1993 Yoonmin

Fue en el verano del 86 cuando lo conocí, oh... sí a él. Park Jimin, mi pequeña y bonita tortura, aún recuerdo perfectam

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Fue en el verano del 86 cuando lo conocí, oh... sí a él. Park Jimin, mi pequeña y bonita tortura, aún recuerdo perfectamente cuando lo vi por primera vez, con una sudadera el doble de su tamaño y una gorra de SoulRocker, tenía una mueca en su rostro y sus ojos parecían perdidos.24 Mamá me había obligado a Jungkook y a mí a darle la bienvenida a la familia Park, los señores eran muy amables, Eunbi era una mujer muy perfeccionista pero su careta era bien cuidada por la amabilidad del Sr. Namjoon, se acababan de mudar al vecindario, y por su vestimenta y auto, la palabra "Seúl" estaba escrito en ellos con luces de neón. Sin saber realmente como una pequeña familia de Seúl había abandonado la buena vida de la ciudad más importante de corea, para venir y radicar a la vieja y pequeña ciudad olvidada de Busan, me encamine con mi pequeño hermano a la puerta. Mamá lucia nerviosa y es que los vecinos que ya teníamos no mantenían una buena relación con nuestra familia. Eunbi fue sumamente amable al invitarnos esa noche a cenar, aunque sospecho que el Sr. Nam tuvo mucho que ver en eso, la casa era acogedora, lo recuerdo muy bien. —Oh, ¡Minnie! ¡Ven aquí! ¡Tienes que conocer a los Min! –Gritó el Sr. Park, mi vista buscó alrededor y se enfocó en las escaleras, con una capucha sobre su cabeza, me fue difícil identificar aquel rostro infantil, pero logre ver como unos mechones grises se asomaron debajo del gorro. Al parecer, quien por ende ahora sabia era Minnie, se encontraba escondido detrás de los barrotes mirándome fijamente, sus pequeños ojos marrones me analizaron por completo, pude sentirlo, dejó caer sus hombros como una señal de alivio y lentamente se puso de pie y caminó hasta el primer escalón para bajar con rapidez. —¿Cuántos años tiene el pequeño Jimin? —Escuché preguntar a mi madre detrás de mí, no le tomaba importancia necesaria, estaba concentrado en intimidar aquella escuálida figura que ahora terminaba de bajar el último escalón para refugiarse detrás del Sr. Namjoon quien rió cuando su hijo lo utilizó de escudo.

Jungkook se movía inquieto a mi costado, al parecer mi pequeño hermano quería verle y al no poder solo soltaba barbaridades, de aquellas que solo un niño de cinco años podría decir.1 —Acaba de cumplir los diez hace dos meses. —¡Oh mi pequeño Yoongi también tiene diez! aunque él en vísperas de otoño e invierno cumplirá los once. Aun así, sé que podrán ser grandes amigos —Comentó la emocionada voz de mi madre. Encontrándome una vez más con aquellos ojos de gacela, supe que conocer a Park Jimin, no iba traer nada bueno. Terminamos por entrar a la misma secundaria, desde aquel día en donde nuestros padres nos presentaron el Sr. Nam se encargaba de invitarme a mí y Kook a jugar con Jimin siempre, aunque él sólo reía y sonreía sin hacer nada. Lo cual era extraño, fue semanas después cuando Mamá me dijo que debido a un acontecimiento cuando Jimin estaba pequeño, él dejó de hablar.3 La secundaria fue un poco dura al principio, pero tenía a Jin y Taehyung, estaba muy contento de que al menos mis amigos estuvieran conmigo, sólo había un ligero problema y es que Jimin se había mantenido pegado a mi desde el primer día, Tae bromeaba a veces diciendo que solía recordarle a un fiel cachorro siguiendo a su amo a donde quiera que este fuera, yo sólo reía y aunque el rostro del chico se mostraba herido por unos segundos, no decía nada.4 A los doce, mamá había dejado teñirme mi cabello de rubio, como aquel cantante que pertenecía a ese grupo que estaba en su mejor momento ¿Cómo era? ¿F.LY?, recuerdo el rostro sonriente del señor Namjoon y la mirada enojada de Eunbi al ver mi cabello mitad rubio y mitad verde, al parecer a Jimin pareció gustarle porque de un momento a otro, su blanquecino cabello se había convertido en un fuerte y vivo azul turquesa.

Park Jimin era un chico callado, eso lo sabía de por medio, sin embargo, había algo que siempre me llamó la atención y era esa misma capucha rota y desgastada que solía usar la mayoría del tiempo, el rostro de un gato ya desteñido era el logo de enfrente y por detrás la palabra "HOPE" se mostraba claramente. Hablar con Park Jimin, no era tan malo, yo sólo dejaba despotricar mis quejas y él asentía como si me entendiera del todo. Lo más molesto, era su maldita sonrisa. Esa que no borraba nunca. Era como caminar todos los días a la escuela con el mismísimo sol a tu lado, tan brillante y... Ugh. Implore a mamá por dejar de ir con Jimin a la escuela, mi tonta ideología de querer ser un chico popular me impidió el seguir con su amistad, él era molestado casi siempre por un pequeño grupo de último año, entre ellos Jackson resaltaba, un chico casi de su estatura con los cabellos rubios y los ojos avellanas, quien a pesar de saber que Jimin no hablaba, solía gritarle y preguntarle "¿Por qué eres tan retardado?" Eunbi había ido a la escuela una vez que Jimin llegó con pequeños golpecillos, no me importó la verdad, y a pesar de que yo solía gritarle que se alejara de mi lado, él regresaba fielmente. El primer año había pasado demasiado rápido como el segundo, el tercero estaba por llegar y también Jung Hoseok. Aquel atractivo moreno de ojos marrones que me sacaba suspiros de vez en cuando, oh, había sido un problema acercarse a él al principio, pues Hoseok tenía fama de ser un busca pleitos. —Disculpa, ¿vas seguir leyendo ese libro? —me había dicho una voz a mis espaldas, estando en la biblioteca me quede estancado en mis pensamientos, sin saber que una cabellera negra se acercaba sigilosamente. Fue cuando miré directamente a los ojos marrones de Jung y me sorprendí, tenía una expresión tranquila y serena, señaló el libro en la mesa y tontamente reaccioné.

—Oh... ¿Quieres el libro? Hoseok sonrió y asintió—Es decir, si no lo estás leyendo más, al parecer es el único de Jane Austen que queda, y de verdad me gustaría leerlo, es decir... es Jane Austen —Rió.3 Sonreí junto con él, y esa pequeña charla acerca del libro se convirtió en un dialogo que había durado toda la hora de descanso y la de dos clases más. Sin duda, Hoseok no era el chico que todos creían, a pesar de las playeras oscuras y las cadenas decorando sus pantalones, detrás de esa fachada de niño rompe corazones, había uno que amaba la literatura y tenía una afición por coleccionar estampas de mariposas.3 Hoseok tenía una fiesta esa misma semana, un viernes en la noche, era mi oportunidad perfecta para pasar del invisible Min Yoongi, a ser tal vez Min Yoongi futuro novio de Hoseok, y es que mi primer amor había llegado tan rápido. Recuerdo haber peinado mi cabello al menos diez veces y haber comprado una loción en la nueva tienda que acababan de abrir en la ciudad. Todo se fue al demonio cuando Jimin apareció en mi puerta, al parecer la condición con la que mamá me había dejado ir, era que Park fuera conmigo, y dios que realmente quise llorar en ese instante, ¡Él iba arruinar mi perfecta oportunidad! Tal vez si sólo lo dejaba por ahí y fingía no conocerlo... Bingo.4 Si hubiera sabido que el maldito de Jackson hubiera estado ahí y pasaría lo que pasó en aquel entonces, hubiera inventado cualquier excusa a mamá para no llevar a Jimin, sin embargo, sucedió lo inevitable. Y Jackson puso en ridículo a Jimin enfrente de todos, los refrescos cayeron por sus cabellos azules y su rostro que normalmente lucia feliz y contento estaba lleno de pánico y miedo. Palabras como "tonto" e "idiota" flotaban a coro entre toda la multitud, Jimin buscó en toda la habitación y se topó con mi mirada, al instante sus ojos brillaron y movió sus labios, al conocerlo de hace años, sabía que no había dicho nada, aun así, era sorprendente verlo hacer eso de vez en cuando, Hyeri, una rubia despampanante había dejado caer todo el queso de los nachos arriba de él, su

rostro y cuerpo quedo empapado por aquella viscosidad amarilla y entonces pude verlo, a través de todo el queso en su rostro, como un sinfín de lágrimas rodaban por sus mejillas. Un tirón de culpabilidad se instaló en mi vientre haciéndome querer correr a él y gritarles a esos idiotas que se detuvieran, sin embargo, al ver a Hoseok riendo, disfrutando de la miseria de mi querido amigo. Me quede de pie sin hacer nada. Mamá me había castigado al menos dos semanas, según el Sr. Nam, no sólo era queso lo que había caído sobre Jimin, y sea lo que fuera que hubieran derramado sobre él, eso provoco un sorprendente corte de cabello, el azul ahora deslavado había pasado a ser un celeste lavanda, sus cabellos no eran más aquellos largos con los que solía jugar, apenas y llegaban por debajo de sus orejas. Pero lo más sorprendente de todo eso. Es que aquel brillo en sus ojos y la exuberante sonrisa en sus labios jamás desaparecieron, por lo que insistí a mamá en que me levantara el castigo, al parecer mi estupidez adolescente no me dejaba ver más allá de la realidad de Park Jimin. —Yoongi, necesito hablar contigo... Creo haber escuchado eso de parte de Hoseok, nos encontrábamos detrás de los maseteros, apartados del comedor buscando un poco de privacidad. Fue en la primavera del 91' cuando tuve mi primer beso. Fue un 15 de mayo de 1991 cuando viví el peor de mis días. Y es que después de eso, Jimin había llegado alegremente saltando con una malteada, interrumpiendo nuestro momento, Hoseok me miró con una ceja alzada. —Sera mejor que te alejes de él, si quieres ser como nosotros —Fue lo que había dicho Hoseok señalando detrás, aquella mesa rodeada de atractivos chicos y barbies estereotipadas. —¡Eres un nerd por ser amigo del raro! —¡Debe ser un raro también!

Aquellas palabras habían llegado con mucha violencia hacia mí, casi las sentí como un impacto que me hizo retroceder. ¡No! ¡Yo no era un raro! ¡Silencio! ¡Cállense! —¡Es un raro! ¡Es un raro! ¡Un raro! Jimin intentó tomar mi mano, pero me solté de él bruscamente y le grité. —¡Aléjate de mí maldito retardado!8 Esas fueron las palabras que jamás olvidaré. Pues fueron las que comenzaron el motivo de esta historia, los ojos de Jimin estaban confundidos, Park no entendía por qué, pobre chico. Mamá me gritó bastante al llegar a casa. Y al día siguiente, Park Jimin no se presentó en mi casa como todos los días, tampoco fue a la escuela. Mamá insistía en que lo buscara y con molestia y fastidio caminé al único lugar donde creí podría estar. Lo encontré debajo de un árbol, uno pequeño que apenas daba sombra, pero era lo suficiente para él. Su rostro estaba sereno y parecía tranquilo, caminé entre el pasto, y me pare frente a él, levantó su mirada y unos ojos secos me recibieron, pude verlos intentar brillar. Pero algo se había fundido dentro, y tal vez, dentro de mí también. Lo miré con una mueca y me puse en cuclillas para estar a su altura. Fue entonces cuando lo vi, una pequeña mancha morada alrededor su cuello, sus labios no tenían más ese color rosado, estaban violetas y entonces, una oleada de pánico inundo mi cuerpo. —¡Mamá!, ¡Mamá, llama a una ambulancia!, ¡Mamá! Jamás olvidaré el sonido de las sirenas y los gritos de la señora Eunbi, al parecer Park estaba enfermo y había tenido una recaída, jamás supe de que, nadie quiso decirme en ese entonces.

Sin embargo, tres días después, la enorme sonrisa de Park se interpuso entre el umbral de mi puerta y yo. —¿Estás bien? —Pregunté sin saber porque realmente. Él sólo asintió y señaló su mochila, vaya... tendría que ir a la escuela de nuevo a su lado, el camino fue bastante incomodo a pesar de que estaba acostumbrado a caminar en silencio incluso con su presencia a mi lado, esa vez no fue el mismo silencio de siempre, fue vergonzoso y realmente había un deje de culpabilidad en todo el ambiente. Al llegar al instituto corrí hacia la puerta evitando mirarlo y logre alejarme de él, a lo lejos visualice a Hoseok y cuando él me miró sonrió levantando su mano. Al parecer, no todo estaba perdido. No fue hasta cuarto grado cuando sentí que algo entre Park Jimin y yo había cambiado, lo veía igual que siempre, pero sentí que algo faltaba entre los dos. —Le haremos una broma a Park ¿quieres entrar? –Era lo que me había dicho Hoseok un día al entrar a clases, pude negarme, realmente, sólo bastaba negar con la cabeza y restarle importancia, pero sin embargo yo... —Por supuesto, ¿Qué tienes planeado? —Reí. Hoseok me sonrió y comenzó a contarme todo el plan, no recuerdo mucho más que palabrerías en aquel entonces mi mente estaba nublada por imágenes de Hoseok y Taehyung, ¿Cómo había podido él...? ¿Desde cuándo eran amigos...? —Solo tienes que llevar a Park, ¿No me defraudaras, verdad Yoongi? —No, cuenta conmigo. Fue un sábado en la madruga, la música estaba a todo lo que daba, y yo realmente deje de contar mis cervezas al pasar la numero cuatro, todos estaban gritando y bailando, había algunos besándose y haciendo otra cosa por ahí escondidos entre las esquinas donde no lograba llegar la luz de los reflectores.

Si hubiera sabido también, que Jackson Wang fue nuevamente invitado... creo que nada hubiera cambiado, mi estúpido yo del 91 realmente no entendía nada acerca de lo que era no tropezar con la misma piedra. Recuerdo los besos de Hoseok y dos cervezas más, las manos de Hoseok en mi cintura, y la música en todo lo alto. Jamás olvidare aquel desgarrador grito y las risas de todos en la habitación, nunca en mi memoria podre borrar la expresión asustada de Jimin cuando Jackson lo había acorralado en una de tantas habitaciones, al parecer... la blanca broma, no era tan blanca ni siquiera era infantil ni aniñada, había pasado de ser una broma, a un evento traumático, pues aquello podría haberse considerado un intento de violación.1 —¿¡Que haces Min?! ¡¿No estabas de nuestro lado?! —¡No lo toques imbécil! ¡Aléjate de Jimin! Y vaya que había sido un gran puñetazo el que le había soltado a Wang en aquel entonces, había tomado a Jimin del brazo y a pesar de haber estado tambaleándome debido a todo el alcohol en mi sistema, logre sacarnos de aquella situación. Fue en el verano del 92, durante las vacaciones cuando Park Jimin interrumpió en mi garaje con un cono de nieve y una gorra de los lackers. Su expresión era tranquila y sólo se sentó a mi lado mirando como recogía las cajas de pinturas del suelo, mamá había planeado darle una remodelación a la casa pintándola de un brillante color coral. Había estado molesto desde la vez de la fiesta, y la verdad no sabía en aquel entonces si estaba molesto con Hoseok, con Taehyung, con Jackson o conmigo mismo. Intentaba compartir con Jimin al menos una pequeña migaja de culpa, sin embargo, todo en él gritaba inocencia y me hacía retractar. La Sra. Park se había comportado reacia conmigo desde entonces, su desfachatez e irritación no fue cubierta por el Sr. Nam esta vez, parecía que los dos estaban

sumergidos en sus propias auto reprimendas, aunque el Sr. Nam lucia más sereno que ella. En la tarde, Jimin había estado mostrándome infinidad de folletos de un zoológico que se había inaugurado la semana pasada, siendo un fanático de los animales no pude evitar emocionarme un poco y al darme cuenta de los brillante ojos de Jimin supe de inmediato que planeaba que yo lo llevara, o al menos eso me dijo mi madre. Descubrí que a Jimin le gustaban los felinos, no fue difícil saberlo cuando intenté arrastrarlo fuera de la jaula de gatos para intentar ver otro animal. O en ese momento en que lo perdí de vista entre toda la multitud de personas, recuerdo haber entrado en un pequeño pánico y haber corrido entre la gente sin importar empujar a una que otra, lo encontré agachado acariciando el lomo de un puma, intenté gritarle advirtiéndole que había pasado la línea de protección y que un guardia al verlo no duraría en sacarlo del establecimiento, pero lo vi tan entretenido, ceñido a aquel feroz animal quien parecía sereno y tranquilo dejándose toquetear por los dedos de mi amigo, sus ojos conectaron con los de Park Y aunque ninguno dijo palabra alguna, estuve seguro de que hubo algo más que una mirada profunda entre ellos. Hoseok me había llamado por teléfono, al principio creí que iba a escuchar una disculpa y no una queja. No dudé en colgar, eso me estaba sacando de mis casillas y aun podía sentir la ira de aquella noche cuando encontré moretones en las caderas de Jimin y marcas de dientes en sus clavículas. A Jimin le gustaba señalar nubes, y en un pequeño trozo de papel, escribía el nombre de la figura. Era sorprendente la imaginación del peli-azul, encontraba el más mínimo detalle en cada cosa y es que a pesar de no poder decir ninguna palabra, sus ojos le eran suficiente para demostrar los sentimientos quisiera. Un veinte y caluroso día de junio, el Sr. Nam nos dejó a Jimin, Jungkook y a mí en la playa, fueron cuarenta minutos de camino, no era la primera vez que solía pisar la blanquecina arena de Melvailles, pero al parecer si lo era para Jimin, porque no dejó de tocarla y lanzarla al aire con emoción. Ese día fue inolvidable incluso para mi

pequeño hermano porque vio a su primer cangrejo, el cual llevo a casa o al menos intentó, pareció perderse en el camino. Recuerdo ver los cabellos celestes de Jimin húmedos, y su mirada hacia el horizonte, mirando con aquellos ojos de gacela las tonalidades purpuras y naranjas del atardecer, el agua estaba tranquila y no había nadie a los alrededores. Debió ser un momento agradable para Jimin. Mi corazón latió en ese momento de una manera inesperada y al tomarle la mano, no fue como otras veces, fue distinto. Pude mirarlo en sus ojos marrones, inspeccionando cada detalle de mi rostro y su expresión paso de ser serena a una melancólica, apretó mi mano entre la suya, queriéndome decir algo, sin embargo, sólo mire sus labios moverse por segundos. Suspiró y bajó la mirada, si no había leído mal. Había intentado decirme "no me olvides".2 ¿Alguna vez has ido a ver una obra muda? Fue mi primera vez en Julio, aquel grupo de actores hippies con autos despampanantes habían pasado por la ciudad y ofrecieron funciones gratis. Fue Jimin, de nuevo, él que me había inducido a aquella obra, había comenzado bien. Descubrí que escuchar la risa de Jimin era tan normal como peinarme cada día. Y aunque tal vez en ese tiempo no quería aceptarlo, también supe que quería escuchar ese sonido por siempre y que sin querer me había hecho fanático de su sonrisa. Después de la obra, Jimin estuvo por al menos dos horas haciendo ademanes y tratando de explicar cuan emocionado estuvo, supe también que era un fiel fan de los libros y la literatura, que solía dibujar de vez en cuando y que su hobbie era escribir cuentos. A últimos de julio, Jimin y yo tuvimos contacto con un delfín por primera vez, el trabajo del Sr. Nam le había llevado a viajar de nuevo a Seúl y nosotras dos fuimos junto con él. Había mucha música y niños corriendo con paletas de hielo en los alrededores, "Marvin" era el nombre del pequeño delfín grisáceo que nos tocó conocer y tocar.

Ese día también supe, que a Park le brillaban los ojos al ver un algodón de azúcar. Antes de entrar a quinto año, a principios de agosto. Me encontré con Hoseok en una cafetería, no me dirigió la palabra y un aguijón de rencor se instaló en mi pecho, Jimin estaba a mi lado y sin querer lo golpeé accidentalmente asustándole en el intento. Aprendí ese día, al igual que en otros, que a Jimin le asustaba el contacto físico. Jungkook pasó a primer grado y por ende nosotros a quinto, el cumpleaños de mi hermanito se acercaba al igual que la feria del pueblo. Esa noche de agosto, mi familia y la familia Park fuimos a una función de circo. Reímos bastante y Jimin también, noté que se ponía nervioso cada vez que un payaso solía acercarse a él, lo tomé de la mano y sonreí, entonces me miró detenidamente, como aquella vez en verano, parecía como si memorizaba en su cabeza cada uno de mis rasgos sin querer olvidarlos, al instante sus labios se curvaron y su cabeza llegó a estar en mi hombro. Una noche antes de septiembre, supe que tener a Park Jimin a mi lado, era la cosa más reconfortante. Pasábamos noches en vela dibujando paisajes en hojas blancas, el Sr. Namjoon dejaba a Jimin dormir en nuestra casa cada vez que la Sra. Eunbi salía de la ciudad, Jimin venia encantado y alegre como cada noche. Pero esa vez fue especial. Hablé de tanto, le comenté mi deseo de ser médico, de querer ser algo en la vida y poder ayudar a las personas, Jimin me escuchaba y sabía que me entendía, ver sus ojos era como recordar las olas calmadas del océano, acariciar sus cabellos era volver a sentir la seda sobre mis dedos. Todo era tan retorico que daba miedo, tanto miedo como la idea de que a los ojos de Jimin les faltaba más brillo del usual. Fue mi culpa aprovecharme de ese momento, las imágenes frescas en mi cabeza a un seguían atormentándome, un Hoseok besándose con Taehyung, Jackson agrediendo a Jimin, todo fue mi culpa.

Yo era consciente de la situación, pero éramos dos adolescentes grandes, uno bastante inocente y yo... demasiado hormonal. Pero aun así cuando me recosté sobre su cuerpo cuando toque cada parte de su piel y mis labios dejaron marcas alrededor de su cuello y hombros, incluso cuando Park me miró confuso e inocente, proseguí y esa noche le despoje de toda pureza.1 Y a pesar de todo. Jamás había visto tanto amor en los ojos de Park Jimin como en aquella noche. El frío comenzaba hacer presencia, fue a finales de noviembre y a principios de diciembre cuando la Sra. Eunbi nos llevó a Jimin, Jungkook y a mí a esquiar a Daegu, tenían unas grandes montañas a las afueras de la ciudad, jamás había usado un trineo desde entonces, fue una de las mejores experiencias de mi vida. No supe que Jimin podía cocinar hasta que hicimos aquellos pastelillos para regalar unos días antes de navidad, habíamos comprado lo necesario en el supermercado y nos habíamos quedado en su casa hasta altas horas de la noche horneando, entre risas y crema batida él me escribió que siempre soñó con poner una repostería y cuando le comente que podía hacerlo en un futuro y que su repostería seria de las mejores, sólo dejó perder su mirada entre las flamas del horno, perdiendo su sonrisa y disminuyendo su brillo.3 Sin embargo, su sonrisa regresó al instante cuando tomé sus labios entre los míos, compartiendo la suavidad de un beso y algo de chocolate. Había sido un gorro de lana y un par guantes lo que Jimin me había obsequiado para navidad. Era grandioso como de un día para otro, era yo él que todas las mañanas se paraba en su puerta con la intención de pasar todo el día junto a él, mi pecho se inflaba de emoción al verlo sonreír y acomodar sus manos entre las mangas de su suéter, casi no podía ver sus cabellos pues había tomado la costumbre meses atrás de llevar ese gorro consigo, uno de color negro y con el signo de pesos bordado en frente.3 —Seria genial Jimin... ¿sabes? poder... poder graduarnos y tener una vida de película, como esas románticas que mi madre suele ver en la televisión —Murmuré,

ambos nos encontrábamos en su habitación acostados en el suelo mirando las brillantes luces de colores que decoraban el techo. —Estudiar una buena carrera... tener un buen empleo ¿y sabes qué? Tener una buena vida. Su silencio me dejo satisfecho, parecía cansado y aun así asentía a cada una de mis palabras. —Quiero tenerte siempre a mi lado, verte todos los días, poder verte cada mañana al despertar, quiero todo de ti —Era lo que le había dicho al rodar y quedar frente a él, Jimin abrió sus ojos y me miró por primera vez desde mi llegada. Sonrió cálidamente y mis cejas se fruncieron al ver como su labio temblaba y su ceño se fruncía, fue entonces cuando vi la primera lágrima caer.11 Y me di cuenta una fría noche de diciembre. Que ver llorar a Park Jimin era una de las peores cosas del mundo. 6 Mamá me había estado teniendo atareado con los preparativos para la fiesta de año nuevo, el mismo 31 de diciembre se le ocurría que esta vez era a nosotros los que planearían la fiesta en casa y los Park, como siempre, estaban cordialmente invitados. También fue mi madre quien me entrego un folleto de la nada, se abriría el parque de diversiones ese año y yo estaba más que listo para llevarme a Jimin y subir por aquella emocionante montaña rusa que se veía en la imagen, no lo espere más y caminé a casa de él. Toque varias veces, pero parecía no haber nadie, fue en la sexta vez cuando el Sr. Nam me abrió la puerta, tenía una expresión cansada y las bolsas debajo de sus ojos me decían que se había desvelado al menos dos días. —Jimin no está, ha estado enfermo y salió con su mamá —Me dijo el Sr. Park tratando de regalarme una sonrisa que ni siquiera pasó a ser una mueca.

Con el folleto en mano me senté afuera en una banca, la noche había caído con rapidez y mi madre pronto me querría en casa. Fue el pisar de unas botas de goma lo que llamaron mi atención, mi mirada se posó sobre aquel bulto en suéteres y bufandas que era Park Jimin frente a mí, parecía haber corrido y también haber perdido un poco de aire, sin embargo, eso fue ignorado por mi presente emoción y ganas de probar cada uno de los juegos mecánicos tras de nosotros. Sus ojos me dijeron un "Exactamente a este lugar quería venir, hoy" —Lo sé —Le conteste sonriendo—Hoy luce especial. Él asintió y tomó mi mano para caminar entre la multitud. Debajo de una pequeña y mínima nevada, sintiendo el aire en mi rostro mientras me encontraba en aquel entonces en lo alto de la rueda de la fortuna, me di cuenta de una cosa. Park Jimin era una de las mejores cosas que me habían pasado en la vida. Lo vi sacar de su bolsillo un pequeño papel y sonreír detrás de su bufanda, aunque no podía verlo, sabía que lo hacía porque sus ojos se hicieron exageradamente pequeños, me dirigió una mirada y sus ojos brillaban aún más que cada estrella esa noche, los fuegos artificiales comenzaron a sonar y nosotros teníamos la mejor de las vistas, estando en aquella pequeña cabina en lo alto de la rueda pudimos pasar el mejor momento de mi vida. Sus pequeños ojos brillaban a más no poder y no entendí por qué estos se llenaron de lágrimas, sentía una opresión en mi pecho, intenté preguntarle que sucedía, aquel pequeño papel cayó de su mano y esta fue directa a su pecho. 2 —¿Jimin? ¿Estás bien? ¿Te sucede algo? —Pregunte pensando que tal vez era su leve miedo a las alturas. Mi vista me permitió ver aquellas palabras tachadas con plumón rojo, el "conocer a mi mejor amigo", "Ir a la playa", "hacer pastelillos", "tocar un felino", "visitar un Zoológico", "ver una obra muda", "Estar en una función de circo" y muchas oraciones más eran borrosas, sin embargo, hubo una que llamo mi atención.1

"Decirle te quiero desde la vista más bella" —¿Jimin? Él estaba en silencio y sus ojos se cerraban, escuché un pequeño sollozo y un intento de voz quebrada. —Te amo, Yoongi.11 Y no era mi voz exactamente, tomé su rostro entre mis manos y lo besé. Lo besé como jamás había besado a alguien alguna vez. —Yoongi, te amo mucho.14 Repitió Jimin, con una voz madura y sincera, llena de niñez y recuerdos a la vez, un suave tono que me recordaba todos nuestros veranos y todos nuestros otoños, una melódica voz que me hacía recordar el atardecer de la playa y el cielo estrellado de nuestras pijamadas, no sabía porque estaba llorando, tampoco por que gritaba. No me di cuenta realmente que tenía aquel papel entre mis manos y que la ignorancia en mi cabeza no me dejaba ver que era una lista de deseos, una lista de cosas que hacer. Fue el primero de enero de 1993 cuando Park Jimin dejó este mundo, estando en lo más alto de la rueda de la fortuna, exactamente a las doce, su cabeza cayó sobre mis hombros, y sus ojos se cerraron sin planear abrirse de nuevo.12 Murió con el recuerdo de mi rostro, la memoria de un mar tranquilo, de un bello atardecer, de escalar en la nieve, de tocar un puma, de conocer a un delfín, de disfrutar una obra muda, de ir al circo, de cocinar como en una repostería, de dibujar hasta el amanecer y, sobre todo. De pronunciar aquellas palabras siempre anheladas. —Yo también te amo —Había sido mi respuesta escuchada sólo por el viento, sin saber realmente si él lo sabía, no importó mucho desde entonces. Un primero de enero de 1993, dejé partir a la mejor cosa que me había pasado en mi vida.14

(...) —¿Es por eso que compraste el parque, abuelo? Resoplé mirando hacia el paisaje, haber recordado aquellos momentos y haberlos compartido a mi querido nieto me había traído sentimientos melancólicos. —¿Mamá? Mire a mi hija a mi lado quien acomodó la bufanda de mi nieto y le sonrío mientras le contestaba por mí—El abuelo está cansado, Yoonie, ¿Por qué no después de que el juego termine, vamos por un chocolate? El pequeño asintió con la cabeza y me miró de nuevo—Abuelo, ¿Te encuentras bien? ¿También quieres ir por un chocolate? —Me gusta el chocolate —Musité con una sonrisa. —Padre, tienes que mirar, ya estamos en la cima de nuevo —Susurró mi hija con emoción, nos encontrábamos en la rueda de la fortuna y en efecto estábamos por estar en la cima, cuando llegamos a esta el juego pareció detenerse. —¿Qué sucede? —Pregunte echando un vistazo hacia abajo—¿Es que se ha descompuesto? Mi hija negó con la cabeza y sonrío—Le dije a Yonghwa que detuviera el juego — Señalo su celular—, quería que viéramos esta noche los tres juntos. —¡Mira abuelo, mira! —Exclamó mi pequeño nieto señalando el cielo, los fuegos artificiales de año nuevo comenzaron a verse en la oscuridad del viejo testamento. —Es tan hermoso —Susurré, comencé a toser un poco y mi hija me miró con una leve sonrisa para después tomar mi mano, miré como su sonrisa vacilo sólo unos segundos y apreté su mano con cariño. —¿Te tomaste las píldoras antes de venir? —Por supuesto —Le respondí con una sonrisa, acomode mi bufanda y simplemente mire el cielo estrellado.

¿Estas mirándome ahora, Jimin?3 Ha pasado un tiempo desde que hable de ti, ¿No crees? —¡Abuelo, viste ese! ¡Ese fue genial! Le sonreía a mi nieto y asentí mientras cerraba los ojos. —Madre, ¿El abuelo se encuentra bien? —Sólo va a dormirse, Yoonie, ¿Por qué no sigues mirando los fuegos artificiales? Sonreía en mis adentros, sintiendo como mi hija me abrazaba con fuerza y escuchaba sus leves sollozos. —Te amo papá, te amo mucho —Murmuró en mi oído—, fuiste el mejor en mi vida, papá, te amo mucho, jamás vayas a olvidarlo.1 Sentí unas punzaciones en mi pecho, bastante dolorosas mucho más de lo que predijo el doctor que serian. ¿Por qué me era tan difícil respirar? —Te amo papá, te amo mucho. Abrí mis ojos con dolor y cuando enfoqué mi vista, no era mi querido nieto quien estaba frente a mí, si no él, con su bella sonrisa y sus pequeños ojos mirándome. —Te amo Yoongi —Me dijo—. Te amo mucho. —Te amo, Jiminie, te amo bastante —susurré con la voz entre cortada, mis ojos lucharon por permanecer abiertos, querían seguir mirándolo, sin embargo, el dolor en mi pecho me lo impidió y simplemente cerré los ojos, sin ser consciente de que ya no iban abrirse. Un primero de enero de 1993 perdí a Park Jimin, sin embargo, un idéntico primero de enero solo que sesenta y nueve años después, lo volví a ver una vez más sólo para darme cuenta que Jimin volvía a irse. Pero a diferencia del invierno de 1993, esta vez no lo deje partir solo y me fui con él. 3

—¿Mamá? —¿Qué sucede? —He terminado de leer el diario del abuelo —Susurró el joven adolescente dejando la vieja libreta—Pero no entiendo... la última página, donde él muere... La mujer de facciones más adultas sonrío con cariño—Antes de morir, tu abuelo me pidió que terminara de escribir por él y me dijo las palabras exactas que tenían que ir en la última página. El joven de cabellos negros asintió y tomo su mochila—Tengo que irme ya mamá, estoy seguro de que me están esperando ya. —Está bien, no regreses tarde a casa ¿quieres? —Por supuesto madre, ¿mi hermano me ha dejado el auto? —Sí, SeokJin dijo que ningún rasguño o—Ya no me lo dejaría de nuevo, lo se mamá, ¡regreso pronto! —¡Cuídate mucho, Yoongi! El chico asintió mientras caminaba por el jardín en dirección al bonito auto platino que se encontraba estacionado al frente. —¡Yoonnie hyung! ¿Dónde has estado? he estado esperando vario tiempo aquí, sabes —Saludó su castaño amigo abriendo la puerta del copiloto.

Yoongi se encogió de hombros—Lo sé, me distraje mientras limpiaba el ático de la casa, encontré un baúl con cosas viejas y encontré el diario de mi abuelo. —Vaya, debe ser interesante, por cierto, ¿qué planeaste para el proyecto de literatura? —explicó el otro—, yo tenía planeado relatar un poema, pero no lo sé, es un poco... convencional. Yoongi sonrío—Lo sabrás cuando me escuches. Aparcaron donde siempre y entusiasmados corrieron hacia el salón de clases, el tiempo estaba contado. La profesora miró al par de amigos con una expresión fastidiada antes de aclararse la garganta. —Bien, ya que ambos señores decidieron llegar tarde —exclamó la mujer acomodando sus gafas— ¿Por qué no son los primeros en compartir su proyecto con la clase? El castaño se rascó la nuca, nervioso—Pues... en realidad... Yoongi sonrío sacando el viejo libro de su mochila—Yo quisiera comenzar si me lo permite, profesora. Pero antes necesito unos minutos. La mujer se vio un poco sorprendida y simplemente asintió, Yoongi rápidamente se dio vuelta hacia su amigo para sonreírle. —Jimin —Susurró. —¿Mm.…? —¿Sabes que te quiero verdad? Jimin frunció el ceño y ladeó su cabeza—¿A qué viene eso? —contestó igualmente en susurro. El pelinegro se encogió de hombros—Nunca es tarde para decirlo, lo sabes, ¿no? Minnie le regaló una leve sonrisa—Por supuesto, yo también te quiero, pero Yoonie... —Susurró de nuevo—, apresúrate, la maestra está esperando.

—Prométeme algo. —¿Qué? —Señor Min, la clase está esperando. Yoongi se dio media vuelta con una esplendorosa sonrisa—Sólo unos minutos más, por favor. —Yoongi, ¿Qué crees que haces? —Murmuró el castaño en voz baja. —Sal conmigo después de la escuela. —Por supuesto, sabes que siemp—No, no como siempre lo hacemos, quiero decir. Sal conmigo en una cita —Musitó nerviosamente. Jimin parpadeó, pero después sonrió al tiempo que sus mejillas se coloraron—Eestá bien, ¿tienes algún lugar en mente? Yoongi sonrío—En realidad tengo una lista de lugares y cosas que quiero que hagamos juntos.8 —Señor Min, no puedo ser más paciente —Le regañó la profesora. Jimin sonrío mirando a su amigo—Anda, podemos arreglarnos después. El pelinegro asintió y susurró una vez más—Te quiero. —Yo también te quiero, bobo, anda, léenos lo que tienes planeado. El más alto de ambos asintió y se dio media vuelta para caminar hasta el centro, de pie frente a toda su clase, suspiró y golpeteó levemente la portada del libro. —Bueno, yo elegí leer un viejo libro —Sonrío Yoongi mirando este—, no es como los otros... no es como los libros que tenemos desechados en casa y guardados en altas repisas...es especial. Y por eso quiero compartirlo con ustedes —Suspiró quedándose en silencio unos segundos antes de continuar—, este libro me enseñó... que a veces las pequeñas cosas que nos parecen molestas suelen ser las mejores de

nuestras vidas y cuando nos damos cuenta de ello... es demasiado tarde, a veces habrán cosas malas en la vida y no por eso significa que tengamos que aceptarlas, pero tampoco ignorarlas, la muerte puede ser subjetiva e incluso no existir, pues... las personas sólo mueren cuando son olvidadas, y creo que todos, conocedores o no, dejamos una huella importante cuando nos vamos... entonces... aquí voy — abriendo en la primera hoja y aclarándose la garganta para comenzar a leer, añadió:— Fue en el verano del 86 cuando lo conocí, oh... sí a él. Park Jimin mi pequeña y bonita tortura...