01-La Fe Profesada Compaginado

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La Fe que profesamos

LA FE QUE PROFESAMOS

Para rezar a su lado: “Señor, Dios mío, Tú eres más grande que nuestras palabras, más silencioso que nuestro silencio, más profundo que nuestros pensamientos, más elevado que nuestros deseos... Danos, Oh!, Dios soberano, tan grande y tan cercano, un corazón lleno de vida y unos ojos nuevos para descubrirte y para acogerte cuando vienes a nosotros.”

“Al decir Creo, decimos Creemos”

San Francisco de Sales

Referencias: 1 - Benedicto XVI - Porta Fidei,1 2 - 1º Carta de Juan 4,8 3 - Benedicto XVI - Porta Fidei,2 4 - Mateo 5,13-16 5 - Benedicto XVI - Porta Fidei,1 6 - Concilio Vaticano II, Mensaje de apertura de los Padres Conciliares,1, 21/10/1962 7 - Juan 17,21 8 - Benedicto XVI - Porta Fidei,6 9 - Benedicto XVI - Porta Fidei,6 10 - Gálatas 5,6 11 - Benedicto XVI - Porta Fidei,7 12 - Benedicto XVI - Porta Fidei,10 13 - Benedicto XVI - Porta Fidei,9 14 - P. Pagola, José Antonio, “Creer, ¿para qué?”, pp.21-22

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MEDITACIONES A PARTIR DE LA CARTA DE BENEDICTO XVI

“LA PUERTA DE LA FE”

Al decir creo, decimos creemos

La Puerta de la Fe

MEDITACIONES A PARTIR DE LA CARTA DE BENEDICTO XVI

“LA PUERTA DE LA FE”

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ste año, el Papa Benedicto XVI, nos convoca a profundizar sobre este don hermoso que es la fe y lo hizo a través de una carta que se llama: “La puerta de la fe”, o “Porta Fidei”, que significa lo mismo en latín. Les proponemos ir conociendo el contenido de esta carta mediante un esquema sencillo que nos propone la misma carta que nos invita a: “Redescubrir los contenidos de la fe profesada, celebrada, vivida y rezada” Porta Fidei nro.9

En este primer cuadernillo vamos a comenzar haciendo una breve introducción a la carta para luego reflexionar especialmente sobre la fe profesada, es decir, en qué creemos como cristianos miembros de la Iglesia Católica. Para que sea más sencilla de leer y de reconocer los textos, la carta está dividida en números que corresponden a los distintos párrafos. Contiene en total 15 números, los primeros 5 son introductorios y explican en motivo de esta convocatoria al año de la fe. Los siguientes números que van del 6 al 8 inclusive, nos van a ayudar a meditar sobre la fe profesada. En estas páginas vamos a reflexionar sobre el contenido de estos primeros 8 números. El esquema que utilizaremos será partir de un texto de la carta, un texto bíblico, una breve meditación, algunas preguntas para ayudarnos en la reflexión y una oración final. ¿Para qué nos invita el Papa a un Año de la Fe?: Para recordarnos que: “La puerta de la fe está siempre abierta para 1 nosotros” Porque la fe es un camino, que iniciamos un día en el bautismo, pero 2 que dura toda la vida hacia el encuentro de “Dios que es amor”. 2

Algunas preguntas para pensar y reflexionar: ¿Alguna vez nos preguntamos?: ¿Para qué creer? Para sentirme recibido por Dios cuando me veo solo e incomprendido; para sentirme consolado en el momento del dolor y la depresión; para verme fortalecido en mi impotencia y pequeñez; para sentirme invitado a vivir, a amar, a crear vida a pesar de mi fragilidad. ¿Para qué creer? Para situar las cosas en su verdadera perspectiva y dimensión; para vivir incluso los acontecimientos que parecen pequeños e insignificantes con más hondura; para tener más fuerza para amar a las personas. ¿Para qué creer? Para no ahogar en mí el deseo de vida hasta el infinito; para defender mi libertad y no terminar esclavo de cualquier ídolo; para vivir abierto a la verdad última de la vida; para no perder la esperanza en el ser humano. ¿Para qué creer? Para no vivir a medias; para no contentarme con “ir tirando”; para no ser un “vividor” sino vivir de una manera digna y no estancarme en la vida; para ir aprendiendo desde el Evangelio maneras nuevas y más humanas de trabajar y disfrutar, de sufrir y de vivir. Nosotros creemos en un Dios que camina a nuestro lado, Algunos piensan que tener fe es creer una serie de cosas extrañas que nada tienen que ver con la vida, nosotros todo lo contrario porque creemos en el Dios de la Vida. Para reavivar tu fe tienes que abrirte al Dios viviente que te quiere ver pleno y feliz. Él puede ser el mejor estímulo y la mejor ayuda para vivir. 14

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El Año de la Fe

La Fe que profesamos

IV - Esta es nuestra fe: El contenido central de nuestra fe está resumido en la oración que llamamos: “Credo”. En uno de los primeros concilios de la Iglesia primitiva, los Obispos pusieron por escrito este texto que llamaron: “Símbolo de la Fe” o “Compendio de la Fe.” Es por eso que los cristianos en los primeros siglos estaban obligados a aprender de memoria esta plegaria que les servía como oración cotidiana para no olvidar el compromiso asumido en el bautismo. 13 Nosotros hoy día, lo rezamos en la Misa de los domingos; y durante la Vigilia Pascual y las celebraciones de Bautismo hacemos la renovación de las Promesas Bautismales donde volvemos a profesar nuestra fe todos unidos. Este es el texto que utilizamos en la noche Pascual y mientras lo leemos, podemos otra vez recordar lo más importante y el corazón de nuestra fe: Celebrante: “¿Creen en Dios Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra?” Todos: “Sí, creemos.” Celebrante: “¿Creen en Jesucristo, su único Hijo, Señor nuestro, que nació de Santa María Virgen, padeció, fue sepultado, resucitó de entre los muertos y está sentado a la derecha del Padre?” Todos: “Sí, creemos.” Celebrante: “¿Creen en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de los muertos, y la vida eterna?” Todos: “Sí, creemos.” Celebrante: “Esta es nuestra fe, esta es la fe de la Iglesia que nos gloriamos de profesar en Cristo Jesús, Señor nuestro.”

Para renovar la alegría y el entusiasmo del encuentro con Cristo, y juntos como Iglesia “rescatar a los hombres del desierto y conducirlos al lugar de la vida y la amistad con el Hijo de Dios, que 3 nos da la vida en plenitud» Para ser “sal de la tierra y luz de mundo” 4, para descubrir el agua viva que Jesús ofrece a todos los sedientos, para gustar el Pan de su Palabra, y para ir hacia Cristo, que es el camino.5 Para celebrar y hacer memoria los cincuenta años del inicio del Concilio Vaticano II y los veinte años de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica. Al iniciar el Concilio, en el mensaje de apertura, los Padres Conciliares nos decían: “Bajo la dirección del Espíritu Santo, queremos buscar la manera de renovarnos a nosotros mismos, para manifestarnos cada vez más conformes al Evangelio de Cristo y para renovarnos de tal manera que aparezca a todo el mundo el rostro amable de Jesucristo brillante en nuestros corazones 6 para resplandor de la claridad de Dios.” Esperamos que estas páginas nos ayuden a renovarnos en la fe, la esperanza y el amor siendo testigos vivientes del Señor para que el mundo 7 crea.

I - Nuestra vida hace resplandecer la Palabra de Jesús: Leemos lo que dice el Señor: “Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ya no sirve para nada. Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en la cima de una montaña. Y no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa. Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo.” Mateo 5, 13-16

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Al decir creo, decimos creemos

La Fe que profesamos

Todos recibimos la fe a través de otros. Fue nuestra familia que nos bautizó de chicos, o un profesor, un sacerdote, una monjita o un amigo que conocimos de más grandes y que nos impactaron por sus vidas, no sólo por sus palabras. Y así descubrimos que la fe es un regalo de Dios que necesita de nosotros para contagiarla, para verla en acción y de ganas de tenerla y compartirla. Dice la carta Porta Fidei que: “los cristianos estamos llamados a 8 hacer resplandecer la Palabra de verdad que el Señor Jesús nos dejó.”

III - La fe crece cuando se comparte: Leemos lo que dice el Señor: “Jesús les dijo: «Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo». Mateo 28, 19-20

Y la carta Porta Fidei nos dice:

II - Creemos que Dios es Amor que salva: Leemos lo que dice el Señor: “El amor de Cristo nos apremia. Y él murió por todos, a fin de que los que viven no vivan más para sí mismos, sino para aquel que murió y resucitó por ellos. El que vive en Cristo es una nueva criatura: lo antiguo ha desaparecido, un ser nuevo se ha hecho presente.” Gálatas 5,14-17

Estamos invitados a volver a convertirnos al Señor, que vino a mostrarnos el verdadero rostro de Dios que es “Amor que salva y nos 9 llama a todos a vivir una nueva vida.” La fe que nosotros profesamos no es solo un acto intelectual. En ella se nos juega la vida, porque es un modo de ser y de vivir en las manos de Dios, reconociéndolo como Padre y en comunión con todos los hombres, reconociéndolos como hermanos. Ser sus hijos creyendo en Él nos lleva a vivir de manera nueva. Esta vida nueva transforma toda la existencia humana, no de golpe sino paso a paso, en un proceso que dura toda la vida por la “fe que actúa por el amor” 10, a través de nuestras acciones de cada día que nos van transformando en hombres nuevos, en servidores del Señor y de los hermanos. 4

“El amor de Cristo nos apremia: es el amor de Cristo el que llena nuestros corazones y nos impulsa a evangelizar. Hoy como ayer, él nos envía por los caminos del mundo para 11 proclamar su Evangelio a todos los pueblos de la tierra” La fe crece cuando se vive como experiencia de un amor que se recibe y se comunica. Si guardamos la fe solo para vivirla como algo personal e íntimo, se marchita, va quedando cada vez más pequeña. En cambio si la compartimos nos hace fecundos y nos ensancha el corazón para amar más y mejor. La fe como la vida nos es dada para compartirla. Es una herencia que recibimos gratuitamente a través de tantas generaciones de creyentes que nos antecedieron y estamos llamados a seguir transmitiéndola. Tertuliano, un Padre de los primeros siglos del cristianismo, decía: “un solo cristiano no es cristiano.” En la fe, nunca estamos solos ante Dios. Puede que algunos vivamos solos, pero siempre, aún en la distancia, participamos de una comunidad de hermanos que abarca todos los tiempos y todos los lugares. Cada vez que decimos el Creo, no lo estamos diciendo solos, lo hacemos con el Pueblo de Dios y al proclamarlo nos unimos a todos los creyentes de la Iglesia Universal. Por eso, al decir Creo, decimos 12 Creemos. 5