Aitchison - El Mamifero Articulado

Capitulo 3 LOS DIENTES DE LA ABUELITA £Hay evidencia biològica de una capacidad innata para el lenguaje? «jAbuelita, abu

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Capitulo 3 LOS DIENTES DE LA ABUELITA £Hay evidencia biològica de una capacidad innata para el lenguaje? «jAbuelita, abuelita, qué dientes tan grandes tienes!», dijo Caperucita. «jSon para comerte mejor, querida!», replicò el lobo.

Si un animai està programado de nacimiento para desarrollar alguna forma de conducta, es probable que encontremos algùn indicio biològico que dé cuenta de elio. N o es un accidente el que los peces tengan un cuerpo estilizado y suave, con aletas y una cola poderosa. Su organismo està estructuralmente adaptado al ràpido desplazamiento en un medio acuàtico. L o mismo sucede con las ballenas y los delfines, aun cuando estas especies evolucionaran independientemente de los peces. Asimismo, al contemplar el cadàver de un pàjaro o de un mosquito, se deduce de sus alas que el vuelo era su medio naturai de transporte. Con todo, no debemos caer en un excesivo optimismo. Los indicios biológicos no son esenciales. L a cantidad de información que suministran varia de unas especies a otras y de una actividad a otra. Por ejemplo, viendo el organismo de un pàjaro es imposible adivinar que los pàjaros hacen nidos. A veces, los animales se comportan de un modo exactamente opuesto a lo que cabria esperar de su morfologia fisica: las aranas «fantasma» tienen las patas muy largas, y sin embargo tejen unas telaranas de hilos muy cortos. Para el observador fiumano, las largufsimas patas le deben parecer un gran obstàculo a los giros y desplazamientos del animai. E n cambio, la arana «orbe», que tiene unas patas muy cortas, construye sus telaranas con hilos muy largos y, segùn parece, dedica una cantidad desproporcionada de esfuerzo a desplazarse de un extremo al otro de la tela (Duncan, 1949, citado en Lenneberg, 1967, p. 75). Por otra parte, en ocasiones se registran diferencias inexplicables entre ciertas especies sin que haya divergencias aparentes en su comportamiento. 71

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Las zonas visibles de la oreja difieren en los chimpancés, los babuinos y el hombre, y no parece haber razón alguna para elio. D e todos modos, està aleatoriedad no es universal, y no debe hacernos desistir de buscar indicios biológicos relacionados con el lenguaje, si bien hay que considerar altamente improbable que se llegue a descubrir algo parecido a una caja con la etiqueta de «lenguaje». Los cambios en la morfologia del organismo o cambios estructurales son los indicios mas directos de una programación innata. Sin embargo, también hay que tornar en consideración las adaptaciones fisiológicas, o cambios en las funciones corporales, tales corno la tasa cardiaca o la respiración. L a primera parte de este capitulo està dedicada a analizar las partes del cuerpo humano de las que cabe sospechar sean adaptaciones relacionadas con el lenguaje. E n ella se examinan los órganos que se emplean para producir y pianificar el lenguaje, esto es, la boca, las cuerdas vocales, los pulmones y el cerebro. L a segunda parte del capitulo es ligeramente diferente. E n ella se estudian aspectos del lenguaje que requieren una sincronización neuromuscular compleja. U n hecho bastante claro es que la coordinación que estas actividades exigen probablemente no podria darse sin adaptaciones biológicas.

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vertical, y no inclinados hacia fuera, y las filas superior e inferior se acoplan. Està regularidad es sorprendente, y ciertamente no se explica por nécesidades alimentarias. Sin embargo, unos dientes distribuidos regularmente, de un tamano semejante, y que a d e m à s se tocan unos con otros son muy utiles para articular determinados sonidos, corno /s/ o lil, ademàs de /t$/ (corno en cható), /8/ (corno en zorro) y algunos otros. Los labios humanos tienen unos mùsculos sensiblemente mas desarrollados y entrelazados que los de otras especies de primates. L a boca es relativamente pequena y se puede abrir y cerrar con rapidez. Esto permite a los humanos pronunciar sonidos corno /p/ o Ibi, que requieren la interrupción total del flujo de aire por medio de los labios, seguida de un sùbito relajamiento de la presión cuando se abre la boca. L a lengua humana es gruesa, muscular y móvil, en comparación con la lengua fina y alargada de los monos. L a ventaja de una lengua de este tipo radica en que permite alterar el tamano de la cavidad bucai, lo que a su vez hace posible la pronunciación de una amplia gama de vocales. A s i pues, parece que los seres humanos estàn preparados de forma naturai a articular una serie de sonidos con gran rapidez y de manera controlada. L a boca humana posee unos rasgos que bien difieren de los de los grandes simios o bien se hallan ausentes en ellos. Viendo esto, uno no puede por menos que estar de acuerdo con el siguiente comentario de un escritor decimonónico:

Boca, pulmones y materia gris Contemplando los órganos empleados en el lenguaje, se puede situar a los humanos a mitad de camino entre la adaptación estructural evidente de los pàjaros para el vuelo y la falta de relación aparente entre la morfologia de estos animales y su actividad de construcción de nidos. E l cerebro y el tracto vocal humanos presentan una serie de rasgos poco habituales. Estos rasgos no permiten, por si solos, adivinar que las personas hablan. Pero si se asume de entrada que los humanos hablan un lenguaje, cobra sentido todo un conjunto de hechos biológicos aparentemente gratuitos. Tales hechos se contemplan entonces corno adaptaciones parciales del organismo a la producción del lenguaje (Lenneberg, 1967; Lieberman, 1975, 1984). Por ejemplo, los dientes de la especie humana son bastante raros si se los compara con los de otras especies animales. Todos tienen un tamano parecido y forman una b a r r e r à compacta. Se sitùan en posición

,Qué cosa tan curiosa es el habla! La lengua es un miembro muy servicial (pues adopta todas las formas que se le pidan); los dientes, los labios, el cielo del paladar, todos estàn prestos a ayudar; y asi, amasan el sonido de la voz para formar esas piezas sólidas que Uamamos consonantes, y abren espacio a esos movimientos respiratorios tan peculiares que Uamamos palabras. [OLIVER W E N D E L L H O L M E S , citado en Critchley, 1970]

Otra diferencia importante entre los humanos y los primates reside en la laringe, que contiene la «caja de la voz» o «cuerdas vocales». Curiosamente, la laringe de los humanos presenta una estructura mas sencilla que la de los d e m à s primates. Sin embargo, esto es una ventaja, toda vez que el aire puede pasar sin obstàculos por ella para salir por la nariz y la boca, sin que se interponga en su camino ningùn apéndice. Desde el punto de vista biològico, la estilización y la simplificación se interpretan corno indicios de especialización para un determinado p r ò -

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pósito. Por ejemplo, los animales con pezunas tienen un menor n ù m e r o de dedos en sus extremidades y los peces carecen por completo de ellas. Por consiguiente, la estilización de la laringe humana puede ser un signo de adaptación al lenguaje. N o obstante, hemos tenido que pagar un precio por està adaptación. U n mono puede cerrar el acceso desde la boca a sus vias respiratorias y respirar mientras come, mientras que los humanos no podemos hacerlo, con la consecuencia de que el alimento puede alojarse en la tràquea impidiendo la respiración y provocando, en ocasiones, una asfixia mortai (Lieberman, 1972). Sigamos con los pulmones. Aunque la estructura de nuestros pulmones no revela ninguna peculiaridad, la respiración humana si parece estar adaptada al ritmo del habla. E n l a mayor parte de los animales, el sistema respiratorio es un mecanismo con un equilibrio muy delicado. S i a una persona se la sumerge en agua por un periodo superior a dos minutos, tiene grandes probabilidades de ahogarse. Si uno se pone a jadear a un ritmo muy ràpido y durante un periodo mas o menos prolongado, puede Uegar a desmayarse e incluso a perecer. Sin embargo, durante la emisión del habla, el ritmo de nuestra respiración se altera notablemente sin que el hablante experimente ninguna incomodidad. E l n ù m e r o de movimientos repirarorios por minuto se reduce, las inspiraciones se aceleran y las espiraciones se hacen mas lentas. Y pese a elio, las personas pueden hablar durante mas de una hora sin que se registren efectos daninos. U n nino que aprende a tocar la flauta o la trompeta tiene que ser cuidadosamente entrenado en técnicas de respiración, y en cambio, nadie le ensena al nino de dos anos cuàles han de ser las adaptaciones respiratorias necesarias para hablar. E s imposible discernir q u é apareció antes, si el habla o las adaptaciones respiratorias. Lenneberg (1967, p. 81), por ejemplo, se pregunta si el rebuzno del asno està tan bien ajustado a los movimientos de inspiración y espiración a causa de la organización previa de sus mecanismos respiratorios o si éstos son una consecuencia de aquél. L a respuesta es irrelevante. L o ùnico que importa es que cualquier nino nacido en nuestra època posee mecanismos respiratorios que en apariencia se hallan «biològicamente organizados» para articular el habla. A s i pues, los datos que nos proporcionan la boca, la laringe y los pulmones parecen indicar que el habla es un fenòmeno naturai. Sin embargo, también hay que tornar en consideración el cerebro. ^Hasta q u é punto està programado este ò r g a n o para el lenguaje? E l cerebro humano

tiene un aspecto muy distinto al de otros animales. Es mas pesado, tiene una superficie mayor y con mas pliegues en el cortex, y la capa exterior de «materia gris» rodea al nùcleo interno de fibras nerviosas. Por supuesto, el tamano por si solo no es particularmente importante. Los elefantes y las ballenas tienen un cerebro mayor que el del hombre y no hablan. Sin embargo, e l hecho de que los elefantes y las ballenas tengan también un cuerpo mas grande ha Uevado a algunos a sugerir que lo que importa es la relación cerebro-cuerpo. A primera vista, este enfoque parece prometedor. Parece razonable pensar que un mayor coeficiente cerebro-cuerpo vaya asociado a una mayor inteligencia, lo que a su vez puede considerarse un prerrequisito para el lenguaje, sobre todo si tenemos en cuenta que en el adulto humano, el peso del cerebro supera el 2 por ciento del peso de todo el cuerpo, mientras que la cifra desciende al 1 por ciento en el chimpancé. Sin embargo, este tipo de coeficientes puede ser un dato muy enganoso. Algunos animales estàn disenados para almacenar grandes reservas de energia, lo que hace que sus cuerpos pesen mas. Por ejemplo, los camellos no tienen por q u é ser mas estùpidos que los caballos por el hecho de tener jorobas. Pero al margen de problemas corno este, la relación cerebro-cuerpo no puede ser un factor decisivo en lo que concierne al lenguaje, ya que es posible encontrar chimpancés jóvenes y ninos humanos cuyos coeficientes cerebro-cuerpo son similares, y en cambio, el nino habla mientras que el chimpancé no. U n a comparación mas convincente, si cabe, es la que se ha establecido entre un chimpancé de tres anos y un enano nanocefàlico de doce anos de edad, es decir, un ser humano que, a causa de una deficiencia genètica, sólo alcanza una estatura aproximada de 760 milimetros. Aunque el chimpancé y el enano tengan exactamente los mismos pesos cerebral y corporal (y, por consiguiente, el mismo coeficiente cerebro-cuerpo), los enanos hablan, aunque con limitaciones, mientras que los chimpancés no.

Humano normal, edad 13 /» Enano humano, edad 12 Chimpancé, edad 3 1

(Lenneberg, 1967, p. 70)

Cerebro (kg)

Cuerpo (kg)

Coeficiente

1,35 0,4 0,4

45 13,5 13,5

1 : 34 1 : 34 1 : 34

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Estas cifras muestran claramente que la diferencia entre el cerebro humano y el del chimpancé son, ante todo, cualitativas y no cuantitativas. Superficialmente, el cerebro del chimpancé y el cerebro humano presentan ciertas semejanzas. Como ocurre en otras especies, el cerebro humano està dividido en una parte inferior, llamada el tronco del encèfalo y una parte superior denominada encèfalo. E l tronco del encèfalo controia ciertas funciones vitales del organismo, tales corno la respiración o la tasa cardiaca. U n gato al que se le extirpa la parte superior del cerebro mientras se mantiene intacta su parte inferior puede tragar leche, ronronear y retirar la pata cuando se le pincha. L a parte superior o encèfalo no es, pues, esencial para las funciones vitales. Su cometido es integrar al animai en su entorno. Es la parte del cerebro en la que està representada el lenguaje. E l encèfalo se divide en dos mitades, los hemisferios cerebrales, que estàn unidas entre si por varios puentes. E l hemisferio izquierdo controia la parte derecha del cuerpo y el hemisferio derecho la parte izquierda.

* El encèfalo ocupa en realidad una región algo mas amplia de la que se muestra en el diagrama.

Sin embargo, los dos hemisferios no funcionan de forma idéntica. Este hecho se descubrió hace mas de un siglo. M a r c D a x , un investigador francés, presentò una comunicación en Montpellier en el ano 1836, en la que senalaba que la paràlisis de la parte derecha del cuerpo solia venir asociada a la pérdida de la palabra, mientras que los pacientes con paràlisis en la parte izquierda normalmente hablaban bien. Esto venia a indicar que el hemisferio izquierdo controia no sólo la parte derecha del

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cuerpo, sino también el habla. L a hipótesis de Dax resultò ser correcta. E n la mayorfa de los individuos humanos, el habla està localizada en el hemisferio izquierdo, y no en el derecho. Sin embargo, hubo de transcurrir mucho tiempo basta que està hipótesis se viera confirmada definitivamente. Hasta hace relativamente poco, sólo se podian tornar datos estadisticos a partir de observaciones casuales, en las que aparecian pacientes desprovistos de habla que también presentaban una hemiparàlisis derecha. Sin embargo, en este siglo se han empezado a utilizar mé todos mas sofisticados. U n o de ellos es la prueba del «amital sòdico», desarrollada por Wada en los anos 40. A l paciente sometido a està prueba se le pide que cuente en voz alta mientras se le inyecta un barbiturico (el amital sòdico) en una arteria que transporta sangre hacia un hemisferio del cerebro. Si se trata del hemisferio empleado en el lenguaje, el paciente pierde la cuenta y experimenta problemas muy severos de lenguaje durante unos minutos. E n caso contrario, el paciente puede reanudar normalmente la cuenta casi inmediatamente después de administrada la inyecciòn. Aunque està prueba es muy eficaz, presenta algunos riesgos, por lo que sólo se utiliza en casos que requieran neurocirugia (corno en liuepilepsia severa) y cuando el cirujano necesita averiguar si hay riesgo ile danar zonas del cerebro vitales para el lenguaje. Si existe este riesgo, no se realiza la operación. U n m è t o d o mas sencillo que ha sido desarrollado mas recientemente para descubrir cuàl de los hemisferios controia el lenguaje consiste en el empieo de tareas de escucha dicótica (Kimura, 1967). Se le colocan al sujcto unos auriculares por los que se le presentan dos palabras distintas, una a cada oido. Por ejemplo, seìs en un oido y dos en el otro. L a mayoria de las personas identifican la palabra que les Uega al oido derecho (directamente vinculado al hemisferio izquierdo) mejor que la que oyen por el izquierdo (vinculado al hemisferio derecho). Se ha demostrado que esto no obedece simplemente a una preferencia general por los sonidos percibidos por el oido derecho, ya que en los sonidos no lingùisticos, la ventaja es del oido izquierdo. Si se tocan dos melodias diferentes simultàneamente en cada oido, los sujetos identifican mejor la que reciben por el oido izquierdo que la que les llega al oido derecho. Esto permite concluir que el hemisferio izquierdo està especializado en el procesamiento de senales lingùfsticas, por lo que normalmente es el dominante en materia de lenguaje.

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U n a tercera tecnica que aùn se halla en periodo de prueba es el electrodiagnóstico (Rosenfield, 1978). Se aplican electrodos en el cràneo con el fin de medir la magnitud de la actividad eléctrica en el àrea de la corteza que le subyace. E n varios experimentos se ha observado que las palabras habladas producen una respuesta mas intensa en el hemisferio izquierdo, en tanto que ciertos ruidos, corno unos chasquidos mecànicos, producen mayores niveles de respuesta en el derecho. Los resultados de las pruebas y observaciones descritas en los ùltimos pàrrafos muestran una coherencia digna de atención. L a mayoria de los seres humanos normales, en una cifra próxima al 90 por ciento, tienen el lenguaje localizado fundamentalmente en el hemisferio izquierdo. Esto no puede ser una mera coincidencia. Otro hallazgo sumamente interesante relacionado con el anterior es que la localización de los centros del lenguaje en el hemisferio izquierdo està asociada con el hecho de ser diestro. Casi todo el mundo es diestro y el lenguaje està controlado en la mayor parte de las personas por el hemisferio izquierdo. E n el siglo x i x se daba por sentado que los zurdos tenian el lenguaje localizado en el hemisferio derecho. Este supuesto se vio confirmado en un articulo del influyente neuròlogo John Hughlings Jackson aparecido en 1868, en el que se relataba el hallazgo de un zurdo con alteraciones del lenguaje causadas por una lesión localizada en la parte derecha de su cerebro. Sin embargo, està generalización es falsa.

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Sorprendentemente, en casi todos los zurdos el lenguaje està controlado también por el hemisferio izquierdo, aunque también hay excepciones. Entre las escasas personas que no presentan los centros del habla en el hemisferio izquierdo, hay mas zurdos que diestros.

Localización de los centros del habla Hemisferio izquierdo Hemisferio derecho

Diestros

Zurdos

90% o mas 10% o menos

70-90% 10-30%

Cifras calculadas a partir de Penfield y Roberts, 1959; Zangwill, 1973; y Milner, Branch y Rasmussen, 1964.

Estas cifras indican dos cosas: en primer lugar, lo normal es que el habla y la «manualidad» estén controladas por el mismo hemisferio (de acuerdo con esto, se ha sugerido que los problemas de lenguaje y escritura se dan con mas frecuencia en ninos que presentan asimetrfas hemisféricas en estas dos funciones). E n segundo lugar, hay una fuerte tendencia a que el habla se halle localizada en el hemisferio izquierdo, aun cuando esto pueda perjudicar los vinculos que existen normalmente entre el lenguaje y la «manualidad». Otros trabajos mas recientes estaban orientados a descubrir si todos los aspectos del procesamiento linguistico se hallan localizados en un solo hemisferio o si, por el contrario, algunas habilidades lingùisticas subsidiarias residen en el hemisferio no dominante. U n grupo de investigadores de Montreal (Canada) detectaron diez pacientes con habilidades lingùisticas en ambos hemisferios. E n estos pacientes, una inyección de amital sòdico originaba alteraciones en cualquiera de los hemisferios en los que se aplicara. U n dato interesante es que todos estos pacientes eran zurdos o ambidextros (Milner, Branch y Rasmussen, 1964). E n otros estudios, se ha podido observar que el hemisferio derecho posee capacidades de lenguaje que normalmente se hallan en estado latente pero que pueden ser activadas si es necesario. Los pacientes que han sufrido la ablación del hemisferio izquierdo pierden el habla por completo. Sin embargo, pasado un tiempo, pueden llegar a adquirir un vocabulario limitado y a desarrollar habilidades limitadas de comprensión, aunque no mejoran en sus habilidades de producción (Kinsbourne, 1975). N o obstante, el hemisferio derecho no es del todo inùtil. Los

pacientes que sufren lesiones en este hemisferio presentan dificultades relacionadas con la entonación y con la comprensión de chistes y metàforas (Moscovitch, 1983; Caplan, 1987). Posiblemente, los experimentos mas conocidos en està materia son los realizados con pacientes con el «cerebro dividido» (Gazzaniga, 1970, 1983; Levy, 1979). E n los casos mas graves de epilepsia se hace necesario seccionar las principales fibras nerviosas que unen los dos hemisferios. Esto hace que el paciente tenga pràcticamente dos cerebros, cada uno de los cuales controia una parte del cuerpo con entera independencia del otro. E n estas circunstancias, se puede evaluar el lenguaje del paciente en cada hemisferio por separado. A l presentar un objeto al hemicampo visual izquierdo, la imagen de éste es proyectada exclusivamente hacia el hemisferio derecho (el hemisferio sin lenguaje). Sin embargo, a veces el paciente es capaz de nombrarlo. Esto indica que el hemisferio derecho puede realizar tareas sencillas corno la de nombrar objetos. L o que no es capaz de hacer, en cambio, son operaciones de sintaxis. C o n todo, los resultados de estos experimentos son controvertidos. Para algunos autores, aunque las vias de union entre los hemisferios estàn cortadas, la información es tansferida de uno a otro por «rutas colaterales». L a lateralización o localización del lenguaje en una de las dos mitades del cerebro es una caracteristica biològica incuestionable de la raza humana. E n un principio, se pensaba que està caracteristica evolucionaba gradualmente (vg. Lenneberg, 1967). Sin embargo, en investigaciones posteriores se ha comprobado que puede estar presente desde el nacimiento (Kinsbourne y Hiscock, 1987). Incluso se ha llegado a afirmar que hay indicios de lateralización en el feto, en el que ciertas àreas del hemisferio izquierdo presentan un tamano mayor que las correspondientes àreas del hemisferio derecho (Buffery, 1978). Este asunto tiene un indudable interés para la psicolinguistica, ya que a veces se sostiene que el periodo de lateralización coincide con el «periodo critico» de adquisición del lenguaje (del que hablaremos en el capitulo 4). Aunque la mayoria de los neurólogos consideren que el lenguaje se halla representado en su mayor parte en un hemisferio, la localización precisa de las àreas del lenguaje sigue siendo objeto de vivas polémicas. L a dificultad esencial es que las ùnicas pruebas disponibles proceden del estudio de pacientes con dano cerebral, y es posible que un cerebro dahado no sea comparable a un cerebro sano. Es dificil localizar la zona danada a raiz de un ataque cerebral o de otro suceso traumàtico. L a

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herida produce normalmente un coàgulo que, a su vez, bloquea el suministro de sangre a las zonas posteriores y produce un aumento de la presión en las zonas anteriores. Por està razón, en la mayoria de los casos no es posible establecer una correlación exacta entre la zona danada y las alteraciones del lenguaje asociadas. D e este modo, una misma lesión puede acarrear graves problemas de lenguaje a una persona y simples efectos marginales a otra. Algunos neurólogos consideran que el lenguaje puede ser «realojado» en regiones distintas a la afectada por la lesión, e incluso otros han llegado a sostener la controvertida opinion de que existen zonas de «reserva» para el lenguaje que sólo se utilizan en casos de emergencia. Todo esto nos da una imagen extremadamente compleja de la localización, en la que el lenguaje aparece corno un fantasma que se desplaza hacia otras àreas cuando uno creia tenerlo por fin ubicado. Sin embargo, estos problemas no han impedido que los n e u r ó logos hayan seguido investigando y obteniendo progresos. Los dos métodos principales de investigación son la observación y la experimentación. L a observación depende de la ocurrencia de desafortunados accidentes y de exàmenes post-mortem. U n hombre llamado Phineas Gage sufrió un accidente en 1847 en el que una barra de hierro de mas de un metro de larga se le incrustó en la parte frontal izquierda de la cabeza. L a barra permaneció incrustada en el mismo lugar hasta su muerte, ocurrida veinte anos después del accidente, y hoy se conserva unida al cràneo del infortunado en el museo de la Harvard Medicai School. Aunque la personalidad de Gage sufrió graves perturbaciones, haciéndose mas voluble e impredecible, su lenguaje permaneció inalterado. Esto nos indica que la parte frontal del cerebro no interviene en el lenguaje. E n cambio, un cirujano francés llamado Paul Broca observó en una autopsia llevada a cabo en 1861 que dos pacientes que en vida habi'an sufrido graves alteraciones del lenguaje (hasta el punto de que uno de ellos sólo podfa decir tan y sacre nom de Dieu) presentaban lesiones en la zona situada justo por delante y por encima de la oreja izquierda, lo que viene a sugerir que està àrea, que hoy se conoce corno «àrea de Broca», desempena un papel importante en el lenguaje. E l m è t o d o experimental fue utilizado por vez primera por dos neurocirujanos canadienses, Penfield y Roberts (1959). Su propòsito originai era extirpar células enfermas del cerebro de pacientes epilépticos. Pero para elio tenfan que asegurarse de que no destruian células de las àreas del lenguaje. C o n el paciente pienamente consciente, practicaban una

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abertura en el cràneo y aplicaban una pequena corriente eléctrica a difcrentes partes del cerebro expuesto. L a estimulación eléctrica de este tipo^uele originar interferencias temporales. A s i , si el àrea estimulada controia el movimiento de las piernas, el paciente se veia impedido de mover este miembro. A l aplicar la corriente a la zona que controia la producción del habla, el paciente quedaba m o m e n t à n e a m e n t e privado de habla. Este m è t o d o presenta obvios inconvenientes. Sólo permite examinar la superficie del cerebro, y no lo que sucede en estratos mas profundos. Por otra parte, el cerebro no se halla normalmente expuesto al aire o a choques eléctricos, por lo que sus respuestas a estos agentes pueden ser poco representativas de su funcionamiento normal. Sin embargo, pese a estos problemas, este m è t o d o ha permitido aclarar algunos hechos. E n primer lugar, ya se sabe cuàl es el àrea del cerebro responsable de la articulación del habla. L a llamada «àrea motora somàtica primaria», situada justo delante de una profunda grieta o «fisura» que corta de forma oblicua cada hemisferio, controia todos los movimientos corporales voluntarios. E l control de los diferentes miembros se dispone de forma invertida: asf, la zona que controia los pies y las piernas se halla en el extremo superior de la cabeza, mientras que la que controia la cara y la boca se encuentra en la parte inferior. E l sistema de control del movimiento funciona de un modo muy similar en los demàs animales, aunque hay una diferencia importante. Los humanos tenemos una región mucho mas extensa destinada al control de las manos y la boca. N o obstante, las zonas del cerebro implicadas en la articulación del habla no son las mismas que las responsables de su planificación y comprensión. ^.Dónde se hallan entonces estas ùltimas? Las opiniones de los expertos en este punto difieren, a veces de forma radicai (Caplan, 1987, 1988). De todos modos, buena parte de los neurólogos consideran que hay ciertas àreas del cerebro que guardan una mayor correlación con la planificación y la comprensión del lenguaje. E n concreto, hay dos àreas particularmente relevantes: el àrea de Broca y sus alrededores (situada por delante y por encima de la oreja izquierda), y una zona que rodea la oreja izquierda por su parte infero-posterior, denominada àrea de Wernicke en honor del neuròlogo que en 1874 descubrió la importancia de este àrea para el lenguaje. U n a lesión en el àrea de Wernicke suele provocar trastornos en la comprensión del lenguaje, mientras que una

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El àrea de Broca abarca aproximadamente el espacio que queda por debajo de la palabra de y de la B de Broca. El àrea de Wernicke ocupa a grandes rasgos el espacio situado por encima de las palabras Area de. 1

lesión en el àrea de Broca suele alterar la producción del lenguaje. Està descripción, sin embargo, es demasiado simplista, toda vez que las lesiones que afectan a cualquiera de estas dos àreas suelen llevar aparejadas perturbaciones de ambas modalidades del lenguaje (MacKay et al., 1987). E n algunos casos excepcionales, una lesión en las àreas de Broca o Wernicke no aparece asociada a trastornos del lenguaje. Y a la inversa, también puede suceder que un paciente con severas alteraciones del lenguaje originadas por dano cerebral no tenga ninguna lesión localizada en las «àreas del lenguaje». A s i pues, es posible que haya un mayor margen de variación en la localización de las àreas del cerebro que en la posición de otros órganos c o m ò el corazón o el higado. Puede que una determinada función se halle «localizada con precisión en un àrea especifica en un individuo localizada también con precisión, aunque en un àrea distinta, en otro individuo, y representada en un àrea mucho mas amplia... en un tercer individuo. L a ùnica restricción que se debe cumplir es que los procesos nucleares del lenguaje se realicen en està región del neocórtex» (Caplan, 1988, p. 248).

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Por otra parte, es muy probable que haya interconexiones en estratos mas profundos del cerebro de las que apenas se tiene información. A l gunos neurólogos han sugerido que estas interconexiones son tan importantes corno las propias àreas, y afirman que las principales perturbaciones del lenguaje se producen a raiz de alteraciones en estas vias nerviosas (Geschwind, 1979; Penfield y Roberts, 1959). ^Permite la investigación del cerebro arrojar alguna luz sobre las relaciones entre el lenguaje y la inteligencia? Por ahora, parece que no. L a noción de inteligencia abarca un complejo entramado de habilidades de diversa indole, y es sumamente arriesgado aventurar cuàl es la localización de cada una de ellas (suponiendo que sean realmente localizables). L o mas que se puede decir es que ciertos aspectos de la inteligencia, en particular los tocantes a la inteligencia espacio-temporal (es decir, la relacionada con juicios acerca del espacio y el tiempo) son en gran

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medida independientes del lenguaje, y aparecen asociados al hemisferio derecho. A s i , pacientes que presentan problemas de lenguaje debidos a lesiones en el hemisferio izquierdo pueden resolver problemas de caràcter espacio-temporal, aunque Io hacen con un nivel de ejecución algo inferior al que presentaban antes de la lesión (Zangwill, 1964). Resumiendo, todas estas cuestiones siguen siendo bastante confusas y es preciso investigarlas mas a fondo. Otro problema sin resolver es el de la herencia. ^Se transmiten las alteraciones del lenguaje de una generación a otra? Hasta el momento, la evidencia disponible es fragmentaria. Probablemente, el trastorno que aparece mas vinculado a factores hereditarios es la dislexia o «ceguera de palabras», ya que presenta mayor incidencia en grupos familiares. Sin embargo, también es necesario investigar mas en este campo. A s i pues, y a modo de conclusión, podemos decir que los pulmones, los dientes, los labios y las cuerdas vocales han evolucionado de manera tal que facilitan la articulación del habla. Y mas importante a ù n , el cerebro humano parece hallarse pre-programado para el lenguaje. L a lateralización, o localización del lenguaje en una de las dos mitades del cerebro, es un fenòmeno naturai con base biològica. L a localización mas precisa dentro del hemisferio dominante es, sin embargo, una cuestión todavia sin aclarar, aunque hay constancia de que las àreas del cerebro conocidas con los nombres de Broca y Wernicke desempenan un papel mas relevante que otras àreas. No obstante, sea cual fuere la validez de los diversos argumentos relacionados con el lenguaje y el cerebro, està claro que el cerebro humano està «sintonizado» con el lenguaje de un modo en el que no lo estàn los cerebros de los chimpancés o de los saltamontes.

Darse golpecitos en la cabeza y frotarse el estómago Otra clase de adaptación biològica que quizà no es tan evidente, pero que bien mirada no es menos llamativa, es la «enorme variedad de procesos integradores» (Lashley, 1951) que tienen lugar en la comprensión y la producción del lenguaje. E n ciertos aspectos de nuestra conducta, es muy dificil hacer mas de una cosa a la vez. Como saben muy bien los ninos, es extraordinariamente complicado darse golpecitos en la cabeza y frotarse el estómago

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al mismo tiempo. Si uno intenta hacer estas dos cosas y se pone a d e m à s a mover la lengua de un lado a otro y a cruzar y descruzar las piernas, todo a*la vez, la tarea se hace poco menos que imposible. E l malabarista se las puede ingeniar para mantener una botella en equilibrio sobre la nariz, hacer girar un aro con el tobillo y mantener siete platos en el aire sin que se rompan, pero para adquirir semejante habilidad ha de pasarse sus buenos anos practicando. jSi sera dificil que hasta se puede ganar mucho dinero con elio! Sin embargo, el lenguaje depende de la integración simultànea de un buen n ù m e r o de procesos, y en muchos aspectos la actividad linguistica es bastante mas complicada que los juegos malabares con botellas, platos y aros. E n la producción del lenguaje hay, corno minimo, tres procesos en marcha simultàneamente: primero, se emiten sonidos; segundo, se activan sintagmas en un formato de codificación fonètico listos para su emisión; y tercero, se pianifica el resto del enunciado. Cada uno de estos

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procesos es mucho mas complejo de l o que puede parecer a primera vista. L a enorme complejidad de los procesos que nos permiten pronunciar palabras no se puede apreciar de forma inmediata. Se podrfa pensar que al pronunciar una palabra corno G U I S O , el hablante pronuncia primero el sonido Igl, luego el sonido / i / , luego /s/ y finalmente lol. Sin embargo, el proceso es mas complicado. E n primer lugar, la Igl de G U I S O (/giso/) es muy diferente a la Igl de debido a que las vocales que siguen a cada palabra son distintas. E l hablante anticipa (inconscientemente) la vocal lil o lui y ajusta la pronunciación de la Igl en consecuencia. E n segundo lugar, la vocal l\l de G U I S O es mas larga que la misma vocal en la palabra G U I T A R R A , ya que en el primer caso se halla en una silaba acentuada y en el segundo no. E n muchas lenguas (entre ellas el castellano), las silabas acentuadas no sólo tienen una mayor amplitud que las no acentuadas, sino que también presentan vocales mas largas.

mente esté «pensando» en la /p/ inicial de la palabra «pareja» en el momento de comenzar a articular la palabra «mejor». Y la hablante que dijo Q U E T A N A F E C T A M E N T E N O S D I R E C T A , seguramente tenia activada la palabra «afecta» antes del momento preciso.

L A M E J O R [F]AREJA

GUASA,

A s i pues, al pronunciar una palabra, el hablante no ejecuta una secuencia de movimientos separados, corno: 1 Igl

2 lil

3 Isl

4 lol,

sino que ejecuta una serie de acciones que se solapan unas con otras, de tal modo que cada sonido recibe influencias del que le sigue: Igl . . . I\l . . . Isl . . . lol . . . Este solapamiento exige una compleja coordinación neuromuscular, sobre todo si, corno es habitual, el habla se emite a gran velocidad. U n hablante normal ejecuta por termino medio 200 silabas por minuto. Mientras tanto, a la vez que pronuncia los sonidos del habla, el hablante activa por anticipado las dos o tres siguientes palabras del enunciado en su forma fonètica. Esto queda de manifiesto en los errores e s pontà ne os que se cometen al hablar, en los que a menudo se activa accidentalmente antes de tiempo un sonido situado varias palabras después. U n individuo que dice L A P E J O R M A R E J A , en lugar de «la mejor pareja», probable-

Q U E T A N DIRECTAMENTE NOS AFECTA I

Si los humanos hablàsemos en «ràfagas» compactas de tres o cuatro palabras, no resultarla extrano que activàsemos alguna de estas ràfagas antes de tiempo. L o que si es curioso es que està activación tenga lugar a la vez que se està pianificando un enunciado mucho mas largo. Lenneberg (1967, p. 107) compara la planificación de un enunciado linguistico con la contrucción de un mosaico: La secuencia de sonidos del habla que constituye una serie de palabras es un patron sonoro similar a un mosaico; el mosaico se construye piedra a piedra, aunque su imagen completa tiene que tornar forma en la mente del artista antes de que éste comience a colocar las piezas. Hay oraciones que son muy fàciles de procesar estructuralmente, corno por ejemplo E L B E B É R O D O P O R L A S E S C A L E R A S , E L G A T O E N F E R M O O Y O D I M I T I . Sin embargo, otras son mucho mas enrevesadas y obligan al hablante y al oyente a recordar complejas interdependencias entre sus partes. Pongamos el siguiente caso: s i E L B E B É R U E D A P O R L A S E S C A L E RAS O E L G A T O E N F E R M A ,

E N T O N C E S DIMITIRE O M E V O L V E R E

LOCA.

E n està oración, el suceso condicional introducido por SI requiere un suceso consecuente indicado por E N T O N C E S , y la conjunción O expresa una relación disyuntiva entre dos sucesos. Por otra parte, el verbo R U E D A tiene que concordar con el sujeto B E B É , lo mismo que G A T O con E N F E R M A , de lo contrario tendrfamos una oración incorrecta corno * Sì E L B E B É R U E D A N P O R L A S E S C A L E R A S ... Toda està compleja oración con sus propiedades interdependientes tiene que ser planificada en su conj unto antes de empezar a emitirla.

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O

BIEN





EL BEBÉ RUEDA POR L A S E S C A L E R A S

O

BIEN ^

E LGATO ENFERMA

DIMITIRE

O

M E VOLVERE L

O

C

A

Los ejemplos que acabamos de analizar nos indican que en la mayoria de los enunciados lingùisticos que producimos, la cantidad de planificación y de actividades simultàneas que realizamos son tan descomunales que es necesario que estemos especialmente disenados para dominar està compleja forma de coordinación. Pero ^qué clase de mecanismos son los responsables de elio? Y mas en concreto, ,-cómo hacemos los humanos para colocar las palabras en el orden apropiado, en lugar de pronunciarlas en una amalgama de sonidos segùn nos vienen a la cabeza? ^ C ó m o es que pronunciamos C O N E J O de manera correcta, y no J O N E C O o C O J E N O , tal y corno hacen algunos pacientes con lesiones cerebrales? Segùn Lenneberg (1967), la secuenciación correcta del habla està basada en un principio ritmico subyacente. Es bien sabido que la poesia se recuerda mejor que la prosa gracias al «ritmo» que le acompaha corno si fuera el «tic-tac» de un reloj: Y A - VIE-NEL COR- TE-JO, Y A - V1E-NEL-COR- TE-JO

(tic-tac-tac-tic-tac-tac-tic-tac-tac-tic-tac-tac Y A - SEO-YEN-LOS-CLA-ROS-CLA-RJ- NES

tic-tac-tac-tic-tac-tac-tic-tac-tac) [RUBEN DARIO]

Es posible que haya una especie de «compàs» biològico subyacente que permita a los seres humanos organizar el lenguaje en una secuencia temporal. L a alteración de este compàs podria explicar la aceleración incontrolable del habla que se observa en algunas enfermedades del sis-

(ema nervioso corno la enfermedad de Parkinson. Para Lenneberg, la uniclad bàsica de tiempo en la producción del habla es la sexta parte de un segundo. Està estimaciòn se basa en una serie de experimentos de precisión y también en la observación de que la tasa normal de pronunciación de silabas se situa en torno a las seis silabas por segundo. N o obstante, algunos autores han puesto en tela de juicio la idea de que exista un «marcapasos» de ritmo estable y proponen a cambio que el compàs interno se puede fijar a diferentes velocidades (Keele, 1987). lista propuesta es coherente con la observación de que l a velocidad del habla puede aumentar con la pràctica aun cuando la longitud relativa de las diferentes palabras permanezea constante (MacKay, 1987). Aunque todavia hay muchos detalles por investigar, se puede ofrecer la siguiente conclusión general: la especie humana se halla fisicamente adaptada al lenguaje en un sentido en el que las restantes especies animales no lo estàn. L o s órganos vocales, los pulmones y el cerebro humanos estàn «presintonizados» para responder a la complejidad del lenguaje de la misma manera que los monos estàn presintonizados para trepar a los àrboles o los murciélagos para emitir chillidos. E n el próximo capitulo, se presentan una serie de pruebas de està «pre-sintonia biològica» que hacen referencia a la existencia de un «reloj» biològico que marca el curso de desarrollo del lenguaje desde sus primeras manifestaciones.

Capitulo 4 SURCOS PREDESTINADOS ^Existe un «programa» preestablecido de desarrollo del lenguaje? Hubo una vez un hombre que temia Que en su vida no seria Mas que una màquina que recorre su camino A través de surcos fijados por el destino. Y se decia: jNo soy siquiera un autobus, soy un tranvia! [adaptación de unos versos de MAURICE EVAN HARE]

E l lenguaje aparece aproximadamente a la misma edad en los ninos de todas las culturas. «.[Por q u é los ninos empiezan a hablar espontàneamente entre los dieciocho y los veintiocho meses de e d a d ? » , se preguntaba un investigador. «Seguro que no se debe a que todas las madres comienzan a ensenarles a hablar en ese periodo. D e hecho, no hay pruebas de que haya una ensenanza consciente y sistemàtica del lenguaje, de la misma manera que tampoco se da un adiestramiento especifico para el mantenimiento de la posición erguida o de la postura» (Lenneberg, 1967, p. 125). Està regularidad en la edad de aparición del lenguaje se debe atribuir a la intervención de un reloj biològico semejante al que hace que los gatitos abran los ojos a los pocos dias de nacer, las crisàlidas se conviertan en mariposas al cabo de unas semanas y los seres humanos se hagan sexualmente maduros hacia los 13 anos de edad. N o obstante, hasta hace bien poco casi nadie creta que el lenguaje estuviera sometido a una maduración biològica. Pero en 1967, E . H . Lenneberg, a la sazón biòlogo de la Harvard Medicai School, publicó una importante obra titulada Fundamentos biológicos del lenguaje. Buena parte de lo que se dice en este capitulo està basado en las aportaciones de està obra pionera. 93

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Caracteristicas de las conductas biològicamente programadas Las conductas que se hallan bajo control biològico presentan una serie de caracteristicas especiales. E n las pàginas que siguen, vamos a enumerar estas caracteristicas y a analizar en q u é medida se hallan presentes en el lenguaje. Si logramos demostrar que el lenguaje, lo mismo que la conducta sexual o la locomoción, entra dentro de la categoria de conductas programadas por la biologia, habremos contribuido a aclarar lo que se quiere decir cuando se afirma que el lenguaje es «innato». A ù n no està del todo claro cuàntas son las caracteristicas de las conductas biològicamente programadas que se pueden enumerar. Lenneberg propuso cuatro, que se pueden subdividir en las seis que se citan a continuación: 1 2 3

4 5

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L a conducta surge antes de que sea necesaria. Su aparición no es consecuencia de una decisión voluntaria. Su aparición no viene determinada por sucesos externos (aunque el entorno ha de ser lo bastante «rico» para que la conducta en cuestión se desarrolle adecuadamente). L a instrucción explfcita y la pràctica intensiva tienen escasos efectos. Hay una secuencia regular de «hitos» en el curso del desarrollo de la conducta, hitos que aparecen correlacionados con la edad y con otros aspectos del desarrollo. Puede haber un «periodo critico» para la adquisición de dicha conducta.

Examinemos estas seis caracteristicas de una en una. Algunas de ellas parecen poco menos que evidentes. Por ejemplo, la primera (i.e. «la conducta surge antes de que sea necesaria») corresponde al fenòmeno conocido con el nombre un tanto grandilocuente de «ley de la maduración anticipatoria», y apenas necesita justificación. E l lenguaje se desarrolla mucho antes de que la nina necesite comunicarse para sobrevivir. Cuando aparece el lenguaje, los padres satisfacen las necesidades primordiales de alimentación, vestido y otras demandas de la nina. Si no hubiera un mecanismo innato, el lenguaje no surgirfa hasta que los padres hubiesen abandonado al nino a su propio sustento, por lo que apareceria a edades diferentes y llevaria aparejados distintos niveles de com-

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petencia linguistica en cada cultura. Sin embargo, aunque los ninos difieren sensiblemente en habilidades tales corno hacer punto o tocar el violin, su dominio del lenguaje presenta una variabilidad mucho mas rcducida. De igual modo, la segunda caracteristica del lenguaje corno conducta biològicamente programada suscita pocas dudas: «su aparición no es consecuencia de una decisión voluntaria». Es obvio que ningùn nino se dice a si mismo: «Mariana empiezo a aprender a hablar». Los ninos adquieren ci lenguaje sin tornar ninguna decisión consciente al respecto. Adquirir una lengua no requiere decisiones previas, a diferencia de lo que sucede con otras actividades corno saltar una valla o golpear una pelota, en las que es preciso fijarse primero una meta y luego someterse a una pràctica mas o menos rigurosa con vistas a alcanzar esa meta. La primera parte de la tercera caracteristica parece asimismo incueslionable: «La aparición de la conducta no viene determinada por sucesos externos». Las ninas empiezan a hablar aunque el ambiente en el que viven permanezca inalterado. L a mayoria de ellas viven en la misma casa, toman los mismos alimentos, tienen los mismos padres y siguen la misma rutina. N o hay ningùn hecho o suceso en su vida cotidiana que haga que de repente empiecen a hablar. L o que ocurre es que el reloj biològico da la hora en el momento previsto. Sabemos con certeza que el lenguaje no puede aparecer antes del momento en que està programado para elio. Nadie ha logrado j a m à s hacer hablar a un b e b é recién nacido, aunque en el momento de nacer las cuerdas vocales estàn preparadas para emitir sonidos y a partir de los cinco o seis meses el bebé «balbucea» algunos de los sonidos que luego emplearà en el habla. Sin embargo, antes de los dieciocho meses los bcbés producen muy pocas palabras. Es evidente que han de aguardar hasta alcanzar el estado biològico oportuno, un «estado» que parece dcpcnder del desarrollo del cerebro. Las emisiones de dos palabras, que tradicionalmente se han considerado la primera manifestación autèntica de lenguaje, aparecen justo en el momento en que el desarrollo hasta cntonces exponencial del cerebro comienza a estabilizarse. E l cerebro del nino no fabrica nuevas neuronas después del nacimiento. A l nacer, dispone de millones, o incluso miles de millones de estas células. Sin embargo, al principio no todas las neuronas estàn conectadas entre si y el cerebro tiene muy poco peso (en torno a los 300 grs.). E n ci periodo quo va desde el nacimiento hasta los dos anos, se multiplican las inter-

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conexiones entre las células nervìosas y e l peso del cerebro aumenta ràpidamente. A los dos anos, alcanza un peso de casi 1.000 grs. (Lenneberg, 1967). No obstante, hay un aspecto de la conducta biologicamente programada que a veces se interpreta incorrectamente: aunque los sucesos externos no son la causa de l a conducta, es necesario que el entorno sea lo bastante «rico» en sucesos para que està se desarrolle corno es debido. Las conductas biologicamente programadas no se desarrollan adecuadamente en ambientes empobrecidos o artificiales. A s i pues, nos encontramos con la paradoja de que algunos tipos de conducta «naturai» precisan de una cuidadosa «educación». D e l mismo modo que Chris y Susie, dos gorilas que se criaron separados del resto de sus congéneres en el Z o o de Sacramento, se mostraron incapaces de aparearse satisfactoriamente (segùn un articulo aparecido en el Evening Standard), asi también un ambiente linguistico empobrecido tiende a retrasar la adquisición del lenguaje. Por ejemplo, los ninos criados en instituciones exhiben un retraso en su desarrollo linguistico. Lenneberg ha observado que los ninos que pasan su infancia en orfanatos comienzan a hablar a la misma edad que los ninos que viven con sus familias. Sin embargo, el lenguaje de aquéllos pronto empieza a mostrar sintomas de retraso, se hace menos inteligible y da muestras de pobreza en las construcciones. U n caso menos claro de empobrecimiento linguistico es el estudiado por Basii Bernstein, un sociòlogo del Instituto de Educación de la London University. E n su (discutible) opinion, los ninos que pertenecen a cierta clase de familias pueden sufrir una deprivación linguistica (Bernstein, 1972). L a adquisición del lenguaje es mas dificultosa en estos ninos debido a que no disponen de la suficiente experiencia linguistica. Para este sociòlogo, las familias de estos ninos utilizan un lenguaje informai y elfptico, a diferencia del lenguaje mas formai y explicito empleado en hogares en los que el nino aprende con mayor rapidez. P o r ejemplo, en ciertas familias, la expresión «jAnda por ahi!» equivale a una mas elaborada corno «Sai fuera a jugar y no me des la lata, que ahora estoy ocupada», empleada en otras familias. Por emplear una descripción mas precisa,

Lste mismo informante describe el choque cultural que supuso para él el ingreso en la escuela, donde se encontró con «un torrente de palabras inconteniblc, en su mayoria desconocidas y ordenadas de mùltiples maneras» (Brian Jackson en el suplemento del Daily Telegraph). Los ninos necesitan este «torrente incontenible de palabras», y los que se ven privados de él pueden sufrir retrasos en su desarrollo. Por fortuna, el problema es sólo transitorio. Los ninos con un lenguaje empobrecido pueden recuperar enseguida el tiempo perdido si ingresan en un ambiente linguisticamente mejor dotado. E n suma, el factor biològico se pone en funcionamiento en cuanto el ambiente se lo permite. Vamos a examinar a continuación la cuarta caracteristica de las conductas programadas biològicamente: «La instrucción explfeita y la pràctica intensiva tienen escasos efectos». Las capacidades que alcanza una persona en actividades tales corno escribir a màquina o jugar al tenis dependen directamente de la ensenanza que reciben y de la pràctica que dedican a su aprendizaje. Incluso sin ser un atleta de primera fila, se puede ganar un torneo de tenis siempre que uno reciba un entrenamiento apropiado y practique esforzadamente. Sin embargo, en el caso del lenguaje, la ensenanza explicita no produce fruto alguno. Veamos algunas pruebas de elio. Cuando se dice que «la ensenanza explicita no produce fruto alguno», la gente responde: « N a t u r a l m e n t e , £a quién se le puede ocurrir ensenar a un nino a hablar?» Pero a pesar de elio, hay muchos padres que, sin darse cuenta, tratan de persuadir a sus hijos a que les imiten. Esto se suele hacer de dos maneras: bien corrigiéndolos abiertamente, o bien mediante «aclaraciones» inconscientes. L a inutilidad de las correcciones manifiestas ha sido subrayada por numerosos investigadores. U n psicòlogo intentò durante varias semanas convencer a su hija para que dijera OTRO + nombre, en lugar de UN OTRO + nombre. L a interacción verbal entre ellos dos era mas o menos asi:

Nina: OUIERO U N A OTRA C U C H A R A , PAPA.

El nùmero de palabras empleadas es mucho menor ... hay un constante intercambio de frases hechas, tales corno «Buah, es que hay cada vejestorio emperifollado, que pa' qué». Los significados no vienen dados tanto por las palabras que se usan cuanto por el tono de voz, los silencios, las miradas, los gestos y, sobre todo, el contado fisico.

Padre: O U E R R A S DECIR Q U E QUIERES L A OTRA C U C H A R A . Nina: si. OUIERO U N A OTRA C U C H A R A , POR F A V O R P A P A . Padre: ^ P U E D E S DECIR « L A O T R A C U C H A R A » ? Nina: U N A ... O T R A ... C U C H A R A .

Padre: DI « O T R A » .

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Nina: OTRA. Padre: « C U C H A R A » . Nina: C U C H A R A . Padre: «OTRA C U C H A R A » .

de o/ie constituyen la tercera parte de las respuestas de los adultos. A este respecto, Brown y Bellugi hicieron el siguiente comentario:

Nina: O T R A ... C U C H A R A . B U E N O ,