9.2Vaquero Guardian

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Sinopsis Billy Thornton es un alborotador reconocido. Ha pasado la mayor parte de su vida haciendo lo que su hermano Clem quería de él y de intimidar a la gente que les roban a ellos. Las consecuencias de esa vida eran que Billy terminaba pasando más de una noche enojado con su hermano y curando sus heridas. Lo único que Billy no podía permitir era que Rourke Blaecleah fuera lastimado, había amado Rourke durante el tiempo que podía recordar, a pesar de que sabía que estaba mal. La única manera de tratar con él era a hacer todo lo posible para mantener a Clem lejos de Rourke, y eso significaba ponerse en peligro más de una vez. Cuando Rourke arrincona a Billy una noche y lo besa, las cosas vienen a su cabeza como por arte de magia. Rourke se da cuenta de que el hombre que ha estado buscando toda su vida está delante de sus narices. Billy descubre que en realidad podría ser capaz de experimentar que Rourke es amoroso como la vida real y no sólo en sus fantasías. Y los dos hombres se dan cuenta de que lo que han encontrado juntos ha puesto sus vidas en peligro porque Clem viene para ellos y el hombre no esta nada feliz.

Capítulo 1 —¿Qué estás haciendo, Billy? Billy giró desde dónde estaba viendo la recepción de la boda al otro lado del campo. El miedo lo llenó cuando notó a Rourke Blaecleah junto a él. Tanto como quería tomar al sexy y alto hombre, Billy sabía que su culo estaba en problemas, grandes problemas. —No estaba haciendo nada, lo juro —dijo Billy rápidamente mientras empezaba a dirigirse al bosque. Había estado en el borde del bosque tras un gran árbol—. Sólo quería ver. No estaba causando ningún problema. —Estás en propiedad privada, Billy. —Me iré. —Billy continuó retrocediendo, pero no se estaba alejando mucho de Rourke. El hombre daba un paso adelante por cada paso que Billy daba hacia atrás. —Juro que no estaba causando ningún problema, Rourke. Sólo quería ver la boda. —No fuiste invitado, Billy. Billy tragó. En su mente, sabía que nunca sería invitado a ninguna de las celebraciones de los Blaecleah, pero en su corazón, anhelaba ir a ellas. La familia Blaecleah era conocida por estar unida, cada miembro se preocupaba por los otros de algún modo. Esa conexión entre ellos fascinaba a Billy. —¿Por qué estás aquí, Billy? Instantáneamente escondió la pequeña foto desteñida que sostenía en su mano tras la espalda. Su estómago empezó a revolverse cuando Rourke se acercó más a él, con una peculiar expresión en su rostro que Billy no podía descifrar.

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A parte de cómo funcionaba la familia Blaecleah, Billy estaba más intrigado por Rourke. Era el tercer hermano de cinco, el hijo del medio por decirlo de alguna forma. Billy empezó a tener extraños sentimientos por el hombre cuando tenía dieciséis años. En esos cinco años, esa fascinación no se había marchitado. Sólo se había vuelto más fuerte. Rourke dominaba cada una de las fantasías de Billy. Nunca había conocido a otro hombre o mujer que lo atrajera como Rourke. A veces se preguntaba si alguna vez lo encontraría. Rourke de repente se colocó delante de él. Billy se encogió cuando extendió la mano para coger la foto sostenida tras su espalda. Se retorció para alejarse, para ocultarle a Rourke la foto. Quedaría humillado si Rourke descubría que tenía una foto suya, aunque estuviera tan desteñida y gastada. —Por favor, es mía —lloriqueó cuando Rourke la agarró y tiró— . ¡Es mía! No era lo bastante fuerte para evitar que Rourke le quitara algo. La foto no era una excepción. El hombre lo superaba al menos por medio pie de altura y cien libras. Rourke también era grueso y musculoso para la delgadez y el desgarbado de Billy. No tuvo oportunidad. Gruñó cuando Rourke le arrancó la foto de su mano. Su humillación empezó en el momento en que Rourke miró la foto y luego le arqueó una ceja. Y algo en el rostro de Rourke le dijo que nunca acabaría. Rourke Blaecleah tenía munición para usar contra él, y al hombre no le importaba usarla para conseguir lo que quería. —¿Por qué tienes una foto mía, Billy? Billy se encogió, negándose a encontrarse con la curiosa mirada de Rourke. Sabía lo que vería si lo hacía, y no pensó que pudiera aguantarlo, no ahora. Billy sabía el tipo de reputación que tenía. Era considerado un alborotador. Y, de un modo lo era. Aprendió a una temprana edad a hacer

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lo que su hermano le decía. Clem, le decía lo que hacer o se enfrentaría a las consecuencias. Eso significaba que había entrado en muchas peleas, roto algunas leyes, y se había convertido en alguien que sabía que nunca le gustaría a Rourke. A nadie de la familia Blaecleah. El aire en los pulmones de Billy se quedó atrapado en algún lugar en medio de la respiración cuando Rourke de repente dio un paso adelante y lo presionó contra el árbol tras él. Billy podía sentir la dura corteza enterrándose en su piel a través de su fina camisa. Sabía que si Rourke empujaba, tendría arañazos en su espalda. Rourke sólo parecía inclinarse sobre él, sin empujar demasiado fuerte pero lo bastante para que Billy no pudiera alejarse. Billy giró su cabeza a un lado cuando Rourke se inclinó más cerca de él. Tragó duro cuando sintió el cálido aliento de Rourke en su mejilla. —Creía que te había hecho una pregunta, Billy —dijo suavemente— . ¿Por qué tienes una foto mía? Y no me mientas, Billy. Lo sabré si lo haces. —La encontré —Billy dijo rápidamente. Era la verdad. Había encontrado la pequeña foto. Por supuesto, la había encontrado dentro de la guantera del coche de Ma Blaecleah, al cual Clem le había ordenado buscar dinero o algo que pudiera vender. Las rodillas de Billy casi se le doblaron cuando encontró la pequeña foto de Rourke, el personaje principal de todos sus sueños. Había sido tomada hacía sólo un par de años en el porche delantero de los Blaecleah. Rourke había estado vestido con botas de cowboy y jeans apretados, su pecho desnudo mientras trabajaba en la barandilla del porche. Alguien obviamente había dicho algo gracioso porque la cabeza de Rourke estaba hacia atrás mientras reía. El sol de la tarde había estado brillando, iluminando el rostro de Rourke. Incluso aunque Billy perdiera la foto, la había mirado tantas veces que la imagen estaba grabada a fuego en sus recuerdos. —La robaste —murmuró Rourke.

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Billy se estremeció. Rourke estaba demasiado cerca. Podía oler al hombre, oler su rica y masculina esencia, y lo estaba volviendo loco. Sabía que se suponía que no tenía que tener esos sentimientos por un hombre. Sólo lo meterían en problemas. Parecía que Billy no podía detenerlos. —Ahora, me pregunto porque robarías una foto mía, Billy. Billy apretó sus labios y cerró sus ojos. Sabía por experiencia que mantenerse cayado era su mejor curso de acción. Hablar sólo lo metía en problemas. Si sólo pudiera mantener su boca cerrada, Rourke lo torturaría de la forma que escogiera, luego se cansaría del juego y lo dejaría solo. —No me estás contestando, Billy. El momento en que Billy sintió la cálida lengua de Rourke pasar por la sensible piel de su garganta, empezó a estremecerse, acallar los gemidos de su boca. Rourke colocó sus piernas entre sus gruesos muslos. Luego empezó a empujar y arañar. Billy gimoteó cuando sus muñecas fueron atrapadas y sostenidas detrás de su espalda. Quería gritar por la injusticia de todo. Rourke sólo había usado una mano para sostener las suyas. La otra la usaba para agarrar la mandíbula de Billy, forzándolo a mirar arriba. Billy mantuvo sus ojos cerrados. No podía mirar. —Te gusto, ¿no, Billy? —se estremeció cuando sintió la lengua de Rourke por su piel de nuevo. —El pequeño Billy Thornton está colado por mí. —Gimoteó por la risita baja que retumbó a través del pecho de Rourke. Su humillación era completa. Rourke Blaecleah ahora sabía lo que sentía Billy. Sabía que a partir de ese día, Rourke usaría ese conocimiento contra él. No importaba lo que Billy hiciera, no importaba cuanto suplicara, Rourke ahora tenía la habilidad de destruirlo. —Bueno, ¿no es este un interesante giro en el curso de los acontecimientos? —apretó sus ojos más fuerte, esperando que las lágrimas que podía sentir formándose no cayeran por sus mejillas.

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Si sólo pudiera aguantar esa parte de sí mismo entonces sería capaz de sobrevivir a los siguientes minutos. No podía dejar que Rourke tuviera eso de él. —No estoy colado por ti —dijo mientras abría sus ojos para mirar a Rourke. Intentó poner cada sentimiento odioso, cada enfado y rabia en sus ojos. No hizo ningún bien. Rourke sólo rió. —Sólo consideremos eso, ¿vale? La bravuconería de Billy se fue al instante cuando Rourke juntó sus bocas. Nunca había sido besado antes, pero lo había imaginado muchísimas veces. Ninguna de esas fantasías se habían acercado a como se sentía ser besado por Rourke. Billy gimió y se empujó contra él. Podía sentir cada grueso y vigoroso músculo, cada hueco y curva del cuerpo de Rourke. Y todo ello se sentía glorioso para Billy. Tiró de sus manos hasta que Rourke las soltó y agarró la camisa del hombre, acercándose más. Sintió las manos de Rourke ahuecando su culo, alzándolo hasta que sus duras pollas se presionaron juntas. Gimió y subió sus piernas, envolviéndolas alrededor de la cintura de Rourke. La dura corteza se presionó en su espalda, arañando contra su piel. A Billy no le importó. Estaba justo donde había fantaseado estar durante años. Rourke empujó más duro contra él, sus pollas acariciándose juntas a través de sus jeans. Incluso el contacto más breve era bastante para hacer que Billy anhelara más. Su cabeza cayó para atrás cuando Rourke soltó sus labios y empezó a besar la línea de su mandíbula hacia su garganta. Los dientes de Rourke se agarraron a su garganta. Billy se tensó y gimió, saturando la parte delantera de sus jeans con su inesperada liberación. Se sentía tan alto que nada podía tocarlo. Sólo sentía la respiración de Rourke en su cuello, las manos del hombre en su piel. Nada más importaba. —Joder, eres un pequeño pedazo caliente, ¿no, Billy? —Rourke masculló contra la garganta de Billy.

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Su sangre fue de alarmantemente caliente y necesitada a frío hielo en el segundo en que registró las palabras de Rourke en su cerebro. Casi se ahoga con el gemido que intentó tragar cuando empujó el cuerpo de Rourke y bajó sus pies al suelo. Rourke sólo estaba jugando con él. No podía sentir la tierra moviéndose. No se había corrido en sus pantalones. No se había sentido en ese único momento como si alguien lo hubiera amado sólo un momento. Para Rourke, todo había sido un juego de humillación. Lágrimas llenaron sus ojos, y esta vez, no fue capaz de evitar que cayeran por sus mejillas. Rourke había tomado lo único bueno de la vida de Billy y había hecho de ello algo barato y sucio. No estaba seguro de si alguna vez perdonaría a Rourke. Debía haber algo en el rostro de Billy porque Rourke se veía confundido cuando sus brazos se apartaron. Sus cejas se juntaron en un profundo ceño. —¿Billy? —Te odio. —¡Billy! Billy agarró la foto de la mano de Rourke y la rompió en dos, justo como Rourke había hecho con su corazón. La boca de Rourke se cerró de golpe cuando su confusión se volvió enfado, pero a Billy no le importaba. En ese momento, verdaderamente odiaba a Rourke. Se movió alrededor del tronco del árbol y empezó a retroceder. Sabía que si pudiera alejarse lo bastante de Rourke, podría correr, y eso era algo que Billy sabía hacer muy bien. Era una cosa por las que estaba contento de ser tan pequeño. Podía correr muy rápido. —Billy, hablemos de esto —Rourke dijo, su mano extendida ante él. Billy sacudió su cabeza y continuó retrocediendo. No había nada que Rourke pudiera decir que mejorara esto. Ya lo había dicho todo. Billy sabía exactamente lo que el hombre pensaba de él.

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—Billy, vamos, no quería decir eso. Y quizá eso era lo que más entristecía a Billy. Rourke no había querido nada de eso. Rourke había sacudido el mundo de Billy, y no había significado nada para él. Billy siempre supo que sería de esa manera, pero una pequeña parte de él había tenido esperanza, hasta ahora. Billy le dio a Rourke una última larga mirada, sabiendo que en el momento en que dejara esa pequeña cueva de árboles, todo acabaría. No habría marcha atrás. Estaría dejando sus fantasías atrás como un trozo de basura en el suelo. Los ojos de Billy miró la fotografía rota en el suelo tras Rourke. El anhelo dentro de su cuerpo casi lo debilita por su intensidad. Una cosa tan pequeña, realmente un trozo de papel, y había sido todo el mundo de Billy. Y ahora se había ido. Billy miró a Rourke de nuevo, notando que en su distracción con la foto, Rourke se había acercado más. Dio otro paso atrás, luego se giró y corrió hacia los gruesos árboles. Sabía que a pesar del tamaño de Rourke y su fuerza, el hombre no tenía oportunidad de mantenerse a su ritmo. Billy había huido de gente más grande y más mala antes. Podría alejarse fácilmente de Rourke. El último sonido que escuchó antes de que los árboles lo rodearan era a Rourke gritando su nombre. Billy casi tropieza cuando el sonido hizo eco por el bosque. Corrió más rápido para alejarse del sonido de Rourke diciendo su nombre mientras se alejaba de él. Corrió entre los árboles, agachado bajo las ramas, y saltó sobre troncos caídos. Corrió hasta que sus piernas dolieron y su corazón empujó en su pecho. Corrió hasta que supo que había dejado a Rourke detrás. Finalmente llegando al límite del bosque desde el rancho de los Blaecleah, Billy disminuyo el ritmo hasta caminar. Podía ver las luces de la granja de su familia apagadas en la distancia e hizo una mueca, sabiendo que su hermano Clem estaba en casa. Sus padres

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probablemente estaban en el pueblo. Billy cambió de dirección y se dirigió al pequeño arroyo que pasaba tras el establo. Necesitaba limpiarse antes de entrar en la casa. No sabía cuánto había estado bebiendo Clem, pero si su hermano olía a Rourke en él, estaba acabado. Clem podía ser despiadado cuando quería, y normalmente lo era, pero era peor cuando estaba borracho. Clem también odiaba a cada miembro de la familia Blaecleah con un profundo odio que bordeaba en la obsesión. Billy nunca lo había entendido, pero también había aprendido a no hacer preguntas sobre ello. Eso sólo le hacía daño. Incluso había aprendido a no hablar con los Blaecleah. Billy rodeó el establo y caminó hacia el arroyo. Se agachó y empezó a limpiarse las manos. El agua salpicada en su rostro alejó las lágrimas. Billy sólo esperaba poder deshacerse de las otras evidencias tan fácilmente. Acababa de empezar a desabrocharse los jeans para limpiar el semen en ellos cuando escuchó una cuerda golpear tras él. Billy se congeló, el terror imposibilitando que las palabras pasaran por su garganta. —Vi lo que hiciste, Billy. Billy se encogió cuando escuchó el inconfundible sonido del látigo de su hermano desplegarse. Sabía lo que venía. Billy giró tan rápido que aterrizó sobre su culo en la fría agua del arroyo. Podía ver el odio ardiendo en los ojos de su hermano, su brillo de locura. Empezó a retroceder en el arroyo sobre sus manos y pies mientras Clem avanzaba hacia él, chasqueando el látigo en su mano. Extendió una mano delante de él como si el pequeño gesto pudiera alejar a Clem. —No, Clem, no es lo que crees, lo juro. —Te vi besar a Rourke Blaecleah. Los ojos de Billy se ampliaron cuando Clem alzó el látigo en el

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aire. —Clem, ¡no! —¡Jodido marica! Billy gritó.

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Capítulo 2 —¡Billy! —Rourke gritó de nuevo mientras buscaba en el bosque al hombre. Había estado sorprendido de lo rápido que Billy podía correr. Un segundo, Billy estaba huyendo de él. Al siguiente segundo, simplemente había desaparecido de la vista. Nunca había visto a nadie correr tan rápido. Finalmente se detuvo, admitiendo que no iba a encontrar a Billy en el oscuro bosque. Tenía que esperar a la próxima vez que lo viera en el pueblo. Quería ir a la granja Thornton, pero sabía que eso era imposible. Clem, el hermano mayor de Billy, lo odiaba. Rourke no sabía exactamente por qué. Él y Clem solían ser muy buenos amigos. Pero el verano en que cumplieron dieciocho, Clem se había ido unas semanas. Cuando volvió, era un hombre cambiado, lleno de odio y enfado. Rourke había intentado hablar con Clem, hacerle entrar en razón. Su conducta era espantosa. Sólo había causado peleas entre ellos. El distanciamiento había crecido hasta que fue demasiado grande, Rourke no pensaba que pudiera ser resuelto. Y francamente, hasta hoy, a Rourke no le había importado. Realmente no quería nada de los chicos Thornton. Todo eso había cambiado en el minuto en que la boca de Rourke se había colocado sobre la de Billy saboreando por primera vez al hombre. Rourke había estado con muchos hombres. Incluso tenía algún tipo de reputación en los bares que frecuentaba. Había follado a casi todo lo que tenía pulso y polla. No era quisquilloso. Todavía tenía que encontrar al hombre que le diera una buena razón para dejar de liarse con otros. Había empezado a pensar que quizá nunca lo encontraría, y entonces besó a Billy. Había algo en el beso de Billy que había mecido cada cimiento de Rourke. No sabía que era, pero quería explorarlo más.

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Estaba totalmente sorprendido por su reacción hacia Billy. Simplemente planeaba besar a Billy y asustarlo. Clem y Billy eran conocidos por ser homófobos. Pensó que un toque de sus labios sobre los de Billy y el hombre correría a casa gritando en busca de Clem. Cuando Billy se había acercado, agarrado su camiseta y prácticamente saltado sobre él, Rourke había estado atónito. También se había puesto duro como una roca en segundos. Billy sabía como una dulce lluvia de verano. Rourke no había sido capaz de tener bastante. Sacudió su cabeza más confundido de lo que podía recordar haber estado desde que descubrió que era gay. Billy había sido una verdadera sorpresa, y Rourke no sabía cómo se sentía sobre ello. Y no era como si no pudiera ir y preguntarle. No había puesto un pie en la propiedad de los Thornton en años. Clem y Billy también estaban prohibidos en el rancho Blaecleah, por lo que Rourke había ido a investigar cuando notó a Billy observando la boda desde los árboles. El hermano mayor de Rourke, Lachlan, y su amante, Asa, se estaban casando en el patio. Habían pasado por mucho para conseguir estar donde estaban hoy. Rourke no iba a dejar que nadie arruinara su día especial juntos. Ver a Billy le había enviado una nota de pánico a Rourke. Sospechaban que Clem era el responsable de quemar el establo, y quizá también Billy. Donde estaba Clem, Billy no estaba muy atrás. Y los dos creaban muchos problemas juntos. Rourke había corrido, yendo tras Billy para evitar que causara problemas. No había esperado encontrar a Billy acariciando gentilmente una foto como si fueran las joyas de la corona de Inglaterra. Ciertamente no había esperado descubrir que era una foto suya. Rourke empezó a volver a la recepción de la boda, con pensamientos de Billy dominando su mente. Sabía que no podía

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decirles nada a sus hermanos. Morirían de risa si supieran que había besado a Billy y le había gustado. Además de eso, Lachlan y Asa tenían un particular desagrado por Clem y Billy. Primero, habían intentado golpear a Asa la noche que Lachlan lo conoció porque era gay, luego Clem había acosado a Asa y Lachlan en el pueblo, y luego habían intentado quemar el establo con ellos dentro. Lachlan y Asa tenían una razón para que no les gustara ni Clem ni Billy. Rourke pudo ver que la recepción de la boda estaba en su apogeo cuando volvió. El sol estaba empezando a ponerse, y pensó que las cosas se habrían relajado, pero aparentemente todos estaban pasándoselo en grande. —Hey, ¿a dónde fuiste? Rourke se giró para mirar a su hermano, Quaid, cogiendo la cerveza que el hombre tenía en su mano. Le dio un trago largo antes de contestar. Necesitaba un minuto para encontrar una respuesta plausible, una que no hiciera sospechar a su hermano. —Pensé que había escuchado algunos ruidos en el establo. — Rourke se encogió—. Fui a comprobarlo. Quaid miró en dirección al nuevo establo, sus ojos se entrecerraron. —¿Encontraste algo? —Nada que merezca la pena. —Rourke rápidamente alzó la botella de cerveza a sus labios y le dio otro sorbo cuando su hermano se giró para mirarlo. Podía ver la curiosidad en el rostro de su hermano y sabía que quería preguntar algo más. Rourke sólo esperaba que lo dejara caer. —Si escuchas algo más, dímelo. Rourke asintió, sabiendo que no diría una palabra. Si veía a Billy en la propiedad de nuevo, Rourke no quería a nadie allí cuando se enfrentara al hombre. Las cosas que tenía que decir, y las respuestas que quería, no eran para nadie más que él.

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—¿Dónde están la novia y el novio? Quaid resopló. —Sabes que Asa va a matarte si te pilla llamándole novia. —Sí. —Rourke rió—. Es tan fácil meterse con él. Quaid hizo rodar sus ojos. —Sólo no digas nada ahora. Ma te despellejaría vivo si arruinas la primera boda que organiza. Ha estado planeando esto durante años. —¿Alguna vez has pensado en casarte? —¿Yo? —las cejas de Quaid subieron—. ¿Casarme? ¿Estás loco? —Oh, vamos, Ma estaría encantada de organizar otra boda. Podía sentir los ojos de Quaid recorrerlo de arriba a abajo. Había una ligera curva desdeñosa en la esquina del labio de Quaid. —Tú primero. —Sí, no veo que eso vaya a pasar pronto. —¿Todavía no has encontrado a nadie para llevar esas esposas forradas de piel que tienes? —Oh, he encontrado a muchos hombres para que las lleven — contestó, sabiendo que Quaid sabía el lado pervertido de su naturaleza—. Sólo no he encontrado a nadie que las merezca. —¿Las merezca? —gritó—. ¿Me estás diciendo realmente que haces que la gente se gane el derecho a llevar tus esposas? Rourke sintió que su rostro se sonrojaba cuando varias persona junto a ellos se dejaron lo que estaban haciendo para mirarlo. Quería patear fuerte a su hermano. —¿Puedes bajar la voz? —¿Estás avergonzado de tu perversión, Rourke? —se rió por lo bajo.

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—Infiernos no, sólo que no creo que todo el mundo tenga que saberlo, especialmente Ma. Quaid hizo una mueca y miró alrededor rápidamente. —Sí, probablemente tengas razón. —Sé que tengo razón. —Rourke sonrió cuando una imagen se formó en su cabeza. —¿Puedes imaginarte como se vería el rostro de Ma si llevara a uno de mis juguetes a casa esposado? Ma tendría un infarto. —¿Juguetes? —Quaid frunció el ceño—. ¿Realmente los llamas juguetes? —Bueno, ciertamente no los llamo novios. —Caramba, me pregunto por qué no puedes encontrar a nadie permanente. Eres un idiota. —¡Quaid Blaecleah! Rourke y Quaid saltaron ante el sonido de la voz de su madre enfadada. Rourke se giró para encontrar a su madre tras él y Quaid, sus brazos cruzados sobre su pecho mientras los miraba a ambos. —Lo siento, Ma, Quaid y yo sólo estábamos hablando. Realmente no quería decir eso. —Rourke sólo esperaba que sólo hubiera escuchado el juramento de Quaid. Si había escuchado el resto, bueno, él alguna vez escucharía el resto. Su Ma le echaría la charla. Ma sacudió su dedo a ambos, sus ojos entrecerrados. —La única razón por la que no estoy lavando tu boca con jabón es porque no quiero dejar la fiesta. Si os escucho a cualquiera de los dos jurar de nuevo, llamaré a vuestro Pa. —Sí, ma'am —contestaron Rourke y Quaid. Aguantó la respiración hasta que su Ma asintió y se alejó. Sus ojos estaban como platos cuando se giró para mirar otra vez a su hermano. —

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Buf, eso ha estado cerca. —Necesito otra cerveza. Rourke rió cuando observó a su hermano alejarse. La interrupción de Ma había sido un momento duro, pero alejó de la mente de Quaid la vida amorosa de Rourke y lo puso a escapar de la ira de Ma, Rourke estaba encantado. No queriendo volver al tema, caminó en la dirección opuesta. Iba a evitar a Quaid tanto como pudiera, o al menos hasta que alguien contestara las preguntas en su cabeza. Por desgracia, eso requería a Billy, y eso tendría que esperar. Había una boda que celebrar. **** Rourke se quitó su camiseta por la cabeza y la tiró en la cesta de la ropa sucia. Estaba cansado pero relajado por las dos cervezas que se había tomado. No bebía mucho, nunca más de un par de cervezas en cualquier reunión. A Rourke le gustaba mantener sus sentidos controlados. Se sentó junto a la cama y se quitó las botas. Las agarró y las colocó junto a la cama. Empezó a desabrocharse los jeans cuando una sombra se movió más allá de la ventana de su dormitorio. Se congeló por un momento antes de darse cuenta de que lo que fuera no podía verlo con la tenue luz que salía de su baño. No había encendido la luz de su baño cuando entró. No parecía importante. Sólo estaba planeando desnudarse e ir a la cama. Se levantó y caminó hacia la ventana. Por lo que sabía, todos los invitados de la boda se habían ido y su familia estaba en la cama. Los dos novios vivían en su propia casa, y ellos se habían ido hacía horas. Rourke apartó la cortina con su mano y miró afuera. Era una noche clara, la luna y las estrellas brillaban en el cielo. Rourke

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podía ver a través de todo el patio con sólo algunas sombras. No veía nada moviéndose. Sonriendo por su propia paranoia, Rourke empezó a dejar caer la cortina cuando notó movimiento en su camioneta. Miró más cerca hasta que una forma empezó a formarse. Alguien estaba junto a su camioneta. Jurando, Rourke caminó por la habitación y metió sus pies de nuevo en sus botas. Agarrando una linterna del armario. Rourke se apresuró a salir del dormitorio hacia la puerta de atrás. No quería alertar a nadie de que estaba llegando hasta que fuera demasiado tarde. Se movió silenciosa y lentamente. Sabía cómo salir a hurtadillas de la casa sin ser escuchado. Lo había hecho bastantes veces mientras crecía. Rourke salió por la puerta de atrás y la cerró silenciosamente tras él. Bajó los escalones, luego rodeó la casa hacia la parte delantera. En el límite de la casa, Rourke se detuvo para orientarse. Podía recorrer casi todo el patio por las sombras. La sombra que había visto moverse junto a su camioneta todavía estaba allí, junto a la parte delantera. Cruzó el patio hacia su camioneta. Se aplastó contra el lado de la camioneta y empezó a ir lentamente hacia el lado de la cabina. Mirando a través de la ventana del pasajero, podía ver a alguien intentando poner un trozo de papel bajo el parabrisas... sólo que no podía saber quién era. Rourke se agachó y rodeó la parte de delante de su camioneta. Mirando por la esquina, Rourke notó que no era una gran figura sino pequeña y delgada. Por alguna razón, Rourke pensó inmediatamente en Billy, pero no podía estar en lo correcto. A Billy no se le permitía entrar en la propiedad Blaecleah. Se quedó agachado y esperó a que la silenciosa figura hubo colocado el trozo de papel bajo el parabrisas. Cuando la figura se giró y empezó a salir del patio, Rourke entró en acción. Saltó y recorrió el espacio entre ellos, cogiendo a la pequeña figura en el

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suelo. La lucha fue intensa, la pequeña figura golpeaba a Rourke. Para cuando atrapó al pequeño cuerpo en el suelo, Rourke tenía carias marcas de arañazos y rozaduras, incluso algunas marcas de mordiscos. —¿Billy? —Rourke se sorprendió cuando miró bien el pálido y sucio rostro debajo de él. Había esperado a cualquiera excepto a Billy—. ¿Qué coño estás haciendo aquí? —miró sobre el pequeño vehículo junto a ellos, frunciendo el ceño cuando volvió a mirar a Billy—. ¿Qué le hiciste a mi camioneta, Billy? Billy permaneció en silencio, su rostro lleno de amotinamiento. —Maldición, Billy, ¡contéstame! —Rourke gritó, sacudiendo un poco al pequeño hombre, pero Billy permaneció en silencio. Rourke rodó sus ojos y se levantó. Levantó a Billy con él. En el momento en que Billy estuvo de pie, empezó a luchar de nuevo, golpeando y pateando a Rourke. Gruñó cuando Billy le dio más de una buena patada. Atrapó a Billy contra el lado de su camioneta y buscó alguna cuerda. No importaba cuan fuerte luchara Billy, en cuestión de momentos, Rourke tenía las manos y los pies del hombre atados. Billy estaba atado como un ternero marcado. Rourke agarró la nota de su parabrisas y la metió en su bolsillo de sus jeans. Se agachó y colocó su hombro en el estómago de Billy, alzando al hombre en el aire mientras se levantaba. Billy gimió. —Tú te lo has buscado, Billy. Rourke esperó un momento, esperando que Billy hablara. Cuando no lo hizo, Rourke sacudió la cabeza y llevó al hombre a la casa. Sabía que ir por la puerta principal despertaría a la gente. La puerta delantera chirriaba. En su lugar, Rourke llevó a Billy a la puerta de atrás y dentro de la casa. No había pasado la mesa del salón cuando una voz lo detuvo.

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—¿Quién coño es ese? Rourke dejó de caminar, respirando profundamente antes de mirar a su hermano Seamus, que estaba sentado en la mesa del salón con un vaso de leche y algunas galletas. —Billy Thornton. —¿Billy Thornton? —gritó Seamus cuando se levantó. —¡Ssshhh! —Rourke susurró enfadado—. ¿Quieres que Ma y Pa te escuchen? —¿Qué coño estás haciendo con Billy Thornton? —Seamus siseó. Rourke podía ver el enfado en sus ojos y sabía que no se iba a ir con una explicación simple. —Lo pillé junto a mi camioneta. —¿De modo que lo ataste como a un animal por las patas y lo trajiste dentro? ¿Estás loco? —Quiero saber que estaba haciendo en mi camioneta. — Rourke alzó la mano y palmeó el culo de Billy—. Y no está cooperando. —Caramba, Rourke, vas a conseguir que nos maten a todos. ¿Qué pasa si Clem lo descubre? Rourke empezó a decirle a Seamus lo que pensaba de sus palabras cuando notó a Billy sacudiéndose casi incontrolablemente. Empezó con la mención de su hermano Clem. Rourke estaba sorprendido y confuso. Pensó que Billy debería haber empezado a temblar cuando le palmeó el culo. —¿Y qué pasa si Clem lo descubre? —preguntó Rourke—. Billy estaba en nuestras tierras. —¿Billy estaba haciendo qué? ¡Mierda! Rourke se giró para ver a Quaid de pie en la puerta de la cocina. Casi hace rodar sus ojos. —Pillé a Billy cerca de mi camioneta. Lo traje dentro de modo que pudiera hablar con él y

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descubrir lo que estaba haciendo ahí. —¿Y tenías que atarlo como a un animal por las patas? Rourke rodó sus ojos esta vez luego bajó a Billy sobre la mesa del salón y empezó a desatarlo, primero sus pies luego sus manos. El momento en que estuvo libre, Billy salió de la mesa retrocediendo hasta la pared. Los amplios ojos azules de Billy dominaban su rostro pálido y sucio. Rourke podía ver su miedo. Podía casi saborearlo en el aire. Miró frenéticamente de hombre a hombre. Sus manos temblaban mientras las sostenía en su pecho. Billy estaba aterrorizado. Rourke sabía que tenía que ir lentamente si quería entender algo. Extendió sus manos delante de él, intentando tranquilizar a Billy. —Hey, vamos, Billy, nos conoces. Ninguno de nosotros de haría daño. Ma nos colgaría si lo hiciéramos. Rourke asintió a sus hermanos cuando lentamente empezaron a acercarse lentamente al asustado hombre, señalándoles que fueran a cada lado de Billy mientras él iba por el medio. Tenían a Billy acorralado. —Por qué no te sientas, Billy, y podemos hablar sobre esto. Billy sacudió su cabeza, sus ojos ampliándose cada momento más. Se llenaron con más terror del que Rourke pensaba que ninguna persona podía tener. Sólo cuando Rourke pensó que sería capaz de alcanzar a Billy y agarrarlo, el hombre cayó de rodillas y gateó por el suelo. Antes de que Rourke pudiera girar, Billy estaba bajo la mesa del salón, una silla empujada entre ellos. Rourke rió en sorpresa por la rapidez con la que Billy lo había pasado. Se agachó junto a la mesa y miró más allá. Los azules ojos profundos de Billy lo miraron, lleno de temor. Rourke señaló con su mano. —Vamos, Billy, sal de ahí. Billy sacudió su cabeza.

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—Billy. Billy sacudió la cabeza de nuevo. Rourke estaba empezando a perder la paciencia con el hombre. Este juego se estaba volviendo tedioso. Se estiró intentando alcanzar a Billy antes de que se alejara, pero Billy era rápido, correteando por el suelo de madera hasta que estuvo de nueva fuera de alcance. Se giró y miró a Rourke. —Maldición, Billy, esto se está volviendo ridículo. Sólo sal de ahí. Rourke apretó sus dientes cuando Billy sacudió su cabeza de nuevo hasta que notó a Seamus justo tras el hombro de Billy. Su hermano se estaba acercando a la posición Billy lentamente por detrás. Rourke necesitaba distraer a Billy. Se acercó más, observando el cuerpo de Billy tensarse como si se estuviera preparando para correr. —Billy, ¿por qué dejaste una nota en mi camioneta? —Rourke sacó la nota de su bolsillo y la abrió. Estaba un poco sorprendido por las palabras y totalmente en shock por su significado. Cuidado con Clem. Te quiere hacer daño. —¿Esto es por mí, Billy? —preguntó Rourke mientras alzaba la nota. Billy asintió. —¿Por qué? —se encogió, pero cerró sus ojos, de modo que Rourke supo que había más que su respuesta de lo que estaba dando—. Nunca has intentando advertirme antes, Billy. ¿Por qué esta vez? ¿Por qué no cuando Clem quemó el establo? —Lo siento. Eran las primeras palabras susurradas que salían de la boca de Billy desde que había huido en el bosque antes. Rourke pensó que

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finalmente estaba llegando al hombre. Extendió su mano. —Vamos, Billy, sal de ahí para que podamos hablar. Te prometo que nadie aquí te hará daño. Billy se mordió el labio inferior, observando a Rourke atentamente, como si midiera si sus palabras eran sinceras. Empezó a moverse hacia adelante cuando Rourke vio a Seamus alcanzarlo. —¡No! —Rourke gritó, pero era demasiado tarde. Seamus agarró la pierna de Billy y lo sacó de debajo de la mesa. Billy se puso como loco, luchando como un poseso. Rourke se levantó y corrió alrededor de la mesa. Se puso de rodillas e intentó ayudar a sus hermanos a mantener a Billy en el suelo. Estaba nervioso por como luchaba Billy fieramente considerando que no salía ni un sonido de su boca, ni un quejido. Había algo mal con eso, anormal. Billy debería estar gritando igual que luchaba. Envió frío por la espina de Rourke. Finalmente sujetaron a Billy en el suelo, Rourke sosteniendo sus manos abajo. Seamus y Quaid cada uno sosteniendo una pierna de Billy. Extrañamente, se necesitó a los tres para mantener a Billy quieto. Era un luchador. —Santa madre del infierno, —Seamus jadeó—. Rourke. Rourke miró a su hermano, sorprendido por las palabras que salieron de su boca, sólo para encontrar a Seamus mirando a Billy. Rourke siguió su mirada para mirar la espalda de Billy. Su sangre corrió fría en el segundo en que notó las hinchadas y sangrantes abrasiones que habían estado escondidas bajo la camiseta de Billy. La manó de Rourke tembló cuando bajó su mano y gentilmente subió la camisa de Billy. Su rápida inhalación hizo eco con las de sus hermanos cuando todos miraron el daño hecho en la espalda de Billy. Alguien lo había golpeado tan duramente que su espalda se veía como una gran herida abierta.

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Marcas de cortes desde los hombros de Billy hacia abajo de su espalda y bajo el borde de sus pantalones. La parte de atrás de la camisa de Billy estaba mojada de sangre. Ni siquiera los brazos de Billy habían escapado a la carnicería. Tenían profundas laceraciones sangrando en ellos también. —Maldición, Billy. —Apenas pudo susurrar las palabras cuando un abrumador enfado lo llenó. Tenía la repentina necesidad de matar a alguien, despedazar miembro a miembro. Luchaba con la necesidad de acunar el abusado cuerpo de Billy contra él y proteger al hombre de todo—. ¿Quién te hizo esto?

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Capítulo 3 Billy se estremeció, dolor disparándose a través de su cuerpo cuando el dedo de alguien tocó gentilmente uno de los cortes de su espalda... incluso el contacto más pequeño dolía. Todo el cuerpo de Billy dolía. Clem realmente había hecho un buen trabajo con él. No era la primera paliza que había recibido a manos de su hermano mayor, y Billy dudaba que fuera la última. Clem podía ser bastante vicioso cuando estaba enfadado, y justo ahora, estaba furioso. De alguna manera, Clem les había visto a él y a Rourke besándose. Probablemente no habría sido tan malo si Rourke sólo lo hubiera besado, pero Billy le había devuelto el beso a Rourke, y eso hizo lo hizo malo a los ojos de Clem, lo cual era inaceptable para su hermano. Billy tuvo que pagar por sus acciones, y Clem se aseguró de que lo hiciera. Los latigazos en sí mismos habían sido intensos, pero Clem no se detuvo ahí. Después de azotar a Billy hasta que estuvo sangrando, Clem procedió a golpear a Billy con los puños y los pies, pateándolo y golpeándolo hasta que perdió el conocimiento. Clem se había ido cuando Billy se despertó. Había gateado desde el borde del arroyo y se había limpiado lo mejor que pudo. Estaba bastante seguro de que al menos tenía dos costillas fracturadas, sino rotas. Había escupido un diente. —Seamus, ve a buscar a Ma y Pa. Billy apretó sus labios para evitar que un gemido cuando escuchó a Seamus levantarse y correr hacia el dormitorio. Sólo quería ir a acurrucarse a algún agujero oscuro y sanar como normalmente hacía.

No quería que los Señores Blaecleah vinieran y vieran lo que Clem le había hecho. Clem siempre juraba que lo mataría si decía algo a alguien. Billy sabía que lo haría. Tenía bastante experiencia con el temperamento de su hermano para saber que Clem cumplía las amenazas que hacía. —Billy —Rourke preguntó suavemente: —¿algo está roto? No tenía ni idea. Sólo se encogió, entonces hizo una mueca cuando el dolor pasó por su espalda. —Vale, vamos a soltarte y a darte la vuelta. —Gentilmente palmeó el hombro de Billy—. Por favor no corras. No quiero que te hagas más daño del que ya tienes. Billy aguantó la respiración cuando fue gentilmente girado sobre su espalda. Cada movimiento dolía, y no pudo evitar que un pequeño gemido saliera de su garganta. Pensó que sería dejado en el suelo o al menos puesto en una silla. Se sorprendió cuando los brazos de Rourke lo envolvieron y fue alzado, Rourke acunando a Billy en su regazo. —Lo siento tanto, Billy, —Rourke susurró contra su cabeza—. Esto nunca debería haberte pasado. No tenía nada que decir a eso. No entendía exactamente porque Rourke estaba tan enfadado. Billy había sido apaleado antes, claro que nunca tanto, pero eso no cambiaba el hecho de que probablemente pasara de nuevo. —Dime quién te hizo esto, Billy —dijo Rourke—. Me aseguraré de que nunca pase de nuevo. Billy sólo pudo resoplar a medias, pero al menos era un resoplido. No creía a Rourke. No importaba lo que Rourke prometiera, Billy tenía que volver a casa en algún momento, y entonces Clem iría tras él de nuevo. Quizá sería mejor que se fuera ahora antes de que más daño pudiera hacerse. Billy había hecho lo que había venido a hacer.

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Había advertido a Rourke. Necesitaba irse antes de que Clem descubriera que estaba aquí. No sobreviviría a la paliza que recibiría si eso pasaba. Intentó sentarse, alejarse de Rourke, pero los brazos del hombre eran como bandas de acero a su alrededor. —Por favor —susurró Billy desesperadamente—. Tengo que irme antes de que Clem lo descubra. —¿Clem? —los brazos de Rourke se apretaron alrededor de Billy—. Billy, ¿Clem te hizo esto? Billy cerró sus ojos, deseando haber mantenido su boca cerrada. Sabía que no debía hablar. Eso siempre lo metía en problemas. —Billy, contéstame —Rourke demandó tan ásperamente que Billy se encogió—. ¿Clem te hizo esto? —Rourke —vino otra voz, una voz enfadada— no te atrevas a hablarle a ese niño así. Billy abrió sus ojos y miró a través de la sala para ver a la Sra. Blaecleah de pie en la puerta, su marido justo tras ella. Gimió y giró su cabeza, enterrándola en el pecho de Rourke. Las cosas sólo iban a mejor. —Ahora, quiero saber qué pasa aquí. —Alguien le dio a Billy una paliza, Ma —dijo Rourke. —Bueno, será mejor que no fuerais ninguno de vosotros. —No, ma'am, —contestaron los tres hermanos después de un momento de silencio. Billy usó la momentánea distracción de Rourke con su Ma para alejar al hombre. Rourke intentó agarrarlo, pero Billy fue más rápido, gateando por el suelo hasta que pudo levantarse.

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—¡Billy! No era estúpido. Si Rourke lo atrapaba de nuevo, nunca lo soltaría. —Billy —dijo suavemente la Sra. Blaecleah, juntando sus manos con calma delante de ella—. Nadie en esta casa te hará daño. Tienes mi palabra. Estás perfectamente a salvo aquí. Billy desesperadamente quería creer a la Sra. Blaecleah, ella parecía tan sincera. Sólo no sabía si debería. —Tengo que irme antes de que Clem descubra que estoy aquí. Sólo quería advertir a Rourke de que Clem va tras él. —¿Tu hermano va a venir aquí? Billy se encogió. No sabía lo que Clem tenía planeado, pero su hermano le había gritado bastante sobre lo que quería hacerle a Rourke para que Billy se hiciera una idea. Clem quería a Rourke muerto. —Chicos, quiero que salgáis y os aseguréis de que el rancho está cerrado —dijo el Sr. Blaecleah desde detrás de su mujer—. Rourke, corre a casa de Lachlan y adviérteles a él y a Asa que estén atentos a cualquier cosa sospechosa. Seamus y Quaid salieron de la sala como les había ordenado su pa. Un momento más tarde, la puerta principal se cerró. Rourke sólo se quedó allí mirando a través de la sala a Billy. No parecía que tuviera prisa por irse. —Rourke, ¿me has escuchado? —Sí, señor. —Entonces ve. Billy observó a Rourke salir de la sala lentamente. Pudo sentir los ojos del hombre de él hasta que desapareció de la vista. Un momento después, la puerta principal se abrió y se cerró. Billy instantáneamente giró su atención a las dos personas en la sala.

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—¿Puedo irme ahora? —Billy, puedes irte cuando quieras. No eres un prisionero aquí, pero querría que te quedaras. —La Sra. Blaecleah sonrió—. Incluso pudo ofrecerte algo de comer. Tenemos muchas sobras de la boda. —Fue una boda muy bonita, Sra. Blaecleah. Lachlan y Asa se veían realmente felices. —¿Tú... —la Sra. Blaecleah miró por encima de su hombro a su marido durante un momento luego se giró hacia Billy— ...viste la boda? Billy sintió su rostro palidecer cuando se dio cuenta de lo que había dicho. Realmente necesitaba aprender a mantener su boca cerrada. —Lo vi desde el bosque entre nuestras granjas, pero no hice nada, lo juro. Sólo observé. —Nunca dije que lo hicieras, Billy. —Lo siento. —No tienes nada de que disculparte, Billy. —La Sra. Blaecleah señaló a una de las sillas del comedor—. ¿Por qué no te sientas? Puedo echarle un vistazo a tu espalda mientras Pa te hace algo de té. Eso hará que te sientas mejor. Billy no sabía qué hacer. No quería ofender a la Sra. Blaecleah, pero también estaba nervioso de decir algo... Contra más se quedara, más oportunidades había de que Clem descubriera que estaba aquí. —Tengo que irme. —Lo entiendo, Billy, pero me sentiría mucho mejor si me dejaras mirar tu espalda primero. Billy sabía que no había manera de salir de esa. La Sra. Blaecleah lo haría le gustara a él o no. Además, contra más rápido lo mirara la mujer, más rápido podría irse. Billy caminó y se sentó a

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horcajadas en una de las sillas. Cruzo sus brazos en el respaldo y colocó su cabeza sobre ellos, esperando. —Donnell, ¿Me traes el kit medico? Billy hizo una mueca cuando alguien encendió la luz de la sala. Escuchó una suave inhalación tras él y se giró para ver a la Sra. Blaecleah mirando su espalda. —No es tan malo. —Se apresuró a asegurarle—. Sanara en unos días. —Billy, ¿cuántas veces te han apaleado? Billy se giró, su rostro de repente sintiéndose caliente cuando notó al Sr. Blaecleah justo en la puerta del comedor, mirando su espalda. Una pocas veces. —¿Puedes sacarte la camisa? Asintió y extendió las manos para agarrar el borde de la camisa de algodón. Siseó de dolor cuando alzó sus brazos por encima de sus hombros luego se sacó la camisa por la cabeza. Tuvo cuidado de doblar la camisa y ponerla en su regazo, no en la mesa de la Sra. Blaecleah. No quería ensuciarla. —Esto debería doler un poco, Billy. Se preparó, incluso pensó que nada más podía doler después de la paliza de Clem. Inhaló ásperamente y se sobresaltó cuando agua caliente se derramó por su espalda. Agarró el respaldo de la dura madera de su asiento para evitar gritar. —Lo siento tanto, Billy —dijo la Sra. Blaecleah—. Sé que esto debe doler como un demonio. Sólo estoy intentando limpiar toda la sangre para poder ver con qué estamos tratando aquí. —Fui azotado. —¿Azotado? Billy pudo oír el horror en la voz de la Sra. Blaecleah y se encogió. No debería haber dicho eso. Puso su mano sobre su boca

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para no decir nada más. Sólo cavaba un agujero más grande cada vez que lo hacía. La Sra. Blaecleah debió sentir su pánico porque no dijo nada más o hizo más preguntas. Sólo limpió la espalda de Billy, puso algún tipo de crema en ella, y luego envolvió con una venda todos los alrededores del pecho de Billy. Unos minutos más tarde, el Sr. Blaecleah volvió a la sala con una camisa limpia y una taza de té caliente. Colocó ambos en la mesa delante de Billy antes de inclinarse más cerca de él. — Querrás ponerte una camisa limpia, de otra manera enfadarás a Ma. Billy asintió y se puso la camisa por la cabeza tan rápido como pudo. Agarró la taza de té y le dio un vacilante sorbo, gimiendo cuando el dulce sabor de la camomila cruzó su lengua. Sabía realmente bien. —Gracias, Sra. Blaecleah. —Eres más que bienvenido, Billy —dijo ella cuando se sentó delante de él. —¿Billy? Billy se giró para mirar al Sr. Blaecleah. —¿Sí, señor? —Sé que es duro para ti hablar de eso, pero ¿puedes decirme qué pasó? —preguntó el Sr. Blaecleah. Hizo un pequeño gesto con su mano hacia la espalda de Billy—. ¿Quién te golpeó? Billy tragó duro y colocó su taza de té de vuelta en la mesa. Sus manos estaban temblando, y estaba asustado de tirar la taza, y ¿no le daría eso una buena impresión a la Sra. Blaecleah? —Clem. —¿Por qué te pegaría tu hermano? Billy empezó a juguetear con el blanco mantel que cubría la

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mesa, haciendo pequeños círculos con su dedo. —Se enfadó porque me escabullí para ver la boda. —Billy, sabes que podrías haber venido a la boda si hubieras querido —dijo la Sra. Blaecleah—. Todo lo que tenías que hacer era pedirlo. —Nah, a Clem no le habría gustado eso. —Respiró profundamente incluso al pensarlo su pecho y espalda dolían cuando soltó el aire lentamente—. A Clem no le gusta que esté por aquí. Se enfada cada vez que descubre que he estado aquí. —¿Vienes a menudo, Billy? —No a menudo, no, pero a veces necesito asegurarme de que estáis bien. —Frunció el ceño cuando intentó poner en palabras que se entendieran sus pensamientos—. Clem se enfada mucho a veces, y estoy asustado de lo que podría hacer. Y sólo me gusta saber que no os ha hecho daño. Cuando el silencio en la sala se hizo tan pesado que Billy apenas podía respirar, alzó la mirada para ver al Sr. y la Sra. Blaecleah mirándolo. —Nunca entro en la propiedad. Sólo voy al borde de los árboles. —Eres más que bienvenido a venir a visitarnos cuando lo desees, Billy. —Gracias, Sra. Blaecleah, pero no creo que venga más. Sólo enfada a Clem y... —Billy de repente recordó lo que había pasado en el bosque con Rourke, como lo había humillado el hombre. Puso sus manos bajo la mesa sobre su regazo y las apretó, hundiendo sus uñas en la palma de sus manos para darle algo más en lo que pensar. —Sólo creo que es mejor que me mantenga alejado. —Billy, ¿sabes algo del establo incendiado? —Siento mucho eso, Sr. Blaecleah. Intenté detener a Clem, pero sólo se enfadó más. Iba a venir a advertiros, pero Clem me

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encerró en el sótano para que no pudiera decirlo. Me siento realmente mal por lo que les pasó a Lachlan y Asa. Nunca quise que se hicieran daño. —¿No os peleasteis tú y Clem con Asa? —la Sra. Blaecleah preguntó—. ¿No intentasteis los dos pegarle? Billy sintió su rostro enrojecer y miró su taza de té. —No era nada. Clem vio a Asa en el café del pueblo. Betty estaba ligando con él, y el no hacía nada. Clem dijo que eso hacía de Asa un marica y... —Billy, no usamos esa palabra por aquí —dijo la Sra. Blaecleah severamente. —No, ma'am. Lo siento, ma'am. —Sólo no la uses de nuevo. —Ondeó su mano como si desechara el uso de Billy de la palabra que ella encontraba inaceptable—. Ahora, vamos, nos estabas hablando de porqué intentasteis golpear a Asa. —No estaba intentando pegar a Asa exactamente. Sólo no le dices no a Clem cuando pone sus dientes en algo. Realmente tiene algo con los mar... —se sonrojó de nuevo—. Quiero decir con la gente gay. Dijo que Asa era gay y necesitaba que le enseñaran una lección para que dejara el pueblo y nunca volviera. —¿Y sobre cuando Lachlan y Asa fueron al pueblo? ¿Tienes algo que ver con eso? —¿Quieres decir antes de que se prometieran? —Billy sacudió la cabeza. —No, Clem se enfadó conmigo porque dejé que Lachlan nos echara cuando estaba golpeando a Asa... Todavía me estaba recuperando en casa. Clem no me deja salir después de que pierda el temperamento. No le gusta que la gente me mire, dice que la gente no lo entendería. —Diría que tiene razón, Billy —dijo el Sr. Blaecleah—. Lo que está haciendo Clem está mal. Tienes que denunciarlo al Sheriff Riley.

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—¿Por qué debería creerme? El viejo Sheriff no lo hizo. —Billy gimoteó—. Soy un Thornton. Supongo que eso lo dice todo. —¿Has denunciado esto al sheriff? —Lo denuncié una vez con el Sheriff Miller después de que Clem me rompiera un brazo. Pero Clem estaba realmente enfadado esa vez. No quería romperme el brazo. Normalmente no se enfada tanto. —¿Y esta noche? ¿Estaba realmente enfadado esta noche? Billy se estremeció. No iba a contarles al Sr. y la Sra. Blaecleah que Clem lo había pillado besando a su hijo. Eso lo metería en más problemas de los que ya estaba. Billy miró a través de la sala luego se giró hacia la parte delantera de la casa. Necesitaba irse. Se levantó, haciendo una mueca cuando sus dolorosos músculos tiraron. Agarró su taza y la llevó a la cocina, enjuagándola antes de colocarla en el escurridor. Respirando profundamente para conseguir valor, Billy entró en el salón. —Quiero agradecerle por todo, pero realmente me tengo que ir. Clem va a notar que no estoy pronto, y estará realmente enfadado si tiene que buscarme. —Billy, eres bienvenido para quedarte —dijo la Sra. Blaecleah. Billy sacudió su cabeza. —No, no puedo hacer eso. —Rió un poco sólo de pensarlo—. Eso enviaría a Clem por el precipicio. —Billy, lo que Clem está haciendo está mal. Nadie tiene el derecho de pegarte. ¿Alguna vez has considerado que necesitas alejarte de Clem? —¿E ir adónde? —preguntó Billy—. Todo el mundo en el pueblo me odia, odia a mi familia. No hay nadie que me acogiera, y no es como si tuviera un trabajo. Nunca me gradué en el instituto. Nadie me contrataría incluso aunque lo tuviera.

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—Te puedes quedar aquí, Billy —insistió la Sra. Blaecleah— trabajar en el rancho. Esa era la idea de Billy del cielo, y era algo que no podía tener. No sólo porque le patearían fuera para el domingo, sino porque no podría evitar que Clem descargara su enfado en la familia Blaecleah, y Billy no podía hacer eso. —Aprecio la oferta, Sra. Blaecleah, pero es mejor que vuelva a casa. —Nuestra puerta siempre está abierta para ti, Billy. —Gracias. Billy intentó darle a la Sra. Blaecleah una amplia sonrisa, pero se sentía como si estuviera caminando hacia su condena mientras salía de la sala. De alguna manera sabía que Clem descubriría que había estado aquí y todo el infierno se desataría. Pero tampoco podía quedarse. Rourke estaba aquí, y estaba incluso en más peligro que Clem. Billy miró por la puerta principal antes de abrirla y salir. No quería encontrarse con ninguno de los hermanos Blaecleah. Se apresuró a bajar los escalones luego se dirigió directamente al campo que separaba la casa principal del bosque. Le tomó a Billy un poco más de lo habitual alcanzar el bosque. No se estaba moviendo tan rápido como normalmente. Sus costados dolían, su espalda dolía, infiernos, todo le dolía. Billy sólo quería encontrar la calidez de un lugar oscuro para acurrucarse y dormir. Pero primero, necesitaba hacer algo. Billy fue a la pequeña cueva de árboles dónde Rourke lo había enfrentado antes. Sostuvo la respiración mientras rodeaba uno de los árboles, sólo para soltarlo cuando notó los dos trozos de la foto de Rourke en el suelo. Billy se apresuró y los recogió. Fue estúpido al romper la foto,

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y estaba pagando su estupidez. Ni siquiera la cinta adhesiva le devolvería la foto que tenía antes, pero sería mejor que nada. —Billy. Billy gimió y se giró, poniendo los dos trozos de la foto en su espalda. No pensó que su corazón empezaría a latir de nuevo hasta que descubrió que el hombre que salía de las sombras de los árboles no era Clem. —Rourke —susurró. —No vas a volver ahí, Billy.

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Capítulo 4 37

La rabia había dominado a Rourke cuando descubrió lo que le habían hecho a Billy y no se iba. Sólo seguía viendo las marcas de azotes en la espalda de Billy, viendo el miedo en sus ojos. Rourke, como los demás, siempre había asumido que Billy hacía las cosas que hacía porque quería. Sólo fue después de ver las heridas de Billy que empezó a creer que quizá Billy las hacía porque no tenía opción. Y estaba avergonzado por no verlo antes. Quizá podría haberle evitado que Billy experimentara algo de ese infierno por el que había pasado si sólo hubiera mirado más allá del problemático Billy hacia el hombre que había bajo la conducta. —No puedo dejar que Clem te haga más daño, Billy. —Oh, Rourke, él... él no me hiere si me comporto. —¿Comportarte? —Rourke gritó, el enfado renovándose dentro de él en un instante—. ¿Comportarte cómo? ¿Golpeando a la gente? ¿Robando? ¿Siendo arrestado? ¿Esa es la manera en que tu hermano quiere que te comportes? Rourke no se perdió el hecho de que Billy parecía encogerse y doblarse con cada paso que daba hacia delante. Billy estaba aterrorizado de él, y Rourke no podía empezar a pensar en cómo le hacía sentir eso. Necesitaba convencer a Billy de que no volviera a casa primero, y luego podría tratar con el dolor en su pecho que creaba el miedo que le tenía Billy. —Mira, Billy —dijo Rourke, bajando la voz—. Sé que estás asustado. Sé que algunas cosas terribles te han pasado, pero te prometo, que si vienes a casa conmigo, nada malo te pasará. Te mantendré a salvo. —¿Tú? —Billy resopló, sus cejas alzadas casi hasta la línea de pelo. Se veía aturdido—. Tú eres la causa de todo esto. Clem no me habría pegado así si no me hubieras besado.

—¿Qué? —Clem nos vio. Te vio besarme. —Billy tragó—. Él... él me vio devolverte el beso. —¿Intentó matarte porque nos besamos? —Él... Clem no intentó matarme. —Puso sus manos delante de él. Sus dedos empezaron a jugar con los trozos rotos del papel en sus manos—. Sólo estaba enfadado. No quiere que sea un mari... —Billy cerró su boca. —Quieres decir que no quiere que seas gay. Billy asintió. —¿Eres gay, Billy? Billy se encogió. —No lo sé. Rourke casi se traga la lengua por el suave sonrojo que llenó el rostro de Billy. Se movió unos pasos más cerca, mirando los trozos de papel que Billy sostenía apretados en sus manos. Recordó la foto que Billy había roto y se preguntó porque parecía significar tanto para el hombre. —Soy gay, Billy, —dijo—. No es algo de lo que tengas que sentirte avergonzado. —Clem dice que está mal. —Clem es un idiota, Billy, y un matón. Usa su tamaño y su fuerza para intimidar a la gente y hacerles daño. Mira lo que te hizo a ti. Rourke continuó dando pasos hacia Billy de uno en uno hasta que estuvo al alcance de Billy. Estuvo eufórico cuando Billy no se encogió por su culpa o corrió. Incluso así, podía ver el ligero temblor en las manos de Billy y sabía que el hombre le tenía miedo. Rourke mantuvo sus ojos en Billy mientras bajaba al suelo y

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cruzó sus piernas delante de él. Señalándole a Billy que se uniera a él y se sorprendió cuando el hombre realmente lo hizo. Billy todavía mantenía los trozos de la foto rota en sus manos, casi como si no pudiera estar apartado de ellos. —Billy, escúchame, por favor —empezó cuando Billy estuvo sentado— lo que hizo Clem, lo que dice, está mal. No hay nada pecaminoso en ser gay. Sólo mira a Lachlan y Asa. Ellos apenas tienen cosas en común, y son dulcemente felices juntos. No escogemos de quien nos enamoramos o quien nos atrae. Sólo es así. —¿Tú? —¿Yo qué? —¿Tienes a alguien a quien ames? —Espero tenerlo algún día. —Si podía convencer a Billy de que se quedara. —Oh —Billy susurró suavemente luego miró la foto que sostenía en su mano, juntaba los trozos una y otra vez como si pudiera volver a juntarla sólo por mirarlas. Rourke estaba un poco confuso por la reacción de Billy, especialmente cuando de repente se levantó y se metió los trozos rotos en el bolsillo. —¿Billy? El ceño de Billy se arrugó cuando lo frunció, mirando a cualquier lado excepto a Rourke. —Espero que tú también encuentres a alguien a quien amar, Rourke. Mereces ser feliz. —¿Qué pasa contigo, Billy? —preguntó Rourke mientras se levantaba—. ¿No mereces ser feliz? La sonrisa de Billy era triste. —Supongo que todo el mundo merece ser feliz. —Quizá encuentres a alguien de quien enamorarte algún día. —Rourke intentó animar incluso aunque la rara posesividad lo

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abrumó cuando pensó en Billy enamorándose de un extraño. Los ojos de Billy miraron los de Rourke. Había un tipo de angustiosa tristeza en sus profundidades azules que hacía que a Rourke le doliera el corazón. Sentía una abrumadora urgencia de tomar a Billy en sus brazos y protegerlo de todos los horrores del mundo. —Tengo que irme. —Rourke sintió un déjà vu cuando Billy empezó a alejarse de él—. Ha sido una buena charla, Rourke. Quizá podamos hacerlo de nuevo algún día. Por favor diles gracias a tus padres. —Billy, espera, ¿a dónde vas? —A casa —dijo, como si estuviera claro a donde iba. —Billy, no puedes ir a casa. —Tengo que hacerlo. No tengo ningún otro sitio al que ir. Rourke ondeó su mano hacia el rancho. —Ven a casa conmigo. Billy inhaló suavemente como si estuviera intentando tragarse un gemido. —No puedo. —Billy. —Rourke dio un paso más cerca, envolviendo su mano gentilmente alrededor del brazo de Billy—. Eres mayor de dieciocho. Puedes hacer lo que quieras. Lágrimas llenaron los azules ojos de Billy cuando parpadeó hacia Rourke. —¿Por favor, Billy? Sólo hasta que te recuperes. —Rourke estaba desesperado. Le hubiera prometido cualquier cosa a Billy para mantener al hombre alejado de Clem. —Déjame cuidarte hasta que puedas hacerlo por ti mismo. —No lo sé —Billy susurró—. Clem se enfadará mucho.

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—Sólo déjame encargarme de Clem. —Rourke envolvió su brazo alrededor del hombro de Billy y lo arrastró hacia la casa. Sólo sintió un segundo de resistencia antes de que Billy se rindiera y empezara a caminar a su lado, incluso aunque iba un poquito despacio. —Realmente no debería. —Sí, debes. —Apenas evitó gruñir las palabras. Rourke estaba indignado con la facilidad con la que Billy aceptaba que Clem lo golpeara. El hombre casi parecía pensar que lo merecía. Nadie merecía lo que Clem había hecho, excepto quizá Clem. Billy estuvo en silencio mientras caminaban por los árboles, pero al menos no estaba intentando correr en la otra dirección. Eso tenía que significar algo. Rourke empezó a pensar en cómo iba a decirle a su familia que Billy se quedaría con ellos. Entonces sus pensamientos cambiaron a dónde se quedaría Billy. Rourke se negaba a la idea de Billy quedándose en algún otro sitio que no fuera con él. No quería que ninguno de sus hermanos se acercara demasiado a Billy, y eso lo confundió. Nunca se había sentido así por Billy, o cualquiera. Este era Billy Thornton. Era un alborotador bien conocido. Había tenido más problemas con la ley de los que Rourke podía contar. Había gente en el pueblo que cruzaba la carretera para alejarse de Billy. Le estaba prohibida la entrada en algunos negocios. ¿Cómo podía sentirse protector por ese tipo de hombre? La necesidad de tratar a Billy con gentileza era casi abrumadora. La repentina posesividad que sintió Rourke era tan profunda. Que el pensamiento de cualquiera tocando a Billy hacía que a Rourke le dolieran los dientes. —Billy, no quiero que Clem te pegue más. Si intenta herirte, quiero que vengas a mí, y me aseguraré de que pare, ¿entendido? Billy alzó la mirada, una expresión inquisitiva en su rostro, pero asintió. —No estoy seguro de lo que puedes hacer. Mis padres

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no podrían preocuparse menos de lo que me pase. Clem es mi hermano. Es todo lo que tengo. —Ya no. Ahora tienes a la familia Blaecleah para llamarla propia. Rourke agarró a Billy cuando se tambaleó, pensando que el hombre debía estar peor de lo que había pensado al principio. —¿Billy, estás bien? —Rourke, no puedes darme a tu familia. —Puedo y lo hago. —Rourke sonrió por la expresión sorprendida de Billy. Giró a Billy hasta que estuvieron pecho contra pecho y ahuecó el rostro de Billy—. Mi familia te adorará si les das la oportunidad. Rourke acarició con su pulgar gentilmente el herido rostro de Billy, intentando encontrar algún lugar que no estuviera mal. No estaba teniendo mucha suerte. —Pobre rostro. —No está tan mal —susurró Billy. Rourke casi gruñe. —Déjame adivinar, has estado peor. —Sí. —Rourke estaba sorprendido por la pequeña risita que salió de la boca de Billy. Habría pensado que Billy estaría enfadado, pero el hombre sólo parecía aceptar lo que Clem le hacía. Rourke sólo no lo entendía. —Billy, ¿por qué permites que Clem te haga esto? —las cejas de Billy se fruncieron, y Rourke de repente supo que había dicho mal las palabras—. No, no es lo que quería decir, Billy. Nada de esto es tu culpa. Nadie tiene el derecho a herirte, nunca. Sólo no entiendo porque no has intentado conseguir ayuda antes. —¿Quién me ayudaría? El corazón de Rourke se partió por la sinceridad que escuchó de los labios de Billy. El hombre realmente creía lo que decía. Rourke envolvió sus brazos alrededor de Billy y lo atrajo más cerca hacia su pecho. —Te ayudaré, Billy.

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—¿Por qué querrías ayudarme?

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—Porque eres especial, Billy. —Rourke se inclinó para mirar a Billy. Se sentía turbado por la confusión del rostro de Billy. Rourke pasó de nuevo su pulgar por la mejilla de Billy mientras respiraba profundamente—. Y creo estoy empezando a darme cuenta de ello. Rourke no tenía ni idea de qué lo había poseído, considerando lo que había pasado la última vez que había besado a Billy, pero no pudo evitar inclinarse y presionar sus labios contra los de Billy. Sólo se sentía correcto. No sabía si el pequeño temblor que recorrió el cuerpo de Billy era por el miedo o por el deseo. Rourke esperaba que por el deseo y pensó que tenía razón cuando Billy se acercó más a él y gimió. Había algo diferente en besar a Billy desde la última vez. Rourke no podía descubrir que era, y se preguntó siquiera si importaba. Sólo sabía que le encantaba. Podía besar a Billy durante horas. El hombre sabía como el cielo y se lanzaba a cada beso como si necesitara la sensación de los labios de Rourke presionados contra los suyos más de lo que necesitaba el aire. Rourke estaba tan absorto en besar a Billy que no se tomó un momento para darse cuenta de que Billy estaba alejándolo. Rourke instantáneamente dejó caer sus manos y dejó que Billy se alejara de él. No iba a forzar a Billy. —¿Billy? —No puedo... —Billy se lamió los labios y miró salvajemente alrededor—. No puedo hacer esto. —Billy, nunca te forzaría a hacer algo que no quisieras. — tanto como odiaba no ser capaz de besar a Billy más, Rourke sabía que forzándolo a hacer algo causaría más mal que bien—. Si no quieres besarme, no tienes que hacerlo. —No es eso, sólo... —Billy sosteniéndolas contra su pecho.

apretó

sus

manos

juntas,

—Debería irme, ¿sabes? Rourke apretó sus puños. —Billy, creo que ya hemos hablado de esto. Vas a quedarte conmigo hasta que estés mejor, ¿recuerdas? —Sí, pero... —el rostro de Billy se apretó como si sintiera dolor—. No puedo... —Billy se encogió y empezó a mirar alrededor de nuevo—. No puedo ser un juego para ti. —Billy, nunca te he visto como un juego. —¿No? —los profundos ojos azules de Billy de repente miraron a Rourke—. Siempre he sido un juego para todos. Soy Billy Thornton. Sé lo que eso significa. Sé cómo me ve la gente y lo que piensan de mí. Nunca has sido diferente. Rourke se tensó, momentáneamente avergonzado. Billy tenía razón. Había tratado al hombre como todos los demás en Cade Creek, con desprecio y desdén. Antes de la boda y ese primer beso, Rourke nunca había mirado a Billy como otra cosa que un alborotador. Esperaba poder cambiar eso ahora. —Tienes razón, Billy —Rourke admitió a regañadientes—. No me tomé el tiempo de mirar más allá de tus acciones al hombre que eres realmente. Tienes todo el derecho a estar enfadado conmigo y todos los demás de Cade Creek. Ciertamente no intentamos conocerte mejor, pero me gustaría cambiar eso ahora. —¿Por qué? —las cejas de Billy se juntaron. Confusión llenando sus ojos azules—. Ni siquiera te gusto. Rourke rió mientras miraba la delgada forma de Billy de arriba a abajo. Incluso magullado y pateado, Billy tenía algo mono que bordeaba lo sexy. Rourke no entendía por qué no lo había visto antes. Quizá no había estado mirando. —Me gustas, Billy.

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—No, no te gusto. Rourke podía escuchar la total certeza en la voz de Billy. Realmente creía lo que decía. Rourke sabía que tenía un largo camino por delante para convencer a Billy. Extendió la mano y atrajo a Billy de nuevo, sonriendo cuando escuchó la voz de Billy sisear. —No te había besado antes, Billy. —Rourke tomó la oportunidad y le dio a Billy un beso en los labios, nada profundo, sólo una caricia sobre sus labios—. Lo he hecho ahora, Billy, y me gustaría hacerlo de nuevo. Me gustaría conocer al hombre que eres realmente. —No puedo dejarte. —La mano de Billy tembló cuando se apoyó sobre el pecho de Rourke—. Podrías destruirme. Rourke frunció el ceño, sin gustarle el modo en que Billy dijo las palabras. —Billy, nunca te haría daño. La risa de Billy no era divertida. No tenía el mismo júbilo que Rourke había esperado de alguien riendo. Inquietud y enfado pasaron por la espina de Rourke. No le gustaba ser añadido con los otros que habían herido a Billy. No le gustaba la sensación que le dio tampoco, especialmente sabiendo como Billy lo veía. —Billy. Los ojos de Billy estaban dilatados, el azul casi tragándose el blanco. Cubrió su boca con su mano mientras salía una risa histérica. Empezó a retroceder. Rourke dio un paso hacia Billy, sólo para detenerse de repente cuando Billy empezó a negar con la cabeza. —Billy, yo no soy Clem. —No, eres peor.

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Capítulo 5 46

Billy sintió un estremecimiento de humillación pasar a través de él cuando fue incapaz de impedir que sus palabras escaparan de su boca. Rourke se veía confuso, y sabía que el hombre no tenía ni idea de lo que estaba hablando. Rourke no entendía cuanto poder o cuan devastador era su rechazo. Sabía profundamente en su corazón que Rourke nunca lo querría, no del modo en que Billy quería a Rourke. La fantasía que había construido en su cabeza era sólo eso, una fantasía. Rourke podría querer jugar un poco, pero nunca significaría tanto para él como para Billy. Y al final, sería dejado con sus recuerdos y un corazón roto. Quizá Rourke tenía razón. Quizá ya era hora de que empezara a protegerse sólo. Y necesitaba empezar con Rourke. —Me voy a ir, Rourke. —Se sorprendió por la confianza que podía escuchar en su propia voz. Dolor apretando su corazón. Quería quedarse tanto, pero Rourke podía herirlo más de lo que Clem había hecho. —Billy, quédate, por favor. Billy intentó tragar el nudo en su garganta. Se moría por quedarse, creer en las promesas que brillaban en los ojos de Rourke. Pero sabía que eran mentiras. Rourke era como todos los demás, prometiendo cosas para conseguir que Billy hiciera lo que quisiera. Realmente no significaba nada para ellos. Sacudió la cabeza negándose. Una profunda tristeza pareció abatirlo, haciendo más difícil cada paso que se alejaba de Rourke. Se sentía como si estuviera caminando en arenas movedizas. Su vida se había convertido en una batalla, y estaba perdiendo. Las piernas de Billy de repente no lo sostuvieron, dolor expandiéndose en su interior. Cayó de rodillas, incapaz de aguantarse de pie, y se cubrió la boca cuando sus ojos se llenaron de lágrimas por la frustración. Sólo quería que todo acabara.

Rourke estaba a su lado antes de que se diera cuenta de que el hombre se había movido. Billy se estremeció profundamente cuando sintió los brazos de Rourke a su alrededor. Ya no podía evitar inclinarse en hombre más fuerte que podría haber evitado que Clem lo pegara. —Billy, bebé —Rourke susurró—. Todo estará bien. —No lo estará —Billy insistió, gimoteando. —Haré lo correcto, bebé, lo prometo. Billy sintió la boca de Rourke presionarse contra su sien. Se mordió el labio para controlar su gemido de necesidad, daría casi cualquier cosa en el mundo para que Rourke sintiera realmente las gentiles caricias que prometía. —Ven a casa conmigo, Billy. —Vale —Billy susurró, incapaz de negar su necesidad de estar cerca de Rourke. Una caliente lágrima bajó por su mejilla cuando se dio cuenta de que tomaría lo que fuera que Rourke tuviera para darle, incluso si el hombre realmente no lo sentía. Estaba tan desesperado por sentirse querido. Rourke ayudó a Billy a levantarse, manteniendo su brazo alrededor de sus hombros. Billy realmente no veía a donde iban. Realmente no le importaba. Las últimas señales de resistencia se desvanecieron de Billy cuando Rourke lo llevó por los árboles. —Estoy cansado, Rourke. —Lo sé, bebé —Rourke contestó, su voz dura—. Puedes descansar tan pronto como lleguemos a casa. Casa. El efecto de esa palabra sobre Billy, y el modo en que Rourke la dijo, era aplastante. Rourke la hacía sonar como el cielo en la tierra, cuanto le gustaría a Billy realmente pertenecer ahí. Tragó duro y se aguantó las lágrimas. Lo deseaba tanto. Deseaba a

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Rourke. Billy se apoyó contra la forma más grande e intentó no pensar en nada. Era bastante bueno en eso. Normalmente durante una de las palizas de Clem, Billy se escondía en sus fantasías de Rourke. Con Rourke a su lado y sabiendo que las cosas que deseaba nunca pasarían, Billy tenía que ir a algún sitio más. Dejó su mente en blanco y miró a sus pies, observando cómo daba cada paso. Su mente empezó a vagar, viendo las oscuras botas de cowboy de Rourke caminar junto a él. Los pies de Rourke eran mucho más grandes que los suyos. Billy gimió cuando de repente un duro empujón contra su espalda lo envió al suelo. El dolor pasó por sus rodillas y se irradió por cada nervio de su cuerpo. Miró arriba para preguntarle a Rourke que pasaba justo a tiempo para ver al hombre volando. Aguantó un grito aterrorizado cuando vio a otro hombre sobre Rourke, dándole puñetazos. —Clem, ¡no! —Billy gritó mientras se levantaba y corría hacia los dos hombres luchando. Rourke había rodado y empezado a defenderse, golpeando a Clem, para cuando Billy los alcanzó. Billy saltó sobre la espalda de Clem, intentando distraer a su hermano o algo. No estaba bastante seguro. Sólo sabía que no podría dejar que Clem le hiciera daño a Rourke. —¡No puedes tenerlo! —Clem gritó mientras golpeaba con sus puños a Rourke una y otra vez—. Él es mío. No te dejaré tenerlo. —¡Clem! —gritó Billy de nuevo. Empujó la espalda de Clem con sus puños—. Deja a Rourke. Él no ha hecho nada. Billy de repente fue apartado de la espalda de Clem. Duros dedos envolvían sus brazos y Clem temblaba tanto que sus dientes repiqueteaban. —¡Eres mío! —gritó Clem. —¡No, ¡Clem!

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—¡Sí! —gritó Clem. Su rostro estaba rojo de ira, sus ojos amplios. Billy retrocedió cuando Clem se inclinó hacia él. Nunca había estado tan aterrorizado en su vida, ni siquiera cuando le pegaba—. Me perteneces a mí, y te mataré antes de dejar que ellos te alejen de mí. Los ojos de Billy se ampliaron cuando las manos de Clem se movieron de sus brazos a su garganta. Supo en ese momento que su hermano estaba loco. Estaba claro en la furia de sus ojos. También supo que su hermano tenía toda la intención de cumplir sus palabras. Clem iba a matarlo. Billy gritó cuando de repente fue tirado a un lado como si pesara menos que una pluma... aterrizó duramente en el suelo, el aire escapando de sus pulmones. Podía escuchar la lucha continuar a su alrededor. No podía mirar. No podía respirar. Cuando alguien de repente se inclinó sobre él, Billy retrocedió y lloriqueó de miedo. —Ssh, Billy —dijo Rourke rápidamente mientras sus manos empezaban a pasar por el cuerpo de Billy—. Sólo soy yo. —¿Clem? —Corrió hacia el bosque. —Él... —apretó desesperadamente la camisa de Rourke. Tenía que hacerle entender a Rourke el peligro en el que estaba—. Está loco, Rourke. Clem no está bien de la cabeza. —Lo sé, Billy. —Iba a matarme. —Nunca dejaré que eso pase, Billy. Billy podía sentir su cuerpo empezar a temblar cuando Rourke lo alzó y se levantó, empezando a ir hacia la casa. Apoyó la cabeza contra el pecho de Rourke, cerrando sus ojos mientras pasaban los árboles tan rápido que su cabeza se giraba.

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—No estoy seguro de que puedas pararlo, Rourke. —Puedo, y lo haré, Billy. —Un bajo gruñido retumbó a través del pecho de Rourke, vibrando contra la mejilla de Billy—. Clem nunca tocará otro pelo de tu cabeza. Billy apretó sus labios y giró su rostro hacia el pecho de Rourke. Había visto el mal en los ojos de Clem. No estaba seguro de que alguien pudiera parar a su hermano. Billy no estaba preocupado por él mismo, pero si Clem iba tras Rourke, estaría destrozado. —No dejes que te haga daño, Rourke, por favor —suplicó mientras alzaba la mirada al hombre que lo llevaba a través del bosque—. Tienes que estar a salvo. —Estoy bien, Billy, no te preocupes. Puedo cuidarme. —No, no lo entiendes. —Sacudió la cabeza frenéticamente. ¿Cómo podía hacer que Rourke lo entendiera?—. No creo que pueda mantenerte a salvo, no ahora. Clem está más enfadado de lo que lo había visto nunca. No sé si puedo mantenerlo lejos de ti esta vez. Un tenso silencio creció entre ellos cuando Rourke se detuvo y lo miró. El pecho de Billy se sentía como si fuera a explotar cuando aguantó la respiración. La boca de Rourke giró de un modo desagradable. —¿Qué quieres decir con mantenerme a salvo? Billy no sabía que pensar cuando Rourke de repente lo bajó al suelo, pero un momento más tarde, los brazos de Rourke estaban de nuevo a su alrededor, acercándolo. Las manos de Rourke ahuecaron su rostro y lo inclinaron hacia arriba. —¿Qué has hecho, Billy? —Yo... uh... nada. —Billy.

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—No puedo decírtelo —Billy susurró, rápidamente bajando sus ojos. La mirada de Rourke era demasiado intensa. Billy se sentía como si el hombre pudiera mirar directamente en su alma y leer cada secreto que tenía enterrado profundamente. —Por favor, bebé, necesito saber qué hiciste. Billy gimió porque sabía que no podía negarle nada a Rourke, no cuando el hombre hablaba así. —Sólo lo mantuve lejos de ti, eso es todo. —¿Cómo, bebé? Billy se encogió. —Sólo le di otras cosas en las que pensar. —¿Clem te ha tocado alguna vez? —El gruñido de Rourke sonó tan fiero que Billy no pudo evitar mirar arriba. Inhaló rápidamente por el tic que latía en la mandíbula de Rourke. Billy rápidamente sacudió la cabeza. —No. —Billy. —Lo juro, Rourke, Clem nunca me ha tocado, no como crees. Me golpea de vez en cuando pero... —Billy sacudió la cabeza—. Eres el único que me ha tocado así. Los rasgos faciales de Rourke se suavizaron de repente, una pequeña sonrisa en sus labios. —¿Nadie te ha besado antes? —No... no. —El calor que pareció llenar de repente los verdes ojos de Rourke puso nervioso a Billy. Nunca había visto una mirada como esa en su dirección. Le hacía sentir anhelante, necesitado. Le hacía desear restregarse contra Rourke y sentir las manos del hombre en su cuerpo desnudo. —Ro... Rourke. La expresión de Rourke se tensó y se volvió seria. Sus manos se apretaron alrededor del rostro de Billy lo suficiente para

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mantenerlo quieto pero sin herirlo. —Voy a besarte otra vez, bebé. Si no quieres que lo haga, tienes que decir algo ahora. Billy parpadeó cuando la cabeza de Rourke descendió lentamente hacia la suya. Sabía que Rourke le estaba dando tiempo para alejarse y decir no. Billy no se alejó. Quería acercarse. Cuando los labios de Rourke finalmente se colocaron sobre los suyos, suspiró profundamente. Todavía pensaba que besar a Rourke era una de las cosas más maravillosas que había experimentado nunca. Las manos de Rourke se movieron gentilmente sobre Billy como lo hacían sus labios, llenándole de ardiente necesidad. Recordó sus últimos besos y abrió su boca. El gemido que salió de Rourke le dijo que lo hacía bien, que a Rourke le gustaba. El beso se volvió más intenso. Los labios de Rourke se presionaron más duramente contra los suyos. La lengua del hombre salió y lamió la abertura de la boca de Billy entrando para explorar y excitar. La mente de Billy se sobrecargó cuando sintió la lengua de Rourke acariciando la suya, luego se derritieron juntas. Gentiles manos acariciaron su caliente piel, moviéndose gentilmente hacia abajo por su espalda para ahuecar su culo. Billy gimió y se puso de puntillas. Sus manos se apretaron contra los sólidos hombros de Rourke cuando sus cuerpos se acercaron, y sintió la dureza de la polla del hombre contra la suya. Esa dura polla era para él. Para él. Billy Thornton. —Te deseo, Billy —susurró Rourke mientras se apartaba del beso y miraba a Billy con los ojos entreabiertos—. Quiero hacerte maravillosas cosas traviesas, pero no quiero asustarte. —No... no estoy asustado. —Billy mintió. Estaba aterrorizado, pero no por lo que Rourke le haría. Eso lo deseaba. Estaba aterrorizado de como manejaría su vida después de que Rourke ya

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no lo deseara. —Pero estás herido, y eso significa que tengo que ser cuidadoso contigo. —Rourke expulsó su aliento como si lo hubiera aguantado durante años—. Juro que nunca haré nada para herirte, y eso incluye cualquier cosa que pase entre nosotros, si algo pasa entre nosotros. No importa cuánto lo desee. —¿Qué pasa con lo que yo deseo? Rourke rió. —Tus deseos son muy importantes aquí, Billy. —Entonces quiero que algo pase entre nosotros. Billy casi pensó que Rourke estaba nervioso cuando el hombre tragó duro. Pero eso no podía ser correcto. Rourke era el hombre más seguro que había conocido en su vida. —¿Rourke? —No tienes ni idea de lo que me hacen tus palabras, ¿verdad? —Lo siento. —Billy de repente se preocupó de que hubiera ofendido a Rourke de alguna manera. Nunca había estado en esa situación antes, nunca expresó sus deseos. No sabía si habría límites, reglas. Desearía mantener su boca cerrada de nuevo. —No lo sientas, bebé. —El pulgar de Rourke acarició los labios de Billy—. Me gusta escucharlas. Me gusta escuchar lo que sea que tengas que decir. Billy decidió jugársela y ser honesto con Rourke sobre lo que quería. —Me gusta cuando me llamas bebé. Rourke sonrió, y Billy sintió algo agitarse en su pecho. —Entonces te llamaré bebé a partir de ahora. El rostro de Billy se sonrojó. Rourke estaba mirándolo como un cono de helado que necesitaba ser lamido. El calor en su rostro parecía esparcirse a través del cuerpo de Billy, calentándolo y

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haciéndole sentir ansioso. —Vamos, bebé, vamos a llevarte a casa y lavarte —Rourke dijo cuando giró a Billy y empezó a escoltarlo de nuevo a través del bosque—. Quizá después de que descanses un poco podamos ver que más te gusta. —Oh —jadeó suavemente, sólo imaginando lo que podrían hacer juntos, y tenía bastante imaginación. Había estado fantaseando durante años—. Sí por favor. —Vamos a tener que hablar con Ma y Pa sobre lo que pasó en el bosque con Clem. ¿Sabes eso verdad? Billy se encogió, no queriendo dejar ir la vívida fantasía en su cabeza para pensar en su hermano. —¿No podemos olvidarlo? —No, bebé, no podemos. Clem te amenazó con matarte. No puedo dejar pasar eso. —Pero... —Haré lo que sea necesario para protegerte, bebé. Tu seguridad esta antes que nada, ¿entiendes? —Supongo. —No supongas, bebé. Tengo muchos planes para nosotros, pero necesito que estés sano para que ocurran. Eso significa tiempo para que sanes y un lugar seguro para que estés donde nadie te vuelva a hacer daño. —¿Contigo? —La vida de Billy de repente se había vuelto una fantasía. Podría soñar a lo grande. —¿Te gustaría quedarte conmigo? Algo dentro de Billy, algo que no reconoció, le dijo que las palabras de Rourke tenían más significado del que parecía. Rourke estaba pidiendo algo importante. Sólo que Billy no entendía que era.

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Se encogió mientras intentaba pensar en cualquier razón por la que Rourke le dejara quedarse. —Puedo cocinar. No mucho, pero sé como cocinar —susurró—. Y puedo ayudar en el rancho. He estado trabajando en la granja casi toda mi vida. Soy bastante bueno limpiando establos, sin importar lo que Clem diga. —Bebé... —No lo arruinaré, y no ocuparé mucho sitio —dijo rápidamente. Podía sentir el cuerpo de Rourke tensarse junto a él y pensó que el hombre iba a decirle que no podía quedarse con él. Billy lo entendería si eso era lo que Rourke decía, pero esperaba estar un poco más cerca—. Tampoco como mucho, y puedo trabajar para mantenerme. —Joder, bebé, para —gruñó Rourke—. Me estás matando. Billy apretó sus labios hasta que le dolieron. Había dicho demasiado de nuevo, y lo sabía. Ahora Rourke iba a enfadarse con él. Clem siempre se enfadaba cuando lloriqueaba. No pensaba que Rourke le golpearía, no como Clem. Pero a nadie le gustaba escuchar gimoteos. Billy se estremeció cuando Rourke lo agarró por el brazo y lo detuvo. Quizá estaba equivocado. Alzó la cabeza ligeramente y observó a Rourke a través de su pelo, preguntándose si iba a necesitar correr de nuevo. —Bebé, no te pedí que te quedaras para hacerte trabajar. —No soy un gorrón. —Podía no tener mucho, pero Billy tenía su orgullo. Si la familia Blaecleah le permitía quedarse, trabajaría para mantenerse. Rourke suspiró profundamente. Cerró sus ojos y se restregó el puente de la nariz con dos dedos. —Billy, tú... —Bebé. Rourke abrió sus ojos para mirar a Billy, alejando su mano de su

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rostro. — ¿Qué? —Dijiste que a partir de ahora me llamarías bebé. —Lo hice. —El principio de una sonrisa se asomó en las esquinas de los labios de Rourke antes de que hiciera una extraña sonrisa. Rourke rió ligeramente—. No dejas de sorprenderme, bebé. —¿Yo? —Billy chilló. No podía decir por el tono de voz de Rourke si eso era algo bueno o algo malo, y no estaba seguro de querer descubrirlo. —Tanto como desearía la cabeza de Clem por lo que te hizo, estoy casi agradecido. —Billy estaba un poco confuso por las palabras de Rourke e incluso más cuando Rourke envolvió un brazo alrededor de su cintura y empezó a llevarlo al rancho de nuevo—. No estoy seguro de que te hubiera encontrado de otra forma. Billy frunció el ceño y alzó la mirada hacia Rourke mientras caminaban. —No estaba perdido. —Sí, bebé, lo estabas. Billy olvidó todo lo de estar perdido y se detuvo cuando notó las luces encendidas de la casa Blaecleah más allá del establo. Las cosas parecían estar yendo bastante bien para él ahora, y estaba asustado de que se detuviera cuando entrara a casa de Rourke. —¿Bebé? Billy alzó la mirada hacia Rourke de nuevo. —¿Podemos quedarnos aquí fuera? ¿Tenemos que ir adentro? —preguntó—. Ahora se está bien fuera. Podríamos caminar por el arroyo o algo. —¿Puedes decirme porque no quieres ir dentro, bebé? —No les gusto. —Billy...

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—Bebé. —Bebé. —Rió Rourke. —Dijiste que me llamarías bebé. —El rostro de Billy se sonrojó cuando miró sus dedos, ausentemente tocándose las uñas—. Me gusta cuando me llamas bebé. —Se encogió—. Me hace sentir especial —susurró. —Eres especial, bebé. Billy se derritió en los fuertes brazos que de repente lo envolvieron, descansando su cabeza contra el pecho de Rourke. Podía escuchar el corazón del hombre latiendo contra su oreja y estaba sorprendido de cómo de rápido era el sonido. —¿Crees que soy especial? —preguntó Billy mientras echaba su cabeza para atrás para mirar el duro rostro de Rourke. Su corazón acelerándose en su pecho mientras veía algo desconocido brillando en los ojos de Rourke. No sabía que era, pero le hacía sentir caliente y anhelante. —Sé que eres especial, bebé —dijo Rourke—. ¿No lo dije ya? Billy se lamió los labios y tragó. Su garganta se sentía seca. — ¿M... me besarías de nuevo? Las cejas de Rourke se arquearon, y por un momento, pensó que había pedido algo que no debía. Entonces los labios de Rourke bajaron y cubrieron los de Billy. Billy gimió y se acercó más. Realmente le gustaba besar a Rourke. La textura de los labios de Rourke presionados contra los suyos, el barrido de su lengua, incluso el modo en que sabía el hombre volvía frenético a Billy hasta que no quería nada más en el mundo que estar donde estaba. Ni siquiera le importaba el pequeño dolor en su espalda cuando las manos de Rourke se movían hacia abajo para agarrar su culo. —¿Ves lo que me haces, bebé? —preguntó Rourke mientras agarraba la mano de Billy y la metía entre ellos. Los ojos de Billy se

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ampliaron cuando su mano fue presionada contra el enorme bulto en los pantalones de Rourke. Empezó a jadear, incapaz de aguantar el aire en sus pulmones. —Tú... —Billy se lamió los labios de nuevo. Miró abajo entre ellos pero no podía ver a través de sus cuerpos presionados. Pero podía imaginar—. ¿Puedo ver? —¿Ver? —Nunca he... —Billy se encogió—. Nunca he visto... Rourke de repente gimió luego reclamó los labios de Billy con un hambre que sorprendió a Billy. Este no era el lento beso considerado que había recibido antes de Rourke. Este beso estaba cargado de un hambre, un deseo, y una furia que Billy nunca había visto. Era un poco excitante, un poco emocionante, y muy aterrador. Incluso con sus labios presionados contra los de Rourke, Billy no pudo evitar que un pequeño gemido escapara de sus labios cuando Rourke de repente lo alzó y lo llevó hacia el lado del establo. No estaba muy seguro de lo que iba a pasar cuando Rourke lo colocó en el suelo y lo apoyó contra la pared del establo hasta que vio las manos del hombre ir a los botones de sus jeans. Billy tragó duro mientras observó a Rourke desabrocharse sus jeans luego lentamente separó los lados hasta que su polla quedó libre. Rourke señaló con una mano. —Querías ver... Billy dio un vacilante paso adelante luego rápidamente miró el rostro de Rourke. Observo al hombre cuidadosamente cuando se puso de rodillas y alcanzó su polla. No quería hacer nada que no estuviera permitido. El pequeño estremecimiento que pasó por el cuerpo de Rourke cuando sus manos se envolvieron alrededor de su erección preocupó a Billy, pero el hombre no se alejó. Billy lo tomó como una buena señal y se acercó más.

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—Eres mucho más grande que yo —Billy susurró mientras colocaba sus dedos alrededor de la polla de Rourke. Miró arriba sorprendido cuando escuchó un pequeño gruñido. Los labios de Rourke estaban apretados, sus cejas fruncidas profundamente. —Lo siento, ¿no debería haber dicho eso? —No, bebé, está bien —dijo Rourke—. Tu mano se siente tan bien a mí alrededor. Billy se sonrojó y apartó sus ojos. Podía imaginar mucho más que quería hacer aparte de usar su mano, pero eso era sólo una fantasía, quizá. Por ahora, Rourke parecía estar deseoso de participar en las fantasías de Billy. Sólo esperaba que continuara. —Eres más largo que yo, —dijo Billy de nuevo mientras movía la mano por la polla de Rourke— pero creo que yo soy más grueso. —¿Más grueso? —Rourke tragó profunda y audiblemente y fue suficiente para captar la atención de Billy. Miró arriba. —Eso creo. —Billy frunció el ceño—. ¿Eso está mal? —No. —Incluso aunque sus palabras fueron dichas de otra forma, Rourke sonaba un poco tenso. —¿Estás seguro? —Estoy seguro, bebé. Esperando que Rourke tuviera razón, Billy devolvió su atención al largo eje que sostenía en su mano. Rourke era muy largo, pero Billy podía envolver toda su mano su alrededor. No podía hacer eso con su propia polla. Pero Rourke era muy suave, y Billy amaba la textura moviéndose bajo sus dedos. —Sigue así, bebé, y me correré. —¿En serio? —Billy se masturbaba, bueno, mucho, especialmente con imágenes de Rourke. Saber que podía darle a

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Rourke el mismo placer le encantaba. Apretó su agarre y el ritmo de sus caricias, queriendo más que nada ver a Rourke correrse y saber que él lo había hecho. Pronto, Rourke empezó a mover sus caderas, empujándose en el agarre de Billy. —Sólo un poco más apretado, bebé —susurró Rourke. Billy apretó más fuerte. Una emoción recorriéndolo cuando un largo gemido salió del hombre sobre él cuando lo hizo. —Me estoy acercando, bebé. Billy casi gime él mismo por el profundo gemido que podía escuchar en la voz de Rourke. Le hacía sentirse anhelante. Mantuvo una mano envuelta alrededor de la polla de Rourke y movió la otra hacia sus propios jeans, luchando con los botones hasta que se soltaron. Billy gimió cuando envolvió su mano libre alrededor de su propia polla acariciándola rápidamente para alcanzar a Rourke. No le tomaría mucho. Ya estaba increíblemente excitado por tocar a Rourke. Esto era una fantasía convirtiéndose en realidad. —Oh, maldición, te estás tocando, ¿no? Billy se congeló. Todo el placer que estaba sintiendo de repente fue absorbido por las palabras de Rourke. Soltó su propia polla e intentó cubrirse, para esconder lo que estaba haciendo. Había sido castigado por Clem por masturbarse antes. Sabía que se suponía que no lo hiciera, pero estar con Rourke era como una fantasía que no podía evitar. —¿Bebé? —Lo siento —Billy susurró cuando echó su cabeza hacia delante. Apretó sus ojos cuando las lágrimas amenazaron con caer—. Fue por la emoción del momento. No lo haré de nuevo, lo juro.

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Capítulo 6 62

—Ven aquí. —Rourke extendió su mano. Billy parecía confuso pero hizo lo que dijo Rourke, tomando su mano y levantándose. Mantuvo sus brazos envueltos alrededor de su cintura, su mano presionándose sobre sus jeans abiertos. Sus ojos mirando al suelo. —Billy, mírame. —La cabeza de Billy se alzó lentamente, vacilantemente. Rourke pudo ver inmediatamente el miedo en los profundos ojos azules de Billy. Rourke ahuecó su rostro—. No está mal tocarte si lo deseas. Claro, hay algunos lugares donde no deberías hacerlo, pero nunca está mal. Es tu cuerpo. —¿No... no te importa? —Bueno, me gustaría observar si vas a tocarte. Es muy caliente. —Amplios ojos azules parpadearon hacia Rourke. Era adorable y triste, todo al mismo tiempo. Rourke apartó la mano de Billy a un lado y agarró la polla del hombre. Un suave jadeó salió de los labios de Billy. —¿Te gusta esto, bebé? Billy asintió rápidamente. —¿Quieres más? —Rourke no pensó que fuera posible, pero los ojos de Billy se ampliaron más. —¿Ma... más? —preguntó. Rourke envolvió un brazo alrededor de la cintura de Billy para mantenerlo cerca luego empujó sus caderas más cerca y agarró su polla, juntándolas las dos. Observó el rostro de Billy mientras empezó a acariciar ambas pollas en su mano. La pregunta se llevó la respiración de Rourke. —¿Se siente bien, bebé? —Sí —Billy siseó.

—Se va a sentir mucho mejor cuando esté profundamente en tu culo. Los ojos de Billy estaban vidriosos. El hombre se tensó por un momento luego su cabeza cayó sobre sus hombros y un profundo gemido salió de sus labios. Rourke sintió su lengua pegarse al paladar cuando Billy se corrió y llenó el espacio entre ellos con caliente semilla. Los sollozos de la acumulada liberación que llenaron el aire eran música para los oídos de Rourke. Saber que le había dado placer al hombre que había tenido tan poco en su vida, y que era el único que lo había hecho, le dio a Rourke una sensación de poder que nunca había sentido en sus anteriores encuentros sexuales. También le trajo una obsesiva necesidad de poseer a Billy. Era realmente especial, como había dicho antes, e iba a asegurarse de que esa especialidad fuera sólo suya. Rourke mantuvo sus ojos pegados al rostro de Billy mientras su propio orgasmo lo sacudía. La intensidad de su clímax lo sorprendió. Hizo que sus piernas temblaran, y por un momento, pensó que no sería capaz de mantenerlos a él y a Billy en pie. Las manos de Billy de repente agarraron su camiseta. Su cabeza se alzó. Rourke sólo tuvo un momento para ver la profunda hambre en los azules ojos de Billy antes de que los labios de Billy reclamaran los suyos. Rourke gimió y se acercó mientras su propio semen se unía al de Billy entre sus cuerpos. Cuando Billy finalmente se apartó, ambos estaban respirando pesadamente. Rourke sacó su mano de entre sus cuerpos y lamió el semen que cubría su mano. Miró abajo rápidamente cuando Billy inhaló, sólo para encontrar al hombre observando su mano como si no pudiera apartar la mirada. Rourke giró su mano y la extendió hacia Billy, gimiendo profundamente cuando Billy chupó sus dedos. —Oh, maldición, no puedo esperar a sentir eso en mi polla.

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Billy parpadeó cuando rió. —Ensuciaría menos que esto. —Oh, esto no es nada, bebé. —Rourke sonrió—. Sólo espera a que te consiga en mi cama. Voy a ensuciarte completamente. Rourke gimió cuando los ojos de Billy se ampliaron y se pusieron vidriosos. Su respiración dolía y se atascaba en su garganta. A pesar de haberse corrido unos momentos antes, Rourke sintió un golpe de deseo dispararse a través de él sacudiéndolo. —¿Tú...tú me tomarás en tu cama? —susurró Billy. —Oh, sí, tengo toda la intención de tomarte en mi cama. — Rourke tiró de Billy contra su pecho—. Planeo tomarte en mi cama, contra la pared, en una silla, y en cualquier superficie lisa que pueda encontrar. Planeo tomarte en cualquier lugar y en cualquier momento que desee. Billy se estremeció. Sus ojos entrecerrados. —¿Eso te asusta, bebé? —Sí. —Podría empujar tus límites un poco, introducirte en algunas cosas que nunca has intentado antes, pero nunca te haré daño, bebé. —¿Lo prometes? Rourke acarició el sonrojado rostro de Billy. Amaba la sensación de la suave piel de Billy bajo sus dedos y se preguntó si el resto de Billy sería igual de suave. No podía esperar a averiguarlo. —Lo prometo, bebé. Billy respiró profundamente, el color lentamente yéndose de su rostro y volviendo a la normalidad.

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—Entonces vale. —Estoy tan contento de que estés de acuerdo. —Rourke rió, pero a pesar de sus palabras, sabía que nunca haría nada con lo que Billy estuviera verdaderamente incómodo. Quería a Billy en su cama, de verdad, pero Rourke lo quería allí deseoso. Rourke extendió su mano y metió su gastada polla de nuevo en sus jeans, haciendo una mueca cuando el frío semen se encontró con la cálida piel. Ignorando la sensación mojada, rápidamente se subió los pantalones luego apuntó el propio lío de Billy. —¿Vas a abrocharte o vas a dejarla colgando para que todo el mundo la vea? —Incluso aunque Rourke dijo las palabras, sintió un arranque de posesividad pasar a través de él, una sensación previamente desconocida. Nunca había sentido celos por sus compañeros en el pasado. ¿Entonces, por qué Billy? La mera idea del hombre siendo visto desnudo o casi desnudo por alguien más hacía que Rourke quisiera herir seriamente a alguien. Rourke esperó a que Billy se colocara bien la ropa luego extendió su mano y agarró la mandíbula del hombre, alzando el rostro de Billy hacia el suyo. —Nadie te verá así, bebé, ¿entiendes? Nadie. Tu cuerpo es sólo para mis ojos. —Yo... eh... vale. Billy se veía un poco nervioso. Sus ojos estaban amplios, y sus manos revoloteaban, poniéndose bien la camisa de algodón. Rourke personalmente pensó que se veía adorable, pero nunca le diría eso a Billy. Ningún hombre deseaba ser considerado adorable. —Vamos, bebé. —Rourke envolvió su brazo alrededor de los hombros de Billy y empezó a dirigirlo hacia la casa—. Vamos a limpiarte y a acomodarte luego podremos jugar un poco más. ¿Qué te parece? —Me parece bien.

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Sonaba maravillosamente. Rourke ya estaba imaginando a Billy en su cama, preferiblemente estirado con sus manos atadas sobre su cabeza. Rourke podía sentir su polla empezando a endurecerse sólo de pensar en ello. Billy se vería despampanante. —¿Es este él? Rourke se detuvo, su cabeza girando para ver a Asa y Lachlan de pie a varios pies delante de él en la parte baja de los escalones del porche. Las manos de Asa estaban apretadas, una mueca en su rostro. Rourke bajó su mano de los hombros de Billy y dio un paso frente a él. La animosidad saliendo de Asa heriría a Billy, y Rourke no podía permitir eso. —¿Es este quien? —preguntó cuidadosamente. —No juegues conmigo, Rourke —Asa contestó apuntando a Billy—. Intentó matar a Lachlan. —Él no hizo nada. —¡Incendió el establo con nosotros dentro! —Clem incendió el establo, no mi bebé. —¿Bebé? —Lachlan gritó, dando un paso adelante junto a Asa—. ¿Estás llamando a Billy Thornton tu bebé? ¿Estás loco? — Lachlan ondeó su mano hacia el hombre cubierto tras Rourke—. No es más que problemas. Rourke apretó sus manos. Sintió que se ponía rojo de ira. Nadie debería hablar de Billy como lo estaba haciendo Lachlan. Billy no era malo, sólo incomprendido. ¿Por qué no podía verlo la gente? ¿Por qué no lo había visto antes? —Sí, lo estoy llamando mi bebé. Él es mío. —¡Es Billy Thornton! —gritó Lachlan. —Sé exactamente quién es, y es mío.

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Rourke podía sentir a Billy temblando tras él. Sus manos estaban apretadas en la camisa de Rourke, con el rostro enterrado en su espalda. Rourke extendió la mano y gentilmente palmeó la cadera de Billy, queriendo hacerle saber al hombre que estaba a salvo. No dejaría que nadie hiriera a Billy, ni siquiera su hermano. —Billy es mío, y se acabó. —Si crees que voy a permitir que un Thornton se quede en este rancho te equivocas. —El rostro de Lachlan enrojeció de ira cuando gritó las palabras—. No hay necesidad de decir lo que él y su hermano harían. Ya han intentado matarme una vez, a Asa dos. No dejaré que sea una amenaza para mi marido. —Este rancho nos pertenece a todos —Rourke contestó gritando. Sacudió su dedo hacia su hermano—. No tienes que decidir quién entra y quién se va. —¡No se quedará! — Lachlan gritó—. Tendré su culo puesto en un calabozo por entrar en propiedad privada sin autorización antes de permitir que se quede. —Eso sería un poco difícil de hacer, considerando que tiene mi permiso para estar aquí. —¡No se quedará! —Lachlan gritó. —¡Se quedará! —Rourke gritó. —Por favor, parad. Las palabras fueron susurradas tan suavemente que Rourke casi no las llegó a escuchar. Si no fuera por el hecho de que Billy agarraba su brazo mientras lo rodeaba, probablemente no habría escuchado a Billy. —Por favor —Billy susurró de nuevo. Sus ojos desesperados y llenos de lágrimas cuando miraron a Rourke—. No luchéis, no por

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mí. —Bebé... —Por favor. —Bebé, no te volveré a enviar allí. Miró por encima de su hombro. Rourke hizo lo mismo, mirando más allá de Billy a los hombres a unos pies de distancia. Cuando Billy se giró hacia él, Rourke miró al hombre. Se iría y llevaría a Billy a algún lugar seguro si era lo que tenía que hacer. —No puedes pelearte con tu familia. —La mano de Billy temblaba mientras palmeaba el pecho de Rourke—. Ellos te aman. No sabes cómo de raro es eso, cómo de importante. No lo arruines por mí. No lo merezco. —Bebé. —Rourke agarró los brazos de Billy y lo sacudió un poco—. Lo mereces. —No. —Bebé. —Sabía lo que iba a hacer Clem, sobre incendiar el establo. Lo sabía, y no hice nada para detenerlo. Lachlan tiene razón. Soy un problema. —Yo no creo eso. —Es verdad. Mientras Rourke sabía que Billy probablemente estaba diciendo la verdad, también sabía que debía haber más en la historia que eso. Billy realmente no era malo. Se preocupaba mucho por la otra gente para herir a alguien, no a propósito. —Podrías estar diciendo la verdad, bebé, pero sé que hay más en la historia que eso. No dejarías que Clem me hiriera. —de algún modo Rourke sabía que decía la verdad. Billy haría todo lo que

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estuviera en su poder para mantener a Rourke a salvo. —No, pero... —Clem encerró a Billy en el sótano para que no pudiera advertirnos. Rourke miró más allá de Billy, Lachlan, y Asa para ver a su pa de pie en el porche. Sus brazos cruzados sobre su pecho, una mirada enfadada en su rostro. —¿Pa? —Vamos, Billy, díselo —dijo Pa—. Los chicos tienen que escuchar esto. —Oh, pero... —Billy tembló cuando se giró. —Billy —Pa dijo simplemente. Billy tembló. Rourke colocó su mano en los hombros de Billy para darle el valor y apretó ligeramente. —Clem estaba hablando, diciendo que Asa y Lachlan lo humillaron, que lo hicieron quedar mal delante de todo el pueblo — Billy dijo suavemente—. Estaba realmente enfadado. Cuando empezó a reunir las latas de gasolina, sabía que iba a hacer algo realmente malo. Tenía que advertiros. Intenté salir a escondidas, pero Clem me pilló, y él... bueno, él... —Billy se encogió—. Me encerró en el sótano. —¿Te golpeó primero? —Rourke preguntó, ya sabiendo la respuesta, pero queriendo que Asa y Lachlan entendieran la presión bajo la que estaba Billy, cómo lo trataba Clem. La cabeza de Billy giró para mirar a Rourke. Su rostro se veía increíblemente pálido con el brillo de la luna. —No fue nada. Rourke ausentemente notó con las palabras de Billy que su

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habla siempre parecía revertirse cuando estaba un poco nervioso o asustado. Era un buen barómetro para cómo se sentía Billy. —¿Clem está pegando a Billy? —La voz de Lachlan estaba llena de sorpresa y un poco de horror. —Muéstrales a Lachlan y Asa tu espalda, bebé. —Oh, yo... —Las manos de Billy se juntaron delante de él. Sus ojos empezaron a ampliarse cuando se movieron de uno a otro a otro, nunca quedándose en una persona más de un momento. Rourke sabía que Billy iba a perderse y dio un paso atrás, envolviendo sus brazos alrededor del hombre y atrayéndolo contra su cuerpo. —Estará bien, bebé, lo prometo. El rostro de Billy se presionó contra su pecho. Rourke permitió al hombre acurrucarse más cerca y lentamente alzó la camisa por detrás, dejando que todos pudieran ver las marcas en la piel de Billy. Los jadeos de horror podían escucharse a través de la pequeña zona donde estaban. Rourke esperó sólo un momento luego bajó la camiseta de Billy. Le acurrucó en sus brazos mientras miraba a su hermano. —Clem ha estado pegando a Billy durante un tiempo. Ninguno de nosotros, incluyéndome, miró más allá de las acciones de Billy para pensar por qué estaba haciéndolas. —Pero por qué Clem... —Lachlan sacudió la cabeza, pero parecía que no podía parar de mirar la espalda de Billy—. Eso no está bien, Rourke. —¿Crees que no lo sé? —Rourke contestó—. No lo viste antes, lo que Clem le hizo. No lo viste cubierto de sangre y verdugones porque Clem nos vio besarnos y decidió azotar a su hermano para que no fuera gay. —¿Qué?

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—Clem no quiere que su hermano sea gay. Me vio besar a Billy antes y lo azotó por ello. Hace sólo un poco nos vio besarnos de nuevo y nos atacó. Intentó estrangular a Billy, matarlo. —¿Qué es esto, hijo? —dijo Pa, bajando los escalones—. ¿Clem te atacó de nuevo? —Lo intentó, pero Billy lo detuvo, y luego Clem fue tras Billy. Intentó matarle, estrangularlo. No podía dejar que pasara, Pa. Tenía que traer a Billy a casa conmigo. —Tenemos que llamar al sheriff, hijo. Esto no puede continuar. —Lo haremos, por la mañana —dijo Rourke rápidamente. Podía sentir a Billy temblando en sus brazos y supo que el hombre estaba cerca del agotamiento—. Ahora, Billy necesita un cálido y seguro lugar donde descansar. —Rourke se giró para mirar a Lachlan y Asa—. Si alguien tiene un problema con eso, puedo llevar a Billy al pueblo y alquilar una habitación de motel, pero se quedará conmigo. Asa abrió su boca, y Rourke pensó que el hombre discutiría, pero Lachlan le dio un codazo en el costado, y Asa cerró su boca. —Lo que decidas estará bien, Rourke, pero creo que podemos proteger mejor a Billy si está aquí en el rancho donde todos podemos mantener un ojo en él. Rourke parpadeó, inseguro de si había escuchado bien a su hermano. El hombre acababa de amenazar con arrestar a Billy hacía unos minutos y ¿ahora quería ayudar a protegerlo? Eso no tenía sentido. —Lachlan... —No lo entendía antes, Rourke. —Lachlan asintió hacia Billy—. Ahora sí. —Todavía es mío. —Los brazos de Rourke se apretaron en torno a Billy—. Se queda conmigo.

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—¿Eso es prudente, hijo? —preguntó Pa. Rourke podía sentir la intensidad de la mirada de Pa, y escuchó su pregunta no dicha en su voz. Sabía... lo que su Pa estaba preguntando. —Es el modo en que tiene que ser, Pa. —Muy bien, supongo que deberías entrarlo entonces. Tu Ma querrá mirarle la espalda de nuevo. —Pa se giró y volvió a subir los escalones. Se detuvo arriba y miró por encima de su hombro—. Chicos, quiero un guarda apostado alrededor del reloj, turnos de dos hombres. Nadie va a ir a ningún lado sólo hasta que resolvamos esto. —Asa y yo tomaremos el primer turno —dijo Lachlan—. Sólo necesitamos un par de minutos para volver a nuestra casa y agarrar unas cosas. —Haré que Quaid y Seamus vayan al segundo turno —dijo Pa—. Rourke, tú y Neason podéis hacer el tercer turno. Cuando los trabajadores se levanten por la mañana, podemos tener una reunión y explicárselo todo, quizá algunos nos ayudarán. Hasta entonces, quiero que todos mantengáis vuestros ojos y orejas abiertos. Y no os arriesguéis. Todos vosotros sois más importantes que este rancho, y tu Ma tendría mi piel si algo le pasara a cualquiera de vosotros. —Pa, ¿puedes pedirle a Ma que haga una jarra de café? — Lachlan preguntó—. Creo que lo vamos a necesitar. —Sospecho que vuestra Ma estará haciendo más que eso, hijo. —Pa rió mientras volvía a la casa—. Vuestra Ma cocina muchísimo cuando está nerviosa. Rourke rió, la tensión que había estado sintiendo desde que Asa y Lachlan lo confrontaron empezaba a disiparse. Su Pa tenía razón. Ma cocinaba como una loca cuando estaba preocupada o nerviosa. Habría mucho para comer. —Vamos, bebé —dijo Rourke mientras giraba a Billy en sus brazos—. Vamos dentro. Ma puede mirar tu espalda, y luego podemos instalarte.

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—¿Contigo, verdad? —Billy susurró. —Conmigo, bebé, en ningún sitio más. La respuesta de Rourke pareció satisfacer a Billy. Caminó junto a Rourke sin resistencia. Rourke llevó a Billy más allá de Asa y Lachlan sin una palabra luego subieron los escalones. No quería darle a nadie la oportunidad de cuestionar a Billy de nuevo. Podía sentir el ligero temblor del cuerpo de Billy bajo sus manos y sabía que el hombre estaba cerca de romperse. Billy necesitaba un lugar tranquilo para recomponerse. Rourke esperaba que Billy encontrara su dormitorio aceptable. —Ma —Rourke llamó cuando entró a la casa después de su Pa—. ¿Puedes echarle un vistazo a la espalda de Billy antes de que se estire? Quiero estar seguro de que está bien. —Llévalo al comedor, hijo —gritó Ma. Rourke llevó a Billy al saló y lo sentó en una silla. Se movió alrededor y se sentó junto a Billy, tomando su mano. Un momento después, Ma entró en la sala con una taza de té y la colocó delante de Billy. —¿Cómo estás, Billy? —Bien, ma'am. —Bueno, sólo bébete el té mientras le echo una ojeada a tu espalda. Veremos si podemos hacer que esté mejor en lugar de sólo bien. Rourke rió cuando vio a Billy parpadear hacia su Ma. No tenía ni idea de cómo era la relación de Billy con su Ma, pero Rourke no creía que fuera muy buena, sin embargo, era una fuerza a tener en cuenta. Billy hizo una mueca cuando Ma alzó su camisa, pero no gimió o dijo nada. Sus labios apretados, y sus dedos alrededor de su taza

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de té apretados hasta que estuvieron blancos. Esa era su única muestra de emoción. Rourke apretó su mano, y Billy se giró y le sonrió. Rourke le devolvió la sonrisa, sorprendido por la habilidad de Billy de sonreír considerando la gravedad de la situación. Se veía como una sonrisa real, también, ni una falsa para hacerle sentir mejor. —¿Cómo está ese té? —preguntó Rourke. —Bastante bueno —contestó Billy—. Tu Ma me lo dio antes. —A ella le gusta su té. —Es, uh, camomila. —Es uno de sus sabores favoritos. —Rourke acarició el rostro de Billy con sus dedos—. Sólo lo comparte en ocasiones especiales. —¿Sí? —Sí. —Rourke sonrió de nuevo—. No creo que lo tome desde que me rompí la mano hace un par de años intentando atar a un ternero para marcarlo. —Oh, sí. —Billy rió—. Recuerdo eso. Las cejas de Rourke se alzaron. —¿Recuerdas cuando me rompí la mano? —Estaba seguro de que te habías roto más que la mano cuando caíste de tu caballo. No te moviste en un buen rato. —¿Me viste caer de mi caballo? —Sí. Estaba realmente aliviado cuando finalmente te sentaste. —¿Qué más has visto? El rostro de Billy de repente se puso blanco. —Nada.

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—Billy —Ma dijo suavemente—. No deberías mentirle a Rourke. —Lo siento. —Estás perdonado, Billy —dijo Ma mientras palmeaba su hombro—. Sólo dile a Rourke la verdad. Sólo quiere lo mejor para ti. —Vi algo. Rourke estaba intrigado por la pequeña sonrisa que cruzó los labios de Billy mientras miraba a la nada. Quería saber que significaba, pero estaba casi asustado de preguntar. —Solía sentarme en el borde del bosque y observaros trabajar con el ganado. Nosotros no tenemos más que unas cuantas cabezas en nuestra granja, y ninguna se ve como las vuestras. —Criamos Black Angus, Billy. —¿Son Black Angus de la línea de Aberdeenshire, Escocia o EE.UU.? —¿Conoces el ganado de Aberdeenshire? —¿Los Angus de Aberdeen? —Billy se encogió—. Leí algo. Rourke estaba impresionado. No mucha gente conocía la diferencia entre Angus de EE.UU. Y Angus de Escocia. —Los nuestros son de la línea de Aberdeenshire, bebé. Ma y Pa compraron unas cabezas para empezar su rancho cuando vinieron. —Eso es guay. Creo que son más robustos. —Es posible. —Bueno, piensa en ello. —Billy empezó a ondear sus manos en el aire mientras hablaba—. Sólo perdiste unas tres cabezas de

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ganado hace dos años cuando tuvimos ese invierno nevado tan malo. Muchos otros ranchos de la zona tuvieron peores pérdidas, y tienen ganado normal. —No creo que lo hubiera pensado de ese modo. —Soléis trabajar con Angus de Aberdeen —dijo Billy—. qué lo haríais?

¿Por

—Aunque creo que hay algo especial en nuestro ganado, el ganado es sólo ganado. —Pensarías eso. —Billy rió—. Es como decir que los tomates normales son lo mismo que los tomates cherri porque ambos son tomates. —Uh, ambos son tomates, bebé. —Pero son dos tipos diferentes de tomates. Los tomates normales son cultivados por su tendencia a producir cosechas más sabrosas. Son los más comunes. Los cherri son pequeños redondos, dulces que se comen en ensaladas. Aunque ambos son tomates, son dos tipos diferentes, que se usan para cosas totalmente diferentes. Rourke parpadeó. —Prefiero los tomates corazón de buey —dijo Ma—. Son más grandes y jugosos. Por supuesto, su corta vida hace que sea imposible comerlos cuando llegan, pero son bastante buenos. A los chicos les encantan en sus sándwiches. Rourke se giró y miró a su madre, parpadeando de nuevo. Los dos debían estar hablando un idioma extranjero. No sabía nada sobre tomates a parte del hecho de que eran rojos y que le gustaban en los sándwiches. También estaba un poco sorprendido por el conocimiento que tenía Billy de los tomates. El hombre juraba que no era listo, pero Rourke estaba empezando a sospechar que había algo escondido profundamente en Billy que nunca había explorado o le habían

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permitido liberar. Quizá necesitaba ayudar a Billy con ello. —Pareces saber mucho sobre tomates, bebé. Eso está muy bien. Yo sólo sé que son rojos y redondos. Billy se encogió, su rostro un poco sonrojado. —Me gustan los tomates. —¿Qué más te gusta? Billy volvió a encogerse. —No lo sé. A Rourke no le gustó esa respuesta. —Seguro que hay algo que te guste. La furtiva mirada que Billy le disparó e su dirección le dijo a Rourke exactamente lo que le gustaba al hombre. Y Rourke estaba encantado. Estaba incluso más excitado cuando Ma bajó la camisa de Billy y empezó a recoger el kit médico. —Creo que estarás bien en unos días, Billy. —Envió a Rourke una mirada enfadada—. No quiero que hagas nada cansado. Necesitas tiempo para sanar, mucho descanso, y muchos buenos nutrientes. —Sí, ma'am. Rourke rodó sus ojos cuando la mano de Ma palmeó gentilmente los hombros de Billy y lo apuntó. —No dejes que esos bonitos ojos verdes te convenzan de que hagas algo que no sientes que sea correcto. Sé que Rourke puede ser encantador cuando quiere, pero tú tienes el derecho de decir que no. Billy giró, mirando entre Rourke y Ma durante un momento. —Rourke nunca me forzaría a hacer algo que no quisiera. No es así. —Rourke se preguntó si Billy tenía razón. Deseaba a Billy de la peor manera. Planeaba usar cada herramienta a su disposición para conseguir a Billy, palabras encantadoras y bonitos ojos verdes

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incluidos. ¿Eso lo convertía en una mala persona? —Me alegra que pienses así, Billy —dijo Ma—. Sólo recuerda lo que dije y no dejes que Rourke te convenza de hacer algo con lo que no te sientas cómodo. —¡Ma! —Sin Ma, Rourke Blaecleah —dijo Ma—. No soy tan ignorante como te gustaría que fuera. Sé lo que hay en ese armario tuyo. El rostro de Rourke se incendió con vergüenza. Estaba mortificado. No tenía problemas con decirles a sus padres que era gay. Dejar que supieran que era pervertido era una historia diferente. No estaba avergonzado de su lado pervertido. Sólo no lo compartía con mucha gente. La única razón por la que sus hermanos lo sabían era porque habían visto a Rourke en bares con otro hombre. Infiernos, le habían visto esposar a alguien y sacarlo del bar. No había mucho que pudiera hacer para ocultárselo. —Billy ya ha sido forzado a hacer bastantes cosas en su vida, Ma. Nunca le haría hacer nada que no quisiera hacer. —No, nunca pensé que lo harías, Rourke, pero intentarás encantarlo en ello. Tiendes a ser un poco determinado cuando ves algo que quieres. Billy necesita saber que tiene el derecho a decir que no sin que tú te enfades. Rourke estaba realmente incómodo hablando con su Ma de su vida sexual, bueno, de la vida sexual que esperaba tener pronto si Billy estaba de acuerdo. Se levantó y se puso tras Billy, colocando sus manos en los hombros del hombre. —Nunca haría nada para herir a Billy, Ma. Él es mi leyenda.

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Capítulo 7 79

Billy frunció el ceño mientras seguía a Rourke por el pasillo hacia su dormitorio. Lo había llamado su leyenda, y eso parecía ser todo lo que Ma Blaecleah necesitaba escuchar. Después de eso, no discutió para nada cuando Rourke le dijo que compartirían un dormitorio. Ella tenía que saber que compartirían más que eso. Al menos, Billy esperaba que lo hicieran. Sabía que tenía un límite de tiempo con Rourke, y quería disfrutar de cada segundo. Necesitaría algo con que soñar cuando esta fantasía que estaba viviendo acabara. —¿Rourke? —¿Sí, bebé? —¿Qué es una leyenda? Estaba confuso por la suave risa que salió de los labios de Rourke. Billy pensó que era una pregunta simple. Necesitaba una respuesta simple. ¿Verdad? No entendía por qué Rourke estaba sacudiendo la cabeza mientras abría la puerta de su dormitorio. No sentía que tuviera intención de contestar a su pregunta. —¿Rourke? —Billy preguntó de nuevo. —Te diré que, bebé. Contestaré a esa pregunta en una semana. Billy frunció el ceño mientras seguía a Rourke al dormitorio. Se giró para mirar al hombre, observándole cerrar la puerta. —¿Por qué una semana? —Necesitas tiempo para recuperarte, y necesitamos tiempo para conocernos. —Rourke sonrió mientras se apoyaba en la puerta cerrada—. Una semana debería bastar. —Ya nos conocemos, Rourke. —Billy estaba tan confuso. Se preguntó si Rourke era un poco tonto—. Nos conocemos desde que

íbamos en pañales. —Hemos vivido al lado desde que íbamos en pañales. Eso no significa que nos conozcamos, no realmente. —Billy dio un paso atrás cuando Rourke se alejó de la pared y caminó hacia él. Había un sospechoso brillo en los ojos del hombre que Billy no pudo reconocer. Era un poco desconcertante. —¿Qué estás haciendo? —preguntó Billy cuando Rourke se acercó, deteniéndose delante de él. La mera presencia física de Rourke parecía llenar la habitación, bloqueando todo lo demás. La mano de Rourke se movió lentamente cuando la alzó y acarició el rostro de Billy, casi como si estuviera acariciando a un caballo asustado. —Hay mucho más que tenemos que aprender el uno del otro, bebé, mucho más. —Una pequeña sonrisa misteriosa cruzó sus labios—. Creo que hay cosas sobre ambos que podrían sorprendernos. Billy tragó duro. — ¿Cómo qué? —Nunca supe que sería un deleite besarte, por ejemplo. —¿A mí? —¿A Rourke realmente le gustaba besarlo?—. ¿Te gusta besarme? —Me gusta besarte, bebé. Billy de repente sintió que no podía respirar. Su pecho se sentía apretado, y había un nudo en su garganta más grande que su puño. Se sentía caliente, como si el aire en la habitación se hubiera vuelto espeso. —También me gusta besarte —Billy susurró. —Lo sé. —La mano de Rourke bajó por el rostro de Billy—. Eres muy receptivo. —¿Es... es eso algo bueno?

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—Es una cosa muy buena, bebé —dijo Rourke. Billy casi se derrite por el profundo y rico tono de la voz de Rourke. Viajó por su columna. —Me gusta saber cómo te sientes, que disfrutas lo que hacemos juntos. Vale, derretirse era una posibilidad muy real. Billy podía sentir sus rodillas empezar a temblar. Agarró la camisa de Rourke y retuvo sus rodillas en su lugar. Si no lo hacía, Billy podría colapsar en el suelo. —Yo... yo di... disfruto lo que... que hacemos juntos —Billy tartamudeó. Podía sentir su rostro enrojecer con cada palabra que decía. Nunca le había hablado a nadie del modo en que le estaba hablando a Rourke. Era un poco excitante y le daba mucho miedo. —¿Quieres descubrir qué más podemos hacer juntos? Billy asintió rápidamente, mordiéndose su labio inferior mientras pervertidos pensamientos empezaron a llenar su cabeza. Podía pensar en tantas cosas que le gustaría intentar con Rourke, la mayoría de ellas requería una superficie plana. Había estado fantaseando con el hombre durante años. Podía imaginar muchas cosas. —Entonces vamos a instalarte, ¿vale? Billy asintió de nuevo, aunque estaba inseguro de que era exactamente lo que Rourke quería hasta que el hombre agarró el borde de su camisa y la levantó. Billy alzó sus brazos en el aire y dejó que Rourke le quitara la camisa por la cabeza. Ni siquiera se preocupó cuando Rourke la tiró al suelo. Después la mano del hombre fue a los botones de los jeans de Billy. Billy rápidamente cogió aire cuando los dedos de Rourke acariciaron la piel de su abdomen. Su cuerpo de repente se sentía caliente y ruborizado. —Te tengo, bebé.

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Las suaves palabras susurradas sobre la piel de Billy eran como una caricia. Echó su cabeza atrás en sus hombros e intentó no gemir como una chica. Quería impresionar a Rourke, no asustar al hombre. Pero sólo el mero toque de los dedos del hombre sobre su piel se sentía como el cielo. Billy sintió los brazos de Rourke envolverlo cuando su mundo se inclinó. Billy alzó su cabeza para encontrar a Rourke cargándolo hacia la cama. No dijo nada cuando Rourke lo colocó en el lado de la cama y luego se arrodilló delante de él, alcanzando sus zapatos. No sabía que decir. Los hermanos Blaecleah eran conocidos por ser hombres duros. No les gustaba tomar la mierda de nadie. No empezaban necesariamente una pelea, pero podían acabar una. No mucha gente quería enfrentarse a ellos. Gentil no era algo generalmente asociado con los cinco hombres. Billy ciertamente nunca pensó en Rourke como gentil, pero era así como el hombre estaba actuando. Trataba a Billy como si estuviera hecho de cristal. Cada toque era gentil, cuidadoso, como si quisiera tomarse el máximo cuidado mientras le quitaba la ropa a Billy. Una solitaria y pequeña parte suya apreciaba cada toque gentil, almacenando el recuerdo para examinarlo más tarde. Otra parte, también solitaria, estaba asustada de cuanto sabía que dependería de esas pequeñas caricias. Billy sabía que anhelaría esas caricias como anhelaba ver a Rourke. Rourke tiró los zapatos de Billy por encima de su hombro luego le quitó los calcetines. Billy gimió y se apoyó sobre sus manos, atrás, cuando Rourke le dio a cada pie un gentil masaje. No se había dado cuenta hasta entonces que incluso los pies le dolían. Y el toque de Rourke era mágico, llevándose cada rastro de dolor. —Estírate, bebé. Billy hizo lo que Rourke le pidió y con cuidado se estiró sobre el colchón. Su espalda le dolió un poco cuando presionó y se apoyó

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en la cama pero no lo bastante como para que Billy se quejara. Había estado peor, y no iba a hacer ni decir nada que detuviera a Rourke. —Alza las caderas si puedes. Billy alzó sus caderas, su rostro ruborizado cuando Rourke bajó sus jeans por sus piernas. Billy rápidamente cubrió su ingle con una mano. —Sshhh, bebé —Rourke dijo mientras apartaba la muñeca de Billy—. No tienes que esconderte de mí. —Yo... —Billy se sentía sonrojado cuando dejó que Rourke apartara su mano—. Nunca nadie... es, bueno... nunca nadie me ha visto así y... —Y, no puedo empezar a explicarte cuánto significa eso para mí. —Rourke sonrió ampliamente. Billy tembló y cogió aire cuando sintió las manos de Rourke acariciando su desnuda piel, lentamente subiendo por sus piernas hacia su ingle. No sólo nadie lo había visto en ese estado de desnudez, nadie nunca lo había tocado como lo estaba haciendo Rourke. —Saber que seré el único que alguna vez te vea así o te toque... —Rourke gimió, el timbre de su voz haciéndose más espeso—. Realmente no entiendes cuan excitante es, bebé. Billy casi se sale de su piel cuando Rourke se inclinó y acarició con su rostro la sensible piel de su abdomen. Rourke parecía estar respirando profundamente mientras restregaba su rostro sobre Billy una y otra vez. —Eres todo mío ahora, bebé, todo mío. —Rourke de repente se alejó y se levantó, dando un par de pasos atrás—. Mírame, bebé, mira lo que me haces. Como si eso fuera un problema, Billy pensó para sí mismo. No podía apartar la mirada de Rourke como no podía dejar de respirar.

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El hecho de que Rourke hubiera empezado a quitarse la ropa sólo hacía más imposible para Billy que apartara la mirada. Cada trozo de piel revelada añadida a cada fantasía que Billy hubiera imaginado con el hombre, sólo que esto era real. Billy ya estaba medio duro. Siempre estaba excitado cuando estaba cerca de Rourke. Observar al hombre desnudarse sólo se añadía a la lujuria que atravesaba su cuerpo. Rourke era una obra de arte. Viéndolo desnudo por primera vez, Billy rápidamente se dio cuenta de que ninguna de sus fantasías se comparaba con el hombre en la realidad. Los amplios hombros de Rourke desmentían la estrechez de su cintura. El hombre definitivamente estaba en forma. Trabajaba duro para vivir, y se mostraba en cada músculo y cada trozo de piel tirante. Quitaba el aliento. Ciertamente le quitaba la respiración a Billy. Su piel estaba bronceada ligeramente pero sin marcas que estropearan las líneas morenas, dándole a Billy otra fantasía con la que soñar, donde el hombre tomaba el sol desnudo. Gruesos pectorales en su pecho, bajando a una esbelta cintura y unos musculosos abdominales. Los ojos de Billy empezaron a moverse por debajo de la línea de la cintura de Rourke cuando el hombre de repente agarró su polla. Billy gimió y se arqueó en el aire. El suave toque exquisito. —¡Rourke! —Ssshh, tranquiló, bebé —Rourke dijo mientras gentilmente empujaba el abdomen de Billy—. Todavía estás herido. No podemos hacer nada que nos meta en problemas o que te cause más dolor. Sólo quiero que te estires y me dejes hacer todo el trabajo. Me aseguraré de que te sientas bien. Billy no tenía ninguna razón para no creer en el hombre. Sólo un simple toque de la mano de Rourke en él era más que cada pensamiento que había tenido. Él además era sólo un bono añadido.

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—Quiero que te pongas en la parte de arriba de la cama y cojas el cabecero. —Rourke rió ligeramente—. Y no lo sueltes, bebé, sin importar qué. Había algo en la voz de Rourke, un tono fiero que le dijo a Billy que agarrarse al cabecero era realmente importante para el hombre. Estaba más que deseoso de intentar lo que fuera que Rourke sugiriera. Moviéndose con cuidado, Billy se colocó en la parte de arriba de la cama y se estiró. Envolvió sus dedos alrededor del blanco cabecero de hierro forjado por encima de su cabeza luego miró a Rourke. —¿Así? Rourke se mordió el labio y asintió. Sus verdes ojos empezaron a oscurecerse ante Billy, volviéndose de un verde esmeralda profundo. El rostro de Rourke sonrojado, su mandíbula apretada como si estuviera manteniendo el control con un hilo. Eso estremeció a Billy, lo excitó, pero también lo asustó. No sabía que esperar. —Uno de estos días voy a esposarte a mi cabecero, bebé, y follarte hasta que no puedas caminar. Billy parpadeó, sus cejas se alzaron con sorpresa. —¿Quieres esposarme? —Sí. —¿Por qué? La respiración de Billy quedó atrapada en su garganta cuando Rourke se inclinó sobre él, sus manos aterrizando en el pecho de Billy justo sobre sus pezones. Empezó a bajar por el cuerpo de Billy lentamente, sus ojos siguiendo el camino que sus manos seguían. —Porque te verías muy sexy esposado a mi cabecero, expuesto para mí placer.

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Billy se lamió sus labios repentinamente secos. —Vale. Los ojos de Rourke destellaron a los suyos. —¿Vale? Billy asintió. —Vale, puedes esposarme. —Bil... bebé, no sabes lo que estás diciendo. —Lo sé. —Billy frunció el ceño. No era estúpido—. Te pones cachondo con la idea de tenerme esposado al cabecero de tu cama. —Bebé, realmente no sabes lo que estás diciendo. Billy rodó sus ojos cuando Rourke lo agarró más apretadamente y repitió sus palabras. Sabía lo que estaba diciendo. Claro, nunca había sido esposado antes sólo bajo arresto, pero si excitaba a Rourke tanto como pensaba, estaba de acuerdo. —Rourke, para de tratarme como si fuera de cristal —dijo Billy—. Si planeas esposarme más tarde entonces no hay razón para que no puedas hacerlo ahora. Es obvio que es algo que deseas. —Bebé, estás herido. —¿Y? Rourke se mordió el labio inferior de nuevo, sus ojos subiendo y bajando por el cuerpo e Billy. Respiró profundamente, dejando salir la respiración lentamente cuando sus ojos se encontraron de nuevo con los de Billy. —Seré honesto, bebé. Quiero esposarte. Eso es algo que me excita mucho. Pero no estoy seguro de poder controlarme si hacemos eso. Lo deseo, pero no a tu costa. —Pararás si te lo pido. Una ceja se alzó en la frente de Rourke. —Eso crees, ¿huh? —Lo sé. —Billy no tenía ni idea de cómo sabía eso, pero lo

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sabía. Rourke nunca haría nada a propósito para herirlo. Billy lo sabía en lo más profundo de su alma—. Confío en ti. Los ojos de Rourke se cerraron. —Realmente no tienes ni idea de lo que estás diciendo, bebé. —¿Crees que soy estúpido? —Era la única explicación. Le decía a Rourke que estaba ansioso por ser esposado, y era obvio que era algo que el hombre deseaba mucho. No entendía cual era el problema. —¿Qué? —Los ojos de Rourke se abrieron, y miró a Billy—. Por supuesto que no creo que eres estúpido. ¿Qué te haría preguntar algo como eso? —Es obvio que esposarme te enciende. He dicho que estoy de acuerdo con que lo hagas. —Billy se sentó, ondeando su mano un poco en el aire para causar efecto—. ¿Por qué estás intentando disuadirme tanto? ¿No crees que conozca mi propia mente? —No creo que te des cuenta en lo que te estás metiendo. —Entonces, dímelo. Billy casi deseaba no haber dicho nada cuando los hombros de Rourke cayeron. Siempre hablaba demasiado. Debería haber parado mientras seguía. Rourke parecía más que deseoso de seguir hasta que Billy abrió su boca y pidió más. Era estúpido. Billy bajó sus ojos, la mirada de Rourke era demasiado intensa. —Lo siento. No quería enfadarte. —Bebé, no estoy enfadado. Sólo... —Rourke se pasó la mano por su brillante cabello marrón—. Puedo ser bastante intenso a veces, especialmente cuando se trata de cosas que me gustan sexualmente. Nunca has estado con nadie, y no quiero asustarte en tu primera vez. ¿Eso tiene sentido para ti?

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—Sí. —bueno, más o menos. No estaba seguro exactamente de lo que Rourke quería decir con intenso—. Todavía no entiendo que tiene que ver con esta situación. Si planeas usar esposas en mí más tarde ¿por qué no usarlas ahora? —Porque estás herido, bebé. Billy suspiró profundamente y se estiró en el colchón de nuevo. —Vale, quizá no lo entiendo. Siento que estás andando en círculos. Billy inhaló cuando de repente Rourke se movió y se cernió sobre él. Sus rasgos faciales estaban muy tensos como si estuviera bajo mucha presión. Rourke agarró una de las manos de Billy y la bajó a su polla, presionando los dedos de Billy alrededor de su gruesa erección. —Normalmente no soy un hombre gentil, bebé. Estoy intentando ser considerado porque estás herido. —Rourke sacudió la cabeza—. Pero si no estuvieras herido, ya tendría mis bolas enterradas en tu culo. Y te follaría, bebé, hasta que no pudieras caminar derecho. Te esposaría a mi cama y no te soltaría hasta que hubiera acabado contigo, y eso tomaría mucho tiempo. La boca de Billy cayó abierta. Nunca había oído palabras como las que había dicho Rourke que lo excitaran tan rápidamente o que hicieran temblar su cuerpo tanto. No estaba seguro de haber oído palabras como las que había dicho Rourke, punto. —¿Y... y esposarme por qué es malo? —No es malo, bebé, pero me pondría al límite. Es todo lo que puedo hacer ahora para tratarte gentilmente. Si te veo esposado y supiera que podría hacer lo que deseara contigo, no creo que fuera capaz de ser gentil. No se estaba haciendo más fácil para Billy el respirar. Con cada palabra que decía Rourke, se iba otra respiración.

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—Sólo déjame hacer esto a mi manera, bebé. Te presentaré mis esposas en unos días. —¿Lo prometes? —Oh, infiernos sí. Billy tragó y asintió. —Vale. Rourke sonrió. —Vale, tus manos sobre la cabeza de nuevo. Agarra el cabecero. Billy agarró el cabecero de nuevo. No podía apartar sus ojos de Rourke mientras observaba al hombre inclinarse y acariciar con su lengua su piel desnuda. Rourke no parecía tener prisa mientras lamía lentamente y mordía el pecho de Billy. Cada pezón fue lavado, lamido, chupado, y luego mordido hasta que Billy estuvo estremeciéndose bajo Rourke, presionándose contra el hombre. Nunca nadie lo había tocado como Rourke lo estaba haciendo. No tenía ni idea de que sus pezones pudieran ser tan sensibles. La mente de Billy parecía fragmentarse cuando Rourke se movió más abajo de su pecho hacia su abdomen. Había sólo simples abdominales, un ombligo. No necesitarían sentir la lengua de Rourke moverse a través de ellos. Casi gime cuando la boca de Rourke dejó su abdomen hasta que sintió los calientes labios envolver la cabeza de su polla. —¡Rourke! —gritó. Sus dedos se apretaron alrededor de las barras de hierro forjado tan apretadamente que le dolían. Dobló sus rodillas y plantó sus pies firmemente en el colchón antes de alzar su polla en la boca de Rourke. Nada en la tierra se había sentido tan bien. La repentina burbuja de excitación de Billy de repente explotó cuando sintió alfo duro y mojado presionarse contra su culo. Se tensó, asustado y desacostumbrado a que algo lo tocara ahí. Su polla todavía estaba en la boca de Rourke, pero Billy podía sentir

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que empezaba a marchitarse por la extraña sensación. —Rourke. —Billy tragó, de repente asustado. La cabeza de Rourke se alzó y sus verdes ojos se encontraron con los de Billy. —Está bien, bebé, sólo son mis dedos. No lo haré si no quieres. Billy cogió aire profundamente e intentó calmar su acelerado corazón. —Sólo que nunca he... Rourke sonrió. Parecía increíblemente orgulloso de ese hecho. —Lo sé, pero te prometo que lo disfrutarás. —Vale —dijo lentamente. Todavía hizo una mueca cuando Rourke empezó a empujar su dedo más profundamente. No era exactamente doloroso, más raro que otra cosa. Le tomó unos minutos, pero Billy lentamente se acostumbró al dedo en su culo. Estaba empezando a dejar que sus músculos se estiraran, dejando ir la tensión, cuando sintió otro dedo empujar en su culo—. ¡Rourke! —¿Quieres que pare, bebé? —¿Cua... cuántos planeas poner ahí? —podía sentir su rostro enrojecerse con el calor mientras hablaba. Se hizo incluso peor cuando Rourke rió. —Al menos tres, bebé, pero seguramente cuatro cuando finalmente lo hagamos. Como dijiste antes cuando estábamos en el establo, no soy precisamente un hombre pequeño. —¿Cu... cu... cuatro? —Billy gritó. No podía imaginar tener cuatro dedos en su culo. Claro, se imaginaba siendo follado por Rourke. Sólo que nunca había pensado en la dinámica exacta del acto en sí. —Déjame mostrarte algo, bebé. Billy no tenía ni idea de que estaba hablando Rourke hasta que sintió los dedos en su culo empezar a moverse. De nuevo, encontró

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la sensación no del todo incómoda, sólo extraña. Los dedos de Rourke se movieron dentro y fuera de él, yendo cada vez más profundo. Billy seguía esperando a que algo mágico pasara, algo que hiciera que no pareciera tan raro. Entonces los dedos de Rourke de repente se curvaron y acariciaron algo dentro de Billy. Se tensó, un fuerte gemido salió de sus labios cuando se arqueó. —Ahí vamos —Rourke susurró. Billy jadeó pesadamente mientras se volvía a recostar en el colchón. Nunca, nunca, había sentido nada como eso. Billy pensó que la sensación era como una combinación de lo que sentía entre besar a Rourke y a un enchufe. —¿Qué era eso? —Eso, bebé, se llama tu lugar dulce. —Puedo ver eso. —Se vuelve mejor. —¿Mejor? La boca de Rourke bajó sobre la polla de Billy. Al mismo tiempo, sus dedos volvieron a moverse, empujando en el culo de Billy. Billy aguantó el aliento, abrumado por la sensación de Rourke chupando su polla y la anticipación del lugar dulce siendo acariciado de nuevo. Cuando pasó, Billy gimió e instantáneamente llenó la boca de Rourke con su liberación. Blancas luces aparecieron delante de sus ojos mientras su cerebro parecía haber tenido un cortocircuito. No podía pensar, sólo sentir. Y lo sentía todo desde el modo en que Rourke chupaba su polla hasta los dedos que siguieron acariciándolo a través del orgasmo. Casi gime en protesta cuando Rourke de repente se apartó de él hasta que vio al hombre arrodillarse entre sus muslos e inclinarse

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sobre él. Rourke tenía su polla en su mano y se estaba acariciando furiosamente. Billy estaba en trance. Nunca había visto nada tan hermoso en su vida. El rostro de Rourke tenso, su mandíbula apretada, y sus labios apretados. Y aunque estaba acariciándose rápidamente la polla, sus ojos nunca dejaron el cuerpo de Billy. Billy soltó el cabecero y empezó a alcanzar a Rourke hasta que las afiladas palabras de Rourke lo detuvieron. —¡Manos! Instantáneamente volvió a envolver sus dedos en el cabecero. Lamió sus labios. Podía sentir que empezaba a endurecerse de nuevo aunque acabara de experimentar el orgasmo más intenso de su vida. ¿Cómo podría no hacerlo cuando el objeto de su fantasía estaba masturbándose sobre él? —Realmente estás buscando esas esposas, ¿no? Quieres verme atado para ti. Billy a veces deseaba mantener su boca cerrada después de hablar. Lo había metido en problemas muchas veces. Pero cuando los verdes ojos de Rourke se clavaron en los suyos luego de repente se apartaron cuando su cabeza se echó para atrás sobre sus hombros, estuvo contento de haberlo hecho. El fuerte gruñido que llenó la habitación mientras los chorros blancos se disparaban sobre el cuerpo de Billy valió la pena. Billy mantuvo sus manos firmemente envueltas alrededor del cabecero mientras Rourke bajaba para apoyar su cabeza en el pecho de Billy. Desesperadamente quería abrazar al hombre, tocarlo de algún modo. Sólo no sabía si podía. —¿Rourke? —susurró. Rourke lentamente alzó su cabeza, una pequeña y sensual sonrisa jugando en sus labios. —Definitivamente vamos a usar las esposas la próxima vez.

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Capítulo 8 93

Rourke rió mientras observaba a Billy y Ma trabajando en el jardín. Parecían estar discutiendo algo, pero no sabía que era. Billy estaba ondeando sus manos salvajemente mientras apuntaba arriba y abajo del macizo de flores que acababan de cavar. Ma también estaba haciendo señas. Billy sólo había estado en el rancho durante un par de días, pero cada uno parecía sacar algo nuevo de su personalidad. Rourke había estado ligeramente sorprendido por el humor de Billy, a menudo encontrándose riendo por algo que decía. Lo que era todavía más sorprendente era cuan listo era Billy realmente cuando se abría. Rourke había sido sorprendido más de una vez en los últimos dos días cuando Billy decía o comentaba algo. Podría no tener el graduado del instituto, pero no era para nada estúpido. —Mejor ve a salvarlo antes de que Ma se lo dé a los pollos para que se alimenten. Rourke miró por encima de su hombro para encontrar a Lachlan detrás de él, una pequeña sonrisa en su rostro. Rourke rió y se giró para mirar a Billy y Ma discutir. —No lo sé. Ma podría haber encontrado esta vez a la horma de su zapato. Billy es bastante cabezota cuando quiere serlo. —¿Billy? —Lachlan resopló—. ¿Estamos hablando del mismo hombre, verdad? ¿Billy Thornton? —Sí, estamos hablando del mismo Billy. —Rourke rodó sus ojos y se giró para mirar a su hermano cuando el hombre resopló— . ¿Alguna vez te has molestado en hablar en Billy? —Rourke. —Entiendo que tiene una mala reputación, pero eso no es quien realmente es. Billy es dulce. No heriría a nadie si Clem no lo obligara. —Rourke ondeó su mano en el aire—. Intenta vivir como

lo ha hecho Billy y mira si puedes salir como él. A pesar de todo lo que Clem le ha hecho, e incluso sabiendo que podría significar otra paliza o su vida, Billy todavía intenta mantenernos a salvo de Clem. Déjame verte intentando algo como eso. —Rourke, no estoy diciendo... —No estás diciendo nada. —Rourke apretó sus puños para evitar golpear la cara de su hermano. Se estaba cansando de que la gente empaquetara a Billy—. No quiero escucharte decir otra palabra de él. —Rourke... —Ni una palabra, ¡Lachlan! —Está justo detrás de ti —Lachlan dijo rápidamente. Rourke tragó y lentamente se giró para encontrar a Billy y Ma de pie tras él. Ma estaba de brazos cruzados y moviendo el pie. No se veía feliz. Billy, por otro lado, se veía extasiado, una gran sonrisa en sus labios. —Hey. —Hey —Billy dijo, su rostro sonrojándose, pero la sonrisa nunca abandonó sus labios. —¿Cómo va la jardinería? Ma resopló y rodó sus ojos. —Billy parece pensar que cultivar tomates al lado de las vallas es mejor que hacerlo en las macetas que tengo en la parte de atrás del porche. Rourke se mordió el labio. No iba a entrar en una conversación que tratara del jardín de su Ma. No era tan estúpido. Se sorprendió cuando Billy se giró para mirar a Ma, señalando con sus manos de nuevo. —Pero la valla es mejor. Sé que dijiste que te gustan los tomates corazón de buey, y esos son tomates fantásticos, pero

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¿has comido alguna vez un tomate fresco de la parra? No hay nada como eso. —Todavía no veo la diferencia entre cultivar tomates en la valla o en las macetas. —Si cultivas tomates de parra en la valla, pueden usar la valla para crecer hacia el sol. Los tomates aman el sol. Y la valla les ayudará a protegerse de los elementos. Arriba en el porche, incluso en las macetas, están a merced del tiempo. Ma abrió su boca para contestar pero la cerró. Miró de nuevo al jardín unos minutos luego miró de nuevo a Billy. —Vale, veo lo que dices, pero todavía me gustan mis tomates en macetas en el porche. —Entonces, ¿por qué no plantamos un poco de ambos? Puedes cultivar un poco junto a la valla y un poco en las macetas. —Billy se encogió—. No es como si pudieras tener demasiados tomates. —Sabes, Billy, esa no es una mala idea. De ese modo, puedo ver cual crece mejor. —Ma sonrió y se giró hacia su jardín, caminando en esa dirección—. Vamos, hijo, tememos cosas que plantar. Billy sonrió y empezó a seguir a Ma. De repente se detuvo y se giró, corriendo hacia Rourke de nuevo. Billy se puso de puntillas y le dio a Rourke un pequeño beso en los labios. —Gracias por creer en mí —susurró Billy mientras se apartaba. Rourke sonrió y tocó la nariz de Billy. —Siempre creeré en ti, bebé. La sonrisa de Billy era más brillante que el sol. Rió y se giró, corriendo hacia el jardín de Ma. Rourke se sentía ligero mientras observaba a Billy corriendo para reunirse con su ma. No pudo evitar reír cuando Billy y Ma empezaron a discutir en el momento en que Billy llegó a la valla.

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Dudaba que los dos dejaran de discutir alguna vez, pero parecía ser todo de buen humor, nunca dañino. Y quizá Billy necesitaba eso. Necesitaba ver que era aceptado. Rourke tendría que trabajar en ello. —Ciertamente parece que te ha atrapado en su red, hermano bebé. —Es mi leyenda —Rourke dijo sin alejar la mirada de Billy. —Bueno, mierda. —Lachlan rió—. Supongo que eso significa que voy a tener que ser amable con el tipo. —Sí. —¿Él lo sabe? —No, no todavía —dijo Rourke. Apartó sus ojos de mala gana de Billy y volvió al montón de heno—. Se lo diré cuando sea el momento correcto. —No esperes demasiado, Rourke. No quieres correr el riesgo de perderlo. Créeme. Sé de lo que estoy hablando. Rourke rápidamente miró a su hermano cuando Lachlan agarró la bala de heno junto a él. La seriedad de la expresión en el rostro de Lachlan le decía que su hermano sabía exactamente de lo que estaba hablando. —No lo haré. Se lo diré tan pronto como pueda. No quiero hacer nada que pueda hacer que pierda a Billy. Lachlan asintió luego rió. —Esto va a tomar algo de tiempo para acostumbrarse, mi hermano y Billy Thornton. ¿Quién hubiera pensado en eso? —Sí, me sorprendió, también. ****

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Rourke sabía que algo era diferente en el momento en que se despertó. Después de pasar unos días despertando con Billy envuelto en sus brazos, despertarse sólo era bastante alarmante. Abrió sus ojos y miró alrededor de la habitación, instantáneamente notando a Billy de pie en el vestidor. —¿Qué estás haciendo, bebé? Billy se giró, su rostro pálido mientras escondía sus manos detrás de su espalda. —Nada. Rourke arqueó una ceja. —¿Entonces qué estás escondiendo tras tu espalda? El rostro de Billy empalideció más. Rourke también notó que el hombre se negaba a mirarlo a los ojos. Miraba a cualquier parte excepto a Rourke. —Nada. Rourke suspiró y se movió hacia el cabecero. Juntó sus manos en el regazo. Rourke había pasado casi cada momento despierto con Billy durante los últimos días, e incluso los que pasaba durmiendo. Pensaba que él y Billy habían estado haciendo progresos. Habían hablado, y se habían acurrucado, e incluso se habían enrollado un poco mientras Billy sanaba. Aunque su cuerpo sanaba bastante bien, Billy todavía tenía varias marcas de morados, muy coloridos en este punto. Rourke sabía que necesitaría unos días más, si no un par de semanas, para estar sano del todo. Por suerte para Rourke, sus hermanos lo habían ayudado con su trabajo en el rancho, dejando que él pasara tanto tiempo como era posible con Billy. Sabía que no duraría para siempre, pero estaba agradecido del tiempo que pasaban juntos.

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—Ven aquí, bebé. —Rourke dobló su dedo a Billy cuando observó al hombre arrastrando los pies de mala gana hacia delante. Billy se detuvo en el borde de la cama. Rourke extendió su mano y esperó. Billy lentamente llevó sus manos delante de él. Rourke se sorprendió de ver sus esposas forradas en piel cerradas alrededor de una de las muñecas de Billy. Enganchó su dedo en el aro vacío y tiró de él, tirando de Billy hacia adelante hasta que tuvo que subir encima de la cama o caer en ella. —¿Qué has hecho, bebé? Billy se encogió y gateó en el espacio entre las piernas de Rourke. Colocó su espalda contra el pecho de Rourke y empezó a jugar con las esposas. —Quería saber cómo se sentían. No hice nada malo. —Te dije que usaríamos las esposas en unos días. —También dijiste que las usaríamos la siguiente vez que nos enrolláramos, y no lo hicimos. A Rourke le encantaba el desafío que podía escuchar en la voz de Billy. Durante los últimos días, había empezado a discutir con él más y más. Nunca alzaba la voz o se volvía violento, pero estaba empezando a establecer lo que le gustaba y lo que no de las cosas más básicas. Rourke vio eso como un buen comienzo en su recuperación. Le atrajo a sus brazos. Girándolo hasta que Billy montó sus piernas a horcajadas y estuvieron de cara. Sonrió hacia el rostro sorprendido de Billy mientras agarraba la esposa vacía en una mano y la muñeca desnuda en la otra, poniendo ambas detrás de la espalda de Billy. Aunque no hubiera sentido la polla de Billy endureciéndose contra su abdomen, Rourke habría sabido que Billy estaba excitado. Tenía señales que lo decían. Inhalaba suavemente, sus ojos azules se oscurecían. El pulso en su cuello latía rápidamente. Esas eran todas las señales que Rourke había reconocido.

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—¿Realmente has estado pensando en ello, no? Billy se encogió, sus ojos bajando. —Dijiste que lo harías, y no lo hiciste y... —Lo sé, pero quería darte unos días más para curarte mientras jugábamos y te acostumbrabas a mí. Los ojos de Billy se alzaron. —Estoy acostumbrado a ti. —¿Eso crees, huh? —Rourke sonrió y extendió la mano sobre la mesa, abriendo el cajón. Buscó con su mano hasta que encontró la pequeña botella de lubricante y un condón, sacó ambos antes de cerrar el cajón. Tiró la botella y el condón a la cama luego tiró de las manos de Billy hacia delante. Rourke escuchó la suave inhalación de Billy cuando ató ambas esposas en las muñecas desnudas de Billy y luego alzó sus manos por encima de su cuello. Billy no podría haberse alejado aunque hubiera querido. —¿Estás seguro de que estás listo para mí, bebé? Billy tragó duro y asintió. Rourke rió mientras alzaba a Billy un poco y apartaba la manta, pateándola hasta el final de la cama con sus pies. Colocó a Billy de nuevo sobre su regazo, sus desnudos cuerpos presionándose juntos. Rourke casi gime cuando su dura polla empujó entre los muslos de Billy, restregándose contra las bolas del hombre y la parte de abajo de su polla. Se habían sentado así antes, pero normalmente sólo se besaban y sin esposas. Y, mientras Rourke podría usar sus dedos en la apretada entrada de Billy, nunca usaba su polla. Eso iba a cambiar.

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Rourke agarró el condón y lo abrió. Echó atrás un poco a Billy lo suficiente para enrollar el condón en su anhelante polla. Cuando acabó, movió a Billy de nuevo a su sitio. Agarró la botella de lubricante y derramó un poco sobre sus dedos y tiró la botella de nuevo a la cama. Rourke observó el rostro de Billy cuidadosamente mientras estiraba la mano alrededor de su delgada forma y empezaba a presionar sus dedos dentro del hombre. El rostro de Billy se sonrojó, sus ojos prácticamente cerrados. Rourke podía sentir los muslos del hombre tensarse contra él. Sabía que no estaba haciéndole daño a Billy. Habían hecho esto antes en más de una ocasión, y Billy siempre parecía disfrutarlo. Esta vez no debería ser diferente. —¿Estás listo para esto, bebé? —Rourke preguntó cuando metió sus dedos en el culo de Billy. Billy chupó su labio inferior y asintió. —Déjame escuchar que lo dices. —Por favor —Billy gimió cuando Rourke empujó otro dedo y lo movió alrededor. —¿Por favor qué, bebé? Rourke podía sentir el aire en sus pulmones empezar a entrar y salir de su pecho más rápidamente con cada respiración. Observar a Billy excitándose era más excitante que ver al hombre esposado, y eso sorprendió a Rourke desde el principio. —Por favor... por favor... —Dilo, bebé —Rourke dijo mientras observaba los párpados de Billy parpadear—. Dime lo que deseas. Billy era realmente tímido con algunas cosas. Rourke no estaba seguro de que el hombre supiera más de algunos insultos, aunque los había escuchado. Mientras que eso no sería bueno

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delante de su familia, Rourke estaba decidido a ensuciar la boca de Billy en el dormitorio. Y deseaba escuchar a Billy pedir lo que deseaba. —Quiero que me folles —Billy gritó. Eso era todo lo que Rourke necesitaba escuchar. Sacó sus dedos del culo de Billy y agarró las caderas del hombre, alzándolas hasta que sintió la cabeza de su polla atrapada en el agujero fruncido del culo de Billy. Rourke mantuvo sus ojos en los de Billy mientras lentamente bajaba al hombre abajo sobre su polla, una pulgada cada vez. La sensación de su polla resbalando dentro de la suave profundidad de Billy era exquisita, pero no tanto como la vista maravillosa del rostro sonrojado de Billy. Cuando Billy finalmente estuvo completamente apoyado en él, Rourke alcanzó y apretó la parte de atrás de su cuello, atrayendo a Billy hacia delante hasta que sus labios estuvieron a una respiración de distancia. —Ahora estoy dentro de ti, bebé, nunca me iré. Billy respiraba con dificultad. Rourke podía sentir las manos de Billy apretadas contra su nuca. —¿Nu... nunca? —Nop. —Rourke lamió los labios de Billy con su lengua hasta que escuchó que gemía—. Eres mi leyenda, Billy Thornton, y te cuidaré. El cuerpo entero de Billy se estremeció. Rourke sólo tuvo un segundo para sonreír antes de que Billy lo atacara. Sus labios se golpearon juntos, los brazos de Billy se apretaron alrededor del cuello de Rourke. Rourke le devolvió el beso a Billy, sus lenguas acariciando la del otro en una vorágine de pasión. Agarró las caderas de Billy y las alzó antes de volver a bajarlo de nuevo. Billy gimió contra sus labios. Rourke hizo una mueca

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cuando los dedos de Billy se enrollaron en su pelo y tiraron. Parecía salvaje. Cada movimiento, cada toque de su lengua o su cuerpo era sensual. Rourke sólo esperaba que Billy nunca supiera cuan excitante era para él. Podría acabar con él. Rourke apartó su boca de la de Billy cuando la falta de aire empezó a preocuparlo. Respirar no pareció más fácil cuando miró a Billy. Cada chispa de lujuria y deseo que sentía el hombre estaba brillando en su rostro. El hombre no escondía nada. Rourke continuó moviendo a Billy arriba y abajo en su polla. Los apretados músculos interiores del hombre agarraban su polla como si no deseara que saliera. Era casi más placentero de lo que Rourke podía manejar. Sabía que no duraría mucho antes de explotar dentro del hombre. —¿Es esto lo que deseabas, bebé? —Deseo pertenecerte. —Lo haces, pertenecerás.

bebé

—susurró

Rourke—.

Siempre

me

La cabeza de Billy cayó para atrás, y un pequeño gemido salió de sus labios. Cada dulce sonido era exquisito para Rourke. Agarró a Billy por la cintura y rodó sobre el colchón hasta que estuvo encima del hombre. Billy se veía tan salvaje que Rourke no pudo evitar sonreír. Agarró los brazos de Billy y los apartó de su cuello, empujándolos en el colchón sobre su cabeza. Le llevó sólo un momento enganchar las esposas en el gancho que estaba soldado al cabecero de la cama. Rourke se sentó, deslizando las piernas de Billy con sus brazos. Se movió hacia adelante, recolocando su polla en el culo de Billy. Empezó a moverse, empujando dentro de Billy una y otra vez. —Eres tan jodidamente apretado, bebé —gimió Rourke—. Te sientes tan bien.

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—Sí. —Voy a follarte hasta que ambos nos desmayemos. —Vale. Rourke sonrió por las contestaciones de Billy de una sola palabra. —¿Te gusta esta idea, bebé? ¿Quieres que te folle hasta que te desmayes? —Sí. Rourke soltó una de las piernas de Billy para poder agarrar la polla del hombre. Empezó a acariciar la gruesa erección de Billy mientras se empujaba dentro de él. Gotas de presemen se derramaron por los lados de la polla de Billy. —Dime lo que quieres, bebé —ordenó Rourke. —Fóllame. —Te estoy follando, bebé. Billy de repente sonrió, lo que sorprendió a Rourke. —Fóllame más duro. Rourke gimió e incrementó el ritmo de sus embestidas. La boca de Billy cayó abierta. Empezó a jadear pesadamente y a temblar. Sus brazos tensos, sus dedos apretados alrededor del cabecero de hierro forjado. —Córrete para mí, bebé —ordenó Rourke—. Córrete en mi mano. El cuerpo de Billy se arqueó. Un grito bajo llenó la habitación cuando se corrió. La mano de Rourke quedó pringada del semen que salió de la polla de Billy. Sedosos músculos se apretaron alrededor de la polla de Rourke, sacando un profundo gemido de él.

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Rourke acarició a Billy unas cuantas veces más luego soltó la polla del hombre y agarró su pierna de nuevo. Enganchó los pies de Billy sobre sus hombros luego plantó sus manos en el colchón a cada lado del cuerpo de Billy. Rourke presionó sus labios juntos mientras empezaba a empujar dentro de Billy. Las olas de éxtasis pasaron a través de él con cada empuje. Fuego quemaba a través de él, calentándolo desde dentro hacia fuera hasta que se quemó en una bola de llamas. El repentino ruido de las esposas alrededor de las manos de Billy hizo que Rourke alzara los ojos. Sus pulmones parecían incapaces de coger aire. Billy estaba sacudiendo las esposas, recordándole a Rourke que el hombre estaba a su merced. Rourke no pudo controlar su grito de deleite cuando su orgasmo de repente lo atravesó. Se tensó. Su polla latió y se derramó dentro del apretado culo de Billy. Una profunda sensación de paz y satisfacción entró en Rourke cuando bajó las piernas de Billy y se hundió sobre él. Besó gentilmente los hinchados labios de Billy luego miró a sus profundos ojos azules. —¿Estás bien? ¿No te hice daño, verdad? —No —susurró Billy. Rourke sonrió. —Bien. Billy movió las manos de nuevo. —¿Puedo tener mis manos de nuevo? Rourke frunció el ceño. —Eso no era lo que estabas pidiendo antes, ¿lo era? —No. —Billy rió—. Te estaba recordando que estaba esposado

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y expuesto para tu placer. —Nuestro placer —le recordó Rourke a Billy. Extendió la mano y abrió las esposas, luego observó a Billy restregarse las muñecas mientras las bajaba—. ¿Duelen? —Rourke. —Sólo pregunto. —No me voy a romper. —Podrías. Billy resopló y rodó sus ojos. —Si Clem no pudo romperme, tú tampoco podrás. —¡Hey! —Rourke tocó la nariz de Billy—. Clem no importa en nuestra cama. —¿Nuestra cama? Rourke podía escuchar la inseguridad en la voz de Billy. Podía verla en sus ojos azules. Billy estaba inseguro de ellos, y sabía que necesitaba arreglar eso. Gentilmente se apartó de Billy y rodó al lado de la cama. —Mantén esa idea —dijo mientras se alejaba. Hizo un rápido viaje al baño para limpiarse y coger una toalla húmeda. Después de limpiar a Billy, Rourke tiró la toalla al suelo luego subió a la cama junto a Billy. Envolvió sus brazos alrededor de Billy y lo acercó más. —Te dije que eras mi leyenda, bebé, y lo sentía. Eso significa que te cuidaré. Entonces, sí, esta es nuestra cama si quieres que lo sea. —Ahí está esa palabra de nuevo, leyenda. ¿Qué significa?

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—Es una antigua leyenda Blaecleah que dice que cada Blaecleah tendrá a una persona que lo significará todo para ellos. Y amarán a esa persona por el resto de sus vidas. No habrá nadie más para ellos. —Rourke sonrió y apretó sus labios alrededor de Billy—. Supe en el segundo en que te besé que eras para mí. Nunca amaré a otro, sólo a ti. Rourke sabía que estaba poniendo todo lo que sentía en la línea para Billy, pero sabía que el hombre necesitaba más que las palabras normales. Necesitaba saber que Rourke sentía lo que decía, quizá más que una persona promedio. Sabía que se había arriesgado al rechazo para Billy, pero no pensaba en ello. Sabía que Billy se preocupaba por él. Sólo que no sabía si se preocupaba por él lo bastante para quedarse. Tenía mucho por lo que estar asustado. Rourke quería ser quien lo protegiera y le diera un lugar seguro dónde estar. Cuando Billy no contestó, Rourke empezó a preocuparse. Se echó para atrás y miró a Billy. Cuando notó lágrimas bajando por el rostro de Billy, se preocupó aún más. —¿Billy? Billy gimoteó y se secó las lágrimas de sus mejillas mientras sonreía. —Supongo que deberíamos habernos besado antes entonces.

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Capítulo 9 107

—Rourke, Billy —la voz de Ma llamó a través de la puerta mientras ella llamaba unos minutos más tarde—. El Sheriff Riley está aquí. Le gustaría hablar con vosotros dos. —¿El sheriff? —El pánico de Billy fue inmediato y casi paralizante—. No he hecho nada, Rourke, lo juro. Ni siquiera he salido del rancho en días, y he estado cerca de ti casi cada segundo del día. —Bebé, cálmate. —Rourke palmeó el hombro de Rourke—. El Sheriff Riley estará aquí sólo para hablar del establo. Eso no significa que esté aquí por ti. —Sí, correcto, el establo. —Billy no lo creía. Si el sheriff estaba aquí, algo estaba mal, y Billy temía que fuera a perder todo lo que había ganando durante la última semana, en las últimas horas. A menos que estuviera equivocado, y bien podría estarlo, Rourke iba a estar con él para siempre. Incluso había declarado su amor. Quizá Billy lo quería tanto que simplemente lo había soñado o escuchado lo que había querido escuchar. Quizá estaba equivocado. —Rourke. —Billy agarró con sus manos la sábana y observó a Rourke vestirse—. ¿Lo decías de verdad? —¿El qué, bebé? —Rourke preguntó mientras se ponía una camiseta de algodón por la cabeza. —¿Qué... que me cuidarás? —Billy susurró. —¿Qué? —Rourke se bajó la camiseta y se giró para mirar a Billy—. Bebé, ¿de qué estás hablando? Billy lo sabía. Sabía que era demasiado bueno para ser verdad. Intentó actuar de forma despreocupada mientras se movía hacia el lado opuesto de la cama de Rourke. No era fácil cuando todo el cuerpo se sentía pesado por su corazón roto. Rourke no lo quería. —No era nada.

—Bebé, ¿de qué hablas? Billy apretó sus labios, más para evitar los sollozos que para evitar contestar a Rourke. Empezó a buscar en el suelo sus ropas, sólo deseaba vestirse y huir. —Bebé, no puedo entenderte cuando susurras así. Billy de repente se encontró rodeado por los brazos de Rourke. Intentó no alejarse porque estaba bastante seguro de que sería la última vez que se sentiría así. Pero cuando la mano de Rourke agarró su mentón y alzó su cabeza, Billy no puso evitar intentar alejarse. —Bebé, ¿qué va mal? —Nada. —Tienes que dejar de susurrar, bebé. —Nada, ¿vale? —Billy dijo más fuerte—. Nada va mal. —Estás mintiendo, bebé. Billy apretó sus ojos. Realmente odiaba que Rourke pudiera leerlo tan bien. No podía esconderle nada al hombre. Por una vez Billy quería salir de la situación con su dignidad intacta. —Por favor suéltame. —Billy se aseguró de que su voz fuera lo bastante alta y firme esta vez. Los brazos de Rourke inmediatamente se apartaron de él, pero las manos del hombre agarraron el rostro de Billy. —Bebé, tienes que decirme que te tiene tan molesto. No puedo arreglarlo si no me lo dices. —No puedes arreglar esto. —Ni siquiera sé que es esto.

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—No importa. —Obviamente sí, bebé, o no te estarías desmoronado. — Rourke frunció el ceño—. ¿Es por el sheriff? ¿Es lo que te molesta? Billy asintió. Estaba preocupado por el sheriff, pero eso no era lo que lo había molestado tanto. Sólo que no iba a decirle eso a Rourke. Se negaba a suplicar por algo que no era dado libremente, sin importar cuanto lo deseara. —Oh, bebé —dijo Rourke mientras envolvía a Billy en sus brazos de nuevo—. El sheriff no puede hacerte nada. Eres mío ahora, bebé, ¿recuerdas? Eso significa que toda la familia Blaecleah está de tu lado. —¿Qué? Rourke rió. —Estás mascullando de nuevo, bebé. —¿Qué? —Billy preguntó más alto. —Tú, mi pequeño amor, eres mío para siempre, ¿recuerdas? Eres mi leyenda, y te cuidaré. Eso significa que cada miembro de mi familia y yo haríamos lo que estuviera en nuestro poder para mantenerte a salvo, incluso del sheriff. —¿Me cuidarás? —Te cuidaré —repitió Rourke. —¿Para siempre? —Sí, bebé, te cuidaré siempre. Billy se dejó caer contra Rourke cuando su corazón empezó a latir de nuevo. Para siempre, Rourke iba a estar con él para siempre. Presionó su rostro contra la camiseta de Rourke mientras las lágrimas en sus ojos amenazaban con caer. —Hey, mírame. —Rourke alzó el rostro de Billy—. Sé que no has tenido muy buenas cosas en tu vida, pero quiero cambiar eso.

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Quiero darte el mundo. —Sólo te quiero a ti. Rourke sonrió y le dio a Billy un rápido beso en los labios. —Me tienes. Billy saltó cuando de repente volvieron a llamar a la puerta del dormitorio. —¿Rourke? ¿Billy? —Ma gritó—. El sheriff está esperando. —Esto no va a ir bien, Rourke —dijo Billy mientras se alejaba de Rourke. Restregó sus manos por sus brazos para protegerse del frío que sintió de repente—. Lo puedo sentir en mis huesos. —No busquemos problemas, bebé. Sólo iremos a ver que quiere el sheriff y continuaremos a partir de allí. Billy sabía que no sería tan fácil. Había tratado con el sheriff antes. Claro, el Sheriff Riley era mejor que el Sheriff Miller, que se retiró hacía unos meses. El sheriff Riley no intentó arrestar a Billy sólo por verlo. El Sheriff Miller parecía tener algo con él. Billy había estado entusiasmado cuando el Sheriff Miller se retiró. Sólo no sabía demasiado del nuevo sheriff. —Mejor vístete, bebé. Vestirse, correcto. Billy buscó hasta que encontró su ropa y rápidamente se la puso. A pesar del calor en la habitación, todavía estaba frío. —Rourke, ¿tienes alguna camisa de manga larga que me puedas prestar? —Claro, bebé, mira en el armario. Debería haber algo allí. Billy buscó en el armario hasta que encontró una de las camisetas de franela de Rourke más pequeñas. Las más grandes le hacían parecer más pequeño como si estuviera llevando un vestido. La cogió y se la abotonó, riendo silenciosamente mientras enrollaba las mangas. Al menos no le colgaba por las rodillas.

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—Bueno, ¿cómo me veo? —preguntó Billy mientras extendía sus manos a sus lados. —Magnífico. —Rourke sonrió. —¿Crees que me veo magnífico? —Billy frunció el ceño—. ¿Te sientes bien? Rourke estalló en risas, lo que se veía bien en el hombre e hizo que Billy se sintiera mejor, pero todavía pensaba que el hombre estaba un poco raro. Billy no era magnífico, y lo sabía. Podría pasar por bonito, si tenía suerte. —Vale, supongo que esa es otra cosa en la que tenemos que trabajar. —¿Qué? —Tu autoestima, bebé. Necesitas saber cómo de especial eres. —Yo... tú... —Billy parpadeó rápidamente. El cuello de la camisa de repente se sentía apretado, y alzó la mano y lo movió con el dedo, alejándolo de su garganta—. Estás loco. —No, y te lo demostraré tan pronto como hablemos con el sheriff. —¿Esposas de nuevo? —Billy contoneó sus cejas. —He creado un monstruo. —Rourke rió. Billy sonreía mientras seguía a Rourke fuera del dormitorio, pero esa sonrisa cayó de sus labios en el momento en que salió al porche y vio a su padre junto al coche del sheriff. —¿Cómo podemos ayudarle, sheriff? —preguntó Rourke. Billy se acercó más a Rourke, dando un ligero paso detrás de él. Su padre no le estaba prestando ninguna atención, lo cual era normal. Nunca le prestaba atención a Billy.

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—Billy, ¿Puedes bajar aquí, por favor? —¿Yo? El sheriff asintió. Billy sabía que el sheriff estaba allí por él. Salió de detrás de Rourke y empezó a bajar los escalones del porche cuando Rourke agarró su brazo, deteniéndolo. —¿De qué va todo esto, sheriff? —Rourke, tengo una denuncia de que has estado manteniendo aquí a Billy Thornton en contra de su voluntad. —¿Perdona? El sheriff señaló por encima de su hombro a Ira Thornton. —Ira rellenó la denuncia en mi oficina esta mañana. Dice que estás manteniendo aquí a Billy en contra de su voluntad. Billy empezó a sacudir la cabeza. —No, eso no es verdad. —¿Estás aquí por tu propia voluntad, Billy? —Sí. —No iba a dejar que su padre destruyera la felicidad que había encontrado con Rourke y el resto de la familia Blaecleah—. Estoy aquí porque quiero estarlo. —Bien. —El sheriff enganchó sus pulgares en su cinturón—. Supongo que eso es bastante bueno para mí. Billy empezó a respirar aliviado hasta que Ira cruzó el patio. Se encogió, rápidamente volviendo a subir los escalones. —¿Vas a creer en lo que dice? —Ira gritó. —Sí —contestó el sheriff. —Es obvio que Billy está bajo coacción.

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Billy se acobardó cuando su padre empezó a ondear sus manos salvajemente en el aire. Ni siquiera sabía que su padre conociera el significado de la palabra coacción. —¡Míralo! —Ira gritó—. Está aterrorizado. No va a contestar sinceramente con toda la familia Blaecleah ahí a su alrededor. ¿Quién sabe con que lo han amenazado? Billy estaba aterrorizado, pero no por la familia Blaecleah. Estaba aterrorizado por el brillo de furia en los ojos de su padre. Ira Thornton se veía cabreado. Billy ni siquiera entendía porque su padre estaba allí. —Billy —dijo el sheriff— ¿por qué no bajas aquí y hablas conmigo? —No quiero. —Billy. Billy sacudió la cabeza frenéticamente. No le importaba hablar con el sheriff, bueno, no mucho. Pero no iba a dar un paso cerca de su padre. Clem estaba loco, pero lo había aprendido de su padre. —Bebé, tienes que ir. Billy miró a Rourke, silenciosamente suplicándole. —Lo siento, bebé, pero la única manera de aclarar esto es hablar con el sheriff. Los hombros de Billy cayeron en derrota, y lentamente bajó los escalones hasta estar delante del sheriff. —¿Qué quieres saber? —preguntó suavemente. —¿Rourke o alguien de la familia Blaecleah te mantiene aquí o en cualquier otro lugar en contra de tu voluntad? —No.

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—¿Han evitado que te vayas? —No. —¿Quieres estar aquí? —Sí. —Eso es suficiente para mí. Billy respiró aliviado y se giró para volver a subir los escalones cuando Ira empezó a gritar de nuevo. El corazón de Billy se hundió con cada palabra que decía. —¡Está mintiendo! —gritó Ira—. Mira sus muñecas. Está claro que han estado abusando de él. Está demasiado asustado para ir en contra de ellos. Billy escondió sus manos en su espalda. Empezó a retroceder cuando el sheriff se giró para mirarlo, una de sus cejas rubias arqueadas. —¿Billy? Billy sacudió la cabeza y dio otro paso atrás. —Billy, necesito ver tus muñecas. —el sheriff extendió sus manos. Billy miró a Rourke, inseguro de que hacer. Rourke asintió. Billy a regañadientes se giró hacia el sheriff y extendió sus manos. El sheriff agarró sus manos, girándolas luego de nuevo mientras miraba la ligera rojez alrededor de las muñecas de Billy. —¿Cómo pasó esto, Billy? —Yo... uh... —Billy miró a Rourke mientras su rostro se sonrojaba de vergüenza. Podía ver a todos los demás miembros de la familia Blaecleah

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mirarlo. Rourke cruzó sus brazos sobre su pecho como si estuviera esperando algo. Billy no sabía qué. ¿Debía ser sincero y decirle al sheriff como se hizo las marcas o debería mentir y esconderlo de todos? Usar esposas durante el sexo era una cosa bastante privada. Billy no sabía si Rourke quería que admitiera lo que hicieron. —Billy, te he hecho una pregunta —dijo el sheriff—. Necesito una respuesta. ¿Cómo te hiciste estas marcas rojas en las muñecas? —Es... esposas —Billy susurró, esperando que sólo el sheriff lo escuchara. —¿Esposas? Billy asintió. —¿Y quién te puso las esposas, Billy? Billy miró a Rourke de nuevo, buscando orientación, pero el hombre no movió un músculo, ni siquiera alzó su ceja. Billy sabía que estaba sólo con esa pregunta. Miró de nuevo al sheriff para encontrar al hombre mirándolo intensamente. —Rourke. —¿Rourke te esposó? —Sí, pero... —¿Ves? —gritó Ira—. Te dije que estaban abusando de Billy. —No, eso no es... —¿Qué más te hicieron Billy? —gritó Ira mientras se acercaba—. Son unos pervertidos, cada uno de ellos. Necesitan ser encerrados, sheriff. —No, no entiendes —Billy dijo rápidamente. Intentó alejarse,

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pero el sheriff todavía sostenía sus muñecas—. Por favor, no... —¿Estás herido en algún otro lugar, Billy? —preguntó el sheriff. Billy sacudió la cabeza—. No, no exactamente, pero yo... —¿No exactamente? —El sheriff empezó a mirar a Billy—. ¿Qué quieres decir con no exactamente? —Quiero a Rourke Blaecleah arrestado por secuestro y asalto, sheriff. No hay que decir de las cosas pervertidas que le ha hecho a mi hijo. La boca de Billy cayó abierta cuando su padre se acercó. Su padre nunca se había preocupado ni un poco por él, no desde que había estado en pañales, y quizá ni siquiera entonces. Billy no entendía porque estaba haciendo esto ahora. —No, esto está mal —Billy dijo rápidamente—. No fui... Antes de que Billy pudiera acabar lo que estaba diciendo, su padre saltó y lo agarró. Billy gritó e intentó liberarse del agarre de su padre. Antes de que pudiera, Ira alzó la parte de atrás de su camiseta y lo giró para que el sheriff viera su espalda. —¡Mira lo que le hicieron! Billy se alejó de su padre e intentó correr escaleras arriba sólo para golpear un muro de músculos. Asustado y sintiéndose fuera de control, Billy gritó y retrocedió, sin darse cuenta de que Rourke lo sostenía hasta que los brazos del hombre lo rodearon. —Rourke, me temo que tengo que llevarte para interrogarte — dijo el sheriff. Billy escuchó el ruido del metal, y un momento después, Rourke levantó sus manos y se alejó. —¡No! —gritó Billy cuando vio las esposas en las muñecas de Rourke—. No lo entiendes. —Estoy seguro de que todo quedará explicado en la oficina del sheriff, Billy —dijo el sheriff cuando empezó a alejar a Rourke.

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Billy miró a los otros miembros de la familia Blaecleah sólo para verlos ahí de pie, observando al sheriff llevándose a Rourke. No entendía por qué no estaban explicándole las cosas al sheriff. —Espera, por favor —Billy gritó mientras corría tras el sheriff y Rourke—. No quiero que Rourke sea arrestado. —Billy... —empezó el sheriff, sólo para ser interrumpido por Ira. —No, tienes razón, Billy. Billy giró para mirar a su padre que caminaba hacia él con tranquilidad, una extraña sonrisa en su rostro. Sabía que su padre tramaba algo. Sólo que no sabía que era. Y temía descubrirlo. —Entiendo que estés asustado, Billy —dijo Ira mientras envolvía su brazo alrededor de los hombros de Billy. Billy estaba bastante seguro de que cualquiera que mirara sólo vería a un padre consolando a su hijo. No verían el miedo que estaba sobrecogiendo a Billy—. Creo que tienes el derecho a estarlo. Es obvio que la familia Blaecleah ha abusado de tu horriblemente. La boca de Billy cayó abierta. Su padre estaba tan loco como Clem. —Sheriff, mi hijo podría estar asustado de testificar contra cualquiera de la familia Blaecleah, especialmente Rourke. Por lo tanto, yo anularía los cargos si toda la familia Blaecleah jura que no tendrá más contacto con Billy. —¿Qué? —Billy susurró, su corazón hundiéndose. —De otro modo, tendré que pedir que los cargos por secuestro y asalto sean puestos contra Rourke y toda su familia. Es la única manera de mantener a mi hijo a salvo. La vida de Billy estaba ardiendo ante sus ojos. —¡Rourke! —Está bien, bebé, todo se arreglará en la oficina del sheriff.

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—¡Bebé! —gritó Ira. Billy hizo una mueca cuando las manos de su padre lo apretaron—. ¿Lo estás llamando bebé? ¿Qué más le has hecho a mi hijo? ¿Lo violaste también? Billy inhaló duramente cuando Rourke se alejó del sheriff y corrió hacia Ira. Rápidamente se puso en medio, empujando contra el pecho de Rourke. —No, no lo hagas —Billy susurró rápidamente—. Sabes lo que pasará si atacas a mi padre. —¡Esto no ha acabado, Ira! —gruñó Rourke. Su mandíbula apretada, pero se echó para atrás. Un momento después, el sheriff alejó a Rourke e intentó dirigirlo al coche de nuevo. —¿Escuchaste eso, sheriff? Me está amenazando. —Lo escuché —admitió el sheriff de mala gana. Billy apretó sus dedos juntos mientras observaba al sheriff llevándose a Rourke. Esto estaba mal, muy mal. Y nadie parecía estar haciendo algo. Nadie decía nada. Todos en la familia Blaecleah sabían quien había abusado de Billy. ¿Por qué no estaban diciendo nada? —Sheriff. —Billy tragó duro e intentó reunir todo su coraje cuando el sheriff se detuvo con Rourke junto a su coche y se giró para mirarlo—. Si voy a casa con mi padre, ¿soltarás a Rourke? —¡Billy, no! —gritó Rourke. Empezó a luchar contra el agarre del sheriff. —Yo... yo no puedo dejar que vayas a la cárcel. —Billy, estará bien —Rourke dijo—. Sólo deja que el sheriff haga su trabajo. —Sheriff, ¿soltarás a Rourke si voy a casa con mi padre? —¿Tú o tu padre queréis poner cargos contra él? —preguntó el sheriff.

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—No. —Billy sacudió la cabeza. —Entonces no veo problema. —Billy, ¡no puedes hacer eso! —gritó Rourke—. Piensa. Sabes lo que pasará si vas a casa. Billy asintió. Sabía qué pasaría, pero no podía dejar que nada le pasara a Rourke. Había pasado tantos años intentando proteger al hombre, y no podía detenerse ahora. Estaba de alguna forma arraigado en él. Billy se mordió el labio y se giró para mirar a la gente en el porche. —¿Lo sujetareis? Se va a enfadar, y no quiero verle herido. Pa, Ma, y todos los hermanos Blaecleah asintieron. Billy se giró para ver a Rourke mirándolo. Jugueteó, moviendo el borde de la camisa que Rourke le había prestado y observó a Lachlan, Quaid, y Seamus bajando del porche y caminar para rodear a Rourke. Billy esperó hasta que tuvieron un buen agarre de los brazos de Rourke antes de acercarse y quedar delante de él. —Lo siento —susurró Billy. —Bebé, no hagas esto. —Tengo que hacerlo. —Billy sonrió a través de las lágrimas que podía sentir que empezaban a acumularse en sus ojos. Extendió la mano y ahuecó el rostro de Rourke con su mano—. Siempre serás mi persona especial.

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Capítulo 10 120

Rourke observó con estupefacta incredulidad como Billy se alejaba con su padre y subía a la parte de atrás de la camioneta del hombre. Podía ver el miedo en el rostro de Billy mientras se sentaba en la plataforma trasera del camión mientras se alejaba. Sabía a dónde iban tanto como Billy, y no sabía por qué nadie detenía al hombre. El momento en que sintió que las manos que lo sujetaban lo liberaron, Rourke se alejó de sus hermanos. Apretó sus labios para evitar gritarle a su familia y extendió sus manos hacia el sheriff, esperando a que el hombre le quitara las esposas. Cuando se las quitó y el sheriff dio un paso atrás, Rourke se giró para mirar a cada miembro de su familia. No dejó al sheriff fuera de su intensa y enfadada mirada. Culpaba a cada uno de ellos por poner a Billy en peligro. —¿Qué está mal con todos vosotros? —preguntó, su tono bajo y amenazante—. Sabéis lo que le pasará a Billy cuando Clem lo pille. ¿Cómo pudisteis dejar que Billy se fuera? —Billy tomó su decisión, Rourke —dijo Pa—.Tienes que respetarla. —Eso no fue una elección —gritó Rourke mientras ondeaba su mano hacia el camino—. Eso fue completo terror. —Rourke... —Sabéis lo que Clem le hizo la última vez. —Rourke apretó sus puños cuando más enfado lo llenaba, junto con la dosis de miedo por Billy—. Billy tendrá suerte tendrá suerte si puede salir con vida esta vez. —Rourke, ¿de qué estás hablando? —preguntó el sheriff. Rourke giró para mirar al hombre. Era tan responsable como su familia.

—No golpeé a Billy. Clem lo hizo. Lo ha estado haciendo durante años. —¿Entonces por qué no me dijo nada? —Porqué está asustado —dijo Rourke—. La única vez que intentó informar de las cosas con el Sheriff Miller, el hombre se rió de Billy y lo envió a casa, donde recibió otra paliza por decir lo que Clem le había hecho. No tiene ninguna razón para confiar en ti. El Sheriff Riley hizo una mueca. —Sí, eso tendría sentido. Sólo he estado en la oficina unos meses, pero ya he tenido muchos informes de las actividades del Sheriff Miller. Parecía que tenía su propia justicia. —Debería haber protegido a Billy. —Eso asumiendo que sabía exactamente lo que le pasaba a Billy. No estoy del todo seguro. —Eso no importa —gritó Rourke—. Al menos debería haber investigado cuando Billy le informó de lo que Clem estaba haciendo. —Tienes que admitir que Billy tiene algún tipo de reputación, Rourke. El Sheriff Miller podría no haberle creído. —¿Y se supone que eso haga algún tipo de diferencia? — Rourke restregó su nuca con su mano. Sus músculos estaban tan tensos que dolían. No podía parar de pensar en lo que Billy se había metido—. Billy necesitaba ayuda, y nadie le escuchó. —Eso todavía no explica las esposas, Rourke. Rourke rodó sus ojos. —Entonces, soy un pervertido que le gusta jugar con esposas. Demándame. —¿Estás diciendo que Billy por propia voluntad te dejó esposarlo?

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—Sí, y Billy te diría lo mismo si estuviera aquí. Intentó decírtelo cuando estaba aquí, y no le escuchaste. —¿Y las marcas de su espalda? —preguntó el sheriff—. ¿Eso también era parte de vuestro juego? —No. —Rourke rió tristemente—. Te lo dije, eso fue todo obra de Clem. —¿Clem? —Hace unas noches, Billy apareció aquí apaleado. Clem había azotado a Billy hasta que no era más que un lío sangriento. Billy ha estado aquí desde entonces. —¿No te dejó una nota en el parabrisas, Rourke? —preguntó Seamus. —Sí. —Rourke entró corriendo a la casa. Y entró en su dormitorio y empezó a buscar la nota. Para cuando la encontró en el suelo justo bajo el borde de la cama, la habitación se veía como si un tornado hubiera pasado por allí. Rourke no se preocupó. Agarró la nota y salió fuera corriendo. Saltando los escalones, Rourke extendió la nota para el sheriff. —La noche que Billy llegó aquí estaba poniendo esto bajo el parabrisas de mi camioneta. —Cuidado con Clem. Te quiere hacer daño —leyó el sheriff en alto luego miró a Rourke—. ¿Dejó esto en tu parabrisas? Rourke asintió. —¿Dijo por qué? —Por lo que entendí, Billy me ha estado protegiendo durante años. —¿Protegiéndote?

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—Clem me odia a mí y a toda mi familia. Nos ha odiado durante años. Billy intentó evitar que Clem nos hiciera daño. —¿Cómo? Rourke frunció el ceño. —Billy le ha estado dando a Clem alguien más con quien descargarse, él mismo. —Maldición, Rourke. —El sheriff apretó sus manos alrededor de la nota y miró alrededor—. ¿Sabes lo qué estás diciendo? —Sí, estoy diciendo que todos vosotros dejasteis ir a Billy para enviarlo a su propio infierno. —No tenía otra opción, Rourke. Billy es un adulto. Si quería irse, tenía que dejarlo. A Rourke le apetecía pisotear su pie en frustración. Nadie parecía entender el peligro en el que estaba Billy. —¿Qué parte de esto no pillas? Billy no quería irse. Pensó que estaba protegiéndome, y Billy haría lo que fuera para protegerme. —¿De quién? —preguntó el sheriff—. Clem ni siquiera está aquí. Infiernos, ninguno de mis ayudantes ha podido encontrar al hombre. ¿De quién te está protegiendo Billy? —Podrás no ser capaz de encontrarlo, pero Clem está por aquí. Está obsesionado con Billy. No se alejará. —¿Obsesionado? Rourke suspiró. —La noche en que Clem azotó a Billy, lo hizo porque nos vio besarnos. Más tarde, Clem nos atacó en el bosque e intentó estrangular a Billy. No paraba de decir que Billy le pertenecía. —¿Intentó matar a Billy? —preguntó el sheriff—. ¿Por qué no

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me llamaste y me informaste? —Fue hace un par de días, sheriff —dijo Pa mientras bajaba los escalones y se quedaba junto a Rourke—. Íbamos a llamarte, pero parecía más importante darle a Billy más tiempo para sanar. Estaba en muy mal estado. —Deberíais haberme llamado. —El sheriff metió la nota en su bolsillo—. No puedo proteger a los ciudadanos de este pueblo bien si no sé que están en peligro. —Bueno, ahora sabes que Billy está en peligro —Rourke contestó mientras se dirigía al coche del sheriff—. Vamos a protegerlo. —Uh, Rourke —Lachlan dijo. Rourke se giró para ver a su hermanos tensos y señalando—. Creo que es demasiado tarde para eso. Rourke se giró para ver de lo que hablaba Lachlan y casi colapsa en el suelo cuando el miedo llenó cada célula de su cuerpo. Billy estaba corriendo a través del campo entre el rancho y el bosque como si su vida dependiera de ello. Y podría. Clem estaba tras Billy corriendo tan rápido como podía. Rourke empezó a correr. Podía escuchar a la gente gritando tras él, pero todo lo que le importaba era alcanzar a Billy. Su corazón se paró en su pecho cuando vio a Clem alzar una pistola en su mano y un fuerte estallido llenó el aire. Billy cayó, su cuerpo escondido por la alta hierba. Rourke intentó correr más rápido, para alcanzar a Billy entes que Clem. Fuertes gritos y el sonido de pies en el suelo pulsaban en la cabeza de Rourke cuando Billy de repente saltó y empezó a correr de nuevo. —¡Billy! —Rourke gritó tan alto como podía mientras corría. La cabeza de Billy se alzó y miró en su dirección. Incluso con la distancia entre ellos, Rourke podía ver el alivio en el rostro de Billy cuando el hombre alteró su paso y empezó a correr hacia él.

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Rourke no dejó de correr hasta que Billy chocó contra él. Envolvió sus brazos alrededor de Billy y, en un movimiento, los giró y empezó a correr por el camino que había venido. Mantuvo su brazo en la cintura de Billy, ayudándolo e intentándose ponerse entre Billy y Clem. Podía escuchar a Clem disparando la pistola. Una bala pasó tan cerca de su cabeza que sintió el cambio de aire cuando pasó. Estaba aterrorizado de que Billy fuera herido, pero sólo siguió corriendo, empujando a Billy delante de él. —¡Agáchate! —gritó el sheriff. Rourke se tiró al suelo inmediatamente, llevando a Billy con él. Escuchó el gemido de Billy cuando golpearon el suelo pero no tuvo tiempo para parar y preguntarle si estaba bien. En su lugar, se movió y cubrió el cuerpo de Billy con el suyo. Disparos pasaron sobre su cabeza, haciendo que las orejas de Rourke pitaran. Cerró sus ojos y sostuvo a Billy, enterrando su rostro en el cabello del hombre mientras rezaba para que la puntería del sheriff fuera mejor que la de Clem. —Te amo, bebé —susurró en la oreja de Billy. Si iban a morir, quería que sus palabras fueran lo último que Billy escuchara. Billy giró su cabeza y miró por encima de su hombro. Rourke podía ver el miedo en los profundos ojos azules de Billy. Ambos sabían el peligro en el que estaban. Pero una pequeña sonrisa cruzó los labios de Billy. —Te amo, Rourke —masculló—. Siempre lo hice, siempre lo haré. El cuerpo de Billy se sacudió cuando un repentino disparo sonó sobre su cabeza. Rourke apretó sus brazos alrededor del hombre y se encorvó sobre él un poco más, intentando asegurarse de que su cuerpo cubría el de Billy. Rourke se encogió cuando escuchó un suave gemido del

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hombre bajo él. Billy estaba aterrorizado. Si Rourke no sintiera la necesidad de proteger a Billy saltaría y enfrentaría a Clem, le arrancaría los miembros por lo que le estaba haciendo al hombre que amaba. —Rourke, puedes levantarte ahora. Rourke miró por encima de su hombro para ver a su Pa sobre él. Lachlan y Seamus de pie tras él. —¿Clem? Pa señaló tras Rourke. —El sheriff le disparó. No creo que esté muerto, pero está herido. Rourke se alzó un poco y miró tras él. Bastante seguro, el sheriff esposó las manos de Clem tras su espalda. Clem estaba levantado, pero una mancha roja salía de su hombro. Rourke lentamente se levantó y alcanzó a Billy. —Es seguro levantarse ahora, bebé. El sheriff tiene a tu hermano en custodia. La mano de Billy tembló cuando cogió la de Rourke y se levantó. Su rostro estaba pálido y sucio, y Rourke no pensó que se viera mejor. Estaba vivo, y era todo lo que le importaba a Rourke. Billy inmediatamente se movió a la curva del cuerpo de Rourke. Rourke envolvió ambos brazos alrededor de Billy y lo atrajo tan cerca como dos personas podían estar sin estar en la misma piel. Besó la cabeza de Billy una y otra vez. —Maldición, bebé. —susurró Rourke—. Pensé que te perdía. —Yo también lo pensé —contestó esperándonos al final del camino.

Billy—.

Clem

estaba

—¿Te estaba esperando? Billy asintió. —Mi padre detuvo la camionera al final del

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camino y Clem subió. La camioneta empezó a moverse antes de que pudiera escapar, de modo que esperé hasta que mi padre fue más lento y giró en el camino. Salté de la parte de atrás, pero Clem me vio y me persiguió. —¿Entonces, viniste aquí? Billy estaba sonriendo cuando ladeó su cabeza. —Sabía que me estarías esperando. —Realmente. —Rió Rourke—. Estaba mordiendo a todos por dejar que te fueras. —Bueno, eso fue estúpido. Tenía que irme. —No. —Rourke sacudió la cabeza—. No tenías que hacerlo. —El sheriff iba a arrestarte. No podía dejar que eso pasara. —Bebé, sólo quería interrogarme. Podríamos haberlo arreglado todo sólo hablando con él en la oficina del sheriff. —Sí, no lo pensé. Cuando estás esposado, es difícil quitártelas. —No parecía importarte. Rourke rió y abrazó a Billy cuando el rostro del hombre se sonrojó. El sheriff estaba llevando a un esposado y herido Clem al coche de policía. Billy estaba a salvo, su familia estaba a salvo, y el peligro se estaba alejando. Rourke se sentía mareado de alivio. —Rourke —gritó el sheriff—. Voy a necesitar una declaración tuya y de Billy. Billy gimió y enterró su rostro en la camisa de Rourke. —Vamos, bebé, vamos a hablar con el sheriff, y luego podremos hablar de las razones por las que no deberías irte.

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—No quería irme, Rourke. Tenía que hacerlo. —La cabeza de Billy se alzó, y sus manos empezaron a acariciar el pecho de Rourke—. Tenía que mantenerte a salvo. Rourke quería gruñir de frustración y gritar con gozo al mismo tiempo. Billy era tan protector con él. Rourke amaba eso del hombre, pero él también era protector. Y Rourke no podía permitírselo. —Bebé —Rourke empezó a acariciar el rostro de Billy—. Hay otras maneras de mantenerme a salvo, mantenernos a salvo. No siempre tienes que ponerte en peligro. —No lo sé... —Billy se encogió—. No conozco otra manera de hacerlo. La esquina de la boca de Rourke se alzó. —Entonces sólo tendremos que enseñarte. Podemos empezar con hablar con el sheriff. No es como el Sheriff Miller, bebé. Riley te escuchará. Cree que eres un buen tipo, igual que yo. —¿En serio? —Sí. —Rourke envolvió su brazo alrededor de la cintura de Billy y empezó a dirigirlo hacia el sheriff. Podía ver a su familia alrededor de los escalones del porche, hablando. Después de ser disparado, se sentía bien verlos allí a salvo. —Billy, hijo, ¿te gustaría algo de té? —preguntó Ma cuando se acercaron al grupo de personas—. Creo que esta ocasión requiere algo de té. —Eso sería maravilloso, Sra. Blaecleah. Rourke veía un montón de comida en su futuro. —Ma. —Ma sacudió su dedo hacia Billy—. Si planeas quedarte por aquí, será mejor que empieces a llamarme Ma. —Sí, ma'am.

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Rourke rió por la mirada de pánico del rostro de Billy. Billy aprendió rápido. —Billy y yo entraremos en unos minutos para Necesitamos hablar primero con el sheriff.

el té, Ma.

—Está bien. Sólo asegúrate de que este joven hombre tuyo no se quedé aquí fuera demasiado. Todavía está curándose de sus heridas. Necesita descansar. —Sí, ma'am. Rourke sonrió mientras observaba a su Ma entrar en la casa. Sabía que Billy necesitaba algo de descanso, y tenía toda la intención de llevar al hombre de vuelta a la cama tan pronto como pudiera. El descanso vendría después, mucho después. —Billy, tengo que hacerte algunas preguntas, y las encontrarás difíciles de contestar, pero es importante que seas sincero conmigo. Rourke se tensó por las palabras de su Pa. Atrajo a Billy de nuevo a la curva de su cuerpo, protegiéndolo lo mejor que podía. —Tanto como me duele decir esto, ambos sabemos que tu hermano es un peligro para ti. —Sí, señor —masculló Billy. —No puedo permitirle venir más, Billy. No puedo permitir que te hiera a ti o a mis hijos. ¿Entiendes eso? El cuerpo de Billy se tensó por un momento luego se pegó a Rourke. —¿Quieres que me vaya? —Oh, no hijo, no es eso lo que quiero decir —Pa dijo rápidamente—. Te dijimos que siempre serías bienvenido aquí, y eso se mantiene. Sólo quiero que entiendas que no puedo permitir que Clem continúe hiriéndote a ti o a mis hijos. Eso tiene que parar, Billy. Y creo que sólo tú puedes hacerlo. —¿Qué quieres que haga?

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—Tienes que presentar cargos contra Clem por lo que te hizo, Billy. No debió haber pasado nunca en primer lugar, pero pasó, y ahora es el momento de que pare. Clem no tiene derecho a hacerte daño. —Lo sé. Sólo... —Billy —dijo Rourke— Pa tiene razón. Es el momento de que esto pare. Siento que estés en una posición en la que tengas que ir contra tu hermano pero... —No podría preocuparme menos por eso —dijo Billy—. Clem ha dejado de ser mi hermano hace años. Sólo que no quiero hacer nada que haga que vuelva a por alguno de vosotros. Clem puede mantener una rencilla durante mucho tiempo. —¿Qué pasa con tu padre, Billy? —preguntó Pa—. ¿También es así? —No los sé. Si me lo hubieras preguntado esta mañana antes de que llegara con el sheriff, habría dicho que no. Mi padre nunca se ha preocupado por lo que hacía mientras estaba con él. Pero ahora, no lo sé. —Bastante justo —dijo Pa. —Creo que también deberías mencionarle eso al sheriff, bebé. —Lo escuché, Rourke. Rourke se giró para ver al sheriff tras él. Asintió al hombre. —¿Qué tenemos que hacer para mantener a Billy a salvo de su familia? —No estoy seguro de que pueda hacer mucho sobre Ira. A parte de falsas acusaciones, no ha hecho nada malo. —Permitió que Clem pegara a Billy —Rourke gruñó.

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—Nada que pueda ser probado realmente en la corte, Rourke, sin importar cuánto desee que fuera de otra forma. Podemos poner una orden de alejamiento para Ira en vuestra propiedad, pero a menos que tengamos una verdadera prueba de que supiera lo que le estaba pasando a Billy, mis manos están atadas. —Entonces haz eso. —Rourke, necesitas asegurarte de que eso es lo que Billy desea —dijo Pa—. Sin importar como nos sintamos, Ira es el padre de Billy. —¿Bebé? Billy se giró para mirar al sheriff. —Si tenemos una de esas cosas de alejamiento, mantendrá a mi padre alejado de los Blaecleah? —Aquí en el rancho, sí. Ira no tendría permitido dar un paso en las tierras Blaecleah. Si lo hiciera, podría meterlo en la cárcel. —Mientras la familia Blaecleah esté protegida, haré lo que sea. —Bebé, tienes que parar de intentar protegernos. Billy resopló y se apoyó en los brazos de Rourke. —Sí, como si eso fuera a pasar.

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Capítulo 11 132

—¿Sr. Blaecleah? —Cuántas veces te lo he dicho, hijo, si vas a vivir aquí, tienes que llamarme Pa. —Lo siento, señor. —Habían pasado tres semanas desde que su hermano había sido arrestado por el sheriff y Billy puso la orden de alejamiento sobre su padre. Todavía no se acostumbraba a la aceptación que recibió de la familia Blaecleah. Esperaba que Rourke lo aceptara. Estaban trabajando juntos en su relación. Todavía había algunas cosas que tenían que arreglar, como el hecho de que Rourke insistía en que Billy no necesitaba protegerlo. Pero Billy sabía que alguien tenía que hacerlo. Rourke no se preocupaba mucho por su seguridad. Necesitaba un cuidador. Billy sabía que era el hombre para el trabajo. Tanto como sabía que Rourke deseaba que parara, Billy no podía. Lo había estado haciendo durante años. Era tan natural para él como respirar. Billy moriría si algo le pasara a Rourke. —¿Entonces, qué puedo hacer por ti, hijo? Billy respiró profundamente rápidamente dijo lo que deseaba.

para

conseguir

valor

luego

—Me estaba preguntando si tienes algún trabajo raro que pudiera hacer en el rancho para ganar algo de dinero. Pa frunció el ceño y se levantó, colocando las cuerdas en su mano en el banco junto a él. —¿Necesitas algo de dinero, hijo? —No mucho, lo prometo. Sólo que... —Billy, si necesitas algo de dinero, todo lo que tienes que hacer es pedirlo. —Pa empezó a alcanzar su cartera en el bolsillo

trasero. Billy rápidamente alzó su mano para detenerlo. —Me refería a ganarlo si pudiera. Pa frunció el ceño y bajó su mano para dejarla en el banco. — ¿De qué va todo esto, Billy? Billy juntó sus dedos y los miró. La intensidad de los ojos de Pa era demasiado para que mirara mientras confesaba sus pecados. —He hecho muchas cosas malas en el pasado, y a algunas personas, gente a la que robé. Creo que es correcto que gane dinero para devolvérselo. Pa estaba silencioso. Billy empezó a preocuparse de que hubiera dado demasiada información. Todos en la familia Blaecleah conocían el pasado de Billy. A pesar de eso parecían aceptarlo, pero Billy quería más que eso. También quería su aprobación. Cuando Pa no contestó, Billy agarró el borde de su camisa y empezó a girarlo entre sus dedos. Estaría devastado si Pa Blaecleah descubría cuanto la había cagado antes de que Rourke decidiera que eran el uno para el otro. La había jodido a lo grande. —Estoy seguro de que podemos encontrar aquí algo que puedas hacer, Billy —Pa dijo finalmente. —Haré lo que sea, limpiar los establos, excavar para los postes de las vallas, mover las balas de heno. —Billy se encogió—. Soy bastante bueno en labores domésticas. Pa asintió y cogió la cuerda de nuevo. —¿Por qué no empezamos ordenando la habitación de herramientas? Podría ser necesario. Limpiar y ordenar lo que se pierde cuando se trabaja en el rancho todo el día. —Gracias. —Billy empezó inmediatamente a ordenar la sala. —¿Rourke sabe esto, hijo?

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Billy se congeló luego lentamente miró por encima de su hombro. —No, señor. —¿Se lo vas a decir? —No planeaba hacerlo realmente. —¿Crees que es una buena idea ocultarle cosas a Rourke? Notará que estás haciendo trabajo extra en el rancho. —Sí, lo notaría. —Billy rió. Rourke parecía observar cada movimiento de Billy. Sabía que era porque Rourke estaba preocupado por él, y le provocaba una cálida sensación dentro de él. Pero todavía se sentía extraño cuando Rourke se quejaba de que Billy trabajaba demasiado duro. No estaba acostumbrado a que nadie se preocupara por él. —¿Entonces, no crees que deberías decírselo? Billy suspiró y se sentó en una de las cajas de madera que había junto a la pared. Miró a sus manos de nuevo. —No quiero que Rourke esté decepcionado conmigo. —Hijo —rió Pa—. No creo que eso sea posible. —Hice muchas cosas malas en mi vida. Si Rourke alguna vez sabe lo que he hecho, estará muy decepcionado conmigo. —Billy, hiciste lo que necesitabas para sobrevivir. —Eso no es excusa. —No, no lo es. Es una explicación. No creo que nadie tenga el derecho de juzgarte por lo que has vivido en tu vida. Hiciste lo que hiciste en terribles circunstancias. —Eso no excusa lo que hice.

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—Billy, ¿heriste alguna vez intencionalmente a alguien? Billy alzó la cabeza de golpe. —¡No! —Pero robaste y amenazaste a gente, ¿no? Billy miró abajo a sus manos de nuevo. Estaba avergonzado de sus acciones. Había estado avergonzado cuando las hacía. Sólo que no había sido capaz de dejar de hacerlas. A pesar de que sabía lo que todos pensaban, sabía que Clem habría sido mucho peor si Billy no lo hubiera hecho. No podía contar el número de veces que había amenazado a alguien o intimidado. Desde su punto de vista, Billy se imaginaba como un monstruo. Sabía que tenía que colocarse entre ellos y Clem. Era mejor si Billy estaba amenazando que si lo hacía Clem. Los robos que había hecho era más o menos lo mismo. Billy sabía que si era quien robaba entonces podría escoger lo que cogía, asegurándose de nunca tocar nada importante. Clem sólo lo habría cogido todo. —Hice muchas cosas... —masculló Billy—. Ninguna de las que esté orgulloso. —Protegiste a Rourke durante años y casi pierdes tu vida haciéndolo. Eso es algo de lo que estar orgulloso, Billy, y algo que siempre te agradeceré. Rourke significa el mundo para mí y su Ma. Estaríamos destrozados si algo alguna vez le pasara. —Rourke lo significa todo para mí también. —Entonces deberías decírselo, hijo. Esconderle cosas a Rourke no es la manera de empezar vuestra vida juntos. Billy suspiró profundamente. —Es tan duro. —Nada bueno es fácil, hijo. Si es lo bastante duro para ti para luchar por ello, entonces merece la pena. —Supongo que debería decírselo. —Billy no podía pensar en

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nada que deseara menos que hablar con Rourke y decirle las cosas que había hecho, pero Pa tenía razón. A Billy no le gustaba mentirle a Rourke u ocultarle cosas. —La sala de herramientas estará aquí cuando vuelvas. Billy asintió y se levantó. Tanto como deseaba ver a Rourke porque el hombre estaba trabajando desde temprano, se sentía como si caminara hacia su condena. Encontró a Rourke en uno de los establos. Estaba cepillando a los caballos. Billy se poyó contra uno de los postes en el granero y lo observó trabajar. Podía sólo sentarse y observar al hombre trabajar durante horas. Quitaba el aliento. —Puedo escucharte pensar, bebé. Billy rió y se acercó a Rourke. Colocó sus brazos encima de la media pared del establo y apoyó su mentón en sus dedos. —Te ves como si te divirtieras. —Oh, no lo sé. Creo que esto es relajante. —Billy extendió la mano y acarició el suave pelo del caballo—. No pide más que comida y un lugar seguro donde dormir, y pequeñas cosas como ser cepillado le hace feliz. —¿Y a ti, bebé? —Preguntó Rourke mientras colocaba el cepillo en el borde de la pared del establo— ¿qué te hace feliz? La respuesta de Billy fue inmediata. Lo sabía sin pensar en ello. —Tú. Rourke sonrió mientras colocaba sus brazos en la pared del establo junto a los de Billy y colocó su mentón sobre sus propios dedos. Sus rostros estaban a una mera pulgada el uno del otro. — Entonces, ¿viniste aquí para hablar conmigo, bebé? —¿Cómo sabes que quería hablar contigo? —Billy sonrió—.

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Quizá vine a hablar con un caballo. —Bueno, entonces —dijo Rourke mientras daba un paso atrás y ondeaba su mano hacia el caballo—. Aquí lo tienes. Estaba esperando algo un poco diferente, pero si sientes la necesidad de hablar con mi caballo, adelante. Billy habría pensado que Rourke estaba enfadado por el tono de sus palabras si no hubiera visto la traviesa sonrisa en su rostro. —Realmente, necesito hablar contigo de algo. Creo que el caballo puede esperar. —¿Qué? —Le pedí a tu Pa si tenía algún trabajo para mí en el rancho para poder ganar algo de dinero. —Bebé, si necesitas dinero, todo lo que tienes que hacer es pedirlo. Lo que es mío es tuyo. —Lo sé, pero necesito ganar este dinero por mí mismo. Hice cosas realmente malas cuando estaba con Clem, y si espero aceptación de la gente de Cade Creek entonces tengo mucho que expiar. —Bebé, si esto... —Por favor entiende, esto es algo que necesito hacer por mí mismo. Rourke lo miró intensamente gentilmente tocó la de Billy.

luego

asintió.

Su

mano

—Entiendo, bebé, pero también quiero que entiendas de donde vengo. Si necesitas ayuda, quiero que me la pidas. Mientras necesites hacer esto por ti mismo, no estás sólo. —Lo sé. —Siempre estaré a tu lado, Billy.

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—Bebé. —¿No me vas a dejar olvidarlo, verdad? —Rourke rió. Billy sonrió. —Nop. —Supongo que puedo acostumbrarme a ello. —Será mejor. Tú lo empezaste. —Hablando de empezar cosas, tengo algo para ti. —¿Oh? —Billy observó a Rourke meter la mano en su bolsillo trasero y sacar su cartera. Cuando la abrió, agarró dos fotos. Una, la metió de nuevo en el tarjetero de plástico. La otra se la dio a Billy. —La tuya se arruinó, de modo que pensé en conseguirte otra. La respiración de Billy se quedó en su garganta cuando miró la foto que Rourke le pasaba. No era la misma foto que Billy tenía antes. Esta era incluso mejor. Era una foto de Billy y Rourke juntos. Billy estaba apoyado contra el gran cuerpo de Rourke. Sus ojos estaban cerrados mientras inclinaba su cabeza hacia el sol. Los brazos de Rourke estaban a su alrededor, y estaba mirando el rostro alzado de Billy. Todo lo que Rourke sentía por Billy brillaba en la sonrisa de su rostro. —Rourke —Billy susurró a través del nudo de lágrimas formándose en su garganta. —Quería que tuvieras algo a lo que agarrarte, algo que pudieras mirar cada día, cuando quieras, que te probara que perteneces aquí. —Rourke tocó la foto con su dedo. Hay una enmarcada en el cajón del armario. Pensé que podríamos ponerla en la pared del dormitorio hasta que nos mudáramos a nuestra nueva casa. —¿Nos mudamos? —Billy miró a Rourke, los pensamientos de la foto dejando su cabeza, para ser remplazados por el miedo de

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tener que dejar el rancho. La mera idea hacía que su corazón le doliera. Amaba vivir allí. Se sentía seguro, aceptado. No quería mudarse. —Hay un bonito trozo de tierra por los bosques que tiene algunos recuerdos especiales para nosotros. Ma y Pa ya han dicho que podíamos tenerlo, y creo que sería un lugar maravilloso para colocar nuestro porche. —¿Recuerdos especiales? —Es el primer lugar donde nos besamos, ¿recuerdas? Billy frunció el ceño. — ¿Y eso es un recuerdo especial para ti? —Para nosotros, bebé, para nosotros. Fue la primera vez que te vi como algo más que Billy Thornton el problemático. Ese pequeño beso nos puso en el camino que nos ha traído a donde estamos hoy. Diría que eso es bastante especial. —Entonces, ¿quieres construir una casa ahí? —¿Puedes pensar en un lugar mejor? —rió Rourke—. Incluso he marcado ese árbol para que los constructores no lo toquen. —¿Qué árbol? —Ese árbol contra el que te puse la primera vez que nos besamos, la primera vez que te corriste para mí. Billy inhaló con dificultad, su rostro ardiendo. —No pensarías que no lo sabía, ¿verdad? La piel de Billy se sonrojó de vergüenza, pero la caliente mirada de Rourke hizo que su cuerpo ardiera vivo y le doliera. —Bueno. —Billy tragó duro—. Dijiste que era un pequeño pedazo caliente. —Lo eres, bebé, pero eres mi pequeño pedazo caliente.

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Billy abrió su boca para discutir con Rourke. No estaba preparado para la lengua que invadió su boca en su lugar. Pero no discutió. Besar a Rourke era como un preludio del cielo. Los labios de Rourke vagaron sobre los de Billy. Su lengua lamiendo los labios de Billy luego acariciando su lengua antes de entrar para explorar. El pulso de Billy fue de normal a hiperactivo en un parpadeo, o el roce de una lengua. Billy gimió y se acercó más al beso, deseando más. —Vale, seré tu pequeño pedazo caliente —Billy susurró cuando Rourke finalmente se alejó. Habría estado de acuerdo con cualquier cosa por uno de los besos de Rourke, y lo sabía. Rourke rió. —Claro que lo serás. Billy rodó sus ojos y se alejó de la pared del establo. —Crees que lo has descubierto todo, ¿no? —Eso creo. —En ese caso, déjame esposarte la próxima vez. —¿A mí? Billy apretó sus labios para evitar reír por la atónita mirada en el rostro de Rourke. Apostaría casi cualquier cosa a que nadie le había propuesto eso nunca. —Sí, a ti. Me has esposado bastante a menudo y me has expuesto para tu placer. ¿Por qué no devolverte el favor? —¿Es algo que te interesa, bebé? —Podría. —Probablemente sería más divertido si también me esposas las piernas. Ahora fue el turno de Billy de estar atónito. —¿Estás de

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acuerdo con ello? —Bebé, estoy de acuerdo con cualquier cosa que desees intentar. —¿Ahora? Rourke rió y señaló al caballo. —Déjame acabar aquí y podremos ir a jugar. Pa tendrá mi pellejo si este caballo no es cepillado antes de ponerla en el establo por la noche. —¿Puedo ayudar? —Pásame ese cepillo. Billy agarró el cepillo que Rourke había dejado antes y se lo pasó. Sonrió cuando Rourke se ajustó el grueso bulto de su erección tras su cremallera y luego empezó a cepillar al caballo de nuevo. Era bueno saber que no era el único sintiéndose cachondo en ese momento. —Escuché del Sheriff Riley —dijo Rourke ausentemente. —¿Y? —Billy estaba sorprendido de que su corazón no empezara a latir rápidamente con pánico por la primera mención del sheriff. Lentamente se estaba acostumbrando a estar en el lado correcto de la ley. —Clem ha sido procesado en tres condados por intento de asesinato, en un condado por asalto, en otro por incendio provocado, y por secuestro por encerrarte en el sótano cuando intentaste advertirnos de que iba a incendiar el establo. Billy parpadeó. —Esos son muchos cargos. —Lo son, pero merece cada uno de ellos. Si el juez lo encuentra culpable, pasará mucho tiempo en la cárcel. ¿Cómo te sientes sobre eso? Billy se encogió.

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—Billy. Billy rodó sus ojos y siseó cuando se alejó de la pared y abrió la puerta del establo. —Realmente no siento nada por ello, supongo. —¿En serio? ¿Nada? Billy se encogió de nuevo. —Clem dejó de ser alguien por el que me preocupaba la primera vez que me golpeó. A parte de estar contento de que esté encerrado para que no pueda herir a nadie, no me importa. Sólo quiero que se vaya. Estoy cansado de tener que mirar por encima de mi hombro todo el tiempo. La mano de Rourke acarició el rostro de Billy. —Es duro tener que vivir en el infierno, ¿no? Billy asintió y se apoyó en la mano de Rourke. —No es fácil, pero lo haría de nuevo si significa mantenerte a salvo. —Bebé. —Sí, ríndete, Rourke. — Billy rió. Caminó por la entrada del establo y se empujó en los brazos de Rourke—. No va a acabar pronto, de modo que mejor acostúmbrate a ello. Es mi trabajo cuidar de ti. —No eres mi cuidador, bebé. —Sí, lo soy. —Bebé... —Dijiste que nos pertenecíamos el uno al otro y que me cuidarías. Eso significa que tengo que cuidarte también. Y eso me hace tu cuidador. Rourke le dio a Billy un rápido beso luego se alejó, sonriendo.

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—Sabes que te amo, ¿verdad?

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Billy sonrió. —Y eso hace que cada segundo de mi vida que estuve en el infierno valiera la pena.

Fin

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Créditos Coordinador del proyecto Perversa

Traductora Vero Correctora Laavic Portada y edición Pandora

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