A1_Textos Sobre Unamuno

Primera edición en " E l Libro de Bolsillo" : 1977 Sexta reimpresión en " E l Libro de Bolsillo" : 1996 Introducción zy

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Primera edición en " E l Libro de Bolsillo" : 1977 Sexta reimpresión en " E l Libro de Bolsillo" : 1996

Introducción zyxwvutsrqponmlk

Lo primero que hay que aprender es a leer. (Miguel de Unamuno.) Reservados todos los derechos. De conformidad con lo dispuesto en el art. 534-bis del Código Penal vigente, podrán ser castigados con penas de multa y privación de libertad quienes reprodujeren o plagiaren, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica fijada en cualquier tipo de soporte sin la preceptiva autorización.

© Herederos de Miguel de Unamuno © De la introducción y selección: José María Valverde © Alianza E ditorial, S. A., Madrid, 1977, 1979. 1981, 1986, 1991, 1995,1996 Calle Juan Ignacio Luca de Tena, 15; 28027 Madrid; teléf. 393 88 ISB N : 84-206-1641-9 Depósito legal: M. 2.744-1996 Impreso en Lavel, S. A., Pol. Ind. Los Llanos C/ Gran Canaria, 12. Humanes (Madrid) Printed in Spain zyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA

Cada día somos más, seguramente, los que consideramos la poesía de Unamuno como lo mejor y más duradero de su obra, pero, para la inmensa mayoría, todavía la región en verso de la producción unamuniana sigue pareciendo, como pareció al principio, una vertiente de valor secundario, una especie dezyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZ hobby, si es que no una debilidad de aquel recio pensador vasco —el «pelotari en Patmos», que dijo Rubén D arío— . Eso ocurre, ante todo, por la razón general de que casi nadie sah" leer versos, por ineducación del oído, de la voz y de la memoria sonora; pero también tiene razones individuales, no sin relación con un hecho aparentemente anecdótico, el hecho de que Unamuno fuera un poeta tardío: Yo apenas escribí versos hasta pasar de los *rrin»« «%y¡ y la mayoría de ellos, la casi totalidad, después de traspuestos loic ua7

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Rubén Darío, precisamente el maestro del estilo moderxenta [...]. Son poesías de otoño, no de primayera. (Carta a Zonista contra el que venía a enfrentarse el ya encanecido rrilla de San Martín,zyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA 2-X1-1906.) poeta novel, catedrático de Salamanca. Es famosa la carta de Rubén (5 sept. 1907), homenaje al recién puPareció frivolidad que un personaje tan maduro y grablicado poeta y reproche a su maledicencia: hablando de ve (más que por sus cuarenta y tres años al publicar su Rubén D arío, Unamuno había calificado su poesía como primer libro de versos, por ser Rector de la Universidad «demasiado gaseosa, a la americana», y había dicho que de Salamanca desde hacía tiempo, autor de densos libros se le veían todavía las plumas del indio por debajo del filosóficos, y sabio conocedor del griego y de raras litesombrero. E l nicaragüense empieza por reprochar al vasraturas extranjeras), se empeñara en serzyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA también poeta, co que no le haya enviado el libro, muchas de cuyas y, lo que es más grave, con una forma sonora poco al composiciones ya había recibido manuscritas, y, tras de uso. Pues ocurría, en efecto, algo que al lector actual defender noblemente su persona, con plumas indias y apenas le importará, dada la sordera con que manejamos todo, sigue: hoy la letra impresa: en aquellos tiempos la gente tenía más oído que ahora para el verso —cualquier estudiante Y luego, yo soy uno de los pocos que han visto en usted al sabía hacer versos medidos y rimados a su novia—, y :ta. Que le ofrezcan a usted del sabio y del profesor, no me la poesía de Unamuno no se ajustaba a las formas sonoextraña... Mas ¿quién ha de ver en un nombre tal el don de ras vigentes —para la mayoría, las de Zorrilla, y Cam¡poesía sino los poetas? poamor; para la minoría, las novedosas de Rubén D arío, de injerto francés sobre el árbol tradicional: pero aquí E l año siguiente, Rubén Darío publicó en «L a Nano tenemos espacio para un análisis técnico de esta cuesción», de Buenos Aires, un artículo que sigue siendo tión— . Por tanto, se decretó en redondo que aquella el homenaje básico a la poesía de Unamuno —quien lo poesía, tan densa de fondo, no tenía forma, sin adverrecogería, un poco fuera de sazón, como prólogo a su tir que sí tenía su propio sistema formal e incluso un Teresa, en 1924zyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYXWVUTSRQPONM —. Allí decía, entre otras cosas: exceso de forma, pero, organizada desde_hases insólitas: un determinado Siglo de O ro (Fray Lnjs, Queyeclp. pero ¿Cómo; este hombre que escribe tan extrañas paradojas, este no Garcilaso ni G óngora), pécqner. eso sí, como padre hombre a quien llaman sabio, este hombre que sabe griego, que sabe una media docena de idiomas, que ha aprendido solo el sueco común, y aun Campoamor, pero, más aún, dos tradicioy que sabe hacer incomparables pajaritas de papel, quiere también nes extranjeras decimonónicas desconocidas en E spaña: ser poeta? Los verdugos del encasillado, los que no ven que un la italiana de Leopardi y Carduccyy. la inglesa de Gray. hombre sirva sino para una cosa, estaban furiosos. / Y cuando Coleridge, WJ^ds^uorrly. Browning... (Más adelante, manifesté delante de algunos que, a mi entender, Miguel de Unamuno es átate todo un poeta y quizá sólo eso, se me miró con exdespués de haberse opuesto inicialmente al modernismo .trañeza [...] Ya sé que muchos observan: ¿Y sus versos, y la rubeniano, Unamuno aprendería su lección). La cuestión forma de sus versos? Para mí _esa es una de las manifestaciones se solventaba sólo cuando era el propio poeta quien leía de su inconfundible indivjdualidaoS-J...] E n Unamuno se ve la en voz alta sus versos: «dicen que cuando yo los leo, necesidad que urge al^^dma del verdadero poeta, de expresarse rítmicamente, de decir' sus pensares y ¡sentires de modo musical. parecen otra cosa», escribía a Carlos Vaz Ferreira en Y en esto hay diferentes maneras, según las dotes líricas del indi1907. viduo; y no porque una música no se'parezca a la del autor por La validez de este sistema personal en la forma poénosotros preferido, hemos de concluir que no es buena [... ] Una frecuentación concienzuda de los clásicos de todas las lenguas ha tica —de ritmicidad excesiva para los hábitos del casdado a la expresión poética de Miguel de Unamuno cierta rigidez, tellano central— no la apreció entonces nada más que 1

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que hay quienes suponen dificultad, en la expresión rítmica de su rezagado que habría debido florecer a fines c\e\ siplozyxwvutsrqponm XTX palabra [...] L o que resalta en este caso es la necesidad del —casi al lado del Clarín de L a Regenta, y del mejor Galcanto... zyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA d Ó S zyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA — ; O, si se prefiere, el poeta a__rpedin ra mino -entre

Bécquer yAntonio,Machado. Pues la machadiana «plasPese al aplauso de Rubén Darío, no fue Unamuno ticidad del pasado» nos permite enderezar y corregir considerado primariamente como poeta en aquellos nuestra propia tradición: en todo caso, la poesía de Unaaños. E l máximo devoto unamuniano, Antonio Machamuno, después que Bécquer templó el arpa, fue la que do, le escribe haber llorado con uno de sus poemas y introdujo la voz enteriza y honda que pregunta por el haber perdido varios ejemplares dezyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA E l Cristo de V elázdestino último del hombre —de su persona, de su carne quez a fuerza de prestarlos, pero su devoción databa de y de su mundo—. antes de que el pensador vasco se mostrara poeta. Y ni que decir tiene que la sazón vanguardista que tendría Así, las anteriores consideraciones formales e histórisu año epónimo en 1927 no era muy propicia para vacas nos han llevado al umbral de la gran cuestión de la lorar a un poeta tan filosófico y tan poco refinado como >esía dé Unamuno: su valor y su peculiar papel dentro don Miguel: hubo que esperar a que entrara la siguien'e la aventura del espíritu de su autor. Y aquí es donde te y agitada década para que Jorge G uillen pudiera resncontraremos nuestra mejor razón para poner su poesía catar al ya anciano poeta —en la revista L os Cuatro ~r encima de su prosa (en especial de la de ideas, ya V ientos, e incurriendo por ello en la excomunión del ceue su prosa narrativa está a medio camino entre su zyxwvutsrqponmlkj loso J . R. J .— . E l pleno magisterio de Unamuno como 7. poética y su voz de articulista). ¿Por qué Unamupoeta se dio en la promoción que alboreó en vísperas .o, en su madurez vital y literaria, se entrega intensade_19-3.6u—sobre todo, Lui&_Rosales, los .hermanos Palente a la poesía, dándole la primacía en la expresión ne«?,.X iais^eUpe_JViyancQ -.— - Este último sería quien, ^e su persona e insistiendo en ser ante todo poeta, aunvenciendo las suspicacias del clima hiperortodoxo de en~ue su público se resistiera a reconocerlo así? Porque/ que tonces, publicaría en 1942 la grandiosa A ntología Unamuno -—pensamos— encontró en la poesía una' nos hizo ser ardientemente unamunianos a La mayoría auténtica vía de redención, el antídoto contra el vene-/ de los alevines líricos que asomamos a flote baria 1945. no de su alma, que no era tanto el exceso de raciona- ¡ Incluso, poco después, se produjo el curioso hecho, hoy lidad contra el que suele clamar, cuanto el exceso de< mal recordado, de que la^rimera^po^sJ a^ocial» —Euge«Y o », su autoposesión egolátrica. Es sabido que Unamu-i nio de Nora, Blas de Otero, y otros; dejando a un lado no abandonó su socialismo juvenil con el pretexto de a Celaya para que él mismo hable algún día de su unaque «primero» tenía que aclararse sobre si el hombre munismo—, se hiciera precisamente con acento unamues inmortal o no, porque, de no serlo, una sociedad feliz niano. Pero luego Unamuno es. ignorado por la sucesino haría sino aumentar el dolor de la aniquilación. Con v^^la^nj ^«p^s^^s^c ial» —pongamos, de G il de Biedeso, a pesar de los Evangelios que siempre releía en el ma a Vázquez Montalbán— , y^.aún..má.s^4> Qr-la-po.ste-.. original griego, no supo reconocer que, en su búsquedaj rior reacción estetizante de los un día-llamados «novísiagónica de un Dios garantizador de su inmortalidad ení j nos»^ Tal vez, sin embargo, se inicia ya otra etapa en cuerpo y alma, iba contra la naturaleza misma de la fe que la poesía de Unamuno vuelva a resonar de lleno que anhelaba, al poner «primero» la búsqueda intelec-1 en los poetas: probablemente, en una perspectiva temtual y dejar para luego el amor, un amor — además— poral que será la de verle como el gran poeta «mayor» en que no cabe admitir fronteras ni conflictos entre el i

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\amor a Dios y el amor al prójimo. Más brevemente: se-zyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA B I B LI O G RAF I A (gún esos Evangelios, para ganar el alma propia hay que Damos ahora unas breves referencias sobre las publiempezar por perderla —perder la vida para Dios y los caciones poéticas de Unamuno, en su orden cronológico además— . Y el egotismo contra el que luchó toda su vida 5de publicación, que es el de esta antología: 'ÍUnamuno le dominaba más cuando escribía en prosa: su expresión formal era ese típico estilo del artículo pePOE SIAS (1907). E l volumen, impreso en Bilbao y riodístico unamuniano, a la vez neoclásico y «a la pata distribuido en Madrid, contiene, 102 poesías; genela llana», vociferante y disperso en paradojas verbales ralmente, largas_odas meditativas; al final, unos poy ganas de llevar la contraria; en verso, en cambio, Unacos sonetos y cinco traducdone^de Carducci —dos—, muno entraba en una vía saludable, dejándose, dominan | Leopardi, Coleridge y Maragall. por unos imperativos formales más ajenos _a_m_¿