todo lo posible para ser consciente y poder evitarlas. Toma la decisión de cambiar tus antiguos hábitos emocionales, como la ira, los celos, la depresión, la crítica y el apego. Ten confianza en tu capacidad para cambiar, pero al mismo tiempo comprende que lleva tiempo, por lo que no albergues expectativas poco realistas. e) Dedicación Al final de la sesión de meditación, dedica toda la energía positiva que has creado al hacer esta práctica de purificación a todos los seres sensibles, para que se vean libres de todo su sufrimiento y sus causas: del karma negativo y sus engaños.

7. Meditación sobre el sufrimiento a cuestión del sufrimiento siempre ha dejado perplejos a filósofos y teólogos; ¡no hablemos de seres humanos normales y sufrientes como nosotros! ¿Por qué hay tantas peleas en el mundo?, ¿por qué tanta hambre, enfermedad, desigualdad e injusticia? ¿Cuáles son las causas del sufrimiento? La visión budista puede resumirse en lo que se conoce por las cuatro verdades nobles:

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Primera: el sufrimiento existe. Cada ser sensible sufre en mayor o menor medida. El “sufrimiento” no se refiere sólo al dolor severo o a los problemas; incluye cualquier experiencia que sea desagradable o insatisfactoria. Segunda: el sufrimiento siempre tiene una causa. Las causas principales del sufrimiento y de todo lo que experimentamos, son necesariamente acciones previas de nuestro cuerpo, habla o mente. Tercera: existe un final para el sufrimiento. Todos tenemos el potencial para alcanzar un estado de paz, claridad y compasión perfectas, en el que no experimentaremos más los resultados del sufrimiento pasado ni crearemos las causas para un sufrimiento futuro. Cuarta: hay un medio para acabar con el sufrimiento. Este medio consiste en abandonar gradualmente sus causas –ira, egoísmo, apego y otros estados mentales negativos– y cultivar las causas de la felicidad –paciencia, amor, desapego, generosidad– y otros estados mentales positivos. Al final, desarrollando el conocimiento de la verdadera naturaleza de todas las cosas, podremos cortar por completo la raíz del sufrimiento: la ignorancia que todo lo percibe de una manera errónea. “Sufrimiento” se refiere a todos los niveles de experiencia física o psicológica. Hay muchas formas de meditar en el sufrimiento y todas tienen el propósito de provocar la sensación de amplitud del mismo; de cómo, en diferentes grados, impregna nuestras vidas y las de los demás. La razón para desarrollar esta conciencia no es la de aumentar nuestro suplicio. Al contrario, una correcta meditación sobre el sufrimiento nos aportará una visión más realista de la vida. Y si comprendemos que las causas del sufrimiento yacen en nuestras actitudes y acciones, poco a poco llegaremos a la conclusión de que es tanto deseable como posible desenmarañar las complejidades de nuestra mente y desarrollar cierto control sobre nuestros pensamientos y acciones. Nuestra visión habitual de la vida no es realista. La mayoría de nuestras experiencias placenteras dependen de objetos y situaciones externas cuya naturaleza es efímera. Cuando estas cosas cambian o desaparecen, nos aferramos a ellas sin querer aceptar la realidad de la situación. Queremos que el placer perdure y nos decepciona que no sea así. De este modo, vamos de arriba abajo, del placer al dolor y de la felicidad a la infelicidad, durante toda nuestra vida.

Tener conciencia de esta realidad es un paso hacia la eliminación del sufrimiento. Dejaremos de esperar que la gente y las cosas nos hagan felices y, en cambio, comprenderemos que es nuestra actitud hacia ellas la que determina la felicidad y la satisfacción. Irónicamente, cuando dejamos de aferrarnos a las cosas de forma poco realista, ¡las disfrutamos más! Otro gran beneficio de esta meditación es que nos permite ver que los demás sufren de la misma forma y, como resultado, podremos desarrollar la bondad y compasión hacia ellos. El propósito principal de reconocer el sufrimiento en nuestra vida es desarrollar una fuerte intención de hacer lo necesario para librarnos de él. Todas las experiencias infelices y dolorosas radican en la ignorancia, que cree que todo existe inherentemente, en y por sí mismo. Al percibir la vacuidad –la ausencia de esta forma de existencia– se acaba con toda la confusión y con todos los problemas. Pero no es fácil conseguir esa comprensión. Se requiere una tremenda energía para concentrar la mente sobre la naturaleza de las cosas, con el fin de ir más allá de nuestra percepción habitual y llegar a la pura realidad última. El carburante que nos impulsa en este empeño es el deseo de librarnos a nosotros mismos y a los demás de todo sufrimiento.

La práctica Siéntate cómodamente y relájate. Genera una motivación positiva, como desear comprender mejor el sufrimiento para poder liberar, a ti y a todos, de los problemas, del dolor o de la infelicidad. Hay tres aspectos del sufrimiento que debes contemplar. Detente en cada uno de ellos tanto como quieras. No te limites a repasarlos mentalmente; lleva tus emociones e intuición a la meditación; siente de verdad cada ejemplo de sufrimiento como si lo estuvieses experimentando ahora. El sufrimiento del sufrimiento Incluye todas las formas evidentes de sufrimiento físico y mental, como los sufrimientos severos que surgen de la guerra, el terrorismo, los desastres naturales, el hambre, los crímenes violentos, las violaciones, el abuso, la prisión, la pobreza, la injusticia, el racismo, la adicción, las heridas y la enfermedad. Pero aquí también se incluyen todos los problemas normales que nuestro cuerpo experimenta cotidianamente: dolores y males, frío y calor, hambre y sed, vista defectuosa, dolores de oído, cortes y quemaduras, problemas de peso, tensión muscular, fatiga... La lista sería interminable. Recuerda esas experiencias y cuán raramente estamos libres siquiera de uno de estos sufrimientos. Piensa ahora en los sufrimientos físicos más severos que hayas experimentado en el pasado y en la posibilidad de que te ocurran de nuevo; no hay garantía de que no te vayan a suceder. Piensa en el sufrimiento físico que experimentarás en la vejez. Imagínate a la edad de ochenta o noventa años, con tu cuerpo gastado, arrugado y deteriorado. Al final, llegará la muerte. Piensa en las diferentes formas en que puedes morir y en el sufrimiento del cuerpo en ese instante.

Contempla el hecho de que la naturaleza del cuerpo es el cambio, sentir dolor, degenerar y finalmente morir. Por tanto, no es realista ni sabio apegarse a él ni considerarlo “yo”. Ahora observa el sufrimiento mental y emocional. Recuerda experiencias pasadas de soledad, depresión, pena, frustración, celos, ira, temor, confusión, ansiedad... Ve hacia atrás en tu vida y observa cómo raramente hubo momentos en los que no experimentaste al menos una de estas emociones. Ahora examina tu estado mental actual. ¿Estás ansioso?, ¿deprimido?, ¿enfadado?, ¿confuso?, ¿agitado? Piensa en el sufrimiento mental que probablemente tendrás en el futuro, cuando las personas queridas mueran o te abandonen, cuando tú mismo mueras o cuando ocurran multitud de cosas en tu vida que te hagan sufrir en mayor o menor medida. Amplía tus pensamientos hasta incluir las experiencias de los demás. En este preciso instante, todos los seres que existen, debido a que poseen una mente confusa y un cuerpo que se deteriora, están sufriendo alguna forma de dolor físico o mental, desde la menor incomodidad hasta el sufrimiento más grave. Empieza por la gente que conoces: tus amigos, parientes y vecinos. Algunos están enfermos, otros son viejos o están deprimidos, ansiosos, insatisfechos, solos... Después, piensa en la gente que no conoces y cuyas vidas están marcadas por la guerra, la pobreza, el desempleo, el racismo, la enfermedad o la opresión política. También compartimos este mundo con los animales y otras criaturas. Contempla sus sufrimientos cotidianos: hambre, dolor, frío, falta de libertad, temor a ser devorados, etc. Hazte consciente de que todos esos incontables seres vivientes tienen un continuo de conciencia no muy diferente del tuyo: todos reaccionamos con alegría ante la bondad y la belleza, con temor ante el dolor y el mal, y con ira ante lo que amenaza nuestra paz y la de los seres queridos. Todos tratamos de ser felices y de evitar problemas, pero mientras no estemos iluminados nos encontraremos con una situación dolorosa tras otra.

El sufrimiento del cambio Este nivel más sutil de sufrimiento se refiere a las experiencias que normalmente consideramos como placer o felicidad. Se consideran “sufrimiento” porque no perduran. Cualquier buena experiencia se acaba sin satisfacernos plenamente y, en cambio, nos lleva a desear repetirla, con la esperanza de encontrar la satisfacción que creemos que nos debe proporcionar. Piensa en cualquier experiencia placentera: una buena comida, el sexo, un día en la playa, esquiar, la música, el cine, un cigarrillo, un bello atardecer. ¿Cuánto dura ese placer? ¿Alguna de estas experiencias es absolutamente satisfactoria? Si crees que lo son, ¿por qué las repites una y otra vez? Otra razón por la que las experiencias placenteras son consideradas otra forma de sufrimiento es porque no son un placer puro y verdadero. Si lo fueran, el placer continuaría, incluso aumentaría, cuanto más las experimentáramos. ¿Es eso lo que ocurre? ¿O bien lo que ocurre es que el placer disminuye, incluso se convierte en tristeza? Por ejemplo, cuando tienes hambre y comes algo, al principio te sientes bien a medida que disminuye la sensación de hambre, pero ¿qué ocurriría si siguieras comiendo más y más? Te sentirías

cada vez peor, ¡hasta enfermar! Incluso si comes sólo la cantidad de comida para saciarte, esa sensación no dura demasiado: a las pocas horas el hambre regresa y debes comer de nuevo. Cuando nos reunimos con amigos o familiares, al principio nos sentimos muy felices, hablando y riendo sin parar, disfrutando de la compañía del otro. Pero ¿qué ocurriría si siguiéramos estando juntos, hora tras hora, día tras día, sin descanso? Probablemente nos aburriríamos, incluso puede que nos enfadáramos entre nosotros. Incluso si te sientas cómodamente en un sillón, tarde o temprano necesitarás cambiar de posición, ya que la comodidad se transforma en incomodidad. Si te sientas cerca del fuego en un día frío, será muy agradable al principio, pero pronto necesitarás apartarte porque sentirás demasiado calor. Examina cuidadosamente tu vida y comprueba si esto es verdad o no. Recuerda algunas experiencias buenas: ¿Duraron mucho?, ¿te dejaron satisfecho de verdad? Si el placer es verdadero placer, ¿por qué no lo sientes indefinidamente? ¿Puedes encontrar un ejemplo de felicidad duradera, inmutable, en tu vida o en la de los demás? Contempla cómo todo cambia; cómo las experiencias, no importa cuán placenteras sean, no perduran, sino que conducen inevitablemente a la insatisfacción, a la irritabilidad, al aburrimiento o a la soledad. Desde cierto punto de vista, comparado al sufrimiento del sufrimiento, estas experiencias son placenteras. Pero desde otro punto de vista, en comparación al gozo puro y duradero de la liberación y la iluminación, estas experiencias constituyen otra clase de sufrimiento. Es la propia naturaleza de todas las cosas; cambian y a la larga se acaban. Incluso una relación feliz y dichosa tiene sus altibajos y, al final, acabará con la separación o la muerte. Las personas bellas se hacen viejas y canosas y, al final, mueren. El poder no perdura y la riqueza se pierde. Las flores se marchitan, los atardeceres se desvanecen y las fiestas se acaban. Concluye esta parte de la meditación decidiendo firmemente que no es razonable apegarse a ninguna persona u objeto como medio de conseguir una satisfacción perdurable; y que, en realidad, el apego trae el resultado opuesto.

El sufrimiento que todo lo abarca Éste es incluso más sutil que el sufrimiento del cambio. Se refiere a nuestra propia existencia como seres ordinarios, no iluminados, con nuestra mente atrapada inextricablemente en los engaños y en el karma. Aunque la naturaleza de nuestro continuo mental es clara y tiene el potencial de experimentar la paz duradera y pura así como el gozo de la iluminación, somos incapaces de mantenerla libre de los pensamientos y sentimientos perturbadores e infelices, ni siquiera durante una hora o siquiera unos pocos minutos. Y aunque sólo queremos experiencias placenteras y felices, es imposible avanzar en la vida, ni siquiera un sólo día, sin experimentar problemas. ¿Por qué sucede esto? Como carecemos de la visión profunda intuitiva de la verdadera naturaleza de las cosas, pensamos, hablamos y actuamos bajo el control de los engaños, nuestras habituales tendencias negativas. De ese modo, estamos atados: por un lado, experimentamos a cada instante los efectos del karma y los engaños previos; y por otro, estamos creando a cada instante causas para futuros efectos. Este preciso instante de existencia es, a la vez, el efecto del sufrimiento pasado y la causa del sufrimiento futuro.

La situación de estar atrapados en este ciclo, en esta compleja red de problemas, es en sí mismo el sufrimiento que todo lo abarca. Puede compararse a estar en una prisión, encerrados por nuestro propio karma y por los engaños. En la prisión puede haber experiencias terribles como ser atacados por otros prisioneros o por sádicos vigilantes; estos equivaldrían al sufrimiento del sufrimiento. Algunas veces disfrutamos de experiencias placenteras, como ver una buena película, o recibir una visita de un ser querido –éstas serían como el sufrimiento del cambio–. Pero no importa lo que experimentamos, estamos atrapados en la prisión y no somos libres para ir adonde quisiéramos ir o hacer lo que nos gustaría; éste es el sufrimiento que todo lo abarca. Deja que tu mente asimile esta idea. Genera una fuerte sensación de este dilema que se perpetúa a sí mismo y que es tu existencia. Después contempla cómo hay innumerables seres vivientes que, como tú, están atrapados en este ciclo que parece no tener fin. No te asustes. ¡Hay esperanza! Hay una salida de ese ciclo. Al existir una causa – nuestra visión incorrecta de cómo existen las cosas–, hay necesariamente un remedio para el fin de ese sufrimiento, un antídoto. El antídoto absoluto consiste en comprender correctamente la naturaleza de la realidad y acabar con la confusión y con el hábito de dejarse llevar por los caprichos del ego. Mientras tanto, podemos utilizar nuestra vida y energía de una forma positiva: ayudando a los demás con amor y generosidad, o aumentando los pensamientos y actitudes positivas de nuestra mente. Y si además nos abstenemos de realizar acciones negativas y contrarrestamos las actitudes negativas cuando surjan en nuestra mente, conseguiremos evitar crear más causas de sufrimiento. Conforme vaya creciendo nuestra comprensión de la realidad, también lo hará el desapego por las cosas ordinarias y transitorias, y la maraña de nuestra red de confusión se desenredará gradualmente. Al final, esta comprensión se convertirá en una percepción directa e intuitiva de la vacuidad, lo que elimina, de una vez por todas, la propia raíz del sufrimiento. Saca conclusiones de cualquier comprensión que hayas obtenido en la meditación. Reconocer la naturaleza dolorosa e insatisfactoria de la vida es bastante difícil, pero es la única salida. Mientras continuemos escapando de la realidad del sufrimiento y no aprendamos a tratar honestamente con los aspectos burdos y descontrolados de la mente, continuaremos dando vueltas en el círculo vicioso de la confusión. Ser consciente del sufrimiento nos da la energía necesaria para penetrar en la naturaleza de la realidad. Concluye tu sesión de modo optimista, con determinación de vivir tu vida inteligentemente y de hacer lo que puedas para vencer el sufrimiento. Dedica todas tus buenas intenciones y energía para que crezca el conocimiento en ti y en los demás.

La práctica En nuestra vida diaria tenemos muchas oportunidades para familiarizarnos con las ideas que se presentan en esta meditación. Cada día experimentamos multitud de contrariedades: hambre, cansancio, dolores y males, irritación, aburrimiento, frustración... Nuestra reacción habitual es la de librarnos de ellas o esperar que pasen lo más rápido posible. Será muy bueno si, antes de buscar un calmante, poner la tele, buscar en la nevera o llamar a un amigo, dedicamos algunos minutos a experimentar simplemente el dolor: “¡Esto es sufrimiento!”.

Debido a que normalmente evitamos afrontar y relacionarnos con el dolor, es difícil investigar en la meditación la realidad del sufrimiento de una manera honesta. Por tanto, debemos aprender a utilizar nuestras propias experiencias cuando ocurran, para profundizar en nuestra comprensión del tema. Esto no significa que debamos considerar nuestra vida como una gran tragedia o que nos sintamos deprimidos o tensos. Podemos permanecer conscientes del sufrimiento y no por ello perder el sentido del humor. Tanto la felicidad como el sufrimiento son impermanentes, experiencias transitorias. No debemos resaltar una más que otra sino más bien reconocer la naturaleza cambiante de ambas. Cuando nos descubramos aferrándonos, por ejemplo, a una nueva persona, debemos recordar que la felicidad que experimentamos es transitoria y que no puede acabar de ninguna forma con todos nuestros problemas. Con esta actitud, más realista y menos exagerada, probablemente disfrutaremos más de la experiencia. Con los problemas, físicos o mentales, podemos pensar: “Es pasajero, en algún instante desaparecerá. Pero los problemas y el sufrimiento me seguirán aquejando hasta que transforme mi mente y elimine todas las causas de sufrimiento. Este problema me hace recordar la necesidad que tengo de cuidar mis acciones –abstenerme de cometer karma negativo y crear tanto karma positivo como pueda”. Actuando así, el problema se convierte en una enseñanza. Cuando la gente a nuestro alrededor sufra, debemos ser sensibles y compasivos, ayudándoles como mejor podamos. No debemos involucrarnos de tal forma que sus problemas se conviertan en nuestros y nos tengamos que preocupar también por ellos. Podremos evitarlo recordando que tanto la causa como la solución de cualquier problema se encuentran en la mente de la persona que lo sufre. De ella depende buscar la salida. Mientras seamos cariñosos y amables y hagamos lo que podamos para aliviar su dolor, no debemos sentirnos culpables o inútiles pensando que debemos hacer más. En resumen, el sufrimiento y los problemas no son necesariamente malos; depende de nuestra actitud. Si sentimos aversión hacia ellos y los vemos como algo completamente inútil e indeseable, entonces sufriremos mucho más. Pero si tenemos una actitud más realista, considerándolos como una parte natural de la vida, entonces podremos aceptarlos de una manera más sosegada. Además, si aprendemos a usarlos en nuestro sendero de crecimiento espiritual, podemos incluso alegrarnos cuando aparezcan.

8. Meditación sobre la ecuanimidad l objetivo de la práctica mahayana es lograr el estado de plenitud total o iluminación para ayudar a los demás a que lo logren. La aspiración a conseguirlo se conoce como “la mente de la iluminación” (en sánscrito: bodichita) y es la experiencia de abrir nuestro corazón a todos los seres, permitiendo que el amor y la compasión fluyan hacia todos sin limitaciones. Una persona que tiene bodichita se siente verdaderamente responsable de aliviar el sufrimiento de todos los seres vivientes y conducirlos a la felicidad. Podemos empezar a cultivar esta mente de iluminación ahora, en nuestra vida cotidiana, siendo bondadosos y abiertos con la gente que nos encontramos, siendo pacientes con ellos y conscientes de sus necesidades. No obstante, es fácil engañarnos y jugar el papel de una persona abierta y amigable mientras ocultamos nuestros sentimientos de irritación e intolerancia. Por ello, es importante contactar con nuestros sentimientos mientras nos esforzamos por ofrecernos a los demás, y esto se hace más eficazmente cuando nos concentramos en la meditación. Normalmente discriminamos a las personas que encontramos: nos gustan unas, otras nos desagradan y sentimos indiferencia por otras. Estas reacciones son generalmente egocéntricas, basadas en si me resultan agradables, desagradables o no me interesan. En la raíz de esta discriminación se encuentra nuestra mala interpretación instintiva de la forma en que existen las cosas, especialmente nuestro yo. Este problema ha estado siempre con nosotros y lo hemos ido haciendo más complejo en el transcurso de la vida, pensando y creyendo: “Soy así y siempre lo seré; esto es bueno para mí y aquello me va mal”. Nuestra creencia en ese yo hace surgir el deseo de protegerlo y alimentarlo. Todo lo que hacemos es por este yo. Tiene necesidades que han de ser satisfechas; debe encontrar felicidad y evitar el dolor. El yo prefiere esa persona porque le hace feliz y le disgusta tal otra porque le causa dolor. Todo se ve desde la perspectiva de las necesidades del yo. Nuestra equivocación básica del yo hace que nuestra percepción sea defectuosa. Si analizamos y buscamos al yo permanente y fijo que parece estar ahí, no lo podremos encontrar; es una ilusión. Es tan sólo una corriente que fluctúa entre la mente y el cuerpo, que recorre la vida experimentando alegría, problemas, amor y frustración. Nos encontramos con gente, nos relacionamos con ella brevemente de forma positiva o negativa y nos separamos. Nada perdura, nada es estable. Cuanto más nos aferramos a ese yo irreal y tratamos de satisfacer sus exigencias, más profundamente nos enterramos en los problemas y en la confusión. La clasificación de la gente en “amigos”, “enemigos” y “extraños” es, probablemente, el mejor ejemplo de esto. Asumimos que la persona que nos gusta tiene buenas cualidades inherentes, mientras que la persona que no nos gusta es inherentemente mala. Actuamos como si esas cualidades fuesen permanentes e inmutables, para estar siempre cerca de la persona que hemos denominado “amiga” y para estar siempre separados de la que no nos gusta. Resulta difícil imaginar que una persona de la calle que no nos interesa pueda llegar a ser amigo.

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Estas suposiciones son erróneas, como lo demuestra nuestra experiencia. Las relaciones pueden cambiar y, de hecho, así ocurre. Personas con las que tuvimos estrechas relaciones, ahora nos resulta imposible comunicarnos con ellas, y otros a los que ni podíamos ver, son ahora buenos amigos. La gente cambia, al igual que las situaciones y nuestros pensamientos y sentimientos. Los cambios que nos hacen ver a un amigo como enemigo pueden ocurrir de un minuto a otro, de un año a otro o de una vida a la siguiente. Las razones para considerar a alguien como amigo, enemigo o extraño no son sólidas ni incontrovertibles, pero aferrarse a ellas como si lo fueran nos impide ver las cosas como son realmente y nos hace difícil aceptar el cambio cuando éste se produce. La siguiente meditación es para examinar nuestras actitudes y sentimientos hacia los demás, para reconocer dónde son erróneas. Esto nos llevará gradualmente a un estado de ecuanimidad, en el que nuestra mente está más equilibrada y menos bajo el control del apego a los que amamos, del rechazo a los enemigos y de la indiferencia hacia los extraños.

La práctica Siéntate cómodamente y genera la fuerte intención de hacer esta meditación para desarrollar una ecuanimidad perfecta, para el beneficio propio y el de los demás. También puedes recitar algunas oraciones (pág. 156). Imagina, en el espacio frente a ti, a tres personas: alguien que te gusta, alguien que no te gusta y alguien por el que sientas indiferencia. Retén las imágenes de tu amigo, enemigo y extraño durante toda la meditación. Primero dirige la atención a tu amigo, y pregúntate por qué te gusta esa persona. Trata de reconocer que tus razones se basan principalmente en lo que ella o él hace por ti… ¿Son esas buenas razones para querer a alguien y apreciarlo? Ahora, céntrate en la persona que te disguste y examina tus razones para sentirte así. De nuevo, comprueba si tu ego está involucrado –por ejemplo, la persona puede haberte hecho daño, o se comporta de una forma que tú encuentras inaceptable. ¿Son esas buenas razones para que no te guste alguien, y tratarle mal o desear hacerle daño? Ahora mira al que llamas extraño, que ni te agrada ni te desagrada; ¿por qué te hace sentir así, indiferente? ¿Tiene algo que ver tu ego? ¿Es porque esta persona nunca te ha ayudado ni te ha hecho daño? También, pregúntate si consideras estas relaciones como permanentes: ¿Siempre te llevarás bien con tu amigo?, ¿alguna vez te llevaste bien con tu enemigo?, ¿siempre estuviste distante con aquel a quien consideras extraño? Recuerda las relaciones que tuviste en el pasado y que cambiaron: un amigo se convirtió en enemigo o extraño, o viceversa. Vuelve ahora a tu amigo e imagina una situación en la que esté haciendo algo dañino o inaceptable. ¿Cambiarían tus sentimientos hacia esta persona? Recuerda que esa persona no era tu amigo antes de conocerla y que puede dejar de serlo fácilmente, tal y como lo has visualizado. Comprende que no hay razones sólidas para sentirte amable y cariñoso sólo hacia el amigo de este instante. Las relaciones cambiaron en el pasado y continuarán cambiando. El amigo de hoy puede convertirse en el enemigo de mañana.

A continuación, vuelve la atención hacia tu enemigo. Imagina a esta persona haciendo algo amable o valioso, como elogiarte por algo que hayas hecho, o ayudándote a arreglar tu coche que se ha averiado… Observa cuidadosamente tus sentimientos hacia esta persona: ¿Se están suavizando? Puedes aprender a sentir afecto por tu enemigo. Sucedió antes y volverá a suceder de nuevo. ¿Por qué aferrarse con tanta fuerza a la concepción de que es definitivamente “enemigo”? ¿Y con respecto al extraño? Esta relación podríamos dirigirla hacia un lado o a otro, pero ya que estás intentando desarrollar sentimientos más positivos hacia los demás, imagina al extraño haciendo algo valioso, como indicándote el camino correcto cuando estás perdido, o devolviéndote la cartera que perdiste…, ¿cómo podría esto afectar a tus sentimientos hacia esa persona? Si eres capaz de aceptar la existencia de vidas pasadas y futuras, considera la idea de que hayas conocido a estas tres personas antes, en otras vidas, pero en relaciones muy diferentes. Considera que el amigo en esta vida pudiera haber sido tu enemigo en otra vida… Tu enemigo actual podría haber sido alguien a quien hayas querido mucho, un padre o hermano, o un amigo cercano… La persona que es un perfecto extraño podría haber sido un gran amigo o una persona odiosa en el pasado... Observa cómo esto afecta a tus sentimientos hacia estas tres personas. Comprende que las relaciones no son permanentes, sino que un ser querido puede convertirse en lo contrario y viceversa, y un extraño puede volverse amigo o enemigo. Además, nadie es un amigo, enemigo o un extraño por sí mismo, independientemente, sino que se convierten en eso dependiendo de cómo nuestra mente los etiqueta. Alguien a quien consideras amigo es visto por otros como enemigo, y hay personas que quieren a la persona que tú consideras enemigo. Por ello, es imprudente aferrarse a estos tres tipos de personas como si fueran permanentes o pensando que existen independientemente. También es muy útil reconocer que, en algunos aspectos, todo el mundo es igual, exactamente lo mismo. Por ejemplo, todo el mundo quiere ser feliz y nadie desea problemas o experimentar el dolor. Medita en esto: tu amigo, tu enemigo y el extraño, todos quieren la felicidad tanto como tú, y como tú mismo, no quieren experimentar el más mínimo problema. Y todo el mundo, tú y los demás, merece ser feliz y estar en paz, libre de todo sufrimiento. Intenta sentir esto… Otra forma en la que todos los seres son iguales es que todos tenemos el potencial para liberar nuestras mentes de negatividad, para desarrollarnos a nosotros mismos completamente, y alcanzar la claridad y compasión últimas. Todo el mundo puede y podrá, alcanzar la iluminación algún día. Reconoce que las diferencias que vemos en las personas son superficiales, basadas en nuestro punto de vista erróneo, cerrado y egoísta. Si nuestros pensamientos y sentimientos estuviesen más en línea con la realidad, veríamos que todo el mundo se merece nuestro cuidado y compasión. Todo esto no quiere decir que no debamos discriminar; a un nivel práctico, es necesario. Naturalmente, nos sentimos inclinados hacia algunos y es prudente guardar las distancias con otros. Esto no es una contradicción. De lo que trata la meditación es de desarrollar un mismo interés, una misma consideración por todos –independientemente de que nos ayuden o dañen en este instante– y comprender que nuestra discriminación actual se basa en etiquetas arbitrarias, equivocadas y fácilmente cambiantes. Antes de terminar, dedica tu energía positiva y visión profunda para el bienestar y la felicidad de todos.

9. Meditación sobre el amor l amor, también llamado “bondad”, es el deseo de que los demás sean felices. Es una cualidad natural de la mente, pero se encuentra limitada a unas pocas personas – normalmente a aquellas a las que estamos más ligados– hasta que la desarrollemos por medio de la meditación y otras prácticas. El amor genuino es universal, se extiende a todos sin excepción. Aunque podamos aceptar esta idea como principio, probablemente nos resulte difícil ponerla en práctica. ¿Nace el amor espontáneamente hacia las personas de la calle y del supermercado? ¿Amamos a los políticos que no nos gustan, a los racistas o a los padres que maltratan a sus hijos? Si no es así, ¡tenemos trabajo por delante! Debemos empezar con la atención plena: observar nuestras reacciones cuando nos encontramos con la gente, para descubrir los sentimientos de atracción, aversión e indiferencia. Mientras continuemos discriminando entre los que nos gustan, los que no nos gustan y los que no nos interesan, nunca podremos dar el primer paso. Para contrarrestar esta discriminación errónea, podemos practicar la meditación de la ecuanimidad (pág. 102) y los métodos para tratar el apego y la ira (pág. 117 y 124). La siguiente meditación es un buen complemento para éstas: ayuda a utilizar nuestro potencial natural de amor y a dirigirlo hacia todos los seres vivientes. Si la practicamos con concentración y sinceridad, de corazón, nos daremos cuenta de que es posible desear de verdad que los demás sean felices, sin considerar su relación con nosotros. La meditación comienza visualizando a tus padres y parientes junto a ti y a todos los restantes seres, alrededor tuyo. Este es un método tradicional tibetano para aumentar nuestra motivación de la bodichita, y asume que los practicantes se llevan bien con su familia. Sin embargo, esto no es siempre cierto para todo el mundo, y pensar en tu madre, padre, o en otros miembros de la familia puede hacer surgir la ira o la ansiedad, más que el amor y la compasión. Si este fuera el caso, no es necesario que pienses en estas personas –o bien puedes dejarlos por ahora, o colocarlos frente a ti, entre tus “enemigos”–. Sin embargo, sí que es importante que al final solucionemos cualquier problema que tengamos con los demás, especialmente con nuestra familia inmediata, para progresar adecuadamente en el sendero del desarrollo espiritual. De modo que, cuando sientas el suficiente coraje y fuerza para trabajar con estos problemas, puedes hacerlo empleando meditaciones tales como la de la ecuanimidad, la de la compasión y tratar con la energía negativa. Pero ten paciencia; a veces puede llevar varios años de práctica resolver tales problemas, y si las emociones son muy profundas y dolorosas, también podrías necesitar ayuda profesional. Algunas meditaciones como aquellas basadas en la respiración y en la vacuidad, consisten en meditar en un objeto. Otras meditaciones, como aquellas del amor y la compasión, transforman la mente en el objeto en el que estamos meditando. Por lo que lo ideal sería que, al hacer esta meditación, nuestra mente experimentara de verdad el amor. Sin embargo, esto es algo que normalmente lleva tiempo y práctica, así que no te frustres si

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al principio no sientes nada. Es suficiente con pensar y decir “Ojalá seas feliz, etc.”. Cuando tu mente se familiarice con estas palabras, al cabo de un tiempo el sentimiento de amor surgirá de manera natural.

La práctica Siéntate cómodamente. Relaja el cuerpo y la mente y deja que todos los pensamientos y preocupaciones se calmen. Observa con atención plena tu respiración hasta que estés calmado y tu conciencia esté aquí y ahora. Piensa que estás haciendo esta meditación para el beneficio tanto de ti mismo como de los demás: para generar una energía más positiva y bondadosa en tu mente y para enviarla a los demás, al mundo. Empieza imaginando que todos los seres vivientes te rodean. Tu padre a tu derecha, tu madre a tu izquierda y los demás parientes y amigos, detrás de ti. Visualiza frente a ti a los que no te gustan o te hacen daño. En todas direcciones hasta el horizonte, se extienden todos los demás seres. Siente que están todos ahí en forma humana, sentados tranquilamente, como tú. Permanece relajado, no te sientas rodeado o tenso e imagina que una sensación de armonía y paz les invade a todos. Considera lo hermoso que sería para ti y para los demás, si pudieseis amar a todos estos seres. Piensa que, como tú, todos desean ser felices y evitar el sufrimiento, y que tratan de hacer de sus vidas lo mejor, incluso aquellos que son irascibles y violentos. Genera un sentimiento de amor en tu corazón. Podrás hacerlo pensando en alguien a quien amas y dejando que surjan tus buenos sentimientos naturales hacia esa persona. Puede que te resulte agradable imaginar tu amor como una luz cálida y muy brillante, no física, sino como una energía pura y positiva que brilla en tu corazón. Antes de poder amar de verdad a los demás, necesitas amarte a ti mismo y esto significa aceptarte tal como eres, con tus faltas y defectos, y reconocer que tienes el potencial para liberarte de todos tus problemas. Por tanto, desea para ti toda la felicidad y bondad que pueda existir. Imagina que esta energía afectuosa de tu corazón se extiende hasta llenar completamente tu cuerpo y mente. Si tienes el hábito de ser crítico o enfadarte contigo mismo, llevará tiempo cambiarlo, por lo que probablemente no sentirás amor por ti mismo de una manera espontánea. Pero si te dices: “Que pueda ser feliz; que pueda tener lo que necesito para ser feliz, sentirme seguro, amado y satisfecho” y demás, entonces estos pensamientos y sentimientos crecerán progresivamente y se volverán reales. Por ahora es suficiente pensar de esta manera y decirte a ti mismo estas palabras… Ahora medita en el amor hacia los demás. Empieza con tu familia y amigos más cercanos sentados cerca de ti. Pronuncia mentalmente palabras como: “Que podáis ser felices. Que podáis tener lo necesario para ser felices, sentiros seguros, amados y satisfechos. Que todos vuestros pensamientos sean positivos y vuestras experiencias buenas. Que os veáis libres de los problemas, la enfermedad y la tristeza. Que vuestras vidas sean largas y pacíficas y alcancéis rápidamente la iluminación”. Imagina la cálida y luminosa energía radiando de tu cuerpo, tocándolos y colmando sus cuerpos y mentes, aportándoles la felicidad que desean. Insisto, no te preocupes si en realidad no sientes el amor; es suficiente con decir estas palabras y pensar esta clase de pensamientos. Con el tiempo, el sentimiento llegará.

A continuación piensa en algunas personas a las que no estás tan unido. Pueden ser personas con las que trabajas, vecinos, vendedores del supermercado, conductores de la carretera. Reflexiona sobre la idea de que ellos, al igual que tú, quieren ser felices, y merecen ser felices. Intenta sentir que deseas para ellos la felicidad, pensando: “Que puedan ser felices. Que puedan tener lo que necesitan para sentirse felices, seguros, queridos y satisfechos. Que todos sus pensamientos sean positivos y todas sus experiencias buenas. Que se vean libres de los problemas, la enfermedad y la tristeza. Que sus vidas sean largas y pacíficas y que alcancen rápidamente la iluminación”. Después envía la energía radiante de amor desde tu corazón hasta alcanzarlos e imagina que experimentan la felicidad que desean. Dirige tu atención hacia la gente que está frente a ti, con la que tienes dificultades. Piensa que ellos también necesitan y merecen nuestro amor. Siente el deseo de que se liberen de la confusión, la ira y el egoísmo que les lleva a actuar como lo hacen. Desea de verdad que encuentren la paz interior, la felicidad y, al final, la iluminación. Piensa, e intenta sentir sinceramente: “Que podáis ser felices. Que podáis tener todo lo necesario para ser felices, sentiros seguros, queridos y satisfechos. Que todos vuestros pensamientos sean positivos y todas vuestras experiencias buenas. Que os veáis libres de los problemas, la enfermedad y la tristeza. Que vuestras vidas sean largas y pacíficas y que alcancéis rápidamente la iluminación”. Imagina la energía radiante de amor fluyendo desde tu corazón hasta ellos y que puedan experimentar la felicidad que desean. Continúa enviando tus sentimientos positivos y afectuosos a toda la gente que te rodea. El amor es una fuente ilimitada de buena energía, por tanto, ¡no te preocupes por si puede agotarse! Abre totalmente tu corazón e imagina que tu amor se derrama en todas direcciones, alcanzando a todos los seres que se sienten solos, enfermos, hambrientos, confusos, oprimidos, frustrados y asustados. Su sufrimiento desaparece y sus mentes se tornan apacibles, claras y plenas de felicidad pura. Deséales todas las buenas experiencias, desde la satisfacción de sus necesidades inmediatas y deseos, hasta la misma iluminación. Concéntrate en ese sentimiento de amor tanto como te sea posible. Concluye la sesión pensando que definitivamente tienes el potencial para amar a todos, incluso a los que te fastidian o hacen daño y a los que no conoces. Genera un deseo intenso de trabajar con tu ira, tu impaciencia, tu egoísmo y otros obstáculos que te impiden despertar ese amor. Mantener la mente abierta y tratar de superar las actitudes perjudiciales del ego dejará un gran espacio en tu corazón para que se desarrolle el amor puro y universal y, por tanto, tu felicidad y la de los demás. Dedica, al final, la energía positiva de tu meditación a todos los seres, para que puedan encontrar la felicidad y la iluminación.

10. Meditación sobre la compasión y el “Tong-len” (dar y recibir)

ong-len significa dar y recibir. Es una meditación basada en una serie de enseñanzas y

T prácticas conocidas como transformación del pensamiento (en tibetano: lojong). La idea

subyacente es que podemos transformar nuestros pensamientos egoístas, engañosos, y destructivos en pensamientos bondadosos, compasivos y beneficiosos para los demás. Hacer esto naturalmente no sólo es bueno para los demás, sino también para nosotros mismos –nos sentiremos más felices, satisfechos, positivos y en paz–. El objetivo último de la práctica es alcanzar la iluminación, en cuyo estado podemos hacer que nuestra existencia sea lo más beneficiosa posible para los demás. Un aspecto de las enseñanzas que transforman el pensamiento es aprender a cómo utilizar los problemas y las dificultades en el sendero espiritual. Normalmente nos disgustan los problemas y hacemos todo lo posible para vernos libres de ellos rápidamente. Pero los problemas no son problemáticos en sí mismos; depende de cómo los consideremos y manejemos. Con la correcta comprensión y los métodos adecuados, podemos convertir los problemas en algo útil, de la misma manera en la que reciclamos la basura o la convertimos en fertilizante para nuestro jardín. Por ejemplo, estar atrapados en un atasco de tráfico es un problema si nos permitimos impacientarnos, pensando en todas las cosas que podríamos estar haciendo en vez de estar inmersos en tal situación. Pero si reconocemos la futilidad de tales pensamientos, y en vez de eso los empleamos para meditar en las cosas positivas, recitar mantras o escuchar una enseñanza espiritual, entonces la situación se transforma en práctica espiritual. Tong-len es uno de esos métodos para transformar los problemas. La idea básica del tong-len es que meditamos en el amor y la compasión, generando el deseo de que los demás sean felices y se vean libres del sufrimiento, y después imaginamos tomar el sufrimiento de los demás para darles nuestra felicidad. A veces las personas sienten esto de manera natural; por ejemplo, los padres cuando ven que sus hijos sufren una enfermedad, o las personas que trabajan rescatando a otros, que desean arriesgar sus propias vidas para salvar a los demás. Pero todos nosotros podemos generar tales sentimientos de coraje, al familiarizarnos con las meditaciones del amor y la compasión. También puede ser útil familiarizarse con la meditación sobre la vacuidad, para debilitar nuestro habitual aferramiento al ego que consideramos real, permanente y que existe de manera independiente. En la forma completa de esta meditación, imaginamos tomar el sufrimiento y las causas del sufrimiento –engaños y karma– de todos los seres sensibles, y ofrecerles toda nuestra felicidad, riqueza, buen karma, etc. Normalmente la práctica se lleva a cabo en combinación estrecha con la respiración: mientras inspiramos, imaginamos tomar el sufrimiento y sus causas, y éstas aniquilan nuestro egoísmo y otros engaños; y mientras espiramos, imaginamos que damos nuestra felicidad y amabilidad, y éstas se convierten en todo lo que los demás necesitan para ser felices y dichosos.

Al principio, no obstante, muchas personas pueden no sentirse preparadas o capaces de tomar el sufrimiento de los demás. “Ni siquiera puedo lidiar con mis problemas; ¿cómo podré tomar el de cualquier otro ser?”. Por ello, es aconsejable practicar primero con tomar nuestro propio sufrimiento. Cuando nos familiaricemos más y nos sintamos más cómodos con ello, podremos tomar los problemas y sufrimientos de los demás de una manera gradual, empezando con los de las personas que amamos y de las que cuidamos, después el de los extraños –personas que nos son más distantes– y al final el de nuestros “enemigos”. El propósito del tong-len no es centrarnos en el sentimiento de un ‘yo’ tomando el sufrimiento, y un ‘yo’ dando felicidad. En vez de eso, debemos centrarnos en las otras personas que se ven libres de su sufrimiento, que reciben toda la felicidad que necesitan y que desean, y sentirnos dichosos y satisfechos al ser capaces de conseguir todo esto. Además, la meditación consiste en imaginar llevarnos el sufrimiento de los demás y aportarles felicidad; excepto en casos muy raros, no es posible que esto se lleve a cabo. Por lo que el propósito de la meditación es entrenar nuestra mente en el amor, la compasión y la bodichita, y crear las causas para alcanzar la iluminación, en cuyo estado somos realmente capaces de ayudar a los demás para ayudarlos a liberarse del sufrimiento y para que puedan alcanzar la paz y felicidad duraderas. Aquí se presentan dos versiones sencillas del tong-len. La primera consiste en tomar uno de tus propios problemas para beneficio de los demás, y es particularmente útil para aquellos que no se sienten preparados para tomar el sufrimiento de los demás en primera instancia. Esta meditación es muy eficaz porque, un error que normalmente solemos cometer, es que cuando tenemos un problema, nos obsesionamos con él, como si fuésemos la única persona en el planeta que tuviera tal problema; como si no hubiese nada más en el mundo, nada positivo, más que nuestro problema. Ese pensamiento obsesivo convierte en una montaña un grano de arena. Nuestro problema puede no ser tan malo, pero es nuestra manera de contemplarlo la que hace que lo veamos inmenso, sólido y permanente, como si fuera a estar ahí para siempre. Al reconocer que los demás también tienen problemas, y que algunos los tienen mucho peores, percibimos el nuestro como si fuera un grano de arena, mucho más fácil de solucionar. Eso mismo ya nos da una sensación de alivio, y el problema hasta podría desaparecer por completo. Pero ¡no lo esperes! Las expectativas son obstáculos para lograr el éxito en la meditación. La meditación abrirá nuestro corazón e incrementará nuestra compasión, nuestro amor y nuestra buena voluntad para ser más útiles a los demás. En la segunda versión del tong-len se toma el problema o sufrimiento de alguien más. Tal vez prefieras acostumbrarte primero a la primera versión, antes de aventurarte con la segunda; o puede que te sientas cómodo haciendo las dos, una detrás de la otra; a lo mejor prefieres saltarte la primera e ir directamente a la segunda. No hay una regla escrita: haz lo que mejor te funcione.

La práctica Siéntate cómodamente con la espalda recta, y relaja tu cuerpo. Relaja la mente centrándote en el presente, dejando fluir los pensamientos del pasado, del futuro, de otros lugares, personas y demás. Prestar atención a la respiración durante unos minutos te

ayudará a fijar la mente en el instante presente, en el aquí y en el ahora… Cuando tu mente esté más calmada, genera una motivación altruista, positiva, para hacer esta meditación. Por ejemplo, puedes pensar: “Voy a hacer esta meditación para incrementar mis pensamientos positivos –de compasión, amor y deseo de ayudar a los demás– para que así, tanto mi vida como las cosas que hago, sólo sean beneficiosas para los demás y nunca los dañen”. Emplea algún tiempo meditando en los siguientes puntos para preparar tu mente para la meditación tong-len: Todos los seres quieren ser felices. Tienen necesidades básicas –de comida, cobijo, comodidad, sentirse queridos y a salvo– y tienen cosas que desean; amigos, posesiones, un empleo satisfactorio, etc. Todos los seres también desean verse libres de cualquier clase de dolor y problema… Ve hacia el interior de tu corazón, y entra en contacto con este sentimiento fundamental que compartes con todos los demás seres. Reconoce que cualquier cosa que haces en la vida está motivada por el deseo de ser feliz y de evitar cualquier problema. Lo mismo ocurre con los restantes seres… Y no sientas que hay algo erróneo en pensar de esta manera: todos nosotros merecemos ser felices y vernos libres del dolor… Luego pregúntate a ti mismo: “Si todos somos iguales, pues queremos lo mismo, estar en paz, felices y satisfechos, y no experimentar infelicidad, dolor o problemas, entonces ¿es correcto que sólo me ocupe de mi felicidad y mis problemas?”… Y comprueba: ¿Cuál es el resultado de esa actitud egoísta? ¿Te aporta la felicidad que quieres, y evita que experimentes los problemas que no quieres? Intenta reconocer que el egoísmo es contraproducente, y cultiva el deseo de estar menos centrado en ti mismo, y sintiendo más amor y afecto hacia los demás. Realmente es posible transformar tu mente de esta manera, y un método que puede ayudarte a conseguirlo es la práctica de tong-len…

Tong-len con nuestros propios problemas Empieza la práctica de tong-len pensando en un problema que te esté perturbando en la actualidad. Si no estás tan familiarizado con esta práctica, es mejor que empieces con un problema de tamaño pequeño o medio, en lugar de comenzar con el mayor de todos. Puede ser un problema físico –un dolor o un sentimiento incómodo, o una enfermedad– o algo emocional, como un estado de tristeza, dolor o soledad. Deja que el problema surja en tu mente, y siente cuán doloroso es, y cómo tu mente quiere echarlo fuera... Luego piensa: “No soy la única persona en el mundo que está experimentando un problema como este. Hay otros muchos…”. Piensa en las otras personas que podrían estar experimentando lo mismo o un problema similar, alguno que incluso supere en grado al tuyo. (Por ejemplo, si has perdido a algún ser querido, piensa en alguien que haya perdido a muchos seres queridos, en una guerra o un desastre natural). Genera compasión por ellos, piensa y siente realmente: “Qué maravilloso sería si todas estas personas se vieran libres de su sufrimiento”. Después toma la decisión de aceptar o tomar tu propia experiencia de este problema con el deseo compasivo de que al hacerlo así, todas esas otras personas se verán libres de su sufrimiento. Deja que se disipen tu resistencia, tu miedo y tu aversión hacia tu problema, y permite que tu mente descanse con una aceptación suave y tranquila del mismo…

Cuando estés más cómodo y familiarizado con esta práctica, puedes usarla para tratar con problemas más graves del presente y con los que probablemente afrontarás en el futuro.

Tong-len con los problemas de otra persona Imagina frente a ti a alguien que conozcas y ames y que sepas que está sufriendo. Ponte tú mismo en su situación, e intenta sentir realmente el sufrimiento que está experimentando y cómo desea verse libre del mismo… Siente qué maravilloso sería si pudiese verse libre de todos sus sufrimientos y problemas. Después genera el coraje para tomar su sufrimiento sobre ti. Visualiza que tus engaños como el egoísmo, la ira y los celos tienen la forma de una sólida roca negra en tu corazón. Luego visualiza el sufrimiento de tu ser querido en la forma de un humo denso y negro, flotando fuera de su cuerpo. Mientras inspiras, imagina que tomas este humo denso, de sufrimiento, en ti mismo. Llega a tu corazón, es absorbido por la piedra del egoísmo y los engaños, y ésta se destruye. Tanto la roca como el sufrimiento, el tuyo y el de la otra persona, desaparecen. Siente una sensación de gozo por el hecho de que esa persona está ahora libre de su sufrimiento y de problemas... Al espirar, expulsa tu felicidad, tus cualidades positivas y méritos en la forma de luz brillante. Imagina que se transforma en aquello que aporte paz y gozo mental a esta persona: cosas materiales, amor y amistad, cualidades internas como el amor, la compasión, el coraje y la ecuanimidad. Imagina que todas sus necesidades y deseos se ven colmados, que su mente se queda llena de paz, felicidad, y de todo el conocimiento y cualidades del sendero espiritual. Permite que tu mente descanse por algún tiempo en un sentimiento de alegría, por el hecho de haber sido capaz de ayudar a tu ser querido de esta manera. A medida que te vayas familiarizando más y más con esta meditación puedes practicarla con tus amigos, con parientes, después con las personas que te son extrañas, y al final incluso con aquellas que te disgustan. Cuando quieras concluir la meditación, recuerda la motivación con la que la empezaste, y dedica la energía positiva de realizar la meditación al logro de la felicidad y la iluminación de todos los seres sensibles.

11. Cómo tratar con la energía negativa onforme se desarrolla nuestra atención plena, nos vamos volviendo más sensibles a los estados mentales negativos como la ira, la irritación, el orgullo, la depresión, etc. ¿Por qué se les considera “negativos”? No es que la ira o el deseo sean malos inherentemente y debamos sentirnos avergonzados cuando surgen. Son negativos porque constituyen engaños –concepciones distorsionadas que dibujan un cuadro falso de la realidad– y debido a ello, conducen a la infelicidad, la confusión y a toda clase de problemas. Pero con la correcta comprensión y las herramientas adecuadas, cada experiencia que surge en nuestra mente, tanto negativa como positiva, puede ser un paso constructivo en el sendero. La causa principal de las emociones negativas es la falsa noción de existencia inherente, asible y sólida que atribuimos a cualquier cosa. Esta concepción errónea da origen al apego hacia todo aquello que aparece placentero, aversión o ira hacia lo que se nos presenta como desagradable o doloroso, y una ignorancia indiferente con respecto a todo lo demás. Así, nuestra mente divide todo el mundo en amigo, enemigo y extraño. Y estas tres toxinas mentales se extienden y dan lugar a todos nuestros restantes estados mentales negativos. Sin embargo, como todas tus experiencias, las emociones negativas son transitorias, no son fijas ni concretas. Son sencillamente energía mental, como el amor y la alegría, cuya naturaleza es clara y pura. Algunas veces puedes sentirte dominado por ellas y dudar que puedas controlar totalmente tu mente. No te preocupes. Los engaños vienen y se van de la mente; los engaños no son tú. Normalmente o bien nos identificamos totalmente –por ejemplo, con la ira– sin ninguna claridad o entendimiento, o bien lo reprimimos por completo, rehusando reconocer lo que está pasando. Ambas posturas –estar atrapados en la emoción, o suprimirla– son poco prácticas y lo único que hacen es empeorar las cosas. Una postura más práctica es reconocer honestamente la presencia de la emoción, dar un paso atrás y observarla de una manera desapegada, en el calmo y espacioso marco de la meditación. Con atención plena y la conciencia de su naturaleza –se trata tan sólo de una experiencia momentánea en nuestra mente, no algo sólido ni fijo, y que ni mucho menos constituye lo que yo soy– podremos ser capaces de dejarla ir y de que salga de nuestra mente. Pero “dejarla ir” no siempre es fácil, especialmente si la emoción es un hábito o es muy intensa. Si ese es el caso, podemos usar uno o más de los métodos explicados más adelante para analizar la emoción y ver cuán errónea es, y para transformar nuestro estado mental en uno más realista y positivo. Tratar con la ira o con cualquier otra emoción negativa de esta manera se convierte en una experiencia beneficiosa y de la cual podemos aprender algo. Pero para algunas personas, o para algunos problemas, puede resultar difícil “ser nuestro propio terapeuta”. Analizar y transformar una emoción poderosa como la ira requiere una ingente cantidad de habilidad y sabiduría. De modo que, si encuentras difícil hacerlo por ti mismo, puedes buscar la ayuda de un maestro espiritual, un buen terapeuta, o de un amigo sabio y bondadoso.

C

Nadie más puede cambiar tu mente –eso es algo que sólo tú puedes hacer– pero hablar con los demás puede aportarte nuevas ideas útiles y perspectivas con las que trabajar. Los métodos explicados en este capítulo son formas prácticas para tratar con el apego, la ira, la depresión y el miedo. Un primer paso importante al trabajar con las emociones es reconocerlas e identificarlas. A veces nuestra mente es como una espesa jungla de pensamientos y emociones perturbadoras; puede resultar difícil ver qué está pasando en realidad. Con atención plena, honestidad e inteligencia discriminativa, podemos empezar a identificar qué es qué: “Esto es ira; eso es deseo; aquello es miedo”, etc. Una vez que sabemos con lo que estamos lidiando, podremos elegir los métodos apropiados. El segundo paso es tener una actitud saludable y equilibrada hacia las emociones negativas. Las actitudes a evitar incluyen la culpa, el odiarnos o juzgarnos a nosotros mismos, e identificarnos con la emoción, diciendo por ejemplo “Yo soy mi ira”, lo que nos vuelve obsesivos y nos empuja a actuar con dicha emoción. Podemos evitarlas al recordar que los engaños son impermanentes, que vienen y van en nuestra mente como las nubes en el cielo, y que no constituyen nuestra verdadera naturaleza. La naturaleza real de la mente es pura, libre de engaños, como un cielo claro y sin nubes. El siguiente paso es trabajar sobre el engaño a través de la meditación, empleando para ello uno o más antídotos. Si hay en tu mente unas cuantas emociones perturbadoras al mismo tiempo, es mejor empezar con aquella que es más fuerte y problemática; ¡no intentes trabajar con todas ellas a la vez! Cuando hayas controlado la mayor, entonces podrás pasar a la siguiente. Algunos de los métodos explicados aquí ofrecen nuevas formas de contemplar estas emociones, otros presentan nuevas formas de observar el objeto o la situación emocional en el que nos encontramos. No son soluciones mágicas para unos problemas muy difíciles, al fin y al cabo. Tratar con la energía negativa es un trabajo arduo, pero con práctica y paciencia es posible cambiar gradualmente nuestras actitudes, como un primer paso para cambiar el modo en el que actualmente experimentamos a las personas y las situaciones. Si nos familiarizamos con estos métodos en la meditación, será más fácil aplicarlos espontáneamente cuando surja la necesidad. Comienza cada sesión de meditación con una motivación altruista y positiva; después emplea algún tiempo observando tu respiración, para llevar a tu mente a un estado de calma en el que puedas reflexionar objetivamente sobre tus emociones negativas y los antídotos a aplicar.

El apego En términos generales, el apego, también conocido como deseo, consiste en desear algo y no querer separarse de ello. La falsa suposición de que poseer lo que queremos traerá satisfacción es lo que hace que el apego cause problemas. El apego es difícil de detectar, pero es aún más difícil encontrarle faltas. Pensamos que es el camino a la felicidad y a la satisfacción, pero la satisfacción del deseo es una ilusión. El deseo conduce a tener más deseo y no a la satisfacción.

Quizá podemos comprender que el apego al alcohol, a las drogas o al dinero trae problemas en vez de felicidad, pero puede que nos preguntemos qué hay de malo en el apego a las personas. ¿No estaría la vida vacía y carente de sentido sin familia ni amigos? Esta cuestión se plantea porque confundimos el apego con el amor. El apego se preocupa por mis necesidades, mi felicidad, mientras que el amor no es una actitud egoísta y se preocupa por las necesidades y la felicidad de los demás. La mayoría de las veces nuestro amor está mezclado con el apego, ya que no nos sentimos plenos ni seguros, y tratamos de encontrar la plenitud en los demás. Cuando una relación se basa en el apego, inevitablemente surgen problemas. Nos volvemos dependientes de las buenas sensaciones y de la comodidad de esta relación, y sufrimos cuando cambia. La verdadera felicidad duradera sólo podremos encontrarla dentro de nosotros y nunca la lograremos mientras nos apoyemos inútilmente en los demás. Una relación sin aferramiento irreal está exenta de la desilusión, del conflicto, de los celos y de los demás problemas, y será un suelo fértil para el crecimiento del amor y la sabiduría. Superar el apego no significa volvernos fríos e indiferentes. Antes bien, el desapego significa aprender a tener un control relajado sobre nuestra mente, comprender las causas reales de la felicidad y de la satisfacción, lo que nos permitirá disfrutar más de la vida y sufrir menos.

Formas de tratar con el apego 1. Medita en los errores del apego. Examina cuidadosamente la mente que la experimenta. Está excitada y llena de expectativas irreales. Encubre los hechos y las relaciones con fantasías proyectadas. No puede ver las cosas con claridad y es incapaz de emitir juicios inteligentes. ¿Es esto felicidad? Las consecuencias del apego no conducen a la paz ni la satisfacción, sino a la frustración y al desear más de lo mismo. Piensa en el sufrimiento que experimentas al separarte del objeto al que te apegas. Todos conocemos el dolor de las relaciones que no funcionaron y el dolor experimentado por la muerte de un ser querido. Reconoce que el apego no es un estado mental pacífico ni claro y que conduce a la insatisfacción y la infelicidad. Y hacer de él un hábito deja en nuestro continuo mental huellas que nos llevan a experimentar más problemas en el futuro. El apego nubla la mente y nos impide reconocer sus fallos. Es muy importante ser honesto con nosotros mismos, para penetrar su fachada y analizar su naturaleza verdadera. 2. Recuerda que todas las cosas son impermanentes. Por naturaleza, todas las cosas cambian de instante en instante e inevitablemente se deteriorarán. El objeto de tu apego no será siempre atractivo y placentero; visualízalo como viejo, descolorido y desgastado y comprueba que tus sentimientos permanecen intactos. ¿Y cómo te sentirías si terminaras por perderlo completamente? El placer que experimentas es también impermanente. ¿Por cuánto tiempo te sientes realmente satisfecho y contento con cualquier objeto? Cuando reconozcamos que las cosas externas no pueden aportarnos una felicidad y satisfacción duraderas, nuestro apego a ellas también aprenderá, y probablemente las disfrutaremos más.

3. Medita sobre la muerte. Recuerda la inevitabilidad de la muerte y que puede acontecer en cualquier instante. Imagina cómo te sentirás al separarte para siempre de los objetos de tu apego: tus seres queridos, placeres, posesiones... No solo son incapaces de ayudarte en el instante de la muerte, sino que tu apego por ellos perturbará tu mente e impedirá una muerte en paz. 4. El mejor remedio para el apego y el resto de engaños, es reflexionar en la vacuidad. Investiga el ego que experimenta el apego. ¿Cuál es su naturaleza? Intenta localizar este ego aparentemente sólido y real en tu cuerpo o mente. Examina también el objeto del apego. ¿Es esta persona o cosa inherentemente maravillosa y agradable? Si es así, ¿por qué nadie lo aprecia? ¿Puedes ver cómo la mente exagera y se excita con respecto al objeto? Intenta ver que tanto el ego como el objeto al que se aferra están vacíos de existencia; no existen en la manera en la que aparecen: en y por sí mismos. Esto puede sonar bastante poco convincente –especialmente cuando el apego es fuerte–, pero considéralo cuidadosamente. Solo pensar en la vacuidad es útil y nos ayuda a comprender lo que significa, y a disminuir la intensidad de nuestro apego. 5. Si te sientes fuertemente apegado a un cuerpo atractivo (incluyendo el propio), piensa de la siguiente manera. Primero, analiza qué es lo que encuentras tan atractivo. Después penetra mentalmente en la superficie y examina qué yace junto a la piel: la carne, los huesos, los vasos sanguíneos y los órganos. Visualiza las mucosidades, el pus, la sangre, los excrementos y la orina. Imagina todo intensamente y con detalle. ¿Qué es lo que encuentras tan atractivo aquí? Imagina el cuerpo viejo, encorvado y arrugado; ¿dónde está lo bello ahora? La finalidad de este ejercicio no es que te vayas al otro extremo y sientas rechazo por ti mismo o por la persona por la que te sientes atraído. Se trata de ver cómo el apego distorsiona nuestra percepción y exagera las cualidades de las personas o de las cosas. Sencillamente no vemos la realidad tal cual es. Este análisis, por tanto, hace que pongamos los pies en el suelo y nos ayuda a ir más allá de la superficie de nuestra imagen fantasiosa y brillante. 6. Un remedio para el apego a la comida es contemplar el sufrimiento experimentado por todos los seres involucrados en su preparación. Los animales son sacrificados para proporcionarnos carne y pescado; innumerables insectos y pequeños animales mueren durante el cultivo, la fertilización y la fumigación de los cereales, la fruta y las verduras que comemos. Recuerda el duro trabajo de los agricultores, los pescadores, los recolectores de fruta, los trabajadores de las fábricas, los conductores de tractores, los vendedores y los cocineros. Intenta comer con conciencia, apreciando la amabilidad y el sacrificio de todos estos seres.

La ira

Opuestamente al apego, que es el deseo de no separarse de alguien o de algo, la ira es la actitud de desear separarse o desear dañar. La mayoría de las veces, la ira se dirige hacia otras personas, pero también podemos enfadarnos con nosotros mismos o con objetos inanimados. La ira abarca desde una sensación de irritación por la forma que alguien tiene de beber té, por ejemplo, hasta el odio que conduce a la violencia física o al asesinato. Normalmente está asociada al apego. Como señaló un maestro, la ira es la respuesta que surge cuando el apego no obtiene lo que quiere. La ira es lo opuesto a la paciencia, a la tolerancia y al amor. Es una idea deformada, una forma equivocada de reaccionar frente a las cosas, un engaño que sólo proporciona problemas e infelicidad y no los resultados que se desean. Perturba la mente y hace que dañemos a los demás con nuestras acciones y palabras, y no es una forma inteligente ni hábil de reaccionar en ninguna situación. La paciencia, que es lo opuesto a la ira, es un estado mental muy beneficioso porque nos permite aceptar las dificultades con el mínimo sufrimiento. La paciencia necesita ser aprendida y la forma de desarrollarla es practicando los remedios para la ira. Los inconvenientes de la ira son más fáciles de reconocer que los del apego; no obstante, la ira es muy difícil de tratar. Parte del problema radica en que no queremos ni siquiera reconocerlo o, si lo reconocemos, no admitimos que es un defecto. Quizá queremos ser apacibles y amables, pero en nuestros esfuerzos por conseguirlo, probablemente reprimimos los sentimientos de disgusto, enojo y resentimiento, los aspectos más sutiles de la ira. Esto no es una solución. Las emociones aún están ahí, amenazando desde debajo de la superficie de la mente, poniéndonos tensos y nerviosos y afectando a los demás. Otra equivocación consiste en considerar la ira como una energía natural que no debe ser reprimida, sino expresada siempre que surja. Esto puede aliviarnos de la tensión inmediata de las emociones y parecer así una forma hábil de manejar la ira; pero tampoco es una solución. Sólo necesitamos observar los efectos a corto plazo –lo que nos perturba a nosotros y a los demás– y a largo plazo –el enfadarnos habitualmente–, para ver que no es ni útil ni inteligente dejarse llevar por la ira. La forma hábil de tratar la ira es reconocerla cuando surge, mantenerla en la mente y tratarla allí. Darse cuenta de ella en el instante en que aparece, es suficiente para mitigar su energía en gran medida. Entonces deberemos examinar la emoción desde diferentes ángulos: ¿Cuáles son sus causas?, ¿qué esperamos conseguir con ella?, ¿cómo veremos la situación? Una comprensión clara de la ira nos proporcionará un control sobre ella más firme, porque cuando vemos cuán irrazonable es, nos sentimos menos dispuestos a dejarnos llevar por ella. La ira distorsiona la visión de las cosas. Así pues, tras examinarlo, deberemos aplicar un antídoto, como los métodos que se explicarán, para llevar nuestra mente a una visión más realista y correcta. Sin embargo, esto no es fácil. La energía de la ira es muy potente y no tenemos el hábito de tratar de controlarla y transformarla. Nos será de ayuda utilizar esos métodos una y otra vez en meditación, trabajando con experiencias anteriores de enfado o con situaciones imaginadas; así, cuando aparezca la ira en las relaciones cotidianas, podremos traer a la mente los conocimientos que hayamos desarrollado en las sesiones de práctica, y evitaremos el dejarnos llevar por el viejo y familiar camino de enfadarnos.

Por supuesto, no siempre lo conseguiremos. A veces pasan minutos, horas o días antes de darnos cuenta de que nos hemos enfadado y hemos herido a alguien, pero nunca es tarde para actuar. Siéntate, recuerda la situación, reconoce lo que se hizo mal y descubre cómo evitar que se repitan los mismos errores. También podemos hacer una práctica de purificación para remediar el karma creado, y disculparnos ante la persona que herimos. Estas prácticas también pueden ayudarnos para resolver problemas que sufrimos años antes. No hay razón para desanimarse si la ira continúa surgiendo con fuerza; se tarda tiempo en romper los fuertes hábitos. Lo más importante es querer y tratar de trabajar en ello.

Formas de tratar con la ira 1. Medita en los errores y desventajas de la ira, para convencerte de que es más dañina que beneficiosa, y que por ello, no es algo que quieras consentir. En primer lugar, observa los efectos inmediatos de la ira en tu mente y cuerpo. ¿Cómo es estar airado? ¿Está tu mente feliz y en paz, o perturbada e infeliz? ¿Eres capaz de pensar con claridad y de tomar decisiones inteligentes, o tu pensar se ha vuelto confuso e irracional? Y, ¿cómo afecta esto a tu cuerpo? ¿Te sientes calmado y relajado, o agitado y tenso? Estudios científicos han demostrado que la ira es una causa significativa en relación a la aparición de determinados problemas de salud, como las enfermedades cardíacas y el cáncer, así como la muerte prematura. ¿Cómo afecta la ira a las personas que te rodean? Si expresas tu ira en palabras y acciones, ¿cuál es el resultado? Puede ocasionar el que hagas daño a personas que quieres y un daño irreparable en las relaciones con los seres queridos. Pero incluso la ira dirigida a tus “enemigos” –aquellos que piensas que merecen sufrir– puede retornar a ti más tarde. Por tanto, ¿es esa la manera más sabia de tratarles? Existen otros efectos más sutiles y menos obvios de la ira en nuestra psique. En términos del karma, enfadarnos deja huellas en nuestro continuo mental que podrían acarrear experiencias dolorosas en el futuro –o sea, más sufrimiento–. Y además, destruye una gran cantidad del buen karma que tanto trabajo nos ha costado acumular. Es un obstáculo de primer orden para el cultivo de cualidades positivas como el amor, la compasión, la sabiduría, y para progresar en el sendero espiritual… Reconoce los resultados dañinos de la ira, y no permitas que tu mente se deje dominar por ellos, aprendiendo, por contra, maneras para calmarla. 2. Recuerda la ley de causa y efecto. Si alguien te hace daño de alguna forma, abusando de ti, siendo hostil contigo, engañándote, robándote o destrozando tus cosas, y parece que no te lo mereces, investígalo de nuevo. Según el budismo, cualquier infortunio es el resultado de acciones dañinas que hemos hecho en el pasado, en esta y en otras vidas. Cosechamos lo que sembramos. Cuando podamos ver nuestros problemas bajo esta luz, seremos capaces de aceptarlos y tomar la responsabilidad con respecto a ellos, antes que echar la culpa a los demás. Además, si entendemos que enfadarnos y tomar represalias sólo nos acarreará más problemas en el futuro, tomaremos la determinación de ser más pacientes y más cuidadosos con respecto al karma que creamos.

3. Otra forma de tratar con gente que te hace daño es ponerte en su lugar y tratar de ver la situación desde su punto de vista. ¿Qué les hace actuar de esa forma? ¿Su estado mental es apacible y feliz, o confuso, miserable y descontrolado? Ellos son humanos como tú, con problemas y preocupaciones, tratan de ser felices y de hacer lo mejor con sus vidas. Recuerda tus propias experiencias de ira y crueldad para hacerte una mejor idea de lo que está pasando. Considera también cuál será el resultado si continúan actuando de manera errónea y engañosa. ¿Estarán felices y satisfechos, o sólo crearán más problemas y sufrimiento para ellos mismos? Si realmente comprendemos la confusión y el dolor de los demás, será menos probable reaccionar con ira –lo cual sólo les traería más sufrimiento– y más probable el tratarlos con compasión. 4. Las enseñanzas budistas dicen que no veríamos las faltas en los demás si no las tuviésemos en nosotros mismos. Las otras personas son de hecho como espejos, mostrándonos lo que necesitamos trabajar en nosotros mismos. Revisa exactamente qué es lo que te disgusta o lo que te enfada de la otra persona. Después obsérvate y comprueba si puedes encontrar lo mismo, o algo semejante. Puede que sea obvio: tal vez recuerdes haber hecho lo mismo anteriormente, o darte cuenta de que tienes el mismo mal hábito. Pero en algunos casos, necesitarás profundizar más –pudiera ser una cualidad que hayas suprimido hace tiempo, al considerarla errónea o inaceptable–. Y es ahí donde yace el problema: porque no aceptas esa parte de ti mismo, no puedes aceptarla en los demás y te enfadas cuando la ves. La solución es aprender a aceptar ese comportamiento o cualidad en ti mismo. Pero “aceptar” no significa tolerar, y pensar que puedes ser de esa manera todo lo que quieras. Significa ser honesto y reconocer la existencia de esa falta, pero al mismo tiempo saber que puedes trabajar en su disminución, para al final vencerla. Aceptar y ser más compasivos con nuestros propios defectos nos permitirá aceptar y mostrar más compasión por los defectos de los demás. 5. Es más probable que la ira surja en nuestra mente cuando estamos infelices o insatisfechos. Si te das cuenta de que te estás enfadando e irritando con demasiada facilidad, siéntate y comprueba qué está pasando en los niveles más profundos de tu mente. ¿Estás insatisfecho por algo? ¿Hay aspectos infelices o pensamientos críticos acerca de ti mismo o de determinados aspectos de tu vida? ¿Te estás centrando más en los aspectos negativos de las cosas que en los positivos? Si este es el caso, la meditación para apreciar nuestra vida humana (página 65) constituye un buen remedio para ello. En verdad existen buenas cosas en relación a ti mismo y a tu propia vida, y si prestas más atención a las mismas, tu mente gozará de un estado más feliz y satisfecho, y será menos probable que reacciones con ira, aun cuando acontezcan los problemas más graves. 6. Cuando surja la ira, vuelve la atención a tu interior e investiga el ego que está experimentando la ira. Analiza dónde y cómo existe. Aplica cualquier comprensión de la vacuidad que tengas. Investiga también el objeto de tu ira. ¿Existe en esa manera sólida y definida como aparece ante ti? Si la persona con la que estás enfadado es realmente tan

mala y desagradable en sí misma, independientemente del modo en que la percibes, entonces aparecería también así a cualquier persona. ¿Es eso cierto o hay personas que la quieren y la admiran? Intenta ver que la situación en la que te encuentras es como un sueño: aunque parezca muy real en ese instante, mañana aparecerá distante y descolorida, un simple recuerdo. 7. Normalmente, las situaciones difíciles son las más productivas en términos del desarrollo espiritual. Así, alguien que hace surgir en nosotros nuestra ira, nos está dando una oportunidad para aprender que aún tenemos trabajo que hacer. Puede que pensemos que hemos hecho un gran recorrido a la hora de comprender y controlar nuestra mente y que estamos bastante en paz ahora mismo... Pero, de repente, aparece de nuevo la ira. Por tanto, cuando las personas hacen que nos enfademos, nos están dando una oportunidad para ver dónde estamos, y para que empleemos todos nuestros conocimientos para aumentar nuestra paciencia. Medita en esto y fortalece tu determinación para comprender tu ira, controlarla y aprender a reaccionar ante ella con paciencia. Te beneficiará a ti y a los demás. 8. Piensa en los puntos de la meditación sobre la muerte. La muerte puede acontecer en cualquier instante, por lo que es un sinsentido aferrarse a las diferencias que tengas con otra persona. Morir con una ira no resuelta provoca estragos en tu mente y hace que sea imposible morir en paz. La otra persona podría morir en cualquier instante también. ¿Cómo te sentirías si esto ocurriese antes de poder resolver los problemas que tengáis entre los dos? Tú, la otra persona y vuestra relación desapareceréis. Vistos bajo esta luz, ¿los problemas son tan importantes en realidad? ¿Valen algo la angustia e infelicidad que causan? 9. Después de haber obtenido algún control sobre la ira a través de estos métodos, puede que quieras trabajar sobre el desarrollo del amor. Una manera para hacerlo es practicando la meditación sobre el amor, visualizando frente a ti a la persona que te ha hecho enfadar y haciendo un esfuerzo especial para reconvertir tus sentimientos hacia ella. 10. Todos los métodos explicados arriba consisten en meditar para intentar tratar la ira en nuestro interior; también es posible resolver un conflicto hablando con la otra persona. Pero en esto hemos de andar con cuidado. En primer lugar, tenemos que considerar si la otra persona querría o no abrirse a tal conversación y si aportaría resultados positivos. En segundo lugar, deberíamos repasar nuestra motivación muy cuidadosamente: ¿de veras queremos resolver nuestras diferencias con esta persona y alcanzar una mayor comprensión? ¿O solo queremos expresar cuán irritados estamos o conseguir una victoria? Si empezamos discutiendo el problema con el deseo de hacer daño, o con expectativas y demandas, la comunicación no tendrá lugar. Así que necesitamos ser muy claros en relación a nuestras intenciones y muy sinceros y honestos al explicar nuestros sentimientos. Esta clase de conversación abierta es muy poderosa y puede transformar enemigos en amigos.

Es cierto que, algunas veces, la ira es tan fuerte que la última cosa que te apetece hacer es meditar. Pero al menos, debes tratar de evitar que la emoción te domine, grites o te pongas violento. Puedes intentar algún método para liberar tu energía sin hacer daño a la otra persona, sin volverte completamente insensible, como una piedra o una madera, hasta que tu ira se haya apaciguado. Después, cuando tu mente esté más tranquila, puedes meditar en el problema y aplicar uno de los antídotos. Un problema recurrente, como enfadarnos con alguien con quien vivimos o trabajamos, puede tratarse de manera más efectiva si pensamos en la situación en el transcurso de la meditación y planeamos qué decir y hacerlo la próxima vez que tenga lugar. De esa manera, estamos mejor preparados y será menos probable que nos coja desprevenidos.

La depresión Existen varias formas de depresión. Algunas son breves y acontecen debido a problemas como la pérdida, la enfermedad o por no obtener algo que queremos; otras son más duraderas, y pueden estar ocasionadas por factores biológicos o genéticos. La meditación puede ser útil para algunos casos de depresión; sin embargo, para aquellos severos o muy duraderos, pueden requerir un tratamiento médico o terapéutico. La depresión es un estado mental nebuloso, difícil y triste, egocéntrico y falto de energía positiva. A menudo incluye también odio hacia uno mismo, ser muy crítico con uno mismo y otros patrones de pensamiento negativos. No es realista, pues exagera y hace hincapié en el lado negativo de las cosas, ignorando con ello el positivo; percibe siempre la botella medio vacía, en lugar de medio llena. La depresión normalmente se centra en mi problema y lo infla desproporcionadamente. Los pensamientos dan vueltas y vueltas hacia abajo; sentimos que no hay solución, que nuestra situación no puede mejorar. Sentimos lástima de nosotros mismos viendo al ego como el centro de una historia triste, y no tenemos ninguna energía para compartir con los demás. No sólo nos cuesta ocuparnos de nosotros mismos, sino que arrastramos a los demás hacia abajo con nosotros. Todos tenemos la tendencia a deprimirnos de vez en cuando. No somos perfectos y la vida no va siempre sobre ruedas. Cometemos errores y no tenemos control sobre lo que nos viene. Cuando somos incapaces de aceptar con alegría estos problemas, de verlos como situaciones naturales de la vida, de ocuparnos de ellos adecuadamente, entonces nos deprimimos. El dolor que experimentamos es real y necesitamos ocuparnos de estos problemas, claro está, pero hundirse en la depresión no es la respuesta. La mejor solución es analizar nuestros modelos de pensamiento para ver cómo interpretamos la situación y, así, tratar de conocer dónde nos equivocamos. Poco a poco, aprenderemos a darnos cuenta a tiempo, a ver las cosas más positivamente y a utilizar nuestra sabiduría natural.

Formas de tratar con la depresión 1. Distánciate un poco de tus pensamientos y sentimientos y comprueba qué te están queriendo decir. La depresión frecuentemente conlleva pensamientos autocríticos y recurrentes como “soy inútil”, “nadie cuida de mí”, “nunca hago nada bien”, etc. Si somos

honestos con nosotros mismos, reconoceremos que tales pensamientos son erróneos o exagerados, concentrados en lo negativo e ignorando lo positivo. Ahora ya puedes hacer la meditación por la que aprecias tu vida humana. Incluso si tu problema es serio, es importante recordar que tienes una gran energía positiva y un gran potencial. Siempre es posible superar (o al menos aliviar) la depresión cambiando tu modo de pensar, enfatizando y centrándote más en los aspectos positivos que en los negativos de tu personalidad y de tu vida; aunque pienses que no, ¡existen! Es cuestión de verlos e identificarte con ellos, en vez de identificarte con la visión deprimida y triste que tienes de ti mismo. Luego puedes “cambiar el chip” llevando a tu mente pensamientos más positivos como “Yo tengo tales y tales buenas cualidades”; “Hay personas que me quieren y cuidan de mí”; “Puedo hacer esto y aquello bien”. También puedes sentirte bien con respecto al hecho de estar vivo –aún no has muerto por enfermedad, accidente o desastre natural– y con respecto a las cosas que puedes hacer con tu cuerpo y tu mente. 2. Medita en la claridad de la mente. Tanto tu infelicidad, preocupación y frustración, como tus buenos sentimientos son simplemente energía mental, clara, inmaterial y transitoria. Observa los diferentes pensamientos y experiencias que pasan por tu mente, sin juzgarlos ni involucrarte en ellos. Recuerda que todas las experiencias son impermanentes. Puedes haberte sentido deprimido en el pasado, pero ¿dónde está esa experiencia ahora? Se ha ido. Lo mismo sucederá con tu actual depresión. Puede que dure unas cuantas horas o días, pero al final desaparecerá. Además, durante el tiempo que dura, no es constante. Si observas tu mente con detalle, percibirás instantes de claridad y gozo salpicados con instantes de tristeza. No te aferres a ninguno de ellos, déjalos marchar. Recuerda que tu mente es un continuo de experiencias diferentes –gozosas, tristes, positivas, negativas–, siendo todas de la misma naturaleza clara e inmaterial. Estas experiencias aparecen y se disuelven como las olas de un océano, sólo durando un instante. Tu depresión es como una ola: una experiencia transitoria y efímera, por lo que no es apropiado aferrarse a ella, y pensar que “Esto soy yo”. 3. Investiga el ‘yo’ (ver página 61), tu sensación de ego que se identifica fuertemente con pensamientos y sentimientos infelices. Intenta encontrar este yo. ¿Cuál es su naturaleza? ¿Es una parte de tu cuerpo o de tu mente, o está en cualquier otra parte? ¿Es este yo deprimido algo permanente, sólido e inmutable? 4. Medita en el amor, la compasión o en el tong-len (páginas 106 y 110). Si te vuelves hacia los demás y contemplas sus necesidades y sufrimientos, lograrás ser menos egoísta y así ver tus problemas de una forma más realista. Sin embargo, ten cuidado cuando contemples el sufrimiento; si hace que te sientas más deprimido, déjalo y vuelve hacia algo positivo e inspirador. 5. Haz una de las meditaciones con visualización (página 131), por ejemplo, la del cuerpo de luz, la de Tara o la de purificación. Éstas pueden ser vías rápidas para eliminar tu visión deprimida de las cosas.

6. Un remedio muy efectivo para la depresión es salir fuera y ayudar a los demás; hacer algún trabajo o servicio voluntario. Se ha descubierto que este tipo de actividad es un factor causante de la liberación de endorfinas –las “hormonas felices”– en nuestro sistema nervioso, por lo que de manera natural nos sentimos mejor. Hacer ejercicio físico tiene el mismo efecto. ¡Estos métodos pueden ser útiles cuando estamos demasiado deprimidos para meditar!

El miedo y la preocupación En las explicaciones budistas tradicionales de los engaños, o de las emociones perturbadoras, normalmente no se menciona el miedo, pero es una causa común de infelicidad y de estrés. El miedo no tiene por qué ser negativo; depende de a qué le tengamos miedo y de cómo manejemos nuestros miedos. De hecho, hasta puede ser útil en nuestra vida cotidiana, así como en nuestra práctica espiritual. El miedo a hacernos daño o a dañar a otras personas en un accidente de tráfico hace que conduzcamos con cuidado y observemos y respetemos las normas de circulación; el miedo a la enfermedad y a una muerte temprana nos motiva a comer sabiamente y a cuidar nuestra salud; el miedo a padecer un estado negativo o fuera de control en el instante de nuestra muerte hace que nos preparemos para la muerte, desarrollando por ejemplo una práctica espiritual; el miedo a padecer dolorosas consecuencias por acciones negativas nos lleva a abstenernos de cometer karma negativo y nos impulsa a actuar compasivamente. Sin embargo, el miedo puede provocar resultados negativos. Perturba nuestra paz mental, daña nuestra salud, hace que veamos las cosas de una manera errónea y nos puede llevar a realizar actos destructivos e irracionales; por tanto, es algo que tenemos que superar. Una de las cualidades de la mente iluminada es que está libre de todos los miedos. La causa principal del miedo y la ansiedad es nuestra concepción errónea del ‘yo’ y de ver el resto de cosas como sólidas, reales y permanentes. De aquí surge el apego por aquello que aparece agradable y placentero ante nosotros, y el consiguiente miedo por separarnos o perderlo. Hacia las personas, cosas y experiencias que vemos como desagradables o no deseadas, sentimos aversión y miedo por no alejarnos de ellas. Rara vez afrontamos nuestros miedos para intentar comprenderlos y tratarlos de una manera hábil. Podemos sentirnos sobrepasados por ellos, o indefensos, sin saber cómo tratarlos. O podemos suprimirlos, pensando: “El miedo es malo; no debería sentir miedo”, o “Si lo ignoro, desaparecerá”. Pero esta no es la manera en la que deberíamos afrontarlos si queremos vernos libres del miedo; por contra, nuestros miedos permanecerán en nuestro subconsciente, afectando muy sutilmente a nuestros pensamientos y sentimientos, y a nuestra vida. Los métodos descritos a continuación muestran cómo podemos afrontar nuestros miedos, analizarlos para comprender lo que son y cambiar nuestras actitudes.

Formas de tratar con el miedo 1. Observa tu miedo. Siéntate y calma tu mente con alguna meditación centrada en la respiración. Después permite que el miedo acceda a la limpia espaciosidad de tu mente. No dejes que te atrape, sepárate de él y examínalo objetivamente. Pregúntate a ti mismo de

qué tienes miedo. Entonces, cuestiónate: ¿Es razonable que tengas este miedo? ¿Es posible que eso que temas vaya a ocurrir con seguridad, o es solo tu mente dejándose llevar por fantasías irreales? Si puede ocurrir, ¿hay algo que puedas hacer para prevenirlo o evitarlo?… Si es así, decide hacerlo ¡y deja de preocuparte! Si no puedes hacer nada, o aunque intentes prevenirlo puede suceder de todos modos, ¿hay algo que puedas hacer para prepararte para eso?… Piensa en otras personas que hayan pasado por esa experiencia. Comprueba si puedes sacar fuerza de esa idea: si ellos pudieron hacerlo, tú también puedes. Es bueno recordar el consejo del gran maestro indio Shantideva: “¿Por qué ser infeliz (o estar preocupado) por algo si puede remediarse? Y ¿de qué sirve ser infeliz (o estar preocupado) si no se puede remediar?”. En otras palabras, si se puede hacer algo para prevenir o remediar una situación no deseada, deberíamos hacerlo, pero si no se puede hacer nada, no sirve de gran cosa preocuparse; ¡es mejor aceptarlo! 2. Si tienes miedo al cambio, la pérdida o la muerte, puedes meditar en la impermanencia y la muerte. Familiarizarnos con la realidad de cómo somos, de cómo son los demás y las cosas que nos rodean en este mundo, ver que están cambiando a cada instante y que al final desaparecerán, nos permite aceptarlo gradualmente y tener menos miedo al respecto. 3. Contempla cómo la existencia no iluminada conduce por naturaleza a la aparición de problemas y dolor, así como de experiencias indeseables (ver la meditación sobre el sufrimiento, página 95). Esto es cierto para ti, y también lo es para los restantes seres que no han alcanzado la iluminación; ¡no estás solo! Pero esta situación no durará siempre. Todos tenemos el potencial para vernos libres del sufrimiento, y para experimentar la paz perfecta y la felicidad, para siempre. Los problemas pueden acontecer debido a causas y condiciones –principalmente debido al karma y a los engaños–, pero definitivamente se pueden eliminar. Toma la determinación de aplicar toda tu energía para evitar toda acción negativa, purificar aquellas que has creado, hacer tantas positivas como te sea posible y trabajar con tu mente para superar los engaños que son la causa principal que conduce al sufrimiento. 4. El Dalai Lama a menudo explica que una manera eficaz de inculcar coraje y confianza en ti mismo es generar una motivación altruista en todas aquellas cosas que hagas. Por ejemplo, si te sientes nervioso por hablar ante mucha gente –¡o aunque sea delante de una sola!–, emplea algún tiempo con antelación meditando en el amor, la compasión y el sincero deseo de beneficiar a los demás. Si llenas tu mente de interés por los demás, dejarás poco o ningún espacio para preocupaciones egoístas del tipo: “¿les gustaré?” o “¿qué me ocurrirá?”, por lo que al final, con mucha probabilidad, la comunicación obtendrá un resultado más exitoso y satisfactorio del esperado a priori. Y aun si el resultado se asemejara en poco al esperado, al menos puedes sentirte bien por haber actuado con una motivación altruista, en vez de una egoísta.

5. Como la raíz del miedo es nuestra concepción errónea del modo en que nosotros y todo lo demás existe, resulta de gran utilidad meditar en la vacuidad. Cuando sientas miedo, profundiza en tu interior y examina el ‘yo’ que está experimentando ese miedo. ¿Es algo real? ¿Existe por sí mismo? Si es así, ¿dónde y cómo existe; en mi cuerpo? ¿En mi mente? También puedes hacer este razonamiento con respecto a la cosa que temes, y comprobar si existe en la manera sólida y real en la que aparece ante tu mente. 6. Algunas personas encuentran útil evocar un objeto de refugio cuando sienten miedo. Para los budistas, este puede ser el Buda, u otro ser iluminado como Avalokitesvara (página 142) o Tara (página 139), a quien se recurre con frecuencia por liberar a las personas de toda clase de miedos. Hay muchas historias de personas que han experimentado resultados increíbles al rezar o recitar los mantras de estos seres sagrados. Pero en el caso de que a nosotros no nos ocurriera nada increíble, sólo el hecho de tomar refugio y rezar nos ayuda a que interiormente nos sintamos más sosegados y con más valor, y por tanto más capaces de manejar la difícil situación por la que estemos pasando.

V

Meditaciones con visualización

Sobre la visualización uando intentas calmar y concentrar la mente, es probable que hayas notado la aparición de imágenes visuales entre las muchas cosas que distraen tu atención del objeto de meditación: rostros de seres queridos, tu casa, otros lugares familiares, comidas apetitosas o recuerdos de películas que has visto. Estas imágenes aparecen espontáneamente durante todo el día, pero a menudo estamos tan absortos en las sensaciones externas que no las advertimos. Cada noche, nuestra mente crea vívidas escenas en las que nos relacionamos con personas y acontecimientos del sueño. Por ello, la visualización o imaginación es una técnica mental con la que estamos familiarizados, –de hecho, probablemente estemos visualizando todo el tiempo–, pero a menos que nuestro trabajo se relacione, por ejemplo, con el arte, el dibujo o el cine, hacemos poco o nada por desarrollarla y utilizarla. Esta capacidad natural de pensar en imágenes se puede utilizar para profundizar en nuestras experiencias meditativas. La visualización se utiliza de muchas formas en la tradición tibetana del desarrollo espiritual. Incorpora una nueva dimensión a las meditaciones analíticas; por ejemplo, visualizar que nos estamos muriendo agudiza la conciencia de nuestra mortalidad, y visualizar personas reales mientras meditamos en el amor y la compasión hace que cultivemos estas cualidades de manera más auténtica y sentida. Se recomienda una imagen mental de un buda como foco de atención para el desarrollo de la concentración en un punto. La visualización de seres iluminados mientras se reza ayuda a aumentar la fe y la convicción. El arte de la visualización se utiliza sobre todo en el vajrayana o tantra, el vehículo o yana más profundo y rápido para lograr la iluminación. Las prácticas de este camino suponen identificarse totalmente, en cuerpo y mente, con un ser iluminado y ver lo que te rodea como un reino puro. De este modo, las percepciones ordinarias y engañosas de uno mismo y de todos los fenómenos se abandonan gradualmente, conforme el potencial de iluminación se va expresando. Las deidades de meditación que se visualizan en la práctica vajrayana, como Tara o Avalokitesvara, son símbolos del estado iluminado. Cada una de ellas es manifestación de una cualidad específica –por ejemplo, Avalokitesvara es el buda de la compasión– pero también cada una de ellas representa la experiencia total de la iluminación. Los detalles de la visualización como los colores, atributos, gestos de la mano, la postura y demás, simbolizan diferentes aspectos del camino que llevan al logro espiritual. La meditación en esas deidades –o en imágenes de otras tradiciones con las que te puedas sentir más cómodo, como Cristo o la Virgen María– ayuda a abrir nuestros corazones a las energías puras de amor, compasión, sabiduría y fuerza que están siempre presentes, rodeándonos dondequiera que estemos. Como el potencial de esas cualidades iluminadas está en nosotros, debemos considerar las imágenes que contemplamos como los reflejos de nuestra verdadera naturaleza. Aunque la realidad última es inexpresable, las palabras nos conducen a descubrirla; del mismo modo, las imágenes nos recuerdan la experiencia de iluminación hasta que ésta sea una realidad viva.

C

Las dos clases de meditación, analítica y estabilizadora, se utilizan juntas en las técnicas de visualización. Necesitamos el pensamiento analítico para construir la imagen al comienzo de la meditación y para recordarla cuando la perdemos durante la sesión. El análisis se utiliza para tratar los problemas que puedan presentarse: la distracción o los pensamientos negativos. El desarrollo de una visualización clara depende, en primer lugar, de la meditación estabilizadora. Una vez la imagen ha sido establecida y nos sentimos cómodos con ella, debemos retenerla con una atención firme, sin permitir que nuestra mente se distraiga con otros objetos. Inicialmente, nuestra concentración durará sólo unos pocos segundos, pero con una práctica continuada seremos capaces de mantenerla por periodos de tiempo cada vez más largos. Cuando nuestra atención divague o perdamos el objeto, deberemos traerlo de nuevo a la mente. Esta forma de meditación incrementa nuestra familiaridad con imágenes positivas y fortalece nuestra habilidad para controlar y concentrar la mente. Comúnmente la visualización resulta difícil. Si tienes problemas, quizá se deban a que te fuerzas demasiado o a que tienes demasiadas expectativas. La mente necesita estar en un estado adecuado, relajada, clara y abierta. Un esfuerzo excesivo crea tensión y, así, la única visión que aparece es la oscuridad. Una concentración pobre indica que la mente está llena de distracciones y no deja espacio para la imagen visualizada. Necesitamos aprender a ajustar nuestra concentración como si afinásemos un instrumento musical, con sensibilidad y paciencia, hasta que encontremos el estado mental apropiado para que el objeto aparezca claramente. Recuerda además, que la visualización utiliza sólo la facultad mental, no los ojos. Si te das cuenta de que estás esforzándote por ver algo, eso quiere decir que no has comprendido la técnica. Relájate y deja que la imagen aparezca en tu mente. Es más, debemos sentirnos satisfechos con cualquier cosa que aparezca, incluso si es sólo una imagen parcial, un color borroso o ¡nada en absoluto! Lo más importante es tener la sensación de la presencia de un ser iluminado, más que preocuparse por tener una visualización perfecta. Por tanto, es muy importante estar relajado y sin expectativas, y convencerse de que la deidad está ahí realmente. Si esperas una visualización perfecta y completa tras uno o dos intentos, ello te producirá frustración; puede llevar años de práctica el ver realmente una imagen. Como se ha dicho antes, se trata de ajustar la mente en el punto preciso y aprender a trabajar con las energías y elementos de la mente para producir una experiencia meditativa gozosa y positiva. Te resultará útil practicar la visualización con objetos familiares. Siéntate tranquilamente con los ojos cerrados y lleva a la mente, por ejemplo, la imagen de un amigo. Intenta ver los detalles: el color y la forma de los ojos, la nariz y la boca, el tipo de peinado, la forma del cuerpo, etc. Prueba con otros objetos: tu casa, la vista desde tu ventana e incluso tu propio rostro. Visualizar deidades será más fácil si te fijas en una foto o una estatua, después cierra los ojos y trata de recordar la imagen con detalle. De todas formas, esto ayudará sólo en los detalles: no pienses que la figura visualizada debe ser plana como un dibujo o fría y sin vida como una estatua. Debe ser cálida, llena de vida y de sensaciones, tridimensional y hecha de luz pura y radiante. Siente que estás realmente ante la presencia de un ser iluminado gozoso y compasivo.

Por último, podrá serte útil practicar la visualización siguiente antes de probar otras técnicas más complicadas.

1. Meditación del cuerpo de luz iéntate cómodamente, con la espalda recta y respira con naturalidad. Cuando tu mente esté calmada y clara, visualiza en el espacio, sobre tu cabeza, una esfera de luz blanca, un poco más pequeña que tu cabeza, pura, transparente e inmaterial. Por algunos minutos, concéntrate en la presencia de la luz. No te preocupes si no aparece claramente; es suficiente con sentir que está ahí. Contempla cómo la esfera de luz representa toda la bondad, el amor y la sabiduría universales: la realización de tu potencial máximo. A continuación, visualiza que su tamaño va disminuyendo hasta unos dos dedos de diámetro, y que desciende por tu cabeza hasta el centro del corazón. Allí empieza a expandirse de nuevo hasta llenar poco a poco todo tu cuerpo. Conforme lo va haciendo, todas las partes sólidas del cuerpo se disuelven y transforman en luz; tus órganos, huesos, vasos sanguíneos, tejidos y piel se vuelven luz blanca, translúcida, informe y pura. Concéntrate en la experiencia de tu cuerpo como un cuerpo de luz. Piensa que todos los problemas, negatividades e interferencias se han desvanecido por completo y que has logrado un estado de plenitud y perfección. Siéntete sereno y gozoso. Si aparece algún pensamiento u objeto que te distraiga, deja que se disuelva en la luz blanca. Medita de esa forma tanto como puedas y al final dedica los méritos y la energía positiva de la meditación al beneficio de todos los seres.

S

2. Meditación sencilla de purificación uestra personalidad tiene tanto aspectos positivos como negativos. Por un lado disfrutamos de amor, sabiduría, gozo y generosidad; pero por otro tenemos ira, egoísmo, pereza y una larga lista de problemas. Todos esos rasgos no son más que experiencias mentales, olas en el océano de nuestra conciencia; todos ellos tienen la misma naturaleza clara y básica. No son ni estáticos ni permanentes, sino que están en un constante fluir, yendo y viniendo. Deben hacerse dos distinciones importantes: los estados mentales positivos nos producen beneficios a nosotros y a los demás, mientras que los negativos son dañinos y sólo traen confusión y dolor. La paz mental se consigue cultivando lo positivo y abandonando lo negativo. La segunda distinción es que la ira y los demás desórdenes mentales surgen de nuestra interpretación errónea de cómo existen las cosas, mientras que los estados mentales positivos son realistas y surgen de un entendimiento correcto. Cuando reconocemos esto y desarrollamos una visión correcta de la realidad, nuestras negatividades disminuyen gradualmente hasta desaparecer por completo. Conforme se desarrolla nuestra sabiduría, crecen nuestros buenos sentimientos espontáneos y nuestra personalidad se transforma progresivamente. Al final de ese camino está la iluminación, la perfección de todas las cualidades beneficiosas, un estado de gran claridad y compasión amorosa. A menudo nos identificamos más con nuestro lado negativo que con el positivo y nos sentimos culpables de los errores que hemos cometido. Creemos que no tenemos solución, que no podemos dominar la ira, que no hacemos nada bien, que somos completamente fríos y que no podemos amar a nadie. Aunque tengamos defectos y problemas, es erróneo pensar que son permanentes. Podemos librarnos de la energía negativa y de la carga de culpabilidad siempre que queramos trabajar. Una forma de hacerlo es por medio del proceso de purificación. La purificación es un tema frecuente en la meditación budista. Básicamente, se trata de cambiar nuestra forma de pensar. Cuando pensamos que somos impuros y negativos, esto hace que nos convirtamos en eso. Una imagen de uno mismo inferior y deprimida impregnará gradualmente nuestra conducta y nuestro punto de vista en la vida. Nos sentimos limitados e incapaces y no nos damos ni la oportunidad de cambiar; pero si reconocemos nuestro potencial de perfección y ponemos energía, con sinceridad, en su desarrollo, podremos cultivar una imagen de nosotros mismos más positiva. El primer paso para volvernos puros es creer que fundamentalmente somos puros. Por tanto, lo que necesita ser purificado es la falta de confianza en nosotros mismos y la tendencia a identificarnos con nuestra energía negativa, además de la energía negativa propiamente dicha. Esta meditación simplificada contiene la esencia de la purificación: desvincularse de los problemas y errores, viéndolos como obscurecimientos temporales y no como parte intrínseca de nuestra naturaleza. Ello nos ayudará a relacionarnos y a desarrollar nuestra buena energía natural.

N

La práctica Permanece cómodo y relajado. Dedica unos minutos a traer tu mente al aquí y ahora. Genera una motivación para beneficiar a los otros seres, como el desear liberarte de la energía negativa para que puedas ser más útil y menos dañino para los demás. Dirige tu atención a la respiración. Respira con normalidad y observa la duración total de cada inspiración y espiración. Cuando tu mente esté en calma, imagina que cuando inspiras, toda la energía positiva del universo entra en tu cuerpo con la respiración, en la forma de luz blanca pura, radiante y gozosa. Visualiza esta luz fluyendo a cada parte de tu cuerpo, llenando cada célula y cada átomo, y relajándote, volviéndote luz y gozo. Haz esta visualización con cada inspiración. Una vez que te familiarices y estés cómodo respirando la luz blanca, empieza a exhalar un humo oscuro y denso cada vez que exhales. Imagina que toda tu energía negativa, errores pasados, concepciones erróneas y emociones perturbadoras abandonan tu cuerpo con cada espiración en la forma de un humo o niebla densos. Este humo sale hacia el espacio, donde desaparece. No te preocupes por si estás contaminando el entorno; imagina que el humo desaparece. Convéncete de que has expulsado cualquier rastro de negatividad. Concéntrate en la siguiente experiencia durante toda la sesión: exhala el humo negro de tus problemas e inhala la luz blanca de tu buena energía, tanto como desees. Cuando te distraigas con pensamientos, sensaciones u otras experiencias, simplemente obsérvalas sin reaccionar e involucrarte en ellas; también puedes transformarlas en humo negro, expulsándolas hacia el olvido. Concluye la meditación dedicando tu energía positiva a todos los seres para que encuentren la felicidad duradera y la paz mental.

3. Meditación de Tara, el buda de la actividad iluminada ara –la liberadora– es un buda que representa las actividades hábiles de todos los seres iluminados, o los medios por los cuales se comunican con nosotros y nos guían según nuestra capacidad. Lama Zopa Rimpoché explicó: “Todas las acciones del Buda se manifiestan bajo la forma femenina de Tara, para ayudar a los seres sensibles a lograr con éxito el logro tanto de la felicidad temporal como última”. Ya que ella representa la acción –la capacidad de acción, de superar los obstáculos y de lograr el éxito– también representa el valor y el poder. Contemplar a Tara proporciona resultados rápidos en lo que queremos y necesitamos. La historia de Tara comenzó hace mucho tiempo, cuando nació como una princesa llamada “La Luna de la Sabiduría”, quien era muy devota del Buda y sus seguidores. Generó la bodichita, la aspiración por convertirse ella misma en buda para ayudar a todos los seres sensibles, y también realizó el siguiente voto: “Hay muchos que desean la iluminación en un cuerpo de hombre, pero no hay nadie que trabaje para el beneficio de los seres sensibles en el cuerpo de una mujer. Por ello, hasta que el samsara se vacíe, trabajaré por el beneficio de los seres sensibles en el cuerpo de una mujer”. Desde aquel momento, la princesa se dedicó en cuerpo y alma a alcanzar la completa iluminación, y cuando logró tal objetivo, llegó a conocerse con el nombre de Tara “La Liberadora”. A Tara también se la conoce como “La madre de todos los budas”, y Lama Thubten Yeshe explicó esto del siguiente modo: “Esto se debe a que ella es la sabiduría de la realidad, y todos los budas y bodisatvas nacen de esta sabiduría. Esta sabiduría es también la causa fundamental de la felicidad y de nuestro desarrollo espiritual. Por ello a Tara se la denomina “La Madre”, porque despierta y ayuda a realizar nuestro potencial para lograr la iluminación.

T

La práctica Relaja tu cuerpo y calma tus pensamientos. Piensa que vas a hacer esta meditación para el beneficio de todos los seres vivientes. Visualiza en el espacio frente a ti a Tara, manifestación de todo lo positivo. Su cuerpo translúcido y resplandeciente es de luz esmeralda. Puedes visualizarla del tamaño que quieras. Su pierna izquierda está doblada –esto simboliza el control completo de la energía sexual– y la derecha, extendida –simboliza que está presta a levantarse para ayudar a todos los seres–. Su mano izquierda, en el corazón, muestra el gesto del refugio: la palma hacia fuera, el pulgar y el anular se tocan y el resto de los dedos levantados. Su mano derecha está sobre la rodilla derecha en el gesto de conceder las realizaciones sublimes: la palma hacia fuera, el pulgar y el índice tocándose y el resto de los dedos apuntando hacia abajo.

En cada mano sostiene el tallo de una flor azul, símbolo del canal central desbloqueado (pág. 146). Tara es de una belleza exquisita y te sonríe amorosamente. Sus ropas son de seda celestial y sus ornamentos de piedras preciosas. Concéntrate por algún tiempo en la visualización, abriendo tu corazón a la energía del amor bondadoso e inagotable de Tara. Ahora piensa en tus problemas, necesidades y esperanzas y pide a Tara de corazón que te ayude. Ella responde inmediatamente enviándote una corriente de luz: luz blanca de su frente que viene hasta la tuya, eliminando todos los obstáculos y negatividades del cuerpo; luz roja que viene desde su garganta hasta la tuya y elimina todos los obstáculos y negatividades de la mente. Visualízalos por turnos; siente que ahora estás completamente libre de todos los problemas y que has recibido la inspiración y la energía para alcanzar todos los objetivos. Si quieres, puedes recitar el mantra de Tara, mientras haces estas visualizaciones o continuándolo después: om tare tuttare ture soha. Para una explicación del mantra, ver página 192. Ahora, Tara se coloca sobre tu cabeza, mirando en la misma dirección que tú. Se disuelve en luz verde que desciende por tu coronilla hasta el centro de tu corazón, donde reside tu conciencia. Tu mente se funde con la mente de Tara, y experimentas claridad, tranquilidad y gozo. Permanece en ese estado tanto como te sea posible. Cuando aparezcan pensamientos, obsérvalos con desapego, sin juzgar los buenos ni los malos, y dirige de nuevo la atención a la experiencia de la claridad y gozo. Al final de la sesión, dedica la energía positiva que hayas generado a todos los seres sensibles, para que puedan alcanzar el gran gozo de la liberación de la confusión y del sufrimiento. (En la pág. 189 se describe otra meditación de Tara y su mantra).

4. Meditación de Avalokitesvara, el buda de la compasión ientras que el amor es desear que los demás sean felices, la compasión es querer que se liberen del sufrimiento, y hacer todo lo que esté en nuestra mano para que así sea. La compasión ha de distinguirse bien de la lástima, ese sentimiento de ansiedad y tristeza que experimentamos con frecuencia cuando vemos o escuchamos algo sobre el dolor de alguien. La lástima se basa en el miedo y en el ego, y busca mantener una distancia con la persona que está sufriendo. La compasión, por el contrario, se basa en el amor: empatiza o comparte el sufrimiento de los demás, y pretende acercarse al que sufre para ayudarle. La compasión no es tampoco esa necesidad por involucrarnos demasiado emocionalmente en los problemas de los demás, haciéndonos sentir mal e inútiles –esa es una “compasión idiota”–. La verdadera compasión posee la sabiduría de comprender cómo y por qué tiene lugar el sufrimiento, y nos permite tratar con calma y de una manera mucho más realista con las personas y sus problemas. Hacemos todo lo que esté en nuestras manos para ayudar, pero también comprendemos nuestras limitaciones y no nos desilusionamos por aquello que no podemos hacer. Lo que realmente importa es tener una actitud de compasión; no es posible para nadie, ni aun para un ser iluminado, eliminar completamente el sufrimiento de otro ser. Cada persona ha de hacerlo por sí misma. Además, nuestra capacidad para ayudar a los demás será siempre limitada mientras nuestra mente siga estando agitada por concepciones erróneas y emociones confusas. Por tanto, debemos trabajar para desarrollar simultáneamente la sabiduría que ve cómo son las cosas en realidad y el deseo compasivo de aliviar el sufrimiento de los demás; así, nuestras acciones serán eficaces de verdad. La compasión no sólo beneficia a los demás, también nos beneficia a nosotros mismos. Como ha dicho el Dalai Lama: “Si quieres que los demás sean felices, practica la compasión amorosa”. Todos tenemos el potencial para tener una compasión ilimitada. Una forma muy efectiva para despertar y desarrollar ese potencial es visualizar a Avalokitesvara (en tibetano: Chenresig), personificación de la compasión, y recitar su mantra. Un mantra es una serie de sílabas que se corresponden con ciertas vibraciones sutiles dentro de nosotros. Un mantra ha acumulado su buena energía al haberlo usado millones de personas durante miles de años. Su efectividad no proviene de nuestra comprensión de su significado literal, sino de la concentración en su sonido cuando lo recitamos en voz alta o en silencio. El mantra de Avalokitesvara, Om mani peme hum, expresa la energía pura de la compasión que existe en cada ser. Om simboliza el estado iluminado que deseamos alcanzar. Mani significa joya, y simboliza la compasión, el amor y la bodichita. Peme significa loto, símbolo de la sabiduría. Hum indica indivisibilidad. Así que todo junto, las sílabas quieren decir que practicar la compasión y la sabiduría indivisiblemente puede transformarnos en seres iluminados y beneficiar así a todos los seres.

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Recitar om mani peme hum, bien en meditación o bien cuando realizamos nuestras tareas cotidianas, no sólo despierta nuestra compasión, sino que unido a los millones de personas que también lo recitan, ayuda al crecimiento de la energía de amor y de paz en el mundo. Como mínimo, la concentración en el mantra de la compasión ayudará a que nuestra mente esté alerta y positiva, en lugar de estar dispersa y negativa. Esta práctica combina una meditación analítica para generar compasión con una meditación estabilizadora en la imagen y el mantra de Avalokitesvara.

La práctica Relaja tu cuerpo y mente y atrae tu conciencia al presente, observando con atención plena tu respiración. Investiga tus pensamientos y genera una motivación positiva para hacer la meditación. Imagina que todo el espacio está lleno de seres que se sientan a tu alrededor, llegando hasta más allá del horizonte. Si te resulta difícil pensar en todos los seres, piensa en tantos como puedas. Tus padres y otros miembros de la familia están junto a ti, los amigos detrás, aquellos con los que no te llevas bien frente a ti, y los demás alrededor tuyo. Contempla su sufrimiento. Primero piensa en el sufrimiento de tus padres y de las personas más cercanas a ti. Abre tu corazón a los problemas físicos y psíquicos que experimentan y piensa que, como tú, ellos quieren librarse de todo sufrimiento. Siente cuán maravilloso sería si estuviesen libres y pudiesen disfrutar de la paz y el gozo de la iluminación. Piensa en la gente que no te gusta o que te ha hecho daño. Imagina su sufrimiento: dolor físico y molestias, sentimientos de soledad, inseguridad, temor e insatisfacción. Al igual que tú, no quieren problemas, pero no tienen elección. Mientras la mente esté confusa e ignore la realidad, no tendrá paz. Abre tu corazón a esas personas por las que normalmente sientes enojo o ira. Extiende tu conciencia hasta abarcar las preocupaciones y dolores de los otros seres humanos y de los animales; cualquier ser que tenga la mente descontrolada sufre. Pero, ¡no te agobies con todo esto! Recuerda que el sufrimiento, la infelicidad y el dolor son experiencias mentales impermanentes y cambiantes. Aparecen debido a las equivocaciones y a las emociones confusas, y cuando sus causas han sido eliminadas, éstas desaparecen.

Se trata de que cada uno de nosotros investiguemos con nuestra propia mente, tratando las equivocaciones y la energía negativa y comprendiendo realmente cómo existen las cosas en realidad. Siente intensamente la aspiración de hacerlo por ti mismo, para poder ayudar a los demás a librarse de su sufrimiento.

Ahora visualiza sobre tu cabeza y mirando en la misma dirección que tú a Avalokitesvara, manifestación de la compasión pura e ilimitada del amor y de la sabiduría. Su cuerpo es de luz blanca, transparente y resplandeciente. Trata de sentir su viva presencia. Su rostro es apacible y sonriente e irradia su amor hacia ti y hacia todos los seres que te rodean. Tiene cuatro brazos. Sus dos primeras manos están juntas en su corazón y sostienen una joya que concede todos los deseos; las otras dos, levantadas al nivel de sus hombros, sostienen, la derecha un rosario de cristal, y la izquierda un loto blanco. Está sentado sobre un disco lunar blanco, encima de un loto abierto, con las piernas cruzadas en la posición del loto completo. Viste sedas exquisitas y joyas preciosas. Mantén tu conciencia de esta visualización hasta que sea estable. Permanece relajado y cómodo y ábrete a la energía amorosa y serena de Avalokitesvara. Ahora pide de corazón poder superar tus equivocaciones y energía negativa, y desarrollar un amor y una compasión puros por todos los seres. Siente que estás conectado con tu propia naturaleza verdadera, tu potencial más elevado. Como respuesta a tu petición, Avalokitesvara envía amorosamente una corriente de luz blanca que llena cada célula y cada átomo de tu cuerpo. Esta luz purifica todas tus negatividades y problemas, todas tus acciones dañinas del pasado y tu potencial para hacer daño en el futuro, llenándote completamente de su amor y compasión ilimitados. Siente tu cuerpo etéreo y gozoso y tu mente apacible y clara. La luz se irradia desde Avalokitesvara a todos los seres vivientes, purificando su energía negativa y llenándoles de gozo. Luego, mientras te concentras en esta visualización, recita el mantra Om mani peme hum en voz alta por un tiempo y después en silencio, tantas veces como desees. Al acabar la recitación, visualiza cómo Avalokitesvara se disuelve en luz blanca que desciende por tu coronilla hasta alcanzar el centro de tu corazón. Tu mente se funde con la de Avalokitesvara y experimenta una tranquilidad y un gozo completos. Conserva esta sensación tanto como te sea posible. Cuando empiece a aparecer tu sentido normal del yo, ese yo aburrido, inquieto, hambriento o como sea, piensa que éste no es tu verdadero yo. Vuelve de nuevo, una y otra vez, tu atención a la experiencia de estar en comunión con las cualidades de la mente de Avalokitesvara: el amor y la compasión infinitos. Al final, dedica la energía positiva que hayas creado haciendo esta meditación a la felicidad de todos los seres sensibles. (Hay otra meditación de Avalokitesvara en la página 180).

5. Meditación sobre el calor interno sta meditación es un método del vajrayana especialmente poderoso para descubrir y utilizar hábilmente nuestra innata y gozosa energía mental. Existe una estrecha relación entre nuestra mente y el sistema nervioso sutil. La energía mental fluye por el cuerpo, dentro de un sistema nervioso psíquico compuesto por miles de canales sutiles, finos y transparentes. Los principales, conocidos como canales central, derecho e izquierdo, se sitúan paralelos a la columna vertebral y frente a ella. La energía mental pura sólo funciona dentro del canal central, mientras que la energía ilusoria fluye por todos los demás. Actualmente, nuestro canal central está bloqueado por nudos de energía –ira, envidia, deseo, orgullo y otros– en determinados puntos (chakras) en la base de la columna, en el ombligo, en el corazón, en la garganta y en la coronilla. Mientras esa energía ilusoria esté activa, la energía pura de la mente estará bloqueada y no podrá funcionar. Recordemos, por ejemplo, la enorme tensión física y mental que produce un fuerte deseo o la ira; no deja ningún espacio para la calma y la claridad. La meditación del calor interno es un excelente método para transformar esa poderosa energía y desarrollar un control espontáneo sobre todas nuestras acciones de cuerpo, habla y mente. La mera represión del apego, de la ira o de otras emociones no consigue eliminarlas, sino que las incrementa. La solución es transformar esta energía, que por su naturaleza no es buena ni mala, en una energía gozosa que fluya libremente. Una práctica hábil de meditación nos demostrará que somos capaces de lograr felicidad y satisfacción sin necesidad de depender de los objetos externos; idea inconcebible para la mayoría de nosotros. Esta práctica también nos ayuda en el desarrollo de nuestra concentración en un punto. Normalmente, nuestra mente insatisfecha divaga descontroladamente –llevada de aquí para allá por la fuerza de la energía ilusoria– en los canales psíquicos; sin embargo, si podemos tener una experiencia de gozo lo suficientemente placentera como para concentrarnos en ella, sencillamente no querremos divagar más.

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La práctica Siéntate cómodamente en tu lugar de meditación y genera una intensa motivación positiva para realizar esta práctica del calor interno. Toma la determinación de mantener tu mente relajada, concentrada y libre de expectativas durante toda la sesión. Empieza visualizando el canal central como un tubo hueco y transparente de un dedo de diámetro. Éste circula recto por el centro del cuerpo, justo delante de la columna vertebral y desde la coronilla hasta la base de la columna. A continuación, visualiza los canales laterales derecho e izquierdo, ligeramente más delgados que el central. Empieza en los orificios nasales derecho e izquierdo respectivamente, van hacia atrás hasta la parte superior de la cabeza y hacen una curva

para bajar a cada lado del canal central. Se curvan hacia dentro y se juntan con el canal central en un punto situado, aproximadamente, cuatro dedos por debajo del nivel del ombligo. Tómate el tiempo que quieras para construir esta visualización. Una vez que sea estable, imagina que dentro del canal central, a la altura del ombligo, hay una llama al rojo vivo del tamaño de una pequeña semilla. Para fortalecer esta visualización, imagina que coges del fuego una pequeña brasa ardiendo y la colocas en el canal central. Una vez allí, siente de verdad su intenso calor. Ahora, para aumentar el calor, contrae suavemente los músculos de la base de la pelvis, los internos más que los externos, y de esta forma sube la energía del aire desde el chakra inferior hasta la llama. A continuación, haz una inspiración completa, suavemente y con ambos orificios nasales. El aire entra por la nariz, baja por los canales derecho e izquierdo hasta donde éstos penetran en el canal central, debajo del ombligo. El aire se junta con el calor de allí y con la energía que has traído desde abajo. Cuando dejes de inspirar, inmediatamente traga saliva y empuja suavemente hacia abajo el diafragma para comprimir con firmeza desde arriba la energía que has llevado abajo. Ahora la energía del aire está completamente encerrada, comprimida por arriba y por abajo. Ahora contén la respiración hasta que te sientas un poco incómodo haciéndolo. Concéntrate totalmente en la llama de la zona del ombligo, cuyo calor va aumentando y extendiéndose como resultado de la energía del aire comprimido. Cuando estés dispuesto, relaja los músculos ligeramente tensos y espira suave y completamente. Aunque el aire salga por los orificios nasales, visualiza que sube por el canal central y que se disuelve allí. El calor que despide la llama ardiente en el ombligo aumenta continuamente, se extiende y empieza a quemar los bloqueos de cada chakra y también comienza a calentar la concentración de la energía plateada y gozosa que se encuentra en el chakra de la coronilla. No obstante, el punto de tu concentración es siempre el calor de la llama ardiente de la zona del ombligo. Una vez que la primera exhalación sea completa, tensa de nuevo los músculos inferiores, inspira por segunda vez, traga y empuja hacia abajo el diafragma, comprimiendo así el aire de nuevo e intensificando el calor. Contén la respiración y concéntrate en el calor; entonces espira, soltando hacia arriba el aire en el canal central.

Repite todo el ciclo rítmicamente siete veces en total, intensificando el calor que crece con cada respiración. Con la séptima exhalación, imagina que la llama, que arde al rojo vivo, estalla en llamas. Éstas suben por el canal central, consumiendo y purificando completamente la energía ilusoria en cada chakra. En la coronilla, las llamas finalmente derriten y liberan la energía plateada y gozosa, que se derrama por el canal central purificado, proporcionando un

creciente placer en cada chakra por donde pasa. Por último, cuando se encuentra con la llama ardiente en el chakra del ombligo, hay una explosión de gozo. Este calor gozoso fluye hacia cada átomo y célula de tu cuerpo, llenándote completamente y haciendo que tu mente sea muy feliz. Concéntrate en ese placer sin tensión ni expectativas, sin aferrarte a él ni analizarlo. Sencillamente relájate y disfrútalo. Notarás que, independientemente de la intensidad del placer, tu mente y cuerpo están calmados y controlados, a diferencia de tus experiencias usuales de placer físico en las que la mente está excitada y descontrolada. Si tu mente divaga de su concentración a otros objetos –pasados o futuros, objetos de apego o aversión–, dirige tu atención al sujeto del pensamiento, la mente que percibe el objeto de distracción, el que piensa. Observa al sujeto hasta que desaparezca la distracción, entonces concéntrate de nuevo en la sensación gozosa. Análisis de la sensación: Si has logrado un estado de claridad, es bueno que lo utilices para descubrir la naturaleza de tu mente. Tras concentrarte en tu sensación, absorbiéndote en ella por algún tiempo, analízala contemplando las siguientes preguntas, durante tanto tiempo como desees: ¿Esta sensación es permanente o impermanente? ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Esta sensación es de gozo o de sufrimiento? ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Esta sensación está o no relacionada con el sistema nervioso y con la mente? ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Esta sensación existe inherentemente, por su lado, sin depender de algo, o no? ¿Cómo? ¿Por qué? Examina cada punto desde cualquier ángulo. Termina la sesión llegando a una conclusión. Dedica cualquier energía positiva y conocimiento que hayas obtenido en la meditación, para tu pronta iluminación y para todos los seres sensibles.

VI Oraciones

y otras prácticas devocionales

Sobre la devoción a idea de la devoción inquieta a algunas personas al considerarla equivalente a la fe ciega y a la sumisión ciega. Pero la correcta devoción no es esto, sino una actitud muy positiva; tener devoción por nuestra familia, nuestros amigos o nuestro trabajo significa cuidarlos, amarlos y ser responsables con ellos. En ese sentido, significa ir más allá de nuestras preocupaciones y nuestros pensamientos limitados y egocéntricos, y dedicar nuestra energía a los demás. En un sentido religioso o espiritual, la devoción incluye la fe. En el budismo la fe es un estado mental positivo, y es definido como claridad, convicción y aspiración con respecto a alguien o algo que existe (en oposición a algo imaginario) y tiene excelentes cualidades y habilidades. Hay tres clases de fe: una consiste en apreciar y reconocer las buenas cualidades de una persona u objeto, otra es aspirar a emular esas cualidades, y la tercera es la convicción basada en haber estudiado y meditado la enseñanza dada por alguien como el Buda. La tercera clase de fe es la mejor, ya que es racional y estable, y se dice de ella que es la fuente de toda felicidad y bienestar. Naturalmente, si nuestra devoción no tiene una base sólida o si el objeto de ésta no es de confianza, sólo conseguiremos decepción, duda y resentimiento. Pero si se basa en un entendimiento claro y correcto y su objeto no nos va a decepcionar, la experiencia será rica y productiva. En el budismo, la devoción se asocia con el refugio, primer paso en el camino a la liberación y al despertar. Refugio es la actitud que confía o se dirige hacia algo en busca de guía o ayuda. Normalmente nos refugiamos en amigos buscando amor y seguridad, en la comida o en las distracciones cuando estamos hambrientos o aburridos, y así sucesivamente. Pero estas fuentes externas de refugio sólo pueden satisfacer nuestras necesidades temporalmente, porque, tanto ellas como la felicidad que producen son impermanentes y podemos confiar poco en ellas. El refugio budista, por otro lado, supone descubrir y utilizar el potencial ilimitado que tenemos cada uno de nosotros. El refugio tiene dos aspectos: uno externo y otro interno. El externo consiste en apreciar y confiar en las Tres Joyas: buda, darma y sanga. Buda se refiere tanto al propio estado iluminado –la eliminación de todas las cualidades negativas y la perfección de todas las positivas– como a aquellos seres que han alcanzado la iluminación. Refugiarse en buda significa abrir nuestro corazón al amor y a la sabiduría que ofrecen estos seres y aceptar su guía en el camino espiritual. Darma se refiere a la sabiduría, a las realizaciones de los estadios progresivos del camino a la iluminación. El significado literal del término sánscrito darma (chö en tibetano), es “guardar” e incluye cualquier método que nos guarde o nos proteja de los problemas. Las enseñanzas del Buda son conocidas como darma, porque provienen de su experiencia en eliminar cualquier indicio de confusión o energía negativa de su mente. El refugio en el darma significa practicar los métodos prescritos, aspirando a despertar en nosotros la sabiduría que todo ser iluminado ha descubierto. La sanga se refiere a la comunidad espiritual, a aquellos que tienen sabiduría y que nos inspiran y apoyan. El Buda y el darma nos proporcionan las bases de nuestra práctica y la sanga nos da la ayuda necesaria para hacer que la práctica funcione de verdad. Por

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ejemplo, hablar con amigos del mismo parecer puede proporcionar respuestas a nuestras preguntas y soluciones a los problemas; meditar juntos nos dará fuerza y estímulo; una comunidad de meditadores ofrece un refugio apacible de la locura de la vida ciudadana. Refugio en la sanga significa respetar a ese tipo de amigos y aceptar su ayuda. El refugio interno es un refugio en nosotros mismos, en nuestro potencial último. Los tres objetos de refugio externos tienen sus correspondientes internos: el buda interno es la semilla de la iluminación que se encuentra sin excepción en la mente de cada ser consciente; el darma interno es nuestra sabiduría natural que distingue lo real de lo falso; la sanga interna son los consejos e inspiración que podemos dar a otros. Como seres humanos, tenemos el potencial para desarrollar un amor, una compasión y una sabiduría ilimitados y podemos librarnos de toda energía negativa, en otras palabras, alcanzar el mismo nivel que un buda. Generalmente, nos resulta difícil sentirnos bien con nosotros mismos y confiar en nuestro propio potencial. En lugar de esto, tomamos refugio en las cosas externas. ¡Imagina el aburrimiento, la inquietud y los juegos de la mente, si estuviésemos completamente solos durante un día, incluso una hora; separados de la gente, de los libros, de la televisión y de todos los medios externos que nos mantienen ocupados! No concebimos la vida sin los objetos percibidos por los sentidos, sin el mundo externo. No obstante, es posible estar completamente satisfecho y feliz en cualquier situación, confiando sólo en nuestros recursos internos. Los objetos de refugio externos existen para que descubramos estos recursos internos, nuestro buda, darma y sanga internos. Cuando reconozcamos y alimentemos ese potencial, habremos descubierto el verdadero significado del refugio. El refugio es un paso fundamental en este camino espiritual y la devoción es un componente esencial en él. No debe ser una actitud ignorante y emocional, sino firme e inteligente, basada en una comprensión clara de lo que son buda, darma y sanga verdaderamente y de lo que pueden hacer por nosotros. Necesitamos ayuda para andar el camino del despertar interior, pero hace falta investigar cuidadosamente la aptitud de los maestros que encontramos y la efectividad de sus métodos, y no sólo seguir el consejo de alguien porque tenga una buena vibración o una personalidad carismática. Se trata de conocer un maestro o un camino examinando, reflexionando, experimentando y siendo honesto y sincero. Todo esto puede llevar algún tiempo, pero es muy importante asegurarnos de que cualquier devoción que cultivemos sea apropiada y productiva, y no una pérdida de energía. Las prácticas que se presentan en esta sección se llaman “devocionales” porque suponen una cierta dosis de fe en el camino budista. Si no sientes ese compromiso, puedes simplemente leer esta sección o experimentar con estos métodos si lo deseas. El propósito y los efectos psicológicos de cada práctica se explican aquí tan claramente como ha sido posible, pero la verdadera experiencia sólo se obtendrá haciéndolas con entendimiento y devoción.

1. Oraciones l éxito en cualquier proyecto, ya sea escalar una montaña, escribir un libro o preparar un pastel, depende del cuidado que pongamos en el trabajo preparatorio. Lo mismo ocurre en la meditación. Una buena sesión de meditación depende, en primer lugar, de nuestro estado mental. Un estado interno apropiado se puede crear a través de la recitación verbal o mental de ciertas oraciones con entendimiento y sinceridad. La oración no es una repetición mecánica de palabras, sino una apertura de corazón para comunicar con nuestra verdadera naturaleza. Las palabras sirven para recordarnos lo que tratamos de conseguir, y ayudan verdaderamente a crear la causa de aquello que pedimos que ocurra en el futuro. (La fonética tibetana de estas oraciones se encuentra en el apéndice.)

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ORACIONES PARA RECITAR AL PRINCIPIO DE UNA SESIÓN DE MEDITACIÓN Oración de refugio y bodichita Me refugio hasta que alcance la iluminación en el buda, el darma y la asamblea suprema. Que por los méritos que acumule con la práctica de la generosidad y demás perfecciones, pueda convertirme en un buda para beneficiar a todos los seres sensibles. (3 veces)

Los cuatro pensamientos inconmensurables ¡Que todos los seres sensibles consigan la felicidad y sus causas! ¡Que todos los seres sensibles estén libres del sufrimiento y de sus causas! ¡Que todos los seres sensibles nunca estén separados de la felicidad que no conoce sufrimiento! ¡Que todos los seres sensibles vivan en ecuanimidad, libres del apego y de la ira, que hacen a unos íntimos y a otros distantes!

Refugio en el guru El guru es buda, el guru es darma, el guru es también sanga; el guru es el creador de toda felicidad. En todos los gurus busco refugio.

(3 veces)

Las siete ramas Con reverencia me postro con mi cuerpo, habla y mente y presento nubes de toda clase de ofrendas, reales o imaginadas. Declaro todas mis acciones negativas, acumuladas desde un tiempo sin principio y me regocijo en los méritos de todos los seres sagrados y comunes. Por favor, permanece hasta el fin de la existencia cíclica y gira la rueda del darma para los seres sensibles. Dedico los méritos creados por mí y por los demás para la gran iluminación.

Ofrecimiento del mandala Om campo vajra ah hum. Poderoso campo dorado. Om valla vajra ah hum. El exterior está rodeado por la muralla circundante, en el centro de la cual está Sumeru, Rey de las Montañas; en el continente oriental Videha (La Tierra del Cuerpo-Alto), en el meridional, Jambudvipa (La Tierra de la Manzana Rosa), en el occidental, Godaniya (La Tierra del Don del Ganado), en el septentrional, Kuru (Voz Desagradable). [Los continentes menores orientales] Deha y Videha, [el meridional], Camara y Apara-camara (tierra Chowrie y tierra Chowrie occidental), [el oriental], Satha y Uttara-mantrin (Tierras del Infiel y Hábil en el Mantra), [y el septentrional], Kuru y Kaurava. [En los cuatro continentes están]: [al este] la preciosa montaña, [al sur] el árbol que concede los deseos, [al oeste] la vaca que concede los deseos, [al norte] la cosecha no arada. [En el primer nivel están]: la rueda preciosa, la joya preciosa, la reina preciosa, el ministro precioso, el elefante precioso, el caballo precioso, el general precioso, el gran vaso del tesoro. [En el segundo nivel están: las ocho diosas]: la diosa de la gracia, la diosa del adorno, la diosa de la canción, la diosa de la danza, la diosa de las flores, la diosa del incienso, la diosa de las lámparas y la diosa del perfume. [En el tercer nivel]: El sol y la luna; el parasol precioso y el estandarte de la victoria en todas partes. En el centro, las riquezas más preciosas

de los dioses y los seres humanos, sin que se pierda ninguna, puras y preciosas. A todos mis amabilísimos gurus, santos y gloriosos, y en particular a la deidad anfitriona del Lama Tsongkapa, Rey de los Sabios, Maha-Vajradara, y a su séquito divino, les ofreceré todo aquello como campo de budas. Por favor aceptadlo con compasión por el bienestar de los seres que migran. Tras haberlo aceptado, a mí y a todos los seres sensibles, que han sido nuestras madres, y que migran hasta los límites del espacio, colmados de vuestra gran compasión, por favor, ¡concedednos vuestra inspiración!

Mandala externo corto Este suelo, perfumado con incienso y tapizado de flores, adornado con el Monte Meru, los cuatro continentes, el sol y la luna; imagino este suelo como un campo de budas y así lo ofrezco. Que todos los seres sensibles disfruten de este reino puro.

Mandala interno Los objetos de mi apego, mi aversión y mi ignorancia: amigos, enemigos y extraños; y mi cuerpo, mis riquezas y placeres; ofrezco este conjunto, sin sentimiento de pérdida. Por favor, aceptadlo con placer y bendecidme con la liberación de los tres venenos. Idam guru ratna mandalakam niryatayami Preciosos gurus, os envío este mandala lleno de joyas.

ORACIONES PARA RECITAR AL CONCLUIR UNA SESIÓN DE MEDITACIÓN Dedicación de méritos Que por los méritos de estas acciones virtuosas alcance rápidamente el estado del guru-buda y pueda conducir a todos los seres sensibles, sin excepción, a ese estado iluminado.

Oración de la bodichita Que la suprema joya de la bodichita aún no aparecida, nazca y crezca; y que aquélla que ha aparecido no disminuya, sino que aumente más y más.

2. Explicación de las oraciones Oración de refugio y bodichita Esta oración expresa la intención más positiva y beneficiosa que podemos tener al dedicarnos al estudio o a la meditación en el camino a la iluminación. La primera parte de la oración se refiere al refugio, la actitud de dirigirse al buda, al darma y a la sanga (la “asamblea suprema”) en busca de guía y ayuda (pág. 156). Recuerda los dos aspectos del refugio, externo e interno, y ten confianza en que la semilla de la iluminación está en tu propia mente. La segunda parte de la oración es la generación de la bodichita, la mente empeñada en la iluminación. La bodichita, basada en el amor y compasión puros por todos los seres vivientes, es la dedicación abnegada para convertirse en un buda, únicamente para ayudar a los demás a lograrlo también. El camino de una persona comprometida con la iluminación, un bodisatva, supone el desarrollo de las seis perfecciones (en sánscrito: paramita): generosidad, disciplina moral, paciencia, perseverancia entusiasta, concentración y sabiduría. Las seis, practicadas con la motivación de ayudar a los demás a lograr la iluminación, alimentan la semilla de la iluminación para que germine en nuestra propia mente. El desarrollo gradual de cada perfección va erosionando progresivamente nuestros engaños, dejando espacio a la sabiduría que comprende la realidad. Cualquier cosa que hagamos –meditar, comer, dormir o trabajar–, si la hacemos con el pensamiento de la bodichita, se convertirá automáticamente en causa de la iluminación. El refugio y la bodichita dan vida y significado a nuestra meditación. Puedes recitar la oración tres veces antes de cada sesión y lo mejor es visualizar al Buda frente a ti (pág. 174), viéndole como la encarnación de las cualidades que estás tratando de desarrollar en ti mismo.

Los cuatro pensamientos inconmensurables Los cuatro pensamientos que se expresan en esta oración se llaman inconmensurables porque abarcan a todos los seres de todo el universo infinito. El primero es el amor inconmensurable: el deseo de que todos los seres sean felices. El segundo es la compasión inconmensurable: el deseo de que todos los seres se libren del sufrimiento. El tercero es el regocijo inconmensurable: alegrarse de la felicidad de todos los seres. El cuarto es la ecuanimidad inconmensurable: el deseo de que todos los seres se vean libres del apego y de la aversión que nos hacen discriminar entre amigo, enemigo y extraño. Cada línea de esta oración es, en sí misma, una meditación y su recitación de corazón crea la causa para el desarrollo de una conciencia universal y un interés por todos.

Refugio en el guru

Hay incontables seres que han alcanzado la iluminación y estos budas nos ayudan activamente a todos los seres sensibles. La forma más efectiva de ayudarnos es instruyéndonos en el conocimiento y las técnicas del camino a la iluminación. Debido a nuestros obscurecimientos, somos incapaces de percibir directamente a los seres iluminados; por ello contactan con nosotros por medio de los maestros espirituales (en sánscrito: guru; en tibetano: lama). Si reconocemos que nuestros maestros son uno con los budas, podemos tener un contacto directo con el estado iluminado y, algún día, realizarlo en nosotros. Esta práctica, conocida como yoga del guru, es el método esencial para completar el camino a la iluminación. En esta oración, identificamos al guru con los tres objetos de refugio, reconociendo que sin el guru no habría buda, ni darma, ni sanga y, por consiguiente, tampoco habría verdadera felicidad.

Las siete ramas Manyusri, el buda de la sabiduría, una vez aconsejó a Tsongkapa sobre cómo conseguir realizaciones. Le dijo que debían practicarse tres cosas juntas: primero, rezar sinceramente al guru, viéndole como la deidad meditacional; segundo, purificar la mente de impresiones negativas y acumular mérito, es decir, energía positiva en intuición; y tercero, meditar sobre las materias que uno desee realizar. Cultivando estas tres cosas se crean las causas y las condiciones correctas para realizar en nuestra mente los diversos estadios del camino a la iluminación. El segundo de estos tres aspectos, purificar las impresiones negativas y acumular energía positiva e intuición, se logra de la mejor forma con la práctica de las siete ramas. Del mismo modo que el cuerpo necesita de sus cuatro miembros para estar completo, también cualquier práctica de meditación necesita de las siete ramas para ser completa. Cada rama puede practicarse de modo extenso, pero en la oración de las siete ramas están reunidas todas ellas. I. Postración. Postrarse es un medio de mostrar aprecio y respeto por el buda, el darma y la sanga, y es una forma efectiva de purificar las negatividades, especialmente el orgullo que impide el crecimiento de la sabiduría. Hay tres formas de hacer postraciones: física, verbal y mental. Las postraciones físicas pueden hacerse de varias formas. El método más extendido entre los budistas tibetanos es el siguiente: se empieza estando de pie, tocando con las manos juntas la coronilla, la frente, la garganta y el corazón. entonces te arrodillas con las manos en el suelo, tocas éste con la frente y después te levantas. Para hacer una postración completa, que es más efectiva para purificar la energía negativa, toca la coronilla, la frente, la garganta y el corazón con las manos juntas, ponte en el suelo con rodillas y manos, y ahora extiende todo tu cuerpo en el suelo, boca abajo, con los brazos estirados frente a ti. Lo mejor sería que alguien te lo mostrase, para que veas la forma correcta de hacerlo. La postración verbal es expresar las buenas cualidades de los objetos de refugio. La postración mental es el respeto, la fe y la confianza en los tres objetos de refugio, que acompañan a la postración física y verbal. Esta actitud mental es la esencia de la práctica, y

su intensidad y sinceridad determinan el poder de la postración. II. Ofrecimiento. Nos complace hacer regalos a los amigos y compartir las experiencias agradables con ellos. En el aspecto espiritual, ofrecemos objetos bellos, acciones y pensamientos positivos y la experiencia pura del gozo, a nuestros objetos de refugio. Hacer ofrecimientos es un poderoso antídoto al egoísmo y al apego, y un medio excelente para acumular energía positiva, crucial para nuestro desarrollo de la sabiduría. Los ofrecimientos reales, mencionados en la oración, son los que ofrecemos físicamente –por ejemplo, en un altar– a los objetos de refugio, mientras que las ofrendas mentales son aquellas que visualizamos. La esencia de cualquier acción, y lo que determina su valor, es el estado de nuestra mente cuando la hacemos. Objetos simples e insignificantes pueden ser visualizados y ofrecidos como bellas visiones, sonidos, gustos, olores y cosas tangibles e imaginables. El beneficio de estos ofrecimientos es enorme. Se cuenta que un muchacho que ofreció con reverencia un puñado de arena al Buda, visualizándolo como oro, más tarde renació como el gran rey indio Ashoka, en parte como resultado del mérito de ese ofrecimiento. Las ofrendas mentales pueden hacerse en el momento que queramos: cualquier objeto bello y agradable que encontremos puede ser ofrecido de corazón a los objetos de refugio, y dedicar el mérito del ofrecimiento a nuestro logro de la iluminación para el beneficio de todos los seres. De esta forma, podemos ir acumulando continuamente causas de la iluminación en la vida cotidiana. III. Confesión. Las acciones del cuerpo, del habla o de la mente que están motivadas por engaños como el apego, la aversión, la confusión, la envidia, el orgullo y otros, son acciones negativas o torpes porque desembocan en futuras desgracias y nos hacen permanecer en la existencia cíclica. Sin embargo, éstas pueden ser rectificadas y las impresiones resultantes en la mente, purificadas por medio de la práctica de la confesión. Hay cuatro pasos en esta práctica básicamente interna –los cuatro poderes oponentes–, y el éxito en la purificación se mide por la fuerza y la sinceridad al practicarlos. El poder del arrepentimiento. Es la actitud de reconocer y después lamentar nuestras acciones negativas o torpes, ya que comprendemos que nos van a causar sufrimiento, a nosotros mismos y a los demás, en el futuro. Arrepentimiento no es culpabilidad, que supone temor negativo y ansiedad; por el contrario, es un reconocimiento inteligente y honesto de la naturaleza de nuestras acciones y sus resultados. El poder de la dependencia. Cuando caemos al suelo, éste nos hace daño, pero también dependemos de él para poder levantarnos. De igual forma, como la mayoría de nuestras acciones negativas las hemos creado hacia las Tres Joyas o hacia otros seres sensibles, dependemos de esos objetos para prevenir el sufrimiento que traen tales acciones. Por tanto, el poder de la dependencia consiste en tomar refugio en buda, darma y sanga, y en generar de nuevo nuestra bodichita.

El poder de la fuerza oponente. El tercer paso en el proceso de purificación es la práctica de acciones positivas, como ofrecimientos, postraciones, recitación de mantras y meditación y, especialmente, meditar en la vacuidad, que contrarresta la fuerza de las acciones negativas previas. El poder de la promesa. El último paso es la firme determinación de evitar hacer de nuevo las mismas acciones negativas. Por supuesto, algunas acciones son más fáciles de evitar que otras; por ejemplo, puede ser realista prometer no volver a matar, pero no lo sería el prometer no volver a perder la paciencia. En estos casos, será más práctico prometer no volver a realizar la acción por una hora o por un día, e incrementar gradualmente el periodo de tiempo a medida que vayamos ganando control sobre la mente. La determinación es crucial para el éxito de cualquier empresa, especialmente en nuestros esfuerzos por dominar la mente. IV. Regocijo. El regocijarse en el bienestar de los demás es un poderoso antídoto contra la envidia y el resentimiento, respuestas frecuentes cuando alguien triunfa o es feliz. La envidia es un estado mental tenso e infeliz que no puede soportar la felicidad de los demás; el regocijo es claro y abierto, una respuesta amorosa que nos permite compartir su felicidad. El beneficio es, por tanto, inmediato y, además, creamos la causa de experimentar nosotros mismos felicidad en el futuro. Podemos regocijarnos en todo instante, en cualquier lugar; no necesitamos sentarnos a meditar. Es éste uno de los métodos más fáciles y necesarios para transformar nuestra mente. V. Pedir a los budas que no nos dejen. Aunque los budas existen siempre y actúan constantemente para ayudar a los seres sensibles, sólo podemos conectar con ellos si creamos las condiciones apropiadas. Pedirles que permanezcan en el mundo y nos guíen nos beneficia, porque purifica nuestra mente de las acciones negativas del pasado relacionadas con ellos y con nuestros gurus, y nos ayuda a abrir nuestra mente y apreciar su ayuda e inspiración. Pedir a los budas que estén aquí también crea la causa de nuestra longevidad. VI. Pedir a los budas que hagan girar la rueda del darma. Pedir a los budas que enseñen la forma de iluminarse hace aumentar nuestra apreciación del darma y contrarresta las actitudes pasadas de falta de respeto hacia las enseñanzas espirituales. Especialmente, establece las bases para no estar nunca separado de maestros que nos guíen espiritualmente y para tener siempre acceso a las enseñanzas. VII. Dedicación. Es muy importante, antes de empezar cualquier meditación u otra acción positiva, comprender profundamente cuál es nuestra motivación. Es igualmente importante concluir la acción dedicando el mérito, la buena energía y la intuición que hayas creado al hacerla. Esto lo hacemos recordando el pensamiento que nos ha motivado al inicio, renovando nuestra aspiración por conseguir algún objetivo y dirigiendo nuestro mérito en tal dirección. La motivación y la dedicación aseguran que no se pierda nuestra energía positiva y que sus resultados se produzcan. De otro modo, no hay una impresión firme depositada en la mente y, así, cualquier cosa buena que hayas hecho puede destruirse fácilmente por la ira o por otras acciones negativas.

La mejor dedicación es rezar para que la meditación o la acción que hayamos realizado se conviertan en causa de nuestra iluminación para beneficiar a todos los seres sensibles.

Ofrecimiento del mandala El ofrecimiento del mandala consiste en transformar mentalmente el universo entero, todo lo que existe, en un reino puro y ofrecerlo a los objetos de refugio. El principal propósito de esta práctica es acumular el mérito necesario para cultivar la intuición y la sabiduría. Las semillas de nuestro crecimiento en el camino a la iluminación se plantan en nuestra mente escuchando o leyendo las enseñanzas. Estas semillas necesitan el abono del mérito –energía fuerte y positiva– para germinar y producir intuiciones y realizaciones. Se dice que el ofrecimiento del mandala es uno de los mejores medios de conseguir ese abono. También proporciona beneficios inmediatos: hacer el ofrecimiento de corazón es un remedio para el apego y la avaricia. La oración está redactada de acuerdo con la cosmología budista del Abhidharma, según la cual el Monte Meru es una montaña llena de joyas situada en el centro del universo y los cuatro continentes son diferentes reinos con vida humana. El mandala lo puedes ofrecer según la cosmología oriental o la occidental, como te resulte más cómodo hacerlo, pero lo importante es ofrecerlo todo, todos los diferentes mundos y reinos de seres vivos y todas las cosas bellas que disfrutas. Visualiza una versión en miniatura de todo el universo en el espacio que hay frente a ti y transfórmalo en un reino puro. El medio ambiente y los seres de un reino puro son completa y perfectamente bellos y hacen que la mente esté feliz y apacible. Utiliza la imaginación para crear un paraíso de gozo. Los objetos impuros hacen surgir el apego, la irritación y la confusión, mientras que los objetos puros provocan estados mentales claros y positivos, especialmente la sabiduría que comprende la realidad y la experiencia del gran gozo. Ofrece esa tierra pura a los objetos de refugio sin aferrarte a nada de ella, y siente que tu regalo es aceptado con amor y con el máximo aprecio. El mandala interno añade otra dimensión. Aquí se traen a la mente las personas y las cosas, incluyendo el cuerpo y las pertenencias por las que sientes apego, aversión e indiferencia. Visualiza estos objetos transformados en objetos puros del mandala y ofrécelos todos a los budas. Habiendo renunciado completamente a ellos, ya no hay necesidad de sentir apego, aversión o indiferencia –los tres venenos– por ninguna persona o cosa.

Dedicación de méritos y Oración de la bodichita Ver la explicación sobre la dedicación en la sección de las siete ramas de la página 161.

Al concluir una sesión de meditación o de instrucción, debemos dedicar el mérito generado durante la sesión a un fin loable; en este caso, la iluminación. Al recitar estos dos versos recordamos la motivación de la bodichita: la aspiración a desarrollar el amor y la compasión por todos los seres y a alcanzar la iluminación para poder ayudarles. Así, nuestro mérito se dedica al bienestar de los demás; ésta es la mejor dedicación que podemos hacer.

3. Una meditación abreviada sobre el Camino Gradual a la Iluminación

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sta oración, compuesta por el yogui y erudito tibetano Tsongkapa, que vivió en el siglo XIV, resume los estadios del camino gradual a la iluminación tal como fueron enseñados por el Buda Shakiamuni y expuestos claramente por Atisha, pandita indio del siglo XI. El fundamento de todas las buenas cualidades es el amable y venerable guru; la correcta devoción por él es la raíz del sendero. Al ver esto con claridad y aplicar un gran esfuerzo, por favor, bendecidme para confiar en él con gran respeto. Comprendiendo que la preciosa libertad de este renacimiento sólo se logra una vez, es muy valioso, y es difícil de obtener de nuevo, por favor, bendecidme para generar la mente que incesantemente, día y noche, tome su esencia. Esta vida es tan impermanente como una burbuja de agua; recordad cuán rápido decae y sobreviene la muerte. Tras la muerte, tal y como una sombra sigue al cuerpo, le siguen los resultados del karma negro y blanco. Teniendo una convicción firme y definitiva de esto, por favor, bendecidme siempre para asegurarme de abandonar aun la más ligera de las negatividades y completar todos los actos virtuosos. Buscar los placeres samsáricos es la puerta a todo sufrimiento: son inciertos y no se puede confiar en ellos. Reconociendo estos defectos, por favor, bendecidme para generar el más fuerte deseo por lograr el gozo de la liberación. Conducido por este pensamiento puro, surgen la conciencia, la alerta y la gran cautela. La raíz de las enseñanzas es mantener los votos pratimoksha: por favor, bendecidme para completar esta práctica esencial. Del mismo modo en que he caído al mar del samsara, así también lo han hecho todos los seres que migran, que han sido nuestras madres. Por favor, bendecidme para ver esto, para entrenarme en la suprema bodichita, y cargar con la responsabilidad de liberar a los seres que migran. Aun si sólo desarrollo la bodichita, pero no practico las tres clases de moralidad, no alcanzaré la iluminación. Por mi claro reconocimiento de esto, por favor,

bendecidme para practicar los votos de bodisatva con gran energía. Una vez que haya pacificado las distracciones a los objetos erróneos y analizado el significado de la realidad, por favor, bendecidme para generar rápidamente dentro de mi continuo mental el sendero unificado de la calma mental y de la visión profunda. Habiéndome convertido en una nave pura, al entrenarme en el sendero general, por favor, bendecidme para entrar por la sagrada puerta de los afortunados: el supremo vehículo vajra. En ese instante, la base para completar los dos logros es mantener puros los votos y el samaya. Como estoy firmemente convencido de esto, por favor, bendecidme para proteger estos votos y compromisos como a mi vida. Entonces, habiendo comprendido la importancia de los dos estadios, la esencia del vajrayana, al practicar con gran energía, nunca abandonando las cuatro sesiones, por favor, bendecidme para realizar las enseñanzas del sagrado guru. Así, puedan los gurus que muestran el noble sendero y los amigos espirituales que lo practican, tener largas vidas. Por favor bendecidme para pacificar por completo todos los obstáculos externos e internos. Que en todas mis vidas, nunca esté alejado de perfectos gurus, pueda disfrutar del magnífico darma. Completando las cualidades de los estadios y senderos, pueda yo alcanzar rápidamente el estado de Vajradhara.

4. Meditación sobre el Buda uda” es una palabra sánscrita que significa “totalmente despierto”. No se refiere sólo a Shakiamuni, o Gautama, fundador de las enseñanzas conocidas como budismo, sino también a cualquier persona que alcanza la iluminación. Hay innumerables seres iluminados, seres que han transformado por completo sus mentes eliminando toda la energía negativa y han alcanzado la plenitud y la perfección. Están libres de la muerte y del renacimiento y no están limitados a un cuerpo físico y transitorio como nosotros. Pueden permanecer en un estado de conciencia pura o aparecer en diferentes formas –como un ocaso, como música, como mendigo o maestro– para comunicar su sabiduría y amor a los seres normales. Son la esencia misma del amor y de la sabiduría y su energía está siempre a nuestro alrededor. Todo ser sensible, por tener una mente, es capaz de convertirse en buda. La naturaleza fundamental de la mente es pura, clara y está libre de las nubes de concepciones perturbadoras y de las emociones que ahora la nublan. Mientras nos identifiquemos con estados mentales confusos y creamos: “Soy una persona irascible; estoy deprimido; tengo muchos problemas”, ni siquiera nos concederemos la oportunidad de cambiar. Es cierto que nuestros problemas son profundos y complejos, pero no son tan reales ni sólidos como pensamos. También tenemos la sabiduría –que puede reconocer nuestra equivocada forma de pensar– y la capacidad de compartir y de amar. Se trata de identificarnos con esas cualidades y desarrollarlas hasta que surjan espontáneamente y sin esfuerzo. No es fácil iluminarse, pero es posible. En esta meditación, visualizamos el cuerpo del Buda Shakiamuni y recitamos su mantra. Shakiamuni nació como el príncipe Sidarta en una familia muy rica, en el norte de la India, hace dos mil quinientos años. Vivió en su reino veintinueve años, protegido de la realidad más desagradable de la existencia; sin embargo, más tarde se encontró con ella en la forma de un enfermo, un viejo senil y un cadáver. Estas experiencias le afectaron profundamente. Su siguiente encuentro relevante fue con un meditador mendicante que había trascendido los intereses de la vida ordinaria y había logrado un estado de equilibrio y serenidad. Comprendiendo que esa forma de vida sólo conducía a la muerte y que no tenía valor perdurable y verdadero, el príncipe Sidarta decidió dejar su hogar y su familia e irse al bosque a meditar. Tras muchos años de persistir en su empeño con firmeza, superando dificultad tras dificultad, alcanzó la iluminación y se convirtió en buda. Habiéndose liberado de los engaños y del sufrimiento, aspiraba a ayudar a los demás para que se iluminasen también. Su compasión no tenía límites. Tenía entonces treinta y cinco años y dedicó los cuarenta y cinco años del resto de su vida a explicar la forma de comprender la mente, de tratar los problemas, de desarrollar el amor, la compasión y de cómo iluminarse. Sus enseñanzas fueron notablemente elocuentes, variando de acuerdo con las necesidades, capacidad y personalidad de sus oyentes. Les condujo hábilmente hacia la comprensión de la naturaleza última de la realidad. Su vida misma fue una enseñanza, un ejemplo de camino a la iluminación, y su

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muerte una enseñanza sobre impermanencia. Una forma efectiva para descubrir nuestra propia naturaleza de buda es abrirnos al buda externo. Con la práctica continuada, nuestra propia imagen ordinaria desaparecerá gradualmente y, en cambio, aprenderemos a identificarnos con nuestra sabiduría innata y nuestra compasión: nuestra propia budeidad.

La práctica Calma tu mente con la meditación en la respiración por unos instantes. A continuación, contempla la oración de refugio y bodichita: Me refugio hasta que alcance la iluminación en el buda, el darma y la asamblea suprema. Que por los méritos que acumule con la práctica de la generosidad y demás perfecciones, pueda convertirme en un buda para beneficiar a todos los seres sensibles. (3 veces) Genera amor y compasión reflexionando brevemente sobre el conflicto de todos los seres: su deseo de experimentar una verdadera felicidad y su incapacidad para conseguirlo, su deseo de evitar el sufrimiento y el tener que encontrarse continuamente con él. Luego piensa: “Para poder ayudar a todos los seres y conducirles a la paz y felicidad perfectas de la iluminación, debo lograr yo mismo la iluminación. Con este propósito voy a practicar esta meditación”. Visualización de Buda Shakiamuni: Cualquier apariencia de la visualización está hecha de luz transparente, intangible y resplandeciente. A la altura de nuestra frente y a una distancia de dos a dos metros y medio, hay un gran trono de oro adornado con joyas y sostenido, en cada una de sus esquinas, por dos leones de las nieves. Estos animales, que son en realidad manifestaciones de bodisatvas, tienen la piel blanca y la melena y la cola verdes. Sobre el trono hay un asiento formado por un gran loto abierto y dos discos resplandecientes que representan el sol y la luna, uno encima del otro. Estos tres objetos simbolizan las tres realizaciones principales del camino a la iluminación: el loto, la renuncia; el sol, la vacuidad; y la luna, la bodichita. Sentado sobre todo ello, está Buda Shakiamuni, que ha alcanzado esas realizaciones y es la manifestación de todos los seres iluminados. Su cuerpo es de luz dorada y viste los hábitos azafrán de un monje. Los hábitos no tocan su cuerpo; están separados unos dos centímetros de él. Se sienta en la posición del vajra o loto completo. La palma de su mano derecha descansa sobre su rodilla derecha, con los dedos tocando el cojín lunar y simbolizando su gran control. Su mano izquierda descansa en su regazo, en la postura de meditación, sosteniendo un bol lleno de néctar – medicina que cura nuestros estados mentales perturbados y otras interferencias–. El rostro de Buda Shakiamuni es muy hermoso. Su mirada sonriente y compasiva está dirigida hacia ti y, simultáneamente, hacia todos los seres vivientes. Siente que está libre de todo juicio o pensamiento crítico y te acepta tal como eres. Sus ojos son largos y rasgados.

Sus labios son de un rojo intenso y los lóbulos de sus orejas largos. Su pelo es azul oscuro y cada cabello se riza individualmente hacia la derecha sin mezclarse con los demás. Todos los rasgos de su apariencia representan un atributo de su mente omnisciente. De cada poro de su cuerpo emanan rayos de luz que alcanzan cualquier punto del universo. En realidad, esos rayos se componen de incontables pequeños budas, algunos de los cuales salen para ayudar a los seres vivientes y otros se disuelven de nuevo en su cuerpo al acabar su trabajo. Purificación: Siente la presencia viva de Buda Shakiamuni y refúgiate en él, recordando sus cualidades perfectas y su voluntad y habilidad para ayudarte. Pide de corazón sus bendiciones para que te ayude a liberarte de toda energía negativa, de tus equivocaciones y demás problemas, y para recibir todas las realizaciones del camino a la iluminación. Tu petición es aceptada. Una corriente de luz blanca purificadora, que es de la naturaleza de la mente iluminada, emana del corazón de Buda Shakiamuni y entra en tu cuerpo por la coronilla. Al igual que la oscuridad de una habitación se desvanece instantáneamente al encender la luz, la oscuridad de tu energía negativa desaparece al entrar en contacto con esa luz blanca y resplandeciente. Mientras se derrama en ti llenando por completo tu cuerpo, recita la siguiente oración tres veces: Al guru, fundador, Bhagavan, tathagata, arhat, buda perfectamente realizado, glorioso conquistador Buda Shakiamuni, ante ti me postro, hago ofrendas y busco refugio. Por favor, concédeme tus bendiciones. Ahora recita el mantra de Buda Shakiamuni: Tayata om muni muni maha munaye soha. Repítelo en voz alta o entónalo al menos siete veces; después dilo para ti silenciosamente por algunos minutos. Cuando hayas terminado de recitar, siente que toda tu energía negativa, problemas y oscurecimientos sutiles han sido purificados por completo. Siente el cuerpo gozoso y ligero. Concéntrate en esto durante un rato. Recibir fuerza inspiradora: Visualiza que desde el corazón de Buda Shakiamuni viene una corriente de luz dorada que se derrama en tu cuerpo por la coronilla. La esencia de esa luz son las excelentes cualidades de su cuerpo, habla y mente puras. Buda puede transformar su cuerpo en diferentes formas, animadas o inanimadas, para ayudar a los seres vivientes de acuerdo con sus necesidades y estados mentales particulares. Con su habla puede comunicar diferentes aspectos del darma, de forma simultánea, a seres de distinto nivel de desarrollo, pudiendo éstos entenderlo en sus respectivas lenguas. Su mente omnisciente ve claramente cada átomo de la existencia y cada acontecimiento del pasado, del presente o del futuro y conoce los pensamientos de cada ser sensible. Así es su conciencia en todo instante.

Todas estas cualidades infinitas se derraman en todas las partes de tu cuerpo. Concéntrate en esa experiencia gozosa mientras repites de nuevo el mantra: Tayata om muni muni maha munaye soha. Cuando termines la recitación, siente que has recibido las excelsas cualidades infinitas del cuerpo, de la palabra y de la mente de Buda Shakiamuni. Siente el cuerpo liviano y gozoso. Concéntrate en esto por algún tiempo. Absorción de la visualización: Ahora visualiza que los ocho leones de las nieves son absorbidos por el trono, éste por el loto y el loto por el sol y la luna. Éstos, a su vez, se absorben en Buda Shakiamuni, que viene sobre tu cabeza, se disuelve en luz y se absorbe en tu cuerpo. Tu sensación ordinaria del yo, indigna y cargada de faltas, y todas tus concepciones erróneas desaparecen por completo. En este instante te unificas con la mente gozosa y omnisciente de Buda Shakiamuni, en el aspecto del espacio vasto y vacío. Concéntrate en esa experiencia tanto tiempo como te sea posible, sin permitir que te distraigan otros pensamientos. Ahora imagina que de este estado vacío, aparecen en el lugar donde te sientas el trono, el loto, el sol y la luna, y sobre éstos, tú como Buda Shakiamuni. Todo es de la naturaleza de la luz, exactamente como lo habías visualizado antes frente a ti. Siente que eres Buda Shakiamuni. Identifícate con esa sabiduría y compasión iluminadas en vez de hacerlo con tu habitual e incorrecta visión de ti mismo. Todos los seres sensibles nos rodean en todas direcciones, llenando todo el espacio. Despierta tu amor y compasión por ellos, recordando que también quieren conseguir la felicidad, la paz mental y la liberación de todos los problemas. Ahora que estás iluminado, puedes ayudarles. En tu corazón hay un loto y una luna. Sobre la circunferencia de la luna, de pie y leyéndose en el sentido de las manecillas del reloj, están las sílabas del mantra: Tayata om muni muni maha munaye soha. En el centro de la luna está de pie la sílaba Mum, “semilla”. Visualiza que desde cada letra emanan rayos de luz –que son en realidad tu sabiduría y compasión– y se esparcen en todas direcciones. Alcanzan a los incontables seres sensibles que te rodean y los purifican, llenándolos de inspiración y de fuerza. Mientras imaginas esto, recita de nuevo el mantra Tayata om muni muni maha munaye soha. Cuando hayas acabado de recitar, piensa: “Ahora he conducido a todos los seres sensibles a la iluminación, cumpliendo mi intención al hacer esta meditación”. Visualiza que todos los que te rodean tienen ahora el cuerpo de Buda Shakiamuni y experimentan un gozo completo y la sabiduría de la vacuidad. No debes preocuparte de que tu meditación sea figurada y que no hayas ayudado ni siquiera a una sola persona a iluminarse. Esta práctica se conoce como “traer el resultado futuro al camino presente” y es una poderosa causa para nuestra propia iluminación. Nos ayuda a desarrollar una firme convicción en nuestra perfección innata, nuestro potencial de buda. Lo que hemos hecho en la meditación, lo llevaremos a cabo definitivamente algún día. Concluye la sesión dedicando toda la energía positiva y el conocimiento que hayas logrado haciendo esta meditación, para conseguir tu iluminación en beneficio de todos los seres.

Explicación del mantra Tayata: Así Om: El estado iluminado; las cualidades positivas del cuerpo, el habla y la mente de los budas. Muni: Control sobre los renacimientos desafortunados y la ignorancia del aferramiento al ego.

Muni: Control sobre los sufrimientos de la existencia cíclica y la actitud egoísta. Maha munaye: Gran control sobre los sufrimientos de las ilusiones sutiles y el pensamiento dualista. Soha: Que pueda mi mente recibir, absorber y guardar las bendiciones del mantra, y puedan ellas enraizarse en mi mente.

5. Meditación sobre el Buda de la Medicina l budismo otorga un gran énfasis a la interrelación entre nuestra mente, nuestro cuerpo y nuestra salud. El Buda explicó que los aspectos negativos de la mente conducen a la enfermedad y la infelicidad, mientras que los aspectos positivos de la mente conducen a la buena salud y la felicidad. Conforme al sistema médico tibetano, basado en las enseñanzas del Buda, los tres estados “envenenados” de la mente, esto es, el apego, la ira y la ignorancia, son la raíz de toda enfermedad. En épocas recientes, los médicos y científicos han confirmado esto mismo. Los estudios demuestran que las personas que sufren de estrés crónico emocional, caracterizado por cuadros de ansiedad, depresión, o ira y hostilidad, tienen el doble de porcentaje de riesgo de volverse una enfermedad seria. Además, muchos médicos y psicólogos creen que el origen del cáncer yace en actitudes negativas y que puede ser sanado al generar actitudes positivas. El budismo ofrece un número de métodos espirituales que se pueden emplear en conjunción con la medicina y otros tratamientos para superar la enfermedad. Estos incluyen vivir éticamente, la práctica de la meditación para reducir el estrés y trabajar con las emociones perturbadoras como la ira, el miedo y la depresión. También hay un buen número de prácticas sanadoras que conllevan la visualización de imágenes del Buda y la recitación de sus mantras. Una de las más conocidas y efectivas es la del Buda de la Medicina. Mientras se encontraba en el sendero hacia la iluminación, el Buda de la Medicina realizó una serie de votos para ayudar a los seres sensibles durante épocas difíciles como la que estamos pasando, donde hay un aumento de engaños, problemas sociales, guerras, desastres naturales y enfermedades mentales y físicas. La práctica del Buda de la Medicina es particularmente beneficiosa para las personas que están enfermas, en coma o muriendo. Pero la práctica también es efectiva para hacer desaparecer los obstáculos, y así conducirnos hacia el éxito en cualquier esfuerzo en el que nos involucremos, ya sea espiritual o mundano. Esta práctica la puedes hacer para ti mismo, o para otra persona que esté enferma o necesite ayuda, en cuyo caso, puedes visualizar al Buda de la Medicina encima de la cabeza de esa persona.

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La práctica Siéntate cómodamente con la espalda erguida. Dedica unos minutos para conducir a tu mente al instante presente, centrándote en tu respiración, y dejando que todos tus pensamientos simplemente fluyan... Luego, genera una motivación positiva para hacer la práctica. Lama Zopa Rimpoché dice que la práctica de la sanación es más efectiva cuando la hacemos con una motivación altruista.

Puedes generar tal motivación al pensar: “Voy a hacer esta práctica para ayudar a los seres a verse libres de los sufrimientos como la enfermedad, así como de las causas de los sufrimientos: los engaños y el karma”. Visualiza al Buda de la Medicina a unas cuantos centímetros por encima de tu cabeza. Está sentado sobre un disco lunar, el cual a su vez descansa en el centro de un loto abierto, con sus piernas cruzadas en la postura vajra o posición del loto completo, y se te muestra con el mismo cuerpo que tú. Su cuerpo está hecho de una luz brillante de un color azul espléndido, el color del lapislázuli. Cada aspecto de la visualización está hecho de luz e irradia luz. Su mano derecha descansa sobre su rodilla derecha, en el gesto de conceder las realizaciones sublimes y sostiene el tallo de una planta arura (mirobálano) entre su pulgar y su primer dedo. Su mano izquierda, en su regazo, está en el gesto de la concentración y sostiene un cuenco de lapislázuli lleno de néctar. Lleva puesto los tres hábitos de azafrán de un monje, y tiene todas las señales y marcas de un buda completamente iluminado. Su rostro está en paz y sonriente, contemplando a todos los seres sensibles del universo con compasión, amabilidad y bondad. Emplea algún tiempo contemplando la visualización del Buda de la Medicina. Comprende que él es la manifestación de todos los seres iluminados y sus sublimes cualidades. Siente la paz y la compasión que emanan de él. Si quieres, puedes recitar las siguientes oraciones para generar devoción hacia el Buda de la Medicina y el deseo de convertirte tú mismo en un buda para beneficiar a todos los seres:

Oración de refugio y bodichita Me refugio hasta que alcance la iluminación en el buda, el darma y la asamblea suprema. Que por los méritos que acumule con la práctica de la generosidad y demás perfecciones, pueda convertirme en un buda para beneficiar a todos los seres sensibles. (3 veces)

Los cuatro pensamientos inconmensurables ¡Que todos los seres sensibles consigan la felicidad y sus causas! ¡Que todos los seres sensibles estén libres del sufrimiento y de sus causas! ¡Que todos los seres sensibles nunca estén separados de la felicidad que no conoce sufrimiento! ¡Que todos los seres sensibles vivan en ecuanimidad, libres del apego y de la ira, que hacen a unos íntimos y a otros distantes!

Oración al Buda de la Medicina

Al bhagavan, tathagata, arhat, al gran iluminado Guru Buda de la Medicina, el Rey de la Luz Lapis, ante quien me postro, busco refugio y hago ofrendas. Que tu voto de beneficiar a los seres sensibles madure ahora para mí y para los demás. (7 veces) Luego visualiza infinitos rayos de luz blanca brillante descendiendo del corazón y del cuerpo del Buda de la Medicina. Esta luz colma tu cuerpo y purifica todas las enfermedades, todas las aflicciones debidas a espíritus o magia negra, así como la causa de todos los problemas: de tu karma negativo, los engaños y los oscurecimientos mentales. Todas estas negatividades abandonan tu cuerpo en la forma de un líquido espeso negro, como el aceite negro. Tu cuerpo se torna tan limpio y claro como un cristal. También puedes imaginar que todos los demás seres se están purificando de la misma manera. Haz esta visualización mientras recitas el mantra del Buda de la Medicina: Tayata om bhekhandzye bhekhandzye maha bhekhandzye radza samudgate soha. (7, 21 o más veces) Después recita el mantra de nuevo, tantas veces como quieras, y visualiza que la luz fluye del Buda de la Medicina y llena tu cuerpo de nuevo, aportando todas las realizaciones del camino hacia la iluminación, y todas las cualidades de los budas y bodisatvas. Puedes imaginar que lo mismo le sucede a todos los seres sensibles. Siente que tú y todos los otros seres ya habéis recibido estas excelentes cualidades: que habéis recibido las bendiciones y la inspiración del Buda de la Medicina. Al final, visualiza que el Buda de la Medicina se hace luz y se funde en tu corazón. Tu mente se torna una con la mente iluminada de todos los budas. Deja que tu mente descanse un instante en un estado que es completamente claro, pacífico y libre de sus pensamientos comunes y concepciones frenéticas. Siente que esta es tu verdadera naturaleza… Para concluir, dedica el mérito o energía positiva de la meditación, que aportará una genuina salud mental y física, así como felicidad, a todos los seres sensibles, y que será la causa para que alcancen el objetivo final de la iluminación. Si quieres, también puedes recitar las siguientes oraciones a modo de dedicación: A través de estos méritos, que pueda alcanzar rápidamente el estado del Buda de la Medicina, y conducir a todos los seres vivos, sin excepción, a ese estado iluminado. Que la suprema joya de la bodichita aún no aparecida, nazca y crezca; y que aquélla que ha aparecido no disminuya, sino que aumente más y más.

Explicación del mantra: Tayata: Así

Om: significa el estado iluminado; las cualidades positivas del cuerpo, el habla y la mente de los budas. Bhekhandzye: Medicina, sanación, eliminación del dolor. El primer bhekhandzye significa sanar el dolor de nuestros sufrimientos físicos y mentales. Bhekhandzye: Sanación. El segundo bhekhandzye significa sanar el dolor de las causas del sufrimiento: los engaños y el karma. Maha bhekhandzye: Gran Sanación. Esto significa sanar aun las huellas sutiles de los pensamientos y emociones perturbadoras. Radza: Rajá o Rey Samudgate: Supremo Soha: Que mi mente pueda recibir, absorber y guardar las bendiciones del mantra, y puedan ellas enraizarse en mi mente.

6. Meditación sobre los “ocho versos para transformar el pensamiento” “Lo más importante es tener una mente correcta, un buen corazón y unos sentimientos afectuosos. Si no tienes un buen corazón, no puedes funcionar, no puedes ser feliz y, en consecuencia, tu familia, tus hijos y vecinos tampoco serán felices. Lo mismo sucederá entre naciones, entre continentes; la mente de todos se perturbará y la gente no será feliz. Pero si tienes una buena actitud, una mente correcta y un buen corazón, sucederá lo contrario. Por tanto, en la sociedad humana, el amor, la compasión y la bondad son lo más importante; son algo verdaderamente precioso. Vale la pena hacer un esfuerzo para desarrollar un buen corazón”. Su Santidad el XIV Dalai Lama

Tener un buen corazón significa sentir amor –desear la felicidad a los demás– y compasión –desear que se vean libres de sufrimiento–. Esta forma de pensar es el método para conseguir nuestra propia felicidad y también la de los demás. Quizá sepamos esto, pero ¿por qué es tan difícil? El principal obstáculo es nuestro hábito de pensar primero en nosotros, nuestra actitud egocéntrica. La mayor parte del tiempo estamos preocupados en mantenernos felices y cómodos, intentando satisfacer nuestros deseos. Estamos preocupados por nuestros problemas y sólo ocasionalmente encontramos la energía y el espacio para abrir de verdad nuestros corazones a las necesidades de otros. El egocentrismo es lo que nos motiva a coger el trozo de pastel más grande o el sillón más cómodo de la habitación, a colarnos en las colas, a conducir como si nuestro coche fuese el único en la calzada, hacer lo que nos apetece sin considerar cómo afecta a los demás. Esta actitud opera también a un nivel más sutil y está detrás de nuestra irritación, orgullo, envidia, ansiedad o depresión. De hecho, casi siempre que nos sentimos infelices o intranquilos se debe a que estamos demasiado preocupados por nosotros mismos. Pensamos que si no cuidamos de nosotros mismos no seremos felices. En realidad, sucede lo contrario. El apetito del ego es insaciable. No importa cuanto tengamos, el ego está siempre inquieto y busca algo más. Nunca llegamos al punto en que nos sentimos definitivamente satisfechos y podemos decir: “ahora tengo suficiente”. Si, por el contrario, podemos cambiar nuestra actitud y pensar en los demás, anteponiendo sus necesidades y deseos a los nuestros, conseguiremos la paz. Estimando de verdad a los demás, se consigue tranquilidad. Al actuar siempre del modo que menos perturbe a los demás, el ego va siendo dominado gradualmente y la vida y las relaciones toman una nueva dirección. La actitud de estimar a los demás no se basa en el disgusto por uno mismo o en la supresión de nuestros sentimientos. Se desarrolla llegando a reconocer poco a poco que todos necesitan amor y desean la felicidad, igual que nosotros, que todos los seres en el universo forman parte de una gran familia, que todos dependemos de todos y que no existe el extraño, que el egocentrismo crea problemas y que estimar a los demás trae la paz mental.

No es fácil desarrollar un amor y una compasión universales, pero tan pronto como empecemos a intentarlo veremos los cambios que se producen en nuestra vida. Necesitamos preservar y ser amables con nosotros mismos. A veces puede parecer que no mejoramos, pero esto se debe únicamente a que, con más conciencia, nos damos más cuenta de nuestra mente, de lo que ha habido siempre en ella. Debemos recordar que cuesta tiempo y esfuerzo superar los hábitos que hemos adquirido en toda una vida, ¡en muchas vidas, en realidad! La tradición budista tibetana presenta muchas prácticas para mejorar nuestra actitud hacia los demás. Esta meditación pertenece a un grupo de enseñanzas y prácticas conocido como “transformación del pensamiento” que tratan de transformar la actitud egocéntrica en la estima a los demás. El objetivo final es el desarrollo de la bodichita, la mente que aspira a alcanzar la iluminación por la causa de todos los seres. Esta práctica, compuesta por Lama Zopa Rimpoché, combina una meditación de Avalokitesvara, el buda de la compasión, con una oración de ocho versos que contiene la esencia de la transformación del pensamiento y que fue escrita por el maestro de meditación del siglo XI, Langri Tangpa Dorye Senge.

La práctica Sentado cómodamente con la mente tranquila y relajada, genera una fuerte motivación positiva para hacer esta meditación. Reflexiona sobre los puntos del camino gradual a la iluminación (pág. 167) o sobre lo siguiente: No es suficiente con asegurarse meramente la ausencia de sufrimiento en esta vida y las futuras. Debo liberarme completamente de la existencia cíclica, el círculo sin fin de muerte y renacimiento. Pero esto aún es insuficiente. ¿Cómo puedo conseguir el gozo de la liberación dejando atrás a todos los demás seres vivos? Cada ser consciente ha sido mi madre, no sólo una vez, sino muchas, en mis vidas previas, y cada uno de ellos ha cuidado de mí como mi madre actual. Piensa en la bondad de tu madre actual, en todo lo que ha hecho por ti desde que naciste. Piensa que todos los seres han sido igualmente bondadosos. He dependido de ellos para toda la felicidad que he podido disfrutar siempre. Todos los alimentos que como, las ropas que llevo, los libros que leo, la casa en que vivo; toda la música, las películas y los demás placeres de que disfruto los tengo gracias a la bondad de los demás. En este instante, estos bondadosos seres sensibles están experimentando sufrimiento y, por su ignorancia, están creando las causas de futuros sufrimientos. Rememora las vidas de la gente que conoces, parientes, amigos y vecinos, los problemas físicos y mentales que están padeciendo. Del mismo modo que no deseas el sufrimiento ni el dolor, ellos tampoco lo desean. Tú deseas la felicidad y la paz mental y ellos también la desean. ¿Tienen la solución? ¿Tienen a su alcance algún método para conseguir la felicidad a que aspiran y para evitar el sufrimiento indeseado?

Llega a la determinación de tomar la responsabilidad de liberar a todos los seres sensibles de su sufrimiento y de conducirles al gozo de la iluminación. Pero para conseguirlo, tú mismo necesitas estar iluminado, y la iluminación tiene sus causas y condiciones. La causa principal es la mente amorosa y compasiva de la bodichita. Para ello, voy a practicar la profunda enseñanza del adiestramiento mental de la bodichita. Visualización: Visualiza a la altura de la frente y a la distancia de un cuerpo a Avalokitesvara, el buda de la compasión (ver foto pág. 144). Si tienes un maestro espiritual, piensa que Avalokitesvara es la manifestación inseparable de él. Su cuerpo es de luz blanca y pura, e irradia una luz de arco iris de cinco colores: blanca, roja, azul, verde y amarilla. Tiene una sonrisa suave y te mira a ti y a todos los demás seres con la máxima compasión. Tiene cuatro brazos. Las manos de los dos primeros las tiene juntas en el corazón, sosteniendo una joya capaz de satisfacer los deseos de cada ser viviente. Su otra mano derecha sostiene un rosario de cristal y su otra izquierda un loto blanco. Está sentado en la posición del vajra, sobre un loto y un disco lunar, y a su alrededor hay una luna llena que es su aureola. Viste ropas exquisitas de seda y preciosos ornamentos de joyas. Una piel de antílope cubre su hombro izquierdo y su pecho. Toda la visualización está hecha de luz radiante. (La explicación de las oraciones se encuentra en la pág. 160)

Oración de las siete ramas Con reverencia, me postro al Guru Avalokitesvara con mi cuerpo, habla y mente; presento nubes de toda clase de ofrendas, reales o imaginadas; declaro todas mis acciones negativas, acumuladas desde un tiempo sin principio y me regocijo en los méritos de todos los seres sagrados y comunes. Por favor, permanece hasta el fin de la existencia cíclica y gira la rueda del darma para los seres sensibles. Por los méritos propios y los de los demás, que puedan madurar las dos bodichitas, y pueda recibir la gran iluminación para beneficio de todos los seres sensibles.

Ofrecimiento del mandala Este suelo, perfumado con incienso y tapizado de flores, adornado con el Monte Meru, los cuatro continentes, el sol y la luna: imagino este suelo como un campo de budas y así lo ofrezco. Que todos los seres sensibles disfruten de este reino puro.

Oración de súplica

Que la vida del guru sea larga. Que todos los seres diseminados por todo el espacio infinito reciban felicidad y comodidad. Que yo y todos los demás, sin excepción, podamos acumular mérito, purificar todos los oscurecimientos y alcanzar rápidamente la iluminación. Amado guru, por favor, concédeme la bendición para que mi mente se convierta en darma, para que el darma se convierta en el sendero, para que no puedan surgir obstáculos en el sendero, para que yo pueda cesar todas mis concepciones erróneas y recibir inmediatamente las dos preciosas bodichitas. Avalokitesvara queda muy complacido con tu petición y desciende, sobre su asiento de loto y luna, hasta posarse sobre tu coronilla.

Los ocho versos Recita los versos concentrándote en su significado. Tómate el tiempo que desees con cada verso. En cada uno de ellos, visualiza que se derrama una corriente de néctar blanco y gozoso desde la sílaba Hri en el corazón de Avalokitesvara y que entra en tu cuerpo por la coronilla. Te llena completamente, purificando todas tus negatividades y obscurecimientos y concediéndote las realizaciones mencionadas en el verso en que se medita.

1. Con el pensamiento de alcanzar la iluminación para el bienestar de todos los seres, que son más preciosos que las joyas que conceden los deseos, practicaré constantemente estimándoles.

Los seres vivos son algo preciado para nosotros porque sin ellos no tendríamos la oportunidad de desarrollar la generosidad, el amor, la paciencia y el resto de las cualidades altruistas, ni podríamos superar nuestro egoísmo. El néctar de Avalokitesvara me purifica del sentimiento egocéntrico que me impide estimar más a los demás, y me concede la realización de estimar a los demás más que a mí mismo. 2. Siempre que esté con otros, practicaré considerándome inferior a ellos y desde lo más profundo de mi corazón los consideraré como lo más supremo.

Ésta es una forma efectiva de contrarrestar nuestra tendencia habitual a encontrar faltas en los demás y criticarles. Por el contrario, debemos reconocer continuamente sus buenas cualidades y su potencial, y recordar nuestras faltas y defectos. El néctar purifica el orgullo y el egoísmo y trae la realización de la bodichita, que considera a los demás como algo querido y supremo.

3. En todas las acciones examinaré mi mente y tan pronto como aparezca un engaño, que ponga en peligro a mí y a los demás, lo afrontaré firmemente y lo apartaré.

Este verso subraya la importancia de la atención plena. Durante todo el día, en cualquier cosa que hagamos –trabajar, caminar, ver la televisión o meditar– debemos ser conscientes de lo que ocurre en nuestra mente. Siempre que surja un pensamiento negativo, como la ira, la envidia o el orgullo, debemos tomar nota y ocuparnos de él tan pronto como nos sea posible. Si no practicamos así, los engaños permanecerán en la mente, aumentarán y contaminarán todas las sensaciones y percepciones. El néctar purifica los obscurecimientos que me impiden afrontar y tratar los pensamientos descontrolados, y trae la realización de la bodichita y de la sabiduría de la vacuidad, que acaba con estos pensamientos. 4. Siempre que encuentre a una persona de naturaleza nociva desbordada por la energía negativa y el intenso sufrimiento, estimaré a esta rara persona como si hubiese encontrado un precioso tesoro.

No es muy difícil tener buenos sentimientos hacia la gente amable y de naturaleza buena, pero nuestro amor se pone a prueba de verdad cuando nos encontramos con gente con una gran energía negativa, puesto que nos proporcionan la oportunidad de comprobar cuánta paciencia y compasión tenemos y, por tanto, nos hacen poner los pies en tierra en cuanto a nuestro desarrollo espiritual se refiere. Debemos considerarles como algo raro y precioso. El néctar purifica el pensamiento egoísta que me impide considerar a los seres malvados como a algo precioso y estimarlos, y trae la realización de la bodichita, que estima incluso a los seres dañinos. 5. Cuando los otros, por envidia, me maltraten con ofensas, calumnias o desprecio, practicaré aceptando la derrota y ofreciéndole la victoria a ellos.

Cuando alguien nos critique, bien directamente o a nuestra espalda, no debemos tratar de defendernos con ira o responder con ofensas. En lugar de hacer esto, debemos recordar que cualquier mala experiencia es el resultado natural de nuestras propias acciones del pasado –probablemente podremos recordar muchas ocasiones en las que criticamos a los demás–. Podemos intentar hablar con la persona que se queja –no con ira, sino con compasión–, para calmarla y para que piense de forma más positiva; pero si se niega a ser razonable, debemos dejarla estar y aceptar la situación. De cualquier forma, es bueno escuchar las críticas con una mente abierta; a menudo son correctas y siempre pueden enseñarnos algo sobre nosotros mismos.

El néctar purifica el pensamiento egocéntrico que me impide aceptar la derrota y dar la victoria a los demás, y me proporciona las realizaciones que me permiten actuar así. 6. Cuando alguien a quien he ayudado y en quien he depositado una gran confianza me haga un gran daño, practicaré considerándole como mi maestro supremo.

Cualquier experiencia buena o mala que nos suceda en la vida es el resultado de nuestras acciones pasadas; por tanto no hay daño que no sea merecido. Esta idea puede ser difícil de aceptar, especialmente cuando el daño proviene de alguien a quien hemos ayudado y del que esperamos al menos gratitud. Pero es cuestión de familiarizarse con la ley de causa y efecto; tenemos que haber creado necesariamente la causa para ser dañados. Además, si comprendemos bien la importancia del desarrollo de la paciencia, seremos capaces de entender que el que nos daña nos está proporcionando una valiosa enseñanza en el sendero espiritual. El néctar purifica el pensamiento egoísta que me impide considerar a los seres malvados como a mis maestros espirituales, y proporciona el logro de la perfección de la paciencia del bodisatva que me permite actuar así. 7. En pocas palabras, ofreceré directa o indirectamente cualquier beneficio y felicidad a todos los seres, mis madres. Practicaré en secreto tomando sobre mí todas sus malas acciones y su sufrimiento.

La esencia de la transformación del pensamiento es cambiarse por los demás, cambiar la actitud egoísta de estimarse a uno mismo por la de estimar a los demás. Normalmente actuamos motivados por nuestra propia felicidad y para evitar los problemas, incluso aunque ello implique molestar a los demás; pero aquí invertimos nuestras prioridades: aspiramos a dar la felicidad a los demás y a cargar con sus problemas, siendo indiferentes a nuestro propio bienestar. Esta meditación es algo interno; se trata de un cambio en nuestro estado mental, es, por tanto, “secreta” –no es algo que todos puedan ver que practicamos–. El néctar purifica el pensamiento egoísta que me impide tomar sobre mí todas las malas acciones de los seres y sus sufrimientos, y trae la realización de la bodichita que les ofrece la felicidad y carga con su sufrimiento. 8. Percibiendo todos los fenómenos como ilusorios Mantendré todas estas prácticas limpias de la mácula de los ocho intereses mundanos, y, libre del aferramiento, liberaré a todos los seres de la esclavitud de la mente descontrolada y perturbadora, y del karma.

Cuando nuestra motivación para hacer algo tiene que ver con alguno de los ocho intereses mundanos –apego al placer, al elogio, a la ganancia y a la fama, y aversión al dolor, a la acusación, a la pérdida y a la mala fama– esta acción no es darma ni es espiritual.

Al comprender la naturaleza ilusoria –como un sueño– de todas las cosas y situaciones, aprendemos de forma natural a soltarnos y a no aferrarnos con tanta fuerza a esos intereses. El objetivo final de esta práctica es liberarnos de la ignorancia, del egoísmo y de toda energía negativa, para así poder ayudar a los demás a que se liberen también. El néctar purifica el pensamiento egoísta de autoestima y la ignorancia que se aferra al yo y que me impide ver todas las cosas como ilusorias; trae la realización de la vacuidad que me libera de la esclavitud de la mente descontrolada y del karma. Conclusión: Haz la siguiente petición de corazón. Te pido a ti, Gran Compasivo: por favor, tiéndeme tu santa mano y condúcenos a todos los seres al gozoso reino puro después de esta vida. Por favor, sé nuestro amigo espiritual en todas las vidas y condúcenos rápidamente a la iluminación. Avalokitesvara acepta tu petición. Desde su corazón se derrama una corriente de néctar que entra en ti y llena completamente todo tu cuerpo y mente. Todos los obscurecimientos, impresiones negativas y enfermedades son purificadas instantáneamente. Tu cuerpo se vuelve transparente como el cristal. Entonces Avalokitesvara se disuelve en luz y se absorbe en ti. Ahora eres Avalokitesvara; con tu cuerpo, habla y mente inseparables de su sagrado cuerpo, habla y mente. Estás rodeado en todas direcciones de todos los seres sensibles. Mantra de Avalokitesvara: Ahora, mientras recitas el mantra om mani peme hum, visualiza que desde tu corazón irradian incontables rayos de luz, cada uno de ellos con un pequeño Avalokitesvara en su extremo. Estos budas compasivos se sitúan sobre la cabeza de todos los seres sensibles y los purifican de sus negatividades y oscurecimientos con corrientes de néctar. Al final, se absorben en los seres sensibles, quienes se transforman en Avalokitesvara. Oraciones de dedicación: Que el sufrimiento y las causas del sufrimiento de todos los seres maduren ahora sobre mí. Que todos los seres reciban los resultados: mi felicidad y sus causas. Que la suprema joya de la bodichita, aún no aparecida, nazca y crezca; y que aquélla que ha aparecido no disminuya, sino que aumente más y más.

Sin desalentarme ni por un momento, que renuncie completamente a las acciones egoístas y practique, por la causa de los demás, las santas acciones del bondadoso fundador, el Buda Shakiamuni. A través de estos méritos que pueda alcanzar rápidamente el estado del Gran Compasivo, y, sin excepción, conducir a todos los seres sensibles que han sido nuestras madres, que son excelsos y nobles, a ese estado iluminado.

7. Oración a Tara or qué algunas personas tienen éxito en casi todo lo que se proponen, mientras que ¿P otras fracasan constantemente? Decimos que los que tienen éxito son “afortunados”, pero el budismo explica que en el pasado estas personas crearon las causas para poder experimentar el éxito, pues de otro modo no lo experimentarían ahora. Si deseamos encontrarnos con experiencias afortunadas y satisfactorias, necesitamos crear las causas necesarias. Esto es aplicable a cualquier actividad: a un posible negocio, al deporte o a la práctica espiritual. Suele ocurrir que cuanto más difícil es el objetivo, más obstáculos encontramos. Un método efectivo para superar esos problemas y tener éxito es hacer oraciones y peticiones a Tara, la Liberadora. Tara es una manifestación de la sabiduría, de la compasión, del amor y, en particular, de la actividad sabia de todos los seres iluminados. Cada detalle de su imagen representa un aspecto diferente del camino; por ejemplo, su color verde simboliza su habilidad para actuar. Su mano derecha hace el gesto de conceder las realizaciones sublimes, y la izquierda, el refugio. Su forma femenina denota que la iluminación es posible para todos, hombres y mujeres. En la práctica que se presenta aquí, se repite una oración de cinco versos que es la esencia de la oración conocida como “Los veintiún versos de alabanza a Tara” y contiene su mantra: om tare tuttare ture soha. Hay una historia que cuenta cómo apareció esta oración de cinco versos. En el siglo X, el traductor de Atisha –un gran maestro indio que vivió en Tíbet–, cayó enfermo. Dromtompa, discípulo de Atisha, predijo que si el traductor recitaba diez mil veces “Los veintiún versos de alabanza a Tara”, se recuperaría de su enfermedad. Pero el hombre estaba demasiado enfermo para recitar esa larga oración; por ello, Atisha, que tenía una comunicación directa con Tara, le pidió consejo a ésta y ella le dio la oración de cinco versos, que equivale a la de los veintiuno. El traductor completó las diez mil repeticiones y pronto se recuperó totalmente de su enfermedad. Esta práctica ha sido recopilada por Lama Thubten Zopa Rimpoché para que podamos abrir nuestros corazones a la energía inspiradora e increíblemente bondadosa de Tara.

La práctica Visualiza a Tara de color verde esmeralda en el espacio frente a ti, sentada sobre un loto y una luna (pág. 141). Es una manifestación de la omnisciencia, el amor y la compasión de todos los budas, y es de la naturaleza de la luz: ni sólida ni concreta. Su pierna izquierda doblada simboliza su completo control sobre el deseo y la derecha extendida indica que está presta a levantarse para ayudar a todos los seres. Tiene la mano izquierda sobre el corazón en el gesto de refugio: la palma hacia fuera, el pulgar y el anular tocándose y los otros tres dedos levantados. La mano derecha la tiene sobre la rodilla derecha mostrando el

gesto de conceder las realizaciones sublimes: la palma hacia fuera, el pulgar y el índice tocándose y el resto apuntando hacia abajo. En cada mano sostiene el tallo de una flor utpala azul, símbolo del canal central desbloqueado. Está bellamente adornada con ropas de seda y ornamentos de joyas, y su rostro sonriente irradia amor y compasión. Todos los seres sensibles, en forma humana, te rodean: las personas allegadas están detrás de ti, los que no te caen bien delante de ti, y el resto a ambos lados. Estás totalmente rodeado por todos los seres sensibles hasta donde te alcanza la vista. Todos te siguen al recitar las siguientes oraciones.

Refugio y bodichita Me refugio hasta que alcance la iluminación en el buda, el darma y la asamblea suprema. Que por los méritos que acumule con la práctica de la generosidad y demás perfecciones, pueda convertirme en un buda para beneficiar a todos los seres sensibles. (3 veces)

Los cuatro pensamientos inconmensurables ¡Que todos los seres sensibles consigan la felicidad y sus causas! ¡Que todos los seres sensibles estén libres del sufrimiento y de sus causas! ¡Que todos los seres sensibles nunca estén separados de la felicidad que no conoce sufrimiento! ¡Que todos los seres sensibles vivan en ecuanimidad, libres del apego y de la ira, que hacen a unos íntimos y a otros distantes!

Las siete ramas Con reverencia me postro con mi cuerpo, habla y mente y presento nubes de toda clase de ofrendas, reales o imaginadas. Declaro todas mis acciones negativas, acumuladas desde un tiempo sin principio y me regocijo en los méritos de todos los seres sagrados y comunes. Por favor, permanece hasta el fin de la existencia cíclica y gira la rueda del darma para los seres sensibles. Dedico los méritos creados por mí y por los demás para la gran iluminación.

Ofrecimiento del mandala

Este suelo, perfumado con incienso y tapizado de flores, adornado con el Monte Meru, los cuatro continentes, el sol y la luna: imagino este suelo como un campo de budas y así lo ofrezco. Que todos los seres vivientes disfruten de este reino puro. Idam guru ratna mandalakam niryatayami Presento este mandala de joyas a los preciosos gurus

Oración a Tara Ahora haz presente cualquier petición que desees hacer: el éxito en tus actividades espirituales o mundanas, la salud o la longevidad para tus parientes, amigos o para ti mismo, o cualquier otra cosa que desees. Teniendo presente estas necesidades, recita la oración corta de Tara tantas veces como puedas, bien permaneciendo sentado o haciendo postraciones. Om Me postro ante Tara, la diosa destructora de los enemigos, la dama liberadora, Homenaje a tare, salvadora, heroína, que con tuttare disipa todos los miedos, que concede todos los beneficios con ture, ante ella con profundo soha, me inclino. Al recitar la oración, visualiza que desde el punto donde se tocan el pulgar y el anular de la mano izquierda de Tara, emanan rayos de luz con néctar en ellos –como gotas de lluvia que corren por un cable–. Los rayos de luz y el néctar fluyen continuamente, llegan hasta ti y a todos los seres que te rodean y purifican todas tus interferencias en la práctica del darma, y todos los obscurecimientos para la liberación y la iluminación. Recuerda todos los problemas de la gente por la que rezas. Piensa también en los sufrimientos y problemas que experimentan los seres sensibles que te rodean: luchando en guerras, sintiéndose solos o enfermos, dominados por la ira, el orgullo o la envidia... Al entrar los rayos y el néctar en sus cuerpos y mentes, sus sufrimientos y sus causas se extinguen por completo. Todos los seres sensibles son totalmente liberados. Siente con una convicción firme que Tara ha aceptado tus peticiones y ha respondido a tus oraciones. Durante la primera parte de la recitación puedes visualizar la purificación descrita, y durante la segunda parte puedes visualizar que tú y los demás seres os hacéis uno con Tara: de cada oración emana una Tara idéntica a la Tara que está frente a ti y se disuelve en ti y en todos los demás. Todos os volvéis totalmente uno con el cuerpo, el habla y la mente de Tara.

Dedicación de méritos Que por los méritos de estas acciones virtuosas alcance rápidamente el estado de Tara y pueda conducir a todos los seres sensibles, sin excepción,

a ese estado iluminado. Que la suprema joya de la bodichita aún no aparecida, nazca y crezca; y que aquélla que ha aparecido no disminuya, sino que aumente más y más.

Explicación del mantra Om: contiene tres sonidos: ah, oh y mm, y significa las cualidades inconmensurables del cuerpo, habla y mente de los seres iluminados. Según las enseñanzas tántricas del Buda, los caminos incluidos en el mantra om tare tuttare ture soha conducen al estado omnisciente de la mente. Realizando estos caminos en nuestra mente, purificamos nuestro cuerpo, habla y mente y los transformamos en el cuerpo, habla y mente de Tara. Aquí, om es el objetivo, y tare tuttare ture el camino. Tare: “La que libera”. Generalmente, “Tara” significa liberar de renacimientos infortunados, de los sufrimientos de la existencia cíclica, y de la trampa sutil del nirvana. Aunque uno consiga librarse de la existencia cíclica y alcanzar el nirvana, se requiere mucho tiempo para despertarse de ese estado gozoso de paz y empezar a trabajar por los seres sensibles. Comparado con la motivación de alcanzar la iluminación para trabajar por los demás, el objetivo de lograr el nirvana sólo para uno mismo es muy limitado. Por ello Tara nos libera, no sólo de la existencia cíclica, sino también del estado gozoso de la paz, y nos conduce a la iluminación. Este es el significado tradicional del primer tare del mantra. Representa todo aquello de lo que debemos ser liberados, el camino que libera y el objetivo hacia el que nos conduce Tara: el estado omnisciente de la iluminación. No obstante, aquí se explica el significado de tare como la liberación de la existencia cíclica –la primera de las cuatro verdades nobles–, la realidad del sufrimiento (pág. 95). Tuttare: “Quien elimina todos los temores”. Se dice que Tara nos libera de ocho “temores” o de los sufrimientos de ocho tipos de engaños, cada uno de los cuales se compara con una causa externa de temor: el sufrimiento del apego, que es como una gran inundación; el sufrimiento del enfado, que es como un fuego; el sufrimiento de la ignorancia, que es como un elefante; el sufrimiento de la envidia, que es como una serpiente; el sufrimiento del orgullo, que es como un león; el sufrimiento de la miseria, que es como las cadenas de una prisión; el sufrimiento de las visiones erróneas, que es como un ladrón; y el sufrimiento de la duda, que es como un fantasma. Si tomamos refugio en Tara, recitamos su mantra y practicamos su método, nos liberará, no sólo de los sufrimientos internos de los engaños, sino también de peligros externos como inundaciones, incendios y ladrones. Por tanto, con tuttare, Tara nos libera de las verdaderas causas del sufrimiento –el karma y los engaños que hacen surgir al karma–, la segunda de las cuatro verdades nobles. Recitándolo, nuestros temores pueden disiparse, lo que indica que Tara nos conduce por el verdadero camino, el darma absoluto, el verdadero remedio para las causas del sufrimiento.

Ture: “Quien concede todo el éxito”. Aquí el éxito se refiere a los objetivos de los practicantes de los tres niveles de motivación: un nacimiento afortunado, objetivo del primer nivel de motivación; el nirvana, objetivo del nivel intermedio de motivación; y la iluminación, objetivo del nivel superior de motivación. “Todo el éxito” también se refiere al éxito en todas las aspiraciones de esta vida, ya sea en las relaciones, en los negocios, en lograr las condiciones perfectas para nuestra práctica espiritual o en conseguir nuestros objetivos en el darma. Soha: Cada palabra del mantra, desde Om hasta soha, tiene una función particular, como se ha explicado. Cada una proporciona un gran beneficio. Por tanto, “a soha y a las demás ofrecemos el máximo homenaje”. Soha, en sí misma, significa “Que las bendiciones de Tara, contenidas en el mantra om tare tuttare ture echen raíces en nuestros corazones”. Si deseamos cultivar manzanas en nuestro huerto, deberemos plantar la semilla de un manzano. De igual forma, si deseamos alcanzar la iluminación, debemos plantar en nuestros corazones la raíz de todo el camino, que se contiene en el mantra om tare tuttare ture soha. Rezando a Tara y recitando su mantra recibimos sus bendiciones en nuestro corazón y, así, podemos generar todo el camino a la iluminación. Al generar el camino, el método y la sabiduría en nuestras mentes, nuestro cuerpo, habla y mente impuros se purifican y se transforman en el santo cuerpo, habla y mente de Tara.

8. Purificación de Vajrasatva or qué cuando nos sentamos a meditar, nuestra mente divaga de aquí para allá, sin ¿P que podamos hacer nada? ¿Por qué es tan difícil controlar la mente y obtener realizaciones? ¡Quizás imaginábamos antes de empezar a meditar que las cosas iban a ser más fáciles! No es fácil transformar la mente, por ello no es sorprendente que tengamos obstáculos y problemas. No es por carecer de sabiduría o de habilidad para meditar adecuadamente y profundizar en nuestra mente, sino por la energía negativa de nuestros engaños, de nuestras concepciones deformadas y emociones que hemos venido acumulando desde tiempo sin principio. Cuando nos sentamos a meditar, esta energía se manifiesta físicamente como incomodidad o inquietud y mentalmente como sopor, agitación, tensión o duda. Nuestra llama de sabiduría existe, pero no puede hacer frente a esa oscura tormenta de energía negativa que nos impide realizar el camino a la iluminación. Un método especialmente poderoso del vajrayana es la práctica asociada con el buda Vajrasatva (en tibetano: Dorje Sempa). Se dice que es tan efectivo para destruir los engaños y la energía negativa como lo es un gran incendio para quemar miles de hectáreas de bosque. Una de las características del resultado de cualquier acción o karma, ver página 81, es que va incrementándose con el tiempo, del mismo modo en que la semilla de una fruta da como resultado muchas frutas. Por tanto, es obvio que para prevenir el incremento de los resultados de las acciones negativas, es necesario purificar nuestra mente de las impresiones dejadas por las acciones negativas de cuerpo, habla y mente. Se dice que la recitación del mantra de Vajrasatva, al menos veintiuna veces al finalizar la jornada, impide que se incremente el poder de la energía negativa de ese día. La recitación del mantra cien mil veces, en las condiciones propicias y con un estado mental adecuado, tiene el poder de purificar completamente todas las impresiones negativas. La completa purificación de la energía negativa –lo que asegura que nunca tendremos que experimentar los resultados de nuestras acciones negativas–, depende de una confesión firme y pura. Los cuatro pasos de esta práctica, sobre todo interna, se conocen como los cuatro poderes oponentes (pág. 163). Las dos meditaciones que aquí se presentan, preparadas por Lama Thubten Zopa Rimpoché, combinan la visualización de Vajrasatva con los cuatro poderes. Una se hace permaneciendo sentado y la otra postrándose.

La práctica sentada El poder de la dependencia

Visualiza a diez centímetros sobre tu coronilla un loto blanco abierto, con un disco lunar sobre el cual se sienta Vajrasatva. Es blanco, translúcido y está adornado con bellos ornamentos y ropas de seda celestiales. Cualquier aspecto de la visualización es de la naturaleza de la luz. Tiene dos manos, cruzadas sobre el corazón; en la derecha tiene un vajra que simboliza el gran gozo; en la izquierda sostiene una campana, símbolo de la sabiduría de la vacuidad. El vajra y la campana juntos significan el logro del estado iluminado, la unidad inseparable de los cuerpos de la sabiduría y de la forma. En su corazón hay un disco lunar con la sílaba semilla hum en su centro y las letras del mantra de cien sílabas de Vajrasatva, de pie alrededor del borde del disco lunar, y en el sentido de las manecillas del reloj. Mantén esta visualización claramente mientras recitas la siguiente oración para tomar refugio y generar la bodichita. Tomo refugio en las tres preciosidades sublimes; liberaré a todos los seres sensibles y los conduciré a la iluminación; así, voy a generar perfectamente la bodichita. (3 veces)

El poder del arrepentimiento Recuerda con un profundo arrepentimiento las negatividades específicas que hayas creado. Entonces medita profundamente en el significado de lo siguiente: El karma negativo que he acumulado desde tiempo sin principio es tan grande como el tesoro de un gran rey. Aunque cada acción negativa conduce a incontables eones de sufrimiento, parece que esté esforzándome constantemente para no hacer otra cosa que acciones negativas. Aunque trato de evitar lo no virtuoso y practicar actos positivos, día y noche, sin descanso, las negatividades y los quebrantamientos morales caen como la lluvia. Carezco de la habilidad para purificar esas faltas de forma que no quede ni rastro de ellas; con esas impresiones negativas en mi mente puedo morir repentinamente y encontrarme cayendo en un renacimiento infortunado. ¿Qué puedo hacer? Por favor, Vajrasatva, ¡sácame de esta miseria con tu gran compasión!

El poder de la fuerza oponente Visualiza que desde la hum en el corazón de Vajrasatva se irradia luz en todas las direcciones pidiendo a los budas que concedan sus bendiciones. Ellos aceptan la petición y envían rayos blancos de luz y de néctar cuya esencia es el conocimiento de sus cuerpos, hablas y mentes. La luz y el néctar se derraman como una lluvia de leche y se absorben en la hum y en el mantra en el corazón de Vajrasatva. Esto llena su santo cuerpo

completamente, realzando la magnificencia de su apariencia, y aumenta la brillantez del mantra, haciéndolo resplandecer con la luz de cien mil lunas reflejadas en las montañas nevadas. Entonces, mientras recitas el mantra de cien sílabas, visualiza que desde la hum y el mantra en el corazón de Vajrasatva se derraman continuamente rayos blancos de luz y néctar que penetran por tu coronilla y llenan tu cuerpo y mente de un gozo infinito. Om vajrasatva samaya manu palaya / vajrasatva deno pathita dido me bhawa / suto kayo me bhawa / supo kayo me bhawa / anur rakto me bhawa / sarwa siddhi me par ya tse / sarwa karma su tsa me / tsi tam shri yam kuru hum / ha ha ha ha ho / bhagawan / sarwa tathagata / vajra ma me mu tsa / vajra bhawa maha samaya sattva / ah hum peh / Continúa recitando el mantra y visualizando la corriente de luz y néctar mientras realizas las cuatro siguientes visualizaciones en el siguiente orden. Purificación del cuerpo: Tus engaños y negatividades en general, y particularmente las del cuerpo, toman la forma de tinta negra, y las enfermedades y aflicciones causadas por espíritus toman la forma de escorpiones, serpientes, sapos y cangrejos. Arrastrados por la luz y el néctar, salen de tu cuerpo por los orificios inferiores, como agua sucia saliendo por un desagüe. Ahora te has quedado completamente vacío de esos problemas; han dejado de existir por completo. Purificación del habla. Tus engaños y las impresiones de las negatividades del habla toman la forma de alquitrán líquido. La luz y el néctar llenan tu cuerpo como el agua llena un vaso sucio; las negatividades, como la suciedad del vaso, son llevadas hacia arriba y se derraman por las aperturas superiores de tu cuerpo. Te quedas totalmente vacío de esos problemas; han dejado de existir por completo. Purificación de la mente. Tus engaños y las impresiones de las negatividades mentales aparecen como una oscuridad en tu corazón. Cuando la oscuridad es tocada por la fuerte corriente de luz y de néctar, desaparece instantáneamente. Quedas totalmente vacío de estos problemas, que dejan de existir por completo. Purificación simultánea. Finalmente, visualiza esas tres purificaciones simultáneamente; eliminan los oscurecimientos sutiles que te impiden ver correctamente todo lo que existe. Quedas totalmente vacío de estos problemas, que dejan de existir por completo. Si no dispones de mucho tiempo o te sientes perezoso y eres incapaz de hacer las visualizaciones, hay una visualización alternativa simplificada: todos los engaños y negatividades que has reunido desde las vidas sin principio aparecen como oscuridad en tu corazón. Al recitar el mantra, inconmensurables y poderosos rayos de luz y néctar se derraman desde el corazón de Vajrasatva y penetran por tu coronilla. Instantáneamente, la oscuridad de tu corazón se desvanece, igual que la oscuridad de la habitación desaparece cuando se enciende la luz.

El poder de la promesa Haz la siguiente promesa a Vajrasatva, especificando el tiempo que pretendes guardarla: “No cometeré esas acciones negativas desde ahora hasta...”. Vajrasatva, extremadamente complacido, dice: “Hijo de la esencia, todas tus negatividades, oscurecimientos y votos degenerados han sido totalmente purificados”. Entonces Vajrasatva se disuelve en luz y es absorbido por ti. Tu cuerpo, habla y mente se funden con los de Vajrasatva. Para concluir la meditación, recita las siguientes oraciones: Que por los méritos de estas acciones virtuosas alcance rápidamente el estado de Vajrasatva y pueda conducir a todos los seres sensibles, sin excepción, a ese estado iluminado. Que la suprema joya de la bodichita aún no aparecida, nazca y crezca: y que aquélla que ha aparecido no disminuya, sino que aumente más y más.

La práctica postrada El poder de la dependencia Visualiza a Vajrasatva frente a ti y a todos los seres sensibles en forma humana rodeándote. Toma refugio y piensa: Voy a hacer postraciones con gran respeto para transformar mi cuerpo, habla y mente en el santo cuerpo, habla y mente de Vajrasatva, con el único propósito de iluminar a todos los maternales seres sensibles. El poder del arrepentimiento Recuerda con profundo arrepentimiento todas las negatividades que has creado con el cuerpo, el habla y la mente. El poder de la fuerza oponente Mientras te postras, recita el mantra de Vajrasatva. Visualiza el mantra como una corriente de letras blancas, hechas de luz, que fluyen desde una om en la frente de Vajrasatva y se absorben en tu frente, purificando completamente los oscurecimientos de tu cuerpo.

Al mismo tiempo visualiza el mantra como una corriente de letras rojas, hechas de luz, que fluyen desde una ah roja en la garganta de Vajrasatva y se absorbe en tu garganta, purificando completamente los oscurecimientos de tu habla. Simultáneamente, visualiza el mantra como una corriente de letras azules, hechas de luz, que fluyen desde una hum azul en el corazón de Vajrasatva y se absorben en tu corazón, purificando completamente los oscurecimientos de tu mente. Al purificarte de esta forma, visualiza que todos los seres sensibles que te rodean también se postran y purifican sus cuerpos, hablas y mentes. Tras cada postración, un duplicado de Vajrasatva se absorbe en ti y en cada ser. Piensa que tu cuerpo, habla y mente y los de todos los seres han sido totalmente purificados y que se hacen uno con el santo cuerpo, habla y mente de Vajrasatva.

El poder de la promesa Al final de la sesión haz la promesa. Visualiza que Vajrasatva se absorbe en ti y en todos los seres sensibles, y dedica los méritos de la práctica con las dos oraciones de dedicación.

Explicación del mantra Om significa las cualidades del cuerpo, habla y mente de los budas. También se refiere a lo que es favorable y de máximo valor. Vajrasatva (en tibetano: Dorje Sempa). El valiente que posee la sabiduría trascendental inseparable. Samaya. Un compromiso que no puede ser transgredido. Manu palaya. Condúceme por el camino que te llevó a la iluminación. Vajrasatva deno pa. Acercarse a la santa mente vajra. Thita. Por favor, hazme permanecer. Dido. Firme, estable, debido a sus relaciones con la naturaleza absoluta. Me. Yo Bhawa. Por favor, concédeme la habilidad para realizar la naturaleza de los fenómenos. Suto kayo me bhawa. Por favor, toma la naturaleza de estar sumamente complacido conmigo. Supo kayo me bhawa. Que pueda permanecer en la naturaleza del gran gozo altamente desarrollado. Anurakto me bhawa. Por favor, permanece en la naturaleza del amor que me conduce a tu estado. Sarwa siddhi me par ya tse. Por favor, concédeme todos los logros verdaderos. Sarwa karma su tsa me. Por favor, concédeme todas las acciones virtuosas. Tsi tam shri yam kuru. Por favor, concédeme todas tus cualidades gloriosas. Hum. Sílaba semilla que significa la santa mente vajra. Ha ha ha ha ho. Significa las cinco sabidurías trascendentales. Bhagawan. El que ha destruido cualquier oscurecimiento, alcanzado todas las realizaciones y pasado más allá del sufrimiento.

Sarwa tathagata. Todos aquellos que se han ido al espacio de la vacuidad tal cual es. Vajra. Inseparable. Ma me mu tsa. No me abandones. Vajra Bhawa. La naturaleza de la inseparabilidad. Maha samaya sattva. El gran valiente de la promesa, la mente santa. Ah. Sílaba semilla que significa el habla vajra y santa. Hum. Significa la sabiduría trascendental del gran gozo. Peh. Clarifica nuestra comprensión de la sabiduría trascendental del gozo y de vacuidad inseparables. También destruye la mente dualista que se opone a esa sabiduría. Resumiendo, el mantra significa: “Oh gran valiente cuya mente santa es la naturaleza vajra de todos los budas, que has destruido todo oscurecimiento, que has logrado todas las realizaciones y pasado más allá del sufrimiento, que has ido a lo que es; no me olvides, libérame, por favor, de acuerdo con tu promesa”. El mantra corto de Vajrasatva es: Om vajrasatva hum.

9. Los Ocho Preceptos Mahayana uardar votos o preceptos morales es la forma más efectiva de erradicar los obstáculos a las realizaciones espirituales. Los obstáculos son las impresiones que dejan en nuestro continuo mental las acciones equivocadas de nuestro cuerpo, habla y mente. Evitando conscientemente las acciones negativas dejamos, de forma natural, de crear más obstáculos y purificamos las acciones del pasado, despejando así nuestra mente para lograr realizaciones. Hay varios niveles de votos en la tradición budista mahayana: los votos de la ordenación completa, tomados para toda la vida por monjes y monjas, los votos de los monjes y monjas novicios, y los votos tomados por los laicos. El tomar votos en una ceremonia formal, delante de nuestros maestros o de budas visualizados, se considera que tiene más poder y sentido para la mente que simplemente evitar ciertas acciones de manera informal. Aún más, si los votos se toman con la motivación mahayana de la bodichita, es decir, para el bienestar de todos los seres vivos, los beneficios resultantes son infinitos. Es importante estudiar los beneficios de guardar los votos y los inconvenientes de romperlos –que se explican más adelante–, de forma que al tomarlos, se tenga una total comprensión de lo que se está haciendo. Los ocho preceptos mahayana son una serie de votos que cualquier persona puede tomar por un periodo de veinticuatro horas. Pueden tomarse cualquier día, pero se recomienda hacerlo los días de luna nueva, llena, cuarto creciente y menguante. La ceremonia debe realizarse por la mañana temprano, antes del amanecer –cuando aún está tan oscuro que no se pueden ver las líneas de la palma de la mano–, y los votos deberán guardarse hasta la salida del sol del siguiente día. La primera vez que tomes los preceptos deberás tomarlos de una persona que haya recibido la transmisión oral de la práctica, considerando a esta persona como al Buda e imaginando que diriges tus promesas a él. Después ya puedes realizar la ceremonia por ti mismo, recitando las oraciones delante de una imagen de tu maestro o del Buda, imaginando también que estás tomando los votos del mismo Buda. Si rompes cualquiera de los votos durante el día, debes purificar la transgresión tan pronto como te sea posible, con los cuatro poderes oponentes (véase página 163). Una creciente familiaridad en guardar los preceptos hará que disminuya el peligro de las transgresiones por inconsciencia o falta de cuidado.

G

Beneficios de guardar los preceptos El Buda dijo: “Guardar preceptos es mucho más beneficioso que hacer muchos ofrecimientos a todos los budas durante tantos eones como granos de arena hay en el río Ganges”. Y, según un pandita indio: “Guardar los ocho preceptos un sólo día proporciona más beneficios que practicar la generosidad durante cien años”.

Guardando los votos desarrollaremos una mente clara y nos resultará más fácil meditar, evitar renacimientos desafortunados y conseguir renacimientos humanos con todas las condiciones necesarias para la práctica del darma; podremos encontrar maestros perfectos en las vidas futuras, proporcionándonos, de esta forma, la oportunidad de recibir posteriores enseñanzas y de conseguir realizaciones espirituales. Maitreya, el futuro buda, dijo: “Cualquier seguidor de Buda Shakiamuni que guarde los ocho preceptos renacerá entre aquéllos a mi alrededor”. También lograremos la liberación de la existencia cíclica y, finalmente, el objetivo de la iluminación, realizando el conocimiento y las perfecciones del santo cuerpo, habla y mente de un buda.

Inconvenientes de romper los preceptos Tras haber prometido no realizar una determinada acción negativa, el hacerla trae como resultado un karma más negativo que hacerla en circunstancias ordinarias. Esto se debe comprender claramente antes de comprometernos con cualquier voto. Tomar y después romper los preceptos equivale a mentir a los budas; más aún, puesto que se toman para beneficiar a todos los seres sensibles, romper los preceptos es como mentir a todos los seres sensibles también. Tal negligencia deja profundas impresiones negativas en el continuo mental que conducirán a un futuro infortunado. Si se rompen los preceptos, no recibiremos los beneficios antes descritos. Además, permaneceremos por más tiempo en la existencia cíclica y experimentaremos los sufrimientos de los renacimientos infortunados. Si estamos cerca de conseguir realizaciones, el romper los preceptos nos llevará a perder la intuición que ya hemos desarrollado. Por tanto, es esencial tomar los preceptos seriamente, con un correcto entendimiento.

Los ocho preceptos 1. Evitar matar, es decir, causarle la muerte directa o indirectamente a otro ser vivo. 2. Evitar robar, es decir, tomar algo de valor que pertenece a otro sin su permiso. Esto incluye tomar algo prestado con la clara intención de no devolverlo. 3. Evitar el acto sexual o cualquier otro tipo de contacto sexual, incluyendo la masturbación. 4. Evitar mentir, es decir, engañar a otro con acciones de tu cuerpo, habla o mente, o hacer que alguien mienta por ti. Incluye mentir de forma implícita, por ejemplo, no respondiendo a una pregunta, permitiendo así que alguien saque una conclusión falsa. 5. Evitar intoxicantes, es decir, alcohol, tabaco, drogas, etc. 6. Evitar comer más de una comida en las veinticuatro horas. La comida deberá tomarse antes del mediodía y, una vez que has dejado de comer durante más de treinta minutos, la comida se considera acabada. Líquidos ligeros como té y café se pueden tomar, pero no leche sola no diluida o jugos de frutas con pulpa. También debes evitar comer ciertas comidas “negras”, como carne, huevos, cebollas, ajo y rábanos. 7. Evitar sentarse en una cama alta o lujosa motivado por el orgullo. También deben evitarse asientos adornados y enjoyados y colchas o forros de piel animal.

8. Evitar llevar joyas, perfumes o adornos similares y evitar cantar, bailar o hacer música por apego. Para romper un precepto deben reunirse cuatro condiciones: 1. La motivación de la acción debe ser una actitud negativa como el apego, la aversión, etc. 2. Debe haber un objeto en la acción; por ejemplo, un ser que ha sido matado, alguien robado, etc. 3. Uno debe realizar la acción o encargar a otro que la haga. 4. La acción debe ser realizada; por ejemplo, el ser que matas debe morir antes que tú, o debes tener el pensamiento “esto es mío” del objeto robado. La gravedad o la levedad de la acción vienen determinadas por la intensidad de estos cuatro factores. Por ejemplo, una acción motivada por una intensa ira es más grave que la misma acción realizada por ignorancia; matar a un ser humano es más grave que matar a un insecto. Para comprender mejor este tema, debe estudiarse el karma, la ley de causa y efecto.

LA CEREMONIA Las oraciones preliminares deben recitarse de pie:

Refugio en el guru El guru es buda, el guru es el darma, el guru es también la sanga; el guru es el creador de toda la felicidad. En todos los gurus busco refugio. (3 veces)

Generación de la bodichita Para completar mis propios objetivos y los de los demás, genero la mente que busca la iluminación. (3 veces)

Purificación del medio ambiente Que la tierra se vuelva pura, sin asperezas ni espinas; lisa como la palma de la mano, y de naturaleza suave, como el lapislázuli.

Oración de ofrendas Que las ofrendas humanas y divinas tanto las reales como las mentales, nubes de ofrendas supremas del bodisatva Samantabadra llenen todo el espacio.

Mantra para bendecir e incrementar las ofrendas Om namo bagawate / vajra sarwa parma dana / tathagata ya / arhate / samyak sambuddhaya / tayata / om vajre vajre / maha vajre / maha tedza vajre / maha biya vajre / maha bodhitsita vajre / maha bohi mendo pasam kramana vajre / sarwa karma awa / rana bisho dana vajre soha / (3 veces)

Expresando el poder de la verdad Por el poder de la verdad de las Tres Rarezas Sublimes, de las bendiciones de todos los budas y bodisatvas, de la gran riqueza de las dos reuniones completas, y de la esfera de los fenómenos, pura e inconcebible; que todas estas nubes de ofrendas puedan, por la transformación de los bodisatvas Arya Samantabhadra, Manyusri y demás –inimaginables e inextinguibles, cubriendo todo el cielo– surgir y ser recibidas, en los ojos de los budas y bodisatvas de las diez direcciones.

Invocación Protector de todos los seres sin excepción, divino destructor de las intratables legiones de Mara; perfecto conocedor de todas las cosas: Bhagavan y séquito, por favor venid aquí. Ahora haz tres postraciones mientras repites el mantra: Om namo manjushriye namah sushriye nama uttama shriye soha (Traducción, (no debe recitarse): om homenaje al glorioso amado; homenaje al muy glorioso; homenaje al más glorioso soha) Al guru, fundador, bhagavan, tathagata, arhat, buda perfectamente completo, glorioso conquistador Buda Shakiamuni,

ante ti me postro, hago ofrendas y busco refugio. Por favor, concédeme tus bendiciones. (3 veces con postraciones) A continuación, siéntate.

Las siete ramas Con reverencia, me postro con mi cuerpo, habla y mente, y presento nubes de toda clase de ofrendas, reales o imaginadas. Declaro todas mis acciones negativas, acumuladas desde un tiempo sin principio y me regocijo en los méritos de todos los seres sagrados y comunes. Por favor, permanece hasta el fin de la existencia cíclica y gira la rueda del darma para los seres sensibles. Dedico los méritos creados por mí y por los demás para la gran iluminación.

Ofrecimiento del mandala Este suelo, perfumado con incienso y tapizado de flores, adornado con el Monte Meru, los cuatro continentes, el sol y la luna: imagino este suelo como un campo de budas y así lo ofrezco. Que todos los seres sensibles disfruten de este reino puro. Los objetos de mi apego, mi aversión y mi ignorancia: amigos, enemigos y extraños; y mi cuerpo, mis riquezas y placeres;

ofrezco este conjunto, sin sentimiento de pérdida. Por favor, aceptadlo con placer y bendecidme con la liberación de los tres venenos. Idam guru ratna mandalakam niryatayami Preciosos gurus, os envío este mandala lleno de joyas.

Tomar la ordenación Levántate y haz tres postraciones. Después, te arrodillas sobre tu rodilla derecha y con las manos juntas, en postración, inclinas la cabeza. Visualiza al Guru Avalokitesvara frente a ti, genera la motivación de la profunda bodichita para tomar los preceptos y repite tres veces: A todos los budas y bodisatvas que moran en las diez direcciones, por favor, prestadme atención. Tal como los tathagatas previos, destructores de enemigos, budas perfectamente completos quienes, como el sabio y divino caballo y el gran elefante, hicieron lo que había de hacerse, desarrollaron acciones, dejaron a un lado la carga, posteriormente alcanzaron su propio beneficio, completamente extinguidas las trabas a la existencia, y teniendo la palabra perfecta, las mentes y

sabidurías bien liberadas, para el beneficio de todos los seres sensibles, para beneficiar, para liberar, para eliminar el hambre, para eliminar la guerra, para detener el daño de los cuatro elementos1, para eliminar la enfermedad, para cumplimentar plenamente las treinta y siete prácticas armoniosas con la iluminación, y para realizar definitivamente el insuperable resultado de la completa y perfecta iluminación, realizada la ordenación restaurada y purificadora; de manera similar, también yo, [aquí dices tu nombre], desde este instante hasta el amanecer de mañana, para el bienestar de todos los seres sensibles, para beneficiar, para liberar, para eliminar el hambre, para eliminar la guerra, para detener el daño de los cuatro elementos2, para eliminar la enfermedad, para completar absolutamente las treinta y siete prácticas armoniosas con la iluminación, y para realizar definitivamente el insuperable resultado de la perfecta y completa iluminación, emprenderé perfectamente la ordenación restaurada y purificada.

Tras completar la tercera recitación, piensa que has recibido los votos en tu continuo mental y alégrate. Después vuelve a generar el pensamiento de la bodichita, la altruista aspiración de alcanzar la iluminación para el beneficio de todos los seres sensibles, pensando: Tal y como los destructores de enemigos del pasado han abandonado toda mala conducta a nivel de cuerpo, habla y mente, como quitar la vida de los demás, así yo también, para el beneficio de todos los seres sensibles, abandonaré por un día estas acciones erróneas y me dedicaré a la práctica pura del entrenamiento.

Oraciones del compromiso de guardar los preceptos De ahora en adelante no mataré, no robaré las posesiones de los demás, no tendré actividad sexual, ni pronunciaré palabras falsas. Evitaré los intoxicantes, ya que de ellos surgen muchos errores. No me sentaré en asientos grandes, ni altos ni caros. No ingeriré comida en las horas no propicias. Evitaré cantar, danzar, tocar instrumentos, y no llevaré perfumes, adornos u ornamentos. Al igual que los arhats han evitado las acciones erróneas, como quitarle la vida a los demás, así yo también evitaré hacer acciones erróneas como quitarle la vida a los demás. Pueda alcanzar rápidamente la iluminación y puedan los seres sensibles que están experimentando varios sufrimientos, verse libres del océano de la existencia cíclica. El mantra de la moralidad pura (para purificar los preceptos rotos) Om ahmogha shila sambhara / bhara bhara / maha shuddha sattva padma bibhushita budza / dhara dhara / samanta / avalokite hum phat soha (21 veces)

Oraciones de dedicación Que pueda mantener una moralidad sin faltas de las reglas y una inmaculada moralidad. Que pueda ser completada la perfección de la conducta moral manteniendo la moralidad pura e inmaculada, libre de orgullo.

Que la suprema joya de la bodichita aún no aparecida, nazca y crezca; y que aquélla que ha aparecido no disminuya, sino que aumente más y más. Que en todas mis vidas, nunca alejado de perfectos gurus, pueda disfrutar del magnífico darma. Completando las cualidades de los estadios y senderos, pueda yo alcanzar rápidamente el estado de Vajradara. Por los méritos derivados de tomar la ordenación y de la observación de los preceptos, pueda yo y todos los seres sensibles alcanzar los dos cuerpos sagrados e iluminados, creados por las dos ingentes acumulaciones de mérito y de sabiduría trascendental. Así como el valiente Manyusri realizó, como Samantabadra, las cosas tal como son, yo, también, dedico todos estos méritos de la mejor manera, para que pueda seguir su ejemplo perfecto. Dedico todas estas raíces de virtud con la dedicación alabada como la mejor por los victoriosos así idos de los tres tiempos, para que así pueda realizar los trabajos nobles. Al acabar el día, dedica el mérito por haber observado los preceptos. Que por estos méritos, pueda yo alcanzar rápidamente la iluminación al realizar la renuncia, la bodichita y la vacuidad, para el beneficio de todos los seres sensibles.

10. Postraciones a los Treinta y Cinco Budas a disciplina moral pura es esencial para la realización de los estadios graduales del camino a la iluminación (ver página 167). La disciplina moral, una de las seis perfecciones o prácticas de un bodisatva, implica la realización de acciones positivas y la purificación de las negativas y de los votos rotos. Conocido también como “La oración de confesión con los treinta y cinco budas”, éste es uno de los muchos métodos utilizados para la purificación. Las acciones negativas sólo pueden ser purificadas totalmente si se aplican los cuatro poderes oponentes (véase pág. 163). Estos cuatro poderes están incluidos en la oración de confesión: El poder de la confianza en la explícita expresión del refugio en los gurus, budas, darma y sanga; el poder de la fuerza oponente en la recitación de los nombres de los treinta y cinco budas; el poder del arrepentimiento al recordar las acciones negativas que realizamos en el pasado; y el poder de la resolución en la frase: “...prometo evitar a partir de ahora de tales acciones...”. Para que los cuatro poderes sean completos deberemos empezar generando una motivación de bodichita pura para realizar la práctica. Este método es especialmente poderoso si se practica como la primera cosa por la mañana, para purificar cualquier negatividad creada durante la noche, y como la última cosa por la noche, para purificar las negatividades creadas durante el día. La forma más efectiva es recitar la oración mientras se visualizan mentalmente los treinta y cinco budas y físicamente se hacen postraciones (véase pág. 162). De esa forma, tanto la mente como el habla y el cuerpo participan en el proceso de purificación.

L

La práctica Visualiza a los treinta y cinco budas. Buda Shakiamuni, el primer buda, se visualiza en el espacio frente a ti y un poco más arriba de tu cabeza. Se sienta en un trono confeccionado con perlas y sostenido por un elefante blanco. La perla, por su color blanco, simboliza la purificación completa de las negatividades y el elefante, al ser un animal poderoso, simboliza una purificación poderosa. El Buda se sienta en la postura vajra con sus hábitos de monje; su mano derecha adopta el gesto de tocar la tierra, mientras que la izquierda sostiene, sobre su regazo, un bol lleno de néctar. De su corazón emanan treinta y cuatro rayos de luz, todos hacia abajo. En la punta de cada rayo hay un trono de perlas sostenido por un elefante blanco. Estos tronos se disponen en cinco filas por debajo de Buda Shakiamuni, y los treinta y cuatro budas restantes están sentados sobre esos tronos en la postura del vajra. Todos ellos aparecen con el aspecto de monjes, pero los colores y los gestos de sus manos en cada hilera son diferentes. En la primera fila hay seis budas, de color azul oscuro (excepto el tercer buda, Rey, Señor de los Nagas, que tiene un rostro blanco), y los gestos de sus manos son los mismos que los del Buda Shakiamuni.

En la segunda fila hay siete budas, de color blanco, con sus manos cerradas una encima de otra, formando un puño delante del corazón, con los dedos índices apuntando hacia arriba, el puño de arriba agarrando el índice del puño inferior. Los siete budas de la tercera fila son amarillos, con sus manos izquierdas en el regazo en postura de meditación, y sus manos derechas en el gesto de conceder las sublimes realizaciones (como el de Tara, página 141). Los siete budas de la cuarta fila son de color rojo, con ambas manos en la postura de meditación. Los siete budas de la quinta fila son de color verde, con sus manos izquierdas en la postura de meditación y sus manos derechas en el gesto de dar protección (delante de sus corazones, las palmas abiertas y apuntando hacia afuera). Si es difícil visualizar los diferentes colores y los gestos de las manos de todos los budas, no te preocupes; imagina solamente que están ahí, sonriéndote compasivamente e irradiando luz. Recitar los nombres de los treinta y cinco budas purifica ingentes cantidades de karma negativo y de oscurecimientos. Si no puedes recitar los nombres de memoria, mantén el libro abierto sobre una mesa cercana a ti; lee el nombre de cada buda y póstrate ante él. Si puedes, repite el nombre tantas veces como puedas mientras te inclines ante ese buda. Puedes hacer tantas postraciones como quieras mientras recitas los nombres. Después, cuando hayas terminado esa parte de la práctica, arrodíllate y lee el resto de la plegaria. Mientras estás postrado, puedes visualizar a tu alrededor todos los cuerpos que has tenido en vidas pasadas, al igual que el resto de los seres sensibles; todos están postrados como tú. Conforme recitas la oración, emanan rayos de luz desde los budas, purificando todas las negatividades de tu cuerpo, de tu habla y de tu mente, como también del resto de los seres que están a tu lado. En ese instante desaparecen por completo tus impresiones negativas, del mismo modo en que se desvanece la oscuridad en una habitación cuando se enciende una luz. Siente que tu cuerpo y tu mente se vuelven de naturaleza vacía y pura. Primero haz tres postraciones mientras recitas cada vez el mantra siguiente, que aumenta el beneficio aportado por tus postraciones: Om namo manjushriye namo sushriye namo uttama shriye soha. Continúa postrándote mientras recitas la siguiente oración de refugio tres veces, y los nombres de los treinta y cinco budas una o tres veces cada uno: Yo, (aquí di tu nombre), a través de todos los tiempos, tomo refugio en el guru; tomo refugio en el buda; tomo refugio en el darma; tomo refugio en la sanga. (3 veces) Al fundador, bhagavan, tathagata, arhat, al buda perfectamente realizado, glorioso conquistador Buda Shakiamuni, ante ti me inclino con reverencia. Al Tathagata Verdadero Destructor con la Esencia Vajra, ante ti me inclino con reverencia.

Al Tathagata Joya Radiante, ante ti me inclino con reverencia. Al Tathagata Rey, Señor de los Nagas, ante ti me inclino con reverencia. Al Tathagata Ejército de Héroes, ante ti me inclino con reverencia. Al Tathagata Héroe Encantado, ante ti me inclino con reverencia. Al Tathagata Joya de Fuego, ante ti me inclino con reverencia. Al Tathagata Joya Luz de Luna, ante ti me inclino con reverencia. Al Tathagata Valioso de Ver, ante ti me inclino con reverencia. Al Tathagata Joya Lunar, ante ti me inclino con reverencia. Al Tathagata Inmaculado, ante ti me inclino con reverencia. Al Tathagata Conferido con Coraje, ante ti me inclino con reverencia. Al Tathagata Puro, ante ti me inclino con reverencia. Al Tathagata Conferido con Pureza, ante ti me inclino con reverencia. Al Tathagata Dios del Agua, ante ti me inclino con reverencia. Al Tathagata Deidad del Dios del Agua, ante ti me inclino con reverencia. Al Tathagata Diosa Gloriosa, ante ti me inclino con reverencia. Al Tathagata Gloriosa Madera de Sándalo, ante ti me inclino con reverencia. Al Tathagata Esplendor Infinito, ante ti me inclino con reverencia. Al Tathagata Luz Gloriosa, ante ti me inclino con reverencia. Al Tathagata Gloria sin Pesar, ante ti me inclino con reverencia. Al Tathagata Hijo sin Anhelos, ante ti me inclino con reverencia. Al Tathagata Flor Gloriosa, ante ti me inclino con reverencia. Al Tathagata Rayos de Luz Pura de Conocimiento Claro por Juego, ante ti me inclino con reverencia. Al Tathagata Rayos de Luz de Loto de Conocimiento Claro por Juego, ante ti me inclino con reverencia. Al Tathagata Riqueza Gloriosa, ante ti me inclino con reverencia. Al Tathagata Conciencia Gloriosa, ante ti me inclino con reverencia. Al Tathagata Nombre Glorioso Ampliamente Conocido, ante ti me inclino con reverencia. Al Tathagata Rey Sostenedor de la Bandera de la Victoria del Poder Principal, ante ti me inclino con reverencia. Al Tathagata Glorioso Totalmente Calmo, ante ti me inclino con reverencia. Al Tathagata Totalmente Victorioso en la Batalla, ante ti me inclino con reverencia. Al Tathagata Glorioso Trascendente a través de la Calma, ante ti me inclino con reverencia. Al Tathagata Manifestaciones Gloriosas que Iluminan Todo, ante ti me inclino con reverencia. Al Tathagata Joya de Loto Toda Calma, ante ti me inclino con reverencia. Al Tathagata, arhat, buda perfectamente realizado, Rey del Señor de las Montañas Firmemente Asentadas sobre una Joya y un Loto, ante ti me inclino con reverencia. Todos vosotros [treinta y cinco budas] y los demás, como tantos tathagatas, arhats, budas perfectamente realizados que existen, sustentan, y residen en todos los sistemas de mundos de las diez direcciones; a todos vosotros budas-bhagavan, por favor, prestadme atención. En esta vida y en todos los estados de renacimientos en los que he vagado a través del samsara desde tiempo sin principio, cualesquiera acciones negativas que haya creado, haya hecho que otros hicieran, o en la que me haya regocijado en la realización de las mismas; cualquier posesión de estupas, posesión de la sanga de las diez direcciones que

me haya apropiado, o haya hecho que otros se apropiaran, o regocijado en la apropiación de las mismas, cualquiera entre las cinco acciones de retribución inmediata que haya hecho, que haya causado que otros hicieran, o me haya regocijado en hacerlas; cualquier sendero de las diez acciones no virtuosas en el que me haya adentrado, haya hecho que otros se hayan adentrado, o regocijado en que se hayan adentrado: cualquier cosa que haya creado, al estar oscurecido por estos karmas, hace que tanto yo como los restantes seres sensibles nazcamos en los reinos infernales, el reino animal y el reino de los preta; en países no religiosos, habitados por bárbaros, o como dioses de larga vida; con las facultades imperfectas, manteniendo puntos de vista erróneos, o no estando satisfechos con el descenso del Buda. En presencia de los budas-bhagavan, que son sabiduría trascendental, que son ojos, que son testigos, que son válidos, y que ven con conciencia omnisciente, yo admito y confieso todas estas negatividades, que no las ocultaré ni encubriré, y que desde ahora y en el futuro me abstendré de cometerlas de nuevo. Todos los budas-bhagavan, por favor, prestadme atención. En esta vida y en otros estados de renacimiento por los que haya vagado en otras vidas en el samsara, desde tiempo sin principio, cualquier raíz de virtud que haya creado por generosidad, aun tan pequeña como ofrecer sólo un poco de comida a un ser nacido en el reino animal; cualquier raíz de virtud que haya podido acumular al observar la moralidad; cualquier raíz de virtud que haya creado al seguir la conducta pura; cualquier raíz de virtud que haya creado al hacer madurar completamente a los seres sensibles; cualquier raíz de virtud que haya creado al generar bodichita; y cualquier raíz de virtud que haya creado por mi sabiduría trascendental: todas estas reunidas y juntadas, combinadas juntas, las dedico en su totalidad al insuperable y sin igual, al más alto entre los altos, al superior entre los superiores. Así, yo las dedico completamente a la suprema y perfectamente realizada iluminación. Tal como los anteriores budas-bhagavan las han dedicado completamente, tal y como los futuros budas-bhagavan las dedicarán completamente, y tal y como los budas-bhagavan que moran en el presente las están dedicando completamente, yo también como ellos, las dedico completamente. Yo confieso todas las negatividades individualmente. Me regocijo en todos los méritos. Abogo e imploro a todos los budas para que me concedan mi petición: que pueda recibir la más alta y sublime sabiduría trascendental. A los conquistadores, los mejores entre los humanos –aquellos que están viviendo en el presente, a aquellos que han vivido en el pasado, y aquellos que vendrán igualmente en el futuro– a todos aquellos que tienen cualidades tan vastas como el océano infinito, con las manos recogidas en señal de humildad, me acerco a ellos en busca de refugio. Para concluir la práctica, dedica la energía positiva que hayas creado para el logro de la iluminación, para el beneficio de todos los seres sensibles. Si quieres, puedes recitar las oraciones de dedicación que se encuentran en la página 159.

APÉNDICE

Fonética de las oraciones en tibetano ORACIONES PARA RECITAR AL EMPEZAR UNA SESIÓN DE MEDITACIÓN 1 Oración de refugio y bodichita Sang.gyä chö.dang tsog.kyi chog.nam.la Jang.chub bar.du dag.ni kyab.su.chi Dag.gi jin.sog gyi.pä sö.nam.gyi Dro.la pen.chir sang.gyä drub.par.shog (3 veces)

2 Los cuatro pensamientos inconmensurables Sem.chen tam.chä de.wa.dang de.wä gyu.dang den.par gyur.chig Sem.chen tam.chä dug.ngel.dang dug.ngel kyi gyu.dang del.war gyur.chig Sem.chen tam.chä dug.ngel me.pä de.wa.dang mi.drel.war gyur.chig Sem.chen tam.chä ñe.ring chag.dang ñi.dang drel.we dang.ñom.la nä.par gyur.chig

3 Refugio en el guru La.ma sang.gyä la.ma.chö De.zhin la.ma ge.dün.te Kün.gyi je.por la.ma.te La.ma nam.la kyab.su.chi (3 veces)

4 Las siete ramas Go.sum gü.pä go.nä chag.tsel·lo Ngö.sham yi.trul chö.trin ma.lü.bül Tog.me nä.sag dig.tung tam.chä.shag Kye.pag ge.wa nam.la je.yi.rang Kor.wa ma.dong bar.du leg.zhug.nä Dro.la chö.kyi kor.lo kor.wa.dang Dag.zhen ge.nam jang.chub chen.por.ngo

5 Ofrecimiento del mandala Om vajra bhumi ah hum / Wang.chen ser.gyi sa.zhi / Om vajra rekhe ah hum/ Chi.chag ri kor yug.gyi / kor.wä ü.su / ri gyäl.por ri.rab / Shar lu.pag.po / Lho dzam. bu.ling / Nub ba.lang.chö / Jagn dra.mi.ñän / Lü.dang lü.pag / Nga.yab.dang nga. yab.zhän / Yo.dän.d’ang lam.ch’og.dro / Dra.mi / ñän.dang dra.mi / ñäm gyi.da / Rin.po.che ri.wo / Pag.sam gy’i.shing / Dö.jö.ba / Ma.mö.pa.yi lo.tog / K’or.lo rin. po.che / Nor.bu rin.po.che / Tzün.mo rin.po.che/ Lön.po rin.po.che / Lang.po rin. po.che / Ta.chog rin.po.che / Mag.pön rin.po.che / Ter ch’en.pö.yi bum pa / Geg.ma / Treng.wa.ma / Lu.ma / Gar.ma / Me.tog.ma / Dug.pö.ma / Nang.säl.ma / Dri.chab. ma / Ñi.ma da.wa / Rin.po.che dug / chog.lä nam.par gyäl.wä gyäl.tsän / Ü.su.lha. dang.mi / päl.jor pun.sum tsog.pa / Ma.tsang.wa me.pa / Tzang zhing yid.du wong. wa / Di.dag drin.chen tza.wa / Kye.per du.yang ñe.me shak.ya / Dang gyü.par chä. pä päl.dän / La.ma dam.pa nam.dang / Chen.por lha.tsog kor.dang chä.pä nam.la / Zhing.gam ül.war.gyio / Tug.je dro.wä dön.du zhe.su.söl / Zhe.nä dag.sog dro.wa mar.gyur/ nam.kä ta.dang ñam.pä sem.chän tam.chä.la / Tug.tze.wa chen.pö go.nä jin.gyi lab.tu.söl

Mandala externo Sa.zhi pö kyi jug.shing me.tog.tram Ri.rab ling.zhi ñi.dä gyen.pa.di Sang.gyä zhing.du mig.te ül.war.gyi Dro.kün nam.dag zhig.la chö.par.shog

Mandala interno Dag.gi chag.dang mong.sum kye.pä.yül Dra.ñen bar.sum lü.dang long.chö.chä Pang.pa me.par bül.gyi leg.zhe.nä Dug.sum rang.sar dröl.war jin.gyi.lob Idam guru ratna mandalakam niryatayami

ORACIONES PARA RECITAR AL FINAL DE LA SESIÓN DE MEDITACIÓN 6 Dedicación de méritos Ge.wa di.yi ñur.du.dag La.ma sang.gyä drub.gyur.nä Dro.wa chig.kyang ma.lü.pa De.yi sa.la gö.par.shog

7 Oración de la bodichita Jang.chub sem.chog rin.po.che Ma.kye pa.nam kye.gyur.chig Kye.pa ñam.pa mä.pa.yi Gong.nä gong.du pel.war.shog

8 Oración a Tara Om chom.dem.dä.ma pag.ma dröl.ma la chag.tsel·lo Chag.tsel dröl.ma tare pel.mo Tuttara.yi jig.kun sel.ma Ture dön.nam tam.chä ter.ma Soha yi.ge che.la rab.tu

LOS OCHO PRECEPTOS MAHAYANA

Oraciones preliminares 1 Refugio en el guru La.ma sang.gyä la.ma.chö De.zhim la.ma ge.dün.te Kun.gyi je.por la.ma.te La.ma nam.la kyab.su.chi (3 veces)

2 Generación de la bodichita Dag.dang zhen.dön drub.lä.du Dag.gi jang.chub sem.kye.do (3 veces)

3 Purificación del medio ambiente Tam.chä du.ni.sa.zhi.dag Seg.ma la.sog me.pa.dang Lag.til tar.ñam be.dur.yä Rang.zhin jam.por nä.gyur.chig

4 Oración de ofrendas Lha.dang mi.yi chö.pä.dzä Ngö.su sham.dang yi.kyi.trul Kum.sang chö.trin la.na.mä Nam.kä kam.kum kyab.gyur.chig

5 Mantra para bendecir e incrementar las ofrendas Om namo bagawatä / bendzä sarwa parma dana /tathagata ya / arhatä / samyak sambuddhaya / tayata / om bendzä bendzä / maha bendzä / maha tädza bendzä/maha biya bendzä / maha bodhitsita bendzä / maha bodhi mendo pasam damana bendzä / sarwa karma awa / rana bisho dana bendzä soha (3 veces)

6 Expresando el poder de la verdad Kön.chog sum.gyi den.pa.dang Sang.gyä dang jang.chub sem.pa tam.chä kyi Jin.gyi.lab dang tsog.ñi yong.su dzog.pä Nga.tang chen.po.dang Chö.kyi.ying nam.par dag.ching sam.gyi mi.kyab.pä tob.kyi de.shin ñi.du gyur.chig

7 Invocación Ma.lu sem.chen kun.gyi gön.gyur.ching Du.te pung.chä mi.zä jom.dzä.lha Ngö.nam ma.lu yang.dag kyen.gyur.pä Chom.den kor.chä nä.dir sheg.su.söl

8 Las siete ramas y el ofrecimiento del mandala (véase las págs. 219 y 220)

9 Tomar la ordenación Chog.chu na shug.pä sang.gyä dang Jang.chub.sem.pa tam.chä dag.la gong.su.söl /

Ji.tar ngön.gyi de.zhin sheg.pa dra.chom.pa yang.dag.par dzog.pä sang.gyä ta.chang shä.ta.wu / Lang.po chen.por / Ja.wa jä.shing je.pa jä.pa / Kur.bor.wa/ Rang.gi.dön je.su tob.pa / Si.par kun.tu jor.wa yong.su zä.pa / Yang.dag.pä ka / Leg.par nam.par dröl.wä tug / Leg.par nam.par dröl.wa she.rab che de.dag.gi / Sem.chen tam.chä kyi dön.gyi chir.dang/ Pen.par ja.wä chir.dang / Dröl.war ja.wä chir.dang / Mu.ge me.par ja.wä chir.dang / Nä me.par ja.wä chir.dang / Jang.chub kyi chog.kyi chö.nam yong.su dzog.par ja.wä chir.dang / La.na.me.pa yang.dag par dzog.pä jung.chub nge.par tog.par ja.wä.chir.so.jong yang.dag.par dzä.pa de.zhin.du dag.ming (di tu nombre) di.zhe.gyi wä.kyang / Du.di nä zung.te ji.si sang.ñi.ma ma.shar.gyi bar.du / Sem.chen tam.chay kyi dön.gyi chir.dang / Pen.par ja.wä chir.dang / Dröl.war ja.wä chir.dang / Mu.ge me.par ja.wä chir.dang / Nä me.par ja.wä chir.dang / Jang.chub kyi chog.kyi chö.nam yong.su dzog.par ja.wä chir.dang / La.na me.pa yang.dag par dzog.pä jang.chub nge.par tog.par ja.wä.chir so. jong yang.dag.par lang.war gyi.wo (3 veces)

10 Oración de compromiso de guardar los preceptos Deng.nä sog.chö mi.ja.zhing / Zhen.gyi nor.yang lang. mi.ja / Trig.pä cho.kyang mi.chö.ching / Dzun.gyi tsig.kyang mi.ma.o / Kyön.ni mang.por ñer.ten.pä /

Chang.ni yong.su pang.war.ja / Tri.ten che.to mi.ja.zhing / De.zhin du.ma yin.pä.zä / Dri.dang treng.wa gyen.dang.ni / Gar.dang lu.sog pang.war.ja / Ji.tar dra.chom tag.tu.ni / Sog.chö la.sog mi.je.tar / De.zhin sog.chö la.sog.pang / La.me jang.chub ñur.tob.shog / Dug.ngel mang.trug jig.ten.di / Si.pä tso.lä dröl.war.shog

11 Mantra para purificar los preceptos rotos Om ahmoga shila sambara bara bara maha shuda sato pä ma bibu kita budza dara dara samanta ahwalodite hum pä soha (7 o 21 veces)

12 Oraciones de dedicación Trim.kyi tsul.trim kyön.me.ching Tsul.trim nam.par dag.dang.den Lom.sem me.pä tsul.trim.kyi Tsul.trim pa.röl chin.dzog.shog Jang.chub sem.chog rin.po.che Ma.kye pa.nam kye.gyur.chig Kye.pa ñam.pa me.pa.yi Gong.nä gong.du pel.war.shog Kye.wa kun.tu yang.dag la.ma.dang Drel.me chö.kyi pel·la long.chö.ching Sa.dang lam.gyi yön.ten rab.dzog.nä Dor.je chang.gi go.pang ñur.tob.shog Ge.wa di.yi kye.bo.kun Sö.nam ye.she tsog.dzog.shing Sö.nam ye.she le.jung.wä Dam.pa ku.ñi tob.par.shog Jam.pel pa.wö ji.tar kyen.pa.dang

Kun.tu zang.por de.yang de.shin.te De.dag kun.gyi je.su dag.lob.chir Ge.wa di.dag tam.chä rab.tu.ngo Du.sum sheg.pä gyel.wa tam.chä.kyi Ngo.wa gang.la chog.tu ngag.pa.de Dag.gi ge.wäy tsa.wa di.kun.kyang Zang.por chö.chir rab.tu ngo.war.gyi

POSTRACIONES A LOS TREINTA Y CINCO BUDAS Dag.ming (di tu nombre) di.zhe gyi.wa / Du.tag.tu la.ma.la kyab.su.chi.wo / Sang.gyä la kyab.su.chi.wo Chö.la kyab.su.chi.wo / Ge.dün la kyab.su.chi.wo Tön.pa chom.den.dä de.zhin sheg.pa dra.chom.pa yang.dag.par dzog.pä sang.gyä pel.gyel.wa shak.ya tub.pa.la chag.tsel·lo De.zhin sheg.pa dor.je ñing.pö rab.tu jom.pa.la chag.tsel·lo De.zhin sheg.pa rin.chen ö.tö.la chag.tsel·lo De.zhin sheg.pa lu.wang gi gyel.por.la chag.tsel·lo De.zhin sheg.pa pa.wö de.la chag.tsel·lo De.zhin sheg.pa pel.gye.la chag.tsel·lo De.zhin sheg.pa rin.chen me.la chag.tsel·lo De.zhin sheg.pa rin.chen da.ö.la chag.tsel·lo De.zhin sheg.pa tong.wa dön.yö.la chag.tsel·lo De.zhin sheg.pa rin.chen da.wa.la chag.tsel·lo De.zhin sheg.pa dri.ma me.pa.la chag.tsel·lo De.zhin sheg.pa pel.jin.la chag.tsel·lo De.zhin sheg.pa tsang.pa.la chag.tsel·lo De.zhin sheg.pa tsang.pä jin.la chag.tsel·lo De.zhin sheg.pa chu.lha.la chag.tsel·lo De.zhin sheg.pa chu.lhä.lha.la chag.tsel·lo De.zhin sheg.pa pel.zang.la chag.tsel·lo De.zhin sheg.pa tzen.den pel·la chag.tsel·lo De.zhin sheg.pa zi.ji ta.yä.la chag.tsel·lo De.zhin sheg.pa ö.pel·la chag.tsel·lo De.zhin sheg.pa ña.ngen me.pä pel·la chag.tsel·lo De.zhin sheg.pa se.me kyi.bu.la chag.tsel·lo

De.zhin sheg.pa me.tog pel·la chag.tsel·lo De.zhin sheg.pa tsang.pä ö.zer nam.por röl.pä ngön.par kyen.pa.la chag.tsel·lo De.zhin sheg.pa pä.mä ö.zer nam.par röl.pä ngön.par kyen.pa.la chan.tsel·lo De.zhin sheg.pa nor.pel·la chag.tsel·lo De.zhin sheg.pa dren.pä pel·la chag.tsel·lo De.zhin sheg.pa tsen.pel shin.tu yong.dag.la chag.tsel·lo De.zhin sheg.pa wang.pö tog.gi gyel.tsen gyi gyel.po.la chag.tsel·lo De.zhin sheg.pa shin.tu nam.par nön.pä pel·la chag.tsel·lo De.zhin sheg.pa yul·lä shin.tu nam.par gyel.wa.la chag.tsel·lo De.zhin sheg.pa nam.par nön.pä sheg.pä pel·la chag.tsel·lo De.zhin sheg.pa kün.nä nang.wa kö.pä pel·la chag.tsel·lo De.zhin sheg.pa rin chen pä.mä nam.par nön.pa.la chag.tsel·lo De.zhin sheg.pa dra.chom.pa yang.dag.par dzog.pä sang.gyä rin.po.che dang pä.ma.la rab.tu zhug.pa ri.wang.gi gyel.po.la chag.tsel·lo De.dag la sog.pa chog.chü jig.ten.gyi.kam tam.chä na de.zhin sheg.pa dra.chom.pa yang.dag.par dzog.pä sang.gyä chom.den.dä gang ji.ñe.chig zhug.te tso.zhing zhe.pä sang.gyä chom.den.dä de.dag tam.cha dag.la gong.su.söl Dag.gi kye.wa di dang/ Kye.wa tog.mä ta.ma ma.chi.pa nä kor.wa na kor.wä kye.nä tam.chä du dig.pä.lä gyi.pa.dang / Gyi.du tsel.wa.dang Gyi.pa.la je.su yi.rang.wa.am / Chö.ten gyi kor.ram Ge.dun gyi kor.ram / Chog.chu ge.dun gyi kor trog.pa dang / Trog.tu chug.pa dang / Trog.pa.la je.su yi.rang wa.am / Tsam ma.chi.pa ngä.lä gyi.pa dang / Gyi.du tzel.wa dang / Gyi.pa.la je.su yi.rang wa.am Mi.ge.wa chu.lay kyi.lam yang.dag par lang.wa.la zhug.pa dang / Jug.tu tzel.wa dang / Jug.pa.la je.su yi.rang wa.am / Lä.kyi drib.pa gang.gi drib.nä dag sem.chen ñel.war chi wa.am / Du.drö kye.nä.su chi wa.am / Yi.dag kyi yul.du chi wa.am / Yul ta.kob tu.kye wa.am

/ La.lor kye wa.am / Lha.tse ring.por nam.su kye wa.am / Wang.por ma.tsang.war gyur wa.am / Ta.wa log.par dzin.par gyur wa.am / Sang.gyä jung.wa.la ñe.par mi.gyi.par gyur.wä lä.kyi drib.wa gang.lag.pa de.dag tam.chä sang.gyä chom.den.dä ye.she.su gyur.pa / Chen.du gyur.pa / Pang. du gyur.pa / Tsä.mar gyur.pa Kyen.pä zig.pa de.dag.gi chen.ngar töl·lo / Chag.so / mi.chab.wo / Mi.be.do / Län.chä kyang chö.ching dom.par gyi lag.so / Sang.gyä chom.de.dä de.dag tam.chä dag.la gong.su söl / dag.gi kye.wa.di dang / Kye.wa tog. mä ta.ma. ma.chi.pa nä kor.wa.na kor.wä kye.nä zhen.dag.tu jin.pa ta.na du.drö kye nä.su kye.pa.la zä.kam chig.tzam tzel.wä ge.wä tza.wa gang lap.pa.dang / Dag.gi tsul.trim sung.wä ge.wä tza.wa gang lag.pa dang / Dag.gi tsang.par chö.pä ge.wä tza.wa gang lag.pa dang / Dag.gi sem.che yong.su min.par gyi.pä ge.wä tza.wa gang lag.pa dang / Dag.gi jang.chub chog.tu sem.kye.pä ge.wä tza.wa gang lag.pa dang / Dag.gi la.na me.pa ye.she.kyi ge.wä tza. wa gang lag.pa de.dag tam.chä chig.tu du.shing dum.te dom.nä la.na ma.chi.pa dang / Gong.na ma.chi.pa dang / Gong.mä yang gong.ma / La.mä yang la.mar yong.su ngo.wä la.na me.pa yang.dag.par dzog. pä jang.chub.tu yong.su ngo.war gyi.wo / Ji.tar dä.pä sang.gyä chom.den.dä nam.kyi yong.su ngö.wa dang / Ji.tar ma.Jön.pä sang gyä chom.den.dä nam.kyi yong.su ngo. war.gyur.wa dang / Ji.tar da.tar zhug.pä sang.gyä chom.den.dä nam.kyi yong.su ngo. war dzä.pä de.zhin.du dag.gi kyang yong.su ngo.war gyi.wo / Dig.pa tam.chä ni so.sor shag.so sö.nam tam.chä la.ni je.su yi.rang.ngo / Sang. gyä tam.cha la.ni kul.zhing söl.wa deb.so / Dag.gi la.na me.pä ye.she kyi chog.dam. pa tob.par gyur.chig / Mi.chog gyel.wa gang.dag da.tar zhug.pa dang/ Gang.dag dä.pa dag.dang de.zhin gang.ma.jön / Yön.ten ngag.pa ta.yä gya.tso da.kun.la / Tel. mo jar.war gyi.te kyab.su ñe.war chi.wo.

NOTA DEL TRADUCTOR: Para la correcta pronunciación de la fonética, deberá leerse según las normas siguientes: La ä se pronunciará como “e”. La j se pronunciará como la “j” inglesa. La ö se pronunciará entre “e” abierta y “o” cerrada, sonido alargado. La sh se pronunciará como “sh” inglesa o “ch” francesa. La w se pronunciará como la “u”. La zh se pronunciará como la “s”. La ü se pronunciará entre la “e” abierta y la “u” cerrada.

GLOSARIO amor: deseo de que todos los seres sean felices. Arya: noble; superior; que ha logrado la percepción directa de la verdadera naturaleza de la realidad. asura: ser celestial que disfruta de bienestar y placer superiores al de los seres humanos, pero que no obstante está insatisfecho y sufre por envidia. bhagawan: epíteto referido a un buda y que significa alguien que ha destruido todos los obstáculos, que está dotado de todas las realizaciones y que ha trascendido el mundo. bodichita: aspiración de conseguir la plena iluminación motivada por la bodichita, es decir, para poder liberar a todos los demás seres de la confusión y el sufrimiento. budeidad: véase iluminación. buda: despierto; un ser totalmente iluminado; aquél que ha superado todos los obstáculos y que ha completado todas las buenas cualidades y por tanto es capaz de beneficiar, en su sentido más amplio, a todos los seres. canal central: canal principal del sistema nervioso psíquico, por el cual la mente viaja en el cuerpo; va desde la coronilla hasta la punta del órgano sexual, paralelo a la espina dorsal. causa y efecto: proceso por el cual las acciones virtuosas conducen a la felicidad y las viciosas al sufrimiento; la ley del karma. compasión: deseo de que todos los seres se separen de sus problemas. deidad meditacional: en meditación, figura visualizada que representa un aspecto específico de la mente plenamente iluminada; por ejemplo, Tara o Avalokitesvara. destructor de enemigos: en sánscrito, arhat; el que ha logrado el nirvana o completa liberación del sufrimiento, pero que no ha alcanzado la iluminación. darma: enseñanzas espirituales; cualquier técnica o conocimiento que nos libera de la confusión y del sufrimiento. el que lo ha trascendido todo, el que ha ido a lo que es: en sánscrito tathagata; epíteto referido a buda. engaño: aspecto de la mente que confunde la naturaleza de las cosas y se relaciona con la gente y con las situaciones de una forma errónea y dañina, trayendo problemas y dolor. Ejemplos son la ira, el orgullo o la envidia. espíritu hambriento: en sánscrito, preta; ser no humano que experimenta un intenso sufrimiento debido al hambre, a la sed, al calor y al frío. existencia cíclica: ciclo de muerte y renacimiento, cargado de sufrimiento y de insatisfacción, que se debe a la ignorancia de la verdadera naturaleza de la realidad. existencia inherente: modo de existencia de las cosas concebidas erróneamente; la existencia aparente de algo como si existiese por sí mismo, independiente de partes, de causas o del proceso de imputación conceptual; lo que se niega en la vacuidad. guru: en tibetano lama: maestro espiritual y guía. ignorancia: raíz de la existencia cíclica; no conocer cómo existen las cosas realmente. iluminación: completa eliminación de todos los aspectos negativos de la mente y la perfección de todas las cualidades positivas. karma: véase causa y efecto.

lama Tsongkapa: gran erudito, maestro y yogui tibetano del siglo XIV. lama: véase guru. liberación: estado de completa y personal libertad del sufrimiento y de sus causas –engaños y karma–. mahayana: gran vehículo para aquellos que buscan la iluminación por la causa de beneficiar a los demás. Maitreya: el próximo buda fundador, que vendrá una vez que las enseñanzas del Buda Shakiamuni hayan desaparecido del mundo. mandala: práctica en la que se ofrece mentalmente todo el universo; un medio ambiente especial. mantra: palabras de poder; sílabas, generalmente sánscritas, recitadas en ciertas prácticas meditacionales. meditación: proceso en el que se toma conocimiento profundo de la propia mente. mérito: conocimiento, poder o energía recibida en la mente cuando se realizan acciones virtuosas. Monte Meru: centro del universo según la cosmología budista. nirvana: véase liberación. refugio: actitud de confianza en alguien o en algo como guía y ayuda; en budismo se toma refugio en las tres sublimes: buda, darma y sanga. renuncia: la actitud de total desapego por las experiencias del samsara, reconociendo que no se puede conseguir en él ni un verdadero placer ni satisfacción. Shakiamuni: buda fundador de la era presente. samsara: véase existencia cíclica. sanga: comunidad monástica que sigue las enseñanzas del Buda; más específicamente, asamblea de seres aryas en el camino a la liberación y a la iluminación; amigos espirituales que nos ayudan en la práctica del darma. ser consciente: ser que no ha logrado la iluminación. sura: ser celestial que disfruta de los placeres máximos que se pueden encontrar en la existencia cíclica. tantra: enseñanzas avanzadas del Buda que conducen rápidamente al logro de la iluminación; mantrayana; vajrayana. tathagata: véase el que lo ha trascendido todo. tierra pura: estado de conciencia fuera del samsara en el que todas las condiciones son favorables para conseguir iluminarse plenamente; esfera de un buda. Tres Joyas, Tres Sublimes: los objetos budistas de refugio: buda, darma y sanga. vacuidad: la verdadera forma en que existen las cosas, la ausencia de la aparente existencia inherente de las cosas. vajra: en tibetano, dorje; centro diamantino que sostienen ciertas deidades meditacionales y que representa a la bodichita, la mente de la iluminación; diamantino, puro. vajrayana: el camino del tantra.

Kathleen McDonald Nació en California en 1952, realizó su primer curso de meditación en Dharamsala (India) en 1973 y fue ordenada como monja budista tibetana un año más tarde. Vivió en el Monasterio de Kopán (Nepal) durante dos años, estudiando y haciendo retiros de meditación. En 1978 se trasladó a Escocia y comenzó sus estudios de gueshe (Doctor en Filosofía Budista) en el Instituto Manyushri. Tres años más tarde viajó a Lavaur (Francia) para fundar junto con otras monjas occidentales budistas el Monasterio de Dorje Pamo, el único existente para monjas budistas en Occidente.

Notas

1. Las frases “para eliminar la guerra” y “para detener el daño de los cuatro elementos” fueron añadidas al texto original por Lama Zopa Rimpoché.

2. Las frases “para eliminar la guerra” y “para detener el daño de los cuatro elementos” fueron añadidas al texto original por Lama Zopa Rimpoché.