ADIOS Poeta

ADIOS, POETA… Jorge Edwards debe ser una de la personalidades literarias más controvertidas de la literatura chilena, de

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ADIOS, POETA… Jorge Edwards debe ser una de la personalidades literarias más controvertidas de la literatura chilena, desde su apellido, asociado a la burguesía y conservadurismo de nuestro país, hasta su declarada postura política orientada hacia la izquierda, la cual desde sus inicios produce una especie de desconfianza y hasta rechazo en las capas intelectualoides criollas, sin embargo su pluma, su ingenio y su sentido del humor lo catapultan como uno de los mejores narradores que ha producido nuestro país. De profesión abogado, cargo que no ejerce, para dedicarse a la literatura y la carrera política de la diplomacia, que le da la posibilidad de ser testigo privilegiado y protagonista de los momentos históricos y culturales que fueron definitivos en Europa y Latinoamérica entre los 60 y las décadas posteriores. Entre sus muy buenos libros destaca el relato autobiográficos “Adiós Poeta…” en el que el autor narra su vida ligada a la del poeta Pablo Neruda. Una amistad que parte en el año 1952 cuando lo visita por primera vez en Isla Negra. Edwards fue un observador y protagonista privilegiado del lado B (por llamarlo de algún modo) dela vida de Neruda al cual le profesaba un profundo respeto, cariño y amistad, ya que compartió con él no solo en el ámbito literario, sino el ámbito laboral y personal, entregándonos – a través del relato- detalles importantes, no solo de la vida, los gustos, la ideología y los matices más humanos del poeta, sino también se su entorno, de la pléyade de artistas que estaban en la primera línea de la cultura, cuando Francia era el epicentro, la ciudad luz y en torno a ella se gestaba todo el acontecer intelectual. Además se entregan datos muy valiosos sobre las rivalidades producto de los egos y ambiciones literarias y políticas entre las que merece especial atención –por ejemplo- Nicolás Guillén, el cual pretendió incluso boicotear la entrega del Premio Nobel a Neruda. Encontramos a un Vargas Llosa en sus inicios, a Julio Cortázar obnubilado por la revolución cubana y a muchos otros –como Padilla- siendo víctima de la misma. Adiós, Poeta… es un libro testimonial que nos entrega o nos sitúa en el contexto de la guerra fría y del experimento comunista cubano y el posterior ejemplo no violento chileno, nos muestra la polarización casi toxica que permea todos los ambientes y el recelo y sospecha en el caen aquellos que pretenden mantener su independencia ideológica o política. Tiempos difíciles ciertamente, pero que son también el telón del fondo para el epílogo del poeta Neruda, el que en opinión de Edwards no se sentía cómodo con la línea sovietizante y castrista que había tomado el comunismo chileno, la cual no permitía divergencias ni cuestionamientos y que como todos los movimientos totalizadores termina convirtiéndose en una abstracción sin rostro identificable; tal vez por ello Edwards menciona que “ Uno podía preguntarse – si embargo- que extraña entelequia, qué esencia era esa, la revolución. Que devoraba a sus hijos y que permanecía inmune, intocada por sus abusos y excesos”, lo cual hace que el autor tome una “relativa y saludable distancia”. Muchos críticos han declarado que este ensayo se queda únicamente en la anécdota, por ello Edwards ha explicado los motivos de este texto: "Algunos lectores de mi libro han observado que éste, aunque saque de su pedestal a Neruda, lo muestre menos perfecto, menos símbolo (porque es un hombre de dudas, que tiene toda clase de debilidades

humanas), a pesar de eso, puede provocar más lectura. Porque este libro da curiosidad por el Neruda real y lo saca un poco de esa cosa de idolatría que ha tenido en los últimos tiempos, algo que ha sido explotado sobre todo por el viejo Partido Comunista, por los sectores más antiguos de esa colectividad, que necesitan el culto de la personalidad no sólo de los políticos sino también de los poetas" Tal vez la riqueza del libro radique precisamente en ello, en mostrar a un Neruda más humanizado, aunque sin perder su centro de atracción ni su ascendiente sobre el mundo intelectual y político.