11. Como Vencer El Sistema Del Mundo

CÓMO VENCER EL SISTEMA DEL MUNDO Clase 1 INTRODUCCIÓN Muchas personas, después de experimentar un encuentro con Jesús,

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CÓMO VENCER EL SISTEMA DEL MUNDO Clase 1 INTRODUCCIÓN

Muchas personas, después de experimentar un encuentro con Jesús, están determinadas a cambiar, de manera radical, en todas las áreas de su vida. Desean, a partir de ese momento, vivir consagrados a Dios. Sin embargo, ante los ataques de la familia, frente a las burlas de los amigos, o por causa de circunstancias incómodas y adversas, que no saben cómo manejar, a veces algunos caen por las tentaciones, y vuelven atrás. Como cristianos, llegamos muy motivados queriendo abandonar todo aquello que nos esclavizaba; pero podemos ceder a la tentación, si no sabemos cómo reaccionar frente al contraataque del enemigo. Este contraataque, como hemos visto, se manifiesta a través de la oposición por parte de la familia y las amistades cercanas, por las tentaciones, o por ataques espirituales. Hemos visto casos de algunas personas que al regresar, han querido empezar a caminar de la mano con Jesús y tuvieron la intención de predicar el evangelio a aquellos amigos con los que antes se divertían; pero lamentablemente, ante la presión de los amigos o familiares, terminaron dándole la espalda al Señor. De allí la importancia de seguir aprendiendo la Palabra, y de asistir a estas clases, pues ellas nos otorgarán las herramientas necesarias para poder perseverar. (Mateo 24:13) ”Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo.”

1. EL MUNDO

(1 Epístola de San Juan 5:19) “Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno”. Cuando hablamos del mundo, no hablamos del planeta tierra en sí, sino el mundo representa al sistema pecaminoso que el hombre ha establecido en rebeldía a Dios, y que lo aparta de Él. Mundo es todo aquello que desagrada a Dios, se opone a las enseñanzas de Cristo y está bajo el dominio de Satanás. También se refiere a las filosofías, conceptos y doctrinas que denigran a Cristo y a su sacrificio en la cruz. (1 Juan 2:15-17) “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre”.

1.1 Los deseos de la carne Es nuestra naturaleza pecadora, que nos impulsa a hacer lo malo; incitándonos, aún desde niños, a seguir lo que nuestro cuerpo nos pide. Los deseos de la carne se pueden describir como la satisfacción, pasión o goce que se siente por las cosas incorrectas y con las cuales damos lugar al pecado en nuestra vida. Dentro de los deseos de la carne está la fornicación, el adulterio, la masturbación, la gula o glotonería, el alcoholismo, la drogadicción, la ociosidad, las orgías, los pleitos, iras, chismes, idolatría, celos, homicidios, etc. (Epístola de San Pablo a los Gálatas 5:16-21) “Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que 1

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quisiereis. Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley. Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías y cosas semejantes a éstas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios”. Esta cita bíblica muestra el conflicto en el que vivimos día a día. Nuestro espíritu quiere una cosa y nuestra carne quiere otra. De ahí la importancia de alimentar nuestro ser espiritual con la Palabra de Dios, para que éste prevalezca. Los deseos de la carne no son como muchos creen, sólo pecados sexuales. Como podemos ver, también los deseos de la carne son: la idolatría, la hechicería, el alcoholismo, la drogadicción, la envidia y las malas relaciones con las demás personas. Por otro lado, la carnalidad está relacionada con nuestro temperamento y con nuestro carácter, si éstos no están controlados por el Espíritu Santo. El fruto del Espíritu, en cambio, es opuesto a la carne. (Epístola de San Pablo a los Gálatas 5:22,23) “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley”.  En relación con Dios: amor, gozo y paz.  En relación con los demás: paciencia, benignidad y bondad.  En relación con nosotros mismos: fe, mansedumbre y templanza. Nuestro objetivo debe ser que nuestro espíritu venza, en la lucha contra la carne. Lo ilustraremos de la siguiente manera: “Un pescador esquimal bajaba al poblado todos los sábados por la tarde. Siempre traía con él a sus dos perros. Uno era blanco, y el otro, negro. Todos los sábados por la tarde, en la plaza del pueblo, la gente se juntaba para ver pelear a los perros y los pescadores hacían apuestas acerca de cuál de los dos ganaría. Unos sábado ganaba el perro negro, otros sábados ganaba el perro de color blanco, pero lo tremendo era que ¡el pescador esquimal ganaba siempre las apuestas! Un día sus amigos empezaron a preguntarle el cómo hacía para saber cuál de sus dos perros ganaría. Él les dijo: “Fácil. Dejo pasar hambre a uno y alimento bien al otro. El que alimento bien, siempre gana porque está más fuerte”. Igual es con nuestra carne y nuestro espíritu. Prevalecerá el que esté mejor alimentado. Si queremos que nuestra carne prevalezca comamos con gula hasta hartarnos, tomemos alcohol, durmamos, tengamos vicios, demos rienda suelta a nuestros apetitos, y a nuestro temperamento. Pero si queremos que sea nuestro espíritu quien prevalezca sobre nuestra naturaleza pecadora, sobre nuestra carne, alimentemos nuestro espíritu con la Palabra de Dios, con el ayuno, con las clases bíblicas, con la alabanza y la adoración, yendo a nuestra célula, a los servicios, etc. La decisión de ser personas carnales o espirituales es nuestra.

1.2

Los deseos de los ojos

Si bien es cierto que nuestros ojos pueden transmitir amor, pureza y servir de inspiración, también puedes ser instrumentos de maldad, perversión y/o 2

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malos deseos. Hay quien describe a los ojos como “la principal avenida de la tentación”. Los deseos de los ojos pueden describirse como el anhelo codicioso, morboso, mal intencionado, que empieza por la vista, pero incluye también la mente y la imaginación. La codicia y la envidia son pecados, que entran por los ojos. Podemos codiciar personas, cosas, dinero, posiciones. (2 Epístola de San Pedro 2:14) “Tienen los ojos llenos de adulterio, no se sacian de pecar, seducen a las almas inconstantes, tienen el corazón habituado a la codicia, y son hijos de maldición”. Hay miradas cargadas de lascivia, las cuales despiertan en nuestra mente fantasías y deseos impuros. Estos deseos buscan ser satisfechos por medio de la pornografía, literatura impropia, películas que no edifican, o por la masturbación; creando a la larga una adicción que sólo puede ser saciada cediendo a los placeres de la carne. Alguien dijo: “la primera mirada no es pecaminosa, la segunda sí”. Esta segunda mirada, busca satisfacer sus propios deseos en la mente. Generalmente las personas tratan de justificarse de los pecados que entran por los ojos, diciendo que como, a veces, no se consuma lo fantaseado, no hay pecado. Además, el enemigo impide ver las consecuencias que este comportamiento puede traer a nuestra vida, y a la de quienes amamos. Pero veamos qué dice la Biblia: (Evangelio de San Mateo 5:27,28) “Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón”. Un ejemplo común es cuando nuestra mente vuelve a recrearse con prácticas pasadas de pecados sexuales, borracheras, juegos de azar, fiestas, etc. El enemigo nos muestra lo bien que la pasábamos en el mundo, el placer que sentimos, y lo agradable que sería volver a experimentarlo. Esto va acompañado de afirmaciones mentales como: “No tiene nada de malo”, “todo el mundo lo hace hoy en día”, “no puedo volverme un fanático de la Biblia”; “es difícil vivir en santidad”, “son otros tiempos”,etc. Como podemos ver, la influencia que genera los deseos de nuestros ojos es grave, manipula nuestra mente, y nos lleva a olvidarnos de lo que Cristo hizo por nosotros en la cruz. Por esto, es bueno seguir el consejo del apóstol Pablo, quien nos exhorta a andar en el Espíritu, y a no satisfacer los deseos de la carne. (Epístola de San Pablo a los Romanos 8:6-8) “Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios”. 3

CÓMO VENCER EL SISTEMA DEL MUNDO Clase 1

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CÓMO VENCER EL SISTEMA DEL MUNDO Clase 1 1.3

La vanagloria de la vida

La vanagloria de la vida es basar nuestra identidad y autoestima, no en lo que realmente somos, sino en lo que tenemos, o aparentamos tener. El mundo está lleno de personas que viven una vida vana, hueca, vacía y sin propósito. Esa es una vida superficial y materialista. Tan sólo tratando de divertirse el día de hoy, o tratando de tener sus cinco minutos de fama, sin pensar en el futuro. Es creer que nuestro valor está en nuestra apariencia, en nuestro dinero, apellido, fama, posición social, etc., y no en el valor que tenemos para Dios. Los cristianos no encontramos nuestra identidad en el mundo, sino solamente en Cristo, quien nos compró con Su sangre. Por eso los cristianos somos valiosos todos por igual. Detrás de la vanagloria de la vida, se oculta una gran inseguridad y la necesidad de aturdirse. Un ejemplo claro se observa cuando gastamos más de lo que ganamos, y vivimos fuera de nuestra realidad; y para conseguir lo que queremos nos hacemos de deudas y más deudas. Queremos aparentar que somos ricos, exitosos y que estamos felices. Buscamos ser envidiados, y usamos ropa de marca; compramos los últimos celulares, tablets y carros cada vez más caros; asistimos a lugares de moda, más allá de nuestro presupuesto, pensando que así ganaremos la aceptación o el respeto de la gente. Por si acaso, no es malo tener un carro último modelo, ni es malo manejar la última tecnología, lo malo es pensar que en ello radica nuestro valor y cimentar en ello nuestra autoestima y nuestra confianza. Lo malo es no satisfacernos nunca con nada y entrar en competencia con los demás, a ver quien tiene lo último y lo mejor, y jactarnos de ello. Lamentablemente, aún siendo cristianos podemos caer en esto, buscando lo mejor de la iglesia, pero también lo mejor que el sistema del mundo puede ofrecer. Olvidamos lo que dice la Palabra. (Epístola de Santiago 4:4) “¡Oh, almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios”. Tommy Tenney en su libro “En la búsqueda de Dios” dijo: “Dios no puede acercarse más al ser humano, porque éste está impregnado del olor del mundo.” Dios quiere que seamos prósperos, es verdad, pero espera que sepamos también compartir y ser canal de bendición para otros. No podemos poner el corazón en el mundo, y en las riquezas. Si Dios nos prospera, Él espera que usemos, al menos parte de nuestro dinero, para extender el Reino de Dios y bendecir a otros. No nos lo da para saciar todos nuestros caprichos. (1 Epístola de San Pablo a Timoteo 6:10) “porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores”. Cuando amamos a Dios, tenemos fe y le servimos, Él suele prosperarnos. Ahora nuestro real valor nos lo da Dios, y no el dinero. Si le buscamos a Él primero, el dinero vendrá, pero como una añadidura. Ganaremos el respeto y la autoridad dadas por Dios, y no por el dinero. 5

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(Evangelio de San Mateo 6:33) “Más buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”.

2. CÓMO ME AFECTA EL MUNDO

Uno no se da cuenta pero poco a poco el mundo entra a nuestra casa a través de los medios de comunicación. como la televisión, la radio, el cine o el Internet. En la medida que vemos telenovelas, programas cómicos de tono vulgar, talk shows, entre otros; éstos nos van transmitiendo valores equivocados. Ellos nos dicen que lo mejor es ser el más vivo, que ser auténtico es escandalizar con una sinceridad brutal e irrespetuosa; o que todo nos está permitido, mientras no le hagamos daño a nadie. Todo esto es falso. Las relaciones sexuales, por otro lado, ya no tienen que ver con el amor y la intimidad entre esposos, sino que cada vez se despersonalizan más y se vuelven cosa pública, de la que se habla con el mayor desparpajo, incluso frente a los niños. Eso está muy mal. El ocultismo está presente en los medios, al igual que el escándalo y la tolerancia al pecado. El mundo a lo malo llama bueno; y a lo bueno, malo. Lo máximo es ser vacilón, buena gente, buena onda. Si no cedemos a la presión del grupo somos amargados, aburridos y nerds. El mundo nos presiona y hay quienes terminan cediendo a sus chistes de doble sentido, a las malas palabras, a la procacidad, y todo ello es ¡negar a Jesús! Tenemos que entender que quienes entran en drogas, en sexo ilícito, etc. fingen estar bien y además les es complicado salir de ese círculo vicioso. Por ejemplo, una relación sentimental incorrecta deja dolor y desengaño. Uno termina sintiéndose usada y siente que para los demás es más una cosa, que una persona; pues nadie toma en cuenta sus sentimientos. El mundo también nos dice que la apariencia lo determina todo. La gente se agrada de ti mientras seas linda, seas delgada, se te vea joven y estés bien vestida a la moda. El mundo te considera importante cuando tienes dinero o cuando te pueden utilizar para sus propósitos. La gente piensa que así es la vida, pero eso no es cierto. Así es el mundo, pero tú debes pensar distinto porque la vida ES Jesús. Jesús no quiere aislarnos del mundo. Quiere que seamos luz y sal en él. (Evangelio de San Juan 17:15) “No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal”. El mundo nos puede afectar cuando cedemos a sus caprichos y deseos, cuando compartimos sus anti-valores, cuando sobrestimamos las apariencias, aún si participamos de sus comentarios fuera de lugar o de doble sentido, o si seguimos sus invitaciones a participar del licor y de las fiestas, siendo ellas puertas abiertas para volver a la vida sin Dios. Si estas actividades dejan de ser una diversión, y pasan a ser una esclavitud, terminaremos envueltas en situaciones de las cuales querremos salir, pero sin poder lograrlo.

Por ejemplo:  Una mala relación sentimental con la persona incorrecta, sólo nos dejará frustración y engaño.  El exceso de alcohol nos puede producir cirrosis.  Una vida disoluta y desordenada nos puede llevar al sida y a las enfermedades venéreas. 6

CÓMO VENCER EL SISTEMA DEL MUNDO Clase 1 Este tipo de situaciones demuestran cómo la vida del mundo es un espejismo, que nos hace creer que compartiendo sus actividades encontraremos la felicidad; pero detrás del espejo hay engaño y consecuencias negativas para nuestra vida. Si no fuera así, ¿por qué tanta gente que aparentemente lo tiene todo y es famosa, se suicida? Porque el sistema del mundo nos deja un enorme vacío en nuestro interior. Jesús, en cambio, nos ofrece una vida plena y abundante, pero basada en Sus principios eternos. Él no quiere aislarnos del mundo. Él quiere que brillemos y seamos luz marcando la diferencia en el lugar en donde estemos.

3. PASOS PARA VENCER EL MUNDO 3.1 Fortalezcamos nuestra relación con Dios

Compartamos diariamente con Él a través de la oración, y mantengamos una forma de vida que no nos aleje de Su lado. Nos ayudará mucho el preguntarnos: ¿Qué haría Jesús si estuviera en mi lugar?

3.2 Seamos creyentes

radicales

en

nuestra

posición

como

(Job 22:28) “Determinarás asimismo una cosa, y te será firme, y sobre tus caminos resplandecerá luz”. Tengamos una firme convicción y determinación de vivir de acuerdo a la voluntad de Dios, y no nos avergoncemos de decirles a todos que somos cristianos. Elaboremos una lista de Principios No Negociables. Esto implica cerrar la puerta a fin de que no caigamos. Hay que ser radicales con el pecado, y tener el valor de decir que somos cristianos. Por ejemplo, si nos ofrecen un trago, no decir que no tomamos porque hemos tomado antibiótico. Eso es mentir. Es fundamental decidir: “Yo seguiré a Cristo. Pase lo que pase no voy a volver atrás, ni a salirme del propósito que Él tiene para mi vida. Si tú cumples tu parte, Dios hará la suya; traerá Su luz para guiarte en lo que debes hacer, decir y ejecutar.

3.3

No participemos de lo que el mundo nos ofrece

(Epístola de San Pablo a los Efesios 5:11) “Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas”. Debemos aprender, desde el principio a ser genuinos. Evitemos la mentira sobre quiénes somos, qué principios practicamos, y sobre todo determinémonos a ser radicales con el pecado. Cualquier cosa que nos ofrezca el mundo es nada comparado con lo que Jesús hizo por nosotros en la cruz. Los deseos del mundo no valen la pena. Decidamos vivir para el Señor Jesús. La verdadera felicidad sólo nos la puede dar Él.

3.4 Evitemos incrédulos

pasar

mucho

tiempo

con

los

(Proverbios 13:20) “El que anda con sabios, sabio será; mas el 7

CÓMO VENCER EL SISTEMA DEL MUNDO Clase 1

que se junta con necios será quebrantado”. Nuestros amigos, que sean incrédulos, tratarán de desmotivarnos a fin de que no continuemos en la vida cristiana, persuadiéndonos a darle la espalda a Jesús mediante actos que le desagradan.

3.5

Busquemos amistades propósitos y metas

que

compartan

nuestros

Abramos nuestro corazón a nuevas amistades cristianas que nos edifiquen. Tengamos la disposición para compartir testimonios de vida, sueños, alegrías, tristezas, luchas. Establezcamos relaciones con aquellos que nos motiven a crecer espiritualmente, y a tener una buena comunión con Dios. (Eclesiastés 4:9,10) “Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante”.

SI HAS CAÍDO EN PECADO LUEGO DE CONVERTIDO Muchas personas se desaniman porque regresaron felices del Encuentro, sabiendo que sus pecados habían sido perdonados, y dejando a la mujer o al hombre que eran en las aguas del bautismo; pero al regresar vuelven a ser tentados y caen en algún pecado que antes practicaban. Entonces el enemigo les hace creer que esta nueva vida no es para ellos, que todo era demasiado hermoso para ser cierto; y empieza a ponerles condenación, y piensan que ya perdieron su salvación. Eso, sumado a la presión del mundo, y la de los familiares y amigos, ha hecho que algunos retrocedan. Pero es ilógico pensar que Dios tuvo misericordia y nos perdonó por gracia sólo los pecados que cometimos antes de convertirnos, pero ahora que somos sus hijos nos aplica la ley y nos condena a la menor falla. Todo es un proceso, y ahora que eres hijo de Dios, si has caído o caes, Él lo que quiere es restaurarte. Tú, aún puedes caer en pecado, pero lo importante es que ya no lo practicas, ni encuentras gozo en ello.

Ilustración: Imagínate un chancho. Si tú lo bañas, lo perfumas, le pones un listón, queda lindo; pero, cuando lo dejas suelto, corre a revolcarse en el lodo. Lo hace porque su naturaleza es cochina. En cambio, tira a un gato al lodo y apenas pueda se sale y empieza a lavarse todito; porque la naturaleza del gato es limpia. ¿Sí o no? Dios ahora ha cambiado tu naturaleza. Eras como el chanchito y te gustaba el lodo y revolcarte en el pecado. Pero ahora, Jesús te ha cambiado de naturaleza y eres ahora como el gato. Podrás caer en el pecado, en el lodo, pero ya no sentirás bien y tratarás de salir. El cristiano puede caer en pecado, pero ya no “practica” el pecado. Ahora si caes en pecado: Arrepiéntete y corre donde Jesús y confiésale directamente a Él tu pecado. (1 Juan 1:9) “Si confesamos nuestros pecados, Él (Jesús) es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y 8

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limpiarnos de toda maldad.” Jesús es el abogado de aquellos que confiesan sus pecados sin justificarse, admitiendo su culpa. (1 Juan 2:1) “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos con el Padre, a Jesucristo el justo.” Si pecas, no te escondas como hizo Adán, porque igual Dios te ha visto. Anda al trono de su gracia y misericordia, y restaura tu relación con Él. Es lo más valioso que tienes. Así además serás de aquellos que perseveran hasta el fin y son salvos.

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