5 Conferencias de Psicoanalisis

RESUMEN 5 CONFERENCIAS SOBRE PSICOANÁLISIS (S. FREUD) I Freud explica el nacimiento del psicoanálisis mencionando que e

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RESUMEN 5 CONFERENCIAS SOBRE PSICOANÁLISIS (S. FREUD)

I Freud explica el nacimiento del psicoanálisis mencionando que el no participó en sus inicios, y que éstos se deben al doctor vienés Josef Breuer, quien aplicó este procedimiento en una paciente de histeria, en el famoso caso de Anna O. La paciente de Breuer había desarrollado en el trayecto de su enfermedad, de dos años, parálisis e insensibilidad en las extremidades del lado derecho y aveces del izquierdo, perturbaciones en los movimientos oculares y deficiencias en la visión, asco frente alimentos e incapacidad para beber, durante semanas, así como incapacidad para hablar en su lengua materna, ausencia, confusión, delirio, síntomas que aparecieron ya cuando ella cuidaba de su padre enfermo; características de la histeria. Este cuadro clínico era extraño por presentarse en una muchacha joven cuyos órganos vitales internos eran normales, se estaba frente a un caso de histeria, cuyo tratamiento patológico desde el punto de vista de la medicina resultaba pobre. Breuer empleó la asociación libre, en la cual la paciente expresaba palabras que parecían provenir de nexos de su pensamiento. Toda vez que contaba cierto número de esas fantasías quedaba como liberada a la vida anímica normal. La paciente bautizó este tratamiento como “talking cure” (“cura de conversación”) Con el empleo de la hipnosis se logró hacer desaparecer algunos síntomas patológicos como el asco al beber, que se debía auna experiencia no grata en su infancia con el perro de su dama de compañía. Y también la fatiga y el dolor que sentía en el lecho de su padre lo que provocó alucinaciones, y por consecuencia la paralización de las extremidades y el expresarse sólo en lengua inglesa desde ese momento. Al descubrir estos hechos, Anna O logró recuperarse, perdiéndose todos los síntomas y perturbaciones. Se ve así que todos los síntomas habían nacido como restos de vivencias plenas de afecto, a lo que se llamó “traumas psicológicos”. Los pacientes de histeria viven reminiscencias que son de carácter afectivo. Pero el psicoanálisis no es de ninguna manera un instrumento curativo. II El tratamiento catártico de Breuer, implicaba poner al paciente en estado de hipnosis profunda, lo que para Freud empezó a desagradarle, primero porque no conseguía éxito en todas sus sesiones hipnóticas y luego porque afirmaba que en este proceso hipnótico de levantar las resistencias del inconsciente, la hipnosis encubre a la resistencia y se va formando una muralla impenetrable de pasar. Es así que Freud empieza a trabajar con el estado normal, logrando que las personas dijesen todo lo que desearán, aún en momentos en que ellos decían no saber que más decir. Freud se dio cuenta de que existía una resistencia que impedía hacer consciente lo olvidado, llamando a éstas represión (esfuerzo de desalojo). Estas represiones nacían al encontrarse una fuerte oposición entre los deseos del individuo y las exigencias éticas y estéticas de la personalidad; naciendo así un breve conflicto, de tal manera que el conflicto es expulsado de la conciencia (reprimida) naciendo así el motivo de ésa disputa. Hecho que fue comprobado con el tratamiento de Elizabet von R, paciente de histeria de Freud. Los histéricos y algunos neuróticos han fracasado en la represión de la idea entramada con el deseo insoportable, perdurando la moción del deseo reprimida en lo inconsciente y al acecho de ser activada y enviar a la conciencia una formación reactiva, desfigurada e irreconocible de lo reprimido, apareciendo las mismas sensaciones de displacer que se creyó ahorrarse mediante la represión: el síntoma. En el síntoma yace la idea originariamente reprimida de manera desfigurada, que el psicoanalista debe encontrar, surcando el síntoma por los caminos hasta restablecer la idea reprimida original; cuando lo reprimido es devuelto a la actividad anímica consciente, superando considerables resistencias, el enfermo puede hallar un desenlace mejor que el que procuró la resistencia, con ayuda del médico. III En los enfermos bajo tratamiento ejercían acción dos fuerzas encontradas: por una parte, un afán de traer a la conciencia lo olvidado presente en su inconsciente y, por la otra, la consabida resistencia que se revolvía contra ese devenir consciente de lo reprimido. La desfiguración, en forma de ocurrencias del paciente, resultaba mayor según fuese también mayor la resistencia, dándose un carácter de síntoma a la ocurrencia. Dejamos, entonces, al enfermo decir lo que quiere, todas las ocurrencias libres que ponga a nuestra disposición; aún en el momento en que cree no ocurrírsele nada más que decir, está actuando sobre él un conjunto de resistencias, las cuales hay que atravesarlas.

Existen otros recursos técnicos, para descubrir lo inconsciente, además del ya mencionado, siendo estos otros procedimientos: la interpretación de los sueños y la apreciación de los actos fallidos y casuales. Los sueños no son ajenos, incomprensibles y confusos para el soñador, las dificultades que estorban su solución pueden eliminarse paso a paso por medio de un análisis más penetrante de los sueños. Los sueños han experimentado una desfiguración, debiendo diferenciarse el contenido manifiesto del sueño de los pensamientos latentes propios del sueño. Tal desfiguración es obra de fuerzas defensoras del yo, las mismas resistencias que prohiben el acceso de los deseos reprimidos de lo inconsciente a lo consciente. Juntamente con las ocurrencias, los sueños, permiten una corrección a cerca de los síntomas y recuerdos del paciente sobre lo reprimido. Los sueños de angustia deben ser también considerados antes de emitir un juicio de valor, porque la angustia es también una reacción desautorizada del yo frente a los deseos reprimidos que han alcanzado intensidad. Los actos u operaciones fallidas como el olvido de cosas, los deslices al hablar, gestos inadvertidos y otros que ocurren a menudo y pasan desapercibidos tienen algún sentido desde la situación en que acontecen, expresando impulsos y propósitos que deben ser relegados, escondidos a la conciencia propia o que provienen de los complejos reprimidos. Pueden llevar a descubrir lo escondido en la vida anímica. IV La investigación psicológica conduce los síntomas patológicos a impresiones de la vida amorosa de los enfermos. Las mociones de deseo patógeno son de naturaleza de componentes pulsionales eróticos, a vivencias traumáticas. Vivencias de la infancia que pueden explicar los posteriores traumas. Esas poderosas mociones de deseo sexuales pueden ser calificadas de sexuales. La sexualidad existe desde la niñez, desde el comienzo de la vida el niño trae sus pulsiones y necesidades sexuales. Estas necesidades del niño tienden a la ganancia de diversas clases de sensación placentera: placer sexual. Las fuentes de placer en el niño están ubicadas en ciertos lugares del cuerpo; así en la boca, el ano o la uretra, llamadas zonas erógenas, corresponden a diferentes puntos del cuerpo que se erogenizan con relación al desarrollo del niño. También se exteriorizan los componentes de la libido, que tienen como premisa una persona ajena en calidad de objeto, surgiendo el complejo de Edipo, los padres colaboran bastante, de manera afectiva, en la fijación erótica del niño por uno de ellos y cierta agresión por el otro. En general el niño tiende afectivamente hacia la madre y la niña por el padre, dado ello por el complejo de castración. Es en la etapa genital que la persona comprende su relación de complementación con el sexo opuesto. Los desequilibrios o deterioros del desarrollo sexual conducen a la predisposición de la neurosis, debido a las represiones de tipo sexual que pueden producirse. Los seres humanos enferman cuando a consecuencia de obstáculos externos o de un defecto interno de adaptación se les deniega la satisfacción de sus necesidades eróticas en la realidad. V La resistencia de los enfermos no es simple, sino compuesta de varios motivos, ya que el yo del paciente no se presta a resignar las represiones y las pulsiones sexuales no quieren renunciar a su satisfacción sustitutiva, mientras que la realidad no les ofrezca algo mejor. Existe un regreso a las fases anteriores de vida sexual, donde no existían represiones y sólo habían satisfacciones, apuntando hacia la infancia para producir un estado infantil de vida sexual. Los síntomas son también propios de la gente sana, la lucha de fuerzas que existe entre consciente e inconsciente puede llevar a la salud o a la neurosis. No obstante, la mayoría de las personas emplea la sublimación para optar por llevar, por un camino diverso hasta la realidad, sus fantasías de la realidad, pudiendo así trasponerlas mediante el trabajo o en expresiones artísticas. En el método psicoanalítico sobreviene el extraño fenómeno de la transferencia, mediante el cual el enfermo vuelca sobre el médico un exceso de mociones tiernas, contaminadas muchas veces de hostilidad que carecen de vínculo real y devenidos inconscientemente. Tomando el médico un papel de catalizador para atraer dichos efectos que llegan a raíz del proceso, para apoderarse de ellos a fin de guiar los procesos psíquicos hacia las metas deseadas. A pesar de todo lo expuesto existen dos obstáculos a cerca las argumentaciones del psicoanálisis: primero, la falta de hábito de contar con el determinismo estricto y sin excepciones de la vida anímica y segundo, el desconocimiento de las peculiaridades por las cuales unos procesos anímicos inconscientes se diferencian de los conscientes con que estamos familiarizados.