4. EJERCICIOS PARA AUMENTAR LA AUTOESTIMA-IMPRESO

Ejercicios para aumentar la autoestima Elogios  En una hoja recopila los elogios que recuerdes que te hayan dicho otras

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Ejercicios para aumentar la autoestima Elogios  En una hoja recopila los elogios que recuerdes que te hayan dicho otras personas a lo largo de tu vida  En otra enumera las capacidades y fortalezas que tú consideras que posees.  En un tercer listado enumera cosas que te hagan sentirte orgulloso de ti mismo (logros, actitudes ante alguna situación, etc.) Elogios Recibidos: Mis Fortalezas: Estoy orgulloso de: Tómate tu tiempo. Sería recomendable que dedicaras varios días a ésta tarea: te aconsejo ir rellenándolo poco a poco durante al menos una semana. Una vez tengas el listado reflexiona: En los elogios recibidos ¿Cuánto te crees cada elogio? (Enumera del 1 al 10: 1 no me lo creo y 10 creerlo completamente) Si no has puntuado todos los elogios recibidos con un 10 piensa: ¿Qué pasaría si los creyeras todos 100%? ¿Qué cambiaría en tu actitud o en tu concepto de ti mismo? En cuanto a tus fortalezas ¿Qué dicen de ti mismo? ¿Qué habilidades y recursos crees que hay detrás de cada fortaleza? ¿Hay otras fortalezas o valores que te gustaría fomentar? En cuanto a las cosas de las que estás orgulloso: ¿Qué dicen de ti mismo? ¿Qué valores y qué habilidades hay detrás de cada una? Haz un resumen de tus habilidades, recursos y valores y ponlo en algún lugar en el que puedas verlo asiduamente. Recomendación extra: También es útil que imagines qué cosas serían diferentes si tuvieras un poco más de autoestima: ¿Qué harías o dejarías de hacer? ¿Cómo afrontarías tal o cuál problema? ¿Cómo te relacionarías con los demás?.. Imagínate a tu "yo con buena autoestima" y pregúntate de vez en cuando ¿Qué haría o hubiese hecho mi yo con buena autoestima en esta situación?

¿Cómo lo habría hecho? Tal como comentamos, cuando nuestra autoestima se encuentra "baja" tendemos a hablarnos peor a nosotros mismos, nuestras críticas puede que sean más destructivas que constructivas por ejemplo: Así que fíjate en tu lenguaje interno y en cómo te hablas (¿Qué harías si un amigo te hablara de esa manera?) Procura hablarte de manera asertiva. El sorteo de autoregalos: Este ejercicio tiene como finalidad fomentar el autocuidado, autorrespeto y el "mimarnos" a nosotros mismos. Para ello comenzaremos haciendo un listado de pequeñas cosas agradables que podemos hacer por nosotros mismos en el día a día. Se trataría de cosas que impliquen “mimarte”, cuidarte y fomentar actividades agradables o que te causen bienestar. Dedícale tiempo e intenta hacer la lista lo más larga que puedas. No se trata de poner grandes cosas sino temas cotidianos, por ejemplo: escuchar un disco que te gusta, ir al gimnasio (o algo que tenga que ver con cuidar tu salud), probar un nuevo peinado, pasear un rato por un parque, llamar a algún amigo para charlar, preparar un plato que te gusta, leer un rato. Cuando tengas tu listado de "premios" has de poner cada una de éstas actividades en un papelito que doblarás y pondrás en una cajita o frasco que te guste. Intenta dedicarle tiempo y hacerlo bonito y creativo (papelitos de colores, una cajita personalizada..etc) Cuando lo tengas listo “empieza el sorteo”: Cada día por la mañana debes sacar un papelito de la caja y darte el “premio” que te haya tocado. Así dia a día hasta acabar todos los papelitos. Pero ¡no los tires! porque luego puedes volver a empezar el “sorteo de premios diarios” y añadir otras cosas que se te ocurran

Afirmaciones positivas: Cada día frente al espejo debes mirarte a los ojos, y decirte en voz alta una afirmación positiva. En ese ejercicio lo más importante es el espejo, mirarte a los ojos, reconocerte: y luego darte un mensaje positivo o de ánimo.

Puede que al principio te resulte incómodo, artificial o ridículo. Pero has de superar esa sensación y hacerlo cada día durante al menos 3 semanas, como un reto. ¿Te atreves? Las afirmaciones positivas pueden ser siempre las mismas o diferentes, siempre han de estar en presente y referirse a ti mismo, y ser realistas. No se trata de mentirte o darte mensajes irreales, sino de conectar contigo y date mensajes positivos y de ánimo, por ejemplo: amor propio Me respeto y me cuido. Puedo hacer lo que me proponga (puedes cambiar el "lo que me proponga" por objetivos concretos..). Tengo las riendas de mi vida. Confío en mí mismo. Merezco ser feliz y busco mi felicidad. Me quiero profundamente.

Ejercicios para aumentar la autoestima Escribir y leer Algo tan sencillo como hacer una lista con determinadas cosas, y leerla de vez en cuando, te van a ayudar mucho. ¿Qué cosas listar? Haz las siguientes dos columnas: 1-Por un lado escribe cuáles son tus objetivos. Incluye los objetivos más simples, como puede ser por ejemplo, aprobar el examen de la libreta para conducir. Si puedes trata de ponerle una fecha para concretar este objetivo. También puedes incluir en la lista objetivos más “profundos” o a largo plazo, como comprar tu casa. Ya tienes la primera columna cuyo título es “objetivos”. 2-Ahora viene la segunda columna: “mis cualidades”. Sin necesidad de exagerar, la idea en este caso es que identifiques todas tus virtudes, cualidades y aquellas características que te han permitido lograr cosas importantes. La lista que has hecho es personal y nadie, si tú no lo deseas, tiene que leerla. Por tanto siéntete libre de escribir lo que realmente piensas y sientes. Para comenzar, trata de leer esta lista todos los días durante tres semanas. Luego ve disminuyendo la frecuencia. En cuanto a la lista de objetivos, colócala en un lugar visible para recordarla. Cada 2-3 meses puede revisarla y renovarla dependiendo de tu situación y cambios. El hecho de leer tus objetivos te ayudará a enfocarte en ellos. Repasar cada día tus cualidades, te permitirá no “castigarte” cuando algo sale mal o simplemente te has equivocado.

Anclarse en las buenas experiencias Piensa en un hecho destacado de tu vida, que te haya resultado muy gratificante. No importa si se trata de aquel examen especial que pasaste, un ascenso que conseguiste o cuando declarase tu amor por alguien y fuiste correspondido. Una vez que has identificado a esa situación piensa en los detalles. Cómo fue la forma en que preparaste ese examen, cuál fue a tu criterio la clave para haberlo pasado. Si se te vienen sensaciones, como aromas o colores a tu mente también piensa mucho en ello. Escribe detalladamente la secuencia de como sucedió todo. Y cada vez que tengas que vivir una situación difícil, intenta sentirte de la misma forma.

Te ayudará a darte cuenta de que si en el pasado fuiste capaz de superar lo que en ese momento también era una situación difícil, ahora también saldrás adelante. Se trata de recrear el estado positivo que tuviste en situaciones pasadas en el presente.

Eliminar las palabras desagradables Las personas con baja autoestima suelen emitir juicios muy duros contra sí mismos. “Qué idiota que soy”, es un claro ejemplo de cómo puedes insultarte sin real necesidad de hacerlo. Si has cometido un error o una torpeza y eso te da mucha rabia, busca sustituir palabras como “idiota” por otras más “suaves”. Para comenzar, haz una sencilla prueba: toma nota cada vez que se te escape un insulto contra ti mismo. En la medida que vayas practicando este simple ejercicio, notarás que la cantidad de veces en que pronuncias palabras desagradables sobre ti, disminuye. Hacer una breve descripción Intenta pensar en cómo sería la persona perfecta para ti. O cómo debieras ser tú mismo para sentirte plenamente conforme. En la medida que vayas pensando, ve escribiendo todo lo que le exiges a esa persona. Si no quieres escribir, usa los dedos de tu mano para contar esas virtudes que debiera tener. ¿Te alcanzarían los dedos de la mano para contar todas las cualidades que crees que deberías tener? Probablemente no, ¿verdad? Con este simple ejercicio puedes darte cuenta que muchas veces te exiges y pretendes demasiado de ti mismo. Pregúntate si conoces a alguna persona que cumpla todo lo que desearías para ti.

Descubrir tu talento Como todas las personas, tú tienes talentos que te permiten desarrollar con gran habilidad y destreza determinadas cosas. También, como todos, hay cosas en las que no te desenvuelves tan bien, o simplemente no te gusta hacerlas. Cuando una persona tiene baja autoestima, encuentra muy fácilmente aquello en lo que no es bueno. A veces la sociedad pone de moda ciertos oficios o tareas, de modo que quien las puede hacer bien, son considerados como personas talentosas, y por defecto, los que no lo pueden hacer, son los “fracasados”. Entonces, cada vez que pienses que eres malo para una determinada tarea, piensa en otra para la cual eres bueno.

Hacer más de aquello que te gusta hacer Piensa libremente en todas las cosas que te gustan hacer. Luego, escribe cada una de estos pensamientos o ideas. Al lado de cada cosa que disfrutas hacer, escribe la razón por la que la elegiste. Puedes valerte de emociones o sensaciones que experimentas cuando las realizas. En una tercera columna, escribe cuál fue la última vez que la hiciste. ¿Cuánto tiempo ha pasado desde entonces? Pregúntate por qué no lo has hecho. ¿Son muchos “no se” como respuesta? Disfrutar de las cosas que te gusta hacer contribuye sensiblemente a mejorar tu autoestima.

Trabajar la autoestima en la consulta.

1. Delimita el Problema de tu Paciente Las 5 áreas fundamentales de la autoestima son estas: Física Social Familiar Emocional Académica/Laboral Lo primero que debes hacer es averiguar dónde está el problema y delimitarlo. ¿La baja autoestima está afectando a todas las áreas de la vida de tu paciente o sólo a algunas? ¿Tal vez se focaliza únicamente en una de las áreas? También es importante que explores la manera en que el problema de baja autoestima está afectando a tu paciente. ¿De qué manera interfiere en su vida?

2. Encuentra el origen de la baja Autoestima Nada viene de la nada. El siguiente paso para trabajar con la autoestima de tu paciente es que comprendas por qué esa persona tiene baja autoestima. Siempre hay un porqué, o más bien, un conjunto de factores que le han llevado a este punto. Para encontrar el origen de la baja autoestima, es necesario que explores a fondo su infancia y su adolescencia. Es en estas etapas cuando vamos construyendo nuestra propia identidad, en función de lo que nos dicen nuestros padres que somos y de lo que nosotros mismos vamos descubriendo. Frecuentemente, un problema de autoestima tiene origen en unos padres que, por unos motivos u otros (excesivo trabajo, enfermedad, pocas habilidades parentales, estrés…), no han estado lo suficientemente disponibles para sus hijos, especialmente como una figura de cariño y protección. Así, si no aparece otra persona que le aporte esa seguridad y ese amor (otro familiar, un maestro, un hermano…), el niño aprende a convivir con esa limitación de afecto que él mismo no es capaz de aportarse, porque con esa edad la necesita de otras personas externas que le cuiden. El niño crece y se hace adulto, pero el patrón sigue funcionando de la misma manera: quien necesito que me quiera no siento que me quiera lo suficiente, ni yo tampoco lo hago (no me han enseñado a hacerlo), por lo tanto, busco ansiosamente en los demás que me aprueben de la forma que sea, para cubrir así mi propia carencia.

Aquí tienes algunas ideas de preguntas que puedes trabajar con tu paciente para explorar el origen de su baja autoestima, adaptándolas a tu propio estilo: ¿Hay algún hecho significativo que marcara tu infancia o adolescencia? Situaciones como bullying, separación paterna, emigración, violencia doméstica, abusos… ¿Qué relación tenías de niño y adolescente con tu madre? ¿Y con tu padre? Explorar si era una relación de apoyo, donde las figuras paternas están disponibles y se forma un apego seguro, o por el contrario, son figuras que provocaron inseguridad e inestabilidad. ¿Qué críticas hacían tus padres sobre ti? Algunas de esas críticas el niño las introyecta, es decir, las “traga sin masticar”, definiéndose a sí mismo en base a esas críticas que recibió en la infancia. ¿Cómo te transmitían tu madre y tu padre el cariño que sentían por ti? Invita al paciente a que exprese de forma concreta esos gestos de amor, ya sean palabras, hechos, detalles, etc. A menudo encontrarás en el paciente falto de autoestima que estas muestras de amor fueron muy limitadas, o no fueron suficientes. ¿Cómo te describirías a ti mismo cuando eras niño? ¿Y cuando eras adolescente? Profundizar tanto en las características de personalidad como en su desempeño en las diferentes áreas de la vida de un niño: escolar, familiar, social, artística, deportiva… Si llegas a la conclusión de que tu paciente tuvo una infancia sana, sin acontecimientos excesivamente desestabilizadores y con un afecto estable por parte de sus figuras paternas, ya tienes una pista importante: el problema es reciente. En ese caso, tendrás que explorar dónde está el origen, cuándo fue que comenzó a desconfiar de sus propias capacidades y valía personal: ¿tal vez un trabajo que le sobrepasaba? ¿unos estudios en los que no se sentía capaz? ¿una pareja que le menospreciaba? ¿una amistad dañina?… Cuanto más reciente sea el problema que ha socavado su autoestima, menos enraizado estará.

3. Abrir la Caja de Pandora de los Pensamientos y Emociones Para poder hacer espacio a los pensamientos y emociones nuevas, primero hay que sacar las viejas, que están ocupando demasiado espacio. Ocurre que las personas con baja autoestima suelen tener un diálogo mental constante, generalmente no exteriorizado, a veces incluso inconsciente, en el que se reprochan a sí mismos, se critican, se insultan, se recuerdan su falta de valía, se burlan, etc. Este “automachaque” no es visible para los demás, pero es un hilo musical permanente en la cabeza de tu paciente. Son los llamados pensamientos automáticos negativos. Son automáticos precisamente porque resultan incontrolables para el paciente. Él no decide ponerlos en marcha, sino que simplemente “están ahí desde siempre” y no se sabe muy bien por qué. El objetivo de este tercer paso es que tu paciente se haga consciente de estos pensamientos automáticos negativos que tiene constantemente sobre sí mismo. Para eso, pídele que se observe. Sin intentar cambiar nada, ni intentar frenarlos. Simplemente, que esté atento a cuándo su mente pone en marcha este “hilo musical”: qué cosas se dice a sí mismo, cómo se las dice (con qué tono, qué palabras usa), ante qué situaciones… Esta primera toma de conciencia es un paso fundamental e imprescindible. Para solucionar un problema es necesario conocerlo a fondo, introduciéndonos en el “núcleo duro” del malestar. Ejercicio para Casa: Registro de Pensamientos Automáticos Negativos Proponerle al paciente que compre una libreta y que cada vez que se detecte teniendo un discurso automático negativo hacia sí mismo, lo apunte. El registro debe contener los siguientes datos: Fecha Situación (¿Qué ha pasado? Por ejemplo, se me quema la comida) Pensamiento (¿Qué he pensado? Por ejemplo, pienso “soy un inútil, con 32 años y no sé ni freír un huevo”) Emoción (¿Qué he sentido? Por ejemplo, siento enojo hacia mí mismo por no haber estado más atento. Ojo: no confundir sensaciones o sentimientos con pensamientos. Cuando el “siento” va seguido de un “que”, no estamos hablando de una emoción sino de un pensamiento. Por ejemplo, “siento que no valgo para nada” no es una emoción, es un pensamiento. Una emoción sería: “me siento impotente”) Conducta (¿Qué hago? Por ejemplo: tiro la comida quemada y me quedo sin comer, ya da igual, se me ha quitado el hambre).

Ejercicio en Terapia: Darle rienda suelta al demonio Es importante que realices este ejercicio sólo con personas que observas que ya tienen previamente un diálogo destructivo hacia sí mismas, aunque no lo exterioricen. No es recomendable realizarlo con personas que no tienen previamente ese “automachaque”, porque entonces, las estarías invitando erróneamente a focalizarse en su parte más negativa. Comienza diciéndole a tu paciente que todos tenemos una especie de “demonio” en un lado del brazo que dice cosas negativos sobre nosotros mismos, sobre nuestros aspectos más negativos y que comenta nuestra vida cotidiana haciéndonos sentir mal. Incluso aunque a veces pensemos que no es del todo cierto lo que este demonio está diciendo, ese pensamiento está ahí presente. Este ejercicio consiste en “darle rienda suelta al demonio”. Debes ser tú quien lance inicios de frases para que tu paciente los complete libremente, como si fuera este “demonio interno” quien contestara. Cuantos más finales aporte a cada frase, mejor. Pídele al paciente que intente contestar ajustándose a la realidad de los pensamientos que normalmente tiene en su vida cotidiana, sin exagerar ni tampoco minimizar. Algunos de los inicios de frases que puedes lanzarle para que complete son éstos, más los que se te ocurran a ti: “Soy (un/una)…” “Me molesta de mí…” “Me doy rabia cuando…” “Siempre me he comportado como…” Este ejercicio funciona porque es una forma, para ti como terapeuta, de explorar qué es lo peor que corre por la mente de tu cliente. Le dará pie a hablar y a profundizar en temas como la culpa, el miedo, o el rencor. Para el paciente también será útil exteriorizar todo aquello que normalmente funciona como un “machaque sordo”. Poner en palabras estos pensamientos y decirlos en voz alta es, en sí mismo, un primer paso que impacta. Como terapeuta, es importante que juegues con la reestructuración cognitiva para ayudar al paciente a darse cuenta de la irrealidad de esos pensamientos, la falta de sentido o de justificación concreta para pensar de esa manera. Éstas van a ser sesiones complejas para el paciente y también para ti como profesional, porque como terapeuta tendrás que gestionar de forma

adecuada los ataques que el paciente va a desplegar hacia sí mismo, procurando que no se vayan de las manos y se conviertan en algo contraproducente. Un consejo: no dejes que tu propio miedo a perder el control de la situación te haga cortar al paciente, interrumpirle, suavizar la situación, consolarle o ninguna otra conducta que pretenda aplacar su emoción por evitar tu propio malestar.

4. Trabajar con las Fortalezas El paciente con baja autoestima se desenvuelve fácilmente por el terreno de lo negativo sobre su persona: sus defectos, carencias, errores, críticas. Sin embargo, les suele resultar complicado cambiar el foco hacia lo positivo: cualidades, éxitos, habilidades, gustos. Cuando la terapia ya está un poquito más avanzada, ésta va a ser la clave: trabaja poquito a poco, para que la persona aprenda a verse con unos ojos diferentes. El principal objetivo de esta fase de la terapia es que la persona aprenda a tratarse desde el respeto y desde el amor a sí mismo,cambiando su diálogo mental, hasta hacerlo más suave y cariñoso. Para eso, lo primero que debes hacer es lograr que el paciente realmente recupere ese amor por sí mismo que, o bien ha perdido, o bien nunca ha tenido. Para que una persona se quiera a sí misma, de forma auténtica y realista, tiene que conectar con aquellas partes que le gustan de sí misma, con las cosas que se le dan bien, con los logros que admira de sí misma, con los momentos de bienestar en soledad. De esa forma, el cariño surgirá de forma natural y no impuesta. Piensa en aquellas personas a las que más quieres. ¿Por qué las quieres? Les tienes cariño porque te gusta cómo son, admiras lo que hacen, porque te aporta bienestar compartir tiempo con ellas. Quererse a uno/a mismo no debe ser una imposición: “tienes que quererte porque eres el único que va a estar ahí toda tu vida”. Eso está muy bien, pero, ¿cómo querer a alguien a quien rechazo? ¿Cómo quererme a mí mismo, si no me gusto? Ejercicio para Casa: Test de Fortalezas Una forma de explorar las fortalezas personales es rellenar de forma online un cuestionario muy completo, el Cuestionario VIA de fortalezas personales.

Los resultados de este cuestionario dan pie al trabajo posterior en terapia y son realmente útiles para que tu paciente introspeccione y comience a conocerse a sí mismo en su lado más positivo. Ejercicio en Terapia: Mi lado bueno Este ejercicio lo puedes realizar en terapia y consta de los siguientes pasos: 1. Cualidades + Habilidades Tu paciente debe realizar una lista, lo más amplia posible, de: (1) sus cualidades (características positivas de su personalidad y de su aspecto físico) (2) sus habilidades, es decir, lo que se le da bien hacer. Pueden ser cosas muy sencillas y cotidianas, no hacen falta grandes virtudes superheroicas ni grandes dotes. En función de las resistencias que tengan, para algunos pacientes va a ser más complicado que para otros realizar estos listados. Nunca caigas en la manipulación del paciente cuando éste dice “no se me ocurre nada”, “no tengo cosas buenas”, “nada se me da bien”. No des el ejercicio por acabado, ni pases a lo siguiente, hay que sostener esos primeros momentos de blanco mental. Si le resulta muy difícil, sugiérele que recurra a otras personas cercanas para que le ayuden a elaborar los listados. Incluso tú mismo, como terapeuta, puedes aportar alguna cualidad positiva que ves en tu paciente y quieres recalcar. También puedes recurrir a momentos pasados de su vida en los que tu paciente se sentía mejor. A menudo los pacientes dicen cosas como “yo cuando era joven era muy echada para adelante, pero ahora todo lo contrario”, “antes de perder el trabajo yo era muy divertido, siempre estaba haciendo bromas, pero ahora ya no soy así”. Yo siempre les digo que si en algún momento de su vida fueron algo, esa virtud está ahí, en alguna parte de ellos, ¿o acaso fueron poseídos por otra persona? Sólo hay que rescatar y desenterrar esas virtudes que nos hemos ido dejando por el camino. 2. Ejemplificar y concretar Pídele a tu paciente que elabore uno o dos ejemplos concretos para cada una de las cualidades que enumeró antes y en los que se vea reflejada esa virtud. Concretar siempre es importante para bajar a la tierra y no quedarte en el terreno mental, que es tan ambiguo. Por ejemplo, una cualidad que la gente dice muy a menudo “soy muy amiga de mis amigos”. ¿Qué es ser muy amiga de mis amigos? Nadie lo sabe. Concretar esa cualidad en ejemplos claros y cotidianos, te ayudará a clarificar la ambigüedad.

Por ejemplo, “cuando mi amiga Marta me dice que necesita hablar, yo dejo lo que estoy haciendo y la llamo”, “soy buena guardando los secretos de mis amigos”, “se me da bien pararme y escuchar a mis amigos, sin juzgarles”. 3. Elaborar un perfil Tu paciente ha de elegir o tiene que elegir las tres cualidades principales y las tres habilidades principales que le definen, aquellas con las que se siente más identificado, las que más le gustan, las que más se cree, las que más utiliza en su día a día, aquellas a las que le puede sacar mayor partido. Esas tres cualidades y tres habilidades esenciales son seis herramientas que va a llevar debajo de su brazo en cada decisión y en cada paso cotidiano. Ejercicio en Terapia: Recuperar el Amor propio Ésta es la parte contraria y que complementa el ejercicio de “dar rienda suelta al demonio”. Consiste en que el paciente complete estas frases: “Me gusta ser…” “Valoro de mí…” “Me quiero porque…” “Me siento bien cuando yo (hago, digo, pienso)”…

5. Pasar a la Acción Recuerda finalizar siempre la terapia con un paso a la acción. En esta fase terapéutica final, el objetivo es que tu paciente empiece a tratarse con más cariño. Esto significa aprender a reconocer sus propias necesidades, necesidades que dependan de sí mismo y no de los demás o del entorno y aportárselo de forma autónoma. Para ello, es importante que tu paciente se plantee estas dos preguntas: ¿Qué necesito? ¿Cómo me lo puedo dar? Ejercicio en Terapia: Planning de Momentos Agradables Este ejercicio consiste en invitar al paciente a (re)descubrir y recopilar todo aquello que le gusta hacer, todo aquello con lo que disfruta, desde cosas troncales en su vida hasta pequeños placeres. Por ejemplo: “me gusta tocar la guitarra”, “disfruto cocinando mis platos favoritos”, “un pequeño placer es llegar a casa, descalzarme y ponerme música un rato”.

Es perfectamente válido que el paciente tenga momentos agradables o pequeños placeres compartidos con otras personas (“tomarme un café con mi amiga”, “jugar con mi hijo”, etc.), y son muy importantes en la lista, aunque también es necesario que algunos de esos momentos agradables sean en soledad, sin depender de nadie ni nada externo, más que de sí mismo. Logra que el paciente elija aquellos puntos de la lista que vea más viables o que le apetezcan más y que los introduzca en su vida cotidiana, a través de un planning de actividades agradables. Estas actividades o pequeños placeres tienen que tener la misma importancia que las obligaciones, decidiendo cuánto tiempo al día o a la semana quiere dedicarse a aportarse bienestar. Cuando la persona comienza a dedicarse el tiempo, el cariño, el respeto y el placer que realmente se merece, la autoestima se ve fortalecida, y con ella el bienestar, el optimismo y la salud mental. Ejercicio en Terapia: Las 3 Metas Una forma de lograr que tu paciente coja las riendas de su propia vida es ayudarlo a elegir tres metas realistas y que las ponga en marcha en su vida a corto plazo. Es interesante que estas metas sean de diferentes áreas de la vida (social, personal, hábitos, salud, laboral, académica…). Estas metas tienen que tener las siguientes características: Realistas (objetivos accesibles y viables, no simplemente sueños o idealizaciones) Muy bien definidas (qué es exactamente lo que me propongo conseguir) Concretas (qué cosas concretas voy a hacer para conseguirlo, qué pasos voy a seguir) En este punto, enfoca la terapia hacia esos objetivos propuestos orientando y ayudando a tu paciente para los alcance, ya que le aportarán bienestar a su vida y fortalecerán su autoestima.

6. Finalizar la Terapia ¿Cómo sabrás cuándo finalizar la terapia? Cuando veas en tu paciente los rasgos de una autoestima sana. Una persona con la autoestima sana… Demuestra en su comunicación no verbal (rostro, gestos, tono de voz, forma de expresarse, etc.) que se siente satisfecha con su vida. Habla con tranquilidad tanto de sus logros y cualidades, como de sus defectos y puntos a mejorar. Es capaz de dar y de recibir halagos y otros gestos positivos

Está abierto a las críticas constructivas y es capaz de reconocer sus propios errores, dejando a un lado comportamientos perfeccionistas. Transmite serenidad, naturalidad y espontaneidad. Siente apertura y motivación ante nuevas experiencias. Sabe cómo aportarse momentos de placer y lo hace con frecuencia. Tiene capacidad de disfrutar de la alegría y el bienestar y también se permite las emociones negativas. Su diálogo mental no es destructivo sino positivo, se envía mensajes de ánimo y aprecio. Se comunica de una manera asertiva con los demás. Prioriza sus necesidades antes que la aprobación de los otros. Consideraciones finales sobre el Trabajo de la Autoestima en Consulta La autoestima no es algo unidireccional. El “cómo me siento” afecta a “cómo me comporto” (“como me siento poco atractiva, no quiero quedar con chicos”). Pero también funciona a la inversa: el “cómo me comporto” afecta a “cómo me siento” (“si quedo con chicos a los que les gusto, me sentiré más atractiva”). Por eso, una buena forma de aumentar la autoestima de tus pacientes es animarles a hacer algo diferente que se convierta en un refuerzo positivo para ellos. Tener un buen vínculo terapéutico o alianza con tu paciente es un aspecto clave para que la terapia con los problemas de autoestima tenga éxito. El cariño y la aceptación que tú sientas hacia tu paciente, es algo que se transmite. Contar con ese cariño le va a dar seguridad y le ayudará a quererse a sí mismo un poco más. Desde mi punto de vista, si tú como terapeuta no llegas a ver la parte positiva de tu paciente y no le aprecias por quién es, será imposible que le ayudes a mejorar su autoestima. ¡No caigas en las trampas que el paciente se pone a sí mismo! El paciente se pone trampas como estas: explicaciones, argumentos, excusas, justificaciones… que pueden sonar muy lógicas, pero a menudo no son realistas. Por ejemplo, “como comida chatarra porque no tengo tiempo de cocinarme nada”, cuando realmente está utilizando ese tiempo, por ejemplo, en ver la tele, y puede redistribuirse de una forma más adecuada. Cree siempre lo que dice tu paciente, pero siempre siendo consciente de que su forma de ver las cosas es una perspectiva. Tú estás ahí para aportar un punto de vista diferente. Para trabajar con la autoestima de tus pacientes es muy importante que tengas bien trabajada tu propia autoestima. ¡Los psicólogos y terapeutas también somos personas! Para poder ayudar a nuestros pacientes hace falta un trabajo de crecimiento personal muy extenso