AcostaylarahispanicoPags. 1 Al 100-1

A LA GUERRA DE LOS CHARRÚAS EN LA BANDA ORIENTAL (PERIODO HISPÁNICO) POR EDUARDO P. ACOSTA YLARA Opto. EDITORIAL Y BI

Views 104 Downloads 2 File size 3MB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

A

LA GUERRA DE LOS CHARRÚAS EN LA BANDA ORIENTAL (PERIODO HISPÁNICO)

POR EDUARDO P. ACOSTA YLARA

Opto. EDITORIAL Y BIBLIOTECA DünaciófliDr..J08é Calatayud Qosctt

LffiRERIA IJNARDIY RISSO MONTEVIDEO 1989 CENTRO MILITAR

LA GUERRA DE LOS CHARRÚAS en la BANDA ORIENTAL (PERIODO HISPÁNICO)

CARÁTULA: HORACIO AÑON

EDUARDO F. ACOSTA Y LARA Miembro de Número del Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay. Investigador Asociado del Museo Nacional de Historia Natural. Miembro Fundador del Instituto de Estudios Históricos Aeronáuticos y Espaciales.

El autor agradece a los Sres. Raúl S. Acosta y Lara y Alvaro J. Risso, la iniciativa y respaldo que hicieron posible la reedición de este trabajo, que en lo fundamental mantiene los textos y notas originales.

En las afueras de Salto, junto al arroyo Ceibal, no lejos de la tumba de mi amigo Muñoa, hay una isleta de piedra y talas que me es muy querida. Allí, en un atardecer de la primavera de 1945, a la hora en que el perfume de la márcela se extiende por el campo, nació la idea de escribir éstas páginas.

A la advocación de Nuestra Señora del Buen Aire, de Sevilla, y en memoria de mi padre.

CAPITULO 1

DESCUBRIMIENTO Y PRIMERAS ENTRADAS A LA BANDA ORIENTAL Riñeron los dos hermanos y de tal suerte riñeron, que Juera Cain el vivo de no haberlo sido el muerto. (Romancero Español)

En modo alguno puede atribuirse a los charrúas la muerte de Solís (1516). Las crónicas de los siglos XVI y XVII que tratan del episodio, omiten el nombre de los indígenas que lo protagonizaron, y tampoco puede haber figurado dicho nombre ni en el "Diario" del descubridor, continuado a su muerte por Francisco Torres, ni en la "Memoria" que el mismo Torres presentara a la Casa de Contratación de Sevilla. í1) La razón es muy simple. De los que acompañaron a Solís en el trágico desembarco de las costas de Colonia, el factor Marquina, el contador Alvarez, el grumete Francisco del Puerto, cuatro marineros y un timonel, ninguno regresó para contarlo, (2) y los que permanecieron a bordo, tal como lo narra el cronista Pedro Mártir: "espantados de aquel (1) El paradero actual de estos documentos es desconocido, aunque se supone que en una época estuvieron en el Archivo de Simancas, la histórica villa de la provincia de Valladolid. También es dable suponer que fueron vistos y consultados por Pedro Mártir, López de Gomara, Antonio de Herrera 7 otros cronistas contemporáneos al viaje. (2) No se conoce declaración alguna de Francisco del Puerto, el grumete que escapó a la matanza y quedó prisionero de los indios, incorporándose años después a la expedición de Gaboto en la que sirvió de intérprete o lenguaraz. No obstante, el Sr. José Toribio Medina, supone que fue en base a informaciones de este grumete que Gaboto anotó en su mapa refiriéndose a Solís: "costóle bien caro el descubrimiento, porque los indios de la dicha tierra" (Río de la Plata) "lo mataron y lo comieron." [1 Vol. I pg. 286]. Agregaremos nosotros, que el hecho de que el mencionado grumete viviera entre los indios que mataron a Solís sin ser sacriílcado, no prueba como se ha pretendido hacerlo, que estos indios no fueran caníbales. La historia del descubrimiento y la conquista de la costa atlántica del Brasil, registra numerosos casos de aventureros y desertores que vivieron también entre tribus de antropófagos sin sufrir daño alguno.

EDUARDO F. ACOSTA Y LARA

atroz ejemplo, no se atrevieron a desembarcar, ni pensaron en vengar á su capitán y compañeros, y abandonaron aquellas playas crueles." [1 Vol. 2 pg. 202]. ¿Cómo pudo saberse entonces el nombre de unos salvajes que nadie había visto antes y en la oportunidad apenas si fueron observados desde lejos ? Lo cierto es que dos siglos más tarde el padre Lozano S. I. culpaba lisa y llanamente a los charrúas de la famosa matanza, versión que repetida luego por otros autores ha venido a convertirse en la primera leyenda negra de la historia rioplatense. [2 Vol. I pg. 27], [3 Vol. I pg. 144]. Investigaciones históricas y arqueológicas posteriores demuestran que el desembarco de Solís se produjo en tierras pobladas por indios guaraníes, que como todos los del grupo tupí de las costas brasileñas eran muy dados a la práctica del canibalismo. Estando acordes la mayoría de los cronistas en señalar que una vez muertos Solís y sus compañeros fueron devorados por los nativos, no cuesta mucho creer que éstos hayan sido realmente guaraníes, tan vinculados en los años siguientes a las alternativas del descubrimiento y la conquista [4 pg. 556], [5 pgs. 61 y 87]. Nada aporta al conocimiento de nuestros indígenas la expedición de Magallanes, cuya flota permaneció anclada varios días en la ensenada de Colonia, (8) (enero de 1520). En este lugar fueron vistos unos indios que huyeron en cuanto los de las naves quisieron desembarcar, limitándose a decir de ellos Pigafetta: "se los denomina caníbales; comen carne humana", y agregando, del que se presentó por la noche a la nave capitana: "era de estatura gigantesca y con voz tan bronca que parecía un toro", [6 pg. 10]. El cronista Herrera por su parte, nos da a entender que estos indígenas eran canoeros, [7 vol. 3 pg. 290], (*) rasgo (3) Siguiendo a Pigaíetta, cronista de la expedición, parecería que ésta hubiera hecho recalada- y aprovisionamiento de agua en el Cabo de Santa María, hoy Punta del Este, y no en la ensenada de Colonia. Creemos haber aclarado ya el posible error, basándonos en el "Derrotero" de Francisco Albo, contramaestre de la propia nave en que viajaba el cronista. [10 pgs. 10 y 26]. (4) Como lo decíamos en un trabajo anterior, presumimos que estos indígenas fueran chaná-timbúes, pueblo de grandes canoeros, y que al igual que los guaraníes frecuentaban por esa época las costas del actual departamento de Colonia. [10 pg. 10]. En cuanto a Ja denominación de "caníbales", y aunque los chaná-timbúes no lo fueron, Pigafetta la hace extensiva a todos los habitantes de la zona, recordando seguramente la suerte corrida por Solís, a cuya muerte alude párrafos después [6 pg. 11].

LA GUERRA DE LOS CHARRÚAS

que permite descartarlos como charrúas, al menos con los conocimientos que hasta ahora tenemos de dichos aborígenes. Llegado Gaboto al río de la Plata comienza. a aclararse el panorama étnico de nuestras costas. En marzo o abril de 1527 la pequeña flota arribaba a la desembocadura del arroyo San Juan, en Colonia, paraje que denominaron puerto de San Lázaro o de San Salvador, y que lea serviría de base de operaciones en su penetración por los ríos Paraná y Paraguay. Allí Luis Ramírez escribió a su padre la carta del 10 de julio de 1528, conservada actualmente en la Biblioteca del Escorial, y en la que le proporciona noticias sobre las costumbres, medios de vida, etc., de las naciones indígenas de estas tierras. [8] Pero no nombra Ramírez a los charrúas ni da gentilicio alguno que se les parezca. Y es extraño, porque habiendo vivido bastante tiempo en San Salvador pudo tener referencias de ellos por los guaraníes, que veía a diario, o por Francisco del Puerto, radicado en aquellas costas como lo hemos visto, desde la muerte de Solís. Hablando de la expedición de Gaboto, corresponde mencionar la cita del cronista Fernández de Oviedo relativa a los "jacroas", (5) dado que para escribir sobre los asuntos del Plata, Oviedo se informó de Johan de Junco y Alonso de Santa Cruz, ambos partícipes de aquella expedición. Dice así el cronista al describir nuestras costas: "Y á la boca del río (6) están los jacroas, que es una gente que se sostiene de montería de venados é de avestruces é de otros animales llamados apareaes, los quales en la Nueva España y en las otras partes de España llaman cories; y también tiene esta gente muchos y buenos pescados de aquella ribera y costas. Hay en aquella tierra unas cebolletas debaxo de tierra, que es buen manjar para los naturales y aun para los españoles, y hay otras rayces que son á manera de jungia: hay raposos-é corzas á manera de lebreles, como leones (5) Jacroa ha Bido ya aceptado como sinónimo de "charrúa" por la mayoría dejos autores, atribuyéndose a errores de transcripción o de interpretación fonética las variantes entre ambos gentilicios, especialmente eu. lo relativo a las letras iniciales de ambos vocablos. (6) Oviedo no es muy explícito en lo de definir cuál es este río, ya que en párrafo anterior ha estado hablando del rio Paraguay, pero la aclaración de que "Estos indios están de la parte de la costa al Norte", y la inmediata mención del río Negro, nos llevan a la casi certeza de que Oviedo se está refiriendo al río de la Plata o a los últimos tramos del Bajo Uruguay.

EDUARDO F. ACOSTA Y LARA

pardos. Esta gente no tiene assiento ni pueblo conoscido: van de una parte á otra corriendo la caca, y llevan consigo sus mugeres é hijos, é las mugeres van cargadas de todo lo que tienen, é los hombres van siguiendo su montería é matando los siervos y avestruces, arrojándoles unas bolas de piedra con trayllas ó pendientes de una cuerda, como ya en otra parte la historia ha hecho mención de tales armas. También usan algunos arcos é garrotes en su montería. Estos indios están de la parte de la costa al Norte, y más adelante en la mesma costa, passando el rio Ñero, está otra gente que se dice chanastinbus, que viven en islas de la costa ya dicha", etc., etc., [9 Vol. 2 pg. 191]. Parecería que en el orden cronológico, fuera ésta la primera mención histórica de los charrúas, pero la prioridad en el uso del gentilicio puede corresponder también al navegante Diego García, (7) quién, habiendo reconocido nuestras costas al mismo tiempo que Gaboto, alude a dichos indígenas en la "Memoria" que redactara en 1530 - 31. Dice así al hablar del Cabo Santa María, hoy Punta del Este: "yentoda esta costa no parece yndio ny alderredordelcavo mas luego ay adelante ay una generación qsellama los chaurruaes questos no comen carne umana mantienense de pescado e caza de otra cosa no comen", [11 fol. 3 r. pg. 206]. Y repite la cita cuando enumera las naciones indígenas que ha conocido en su viaje: "la primera generación ala entrada del río A la vanda del norte sellama los charruases estos comen pescado e cosa de caga e no tienen otro manteniym.o ningu.o", [11 fol. 4 v. pg. 209]. No creemos sin embargo que García haya visto personalmente a los charrúas, y lo más probable es que supiera de ellos por los guaraníes o por los timbúes, tres de los cuales llevó consigo al regresar a España. (8) A fines de 1531 visitó el rio de la Plata el portugués Pero (7) Diego García de Moguer que algunos historiadores señalan como portugués y otros como español, ya habla venido al Plata con Solía en 1516, lo hizo simultáneamente con Gaboto en 1527 y aún procurarla hacerlo por tercera vez en la flota del adelantado Pedro de Mendoza. No cumplió su anhelo ya gue murió en el curso del viaje, en Gomera, islas Canarias, a fines de setiembre de 1535 [1 vol. I pg. 331]. (8) En el sumario hecho en Sevilla (1530), para indagar el origen y destino de los indios llevados a España por la expedición de Gaboto, Garda declaró de estos tres timbúes, "atambures", que hablan sido comprados en el "Río Solís" a "otros indios enemigos suyos, que son los guaraníes, que los comen", [12 vol. 2 pg. 178].

LA GUERRA DE LOS CHARRÚAS

Lope de Sousa, animoso marino que, aunque familiarizado con la belleza espectacular de las ensenadas brasileñas, nos hace el cumplido de hallar gratas las monotonías que aquí se le ofrecen. Y así lo vemos, entusiasmado, anotar está frase relativa a las costas del departamento de San José: "A térra he mais fermosa e apraaivel que eu já mais cuidei de ver: nam havia homem que se fartasse d'olhar os campos e a fermosura delles", [13 yol. I pg. 277, vol. II, mapa N* 7]. Tres grupos indígenas encontró Lope de Sousa en nuestras playas» aunque no parece que haya recogido sus gentilicios. El primero estaba en la bahía.de Maldonado, es decir al oeste del Cabo Santa Maríat (Punta del Este), lugar en que García señalara la presencia de "chaurruaea". Sólo sabemos de estos indios que .recibieron a los portugueses: "com grandes choros e cantigas mui tristes", [13 vol. I pg. 266], asignándoseles más adelante la costumbre de amputarse los dedos, [13 vol. I pg. 306]. Es muy probable que estos indios fueran charrúas, como parece indicarlo dicha costumbre de amputarse los dedos, (fl) y el hecho significativo de que dos observadores, García y Ruy Díaz de Guzznán [14 pg. 6], ubiquen justamente charrúas en esa zona. Pasando por alto el encuentro con los canoeros de las costas de San José, (10) episodio gratísimo que tan bien describe Lope de Sousa [13 vol. I pg. 280 y 304], llegamos al tercer grupo, visto en las proximidades del "rio dos Beguoais", actualmente Solís Grande, y en oportunidad que los expedicionarios se internaron tierra adentro en busca de provisiones. Teniendo en cuenta que Lope de Sousa observó en aquellos indios caracteres comunes a charrúas y chaná-timbúes, supusimos al hacer el estudio de estos últimos, que se estuviera en presencia de charrúas, y que viviendo con ellos, se hallaran varios chaná-timbúes, identificables por sus adornos nasales, [10 pg. 15]. En la actualidad, si bien no tenemos argumentos (9) La costumbre de amputarse los dedos formaba parte del ritual fúnebre de las mujeres charrúas, y parece que también estaba en boga entre los chaná-timbúes. (10) Estos canoeros vistos en dos oportunidades, el 25 de noviembre y el 21 de diciembre de 1531, tenían sus viviendas en las costas de San José, entre el arroyo San Gregorio, y el Pavón a el Pereira. Basándonos en la descripción de Lope de Sousa y en hallazgos arqueológicos locales, hemos supuesto que tales indígenas fueran chana - tímbúes, como los que viera Pigafetta, extendidos por nuestras playas desde Salto Grande hasta la boca del Santa Lucía, [10 pg. 14].

EDUARDO F. ACOSTA Y LARA

para variar radicalmente aquel concepto, venimos considerando la posibilidad de que los indígenas del "Rio dos Beguoais" fueran guayanás (caigang), cuyo paso por nuestro país se hace cada vez más evidente y que en cierto modo participaron de los elementos culturales de los chaná-timbúes y de los charrúas, en especial de los últimos, con los que muchas veces se los ha confundido (") [13 vol. I pg. 318]. Con Lope de Sousa termina el ciclo del descubrimiento y con Pedro de Mendoza se inicia el de la conquista. La magnífica expedición de este último llegó al Plata a principios de 1536, anclando sus catorce navios en San Gabriel, Colonia, el mismo fondeadero que utilizara Magallanes dieciséis años antes. Aquí sitúa Schmidel a los "zechuruass", cuando ya de regreso en Alemania evoca las peripecias que viviera en aquella expedición, a la que se había enrolado ansioso de recorrer mundo. Dicen así sus conocidos párrafos, tan repetidos por etnólogos e historiadores: "Allí nos encontramos con un pueblo de Indios llamados Zechuruass que constaba como de 2.000 hombres, y que no tenían más de comer que pescado y carne. Estos al llegar nosotros, habían abandonado el pueblo huyendo con mujeres é hijos, de suerte que no pudimos dar con ellos. Esta nación de Indios se anda en cueros vivos, mientras que sus mujeres se tapan las vergüenzas con un paño de algodón que les cubre desde el ombligo hasta la rodilla", [16 pg. 146]. Dos menciones más hace Schmidel de los charrúas. La primera al hablar de la indumentaria de los querandíes, "carendies", de la vecina orilla; "su vestir era como el de los Zechurg del ombligo á las rodillas", [16 pg. 147], y la segunda cuando enumera los grupos indígenas que se coaligaron para atacar el poblado de Buenos Aires; "Carendies, Barenis. Zechuruas y Zechenais Diembus", [16 pg. 154]. (u>) Pero, de la compulsa de las crónicas del viajero alemán no surge que conociera a los charrúas de la Banda Oriental más que por referencias, (13) aunque puede haber visto a los que intervinieron (11) Así ha ocurrido con la parcialidad de los yaros, incluidos en el grupo charrúa hasta que el profesor Salvador Cañáis Frau, basándose entre otras observaciones en las del misionero Antonio Sepp, S. J. (1691), estableció fundadamente su condición de caigang [15 pg. 276]. (12) Es decir, querandíes, guaraníes, charrúas y chaná-timbúes. (13) Schmidel es bien conciso al expresar que los indígenas de San Gabriel no pudieron ser hallados, o sea, claramente, que no fueron

LA GUERRA DE LOS CHARRÚAS

en el ataque a Buenos Aires, si es que realmente eran charrúas» como él lo dice. Fracasada la primera fundación de Buenos Aires y constituida la Asunción en centro vital de la conquista para estas partes de América; fracasada también la expedición de los Sanabria (1549), cuyos infortunios en las costas africanas y brasileñas fueron documentados por el joven arcabucero Hans Staden [17] [18 vol. I pg. 277], el establecimiento de los españoles en las márgenes del Plata debió ser postergado por muchos años. Con todo en 1552, buscando Domingo de Irala, gobernador de la Asunción, que las flotas que venían de España tuvieran donde reaprovisionarse antes de remontar el Paraná en procura del Paraguay, planeó la fundación de una pequeña factoría en nuestras costas, proyecto que llevado a cabo por el capitán Juan Romero en la desembocadura del arroyo San Juan, Colonia, no prosperó debido a los continuos ataques de los naturales, (") [14 pg. 85]. En nuestro concepto, los primeros europeos que realmente establecieron trato con los charrúas de la Banda Oriental fueron los miembros de la expedición de Juan Ortiz de Zarate, la que arribó en precario estado a San Gabriel en noviembre de 1573. Venía como capellán de dicha expedición el arcediano Martín del Barco Centenera, genial observador que captó el desarrollo de cuantos sucesos fuera testigo para vertirlos en su poema histórico titulado "La Argentina". Es así que sabemos de la penosa estadía en Santa Catalina, donde a las miserias del hambre se agregaron los vejámenes de una oficialidad despótica, muy dada a reprimir en forma brutal los más leves gestos del descontento. Y en tanto se sumaban los errores a las divergencias ocurrió lo vistos. En cuanto a que hablan buido al llegar los españoles es cosa a discutirse, ya que el pueblo o toldería abandonada quizás lo estaba desde días o semanas atrás. Recordemos además que el cronista, aparte de cuando el arribo de la flota de Mendoza a San Gabriel, sólo en otra oportunidad pisó tierra uruguaya [16 pg. 196], no habiendo constancia de que en esta segunda y última vez observara a indígena de parcialidad alguna. (14) Se pone en duda la veracidad de este hecho que, narrado por Rui Díaz de Guzmán, no parece tener confirmación en otros documentos de la época. Lozano y quienes le siguieron repiten la cita de aquel cronista, agregando por su cuenta y con muy discutible acierto, que los naturales a que se refiere el episodio eran charrúas [2 vol. 3 pg. 6], [33 vol. 2 pg. 224], [18 vol. I pg. 280].

EDUARDO F. ACOSTA Y LARA

inesperado. Llegadas las naves a San Gabriel fueron sorprendidas por un temporal del sur, tan violento que: "Pilotos y maestres, marineros, Grumetes, pages, frailes y soldados, Mugeres y muchachos, pasageros, Andaban dando voces muy turbados. Los gritos y alaridos mensageros Allí son dé una nave a otra enviados, Y cada cual socorro demandaba, Que igual era él dolor que se pasaba" [19, Canto X] Varadas la "Capitana" y la "Almiranta", cuyos nombres respectivos eran la "San Salvador" y la "Concepción", [20 pg. 384], sale la gente a tierra y se produce el encuentro con los charrúas, que habrá tenido lugar lejos de la costa, al internarse los españoles en busca de alimentos. Be las palabras de Centenera deducimos ser ésta la primera vez que aquellos indios veían hombres blancos, así se explica que, intacto aún su espíritu hospitalario, y no por temor como él lo dice, repitieran la escena que fue común a los ojos de los descubridores: "Y acuden con gran copia de venados Avestruces y sábalos, dorados". [19, Canto X] En cuanto a los siguientes versos, ellos nos hacen vislumbrar que caciques y principales se presentaron en formación ante los recién llegados, brindándoles una ceremoniosa acogida: "Lleva entre esta gente el estandarte, Delante del Cacique, que es su tío, Abayubá, mancebo muy lozano, Y el Cacique se nombra Zapicano". (15) [19, Canto X] (15) Es evidente que en el trato entre charrúas y españoles terciaron mucho los guaraníes, allí presentes como en tiempos de Gaboto. y que deben ser los Indios que según Centenera acudieron a las caves no bien éstas llegaron a San Gabriel. A la dialéctica de dichos guaraníes, conocedores ya del español, y que habrán actuado de intérpretes en las entrevistas sostenidas por Zarate con Zapicán, atribuimos el que la mayor parte de los nombres charrúas dados por el autor de "La Argentina", sean en realidad, guaraníes, por interpretación fonética guaraní de los vocablos charrúas, o por guaranización parcial del charrúa, similar al proceso ya observado en el lenguaje de loa chaná-timbúes \10 pg. 61-

LA GUERRA DE LOS CHARRÚAS

Finalmente, las cinco estrofas en que Centenera nos traza su semblanza de los charrúas, seguramente la más completa del aíffln XVI: YVTsiglo "Es gente muy crecida y animosa» Empero sin labranza y sementera: En guerras y batallas, belicosa, Osada y atrevida en gran manera. En siéndoles la parte ya enfadosa Dó viven, la desechan, que de estera La casa solamente es fabricada, Y así presto dÓ quieren es mudada.

Tan sueltos y ligeros son, que alcanzan Corriendo por los campos los venados; Tras fuertes avestruces se abalanzan, Hasta dellos se ver apoderados; Con unas bolas que usan, los alcanzan. Si vén que están lejos apartados; Y tienen en la mano tal destreza, Que aciertan con la bola en la cabeza. A cien pasos (que es cosa monstruosa) Apunta el Charruaha á donde quiere, Y no yerra ni un punto aquella cosa Que tira; que dó apunta allí la hiere. Entre ellos aquel es de fama honrosa, A cuyas manos gente mucha muere» Y tantas, cuantos mata, cuchilladas En su cuerpo se deja señaladas. Mas no por eso deja de quitarle Al cuerpo del que mata algún despojo: No solo se contenta con llevarle Las armas ó vestidos á que echa el ojo, Que el pellejo acostumbra desollarle

EDUARDO F. ACOSTA Y LARA

Del rostro: ¡Qué maldito y crudo antojo! Que en muestra de que sale con victoria La piel lleva, y ia guarda por memoria. Otra costumbre tienen aun mas mala Aquestos Charruahaes, que en muriendo Algún pariente, hacen luego cala En sí propios, su carne dividiendo; Que de manos y pies se corta y tala El número de dedos, que perdiendo De propincuos parientes vá en su vida, El Charruaha por orden y medida". [19, Canto X] El cese de la amistad entre charrúas y españoles se debió a la miope política de los últimos, incapaces de respetar una institución de verdadero arraigo entre los nativos, como lo era la de conceder asilo a cuantos quisieran vivir en sus tolderías. Ocurrida la deserción de un marinero que fugó para refugiarse en campo charrúa, surgieron como inmediatas las complicaciones que determinaron los combates de San Gabriel y San Salvador, y como definitiva, la guerra a sangre y fuego que no cesó hasta el final del coloniaje. (ie) Existió en aquella oportunidad un torpe obcecamiento al exigirse la entrega del desertor, actitud muy de Zarate, cuando en realidad por decoro ante extraños y para crédito de la unidad española, se debió posponer el castigo del culpable al interés que representaba la amistad con los indígenas. Luego que Garay hubo derrotado a los charrúas en San Salvador (1574), Zarate, guarecido por entonces en la isla Martín García, se trasladó al lugar del combate, estableciendo allí la población de San Salvador o Zaratina, caserío que subsistió en condiciones muy precarias hasta 1576 ó 1577, época en que sus moradores fueron trasladados a la Asunción [18 vol. 1 pg. 326]. Pasados estos epi(16) Sobre las incidencias ocurridas a la expedición de Zarate con los charrúas, pueden ampliarse detalles en la carta de Hernando de Montalvo, tesorero de aquella expedición, y fechada en el "puerto de San Salvador" el 29 de marzo de 1576 [23 pg. 88]. Dejamos constancia de que en algunos puntos, las versiones de Montalvo no concuerdan enteramente con las de Centenera.

LA GUERRA DE LOS CHARRÚAS

11

sodios, la Banda Oriental fue relegada a un prolongado olvido de más de veinte años. La fundación definitiva de Buenos Aires por Garay, en 1580, habría de determinar sin embargo, y como causal indirecta, un cambio apreciable de nuestro panorama étnico. Nos referimos a la desaparición de los pueblos canoeros de que ya hemos hablado, guaraníes y chaná-timbúes, los cuales, teniendo como morada estable las islas del delta del Paraná, visitaban en las épocas propicias las costas de los actuales departamentos de Colonia y San José, constituyendo en ellas verdaderas estaciones pesqueras, como las que vio Lope de Sousa en noviembre y diciembre de 1531. Fiscalizadas las islas del delta por los españoles, aquellos indios, o bien corrieron la suerte de los comarcanos de Buenos Aires, reducidos por Garay al servicio de encomiendas, [21], o bien se retiraron al río Uruguay, especialmente a las islas del Salto Grande y boca del río Negro, parajes que ya conocían de antemano. Lo cierto es que a partir de ese entonces, no volverán a verse tribus de canoeros en nuestras costas platenses, de donde se ha exhumado un valioso material arqueológico, especialmente cerámica, que se les atribuye. (") En los años que siguieron a la fundación de Buenos Aires apenas si algunos leñadores y carboneros pasaban a la Banda Oriental, ocupándose de la explotación de los montes del San Salvador, del San Juan y del Rosario, sin que al parecer ocurrieran incidencias con los charrúas. Podríamos decir, inclusive, que dichos indios tuvieron gestos amistosos para con los españoles, como el que narra Hernandarias en una carta al Rey de España (mayo de 1607), y en la que dice, refiriéndose a dos buques negreros que naufragaron por entonces en el río de la Plata: "dellos se saluaron los mas de los españoles que en ellos venían hauiendomelos traydo los yndios charrúas que están de la otra vanda deste puerto en (17) Algunos autores vienen considerando como de la Banda Oriental los indígenas que observara Enrique Ottsen cuando su malhadada visita al Plata en 1599. Hemos seguido ei diario de este marino en la traducción hecha por Groussac de la versión alemana publicada en 1604. llegando a la casi evidencia de que Ottsen no conoció indio alguno en la Banda Oriental, debiendo referirse eu su descripción a los que tripulaban las canoas de los españoles cerca del puerto de Buenos Aires, y que podrían ser chaná-timbúes o guaraníes, de los reducidos por Garay años antes [22]. Con todo sería muy útil consultar la edición original de esta obra, publicada en Amsterdam en 1603.

12

EDUARDO F. ACOSTA Y LARA

cuya costa se perdieron." [24, documento 3770]. (18) No obstante, documentos y tradiciones contemporáneas, señalan que Hernándarías realizó una expedición contra aquellos aborígenes, existiendo dos versiones sobre la misma. La primera es de Lozano, según el cual, habiéndose entrado con las armas a la conquista de la provincia del Uruguay en 1603; "perecieron infructuosamente más de quinientos españoles, sin avasallar la altivez orgullosa de los naturales," [2 vol. III pg. 294], existiendo la,tradición de que apenas logró escapar Hemandarias merced a la velocidad de su caballo. La segunda versión ha sido publicada por el padre Juan F. Salaverry S. I. en su libro titulado "Los Charrúas y Santa Fé". Exhibe este investigador, del que tanto nos honramos en haber sido discípulos, otra carta de Hernandarias al Rey de España (julio 2 de 1608), dándole cuenta de haber concluido una campaña contra los naturales de la "Banda de los Charrúas", y que no sería otra que la mencionada en la obra de Lozano. De acuerdo con la carta de Hernandarias, cuyo original se conserva en el Archivo de Indias, Sevilla, y de la que hay copia en la Biblioteca Nacional de Buenos Aires, [24, documento 3870], (19) la fuerza expedicionaria habría salido de Santa Fe a fines de 1607, estando constituida apenas por setenta hombres, los cuales, luego de cruzar el río Uruguay, llegaron costeando el Plata hasta la boca del Santa Lucía, que remontaron en persecusión de trescientos indios. Y al cabo de seis días, dice Hernandarias: "les di alcance, y hice el castigo, que, en otra he referido, que ha sido de grande importancia". [25 pg. 113]. Aunque ni Lozano ni Hernandarias mencionan el nombre de los indígenas contra los que se efectuó la campaña, de la carta de este último puede deducirse que eran charrúas, cuando explica que los "naturales" a quienes (1S) Sabemos también que en diciembre de 1582 embarrancó en nuestras playas una nave corsaria inglesa comandada por Jobn Drake, familiar del famoso sir Francis, y perteneciente a la flota de Edward Fenton, que incursionaba por entonces en las costas orientales de América. Según el Sr. Julián M. Rubio, la tripulación quedó cautiva de los charrúas, hasta que al cabo de un año, Drake y algunos de sus compañeros lograron huir y llegar a Buenos Aires, cayendo esta vez en manos de los españoles [26 pg. 395]. (19) £1 padre Salaverry hace figurar este documento con el N? 7385. Se trata evidentemente de un error, ya que las copias del Archivo de Indias de la Biblioteca Nacional de Buenos Aires van únicamente del N* 1 al N? 4930.

LA GUERRA DE LOS CHARRÚAS

13

iba dirigido el castigo habían muerto más de cien hombres a Zarate: "y le tuvieron tan perdido, que, si no fuera socorrido del general Juan de Garay, mi suegro y del capitán Rui Diaz de Melgarejo, pereciera y no pudiera entrar en este gobierno." [25 pg. 109], clara alusión a los combates de San Gabriel y San Salvador. Ante las manifestaciones del propio Hernandarias parece definitivamente probado que el episodio ocurrió en 1607 y no en 1603, como lo dice Lozano, pero hay un punto que creemos necesario aclarar. Expresa Hernandarias al Rey, cuando le da las razones por las cuales ha debido castigar a los indígenas, que éstos, a más de otros crímenes y daños: "son los que mataron al almirante de la armada, que V.M. despachó estos años pasados, con la armada para el socorro de Chile: y de la que don Alonso de Sotomayor trajo a su cargo, le mataron más de otros 20: y de la que trajo Juan Ortiz de Zarate, más de otros ciento", etc., etc. [25 pg. 109]. Ahora bien. Cervera que conoció la carta de Hernandarias, puesto que la cita, opina que "el almirante de la armada para el socorro de Chile" pudiera ser Solís, criterio que comparte el padre Salaberry, argumentando algunos detalles que a nada conducen ni fundamentan en lo más mínimo la tan clásica como para nosotros antojadiza versión de Lozano. [27 vol. I pg. 341], [25 pg. 109]. Felizmente, buscando en los mismos fondos que investigara Salaverry, o sean, las copias del Archivo de Indias conservadas en la Biblioteca Nacional de Buenos Aires, encontramos una tercera carta de Hernandarias al Rey, anterior a la que citara nuestro extinto maestro ya que está fechada el 2 de junio de 1608, (20) y en la que se aclara, que el almirante de la armada de Chile venía con el gobernador Antonio Mosquera, [24, documento 3875], quedando entonces descartado que fuera Solís, por cuanto la actuación de dicho Mosquera en el río de la Plata se registra casi un siglo después de la muerte del ilustre navegante y descubridor. (21) (20) En la carta publicada por Salaverry, la del 2 de julio, Hernandarias parece referirse a esta del 2 de junio, cuando dice: "En lo que a V. M. escribí habrá 20 días", etc.. etc. f25 pg. 107]. Por otra parte, ambas tratan de la expedición a la Banda de los Charrúas, siendo evidente que se complementan. (21) Hemos revisado varios documentos relativos a la expedición de Mosquera, que como lo señala él mismo en carta fechada en Buenos

14

EDUARDO F. ACOSTA Y LARA

Luego de la campaña de 1607, Hernandarias propuso al Consejo de Indias que la reducción de los indígenas uruguayos fuera confiada a predicadores religiosos, que tanto éxito habían logrado en otras comarcas de América. Este plan hubo de postergarse hasta 1619, en que el famoso jesuíta Roque Gonzáles, a pedido de Diego de Góngora, gobernador de Buenos Aires, pasó a las tierras bañadas por el Uruguay e inició sus prédicas entre los nativos, habiéndoles en guaraní, (-) [18 vol. I pg. 332]. Si bien en lo tocante a charrúas, el futuro mártir del Caaró no parece haber sido muy escuchado, al menos se abstuvieron de molestarlo, y la misión pudo ser cumplida entre otras naciones bárbaras, posiblemente guaraníes y guayanás. Finalmente, en tierras del cacique Nezá, en la actual provincia de Misiones, Rep. Argentina, Roque Gonzáles fundó el poblado de Concepción, cuya importancia en el desenvolvimiento económico y misional de aquellas comarcas habría de ser muy significativo, [28]. Bajo el gobierno de Céspedes, sucesor de Góngora, varios franciscanos encabezados por fray Juan de Vergara prosiguieron la obra de Roque Gonzáles, logrando formar algunas reducciones charrúas, cuya ubicación e historial nos son casi desconocidos. Empero, desconformes de vivir sujetos a un régimen que no les proporcionaba mayores beneficios materiales, los neófitos se alejaron del trato de los misioneros, optando por volver a su gentilidad primitiva. Y así continuaban en 1745, cuando a las tentativas del padre José Cardiel S. I. por atraer algunos de ellos a la vida civilizada, contestaron que se juntarían en pueblo siempre que se les diera de comer, vestir, yerba, tabaco y casa hecha [29 p. 21], excusas dilatorias de quie Aires el 18 de marzo de 1605, había sido anteriormente capitán general y gobernador de Puerto Rico [24, documento 3669]. Lamentablemente no logramos identificar al "almirante de la armada de Chile", ni aclarar las circunstancias en que fue muerto por los indios. En cuanto a Alonso de Sotomayor, en carta que escribió al Rey desde Santa Pe, camino de Chile (febrero 28 de 15S3), explica, que al llegar al rio de la Plata varó una de sus naves, la "Trinidad", debiendo arribar con graves desperfectos a San Gabriel f23 pg. 181]. Pudo haber sido allí donde los nativos mataron a veinte de sus hombres, tal como lo narra Hernandarias, a menos que éste quiera referirse a los soldados de Sotomayor que perecieron con Garay en el Paraná, Begún Paul Groussac, a manos de guaraníes ribereños [20 pg. 537]. (22) Roque Gonzáles se trasladó a las márgenes del Uruguay directamente desde Itapuá (Paraguay), donde había estado trabajando en la reducción de los indígenas locales. [24 documento 4878 (2), testimonios varios].

LA GUERRA *DE LOS CHARRÚAS

15

nes sólo aspiraban a vivir en la libertad de los campos, ajenos a otra ley que la de su antojo y albedrío. Al tiempo que los franciscanos procuraban la catequización de los charrúas, los jesuítas obtenían la de miles de guaraníes que vivían sobre el río Uruguay, al norte de Yapeytí, y poblaban además el interior de Río Grande del Sur, Brasil, jurisdicción .española en aquel entonces. Con estos indios, más el aporte de los que emigraron del Guayrá para ponerse a salvo de los paulistas, se formaron las Misiones Orientales y Occidentales del Uruguay, y las de Tape, baluarte en la guerra contra los charrúas y muro que contuvo a loa portugueses hasta la segunda mitad del siglo XVIII, época en que con el alejamiento de los ignacianos se produjo su derrumbe definitivo. í 23 ), (24)

DOCUMENTOS *

A)

Carta de Hernandarias al Rey (fragmento relativo a la campaña en la Banda de los Charrúas). Buenos Aires, junio 2 de 1608.

(23) En realidad fueron únicamente las Misiones Orientales y Occidentales las que contuvieron a los portugueses hasta la segunda mitad del siglo XVIII. Las de Tape, situadas más al este, entre el Alto Ibicuy y las sierras de Tape, de donde les viene el nombre, no alcanzaron a ver dicho siglo, ya que fueron destruidas por las bandeiras paulistas de 1636, 37 y 3.8, tal como se verá en el capitulo siguiente. (24) Pueden ampliarse detalles, sobre la ubicación geográfica e historia de estas reducciones, en "Cartografía Jesuítica del Rio de la Plata", por Guillermo Furlong Cardiff S. I. [31], y en "Historia do Rio Grande do Sul", por Carlos Teschauer S. I. [30]. Asimismo, en las copias del Archivo de Indias de la Biblioteca Nacional de Buenos Aires [24], bajo el N? 4878, hay una serie de testimonios relativos a los primeros reconocimientos de la Banda Oriental, alusión a los charrúas de la sierra de Maldonado, etc. (*) En la transcripción de los documentos, reemplazamos por lineas de puntos comprendidas dentro de paréntesis curvos, aquellos párrafos o textos ajenos al tema tratado ( ). Asimismo irán reemplazadas por líneas de puntos comprendidas dentro de paréntesis rectos, las letras y palabras ilegibles [ ], figurando las dudosaa o confusas dentro de paréntesis rectos, acompañadas de un signo de interrogación [ ?].

16

EDUARDO F. ACOSTA Y LAltA

B)

Id. de Francisco de Céspedes al Rey, sobre el estado misional de las provincias del Uruguay, Tape y Mbiaza. i25) Buenos Aires, septiembre 20 de 1628.

C)

Id. de Pedro de Baygorri a los caciques yaros, mbohanes y guenoas, exhortándolos o recibir a los padres de la Compañía de Jesús, y a formar con ellos poblados y reducciones. Buenos Aires, octubre 21 de 1655.

Documento A. [24 documento 3875]. "Señor Ayudado de la gente que aqui tuue de las ciudades de aRIba (") hize vna correduría y descubrimiento Por los meses de nouienbre y dízienbre Pasado de la costa de la mar y vanda de los charrúas en la qual halle muy buenos puertos y muy capazes de tener en si y Poder entrar en ellos muchos nauios de Porte y en particular en vn puerto que llaman sancta lucia y montevidio que sera treynta leguas desta ciudad. Es aquella tierra muy buena y de grandes calidades de buena para poblar en ella y aunque de pocos naturales cercanos, algo apartados ay suma dellos Porque Be podría llegar al Río Grande y a otros comvezinoa y Porque de lo mas que ay que dar quenta de aquella Tanda y costa de la mar enbiare copiosa Relación quando despache la Visita no lo hago en esta. El yntento con que hize esta correduría escreui a Vuestra magestad el año pasado que fue querer ver si podría ser de efecto el estar alguna Gente de aquella randa para descubrir la mar y dar aulso a esta ciudad de los nauios que por ella viniesen y considerando que en la parte donde se podia poner Gente para este efecto es muy ancho este rrio y que pueden pasar sin que los vean demás de que ay otros ynconvenientes Para no poderse tener aqui el aviso con la breuedad que Requiere acorde no dexar alia gente. Todauia ffue de effecto esta correduría porque hize vna muy buena suerte en los yndios de aquella costa de donde traxe vn español que tenían c a p [ . . . ] u o y Hize el castigo de la muerte del almirante de la armada de chile que traxo a su cargo el gouernador antonio mosquera que le mataron allí estos yndios con que queda aquella costa mas segura, y ellos con vn poco de miedo con que si algún nauio acertare a Perderse no correrán tanto rriesgo los españoles que por alli aPortaren, guarde nues(25) Tape y Mbiaza corresponden a comarcas que luego pasaron a manos de los portugueses. Mbiaza o Viaca, específicamente, era un puerto natural situado al sur de la isla de Santa Catalina, en el que se aprovisionaban las naves que viajaban hacía el Plata. Según el tesorero Montalvo, quedaba a 18 leguas de dicha isla [23 pg. 91]. (26) Es evidente que Hernán darías alude a los soldados de Santa Fe, desde donde partió la expedición de 1607.

LA GUERRA DE LOS CHARRÚAS

17

tro señor la Real persona de Vuestra magestad como la xrlsptiandad lo a menester. buenos ayres y junio 2 de 1608 Hernandarias de Saauedra" 'rubricado)

Documento B. [24, documento N» 4813]. "Señor. Auiendo entendido que los yndlos de la Costa deste Rio de la randa del norte que aultan en ella hasta su boca que sera cinquenta leguas de esta ciudad hacían muchos daños cautibando y matando la gente de los nauios que dauan al traues y que los vecinos de esta ciudad no podían passar a sus tierras a valerse de los frutos dellas que les hacen falta ynbie a llamar con un yndio ladino en lengua española algunos de los caciques y por la noticia que tenían del agasajo que hacia a los demás al punto binieron fuilos comunicando y obligándolos de manera que los uine a sujetar a la obediencia de Vuestra Magestad trate de su conbersíon yin Me a su tierra a fray Juan de Vergara guardián del Conuento de san Francisco -deste puerto que ha sido prouinclal dos vezes predicóles el santo euangello dijoles missa bautigo muchos grandes y pequeños después de auerlos catequizado y amonestado fundo dos reduciones la una de nación charrúa nombrada sant Francisco de oliuares y de otros yndlos chañas no menos dafiossos que los charrúas otra nombrada sant Juan de Céspedes dejo religiossos en ellas que hasta oy los dotrinan y uiendo que se abria puerta para entrar en las grandes prouincias del Uruguay tape y Viaga hice la mesma diligencia por yndios ynbiando alia mas caciques que luego binieron y sujetáronse a la obediencia de Vuestra Magestad todo con mucha suavidad uiendo que la tenían en el trato y que hacían conmigo lo que no auian podido acabar con ellos otros gouernadores con tuerca de armas valime de la Religión de la Compañía y entregúeles estas probincias y an sacado tanto fruto dellas que se an fundado las reducciones que constara por testimonios sin otras que no están aprobadas tienen yglesias sumptuosas con todo lo necesario y aunque auia ymbiado españoles para que los gouernassen y estuvieron haciéndolo algún tiempo por que ubo un disgusto con uno dellos entre yndios los hice boluer por que tan buenos principios no se malograssen y no pueden bolber alia combiniendo tanto sí no es poblando las probincias lo qual no se puede hacer sin orden de Vuestra Magestad que si la tubíera no tiene dificultad ninguna ni gasto considerable ni la de los charrúas que los yndios recluirán los españoles con mucho gusto y con el me dessean uer en sus tierras y dicen harán grandes demostraciones conmigo. Ynbie a Vuestra Magestad vnas capitulaciones muy enderezadas a su Real seruicio para hacer la entrada y población a mí costa mas de dos años y no e tenido respuesta deilas ni de ninguno de los despachos que an ydo en quatro años que gouierno y en esta ocasión buelbo a ymblar otro tanto

18

EDUARDO F. "ACOSTA Y LARA

dellas para que Vuestra Magestad se sirua haciéndome merced de mandar se tome resolución en negocio tan graue lo hecho consta todo por autos y cartas de los prouinciales y religiosos de sant Francisco y de la Compañía que parte se abra uisto ya en el conssejo y lo demás ba en esta? ocassion lo que puedo decir a Vuestra Magestad es que de los yndios del uruguay an benldo aqui mas de veynte juntos grandes músicos de punto de órgano uiolones y otros ynstrumentos para oficiar las missas y danzar delante del santissimo Sacramento diestros en todo como si en la corte de Vuestra Magestad lo vbieren aprendido siendo en tan poco tiempo y conuiene esto baya en augmento y no en disminución pues me a costado tantos ducados y trauajo Suplico a Vuestra Magestad umildemente mande que se bea y los demás papeles tocante a este negocio que e ydo ymbiando desde que llegue a este gouierno y se prouea sobre ello lo que mas conuenga al seruicio de dios y de Vuestra Magestad cuya catholica y Real perssona guarde muchos y felices años con acrecentamiento de mayores Reynos y señoríos de buenos ayres a 20 de septiembre de 628 Don Francisco de Céspedes" (rubricado)

Documento C. [32]. "El M.e de Campo don Pedro Vaygorri Caballero del Abito de Santiago Gov.or y Capitán g.l y justicia mayor destas Provincias del Rio de la plata y Vruay por el Rey N.S. Felipe quarto. Manda dezír a todos los Indios de las naciones Yaros, Mojanes, Guenoaes, y a las demás q.e estuvieren entre ellas, y en particular a Don Pedro guaytan, y Lumíllan, y cloyan Caciques, y Capitanes de dichas Naciones q.e les ruega y pide de parte de Dios N.S. del Rey y de la suya q.e como gente de buen Ser, y que deue buscar su Salvación en la otra vida y no ay otro camino para hallarla sino el del conocim.to de Dios N.S. Padre, Hijo y Espíritu S.to criador de todos los hombres y de Iesu xpo. que es entre estas tres personas el Hijo hecho hombre.y nos libro de poder del demonio a todos los hombres muriendo en vna cruz traten luego q.e recivan esta mi palabra de reducirze y juntarse todos en forma de Pueblo escogiendo para esto vn buen sitio adonde tengan comodidad de passar la vida con descanzo, y reciban Padres de la Compañía de Ihs de los que asisten en las Reducciones de los indios del Vruay a los quales yo les señalo en nombre del Rey N.S. para q.e los dotrinen y enseñen en la ley de Dios, y Bapticen y los amparen y defiendan como verdaderos P.s suyos, y como lo hacen con las demás Naciones de indios en todas parte q.e haziendolo asi les prometo y empeño la palabra del Rey y la mia de mirar en todo por su bien, y de mantenerlos en justicia, y deíendellos de BUS enemigos y de qualquier agrauio que quisieren hazerles los españoles. Y por q.e áfí aqui a cinco meses yo e de estar en sus tierras de paso

LA GUERRA DE LOS CHARRÚAS

19

para las del Vruay y me darán grande contentam.to si les hallo ya juntos en vn lugar y levantada la santa Cruz para ver y aprouarles el pueblo. Les ruego y ordeno se den priessa que les señalare sus Capitanes y haré todo lo q.e en mi fuere para q.e víuan con comodidad y gusto. Y después de auerles dho y dado a considerar todo esto se les intime de parte de Dios del Rey, y de la mia q.e sino se aprouecharen de la ocassion, y vinieren por paz a la obediencia los tratare como a rebeldes y con el animo y valor que Dios me a dado, y con las armas, y gentes del Rey N.S. ñire a buscarlos en lo mas retirado de sus tierras y les daré el castigo que merecieren por sus delitos y los sujetare y vmillare de suerte que no sean mas estoruo al S.to evangelio ní inquieten a las q.e sean reducido a la obediencia de sus leyes y del Rey N.S. a quien el Vicario de Xpo. q.e es el papa tiene cometida la predicación del S.to evangelio y la comversion de los indios, y el embia y yo en su nombre al P. Mig.l Gómez de la Compañía de Ihs o a qualquiera otro de sus Religiosos q.e esta mi carta les llevaren para q.e como mensageros de Dios y del Rey les digan y executen todo lo aqui contenido y para q.e conste q.e yo asi Jo digo y mando lo firmo de mi nom.e y lo sello con el sello de mis Armas q.e es fecho en la Ciudad de Buenos Ayrea en velntlvn dias del mes de otubre de mil y seiscientos y cinq.ta y cinco añosDon Pedro de Baygorri" (rubricado)

BIBLIOGRAFÍA 1) 2) 3) 4)

5) 6) 7)

JOSÉ TORIBIO MEDINA. — Juan Díaz de Solís. Santiago de Chile, 1897. PEDRO LOZANO S. I. — Historia de la Conquista del Paraguay, Río de la Plata y Tucumán. Publicada por Andrés Lamas. Buenos Aires, 1873. FÉLIX DE AZARA. — Descripción e Historia del Paraguay y del Río de la Plata. Madrid, 1847. ENRIQUE DE GANDÍA. — Descubrimiento del Río de la Plata, del Paraguay y del Estrecho de Magallanes. En "Historia de la Nación Argentina". Edición de la Junta de Historia y Numismática Americana. Vol. II. Buenos Aires, 1936. SAMUEL LAFONE Y QUEVEDO. — La Raza Pampeana y la Raza Guaraní. Congreso Científico Latino Americano (1898). Vol. V. Buenos Aires, 1900. ANTONIO DE PIGAFETTA. — Primer viaje alrededor del Mundo (1519-1522). Traducción del Dr. Carlos Amoretti. Madrid, 1899. ANTONIO DE HERRERA. — Historia General de los hechos de los Castellanos en las Islas, y Tierra Firme de el Mar Océano. (1601). Editorial Guáranla, Asunción del Paraguay. Buenos Aires, 1944.

20 8) 9)

10)

11)

12) 13) 14)

15) 16)

17)

18) 19)

20) 21)

22)

23) 24)

EDUARDO F. ACOSTA Y LARA EDUARDO MADERO. — Historia del Puerto de Buenos Aires. (Carta de Luis Ramírez, apéndice 8 ) . Buenos Aires, 1902. GONZALO FERNANDEZ DE OVIEDO. — Historia General y Natural de las Indias (1535). Publicada por la Real Academia de Historia. Madrid, 1851. EDUARDO F. ACOSTA LARA. — LOB Chana - Timbúes en la Antigua Banda Oriental. Anales del Museo de Historia Natural. N» 5. 2* serie. Vol. 6. Montevideo, 1955. DIEGO GARCÍA. — "Memoria". ( 1 5 2 6 - 1 5 2 7 ) . Publicada por Guillermo Furlong Cardiff S. I. Revista de la Sociedad Amigos de la Arqueología. Vol. VII. Montevideo, 1933. JOSÉ TORIBIO MEDINA. — Sebastián Caboto. Santiago de Chile, 1908. PERO LOPE DE SOUSA. —- Diario da Navegacao ( 1 5 3 0 - 1 5 3 2 ) . Con comentarios por Eugenio de Castro. Rio de Janeiro, 1927. RUI DÍAZ DE GUZMAN. — Historia Argentina (1612). En "Colección de Obras y Documentos" por Pedro Angelis. Vol. I. Buenos Aires, 1836. SALVADOR CANALS FRAU. — Poblaciones Indígenas de la Argentina. Buenos Aires, 1953. ULDERICO SCHMIDEL. — Viaje al Río de la Plata. (1534 - 1554). Publicado por Bartolomé Mitre y Samuel Latone y Quevedo. Biblioteca de la Junta de Historia y Numismática Americana. Buenos Aires, 1903. JUAN STADEN. — Vera Historia ( 1 5 4 7 - 1 5 5 7 ) . Publicada por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Traducción y comentarios de Edmundo "Wernlcke. Buenos Aires, 1944. FRANCISCO BAUZA. — Historia de la Dominación Española en el Uruguay. Segunda Edición. Montevideo, 1895. MARTIN DEL BARCO CENTENERA. — La Argentina (1601). En "Colección de Obras y Documentos" por Pedro Angelis. Vol. II. Buenos Aires, 1836. PAUL GROUSSAC. — Mendoza y Garay. Las dos fundaciones de Buenos Aires. Buenos Aires, .1916. SALVADOR CANALS FRAU. — Los indios del distrito de Buenos Aires. Publicaciones del Museo Etnográfico de la Facultad de Filosofía y Letras; Serie A, IV. Buenos Aires, 1940. ENRIQUE OTTSEN. — Corto y verídico relato de la desgraciada navegación de un buque de Amsterdam ( 1 5 9 8 - 1 6 0 1 ) . Publicado por Paul Groussac. Anales de la Biblioteca. Vol. IV. Buenos Aires, 1905. PAUL GROUSSAC. — Documentos relativos a la Conquista del Río de la Plata. Anales de la Biblioteca. Vol. X. Buenos Aires, 1915. BIBLIOTECA NACIONAL DE BUENOS AIRES. — Colección de Copias del Archivo de Indias, Sevilla (del N« 1 al N? 4930). Recopiladas por Gaspar García Viñas.

LA GUERRA DE LOS CHARRÚAS 25) 26)

27) 28) 29)

30) 31) 32) 33)

21

JUAN F. SALAVERRY S. I. — Los Charrúas y Santa Fe. Montevideo, 1926. JULIÁN M. RUBIO. — Exploración y Conquista del Rio de la Plata. Siglos XVI y XVII. Publicada en el Vol. 8 de "Historia de América y de los Pueblos Americanos", dirigida por Antonio Ballesteros y Beretta. Editorial Salvat. Barcelona, 1942. MANUEL CERVERA. — Historia de la Ciudad y Provincia de Santa Fe. Santa Fe, 1907. CARLOS TESCHAUER S. I — Vida e obras do veneravel Roque González de Santa Cruz. Río Grande, 1909. JOSÉ CARDIEL S. I. — Diario del Viaje y Misión al río del Sauce (1748). Publicado por Guillermo Fnrlong Cardiff S. I. y Félix Outes. Publicaciones del Instituto de Investigaciones Geográficas de la Facultad de Filosofía y Letras. Serie A. Memorias originales y documentos. N* 13. Buenos Aires, 1930. CARLOS TESCHAUER S. I. Historia do Rio Grande do Sul. Porto Alegre, 1918. GUILLERMO FURLONG CARDIFF S. I. — Cartografía Jesuítica del Rio de la Plata. Facultad de Filosofía y Letras. Publicación del Instituto de Investigaciones Históricas. N» LXXI. Buenos Aires, 1936. ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN, BUENOS AIRES. — Legajo Compañía de Jesús, N* 1, 1595 - 1675. S 9 • C 5 - A 9 - N« 3. FÉLIX DE AZARA. — Viajes por la América Meridional. Edición Espasa - Calpe. Madrid, 1923.

CAPITULO II

LAS BANDEIRAS PAULISTAS Y SU SECUENCIA En la plenitud del siglo XVII transcurre la llamada época de oro de las bandeiras paulistas, tan magníficamente estudiadas en lo histórico por Alfonso de E. Taunay [1], y en lo sociológico por Cassiano Ricardo [2]. Muy similar al corsario isabelino por su componente humano, sus fines político-económicos e inclusive su carácter semilegal, 0) la bandeira impugna los límites hispano-portugueses de América, marcha a la selva, invade las fronteras castellanas y de hecho logra modificarlas, incorporando cuantiosas tierras a su patria. Pero, la luz de la Historia no nos muestra al sertanista del Piratininga como a un romántico paladín de la causa lusitana» y sí, como a un encarnizado cazador de indios, cuyas depredaciones contra los aborígenes, sólo son comparables a las de quienes conquistaron los reinos de Moctezuma y Atahualpa. Así, por ejemplo, cuando asalta y devasta las misiones jesuíticas del Guayrá, Itatín y Tape, las sangrientas oleadas de 1629, 1632 y 1636, más que objetivos territoriales persigue la captura de los guaraníes allí establecidos, varios millares de ellos, con miras a beneficiarse de su esclavitud y explotación. Bajo este aspecto, el problema bandeirante se limita a una pugna entre los terratenientes brasileños, necesitados del trabajo de los indígenas, y los padres de la Compañía de Jesús, empeñados en formar con ellos los poblados y reducciones que conocemos. (2) 1) SI fenómeno bandeirante, como lo ha señalado Cassiano Ricardo, no sólo se realiza a espaldas de la Corona Portuguesa, sino que inclusive contradice y desobedece sus leyes, [2 pg. 421]. Adquiere además un notable sentido regional e independiente en el transcurso de 1580-1668, cuando el Reino de Portugal hubo de permanecer incorporado al territorio metropolitano español. (2) Resulta innegable que, de no ser por la oposición política y militar del llamado Imperio Jesuítico, las bandeiras habrían extendido los dominios de Portugal muy probablemente a todas las comarcas orientales de los rios Paraná y Paraguay. Sobre este tema y con particular

24

EDUARDO F. ACOSTA Y LARA

Los éxitos de las campañas paulistas contra las misiones del Paraguay y Río Grande, se debieron a que los gobernadores españoles, no sólo mantenían dichas misiones en el mayor desamparo, sino en que llegado el caso, y aún ante la inminencia de un ataque, tampoco les daban armas para que se defendieran por sus propios medios. Es bien conocida la complicidad de Luis de Céspedes Xeria, gobernador del Paraguay, con los organizadores y jefes de la bandeira que asoló el Guayrá en 1629. Las andanzas de este triste personaje terminaron en un proceso cumplido por la Real Audiencia de Charcas, la que dictó sentencia en 1636, condenándolo a una multa de cuatro mil pesos, a seis años de inhabilitación para ocupar cargos honoríficos, y al pago de los costos del proceso [3 vol. 3 pg. 311], [4 vol. 1 pg. 57], Años después, y habiéndoseles proporcionado armas, los guaraníes de las misiones del río Uruguay lograron derrotar dos grandes bandeiras, una comandada por Pascoal Leite Pais en Caasapaguac.ú (1638) (3), y otra por Jerónimo Pedroso en Mbororé (1641), faustos auténticamente jesuíticos, y lápidas que nunca olvidaron los hombres del Piratininga. Para ilustrar al lector sobre el clima de barbarie en que se desarrollaba la guerra bandeirante, tomamos de un documento misionero los siguientes párrafos, relativos al fin de algunos portugueses escapados del desastre de Mbororé, y que de retirada hacia San Pablo debieron de transitar por territorio de guananas o gualachos, parcialidad guayaná muy renombrada por su carácter feroz, y que según Serrano vivía entre los ríos Paraná y Uruguay, desde el sur de Misiones hasta el Iguazú [5 fig. 5 y pg. 40]. Dice así el documento, una carta del referencia a las bandeiras de Manuel Preto y Antonio Raposo Tavaree, (1629); André Fernandos, (1637); Fernando Dias Pais y Pascoal Leite PaiB, (1638); Jerónimo Pedroso, (1641); Antonio Ferráz de Araújo y Manuel de Frías Taveira, (1691), sugerimos la lectura del trabajo fundamental de Taunay "Historia Geral das Bandeiras PauliataB" [1], y de su compendio, "Historia das Bandeiras Paulistas" [4]. Asimismo, y entre abundantísima bibliografía, pueden consultarse los documentos de la Colección Angelis, publicados por Jaime Cortesáo en "Jesuítas e Bandeirantes no Guaira" [6]; los que dan a conocer Pastells y Mateos en "Historia de la Compañía de JesÜB en el Paraguay" [7], y finalmente, los testimonios presentados por el padre Ruiz de Montoya S. I. en BU clásica obra "LA Conquista espiritual del Paraguay" [8], (3) No tenemos certeza de si el combate de Caasapaguaeú tuvo lugar en 1638 o en 1639. Según Lozano, ocurrió siendo gobernador del Paraguay don Pedro de Lugo y Navarra, cuyo mandato abarca de 1636 a 1641. [3 TOl. 3 pg. 3143.

LA GUERRA DE LOS CHARRÚAS

25

padre Cristóbal Altamirano S. I., que los fugitivos: "llegaron a la tierra de los Gualachos, y derramados por las chacras destos con deseo de juntar comida teniéndose por muy seguros, una noche dieron sobre ellos i mataron los mas de los portugueses, y con tanta crueldad, q. después de auerlos hecho pedac,os les quitaron toda la carne de las pantorrillas, muslos y bracos para comérsela, como de hecho lo hicieron; y después, quemaron los huesos, y las cabecea de los muertos las pusieron por trofeo encima de los caballetes de sus casas, peláronles las barbas y colgáronlas por las alas de los tejados, en odio del mal que les auian hecho los dhos portugueses. De los quales, otra tropa que acertó a pasar por allí, viendo tan horrendo espectáculo en los de su nación, después de grandes lastimas y llantos, los enterraron." [7 vol. 2 pg. 83]. Ahora bien, como de los gualachos no se ha dicho que fueran antropófagos, y sí de los tupíes, que en número de dos mil o tres mil acompañaban la malhadada bandeira de Pedroso, sería del caso preguntarnos si en la matanza no habrán intervenido de los dichos tupíes, exasperados por la derrota sufrida, y aprovechando el caos para vengarse de sus despóticos amos. Es probable que algunas bandeiras seisentistas hayan penetrado en campos de la Banda Oriental, estableciendo contacto cún los charrúas y minuanes, y llegando, inclusive, a valerse de ellos para efectuar reconocimientos del territorio. (*) Así por ejemplo, la de Fernando Días Pais en 1638 [4 vol. I pg. 68], (5) (4) Como lo señaláramos en trabajos anteriores, los charrúas propiamente dicho, y los minuanes, formaban parte, étnica y cultural, del grupo genérico charrúa, al igual que los bohánes, martidanes, guenóas, y otras parcialidades no citadas en nuestro pafs, como ser la de los guayantiranes, balomares, etc. Si bien, charrúas y minuanes figuran como naciones separadas en buena parte del Coloniaje, su destino histórico converge en la segunda mitad del siglo XVIII, pudiendo considerárselos ya fusionados a principios del XIX. Algunos autores opinan que guenóa, guenoán, guinoán, son primitivas denominaciones de los minuanes. A ese respecto resulta muy valiosa una observación del padre* Juan J. Rico, S. I., que, en memoria presentada al Rey (octubre 17 de 1743), decía: "en el tramo de tierras y campañas que median entre el río Negro, Montevideo y el Río Grande, viven los infieles Guenoas (llamados en Buenos Aires Minoanes)". [7 vol. VII pg. 521 y 533]. No hay duda de que en la época que estudiamos, la parcialidad charrúa mejor representada en el sur del Brasil y en la Banda Oriental era la de los minuanes. (5) Tres columnas paullstas actuaron en Rio Grande del Sur y aniquilaron las Misiones de Tape. La de Antonio Raposo Tavares en 1636, la de Andró Fernandes en 1637, y la de Fernando Días Pais en 1638. De

26

EDUARDO F- ACOSTA Y LAR A

la de Manuel Dias da Silva, "o Bixira", en 1660 [9], y quizás también, con anterioridad a la de "Bixira", la de Domingo Barbosa Calheiros, que en 1651 amenazó Corrientes y mantuvo en jaque a las autoridades de Buenos Aires [4 vol. I pg. 94 y 130] [9], [3 vol. 3 pg. 323]. Ciertamente, la firme alianza que en los años venideros unirá a los charrúas y minuanes con los portugueses, nos hace vislumbrar una amistad anterior con los pauIistas, sin duda alguna, los primeros exploradores no jesuítas que recorrieron las tierras orientales del Alto y Medio Uruguay. Por más que el bandeirante haya rebasado infinidad de veces la línea de Tordesillas, (6) sus campañas no estuvieron animadas de un verdadero espíritu de conquista, en el sentido estricto de la palabra. Si conquistar es arraigarse y permanecer, esto no lo hizo el sertanista, salvo hallazgo de terrenos auríferos, tales como los de Pitanguí, Cataguaces, Bom Jesús de Cuyabá y Rio das Mortes. La ocupación de tierras, acto de estrategia y soberanía, es obra portuguesa, planeada por estadistas portugueses y cumplida en las más de sus etapas por oficiales portugueses. Claro está que invariablemente se siguieron las viejas rutas de las bandeiras, que no se logró plantar un sólo marco fronterizo más allá de donde éstas habían llegado, y que en todas las expediciones figuraban cuerpos de "aventureros paulistas", (7) imprescindibles cuando se trataba de guerrear contra los indios o de cumplir penosas jornadas en la selva. Capistrano de Abreu nos ha dado a conocer un interesantísimo juicio sobre aquella gente, tomado de una carta escrita al Rey de Portugal a fines del la última se supone que haya penetrado en campos de la Banda Oriental, al tiempo de incursionar contra los pueblos del Alto Ibicuy, los más occidentales de aquellas reducciones. Olyntho Sanmartín en su documentado libro "Bandeirantes DO BUI do Brasil", Bostiene que Fernando Dias Pais avanzó hasta los pueblos del IJui (Misiones Orientales), logrando la destrucción de varios de ellos, [10 pg. 211]. Cabe destacar que una de las columnas de Pias Pais, la comandada por su hermano, Pascoal Leite Pais, fue la que JOB guaraníes derrotaron en Caas&paguac.ú, [25 pg. 280], confirmándose entonces que dicho combate ocurrió en 1638. (6) El pleito de limites hispano portugueses de América, radica inicialmente en la interpretación del Tratado de Tordesillas (1494), el cual, tomando como demarcatorio un meridiano hipotético que vendría a corresponder a los 48° "W. de Greenwich, asignaba a los reinos de EBpaña y Portugal, respectivamente, las tierras occidentales y orientales a dicha línea, [11 vol. I pg. 15]. [4 vol. I pg. 25], [12 vol. I pg. 8]. (7) Al servicio de la Corona, los paulistas pierden el nombre de "bandeirantes" y reciben el de "aventureros de San Pablo". Años después, inclusive, se los distinguirá con el pomposo título de "aventureros Reales".

LA GUERRA DE LOS CHARRÚAS

27

siglo XVII, y en la que se sugieren medidas tendientes a consolidar la expansión lusa en el Plata, tema de! que nos ocuparemos en el próximo item. Dice así el documento: "A nova colonia do Sacramento por mercé de Deus se conserva" etc., etc. "Para se conservar a povoac^áo do Sacramento houvera Sua Magestade ter mandado fazer outra no Montevideu e outra no cabo Negro, assim para a estabilidade e communicac,áo de urnas para as outras povoacóes, como para nos innos senhoreando das térras que ficam de nossa parte, com os gados, lenhas e madeiras. E para isto se podía Sua Magestade valer dos homens de S. Paulo, fazendo-lhes honras e mercés, que as honras e os interesses facilitam os homens a todo o perigo; porque sao homens capazes para penetrar todos os sertóes, por onde andam continuamente sem mais sustento que cacas do mato, bichos, cobras, lagartos, fructas bravas e raizes de varios paus e nao lhes é molesto andarem pelos sertóes annos e annos, pelo habito que tem feito daquella vida." [13 pg. XXVII]. Notable la epopeya bandeirante, no en balde Auguste de Saint-Hilaire, el viajero y naturalista francés que recorrió el Brasil en 1816 -1822, le dedicó estos párrafos, que tomamos de Taunay: "Quando, por experiencia própria, se sabe quanta fadiga, provacóes e perigos aínda hoje esperam o viajor que se aventura nestas regióes longíquas e depois se conhecem os pormenores das jornadas intermináveis dos antigos paulistas, fica-se como estupefacto e levado a crer que estes homens pertenciam a urna raca de gigantes." [4 vol. I]. Restablecida la monarquía portuguesa en 1640, el país logró emanciparse de España en 1668. Luego de un período de recuperación nacional y bajo la regencia del príncipe don Pedro, futuro Pedro II de Braganza, Portugal encaró la revisión de su política colonial en América, trazándose un plan expansionista que incluía la anexión de las tierras y costas situadas al sur de Santa Catalina. (8) Como primera parte de este plan, se resolvió establecer una avanzada en la margen septentrional del río de la Plata, ya (8) Hasta la fecha, los establecimientos más australes de los portugueses eran el de San Francisco do Sul, en la bahía de Pepitanga o Batltonga, y el de Nuestra Señora do Desterro, en la isla de Santa Catalina. El primero había sido fundado en 1658-1660 ( ? ) , por Manuel Lorenzo de Andrade, portugués residente en San Pablo [ 1 6 ] , y el segundo por Francisco Días Velho, paulista, en 1662-1679 ( ? ) , [28 pg. 2461], [4 vol. I pg. 2011.

28

EDUARDO F. ACOSTA Y 3UARA

fuera en la isla de San Gabriel como en la tierra firme, encomendándose los trabajos al teniente general Jorge Soares Macedo. (e) Notificado de la orden en Río Janeiro (agosto 5 de 1678), Macedo se trasladó a San Pablo y llamó bajo banderas a los sertanistas más calificados de la época, obteniendo entre otras adhesiones las de Brás Rodrigues de Arzao, lugarteniente de Esteban Ribeiro Baiáo Párente en la guerra contra los tapuias de Bahía (1671-1674), y la de Francisco Dias Velho, fundador de N. S. do Desterro en la isla de Santa Catalina, e hijo de Francisco Dias, el más famoso cazador de indios de todo el litoral catarinense. Completada la expedición con doscientos flecheros y arcabuceros de las aldeas indígenas de Mboy y Carapicuíba, Macedo reunió gente y pertrechos en Santos, embarcó en siete sumacas, y se hizo a la vela (marzo 10 de 1679). Sorprendida la flota por grandes temporales hubo de regresar dos veces a Santos, hasta que en un tercer intento, las naves se dispersaron, arribando Macedo con tres de ellas a Santos, mientras que las restantes buscaban refugio en la isla de Santa Catalina. Ya en Santos, supo Macedo que se había nombrado a Manuel Lobo para fundar la Colonia, debiendo él trasladarse a la isla de Santa Catalina y esperar a que la flota de Lobo pasara a recogerlo, lo que llegado el caso no pudo hacerse, visto que el calado de las naves no les permitía acercarse a la costa. Más afortunado que Macedo en la primera etapa de su misión, Lobo, obtenido también el apoyo de los paulistas, llegó al Plata en enero de 1680, desembarcando en el lugar previsto y echando de inmediato las bases de la Colonia. (10) En procura del enlace con Lobo, Macedo embarcó a su vez en Santa Catalina, aprovechando el paso de una sumaca que llevaba víveres para la Colonia (febrero 13 de 1680). Luego de un viaje en extremo penoso, naufragó dicha nave en el cabo de Santa María, Rocha (febrero 24), perdiéndose la totalidad de (9) Aunque portugués de nacimiento, Macedo era buen conocedor del elemento Bocial brasileño e inclusive del "sertao", ya que, como adjunto a la Administración de Minas, babía participado de varias expediciones al interior, destinadas a la búsqueda de terrenos auríferos, [17 pg. 112]. Posteriormente a BU viaje al Plata, y ya en los primeros años del siglo XVIII, figura como gobernador de la fortaleza y villa de Santos, [14 pg. 44], [25 pg. 224]. (10) Manuel Lobo acababa de llegar al Brasil. Oficial de distinguida actuación en las guerras de la independencia de BU patria, Portugal, [15 vol. II pg. 17], se lo habla designado gobernador de Río Janeiro, con cargo a dirigir el avance luso hacia el Plata.

LA GUERRA DE LOS CHARRÚAS

29

la carga [14 pg. 178], [15 vol. II pg. 30]. Ante la imposibilidad de continuar viaje en una canoa grande que hacía las veces de embarcación auxiliar, Macedo la despachó a Colonia con parte de la gente, siguiendo él por tierra acompañado de una veintena de hombres. El 5 de marzo, cuando caminaban por la costa frente a la isla de Flores, los sorprendió un destacamento de guaraníes, que cumplían misiones de patrulla a las órdenes de los jesuítas Jerónimo Delfín y Domingo Rodiles. Conducidos primero al pueblo de los Reyes Magos (Yapeyú), se los trajo luego en balsas a Buenos Aire?, bajo custodia de tres mil indios armados, seguramente los mismos que habrían de intervenir en la toma de la Colonia. (") Ya en Buenos Aires las autoridades españolas los confinaron a calabozo, no sin antes interrogarlos in extenso sobre las razones de su presencia en la Banda Oriental. (l2) Tal a grandes rasgos la aventura rioplatense de Jorge Soares Macedo, cuyo cautiverio se prolongó hasta el V de mayo de 1682 [4], [15], [17], [14]. Cabe agregar, que según declaraciones del padre Jerónimo Delfín, Macedo traía órdenes relativas a una alianza de los portugueses con los bohanes, martidanes y yaros (véase el documento A), versión que no hemos podido confirmar en otros documentos de la época. Respecto a Lobo, sobres timando el valor de los argumentos legales que creía lo respaldaban, fundó la Colonia con la misma despreocupación que si no hubiera habido un sólo español quinientas leguas a la redonda. Y así, ajeno a los elementos políticos y militares que mantenían la hegemonía en el Plata, no advirtió que las reducciones jesuíticas se le echaban encima, cometiendo el error de no permitir a los paulistas atacarlas de antemano. Sobre el particular escribía al príncipe don Pedro desde la Colonia: "Como los moradores de S. Pablo tienen un gran odio a estos Padres de la Comp.a y a su gente con grandes encaresimientos me pidieron quisiese permitirles el que fuesen a haserles guerra (11) Estos indios deben haber custodiado a los prisioneros sólo hasta la desembocadura del rio Negro, ya que en Santo Domingo Soriano se incorporaron a las restantes fuerzas españolas que luego marcharían sobre la Colonia. (12) Azaróla Gü ha dado a conocer interesantes documentos sobre Macedo, inclusive las declaraciones que formulara en Buenos Aires ante el gobernador Garro (mayo 28 de 1680), [14 pg. 178]. Podrán obtenerse otras valiosas referencias sobre el tema, en el vol. III de la obra de Paatells y Mateos [7].

30

EDUARDO F. ACOSTA Y LARA

y cautibar aquel gentío. Porque la ansia ynsasiable que estos moradores tienen de haserla es tanta que todos me afirmaron que si de una parte les pusiesen montes de oro y plata y de la otra el gentío aunque les costase las vidas dejarían lo Primero por lo segundo y que quando tuviesen licensia de V. A. yrian asta los viejos de setenta años y que les diesen Pólvora y balas solo que ellos la pagarían y como las ordenes de V. A. son tan al contrario de esta su voluntad les respondí con Palabras grabes y que en ningún caso les pasase por ha ymaginacion tal empressa sin esperar primero orden de V. A.". Con todo, no se cerraba Lobo a la posibilidad de que los paulistas atacaran las Misiones, ya que como lo dice más adelante: "si los dhos Padres de la Comp.a que tienen la Capitanía de esta su gente quisieren haser algún servicio a Castilla y se nos quisieren oponer basta para divertirles y haserles grande daño permitir a los de S. Pablo la Pretendida licencia. Y quando ayga alguna rason para que se execute este yntento me parece ymbiarme V. A. luego la orden para usar de ella como el casso lo pidiesse. Porque ellos an menester un año antesipado para Prevenir con Plantas los bastimentos del desierto". (1S) De acuerdo con las órdenes del gobernador Garro, Antonio de Vera Mujica ocupó la Colonia luego de un breve asedio (agosto 7 de 1680), disponiendo para la operación de doscientos soldados de Buenos Aires, Corrientes y Santa Fe, más los tres mil guaraníes venidos al efecto desde las Misiones. Sostiene Manuel Cervera que la toma de la Plaza se debió exclusivamente a españoles y charrúas amigos, y expresa de los últimos: "sirvieron de exploradores de la vanguardia al acercarse al fuerte, y derrotaron una tropa portuguesa y de tupíes, siendo con los santafesinos y gefe Vera, el elemento principal de la victoria" [18 vol. I pg. 410]. Pasando por alto el espíritu anti-jesuítico del historiador, quien, compartiendo opiniones de Manuel Trelles, asegura que en la oportunidad sólo se distinguieron los guaraníes "como incen(13) Esta carta, sin (echa, cuyo original se conserva en la Biblioteca Nacional de Rio Janeiro, parece ser copia traducida al español de la que Lobo escribiera en la Colonia el 12 de marzo de 1680, y que entendemos no ha sido aún encontrada [14 pg. 36], [15 vol. 2 pg. 32]. La correlación del texto, algo contusa, nos impide saber si el pedido de los paulistas para atacar las Misiones le fue hecho a Lobo en San Pablo, mientras reclutaba gente, o más tarde, cuando ya se había eBtablecido en la Colonia.

LA GUERRA DE LOS CHARRÚAS

31

diarios, ladrones y cobardes asesinos", (14) diremos que la documentación básica exhumada hasta el presente, española o portuguesa, no menciona para nada a los charrúas en esta contienda, y sí, en forma unánime, a los guaraníes, elementos decisivos en el asalto a la Plaza, por más que a la postre se desmandaran de sus jefes y cometieran toda clase de tropelías. Puede que algunos charrúas de Santa Fe, que es a los que alude Cervera, hayan intervenido realmente en el episodio, pero nada hace suponer que en el plano e importancia señalados por aquel autor. Indican otras fuentes que cuando el sitio, charrúas y minuanes lograban filtrarse en las filas españolas, proporcionando caballos y carne fresca a los portugueses a cambio de mercaderías diversas. Se trata de otra versión infundada. No hay razones para pensar que Lobo llegara a establecer contacto con los charrúas, si es que alguna vez pensó en hacerlo, y está demostrado, Azaróla Gil exhibe varios documentos al respecto, que quienes se dedicaron a aquel comercio fueron los guaraníes, en grado tal; que Vera Mujica hubo de ordenar un sumario para castigar a los culpables [14 pg. 50 y 185], [15 vol. I pg. 73]. En definitiva, lo único que sabemos de los charrúas en relación al sitio y toma de la Colonia, es que en las instrucciones dadas por Garro a Mujica sobre la forma de conducir la campaña, se dice que, al llegar (Mujica) al río Negro, mientras espera los contingentes de Corrientes y las Misiones: "habiendo inquirido dónde se hallan los indios charrúas los procure atraer a sí, haciéndoles notorio lo que le pareciere y ofrecerles algún interés, de suerte que se consiga, o por bien o por mal, el que dichos indios, de cuyas naciones y caciques se le remite con esta memoria aparte, no vayan a hablar con dichos portugueses ni les den socorros movidos de la novedad o de algunos engaños" [14 pg. 174]. Hasta aquí el documento. No sabemos si las gestiones se cumplieron, en qué forma, y menos aún si tuvieron éxito. (14) Estos conceptos de Trellea y Cervera se basan en una exposición presentada al Cabildo de Corrientes por el procurador José Antonio de Mieres (1715), [19 pg. 13]. Cualesquiera fueran los desmanes de los guaraníes en la Colonia, debe recordarse el odio profundo que alentaban contra los portugueses, culpables a su entender de las atrocidades cometidas por los paulistas en las reducciones del Guayrá, Itatín y Tape. Además, el propio Mujica autorizó a los "indios soldados" para que saquearan la Plaza, como bien lo hace constar en la memoria y certificación presentada al gobernador Garro [14 pg. 192].

32

EDUARDO F. ACOSTA Y LARA

Por el Tratado Provisional de Lisboa (1681), ratificado por el de Alfonsa (1701), los portugueses obtuvieron la devolución de la Colonia. Logrado este objetivo, el próximo fue establecer enlace terrestre-entre la capitanía de San Pablo y aquella distante Plaza, al tiempo que se iban ocupando las tierras meridionales de Santa Catalina y las del Continente de San Pedro, futuro estado de Río Grande del Sur. Como paso inicial y por orden expresa del Rey, que ya lo era don Pedro II, los sertanistas Domingo de Brito y Francisco de Brito Peixoto, padre e hijo, fundaron en 1688 -1696 la villa de Santo Antonio dos Alijos da Laguna, junto a una ensenada o lagunón de la costa atlántica. (15) En pocos años, los pobladores de la villa se extendieron hasta el lejano valle del Yucuy, en pleno Río Grande,* delineando estancias y dedicándose con gran suceso a la cría de ganado. Corresponde al período expansionista de Laguna la iniciación de la amistad entre los portugueses y los minuanes, habiendo sido Francisco de Brito Peixoto quien la preconizó por todos los medios a su alcance. Político hábil, no bien entró en contacto con las campañas del sur, advirtió que para contrarrestar la acción prohispana de los guaraníes misioneros, nada mejor que obtener una acción pro-lusa de los minuanes, cuyas posibles hostilidades, no imputables a los portugueses por su carácter independiente, mal podrían comprometer el status logrado por los tratados de 1681 y 1701. Algunos españoles llegados a Laguna en agosto de 1722, fueron los que sirvieron de intermediarios entre Brito Peixoto y los minuanes, llevando los presentes que éste les enviaba y trayendo en cambio las seguridades de amistad y alianza dadas por los infieles. (16) El principal de estos españoles era un tan Roque Soria, a quien Rodrigo César de Menezes, capitán general de San Pablo, en carta al Rey (octubre 8 de 1722), califica de "Castelhano de boa capacidade e inteligencia, q' ha bastantes annos tem (15) I-