Apariencia Personal Del Orador

La imagen personal La imagen externa del emisor es fundamental y la adhesión o rechazo de su discurso puede derivarse de

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La imagen personal La imagen externa del emisor es fundamental y la adhesión o rechazo de su discurso puede derivarse de la impresión que se proyecte en el auditorio. La expresión “imagen personal” es mucho más amplia que el simple concepto de “vestimenta”, pues hace referencia al conjunto de rasgos físicos, los gestos, los movimientos, el tono de voz, el estilo a la hora de caminar, la forma de mirar, la sonrisa... Es cierto que no todo es la apariencia y que “el hábito no hace al monje”, pero las primeras impresiones tienen gran importancia. Todos nosotros emitimos una aureola, que comunica parte de nuestra esencia. Algunas personas tienen un halo magnético y otras no. Debemos intentar hacer sentir ese magnetismo y atrapar a nuestro auditorio. En la comunicación ante un público, parte del éxito radica en la imagen que el orador ofrece de sí mismo. En este sentido, hemos de intentar no destacar ni por exceso ni por defecto. Nuestra imagen debe adecuarse a las circunstancias comunicativas, es decir, debemos tener en cuenta factores como el acto o evento, el lugar, la hora, la estación del año, etcétera. El orador debe cuidar su imagen externa pero esta es solamente un envoltorio. El lenguaje es también una carta de identidad. Las palabras muestran cómo es la persona que las pronuncia. El emisor se da a conocer no sólo con la transmisión de sus ideas y argumentos, sino también con la forma de expresarlos. Cuando hablamos mostramos cómo somos por tanto hemos de transmitir unos valores y unas actitudes. Es importante que el orador se muestre seguro y firme en lo que dice, pero debe proponer y no imponer su opinión. Es conveniente apoyar sus ideas en datos u opiniones que contribuyan a reforzar sus razonamientos. Debe actuar con naturalidad y ser sincero en sus palabras. Para ello puede valerse de anécdotas personales y debe evitar eufemismos y ambigüedades. Otros factores que contribuyen a dar una buena imagen del orador son la seriedad en lo profesional, la modestia, actitudes optimistas y esperanzadoras y sobre todo el respeto a nuestro público. Si no respetamos a los demás, estamos dañando seriamente la opinión que los demás van a tener sobre nosotros. Todo individuo empieza a hablar gracias al contacto con otros miembros de su comunidad lingüística y entiende y se hace entender. Pero este proceso de adquisición no es suficiente para hablar bien. Hablar bien no siempre es fácil, no se hereda, no es una cualidad natural. Hablar bien requiere de un proceso de aprendizaje y como tal supone esfuerzo y preparación. En conclusión, el discurso oral se fundamenta como ya hemos indicado en el conocimiento y la puesta en práctica de habilidades verbales y extra verbales.

El buen discurso es aquel que logra su objetivo siendo correcto y adecuado a las situaciones comunicativas. Hablamos por y para los demás y lo más importante no es el lucimiento personal, sino que nuestro mensaje llegue al destinatario. La mayoría habla demasiado y dice muy poco. Olvidan el poder de la palabra. Un buen orador no nace; se hace. Vestuario. Imagen del orador. Presencia y porte Vestuario correcto con el que acudir a una intervención hablada. La importancia de la imagen. No solo cuenta la voz Una intervención hablada, incluso por un medio como la radio, requiere de algo más que la voz. Requiere de una presencia digna del orador, en cuanto vestuario e higiene personal. El vestuario, al igual que ocurre en cualquier otro acto o evento, deberá ir acorde a la "etiqueta" que se requiera. Si nuestra intervención, es para un público general (no se enmarca dentro de ningún acto formal: una cena de gala, un homenaje, etc.), nuestro vestuario deberá ser todo lo formal que la ocasión lo requiera (teniendo en cuenta otros factores: como lugar, hora de celebración, época del año, etc.). El atuendo que lleves o cómo lo lleves son aspectos importantes. Estarás indicando cuál es tu posición social, quien eres y lo que pretendes que los demás piensen de tí. Como siempre, evita los extremos. Utiliza estilos y colores que te favorezcan y con los que te sientas a gusto. Antes de que digas una sola palabra, tu público se hará una imagen de tí por tu aspecto personal. Procura no dar una primera imagen desfavorable. Un buen sistema para saber cómo debes ir, es el siguiente: debes ir homogéneo con el grupo mejor del público no debe parecer que te has vestido para hablar. Si los que te escuchan son un grupo de personas que te conocen y saben de tu imagen física habitual, deberás corresponder con esa imagen, de lo contrario podrías producirles un efecto negativo. Si estás obligado a hablar sentado, no te hundas en el asiento ni te eches hacia adelante sobre la mesa. Procura llegar sin estorbos que puedan molestarte (paraguas, bolsos, gabardinas, carteras, ...) déjalos si te es posible en el guardarropa.

“Estamos en el siglo de la imagen, para bien o para mal sufriremos cada vez más que nunca la acción de la imagen” Muchos oradores no le dan importancia a este dato, desechando que la circunstancia de la presentación personal exhibe muchos aspectos sobre su persona. Desconociendo que ese hecho indica la primer imagen con la que se exteriorizan ante los demás y que un mal uso de ella invalida de entrada su posterior manifestación.Analiza que tu aspecto y tu vestimenta deban resguardar tu postura. Esto no quiere decir que vistas en una disertación con tu mejor traje de etiqueta, solo lo harás en los momentos que corresponda.Con esto quiere hacer notar que cada uno se debe engalanar de acuerdo al lugar y a los participantes del encuentro, pues la elegancia y una muy adecuada presentación depende de la concurrencia y para ello deberás conocer con anterioridad tu público. La imagen es algo que debemos cuidar porque es lo primero que se ve de nosotros. Aunque no lo creas es una realidad, si eres un rebelde que estás enojado con todo el sistema y los poderes opresores del universo no trates de demostrarlo en la manera de vestir y de comportarte, dedícate a otra cosa o busca de canalizar tu protesta por otros caminos, pues te aseguro que no te aceptaran. Quizá lo que te digo te pareciera muy extremista burgués, facho, conservador o el apelativo que desees ponerle, pero si tengo la obligación de comentarlo, con la sinceridad de todo lo que he escrito en mi blog. Haz lo que quieras.“Las ideas vienen después, cuando la imagen está terminada”. Auguste Renoir Eres tú que a través de tu imagen y vestimenta sea esta del tipo ejecutivo o informal reflejaras tu seguridad, experiencia, educación, capacidad y que tan lejos deseas llegar. Es el principio fundamental que enaltece tu autoestima. Nadie invertirá en ti si tú no lo haces primero. Algunas sugerencias: Usa la ropa adecuada para cada público con traje o vestimenta casual según el auditorio. La ropa debe estar limpia sin manchas y prolija.Los trajes o camisas deben ser de tu medida que te calcen bien al cuerpo El calzado debe estar limpio y en buenas condiciones Mujeres usen ropa no llamativa, la alocución es centro del encuentro y en caso de usar pantalones traten de colocarse una prenda por debajo de la

cintura, los hombres no deberíamos entretenernos con sus bellezas aunque nos enternezca.Tu higiene personal debe resultar impecable.Evita totalmente la goma de mascar Muchas más serían las recomendaciones sobre la formas de presentarse en cuanta hace al tipo de colores a usar y sus combinaciones y otros temas de urbanismo y de buen gusto.Piensa que “La ropa es un lenguaje porque vivimos en un mundo de símbolos” “No me juzgues por ser diferente a los demás, que yo no te critico por ser igual a todos” CUALIDADES FÍSICAS: Estas cualidades tienen que ver con la apariencia personal del orador, no involucra que sea hermoso o de físico impresionante. Implica el cumplimiento de una serie de pautas sencillas que le permitan resaltar su personalidad, de tal forma que constituya un conjunto armonioso y estético ante los ojos de los demás. El aseo personal: Es la limpieza, cuidado, compostura y buena disposición de nuestro cuerpo. Ello transmite una agradable impresión a través del sentido visual y olfativo. El acicalamiento en nuestro peinado, maquillaje y perfume permiten un buen acercamiento de los oyentes hacía nosotros. El no bañarse o no cepillarse los dientes, a la larga van produciendo un hedor insoportable o un aliento nada agradable que pondrá una barrera entre nosotros y las personas con las que tratamos. Es recomendable el baño diario, el cambio de ropas con la misma frecuencia, el corte de uñas y de cabello en forma periódica. El vestido: Es la cubierta que nos ponemos en el cuerpo para abrigo o adorno. Involucra el conjunto de piezas que sirven para cubrir nuestro cuerpo, pueden ser formales o informales según la ocasión en la que tengamos que utilizarlo. Constituye la prenda exterior completa de una persona y en el caso de los oradores constituye su uniforme de trabajo; esta vestimenta debe ser la adecuada para cada reunión oratoria debiendo primar los principios de elegancia, limpieza y una correcta combinación de prendas y/o colores. Recordemos que el vestido resalta nuestra personalidad, formalidad y pulcritud. Es la condición subjetiva de nuestra mente; ésta nos permite tener una actitud mental positiva que nos impulsa a realizar lo anhelado o en su defecto, una actitud mental negativa que sólo apunta a buscar excusas para no realizar lo deseado. Estas actitudes tienen que ver, principalmente, con nuestros pensamientos ya que nuestras acciones son el reflejo de ellos. Por ello, todo

orador debe estar imbuido de actitud mental positiva para realizar sus exposiciones con entusiasmo y mucho optimismo; ello se logra a través de la autosugestión y del correcto uso de las técnicas de respiración y de relajamiento. Gozar de buena salud física: Un orador con dolor de muela, dolor de cabeza o fuerte dolor de vientre, no podrá realizar con eficacia sus exposiciones, el dolor lacerante lo pondrá de mal humor o lo indispondrá para sus tareas. Lo recomendable es que periódicamente se acuda al médico para un chequeo general y evitar desagradables sorpresas. La labor un tanto estresante, conlleva a padecer de una serie de dolencias que al no ser atendidas o al ser mal curadas, pueden convertirse en crónicas y mortales. Se debe combinar una buena dieta con ejercicios matutinos para evitar el sedentarismo y las enfermedades psicosomáticas. Gozar de buena salud psíquica: La mente también se enferma y puede producir lamentables estados de distorsión de la personalidad; paranoia, esquizofrenia y aún, psicopatía. Lógicamente una persona con desbarajustes mentales no podrá realizar a satisfacción su labor como orador, casi siempre tendrá problemas con sus superiores, compañeros de trabajo y más aún, con el público oyente. Una visita al psicólogo o psiquiatra es recomendable, pues a diferencia de las enfermedades físicas estas no se manifiestan pasivamente, sino a través de un accionar desequilibrado que perjudica el buen desempeño del orador. CUALIDADES INTELECTUALES: Estas cualidades están relacionadas con la facultad para conocer, comprender y razonar; implican un conjunto de características inherentes que todo orador debe desarrollar y utilizar con eficacia. Estas cualidades propias de la actividad mental, están al alcance de todos y sólo requieren de decisión para aplicarlas. Memoria: El poder recordar nombres, rostros, situaciones y la ubicación exacta de documentos o cosas, constituye un requisito indispensable en la labor del orador, ello le permite evocar con facilidad, información que se necesita en lo inmediato. El llamar a las personas por su nombre, luego de haberlos reconocido, constituye una muestra de especial deferencia hacia el público con el que tratamos. Recordar la ubicación de documentos y cosas, nos permite realizar las labores con mayor rapidez. La memoria se ejercita a través de la observación minuciosa, la retención y la evocación. Imaginación: Consiste en la facultad de reproducir mentalmente objetos ausentes; de crear y combinar imágenes mentales de algo no percibido antes o inexistente. El término imaginación, incluye dos características básicas: la renovación o "reexperimentación" de lo ya vivido (memoria), y la creación de imágenes mentales que antes no existían (imaginación). Los psicólogos distinguen entre

imaginación pasiva, que recupera imágenes previamente percibidas por los sentidos y la imaginación activa, constructiva o creativa, mediante la cual la mente produce imágenes de sucesos o de objetos poco o nada relacionados. Sensibilidad: Es la facultad de sentir física o moralmente los sentimientos de alegría, pena, dolor, compasión y ternura. Es una cualidad propia de los seres humanos, pero no por ello todos los tienen desarrollados en la misma medida. Existen algunos oradores que parecieran insensibles al dolor ajeno, dan la impresión de no interesarles para nada los sentimientos de sus congéneres. A la larga, estas personas se hacen odiar y son públicamente vilipendiadas. En cambio, un orador que demuestre sensibilidad en su trato y en sus acciones se ganará el cariño y estima de las personas con las que trata. Iniciativa: Es el ideal que nos mueve a realizar algo por voluntad propia sin que nadie nos lo diga, ordene o motive. Involucra la acción de adelantarse a los demás en hablar u obrar, es una cualidad personal que inclina a las personas a realizar acciones para alcanzar una ventaja competitiva. En la mente de todo orador debe estar presente siempre la frase: «la iniciativa es del interesado», si anhelamos lograr un objetivo, no podemos confiar sólo en la voluntad divina o en la buena voluntad de las personas; sino que, como interesados, debemos intervenir directamente para su concretización. LA POSTURA CORPORAL Objetivo: El estudiante conocerá y analizará las posturas corporales en la presentación de un discurso. Un buen orador demuestra su entusiasmo y conciencia en lo que está haciendo a través de su postura, adopta una postura derecha y airosa, pero no rígida, con las piernas no demasiado separadas, las manos sobre los costados y la cabeza firme, es relevante soslayar que el hombre del alma es audible, no visible. En muchas ocasiones el hablar de pie o sentado no va a depender del orador, no obstante en determinadas circunstancias se puede alterar lo previsto, por ejemplo, si está sentado y parte del público no lo percibe, conviene levantarse, ya que el oyente lo agradecerá. Hay que recordar que algunas veces se podrá elegir qué situación le conviene o le apetece más, pero habrá casos en los que tendrá que amoldarse a las circunstancias, es importante nunca colocarse de espaldas o de lado del público, procurando situarse en el lugar más visible y en el que más posibilidades exista de ser claramente escuchado. Tanto en la posición de pie como en la de sentado hay que evitar las "formas no comunicativas" estas son: Las formas rígidas: es necesario que el orador muestre vida y la vida está en el movimiento.





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Las formas derrumbadas: hay que evitar las actitudes caídas y encorvadas; el aspecto indolente ó apático y abatido y la falta de entusiasmo no ayuda a la comunicación. En oratoria se dispone básicamente de dos posturas que son las siguientes: De pie: La mejor manera para mantenerse en pie ante una audiencia es apoyarse sobre las dos piernas manteniéndolas ligeramente abiertas, con aplomo y seguridad; hay que entender que esa actitud indica que el orador domina el escenario y que se va a mover con facilidad igual que un actor en el teatro. Debe moverse, gesticular, andar, cruzar el escenario sin demostrar tener miedo al hacerlo. Es importante tomar en consideración las siguientes reglas: El movimiento, junto con la expresión corporal, despierta interés, no aburre, por el contrario, la posición estática necesita un esfuerzo de atención por parte de la audiencia. No permanecer inmóvil cual estatua, hay que moverse con naturalidad. No dar nunca la espalda al público mientras se habla, aunque estemos escribiendo en la pizarra. En una conferencia, cuyo objetivo sea movilizar a la gente a alguna acción, conviene hablar siempre de pie Controlar los movimientos del cuerpo, desplazarse de vez en cuando. Sentado: La posición sentada queda oculto a la vista de la audiencia medio cuerpo y eso le obliga a ser más expresivo con lo que queda visible. La expresión facial cobra su máxima importancia, ya que todo mundo estará atento a su rostro, cuidando el orador sus movimientos, en donde la mano se convierte en un aliado, ya que con ellas puede apoyar sus argumentaciones. El estar sentado tiene la ventaja de la comodidad, pero su desventaja es la falta de movimiento perdiendo el orador su fuerza de expresión, por consiguiente se recomienda ciertas reglas de posición sentada:  Sentarse cómodamente, es decir sin recostarse sobre la mesa ni desaparecer tras ella hundiéndose en la silla.  Mantener siempre los brazos sobre la mesa para tener mayor seguridad no olvidando la elegancia para ello.  Si los pies ó piernas están a la vista del público, es importante evitar movimientos que puede llegar a distraer la atención del público.  Evitar las manos cerradas, los brazos o piernas cruzadas. En el desarrollo de los discursos ante el público oyente, es importante tomar en consideración las críticas de juicio con la finalidad de reforzar los puntos

positivos, corregir los puntos débiles y eliminar los errores que se hayan presentado. Cuando al orador se le señalan sus errores, hay que tratar de evitar la autodefensa emocional, es decir de determinar pretextos del porque existieron errores en el mismo. El porte es la buena disposición, decencia y lucimiento del elocuente, es un factor que contribuye a despertar la simpatía, la cual se consigue con la sencillez y la atracción al auditorio. NEXOS EN EL DISCURSO Escasez de nexos. La repetición de un mismo nexo (salvo que se busque algún recurso estilístico especial) produce el efecto de monotonía y pereza mental. Nexos adecuados son, por ejemplo, los siguientes: - Para la unión: y, asimismo, también, además, así como... - Para contrastar: pero, mas, sino (que), no obstante, sin embargo, por otra parte, por el contrario, a pesar de, en cambio... - Para expresar causa o consecuencia: porque, pues, ya que, puesto que, como quiera que, como, por tanto, por consiguiente, con que, así que... - Para explicar: o sea, esto es, es decir, por ejemplo, en otras palabras, mejor dicho, de hecho... - Para concluir: en fin, en conclusión, en síntesis, en resumen, finalmente, en resumidas cuentas... - Para relatar: entonces, luego, después, a continuación, al rato, pasado un tiempo, al día siguiente, al principio, en aquel momento, inmediatamente, pronto, después de, antes de, desde que, hasta que, cuando, tan pronto como, en cuanto, una vez que...

Cuando se habla en público la mirada juega un papel fundamental. Es un excelente medio de conexión entre la persona que habla y la audiencia. Al público le gusta que la persona que le habla le dirija la mirada. El orador que no mira al público da la impresión de tener miedo o de falta de interés. Cuando se mira al público hay que intentar presentar una imagen abierta, agradable, optimista, sonriente. La simpatía conquista el corazón del público. Al subir al estrado lo primero que hay que hacer es saludar al público, mirándole a los ojos.

Hay que tratar de abarcar con la mirada toda la sala, enfocando las distintas zonas (pero evitando hacer un efecto "barrido" como si de un faro se tratase). En lugar de mirar difusamente a la masa, hay que tratar de individualizar rostros concretos, moviendo la mirada entre el público y fijándola en personas determinadas, tratando de dar cobertura a toda la audiencia. A veces, de manera inconsciente, se comete el fallo de dirigir la mirada preferentemente a una zona determinada de la sala (por ejemplo, al público que está sentado en las primeras filas, o a la parte derecha del auditorio). El resto del público puede llegar a pensar que no se le está prestando la debida atención. La ventaja de improvisar el discurso, utilizando notas de apoyo, en lugar de leerlo, es que resulta mucho más fácil mirar al público. En todo caso, aunque el discurso sea leído hay que tratar de mantener un contacto visual con la audiencia (uno no puede enfrascarse en la lectura y no levantar la vista del papel; resulta poco elegante y el público terminaría desconectando). En los momentos de silencio hay que mirar al público. Permite intensificar la conexión "orador-audiencia". Mientras alguien formule una pregunta se le dirigirá la mirada, pero cuando se responda se mirará a toda la audiencia (todos pueden estar interesados en conocer la respuesta). 20. Lenguaje corporal Ya se ha comentado en una lección anterior que además del lenguaje verbal, existe un lenguaje corporal (movimientos, gestos, actitudes, etc.) del que muchas veces uno no es consciente, ni sabe muy bien como funciona. A través de este lenguaje corporal, el orador transmite también mensajes: nervios, timidez, seguridad, confianza, dominio, entusiasmo, dudas, etc. Desde el momento en el que uno accede al escenario, el movimiento de las manos, la expresión de la cara, la postura, los movimientos en el estrado, la mirada, etc. todo ello está transmitiendo mensajes diversos. El público los capta con total nitidez.

A veces puede suceder que estos mensajes sean contrarios a lo que el orador está tratando de comunicar con el lenguaje verbal. Por ejemplo, el presidente de la compañía les está diciendo a sus empleados que lo que más le preocupa es el bienestar de ellos, pero en ningún momento se toma la molestia de mirarlos a la cara. La mejor forma de percibir este lenguaje corporal es grabándose en vídeo. Muchos se sorprenderían: tics nerviosos, manos inquietas que no paran de moverse, gesto contrariado, mirada al techo, inmovilismo, etc. Por tanto, dada la importancia que tiene en la comunicación, es un aspecto que hay que trabajar convenientemente en los ensayos. Desde que uno sube al estrado debe ser capaz de utilizar este lenguaje corporal en sentido positivo, facilitando la conexión con el público, reforzando su imagen. Hay que transmitir serenidad y naturalidad, evitando gestos, actitudes o movimientos que resulten afectados. Hay que subir al estrado con seguridad, con tranquilidad (las prisas denotan nerviosismo e inseguridad). Durante la intervención es conveniente moverse por el escenario, no quedarse inmóvil, pero controlando los movimientos, evitando deambular sin ton ni son. La movilidad rompe la monotonía y ayuda a captar la atención del público. Si el discurso es leído no cabe la posibilidad de movimiento, pero sí se debe mantener una postura cómoda, erguida, aunque natural, no forzada, sin aferrarse al atril (sensación de inseguridad). Si el orador está sentado tratará de incorporarse a fin de realzar su figura y no quedar perdido tras la mesa (para establecer una comunicación con el público es fundamental el contacto visual). Si es posible (por ejemplo en un aula) es aconsejable moverse entre el público, ayuda a romper las distancias, transmitiendo una imagen de cercanía. Hay que tratar de superar la timidez, transmite inseguridad y dificulta la conexión con el público. Los gestos de la cara deben ser relajados: una sonrisa sirve para ganarse al público, mientras que una expresión crispada provoca rechazo.

El movimiento de las manos debe estar ensayado. Tan mala impresión producen unas manos que no paran de moverse, como unas manos inmóviles. Los movimientos deben ser sobrios. Las manos se utilizarán para enfatizar aquello que se está diciendo, de manera que voz y gestos actúen coordinadamente, remarcando los puntos cruciales del discurso. La propia situación del orador en el escenario transmite también mensajes subliminales: De pie, en el centro del escenario: autoridad. Sentado, en un lateral del escenario: actitud más relajada, menos solemne. 21. Imagen Además del lenguaje verbal y corporal, el orador también transmite una imagen personal que será valorada positiva o negativamente por el público. Hay que tratar de proyectar una imagen positiva. Una imagen agradable, abierta (aunque uno sea un tímido empedernido), atractiva, etc., es valorada favorablemente por el público y ayuda a ganarse su estima. Una imagen descuidada, hosca, antipática, pone al público en contra (aunque comparta las ideas expuestas). El orador debe vestir de forma apropiada para la ocasión: Si se trata de un acto formal, vestirá con traje. Si se trata de acto informal, podrá vestir de manera cómoda, deportiva, etc. Hay que tratar de no desentonar con el público asistente. Tan llamativo resulta vestir de manera desenfadada en un acto formal, como ir de chaqueta y corbata cuando el público viste de forma casual. El orador tiene que informarse de cómo debe ir vestido. En caso de duda es preferible adoptar la opción más conservadora. Una vez definido el estilo (formal o casual), el orador tratará de vestir algo mejor que la media del público asistente (no en balde es el protagonista).

Tiene que sentirse cómodo, a gusto con su apariencia. Esto acrecienta su autoconfianza y le permite luchar contra la inseguridad. No obstante, debe evitar todo exceso (no se trata de ir hecho un figurín). La imagen debe realzar su figura, pero sin llegar a eclipsarla (el público tiene que prestar atención al discurso y no distraerse con un atuendo espectacular). La imagen también debe estar en consonancia con el mensaje que se quiere transmitir: Si se trata de una reunión festiva, por ejemplo, para celebrar los estupendos resultados del ejercicio, el orador puede vestir con cierto exceso (aunque dentro de un orden). Si por el contrario, el director de la compañía va a comunicar un recorte de plantilla debería vestir de manera más sobria. Detalles que uno cuida en su vida ordinaria, deben recibir una especial atención cuando se va a hablar en público: Bien peinado, bien afeitado, dentadura reluciente, zapatos limpios, los botones abrochados, corbata bien colocada, etc. Antes de subir al estrado es conveniente realizar una última revisión, por si acaso (¿cremallera del pantalón bajada?). Hay que evitar cualquier detalle que pueda afectar negativamente a la imagen. Por ejemplo, si el orador es de baja estatura debe cuidar que el atril que utilice sea el apropiado (que no quede oculto detrás). Si intervienen dos personas al mismo tiempo con diferencias de estatura considerables, es conveniente que se sitúen algo separado para evitar resaltar el contraste.

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Buena Imagen sin excusas Sea cual sea la actividad o el ámbito profesional al que se dediquen las personas, es muy importante causar una buena impresión cuando se interrelaciona con otras personas en entrevistas de trabajo, reuniones espaciales y en general en la vida diaria. Mantener una imagen personal impecable es la carta de presentación hacia amigos, clientes, empleados, instituciones, etcétera. Es por eso que las personas deben estar conscientes de la importancia de cuidar su aspecto personal, ya que esta es la imagen que se proyecta hacia el resto de la sociedad y a partir de esto se puede definir muchos rasgos de la personalidad, así como los hábitos que la persona tiene con respecto al cuidado de su imagen. También es importante el buscar una asesoría en este tema para poder tener una referencia sobre qué tipo de vestimenta se debe de utilizar dependiendo de la ocasión. Recordemos que la imagen personal no únicamente está relacionada con el buen vestir, sino también abarca los modales, educación, así como la forma en que se establece la comunicación con los demás. De esta forma, nuestra imagen personal refleja en gran medida una parte de nuestra personalidad y la forma en la que se quiere relacionar con todo el mundo. A grandes rasgos, se debe tener cuidado de cómo se habla, la postura corporal, la higiene, además de aspectos tan esenciales como la cortesía y el respeto por todas las personas. Si se mantienen presentes todos estos aspectos, se puede mejorar considerablemente la forma en que la persona es vista por sociedad, al tiempo que también se hace un hábito personal. Tips para mantener una buena imagen personal Has escuchado la frase, “como te ves te tratan”, ¿no es así? Aunque quisiéramos evitarlo, somos seres sociales, por tanto, vivimos en un mundo donde constantemente nos están evaluando, viendo esos pequeños defectos que para muchos son motivo para cuestionarnos. Ahora, es importante que trates de sacar el máximo provecho a tu imagen, y en imagen, no sólo se considera la apariencia, implica una serie de pequeños detalles que nos ayudarán a ser mejor valorados por el resto.

Esto no es un concepto superficial, es una realidad que día a día vivimos. Por ello, recuerda siempre lo siguiente: Tener buena imagen, no significa que te endeudes gastando en adquirir el último grito de la moda, trata de invertir en alguna piezas que te resulten prácticas y necesarias para tu día a día. Busca comprar cortes clásicos y sencillos que puedas combinar con cualquier atuendo, busca que

sea hecho de buen material y corte, que no significa que sea la marca más cara. Puedes buscar un buen diseño en alguna revista y mandarlo a hacer con la costurera que vive cerca de tu casa, lo que debes tener presente es que te debe durar mucho tiempo. Usa colores que te favorezcan, en Internet puedes encontrar mucha información con respecto a que tonalidades van mejor al color de tu piel, cabello y ojos, siempre debes buscar proyectar la mejor imagen que puedas. Aliméntate bien, usa productos en la medida de lo posible naturales, que contribuyan a la luminosidad de tu piel y a la mejora de tu cuerpo siempre. No te acomplejes con tu cuerpo, no te atormentes por no lucir como la estrella de la televisión o cine, recuerda que ellos gastan miles de dólares en un tratamiento facial porque viven de su imagen, y tiene una legión de asesores a quienes pagan millones. Las personas comunes no andamos en eso, acéptate cómo eres y aprovecha esos detalles que a ti quizás no te gusten pero a los demás pueden resultar atractivos (a muchos un lunar, unas cejas anchas, unas caderas anchas, etc., les resultan atractivos y quizás para ti sea tu suplicio). Sonríe. Es la mejor forma de proyectar una imagen positiva a los demás, y no cuesta mucho, trata de tener pequeños detalles como estos con los demás. En la medida de lo posible, evita hablar mal de los demás o criticar, puede parecer divertido pero a quien no te conoce, le puede resultar desagradable, evita esto siempre. Mucha atención a tu cabello, uñas y zapatos. Si estás despeinada/ado, con las uñas sucias y los zapatos sin lustrar, se te verá muy mal, demórate 5 minutos más en atender directamente estos detalles en ti. Busca un modelo que te inspire. Trata de sacar provecho de las experiencias de los demás, se flexible y escucha los consejos que te brinden. Los modelos deben ser positivos, evita a la que gente negativa que muchas veces quieren trasladar sus frustraciones a los demás.

Importancia de la Imagen personal

Cuando hablamos de la imagen personal, en muchas ocasiones se centra demasiado la temática en la belleza exterior o si viste bien, la persona. Hay que decir que esto es un error importante porque de lo que estamos hablando es de algo más que la apariencia o la estética. La imagen personal empieza en un descubrimiento de nosotros mismos. Si sólo lo centramos en la fachada, lo que haremos será presentar a los demás alguien que no somos y que, en la mayoría de los casos, lo único que están haciendo será actuar hacia los demás.

Redescubrirnos significa parar, sentarse frente a nuestro propio espejo y darnos cuenta de quienes somos. Es un proceso muy sencillo y, a la vez, una forma que tenemos de quitarnos de encima todo lo superfluo. En un primer momento lo que tenemos que ver son los puntos negativos a nivel personal. Qué es lo que nos gusta de nosotros y en qué nos equivocamos. Al mismo tiempo también valorar cuáles son nuestros puntos positivos y que es lo que nos gusta de

nosotros. Lo más importante es la sinceridad con uno mismo. Una vez que tengamos esto claro lo demás es un poco más sencillo. Tenemos que tener en cuenta que lo que nosotros mostremos a los demás es la imagen que los demás recibirán de nosotros, por eso es muy importante ser sinceros con uno mismo a la hora de que nos conozcan. La imagen personal se basa en unos factores muy concretos: la personalidad, el carisma, vestuario, actitud y la credibilidad. Cuando nos referimos a la personalidad, nos referimos a que la persona se tiene que mostrar tal como es. Nadie le cae bien a todo el mundo, nadie es feliz las 24 horas del día, nadie está perfecto siempre. Todos tenemos muchas virtudes y defectos y lo que tenemos que hacer es aprovechar lo mejor de cada uno y los defectos, corrigiéndolos poco a poco. Mostrarnos tal cual somos es un punto positivo para nosotros y para la gente que nos rodea y, si la aplicamos a la parte laboral, mucho mejor porque eso crea, en muchos aspectos y situaciones, lazos positivos de confianza que pueden ser muy positivos en el trabajo. El carisma es algo que se va trabajando cada día, con una actitud positiva y con las ganas de mejorar a nivel individual. La actitud es muy importante, ya que si es positiva, si es buena y la trabajamos ganaremos muchísimo a la hora de lograr lo que queramos. En cuanto al vestuario, también es importante para la imagen personal. Pero tampoco tenemos que parecer alguien que no somos. Lo mejor es, si tenemos cualquier duda en ese aspecto, contar con alguien que nos ayude, de su punto de vista independiente, con ello. En cuanto a la credibilidad, es importante que las personas que conozcamos, ya sea en el ámbito privado como en el ámbito profesional, sepan quién tienen delante de ellos, qué confíen en nuestro potencial porque confían en la persona, en quién es, cómo es y en lo que transmite a los demás.

La importancia física. Ya dijimos que proyectamos lo que somos, por lo tanto es vital que para proyectar una buena imagen cuidemos nuestro aspecto físico. Generalmente, nos dejamos llevar por lo primero que vemos, ya que la primera impresión es fundamental cuando te presentas ante alguien desconocido.

Cuidar nuestra higiene también es importante, ya que tu apariencia puede ser muy atractiva pero si eres desaseado o despreocupado en este sentido, todo esfuerzo será en vano.

Seis Consejos para una Presentación Exitosa 1. Lo primero es cuidar la higiene, aunque sea básico, no está de más recordar la importancia de la limpieza y vigilar los pequeños detalles. Las uñas tienen que estar bien cortadas, el pelo y los dientes limpios. En el caso de las mujeres hay que vigilar que no tengamos manchas de maquillaje y que éste haya sido bien difuminado de forma que el resultado sea natural y favorecedor. 2. Asegúrate de que la ropa te sienta bien. Lo importante no es que la ropa sea de marca, sino que nos favorezca y sea de nuestra talla. Hay que mirar los detalles, que las mangas no tiren, que no hayan espacios entre los botones porque la camisa es demasiado pequeña etc. Todas las prendas tienen que sentarte como un guante, si hace falta que el sastre o la modista te lo arregle, hazlo, es una inversión que vale la pena. 3. Si son varias las personas que realizan la presentación, visualmente es muy atractivo que la ropa coordine y esté en línea con la imagen de marca de la empresa. 4. La ropa tiene que ser cómoda y sentirte a gusto con ella. Si vas a hacer la presentación con traje, pruébatelo bien, siéntate, levántate, muévete así estarás seguro/a de que no te oprime o te es incómodo. Los zapatos son una pieza clave de la imagen.

5. Vístete de forma adecuada a la ocasión pero siempre teniendo en cuenta tu personalidad. Cada persona es única y la ropa nos permite realizar diferentes combinaciones de colores, texturas, añadirles accesorios para conseguir un resultado original. Aunque vayas a una presentación, no te vestirás igual si tienes una personalidad más creativa o si eres clásica. 6. Piensa en positivo y ten confianza en ti misma/o. Es normal estar nervioso/a antes de hacer una presentación, incluso los grandes conferenciantes y oradores necesitan unos minutos previos para relajarse y calmarse. Mi consejo es que prepares de antemano todo el material necesario para hacer la presentación desde nuestras notas, las ayudas visuales o las muestras. Y por favor, no llegues con prisas o con retraso.