Alquimia

Universidad Nacional de Asunción Facultad de Ciencias Químicas Seminario I La Alquimia: Exponentes y Características

Views 218 Downloads 5 File size 392KB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

Universidad Nacional de Asunción Facultad de Ciencias Químicas

Seminario I

La Alquimia: Exponentes y Características

Bioquímica 1º nivel

Integrantes:

Patricia Jazmín Acosta Resquín Julián José Almirón Molina Erika Gabriela Benítez Ortiz Natalia Soledad Garcia Adriana Magali Santacruz Giubi

Setiembre 2016

Objetivos

 Definir alquimia  Describir los orígenes de la alquimia  Citar a los exponentes de la alquimia y sus contribuciones  Explicar las características de la alquimia  Comprender el proceso de trabajo de una alquimista  Establecer los orígenes de la química

ALQUIMIA La alquimia (del árabe ‫[ ليخيمييياء‬al-khimia]) es una antigua práctica protocientífica y una disciplina filosófica que combina elementos de la química, la metalurgia, la física, la medicina, la astrología, la semiótica, el misticismo, el espiritualismo y el arte. La alquimia tenía dos metas fundamentales: -

Transmutación de metales comunes en oro o plata. Encontrar medios que prolongarían definidamente la vida humana. (piedra filosofal y la panacea universal).

La alquimia fue practicada en Mesopotamia, el Antiguo Egipto, Persia, la India y China, en la Antigua Grecia y el Imperio Romano, en el Imperio Islámico y después en Europa hasta el siglo XIX, en una compleja red de escuelas y sistemas filosóficos que abarca al menos 2500 años. La alquimia occidental ha estado siempre estrechamente relacionada con el hermetismo, un sistema filosófico y espiritual que tiene sus raíces en Hermes Trimegisto, una deidad sincrética greco-egipcia y legendario alquimista. Estas dos disciplinas influyeron en el nacimiento del rosacrucismo, un importante movimiento esotérico del siglo XVII. En el transcurso de los comienzos de la época moderna, la alquimia dominante evolucionó en la actual química. Actualmente es de interés para los historiadores de la ciencia y la filosofía, así como por sus aspectos místicos, esotéricos y artísticos. La alquimia fue una de las principales precursoras de las ciencias modernas, y muchas de las sustancias, herramientas y procesos de la antigua alquimia han servido como pilares fundamentales de las modernas industrias química y metalúrgica. Aunque la alquimia adopta muchas formas, en la cultura popular es citada con mayor frecuencia como el proceso usado para transformar plomo (u otros elementos) en oro. Otra forma que adopta la alquimia es la de la búsqueda de la piedra filosofal, con la que lograr la habilidad para transmutar oro o la vida eterna. En el plano espiritual de la alquimia, los alquimistas debían transmutar su propia alma antes de transmutar los metales.

Orígenes de la alquimia Grecia Fueron los filósofos griegos los primeros en preguntarse acerca de la naturaleza de la materia. Si una piedra puede transformarse en un metal, ¿cuál es su naturaleza, la primera o la segunda? Todo apuntaba a que las sustancias se componen de unas cuantas materias básicas o elementos. Todo apuntaba a que las sustancias han de estar compuestas por alguna materia básica o elemento. Para Tales de Mileto, ese elemento debería ser el agua, abundante e imprescindible para la vida. Otros,

como Anaxímenes, razonaron que el aire era el elemento constituyente ya que, según la compresión que se le aplicase, podía dar lugar a líquidos y sólidos. Para Heráclito, el fuego, origen de los cambios sería la sustancia buscada. Finalmente, como recoge Aristóteles, se pensó en cuatro: tierra, agua, aire (que representarían lo que ahora conocemos como los tres estados de agregación de la materia), a los que se añadió el fuego, principal impulsor de los cambios (la “energía”). Demócrito intuyó que la materia no podría dividirse indefinidamente, y por tanto deberían existir los átomos. Egipto y el mundo árabe Aunque las artes químicas también se desarrollaron de modo paralelo en India y China, en la zona del Mediterráneo, varios siglos antes de Cristo, el pueblo egipcio era experto en química aplicada. El arte de la khemeia, estrechamente ligado a la religión a través de los rituales de embalsamamiento, provocaba recelos que, lejos de disiparse, fueron aprovechados por los practicantes de dicho arte para aumentar su poder. Los siete cuerpos celestes se asociaron a los siete metales conocidos y comenzaron a utilizarse misteriosos símbolos para representarlos y ocultar así el verdadero conocimiento, que quedaba reservado a los magos. A través de los árabes, la al-kimiya llegó a Europa. El más célebre alquimista musulmán Jabir ibn-Hayyan, conocido como Geber (760-815 d.C.) preparó el albayalde y destiló el vinagre obteniendo ácido acético, el más corrosivo de la Antigüedad. Creía que todos los metales estaban formados por mezclas de azufre y mercurio. Se creía que lo único que faltaba para conseguir transmutar unos metales en otros era una sustancia desconocida, un al-iksir, que en Europa se llamó piedra filosofal. Por si fuera poco, esta sustancia habría de servir para curar todas las enfermedades y conferir la inmortalidad (el elixir de la vida) Europa El primer alquimista europeo importante fue el escolástico alemán S. Alberto de Bollstadt (1200-1280 d.C.), conocido como Alberto Magno. Además de teólogo, entre sus vastos conocimientos de Filosofía Natural que recogían el conocimiento aristotélico, experimentó con materiales fotosensibles (nitrato de plata) y se le considera descubridor del arsénico. Su discípulo Sto. Tomás de Aquino (1224-1274), doctor de la Iglesia como él, apoyó la teoría hilémórfica (materia y forma) de Aristóteles. En España, el Beato mallorquín Ramón Llull (1232-1315) escribe sobre los metales y la alquimia en sus tratados. Llegó a atribuírsele incluso la fabricación de oro para Eduardo II de Inglaterra. Se cree que fue también español el falso Geber (s. XIV), el más importante de los alquimistas medievales, que tomó el nombre de un antiguo alquimista árabe y fue el primero en describir los ácidos minerales más importantes: el sulfúrico y el nítrico.

Tipos de alquimia Existen dos distintas clases de alquimia: una externa y otra interna, una exotérica y otra esotérica. Alquimia Exotérica Llamada también "Alquimia pública", ya que es la más conocida, que busca como fin primordial conseguir la famosa piedra filosofal, maravilloso material entre cuyos inefables poderes se cuenta la virtud de transformar los metales "viles", es decir, el hierro, cobre. zinc, plomo, mercurio, en metales preciosos: oro y plata. A veces, esta piedra es conocida también como el Disolvente Universal, y también algunas veces, erróneamente, como el Elixir de larga vida. Muchas veces los alquimistas exotéricos no eran más que estafadores que intentaban aprovecharse de los incautos, lo cual fue causa de muchas de las persecuciones a que se vio sometida la Alquimia y de buena parte de su descrédito. La existencia de estos falsos alquimistas no quiere decir, sin embargo, que no hubiera otros alquimistas exotéricos honestos y entregados lealmente a su labor, dedicando toda su vida a la búsqueda de estas panaceas que, a juzgar por los libros, casi nunca llegaron a conseguir. Alquimia Esotérica La Alquimia esotérica, por su parte, es más una filosofía que un arte, y nació gradualmente de la idea de que solamente por medio de la gracia y del favor divino podía llegarse a conseguir los logros alquímicos. Esto llevó pronto a una inversión de los valores, hasta el punto de que para los alquimistas esotéricos la transmutación de los metales no era más que un medio a través del cual buscaban una transmutación interior.

Símbolos alquímicos Los símbolos de la alquimia solían fundarse en la transformación de fórmulas matemáticas en signos geométricos llamados símbolos de alquimista o sellos. Éstos, según cada cultura, podrían variar desde simples figuras geométricas, resultantes de la aplicación de fórmulas matemáticas, hasta complejas imágenes metafóricas, en las cuales cada elemento solía tener un significado propio. También podían ser símbolos interpretados a criterio del autor. Así, Newton usaba en sus fórmulas alquímicas símbolos que provenían de una fusión de diversos lenguajes simbólicos utilizados en culturas precedentes De acuerdo con Paracelso, las Tres Bases (Tria Prima) son: 

El Azufre, el principio vital, anónimo e inconsciente.



El Mercurio, el alma y la conciencia.



La Sal, el cuerpo, lo sólido, la materia en el sentido propio.

Los Cuatro Elementos Estos muestran las características de calor, frío, sequedad y humedad: 1. Tierra: femenino, aspectos fríos y secos, se asocia al cobre y es símbolo de

nacimiento y creación. 2. Agua: femenino, fase fría, y seca del proceso alquímico, asociado al estaño

y símbolo de purificación. 3. Aire: masculino, fases cálidas y húmedas del proceso, asociado al hierro y símbolo de la vida. 4. Fuego: masculino, aspectos cálidos y secos, asociado al plomo y símbolo de la transformación final. Metales planetarios Los metales planetarios fueron “dominados” o “manejados” por uno de los siete cuerpos celestes de la antigüedad. Aunque tenían su propio símbolo, normalmente fueron representados por el símbolo del cuerpo correspondiente. 1. Oro representado como el Sol ☉ ☼ ( 2. Plata representado como la Luna ☽ (

) )

3. Cobre representado como Venus ♀ (o también: 4. Hierro representado como Marte ♂ (

)

5. Estaño representado como Júpiter ♃ (

)

6. Mercurio representado como Mercurio ☿ ( 7. Plomo representado como Saturno ♄ (

)

) )

Los planetas Urano, Neptuno y el planeta enano Plutón fueron descubiertos posteriormente y no forman parte de símbolos alquímicos tradicionales. Algunos alquimistas modernos consideran apropiados los símbolos de estos planetas para representar los metales radiactivos uranio, neptunio y plutonio. La piedra filosofal El triángulo son las tres sustancias celestiales; el cuadrado representa los cuatro elementos y el círculo simboliza la unidad, el todo.

Proceso de trabajo de un alquimista Si bien el proceso completo y detallado no se halla descrito en ningún sitio (o mejor dicho, se halla descrito en casi todos los grimorios en multitud de formas completamente distintas, pero de un modo totalmente ineficaz), se pudo reconstruir a grandes rasgos las distintas operaciones a las que debe dedicarse el alquimista a lo largo de su obra. a. La primera operación que debe llevar a buen término es la preparación y purificación de los elementos. Para eso usará tres de ellos: un mineral de hierro, una pirita arseniosa por ejemplo (en cuyo interior se hallan el arsénico y el antimonio como impurezas); un metal, hierro, plomo o más comúnmente mercurio; y un ácido orgánico, el tartárico o el cítrico por ejemplo. Todos estos elementos deben ser mezclados por el alquimista cuidadosamente. La operación, así, durará varios meses, ya que uno de los condicionamientos en los que si están de acuerdo todos los libros de alquimia es en que las operaciones alquímicas son un proceso largo, enormemente largo: el alquimista nunca deberá tener prisa. b. Una vez realizada la mezcla, el alquimista deberá empezar a calentar el preparado de una forma progresiva, teniendo buen cuidado al hacerlo, ya que la elevación de la temperatura hace que de la mezcla se desprendan gases tóxicos, a los que hay que atribuir la muerte de más de un alquimista descuidado. c. La mezcla así preparada se disuelve después mediante un ácido y esta disolución (esto es muy importante para el alquimista) debe hacerse a la luz de la Luna. Esto parecería ser un condicionamiento innecesario de naturaleza puramente supersticiosa, sino fuera porque actualmente se ha descubierto una razón que podríamos llamar científica: esta disolución obtiene sus resultados más óptimos cuando se realiza, como hace la química moderna, bajo una luz polarizada y la Luna envía a la Tierra precisamente luz polarizada. d. Obtenido todo lo reseñado, hay que proceder a purificar la mezcla. Esto se consigue evaporando la parte líquida y calcinando después la sólida. Una y otra vez. ¿Por qué tantas veces? Los libros de alquimia no dan una respuesta concreta: simplemente dicen, ha de hacerse. Tal vez, cabe suponer, se busque una intensa purificación del compuesto; tal vez se necesite alcanzar una cierta condición del preparado que sólo obtenga tras un repetido proceso de evaporación y calcinación; tal vez (y entramos de nuevo en la Alquimia esotérica) este sea un simple método de conseguir, a través de la infatigable labor del alquimista, una cierta disposición interior. No por nada los alquimistas hablan de que es necesario buscar "la lenta condensación del espíritu universal". e. Este lento y continuado evaporar y calcinar, una y otra vez, marca el final de la primera fase de las operaciones. ¿Cuándo se llega a este final? Los libros de Alquimia no son tampoco explícitos a este respecto: "en un determinado momento (no precisan cuál) el alquimista considerará que ha terminado la primera fase, y podrá iniciar la segunda". Para ello añadirá un oxidante a la mezcla trabajada y volverá a reanudar el ciclo anterior:

disolver, evaporar, calcinar. ¿Durante cuánto tiempo? Mucho: meses, años, hasta que descubra, en la mezcla, la presencia de una señal.

La señal He aquí el momento más importante de todos los alquimistas. La naturaleza de esta señal no es aclarada de un modo completo en los textos, pero sí dicen todos ellos que cualquier alquimista sabrá reconocerla en el momento en que se produzca. Algunos libros nos hablan de la formación de cristales en la superficie de la mezcla: "unos hermosos cristales en forma de estrella". Pero la mayoría hablan de una señal más impresionante y espectacular: "En la superficie de la mezcla se formará una capa oscura. Esta capa se desgarrará en un determinado momento, y dejará ver bajo ella el metal luminoso de los alquimistas, un metal en el que parecerán reflejarse todas las estrellas del firmamento". El alquimista sabrá entonces que va por buen camino, pero su trabajo aún no habrá terminado. El metal brillante debe ser retirado de su crisol, y es preciso entonces dejarlo "madurar", encerrándolo en un recipiente hermético, lejos del aire y de la humedad. Se inicia entonces la tercera fase de las operaciones, en la que hay que alcanzar en la mezcla primeramente el "estadio de putrefacción" (es decir, que la mezcla adquiera un color negruzco, llamado "ala de cuervo"), y más tarde el "estadio de resurrección" (es decir, que adquiera un color blanco). Todo esto se consigue calentando cuidadosa y progresivamente el recipiente hermético dentro del atanor. Pero hay, que tener gran cuidado en esta última fase, ya que si el calor es excesivo o su graduación no es la adecuada, el recipiente puede estallar, liberando entonces una desusada energía. Esta es la explicación de algunas de las terroríficas explosiones que se han registrado en determinados laboratorios alquímicos, y que han recogido las crónicas de todas las edades. El huevo alquímico Este recipiente hermético, dentro del cual ocurrirán a partir de ahora todas las transformaciones cuyas fases son descritas más o menos alegóricamente en todos los libros alquímicos es llamado por los alquimistas el "huevo alquímico", "huevo cósmico" o "huevo filosofal", ya que, "oro alquímico” tratándose de un recipiente herméticamente cerrado, en su interior se producirán toda la serie de transmutaciones que, al igual que los cambios del embrión en el interior de un huevo, darán nacimiento finalmente a la piedra filosofal. La preparación, formación y "gestación" de este huevo alquímico es también larga: puede durar meses, incluso años y puede resultar también inútil. En esta última fase de su trabajo, el alquimista debe poner un especial cuidado y atención, ya que cualquier error puede terminar con una labor de años. Su base de observación serán los cambios de color y apariencia de la mezcla en el interior del recipiente (llamado también por algunos autores: cucúrbita, debido a su forma semejante a una calabaza), único modo de saber si las cosas marchan bien o mal. Si las cosas marchan bien, el contenido del Huevo adquirirá primero un color negro intenso, luego aparecerán en su

superficie unos corpúsculos, después adquirirá un color blanco, verde y amarillo, "como la cola de un pavo real" (fase que es representada en los grabados alquímicos precisamente con la figura de un pavo real con la cola desplegada), y finalmente de un blanco deslumbrante. Este es el punto culminante. A partir de aquí, la mezcla deberá teñirse de rojo, "un púrpura tan hermoso que lo teñirá todo con su color y curará a su sola vista, cualquier corazón enfermo". El proceso habrá terminado: la Piedra filosofal será ya un hecho. Si las cosas van mal, en cambio, los signos serán distintos dentro del Huevo: aparecerá un aceite rojizo flotando en la superficie de la mezcla, o el blanco deslumbrante final pasará al rojo con demasiada rapidez, o su solidificación será imperfecta, se fundirá como la cera al más débil calor. Entonces el trabajo habrá sido en vano. Será preciso volver a abrir el recipiente, intentar tratar la mezcla con agua mercurial, y volver a iniciar la operación en espera de una mejor suerte. La piedra filosofal Pero supongamos que todo haya ido bien. El alquimista ha obtenido en su Huevo alquímico el preparado púrpura tan anhelado. Este será el primer paso práctico para obtener la Piedra filosofal, pero no es aún la piedra filosofal propiamente. El alquimista deberá abrir entonces el recipiente y extraer el compuesto. Este compuesto deberá ser lavado múltiples veces, durante meses enteros si es necesario, con agua tridestilada. Esta agua es a su vez importantísima, y constituye para muchos autores uno de los principales productos alquímicos después de la piedra filosofal: es el elixir de larga vida, el elixir que, ingerido periódicamente, dará una larga y venturosa vida al alquimista, aunque no la inmortalidad, ya que lo único que evita el elixir es el desgaste físico del cuerpo humano, no la enfermedad ni los accidentes. Y queda luego la piedra propiamente dicha, ya completa, que puede según algunos autores ser blanca o roja, que puede ser sólida o convertirse en polvo, y de la cual bastará una pequeñísima parte para transformar en oro o plata el más innoble metal aunque generalmente se utilice siempre el plomo o el mercurio. Pero la piedra también puede ser usada en su forma líquida: su polvo se disuelve entonces en mercurio, y se obtiene así el agua mercurial o agua póntica, llamada también el disolvente universal, e identificada por muchos autores también con el elixir de larga vida. Pero todas estas, si bien son las más importantes, no son las únicas virtudes y cualidades atribuidas a la Piedra filosofal, al elixir de larga vida y al disolvente universal. Los propios alquimistas (y muchas veces también la imaginación de las gentes) atribuyeron a la piedra filosofal en sus distintas formas los más extraordinarios atributos. Así, se consideraba que la Piedra filosofal, además de convertir los metales en oro, era capaz de gobernar a las potencias celestes, permitir conocer el pasado y el futuro, lograr la

invisibilidad con sólo hacerla girar entre las manos, crear el movimiento continuo, resolver la cuadratura del círculo, permitir a su poseedor volar por los aires, fabricar el mítico homúnculo. El elixir de larga vida, por su parte, es catalogado como capaz de volver de nuevo jóvenes a los viejos, resucitar a los muertos, prolongar enormemente la vida, pero añaden los libros (y pese a que se afirme que puede resucitar a los muertos) no da la inmortalidad. Uno de los derivados de este elixir, la panacea (llamada también panacea universal, no porque esté extendida por todo el mundo, sino porque su poder alcanza a todas las cosas), es reputada como capaz de curar todos los males sin distinción y, por supuesto, sin la menor excepción. El Disolvente universal, finalmente, uno de los últimos productos de la elaboración alquímica, llamado también Alkaest, es capaz de disolver absolutamente todos los cuerpos, manteniéndolos en su estado líquido. El nacimiento de la Química moderna Aunque en el siglo XIII comenzó a vislumbrarse un cambio tras los trabajos de Roger Bacon, quien insistió en potenciar el experimento frente a la especulación, suele considerarse a Robert Boyle (1627-1691) como el primer químico moderno. En 1622 descubre, al estudiar el comportamiento que experimenta el volumen de los gases con las variaciones de la presión, la ley que llega a nuestros días como ley de Boyle. Publicó en 1661 su obra “El químico escéptico” y suprimió la primera sílaba del término “alquimia”. En su obra se desechaba la teoría de los cuatro elementos y se abogaba porque la química dejase de estar al servicio de la medicina o la alquimia y elevarla a la categoría de ciencia. Se ha repetido que Newton (1642-1727) dedicó ingentes esfuerzos a ensayos de transmutación alquimista, justamente cuando tales ideas estaban en pleno decaimiento a fines del siglo XVII. Pero en rigor histórico publicó un ensayo en 1700 "Sobre la naturaleza de los ácidos" y dejó incompleta una teoría "de la fuerza Química" que vino a conocerse un siglo después de su muerte, ambos despojados del tinte alquimista. Otros “padres” de la química fueron los franceses Antoine Lavoisier (17431794) y Joseph-Louis Proust (1754-1826), el británico John Dalton (1766-1844) y el sueco Jöns Jacob von Berzelius (1779-1848). El siglo XVIII marca el inicio de la Química como ciencia experimental con los trabajos de la escuela francesa encabezada por el eminente químico Lois Antoine Lavoisier (1743-1794) que logran asentar el estudio de las reacciones químicas sobre bases cuantitativas despojando definitivamente la investigación en este campo de las nociones místicas de los alquimistas. Fue autor del “Tratado elemental de química (1789)”, asentó las bases de la química moderna al establecer la Ley de la conservación de las masas. Establecidas sus bases, el trabajo sistemático de numerosos científicos dio pie a que comenzaran a aparecer las distintas subdisciplinas que han llegado hasta nuestros días:

-

-

-

-

-

Thénard (1777-1857) publicó un “Tratado de análisis químico”. Entre otros trabajos, sobresalió por sus estudios el ácido acético, el protóxido de hierro, el sulfuro de arsénico y los distintos éteres. aportó valiosas informaciones sobre el potasio, el sodio y el boro, y realizó uno de los descubrimientos que más notoriedad le han dado: el del agua oxigenada. Berzelius (1779-1848) fue precursor de la Electroquímica (Ensayo sobre la teoría de las proporciones químicas y la influencia química de la electricidad). Descubrió la ley de las proporciones constantes y mostró que las sustancias inorgánicas están compuestas de diferentes elementos en proporciones constantes en peso, esto dio lugar a una larga carrera fructífera en la química. También descubrió tres elementos químicos (selenio, cerio y torio) y aplicó los métodos más refinados de determinación de pesos atómicos en la época. Marcellin Berthelot (1827-1907) se ocupó de la Química Orgánica (“Lecciones sobre los métodos generales de síntesis en química orgánica, explicadas en el Colegio de Francia”). Destacó en la síntesis de compuestos orgánicos de los que se negó a patentar porque según él acumular riquezas era algo mezquino e indigno. Además se lo considera como el iniciador de la ciencia Termoquímica al describir los tipos de reacciones endotérmicas y exotérmicas. Mateo Orfila (1787-1853), nacido en Menorca aunque afincado en París y considerado el padre de la Toxicología (y su aplicación forense), publicó un importante tratado de Química Médica (“Elementos de química médica: con aplicación a la Farmacia y a las Artes”). Al constitucionalista italiano Giuseppe Compagnoni (1754-1833) se le debe uno de los primeros esfuerzos en la divulgación de la nueva ciencia con la publicación de sus “Cartas físico-químicas”.

La oscuridad de la alquimia se difuminó en parte gracias al establecimiento de la nomenclatura moderna como puede verse, por ejemplo, en la obra de principios del siglo XIX “Nomenclatura farmacéutica y sinonimia general de farmacia y de materia médica”.

Conclusión

Referencias 

De la Alquimia a la Química. [Internet ].1st ed., pp. 1-7. Pamplona; 2016.

Disponible en: https://www.unav.edu/documents/1807770/2776220/Alquimia_Quimica.pdf 

María, A. F. y Scott, M. El alquimista. Roca Editorial; 2010.



MOLINARI, R. La Alquimia. [Internet].Temple México; 2013 [Actualizado 15 Septiembre 2016]. Disponible en: http://www.templemexico.org.mx/La_Alquimia-2013.pdf



Hutin, S. A history of alchemy. New York: Tower Publications; 1962.



La Profecía de Circe. Apunte sobre símbolos alquímicos. [Internet]; 2012.

Disponible en: http://laprofeciadecirce.blogspot.com/2012/02/breve-apuntesobre-simbolos-alquimicos.html

Anexos

Alquimistas trabajando

Símbolo de la transmutación

Piedra Filosofal

Simbología alquímica

Símbolos alquímicos de los elementos

Isaac Newton, llevó a cabo procesos alquímicos

Alquimia en el antiguo Egipto

Robert Boyle, primer químico moderno

Alquimia en la antigua Europa

Proceso de transmutación según los alquimistas