Analisis Esperando A Godot

ESPERANDO A GODOT, TRAGICOMEDIA EXISTENCIAL Magda María Brenes Papayorgo* 1 “El dolor y la miseria no hace falta buscar

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ESPERANDO A GODOT, TRAGICOMEDIA EXISTENCIAL

Magda María Brenes Papayorgo* 1 “El dolor y la miseria no hace falta buscarlos. Nos gritan a la cara hasta en los taxis de Londres’’. Samuel Beckett I. Introducción Este trabajo pretende un acercamiento a la obra teatral Esperando a Godot del irlandés Samuel Beckett, para definirla como una tragicomedia existencial. Es importante, como en todos los estudios literarios, referirse a la vida y obra del autor, así como a la crítica de sus escritos y el contexto histórico y cultural en el que se generan. Beckett es una de las figuras más significativas de la literatura contemporánea. Su importancia radica no sólo en el aporte de nuevas formas a la novela y al teatro, sino que plantea todo un cuestionamiento existencial al exponer la situación del hombre actual ante Dios. El premio Nobel que se le brinda en 1969, lo valora realmente como escritor y lo coloca al lado de los mejores, por lo que sus piezas han sido representadas en numerosos auditorios. Vida y obra de Samuel Beckett Nace en Irlanda, Dublín en 1906. Reside en París y escribe en inglés y en francés. Ha empleado diversos medios de comunicación para expresar su cosmos literario. Escribe novela, ensayo y teatro.

* Licenciada en Filología Española de la Universidad de Costa Rica. Profesora de Comunicación en el Instituo Tecnológico de Costa Rica.

En 1969 le otorgan el premio Nobel de Literatura como dramaturgo con Esperando a Godot. Ya había cumplido los cuarenta y siete años y es cuando se rompe el muro del silencio acerca de su obra. Beckett no se crió en el dolor y la miseria como creerían algunos al tratar de relacionar su vida con su obra, sino que fue todo lo contrario; creció con los cuidados propios de un hijo de familia burguesa acomodada. El acontecimiento decisivo que hizo a Beckett entregarse a la literatura fue su encuentro con Joyce, al que conoció en París en 1928. En ese año comenzó a frecuentar el círculo de protectores y admiradores de Joyce. A propósito de su relación con este autor, Beckett afirma lo siguiente: Joyce ha tenido un influjo moral sobre mí: me enseñó lo que es la integridad artística. (1) La crítica acerca de Beckett y su obra es abundante. Se señalan dos etapas en su vida literaria: Una primera etapa en la que esperó en vano el eco de la crítica -a pesar de que sus primeras obras no carecieron de calidad- y una segunda etapa, a partir de 1953, cuando publica Esperando a Godot y se rompe el silencio para dar rienda suelta a un sin número de admiraciones y críticas cuyas voces cada año son más altas. Beckett, sin embargo, permanece en silencio, tras su mesa de trabajo, o tras su atril de director de escena. Esta actitud responde a su singular personalidad, a la modestia que lo caracteriza. Los críticos lo colocan al lado de los escritores más importantes de la literatura universal: Joyce, Prust, Céline, Sartre, Camus, Robbe-Grillet, Natalie Sarrante y Dickens, con quienes lo relacionan. Exaltan de su obra los aspectos tanto técnicos y formales como de contenido y valor filosófico, y sobre todo, su obra dramática cuyo gran acierto es Esperando a Godot. Para Guillermo de la Torre el éxito de Beckett como dramaturgo es: La invasión de un refinado sin sentido, el cual permite las más variadas interpretaciones. (2) La cita anterior plantea la importancia del lector y del público, su actitud ante todo crítica, activa, lista a la interpretación para participar en un proceso de comunicación que exige retroalimentación y una actitud de compromiso ante la problemática planteada.

La crítica considera a Beckett, junto con Ionesco, los máximos representantes del “Teatro del absurdo’’, ya que en general, sus obras dramáticas son confesiones desesperadas y trágicas denuncias de la condición humana, que revelan la inutilidad de toda esperanza. Antecedentes y contexto histórico y cultural de la obra de Beckett “Un sabio oriental pedía siempre en sus oraciones que la divinidad no le hiciese vivir una época interesante. Como nosotros no somos sabios, la divinidad no nos ha evitado la época interesante, y en ella vivimos’’. Albert Camus Beckett no fue excepción, y también a él le tocó vivir una época interesante. Es esta la razón fundamental por la que se hará énfasis en el contexto histórico y cultural de su obra. Para ubicarla es importante recordar que en 1953 ya es representada y a partir de esta fecha continúa apareciendo en muchos escenarios de diversos países. Barraclought en su Introducción a la Historia Contemporánea es muy claro en cuanto a los antecedentes de este contexto: Basta mirar a nuestro alrededor para ver que algunos de los rasgos más característicos del mundo contemporáneo tienen su origen en movimientos y sucesos que ocurrieron muy lejos de Europa. Uno de los hechos distintivos de la historia contemporánea es su alcance mundial: no podemos comprender las fuerzas que están moldeando nuestro mundo si no nos sentimos preparados para adoptar puntos de vista internacionales. (3) Los cambios estructurales básicos que han forjado el mundo moderno son fundamentales porque fijan el esqueleto y el marco en que se desarrolla la acción política. Por ejemplo, se observa el cambio en el papel que ha desempeñado Europa en el mundo, la aparición de los Estados Unidos y la Unión Soviética como superpotencias, cuyo predominio se basa en el monopolio de las armas nucleares y en los medios de dispararlas, el derrumbamiento de los antiguos imperialistas (británico, francés y holandés), el resurgimiento de Asia y África, el reajuste de las relaciones entre las poblaciones blanca y de color, la revolución termonuclear. Hasta 1945 el aspecto más destacado de la historia era el fin del antiguo mundo.

Entre los acontecimientos históricos importantes posteriores a esta fecha se pueden citar: la guerra de Corea, la división de Vietnam y los conflictos de Laos, estos estuvieron a punto de provocar la tercera guerra mundial. A finales de 1960 el nuevo mundo había entrado en órbita. Los problemas que lo agitaban eran nuevos y reflejaban una situación que no se había presentado hasta poco antes y bastante difícil. Entre los rasgos más claros que diferían las nuevas estructuras de las antiguas es sobresaliente el nuevo relieve que adquirió China que avanzaba hacia el puesto de potencia mundial. Muy importante también fue el cambio operado en las relaciones entre el mundo comunista y el no comunista, pues, dada la situación, optaron por la coexistencia pacífica. Toda esta problemática del mundo moderno, el siniestro resplandor de la bomba atómica, la deshumanización, el aceleramiento tecnológico, incidirá directamente en la obra de un autor que, como Beckett, no podrá cerrar los ojos y evitarla. El pesimismo, la desesperación, la resignación afloran en Esperando a Godot en donde se presenta a los protagonistas esperando impotentes el momento en que “todo se va a desvanecer’’, en un mundo de desolación. Barraclought señala que si la historia contemporánea difiere en muchas de sus condiciones básicas de la historia “moderna’’ y si el período contemporáneo marca el alborear de una nueva época en la historia de la humanidad, es razonable esperar que esos cambios queden reflejados no sólo en el ambiente social y en las estructuras políticas, sino también en las actividades humanas. A propósito de lo anterior se hace dos cuestionamientos que valdría la pena demostrar con base en un análisis exhaustivo de la literatura contemporánea. 1. ¿Hasta qué punto se ha transformado nuestra actitud al contacto con la revolución científica y tecnológica? 2. ¿Hasta qué punto ha logrado formas de expresión propias y distintas la nueva masa social? Es obvio, que con los cambios y acontecimientos de la época se va generando una mentalidad diferente que incide directamente en la literatura del momento.

La rapidez en el avance y en la intercomunicación ejerce una influencia cambiante en la civilización, en la vida cotidiana y en la mentalidad del hombre actual. (4) La revolución científico-técnica toca en una u otra forma los intereses de cada persona en el mundo. La técnica basada en la ciencia moderna interrumpe en la cultura y en la vida cotidiana. La energía atómica y termonuclear, el comienzo de la era cósmica, así como la automatización y la cibernetización de la producción son logros de la ciencia moderna que justifican su enorme y creciente influencia sobre todas las esferas de la vida social. (5) Vino la repulsa de las formas artísticas tradicionales. Derrumbamiento de los viejos moldes y la necesidad de encontrar nuevas corrientes humanas, para las emociones que conmovían al hombre. Esto condujo desde el simbolismo hasta el expresionismo y le cubismo. El mundo posterior a Hittler y a Hiroshima plasma la intención existencialista de expresar su nuevo intento de sentir la vida. Es aquí donde se da la adopción de una concepción filosófica del mundo, para la literatura. El escritor de esta época enfrenta el serio problema de la posibilidad de la autoextinción, siniestras subcorrientes de violencia, irracionalidad e inhumanidad, que lo llevan a un cuestionamiento acerca de su existencia. (6)

II. El existencialismo en Esperando a Godot “Estragón -Siempre encontramos algo que nos produce la sensación de existir. ¿No es cierto, Didi?.” Esperando a Godot Para el análisis de esta pieza dramática, es importante partir del concepto de obra literaria como un medio de comunicación, a través del cual un individuo (autor) que habla por sí mismo o por su grupo social, emite un mensaje al lector o al público. En este contacto el emisor expresa su visión del mundo, su ideología, sus vivencias y voluntades, sus fantasías, en un intento de influir o alterar el mundo. Este proceso se da en un contexto histórico y cultural, con una problemática social, política, económica e histórica específica.

El lenguaje se toma como el elemento más importante. Por medio de este, se ponen de manifiesto la forma y la estructura con una técnica determinada; así como el contenido que presenta la obra, como un objeto cultural que revela, de alguna forma, la realidad del hombre y de su tiempo a través del mensaje; específicamente, del tema. En el mensaje que el autor envía al lector en el proceso comunicativo, está implícita determinada carga ideológica. Beckett en Esperando a Godot adopta la filosofía existencialista, una visión del mundo llena de desesperanza, angustia y pesimismo: Ahora bien, la importancia del existencialismo, desde nuestro punto de vista, no radica tanto en la filosofía como en la incorporación, por primera vez, de ciertos conceptos filosóficos a la novela y al teatro. (7) El existencialismo plantea el problema de la dimensión del ser hombre y no se preocupa sino del existir. Este concepto se halla latente en todas las concepciones pesimistas del mundo. De ahí que Beckett en esta obra de teatro utilice la función del lenguaje apelativa, muy propia del drama, para presentar la problemática existencial de sus personajes, insatisfechos y desesperados en un mundo en el que “no hay nada que hacer’’. Los protagonistas cuestionan su existir: ¿por qué estoy aquí en el mundo?, ¿para qué?, ¿qué espero?, ¿a quién espero? Son presentados en un mar de pesimismo, desesperación y resignación en un mundo desolado, en una desesperada búsqueda del hombre por encontrar respuestas que le serían negadas por siempre. Aparecen en un mundo absurdo, que ni castiga, ni recompensa. Las aspiraciones, la esperanza, la ambición, la misma voluntad, carecen de sentido. Nadie conseguirá nada. Los personajes de Beckett sufren, pero su sufrimiento está ausente de heroísmo. Se da en este planteamiento existencial la búsqueda de un yo, de una identidad que incluso el protagonista sabe que no puede rescatarse. En Esperando a Godot sobresalen el nihilismo (8), el absurdo y la rebelión ante el mundo dado. A propósito del nihilismo, se observa la fuerza del tema de la obra que actúa como el eje dramático: “La espera’’. Una espera que pese a su desesperación guarda una luz; la esperanza en un futuro mejor. En este sentido, es muy significativo el final de la pieza, en el que no hay solución, solamente suspenso y duda, pero al final, esperanza.

El absurdo es muy importante en la literatura contemporánea y especialmente lo plantean Ionesco, Camus y Beckett. Para Camus el absurdo es la inevitable contradicción entre el desordenado mundo y la voluntad innata de ordenación del espíritu humano, es aquella dicotomía entre el espíritu ansioso y el mundo decepcionante, la confrontación entre el mundo irracional y un deseo desesperado de amor y de luz. Absurdo es, pues, cuanto no tiene sentido: el mundo, las cosas, la vida, yo mismo en el instante de mi descubrimiento. (9) Es interesante observar a Esperando a Godot cómo se presenta el absurdo en la constante búsqueda de los protagonistas que esperan disconformes en un mundo que no los satisface y que no tiene solución. El suicidio aparece como una posibilidad, pero es desechado por la constante de la espera sin fin. Los personajes conocen su imponencia frente al caos, la muerte, la injusticia, el sufrimiento, pero a pesar de todo, esperan. La rebelión ante el mundo dado, ante el absurdo es sumamente significativa en Beckett. A través de la obra se le observa como un autor de compromiso con el ser humano. Beckett, como un hombre de este mundo injusto que le ha tocado vivir, protesta en su obra, ante una sociedad que es receptora de su mensaje. Un escritor comprometido es un hombre que toma conciencia de que el mundo está en movimiento, que quiere participar en el devenir de la especie humana, que expresa su punto de vista sobre el destino que debe tener el hombre. (10) Es pertinente tomar en cuenta la cita anterior para referirse al compromiso de Beckett. Según Carlos Barabarito, en su artículo “Beckett: cuatro apuntes”, “tienen mucha razón los que acusan a Beckett de falta de compromiso ya que no encara las cosas en forma activa, sino que es nihilista y huidizo y no aborda temas concretos, ya sean sociales o políticos.’’ (11) Sin embargo, señala su afán de exploración interna del hombre contemporáneo en una especie de compromiso con la carne y el alma degradadas del hombre que trágicamente, no tiene respuestas y que sólo alcanza decir lo que hay, sin vueltas. (12) Beckett presenta en Esperando a Godot un compromiso con el ser humano, una preocupación por el ser del hombre y su existencia en un mundo que lo hace sufrir.

Critica la sociedad, plantea su compromiso con la miseria y el dolor humanos, reclama los derechos “perdidos’’ y “vendidos’’ del hombre, denuncia la opresión y el maltrato de los marginados. “Vladimir -¿Y ahora lo despide? ¿A un criado tan viejo y tan fiel? Estragón -¡Qué porquería! Vladimir -Después de haberle chupado la sangre lo despide como una… (medita)… como una piel de plátano. Reconozca que…’’. (13) “Estragón -¿Ya no tenemos derechos? Vladimir -Me harías reír si me estuviera permitido. Estragón -¿Los hemos perdido? Vladimir (con claridad) -Los hemos perdido’’. (14) Es interesante anotar la ironía con que presenta Beckett la posibilidad de una ayuda divina ante la súplica humana. El papel del hombre ante Dios en esta obra es suplicante. El hombre “harapiento y desvalido’’, en espera de la salvación divina que no se sabe si llegará. Para el hombre, Godot (Dios) presenta una serie de pretextos que son obstáculos para la ansiada solución. “Estragón -¿Qué contestó? Vladimir -Que ya vería. Estragón -Que no podía prometer nada. Vladimir -Que necesitaba pensar. Estragón -Con la mente despejada. Vladimir -Consultar con su familia’’. (15) Los protagonistas adoptan una posición de no luchar ante la vida, pues es en vano, es aquí donde aparece la desesperanza.

“Vladimir -No se puede hacer nada. Estragón -Es inútil esforzarse. Vladimir -Uno sigue siendo lo que es. Estragón -Por mucho que se esfuerza. Vladimir -El fondo no cambia. Estragón -Nada que hacer’’. (16) En medio del peligro, los personajes Vladimir y Estragón no saben qué hacer ante el problema, ante el sufrimiento, ante el aniquilamiento del hombre por el hombre y deciden unirse para protegerse y seguir esperando. Aquí es donde aflora la esperanza. Esto es aplicable a lo que debe hacer el hombre moderno; es una especie de recomendación. Los hombres del mundo contemporáneo deben unirse ante el peligro en un afán de protección. El hombre debe protegerse a sí mismo, eliminar la opresión, la esclavitud, pues plantea estos conceptos como degradación del ser humano. Es desolador el hecho de que un esclavo tenga que moverse “al son que le toque su amo’’. El mensaje de Beckett cobra un matiz moral, y casi al final de la pieza se deduce de las palabras de los protagonistas una moraleja: “No maltrates a los marginados y sufridos, no oprimas al que está bajo tu mando, pues luego podrías convertirse en oprimido y pagar doble tu maldad’’. Además en esta obra, se exalta la inutilidad de la riqueza material. Nadie ayuda al personaje Pozzo, por más dinero que tenga, son otros los verdaderos valores de la humanidad. En medio de tanta desesperanza, pesimismo, angustia, desesperación, que deja entrever la obra de Beckett, resulta reconfortante poder extraer de ella dos citas que contienen un alto deseo de bienestar del hombre: el rechazo de la esclavitud, de la opresión, y la esperanza de una vida mejor, más digna, más humana. “Vladimir (saca un cordón del bolsillo) -Vamos a atarlo.

Estragón -No, no, lazos no, lazos no’’. (17) “Vladimir -Algún día quizá tengas calcetines. Estragón -Es cierto’’. (18)

III. Esperando a Godot, obra tragicómica Esta obra presenta a través de sus personajes, en su espacio interior, la angustia, la desesperación, el pesimismo modernos. Además, la única esperanza de un desenlace feliz que sería la llegada de Godot, se ve frustrada ante el suspenso final. Como se observa, la tragedia está presente en el transcurso del drama y también al final, ya que el eje dramático es la espera, una espera desesperada, pesimista, inútil, llena de lamentación por un mundo insatisfecho. Se plantea además, la solución trágica del suicidio y la espera indefinida de la salvación divina. Por otra parte, aparece en la obra el humor característico de una comedia. También se da la nota de exasperación, la cual se relaciona directamente con el humor, puesto que, como dice Bentley: “El humor comprende la admisión del fracaso. El humor es una forma de encogerse de hombros, de acomodarse a las cosas tal como son’’. (19) Se puede observar este humor trágico en las significativas palabras de Estragón y Vladimir al inicio de la obra. “Estragón (renunciando de nuevo) -No hay nada que hacer. Vladimir -Empiezo a creerlo. (Se queda inmóvil). (20) En Esperando a Godot se presenta la tragedia del hombre en un mundo desprovisto de valores, amenazante, incomprensible y sin Dios. Por otro lado, la comedia de dos holgazanes que se divierten y divierten al lector mientras esperan desesperanzados y pesimistas.

Otro elemento trágico en la obra es la desesperación. La desesperación “moderna’’, desgarrante, que está ahí, insistente, obsesiva, monótona, desoladora. “Basta penetrar en un teatro en que se represente a Godot, y la lúgubre desesperanza nos cortará las carnes como un viento helado’’. (21) Beckett en esta obra es bromista, hasta el punto de resultar a veces jocoso. Al final todo queda en suspenso. La conclusión no es feliz pero tampoco se afirma que Godot no existe o no habrá de llegar, queda la puerta abierta, no es usado el árbol del suicidio pero tampoco llega la salvación. El último ideal que se derrumba en una espera es la esperanza, aunque sea desesperanzada. La tragicomedia moderna considera que así como hay desesperación, también hay fe. En la base de la desesperación de la literatura moderna se halla la esperanza. Es así como en una época de creciente materialismo, con sus ansiedades, temores y frustraciones, época del armamentismo creciente y la bomba atómica en la que el espíritu creador se caracteriza por la desilusión y desesperación, aún queda la esperanza: la posibilidad de una luz que arroje justicia y paz sobre la tierra.

Citas y Notas (1) Klaus Birkenhauer. Samuel Beckett. (Madrid: Alianza, 1976). p. 37. (Según John Gruen, “Samuel Beckett talks about Beckett’’ en Vogue, dic. 1969. p. 20. (2) Guillermo de la Torre. Ultraísmo, existencialismo y objetivismo en literatura. Madrid: Guadarrama, 1968). p. 303. (3) Geoffrey Barraclought. Introducción a la Historia Contemporánea. Madrid: Gredos, 1965). p. 10. (4) Jesús Ma. Palomares y otros. Historia del mundo contemporáneo. (Madrid: Anaya, 1978). p. 636.

(5) Ma. Eugenia Brenes y otros. Cátedra de Historia de la Cultura. U.C.R. La sociedad industrial contemporánea. (San José: Editorial Texto, 1981). p. 17. (6) Existencia: Como derivado del latín el término existencia significa “lo que está ahí” y en este sentido es equiparable a la realidad. Aristóteles sostuvo que la existencia se entiende como entidad. Cuando la existencia se halla unida con la esencia, se tiene un ser. (7) Guillermo de la Torre. Ultraísmo, existencialismo y objetivismo en literatura. (Madrid: Guadarrama, 1968). p. 197. (8) Nihilismo: Doctrina política que niega el orden social. Niega el orden social actual pero tiene fe en un futuro mejor en el que la libertad individual conseguirá su propio orden. (9) Manuel Lamana. Literatura de posguerra. (Buenos Aires: Editorial Nova, 1961). p. 26. (10) Ibid, p. 22. (11) Carlos Barbarito. “Beckett: Cuatro apuntes’’. Andrómeda. s. v. (21) 27 Febrero-Marzo, 1987. (12) Op. cit. Lamana, p. 27. (13) Samuel Beckett. Esperando a Godot. (Barcelona: Barral Editores, 1970). p. 37. (14) Ibid, p. 20. (15) Ibid, p. 20. (16) Ibid, p. 23. (17) Ibid, p. 28. (18) Ibid, p. 29. (19) Erick Bentley. La vida del drama. (Buenos Aires: Paidós, 1964). p. 316. (20) Op. cit. Beckett, p. 18. (21) Op. cit. Bentley, p. 318.

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