01_Finales de Peones_Ilya Maizelis

I. MAIZ ELIS I. MAIZELIS FINALES DE PEONES Ante la escasez de literatura subespeclallzada sobre los finales de partid

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I. MAIZ ELIS

I. MAIZELIS

FINALES DE PEONES Ante la escasez de literatura subespeclallzada sobre los finales de partida, el aficio­ nado, el jugador medio y hasta el más ele­ vado, encontrará en este libro la solución al problema matemático de los Anales de peones, porque si bien la fase inicial del juego es rica hasta el absurdo en variantes y posibilidades, el Anal de la partida per­ tenece al campo en que la imaginación debe ceder ante la técnica, en que el ta­ lento es eclipsado por el estudio, la Ins­ piración reemplazada por la transpiración intelectual. De ahí que la aparición de esta nueva edición abra un nuevo y amplísimo campo de investigación al aAcionado con­ cienzudo asi como al maestro, quien ne­ cesita depender cada vez más del análisis de laboratorio para el remate de sus par­ tidas. Desde que Philldor («los peones son el alma del ajedrez») revaluara el concepto medieval del peón y lo democratizara has­ ta despertar al mundo ajedrecístico a la realidad aplastante de su importancia, son muchos los autores que progresivamente penetraron en los misterios de esta Agu­ ra primaria del ajedrez. Berger, en su obra monumental, y más tarde Euwe, Boblnovlch y Fine contribuyeron ampliamente a este logro teórico. Maize! is, en el presente volumen, ofrece al aAcionado un resumen de estas tendencias, a veces diferentes, y aunando estos estudios a la clásica In­ vestigación de Dedrle sobre la teoría de las casillas críticas, presenta el tema sobre la base de una teoría única de finales de peón. He aquí su mérito.

Cubierta

da G. Mari

Si usted desea estar informado de nuestras publicaciones, sírvase remitirnos su nombre y dirección, o simplemente su tarjeta de vi­ sita. indicándonos ios temas que sean de su interés. Ediciones Martínez Roca, S. A. Dep. información Bibliográfica Gran Via, 774 0801 3 Barcelona

I.

FINALES

MAIZELIS DE

PEONES

I. MAIZELIS

FINALES DE PEONES

COLECCION

y

ESCAQUES

EDICIONES

MARTINEZ

BARCELONA

ROCA

FINALES

de

PEONES

J. Maizelis Traducción directa dei ruso de Lydia K uper de Velasco y Andrés F ierro M enú

Proemio de J aime Lladó L umbera

Maestro Nacional de Ajedrez Revisión técnica de J osé M.a J uste B órrele

© 1969 p o r EDICIONES MARTÍNEZ ROCA S. A. Gran Vía, 774, 7.» - 08013 Barcelona

RESERVADOS TODOS LOS DERECHOS Este libro no puede ser reproducido en todo, ni en parte, sin permiso

I mpreso en E spaña - P rinted in S pain

ISBN: 84-270-0033-2 Depósito Legal : B. 17054 - 1988

Libergraf, S. A. - Constitució, 19 - 08014 Barcelona

PROEMIO En realidad, este libro no necesita presentación de ninguna clase. Viene precedido del suficiente prestigio internacional para que lo mismo el profesional que el aficionado, que incluso aquel que por primera vez asoma su curiosidad al campo de batalla, tan incruento como apasionante, del ajedrez, le dé no sólo como bueno sino como ejemplar y único hasta ahora. Pero me parece oportuno aducir aquí el argumento de que, entre los numerosos libros que tratan de ajedrez, son pocos — por lo menos que yo conozca— los consagrados a los finales de partida. Yo sé de esa especie de angustia que se le presenta al ajedrecista cuando, previendo ganada la partida, se ve en el trance de elegir. Muchas, muchísimas veces, la elección llega a sus dedos como por divina inspiración. Pero no es eso. Dejar que el azar intervenga, aunque sea para traerle el triunfo, no conjuga ni aún de lejos con lo que constituye para el jugador la esencia misma de su personalidad: lo exacto. Lo que está■en sus manos evitar, o provocar. Se hacía precisa una sistematización de la experiencia en esta ma­ teria, hasta — si ello era posible — convertirla en sencilla, pura y simple teoría. Y tenía que ser un hombre de la talla de un Maizelis quien consiguiese un propósito de tanta envergadura. Este libro, F inai.es de peones , recoge y remata cuanto sobre ello se ha experi­ mentado. Lo más difícil del propósito era conseguir una claridad d- expo­ sición tal que llegase a la comprensión inmediata incluso del profano. En este sentido, la obra de Maizelis puede presentarse como un modelo de la didáctica. Es clara, es eficaz; es poco menos que exhaustiva. JAIME LEADÓ L ü MBERA

Maestro Nacional de Ajedrez

vil

INDICE P r o e m io ............................................................................................. VII Introducción.................................................................................. 1 Casillas criticas o clave. Puntos deinvasión . . . . 3 Distancias, oposición y casillasc o n ju g a d a s ....................... 6 Capítulo primero; REY Y PEON CONTRA R E Y .................. 18 Capítulo II. REY Y DOS PEONES CONTRAREY . . . .

23

Capitulo 1. 2. 3.

III: PEON CONTRA P E O N .................................... Peones en la misma c o lu m n a .................................... Peones en columnas v e c in a s ........................................ Dos peones p a s a d o s ....................................................

26 26 32 35

Capitulo 1. 2. 3.

IV: DOS PEONES CONTRA U N O ........................... Peones l i g a d o s ............................................................. Peones a is la d o s ............................................................. Peones aislados d o b la d o s .............................................

42 42 77 96

Capítulo V: DOS PEONES CONTRA DOS PEONES . . . . 106 1. Finales con peones p a s a d o s ..............................................107 2. Finales sin peones p a s a d o s .............................................. 120 Capítulo TRA 1. 2.

VI: TRES PEONES CONTRA DOS PEONES Y CON. T R E S ................................................................................... 143 Finales con peones p a s a d o s .............................................. 143 Finales sin peones p a s a d o s .............................................. 160

Capítulo VII: DESARROLLO DE LA TEORIA DE LAS CASILLAS CONJUGADAS............................................................. 179 1. Oposición comente (sistema re c ta n g u la r)....................... ¡80 2, Sistema del cuadrado y el triá n g u lo ................................ 184 IX

3. Sistema de las ocho c a silla s ................................................. 106 4. Sistema « T » ........................................................................ 207 5. Algunas observaciones y conclusiones...............................212 Capitulo VIH: FINALES DE MUCHOS P E O N E S ......................220

1. Algunos procedimientos té c n ic o s....................................... 221 2. Ventajas y desventajas de p o sic ió n ................................... 235 3. Ejemplos d e la lucha de m a n io b ra ....................................246 Apéndice: FINALES DE PEON QUE PASAN A SER FINALES DE D A M A ......................................................................................263

1. Dama contra p e ó n ............................................................ 264 2. Faso al final de d a m a ......................................................... 270

x

A la memoria de mi esposa Evÿuettia Afijailovna Zvetkova-Afaizelis. I. M aizelis.

INTRODUCCIÓN La famosa expresión de Philidor «los peones son el alma del ajedrez» conserva toda su actualidad, pero ahora se da una interpre­ tación distinta — no del todo philidoriana — y más profunda al papel de los peones en el juego. De ordinario, los peones constituyen la base de la posición y deter­ minan, en gran medida, sus peculiares características. Tiene extraor­ dinaria importancia el papel ae los peones en la fase final del juego, cuyo objetivo fundamental es la conversión del peón en Dama. La mayoría de los finales son de peones, y hasta en los de figura es preciso calcular las posibilidades de un final puramente de peones. Tras la aparente sencillez de los finales de peón, suele ocultarse una gran profundidad. Sih embargo, su carácter original, a veces incom­ prensible, se explica por las leyes generales por que se rigen y a cuya comprensión se va acercando poco a poco la teoría ajedrecística. El desarrollo de la teoría de finales de peón es un proceso largo y complejo, de particularidades difíciles o tal vez imposibles de precisar. Fue extremadamente largo el período de acumulación inicial de mate­ riales y su comprobación analítica. El libro de J. Berger, que podemos considerar como la primera experiencia de sistematización científica del ajedrez, significó un cierto resumen de esta labor. Más tarde, se publi­ caron los trabajos de Rabinovich, Euwe, Fine y Cheron, pero cada uno de estos autores estaba más o menos influido por sus antecesores. En las obras enumeradas no se había intentado siquiera esbozar ni desarrollar los problemas generales de la teoría de finales de peón. Para Berger, lo fundamental era el concepto de «oposición» y la aplicación práctica de este método». Rabinovich, además de esto, aplicaba el método de «casillas conjugadas». No obstante, sería vano buscar en las obras de ambos autores una fundamentadón teórica de los métodos indicados. Esta falta de fundamentación teórica y de base única de exposición constituye un defecto de las obras indicadas que, aparte de eso, son su­ mamente valiosas. Hoy día, la teoría dispone de métodos que le permiten hacer una síntesis más amplia y sentar reglas que facilitan, en cierto modo, el desarrollo práctico de muchos únales de peón. El objetivo de este estudio es dar a conocer estos métodos a los lectores. Es el primer intento que se hace de exponer el tema sobre la base de una teoría única 1

de finales de peón, en la medida que pueda considerarse establecida actualmente. La teoría de finales de peón se formó sobre la base de la experiencia práctica de los maestros de ajedrez y del estudio analítico de numerosos ejemplos. Fue también muy considerable la aportación de los teóricos, a los que se deben artísticos análisis, tanto de algunos aspectos de esta fase del juego, como de ciertas leyes generales. En este trabajo se dan los nombres de los autores de las posiciones (o de su solución). Han contribuido activamente al desarrollo de esta teoría general: F. Durand, que en 1860 y 1874 publicó unos ensayos sobre casillas críticas; Dedrle, que profundizó considerablemente esta teoría en 1921 y 1925, y Grigórierv, que fue el primero en estudiar la teoría de las casillas conjugadas (1922). Pero el mérito de Grigóriev no radica sola­ mente en eso: destacado investigador y fino artista, contribuyó sin­ gularmente al estudio de los finales de peón y de sus leyes. El tema principal de todos los finales de peón es su transformación en Dama. Como es lógico, sólo ofrecen interés las posiciones donde este objetivo se consigue superando las dificultades, cuando resulta impo­ sible a causa de una defensa acertada, o bien en algunos otros casos, debido a las peculiaridades de la posición. Los finales de peón pueden subdividirse en dos grupos: «dinámicos» y «bloqueados». En el primer grupo, juegan un papel importante los peones móviles, secundados habitualmente por el rey. En el segundo grupo, los peones permanecen inmóviles: bien por bloquearse mutua­ mente, bien por no poder moverse bajo la amenza de captura evidente. Como es lógico, en finales de este último tipo maniobran tan sólo los reyes, tratando de ocupar ciertas posiciones decisivas y ventajosas. En la práctica se conocen posiciones de tipo «intermedio» ; su inclu­ sión en uno de los dos grupos fundamentales depende del grado de movilidad que aún poseen los peones. Sin embargo, en todas las circunstancias, es decir, en finales de cual­ quier tipo, los reyes desempeñan un papel importante y con frecuencia decisivo, atacando (también contraatacando) y defendiendo los puntos débiles, es decir, críticas, de la posición. Estos puntos, cuya ocupación determina el resultado de la partida o, por lo menos, la realización de un importante objetivo intermedio, suele llamarse puntos clave. Un factor decisivo del juego suele ser el grado de proximidad o lejanía de los reyes de los puntos críticos o clave, debido a lo cual nace el concepto de «distancia crítica». Las posibilidades de transformar el peón, los puntos claves de la posición, las distancias que median entre los reyes y esos pantos determinan, en lo fundamental, el contenido estratégico de casi todos los finales de peón. En los ejemplos concretos expuestos a continuación explicamos los principios arriba indicados.

CASILLAS CRITICAS O CLAVE. PUNTOS DE INVASION

Para comprender mejor los principios fundamentales de la teoría general de finales de ajedrez, examinemos algunos ejemplos elemen­ tales. 1

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3

4

En el ejemplo 1 las blancas consiguen triunfar en el caso de que consigan coronar al peón. Moviendo las blancas, resulta posible: 1. P7AD, R2D; 2. R7CD y 3. P8AD. Sí el rey blanco ocupase la casilla 6D, después de I. P7AD, R2CD, obtendríamos el mismo resultado con 2. R7D. Sin embargo, si la salida fuese de las negras, jugando l... R1CD (ó 1... RÍD estando el rey blanco en 6D) ; 2. F7AD + , RIAD, las negras hacen tablas. ¿Cómo se explica esto? En el primer caso, las blancas consiguen ocupar con su rey la casilla 7CD (Ó7D), asegurando así la coronación del peón; en cambio, movien­ do las negras esto resulta imposible. Estaremos en lo cierto al afirmar que la ocupación por el rey de la casilla 7CD ó 7D decide la partida. Estas casillas se llaman «criticas», ya que su ocupación por el rey blanco pone a las negras en situación crítica. Más justo sería calificarlas de posiciones »clave», ya que su posesión asegura el objetivo que se persigue, es decir, la coronación del peón. Si les hubiese tocado jugar a las negras la partida sería nula, ya que el rey negro no habría permitido la ocupación de las casillas cláve; la posición del rey negro frente al blanco se llama, en términos ajedrecís­ ticos, «oposición». Así pues, la «oposición» es un procedimiento táctico, un medio de lucha por las posiciones clave (pero, como veremos más tarde, no es, ni mucho menos, el único). En la posición l vemos que la conversión del peón en dama se reduce a la lucha por la posesión de casillas particularmente importantes y decisivas. Veamos ahora la posición 2. Un simple análisis nos hace ver que las blancas ganan independientemente de la salida; es decir, que en este caso la «oposición» no juega un papel decisivo. Lo mismo resulta si el rey blanco está en 6CD o en 6D. 3

Ahora bien, en el 2 las casillas 6CD, 6AD y 6D son también «clave», pues su posesión asegura la posibilidad de ocupar la 7CD y la 7D, y coronar, por lo tanto, el peón. Resultado de ello es que el P5AD, que se encuentra en la otra mitad del tablero, obtiene un sistema de casillas clave indicados en el ejemplo 3. Tan pronto como el rey blanco ocupe uno de estos 6 puntos, queda asegurada la conversión del peón en dama, independientemente de la posición del rey negro y de a quién le toque jugar (a excepción, claro está, de que las negras puedan capturar al peón en la primera movida). La única razón de. que las casillas 3CD, 3AD y 3D sean críticas para las negras se debe a que su rey está limitado en sus movimientos por su proximidad a la banda del tablero. En el 2, donde el peón ha pasado ya de la mitad del tablero, las negras pierden después de 1. R6CD, R1CD; 2. P6AD, RIAD; P7AD, las negras pierden por Z.ugzwang, ya que no tienen casillas para retroceder. En el 4, donde el peón no ha pasado de la mitad del tablero, el cuadro es totalmente distinto; después de 1. R5CD, R2CD; 2. P5AD, R2AD; 3. P6AD, las negras juegan 3... RIAD y hacen tablas. Así pues, si el rey blanco domina las casillas 5CD, 5AD, 5D, la posición no es peligrosa para las negras. Son críticas para ellas las casillas 3CD, 3AD y 3D, situadas fila por medio del peón en la misma vertical, y en las dos vecinas. La ocupación de uno de esos campos clave por el rey blanco asegura la coronación del peón. Si en el cuadro 4 les toca jugar a las negras, se ven obligadas a ceder inmediatamente al rey blanco uno de los puntos de invasión a la fila siguiente, es decir, la casilla 3CD ó 3D (movimiento envolvente), después de lo cual toda resistencia es vana. Si salen las blancas, no pueden ocupar ninguna casilla clave, ya que el rey negro toma la oposición y no deja paso al rey blanco. Examinaremos con más detalle estos finales en el capítulo I. Por ahora nos limitaremos a formular los resultados obtenidos: a) El peón pasado tiene su sistema de escaques críticos o de clave. b) Cuando el rey de la parte atacante ocupa una casilla clave queda asegurado el objetivo de dicho final: la coronación del peón. c) En esta clase de finales se lucha fundamentalmente por la posesión de casillas clave. Examinemos el cuadro 5.

En la posición 5, el plan de las blancas consiste en capturar pri­ meramente el peón 4D y, seguidamente, coronar su peón 5D. Una vez 4

capturado el peón 4D (objetivo inmediato de las blancas), se intenta realizar la otra parte del plan. Es evidente que si el rey blanco consigue ocupar alguna de las casillas 5R, 5AR ó SCR, el peón negro 4D está irremisiblemente perdido. Por lo tanto, este peón también tiene sus puntos críticos. La realización del primer objetivo (captura del peón) no significa que la otra parte del plan se consiga. Las negras pueden impedir que las blancas coronen su peón.. Por ejemplo, en la posición 5 las negras, al jugar, pierden la oposición y no tienen mas remedio que dejar que el rey blanco ocupe una casilla clave. En respuesta a la 1... R3R; las blancas juegan 2. R5CR (esta maniobra se llama movimiento envolvente, que es una consecuencia de la pérdida de oposición. Más adelante veremos que donde no hay amenaza de rodeo no es obligatorio ocupar la oposición; véase 6). Sigue luego 2... R2R; 3. R5AR, R3D; 4. R6AR, R3AD; 5. R5R, R2A ! (Las negras entregan el peón 4D, pero no dejan que el rey blanco pase a las casillas clave del peón pasado 4D) ; 6. R x P5D, R2D y tablas. La verdad es que el sistema de casillas clave del peón 5D es mucho más complejo. Forma un rectángulo 5TD, 7TD, 7CR y 5CR. Lo veremos claramente en el cuadro Sa. Las casillas marcadas con una cruz en los cuadros 5 y 5a, señalan el límite de la «zona crítica» del peón 4D, la «primera linea», por decirlo así, de la defensa de las negras. Como es natural, el peligro máximo para el peón negro 4D emana del rey blanco situado 5R ó 6R (que son las casillas clave fundamen­ tales), pero, como hemos visto ya en el cuadro 5, la ocupación de la casilla 5CR (invasión de la zona crítica), asegura el dominio de las casillas 5R y 6R. El peón blanco 4D en el cuadro 5 también tiene su zona critica simé­ tricamente situada, limitada en su parte superior por las casillas 4R, 4AR, 4CR, 4TD, 4CD y 4AD. Por eso, la situación del rey blanco en cualquier punto de la zona crítica del peón negro 4D no significa la captura de esta pieza, ya que el rey negro puede, a su vez, invadir la zona crítica del peón blanco 4D. Vemos, pues, que la distancia que hay entre los reyes y las correspondientes zonas críticas, es decir, las casillas clave fundamentales, tiene mucha importancia.

Conviene recordar que en la lucha por tres puntos clave, situados en fila o en columna, el rey consigue triunfar solamente si consigue tomar la oposición. Este es su único medio de lucha. Pero si sólo

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hay dos casillas clave, como ocurre en el cuadro 6, la defensa por medio de la oposición deja de ser obligatoria, ya que las blancas no pueden realizar su movimiento envolvente. Los diagramas 7, 8 y 9 muestran la posición de los puntos clave en otra clase de finales de peón. Si en estas posiciones les toca salir a las negras, las blancas se apoderan de las casillas clave y ganan. Con­ viene señalar que, aunque en los diagramas 8 y 9 sólo hay dos casillas clave, la oposición es imprescindible, ya que las negras pueden con­ trolar también el peón 3AR, es decir, de hecho, tres casillas. Más adelante hablaremos de las particularidades del juego en si­ tuaciones semejantes. Por ahora nos limitamos a señalar lo siguiente: a) Cada disposición de los peones tiene su propio sistema de casillas clave. b) La ocupación de esas casillas asegura la realización del objetivo fundamental (o intermedio) que se persigue en dicho final. c) La lucha se reduce a la lucha de los reyes por la posesión de esos puntos clave. En los capítulos siguientes (principalmente en el 7.°), veremos que los campos clave pueden estar en distintas filas o colurimas y separados unos de otros. DISTANCIAS, OPOSICIÓN Y CASILLAS CONJUGADAS

En los ejemplos arriba examinados las negras estaban condenadas q una defensa pasiva y luchaban sólo por conseguir tablas, para lo cual su máximo esfuerzo consistía en no dejar pasar el rey contrario a las casillas clave. Pero las negras disponen con frecuencia de posibi­ lidades de contrataque, es decir, que a su vez pueden atacar a los peones blancos. En estos casos se hace preciso calcular la distancia que media entre los reyes y los peones o los escaques clave, así como la que hay entre los peones y la fila de coronación. Examinemos los siguientes ejemplos: 10

11

En la posición 10 las blancas necesitan 7 jugadas para capturar al peón 3TR y coronar el peón 5TR. La única defensa de las negras es 6

contraatacar el peón 4TD, pero necesitan 8 jugadas para convertir su peón en dama; por lo tanto, pierden. Las negras, aunque les toque mover, no ganan si siguen atacando al peón 4TD, pero pueden hacer tablas si se oponen a la coronación del peón 5TR, impidiendo que el rey blanco ocupe la casilla clave 7CR. Por ejemplo: 1... R4AD; 2. R5AR R4D!; 3. R6CR, R3R; 4. R x P3TR, R3AR; 5. R7TR, R2AR; 6. P6TR, R1AR; 7. R6CR, R1CR. El rey blanco puede ir hacia el peón TD, pero de todas formas son tablas, ya que el rey negro, una vez capturado el peón 6TR, tiene tiempo de impedir que el rey blanco domine la casilla clave 7CD, ocupando la 1AD. (En el 151 explicamos el modo de calcular rápidamente estas posi­ ciones.) En el 11 las negras, en respuesta a la 1.R4R o R4D, juegan 1... R3R ó 1... R3D, ocupando la oposición y defendiendo las tres casillas de la fila quinta que atacaba el rey blanco. En el caso de que 1. R4AR, R3R, el rey negro sólo defiende dos casillas (5R y 5AR) ; la tercera casilla, 5CR, está defendida por el peón negro 3TR. Después de la 2.R4R, las blancas pasan a la oposición, pero el cálculo de las distan­ cias demuestra que después de 2... R3AR, lo mejor para las blancas es jugar 3. R4AR y hacer tablas. Al hacer el cálculo de las distancias no hay que perder de vista algunas peculiaridades «geométricas del tablero». 12

12a

En el diagrama 12 las casillas IR y 5TD se hallan en distancia diagonal. El rey puede alcanzar la casilla 5TD en 4 jugadas. Resulta evidente que el camino en diagonal es el más breve de todos los posibles. Las casillas IR y 8R están situadas en línea recta, en la vertical del R. El rey blanco, avanzando por ella, alcanza la casilla 8R en 7 jugadas. Es evidente que el rey podía haber seguido otro camino. El lector quedará seguramente sorprendido al saber que, además de ese camino, hay otros 392 (!) que le permiten alcanzar la casilla 8R en las mismas 7 jugadas. El rey puede avanzar hacia esa casilla por los caminos más fantásticos y zigzagueantes, con tal que se encuentren en el marco del paralelógramo dibujado en el diagrama 12 (representa 7

las distancias diagonales más breves) y de que el rey pase cada vez de una horizontal a la siguiente. De esta forma, el movimiento del rey en línea recta (vertical u hori­ zontal) puede sustituirse, en caso de necesidad, por un movimiento en zigzag. (Una ilustración .práctica de este importante principio la tenemos en el diagrama 58.) Pasemos a estudiar las diversas formas de oposición; de paso, expondremos algunas ideas importantes para el enfoque teórico ge­ neral de este problema. 13 14

El esquema 13 nos presenta el cuadro completo de todas clases de oposición posibles. Decimos que hay oposición cuando los reyes están colocados frente a frente, en línea recta o diagonal con un nú­ mero impar de casillas (1, 3, 5) entre ellos. I,a situación de cualquier rey negro en el 13 respecto al rey blanco situado en 1CD es de oposi­ ción ; cuando entre los dos reyes sólo media una casilla, decimos opo­ sición inmediata, vertical, horizontal o diagonal, pero si son 3 ó 5 casillas las que hay entre ambos, hablamos de oposición distante. Tomar la oposición es ventajoso, ya que coloca al adversario en si­ tuación de zugzwang y asegura la invasión del rey propio gracias al movimiento envolvente. Por ejemplo, si tomamos la posición R1CDR6CD, las negras, al jugar, se ven obligadas a ceder al rey blanco la casilla 2TD ó 2CD, después de lo cual no pueden impedirle que avance como quiera. En el ejemplo 15 se representa el mecanismo de este avance. Estudiando la situación de los reyes en un tablero sin peones, vemos que solamente la oposición vertical u horizontal es la verdadera y efectiva; la oposición diagonal es tan sólo una posición virtual, que permite pasar a la oposición real (por ejemplo, si examinamos la posición R1CD-R6D, entonces a la jugada 6A ó 7D, responden las blancas co.n 1A ó 2C) ; la oposición diagonal es incapaz de impedir el avance de un rey contrario activo. En la posición R1C-R6D, los reyes están situados en diagonal en los ángulos del cuadrado 1C-3C-3D-1D, constituido por un número impar de casillas (3x3=9) ; las cuatro casillas angulares de este eua8

drado son del mismo color. Estas mismas particularidades caracterizan las oposiciones distantes y virtuales, es decir, cuadrados con reyes situados en 1CD-4AR (5x5=25) y 1CD-2TR (7x7=49). En ciertas posiciones el saber utilizar estos indicios característicos tiene gran importancia práctica (véase ejemplo 185). Si tomamos, por ejemplo, tipos de oposiciones distantes, como R1CD-R4CD o R1CD-R2CD, veremos que, en cierta medida, también son virtuales, pues dan paso a la oposición inmediata. Ras maniobras a distancia no constituyen un objetivo por sí sojas. Teniendo la opo­ sición distante, el rey blanco la puede convertir siempre en inmediata y llevar a cabo luego la invasión (véase ejemplo 15). Lo característico de la oposición consiste en. que conserva toda su fuerza si la distancia entre lós reyes disminuye o aumenta en un nú­ mero par de casillas («ley de dos casillas»). La distancia entre los reyes se determina con las cifras 1, 3, 5; cuando los dos reyes se aproximan ganando una casilla cada uno, la oposición sigue en pie. Esto que, al parecer, no supone ninguna no­ vedad, se convierte en un principio importante, que se aplica en la jráctica durante las complejas maniobras.en las posiciones bloqueadas

(capítulo 7).

Estudiando la posición de los reyes en el esquema 14, vemos que solamente la oposición de arriba, R6CD-R1AR, posee los caracteres de una oposición real. Los cuatro ángulos del rectángulo tienen el mismo color, es impar el número de casillas (3x5=15). Lo único que falla es que los reyes no están el uno frente al otro. Es la llamada oposición virtual, a la que llamaremos «conjugación rectangular» (*). Sm embargo, sigue conservando toda su importancia la situación de los reyes; en el caso que analizamos, a las negras no les conviene salir, ya que después de R2R (R2AR, R2CR), las blancas ocupan una oposición efectiva jugando R7TD (R7CD, R7AD); en respuesta a R1R, las blancas, con R6AD, se posesionan de la oposición inme­ diata diagonal. Y la jugada 1... R1C; 2. R6A, R1T; 3. R6D significa un aplazamiento que en sí no' cambia la situación. En el esquema 13 se há señalado con punte» las posibles situaciones del rey negro que le colocan en «conjugación rectangular» con el rey blanco situado en 1CD.

Las posiciones de los reyes en el esquema 14 no poseen todos los caracteres de la oposición. Los ángulos son de diferente color (a ex­ cepción de R1D-R7CR); el número de casillas es par en todas partes (2x3, 2x4, 3x4). Y lo fundamental es que las negras no están,en zugzwang y el jugar les favorece, ya que les permite tomar la oposición en vez de perderla. Mostraremos con un ejemplo concreto el mecanismo de la oposición. El objetivo de las blancas en el ejemplo 15 consiste en alcanzar las (*) Más adelante hablamos de las casillas conjugadas, pero nos interesa in­ troducir este término ahora para unificar la terminología. 9

posiciones R5ARR7AR ó R5CD» R7CD jugando las negras, ya que entonces se gana ia batalla por las casillas clave del ipeón negro 31). Conviene que el lector se lije en esa peculiaridad característica: el rey blanco debe, en fin de cuen­ tas, tomar obligatoriamente la oposición inmediata en la colum­ na que atraviesa la casilla clave intermedia; sólo en este caso podrán las blancas, jugando las negras, hacer un movimiento en­ volvente con su rey para invadir las casillas clave.

Llamamos principal a la colum­ na o fila que atraviesa la casilla clave intermedia, ya que precisa­ mente alrededor de ella se efectúa el movimiento envolvente. En la posición 15 hay dos columnas princi­ pales, la del CD y la del AR. ¿ De qué forma pueden conseguir las blancas el objetivo arriba se­ ñalado ? Deben tomar la oposición distante y, luego, avanzando su rey y sin perder la oposición en la columna principal, convertirla en in­ mediata. En la posición que reproduce el diagrama 15, las blancas deben jugar 1. R2CR! con el propósito, de no impedírselo las negras, de llegar a la casilla 6CR. A este mismo objetivo les conduce también 1. R1CR, pero se pierde tiempo; cualquier otra jugada (1. R1R, 1. R2R, 1. R2AR) sería un error irreparable que les haría perder la partida. La jugada 1. R2CR es una típica maniobra de rodeo. La mejor res­ puesta de las negras sería i... R1AR (o R3AR). Precisamente ahora, cuando las negras entran en la columna prin­ cipal, las blancas ocupan la oposición mediante 2. R2AR! Es muy importante señalar que las negras no pueden, ni ahora ni en ningún momento después, pasar a la columna de CR, ya que el rey blanco se precipitaría a la casilla 5TD (para ello necesitaría 5 jugadas), y, en cambio, el rey negro no le daría tiempo de llegar a la casilla 2TD (necesita 6 jugadas); sólo llegaría a 2CD; pero entonces ganaría la jugada (R5TD) 5C. El intento de contraataque de las negras en el flanco del rey es re­ chazado por las blancas, en su avance a la casilla 5TD a través de 3D, por (R3D)-4D y luego (P4AD)-5AD. De esta forma, en finales de este tipo, el proceso de juego en un flanco depende de las consideraciones de la «distancia crítica» hasta el punto de invasión en el otro flanco» Ejemplos similares y más com­ plicados se tratan en el capítulo 7. A la jugada 2... R2AR, las blancas responderán 3. R3AR y a cada retroceso del rey negro en la columna del rey realizarán un movimiento envolvente por la columna CR. Reproducimos esta aleccionadora variante desde el principio: 10

1. R2CR, R1AR; 2. R2A, R2R (R1R); 3. R3C, R2A; 4. R3A, R2R (IR) ; 5. R4C, R3A; 6. R4A, R2R; 7. R5C, R2A; R5A y ganan. Si la salida fuese de las negras, habrían tomado con su 1... R2A! la oposición en la columna principal y la hubieran conservado en los mo­ mentos decisivos; por ejemplo: 2. R2C, RIO; 3. R3T, R2A. No se debe jugar 3... R2T? por la 4. P5A, pero las negras pueden jugar también 3... RIA, ya que la posesión de la columna principal y la contraamenaza R-3A-4R les permite desdeñar la «conjugación rec­ tangular» . 4. R4C, R3C; 5. R4A, R3A; 6. R4R, R2R! Es de sumo interés el hecho de que en la columna del rey existan unas casillas (inaccesibles en este ejemplo para los dos reyes) que neutralizan las reglas de la oposición. Tampoco hay necesidad de con­ servar la distancia impar (oposición) en las columnas de la dama y del alfil de dama en vista de que tienen vallas. 7. R3R, R1R!; 8. R2R, R2R! La partida es nula, porque saliendo el rey blanco a la columna prin­ cipal, las negras pueden siempre tomar la precisa oposición vertical. Por eso, en la posición inicial jugar 1 R1R (2R) sería un error irre­ parable, ya que las negras responderían 1... R1R, alcanzando fácilmente tablas, igual que en la variante recién reproducida. El concepto «fila principal» es análogo al concepto «columna princi­ pal». En la posición 8, la séptima fila es la principal. Si el número de casillas clave en una línea (horizontal o vertical) es superior a tres, se consideran principales todas las líneas horizonta­ les o verticales que pasan por el centro de esas casillas clave. Por ejem­ plo, en la posición 9, que posee 4 casillas clave (5A, 6A, 7A y 8A), las filas principales son la 6.a y la 7.a, desde el punto de vísta de las blancas. Cuando son 5, hay tres filas o columnas principales (véase 185, 326, 327). Es muy interesante el ejemplo 256, con tres columnas principales (de la D, R, y A) y el 307 (variante «a»). Tal es, en rasgos generales, la base teórica del método de oposición. Resumiendo lo dicho, podemos decir que tomar la oposición es, en mu­ chas situaciones, un medio eficaz de lucha por las casillas clave. Sin embargo, en otras muchas posiciones es inútil tomarla, ya que no proqura ninguna ventaja en la lucha por los puntos críticos. Tene­ mos un ejemplo sencillísimo de ello en el cuadro 2, donde la oposición no salva a las negras del mate. Más sorprendente puede parecer el hecho de qüe, a veces, tomar la oposición resulta incluso perjudicial, pero así es si contradice el plan fundamental de lucha por le» puntos clave. Un ejemplo convincente de este aserto lo tenemos en el diagrama 15, donde las blancas perderían la partida si jugasen 1. R1R, tomando equivocadamente la oposición. (Tenemos otros ejemplos en los números 18, 80, 82 y 350). No hay que olvidar que la oposición no es un objetivo por sí mismo, sino un pro­ cedimiento táctico, un medio de lucha al que es preciso recurrir en casos necesarios. Un concepto más amplio que oposición es el de «casillas conjugadas», cuya significación explicamos con los ejemplos concretos que siguen: 11

Los peones 6TD (blancas) y 3CD (negras), en el ejemplo 16, son de «mírame y no me toques»; el pri­ mero que ataque el peón, pierde (a 1. R5C, seguirá R2T). La po­ sición R5C-R?T es de zugzwang por partida doble es una posición decisiva que conviene ocupar con la salida. Por ello los reyes maniobran a fin de ocupar las casillas conjugadas 5C y 2T des­ pués de la jugada del adversario; 1. R4C!, R1T!; 2. R4A, RIO; 3. R4C!, R1T!. El blanco no pue­ de alejarse de la casilla 5C y el negro de la 2T (ley de las distan­ cias críticas). Las casillas decisivas 5C y 2T se encuentran a distancia de caba­ llo. A las casillas de retaguardia de la 5C (4T, 4C y 4A) corresponden las casillas de retaguardia de la 2T (IT y 1C). Como las negras sólo deben vigilar una casilla, su rey puede ocupar cualquier casilla de la retaguardia, independientemente de la que ocupe, el rey blanco. En este caso no hay correspondencia entre los diversos campos de la retaguardia. Nada impide las maniobras de los reyes, y el resultado nulo de la partida es evidente. Con una sola posición decisiva, la partida suele acabar en tablas en el caso de que el rey pasivo disponga, por lo menos, de dos casillas colindantes de la retaguardia para maniobrar (Grigóriev, 1922). En el 17 las negras impiden la jugada R6C, qu,e sería fatal para el peón 3T. La posición de los reyes en 5A y 2A es «decisiva». Si el rey 16

blanco consiguiese ocupar 6D, las negras responderían con ID. para no permitir la coronación del peón 6A. Debido a eso se establece la conjugación de las casillas 6D y ID (segunda «posición decisiva»). 12

Después de i. R5D, el rey blanco puede ocupar bien 6D, bien 5A, lo cual obliga a las negras a responder con 1... RIA, a fin de tomar la debida casilla conjugada: ID o 2A. Es evidente que las casillas 5D y 1A se corresponden mutuamente (tercera «posición decisiva»). Que­ dan, pues, determinadas las principales zonas criticas y podemos pasar al estudio de las casillas de retaguardia. Obsérvese que las casillas de la «zona critica» en el campo de cada uno de los contrarios se agrupan en torno del punto inaccesible, con el que forman un pequeño cuadrado. Por ejemplo, para las blancas (176) es inaccesible la casilla 6A, ocupada por el peón, que juntamente con las casillas 1, 2, 3 forma un cuadrado; lo mismo ocurre con la casilla 2C ó 2D, inaccesible para el rey negro. Teniendo esto en cuenta, resulta fácil, en muchos casos, precisar con la vista la distribución de las «zonas principales» junto a los puntos inaccesibles.

Después de 2. R4D, el rey blanco puede ocupar una de las casillas decisivas de la zona principal 5A ó 5D; por ello las negras deben jugar 2... R1C o R1D, véase 17a, conservando la posibilidad de ocupar, a su vez, la casilla equivalente en su zona crítica, la 2A ó 1A. Hasta ahora las negras han tenido siempre casillas conjugadas (en este último caso son conjugadas las casillas 4D y 1C). En el 17b, las casillas 8C y 8D están marcadas con la cifra 2, ya que estas dos casillas, aunque no colindantes, son afines por su significación. Equivale a estas casillas la 4D de las blancas, pero en la designación de esta última se señala que se trata de un escaque nuevo para las blancas, tomado de la «retaguardia»; las negras carecen de un campo análogo y se ven obligadas a buscar su equivalencia en una de las casillas de la zona «principal».

Las blancas juegan ahora 3. R4A, amenazando la casilla 5A ó 5D, pero el rey negro ya no tiene segundo escalón que le permita pasar a 2A ó 1A, la equivalente de la casilla 4A es la 2C ó 2D, pero son inacce­ sibles a las negras que pierden la conjugación y, por culpa de ello, la partida. Así pues, la parte pasiva pierde cuando sólo una casilla suya es la conjugada dé dos colindantes del adversario (Grigóriev, 1922). Repetimos brevemente la solución: 1. R5D, RIA; 2. R4D, R1C; 3. R4A!; 3... RIA (pierde la conjugación) ; 4. R5D (las blancas toman la conjugación en la zona principal), R2A; 5. R5A, y ganan. Se había ■obtenido la posición inicial, pero con la salida de las negras. Para ganar tiempo (dejar la salida al adversario), las blancas han utilizado el triángulo formado por las casillas 5D, 4D y 4A. La razón de este pro­ cedimiento, prácticamente importante, reside en la necesidad de una mayor libertad de maniobra del rey activo que conduce al adversario a la pérdida de la conjugación. Hemos visto que el juego en el 17 no se atenía a las reglas de la oposición. Algunas casillas conjugadas (1, 2) respondían a los requeri­ mientos de la «oposición vertical? ; otras, la 4D y la 1C, a los de «opo­ sición rectangular», y las casillas 5D y 1A se encontraban a larga dis­ tancia de caballo. La jugada 3 de las negras, RIA (en respuesta a 3. R4A), con la cual habían tomado la oposición distante, significó el desmoronamiento de la defensa. Resulta evidente que el concepto de 13

casillas conjugadas es más amplio y supone un método más general de juego que el concepto de oposición; cabe decir que éste viene a ser su parte integrante.

En el 18 la eposición decisiva» es la que ocupan los reyes, y no se ve ninguna otra. Si el rey blanco maniobra por las casillas 3Á, 3C y 3T, el negro puede hacer lo mismo por 3T y 2T, para responder a R4C con R3C. Tampoco se consigue nada con P7A, pues el rey blanco no logra dominar las casillas clave del peón 6R. Asi pues, la partida eá tablas, lo mismo que en el 16 (una sola posición decisiva; el rey pasivo dís)one de do>s escaques colindantes para maniobrar;. Sin embargo, si as negras cometen un error en la defensa, pierden, por ejemplo: 1. R3A, R2A? (¡oposición perjudicial!); 2. R3C y ganan las blancas, ie el rey negro no tiene una casilla colindante para maniobrar íla a 2C es inaccesible para él). Si desplazamos la distribución de las figuras a la izquierda (19), la situación cambia radicalmente. Además de la posición decisiva R4A-R3A, encontramos otra: R4T, R3C (el rey blanca en 4T no puede jugar 6T, pues el rey negro se ve obligado a maniobrar en el cuadrado del peón 6R). Ahora es fácil establecer las zonas conjugadas (19a); a R3C, las negras deben responder R2C; si las blancas juegan R3A, el rey negro pasa a 3C. Pero las blancas pueden ocupar la casilla 3T y en este caso, como las negras no pueden disponer de 3T, se ven obligadas a jugar R3A. Resulta que sólo la casilla 3A equi­ vale a las casillas 4A y 3T; sin embargo, todavía no. hay mal en eso para las negras, pues esas casillas no son colindantes y no se ve el mate inmediato. Así pues, hemos establecido las zonas principales».

Í S

Recurriendo a la explicación que hemos dado al tratar el ejem­ plo 17, en este caso se pueden establecer con mayor rapidez las zonas principales: el pnnto inaccesible de las negras es 2A y e] 4C de las blancas (la zona de las blancas está situada a ambos lados de este punto) i

Examinando las casillas de la retaguardia próxima se echa de ver en .14

seguida que, estando el rey blanco en 2C (amenaza con ocupar las ca­ sillas 2, 3 1), las negras se hallan indefensas, ya que la casilla con­ jugada 2A es inaccesible al rey negro. Por consiguiente, para ganar la partida, el rey blanco debe ocupar la casilla 2C. Sin conocer el método de las casillas conjugadas es difícil comprender esta solución. Así pues, 1. R3A, se puede jugar también 1. R3C); 1... R3C; 2. R2C!, R3A (las otras jugadas no son mejores); 3. R3T! (las blancas establecen la equivalencia en la zona principal y, sin perderla, se acer­ can a los puntos de invasión); 3... R2C; 4. R3C!, R3C; R4T! (supon­ dría pérdida de tiempo jugar 5. R3A), las blancas ganan. (Véase también 353.) Los ejemplos citados 16-19 explican con suficiente plenitud, para comenzar, la esencia del método de casillas conjugadas. Una explica­ ción más amplia la hallará el lector en el capítulo 7. Queremos hacer constar que la teoría de las casillas conjugadas ha dado origen y ha fundamentado con lógica irrefutable la siguiente tesis: En situaciones de zugzwang mutuo (teniendo los peones inmóviles), a las posiciones del rey activo equivalen siempre posiciones estricta­ mente determinadas del rey pasivo, y esta dependencia se extiende a todas las casillas colindantes, donde pueden maniobrar los reyes, for­ mando «zonas conjugadas» en ambos bandos. Las casillas conjugadas vienen a ser como una especie de faro para los reyes en sus maniobras. La parte activa procurará ocuparlos para ganar, la pasiva para hacer tablas, pero siempre de forma que, ocu­ pando ambos reyes las casillas conjugadas, el adversario esté en con­ tinua situación de zugzwang. (Según Grigóriev, 1922). No tiene ninguna importancia la distribución de los reyes en las posiciones de zugzwang; pueden tener la forma de una oposición corriente o bien otra cualquiera en dependencia de la estructura de los peones. Vemos, pues, que la oposición no es más que un accidente par­ ticular de la conjugación de casillas, solamente un accidente, pese a su importancia y a la frecuencia con que se da en la práctica. A fin de simplificar y hacer más clara la exposición, estableceré* utos cierta diferencia de términos; diremos, por ejemplo, «tomar la oposición» (en su sentido habitual y corriente) y «tomar la conjuga* ciótt», cuando la posición de los rejes sea distinta.

Si el concepto de «oposición» es tan antiguo como el propio ajedrez (encontramos su aplicación práctica en manuscritos del siglo ix), el concepto de «casillas conjugadas» data tan sólo de las primeras décadas del siglo xx. A principios de nuestro siglo, Chigonn señaló breve­ mente la importancia de las casillas conjugadas. Pero fue Grigóriev quien, en 1922, hizo, el primer intento de profundizar teóricamente este tema. Se le deben ciertas síntesis importantes que pueden considerarse, sin duda alguna, como los primeros pasos de la nueva teoría. La importancia de esta nueva teoría no se debe únicamente a la sintetización de conceptos homogéneos (oposición y conjugación), sino principalmente al hecho de haber señalado nuevos horizontes: en vez de la oposición anterior, puramente mecánica e irreflexiva, tomada como resultado de un análisis superficial, puramente externo, de la situación, ha surgido el imperativo de ahondar en la esencia de la 15

posición y de buscar las ocultas y decisivas equivalencias de casillas, distancias, etc. Entre los conceptos de «conjugación» y «oposición» (es decir, con­ jugación en línea recta) no hay diferencia de principio. Es muy curioso el hecho de haberse encontrado en un manuscrito del siglo XV nn diagrama en el que aparecían señaladas, al parecer por primera vez, varias casillas conjugadas; al comprobarlo se vio que las letras indica­ ban casillas que estaban en oposición inmediata y distante (de tres escaques). El método de la oposición es un cierto sistema «ideal» de juego en el tablero vacio; el de conjugación, en cambio, es de juego en condi­ ciones reales. Por ello, las leyes de la oposición conservan su fuerza cuando los peones que hay en el tablero no Influyen en las maniobras de los reyes (véase 15) y, por el contrario, se modifican o alteran cuando la estructura de peones se hace sentir de alguna manera. Sa­ bemos, por ejemplo, que las leyes de la oposición no rigen, ha^itualmente, en las columnas donde hay vallas o casillas inaccesibles (15). Sin embargo, siguen actuando, en cierta medida, en posiciones donde, por una u otra razón, conviene que medie entre los reyes un número impar de filas, que no de casillas (377). Más adelante nos encontrare­ mos con esta acción refleja de las leyes de la oposición, en particular cuando estudiemos la maniobra distante en posiciones bloqueadas. En todo caso, podemos consignar que en posiciones de conjugación sigue ri­ giendo, en una u otra forma, la «ley de las dos casillas», que puede enunciarse del siguiente modo: la conjugación se conserva cuando se modifica en un número par de casillas la distancia entre los reyes o, más exactamente, su distancia de los escaques de zugzwang, situados junto a los puntos de invasión. Este problema se estudia con más detalle en el capítulo 7.

Para resumir, diremos que el método de conjugación es parte inte­ grante de una teoría más amplia (que, tal vez, deba ser considerada como teoría única para toda clase de finales) de lucha por los puntos clave de una posición. La teoría de los puntos clave no es más que un gran paso en la creación de una teoría general de finales de peón ; no llega a lá categoría de teoría general, pues no establece con exactitud en qué condiciones y límites rigen sus tesis y métodos ; tampoco ha podido precisar ni formular definitivamente la esfera y los métodos de su aplicación práctica. Es cierto que en el capítulo 7, que se titula «Desarrollo de la teoría de las casillas conjugadas», el lector verá lo mucho que se ha hecho en el terreno del desarrollo del método de equivalencia, esa arma fundamental de la teoría de puntos clavé, pero, al mismo tiempo, se dará cuenta de los muchos problemas todavía pendientes de solución y del camino en que debe orientarse su estudio. Por las causas arriba expuestas, la teoría de los puntos clave y el método de conjugación se aplican con ciertas limitaciones en los ca­ pítulos que siguen. Sin embargo, el lector encontrará en el capítulo VII explicaciones complementarias para ejemplos más complicados. En los capítulos siguientes la exposición se hace, donde es posible y racional, a base de los principios teóricos arriba explicados. Y si no se consigue abarcar del todo la infinita diversidad de los finales de 16

peón, se debe a que muchas clases de finales cuentan con sus leyes propias, no establecidas ni estudiadas todavía. En estos case« no queda otro recurso que atenerse al modo analítico de solución. El autor se planteaba como objetivo hacer un resumen general de todo lo conseguido por la teoría en este terreno, a base de un estudio deta­ llado de la literatura especializada, de numerosas revistas, publicacaciones, etcétera, que permiten, pese a todos los fallos inevitables en esta suerte de empresas, ver claramente no sólo lo ya conseguido, sino también las «manchas blancas» que aún quedan. La plenitud de la exposición (alrededor de 850 ejemplos, de ellos más de 400 en diagramas, fruto, naturalmente, de una concienzuda selección de un número mucho más elevado de posiciones) puede satisfacer todos los requerimientos del investigador. El autor ha procurado presentar el desarrollo de la teoría de finales de ajedrez en su perspectiva histórica y recoger en este sentido todo cuanto pudiere ser de alguna utilidad. Para completar la sección dedicada a finales, hemos incluido un Apéndice titulado «Finales de peones que pasan a ser finales de dama».

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C a p ít u l o

p r im e r o

REY Y PEÓN CONTRA REY Con estas piezas se pueden dar más de 80.000 posiciones diferentes (exceptuando las simétricas en los flancos de la dama y del rey). Sin embargo, en cada una de ellas podemos determinar al instante el resultado final, es decir, si se gana o se hacen tablas. Para ello nos fijaremos en dos cosas: 1) en el «cuadrado» del peón, y 2) en sus ca­ sillas clave o críticas. Se sobreentiende que con un peón de más sólo se gana en el caso de convertirlo en Dama. Cuando el peón se halla alejado, como vemos en el 20, lo decisivo es «la distancia». Saliendo las blancas, el peón llega a la octava casilla sin impedimento. Pero si les toca jugar a las negras, el rey tiene tiempo de capturarlo. Para enjuiciar previamente la situación se recurre a la «regla del cuadra­ do», es decir, se calcula si el rey puede, en caso de salir primero, llegar al «cuadrado» del peón (en dicho caso 3T-8T-3A-8A). Más sencillo es trazar mentalmente una línea, la diagonal del cuadra­ do. Por el número de casillas la diagonal es igual a un lado del cuadrado. No se debe olvidar que el «cua­ drado» del peón 2T (por su opción a salida doble) es igual al cuadra­ do del 3T. El peón 2T y 3T llegan 18

20

a la octava casilla en las mismas cinco jugadas. La existencia de otros peones en el tablero puede impedir, como

sencillos, pero así suelen ' acabar muchos finales complicados. Esta posiciones, desde el punto 20a, — R. Bianchetti, 1925. de vista de la posibilidad o impo­ llancas: R1AR, P2TTD, P4D ; sibilidad de ocupar la casilla cla­ negras: R6AR, P3R, P2AR. Ga­ ve, son estudiadas en otro lugar nan blancas. (1) Para ganar el peón debe avan­ 1. P5D !, P x P ; 2. P4T y ganan. zar hacia la fila 7 sin dar jaque. Si no estuviese el peón negro Estas situaciones peculiares se en 2A, además de P5D, se ga­ deben a que el peón se encuentra naría jugando 1. P4T, R5R; 2. en la columna de la torre o del p5T, R4D ; 3. R2R (no se debe caballo. •perder tiempo jugando P6T?); 25 28 I... R3A; 4. R3R, etc.

es natural, la entrada del Rey en el «cuadrado» del peón^ pasado.

2*b. — A. Troitzki, 1913. Blancas: R1CR, P2TD, P2CD, P5AD, P5D, P5AR. Negras: R5TR, P5CD, P2AD, P2D, P2CR, P7CR, P2TR. Ganan blancas. 1. P6AR, P x P (se ha interceptado la diagonal 4T-8D; las blancas deben salvar todavía la amenaza R4T-3C); 2. R x P7C, R5C; 3. P4T, P x P ; 4. P xP , R4A; 5. P4T, R4R; 6. P6D!, P x P ; 7. P6A!, P x P ; 8. P5T y ganan. l m núms. 71, 72a y siguientes, 75 y otros ilustran la lucha por el «cuadrado».

Examinemos el caso de cuando el peón precisa del apoyo de su rey para avanzar. Son ejemplos 23

24

En el 25 el rey negro debe retro­ ceder forzosamente a 1A (después de 1. R5C, R1C ? ; 2. R6C no salva ; 2.. . R1T en vista de 3. R7A). En el 26 se hacen tablas jugando 1.. . R2C. Si juegan las blancas, 1. R6A se puede responder 1... RIA y 1... R1T.

Después de 1. R5D pierden inme­ diatamente las negras: 1... RIA, or 2. R6A; no les salva la maniora 1... R2D; 2. R5A, R1D; 3. R6D!, RIA; 4. R6A, etc. Si el peón no estuviese en la fila 6, sino en la quinta o más lejos aún de la octava banda, destacaría todavía más la desventajosa situa­ ción del rey propio junto al peón o detrás de el.

E

19

28

A pesar de la oposición las blan­ cas no pueden ganar. Si en el 27 desplazásemos toda la posición ha­ cia una fila inferior, serían tablas independientemente de quién ju­ gase primero (la partida sería igual a la representada en el dia­ grama 28 v 28a). Ordinariamente se debe procu­ rar que el rey propio « té colocado delante del peón, para asegurar su posibilidad de avance. Como he­ mos explicado ya en el Prólogo, el objetivo de este tipo de finales radica en dominar las casillas clave o criticas del peón. 29

31

32

39

Estando el peón en 2C, sus ca­ sillas clave resultan las 4T, 4C y 4A. Si las blancas consiguen ocu­ par con su rey alguna de esas ca­ sillas (y éste debe ser su objetivo inmediato), ganarán independien­ temente de la salida y de la opo­ sición. En el 29 las blancas, en caso de salir, consiguen su objetivo en 20

tres jugadas. Si salen las negras, en tres jugadas colocan su rey en 4C (ó 4T, 4A, tomando la oposi­ ción frente al rey blanco), no permitiendo que las blancas ocu­ pen alguna de las casillas críticas. (Hemos dado unas variantes sen­ cillas después del 32.) A cada movimiento del peón, los campos críticos se desplazan jun­ tamente con él: para el peón 3C, las casillas críticas son la 5T, 5C y 5A; y para el peón 4C, la 6T, 6C y 6A. Cuando el peón llega a la quinta fila, al rey negro le queda poco sitio para maniobrar y el número de casillas críticas pasa a ser de seis (esquema 39). Si el rey pro­ pio ocupa una de ellas, la victoria está asegurada, sea cual ñtere la oposición. 31. 1... R1R; 2. P6A. Si salen las blancas 1. R6A, R tR ; 2. R7C.

32. 1... R1T; 2. P6C; 1... R1C; 2. R6C; el juego se complica un poco (debido a la proximidad del PC a la banda); si les toca salir a las blancas: 1. R7A! (de ningún modo P 6C + ?, R1T); 1... R1T; 2. R6C!, R1C; 3. R6T1, R1T; (o 4. R7T) ; 4. P6C, etc. Estos ejemplos muestran que la posibilidad de dominar las casillas críticas no es más que un elemento del objetivo que se persigue; se debe jugar teniendo en cuenta to­ das las particularidades tácticas (proximidad del extremo del ta­ blero, posibilidades de tablas, ettétera). Volvamos al 29; 1.R2A, R2A; 2. R3A, R2C; 3. R4C, R3C (las blan­ cas han ocupado la casilla clave;

las negras, tomando la oposición, impiden la ocupación de casillas clave sucesivas); 4. P3C (ahora son clave las casillas 5T, 5C y 5A; las negras se ven obligadas a ce­ der una de ellas, ya que la oposi­ ción ha pasado a las blancas). 4... R3T; 5. R5A, R2T (si 5... R2C, entonces: 6. R5C!, etc); 6. R6A. Las blancas han asegurado el avance del peón hasta la quinta fila, después de- haber ocupado la casilla crítica. El final viene a ser idéntico al 32. Así pues, el peón debe avan­ zarse Unicamente después de ha­ ber quedado asegurado el dominio de nuevas casillas clave.

casilla cla^e; en las restantes siciones del rey negro, ganan. liendo las negras, consiguen blas sólo si juegan i... R3A! R2A, R3C1). 35

po­ Sa­ ta­ ¡2.

La casilla clave 5C es la más distante de las negras; por eso 1. R2A, R2R; 2. R3C, R3D; 3. R4C, R3A ; 4. R4A y ganan (no se debe jugar 1. R2D ? por 1... R2R; 2. R3D, R2D!; N.° 34). Con el peón en 4C también se gana avan­ zando el rey blanco en diagonal.

33. 1. R3A!, R~2 (*) ; 2. R4D!, etc. Cualquier otra maniobra de las blancas habría conducido a tablas. (Los puntos en el diagra­ ma indican las posiciones de es­ pera del rey negro saliendo las blancas.) 34. Si les toca jugar a las blan­ cas, no ganan en ninguna de las 8 posiciones del rey negro señala­ das en el diagrama, ya que las blancas no pueden dominar la (*) El signo espera.

significa jugada de

35a. Blancas: R6TR, P3AD. Ne­ gras : R5TR. Tablas. La «regla del cuadrado« se entrelaza en este caso con la irrealizable aspiración de las blancas a ocupar el escaque clave 5D. Las tablas son evi­ dentes. 35b. Blancas: R4D, P4R. Ne­ gras: R1AR. Ganan blancas: 1. R5D! Con un peón de torre el juego se reduce a la lucha por la única casilla clave, que es el punto de invasión, según se muestra en ,el esquema 36. 21

3*

37

Se puede ganar sólo en el caso de que el rey negro esté alejado de las casillas IT, 1C y 1A, como se ve en las posiciones 37-42. En el 37, incluso estando el rey negro «n 3R, las blancas tienen tiempo de coronar el peón. Conviene subrayar en seme­ jantes posiciones la lucha que se entabla por el dominio de la ca­ silla 8A. En el diagrama 42 vemos que,

22

41

saliendo las negras, al rey le da tiempo de ocupar la casilla 1A, haciendo tablas. En algunos casos raros, para evitar tablas, el peón se convierte en torre; por ejemplo, en las posi­ ciones: R6AR, P7AR — R2TR. R6AD, P7AD — R2TD. R2AD, P7CR — R8TD. R2AR, P7CD — R8TR. 42

C apítu lo

II

REY Y DOS PEONES CONTRA REY Esta superioridad suele asegurar una victoria fácil. Pero la situa­ ción cambia si se pierden ambos peones o uno de ellos y el otro carece del debido apoyo por jparte de su rey. La partida nula depende en oca­ siones de las posibilidades de llegar a la situación de rey abogado (con peones de torre o peones doblados y en posición muy avanzada). 43

44

Los peones ligados ganan si uno puede defender al otro, y siempre que tengan el apoyo de su rey. 43, 1... R1T; 2. R6D, R2C; 3. P8T=D+!, R xD ; 4. R6A, y 5. P7C. Los peones doblados no tienen

de por sí defensa frente al ataque frontal del rey enemigo. A veces tienen menos fuerza que un 'peón sólo; basta comparar el 44 con el 23, el 46 con el 21 y 22 y el 47 con el 26. En ocasiones, un peón de más supone una traba (45); ad­ quiere importancia cuando per­ mite ceder la jugada al adversario (48) o cuando imposibilita a éste la ocupación de algunas casillas (48a). En el 43 las blancas, para ganar, necesitan tener la salida (1. P8C = D + ), y en el 46 la salida debe ser del adversario. En el 47 las negras juegan en las casillas 2C y 1C ; a R6A respon­ den 1A (o R1T). En el 48 es fácil ganar, ya que al tomar las negras la oposición (R6A-R1A), sigue P5C (46). Así pues, pudiendo elegir las jugadas no se deben avanzar los peones doblados uno tras otro. Como la posibilidad de ga­ nar está basada en el zugzwang, 23

«7

48

es preciso dejar un peón detrás para tener tiempo de reserva, y también para evitar tablas (véa­ se 120). En el 47, con un tercer peón en 4C se ganaría después de 6C-7C, pero estas posiciones no tienen importancia práctica. T.os peones doblados tienen una capacidad característica de deten­ sa en caso de un ataque lateral. 48a. Grigóriev, 1935 (ejemplo didáctico). Blancas: RIAD, P2CR, P5CR ; Negras : R4R. Se gana ju­ gando: I. P4C! (jugada única); 1... R3R; 2. R2D, R2A; 3. R3R, R2C; 4. R4R!, R3C; 5. R4A y ganan (véase N.° 186 a y b). Son más variados los casos de peones aislados.

49. 1... R2C; 2. R6D, R I A ; 3. P6T ó 3. R6A. Tablas. La tenta­ tiva 2. R5A, R x P ; 3. F6T es inútil (¡peón de torre!) ; pero si esta posición se despiara a la de­ recha, se gana jugando de esta fo tm a (27). 5®. . . . R x P6A ; 2. R8C ó 1... R IA ; 2. R6C. Si son mano las 1

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blancas, la partida es nula (1 R8T, RIA). I,os peones aislados, lo mismo que los ligados, suelen defenderse indirectamente los unos a los otros (ya que el rey, al capturar el peón rezagado, sale del «cuadrado* del otro), pero, al revés de los liga­ dos, pueden, en algunos casos, avanzar hacia la octava fila sin el apoyo del rey. SI 52

51. Después de 1... R4T; 2. P5A ó 1... R4A; 2. P5T, el rey negro no puede atacar de inme­ diato al peón avanzado, ya que su casilla clave de la misma tila está defendida por el otro peón. Esta circunstancia da tiempo a que se acerque el rey blanco, y esto decide la partida. 52. 1... R4T; 2. PSD (no con­ duce a nada 2. R2C, R x P ; 3. R3A, R4C) ; 2... R3C! y 3... R4A. Tablas. A diferencia del ejemplo anterior, el rey negro ataca rápi­ damente al peón 5D, cuyo esca­ que crítico (5A) ya no está de­ fendido por el otro peón. De la solución se deduce el por­ qué la fuerza defensiva de los peo­ nes en el ejemplo 52 es inferior al del 51. La distancia de dos casi­ llas entre los peones es la menos ventajosa. Una clara explicación de lo di-

cho la encontramos en el siguiente e je m p lo ; 52a. Blancas: R2CR, P4TD, P4D. Negras: R3CD, F5AR, P5TR. Las negras ganan, salga quien salga. En le» ejemplos analizados los peones no podían avanzar por si solos hacia la octava fila. Mny dis­ tinta sería la situación si su «cua­ drado común» llegase a la banda del tablero o pasase de ella. 53 54

Los peones situados en la mis­ ma fila tienen un cuadrado común, ne cambia de situación a media de su avance (de ahí su nombre de cuadrado «errante»). Cuando este cuadrado llega al extremo del tablero (53) es señal de que los peones pueden avanzar sin

S

apoyo del rey. Situemos, por ejemplo, el rey negro eu 2CD en el 53. Las blancas, después de 1. P6D, R3AD; 2. P6TD, ganan; lo mismo pasa saliendo las negras; después de 1... R3TI); 2. P6D, R2CD; 3. P6TD+ ó 3. P7D, etc. La regla del «cuadrado errante» tiene sus excepciones; por ejem­ plo, cuando el rey adversario cap­ tura inmediatamente uno de los peones, o la representada en el 54 (aún peor para las blancas es la posición del rey negro en 3CJ>), Por otra parte, hay veces en que los peones pueden avanzar independientemente, aun antes de que su «cuadrado común» llegue al borde del tablero; por ejemplo en la posición P3CD, P3AR de las blancas. Rey negro en 4R se puede jugar: 1. P4C, R5D; 2. P4A. Así, pues, si la posición lo exi­ ge, los peones deben mantenerse en la misma fila, adelantando el rezagado a fin de poder avanzar uno cuando sea atacado el otro. Se debe avanzar primero el peón que esté más alejado del rey adversa­ rio (véase 206).

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C a p ít u l o I I I

PEÓN CONTRA PEÓN La igualdad material hace suponer que los finales de peón contra peón deben producir partidas nulas; en efecto, así ocurre en muchos casos. Pero de hecho no es la igualdad material lo decisivo, sino la ventaja posicional de una de las partes. Las formas de esa superioridad son muy diversas. Snele manifestarse en un peón más adelantado, en una posición mejor del rey, y en «tros factores, imposibles de incluir en una fórmula general; para explicarlo mejor daremos ejemplos con­ crete». A pesar del número limitado, mínimo, por decirlo así, de piezas (ya hemos visto que en los finales con un peón solo, capítulo 1, no hay ningún misterio), en los finales de peón contra peón se encierra una asombrosa variedad de ideas y numerosos rasgos peculiares. Estas ideas, que constituyen la base de finales más complejos y nutridos, merecen ser estudiadas con la máxima atención. Al analizar los finales será conveniente dividirlos en tres grandes grupos: 1) Peones en la misma columna; 2) Peones en columnas ve­ cinas, y 3) Los dos peones pasados. 1. PEONES EN LA MISMA COLUMNA

»

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Con peones inmóviles, bloquea­ dos, el juego, como es natural, se reduce a las maniobras de los re­ yes con el fin de capturar el peón del adversario y coronar luego su propio peón. Después de 1. R5C, es decir, una vez dominada una de las ca­ sillas clave (véase el Prólogo), el destino del peón 4D está decidido, por ejemplo: 1... R2R; 2. R5A, R3D ; 3. R6A, R2D; 4. R5R, R3A ; 5. R6R. Las negras no tienen más remedio que seguir maniobrando así para impedir que una vez cap­ turado el peón 4D, el rey blanco ocupe alguna de las casillas clave

del peón pasado 4D (6A, 6D y ¡, de la K.

Este ejemplo es un testimonio esta situación las blancas no pue­ aleable de las particularidades den salvarse); 2... R6A; 3. R5C, » la «geometría del tablero», de P6T; 4. R4T, R7C; 5. R4C, R xPque hablábamos antes. En el 58, y las blancas se rinden. Lo co­ las blancas han sustituido el mo­ rrecto habría sido: 1. R7D, R5D; vimiento en horizontal del rey ha­ 2. R6R, P6T; 3. R5A, R6A; 4. cia el P2T por el movimiento en R4R, R7C; 5. R3D, etc. Grigó­ línea quebrada, ¡en las mismas riev subrayó con mayor expresi­ 5 jugadas ! Pero las negras, para vidad esta bella trayectoria del rey ir desde la casilla 7C a la 4R blanco en la siguiente posición. debían hacerlo sólo en diagonal, Este final (diagrama 59) resu­ va que les era imposible seguir me las ideas de las posiciones 57 por otro camino con el mismo nú­ y 58. mero de jugadas. La posición inicial del problema La posición que estudiamos nos presentado por Grigóriev (1931) da un ejemplo de maniobra del 59 rey con doble objetivo, igual que en el conocido estudio de Retí (71). Pero el objetivo de las blan­ cas es completamente distinto : capturar el peón y, al mismo tiem­ po, impedir el acercamiento del rey adversario. Este procedimien­ to suele jugar un gran papel en muchos finales. La idea fundamental de la po­ sición 58 fue desarrollada en los trabajos de Grigóriev y también por otros teóricos. Ofrecemos a la atención de nuestros lectores las siguientes variantes :

S

58a. Zakman, 1924; Grigóriev, 1925. Blancas : R8CR, P2TD ; Ne­ gras : R3CR, P6TD. Tablas. No se debe jugar R8A, ya que después de 1... K3A, el rey negro avanza por el camino más corto, en dia­ gonal, hacia la casilla 7C y las blancas no se lo pueden impedir, pero después de 1. R8T!, R3A?; 2. R7T !, al rey blanco le da tiem­ po de llegar a la casilla 2AD. 58b (tomado de un artículo de Grigóriev, 1925). En una partida se dio el siguiente final : Blancas : R8AD, P2TD. Negras : R6R, P5TD. Los adversarios no supie­ ron captar la idea del final y ju­ garon erróneamente ; 1. R7A ? (en vez de R7D!) ; 1... R6D ? (1... R5D!) ; 2. R6C? (debían ha­ ber jugado 2. R6D ó 2.R6A; eh

es la siguiente: Blancas: ,R4TR, T8AD, P5CD; Negras: R8TD, P6CD, P2CD y P4AD. Tablas. Es fácil prever que por el peón 6C las blancas tendrán que dar el de to­ rre y quedará un final para el cual las blancas deben prepararse de antemano. Después de 1. P6C!, P7C; 2. T8T+ ! (es prematuro 2. TxP4A, va que 2... P8C = D; 3. T5T+D7T !; 4. TxD + , R x T y el rey negro, queda una jugada más cer­ ca del peón 6C que en la variante fundamental); 2... R8C; 3. T8AD!, R7T; 4. T x P4A, P8C = D; 5. T5T+, R6C; 6. T5C + , R7A; 7. TxD , R xT y queda la posición representada en el diagrama. En su movimiento hacia 7A 29

pierde el rey blanco, ya que las negras ocuparán la casilla 3T también en 5 jugadas (57). El plan de la defensa consistirá en responder a R x P6C, R4C. Por eso 8. R3C!, R7A; 9. R2A, R6D (6 9... R7D; 10. RIA, R6D; 11. R1R, etc.); 10. R1R, R5A; 11. R2D, R4C; 12. R3A, R x P ; 14. R4C y tablas. 59a. F. Dedrle, 1936. Blancas: R4TD, P6CR; Negras: R8CR, P2CR, tablas. Se trata de la mis­ ma terminación que en el proble­ ma de Grigóriev, pero en otro flanco. 59b. L. Prokesr, 1947. Blancas: R8TD, P2TD; Negras: R6AD, P3TD; tablas. Los peones todavía no están bloqueados, pero en el tablero no tarda en formarse la posición 58b. 1. R7C, P4T; 2. R6A!, P5T; 3. R5D, P6T (es pre­ maturo 3... R7C?; 4. R4A, R xP2T; R3A y tablas). 4. R4R, R7C; 5. R3D, etc.

cer partida nula, teniendo en cuen­ ta que 5. P6R+ ? les hace perder); 5. R8A, R3R; 6. R8R y tablas. Si los peones no están bloquea­ dos, su movilidad equivale a una reserva de tiempos no gastada, que se puede utilizar en cualquier mo­ mento y dar por resultado sensi­ bles modificaciones de la posición. Si, además, los peones se encuen­ tran separados por considerable distancia, unos de otros, la parte atacante, en su intento de captu­ rar el peón adversario, deberá pro­ curar no perder su propio peón, que el rey adversario puede atacar por la retaguardia. En estas circunstancias, las ma­ niobras de los reyes adquieren en algunas posiciones un carácter su­ mamente complicado y, a veces, resulta muy difícil hacer cálculos previos. 60

59c. I. Moraviets, 1952. Blan­ cas: R6AD, P2TD; Negras: R7AR, P2TD; ganan blancas. 1. R7C! (pero no R5C?, R6R, ta­ blas). 1... P4T; 2. R6C y ganan 0. .. R6R; 2. RxP2T, R5D; 3. R6C y ganan. Si trasladamos el rey negro a 5CR, lo correcto es 1. R5C (pero no 1. R7C ?, P4T; 2. P4T, R4A, tablas). 59d. Pertenece al tipo de po­ siciones que analizamos el anti­ guo final de Horwitz y Kling (1851). Blancas: R6K, P2R; Ne­ gras: R1R, P2R; las blancas no pueden ganar. 1. P4R, RIA; 2. R7D, P4R!, tablas (55b). Son inú­ tiles todas las tentativas de ga­ nar tiempos: 1. P3R, R1D ; 2. P4R, R1R; 3. P5R, R1D; 4. R7A, R2D (en esta posición habrían ganado las blancas, en caso de jugar el ad­ versario, pero saliendo las blancas no les queda más remedio que ha­ 30

R5C... es evidente que no con­ viene mover el peón 2C, ya que el rey negro, después de capturarlo, tiene tiempo de dominar las po­ siciones clave del peón 2C. (Por regla general, a la parte atacada no le conviene, en estas posicio­ nes, aproximar los peones, ya ue asi facilita la doble misión el atacante, que consiste en ga­ nar el peón del adversario y en defender el suyo.) Sólo queda la

posibilidad de rodear el peón ne­ gro por la retaguardia. 1. ... 2. R6A 3. R7R

R5R R4D

Las negras se encuentran aho­ ra ante un dilema: o bien seguir desplazando al rey blanco, o bien avanzar el peón 2C. 3. ... R3A

60c. Leyk, 1948. Blancas: R8AD, P4AD; Negras: R3AD, P4AD. Las blancas pierden sólo en este caso y siendo ellas mano, por ejemplo: R8D, R3D! ó 1. R8C, R3C!, etc. 81

Si 3.,. P4C, entonces 4. R7D, P5C; 5. R7A, R4A; 6. R7C, P6C; % R6T, R5C; 8. R6C, R5A; 9. R5T y tablas. 4. R6R! Seguir a rajatabla la táctica an­ terior sería funesto para las blan­ cas: 4. R8D?, P4C; 5. R8A, P5C y ganan, ya que en comparación con la variante anterior (véase la dada para la tercera jugada), el rey blanco no dispone de una sa­ lida conveniente que le aproxime al peón (60). 4. 5. 8. 7. 8. 9. 10.

... P3C R5R! R4A R4R R5A R3R P4C R2D R6C RIA R7T P4C! y tablas. Ma. Grigóriev, 1938. La posi­ ción es la misma, pero distinta la situación de los reyes; rey blanco en 3TR y el negro en 7AR. El Multado es tablas, que se consi­ gnen más rápidamente. 6tb. Grigóriev, 1938. Rey blan­ co en 5TR; rey negro en 5AR. En esta posición las blancas no se salvan, ya que su rey, avanzando por una diagonal más alejada del n, llega tarde: 1. R6C, R4R; R7A, R3D; 3. R8R, P4C; 4. R8D, P5C; 5. R8A, R3A!, etc. Las blancas pierden tiempos en la octava fila.

r

Se hacen tablas jugando 1. R2T ?, R7C; 2. R3C, R6A; 3. R4A, en vista de que 3... R5R!; 4. R5A, R4R; 5. P4C (R6C, R4D); 5... R3R; 6. R6C, R4D. El rey blanco, en su aproxima­ ción al peón 2C, debe ir creando barreras para impedir que el rey negro se acerque tanto al peón negro como al blanco. Por eso lo correcto sería: 1. R1C, R7C; 2. R2A, R6A; 3. R3D!, R5A; 4. R4D, R4A; 5. R5D, R3A; 6. R6D, R2A; 7. P4C! (es inútil 7. R7D, R3A y mal 7. R7A?, R3R); 7... R1R; 8. R7A, P4C; 9. R6A y gana. 61a. Blancas: R3TR, P2CR; Ne­ gras : R3TD, P2CR; ganan blan­ cas (jugado por Moraviets en 1952 con el rey negro en 2TD). 1. R4C! (no 1. R4T, R4C; 2. R5C, R4A !; 3. P4C, R3D, y no 1. R3C ?, R4C ; 2. R4A, R3A ! ;'3. R5A, R3D, tablas); 1... R4C; 2. R5A, le si­ gue 2... R3A; 3. R6R ó 2... R4A; 3. R5R ó 2... R; 5. R5A. 2. R6C Si no 3. R6A.

m_>

P4A juega así, seguiría

3. P4T! y tablas (72). R3C; 2, R2R!, R4A; 3. R3R y ganan. En el 74, después de 1... P7R, las blancas tienen tiempo de rea­ lizar la maniobra 2. P7T+, R1T; 3. R7A, P8R = D ; 4. P7C+ y ma­ te en dos jugadas. Si la salida fuese de las blancas, cabe otra maniobra: 1. P7C,. P7R. 2. R6C, FSR=D; 3. P7T++. 75

En el 75 tenemos un ejemplo de «ando la parte más fuerte se ve «ligada a luchar para evitar el •ate, 1. P4C+

RxP

75a, Jacliek. Blancas: R8TR, P2CR, P4TR. Negras: R4TR, P3R. Tablas. 1. R7C, P4R; 2, P4C+, R x PC. 3. R6C ó 2... R xP T ; 3. R6A. 75b. L. Prokesh, 1948. Blancas: R8AR, P4D, P3R. Negras: R5R, P2CD. Tablas. 1. R7R (amenaza de 2. R6R); 1... R4D; 2. R7D!, P4CD; 3. P4R + , etc. Las posiciones que examinamos (es decir, con varios peones pa­ sados) conducen frecuentemente a finales de dama. Si la parte más fuerte, de dos peones ligados, tiene uno solo pa­ sado, son posibles dos clases de estructuras de peones: 1) inmóvil, cuando el peón de la parte débil se encuentra blo­ queado ; 2) móvil, cuando todos 1« peo­ nes pueden moverse. En el primer grupo de finales (con dos peones bloqueados), la parte más fuerte posee un peón pasado y defendido, que limita la movilidad del rey adversario, por lo cual a la ventaja material se une la superioridad de posición. Sin embargo, hasta en este caso son posibles las partidas nulas, sobre todo si los peones se hallan en le® flancos. Examinemos ahora la siguiente distribución de peones: el peón 43

pasado y defendido se ha lia pró­ ximo a] centro, y el peón inmóvil que le apoya está más cerca del extremo del tablero. En estas posi­ ciones, el rey de la parte más fuerte apoya directamente al peón pasado, cosa que, por regla, ase­ gura una rápida victoria. Hay excepciones en casos de peones muy avanzados en los flancos o, por c-1 contrario, en peones que no han sido movidos todavía. Estudiaremos primero las posi­ ciones de flanco, que son las más frecuentes y, por lo tanto, más importantes para la práctica, sin olvidar que las peculiaridades que se originan por la proximidad de 1c» peones al extremo del tablero, desaparecen cuanto más cerca estén de las columnas centrales.

En el 76 las blancas ganan, ocu­ pando con su rey, en determina­ das condiciones, la casilla 5A. Litó negras pueden oponerse sólo temporalmente. 1... R4A; 2. R3D, R4D; 3. R3R, R4R; 4. R3A, R4D. Como es natural, el rey debe permanecer en el cuadrado del peón SC. 5. R4A, R3D; 8. R4R, R3R ; 7. R4D, R3D; 8. R4A, R2A ; 9. R5D! No conviene jugar de golpe 9. R5A por 9... R2C; 10. P6C?, R3T y tablas. Las blancas deben 44

ocupar el escaque 5A, estando el rey negro en 2C. Se comprende que en una posición análoga, pero desplazada a la derecha, el rey ahogado es imposible, y tampoco son necesarias estas maniobras. 9... R3C (ó 9... R2D; 10. P6C, RIA; 11. R6A) ; 10. R6D, R2C, 11. R5A, R2A; 12. P6C+, R2C; 13. R5C y ganan. Por el final de esta solución se deduce que con esta posición si­ tuada en la fila superior (77) es imposible ganar, ya que las últi­ mas jugadas conducen a tablas. En el 76, las maniobras de los reyes pueden resultar algo más complicadas. 76a. Grigóriev, 1930 (la termi­ nación del problema véase en 138). Blancas: R6R, P5CR, P4TR. Ne­ gras : R3CR, P4TR. Ganan blan­ cas. 1. R6D! (no se consigue nada con 1. R5R, R2A!) ; 1... R2A; 2. R7D, RIA (o 2... R2C; 3. R7R. R3C; 4. R6R); 3. R6R, R2C; 4. R5A y ganan. El rey ahogado explicado en las observaciones a la 9 jugada en el ejemplo 76, se consigue con ma­ yor rapidez en algunas posiciones. 76b (ideado por Troitzki), 1930. Blancas: R3AD, P4TD. Negras: R5R, P2TD, P3CD. Tablas. 1. P5T!, P4C; 2. P6T!, R4D; 3. R4C, R3A; 4. R5T, R4A y tablas. Si desplazamos la posición 77 a la columna de la derecha, vere­ mos que las blancas ganan fácil­ mente, sacrificando en el momen­ to oportuno sn peón pasado e In­ vadiendo la zona critica del peón negro. Por ejemplo: !. R5D, RIA ; 2. R6D (ó 2. R6R, R2A; 3. R7R, RIA; 4. P7A); 2... R1D; 3. P7A + , RIA; 4. R6R, R x P ; 5. R7R, etc. Si desplazamos esta posición a la segunda columna de la derecha, se hace posible otra solución m ás: las blancas colocan su rey en 5TD, y en respuesta a R2C, continúan P7T>. Teniendo un peón pasado

>defendido en la fila 6, éste sacril©o es un procedimiento típico e ©prescindible. gu las posiciones de flanco del ¡m 76 las tablas son evidentes, y o mismo ocurre en la posición gpresentaâa en el 78. Pero si la [emplazamos a la columna de la [trecha, ya no serán tablas, pues 78

78

1 rey blanco consigue efectuar el odeo por la izquierda. ¿o mismo ocurre si colocamos lás abajo la posición 79; saliendo ¡s negras, las blancas no pueden ©nar, pues tan pronto como se parte su rey, las negras consi­ gnen capturar el peón blanco y arenar el snyo. Lo mismo ocurre si despláza­ nos la posición 79 a la columna * la derecha. Sin embargo, si la colocamos en a segunda columna de la dereha, las blancas tienen la perseetiva de rodear por la izquierda ' ganar la partida; por ejemplo: ... R6R, 2. R1D, y si 2... R5D, ntonees 3. R2R, y si 2... ROA, megan 3. RIA, etc. Pero también en este caso hay acepciones. Grigóriev enriqueció * teoría de estos finales con nn 80

detalle interesante que subraya la importancia que tiene, además de la estructura de peones, la situa­ ción de los reyes. Con el rey negro en 5D, las blancas, en este ejemplo, habrían ganado, como hemos dicho ya. Pero como el rey negro está en SA, las cosas cambian. Dos factores determinan las po­ sibilidades de la defensa: las ne­ gras deben evitar que el rey blan­ co pase a 2R (con amenaza de pasar a 3R) y que rodee el esca­ que 2T (amenazando R3C); cosa que evitan jugando R5C. Pueden impedir la jugada R2R, tomando la oposición: 1... R6R, pero esta jugada resulta un craso error, ya que 2. RID, R5D (en caso de 2... R6A; 3. RIA1, las negras no llegan a tiempo a 5C); 3. R2R y ganan. Ya que 1... R6R? no sirve, y es imprescindible impedir R2R, no queda más remedio que 1... R6A, y esta jugada es efectivamente sal­ vadora: a 2. RID, signe 2... R6R; 3. RIA, R5D; 4. R1C, R4A; 5. R2T, R5C; pero si 2. RIA, enton­ ces 2... R6R; 3. R2C (3. R1R, R6A); 3... R7D y tablas. La jugada I... RflR? en el 80 es un ejemplo de oposición «per­ judicial». Sin embargo, con otra estructura de peones puede resul­ tar acertado tomar la oposición en vez de jurar con el rey «a distan­ cia de caballo*. Es preciso, natu­ ralmente, obrar siempre de acuer­ do con lo que la situación exige, y en dependencia de ella elegir los medios técnicos de defensa: la oposición o la distancia de ca­ ballo. La posición del ejemplo 89 tie­ ne dos puntos de invasión (dos casillas críticas para las negras): 2R v 3C. El camino más corto en­ tre ellas es: ID, 1A, 1C, 2T. A este camino, formado por casillas negras, le corresponde otro, «el más corto», de las negras, tam­ bién constituido por 4 casillas; 45

6R, 5D, 4A y 5C. Las casillas de los «caminos más cortos» guardan entre sí estricta equivalencia: 1D-6R; 1A-5D, etc. Por eso deci­ mos que es mala jugada i... R6R, porque permite a las blancas con­ seguir la «equivalencia» con 2. R1D; en cambio, es buena 1... R6A!, ya que después de 2. R1D, R6R, la «equivalencia» queda en poder de las negras. (Véase 332.) Ofrece interés la posición 81. La estructura de peones es la misma, 81

pero están situados en la fila in­ mediata superior. En «Finales», de Rabinóvich (1938) esta posición se enjuiciaba como tablas, en vista de la si­ guiente variante: 1. R2D, R5R; 2. R2R, R5A; 3. R2A, R5R; 4. R3C, R6D; 5- P5D, R x P ; 6. P6D, R7C; 7. P7D, P6A; 8. P8D=D, P7A y tablas, pues las negras tie­ nen peón de alfil y el rey blanco está lejos. Euwe, en 1940, señaló que para ganar era preciso jugar 1. RIA, ya que con esta jugada las blancas seguían a la misma distancia de las casillas 2D y 3T, y, en cam­ bio, las negras se veían obligadas a apartarse de una de las casillas conjugadas, la 5R o la 4C (la mis­ ma idea que en el 80), por ejem­ plo: 1... R5R (si no 2. R2D y 3. 46

R3R) ; 2. R2C, etc. Chéron (1952) reiteró la afirmación de Euwe, y otros autores insistieron en que 1. RIA era la única jugada que permitía ganar. Pero en realidad gana cualquier jugada del rey blanco. La más sencilla de todas es: 1. RIA!, pero también son buenas: 1. R1D ó 1. R2D. Por ejemplo: 1. R1D (en el 80 las blancas no tenían esa posibilidad de maniobra por la retaguardia); 1... R5R; 2. R2D o bien 2... R4D; 3. R3R, o bien 2... R5A; 3. R2A; ó 1. R2D, R5R; 2. R1D, R4D; 3. R2R, R5R; 4. R2D, etc. (la misma utilización del triángulo que en el 73). Lo expuesto en los ejemplos desde el 76 hasta el 81 demuestra que cuanto más lejos del extremo del tablero se encuentren los peo­ nes, menos posibilidades tiene de hacer tablas la parte más débil; con peones situados en el centro (en las columnas de la D y del R), estas posibilidades desapa­ recen. Si el peón pasado y defendido está más cerca del extremo y el inmóvil más cerca del centro, el rey de la parte fuerte no presta su apoyo directo al peón pasado y las maniobras de los reyes tie­ nen un carácter completamente distinto. 82

Los ejemplos 82 y 83 muestran rasgos fundamentales de estas laniobras. Las maniobras del rey negro stíra limitadas por el peón paado 4T. no tiene otro recurso que lermanecer en su cuadrado y de>nder, además, las casillas clave él peón propio 4C. Las casillas A. y 5R, 5R y IR forman el límis de la zona crítica de las negras, 1 borde delantero de su línea de efensa. En lee antiguos manuales de jedrez se aconsejaba, en estos asos, «tomar la oposición y «in­ ervarla en cada jugada». Pero en i posición que analizamos, esta egla falla. Saliendo las blancas 1. R3C), tomar la oposición es entajoso, pero es mucho más enciÚo jugar sin pensar en ella. . R3A y 2. R4R, ocupando el esaque clave. Más clara aún es la itnación; si salen las negras: ... R3A? (¡toma de oposición!) ierden, mientras que con 1... t3D! ([renuncia de oposición!) acen tablas. Es un ejemplo elouente de lo perjudicial que es el mpleo mecánico de la oposición i no se ahonda en la esencia de 1 posición. En el ejemplo 82, las negras deen limitarse a defender las casi­ tas de invasión y, siendo mano, meden hacer frente a esta moesta tarea. Grigóiiev señaló, en 1922, que lientras el rey blanco maniobre n la la segunda fila, al rey ne;ro le basta con recorrer las casi­ tas 3D y 3R, pero tan pronto co­ ro el rey blanco salga a la tercera ila, el rey negro debe elegir obliatoriamente la casilla conjugada. l R3R ó R3C, las negras deben ontestar R4R!, y a R3D, R3A R3T, la única respuesta es R4D! *or esta razón, las negras procuarán ocupar lo antes posible la asilla 3D ó 3R, sin pensar en la posición. Ahora se comprende por qué sa­ 33

liendo las negras es preciso jugar 1... R3D! El rey blanco ya está a unto de pasar a la fila tercera; icho con otras palabras, el juego se traslada al «borde delantero» y las respuestas de las negras deben tener la máxima precisión, por ejemplo: 2. R3C, R4R!; 3. R3A, R4DÍ; 4. R4A, R5D!; 5. R5A, R4D!; (claro que no 5... R6A?; 6. P5T), etc. El hecho de que las casillas conjugadas estén en el borde delantero de la defensa coincide plenamente en este caso con el concepto de la oposición, constituyendo así el carácter pe­ culiar de esta posición. En el caso de la errónea jugada de las negras i... R3A, las blancas continúan de forma que las ne­ gras no puedan tomar la oposición inmediata: 2. R3C! (no 2. R3A?, R4D); 2... R4A (si 2... R3D, en­ tonces 3. R4A!, R4D; 4. R5A con la invasión en la zona crítica; en cambio, ahora a 3. R4A ?, le sigue R5D); 3. R4C!, (valiéndose de que 1« casilla 4A es inaccesible a las negras) ; 3... R3A; 4. R4A! (amenazando con 5. R4R); 4... R4D; 5. R5A y ganan. Las blan­ cas han tomado la oposición en una de las filas principales (en este caso son tres: la 5, la 6 y la 7) (véase 15). Damos a continuación cuatro ejemplos de Dedrle, 1925, con la misma distribución de peones, pero con reyes en distinta posi­ ción, que nos muestra la posibili­ dad o imposibilidad de tomar la oposición en la fila principal. 82a. Blancas: R2CR. Negras: R5R. Tablas, independientemente de la salida. (1... R5D!; 2. R2A, R5R!, etc.) 82b. Blancas: R3CR. Negras: R4R. Ganan blancas en el caso de que salgan las negras. 82c. Blancas: R4CR. Negras: R3R. Ganan blancas, independiente­ mente de la salida (¡casilla críti­ ca 4R!). 82d. Blancas: R6CR. Ne47

g ras: R3AD. Ganan blancas, in­ dependientemente de la salida. 1. R5C!, R4A; 2. R4C! La oposi­ ción inmediata (R6C-R3R) daría tablas, y la distante (R6C-R3A) hace perder a las negras por la existencia del escaque 4A. El último ejemplo muestra que si en el 82, después de 1... R3D!; 2. R3T; R4D!, las blancas avan­ zan su re}’ por la columna de la TR, las negras deberán mantener el suyo en la columna de la D, conservando siempre la posibili­ dad de tomar la oposición inme­ diata, por ejemplo: 4. R4T, R5D !; 5. R4C, R5R!; 6. R5T, R4D!; 7. R6T, R3D!; 8. R6C, R3R1, etc. 83

juego se modifican si se las des­ plaza a la columna de la derecha. En la posición 82, donde el peón pasado y defendido no ha llegado a la fila quinta, el resul­ tado del juego, como hemos visto, dependía de la situación de los reyes. Cuando resulta imposible invadir la zona crítica, las tablas son inevitables. M

85

En el 84, después de 1. R2D, R5D; 2. R2R, R5R; 3. R2A, las negras pueden continuar 3... R5A, o bien 3... R6D, capturando el peón 2C.

Si el peón pasado y defendido llega a la fila quinta, es decir, deja atrás la mitad del tablero, una de las casillas clave del peón adversario (en dicho caso 5R) queda fuera del cuadrado en -el cual debe mantenerse el rey negro; esto demuestra que la posición es indefendible para las negras, independientemente de dónde estén las reyes y de quién tenga la salida. Por ejemplo: 1... R4D; 2. R2C, R3A; 3. R3A, R4D; 4. R3R y ganan. Se ve fácilmente que en la- po­ siciones de los diagramas 82 y 83 ni el carácter ni el resultado del 48

Pero en el 85, donde los peones están en la fila inmediata superior, esta posibilidad no existe (las ne­ gras se 'defienden lo mismo que en el 82). Tampoco existe si se desplaza esta posición a la colum­ na de la derecha (85a): 1... R5R; 2. R2R, R5A; 3. R2A, R5R; 4. R3C, R6Ü? (se consiguen tablas jugando 4... R4R!); 5. P5C, R x P ; 6. P6C, R7D; 7. P7C. P6A; 8. P8A = D, P7A; 9. D2C, R8D; 10. R2A y si 10... P8A = D; 11. D2R+ + . Este final resulta posible por hallarse muy cerca el rey blanco. Pero si en el 85a trasladamos los reyes a 3C y 4R, respectiva­ mente (85b), las negras (a dife­ rencia de la posición análoga en el 82), no pierden ni siquiera si son mano. Aprovechando la cir­ cunstancia de tener un peón de alfil, pueden jugar: 1... R5R!; 2. R4C, R4R!; 3. R5C, R5R!; 4. ROA, R6D! y tablas, ya que el

¡y blanco se ha alejado demaado de la casilla 3A. Nos queda por analizar el seiindo grupo de finales con peón isado en el bando más fuerte, j habiendo peones bloqueados i el tablero. Esta estructura mo­ lí, en la cual todos los peones ueden moverse, posee ciertas iculiaridades que fueron este­ ladas en los trabajos de Grigóev.

En el 86, saliendo las blancas i victoria se consigue sencillalente con 1. R2D, luego 2. R3D, te, Pero si la salida es de las egtas, pueden hacer tablas ju»ndo así: 1... R6A!; 2. R1D (o 11C), P6D; 3. P x P , R x P D ! y R x P C ) estando el rey blanco i 1C).

Fracasa el intento de romper (mediatamente la fila de peones láñeos jugando 1... P6D?, ya tut 2, P4A y ganan. Pero si des­ lazamos esta posición a la fila e arriba, veremos que el peón de Ifil ya no posee la salida doble las negras pueden empezar en ez de 1... RSA, con 1... P5D. A i 2. P x P , sigue 2... R5A! y las laucas se encuentran en zugirang; si 3. R2D, entonces 3... ixPD ; y si 3, R2C, entonces .. RxPC y tablas. Si en esta situación (R2A, P4C P4D de las blancas y el rey ne­ to en 5A) saliesen las negras, se «Contrarían con el zugzwang y perderían la partida después de - RxPD (ó 1... R xPC ; 2.

R3D!) ; 2. R3C!, R4D ; 3. R4T, etcétera. 86a. Grigóriev, 1933. Blancas: R5AR, P2D. Negras: R1AR, P2R, P3AR. Tablas. De las observacio­ nes hechas al 86 se deduce que después de 1. R6R!, R1R, las blancas deben avanzar su peón de dama de forma que su jugada P6D coincidan con el rey ne­ gro en ID ó ÍA (pero no en IR). Por eso 2. P3D!, R1D; 3. P4D, R tR ; 4. PSD, R1D; 5. P6D, P x P ; 6. RxPD. Estos cálculos para el avance de un peón o de varios peones son típicos de ciertos finales; para facilitarlos conviene guiarse por el siguiente principio: Estando en IR, el rey negro ocupará las ca­ sillas ID ó 1A coincidiendo con el número impar de jugadas ; por lo tauto, el peón blanco, en su avan­ ce hacia la casilla 6D, deberá ha­ cerlo en un número par de juga­ das. Si saliesen las negras, antes de que el peón empezase su avan­ ce, el rey negro ya estaría en ID o en 1A y volvería a ocupar esas casillas en un número par de ju­ gadas ; por eso las blancas debe­ rán jugar (P2D)4D!, a fin de al­ canzar el escaque 6D en un nú­ mero impar de jugadas. Esta indicación tiene carácter general, pues prevé también los casos de avance de dos peones blancos (números 131, 132 y 133). Pero en el 86a, donde sólo avanza un peón, el cálculo resulta más sencillo: si salen las blancas y el rey negro no está aún en la casilla precisa, hay que colocar el peón en la casilla del mismo color que en dicho momento ocupa el rey adversario. Una vez explicada la idea fun­ damental de los finales analiza­ dos, se comprenderán fácilmente las maniobras de las partes en la posición 87. 1. R1T! 49

Es un camino original para ga­ nar, pero como I. R2C?, P5D; 2. RIA, R6A, lo mismo que 1. R1C ?, R6A!; 2. RIA (2. R2T, RxP2A) ; 2... P5D conduce a tablas. 1. ...

R6A

ó I... PSD; 2. R2C. 2. R1C

R5C

Para completar el 87a, nos que­ da por examinar el caso de cuán­ do los peones están distribuidos en la fila inmediata superior. 87«. Moraviets. Blancas: RID, P5D, P4R. Negras: R2AD, P2AR. Ganan blancas. 1. R2R, R3D; 2. R3A, R4R; 3. R4CÍ, P3A; 4. R5T!, P4A; 5. P6D, R xP D ; 6. P x P y ganan. 88

6 2... PSD; 3. RIA. 3. RIA R6A 3. RID PSD 5. RIA y ganan. 87a, Grigóriev, 1933. Blancas: R2D, F4CD, P3AD. Negras: R4CD, P2D. Ganan las blancas, in­ cluso si salen las negras. Después de 1... R5A, resulta la misma si­ tuación, más o menos, que en el 87, después de la cuarta jugada de las blancas, pero es preciso tener en cuenta la posibilidad de movimiento simple o doble del peón dama 2. RID o RIA (pero no R2A?, pues le seguiría P4D! y tablas). 2... R4C; 3. R2A!, R5A (no se debe permitir que el rey blanco pase a 3D); 4. R2D (recuiriendo al «triángulo», las blan­ cas han ganado tiempos, cediendo la mano al adversario); 4... P3D (si jugasen 4... P4D, ganarían las blancas en seguida; 5, R2A, aho­ ra deben ganar tiempos por seinda vez); 5. RID, R4C; 6. 2A, R5A; 7. R2D, P4D; 8. R2A y ganan. ha posición final del zugzwahg pierde su carácter obligatorio (aqnque sea parcialmente) si hay en el tablero otros peones.

f

87b. Alatórzev, tomado de una partida por correspondencia en 1934-1935. Blancas: R2R, P4TD, P3R, P4AR. Negras: R5R, P4TD, P4D, Salen blancas: 1. R1R! (es la única jugada), y queda recha­ zada la amenaza de PSD. 50

Es muy interesante e instructi­ va la partida de este ejemplo. 1. R2D No se puede jugar 1. P4C ?, ya que 1... P4T. 1. ... 2. R3R

R4A

No basta 2. R2R ?, por 2... R5R y 3... P4T ó 2. R3D? por 2... P4T; 3. R3R, R5C; 4. R4R, R x P3C. 2. ...

P3T

Pierde inmediatamente -2... P4T por 3. R3A, asi como 2... R5C, a causa de 3. R4R. Ahora ya no se puede jugar 3. R2A por 3... P4T. 3. R2A!

R5C

gi 3... R5R, entonces 4. R2C, P4T; 5. R3T, R4A; 6. R4T, R3C; 7. P5A+ y por el peón de alfil, las blancas obtendrían el peón de torre, adueñándose al mismo tiem­ po de las casillas críticas del peón 3C. ¿ Qii é deben hacer ahora las blancas ? La situación es comple­ tamente distinta que en 87 y 87a. Es evidente que obtener la posi­ ción de »rey blanco en 2C, peón negro en 4T, incluso saliendo las negras», no es ventajoso, ya que las negras pueden jugar P5T, valiéndose de que después de P x P, el peón pasa a ser de torre v se hace posible la réplica R x PA. Conviene orientarse a la coro­ nación del peón de alfil, tanto más que el rey blanco, a diferen­ cia de las posiciones 87 y 87a, ma­ niobra al otro lado, del peón pa­ sado. Ya que en el caso 4. R3R, P4T, las blancas quedan en zugzwang, no queda otra solución que jugar: 4. R2R!

P4T

0 4... R4A; 5. R3R, R5C; 6. R4R. Ahora son las negras quienes están en zugzwang. 5. R3R

Rx P

y después de 6. P5A, P5T; 7. P6A, ÍBT» 8. P7A, P7T; 9. P8A=D, F8T *=D, las blancas ganan (véase 3 en «Anexo»): 88a. Leyk. 1939. Blancas: R4CD, P4D, P3R. Negras: R4D, P2AR. Ganan blancas. Lo mismo que en el ejemplo 88, pero en las columnas centrales, donde el jue­ go requiere menos precisión. 1. R3A, P3A (1... R5R ?; 2. R4A y ganan). R2D (a diferencia del 88, aquí es posible también 2. R2A); 2... RSR; 3. R1R (cabe jugar 3. R1D); 3... R4D; 4, R2R, R5R; 5. R2A, P4A ; 6, R2R y ganan.

Aunque la idea del sacrificio del peón pasado por el del adversario se ha explicado en el ejemplo 88 (observaciones a la tercera juga­ da), reproducimos aquí algunos ejemplos para mayor claridad. 89. (Herberg, 1936): I. R3C! (no 1. P3C, por 1... R5C y P2A, 4A, 5A), 1... P4A (si 1... P3A, entonces 2. R3T, P4A; 3. P3C) ; 2. R3A!, RxP4T; 3. R4A y ganan. Al principio, el autor había des­ plazado esta situación a la se­ gunda columna de la izquierda. Como se comprende, en este caso, además de 1. R3R, gana también 1. P3R; por ejemplo: 1... RSR; 2. RIR (o R1D); 2... R4A; 3. R2R, R5R; 4. R2D, etc. 89a. Ebersz, 1942. 1. P4T, R5C; 2. R3D, R4T!; 3. R3A!, RxP4T; 4. R4A, R4T; 5. R x P , y ganan. Hasta ahora hemos estudiado las posiciones de dos peones li­ gados contra uno, teniendo la par­ te fuerte un peón pasado. Pasemos a los casos en que no hay peón pasado. También aquí caben dos clases de estructuras de peones: 1) inmóvil, con dos peones blo­ queados, y 2) móvil. Los finales con peones bloquea­ dos y sin peón pasado son, como SI

es natural, menos favorables para la parte más fuerte. Se ganan, de ordinario, independientemente de la salida, si uno de los peones li­ gados llega a la fila 6, o, dicho de otro modo, si el peón adversario se halla todavía en su casilla ini­ cial. En los restantes casos, el resultado del juego se determina por la posición de los reyes y la salida. En las posiciones de flan­ co, las maniobras suelen tener el mismo carácter que en situacio­ nes del tipo 82. Pero si los peones se encuentran en las columnas del alfil de dama o alfil de rey, el carácter de las maniobras cambia, debido a la existencia de puntos de invasión en ambos flancos. Examinemos, primero, las po­ siciones en que un peón rezagado (que se defiende) de la parte fuerte se encuentra cerca de las columnas centrales. En este caso, el rey propio aún está en condi­ ciones ae prestarle cierto apoyo.

En el 90 el peón negro sigue en su casilla inicial y las blancas ga­ nan, salga quien salga. Por ejem­ plo: 1... RIA (si 1... R2R, enton­ ces 2. P6A); 2. R6R! (pero no 2. P6A?, R1C y tablas); 2... R1D; 3. R6D, RIA; 4. R7R, R1C; 5. R7D, R1T; 6. P6A!, P x P ; 7. R7A y mate en tres jugadas. Si las blancas tienen la salida, utili­ zan el triángulo a fin de pasar la salida a las negras: 1. R5R, R3A; 2. R4D, R2D; 3. R5D y ganan (pero no 1. P6A + ?, RIA!; 2. R6D, R1C! y tablas). Eos peones de torre suelen dar las excepciones habituales. En la 52

posición 91, veremos que después de 1... RIC (1... R2D?; 2. P6C!) ; 2. R6D, R1T, se hace evidente el resultado nulo de la partida. Desplacemos ahora ambas posi­ ciones a la fila inmediata interior.

En el ejemplo 92 las blancas, a diferencia del 90, no pueden ganar teniendo la salida, por ejemplo : 1. R4R, R3R! (claro que no 1... R4A ?, que permitiría a las blan­ cas la utilización del «triángulo» ; las negras, en este caso, no tienen por qué temer la incursión; 2. P5A). 2. R4A, R3D!; 3. R4R, R3R; 4. R3R, R2R o R2D. Ta­ blas. Conservar la oposición es obligatorio sólo en la «primera lí­ nea» de la zona crítica (lo mismo que en el 82) ; a R4R, las negras responderán con R3R; y a R4D o R4A, con R3D. Si la salida la tienen las negras (ejemplo 92), pierden la partida: 1... R3R; 2. P5A ó 1... R2R; 2. R5R (se puede jugar también 2. P5A); 2... R2D; 3. R5D (domi­ nando las casillas críticas del peón 6C), ó 1... R2A; 2. R5R! Es evidente que en el ejemplo 92 el resultado del juego no cam­ bia si la posición se desplaza ha­ cia abajo. En cambio,, en el 93 (o en una posición más desplazada hacia abajo), lo mismo que en el 91, las tablas son inevitables, salga quien salga: a l... R3D es inútil 2. P5C; si juegan las blancas, a 1. R4D, se puede replicar 1... R3D e inclu­ so 1... R4C (2. R3A, R3A), ya que

para las negras no es peligroso perder la oposición. 93a. El rey negro está en 1AD. (Véase 325.) Saliendo las negras es preciso, a fin de defen­ der las casillas críticas 6C, 6A y 6D, jugar: S... RlD! (2. R5A, R2A ó 2. R5D, R2D). (Véase 94.) Si desplazamos la posición 90 a la derecha, el resultado del juego no varía: las blancas ganan, salga quien salga (saliendo las blancas, además de 1. R5A, resulta posible una jugada más sencilla: i. P6D+ 1). Tampoco varía el resultado de la partida si el ejemplo 92 se des­ plaza a la derecha; ganan blan­ cas, si son mano las negras. Lo interesante de esta posición es que los reyes han salido ya a la »primera línea». Pero si esto no se ha dado aún, el resultado del juego se determina por la situa­ ción de los reyes y sus Correspon­ dientes maniobras, como vemos en los ejemplos siguientes. •i T a b la s.

tespondcrán R3R, con amenaza de R4D. »Si las blancas intentan el rodeo por la izquierda, necesitarán 4 jugadas para llegar a la casilla 5T; por consiguiente, el rey ne­ gro, para llegar a tiempo a 2C, puede estar en la columna del alfil. En eso radica toda la idea de la.defensa de las negras. 1. ...

R2A!

No se debe 1... R2D?, por 2. R4A!, RIR (no se puede hacer otra cosa) ; 3. R4R, RlD; 4. R5A, ó 3... R ÍA ; 5. P5D y ganan. 2. R3A

R2R!

las tablas son evidentes: 3. R4C, R3R!; 4. R4A, R3A!; 5. R3R, R2A (o R2R); 6 R3D, R2R (o R2D).

I.a posición siguiente muestra los grandes recursos que tiene la defensa, donde la parte más fuer­ te tiene incluso tiempos de re­ serva. 94a. Ebersz, 1942. Blancas: R3CR, P3AD. Negras: R3AR, P5AD, P3D. Tablas. Las blancas no de­ ben la n a r su rey de primera in­ tención a la línea avanzada. Si 1. R4A?, entonces 1... P4D; 2. R3A (2. R4C, P5D) ; 2... R4A; 3. R3R, R4R o 1. R4C ?, P4D; 2. R4A, R3R; 3. R3A, R4A; y ganan. A 1. R3A, la solución es 1.. . R4R, v si 1. R2C?, entonces 1.. . R4A; 2. R3A, P4D y ganan. Lo correcto es l. R2A! (en este caso la defensa tiene casualmente forma de oposición); 1... R3R. 2. R2R (tiene gran importancia práctica y de principio el hecho de que, además de esta solución dada por el compositor, cabe tam­ bién 2. R3R); 2... R4A; 3. R3R, R4R; 4. R3A, R4D; 5. R4A (se uede jugar también 5. R3R); 5... 3A (sí 5... R3R, entonces 6. R3R!); 6. R4R, R4A; 7. R3R, P4D (7... R4C; 8. R4D); 8. R2D,

g

ce a nada la tentativa de envolver por la derecha: a R4C, las negras

53

R4C; 9. R2A, R5T; 10. R2C y tablas. ; Qué explicación tiene esta diferencia de resultado (95) en comparación con el 94 ? Como el peón de la parte más débil es central, las negras tienen que defender en el flanco de da­ ma un frente más amplio: tres casillas en lugar de dos. Con el rey blanco en 5C resulta insufi­ ciente la réplica R2A, por R6T; a R5C es preciso responder R2C. Por consiguiente, el rey negro no puede retroceder a la columna del CR, ya que desde allí a la casilla 2C hay 5 jugadas, mientras que el 95

R2R; 6. R3D, R2D(1D) ; 7. R4D, R1D (2D), etc. Analicemos ahora las posicio­ nes en que el peón rezagado (que se defiende) se encuentra próxi­ mo al extremo del tablero. Esta estructura de peones es, en cierto grado, aún menos favorable para la parte más fuerte. Se explica, en lo fundamental, por el hecho de que el rey no esté al lado de su peón rezagado y por eso el avan­ ce, a veces posible, de este últi­ mo, pierde eficacia. En el 96 es imposible sacar el rey negro de su rincón: 1... RIA; 2. R6D, R1C; 3. R7D, R1T; 4. P6T, R1C! y tablas. 96

gadas. Teniendo la salida, las negras pierden: 1... R2R ; 2. R4C!, ó 1... R2C ; 2. R3R!, R2A; 3. R3D ! (para replicar a 3... R3A; 4. R4D, R4C; 5. P5R) ; 3... R2R; 4. R4A. Pero si salen las blancas, la par­ tida resulta nula. Salva a las ne­ gras el conservar la oposición (en las columnas principales del alfil de rey y caballo de dama). 1. R3C, R2C! ; 2. R3T, R3AÎ; 3. R3C, R2C! (pero no 3... R4C?, ya que después de 4. R3A, la casilla 5A es inaccesible para las negras) ; 4. R2A, R3A o RIA; 5. R3R, 54

97

Si desplazamos hacia abajo esta posición en una o varias filas (97) el resultado sigue siendo el mis­ mo: 1... R3RÍ; 2. R4R, R3D!, tablas. (Después de 3. R5A, R4A, ya son las blancas quienes deben procurar tablas.) 97a. Blancas: R5R, P4TD, P5CD. Negras: R2R, P3CD- De­ cide el resultado el tumo de sa­ lida. En esta posición de les re­ yes o más distanciados entre sí, la lucha se lleva por los escaques críticos del peón 6C(3C). Es in­ negable que las posiciones de este tipo, en comparación con el 82, son mucho menos peligrosas para las negras. 97b. Blancas: R4D, P3TD, P5CD. Negras: R3R, P3CD. Ta­ blas. Ni siquiera la reserva de

tiempos de las blancas modifica este resultado. 1. R4A, R3D; 2. R4C, las negras pueden jugar 2... R2D para replicar a 3. P4T con 3 . R2A. Pero también pueden 2 .'. R2A; 3. P4T, R2C, ya que después de 4. R4A, R2A; 5. R5D, R2D, las negras llegan a tiempo de defender las casillas críticas y la reserva de tiempos de las blan­ cas ya está agotada. Pero otro resultado se obtiene en esta posición desplazada a la fila inmediata inferior (98). Esto se debe a que el peón 2 T conserva la opción a la jugada doble.

gulo similar. Pero en respuesta a 3. R2A o a 3. R2C, las negras no pueden utilizar los escaques, de retaguardia 2A ó 2D por la jugada del rey blanco (3A)4D, que les daría la victoria, y tam­ poco disponen del triángulo 3A, 4A y 3D, porque les es inaccesible la casilla 4A. Por consiguiente, no les queda más que el triángulo 3D, 4D y 3A; pero si colocan su rey en 4D (ó 3A), permiten qué el rey blanco ocupe la casilla con­ jugada 3A ó 3C, y por ello pier­ den. En los manuales se dice erró­ neamente que se gana tan sólo jugando 3. R2C y que 3. R2A conduce a tablas. Pero, en reali­ dad, ambas jugadas son equiva­ lentes. 3.

R2A

ó 3. R2C

1. R3A 2. R3C

R4D R3A

Las jugadas de las negras son únicas, ya que no pueden permi­ tir la posición del rey blanco en 4D ni en 6 D, por el peón (2T)3T. Las casillas 33D, 3A y 3C de las blancas son las conjugadas de las negras 4R, 4D y 3A. En esta posición las blancas ga­ nan fácilmente si consiguen pa­ sar la jugada al adversario.. El método habitual para conseguirlo es el «triángulo», es decir, la uti­ lización en este caso de las casi­ llas de retaguardia 2C y 2A. Para conservar el equilibrio, las negras deben hacer lo mismo en un trián­

y las negras se encuentran inde­ fensas, por ejemplo: 3. R2A, R3D (3... R4D; 4. R3A, y si 4... R4R, entonces 5. R3C y 6 . P4T, y si 4 ... R3D, entonces 5. R4D ; a 4... R3A, se puede replicar también 5. R4D y 5. R3C); 4. R2C, R3A; 5. R3C, R3C; 6 . R3A, R3A; 7. R4D, R3D ; 8 . P3T y ganan; lo mismo resul­ ta si se juega 3. R2C, R3D; 4. R2A, R3A (4... R4D; 5. R3A) ; 5. R3C y ganan. La solución propuesta estable­ cía,. con fines metódicos, la equi­ valencia de tres casillas funda­ mentales (la «línea avanzada»). Sabiéndolo se puede acortar en una jugada la solución, utilizando inmediatamente el triángulo: 1 . R2A!, R3D (1... R5D; 2. R3C; 1... R4D; 2. R3A) ; 2. R2C! R4D; 3. R3A, R3A; 4. R3C, etc. Si desplazamos la posición 96 a la columna siguiente o a las posteriores (99), las blancas ga­ nan siempre. 55

99

Saliendo las blancas conviene jugar: !. R5D (no 1. R5A?, R 3b); 1... R1D; 2. R6 R, R1R; 3. P 6 C y ganan. Sin embargo, si desplazamos la posición 99 a la fila inmediata in­ ferior y más abajo aún (el peón negro ya no está en su casilla inicial) resulta imposible ganar, independientemente de la salida.

R4A, R2F ; 3. P5C); 2. RSR, R2R; 3. R5A, R2A (4. R5C, R3R). En la posición siguiente la par­ te débil tiene muchas posibilida­ des de defensa en comparación con el ejemplo 94. 100a. Blancas: R3R, P4CD, P5AD. Negras: R2R, P3AD. En el 94 se consiguen tablas con la única jugada 1... R2A! En cam­ bio, en este caso cualquier prime­ ra jugada de las negras basta pa­ ra hacer tablas. (Sin embargo, cuando el rey negro esté en JAR ó IR y las blancas tengan la sa­ lida, la defensa debe ser muy exacta; su índole se deduce de las variantes más arriba expues­ tas. Si en el ejemplo 98, anterior­ mente analizado, desplazamos la posición a la columna de la dere­ cha (obteniendo así peones de alfil bloqueados), no se modifica ni el resultado ni el carácter del juego. Grigóriev varió un poco esta posición y enriqueció la teo­ ría con una idea interesante y original. 101

En una posición análoga con peones de alfil bloqueados, pero con un peón en 4D en vez de 4C, las blancas podrían ganar, siem­ pre que saliesen las negras. A l... R3A, seguiría 2. P5D. En este caso la incursión 2 P5C pierde efi­ cacia debido a que 2... P x P ; 3. P 6 A, R3R o 3. R5D, P5C. No se consigue nada con la jugada 1 ... R3A, pues 2. R4A, R3R; 3. R4R, R3A; 4. R4D, R3R; 5. R4A (con la amenaza de 6 . P5C); 5... R2D, etcétera (10 0 ). Si son mauo, las blancas consi­ guen rechazar el rey adversario a la fila siguiente, por serle inac­ cesible la casilla 6 D, pero, no obstante, la partida es nula: 1 . R4D, R2D! (no 1... R2R?; 2. RSR y tampoco. 1... R2A?; 2. 56

Las blancas tienen dos tiempos de reserva, pero, ¿ cómo utilizar­ los? Está muy claro que la agre­ sión directa a las casillas críticas 6 D, 8 A y 6 R no promete la victo­

ria> pues el rey negro recorrería las casillas 3R y 3A (101), redu­ ciéndose la partida al número 10 0 . Triunfa un plan ingenioso. Ma­ niobrando con un objetivo apa­ rente, las blancas colocan su rey en 5 T, provocando la réplica R2C. Después de eso invierten uno de sus tiempos de reserva en la ju­ gada P3C y obligan así a que |l rey negro juegue 2 T, cosa que les permite dominar en el centro el escaque 5R, teniendo otro tiem­ po de reserva. Para llevar este tan a la práctica, las blancas eben superar todavía algunas di­ ficultades tácticas.

R2D; 11. R5R, R2R; 12. P4C y ganan. Si uno de los peones ligados es central, en las posiciones del tipo se gana siempre, independiente­ mente de la salida. Si desplaza­ mos esta posición hacia abajo, la parte más fuerte gana sólo cuando es mano el adversario.

J

1. R2R

R2D

Es inútil 1... R2C;; 2. R3D, R3T por 3. P4C, R4C ; 4. R3A, R3T; 5. R4A!, R2C; 6 . R4D y ganan.

En el 142 (o en la posición de R5A blancas y R2A negras) se gana únicamente en el caso de que salgan las negras. Después de 1... R3C (ó 1... R2R; 2. R5C, R2A; 3. 2. R3D R2R! R5A) el rey negro queda dema­ Es un momento crítico. Si 3. siado lejos de la casilla 2T (6 R4A, sigue 3... R3R y las blancas jugadas), mientras que el rey se encuentran en zugzwang: 4. blanco alcanza el escaque 5T en R4D (4. R4C, R4D); 4.... R3A!; 5 jugadas. El juego es análogo 5. R3A, R4R!; 6 . R4A, R3R! y al 95. Pasemos ahora al estudio de es­ tablas. Pero para las blancas hay tructuras de peones móviles sin otra solución. peón pasado, es decir, de casos en que no hay peones bloqueados. 3, R3A! R3R Cuando los peones están en con­ o 3... R2D; 4. R4C. Ahora son las tacto directo cabe el paso a posi­ negras quienes están en zugzwang. ciones ya examinadas con peones Toda la «sal» de las maniobras tác­ bloqueados. Lo fundamental en esta estruc­ ticas se basa en la decisiva conju­ tura de peones es que uno de los gación de las casillas 4A y 6 R. peones ligados tiene frente a sí peón adversario en la misma co­ 4. R4A! R2D lumna y el otro se halla en la A la 4... R4R, decide la 5. P4C columna vecina; como éste no y la 6 . P5C. tiene enfrente valla alguna, posee La continuación es sencilla: 5. mayor capacidad de avance (es un K4C, R2A; 6 . R5*T, R2C; 7. P3C!, «candidato» a peón pasado o un R2T; 8 . R4C, R2C (ó 8 ... R3T; «semipasado»). Es evidente que 9. R3A y si 9... R4C, sigue 10. la presencia próxima del rey pro­ P4C y si 9... R4T -, 10. R4A, R3T; pio refuerza la importancia del U. P4C) ; 9. R4A, R2A; 10. R4D, peón dotado de mayor movilidad, 57

y resulta más ventajosa para la parte fuerte que si el rey estu­ viese lejos; hemos visto la con­ firmación de ello en una serie de ejemplos con peones bloqueados. Otra cosa que tiene muchísima importancia es la reserva de tiem­ pos que tenga la parte más fuerte al pasar a una posición bloqueada. Ya hemos examinado posiciones con una estructura de peones en los flancos y centrales. Ahora nos conviene seguir un orden inverso, ya que las estructuras centrales son, relativamente, más sencillas; tienen más importancia práctica las posiciones de flanco que, ade­ más, son más complicadas y »oseen un mayor número de pecuiaridades. Si el peón de la parte débil se encuentra en alguna columna central (de dama o de rey), se puede evitar el mate en contadísimas excepciones. En él caso, por ejemplo, de que el rey adversario se encuentre muy lejos y no pueda prestar el debido apoyo a le® peones ligados. Como regla, la parte más fuerte gana siempre.

Í

103

También gana 1. R4A, R3A: 2. R4C (no 2. P5R+ ?, R2A!, tablas) ; 2... R2C (a 2... R3C? la jugada decisiva es 3. P5R, ya que en el caso 3... R3T las negras no tienen tiempo de defender el flan­ co de dama) ; 3. R5C, R2A ; 4. R6 T, R3A; 5. P5R+ y ganan. Si saliesen las negras, entonces a l... R3A, no se debe contestar 2. R4A? por 2... P4R+ ; 3. P x P + , R3R y tablas. Lo correcto, es 2. R3A ó 2. R3D. Como es natural, en la posición 103 se gana también si se la des­ plaza arriba o abajo. Estando el peón negro en 2R (los peones blancos en 5D y 5R) después de 1. R5A, R2A, se gana también ju­ gando 2. P6 R + . A la parte más fuerte no le con­ viene, sin manifiesta necesidad, aproximar demasiado los peones, para tener más de un tiempo de reserva. Se gana más fácilmente si se economizan tiempos (103). 103a. Fine, 1941. Blancas : R4R, P2D y P2R. Negras: R3R, P2R. Ganan blancas. La tarea inmedia­ ta de las blancas es ocupar con su rey la casilla 6 R. 1. P3R, R3D; 2. R5A, R4D ; 3. P3D, R3D ; 4. P4R, R2D ; S. R5R, R1D ; 6 . R6 R, R1R. Ahora el rey debe ocupar la casilla 7D ó 7A. 7. P5R (ó 7. P4D) ; 104

Lo más sencillo en este caso es 1. R3D (es decir, apoyar el peón que tiene mayor movilidad); 1 ... R3D; 2. R4A, R3A; 3. P5R y ganan (92). 58

,. RIA; 8 . R7D, R2A. Queda .¿r ganar el peón negro; 9. P4D, RIA; 10. P6 R y ganan. En algunas posiciones las ma­ niobras de los reyes son más. com­ plicadas. Este ejemplo es una ilustración manifiesta de un procedimiento típico. 1. R3C, R3A; 2. R4A, P8 R !; ahora 3. P x P ? pierde, ya nue A.. P6 D ; 4. R3A, R4R!; 5. R2A (ó 5. P4R, R5D; 6 . P5R, R6 A y ganan) ; 5... R5R; 6 . RIA, R6A!; 7. R1R, R xP . Es co­ rrecto 3. R3A!, R4R; 4. R2R! y tablas. 7

R3R, R5C; 11. P4D) ; 9. R2D, R4A; 10. R3A y ganan. La posición que damos seguida­ mente es de difícil solución. 108

105

Es muy ilustrativo el ejemplo 105 (Leyk, 1941) ; 1. R2A! (no 1. R2R?, R6 A ; 2. R3R, P4R!) ; 1... R4A; 2. R1D! (es un error jugar 2. R3A ó 2. RIA, por 2... P4R, que permite a las negras tomar la opo­ sición en la columna principal, lo mismo que en el 15; por ejemplo: 2. RIA, P4R; 3. R1D, R3D!; 4. R2D, R2D!; 5. R3A, las blancas han conquistado la fila, pero no la oposición; 5... R2A!, tablas); 2... R5D (2... P4R; 3. R2R!; 2... R5C; 3. R2D!, P4R; 4. R2R!, R6 A; 5. R3R) ; 3. R2D, P3R (3... R4A; 4. R3R) ; 4. R2A, R4A; 5. R1D, R5D; 6 . R2D, R4A; 7. R3R, P4R; 8 . R2R, R5D (8 ... R3D; 9. r 3A; 8 ... R5C; 9. R3A, R6 A ; 10.

No se consigue nada con la ten­ tadora jugada P4R, ya que 1... R7T! (no 1... R7C?; 2. P5R, P3R; 3. R4C y tablas); 2. P5R, P3R; 3. R3A (es vana la tentativa de capturar el peón 7D, pues el rey negro tiene tiempo de ocupar la casilla 5D) ; 3... R6 T ; 4. R4A, R5T; 5. R5A, R6 C y ganan. Tampoco salva a las blancas 1. R5A, porque 1... R7C; 2. R6 C, R6 A ; 3. R7A, P4R (ó 3... 4D) y ganan. La única posibilidad de la de­ fensa consiste en aprovechar la mala posición del rey negro. Para este fin no Sirve 1. R3A?, que deja a las negras la réplica 1 ... R7T. 1. R3C!

P3R

Si 1... R8 C, entonces 2. P4R, R8 A (en caso de 2... P3R; 3. P5R, el rey negro no podrá abandonar la fila primera) ; 3. R3A, R8 D ; 4. R3D, R8 R ; 5. P5R! (no 5. R3R?, P4S! y ganan); 5... R7A (ó 5... P3R; 6 . R3R) ; 6 . P6 R, P3D; 7. R4R, R6 C; 8 . R5A y tablas. 59

2. P4R!

P3D

ó 2... R8 C; 3. P5R y tablas. 3. P5R;

en tablas, independientemente de la salida. Cuando se llega a la posición R4D de las blancas y 10 »

Esta jugada fuerza el resultado nulo. Después de 3... P4D; 4. R3T, el rey negro queda encerrado para siempre y el movimiento del peón de dama resulta inútil. Con un peón de alfil tiene esen­ cial importancia para la paite dé­ bil el hecho de si es central alguno de los peones ligados y en ciertos casos a qué lado de los peones se halla el rey que los apoya y quién es mano. i 07

La posición 1®7 se diferencia de la 103 por el hecho de que el rey, por falta de espacio, no puede irrumpir por la derecha. Sin em­ bargo, se gana jugando 1. R4C, R3C; 2. R3A (no 2. P5A + ?, R2A o R2C y tablas) ; 2... R2A; 3. R3R; R2R; 4. R4D, R3D; 5. P5A y ga­ nan. Saliendo las negras: 1... R3C; 2. R3C!, R2A; 3. R3A, R2R; 4. R3R, R2D; 5. R4D, R3A (5... R3D; 6 . P5A); 6 . R4A, R3D; 7. R5C y ganan. En cambio, en el ejemplo 108, donde las blancas no tienen un peón central, la partida termina 60

pués de P5A, R3A o después de R4A, R3A: las blancas podrían ganar sólo si saliesen las negras (ROA, R5R o R6 R, R4A) en el flanco de dama, pero conseguir esta situación partiendo de la po­ sición del 108 es imposible. Si desplazamos el ejemplo 108 hacia arriba, las blancas ganan: si lo hacemos hacia abajo, sigue siendo tablas, pero si al mismo tiempo situamos ambos reyes en la columna de dama, las blan­ cas ganan sólo si son mano las negras. Si en el 107 desplazamos la po­ sición hacia arriba, la victoria resulta todavía más fácil para las blancas. Pero si lo hacemos hacia abajo en una o dos filas, las ne­ gras adquieren la sorprendente facultad de poder hacer tablas, si bien en el caso de tener la salida. El secreto de la defensa radica en que las negras deben tener siempre la posibilidad de replicar a R4T con R3C, a R2C con R3A, a R3C con R2A. El rey negro debe estar más cerca del centro que el rey blanco. Ahora explica­ remos el porqué de esos consejos.

109

110

211

gana la jugada R3C, R2A, etc., y. eu el 110, R4A.

El ejemplo 109 nos lleva rápida­ mente a la situación repiesentada en el 110. 1... R4C1 (sí 1... R3C, entonces 2. R4T y las blancas quedan victoriosas; como tampoco se puede admitir 3. RóT, las ne­ gras se ven obligadas a jugar 2 ... R3T, pero entonces las blancas colocan su rey en 3D, consiguen la situación R3D, R5D y ganan mediante P3A, P4A, lo mismo que en el 107. Para defenderse, las negras deberán responder a R3D con R4A!) ; 2. R2C (2. R3C, P5A+ ; 2. R2T, R3C) ; 2... R3A!; 3. R3C y hemos llegado al pro­ blema de Dedrle (110). La solución del 110 la damos desde el principio: 1... R2A! {con­ servando la posibilidad de repli­ car a 2. R4T con R3C, y a 2. R2C ó 2. R4A con R3A) ; 2. R2A, R3R, 3. R2R, R4D(3D); 4. R3D (4. R2D, R3D! o R3A!) ; 4... R4A!; 5. R3A (5. P4R, R3D!); 5... R4D ; 6 , R4C, P5A! (y en eso reside todo el secreto: si 7. P x P, entonces 7... R3R; si las blancas no toman el peón, quedará bastante cerca de la fila de promoción, cosa que no existía en el ejemplo 107); 7 . P4R+, R5D; 8 . R3C, R6 R ; 9. f5R, R x P3A; 10. P6 R, R7C; 11- P7R P 6 A ; 12. P8 R=D, P7A y tablas. Saliendo las blancas en el 109

Las tablas se consiguen jugan­ do l... R5C!; 2. R1C, P 6 A S Des­ pués de 3. P3R, R4A; 4. RIA (4. R2T, R5C; 4. R1T, R4C); 4... R5R (y se reproduce el problema de Grigóriev, número 80) ; 5. R1R, R6 D; 6 . R1D, R6 A; 7. RIA, R6 D y tablas. Saliendo las blancas se gana ju­ gando: 1 . R2C(1C), etc. Si en el 11! cambiamos la posi­ ción de los reyes, situándolos en 2D y 5D, respectivamente, a las negras no las salva el tener la salida: 1 ... R5A; 2. P4R! y ga­ znan. Illa. Keres, 1943. Blancas: RlTR, P2R y P2AR. Negras : R5CR, P5AR. Ganan blancas : 1. R2T!, R4A; 2. R2C!, R3A; 3. RIA, R4R; 4. R1R, RSD; 5. R2D, R5A ; 6 . P4R!, R5D; 7. P3A, R5A; 8 . R2R, R5D; 9. R2A, R4R; 10. RIA y ganan, lo mismo que en el 81. Teniendo tiempos de reserva es más fácil ganar, pero, a veces, resulta bastante complicado. En el 112 la victoria es sencilla: 1. R4D, R3D; 2. P4C, R3R (2... R3A; 3. R4R) ; 3. R5A; ó 1... R4A; 2. R5D, R5C; 3. R6 R, R x P3C ; 4. PSA. Saliendo las negras, las tablas se hacen evidentes en el acto. 1 ... P4A+ (2. R4D, R3D). Analizando este problema, Berger hizo la sen­ cilla deducción de que si el peón estuviese en 2C (113), sería posi­ 6t

Este procedimiento de ganar conserva su importancia si, por ejemplo, se da la situación R3R de las blancas y R4A de las negras o R4R y R5C, teniendo que jugar las negras. Pero en la posición ini­ cial se gana mucho mas fácilmen­ te (según Grigóriev) jugando: 1 . P5A+ !, R3D; 2. R4A!, etc. (101). En el ejemplo 114 (Lasker-Ward, 1913) : 1. P4C+ condujo a la vic­ toria debido al error del adver­ 112 113 sario. La posición es de tablas (108). Algunos opinan y Berger también nog habla de ello, que se puede ganar jugando 1. R2T y si 1.. . R3T (o R5C), entonces 2. R2C, R3C; 3. R2A, etcétera, lle­ vando el juego al 1 1 2 . Leyk opina que en caso 1. R2T las tablas se hacen evidentes después de 1 ... P4A. Más decidido es el intento 1. R2C, pero con una defensa eficaz no da resultado. Leyk no ha dado explicaciones para esta última variante, y lo hacemos ahora nosotros: 1... R5C! (las de­ más jugadas pierden: 1... P4A; R6 C ); 4... P4A [4... R4T; 5. P3C, 2. R3A; 1... R3C; 2. R2A, R4A P4A; 6 , R2A! y 6 ... R3C; 7. R3R o R2A; 3. R3A, R3R; 4. R4C ó ó 6 ... R5C; 7. R2C, R4T; 8 . R3A, 3.. . R3C; 4. R4R) ; 2. R2T (si 2. R3C; 9. R3R]; 5. R2A! (pero no R2A, entonces 2... R6T; 3. R3A, 5. P3C+ ?, R6 T ; 6 . R2A, R7T!) ; P4A) ; 2... R4A! (ésta es la única 5... R5C; 6 . P3C, R4T (6 ... R6 T ; jugada: 2... R6 A ; 3. R3T; 2... 7. R3A, R7T; 8 . P4C) ; 7. R3A!, R4T; 3. R1C) ; 3. R1C (3. R2C, R5C; 3. R3T, R3C ; 4. R^>, P4A); R3C; 8 . R3R y ganan. (Véase 125 3.. . R3R! Otra vez la única juga­ y 126b, 1936.) da, pero ahora las negras amena­ 114 113 zan 4... P4A y tablas, y en caso de 4. P4C las tablas también son evidentes. En el 115 los peones ligados están condenados, pero las blancas los sacrifican a fin de desplazar en beneficio propio las casillas clave: 1. P6 C!, P x P (si 1... RxP, las blancas tienen tiempo de de­ fender el peón 4A); 2. P5A, P x P ; 3. R1C! v tablas. El problema de Matison tiene la siguiente distribución: Blan­ cas R1TR, P4AR, P4TR. Negras: R3TR, P2AR, P4CR. Después de 1 . P T x P + !, R4T, obtenemos la

ble 3. P3C y se ganaría indepen­ dientemente de la salida. Berger, sin embargo, no ha señalado cómo se gana en el 113 saliendo las blancas. Fine (1941). propuso la siguien­ te solución para el ejemplo 113: 1. R4D, R4A (1... R3D; 2. P4C); 2. R3R, R5C (2... R3R; 3. R4R) ; 3. R4R, R5T! (no 3... R6 C; 4. R5A); 4. R3A! (no 4. R5A?,

62

posición representada en el 115.

* ü n complemento del 106 es la siguiente enjundiosa posición que parece tomada de una partida ju­ gada en la práctica. 116

2. P3A

R5R

Se intenta la salvación por otro medio. 3. R5C R4R

Los peones ligados están ame­ nazados y tarde o temprano será preciso jugar P3A, para rechazar el ataque de R7A mediante P4C; la réplica P5A no es de temer, ya que después de R4C, al rey blanco le da tiempo de llegar a 4D. Sin embargo, la jugada inmediata de 1. P3A no sirve, ya Opte 1... R6 A !; 2. R4T (2. R2T ?, incluso pierde después de 2 ... P5A); 2... R5A, etc., y tablas. Es evidente que el rey blanco, para evitar que lo «encierren», debe to­ mar parte del juego, acercándose a los peones. 1. R4C!

consiguiente, por ahora, no se de­ be alejar de la fila cuarta. El peón, sin embargo, se debe avanzar.

R6 R

¿ Conviene seguir ahora 2.R5A ? Las negras amenazan ya con 2 ... H7D; a esto le seguirá 3. P3A, R7A_; 4. P4C y aquí es donde se manifiesta el nuevo recurso defen­ sivo de las negras: 4... P5A!, es decir, la amenaza de hacer tablas contra dama, gracias al peón de alfil. Para evitarlo, el rey blanco deberá estar lo suficientemente cerca (casilla 3A !, véase 85 a). Por

Si 3... R6 D, entonces 4. R4A! El «paseíto» siguiente de los reyes. favorece a las blancas; disminuye el peligro para los peones ligados, y fas blancas, en su plan de ata­ que al peón negro por la retaguar­ dia, tendrán que «envolver» al rey negro (colocándose a la distancia de jugada de caballo) ; podrán hacer esta maniobra gracias a los tiempos de reserva de que dispo­ nen P3C o P4A. El juego que si­ gue se comprende, aunque cada variante precisa un cálculo exacto. 4. R6 C 5. R7C!

R3R

Aún es temprano para jugar 5. P3C por 5... R4R; 6 . R7A, P5A! Y se puede seguir: a) 5... R2R; 6 . P4A!, R3R; 7. R8 A, R4R (7... R3A; 8 . P3C); 8 . R7R!, R5D; 9. P3C, R6 A ; 10. R6 D y ganan. b) 5... P5A; 6 . R 6 C (6 . R8 A ?, R3A, tablas); 6 ... R4R; 7. R5C, R5R; 8 . R6 A !, R6 D ; 9. R5R, R7A; 10. R4D, y ganan. c) 5... R4A; 6 . R8 A ! (no se pue­ de jugar de otro modo: 6 . R7A, P5A; 6 . P4A, R5R; 6 . R8 C, R3A!) ; 6 ... P5A (ó 6 ... R3R; 7. P4A, lo mismo que en la variante a) ; 7. R7A!, R4R; 8 . R7R y ga­ nan. Como ven los lectores, se trata de unas maniobras complejas en casi todo el tablero. 117 se parece al 90, pero es aún más favorable oara las blancas. 1... R2D, además de la réplica 63

II?

US

normal 2. R5D, cabe también 2. F6 A, R1R; 3. P x P , R2A; 4.P8C =D y 5. R6 A. El resultado no cambia si tras­ ladamos la posición hada abajo, a cualquiera de las filas. Las ex­ cepciones que se señalan para el caso de que las negras tuvieran peón de alfil, no cuentan para este ejemplo. Con peones en 2AR, 2CR y 4CR a l... R5D la solución es 2. P4A! Es muy interesante la posición del 118. La salida en este caso, no tiene importancia, ya que las ne­ gras, igual si salen que si res­ ponden, deberán jugar lo mismo; por ejemplo: 1. R5D, R2A (1... R2D?; 2. P6 T). Después de 2 . R6 D, RIA; 3. R6 R se consiguen tablas con 3... R1R!; 4. R5A, R2A! Sería erróneo, por una aparente analogía con el ejemplo 96, meter el rey en la esquina antes de la jugada P6 C, por ejemplo: 3. ... 4. R7R

Si en el 118 colocamos el rey blanco en 4C y el negro en 2* (118a), las negras, moviendo, con­ siguen hacer tablas, mediante I... R1C! Jugando primero las blan­ cas, las negras pierden: 1. R5A, RIÓ (en este caso 1... P3C+ no implica tablas, ya que le sigue 2 . R6 A, P x P ; 3. R7A); 2. R6 C, R1T; 3. R7A! (no 3. P6 T ?, a cau­ sa de 3... RIÓ! y tablas); 3... R2T; 4. P6 T, P3C; 5. R6 A y ganan. En la posición 118b, Fospishíl, 1955, donde las blancas ocupan: R3CR, P5CR y P5TR. Negras: R4R, P2CR, las blancas no pue­ den ganar: 1. R4T, R3R! (no 1... R4A ?, en vista de que 2. P6 C, R3A; 3. R4C y ganan); 2. P6 C, R4A y tablas; o bien: 1. R4C, R3R; 2. P6 C, R3A!; 3. R4A, R2R; 4. R5C, RIA; 5. P6 T, R1C y ta­ blas. Se explica porque después de P6 C las casillas 4Ó y 3A, asi como las de 4T y 4A, están conju­ gadas (debido a la amenaza de P6 T. El conservar la oposición salva a las negras en situaciones seme­ jantes, pero trasladadas a una o valias filas más abajo. II»

R1C ? R2T

No es una solución jugar4... R1T, ya que 5. R7A, R2T; 6 . P0T! (ó P6C+1. 5. R8 A Se puede también 5. R7A, R1T, pero en vez de 6 . P6T?, R2T, se debe jugar 6 . R 6 C!, R1C; 7. P 6 T, R1T (7... P x P ; 8 . R x P ; 8 . P x P + !, R1C; 9. R6T y ganan. 5. ... 6 . P6 T y ganan. 64

R1T

Como las blancas tienen un tiempo de reserva, P5C, las ca­ sillas clave, en este caso, son

SD, 5R y 5A. (Por eso estando el ■ey blanco en 5D y 5R, con el rey legro en la séptima fila, las nerras pierden). La solución para lilas es conservar la oposición en as columnas de rey y de dama: l, R4D, R3D (2. R4A-R4R) ; Si i, R4A, entonces 1... R3A, defen¿endo de la invasión el escaque 5C. Pero, ¿ cómo jugar en respuesa a 2, R3A ? No sirve 2 . . . R3R? a causa de $. R4R ó 2... R2R, por 3. R3R! y a oposición está en manos de las llancas. La única jugada es 2... R2A! En la columna del alfil no ¡s obligatorio mantener la oposi­ ción por la existencia de casillas ¡críticas»; si 3. R3C, se puede aplicar 3-.. R3A, ya que no se consigue nada con 4. R4A, por 4... P4C+. En la co.lumna del alfil, el •ey ne¿ro encuentra refugio cuanlo le amenaza la pérdida de la »posición, por ejemplo: 3. R3R, R4R (ó 2R), 4. R3A, R3A! Una vez aclarado esto, se com­ prenderá fácilmente el juego en el i 19a. En este ejemplo, dicho sea le paso, se manifiesta un nuevo recurso defensivo de la parte más iébil, estando los peones blancos canto en la fila tercera como en la segunda. 119a. Grigóriev, 1938. Blancas: ÍUCD, P3CR, P3TR. Negras: R2CD, P4CR (con cambio de co­ ores) ; tablas saliendos las negras. Debido a la amenaza P4T, las legras deben entrar en el cuádra­ lo del peón de torne, es decir, ir lacia la columna del alfil de da­ ña, pero jueguen como jueguen» a oposición sigue en poder de las llancas. Hay que buscar la salvación en a columna del alfil de rey. 1... R2A, RIA (después de 2. R2A, R3A! la oposición habría pasado a manos ae las negras); 2... R2D; 3. R1D, R2R; 4. R1R (jas blancas siguen sin poder ini:iar la maniobra envolvente; por

ejemplo: 4. R2A, R3R!; 5. R3A, R4R; 6 . R3D, R4D y tablas); 4... R3A (ahora 5. R2A, R4A, nos habría llevado a tablas evidentes, y por eso las blancas inician una peligrosa maniobra envolvente); 5. R2D (al parecer, las negras se encuentran en un callejón sin sa­ lida, todas las jugadas del rey pierden); 5... P5C! He aquí la salvación. Después de 6 . P4T, R3R!, las negras consiguen la po­ sición del 82 (el peón de torre no ha cruzado el centro del tablero) y para hacer tablas basta que el rey negro se pasee por las casillas 3D y 3R, mientras que el rey blan­ co permanece en la segunda fila. La parte más fuerte puede con­ fiar más en la victoria si los peo­ nes no están en contacto inmedia­ to y, sobre todo, si el rey se en­ cuentra delante de los peones ligados. En el 129 no gana 1. P5C ? por 1... P3C. Es curioso que Capablanca, en la primera edición inglesa de «Ajedrez fundamental», afir­ maba (más tarde rectificó) que 1. P5A tampoco gana pqr 1... P3C «29 121

(dejaba el desarrollo de la va­ riante para el lector). En relación con eso presentaba la solución: 1 . R4R, R3R; 2. P5A + , R3A; 3. R4A, etc. Sin embargo, precisa­ mente gana antes 1. P5A; si 1... P3C, sigue 2. P x P , R2R (ó 2... R3R; 3. P5C!, R2R ; 4. R5R, R1R; 5. R6 R, RIA; 6 . R6 A, R1C; 7. P7C, R2T; 8 . P8 C=D + !, sa­ liendo 2... R2R, las negras impul­ san a su adversario a que avance 6S

el peón rezagado: Srematuramente . P5C?, RIA; 4. R5R, R2C; 5.

12«

R5A, RIC; 6 . R6 A, RIA; o R1T y tablas); 3. R5R! y ganan, lo mismo que en la variante arriba indicada. En el 121 todas las jugadas, a excepción de 1. R5T?, conducen al mate, como se deduce de las observaciones para los números 118 y Uto. En los ejemplos 122 y 123 los peones ligados son más débiles por la posición retrasada de su propio rey. »2

12}

negras. La demostración que ha­ cen de la victoria de las blancas siendo mano, carece de solidez y necesita de algunas correcciones. Berger demostraba erróneamen­ te la victoria, jugando las blancas mediante: 1. R3C, R4C; 2. P3T, R4T; 3. R3A, R5T (o antes 3... R4C; 4, R4R, R5T); 4. R4A, con­ tinuando las negras 4... P4C+ ? ó 4... R4T?, con lo cual pierden. Sin embargo, como ha indicado Sacconi en 1924, 4... P3C, asegura el empate. Chéron (1952), teniendo en 122. 1. R2A, R2C ; 2. R3C, P4T; 3. R4T; R3C; 4. F3C! y ahora cuenta el 123, precisó la solución: 1. R3C, R4C; 2. P 4T + !, R4T (ó 4.. . R3T tablas. El 123 tiene gran importancia 2... R4A; 3. R3A, P3C; 4. P3C); 3. R3T, P3C; 4. P3CÍ, P4C; 5. teórica. 1. R2A, R3T (1... R2C; 2. P4C, P4C+ y ganan. Es ■muy instructiva, aunque P5T; 3. P5C; 1... P4C; 2. P3C); 2. R3C, R4C; 3. R3T!, R4A (ó más larga, la solución dada por 3.. . R5A; .4. R4T, R4A; 5. P3C! Sacconi (1924); 1. R3A, R4C (1... y tablas, según Sacconi, 1924, P3C; 2. P4T; 1... P4C; 2. P4C + , véase 124); 4. R4T!, R5A; 5. reduciendo el juego al 98, pero es más sencillo, naturalmente, 2 . P4C!, P x P y tablas. Esta posición, objeto de nume­ R3C y 3. P4T); 2. R4R, R5C; 3. rosas discusiones en el pasado, R5R, R4C; 4. R6 R, R3C; 5. R7R, lúe solucionada correctamente a R2T; 6 . R7A, R3T; 7. P4C, R2T los ochenta años de haber sido (7... R4C; 8 . P3T, R3T; 9. P4T); publicada. • 8 . P5C, R1T; 9. R6 C y ganan. En contra de la opinión de Lasa (Véanse las observaciones al 86 a; (que la propuso en 1843), Berger en este caso, después de 9... RIC, (1922) y Fine (1941), las blancas el rey pasa a la casilla que le con­ no pueden ganar siendo mano las viene para jugar, 4T-3T, y por ello 66

-i neón debe pasar a un escaque je otro color: 10. P4T!) Más complicado es el juego sa­ liendo las negras. La variante principal de la solución que damos gils abajo se ha hecho partiendo je o» análisis de Grigoriev que no ha sido publicado*. 1.

...

R5A!

Después de esa jugada el rey blanco no consigue ponerse de­ lante de los peones. 2. R2R Si 2. P3C + , para hacer tablas basta cualquier jugada del rey en casilla blanca, por ejemplo: 2 ... R4A; 3. R3A, R4C, lo mismo que en la variante principal ó 3. P4T, P4C; 4: P5T, P5C ó 3. P3T, P4C ; 4. R3R, R4R (también 4... P5C); 5. P4T, R4R y lo mismo que 119) y tablas. Lo, más sencillo de todo es la réplica 3... R5C! 2. ... 3. P3C

R5R! R4A!

Berger y Fine continúan 3... P4C?, que pierde en seguida por 4. P3T. También pierde 3... P3C ya que 4. P4T, R4R (4... R4A, 5. R3A, P4C ; 6 . P4C+ 6 5... R4R ; 6 . R4C y 7. P5T); 5. R3R, P4C; 6 . P5T, R4A (6 ... P5C; 7. P6 T) ; 7. P4C+, R4R; 8 . R3D (esto es más sencillo que 8 . R3A, R3A). 4. R3A G r ig ó r ie v h a b ía a n o ta d o e s ta v a r ia n ­ te , s in c o m e n ta r io s , e n la s m á r g e n e s d e l lib r o d e B e r g e r ( p a r a r e f u ta r las d e d u c c io n e s d e e s te ú l t i m o ) q u e m e p e r te n e c ía a m í. C h é r o n h a b ía s e ñ a ­ lado ta m b ié n la d e c is ió n c o r r e c ta (1 9 5 2 ), c ita n d o a S a c c o n i; p e r o e l a n á lis is dado p o r S a c c o n i e s e r r ó n e o a p a r tir d e la s e x ta ju g a d a y lle g a a la e q u iv o ­ cada c o n c lu s ió n d e q u e g a n a n la s b la n c a s.

Es evidentemente débil 4. P4T, R5C; 5. R2A, por 5... P4C y la continuación P3T nos conduce, con cambio de jugadas y pérdida de tiempo, a la variante principal después de 4... R5R o R3R (no 4.. . P4C ?; 5. R3D! y no 4... P3C ?; 5. R3R!); 5. R2A (ó 5. P4T, R4A ; 6 . R3A, P5C!; 7. P4C + , R3AI, 119) ; 5... R4A; 6 . R3R (6 . R3A, P4C!) ; 6 ... R4R; 7. R3A, R4A; 8 . P4C+, R4C! 4. ...

R4C!

Pero no 4... P3C?; 5. P4T y no 4.. . P4C ? ; 5. P4C+ (98). 5. P3T Si 5. P4T+, juega 5... R4T; 6 . R4A, P3C, lo mismo que en el 123 y a 5. P4C sigue 5... R5T y tablas. 5. ...

R4A!

Chéron continúa 6 . P4T, P3C! (Sacconi analiza tan sólo 6 ... R3C ? y 6 ... P4C ?) ; 7. P4C + , R3A! y tablas (119). A este mis­ mo final nos lleva 6 . P4C+, R4C ; 7. R3C, P3C !; 8 . P4T + , R3A ! El análisis hecho por Grigóriev pone a las negras ante una nueva prueba. 6.

R3R

R4R

7. R3D

R4D!

¿ Cómo se interpreta este signo de admiración, puesto por Grigó­ riev sin aclaración alguna? Se comprende que a 7... P4C, ana 8 . R3R; pero si las negras ejan en reserva un tiempo, ju­ gando 7... P3C, las blancas consi­ guen lo mismo con la réplica sutil y nada fácil de 8 . R2R!!, siguien­ do luego asi: 8 ... R5R; 9. P4T; 8 ... R4A; 9. R3R; 8 ... R3R o R3A ; 9. R3A y ganan.

S

67

8.

P4T 9. R3R 10. R3A 11. P4C+

R4R R4A P3C! R3A!

y tablas, como en el ejemplo 119. ¿os 125 y 126 nos ofrecen un ejemplo de maniobra complicada. 129

R4T (había la amenaza de 9. P3C) ; 9. R5R! y tablas. No cambia nada si las negras, después de 1. R5D, juegan con mayor reserva, procurando con sus maniobras desplazar al rey blanco de las casillas conjugadas ; por ejemplo: 1.. . R4C (1... R3T; 2. R6 R, P4A; 3. P3C! ó 2... R2C; 3. P4C!; 4... P4A; 2. R6 R, P5A; 3. R6 A, P4C; 4. R5R!) ; 2. R6 R, P4A; 3. R7A, P5A; 4. R6 R!, R5C ; 5. R6 A, R4T; 6 . R6 R! (no 6 . R5R ?, P4C!); 6 ... R5C; 7. R6 A, P4C; 8 . R6C!, R5T; 9. R5A! y t a W íi* »

1.. . R4C; 2. R 6 R, P4A; 3. R7A, R4T; 4. R6 A, R3T; 5. R6 R!, R4C; 6 . R5R, R5C; 7. R6 A, R4T (7... P4C; 8 . R5R); 8 . P3C! y tablas. Si 1. R5D, R5C; 2. R6 R !, R4C, entonces 3. P3C! 3... P4A; 4. R7A!, R4T; 5. R6 A!, R3T; 6 . R6 R! y tablas. Es preciso darse clara cuenta de que si las negras, en el ejemplo Salva a las blancas el ataque a 125, no pueden ganar, se debe los peones ligados por el flanco y únicamente a que no disponen de la retaguardia (125). una columna más para poder 1. R5D, R5C; 2. R6 R!, P4A; maniobrar libremente (a la dere­ 3. R 6 A, P4C; 4. R5R!, P5A. cha de la columna de torre). Una Las negras han avanzado al má­ explicación de ello lo tenemos en ximo sus peones, pero la continua­ los ejemplos 125a y 125b. ción no se presenta fácil: no pue­ den capturar el peón 2C sin perder 125a. Spielmann-Rubinstein. San los suyos, ni cambiar el peón 5A Petersburgo, 1909. Blancas: R 6 por el 2C sin perder el 4C. CR, P2AR. Negras: R4R, P3AR, P5CR. En esta posición las blan­ 5. R6 A!, R5T; 6 . R5A! cas abandonaron. Rabinovich dio, en 1938, la siguiente variante: 1. Esta posición de los reyes es R6 T!, P4A; 2. R5T!, R5D!! (es­ muy interesante: el que la ha con­ ta es una jugada que las negras, seguido con su jugada, coloca al en el ejemplo 125, no han teni­ adversario en posición de zug- do); 3. R4T (ó 3. R5C, R 5R !); zwang. 3... R 6 D! 4. R3C o R5C, R5R y ganan. 6 ... R4T; 7. R5R! 125b. Halberstadt, 1936. Blan­ Otra vez jugada única. Si 7. cas: R7CR, P5AD, P3D. Negras: R4R? entonces 7... R5C y 8 ... R6 CD, P2D. Ganan blancas: 1. P6 A. En cambio, ahora a 8 ... R5C, R6 A, R5G (1... R6 A; 2. R7R, seguirá 8 . R4R. 7... R3C; 8 . R4R!, R5D; 3. R6 D ); 2. P4D, R4C (2... 68

USA; 3. R5R!) ; 3. RSA! (no 3. » 5 R ? ó 3. R7R ? por 3... R3A ; 4 R4R, P3D ó 4. R6 A, R4D !) ; A.. R5C ; 4. R4R !, R5A (4... R4C ; g. R5D) ; 5. R5R y ganan. 128

127

No 4. R3C ?, por 4... R5R; 5. P3A + , R6 R (R4R) y tablas. 4. ...

R5D

Si 4... R5R, entonces 5. R3C, R4R (ó 6 . P4A) ; 6 . R3A, R5D; 7. R2R, R5R; 8 . P3A + , R5D; 9. R2D, R4D; 10. R3D y ganan. En cambio, ahora nada consi­ guen las blancas con 5. R3A, R6 D, ni 5. R3C, R5R, ni tampoco con 5. R3T, R4R; 6 . R3C, R5R. 5. RIA!

R4R

A 5... R6 D, seguirá 6 . P4AR 6.

R2R

R5R

Si 6 ... R5A o R5D, entonces 7. P3A. En el 126 no se consigue nada jugando 1. P4A ó 1. P3A después de 1... R7A. (Esto se deduce cla­ ramente del ejemplo 125). Para ganar, las blancas tienen que re­ currir al distaneiamiento del rey negro. 1. R2C!

R7R

De ninguna manera se debe permitir que el rey negro pase a 3R. por ejemplo: 2. P4A?, R6 R; 3. R3T, P3C ! 6 2. P3A ?, R6 R ; 3. P4C, P3C ! ; 4. R3C, P4C y tablas. 2. P4C ! 3. R3A !

R6 D

Otras jugadas conducen a ta­ blas; por ejemplo; 3. R3T, R5R; 4. R3C, P4C o 3. P4A, R5R; 4. R3C, P3C ! ; ó 3. R3C, R5R!; 4. P3A+, R4R; 5. P4A+, R5R; 6. P5C (si 6 . P5A, entonces 6 ... R4R ; 7. R4T, R5R !) ; 6 ... R4A ; 7. R3A, R3R, etc. 3. ... 4. R2C

P4C

7. P3A+y ganan. ¡ Una obra de arte analítica! Ingenioso es el ejemplo 127. I. P3C! (es preciso prevenir la amenaza del P5C, pero para eso no sirve 1. P4C?, ya que 1... R3T! v tablas); 1... R4T (1... R3T; 2. P4C!, R3C; 3. R8 C y ganan); 2. R8 C ! (no 2. P4C+ ?, R3T, y no 2. R7C ?, P5C; 3. P4A y tablas); 2... P5C (6 2... R3C; 3. P4C); 3. P4A, R3C; 4. R8 A, R3A; 5. R8 D, R3D; 6 . R8 R, R3R; 7. R8 A, R3A; 8 . R8 C, R3C; 9. R8 T, R3A (9... R3T; 10. P5A); 10. R7T, R2A; 11. R6 T, R3A; 12. R5T, R4A; 13. R4T, R5A; 14. R3T, R4A (14... R6 A; 15. P5A) ; 15. R3C, R4C; 16. R3A, R4A; 17. R3R, R4R; 18. R3D y ganan. El itinerario del rey es de lo más cu­ rioso, habiendo suscitado no pocas imitaciones. Si la parte débil tiene un peón de torre, el número de partidas con resultado nulo aumenta con­ siderablemente. Estos finales sue­ len darse con frecuencia en la práctica y merecen por ello nna atención particular.

En el 128 no tiene importancia si está el negro en 2A o en 2C. Siendo mano, las negras juegan 1... P3T; 2. P6 C + , R2C (77), pero pueden seguir también 1 . .. R2 C ; 2. R6 R, R1T; 3. R7A, P3T ó 2... R1C; 3. R6 A, R1T; 4. P6 C, R1C! y tablas. Saliendo las blancas, la jugada 1. P6 T nos lleva al 91. 128



la oposición. Si son mano las ne­ gras, se consiguen tablas jugando 1 ... R3C! En el ejemplo 129b se consigue nar mediante 1. RIA! Saliendo > negras, se consiguen tablas jugandq 1... R3C ó R3R. El resultado de la partida no varía si trasladamos la posición 129 a la fila inferior. Pero si la desplazamos dos filas más abajo (130), el resultado volverá a ser nulo, independientemente de la salida; por ejemplo: 1... R5R (no 1... P 6 T ? ; 2. P3C + , R5C; 3. R3R, R4C; 4. R4D! y ganan); 2. R2R, R5A; 3. R3D, P6 T !; 4. P3C + , R6 A.

S

En el 129 no salva a las negras la 1... P4T (76), ni 1... R3R; 2. R4R, R3A; 3. R5D, R3C; 4. R5R, R2C; 5. R5A, R2A; 6 . P5T y ga­ nan. Siendo mano las blancas, 1. P5T nos lleva a tablas (93). 129a

129b

Si los reyes no están aún todo lo cerca posible, como ocurre en el 129, las maniobras se efectúan a base de la oposición corriente (véase 324). En el 129a, al ocupar el rey blanco la columna del alfil, las negras se salvan tomando en ella 70

Así pues, en las posiciones es­ tudiadas (128-130), las tablas son inevitables si el peón negro o los peones blancos no se han movido.; en las situaciones intermedias, el resultado depende del dominio de la oposición. Con otra distribución de los re­ yes, el resultado del juego puede ser distinto. Por ejemplo, sí en el 130 el rey negro está en 5C, las blancas ganan si son mano. El ejemplo 131 reproduce una situación curiosa. Si salen blan­ cas, con 1. P6 C, la partida acaba en tablas; pero si juegan las ne­ gras, después de 1... R1T, gana 2. P6C. Se trata de una posición de zugzwang en la cual a ningu­ na de las partes les conviene ser mano. La misma posición existe estando el rey negro en IT y el peón blanco en 4C en vez de 5C. Resulta que cuando los peones ligados están en escaque de dife­ rente color, también los reyes de-

fcen ocupar casillas de color difeTinte; y si los peones ligados ocupan casillas del mismo color, también los reyes deben ocupar casillas del mismo color. Esta ob­ servación, hecha por Bird en 1936, facilita los cálculos previos. ¿n el ejemplo 132 el resultado es nulo, independientemente de la salida. Los peones ligados es­ tán en casillas del mismo color; por eso se hacen tablas jugando 132

133

134

139

movido previamente su peón 2C, pero si lo hacen perderán toda su ventaja y harán tablas, lo mismo que en el 132. A 1. R5A, consigue tablas cualquier jugada de rey, menos 1... R3T?, por 2. R4C, R2C; 3. R5C y les toca jugar a las negras. En el 135, uno de los peones está demasiado avanzado y las blancas no tienen tiempos de re­ serva. Si 1. R5T, viene 1... P3T! y tablas. La posición 136 resultó en la partida Marshall-Schlechter, 1911. 136

1.. . R1C!; 2. R6 T, RIT ! Si 1. F4T, se debe jugar 1... RIT (1A) ! ; 2. R6T; R1C ! Dominando libremente los esca­ ques 1C y IT, las negras no pue­ den perder, por muchas maniobras que hagan las blancas. En cambio, en el ejemplo 133, donde el peón 2C no se ha mo­ vido aún, las blancas pueden siempre inclinar el platillo de la balanza a su favor : les conviene empezar : 1 . P4C ! (el mismo co­ lor) ; si son mano las negras, a 1.. . R1C, seguirá 2 . P3C ! (color diferente. Esta «regla del color» permite enjuiciar rápidamente la posición. Las posiciones de los ejemplos 134 y 135 son una excepción del 133; en ellas las blancas no pue­ den ganar, a pesar de no haber movido todavía un peón. En el 134, ¡as blancas no pue­ den colocar su rey en 6T sin haber

137

Se ve fácilmente que en caso de 1.. . R5C; 2. R2A, R6 T ; 3. R1C, a las blancas no les da tiempo de ocupar con el rey la casilla con­ jugada (por el color) IT y pier­ den. Pero en vez de eso se jugó 1.. . R5R ? ; 2. R2A, R6 D (el rodeo es inútil en este caso) ; 3. R3A, P4C; 4. R2A, R5R; 5. R2R, R5A; 6 . R2A (véase 137); 6 ... R5C; 7. R2C, P5T; 8 . P3T+ y tablas. Saliendo las negras, en el 137, como hemos visto ya, no pueden ganar, pero tampoco ganan las blancas en el caso de ser mano: 1 . R2C, R5C; 2. R1T (se puede 2. R2A ó 2. RIA) ; 2... R6 A (2... R6T ; 3. R1C, 132); 3. R1C, P5C íó 3... P5T) ; 4. RIA! (4. R1T ?, R7A ; 5. P3T, P6 C ó 5. P4T, R6 C) ; 4.. . P5T; 5. R1C (ó 5. P3T) ; 5... P6 C ; 6 . P x P ó 6 . P3T y tablas. Así pues, a la parte más tuerte 71

no le ayuda siquiera que el rey esté delante de los peones. Los ejemplos que damos a con­ tinuación ilustran ampliamente las maniobras de los reyes en las diversas peculiaridades de la po­ sición. En el ejemplo 138, muy impor­ tante desde el punto de vísta teó­ rico, las blancas consiguen el triunfo, pero sólo si son mano (véase también el 357a). Ante todo se debe procurar que el rey negro no pase a 6C antes de tiempo; por ejemplo: 1. P4C?, R3C; 2. R3C, P4T; ó 1 . R4C?, R3C; 2. R4A. R3A ; 3. P4C, R3C ; 4. P4T, R3A y tablas.

4. R3A!!

R4A

O 4... R4T; 5. R4A (ahora son las negras quienes están en zug­ zwang) ; 5... R3C; 6 . R5R!, R4T; 7. R6 A ! y ganan. No sirve de nada 4.. . P4T ó 4... P3A, por 5. R4R ó' 4.. . R2A, debido a 5. P4C ?, R2R; 6 . R3R, R2A; 7. R4D ó 4... R2C en vista de 5. R4A ( (no 5. P4C ?, R2A! y no 5 R4R ?, R3A!) ; 5. . R3A; 6 . P4C, R3R; 7. R4R. 5. P4C+ 6 . R3R

R4R

y las blancas ganan, por ejemplo: . R4D; 7. R4A, R3R; 8 . R4R, R3A; 9. R5D, R2R; 10. R5R, 138 139 R2A; 11. R5A, R2C; 12. R6 R. Al llegar aquí, Grigóriev, en su deseo de llevar el problema a una posición teóricamente interesante, con las máximas dificultades para las blancas, cometió una inexacti­ tud: ¡2... R3C (con el propósito de 13. R7R, P4T), sin darse cuen­ ta de la réplica 13. P5T+ (13... R4C; 14. R7A). Sin embargo, la posición que aspiraba se consigue con un sencillo cambio de juga­ das: 12... P4T!; 13. P5C, R3C. Ahora las jugadas 14. R7R, R2C ó 14. R5R, R2A!; 15. R5A, R2C; 16. R6 R!, R3C no conducen más que a una pérdida de tiempo. Lo correcto es 14. R6 D!, ya que las 1. R5T! R2C jugadas precisas para conservar 2. P4T! R2T la oposición 14... R3A o R3T son imposibles. (Véase 76a). Lasblancas han terminado su preparación. El análisis hecho por Grigóriev precisa ciertas observaciones com­ plementarias. Las negras no pier­ 3. R4CS R3C den porque su peón esté debilitado Al parecer, gana ahora 4. R4A, por el avance a 3T, como puede R3A; 5. P4C, igual que en el 129; parecer a primera vista. La cansa pero a 4. R4A?, sigue 4... R4T! radica en la desafortunada posi­ y ya no se puede 5. R5A, por con­ ción del rey en 2T. Si el rey estu­ ducir a rey ahogado, y si 5. R3A, viese en 2C habrían sido tablas. entonces 5... R3C; 6 . R4R, R3A; Por ejemplo: 1. R5T, R2T; 2. 7. P4C, R3R, y tablas. La situa­ P4T, R2C; 3. R4C, R3A! (en eso ción de zugzwang que se origina estriba todo: 3... R3C ? pierde, ya después de 4... R4T!, condiciona que 4. R3A!). Ahora a 4. R3A el juego siguiente: sigue 4... R3C! y si 4. R4A 72

6 ..

ge puede jugar 4... R3R y 4... P4T. De esta manera, las negras, en el ejemplo 138, hacen tablas si son mano jugando 1... R2C! La misma idea, pero en distinta posición, inspira el N.° 139.

140

141

1. R5T Claro que no 1. P3T ? ó 1. R3T?, ya qne 1... R5A y no 1. R3C?, por 1 ... R4C; 2. R3A, R5T y se pasa a la posición 133. Para el estudio teórico de estos finales tiene im­ portancia que a 1, R3T, también gana 1... R4C; 2. R3C, P4T!, por ejemplo: 3. R3A, R5T; ó 3. R'3T, P5T; 4. R2C, R5C ó 3. P3T, R4A; 4. R4T (4. R3A, P4C) ; 4... P3C (el mismo zugzwang que en el 138); 5. R3C, R5R, etc. 1. ...

R3A

No gana 1... R5A; 2. R 6 C, R6 A ; 3. R xP , P4T, por la ma­ niobra de rodeo R-6A-5R-4D-3R (58). Véase rodeo en el 143.) 2. P4T!

R2A

A diferencia del 138, es la parte débil quien utiliza las ventajas del zugzwang. Conduce a tablas lo mismo: 2... R2R; 3. R6 C, RIA; 4. P5T, que 2. . R4R; 3. R6 C, R5A ; 4. R x P, P4T ; 5. R6 A !, etc. 3. R4C 6

R3R

3... P3C.; 4. R3A ! 4. R4A

Pero no 4. R5T ?, R3A !; 5. R4C, R4R y ganan. 4. ... 5. R4R y tablas.

P3C.

La posición 140 (Lolli, 1763) suscitaba, al principio, lo mismo que la 124, apreciaciones contra­ dictorias.

Saliendo las negras, las tablas son sencillas: 1... R5A; 2. P3C + (2. P3T, P3T!; 3. P3C + , R4A; 4. R3A, P4T) ; 2... R5C; 3. R2C, P4T; 4. P3T+, R4C!; 5. R3A (5. P4T + , R3C!) ; 5... R4A. Se tardó en hallar una defensa correcta saliendo las blancas: 1 . R3A (1. R3C, R4C; 2. P4T+, R4A ó 2. P3T, P3T!) ; 1... P4T! (Reichhelm, 1873); 2. R3R (2. R3C, R4C; 2. P3T, P5T; 2. P4T, R4R; 3. P3C, R4A) ; 2... R4R; 3. P3C, R4A; 4. P3T, R4R, etc. Las blancas tendrían probabili­ dad de ganar si hubieran conse­ guido ocupar con el rey la casilla 6 T (131) o atacar el peón 2T por la retaguardia. La posición 141 se originó en la 140 en los tiempos en que (por in­ fluencia de Lolli y Walker) se consideraba que las negras no debían mover el peón 2 T_para su mejor defensa. ( 1 . R3A, R4C; 2. R4R, R5C; 3. R5R, R4C). White, con sus análisis, demostró, en 1873, que en esta posición se podía ganar. 1. R6 R

R3C

Chéron observó en 1952, qne si 1... P4T (a 1... R'"', a excepción de 3C. sigue 2. R6 A ; ó 1... P3T; 2. R7A, P4T; 3. P3T, P5T; 4. 73

R7C), entonces 2. R5R! (pero no 2. R7A ?, por 2... P5T! con ame­ naza de (5T)6T; 3. P3T, R4A! y tablas); 2... R5C, 3... P5T; 3. R6 A y 4. P3T+. 2. P3T

R2C

ó 2... P3T (2... P4T; 3. P4T) ; 3. P3C. Si 2... R4C, entonces 3. R7A, R3T (3... P4T; 4. P3C, R4A; 5. P4T, R5C; 6 . R6 C) ; 4. R6 A, R4T; 5. R7C, P3T; 6 . P3C, R4C; 7. P4T+, R4T; 8 . R7T. 3. R5A y las blancas ganan; por ejemplo; 3... R2A; 4. R5C, R2C; 5. P4T, R2A; 6 . R6 T, etc., (133). 142

En este ejemplo las blancas ganan independientemente de la salida. Las jngadas para ganar no son únicas, pero en cada nna de las variantes se requiere, en ciertos momentos, una gran precisión, te­ niendo, además, en cuenta las po­ siciones anteriormente examina­ das (a partir del 128). Teniendo en reserva jugadas de peones (tiem­ pos), a las blancas les conviene dejar, aunque sólo sea un peón, el 2C, por ejemplo, en su sitio (recordando el ejemplo 134) y mo­ verlo únicamente en situaciones 74

francamente victoriosas. Citamos algunas variantes (142). Saliendo las blancas: 1. R4C, R3C; 2. P3T, P3T; 3. P3C, R3A; 4. R4A, R3C; (4... R3R; 5. P4T, R3A; 6 . P4C); 5. R5R (también gana 5. P4C, pero no 5. P4T?, R4T!, 1 » ); 5... R4T; 0. R6 R, R4C; 7. R7A, P4T; 8 . P4T+, R4A; 9. R7C, R5C; 10. R6 C y gahan. Saliendo las negras: 1... R3C; 2. R4C (se puede también: 2. R5R, llevando el juego al 141); 2. R3T; 3. R5A, R4T; 4. R6 A, R3T; 5. P4T (5. R7A, R4C; 6 . R7C ?, P4T! y tablas); 5... R4T; 6 . P3C, R5C (6 ... R3T; 7. R7A) ; 7. R7C, R x P3C; 8 . P5T y las blancas ganan. O 1... P3T, a lo cual gana la jugada 2. P3T y la 2. P4T; por ejemplo: 2. P3T, R3C; 3. P4T!, R4T; 4. P3C (139) ; 2. P4T, R3C (2... R3R; 3. P3C !, R3A; 4. P4C) ; 3. R4CH (véase 139, las observa­ ciones para la primera jugada) ; 3... R3A; 4. P3C, R3C; 5. R3A, etc. (138). El ejemplo 143 viene a ser una síntesis de muchas de las ideas que hemos expuesto antes en si­ tuaciones de mayor libertad de movimientos del rey negro (en comparación con el 142).

1.

R 6D

No 1. R4D ?, R5A y no 1. P3T ?, R5 A; 2. R6 R, R6 C ; 3. R6 A, R xP ; 4. P4T, R6 A (¡rodeo!) y tablas. 1.

...

P3T

ver a estudiar posiciones del tipo 138 y 139 —•las más complica­ das — y examinar los análisis he­ chos hace tiempo y otros más re­ cientes. 144

Es inútil 1...R3A; 2. R7D, R2A, por 3. P3T, RIA; 4. R 6 R 6 3... R3A; R 8 R, P4T; 5. P3C y ganan. Si 1... P4T, no se debe jugar 2. R7R ?, P5T (con amenaza de P6T ) ; 3. -P3T, R4R! y el rey blan­ co queda al margen del juego, sino 2. R5D!, P5T; 3. P3T, R5A; 4. R6 R y ganan. 2. P3T!

R3A !

A 2... P4T sigue 3. R7R, P5T; 4. R7A; si 2... R5A, entonces 3. R6 R, R6 C ; 4. R5A! RxP2C; 5. P4T y ganan (la maniobra envol­ vente 5... R6 A fracasa por culpa del rey blanco en 5A). 3. R7D! No se gana con 3. P3C ?, ya que 3... R4A; 4. R5D, R3A; 5. R4R, R3R (136) ; 6 . P4C, R3A; 7. R4A, R3C; 8 . P4T, R3A. O 4. R7R, R5R; 5. R6 A, R6 A; 6 . P4T, R x P3C; 7. P5T, R5A ! (al rey blanco no le ha dado tiempo de ocupar la casilla 5A). 3. ... 4. P3C

R2A R3A

O 4... P4T; 5. P4T, R3A ; 6 . R6 D !, R4A; 7. R7R! y ganan (142). Las blancas deben ahora evitar la 5. R6 D ?, R4A y tablas (véanse observaciones a la tercera jugada). 5. R8 R ! 6 . R7A 7. R6 C yganan.

R4A R5R

Para poner punto final a esta parte del libro que trata de los peones ligados, nos conviene vol­

En el 144 las negras tienen un tiempo de r e s e r v a P3C. Por ello las blancas deben evitar to­ mar con su rey la oposición en columna, ya que después de P3C q e d a n en zugzwang (la oposición pasa a manos de las ne­ gras). Vemos claramente, por lo tanto, la conjugación de las casi­ llas de las línea avanzada (con las casillas críticas 5R, 5A a donde no se debe permitir que pase el rey negro; véase 7), ne­ gras : R3R ó 3C; blancas, R4A, y también, negras : R3A y blancas : RAR (¡a distancia de caballo!). Sin embargo, a R3A no se pue­ de replicar R4C (por R4R, que les da la victoria). Esta infracción de las reglas de la conjugación se explica por las peculiaridades tácticas propias de dicha estruc­ tura de peones que se ha estudia­ do en el 139 (a R3A se puede replicar R5T, ya que la respuesta R4A, que habría asegurado el éxito en esta posición desplazada a la izquierda, no se da aquí por el peligro de rey ahogado. En esta situación se manifiesta de nuevo 75

la conjugación de los escaques. Negras: R3A. Blancas: R5T y R2A de las negras con R4C de las blancas. Una vez establecidos esos fac­ tores, el juego en el ejemplo 144 se hace muy comprensible: 1 . R3C1 (para a 1... R2A, replicar 2. R4C) ; 1... R2R; 2. R3A!, R3A; 3. R4R! ó 1... R2A; 2. R4C!, R3A (2... R3R; 3. R4A; 2... R3C; 3. R4A, R4T; 4. R3C, 139); 3. R5T y tablas. (Véase 356a.) 145

En este ejemplo las blancas dis­ ponen también de un tiempo de reserva y de antemano se adivina que las negras procurarán colocar su rey a distancia de caballo del rey blanco. La posición de zugzwang recíproco es la siguiente. Blancas: R4A, y negras: R3C (en caso de P4T, seguirá R3A; pero si en vez de mover el peón, el rey retrocede, entonces las negras jue­ gan P4T; y, al revés, si P4T, P5C, y a R3A seguirá P4T. Si el rey blanco está en 4A v las negras en 3R, la posición es también.ae zugzwuang. Así pues, hemos visto la equivalencia de las casillas en la primera línea. En este ejemplo pierde a las negras la circunstancia de que no puedan tomar la oposición en nin­ gún momento antes de la jugada 76

P4T. Se gana así: 1. R2D! Si las negras replican 1 ... R2A, entonces 2. P4T! y quedan las blancas en posición victoriosa, iniciada por la maniobra de rodeo de las blancas, con el propósito de convertir la oposición distante en inmediata. Por ello, el juego se desarrolla del siguiente modo: 1... R2R (ó 1... R2D; 2. R3R!) ; 2. R3D !, R3R ; 3. R4D ! y ganan, ya que a 3... R3D ó 3... R3A, si­ gue 4. P4TI (Véase 355a.). 146

14?

La distribución de los peones en el 146 es análoga al 138. Las blancas disponen de un tiempo de reserva; las negras, de dos. Si se mueve un peón, se origina una posición ya estudiada, cada una con sus peculiaridades, es decir, con su sistema de casillas críticas y conjugadas. Como resulta imposible impedir que el rey negro ocupe las casillas 4A ó 4R, las blancas deberán, en primer lugar, defender sus esca­ ques críticos 4R y 4A. Estando el rey negro en 4A, parece posible conseguirlo mediante R3A o R3R. Sin embargo, no sirve la réplica R3R? o R5A, ya que las negras, mediante P4T, pueden lograr una situación favorable del tipo 144, o mediante P4C la posi­ ción estudiada en el 145, ocupan­ do en ambos casos su rey la pre­

cisa distancia de caballo. Por ello, la defensa eot recta a R4A es tan sólo R3A (toma de oposición) : si P4C, R3C, y si P4T, P4T ó R3R. Las otras casillas conjugadas de la primera línea son: 3R, 4R y 3 C, 4C; por consiguiente, las casi­ llas de la retaguardia próxima, 2A, 3A y 2R, 3R (para las casillas de la retaguardia lejana no es nece­ saria ia oposición). Es evidente que se consiguen tablas jugando: 1. R1R!, R2R; 2. RIA! (se conserva la posibili­ dad de tomar la oposición en 2R ó 2A jugando las negras 3R ó 3A); 2... R3A; 3. B2A, R4C; 4. R3C, R4T; a esta jugada lo más senci­ llo es replicar 5. P 4T !, pero tam­ poco pierde 5. R 2 C (no 5. R2T ?, 138). vSe comprende que en el 146 las tablas son inevitables saliendo las negras (véase 357a). En el 147 las posibilidades de lá$ blancas son mas amplias; pue­ den imponer bien la necesidad de la conjugación «a distancia de ca­ ballo», jugando P4C, bien la toma de oposición con P3C. Pero las ne­ gras pueden neutralizar esta ju­ gada con P4T.

Por eso, a las negras les convie­ ne jugar «a la oposición» con el fin de poder replicar a P4C con la conjugación a distancia de ca­ ballo. Por ejemplo, saliendo las ne­ gras : 1... R2A; 2. RIA, R2R (ma­ niobrando en la retaguardia leja­ na, las negras esperan); 3. R2R, R3R!; 4. R3A, R4A; 5. P3C, P4T ó 5. P4C + , R4C y tablas. Pero si salen las blancas, toman inmediatamente la oposición, obli­ gando a las negras, bien a ser las primeras en mover el peón, bien a ceder el paso al rey blanco o a permitir que las blancas pasen a Un sistema favorable para ellas de casillas conjugadas. 1. R2R! (con las casillas críticas en 4R, 4A y 4C, y la columna principal de alfil, las blancas ini­ cian su maniobra envolvente); 1... R3A; 2. R2A!, R4C; 3. R3R!, R4A; 4, R3A, R4R (4... P4T, 5. P3C; 4... R4C; 5. R4R); 5. R4C, R3A; 6 . R4A! (es inútil 6 . R5T, 138; ahora son las blancas quie­ nes se han apoderado de las ca­ sillas críticas); 6 ... R3C o R3R; 7 P4C y ganan.

2. PEONES AISLADOS

Si no existe la amenaza de que el peón de la parte débil se con­ vierta en dama, dos peones sue­ len ganar fácilmente contra uno, cuando ambos son pasados o cuan­ do están lo suficientemente lejos el uno del otro. En último caso, el rey de la parte débil no puede defender simultáneamente su pro­ pio peón e impedir el avance del peón contrario. Si el cambio de uno de los peones de la parte fuer­ te es inevitable, el desenlace del juego, como es natural, depende de las posibilidades que se des­ prenden del final «rey y peón contra rey». Lo mismo que en la parte an­ terior, las partidas que insertamos

a continuación están sistematiza 148

77

das según tenga o no un peón pa­ sado la parte fuerte. Cuando todos los peones son pa­ sados, el juego no es complicado, si no hay finales de peón corona­ do, y si a la superioridad material no se une posición desventajosa. Esto último puede complicar el juego y producir un resultado inesperado. La cercanía de los peones ne­ gros y la desfavorable situación del rey negro es la causa de que pierdan en el ejemplo 148 (y en el 148a). La base de este problema es el final de «peón contra peón». 1. R4D ! A tablas conduce 1. R xP ?, R6 A ; 2. R5D, R5A, etc. 1. ...

P4A +

Ahora 1... R6 A es insuficiente por 2. P4T!, R5A ; 3. P5T, P4R+ ; 4. R3A. Si 1... P4R + , entonces 2. R x P (no 2. R4R ?, R7R; 3. P4T, P4A; 4. RxP4R, R6 D y tablas) ; 2.. . R 6 R ; 3. P4T (3. R6 D ?, R5D) ; 3.. . R6 D!; P5T!, P4A; 5. P6 T, P5A ; 6 . P7T, P6 A; 7. P 8T=D, P7A ; 8 . D5D + ! y ganan (véase 9e en el Apéndice). 2. R x P R6 C! Es inútil 2... P4R; 3. R5D, R 6 R; 4. R xP , R6 D ; 5. R5D, R6 A ; 6 . R5A. Pero ahora, después de 2... R6 C, no se puede jugar 3. R4D ?, por 3... R5A ; 4. P4T, P4R+ ; 5. R3A, P5R (amenazan­ do 6 ... R4R) ; 6 . P5T, P6 R! ; 7. P6 T, R6 C! y tablas. 3. P4T ! 4. P5T 5. R4D !

P4R P5R

y las blancas ganan (5... R5A; 6 . P6 T, P6 R ; 7. R3D, R6 A ; 8 . P7T, etc.). 148a. Grigóriev, 1928. Blancas : 78

R3R, P3CR. Negras: R7TD, P3AD y P3R. Ganan planeas: 1. R4D!, P4R+ (ó 1... R6 C; 2. P4C, P4R+ ; 3. R3R! y ganan); 2. R3A! y ganan. 148b. Herberg, 1941. Blancas : R3CR, P4R, P7TR. Negras: RlTR, P4TR. Ganan blancas: 1. R4T, R2C; 2. R5C, R x P ; 3. R x P y ganan. Es similar el ejemplo 148 c. Gai, 1942. Blancas: R1CR, P5AD. Ne­ gras: R1R, P5AD, P3AR. Tablas: 1. R2A, R2D; 2. R3R, R3A; 3. R4D, P6 A !; 4. R3D!, R4D; 5. R2A!, R3A; 6 . R3D, P7A; 7. R xP , R x P ; 8 . R3A y tablas. 148d. Guliaiev, 1930. Blancas : R 8TD, P6 TD, P2AD. Negras: RIAD, P2TR. Tablas: 1. P7T, P4T; 2. P3A! ó 1... P3T; 2. P4A! (El problema 74d, de Grigóriev, nos presenta una posición muy parecida, pero con una idea dis­ tinta.) 148e. Sevitov, 1937. Blancas: R8TD, P2TD, P 6 AR. Negras: R1TR, P2TR. Ganan blancas. 1. R7C, P4T; 2. R6 A, R1C; 3. R5D, R2A; 4. P4T y ganan. Cuando la parte más fuerte sólo tiene un peón pasado, la situación de peones suele ser la siguiente: los peones blancos y los negros se encuentran en la misma colum­ na y, con frecuencia, se bloquean mutuamente. Hay también, como es natural, posiciones en donde los peones ocupan columnas vecinas, y en este caso el resultado del juego se determina por la posibilidad y la conveniencia del cambio. La teo­ ría no ha prestado casi ninguna atención a estos finales. Citamos a continuación casi los únicos ejemplos aparecidos en las publicaciones teóricas: Blancas: R3D, P4AD, P4AR. Negras: R3R, P3D. Ganan blan­ cas, independientemente de la sa-

Jida. La tentativa del cambio 1... F4D se impide jugando 2. P5A. Alekhine-Reti, Viena, 1922. Blancas: R4CR, P2TD, P5TR. Negras: R2AR, P5CD. Tablas, saliendo las negras: 1... R2C, si las blancas intentan capturar el peón 5C, el rey negro, después de comer el P5T, llega oportunamen­ te a 1A. (Con peones-en 3T y 4C, en vez de 2T y 5C, las blancas nan, y con peones en 4T y 3C, : blancas, además del movimien­ to hacia el peón 3C, pueden ence­ rrar al rey negro en la esquina 8 T y a P4C replicar P5T, etc.) El último ejemplo nos condu­ ce, por analogía, a casos práctica­ mente importantes con peones de torre bloqueados.

150

S

149

sición «normal» (en la que se in­ cluye también la situación de los reyes en 4A y 3A en el 149 y en 4R y 3R en el 150). El resultado de la partida de­ pende también de lo avanzado que esté el peón bloqueado de la parte fuerte. En el ejemplo 151, después de 1. R5R, etc., el rey negro, como se ve claramente, no logra ocupar la casilla 1 A. Resulta superfluo alargar la partida jugando 1. P6 C + ?, R2C ; conviene 2. R5C! (2. R6 R ? ? in­ cluso pierde); 2... R1C; 3. R6 A, RIA; 4. R6 R, etc. El resultado del juego en esta clase de finales se subordina, se151

En el ejemplo 149 son tablas : 1. R4R, R4C; 2. R5D, R x P ; 3. R5A, R4A; 4. R5C, R3R; 5. R x P, R2D ; 6 . R6 C, RIA. En este ejemplo, donde el rey y el peón pasado están desplazados a la columna de la izquierda, las blancas ganan: 1. R4D, R4A; 2. R5A, R x P ; 3. R5C, R4R; 4. RxP, R3D ; 5. R6 C, R2D ; 6 . R7C (150). Así pues, el resultado del juego depende del lugar donde se en­ cuentre el peón pasado, suponien­ do que los reyes ocupen una po­ 79

gún ha indicado Bird en 1936, a varias reglas generales (como es natural con la estructura arriba señalada). Regla primera. Si el peón blo­ queado de la parte más fuerte ha pasado del centro del tablero, la partida, en general, se gana siempre. Las excepciones son posibles, sobre todo cuando el peón pasado se encuentra en la columna cen­ tral próxima a los peones blo­ queados o cuando esta aún en su casilla inicial. Con un peón bloqueado en 5T. 151a. Blancas: R2AD, P5TD, P2D. Negras: R5AD, P3TD. Ta­ blas, independientemente de la salida. En la posición de R3AD, P5TD, P3D. Negras: R4AD, P3 TD ; tablas jugando las blancas. (Si seguimos desplazando esta posición hacia arriba, se ga­ nará en todos los casca, indepen­ dientemente de la salida.) Con un peón bloqueado en 6T: 151b. Son tablas todos los casos en que el peón pasado está en la columna de dama, a excepción de la posición siguiente: Blancas: R6 AD, P6 TD, P6 D. Negras: RI­ AD, P2TD. Las blancas ganan si son mano las negras. La siguiente posición de tablas R6 D, P6TD y P6 AD, R1D ó 1A, P2TD no corresponde .a la confi­ guración que estudiamos (lo mis­ mo que la posición de tablas R6 AD, P5TD, P6 CD. RIAD, P3TD). Por eso tratamos, en lugar apar­ te, los casos de peón pasado en la columna del AD. 151c. Blancas: R2D, P6 TD, P2R. Negras: R5D, P2TD. Tablas, in­ dependientemente de la salida (el único caso en la columna de rey). El resultado, naturalmente, será distinto con otra posición de los reyes: 151d. Krum, 1913. Blancas: R1R, P6TD, P2R. Negras: R6 R, P2TD. Ganan blancas. 1. RIA!, 80

R5D; 2. R2A, R4A; 3. P4R!, R3C (ó 3... R5D; 4. R3A) ; 4. P5R! y ganan. Pero si los reyes y el peón pasado estuviesen en la columna de la dama, serían ta­ blas, como en los casos anteriores (véase 275b). Regla segunda. Si el peón blo­ queado no ha pasado de la mitad del tablero, sólo se puede ganar cuando el peón pasado está dentro de la zona que limita una diago­ nal determinada (véase 152). 152

En este ejemplo, con el peón bloqueado en 4TD, la diagonal 6D-2TR marca la zona ganancial del peón pasado (compárese con el 149, donde el peón 4CR está fuera de la zona, y con el 150, donde el peón 4AR se encuentra en la misma diagonal, es decir, en los límites de la zona). Si el peón bloqueado estuviese en 3T, la diagonal se determinaría de forma similar: mentalmente se pasa una línea desde el peón ne­ gro 5T por las casillas 5C y 6 A y luego desde 6 A hasta 2CR; la ca­ silla 6 A se descarta y obtenemos la diagonal 5D-2CR. Al peón bloqueado en 2T, le co­ rresponde la diagonal 4D-2AR, Chéron observó en 1952 que era preciso descartar las columnas del CD y AD (es decir, las dos colum-

a8s inmediatas), después de lo cual la zona ganancial queda eojüfí un triángulo, cuyos fados tie­ nen el mismo número de casillas; Ja diagonal sería la hipotenusa de ese triángulo. A los peones blo­ queados en 4T, 3A y 2T les co­ rresponden tres triángulos de este tipo: 6D-2D-2T, 5D-2D-2CR, y 40-2D-2AR. He aquí un ejemplo que confir­ ma la «segunda regla» : 152a. Blancas: R2D, P4TD, P2R. Negras: R5D, P4TD. Ganan blancas: 1. P3R +!; R5A (ó 1... R5R; 2. R2R, etcétera) ; 2. R2A!, R5C; 3. R 3 D R x P ; 4. R4A!, R6 T; 5. P4R y las blancas ganan después de coronar su peón (véase 3 en el Apéndice). La única excepción de este ca­ so es la proximidad de la columna principal. 152b. Blancas: R2AD, P4TD, P2D. Negras : R5AD, P4TD; ta­ blas, siendo mano las blancas. Como el peón pasado se halla fuera de la zona ganancial, no puede ganar (149). Chéron con­ sidera una excepción posiciones del tipo R 6AR, P4TD, P6 CR; R1AR, P4TD, en la que se gana saliendo las negras; pero, como es lógico, la regla de Bird nada tiene que ver aquí. 153

La utilización de las reglas arri­ ba indicadas facilita y acelera, en gran medida, el cálculo, y de ello podemos convencernos con el si­ guiente ejemplo: En el 153, después de 1. R3R (toma de oposición), las negras se ven obligadas a perder uno de sus peones, pero de ellas depende la elección de cuál de ellos. Si pierden el peón 4T, obtendrán un final con un peón bloqueado de las blancas que ha pasado del cent tro del tablero; por consiguiente, la situación es de pérdida para ellas. Pero si pierden el peón 3T, se encuentran con que el peón pasado del adversario está fuera de su zona ganancial (diagonal 6R-2T!). Así pues, las negras deberán conservar el peón 4T (y no el 3T, como puede parecer a primera vista) ; para ello tienen que de­ fender las casillas críticas 4R, 4A y 4C. Hasta que el rey blanco no salga a la primera línea, las ne­ gras, maniobrando en la retaguar­ dia, replican a 1 . R3R con 1... R2A!; 2 . R4D (rodeo), R3A! puede ganar (149) (claro que no 2... R3R ?; 3. R4R y ganan) ; 3. R5A, R3R ; 4. R6 C, R3D ; 5. R x P, R2A (para abreviar la partida se juega 5... R3A; 6 . R7T, R2A; 7. P6 T, RIA; 8 . R6 C, R1C, etc.); 6 . R5C, R2C. Se ha llegado a la posición «normal» del final que estudiamos con un peón pasado en zona neutra• el rey negio ocu­ pará oportunamente la casilla 1 A. Pasemos a otras posiciones con peones bloqueados o no en la co­ lumna de torre, pero con una dis­ tribución de reyes libre de las limitaciones del tipo de diagrama 149. En este ejemplo el rey blanco necesita espacio para apoyar el avance del peón en la columna de rey, pero como ya sabemos por el ejemplo 152b se debe evitar, al hacer las maniobras, la posición R2A-R5A, siendo mano las blan81

154

R x P ; 4. R4A! (no 4. P4R, R6 C y tablas); 4... R6 T ; 5. P4R y ganan. En el ejemplo 155, después de 1. P6 A, RIA, se gana valiéndose del «triángulo» (véase 17). En el 156 se puede ganar de otro modo: sacrificando el peón de dama y capturando el peón contrario; por ejemplo: 1. P6 D, R1D; 2. P7D!, R x P (2... R2R; 3. P 8 D = D + ! ) ; 3. R5D y ganan. En el ejemplo 157 (tomado de una partida práctica) después de 1. R2D, P6 A+ ; 2. R2A, R5A, las 157

cas. Esta posición neutra, hallada por Grigóriev, constituye la base dèi problema. Las nègTas, a su vez, deben evitar la salida en esa posición. Es fácil hallar la solución si to­ mamos en cuenta las posiciones auxiliares 152 a y 151e. 1. R3C!, R5R; 2. R2C !, R6 R; 3. RIA, R5R; 4. R1R, R6 R (las jugadas de las partes son únicas) ; 5. R1D, R5A ; 6 . R2D, R5R (ó 6 ... R5C ; 7. R3R, R x P ; 8 . R4A y ganan) ; 7. P3R, R6 A ; 8 . R3D, R6 C; 9. R4R ! (9. P4R?, R x P ) ; 9.. . R5C; 10. R5R, R x P (ó 11. P4R) ; 11. R4A, R6T ; 12. P4R, R2C; 13. P5R! (13. R5C ?,' R6 C!) ; 13.. . P5T; 14. P6 R y ganan (3 en el Anexo). 154a. Leyk, 1939. Blancas: R2AR, P2R, P4TR. Negras: R5CR, P2TR. Ganan blancas : 1. R3R, P4T; 2. R4R, R6 C ; 3. R5A,

82

158

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blancas, teniendo en cuenta la po­ sición del peón 4T, se han salvado con 3. RI A! Si en vez de 2... R5A, las negras hubieran jugado 2 ... P5T, habría salvado a las blancas 3. R1D! (publicado en la «Nuova Rivista» italiana). Horwitz y Kling, desconocien­ do, por lo visto, esta solución que pone de manifiesto la fundamen­ tal estratagema de dicho final, propusieron en 1889 el problema 158, con la siguiente solución: 1. P5T, P x P ; 2. R1D, P5T; 3. RIA, R5D; 4. R2A, R5A; 5. P3T ( ? ?), y tablas (! ?). Precisamente la jugada 5. P3T es la que pierde (1¿5). Lo correcto sería (Neustadt, 1899) : 5. R1D! (si 5. RIA, enton­ ces 5... R6 D ; -6 . R1D, P7A+ ; 7.

RIA, R6 A ; 8 . P3T, R6 C y ganan); R6 D (son tablas evidentes y después de 5... P 6T) ; 6 . RIA, P7Á; 7. P3T y tablas. Si después de 1. P5T, P x P ; 2. R1D, las ne, en vez de 2... P5T, juegan P7A + , son tablas de todas formas; 3. RIA, R6 A; 4. P3T!, R6 C; 5. P4T. Neustadt ha señalado, además, que no es obligatorio empezar ju; ndo 1. P5T (se puede empezar R1D, P7A+ ; 2. RIA, R6 A ; 3. P5T y tablas) y si se retira el peón 4T y se traslada el peón 3C a 2T, ganan las negras, juegue quien juegue. 5

r

158a. Grigóriev, 1933 (véase la terminación del problema en el 313). Blancas : R5D, P3CD, P6 AD. Negras: R2AD, P4TD, P3TD, si son mano las negras, las blancas ganan. En el 158 no tenía impor­ tancia si estaba el rey blanco en 1A o en ID, ya que el peón 2T podía, según las circunstancias, ir a 3T ó 4T. En la posición de Grigóriev el peón no está en 2T, sino en 3T, y ya no tiene opción a la salida doble. Por eso el rey negro dispone sólo de una casilla segura para la retirada: 1... R1D! y si ahora 2. R6 D, RIA ; 3. P7A ?, entonces 3... P5T; 4. PxP, P4T y tablas. La situación del peón

en 3T, en vez de 2T, permite el paso del rey blanco a la casilla 6 C y las blancas ganan, cediendo la salida a las negras: 1... R1D, sigue 2. R4A(4D) !, lo mismo que en el 17. La observación final que hemos hecho para el 158, está ilustrada con el ejemplo 159. 1. R4D, R3D; 2. P5A+, R3A; 3. R4A, R2A; 4. R5D, R2D; 5. P6 A + , R2A; 6 . R5A, RI A; 7. R 6 D, R1D, 8 . P7A + (eomo ha indicado Chejover, cabe jugar también 8 . P4T, RIA; 9. P5T!, R1D; 10. P7A + , RIA; 11. R6 A, P3T; 12. R6 C ); 8 . . . RIA; 9. R6 A y ahora ó 9... P4T; 10. P3T!, P5T; 11. R6 C ó 9... P3T; 10. P4T!, P4T; 11. R6 C y ganan. Como se verá en el ejemplo 162, con. un peón en 3T en vez de 2T se puede ganar también. Rabinóvicn, en 1938, trató de demostrar­ lo erróneamente a base de la solu­ ción 159; después de 6 . R5A, con­ tinuaba 6 ... RIA? (y después 7. R6 D, R1D; 8 . P4T!), sin embar­ go, con un peón en 3T lo único correcto es 6 ... R1D! 159a. Blancas: R 6 CD, P3TD, P6 AD. Negras: R1CD, P5TD; ga­ nan blancas; 1. R5T, R2A(2T) ; 2. R5C y ganan. 159b. Chéron, 1952. Blancas: R1AR, P2AR, P2TR. Negras: R6 AR, P2TR. Tablas. 1. R1R, P4T; 2. RIA, P5T; 3. R1C (3. R1R, R7C ó 3. P3T, R5R !; 4. R2R, R5A; 5. P3A, R6 C) ; 3... R5C! (no 3... P6 T ?; 4. RIA) ; 4. R2C, P6T + ; 5. R1C, R5A; 6 . RIA, R6 A ; 7. R1R. R7C y tablas. Muchas de las jugadas que he­ mos examinado en este final están artísticamente realizadas en el 160 1. R2A 2. R3R!

R5C

Las blancas obligan a las negras a mover el peón 2 T; después de 83

lante de su peón pasado (161 y 162).

168

16t

conseguirlo ya no les amenaza el mate. 2. ... 3. R2A 4. R1R!

P3T R5A

Es la única defensa con un peón negro en 3T. Si el peón estuviese en 4T (2 ... P4T), sería preciso ju­ gar 4. RIA! (véase 157). Al elegir la casilla para retro­ ceder, el rey debe situarse en la que tenga el mismo color de la que ocupa el peón del adversario en la columna de torre; 4. ... 5. RIA

R6 R P4T

Si 5... P7A; 6 . P3T!, R6 A ; 7. P4T, R6 C; 8 . P5T. 6. 7. 8. 9.

R1R RIA P3T P4T y tablas.

P7A + R6 A R6 C

Es distinto el juego si el peón pasado se encuentra en la fila cuarta, y el otro peón, aunque no está en su casilla inicial, puede asegurar el tiempo necesario para conseguir una posición en zugzwang. En este caso tiene impor­ tancia que el rey se encuentre de­ 84

162

161. 1. R5D, R2D; 2. P5Ti, R2A; 3. R6 R!, R3A; 4. P6 TÜ (zugzwang), R2A (ó 4... R4A; 5. R7D, R x P ; 6 . R6 A ! y ganan); 5. R7R, R3A (5... RIA; 6 , R6 D, R1D; 7. R6 A, RIA; 8 . P5A); 6 . R8 D, R3D; 7. R8 A, R3A; 8 . R8 C, R3C; 9. P5A + , R3A; 10. RxP, R2A; 11. P 6 A y ganan. Si salen las negras: 1... R2D ; 2 . R5D, R2A; 3. P5T, R2D; 4. P6 T, R2A; 5. R6 R, R3A; 6 . R7R, R2A! y tablas. 162. 1, R4C!, R3C; 2. P4T, R3A; 3. P5T, R2C; 4. R5C, R2A, 5. R5A, R2D; 6 . R5D, R2A; 7. R6 R, R3A; 8 . P6 T! y ganan. Si juegan primero las negras: 1... R4A; 2. R3C, R3C!, 3. R4C, R3A; 4. P4T, R3C; 5. P5Tf, R3A y tablas. Ahora se comprende que el 159 se resuelve más sencillamente: 1 . R4C!, R3C; 2. P4TÍ, etc. Examinemos ahora posiciones con pareja de peones, uno blanco y otro negro, en otras columnas que no sean de la torre. La posición 163 es el primer ejemplo publicado (1920) de apli­ cación consecuente del método de las casillas conjugadas en finales

constituyen la zona principal y en ellas las negras siempre pueden conservar la conjugación. Por lo tanto, hay que pensar en los escaques de la retaguardia in­ mediata ; resulta que si el rey blanco maniobra por las casillas 2C y 30, el rey negro no podrá disponer de los escaques 6 C y 50, ya que las blancas jugarían (R3A)4D. La base de la solución se hace evidente y sólo queda llevarla acertadamente a la práctica.

«63

1. R2A de este tipo (antes de eso se em­ pleaba el método- práctico del «triángulo»). Se pierde si se cede a la tenta­ ción de jugar 1. P4D, R5R; 2. R3A, ya que ahora no sigue 2 ... R4D ? (que pierde por 3. R3D), sino 2... R4A ! y tablas; por ejem­ plo: 3. R3D, R5A!; 4. R2D, R5R; 5. R3A, R4A; 6 . PSD (es lo único que se puede hacer); 6 R4R; 7. P6D, R x P ; 8 . R4D y aunque las blancas capturan el peón 4C, no ganan, ya que sn peón no ha pasado del centro del tablero. En esta posición desplazada a ia fila inmediata superior, las blancas, jugando así, habrían ganado (163a). Ya que la jugada P4D no da resultado, hay que buscar otros medios. Se echa de ver en seguida que si salen las negras, las blan­ cas consiguen avanzar fácilmente su rey ( 1 ... R5A; 2. R2R, etc.). Por consiguiente, hay que ceder la salida al adversario. Sin embargo, en esta posición no _basta el simple cálculo del «triángulo». Al triángulo 2D, 2A, 3A (junto a la casilla inaccesible 3D, véase la «Introducción»), equivale el triángulo de las ne­ gras 6 A, 5A, 6 R (junto a la casilla inaccesible 5R). Estas casillas ...

R5A

Se perdería tiempo con 1. R3A, R6 R, después de R2A, pierde en seguida 1... R6 R por 2. R3A. 2. R3C ó 2. R2C, pero no 2. R3A. 2. ...

R 6A

El rey negro sigue en la zona crítica, ya que el paso a la quinta fila no le proporciona ninguna ventaja, como vemos en la si­ guiente variante: 2... R4A; 3. R3A, R4R; 4. R2D!, R5D; 5. R2A!, R4R; 6 . R1D (maniobra indicada ya por Horwitz y Kling) ; 6 ... R4D; 7. R2R!, R5D; 8 . R2D, etc., como en la variante principal. 3. R2C! Después de esta jugada, las ne­ gras pierden la conjugación. 3. ... 4. R2A!

R5A R6 A

Hemos hablado ya del paso a la quinta fila; las blancas han conseguido ya su objetivo funda­ mental: ceder la salida a las ne­ gras. 9. R2D 85

La continuación es relativamen­ 164 te fácil: 5... RSA; 6 . R2R, R4R ; 7. R3R, R4D; 8 . P4D. Se ha llegado a un momento importante: las blancas, después de reconquistada la casilla 3R, no tiene más reme­ dio que permitir a las negras 8 ... R5A; se comprende que si esta posición estuviese en la columna inmediata de la derecha, la posi­ ción de las negras, con un peón de alfil, supondría un peligro serio (la partida terminaría en tablas; véase 163b); pero si gl peón ne­ gro estuviese en 3A, es decir, toda la posición en la fila inmediata superior, las blancas ganarían: 8 ... R5A; 9. R4R, R x P ; 10. PSD, R4A. R2D ; 3. P5D, R2A; 4. P 6 D + , O 10... R4T; 11. P6 D, R3T; 12. R2D ; 5. R5D, R1D (1A1 y tablas. R5R, P5C; 13. R6 R!, P6 C; 14. 1. R5R, R3A ; 2. P4D, R2D ; P7D y ganan; 11. R5R, P5C; 12. 3. OR5A, R3D ; 4. R5C, R3R; 5. P6 D, R3A; 13. R6 R, P6 C ; 14. P5D + , R x P ; 6 . R6 T, R4R (SalP7D, P7C; 15. P 8 D = D, P8 C=D; violi continuaba : 6 ... R3D ; 7. R7T, 16 D8 A+ y ganan. R2D y tablas ; sin embargo, a 7, R7T ? se gana jugando 7... R4R !) ; (Véase la posición 163 despla­ 7. R5C ! (no 7. R7C ?, R3R), y zada a la columna izquierda en el tablas. 386a). Salvioli indicó que con un peón en 2D en lugar de 3D, las blancas 163a. Blancas: R2AD. P5D, habrían ganado jugando: 1. R5R, P5AR. Negras: R3CD, P3AR. R3A ; 2. R5A, R4D ; 3. R5C, R4R ; Ganan blancas. 1. R3D, R4A; 2. 4. P3D !, R3R ; 5. P4D, R4D ; 6 . R4R, R3C; 3. P6 D !, RSA; 4. P7D, R6 T, etc. Si el ejemplo 164 se desplaza a R x P ; 5. R5D y gana. la derecha o a la izquierda, siguen tablas. Tan sólo la posi­ 163b. Blancas: R7CR, P3AD. siendo R5TD, P3TD, P6 AD ; R2TD Negras: R2D, P4AD, P3R. Ta­ ción blas. 1. R6 A, R3D ; 2. P4A, R2D; y P2AD es ventajosa para las 3. R5R, R2R; 4. R4A!, R3A; 5. blancas (véase 168). R4R, P4R; 6 . R5D, R4A; 7. El problema 164a de Grigóriev RxP, P5R; 8 . R6 C ! (jugada profundiza y desarrolla el análisis única) ; 8 . . . P 6 R ; 9. P5A, P7R; 10. del 164, demostrando, entre otras P 6 A, P 8 R= D; 11. P7A y tablas cosas, que en ese ejemplo las blan­ (8 en el «Apéndice».) En la posi­ cas no pueden ganar ni aun sa­ ción 163b, situada en la fila de liendo las negras. abajo, el peón blanco no habría 1. RIA, R4R ; 2. R1D, R5D ; 3. tenido tiempo de llegar a la ca­ R2R, R5R. silla 7A. Nada consiguen las negras con 1. P4D (jugando el peón 4D se 3... R5A; 4. R3R, R5C ; 5. R4D, gana en el ejempjo 164 ,si la po­ ni tampoco 4... R4C; 5. R3D ó sición se desplaza a la fila inte­ R4R (pero no 5. R4D ?, R5C ; 6 . rior, 165); 1... R2A; 2. R5A, R3D, P4R y ganan). 86

En 1890, Berger señaló tan sólo 1. R4R, R4A; 2. P4D + , R3D, con las siguientes maniobras de Horwitz y Kling: 3. R3R, R3A; 4. R2D, R3D; 5. R3A, R4D; 6. R3D. En 1922 añadió la variante: 2... R5A (3. R3R, R4C; 4. R3D, R5C; 5. PSD, son jugadas victo­ riosas, ya que el peón 5A ha pa­ sado del centro del tablero, 5... R4A; 6. R4R, R3C; 7. P6D, etc.) ; también señaló otras de« solucio­ nes: 1. R4A, R4R; 2. P4D + , R x P ; 3. P5D y la otra, tam­ bién sencilla, de 1. P3D, R3A; 2. R4A, R3D; 3. P4D, etc. Estas jugadas no consiguen su objetivo en la posición siguiente, donde el 4. RM , RSA ; 5. R2R, R6C ! ; 6. peón negro está más próximo de la octava fila. R3D! 166 Pero no 6. R3R ?, P4R ! y ganan. Ahora a 6... R6A le seguirá 7. R xP, P4R ; P4R; 8. R2D, R7A; 9. R3D! Después de 6... P4R no se debe 7. R x P a causa de 7... P5R. 164a

6... P4R; 7. R3R!, R7C ; 8. R2R!, PSR; 9. R1R !, R6A; 10. RI A, P6R; 11. R1R, P7R y ta­ blas. Chéron, en 1952, ha publicado este problema de Grigóriev, pre­ miado en un concurso, sin indicar el nombre de su autor. 165

En el análisis de la posición 166, Berger cometió algunos erro­ res muy ilustrativos (1916, 8.a edi­ ción de «Bilguer»), Después de 1. R3D su continuación «1... R4C!» (¡oposición mecánica), no es la mejor de las defensas, ya que se gana fácilmente: 2. P3A, R4A; 3. R2D, etc. (165). Más segura, na­ turalmente, es 1... R5C! y la con­ tinuación 2. P3A + , R6C; 3. R2D, R5T! y luego, como Grigóriev, 3. R2R(3R)1 y ganan, lo mismo que en el ejemplo 163. Pero lo fundamental no es eso. 87

Después de 1. R3D, R4C, Berger analiza la jugada 2. R3R ? y vuel­ ve a aconsejar la toma de oposi­ ción «2... R4A!» En la realidad se consiguen tablas jugando tan sólo 2... R5A! y no 2... R4A ?; en el ejemplo dado por Berger no pier­ de, porque continúa 3. R2R?, R5A; 4. R3Á, R5D. Según Dedrle (1921), a 2... R4A? se debe repli­ car: 3. R2A! (maniobra de Kling, 168); 3... R5A; 4. R3C!, R5D; 5. R3A, R6A; 6. R4C y ganan (57). En el ejemplo 166, donde se gana con 1. R3D con el avance siguiente del peón 2A, no hay necesidad, como es natural, de Semejante rodeo, pero se hace imprescindible si el peón de las negras es de alfil, como en el 167. (Observemos, de paso, que si la 166 se desplaza a la coÍiosición umna de la derecha, las blancas ganan sólo si son mano las ne­ gras.) 167

Según Dedrle (1921), en esta posición no gana 1. R3D?, R4A! (las variantes se deducen de la exposición anterior), ni 1. P3R ?, R5R ó 1. R3C. R5D (en caso de 2. P3R + , las blancas pierden ambos peones). Lo correcto es 1. R2C!, R5R; 2. R3T!, R5D; 3. R3C, R6R; 4. R4T 88

y ganan. La conjugación de las casillas se determina por las po­ siciones decisivas R3C-R5D y R3T-R5R. 168

168a

En el ejemplo 168 (Walker, 1841) la posición crítica es la de R3D-R5C y la solución es análoga en todo al 167. Sin embargo, antes de empezar la maniobra, es pre­ ciso obligar al rey negro a que retroceda a la fila sexta (de otro modo el rey negro se aproximaría demasiado al peón 2T). Para ce­ der la salida a las negras, se uti­ liza el triángulo 3T-2C-3C. 1. R3T, R3C; 2. R2C!, R4T (ó 2... R3T; 3. R2A S, R4T ; 4. R2D !) ; 3. R3C!, R3C; 4. R3A, R4T; 5. R2D! (señalada por Kling; Wal­ ker continuó 5. P3T ?, R5T; 6. R3D, R x P y tablas) ; 5... R5T; 6. R3R, R5C; 7. R3D, R6T; 8. R4R, R5T; 9. R5D, R5C; 10. P3T + y ganan. En el 168a (posición fundamen­ tal de Walker) cabe 1. R3C, R4T, lo mismo que en el 168, pero es más sencillo jugar de primeras (utilizando el triángulo 4T, 3T, 3C) ; 1. R3T, R3C (ó 1... R4T; 2R3C) ; 2. R2C, etc. Vamos a terminar el análisis de peones en la misma columna con algunos ejemplos de maniobra más complicada.

169; Para transformar el peón SC en dama (1. R5D ?, etc.), a las 169

las blancas el tiempo que les fal­ taba al principio. Así pues: 6... R7A!; 7. RBD!, P4A; 8. R6A y tablas. 170

blancas les falta un tiempo, y 1. R6A ? también pierde, debido a 1... R5C; 2. R xP , R4A. Por eso, 1. R5A!, ya que crea una situación aguda pana ambos ban­ dos y las negras, en caso de co­ meter alguna inexactitud, pierden. 1... R5T; 2. R4A, R6T; 3. R3A, R7T; 4. R2A. Es fácil de comprender que las blancas no podían en ningún mo­ mento ir a la captura del peón de alfil, ya que las negras, dando un rodeo por la retaguardia, llegarían al peón 5C y lo tomarían. Las negras intentan ahora liberar a su rey. 4. ...

P3A

El cálculo que hacen es el si­ guiente : mientras las blancas cap­ turan el peón, las negras podrán (en las mismas cuatro jugadas) trasladar el rey a 5D y ganar. 5. R3A R8C 6. R4R!! Jugada de doble fin: ahora 6 ... R7C ? sigue 7. R5A y ganan: después de 6 . . . R7A, queda inter­ ceptado el camino del peón de alfil hacia dama, lo que proporciona a

La salvación de las negras se basa en dos posibilidades: 1) cap­ tura del peón 2A, para hacer tablas contra dama gracias al peón de alfil, y 2) captura del peón de alfil rey para poder repli­ car a la jugada R x P con R4A. Por ejemplo: 1. R8A ?, R3A; 2. R8R, R3R; 3. R8D, R3D; 4. R8A, R4A! y si 5. R7A, entonces 5... R5C; 6. P4A, R6T; 7. P5A, R7C y tablas (primera posibilidad), y si 3. P4A, entonces 5... R5D; 6. PSA, R4R; 7. R7A, R x P ; 8. R6D, R3A!; 9. R5D, R2R; 10. R4D, R3D; 11. R x P , R4A (segunda posibilidad). También se hacen ta­ blas con 1. P3A ?, R4R; 2. R7A, R5A; 3. R6R, R6R!; 4. F4A, R7D, etc. Por estas variantes se ve que las blancas, en primer lugar, no deben mover antes de tiempo el peón 2A (dejando libre la casilla 3R para el rey negro), y, en se­ gundo lugar, no les conviene acer­ car su rey por la octava fila, ya que en ese caso queda mucha dis­ tancia hasta el peón negro. De todo esto se deduce la solu­ ción : 89

1. R7C, R4R; 2. R7A! (aproxi­ En el ejemplo 17Í, a 1... R2D, mación al peón negro por la sép­ sigue 2. P5D! (ó 1... R2C; 2. tima fila) ; 2... R4A (ó 2... R5A; P5C!) y ganan. Si son mano las 3. R6R, R6A; 4. R5D, R7R; 5. blancas, el cambio de peones es R4A y ganan); 3. R7R, R4R; 4. inútil, pues no se puede ganar. R7D, R4D; 5. R7A! (5. P3A ?, R5D; 5. P4A?, R5R; 6. R6R, 171a. Glazer, 1939. Blancas: R6R!; ó 6. P5A, R x P ; 7. R0D, R5R, P2R. Negras: R1R, P4D, R3AI); 5... R4A (hay la amenaza P4AR. Ganan blancas, fia idea es de 6... R5C); 6. P4A! R5D; 7. P5A! (7. R6D?, R6R) ; 7... R4R; 8. R6A! (8. P6A?, R x P ; 9. R6D, R2A1); 8... R x P ; 9. R5D! y ganan. 176a. Moraviets, 1925. Blancas: R6R, P2AR, P2TR, Negras: R6TR, P0AR. Tablas, fia amena­ za de captura del P2T, la evitan las blancas atacando P6A. Se con­ siguen tablas sólo con 1. R5D!, R7C!: 2. P4T, R x P ; 3. P5T, R7C; 4. P6T, P7A; 5. P7T! se hace evidente que en caso de 1. R5A?, lo decisivo habría sido 5... P8A = D + , y en caso de 1. R5R?, a 6. P8T=D, seguiría 6... D8T+. 176b. Blancas: R7CR, P4R. Ne­ gras: R7AD, P4R, P3TR. fias blancas no pueden ganar. 1. R6A!, R6D (también 1... R6A o R6C, pero no 1... P4T ? ; 2. R x P. R6D ; 3. R4A, R5D; 4. P5R, R4D; 5. R5A y ganan); 2. R xP , R5A!; 3. R4A, R4A! ó 3. R5A, P4T y tablas. Pasemos ahora al estudio de po­ siciones con peones aislados sin peón pasado. En estos casos se gana, por regla general, cuando el rey puede ocupar una posición de bloqueo ante el peón enemigo y luego atacarlo de lado, o bien cambiar con ventaja alguno de Sus peones. Suelen tener una im­ portancia decisiva los tiempos de reserva, fia partida depende, en mucho, de la distancia que haya entre los peones y la situación de los reyes. Examinemos algunas posiciones sencillas de finales con reyes en oposición vertical y horizontal. 90

la misma: 1. R6R!, R1D (ó 1... P5A); 2. Rx P4D; 1... RIA (ó 1... P5D); 2. R x P4A. En el extremo del tablero, cuan­ do uno de los peones es de torre, el resultado del juego cambia. En el ejemplo 172, las negras se salvan con 1... R2A ! (ya que nada consiguen las blancas con 2. P5A ni 2. R6T, R3A), pero se pierde, naturalmente, con 1... R2T?, ya que 2. P5T (véase 260). Si las posiciones de los ejemplos 171 y 172 se desplazan arriba o abajo, el resultado no cambia; pero si el peón negro se encuentra en su posición inicial, aparecen ciertas peculiaridades.

En el 173, después de 1... R1D, se hace partida nula inmediata­ mente con 2. P6D?, ya que 2... RIA!; 3. P7D + , R1D; en cam-

bio, gana 2. R7C!, R2D; 3. R8C! (algunos manuales, siguiendo a Ch?ron, hacen un juego dema­ siado su til: 3. R8T! ?, como si quisiesen ganar «por segunda vez» el final ya claro; esta clase de maniobra es, en cambio, muy adecuada en otro grupo de finales que estudiamos más adelante ; véase 185); 3... R1D (3... R3D; 4. R8A) ; 4. P6D !, P x P ; 5. P6C, etc. En el 174 se consiguen tablas con 1... RIA!, pero no 1... R1T?; 2. R7A! (2. P6T?, R1C1); 2... R2T; 3. R8A, R1T; 4. P6T!, etc. Esta posición angular era cono­ cida ya por Carrera en 1617 (175).

R8A ?, ya que el peón en 3A im­ pedirá a las negras conservar la oposición: 3. R7R, R2A; 4. R6R y ganan; problema de Neustadt, 1890) ; 2... R1C falla la combina­ ción 3. P5C, lo mismo que en el 173 (el peón negro se encuentra más cerca de la octava casilla). Pero las negras, en caso dfi Ser mano, pueden conservar la oposi­ ción: 1... R2C; 2. R7D, R3C; 3. R8A y ganan. En el ejemplo 178 al rey negro le falta espacio para conservar la oposición. Las blancas granan ju­ gando 1. R7D, R2T (ó 1... R2C; 2. P5T) ; 2. R7A, etc.

175. 1... R2D!, o si salen las blancas: 1. R4A, R3A; 2. R4C, R2A ; 3. R5C, R1A!; 4. R6C, R1C; así pues, se hacen tablas también cuando el rey blanco está en 5C en vez de 5D; este resultado no varía en ninguna fila ni columna. En el ejemplo 176 la partida es nula independientemente de quien tenga la salida (compárese con el 180).

En el ejemplo 179, con un peón en posición inicial, el dominio de la oposición no salva a las negras. El juego se reduce a la final nú­ mero 173: 1. R8D, R1C; 2. P6C y ganan. Lo mismo en el 180, donde el rey blanco no está en un extremo del tablero, como en el 176. A este tipo de ñnales se redu-

177

181

181a

178

En el 177, después de 1. R7D (ó 1. R6R, R3T). 1... R2C; 2. R8D ló 2. R8R, RtT!, pero no 2. 91

cen habitualmente posiciones donde hay una gran distancia en­ tre los peones o los reyes. En el ejemplo 181 la existencia de un tiempo de reserva (peón en 3D en vez de 4D) permite ganar a las blancas: 1. R4D, R2D; 2. R5A, R2A; 3. P4D ó 1... R2A, 2. R5A, R2D; 3. R6C!, R3D; 4. P4D (177). Sin embargo, en el 181a, las blancas, siendo mano, no pueden ganar: 1. R4C, R4D; 2. R3A, P4A. 182 183

En el 182, la tentativa de tomar la oposición con 1. R5C ? fracasa­ ría, ya que con 1... P3A + , las negras juntarían los peones y el rey blanco no tendría buenas ca­ sillas para retroceder: 2. R5A, R2A; ó 2. R4A, R3C; ó 2. R5T, R2T y tablas. Se gana sólo con 1. R5A!, P3A (de otro modo, 2. R6A), 2. P5C! Siendo mano las negras, Fine propuso en 1941, en posición aná­ loga, 1... R3A, que en caso de 2. F5C + , R3C, conduce a tablas sin grandes complicaciones. Ciertas dificultades produce 2. R3A, por ejemplo, 2... R4C; 3. P5D, y si las negras jugasen despreocupa­ damente 3... R3C ? (3... P3A ? ; 4. P6D), entonces 4. R4A y ganan; la única salvación es 3... R3T!; 4. R4A, R3C. 92

En vista de eso, saliendo las negras, lo más sencillo es conti­ nuar 1... P3A!; 2. R5A, R2A (171), ó 2. P5C, R3C! y tablas. El ejemplo 183 es un viejo pro­ blema teórico (1843), en cuyas complejas peripecias es fácil orien­ tarse, conociendo los análisis an­ teriores. Lo fundamental en él es la lucha por la casilla 4A. Ganan las blancas, si son mano, tomando la oposición. 1. R3C! Se hacen tablas con R3A?, R4A! (no 1... P4A ?; 2. P3D ó P3C y no 1... P3A?; 2. P4D), y ni siquiera la existencia de tiem­ pos de reserva asegura a las blan­ cas la ocupación de la casilla 4A, por ejemplo: a) 2. P4C+, R4C! (una defensa correcta exige que la retirada se haga en la columna del peón avanzado; si 2... R4D?, entonces 3. R3D!, P3A; 4. R3A y, como antes, es inútil 4... P4A por 5. P5C); 3. R3C, P3A! y a 4. R3A ó 4. P3D, sigue 4... P4A y 4. P4D también conduce a tablas, 175. b) 2. P3C, R4C! (no 2... P3A ?; 3. P4C+ !, R4C; 4. R3C ó 3... R4D; 4. R3D); 3. P4D, P3A ó 3. P4C, P4A. 1. ...

R4A

O 1... P3A ; 2. P4D ; 1... P4A ; 2. R3A, P5A; 3. P3C y ganan. 12, R3A

P3A

De lo anterior se deduce que si 2... R4D, sigue 3. P4C!, ó 2... R4C, P4D! (En la exposición ulterior omitimos las variantes simétri­ cas.) 3. P4C+ 4. R3C

R4C

y las blancas ganan; por ejem-

,1o: 4... R3T; 5. R4A, R3C ¡ 6. >3D!, R2A; 7. R5A, R2D (7... i2C; 8. P5C); 8. R6C, R3D; 9. V1C, R2D; 10. P4D, R3D ; 11. 18A, R3R; 12. R7A, R4D; 13. 17D. Si son mano las negras, las ta­ llas se aseguran con 1... R5C; 2. ’3D (ó 3C), P4A!, pero se puede ambién 1... R5A; 2. P3C + , R5C; ¡. P4D (o de otro modo 3... P4A); ;... P3A; 4. R2C, R4T!; 5. R3A, 14C y tablas. 183a. Fine, 1941. Blancas: R4D, >2AD, P2R.. Negras: R3D, P2D. íanan blancas. Con el rey en 4D e consigue fácilmente la victoria 5R, R4D!; 5. P3A, RSR! (pero io 5... R5A; 6. R7R, R4D; 7. i x P, R x P ; 8. R6A y gana); i. P4A, R5D ; 7. R7R, R x P .. Tine no indicaba la jugada vicoriosa en lugar de R6A, pero 1 caso es que no existe (3. >3A, R5A; 3. R5A, R5D; 4. >5R, R4D!; 5. P3A, R5A ó 5. 16A, R5D). Por consiguiente, se tacen tablas con 2. R5R? y 3. 16A no es más que una de tantas ariantes. También es incorrecta n el análisis la jugada «4... 14D!«; es más sencilla 4... RSR! Cuando los reyes están lejos el mo del otro, y también de los eones, los problemas teóricos se aanifiestan en forma algo más omplicada.

R2R; 4. R3R, R2D; 5. R4A, R3R; 6. R4R, R2D (es inútil 6... P3A, por 7. P x P , R x P ; 8. R4A); 7. ROA, R2R; 8. P4C, R1R!; 9. R6A! (no 9. P6R?, R2R o RIA) ; 9.. . RIA; 10. P5C! y ganan (173). 183c. Ebersz, 1942. Blancas: R2D, P3AD, P4R. Negras : R3AD, P3D. Ganan blancas: 1. R3R (1. R3D ?, R4A; 2. R2D, R5A; 3. R2A, R4C!, tablas 182) ; I... R2D (1... R4A; 2. R3D); 2. R3D! (2. R4D ?, R3R, tablas, 181a); 2... R2R; 3. R4A, R3R; 4. R4D y ganan. 183d. Ebersz, 1941. Blancas: R1R, P2R. Negras : R3AD, P4D, P3AR, tablas. Pierde 1. R2D ?, por 1.. . P5D!; 2. P3R, R4D; 3. R3D, P x P é 2. P4R, R4C!; 3. R3D, R4A. También es mala 1. P3R?, R4A; 2. R2D, R5A; 3. R2R, R6A ; 4. R2A, R6D; 5. R3A, P4A y ga­ nan. Eo correcto es 1. R2A!, R3D. (Nada se consigue con t... P5D ó 1.. . R4A; 2. R3A y etc.; 183a); 2. R3R! (no 2. R3A ?, R4R; 3. P3R, R4A ó 3. R3R, P4A; 4. R3A, P5D) ; 2... R4R; 3. R3D!, P5D; 4. P3R ó 4R y tablas. 183e. Moraviets, 1941. Blancas: R5R, P2TD, P2AD. Negras: R4AD, P4CD; ganan blancas. Es 184

183b. Grigóriev, 1936. Blancas: 17CD, P5R, P3CR. Negras: R1D, ’2AR. Ganan blancas. 1. R6A, 12R; 2. R5D, R2D (en su propóito de trasladar el rey a la casilla »loqueadora 6A, las blancas, desde 1 principio, se oponen a la ju­ rada P3A, y ahora, persiguiendo 1 mismo objetivo, tendrán que vitar la posición R4R-R3R, teliendo ellas la salida). 3. R4D!, 93

prematuro 1. P3T?, por 1... R3A; 2, R6R (6 2. R4D, R3D; 3. P3A, R3A); 2... R4A; 3. R7D, P5C; 4. P4T, R3C. Lo correcto es 1. R6R!, R3A; 2. R7R, R2A; 3. P3T, R3A; 4. R8D y ganan. Como las negras tienen en este problema tiempos de reserva, no toman la oposición, sino que es­ peran a que la tomen las blancas, ara quitársela con la jugada ‘3D. Debido a ello, también las blancas evitan el tomarla. Siendo mano las negras se ju­ garía 1... R5A! (no 1... R5D ?; 2. R5A, R0R; 3. P5R ó 2... P3D ; 3. R4A y tablas) ; 2. R3R (2. R4C, P3D! ó 2. R5A, (3A), R5D; 3. R4A, P3D) ; 2... P3D!; 3. R2R, R5D; 4. R3A, R6D; 5. R4A, R7R, apoderándose de las casillas ciíticas del peón 4R (8) ; las ne­ gras ganan. La partida se determina en este caso por las posiciones decisivas. R5A-R5D, R4A-R5A, R4C-R4A. Dicho de otro modo, las casillas 5AR, 4AR y 4CR (junto al esca­ que inaccesible 5C), son las con­ jugadas de las casillas 4D, 4AD y 5AD (junto al escaque inaccesi­ ble 5D). Un esas casillas conju­ gadas se salvan las blancas de la funesta, en este caso, oposición (en los escaques de retaguardia adyacentes las negras no pueden maniobrar, por tener amenazado el peón 3A). De todo lo que ante­ cede se deduce claramente la so­ lución : 1. R4C! (1. R3R ?, R3D!; 2. R4A, R3R); 1. .. R5A (1. .. R3D; 2. R5A); 2. R4A!, R5D (2... P3D ; 3. R4C; 2. R3D ; 3. F5R) ; 3. RSA!, P3D (después de esa jugada las blancas se defienden por medio de la oposición) ; 4. R4A, R6D; 5. R3A, R5A; 6. R4C y tablas.

f

184a. Ebersz, 1941. Blancas: R3TR, P3AD, P2R. Negras: R4TD P4D, ganan las blancas. La idea es la misma, pero ofrecen interés las maniobras en las casillas de 94

retaguardia, próximas a las zonas críticas: 4CD, 4AD y 5AD de las negras y 4AR, 5AR y 5R de las blancas; 1. R4C! (las blancas ata­ can dos casillas de la zona prin­ cipal, obligando a las negras a la defensa correspondiente: no basta 1 R3C ?, R5T; 2. R4A, R4C! y tablas); 1... R3C! (es más débil 1... R5T; 2. R5A, R6C; 3. R6R!, R5A; 4. R5R y ganan) ; 2. R5C! (no 2. R5A?, R4A) ; 2... R3A; 3. R6A! (amenazando con ocupar la casilla 5R, y como las negras están lejos de la 4A, se ven obli­ gadas a penetrar en la zona prin­ cipal; las blancas no tardan en ocupar en ella las casillas conju­ gadas decisivas); 3... R4C; 4. R6R!, R4A ; 5. R5A! (el resultado final ya es evidente, pero la con­ tinuación sigue siendo instructi­ va) ; 5... R4C; 6. P3R, R3C; 7. R6A (toma de oposición en la fila principal; (13) ; 7... R4C; 8. R7R (¡rodeo!); 8 . . . R3A; R6R (la oposición distante pasa a ser in­ mediata) ; 9... R4A; 10. R7D y ganan. Los siguientes ejemplos mues­ tran ciertas peculiaridades de ma­ niobra en las filas. 185

Desde el punto de vista teórico, Dedrle (1925) expuso errónea­ mente la solución.

El rey blanco no puede pasar Je golpe a la fila 7, ya que las negras tomarían la oposición dis­ ante y la partida acabaría en ta­ ñías. Él rey blanco debe acercarse i las casillas críticas del peón 5D (véase 8) por la fila 8, conservanjo la conjugación «rectangular», jue poco después ha de transfor­ marse en oposición lineal decisiva (véase 13): 1. R8C (los ángulos leí rectángulo 6TD, 8TD, 8CR, 5CR son del mismo color); 1... R.3C ; 2. R8A, R3A; 3. R8R, R3D; i. R7A (como el rey negro ha pa¡ado a una columna desfavorable jara él, pues su propio peón le im­ pide mantener la oposición, las llancas pueden ya emprender la ¡onquista de las casillas críticas; » errónea la afirmación de Dedrle ie que no gana 4. R8D, por 4... R3A; 5. R7R, R2A; en vez de i. R7R?, lo acertado es 5. R8A!, 9L3D; 6. R7C y ganan, lo mismo iue en la variante principal) ; L R2D; 5. R6A, R3D; 6. R5A, v4D ; 7. R4A, R3D ; 8. R4R, R4A; I. R5R, R5A; 10. R6D y ganan. En este ej'emplo, la fila princiial es la 5, pero las blancas han enido que conquistar primero la léptima, valiéndose del método «volvente. A diferencia del ejem>lo 15, que tenía otra distribución le los reyes, en este caso es de mportancía decisiva el dominio le la «conjugación rectangular», la que de ello depende la toma de iposición estando el rey blanco :n 8D. Lo veremos más claro si con la nisma posición son mano las ne­ gras: 1... R3C; 2. R8C, R3A; 3. i8Á, R3C! (3... R3D ?; 3. R7A); . R8R, R3A; 5. R8D, R3D (íijanlo para siempre al rey blanco en a fila octava) ó 5. R7R(7A), 12A(2C) y tablas. Si la posición inicial del rey ilanco fuese 8C, la solución deendería de la salida: las blancas ;anan sólo cuando juegan las ñe­ ras.

Examinemos ahora otra defensa de las negras en este mismo ejem­ plo, después de 1. R8C; 1... R4T (ó 1... R4C; 2. R7A!); 1. R7C! (las blancas deben reconquistar del mismo modo la fila 6); 2... R5T. Las negras renuncian inme­ diatamente a la inútil defensa de la fila 6. Esta fue la causa de la confusión del propio autor del pro­ blema 185, quien afirma que la única jugada correcta ahora es 3. R6A, y que 3. R6C, con la toma mecánica de la conjugación «rec­ tangular», es un error irreparable. Pero en realidad las dos jugadas son buenas: la conjugación «rec­ tangular» pierde su importancia, ya que el rey negro se encuentra en una fila desventajosa (le es­ torba su propio peón), por ejem­ plo: 3. R6A, R5C; 4. R6R, R5A; 5. R6D y ganan). Después de 3. R6C cabe jugar 3... R4T (3... R5C; 4. R6A!. R6A; 5. R5R) ; 4. R5C! (es indispensable tomar la oposición en la fila principal), y ahora o bien 4... R 3 T ; 5. R4A, R4C; 6. R5A!; ó 4... R5T; 5. R6A! y ganan. De ahí se deduce que 3; R6A es mejor que 3. R6C, ya que, sin necesidad de manio­ bras superfluas, lleva más directa­ mente al rey al objetivo: la con­ quista de las casillas críticas. 185a. Dedrle, 1921. Blancas: R7CR, P2CD, P2D. Negras: R2AD, P5AD. Las negras hacen tablas. El rey negro se encuentra en posición desventajosa, pero también el rey blanco está lejos; 1... R3A!; 2. R6C (2. R6A, R3D o R3C); 2... R4A; 3. R5C, R5D (5C); tablas. Si 1... R3D(3C) ?, entonces 2. R6A, R4D(4C); 3. R5A, R5D(5C); 4. R6R! y ganan. 185b. Mandler, 1929. Blancas: R5TR, P4AD, P4R. Negras: R2 TD, P3D. Ganan blancas: 1. R6C, R3T; 2. R7C!, R2T; 3. R8C!, R1T (la táctica de atracción dei rey negro a la fila 8 resulta tu95

cesta para las negras, y, además, el rey se aleja de su peón) ¡ 4. P5A! (esta combinación es posi­ ble sólo en el caso de que el peón del enemigo esté poco avanzado); 4... P x P (el rey negro no puede jugar 2A); 5. P5R y ganan. 185«. Herberg, 1936. Blancas: R3CD, P3R. Negras: R5TR, P4D, P4AR. Tablas. Nos encon­ 3.

tramos con una forma distinta de la posición anterior; 1. R2A! (no 1. R4C?, R5C y no i. R2C, R6T; 2. R3C, RTT; 3. R2C, R8T; 4. R1C, PSD ó 4. R3C, R8C; 5. R3A, R8A y ganan); 1... R5C ; 2. R2D!, R6T; 3. R3D, R7C (3... R6C; 4. R3A); 4. R2A!, R8T; 5. R1D!, R8C; 6. RIA, P5D; 7. R2D y tablas.

PEONES AISLADOS DOBLADOS

Los peones doblados, natural­ mente, son macho más débiles que los ligados o aislados, pero sería erróneo exagerar su debili­ dad, pues a veces sólo es aparen­ te. En 1935, Grigóriev escribía: «Los peones doblados, incluso ais­ lados, suponen a veces una gran fuerza. En todo caso, mayor de lo que se suele pensar. Pueden pri­ var al contrario de importantes casillas y significar tiempos de reserva... Incluso en apariencia impotentes, encierran muchas po­ sibilidades de victoria». Las finales de peón« doblados contra un peón fueron durante mucho tiempo una «mancha blan­ ca» en la teoría de los finales. Los numerosos análisis hechos por Grigóriev en 1931, 1932 y 1935 sentaron la base del estudio de ese final. El carácter de estos finales cam­ bia, como es lógico, según la dife­ rente estructura de los peones; los peones pueden ser pasados, o, si no lo son, hallarse en la misma columna que el peón contrario o en la vecina. Todas esas peculia­ ridades de la estructura de peones las examinaremos aisladamente. Los casos en que todos los peo­ nes son pasados se prestan menos a una apreciación general, ya que se puede producir fácilmente un final de «dama y peón contra dama». Pero si la partida se re­ suelve desde el principio hasta el

final sólo con peones, se mani­ fiestan, casi siempre, las peculia­ ridades más típicas de los peones doblad«, es decir, los tiempos de reserva y la inaccesibilidad de las casillas para el ataque lateral del rey adversario. 1M

Este ejemplo ilustra la autoda fensa de 1« peones doblados: 1. P5T, R4A; 2. P4T, R3D; 3. R8D, P4A ; 4. P6T!, R3A; 5. P5T, FSA ; 6. R8A, P6A; 7. P7T, P7A; 8. P8T=D+ y ganan. 18*a. Grigóriev, 19®. (Proble­ ma didáctico). Blancas: R1CR. P2CR, P3CR. Negras: R4CD, P0R. Ganan blancas. Lo correcto es 1. RIA!, R5A; 2. R2R, R5D; 3. P4C, R5R; 4. P3C, etc., (48 y

120), pero no 1. P4C?, R5A; 2. RIA, R6D!; 3. RIR, R5R; 4. P3C, R4R; 5. R2R, R5R!; 6. RIA (calculando que 6... R6D ? ; 7. RIR y ganan) ; 6... R4R; 7. RIR, R3A y tablas.

I8 T

I86b. Grigóriev, 1935. Blancas: RIAD, P5R. Negras: R3CD, P4AD, P2AD. Tablas. La idea de la defensa consiste en imponer a los peones negros el avance basta 3A v 4A (47). i. R2D !, R3A !; 2. R3R, R4D ; 3. R4A, R3R (a las negras les conviene ahora o a la séptima ju­ gada pasar a un final de dama, con 3... P5A; 4. R5A, P6A; 5. P6R, R3D; 6. R6A, P7A; 7. P7R, 2. P 7C f, R1C; 3. R6C, P4D; 4. P8A —D ; 8. P8R = D, D 5A +; 9. R5A. R6C, D4R, etcétera, ya que el Después de 1... P3D ! sún flojas final de peones no da perspectiva alguna de victoria) ; 4. R4R, P3A; las continuaciones : 2. P7C ?, P4D ; 3. R5C, R x P ; 5. R4A. P5A; 6. R4R, P4A; 7. 4. o)R5A, R3T ! ; R4A, P6A (7... R4D!) ; 8. R3R, 2. P3C ?, P4D ; 3. R5C, R2C ; P5A; 9. R2R, R x P ; 10. R1D! 4. b)R5A, PSD; 5. R xP , R x P ; 6. (no 10. R3R ?, R4D o R4A; 11. R3A ; R2R, R5R y ganan); 10... R5R; R4A, c) 2. R5C?, R2C (las blancas 11 R2A, R5D; 12. RIA!, tablas. están en zugzwang) ; 3. R5T (ó 186c. A. Votava, 1937. Blancas: 3. P3C, P4D) ; 3... P4D ; 4. R5C, R8TD, P4AD, P2R, P4R. Negras: PSD y tablas. R6TD, P2D; ganan blancas. La 2. R5T! solución está inspirada en la idea de Grigóriev (186): 1. P5A, R5C; Empiezan a utilizar el «trián­ 2. P6A, P x P ; 3. P5R, R4A; 4. gulo*. caso de 2... R2C ; 3. R5C P4R, etc. No basta 1. R7C, R5C; son lasEn negras quienes estarán en 2. R7A, R x P y tablas (188b). La lucha en el ejemplo 187 es zugzwang. La continuación es sencilla: 2... algo complicada. No se gana con R1T; 3. R4C, R1C; 4. R4T, R1T ; 1. R5A, R2C; 2. P3C, R3T (ó 2... 5. R5T, 6. R6T y ganan, P4D) ; 3. P4C, R2C; 4. R5C, P4D; como en R1C; las observaciones a la 5. R5A, P5D y tablas. jugada. Las blancas deben obligar a las primera Para finalizar un ejemplo negras a mover el peón 2D, a fin de rey ahogado,damos constituyó de cambiar el peón 6C. Pero, al la base de una serieque de problemas. mismo tiempo, no deben mover el peón 2C, ya que teniéndolo en 3C 187a. Tomado de un partido sería imposible dominar sus casi­ práctico, 1922. Blancas: R7AR, llas críticas. P5TR, P6TR. Negras: R1TR, P4CR, tablas. 1. R6A !, P5C; 2. 1. R6T! P3D ! R6C, P6C ; 3. P7T, P7C ; 4. R6T, Sin lucha pierde 1... P4D ?; 2. P8C = D o T y rey ahogado. (Véa­ R5C, R2C; 3. R5A ó l... R1T?; se 208, c, d). 97

Peones en columnas vecinas

Esta estructura es, naturalmen­ te, más favorable para los peones doblados, ya que la parte más fuerte puede tener posibilidades de cambiar uno de los peones do­ blados y ganar con ayuda del otro. Por eso lo mejor es colocar el rey en la columna del peón adversario, a fin de ocupar la ca­ silla bloqueadora. En este sentido, existe cierta semejanza entre esta clase de finales y los del apartado anterior (peones aislados sin peón pasado). La dificultad mayor para ganar es, habitualmente, la gran vulne­ rabilidad de los peones doblados ante un ataque del rey adversario por la retaguardia. 188

del caballo); 1... R2A; 2. R3C, R2D; 3. R4C!, R3A (la casilla 5C!); 4. R4A, R2D; 5. R5C, R2A y ahora decide el tiempo de re­ serva 6. P4A (7. R6C; 8. P6A). 188a. Grigóriev, 1935. Blancas: R2D, P3AD, P4AD. Negras: RlTD, P3CD. Ganan blancas: 1. R2A!, R2C; 2. R3C, R2A; 3. R4T!, R3A; 4. R4C y ganan. 188b. Blancas: R7AD, P2R, P4R. Negras: R5AD, P2D (véase 186c); las blancas no pueden ga­ nar: 1. P3R, R6D; 2. F5R, R5R; 3. R6D, R4A; 4. R5D, R5C! (la posición teórica es de Grigóriev; véanse sus indicaciones en el 188), tablas. 188c. Krum, 1913. Blancas: R4AD, P4R, P5R. Negras: R1AR, P2AR; ganan blancas: 1. P6R ’, P x P (ó 1... P3A; 2. R5A) ; 2. P5R! y ganan (57b). 189

En este ejemplo la jugada pri­ mera no conduce al objetivo: 1. R2D?, R2A ; 2. R3D, R2D ! {no 2... R3A ? ; 3. R4A) ; 3. R4D, R2A; 4. R4A (4. R5D, R2D); 4... R3A ; 5. R4C, P3C y tablas. Tiene interés la indicación de Grigóriev de que en vez de 5... P3C, se con­ siguen también tablas con 5... R4D; 6. R5C, R5R1! (esta posi­ ción de tablas tiene importancia para la teoría). Lo correcto es 1. R2A ! (es el camino más corto a la columna 98

Es muy aleccionadora la partida de este ejemplo. 1. R3C 2. R4A

R7R R7A

Para hacer tablas, es lo mismo jugar 3. P4C, R7C; 4. P6C, P x P ;

5. P5C, R6T!, que 3. R5A, R6C; 4. R6A, R5A!; 5. P3C+, R5C. 3. R5R! R6C Es una jugada -obligada por la amenaza de 4. R6A, pero ahora las blancas ponen al adversario en situación de zugzwang, alcan­ zando un efecto inesperado. 4. RSA! R5T 5. R4A! El rey negro está en la reta­ guardia de los peones y ocasiona por ello bastantes molestias; las blancas lo desplazan a una posi­ ción más cómoda para ellas. 5. ... 6. P3C 7. R4C

R4T R3C

y las blancas ganan, lo mismo que en el 188 (véase 261). El zugzwang que constituye la base del 189, recibe una explica­ ción complementaria en los ejem­ plos relativamente sencillos, 190 y 191, que pueden ser considera* dos como auxiliares para posicio­ nes más difíciles representadas en los números 192 y 193. 190

191

En el ejemplo 190 no gana 1. R5A?, por 1... R6A; 2. R6C, R6C; 3. P5T, R5T ó 1. P5T ?, R6A ;

2. R5A (2. R6R, R5A!) ; 2... R6C, 3. R6C, R5T, que nos lleva al mis­ mo final, ya que las blancas se encuentran en zugzwang. Pero si las negras tuviesen que Jugar aho­ ra, habrían perdido,. Para conse­ guirlo, las blancas deben llegar a 6C no en dos jugadas, sino en tres: 1. R6R1, R5A; 2. R7A, R6C; 3. P5T, R5T; 4. R6C, y ahora son las negras quienes están en zugzw&ug. 190a. Terminación del problema, 1913. Blancas: R5R, P4TR, P5TR. Negras: R6AR, P2CR. Ganan blancas: 1. R5A (no 1. P6T?, P x P ; 2. R5A, P4T1; 3. R5C, R5R; 4. R x P , R4A y tablas): 1.. . R6C; 2. P6T1, P x P ; 3. P5T y ganan. 190b. Janden-Prokesv, Praga, 1928. Blancas: R4AR, F4Tb, P2CR. Negras: R5AD, P4TD, P5TR. P4TR. Salen las blancas, que pierden después de 1. R4R, R5C; 2. R4D, R x P ; 3. R4A, P6T (también gana 3... R6T; 4. R3A, P5T); 4. P x P , P5T, etc. Más interés ofrece la variante 1. R5C, P6T! (única); 2. P x P , R5C ; 3. R x P, R x P y ganan. I96e. Moraviets, 1938. Blancas: R6R, P2CD, P4TR, P5TR. Ne­ gras: R6CD, P5AD, P2CR. Ganan blancas: 1. R5D, R5C!; 2. R6A, R5T; 3. R5A, R6C; 4. R5C, P6A!; 5. P x P , R x P ; 6. R5A, R6D; 7. R5D, R6R; 8. R5R, R6A; 9. R5A, R6C; 10. P6TI, P x P ; 11. P5T y ganan. De otro modo se consigue ganar en el ejemplo 191. Después de 1. R5A!, R7C; 2. P5T, R6T, las blancas en vez de 3. R6C. ? (por 3.. . R5CI) juegan primero 3. R5C!, para obligar al rey negro a un retroceso fatal. En el ejemplo 192 es inútil 1. R5C ?, R6A; 2. P4T, R7C; 3. P5T, R6T ó 1. R4C ?, R7A; 2, P4T, R7C; 3. P3T, P3C. 99

1. R3C !

R6R

Grigóriev rechazaba el intento de ataque por la retaguardia 1... R8A con la siguiente combina­ ción : 2. P4T, P3C (o, de otro mo192



R4C, R4R ; 4. R5C, R5R ; 5. P5T !, R6A ; 6. R5A! y ganan (191). En el ejemplo 193 no se consi­ gue el objetivo con 1. R5A ?, P4T ; 2. R5C, P5T ; 3. R5T, P3T ni con 2. R6A ?, R5A; (191). $e hacen tablas sólo con 1. R5D ! ; por ejem­ plo: 1... R5C (ó 1... R x P ; 2. R4A, R6T; 3. R3A ; ó 1... P4T ; 2. R5A) ; 2. R6A, P4T; 3. R7C, P5T; 4. R6T y tablas. 193a. Flohr-Ragozin, Moscú, 1936. Blancas : R6AR, P2CR, P4CR. Negras : R4D, F2TR. Las negras se han defendido con toda corrección: 1... R5R; 2. R5C, R6R; 3. R6T. R5A; 4. P5C, R4A ; 5. R5T, R5A ; 6. R4T, R6R ; 7. R3C, R5R ; 8. R4C, R6R ; 9. R5A, R7A ; 10. R6A, R6C ; 1!. R7C, R5C ; 12. R6T, R5T, tablas.

193b. Ebersz, 1942. Blancas: do, 3. PST y P4T); 3. R4A {pero R5TD„ P2CD, P3CD. Negras: no R4C? para evitar el jaque R4R, P2AD. Ganan blancas. No en la cuarta jugada); 3... R7C; 4. basta 1. R6T? ó 1. R4C? por 1... P5T!, P x P ; 5. P4T y ganan, Gri- R5D ! ; 2. R5C, R6D lo mismo que góriev ha indicado que en esta 1. P4C ?, R5D; 2. R5C, R6D. Lo posición, desplazada a la columna correcto es 1. R5C!, R4D (1... de la izquierda, la combinación R5D ; 2. R6A) ; 2. P4C, P3A+ (es anterior pierde (en vista de 5... tarde ya para 2... R5D ; 3. R6A, R6C; 6. R5A, R5T); de ahí de­ R6D por 4. R5D ! ; 191) ; 3. R5T ! duce que la posición del problema y ganan. (3... R5A ; 4. R4T y 5. no puede ser desplazada, es decir, P5C) ; serían tablas si 3. R4T ?, que en ese caso las blancas no R5A ; 4. R3T, R6D ! (4... R4D ? ; 5. R3C, R5D ; 6. P5C) ; 5. R3C, pueden ganar. Sin embargo, después de 1... R7D !, etc. R8A; 2. P4T, P3C, se puede ganar sin necesidad de la combinación, 193c. Ebersz, 1942. Blancas : jugando: 3. P3T y si 3... R8C, R3TD, P4AR, P5AR. Negras : sigue 4. P5T, P x P ; 5. P4T y si R8CD, P2CR. Ganan blancas: 1. 3... R7R, entonces 4. R4A, R7A; R3C, R8A ; 2. R3A, R8D ; 3. R3D, 5. PST, P x P ; 6. P4T y en ambos R8R ; 4. R3R, R8A ; 5. R3A, R'8C ; casos las negras no pueden rodear 6. P6A, P x P ; 7. P5A, R7T ; 8. R4R por la izquierda (lo mismo que y ganan. No se debe de golpe: en el 58). Esta solución es gene­ 1. P6A?, P x P ; 2. R3C, por 2... ral, es decir, la que proporciona R8A hasta la 5... R8AR; 6. R3A, la victoria en todas las columnas, P4A ! y tablas. y la combinación es una excep­ La estructura de «peones en co­ ción, posible tan sólo cuando hay lumna» permite hacer un juego peones de torre. más variado que el que acabamos Después de 1... R6R, también de analizar. Berger, que no daba es fácil ganar: 2. P4T, R5R; 3. más que un ejemplo sobre ese te­ 100

rna, y, además, poco típico (194), suponía que la parte más fuerte ana sólo por excepción, sin emargo, log análisis de Grigóriev han demostrado que, incluso si son excepciones, no son pocas y acaba uno por no saber si laS ex­ cepciones son regla en esa clase de finales. Las probabilidades de ganar de­ penden exclusivamente de la po­ sibilidad de capturar el peón ad­ versario. Por eso tiene importan­ cia el grado de proximidad de los peones (tiempos de reserva) y la posición que ocupan los reyes. En los finales con peones blo­ queados predomina la idea del rodeo por los flancos; la lucha por el dominio de las casillas críticas recuerda en mucho los finales de «peón contra peón». Si no hay peones bloqueados, uno de los medios más eficaces de defensa es el ataque por la retaguardia (igual que en los casos de peones en columnas vecinas), que da lu­ gar a numerosas posiciones de sugzwang. Estos finales son mu­ cho más complicados, pues al mover cualquier peón cambia el sistema de las casillas críticas; los finales del primer tipo (con peones bloqueados) existen en ellos como una posibilidad po­ tencial.

t

Las probabilidades de las blan­ cas están en el flanco del rey (in­ vasión de la casilla 6T). Las blancas nada pueden conseguir por la izquierda del peón 3A, si el rey negro se encuentra en la misma columna que su peón (en la posición, por ejemplo, de R4DR3D, las negras tienen la jugada R3A, que acaba con todos los tiempos de reserva de las blancas; en la posición R5D-R2D, lo deci­ sivo es el juego del peón 2A). Entre la casilla 5T y el rey blanco median sólo dos jugadas; en cambio, del rey negro a 2CR hay cuatro; la única salvación de las negras es contratacar el peón 5A. Si son mano, las blancas no ganan; por ejemplo: 1. R4C, R5R!; 2. P3A + , R4R! ó 2. P4A, R6R!; si 1. R3C, entonces 1... R4R!; 2. R4C, R5R; si 1. P3A, entonces 1... R3D!, y nada se con­ sigue con 2. R4C, R4R!, ni 2. R3C, R2R! (como las blancas han perdido tiempos, el rey negro pudo acercarse a la casilla 7C); 3. R4T, R2A; 4. R4C, RIA (con una casilla de reserva, las negras defienden victoriosamente ambos flancos; véase 194a); 5. R5T, R2C. Pero si las negras tienen la sa­ lida, están perdidas: 1... R5D (a 1... R3D decide en el acto 2. R4C, R4R; 3. P3A); 2. P3A!, R4D; 3. R3C!, R3D; 4. R4T!, R4R; 5. R4C y 6. R5T. Por una simple casualidad la posición 194 fue la base de un roblema de Bianehetti (1924) y e Grigóriev. La posición de los reyes en el de Bianehetti era: R1D-R2CD; la primera parte del juego se reducía a aproximar los reyes: 1. R2R, R3A; 2. R3A, R4D; 3. R4A (no sirve, eviden­ temente, 3. R4C?, R5R). En el problema de Grigóriev, la situa­ ción de los reyes, R4R-R3AD, creaba una posición más compli­ cada, ya que planteaba la nrgen101

te necesidad de lograr la conjuga­ ción decisiva: 1. R3A!, R4D; 2. R4A! (Grigóriev indicaba que si el rey negro estuviese en 3D ó 4AD, las blancas no podrían ga­ nar.) I94a. Grigóriev, 1935. Blancas: R4AR, P3ÀR, P6AR. Negras : R4D, P2AR. Ganan blancas: 1. R5A!, R3D (ó 1... R5D ; 2. P4A, R4D ; 3. R4C!) ; 2. P4A, R2D ; 3. R4C, R1R ; 4. R5T !, RIA ; 5. R5C. Por no tener un escaque de reser­ va, las negras pierden: 5... R1R; 6. R6T; 5... R1C; 6. R5A, RIA; 7. R5R, R1R ; 8. R6D, R1D; 9. P5A ó 6... R2T; 7. R4R, R3T; 8. R5D, R3C ; 9. R5R y 10. R0D. (Si esta posición se desplaza a la izquierda, se gana más fácilmente, pero si se coloca más abajo o a la derecha, no se gana.) I94b. Horwitz y Kling, 1851. Blancas: R3D, P4D, P5D. Ne­ gras: R1D, P2D. Ganan las blan­ cas si son mano. Las negras, te­ niendo la salida, hacen tablas ju­ gando 1... P3D! y conservando la oposición en las columnas princi­ pales (15). Las blancas ganan con la jugada 1. P6D !, R1R; 2. R4A (el camino más corto hacia la casilla 6Tj, pero también gana 2. R4R, RIA.; 3. R5D, R2A; 4. R4A !, etc. El resultado no se modifica si la posición se traslada abajo, pero las blancas pueden ganar, en caso de ser mano, sólo en las colum­ nas centrales ; de otro modo no se consigue el rodeo. Lo mismo ocurre en la posición siguiente : 194c. Prokop, 1925. Blancas : R2AD, P5R, P6R. Negras: R1R, P2R. Ganan blancas. 1. R3D, R1D ; 2. R4R! (2. R4D ? o R3R?, R2A !, tablas) ; 2... R1R ; 3. R3R!, R1D ; 4. R4A ó 3... RIA; 4. R,4D y ganan. Las posiciones siguientes ilus102

195

196

tran el ataque por la retaguardia del rey de la parte más débil a unos peones doblados. En el ejemplo 195, Grigóriev acorta la solución (R8R)7A(R3D)4R. Después de 1. R6C (no 1. R x P ?, R4A), la posición se simplifica. Es inútil para las ne­ gras 1... R3R ; 2. P4C, R4R; 3. P3C y 4. R x P . Por eso 1... R5R; 2. P4C, R5A (2... R4R; 3. P3C; 2... R6R; 3. R5A! y el peón puede avanzar hasta 6C) ; 3. P5C!, R5C; 4. P3C v ganan. Después de 3. P5C la posición es de zugzwang recíproco. Si en semejante situación tuviesen que jugar las blancas, habrían sido tablas: 1. P3C + , R5C ó 1. R5T, R6C (no 1... R4A ?, P3C) ; 2. P6C, R5A; 3. P4C, R4R. Pero si desplazamos esta posi­ ción a la columna del alfil (196), las blancas no estarán en zug­ zwang. La penetración prematura del rey en 6A se corrige fácilmen­ te: 1. R5C!, R4D (1... R6A; 2. P6A y 3. R6T) ; 2. P6A!, R4R; 3. P3A!, R3R; 4. P4A y ganan. En este ejemplo el rey blanco no consigue llegar a la esquina 1TD, que le habría asegurado las tablas. La única posibilidad radica en el ataque por la retaguardia de los peones doblados, pero para conseguirlo es preciso sacar ven-

La situación, después de la ter­ cera jugada de las blancas, viene a ser un curioso paralelo del 193, donde los peones doblados se en­ cuentran en la columna de la torre. En respuesta a 1. R2A, es más vigorosa la réplica 1... R5T (a fin de que el rey no estorbe el avance del peón):

197

1. ... 2. R3R

taja de las posiciones de zugzwang que caracteriza el ejem­ plo 195. 1.

R2A

R5C

■Esta jugada parece la indicada, pero es mejor la 1... R5T, que analizamos más adelante. 2. R3R

R6C

Si 2... R5A, entonces 3. R2D!, R6C; 4. RIA! (pero no 4. R3D ?, P4C! 5. R4D, P3C); 4... R7T. 5. R2A, P4C (para ganar haría falta la jugada P5C; 6. R3A y tablas. La jugada 2... R5T tiene el ca­ rácter de una celada, pero 3. R2D y 3. R3D consiguen tablas ; pierde la 3. R4D ? por 3... R6C (195). 3. R4D si lo comparamos con el 195, la posición de zugzwang parece vuel­ ta del revés; es mano la parte más fuerte, en vez de la débil, cosa que asegura el resultado nu­ lo: 3... P4C (a 3... R5C, cabe 4. K5D y 4. R3D) la esquina IT!; 4. R5D! (no 4. R5A ?, P5C) ; 4... P5C; 5. R5A !, P3C + ; 6. R5C ó 4... P3C; 5. R6A ! ó 4... R5C ; 5. R4D!, P3C; 6. R5D, etc.

R5T P4C

Las blancas deben ser ahora muy precavidas. Son igualmente malas: 3. R2D?, R6C!; 4. RIA, R7T; 5. R2A, P5C!, que 3. R3D ?, R6C !; 4. R4D, P3C, que 3. R4D ?, R5C!; 4. R5D, R6C!, 5. R6D (5. R5A, P5C); 5... R5A!; 6. R7A, P5C y ganan. 3. R4R !!

R5C

A 3... P4C se puede responder con 4. R5D y 4. R4D, y si 3... P3C ó 3... R6C, entonces 4. R5D! 4. R4D! A 4... P3C ó 4... R6C, sigue 5. R5D y tablas. 197a. Grigóriev, 1935. Blancas: R5R, P2CD. Negras: R5TD, P4CD, P2CD, tablas. Se trata de la primera versión simplificada del problema anterior, pero se dis­ tingue por una introducción inte­ resante: 1. R6D !, R6C; 2. R5D!, etcétera. 197b. Grigóriev, 1935. Blancas: R1TR, P2CR, P3CR. Negras: R3CD, P3CR. Ganan blancas Con un peón en 2C (en vez de 3C) las negras, sin moverlo, se harían fuertes en la esquina 1TR. En este caso las blancas ganan, pero las negras replican con un movimiento impetuoso, por la diagonal 6C-2A, al avance de las blancas por la columna de torre. Es preciso, aunque sea con pér­ 103

dida de tiempos, acercar el rey para impedir también el movi­ miento del rey negro: 1. R1C!, R4A; 2. R2A, R5D ; 3. R3A, R4R; (ó 3... R6D; 4. R4A!; y 5. P4C); 4. R4C, R3A; 3. R4A P4C+ (de otro modo, 6. R5C); 6. R4R, R3R; 7. P4C y ganan. El ejemplo 197 plantea la nece­ sidad de analizar detalladamente los casos de cuando los reyes se encuentran delante de los peones o al lado de ellos. Las posiciones de los ejemplos 198 y 199 son una ilustración au­ xiliar de alguna de las variantes de los problemas de Grigóriev que reproducimos más abajo (1936), pero al mismo tiempo tienen su ropia importancia teórica. Estano los peones en las columnas centrales, las blancas ganan. En el 198 (el rey negro puede estar también en 2R), las negras deben estar en condiciones de res­ ponder con R3C, a R4T. El rey negro debe mantenerse a la izquierda del blanco, ya que si ocupa la casilla 3T, el rey blan­ co se apodera de 4D (las negras no alcanzan a replicar con R4D a R3R). La defensa de las negra es

ocupar 3A, 2A y 2C. Según Grigó­ riev, las negras tienen «¡exceso de casillas conjugadas». Lo mismo ocurre en el centro. Por ejemplo: 1. R3A, R4D; 2. R3R; parece que es una posición de zugzwang pa­ ra las negras, pero cabe jugar 2... R5A y 2... R4A, ya que des­ pués de 3. R3A, R4D!, a la 4. R3C, sigue 4... R5R (ó 4. R2C, R3R). Se comprende que las negras no habrían conseguido defender las casillas críticas si la posición estuviese en las columnas cen­ trales.

198

Las blancas no pueden ganar, si son mano, debido a que los nes se encuentran en la co­ ma de alfil y no en la central. La tentativa 1. P5A+, R3D, nos lleva rápidamente al 194; por ejemplo: 2. R4D (2. R4A, R4D) ; 2... R3A; 3. R3R, R4A (ó 3... R3D ; 4. R4R, R4A) ; 4. R3A, R5D ! ; 5. R4A, R4D y tablas. Nada se consigue con la otra variante : 1. R4D, R3D (no 1 .. R4A?; 2. R3R, R3R; 3. R4R y les toca salir a las negras) ; 2. R3R (ó 2. R3D, R4D; 3. R3R, P4A !) ; 2... R4D (es erróneo 2... R2R?; 3. R3A !, R2A; 4. P5A, R2R ; 5. R4A ! y ganan ; 200) ; 3. R3A, P4A ! y tablas, lo mismo que en el 198.

C

sencilla, pues a R3C pueden res­ ponder con R3A ó 2A; si el rey blanco está en 3T, el negro puede 104

Si en el ejemplo 199 colocamos los reyes en 4CR y 3CM, las blan­ cas ganan (véase 200). 200

R3CR, P2AR. Ganan blancas : 1. P4A ! (no 1. R 3 R ?, R4A ; 2. P4A, R3R ; 3. R3A , P4A, 198, ó 3, R4R, P3A, 199); 1... R3A ; 2. R3A ', R4A; 3. R3C!, R3C; 4. R4C, etc. 2Mb. Grigóriev, 1936. Blancas : R1AR, P2AR, P3AR. Negras : R2R, P2ÀR. Ganan blancas : 1. R2C!, R3R ; 2. R3C (no 2. P4A ?, P4A !, ni tampoco 2. R2T ?, R4R ! ; 3. R3C, P4A ! y tablas) ; 2... R4A ; 3. P4A y ganan ; ó 1... P4A; 2. R3C(3T), R2A; 3. R4T !, R3C ; 4. P4A y ganan. Ahora ya no resulta difícil orientarse en la compleja posición 201

Si la posición del ejemplo 200 estuviese en la columna de caba­ llo, no habrían ganado las blan­ cas. En la columna central, las blancas habrían ganado moviendo su rey bien a la derecha, bien a la izquierda. Pero en esta situación el movimiento del rey hacia el centro 1. R4R nos lleva a tablas, pues 1... R3R; 2. P4A, P3A! (199). La jugada correcta es 1. R4C (también se gana después de 1. R3C), 1... R3C; 2. P4A, P3A (2... P4A+ ; 3. R3A; 2. R3A; 3. P5A, R4R; 4. R5C, R5R; 5. R6A ó 4... R4D; 5. P6A! ; 196); 3. P5A + , R2A (ó 3... R3T; 4. P3A y luego 5. R4A) ; las blancas tienen aho­ ra dos caminos para ganar: 4. R5T, R2C; 5. P3A!, R2T; 6. R4C 6 4. R4A, R2R; 5. R3A1, R2A; 6. R4R (ó 5... R3D; 6. R4C). Saliendo las negras 1... R3R; 2. R5C, R4R ; (2... P3A+ ; 3. R4A); 3. P4A + , R5R (3... R3R; 4. P3A ó 4. P5A +) ; 4. P5A y ganan co­ mo arriba (teniendo en cuenta el 196). 299a. Grigóriev, 1936. Blancas: R2R, P2AR, P3AR. Negras:

del 291, en la que están incluidas todas las variantes. Con el rey blanco en 3T se harían fácilmente tablas con R4C (R6D, P5A); pero si el rey negro estuviese en 2D, las blancas habrían perdido, ya que P4A y R3A (200a). La tarea fundamental de las blancas, impedir que las negras coloquen su rey delante de los peones, se consigue fácilmente: 1. R3C, R3D; 2. R4A!, P4A (ju­ gada obligada); 3. R3D! y tablas, ues 3... R4R; 4. R4A, R3D; 5. :3D ó 3... R3A; 4. P4A (198), ó 3... R4D; 4. P3A, etc. (199).

S

105

C apítu lo V

DOS PEONES CONTRA DOS PEONES En los finales que hemos estudiado hasta ahora (con un número mínimo de peones), la exposición eia, dentro de lo posible, exhaustiva, ero a partir de esta parte ya no nos planteamos semejante objetivo. emendo en cuenta, sin embargo, la posición intermedia de los finales de «dos peones contra dos peones», hacemos de ellos un análisis más detallado que de los finales siguientes de «tres peones contra de» y tres peones». El aumento del número de peones no cambia, claro está, le« prin­ cipios fundamentales del juego. Muchas de las ideas ya expuestas vuelven a aparecer de nuevo en es«« finales, en una orquestación más amplia, por decirlo asi. Pero, al mismo tiempo, el aumento del material impone que se amplié el círculo de ideas estratégicas y tác­ ticas, incluso de ideas que no podían haberse expuesto con menos material. Los finales de dos y tres peones tienen sus peculiaridades específicas propias, y por ello le« vamos a estudiar por separado. El propósito de sistematizar detalladamente el material según su estructura de peones tropieza en finales de «dos peones contra dos peones» (sin hablar ya de le® siguiente) con dificultades considera­ bles, debido a la mulfiformidad de esas estructuras. Por ello los autores de libros sobre finales no han hecho, hasta la fecha, ninguna sistema­ tización, limitándose, en el mejor de los casos, a destacar los finales de peones pasadera. Es indudable que la existencia o la falta de peones pasad«« da un carácter radicalmente distinto a los finales que estudiamos, y por eso los hemos dividido eu de« grupos fundamentales. Pero como esto no n Dos peones pasados

Si en el final de «dos peones contra dos peones», una de las »artes posee dos peones pasados, a otra parte, como es natural, también tiene dos peones pasados. Estos peones pueden ser ligados o aislados, centrales o laterales, y estar en diversas posiciones. Por lo tanto, se podrán hacer deduc­ ciones generales sólo en finales reducidos a grupos todavía más restringidos. La práctica ha de­ mostrado, por ejemplo, qne les peones laterales y aislados tienen, en la mayoría de los casos, ven­ tajas sobre los peones centrales y ligados. La enorme variedad de casos particulares nos obliga a pasar a los ejemplos concretos, distribui­ dos según el sistema arriba indi­ cado.

Í

dama. Por consiguiente, en po­ siciones análogas se puede ganar sólo si los peones propios no están por debajo de la fila 4, si el rey está bien situado o si hay posibi­ lidades de impedir el avance de los peones adversarios. 202a. Horwitz, 1879. Blancas: R3AR, P4D, P5R. Negras: R4CR, P4AR, P3CR. Ganan blancas (son mano las negras) : 1... R3T (1... P5A; 2. P5D, R4A; 3. P6D y ga­ nan) ; 2. R4A (o primero P5D); 2... R2C; 3. R5C, R2A; 4. PSD, R2R; 4. P6R, R3D; 6. R6A y ganan. 203

202

En el ejemplo 202' (Fine, 1941), el rey blanco presta un gran apo­ yo a sus peones. El peón negro 2T necesita hacer cinco jugadas para convertirse en dama, pero apenas haga tres o cuatro juga­ das, las blancas, ganando tiempos gracias a los jaques, bien corona­ rán el suyo, bren darán mate (74). Las blancas, desde la fila 4, nece­ sitan seis jugadas por lo menos (y nueve desde la 3) para hacer

En este problema clásico del compositor letón, la dificultad de la solución se debe a la situación del rey negro en 2A. Si el rey negro estuviese en IR, se ganaría jugando R5R, con amenaza de pasar a 6R. Esta amenaza cons­ tituye la base de la posición 203. Con el rey negro en IR, el rey blanco podría pasar a la fila quin­ ta, sin hacer caso del avance del peón 5D. La jugada frontal de 1. R4R? 107

nos llevaría a tablas: 1... P4A; 2. R3D, R1R; 3. R4A, R2A; las blancas no pueden ganar tiempos. Lo correcto es 1. R3A!, P3A; 2. R4A!, P4A, y ahora las blancas mueven su rey a 3AD en un nú­ mero impar de jugadas: 3. R4R, RIR; 4. R5D (se puede también R3D), 4... R2D; 5. R4A, RIR; 6. R x P!, P6D; 7. R6D, R2A; 8. R7D y ganan (véase 354). 203a. Lasker, 1895. Blancas: R3AR, P6R, P6AR. Negras: RIR, P2AD, PSD. Ganan blancas. (Ejemplo didáctico tomado del libro «El sentido común en el aje­ drez», que profundiza considera­ blemente el problema de Betinsh). 1. R 4 A R I A ; 2. R4R, P4A ; 3. R3D, R IR ; 4. P7R! y ganan. Algo más elegante es la solución es­ tando el rey blanco en 4AR, a sa­ ber: 1. R3A!; Bianchetti (1925) sefialó erróneamente: «1. P7R!, R2A; 2. R3A», etc. A 1. P7R ? no se debe replicar 1... R2A?, sino 1... P4A! y tablas. La ju­ gada P7R (toma de la casilla con­ jugada decisiva) se debe hacer só­ lo cuando se alcance la posición R3D-R1R (154). 2Mb. Blancas: R2D, P7AD, P6D. Negras: R2D, P5R, P2AR. Ganan blancas. En un manual se daba la siguiente solución: «1. R3R, P4A; 2. R4D, RIA; 3. R5A, R2D; 4. R6C y ganan». Sin em­ bargo, en vez de 3... R2D ?, lo co­ rrecto es 3... R2C!, después de lo cual se debe seguir 4. R5D!, P6R ; 5. R6R, P7R; 6. R7D, P8R=D; 7. P8A =D + , R3C; 8. D6A+, 9. D5A+ y 10. D xP y gana pro­ bablemente. 203c. Herberg, 1935 (según Be­ tinsh). Blancas: R4AR, P7R, P6AR. Negras; RIR, P5CD, P2AD. Ganan blancas: 1. R5R, R2A; 2. R4D, P3A!; 3. R3D!, P4A; 4. R4A, RIR; 5. R x P y ganan. 108

203d. (Torneo de Barcelona de 1932). Blancas: R4CR, P6AR, P7CR. Negras : R2AR, P2D, P5R. Las blancas acceden a ta­ blas. En 1950, Dedrie indicó la forma de ganar : 1. R3C!, P3D; 2. R4C !, P4D; 3. R4A, R1C; 4. R5C!, R2T (4... R2A; 5. R6T) ; 5. R5A !, P6R ; 6. R6R, R1C (6... P7R; 7. R7A) ; 7. P7A+, ó R7R y ganan. Algo más complicadas son las maniobras en el ejemplo 204: 1. 204

R3A, R1C (1... P5R +; 2. R4A; 1.. . P5A; 2. R4R) ; 2. R2A!, R2A (2... P5R; 3. R3R ó 2... P5A; 3. R3A, etc.); 3. R3C, R1C, (3. . P5A+ ; 4. R4C) ; 4. R4T, R2A (si 4.. . P5A, entonces 5. R5C!, R2A; 6. R4C; ó 4... P5R; 5. R5C, R2A; 6. R4A) ; 5. R5C, P5A ; 6. R4C y ganan, colocando el rey en 4R. La complicada posición de este ejemplo nos hace ver con suma claridad hasta qué punto deben permitir las blancas la aproxima­ ción del rey negro. Las blancas no pueden dejar de mover sus peones, pero no cons­ tituyen una barrera suficiente­ mente fuerte (la casilla 4R!) ni amenazan con la conversión ; por ejemplo: 1. R2A?, R5C; 2. R3D, R5A (según Grigóriev, se gana

205

206

en esta posición incluso saliendo las negras *) ; 3. R2A, R5R; 4. R3C, R6D, ó 4. R1D, P6D;5. RIA, F7A (se puede también 5... F7D + ) ; 6. R2C (si 6. R2D, no se debe jugar 6... R5D?, sino 6... R5A!; 7. RIA, R4A!; 8. R2D, R5R, etc.) ; 6. R5D; 7. P4C, R5R ; 8. P5C, R6A; 9. P6C, P7D y ga­ nan.

misma fila la regla del «cuadrado errante», que dice: si el cuadrado común de los peones aislados llega al extremo del tablero o se sale de su marco, los peones pueden avanzar hacia la octava casilla por sí solos, sin el apoyo del rey (véa­ se 51-54). Si el cuadrado común de los peo­ nes no ha llegado todavía al ex­ tremo del tablero y el rey propio no puede prestarles apoyo, tiene decisiva importancia la distancia entre los peones. Si les separa una casilla, pueden defenderse venta­ josamente de un ataque frontal del rey adversario. Si median en­ tre ellos dos casillas, los peones perecen si no han alcanzado la tila quinta. Si son tres casillas las que hay entre ellos, se salvan si consiguen llegar a la fila cuarta. Así pues, en el ejemplo 206, los peones negros estarían condena­ dos de no encontrarse defendido uno de ellos por su rey. Sin em­ bargo, la blancas ganan con una maniobra exacta; permiten el

1. P3A! Jugada única: al rey negro se le priva de la casilla 4R. Si 1. P4A, R5C; 2. P3C ó 1. P3C, R5C; 2. P4A. entonces 2... R4A y 3... R5R. 1. ...

R5T

Es mala 1... R4C ?, por 2. P3C! y tablas, pero no 2. R2A ?, por 2... R5A! 3. R3D, R6C; 4. R2A, R7A!; 5. R3D, P7A o R8R y ganan. 2. P4C! 3. R2A 4. R3D

R4C R5A

y tablas en vista de la posición de zugzwang (las negras no pueden ganar tiempos). Se puede aplicar a los peones aislados que se encuentran en la

* En efecto, si esta posición la con­ sideramos inicial, las negras juegan 1... R5C ! ; 2. R2A (2. P3A+, R6C); 2... R ÍA ! ; 3. R3D, RSA, y les toca jugar a las blancas, ó 3. P3A, R5A, ó 8. P3C, R5R y ganan. 109

avance del peón de torre, pero co­ ronan su peón de alfil y son las primeras en tener dama,

P5CR. Después de 1... P5A!; 2. P X P + , R3DH, los peones p asa­ dos de las negras les aseguran la victoria. 1. R4A!, R3C (si mueven algún Otra idea preside el ejemplo peón, pierden ambos); 2. R5A!, 206e. Walker, 1841. Blancas: R2A; 3. R6A! (es prematuro 3. R5TD, P2TD, P2CD. Negras: R6R?, P4T-) ; 3... R3C; 4. R6R!, R4TR, P2AR, P2TR. Ganan blan­ R2A; 5. R5D, P4T; 6. P6C + , cas. Después de coronados los peo­ R x P ; 7. R x P y ganan. nes y cambiadas las damas me­ Ejemplos didácticos: diante D5C + , decide P4T. 207 20«a. Blancas: R4CR, P4TD, P4R. Negras: R4AD, P4CR, P5TR. Ganan blancas. En esta misma posición, pero con los peo­ nes en 3R y 3T, la partida es nula: 1. R3T!, R5A; 2. R4C, etc., (como los peones no están obligados a moverse, se defienden indirecta­ mente el uno al otro). Es muy ins­ tructivo el problema de Rauch: Blancas: R2R, P3CD, P3AR, P3TR. Negras: R5D, P6CR, P5TR. Ganan blancas. Si se transfiere la salida a las negras, después de R4D, R3R, los peones pasan por sí solos. Por eso: 1. RIA, R6D; 2. RiC, R5D; 3. R2C, R6D; 4. RIA, R5D; 5. R2R y ganan. En este ejemplo se gana avan­ 206b. Blancas: R3AD, P6CR, zando sucesivamente Tos peones P7TR. Negras: R2CR, P5TD, blancos: 1. P4A! (no 1. R2C?, P4AD. (1. R4A, R1T; 2. R3A!, R6C o P4D, tablas); 1... R5C; R2C) tablas. Gana la posición: 2. P4T! (2. R2C ?, P4T! y ganan) ; R4A, P6CR, P7TR; R1TR, P4TD, 2... P4D; 3. P5A, R4A; 4. P5T (la P3AD (1. R5A, R2C; 2. R6D, jugada 4. R2C ?, R3D!, conduce PST; 3. R7R, P6T; 4. F8T=D+, a tablas) ; 4... PSD; 5. P6A (tam­ etc.). Son impotentes los peones bién gana 5. R2C, RSA; 6. P6A, centrales ligados contra los ais­ P6D; 7. P7A, P7D; 8. P8A = P, lados de los flanee« en la posición: PSD = D ; 9. D1A+ , etc) ; 5... R3D ; R4CR, P4D, P4R; R2D, P4CD, 6. P6T; P6D; 7. P7A, R2R; 8. P4CR. P7T, P7D; 9. P8A=D + , R x D ; 10. P8T = D + y ganan. 206c. Blancas: R1CD, P5TR, La segunda solución no queda P6TR. Negras; R3AR, P6TD, P2AR, P6AD. Ambas partes se eliminada si se añade un peón encuentran en zugzwang: el que blanco en 2CR, ya que a la quinta empieza, pierde. Si trasladamos jugada el rey blanco puede ir a el peón 6AD a 5A y «1 rey a 3AD, 1C; por ejemplo : 5. RIC, R5A ; 6. R2A, R6C; 7. P6A, P6D; 8. P7A, gana la jugada. 1. R2A. P7D; 9. F8A=D, P8D = D; 10. 206d. Stolz-Nimzovich, Berlín, D3A+ y' ganan. Tampoco elimina ese defecto la 1927. Blancas: R2D, P4TD, P5CD, P3CR. Negras: R4R, P5D, P4AR, propuesta de añadir un peón 110

blanco en 3AR (Halberstadt), ya que sigue siendo posible 5. R2C con el final victorioso de dama, después de 5... R5A; 6. P6T, etc. Más abajo incluimos otros dos intentos de enmienda, pero en el primero el camino de íes peones está reducido a la mitad, y en el otro se ha aumentado el material. 207a. Jaehaturov, 1947. Blancas: R2D, P4AR. P4TR. Negras: R5CD, P4D, P5CR. Ganan blan¿ a s : 1. P5A, R4A; 2. P5T, P6C; 3. R1R!, P5D; 4. P6A, R3D; 5. P6T, P7C; 6. R2A, P6D; 7. P7A, R2R ; 8. P7T, P8C = D + ; 9. RxD, P7D; 10. F8A = D + , R x D ; 11. P8T =D + y ganan. 207b. Maizelis, 1954. Blancas: R1TR, P4TD, P3D, P2AR, P2TR. Negras: R6TD, P4TD, P3CD, P2CD, P5D. Ganan blancas: 1. P4A (1. P4T ?, P4C); 1... R5C! 2. P4T, P4C.; 3. P5A!, R4A!; 4. P5T, P5C (ó 4... P x P ) ; 5. P6A, R3D; 6. P6T, P6C; 7. F7A, R2R; 8. P7T, P7C; 9. P8A=D+, RxD; 10. P 8T = D f, R2R; 11. D7T+ (sí en la cuarta jugada se hubiera ju­ gado 4... P x P y el peón, en vez de 7C, estuviese en 7T, se jugaría ahora 11. D x P ; 11... R3D; 12. D x P y las blancas ganan. 208

gros no alcanzan a ocupar una ición salvadora en la misma (1Mb y c), por lo cual pier­ den, pero la lucha se complica porque las negras utilizan un re­ curso defensivo inesperado (como en el problema de Reti número 71): 1. P3T, P4A; 2. R1C, P5A; 3. R2T (este ataque al vulnerable peón «de cabeza» en circunstan­ cias corrientes habría proporcio­ nado la victoria, pero en tal caso entra en juego el oculto recurso defensivo de las negras); 3... P6A!; 4. R3C! (si 4. R x P ? entonces 4... R6CI; 5. P5A, R5A; 6. P6A, R6R; 7. P7A, P7A; 8. P8A=D, P8A=D + , y tablas); 4.. . P7T; 5. R x P (las blancas han conseguido que el peón 8A se convierta en dama sin jaque); 5... R6C; 6. P5A, R5A; 7. P6A, R6R; 8. P7A, P7A; 9. P8A=D, P8A =D ; 10. D6T+ y las blancas ganan. A continuación damos otras po­ siciones con las mismas figuras, pero de contenido diverso. 288a. Elinek, 1944. Blancas: R5CD, P2D, P2TR. Negras: R5AR, P2TD, P3AR. Ganan blan­ cas: 1. P4D, R5R (ó 1... P4A; 2. P5D, R4R; 3. R5A, P5A; 4. P6D, etcétera); 2. R5A, P4T (en caso de 2.. . P4A; 3. P5D, etc., lo decisivo es D8R + ); 3. P4T, P4A (ó 3... P5T; 4. R4C, P4A; 5. P5T, P5A; 6. P0T, P6A; 7. P7T, P7A; 8. P8T=D„ P8A=D; 9. D5R+ y ganan); 4. F9T, P5A; 5. P6T, P8A; 6. P7T, P7A; 7. P8T=D, P8A = D; 8. D8R+, y ganan. 288b. Blancas: R5CD, P7D, P5AR- Negras: R2R, P4CR, P2CR. Tablas: 1. R6A, R1D; 2. R5D, R x P7D ; 3. R4R! (3. R5R ?, R2R; 4. R4D, R3A ; 5. R4R, P5G; 6. R4A, P6C; 7. RxPBC, R x P y inan); 3... R3D (ó 3... R2R; 4. 3A, R2A; 5. R3C, R3A; 6. R4C y tablas) ; 4. R3A, R4R; 5. R4C, R3A; 6. R5T, RxP5A y tablas. Es un final muy instructivo.

f En este ejemplo, los peones ne­

til

La base de les siguientes pro­ blemas es la misma que en el 187a. 288c. Kubbel, 1922. Blancas: R3R, P5TD, P6TD. Negras: RIAD, P4CD, P2D. Tablas. 1. R4D, P3D !; 2. R3A ! (obligando la jugada de las negras y liberan­ do la casilla 5A); 2... P4D; 3. R4D!, P5C; 4. RxP4D, P6C ; 5. R6A, R1C (ó 6. P7T); 6. R6C, P7C; 7. P7T + , RIT; 8. R61, P8C = D y tablas. 208d. Gorguíev, 1950. Blancas: R4R, P4TR, P5TR. Negras; R2R, P3AR, P5CR, tablas: 1. P6T, RIA; 2. P5T, R2A!; 3. R3R! * (no 3. R4A ?, P4A; 4. R3C, R1C y ganan); 3... RIA!; 4. R4A!, P4A ; 5. RxP4A, P6C ; 6. R6A !, R1C; 7. R8C, P7C; 8. P7T+, RIT; 9. R6T v tablas. b) Un peón pasado

Hay que distinguir los casos en que ambas partes tengan un peón pasado o que lo tenga sólo una. En el primer caso tiene primor­ dial importancia la posición del peón (su proximidad a la octava banda, si está defendido o aislado, etc.). En el segundo caso la exis­

112

tencia del peón pasado significa, habitualmente, una ventaja deci­ siva, pero su coronación suele ir acompañada de ciertas dificulta­ des y no se exceptúan finales de tablas. En el ejemplo didáctico 209, las blancas tienen un peón pasado 5T que distrae al rey negro de la defensa del suyo en 3A. El blo­ queo de este peón por el rey blanco es también nn factor favorable para las blancas. Sin embargo, sería prematuro 1. P6T+ ?, R x P6T; 2. RxP3A. por 2... R4T y tablas (véase 65; el peón está en 2C y no en 3C). Va­ liéndose de que el rey negro se encuentra clavado; las blancas avanzan su peón por el otro flanco: 1. P4C!, P3TT (ó l... R2A; 2. P6T, P3T); 2. P6T+ y ganan. 289a. Nimzovich-Tarrasch, San Sebastián, 1911. Blancas: R5AR, P2CR, P4TR. Negras: R2AR. P3TD, P3AR. Juegan las negras 1... P4T, 2. R4R, P4A+ !!, y las blancas abandonan en vista de 3. R4D, P5A!, después de lo cual pierde los peones 2C y 4T. 289b. Schelochilin-Magergut, Sarátov, 1955. Blancas: R3R, P3TD, P3AD. Negras: R4AR, P4TD, P6D, P2AR. Juegan negras. Para que el distante peón pasado 2A se corone es indispensable impedir la jugada P4A. 1... R4R ? (lo correcto en este caso sería: 1... P7D!, según ha indicado Manteifel; véase más abajo); 2. P4T ? (hace tablas sólo 2. R x P ) ; 2 . . . R4D?; si se jugase 2... P7D, se podría ganar todavía, pero ahora las tablas son inevitables); 3. R x P6D, R4A; 4. P4A, P4A ; 5. R3A, P5A (por no' poder hacer otras jugadas, el peón se ha sa­ lido de su zona ganancial; véase 152); 6. R3D, R5C; 7. R4R y ta­ blas, ya que el rey blanco llega oportunamente a 1A. Para ganar hubiera sido preciso: 1... F7DU

2. RxP, R5R; 3. P4T (ó 3. R2R, P5T; 4. R2D, P4A; 5. R2R, P5A, etc.) J 3... P3A! (pero no 3... p4A ?; 4. R2R, P5A, por 5. P4A » tablas) ; 4. R2R, P4A, por 5. R2D, R6A!; 6. R3D (6. P4A, R5R) ; 6 .. PSA, y la partida ter­ mina con la coronación del peón y jaque.

La aparente sencillez de la po­ sición 210 puede inducir fácilmen­ te a un error irreparable. Es evidente que para hacer ta­ blas 1. R6T ? ?, R2A; 2. P5C (2. R7T, R3A) ; 2... RtC; 3. R6C. P4D; 4. R5A, R2C. Es menos evidente que también se hacen tablas jugando 1. R6C ?, R2R; 2. R5A, R2A; 3. R4R, R3C y los peones perecen al mismo tiempo (las blancas habrían ga­ nado si en respuesta a RxF3D, las negras pasasen a 5C por lo menos con una jugada de retraso, ya que entonces el rey negro no llegaría a tiempo a la casilla 8AD (1AD) ó 2. P5C, P4D ; 3. R7T, P5D y coronarían simultáneamen­ te (pero las blancas habrían gana­ do si el rey negro estuviese en 6R(3R) gracias al jaque). La clave para la solución la te­ nemos en la existencia de dos po­ siciones de zugzwang. La prime­ ra de ellas es de R6C-R2R ; si

juegan las negras, pierde R3R, por P5C y se corona con ja­ que, igual que P4D, por R5A. La segunda posición de zugzwang es R5A-R2A; saliendo las negras a R2R, sigue R6C y ganan lo mismo que arriba. Asi pues, las casillas conjugadas en este caso son 5A-2A y 6C-2R. Por lo tanto, lo único correcto es l. R5C!, a fin de ocupar la casilla 5A o la 8C, según sea la jugada del ad­ versario. Las negras no disponen de una jugada de espera: 1... RIA, por 2. R6A y j 1... R2A, sigue 2. R5A, R2R; 3. R6C y ga­ nan. 2I9a. Ostropolski, 1952. Blan­ cas : R5CR, P4CD, P3AR. Negras R3D, P3AD, P2TR. Ganan blan­ cas. El rey negro está situado en la diagonal fatal de 3T-8A. La jugada 1. R6A! coloca a las ne­ gras en posición de zugzwang; en caso de I... P4A; 2. P x P + , Rx PSA; 3. P4A, este peón en algu­ nas variantes se corona dando jaque; si 1... P4T, entonces 2, R5C, R4R (2... R3R; 3. P4A); 3. P4A +, R5R y ahora no 4. P5A ?, P5T!, sino 4. P5C! (para limpiar la dia­ gonal) y ganan. 219b. Análisis hecho por Bondarievski y Chejover, 1938. Blan­ cas: R5R, P3TD, P2AR. Negras: R2AD, P2TD, P4TR. Las blancas no pueden ganar. Véase 322, des­ pués de la tercera jugada de las negras. En este ejemplo, el rey blanco se ve obligado a esforzarse no poco para conseguir, en fin de cuentas v gracias al aislado peón pasado 2T, las tablas (211). 1. R4D!, R5C; 2. R3D, R6C; 3. R2D, R5AI (3... R7C?; 4. P4T y n an ); 4. R2A, R4D; 5. R3C, x P6R; 6. R4T, R4A (si 6.. R4D, entonces 7. P4T, P4R; 8. P5T, R3R; 0. RxP4T, R4A; 10. R5C y tablas) ; 7. R x P4T, P4R;

f

113

211

caso las blancas no podrían ganar : Blancas: R4R, P3R, P4CR. Ne­ gras: R7R, P4CD, P4CR: 1. R4D, R6A; 2. P4R, Rx P4C; 3. P5R, R4A; 4. R5D, P5C y las negras no pierden la dama. 211c. Maizelis, 1954. Blancas; R5R, P5AR, P5CR. Negras: R2R, P4TR, P2TR. Ganan blancas, juegue quien juegue: 1. R4A, R3D; 2. R3C, R4R; 3. P6A, R3R; 4. R4T, P3T; 5. RxP4T!, F x P ; 6. R6C y ganan. Si juegan las negras: 1... P5T; 2. R4A, R3D; 3. R4C, R4R; 4. P6A, P6T; 5. R x P6T, R3R; 6. R4T, P3T; 7. R5T y ganan.

8. R4C!, R5A (ó 8... P5R; 9. R3A, etc.); ». R3A! (9. P4T?, P5R!; 10. P5T, P6R; 11. R3A, R6A! y ganan); 9... R6A; 10. R2D, R7A; 11. R3D y tablas. En los ejemplos siguientes el peón pasado distante se neutraliza fácilmente. 2lla. Grigóriev, 1933. Blancas: R8CD, P3AD, P5AR. Negras: R4TD, P3TD, P3AR, Tablas. 1. R7A, R4C; 2. R6D, P4T; 3. F4A + ! (las blancas quieren libe­ rarse del peón que les haría per­ der en un final de dama); 3... RxP4A (si no lo hace, 4. P5A); 4. R6R, P5T; 5. RxP3A, P6T; 6. R7R!, P7T; 7. P6A, P8T=D; 8. P7A y tablas. 21 Ib. Grigóriev, 1931 Blancas: R6R, P3D, P4AR. Negras: R8R, P4TD, P4AR. Ganan blancas: 1. R5D, R7D; 2. R4A, R0R; 3. P4D, R x P4A ; 4. P5D, R4R; 0. R5A, P5T; 6. P6D, R3R; 7. R6A, P6T ; 8. P7D, P7T; 9. P8D = D, P8T =D ; 10. D8R + , R3A; 11. D8T+ y ganan. En la partida de Capablanca-Dake, 1931, podía haberse producido una situación seme­ jante, según el análisis hecho por Grigóriev, pero desplazada a la columna de la derecha, en cuyo 114

212

(La posición inicial de este p ro­ blema es: R4TR, P5AR, P5CR, P6TR. Negras: R1CR, P3AR, P2CR. La posición representada en el diagrama se obtiene después de 1, P6C, P x P ; 2. R4C, RIA). En el ejemplo 212, la existencia de un peón pasado y defendido asegura la victoria de las blancas. Con su movimiento envolvente por la izquierda, que supone una seria amenaza para las negras, bien obligan a mover el peón 3T, después de lo cual se pierde, bien dan mate, 1. R4A, R1R (1... P4T; 2. R3C, R2C; 3. R3T! y ganan) ; 2. R4R,

R2R, 3. R5D„ RIA (6 3... RlR

4 R6R; P4T; 5. P7C); 4. R6D,

R1C (4... R2C; 5. R6R, P4T; 6. R5D) ; 5. R7R!, P4T (ó 5... R2C; g. R6R); 6. RxP3A, P5T; 7. P7C (también gana 7. R7R); 7... PfiT; g. R6C y mate en dos jugadas. 213

Este ejemplo nos muestra una posición en la cual, pese a un peón tasado y defendido, la parte más raerte no consigue ganar un peón aislado del adversario que está a un lado. El rey negro defiende el peón 4C, sin salir de le« limites del cua­ dro del peón 5A; por ejemplo: 1. R3R, R4R; 2. R3A, R4A; 3. R3C, 14R! (3... R3A ?; 4. R4C y ga­ na) ; 4. R4C, R3A, tablas. Saliendo las negras, se hacen tablas, según los análisis hechos posteriormente, con 1... R4R; 2. R3R, R4D!, pero no 2... R4A ?, 3. R4D, P5C; 4. R5D!, P6C; P6A y las blancas ganan la dama IC o la cambian. La jugada 4. R5D!, es la que más rápidamente lleva al objetivo, pero desde el punto de vista teó­ rico tiene importancia que tam­ bién gana 4. R3R (según el mé­ todo indicado en el 213a). De ahí resulta, por ejemplo, que en la posición R3R, P4CD, P5AD y R4R, P4CD, P5CR, las blancas

r

ganan, independientemente de quien juegue. La situación que nos interesa (con un peón aislado en la co­ lumna del alfil y no en la del ca­ ballo, que de hecho no cambia nada), la encontramos en la va­ riante fundamental del siguiente problema: 213a. Grigóriev, 1930. Blancas : R2D, P4TD, P2CD. Negras: R1AR, P4TD, P5AR. Ganan blan­ cas: 1. P4C!, R2R! (1... P x P ; 2. P5T); 2. P5C!, R3D; 3. R2R. R3R; 4. R3A, R4R; 5. R4C!, R5R; 6. P6C, P6A; 7. R3C!, R6R; 8. P7C, P7A; 9. P8C=D; P8A = D ; 10. D5R+!, R7D; 11. Dx P4T+, R8D (el cambio de damas es obligado en todas las varian­ tes) ; 12. D5D + , R8A; 13. D5A + , R8D; 14. D4D + , etc. Si en el ejemplo 213 trasladamos el peón 4C a 4TR, o desplazamos la posición a la fila inmediata su­ perior (el peón 4C estaría enton­ ces en 5C), las blancas ganarían sin dificultad. 213b. Blancas: R4AR, P4CD. P5AD. Negras: R4D, P4CD, P5D. Las negras pierden si son mano pero si juegan las blancas, enta­ blan ; por ejemplo: 1. R3C, R4R; 2. R3A, R4A; 3. R3C, R4R; 4. R4C, R3R (mejor todavía R5R!); 5. R4A, R4D, etc. (Compárese con el 19a, donde los peones están en la fila de arriba.) A una posición análoga, pero con un peón de más de las blan­ cas, nos lleva a este interesante y complejo final:

213c. Halberstadt, 1954. Blan­ cas: R3TR, P2AR, P3CR, P4CR. Negras: R2R, P4R, P3CR. Ganan blancas. No se debe permitir 1... P4C, pero 1. P5C no gana. Por eso 1. P4A!, P4C!; 2. P5A!, P5R (era preciso jugar así ahora o a la jugada siguiente, pues resulta evidente que defender el peón 4R 115

desde 3D no conduce a nada; el autor del problema daba la solu­ ción: 2 . . . R2D!, pero desde el punto de vista del método resulta más cómodo este cambio de juga­ das para precisar mejor la confi­ guración de peones y mostrar más claramente las maniobras de los reyes); 3. R2C!, R2D (de la po­ sición de zugzwang R3R-R4R, se deduce qne las casillas conjugadas son 2A.-3D y 2R-4D, cesa que ex­ plica todo el juego que signe: el objetivo de las blancas es conse­ guir la posición R4AD-R4R con salida de las negras); 4. RIA!, R3A; 5. R1R!, R4A; 6. R1D! (para esta maniobra se tiene en cuenta la conjugación de las ca­ sillas 2D-3D y 2A-3A y, además, la conjugación de 3A-4D y 3C-4A, condicionada por la posición de zugzwang R4A-R4R); 6 . . . R3A;

7. R2A!, R4A; 8. R3C!, R3D; 9.

R4C! (las blancas se acercan a la meta decisiva) ; 9... R4D; 10. R3A !, R4A (en el 213b cabla la réplica R4A, pero en este caso, como las blancas tienen un peón de más, la jugada (P6A gana); 11. R4A! y ganan. (Véase 353a.) El ejemplo 213d es de otro gé­ nero. Marishko, 1948. Blancas: R4AD, P4D, P3AR. Negras: R3R, F2CR, P3TR. Tablas: 1. P5D + , 214

R3D; 2. R4D, P3C (si 2... P4C,. entonces 3. R4R, P4T; 4. R5A, P5T; 5. R4C y 6. P4A; ó 2... P4T; 3. R4R, P5T; 4. R4A, RxFSD; 5. R4C, R4R; 6. RxP5T, R5A; 7. R5T); 3. R4R, P4T; 4. R4A, R x P5D; 5. R5C, R4R; 6. P4A + , R5R ó R3R; 7. RxF3A y tablas. Lo fundamental del 214 es la lucha por las casillas criticas del peón pasado. 1. R2A, R4T; 2. R3C, r7T : 3. R2C!, R5C; 4. R1T!, RxP4T (4... R x P4A; 5. RxP7T, tablas); 5. P5A!, P x P ; 6. RxPTT y ta­ blas (63). No es menos instructiva la po­ sición siguiente, por cierto más complicada: 214a. Grigóriev, 1923. Blancas: R4R, P3D, P6CR. Negras: R3R, P4R, P4CR. Ganan blancas: 1. P7C, R2A; 2. R5A! (2. RxPR, R x P ; 3. R5A, R2A, tablas); 2... R1C! (2... R x P7C; 3. RxF4C y ganan); 3. R4C! (a 3. R x P4C ?, sigile 3... P5R!; 4. PxP, Rx P7C; y tablas); 3... R2A (ó 3.. . P5R; 4. PxP, R2A; 5. R5A, R1C; 6. R6A, P5C; 7. P5R y ganan) ; 4. R x P4C! (pue­ de comerlo, porque el rey negro está en 2A: si 4... Rx P7C; 5. R5A, P5R; 8. R x P5R! y ganan); 4.. . P5R; 5. R6T!!, R1C; 6. P x P y ganan. El siguiente ejemplo ilustra la lucha por una posición de zugzwang. 214b. Blancas: R3CD, P5R, P5TR. Negras: R1CR, P4D, P3TR. Ganan blancas. En caso de 1. R3A, R2A, no se debe jugar. 2. R4D ?, R3R! y después de 2. R3D, R2R, la partida acaba en tablas. Pero las blancas pueden al­ canzar la casilla 4D, no en dos ju­ gadas, sino en tres : 1. R4C !, R2A; 2. R5A, R3R; 3. R4D y ganan.

116

215

En este ejemplo, las blancas, con un juego preciso, deben evitar ciertas dificultades : 1. R2A, R6T (ó 1... P6C+ ; 2. R1C, como en la variante principal) ; 2. R1C (2. P5A ?, R7T) ; 2... R5T; 3. R2C (3. R2T?, P x P j . 3... P6C ; 4. R1C! (no 4. R!T ? ?, R6T! y las negras dan mate con el peón de torre) ; 4... P7C; 5. R2T!, F8C=D+ ; 6. RxD y ganan. Vamos a estudiar ahora posicio­ nes donde sólo una parte tiene peón pasado. De ordinario, la par­ te más fuerte consigue la victoria con medios elementalisimos. Omi­ timos esos casos para estudiar otros más complicados.

La única posibilidad de las ne­ gras, en el ejemplo 216, es trasla­ dar el rey a 3A y jugar P4T, a fin de romper la cadena de peo­ nes de la parte contraria. Por ello, las blancas deben defender el peón 5A desde la casilla 4R. De aquí se deduce la posición de zugzwang R4R-R3A, que de­ termina plenamente las maniobras de las partes. I. R2C, R2C; 2. R3A, R2A!; 3. R3R!, R2R ; 4. R4D, R3A (ó 5. R5R) ; 5. R4R, R2R; 6. R5R, R2A ; 7. P6A, P4T (no se puede hacer otra cosa) ; 8. P x P, F5C ; 9. P6T, P6C (ó 9... R3C; 10. R6R, P6C ; 11. P7A y ganan) ; 10. P7T, P7C ; 11. P8T=D, P8C=D; 12. D7T + , RIA; D7R+, R1C; 14. P7A+ y ganan. 2t7

216

En la posición 217 (resultante de la posición RIA, P4CR, P5TR: RÍR, P2AR, P3CR, después de las jugadas 1. P6T, RIA; 2. P5C, R1C; 3. R2D, R2T), también exis­ te la amenaza de rotura, pero las blancas obtienen en compensa­ ción un peón pasado y peligroso para el bando contrario: 1. R3R, P3A; 2. P x P , RxP6T, y en la situación que se origina de «peón contra peón», decide 3. R4A!, R2T (ó 3... P4C+ ; 4. R5A, P5C; 5. R6R, P6C; 6. P7A); 4. R5C, 117

R 1 T ; 5. R 6 T !, R 1 C ; 6. R x P 3C y ganan. 21>

A primera vista no parece difícil ganar en esta posición; sin em­ bargo, las blancas tropiezan con serias dificultades, debidas a que la distancia entre sus peones no es lo suficientemente grande y que, además, uno de los peones es de torre. No se consigue la vic­ toria con medios normales; por ejemplo: 1. R4A, R2A; 2. R5C, R2C; 3. P6D, ya que después de 3... R2A, el rey negro logra cap­ turar el peón pasado y ocupar la casilla 1A (en vez de 3. P6D ?, es preciso jugar 3. R4A). El otro contratiempo que acecha a las blancas lo vemos en la si­ guiente variante : 1. R4D, R2A ! (no 1 ...R2R ?, por 2. R5R, R2A; 3. P6D ó 2... R2D; 3. R6A y ga­ nan fácilmente; de esto se des­ prende la posición de zugzwang R5R-R2R; pero también la posi­ ción R4D-R2A es de zugzwang como veremos ahora mismo); 2. P6D ? (fuerza las tablas, lo mis­ mo que la continuación 2. R5A ?, P4C; pero aún se puede volver a la posición inicial); 2... R3R; 3. R5A, R2D, 4. R5D, P4C ; 5. P x P, P5T y el peón se corona con jaue. El rey blanco, como se ve, ebe evitar la casilla SD.

3

118

Esta variante nos da la clave para resolver el problema; sábe­ me« ya cuáles son las posiciones fundamentales de zugzwang, es decir, la conjugación de las casi­ llas 5R-2R jr 4D-2A. El tercer par de casillas incluidas en la «zona principal« es, naturalmente, 4R3A (véase la «Introducción»; la zona de las blancas es 5R, 4D y 4R al lado de la casilla inaccesible 5D; la de las negras: 2R, 2A y 3A, junto al escaque inaccesible 3R). Así pues, 1. R4R!, R2A (no vale 1... P4C, por 2. P x P + , R x P5C; 3. R5R) ; 2. R4D !, RIR (es más débil 2... R2R; 3. R5R ó 2... R3A; 3. R5A, P4C; 4. P x P + ) ; 3. P6D (las negras ya no pueden replicar R3R) ; 3... R2D (las blancas se encuentran ante la última prueba; es mala, natural­ mente, 4. R5D, pero (qué elegir? ¿4. R5A ó 4. R5R ? Se precisa un cálculo muy exacto. Después de 4.. . P4C, se obtendrá un final de dama en el cual las blancas, lo mismo que en 216, jugarán D7A+ ; por consiguiente, se hace necesario quitar al rey negro la casilla 6A); 4. R5A!, P4C; 5. PxP, P5T; 6. P6C, P6T; 7. P7C, P7T; 8. P8C = D, P8T=D; 9. D7A+ y mate en dos jugadas. 218a, Pospishil, 1954. Blancas: R1TR, P3CR, P4TR. Negras: R3R, P5D, P4TR. Tablas. Es la misma posición que la 218, pero con cambio de color; el rey, ade­ más, está fuera de la zona critica (3A, 2A y 2R de las blancas, y 4R, 4D y 5R de las negras). En el 218, el rey atacante na conse­ guido tomar inmediatamente la conjugación, pero en este caso no lo consigue. 1. R2C! (para repli­ car a R4R o R4D con R3A o R2A, respectivamente); 1... R3D; 2. RIA!, P6D (2... R4D ; 3. R2A!; 2.. . R4R; 3. RI R! ) ; 3. R2A, R4D; 4. R3R, R5A; 5. R2D, R5D; 6. P4C, y tablas.

218b. Prokop, 1926. Blancas: R1R, P2CD, P4AR. Negras: R2AD, P3TD, P5AD. Ganan blan­ cas. Se comprende que los peones 5A y 4A se pierden y el final es de «peón contra peón» (del tipo 66). Las blancas no ganan si a R x P le signe R x P. Por eso no sirve: 1. R2R ?, R3D; 2. R3A, R4D ; 3. R3R, R3RÍ; 4. R4D, R4A (lo mismo que 4. R4R, R3A; 5. P5A, P6A!). De acuerdo con la re­ gla general las blancas deben blo­ quear el peón 5A: 1. R2D!, R3D; 2. R3A, R4D; 3. P5A (3. R4C?, R5R!) ; 3... R4R; 4. R x P (4. JP6A ?, R xP , tablas); 4... R x P ; 5. R4D, etc., lo mismo que en el 66.

4. R3C, P3C; 5. P4D + , R4D; 6. R4C, R3A; 7. R3T!

En caso de 3... P5C; 4. P x P , R5D; 5. R2D, P3C; 6. R2A, R6R; 7. R3A, P4C, y las blancas, desés de 8. R2A, R5A, ganan con R2C o R3C, lo mismo que en el 163.

219a. Halberdstadt, 1930. Blan­ cas: R1AR, P3TD, P2AD. Ne­ gras: R3D, P6AD, P4AD, ganan blancas. No sirve 1. R2A?, R3A1; 2. R3R, R4C; 3. R3D, R5T; 4. Rx

Se harían tablas si 7. P5D+ ?, R x P ; 8. R xP , RSR! Habiendo conseguido inmovilizar los peones negros, las blancas llevan el rey al centro, maniobrando de forma que les permita replicar a R4D, con R3C y después R3D. 7... R3D; 8. R2C, R4D; 9. R3C, R3D!; 10. R2A, R3R; 11. R2D!J R3D; 12. R3R, R4D; 13. R3D; R3D; 14. R4R, R3R; 15. P5D + , R3D; 16. R4D, R2D; 17. RSR, R2R; 18. P6D + , R1R! A la 19. R6R seguirá ahora 19... R1D; 20. P7D, P5C; 21. P x P , P4C y tablas. Las blancas necesi­ 21« tan ceder la salida al adversario. 19. R4D, R1D; 20. R4R, R1R; 21. R5R, R1D; 22. R6R, R1R; 23. P7D + , R1D; 24. R6D y ganan. Grigóriev consideraba que la posición 219 era la representación más genuina del problema. Blan­ cas: R1CR, P3AD, P2D. Negras: R3TD, P3CD, P2CD (1. R2A, R4C; 2. P3D, R4A; 3. R3R, etc.). Sin embargo, según ha indicado Kopáiev en 1953, es mejor respon­ der a 1. R2A con 1... P4C!, y co­ mo 2. R3R, PSC; 3. P x P , R4C; 4. P4D, R x P ; 5. R4R, R4C!; 6. R5D, R5TI; 7. R5A, P4C y también 2. P4D, R3C1; 3. R3R, R3A ; 4. R4R, R3D ; 5. P5D, R2D; Es muy instructivo este com­ 6. R5R, R2R; 7. P6D + , R1R (o R2A) conducen a tablas; en esta plicado final: última variante, a diferencia del juego análogo en el 219, la casilla 1. R3R, R4D. 6A sigue siendo inaccesible para blancas, ya que las negras se Es más débil 1... P4C, por 2. R4R, las de jugar P3C. PSC ; 3. P4D + 1, .4, P x P y 5. PSD. abstienen En los ejemplos siguientes le® peones negros también pierden su 2. R2D!, P4C; 3. R2A, R4A. movilidad.

r

119

P6A, Rx P3T; 5. R4A, R7C y tablas. Se debe provocar la jugada P5A: I. R2R, P5A; 2. R3A! (en caso de 2. R3R?, habrá que mover antes de tiempo el peón 3T; por ejemplo: 2 .. R4R; 3. P4T, R4D; 4. P5T, R4A; 5. P6T, R3C; 6. R4D, RxF6T y tablas); 2... R4D; 3. R4A1, R5D; 4. P4T, R4D (ó 4... R4A; 5. R4R, R5C; 6. R4D, R x P4T; 7. R x PSA y ganan); 5. R3R, R4R; 6. P5T, 2.

219b. Moraviets, 1938. Blancas: B3R, P2CD, P6TR. Negras: R1TR, P6CD, P2CD. Ganan blan­ cas: 1. R4A! R2T; 2. R5C, R1T; 3. R6C, R1C; 4. P7T+, R1T; 5. R6T, P3C; 6. R6C, P4C; 7. R6T, P5C; 8. R5C, RxP7T; 9. R8A!, R1C; 10. R7R!, R2C; 11. R6D, R3A; 12. R5A, y ganan.

FINALES SIN PEONES PASADOS

Si en los finales de «dos peones contra dos peones» no hay peones pasados, eso significa que los peo­ nes blancos y negros, igual si son ligad«» que aislados, están unes frente a otros en las mismas co­ lumnas o en las vecinas. En el caso de que se cambíe una pareja de peones, nos queda el final ya conocido de «peón contra peón», y si se captura uno, el de «dos peones contra uno». A pesar de que esos finales más sencillos cons­ tituyen la base del final de «dos a)

R 4D ; 7. P8T, R 3 A ; 8. R4D y las blancas ganan.

peones contra dos peones», tam­ bién tienen sus peculiaridades es­ pecíficas debidas, sobre todo, a las complejas maniobras de los reyes. Eos ejemplos que citamos más abajo están distribuidos en tres grupos de acuerdo con el carácter de la estructura de peones: a) peo­ nes ligados contra peones ligados; b) peones ligados contra peones aislados, y c) peones aislados con­ tra peones aislados; en el concepto de «aislados» incluimos también los peones doblados.

Pames ligados contra peones ligados

Si los peones se- bloquean plena o parcialmente, el papel decisivo corresponde, casi siempre, a la profundidad de la penetración del rey en el campo adversario, es decir, a la posibilidad de dominar las casillas críticas del peón retra­ sado empleando el método de la oposición o el de las casillas con­ jugadas. En la mayoría de los casos esos finales son de tablas, sobre todo sí está bloqueado sólo un par de peo­ nes y aun es posible el cambio. Sin embargo, hay también sus excepciones, sobre todo cuando los peones no están todavía to­ talmente inmovilizados. En este ejemplo, a I. R5D, las negras replicarán con 1... R2A!,

a la que sigue 2. R6D, R3A ó 2. R5R, R2R. Ea defensa de la casi-

lia ciíiiea 6R es semilla, pero las negras, naturalmente, pierden, si en la posición R5R-R2R juegan primero (22®).

Con una estructura de peones como la del ejemplo 221, las ne­ gras no pierden ni siquiera cuando son mano. Se puede jugar de pri­ meras 1... P4T y hacer tablas; cabe asimismo la jugada previa 1.. . R2A; 2. R5A y ahora, bien 2.. . P4T ; 3. R xP , P x P ; 4. PxP. R2C, bien sencillamente 2.. . R2C ; 3. R6R, R3C y tablas. Esta última jugada es, claro está, única si la posición se des­ plaza a la columna de la izquierda. 222

223

En el 222, la3 blancas juegan y inan con 1. R7A!, P4T (ó 2. 6C); 2. P4T!, PC xP (ó 2... PT x P ; 3. P x P ); 3. P5C, ya que las negras pierden tiempo después de 4. P6C + .

f

222a. Cozio, 1766. Blancas: R8AR, P5CR, P4TR. Negras: R1TR, P3CR, F2TR. Esta posi­ ción tan poco natural (la última jugada de las negras ha debido ser, probablemente, la de P3C) la jugaba del siguiente modo Walker en 1841; 1. R7A, F3T; 2. Rx P3C, P x P : 3. P x P ; 1... P3T; 2. R7A, P x P ; 3. P x P , R2T; 4. R6A. Brede, en 1844, indicó que a 1... P3T, se gana antes con 2. PST. A base de eso apareció la posición 222. Esta idea y demás circunstancias están plenamente expresadas en el siguiente pro­ blema. 223, final del problema 310a. En el problema de Matison el rey está en 5R. Prokesh (1944) lo ha co­ locado en 6R y, como veremos, es un error: 1. R7A ?, por 1... R2T; 2. P4C, P4C; 3. R6A, P4T ó 1. P4C ?, P4C; 2. R7A (2. R6A, P4T); 2... R2T! (2... P4T ?; 3. P4T); 3. R6A, P4T. Lo conecto es t. R6A!, R2T ; 2. P4C, P4C (2... P4T; 3. P5C) ; 3. R7A y ganan ( 222) .

La posición 224 constituye una doble excepción: las blancas no ganarían si sus peones estuviesen más abajo, ni tampoco si se en­ contrasen a la izquierda. Sin em­ bargo, se trata de un ejemplo in­ teresante, que ilustra un proce­ dimiento táctico que permite a las blancas acercar con tiempos su ley al peón 2C. 1. R4A, R5T; 2. R5R!. R x P ; 3. R5A, R5T; 4. R6R, R6C; 5. R7A, P4T; 6. R xP , PST; 7. R6A, P6T; 8. P7C, P7T; 9. P8C = I) + , R7A y tab'las. En el 225, después de 1. R7A, las blancas pueden ganar un 121

324

225

peón, pero no la partida: 1... P4C!; 2. R6A, P5C (es lo más sencillo, pero también 2... R4T no pierde); 3: P4T, R4T; 4. R5A, P3T (véase 231, donde la posición está desplazada a la izquierda), y si 5. R4A, entonces S... R3C; 6. R x P5C, P4T+ y tablas, y si 5. R4R, R3C; 6. R5R, entonces 6... R4T! (pero no 6... P4T? ; 7. R6R). En la posición inicial del pro­ blema 226, los reyes están en 6TD y 7TD, el peón de caballo én 2C. Después de 1. P4C!, los reyes se aproximan a los peones, con la particularidad de que las blancas conservan todo el tiempo la opo­ sición. Este ejemplo muestra la ventaja de la estructura de peones de las blancas (la menor vulnera­ bilidad de sus peones). 1. R5R!, R7A ; 2. R6A !, R6A ; 3. R5A, R7C; 4. R6C, R6T; 5. R5T y ganan. En el ejemplo siguiente el jue­ go termina de un modo inespe­ rado: 226a. Halberstadt, 1929. Blan­ cas: R8AD, P2CR, P4TR. Ne­ gras: R7AD, P5CR, P2TR; ta­ blas. Pierde 1. P5T ?, R7D; 2. P6T, R7R; 3. R7D, R7A; 4. R7R, R x P2C; 5. R7A, R6A ; 6. R7C, P6C; 7. R x P2T, P7C ; 8. R8T, P8C = D; 9. P7T por 9... R5C! 122

• 226

(N.° 7 en el «Anexo»), Lo correcto es 1. R7D, R7D (ó 1... R6D ; 2. R6R, R5R ; 3. R6A, R5A ; 4. P5T y tablas, ya que las negras han perdido tiempos). 2. R6R!, R7R; 3. R5A, P6C ; 4. R4C, R7A ; 5. R3T, P4T, empate. 227

En este ejemplo (tomado de la partida Tiogolj ubow-Sek-z n icv, Triberg) la solución está en el rodeo por la retaguardia : 1. R6A !, R1R; 2. R7C, K2R; 3. P3C! (no 3. P4C ?, P4A) ; 3... R3R (ó 3 R1R; 4. P4C!) ; 4. R8A, R3A (si 4... P3A, entonces 5. R7C, R4A; 6. R7A) ; 5. P4C, R3R ; 6. P5C! y las blancas ganan; por ejemplo'

6... P4A ; 7. P5T, P5A ; 8. P x P , etc. Tiene un aire muy lògico la siguiente posición de un proble­ mista de Calcuta. 227a. R. Fontan, 1953. Blancas: R8D, P3AD, P4D. Negras : R2CD, p3CD, - P3AD. Ganan blancas : 1. R7R! (no 1. R7D ?, por !... P4A; 2. PSD, P4C) ; 1... R2T (1... R2A ; 2. P4A) ; 2. R7D !, |4A (ó 2... R2C ; 3. R6D, P4C ; 4. *7D, R3C ; 5. R8A) ; 3. P5D, P4C; 4. P6D, P5C; 5. R8A !, P6C ; I, P7D, P7C ; 7. P8D=D, P8C =D ; 8. D5T++.

228

2. R6D 3. P5A 4. R7A !

R1R P4C ...

Pero no 4. P6A ?, R1D ; 5. R5R, R2D ; 6. R5A, R3D ; 7. R x P4C, R3R, tablas. 5. ... 5. R8A !

R2R R3D

O 5...R1R ; 8. P6A. 6. 7. 8. 9. 10.

R8D R7R R7A R xP R6C y gana'n.

R4R P3A R5A RxP

Esta posición desplazada a la derecha o abajo es tablas, pero gana si es trasladada a la colum­ na siguiente de la izquierda o a la segunda de la izquierda. 229

La complicada posición de este ejemplo constituye una valiosa »portación a la teoría de finales que estamos estudiando. 1. R5D

RIA!

Es la mejoi defensa. Pierde rápi­ damente: 1... R3T, por 2. R5R, R2C; 3. R6D, RIA; 4. R7D, R2C; S. R8R, R1C; 6. R7R, R2C; 7. PEA, P4C; 8. R8R. Si las negras, en vez de 3... RIA, continúan 3... R1T, enton­ ces 4. R7D, R2T; 5. R8D!, y ga­ nan; por ejemplo: 5... R1T; 6. P5A ó 5... R2C; 6. R8R ó 5... R1C (lo mismo que 5... R3T) ; 6. R7R.

La posición decisiva de zugzwang en este ejemplo es la de R6R-R5A. Las blancas, si son mano, no pueden ganar (P3R + , R5R; RxP2R, RxP4A). Las ne­ gras juegan y pierden (R5R, P3R; R x P3R, R x P2R). La segunda posición decisiva es R5D-R6R (en caso de R x P2R o R5A, gana R6R; saliendo las blancas, es ta­ blas. 123

Teniendo esto en cuenta se com­ 9. P6C, RIA (si 9... P x P , enton­ prenderán fácilmente las manio­ ces 10. R xPD !) 10. P x P , P4D; 11. R xP , R x P ; 12. R5A y ganan. bras de los reyes. 1. R6C, R6A (con el fin de ir 231 por 5D a 4R; si 1... R7D, enton­ ces 2. R6A, R x P2R; 3. R7D, R6R; 4. R x P2R) ; 2. R5A, R7D ; 3. R6A! (no 3. R5D?, R6R); 3... R6R; 4. R5D!, R5A; 6. R6R, RSR; 6. P3R y las blancas ganan. 230

En este ejemplo las blancas ne­ cesitan colocar su rey en 6AD y romper los peones adversarios mediante P6C. Primero se lu­ cha por la casilla 5D (R4D-R3R es la posición de zugzwang). Una vez conseguida la posición de R5D-R2D, las blancas tendrán que gastar un tiempo de peón para ocupar el escaque 6A; en la posición de R6A-R1A, tendrán que gastar su segundo y último tiempo de peón, ya que P6C no consigue resultado inmediato (análogo al número 171): 1. R2A, R2A; 2. R3R, R2R (2... R3A; 3. R4R); 3. R4R!, R3R; 4. R4D, R2R (4... P4D; 5. R5A) ; 5. RSD, R2D ; 6. P3A, R1D ; 7. R6A, RIA ; 8. P4A! (no 8. P6C? P x P ; 9. R x P , R2D ó 9. P4A, P4C; 10. P xP , R1C y tablas); 8... R1D; 124

Una posición análoga al 231 la hemos visto ya en una de las va­ riantes del problema 225, donde salvaba a las negras la situación del rey en un extremo del tablero. En el caso presente, las negras no tienen este recurso, pero se hacen tablas jugando: 1. R4D, R3R; 2. R xP , P4A+. Las blancas, para ganar, tienen que ceder la salida al adversario. 1. R4D! (a otras jugadas, le seguiría 1... R5C); 1... R3R!; 2. R5A!, R3A; 3. R6D, R4A; 4. R5D, P3A; 5. R4D, R3R; 6. R5A, R2D; 7. RSD (pero no 7. P5A ?, R2A; 8. R5D, R2D; 9. R xP , R3D; 10. R4D, R3A; 11. R4A, R3D, tablas); 7... R2R; 8. R x P y ganan. La posición 231 es el final del siguiente problema: 231a. Bianchetti, 1925. Blancas: R7TR, P3AD, P2D. Negras: R3CD, P2AD, P6D. Ganan blan­ cas: 1. R6C, R4A; 2. R5A, R4D; 3. R4A, P3A; 4. R3R, R5A; 5. R4R, P4A; 6. R3R, R4D ; 7. R4A ! y ganan.

232

En este ejemplo pierde 1. R5C ?, por i... R3D!; 2. R4A, R4R; 3. R3D, R5A; 4. R2R, R6C; 5. RIA, R x P ; 6. R2A, R5C y 7... R6C. Salva a las blancas el rodeo por la retaguardia: 1. R7C!, R2D (nada se consigue con 1... R3A; 2. R6A. P4C; 3. P x P + , R xP , por 4. R6D, etc.) ; 2. R8C! (pero no 2. R6C ?, R3D; 3. R7C, R4R y las negras capturan primero el peón 2C); 2... R3R (no es mejor 2... R3D; 3. R8A, R4R; 4. R7D, R5A; 5. R6R, R6C; 6. R6A); 3. R7A, R4A; 4. R6D, R5C; 5. R5R, R x P ; 6. R6A(4A), P4C; 7. R5A, P5C; 8. R4A y tablas.

b) Peones ligados contra peones aislados Siendo las demás condiciones Iguales, los peones ligados son jnás fuertes que los aislados o poblados; sin embargo, el factor decisivo es la superioridad posiciunal: la situación de los reyes (su proximidad a los puntos de inva­ sión), el dominio de la oposición, etc. Él proceso normal del juego y las posibles excepciones se ilus­ tran con los siguientes ejemplos.

233a. Mayette-Easa, 1853. Blan­ cas : R8CR, P3CD, P2AD. Negras : R3CR, P4CD, P4D. Eos adversa­ rios accedieron a tablas, pero las negras ganan fácilmente, gracias a la mala situación del rey blan­ co: 1. R8A, R3A; 2. R8R, R3R; 3. R8D, R3D ; 4. R8A, R4A ; 5. R7D, R5C ; 6. R6A, P5D ; 7. R5D, R6A ; 8. P4C, R x P ; 9. R xP , R6C; 10. R5A, R5T. Saliendo las negras, gana 1... R3A y aún más sencillamente 1... P5D! (pero no 1... P5C ?, tablas). 233b. Duelos, 1904. Blancas: R4CD, P4TD, P5D. Negras: K3TD, P3CD, P2AD, tablas. 1. R3C !, R4T (1... P4C ; 2. R4C) ; 2. R3T, P4C ; 3. P x P , R x P ; 4. P6D!, tablas (63).

Saliendo las blancas, decide la rotura 1. P6A (el peón 5T se con­ vierte en pasado). Si juegan las negras, después de 1... P3A; 2. R4R, R3R, se apoderan de las ca­ sillas críticas del peón 5A. En la posición de R5A-R2A, la jugada 1... P3A, daría tablas.

233c. Ebersz, 1942. Blancas: R1AR, P2AD, P3AR. Negras: R4AD, P4D, P4R. Tablas, 1. R2R!, R5A (ó 1... R5D ; 2. R2D, R5A ; 3. P3A, tablas); 2. P4A !, P x P ; 3. R3A, R6A ; 4. R xP , R x P ; 5. R5R, tablas. 233d. Szabo-Fusbter, Budapest, 1937. Blancas: R9AR, P3CR, 125

P2TR. Negras: R1R, P2AR, P4TR ; juegan negras. Después de 1... RIA?, las blancas ganan ju­ gando: 2. R5C, etc. Las negras debían haber jugado: I... PST! ; 2. P4C, P6T ! y tablas (3. R4A, P3A ; 4. R3C, R2A ; 5. R xP , R3C ; 6. R4T, P4A; 7. P5C, P5A ; 8. R4C, P6A). 234

(ó 2... R1C; 3. R6C, R2A; 4. R7C ; ó 2... R3C; 3. R8C, R3A; 4. R8A, R3D; 5. R8R, igual que en la va­ riante principal); 3. R6C! (para hacer tablas 3. R8C?, R3D¡ 4. R8A, por 4... P4R; 5. R8R, R3R) ■ 3.. . R2A; 4. R7C.R3D; 5. R6A! R2D; 6. R7A, R3D; 7. R8R! P4R; 8. R8D (no 8. R7A?, P5R); 8.. . P5R; 9. P x P , R4R; 10. R7D, RSfD; 11. P5R, R xP R ; 12. R6A, R5D; 13. R5C y ganan. Si en el ejemplo, anterior era pre­ ciso tomar la oposición en dos fi­ las para atacar o defenderse con éxito, en el 235 se necesita tomar­ la en tres filas (la 5, 6 y 7). Las blancas deben acercarse al peón 4D y ganan jugando: t. R7C!, ya que las negras no pue­ den responder ni R2A, ni R2T. Se puede jugar 1... R3A (ó 1... R4A; 2. R7A) ; 2. R6C (tomando la opo­ sición en la fila principal) 2 R2A; 3. R5A, R3C; 4. R6A, R4C; 5. R7R, R3A; 6. R6R¡ R4A; 7. R7D y ganan. A Grigóriev (1932) se le deben valiosos análisis de finales con peones ligados contra peones do­ blados. Antes de eso sólo se cono­ cían las siguientes posiciones ele­ mentales. ;

En este ejemplo nada se consi­ gue con 1. R5C?, por 1... R2A!; 2. R4A, R3D; 3. R4R, R2D; 4. R5R, R2R, lo mismo que 1. R6C ?, R3A. Las blancas necesitan tomar la oposición en la fila 6 y 7, para hacer el rodeo por la fila 8. 1. R6T!, R2C; 2. R7T!, R3A

236

...

237

235

En el ejemplo 236, los reyes se hallaban inicialmente en 3AD y 126

2TR; la posición representada en R4A, y también 1... P4C, por 2. el diagrama se consiguió después R6A. En cambio, siendo mano las de 1. R4D, R3T; 2. R5R, R3C. El blancas, la posición de las negras rey negro no puede pasar a la co­ es inaccesible: 1. R4R, R4C!; 2. lumna de alfil, para no perder el R5R, R3T!; 3. R6A (R6R); R4T; peón 4C; las blancas ganan por > 4. R7C, R4C y tablas. tener un tiempo de reserva y por En el ejemplo 239, las negras no estar encerrado el rey negro. están en zugzwang (las blancas, 1. R6R, R2T; 2. R5A, R3T; 3. incluso si son mano, no consiguen P3T, P3C +; 4. R6A, R2T; 5. vencer), pero la defensa exige gran R xP, R2C; 6. P4T y ganan. exactitud: pierde, por ejemplo, En el 237 decide : 1. R8A!, P3T; 1... R2T, por 2. P5C, lo mismo 2, R7A. Es fácil comprender que que 1... P4C, ya que las blancas no 1. R7A ? nos llevaría a un empate. disponen más que de un tiempo En los ejemplos citados a conti­ de reserva (236). La tarea inme­ nuación, Grigoriev demuestra que diata de las negras es privar a las el tener peones doblados no signi­ blancas de ese tiempo. Por eso 1... fica la pérdida irremisible de la R4C!; 2. P3A, R3T! 3. P4A, P4C; iartida. Para ganar, la parte más 4. P5A, R2T; 5. R7R, R1C; 6. uerte debe tener también una su­ R8R, R1T; 7. R8A, R2T; 8. R7A, perioridad posicional de su rey, R3T!; 9. R8C, P3C; 10. P6A y tiempos de reserva de los peones tablas. y, sobre todo, la posibilidad de po­ 240 ner al adversario en situación de zugzwang. Así pues, la defensa tiene recursos bastante poderosos. En vista de lo complicados que son los ejemplos, conviene que examinemos previamente algunas posiciones auxiliares, que son, al mismo tiempo, posiciones teóricas fundamentales.

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238

239

El ejemplo 238 es el de una po­ sición de zugzwang. Jugando las negras, pierde 1... R4T, por 2.

En este ejemplo, las blancas, a pesar de tener manifiesta superio­ ridad, no pueden vencer. 1. R7A, R3T; 2. R8C (si 2. P3C, entonces 2... R2T!, respecto a 2. P4C, véase 239) ; 2... P4C; 3. P4C (si no se hace esta jugada, las ne­ gras jugarían P5C) ; 3... R3C; 4. R8A, R3A!; 5. P3A, R3C (238) ó 5. R8R, R4R y tablas. Saliendo las blancas, la partida es nula (1. R7D, R2A o R5D, R2A; 2. R5R, R2R; a 1. R5D se puede

241

242a

también 1... R2R; 2. R5R, R2A; 3. R6D, R3A). Pero cuando las negras son ma­ no, pierden irremisiblemente: 1... R2A; 2. R7D, R3A (6 3. R3R); 3. R8R, R3R (3... R4R; 4. R7A; 3... R2C; 4. R7R); 4. R8A, R3A; 5. R8C, etc. 242

R5D, R3A (R2R) ó 1. R7D, R3A, es inútil 2. R8R, por 2... R4R (el peón 4C no está defendido). El ejemplo 242a es otra forma del mismo Zugzwang: a 1... R2A, gana 2. R6D, R3A; 3. P3A. De esta forma, estando el peor, en 2A se establecen las siguientes casillas conjugadas: 6D y 2A, 517 y 3A, 9R y 2R.

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En este ejemplo, las blancas, a diferencia del 241, tienen en reser­ va una jugada de peón, pero tam­ poco el rey negro se encuentra en 3A, .sino en 2A ; tenemos la misma posición ile ztigzwang, pero una jugada antes. En caso de 1... R3A,, gana; 2. P3A. Pero jugando las blancas, no consiguen nada; 1. 128

medida considerable la solución del complejo j loblema 243. Es evidente que después de i. P4C! la estructura de peones re­ sultante tiene una distribución ya

conocida cíe casillas conjugadas. La mejor réplica de las negras es 1.. . R2C (si !... RIO, entonces 2. R5I), R2A; 3. R6D; 242) ; ¡as ne­ gras, desde la casilla 2C, pueden ir a 2A y a 3A. Por eso 2. R6A! (para poder continuar, respectiva­ mente, R6D o R5D) y las negras ya no tienen defensa ; por ejemplo: 2.. . R3A (2... RIA; 3. R7D) ; 3. R5D!, R2R; 4. R5R, R2A; 5. R6D!, R3A; 6. 1’3A! v ganan (241). ¿Se puede empezar con la juga­ da 1. R6A y más tarde mover el peón 4C ? No, ya que después de 1. . P5C!, quedaría la posición de tablas 238. En caso de i. R6D (5D, 4D), la réplica 1... r5C es imposible, pero las negras jugarían pre\ ¡ámente 1.. . R2C y luego habrían supedita­ do su defensa a las jugadas de las blancas; por ejemplo: 2. P4C, R2A 1 (o R3A !, con el rev en 5D), ó 2. R6R, P3C!, ó 2. R5R, R2A ! Podría parecer que no hay nin­ guna necesidad de hacer esos aná­ lisis suplementarios, que basta con fijar la jugada 1. P5€ de las ne­ gras ; sin embargo, no se debe ol­ vidar que cada estructura de peo­ nes tiene su sistema de casillas crí­ ticas. Por eso, al modificar la es­ tructura de peones, debemos cer­ cioramos previamente de si po­ dremos dominar las nuevas casi­ llas críticas. La siguiente posición de Grigóriev, con. la misma distribución de peones, pero con distinta situa­ ción de los reyes, constituye un ejemplo muy instructivo.

se deduce del ejemplo 242a. es que las negras, después de P4C pro­ curen tomar la oposición verti­ cal) ; 2. R5D, R2D, ó 2. R4D, R3D, y si 2. R5A, entonces 2. R3R. 1,0 correcto es 1. R4D1 (no permitien­ do la jugada PSC y dejando en re­ serva la jugada P4C); I... R2R; 2. R5D¡, R2A ; 3. R5R! ó 2... R3A ; 3. P4C! y ganan. Respecto a este ejemplo, Grigóriev indicó también que si el P3C se trasladaba a 2C, ganaría cual­ quier jugada del rey en la colum­ na de dama, gracias al tiempo de reserva de las blancas; por ejem­ plo: 1. R5D, R2C; 2. R5R!, R2A (6 2... R3T; 3. P4C); 3. P3C!, R2R o R2C; 4. P4C!, etcétera. Para concluir, damos un ejem­ plo que engloba los motivos de las posiciones anteriores. La solución será ahora mucho más fácil para nosotros. 244

En comparación con el 236, el rey negro de este ejemplo dispone 243a. Origóriev, 1932. Blan­ de una mayor libertad de movi­ cas: R4AD, P2AR, P3CR. Ne­ mientos, que las blancas paralizan gras: R1AR, P4CR, P3CR Ganan tomando la oposición horizontal: blancas. La jugada 1. P4C? su­ 1. R5C!, R3C (si 1... P3C, entonces pondría un error irreparable, ya 2. R6A, R2C y gana tanto 3. P3A, que resulta imposible poner el rey como 3. R5A); 2. R6A!, R2A; 3. negro en situación de zugzwang, R7D, R3A; 4. R6D, R2A; 5. RSR!, como en el 241 y 242; por ejemplo: P3C; 6. R6D (242) ó 5... R3C; 6. 1.. . R2R (lo más sencillo, según R6R (236). 129

c)

Peones aislados contra peones aislados

Este grupo de finales se sistema­ tiza habitualmente según la ma­ yor o menor separación de los peo­ nes aislados. Sin embargo, cuando entre los peones median de dos a cuatro columnas, el contenido es­ tratégico y táctico de las posicio­ nes es tan variado y diverso, que esa característica general no sirve. Por ello, le« ejemplos se han agru­ pado aquí, en lo posible, por el principio de la afinidad de ideas, y no por el número de columnas entre los peones aislados, pero»consideramos que ese principio es for­ mal y poco típico. 245

El resultado del juego en finales de este tipo depende, casi siempre, de la mejor posición del rey, de la existencia de tiempos de reserva en los peones y, debido a ello, de la posibilidad de dominar las casillas críticas (los puntos de invasión). En el ejemplo 245 se gana fácil­ mente jugando 1. R2D, R3R; 2. R3R, R4A; 3. R3A, P5R+ (de otro modo: 4. R4R); 4. R3C, R4C ; 5. P3R, R4A; 6. R4T, etc. 245a. Horwitz y Kling, 1851. Blancas: R3R, P3D, P2AR. Ne­ gras: R3R, P3D, P3AR. Ganan blancas: 1. R4R, P4D+ ; 2. R4A! 130

(no 2. R4D?, R3D; 3. P3A, R3A y tablas); 2... R3D; 3. R5A, R4A (ó 3... R2R; 4. P4D, R2A; 5. P4A) ; R x P3A, R5D; 5. R6R, R x P3D; 8. RxF4D y 7. P4A. O 1... P4A +; 2. R4D, P4D; 3. P3A, R3D; 4. P4A, R3R; 5. R5A y ganan. Con el peón en 3A es tablas: 1. R4R, P4D+ ; 2. R4A, P4A; 3. R5C, R4R; 4. P4A + , R5D. 245b. Salvioli, 1887. Blancas: R2AR, P2R, P4CR. Negras: R2AR, P2R, F4CR. En este pro­ blema todo depende del turno de jugada: 1. R3R ! (ofrece a las blancas mayores posibilidades por dominar las casillas críticas del peón 4C y presionar a las ne­ gras, que jugar 1. R3A; no se trata de oposición); 1... R3A ; 2. R4D, R3R ; 3. R4R, R3A; 4. R5D, P3R +; 5. R6D, R2A; 6. P4R y ganan. 245c. Leyk, 1942. Blancas: R5D, P6D, P4AR. Negras: R1D, P2D, P4AR. Ganan blancas: 1. R4D!, R1R (1... RIA; 2. R5R, R1D ; 3. R x P4A); 2. R5A, R2A ; 3. R6C, R3A. 4. R7C, R2A; 5. 5. R8A, R1R; 6. R7A y ganan. 24«

En el ejemplo 246 las blancas

pierden inevitablemente uno de sus peones y pueden salvarse sólo en el caso de que capturen un peón adversario. Si las ne­ gras se dirigen al peón 6T, a las blancas les da tiempo de capturar el de 3R, pero si caen sobre el peón 5R, tendrán que responder a R x P5R con R5C, amenazando el peón 2T. De esta manera todo gira en torno a la posición de zugzwang R5C-R4R. En las maniobras de los reyes adquieren peculiar im­ portancia las casillas adyacentes a los puntos 5R y 5C; a saber: 4D, 5D y 5R para las negras, y 5T, 4T y 4C para las blancas. Con el rey negro en 4D ó 5D, el rey blanco puede ocupar la casi­ lla 5T ó 4T, pero a R5R debe res­ ponder obligatoriamente con R4C (dicho de otro modo, las casillas conjugadas sólo son la 5R-4C y 4R5C). La prueba de ello la tenemos en la siguiente tentativa errónea de la defensa: 1. R2R?, R3A!; 2. R3A, R4D (las blancas no han tenido tiempo de llegar a la casilla 4T y se encuentran en posición de zugzwang) ; 3. R4A, R5D ; 4. R4C, R5R!; 5. R4T, R5A; 6. R5T, R4A ; 7. R4T, R3C! (pero no 7... Rx P5R ?; 8. R5C, tablas). Valiéndose del rodeo, las negras han ganado el «otro» peón. Ahora se comprende que el ob­ jetivo de las blancas es llegar por el camino más corto a la columna de torre (¡avance por la diago­ nal!). Así pues, 1. R2A!, R3A (en caso de 1... R2R, las blancas uti­ lizan otra diagonal: 2. 2. R3R, R2A; 3. R4D, R3C; 4. R5A, y si 4.. . RxP6T, entonces 5. R6D, y si 4... R4C, entonces 5. R6D, R4A; 6. R7R y tablas); 2. R3C, R4D; 3. R4T! (en el momento debido); 3.. . R5D; 4. R5T!, R5R; 5. R4C!, R x P5R; 5. R5C y tablas. Este excelente problema de Grigóriev suscitó, como es natural,

numerosas imitaciones, como la si­ guiente, por ejemplo: 246a. Izenegger, 1940. Blancas: R1AR, P2CD, P3R. Negras: R2R, P6CD, P5R. El objetivo de las blancas consiste en rebasar el flan­ co del rey, ganar primero el peón 6C (no se le puede atacar directa­ mente por el contraataque al peón 3R). Después de 1. R2C, R3A?; 2. R3T!, etc., las blancas consi­ guen ganar gracias a la toma y el mantenimiento de la oposición, pero Leyk indicó en 1940 que ju­ gando 1... R3D !; 2... R4A!, etc. (la maniobra de Grigóriev), las ne­ gras hacen tablas. La idea de Grigóriev fue tam­ bién desarrollada por otros problemistas, como veremos en los ejem­ plos 246b y 247. 246b. Zhiguis, 1929. Blancas: R1AR, P2CD, P2R, P3R. Negras: R3D, P6CD, P5CD, P4D. Ganan blancas: 1. R2C!, R3R (ó 1... R4R; 2. R3A, R4A; 3. P4R+, P x P + ; 4. R3C; 318),; 2. P4R!, P x P ; 3. R3T!, R4A; 4. R3C, R4C; 5. P3R, R4A ; 6. R4T, R4R ; 7. R4C, R4D; 8. R5A, R4A !; 9. R5R! (9. Rx P5R ?, R5A) ; 9... R4C; 10. R5D, R3C; 11. R x P y ganan. 246c. Moraviets, 1941. Blancas : R8TR, P2D, P3TR. Negras: R1D, P6D, P5TR. Ganan blancas: 1. R7T!, R2D (no cambia nada 1... R2R; 2. R7C, R3R; 3. R6C, etc.) ; 2. R6T, R3D; 3. R5T, R4R (Ame­ naza de R x P5T); 4. R5C l, R5R; 5. R4C, R4R; 6. R3A, R4A; 7. R3R, R4R; 8. RxP6D (las blan­ cas han realizado su propósito de la captura del «otro» peón); 8... R5A; 9. R2R, R6C; 10. P4D, R x P3T; 11. P5D, R5C (11... R7C, etc., nos lleva al 3 del «Apéndice»); 12. P6D, P6T; 13, R2A y ganan. La posición de este ejemplo es bastante complicada. Es evidente que a las negras no les conviene 131

247

R5A ; 8. RxPOR, R5C ; 9. RIO, R x P4T ; 10. R4A, R6T ; II. P4R y ganan. Se puede también 1... R2R ¡ 2. R6C, R3D ; 3. R5A, R4A ; 4. R4R (4A), R5C ; 5. RxP6R. R6T ; 6. R2D í, Rx P2T ; 7. P4R y ganan de una manera muy pa­ recida (3 en el «Apéndice»). 248

mover el peón, ya que haciéndolo llegarían rápidamente a la posición 246. No queda más remedio que En este ejemplo hay que evitar maniobrar con los reyes. Se esta­ el movimiento del peón 2C. blece fácilmente la conjugación t. R2A!, R3C; 2. RIA! (no 2 de las casillas 4A-3A y 3R-4R, co­ R2D ?, R6C; 3. RIA, R7T; 4. mo también, por consiguiente, la R2A, P5C y ganan; ahora a 2... de 3A y 3R. Una vez establecidas R6C seguirá: 3. R1C, P5C ; 4. RI A las «zonas principales», los reyes y la jugada 4... R7T?, mala para ya tienen la debida orientación pa­ las negras por 5. R2A, R8T; 6. ra sus maniobras. R3C y ganan) ; 2... R4A; 3. R1D 1. R3C ! (en espera de la entrada (conservando la posibilidad de to­ del rey negro en la zona princi­ mar la oposición para defender las pal) ; 1... R3R; 2. R3A!, R4R; 3. casillas críticas 3D y 3R ); 3... R3R, R3D (3... R3A; 4. R4A o R4D; 4. RIA! (la casilla 4R es R4D); 4. R4A! (no 4. R4D?, inaccesible para las negras) ; 4... P4R + ); 4... P3R (4... R3A; 5. R5D ; 5. R2D, R5A; 6. R2A, R5C ; R5R) ; 5. R4C! (no 5. R3A ?, R4A; 7. RIA v tablas. 6. R4A, R5D); 5... R4A (ó 5... 249 R4R; 6. R3A, R5D; 7. R4A) ; 6. R5C!, tablas. Pierde 1. R3A ?, R3R!; 2. R4A, R3A; 3. P5R+ (3. R3A, R4C!) ; 3... R3C; 4. R4C, P3R; 5. R4A, R4T ; 6. R3A, R4C; 7. R4R, R5C; 8. R3R, R4A; 9. R4D, R5A; 10. R4A, R5R; 11. R4C, R9D; 12. R5C, R4D; 13. R4C, R3A; 14. R5T, R4A y RxP6C. 247a. Moraviets, 1950. Blan­ Pese a la existencia de casillas cas: R8TR, P2TD, P2R. Negras: inaccesibles.para el rey negro, co­ R1AR, P4TD, P6R. Ganan blan­ sa que debía conducirlas a la pér­ cas: 1. R7T, R2A; 2. R6T, R3A; dida de la oposición, salvan a las 3. P4T!, R4A; 4. R5T, R5A; 5. negras las contraamenazas tácti­ R4T, R5R; 6. R4C, R5D; 7. R4A, cas. 132

1. K7C (a 1. R7T cabe 1 . K3D y 1 .. R2A ; a 1. R6T, sólo 1... R3D v si 2. R7T, entonces 2... R x P6A) ; 1... R2R ; 2. R8C, R1R ; 3. R7T (Ó 3. R8T, RIA!); 3.. R2A ! (posición de zugzwang recí­ proco) ; 4. R6T, P4A ! v tablas (5. P5C!, R1C ! ; 6. R5T,'R2C; 7. P6C, P5A). Las negras pierden si iuegatt: 1.. R2R ; 2. R7C, R3R ; 3. R8A, etc. 249a. Bird, 1936. Blancas; R6CR. P5AD, P4CR. Negras: R3R, P3AD, P3AR. El autor suponía erróneamente que ganaba 1. R6T, porque la respuesta 1... R3D es imposible; por ejemplo 1... R2D; 2. R7T, RÍR; 3. R6C, etc; sin em­ bargo, en vez de 2... RIR ?, se debe jugar 2. R3R! y tablas. A. 1. R6T, se puede también 1... R4R (2. R7C, P4A). Siendo mano las ne­ gras se hacen tablas jugando: 1... R4R ; R7A, P4A. La causa típica de muchos erro­ res es cuando la idea principal de un final que salta a la vista im­ pide ver otras posibilidades.

251

1. R6A (naturalmente no 1. R6R ?, R4C) ; 1... R4R (como 1... R x P5A no salva, las negras pro­ curan conseguir el empate metien­ do el rey blanco en la esquina, lo mismo que el 250). Queda una po­ sición de zugzwang: no gana 2. R7C, pero si la salida fuese de las negras, habrían perdido. Por ello las blancas, a fin de ceder la sali­ da, utilizan el «triángulo» 2. R7A ! (no 2. R7D ?, R x P5A) ; 2... R4D ; 3. R7D!, R4R; 4. R6A! y ganan. 251a. Moraviets, 1941. Blancas: R3CR, P2TD, P6CR. Negras: R1TR, P6TD, P2CR. Ganan blan­ cas: 1. R4A, R1C; 2. R5R, RIA; 3. R6D!, R !R ; 4. R6R, RIA; 5. R7D, RIC; 6. R7R, RIT (sola­ mente después de eso se puede capturar le peón 3T) ; 7. R6D, RIC; 8. R5A, RIA; 9. R4C y ga­ nan.

La idea de esta extraña posición es sencilla (1843) : el peón 7T está condenado ; a R x P7T, sigue R7A y decide entonces la jugada P5A de las blancas, después de la cual el rey blanco queda en libertad (250. Véase 255). Este ejemplo nos muestra una manera interesante de ganar tiem­ pos, con el fin de impedir la apro­ ximación del rey negro.

251b. Adamson, 1925. Blancas: R7D, P2CD, P2TR. Negras: R6CD, P2AD, P2R. Ganan blancas: 1. R6R!, P4A; 2. R5D, P5A; 3. P4T, P 3 R + ; 4. R5A!, P4R; 5. POT, P5R ; 6. R4D, P6R; 7. R x P6R, R x P2C ; 8. P6T y ganan. Las maniobras de los reyes, tan complejas a primera vista, en el ejemplo 252 no se han explicado 133

Después de esta jugada vemos que las negras no pueden respon­ der debidamente 3... R3C. por 4. R x P4C!, R4C; 5. R3A, R5C; 6. R4D!, R6C; 7. R4R y ganan. El rey negro se ve obligado a que­ darse en la fila quinta y, por con­ siguiente, perder la oposición.

252

3. ...

R4C

Si 3... R5C o R5T, las blancas comenzarían en el acto su movi­ miento envolvente: R6D, etc. 4. R5A! con claridad en los tratados de aje­ drez, y, a veces, erróneamente, por el método de las casillas conjuga­ das ; pero la explicación la encon­ tramos en el empleo adecuado del método de la oposición. 1.

R4R

R5C

A 2. R5R seguirá 2... R4C, pero no 2...R6C ?; 3. R5A y ganan. Es inútil 2. R4D por 2... R5T!, pero de ningún modo 2... R6C?; 3. R5R, R5C; 4. R6A y ganan. Se comprende que las casillas críticas son aquí 4A, 5A, 6A y que la fila quinta es la principal. 2. R5D

R4T!

No 2... R4A ?, ya que después de 3. R4D, el peón propio impide que se conserve la oposición. El objetivo de las blancas es re­ conquistar la oposición en la co­ lumna principal. Para eso no basta 3. R5A, por 3... R4C y a 4. Rx P4C, las negras replicarán toman­ do el P2C (4... R5C ; 5. R5A, R6C ; 6. P5C, Rx P2C y tablas). Nada consiguen las blancas, co­ mo hemos visto ya, con la perma­ nencia de su rey en la fila cuarta. 3. 134

R 6A !

Lo que sigue es técnica: 4... RSC; 5 R6D, R4T; 6. R5D, R5T; 7. R6R! (sería pérdida de tiempo 7. R4D, R4T; 8. R5D) ; 7... R4C; 8. R5R, R5C; 9. R6A y ganan. 252a. Dedrle, 1926. Blancas: R7AD, P5CD, P2CR. Negras: R4CR, P3CD, P5AR. Ganan blan­ cas: l. R6A! (1. RxF3C?, R5C; 1. R6D?, R3T! ; 1. R7D ?, R4T! (conjugación rectangular) ; 2. R6A, R4C! y tablas por la inac­ cesibilidad de la casilla 5A ); 1... R5C ( l... R4T; 2. R5D!) ; 2. R6D! y ganan. Examinemos ahora el grupo de finales con peones en columnas ve­ cinas. 253

1. R6T Es prematuro 1. P6C?, por 1... R2C. 1. ...

R1C

Si !... P5A, entonces 2. P6C!, P3A; 3. P7C+, R1C; 4. R6C y ganan. Pero ahora no se puede 2. P6C ?, por 2... RIA! y tablas. 2. P3C!

R1T

ces 4. R5A, y si 3... R7R, entonces 4. R5D); 3... R7A! (la úlüma ten­ tativa); 4. R5R!, R6A; 5. R6R, R5A; 6. R7R! (6. R6A ?, R6R); 6... R4R (6... R4A; 7. R6D) ; 7. R7D!, R5A (7... R4D; 8. R7A); 8. R6R!!, R6A; 9. R5R, R7A; 10. R4R, R8A; 11. R3A, R8R (11... R8C; 12. R3C, R8T; 13. R4C); 12, R3R, R8D; 13. R4R, R7R; 14. R5D, RxP3D ; 15. Rx P4A, R5R; 16. R6D y tablas. 254

A 2... RIA, seguiría: 3. R7T, R1D; 4. R8C!, R2D; 5. R7C, R1D (5... R3D ?; 6. R IA ); 6. R6A, R1A ; 7. R5D, R2C; 8. R5R, R3C; 9. R x P4A, R x P5C; 10. P4C, P4A; 11. P5C, PSA; 12. R4R! y ganan (al rey negro se le atrae a 3CD y se le da jaque). 3. P6C 4. R5C

R1C!

Pero no 4. P7C ?, P4A!; 5. R5C, R x P7C ; 6. R x P4A ; P5A; Px P, R2A y tablas. 4. ... 5. P x P 6. R5A

R2C R xP

y las blancas ganan (a la jugadacelada 6... R1D lo correcto, natu­ ralmente, es 7. R6D! y no R5D ? 6 R4D ?, por 7... P5A!; 63a). 353a. Grigóriev, 1931. Blancas: R2TR, P3D, P3TR. Negras: R8R, P3AD, P4CR. Tablas. (La solución de este problema no se ha publica­ do.) 1. R3C (1. P4D ?, R7A); 1... P4A (1... R7R, después 2. P4D!!, R6R; 3. R4C, etc., nos lleva a un final nulo de damas! véase 7d en el «Apéndice»); 2. R3A!, R8A! (conservando la posibilidad de ata­ car a cualquiera de los peones; sin embargo, las blancas hallan Una respuesta adecuada); 3. R4R ü ( s i ahora 3... R7C, enton­

En esta situación, las blancas deben procurar el cambio de los peones del flanco del rey, rodean­ do el peón 4A por la retaguardia (dejando que el rey negro capture el peón de CR). 1. R3R 2. R4A 3. P5C!

R3C R3A R3C

0 3... R3R ; 4. R5C, R4R; 5. P3C! (no se debe permitir la ju­ gada P5A, para evitar tablas) ; 5... R3R; 6. R6C, R4R; 7. R7A y ganan. 4. 5. 6. 7. 8.

R5R P3C ! R6R R7A R6A

R4C R3C R4C R4T R5C ! 135

La posición es de zugzvvang: se hacen tablas jugando 8. R6C, por 8.. . P5A; hay que ceder la salida a las negras.

P4C + ; 2. P x P (no 2. R3R ?, R2C; 3. R4D, R3T; 4. R5R, P5A; 5. P xP , P5C!) ; 2... R x P6C ; 3. R5R, R4C ; 4. R6R, R3C; 5. R5D, R4T; 6. R6R, R3C; 7. P3C ? (véase más abajo); 7... R4C; 8. R7A, P5A ? 9. R5R! R4C (lo correcto habría sido 8 ... R4T > 10. R6R y tablas) ; 9. P x F + , RxP4A ; 10. y las blancas ganan, ya que a 10... R6R y las blancas ganan. Como ha indicado Romanovskí, R5C, sigue 11. R6Á, y si 10.. se debía haber jugado 7. R7D! R3C, entonces 11. R7D. (dejando en reserva la jugada 254a. Grigóriev. 1938. Blancas: P3C) ; en respuesta no se puede R5D, P5AD, P2CR. Negras: 7... R2T, ya que después de 8. R5AR, P2CD. P5TR. Tablas: 1. ROA, etc., el peón de CD se corona R4A! (no 1. R6D ?, R5R, ahora a y da jaque. Debido a ello, las ne­ 1.. . R6C sigue 2. R5C y tablas) ; gras perderían la oposición; por 1.. . R5R ; 2. R4C!, R5D; 3. R5C, ejemplo, 7... R3T (7... R3A; 8. ROA ; 4. R5T!, R5A ; 5. R6C, R5C R6D; 7... R4C; 8. R7R) ; 8. R6D, (a diferencia de la posición análo­ R4T; 9. R7R (rodeo); 9... R3C; ga en el 254, las negras no pueden 10. R6R. R4C 11. R7A, R4T; 12 ganar tiempos, ya que el ataque R6A, R5C; 13. P3C y ganan. Véanse también 326-328, 350 v al peón 2C es demasiado laborio­ so; 6. P6A. P x P ; 7. RxP3A v 404. tahlns. 255 ;

.

254b. Grigóriev, 1938. Blancas: R1AR, P4TD, P2TR. Negras: R3CR, P3CD, P5CF. Ganan blan­ cas: 1. R2R !, R4A; 2. R3D!, R5A ; 3. R4D !, R4A (3... R6A ; 4. R5R) ; 4. R5D, R5A ; 5. R6R, R4C ; 6. R5R, R3C; 7. R4A, R4T; 8. R5A. R5T; 9. R6C. R6T; 10. R5C y ganan. 254c. Pospishil, 1953. Blancas: R8CR, P4AD, P4CR. Negras: R5©, P3AD, P3AR. Ganan blan­ cas: 1. R7A, R4R; 2. R8R! (2. R7R?, P4A!, tablas); 2... R3D (2... R5A; 3. R7R, R4C; 4. P5A; R3C; 5. R6D ó 2... R3R; 3. P5A, R4D; 4. RLA, R4R; 5. R7R); 3. R8D, P4AD; 4. R8R, R3R; 5. R8A, R3D ; 6. R7A, R4R; 7. R7R y ganan. 254d. Ivanova-conde Stivenson, Moscú, 1955. Blancas: R4AR, P4TD, P2CD, P3CR, P5TR. Ne­ gras: R3AR, P4TD, P3CD, P4AR, P2CR; juegan las negras: 1... 136

La idea fundamental de este ejemplo es la misma que en el 250. Pero la ejecución era allí de una sencillez elemental, mientras que aquí, donde los peones de caballo se encuentran en la misma colum­ na con un intervalo de dos casi­ llas, es bastante más complicada. Como vemos después de la jugada R x P2T, R2A, la jugada P5C no evita que el rey blanco quede aho­

gado por la réplica P3C. Por con­ siguiente, las blancas deben con­ seguir una posición en la cual el intervalo sea sólo de una casilla (5C-2C ó 4C-3C) ; en ese caso po­ drán capturar tranquilamente el peón 2T. La solución de este problema no se había expuesto nunca partiendo de la teoría de las casillas conju­ gadas y por ello parecía aún más complicada de lo que es en la rea­ lidad. Veamos, primeramente, qué ca­ sillas son conjugadas en el ejemplo 235 (véase también 351). La primera posición de zugzwang es la de R6CD-R1CD; las negras pierden si son mano: 1... R1T; 2. R7A, R2T; 3. P5C, RIT; 4. R7D, etc. La segunda posición de zugzwang es R5AD-R2AD ; por ejem­ plo: 1... R2D(1D); 2. R6C, RIA; 3. R7T, etc.; 1... R1C; 2. R6C; 1... RIA; 2. R6D, R1D (1C) ; 3. P5C; 1... P3C+ ; 2. R5D, R2D ; 3. P5C. Cuando el peón negro pasa a 3C, las blancas se posesionan de sus casillas críticas. Observemos de paso que tam­ bién R5D-R2D es una posición de zugzwang decisiva para las negras (1... R2A; 2. R5A; !... R2R; 2. R5A, etc.), lo mismo que R5RR2A, ya que a 1 .. R2D, sigue 2. R5D, y si 1... R3A, entonces 2. R6R, P3C; 3. R6A ó 2... P4C; 3. R5R ó 2... R2A; 3. P5C, RIE»; 4. R7A, P3C; 5. R6R. De esta ma­ nera vemos que todas las posicio­ nes de zugzwang han coincidido hasta ahora con la oposición ha­ bitual. De la conjugación de las casillas 6CD-1CD y 5AD-2AD se deduce la conjugación de 5CD-1AD. Con esta damos por terminada la precisión de las «zonas principales» : la 6CD, 5CD y 5AD (escaque inaccesible 6A) de las blancas y 1CD, 1AD y 2AD (escaque inaccesible 2C) de

las negras. Estos pequeños trián­ gulos se recuerdan fácilmente. Pasemos a examinar las casillas de la retaguardia inmediata. El rey blanco en 4AD ataca las casi­ llas 5C y 5A de la zona principal y el rey negro debe estar en ID para dominar las casillas conjuga­ das 1A y 2A de su zona principal. Por lo tanto, las casillas 4A-ID también son conjugadas. Y si el rey blanco se encuentra en 4D (atacando 4A y 5A), el rey negro deberá situarse en 1A para defen­ der ID y 2A. Una vez puestas de manifiesto todas estas particularidades (con mayor detalle se examinan en el número 351), podemos pasar a la solución, ahora ya bastante senci­ lla. Previamente queremos enun­ ciar dos consideraciones generales: 1) lo natural para las blancas es trasladar su rey al centro a fin de penetrar lo más profundamente po­ sible en la disposición de las ne­ gras ; 2) las blancas deben procu­ rar que la distancia entre ambos reyes no sea de una columna, sino de dos, ya que entonces las negras no podrán responder a R x P2T, con R2A. 1. R3D!

R1C

La réplica 1... R2T contradice el carácter de la defensa. Después de 2. R4R !, R3C ; 3. R5A!, las negras, aunque consiguen acercarse a la casilla 2A con 3... R3A o R2A (ya que con 4 R6A el rey blanco sigue en la misma columna), las blancas continúan 4. R6R o R5R y ganan, como hemos explicado antes. 2. R4R! Esto obliga a las negras a jugar R2A o RIA, después de lo cual las blancas toman la conjugación. (A 2. R4A ?, habría seguido 2... R2T! con contraataque). 137

RIA

pués de 6... R2A; 7. R5D, R2D; 8. R5A, R2A; 9. R x P4C, R2C de En caso de 2... R2A, gana 3. reducir el juego al 149 (peón pa­ R5R. Las blancas inician el avance sada con peones de torre bloquea­ hacia la zona principal. dos) fracasa, ya que las negras no logran una «posición normal». A 3. R4D R1D 10. R5A (claro que no 10. R4A ?, R3C o R3A) tienen que jugar 10... 3... R2D (1C); 4. R5D;3... P3C; R2A (10... R3T; 11. R6A), y des­ 4. R5R y si 4... R2D, entonces 5. pués de 11. R5D, R3C, etc., el rey R6A, P4C ; R5R, y si 4... R2A, en­ negro no llega a tiempo a 1AR. tonces 6. P5C. Siendo mano las negras, gana 1... R2A. 4. R4A RIA Pero la situación cambia radi­ 9. R5C R2A calmente si en el ejemplo 256 colo­ 6. R5A y ganan. camos los peones de 4C y 4C en la columna de torre, 4T y 4T (256a); 256 en este caso, después de 1. R2R, las blancas ganan, lo mismo que antes, el peón, pero no la partida; por ejemplo: 1... R2R; 2. R3R, R3D; 3. R4D (ó 3. R4A, R4D!; 4. R5C, R4R, etc.) 3... R3R; 4. R5A, R4R!; 5. R5C, R4D ; 6. R x P4T, R4A; 7. R6T, R3A; 8. P5T, R2A; 9. R5C, R2C y tablas, ya que se ha llegado a la «posición normal». Esta circunstancia neu­ traliza el dominio de la oposición (lo mismo da sea distante o inme­ diata) . Si en el 256 trasladamos los peo­ nes P4T y P4T a P4CR v P4CR 256b), obtendremos una situación En finales de este tipo es de original donde el dominio de la gran importancia la distribución oposición distante no influye para de los peones en una u otra fila (es nada. En cambio, la oposición in­ decir, más arriba o más abajo), así mediata es fundamental. En res­ como la distancia entre los peones, puesta a 1. R2R, R2R (se puede o sea el número de columnas que también R2D) ; 2. R3R, las negras juegan 2... R2D, en espera de que media entre ellas. En el ejemplo 256 gana el que el rey blanco pase a la «primera toma la oposición, ya que la opo­ línea» (3. R4R, R3R ó 3. R4D, sición distante siempre se puede R3D) y tablas, ya que las negras convertir en una inmediata; por no tienen posibilidades de rodeo. Hemos explicado la importancia ejemplo: 1. R2R!, RIA; 2. R3D! (rodeo) ; 2... R2R; 3. R3R!, R3R; que tiene el mayor o menor inter­ 4. R4R, R3D; 5. R4D! (no 5. valo entre los peones que han lle­ R5A ?, R4D, y ambos bandos coro­ gado al centro del tablero. Vea­ nan simultáneamente sus peones) ; mos ahora diversas situaciones con 5... R3A (5... R3R; 6. R5A) ; 6. peones en diferentes filas. En este ejemplo, los peones blan­ R5R y ganan. La tentativa de las negras des­ cos han pasado del centro del ta2 . ...

138

»7

blero y esto les asegura la victoria, pese a la buena situación del rey negro. Después de 1. R3A! (no 1. R3D ?, R4D!), no salva a las ne» gras ni 1... R4A (por 2. R4A, etc.), ni 1... R4D; 2. R3D!, R4A (por 3. R4R, etc.), ya que las blancas coronan antes. También es vano el intento de las negras de respon­ der a R x P3T con Ya jugada R3Á (como en el 256a), pues el peón 5TR ha pasado del centro del ta­ blero (151). Jugando las negras en el 257 la >artida es nula: a 1... R4A, etc., as blancas responden contraata­ cando el peón 3TD; si 1... R5D, etcétera, ganando el peón 5T, las negras, de ordinario (152), no pue­ den ganar. Si los peones están más arriba o más abajo que en el 257, siendo mano las blancas son tablas (257).

R4C; 3. R5A, salva a las negras 3... R3A!, etc.; a RxP2T, sigue R2A y el rey blanco no puede salir de la casilla 8TD. Es similar el 257c. Bird, 1936. Blancas: R1D, P2TD, P3TR. Negras: R4D, P6TD, P5TR. Tablas. Las blancas entregan el peón 2T, pero defien­ den las casillas críticas del peón 3T: 1. R1R, R4R; 2. RIA!, R5D; 3. R2A, R6D; 4. R3A, R7D; 5. R2A (cabe también 3. R4A ó 5. R4R, pero no 5. R4C?) 5... R8A; 6. R1R, R7C; 7. R2D, RxP2T; 8. R2A y tablas. Las mismas ideas, pero algo más complejas, presiden las siguientes posiciones. 258

Í

257a. Grigóriev, 1927. Blan­ cas: R2CD. P4TD, P4TR. Negras: R4R, P4TD, P4TR. Tablas: 1. R3A, R5A; 2. R4D, R5C; 3. R4R, R x P4T; 4. R4A y tablas, como en el 256a. 275b. Grigóriev, 1927. Blancas : R2CD, P6TD, P6TR. Negras: R4R, P2TD, P2TR. Tablas. Des­ pués de 1. R3A, R4A; 2. R4D,

Este ejemplo, que fue el primer problema de Grigóriev que se pu­ blicó, no parece ser un ejemplo de final de »peón pasado con peones bloqueados» ; ejemplos 149 a 153 Después de 1. P4T!, R6C, las blancas consiguen frenar el avan­ ce del peón pasado de las negras (TR), alcanzando la posición nor­ mal» : 2. R6R, R x P3T; 3. R5A, P4T; 4. R4A, P5T; 5. R3A, R7T; 6. R2A, P6T; 7. RIA, R6C; 8. R1C y tablas. Las posiciones donde cada uno de los reyes se encuentra en la retaguardia enemiga se parecen a las estudiadas, pero también tienen 139

sus peculiaridades. La solución está en la toma de la oposición en las columnas principales. 258a. Grigóriev, 1932. Blancas: R8D, P4CD, P4TR. Negras : R8R, P4CD, P4TR. Ganan blancas: t. R7R !, R7R (1... R7D; 2. R6D! y 3. R5A o 1... R7A; 2. R6A ! y 3. R5C) ; 2. R6R! (no 2. R6D?, R6A y no 2. R6A ?, R6D) ; 2... R6R ; 3. R5R, R7R (3... R6D ; 4. R5D!) ; 4. R4R!, R8R ; 5. R3R ! y ganan, ya que a 5... R8D, sigue 6. R4D! y si 5... R8A, entonces 6. R4A ! 258b. Grigóriev, 1932. Blancas: R8AR, P4CD, P4TR. Negras: R8D, P4CD, P4TR : tablas, juegue quien juegue: 1... R7R; 2. R8R!, R6R (al ataque contra uno de los peones, las blancas responden ata­ cando el otro flanco) ; 3. R7R, R5R; 4. R6R, R5D (ó 4... R5A ; 5. R5D, pero no 4... R6R ? ; 5. R5R y ganan) ; 5. R5A y tablas. 259

En este ejemplo no salva a las blancas 1. R3T ?, R6A; 2. P5T, R5A; 3. R4T, R4A ; 4. P6T, R3C ; 5. R4C, R x P6T; 6. R5A, R2C ; 7. R5C, ya que el peón 7T se encuen­ tra en la zona ganancial (152) ; ga­ na 7... R2A; 3. R6T, R3D, etc. Lo correcto es 1. R2A!, R5C; 2 R3D, R x P4T; 3. R4A!, R4T (3... R6T, 4. R5C) ; 4. R5A, P3T (es 140

la única forma de que se libere el rey negro, pero ahora el peón ya no está en zona ganancial y para hacer tablas las blancas no tienen más que tomar una «posición nor­ mal»); 5. R4A, R3C, 6. R4C y tablas. Si las negras, después de 1. R2A, R5C; 2. R3D, RxF4T; 3. R4A no juegan 3... R4T, sino 3... P3T, las blancas, para conseguir una «posi­ ción normal» deberán continuar 4. R5A ! (pero no 4. R3A ?, R4C y ganan). 259s. Prokop, 1924. Blancas, R7AR, P2TD, P3TR. Negras: R1TD, P6TD, P5TR. Ganan blan­ cas. Los peones blancos están casi en sus posiciones iniciales y, sin embargo, las negras pierden, ya que no pueden ocupar una «posi­ ción normal* necesaria para hacer tablas: 1. R6R, R2C; 2. R5I), R3C (si 2... R2A, entonces en vez de 3. R4A ? y tablas, se jugará 3. R5A!, R2D; 4. R4C y ganan) ; 3 R4A, R3A; 4. R4C, R4D; 5. R x P6TD, R5A (el rey negro ha al­ canzado tan sólo la casilla 5A, pero no la 6A) ; 6. R4T! (no 6. R2C ?, RSC, tablas); 6... R4A (ó 6 ... R6A; 7. R5C y 8. P4T) : 7. R3C!, R4C! 8. R3A y ganan. Para terminar, algunos ejemplos con peones doblados. 260

Esta posición fue ideada por Horwitz, pero el análisis hecho por él es erróneo («1. P3A, R4T?; 2. R3C, R3T ; 3. R4C, R2T; 4. R x P4T, R2C ; 5. P4T, R2A; 6. R6T, R3A y tablas». {? ?, aunque 7. P4A gana fácilmente). La solución fue indicada por Salvio] i : 1. P3A, P5C ! ; 2. P4A P6C ! ! (para responder a 3. P x P + con 3.. . R3C v 4 .. P4C) ; 3. P3T, R4T; 4. RxP6C, R3T ; 5. R4C, R2T ! ; 6. RSC, R2C ; 7. P4T, R2A ! (no 7.. . R2T ? ; 8. P5T) ; 8. R6T, R3A y tablas (172). La posición de Prokevs, 1946, blancas : R4TR, P3CR, P5CR ; ne­ gras • R2AR, P4AR y P2TR, es una simple repetición del ejemplo de Salvioli : 1. R5T (no 1. R3T ?, R2C; 2. R4T, R3C) ; 1... R2C; 2. P6C, etc. Tablas. Hasta la fecha se ha analizado con poco detenimiento la posición que resulta si desplazamos en el ejemplo 260 todas las fuerzas a la columna de la derecha. 260a. Maizelis, 1954. Blancas: R2AD, P2CD, P2D. Negras: R5CD, P4AD, P3AD. Berger se ha limitado a observar que eran ta­ blas porque 1. P3D, R5T ; 2. R3A, R4C ; 3. P3C, R4T ; 4. R4A, R3C. Sin embargo, este sistema defensi­ vo se desmorona si en lugar de 3. P3C ?, se juega 3. R3C !, dejando en reserva la jugada P3C. A. las negras les queda 3... P5A+ ; 4. P x P +, R4T ; sin embargo, des­ pués de 5. R3A, P4A; 6. P3C ! (ó 3.. . R5T ; 6. P4C ó 5... R3C ; 6. R4D), las blancas ganan. De esta forma, en respuesta a 1. P3D, la jugada de Berger 1... R5T es mala. Se consiguen tablas jugando 1... P5A ! ; 2. P4D, R5T ! (2... P6A ? pierde). Más sencilla y ventajosa para las blancas es la siguiente posi­ ción : 260b. Berger,

1922. Blancas:

R3AD, P2CD, P2D. Negras: R4CD, P4AD, P3AD. Ganan blan­ cas: 1. P3D, R4T; 2. R4A, R3C; 3. P3C y ganan. A 1... P5A lo más sencillo es 2. P4D (P4A; 3. P5D), mientras que 2. P x P + nos lleva a unas variantes complicadas (113). Fine, citando ese ejemplo, em­ pieza con 1. P3C, que en caso 1... P5A obliga a responder 2. P x P +. Fine no hace ningún análisis, a pesar de las numerosas variantes que origina esta jugada. Por ello la jugada 1. P3C, a pesar de pro­ porcionar la victoria, nos parece menos clara, por su falta de de­ mostración analítica. Jugando las negras, en el 260b se consiguen tablas con 1... P5A. 26!

La posición de este ejemplo es precursora de la posición 189. Des­ pués de 1. R5A, R7R; 2. RxP3A, R6R ; 3. R5R!, R7A ; 4. P5C, R6C ; 5. R5A resulta una posición que ya hemos estudiado en el 189 (des­ pués de la cuarta jugada de las blancas). La posición 262 es el final de un problema (R4TD, P5TD, P6TD, PSD. Negras: R8TD, P2TD, P4AD, P3D). 141

262

142

i. R4C!, R5R (es inútil 1... R3A; 2. R4A, P4D + , por 3. R4D); 2, R5C!, R4D (no hay más reme­ dio que regresar con el rey, ya que a 2... P4D, sigue 3. R6A y si 3... R4R; 4. R7C, R3D, la partida ter­ mina con el rey ahogado en 8T, y si 3... P5D, etc., resulta un final de tablas con damas por el aleja­ miento del rey negro); 3. R4C, R4R, R4A! (ahora 4. R5C ? pierde por 4... P4D ; 5. R6A, P5D ; 6. R7C, R3D; 7. R x P2T, R2A; 8. R8T, P6D; 9. P7T, P7D; 10. P6T, R3C!) ; 4... R5R (ó 4... P4D+ ; 5. R3D); 5. R5C! y tablas.

C a p ìt o l o V I

TRES PEONES CONTRA DOS PEONES Y CONTRA TRES A este tipo de finales se- refiere todo cuanto se ha dicho en la intro­ ducción al capítulo V («Dos peones contra dos». En cierto modo vie­ ne a ser la última etapa antes de pasar a finales de varios peones. Es tal la diversidad de las posiciones, que nos vemos obligados a tomar sólo unas cuantas para su análisis. Como es natural, hemos dado pre­ ferencia a los finales que tienen valor en el sentido teórico o práctico. En numerosos ejemplos se ponen de manifiesto muchas ideas estraté­ gicas y procedimientos tácticos nuevos condicionados por la estructura de los peones; en otros ejemplos resulta interesante el paso, mediante simplificaciones, a posiciones teóricas más sencillas estudiadas ya an­ teriormente. La diferencia fundamental que hay entre este capítulo y el anterior es el principio empleado de sistematización del material. En el capí­ tulo V resultaba posible partir de la estructura de los peones, pero en éste es imposible hacerlo. Se ha tomado como base la división en dos grupos: 1) finales con peones pasados, y 2) finales sin peones pasados. En cada grupo el material está distribuida por temas; sin embargo, y siempre que ha sido posible, se ha tomado en consideración la estructura de los peones (por ejemplo: todos los peones en un flanco; peones en flancos diferentes; situacióón dispersa de peones). 1. Finales con peones pasados

De estos finales podemos repetir simplemente las observaciones he­ chas en el apartado correspondien­ te del capítulo anterior. La parti­ da no se resuelve, de ordinario, por el número de peones pasados, sino por sus cualidades, es decir, por las ventajas de posición (más adelante se estudian temática­ mente) .

Si los peones pasados de los ad­ versarios están situados en flancos distintos, como en los ejemplos 284-288, que citamos a continua­ ción, los reyes se ven obligados a contener —a veces con esfuerzo— el avance de varios peones. Ofrece interés teórico y práctico la lucha del rey contra tres peones ligados, que estudiamos a conti143

nuación en varios ejemplos com­ plementarios (266-283). Esta lucha tiene lugar cuando el rey adversario está clavado en otro flanco y no puede prestar ayuda a sus peones. Para el aná­ lisis de estos casos podemos recu­ rrir a los siguientes diagramas (263-265a) : 263

264

265

265a

En la posición 263 el rey negio dispone de todos los tiempos que quiera (¡ayuda indirecta a sus peones!) ; por eso en el otro flanco es inútil toda lucha del rey contra los peones ligados. Las blancas pueden intentar el paso de su rey a 6D, a fin de efectuar la conocida combinación de 1. P8T=D + y 2. R7A. Esto, sin embargo, no es dar una solución directa, sino eludir el problema planteado a las blan­ cas. Por ello excluimos de nuestro análisis posiciones semejantes en el flanco de dama. También excluimos posiciones del tipo 264, ya que en la práctica se dan muy raras veces. Por lo tanto, nos quedan los ejemplos 265 y 265a, los más pro­ bables en la práctica. En posicio­ nes de este tipo, el rey negro no puede moverse del sitio, bajo ame­ naza de pérdida inmediata. Debido 14 4

a ello, estimamos convencional­ mente en los finales que siguen, que las blancas ganan si consiguen detener a los peones adversarios, ya que detenerlos significa ani­ quilarlos. Hasta la fecha no se han encon­ trado métodos y procedimientos que precisen la estrategia del jue­ go en las diversas distribuciones de tres peones ligados. Podemos enunciar tan sólo la siguiente apre­ ciación general. Si equis peones se encuentran en sus casillas iniciales o han avanzado poco, casi siempre se pierden. Pero si uno o dos peo­ nes han pasado del centro del ta­ blero, la posición se hace peligrosa para el rey, y en algunas estruc­ turas de peones, hasta crítica (en el sentido de que todo depende de la salida a de que al rey le queden pocas casillas desde las cuales pue­ da detener la presión de los peones. Examinemos, pues, sistemática­ mente estas posiciones críticas re­ lacionadas con la estructura de los peones. 266

267

En este ejemplo pierde quien sea mano. A 1 .. P6C sigue 2R2C (275), y si 1... P6A ó 1 .. P6T, entonces, 2. R2A ó 2. R2T. respectivamente, y las blancas ga­ nan (268). Siendo mano las blan­ cas, el cuadro es inverso : a 1. R2C

sigue 1... P6C!; si 1. R2A o R2T, ción a la fila de abajo, las negras son igualmente posibles I.. P6A ganan aun siendo mano. 6 1... P6T; si RIA 6 RtT, entonces Si desplazamos la posición a la 1... P6T ó P6A y los peones, en fila de arriba (269), las blancas todos los casos, obtienen la vic­ ganan independietemente de la sa­ lida y en el caso de que el rey se toria. Si en el 266 los peones están en encuentre en 3A, 2A, 1A y 1C. Con la fila de más abajo, las negras otras posiciones del rey, el resul­ ganan con cualquier jugada (lo tado del juego depende de la sali­ más sencillo es 1... P7C). Saliendo da ; por ejemplo, estando el rey en las blancas, a 1. R1T lo mejor es IR, 2R, las blancas ganan si jue­ 1 . P7A (pero no 1. P7C+ ?; 2. gan y pierden si sem mano las negras después de 1... P5T y 2... R1C y ganan). En el 267 con esa posición en la P6T. Con el rey en 3T, las blancas fila de arriba, las blancas ganan pierden independientemente de incluso si son mano: I. R3C, P5C quien juegue. (a 1... P5A -i- ó 1... PSfT4 ; sigue 2. En la posición 270 el rey blanco R3A ó 2. R3T) ; 2. R2A(2T), F5A tiene sólo tres casillas que le ayu­ o P5T; 3. R2C y ganan (270). El dan a detener el avance de cual­ relej puede situarse en cualquiera quier peón ; por ejemplo: 1... P"T ; de las casillas señaladas. Es fu­ 2. R1C! (266); 1... P6A+ ; 2. nesto para él sólo el escaque 3A R3C!, P5Ti- ; 3. R2A (268); 1... ó 3T, jugando las negras; por P6C; 2. R3A (3T), P5T; 3. R2C ejemplo (el rey en 3A); 1... P5T!; (275). Si los peones negros están 2. R2A (ó 2. R2C. P5A!; 273) ; 2... en alguna fila de arriba, el número P6T!! 3. R3A (ó R3C, P5C!; de esas casillas irá en aumento, 271); 3... 1*5A !; 4. R2A, P5C y pero si están en la de abajo, las blancas pierden. ganan. 268

269

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Jugando las blancas, el rey pue­ de estar en IR, 2R, 3R (1. R3R, P7A!). En el 268 pierde el que juega: después de 1... P6T; 2. R3C, los peones son capturados unos tras otros; si son mano las blancas, a 1. RIA (1C), sigue 1... P6C (P6T¡. Si trasladamos esta posi­

En el 271 las blancas, después de 1... P5T+ ; 2. R2A, ganan; sin embargo, pierden si juegan: 1. R2A, P5T (268), lo mismo que después de 1. R2T, P5T. En la posición 272, las blancas, si son mano, sólo tienen una buena 145

casilla para retroceder (3A), mien­ tras que 1. R3T ? pierde después de 1... P4T (2. R2T, P6A ; 2. R2C, P5T, 273). En la posición de R2C, P5A, P6C y P7T, jugando las negras, gana I... P6A + ; saliendo las blan­ cas, después de 1. R1T, P6A, re­ sulta una posición estudiada ya en las observaciones al 266. 273

274

La peculiaridad de esta estruc­ tura de peones (en forma de un triángulo abierto a la invasión del rey), consiste en que una de las casillas críticas, la situada en el centro del triángulo, se encuentra separada de las demás. En este ejemplo, el rey tiene dos escaques decisivos (no colindan­ tes) : 2C y 4C; en esta posición pierde el que juegue. Si trasladamos los peones a la fila de abajo, adquiere primordial importancia la posición del rey. Si está en 3C nos encontramos con una posición de zugzvvang; en esta posición desaparece (ganan los peones) si la desplazamos a la fila de más abajo (el rey en 2C). Si con los peones en 6A, SC y 6T, el rey está en 1CR, las negras ganan in­ dependientemente de quien jue­ gue, con la particularidad de que en caso de 1... P6C; 2. R1T, entran en vigor las consideraciones ex­ puestas en el 266. 146

Es interesante y merece ser es­ tudiada esta posición desplazada a la fila de arriba (274). Si en esta posición el rey estuviese en 5C, nos encontraríamos con el mismo zugzvvang que en el 273; el zug­ zvvang desaparece si la posición se desplaza a la fila inmediata supe­ rior (peones en 3A, 2C y 3T) ; en este caso las blancas ganan, inde­ pendientemente de la salida, lo mismo si está el rey en 6C que en 5A, 5T (por fin en casillas colin­ dantes), o en cualquier casilla del rectángulo IR, 4R, 4T, IT. Así pues, después de subrayar el hecho, asombroso a primera vis­ ta, de que las casillas 4A y 4T en el ejemplo 274 son funestas para las blancas, siendo mano las ne­ gras, queremos señalar que las blancas ganan, independientemen­ te de la salida, estando el rey en cualquiera de las casillas señala­ das. Con el rey en 3R, en respues­ ta a 1... P5T, se debe jugar 2. R2A!, P4C, 3. R1C! y ganan. 275

276

La distribución de los peones en el 275 es una de las más débiles. Incluso si trasladamos esta posi­ ción a la fila inferior, los peones ganarán sólo si juegan las blancas (por lo tanto, el zugzvvang sigue en vigor). Si los peones se encuentran más arriba (276), el rey dispone de

muchas casillas que le aseguran la victoria.

En la posición 280 las negras, siendo mano, juegan: 1... P4A (271); jugando las blancas, a 1. R2T, sigue P3A! En el 281 caben varias varian­ tes: 1. R2C, P4C (273), ó 1. R2A(1A), P6T ó 1. R2T(1T), P6A. Si son mano las negras, juegan 1... P3C! Las posiciones del tipo 282, que después del 280 son las mejores para las negras, tienen una gran importancia práctica. Las blancas pierden si desplazamos los peo­ nes a la fila inferior (6A, 4C, 6T). Si los colocamos más arriba (P4A, P2C, P4T), el rey blanco

282 283 En el ejemplo 277, el rey tiene dos casillas críticas (no colindan­ tes) ; 3A y 3T. El resultado de la partida depende en este ejemplo del turno de jugada. En el ejemplo 278 las blancas pierden siendo mano, después de 1. R1C, P6A y jugando las negras después de 1... P8C = D + !; 2. RxD, P6A. En el 279, el rey sólo tiene tres casillas, pero colindantes. La fuer­ za de esta distribución de peones radica en que disponen, gracias al peón rezagado, de tiempos de re­ serva. Esta superioridad será to­ davía mayor si el peón rezagado se encuentra en su casilla inicial. dispondrá de dos casillas, 2C y 3C, que le permiten ganar, inde­ 280 281 pendientemente de la salida. Estas posiciones de zugzwang que hemos examinado determinan en lo fundamental su lucha. Si las recordamos o, por lo menos, sabe­ mos que existen, la estrategia del juego resulta más fácil, pues ad­ quiere la debida orientación. Un ejemplo práctico' lo tenemos en el 283. Las blancas ganan fá­ cilmente (nos limitamos a repro­ ducir las variantes más caracte­ rísticas) . 1... P4A ; 2. R2C, P 4 T ; 3. R3C, P 3 C ; 4. R2C !, P4C (4... P5A ; 5. R3A, P4C ; 6. R2A) ; 3. R1C, P5C ; 147

6. R2C, P5T; 7. R2T, P5A; 8. RlC 1..’. P4C; 2. R2C, P4T; 3. R3C, P5C (3... P4A; 4. R2C) ; 4. R4A, P3A; 5. R3C„ P4A ; 6. R2C (2A, 2T). En todos los ejemplos examina­ dos el rey estaba delante de los peones. Puede plantearse la pre­ gunta, importante para la prácti­ ca, de la distancia que debe me­ diar entre el rey y los peones, para que el rey, estando de lado, tenga tiempo de detenerlos siendo mano. Por el ejemplo 274, hemos visto que con los peones en 4A, 3C y 4T (es decir, con peones que no han pasado del centro del tablero), el rey puede estar en 1D-4D. Al mis­ mo tiempo, el ejemplo 267 nos ha­ ce saber que con peones en 4A, 4C y 4T, el límite extremo son las casillas 1R-3R. Se comprende que cuanto menos avanzados estén los peones, más lateral puede encon­ trarse el rey. Precisando algunos antiguos análisis de varios ejemplos, se pue­ de hacer el siguiente cuadro (to­ mando convencionalmente para el flanco de la dama la situacióón del 264) : Cuadro de distancias del rey Situación de los peones negros (1) 4A, 3C, 4T (2) 4A, 3C, 4T (3) 3A, 4C, 4T (4) 3A, 3C, 4T (5) 2A, 3C, 3T (6) 2A, 2C, 3T (2T) Situación del rey en la columna 1R-3R 1D-4D 1D-4D 1AD-5AD 1AD-5AD 1D-6D queremos hacer las siguientes ob­ 148

servaciones relacionadas con la posición de los peones : 6) El rey llega tarde si se en­ cuentra en la columna del AD. Si 1. R2D(3D), sigue 1... P4A ; 2. R3R, P4T y ganan, ya que el rey no ha llegado a 2C ó 3C (véanse las observaciones para el 282). Si 1. R4D(5D), entonces 1... P4A; de primeras no se puede, por 2. R5R, pero gana 1... P4T; 2. R4R, P5T y luego 3... P4A. (5) La posición es débil, por­ que el peón no está en 2C, sino en 3C. Estando el rey en 1AD-5AD, llega en dos jugadas a las casillas clave 3R. Una variante para ejem­ plo: 1, R2D(4D), F4T; 2. R3R, P5T (ó 2... P4C; 3. R3A) ; 3. R3A, P4A ; 4. R2C!, P5A ; 5. RlC ! y los peoues están detenidos. La situa­ ción del rey en SD jugando las ne­ gras es funesta para las blancas: 1... P4A!; 2. R5R, P4T; 3. R4A. P5T; 4. R3A, P4C y las negras ganan. (4) Una variante como ejem­ plo: 1. R2D(4D), P5T; 2. R3R, P4A; 3. R2A!, P4CÍ5A) ; 4. RlC y los peones no pueden seguir avanzando. Los restantes casos han sido ana­ lizados anteriormente. Si en las posiciones (4) y (5) se origina en el flanco de dama la situación 265, el rey blanco, estan­ do en 1AD, deberá llevar a cabo el plan de captura de los peones ; pero si está más arriba, es mejor ir a 6CD. Un buen ejemplo es el siguiente problema, que parece tomado de una partida práctica: 283a. Troizki, 1924. Blancas: R1AR, P5AD, P5D, P4AR, P2CR, P2TR. Negras: R4CD, P3CD, P2AD, P2D, P2AR, P5CR. Ganan blancas: 1. P6A!, P x P ; 2. P6D!, P x P ; 3. P4T, P x P ; 4. PxP, R4A; 5. P4T, R4D; 6. P5T, R3R; 7. P6T, R3A ; 8. P5A! (ha resnl-

tado la posición que nos interesa; siendo mano, el rey blanco podía estar también en ICR) ; 8 ... P4C!; 9. R2R, P5C; 10. R3D. P4D; 11. R2A! (Troizki suponía que era posible asimismo 11. R4D, por 11.. . P4A+ ; 12. R3D, F5A+ ; 13. R2A, pero en vez de 12... P5A+ ? ; lo correcto es 12... P6C! y ganan; véanse observaciones para el 273 y 274) ; 11... P5D; 12. RIA! (véase 282); 12... P4A; 13. R2A! (273); 13.. . P5A ; 14. RIA ! (266) y ganan. El juego se complica si ambas partes tienen peones ligados pasa­ dos. En estos casos hay que tener en cuenta las posiciones de los tres tipos representados en los diagra­ mas 284-286. 284

6... R1C; 7 P6T, P5C+ ; 8. R2T, P6C+; 9. R1C, P6T; 10. P7T + , R1T; 11. P7A y ganan. 284a. Blancas: R3CR, P3TD, P4CD, P5AD. Negras: R3AD, P4AR, P4CR, P4TR: 1. P4T y ga­ nan como se ha explicado en el ejemplo anterior. 2841». Blancas: R2AR, P5TD, P4CD, P4AD. Negras: R2AD, P4AR, P4CR, P5TR: 1. P5A y ga­ nan, como se ha indicado ya arriba. 284c. Chapáis, 1780. Blancas: R3AR, P4TD,- P4CD, P2AD. Ne­ gras : R2AD, P4AR, P4CR, F5TR. Después de 1. P5T, las blancas con­ siguen colocar sus peones en 6T, 5C y ganan. 284d. Betinsh, alrededor de 1900. Blancas: R2CR, P6TD, P7CD, P5AD. Negras: R1CD, P5AR, P5CR, P5TR: 1. R1C!, P6T; 2. R2T, P6A; 3. R3C, R2T; 4. P8C=D+ !, R x D ; 5. P6A y ganan. Para ganar, independientemente de la salida, la superioridad debe ser mayor.

Para ganar se debe poner al ad­ versario, en ambos flancos, en po­ sición de zugzwang. Como procu­ rará evitarlo, la ventaja de tiem­ pos de reserva se debe utilizar para el avance amenazador de los peo­ nes. En el 284 se debe jugar: 1. P5T+, R3T; 2. P5A, P5T+ (si 2... R4C, entonces 3. R2C!; ó 2... R2C; 3. PSC) ; 3. R3T, P5A (3... R4C ; 4. R2T, P5C; 5. R2C, P5A; 6. R1C); 4. P6A, P6A; 5. P5C + , R2T; 6. P6C+ (es la jugada más enérgica, pero se puede 6. P7A);

284e. Blancas: R3CR, P5TD, P4CD, P5AD. Negras: R2CD, P4AR, P3CR, P4TR. En el flaneo de dama las negras están en zug­ zwang decisivo, y en el otro las blancas detienen fácilmente los peones (273 y 274). 284Í. Blancas: R2CR, P5TD, P2CD, P5AD. Negras: R2CD, P4AR, P2CR, P4TR. Los peones blancos están más avanzados y es imposible ya detenerlos; los peo­ nes negros, por el contrario, no son peligrosos (281 y 282). 284g. Blancas: R3AR, PSfTD, P6CD, P2AD. Negras: R2CD, P4AR, P4CR, P5TR. Esta posición 149

es todavía más favorable para las blancas que la 284c.

286

284b. Sbapiro, 1902. Blancas: R1CD, P3AR, P7CR, P6TR. Ne­ gras : R2AR, P6TD, P6AD. Véase 284d. Relativamente, no es muy nu­ meroso el grupo de posiciones de zugzwang y se han analizado casi toaas. 285

Los reyes se ven limitados en su movimiento a las casillas 2T y 3C. 2TD y 3CD. El que intente avan­ zar el peón retrasado pierde irremi­ siblemente ; por ejemplo: 1. P3A ?, P3A; 2. R2T, R2T; 3. R3C (ó 3. P4A, R3C; 4. R3C, P4A) ; 3. . P4A; 4. P4A, R3C; 5. P5A + , R2T; 6. P6A, R3C y ganan. 287 Tiene interés comparar la posi­ ción del diagrama 285 con el 284b. En ella, con los reyes en 2AR y 2AD, decidía la partida el turno de salida (1. P5A, etc.), pero aquí a 1. P5A, las negras responden 1.. . P5A y las blancas se encuen­ tran en zugzwang en ambos flan­ cos. La misma réplica seguirá a 1. R2T ó 1. P5C. A 1. R1C, cabe 1.. . R3T; 2. R2C, P5A; 3. P5A, R4C; 4. R1C, P5C y ganan. La situación en los dos flancos de por sí no es una situación de zug­ zwang, pero la necesidad de tener (debido a las condiciones de per­ fecta simetría) la última palabra, origina una posición de zugzwang recíproco. También suele haber posiciones de tablas; un ejemplo de ello es el 286. 150

En este ejemplo la estrategia co­ rrecta no consiste en el avance im­ petuoso de los peones, que de todas formas se verá frenado rápidamen­ te. Se debe procurar superioridad en ambos flancos a la vez, tratan­ do de colocar al adversario en po-

sición de zugzwang, tanto en un lado como en otro; en el caso de que el contrario lo eluda, se utili­ zará el tiempo de reserva: 1. R2R (esta jugada detiene a los peones negros, pero es mejor, naturalmen­ te, no permitirles avanzar dema­ siado o colocarse de forma amena­ zadora) ; 1... R2D (ó 1... P4T; 2. R3A, P4C; 3. P4T, P5T; 4. R4C, P4A+; 5. R3T, R2D; 6. P4A, R3A ; 7. P3T y se manifiesta clara­ mente la superioridad de las blan­ cas) ; 2. R3A, R3A; 3. F4T, P4T; 4. P4A, P4A (cada una de las par­ tes amenaza ahora con avanzar su. peón de torre) ; 5. R3C, R3C; 6. F4C, P4C (P3C) ; 7. P5T+ y ga­ nan (284). Hay muchas otras va­ riantes, pero todas son bastante sencillas. Se puede comenzar con 1. P4T, R2D; 2. R2R (pero no 2. P5T), como tampoco con 1. R1R, que es una jugada menos fuerte. Esta po­ sición con el rey en IR la tiene Greco (1612), pero sin ninguna so­ lución justa; en esa posición, las blancas ganaban incluso siendo mano las negras. Consideramos que ya se ha ex­ plicado con suficiente claridad la lucha del rey contra tres peones ligados. En los ejemplos siguientes analizamos los casos de peones aislados y doblados, así como de dos peones pasados, en vez de tres.

En este ejemplo, las blancas ga­ nan porque han tenido tiempo de llegar con su peón a 7T; 1. P5T,

R2R (o RIA, etc.) ; 2. P6T, R3A; 3. P7T, R2C; 4. R4A!! (es mala jugada R x P3A, R7D y R7R o R4D, 5R, 6R, porque a las negras les da tiempo de coronar su peón en 8TD) ; 4... R1T; 5. R4D, P5T; 6. R5R, P6T (ó 6... R2C; 7. R6R y 8. P8T=D + ) ; 7. R6A!, P7T; 8. P7C+ !, R x P7T; 9. R7A y ganan (288). 288a. Grigóriev, 1928. Blancas : R1CR, P6CR, P7TR. Negras: R2CR, P2AD, P4D, P2D. Ganan blancas: 1. R2A!, P4A (si 1... P5D, sigue 2. R3A !, P3A ; 3. R4A, P4A ; 4. R4R !) ; 2. R3R !, P5A (ó 2... P5D+ ; 3. R4R, R1T; 4. R5R, R2C; 5. R6D) ; 3. R4D, R1T (3... P3D ; 4. R x P4D y 5. R6R) ; 4. R5R!, R2C; 5. R6D, P6A ; 6. R7R y ganan. 288b. Horwitz y Kling, 1851 (final de un problema). Blancas: R2AR, P5CR, P4TR, P6TR. Ne­ gras : R3CR, P5R, P6AR. Ganan blancas: 1. P5T + , R2T; 2. R3R, R1C; 3. P6C. R1T; 4. P7T, R2C; 5. P6T + , R1T; 6. R2A, P6R+ ; 7. Rx P6A (ó Rx P6R) ; 7... P7R; 8. P7C + , R x P7T!; 9. RxP7R y ganan. 288c. Grigóriev. Blancas : R5D, P5CD, P2TR. Negras: R1R, P3CD, P2AD, P3D. Ganan blan­ cas, 1. R6R, RIA; 2. R6A, R1C; 3. R6C, R1A(1T) ; 4. P3T!! (la jugada P7T no debe ir acompañada de jaque; en ello radica la sutile­ za del juego. Es erróneo 4. P4T ?, R1C; 5. P5T, R1T; 6. P6T, R1C; 7. P7T+, R1T; 8. R6T, P4D; 9. R5C, R x P7T y tablas) ; 4... R1C; 5. P4T, R1T; 6. P5T, R1C; 7. P6T, R1T; 8. P7T, P4D; 9. R5A y ganan. 288d. Khan-Korchüoi, Moscú, 1953 (posición de una variante propuesta por Khan). Blancas: R2CR, P3R, P4R, P4AR. Negras: 151

R3R, P5CR, P5TR. Ganan blan­ cas. I. P5R, R4A; 2. R2A, R3R; 3. P4R, R2R; 4. P5A, R2A; 5. P6R + , R3A; 6. P5R + , R2R; 7. R2C, R1R; 8. P6A, RIA; 9. P7R+, R2A; 10. P6R + , R1R; 11. R2A, P6C+ ( 11... FOT; 12. R3C, P7T; 13. P7A +); 12. R3A, P7C; 13. R x P7C, P6T+ ; 14. RlT, P7T; 15. P7A+ y ganan.

290

289

En este ejemplo no es fácil ha­ llar el camino correcto de la vic­ toria. El propósito de tomar el «inofensivo», en apariencia, peón CD, fracasa: i. R3C, P4C; 2. R3A, P3C; 3. R2R, P4A!; 4. R3D, P6C !; 5. R3A, P5D+ !!; 6. P x P, P5A.; 7. P5D, P6A ; 8. P6D, P7A ; 9. P7D, P8A=D; 10. F8D = D, D8A+ !; 11. R4C, D8R+ !, y ta­ blas por jaque continuo. En este ejemplo el rey blanco La idea de las tablas es la si­ está cerca y puede ayudar a sus guiente: el rey se ve obligado, peones, lo mismo que en el 203. antes o después, a comer el peón 1. R4R, R5C; 2. P4T, R4T; 3. 3C(6C), para poder cubrirse con R4A, R3T; 4. P4C, R3C; 5. su dama de los jaques; después de P5T+, R3T; 6. R4R, R4C; 7. R3A, R x P6C, la dama da jaque por aba­ R3T; 8. R4A, R2T; 9. P5C, R2C; jo (8C, 8A) con el propósito de a 10. P6CI (se hacen tablas con 10. R4C continuar D8C+, y si R5A, P6T+?, R2T); 10... R3T; 11. entonces D7A + , y si R5T, D4A + ; R4C, R2C; 12. R5C!, P6D; 13. el rey blanco no puede pasar a la P6T+, R1C (1A, IT); 14. R6A y fila sexta para evitar la jugada ganan. D x P6C + . Si trasladamos el rey blanco y Nos queda otro recurso: pasar los peones (en las columnas del con el rey a 6R (P8T= D + y R2A). AD y D) a la izquierda, siguen pero es fácil convencerse que las ganando las blancas; pero si los negras alcanzan a coronar el peón trasladamos a la segunda columna CD y evitar el mate en 6C. De ahí de la izquierda es tablas, lo mismo deducimos que es precisa jugar que en la posición R3CD, P4TD, P4R, a fin de interceptar la diago­ P3AR y P4CR; R5AR, P4TD, nal 1C-7T; ahora bien, ¿Cuándo P5CD, ya que el avance de los peo­ conviene hacer esa jugada ? nes no culmina con un mate for­ zado (Fine, 1941). 1. P 4 R I 152

Hay que hacer esta jugada in­ mediatamente, para impedir que el peón 2C inicie su peligroso avance. Si 1. R3C?, P4C; 2. F4R, entonces 2... P5C! y tablas. 1. ...

291

PxP

O 1... P5D ; 2. R3C, P4C; 3. R4A, P5C; 4. R5A, P6C; 5. R6R y ganan. 2. R3C 3. R4A

P4C P6R

A 3... PSC, le seguirá 4. R5A, etcétera. 4. R x P

P5C

Si 4... P4A, entonces 5. R4A ! (pero no 5. R4D ?, por 5... P5A!); 5... P5C; 5. RSR, etc. 5. R4D

P4A

En caso de 5... P6C, las negras, después de 6. R3A, P4A; 7. R x P6C, pierden ambos peones, pero ahora el peón 4A crea la valla pre­ cisa.

R xP , P7R; 8. R7D, P8R = D; 9. P7A, R x P4D; 10. P8AD=D, D 3R + ; 11. R8D, D x D + ; 12. R x D, R3A ! (y de ningún modo 12... R4A?, pues 13. R7C! y ta­ blas). Las blancas abandonan (2 9 1 ). 292

6. R5R ó 5D y ganan. 290a. G. Reichgelm, 1900. Blan­ cas: R3CR, P7TD, P6CD, P4AD. Negras: RITO, P3D, P5CR, P4TR; ganan las blancas : 1. R4A, R2C; 2. P5AD!, PDxPA (ahora no sólo se halla expedito el camino del rey blanco, sino que en la dia­ gonal 1CR-1TD ha sido colocada una barrera) ; 3. R5R y ganan. Los ejemplos que se dan a conti­ nuación (291-294) ilustran la fuer­ za de un peón pasado protegido. Ganan las negras gracias a una maniobra precisa: 1... R2C; 2. P3T !, R3T; 3. P6A ! (en caso de 3. P4T, decide rápidamente 3... R4T; 4. P6A, R x P ; 5. R6R, R4C) ; 3... R3C!; 4. P4T, R4A !!; 5. R6R, P5R; 6. R7D, P6R; 7.

El 292 es una típica «comedia de las equivocaciones». Las blancas no tenían más que parar el movi­ miento del peón A R ; sin embar­ go, en el momento culminante no supieron encontrar la jugada co­ rrecta. Se produjo una posición de tablas, pero Grunfeld consideró que no tenía salida y se entregó. 153

1. P6C, P5A+; 2. R2C!, R7R 293 (amenazaba 3. RIA, pero ahora el rey ha sido atraído a una casilla desventajosa); 3. P7C, P6A+ ; 4. R2T ? (lógicamente, esta jugada debiera haber conducido a un em­ pate; véase A), 4... P7A (no deja de ser curioso el que en este mo­ mento, después de la jugada 72, la partida fuese aplazada); 5. P8C=D, P8A =D ; 6. D4A+, R8R; 7. D x D + , R x D ; 8. R3C, R7R; 9. R4A y las negras rinden (!), aun­ que combinando el rodeo (como en el 58) con la regla peón pasado estando bloqueados los peones de torre» (152) se conseguían tablas, como puede verse a continuación: 9.. . R6D; 10. R5C, R5R; 11. R xP , R4A; 12. R6T, R3A; 13. P5T, R2A; 14. R5C (o bien, 14. R7T, co del rey, la partida se converti­ R3A) ; 14... R2C, con lo que el ría en la 76a. pero les toca jugar peón 5T se halla fuera de la zona a las blancas y, claro está, mue­ ven : de ventaja. A. La victoria se conseguía me­ 1. P4C. diante: 4. R3C!, P7A; 5. F8C=D, P8A =D ; 6. D4A+, R8R; 7. Dx Ahora las negras sólo pueden D + , R x D ; 8. R4A, R7R (la di­ ferencia estriba en que ahora les ganar si consiguen hacerse con la toca jugar a las blancas en lugar oposición. En el instante que se de a las negras); 9. R5C y ganan. considera, ésta es de las blancas y La idea de este final se encuen­ sólo puede ser arrebatada en la tra ya en la siguiente terminación: vertical «AD», ya que a R2AD las blancas no pueden contestar 292a. P. Gusev, 1924. Blancas: con R3AD. Al maniobrar con los reyes, las R3CR, P2CD, P3AR, P3TR. Ne­ gras : R4R, P4AR, P3CR, P2TR; blancas deberán mantenerse en la posición ventajosa blanca. 1. P4T casilla del peón 4CD v las negras (o bien, primero, 1. P4CD); 1... en el escaque del peón TR; esto P3T; 2. P4CD (no se debe 2. P5T, último no es obstáculo para que P5A+ !) ; 2... P4C; 3. P4A +, R5R; el rey negro vaya a la vertical 4. P T xP ! (4. P5C?, R6R lleva AD, ya que el movimiento P5TR a tablas, lo mismo que en el 292); no es peligroso de por sí (habría 4.. . P x P ; 5. P x P , R6R; 6. P6C, de seguir P5CR) y el rey tiene P5A + ; 7. R2CI y ganan. tiempo de volver a la vertical R. Previendo esta situación, las blancas se entregaron antes de que 1. ... R1C llegara a producirse. 2. R2A R2A 3. R3D R2R! Sin embargo, la victoria de las negras es bastante difícil. Bien es Esto es mas lógico y sencillo verdad que, tocándoles jugar a ellas, ganarían inmediatamente que la continuación que señalan del modo siguiente: 1... P4C! (2. Fine y Chéron; 3... R3R; 4 R4R, 154

R3D; 5. R4D, R3A y 6... R2A, o bien, 5... R2D y 6... R2A (con la aclaración de que la inmediata 5... R2AD ? conduce a tablas debido a 6. P5TR! Si las blancas juegan R4R o bien R4D, las negras ocupan rápi­ damente la oposición inmediata y disminuyen la duración de la par­ tida.

294

4. R3R Francamente malo es 4. P5TR ?, R3A, o bien 4. P5CR ?, R3R; 5. R4R, P3C. 4. ... 5. R3D

R2D R2A!

El objetivo ha sido conseguido, la oposición pasa a poder de las negras. Sin embargo, ahora debe­ rán tener cuidado con las jugadas .de los peones blancos; por ejem­ plo: a) 6. P5TR, R3D! (pero de nin­ gún modo 6... R2D?; 7. PSCR!, R3R; 8. R4R, o bien, 7... R2R; 8. R3R, tablas) ; 7. R4R, R2R!; 8. P5C, R3R y ganan, b) 6. P5CR, R3D!; 7. R4R, R2R!; 8. R3R, R3R!; 9. R4R, P3CR ! y ganan. 6. R4R 7. R4D 8. R4R

R3A! R3D R4A

etcétera (o bien, 2... R6D'; 3. P6A, P6R; 4. R1D). 294a, L. Prokes, 1946. Blancas: R1TR, P5CD, P3D, P2AR. Ne­ gras : R4D, P3D, P4R; posición blanca ventajosa. 1. P4A!, P x P (1... R4A; 2. P5A) ; 2. P4D, R3R; 3. R2C, R2D; 4. R3A, R2A; 5. RxP, R3C; 6. R4R, R x P ; 7. R5D .y ganan las blancas. El 213 puede servir de ejemplo del caso en que un peón pasada protegido es insuficiente para ob­ tener la victoria. El contar con un peón pasado avanzado es una ventaja induda295

V las negras ganan ; por ejemplo: 9. R3D (9. P5TR, R3D) ; 9... R4D; 10. R3R, R5A; 11. P5TR, R4D! (en caso de 11... P6CD ?; 12. R2D y ganan las blancas), o bien, 11. R4R, P6CD, etc. La defensa de un peón pasado puede, a veces, realizarse indirec­ tamente. En el 294, después de 1. P4R!, P x P (1... R x P ; 2. P xP , R4D; 3. R2D) ; 2. P3A lleva a la victo­ ria, y si 2... R4D, entonces 3. R2D,

155

ble de posición, pero pueden darse casos en que esta ventaja sea neu­ tralizada y hasta superada por fac­ tores más importantes (295-297). En el 295 la resistencia de las blancas se basa en la buena situa­ ción del rey; ahora bien, lo que no pueden hacer es conservarla. 1. ...

R3D!

Ahora la situación es franca­ mente mala : 2. P3AD ?, R3A ; (2. P4AR ?, P x P ) ; 2. R3D ?, R4D ; 3. P4AD + , R4A; 4. R3A, P5R; 5. P x P (5. P4AR, P6R); 5... P x P ; 6. R3C, R5D y ganan. 2. R5C 3. P x P 4. R4A

P5R! PxP R4R

y ganan las negras: (5. R3A, R5A; 6. R2D, R6A; 7. RÍR, R6R!; 8. P4AD, R5D; 9. R2D, R x P ; 10. R3R, R5C!). Algunas excepciones. 295a. M. Levit, 1933. Blancas: R5D, P4D, P5AR, P2TR. Negras: R4CR, P2TD, P3AR, P4TR; posi­ ción ventajosa blanca. 1. R4R!, R3T! (en el caso 1... P4TD; 2. P5D, etc., y la dama blanca, des­ pués de D8CR+ da mate) ; 2. P5D, R2C; 3. P6D, R2A; 4. R5D, R1R (amenazaba R6A) ; 5. R6R, P4TD ; 6. Rx P, R2D; 7. R6C!, P5TD; 8. P6A, P6T; 9. P7A, P7T; 10. P8A=D, P8T=D; 11. D7R+, R3A; 12. D7AD + , R4D; 13. P7D y el rey blanco elude fácilmente los posibles jaques siguientes en 7TR, o bien, pasando por 7CR (7TR), al escaque 6TR. 295b. O’Kelly-Mieses, Bruselas, 1935. Blancas: R4R, P3TD, P5AR, P4TR. Negras: R3AR, POTD, P2TD, P2TR; les toca a las blan­ cas. 1. R4A, R2A; 2. R5R, R2R; 3. P6A + , R2A; 4. R5A, RIA; 5. R6R, R1R; 6. R5A (o bien, 6.

P7A+, RIA; 7. R6A, P4T; 8. R6C, P4TD, tablas); 6 . . . R2A; 7. R5C, R3R; 8. R6T, R x P ; 9. RxP, tablas. 295c. Tartakower-Stalda, Venecia, 1949. Blancas: R3D, P4CD, P3AR, P2TR. Negras: R4D, P5D, P3CR, P2TR; les toca jugar a las negras: 1... P4C; 2. P5C, R4A; 3. P6C, R x P ; 4. R x P, R3A; 5. R5R, P3T; 6. P3T (aun cuando se prue­ be a conservar los tiempos las ta­ blas son inevitables); 6... R2D; 7. ROA, R3D; 8. R6C, R4R; 9. R7C, R4A!; 10. Rx P, R3A, ta­ blas. Dignos de estudio son los dos ejemplos de tres peones contra dos en los flancos que se dan a con­ tinuación. La posición 296 tiene su histo­ ria. Una distribución análoga, con un peón negro más en 3TR, fue dada a conocer en el año 1927 por G. Mattison. La idea de este es­ tudio era: 1. P4C, R5D; 2. R6R! (impidiendo el paso del rey ne­ gro a 4D; en caso de 2. R5A?, las negras alcanzan a defenderse jugando: 2... R4D ; 3. R4C, R3A ; 29«

4. R5T, R2C; 5. R x P ; R3T; 6. RxP, P4A; 7. P3A —pérdida for­ zada de tiempo—, 7... P x P ; 8. PxP, R2C; 9. R6C, R3A; 10. R6A

—a las blancas les ha faltado tiem­ pos para realizar la jugada R6R; 10... R4D, tablas); 2... P4T; 3. P3A+ ! (gana el «tiempo» que fal­ taba) ; 3... R5A; 4. R5A, y la de­ fensa R-4D-3A-2C ya no sirve; es inútil jugar 4... P5T; 5. R4C, o bien 4... P3T; 5. R4A, ya que en todos los casos el rey en cuatro jugadas captura los dos peones negros. Mattison consideraba tambi|én inútil la jugada 4... P4A a causa de 5. P5C. Sin embargo, es aquí, precisamente, donde Grigóriev des­ cubrió el error de la solución: él encontró que después de 5... R4D; 6. R5C las negras se pueden salvar jugando 6... P5AH, creando en 4AD un refugio para su rey, en el que éste queda ahogado (n. R4C-b. R5R, 6R) siempre v cuando las negras sean dueñas de la oposición; por ejemplo: 7. Rx P, P3T ; 8. R x P, R3D ! (o bien : 8. R4C, R3R; 9. R5T, R4D; 10. R x P, R3D !) ; se puede, asimismo, dejar el peón en 7TR y a la jugada R x P7T contestar con R2D ! Siendo dueñas de la oposición, las negras no pierden; así, por ejemplo (después de 8. R x P, R3D) ; 9. R7C, R2R; 10. R6C, R3R; 11. R5C, R4R; 12. R4C, R3R! (en vista de la amenaza P5T, las negras deben mante­ nerse en el cuadrado de la casilla del peón 4CD; el tipo de la ma­ niobra es aquí el mismo que en el 82) ; 13. R4A, R3D! (esta misma contestación se hubiese dado en el caso de: 13. R4T) ; 14. R4R, R4A!, tablas. Así pues, después de haber es­ tudiado a fondo esta posición, Gri­ góriev halló un sistema comple­ tamente nuevo de defensa por el que el estudio de Mattison resulta­ ba completamente falso. Pero, i por qué la posición 296 (sin el peón de negras 2TR) da la victoria a las blancas ? Sigamos la resolución:

1. P4C, R5D; 2. R6R!, P3T (intentando complicar el proble­ ma de las blancas, como se verá más adelante ; la 2... P4A ? es ma­ la debido a 3. P5T!) ; 3. P3A + , R5A ; 4. R5R! (de haber estado el peón negro en 4TR, las blancas hubiesen jugado 4. R5A!); 4... P4T (o bien, 4... P4A ; 5. P5C, o de otro modo: 4... P3A; 5. R4R, 6R!) ; 5. R5A!, R4D; 6. R5C, P3A (con miras a 7. R x P ?, P4A ; 8. P5C, P5A; quedando la oposi­ ción en poder de las negras); 7. R4T!, P4A ; 8. P5C, P5A; 9. R x P y la oposición es de las blancas (precisamente esto es lo que ex­ plica todos los artificios emplea­ dos ; cualesquiera que sean las ju­ gadas de las negras, el resultado será el mismo). La continuación no tiene malicia: 9... R3D; 10. R6T! (oposición en la fila «princi­ pal», la central del intervalo com­ prendido entre las filas quinta y octava); 10... R2D; 11. R5C, o bien: 10... R4D; 11. R7C (10... R3R; 11. R6C, R3D; 12. R6A), ganando la partida mediante «ro­ deo». ¿ Salva la partida el «refugio de rey ahogado» de Grigóriev si se traslada la posición una fila más arriba? A esta pregunta da res­ puesta el análisis de la situación que se dio en un torneo celebrado en Yugoslavia y que a continua­ ción se expone: 296a. Blancas: R4AR, P5TD, P4CD, P4AD. Negras: R3D, P2CD, P2AD, P3TR; les toca ju­ gar a las blancas. La continuación fue: 1. P5C, R4A; 2. R4C, R3D; 3. R5T y ganan. Las negras no sospechaban que hubiese posibili­ dad de salvación. Es en extremo curioso el que la defensa «Grigó­ riev» no pueda ser aplicada en este caso: 1. P5C, P3A ; 2. P6C, P4A ; 3. R4C, R2D; 4. R5T, R3A; 5. R x P, R3D y, a pesar de tener la oposición en su poder, las negras 157

pierden, ya que debido a la nece­ sidad de maniobrar en el pequeño cuadrado del peón 6CD, pierden aquélla en seguida (6. R7C y ga­ nan) . En cambio, la defensa «Mattisom salva la partida: 1. P5C (de lo contrario, 1... P3A); 1... R2D!; 2. R4C, RIA; 3. R5T, R1C; 4. RxP, R2T; 5. R6C, P3A; 6. R6A (6. PCD x PAD hubiese sido tam­ bién inútil); 6... PAD x PCD; 7. PAD x PCD, R1C, tablas (118).

En la interesante posición teóri­ ca 297, después de 1... R3R; 2. R5A, P4A; 3. P3T, PARxPCR; 4. PTRxPCR, P5D; 5. RxP, R3D; 6. P5A, las negras rinden. En un libro de partidas («Carlsbad, 1907»), K. Schlechter opinaba que mediante 1... R3A! podrían las negras hacer tablas; por ejem­ plo: 2. P4T, R3D; 3. P5T, R3R!; 4. RSA, P4A; 5. P5C, P x P ; 6. P6T, R2A!; 7. P x P, P5A. Nimzówitch expresó su discon­ formidad con esta estimación. Vea­ mos su análisis (año 1918) ; «1... R3A; 2. P3T!, R3D; 3. P4T, R3A (obligado, pues de jugar 3... R3R, la contestación sería: 4. R5A, P4A ; 5. P5C) ; 4. P5C! (úni­ ca jugada; 4. P5T ? queda recha­ zada por 4... R3D ; 5. P5C, P x P ; 6. PxP, R3R !; 7. P6C, R3A!, ta­ 158

blas; 77); 4... PAxPC (o bien 4... PT x PC, véase A); 5. PAxPC, PTxPC; 6. P5T, P5C; 7. R3R! (no se debe jugar 7. P6T ?, P6C; 8. R3R, P5D+ ; 9. R3A, P6D; 10. P7T, P7D; 11. R2R, P7C, tablas); 7... R4A! (o bien, 7... P6C; 8. R3A y 9. RxP) ; 8. R4A!, P5D; 9. RxP, P6D; 10. RSA, R5A; 11. P6T, R6A; 12. P7T y ganan. A) 4... P x P ; 5. P x P (ahora no se puede jugar 5. P5T ?, ya que después de 5... P5C; 6. R3R, R4A las blancas no pueden realizar el movimiento 7. R4A, y 7. P6T, P5D+ ; 8. R2R, P6C conduce úni­ camente a tablas) ; 5... R3D (o bien 5... P x P ; 6. P5T, como se indicaba anteriormente); 6. P6C, R3R ; 7. P5T, P4A ; 8. P6T, R3A ; 9. P7C, R2A; 10. R x P y ganan. Examinando la posición que se da en el diagrama 297 no cuesta trabajo llegar a la conclusión de que la situación general de los peo­ nes permite a las blancas realizar con relativa facilidad un avance, como resultado del cual consiguen adelantar más y, por lo tanto, ha­ cerlo aún más peligroso, un peón pasado; en lo que respecta a ganar a hacer tablas, depende de distin­ tos pormenores de la posición y, aún a veces, como lo demuestra, por ejemplo, el análisis, realizado más arriba, única y exclusivamen­ te de los tiempos. 297a. Bogoljubow Fine, Zandvoort, 1936. Blancas: R2AD, P3TD, P4AR, P2TR. Negras: R1CR, P3AR, P2CR, P2TR. Jue­ gan las negras. Al no haber peo­ nes bloqueados, a las negras no les es aifíoil forzar tablas: 1... R2A; 2. R3D, R3R; 3. R4R, P3C!; 4. R4D (4. P5A+ ?, R3D! pone inmediatamente en claro que la partida terminará en ta­ blas ; inútil resulta también: 4. P4TD, R3D, 5. P5T, R4A; 6. P6T, R3C; 7. R5D en vista de 7... P4C!; 8. P5A —en la partida que

coméntame» se jugó: 8. P x P—; 8... P4T; 9. R6R, P5T, llegando simultáneamente a promover da­ m as); 4... R3D; 5. R4A, P3T (tampoco hubiese estado mal 5... R3A, pero después de 6 . . . P4C; 7. P xP , Px P! y de P3A-4A-5A, las tablas son evidentes); 6. R4D, R3A (6... P4C?; 7. R4R!); 7. R4R, R4C; 8. R5D, P4C!; 9. PxP, PAxP!; 10. R5R, R5T; 11. R5A, R x P ; 12. R6C, R5C; 13. R xP , P5C!, tablas (el rey negro se va a 1AR). Generalmente, la superioridad decisiva suele consistir en la pre­ sencia de un peón pasado en una de las partes, mientras que el con­ trincante no tiene posibilidad al­ guna de conseguirlo (298-299).

En una de las -notas a la partida Marshall-Reti, Nueva York, 1924, el análisis de Alekhine lleva el juego al 298. 1. P5G! (las fuerzas enemigas quedan así frenadas por fuerzas in­ feriores) ; 1... R3A; 2. R5R, R2D; 3. R5D! (es claro que no se puede 3. R6A?, R x P ; 4. RxP¡ R4R y ganan) ; 3... R1D; 4. R6A y ga­ nan.

299

Las pequeñas dificultades por que atraviesan las negras en el 299 son debidas a la imposibilidad de jugar inmediatamente P4R. En la partida que se da a continuación se tiene en cuenta el zugzwang R4R-R2R. 1... R2A! (1... R2R?; 2. R5R, R2A; 3. R6D, R3A;-4. R5A, ta­ blas) ; 2. R4D, R l R ; 3. R9A (o bien: 3. R4R, R2D; 4. R5R, R2R; 5 R4D, R3D; 6. R4R, R3A; 7. R5R, R4C y ganan) ; 3... R2D; 4. R6C, P4R ; 5. R5A, R3R y ganan. En los ejemplos que a continua­ ción siguen, una de las partes al­ canza a conseguir un peón pasado. 300

298a. I. Moraviets, 1938. Blan­ cas : RIAD, P3AQ, P4TR. Negras : R2D, P5AD, P3AD, P2AD; posi­ ción ventajosa para las blancas. 1. R2C!, R3R; 2. R3T, R4A; 3. R4C, R5C ; 4. R5A !!, R x P ; 5. R x P6A, R4C ; 6. R x P7C, R5A (6... R3A ; 7. R6D), 7. R6D, R6R; 8. R5A, R6D; 9. R4C y ganan. 159

que, además, resulta ser más juerte que el de su contricante (véase también el 297).

rey blanco hubiese pasado a 2D, este movimiento del peón que aca­ bamos de anotar hubiese ido acomañado de jaque y se tendrían ta­ las) ; 8. PSD = I) y ganan.

En el 300, las blancas, al romper la defensa enemiga, deben preocu­ parse de dejar mera de juego al 300a. V. Smetana, 1942. Blan­ rey negro, así como de los medios cas: R4R, P2AR, P3AR, P5CR. de lucha contra la »casilla errante». Negras: R3R, P3CR, P4TR; posi­ 1. R3A!, P4C; 2. P4R, P5C; 3. ción ventajosa de las blancas. 1. R2RI, P6C; 4. R1D!, R6C; 5. PSR, P4A, P5T; 2. P5A+ !, P x P + ; 3. P x P ; 6. P6D, P5R; 7. P7D, P6R R3A!, R2A; 4. R2C, R3C; 5. P4A (si en su cuarto movimiento el y las blancas ganan. 2. FINALES SIN PEONES PASADOS Hemos dividido los finales sin peones pasados en tres grupos. En el primer grupo, todos los peones se hallan situados en un mismo flanco y enfrentados tinos a otros. Primeramente se examina la lucha de los peones ligados de uno y otro bando, después de los ligados contra los aislados (contan do entre éstos a los doblados) y, fi­ nalmente, de los aislados contra los aislados. En el segundo grupo, los peones se encuentran separados unos de otros y en distintos flancos. Las demás disposiciones de los peones en el tablero (mezclados, sueltos) han sido recopiladas en el tercer grupo. Dentro de cada grupo la sistema­ tización se ha llevado a cabo según un orden temático, lo que en la mayoría de los casos se halla di­ rectamente ligado a la estructura de los peones que se considera. En estas condiciones se dan en primer lugar los finales de tres peones contra dos y después contra tres, pero, como es natural, únicamen­ te en aquellos casos en que a con­ secuencia de esto la distribución temática general del material no sufre alteración alguna. Examinemos el primer grupo de finales, o sea, el de los peones en­ frentados en un mismo flanco. 160

Tocándoles jugar a las blancas, el único camino que lleva a la vic­ toria en el 301 es : 1. P6C. Tanto 1. P6T?, P x P ; 2. P x P (153) como 1. P6A + ?, P x P + ; 2. P x P + , R2A; 3.R5A, R1R! (157) condu­ cen a tablas. Después de 1. P6C! a las negras no las salva ni 1... P T x P ; 2. PTx P (90), ni 1... P3T; bien es verdad que en este último caso no se puede mover inmediata­ mente 2. P6A +?, P C x PA + ; 3. R5A, RIA; 4. Rx P, R1C y tablas (77), sino que hay que arrinconar previamente al rey negro en 1TR; por ejemplo; R5D, RIA (2... R2D; 3. P6A; en contestación a 2... R3A se puede mover el corriente 3. R4R y el aún más simple 3. R6D, R x P ; 4. R7R); 3. R6D, R1R ; 4. R6R, RI A; 5. R7D, R1C; 6. R7R, R1T; 7. P6A, PCxPA; 8. R7A. Si es a las negras a quienes les corresponde jugar; o) 1... P3T; 2. P6C, o bien, 2. P x P (únicamente

que no como indicaba Berger: 2. P6 A + ?, ya que 2... R2A!) ; b) I... P3C; 2. PTxP, PTxP ; 3. P6A+, o bien, aún más sencillo: 3. PAxP!, R1R; 4. R6R!, RIA; 5. R6A (46); c) 1... R2A; 2. P6C+. R1C (2... PTxP ; 3. PTx P+, 90), siendo ahora posible tan­ to 3. R6R, R1T; 4. R7A, PTxP (4... P3T; 5. P6A) ; 5. P6T, PCx P T ; 6. PAxPC, como según Salvioli, 3. PC x PT + , R x P T ; 4. R6R, R3T; 5. R7A, R2T; 6. R8A, R1T; 7. P6T (180). 30la I. Maizelis, 1954. Blancas: R4R, P4AR, P4CR. Negras: R3R, P3CR, P3TR; posición favorable a las blancas independientemente de a quien le toque jugar. (No de­ ja de ser en extremo sorprendente el que esta posición no haya sido comentada en ninguna publica­ ción.) El desplazamiento de la po­ sición 301, en una o varias filas más abajo, es, en general, favora­ ble a las blancas, pero, en este caso, aparecen peculiaridades pro­ pias de esta posición: así, 1. P5C ?, PTxP conduce a tablas (92, 97), pero, en cambio, 1. P5T, o bien, 1. P5A + , llevan a la victoria; to­ cándoles jugar a las negras, al.. . P4T se puede contestar: 2. PCx PT; 2. P5C y 2. P5A + , y en el caso 1... R3A, ganan tanto 2. P5T como 2. P5A (pero no 2. P5C+ ?). 301b. Blancas: RIAD, P3AR, P3CR, P3TR. Negras. R4AR, P4CR, P4TR (en 1841, Woker tras­ ladó el rey blanco al escaque 1AD ; en 1766, Kotsio lo situaba en 3AD); el resultado viene determi­ nado por el turno de jugar 1. R2D, P5T;‘ 2. PC x P T ! (Berger reco­ mendaba 2. P4C+ ?, R5A; 3. R2R; sin embargo, 3... R6C da tablas; esta variante sólo es posible para las blancas en una posición situa­ da una fila más alta) ; 2... PCx PT ; 3. R3R y ganan. Tocándoles jugar a las negras, 1... P5T; 2.

PC x PT (2. P4C+ ? pierden) ; 2... PCxPT se alcanzan tablas. Es­ tando situada la posición de las negras una fila más alta, el rey negro no tiene salvación. 301c. Illin-Zhenevski-Abramian, semifinal del XI Campeonato de la U.R.S.S., 1938. Blancas: R2R, P2CR, P3TR. Negras: R3CD, P5AR, P5CR, P5TR ; juegan las negras. 1... P6A+? (incompren­ sible error, puesto que ni siquie­ ra 2. PC x PA, P6C da ventaja a las negras); 2. R2A, PCxPT; 3. PC x PT, tablas. La victoria se conseguía con 1... P6C!; por ejemplo; 2. R3A (2. RIA no da nada, véase el 300), 2... R4A; 3. RxPA, R5D ; 4. R4C, R6R y ganan. 302. Se trata de una posición de tablas que no se menciona en nin­ guna parte (tocándoles jugar a las blancas). Si admitimos que el peón blanco se hallaba en 2TR y el ne­ gro en 2CR, resulta que el movi­ miento P4T ? (lo correcto sería P3T) es, en vista de P3C !, el error decisivo. Moviendo las blancas : a) 1. P5A+, PC x PA ; 2. PC x PA + , ta­ blas (157); b) 1. P5C, R3D ; 2. P5A, PC x PA ; 3. RxP, R2R (128), o bien 2. P5T, R3R ; (92, 3. P6T es inútil), o bien, 2. R3A, R3R; 3. R4C, R2R(2A), tablas; c) 1. P5T, PCxPT; 2. P5C, P5T; 3. P5A+, R3D ; 4. P6C (4. R4A, P6T, tablas ; compárese con el 211c) ; 4... PTx PC; 5. PxP, R3R; d) 1. R4D, R3D ; 2. R4A, R3A ; 3. R3A, R2A!, con lo que los peo­ nes blancos no pueden pasar. Tocándoles jugar a las negras, después de 1... R3D, las blancas no consiguen nada ni con 2. P5T, ni con 2. P5C, lo mismo que con 2. P5A, PC x PA + ; 3. RxPA, R2R (137) ; 4. R5C, R2A ; 5. R6T, R1C, tablas (el peón de TR no se halla ni en 3TR ni en 2TR). 161

Después de 1... R3D se consigue la victoria de forma bastante com­ plicada : 2. R4D, R3R; 3. R5A, R2R (o bien, 3... P4T; 4. PCx PT!, PCxPT; 5. R4D, R4A; 6. R3R, R5C; 7. R4R, Rx PT ; 8. R3A y ganan) ; 4. R5D, R3A (o bien, 4... R2D; 5. R5R, R2R, igual que en la variante principal) ; 5. R6D, R2A (no salva la situación 5... P4T, debido a 6. P5C + !, R4A ; 7. R7R, etc); 6. R5R, R2R; 7. P5C!, R2A; 8. R6D! (8. P5T?, R2R! no se puede, pues serían tablas); 8 ... RIA; 9. R6R, R1R; 10. R6A, RIA; 11. P5T!, PCxPT; 12. R5R, P5T (o bien, 12... R2R (2A) ; 13. P5A ! y ganan, lo mismo que en el 211c) ; 13. R4R, R2R (o bien, 13... R2A; 14. P5A1); 14. R3A!, R3R; 15. R4C y ganan. 303

305

304

303, 1. R3A, R4T (1... R4A; 2. P4C +, R3A ; 3. R4D, P3C ; 4. P5A y ganan: 1... P4T; 2. R4D, R3A; 3. P5A, R2D; 4. R4A, R3A; 5. P3C, P3C; 6. PA x PC, RxPC; 7. R5D y ganan) ; 2. P3C, P3C; 3. R4D!, R9C; 4. PST!, RxPT (4... PCxPT; 5. P5A) ; 5. R3A, P4C; 6. P5A, P5C+ ; 7. R4D y ganan. 304. I. R2T!, P5C ; 2. PxPC, PxPC; 3. R1T!, P7A (3... R6C ; 4. R1C); 4. P3C + , R4C; 5. R2C, R4A ; 6. Rx PA, R5D ; 7. R2D, tablas. 162

Al considerar la posición 305, al­ gunos (Woker, Berger) ban esti­ mado equivocadamente que el tur­ no de jugar no influía en el resul­ tado. Sin embargo, la victoria sólo es posible si son mano las blancas ; 1. R2C, P5A ; 2. PC x PA, R x PA ; 3. P3A, R4R! ; 4. RIA!, R4A ; 5. R2R, R5A; 8. R2A, R4R; 7. R3R, R4A ; 8. P4A, R5C ; 9. R4R ; R x PT; 10. R3A, etc.

En el 305, saliendo las negras hacen tablas, pero no mediante 1.. . P5A ? (a causa de 2. R2C, PA x PC ; 3. R x PC 1, o bien, 2... P6A+ ; 3. R3T, R4A; 4. P4C+!, PTx PC+ ; 5. R3C), sino moviendo 1... R6A; 2. R1C (tampoco da resul­ tado la continuación 2. R1R, P9A; 3. PC x PA, R x PA ; 4. R2R, R5C) ; 2.. . P5A; 3. R2T, P A x FC + ; 4. PAxPC (93). Es evidente que en el 306 el romper la línea defensiva contraria no puede dar la victoria. No queda, pues, más remedio que intentar aprovecharse de la debilidad del peón negro 3AR, manteniendo en reserva el tiempo P5T, pero, en esta típica posición de juego, el camino que conduce al objetivo propuesto sorprende por lo insperado.

306

1. R4D, R3A; 2. R4A, R3D; 3. R5C !, R4D ! (en caso de 3... R4R, entonces 4. R5A, R5A; 5. R5D, R x P ; 6. R6R o bien : 4... P4T; S. PxP, R x P ; 6. R5D y ganan); 4, R6C, R3D; 5. R7C!, R2D; 6. P5T, R3D; 7. R8A, R4R; 8. R7D, R5A; 9. R6R, R4C; 10. R7A y ganan. 306a. Z. EKnek, 1932. Blancas: R2AD, P2AR, P2CR, P2TR. Ne­ gras : R8TD, P7TD, P4AR, P2TR; posición ventajosa para las blan­ cas. Caso típico del factor tiempo al enfrentarse tres peones contra dos, cuando a las blancas sólo les 307

interesa la promoción de dama en 8TR. 1. RIA!, P5A (1... P4T; 2. P4T; 1... P3T; 2. P3T) ; 2. R2A!, P6A; 3. P4C, P3T; 4. P3T, P4T; 5. P4T y ganan. F. Dedrle (1950) evitó que ca­ yese en el olvido la interesante po­ sición 307. Esta se dio en un torneo de juego simultáneo y, después de unos cuantos intentos infructuo­ sos de ganar la partida, Charousek se conformó con tablas. No obs­ tante, el análisis realizado por I. y Y. Kvichal demuestra la posibi­ lidad de ganar. De las tres casillas críticas 6AD, 6D, 6R (igual que en el 5), la «principal» es la columna «D». Si las posibilidades de las blancas consistiesen únicamente en ocupar la oposición en la columna prin­ cipal, no obtendrían resultado al­ guno. La victoria sólo es posible combinando esta amenaza con la P4T, convenientemente preparada. 1. R4R!, R1R!; 2. R3A! En este momento las negras se hallan ante un dilema: en el caso 2... R2R pierden la oposición, y si juegan 2... R2A, ó 2... R2D, las blancas consiguen realizar P4T, por ejemplo: a) 2... R2R; 3. R3R, R2D; 4. R3D, R2R; 5. R4A, R1D; 6. R4D, R1R ; 7.R5A, R2D ; 8. R5D, R2R ; 9. R6A (acorta la partida en com­ paración con la continuación 9. R5R/-R2A; 76a); 9... R3A; 10. R6D, R2A; 11. R7D, RIA; 12. R6R, R1R; 13. P6A, P3C; 14. P7A+, RIA; 15. R6D! (véase 241); 15... R x P ; 16. R7D y ga­ nan; b) 2... R2A; 3. P4T! (amena­ zando 4. P5T; hallándose el rey negro en 2R o en 2D, esto no se llega a producir debido a 3... P x P ; 4. P5C, R3D, siguiendo después R4R; en cambio, ahora, el rey no dispone de la casilla 3R); 3... P x P ; 4. P5C, R2R; 5. R4C, R3D ; 6. R x P, R4R ; 7. R4C, R3D ; 8. R4A y luego P6C (90) : 163

C) 2... R2D (el rey negro se ha alejado tanto que a las blancas les queda tiempo para la jugada pre­ paratoria que necesitan; 3. R3C!, R2R; 4. P4T, P x P + ; 5. RxP, R3A (de lo contrario, 6. R5C) ; 6. R5T y ganan. ¡ Buen análisis! 307a. Pillsbury-Mason, Londres, 1899. Blancas: R6R, P4CR, P5CR, P4TR. Negras: R1AR, P3CR, P2CR ; les toca a las blancas. 1. P5T, R1C ? (jugando 1... P x P ; 2. PxP, R1R! se conseguían tablas; N.° 118); 2. R7R, R1T; 3. R8A, R2T; 4. R7A, P x P ; 5. P x P, R1T; 6. R6C! y ganan. En el 308 las negras pierden a causa de.la debilidad del peón SA. 308

1. R2R, R3A; 2. R3D, R4R (o bien, 2... R4C; 3. R4R, R5T; 4. RxP, R6T; 5. R3R!, R x P ; 6. P4A ganando en final de dama; vféase el 3 en el «Apéndice») ; 3. R4A, P5T! (amenazando después de P6T con crear un refugio de rey ahogado en 5T); 4. P3T!, R3R; 5. R4D, R4A; 6. R5D, R4C; 7. R5R, R3C; 8. R x P, R3A; 9. R4R! (9. R4C ?, R4R) ; 9... R3R; 10. P4A, R3A; 11. P5A, R2A; 12. R5R, R2R; 13. P6A + , R1R! (157 y siguiente); 14. R4R, RIA; 15. R4A, R1R; 16. R5R! (pero no 16. R4C, RIA; 17. RxP ?, R2A) ; 16... 164

R2A; 17. R5A, P4T; 18. R5C, RIA; 19. RxP, R2A; 20. R5C, RI A; 21. R x P y ganan. 308a. F. Zakman, 1913. Blan­ cas: R6R, P2CR, P4CR, P3TR. Negras : R4CR, P6CR, P2CR ; po­ sición ventajosa para las blancas. 1. R5R! (1. R7A ?, P3C!; 2. R7C, R5T!, tablas); 1... R5T!; 2. P5C !, R x P ; 3. R4R, R4T!; 4. R3A! (4. R4A, R5T; 5. R3A, P4C, tablas); 4... R5T (o bien, 4... P3C; 5. RxP, P4C ; 6. R2A !, R5T; 7. R3A, R4T; 8. R3C y ganan) ; 5. R4A, P3C; 6. R3R, R ~ ; 7. R3A, R5T; 8. R4A, P4C+ ; 9. R3A y ganan. En la posición 309 (ChigorinTarrasch, Ostende, 1905) las blan­ cas movieron: 1. P x P ? (segura­ mente pensando en 1... P x P ; 2. R4C, R5R; 3. R5T, R x P ; 4. R6T, 309

R5C; 5. RxP, P4A; 6. R6C, ta­ blas), pero, al descubrir un error en esta variante, rinden después de dos jugadas. Los comentadores de esta partida afirman que en lu­ gar de 4... R5C, lo único correcto es 4... R3R!; 5. RxP, P4A ganan­ do en final de dama (el 3 del «Apéndice») ; sin embargo, lo más sencillo es precisamente 4... R5C!; 5. R x P seguido no de 5... P4A?, sino de 5... R4T! y ganan. En lu­ gar de 1. P x P ?, las tablas se con­

seguían, como indicó Maroczy, ju­ gando: 1. R4C!, R5R; 2. P6C!, F3T ; 3. R5T !, R x P ; rey ahogado.

310a. G. Mattison, 1929. Blan­ cas: R3CR, P4AR, P2CR, P2TR. Negras: R5TD, P3CR, P2CR, P3T R : las blancas tienen ventaja. Es 309a. G. Neustadt. Blancas : dado suponer que el rey negro R5AR, P3CD, P2AD, P3D. Ne­ tuvo que capturar un peón en 5TD. gras: R3D, P4CD, P2AD, P4D ; A pesar de esto, consigue regresar posición ventajosa para las blan­ a tiempo, causando serios contra­ cas. 1-. P4C! (tapando el agujero tiempos al rey blanco. No da la en,5AD) ; 1... P4A (en el caso 1... victoria, por ejemplo: 1. R3A?, P3A, el rodeo y el «tiempo» de re­ R4C; 2. R4R, R3A; o bien, 1. serva son los que deciden : 2. P4D, R4C ?, R4C ; 2. P4T, R4A; 3. P5T, R2D; 3. R6A, R3D ; 4. R7A !, P x P + ! ; 4. RxP, R4D; 5. R6C, R2D ; 5. P3A v ganan) ; 2. P4D ! !, R5R; 6. P3C, P4TH; 7. RxPC PxPD (o bien, 2... PxPC); 3. (ó 7. R x PT, R4A; 8. R4T, P3C ; R6A y ganan. 9. R3T, P4C) ; 7... R4A; 8. R6T, La ventaja de las negras en el R5C,; 9. P5A, P5T!; 10. PxP, 310 (Kotnauer - Thomas. Lon­ RxPA. Lo correcto es: 1. P5A!, dres, 1947) es evidente. 1... P4C!; R4C; 2. R4A!, R3A; 3. R5R, R2D ; 2. RIA, P4T ; 3. R1C, P3A (exce­ 4. P6A, R1R; 5. P x P (o bien, 9. siva pérdida de tiempo. Ya que R6R, RIA; 6. P3C o P3T; y Pos3... P5T no resultaba de in­ pishil, 1956); 5... R2A; 6. P8C = mediato, debido a 4. P4C ; lo lógico D + , R x D ; 7. R6A y ganan (223). 310

hubiese sido 3... P4A!, y entonces, o bien 4. P4T, P x P ; 5. PxP, R7R!; 6. R2C, P5A; 7. R1C, P6A; o bien, 4. RIA, P9T; 5. PxP, PxP, etc.) ; 4. RIA, P4A; 5. P4T, P x P ; 6. PxP, R5C! (por el mé­ todo anterior es ya imposible con­ seguir la victoria) ; 7. R2C, R x P ; 8. R3A, R4C? (a pesar de todo, 8 ... R6T!; 9. R4A, R7C daba el triunfo) ; 9. R3C, P5A+ (ó 9... R3C; 10. P4A); 10. R3T. Tablas.

31!

312

En el 311 las blancas acercan ve­ lozmente el rey a la casilla 5C, conservando de reserva los tres tiempos de sus peones. Triunfar de otro modo es imposible; por ejem­ plo : 1. P4A ?, R2C; 2. R3A, P5T!; 3. PxP, R3T!, contestando las ne­ gras con la liquidación de los peo­ nes blancos 4T y 4A al intento del rey blanco de efectuar el rodeo; o bien, 1. R2A ?, R2C; 2. R3R, R3A (ahora no prometen ventaja ni 3. 165

R4A, P4C+ ; 4. R3R, R4R; ni 3. P4A, P4C!; 4. R4D, P5T!, ó 4. P4T, P x P ! ; 5. PxP, R3R); 3. R4D, R4C! (tanto 3... R3R?; 4. P4A, con rodeo gracias al tiempo de reserva, lo mismo que 3... P4C ?; 4. R5D serian desastrosas); 4. P4T+ (o bien 4. R5R, P5T!); 4.. . R3A ; 5. P4A (5. R5D ?, P5A), B... R3R; 6. R5A, R2R!, mante­ niendo el negro la oposición. Lo correcto es: 1. R3T!, R2C [no defiende 1... P4C, a causa de 2. P4A!, P x P ; 3. PxP, R2C, y aho­ ra, según Bondarevski, 4. R4T!, R3C ; 5. P3T, R3T; 6. R3C, P5T+, o bien, R3C; 7. R3A! y ganan; a esto hay que añadir que en el caso 4... R3T gana. 5. R3C, R3C (5... P5T+; 6. R x P ; 168a); 6. R3A, P5T; 7. R3R!, y si 7... R4T, entonces 8. P3T!, contestando a 7.. . P6T con 8. R3A!, etc.]; 2. R4T!, R3A (a 2... P5A no se puede 3. P4C ?, R3T, sino 3. P x P, trasla­ dando a continuación el rey a 4R; véase el 318) ; 3. P4A, R2A (ahora las blancas emplean los dos tiem­ pos de peón que les quedan) ; 4. R5C, R2C ; 5. P3T!, R2A; 6. R6T, R3A; 7. P4T y ganan.

1. R2A, R2A; 2. R3R, R3R (ó 2.. . R3A; 3. R4D, P4C; 4. P4T!, 309a); 3. R4D, R3D; 4. P3T!, R3R; 5. R5A, R2R; 6. R6A! (a ta­ blas conduce 6. R5D, R2D ; 7. R5R R2R; 8. P4T, R2A; 9. R6D, R3A; ó 9. R5D, R2A, o R2R; este último tiempo se precisa para conquistar la oposición en la fila principal) ; 6.. . R3R; 7. P4T!, R2R; 8. R7A !, R3R (8... R1R; 9. R6D); 9. R8D, siendo la disyuntiva ora 9... R4D ; 10. R7R, R5R; 11. R6A, R6A ; 12. Rx P, R x P (ó 12... R5C; 13. R6A) ; 13. R5C!, ora 9... R2A; 10. R7D, RIA; 11. T^R, R2C; 12. R7R, R1C; 13. R6A, R2T; 14. R7A, R3T; 15. R8C y ganan. 312a. N. Grigóriev, 1938. Blan­ cas: R4TR, P2TD, P2CD, P4AD. Negras: R1TD, P4TD, P3CD, P4AD; ventaja blanca. Después de 1. P4T!, las blancas, disponien­ do de un tiempo de reserva, ocupan fácilmente la oposición en la final principal (séptima). 312b. Blancas: R6AR, P4AR, P2CR, P3TR. Negras: R3TR, P4AR, P3CR, P5TR; las blancas llevan ventaja. Las blancas con­ quistan la oposición gracias a la falta de facilidad de maniobra del rey negro en el extremo del ta­ blero: 1. R7R, R2C ; 2. R6R, R2T; 3. R7A (3... R3T; 3. R8C, P4C ; 5. R7A, P x P ; 6. R6A, ganan). Véa­ se también el 319b.

311a. N. Grigóriev. Blancas: R1D. P2AR, P3CR, P3TR. Ne­ gras : RIAD, P4A.R, P3CR, P4TR; ventaja blanca. Se resuelve de for­ ma análoga: 1. R2R, R2D ; 2. R3A (2. R3R ?, P4C!; 3. P4T, P5A+ ; 4. PxP , P x P ) ; 2... R3R (o bien, 2.. . P4C; 3. P4T) ; 3. R4A, R3A; 4. P4T, continuando lo mismo que 312c. Match de consulta «So­ más arriba se indicaba. ciedad de Ajedrez de Riga» - «Es­ cuela Politécnica», Riga, 1892. En el 312, las blancas sólo dispo­ Blancas: R1AR, P4AR, P3CR, nen de dos (y no tres) tiempos de P4TR. Negras: R5CD, P4AR, reserva; por eso, el desplazamien­ P3CR, P2TR; juegan las blancas. to del rey a 4T está condenado al (La misma posición de los peones fracaso; pero, en cambio, estando que en el 312 pero la de los reyes bloqueados los peones negros es favorece a la parte más débil, es posible el rodeo y ocupar la oposi­ decir, en el caso que se considera, ción en la fila principal (la sépti­ a las blancas.) El blanco perdió ma, ya que las casillas criticas son después de 1. R2R ? (1. P5T ? es 6CR, 7CR y 8CR). también insuficiente a causa de 1... 166

P x P ; 2. R2C, P5T !), 1... R5A ; 2. R3R (otras jugadas ya no sal­ vaban la situación) ; 2... R6A; 3. R2R, R7A ; 4. R3R, R8D ; 5. R3A, P4T! Sin embargo, conforme in­ dicó K. Betinsh, las blancas alcan­ zaban tablas moviendo: 1. R2C ! ; tr ejemplo, 1... R5A ; 2. P5T!, x P ; 3. R3T, RSD ; 4. R4T, R5R ; 5. R x P, R6A ; 6. R5C (o bien, 0. R4T, R5R ; 7. R5C, R6A) ; 0... R x P ; 7. RxP. Hay que añadir qtíe después de 1. R2C1 es inútil 1... P4T debido a 2. R2A!, quedan­ do el blanco con la oposición. 313

r

P5C, lo mismo que se indicaba más arriba). Por eso inmediatamente: 1. P4T!

Ahora 1... P4C sólo debilitaría sin remedio al peón 4A (2. P5T, R2D: 3. R7A). La respuesta de las blancas 2. P5T es forzada (2. R7A?, P4T!), pero al mismo tiempo es la base de la solución. 2. P5T!

f

R3D!

A 2... P4C ó 2... P x P sigue 3. R7A; en caso de 2... R3R (R1D) se contesta: 3. P x P y 4. P7C, lo mismo que en la variante prin­ cipal. Ahora para las blancas es pre­ maturo 3. P xP , R3A; 4. R7R, R x P ; 5. R0D, a causa de 5... R4T! (de nuevo rey ahogado). 3. R7A

El 313 es instructivo. A pesar de la disposición simétrica de los peo­ nes, no se consigue nada ocupando la oposición mediante 1. R8R, ya que las negras no están obligadas a continuar 1... P4T?; 2. P4T; des­ pués de 1... R2A; 2. R7R encuen­ tran su salvación táctica en la juada 2 . . . P4C!, que da la posibiliad de rey abogado, lo mismo que en el 309; por ejemplo: 3. R6R, P5C; 4. P4T, R3C, etc., en caso de 4. PxP , P x P ; 5. R5D, se al­ canzan tablas moviendo 5... P4T!; 6. R5A, P5T. No se evita la ju­ gada P4C (después de 1. R8R, R2A) mediante 2. P4T, ya que las negras de cualquier modo mueven 2... P4C (3. P5T, P x P ; 4. PxP , R3D, etc; 3. R7R, R3C; 4. R6D,

R2D

R2D

O bien: 3... R4R; 4. PxP. Es­ téril resulta también 3... P x P de­ bido a 4. R6A, R3A (o bien, 4... P9T; 5. PxP , P4T; 0. R5A); 5. R6R, R3C; 0. R0D, P5T; 7. P x P, R4T; 8. Rx P, alcanzando antes dama. 4. R0A 5. R5A

R3D R2A

Relativamente mejor: Si 5... R2R, entonces 0. PxP! , R3D; 7. P7C!, R2A; 8. R6R, R x P ; 9. R7D, igual que en la variante prin­ cipal ; en caso de 5... R2D, la con­ testación sería: 0. R5R, R3A; 7. R0R, P4C (o bien, 7... R2A; 8. R5D, R2C; 9. R0D); 8. R5R, R2A; 9. R5D, P x P ; 10. P x P y 11. R x P (155). 5. R0R! Una pérdida de tiempo es 0. R5®t a causa de 8... R2D. 107

6.

...

R3A

7. R7R R2A 8. R8R! RIA Si 8... R3A (8... R3D; 9. Px P!); entonces 9. R8D!, P x P ; 10. R7R!, R2A; II. R6R, R3A; 12. R5R, R2A; 13. R5D, R3C; 14. R6D, R2C; 15. RxP, R2A; 16. R5D, R2D; 17. P5A, R2A; 18. P6A y ganan (158a). 9. P x P ! R2C 10. R7D RxP O bien, 10... P4T; 11. R6D, R x P ; 12. R5D. 11. R8A! ¡ Zugzwang decisivo! (Si juegan las blancas no ganan; por ejem­ plo, R8C, P4T!, o bien R7D, R4T.) 11. ... R3A Si II... R4T, entonces 12. R7C, R5C; 13. R x P y ganan. 12. R8C! y las blancas ganan (12... R3C; 13. R8T, P4T; 14. R8C, P5T; 15. PxP , R4T; 16. R7C (7AJ, R x P ; 17. R6A, R5C; 18. R5D). En el 314, los peones 3T y 3A podrían estar situados en 2T y 2A. En interés del blanco está el blo­ quear los neones enemigos, ya que el rey blanco puede conquistar fá314

cilmente la oposición en la séptima fila (al rey negro le molesta su propio peón 3C). Es necesario, asi­ mismo, evitar la jugada P5A, que da tablas. 1. P4A!

R2C

Las negras amenazan con un re­ fugio de rey ahogado en el 4T me­ diante P3C-4C-5C. Además (como réplica a 2. R5C, por ejemplo), pueden también jugar 2... P4T, amenazando P5T, y en caso de 3. P4T entonces 3... R2A!, mante­ niendo e l . negro la oposición (312c). 2. P4T!

R3A

Los peones negros están parali­ zados: en caso de 2... P4C; 3. P5T, perece el peón 4A, y si 2... P4T, las blancas mueven 3. R6T!, conquistando la oposición, ya que el negro no puede jugar R3C. 3. R5C! Es claro que no 3. R6C?, P4T, tablas. (A 2... R2A hubiese segui­ do 3. R6C!.) 2. ...

R2A

O bien, 3... R3D; 4. R5A!; ó 3... R2D; 4. R6A!, R3D; 5. P5T! (lo mismo que en el 313). oero no 4. P5T? a causa de 4... R3R!; 5. R4A, P x P ; 6. R4R, P5T;7. PxP. P4T, tablas. 4. R6A! Pero no 4. R5A?, P4T! y tablas, ya que el blanco no ha conseguido afin la oposición en la séptima fila. 4. ... R2D Amenazando con responder a 5. R5R (5A, 7A) con 5... P4T y ta­ blas.

168

5. P5T! y las blancas, igual que en el 313, alcanzan una posición victoriosa después del cuarto movimiento blanco. Ambos ejemplos (313 y 314), ilustran el debilitamiento de los peones negros, que tiene lugar pa­ ra la colocación del peón en 3T en lugar de 2T. 314a. Del torneo celebrado en Alemania Oriental en 1949. Blan­ cas: R4D. P4AR, P2CR, P3TR. Negras: R3D, P4AR, P3CR, P2TR. Después de 1. P4T, las ne­ gras se defendieron mal: 1... R3R; 2 R5A, P3T; 3. P3C, P4T; 4. R6A y ganan. El comentador de la par­ tida consideró que el efror decisivo fue 1... R3R y recomendaba 1... P3T (2. P3C, P4T; ó 2. P5T, P x P ; 3. P3C, P5T; 4. P x P, P4T) ; in­ dudablemente, esto daba tablas, lo mismo que, dicho sea de paso, 1... P4T; por ejemplo: 2. P3C, R3R; 3. R5A, R2R, o bien R2D. ¡No obstante, 1... R3R no pierde ía partida ! El error decisivo estuvo en 2... P3T ; en contestación a este movimiento lo más sencillo hubie­ se sido 3. P5T; pero aún después de 3. P3C el negro na puede defen­ derse (a cualquier jugada del rey sigue 4. P5T). En lugar de 2... P3T ?, tablas daban la jugada 2 . . . R2R (2D) ; estando situados dia­ gonalmente, los peones negros son invulnerables, y a P3C se puede contestar (manteniéndose en la oposición) P4T. También 2... P4T lleva a tablas (véase el 314b). 314b. I. Maizelis, 1955. Blan­ cas: R5AD, P4AR. P2CR, P4TR. Negras: R3R, P4AR, P3CR, P4TR. La partida conduce a la victoria sólo si les toca jugar a las negras (curiosa posición de zugzwang recíproco). Después de 1.. R2R; 2. R6A, o bien, 1... R2D; 2. R5D, etc., lo que decide es el tiempo de reserva P3C. I.a par­

tida es tablas si les toca salir a las blancas; por ejemplo: 1. R6A, R2R; 2. R7A, R3R; 3. R8D, R4D; 4. R7R (el rodeo es inútil, puesto que el peón 4A no está defendido) ; 1 4... RSR; 5. E6A! (5. P3C ?, pier­ de); 5... R x P ; 6. Rx P, R5C; 7. P3C, R x P ; 8. RxPA, R x P ; 9. R4A, tablas. 315

Los peones doblados representan un serio debilitamiento de la posi­ ción ; sin embargo, para obtener la victoria suelen ser necesarias otras circunstancias favorables. En el 315, las blancas se esfuer­ zan en trasladar el rey a la 4AR; por su parte, el recurso defensivo de las negras consiste en el movi-' miento P5T, que quita todo valor a los peones blancos. La posición decisiva de zugzwang es R2R-R4R. 1... R4R; 2. R2R (en caso de 2. R2D, Capablanca hubiese conti­ nuado 2... P5T!; 3. PxP, P5A !; 4. P5T, P x P + ! y tablas); 2... R5R!; 3. P3T (o bien, 3. R2A, P5T!, siguiendo lo mismo que an­ teriormente) ; 3 ...R4D!; 4. R3A, R4R (después de esto el blanco se ve precisado a emplear su último tiempo); 5. P4T, R4D; 6. R4A, R3R (7. P4R, P x P ; 8. RxP, P4A + ), tablas. N. Crigóriev (1935), indicó que 1... R4D? hubiese hecho perder, 169

debido a 2. R2D !, R4R (2... P5T ; 3. PxP , P5A; 4. PxP, R5R; 9. P5T ; 2... R5R 3. R2R !, P5Ï ; 4. PxP, P5A; 5. P5T!, R4A; 6. PxP, o bien 3... R4D ; 4. R3A, R4R ; 5. P3T !, R4D ; 6. R4A, R3R ; 7. P4T y ganan) ; 3. R1R!, R4D ; 4. R2A !, R5R; 5. R2R, ganando las blancas. Grigóriev hizo ver que, además de 1... R4R, hubiese sido posible 1... R2A; por ejemplo: 2. R2R, R3C; 3. R3A (3. R2A, R3T) ; 3... R4C; 4. P3T, P5T! ; 5. P x P + , R x P ; 6. R4A (o bien 6. R2C, P5A; 7. PxP , P4A, empate) ; 6... R x P ; 7. RxP, R6C, tablas. 315a. N. Grigóriev, 1935. Blan­ cas : R4D, P3R, P3CR, P2TR. Ne­ gras: R1R, P4AR, P3AR, P4TR ; tablas. 1. R5D, R2D ; 2. P3T, R2R ; 3. R6A, R3R ; 4. P4T, P5A ! ! (pierde 4... R4R ? ; 5. R7D, R5R ; 6. R6R, R x P ; 7. RxP5A!, ó 6... R6A ; 7. R x P6A, RxPC; 8. Rx P5A, R x P ; 9. R4A !, R6T ; 10. P4R, etc.)) 5. PCxP, R4A ; 6. R5D, R5C ; 7. R6R, Rx P, tablas. De otro modo: 1. R5A, R2R(2D) ; 2. R6A, R3R; 3. P3T (3. P4T ha sido ya examinada ; si 3. R7A, en­ tonces 3... R4R ; 4. R7D, R5R; 5. R6R, R x P ; 6. RxP5A, R6A ; 7. RxP6A, P5T!, tablas) ; 3... R4R; 4. R7D, P9T ; 5. P x P, P5A, tablas. Hay que añadir a lo expuesto que a tablas lleva también 1. P4R, P x P ; 2. R x P, P5T ; 3. P4C, P6T ; 4. R4A, R2A ; 5. R3C, R3C ; 6. RxP, P4A. 315b. F. Dedrle, 1942. Blancas : R4AD, P3R, P3CR, P2TR. Ne­ gras: R3R, P4AR, P3AR, P4TR ; vencedor ( ? !). No ha sido posible hallar una solución publicada, pe­ ro basándonos en el análisis de Grigóriev, podemos suponer que el estudio de Dedrle no la tiene. 315c. Lasker, E., 1911. Blancas : R4AR, P4TD, P3CD, P2AD. Ne­ 170

gras: R3R, P4TD, P2AD, P3AD; juegan las blancas. El objetivo que se perseguía con esta posición de estudia era ilustrar la debilidad de los peones aislados; 1. R4R, R3D; 2. R4D, P4A + ; 3. R4A, R3A; 4. P3A, R3C; 5. R5D, P3A+ ; 6. R4A y ganan. A. Fainstein (Tallin) ha indicado que después de 1. R4R, se consiguen tablas moviendo 1... P4A !; por ejemplo: 2. R3D, R4D ; 3. R3A, P3A; 4. R3D, P5A+ ; 5. P x P + , R4R! y P4A. El ejem­ plo es correcto en la posición R4RR3D. 316

Las blancas tienen que tener en cuenta la amenaza P5A ; por ejem­ plo: 1. R4DÎ, P5A! ; 2. PxP, R3T ; 3. P4R, R4T ; 4. P5R, P6C ! ; 5. R3R, R x P ; 6. P6R, R6T; 7. P7R, P7C, tablas. Sin embargo, no es suficiente 1. R3R?, a causa de 1... R3T! ; 2. R4A, R4T; 3. P3R, R3T; 4. R5R, P4C! ; 5. P x P + , RxP, tablas. 1. P3R!

R3T

Es la mejor defensa. Si 1... R2C, entonces 2. R4D(4A), R3A ; 3. R5D, R2R (o bien, 3... R2A ; 4. R5R, R2R; 5. P4R, P x P ; 6 . RxP, R3A ; 7. R4A, R2C ; 8. R x P, R3T ; 9. R3A, R4T —9... P4C; 10. R4C—, 10. R4A, R3T ; 11. R4C y

ganan) ; 4. R5R, R2A; 5. P4C! (la última chance); 6. P!, P x P ; 7. RxP, R3C; 8. R4T ; 9. P6C, R3T; 10. R5A, 11. R5C y ganan. 2. R4D 3. R5D!

P4R, PTx R4A, R2C;

R4T R3T!

A 3. R5R? hubiese seguido 3... P4C; 4. P x P, R x P, y tablas des­ pués de 3. R5D!; pierde 3... P4C ?, a causa de 4 P x P, R x P ; 5. R5R, R3C; 6. R6R, R4C; 7. R7A y 8. R6A. 4. R6R 5. R7R!!

D7C+!; 20. R8T!, D7C+; 21. D7C, D1C+ ; 22. R7T, D8C+ ; 23. R8C, D1C+ ; 24. D8A, etc.). Pasemos a examinar el segundo grupo de finales con distribución separada de los peones en distintos flancos. Cuando no hay más remedio que jugar sólo con los peones, hay que estimar previamente a quién se le acabarán antes los movimientos (tiempos). 317

R4T!

En el caso de 5. R6A(7A) ?, las negras se salvan mediante 5... P5AH; 6. PRxP, P4C;7. PAxP, o bien PT x P, rey ahogado. 5. ...

R3T

Ahora, 6. R7A sería una pérdida de tiempo a causa de 6... R2T y las blancas necesitan conquistar la oposición (312b). El 317, junto con las posiciones que se señalan en 317a, b y c, com­ prende todas las disposiciones ima­ Al objeto de a 7. R7C ? contestar ginables de dos peones contra con 7... P5A! otros dos contrarios, cuando unos y otros se encuentran todavía en sus casillas iniciales. 7. R8C! R3T En el 317, el tener que jugar 8. R8T! R4T implica desventaja. A 1. P4A hay 9. R7T que contestar 1... P4T!, a fin de y las blancas ganan de idéntica impedir la continuación 2. P4C (lo forma que en el caso 9... P5A; 10. que asegura al blanco la posibili­ PRxP, P4C; 11. P5A!, PxPT ; dad de pasar), y después 2. P5A, 12. P6A, -PxP (P6T) ; 13. P7A, P5T, o bien, 2. P3C, P3D. A 1. P3A P7C!; 14. P8A=D, P8C=D; 15. lo correcto es 1... P3T!; 2. P3C, D6T+ + ; lo mismo sucede des­ P3D. Si a 1. P3A, se contesta 1... pués de 9... P4C; 10. PxP, P5A; P4D, entonces, después de 2. P3C, 11. PC x P, P6C; 12. P6C, P7C; P4T, uno de los peones blancos 13. P7C, P8C=D, 14. P8C=D. hu­ puede de nuevo llegar a dama, aun­ yendo de los jaques de la dama que más tarde que el contrario negra (14... D8C+; 15. R8T, (esto hay que entenderlo en sen­ D8T+ ; 16. D7C, D1T+ ; 17. R7T, tido teórico, por cuanto las posi­ D5R+ ; 18. R8C!, D1T+ 19. D8A, ciones en el flanco del rey pueden 6. R8A!

R4T!

171

ser extraordinariamente variadas; en el caso que se considera, el blan­ co es mate en 4CR). En el 317, tocándoles mover a las negras, a 1... P3T (1... P4T; 2. P4A), sigue 2. P3A, P3D ; 3. P3C, P4D; 4. P4C y ganan. 317c 317a 317b

En el flanco de rey se supone, para simplificar, la misma situa­ ción que en el 317 (en la práctica, el rey suele encontrarse casi siem­ pre en posición de zugzwang con gran cantidad de peones). En el 317a y en el 317b, no hay más que imitar las jugadas del contrario; por ejemplo (en el 317b); 1. P3C, P3C, o bien, 1. P4C, P4C, 6 1. P4A, P4T!, ó 1. P3A, P3T! En el número 317c, ganan los peones ligados, independientemen­ te de a quien le toque jugar, te­ niendo en cuenta que en primer lugar debe jugarse el peón 2C: si mueven las blancas, 1. P4C!; co­ menzando las negras, 1... P4A; 2. P3C!, etc. Si la distancia que separa los peones es inferior a cuatro filas, o algunos peones se hallan adelanta­ dos, son posibles otros resultados y excepciones de diverso género, con la particularidad de que a ve­ ces tiene no poca importancia el que un peón (o varios peones) pue­ da saltar dos casillas al salir. 172

El 318 nos muestra una combi­ nación típica. 1. P6A+ !, P x P + ; 2. R5R! (no 2. R5A ?, P5T!) ; 2... P5T (esto es mejor que lo que re­ comiendan los autores, 2... R2R, 318

ya que sigue no 2. P5A, P5T, sino la jugada, aún más decisiva 2. P5T, que da una fácil victoria); 3- P3A; R2R; 4. R5A, R2A; 5. R5C, R3R; 6. Rx P, R4D ; 7. R5C, R x P ; 8. P4T, R3D! (obligando a las blancas a perder tiempo bajo la amenaza de R-2R-1A)); 9. R6A', P4A; 10. P5T, P5A; 11. P6T, P6A ; 12. P7T, P7A; 13. P8T=D, P8A = D ; 14. D8D+ y ganan. 318a. B. Horwitz, 1879. Blan­ cas: R4AR, P3ATX P2R, P4R. Ne­ gras: R3AR, P5AD, P4AD, P3T) ; ventaja blanca. 1. P5R+, P x P + ; 2. R4C!, R3C(3R) ; 3. P4R, R3A ; 4. R5T y ganan. 318b. Del torneo juvenil cele­ brado en Hastings, 1949. Blancas: R3D, P3AR. P4CR. Negras: R4D, P4R, P3R, P4CR; juegan las ne­ gras. Los adversarios acordaron tablas. G. Thomas indicó la forma de ganar : 1... P5R + !; 2. P x P + , R4A ! Í2... R4R ? ; 3. R3R, tablas) ; 3. R3A, P4R y ganan. Hay que agregar que la posición inicial da la victoria a las negras indepen­

dientemente del turno de jugar; ir ejemplo : 1. R3R, P5R; 2. xP + (o bien, 2. P4A, P x P + ; 3. Rx P, R5D y ganan); 2... R5A, o bien, R4R y ganan. La posición que damos a conti­ nuación tiene un cierto parecido lejano con la anterior y, a su mo­ do, es instructiva.

r

318c. Lovtski-Rubinstein, Varsovia, 1916. Blancas: R2AR, P4TD, P2CR, P3TR. Negras: R5R, P4TD, P5AR, P5TR; juegan las negras. 1... P6A! {ingenioso intento de ganar; en el caso 1... R5D?; 2. R3A, R5A; 3. RxP, R5C; 4. P4C!, P x P ; 5. R x P y el peón blanco llega antes a la pro­ moción) ; 2. Px P + , R5A ! (no 2... R6D, a causa de 3. P4A, R5R; 4. P5A, R x P ; 5. R3A y a las negras las salva únicamente el que el peón TR se halla fuera de la zona de ventaja; 152); 3. R2R! .(jugada única; en caso de 3. R2C ?, R6R, el negro gana el peón AR, después de lo cual su rey se dirige hacia el peón TD, sin preocuparse de tomar el peón TR, lo que salvaría a las blancas) ; 3... R6C, 4. R3R!, R x P ; 5. R2A!, R7T; 6. P4A, P6T; 7. P9A, R8T; 8. P6A, P7T, tablas (ahora a las blancas les ha faltado un tiempo para obtener la victoria en final de dama). 319

319. 1. P6C, P x P (tampoco salva la situación 1... P4T) ; 2. PxP, R4C ; 3. R5D, R3C ; 4. R4A, R4T ; 5. R5A, R5T ; 6. R6C, R6T ; 7. R5C, R7C; 8. RxP, R x P ; 9. R4A y ganan. Si en este sencillo final se modi­ fica la situación de los reyes, se descubren modalidades inte­ resantes. 319a. N. Grigóriev, 1932. Blan­ cas: R4TD, P2TD, P3CR, P3TR. Negras: R5AD, P5CD, P4CR, P4TR; tablas. Si los peones del flanco de rey estuviesen bloquea­ dos, las blancas ganarían a condi­ ción de que les tocase jugar a las negras, pero precisamente esto es imposible de conseguir. 1. P4C!, P5T! [no i... P x P ? ; 2. PxP, R4A (2... R6A ; 3. R5C) ; 3. R5T, R5A ; 4. R6C y ganan] ; 2. R5T, R4A ! y tablas (pero no 2... P6C?; 3. Px P+, R x P ; 4. R5C, R6A ; 5. R9A, R6D ; 6. R5D, R6R ; 7. R5R, R6A ; 8. R5A, R6C; 9. RxP, R x P ; 10. R4A!, ganando las blancas en fi­ nal de dama ; véase el 3 en el «Apéndice»), No deja de ser inte­ resante el que otras jugadas, salvo 1. P4C!, hagan perder al blanco; por ejemplo: 1. P4T?, F5C! 2. R5T, P6C, o bien, 1. R5T ?, P5C ! ; 2. PxP , P x P ; 3. R4T, R6A, y 4... P6C. Si en la posición inicial el rev se hallase en 5TR, sería tam­ bién tablas: 1. P4C!, P x P ! (sólo así) ; 2. PxP, R4A. (La solución del autor no fue publicada y la po­ sición 319a no fue estudiada a fondo. 3I9b. De una partida real, 1936. Blancas: R4TD, P4CD, P2CR, P4CR. Negras: R5AD, P3TD, P4CR, P3TR; juegan las negras. 1... R5D !; 2. R5T (o bien, 2. R3C, R6D) ; 2... R6A; 3. R4T, R7C; 4. P3C, R6A; S. R3T, R9D!; 6. R4T, R5A; 7. R3T, R6A; 8. R4T, R7C y ganan. (La idea es idéntica a la del 312b.) 173

En otro sentido, pero también práctico, son muy interesantes los ejemplos siguientes:

R8A, R3D; 6. R8D, R x P ; 7. R x P, R4R; 8. R7R, R4A; 9. R7A, R4C; 10. R6R y ganan.

319c, M. Levit, 1915. Blancas: R3AD, P2TD, P2CD, P5CR. Ne­ gras: R4TD, P5TD, P3CD, P3CR ; ventaja blanca. 1. R4A, P4C+ ; 2. R5A, R3T; 3. P4C!, P x P ; 4. P x P, R4T ; 5. R6A!, R5C ; 6. R6C y ganan.

320. 1. R2A, R4A ! (en caso de 1... P4A, las blancas se apoderan del escaque 4AR con el rey, reser­ vándose el tiempo P3C); 2. R3A, R4R!; 3. P4C, P x P + ; 4. RxP, R5R; 5. P5T, P4 A + ; 6. R3T!, P5A; 7. P6T, P6A; 8. P7T, P7A; 9. R2C y ganan. Botvinmk compuso este estudio basándose en un difícil final, del que fue protagonista en un torneo simultáneo, y teniendo en cuenta los errores que él descubrió en el análisis de Fine (1941).

319d. V. Ber, 1934. Blancas: R2CD, P3AD, P6CR, P5TR. Ne­ gras : R5AD, P4AD, P2CR, P3 T R ; ventaja blanca. 1. R2A, R4D (o bien, 1... R4C; 2. R3D!) ; 2. R3C!, R3A (2... R3D; 3. R4T!, R3A; 4. R5T) ; 3. R4A, R3D; 4. R5C, R4D ; 5. R6C !, R5A; 6. R6A (no deja de ser divertida la con­ quista consecutiva de la oposición en 2AD, 4AD, 6AD) ; 6 . . . R x P ; 7. R x P y ganan. Tocándoles jugar a las negras se alcanzan tablas me­ diante 1... R4C! (únicamente); 2. R3C, P9A + , etc. 319e. I. Glazer. 1939. Blancas: R4TD, PSD, P2CR, P3CR. Ne­ gras: R1R, P2D, P5CR; ventaja del blanco. 1. R5C, R2R (o bien, 1... R1D; 2. P6D, y ora 2... RIA; 3. R6T, ora 2... R1R; 3. R6C, R2A; 4. R7C, etc.) ; 2. R5A, R1D; 3. R6D, R1R; 4. R7A, R2R; 5. 320

320a Knoch-Van Scheltinga, Amsterdam, 1936. Blancas: R3CR, P2TD, P3CD, P4TR. Negras ■ R3CR, P5CD, P3AR; juegan las negras. 1... R4A; 2. R3A, R4R; 3. R4C (no 3. P5T, R4A); 3... R5R; 4. P5T, P4A+ ; 5. R3C (ma­ la jugada; lo correcto es, como se­ ñaló Botvinnik: S. R3T!); 5... R6R; 6. P6T, P5A + , tablas (evi­ dentemente, Fine no tuvo en cuen­ ta la continuación 7. R4C, P6A; 8. P7T, P7A; 9. P8T-D , P8A = D ; 10. D5R + , R7D!; 11. D4D + , R7A; 12. DxP). Botvinnik acompañaba su estu­ dio de una nota irónica: «Segura­ mente, se demostrará que el estu­ dio no es original; ¡ es tan difícil a estas alturas inventar algo nue­ vo en el ajedrez!» A esta observa­ ción respondió O. Nedelkovich en el año 1951, al hallar el siguiente ejemplo de Euwe (1940): 320b. Blancas: R3R, P2TD, P2CD, P2AD, P2TR. Negras: R4R, P2TD, P2CD, P2AD, P2AR; las blancas tienen ventaja. 1. P4TD, P4T; 2. P4A, P4AD; 3. P3C, P3C; 4. P4T, R4A; 5. R3A, R4R; 6. R4C, R5R; 7. P5TR, P4A+ ; 8. R3T!, etc. »Creo que esta combinación no

174

es nueva», señala Nedelkóvich. Esta suposición es cierta; véase, por ejemplo, el estudio de Grigóriev 68, el cuarto movimiento de las blancas (1928), así como el 333d, 1926). La interesante y difícil posición del 321 ha sido hasta la fecha poco conocida, ya que su solución no ha sido nunca publicada. Para hacer­ la más asequible examinaremos en primer lugar el final, bastante más sencillo, que damos a conti­ nuación : 321 a. Volpert - Bielova, 1949. Blancas: R4CR, P3TD, P4CD, P3TR. Negras: R3CR, P3TD, P4CD, P3TR; les toca a las ne­ gras. El movimiento 1... P4TR+ ?

ttte un error decisivo a causa de 2. R4A, R3A ; 3. P4TR. Según señaló P. Romanovski, se empataba ju­ gando 1... R3A (y también con 1... R2C). Después de 1... R3A (1... R2C ; 2. R5A deja a las blancas con un peón de ventaja en final de da­ ma «R4TD, D8CD, P3TD ; R5CR, D8TR, juegan las negras», que­ dando las tablas todavía por de­ mostrar). 2, R4A, R3C (hasta se puede R3R), o bien, 2. P4TR, R3C; 3. PST+, R3A ; 4. R4A, R3R ; 5. R4R, R3A las tablas son evidentes.

En el 321 se ve claramente que deberá darse una posición final análoga, con la diferencia de que los peones negros en el flanco de dama son mucho más débiles y las blancas necesitan bastante menos tiempo para alcanzar dama. Es evidente que el rey blanco de­ berá ocupar el centro del tablero, manteniendo la oposición. Por eso: 1. R2A!, R2A! (es claro que no se debe jugar 1... R2C?; 2. R3R; en caso de 1... R2R, sigue 2. R3R; y la tarea de las blancas queda re­ suelta al ocupar la oposición en la columna «R» ; por ejemplo: 2... R3R. 3. R4R, R3A ; 4. R5'D', o bien. 3 ...R3D ; 4. R4D !); 2. R3A, R3A; 3. R4A, R3C! (hemos llegado al momento más difícil dé la solu­ ción ; a primera vista parece que ahora 4. R5R da la victoria; sin embargo, como se verá más ade­ lante, esto no es así) ; 4. R4C!! (las blancas crean voluntariamen­ te esta posición que parece condu­ cir irremisiblemente a tablas) ; 4... R3A (4... R2C? lleva inmediata­ mente a la derrota) ; 5. P4T!, R3C ; 6. PST+, R3A; 7. R4A, R3R; 8. R4R, R3A (continúa siendo aún un misterio de qué modo pueden ganar las blancas; tanto al negro como al blanco les hacen falta el mismo número de movimientos, ocho, para ser más precisos, para alcanzar dama a la vez); 9. R5D, R4C; 10. R5A, R x P ; 11. RxP, R5C; 12. R4AÜ (en esto consis­ tía la solución: el rey blanco no sólo ha liberado el camino de su peón, sino que, además, se ha in­ troducido en la casilla del peón 6TR); 12... P4T; 3. R3D!, R6A (pues de lo contrario el rey blanco va a 1AR; en caso de 13... R6C, el rey es jaque en 8CD); 14. P5C y la dama negra en 8TR es captura­ da en jaque doble. Queda sólo por dilucidar una cuestión: ¿Por qué la jugada 4. R5R ? no lleva a la victoria por el mismo método? I.a respuesta es 175

que hubiese seguido 4... R4C; 5. 322 RñD, R5T; 6. R5A, R x P ; 7. R x P, con lo que ahora ya no se puede ni 7... R5C ?, como en la variante principal, ni 7... R7C ? a causa de 8. R x P, con el subsi­ guiente cambio de damas (jaque por la diagonal), sino 7... P4TR!; 8. R4A, P5TR! y, dado que el ne­ gro no ha abierto su sistema de defensa, las blancas se encuentran ante una alternativa igualmente desagradable: ora 9. P5C, R5C!, ora 9. R3D, R7C!, en ambos casos el mismo resultado, tablas. Ahora se comprende por qué era necesa­ rio llevar él peón 3TR hasta 5TR, había que quitar a las negras la posibilidad de realizar esta ma­ R6T?, R5A ; 4. P5C, R5C ; 5. niobra. ¡ Esta es una de las numerosas P3A + , R5A y tampoco 3. P4A + ?, R5R ! ; 4. P5A, P x P ; 5. P x P , obras maestras de Grigóriev! R4R; 6. P6A, R3R) ; 3... P4TR ; 321b. I. Louma, 1939. Blancas: 4. P4A+ ! (es inútil 4. P x P, P x P ; R1R, PSTD, P6CD, P2TR. Negras: 9. P4A + , a causa de 5... R3R ! ; R2D, P3TD, P2CD, P2TR; venta­ 6. P5A + , R2A ; 7. RxP, R3A ; 8. ja blanca. Lo mismo que en el 321, R4C, P4T ! ; 9. P4T, R2A y tablas ; la columna principal es la de «R* 152) ; 4... R3R ; 5. P5A+ !, P x P ; (los peones negros 2CD y 2TR son 6. P x PT !, P4T ; 7. P4T, R2A ; 8. débiles). La situación en el flanco R x P y ganan. de dama es aún más favorable pa­ 2. R5R P4TR ra el blanco. La amenaza de las 3. P x P PxP negras R x P4TD debe ser contra­ 4. P4T ! rrestada mediante R5A (R4TD, R6D), lo mismo que en el N.° 224). No se consigue nada con 4. R5A, 1. R2A! (comenzando así el rodeo y el acercamiento al peón 7TR; al R3D; 5. R5C (o bien, 5. P4TD, mismo tiempo, a R3AD-4CD se R4D; 6. R5C, R5R); 5... R4R; 6. puede contestar ahora R-3R-4D); P3A, P3TD !; 7. P4TD, P4TD ; 8. 1.. . R3R o R1R (1... R2R ; 2. R3R; P4A + , R3R; 9. P5A+, R2A y ta­ 1.. . R3D; 2. R3A!, R4D; 3. R4A, blas, lo mismo que más arriba. R4A; 4. R5R, o bien, 3... R3D o 4. ... P4T R3R; 4. R5C); 2. R3C !, R2A !; 3. R4T!, R3C (3... R3A; 4. R5T) ; 4. Esta jugada hace perder. Es tam­ R4C, P3T; 5. P3T!, R3A; 6. R4A, bién mala 4... P3T a causa de 5. R3R; 7. R4R y ganan. El análisis de V. Chejover puso R5A, R3D; 6. R5C, R4R; 7. al descubierto las dificultades de P4A+!, R3R; 8. P5T, de igual modo que 4... P5TR a causa de 5. la posición 322. R4A, R3D; 6. R4C, R4R; 7. P5T. 1. R4A P3TR! Ahora bien, las negras podrían hallar aún su salvación mediante En caso de 1... R3D, tendríamos la sutil jugada propuesta por 2. R5C, R4R; 3. P3A! (no 3. I. Bondarevski 4... R3A!, por 176

ejemplo: 5. R5A, R4D; 6. R5C, R5R!; 7. P4A, P5TR, o bien 5. P5T, P5TR; 6. R4A, R4D ; 7. R4C, R4R! (pero no 7... R5R ? ; 8. P6T, P6TR; 9. R3C! y ganan); 8. P6T (o bien, 8. P3A, P3TD); 8... R5R; 9. P3A + , R6R; 10. P4A, P6TR, tablas. A la mala jugada 4... P4TD si­ guió : 5. R5A, R3D; 6. R5C, R4R; 7. P3A!, R3R (7... P5TR; 8. R4C); 8. P4A, P5TR; 9. R x P, R3A ; 10. R4C, R3C; 11. R3A, R3A; 12. R4R, R3R; 13. R4D! y ganan (el peón se halla precisamente en la zona de promoción; 152). Pasemos a examinar el tercer grupo de finales, cuya caracterís­ tica es la disposición «desperdiga­ da» de los peones, es decir, cuando unos se encuentran en el centro del tablero y otros en los flancos. Entre ellos puede haber dos liga­ dos, pero lo más corriente es que todos estén aislados. En este caso de debilidad de los peones de am­ bos bandos, la dificultad estratéica consiste en lo que podríamos amar correcta elección de la «di­ rección del ataque principal», ya que el dirigir todos los esfuerzos contra uno de los peones significa entregar otro al adversario.

ñ

323

góriev (su solución no fue publi­ cada) . La posición de las negras posee una capacidad de resistencia espe­ cial, debido a que los peones 2CD y 2CR se encuentran aún en sus casillas iniciales; además, las ne­ gras dominan la oposición. La ta­ rea del blanco consiste en arreba­ tar a su adversario estas ventajas. 1. R4R, R2D! (ocupando la co­ rrespondencia en la «zona princi­ pal», ahora; el apoderarse de la oposición mediante 2. R3D inten­ tando jugar directamente contra el peón 2CD, es infructuoso, debido a 2... R2A!) ; 2. R5R, R2R; 3. P5CD!, P3CD (debilitamiento for­ zado, ya que a 3... R2D sigue 4. P5A, P x P ; 5. R x P, R2R ; 6. R6C. RIA; 7. R7T, R2A; 8. P5CR y ganan); 4. P5A, P x P ; 5. RxP!, R2A (zugzwang: las negras pier­ den si se les transmite la obliga­ ción de jugar); 6. R5C!, RIA (única jugada) ; 7. R4A !! y, una vez perdida la oposición, las ne­ gras quedan indefensas ; por ejem: pío 7... R1R (o bien 7... R2A, o R2R; 8. R5A) ; 8. R4R, R2R; 9. RñR y ganan. 323a. N. Grigóriev, 1938. Blan­ cas: R1D, P3CD, P3D, P2TR. Ne­ gras: R1AR, P3CD. PSD, P2TR ; ventaja blanca. El blanco gana el peón 5D, pero pierde el 3CD; ade­ más, cambian los peones 3D y 3CD (después de su promoción) ; el peón 2TR asegura la victoria. 1. R2R, R2R; 2. R3A, R3D ; 3. P4C!, R3A (3... R4R; 4. R4C) ; 4. R4R, R4C; 5. RxP, R x P ; 6. R5R, P4C ; 7. P4D, R6A; 8. P5D, P5C; 9. P6D, P6C; 10. P7D, P7C; 11. P8D = D, P8C=D; 12. D4D +, R7A ó 6C; 13. D4R ó 6C + , R ~ ; 14. DxD + , R x D ; 15. R6A!, R7A; 16. R7C !, P4T; 17. R6C, P5T; 18. R5C, P6T; 19. R4C, R6D; 20. RxP, R5R; 21. R4C y ganan. 323b. Valtuch Michell, South177

port, 1905. Blancas : R2AR, P2TD, 5. R6A, R4T; 6. RxP, R3T; 7. P4AD, P2TR. Negras: R3R, R6A, R4T; 8. P5A, R5C; 9. R6R P3CD, P5R, P3CR ; juegan las ne­ y ganan. gras, gana el blanco. Las negras cuentan con un peón pasado, pero, 323e. N. Grigóriev, 1930. Blan­ o bien es cambiado por el 4AD, o cas: R8AR, P5TD, P2AR, P6TR. bloqueado. 1... R3D {si 1... R4R, Negras: R3D, P2CD, P5R, P2TR; entonces 2. R3R, P4CR ; 3. P3TR, superioridad blanca. 1. R8R!, R3R R4A; 4. P3TDÜ, R4R ; 5. P4TD, (la continuación 1... R3A y 1... R4A; 6. P5A!, P x P ; 7. P5TD y se examinan más abajo); 2. ganan, pero hay que tener en cuen­ R4R R3D; 3. R8A, R3A; 4. R8C, ta que serian tablas si 4. P4TD ?, a R8D, 5. R x P , R x P ; 6. R6A, cansa de 4... R4R; 5. P9A. P x P ; R4C; 7. R5D, R3C; 8. R x P y el 6. P5TD, R4D; 7. P6TD, R3A; 8. R3T; rey entra en 6AR. 1... R3A; R x P , R3C; 9. R5D, R x P ; 10. 2. R7R!, R4A; 3. R6R, R5A; 4. R x P , R2C) ; 2. R3R, R4A (2... R4C; 5. R6A!, R x P ; 6. R7C, R4R; 3. P4TD!, R4A ; 4. P5A !) ; R5R, P4C; 7. RxP, P5C; 8. R7C!, P6C; 3. Rx P, R x P ; 4. P4TR!, P4CD ; 9. P7T, P7C; 10. P8T=D, P8C = D ; 5. R5R, P5CD ; 6. R6D (no 6. 11. D8TD+ y ganan. 1... R4R; 2. R6A?, R6A ; 7. Rx P, R7C ; 8. R7D!, R5A; 3. R6D!, R5C; 4. P5TR, R x P ; 9. P6TR, P6C, ta­ R5R, R4C; 5. R x P, R x P ; 6. R9A, blas) ; 6... R4C; 7. R5D, R5T; 8. R2C; 7. R6R!, P3T; 8. P3A!, R4A y ganan, lo mismo que en el P4T; 9. R5A, R3T; 10. P4A! y 319. ganan. 323«. V. Leik, 1940. Blancas: R4D, P6TD, P3AR, P4TR, P5TR. Negras: R6CR, P2TD, P3R, P2 CR; ventaja blanca. 1. R5R. Rx PA (1... Rx PT ; 2. R x P , R x P ; 3. R7D) ; 2. R x P, R5C ; 3. P6TR ! ! (3. R6D?, R x P5T ; 4. R6A, Rx P4T, tablas) ; 3... P x P ; 4. R6D y al negro no le salva ni 4... R x P , ni 4... R4A. 323é. V. Leik, 1940. Blancas: R1CR, P2D, P4AR, P6TR. Ne­ gras: R2D, P6D, P4AR, P2TR ; ventaja blanca. 1. R2A, R2R; 2. R3R, R3A (en caso de 2... R3R ; 3. Rx P, R4D; 4. R3R, R5A, la vic­ toria se alcanza lo mismo que en el n.* 163) ; 3. R4D ! (no 3. R x P ?, R3C) ; 3... R3C; 4. R5R, R x P ;

178

3231. K. Tatersoll, 1910. Blan­ cas: R3D, P4AD, P5D, P2R. Ne­ gras : R4R, P3D, P5AR; las blan­ cas llevan ventaja (pero si se tras­ lada la posición a la izquierda es tablas). 1. P4R !, P6A; 2. P5A ! ?, P x P ; 3. R3R y ganan. Si 1... P x P a p., viene 2. RxP, R3A!; 3. R4D!, R2R; 4. R3A y las blan­ cas ganan realizando un movi­ miento envolvente, lo mismo que en el 102 (este movimiento es im­ posible cuando la posición se en­ cuentra situada a la izquierda y por eso es tablas; véase el 100). Después de 1. P4R, la situación no se salva ni con 1... R3A a causa de 2. R2R, R3C; 3. R3A, R4C ; 4. P5A! y ganan.

Capítulo V il

DESARROLLO DE LA TEORÍA DE LAS CASILLAS CONJUGADAS Antes de pasar a la demostración de los finales de peones en parti­ das de torneos, creemos necesario ultimar nuestro estudio de los «finales con fuerzas reducidas» con un pequeño análisis que amplíe los conoci­ mientos sobre las casillas conjugadas. Este capítulo tiene un indudable valor práctico, pero, a diferencia de los demás, es mucho más compli­ cado, recomendándose su estudio sólo a ajedrecistas de alta calificación. Las casillas conjugadas comienzan a ser citadas con frecuencia en las publicaciones del año 1901, después de haber editado E. Lasker la situación que se dio en una de sus partidas (337). No obstante, sólo en 1922, en el análisis de N. Grigóriev sobre la maniobra de los reyes, fue teóricamente encauzada esta cuestión. A partir de entonces tuvo lugar, como sucede siempre en estos casos, un proceso de acumulación de material, es decir, de acuellas posiciones para cuya solución es preciso contar con la existencia de las casillas conjugadas. De estas posiciones, unas se dieron en la práctica y otras fueron planteadas en forma de problemas. En el período comprendido entre 1925 y 1936 (y posteriormente), R. Bianchetti, K. Ebersz, V. Halterstadt y M. Duchan, V- Berg, etc., publicaron artículos y libros dedicados al estudio de problemas aislados de la teoría de las casillas conjugadas. En 1936, V. Berg, después de haber recopilado más de cien posicio­ nes en las que se daban las casillas conjugadas, intentó por vez primera su sistematización. Aun cuando, a nuestro juicio, son muchos los puntos discutibles en este trabajo, y hasta alguno que otro francamente erróneo, la línea general seguida por el autor nos parece acertada. En este capítulo se intenta unificar lo esencial de lo que el pensa­ miento teórico ha alcanzado hasta la fecha respecto a las casillas con­ jugadas, dar la continuidad necesaria a la exposición de esta teoría y desarrollarla en ciertos puntos. Es fácil comprender la enorme dificultad que presenta el examen crítico del extenso y complicado material que a este respecto existe, expuesto, por regla general, bajo los contradictorios punte« de vista 179

de diversos autores. Tanto más, que la mayoría de las posiciones que se estudiaron, sólo presentan interés desde el punto de mira exclusiva­ mente teórico, lo mismo que algunos de los métodos que para su resolución se proponen (tías distancias críticas» de Bianchetti, el «sistema coordinado» de Ebersz, etc.). De ahí el que nuestra tarea haya consistido en considerar este material desde el punto de vista práctico, eligiendo lo más. valioso y ampliando y profundizando después, en la medida de nuestras fuerzas, la esfera y los métodos de una verdadera aplicación práctica de la teoría de las casillas conjugadas. En primer lugar, expondremos los principales sistemas de casillas conjugadas, sacando a continuación algunas conclusiones. 1. OPOSICION CORRIENTE (SISTEMA RECTANGULAR)

Es éste el sistema de casillas conjugadas más simple y más frecuente. Puede observarse en el diagrama 324. 324

325

Hallándose distribuidos los peo­ nes tal y como se indica en el 324 (el blanco dispone de un tiempo de reserva), las casillas críticas son 5AD, 5D, 5R. Las casillas conjugadas (oposi­ ción inmediata y distante) se ha­ llan señaladas con idénticas ci­ fras; en este sistema conjugado son siempre casillas del mismo co­ lor, situadas unas frente a otras en la misma columna o en la mis­ ma fila. Las zonas principales en el cam­ po de cada uno de los adversarios han sido limitadas por rectángu­ los. A la derecha de estas zonas 1«)

no pueden extenderse más: si el rey negro se hallase en la colum­ na AR, la victoria se conseguiría fácilmente continuando 1. P5C, P x P ; 2. PST. Examinemos la posición R3RR3D. Juegan las blancas y ocupan la oposición en la primera fila mo­ viendo 1. R4D, y después de 1... R3A, lo que decide es el movi­ miento envolvente: 2. R5R, R2A; 3 R5D, R2D; 4. R5A, R2A. Las blancas se han apoderado de las casillas críticas, pero la oposición ha pasado a poder del negro. Sin embargo, vuelve a ser conquistada inmediatamente moviendo 5. P5T, después de lo cual el peón negro 3T no tiene salvación. Hay que prestar especial aten­ ción a este momento característi­ co ; al pasar el peón a 5T ha varia­ do la distribución de casillas críticas (véase el 325). Hablando con toda exactitud, habría que decir que la variación tuvo lugar después de la jugada 2. R5R. Cuando el rey ocupa una de las casillas críticas, el sistema formado por estas casillas pierde su valor o es sustituido por otro. Esto tiene lugar también en el caso en que el rey, que se ha estado defendiendo hasta cierto instante, pasa a atacar a su vez. Ahora bien, lo más frecuente es que estas va­ riaciones en el sistema de las ca­

sillas críticas sean producidas por el movimiento de los peones. En el 325, las casillas conjuga­ das están distribuidas no en rec­ tángulas, sino en cuadrados, A simple vista puede parecer que no hay diferencia alguna entre ambos casos, puesto t^ue lo que decide es la misma oposición. Pero la reali­ dad es que en este último caso lo único que tiene valor es la oposi­ ción inmediata (la línea avanza­ da). Recordemos el número 93a: R4AD-R1AD, tablas, independien­ temente de a quien le toque ju­ gar; correspondiéndole al negro, sigue: l... R1D!; 2. R4D, RIA!; 3. R5R, R2A (amenazando R3A, lo que impide a las blancas ejecu­ tar el rodeo tan característico de la oposición corriente) ; 4. R5D, R2D, tablas. Se dan, claro está, situaciones en las que hay que seguir riguro­ samente la oposición distante; por ejemplo, cuando es necesario de­ fenderse en ambos flancos (en este caso, las casillas P4D y P8D de­ berán señalarse con la cifra *4). Pero en contraposición a esto se conocen posiciones en las que las zonas principales no se hallan si­ tuadas siguiendo un estricto or­ den simétrico, sino en zigzag. Todo lo dicho nos obliga a consi­ derar el sistema «cuadrado» de conjugación como un tipo especial que se diferencia de la oposición corriente. (Los numerosos ejem­ plos que se dan en el apartado si­ guiente sirven de confirmación a lo expuesto.) Si en la posición R3R-R3D le toca jugar al negro, hacen tablas mediante: 1... R2R! (pero de nin­ gún modo 1... R4R?, a causa de 2. R3D, R4D; 3. R3A, y las ne­ gras pierden la oposición debido a la imposibilidad de alcanzar la casilla 4AD) ; 2. R4D, R3D; 3. R4A, R3A. Ahora, 4. P5TD es inútil: las blancas no han conse­ guido ni siquiera apoderarse de

las casillas críticas en la quinta fila y tanto menos podrán hacerse con las nuevas de la sexta. En la posición R2R-R1D, las blancas ganan si les toca jugar: 1. R2D !, convirtiendo gradualmente la oposición distante en inmediata (véase el 15). Cuando el rey negro se sitúa en la columna AD, el rey blanco realiza un movimiento en­ volvente a través de la columna D, con la particularidad de que, co­ mo ya se dijo en la «Introduc­ ción», el conservar las «casillas rectangulares», es decir, la elec­ ción de escaques blancos o negros, no influye en absoluto en la posi­ ción 324 (completamente distinto es lo que heme® podido observar en la posición 185). El sistema conjugado que aca­ bamos de analizar es tan sencillo que, claro está, en la práctica no es preciso recordar signo ni cifra alguna. El haber hecho uso de ellos en nuestra exposición, tenía por objetivo hacer más visible la distribución de las zonas principa­ les, asi como subrayar la afinidad característica de las casillas sepa­ radas por una fila (esto es muy importante y haremos uso de ello más adelante). En el caso de cuatro o más casi­ llas críticas en una misma fila (como, por ejemplo, en las posicio­ nes del tipo de la 256a), las zonas principales (rectángulos) aumen­ tan su longitud, manteniendo la misma anchura de dos filas. Como mínimo constan de seis escaques. En el 326 los puntos críticos son 5AD, 6AD, 7AD, 8AD (9). De acuerdo con esto se poseen dos fi­ las principales (la sexta y la sép­ tima) , teniendo las blancas de® fi­ nales posibles, a elección, para ganar. Como el escaque 4CD es inacce­ sible al rey negro, éste se ve obli­ gado a pasar a la sexta horizontal en su primera jugada. Entonces el 181

rey blanco ocupa en ella la oposi­ ción (lo que decide la partida). Por el momento debe quedarse en la quinta horizontal, siendo la úni326

jugar (de quien sea el primero que ocupe una de las filas princi­ pales). Si les toca jugar a las blancas, es claro que sigue 1. R6A, acer­ cando el rey a los peones; en caso de que el rey negro vaya a la sép­ tima fila, las blancas ocupan in­ mediatamente en ella la oposición decisiva. Si, por el contrario, les toca juar a las negras, éstas hacen ta­ las mediante 1... R2C, 2T, y en caso de que el rey blanco entre la sexta fila, las negras ocupan en ella la oposición que las salva. Es importante señalar que se consi­ guen también tablas jugando 1... R2A(1A), ya que ocupando uno de los escaques 3D ó 2D, el negro tiene la posibilidad de jugar con­ tra el peón 4A; por ejemplo: 1... RIA, 2. R6A, R2D; 3. R7A, R3D, y no se puede mover 4. R8R, a causa de 4... R4R. El estudio de Zakman tuvo éxi­ to en los tiempos en que aún no se veía claramente qué es la fila principal y lo que significa el ocu­ par en ella la oposición. El no comprender a fondo la esencia de la oposición distante explica asi­ mismo la utilización totalmente a destiempo del método de las casi­ llas conjugadas que se encuentra en muchos libros de aprendizaje. Hay que tener en cuenta que el empleo de este método cuando no existe una razón real que lo jus­ tifique, no hace más que compli­ car la solución y desacreditarla. Los enemigos de este método han hecho con frecuencia alusión a desafortunadas explicaciones, co­ mo la que acabamos de reseñar, de la posición 326, creyendo de este modo demostrar la inutilidad del método conjugado.

f

ca posibilidad de hacerlo el jugar 1. R5AR. La continuación es muy sencilla y en los capítulos anteriores he­ mos tenido ocasión de analizarla más de una vez: 1... R3C (1... R3T; 2. R6R); 2. R6A, R2C; 3. R7A, R1C (o bien, 3... R3C; 4. R8R); 4. R6R, R2C; 5. R7D, R3C; 6. R8A (esto es más sencillo que 6. R6D y 7. R x P5A) y ganan. Zakman consideraba que la cap­ tura del peón negro 4AD antes de haberlo sido el 3AD conduce la partida a tablas (este error se man­ tiene hasta la fecha en ciertas pu­ blicaciones), por lo que jugaba 4... R2A; 5. R7R, RIA; 6. R6D, R2C, esperando el lance 7. R x P5A. Es indudable que la jugada más sen­ cilla para ganar es 7. R7D ; sin em­ bargo, es perfectamente posible jugar 7. R x P5A, R2A ; 8. R4C, R3C ; 9. P5A+ ! (y no 9. RxP4T?, P4A, tablas), y 10. RxP4T (168), o bien, 8 . . . R3D ; 9. R x P4T, R4A ; 10. R3C, R3C; 11. R3A, P4A (R4A) ; 12. R3D y ganan. Situemos en el 326 1c« reyes en 5CR y en 1CD. Para esta posición el resultado depende del turno de 182

Para resolver la posición 327 el numerar las casillas (oposición simple) es tan poco necesario co­ mo en el 326. Aquí se da con el

solo objeto de poder comparar con el 324, a fin de demostrar que la disposición vertical de las zonas principales es análoga a la hori­ zontal. El ganar el peón negro 4D no da nada, ya que a RxPSD sigue R2D; R5A, R2A; P5D, R2D, y mientras el blanco se dedica a cap­ turar los peones doblados, las ne­ gras tienen tiempo de suprimir el 327

4D, por ejemplo: 1. ROT?, R3A (2A, 1A); 2. R6C, R3D; 3. R6A, R2D, y resulta inútil 4. R5R a causa de 4... R2R, mientras que después de 4. R7A, R3D no se puede 5. R8R, debido a 5... R3R. Así pues, las casillas 3D y 2D salvan a las negras, lo que deter­ mina el posible grado de aleja­ miento del rey blanco de los peo­ nes en posiciones semejantes (compárese con el 326). 327a. I. Moraviets, 1955 (según Botvinnik). Blancas: R4CR, P4 TD, P4D. Negras: R1TD, P4TD, P3TD, P4D; ventaja blanca. 1. R5C!, R2T (1... R2C; 2. R5A; o bien, 1... R1C; 2. R6A) ; 2. R6C!, R1T; 3. R6A y ganan. He aquí una feliz aplicación del estudio 327. 328

peón «D» y ocupar con el rey la casilla 1A. La clave de este estudio reside en que, en primer lugar, hay que capturar los peones doblados y sólo después de esto el peón ne­ gro 4D. Esto se puede conseguir apoderándose de la oposición en las filas principales (sexta y sép­ tima). De ahí el que, lo mismo que en el 326, se deba jugar 1. R5A, R3C ; 2. R6A !, R2C ; 3. R7A > (sólo después de esta jugada se puede comenzar el movimiento envolvente; a 3. R5R? sigue 3... R2A!), 3... R1C; 4. R6R, R2A ; 5. R7R!, R3A; 6. R8D, R3D; 7. R8A, R3A; 8. R8C, R3C; 9. R8T y las blancas ganan. No debe perderse de vista que 1. R5TR quita la oportunidad de ganar. Es cierto que las blancas conquistan la oposición, pero per­ miten al negro amenazar al peón

Además de la oposición ordina­ ria, en el 328 desempeña un gran papel la distribución de las casi­ llas conjugadas cerca del peón ne­ gro 3CR. La posición R5CR-R2CR (y la R6TR-R3AR) —que en sí es inofensiva para el negro—, se con­ vierte para ellas en un zugzwang decisivo a causa de poseer las blancas el tiempo de reserva de 3C-4CD. Por cuanto las casillas 4AR-6AR se hallan conjugadas una respecto a la otra, es fácil de­ 183

terminar el tercer par de casillas R8CR, P3AD, P4D, P5R. Ne­ conjugadas: 4CR-7AR. Esto nos gras: R1R, P4D, P2D; el blanco permite ver claramente la clave tiene ventaja. Si en el 328 la zona de la solución: a dos casillas con­ principal tenía un «complemento», jugadas adyacentes de las blan­ aquí, por el contrario, se nos apa­ cas (3AR y 4CR) corresponde un rece en forma irregular (incom­ solo escaque (2A) a las negras. pleta), debido a que ciertas casi­ 1. R3R, R4R; 2. R3A, R4A; llas son inaccesibles a las negras: 3 R3C, R3R (3... P4CR; 4. P5TR ; a los escaques del blanco 6CR, o bien, 3... R3A; 4. R4A) ; 4. R4C1 7CR, 8CR, corresponden los del R2A; 5. R3A!, R2R; 6. R3R!, negro 3R, 2R, IR, pero para la R2A (6... R2D, 7= R4A) ; 7. R4D, casilla blanca 6TR el negro no tie­ R3R; 8.R4R, R3D ; 9, R4A, R3R ; ne «qué oponer». 1. R7C, R2R; 2. 10. R5C., R2A; 11. R6T, R3A; 12. R6T!, R2A ; 3.R7T, R3R; 4. R6C, P4C! (en este momento precisa­ R2R ; 5. R7C, R1R ; 6. R6A, RIA ; mente: si 12. R7TR?, entonces 7. P6R, P3D ; 8. P7R + , R1R ; 9. 12... P4CR!, tablas); 12... R2A; R6C, R x P ; 10. R7C, R1R (10... 13. R7T, R3A; 14. R8C, R4A; 15. R3R; 11. R8A) ; 11. R6A, R2D; R7A(7C) y ganan. 12. R7A y ganan. En este ejemplo se han entrela­ zado el sistema de la aposición or­ 328b. Krilov-Runza, 195(1. Blan­ dinaria con un sistema que exa­ cas :R6TD, P5AD, P4AR, P3CR, minaremos más adelante. Sin em­ P4TR. Negras: R2R, P2AD, IM bargo, la influencia de este último AR, P3CR, P4TR; juegan las sistema se hace notar únicamente blancas. 1. R7T! (y no 1. R7C?, en la lucha por la oposición, sien­ R2D; 2. R8C, R3A; 3. R8A, do esto precisamente lo esencial R x P ; 4. R xP , R4U y ganan); de la posición 328. 1.. . R3R ; 2. R8C!, R4D (o bien. 2.. . R2D; 3. R7C, R1D ; 4. P6AD) ; 328a. K. Ebersz, 1941. Blancas: 3. R xP , R x P ; 4. R7D y ganan. 2. SISTEMA DEL CUADRADO Y EL TRIANGULO

Después de la oposición corriente, es este sistema de casillas conjugadas el que le sigue en impor-

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tancia y en frecuencia. Su esencia ha sido expuesta en el diagrama 329. En el 329 las zonas principales se presentan bajo la forma de pe­ queños triángulos, podiendo ser las casillas que los completan a cuadrados, accesibles o rnaccesibles a los reyes. En el diagrama que comentamos, las zonas se ha­ llan desviadas una respecto a la otra, pero puede darse también una disposición absolutamente si­ métrica de las zonas (véase el 325 y, de paso, las explicaciones que se dan). Además de las zonas prin­ cipales tienen también gran im­ portancia las casillas de la reta­ guardia colindantes con estas zo-

ñas (su número y las particulari­ dades de su situación). Examinemos varios ejemplos. En el 330 (V. Halsberstadt, 1935, la posición se halla desviada a la izquierda en una columna) no se debe permitir que el rey negro ase al escaque 3AR. Por eso se ebe contestar a R2A con R5C, y mediante el contraataque R6C las blancas se salvan de R2R del ne­ gro. De ahí se desprende la con­ jugación 8AR-5TR. En la posición inicial, el rey negro puede estar situado en ti» ó en «2» ; por eso es preciso: 1. R4T! para disponer de fas mismas posibilidades (mala juada sería 1. R3A ?, R2A; 2. R3R, ,2R; 3. R3A, R2D!; 4. R3R, R3A; 5. R4R, R3D v ganan); 1... R1A ; 2. R5T, R2A; 3. R5C, R2R ; 4. R6C, RIA; 5. R5T, tablas.

f

330a. V. Halberstadt, 1935. Blancas: R2TR, P5AR, P3CR. Ne­ gras: R1TR, P4R, P2CR, P4TR; tablas. Para nosotros la solución es extremadamente fácil, puesto que conocemos la clave de esta po­ sición (330). 1 P4C! (no 1. R2C ?, R2T; 2. R3A, R3T; 3. R4R, R4C y ganan); 1... P x P (si 1... R2T, entonces 2. P5C, R1C; 3. R3C, R2A; 4. R3A, tablas); 2. R3C, R2T ; 3. R4T! (no 3. R x PC, R3T ; 4. R4T, P9R; 5. R4C, P6R) ; 3... RlT ; 4. R x PC, R1C; 5. R4T !, etc. Damos a continuación dos posi­ ciones más con la misma disposi­ ción característica del par blanconegro de peones, pero disponiendo de movimientos de reserva: 330b. J. M. Labouvdonnais, 1838. Blancas : R2D, P4AD, P2AR, P2CR. Negras: R3AD, P5D, P4 CR, P5CR. Labourdonnais estaba en lo cierto al señalar que a la vic­ toria lleva: 1. R3D, R4A; 2. P3C. Sin embargo, hubo críticos que afirmaban que 1. R3D pierde a causa de 1... P6C ; 2. P3AR ? ? (por lo visto se olvidaron de las reglas

de la captura); 2... R4A. Esta po­ sición tiene interés cuando les toca jugar a las negras; éstas pueden salvarse moviendo 1... P6C!; 2. P3A! (2. P x P ? , pierde); 2... R3D; 3. R2A, R3A, etc. 330c. llin-Zhenevski-Botvinnik, semifinal del XI Campeonato de la U.R.S.S., 1938. Blancas. R3CR, P5R, P2CR, P5TR. Negras: R2 AR, P4AR, P2CR, P3TR; juega el blanco. Siguió: 1. R4A (pen­ sando en 1... R3R; 2. F3C y ga­ nan); 1... P3C! y tablas. Lo co­ rrecto hubiese sido, según señaló P. Romanovski: 1. R3A!, P3C (o bien, 1... R2R; 2. R4AJ, R3R; 3. P3C) ; 2. P x P + ; R x P ; 3. R4A, P4T; 4. P3C. En la posición inicial del estu­ dio 331, los peones se hallan en 3C el blanco y en 3C el negro. El diagrama nos muestra la posición que se dio después de las jugadas 1. P4C, P4C. Las blancas se ven obligadas a jugar: 1. P4C, ya que 331

moviendo el rey pierden; por ejemplo: 1. R3T ?, R4C; 2. R2T, R5C; 3. R2C, P4C; 4. R2A, R6T; 5. R3A, R7T; 6. R4C, R7C, et­ cétera; o bien, 1. R2C?, R4T; 2. R3A, R4C; 3. R2C, R5C; 4. R2A, R6T; 5. R3A, P4C, etc. Después de 1. P4C!, las negras no tienen 185

posibilidad de utilizar el tiempo de reserva P4C; por ejemplo: 1... R4C(2C) ; 2. R3C, R3A; 3. R3A! (no 3. R4A ?, P4C+ ; 4. R3A, R4R; 5. R3C, R3R; 6. R2A, R2D ; 7. R2R, R3A; 8. R2D, R4C; 9. R2A, R5T; 10. R2C, R5C y ga­ nan) ; 3... R3R; 4, R4A, R3A; 5. R3A, R2R; 6. R4A, R2A ; 7. R5C, R2C ; 8. R4A, R3T; 9. R3A, R4C ; 10. R3C, R3A; 11. R3A!, tablas. Así pues, a las negras no les que­ da otro recurso que intentar blo­ quear los peones con la jugada l... P4C. Pasando de largo estas pri­ meras jugadas, consideraremos que la posición del diagrama es la inicial. El 331 es una posición con dos puntos de ataque : el zugzwang de­ cisivo para las blancas es R3ARR4R y R2CD-R5CD (R2TD-R5 TD). Para poder llegar a tiempo a defender el flanco de dama (es decir, para contestar a R5TD con R2TD), el rey blanco debe man­ tenerse forzosamente en la misma columna que el rey negro; al mismo tiempo, la necesidad de defender simultáneamente el pun­ to 4AR obliga a las blancas, a di­ ferencia de lo que ten’a lugar en el 325, a guardar con todo rigor la oposición en las zonas princi­ pales (de ahí la numeración de las casillas 1, 2, 3, 4). Sólo el zugzwang R3AR-R4R es un «sal­ to de caballo», pero las negras no pueden aprovecharse de esto por impedírselo su propio peón 3D. Pasemos a examinar la solu­ ción : 1. R3C (2C, 1C), R2C; 2. R2C, R3C (la oposición que man­ tienen las negras en la columna CR es inúitl por haber en ella una barrera, pero ahora, a pesar de to­ do, sobreviene el momento crítico, ya que no es indiferente en qué casilla de la columna CR se en­ cuentra el rey blanco); 3. R1C! (en esta jugada se tiene en cuenta 186

la disposición de las casillas con­ jugadas en la zona principal: 3. R3C ? pierde a causa de 3... R2A!; 4. R3A, R2R; 5. R2R, R3R!; 6. R2A, R2D, entrando en el flanco de dama); 3... R2A; 4. RIA!, R2R; 5. R1R, R3R; 6. R2R, R2D; 7. R1D(2D), R3A; 8. RtA(2A), R4C; 9. R1C(3C), R5T; 10. R2T, tablas. Las posiciones con dos puntos de ataque no son sólo posibles en éste, sino en cualquier otro siste­ ma de casillas conjugadas. La ma­ niobra de los reyes en estas posi­ ciones no viene determinada de ningún modo por la forma que presente el zugzwang. Puede, co­ mo en el 331, tener características de oposición. Los reyes pueden mantenerse en columnas vecinas, como en el 332. La maniobra pue­ de ser también mixta (combina­ da) y hasta completamente distin­ ta de las de« indicadas, como se aclarará más adelante. El quid de la cuestión estriba en que el tipo de la maniobra depende en cada caso concreto de las característi­ cas de la estructura de los peones, es decir, del sistema de casillas críticas que corresponde a esta es­ tructura. Consideremos el fundamento teó­ rico de la maniobra de los reyes 332

en las Tiosiciones con dos puntos de ataque. El ejemplo 332 (V. Leik, 1941) se halla muy distante de ser el pri­ mero en este sentido y su concep­ ción tampoco es original, ya que la idea tiene precedentes. No obs­ tante, esta posición es cómoda pa­ ra el estudio, gracias a su sencillez y a que está desprovista de gran­ des zonas de conjugación (el 80 era aún más sencillo). En la posición inicial del pro­ blema, la situación en el flanco de rey es distinta; a saber: R1AR, P2TR-R5CR, P5TR. En contesta­ ción a 1. R2C es malo 1... P6T+, ya que despuiés de 2. R2A, R5T; 3. R3A, las negras pierden un peón. Sólo queda 1... R4C! (no se debe 1... R4T?, a causa de 2... R3A, R4C; 3. P3T, R4T; 3. R2R, encaminándose a 7CD); 2. P3T, R4T. Esta posición, fijada en el diagrama, la consideraremos co­ mo inicial. El 332 se caracteriza por los pun­ tos de ataque (casillas críticas) 4CR y 7CD y sus correspondientes zugzwangs: R3AR-R4CR y R6TDR1CD. Los caminos más cortos entre las posiciones de zugzwang constan, para uno y otro adversa­ rio, de seis escaques (los de blan­ cas 3AR-2R-6TD ; los de negras : 4CR-1D-1CD). El rey negro debe mantenerse una columna a la de­ recha del blanco. El concepta de camino más cor­ to fue establecido por R. Bianchetti en 1925, al hacer el análisis de una posición. El señaló cada casi­ lla con dos cifras que indicaban las distancias que le separaban de la primera y de la segunda posición de zugzwang. Aquellos escaques en los que ambas cifras coincidían los consideraba «con­ jugados». En 1931, K. Ebersz adoptó esta numeración de las ca­ sillas para construir su teoría ma­ temática (en gran parte abstracta) de la maniobra de los reyes, basa­

da en un sistema de coordenadas. El final de su artículo (las conclu­ siones) no fue publicado. En 1952, A. Chéron se aprovechó de la in­ geniosa idea de Bianchetti, pero can el único fin de escoger por su mediación las casillas conjugadas más eficaces entre todas; a partir de este momento señaló las zonas conjugadas por letras. Las distancias que separan las casillas de los puntos de ataque (distancias «críticas») se ven in­ mediatamente en el tablero, y esto parecía que debiera dar al juga­ dor el punto de orientación que le es tan necesario en las complica­ das maniobras de los reyes. Sin embargo, como se verá más ade­ lante, y sin dejar de reconocer cierta utilidad en las consideracio­ nes que acabamos de exponer, no deja de ser dudoso el que sobre esta base sea posible crear un mé­ todo completo para resolver las po­ siciones bloqueadas. Las casillas del camino más cor­ to han sido marcadas en el 332 con cifras que señalan sus distan­ cias (número de jugadas) al pun­ to de zugzwang izquierdo, prime­ ro, y después al derecho. Estas ca­ sillas corresponden exactamente a las análogas del adversario y, en este caso, pueden ser considera­ das como zonas principales. En caso de que el rey blanco se situa­ se en uno de los escaques del ca­ mino más corto, el rey negro de­ berá resoonder haciendo lo mis­ mo, precisamente porque el cami­ no es el más corto. En muchas posiciones, el método a seguir pa­ ra ganar consiste en obligar al rey contrario a situarse en una de las casillas de su camino más corto y, después de esto, ocupar la ca­ silla conjugada de su camino más corto. En el 332 el problema es más sencillo. Basta con echar una ojea­ da al diagrama para ver lo estre­ cha que es la «senda» de las ne­ gras en la octava fila. En ésta no 187

disponen de escaques adyacentes al camino más corto y, por consi­ guiente, en este tramo del camino no se hallan en situación de sopor­ tar la menor desviación, cosa que, por el contrario, pueden permi­ tirse las blancas. La solución debe estar ya clara: 1. R3A, R4C (las negras se ven obligadas a realizar una marcha «paralela»); 2. R2R, R3A; 3. R3D, R2R; 4. R3A!, R1R (las ne­ gras han podido todavía contestar a la desviación del rey blanco, pe­ ro ya no pueden repeler la segun­ da y siguiente desviación); 5. R4C!, R1D ; 6. R4A! y ganan (6... RIA; 7. R3D; o bien, 6 . . . R2R; 7. R5C). El blanco ha comenzado la ma­ niobra decisiva (utilización del «triángulo») en la cuarta jugada. El aplazarla hubiese sido, para la estructura de los peones que se considera, erróneo; por ejemplo: 4. R4A, R1D; 5. R4C ?, RIA, si­ guiendo 6... R1C, con lo que se >onen en condiciones de atacar a os peones 3R y 4R. Menos mal que en este caso es posible corre­ gir el error mediante 5. R3D!, R2R; 6. R3A! (ejemplo de posi­ ción «reversible» ; si las negras no se hallasen tan privadas de movi­ mientos, es decir, si dispusieran de una zona suficiente en la reta­ guardia, semejante equivocación podría llevar a tablas, y no debe perderse de vista que estas posi­ ciones «irreversibles» aparecen con bastante frecuencia). La posición 332 es muy senci­ lla ; el tipo de maniobra de ésta no hubiera variado aun siendo otra la posición de los reyes; por ejemplo: R1AD-R1CR. Más ade­ lante examinaremos casos más complicados. Pasemos a considerar las posi­ ciones con un solo punto de ataque. Estas posiciones son muy numero­ sas y variadas. Pero bajo este nombre se suelen comprender sólo las que constan de una o de dos

Í

188

columnas libres entre los peones (generalmente, cadenas de peo­ nes), y éstas son ya menos fre­ cuentes. Como regla general son muy complicadas. 333

En el 333, el punto de ataque de las blancas es el escaque 4R. Estando situado el rey blanco en 3D, las negras pueden defenderse mediante R4R y R4AR. La posi­ ción R4R es más fuerte, ya que a R3D-2R se puede contestar inme­ diatamente R4R-5D; estando si­ tuado el rey negro en 4AR, las ne­ gras, debido a ser inaccesible el escaque 3R, deberán emplear nn tiempo más para alcanzar 5D. El negro dispone también de nn pun­ to de ataque (5D) que las blancas pueden defender desde la casilla 3D o la 3AD. Resumiendo, podemos decir que los puntos de ataque se hallan su­ ficientemente defendidos y de por sí no son peligrosos. Es muy raro el que en la práctica se dé el caso de que en las posiciones con un punto de ataque se lleve éste a efecto precisamente en ese punto. Lo más frecuente es que la lucha se decida en un flanco, general­ mente después de haber perdida el tiempo anteriormente mencionado; en el caso que consideramos los

finales pueden ser extraordinaria­ mente variados. Después de R2A, las posibilida­ des de las blancas en el 333 consis­ ten en el movimiento P4CR, lo que les da un peón pasado, mien­ tras que la contramaniobra de las negras reside en la jugada R5D, y, si hay oportunidad, en P5TD (también en P6TD). Esta partida la perdieran las ne­ gras después de 1... R4R; 2. P4TD!, R5D; 3. R2D, R4R; 4. R3D !, R4A ; 5. R2R, R4R ; 6. R2A, R5D; 7. P4CR, PA RxFC R+; 8. R x P€R, R4R ; 9. R2C !, R5D ; 10. P4AR. Mucho más consistente hubiese sido la defensa 1... P5TD, a la que, según Taimánov, hubiese podido seguir 2. PCDxPTi, R4R (o bien 2... R4A, véase A) ; 3. R3D, R4A ¡ 4. R2A !, R4R ; 5. R3A !, R4A; 6. R3C, R4R; 7. P5TD!, PCDxP; 8. R4T, R5D; 9. R5C, P5TD; 10. P3TD!, R6A; 11. RxPA, R6C; 12. R5D, R xP T ; 13. P5AD, R5C; 14. P6AD, P5TD; 15. P7AD, P7TD; 16. P8AD = D, P8TD = D; 17. D5AD + , R6C; 18. D4AD + , siguiendo el cambio de las damas y una fácil victoria. A) 2... R4A; 3. R3D, R4R; 4. R3A, R3D, R3C (o bien, inmedia­ tamente 5. P5TD); 5 ...R3A; 6. P5TD, PCD x P T ; 7. R4T, R3C (se ha dado una posición con dos pun­ tos de ataque; hay que atraer al rey negro al escaque 6TD) ; 8. P3TD !, R3T; 9. R3C, R3C; 10. R3A, R3A; 11. R3D, R3D; 12. R4R y ganan. Examinemos ahora otros ejem­ plos : 333a. G. Wolker, 1841. Blan­ cas: R2AR, P3D, P3AR, P4CR. Negras: R2CD, P5D, P4CR, P3TR; las blancas no pueden ga­ nar. 1. P4A !, R3A (no 1... P x P ?) ; 2. R3C, R4D, 3D; 5. P5A, (3. R3A, P xP !) ; 3. R3D! (teniendo en cuenta la posición de zug-

zwang R3A-R4R) ; 4. R2A, R4D; 3. R3A, R4R!, y la jugada 6. P6A no da nada. 333b, Blancas: R3AR, P3AD, P5AR, P4CR. Negras: R3D, P5 AD, P3AR, P2CR; tablas. Es in­ útil 1. R4A ó 1. R4R, ya que las casillas 5R y 5A son inaccesibles a las blancas. Los escaques críti­ cos aquí son 5D y 4D, y las ne­ gras pueden defenderlas con éxito. 333c. Blancas: R5AR, P4AD, P5CR, P6CR. Negras: R3D, P4AD, P2CR; ventaja blanca. En contestación a R5A, las negras se defendieron con R3D; en caso de R4R habría que jugar R3R; sólo a la casilla 4AR no tiene el negro otra que oponer. Por eso 1. R4A, R3R; 2. R4R, R3D; 3. R5A y ganan. 333d. R. Bania, 1926. Blancas: R1TR, P3TD, PSD, P3CR, P4CR. Negras: R1TR, P5TD, P3D, P2D, P4CR; el blanco tiene ventaja. (Para que el problema tenga solu­ ción se ha añadido el peón 3CR.) i. R2C, R2C; 2. R3A, R3A; 3. R4R, R3C; 4. R3D !, R3A ; 5. R4D, R3C (las blancas han ganado nn tiempo; ahora decide la partida el peón TD, junto con la maniobra del rey) ; 6. R4A, R3A; 7. R4C, R4R; 8. RxPT, RxPD (de no existir el peón 3CR, el negro se salvaría jugando: 8... R5A) ; 9. R5C, R4R!; 10. P4T, P4D; 11. P3T, PSD ; 12. R4A, R5R ; 13. P6T, P4D+ ; 14. R3C!, P6D; 15. P7T, P7D ; 16. R2A y ganan. En el 334, después de un intere­ sante juego en los flancos, resuelve la lucha la ocupación del escaque de ataque. El peón de más y pasado 4D («orgullo» de la posición de las negras) deberá a ciencia cierta ser sacrificado a fin de asegurar un punto de ataque al rey negro. Fe189

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cano en un movimiento a la co­ lumna «R», y el avance 12. P4CR ? ya no da resultado: 12... PARx FC!; 13. P5TR, PCRxPT; 14. PCDxPT, P6CR; 15. P5AR, PR xPA ; 16. P6R, P5D+ ; 17. R3A, P6D; 18. P7R, R2D; 19. P6TD, P7D; 20. R2R, P7CR; 21. P7TD, P8D = D + ; 22. RxD , F8CR = D+ y 23... DxPTD. 12. P3TD (o bien, 12. PCD x PT; 13. P4CR, P4TR! y ganan) ; 12... PTxPC ; 13. PTxPC, R2C ó 2A (serla prematuro 13... P9D+ ? ; 14. RxPD y la conjugación que­ daría de las blancas) ; 14. R4D, R3C; 15. R3A, P5D +!; 16. R3D, R2C; 17. RxPD, R3A!; 18. R3A, R4D; 19. R3D, P4TR y ganan las negras. 335

ro antes de esto es preciso obligar a los peones blancos de torre a mo­ verse (gastar sus tiempos de re­ serva) . 1.. . P3TD! (asegurando el flan­ co de dama); 2. R4D, R2D; 3. R5A, R2R; 4. R4D, R2A (esto obliga a 5. P4TR, ya que amena­ za P4CR y R4T); 5. P4TR, R2R; 6. R3A, R2D; 7. R4D, R3A; 8. R3D, R3C ; 9. R3R ! En esta partida las blancas ju­ garon : 9. R4D, con lo que permi­ tieron que inmediatamente siguie­ se: 9... P4TD; 10. P3TD, PTxPC, etc. En cambio, ahora preparan una celada: en caso de 9... P4TD ?. seguiría 10. P4CRH, y en vista de la amenaza 11. P5TR, PC x P T ; 12. P5CR, las negras se ven obli­ gadas a gastar su tiempo de re­ La posición 335, cuya composi­ serva mediante 10... P4TR, des­ ción es un tanto irregular, expresa pués de lo cual el ganar es comple­ claramente la idea de un avance tamente imposible. Pierde 10... en el centro mediante las ma­ PAR x PC?, a causa de 11. P5TR, niobras correspondientes, después PC R xPT; 12. P5AR, PR xPA ; de lo cual se consigue la victoria 13. P6R. R2A; 14. PCDxPT!, gracias a que se dispone de un P6CR; 15. P7R, R2D; 16. P6TD, tiempo de reserva. P5D+ ; 17. R3A, P6D; 18. P7TD, Las zonas principales son así fá­ P7D; 19. R2R, P7CR; 20. F8R= ciles de determinar. Algo más di­ D+, R x D ; 21. P8TD=D + , y 22. fícil resulta establecer la conju­ D x PCR. gación de las casillas de la reta­ 9.. . R2C(2A); 10. R2R, R3A;guardia (2D y 2R) ; pero 2R es 11. R3R, P4TD! afín a la casilla 4R y 2D comple­ El rey negro se halla más cer­ menta 2R y 3R un triángulo. (Este 190

encadenamiento de triángulos no deja de ser curioso y caracterís­ tico. ) La solución es ahora sencilla: 1. RIDí, R3A ; 2. R2D, R4A ; 3. R2R, R3A ; 4.R3A, R4D ; 5. R3R, R4A ; 6. R4R, R3A ; 7. R4D, R3C ; 8. R x P3D, R3A (ahora nos halla­ mos ante una nueva fase, la fi­ nal) ; 9. R4D, R3C ; 10. P4AD, R3A ; H. P5AD, R2A; 12. R4A, R3A ; 13. P3AR y ganan. El 3 3 6 se dio en la partida Neustadt-Porges, 1901, que terminó en tablas. Las zcmas principales están claras ; los reyes se hallan ya si­ tuados en ellas, en las casillas que deberán ir señaladas con la cifra «1». La situación aquí es otra, en las casillas de la retaguardia, que en el 335, donde el rey negro no podía alcanzar el escaque 4CD. La 336

casilla 4AD puede ser ocupada des­ de dos escaques equivalentes, el 4CD y el 3CD. Este «sobrante de conjugación» de las negras obliga a mirar con ciertas reservas un po­ sible empleo del tiempo de reserva de las blancas en el transcurso de la partida (mediante P4T). En todo caso, se hace preciso obligar previamente a las negras a situarse en la posición de ztígzwang (R4D-R4CD, y, antes de esto, R4R-R4AD). ¿Cómo llevar

esto a cabo ? Hay que traspasar el tumo de jugar al negro mediante el método del «triángulo». El rey blanco se verá obligado forzosa­ mente a salir de la zona principal y volver después a ella habiendo conquistado la conjugación. El éxito es seguro, ya que si el rey negro se sitáa en 4CD o en 3CD («1»), pierde contacto con la casilla 4D («1»), al tiempo que el rey blanco, maniobrando por los escaques 2R y 2AR, no se aparta ni un ápice del escaque 3R («1») ; si, por el contrario, el rey negro va a mantenerse en la zona prin­ cipal, las blancas, gracias al uso que pueden hacer de las casillas de la retaguardia, siempre halla­ rán un instante propicio para en­ trar en la zona principal. 1. R3A, R3A Ahora ya no se consigue nada con 2. R4R, a causa de 2... R4A, y en caso de 3. P4TR ?, se tiene 3... R3A; 4. R4D, R4C y tablas, y si 3. P3TR?, entonces 3... P5 TR!, y tampoco ganan las blan­ cas, ya que a R3A el negro siem­ pre puede contestar con R4D ; por ejemplo: 4. R3R, R3A; 5. R2A, R4A; 6. R3A, R4D! y no se puede 7. R4C a causa de 7... R5R, Hemos llegado así al momento principal que determina la dificultad de es­ te final: al movimiento de los peo­ nes en la columna TR. De ante­ mano es evidente que las blancas no pueden avanzar por el centro; su plan debe consistir en atraer el peón negro 4TR a 6TR, donde será posible llegar hasta él no sólo des­ de la casilla 3AR, sino también desde la 2AR. 2. R2R, ó 2AR, R4A (o bien, 2. .. R4D; 3. R3R, R4A; 4. R4R y las negras se encuentran en zugzwang); 3. R2A, ó 2R, R3A; 4. R3A (conquista de la conjugación en la zona principal); 4... R4D; 5. R3R, R4A; 6. R4R, P5TR (obli­ 191

gado, debido a 6... R3A; 7. R4D, R4C; 8. P4TR; pero ahora es pre­ ciso conseguir el movimiento del peón negro 6TR); 7. R3A!, R4D; 8. R3R!, R4A; 9. R4R, R4C (peor sería 9... R3A; 10. R4D, R4C; 11. P3TR); 10. R4D, P6TR (el obje­ tivo ha sido alcanzado, comenzan­ do ahora una nueva fase del final, el paso a la cual se realiza me­ diante la típica ganancia de tiem­ po) ; 11. R3R, R4A; 12. R2A!, R4D; 13. R3A, R4A; 14. R3C, R4D; 15. RxPTR, R5R; 16. R4C y ganan. Los diversos finales que se ori­ ginan no guardan relación directa con nuestro tema y se explican de pasada: a) 16... R6R; 17. R3C, R5R; 18. P4TR, R6R; 19. P5TR, PCRxPT; 20. P5AR, PR xPA ; 21. P6CR, PARx PC; 22. P6R, P5A+ ; 23. R2T; b) 16... R4D; 17. R3A, R4A; 18. P3TR, R4D; 19 P4T, R4A; 20. R4C, R4D; 21. P5TR, PCR x PT + ; 22. RxPTR, R5R; 23. P6CR, BARxPC+ ; 24. R x PC y 25. R6A ; c) 16... R6D ; 17. R3A!, R7A; 18 P4TR, R x P CD; 19. P5TR, PCRxPT; 20. P5AR, PRxPA (20... RxPTD o bien, RxPA D ; 21. P6CR, PARx PC; 22. PA RxPR ); 21. P6CR, PARx PC; 22. P6R, R xP T ; 23. P7R, R7C ; 24. P8R=D, P6TD ; 25. D5CD+ y ganan. 337

192

El final 337 (•) ha desempeñado un papel histórico en el desarrollo de la teoría de los finales de peo­ nes. En el período en que la es­ cuela de los partidarios de la opo­ sición triunfaba en toda la línea y era de todos reconocida, se hizo pública una posición en la que los seguidores de esta escuela se vie­ ron metidos en un callejón sin sa­ lida y, hablando lisa y llanamente, les falló el terreno sobre el que se apoyaban. Este final llamó extra­ ordinariamente la atención y sus­ citó infinidad de comentarios, con­ ferencias y discusiones (en el curso de todo esto se volvió a hablar de un estudio de Lecocq, publicado con bastante anterioridad, y que en su tiempo pasó casi inadverti­ do; véase el 342). M. I. Chigorin fue uno de los primeros' en señalar (•) Existe, una gran diversidad de opiniones respecto al origen de este problema y hasta de quién puede ser su autor. Ea comprobación realizada nos permite afirmar lo que sigue. En la primavera de 1901, Lasker se presen­ taba en distintas ciudades de los Esta­ dos Unidos, pronunciando conferencias y realizando torneos simultáneos. Se­ gún testimonio de un testigo presencial, el conde A. I.. Razvadovski, Lasker demostró el 21 de mayo de 1901, en un club de Chicago, «uno de sus últimos finales, ligeramente modificado por Reichgelm» (337). Esta noticia fue co­ piada por la revista «Shajmatnoe Clbozrenie» (1901, pág. 245) de «Nuova Rivista» (núm. 6). En este mismo año, Easker publicó su estudio en el «Manchester Evening News», y Reichgelm, en el «Chicago Tribune». Queda sin aclarar si la posición 337 se dio en su totalidad en el torneo simultáneo de Easker o si fue sólo la distribución ca­ racterística de los peones, pero en todo caso es indudable que el final no sur­ gió «en el match I.asker-Reichgelmj. A mis preguntas, Lasker, en 1937, contestó : «El estudio es mío. Yo co­ nocí a Reichgelm en Filadelfia, en 1904, donde él mg dio a conocer sti modificación». Hay que reconocer que la variante de Reichgelm eleva aún más el valor teórico del estudio ori­ ginal.

la importancia de las «casillas con­ jugadas». Las dificultades que surgen al maniobrar con los reyes (menores en el 337 y un poco mayores en la variante de Reichgelm, 337a), se intentaron salvar múltiples veces, proponiendo métodos de solución fáciles, «sin quebraderos de cabe­ za». Para el final que considera­ mos se conocen por lo menos tres recetas de este tipo. La última de que tenemos no­ ticia recomienda, después de ha­ ber determinado las posiciones principales de zugzwang (R4ADR3CD y R4TR-R3CR) y de habei comprobado que en éstas los reyes se hallan situados en columnas ve­ cinas, habiendo una fila de sepa­ ración entre ellos, considerar estas iosiciones (lo mismo que cuando a distancia que separa los reyes es de tres y de cinco filas) como base de la maniobra. Según esto, en el 337 la solución es: 1. R2C!, y en el 337a, 1. R1C!, etc. La primera receta (teniendo en cuenta la época en que fue publi­ cada) recomienda en fin de cuen­ tas lo mismo, pero en forma más sencilla: «Situar el rey en la co­ lumna vecina y en un escaque de color distinto». Sin embargo, ambos autores no dijeron por qué en la posición R1D-R2D, tocándoles jugar a las blancas, se debe mover R1D-2A! (y no RIA o R1R), aún cuando en este caso el número de filas que los separan inesperadamente resul­ ta ser par y los escaques 2A y 2D son del mismo color. Si se trata de una excepción, ¿ qué explica­ ción tiene ? ¿ Cómo averiguar estas excepciones para no equivocarse al maniobrar? Es indudable que las recetas propuestas no abarcan to¡ÍQ el contenido del 337. El inconveniente de las solucio­ nes mecánicas consiste precisa­ mente en que no permiten averi­ guar la esencia de las posiciones y se hallan sujetas al riesgo de

Í

caer en un error en cuanto estas últimas se apartan lo más mínimo de la norma de antemano estable­ cida. Examinemos detalladamente la solución de la 337, por cuanto ésta ilumina con claridad diáfana la teoría general de los finales de este tipo. I Cómo se debe enfocar la solu­ ción de las posiciones con dos pun­ tos de ataque ? Ante todo deben determinarse las posiciones de zugzwang alrede­ dor de estos puntos (las «a» y «b» en el 337) y establecer las ca­ racterísticas del «camino más cor­ to» entre las casillas de zugzwang (véase el 332). Para ambos adver­ sarios éste se compone de seis es­ caques : los del blanca son: 4AD, 3D, 3R(2R), 3AR(2AR), 3CR, 4TR, y los del negro, 3CD, 2AD, 2D(1D), 2R(1R), 2AR, 3CR. En caso de que el camino de las blan­ cas resultase ser más corto, hablan­ do en términos generales, no ha­ bría «jugada», el rey se dirigiría sencillamente al punto 4TR. Com­ parando entre sí las casillas con­ jugadas del camino más corto, se llega a la conclusión de que el rey negro debe mantenerse todo el tiempo una columna a la izquierda del blanco. Después de esto pasamos a exa­ minar las posiciones de zugzwang. No se necesita un análisis para convencerse de que sería infructuo­ so intentar dar la batalla alrededor del punto 5CR; es más, en caso de que el rey negro sea atraído a esta casilla prematuramente, las tablas son inevitables, ya que las blancas no podrían volver al flanco de da­ ma a causa del contraataque de las negras sobre el peón 4AR. Si, en general, las blancas son capaces de conseguir algo, esto sólo puede ser en el flanco de dama. Unicamente «ganándole la parti­ da» aquí al adversario (por ejem­ plo, obligando al rey negro a des­ viarse dos columnas a la izquier­ 193

da), pueden realizar el ataque de­ cisivo sobre 5CR. Al analizar la situación en el flanco de dama, partiremos de la posición principal de zugzwang 4AD-3CD. La segunda de estas posiciones es la 3D-2AD (no hay que olvidar que las casillas del ca­ mino más corto se corresponden siempre unas a otras). De ahí se desprende la conjugación de los escaques de unión 3AD y 2CD (se­ ñalados con la cifra «2»), Asi pues, la zona principal de las blancas (en el punto inaccesible 4D) es el triángulo a, 1, 2; la zona de las negras (en el punto inaccesible 3AD) es análoga. La línea avan­ zada ha sida fácil de establecer, entrando después en acción el «en­ cadenamiento de triángulos» y las «casillas afines» de que se trató al analizar el 335. Razonaremos asi: el rey blanco alcanza las casillas «1» y «2» desde el escaque 2D («3») con este último sólo puede estar conjugado el 1AD (una co­ lumna a la izquierda) v de ningún modo lo está 1CD (dos columnas más a la izquierda). Del mismo modo se determina el «4» y llega­ remos a la conclusión de que nos hallamos ante un sistema de con­ jugación «cuadrado-triángular». Y si esto es así, la conjugación de las casillas de la zona de la «reta­ guardia» se ve inmeditamente, de acuerdo con la característica de la «afinidad» (saltando un escaque, según las leyes de la oposición). ¿ Por qué hemos eliminado, en resumidas cuentas, la casilla «a» de la zona principal ? Esta es una cuestión de método y puede ser enjuiciada de diversas formas. Los escaques de zugzwang son casillas especiales, para las que no hay análogas en el tablero. Pero a ve­ ces se las incluye en la zona prin­ cipal, por ejemplo, cuando la ma­ niobra se halla limitada por falta de espacio (véase a este respecto, entre otros, el 338). 194

Después de haber determinado las casillas y las zonas de conju­ gación (el hallarlas rápidamente se consigue mediante ejercicios sistemáticos), pasamos a conside­ rar el momento principal del aná­ lisis, es decir, a poner en claro si las blancas pueden hacerse con la conjugación en la zona principal. Resulta que las blancas se apode­ ran de la conjugación inmediata­ mente, en su primera jugada, en las casillas de la retaguardia, an­ tes de que los reyes lleguen a la zona principal. Concretamente, en el 337 se debe jugar 1. R2C! y las negras ya no pueden defenderse, poj ejemplo: 1... R2T; 2. R3C (la casilla 1CD es también «conjugada»; no obs­ tante, a la primera oportunidad hay que salir a la «línea avanza­ da») ; 2... R2C; 3. R3A, R2A ; 4. R3D y ganan (4... R2D; 5. R4A, o bien, 4... R3C, 2C; 5. R3R, etc.). Una variante interesante e s : 1. R2C, R2T; 2. R3C, R3T. Es claro que las blancas continúan 3. R2A!, eligiendo la casilla para la que las negras no tienen conjugación (has­ ta 8C hay mucho trecho y a 3... R3C signe 4. R2D!, con lo que el escaque 3A de las negras deja de ser inaccesible). Tocándoles jugar a las negras, éstas se apoderan de la conjuga­ ción mediante 1... R2C y, sin per­ derla ya (2. R3C, R2T, o bien, 2. R2C, RlT) alcanzan tablas. Tam­ bién se puede 1... R1C, ocupando la conjugación después de haber entrado el rey blanco en la colum­ na CD. En el 337a (R1TD-R2TD), se de­ be jugar 1. R1C!, R2C; 2. RIA, R2A; 3. R1D. Conservando todo el tiempo la conjugación, las blan­ cas no han podido todavía apode­ rarse de ella en la zona principal. Sin embargo, las negras se hallan ahora en un momento crítico: en caso de 3... RIA, sigue 4. R2D !,

y si 3... R2D(1D); 4. R2A!, apro­ vechándose de que para la casilla 2A las negras no tienen ahora con­ jugación (¡hasta el escaque 8C hav un gran trecho!). Después de 4.. ' RIA; 5. R2D!, R2D; 6. R3A, R2A; 7. R3D, la victoria de las blancas es evidente. Los movi­ mientos finales son extraordina­ riamente característicos: después de haber entrado en condiciones favorables en la zona principal, el rey blanco se ha acercado conse­ cuentemente al punto de ataque (poseyendo también aquí todo el tiempo la conjugación), hasta que las blancas logran su objetivo principal: sacan al rey negro «al camino más corto» tocándole ju­ gar. Perteneciéndoles mover a las ne­ gras, se consiguen tablas median­ te 1... R2C (también se puede 1... R 1C), pero de ningún modo con 1.. . R3C?, a causa de 2. R2C!, quedando las negras sin casilla conjugada. Extraordinariamente instructi­ va resulta la comparación del 337 con el ejemplo que a continuación se da, ya que descubre totalmente lo esencial de las zonas conjuga­ das (la relación mutua entre los flancos). 338

Bianehetti (1925), propuesta por él, junto con el 337, con el deseo evidente de demostrar la inmuta­ bilidad del método de solución de todos 1c« finales de este tipo. El consideraba que las blancas ganan después de 1. R2C, R2T; 2. R3C, etcétera. Sin embargo, el parecido de las posiciones le engañó por completo. Habiendo establecido para el 337 la numeración de las casillas a fin de determinar sus distancias a ambos puntos de ata­ que (lo mismo que en el 332), se olvidó de hacer esto para el 338, a pesar de que estaba obligado a hacerlo, ya que había variado la estructura de los peones al tras­ ladar los 4AR (blanco) y 4AR (ne­ gro) a 6TR y 2TR, respectivamen­ te. Como ya sabemos, toda varia­ ción en la distribución de los peo­ nes da lugar a un nuevo sistema de casillas críticas. La esencia de este sistema puede continuar sien­ do la misma, pero también puede cambiar radicalmente. Es de suponer que Bianehetti comparó únicamente «los caminos más cortos» (a-b) y comprobó que cada uno constaba de cuatro casi­ llas. Pero debía haber comprobado todos los escaques de la zona prin­ cipal. Si tomamos la casilla 2D, veremos que en el 337 le corres­ pondía solamente la 1AD, mien­ tras que en éste se halla también conjugada con ella la casilla 1CD, ya que tanto desde 2D como desde 1CD se precisan tres movimientos para alcanzar sus correspondien­ tes escaques de zugzwang «b» (las distancias críticas para 2D y 1CD son iguales, respectivamente, a «2, 3»). Así pues, la zona de conjuga­ ción en el 338 resulta menos rígi­ da para las negras: a tres casillas (2CD, 2AD y 2D) de las blancas corresponden dos (1CD y 1AD) de las negras, en las que estas últi­ mas pueden realizar maniobras de espera. Esto permite al negro ha­ 195

cer tablas; por ejemplo: 1. R2C, RlC! (y no 1... R2T?, como ju­ gaba Bianchetti); 2. R2A, RIA ! (¡ nada de maniobrar en las colum­ nas vecinas!); 3. R2D, R lC !! (se­ mejante alibertad» sería inconce­ bible en el 337); 4. R3R (a 4. R3A, 3D contestarían las negras con 4... R2C, 2A); 4. RIA !; 5. R4A, R2D, ID; 6. R5A, R2R, tablas. Bien es verdad que las blancas pueden rea­ lizar aún una última tentativa: 6. R5C (en lugar de R5rA); 6... R2R; 7. R5A, R2A y da la impresión de que el rey blanco puede lanzarse al punto 4AD, pero la realidad es que se ve ya obligado a guardar al peón 6TR. ¡ Esta es la verdade­ ra causa de la «libertad de ma­ niobra de las negras»! El traslado de los peones de ambos colores a 6TR y 2TR pone a las negras en condiciones de contraatacar, lo que determina en definitiva todo el sistema de escaques críticos. Si añadimos a las blancas un peón en 5TR (333a), veremos cuán difícil resulta a veces deter­ minar las zonas principales. Si en el final de dama que resulta (8. R4R, R3A; 9. R3D, R4C; 10. R4A, R x P4T!; 11. R5C, R x R3T; 12. R6A!, R2C!; 13. RxP6D, P4TR; 14. R7R, P5TR; 15. P6D, P6TR; 16.P7D, P7TR; 17. P8D = D, P8TR = D), las negras pudieran bacer tablas, sería real para el 338a la numeración de las zohas tal y como en el 328, pero como las blancas ganan (después de 18.

D8AR +, R3C; o bien, inmediata­ mente, R2T; 19. D6AR + , R2T; 20. D7AR+ y 21. P5D), resulta que para nuestra posición 338a son correctas las zonas señaladas en el 337. La conclusión práctica es que, sin entrar en los profundos cálcu­ los arriba citados, lo más seguro es defenderse según las zonas del 337 (a R3R, 4R salva R2D, ID y en caso de R4A, habría que jugar R1R!, siendo la continuación: R5A, R2R!, o bien, R5C, R2A!; véase las zonas del flanco de rey ); no obstante, cuando no hay elec­ ción, hay que defenderse de acuer­ do con el 338, y si la defensa no tiene éxito, esto es debido única­ mente a que la posición no tiene defensa de cualquier modo que se la mire. En el 338 es también interesante la distinta disposición de los reyes en la columna TD, cuando les toca jugar a las blancas. Si el rey negro se halla en 1TD, la partida termi­ na siempre en tablas, independien­ temente del lugar en que se en­ cuentre el rey blanco (en 1TD, 2TD ó 3TD). Estando situado el rey negro en 3TD, ganan siempre las blancas. En caso de que el rey negro ocupe 2TD, son tablas si el rey blanco está en 1TD, y cuando éste se halla en 2TD ó 3TD, las negras pierden. Todo esto es fácil de deducir de la distribución de las casillas conjugadas.

3. SISTEMA DE LAS OCHO CASILLAS Este sistema abarca mayor nú­ mero de escaques que el del cua­ drado y el triángulo, pero, como pronto quedará demostrado, su aplicación en las partidas es, por regla general, más fácil. El esque­ ma 339 nos permite ver los rasgos característicos del sistema de las ocho casillas. En el diagrama 339 se dan dos 196

distribuciones distintas. En la pri­ mera, la zona de las blancas se contrapone a la zona de las ne­ gras, situada a la izquierda. Aún cuando se hallan desviadas una respecto a la otra, estas zonas son simétricas horizontalmente. En la segunda distribución, a esta misma zona de las blancas se contrapone, a la derecha, la zo­

na sim étrica d i a g o n a l ni e n t e de las n egras (en el esquem a se m u estra una sim etría com pleta, pero pue­ den darse desviaciones). Las zonas tienen la form a de un cuadrado' de 3 x 3, en el cual falta

cesario mantener nada en la me­ moria. En contra de ,1a opinión de los teóricos que consideran más clara la representación por medio de le­ tras que de cifras, nosotros esti­ mamos que se debe hacer uso de 339 una u otra según el objetivo que se persiga. En el caso que estu­ diamos, la anotación numérica es sencillamente imprescindible. La base del sistema de las ocho casillas, su núcleo, lo forma el triángulo, que ya conocemos, al­ rededor del punto inaccesible. Ge­ neralmente, aun cuando esto no es obligatorio, la cifra «1» repre­ senta el escaque de zugzwang; la «2», la casilla más cercana del ca­ mino más corto, y la «3» el esca­ que de unión. Así pues, quedan cinco casillas colindantes con el triángulo. Consideremos la zona de las blancas en el 339. Las cifras una casilla (inaccesible al rey), y 4, 5 y 6 se hallan en una misma constan, por lo tanto, de ocho es­ columna de arriba hacia abajo, y las 6, 7 y 8, en idéntica fila y de caques. Si en el sistema del cuadrado y izquierda a derecha. Esta distri­ el triángulo era relativamente fá­ bución (mental) de las cifras debe cil recordar la conjugación de tres ser siempre seguida. Pasemos ahora a examinar laá y cuatro casillas, en el que ahora consideramos esto parece más di­ zonas de las negras. Merced al eje fícil. Es, pues, comprensible el de simetría que tienen, se puede que a los prácticos les asuste, ge­ decir que son la «imagen reflejada neralmente, la perspectiva de ma­ en un espejo» de las zonas de las niobrar con los reyes en tan gran­ blancas. Si se dobla mentalmente des espacios, tanto más cuanto un el tablero por este eje, resulta que movimiento falso puede variar el las zonas (a veces hasta después resultado de la partida. Sin em­ de haberse desviado), al ser su­ bargo, estos temores, basados en perpuestas, coinciden. Si consideramos la zona izquier­ una apreciación superficial, son en gran parte exagerados. Más da de las negras, veremos que el adelante daremos a conocer méto­ orden dé las cifras en las filas es dos sencillos de orientación en las el mismo que el de las blancas, zonas de ocho casillas, que permi­ correspondiendo en las columnas ten hacer uso de estas últimas con a la imagen invertida por un es­ pejo (confróntense 4 y 4, 5 y 5, gran facilidad. En primer lugar, es necesario 6 y 6). Así pues, nos hallamos ya en llegar a comprender la estructura de las zonas y, entonces, resulta condiciones de formular la prime­ que no es tan difícil recordar el ra deducción práctica: para con­ sistema de la conjugación; es servar la conjugación en la zona *nás, en fin de cuentas, no es ne­ principal (simétrica horizontal197

mente), hay que contestar al mo­ den ser de colores opuestos si se vimiento del rey por una columna desplaza la zona de las blancas ha­ (o por una fila) con un movi­ cia la izquierda. miento análogo del rey propio por Pasemos a examinar algunos la columna (o por la fila). Pero en ejemplos prácticos. los sistemas simétricos diagonal­ mente se debe maniobrar precisa­ En el 34# las blancas disponen mente al contrario. Examínese del tiempo de reserva P3C. En atentamente el orden de las cifras: 340 las de las blancas situadas en los columnas (4, 5 y 6, por ejemplo), corresponden a las cifras de las ne­ gras que se encuentran en filas (las mismas 4, 5 y 6), correspon­ diendo a las filas blancas las co­ lumnas de las negras. En eiste caso es preciso contestar a un mo­ vimiento a lo largo de una colum­ na con otro a lo largo de una fila, y viceversa. Sin embargo, no pue­ de ser tomada esta regla como ab­ soluta. De ella quedan excluidos los movimientos «envolventes» de los reyes, acerca de los cuales se hablará más adelante. Pueden también darse excepciones en unos u otros casos específicos dé la po­ sición. relación con esto, las casillas Así pues, debemos recordar: en 6TD, 6CD, 6AD ya no pueden ser los ángnlos de cada zona hay siem­ consideradas como críticas, de­ pre un «6», y en el centro, un «3». biendo serlo las 5TD y 5CD (a R5C En lo que respecta a las casillas es insuficiente contestar con R2C, de la retaguardia (afines), se las a causa de P3CR). numera de acuerdo con las leyes En el flanco opuesto el punto de la oposición (saltando una ca­ crítico es 6AR. De esto se dedu­ silla). cen las casillas de zugzwang: Un medio auxiliar para deter­ 4AD-3CD(1) y 5AR-2R, así como minar la conjugación de las ca­ «el camino más corto». Construi­ sillas en ciertos casos complica­ mos mentalmente el triángulo 1, dos puede ser también el color de 2, 3, situamos a la izquierda la las mismas, según se verá más serie vertical 4, 5, 6 y la zona adelante. En el sistema horizontal de las ocho casillas queda comple­ que consideramos (339), las casi­ tamente determinada. Está tam­ llas conjugadas son de colores bién clara la conjugación (repre­ opuestos. Si se desplaza la zona sentación) de cada uno de los escade las blancas hacia la izquierda, aues de la retaguardia. El rey sus colores son entonces idénticos blanco se encuentra en «3», y el (oposición ordinaria); lo mismo negro, en «5». Las blancas pueden ocurre si se desplaza la zona hacia apoderarse inmediatamente de la la derecha. En el sistema diagonal conjugación (primero en la zona (el mismo 339), las casillas conju­ de la retaguardia). 1. R1C, R2C; 2. RIA, R2A; 3. gadas son del mismo color, gracias a la simetría absoluta; pero pue­ R2C! (maniobra envolvente earac198

terístiea: las blancas aprovechan la primera ocasión que se Jes pre­ senta para entrar en la zona prin­ cipal. El blanco ocupa «6«, por cuanto el negro no puede contestar de la misma forma. Observaremos de paso que al realizar la maniobra envolvente se puede infringir la «regla del color». Queda por aña­ dir que, además de 3. R2C, gana también 3. R1D, y en caso de 3... R2C, defendiendo «7» y «8», debe jugarse 4. R2R!) ; 3... RIA (las negras se basan en que el rey blan­ co no puede llegar a «8», pero en estos casos las blancas continúan el movimiento envolvente) ; 4. R3C!, R2A; 9. R4C!, R3C; 6. R4A ! (sería prematuro 6. P3CR ?, a causa de unas simóles tablas des­ pués de 6 ,. R3TD; la jugada P3CR liquida todas las zonas). El problema está ahora resuelto: a 7.. . R2A seguiría 8. R5C, R2C ; 9. P3CR ; y si 6... R4T (contraataque que suprime todas las considera­ ciones acerca de las zonas), habría oue ju^ar 7. R3D, R5C • 8. R4R, R5A ; 9. R5A, R x P4D (o bien, 9.. . R x P5D : 10. R6R, R4A ; 11. P3CR) ; 10. RxPAR y, según se pudo determinar hace tiempo con­ tando las jugadas, el peón TR lle­ ga antes a la promoción. Comenzando las negras, éstas hacen tablas ocupando «3». Una vez que se han hecho con la oposi­ ción, ya no pierden, puesto que nada frena su maniobra: 1... R2C!; 2. R1C, R2T; 3. R2T, R1C; 4. R3T. R2C, etc. En los finales de este tipo pue­ den darse varias variantes, pero en resumidas cuentas no hay necesi­ dad de ellas: el resultado es evi­ dente ; no hay más que no equivo­ carse al elegir la casilla conjugada (bien es cierto que a veces es pre­ ciso soslayar algún que otro «es­ collo» ; véase el 344). N. Grigóriev, refiriéndose al es­ tudio 341, hizo al margen del libro

341

una lacónica acotación: «¡Estu­ pendo!» Las casillas críticas son aquí: 5AD, 5D y 6CR. De forma aná­ loga al ejemplo anterior, los trián­ gulos 1, 2, 3, se determinan fácil­ mente. Por cuanto no pueden ser complementados hasta un cuadra­ do, ante nosotros tenemos un sis­ tema de ocho casillas (véase el dia­ grama ; las casillas de la retaguar­ dia no han sido cifradas). Las blancas disponen del tiempo de reserva P5TD, y la conjugación de las zonas es valedera hasta que éste haya sido gastado (lo mismo que en el 340). La posibilidad del cambio P4TD x PCD asegura un contraataque inevitable en el fu­ turo de las negras en el flanco de dama, cuando el rey blanco se di­ rija (al final) a la casilla 6CR. Las blancas ganan apoderándo­ se de la conjugación. 1. R1D!, R2D ; 2. R1R, R2R ; 3. R2D !, R1D (infructuoso intento de salvarse mediante la oposición. ¡ No es esto lo que ahora procede!) ; 4. R2R, R1R ; 5. R3D !, R2D ; 6. R3R! (el ocupar junto con la conjugación la casilla «3» es siempre el prin­ cipio del fin) ; 6... R3D; 7. R4R, R3A. La lucha en la zona ha ter­ minado a favor de las blancas, pe199

ro en el estudia quedan aún otros sutiles detalles. Comienza ahora la fase del «des­ bloqueo» y de la promoción de los peones, fase que en cada final pre­ senta facetas distintas. Aquí, el final es el siguiente (no es fácil calcularlo de antemano): 8. R3A, R4D; 9. R3C! (en caso de 9. R4C?, salva la situación 9... R5R); 9... R5D; 10. R4T!, R6A (o bien, 10... R5R; 11. R4C, R6R; 12. R5T, R xP A ; 13. R6C, R4R ; 14. PSTD! y ganan) ; 11. PT x PC !, P x P ; 12. R5T, RxPSC; 13. R6C, R x P6C; 14. R x PAR, ROA!; 15. R5R, P5CD ; 16. P6AR, P6CD; 17. P7AR, P7CD; 18. P8AR=D, P8C = D (ahora el cambio de damas viene forzado) ; 19. D5AD + , R7D ; 20. D2AR + , R6A, 6D; 21. D4D + y gananu . . Examinemos las distribuciones diagonales. 342

El 342 es la más antigua com­ posición sobre el tema que consi­ deramos. Conociendo los dos ejem­ plos precedentes, no presenta ya dificultad alguna el imaginarse las zonas de las ocho casillas. Las blancas ganan si hallándose el rey en 4D pueden jugar P5R, o bien, encontrándose el rey en 3R, pue­ den ocupar 4AR. De esto se dedu­ 200

cen las posiciones de zugzwang R4D-R3AR (1) y R3R-R4CR(2). El camino más corto consta, en total, de dos escaques. La zona de la retaguardia de las blancas es mucho más rica, lo que les permite elegir el momento en que el rey blanco pueda entrar con éxito en la zona principal (donde, por ne­ cesidad, se encontrará mucho an­ tes el rey negro). Sin embargo, la columna TD no puede ser utilizada por las blancas como base de operaciones a causa de su alejamiento del peón inde­ fenso 4R. Supongamos que en el 342 les toca jugar a las negras. Estas hacen tablas moviendo 1... R2C, ocupando inmediatamente la conjugación («5»). Pero pueden también jugar 1... R2T, ya que las blancas no se encuentran en situa­ ción de aprovechar esta «libertad». En efecto, de acuerdo con el sis­ tema de las casillas conjugadas, deberían contestar: 2. R2T, pero resulta que, por la índole específi­ ca de la posición, no todos los es­ caques «afines» son buenos; des­ pués de 2... R2C (amenazando R3A y R4R) es ya francamente mala 3. R3T?, y no hay más re­ medio que jugar 3. R2C (1C, 3C) en contestación a la cual tienen las negras casillas conjugadas que las salvan. A propósito de esto señalemos que después de 2. R2C, las negras no deben pensar en «oposición» alguna y sí fínicamente en las «casillas conjugadas». Pierde, por ejemplo, 3... R3A ?, a causa de 4. R2A! (aprovechándose de que el escaque 7TR se halla muy lejos ; movimiento envolvente); 4... R2A (o bien, 4... R4C; 5. R3A!; a 4... R3C, 2C contestan las blancas con la conjugación mediante 5. R3D, 3A); 5. R2D!, R3A; 6. R2R!, R3C; 7. R3D y ganan. Pero en contestación a 3. R2C se alcanzan tablas moviendo 3... R1T, o bien, 3... R3T (el escaque «1» no subs­

tituye a! «7», aún cuando todo esto es «oposición»); por ejemplo: 4. R3C, RIO (o bien, R3C); 5. R2A, R2T, etc. Es evidente que en un principio las blancas deberán maniobrar, no a lo largo de la columna TD, sino por la primera fila, con tanta más razón que en ésta se apoderan in­ mediatamente de la conjugación. Su juego deberá estar supeditado a dos exigencias: 1) bacer llegar lo antes posible el rey a la zona principal; 2) entrar sin retraso en el triángulo decisivo, poseyendo la conjugación en ambos casos o apoderándose de ella. 1. R1C!, R2C (damos una de las variantes como ejemplo) ; 2. RIA, R3C; 3. R1D, R4C (ahora tienen ocasión las blancas, por vez primera, de entrar en la zona prin­ cipal mediante un movimiento envolvente, es decir, por el mo­ mento sin ajioderarse directamen­ te de la conjugación • una pérdida de tiempo hubiera sido 4. R1R, R3C, viéndose obligadas las blan­ cas a regresar con el rey a ID para, después de R4C, realizar, por fin, la jugada correcta; de esto se de­ duce que la maniobra por las ca­ sillas conjugadas de ningún modo puede ser mecánica); 4. R2A!,R3T; 5. R2D (apoderándose de la conjugación; pero en el caso 4... R3A, este mismo movimiento 5. R2D hubiese tenido el valor de un rodeo) ; 5 ...R4T ; 6. R3A! (6. R2R hubiese resultado de nuevo ser «marcar el paso»); 6 ... R4C; 7. R4A!, R3C; 8. R3D y ganan. (La continuación para nuestros fines no presenta interés alguno.) El método de la conjugación (zo­ na de las ocho casillas) es actual­ mente no sólo el método más sen­ cillo, sino el más seguro cuando deban jugarse finales de este tipo. Examinemos, a fin de comparar, otros métodos. Según el método de las «distan­ cias críticas» (en el caso que con­

sideramos desde «1» y «2»), el escaque 1CR, ocupado por el rey negro, se señala con *2, 3». Para apoderarse de la conjugación, pa­ rece que las blancas deberían ju­ gar: 1. R2C (también «2, 3»), No obstante, esto conduce inmediata­ mente a tablas después de 1... R1T. Es evidente que en este caso no se puede partir de las distan­ cias a los escaques de zugzwang. Pero, por consiguiente, tampoco se puede, en general, hasta que no haya sido determinado en qué ca­ sos y por qué hay que hacer ex­ cepciones. Suscita también dudas el «sis­ tema de coordinadas». En éste las distancias se miden hasta los ejes coordenados, cuyos «puntos de apoyo» son los escaques inaccesi­ bles en el campo de cada uno de los contrican tes. En las negras, por ejemplo, desde el punto 4AR, se toman los segmentos 4AR-1AR y 4AR-4TR; las distancias que se­ paran la casilla 1CR de estos seg­ mentos quedan especificadas me­ diante la anotación «1, 3*. Para las blancas («punto de apoyo» 4R) se toman los segmentos 4TD-4R y 1R-4R. Hay que jugar 1. R1C!, ya que el escaque 1CD tiene como coordenadas «3, 3». Puesto que si una de las cifras coincide, y la otra es mayor o menor en un nú­ mero par de casillas («ley de las dos casillas»), se consigue o se con­ serva la conjugación. A 1... R2C (1, 2) hay que contestar 2. RIA (3, 2). Continuemos la variante: 2...R3C (1, 1); 3. R1D (3, 1), R4C (1, 0); 4. R2A (2, 2). Esto es ya incomprensible y exige explicacio­ nes especiales, pues de lo contra­ rio acaso no se acierte en esta ju­ gada. 4... R3T (2, 1) ; 5. R2D (2, 1), R4T (2, 0); 6. R3A (1,2). ¡In­ comprensible de nuevo! (No obs­ tante, si se juega «según el siste­ ma», hay que seguir 6. R2R (2, 0), R3T (2, 1) ; 7. R2D (2, 1), etc. Sin moverse del sitio. Resulta que 201

el sistema «falla» en los movimien­ ceta no resiste comprobación al­ tos envolventes, a no ser que Jos guna : 1. R2T, R2A (entre los re­ casos en «0» deban ser tratados yes hay un número par de casi­ de forma especial; pero ¿ qué for­ llas) ; 2. R2C, R3A (número ma es ésta?); 6... R4C (1, 0); 7. impar) ; 3. R2A y.las negras deben R4A (0, 2). El mismo «embrollo». rendirse, ya que el escaque 4AR Sin embargo, el final es correcto; es inaccesible y el 2TR está muy 7... R3C (1, 1); 8. R3D (1, 1), y lejos. O bien, examinemos la posi­ ción inicial siguiente : R3D-R3CR; ganan. Para dar aquí fin a esta breve 1. R4A, R2A; 2. R3C, R1C; 3. información sobre el sistema de R2T, R2A (lo correcto es sólo 3... «coordenadas», señalaremos su R2T!) ; 4. R2C y las negras pier­ enorme complicación: 1) en cier­ den de nuevo, lo mismo que en el tas posiciones no se puede deter­ anterior. De acuerdo con la receta minar por dónde deberán pasar propuesta, en la posición R1Dlos ejes coordenados; 2) al pasar R4CR hay que jugar 1. RIA, y si el rey al otro lado del eje, las dis­ 1... R3C, entonces, evidentemen­ En caso de 2... R2C, tancias vienen dadas por magni­ te, 2. R1C. que 3. R1T ? pierde sin nin­ tudes negativas; 3) para explicar resulta género de dudas, mientras que las diferentes particularidades de gún la receta una posición, su autor (Ebersz) correcto. no nos dice qué es aquí ¡o hace uso de numerosos conceptos Lo expuesto nos obliga a acep­ nuevos, abstractos y poco convin­ tar las «zonas de las ocho casillas» centes. Es de suponer que el mis­ como base de la solución de los fi­ mo autor llegó a la conclusión de nales que consideramos, ,sin que la inutilidad del método, o bien, por esto renunciemos a ciertas pro­ de la imposibilidad de terminarlo, vechosas combinaciones auxilia­ ya que cesó de publicar en la revis­ res que se proponen en otros ta la continuación de su estudio. métodos, aun cuando de por sí es­ A pesar de todo, consideramos tos últimos sean defectuosos. que sería prematuro rechazar de Recomendamos que se examine plano tanto el «sistema de coorde­ la siguiente variación de la posi­ nadas» como el «método de las ción 342, ya que pone de manifies­ distancias críticas». Algo hay dé to ciertos aspectos sumamente ins­ cierto y útil en estas teorías. tructivos. Queda aún por examinar el mé­ todo simplificado de solución, «la 342a. V. Bird, 1936 (según Lereceta preparada», similar a la del cocq). Blancas: RíTD, P5AT), 337. Consiste en la recomendación P4D, P3AR, P3TR. Negrasde ocupar en las diagonales de ca­ R1TR, P3AD, P2AD, P5AR, P5 sillas negras la oposición ordina­ TR; ganan las blancas únicamen­ ria (dejando un número impar de te si les toca jugar a las negras; escaques entre los reyes) y situar tocándoles a aquéllas jugar, ta­ los reyes en las diagonales de ca­ blas. Los caminos más cortos son: sillas blancas de modo que entre 4AD, 3D y 3R, 4AR. No sólo las ellos haya un número par de esca­ zonas de las ocho casillas son exac­ ques. Berger (seguramente tenien­ tamente simétricas, sino que lo son do en cuenta las posiciones del ti­ también las zonas de la retaguar­ po 342a), hasta se atrevió a gene­ dia (de igual magnitud). Los reyes ralizar : en las diagonales abiertas, se hallan ya en los escaques con­ aposición ordinaria; mientras que jugados, es decir, en la posición en las que tienen barreras, distan­ de zugzwang. La solución tiene cias pares. Sin embargo, esta re­ dos variantes principales (L 202

R2T, RtC, o bien, 1. R1C, R2T, etcétera) y no contiene nada nuevo. Sin embargo, gana en in­ terés al añadir a las negras un peón en 4TR. Con este «regalo» las negras pierden hasta jugan­ do el blanco el primero. Después de 1. R1C, R2T (siguiendo el es­ píritu del sistema de contestar a un movimiento horizontal con otro vertical); 2. RIA, R3T; 3. R1D, las negras pierden la con­ jugación, ya que el escaque que necesitan, 4TR, es inaccesible, y pierden, por ejemplo; 3... R4C; 4. R2D, R3C; 5. R2A, R4C; 6. R3C ! (movimiento envolvente) ; 6... R4A; 7. R4C!, R3A; 8. R3A, etc. A causa de la barrera en 4TR las casillas en la columna TR han dejado de ser conjugadas. Pero si se traslada el rey negro a 1AR o a 3AR, las negras pueden siem­ pre hallar la conjugación en la zo­ na principal, sin necesidad de la columna TR para maniobrar, al­ canzando tablas si les toca jugar a las blancas. 343

En el 343 la zona de las blancas

Se halla desviada respecto a la

Sona de las negras una columna fia simetría total se había dado (fe hallarse esta zona una columna *»ás a la izquierda). Debido a es­

to, las casillas conjugadas son de colores opuestos. No deja de presentar interés en este caso la determinación de los escaques de zugzwang. Estando situado el rey blanco en 5AD es suficiente contestar con R2R; el rey negro no tiene por qué perder tiempo en desplazarse al escaque 2D. Pero, ¿debe acaso admitirse que a R3R tengan que contestar las negras con R4C ? En este caso el camino más corto para las blan­ cas constaría de tres casillas, > piara las negras de cuatro, lo que traería como resultado el que éstas no pudieran defender sus casillas débiles o punte® críticos (3D y 5CR). Es evidente que desde la posición R5AD-R2R, las negras no pueden impedir la jugada R4AR y deberán contestarla con R4TR. Así pues, los caminos más cortos contienen el mismo número de escaques y en estos caminos se hallan las casillas «1» y €2», a par­ tir de las cuales construimos men­ talmente las zonas principales. La solución no presenta para nosotros dificultad alguna: las blancas ganan moviendo 1. R2T, etcétera; comenzando las negras, éstas alcanzan tablas mediante 1... R1C. Aquí, por cierto, aparece de nue­ vo claramente la insuficiencia del método de las «distancias críti­ cas», propuesto por Bianchetti: los escaques 1AD, ID, IR se ca­ racterizan por las mismas distan­ cias («4, 3»), y los 2D, 2R, por las «3, 2». Por eso, cuando el juego tiene lugar en estas casillas, faltan los indicie® diferenciadores nece­ sarios piara conservar una conju­ gación exacta. En la posición inicial del pro­ blema 344 (V. Leik, 1939),. el rey blanco se halla en 3TD y el peón negro 3D, en 2D. Es indudable que el autor pre­ tendió situar el centro de grave­ dad del problema en la demostra203

344

ción analítica de que las negras ganan, si les toca jugar, del modo siguiente: !... R2C, 1C; 2. R4C (de no contraatacar, las blancas pierden a causa del tiempo de más que tienen las negras) ; 2... R3A, 2A; 3. R5A, R3R (la existencia de esta posición de zugzwang era conocida de antemano; de ella par­ te el sistema de conjugación del cuadrado y el triángulo que aquí opera y cuyos detalles ahora no nos interesan); 4. R4C (no 4... R4C?, R3D); 4... R2R!; 5. R4T! (en caso de 5. R5A, se tiene 5... P3D + , y a 6. R xP , gana 6... R2D; si las blancas no toman en 5D, entra en acción el sistema de las ocho casillas, representado en el diagrama, por ejemplo: 6. R4C, R2D; o bien, 6. R9C, R3R y ga­ nan); 5... R3A!; 6. R4C, P3D (cambiando el sistema de conju­ gación) ; 7. R3A, R3R; 8. R3D, R2D y ganan. Tocándoles jugar a las blancas, el autor se limita a señalar que después de 1. R4C, P3D, se consi­ guen tablas mediante 2. R4T!. El estudio presenta interés como ejemplo del paso de un sistema a otro, así como por las jugadas que se realizan en el primero de estos sistemas; no obstante, nosotros sólo examinaremos la posición que 204

se da después de 1. R4C, P3D (344). ¿ A dónde debe ir el rey blanco para conquistar la conjugación y hacer tablas? Los escaques 3TD, 3CD (lo mismo que los 5TD, 5CD) quedan inmediatamente eliminade«, ya que el rey negro ocupa una de las casillas : la «5« o la «3». Queda únicamente la difícil elec­ ción entre R4TD y R3AD. Uno de estos movimientos salva la situa­ ción ; el otro, la pierde. El color de las casillas («opues­ to» en el sistema diagonal con des­ viación que se considera) habla en favor de 4TD. Sin embargo, no se puede uno fiar de este indicio, ya que tanto R4T como R3A son movimientos envolventes. En favor de 4TD tenemos un in­ dicio más seguro: el rey negro se hallá en el escaque «6»; por otra iarte, la comparación de las casilas del negro 1TR, 1AR, ID, lo mismo que las del blanco 2TD, 4TD, son claros testimonios de la afinidad de «4» y «6». Al comprobar esta conclusión mediante métodos auxiliares, nos convencemos definitivamente de su justeza. Las distancias críticas para el negro R1TR son «5, 3»; y para el blanco 3AD, «2, 1» (esto evidentemente no nos sirve), mientras que para 4TD son «1, 3», es decir, precisamente lo que hace falta (una de las cifras es igual y la otra cuatro unidades mayor). Del mismo modo, por el sistema de coordenadas obtene­ mos: para el negro R1TR, «4, 2» y para el blanco 3AD «1, í» (no sirve); para 4TD, «O, 2» (plena­ mente satisfactorio). «La ley de las dos casillas», com­ prensible en las circunstancias de la oposición ordinaria (la distan­ cia entre los reyes), puede parecer incomprensible al ser aplicada a las distancias críticas. Sin embar­ go, la «paridad» tiene fácil expli­ cación: si uno de los reyes se

Í

baila más cerca que el otro del punto de ataque en una casilla, el otro aún puede equilibrar la si­ tuación, siempre y cuando le to­ que jugar; en cambio, una dife­ rencia de dos casillas no puede sal­ varla con un movimiento. Así, pues, en el 344 se alcanzan tablas con ! , R 4 T !. En cambio, 1. R3A ? pierde, ya que deja es­ capar la conjugación a causa de 1... R1C!, etc. (el mismo síntoma de afinidad #2» y «5»), Esta obser­ vación nos permite, de ahora en adelante, escoger las casillas del movimiento envolvente con ma­ yor seguridad, mejor dicho, con seguridad más fundamentada. La posición del 345, completa­ mente natural por su aspecto, se caracteriza por la singularidad con que se hallan distribuidas las zo­ nas. Los escaques de zugzwang, lo mismo que los caminos más cortos, se determinan fácilmente. 345

En estos caminos se encuentran «1* y «2». Pero ¿por qué al cons­ truir las zonas se han tomado (en calidad de puntos de partida) los escaques inaccesibles 3R y 6R y no 4D y 5AR o cualquiera otra combinación de estos escaques ? Por la sencilla razón de que, en caso contrario, «1 y 2», en ambos

contrincantes, no se encontrarían a igual distancia de sus respec­ tivas casillas de zugzwang. Una vez determinadas las zonas el problema está resuelto: las blancas alcanzan tablas con R2A! (Tocándoles jugar a las negras, éstas no hacen más que acercarse al peón blanco 3AR.) 346

El 346 nos da a conocer un caso interesante. Las posiciones de zugzwang se determinan fácilmente R3AR-R4 CR y R4AR-R4TR. El escaque 3R, désde el que se puede pasar tanto a 3AR como a 4AR, tiene su con­ jugado en el del negro 3CR («2»). Este es uno de los extremos del camino más corto, en el que tam­ bién se halla situado «1» (a R3R4D, las negras se ven obligadas a contestar R3CR-2AR, ya que R3CR-4CR llega tarde). El empla­ zamiento de las zonas principales está ya claro. Pero ¿qué sucede con el otro extremo del camino más corto? A R6A de Jas blancas las negras pueden defenderse con R1D. Sin embargo, después de esto el rey blanco se ve ya obligado a man­ tenerse en el flanco de dama, pues­ to que las negras disponen de un ataque contra el peón 5CD. ¿A partir de qué momento se presen205

ta éste ? Inmediatamente después de las jugadas R5A, R1R, pueden las negras contestar a R4D con R1D, haciendo caso omiso de la conjugación en las zonas. Del mis­ mo modo, en la posición R4ADR1AR alcanzan tablas las negras con R1R. Por consiguiente, las ca­ sillas 4AD (del blanco) y 1AR (del negro) no son conjugadas y quedan fuera de la zona. La solución no presenta ahora dificultad alguna: 1. R2A! (con­ quista de la oposición); 1... RIC; 2. R3A, RIA (atrayendo a las blancas a que cometan el error 3. R4A ?); 3. R2D! (movimiento envolvente y al mismo tiempo úni­ ca forma de acercarse al escaque A4R sin perder la conjugación); 3... R1R! (la mejor jugada, ya que la maniobra en las zonas es completamente inútil; por ejem­ plo: 3... R2A; 4. R2R, R3C; 5. R3R y ganan; o bien, 3... R2C; 4. R3D, R2A; 5. R4D! y ganan ; en la última variante, Grigóriev alargaba en demasía la solución, considerando que la única jugada era 5. R2R). La continuación se aparta de nuestro tema, pero el final es, a su modo, interesante. Las blancas ganan: 4. R3R, R2D ; a R4A, R1A ; 6. R5C!, R2C ; 7. R6C! (7. RxPTR? conduce a tablas); 7... R3C (o bien, 7... RIA; 8. R7C!; »fila principal»); 8. R7A, RxPCD ; 9. RxP7R, P4AD; 10. R x P6R, P5AD; 11. R7A, P6A; 12. P6R, P7A; 13. P7R, P8AD = D ; 14. F8R = D+ y las blancas, después de haber tras­ ladado la dama a 5AR, avanza el peón R. Tocándoles jugar a las negras, éstas, en el 346, alcanzan tablas mediante 1... R2T!, etc. Como conclusión señalaremos un método práctico para jugar en las posiciones en las que el núme­ ro de casillas conjugadas es supe­ rior a ocho, faltando síntomas tan 206

evidentes para la construcción de las zonas como son los puntos in­ accesibles (véase el 347). El hallar le« puntos de zugzwang y el determinar los cami­ nos más cortos no presenta difi­ cultad alguna. En el 347, el rey blanco se halla precisamente en el 347

centro del camino más corto (2, 2). Traslademos con la mente al rey negro a esta misma posición (a 3R). Los reyes se encontrarán en situación de zugzwang, ya que to­ das las casillas de los caminos más cortos se hallan conjugadas unas con otras. Los escaques de la re­ taguardia son también todos con­ jugados, cuando son adyacentes a las casillas del camino más cor­ to. Tomando los emplazamiento« de los reyes como puntos de par­ tida, podemos, utilizando el mé­ todo corriente, construir junto a ellos las zonas de las ocho casillas. De este modo hemos separado el núcleo principal de la masa de las casillas conjugadas. En la reali­ dad, tiene lugar además la conju­ gación 4CD-2D y 4TD-1D, así co­ mo 2D-4AR y 1D-4CR. Puede decirse que ante nosotros tenemos un sistema de doce casi­ llas, siendo éste, al parecer, el lí­

mite posible en el tablero de 8x8, de las blancas 2CD «3, 3» (ley de a causa de las barreras de peones. las dos casillas). No obstante, ante­ Estos sistemas son poco frecuen­ riormente vimos que en este mé­ tes y no hay necesidad de recor­ todo los escaques no tienen una darlos si se utiliza el método prác­ característica de un solo valor, tico que hemos recomendado. Es por lo que pueden producirse erro­ posible que los sistemas de las res; además, la búsqueda de la ocho casillas sean parte (fragmen­ casilla «3, 3» se halla ligada al tos) de sistemas completos de do­ cálculo de las distancias para to­ ce que no tienen cabida en el ta­ das las casillas que la rodean, con blero del mismo modo que los sis­ la particularidad de que estos temas del cuadrado y del triángu­ cálculos (comparativos) hay que lo sean parte de sistemas comple­ realizarlos mientras dure la ma­ niobra (prueben a calcular la exac­ tos de ocho. Después de haber determinado titud de la maniobra con varias ju­ en el 347 el emplazamiento y la gadas de antelación), mientras conjugación de las zonas de las que estando determinadas las zo­ ocho casillas y conociendo, ade­ nas completas de ocho casillas, se más, la conjugación de los esca­ tiene a primera vista la orienta­ ques del camino más corto, podre­ ción que se precisa. En caso de que se diesen posi­ mos , si hace falta, determinar fá­ cilmente en cualquier momento la ciones en las que los caminos más conjugación de varias casillas ad­ cortos posean nn número par de casillas y, por consiguiente, ten­ yacentes. Si el rey negro ocupa «3» (en gan dos puntos medios, éstos pue­ la zona de la retaguardia), las den ser mentalmente representa­ blancas hacen tablas mediante 1. das por *1» y «2», y luego cons­ truir alrededor de ellos las zonas R2C!, etc. A esta conclusión se podía ha­ de ocha casillas. Para otros casos ber llegado también basándose en que se puedan dar, es imposible el método de las idistancias crí­ que no se encuentre una solución ticas» ; éstas, para la casilla de las práctica que corresponda a la si­ negras 2TR, son «5, 3» y para la tuación dada. 4. SISTEMA «T» Este sistema, que se presenta frecuentemente y cuyo nombre propuso Bird, se halla representa­ do en el esquema 348. En el 348, a tres casillas de la fila corresponde una zona en for­ ma de triángulo que puede ser complementada hasta un cuadra­ do (348a). La zona principal de las blancas tiene la forma de una tT». La determinación del sistema «T» no suele presentar dificulta­ des ; pero, a veces, se dan casos complicados. Veamos unos cuan­ tos ejemplos. En la posición original los reyes 207

349

se hallaban en 2D y ID. El des­ plazamiento que hemos efectuado persigue el fin de hacer más visi­ ble las representaciones numéri­ cas en las zonas, y, al mismo tiem­ po, es una pequeña mejora del es­ tudio para el caso en que les toque jugar a las negras. En el 349 se determinan fácil­ mente las conjugaciones: 5D-2D, 5R-2R, 6AR-1AR y, en relación con esto, 5AR-1R. Los escaques 1, 2, 3 son atacados simultánea­ mente por las blancas desde 4R, con el que se halla conjugado por parte de las negras ID. Con esto termina la determinación de las zonas principales. La estructura de la zona de la retaguardia es característica. Las casillas afines se distribuyen en cada columna igual que en la opo­ sición ordinaria, pero si se abar­ can con la mirada las tres colum­ nas a la vez, resulta qjie todos los «3» y todos los «1» se encuen­ tran entrelazados unos con otros por saltos de caballo (2D-3AR-4D5AR y 3D-4AR-5D). Por otro la­ do, a la derecha y a la izquierda de la columna central «R», vemos en cada fila y la alternación 1-3, 3-1, 1-3. Los escaques 2AR, ID, IR, 1AR, no están cifrados, ya que en 208

este caso no son activos en rela­ ción con las posibilidades de con­ traataque de las negras (el peón 5CR!). Señalemos de paso que es­ tando el rey negro en 3R, 2R y IR, no amenaza P3AR, a causa de P6CR. Después de haber determinado las zonas, la solución no presenta dificultad alguna: el rey negro se encuentra en «3» ; por eso las blan­ cas se hacen con la conjugación 1. R2D!, R1D; 2. R2R, R1R; 3. R3A, R2R; 4. R3R, R1R (4... R3R; 5. R4R) ; 5. R4D, R lD ; 6. R4R, R1R; 7. R5A, R2R ; 8. R5'R, R2D; 9. R6A, R1R; 10. R7C, R2R; 11. RxPTR, RIA; 12. R8T y ganan. Tocándoles jugar a las negras: 1.. . R1D! (pero de ningún modo 1.. . R2A ; 2. R2D !, RIA"; 3. R3R ! y ganan) ; 2. R2D, R1R; 3. R2R, RlD; 4. R2A (a esta casilla es afín la »1») ; 4... R2D; 5. R3A, R1R ; 6. R3R, R2R ; 7. R4A, R2I>; 8. R5A, R1R; 9. R4R, RlD; 10. R4D, R Í R ; 11. R5D, R2D; 12. R5R, R2R; 13. R5A, R IR ; 14. ROA, RIA, tablas. 349a. V. Bird, 1936. Blancas: R2D, P5CD, P5CR, P6TR. Ne­ gras : RlD, P3CD, P2AR, P2TR ; ventaja blanca, pero si les toca ju­ gar a las negras es tablas. Las zo­ nas principales son las mismas pero en relación con los cambios en la estructura de los peones en el flanco de dama, las negras pue­ den ahora utilizar las casillas 31), 3R (en contestación a R4D y R4R, y a R4A mover R2D). Además, a diferencia del 349, las negras pue­ den maniobrar con éxito en las casillas 2AD y 1 AD (en contesta­ ción a R3R y R3A), pero única­ mente mientras el rey blanco no esté más allá de la tercera fila. Dan tablas 1... RÍA (IR), etc. Siendo el turno de las blancas, és­ tas ganan con 1. R2R, etc. Estas variantes han sida compuestas so­ bre la base del 349b.

348b. K. Eberz, 1935. Blancas : R1R, P4TD, P5CR, P6TR. Ne­ gras: R1R, P3CD, P2AR, P2TR; !as blancas tienen ventaja. 1. R2D, R1D; 2. R2R, R1A{1R) ; 3. R3A, R2A ; 4. R3R, RIA; 5. R4D, R1D; 5. R4R, R1R; 7. R5A, etc. Es extraordinariamente intere­ sante el que, a pesar de la seme­ janza de las posiciones, el ejem­ plo que se da a continuación tenra otras zonas y exija una forma rompidamente distinta de llevar :a partida. 349c. K. Ebersz, 1939. Blancas; R1CD. P3TD, P5CR, P6TR. Nerras : R! AR, P5TD, P2AR, P2TR; rentaja blanca. Ea zona de las ne­ gras es la misma. En la zona de as blancas quedan sólo 1, 2, 3 en a quinta fila ; .las casillas 4D, 4R rambian su representación por 4, 5 (en lugar de 3, 4) ; las represen­ taciones numéricas restantes no ¡on necesarias. Resulta un sístena del cuadrado y el triángulo con ia cifra complementaria «3» en 5AR (parecida al 328) ; en este raso las blancas se liacen con la conjugación 1. R2A, R2R (1... ?4AR ; 2. PCR x PA, R2A ; 3. R3A ir en caso de 3 .. R3C, se jugaría 1. P7AR!) ; 2. R3D, R2D ; 3. R4R, R3R; 4. R4A, R2D (4.. P3AR; i. P6CR) ; 5. R5A, R1R; 6. R4R! jeste escaque también es «3») ; 6.., 11D; 7. R4D, con lo que la resis;encia de las negras se viene abao; 7... R2D; 8. R5D, R2R; 9. R5R, R1R; 10. R6D!, R1D', 11. R5A, R2R; 12. R4C, R3R; 13. itxPTD, R4A ; 14. R4C, R xPCR; 5. P4TD, P4AR; 16. P5TD, ?5AR; 17. R3A, R5C; 18. R2D y ;1 rey negro es atraído a 7CR, den­ le será jaque al promover el peón rianeo. Nuestro conocimiento del cana­ rio de la estructura de las zonas il variar la colocación de los peoles será aún más completo con el ¡jemplo siguiente:

349d, V. Bird, 1936. Blancas: R2AD, P4CD, P4CR, P5TR. Ne­ gras: R1R, P4CD, P3AR, P3TR; las blancas llevan ventaja. En comparación con el 349a, todos los peones se encuentran una fila más abajo y el movimiento del peón CR en contestación a P4AR ca­ rece de la fuerza1que antes tenía. Por esto el rey blanco ya no puede maniobrar libremente en el fondo de la retaguardia ; la zona de la retaguardia blanca se hace menor. La zona principal de las negras abarca las casillas 3D, 3R, 2D, 2R, y la de las blancas, 4D, 4R. 4AR, 3R. De la zona de la retaguardia de las blancas quedan sólo los escaques 3D («3») y 3AR («I»). Las blancas ganan mediante 1. R2D, R1D (si el rey se encamina a la séptima fila, las blancas se apoderan inmediatamente de la conjugación) ; 2. R2R, R1R; 3. R3A, R2D ; 4. R3R, R3D; 5. R4D, R3A ; 6. R4R, R3D; 7. R5A, etc. Los ejemplos que siguen ilus­ tran el sistema tT» con otras es­ tructuras de peones. 350

La estructura de las zonas en el 350 es la misma que en el 349d. Sería erróneo deducir, partiendo de la posición de zugzwang R5CRR2CR, que las blancas deben ocu209

par la oposición con la jugada 1. R2D. Después de 1... R2R; 2. R3R, R2A; 3. R3A, R2R; 4. R4C, R2A; 5. R5C, R2C, es evidente la inutilidad de las tentativas de re­ girse por la oposición ordinaria. Lo correcto es 1. R2R!, R1R (la entrada en la séptima fila hubiese permitido a las blancas apoderar­ se inmediatamente de la conjuga­ ción) ; 2. R2A, R2A (o bien, .2... RIA; 3. R3C!) ; 3. R3R, R2R ; 4. R3A, R2A ; 5. R4C, R3A; 6. R4A, R3R (o bien, 6 ... R2A; 7. R5R, R2R ; 8. P5CD, PTDxPC; 9. P4 CD) ; 7. R5C, R2A; 8. R6T, R3A; 9. P5CD ! y ganan. 9... PTDxPC (en caso de 9... PADxPC, se tendría 10. P6AD, R3R; ¡1. RxPCR, P4TD; 12. P5TR, P5TD; 13. FCDxPT, P5C!; 14. P7AD, R2D; 15. P8AD =D + , R x D ; 16. P6TR y ganan) ; 10. P4CD, R4A (10... R2A; 11. R7T, v 12. R8C) ; 11. R7C, P4CR; 12. PTRxPC, R x PC ; 13. R7A, R4A; 14. R7R, R4R; 15. R7D, R4D; 16. R7A, R5A; 17. RxPA, R xP C ; 18. R6C, R5T; 19. P6A y ganan. En el ejemplo siguiente la zona de las blancas se extiende hacia abajo hasta el límite del tablero. 35«a. V. Bird, 1936. Blancas: R1D, P2AD, P4AD, P4TR. Ne­ gras : R2D, P4AD, P3CR; superio­ ridad Manca. 1. R1R, R2R; 2. RIA, R2A ; 3. R2C, R3A ; 4. R2A, R2A (o bien, 4...-P4CR; 5. P5 TR1); 5. R3R, R2R; 6. R3A, R2A ; 7. R4C, R3A ; 8. R4A, R3R; 9. .R5C, R2A; 10. R6T, R3A; 11. P3AD y ganan. Al exponer los capítulos ante­ riores hemos tenido ocasión de em­ plear el sistema «T», pero, por ne­ cesidad, en forma «camuflada». Al explicar la posición 255 era prematuro hablar al lector, todavía no preparado para ello, de un sis­ tema «T». Fue preciso recurrir al método simplificado del «encade­ 210

351

namiento» de los triángulos, lo que, no obstante, esclarecía de forma insuficiente la situación en las columnas AD, D y R. Pero si se compara ahora la so­ lución del 255 con las zonas en el 351 (sin perder de vista el obje­ tivo estratégico base de la ma­ niobra), resulta que aquel compli­ cado ejemplo se resuelve de forma sorprendentemente sencilla: 1. R3D, R1C; 2. R4R (atacando a «2 y a 3»); 2... RIA; 3. R4D, R1D; 4. R4A, RIA; 3. R5C, R2A; 6. R5A, etc. Consideremos ahora una posi­ ción con tal entrelazamiento de ca352

sillas conjugadas que la búsqueda del sistema «T* exige una aten­ ción concentrada. En el 352, el autor ha señalada las casillas conjugadas en el cam­ po de las negras mediante seis ci­ fras (en la séptima horizontal, «5, 4 y 1» ; en la sexta, «2 y 3», y en la quinta, «6»), y con estas mismas cifras ha marcado de forma aná­ loga todas las casillas en el cam­ po de las blancas (3AD, «5», 3R, «6», y las dos primeras filas, con «1, 4»), Se obtienen así unas zo­ nas de conjugación en cuya es­ tructura no hay sistema alguno y, en todo casa, nada que se pueda ■recordar para maniobrar en el ta­ blero, privado de señales. Todo esto es comprensible si se tiene en cuenta el estado en que en aquel tiempo se encontraba la teo­ ría. Sin embargo, actualmente, aun conociendo la existencia del sistema «T», no es fácil determi­ nar en seguida el sistema que en este caso actúa. Cualesquiera que sean las cir­ cunstancias, se debe comenzar por determinar los puntos de zugzwang y los caminos más cortos (todos los escaques de los cuales se hallan conjugados unos con otros). Sin dificultad podemos en­ contrar las conjugaciones 3R-4A y 2D-3R, así como la 2R-2AR. Ha­ ciendo caso omiso de las casi­ llas «a», que no forman parte de las zonas, resulta que a la serie 2R, 2D («1» y «2», contando a par­ tir del rey blanco) corresponde a la serie 3AR, 3R de las negras. Los escaques «1,2» pueden ser ata­ cados por las blancas desde ID, IR y defendidos por las negras desde 2R, 2AR. La experiencia adquirida nos indica que la zona de las negras es un cuadrado. Lo único que no sabemos es cómo situar en él «3, 4» ; las distancias críticas no dan respuesta a esta cuestión. Dirigiéndose al escaque siguien­

te del camino más corto, el 3AD, hallamos la conjugación 3AD-2D, y por cuanto 2D-3R nos es ya co­ nocida, se determina asimismo la conjugación 2AD-2R. Esto pone inmediatamente en claro la cues­ tión. Junto a los escaques «1, 2» de las blancas se junta en la misma horizontal una tercera casilla, la conjugada, de la cual se presenta en las negras, en la retaguardia de la línea más avanzada del cua­ drado. Y esto es precisamente lo que caracteriza al sistema «T». La situación de las zonas y las repre­ sentaciones numéricas las vetaos ahora con perfecta claridad. El rey negro se halla situada en «4», y las blancas pueden conquistar la conjugación. De esto se deduce que en la in­ evitable carrera por los «caminos más cortos» las blancas han de re­ sultar vencedoras. La única con­ trachance de las negras consiste en sacrificar, en el momento opor­ tuno, el peón 5CR, a fin de que, después de haberse situado con el rey en 4TD, jugar P5CD. Sólo que este momento del contraataque exige un cálculo exacto, ya que la maniobra de los reyes, cuando la relación de fuerzas por ambas partes ha sido puesta al descu­ bierto, es únicamente cuestión de «técnica» 1. RIA!, R2R; 2. R1R, R2A (situarse en el camino más corto significa perder antes: 2... R3R; 3. R2D, o bien, 2... R2D; 3. R2R, R3R; 4. R2D) ; 3. R1D, R2R; 4. R2A, R2D (més débil es 4... R3R, a causa de 5. R2D, R3A; 6. R3A, R2R; 7. R4C, R2D ; 8. R5T, R2A ; 9. R6T, R1D; 10. R7C, R2D; 11. R6C); 5. R3A, R2A; 6. R2D, R2C; 7. R3R, R3T; 8. R4A, R4T ; 9. R5R!, P5CD; 10. PTD xPC+, R x PC; 11. R6D, R6T; 12. RxPA, R xP T ; 13. RxPD, P6T; 14. P6 AD, R6C; 15. P7AD, P7TD; 16. P8AD = D, P8TD=D; 17. DxPCR y las blancas ganan. 211

En la posición que sigue la zona «T» presenta una forma original. 353

Comparando el 393 con el 19a podemos convencernos de que lo que a primera vista parece una dis­ tribución desordenada de las casi­ llas conjugadas forma en realidad un sistema armonioso. El 213c se basa en un sistema 5.

análogo. Para determinar todas las particularidades de la ma­ niobra, ofrecemos la configuración de las zoüas que se señala en el diagrama. La victoria se alcanza de una forma única que no per­ mite inexactitud alguna. Si se con­ siente que las negras, en cual­ quier instante y lugar, se apode­ ren de la conjugación, las tablas son inevitables.

ALGUNAS OBSERVACIONES Y CONCLUSIONES

En los párrafos anteriores se han dado a conocer los sistemas de con­ jugación principales y más fre­ cuentes. La oposición ordinaria es rela­ tivamente sencilla y hace mucho tiempo que se conoce, pero para dominarla a la perfección es nece­ sario conocer la naturaleza de la columna y de la fila principal, in­ cluyendo el principio del «movi­ miento envolvente» y, cuando esto es necesario, de la «conjugación rectangular». El sistema de las ocho casillas, después de los métodos prácticos de orientación que hemos señala­ do, deja de ser ese «coco» que an­ tes parecía. En resumidas cuentas, es también bastante sencillo, aún 2 12

353a

cuando en él se hallarán sin duda todavía casos particulares intere­ santes y se precisarán detalles ge­ nerales. En lo que respecta al sistema dd cuadrado y el triángulo, que en­ cuentra amplia aplicación en las más diversas circunstancias, no ofrece la menor duda de que debe ser aún profundamente estudiado. En los «encadenamientos» de los triángulos, fantásticos a veces, es difícil orientarse con absoluta cla­ ridad. El sistema de la «T», descu­ bierto por Bird, puede servir de ejemplo de individualización, es decir, de separación en un grupo más o menos independiente de de­ terminadas clases de conjugación. Es indudable que en este punto

Sun posibles otros hallazgos fe­ lices. Acaso la misma denominación de sistema del «cuadrado y el triángulo» haya que consideraría como pasajera. En su sistemati­ zación, Bird reconoce únicamente el sistema del «cuadrado* conside­ rando en él como indispensable la posibilidad de que el rey negro tenga acceso a las cuatro casillas. Sin embargo, no se observa dife­ rencia alguna de principio en la maniobra, cuando una de las ca­ sillas resulta ser inaccesible. He aquí por qué para empezar hemos reunido todos estos casos, inclu­ yendo además la conjugación de los triángulos sencillos en un solo grupo. Bird no pasó de su sistematiza­ ción y descripción de las zonas pri­ mitivas en esencia. Por nuestra parte hemos creído necesario ha­ cer alguna que otra generaliza­ ción, dar indicaciones de carácter práctico y señalar algunas expe­ riencias que suelen generalmente adquirirse cuando se estudia con atención un extenso material que trata de un mismo tema. Hay que ponerse en guardia contra la desmedida afición a sis­ tematizar, que conduce a una su­ cesión de fantásticos y «raros» ca­ sos de conjugación. Se está más en lo cierto partiendo de que existen unas leyes generales de distribu­ ción de las zonas conjugadas, aún cuando éstas pueden sufrir varia­ ciones (o alteraciones) en rela­ ción con las particularidades de la estructura de los peones, o bien, cuando la parte pasiva puede ju­ gar a la contra (véase, por ejem­ plo, el 346). Para que sirva de aclaración a lo dicho, compárense los dos ejem­ plos siguientes: En el 354 (los reyes se hallan situados en 4AR y 2AR) se mues­ tra la zona principal, que caracte­ riza a uno de los estudios de Be-

354

tinsh. Este es un ejemplo entre la infinidad de casos diferentes de las posiciones de zugzwang que se presentan en la práctica. En cada caso, estas posiciones se determi­ nan (se hallan) en el transcurso de la partida. No hay necesidad de basar en no importa «qué siste­ mas» todos los grupitos de casillas conjugadas de este género. Otra cosa es la posición que sigue: 355

Bird da la anotación del 355 (los reyes se hallan en IR y IR) como ejemplo de «sistema raro», convirtiendo este caso poco menos que en una excepción, algo así co213

mo un «caso curioso». Pero, en rea­ lidad, esto no es más que una ano­ tación incompleta de las casillas conjugadas, que, por haber sido insuficientemente madurada, in­ duce a error. Efectivamente, no hay razón alguna que justifique el que no se señale la conjuga­ ción de las casillas 4R-3AR, de­ terminando con esto definitiva­ mente «la línea avanzada»; de acuerdo con esto se determina la conjugación de las casillas de la retaguardia. Las zonas presentan entonces el aspecto siguiente: Compárese con el 335a la solu­ ción de la posición 145 y se verá que la conjugación de las casillas explica fácilmente' todas las va­ riantes. Es más, el esquema 355a da la solución general para todos los posibles emplazamientos de los reyes en la estructura de los peones que se considera. Sólo se 355a

necesita darse clara cuenta de que estos emplazamientos pueden lle­ var en sí {por ejemplo, cuando el rey negro se halla lo suficiente­ mente cerca, o el blanco alejado, de los peones) la posibilidad de nn contraataque, que, como ya sá­ beme», es capaz de hacer ineficaz la conjugación de casillas aisladas (como en el 346) y hasta }a de toda la zona. 214

Por ejemplo: en la posición R2R-R1AR (juegan las negras), en contestación a !... R2C, lo más sencillo es 2. P4TR, pasando al sistema de la oposición ordinaria, en el que la colocación del rey en 2R es equivalente al comienzo de un «movimiento envolvente» ; ga­ na también 2. R3A con la ocupa­ ción de la casilla conjugada. Sin embargo, una mala jugada es 2. R3D ?, a causa de 2... P4TR; 3 . P5CR, PífTR y tablas. Las casillas 3D y 2CR no están conjugadas, mientras que las 3AR y 2CR lo están una con la otra. Del mismo modo, en contestación a R4R no sirve R3D, pero esta misma juga­ da da tablas si se hace en contes­ tación a R4A. En el 355a se produce el sistema de las seis casillas, conjugación ésta que hasta el presente no he­ mos examinado. Para ciertas es­ tructuras de peones, lo caracterís­ tico es que en una de las zonas las marcas «5, 6» se encuentren en orden inverso. Una correcta ordenación de las zonas es de una importancia esen­ cial {es claro que ahora no nos re­ ferimos a los casos en que se co­ meten errores de bulto). Los ejem­ plos 356 y 357 nos servirán para esclarecer este punto.

E n el 3S6 se da la ordenación de B ird, que ve en este caso a n sis­ tem a de «cuadrado». C entrando indebidam ente la atención en no se sabe qué sim etría respecto al p u n to situ ad o en tre (1) la s colum ­ nas, d eja al m ism o tiem po s in des357

357 »

cu b rir todas las correspondencias eil los flancos. Lo correcto es, indudablem ente, la ordenación del 356a, basada en que se está an te un sistem a *T». La d istribución hecha por B ird en el 357 tiene su origen, eviden­ tem ente, en el 324, por cuanto u ti­ liza la representación «5». Lo m is­ mo que en el 356 , las correspon­ dencias en los flancos h an sido ol­ vidadas por com pleto. La ordenacióón que dam os en el 357a (sistem a del cuadrado) nos parece ser m ás correcta. E n ella se descubre con toda precisión la po­ sibilidad de ju g a r en el p unto 3TR («2» y «3» en el flanco se hallan en la oposición y «l» es la casilla de u n ió n ). L as zonas conjugadas en el 355a, 356a y 357a perm iten resolver fá­ cilm ente todas las posiciones del tip o 138, 139 y 144-147. N o debe p asar in ad v ertid o el que en el 357a el m ovim iento de cualquier peón negro obliga a p a­ sar de la oposición a la m aniobra

en «saltos de caballo». L a ju g ad a P4TR trae como consecuencia la transición al sistem a «T» (356a), y el m ovim iento F4CR nos condu­ ce al sistem a de las seis casillas (355a, cam biando los colores). L a elección que hem os hecho de las posiciones 355a-357a (en com­ binación con las 324 y 325), pre­ ten d ía alcanzar un objetivo com­ plem entario y m ás a m p lio : de­ m o stra r ejem plos concretos de la posibilidad, que y a se presen tía, de un nuevo m étodo de explicación de u n a serie de fin ales (por ejem ­ plo, «dos peones contra otro en u no de los flancos»), en el que, an te todo, se estu d ia la estru c tu ra de los peones, con lo que se ab ar­ ca inm ed iatam en te un em plaza­ m iento cualquiera de -los reyes. Cuando este m étodo h ay a sido te r­ m inado, los com plicados estudios de solución in dividual de an tes p a­ sa rá n , sin m ás, a form ar p arte de la categoría de los finales re g u ­ lares. D espués de h aber señalado al­ g u n as perspectivas del posible desarrollo u lterio r de la teoría de la conjugación, vam os a en u n ciar la conclusión m ás im p o rta n te que se desprende de lo que h a s ta el presente hem os exam inado. Sin pretender que esto sea definitivo ni tam poco alcanzar u n a precisión ex tra o rd in aria, se puede form ular la tesis sig u ie n te :

El éxito del ataque, o de la defensa en las posiciones bloquea­ das viene determ inado de an te­ m ano por la posibilidad de ocu­ par y conservar la conjugación en la zona principal. E l objetivo de la maniobra consiste en apo­ derarse de la conjugación en la «línea avanzada» de la zona prin­ cipal. Las consideraciones respecto a lo com plicado del m étodo de las conjugaciones son m u y d ig n a s de ser te n id as en cu en ta. S in em bar­ go, no hay que perder de v ista en 215

n in g ú n in sta n te que m ás com pli­ cado que el m étodo lo son la s po­ siciones a la s que este últim o se ap lica. De m om ento no ex isten otros m étodos p ara resolver estas posiciones. E n lo tocante al m éto­ do en s í, es necesario se ñ ala r que s u aplicación práctica se va sim ­ p lificando y m ejorando g rad u a l­ m ente. L o im p o rta n te es que en los n ú ­ m e r o s « artícu lo s y discusiones dedicados a tr a ta r del m étodo de la conjugación no h a habido n a­ die que h a sta la fecha h ay a podido oponer la m enor objeción seria, ta n to en lo que se refiere a la teo­ ria en sí (lo q u e es perfectam ente com prensible, p uesto que su s p rin ­ cipios son irre fu tab le s), como con­ tr a su s m étodos de aplicación p ráctica (que, m al que nos pese, d ista n a ú n m ucho de se r perfec­ to s). A continuación dam os, puede decirse que el único ejem plo e x is­ te n te , q u e su b ray a, seg ú n piensa su a u to r, los defectos del m étodo, si se tie n e en cuenta su aplicación p ráctica. 358

P a ra poner en claro la co njuga­ ción de las casillas en el 358, el a u to r hizo uso de II (!) letras, su stitu id a s aquí po r ciftas. S eña­ lando como com plem ento cam inos 216

m ás cortos, cosa qu e el a u to r no hizo, vem os claram en te el método que utilizó p ara d eterm in ar las casillas conjugadas. E bersz afirm a que h ay casos en t p e la ocupación de la casilla con­ ju g a d a no resuelve n ad a p o r el m o m e n to ; h ay qu e retroceder con el rey y sólo después dé efectu ar el m ovim iento correcto. Se refiere en este caso a ese estan cam ien to que se produce cuando no se rea­ lizan como es debido los m ovi­ m ientos en v o lv e n te s; de ello se tra tó y a en ejem plos an terio res, y para e v itarlo se dieron alg u n as indicaciones (342, 344). In d u d a­ blem ente, es necesario perfeccio­ n a r el m odo de reconocer las m e ­ j o r e s casillas p ara efectuar el ro ­ deo, pero, en fin de cuentas, la pérdida de un m ovim iento no es ta n de la m e n ta r ; lo im p o rtan te es que, conservando la conjugación en la zona p rin cip al, la victoria no se escapa de la s m anos. Se suele ad m itir, co n tin ú a d i­ ciendo E bersz, que se pueden ev i­ ta r estas ju g ad as innecesarias sí se tien e la precanción de acercar lo m ás pronto posible el rey a los pun to s de a ta q u e ; pero h e aquí u n ejem plo (358) en que, p recisa­ m ente, el acercam iento es in su fi­ ciente, m ien tras la m an io b ra »ale­ ja d a! q u e sig u e a co n tinuación re ­ su lta ser lo que hacía falta. S i en el 358 se ju eg a 1. R 1R , R 3 A ; 2. R IA , R 2 A ; 3. R 2R (acercam iento sin perder la co n ju g ació n ), resu l­ ta que después de 3... R3A , h ay que volver a ju g a r de nuevo 4. R IA , p ara a 4... R2A c o n te sta ' con 5. R 1C ! y se g u ir e l ú nico ca­ m in o correcto que lleva a la vic­ toria, £ A caso h a y qu e deducir de esto tjue la casilla 2R, que se h alla con­ ju g a d a con la n eg ra 4AD, no con­ ju g a al m ism o tiem p o y del todo la casilla «afín» de este ú ltim o 2A D ? L a posición 358 puede ser cotn-

p rendida con m ás profundidad, claridad y sencillez si se hace uso de la técnica m oderna de solución de estos casos, y que, en com para­ ción con la q u e se utilizaba en 1931, h a avanzado considerable­ m ente (véase 358a).

358a

l Cómo hem os llegado a la con­ clusión de que en el 358 tien e lu ­ g ar el sistem a de las seis casillas t La ordenación «1,2, 3» se d eterm i­ n a como de costum bre. E l escaque IR se m a r c a c o n *¡» por las leyes de la o p o sició n ; de aquí se encuen­ tra n los *4* en am bas zonas. Ya nos inclinam os a pen sar que nos encontram os ante el sistem a del cuadrado o de la *T». Probem os m entalm ente a ju g a r: 1. R1R,

cias criticas» p ara am bos reyes (las blancas pierden la oposición). A sí pues, tam poco en el sistem a de «T*. P ero la conjugación estable­ cida «d» nos perm ite y a h a lla r «5», lo q u e se confirm a m ed ian te las «distancias críticas». ¡E s u n s is­ tem a de seis c a s illa s ! De este modo, el ejem plo 358 puso de relieve ciertas d ificu lta­ des prácticas, pero en n in g ú n m o­ m ento puso en tela de ju icio el sistem a. L o que no se puede hacer es achacar la cu lp a a la «teoría» sin an tes hab er estu d iad o a fondo la posición y señalado correcta­ m ente las casillas co njugadas (358a). P ara term in ar, creem os necesa­ rio hacer h in cap ié en lo enorm e­ m ente difíciles qu e resu ltan las p artid as en las posiciones qu e no se h allan bloqueadas por com pleto y conservan u n o u otro g rad o de dinam ism o. A u n cuando y a hem os ten id o ocasión de com entar este ti­ po de posiciones, vam os a e x a m i­ nar dos ejem plos todavía m ás d i­ fíciles.

359

R4A; 2. R2R, R3A ; 3. RIA, R2A.

Nos encontram os en el m om ento crítico. N o tie n e objeto retroceder a 2R, donde el rey acaba de estar sin éx ito a lg u n o ; la casilla 2R no se halla coniugoda con el escaque 2AD y, por consiguiente, lo que tratam os de resolver no es un sis­ tem a del cuadrado (la casilla 2AD no puede, por su afinidad con la 4AD, ser ordenada con «3»). Con­ tin uem os n u estro razo n am ien to : es evidente que no se puede 4. R2A ? (escaque del cam ino m ás corto) ; en caso de 4. R2C ? se tie­ ne 4... R20 con idénticas «distan­

B u el 359, después de 1. P 4T !, se crea una posición en la que «m utuam ente se excluye» el tiem ­ po de reserva. L a d istrib u ció n de las casillas co njugadas viene d ad a en el d iagram a. N o queda otro re217

curso que maniobrar de modo que, sin ocupar las casillas conjugadas, se obligue a hacerlo al adversario, apoderándose entonces de la con­ jugación merced al tiempo de re­ serva. Por ejemplo: !... R2A (en caso de 1... R2T, etc., las blancas se apoderan del peón 2D sin per­ der tiempo en Rx P4D) ; 2. R4T! (a 1... RIA, hubiese seguido 2. R4C !) ; 2... R2R ; 3. R4C !, R3R ; 4. RSC!, R4A (o bien, 4... R2R, 2A ; 5. R4A, R3R ; 6. P5T) ; 5. R5A, R5R ; 6. P5T y ganan. En caso de 1... P3C, la posición queda completamente bloqueda y la ma­ niobra es la normal : 2. R4T !, RIA (sin entrar en la zona principal, ya que el adversario se apoderaría intfrediatamente de la conjuga­ ción) ; 3. R5T, R1R ; 4. R6T !, RIA (o bien, 4... R1D ; 5. R6C, R2R; 6. R7A) ; 5. R7C, R2A ; 6. R6C!, R2R ; 7. R7A, R3R ; 8. R8D, P3D ; 9. PR xP, R x P3D ; 10. R8R, R3R; 11. R8A, R3A ; 12. R8C, P4C; 13. P5T y ganan. 360

realidad ocurre precisam ente lo co ntrario a causa de la am enaza qu e g rav ita sobre las blancas de P4CR. A nte todo hagam os n o ta r que p ara llegar h asta el peón negro 218

2TI) al rey blanco le falta u n tiem ­ po, por ejem p lo : 1. R 6A (7A ), P 4 C R ; 2. R7C, P5CR, etc. N o queda, pues, o tra solución que m a­ niobrar en el centro, in te n ta n d o m an ten er en él el eq u ilib rio , ya que por ahora no se ve la p osibi­ lidad de que. m erced a u n a cir­ cunstancia cu alq u iera, este tiem po se encuentre. E s evidente que el rey blanco debe m anten erse en el cuadrado del peón negro 4TR (por ejem plo, en 5D. 4D, 3D ), pero a l m ism o tiem po h ay que estar preparado p ara el caso en qu e P 4 C R ; P4TR x P C , R1CR-2AÍ2C) no perder el peón 5CR o, en ú ltim a in stan cia, si a pesar de todo las n eg ras crean la posición R4CR, P4TR , encon­ tra rse en situación de ocupar con el rey la casilla 3C R Í3T R ) y d e­ fenderse de acuerdo con la reg la que y a conocemos, ex p licad a en el 151 (si el rey n egro ataca al peón 5CD, h ay que to m ar el peón 4TR y d irig irse sin p erd er tiem po al escaque 1AD). D e lo dicho se des­ prende que a R 2A R (2C R ) h a y que rep licar con R 5 R (4 R ). T,a posibilidad de ju g a r en el flanco que acabam os d e ex am in ar (con su sistem a específico de casi­ lla s co njugad as), se com bina con la posible m aniobra en el centro, al lado de las casillas críticas 5D, 5R, 5A R (sistem a de oposición or­ d in a ria en las colum nas D -A R ). L a e x tra o rd in aria com plejidad de la posición 360 es debida fu n d a­ m entalm en te a qu e estos dos sis­ tem as de conjugación se en tre la­ zan. S in lleg ar a señ alar por com ple­ to en el d iag ram a la conjugación sim ple 4D-3D y 4R-3R (b asta con m arcar los p u n to s), nos d eten d re­ m os en la conjugación 4AR-3AR, que se form a en la i n t e r s e c c i ó n de las dos sistem as. E sto es la posi­ ción p rincipal de zugzw ang (para las blancas 1... P 4 C R + ; 2. P T x PCR + , R3C ; 3. R3C es inofensi­

vo, pero pierde con I. R4R , F 4 C R ; 2. P T R x PC + , R x P C R ; 3. R3A , a causa de 3... R4A, etc.}. P a rtie n ­ do de aquélla se d eterm in an «los triá n g u lo s» : a i . . R2A se puede co n testar, de no considerarse 2. R3A como evidente, sólo con 2. R5R («2»), pues de lo contrario las negras se apoderan de la opo­ sición. Bien es verdad que después de 2... R2R, las n egras se hacen ta m ­ bién con la oposición, pero y a es i n ú t i l a causa de 3. R5D. Salva a la s blancas el sig u ien te detalle tá ctico : si 3... R3A, se tien e 4. R6A f, etc., y a que después de 4... P 4 C R ; 5. P T x P C R + , la s negras se ven precisadas a perder un tiem po a c a u s a d e l jaque, y las blancas alcanzan ya a prom over el peón a dam a. U na vez «2* determ inado, se ha­ lla el «3»; los escaques 5D y 1CR son «i». A hora no ofrece la m enor d uda el que la s casillas 5D y 5R aseg u ran a las blancas la conjuga­ ción, cualquiera que sea la posi­ ción del rey negro en los escaques com prendidos en tre 2AD y 2 A R ; con estas casillas ( en el orden de cosas de la oposición ordinaria) están tam bién conjugados los escaques blancos en la tercera fila. De este modo, queda determ inada toda la red de la conjugación (po­ dem os hacer caso om iso del flanco de dam a, ya que a R3C les basta a las blancas con rep licar R 4A ). A hora, la solución es fácil de com prender: 1. R 5D !, R 2 A ; 2. R 5R , R 2 R ; 3. R5D, R2D (3... R3A ; 4. R6A) ; 4. R5R , R2A ; 5. R 5 D !, R 3C ; 6. R4A , R2C (ó... R 4 T ; 7. R5A, R 5 T ; 8. R4A) ; 7. R5A, R1C ; 8. R4A, R I A ; 9. R4D !, tab las. O b ie n : 1... R 2C ; 2. R 4R !, R 3A ; 3. R4A, R 2 R ; 4. R 3R !, ta ­ blas. 360a. K ru tia n sk i - Z agorovski, Moscú, 1952. B lan cas: R5D , P5CD, P4TR . N e g ra s: R 2R , P3CD , P3 CR, P 4 T R ; juegan las negras. A

diferencia del 360, uno de los peo­ nes negros se h a lla , no en 2TD, sino en 3CD, con lo que la defensa de las blancas y a no puede b asar­ se en la regla del 151 (en caso de P 4C R ; P4TR x PC , la pérdida del peón 5CR es d esastro sa p ara las M aneas). E n v ista de esto, aq u í no h a y ni siq u iera sem ejanza con las zonas de conjugación del 360. L as negras no pueden ju g a r inm e­ diatam en te 1... P4CR ?, a causa de 2. PT R x PC, R2A ¡ 3. R5R , R 3C ; 4. R4A (la única posición de zugzwang recíproco que en este caso es p o sib le), lo m ism o qu e 1... R 3A ?, pues seg u iría 2. R6A, desoués de lo cual 2... P4CR trae co­ m o consecuencia la pérdida de u n tiem po im portan te. E n la p a rtid a se ju g ó : 1... R 2 A !; 2. ROA (en caso de 2. R5R , seguíñ a 2... R 2C !, o b ligando a l rey blanco a desalo jar el único esca­ que ap to p ara la d e fe n sa; por e je m p lo : 3. R4R, R 3 A ; 4. R4A , P 4C R + ; 5. PTR x PC f , R3C, con lo que las blancas se en cu en tran en z u g rw a n g ) ; 2 ...P 4 C R ; 3. R x PC D , P C R x P T ; 4. R5A (para cualquier otro retroceso del rey , las negras cam bian las dam as después de haber llegado los peones a la prom oción) ; 4... R 2 R ! (5. P6CD, R 2D ). L as blancas abandonan. La d erro ta del blanco en el 360a es debida a que con ta s casillas 2AR y 2CR de las n eg ras está con­ jug ad a únicam en te la 5R de las blancas. N. G rígóriev hizo co n star en 1922: «Pueden ponerse como ejem ­ plo infinidad de posiciones, com en­ zando por las más elem entales y term in an d o con las m ás com pli­ cadas e incom prensibles, que se re­ suelven cum p lid am en te aplicando el m étodo de la conjugación. L a ta re a ac tu al consiste en sus­ titu ir los m étodos de l a b o r a t o r i o de an tañ o por m étodos p r á c t i c o s . E ste proceso se en c u en tra actu al­ m ente en pleno desarrollo. 219

CAPÍTULO

VIII

FINALES DE MUCHOS PEONES Un peón de más en los finales que comenzamos a considerar repre­ senta una seria ventaja, suficiente en la mayoría de los casos para ase­ gurar la victoria. Sin embargo, esto sólo es así cuando los peones no hayan perdido su valor (posiciones bloqueadas, peones doblados, etc.), y el contrincante no tiene una posición preponderante que compense el peón de menos. Generalmente, no cuesta trabajo aprovechar la superioridad de una posición cuando el adversario es manifiestamente débil. No obstante, son también numerosos los casos en que la debilidad de la disposición de los peones se encuentra en estado más o menos latente y, en primer lugar, se hace necesario ponerla claramente de manifiesto; en otros casos, hace falta aumentarla; y, a veces, crearla. Por el métodr a seguir para realizar la ventaja, los finales que con­ sideramos son la mayoría de las veces de maniobra y con menos fre­ cuencia de combinación; pero no es raro el caso en que se precisa compaginar ambos métodos. Para la preparación de los ajedrecistas tiene gran importancia conocer ejemplos tomados de partidas reales y estudiar los procedimientos específicos que se utilizan en los finales de muchos peones para conseguir la victoria o alcanzar tablas. I,a mejor base para poder trazar planes individualmente es conocer la ma­ teria en toda su extensión (las diversas estructuras de peones), así como una serie de modelos prácticos de realización de la ventaja. De nuestra selección hemos excluido los ejemplos más sencillos, que no precisan aclaraciones especiales. En el capítulo, el material ha sido distribuido siguiendo un orden temático, haciendo la salvedad de que si en muchos finales se puede determinar el predominio de un tema cualquiera, éste suele aparecer más o menos mezclado con otras ideas estratégicas. Esta salvedad hecha, y teniendo en cuenta que hasta una siste­ matización convencional es preferible a la falta absoluta de sistema, hemos creído oportuno reunir el material en tres grupos: 1) algunos procedimientos técnicos; 2) ventajas y desventajas de posición en la distribución de los peones; 3) ejemplos de la lucha de maniobra por las casillas clave. 220

. ALGUNOS PROCEDIMIENTOS TECNICOS

Entre los procedimientos técnicos de lucha más importantes se cuen­ tan los siguientes: a) Minar la posición contraria a fin de quebrantarla y crear en ella puntos débiles; b) sacrificio de peones, tanto para obtener un peón pasado {ataque de peones) como para conseguir una incursión del rey. En los finales 381 a 365, se dan a continuación, una de las partes tiene (o alcanza rápidamente) un peón de más. La realización de la ventaja ma­ terial de las negras en el 361 se complica un tanto debido a que el adversario dispone de un peón pa­ sado protegido. 361

Alekhine ganó del modo si­ guiente: 1... RSC; 2. P6D, P7CR; 3. R2A, R6T; 4. P7D, P6R + !; 5. R3A, P8C = D ; 6 . P8D = D, D7 AR+ ; 7. R4R, ” 7R, etc. Grigóriev dio a conocer otro mo­ do de conseguir la victoria en el que las blancas no llegan a pro­ mover su peón a dama. La solu­ ción consiste en suprimir todos los peones del flanco de dama minando sistemáticamente la dis­ posición de los peones blancos. Es­ te es uno de los procedimientos de lucha más importantes en los fi­ nales de muchos peones. 1... R4R ; 2. R2R, R3I); 3. R3R, R2A ; 4. R2R, R2C; 5. R3R, P4TD (o bien, 5... P3TD); 6. PCD x

PT+, R xP T ; 7. R2R, R2C! 8. R3R, R2A ; 9. R2R, R3D ; 10. R3R, P4CD ; 11. PADxPC, RxPD , et­ cétera. 362

En el 362 el peón 3TD no tiene salvación; pero las blancas, ata­ cando en el flanco opuesto, hallan un modo interesante de salvarse. 1. R4R, R xP T ; .2. P5AR !, PCRxPA+ (amenazaba 3. PAR xPC, PTRxPC; 4. P5TR) ; 3. R x P5AR, P4TD ; 4. RxPA, P5TD ; 5. R7C ! (no 5. P5CR ?, R5C; 6. P5TR, P6TD ; 7. P6CR, x'TR x PC ; 8. PTR x PC, P7TD ; 9. P7CR', P8TD=D+ y ganan) ; 5... R5C ; 6. R xPT, P6TD ; 7. P5CR. P7TD ; 8. P6CR, P8TD=D; 9. P7CR (esta posición es de tablas) ; 9... D2TD ; 10. R8T, D5D; 11. P5TR, D3AR ; 12. R7T, D4AR+ ; 13. R6T!, D3AR+ (o bien, 13... D2AR ; 14. P8CR = D!, DxD, rey 221

ahogado) ; 14. R7T, D2AR ; 15. P6TR, R4A ; 16. R8T, tablas. 363

RITR, P3AD, P2D, P2CR; tablas. R4C, R1C; 2. R5A, R2A ; 3. R6D, R1R!; 4. P5AD, R1D; 5. P6AR, PCR x PA, rey ahogado. 363c. S. Zhiguis, 1930. Blancas : R2R, P2D, P5CR. Negras: R1CD, P3D, P2R, P2TR; tablas. La mis­ ma idea táctica que en el 363b, pero en una situación más compli­ cad a. 1. R3A, R2A; 2. R4C! (2 R4A ?, R3A; 3. R5A, R2D; 4. P3D, P4D y ganan); 2... R2D! (2... R1D ? ; 3. R5T); 3. R5A ! (3. R5T?, R3R; 4. R6T, R4A) ; 3. R1R; 4. R6R, RIA; 5. P3D !, R1R ; 6. P4D, RIA; 7. P5D, R1R; 8. P6CR, PTR x PC, rey ahogado.

_En el 363 (tomado de una par­ tida de un torneo celebrado en la Alemania Oriental en 1946), des­ pués de 1. R3D !, R x PTD ; 2. R4A, es evidente que el blanco tiene tres tiempos de peón de reserva, que son precisamente los que hacen falta para no dejar salir al rey negro de su prisión: 2... R6T; 3. R3A, P5TD ; 4. P3TR!, R7T ; 5. R2A, P6TD ; 6. P4TR, P3TR ; 7. P5TR, tablas. Este mismo pensamiento de aho­ ra al rey en el ángulo 1TD es la clave de la posición siguiente: 363a. Blancas: R4D, P3TD, P5D, P5AR, P2CR, P4TR. Ne­ gras: R4CD, P4TD, P3D, P3AR, P2CR, P3TR ; juegan las blancas. 1. PSTR!, R5T; 2. R4A, R xPT ; 3. R3A, P5TD ; 4. P3CR, etc. El rey ahogado se da poco en la práctica y sirve de procedimiento técnico de lucha sólo en algunos casos excepcionales, a pesar de lo cual este tema ha sido y es am­ pliamente tratado por los problemistas. A continuación damos al­ gunos ejemplos: 363b. A. Troitski, 1923. Blan­ cas : R3TD, P4AD, P5AR. Negras :

363d. H. Rink, 1912. Blancas: R2AR, P2R, P4TR. Negras: RS TR, P3D, P5CR, P2TR; tablas. 1. R3C, P4TR; 2. P4R!, R8C; 3. P5R, PDxPR, rey ahogado. 363e. A. Kovalenko, 1927. Blan­ cas : R7CD, P2R, P2AR. Negras: R4TD, P5R, P5AR, P4AR; tablas. 1. R6A, R5C; 2. R5D, R6A; 3. R5R, P6R; 4. RxP5AR!, PRx PA; 5. R3R, P8AR = D, rey aho­ gado (o bien, 5... P8AR=A; 6. R4A, A6TR; 7. P4R, tablas). 3631. T. Gorgufev, 1929. Blan­ cas: RITR, P4TD, P5CD, P6CD. Negras: RITR, P4TD, P2CI), P3D ; tablas. 1. R2C, R2C ; 2. R3A, R3A ; 3. R4R, R3R; 4. R4D, P4D ; 5. R5A, R4R, rey ahogado. 363g. T. Gorguíev, 1929. Blan­ cas: R4TD, P2D, P7R, P2CR. N e­ gras: R2AR, P6D, P3AR, P6CR ; tablas. 1. R5C! (no 1. R4C ?, P4 AR!; 2. R4A, P5AR; 3. RxPD. P6AR; 4. R3R, PAR x PC v g a ­ nan) ; 1... P4AR; 2. R6A, R xP R ; 3. R5D (maniobra dé Retí, 71); 3... R3A; 4. R4D, P5AR; 5. R4R, R4C; 6. R3A, R4A, rey ahogado. En el problema que sigue, las blancas evitan que el adversario ahogue a su propio rey :

363h. I. Kreicliik, 1908. Blan­ cas. R8R, P3CD, P4AD, P5AD, P4TR. Negras: R2CD, P2TD, P5CD, P3AD; ganan las blancas. 1. R7D! (no 1. P5TR ?, R3TD, si­ guiendo R4TD y P2TD-3TD, rey ahogado); 1... R3T; 2. RxPAD, R4T; 3. R6D, P3TD; 4. P6AD y ganan. A veces se da el mate con peones (antes de su promoción): 363i. A. Galitski, «Stratezhi», 1900. Blancas: R3CR, P2TR, P4 TR. Negras: R4TR, P3CR, P4CR, P3TR; las blancas ganan (mate en 4 jugadas). 1. P3TR, PCR x PT+ ; 2. R4A, P4CR+ ; 3. R5A, P5CR ; 4. PTR x PC+ + . Esta di­ vertida miniatura que ilustra cla­ ramente la idea del zugzwang, ha servido de modelo para infinidad de coinposi dones del mismo géne­ ro. Lo curioso del caso es que estas últimas salieron generalmente a la luz como «final de una partida jugada hace poco (?) en... (el nombre de una ciudad cualquie­ ra», pera siempre sin indicación de auiénes fueron los jugadores. 38«

que se considere amenaza 1... P4 AR, lo que evidentemente conduce a tablas. De ahí el que las blancas recu­ rran a un procedimiento caracte­ rístico: al sacrificio de un peón. a íin de facilitar la incursión de su rey y proporcionarle el espacio suficiente para maniobrar. Después de 1. P5AR+ !, decide la partida el distraer al rey negro gracias al peón pasado mas sepa­ rado de las blancas; por ejemplo: 1... RxPA íl... R4C; 2. P6AR) ; 2. P4TR, R4R (o bien, 2... R3C; 3. R4C, R3T; 5. P5TR, etc.); 3. R4C, P3AR; 5. P5TR, R3R; 5. P6TR, R2A ; 6. R5A, y ganan. 364a. B. Horwitz, 1879. Blan­ cas: R6TR, P3AD, P4D, P5R, P4AR. Negras: R1D, P4D, P2R, P2AR, P4AR ; ventaja blanca. (Amenaza 1... P3R y tablas ; sin embargo, 1. P6R ? es prematuro a causa de 1... PA RxPR; 2. R7C, R2A !, tablas.) 1. R7C, R1R; 2. P6R!, PA RxPR; 3. R8C, R1D ; 4. R8A, R2D ; 5. R7A, R3D ; 6. R8R, P4R ; 7. PD xPR + , R3R ; ». R8A, R2D ; 8. R7A y ganan. 364b. Schpiss - Bürger, Berlín, 1905. Blancas: R3CR, P3TD, P4 CD, P2AR, P3AR, P3TR. Negras: R4AR, P3TD, P4CD, P4CR, P3TR; juegan las blancas. 1. P4 AR!, PCRxPA + ; 2. R4T!, R5R; 3. R4C, P6AR (o bine, 3... P4 TR+ ; 4. RxPT, R6A; 5. R5C) ; 4. P4TR, P4TR +; 5. RxPT, R4A; 6. R6T, R3A; 7. P5TR y ganan.

Los peones doblados de las ne­ gras en el 364 (K. Rotlender, 1893), significan en realidad que las blancas tienen un peón de ven­ taja. Ahora bien, en el instante

364c. Scheve-Valbrodt, Berlín, 1891. Blancas: R3CR, P2CD, P4CD, P2AR, P3AR, P2TR. Ne­ gras: R4CR, P3CD, P4R, P2AR, P3CR ; juegan las blancas. 1. F5 CD, P4AR ; 2. P4AR+, R3A (o bien, 2... P R x P A + ; 3. R3A, R3A ; 4. R x PA, P4CR+ ; 5. R3C, 223

siguiendo 6. P3TR y 7. P4AR); 3. PARxPAR + , R x P ; 4. R3A, F4 CR ;5. R3R, R4D ; 6. P3TR, R4A ; 7. P4AR y ganan. Después de 1. P5CD, a las negras no las salva ningún otro movimiento; por ejem­ plo: 1... R4T; 2. P4AR !, P5R ; 3. F5AR1, P4CR; 4. P3TR, P3AR; 5. P3CD, R3T; 6. R4C, R2C; 7. P4TR y ganan; o bien, i... R4A; 2. P4TR, P4CR (2... P5R; 3. P4AR) ; 2... P3AR; 3. P3CD) ; 3. P9TR, P3AR; 4. P3CD, R3R; 5. R4C y ganan. 3644. Pirc-Alatortsev, Moscú, 1935. Blancas: R3D, P3TD, P2CD, P4D, P4AR, P2CR, P2TR. Negras: R3D, P2TD, P3CD, P2AR, P4AR, P3CR, P2TR; juegan las negras. (El peón pasado en el centro no es tan fuerte como en uno de los flan­ cos, por cuanto no obliga al rey contrario a distraerse. El sacrifi­ cio del peón 4D es también inútil, ya que las blancas no consiguen apoderarse de la casilla 4AD). 1... R4D; 2. P4TD, P3TD; 3. P3CD (o bien, 3. P4CD, P4CD!); 3... P3AR; 4. P4TR, P3TR; 5. P3CR, P4CR; 6. R3R, PCRxPT; 7. P x P , P4TR; 8. R3D, P4CD!, y la partida termina en tablas a causa de 9. PTDxPC, PTDxPC; 10. R3R (10. R3A ?, R5R); 10... R3D (3A, 3R), etc. 365

224

La realización del peón de más, pero doblado, del 365 (posición po­ sible de una variante de la partida Fine - Reshewsky, Nottingham, 1936), ofrece dificultades. Las ne­ gras trasladan su rey al centro, im­ pidiendo así a las blancas hacerse con el escaque 6D y realizar el avance P4R, P4AR, P4CR, segui­ do de P5A, a fin de liberarse de los peones doblados. Fracasa también el intento de las blancas de irrumsr con el rey a través de la casia 5CR, ya que las negras juegan P3TR. De ahí que las blancas de­ ban esforzarse en continuar debili­ tando la posición de las negras, centrando sus tiros contra el peón avanzado 3CR. Fine nos da a conocer el intere­ sante análisis que a continuación se expone: 1... RIA; P4TR, R2R ; 3. R2C, R2D ; 4. P5TR!. R3A Í4... PCR x PT ; 5. R3T, R3A ; 6. R4T, R4D; 7. P4AR) ; (4... P4CR; 5. P4CR, R3A; 6. P4AR!, R4D; 7. 7. R3A, R5D; 8. P6TR, R4D; 9. P3R, PCR x PA ; 10. R x PA I, R ~ ; 11. R5C y ¡2. R6A) ; 5. PTR x PC, PAx P (peor és 5. P T x P a cau­ sa de 6. P4AR, R4D; 7. R3A, continuando luego R-4C-5C y R6A, mientras que si el rey negro se halla en 2R, seguiría P4R, R6A y P9AR) ; 6. P4AR, R4D; 7. R3A, R5D; 8. P4CR, P4CR (o bien, 8... R ~ ; 9. R3R, continuando después R3D, P4R y P5AR; o bien, 8. P3TR ; 9. P3R + . R4D ; 10. R2R !, R5R ; 11. R2A, P4CR ; 12. R3C ! y ganan) ; 9. PARxPC! (a simples tablas conduce ahora 9. P3R + , R4D; 10. R2A, R5R; 11. R3C, P3TR!; por ejemplo: 12. P5AR, RxPSR; 13. PARxPR, R xP R ; 14. R3A, R4R!, etc.) ; 9... R xP R ; 10. R3R, R4D (o bien, 10... R3D ; 11. R4A, R2R; 12. P6CR!, PTRx PC; 13. R5C, R2A; 14. P4R, R2C; 15. P5R, R2A; 16. R6T) ; 11. P6 CR!, PTRx PC; 12. R4A, R5D; 13. R5C, R6R; 14. RxPCR y ganan. Pasando a considerar los finales

S

ccn piezas iguales (en la mayoría de los casos), continuaremos el examen de aquellos ejemplos en que el principal procedimiento téc­ nico continúa siendo minar la dis­ posición de los peones enemigos; hasta ahora sin embargo, los rom­ pimientos de línea desempeñan un papel insignificante (366 y 367).

R2C, P3CR (4... R xP T ; 5. P3A) ; 9. P3AR-Ì-, PR x PAR + ; 6. R2A, RxPTR ; 7. Rx PAR ; o bien, 3... R xP T ; 4. P3AR !, PR xPA ; 5. P4R, R5C ; 6. P5R, R4A ; 7. R2A, etcétera. 367

En el 366 (Esser-Davidson), la posición del rey negro es muy fuer­ te, mientras que el rey blanco no ha tenido tiempo de ocupar el esca­ que 1AR. Le ahí el que el momen­ to sea el más favorable para el moviniieiu 1... P5AR. En contesta­ ción a esto, en la partida se jugó: 2. PCRxPA (no 2. PRxPA ?, a causa de 2... P6R; 3. PARxPR, R xPR - el peón 3CR -ueda inde­ fenso) ; 2... R5CR; 3. R2R ?, P4 TR! (no se puede contestar inme­ diatamente con 3... R x PT, debido a 4 P3AR y tablas) ; 4. RIA (ahora El flanco de dama de las negras en el 367 se viene abajo rápidamen­ te : 1. R5D, R2R ; 2. P4TD, P4TD después de esta jugada sólo queda preparar P4CD) ; 3. R4D, R2A (3... P3TR; 4. P3CD) ; 4. R3A, R2R; 5. P4CD, R2A (no sirve 5... P4D, a causa de 6. PCD x PT, re­ presentando para las negras idén­ tica catástrofe tanto 6... PCD x PT; 7. P5AD, como 6 . . . R3D; 7. P6TD, R xP A ; 8. PADxPD + ); 6. PCD x PT, PCD x P T ; 7. R4D (también se puede contestar inme­ diatamente 7. P5AD) ; 7... R1R; 8. R5D, R2A y en este mismo mo­ mento las negras abandonan. Pudo haber seguido: 9. P5AD, PD x PA (o bien, 9... R2R ; 10. PADxPD + , no da resultado 4. P3AR +, PR x PD x PA ; 11. P7AD, etc.) ; 10. R x PA+ ; 5. R2A, a causa de 5... P3 PA, R2R; 1!. R5D, R2A; 12. R4A CR) ; 4... R xPTR ; 9. R2C, R5C ; (ganancia de tiempo característi­ 6. R2T, R6A; 7. R1C, P5TR, y las ca; véase el 333) ; 12... R2R; 13. negras ganaron la partida gracias R5A, P3TR; 14. R5D, R2A; 15. R4A, R2R; 16. R5A, R ~ ; 17. al peón pasado. En 1926, Reti indicó que después R5C, y ganan. Entre los procedimientos técni­ de 1... P5AR; 2. PCRxPA, R5C, se alcanzan tablas mediante: 3. cos de llevar la lucha ocupa un lu­ RIA ! ; por ejemplo: 3... P4TR ; 4. gar destacado el ataque de peones, 366

225

es decir, el sacrificio de uno o va­ rios peones a fin de abrir a otro el camino a dama. Los ejemplos más antiguos se basaban fundamentalmente en los esquemas de distribución de los peones que se dan a continuación (368 a 371) 368

370

371

369

El 370 representa una posición de mucha mayor importancia prác­ tica. Después de 1. P5CD (tam­ bién se puede 1. P5AD); 1... PTD x PC; 2. PAD x PC es inevitable ; 3. P6TD; cualquiera que sea el peón que se juegue en lugar de 1.. . PTDxPC, las blancas consi­ guen un peón pasado. Si se ad­ mite que en contestación a !. P5 CD, las negras realizan un movi­ La posición representada en el miento cualquiera en el flaneo de 368 la publicó por vez primera rey, las blancas continúan 2. K. Cücio en 1766. Como ya es sa­ P5AD, o bien, 2. P6CD, e indefec­ bido, el rompimiento se realiza sa­ tiblemente consiguen que uno crificando dos peones: 1. P6CD!, cualquiera de sus peones alcance PTDxPC; 2. P6AD, PCDxFA; la promoción. En este caso, a las 3. P6TD (o bien, 1... P4Ax negras no las salva ni siquiera el PC; 2. P6T, PC x P ; 3. P6AD). ser mano (1... P3CD; 2. P5CD!, o Tocándoles jugar a las negras, bien, 1... P3AD, 2. P5AD, lo mis­ éstas evitan las brecha median­ mo que 2. PD x PA y 3. P5CD). te !... P3CD (pero de ningún modo 1... P3AD ? ; 2. P6TD!, etc.). 370a, Tomado de una partida. En el 369, las blancas abren bre­ Blancas: R2R, P2TD, P2CD, P3R, cha moviendo un peón cualquiera, P5R, P4AR, P5CR, P5TR. Ne­ ya sea mediante 1. P6CD, o bien gras: R4AD, P2TD, P4CD, 1. P6AD, etc., lo mismo que en el P5AD, P3R, P2AR, P2CR, P3TR; 368, ya jugando 1. P6TD ó 1. P6D; juegan las blancas. 1. P4R!, ahora bien, en este último caso R5D; 2. P5AR, RxP5R (o bien, ambas jugadas deberán realizarse 2.. . PR xPA ; 3. P6CR) ; 3. P6AR, una detrás de la otra: 1. P6TD, PCR x PA ; 4. PCR x PT y ganan. PCD x PT ; 2. P6D, PAD x PD ; 3. En el 371 es también posible P6CD(6AD), o bien, 1. P6TD, P3 abrir brecha : 1. P5R, PD xPR ; 2. CD ; 2. P6D, PAD x PD ; 3. PAD x P5AD, PCD x PA (de lo contra­ PC. Las negras no pueden impe­ rio, 3. P6D) ; 3. P6D, PAD x PD ; dir, jugando uno cualquiera de sus 4. P5TD, etc. peones, que rompan sus líneas. La brecha se consigue abrir 226

una jugada antes si el peón negro 2TD se halla en P4TD. 371a. C. Salvioli, 1887. Blan­ cas: RIAD, P4D, P5R, P4AR, P5CR, P4TR. Negras: R5CD, F3TD, P3R, P2AR, P3CR, P2TR; juegan las blancas. Da solución del autor e s : 1. P5D, PR x PD ; 2. P5AR, PCR x PA (en caso de 2.. . R4A se tiene 3. P6AR! y 4. P6R) ; 3. P6R! (no 3. P5TR ?, R4A!; 4. P6R, R3D! y ganan) ; 3.. . PAR x P R ; 4. P5TR, P5AR ; 5. P6CR, P6AR; 6. R2D y ganan. Salvioli hizo la salvedad de que en caso de haber un peón en 3CD o en 2CD serían tablas, pero ha­ llándose el peón negro en 3TD, las blancas «ganan fácilmente» si se. da 1. P5D, R4A; 2. P6D. En realidad, como se demostró en 1937, no pueden ganar, ya que a R5TD pueden replicar siempre las negras con R2CD. ¡ Intere­ sante ej mplo de la impotencia de un peón pasado protegido, cuando se dan ciertas circunstancias des­ favorables! (Véase el 389.)

Botvimiik-Tliomas, Nottingham, 1936; pero Botvinnik disponía además de un caballo). 371(1. I. Minkvits, 1879. Blan­ cas: R1R, P4AR, P3CR, P5CR, P6TR. Negras: R3AD, P5R, P4 AR, P3CR, P2TR; victoria del blanco. 1. P4CR, PARx PC; 2. P5AR, PCRxPA ; 3. P6CR, PTR x PC ; 4. P7TR y ganan. 372

371b. Tomado de una partida Lasker señaló que las negras jugada en 1921. Blancas: R7D, ganan moviendo 1... P5TD! (véa­ P4TD, P5CD, P4AD. P5D, P4R. se el 370). Es débil contestar a Negras: R1CD, P4TD, P3CD, esto con 2. R5T, a causa de 2... P2ÁD, P3D; les toca jugar a las P5AD, etc. Más consistente es 2. blancas. 1. P5AD (gana también R3A, R4C; 3. R2R, aclaración de 1. PSR); 1... PCD x PA ; 2. P6CD, Dedrle; Lasker seguía 3. R3C, PADxPC; 3. P5R, PD xPR ; 4. P5AD; 4. R3A, R5T, aunque no R7R y ganan. deja de ser más sencillo 4... La disposición de los peones en P6AD!; 5. PCDxPA, PD xPA ; el último ejemplo es afín, en cier­ 6. R2R ; P5CD !; 7. R1D, PCDx to grado, a la distribución en for­ PT; 8. RIA, P7TD) ; 3... P5AD!; ma de cadenas de peones. Dare­ 4. R2D (4. P3CD, P4ADxPC; 5. mos sólo dos posiciones de este PADxPC, PTDxPC; 6. R2D, tipo. R5A; o bien, 4. P3AD, PD x PA, y 5... PADxPD +) ; 4... R5A; 371c. B. Horwitz e I. Kling, 1851. 5. R2R, P6AD!; 6. PCDxPA, Blancas: R2AR, P5CD, P6AD, PD xPA ; 7. R1D, P5CD!; 8. P5D, P4R, P3AR, P2CR. Negras: RIA, P6CD!; 9. PADxPC, R5TR, P3CD, P2AD, P3D, P4R, PTDxPC; 10. P4D, R6R y ga­ P5AR; las blancas ganan. 1. P3 nan. Tocándoles jugar a las blancas, CR + , PA R xPC +; 2. R2C, R4T; 3. R x PC, R4C; 4. P4AR + , etcé­ éstas impiden la apertura de la tera. (Una disposición semejante brecha mediante 1. P3CD, y des­ de los peones se dio en la partida pués de 1... R3C, las tablas son 227

evidentes. Sin embargo, ia tenta­ tiva 1. P4TD! es de mayor al­ cance. Ahora 1... P5CD? pierde, a causa de 2. R5T, P5AD; 3. P3CD!, etc. Lo correcto es 1... PC D xPT!; 2. R5T, R3R; 3. R6C, R3D ; 4. R6A, P5AD; 5. PD x PA, R4A; 6. R xPR , R xP A ; 7. R6D, P6D; 8. PADxPD + , R6C; 9. P5R, R x PC ; 10. P6R, P6TD ; 11. P7R, P7TD; 12. P8R=D, P8TD = D ; 13. D5R + , R8C; 14. Dx D + , R x D ; 15. R5A, R7C, y ora 16. P4D, P5TD, ora 16. R5C, R6A, tablas. (Puede comprobarse una cierta semejanza con el final del 72a; para la psicología del es­ píritu creador no deja de tener interés el que este análisis prece­ diera al torneo de San Petersburgo de 1914.) 372a. Máslov-Glébov, Leningrado, 1936. Blancas: R2CD, P3AD, ^4R, P3AR, P3CR, P4TR. Negras: R1CR, P5TD, P5AD, P4R, P3AR, P2CR, P2TR; iuegan las negras. 1... P4TR!; 2. R3T (o bien, 2. P4CR, P4CR!; 3. PTRx PC, P5TR; o de otro modo, 2. P4AR, PR xPA ; 3. PCRxPA, P4CR!); 2... P4CR; 3. RxPTD, P4AR; 4. R5C (4. PTRx PC, P5AR!) ; o bien, 4. PRxPA, P5 C!; 5. PARxPC, P5R !); 4... P5AR; 5. PCRxPA, PCRxPT y ganan. De los ejemplos examinados se deduce que las posibilidades de abrir brecha vienen determinadas por la misma estructura de los peones; la superioridad de peones en el sector en que tiene lugar el rompimiento, aunque frecuente, no es obligatoria. En el ejemplo 373 son alecciona­ dores los errores cometidos por ambos adversarios. Sn examen nos demuestra cuál debe ser la defensa correcta para evitar que el contrincante abra brecha en la estructura de peones. Después de 1... F3TR?; 2: P4AR ?, P3AR; 3. P5CR, R5D las 228

373

blancas rinden. Sin embargo, en contestación a la mala jugada 1... P3TR, era posible 2. P6ARH, PCR x PA; 3. P4AR, R5D; 4. P5CR, PARxPC; 5. PAR x PC, R4R ; 6, PCRxPT, R3A; 7. R2A, y ganan. Una buena defensa contra la ruptura daba la jugada 1... P3A !, por ejemplo: 2. P6T, P x P ; 3. P4A, R4D. A 2. P4AR, lo me­ jor es 2... P3TR!, aunque también es posible 2... R4D; 3. P5CR, P3 TR!, pero de ningún modo 3... PA RxPC ?; 4. PARxPC, R4R, a causa de 5. P6AR, R3R (o bien, 5... PCRx PA; 6, P6CR, PTRx PC ; 7. P6TR); 6. PAR x PC, R2A ; 7. F6TR, y ganan. 373a. Stahlberg - Tartakower, partida fuera de torneo, 1934. Blancas : R2R, P3AD, P4D, P6CR, P2TR, Negras: R3R, P2TD, P2CD, P4D, P2CR; les toca ju­ gar a las blancas. 1. P4AD (la mejor jugada táctica en una po­ sición sin esperanzas); 1... PD x PA? (lo correcto hubiese sido 1.. R4A !; 2. PADxPD, RxPCR y ganan; ahora las blancas crean una «casilla errante»); 2. P4TR, P4TD; 3. P5TR, PSTD; 4. R2D (según indicó I. Tiurn, hubiese sido más sencillo abrir brecha in-

mediatamente: 4. P6TR, PCRx PT; 5. P5D + , R3A 6. P6D, P6TD; 7. P7D, R2R; 8. P7CR, P7TD; 9. P8CR = D); 4... T4CD; S. P5D + , R2D; 6. P6TR, P6TD; 7. R2A (7. RIA!); 7... P5CD; 8. PTRxPC, P6CD+; 9. RIC, P7TD +; !0. R1T, P6AD; ¡l. P8CR=D. Las negras abandonan.

brecha se ve en la posición si­ guiente. En el 374 (Najdorf-Kótov, Estocolmo, 1948), la forma más senci­ lla de alcanzar el objetivo pro374

373b. Capablanca-Lasker, Lon­ dres, 1914. Blancas: R3D, P2TD, P5CR, P5TR. Negras: R4D, P3 TD, P5D, P4AR, P2TR; mueven las negras. Estas podrían haberse salvado mediante 1... R3R, pero rdieron después de 1... R4R?; P6TR!, y 3. P6CR. Si en los ejemplos anteriores la posibilidad de abrir brecha depen­ día de los errores del contrincan­ te, en las posiciones que siguen viene determinada por la misma estructura de los peones.

r

373c. Bartts -• Shenmati, 1927. Blancas: R44D, P5CD, P5AD, P4AR, P3CR, P2TR. Negras: R4TD, P2CD, P5R, P4AR, P3AR, P3CR; juegan las blancas. Des­ pués de 1. P6CD, R3T; 2. P3TR, P6R; 3 R3D, R4CD ; 4. RxPR, R xPA ; 5. P4TR, R4D; 6. R3D los contrincantes acordaron ta­ las. Ganaba sencillamente: 1. P4TR, P6R; 2. R3D, RxP4C; 3. P4CR, PA RxPC; 4. P5AR, PCRxPA; 5. RxPR , R xPA ; 6. P5TR, etc. 373d. Gresser-Bíkova, Moscú, 1950. Blancas: R1R, P2AD, P4AR, P5AR, P4CR, P4TR. Negras: R4D, P5AD, P5D, P2AR, P3AR, P3TR; les toca jugar a las blancas. El blanco no se ha dado cuenta de la jugada 1. P5TR!, con la que amenaza abrir- btecha; en contes­ tación ésta, 1... R3D asegura el empate, pero pierde moviendo l... R5R?, a causa de 2. P5CR, Rx P4AR; 3. PCRxPT, etc. La necesidad de preparar cui­ dadosamente el ataque para abrir

puesto es 1. P3AR!, R2R; P4AR, R2A; 3. P5AR! (amenazando 4. P6AR); 3... PCRxPA; 4. RxPA, R2C; 5. R5C y ganan (131, 135). Las blancas jugaron 1. P5CR, desués de lo cual sólo queda abrir recha moviendo P5TR y convir­ tiendo el peón AR en peón pa­ sado; por ejemplo: 1... R2R; 2. P4TR, R2Á. El método más segu­ ro de que disponen las blancas pa­ ra llevar la partida (algo así como una «regla«, según Komarov, 1954), es ahora 3. R6D, ocupando después la casilla 7R y luego -P4 AR, P5TR y P5AR; no obstante, también gana 3. F4AR, R2R (o bien, 3... R2C; 4. P5TR, PCRx PT; 5. P5AR) ; 4. P5TR, PCRxP (de lo contrario, 5. PTR x PC ); 6. P5AR, R2D (o bien, 5... P5TR; 6. R4A1; 6. R4A, R3D; 7. R3C, R4R; 8. P6AR, R3R; 9. R4T, P3TR; 10. RxPT, PTRx PC; 11. R6C. Najdorf no halló ni uno solo de los numerosos modos de ganar, y la parti'.a terminó en tablas. 374a. Bogatiriov

O. - Persits, 229

Moscú, 1948. Blancas: R5CR, P4TD, P5CD, P4AD, P3CR, F4 TR. Negras: R2CR, P2TD, P3CD, P4AR, P3CR, P4TR; jue­ gan las blancas. Lo correcto, seún el análisis de Bogatiriov, ubiera sido: 1. P5TD, PCD x P T ; 2. P5AD, P9TD; 3. P6AD, P6TD; 4. P7AD, P7TD; 5. F8AD=D, P8TD = D ; 6. D7D + R1A ; 7. Rx PC y mate. En la partida se jugó: 1. P5AD?, PCDxPA; 2. P5TD, P5AD; 3. R4A, P4CR+ ! (réplica imprevista por las blancas, que crea un »cuadrado errante» peli­ groso, mediante una contraaper­ tura de brecha); 4. R3R! (4. PTRxPC, P6AD; 5. R3R; P5 T R !); 4... P6AD!; 5. R3D!, P5AR; 6. PCRxPA, P5CR!; 7. P6CD, PTDxPC; 8. PTDxPC, P6CR, siendo tablas en final de dama. Es claro que el modo de abrir brecha viene determinado por las características de la posi­ ción. En el caso, tomemos por ejemplo, 1. R4AR, R2AR(3AR), no da resultado 2. F5TD, pero en cambio decide sin complicacio­ nes 2. P5AD. 375

f

La posibilidad de abrir brecha en el 375 (Betinsh, 1905), median­ te P4CR, P4AR x PC ; P5AR es evidente; sin embargo, después de F4AR x P, el peón negro se 230

hace peligroso. De ahí que haya que obligar al rey negro a situar­ se en la vertical CR, donde impe­ dirá el avance de su propio peón; por consiguiente, el rey blanco deberá retroceder a la columna R. ¿Pero qué es lo correcto: 1. R1R, o bien, 1. R2R ? Si se piensa más en cómo abrir brecha, se deduce que después hay que jugar P6AR, convirtiendo el peón TR en peón pasado y promo­ ver a dama en 8TR, a fin de im­ pedir al rey negro que vuelva a la columna TR. De esto se des­ prende que después de P6AR, P2CRxPA, al negro no le queda otra salida que avanzar el peón A R ; luego, lo correcto es, no 1. R2R, sino 1. R1R!, para que el peón AR no pueda dar jaque en 6AR y de este modo ganar tiem­ po. Un cálculo concreto confirma este esbozo previo del plan ge­ neral. 1. R1R!, R7C (resulta floja la jugada 1... R7T, a causa de 2. R2A, R6T; 3. R3A, R7T; 4. P4CR y ganan); 2. P4CR, PAR x PC ; 3. P5AR, P6CR; 4. P6AR!, PCR xPA ; 5. P6TR, P4AR (5... R7T; 6. P7TR; o bien, 5... R6A; 6. RIA) ; 6. P7TR, P5AR; 7. F8TR = D, P6AR (de ir acompañado este movimiento de un jaque, se­ ría posible P7AR, dándose una posición de tablas) ; 8. D8TD !. y ganan. Para lograr el rompimiento en el 375 es necesario realizar una sutil jugada preparatoria de rey. A este respecto es también tnuy significativo el 206 (Stoltz-Nimzowitch), donde un movimiento del rey cortó de raíz un posible contraataque mediante el «cuadro errante». En el 376, después de 1... P4CD; 2. PTD x PC +, las negras reali­ zan una jugada a primera vista incomprensible: 2... R3C!! Sin embargo, esto tiene fácil explica­ ción : a causa del jaque, las negras

376

El 327 es un ejemplo evidente. He aquí otras posiciones: 376b. Y. Jashek, 1926. Blancas: R3AD, P6TD, P5AD. Negras: R5TR, P2TD, P3AD, P2AD; las blancas ganan. 1. R4D, R6C; 2. R5R, R6A; 3. R6R, R5R; 4. R7D, R4D; 5. R8A! (no 5. Rx P2AD ?, R x P5AD ; 6. R7C, R3D !; 7. RxPT, R2A, tablas) ; 5... Rx PA ; 6. R7C y ganan.

376c. M. Eiburkin, 1951. Blan­ cas : R6AR, P5TD, P6TD, P3AD, P5D. Negras: R4CD, P2TD, P4 AD, P2AD, P2D; superioridad del blanco. 1. R7R, P5AD (en caso de 1.. . R5A, se tiene 2. RxPD, Rx se ven forzosamente obligadas PD ; 3. R8A !, R3A ; 4. R8C, R2D ; a-perder un tiempo; si hubiesen, 5. RxPT, RIA; 6. P4AD y ga­ contestado 2... RxPC, resultaría nan ; tampoco salva la situación que después de 3. R6R, P5TD; 4. 1.. . P3D, a causa de 2. R7D, R5A; PCD x PT + . tendrían que perder 3. R x P2AD, R xP A ; 4. R7C, un segundo tiempo, y esto traería P9AD ; 5. RxPT, R ~ ; 6. R8C, ya consigo la perdida de la par­ P6AD ; 7. P7TD, P7AD ; 8. P8TD tida. En cambio, ahora las negras = D, P8AD = D ; 9. P6TD, y 10. ganan ; por ejemplo : 3. R6R (más D7CD) ; 2. R8D ! (2. R x PD ?, consistente es 3. R7R!, P5TD!; R4A; 3. R8A, P3AD!, tablas); 4. PCD x PT, P9AD; 5. P4AR, 2.. . R4A; 3. R8A!, P3AD!; 4. P6D ; 6. PADxPD, PAD x PD ; P6D!, R xP D ; 5. R8C !, P4AD ; 7. P5AR, P7D ; 8. P6AR, P8D = D ; 6. R7C y ganan. 9. P5TD + , R xP C !; 10. P7AR, pero el rey negro se halla precisa­ 376d. Una idea análoga quiso mente en la zona de promoción; dar a conocer A. Kazántsev, 1954, véase el 9 del «Apéndice») ; 3... en el problema «Blancas: R2D, P5TD! (en caso de 3. P4AR, o P5TD, P2AD, P4CR. Negras: bien, 3. R8C, lo correcto sería 3... R1CR, P2TD, P5AD, P2CR, P2 P5AD !; en la posición que consi­ TR; tablas». Después de 1. R3A, deramos esto sería erróneo a causa R2A se pensaba jugar 2. R4C, de 4. PCDxPA, P5TD; 5. R6D! R3R; 3. R5C, R3D; 4. R6T, et­ y 6. P5AD + ); 4. PCDxPT, P5 cétera, con rey ahogado en la es­ AD; 5. P4AR, P6D y ganan. quina 8TD. Pero 2 R4C, pierde a causa de 2... P6AD!; 3. R5C, 376a. Tomado del archivo de P4CR!; 4. R4A, P4TR ; 5. PCR x N. Grigóriev. Blancas: R3TD, PT, P5CR; 6. R4D, R3A, etc. P2TD, P6TD, P5CD. Negras: Tampoco se consiguen tablas R6D, P2TD, P3CD; ventaja blan­ con 2. RxPAD, a causa de 2... ca. 1. R4C, R5D ; 2. P4TD, R4D; R3R; el problema es, pues, falso 3. P5TD, PCD x PT+ ; 4. R4T!, la posición hace perder a las R3I); 5. P6CD, o bien, 4... R4A ; ancas. Es interesante la varian­ 5. R x PT y ganan. te : 3. R5A, P3TR; 4. R6A, P3CR; El dar un peón al adversario 5. R7C, R3D; 6. P4AD, P4TR; 7. puede obedecer a diversas causas. PCR x PT, PCR x PT ; 8. P5AD + , 23!

R xP A ; 9. RxPTD, P3TR; ÍO. P6TD, R4C!! (no 10... P6TR?; 11. R8C!, tablas): 11. R7C, P6TR y ganan. (Vjéase la observación 3 del «Apéndice».) 377

6. PR x PAR, R3R; 7. R4D, etcé­ tera) ; 6. PSCR y ganan. 377b. Najdorf-Buksbaum, Varsovia, 1929. Blancas: R2TR, P3 TD, P4CD, P2AD, PSAD, P4AR, P2CR, P3TR. Negras: RtCR, P3TD, P2CD, P5AD, P4D, P2AR, P4CR, P3TR; les toca jugar a las blancas. 1. R3C, P5D; 2. R3A, P4AR!; 3. P4TD, R2A; 4. P5CD, R3R (4... PTD xPC; 5. P6AD!, PCDxPA; 6. P5TD); 5. P6AD, R3D; 6. PADxPC, R2A; 7. PCD xPT y el rey blanco se dirige a 4CD.

377c. Lasker, 1921. Blancas: R4TD, P5TD, P4CD, P5AD, P4D, P3R, P4AR, P4TR. Negras: R3 TD, P2TD, P3AD, P4D, P5R, P3AR, P4AR, P4TR; las blancas ganan. 1. R3C, R4C(2C) ; 2. P6 TD, R xPTD ; 3. R4T, R2C; 4. En el 377, las blancas remontan P5CD, P3TD (o bien, 4... PAD x enérgicamente las desventajas de PC+ ; 3. Rx PC, K2A; 6. R6T, su situación. Sacrificando dos peo­ R1C; 7. P6AD, R1T; 8. R5C y 9. nes, abren brecha y consiguen un R5A); 5. PCDx PA +, R xPA ; 6. R5T, R2C; 7. P6AD + , R xPA ; peón pasado adelantado. R xP T y ganan. 1. P4AD!, PCDxPA; 2. R3R, 8. Pondremos final al escla­ R4C ; 3. P4TD ! (método típico a recimiento de punto los ataques abrien­ emplear para obtener un peón pa­ do brecha, con varios ejemplos sado); 3... R x PC; 4. P4CD, bastante más complicados, les PTDxPC; 5. R3D! (jugado cau­ que la partida se lleva en en ambos tamente: en caso de 5. P5TD ?, se flancos (378 a 381). tiene 5... P6CD; 6. R3D, P7CD; 7. R2A, R6A; 8. P6TD, R7R; 9. 378 P7TD, P8CD=D+; ¡0. RxD , R7D, etc.); 5... P4TR; 6. P5TD y ganan. En los finales que siguen las rupturas tienen un carácter com­ pletamente distinto: 377a. I. Berger, 1889. Blancas: R3CD, P4TD, P4R, P3AR, P4CR, P5TR. Negras: R4AD, P3CD, P3AR, P4CR, P3TR; juegan las negras, ganan las blancas. 1... R3A (es peor 1... R5D; 2. R4C); 2, R4C, R3D; 3. R4A, R3A (al alcanzar esta posición las blancas abren brecha) ; 4. P4AR, PCR x PA; 5. P5R, PAR x PR (5... R2D ; 232

En la posición 378, las negras 6. P6CD, R2D); 5... R2D ! (no 5... comprenden que en caso de 1... R2R ?; 6. P5CD, P6TR ; 7. P6CD, P5AR; 2. PCRxPA, PCRxPA; R2D; 8. P6AR!, etc.); 6. P5CR, 3. R4D, R4A; 4. P4CD, PTDx P6TR; 7. P6CR, R2R; 8. PCDx PC ; 5. P5TD tiene lugar un final PT, P7TR; 9. P6TD, F8TR=D; de dama, con las consiguientes 10. R6C, R3D y las blancas aban­ dificultades técnicas. Bien es ver­ donan. dad que si en lugar de 4... PTDx 379 PC se juega primero 4... P6AR!; 5. R3R y sólo después 5... PTDx PC, resulta que a continuación de 6. P5TD, P6CD; 7. P6TD, P7CD; 8. P7TD, P8CD=D; 9. P8TD-D, D8R+ !; 10. R3D, o bien, R4D (10. R x PAR ?, D8TR+); 10... D7R + , o de otro modo, D7Í) + , las negras sitúan la dama en 6R o en 5AR, dando jaque, mueven después P7AR y la victoria es evidente, aunque exige todavía cierto tiempo. Sin embargo, no se puede aseparar que esta solución sea a más sencilla. Por eso se com­ prende el que el negro prefiriese alcanzar el desenlace en un final En el flanco de rey del 379 de peones, cuyas variantes pue­ den, aunque no con facilidad, ser existe la misma posibilidad de calculadas previamente con toda abrir brecha que existía en el 373. Pero antes las blancas han de eli­ exactitud. 1... P4TR (las negras procuran minar todas las posibilidades de hacer pasado el peón TR o, por lo su adversario en otros sectores del menos, llevarlo hasta 5TR; el tablero. Llegan a tiempo de cerrar valor de esto queda claro en la el flanco de dama, pero se ven nota siguiente); 2. P4CD (a 2. obligadas a dejar avanzar el peón R4D hubiese seguido 2... P5TR!; pasado obtenido por las negras en 3. PCR x PT ; PCR x PT ; 4. R4A !, el centro. A consecuencia de esto P5AR!; — en caso de 4. P4CD, se hace preciso abrir brecha tam­ PTDx PC, o bien, 5. P4CD, P6 bién en el otro flanco. AR; 6. R3D, PTDx PC, el rey 1. P4TD!, P4D ; 2. P3CD, P5D ; negro detiene al peón TD, mien­ 3. P4AR, R3D; 4. P4CR, R2R ; 5. tras que el rey blanco es impoten­ R2A, R3D; 6. R3A, R2R; 7. R4R, te contra el «cuadrado errante —, R3D; 8. P4TR, R2D (ahora las S. R4D, R3D; 6. R4R, R4A; 7. blancas comienzan a intentar ob­ Rx PA, R5C y ahora 8. R4C llega tener peones pasados en ambos tarde, mientras que 8. R4R, et­ flancos; el cuadrado errante «pe­ cétera, es inútil, ya que el peón queño» que ponen a disposición de TR ba sobrepasado el centro del ta­ su contrincante no es peligroso); blero; 151); 2... P5AR (amenaza 9. P4CD!, PTDx PC; 10. P5TD!, 3... PAR x PC y promoción acom­ R2A; 11. P5CR!, PARxPC; 12. pañada de jaque) ; 3. PCR x PA, PAR x PC, PTRxPC; 13. PTRx P5CR!; 4. PTR x PC, P5TR (tam­ PC, P6CD; 14. R3D, R2D; 15. bién gana 4... PTR x PC); 5. P6CR, PARxPC; 16. PARxPC. P5AR+ (o bien 5. P5CD, F6TR; El negro rinde.

Í

233

La posición que se da a conti­ nuación se resuelve utilizando un esquema de juego análogo: 379a. Trojanescu-Trajan Ichim, Bucarest, 1938. Blancas: R2AR, P5TD, P4CD, P4D, P3R, P5R, P2TR. Negras: R4AR, P3TD, P2CD, P3AD, P4D, F3CR, P5CR, P5TR; en este caso los contrin­ cantes acordaron tablas. La ten­ tativa 1. P4R+» PD xPR ; 2. R3R haría perder, debido a 2... F6CR; 3. PTRxPC, F6TR; 4. R2A, P6R+. El rey blanco queda suje­ to al flanco de rey. Las negras no pueden, por su parte, abrir brecha en el flanco opuesto. 1. R2C, R3R; 2. R2A, R2D; 3. R2C, R2A; 4. R2A, P3CD!; 5. PTDxPC+ (de lo Icontrario son las negras quie­ nes capturan y preparan después la Ijugada P4AD); 9... R xP C ; 6. R2|C, R2A; 7. R2A, R2D; 8. R2C, R3jR; 9. R2A, P4AD!, y en caso de 10. PCDxPA, resulta 10... R2p I, continuando con P4TD, y si, por el contrario, 10. PD x PA, se |tiene 10... RxPR , trasladando después el rey a 3AD y abriendo brocha con P4TD. En la posición 380 (MüllerR í o d e , por correspondencia, 189pT,), siguió: 1... P6AR?; 2. PCRxPA, PCRxPA; 3. P5AD, ganando las blancas abriendo

234

brecha (3... R4D; 4. P6AD, PCD x PA ; 5. P6CD). En caso de poder anticiparse a este rompimiento, es evidente que las negras ten­ drían posibilidades de ganar. Pero para conseguir esto, ¿qué es lo mejor: 1... P3TD ó 1... P3CD? La respuesta sólo se puede ob­ tener mediante un análisis con­ creto. 1... P3TD parece peor, y en rea­ lidad permite salvarse a las blan­ cas de forma bastante instructiva: 2. F4TR! 1 (lo mejor; en caso de 2. P5AD, se tiene 2... PTDxFC; 3. P6AD, R3D y ganan); 2... PCRxPT (de mover 2... P4TR? son ya las blancas las que ganan medíante 3. P6CD!; por ejemplo: 3... P6AR; 4. PCRxPA, PCx PA; 5. R3R, P7AR; 6. RxPA, R5D; 7. R3A, R xP A ; 8. R4R R4C; 9. R5D, R xP T ; 10. R5A!. y 11. R6D) ; 3. PCRxP, P6A; 4. PCDxPT, PCDxPT; 5. R3R, P7AR ; 6. R x PAR, R5D, tablas. En cambio, 1... P3CD! asegura a las negras una victoria fácil: 2. PTDxPC (o bien, 2. P6TD, R3D); 2... PTDxPC; 3. P5AD (cualquier otro movimiento es aún peor); 3... PCDxPA; 4. P6CD, R3D; 5. P7CD, R2A; 6. P8CD = D + , R x D ; 7. R4R, R2A; 8. R x PA, P4TR; 9. P3TR, P5AD! y ganan. En el 381 (E. Post. 1941, inspi­ rado en una partida real), las ne­ gras amenazan: 1... P4CD!; 2. PADxPC, P5AD, etc. Es claro que las blancas deberán entrar en el cuadrado del peón negro 4AD. Al mismo tiempo deberán pensar en realizar la única posibilidad de ganar que tienen: P3AR-4A-5A, etcétera. Este peón no pueden in­ terceptar el paso del rey blanco, si éste tiene que dirigirse a atajar al peón pasado de AD. Conside­ rado de este modo, parece ser que se debiera jugar 1. R4C, y 2. P4 AR y no 1. R5CR, después de lo cual 2. P4AR es imposible, te­ niendo en cuenta, además, que el

381

peón negro alcanza en 8AD la promoción dando jaque. No obstante, 1. R4CR ? deja es­ capar precisamente la victoria; por ejemplo: 1... R1CD; 2. P4 AR, R2A; 3. P9AR! (3. R5C ?, P4CDÍ); 3... PCR x PA + ; 4. PR xPA, R2D; 5. P6AR ! (no 5. R5C ?, a causa de 5... P4D!; 6. PADxPD, P5AD; 7. R4A, P4 CD!; 8. PTDxPC, P5TD; 9. P6CD, P6AD!; 10. R3R, P6TD !; 11. P6AR, P7AD! y ganan) ; 5 .. R3R; 6. R5C, R2A; 7. R5A, P3CD! (tiempo de reserva salva­ dor) ; 8. R5C, P4D ! 9. PAD x PD,

P5AD; 10. P6D, P6AD¡ 11. P7D, P7AD; 12. P8D=D, P8TD = D + , tablas. Así pues, a pesar de todo, lo correcto e s : 1. R5CR!, por la sen­ cilla razón de que las negras ca­ recen no ya de un buen movi­ miento, sino incluso de una juga­ da eneutral» que no empeore su situación (¡ zugzwang típico!). En efecto, después de 1... R1CD; 2. P4AR, etc., el peón alcanza la promoción dando jaque; en caso de 1... R3T; 2. P4AR, las negras, después de 2... P4CD; 3. PÁDx PC + , pierden un tiempo, aprove­ chándolo las blancas para P5AR. Sólo queda, pues, 1... P3CD, pero al hacer esta jugada pierden las negras su tiempo de reserva, que fue el que las salvó en la variante anterior y se puede, por lo tanto, continuar: 2. R4C!, R2C; 3. P4 AR, R3A; 4. P5AR, PCRxPA+ ; 5. PR x PAR, R2D (o bien, 5... P4D; 6. P6AR, R3D; 7. PADx PD ); 6. P6AR, R1R(3R); 7. R5C!, R2A; 8. R5A, RIA (el tiempo P2CD-3CD ha sido gastado; en caso de 8 . . . P4D, resulta: 9. PAD x PD, P5AD; 10. P6D, P6AD ; 11. P7D y la dama alcanzada da ma­ te) ; 9. R6R, R1R; 10. P7AR + , RIA; 11. R6A, dando mate en pocos lances.

2. VENTAJAS Y DESVENTAJAS DE POSICION

Pasemos ahora a considerar otras estructuras de peones, cuya fuerza o debilidad viene determinada: a) Por el grado de movilidad de los peones (posibilidad de promo­ ver rápidamente a dama) ; b) por la circunstancia de que en la posición existan defectos or­ gánicos (peones doblados, aislados y retrasados, así como peones avan­ zados antes de tiempo y en demasía; c) por claras ventajas de posición (tales, por ejemplo, como un peón pasado avanzado o protegido, mejor situación del rey, etc..). 235

382

Lo único que podría contrarres­ tar en el 382 a la amenaza que reresentan los peones negros del anco de dama sería la colocación de los peones blancos que se da a continuación: P4AR, P5CR, P5 TR. La amenaza P6TR sujetaría al rey negro a este sector del ta­ blero, y entonces el rey blanco podría frenar el movimiento de los peones negros. 1... P4R! (contrarresta el plan indicado más arriba: en caso de 2. P4AR, PR xPA ; 3. PCRxPA, los peones blancos serían fácil presa del rey negro, y si, por el contrario, se avanzan los peones hasta 5CR y 5TR, el rey negro los alcanza desde el escaque 4AR; de ahí que a las blancas no les quede otra solución que trasladar el rey a 3R, para mover después P4AR y, además de librarse del peón doblado, abrir camino a los demás peones) ; 2. RIA, P4CD; 3. R2R, P4TD! (en la partida que comen­ tamos, Alekhine jugó 3... P4AD ? y después de .4. R3R, acordó ta­ blas, en vista del inevitable 5. P4AR, PRxPA + ; 6. R xF A ; en cambio, ahora esta maniobra no se puede realizar, ya que en caso de 4. R3R, P9CD; 5. P4AR, PRx PA+ ; 6. Rx PA, P5TD, el rey blanco se halla fuera del cuadrado

S

236

del peón TD ; por ejemplo: 7. R4R, P6CD ; 8. PTD x PC, P6TD) ; 4. R3D, P5TD ; 5. R3A, P4AD : 6. P4CR, R2R ; 7. R3D, R3R ; 8. R3AD, R4D; 9. P3TD, R3R ; 10. R3D, R3D, (o bien, inmediata­ mente 10... P5CD) ; 11. R3AD, R4D ; 12. R3D, P5CD ; 13. PTD x PC, PADxPC; 14. R2A, R5A ; 15. R2C (de jugar 15. P5TR decide también el avance de los peones y R4D) ; 15... P6TD+ ; 16. R2TD, R6A y ganan. 382a. Sacado del viejo manual de ajedrez de Steín, 1789. Blancas : R5D, P4TD, P3CD, P5AD, P4CR, P3TR. Negras: R2R, P4TD, P2 CD, P2AR, P2CR, P3TR ; mueven las blancas. La posibilidad de ob­ tener un peón pasado mediante P3CR y P4A contrarresta la fuerte posición del blanco. En caso de 1. P4TR, se tiene 1... P4TR ; 2. P5CR, P3AR ; 3. PCR x PA + , PCRxPA; 4. P6AD, PCD x PA+ ; 9. Rx PA, R3R ; 6. R5A (6. R5C, P4AR ; 7. R4A, P5AR; 8. R3D, R4A) ; 6... P4 AR!; 7. R4D (7. P4CD, P5AR !) ; 7... R3D y P4CD nunca es peli­ groso para las negras, gracias al «cuadrado errante». 383

En el 383 el avance de los peo­ nes negros es incontenible, pero

sólo si le toca jugar a este color y merced a la posibilidad de crear una posición de zugzwang. . 1... PSD!; 2. P6R, R2C; 3. P4 AR, R3A ; 4. P5AR, P6D ; 5. R2C, P4TR; rindiéndose las blancas a causa de 6. RIA (o bien, R1C); 6.. . P6CD!; ahora si se da 7. P4TD, P6AD, el movimiento de los peones es irrefrenable, lo mis­ mo que después de 7. PTDxPC, PAD x PC, debida al zugzwang de las blancas. La idea en que se basa este final aparecería aún con más relieve en el caso 1... PSD!; 2. R2C, P6D!; 3. RIA, P6CD!; 4. PTDxPC, PAD x PC. Si se traslada la posi­ ción a una fila más arriba (el rey negro en 1CR, el rey blanco dis­ pondría del escaque de reserva 1AD y no caería en zugzwang. Del mismo modo se tendrían ta­ blas tocándoles jugar a las blan­ cas. 1. P3TD ! (1. P4TD?, P5D ! da 1- victoria a las negras); 1... PCDxPT! (1... P6CD? pierde a causa de 2. R2C, P5D; 3. P4TD, P6D; 4. R3A); o bien, 1. R2C (1C), P5D; 2. R1A(2A), P6D; 3. R2D! v el rey blanco se mueve por los escaques 3R y 2D.

P6AD, P6R+; 8. R1R, R6D; 9. P7AD, P7A R +; 10. RIA, R7D; 11. P8AD=D, P7R +; las negras capturan dando jaque al peón CR, después de lo cual lo que decide es el peón 5CR) ; 4... P6CR!; 5. R1R, P3TD; 6. R2R, R4R; 7. P5 CD (;zugzwang!) ; 7... PTDx PC; 8. P4CD, R4A; 9. R1R (o bien, 9. RIA, P6AR!; 10. PCRx PA, P6R!) ; 9... P6AR!; 10. RIA (o de otro modo, 10. PCRxPA, P6R! y luego R5A); 10... P6R!, y las blancas rinden a causa de 11. PxPA, R5 A, siguiendo RxPA y P7C + . 384

383a. N. Grigóriev, 1936. Blan­ cas: R5AR, P6AR, P2CR, P2TR. Negras: R1TD, P2TD, P3CD, P4AD, P2AR, P3TR; las blancas ganan. 1. P4CR, R2C; 2. P4TR, P4TD; 3. R4R, R2A; 4. P5TR!, R2D; S. P5CR, R3R; 6. PCRx PT, R xP A ; 7. R3D, F5TD (o bien, P4CD) ; 8. R2A!, P5AD; 9. R1C! (véase el 282); 9... P4CD; 10. R2C, P5C; 11. R1C y ganan.

El 384 es una tentativa original de demostrar que en la conocida variante (de los cambios) de la partida española, la estructura de los peones hace de por sí perder a las negras, a causa del peón do­ blado de éstas y de la superiori­ dad numérica de las blancas en el flanco de rey. Y aun cuando la de­ mostración se limita solamente a 383b. Colle-Pirc, Francfort del una «variante ejemplo», ésta no Mein, 1930. Blancas: R1CR, P3 deja de ser instructiva a su modo. CD, P4CD, P5AD, P2CR, P3TR. 1. R2R, R2R; 2. R3R, R3R; 3. Negras: R4D, P2TD, P5R, P5AR, P4AR, P4AD ; 4. P4AD!, P3AD ; P4CR, P2TR; juegan las negras; 5. P4TD, P4CD; 6. P3CD! (6. 1.. . P4TR; 2. R2A, P5CR; 3. PTR PTDxPC?, PADxPC; 7. PAD xPC, PTR x PC; 4. R2R (en caso xPC, PTD-xPC y las negras, de 4. P3CR se tendría: 4... P6AR ; después de haberse liberado del 5. R3R, P3TD; 6. R2A, R5D; 7. peón doblado, amenazan por su 237

las blancas. En la posición de las negras no sólo es débil el peón avanzado, sino que, además, lo es también el flanco de dama. 1. R2R, R3A (o bien, 1... R3R; 2. R3D, P4CD; 3. R4R, P4CR; 4. P5D + , R3D; 5. P4CD, P3AD; 6. PD x PA, RxPA D ; 7. P4TR, R3C; 8. P5TR!, P4TD; 9. PCD x PT + , R x P T ; 10. R5A y ganan) ; 2. R3D, R4AR; 3. R4A, P3AD; 4. P5D, PAD x PD+ ; 5. RxPD, R4C. Aquí ganaba sencillamente 6. P4AD, R5T; 7. P4CD, pero las blancas, seducidas por la posibili­ dad de ganar un peón, se aparta­ ron del desarrollo correcto de la partida: 6. R5R?, P4CD!; 7. P4 CD, P3CR!; 8. R4R, R5T; 9. R x PAR, P4TR! (el que este peón esté defendido es esencial) ; 10. R5R, R6C; 11. R6A, R xPCR; 12. R x PCR, R xPTR !; 13. P4AR (13. RxPTR?, pierde); 13.. P5 TR, y el final de dama termina en tablas. La fuerza relativa de los peo­ nes centrales y de flanco es un problema cuyo estudio presenta gran interés cuando tanto unos como otros tienden a alcanzar la promoción. Se suele admitir que si los peones pasados de uno de los contrincantes pueden apare­ cer simultáneamente en ambos flancos son, generalmente, más 384a. Tomado de la primera fuertes que los peones ligados edición del «Bilguer», 1843. Blan­ centrales, excepción hecha de cas: R2D, P2TD, P3CD, P3AD, aquellos casos en que estos últi­ P5D, P5AR, P4CR, P3TR. Ne­ mos se encuentran cerca de la ca­ gras : R2AR, P3TD, P4CD, P2AD, silla de promoción y avancen apo­ P3D, P4CR, P2CR, P2TR; juegan yados por el rey. Una serie de las negras. Después de 1... R3A; ejemplos tomados de partidas rea­ 2. R3D, R4R; 3. P4AD, P5CD!; les confirman esto. Sin embargo, 4. R3R, P4TD, o bien, 4... P3TR, se conocen también posiciones en !las blancas se ven obligadas a que el factor decisivo consiste permitir la incursión decisiva del únicamente en un tiempo de más. De lo dicho se deduce que la apli­ rey negro. cación de la «regla general» exi«e 384b. Bec-Fine, Varsovia, 1935. en cada caso concreto una cuida­ Blancas: R2AR, P2CD, P3AD, dosa comprobación previa. A continuación siguen ejemplos P4D, P3AR, P2CR, P3TR. Ne­ gras: R2AR, P2TD, P3CD, P2 en los que la victoria es o b t e n i d a AD, P5AR, P2CR, P3TR; juegan unas veces por los peones de flan­ parte con obtener un peón pasado a la primera ocasión); 6... P3AR; 7. P5TD, P5CD ; 8, P4CR, P4CR; 9. P5R!, PCRx PA + (9... PAR xPR ; 10. PARx PC) ; 10. Rx PAR, P A R xP R + ; 11, R4R, P3TR; 12. P4TR, R3A; 13. P5 C R +!, PTRxPC; 14. PTRx PC + , Rx PC (14... R3R; 15. P6CR); 15. R x PR, R5C; 16. R6D, R5A; 17. RxPA, R5R; 18. Rx PA, R6D; 19. RxPC, R5D; 20. R3T (o bien, 20. R4T, pero de ningún modo 20. P5AD ?, R4D!); 20... R4A; 21. R4TD, R5D (de lo contrario, 22. P4CD) ; 22. R4C, R4R; 23c R5A y ganan. Hay que tener en cuenta que en la variante propuesta por Euwe el movimiento 8 . . . P4CR no es convincente y sólo acelera la de­ rrota. Continuando 8 ... P3CR, las negras podrían intentar llevar la partida bloqueando el centro (ha­ cerlo inaccesible al rey negro), lo mismo que en los ejemplos 405 y 406, que se dan más adelante. La debilidad de los peones muy avanzados, desligados de sus ba­ ses, teniendo el contrincante puntos en los que abrir brecha (creados también como resultado de estar demasiado avanzados los peones), se ilustra en los ejemplos que siguen:

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co y otras por los centrales, según las partí cularidadies de la posi­ ción. 385

11. P8D = D, R x D ; 12. R7A, ta­ blas. Es claro que la salvación de las blancas ha sido posible sólo por­ que en el flanco de dama las negras han necesitado demasiados movimientos para alcanzar un peón pasado. 385a. Tartakover-Reti, Mariembad, 1925. Blancas: R3AD, P5TD, P4CD, P5CD, P2AR. P3CR, P2TR. Negras: R3D, P2TD, P6D, P5R, P4AR, P2TR; les toca jugar a las blancas. 1. P3AR! (obte­ niendo después de 2. PAR x PR, PAR x PR un peón pasado en el flanco de rey) y ganan.

En la posición 385 siguió: 1... P4CD ; 2. R3C, P5CD ? ; 3. R4A, P4CR+?; 4. PTRxPC, PTRx PC+ ; 5. R x PC, P4TD; 6. P6D, R2A; 7. R5A, P5TD; 8. P6R + , R1R; 9. R6A, P6C; 10. PTD x PC, PTD x PC; 11. P7D + , R1D ; 12. R7A, las negras abandonan. Tarrasch consideraba que hu­ biera sido más fuerte 2... P4TD!; 3. R4A, R2A; 4. P5TR, PCRx PT; 5. R5A, P5TR; 6. P6D, P0 TR; 7. P6R+, R1R; 8. R6A, P7 TR; 9. P7D+, R1D; 10. R7A, P8TR = D ; 11. P7R + , R xP D ; 12. P8R = D + , R3D ; 13. D8D + , R4A, siendo grandes las posibilidades de ganar de las negras. Sin embargo, Fine encontró que después de 1... P4CD se ob­ tienen tablas mediante 2. P3TR!. Ea clave de esta jugada consiste en que en contestación a 2... PCR x PT, el rey ha de moverse en dirección al escaque 7AR, pero no .pasando por la casilla 5AR, sino por la 5TR, tomando de paso el peligroso peón 4TR; por ejemplo: 3. R3C, P4TD ; 4. R4T, P9CD ; 5. P6D, R2A ; 6. P7D, R2R ; 7. P6R, J*5TD; 8. R x PT, P6CD; 9. PTD xPC, PTD x PC; 10. R6C, P7CD ;

385b. Gossip-Mason, Manchester, 1890. Blancas: R3R, P4TD, P3AD, P4AD, P4D, P3CR, P2TR. Negras: R3D, P4TD, P3CD, P3 AD, P4AR, P5CR, P4CR; le toca jugar al negro. 1... P4CD; 2. PADxPC, PADxPC; 3. PTDx PC, P5TD; 4. R3D, P6TD; 5. R2A, P5AR; 6. PCRxPA, PCR x PA y ganan. Menos clara está la partida en la posición que sigue a continua­ ción : 385c. Levit-M. Langue, Berlín, 1904. Blancas: R3AD, P4TD, P4 AD, P2AR, P3CR. Negras: R4AD, P4TD, P5R, P4R, P4AR; juegan las negras. 1... P5AR? (impru­ dente tentativa); 2. P4CR1 (es claro que no se puede 2. PCR x PA?, PR x PA ; 3. R3C, R5D y ganan); 2... P6R; 3. PARxPR, P6AR; 4. R2D! (no 4. R3D ?, F 5R + ! y ganan); 4... RxP5A; 5. P5CR, R4D; 6. P4R+ !, R3R; 7. R3R y ganan. En los ejemplos que se dan $ continuación ganan la partida los peones centrales. 385d. Pillsbury-Gunsberg, Hastings, 1895. Blancas: R2R, P2TD, P4D, P3R, P6R, P4CR, P2TR. Negras: R3AD, P4CD, P4TD, 239

P4D, P3AR, P4CR, P2TR; juegan las blancas. I. P4R!, PD xPR ; 2. PSD + , R3D; 3. R3R, P5CD; 4. R xPR, P5TD; 5. R4D, R2R (en la partida que comentamos, las negras perdieron rápidamente después de 1... P4TR ?; 2. PCR x PT, P6TD ; 3. R4AD, P4AR; 4. P6TR, etc.); 6. R4A! (6. P3TR ? hubiese resultado ser una pérdida de tiempo fatal); 6... P6CD; 7. PTD x PC, P6TD; 8. R3A, P4AR ; 9. PCRxPA, P4TR; 10. P4CD, P7TD; 11. R2CD, P8TD =D +; 12. RxD , P5CR; 13. P5CD, P5 TR; 14. P6CD, P6CR; 15. PTRx PC, PTRx PC; 16. P6D + , Rx PD; 17. P7CD, R2A; 18. P8CD = D + , R x D ; 19. P7R y ganan. 385e. N. Grigóriev, 1928. Blan­ cas: R8CR, P3D, P3R. Negras: R5TR, P3TD, P3CD, P3TR; las blancas ganan. I. P4D!, R4C; 2. R7A!, R4A; 3. P5D, R4R; 4. P4R. Ahora, a 4... R3D sigue 5. R6A; en caso de que las negras lleguen a promover uno cualquie­ ra de sus peones a dama, ésta es capturada mediante un jaque do­ ble: por ejemplo: 4... P4TD; 5. R7R, P5TD ; 6. P6D, etc. (¡ Jaque en 8TR!) ; o bien, 4... P4CD (4TR); 5. R7R, P5CD(STR) ; 6. P6D, etc., siendo el final: D6D + , R xP R ; D6CR(6AD)+ y ganan. Este es uno de esos «trucos» artís­ ticamente realizados, que son im­ posibles en la práctica, pero que, no obstante, sirven para inspirar­ la y enriquecerla. La fuerza de un peón avanzado o protegido es de todos conocida. En el capítulo VI se dieron los ejemplos correspondientes (con pocos peones). Damos ahora a co­ nocer ejemplos, complementarios y más complicados, de finales de muchos peones (véanse también los 364, 371a, 376d, 377, 382) que nos servirán para ilustrar tanto la «regla» como las posibles «excep­ ciones». 240

386

La posición 386 fue comentada, pero sólo de manera incompleta (1950). Fue utilizada por G. Lewenfisch para explicar la fuerza de un peón pasado y avanzado que tiene lugar después de 1... P3CD, etc. P. Romanosvski expresó la opinión de que, en realidad, lo que el ejemplo demuestra es la fuerza de la posición central del rey blanco; la posición conduce a ta­ blas (a pesar del peón pasado y avanzado); después de 1... P3CD, se consiguen tablas tanto con 2. P5TR como con 2. P5AR+ ; por ejemplo: 2. P5TR, PCRxPT; 3. PCR x PT, P3TD; 4. P5AR + , R3A; 5. R5D, R xP A ; 6. R6A, P4CD. La clave de la posición consiste en lo siguiente : las blancas no tie­ nen otra defensa que cambiar el peón 6CR, dejando a las negras sólo el peón TR, y dirigirse des­ pués con el rev al flanco de dama para acabar allí con todos los peo­ nes y, finalmente, tener tiempo de volver a 1AR (42). Es claro que para las negras tiene gran importancia el disponer de un tiempo de más, haciendo avanzar el peón hasta 5TR y clavando el peón blanco en 4TR; las blan­ cas, por el contrario, han de inmo­ vilizar el peón negro en 6TR.

Por eso, para las negras lo nejor es jugar previamente 1... F*4TR!; 2. P5AR+ (más sencillo :s aún : 2. PCR x PT, PCR x P T ); í .. PC R xPA +; 3. PCRxPA + , R3A. De tocarles ahora jugar a as negras, éstas moverían P3CD (R4AR, P3TD) y la fuerza del >eón pasado avanzado se haría rotar plenamente. Sin embargo, as blancas impiden esto medían­ le 4. P5TD! (no 4. R5D?, Rx ?AR; 5. R6D, P4TD!, o bien, S. ?STD, R3C; 6. R0D, P4CDI). Miora es inútil 4... P3CD, ó 4... ?4CD, a causa de 5. P6TD!, y lo inico que salva a las blancas es itacar al peón negro 2TD. Así, pues, si en el flanco de lama se encontrasen textos los >eones en su posición inicial, una ila más abajo, la jugada 1... ?4TR! habría dado a las negras ma fácil victoria. . Nos queda por añadir que dessués de 4. P5TD!, R2A, lo más sencillo para las blancas sería nover 5. R4A, R3A; 6. R4R, o )ien, 5. R5R, R2R; 6. P6AR + , R2A; 7. R5A, RIA; 8. R4R, pero le ningún modo 8. R6R?, a causa le 8. .. P4CD! y ganan.

R5A; 12. R x PC, R4R1; v tablas, como puede verse en el mismo 163) ; 10. R2D!, R xP C ; 11. RIA, R5A; 12. R2C, R5R; 13. RxPC, R6D; 14. R2C, y ganan, del mis­ mo modo que en el 163.

386a. Shumilin-Livshin, Moscú, i950. Blancas: R4TR, P3TD, P2 :D, P4CR. Negras: R3D, P2TD, ?4CD, P4AD; les toca mover a as blancas. Estas ganan después le 1. R5T, R3R ?; 2. R6CI (por :jemplo: 2... P4TD; 3. P5CR, P5AD; 4. R7T, PSCD; 5. P6CR, ¡tcétera). Según el análisis de ihumilin, hubiese resistido más i... R2R; por ejemplo: 2. R6T!, R2A; 3. R5C!, P4TD (o bien, 3... P5CD; 4. R5A); 4. R5A, P5AD; S. R4R, PSCD; 6. P4TD, R3C; 7. Í4D, P6AD ; 8. PCD x PA, P6CD; *. R3D, R4C (las blancas deben thora capturar el peón 6CD, Ite­ rando la partida a la posición vic­ arios a 163, trasladada una columra a la izquierda, pero serla erró»eo 10. P4AD ?, R xP C ; 11. R3A,

386c. Woker, 1841. BlancasR3R, P4TD, P4CD, P3AD, P4D, P3CR. Negras: R4AR, P2TD, P3CD, P3AD, P4D, P4CR ; juegan las negras. 1... P4CD! (de lo con­ trario, 2. PADxPC y 3. P5TD; también amenaza P4CD-5CD); 2. PTDxPC (no 2. P5TD ?, R5C! y ganan); 2... PADxPC (el peón 5AD no es peligroso); 3. R3A, P5CR+; 4. R3R, P3TD; 5. R3D (5. P6AD ?, R3R; 6. R4A, R3D; 7. R xPC ?, P4TD1); 5... R3R; 6. R3R, R4A, tablas. El 387 (N. Nilsen, 1951) nos da un ejemplo de posición en la que el juego en un flanco contrarresta y sobrepasa el valor de un peón pasado y avanzado en el flaneo opuesto. 1. P5TD !, RlC (1... PCD x PT

386b. Ilin-Zhenewski-Rabinovitch, 1926. Blancas: R3R, P3AR, P5AR, F2CR, P2TR. Negras: R2R, P5CD, P3CD, P3D, P2CR, P2TR; juegan las blancas. Los peones pasados débiles de las ne­ gras no pueden ser peligrosos sí carecen del apoyo de su rey; esto último es imposible, puesto que las blancas crean en el flanco de rey uña situación de apertura de brecha. 1. P4CR!, R3A: 2. P4AR!, P4D; 3. R4D, P3TR; 4. R3D, R2R; 5. R4D, R3D; 6. P4TR, ta­ blas. Los peones pasados avanza­ dos no desempeñan en el 386b el papel corriente de «distraer», ya que el rey negro no está en condi­ ciones de atacar a los peones ene­ migos. En la posición que sigue a con­ tinuación puede también obser­ varse la insuficiente acción de «distraer» que realiza el peón pa­ sado, avanzado y defendido.

241

es débil; en caso de 1... P4CD, se tiene 2. R5A, R2A; 3. R5R, P3 CR; 4. R5D, R3A; 3. RxPA, 387

R4A, o bien, 5... P4CR; 6. R4D; 6. R4D; 6. R5D, P4CR; 7. P4AD, P5CR; 8. P4AD, etc., cambiando al final las damas); 2. P6TD!, RIA; 3. P4AD!, R1C (o bien, 3... R2R; 4. R5A!, R3D; 5. R4R, P4CR; 6". P4D, PADxPD; 7. P4 CD!, P5CR; 8. RxFD, etc., lo mismo que en la variante princi­ pal) ; 4. R5A, R2A ; 5. P4D!, PAD xPD; 6. R4R, P4CR; 7. P4CD !, P5CR; 8. RxPD, R3R; 9. R4R, P6CR ; 10. R3A, R4R; 11. P5AD !, PCDxPA; 12. P5CD, R3D; 13. P6CD y ganan. En los ejemplos que siguen, el peón pasado avanzado de uno de los contrincantes sirve (en circuns­ tancias favorables) de suficiente contrapeso al peón pasado prote­ gido del otro. En el 388, las negras ban co­ menzado antes de tiempo a atacar al peón 4AR, mediante 1... P3 TR ?, a lo que sigue 2. P4TR!, y la amenaza de 3. P5TR, por lo que las negras se ven obligadas a con­ tinuar 2... P4TR, perdiendo defi­ nitivamente la oportunidad de realizar el rompimiento que pre­ paraban. En sus comentarios, Tarrasch 242

anota: «Según demostraron los análisis realizados después de ter­ minada la partida, lo más difícil era alcanzar la victoria después de 1... RIAD. Para comenzar, las 388

blancas deben mover el peón TR. Tarrasch no dio a conocer variante alguna que demostrase el triunfo de las blancas. Sin embargo, parece ser que no se puede hablar de victoria; por ejemplo: 1... RIA!; 2. P4TR, R1D; 3. R5D, R2D; 4. RxPR, R xPD ; S. ■R4D, R3R; 6. P4R, R3D; 7. R4A (7. P5TR, PCRx PT); 7... R3A; 8. R4C, R3C; 9. R4T, R4A!; 10. R5T, R5D; 11. P5R, R4D; ¡2. R6T, R3R; 13. R x PT, P3TR; 14. R6C, P4CR, tablas. 388a. Tomado del análisis de V. Chejover, 1936. (Posición posi­ ble de una de las variantes de la 32.a partida del match AlekhineCapaolanca, 1927). Blancas: R3 CR, P5TD, P4CD, P4D, P3R, P4AR. Negras: R4AR, F2TD, P2CD, P4D, P4TR; juegan las negras. Después de 1... P3TD, o bien, 1... R3CR, las blancas no pueden ganar. En la posición 389, a diferencia de la 371a (véase la nota final), las blancas pueden obtener la vic-

toria. Para ello hay que bloquear previamente el peón TD y ligar a él al rey negro. Fine recomienda: 1. R4C, R3C ; 2. R4T, P3TD ?; 3. R4C, R3A; 4. R4A, R3C; 5. R5D!, etc. No obstante, en la práctica re­ sulta que la tarea de las blancas es mucho más complicada. Fine

P4CD; 2. P5AD, P5CR; 3. P5D + , PAD x PD + ; 4. R4A, las negras abandonan. Berger, refiriéndose a este mis­ mo ejemplo (por cierto mal des­ crito), considera que 1... P4CD es el error que da la victoria a las blancas. La realidad es que las blancas no pueden ganar, según hizo notar V. Leik en 1942; por ejemplo: 4... P5D; 5. RxPC, R4D; 6. R4A, P3TD; 7. P3TD, P4TD; 8. R3A, PTDxPC; 9. PTDxPC, R4R, tablas (véase el 213b). 390

no tuvo en cuenta la mejor de­ fensa de las negras, a saber: 2 . . . P4TD, o bien, 2... R3A; 3. R5T, R2A!; 4. R6T, R1C. Y en el mo­ mento en que las tablas parecen inevitables, se fuerza la victoria: 5. P5TR!, PCRxPT; 6. P6R!, R2A; 7. RxFT, R3D; 8. R6C, R xP R ; 9. R6A, R3A; 10. R6D, R3C; 11. R6R, P5TR; 12. PCRx PT, R2C !; 13. RxPA, R2A; 14. R5R, R2R; 15. P5TR, R2A; 16. P6D !, R3A, 17. P6TR!, etc., igual que en el 161. La posibilidad de ganar se basa precisamente en esta posición teórica. En el ejemplo que a continua­ ción sigue, el peón pasado prote­ gido carece por completo de fuerza. 389a. Herland-Johnson, Bucarest, 1911. Blancas: R4R, P2TD, P4CD, P4AD, P4D. Negras: R3R, P2TD, P3CD, P3AD, P4CR; jue­ gan las negras. Después de 1...

En el 390 (con un peón pasado y defendido en el centro), la sal­ vación se consigue cerrando los flancos. Los comentaristas han conside­ rado siempre que la posición 390 da, sin lugar' a dudas, la victoria a las negras. Pero la cosa no es tan sencilla como parece. El análisis de V. Sozin, 1929, que damos a continuación, y que hasta la fecha no había sido pu­ blicado, demuestra que las blan­ cas podían alcanzar tablas. 1. ... R2T A variantes análogas conduci­ ría 1... R1C; 2. P3CD, R2A; 3. R2R, R2R; 4. P3TD, R2D; 5. P4 CD, etc., como más abajo. 243

2. R2R 3. R3A

R3C

Más exacto sería 3. P3CD. 3. ...

R4C

A tablas conduciría’3... R3A; 4. P3CD, R2R; 5. P3TD, R2D; 6. P4CD, PTDxPC; 7. PTD x PC, P4CD! (si 7... P3AD, se tiene 8. P5CD!, y el rey negro lio tiene por dónde pasar) ; 8. PAD x PC, RIA; 9. P6CD !, R2C; 10. PCD x PA, R xP A ; U. R4R, R3C; 12. R3D, R4C; 13. R3A, P5R; 14. R4D, R x PCD ; 13. R xPR , R4A; 16. P4TR, P3CR; 17. P3CR, R5A; 18. P5TR, P4CR; 19. R5A, Rx PD; 20. R6C, R4R; 21, RxPT, R3A; 22. R7T, etc., quedando aho­ gado el rey en el escaque 8TR. 4. R3C ? ¡Esta es la única jugada que hace perder! Lo correcto hubiese sido 4. P3CD!, y en caso de 4... R3A, las tablas se alcanzan como se ha indicado más arriba, me­ diante 5. P3TD, R2R; 6. P4CD, etcétera; en caso de 4... P5R+, se movería 5. R3R!, R xP C ; 6. RxPR. 4. ...

P3CR?

Tampoco las negras han llegado a comprender las sutilezas ae la posición y, a su vez, pierden tiempo. Después de 4... R3A!; 5. R3A (a 5. P3CD, hubiese seguido aho­ ra 5... P4CD; 6. PAD x PC, P5R; 7. R4A, P6R; 8. R xP R , R4R; 9. P4TD!, R xP D ; 10. P4CD, PTD xPC ; 11. P5TD, R4A; 12. P6TD, R3C; 13. R4D, P4AD+ ! y ga­ nan); 5... R2R ; 6. P3CD, R2D ; 7. P3TD, P3AD!; 8. P4CD, PTD xPC ; 9. PTDxPC, P4CD!, las negras deben ganar. La ganancia de tiempo, es de­ cir, la circunstancia de que en la 244

posición R3A-R3A (antes de ha­ berse jugado P3CD) les tocase ju­ gar a las negras, tendría un valor decisivo. 5. P3CD Jugando ahora correctamente, la partida acaba de nuevo en tablas. 5... R3A; 6. R3A!, R2R; 7. P3 TD, R2D; 8. R4R? (de nuevo pierde; a tablas conducía 8. P4CD, etcétera, de forma idéntica a la nota que siguió al tercer lance de las negras) ; 8... P3AD !; 9. P5CR (a 9. P4CD hubiese seguido 9... PTDxPC; 10. PTDxPC, P4CD! y ganan, pero no 10... PAD x PD+ ; 11. PAD x PD ! y 12. P5CD, con tablas); 9... PTRxPC; 10. R3A, P4CD; 11. P4TD, PCD x PT; 12. PCDxPT, PADxPD; 13. PAD x PD, R2A; 14. R4C, P5R '. Las blancas rinden. ¡ Instructivo final! Examinemos ahora un grupo de finales en los que la mejor posición del rey de una de las Partes es decisiva en el resultado de la partida. Estas posiciones se han dado anteriormente, pero siempre en combinación con otras circuns­ tancias. En le« ejemplos que se exponen más abajo se subraya el 391

alejamiento o la separación del rey enemigo de los sectores deci­ sivos del tablero o de los escaques estratégicas por los que se des­ arrolla la lucha. Estas posiciones son ya el paso a los finales de maniobra puros. A tablas hubiese llevado 1... R4A; 2. P3AR, P4CR; 3. P3TR (tablas da también 3. P4CR + , R4R; 4. R4C, P4AR; 5. PCRx PA) ; 3...P4TR; 4. P4CR + , PTR xPC; 5. PTRxPC + , R4R; 6. R4C, P4AR; 7. PCRxPA, PRx PA; 8. R3A. En la partida se jugó: t... R4R; 2. P3AR, P4CR; 3. R4C (la posi­ ción después de 3. F3TR se con­ sidera aparte; véase el 391a); 3... P5CR; 4. P4AR + , R4D! (no 4... R5R ?, a causa de 5. R5A, R x P R ; 6. R6D, R6A; 7. R7R, R7C: 8. R xP A ; R xP T ; 9. RxPR , Rx PC ; 10. P5AR) ; 5. R5C (5. R3A, R5R); 5... P4TR1; 6. R6C, R5R; 7. R6A, R xP R ; 8. R6D, P5TR!; 9. PCRxPT (o bien, 9. R7R, PTR x PC; 10. PTR x PC, R6A v ganan); 9... R xP A ; 10. R7R, P4R; 11. R6A, P5R. Ras blancas rinden. 391a. Blancas- R3TI>, P3R, P3AR, P3CR, P3TR. Negras: R4R, P3R, P2AR, P4CR, P2TR. Juegan las negras. La victoria se obtiene del modo siguiente: 1... P4AR!; 2. R4CD, P4TR! Tínica forma de ganar. En caso de 2... P5AR?, se tendría 3. PCR x PA + , PCRxPA; 4. PRxPA + , R xP A ; 5. R5A, R xP A ; 6. R6D, tablas. O bien, 2... P5CR ?; 3. PTR x PC, PAR x PC ; 4. PAR x PC, R5R; 3. R5A, R xP R ; 6. R6D, R6A; 7. RxPR , tablas.

PC!): 4... PARx PC (también gana 4... PTRx PC; 5. P4AR + , R5R; 6. R6D, R6A) ; 5. PARx PC (o bien, 5. P4AR + , R5R; 6. R6D, P5TR!); 5... PTRx PC y ganan. 3.. . P5CR; 4. PARx PC, PAR xP C ; 5. PTRxPC, PTRxPC; 6. R3D, R4D!; 7. P4R+. En caso de 7. R2D, gana 7... R5R; 8. R2R, P4R. 7.. . R4A !; 8. R3A, P4R y ganan. Otro ejemplo de rey «alejado»: 391b. Mason-Inglish, Londres, 1883. Blancas: R3R, P4CD, P4AD, P3AR, P3CR, P2TR. Negras: R3TD, P3AD, P4R, P4AR, P3AR, P2TR; les toca a las blancas. Me­ diante 1. P4CR se consigue liqui­ dar a todos los peones en el flanco de rey. Las negras contestaron con 1... P5AR+ ? y no tuvieran tiempo de trasladar su rey al cen­ tro a causa de 2. R4R, P3TR; 3. P4TR, R3C; 4. P9CR, PARx PC; 5. PTRxPC, PTRxPC; 6. Rx PR, P5CR; 7. RxPA, PCRxPA; 8. RxPA, R2A; 9. R4R, R3D; 10. R5A v ganan. Lo correcto hu­ biese sido 1... PARx PC; 2. PAR xPC, P3TR; 3. P4TR, R3C; 4. R4R, R2A; 5. P5CR, PARx PC; 6. PTRxPC, PTRxPC; 7. Rx PR, P5CR; 8. R4A, R3D; 9. Rx PC, R4R, tablas. 392

3. R3AD Es la mejor jugada que puede hacer el blanca. En caso de 3. R5A, se tiene 3. .. P5CR; 4. PTRx PC (o bien, 4. PAR x PC, PARx 245

La antiquísima posición 392 (sa­ cada de la primera edición del «Bilguer», 1843), estuvo conside­ rada durante mucho tiempo como tablas. Berger da las siguientes variantes: 1. P5R, PAR x P R ; 2. PARxPR, R2D; 3. R5D, P4CR; 4. P6R + , R2R; 5. R5R, P4TR; 6. R5A, P5CR; 7. R5C, R xP R ; 8. RxPT, R4A, tablas; o bieh: 1. P4TR, P3CR!; 2. RSD, R2D; 3. P5R, PA R xPR ; 4. RxPR, R2R, tablas. Fine demuestra la posibilidad de ganar del modo siguiente: 1. R5D, R2D ; 2. P5R, PARxPR (2... R2R; 3. PR x P A +, RxPA con­ duce a una posición que se exami­ na más adelante; en caso de 3... PCRxPA, gana R-6AD-6CD, et­ cétera) ; 3. I x PR, R2R; 4. R5D, R2D (en caso de 4... R3A, gana 5. R6A, etc.; el rey negro, desués de RxPA, permite a las lancas coronar dando jaque) ; 5. R5A, R2A (vuelve a darse la po­ sición inicial, pero sin los peones 4R y 3AR); 6. P5AR! (asegura a las blancas una ventaja en la partida a «tiempo» que ha de te­ ner lugar); 6. . . P3TR; 7. P3TR, P4TR; 8. P4TR, R2D; 9. R6C, R2R; 10. RxPTD, R3A; 11. Rx

f

PCD, R xPA ; 12. P4TD !, P4CR ; 13. P5TD, P5CR ; 14. P6TD, P6 CR; 15. P7TR, P7CR ; 16. P8TD = D, P8CR = D ; 17. D5D + , R3A ; 18. DxPTR, D8AR+ ; 19. R6CD, D7AR+ ; 20. R6TD !, D7T+ ; 21. R5C y las negras no pueden dar jaque. En la posición que sigue, el «mejor» rey (que, además, con­ quista la oposición), es el de las negras. 392a. Loid-Vinaver, París, 1867. Blancas: R4AR, P4AD, P4R, P4 CR, P4TR. Negras: R3R, P4AD, P2AR, P3CR, P3TR ; juegan las negras. Mediante 1... P4CR+!; 2. PTRxPC, PTRx PC + ; 3. Rx PC (o bien, 3, R3A, R4R ; 4. R3R, P3AR y ganan) ; 3... R4R las ne­ gras se apoderan del centro. A esto siguió : 4. R6T, R x PR ; 5. R7C (¡el rey se ha situado en el camino de su peón !) ; 5... P4AR ! ! y después de 6. P5CR, P5AR, las negras o bien promueven el peón dando jaque o bien cambian las damas y ganan. E- Kenningen hizo notar (1899) que 5. R5C ó 5. R5T (en lugar de 5. R7C?), hubiese dado tablas.

3. EJEMPLOS DE LA LUCHA DE MANIOBRA

En los finales que se dan más abajo, la lucha se desarrolla por los puntos clave de la posición (casillas de irrupción en el campo adversa­ rio, escaques críticos) sobre la base ya de apoderarse de la oposición, ya de ocupar la conjugación. Para alcanzar el objetivo propuesto tiene frecuentemente gran importancia el disponer de tiempos de reserva, pero, sin embargo, esto no es una condición imprescindible para ganar. La particularidad principal de dama con un peón de ventaja); la posición 393 reside en la distri­ 1... R2D; 2. P4R!, P5AR (peones bución característica de los peones intocables son, después de este 5R y 4AR, disposición que fuerza movimiento forzado, los 4R y a atacar sólo en plan ae contra­ 5AR, con la particularidad de que ataque que coloque al adversario el peón 5R, que de por sí es in­ defenso, cumple un papel decisi­ en zugzwang (véase el 16). 1. R3D! (1. R4C hubiese con­ vo, por cuanto quita al rey negro ducido únicamente a un final de toda posibilidad de maniobra; 3. 246

393

R2R (amenaza 4. R3A) ; 3... R3R; 4. R2A! y las negras abandonan. Esta misma situación se puede apreciar en el ejemplo que sigue, pero combinada con el factor «tiempo*. En la instructiva posición 394 (Schveda-Sika, Brunn, 1929), todo consiste en la apreciación de los tiempos de reserva de que dispone cada uno de los contrincantes. En el flanco de dama, las blancas tie­ nen ventaja (el peón negro se en­ cuentra en 3TD y no en 2TD), mientras que en el flanco de rey son las negras las que están en superioridad (a causa de la op­ 394

ción a avanzar dos casillas del peón 2TR). Lo interesante de esta posición es que gana el que comienza, ya que el primero que juegue alcanza a estabilizar (o corregir) la situa­ ción en el flanco «desfavorable >. Las negras podrían ganar del modo siguiente: 1... R4R!; 2. R3A, P4TD! 3. P3C (en caso de 3. P4TR, se tendría 3... P5TD!, sobrando tiempos en ambos flan­ cos, mientras que si se da 3. P4 TD, el flanco de dama de las negras es ya «satisfactorio», y 3... P3TR! es correcto); 3... P4CD! (amenazando P5CD); 4. P3TD, P9TD; 5. PCD x PT (o bien, 5. P4CD, P3TR) ; 5... PCDxPT; 6. P4TR, P4TR. Tocándoles jugar a las blancas moverían 1. R3A!, R4R; 2. P4TR!, P4TD; 3. P5TR!, P5TD; 4. P6TR!, P3CD (4... P4CD; 5. P3T; 4... P6T; 5. PCDxPT, 6. P4CD!, PTDxPC; 6. PTDxPC. P4TD, PCDxPT; 7. P3TD); 5. P4CD, PxP a. p.; 6. PxP, P4C; 7. P4CD, y ganan. Otros ejemplos de partidas en las que el factor «tiempo» juega un gran papel. 394a. Opochenski-Prokop, Pra­ ga, 1942. Blancas: R4R, P3TD, P3AD, P2CR, P2TR. Negras: R2AR, P2TD, P3AD, P2CR, P2 TR; juegan las blancas. Después de 1. R5R, R2R, es evidente que las negras no pueden de ningún modo mover el peón 3AD. Gracias a esto, el peón 3AD lleva en sí dos tiempos de reserva, lo que decide la lucha. 2. P4CR, R2D; 3. P5CR, R2R (esperanza infundada en la inaccesibilidad de la sexta fila); 4. P4TR, R2D; 5. P5TR, R2R; 6. P4TD, P4TD; 7. P4AD, R2D; 8. P6TR, P3CR (o bien, 8 . . . PCRx PT; 9. PCRxPT, R2R; 10. P5 AD); 9. R6A, R3D (9... P4AD; 10. R5R); 10. R7C y ahora es ya inútil la continuación 10... R2R; 11. R x PT, R2A, a causa de 12. P5AD. Las negras abandonan. 247

39S 394b. Leonhardt - Marshall, Hamburgo, 1910. Blancas: R6CD, P2TD, P4CD, P2CR, P2TR. Ne­ gras: R1CD, P3TD, P2CD, P3CR, P2TR; juegan las blancas. 1. P3TD, RIA; 2. P4TD, P4CR (en caso de 2... R1C, se tiene 3. P3CR, RIA; 4. R7T, R2A; 5. P5CD, PTD xPC; 6. PTDxPC, P4CR; 7. P6CD + , R3A; 8. P4CR y ga­ nan); 3. P3TR, R1C; 4. P3CR!, RIA; 5. P4TR, PCRxPT; 6. PCR x PT, R IC ; 7. R5A, R2A; 8. R5D, R2D; 9. R5R, R3A (a 9... R2R decide 10. P5TD, ya que 10... P4TR sólo pierde un peón y no puede ser considerado como un tiempo de reserva) ; 10. P5TR. P4TD ; 1i. PCDxFTD, R4A; 12. P6TR, consiste en crear una posición de R5C; 13. R6A. Las negras rinden. zugzwang en la que lo que decide es el ultimo tiempo que queda de 394c. Thomas-Maroczy, Niza, reserva. 1930. Blancas: R5AR, P4TD, P2 La posición R3AR-R4AD del 395 CD, P4AR, P2CR, P2TR. Negras : no es el zugzwang que permite R2D, P3CD, P4AD, P3AR, P2CR, a las negras'alcanzar la victoria. P2TR; les toca jugar a las blan­ En efecto, precisan aún un tiem­ cas. El blanco bloquea (estabili­ po de reserva para obligar a las za) el flanco de rey, al mismo blancas a jugar R3D (es claro que tiempo que se procura tiempos de no R3C t, R5D) ; luego, en la po­ reserva. 1. P4TR!, R2R; 2. P5TR, sición que se da después de P5CD, R2A (en caso de 2... P3TR, se tie­ P4TD ■ Ini que decir tiene que no ne 3. R4R, lo mismo que se jugó PTD x PC+ ?, R x PC y el rey ne­ en la partida 3. R6C, RIA, no da gro ocupa la casilla crítica del nada); 3. R4R, R3R; 4. P5AR+, peón 4R), las negras necesitan R3D; 5. R3D! y las negras, que un segundo tiempo; lo mismo en se encuentran en zugzwang, aban­ el caso 1... R3C; 2. R4A, R4T; 3. donan ; el ejemplo variante que se R3C que después de 1... P6CD; da a continuación es muy signifi­ 2. R3A, P7CD; 3. RxPC, R5C; cativo: 5... R4D (5... R4R; 6. 4. P5TD, R xP T ; 5. R3T, R4C; R4A); 6. P3CD, R3D; 7. R4A, 6. R3C, R4A; 7. R3A. Paralela­ R3A; 8. P3CR, P3TR; 9. P4CR, mente a esto, la estructura de los R2A; 10. R5C, R2C; 11. P5TD, peones en el flanco de rey sólo PCD x P T ; 12. RxPA, R3T; 13. asegura a las negras uno y no dos R6A. tiempos de reserva. En la posición R4CD-R3CD, las La comparación de la posición negras, en caso de ser mano, ne­ 395 (tomada de la partida Loman- cesitan también dos tiempos de Van Helder, Amsterdam, 1919) reserva para ganar (¡y sólo uno, con los ejemplo's precedentes per­ si les toca a las blancas í). Pero en la posición R3CD-R4 mite comprender más a fondo el carácter, de la partida en la que TD, las negras precisan un solo influye el factor «tiempo». tiempo, ya que al retroceso del Como se vio en el 394 (a y b), lo rey blanco sigue R5TD y P5CD. esencial en este tipo de partidas En la partida que comentamos,

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las blancas no llegaron a compren­ der cuál era la oportunidad del enemigo y jugaron 1... P6TR ?, con lo que no sólo no mejoraron, sino que incluso debilitaron sus peones, perdiendo de la alecciona­ dora forma siguiente: 1... R3A! (con la intención de alcanzar 4TD, pero evitando el escaque 3CD, a causa de la réplica R4C); 2. R3C, R2C!; 3. R3A (3. P4TD, R3C!) ; 3.. . R3TD; 4. R2C, R4T; 5. R3C, P4CR (¡ahora marcha todo bien!) ; 6. P4CR (o bien, 6. P4TR, PCRxPT; 7. PCRxPT, P4TR) ; 6.. . P3TR; 7. R3A, R5T; 8. R2C, P5CD; 9. P.TD x PC, R xPC y ganan. Pero las blancas hubiesen podi­ do salvarse, de haber corregido, cuando todavía era tiempo, su si­ tuación en el flanco «desfavora­ ble»: 1. P4CR! (el peón 2TR, que puede hacer dos movimientos, debe quedarse en su sitio); 1... P4CR (las blancas amenazaban con 2. PSCR; en caso de 1... P3TR, se tendría 2. P4TR !, R3A ; 3. P5TR); 2. R3D!, R3C (esto ahora es inútil, ya que las negras han perdido el tiempo de reserva; en caso de 2... PSCD; 3. P4TD!, pierde ya 3... R3C?, pero aún pueden conseguirse tablas con 3... P6CD) ; 3. R3A, R3T; 4. R2C, R4T; 5, R3C, P3TR; 6. P3TR. En los ejemplos tjue siguen, el objetivo de la maniobra consiste en hacerse con las casillas críticas. La solución correcta de la posi­ ción 396 estuvo mucho tiempo sin hallarse, pero actualmente no ofrece lugar a dudas. El plan de las negras consiste en tomar todos los peones del flanco de rey, pero de tal modo que el rey pueda luego ocupar las casillas críticas del peón 3AD; para conseguir esto último las ne­ gras disponen, además, del tiem­ po de reserva 4AD. Es evidente que en caso de 1... P5TR; 2. PCRxPT?, PCRxPT, las negras pueden alcanzar fácil­

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mente su objetivo, gracias a su eón pasado y avanzado, pero las lancas pueden contestar 2. R3T y en caso de 2... FTR x PC; 3. R x PC, P4AD; 4. R2C, R5A; 5. R2A, P5CR; 6. PAR x PC, R xP C ; 7. R2C, las negras no disponen de otro tiempo de reserva. Por eso han optado por maniobrar con su rey para poder jugar R4A como réplica a R x F3CR y de este mo­ do reservarse el tiempo P4AD. En la partida que comentamos, les tocaba jugar a las blancas y a 1. R2T siguió: 1... R3A; 2. R2C, R3C; 3. R2T (sin ningún género de dudas, 3. R3T es me­ jor) ; 3... P5TR! (el plan de las negras ha tenido éxito; no salva a las blancas 4. P4AR, PARx PC; 6. PCRxPT, a causa de 5... R4T; 6. R3T, P4AD) ; 4. R3T, FTR x PC ; 5. R x PC, R4A (la con­ tinuación es aún bastante intere­ sante) ; 6. R2A (pierde también la jugada mejor 6. R2C; véase más abajo); 6... R5A; 7. R2R (o óien, 7. R2C, P5CR); 7... R6C; 8. R3R, P4AD!; 9. R2R (9. R4R, R7A); 9... R7C y las blancas abandonan a causa de 10. R3R, R8A; 1). R4R, R7R. En caso de 6. R2C, gana 6... R5A; 7. R2A, P4AD!; 8. R2R, R6C ; 9. R3R, R6T! (las blancas no pueden contestar con R3D); 249

10. R2D (o bien, 10. R4R, R7C) ; 10... R7T! (oposición en la fila rincipal); 11. R3R, R8C; 12. 2R, R7C; 13. R3R, R8A, etc. Los tres primeros movimientos que se hicieron en la partida no convencen de que ésta se llevase de la mejor forma posible. Berger expresó sus dudas respecto al mo­ vimiento 3. R3T, pero se abstuvo de hacer el análisis y de dar su apreciación general de la posi­ ción. En cuanto a Fine, para el que evidentemente las tres pri­ meras jugadas no ofrecían dudas, anotó debajo del 396: «Las negras ganan», siendo de señalar que ce­ dió a las negras hasta el turno de jugar (aunque en realidad les toca a Fas blancas), lo que, por cierto, no tiene gran importancia. En 1950, M. Bonch-Osmolovski y N. Ter-Pogósov criticaron esta afirmación de Fine. Hicieron no­ tar que si a 2... R3C hubieran con­ testado las blancas no con 3. R2T ?, sino con 3 R2C (por ejemplo, 1. R2T, R3A; 2. R3T, R3C; 3. R2C), resultarla que 3... P5TR condu­ ciría inmediatamente a tablas, a causa de 4. P4AR! (por ejemplo: 4... PCRxPA ; 5. PCRxFT y 6. R3A; o bien, 4... R4A¡ 5. PAR xPC, PTRxPC; 6. RxPC, Rx PC y la oposición no da nada a las negras). Así pues, el traslado del rey a 3CR resulta inútil y la afirmación de que «las negras ga­ nan» es errónea. Ambos autores no se limitaron a hacer la crítica, sino que propu­ sieron sus propios análisis, ex­ traordinariamente importantes pa­ ra la solución de la posición dada. Demostraron que las negras ganan (tocándoles jugar) en las posi­ ciones siguientes: 1) R2T-R3A, 2) R2A-R3A, 3) R3T-R4R; en los tres casos decide P5TR. En relación con esto, los auto­ res consideraban demostrada la victoria de las negras en la posi­ ción inicial (396); sin embargo, a pesar de haber entrado de lleno

f

250

en la resolución del problema y haber esgrimido todos los datos necesarios para demostrar esta vic­ toria, no sacaron las conclusiones necesarias y expusieron de forma completamente errónea su solu­ ción ; a saber: «1. R2T, R3A; 2. R3T, R3R!!; 3. R2C, R4R!; 4. R2A, R3A». Es evidente que todo esto no demuestra nada to­ davía: en la posición R2A-R3A, la victoria ha sido demostrada to­ cándoles jugar a las negras, mien­ tras que ahora juegan las blancas. Si éstas mueven 5. R2C, no cabe la menor duda de que las negras tienen que comenzar de nuevo su poco convincente «tiovivo». En efecto, el continuar mani­ obrando (del modo que se hizo en la partida o de la forma que se aplica en los análisis), es com­ pletamente inútil. La posición del rey negro en 4AR es suficiente­ mente buena para cualquier posi­ ción del rey blanco (2AR, 2CR, 2TR, 3TR). He aquí la solución correcta: 1. R2T

P5TH

i Inmediatamente y cualquiera que sea la posición del rey blanco! 2. R3T Se consideraba totalmente des­ cartado el abrir brecha sin esperar a más, siendo precisamente este error general el que, como una muralla, impedía ver la solución. 2. ...

R4RÜ

presentándose ante nosotros la po­ sición victoriosa de Bonch-Osmo­ lovski y Ter-Pogósov, obtenida con un simple cambio de jugadas. La victoria de las negras se de­ muestra así: 1) a 3. R4C, 2C, 2T, sigue 3... PTRxPC; 4. RxPC, R4A, etcé­ tera, como más arriba; 2) en caso de 3. P4AR + , se

tiene 3... PCRxPA; 4. PCRxPT, R5R; 5. R2C (a 5. P5TR sigue 5.. . P6AR; 6. P6TR, R6R!; 7. P7TR, P7AR; 8. P8T=D, P8A = D + ; 9. R4C —mejor sería 9. R2T, D5AR+—, 9... D4AR+ ; 10. R3T, R7A, amenazando con dar mate y con cambiar las damas); 5... R6D! (amenazando con R7R); 6. R3A, R xP A ; 7. P5TR, R6C; 8. P6TR, P6AD; 9. P7TR, P7AD; 10. P8TR=D, F8AD=D, ganando fácilmente. 3) a 3. PCRxPT, PCRxPT; 4. R4C. (4. R xPT ?, R9A) sigue 4.. . P4AD!; 5. P4AR + , R5R; 6. P5AR, P6TR! (conduce a un fi­ nal de dama más favorable que 6.. . R4R, etc); 7. P6AR, P7TR; 8. P7AR, P8TR=D; 9. P8AR = D, D8CR + ; 10. R5T, R6D, y las ne­ gras deben ganar sin grandes di­ ficultades. Así, pues, en el final de peones no se ha podido realizar el plan estratégico fundamental, pero su esencia no varía cuando se ha lle­ gado a promover dama. En el final que a continuación se da se produjo una idea análoga, aunque bajo forma algo más ca­ muflada, de ocupación de la casi­ lla crítica después de haber cam­ biado todos los peones en el flanco:

P4CR?, si va seguido de 1... P4TR ! Una lucha peculiar por las ca­ sillas críticas tiene lugar en la posición que sigue. 396b. B. Honvitz, 1879. Blan­ cas: R3D, P4AD, P4D, P5D, P5 AR. Negras: R5CD, P2AD, P3D, P3AR; las blancas hacen tablas. 1. R3B !, R xP A ; 2. R4R, R4C; 3. R3R!, P4AD ; 4. P5DxPA, Rx PA ; ; 3. R2D ! (5. R3D ?, R4D ; 5. R4R?, P4D+ y R4C) ; 5... R4C; 8. R3A, P4D ; 7. R3C, tablas. 397

La posicióón 397 (se dio en la partida de torneo Hanssen-Ním396a. Eliskases-Skalischka, Po- zowitch) tiene, por extraño que debradi, 1936. Blancas: RIAD, parezca, una gran similitud con P2TD, P4AD, P5AD, P4R, P3CR, el 395, aún cuando aquélla no ten­ P2TR. Negras: R2R, P2TD, ga el aspecto ni los tiempos de P2CD, P3AD, P4R, P2CR, P2TR; reserva de ésta. juegan las blancas. 1. P4TR ? (es­ En la partida siguió: to permite a las negras forzar el cambio y ocupar las casillas crí­ 1. ... R2A ticas del peón 4R; mediante 1. 2. P3A P3TR, que impide la captura de le® peones, hubiesen podido hacer En caso de 2. P4AD, se tendría tablas las blancas); 1... P4CR!; 2.. . R3C; 3. PADxPD (es claro 2. R2D, R3A; 3. R3R, R3C; 4. que no 3. P5AD + , a causa de R2A, R4T; 5. PTRxPC, R xPC ; 3.. . R4C v el subsiguiente R5A); 6. R3A, P4TR; 7. P3TD, P5TR; 3.. . PADxPD; 4. R2A, R4T!. 8. P4TD, PTRxPC; 9. RxPC, Las negras ocupan la casilla con­ P4TD y las blancas abandonan. jugada. En evidente «conjuga­ Pierde aún con más rapidez 1. ción» se encuentran, -además, los 251

escaques 3CD-4CD y 2CB-5TD, que junto con las casillas 2AD4TD, forman «ionas triangulares» en el campo de cada uno de las contrincantes. Una vez que se lian apoderado de la conjugación, las negras ganan. 2. ... 3. P3AD x PC

R3C!

A 3. P4AD sigue la jugada de espera 3. . R3T!, y en caso de 4. PADxPD, PADxPD; 5. R2D, se tiene 5... R4C; 6. R3D, R5T y ganan. 3. ... 4. R3A

R4C R5T

y las blancas quedan indefensas, i Curiosa situación! 398

urgentemente en el cuadrado del peón 5AD. Be jugar inmediata­ mente 1. R2A ?, se tendría 1... P6AD ; 2. R2R, PCR x PA ; 3. PR xPA, R4D y después de 4. P5 AR, RxPD , o bien, R3R, RSA, las negras tienen segura la pro­ moción de un peón dama. 1. ... 2. RIA!!

R xP

De nuevo la jugada natural 2. R2A hubiese sido un error. Las negras no pueden esperar pasiva­ mente a que las blancas capturen el peón 6AD y a que su peón pa­ sado protegido corone; de ahí el que se vean obligadas a continuar 2... P5CR; 3. PTR x PC + , Rx PC ; 4. R2R, P6AD, y ahora que­ da claro que la posición R2RR5CR es el -zugzwang decisivo a causa de 5. PSD. R4A, o bien, 5. R1D, R6A, y tablas. Es precisa­ mente este ataque al peón 3R el que las blancas tienen que retra­ sar una jugada. 2. ...

P6A

En caso de 2... P5CR, se tiene 3. PTR x P C + , R xP C ; 4. R2A !, P6AD; 5. R2R, y ahora son las negras las que se encuentran en zugzwang. 3. R1R!

El 398 es una lucha, cuyo resul­ tado no está claro, ni mucho me­ nos, por el tiempo, y que se produce al crear la posición de­ cisiva de zugzwang. 1. P5A + La necesidad de librarse de esta pieza sin perder tiempo alguno se desprende del hecho de que el rey blanco se vea precisado a entrar 252

y el problema está resuelto: 3... P5CR; 4. PTR x PC +, R xP C ; 5. R2R!, P7AD (no hay más reme­ dio que debilitar el peón AD con un movimiento anticipado; en ca­ sa de 5... R4A, o bien, R5T, se tiene 6. R1D) ; 6. R2D, R6A; 7. P5D, P8AD=D+; 8. Rx D, Rx P R ; 9. P6D, R7A; 10. P7D, P6R; 11. P8D=D y ganan. 398a. K. Jakobi, 1904. Blancas: R5AD, P4TD, P4CD, P6CD, P5fR, P5TR. Negras. RIAD, P2CD, P4D, P3R, P3TR; ventaja blan­

ca. 1. P5TD, R2D ; 2. P5CD, RIA ; 3. P6TD, R1C (debido a la ame­ naza P7TD, al rey negro le que­ dan sólo los movimientos RIT y R1C; las blancas, para poder ga­ nar, deberán ocupar con el rey la casilla 6D, pero únicamente es­ tando el rey negro en 1TD; de ahí qile haya que ceder a las negras el turno de jugar); 4. R4C, R IT ; 5. R3C, RIC (las negras se ven obligadas a realizar un número «para de jugadas; por eso el rey blanco debe volver a 5AD en un número «impar* de movimien­ tos) ; 6. R3A, RIT; 7. R4D, RIC; 8. R5A, RIT; 9. R6D!, RIC (a causa de la amenaza R7A, las blancas han ganado un tiempo im­ portante) ; 10. R xFR , P5D; 11. R7A y ganan. 398b. Grob - Nimzowitch, Znrich, 1934. Blancas: R4AD, P4 TD, P3CD, P3AR, P4TR. Negras: R3AD, P3TD, P4AD, P3CR, P4 TR; mueven las negras. La si­ tuación de éstas es dudosa debido a la falta de tiempo; la continua­ ción lógica 1... R3D deja a las blancas con un peón de ventaja en final de dama después de 2. P4AR, R3A; 3. P4CD, PAD x PC ; 4. RxPC, R3C; 5. P5TD + , R3A; 8. R4A, R3D; 7. R4D, R3R; 8. RSA, R4A; 9. R6C, R xP A ; 10. RxPT, P4CR; 11. PTRx PC, PSTR; 12. P6CR, etc. No obstan­ te, las negras hallan el tiempo que les falta utilizando «el triángulo» 3AD, 2D, 3D. En la partida que comentamos se jugó: 1... R2DÜ; 2. P4AR (conformándose sensa­ tamente con unas simples tablas, que de lo contrario hubiesen pre­ cisado, para obtenerlas, cierto es­ fuerzo, por ejemplo: 2. RxPA, P4CR; 3. R4D!, PCRxPT; 4. R3R, P4TD!; 5. R2A, R3R; 6. R2C, R4A; 7. R3T, R4C; 8. P4 AR + , R xP A ; 9. R xPT, R5R; 10. R x PT y el rey blanco llega a tiempo a 1AD) ; 2... R3D!; 3.

R3D, P4TD; 4. R4A, R3A; 9. R3A, R3D; 6. R4A, R3A, tablas. Siguen ahora ejemplos de ma­ niobra más complicada (que en la mayoría de los caso® abarca a los dos flancos), sobre temas diver­ sos que frecuentemente se entre­ lazan. 398

En el 399 (de la partida por co­ rrespondencia Scbwartz - Haas, 1926-27), no da la tentativa de romper brecha 2AR-4AR-5AR (después de R4R), debido a los dos tiempos de reserva de las ne­ gras. A pesar de su clara ventaja en el flanco de rey, las blancas se ven obligadas a decidir la par­ tida en el de dama (después de haber obligado previamente a mo­ verse al peón 2TD); o, dicho con más exactitud, tienen que ma­ niobrar de modo que mantengan sus amenazas en ambos flancos. 1. RSA

R4R

La mejor defensa. En caso de 1... R4A, se tiene 2. R6D, R5C; 3. R5R, R xP T ; 4. R6A, R5C; 5. RxPC, PSTR; 6. R6A, PSTR; 7. P6CR, P7TR; 8. P7CR, PSTR = D ; 9. P8CR = D + , R5A (9... RSA; 10. 1)8TD + ); 10. D8CD + , R5C; 11. D3CR+, R4T; 12. D5 CR+ +. 253

Si se tiene 1... P3TD, conduce únicamente a tablas 2. P3AR? a causa de 2... R4R!; 3. R6A, R5A ; 4. R6D, R6C!, etc., pero ganan tanto 2. P4AR, R4A; 3. R6D, R9C; 4. R6R, R xP T ; 5. P5AR!, como 2. R4D, R3D; 3. R4R, R3R; 4. P4AR, P4TD; 5. P5AR + , o bien, 2... R4A; 3. R3R, R5C; 4. P4AR, R x P T ; 5. R3A, R6T; 6. P5AR. 2. R6A

R3R

Las blancas pueden despreciar la posibilidad de un contraataque dirigido sobre el peón 3TD, tanto ahora como más adelante; por ejemplo: 2... R5D; 3. R6D, R6A; 4. P4AR!, etc. 3. R7A

R2R

Los reyes están ahora situados en la fila principal, y la jugada de «tiempo» tiene un valor deci­ siva. En la partida se jugó: 4. P3AR, P3TD; 5. R8AD, a fin de a 5... R1R continuar 6. R7C, pero esto alarga en demasía la partida. Después de 4. P3AR, P3TD, lo más sencillo es 5. P4AR! (5... R3R; 6. R8D, o bien, 5... P4TD; 6. R6C, y ganan). Sólo en el caso 4. P4AR, P3TD se ven precisadas las blancas a ganar mediante 5. R8A, R1R; 6. R7C, o bien, 5. R6A, R3R; 6. R5A; R4A 7. R6D (maniobra R6R y P5AR!). En el 400, después de 1. R4A, R3A ; 2. R4R, R2R; 3. R9A, R2D; 4. P5TR, P4AD; 5. PD xPA +, R x PA, se dio una situación que suscitó discusiones de carácter teórico. En la partida se jugó: 6. P6TR, R2D; 7. R6A, P4D; 8. R7C, P5D ; 9. RxPT, P6D ; 10. R8C, P7D; 11. P7TR, P8D = D; 12. P8TR = D, D5CR+ ; 13. R7A, 254

400

D3R+, y las blancas abandonan. A. Zamijovski recomendaba, en lugar de 6. P6TR, la jugada «más resistente» 6. R6R, P3TR; 7. R5A, R4D que, sin embargo, a causa de 8. R6C, R5A, etc., tampoco impi­ de que ganen las negras. En objeción a esta, I. Asaritis consideraba 6. P6TR suficiente para alcanzar tablas. El estaba en lo cierto al señalar que, después de 6... R2D ; 7. R6A, P4D, las blan­ cas deberían continuar, no 8.R7C?, sino 8. R5R, R3A; 9. R4A!, R3D ; 10. R5A, P5D; 11. R4R, P6D; 12. RxPD, R4D; 13. R3A, R5R; 14. R2A y tablas. Pero el caso es que después de 6. P6TR, no hay quien impida a la negras ganar fácilmente me­ diante 6... R4D! (en lugar de 6... R2D ?) ; 7. R6A, R5A; 8. R7C, P4D; 9. RxPT, P5D; 10. R6C (8C), P6D; 11. P7TR, P7D; 12. P8TR=D; F8D=D, etc. Tampoco salva 6. R4R, a causa de 6... P3TR; 7. R4D, R2A (no 7... R2D; 8. R5D); 8. R4R, R1D; 9. R5A, R2R; 10. R4R (10. R6C, P4D!; 11. R5A, R3D) ; 10... R3R; 11. R4D, P4D ; 12. R5A, R4R; 13. R x PC, P5D, hay que reconocer, pues, que en el final 400 las blan­ cas pierden. En la posición 401, los peones

401

de las blancas en el flanco de rey se hallan sueltos, y en el de dama, debilitados por estar avanzados. No deja de ser instructivo el plan estratégico con que las negras suieron sacar provecho de estas deilidades; deciden atacar al peón 2TR, ligando al rey blanco a la defensa de este peón; después obli­ gan a efectuar un cambio total de los peones del flanco de rey, aba­ tiéndose a continuación con el rey sobre el resto de los peones débi­ les blancos. 1... R3A!; 2. R2D, R4C; 3. R2R (la tentativa de dirigirse a 7AD llega con retraso, ya que las ne­ gras alcanzan a capturar el peón 2TR y llevar a la promoción el peón 2TR; siendo, junto con esto, muy importante en contestación a R7AD, incluir el movimiento F4CD); 3... R5T; 4. RIA, R6T; 5, R1C, P4R! (impide la jugada 6. P4AR, a causa de 6.. PRx PA; 7. PRxPA , R5C; a 6. P4R, hubiese seguido 6 ... P4 CR; 7. R1T, P4TR; 8. R1C, P5TR; 9. R1T, P5CR; 10. PARx PC, R x PC; 11. R2C, P6TR+ y 12... R6A); 6. R1T (en caso de 6. P4TD, las negras hubiesen con­ tinuado P4AR, lo mismo que en la partida; pero ahora, teniendo la posibilidad de frenar previamen­

te a los peones enemigos en el flanco de dama, es claro que las negras la aprovechan); 6... P4 CD; 7. R1C, P4AR; 8. R1T, P4C; 9. R1C, P4T-R; 10. R1T, P5CR (si ahora 11 PARx PC se tiene 11... PTR xFC; 12. RtC, P5AR; 13. PRxPA, PR xPA ; 14. R1T, P6CR; 15. PARx PC, PARx PC; 16. FTRx PC, Rx PC y el éxito del plan concebido por las negras aparece con todo relieve); 11. P4R, PA R xPR !; 12. PARxPR (o bien, 12. PARx PC, PTRxPC; 13. R1C, POR; 14. PARxPR, PSR; 15. RIT, P6CR); 12... F5 TR; 13. R1C, F6CR; 14. PTRx PC, PTRxPC (15. P4AR, PRx PA; 16. P5R, P7CR). Las blancas abandonan. 402

g

La misma estrategia que en el 401, pero entrelazada con otros as­ pectos, es lo que caracteriza al 402. 1... R5R! ;* 2. R2R (o bien, 2.' P3CR, PSD; 3. PADxPD, Rx PD; 4. R2R, P4CR, etc.); 2... P4CR1; 3. R2A! (en caso de 3. P3CR, gana 3... P5D; 4. PAD x PD, R x PD ; 5. R2D, R5R ; 6. R2R, P5CD; 7. P3AD, P6CD!; etc.); 3... P5D!; 4. PADxPD, R xP D ; 5. R2R, P5CD!; 6. R2D (a 6. PTD x PC, hubiese seguido un bo­ nito ataque: 6... P6AD!; 7. PCD x PA + , R5AH; 8. R2D, P6TD; 255

9. RIA, R xP A Ü ; 10. R1C, Rx PC; 11. R2T, R6A; 12. R xFT, R x PA ; 13. R4C, P5CR y ganan) ; 6... P6CD; 7. P3AD + , R5R; 8. R2R, R5A ; 9. R2A, R5C; 10. RIA, R6C; 11. R1C, P5CR; 12. RIA, R7T; 13. R2A, R8T; 14. R3C, R8C, y las negras obtienen la vic­ toria. 403

En el 403, las negras ganaron mediante un movimiento envol­ vente, realizado en el flanco de dama, después de haber cambiado un par de peones. Pero su plan tuvo éxito gracias únicamente a la defensa meramente pasiva de su contrincante. Según se demos­ tró más tarde, en el desarrollo de la partida hubo momento en los que las blancas hubiesen podido empatar. Sin embargo, sería prematuro deducir que la posición 403 ha sido ya completamente esclarecida y debe ser considerada como tablas, a, por el contrario, vencen en ella las negras sin ningún género de dudas. Los primeros movimientos no ofrecen dudas : 1... R4A; 2. R3A, P4TD. Las negras amenazan con tomar todos los peones del flanco de da­ 2 56

ma mediante P4CD, etc., para uti­ lizar después la debilidad de los peones blancos en la tercera fila, situados más cerca y mucho más vulnerables que los peones negros. 3. P4TR, P4TR. Indudablemente no son éstas las mejores jugadas posibles. Lo primero que deberían hacer las blancas es sacar los peones debi­ litados de la tercera fila, inten­ tando la formación P5R-P4AKP3CR, ya que en este caso la base de la cadena de peones se hallaría alejada al máximo del rey negro. Por esto, lo más fuerte hubiese sido 3. P4R. Por otra parte, las negras po­ drían formar una cadena análoga P4R-P3AR-P2CR; pero también podrían, haciendo uso de las ven­ tajas del que ataca, adoptar un plan para conmover la posición de las blancas, procurando al mismo tiempo conservar un tiempo de re­ serva en el flanco de rey. En todo caso, la jugada 3... P4 TR no sirve, aunque sólo sea por­ que permite, según indicó Fine, alcanzar rápidamente tablas me­ diante 4. P4CR; por ejemplo; 4... PTRxPC (o bien, 4... P3CR; 5. P5CR); 5. PAR x PC, PáAR ; 6. F5TR, P3CD; 7. P4R, P4R; 8. R3D. Al no disponer de un tiem­ po de reserva en el flanco de rey, las negras no consiguen nada cambiando los peones en el de dama. Es digno de atención 3... P3AR, guardando la posibilidad de jugar P4CR ó 4R (así como la posibili­ dad de no avanzar más, en gene­ ral, los peones), y también 3... P4AR, que se opone directamente a la jugada 4. P4R, a causa de 4... PA RxPR ; 5. PARxPR, P4TR!, ganando gracias al tiempo de icserva F3CR. La única réplica ad­ misible a 3... P4AR es 4. P5TR ; después de esto, y por cierto en los demás casos, es difícil demos­

trar la victoria absoluta de las 8.. . R5C; 9. R2A, R6T; 10. R3A. negras, aunque sus posibilidades Ultimo error, después del cual continúan siendo considerables. la situación de las blancas es des­ Volvamos a la partida: 4. R3D? (4. P4R!) ; 4... R5C; 5. esperada. 10.. . R7T!; 11. R2A (o bien, R2A, P4CD ? Después de 5... P4AR!, que pa­ l!. P4CD, PTD xPC+ ; 12. R x raliza a todos los peones blancos, PC, R7C y las negras ganan acer­ la partida hubiese quedado re­ cándose a los peones); 11... P4AR (¡por fin!); 12. R3A, RSC (aho­ suelta. Por ejemplo: а) 6. P4R, PA RxPR ; 7. PAR ra, en contestación a 13. P4CD, xPR ; P4CD; 8. PTDxPC, Rx gana 13... P5TD!, etc.); 13. P4R, PC; 9. R3A, R4A; 10. R3D, RSC; PA RxFR ; 14. PARxPR, P4R; 11. R2A, P4R; 12. R2C, P5TD; 15. R3D, R7C; 16. R4A, R7A; 17. 13. PCDxPT, R xP T ; 14. R3A, R5D, R x PC, y las negras ganan. R4C.; 15. R3C, R4A; 16. R3A, 403a. Horwitz-Denker, FiladelP3CR, y ganan. fia, 1936. Blancas: R6CR, P3TD, б) 6. P4AR, R4A; 7. R3A, P3AD, P4AD, PSD, P4R, P2CR, P3CR; 8. R3D, R4D; 9, R3A P2TR. Negras: R1AR, P3TD, (pierde también 9. R2D, a causa P4AD, P3D, P4R, P2CR, P3TR; de 9... R5R ; 10. R2R, P4R!, etcé­ les toca jugar a las blancas. 1. P4 tera); 9... R5R; 10. P4CD, R6A TR, R1C; 2. P4CR, RIA; 3. R7T y ganan. (se puede también 3. P5CR, PTR c) 6. R2C, F4CD ; 7. P7TD x PC, x PC; 4. R x PC, avanzando, cu­ R x PC; 8. R3A, R4A ; 9. R3D, briendo y cambiando el peón TR) ; RSC; 10. R2A, P4R; 11. R2C (11. 3... R2A; 4. R8T! (a inesperadas P4AR, P5R) ; 11... P5TD y ganan. tablas hubiese llevado 4. P5CR?, En la continuación, las blancas P4TR!; 5. R8T, R3C; 6. R8C, siguen retrasándose en avanzar rey ahogado). Las negras perdie­ P4R, y las negras, en P4AR; por ron después de 4... RIA?; 5. P5 eso, casi todas las jugadas, hasta CR. Hubiese opuesto más resisten­ la décima inclusive, son erróneas. cia 4... R3C; 5. R8C, R3A; 6. 6. PTDxPC, R xP C ; 7. R3A, R8A, P4CR; 7. PTRxPC+ (no 7. P5TR, rey ahogado); 7... Rx R4A; 8. R3D. PC; 8. R7R, R xP C ; 9. RxPD , y Según señalaron G. Lewenfisch ganan. (Véase el 227). y V. Chejover (1936), las blancas 404 se hubieran podido saWar median­ te 8. P4R. En caso de 8... P4R; 9. P4AR, P3AR, se tendría 10. R3D y las blancas estarían fuera de peligro. Después de haber cam­ biado los peones en el flanco de dama, su posición es invulnera­ ble ; si, por el contrario, las negras juegan P3CR, se produce la forma de »cuarteto» (véase el 370), en la que las negras tienen todas las posibilidades de perder y, en todo caso, deben únicamente pensar en hacer tablas. Por cuanto a 8. P4R, es inútil 8... P4AR, a causa de 9. F5R, es imposible que las negras ganen.

La posición 404 ilustra esta misma idea del movimiento en­ volvente, pero con una cierta «exa­ geración» en este caso. 1. RIA, R4T; 2. R2R, R xP T ; 3. R3R, R6T; 4. R x PR, R7C (des­ pués de haber capturado al peón AR detrás del CR, el rey negro se encuentra más cerca del flanco de dama) ; 5. P4AR, R7A ? (parece natural, pero en realidad deja es­ capar la victoria, que se conseguía mediante 5... R6C!; por ejemplo: 6. R3R, P3CR, o bien, 6. P5AR, R5C; 7. R5R, R6A, etc.); 6. P5 AR!, R7C (en caso de 6... R6C, se tiene 7. R3R! y la oposición queda en poder de las blancas) ; 7. R4A, R7A (en caso de 7... R6T ?, hubiesen ganado las blan­ cas a causa de 8. R9C, R6C; 9. P6ARÍ, PCR x PA+ ; 10. RxPA, etcétera); 8. R4R (no 8. R5C ?, R6R!) ; 8... R7C. Tablas. 405

para realizar la com binación pro­ yectada. L as blancas se precaven contra P4TR y conservan el tiem ­ po de reserva P3CR, pero lo p rin ­ cipal es que cierran el flanco y obstaculizan en esta p arte las ope­ raciones del negro. 1.

...

R4D

M om ento crítico. A hora no sa l­ va a las blancas 2. P3CR ? debi­ do a 2... P4AD ! ; 3. R2D , PA D x P C ; 4. P A D x.P C , R5A D ; 5. R IA , R6A, lo m ism o qu e 2. R2D ?, RñA ; 3. P3CR, P7CD ; 4. R2A, P 8 C = D + ; 5. R x D , R6C ! ; 6. R1T, R x P T .

Tampoco sirve 2. P4AD+ ?, a causa de 2... PCD x PA+ ; 3. R3A, R5R ; 4. P4TD, R6R ; 5. P5TD, P7CD ; 6. R x PC, R7D ; 7. P6TD, P6AD + ; 8. R2T (o bien 8. R3C, P7AD ; 9. P7TD, P8AD=D; 10. P8TD=D, D1CD+; 11. R4A, D7 A D + ; 12. R4D, D 6A D ++); 8 . . . P7AD ; 9. P7TD, P8AD = D; 10. P8TD = D, D5AD+ ; 11. R3T, R6A ; 12. D4TD, P4AD ; 13. PCD x PA, D x PA + ; 14. R2T, D7 AR+ y mate. 2.

P4T !

U nica ju g a d a. D espués de este m ovim iento, la te n ta tiv a 2... P7 CD h asta lleg aría a dar posibili­ dades de g an a r a la s blancas, por ejem plo: 3. R2A, P C D x P T ; 4. R x PC , R5A ; 9. R3T, R x P A ; 6. R x P T , R5D ! ; 7. R5T, P4AD ! ; 8. P5CD, etc.

El 405 ilustra la forma de hacer invulnerable una posición median­ te el sacrificio de un peón, a lo que se recurre como método de de­ fensa en circunstancias difíciles. Si en el 390 se cerraban los flan­ cos, en éste se cierra el centro. 1. P5T Movimiento 258

inicial

necesario

2.

...

3.

P4A +

PxP

y el objetivo h a sido alcanzado : 3... R3D ; 4. R3A , R2A ; 5. R2C, R3C ; 6. R3T (6. .. P4AD ; 7. P5CD, tam poco da n ad a a las n e g ra s), ta ­ blas.

En el 406, las negras tienen que

406

bloqueada con esto; las negras comienzan a preparar la jugada P5D) ; 7. R2R, P4AD; 8. R3D, P3AD (liberando al rey de la de­ fensa del peón 4D) ; 9. R3R, R2A; 10. R3D, R3C; 11. R3R, R4C; 12. R3D, P5D; 13. R2D, P5AD!; 14. PADxPD, PR x PD ; 15. PCD x PA+ (o bien, 15. P5R, P6AD+ ; 16. R3D, P4AD) ; 15... R xP A ; 16. R2A, P4AD, y las negras ganan. 467

contar con la posibilidad que tie­ nen las blancas de crear, si se dan ciertas circunstancias favora­ bles, una posición inexpugnable bloqueando el centro. En lo que a la partida se refiere, en la que ambos contrincantes co­ metieron errores, no hubo dificul­ tades: 1... P4AD ; 2. R3R, P4D ?; 3. P x P + ? (en lugar de esto se alcanzaban tablas con 3. P4ADÜ, ya que después de 3... P5D + , el rey negro no tiene por dónde pa­ sar; 3... PD x PA hasta pierde, a causa de 4. R2D, etc., y 3... PD x P R ; 4. P4TD no es peligroso para las blancas; por ejemplo: 4... R3A; 5. Rx PR, R3R; 6. R3R, R4A; 7. R3D, P 5 R + ; 8. R2D (2R), R4R; 9. R3R, P3AD; 10. P3CD y las negras no disponen de un tiempo de reserva para po­ der ganar); 3... R xP D ; 4. R3D, P5A+ ; 5. R3R, P5T; 6. P3TD, P3AD; 7. R2R, R5R y ganan. El método de ganar que damos a continuación es de Fine: 1... P4D; 12. R3R, P5TD; 3. R3D, R3D; 4. R3R, R4A; 5. P3CD (obligado, ya que no se puede permitir que el rey negro alcance 5AD; si 5.R3D, se tiene 5... R4 CD) ;' 5... PTD x PC ; 6. PTD x PC, R3D (ahora 7. P4AD es ya inútil, puesto que la posición no queda

Aunque la superioridad mate­ rial de las negras en el 407 viene determinada únicamente por el peón retrasado 2TR, éste, a pesar de todo, está llamado a resolver el final, puesto que no sólo ase­ gura el tiempo de reserva 3TR, sino también la posibilidad del avance P4TR. Pero, previamente, las negras tienen que descargar la tensión en el centro, acabando en él con los peones. 1... R4C! (en caso de 1... R3C ?; 2. R4A, P4TD; 3. P4TD, P3TR; 4. R3A, R2A; 5. R3D, R2D, los «peones intocables» aseguran unas tablas evidentes; en cambio, aho­ ra las negras amenazan P4AD-5A6A y R4A) ; 2. P4TD + , R3C; 3. R4A, P4TD (las negras han con­ servado el tiempo P3TR; por eso 4. R3A, 3D? en este momento pierde a causa de 4... R2A y 5... 25 9

R3D) ; 4. P6D, R3A; 5. P7D, Rx FD ; 6. R x PA, R2R (la amenaza 7. R5C no existe a causa de 7... P4TR; 8. PCRxPT, P5CR); 7. R5D, R2A; 8. R4R (las negras, después de 8... P4TR; 9. PCRx PT, amenazaban con mover R2CR3TR; es insuficiente la tentativa 8. R4D, P4TR; 9. PCR x PT, R2C; 10. R5D, R3T; 11. R6R, debido a 11.. . P5CR, etc.); 8... RIA!! (mantiene la misma amenaza y subraya la existencia de zugzwang en las blancas); 9. R3R, R2R! (las negras pasan a apoderarse de la oposición en la columna princi­ pal D) ; 10. R4R, R3D; 11. R4D, P3TR; 12. R4R, R4A; 13. R3R, R4D (esto gana más rápido que 13.. . R5C; 14. R4D, R xP T ; 15. R5D, R6C; 16. R6R, PSTD; 17. R x PA, P6TD; 18. R7R, P7TD; 19. P6AR, P8TD=D; 20. P7AR, D6T+!; 21. R8R, D 5T +; 22. R7R, D5CD+ ; 23. R8R, DxPCR, cambiando las damas); 14. R3D, R4R; 15. R3R, P4TR; 16. PCRx PT, R xP A ; 17. R3A, R3R; 18. R4C, R2A; 19. R5A, R2C y las blancas abandonan. 408

la partida hubo un momento en el que las negras hubiesen podido salvarse mediante una hábil ma­ niobra de largo alcance. 1. R4A, R3A; 2. R4C, R3C; 3. P4TD, P4TD ? Esto hace perder. Las tablas se alcanzan mediante 3... P3TD; 4. P4CD, P4CD; 5. P5TD, R3A; 6. R5T (el análisis de Euwe y Pire sólo es convincente después de efectuados estos movimientos), 6 ... R4A! (6... R2C; 7. P4CR es claro que no da esperanza alguna a las negras); 7. Rx PTR, R5A! (7... R5R pierde a causa de 8. P4 CR); 8. P3CR + , R6A!! (a 8. .. R x PCR ? hubiese seguido 9. R5C ; el negro espera el movimiento del rey blanco a 5TR); 9. R5TR, R5R!; 10. P4CR, R xP D ; 11. P5 CR, R6A; 12. F6CR, P5D; 13. P7CR, P6D; 14. P8CR = D, P7D. Ahora se descubre que las blancas no pueden ganar debido a que el escaque 4AD es inaccesible a la dama (no pueden conseguir reali­ zar la maniobra D3AD + , R8D); si, por el contrario, las blancas, después de una serie de jaques, capturan el peón 3TD, para a P8D = D continuar DxPCD, esto úl­ timo no lo consiguen debido a la réplica P8D = D+ (he aquí el por­ qué de la importancia de la posi­ ción del rey en 5TR). 4. P3CR, P4TR+ (ahora 4... R3A no da nada, puesto que la dama blanca dispondrá del esca­ que 4AD) ; 5. R4T, R3T; 6. P4CR, PTR x PC ; 7. R x PC, R3C; 8. R4A, R3A; 9. P3CD (¡tiempo de reserva!). Las negras rinden. Aún se puede señalar que des­ pués de 9... R3R; 10. R5C, R3D; 11. R5A, R3A; 12. R5R, P4CD hay que jugar no 13. PTDx PC+ ?, sino 13. R6R!

La posición 408 (de la sexta par­ tida del match) fue considerada ior Euwe como victoriosa para as blancas, y la verdad es que realmente triunfó. No obstante, en

La posibilidad que de ganar tienen las blancas en el 409 pa­ rece maravillosa. Da la impresión de que las negras pueden blo­ quear al peón 5D y hacerse con

Í

260

409

mino más seguro para que las negras obtengan tablas consiste en la jugada i... P4TRH; Si, por ejemplo, 1... P4CR?, se tiene 2. R6C, R4D; 3. RxPC, R5A; 4. RxPT, R xP C ; 5. P4CRH, R6C; 6. R5C, R x PC; 7. R4A, R7A; 8. R5D, R6D; 9. R6R, R5R; 10. R7A, R6A; 11. RxPC, y ganan. De ahí se desprende claramente el sentido de la jugada 1... P4TRH. Después de haber sido realizado, el movimiento 5. P4CR es impo­ sible, y las blancas no tienen más recurso que conformarse con ta­ blas. La cuestión acerca de si 1... R2D da también tablas es muy compli­ cada y suscita discusiones teóri­ cas que no han finalizado aún.

un peón pasado y avanzado en el flanco de rey. Pero la realidad es 410 todo lo contrario: son las blancas las que juegan en el flanco de rey, después de haber minado pre­ viamente los peones negros y de haber asegurado a su rey un es­ caque por e! que abrir brecha, dando esto como resultado el que el peón pasado y avanzado que distrae al rey negro es el peón D. 1. P4CR! (paraliza a los peones negros, impidiendo ante todo la jugada 1... P4TR) ; 1... R2R; 2. P4TR, R3D; 3. R4R!, P3C; 4. P5TR!, PCRxPT; 5. PCRxFT, P4TD (los peones doblados blan­ cos contienen largo tiempo al ene­ migo) ; 6. R5A (a la victoria lleva también 6. PCDxPT, PCDxPT; 7. P3CD, R4A; 8. R5A, etc.) ; 6... En el 410, las blancas conside­ PTI) x PC ; 7. RxPA, R xP D ; 8. raban necesario cerrar el flanco R6C, R3R; 9. RxPT, R3A; 10. de rey mediante la jugada 1. P4 P3CD, R2A (o bien, 10... P4CD; CR, a fin de que las negras no 11. R7T, R2A; 12. P6TR); 11. puedan en este punto jugar a la R5C, y las blancas ganan, captu­ contra en relación con P4AR y rando en primer lugar el peón P5CR. 3CD. Proponíase la variante siguien­ 409a. M. Botvinnik, 1945. (Po­ te: 1. P4CR, R2A ; 2. R2R, R3R ; sición posible en una de las va­ 3. R3D, R3D; 4. R4A, P4TD (o riantes de la partida Botvinnik - bien, 4... P4AD; 5. R5C) ; 5. P3 Flohr, 1944). Blancas: R5AD, P2 AR, R2D ; 6. R5A, R2A; 7. P3AD, CD, P4CD, P2CR, P3TR. Negras: PCD x PA ; 8. PCD x PA, R2C ; 9. R3R, P3TD, P2CD, P3CR, P2CR, R6D, R3C; 10. P4AD, R2C; 11. P3TR; juegan las negras. El ca­ P5AD y ganan. 261

Sin embargo, a 1. P4CR sieuió inesperadamente 1... PTRxPC!; 2. PAR x PC, P5CR!; a pesar de qne después de 3. P4TR, tas blan­ cas tienen un peón pasado prote­ gido. El sentido de esta maniobra reside en que el flanco de rey no se halla cerrado y las negras con­ servan la oportunidad ae jugar P4AR, amenazando con P5AR. La partida continuó: 3. P4TR, P4AD; 4. R2R, R2TR; 5. R3D, R3TR. Ahora se descubre que el movi­ miento que parecía lógica 6. R4

262

AD, incluso hace perder, debido a 6... P4AR!; por ejemplo: 7. PR xPA, P5R!; 8. P3AD, P4TD; 9. RxPA(R5D), P6R, etc., o bien, 7. R3D, P5AR; 8. PCRxPA, PR x PA y los peones negros son in­ vulnerables, mientras que perecen los blancos 4R y 4TR. En vista de esto, los contrincantes, después de 6. P3AD, P4TD; 7. PAD x PC, PTD x PC, acordaron tablas. Es digno de atención que las blancas parecen ser incapaces _de llevar a cabo lo que la situación dicta: cerrar el flanco de rey.

APENDICE FINALES DE PEONES QUE PASAN A SER FINALES DE DAMA

Debido a su doble carácter, este grupo «intermedio» no ha sido expli­ cado hasta la fecha de forma sistemática. La dificultad (inexactitud) de su delimitación es la causa de que los autores de libros de finales no hayan llegado a examinarlo ni en los finales de peones ni en los de dama. Hay qüe tener en cuenta que en los finales de peones lo más frecuente es hacer las jugadas con miras a un posible o inevitable final de dama. Si después de haber obtenido dama, se consigue inmediatamente un desenlace rápido y forzado, tan sin lugar a dudas que el prolongar la partida no tiene objeto, o bien se alcanza una posición teórica conocida (positiva o tablas), que también excluye la necesidad de seguir jugando, es indudable que estos finales deben ser considerados como de peones, aun en el caso de que las damas hayan figurado en el tablero fugaz­ mente, para desaparecer acto seguido como consecuencia de un cambio forzado. Pero si después de haber promovido dama, el resultado de la partida continúa sin ser evidente y es preciso seguir jugando, debemos admitir que nos hallamos ante un final de dama que ha venido a susti­ tuir al de peones. Indudablemente, la norma que proponemos para juzgar de la rapidez y evidencia del desenlace es en cierto grado convencional. Así, ponga­ mos por ejemplo, para uno de los jugadores la partida ha quedado com­ pletamente definida (y resuelta) en el final de peones, por cuanto ha conseguido llevarla a un final de «dama contra peón (o peones)» en que, como él sabe perfectamente, la victoria es teóricamente imposible; sin embargo, su contrincante puede ignorar este empate teórico y la estéril partida continúa, pero ya en final de dama. No cabe la menor duda de que para jugar correctamente los finales de peones es preciso conocer bien (en los casos correspondientes) los finales de dama, por cuanto entre estos dos apartado^ existe una ligazón orgánica. En primer lugar, es necesario estar impuesto en el final de «dama contra peón», puesto que es el que con más frecuencia aparece en la práctica. El estudio de este apartado debe incluso preceder al de los finales de peones, ya que lo correcto, metódicamente, es conocer el objetivo último, es decir, el final a que puede desembocar la partida. 263

En relación con esto, exponemos a continuación, y a modo de intro­ ducción, los fundamentos teóricos del final «dama contra peón», conside­ rando después el conjunto de aspectos que deben ser tenidos en cuenta al pasar de los finales de peones a los de dama. 1. DAMA CONTRA PEON

Una dama enfrentada a un peón gana fácilmente, pero se dan algunas excepciones. A veces, la victoria se alcanza únicamente después de haber llegado los peones a la promoción, es decir, en realidad, en final de «dama contra dama», que será el que examinemos en primer lugar. 1

2

doble han sido examinados con anterioridad; véase, por ejemplo, el 67 de «Finales de peones».) 3

1. La dama da mate en ID (IR) o en 2AD. En el la: Blancas: R3CD, D2R. Negras: R8CD, D8AD, sigue D2 TD + + ; si la dama blanca se halla en 4D, lo que decide es 1, D4R (3D)+ y 2. D4T(6T) + . Puede darse el caso en que to­ das estas posiciones estén despla­ zadas a la derecha. En el Ib. Blancas: R3R, D4CR. 3, la más importan­ Negras: R8R, D8AR, se debe ju­ te Ladelposición final que consideramos, gar: 1. D4CD+ ; 2. D1CD++. puede darse después de haber lle­ En el le. Blancas: R3TD, D2D. vado ambos contrincantes sus peo­ Negras: R8TD, D8CD, gana 1. nes a la promoción (como en una D3AD +. Por cierto que, si les to­ de las posiciones de Polerio, alre­ ca jugar a las negras, es tablas: dedor del año 1590). 1.. . D6D+ !, pero de ningún modo 1. D2TR+, R8AD (1... R8CD; 1.. . D7AD?; 2. DIR+ y 3. D3AD 2. R3CD; 1) ; 2. D1CR + , R7C; 3. (D5R) +. D2AR + (no 3. D4D+ ?, R7TD!, En el 2, siendo distinta la situa­ tablas) ; 3... R6TD (o bien, 3... ción de los reyes, también se da R8AD; 4. D1R+, etc.); 4. D3R+, mate. En este caso es también po­ R7C!; 5. D2D+, R8CD (5... R6 sible el desplazamiento de la po­ TD; 6. D4CD+ y 7. D3CD++; sición hacia la derecha. Así pues, 2); 6. R3CD y ganan. si a veces se consigue dar mate, 3a. Blancas: R3D, D8R. Ne­ éste siempre se produce en las bandas. gras : R7CD, D8TD; ganan las (Los casos en que se puede cap­ blancas (aun cuando las negras turar la dama mediante un jaque tengan un peón en 2TD). 264

1. D5CD+ (la posibilidad de dar este jaque permite a las blan­ cas ocupar rápidamente la casilla 4CD; cuando la dama blanca está situada en otros puntos, se hace necesario acercarla mediante D8 CD-7AD-6CD-5AD + y en este ca, so, si las negras disponen de peo­ nes puede haber impedimentos) ; 1... R6TD; 2. D5TD + , R7C; 3. D4CD + , R7T; 4. R2A, o bien, 3... R8A; 4. D2D+ y 5. D2AD++. El resultado de la partida en posiciones similares a la 3, no ha­ bía sido generalizado hasta ahora en ningún sitio. El análisis que publicamos a continuación permi­ te hacer importantes conclusiones prácticas. En él se demuestra que la posibilidad de ganar depende de la situación recíproca de los re­ yes y del emplazamiento de la dama en la octava fila. Si el rey blanco se halla en 4AD y el negro en 7CD o en 7AD y a las blancas les toca jugar, éstas ganan, cualquiera que sea la po­ sición de su dama en la octava fila, es decir, independientemente de cuál sea la columna en que su peón haya coronado, con una sola exqepcion : Blancas: R4AD, D8 TR. Negras: R7CD, D8TD; en este caso, las blancas no ganan, ya que después de R8CD(7TD), el blanco no consigue dar jaque en la segunda fila o (previamente) en las casillas ID, ' 3D*. Esto mismo, claro está, se refiere a la posición del rey blanco en 3D (el rey negro en 6CD o en 7CD). Sin embargo, hallándose el rey blanco en 4AD (o en 3D), dan tablas to­ das las posiciones en las que el rey negro esté en 8CD, salvo D8D (o D8AD, estando el rey blanco en 3D). Pero esto no ocurre si el rey

blanco se encuentra en 4CD(2D). Aquí, hallándose el rey negro en 7CD, la excepción D8TR + des­ aparece y alcanzan la victoria to­ das las posiciones con el rey ne­ gro en 8CD, salvo D8CD( + ). En cambio, resultan tablas todas las posiciones con el rey negro en 7AD (o 6CD, estando el rey blan­ co en 2D), excepción hecha de D8R. Estas particularidades hay que tenerlas en cuenta para el caso en que un final cualquiera desembo­ case en una de las variantes es­ tudiadas. Por ejemplo, en la posición R5D, D6R-R8CD, T5AD, P7TD conduce a tablas : 1. R x T ? ; lo correcto es 1. D6CD + , R8TD (de lo contra­ rio, R xT , mientras que 1... T5CD conduce al n.° 7); 2. D1CR + , R7CD; 3. R xT , etc. Consideremos el final de peo­ nes. Blancas: R4AR, P2TD, P2R. Negras: R5CD, P4TD, P6R (final 247a). Después de í. RxPR, R6 TD, la jugada 2. R3D ? conduciría únicamente a tablas; lo correcto es 2. R2D !, R x PT ; 3. P4R, P5TD ; 4. P5R, P6TD;; 5. PAR, R6CD (5... R8CD hubiese dado unas ta­ blas seguras de hallarse el rey blanco en 3D) ; 6. P7R, P7TD; 7. P8R = D, P8TD = D y las blancas ganan (mediante 8. D5CD + ), pre­ cisamente por haber promovido el peón a dama en 8R y no en 8AD, 8D, 8AR. Véase también el 376d. Pasemos a considerar los fina­ les de «dama contra peones». 4

* Como, por ejemplo, en la posi­ ción : R4CD, D8CR-R8CD, D8TD. 1. D6C + , R7T, 2. D6R + , R8C; 3. D4R + , R7T ; 4. D5D+, R8C ; 5. D1D+, etcétera. 265

tra dama se puede hablar sólo en después de D x PA el rey queda el caso en que aquél esté a punto ahogado. Por esto, si el rev blan­ de promover. co se halla lejos, las tablas son Si en estas condiciones la dama inevitables. No obstante, encontrándose el puede comenzar dando jaque o cla­ vando una pieza, la resistencia es rey blanco cerca, es posible utili­ inútil cuando el peón es central zar otro método para ganar: se o de caballo. La dama obliga al permite que el peón corone, pero, al rey negro a ocupar la casilla mientras tanto, se acerca aún más de la promoción y de este modo el rey blanco, obteniendo las po­ gana tiempo para acercar su rey. siciones victoriosas 1 ó 2. 1. D4CR + (más preciso que 1. 7 D2CR+, R6D); 1... R8R (de lo contrario, D1D); 2. D4R+, R7A; 3. D3D, R8R; 4. D3R+, R8D; 5. R3CR, R7AD; 6. D2R, R8A; 7. D4AD + , R7C; 8. D3D, R8A; 9. D3AD + , R8D; 10. R3A, R8R; 11. D4CD, y mate. El empate sólo es posible, como excepción, cuando el rey se halla en el camino de la dama, poniendo trabas a su acercamiento por las columnas o las diagonales; por ejemplo, en las posiciones siguienR5R, D8D (o bien, D8AR). R7R, P7D, o bien, R7AD, D8CD. R8AD, P7CD, tablas. Un proble­ ma de T. Troitski tiene el final siguiente: R6R, P7T-R5R, P7R. 1. P8R=D, R6R!, tablas. 5

6

Estos esquemas demuestran por ué cuando se tienen dos peones e torre o de alfil na puede ser aplicado el método para obtener la victoria que acabamos de in­ dicar. En el 5, el rey negro es cierto que ha ocupado la casilla de la promoción, pero después de esto quedó ahogado. En el 6, el rey no va a 8AD, sino a 8TD, ya que 266

La línea de puntos indica la zona en que debe encontrarse el rey blanco para conseguir la vic­ toria : éste debe hallarse en con­ diciones, en dos jugadas, de ocu­ par el escaque 3CD (diagrama l), a bien, en un movimiento, la ca­ silla 3D olas 2D, ID (diagrama 2). Por ejemplo: 7a. El rey blanco én 5D. 1. D1R + , R7CD ; 2. D2D + , R8CD; 3. R4AD, P8TD=D; 4. R3CD y ganan. O bien: 7b. El rey blanco en 4R. 1. D1R + , R7CD; 2. D2D + , R8CD; 3. R3D, y ganan. La solución más simple, pero no la única, consiste en que la dama ocupe previamente la segun­ da fila; en ciertos casos, es posi­ ble, en la primera o en la segunda jugada, acercar primero el rey (te­ niendo en cuenta las excepciones indicadas en la nota al 3). Si en el 7 el rey negro se halla

en 8TD, y no está ahogado, la zona victoriosa del rey blanco aumenta en un escaque en todos los sentidos. A veces es posible ganar un tiempo, teniendo ocasión de dar jaque a la descubierta. Por ejemplo, en el 7c. El rey blanco en 7TD. Las blancas, des­ pués de 1. D8CD + , R8TD ? (lo correcto es R8AD(7D), aprove­ chan ambas posibilidades de ga­ nar tiempo: 1. R6CD (evitando el rey ahogado); 1... R8CD(7CD); 2. R5AD + , alcanzando la zona victoriosa normal. Por otra parte, a veces es impo­ sible utilizar una posición del rey negro que se sabe mala de ante­ mano : 7d. R5R, D8AR, R6CD, P7TD. Su propio rey impide a la dama ocupar la diagonal 1TD-8TR. 8

8b. Hallándose el rey blanco en 4AD o en 4CD, 4TD, se puede inmediatamente 1. R3CD (si la da­ ma está en 2R, hay que contar con la réplica P8AD=C+ ; por eso es mejor jugar previamente 1. R3 AD). En caso de que el rey negro se encuentre en 7CD, hay que ju­ gar primero 1. DSR + , o bien, 1. D3AD+, ó 1. D2AR. La zona victoriosa también au­ menta en este caso, si se puede dar jaque a la descubierta o cuan­ do el rey negro se halla en el es­ caque de la promoción o en otras casillas desfavorables. Por ejemplo, en el 8c. R5D, D2R-R8CD, P7AD, es posible 1. R4AD, P8AD = D + ; 2. R3CD, o bien, 1... R8TD; 2. D2D!, etcéte­ ra. Sin embargo, por regía gene­ ral, las negras pueden evitar éstas o semejantes colocaciones des­ favorables. Así, examinemos, por ejemplo, la posición 8d. R5D, D5 TR.-R7CD, P7AD. 1. D2R, R8TD !; 2. D2D, R8CD !; 3. D3D, R7CD, o bien, R1TD, tablas. Ciertas posiciones del rey ne­ gro, aun cuando parecen desfavo­ rables, no pueden ser utilizadas por las blancas si su rey se encuen­ tra fuera de la zona victoriosa. 8c. R4AR, D8R.-R6CD, AD, tablas. 9

P7

Aquí la zona victoriosa del rey blanco es considerablemente me­ nor : debe estar en condiciones de, en una jugada, ocupar la casilla 2D o la 3CD. 8a. Estando el rey blanco en 3R o en 2R, IR, se debe jugar 1. D8CD + , R8A (1... R1T; 2. R2D) ; 2. D4CD (o bien, estando el rey blanco en 2R, 2. D7AD y 3. R2D) y ganan. 267

En este caso, la zona victoriosa del rey blanco es incluso más ex­ tensa que la del peón de dama, ocupando dos columnas más a la derecha. El rey debe poder ocupar con un solo movimiento una cual­ quiera de las casillas 3AR, 2AR, 1AR (amenazando con D2R+ + como réplica a P8AD=D) o en dos jugadas, el escaque 3CD (cuando el rey negro se acerque a la esquina a través de la casilla 8AD). Examinemos unos ejemplos. 9a. El rey blanco en 4CR. 1. D3CD (estando la dama en 4TR, hubiese seguido 1. D8D + , R8AD; 2. D6CD, no dejando pasar al rey negro a la columna CD y luego 3. D3CD ó 3 D2CD); 1... R7D; 2. D2CD, R8D; 3. R3AR, R7D (3... P8AD=D; 4. D2R+ + ); 4. R4R y 5. R3D. 9b. El rey blanco en 1CR. 1. 1. D3CD, R7D; 2. D2CD, R8D; 3. R2AR, R7D ; 4. D4D + , R8AD ; 5. D4CD y 6. D 1R ++. 9c. El rey blanco en 5D. 1. D3 D + , R8AD; 2. R4AD, R7CD; 3. D2D y 4. R3CD. Como case® excepcionales son también posibles, sin embargo, posiciones de empate. Por ejemplo: 94. R5D, D7AD (o bien, D8AD, hallándose el rey negro en 7D). Las negras deben defenderse con suma atención cuando el rey blan­ co está situado en 5R (fuera de la zona victoriosa). 9e. El rey blanco en SR. La variante 1. D3D+, R8AD; 2. R4D, R7CD; 3. D2D, R8CD!, o bien, 3. D2R, R8TD! ha sido conside­ rada anteriormente. Queda la ten­ tativa 1. D3CD, R7D; 2. D2TD (2. D2CD, R8D). Las blancas cuentan con 2... R8D; 3. R4R, P8AD = D; 4. R3D. Sin embargo, en lugar de 2... R8D?, sigue 2... R0AD!, y tablas. 268

En posiciones desfavorables del rey negro, puede darse el caso de que pierdan aun cuando el rey blanco se halle fuera de la zona de ventaja. 91. N. Grigóriev, 1932. Blan­ cas: R5R, D8TD. Negras: R6D, P7AD; ganan las blancas. 1. D5 D + , R7R (1... R6AD; 2. D4D + y 3. DITD; 1... R6R; 2. D2CR! y 3. D5CR); 2. D2TD!, R8D; 3. R4D y ganan. No obstante, da tablas la posi­ ción : 9g. R6CD, D8TD-R6D, P7 AD. Este es el final de R7TD, P5TD - R5AD, P2AD, jugando las negras primero, después de 1... R6D1; 2. P6TD (mejor que 2. R7CD, P4AD); 2... P4AD; 3. R6 CD, P5AD; 4. P7TD, P6AD; 5. P8TD = D, P7AD. Las negras per­ derían en caso de 1... R6CD?, ya que las blancas podrían jugar 6. D1D. (Véase el 211a.) Si el peón dista dos movimien­ tos de la casilla de la promoción, la tarea de las blancas se simpli­ fica considerablemente.

El peón de torre puede ser captu­ rado por la dama sin ayuda de su rey. Acercándose mediante ja­ ques, la dama termina por alcan­ zar la posición del 10. Si 1... R8 TD, entonces 2. D2AD, P7TD ¡ 3. D1AD++. A 1... R8CD sigue 2. D4CD+, R7.TD; 3- D3AD y el peón perece. En caso de 1... R6CD, se tiene 2. D1AD, P7TD; 3. DI TD, ganando el peón después de 3... R6TD; 4. D3AD+ y 5. D2CD.

El esquema ! 1 (con peón de ca­ ballo) ilustra el único caso en que la ligazón por diagonal no ejerce, como es costumbre, una acción de­ cisiva (véase el 12). ya que la ju­ gada I... R8TD es posible. No obstante, después de 2. D4TD + , el rey negro se ve obligado, a pe­ sar de tcxlo, a ocupar el escaque delante del peón, permitiendo que avance y se acerque el rey blanco. Con este método se consigue ven­ cer contra cualquier peón negro en la tercera fila. Ea enorme fuerza de la ligazón eeieana en diagonal se puede ver, pongamos por caso, en el ejemplo 12 (con peón de alfil). Eas negras se hallan completamente parali­ zadas : los movimientos del rey son inútiles y las blancas contes­ tan a éstos acercacando su rey. 12

12a

En caso de que después de 1... R6CD (12a), las negras jueguen 2... P7AD, se tiene 3. D1TD. Cuando el peón es de caballo o central, no ofrece peligro alguno el permitir que el peón avance un escaque. Por ejemplo, en la posición R6TD, D8CR - R7TD, P6CD, des­ pués de 1... R8TD; 2. D1CR+, R7TD hay que consentir 3. R5C, P7CD, continuando después 4. D7TD+ y ganan. No obstante, cuando el peón es de alfil, si es imposible evitar que haga un movimiento, esto equivale

a tablas, siempre y cuando el rey blanco se halle fuera de la zona victoriosa. La teoría nos enseña algunas de estas posiciones de tablas. Ea más antigua de todas es: R7CR, D7CD - R8AD, P6AD. Aquí resulta inútil 1. R6AR, ya que el rey alcanza sólo 5R (9c). Después de 1. D1TR + , R7CD!, el rey blanco pone trabas al acer­ camiento decisivo de la dama. Ha­ llándose el rey blanco en 8CR, hu­ biese seguido 2. D8TR, R6CD; 3. D4D! (12a). Si, por el contrario, el rey se hallase en 7CR (y tam­ bién en 7TR, 8TR), sería tablas. Sin embargo, cuando el rey se en­ cuentra en 6TR, ganan (1. R5 CR!). He aquí otra posición de tablas (ha sido utilizada en el final de uno de los problemas de V. Chejover) : Blancas: R7R, D8AD. Ne­ gras: R7AD, P6AD, mueven las negras. Después de 1... R7D!; 2. D8D(7D) +, R8AD!, las tablas son evidentes. El empate es tam­ bién inevitable hallándose el rey blanco en 7D, 8D, 6AR (pero no en 6D o en 5CR, ya que a 1... R2D sigue 2. R5AD, o bien, 2. R4AR, y el rey blanco se sitúa en la zona victoriosa. Análoga a la primera es la posi­ ción de tablas. Blancas: R6AR, D8R. Negras: R7D, P6AD. El em­ pate tiene lugar aún en el caso en que el rey blanco se halle en 7D, 8D ó 7R. Cuando las negras disponen de dos peones, el número de posicio­ nes igualadas aumenta considera­ blemente. Estas serán estudiadas con todo detalle en el apartado «Finales de damas», aun cuando de algunas de ellas nos ocupamos a continuación.

269

2.

PASO AL FINAL DE DAMA

Las particularidades de la lucha de una dama contra un peón y las excepciones que en este final existen (posiciones de tablas), determina con antelación y en gran parte, la estrategia y la tác­ tica a seguir con los peones en caso de que pueda producirse un final de dama. Además, es claro que, en consideración, se toman las posibilidades recíprocas de una partida en que ambos contrin­ cantes tienen dama. He aquí un pequeño resumen de los puntos principales que de antemano es preciso tener en cuenta. Para alcanzar la victoria:

1) Promoción acompañada de un jaque que obligue al rey ene­ migo a perder un tiempo; otros casos de pérdida de tiempo al lle­ gar los peones a la promoción. 2) Posibilidad de dar un mate forzado después de haber alcanza­ do damas simultáneamente (sien­ do mano). 3) Captura forzada de la dama. 4) Conservación u obtención ■de una ventaja, material o de po­ sición, para ser utilizada seguida­ mente en el final de dama. 5) Dejar un peón al adversario para evitar el rey ahogado. Para alcanzar tablas:

La parte débil, se comprende, presenta la mayor resistencia po­ sible en todos los casos anterior­ mente enumerados y, además, emplea algunos métodos especí­ ficos. 6) Posibilidad de hacer tablas contra una dama, disponiendo de un peón de torre o de alfil (tenien­ do en cuenta el alejamiento del 270

rey enemigo y diversas excepcio­ nes). 7) Tablas con otros peones, gracias a haber sido forzado el peón normal o merced a una posi­ ción extraordinaria de empate. 8) Forzar un rey ahogado (a esto puede referirse el despren­ derse de un peón propio que es­ torba). Para ganar o conseguir tablas:

9) Forzar el cambio de damas, volviendo a un final de peones. 10' Preparar o evitar un jaque perpetuo. Muchos de los ejemplos que aca­ bamos de enumerar han sido ya ilustrados en el apartado »Finales de peones», sobre todo los tres primeros casos: 1) 67, 68, 68d, 70, 148, 185b, 208, 211b, 253 y otros. La promo­ ción acompañada de jaque (atraer al jaque) persigue el fin de obli­ gar al rev enemigo a perder tiem­ po. También se dan casos de per­ der tiempo a causa de haberse co­ locado el rey en el camino a seguir »or su propio peón; por ejemplo,, os 69a, 169, 392a y otros. 2) 216, 218, 227, 288-290 (tam­ bién los 203 y 2J2), etc. Todos ellos son ejemplos de mates sen­ cillos, los más frecuentes en la práctica. 3) 67, 68b, 318, 323d, etc. La captura de la dama se consigue en todos ellos mediante un golpe doble (jaque a la descubierta). La primera jugada de la solu­ ción del 167a tenía también en cuenta las posibles variantes 1) y 3). Además de estos sencillísimos casos de mate forzado o captura de la dama, pueden darse otros más complicados.

f

Acerca del punto (4), creemos que los ejemplos 186b, 203b, 392 y 396 son suficientes, ya que de­ muestran que no habiendo posibi­ lidad de ganar en un final de peo­ nes puro, la única perspectiva es la de pasar al final de dama con un peón de ventaja. En el último ejemplo al 3 de este Apéndice (véase asimismo el 378) se ilustra cómo obtener no una superioridad material, sino de posición. A continuación damos unos ejemplos complementarios, en los que el resultado viene determina­ do no por una correlación mate­ rial, sino de posición. En estos 1. P4TD, P4TR; 2. P4CD, P5 ejemplos aparecen ligados los te­ TR (2... R4R; 3. P4A R+!) ; 3. mas de los casos (4) y (6). P5TD, PCDxPT; 4. P5CD!, P6 14. N. Grigóriev, 1934. Blan­ TR; 5. P6CD, P7TR; 6. P7CD, cas : R7AR, P2CD. Negras: R8 P8TR = D ; 7. P8CD = D+-, R4AR ; TR, P2TR. Ganan las blancas. Las 8. D8AD + , R4C (o bien, 8 . . . R5 blancas llevan a cabo su amenaza A R ; 9. D4CR+ ; en caso de 8... de atacar al peón, aproximahdo R4R se tiene 9. D5AD + , R9AR; resueltamente su rey. 1. R6A!, 10. D3R+, R4AR; 11. D4R+, R7C; 2. P4CD, P4TR; 3. R5C, R4C; 12. P4AR+, capturando la R6C; P5TR; 5. P6CD, dama); 9. D8CR+, R4AR; 10, P6TR;4.6.P5CD!, P7CD, P7TR; 7. P8CD D4CR+ y 11. D4R++. =D + , R7C; 8. D2CD + , R8CR; Un método análogo para captu­ 9. R4C, P8TR=D; 10. R3C y rar la dama ha sido pensado en la posición siguiente: 13a. K. Kup- ganan. chevski, 1931. Blancas: R5CD, 14a. L. Prokevs, 1937. Blancas : P2TD, P3AR. Negras : R4D, P2R, R6R, P5TD. Negras: R7TR, F5 P2TR (1. P4TD, R3D; 2. R6C, TR; las blancas ganan. 1. R5A! R2D; 3. R7C, P4TR; 4. P5TD, (no 1. P6TD ?, P6TR o. R8C, ta­ P5TR; 5. P6TD, P6TR; 6. P7TD, blas); 1... P6TR; 2. R4C!, R7C P7TR; 7. P8TD = D, P8TR = D; 8. (celada funesta) ; 3. P6TD, P7TR; D8AD+, R3D; 9. D6AD + , R4R; 4. P7TD, P8TR = D ; 5. P8TD = 10. P4AR+). Sin embargo, des­ D + y ganan (3). pués de 1. P4TD salva a las ne­ gras una defensa más perspicaz: 14b. Blancas: R4AD, P4TD. i... R3RH; 2. R6C (2. P5TD, Negras: R9R, P2TR; juegan las R2D) ; 2... P4TR, tablas. negras; tablas. 1... R4R; 2. R5A, Respecto a los casos (4) a (8), R3R, y las blancas no tienen más cuyos finales están ligados en gra­ remedio que dejar pasar al rey a do aún mayor a los finales de da­ 1AD, ya que 3. R6A ? ó 3. R6C, mas, hay muy pocos ejemplos ex­ R2D ; 4. R7C ? hacen perder. plicativos en los «Finales de peo­ nes», por lo que más abajo se dan 14c. Blancas: R4AD, P2TD. unas cuantas posiciones comple­ Negras : R6AR, P2TR. Tocándoles mentarias. jugar a las negras, se obtienen ta13

271

blas no sólo mediante 1... R5R, como en el 14b, sino también mo­ viendo 1... P4TR ; 2. P4TD, P5TR; 3. P5TD, P6TR; 4. P6TD, P7TR; 5. P7TD, R7C!; 6. P8TD = D + , R8C. Jugando las blancas, éstas ganan: 1. R4D! (perono 1. R3D?, R5A, tablas). I4d. N. Grigóriev. Blancas: R8CR, P3AD, P2AR. Negras: R6D, P4TD; tablas. 1. P4AD!, R x PAD ; 2. P4AR, R4D; 3. R7A !, P5TD (o bien, 3... R5R 4. R6R); 4. P5AR, P6TD; 5. P6AR, P7TD; 6. R8C!, P8TD=D; 7. P7AR, ta­ blas (8).

y no en 6TR) ; 3... R xPTD ; 4. P5AD, P5TD; 5. P6AD, R7C; 6. P7AD, P6TD; 7. P8AD = D, P7 TD (ahora hay que ahogar a las negras); 8. D7CD + , R7A; 9. D6 TD, R7C; 10. D5CD + , R7A; 11. D4TD+, R7C; 12. D4CD + , R7A ; 13. D3TD, R8C; 14. D3CD+ , R8T (a continuación se da movi­ miento al rey y sigue un mate tí­ pico) ; 15. R4C, P6TR; 16. D2AD, P7TR; 17. D1AD+ + .

15a. P. Farago, 1937. Blancas: R8TR, P5TD, P4TR. Negras: R2TD, P5CR; tablas. En caso de 1. P5TR ?, R3T!, las blancas pier­ den (el mismo final que en el 15). 14e. Najdorf-Vinuesa, Mar de Tablas se alcanzan tínicamente la Plata, 1941. Blancas: R3D, P4 con 1. P6TD!, no llegando a tiem­ CD. Negras: R5TR, P4AR; jue­ po las negras para dar mate. Otra gan las negras. 1... R6T!; 2. posición análoga : Blancas : R3CD, P5CD, P5AR; 3. R4R, R6C! (3... P5CR. Negras: R8TR, P4TD, R5C, pierde); 4. P6CD, P6AR; P5CD, P5TR. 1. P6CR ?, P5TD + 3. P7CD, P7CR; 6. P8CD=D + , conduce a tablas. Lo correcto es R7C, tablas. 1. R4T, P6CD; 2. RxPCD, P5 En los ejemplos que damos a TD+ ; 3. R3T, etc. continuación también se unen los Un ejemplo de cómo despren­ casos (5) y (8) con elementos del derse de un peón propio que «es­ ( 6) . torba» fue dado anteriormente en el 21 la (Grigóriev, 1933); el re­ 15 chazar el sacrificio era allí impo­ sible, ya que entonces el peón lle­ garía a la promoción. A esto se refiere la posición de Farago, 1953. Blancas: R4CD, P4TD. Negras: R8AR, P4D, P4AR. 1. P5TD, P5D!; 2. R4A, R7R, tablas. El dejar al adversario un peón se ilustra, pongamos por caso, en la posición de I. Louma, 1926. Blancas: R7CD, P2CR, P4TR. Negras: R8AD, P2TD, P3TR; ganan las blancas. 1. P4CR (1. R x PTD ?, P4TR, tablas); 1... P4TD; 2. P5CR, PCRxPT; 3. P5TR!, P5TD (en caso de 3... P5GR se tendría 4. P6TR y des­ pués de coronar D8TD+-); 4. P6 1. P3TD! (1. R5R?, P4TR; 2. TR, y ganan. En la posición 15, el peón negro P5AD, R4C!; 3. R6D, P5TR v ta­ blas); 1... P4TR; 2. R3C!,' P5 fue bloqueado a una distancia de TR + ; 3. R3T! (es necesario pa­ tres movimientos del escaque de rar al peón precisamente en 5TR la promoción. Si el peón precisa 272

sólo dos jugadas para coronar, la victoria puede ser posible sólo a condición de que el rey de la parte más fuerte no se encuentre dema­ siado lejos. Los limites de la se­ paración se ven en los ejemplos que siguen:

toriosa estando la dama en 5AD y tocándoles jugar a las blancas (I. R2D, R7C ; 2. R2R!), pero esta situación es imposible forzarla a iartir de la posición inicial (con a dama en 3CR). La posición de tablas que he­ mos considerado puede darse en 15b. P. Farago, 1953. Blancas: el problema de P. Farago, 1937. R3AR, P3TD, P2TR. Negras: Blancas: R2R, P5CR, P2TR. Ne­ R8TD, P3TD, P5AR, P6TR; ven­ gras: R8TR, P5AD, P7D, P3CR, taja blanca. 1. RxPA?, R7C, et­ después de 1. P4TR ?, P6AD; 2. cétera, conduce a tablas. Malo 1. P5TR, P8D = D + ; 3. Rx D, P7 P4TD ?, R7C; 2. R4C, R6A; 3. AD+ ; 4. RIAD, PCRxFT, etcé­ P5TD, R5A! y después de 4. Rx tera. Por eso, las blancas no per­ PT, R6D, o bien, 4. RxPA, R5C, miten que ei rey negro cree un re­ ganan las negras. Lo correcto es fugio ahogado en 8TR. Lo que de­ 1. R4C!. R7C (o bien, 1... P6AR; cide es: 1. P3TRU, P6AD; 2. P4 2. KxPT; si 1... P4TD, lo más TR ; las negras se verán obligadas, sencillo es 2. P4TD y 3. R x PT) ; más pronto a más tarde, a mover 2. R x PT, Rx PT ; 3. R2C!, P6 el rey y entonces P5T!, gana. AR+ ; 4. R2A, R7C1 (dejaudo de En todos estos últimos casos, la antemano sin la casilla 1TD a la dama luchaba contra dos peones. dama blanca) ; 5. P4TR, P4TD; El número de posiciones de tablas, 6. P5TR. P5TD; 7. P6TR, P6TD; caso (7), es aquí considerablemen­ 8. P7TR, P7TD; 9. P8TR—D + , te mayor que en los finales ante­ R8C; 10. D8CD + , R8T (acortan­ riormente consideradas de «Dama do la solución : R8TD es, de cual­ contra peón». Ya en el 262 (en la variante) quier modo que se considere, in­ evitable después de D3CD + ) ; 1!. Grigóriev señaló una posición de R3R!, P7AR; 12. D5CD!, P8AR empate: Blancas: R7C1), P5TD, = D ; 13. D x D8AR+ y ganan (3). P7TD. Negras: R5R, D8D. He aqtti otros ejemplos: Una posición análoga es : G. Ca­ ray, 1944. Blancas: R3AD, P3D, 16. A. Troitski, 1899. Blancas; Negras: R8TR, P6CD, P5AD, P2TR; ganan las blancas. Des- R5CD, P5TD. P4R. Negras: R1D, P3D, P2D, P2TR. Tablas. 1. R6C, oués de 1. P4D!, P7CD: 2. Rx PC, P6AD+ ; 3. R2AD, etc., las RIA; 2. P6TD, R1C; 3. P7TD + , blancas realizan la man iobra R3D R1T; 4. R7A, P4TR; 5. R x P3D, P5TR; 6. Rx P2D, P6TR; 7. P5R, y D5CR. Si en las posiciones del tipo de P7TR; 8. P6R, P8TR=D; 9. P7R. las que examinamos, al peón ne­ La posición que resulta: blancas: gro le queda sólo una jugáda para R7D, P7TD, P7R; negras: R1TD, coronar, se puede afirmar que la D8TR es tablas (9... D4D+ ; 10. victoria es ya una excepción. R7A, D3R; 11. R8D, D3D+ ; 12. R8A!, DxPR, rey ahogado). 15c. I. Maizelis, 1954. En la posición: blancas: R1D, D3CR; 16a. B. Horwitz, 1879. Blancas: negras: R8TR, P7D, P7TR, gana R5AR, P4TD, P5CD, P3TR. Ne­ 1. D3R!, R7C; 2. DxP2D + , et­ gras : R6CR, P4TD, P3CD, P4TR; cétera (3). Sin embargo, en la po­ tablas. 1. R4R(5R), RxPTR; 2. sición: blancas: RIAD, D3CR; R5D!, R5CR ; 3. R6A, P5TR; 4. negras: R8TR, P7AD, P7TR, ya R x PCD, P6TR ; 5. R7T!, P7TR ; es tablas. La posición se hace vic­ 6. P6CD, P8TR - D ; 7. P7CD. En

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la posición resultante R7TD, P4 TD, P7CD : R5CR, D8TR, P4TD, pone trabas a las negras su propio peón 4TD; lo mejor que pueden alcanzar es D x PTD ; P8CD=D. Véanse asimismo los 362 y 408. 16b. A. Mandler, 1951. Blan­ cas: R3R„ P4AR, P5AR. Negras: R8D, P4AD, P2AR; tablas. 1. R3D, P3AR ; 2. R4AD, R7R(7D) ; 3. R5D, P5AD ; 4. R6R, P6AD; 5. R x PA, P7AD ; 6. R7R, P8AD =D ; 7. P6AR, ¡tablas! El caso 8), rey abogado, ha sido ilustrado hasta ahora con ejemplos en los que únicamente intervenían eones de torre o de alfil. Sin emargo, con damas es posible for­ zar un rey ahogado por otros me­ dios.

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blancas. 1. R7R ? no alcanza el objetivo a causa de 1... P4CR !; 2. R6A, RxPC; 3. P4AD, R5A !, ta­ blas. Lo correcto es 1. P4AD!, R5R; 2. R7R, P4CR (en caso de 2... R5D j 3. R7A, P4CR, las blancas tienen que maniobrar con el rey igual que en el 67b, con­ servando en el caso de P4TR, la posibilidad de llegar a la pro­ moción dando jaque; 4. R8C!, P3TR; 5. R7A! y 6. R6C) ; 3. R6A, P4TR; 4. PCRxPT, P5CR; 5. P6TR, P6CR; 6. P7TR, P7CR; 7.P8TR=D, P8CR=D (ahora las blancas obligan a cambiar las da­ m as); 8. D7TR+!, R6A; 9. D3D + , R5A; 10. D5AR+ y ga­ nan.

18a. R. Dawson, 1931. Blancas: R8TR, P5CD, PSD, P4R. Negras: 17. S. Zhiguis, 1928. Blancas: R7AR, P2TD, P4R, P5CR; ven­ R6TD, P5D, P5TR. Negras: R1 taja blanca. 1. P6CD!, PTDx TD, P6CD, P2AD, P2D. Tablas. PC; 2. P6D, P6CR; 3. P7D, P7 1. P6D !, P3AD ! ; 2. P6TR, P7CD ; CR; 4. P8D=D; P8CR=D; 5. 3. P7TR, F8CD=D; 4. P8TR= D x P + ; 6. Dx D + y ganan. D + , D1CD; 5. D8DÜ, DxD, rey 18b. I. Glazer, 1938. Blancas: ahogado. R5R, P3R, P3CR, P4TR. Negras: 17a. I. Berger, 1916. Blancas: R5TD, P4TD, P5CR, F2TR, P3 R4D, P6TR. Negras: R5CD, P5 T R ; tablas. Las blancas deben re­ TD, P6CD; tablas. 1. P7TR, F7 troceder con el rey con mucho CD!; 2. P8TR=D, P8CD=D; 3. tiento, abriendo el camino al peón. D8CD +, R6T; 4. DxD, rey aho­ Pierde 1. R5A ?, a causa de 1... R4C!; 2. P4R, P5TD; 3. P5R, gado. P6TD; 4. P6R, R3A; 5. R6A, P7 17b. F. Richter, 1953. Blancas: TD y el peón corona dando jaque. R4CD, P5TD, P2CD, P4AD, P5 No obstante, pierde también 1. AD. Negras: R7D, P2D, P6TR; R5D(6D) ?, a causa de 1... R5C!; tablas. 1. P6AD !, PDxPAD; 2. 2. P4R, P5TD; 3. P5R, P6TD; 4. P6TD, P7TR ; 3. P7TD, P8TR= P6R, P7TD; 5. P7R, P8TD=D; D; 4. P8TD=D, P4AD+ ; 5. R3C, 6. P8R=D, y las negras fuerzan DxD, rey ahogado. el cambio de damas; estando el El caso (9), cambio de damas rev en 5D, mediante 6 . . . D8D + forzado, es de una gran importan­ y 7... D5TD+ y con el rey en 6D, cia práctica. Se dio en las posicio­ jugando 6... D3TD+ ; 7. R7A, nes 213a, 291, 292, 323a, 333, 341, D2TD+ ; 8. R6D, D4AD +, etc. No 407 y otras. Damos a conocer al­ hay más que una solución: elegir gunos ejemplos más. la casilla del rey en concordancia con aquella a la que se dirija el 18. N. Grigóriev, 1938. Blan­ rey negro. Por eso 1. P4R!, R5C; cas: R8D, P3AD, P4CR. Negras: 2. R5A !, o bien, 1... R4C; 2. R6D ! R6AR, P2CR, P2TR. Ganan las (no 2. R5D ?, R3C ! y ganan); 2... 274

P5TD; 3. P5R y tablas. Las va­ riantes del ejemplo 321 liabían ya demostrado que, sin necesidad, no se debe determinar de antemano la posición de su rey, sino que lo mejor es avanzar primero un peón. El caso (10), jaque perpetuo, fue posible en una de las variantes del 290. En el 295a, el rey blanco eludía fácilmente los jaques, mien­ tras que en el 316 esto se conse­ guía utilizando un métalo com­ plicado e ingenioso. Pero esto per­ tenece ya a un final de damas pu­ ro, aunque es preciso tenerlo en cuenta cuando se juegan finales de peones. Daremos sólo un ejem­ plo último.

I». N. Grigóriev, 1924. Blan­ cas: R4R, P2TD, P2D, P6AR, P3TR. Negras: R1TR, P6TD, F5 CD, P4AD, P5TR. Tablas. Las blancas se salvan, ahorrando un tiempo muy importante, gracias a la amenaza de jaque perpetuo. 1. R5D!, R1C (en caso de 1... P6 CD, se tendría 2. R6R, PCD x PT, o bien, P7CD; 3. P7AR y 4. F8 AR=D + , dando jaque perpetuo) ; 2. R4A, R2A; 3. P4D, PADxPD; 4. RxPC, P6D!; 5. R3A, Rx PAR; 6. RxPD, R4A; 7. R3R, R4R; 8. R3A! (es necesario con­ servar el peón 3TR; 151); 8... R5D ; 9. R4A, y a R x PD contes­ tan las blancas con R2A, termi­ nando en tablas (257b).