Amar en Libertad

AMAR EN LIBERTAD Hace poco, escuché a alguien que hablaba sobre su reciente ruptura sentimental decir una frase que me l

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AMAR EN LIBERTAD Hace poco, escuché a alguien que hablaba sobre su reciente ruptura sentimental decir una frase que me llamó mucho la atención: “Por fin vuelvo a ser yo mismo”. Esto me hizo reflexionar sobre la falta de libertad en las relaciones de pareja. En cualquier relación, cada miembro de la pareja debería poder expresar abiertamente sus pensamientos u opiniones, realizar las actividades que le resulten placenteras y relacionarse con las personas que desea. Si en una relación no existe esa libertad, podemos decir que hay cualquier cosa menos amor, ya que la libertad es un componente intrínseco del amor.

Amor sin fidelidad no es amor Hay que mostrar y ensalzar sin cansarse del valor de la fidelidad. Ser fiel en el matrimonio es el más bello espejo para mostrar lo que es el amor. Amor sin fidelidad, no es amor. Amor lleno de fidelidad es el signo de la esperanza en el triunfo de la virtud que más enaltece al amor. Te soy fiel porque te amo, no se puede ser fiel sin amar. La fidelidad debe estar en las grandes y pequeñas cosas de nuestra existencia, pero para los casados, para los esposos, esta fidelidad tiene como marco la alianza matrimonial. Nos hicimos una promesa y las promesas son para ser cumplidas. Cuando en la celebración de nuestra boda nos pusimos mutuamente el anillo en el dedo, acompañamos este gesto con unas breves palabras: “.....recibe la alianza en señal de mi amor y fidelidad”. Los anillos del matrimonio son llamados alianzas. Un concepto bíblico riquísimo que recuerda siempre “la alianza inquebrantable de Dios con su pueblo”. Alianza que implica y exige amor y fidelidad.

Junto a la fidelidad, la perseverancia: "La vida matrimonial debe ser perseverante, debe ser perseverante. Porque por el contrario el amor no puede ir adelante. La perseverancia en el amor, en los momentos bellos y en los momentos difíciles, cuando hay problemas: los problemas con los hijos, los problemas económicos, los problemas de aquí, los

problemas de allá. Pero el amor persevera, va adelante, siempre tratando de resolver las cosas, para salvar la familia. Perseverantes se levantan todas las mañanas, el hombre y la mujer, y llevan adelante la familia" LA FECUNDIDAD: "El amor de Jesús, observa el papa Francisco, la fecunda Iglesia con sus nuevo hijos, bautismos, y la Iglesia crece con esta fecundidad nupcial" Y en las pruebas que un matrimonio de este tipo puede poner delante de los esposos-hijos que no llegan o que están enfermos-en estas pruebas "hay parejas que miran a Jesús y agarran las fuerzas de la fecundidad que Jesús tiene con su Iglesia"

Indisolubilidad del matrimonio Junto con la unidad, la indisolubilidad es una de las propiedades esenciales de todo matrimonio, que alcanza una particular firmeza en el matrimonio cristiano – entre bautizados– por razón del sacramento. La indisolubilidad significa que, por la propia naturaleza de la unión matrimonial, los cónyuges quedan vinculados entre sí mientras los dos vivan. San Juan Pablo II enseña que la indisolubilidad de un matrimonio rato y consumado entre bautizados es “doctrina que definitivamente se ha de mantener”. Si uno o ambos contrayentes excluyen conscientemente la indisolubilidad con un acto positivo de la voluntad, contraen inválidamente. Como el consentimiento da origen a una unidad completa, que incluye el futuro, la ruptura del vínculo es contraria a la propia naturaleza del matrimonio: sólo la misma naturaleza puede romperlo con la muerte. El mismo Jesucristo lo afirmó, después de considerar la permisiva legislación mosaica, motivada por costumbres reprochables de la época, indicando el designio originario de Dios: “Luego ya no son dos, sino una sola carne. Así pues, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre” (Mt 19, 6). La realidad del vínculo conyugal no depende ya de la libre disponibilidad de los hombres.