Amor en Tiempos de Guerra

Amor en tiempos de guerra Camila Bardi El colegio Palermo parecía una cárcel, había rejas en puertas y ventanas, paredes

Views 56 Downloads 0 File size 149KB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

Amor en tiempos de guerra Camila Bardi El colegio Palermo parecía una cárcel, había rejas en puertas y ventanas, paredes despintadas. Así por lo menos lo describía Alejandra García cuando le preguntaban como era su nueva escuela. Lo único que la hacia levantar a las 6 de la mañana era ese chico de 5to año. Desde principios de ese año le encantaba Pablo. La podía la idea de salir con él, sentarse a hablar o aunque sea la posibilidad de cruzar miradas. Pero para, ella esas ideas eran inalcanzables. ¿Cómo a un chico como él, dos años más grande, le va a llamar la atención de una chica morocha, de ojos oscuros, exactamente el estereotipo de la joven argentina?. Pero bueno, “sino pruebas, desesperas” le repetía su abuela, entonces un día decidió hablarle. Hubo química desde el primer momento y poco a poco Pablo fue enamorándose de Alejandra tanto como ella lo hizo de él. El 21 de septiembre de 1980 se pusieron de novios, justo para el día de la primavera. Fue en el parque de Palermo, en el mismo lugar en donde dos semanas antes se habían dado su primer beso. Eran inseparables, siempre juntos. Nada los podía alejar. Para su primer aniversario Alejandra había preparado una cena en su casa con sus papas, una perfecta oportunidad para que Pablo conociera a sus suegros. Mas tarde, irían a bailar a un pub a unas cuadras de allí. Sonó el timbre, Ale se asomo a la puerta, estaba él con los ojos llorosos. Ella no sabia de que se trataba, pero lo conocía tan bien que sabia que no era nada bueno, por eso lo abrazo fuerte. Pablo le explico que habían hecho la selección de los chicos que tendrían que hacer el servicio militar obligatorio y él era uno de ellos. El mundo perfecto de Alejandra se estaba derrumbando. ¿Cómo iba a soportar que el amor de su vida se ausente por tanto tiempo? Luego de contenerse el uno al otro entraron a la casa y se propusieron olvidar el tema hasta que llegue la hora en la que él deba partir hacia su obligación. Era un día frío, oscuro, el sol no mostró sus rayos hasta pasadas las 4, justo en el momento en el que Alejandra y Pablo se despedían en la parada del micro rumbo al Regimiento Patricios. Ese lugar, también llamado COLIMBA iba a ser la casa del muchacho por varios meses. Correr, limpiar, barrer y utilizar armas eran algunas de las muchas cosas que le obligarían a hacer. Junto con el último beso que se dieron se sello la promesa de escribirse catas todas las semanas, sin excepción alguna. Alejandra lo saludo por la ventanilla, se quedo quieta en ese lugar hasta que el micro doblo por la esquina y su amor dejo la calle. Las lagrimas recorrían su rostro aunque sabia que en un año volvería a estar todo bien. El pasar de los días se convirtió en semanas y luego en meses, pero ellos seguían en contacto. Aunque una carta no trasmite un abrazo contenedor, un beso apasionado, era el medio más efectivo en esa circunstancia. A pesar de la distancia, se contaban sus vivencias y reafirmaban en cada palabra su amor. Todo estaba tranquilo esa mañana del 2 de abril. Alejandra, como todos los martes, estaba esperando una carta de Pablo mientras ayudaba a su mama a preparar el almuerzo. La radio estaba en la frecuencia nacional, estaba sonando un tema muy conocido. De pronto, la música se corto y un anuncio de último momento llamo la atención de las dos mujeres. La guerra por la posesión de las Islas Malvinas había comenzado. Lo primero que se le ocurrió a la joven era la posibilidad de que su amado deje el regimiento y valla a pleno combate. En eso, se escuchan las cartas que pasan por debajo de la puerta. Alejandra, dominada por la intriga y la impaciencia se abalanzó sobre ellas y se sintió un tanto aliviada al reconocer la letra de Pablo en uno de ellos. Abrió la carta. En ella explicaba que lo habían trasladado a la marina. Él iba a cumplir su sueño, ser tripulante del crucero Belgrano. Desde pequeño le entusiasmo la idea de navegar y por fin se iba a concretar. La misión que tenia con el navío era circular por las costas de las Islas Malvinas. Cuando Alejandra termino de leer todo sintió un vacío inmenso, incontenible. De sus ojos brotaron lágrimas. Ella estaba orgullosa de su novio pero ¿quién le

garantizaba que sus labios se fusionarían nuevamente con los de él? Por suerte allí estaba su madre, un punto de apoyo clave que la ayudo a afrontar la realidad. En la carta, Pablo resaltaba que iba a ser dificultoso seguir mandándose cartas con ella semanalmente, pero que en cuanto el pudiera le iba a hacer llegar noticias suyas. Alejandra vio transcurrir los días en su calendario. Extrañaba tanto a Pablo que no pasaban más de 5 horas seguidas sin que ella vuelva a leer la última carta que le envió. Siempre hacia lo mismo, se detenía en la última frase y se preguntaba una y mil veces ¿cuánto tiempo más pasaría sin saber nada acerca de él? Lentamente su amor fue convirtiéndose en una obsesión enfermiza. Comía, respiraba y vivía solo por verlo dentro de unos meses. Esta esperanza que la mantenía en pie quebró el 2 de mayo de 1982. La noticia de que el buque argentino Belgrano había sido bombardeado por los ingleses y que se presumía que no existía ningún sobreviviente llego a los oídos de la joven enamorada. Mientras sus padres le explicaban el suceso ella miraba al vacío. Sus ojos eran como dos persianas negras, no podías distinguir lo que pasaba en su interior. Dentro de ella estallaba una gran tormenta, que poco a poco la sumergía dentro de si misma. Alejandra no podía comunicarse con el exterior, estaba completamente retraída y no actuaba ante estímulos. Simplemente, enloqueció. Sus papas no podían actuar sobre ella y pese a todos sus intentos debieron internarla. Alejandra era conciente de todo lo que sucedía a su alrededor, pero no lograba comunicar lo que sentía. Había sido tal el desorden que provocó aquella noticia que era casi imposible la idea de organizar la información y poderla expresar. Un día, una carta llego a la casa de los García. El sobre aclaraba que iba dirigida a Alejandra. Era evidente que la persona que la enviaba no sabia la suerte que había corrido la muchacha. El texto era de Pablo, había sobrevivido. Contaba que él estaba en la popa cuando el buque sufrió el ataque y que por ese motivo estaba ahora con vida. La carta informaba su retorno a Palermo y que estaba fascinado con la idea de reencontrarse. El padre de Alejandra fue el primero en leer lo que el muchacho había escrito, y también el último. Por resentimiento de lo que le había sucedido a si hija, decidió quemar el papel y convertir en cenizas los recuerdos de la locura de Alejandra. Dos semanas después el timbre suena en el viejo hogar de la niña. Un hombre desarreglado se asomaba por la ventana de la puerta. A pesar de su figura desnutrida y su aspecto enfermizo era evidente que aquel joven era Pablo. Salió el padre de Alejandra mientras la madre observaba tras el hombro de su marido. De la boca del señor solo salieron unas pocas palabras “mi hija falleció”. Con una simple mentira se destruyeron dos almas al mismo tiempo. Pablo murió tiempo después por una infección en su pierna y un corazón destrozado. En cuanto a Alejandra, todavía vive en el mismo hospital. Rodeada de lo que ella supone que son sus seres queridos, sus padres y familiares. Aunque nosotros bien sabemos que solo son cómplices de una historia de amor sin final feliz

Versos de amor escritos por Daniela Una noche muy hermosa en tus ojos me mire fue tan linda tu mirada que de ti me enamore Soy una rosa soy un clavel soy una tonta por pensar en el Por las vias pasa el tren por las calles los coches y por mi mente pasas tu todas las noches Soñe que el fuego helaba soñe que la nieve ardia por soñar imposible soñe que me querias Una pluma sin tinta no puede escribir y yo sin tu amor no puedo vivir