Andrews, La Reincidencia Es Predecible y Puede Ser Influenciada

a reincidencia es predecible y puede ser influenciada: el uso de la evaluación de riesgo para disminuir la reincidencia

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a reincidencia es predecible y puede ser influenciada: el uso de la evaluación de riesgo para disminuir la reincidencia

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por Don A. Andrews Department of Psychology, Carleton University

a justicia criminal y la corrección constituyen una área Lpsicológica. importante de investigación sociológica, histórica y Este interés por la justicia y la corrección refleja en parte la preocupación pública por el control del crimen. El interés en la investigación refleja además el extraordinario poder investido por la sociedad sobre los practicantes de la justicia criminal y en especial, la preocupación de que los recursos y el poder sean utilizados de manera ética, legal, humana, apta y eficiente. El propósito de este artículo es explorar cómo la investigación sobre riesgo, necesidad y otras características de los delincuentes, puede contribuir a un manejo humano y eficaz de la sentencia y a una disminución de la reincidencia. Muchas de estas contribuciones se encarnan en cuatro principios de clasificación de casos conocidos como los principios de riesgo, necesidad, responsividad y discreción profesional. Estos principios se describirán en detalle. Un propósito secundario del artículo es sugerir que las contribuciones de la investigación a la corrección eficaz reflejan una larga historia de teoría e investigación en el área de la psicología (o ciencia humana) del crimen y el campo correccional. Es interesante que la mayoría de los investigadores canadienses hayan resistido las fuertes presiones que, en Estados Unidos, amenazan convertir a la criminología en un campo dedicado al arte del castigo y la ciencia de la opresión. La investigación sobre factores de riesgo l cuerpo más amplio de resultados de investigaciones bien establecidos en la criminología en su totalidad es el dedicado a la predicción de la conducta criminal, incluyendo los estudios pioneros en que los investigadores intentaban identificar los factores biológicos, personales y circunstanciales que pudieran distinguir las muestras de personas con historia criminal de las de personas sin ella. Incluye además los numerosos estudios en que diversas características personales y sociales de muestras bien definidas de personas son evaluadas cuidadosamente y luego seguidas a futuro para ver quiénes se comprometen en mayor o menor grado en actividades criminales.

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James Bonta, Stephen Wormith y el autor de este artículo, hemos resumido recientemente los resultados de varios de los intentos clásicos y en gran escala para distinguir entre grupos de delincuentes y de no delincuentes. Los resultados principales son extraordinariamente consistentes de un estudio a otro en lo relativo a las características de la gente joven que muestra un riesgo mayor de delincuencia: • asociados antisociales/delincuentes • actitudes, valores y creencias antisociales/ antiautoridad/procriminales • conflicto familiar, bajos niveles de afecto o cohesión, violencia • supervisión, control y prácticas disciplinarias deficientes de parte de los padres • desventajas psicológicas evidentes entre padres y hermanos en la familia original: antecedentes penales, abuso de sustancias, problemas de salud mental, dependencia crónica del bienestar social (como opuesta a su uso ocasional), malos hábitos de trabajo e historia laboral deficiente (como opuesta a un bajo nivel ocupacional) • impulsividad, escaso control de sí y habilidades débiles para resolver problemas, impaciencia enérgica • gusto por actividades arriesgadas, exploración temprana y aventurera de ocupaciones adultas (sexo, drogas) • mala conducta temprana y variada (mentira, robo, agresión) en varios escenarios (hogar, campo de juegos, colegio) • inteligencia verbal bajo el promedio • desempeño pobre en el colegio, y especialmente, mala conducta en el mismo • dificultad generalizada o problemas en las relaciones con los demás (padres, hermanos, profesores, grupo de iguales)

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• preferencia por actividades recreativas y de ocio no supervisadas y efectuadas en ambientes no regulados • pertenecer al sexo masculino Las investigaciones clásicas son además casi unánimes en sugerir que hay diversos caminos que la gente joven puede seguir para ponerse en riesgo de delinquir. De ahí que producir una lista de factores de riesgo no sugiere la presencia permanente de un factor de riesgo, o que algunos factores no incluidos en la lista carezcan de importancia para ciertas personas en ciertas circunstancias.

Una vez más, uno de los ejemplos más tempranos y convincentes de esta tendencia global fue proporcionado por el trabajo en los 1940 y los 1950 de Sheldon y Eleanor Glueck de Harvard University. Estos investigadores compararon no delincuentes y delincuentes frecuentes y graves de las áreas desfavorecidas de Boston en una escala que combinaba tres clases de información; condiciones familiares de alto riesgo (de la manera evaluada en entrevistas y observaciones de historia social), personalidad de alto riesgo (de la manera evaluada en entrevistas clínicas), y personalidad de alto riesgo (de la manera evaluada por pruebas psicológicas). El porcentaje de jóvenes con historia delictual por número de indicadores de riesgo presentes se muestra en la figura — la probabilidad de la historia delictual crecía a medida que crecía el número de indicadores de riesgo (ver Figura 1).

Además, una lista de factores de riesgo no sugiere que todos los delincuentes son parecidos, ni tampoco que lo sean todos los casos de bajo riesgo. Es así que por ejemplo algunos delincuentes son muy inteligentes, a pesar de que el promedio de habilidad verbal sea más bajo entre los delincuentes que Figura 1 entre los no delincuentes. De manera parecida, la literatura de investigación muestra claramente que muchas personas jóvenes inquietas y enérgicas no se convierten en delincuentes o en criminales, de la misma manera que padres cariñosos y muy competentes pueden sufrir al ver que un joven miembro de la familia se ve involucrado en graves conductas antisociales. Finalmente, no todas las características de las personas y sus circunstancias que se han identificado como factores de riesgo de delincuencia y crimen son características ”malas”. Por ejemplo, no es inherentemente malo ser del sexo masculino, tener una actitud antiautoritaria y gustar del riesgo. Estos no son más que factores de riesgo de delincuencia. Los investigadores que han documentado esto mejor son Sheldon y Eleanor Glueck, quienes en su libro clásico de los 1950, Unraveling Delinquency, informaban que algunas de las personas jóvenes que tenían el menor riesgo de delincuencia — los jóvenes varones exageradamente convencionales — corrían más riesgo de sufrir largos y frecuentes períodos de miseria personal bajo la forma de sentimientos de culpa, preocupación y ansiedad. Este último destino, de acuerdo con los Glueck (y con Freud), puede ser personalmente peor que la posibilidad creciente de infringir las reglas y los procedimientos convencionales tal como aparecen representados en los códigos de derecho.

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Los resultados globales de estudios sobre delincuentes y no delincuentes son muy sólidos y muy claros: la capacidad para distinguir entre delincuentes y no delincuentes aumenta dramáticamente cuando se examina la cantidad y variedad de factores de riesgo importantes.

El modelo global de resultados de estos estudios clásicos se ha encontrado también en estudios sobre la reincidencia de delincuentes juveniles oficialmente procesados y criminales adultos condenados. Una serie de estudios especialmente importante se llevó a cabo en la década de los 70 con el auspicio de la Research Branch of the Ontario Ministry of Correctional Services (Departamento de Investigación del Ministerio de Servicios Correccionales de Ontario). Bajo la conducción de los Drs. Andy Birkenmayer, Leah Lambert y Tom Surridge y en cooperación con varios investigadores basados en universidades, se recopilaron perfiles detallados de delincuentes juveniles, adultos en libertad condicional y adultos internados en instituciones provinciales. El Dr. Jim Bonta, psicólogo, y sus colegas en el Centro de Detención de Ottawa-Carleton (Ottawa-Carleton Detention Centre) han seguido esta tradición mediante su investigación de clasificación en casas de grupo y centros de detención regionales.

Sally Rogers, en su estudio de una muestra representativa de personas en libertad condicional en Ontario, muestra claramente cómo combinar información sobre varios factores de riesgo puede mejorar dramáticamente la predicción de la reincidencia criminal. La Sra. Rogers simplemente calculó cuántos de los seis factores siguientes se estimaban presentes en una muestra de delincuentes: ser varón, ser joven, tener antecedentes penales, alternar con criminales, familia dependiente del bienestar social y uso sin propósito fijo del tiempo de ocio. Como muestra la figura, la probabilidad de una vuelta a ser condenado en un período de seguimiento de dos años aumentaba de manera regular con cada factor de riesgo adicional presente (ver Figura 2). Figura 2

El que algunos factores de riesgo bien elegidos puedan predecir la reincidencia criminal con un nivel de exactitud impresionante ha sido evidente en la literatura de investigación por lo menos desde los 1940 y 1950. Actualmente, las tasas de exactitud son habitualmente de un 60% a un 80%. Sin embargo, solamente en los 1970 y 1980 se introdujeron sistemáticamente las aplicaciones prácticas de esta capacidad en la práctica correccional. Los ejemplos incluyen la escala de Wisconsin, la escala de Factores Sobresaliente (Salient Factors) en la libertad condicional en E.U.A., el Inventario del Nivel de Supervisión de Ontario (Ontario’s Level of Supervision Inventory — LSI), La Escala de Información Estadística sobre Reincidencia (Statistical Information on Recidivism Scale SIR) en el Servicio Correccional de Canadá (Correctional Service of Canada) y en la Junta Nacional de Libertad Condicional (National Parole Board), y el proyecto de Riesgo/Necesidades (Risk/Needs) implementado como proyecto piloto en supervisión comunitaria en el Servicio Correccional de Canadá.

La investigación con instrumentos prácticos de evaluación de riesgo ha establecido más allá de toda duda, que la evaluación sistemática del riesgo permite la identificación de grupos de riesgo más bajo y más alto, y que las categorías de alto riesgo se pueden seleccionar de manera que incluyan a la mayoría de los casos que van a reincidir. Más aún, los delincuentes en grupos de riesgo más alto serán los responsables de la mayoría de las reincidencias delictuales. Aunque sea muy impresionante la capacidad para identificar casos de riesgo más bajo y más alto, las predicciones no son absolutamente exactas: Algunos casos de riesgo más alto no volverán a ser condenados (en realidad, incluso la mayoría de los mismos), y algunos casos de riesgo más bajo volverán a ser condenados. Por lo menos parte de estas imperfecciones se pueden rastrear en las limitaciones de nuestro conocimiento de lo que constituye un factor de riesgo. A saber, las escalas de riesgo que se usan habitualmente en el presente hacen poco uso de información biológica auspiciosa y de situaciones específicas. De manera parecida, las escalas habitualmente en uso tienden a depender de información disponible en entrevistas y revisiones de registros oficiales y hacen escaso uso de la información que se pueda obtener de pruebas psicológicas sistemáticas. Algunas veces la exactitud de las escalas de riesgo se subestima porque el período de seguimiento es demasiado breve como para permitir que los casos de riesgo más alto muestren su potencial criminal. Además, confiar en los registros oficiales como medida de la reincidencia lleva a subestimar la exactitud predictiva, ya que muchos de los actos criminales de casos de riesgo más alto no aparecen nunca en los registros oficiales. Sin embargo, todas estas explicaciones técnicas de la imperfección de las evaluaciones de riesgo son triviales en comparación con una consideración que es clave en el manejo y tratamiento de delincuentes. Las evaluaciones de riesgo que hemos discutido hasta este punto ignoran el hecho de que, una vez en el sistema correccional, los delincuentes se ven sujetos a acontecimientos y experiencias que pueden producir cambios en su posibilidad de reincidencia. Es decir que casos de bajo riesgo pueden permanecer como tales durante el período de supervisión, o se pueden desplazar a categorías de riesgo mayor. Por otro lado, los casos de riesgo más alto pueden permanecer siéndolo o pasar a ser casos de riesgo menor.

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La tarea de mejorar la exactitud de la predicción se bifurca en dos direcciones. Primero ¿Qué características de los delincuentes y sus circunstancias están sujetas a cambio durante la condena? Segundo, de esos cambios ¿Cuáles indican realmente una probabilidad reducida o aumentada de reincidencia? Para responder a estas preguntas, los investigadores y facultativos deben mirar más allá de los factores de riesgo que no se pueden cambiar. Factores de riesgo tales como la historia criminal, una historia de abuso de substancias y un ajuste deficiente al servir una condena anterior simplemente no van a mostrar cambio luego de su reevaluación. Entonces, para detectar variaciones en las probabilidades de reincidencia, se deben evaluar los factores de riesgo que son dinámicos. Estos factores de riesgo dinámicos se denominan a menudo factores de “necesidad criminogénica”. En la literatura de investigación abundan los ejemplos de evaluaciones de riesgo predictivas de reincidencia. Sin embargo, las ilustraciones concretas de la exactitud predictiva de reevaluaciones con escalas de riesgo dinámicas son relativamente escasas. Un ejemplo con el Inventario del Nivel de Supervisión de Ontario (Ontario’s Level of Supervision Inventory — LSI) ilustra el valor de la reevaluación de factores de riesgo dinámicos.

antisociales, abuso de substancias y problemas familiares. En otras palabras, los resultados de la investigación están comenzando a apoyar sólidamente la visión de que una tarea importante del sistema correccional es la de administrar la condena de manera tal que los casos de bajo riesgo lo sigan siendo y los de alto riesgo se encaminen en esa dirección. Aquí tocamos un real desafío para el sistema correccional: administrar la pena del delincuente de manera legal, eficaz y humana, manteniendo al mismo tiempo a los casos de bajo riesgo en categorías de bajo riesgo, y creando y entregando programas que muevan a los delincuentes de alto riesgo a categorías de bajo riesgo real. Esta área de investigación comprende la gestión y tratamiento de delincuentes de acuerdo con su nivel de riesgo (el principio de riesgo), la elección de blancos específicos de la programación rehabilitadora (el principio de necesidad) y el uso de estilos y maneras de tratamiento que sean adecuados para los delincuentes (el principio de responsabilidad).

El principio de riesgo El principio de riesgo es tan obvio que casi no necesita enunciarse, y tan sutil que necesita ser elaborado muy cuidadosamente. El principio de riesgo sugiere que los niveles más altos de servicio se deben asignar a los casos de más alto riesgo. Es obvio que, “si no está en pana, no trate de arreglarlo”. ¡Por supuesto que tratamos de reservar los niveles más altos del control correccional para los casos de riesgo más alto!

Un grupo de delincuentes en libertad condicional en la ciudad de Belleville en Ontario fueron evaluados con el LSI al ser admitidos a libertad condicional, y la exactitud predictiva de este LSI de admisión fue muy similar a la que se ha encontrado en otras oficinas de libertad condicional en Ontario. Lo que En lo que respecta a la sutileza, se mantiene la creencia es más interesante, los funcionarios de libertad de que los servicios de tratamiento, si es que tienen condicional de Belleville efectuaban reevaluaciones algún efecto, sólo funcionan con los casos de bajo de riesgo trimestrales con el LSI. La exactitud riesgo. Los trabajadores sociales llaman a esto la predictiva de estas reevaluaciones excedió con mucho “paradoja de la asistencia social”. Los servicios son a la exactitud de los puntajes de riesgo obtenidos en excelentes mientras el cliente no se encuentre en una momentos de la admisión a la libertad condicional. situación difícil. Los psicólogos y otros profesionales Sin querer sugerir que una exactitud predictiva de tal magnitud se puede lograr en todos los Figura 3 estudios, las reevaluaciones de la muestra de Belleville mostraron que los delincuentes de bajo riesgo en libertad condicional no tenían reincidencias (0%), mientras que los de riesgo más alto volvieron a ser condenados (100%) (ver Figura 3).

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Los resultados globales sugieren, para los propósitos de una predicción exacta de la reincidencia, que la información importante no es la del riesgo en momentos de la admisión, sino la del riesgo más adelante en la condena. Mi laboratorio de investigación en Carleton University ha logrado resultados similares cuando se efectuaron reevaluaciones de actitudes

del servicio a las personas hacen referencia a “YAVISS”. El tratamiento funciona muy bien, siempre que el cliente sea joven, atractivo/a, comunicativo/a, inteligente y con éxito social (Young, Attractive, Verbal, Intelligent, and Socially Successful). Incluso los investigadores experimentados toman a veces el funcionamiento relativamente exitoso posterior al tratamiento de los casos de bajo riesgo como evidencia de que éstos aprovecharon el tratamiento. De manera parecida, toman el funcionamiento relativamente deficiente posterior al tratamiento de los casos de riesgo más alto como evidencia de que el tratamiento no opera con los casos de alto riesgo. Estos errores nacen de confundir la exactitud predictiva de las evaluaciones previas al tratamiento con el asunto de que quién saca provecho del mismo. Los datos ilustrativos que siguen fueron recolectados por Jerry Kiessling en la Oficina de Libertad Condicional de Libertad vigilada y Libertad condicional de Ottawa (Ottawa Probation and Parole offices) en un proyecto sobre la validez de aumentar la supervisión y el servicio haciendo participar a funcionarios de libertad condicional. Se llevó a cabo una evaluación de riesgo de admisión, y luego se asignaron al azar delincuentes en libertad condicional a una supervisión rutinaria o amplificada. Las tasas de reincidencia de aquellos asignados a la supervisión regular reflejaron su nivel de riesgo al momento de la admisión: • Casos de riesgo más alto en el Programa de supervisión regular: 58% • Casos de riesgo más bajo en el Programa de supervisión regular: 10% De manera parecida, las tasas de reincidencia de delincuentes en libertad condicional en supervisión amplificada reflejaron el riesgo al momento de la admisión: • Casos de riesgo más alto en el Programa de supervisión amplificada: 31% • Casos de riesgo más bajo en el Programa de supervisión amplificada: 17% Si cometemos los errores a que hacíamos referencia, podríamos concluir que los casos de riesgo más bajo aprovecharon tanto el programa de libertad condicional regular como el de supervisión amplificada — porque los casos de bajo riesgo tuvieron las tasas de reincidencia más bajas en ambos programas. Para apreciar el principio de riesgo y evitar los errores que acabamos de exponer, las tasas de reincidencia de delincuentes en libertad condicional en los programas regular y amplificado se deben

comparar directamente, y estas comparaciones se deben hacer por separado para delincuentes en libertad condicional de alto y de bajo riesgo. Considerando solamente el caso de los casos de riesgo más bajo, el efecto del programa fue el siguiente: • Programa regular: 10% de tasa de reincidencia • Programa amplificado: 17% de tasa de reincidencia En este modo de presentación se muestra claramente que la supervisión amplificada no fue eficaz con los casos de riesgo más bajo. En realidad, hay evidencia de que la tasa de reincidencia de delincuentes de bajo riesgo en libertad condicional fue mayor bajo supervisión amplificada que bajo supervisión regular. Si consideramos solamente los delincuentes de riesgo más alto en libertad condicional, el efecto del programa fue el siguiente: • Programa regular: 58% de tasa de reincidencia • Programa amplificado: 31% de tasa de reincidencia Ahora resulta claro que los casos de riesgo más alto sacaron provecho de la supervisión amplificada. Las tasas de reincidencia de los casos de riesgo más alto en supervisión amplificada fue de cerca de la mitad de la de los casos de riesgo más alto bajo supervisión regular. Este es un patrón que nuestro examen de la investigación ha ido descubriendo en el sistema correccional, el bienestar social infantil, la salud mental y el servicio a la familia. Hay otro aspecto del principio de riesgo que tiene que ver con hacer uso eficiente de las interpretaciones menos restrictivas de la condena. La literatura de investigación, en particular la evidencia, copiosa en la actualidad, recopilada por el Dr. James Bonta y sus colegas, sugiere que los casos de riesgo más bajo se pueden asignar sin problema a los escenarios correccionales menos restrictivos. En Ottawa y en otras ciudades de Ontario, el Dr. Bonta ha demostrado que los casos de bajo riesgo tienen tanto éxito en situaciones de casas de grupo que solamente en circunstancias muy especiales es necesario que sus sentencias sean administradas en instituciones. Mis colegas, los doctores Jim Bonta Robert Hoge, y el autor de este artículo, hemos afirmado en presentaciones recientes que el principio de riesgo se debe considerar una guía profesional para la investigación y la práctica en las instituciones correccionales. El principio de riesgo no es simplemente un instrumento de gestión para supervisar la discreción de los trabajadores correccionales, sino un principio que sugiere cómo los profesionales de servicio a las personas pueden asignar los recursos

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para tratamiento correccional de manera ética, humana y eficaz. Esta perspectiva positiva de la evaluación de riesgo no quiere decir que la evidencia de la investigación de los diversos asuntos que le conciernen esté completa. ¡Muy lejos de eso! Por ejemplo, afirmar que los casos de riesgo más alto responden mejor al tratamiento que los casos de riesgo más bajo no significa sugerir que los programas de tratamiento hayan demostrado ser eficaces para los casos de más alto riesgo. De este modo, el entusiasmo ocasionado por el trabajo del Dr. Robert Hare sobre la personalidad antisocial/psicopática (consultar el artículo de Ralph Serin en este número) conducirá a una investigación cuidadosa de los tipos de programas que pueden funcionar con grupos calificados como crónicamente antisociales. Lo que muestra la investigación actual es que se deben explorar sistemáticamente las implicaciones del principio de riesgo para apreciar plenamente sus límites. Un conjunto de límites tiene que ver con la calidad de servicios de tratamiento proveídos a los casos de riesgo más alto: los casos de riesgo más alto no van a responder a programas de tratamiento inconsistentes con los principios de necesidad y responsividad.

El principio de necesidad El principio de necesidad afirma que si los servicios de tratamiento correccional van a disminuir la reincidencia criminal, deben enfocar las necesidades criminogénicas de los delincuentes:

• el aumento del autocontrol, manejo de sí mismo/a y de capacidades para la resolución de problemas • el reemplazo de las capacidades para mentir, robar y agredir por otras más en pro de la sociedad • la disminución de la dependencia de substancias químicas • el desplazamiento de las recompensas y costos de las actividades criminales y no criminales en el medio familiar, académico, vocacional, recreativo y en otros ambientes conductuales, de modo que las alternativas no criminales se vean favorecidas • la provisión de arreglos vitales y residenciales con escasas presiones y protegidos para las personas aquejadas de problemas psiquiátricos crónicos • el cambio de otros atributos de los clientes y sus circunstancias que, mediante evaluaciones individualizadas de riesgos y necesidades, se hayan vinculado razonablemente con el comportamiento criminal • la seguridad de que el cliente pueda reconocer situaciones riesgosas, y tenga un plan concreto y bien ensayado para enfrentar dichas situaciones La teoría y la investigación sugieren además una lista de objetivos menos prometedores:

• “Si la reincidencia refleja pensamiento antisocial, no enfoque el amor propio, sino el pensamiento antisocial”.

• el aumento del amor propio (sin reducciones simultáneas del pensamiento y sentimiento antisocial y las asociaciones con grupos de iguales antisociales)

• “Si la reincidencia refleja dificultades de mantener un empleo, no enfoque la obtención de un empleo sino su manutención”.

• centrarse en quejas emocionales y personales vagas que no se hayan conectado con el comportamiento criminal

La investigación sobre necesidad criminogénica es escasa comparada con la riqueza de la evidencia en factores de riesgo. Sin embargo, la teoría y la investigación existentes son muy prometedoras. Debido a que se los examina más detalladamente en otra parte, la lista que sigue sugiere solamente algunos objetivos prometedores de los servicios de rehabilitación:

• el aumento de la cohesión de los grupos de iguales antisociales

• el cambio de las actitudes antisociales • el cambio de los sentimientos antisociales • la disminución de la asociación con un grupo antisocial de iguales • la promoción del afecto/comunicación familiar

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• la promoción de la identificación y asociación con modelos anticriminales

• la promoción de la vigilancia y supervisión familiares

• el mejoramiento de las condiciones de vida del vecindario en su conjunto, sin tocar las necesidades criminogénicas de los individuos de alto riesgo • mostrar respeto por el pensamiento antisocial con el argumento de que los valores de una cultura son tan válidos como los de otra • el aumento de la ambición convencional en áreas educacionales o laborales sin asistencia concreta para la realización de esas ambiciones • el intento de convertir al cliente en una “persona mejor,” si los estándares para ser una “persona mejor” no se ligan a la reincidencia.

Principio de responsividad El principio de riesgo ayuda a decidir quién obtendrá más provecho de una programación rehabilitadora intensiva. El principio de necesidad sugiere los objetivos de cambio apropiados para una rehabilitación eficaz. La responsividad tiene que ver con la selección de modalidades y estilos de servicio adecuados. Aquí son importantes dos componentes: • ¿Qué estilos o modalidades de servicio funcionan con los delincuentes en particular, en tanto opuestos a los que funcionan con los estudiantes de bachillerato u hombres de negocios en un retiro psicorrecreativo, o con las personas aquejadas de trastornos neuróticos o psicóticos? • Al interior de grupos de delincuentes, ¿existen consideraciones especiales de responsividad? Por lo general, las mejores modalidades de servicio son conductuales, en particular, cognitivo-conductual y de aprendizaje social: modelación y refuerzo de la conducta anticriminal, práctica graduada de nuevas habilidades, representación de papeles, suministro de recursos y sugerencias verbales concretas (dar razones e indicaciones). Jerry Kiessling y el autor identificamos cinco dimensiones de supervisión y asesoría correccional en los 1970 que todavía merecen un examen serio: (a) Autoridad: “firme pero justa”, distinguir entre reglas y peticiones, vigilar el progreso, recompensar el cumplimiento del tratamiento, dejar fuera el dominio interpersonal y el abuso. (b) Modelación y refuerzo de la conducta anticriminal: demostrar y reforzar alternativas vívidas a los estilos de pensar, sentir y actuar pro criminales. (c) Resolución de problemas concretos: desarrollo de capacidades y eliminación de obstáculos para aumentar las recompensas y satisfacciones asociadas con la conducta anti criminal en ambientes tales como el hogar, la institución educacional y el trabajo. (d) Abogar y ser intermediario: remitir al delincuente a otros organismos de asistencia, siempre y cuando el organismo receptor ofrezca un servicio correccional adecuado. (e) Factores de las relaciones: relacionarse de una manera abierta, entusiasta y demostrar preocupación. Al mismo tiempo, la teoría y la investigación sugieren que algunos estilos y modalidades de tratamiento cuentan con un historial muy pobre en la institución correccional. Por ejemplo, la literatura de investigación contiene varios ejemplos de programas de grupo

diseñados de acuerdo a los principios de la sociología clínica que fueron fracasos definitivos: estos programas comprendían la creación de intensas interacciones de grupo sin que el líder del mismo pudiera desalentar la expresión de sentimientos antisociales. De manera parecida, no existe todavía evidencia convincente de que los programas diseñados de acuerdo con los principios de disuasión o teoría de “identificación pública” hayan tenido mucho éxito. Gritarle a la gente es inconsistente con el factor de las relaciones descrito anteriormente, y el miedo al castigo no es un predictor importante de la conducta criminal. En forma similar, la “no intervención radical” — no hacer nada frente al potencial antisocial — es sencillamente inconsistente con el principio de riesgo. No tengo tampoco evidencia de castigos innovadores alternativos como órdenes de servicio comunitario o restitución contribuyan a la rehabilitación de manera que valga la pena. La asesoría sin directivas centrada en el cliente y la terapia psicodinámica no estructurada tienen que ser todavía probadas en el ambiente correccional. Por lo general en estos tipos de terapias, el terapeuta juega el papel de escucha y le proporciona al delincuente una dirección concreta muy escasa. Sin embargo, ciertos delincuentes — que son más maduros interpersonalmente y se sienten bien con la autorreflexión — pueden responder favorablemente a estas terapias menos estructuradas. El género, la edad, la personalidad psicopática, la ansiedad social, la existencia de trastornos mentales y de la personalidad, la inteligencia verbal, el idioma, la etnicidad y la motivación, son otros factores posibles de la responsividad, que esperan su estudio sistemático en el contexto del tratamiento correccional. Se necesita investigación para determinar si los delincuentes que poseen estas características responden de manera distinta al tratamiento. Un grupo de colegas y yo hemos completado recientemente una revisión de la literatura sobre tratamiento correccional. Pienso que esta revisión representará adecuadamente el estado actual de la investigación sobre riesgo, necesidad y responsividad en su aplicación al objetivo de reducir la reincidencia criminal. Esta revisión reveló que la sanción inicial criminal, que es la condena punitiva, sin la prestación de servicios rehabilitatorios, en el mejor de los casos y como promedio se asociaba con un ligero aumento de la probabilidad de reincidencia. La prestación de servicios de tratamiento no consistente con los principios de riesgo, necesidad y responsividad, también se asociaron como promedio con un ligero aumento en la probabilidad de reincidencia. Lo que produjo resultados fue la prestación de servicios de tratamiento consistentes con el riesgo, la necesidad y la responsividad.

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En resumen, la evidencia disponible sugiere que la acción real para los propósitos de la disminución de la reincidencia criminal reside en la creación de ambientes correccionales en que los profesionales correccionales puedan diseñar, entregar y evaluar la eficacia de los programas de rehabilitación.

que me refiero no es simplemente la del trabajo normal de los investigadores que tratan de mejorar el conocimiento mediante la exploración de los posibles errores en las investigaciones anteriores. Este tipo de escepticismo y de crítica constituye la base misma de la obtención de conocimiento a través de la investigación.

La discreción profesional

A lo que me refiero es a los temas explícitos de “antipredicción” y “antirrehabilitación” tan profundamente asentados en la criminología de la corriente principal. Estos temas no se presentan en este trabajo pero, para hacerlo más completo, entregamos en un cuadro que acompaña a esta ponencia muestras de temas de antipredicción y antirrehabilitación extraídos de revistas y libros de texto de criminología.

El profesional examina el riesgo, la necesidad y la responsividad en cada caso en circunstancias específicas, y toma la decisión que refleje mejor las consideraciones éticas, humanitarias, legales y de eficacia. Los principios de tratamiento, no importa cuán sólida la base de investigación, deben ser aplicados por un profesional informado y sensible.

Conclusiones Los principios de riesgo, necesidad y responsividad son a la vez obvios y sutiles. Espero, por ejemplo, que este examen haya servido para ilustrar las fortalezas y debilidades de la base de investigación para la programación correccional eficaz.

Los investigadores y facultativos en el campo correccional cuentan con una base de investigación de la que se pueden sentir orgullosos, pero al mismo tiempo deben estar preparados a confrontar a los ideólogos que parecen comprometidos a destruir esta base de conocimientos.

Quise mantener positivo hasta su conclusión el tono de este artículo. Si embargo, no sería justo dejar a los lectores con la impresión de que la investigación y las ideas examinadas en el mismo son ampliamente aceptadas en criminología. La falta de aceptación a

Esta presentación se basa en gran medida en las presentaciones siguientes, que se encuentran disponibles como paquete en la Research Branch, Correctional Service of Canada, 340 Laurier Avenue West, Ottawa, Canada K1A 0P9. ■

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